Lineamientos y Orientaciones Argentina PDF
Lineamientos y Orientaciones Argentina PDF
Lineamientos y Orientaciones Argentina PDF
LINEAMIENTOS Y ORIENTACIONES
PARA LA RENOVACION DE LA
CATEQUESIS DE INICIACION CRISTIANA
________________________________________________________________________
2- Ante estos desafíos, la realidad catequística en nuestro país nos cuestiona, de allí la
firme convicción de los Obispos argentinos acerca de la necesidad de una profunda
renovación y optimización de nuestra catequesis de iniciación cristiana. Es así que
queremos presentar en este documento lineamientos y orientaciones para esta
renovación. Lineamientos que ayuden a pensar la renovación de la catequesis de
iniciación y orientaciones, es decir, algunas sugerencias prácticas para ayudar a la
implementación de esta renovación que proponemos. Se han intercalado cuestionarios
para facilitar el trabajo, estudio y discusión en las Juntas de Catequesis y Equipos de
catequistas.
5 JEP 24: “la catequesis es un momento muy importante de la evangelización y está relacionada con el conjunto de las
actividades pastorales y misionales de la Iglesia”. Cf. CT 1.
6 NMA 45.
7 Cf. NMI 43.
8 Cf. JEP 120-139.
9 Cf. CT 24.
10 Cf. DA 291; 294.
Necesidad de poner el esfuerzo en la eclesiología de comunión y la pastoral orgánica.
9- El primer paso en este esfuerzo por planificar una pastoral orgánica y asumir la
renovación de la catequesis deberá estar impulsado por una sincera conversión pastoral,
tal como lo piden los documentos de Aparecida y Navega Mar Adentro 11.
Si bien es un paso que cada miembro de la comunidad eclesial debe dar de por sí, a partir
de su conversión personal, sin embargo es necesario que la comunidad toda participe de
este proceso. Es de esperar que, tanto los formadores de catequistas, así como los
mismos catequistas -en especial aquellos que acompañan a adultos y a familias-, sean
promotores fervorosos, convencidos y convincentes de esta renovación.
______________________________________
10- “La Iglesia peregrinante es misionera por naturaleza, porque toma su origen de la
misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio del Padre. Por eso, el impulso
misionero es fruto necesario de la vida que la Trinidad comunica a sus discípulos” 12.
“En ella (la Iglesia), la vida íntima (…) no tiene pleno sentido más que cuando se convierte
en testimonio, provoca admiración, se hace predicación y anuncio de la Buena Nueva” 13.
Consideramos la evangelización como el anuncio de la Buena Noticia de Jesús 14. El
proyecto evangelizador, misionero, es hoy una opción infaltable en nuestras Iglesias
diocesanas y comunidades diversas: “Esta firme decisión misionera debe impregnar todas
las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias,
comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de la Iglesia” 15.
El proceso evangelizador.
12- La acción evangelizadora debemos entenderla como un proceso que tiene elementos
y momentos esenciales y diferentes entre sí, que es preciso saber abarcar conjuntamente,
en la unidad de un único movimiento”18: son el primer momento, misionero-kerygmático; el
segundo, catequístico-catecumenal; el tercero, comunitario-pastoral. El primer momento
es el misionero, kerygmático, en el cual se busca transmitir la fe, suscitar una primera
conversión. Momento indispensable hoy en día, cuando vemos que la natural transmisión
de la fe en la familia -o a través de otras realidades como es la religiosidad popular- es
cada vez menor, en especial en las grandes conglomeraciones urbanas. Hoy la
transmisión de la fe es una tarea indispensable: a todo hombre y mujer se debe anunciar
“el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret,
Hijo de Dios”19; mientras no se anuncie esto no hay verdadera evangelización.
14- En el proceso evangelizador señalamos el tercer momento, que determina uno de los
objetivos de la evangelización: el pastoral-comunitario; implica la integración en la
comunidad, una vida eucarística, el discipulado (ICP), compromiso misionero y de
caridad, compromiso que se asumirá tanto hacia dentro de la comunidad cristiana como
hacia la sociedad toda, en la cual se debe instaurar el reinado de Cristo. Es la etapa de la
16 Cf. DA 365-370.
17 DA 287.
18 CT 18. Cf. DGC 46-49.
19 EN 22.
20 Sobre la relación entre el primer anuncio y la catequesis propiamente dicha, ver: CT 19; DGC 60-62.
21 DGG 90. Cf RICA, Notas preliminares 1-2.
profundización de la fe y el momento de involucrarse en la construcción de la sociedad,
por lo cual la Doctrina Social de la Iglesia tiene un lugar importante en los contenidos
catequísticos.
_____________________________________________
CUESTIONARIO PARA FACILITAR EL DIALOGO GRUPAL.
