Collins, Mabel - Luz en El Sendero

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MABEL COLLINS

LUZ EN EL SENDERO
Mabel Collins : Luz en el Sendero

Mabel Collins
LUZ EN EL SENDERO
Light on the Path
(1885)
BIBLIOTECA UPASIKA
www.upasika.com
Colección
“Teosofía Siglo XIX”

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Mabel Collins : Luz en el Sendero

MABEL COLLINS
http://en.wikipedia.org/wiki/Mabel_Collins

Mabel Collins nació en Guernsey, Channel Islands (49n27 /


2w36), el 9 de Septiembre de 1851, a las 8.30 LMT (la hora
está tomada de una carta que ella escribió en respuesta a Alan
Leo, a quien ella conocía personalmente). Tiene la Luna en 2,52
de Piscis y Asbolo en 4,19R de Piscis. ¡Es una conjunción
doblemente aplicativa muy fuerte! Ella era una clarividente,
ocultista y escritora, autora de un librito emocionalmente
apabullante: Luz en el Sendero (1885), un clásico del
ocultismo.

He aquí las primeras frases que aparecen al abrir el libro:


“Estas reglas han sido escritas para todos los discípulos.
Síguelas: Antes de que los ojos puedan ver, ellos tienen que ser
incapaces de llorar. Antes de que los oídos puedan oír, deben
haber perdido su sensibilidad. Antes de que la voz pueda
hablar en presencia de los Maestros, debe haber perdido
su capacidad de herir. Antes de que el alma pueda erguirse en
presencia de los Maestros, tienen sus pies que lavarse en la
sangre del corazón”.

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Mabel Collins : Luz en el Sendero

El estilo de escribir de Mabel Collins es apasionado y lírico,


muy emotivo y críptico, entre la luz y la sombra, entre el
destello que deslumbra y la hondura de la noche oscura. Como
un oráculo, las palabras misteriosas de su libro inquietan la sed
que sólo se cura con el vino del arcano y la sabiduría del alma.

Ella enviudó en 1885, el mismo año en el que escribió Luz


en el Sendero; y aunque era muy amiga de H.P. Blavatsky,
quien vivió en su casa en Norwood por algunos meses en 1887,
renunció a la Sociedad Teosófica tempranamente, en 1889,
debido a serias diferencias con Annie Besant. Murió en
Gloucestershire el 31 de Marzo de 1927.

Luz en el Sendero fue publicado por primera vez en marzo


de 1885. Cuando H.P. Blavatsky llegó a Inglaterra en mayo de
1887, se quedó varios meses en la casa de campo Maycot, de
Mabel Collins, en Norwood. H.P.B. ya conocía el libro, pues le
habían regalado una copia en el verano de 1886, mientras vivía
en Elberfeld (Alemania). Como parte de su colaboración con
H.P. Blavatsky en la edición de la revista Lucifer, Luz en el
Sendero fue re-editado en partes en la revista, desde septiembre
de 1887 hasta enero de 1888.

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Mabel Collins : Luz en el Sendero

MABEL COLLINS
LUZ EN EL SENDERO
I - REGLAS

Estas reglas han sido escritas para todos los discípulos:


Síguelas.
Antes que los ojos puedan ver, deben ser incapaces de
llorar. Antes que el oído pueda oír, tiene que haber perdido la
sensibilidad. Antes de que la voz pueda hablar en presencia de
los Maestros, debe haber perdido la posibilidad de herir. Antes
de que el alma pueda erguirse en presencia de los Maestros,
tienen sus pies que lavarse en la sangre del corazón.
1) Mata la ambición. [1]
2) Mata el deseo de vivir.
3) Mata el deseo del bienestar.
4) Trabaja como trabajan los que son ambiciosos. Respeta la
vida como lo hacen los que la desean. Sé feliz como lo son los
que viven por la felicidad. Busca en tu corazón la raíz del mal y
arráncala. Esta raíz vive en el corazón del discípulo fervoroso lo
mismo que en el hombre de deseos. Solamente el fuerte puede
destruirla. El débil tiene que esperar su crecimiento, su
fructificación y su muerte. Es ésta una planta que vive y se
desarrolla a través de las edades. Florece cuando el hombre ha
acumulado en sí mismo existencias innumerables.
El que quiera entrar en la senda del poder, debe arrancarla de
su corazón. Y entonces del corazón brotará sangre, y la vida
toda del hombre parecerá desvanecerse por completo. Hay que
sufrir esta prueba; puede presentarse desde el primer peldaño de
la peligrosa escala que al sendero de vida conduce: puede no
venir hasta lo último. Pero acuérdate, ¡oh, discípulo!, que
tienes que pasar por esta prueba, y refuerza las energías de
tu alma para tal empresa. No vivas en lo presente ni en lo
futuro, sino en lo eterno. Allí no puede florecer esta hierba
gigantesca: esta mancha de la existencia la borra la atmósfera
misma del pensamiento eterno.
5) Mata todo sentimiento de separatividad. [2]
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

6) Mata el deseo de sensación.


7) Mata la sed de crecimiento.
8) Sin embargo, mantente solo y aislado, porque nada de
cuanto tiene cuerpo, nada de cuanto tiene conciencia de la
separación, nada de cuanto está fuera de lo eterno puede acudir
en tu auxilio.
Estudia la sensación y obsérvala, porque únicamente así
puedes empezar la ciencia del propio conocimiento, y colocar el
pie en el primer peldaño de la escala.
Crece como la flor, inconscientemente, pero ardiendo en
ansias por entreabrir su cáliz a la brisa. Así es como debes
avanzar abriendo tu alma a lo eterno. Pero debe ser lo eterno lo
que debe desarrollar tu fuerza, y no el deseo de crecimiento.
Porque en el primer caso floreces con la lozanía de la pureza, y
en el otro te endureces con la avasalladora pasión de la
importancia personal.
9) Desea únicamente lo que está en ti.
10) Desea únicamente lo que está fuera de tu alcance.
11) Desea únicamente lo que es inasequible.
12) Porque en ti está la luz del mundo, la única luz que en el
sendero puede difundirse.
Si eres incapaz de percibirla dentro de ti, es inútil que la
busques en otra parte. Está fuera de tu alcance, porque cuando a
ella llegues ya no te encuentras a ti mismo. Es inasequible,
porque siempre retrocede. Entrarás en el seno de la luz, pero no
tocarás nunca la llama.
13) Desea ardientemente el poder.
14) Desea ardientemente la paz.
15) Desea las posesiones por encima de todo.
16) Pero estas posesiones deben pertenecer al alma pura, y
por consiguiente, deben ser igualmente poseídas por todas las
almas puras, siendo así la propiedad especial del todo que
unidas constituyen. Anhela las posesiones propias del alma
pura, a fin de que puedas acumular riquezas para aquel espíritu
común de vida que es tu único ser verdadero. La paz que debes
desear es aquella paz sagrada que nada puede turbar, y en el
seno de la cual, el alma crece como la flor santa en las lagunas
inmóviles. Y ese poder a que debe aspirar el discípulo, es aquel
que le hará aparecer como nada a los ojos de los hombres.
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

17) Busca la senda. [3]


