Lineamientos y Orientaciones Argentina PDF

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Comisión Episcopal de Catequesis y Pastoral Bíblica

Junta Nacional de Catequesis


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LINEAMIENTOS Y ORIENTACIONES
PARA LA RENOVACION DE LA
CATEQUESIS DE INICIACION CRISTIANA

Caminando hacia el Directorio Catequístico Argentino

________________________________________________________________________

Conferencia Episcopal Argentina


SIGLAS

AG Ad Gentes (Concilio Vaticano IIº).


CEC Catecismo de la Iglesia Católica.
CIC Código de Derecho Canónico.
CT Catechesi Tradendae (Juan Pablo IIº).
ChL Christifideles Laici (Juan Pablo IIº).
DA Documento de Aparecida (CELAM, Vª Conferencia).
DGC Directorio General Catequístico (Sgrda. Congr. para el Clero. 1997).
DP Documento de Puebla (CELAM, IIIª Conferencia).
DV Dei Verbum (Concilio Vaticano IIº).
EN Evangelii Nuntiandi (Pablo VIº).
EA Ecclesia in America (Juan Pablo IIº).
JEP Juntos para una Evangelización Permanente (CEA).
LG Lumen Gentium (Concilio Vaticano IIº).
NMA Navega Mar Adentro (CEA).
NMI Novo Millennio Ineunte (Juan Pablo IIº).
PG Pastores Gregis (Sgrda. Congr. para los Obispos).
PO Presbiterorum Ordinis (Concilio Vaticano IIº).
RAE Diccionario de la Real Academia Española.
RB Ritual del Bautismo.
RICA Ritual para la Iniciación Cristiana de Adultos.
SC Sacrosanctum Concilium (Concilio Vaticano IIº).
Sca Sacramentum Caritatis (Benedicto XVI).
SD Documento de Santo Domingo (CELAM, IVº Conferencia).
INTRODUCCIÓN

1- Estamos en un cambio de época, con profundas transformaciones, culturales, sociales,


familiares, etc. La vida cristiana y eclesial –y por ende, nuestra propuesta pastoral-,
necesita un urgente reajuste a esta realidad nueva, y a este análisis no escapa la
catequesis, tarea primordial en la actividad de la Iglesia 1. Debemos mirar con mucho
realismo y sinceridad nuestra situación. “Son muchos los creyentes que no participan en
la Eucaristía dominical, ni reciben con regularidad los sacramentos, ni se insertan
activamente en la comunidad eclesial (...) este fenómeno nos interpela profundamente a
imaginar y organizar nuevas formas de acercamiento a ellos para ayudarles a valorar el
sentido de la vida sacramental, de la participación comunitaria y del compromiso
ciudadano. Tenemos un alto porcentaje de católicos sin conciencia de su misión de ser sal
y fermento en el mundo, con una identidad cristiana débil y vulnerable” 2. El gran desafío
hoy es la iniciación cristiana, es ver “cómo estamos educando en la fe y cómo estamos
alimentando la vivencia cristiana” 3, en esta sociedad y cultura en la que vivimos, más aún
teniendo en cuenta la descripción planteada en el documento de Aparecida ya que “...en
muchas partes, la iniciación cristiana ha sido pobre o fragmentada” 4.

2- Ante estos desafíos, la realidad catequística en nuestro país nos cuestiona, de allí la
firme convicción de los Obispos argentinos acerca de la necesidad de una profunda
renovación y optimización de nuestra catequesis de iniciación cristiana. Es así que
queremos presentar en este documento lineamientos y orientaciones para esta
renovación. Lineamientos que ayuden a pensar la renovación de la catequesis de
iniciación y orientaciones, es decir, algunas sugerencias prácticas para ayudar a la
implementación de esta renovación que proponemos. Se han intercalado cuestionarios
para facilitar el trabajo, estudio y discusión en las Juntas de Catequesis y Equipos de
catequistas.

3- Este documento tiene como destinatarios a todos los responsables de la tarea


catequística en sus distintos niveles: nacional, diocesano, parroquial. Deseamos que el
mismo sea una ayuda para todos los responsables de la catequesis: obispos, sacerdotes,
diáconos, religiosas y religiosos, y catequistas, en especial aquellos que tienen la
responsabilidad de coordinar la actividad catequística o la formación de los catequistas.
Asimismo esperamos que oriente la tarea de los autores de textos, guías catequísticas y
demás recursos de los que se sirve la catequesis; para que así, entre todos logremos
desarrollar una catequesis más fiel a su naturaleza y comprometida en la construcción de
la Iglesia, comunión de discípulos misioneros.

4- El subtítulo “Caminando hacia el Directorio Catequístico Argentino” tiene su sentido:


hace ya tiempo que es necesario reelaborar nuestro Directorio, actualizándolo con las
nuevas normativas del Directorio General Catequístico editado por la Congregación para
el Clero el 15 de agosto de 1997, y la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica.
Este documento quiere ayudar a la reflexión y allanar el camino para nuestro Directorio.
Quiera Dios que sea un itinerario que todos recorramos con espíritu de comunión,
animados por la urgencia de la nueva evangelización como discípulos misioneros,
conscientes de la importancia primordial que tiene la catequesis en el proceso
evangelizador y en la renovación de nuestras comunidades.

1 Cf. NMA 22-23.


2 DA 286; los resaltados son nuestros.
3 Id. 287.
4 Id.
I- Consideraciones preliminares.

1- Una Iglesia Comunión

5- La iniciación cristiana, como acción evangelizadora de la Iglesia, debe ubicarse en un


proyecto pastoral y en un marco eclesial determinado. Particularmente la catequesis,
como ministerio que acompaña al hombre creyente en su incorporación al misterio de
Cristo y de la Iglesia, responde a una convicción eclesiológica y por lo mismo no puede
quedar aislada del contexto pastoral y comunitario, dado que es un momento primordial
de la tarea evangelizadora5.
Hemos de entender, pues, la catequesis como una acción pastoral que expresa el misterio
de la Iglesia, misterio de comunión evangelizadora; y por lo mismo llamada a vincularse
orgánicamente con el resto de las acciones pastorales en cada Iglesia particular.

Una eclesiología que refleja la comunión trinitaria.

6- “La Iglesia es comunión vital” 6. La eclesiología de comunión, medular en el Concilio


Vaticano IIº, fue propuesta como camino pastoral para el tercer milenio por el venerable
Pontífice Juan Pablo IIº7. Hemos pues de poner un decidido empeño programático
pastoral basado en la convicción de que la Iglesia sea casa y escuela de comunión
(koinonía), idea que encarna y manifiesta la esencia misma del misterio de la Iglesia.

Una Iglesia comunión con una pastoral orgánica.

7- El proyecto pastoral es el marco necesario e infaltable para la catequesis 8; sin él la


catequesis puede convertirse en un esfuerzo vano 9, o al menos desorientado.
Un proyecto pastoral que busque formar comunidades vivas, que contemple y vincule
todos los momentos del proceso evangelizador -en el cual aquel que ha recibido el
anuncio de la Buena Noticia, sea catequizado y habiendo celebrado su iniciación cristiana
pueda vivir y compartir la fe- así se ofrecerá a nuestra catequesis un valioso soporte, un
horizonte hacia el cual caminar, alternativas de integración, ámbitos y comunidades de
perseverancia en la comunidad eclesial.

8- Notamos con preocupación que un conflicto no siempre superado ha sido el desarrollar


los procesos catequísticos aislados del contexto pastoral de la comunidad; sumado a esto
percibimos ciertas concepciones y concreciones individualistas (aislamiento de los
catequistas o ausencia de la comunidad) e iniciativas marcadamente sacramentalistas
(cursos breves de Doctrina Cristiana orientados a la recepción de algún sacramento); nos
duele el escaso número de hermanos que se integran activamente a la vida de la
comunidad eclesial.
Consideramos, pues, urgente, la renovación: una pastoral orgánica convenientemente
planificada, en la cual la catequesis, y en especial la catequesis de iniciación cristiana en
estilo catecumenal, sea incorporada orgánicamente en el proyecto pastoral, tanto
diocesano como parroquial10.

5 JEP 24: “la catequesis es un momento muy importante de la evangelización y está relacionada con el conjunto de las
actividades pastorales y misionales de la Iglesia”. Cf. CT 1.
6 NMA 45.
7 Cf. NMI 43.
8 Cf. JEP 120-139.
9 Cf. CT 24.
10 Cf. DA 291; 294.
Necesidad de poner el esfuerzo en la eclesiología de comunión y la pastoral orgánica.

9- El primer paso en este esfuerzo por planificar una pastoral orgánica y asumir la
renovación de la catequesis deberá estar impulsado por una sincera conversión pastoral,
tal como lo piden los documentos de Aparecida y Navega Mar Adentro 11.
Si bien es un paso que cada miembro de la comunidad eclesial debe dar de por sí, a partir
de su conversión personal, sin embargo es necesario que la comunidad toda participe de
este proceso. Es de esperar que, tanto los formadores de catequistas, así como los
mismos catequistas -en especial aquellos que acompañan a adultos y a familias-, sean
promotores fervorosos, convencidos y convincentes de esta renovación.

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CUESTIONARIO PARA FACILITAR EL DIALOGO GRUPAL.

1- ¿Qué palabras, imágenes, sentimientos nos aparecen cuando oímos hablar de


“eclesiología de comunión”?
2- ¿Qué contrastes se destacan al confrontar nuestra actual tarea catequística con ese
ideal de la “eclesiología de comunión”?
3- Nuestro servicio catequístico en la iniciación cristiana ¿se ve cuestionado por aquel
ideal?
4- ¿Qué pasos podríamos dar para avanzar desde nuestra conversión personal hacia la
conversión pastoral de nuestra comunidad?
5- ¿Qué elementos no deberían faltar, según nuestra percepción, en un proyecto pastoral
orgánico en el que tenga lugar la catequesis, particularmente la de iniciación cristiana?
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2. Una Iglesia comunión con un proyecto evangelizador.

Una Iglesia misionera.

