Terapia Familiar Con Adolescentes PDF
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El enfoque de terapia familiar para el tratamiento de los adolescentes con problemas creado
por Fishman tiene gran vigencia dentro de la sociedad occidental actual en la cual la etapa de la
adolescencia presenta una duración imprecisa, ya que la educación más larga y una maduración
sexual temprana han dado lugar a una fase prolongada de madurez física asociada a una
dependencia económica y psicosocial.
Fishman (1990) estima que la terapia familiar sistémica es un enfoque adecuado para
ayudar a los adolescentes y a sus familias a superar los problemas que entraña enfrentarse a una
difícil etapa del ciclo vital como es la adolescencia. La familia es el principal contexto en el que se
desarrolla el adolescente, si este contexto cambia, cada miembro del sistema familiar podrá
―desplegar‖ nuevas pautas de conducta más funcionales. Por consiguiente, este enfoque terapéutico
no contempla a la familia como un estorbo externo de que el terapeuta deba desembarazarse, sino
como un recurso que es preciso potenciar para facilitar el restablecimiento del adolescente.
1 Inmaculada Ochoa de Alda (1995). Enfoques en terapia familiar sistémica. Barcelona. Editorial Herder. Cap. 9. págs.
contribuir a generar o mantener pautas conductuales funcionales o no funcionales. En consecuencia,
ante la presencia de un síntoma en un adolescente conviene abordar —siempre que se crea
necesario— no sólo los patrones familiares de interacción, sino también los sociales, interviniendo
en el medio externo para corregir patrones disfuncionales que a su vez afectan al sistema familiar.
A.4. SEPARACIÓN
El terapeuta debe ayudar a todos los integrantes de la familia a conseguir una separación
sin alienación, para lo cual primero deben alejarse gradualmente y luego volver a conectarse a partir
de un nuevo tipo de relación más igualitaria.
B. EVALUACIÓN
La evaluación recoge los presupuestos básicos de la terapia estructural (véase capitulo 8),
cuya gestación también ha contribuido el propio Fishman en colaboración directa con Minuchin de
quien se considera discípulo. Lógicamente al centrarse en los problemas ocasionados en o por
sujetos adolescentes, dichos presupuestos se aplican al momento evolutivo en que los hijos
comienzan a emanciparse del hogar paterno.
B.1.3. ESTRUCTURA
La estructura comprende pautas transaccionales relativamente duraderas. Dichas pautas
ordenan y organizan los subsistemas familiares en relaciones más menos constantes —alianzas y
coaliciones— que cambian paulatinamente según la etapa evolutiva que atraviesa el sistema
familiar. Con objeto de conocer la estructura el terapeuta evalúa: las habilidades de los integrantes
del grupo familiar para enfrentar las correspondientes tareas del inicio de la emancipación; las
transacciones que manifiestan en su presencia; el tipo de limites entre los subsistemas; el reparto
del poder; la disponibilidad familiar para el cambio; los factores generadores de estrés; así como las
fuentes de apoyo y recursos intra y extrafamiliares.
B.1.4. PROCESO
El término ―proceso‖ designa una secuencia de conductas discreta y limitada en tiempo, que
constituye una transacción. Por ejemplo, en un proceso de decisión familiar, el terapeuta puede
observar que el padre hace determinada propuesta, el hijo mayor se opone y la madre se pronuncia
en apoyo de su hijo. Un acuerdo madre-hijo de este tipo puede tener suficiente fuerza y suscitarse
de forma reiterada. Cuando un proceso perdura en el tiempo, adquiere el estatuto de estructura de
forma que el ejemplo anterior ilustraría una estructura de coalición madre-hijo en contra del padre y
no sólo un proceso ocasional (Fishman, 1990).
Antes de evaluar cuáles son los patrones disfuncionales que caracterizan a la familia que
acude a consulta, el terapeuta debe identificar qué individuos o fuerzas sociales están manteniendo
la conducta sintomática.
Evitación del conflicto. Las familias con un miembro sintomático normalmente toman
medidas que les permitan ―esquivar‖ la confrontación, evitando reconocer el conflicto. La evitación
difiere dela dispersión en que el segundo término se utiliza para describir para describir lo que
realmente puede suceder durante una sesión, es decir, que cuando crece la tensión entre dos
personas, una tercera actúa para reducir esa tensión desviando el enfrentamiento.
Cismogénesis simétrica y complementaria. La cismogénesis simétrica se refiere a las
secuencias de interacciones en escalada, basadas en la competitividad, que conducen a un cisma.