18) Busca el camino penetrando al interior.
19) Busca el camino avanzando resueltamente al exterior.
20) Búscalo, pero no en una dirección única. Para cada
temperamento existe una vía al parecer más deseable. Pero no
se encuentra el camino sólo por la devoción, ni por la mera
contemplación religiosa, ni por el ardor de progreso, ni por el
laborioso sacrificio de sí mismo, ni por la observación estudiosa
de la vida. Ninguna de estas cosas por sí sola hace adelantar al
discípulo más de un paso.
Todos los peldaños son necesarios para recorrer la escala.
Los vicios de los hombres se convierten en los peldaños de la
misma, uno por uno, a medida que se van dominando. Las
virtudes del hombre son, en verdad, escalones necesarios, de los
cuales no se puede en modo alguno prescindir. Sin embargo,
aunque crean una atmósfera bella y un porvenir feliz, son
inútiles sin son aisladas. La naturaleza toda del hombre debe ser
sabiamente empleada por el que desee entrar en el sendero.
Cada hombre es absolutamente para sí mismo el sendero, la
verdad y la vida. Pero esto lo es solamente cuando domina
firmemente toda su individualidad, y cuando por la energía de
su despertada individualidad, reconoce que esta individualidad
no es él mismo, sino aquella cosa que él ha creado
trabajosamente para su uso, y por cuyo medio se propone, a
medida que su crecimiento desarrolla lentamente su
inteligencia, alcanzar la vida más allá de la individualidad.
Cuando sabe que para esto existe su asombrosa vida compleja y
separada, entonces, en verdad, y sólo entonces, se halla en el
sendero. Búscalo sumergiéndote en las espléndidas y
misteriosas profundidades de lo más íntimo de tu ser. Búscalo
probando toda experiencia, utilizando los sentidos a fin de
comprender el desenvolvimiento y significación de la
individualidad, y la hermosura y oscuridad de estos otros
fragmentos divinos que contigo y a tu lado combaten, y que
forman la raza a la cual perteneces. Búscalo estudiando las
leyes del ser, las leyes de la naturaleza, las leyes de lo
sobrenatural; y búscalo postrando tu alma ante la pequeña
estrella que arde en el interior. En tanto que vigilas y adoras con
perseverancia , su luz irá siendo más y más brillante. Entonces
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

podrás conocer que has encontrado el fin, su luz se convertirá


súbitamente en luz infinita. [4]
21) Busca la flor que debe abrirse durante el silencio que
sigue a la tormenta y no antes. La planta crecerá y se
desarrollará, echará ramas y hojas y formará capullos, en tanto
que continúa la tempestad y el duro combate. Pero mientras la
personalidad toda del hombre no se haya disuelto y
desvanecido; mientras que el divino fragmento que la ha creado
no la considere como mero instrumento de experimentación y
experiencia; mientras la naturaleza toda no esté vencida y se
halle subyugada por su yo superior, no puede abrirse la flor.
Entonces sobrevendrá una calma como la que en los países
tropicales sucede a una lluvia torrencial, cuando la Naturaleza
obra con tanta rapidez que puede verse su acción. Una calma
semejante se difundirá sobre el espíritu fatigado. Y en el
silencio profundo, ocurrirá el misterioso suceso que probará que
se ha encontrado el sendero. Llámesela como se quiera, es
una voz que habla donde no hay nadie que hable; es un
mensajero que viene, mensajero sin forma ni sustancia, o bien
es la flor del alma que se ha abierto. No hay metáfora que
pueda describirlo. Pero se puede presentir, buscar y desear, aún
en medio de la furia de la tempestad. El silencio puede durar
sólo un momento, o bien puede prolongarse un millar de años,
pero tendrá fin. Sin embargo, en ti residirá su fuerza. Una y otra
vez tiene que darse y ganarse la batalla. El reposo de la
Naturaleza sólo puede ser un intervalo. [5]
Estas reglas expuestas son las primeras que han sido escritas
en los muros del Templo del Saber. Los que pidan, obtendrán.
Los que deseen aprender, aprenderán. [6]

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Mabel Collins : Luz en el Sendero