28 DGC 88-89.
29 DGC 90-91.
30 Cf. CEC 1129. 1210. 1212.
31 DGC 78-79.
II. La iniciación cristiana, un acontecimiento salvífico.
(El QUÉ de la catequesis).
18- La iniciación cristiana es ante todo una obra de Dios; actualiza su amor:“habla a los
hombres como amigos”32. Sale a su encuentro con signos y palabras que se explicitan
mutuamente, en especial en el misterio de la Encarnación. A lo largo de la Historia de la
Salvación, se manifiesta una pedagogía divina en el proceso de la Revelación de Dios a
los hombres. Él actúa sobre el hombre haciendo posible que reciba y goce la vida nueva
en Cristo. La iniciación cristiana, fiel a esta pedagogía de Dios, con la Palabra y con los
signos sacramentales, es la oportunidad para el hombre que ha sido tocado por la Gracia,
de vivir la primera participación sacramental en la muerte y resurrección de Cristo, y por lo
mismo la experiencia gozosa de la transfiguración mediante la inserción real en Cristo, por
la fuerza de su Misterio Pascual, para la comunión con el Padre en el Espíritu Santo. Por
lo tanto, es también iniciación al misterio de comunión en la Iglesia y a la participación en
su misión.
22- El Concilio Vaticano II nos señala las notas características del catecumenado de
iniciación cristiana: “Los que han recibido de Dios, por medio de la Iglesia, la fe en Cristo,
sean admitidos con ceremonias litúrgicas al catecumenado, el cual no es mera exposición
de dogmas y preceptos, sino formación y noviciado convenientemente prolongado de toda
la vida cristiana, con la que los discípulos se unen a Cristo, su Maestro. Iníciense, pues,
los catecúmenos convenientemente en el misterio de la salvación, en la práctica de las
costumbres evangélicas y en los ritos sagrados que han de celebrarse en tiempos
sucesivos, y sean introducidos en la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del Pueblo
de Dios. Liberados luego, por los sacramentos de la iniciación cristiana, del poder de las
tinieblas, muertos, sepultados y resucitados con Cristo, reciben el Espíritu de hijos de
adopción y celebran con todo el Pueblo de Dios el memorial de la muerte y resurrección
del Señor (…). Pero esta iniciación cristiana durante el catecumenado no deben
procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de los
fieles, y de modo especial los padrinos, de suerte que ya desde el principio sientan los
catecúmenos que pertenecen al Pueblo de Dios. Y como la vida de la Iglesia es
apostólica, los catecúmenos han de aprender también a cooperar activamente en la
evangelización y edificación de la Iglesia con el testimonio de vida y la profesión de fe” 42.
40 “El catecumenado es parte de un sacramento; no instrucción preliminar, sino parte constitutiva del sacramento
mismo. Además, el sacramento no es la simple realización del acto litúrgico, sino un proceso, un largo camino, que
exige la contribución y el esfuerzo de todas las facultades del hombre, entendimiento, voluntad, corazón. También
aquí ha tenido la disyunción funestas consecuencias; ha desembocado en la ritualización del sacramento y en el
adoctrinamiento de la palabra y, por tanto, ha encubierto aquella unidad que constituye uno de los datos esenciales
de lo cristiano”. RATZINGER J. Op. Cit.
41 Hablamos de camino litúrgico y catequístico, no hablamos de “curso”, ni de “año de catequesis”, ni de “clase de
catequesis”, terminología que puede –y de hecho hace- desnaturalizar, o al menos distorsionar el proceso
catequístico. El proceso de iniciación cristiana, está marcado por el ritmo gradual de la maduración de la fe y vida
cristiana, en una comunidad que acompaña y celebra en espíritu d
42 AG 14.
4- La renovación de la catequesis a la luz de la iniciación cristiana.
24- Insistimos en este último punto, dado que la Nueva Evangelización tiene como
destinatarios precisamente a todos nuestros hermanos bautizados que se han alejado de
la vida comunitaria eclesial, sea -entre otras causas- por insuficiente o inadecuada
catequesis, por crisis de fe, por la influencia del ambiente de descreimiento en que se
vive, etc. El esfuerzo misionero del que nos habla el Documento de Aparecida apunta
precisamente a este amplio sector de feligreses. Se necesita, en cada comunidad
parroquial, un espacio catecumenal para acoger a estos hermanos que desean retomar
su camino de vida cristiana, para que tengan la posibilidad de renovar su fe desde una
experiencia kerygmática, catequística, comunitaria y litúrgica: “No hemos de dar nada por
presupuesto y descontado. Todos los bautizados estamos llamados a ‘recomenzar desde
Cristo’, a reconocer y seguir su Presencia con la misma realidad y novedad, el mismo
poder de afecto, persuasión y esperanza, que tuvo su encuentro con los primeros
discípulos…”46.