10- “La Iglesia peregrinante es misionera por naturaleza, porque toma su origen de la
misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio del Padre. Por eso, el impulso
misionero es fruto necesario de la vida que la Trinidad comunica a sus discípulos” 12.
“En ella (la Iglesia), la vida íntima (…) no tiene pleno sentido más que cuando se convierte
en testimonio, provoca admiración, se hace predicación y anuncio de la Buena Nueva” 13.
Consideramos la evangelización como el anuncio de la Buena Noticia de Jesús 14. El
proyecto evangelizador, misionero, es hoy una opción infaltable en nuestras Iglesias
diocesanas y comunidades diversas: “Esta firme decisión misionera debe impregnar todas
las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias,
comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de la Iglesia” 15.

11 Cf. DA 366-368. 370-371; NMA 83-89.


12 DA 347.
13 EN 15.
14 “No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el
misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios” (EN 22); “Evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera
sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo” (EN 26).
15 DA 365.
11- La acción misionera es necesaria e imprescindible al hablar de catequesis de
iniciación, en especial cuando hablamos de catequesis con adultos; esto implica cambios
muy profundos en mentalidad y en praxis pastoral, dado que supone una Iglesia en
estado de misión permanente. Una Iglesia que sale a anunciar a Jesucristo, debe acoger
a los evangelizados para acompañarlos en el proceso de maduración de su fe, o de su
renovación, en el caso de quienes se hayan alejado de la vida de la comunidad eclesial.
Estamos ante un verdadero desafío que exige de todos nosotros una verdadera
“conversión pastoral” para responder adecuadamente en la tarea evangelizadora 16.
Atentos a esta urgida e insistente exhortación a la conversión pastoral y catequística nos
proponemos en los capítulos siguientes “ofrecer una modalidad operativa de iniciación
cristiana que, además de marcar el qué, dé también elementos para el quién, el cómo y el
dónde se realiza”17. Este párrafo de Aparecida es el articulador del presente documento, a
partir del cap.II.

El proceso evangelizador.

12- La acción evangelizadora debemos entenderla como un proceso que tiene elementos
y momentos esenciales y diferentes entre sí, que es preciso saber abarcar conjuntamente,
en la unidad de un único movimiento”18: son el primer momento, misionero-kerygmático; el
segundo, catequístico-catecumenal; el tercero, comunitario-pastoral. El primer momento
es el misionero, kerygmático, en el cual se busca transmitir la fe, suscitar una primera
conversión. Momento indispensable hoy en día, cuando vemos que la natural transmisión
de la fe en la familia -o a través de otras realidades como es la religiosidad popular- es
cada vez menor, en especial en las grandes conglomeraciones urbanas. Hoy la
transmisión de la fe es una tarea indispensable: a todo hombre y mujer se debe anunciar
“el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret,
Hijo de Dios”19; mientras no se anuncie esto no hay verdadera evangelización.

13- El segundo momento es el catequístico: profundización y estructuración del momento


misionero, acompañamiento maternal de la Iglesia a aquellos en quienes el Espíritu Santo
ha suscitado la fe, la primera adhesión a Jesucristo; es fundamentación, maduración de
esta fe inicial; es crecimiento en la vida de fe, capacitándolos a realizar en forma
consciente, libre y responsable su profesión de fe, como aceptación de las verdades
reveladas y adhesión plena a nuestro Señor Jesucristo, camino, verdad y vida 20.
Este momento lo identificamos con la iniciación cristiana; en ella se integran la propuesta
de Dios y la respuesta del hombre en la comunidad eclesial. El paradigma fundamental de
la iniciación cristiana es el catecumenado bautismal de los primeros siglos de la Iglesia,
con las adaptaciones necesarias a la cultura y ambientes actuales, siguiendo las
indicaciones del Ritual para la Iniciación Cristiana de Adultos. “Dado que la ‘misión ad
gentes’ es el paradigma de toda la acción misionera de la Iglesia, el catecumenado
bautismal a ella inherente es el modelo inspirador de su acción catequizadora 21.

14- En el proceso evangelizador señalamos el tercer momento, que determina uno de los
objetivos de la evangelización: el pastoral-comunitario; implica la integración en la
comunidad, una vida eucarística, el discipulado (ICP), compromiso misionero y de
caridad, compromiso que se asumirá tanto hacia dentro de la comunidad cristiana como
hacia la sociedad toda, en la cual se debe instaurar el reinado de Cristo. Es la etapa de la
16 Cf. DA 365-370.
17 DA 287.
18 CT 18. Cf. DGC 46-49.
19 EN 22.
20 Sobre la relación entre el primer anuncio y la catequesis propiamente dicha, ver: CT 19; DGC 60-62.
21 DGG 90. Cf RICA, Notas preliminares 1-2.
profundización de la fe y el momento de involucrarse en la construcción de la sociedad,
por lo cual la Doctrina Social de la Iglesia tiene un lugar importante en los contenidos
catequísticos.

15- En el proceso evangelizador, la catequesis de iniciación tiene su lugar primordial e


indispensable. Es el tema que nos ocupa y hacia el cual dirigimos nuestra atención en
este documento. “La iniciación cristiana, que incluye el kerygma, es la manera práctica de
poner en contacto con Jesucristo e iniciar en el discipulado. Nos da también, la
oportunidad de fortalecer la unidad de los tres sacramentos de la iniciación y profundizar
en su rico sentido. La iniciación cristiana, propiamente hablando, se refiere a la primera
iniciación en los misterios de la fe, sea en forma de catecumenado bautismal para los no
bautizados, sea en la forma de catecumenado postbautismal para los bautizados no
suficientemente catequizados. Este catecumenado está íntimamente unido a los
sacramentos de la iniciación: bautismo, confirmación y eucaristía. Habría que distinguirla,
por tanto, de otros procesos catequéticos y formativos que pueden tener la iniciación
cristiana como base”22.

16- Estamos ante la necesidad de un cambio de paradigma en la iniciación cristiana; en


este estilo catecumenal, se deberá destacar la acción gratuita de Dios, la acción
comunitaria de toda la Iglesia, la plena riqueza y eficacia de la Palabra de Dios, el sentido
kerigmático-evangelizador de la catequesis, la celebración de los sacramentos, y a la vez,
valorar la respuesta libre del hombre -su profesión de fe-, el cual asistido por la gracia de
Dios, se convertirá en verdadero discípulo misionero, asumiendo su compromiso con la
Iglesia con el mundo.

17- A la hora de diseñar el momento catequístico del proyecto evangelizador será


conveniente atender a los rasgos que caracterizan una catequesis renovada :
- La transmisión de la fe23. El proceso evangelizador comienza precisamente con el
anuncio del kerygma, para suscitar un primer acto de fe y de adhesión a Jesucristo. Toda
la catequesis debe ser transversalmente kerygmática, esto es, anunciar la Buena Nueva
de Jesús, poner en contacto e intimidad con Él. La catequesis es un momento en el cual
Dios actúa con el don gratuito de la fe.
- La propuesta de la fe 24. Se propone la fe, se espera la respuesta libre, consciente y
coherente del hombre: su profesión de fe. La enseñanza de la fe es tarea esencial de la
catequesis.
- La centralidad de la Palabra 25. La Palabra de Dios es la fuente principal de la catequesis.
En las Sagradas Escrituras, la Tradición, el Magisterio de la Iglesia, en la vida misma de la
Iglesia.
- Catequesis de iniciación26. La catequesis debe iniciar al sujeto en toda su vida cristiana
en forma integral: conocimiento de la fe, celebración de la fe, moral cristiana,
espiritualidad. Debe iniciar en el conocimiento de las Sagradas Escrituras, iniciando en la
lectura orante (lectio divina), en la vida litúrgica y en la vida comunitaria.
- Unidad entre catequesis y liturgia 27. Ambas realidades están íntimamente unidas.
Enseñanza y celebración de la fe no pueden separarse. La fe se conoce, se celebra, se
vive. Debemos recobrar la riqueza que tiene nuestra liturgia recuperando la mistagogia
como catequesis que profundiza el misterio celebrado.

22 DA 288. Los resaltados son nuestros.


23 DGC 51.
24 DGC 85.
25 DGC 95-96.
26 DGC 63-68.
27 DGC 83.
- Itinerario gradual y por etapas 28. La catequesis en estilo catecumenal es un proceso de
maduración en la vida de fe. Es fundamental recorrer paso a paso sus etapas, verificando
la autenticidad del proceso de crecimiento y madurez.
- Unidad de la iniciación cristiana 29. La catequesis y los sacramentos van introduciendo e
incorporando al hombre al misterio de Cristo y de la Iglesia; lo que dijimos sobre la unidad
entre catequesis y liturgia se manifiesta plenamente en todo el proceso de iniciación, que
es por esto mismo orgánico. De ahí la importancia del orden de los sacramentos, que
cobran su significado pleno precisamente cuando forman parte de un proceso
significativamente ordenado30.
- Catequesis como acción comunitaria, eclesial 31. El sujeto de la acción pastoral
catequística es la Iglesia, que como Madre y Maestra engendra y educa en la fe al hijo de
Dios nacido en el Bautismo. Toda la comunidad debe verse involucrada en la iniciación
cristiana de sus fieles.

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CUESTIONARIO PARA FACILITAR EL DIALOGO GRUPAL.

1- Atentos al planteo de este apartado ¿Reconocemos en nuestra tarea evangelizadora


las “etapas” mencionadas del proceso evangelizador? ¿Cuál es la relación y dependencia
entre ellas?
2- ¿Tenemos en cuenta, al programar nuestra catequesis, la necesidad de atender al
proceso evangelizador en su conjunto?
3- Confrontemos lo leído con nuestra experiencia: ¿Cómo desarrollamos el aspecto
kerygmático de la catequesis? ¿Podemos dar supuesta la experiencia de fe en Cristo de
nuestros catecúmenos-catequizandos?
4- A la luz de los rasgos característicos de una catequesis de iniciación renovada:
¿Cuáles deberíamos cultivar o profundizar más urgentemente?
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28 DGC 88-89.
29 DGC 90-91.
30 Cf. CEC 1129. 1210. 1212.
31 DGC 78-79.
II. La iniciación cristiana, un acontecimiento salvífico.
(El QUÉ de la catequesis).

