Watson - El Conductismo
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-Watson-
El conductista trabaja como cualquier otro hombre de ciencia. Su único objetico es reunir
hechos tocantes a la conducta –verificar sus datos-, someterlos al examen de la lógica y de la
matemática (los instrumentos propios de todo científico).
Por otra parte, existen, con toda exactitud, dos estímulos que indefectiblemente
promueven la respuesta de miedo: un sonido fuerte y la pérdida de base de sustentación.
Si al nacer, únicamente dos estímulos provocan miedo, ¿Cómo es posible que esas otras
cosas logren producirlo?
Si se muestra una serpiente, un ratón o un perro a una criatura que nunca hay visto estos
objetos ni se la haya atemorizado de otra manera, empezara a tocarlo apretujando esta o aquella
parte. Repítase esta prueba durante días hasta obtener una razonable seguridad de que la criatura
se acercara siempre al perro, que nuca huira de él (reacción positiva), y de que éste jamás,
provocara una respuesta de miedo. En estas condiciones, se toma una barra de acero a espaldas
del niño y se golpea fuertemente. De inmediato aparecerán las manifestaciones de mido.
Entonces, pruébese lo siguiente: en el momento en que se le enseña el animal, y justamente
cuando empieza a aproximarse, golpéese de nuevo la barra del mismo modo. Se manifestará un
cambio novedoso e importante: ahora, el animal provoca la misma respuesta que la barra de
acero, una respuesta de miedo. En el conductismo denominamos este hecho respuesta emocional
condicionada, una forma de reflejo condicionado.
El conductista tiene asimismo sus problemas en lo tocante al adulto. ¿Qué métodos hemos
de utilizar sistemáticamente a fin de condicionar al adulto? ¿Por ejemplo, para enseñarle hábitos
de trabajo, hábitos científicos?= ambas categorías, los manuales (técnica y habilidad) y los
laríngeos (hábitos de hablar y pensar) habrán de establecerse y relacionarse antes que se complete
el aprendizaje. Una vez formados estos hábitos de trabajo, ¿con que sistema de estímulos variables
debemos rodearlo si queremos mantener el nivel de eficiencia y su aumento constante?
El punto de partida fundamental del conductismo es comenzar por la observación de la gente.
El conductismo, es pues, una ciencia natural que se arroga todo el campo de las
adaptaciones humanas. Su compañera más íntima es la fisiología. En realidad, solo difiere de la
fisiología en el ordenamiento de sus problemas; no en sus principios fundamentales ni en su punto
de vista central. La fisiología se interesa especialmente en el funcionamiento de las partes del
animal. En cambio, aunque muy interesado en el funcionamiento de dichas partes, al conductismo
le importa intrínsecamente lo que el animal –como un todo- hace desde la mañana hasta la noche
y desde la noche hasta la mañana.
El interés del conductista en las acciones humanas significa algo más que el mero
espectador: desea controlar las reacciones del hombre. Corresponde a la psicología conductista
poder anticipar y fiscalizar la actividad humana. A fin de conseguirlo, debe reunir datos científicos
mediante procedimientos experimentales.
El organismo se halla de continuo sometido a la acción de los estímulos –que llegan por la
vista, el oído, la nariz y la boca- los denominados objetos de nuestro medio; al mismo tiempo,
también el interior de nuestro cuerpo se halla en cada instante sometido a la acción de estímulos
nacidos de los cambios en los tejidos mismos.
Uno de los problemas del conductismo es el que cabría denominar “la multiplicación
continua de los estímulos” a los cuales responde el individuo. Antes que ciertos estímulos puedan
ejercer su influencia es indispensable que se forme un hábito. Luego trataremos el procedimiento
mediante el cual nos es dable lograr que estímulos comúnmente sin reacciones, las provoquen. El
término que de ordinario empleamos para describir este procedimiento es “condicionamiento”.
Es el condicionamiento, desde la más tierna infancia, lo que dificulta tanto al conductista
poder anticipar cual será una determinada reacción.
Las dos clasificaciones sensatas de la respuesta son: “externa” o “interna” – o acaso sean
mejores los términos “abierta” (explicita) e “implícita”. Entendemos por respuestas externas o
explicitas los actos ordinarios del ser humano. Para efectuar estas observaciones no necesitamos
instrumentos. Las respuestas internas o implícitas son arduas de observar, no porque ellas sean
esencialmente distintas de las exteriores o explicitas, sino solo a causa de que están ocultas a la
mirada.
Otra clasificación general es la de respuestas aprendidas y no aprendidas. “Las respuestas
aprendidas” incluyen todos nuestros hábitos complicados y todas nuestras respuestas
condicionadas; y las respuestas “no aprendidas”, entendiendo por ellas cuantas ya realizamos en la
primera infancia antes que el proceso de condicionamiento y la formación de hábitos predominen.
Otra manera, puramente lógica, de clasificar las respuestas es la de caracterizarlas por el
órgano sensorial que las origina, así, tenemos una respuesta visual no aprendida y opuesta a ella
una respuesta visual aprendida.
Esta digresión acerca del estímulo y la respuesta suministra un ideal del material con que
hemos de trabajar en psicología conductista y por qué esta se propone como meta el que dado el
estímulo, poder predecir la respuesta o, viendo que reacción tiene lugar, inferir cual es el estímulo
que la ha provocado.