25- El Documento conclusivo de Aparecida nos trae una orientación suficientemente clara
para asumir la Nueva Evangelización que bien puede aplicarse a la hora de comprender,
asumir y emprender nuestras responsabilidades en la iniciación cristiana: “La conversión
personal despierta la capacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino
de vida. Obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos
y laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que
implica escuchar con atención y discernir ‘lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias’
(Apoc 2, 29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta” 47.
43 DA 294.
44 DA 370.
45 DGC 90.
46 DA 549. Cf. 289-293.
47 DA 366.
ritual se describe el proceso del catecumenado de iniciación cristiana, en sus etapas
graduales y los ritos litúrgicos que la van jalonando 48 y describe el Directorio Catequístico
General49. Encontramos en nuestra gente diversas situaciones: no bautizados, bautizados
no suficientemente evangelizados, alejados de la vida cristiana, adultos, jóvenes, niños,
en zonas rurales o en grandes urbes, etc.; al implementar una iniciación cristiana para
ellos, atendiendo a esta realidad, se hace necesaria siempre una adaptación, atendiendo
a los no bautizados en el catecumenado bautismal o a los ya bautizados en un
catecumenado postbautismal50. Esto requiere una esmerada preparación de los equipos
de catequistas que llevarán a cabo el proceso.
26- En el Ritual para la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) se presentan las etapas
graduales del proceso de iniciación y los ritos litúrgicos que la van jalonando 51:
- El pre-catecumenado (RICA 9-13): etapa kerygmática, de primer anuncio, misionera.
Etapa siempre necesaria, imprescindible. “De la evangelización, realizada con el auxilio
divino, nacen la fe y la conversión inicial”52.
- El catecumenado (RICA 14-20): “un tiempo suficientemente prolongado durante el cual
los candidatos reciben la formación pastoral y se ejercitan en la vida cristiana, gracias a lo
cual las disposiciones espirituales manifestadas en su ingreso alcanzan la maduración de
su fe inicial”53. Catecumenado que es formación y noviciado para la Vida Cristiana.
- El tiempo de purificación e iluminación (RICA 21-36): “El tiempo de purificación e
iluminación de los catecúmenos coincide de ordinario con la Cuaresma...” 54. En esta etapa
tienen lugar los ritos de los escrutinios, exorcismos y bendiciones.
- La celebración de los sacramentos de la iniciación (RICA 27-36: el ritual precisa las
formas de celebración de los sacramentos de iniciación durante la Vigilia Pascual. En
caso de un catecumenado para ya bautizados, la renovación de los sacramentos deberá
ser acentuada; es este caso, la celebración del sacramento de la Penitencia cobra un
valor importante.
- El tiempo de la mistagogía (RICA 37-40): “...la comunidad con los neófitos, por la
meditación del Evangelio, la participación en la Eucaristía y el ejercicio de la caridad,
progresa en una percepción más profunda del Misterio Pascual y en su manifestación
cada vez mayor con el testimonio de la vida”55.
27- Todo este itinerario catecumenal puede ser implementado en cada comunidad, con las
adaptaciones necesarias. Se trata no tanto de replicar lo antiguo, sino de adecuar a los
tiempos culturales en que vivimos, las pautas esenciales que identifican un proceso
catecumenal de iniciación cristiana. Siempre hay que recordar que es un camino litúrgico-
catequístico; por lo tanto, la presencia del Espíritu Santo que actúa eficazmente, la fuerza
de la Palabra proclamada, que es “viva y eficaz” y resuena en la comunidad, las
celebraciones diversas, la gradualidad de las diversas etapas, el camino de maduración
personal en la fe, el acompañamiento del equipo de catequistas y de toda la comunidad,
son elementos que nunca deberán faltar. Al ser como un noviciado para la Vida Cristiana,
el catecumenado se convierte en casa y escuela de comunión, donde la espiritualidad de
la comunión es el principio educativo: ahí se forma el hombre y el cristiano 56.
31- Vemos también algunos problemas y dificultades. Debemos mencionar, por ejemplo,
la soledad pastoral de la catequesis; sin un proyecto eclesial y pastoral que dé sentido y
finalidad a lo que se hace. Al no contar con una cosmovisión eclesial definida, la
1- Leyendo este capítulo: ¿Cuáles son los elementos fundamentales que caracterizan a la
iniciación cristiana?
2- ¿Qué características del “catecumenado bautismal de adultos” deberían iluminar o
estar presentes en toda catequesis de iniciación?
3- ¿Qué rasgos o aspectos de la catequesis de iniciación cristiana que desarrollamos en
nuestra comunidad nos permiten vislumbrar los signos de la pedagogía e iniciativa
salvífica de Dios?