1- La catequesis de iniciación en el marco de la Revelación.

18- La iniciación cristiana es ante todo una obra de Dios; actualiza su amor:“habla a los
hombres como amigos”32. Sale a su encuentro con signos y palabras que se explicitan
mutuamente, en especial en el misterio de la Encarnación. A lo largo de la Historia de la
Salvación, se manifiesta una pedagogía divina en el proceso de la Revelación de Dios a
los hombres. Él actúa sobre el hombre haciendo posible que reciba y goce la vida nueva
en Cristo. La iniciación cristiana, fiel a esta pedagogía de Dios, con la Palabra y con los
signos sacramentales, es la oportunidad para el hombre que ha sido tocado por la Gracia,
de vivir la primera participación sacramental en la muerte y resurrección de Cristo, y por lo
mismo la experiencia gozosa de la transfiguración mediante la inserción real en Cristo, por
la fuerza de su Misterio Pascual, para la comunión con el Padre en el Espíritu Santo. Por
lo tanto, es también iniciación al misterio de comunión en la Iglesia y a la participación en
su misión.

2- Qué entendemos por iniciación cristiana.

19- La originalidad de la iniciación cristiana es la acción e iniciativa de Dios, mediante la


ministerialidad de la Iglesia, que transforma interiormente el corazón de quien responde
haciéndolo partícipe en el misterio pascual de Cristo, identificándolo progresivamente con
Él e integrándolo en la comunión con su Cuerpo que es la Iglesia. La gracia de Dios es la
que atrae y gratuitamente otorga el don de la fe y de la salvación 33, en una comunidad
cristiana, la cual es a la vez fuente, lugar y meta de este servicio 34. En otras palabras, la
iniciación cristiana “es la manera práctica de poner en contacto con Jesucristo e iniciar en
el discipulado”35. La iniciación cristiana, propiamente hablando, se refiere a la primera
iniciación en los misterios de fe -sea en forma de catecumenado bautismal para los no
bautizados, sea en la forma de catecumenado postbautismal para los bautizados no
suficientemente catequizados o evangelizados- 36 y es toda ella como un gran sacramento,
y si bien cada uno de los sacramentos que en ella se celebran son distintos entre sí, sin
embargo, todos ellos conforman una gran acción simbólica; más aún, el mismo
catecumenado es parte de este gran sacramento, no instrucción preliminar, sino parte
constitutiva del sacramento mismo 37. Dios sale al encuentro del hombre con su Palabra y
el don de la Gracia por los sacramentos de la iniciación; el hombre, movido por el Espíritu
Santo, responde con su profesión de fe -adhesión plena, inteligencia y voluntad a
Jesucristo-38.

20- Esto implica un proceso de crecimiento y maduración de la fe inicial y del compromiso


de vida. El conjunto de acciones que celebra la Iglesia a lo largo de este gran sacramento
no es una acumulación de ritos aislados, o autónomos, sino una sinfonía, una pluralidad
de acciones que forman un símbolo conjunto 39. Por eso decimos que la iniciación cristiana
32 DV 2.
33 Cf. Jn. 6,65; CEC 153-154.
34 Cf. DGC 158.
35 DA 288.
36 DA 288. 293.
37 Cf. RATZINGER J. Teoría de los principios teológicos, Barcelona, 1985, pág. 40. Citado por Antonio Cañizares y
Manuel del Campo en: Evangelización, catequesis, catequistas. Pág. 156.
38 Cf. DGC 82-83.
39 Es decir, forman un sintagma; el diccionario de la RAE la define como “pluralidad de seres o cosas que forman un
conjunto, material o mentalmente considerado”.
es como “un gran sacramento”. La separación o aislamiento de los elementos del proceso
catequístico (sacramentos considerados cada uno como finalidad de la catequesis, la
catequesis como mera exposición doctrinal, etc.) ha tenido funestas consecuencias; ha
desembocado en la ritualización del sacramento y en el mero adoctrinamiento perdiendo
por tanto el sentido de aquella unidad que constituye uno de los datos esenciales de lo
cristiano40.

3- La iniciación cristiana y el catecumenado.

21- El catecumenado es un tiempo prolongado de formación en el que, quienes


libremente participan, van transitando un itinerario litúrgico-catequístico, realizado en el
ámbito de una comunidad cristiana, camino gradual y por etapas, no como peldaños que
se suceden, sino como procesos de maduración en la vida de fe, vinculados unos con
otros. Este itinerario está jalonado de celebraciones, que van destacando la significación y
contenido de cada momento, solicitando la respuesta libre y personal de los que
participan y la transición del proceso. El itinerario propio de la iniciación cristiana es, por
tanto, un camino litúrgico y catequístico41, realidades que nunca deben separarse en la
praxis pastoral; esto responde a la pedagogía misma de Dios: palabra y gesto, que se
explicitan, manifiestan y accionan mutuamente, expectantes de la cordial respuesta de
quienes son sus interlocutores.

22- El Concilio Vaticano II nos señala las notas características del catecumenado de
iniciación cristiana: “Los que han recibido de Dios, por medio de la Iglesia, la fe en Cristo,
sean admitidos con ceremonias litúrgicas al catecumenado, el cual no es mera exposición
de dogmas y preceptos, sino formación y noviciado convenientemente prolongado de toda
la vida cristiana, con la que los discípulos se unen a Cristo, su Maestro. Iníciense, pues,
los catecúmenos convenientemente en el misterio de la salvación, en la práctica de las
costumbres evangélicas y en los ritos sagrados que han de celebrarse en tiempos
sucesivos, y sean introducidos en la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del Pueblo
de Dios. Liberados luego, por los sacramentos de la iniciación cristiana, del poder de las
tinieblas, muertos, sepultados y resucitados con Cristo, reciben el Espíritu de hijos de
adopción y celebran con todo el Pueblo de Dios el memorial de la muerte y resurrección
del Señor (…). Pero esta iniciación cristiana durante el catecumenado no deben
procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de los
fieles, y de modo especial los padrinos, de suerte que ya desde el principio sientan los
catecúmenos que pertenecen al Pueblo de Dios. Y como la vida de la Iglesia es
apostólica, los catecúmenos han de aprender también a cooperar activamente en la
evangelización y edificación de la Iglesia con el testimonio de vida y la profesión de fe” 42.

40 “El catecumenado es parte de un sacramento; no instrucción preliminar, sino parte constitutiva del sacramento
mismo. Además, el sacramento no es la simple realización del acto litúrgico, sino un proceso, un largo camino, que
exige la contribución y el esfuerzo de todas las facultades del hombre, entendimiento, voluntad, corazón. También
aquí ha tenido la disyunción funestas consecuencias; ha desembocado en la ritualización del sacramento y en el
adoctrinamiento de la palabra y, por tanto, ha encubierto aquella unidad que constituye uno de los datos esenciales
de lo cristiano”. RATZINGER J. Op. Cit.
41 Hablamos de camino litúrgico y catequístico, no hablamos de “curso”, ni de “año de catequesis”, ni de “clase de
catequesis”, terminología que puede –y de hecho hace- desnaturalizar, o al menos distorsionar el proceso
catequístico. El proceso de iniciación cristiana, está marcado por el ritmo gradual de la maduración de la fe y vida
cristiana, en una comunidad que acompaña y celebra en espíritu d
42 AG 14.
4- La renovación de la catequesis a la luz de la iniciación cristiana.

23- En el documento de Aparecida los obispos latinoamericanos han insistido en esta


renovación y particularmente la reclamaron en su servicio a la iniciación cristiana: “Asumir
esta iniciación cristiana exige no sólo una renovación de la modalidad catequística de la
parroquia. Proponemos que el proceso catequístico formativo adoptado por la Iglesia para
la iniciación cristiana sea asumido en todo el Continente como la manera ordinaria e
indispensable de introducir en la vida cristiana, y como la catequesis básica y
fundamental. Después, vendrá la catequesis permanente que continúa el proceso de
maduración en la fe, en la que se debe incorporar un discernimiento vocacional y la
iluminación para proyectos personales de vida” 43.
Esta renovación requerida exige por un lado la conversión pastoral de nuestras
comunidades -lo cual implicará pasar de una catequesis de mera conservación a una
catequesis decididamente misionera, kerigmática- 44, y por otro la contemplación del
catecumenado bautismal de adultos como paradigma fundamental que ha de animar todo
el proceso catequístico de iniciación cristiana 45, tanto -como ya dijimos- para los no
bautizados que inician su camino de incorporación a Cristo como para los ya bautizados,
insuficientemente evangelizados o catequizados, o que se han alejado de la vida cristiana
y desean retomar el camino de la fe.

24- Insistimos en este último punto, dado que la Nueva Evangelización tiene como
destinatarios precisamente a todos nuestros hermanos bautizados que se han alejado de
la vida comunitaria eclesial, sea -entre otras causas- por insuficiente o inadecuada
catequesis, por crisis de fe, por la influencia del ambiente de descreimiento en que se
vive, etc. El esfuerzo misionero del que nos habla el Documento de Aparecida apunta
precisamente a este amplio sector de feligreses. Se necesita, en cada comunidad
parroquial, un espacio catecumenal para acoger a estos hermanos que desean retomar
su camino de vida cristiana, para que tengan la posibilidad de renovar su fe desde una
experiencia kerygmática, catequística, comunitaria y litúrgica: “No hemos de dar nada por
presupuesto y descontado. Todos los bautizados estamos llamados a ‘recomenzar desde
Cristo’, a reconocer y seguir su Presencia con la misma realidad y novedad, el mismo
poder de afecto, persuasión y esperanza, que tuvo su encuentro con los primeros
discípulos…”46.

25- El Documento conclusivo de Aparecida nos trae una orientación suficientemente clara
para asumir la Nueva Evangelización que bien puede aplicarse a la hora de comprender,
asumir y emprender nuestras responsabilidades en la iniciación cristiana: “La conversión
personal despierta la capacidad de someterlo todo al servicio de la instauración del Reino
de vida. Obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos
y laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral, que
implica escuchar con atención y discernir ‘lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias’
(Apoc 2, 29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta” 47.

5- El catecumenado de iniciación cristiana y la renovación de la catequesis.