En su forma complementaria, este patrón aparece como una serie de conductas recíprocamente
ajustadas, en las que una persona adopta siempre una posición superior y la otra una posición
siempre inferior.
Intrincación. El patrón de intrincación familiar se caracteriza fundamentalmente por una
extrema proximidad e intensidad en las interacciones, es decir, por unos límites insuficientemente
diferenciados entre los miembros de la familia que conducen a una falta de distinciones apropiadas
en las percepciones que tienen uno de otros y de sí mismos. Esta involucración extrema dificulta
notablemente no sólo el proceso de formación de identidad individual y familiar, sino también el logro
de una adecuada emancipación del joven con respecto a su familia de origen.
Rigidez. Consiste en la incapacidad del sistema familiar para abandonar el statu que cuando
las circunstancias parecen indicar la necesidad de un cambio y, por tanto, conduce al estancamiento
del desarrollo evolutivo. La rigidez hace que la familia se ancle en antiguos patrones, que eran
adecuados para etapas anteriores del ciclo, pero no para la que ha de ―atravesar‖ en el momento
presente.
Sobreprotección. El patrón disfuncional de sobreprotección se observa cuando existe una
preocupación exagerada de los integrantes de la familia entre sí, lo cual impide que el adolescente
desarro0.lle su competencia y autonomía para satisfacer las necesidades propias de su edad.
C. TÉCNICAS DE INTERVENCIÓN
Nuevamente los recursos técnicos para promover el cambio corresponden a la modalidad de
intervención del enfoque de terapia estructural, y se apoyan en la estrategia descrita por la terapia
estratégica de Haley (véase capítulos 10 y 11) de unir a los progenitores para que ayuden a su hijo a
superar el problema. Se trata de conseguir un cambio ―in situ‖, durante la propia entrevista,
fundamentalmente a través de: técnicas reestructurantes como la fijación de límites y el desequilibrio
de las jerarquías familiares, y técnicas cognitivas como el reencuadre y la connotación positiva,
dirigida a resaltar los aspectos positivos y componentes de los integrantes del grupo familiar. Por
otro lado, es esencial que el mensaje que el terapeuta transmite a la familia cobre la suficiente
intensidad para alertar las pautas disfuncionales y promover otras nuevas más adecuadas.
C.1. ESCENIFICACIÓN
La escenificación se desarrolla en tres pasos. En primer lugar, el terapeuta observa las
transacciones espontáneas de la familia y decide en qué aspectos disfuncionales se va centrar.
Después, hace que los miembros de grupo familiar representen el proceso ―patológico‖ en su
presencia. Posteriormente, cuestiona mediante el desafío los patrones disfuncionales —y si es
necesario los intensifica— hasta que emergen otros más funcionales, activando así el cambio
terapéutico.
C.3. DESEQUILIBRIO
El terapeuta cuestiona y cambia la organización familiar incorporándose al sistema y
actuando en apoyo de un sólo individuo o subsistema. Esta técnica requiere una gran habilidad de
parte terapeuta quien tiene que moverse en los dos bandos, aliándose alternativamente con el chico
y con los padres, sin desautorizar a los últimos. De este modo, los miembros de la familia pueden
explorar nuevas posibilidades de funcionamiento personal e interpersonal, al ampliar el repertorio
conductual con patrones más funcionales, resolver el problema.
C.4. REENCUADRE
Se enmarcan de forma diferente las experiencias individuales e interpersonales de los
componentes de la familia. El objetivo es producir no sólo un cambio cognitivo sino también patrones
interacciónales diferentes, es decir, un cambio conductual. La terapia no se fundamenta en el mero
hecho de hablar de los problemas, sino en promover nuevas formas de actuación dentro de la
entrevista, que luego se intentan consolidar a través de tareas para realizar fuera de la sesión. En
este sentido, el cambio cognitivo se considera una ayuda necesaria para producir el cambio
conductual.
C.5. INTENSIDAD
Con objeto de provocar un cambio, el terapeuta debe transmitir su mensaje de forma que el
sistema lo comprenda, y únicamente puede estar seguro de que los integrantes de la familia lo ha
recibido cuando manifiestan patrones conductuales diferentes. La exageración y ridiculización de las
pautas disfuncionales, así como la repetición de los mensajes terapéuticos son recursos necesarios
para romper la homeostasis familiar y lograr el cambio.