_____________________________________________
34- ¿Quiénes son los responsables de la iniciación cristiana? Afirmando una vez más un
principio fundamental: en la iniciación cristiana se debe considerar primeramente la acción
de Dios, su iniciativa salvífica; después tiene lugar la acción de la Iglesia y sus
comunidades, su misión evangelizadora y la acción del creyente que responde con su
acto de fe y compromiso como discípulo misionero en la Iglesia.
35- El diálogo de la salvación fue abierto espontáneamente por iniciativa divina: El nos
amó primero62. En la iniciación cristiana se pone de manifiesto esta iniciativa totalmente
gratuita de Dios ya que la Iglesia acoge fraternalmente a quienes han recibido el anuncio
de la Buena Noticia y se reconocen interesados por ella, los dispone y acompaña en el
conocimiento y amor de este misterio, y disfruta con ellos la gratuidad de la Vida Nueva a
través de los sacramentos que celebra. “...Dios invisible, movido de amor, habla a los
hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía” 63. “Por
eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede” 64. La iniciación
cristiana, en cuanto que es encuentro con Jesucristo, es iniciativa y acción de Dios 65.
36- En la iniciación cristiana la Iglesia actúa como sujeto integral a la vez que como
agente evangelizador procurando ser fiel al mandato del Señor: anunciar a todos los
hombres la Buena Noticia de la Salvación de Dios; es también el interlocutor-destinatario
que responde a Dios uniendo su voz y su vida a la de los hermanos que participan y
crecen en el itinerario de maduración de su fe y en la vida Trinitaria.
62 1ª Jn 4, 19.
63 DV 2.
64 Jn 6, 65.
65 Cf. DA 28 y 131.
· Concierne a toda la comunidad…
37- La iniciación se realiza en la Iglesia, por la Iglesia y para la Iglesia; nunca es un acto
privado entre Cristo y el catecúmeno: la iniciación cristiana concierne a la comunidad
antes que el individuo66; es siempre una acción eclesial. La Iglesia entera debe sentirse y
querer ser responsable de este maravilloso acontecimiento 67. La iniciación cristiana “no
deben procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de
los fieles”68, más aún, es la misma comunidad cristiana la que al final de este proceso
acogerá a los neófitos en un ambiente fraterno donde puedan vivir con la mayor plenitud
posible lo que han madurado y celebrado 69.
1- En la iniciación cristiana ¿Cuál es la acción de Dios? ¿Qué hace la Iglesia? ¿Qué rol
debe asumir la comunidad?
2- ¿Qué consecuencias tiene el decir que “la iniciación se realiza en la Iglesia, por la
Iglesia y para la Iglesia? ¿Cómo vemos en nuestra Iglesia la participación y el
compromiso de los agentes responsables de la catequesis?
3- ¿Tenemos conciencia de que la catequesis de iniciación cristiana es tarea de toda la
Iglesia (diocesana y parroquial), en la cual debe involucrarse toda la comunidad? ¿O sólo
es preocupación del equipo de catequistas?
_______________________________________
43- En virtud del magisterio de la Iglesia podemos decir que el camino ordinario para la
celebración de los sacramentos en la iniciación cristiana, tanto para niños como para
adultos, es el de Bautismo-Confirmación-Eucaristía, ya que expresa la gradualidad de
crecimiento y perfección que pretende la iniciación cristiana 80; sin embargo, reconocemos
que ha habido razones que históricamente modificaron el orden de los dos últimos
sacramentos, dejando abierta una alternativa que exige una seria justificación pastoral
para ser seguida; en todos los casos, sin descuidar la unidad de todo el proceso que se
diseñe.
3- Catequesis y liturgia.
44- Las celebraciones litúrgicas con las etapas catequísticas forman el entramado
principal del itinerario catecumenal. Catequesis y Liturgia se vinculan y refieren
mutuamente en todo el trayecto de la iniciación cristiana y a la hora de pensar y
desarrollar una renovación de nuestra pastoral de la iniciación debemos articular y actuar
orgánicamente para que nuestros catecúmenos- catequizandos perciban el mismo deseo
de la Iglesia que busca acompañarlos y celebrar con ellos la gracia que Dios les ofrece, la
respuesta que ellos le dan y la alegría que nos causa crecer como comunidad de fe,
esperanza y caridad. Esta riqueza e integración se exponen en el Ritual para la Iniciación
75 DA 292: “Como rasgos del discípulo, al que apunta la iniciación cristiana destacamos: que tenga como centro la
persona de Jesucristo, nuestro Salvador y plenitud de nuestra humanidad, fuente de toda madurez humana y
cristiana; que tenga espíritu de oración, sea amante de la Palabra, practique la confesión frecuente y participe de la
Eucaristía; que se inserte cordialmente en la comunidad eclesial y social, sea solidario en el amor y fervoroso
misionero”.