25- Para encarar la renovación de la catequesis de iniciación cristiana se hace necesario


atender las indicaciones del Ritual para la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA). En este

43 DA 294.
44 DA 370.
45 DGC 90.
46 DA 549. Cf. 289-293.
47 DA 366.
ritual se describe el proceso del catecumenado de iniciación cristiana, en sus etapas
graduales y los ritos litúrgicos que la van jalonando 48 y describe el Directorio Catequístico
General49. Encontramos en nuestra gente diversas situaciones: no bautizados, bautizados
no suficientemente evangelizados, alejados de la vida cristiana, adultos, jóvenes, niños,
en zonas rurales o en grandes urbes, etc.; al implementar una iniciación cristiana para
ellos, atendiendo a esta realidad, se hace necesaria siempre una adaptación, atendiendo
a los no bautizados en el catecumenado bautismal o a los ya bautizados en un
catecumenado postbautismal50. Esto requiere una esmerada preparación de los equipos
de catequistas que llevarán a cabo el proceso.

26- En el Ritual para la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) se presentan las etapas
graduales del proceso de iniciación y los ritos litúrgicos que la van jalonando 51:
- El pre-catecumenado (RICA 9-13): etapa kerygmática, de primer anuncio, misionera.
Etapa siempre necesaria, imprescindible. “De la evangelización, realizada con el auxilio
divino, nacen la fe y la conversión inicial”52.
- El catecumenado (RICA 14-20): “un tiempo suficientemente prolongado durante el cual
los candidatos reciben la formación pastoral y se ejercitan en la vida cristiana, gracias a lo
cual las disposiciones espirituales manifestadas en su ingreso alcanzan la maduración de
su fe inicial”53. Catecumenado que es formación y noviciado para la Vida Cristiana.
- El tiempo de purificación e iluminación (RICA 21-36): “El tiempo de purificación e
iluminación de los catecúmenos coincide de ordinario con la Cuaresma...” 54. En esta etapa
tienen lugar los ritos de los escrutinios, exorcismos y bendiciones.
- La celebración de los sacramentos de la iniciación (RICA 27-36: el ritual precisa las
formas de celebración de los sacramentos de iniciación durante la Vigilia Pascual. En
caso de un catecumenado para ya bautizados, la renovación de los sacramentos deberá
ser acentuada; es este caso, la celebración del sacramento de la Penitencia cobra un
valor importante.
- El tiempo de la mistagogía (RICA 37-40): “...la comunidad con los neófitos, por la
meditación del Evangelio, la participación en la Eucaristía y el ejercicio de la caridad,
progresa en una percepción más profunda del Misterio Pascual y en su manifestación
cada vez mayor con el testimonio de la vida”55.

27- Todo este itinerario catecumenal puede ser implementado en cada comunidad, con las
adaptaciones necesarias. Se trata no tanto de replicar lo antiguo, sino de adecuar a los
tiempos culturales en que vivimos, las pautas esenciales que identifican un proceso
catecumenal de iniciación cristiana. Siempre hay que recordar que es un camino litúrgico-
catequístico; por lo tanto, la presencia del Espíritu Santo que actúa eficazmente, la fuerza
de la Palabra proclamada, que es “viva y eficaz” y resuena en la comunidad, las
celebraciones diversas, la gradualidad de las diversas etapas, el camino de maduración
personal en la fe, el acompañamiento del equipo de catequistas y de toda la comunidad,
son elementos que nunca deberán faltar. Al ser como un noviciado para la Vida Cristiana,
el catecumenado se convierte en casa y escuela de comunión, donde la espiritualidad de
la comunión es el principio educativo: ahí se forma el hombre y el cristiano 56.

48 RICA: Notas preliminares, 4-67.


49 Cf. DGC 88-89.
50 Cf. DA 288.
51 RICA: Notas preliminares, 4-67. Ver también: DGC 88-90.
52 RICA, 10. Evangelización y precatecumenado: RICA, 9-13.
53 RICA, 19.
54 RICA 21.
55 RICA 37.
56 Cf. NMI 43.
28- Es importante señalar la riqueza renovadora para la vida cristiana de toda la
comunidad que lleva consigo la implementación de este proceso evangelizador
kerigmático-catecumenal. “Es necesario asumir la dinámica catequética de la iniciación
cristiana. Una comunidad que asume la iniciación cristiana renueva su vida comunitaria y
despierta su carácter misionero. Esto requiere nuevas actitudes pastorales de parte de
obispos, presbíteros, diáconos, personas consagradas y agentes de pastoral” 57. Es
apropiado que en cada parroquia se instaure en forma ordinaria un espacio evangelizador,
tanto para el momento del anuncio del kerygma como para el catecumenado. Todos en la
comunidad deben tener la oportunidad de vivir esta experiencia enriquecedora 58.

29- La renovación de la catequesis de iniciación no es simple aplicación de técnicas o


métodos: es un espíritu que debe impregnar a toda la comunidad: sólo así se convierte en
verdadera fuerza renovadora de la vida en nuestras comunidades.
No se debe olvidar que estamos dentro del ministerio de la Palabra, cuya presencia
transversal y abundante en la catequesis es fundamental; por lo tanto, hay que reconocer
primero la acción de Dios, la eficacia de la proclamación de la Palabra, del espíritu
comunitario del encuentro, del clima propio de oración y fraternidad; a esto hay que
agregar las disposiciones interiores propias de los catecúmenos-catequizandos; se parte
de una ley fundamental: el Evangelio nunca se impone, se propone; se cuenta, pues, con
la adhesión libre del interlocutor, lo cual establece relaciones, vínculos especiales entre el
catequista y el catequizando. Las diferencias entre una “clase” en una “escuela” y un
“encuentro” de catequesis en “una comunidad de fe” son muy grandes. Por esto hay que
estar muy atentos al aplicar teorías, recursos etc. que nos propone la ciencia pedagógica.
La renovación metodológica nos llevará a un equilibrio necesario en este punto, y a
rescatar lo que es más original de la catequesis y de la predicación: el anuncio gozoso de
que el Reino de Dios está cerca, utilizando una apropiada pedagogía catequística,
momento en el que no está ausente la acción del Espíritu Santo.

6- Mirando la realidad de nuestra catequesis de iniciación.

30- Al exponer las características de la iniciación cristiana y la necesidad de la renovación,


no podemos dejar de hacer una mirada sobre nuestra realidad catequística actual. Hay
mucho de bueno y positivo; debemos reconocer y agradecer el inmenso trabajo de miles y
miles de catequistas a lo largo y ancho del país. La religiosidad de nuestro pueblo es
deudora de este trabajo; el esfuerzo de renovación que ha vivido en los últimos cuarenta
años ha dado abundantes frutos. Recordemos lo que significó en su momento la
catequesis kerygmática, el asumir la Biblia como fuente básica de nuestra catequesis, la
renovación metodológica, las valiosas guías catequísticas con que se contó, el Directorio
Catequístico Argentino, las Bases para la catequesis de niños, y también para
adolescentes, la valiosa experiencia de mamás catequistas, la fecunda tarea de
catequesis familiar, etc. Ahora nos encontramos en una coyuntura histórica, en un cambio
epocal, ante una realidad socio-cultural que nos cuestiona y urge a una renovación: ha
terminado la cristiandad, estamos ante una fuerte descristianización, el secularismo
reinante cuestiona los fundamentos mismos de nuestra fe. La crisis familiar hace que la fe
no se transmita desde el mismo hogar, perdiendo así la familia su rol indispensable en el
proceso de iniciación en la vida cristiana.

31- Vemos también algunos problemas y dificultades. Debemos mencionar, por ejemplo,
la soledad pastoral de la catequesis; sin un proyecto eclesial y pastoral que dé sentido y
finalidad a lo que se hace. Al no contar con una cosmovisión eclesial definida, la

57 DA 291. El resaltado es nuestro.


58 Cf. DGC 62.
catequesis no tiene rumbo, no cuenta con objetivos claros. La catequesis se redujo a la
preparación inmediata para un sacramento, perdiendo así el sentido y la unidad del
proceso de iniciación cristiana, cuyo objetivo es la incorporación plena al misterio de
Cristo y a la comunión eclesial por medio de los sacramentos y la catequesis de iniciación.
Esto ha hecho perder el sentido de la gradualidad y el respeto a la madurez del candidato
para recibir el sacramento-

32- Tenemos una catequesis que oscila entre lo experiencial-emotivo o lo conceptual-


doctrinario, como excluyentes entre sí. Debemos subrayar la integralidad del proceso
formativo de la iniciación cristiana lleva a superar esta tensión: la enseñanza de la fe es
un elemento que hay que recuperar, desde un concepto integral de la fe, tal como nos
enseña el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: : “En virtud de su dinámica interna, la
fe pide ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración. La catequesis debe cultivar cada
una de estas dimensiones. Pero la fe se vive en la comunidad cristiana y se anuncia en la
misión: es una fe compartida y anunciada. Y estas dimensiones deben ser, también,
cultivadas por la catequesis”59. Un recurso metodológico olvidado, y que habrá de
recuperar sin caer en las exageraciones del pasado, es la memoria. La memorización de
oraciones, textos bíblicos o litúrgicos apropiados, fórmulas sencillas y completas de la fe,
constituyen un andamiaje fundamental para toda la vida cristiana, sin olvidar que la
iniciación cristiana es formación, noviciado, entrenamiento para la vida cristiana plena; la
catequesis no es una mera exposición de dogmas y preceptos 60.

33- Continuando en el señalar algunos problemas comunes, podemos mencionar: la


“escolarización” de la catequesis, que le ha hecho perder su originalidad metodológica, y
en especial la riqueza del Año Litúrgico como itinerario catequístico propio.
La catequesis actual también denota una gran dificultad para la participación
-especialmente en la catequesis con niños- en la Eucaristía dominical y en la integración
en la comunidad parroquial.
Otra realidad preocupante es la poca participación de los padres en el acompañamiento
de sus hijos en el proceso de iniciación.
Una debilidad grave de nuestra catequesis: la ausencia de la catequesis de adultos.
Debemos atender a lo que al respecto nos dice el Directorio Catequístico General 61,
recordando que el adulto es el principal destinatario de la catequesis. La implementación
del catecumenado de iniciación cristiana para adultos, por su parte, allana el camino para
la catequesis de niños, adolescentes y jóvenes.
Por último anotamos un problema que es preocupante: la improvisación de los
catequistas. La formación de los catequistas es un tema urgente y de vital importancia. Se
observa también pobreza en el acompañamiento pastoral y espiritual a los catequistas,
cuando de su espiritualidad depende en gran parte la calidad de su catequesis. Es uno de
los desafíos más grandes para el ministerio pastoral de los párrocos o responsables de la
catequesis en las diversas comunidades.