Las respuestas condicionadas, como todos los otros hábitos, son más o menos temporales
se inestables. Después de un periodo en que no se hayan practicado, cesa, desaparecen. No
obstante, pueden ser prontamente restablecidas.
El estímulo sustituto puede fijarse y especificarse. Ningún otro estimulo de su categoría
provocara, después, el mismo reflejo.
La magnitud de la respuesta depende de la intensidad del estímulo. Auméntese el estímulo
y se obtendrá un aumento en la respuesta. Y, si un estímulo continuado es interrumpido, tiene
idéntico efecto que el aumento del estímulo; aumentara la intensidad de la respuesta.
Las respuestas condicionadas pueden extinguirse (Pavlov sostiene que nunca desaparecen
en forma definida). La falta de ejercicio las extingue. Lo mismo ocurre mediante la repetición
continuada del estímulo.
El principal objetivo que inspiraba todas estas pruebas, era el de encontrar un cartabón
que posibilitase clasificar masas de individuos con arreglo al nivel de capacidad, edad, etc.,
descubrir deficiencias y aptitudes especiales, diferencias raciales y sexuales.
Acerca de los test han surgido dos ideas: 1) se ha afirmado que existe algo así como una
inteligencia “general” y 2) que los test permiten discriminar la aptitud “innata” de la adquirida.
Para los conductistas, los test solo significan medio en el establecimiento de los grados y tipos de
capacidad humana.
El que cada objeto y situación del ambiente externo tenga un nombre es de capital
importancia. Las palabras no solo son susceptibles de suscitar otras palabras, frases y oraciones. En
lo que respecta a la provocación de respuestas, las palabras funcionan exactamente como lo
hacían los objetos, cuyos sustitutos son.
Resulta ahora evidente que los hábitos verbales se forman al igual que los manuales. Una
vez organizada una serie de respuestas (hábitos manuales) correspondientes a una serie de
objetos, no es dable ejecutar la primera sin tener presente la segunda.
Por “memoria”, pues, solo entendemos el hecho de que, cuando nos encontramos de
nuevo frente a cierto estimulo, después de una ausencia de éste, repetimos las mismas acciones
(pronunciamos las mismas palabras y exhibimos la antigua conducta visceral-emocional) que
hemos adquirido en presencia del estímulo por primera vez.
¿Qué es el pensar?
El conductista afirma que lo que los psicólogos han llamado hasta ahora pensar, es, en
síntesis un hablar con nosotros mismos.
Nuestra teoría sostiene que los hábitos musculares aprendidos en el lenguaje explicito son
los causantes del lenguaje implícito o interior (pensamiento). Una vez establecidos nuestros
hábitos de lenguaje explicito, hablamos constantemente con nosotros mismos (pensar). Pronto
cada una de las respuestas corporales y todas ellas son susceptibles de convertirse en un sustituto
verbal.
Ciertas definiciones y proposiciones de acuerdo con nuestra teoría del pensar:
El término “pensar” debería abarcar toda conducta verbal, o de cualquier índole, que se
desarrolle subvocalmente. Si aceptamos esta proposición, ¿las personas que hablan o murmuran
consigo mismas, están pensando? Por definición esta no sería pensar en sentido estricto. De tales
casos tendríamos que decir: habla de sus problemas consigo mismo en altavoz o lo murmura. Ellos
no significa que el pensar sea en verdad distinto del proceso de hablar o murmurar en voz alta
consigo mismo. Por resultado final entendemos la palabra hablada explícita final (conclusión) del
individuo, o la acción manual que ejecuta una vez terminado el proceso del pensar. Creemos que
todas las formas del pensar son susceptibles de clasificarse de la siguiente manera:
Uso subvocal de palabras ya completamente incorporadas al hábito. Meramente
ejercitamos de modo implícito una función ya adquirida.
Un pensar de tipo algo distinto tiene lugar cuando procesos verbales implícitos bien
organizados se inician por situaciones o estímulos, pero que no han sido ejercitados lo suficiente o
tan recientemente como para que funcionen sin cierto aprendizaje o reaprendizaje. En esta clase
de pensar ejercemos implícitamente una función verbal que nunca hemos adquirido por completo,
o que hemos adquirido hace tanto tiempo que se ha perdido algo en la retención.
Existe aún otro tipo de pensar. Históricamente se los llamó pensamiento constructivo,
planeamiento, etc. Entraña siempre igual cantidad de aprendizaje que el primer ensayo.
En este tipo de pensar el punto más importante lo constituye el hecho de que una vez
encaradas o resueltas tales situaciones de pensar, por lo regular no tenemos que encararlas
nuevamente en la misma forma. Solo tiene lugar el primer ensayo del proceso del aprendizaje.
En las situaciones del pensar: mientras en la situación (verbal) haya elementos que sigan
estimulando al individuo a un ulterior lenguaje interno, el proceso continúa. Cuando llega a una
conclusión verbal, no hay estimulo ulterior para el pensar.
Cuando empezamos a pensar nos encontramos dos veces en la misma situación general,
las pautas verbales serán siempre distintas.