76 RICA, Notas Preliminares 34.
77 Cf. SC 71.
78 Cf. CEC 1285.
79 Cf. LG 11.
80 El Catecismo de la Iglesia Católica nos ilumina al respecto: “Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el
Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda la vida cristiana. La participación en la
naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el
origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen
con el sacramento de la Confirmación y finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna,
y así, por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más abundancia los tesoros de
la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad” (1212).
Cristiana de Adultos (RICA); es de esperar un estudio y aplicación creativa del mismo en
nuestras comunidades.
45- Al reconocer la iniciación cristiana como un proceso gradual advertimos que llegada la
etapa final de la iniciación ésta debe estar articulada, en el diseño del proyecto pastoral,
con distintas propuestas de participación en la vida eclesial que ayuden a los que
celebraron sacramentalmente su iniciación cristiana a crecer como miembros activos de
esa comunidad cristiana particular. No olvidemos que ser discípulo es un don destinado a
crecer y como Iglesia sentimos la necesidad pastoral de acompañar a cada discípulo en
su proceso de crecimiento de la fe. Este acompañamiento se ha de hacer durante toda la
vida del hombre, a lo largo de las diversas etapas y situaciones de la persona. Esta tarea,
que se abre una vez celebrada la iniciación cristiana, es lo que llamamos itinerario
catequístico permanente (ICP)81.
Por su parte, los movimientos, instituciones y diversas formas comunitarias –como lo son
las pequeñas comunidades de vida cristiana- han de procurar ofrecer, en sus diferentes
realidades, ámbitos que posibiliten la paulatina, libre y fraterna integración de los que han
celebrado su iniciación cristiana 82.
47- Todo el proceso catequístico busca formar a cada discípulo para una vida eucarística,
es decir, una inserción íntima y vital en el misterio de Cristo, una vivencia profunda de
comunidad que se nutre con el Pan de Vida, creciendo en la Caridad, asumiendo la
misión como tarea propia de un discípulo del Señor. El proceso catequístico debe llevar a
un discernimiento vocacional, tanto para un estado de vida determinado como para
descubrir los carismas personales. El ICP deberá también, desde la enseñanza de la
Doctrina Social de la Iglesia, lograr que el cristiano sea un verdadero ciudadano, que con
su testimonio de vida, su palabra, su acción, impregne de espíritu evangélico el mundo en
que vive85.
81 Cf. JEP 51-52. Recomendamos vivamente retomar todo lo que ya se había dicho sobre esto en “Juntos para una
Evangelización Permanente” (cf. Cap. IIº, 50-66): descripción del ICP, el adulto como meta del ICP; las
orientaciones pastorales concretas, y los compromisos y esperanzas que esto implica.
82 Cf. DA 307-313. Varios documentos insisten en la oportunidad de la creación de estas pequeñas comunidades: ChL
26.29; SD 61-65; DP 629. 638-643; EA 41; etc.
83 CEC 1074.
84 Cf. Mt 7, 24-27.
85 Cf. LG 34-36.
______________________________
1- ¿De qué modo los catequistas respetamos el ritmo de madurez sicológico, histórico y
de crecimiento en la fe de nuestros en la misma vida de fe de nuestros catecúmenos-
catequizandos?
2- ¿Qué implica en la práctica la necesidad de salvaguardar la unidad de los sacramentos
de iniciación cristiana?
3- ¿Qué implica en la práctica la necesidad de salvaguardar la unidad de los sacramentos
de iniciación cristiana?
4- ¿Hemos dedicado tiempo, en nuestra formación catequística, a la lectura y al estudio
del RICA?
5- ¿Cómo proponemos la continuidad entre la iniciación cristiana, la integración
comunitaria de nuestros catecúmenos-catequizandos y un posible itinerario catequístico
permanente?
________________________________________
48- El Directorio General Catequístico nos habla de “La comunidad cristiana como hogar
de la catequesis”, señalándola como “lugar” de catequización: “La comunidad cristiana es
el origen, lugar y meta de la. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del
Evangelio, invitando a los hombres y mujeres a convertirse y a seguir a Jesucristo. Y es
esa misma comunidad la que acoge a los que desean conocer al Señor y adentrarse en
una vida nueva. Ella acompaña a los catecúmenos y catequizandos y, con solicitud
maternal, les hace partícipes de su propia experiencia de fe y les incorpora a su seno. La
catequesis siempre es la misma. Pero estos “lugares” de catequización la colorean, cada
uno con caracteres originales catequesis. Es importante saber cuál es la función de cada
uno de ellos en orden a la catequesis” 86.
a. La familia cristiana.
49- La familia cristiana, Iglesia doméstica, es un lugar de iniciación que tiene un carácter
único. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de
catequesis87. En nuestro país la participación activa de la familia en los procesos de
iniciación es una realidad extendida, sobre todo en ciertas regiones –especialmente
rurales-; sin embargo, la crisis en los vínculos familiares afecta dolorosamente la
posibilidad de que ésta siga siendo el lugar primero y ordinario de iniciación cristiana: la
familia, salvo pocas excepciones, ya no transmite la fe a sus hijos y ciertos hábitos de
profunda tradición cristiana son excepcionalmente practicados.