59 DGC 89; Cf. 85-88. CEC 13-17.


60 Cf. AG 14.
61 Cf. DGC 172-176; CT 43.
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CUESTIONARIO PARA FACILITAR EL DIALOGO GRUPAL.

1- Leyendo este capítulo: ¿Cuáles son los elementos fundamentales que caracterizan a la
iniciación cristiana?
2- ¿Qué características del “catecumenado bautismal de adultos” deberían iluminar o
estar presentes en toda catequesis de iniciación?
3- ¿Qué rasgos o aspectos de la catequesis de iniciación cristiana que desarrollamos en
nuestra comunidad nos permiten vislumbrar los signos de la pedagogía e iniciativa
salvífica de Dios?

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III. La iniciación cristiana, una acción eclesial.


(El QUIÉN de la catequesis)

1- Los responsables de la catequesis de iniciación.

34- ¿Quiénes son los responsables de la iniciación cristiana? Afirmando una vez más un
principio fundamental: en la iniciación cristiana se debe considerar primeramente la acción
de Dios, su iniciativa salvífica; después tiene lugar la acción de la Iglesia y sus
comunidades, su misión evangelizadora y la acción del creyente que responde con su
acto de fe y compromiso como discípulo misionero en la Iglesia.

a. La iniciación cristiana es ante todo una iniciativa de Dios.

35- El diálogo de la salvación fue abierto espontáneamente por iniciativa divina: El nos
amó primero62. En la iniciación cristiana se pone de manifiesto esta iniciativa totalmente
gratuita de Dios ya que la Iglesia acoge fraternalmente a quienes han recibido el anuncio
de la Buena Noticia y se reconocen interesados por ella, los dispone y acompaña en el
conocimiento y amor de este misterio, y disfruta con ellos la gratuidad de la Vida Nueva a
través de los sacramentos que celebra. “...Dios invisible, movido de amor, habla a los
hombres como amigos, trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía” 63. “Por
eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede” 64. La iniciación
cristiana, en cuanto que es encuentro con Jesucristo, es iniciativa y acción de Dios 65.

b. La iniciación cristiana es interacción eclesial.

36- En la iniciación cristiana la Iglesia actúa como sujeto integral a la vez que como
agente evangelizador procurando ser fiel al mandato del Señor: anunciar a todos los
hombres la Buena Noticia de la Salvación de Dios; es también el interlocutor-destinatario
que responde a Dios uniendo su voz y su vida a la de los hermanos que participan y
crecen en el itinerario de maduración de su fe y en la vida Trinitaria.

62 1ª Jn 4, 19.
63 DV 2.
64 Jn 6, 65.
65 Cf. DA 28 y 131.
· Concierne a toda la comunidad…

37- La iniciación se realiza en la Iglesia, por la Iglesia y para la Iglesia; nunca es un acto
privado entre Cristo y el catecúmeno: la iniciación cristiana concierne a la comunidad
antes que el individuo66; es siempre una acción eclesial. La Iglesia entera debe sentirse y
querer ser responsable de este maravilloso acontecimiento 67. La iniciación cristiana “no
deben procurarla solamente los catequistas o los sacerdotes, sino toda la comunidad de
los fieles”68, más aún, es la misma comunidad cristiana la que al final de este proceso
acogerá a los neófitos en un ambiente fraterno donde puedan vivir con la mayor plenitud
posible lo que han madurado y celebrado 69.

Pero hay distintas responsabilidades…

38- Si bien toda la comunidad es responsable de la iniciación cristiana y todos sus


miembros hemos de dar testimonio de la fe, hemos de advertir y reconocer distintos
grados de responsabilidad según el ministerio que la Iglesia misma les confía 70.
Así, hemos de recordar la misión de los padres de familia, como primeros transmisores de
la fe y primeros iniciadores en la vida cristiana. Se debe revalorizar y afianzar la vocación
y capacitación de los catequistas laicos en su indispensable servicio a esta misión.
Asimismo es necesario tomar conciencia de la importancia del ministerio catequístico por
parte de quienes son los primeros responsables del mismo: los obispos, de quienes
depende toda la acción evangelizadora de la Iglesia. Los sacerdotes, particularmente los
párrocos, y diáconos permanentes, que en las respectivas comunidades serán los
primeros animadores y organizadores de la catequesis de iniciación: es imprescindible su
capacitación intelectual, pastoral y catequística para que puedan acompañar esta tarea
primordial de la Iglesia. Es invalorable la presencia y dedicación de las comunidades
religiosas y de vida consagrada en la tarea catequística, sumando así a esta acción
pastoral toda la riqueza de su propio carisma, en comunión con toda la Iglesia diocesana
y con las comunidades donde se insertan.

39- Es, sin duda, imprescindible la capacitación intelectual, pastoral y catequística de


todos y cada uno, según las distintas responsabilidades que nos conciernen, para que
podamos acompañar adecuadamente esta tara primordial de la Iglesia. Pero así como es
importante la capacitación de los diversos agentes pastorales para esta tarea
catequística, es fundamental que cada uno de ellos se integre plenamente e involucre
personalmente en la vida de la comunidad. No actúan solos ni por cuenta propia, sino en
nombre de la comunidad, la cual a su vez debe tomar parte en este proceso de iniciación
cristiana: así es como la fuerza renovadora de la catequesis de iniciación puede revitalizar
profundamente la vida de nuestras comunidades, no solamente por la integración de
nuevos miembros, sino sobre todo por la participación en el dinamismo celebrativo y
comunitario de la iniciación cristiana en estilo catecumenal.

66 Cf. DGC 220; 254.


67 CT 16.
68 AG 14
69 Cf. CT 24.
70 Cf. DGC 222-231.
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CUESTIONARIO PARA FACILITAR EL DIALOGO GRUPAL.

1- En la iniciación cristiana ¿Cuál es la acción de Dios? ¿Qué hace la Iglesia? ¿Qué rol
debe asumir la comunidad?
2- ¿Qué consecuencias tiene el decir que “la iniciación se realiza en la Iglesia, por la
Iglesia y para la Iglesia? ¿Cómo vemos en nuestra Iglesia la participación y el
compromiso de los agentes responsables de la catequesis?
3- ¿Tenemos conciencia de que la catequesis de iniciación cristiana es tarea de toda la
Iglesia (diocesana y parroquial), en la cual debe involucrarse toda la comunidad? ¿O sólo
es preocupación del equipo de catequistas?

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IV. La iniciación cristiana, un itinerario gradual.


(El CÓMO de la catequesis).

1- La iniciación cristiana como proceso-itinerario.

40- El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la iniciación cristiana es un


“itinerario” y nos señala las etapas y los elementos que no han de faltar para que este
camino se transite adecuadamente: “Desde los tiempos apostólicos, para llegar a ser
cristiano se sigue un camino y una iniciación que consta de varias etapas. Este camino
puede ser recorrido rápida o lentamente. Y comprende siempre algunos elementos
esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la
profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, el acceso a la comunión
eucarística”71. Por su parte, del documento de Aparecida remarca la progresividad de este
camino: “Ser discípulo es un don destinado a crecer. La iniciación cristiana da la
posibilidad de un aprendizaje gradual en el conocimiento, amor y seguimiento de
Jesucristo. Así, forja la identidad cristiana con las convicciones fundamentales y
acompaña la búsqueda del sentido de la vida. Es necesario asumir la dinámica
catequética de la iniciación cristiana. Una comunidad que asume la iniciación cristiana
renueva su vida comunitaria y despierta su carácter misionero. Esto requiere nuevas
actitudes pastorales de parte de obispos, presbíteros, diáconos, personas consagradas y
agentes de pastoral”72.

41- La gradualidad de este itinerario no sólo se refiere a la acción y prudencia maternal de


la Iglesia que ofrece a sus hijos “el Evangelio en toda su autenticidad y pureza” 73, sino
también a la respuesta de los catecúmenos-catequizandos. La Iglesia, a lo largo de la
iniciación cristiana ha de respetar el ritmo de madurez psicológica e histórica, respetando
el tiempo de Dios y los tiempos del catequizando. Los procesos de maduración 74 son
personales y no masivos, lo cual nos hace pensar en la calidad de respuesta de nuestros
catecúmenos-catequizandos a la hora de recibir los sacramentos de la iniciación. La

71 CEC 1229. Los resaltados son nuestros.


72 DA 291.
73 DGC 79.
74 Cf. CEC 1308.
finalidad de la iniciación es formar un discípulo de Jesús 75. De allí que los procesos de
maduración: han de ser personales y no masivos, han de estimular una respuesta positiva
de nuestros catecúmenos-catequizandos a la gracia de Dios que se disponen a recibir en
la celebración de los sacramentos de la iniciación y han de alentar el deseo de seguir
creciendo en su condición de discípulo misionero de Jesucristo.

2- La unidad de los sacramentos

42- Los tres sacramentos de la iniciación cristiana se complementan entre sí de tal


manera, que conducen a su desarrollo total a los fieles, para que realicen en la Iglesia y
en el mundo la misión encomendada a todo el pueblo cristiano, ellos reflejan “la unidad
del misterio pascual, la relación entre la misión del Hijo y la efusión del Espíritu Santo” 76.
De allí la insistencia del magisterio conciliar por velar, más allá del orden sacramental, por
la unidad de la iniciación cristiana77, la cual en cualquier práctica pastoral ha ser
salvaguardada78.
La gradualidad del itinerario se ve también reflejada en el catecumenado con sus etapas y
en el efecto propio de cada uno de los sacramentos que a lo largo de ella se celebran,
completando y llevando a plenitud el proceso de incorporación a la vida cristiana 79.