A partir de este punto y hasta el final del capítulo describiremos el tratamiento aconsejado en
casos de delincuencia, fuga del hogar, violencia familiar, incesto, intentos de suicidio, discapacidad
mental o física y problemas de adolescentes que viven en una familia uniparental. El procedimiento
se basa en la utilización de técnicas provenientes de la terapia estructural (véase capítulo 8) y del
tratamiento recomendado por Haley para adolescentes con problemas de esquizofrenia,
delincuencia y drogadicción (véase capítulo 11). Al igual que este último, Fishman emplea en
algunos de los problemas una estrategia consistente en otorgar el poder a los padres, que deben
establecer conjuntamente las reglas que van a regir la vida del adolescente en el hogar, y en facilitar
una adecuada negociación posterior entre los progenitores y el hijo.
TRATAMIENTO DEL ADOLESCENTE DELINCUENTE
En los últimos treinta años, la familia se ha convertido en una institución inestable y como
consecuencia el adolescente recurre más a sus amigos y hermanos, estando muy influido por
ambos. En este sentido se ha constatado que en las familias con hijos delincuentes se produce una
renuncia a la autoridad parental y el subsistema fraterno se vuelve más poderoso Minuchin y cols.,
1967). A menudo, los padres son ineficaces no porque se sientan incómodos al ejercer su
autoridad, sino porque hay un patrón crónico de desacuerdo entre ellos que debilita su poder
ejecutivo. La división también puede darse entre un progenitor y un abuelo, o entre el organismo de
asistencia social y tribunal de justicia que están a cargo del adolescente (Fishman 1990). El objetivo
terapéutico es cambiar las relaciones perturbadas entre los progenitores y el hijo y abordar los
efectos de un sistema extremo que contribuye a mantener la conducta delictiva.
El terapeuta debe tener en cuenta la habilidad del adolescente para manipular a los padres,
amenazándoles con no volver a casa si se muestran firmes al imponer formas de conducta.
Entonces invertirá la amenaza planteando que el hijo podrá regresar al hogar sólo cuando se
comporte de forma apropiada e impedirá que asuma el control, pero cuidando de no cerrarle todas
las puertas. El propósito no es meramente devolver la autoridad a los padres, sino hacerlo de tal
modo que impulsen a su hijo a ganarse el derecho de volver la familia. Al suministrar los medios de
enmendarse –obedeciendo las reglas formuladas por los progenitores- se promueve el proceso de
expiación, ya que el adolescente tiene que negociar el precio de pertenecer al sistema familiar
cumpliendo las normas acordadas (Fishman, 1990).
El terapeuta tiene que distinguir los problemas parentales de los del adolescente, ya que en
estas familias se suele observar un patrón de evitación del conflicto a través del hijo sintomático. Su
cometido es mantener a los progenitores en la posición directiva que les corresponde –evitando que
triangulen con el chico- y al mismo tiempo capacitarlos para que ofrezcan opciones al hijo. Si los
padres creen que la solución estriba únicamente en ponerse severos, la terapia será improductiva.
El objetivo terapéutico es ayudarles a adquirir firmeza y simultáneamente a suministrar nuevas
posibilidades.
El objetivo terapéutico no consiste únicamente en establecer una jerarquía que puede fijar
reglas y hacerlas cumplir. Los padres deben ser una autoridad que negocie con los adolescentes,
de modo que éstos se sientan respetados y libres. El remedio requerido, pero rara vez empleado en
las familias con tendencia a la violencia es ofrecer disculpas, reparar ofensas y pedir perdón
(Fishman, 1990).
En numerosas ocasiones es inevitable que una institución o una familia sustituta se hagan
cargo del niño, temporal o permanentemente. El incesto supone la violación total de los límites
familiares y la terapia debe dirigirse más a establecer límites que a mantener intacta la unidad
familiar. Esto es así porque la terapia familiar sistémica concibe la familia como un sistema de
relaciones cuyo propósito es promover el crecimiento y bienestar de quienes lo componen; si el
sistema de relaciones no cumple ese propósito, la prioridad es el individuo.
El problema del suicidio hace necesario que la terapia se encamine a la consecución de las
metas siguientes: cambiar la estructura familiar; modular la tolerancia al estrés: ayudar al
muchacho a asumir la realidad existencial: evitar que los padres adopten una actitud excesivamente
protectora o excesivamente inconmovible hacia el adolescente, y tener en cuenta la influencia del
contexto exterior a la familia.