La catequesis familiar ha ayudado mucho a esta tarea de iniciación cristiana, y es un
instrumento de integración familiar, tanto hacia dentro de la misma familia como dentro de
la comunidad cristiana; esto, si se respetan ciertos parámetros metodológicos:
86 DGC 254.
87 Cf. CT 68.
- que participe, de ser posible, el matrimonio;
- que sea un proceso integral de evangelización y una verdadera iniciación cristiana, con
todos los elementos que esta supone.
- que haya un constante y cuidadoso acompañamiento de los catequizandos por parte del
matrimonio catequista y del párroco o asesor encargado;
- que apunte a una continuidad, integrados en la comunidad parroquial como pequeña
comunidad de vida cristiana.
b. La parroquia.
50- “La comunión eclesial, aún conservando siempre su dimensión universal, encuentra
su expresión más visible e inmediata en la parroquia. Ella es la última localización de la
Iglesia; es, en cierto modo, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus
hijas”88. La parroquia es el lugar más significativo en el que se forma y manifiesta la
comunidad cristiana. Ella está llamada a ser casa, escuela y taller de comunión, donde los
miembros del Pueblo de Dios disciernen y asumen su vocación de discípulos misioneros.
Ella es el ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe. La parroquia ha de ser el
lugar donde se asegure la iniciación cristiana, es el ambiente natural y ordinario de la
misma. Esto exigirá una renovación de la modalidad catequística de la parroquia, lo cual
implica comenzar el proceso con la formación de los propios catequistas, capacitándolos
como verdaderos iniciadores en la vida cristiana 89.
88 ChL 26.
89 Cf. DA 293-294. PG, 62. 67. 144.
90 “Dimensión religiosa de la educación en la escuela católica”, Congregación para la Educación Católica, 1988. Nº
68.
91 Cf. Dimensión religiosa de la educación en la Escuela Católica, 31: 1 c. Congregación para la Escuela Católica.
92 La parroquia es el lugar privilegiado para la iniciación cristiana, pero es una realidad que en muchos lugares del
país, la misma se desarrolla en las comunidades educativas. No es fácil crear en una escuela el ambiente comunitario
necesario, los espacios celebrativos, dar lugar a la participación de la comunidad en el proceso de iniciación.
53- Las comunidades educativas evangelizadoras se convierten en espacios para el
desarrollo de la iniciación cristiana, si atendiendo a ciertos criterios garantizan algunas
condiciones como elementos necesarios para la misma:
a) En cuanto comunidad inserta en otra –es decir, en la parroquia-, el itinerario de
iniciación ha de estar orientado y conducido por el párroco o un delegado suyo, quien a su
vez acompaña a los catequistas, discierne y celebra los momentos de maduración y
establece los ámbitos oportunos para las celebraciones;
b) Los procesos de la iniciación deben conservar su identidad y evitar cualquier
asimilación al curriculum escolar, salvaguardando su carácter de libre participación por
parte del catecúmeno-catequizando;
c) Los procesos han de estar animados por catequistas idóneos, especialmente
capacitados y dedicados a la iniciación;
d) Los padres de familia deberían contar con un espacio en el que manifiesten
expresamente su consentimiento a la participación de sus hijos en este particular itinerario
catecumenal y a la vez, ellos mismos, puedan acompañar esta etapa formativa de sus
hijos;
e) la mistagogia debe estar orientada a la conformación de una pequeña comunidad
estable, más allá del período de formación escolar, que posibilite la perseverancia y haga
efectiva la integración a la comunidad parroquial;
f) Quienes participen del itinerario catecumenal deberán hacerlo conforme a los ritmos
litúrgicos propios de este camino de iniciación, de tal manera que la autonomía propia con
respecto al calendario escolar no deteriore ni desvirtúe su participación.
d. La religiosidad popular.