43- En virtud del magisterio de la Iglesia podemos decir que el camino ordinario para la
celebración de los sacramentos en la iniciación cristiana, tanto para niños como para
adultos, es el de Bautismo-Confirmación-Eucaristía, ya que expresa la gradualidad de
crecimiento y perfección que pretende la iniciación cristiana 80; sin embargo, reconocemos
que ha habido razones que históricamente modificaron el orden de los dos últimos
sacramentos, dejando abierta una alternativa que exige una seria justificación pastoral
para ser seguida; en todos los casos, sin descuidar la unidad de todo el proceso que se
diseñe.

3- Catequesis y liturgia.

44- Las celebraciones litúrgicas con las etapas catequísticas forman el entramado
principal del itinerario catecumenal. Catequesis y Liturgia se vinculan y refieren
mutuamente en todo el trayecto de la iniciación cristiana y a la hora de pensar y
desarrollar una renovación de nuestra pastoral de la iniciación debemos articular y actuar
orgánicamente para que nuestros catecúmenos- catequizandos perciban el mismo deseo
de la Iglesia que busca acompañarlos y celebrar con ellos la gracia que Dios les ofrece, la
respuesta que ellos le dan y la alegría que nos causa crecer como comunidad de fe,
esperanza y caridad. Esta riqueza e integración se exponen en el Ritual para la Iniciación

75 DA 292: “Como rasgos del discípulo, al que apunta la iniciación cristiana destacamos: que tenga como centro la
persona de Jesucristo, nuestro Salvador y plenitud de nuestra humanidad, fuente de toda madurez humana y
cristiana; que tenga espíritu de oración, sea amante de la Palabra, practique la confesión frecuente y participe de la
Eucaristía; que se inserte cordialmente en la comunidad eclesial y social, sea solidario en el amor y fervoroso
misionero”.
76 RICA, Notas Preliminares 34.
77 Cf. SC 71.
78 Cf. CEC 1285.
79 Cf. LG 11.
80 El Catecismo de la Iglesia Católica nos ilumina al respecto: “Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el
Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda la vida cristiana. La participación en la
naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el
origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se fortalecen
con el sacramento de la Confirmación y finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el manjar de la vida eterna,
y así, por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada vez con más abundancia los tesoros de
la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad” (1212).
Cristiana de Adultos (RICA); es de esperar un estudio y aplicación creativa del mismo en
nuestras comunidades.

4- El Itinerario Catequístico Permanente: momento articulado y consecutivo


de la iniciación cristiana

45- Al reconocer la iniciación cristiana como un proceso gradual advertimos que llegada la
etapa final de la iniciación ésta debe estar articulada, en el diseño del proyecto pastoral,
con distintas propuestas de participación en la vida eclesial que ayuden a los que
celebraron sacramentalmente su iniciación cristiana a crecer como miembros activos de
esa comunidad cristiana particular. No olvidemos que ser discípulo es un don destinado a
crecer y como Iglesia sentimos la necesidad pastoral de acompañar a cada discípulo en
su proceso de crecimiento de la fe. Este acompañamiento se ha de hacer durante toda la
vida del hombre, a lo largo de las diversas etapas y situaciones de la persona. Esta tarea,
que se abre una vez celebrada la iniciación cristiana, es lo que llamamos itinerario
catequístico permanente (ICP)81.
Por su parte, los movimientos, instituciones y diversas formas comunitarias –como lo son
las pequeñas comunidades de vida cristiana- han de procurar ofrecer, en sus diferentes
realidades, ámbitos que posibiliten la paulatina, libre y fraterna integración de los que han
celebrado su iniciación cristiana 82.

46- Si bien el objetivo de este documento es específicamente la iniciación cristiana, es


oportuno señalar con respecto al ICP la excelente acogida que tiene en numerosos
grupos y pequeñas comunidades la lectura orante de la Biblia, tanto de jóvenes como de
adultos, con la práctica de la Lectio Divina, siguiendo las lecturas propias de la liturgia
dominical, atendiendo a lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “(La Liturgia)
Por tanto, es el lugar privilegiado de la catequesis del Pueblo de Dios” 83. Esta práctica
llevada adelante por todos los agentes de pastoral y las comunidades de fieles, tiene una
fuerza renovadora extraordinaria, y a la vez, se está “edificando sobre roca” 84.

47- Todo el proceso catequístico busca formar a cada discípulo para una vida eucarística,
es decir, una inserción íntima y vital en el misterio de Cristo, una vivencia profunda de
comunidad que se nutre con el Pan de Vida, creciendo en la Caridad, asumiendo la
misión como tarea propia de un discípulo del Señor. El proceso catequístico debe llevar a
un discernimiento vocacional, tanto para un estado de vida determinado como para
descubrir los carismas personales. El ICP deberá también, desde la enseñanza de la
Doctrina Social de la Iglesia, lograr que el cristiano sea un verdadero ciudadano, que con
su testimonio de vida, su palabra, su acción, impregne de espíritu evangélico el mundo en
que vive85.

81 Cf. JEP 51-52. Recomendamos vivamente retomar todo lo que ya se había dicho sobre esto en “Juntos para una
Evangelización Permanente” (cf. Cap. IIº, 50-66): descripción del ICP, el adulto como meta del ICP; las
orientaciones pastorales concretas, y los compromisos y esperanzas que esto implica.
82 Cf. DA 307-313. Varios documentos insisten en la oportunidad de la creación de estas pequeñas comunidades: ChL
26.29; SD 61-65; DP 629. 638-643; EA 41; etc.
83 CEC 1074.
84 Cf. Mt 7, 24-27.
85 Cf. LG 34-36.
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CUESTIONARIO PARA FACILITAR EL DIALOGO GRUPAL.

1- ¿De qué modo los catequistas respetamos el ritmo de madurez sicológico, histórico y
de crecimiento en la fe de nuestros en la misma vida de fe de nuestros catecúmenos-
catequizandos?
2- ¿Qué implica en la práctica la necesidad de salvaguardar la unidad de los sacramentos
de iniciación cristiana?
3- ¿Qué implica en la práctica la necesidad de salvaguardar la unidad de los sacramentos
de iniciación cristiana?
4- ¿Hemos dedicado tiempo, en nuestra formación catequística, a la lectura y al estudio
del RICA?
5- ¿Cómo proponemos la continuidad entre la iniciación cristiana, la integración
comunitaria de nuestros catecúmenos-catequizandos y un posible itinerario catequístico
permanente?

________________________________________

V. La iniciación cristiana, una responsabilidad comunitaria.


(El DÓNDE de la catequesis).

1- Los lugares de la catequesis de iniciación.

48- El Directorio General Catequístico nos habla de “La comunidad cristiana como hogar
de la catequesis”, señalándola como “lugar” de catequización: “La comunidad cristiana es
el origen, lugar y meta de la. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del
Evangelio, invitando a los hombres y mujeres a convertirse y a seguir a Jesucristo. Y es
esa misma comunidad la que acoge a los que desean conocer al Señor y adentrarse en
una vida nueva. Ella acompaña a los catecúmenos y catequizandos y, con solicitud
maternal, les hace partícipes de su propia experiencia de fe y les incorpora a su seno. La
catequesis siempre es la misma. Pero estos “lugares” de catequización la colorean, cada
uno con caracteres originales catequesis. Es importante saber cuál es la función de cada
uno de ellos en orden a la catequesis” 86.

a. La familia cristiana.

49- La familia cristiana, Iglesia doméstica, es un lugar de iniciación que tiene un carácter
único. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece toda otra forma de
catequesis87. En nuestro país la participación activa de la familia en los procesos de
iniciación es una realidad extendida, sobre todo en ciertas regiones –especialmente
rurales-; sin embargo, la crisis en los vínculos familiares afecta dolorosamente la
posibilidad de que ésta siga siendo el lugar primero y ordinario de iniciación cristiana: la
familia, salvo pocas excepciones, ya no transmite la fe a sus hijos y ciertos hábitos de
profunda tradición cristiana son excepcionalmente practicados.
La catequesis familiar ha ayudado mucho a esta tarea de iniciación cristiana, y es un
instrumento de integración familiar, tanto hacia dentro de la misma familia como dentro de
la comunidad cristiana; esto, si se respetan ciertos parámetros metodológicos:
86 DGC 254.
87 Cf. CT 68.
- que participe, de ser posible, el matrimonio;
- que sea un proceso integral de evangelización y una verdadera iniciación cristiana, con
todos los elementos que esta supone.
- que haya un constante y cuidadoso acompañamiento de los catequizandos por parte del
matrimonio catequista y del párroco o asesor encargado;
- que apunte a una continuidad, integrados en la comunidad parroquial como pequeña
comunidad de vida cristiana.

b. La parroquia.
50- “La comunión eclesial, aún conservando siempre su dimensión universal, encuentra
su expresión más visible e inmediata en la parroquia. Ella es la última localización de la
Iglesia; es, en cierto modo, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus
hijas”88. La parroquia es el lugar más significativo en el que se forma y manifiesta la
comunidad cristiana. Ella está llamada a ser casa, escuela y taller de comunión, donde los
miembros del Pueblo de Dios disciernen y asumen su vocación de discípulos misioneros.
Ella es el ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe. La parroquia ha de ser el
lugar donde se asegure la iniciación cristiana, es el ambiente natural y ordinario de la
misma. Esto exigirá una renovación de la modalidad catequística de la parroquia, lo cual
implica comenzar el proceso con la formación de los propios catequistas, capacitándolos
como verdaderos iniciadores en la vida cristiana 89.

c. Las escuelas católicas.

51- Las escuelas católicas (congregacionales o parroquiales), en virtud de su propia


naturaleza, son un lugar muy relevante para la formación humana y cristiana, y deben
brindar una completa enseñanza escolar de la religión católica.
“Hay una indisoluble y clara distinción entre enseñanza de la religión y catequesis, que es
la transmisión del mensaje evangélico, una etapa de la evangelización. El nexo se justifica
para que la escuela mantenga su nivel de escuela, orientado a dar una cultura completa e
integrable en el mensaje cristiano.
La distinción estriba en que la catequesis, a diferencia de la enseñanza religiosa escolar,
presupone ante todo la aceptación del mensaje cristiano como realidad salvífica. Además,
el lugar específico de la catequesis es una comunidad que vive la fe en un espacio más
vasto y por un período más largo que el escolar, es decir, toda la vida” 90
Dentro de la catequesis que puede brindar la comunidad educativa ocupa un lugar
específico la iniciación cristiana aún cuando ésta es competencia propia de la parroquia.