H.1.1. Cambiar la estructura y la comunicación afectiva familiar
Para cambiar esta situación el terapeuta debe evaluar previamente cuál es el grado de
impulsividad del contexto familiar, averiguando si alguno de los padres debe en exceso, si hay
miembros manifiestamente entrometidos en la familia, si confluyen factores como pobreza o
enfermedad.
Los resultados de las investigaciones sobre chicos discapacitados y sus familias permiten
afirmar que los factores que disminuyen la vulnerabilidad y aumentan la fortaleza del discapacitado
son: una elevada autoestima, la capacidad para controlar el medio, la competencia social y escolar,
la calidez en el hogar y una interacción familiar equilibrada (Fishman, 1990).
COMENTARIO
El enfoque terapéutico creado por Fishman para resolver para terminar los problemas más
relevantes a los que se ven más sometidas las familias con hijos adolescentes se fundamenta en
una combinación de la terapia estructural de Minuchin, en cuyo desarrollo ha participado el propio
Fishman, y el tratamiento de Haley para los problemas de emancipación, concretamente
esquizofrenia, delincuencia y drogadicción.
La adolescencia se considera una de las etapas del ciclo vital familiar que genera más
problemas, puesto que en ella concurren varios cambios evolutivos que afectan a tres generaciones.
Los abuelos pueden presentar un deterioro físico y/o mental más o menos grave que muchas veces
supone una presión excesiva para la familia nuclear. Los padres tienen que enfrentarse a las
exigencias para que un futuro más o menos lejano abandonen el hogar y funden su familia y/o
desarrollen un trabajo. El adolescente, por su parte debe encontrar una identidad propia, dejar a un
lado su narcisismo infantil, desarrollar habilidades de competencia socia y profesional e ir
distanciándose del sistema familiar para ser una vida cada vez más independiente.
Fishman defiende que la resolución satisfactoria de la transición a la emancipación requiere
que la familia tolere la separación e independencia de sus hijos, mientras mantiene la conexión y el
apoyo necesario para un mejor crecimiento: admita la diferenciación en la identidad de cada
miembro y acepte que sus hijos mantengan contactos emocionales intensos y estilos de vida
diferentes fuera de la familia inmediata.
Aunque el tratamiento propuesto para los problemas de delincuencia, fuga del hogar
paterno, violencia familiar, incesto, intento de suicidio, discapacidad mental o física y adolescentes
procedentes de una familia uniparental presenta ciertas peculiaridades sólo aplicables a cada una
de las categorías problema, existe una orientación común dirigida fundamentalmente a establecer
límites claros y flexibles y a otorgar a los padres una adecuada autoridad ejecutiva, basada en el
acuerdo de la pareja, que tenga en cuenta los criterios de los adolescentes. El terapeuta ayuda a los
progenitores a negociar primero entre sí y posteriormente con los hijos, siempre en un clima de
valoración y respeto mutuo. Esto exige una gran habilidad para proporcionar apoyo a los dos bandos
y a lograr la colaboración de ambos. Por otra parte, en aquellos problemas que no suponen una
intervención en crisis, el terapeuta primero tiene que desequilibrar el sistema para después poder
transformarlo. En ausencia de crisis los miembros de la familia no experimentan la necesidad de
alternativas, y si estas faltan no hay complejidad conductual y, por tanto, no existe crecimiento sino
estancamiento del desarrollo evolutivo.
La terapia tiene en cuenta el contexto familiar o social externo a la familia nuclear, tanto a la
hora de evaluar posibles fuentes de estrés, como a la hora de intervenir para dotar a las familias
que lo requieran de recursos adicionales. Esto último es especialmente conveniente en los sistemas
con un hijo discapacitado y en las familias uniparentales, en las que sistemas externos de apoyo
pueden aliviar a los miembros excesivamente abrumados. Asimismo, es necesario recurrir al
contexto exterior en aquellas situaciones en que la violencia física o sexual –dentro de la familia-
exige proteger a las víctimas y colocarlas en lugar seguro –temporal o indefinidamente- en
instituciones al efecto o en familias sustitutas. El terapeuta siempre dirige su esfuerzo a mantener la
unión familiar, por considerar que la función de la familia es ayudar al crecimiento psicosocial de sus
miembros. Cuando no es así y existe degradación o peligro para la vida de alguno de ellos, se opta
por salvar al individuo incluso a costa de la ruptura familiar.
BIBLIOGRAFÍA