93 Directorio para la piedad popular y la Liturgia, 64. Sda. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos.
94 Cf. DA 300.
95 NMI 30-31. “En realidad, poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad es una opción llena de
consecuencias. Significa expresar la convicción de que, si el bautismo es una verdadera entrada en la santidad de
Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una
vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial…”
96 Cf. Mt. 28, 19; Cf. Mc. 16, 15-16.
es, y no puede dejar de serlo, universal, procurando alcanzar a todos los hombres y a
todos los pueblos del mundo. Pero no puede ser propuesta de modo idéntico, sino
adecuado a la condición de quienes se disponen a recibirla y a las circunstancias que los
rodean. Por lo tanto, este itinerario catecumenal no será siempre uniforme, sino adaptado
a la índole del interlocutor y a las distintas circunstancias de hecho existentes. Una cosa,
en efecto, es el proceso de la iniciación vivido por un niño y otra por un adulto; una cosa
es acompañar el proceso catecumenal de un nuevo miembro de una familia creyente, otra
es proponer el catecumenado a un joven inmerso en una cultura urbana secularista, y otra
recorrerlo con alguien que no haya oído hablar de Dios. En el caso de catecumenado para
personas ya bautizadas, es necesario tener en cuenta la gracia bautismal recibida, por la
cual ha sido iniciado en la vida cristiana, incorporado al misterio de Cristo. El
catecumenado bautismal de adultos es un paradigma, que debe inspirar un “estilo
catecumenal”, adaptado a las necesidades concretas y actuales de la nueva
evangelización. Podríamos decir, en el caso de los ya bautizados, que el catecumenado
es como un memorial de la propia iniciación cristiana en la Vida de Fe.
56- Es la principal forma de catequesis. Hoy nuestra Iglesia está llamada a un renovado
esfuerzo evangelizador orientado principalmente a tantos hombres y mujeres que se han
alejado de la vida eclesial. La catequesis con adultos debe ser catequesis adulta y para
adultos; esto es, mirar la realidad en la cual viven, escuchar sus inquietudes,
necesidades, expectativas, responder a sus cuestionamientos, con fundamentaciones,
iluminaciones, enseñanzas coherentes y adecuadas. El catecumenado de iniciación
cristiana para adultos es indispensable instaurarlo hoy en todas nuestras comunidades 97,
haciendo las adaptaciones necesarias.
57- Reclamamos una atenta y urgente mirada sobre la iniciación cristiana de los adultos, o
bien la reanimación de su vida de fe cuando se han alejado y desean reemprender el
camino del seguimiento de Cristo. Los adultos son “las personas que tienen las mayores
responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente
desarrollada...”98.; hoy es éste uno de los grandes desafíos de nuestra pastoral
evangelizadora: evangelizar integrando a los adultos a la comunidad eclesial; por esto es
que se señala como necesaria la integración orgánica entre la acción misionera, la
catequesis y la actividad comunitaria-pastoral, como momentos distintos,
complementarios y ambos imprescindibles en el proceso evangelizador. Asimismo
entendemos que la participación de los jóvenes, de los adolescentes y de los niños en los
itinerarios de iniciación requiere un replanteo y renovación profundos, a partir de las
consideraciones que aquí presentamos.
97 DGC 172-176.
98 CT, 43.
por los medios de comunicación social, muchos de ellos en situaciones familiares
conflictivas, niños especialistas en el manejo de la electrónica, internet, celulares, etc. Nos
asombra la capacidad de aprendizaje de esta tecnología por parte de los niños y la
procacidad que viven ante ciertas cuestiones morales. Esta realidad nos plantea
interrogantes serios: ¿habrá que comenzar la catequesis a edad más temprana? Es todo
un desafío metodológico y pastoral; el Directorio General Catequístico nos alerta sobre la
situación de los niños sin apoyo religioso familiar o que no frecuentan la escuela 99. Un
elemento metodológico que se debe incorporar es la recreación: el niño aprende jugando,
además, esto hace más atractivos los encuentros catequísticos.
59- La catequesis en esta edad es fundamental, dado que es la etapa en que se forja la
personalidad y hacen su opción vocacional 100. No solamente debe ser una catequesis
adecuada a la edad, que responda a sus inquietudes y cuestionamientos y que los oriente
hacia una elección libre por Jesucristo y a una vida cristiana plena en comunión eclesial y
comprometida con el mundo en que el joven vive. La acción pastoral debe acompañar la
catequesis, como condición indispensable para que ésta sea fecunda. El adolescente y el
joven necesitan una comunidad acogedora, donde puedan crear vínculos para compartir
la vida, la fe, sus proyectos e ideales, sus actividades apostólicas, etc.
No debemos menospreciar la sed de espiritualidad profunda que tienen tanto los
adolescentes como los jóvenes. Se hace necesario crear espacios para que vivan
verdaderas experiencias de fe, de oración, de comunión fraterna, sin temor a las
exigencias radicales del Evangelio, que debe ser presentado siempre con integridad.
_______________________________________
1- En nuestra realidad eclesial (diócesis, parroquia) ¿Qué ámbito tiene más fuerza y
presencia catequística (familia, parroquia, centros y capillas, escuela, movimientos, etc.)?
2- ¿Qué hacemos para que cada uno de estos lugares sea un verdadero espacio
evangelizador y catequístico?
3- En el caso de las escuelas católicas (parroquiales u otras) ¿Tienen plena conciencia de
su identidad y hay coherencia entre esta identidad y las demás tareas educativas? ¿Cómo
se desarrolla la catequesis de iniciación? ¿Qué importancia tienen los criterios que se
mencionan en este documento? ¿Qué grado de integración existe con la pastoral
parroquial y diocesana?