52- La reflexión conciliar ha provocado un cambio decisivo en la concepción de la escuela


católica pasando de la escuela-institución a la escuela-comunidad 91. Dada la pluralidad de
circunstancias socioculturales y religiosas que inciden en este ámbito, consideramos
conveniente hacer precisiones acerca de la modalidad específica en la que debería
desarrollarse esta actividad catequística de iniciación cristiana en las comunidades
educativas92. Proponemos, pues, algunos criterios que ayuden a repensar esta praxis
pastoral.

88 ChL 26.
89 Cf. DA 293-294. PG, 62. 67. 144.
90 “Dimensión religiosa de la educación en la escuela católica”, Congregación para la Educación Católica, 1988. Nº
68.
91 Cf. Dimensión religiosa de la educación en la Escuela Católica, 31: 1 c. Congregación para la Escuela Católica.
92 La parroquia es el lugar privilegiado para la iniciación cristiana, pero es una realidad que en muchos lugares del
país, la misma se desarrolla en las comunidades educativas. No es fácil crear en una escuela el ambiente comunitario
necesario, los espacios celebrativos, dar lugar a la participación de la comunidad en el proceso de iniciación.
53- Las comunidades educativas evangelizadoras se convierten en espacios para el
desarrollo de la iniciación cristiana, si atendiendo a ciertos criterios garantizan algunas
condiciones como elementos necesarios para la misma:
a) En cuanto comunidad inserta en otra –es decir, en la parroquia-, el itinerario de
iniciación ha de estar orientado y conducido por el párroco o un delegado suyo, quien a su
vez acompaña a los catequistas, discierne y celebra los momentos de maduración y
establece los ámbitos oportunos para las celebraciones;
b) Los procesos de la iniciación deben conservar su identidad y evitar cualquier
asimilación al curriculum escolar, salvaguardando su carácter de libre participación por
parte del catecúmeno-catequizando;
c) Los procesos han de estar animados por catequistas idóneos, especialmente
capacitados y dedicados a la iniciación;
d) Los padres de familia deberían contar con un espacio en el que manifiesten
expresamente su consentimiento a la participación de sus hijos en este particular itinerario
catecumenal y a la vez, ellos mismos, puedan acompañar esta etapa formativa de sus
hijos;
e) la mistagogia debe estar orientada a la conformación de una pequeña comunidad
estable, más allá del período de formación escolar, que posibilite la perseverancia y haga
efectiva la integración a la comunidad parroquial;
f) Quienes participen del itinerario catecumenal deberán hacerlo conforme a los ritmos
litúrgicos propios de este camino de iniciación, de tal manera que la autonomía propia con
respecto al calendario escolar no deteriore ni desvirtúe su participación.

d. La religiosidad popular.

54- La religiosidad popular, da lugar a verdaderas vivencias y expresiones de fe católica


en nuestro pueblo, y es de por sí transmisora de la fe, de costumbres y prácticas
religiosas. Siempre ha de ser atendida con solicitud para que nuestro pueblo asuma un
verdadero dinamismo de crecimiento en su vida de fe, respetando así las tradiciones y
valores que vive. Esta realidad se presenta en forma muy rica y variada en las diversas
zonas del país. “La piedad popular es un imprescindible punto de partida para conseguir
que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda” 93. De allí que podamos señalar que
religiosidad popular más que un espacio para la iniciación cristiana debe ser considerada
una ocasión para incentivar su consumación 94. La catequesis mistagógica puede ser un
procedimiento apto para el crecimiento y profundización de la fe que se expresa en la
piedad popular.
Es necesaria la reflexión pastoral que nos ayude a ver cómo aprovechar la religiosidad
popular para que pueda ser también un camino peculiar de iniciación y de crecimiento en
la vida cristiana, motivando siempre a la “plenitud de vida cristiana y perfección de la
caridad”95 como meta a alcanzar.

2- Los interlocutores en la catequesis de iniciación cristiana.

55- La iniciación cristiana -transmisión de la fe y celebración sacramental, estrechamente


ligadas en el mandato del Señor- 96, forma parte integrante de la misión de la Iglesia, que

93 Directorio para la piedad popular y la Liturgia, 64. Sda. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos.
94 Cf. DA 300.
95 NMI 30-31. “En realidad, poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad es una opción llena de
consecuencias. Significa expresar la convicción de que, si el bautismo es una verdadera entrada en la santidad de
Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una
vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial…”
96 Cf. Mt. 28, 19; Cf. Mc. 16, 15-16.
es, y no puede dejar de serlo, universal, procurando alcanzar a todos los hombres y a
todos los pueblos del mundo. Pero no puede ser propuesta de modo idéntico, sino
adecuado a la condición de quienes se disponen a recibirla y a las circunstancias que los
rodean. Por lo tanto, este itinerario catecumenal no será siempre uniforme, sino adaptado
a la índole del interlocutor y a las distintas circunstancias de hecho existentes. Una cosa,
en efecto, es el proceso de la iniciación vivido por un niño y otra por un adulto; una cosa
es acompañar el proceso catecumenal de un nuevo miembro de una familia creyente, otra
es proponer el catecumenado a un joven inmerso en una cultura urbana secularista, y otra
recorrerlo con alguien que no haya oído hablar de Dios. En el caso de catecumenado para
personas ya bautizadas, es necesario tener en cuenta la gracia bautismal recibida, por la
cual ha sido iniciado en la vida cristiana, incorporado al misterio de Cristo. El
catecumenado bautismal de adultos es un paradigma, que debe inspirar un “estilo
catecumenal”, adaptado a las necesidades concretas y actuales de la nueva
evangelización. Podríamos decir, en el caso de los ya bautizados, que el catecumenado
es como un memorial de la propia iniciación cristiana en la Vida de Fe.

a- Catequesis con adultos.

56- Es la principal forma de catequesis. Hoy nuestra Iglesia está llamada a un renovado
esfuerzo evangelizador orientado principalmente a tantos hombres y mujeres que se han
alejado de la vida eclesial. La catequesis con adultos debe ser catequesis adulta y para
adultos; esto es, mirar la realidad en la cual viven, escuchar sus inquietudes,
necesidades, expectativas, responder a sus cuestionamientos, con fundamentaciones,
iluminaciones, enseñanzas coherentes y adecuadas. El catecumenado de iniciación
cristiana para adultos es indispensable instaurarlo hoy en todas nuestras comunidades 97,
haciendo las adaptaciones necesarias.

57- Reclamamos una atenta y urgente mirada sobre la iniciación cristiana de los adultos, o
bien la reanimación de su vida de fe cuando se han alejado y desean reemprender el
camino del seguimiento de Cristo. Los adultos son “las personas que tienen las mayores
responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente
desarrollada...”98.; hoy es éste uno de los grandes desafíos de nuestra pastoral
evangelizadora: evangelizar integrando a los adultos a la comunidad eclesial; por esto es
que se señala como necesaria la integración orgánica entre la acción misionera, la
catequesis y la actividad comunitaria-pastoral, como momentos distintos,
complementarios y ambos imprescindibles en el proceso evangelizador. Asimismo
entendemos que la participación de los jóvenes, de los adolescentes y de los niños en los
itinerarios de iniciación requiere un replanteo y renovación profundos, a partir de las
consideraciones que aquí presentamos.

b- Catequesis con niños.

58- La implementación del catecumenado de iniciación cristiana para niños es todo un


desafío a la creatividad catequística.
En la catequesis con niños, un tema que debemos considerar es el de la edad apropiada
para la catequesis. Teniendo en cuenta las profundas diferencias que hay en la niñez, sea
el las distintas regiones del país, en el interior, en las zonas rurales, en las grandes urbes,
se nos presenta un panorama en el cual las soluciones son también dispares. El cambio
cultural que estamos viviendo es muy profundo. Los niños hoy, especialmente en las
grandes ciudades, están inmersos en un mundo materialista tremendamente influenciado

97 DGC 172-176.
98 CT, 43.
por los medios de comunicación social, muchos de ellos en situaciones familiares
conflictivas, niños especialistas en el manejo de la electrónica, internet, celulares, etc. Nos
asombra la capacidad de aprendizaje de esta tecnología por parte de los niños y la
procacidad que viven ante ciertas cuestiones morales. Esta realidad nos plantea
interrogantes serios: ¿habrá que comenzar la catequesis a edad más temprana? Es todo
un desafío metodológico y pastoral; el Directorio General Catequístico nos alerta sobre la
situación de los niños sin apoyo religioso familiar o que no frecuentan la escuela 99. Un
elemento metodológico que se debe incorporar es la recreación: el niño aprende jugando,
además, esto hace más atractivos los encuentros catequísticos.

c- Catequesis con adolescentes y jóvenes.

59- La catequesis en esta edad es fundamental, dado que es la etapa en que se forja la
personalidad y hacen su opción vocacional 100. No solamente debe ser una catequesis
adecuada a la edad, que responda a sus inquietudes y cuestionamientos y que los oriente
hacia una elección libre por Jesucristo y a una vida cristiana plena en comunión eclesial y
comprometida con el mundo en que el joven vive. La acción pastoral debe acompañar la
catequesis, como condición indispensable para que ésta sea fecunda. El adolescente y el
joven necesitan una comunidad acogedora, donde puedan crear vínculos para compartir
la vida, la fe, sus proyectos e ideales, sus actividades apostólicas, etc.
No debemos menospreciar la sed de espiritualidad profunda que tienen tanto los
adolescentes como los jóvenes. Se hace necesario crear espacios para que vivan
verdaderas experiencias de fe, de oración, de comunión fraterna, sin temor a las
exigencias radicales del Evangelio, que debe ser presentado siempre con integridad.

_______________________________________

CUESTIONARIO PARA FACILITAR EL DIALOGO GRUPAL.