4- ¿Quiénes son comúnmente los principales interlocutores de la catequesis de iniciación
en nuestra realidad eclesial actual?
5- Analizar como se involucran en el proceso de iniciación cristiana, los padres de familia,
los catequistas, los demás miembros de la comunidad, los diáconos, presbíteros, el
obispo.
6- ¿Tenemos especial atención a los bautizados que se han alejado o han abandonado su
práctica y vida cristiana eclesial?
7- Señalizando problemas y dificultades en torno a los agentes y a los destinatarios de la
catequesis ¿cuáles advertimos en nuestra comunidad? ¿Cómo superar estos problemas y
con qué criterios intentaremos renovar nuestra catequesis?
_____________________
99 DGC 180.
100 DGC 181-185.
VI. La formación de catequistas.
69- La formación del catequista deberá tener como eje el desarrollo de su propia vocación
específica, dando importancia principalmente a su formación espiritual; tiene, además,
que guardar coherencia con el proyecto eclesial y pastoral de la comunidad (diocesana y
parroquial).
Uno de los aspectos más importantes en la formación es atender la espiritualidad de los
catequistas. Esto hace especialmente a su vocación e identidad, y es una de las
principales responsabilidades de los párrocos: el acompañamiento y formación de sus
propias agentes pastorales.
70- Hoy se impone una honda reflexión sobre el perfil del catequista iniciador y
acompañante del itinerario de fe de los catequizandos.
El catequista es antes que nada un discípulo-testigo. Con una vida impregnada por el
Espíritu Santo, abierta a la Palabra como alimento y oración cotidiana: conocer la
Escritura es conocer a Jesucristo”. Es un hombre-mujer de comunión: con el Cuerpo de
Cristo -Cuerpo Eucarístico- y con el Cuerpo Místico que es la Iglesia. Comunión afectiva y
efectiva, que lleva a vivir y formar siempre comunidad, engendrando así Vida: la Vida de
comunión, la Vida de Fe, de Esperanza, de Caridad.
El perfil propio del catequista estará inspirado en Jesús, en su vida y su pedagogía; así, el
catequista es maestro y pastor, testigo de Cristo, miembro de la comunidad donde se
nutre de la Palabra y de la Eucaristía, para compartir la fe con sus hermanos
catecúmenos-catequizandos, que presta su servicio en comunión con otros, viviendo la
espiritualidad de la comunión como principio pedagógico 104, atento al querer de Dios y a
las expectativas más profundas de aquellos con quienes transita el itinerario catecumenal.
El catequista, persona experimentada en el trato con Dios, es un facilitador del encuentro
del hombre con Dios, de allí que la metodología catequística, si bien toma elementos de
las ciencias humanas (pedagogía, didáctica, sicología...), es una peculiar pedagogía de la
fe, teniendo características especiales que derivan precisamente del contenido y de la
índole de la formación de la fe, que son distintas a todo otro tipo de educación. El
acompañamiento debe señalarse como actitud propia del catequista, al modo de Jesús en
el camino de Emaús.105
___________________________________
75- Sabemos que todo lo que proponemos no es fácil, e implica un cambio profundo en
nuestra praxis pastoral; el Documento de Aparecida nos habla de la necesaria conversión
personal y pastoral, para que nuestra Iglesia sea una verdadera comunidad misionera,
donde la catequesis cumple un rol prioritario. Diversas experiencias se están haciendo a
lo largo y lo ancho del país, lo cual nos da esperanza de una auténtica renovación en
nuestra iniciación cristiana. Estamos convencidos de que cuando hay verdadero
entusiasmo y se aplica toda la capacidad creativa de la comunidad, especialmente en el
trabajo en equipo en las juntas -diocesanas y parroquiales-, el estudio, la evaluación
sincera, la planificación participativa, estas cosas pueden dejar de ser meros ideales y
pasar a ser felices realidades renovadoras. Recordemos que no estamos solos: el Señor
nos acompaña: “Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” 106.
76- La catequesis nos involucra a todos y nos llama a ser responsables de esta misión
que el Señor nos encomendó: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a
cumplir todo lo que yo le he mandado”. 107
Que Nuestra Madre nos ayude con su intercesión y ejemplo a ser fieles a este ministerio
de la Palabra que se nos ha confiado; ponemos en manos de María Santísima, primera
catequista, todo lo que proponemos en este documento. Que Ella nos guíe y nos alcance
la asistencia del Espíritu Santo para que con su acción y fieles a nuestra misión logremos
forjar verdaderos discípulos misioneros de Jesucristo.
Siglas
Introducción
I- Consideraciones preliminares
1. Una Iglesia comunión
2. Una Iglesia comunión con un proyecto evangelizador
Conclusión