1- En nuestra realidad eclesial (diócesis, parroquia) ¿Qué ámbito tiene más fuerza y
presencia catequística (familia, parroquia, centros y capillas, escuela, movimientos, etc.)?
2- ¿Qué hacemos para que cada uno de estos lugares sea un verdadero espacio
evangelizador y catequístico?
3- En el caso de las escuelas católicas (parroquiales u otras) ¿Tienen plena conciencia de
su identidad y hay coherencia entre esta identidad y las demás tareas educativas? ¿Cómo
se desarrolla la catequesis de iniciación? ¿Qué importancia tienen los criterios que se
mencionan en este documento? ¿Qué grado de integración existe con la pastoral
parroquial y diocesana?
4- ¿Quiénes son comúnmente los principales interlocutores de la catequesis de iniciación
en nuestra realidad eclesial actual?
5- Analizar como se involucran en el proceso de iniciación cristiana, los padres de familia,
los catequistas, los demás miembros de la comunidad, los diáconos, presbíteros, el
obispo.
6- ¿Tenemos especial atención a los bautizados que se han alejado o han abandonado su
práctica y vida cristiana eclesial?
7- Señalizando problemas y dificultades en torno a los agentes y a los destinatarios de la
catequesis ¿cuáles advertimos en nuestra comunidad? ¿Cómo superar estos problemas y
con qué criterios intentaremos renovar nuestra catequesis?
_____________________

99 DGC 180.
100 DGC 181-185.
VI. La formación de catequistas.

68- La renovación de la catequesis necesita de catequistas renovados desde su misma


formación, dispuestos a la conversión pastoral que nos pide la Iglesia en Latinoamérica.
“Cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas
verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad. En consecuencia, la
pastoral catequética diocesana debe dar prioridad a la formación de los catequistas
laicos”101. La formación de los catequistas es prioritaria como tarea de la máxima
importancia102; habrá que atender no sólo una formación adecuada de los catequistas,
sino también la necesaria formación catequística de los sacerdotes, seminaristas,
religiosos y religiosas. Al respecto, lo afirmado en Juntos para una Evangelización
Permanente y en el Directorio General para la Catequesis 103 no deja lugar a dudas sobre
la importancia de esta formación y capacitación. En esto estamos en deuda: habría que
revalorizar la misión catequística del sacerdote como ministro de la Palabra.

69- La formación del catequista deberá tener como eje el desarrollo de su propia vocación
específica, dando importancia principalmente a su formación espiritual; tiene, además,
que guardar coherencia con el proyecto eclesial y pastoral de la comunidad (diocesana y
parroquial).
Uno de los aspectos más importantes en la formación es atender la espiritualidad de los
catequistas. Esto hace especialmente a su vocación e identidad, y es una de las
principales responsabilidades de los párrocos: el acompañamiento y formación de sus
propias agentes pastorales.

70- Hoy se impone una honda reflexión sobre el perfil del catequista iniciador y
acompañante del itinerario de fe de los catequizandos.
El catequista es antes que nada un discípulo-testigo. Con una vida impregnada por el
Espíritu Santo, abierta a la Palabra como alimento y oración cotidiana: conocer la
Escritura es conocer a Jesucristo”. Es un hombre-mujer de comunión: con el Cuerpo de
Cristo -Cuerpo Eucarístico- y con el Cuerpo Místico que es la Iglesia. Comunión afectiva y
efectiva, que lleva a vivir y formar siempre comunidad, engendrando así Vida: la Vida de
comunión, la Vida de Fe, de Esperanza, de Caridad.
El perfil propio del catequista estará inspirado en Jesús, en su vida y su pedagogía; así, el
catequista es maestro y pastor, testigo de Cristo, miembro de la comunidad donde se
nutre de la Palabra y de la Eucaristía, para compartir la fe con sus hermanos
catecúmenos-catequizandos, que presta su servicio en comunión con otros, viviendo la
espiritualidad de la comunión como principio pedagógico 104, atento al querer de Dios y a
las expectativas más profundas de aquellos con quienes transita el itinerario catecumenal.
El catequista, persona experimentada en el trato con Dios, es un facilitador del encuentro
del hombre con Dios, de allí que la metodología catequística, si bien toma elementos de
las ciencias humanas (pedagogía, didáctica, sicología...), es una peculiar pedagogía de la
fe, teniendo características especiales que derivan precisamente del contenido y de la
índole de la formación de la fe, que son distintas a todo otro tipo de educación. El
acompañamiento debe señalarse como actitud propia del catequista, al modo de Jesús en
el camino de Emaús.105

101 DGC 234.


102 Cf. JEP 96.
103 Cf. JEP 97; DGC 222-225. 228-229.
104 Cf. NMI 43.
105 Lc. 24, 13-32.
71- Un catequista con estas cualidades debe ser formado adecuadamente. Uno de los
retos que tenemos por delante es la renovación de nuestros centros de formación, sus
programas, recursos, criterios pedagógicos. Es un desafío que exige un cambio de
enfoque y de método. Queremos formar catequistas que puedan acompañar procesos
catecumenales de iniciación cristiana, tanto de adultos como de niños. Es por eso que
proponemos una formación de catequistas “en estilo catecumenal”: que nuestros
candidatos a ser catequistas, siguiendo un proceso evangelizador, hagan memoria de su
propia iniciación cristiana y su encuentro con Jesucristo, profundicen su fe y su
compromiso de vida cristiana, por medio de una renovada y sincera conversión, en un
ambiente de comunidad cristiana, guiados por un equipo formador en el cual todos son
precisamente catequistas. Es conveniente superar un estilo de formación meramente
académica y racionalista, y posibilitar que los catequistas tengan una verdadera
experiencia del proceso catecumenal de iniciación cristiana la cual se verá enriquecida si
los mismos catequistas conocen y aprenden la estructura litúrgica, catequística y pastoral
del Ritual para la Iniciación Cristiana de Adultos, y lo asumen como un proceso de
iniciación cristiana integral que comienza desde el anuncio kerygmático y la conversión
hasta la integración en la vida comunitaria, a la vida eucarística en la comunidad adulta,
como culmen del itinerario propio de la iniciación cristiana.

___________________________________

CUESTIONARIO PARA FACILITAR EL DIALOGO GRUPAL.

1- ¿Tenemos en nuestra comunidad catequistas capacitados? ¿Cuál es su grado de


preparación (Seminario catequístico, cursos, etc.)? ¿Qué necesidades y dificultades
tenemos para capacitar a nuestros catequistas? ¿Qué hacer al respecto?
2- ¿Damos suficiente prioridad e importancia a la formación integral de los catequistas
(humana, espiritual, catequética, etc.)?
3- ¿Cómo realizamos el acompañamiento y la formación permanente de nuestros
catequistas?
4- ¿Por qué necesitamos hoy una formación catequística que acerque a una experiencia
catecumenal a nuestros catequistas?
5- ¿Qué perfil debe tener un catequista al servicio de la Iglesia-madre que engendra e
inicia en la vida cristiana? ¿Qué notas no deberían faltar nunca en la espiritualidad de un
catequista?
_______________________________________
Conclusión.

75- Sabemos que todo lo que proponemos no es fácil, e implica un cambio profundo en
nuestra praxis pastoral; el Documento de Aparecida nos habla de la necesaria conversión
personal y pastoral, para que nuestra Iglesia sea una verdadera comunidad misionera,
donde la catequesis cumple un rol prioritario. Diversas experiencias se están haciendo a
lo largo y lo ancho del país, lo cual nos da esperanza de una auténtica renovación en
nuestra iniciación cristiana. Estamos convencidos de que cuando hay verdadero
entusiasmo y se aplica toda la capacidad creativa de la comunidad, especialmente en el
trabajo en equipo en las juntas -diocesanas y parroquiales-, el estudio, la evaluación
sincera, la planificación participativa, estas cosas pueden dejar de ser meros ideales y
pasar a ser felices realidades renovadoras. Recordemos que no estamos solos: el Señor
nos acompaña: “Yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” 106.

76- La catequesis nos involucra a todos y nos llama a ser responsables de esta misión
que el Señor nos encomendó: “Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a
cumplir todo lo que yo le he mandado”. 107
Que Nuestra Madre nos ayude con su intercesión y ejemplo a ser fieles a este ministerio
de la Palabra que se nos ha confiado; ponemos en manos de María Santísima, primera
catequista, todo lo que proponemos en este documento. Que Ella nos guíe y nos alcance
la asistencia del Espíritu Santo para que con su acción y fieles a nuestra misión logremos
forjar verdaderos discípulos misioneros de Jesucristo.

106 Mt 28, 20.


107 Ib.
INDICE

Siglas

Introducción

I- Consideraciones preliminares
1. Una Iglesia comunión
2. Una Iglesia comunión con un proyecto evangelizador

II- La Iniciación Cristiana, un Acontecimiento Salvífico


1- La catequesis de iniciación en el marco de la Revelación
2- Que entendemos por iniciación cristiana
3- La iniciación cristiana y el catecumenado
4- La renovación de la catequesis a la luz de la iniciación cristiana
5- El catecumenado de iniciación cristiana y la renovación de la catequesis
6- Mirando la realidad de nuestra catequesis de iniciación

III- La Iniciación Cristiana, una acción eclesial


1- Los responsables de la catequesis de iniciación
a. La iniciación cristiana es ante todo una iniciativa de Dios
b. La iniciación cristiana es interacción eclesial

IV- La Iniciación Cristiana, un itinerario gradual


1. La iniciación cristiana como proceso itinerario
2. La unidad de los sacramentos
3. Catequesis y Liturgia
4. El Itinerario Catequístico Permanente: momento articulado y consecutivo de la
iniciación cristiana

V- La Iniciación Cristiana, una responsabilidad comunitaria


1. Los lugares donde se realiza la iniciación cristiana
a. La familia cristiana
b. La parroquia
c. Las escuelas católicas
d. La religiosidad popular
2. Los interlocutores de la catequesis de iniciación cristiana
a. La catequesis con adultos
b. La catequesis con niños
c. La catequesis con adolescente y jóvenes

VI- La formación de catequistas

Conclusión

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