II - LA PAZ SEA CONTIGO

Del Seno del Silencio que es la paz, una voz resonante se


elevará. Y esta voz dirá: “Hace falta algo más: tú has recogido,
ahora tienes que sembrar”. Y sabiendo que esta voz es el
silencio mismo, obedecerás.
Tú, que eres ahora un discípulo capaz de tenerse firme,
capaz de oír, capaz de hablar, que has vencido el deseo y
alcanzado el conocimiento de ti mismo; tú, que has visto tu
alma en su flor y la has reconocido y has oído la voz del
silencio, encamínate al Templo del Saber, y lee lo que allí está
escrito para ti. [7]
1) Mantente ajeno a la batalla que empieza, y aunque tú
pelees, no seas el guerrero.
2) Busca al guerrero y deja que pelee en ti.
3) Recibe sus órdenes para la batalla, y obedécelas.
4) Obedécele, no como si fuera un general, sino como si
fueras tú mismo, y como si sus palabras fuesen la expresión de
tus secretos deseos; pues él es tú mismo, aunque infinitamente
más sabio y fuerte que tú. Búscale antes de que en el fragor y
fiebre de la batalla puedas dejar de percibirlo; pues él no te
reconocerá a menos que tú le conozcas. Si tu grito llega a su
oído atento, entonces luchará en ti y llenará el triste vacío del
interior. Y si esto sucede, entonces podrás permanecer durante
la batalla sereno e infatigable, manteniéndote apartado y
dejándole pelear por ti. Entonces será imposible que des un
golpe en falso. Pero si no lo buscas, si pasas a su lado sin
percibirle, entonces no hay salvaguardia para ti. Tu cerebro se
turbará, tu corazón se tornará irresoluto, y en medio del polvo
del campo de batalla, tu vista y sentidos se oscurecerán; y no
distinguirán tus amigos de tus enemigos. Él es tu mismo; sin
embargo, tú eres finito y sujeto al error. Él es eterno y seguro.
Él es la verdad eterna. Una vez que haya penetrado en ti y
se haya convertido en tu guerrero, jamás te abandonará por
completo, y en el día de la gran paz, él y tú os convertiréis en
uno.
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

5) Escucha el canto de la vida. [8]


6) Conserva en tu memoria la melodía que oigas.
7) Aprende de ella la lección de armonía.
8) Tú puedes entonces mantenerte erguido, firme como una
roca en medio del tumulto, obedeciendo al guerrero que eres tú
mismo y tu rey. Indiferente al combate, salvo en la ejecución de
sus mandatos, y sin preocuparte ya del resultado de la batalla,
porque una sola cosa es importante: que el guerrero venza, y tú
sabes que no puede ser derrotado; permaneces así, sereno y
vigilante, y usa de la facultad de oír que has adquirido por
medio del sufrimiento y de la destrucción del sufrimiento.
Mientras no seas más que un hombre, sólo llegarán a tus oídos
fragmentos del gran canto. Pero si lo escuchas, imprímelo
fielmente en tu memoria, de suerte que no se pierda nada de lo
que hasta ti haya llegado, y trata de aprender de ello el
significado del misterio que te rodea. Con el tiempo no
necesitarás instructor alguno. Porque así como el individuo
posee una voz, asimismo la posee aquello en lo cual el
individuo existe. La vida misma tiene su lenguaje, y nunca está
silenciosa. Y este lenguaje no es un grito como podrías suponer
tú, que eres sordo, sino un canto. Aprende de él que tú eres una
parte de la Armonía: aprende de él a obedecer las leyes de la
Armonía.
9) Observa atentamente toda la vida que te rodea.
10) Aprende a sondear de una manera inteligente el corazón
de los hombres. [9]
11) Considera ansiosamente tu propio corazón.
12) Porque a través de tu propio corazón viene la luz
única que puede iluminar la vida y hacerla clara a tus
ojos.
Estudia el corazón de los hombres a fin de que puedas
conocer lo que es el mundo en que vives y del cual quieres ser
parte. Observa la vida que te rodea en constante movimiento, en
transformación incesante, pues está formada por los corazones
de los hombres; y a medida que vayas aprendiendo a conocer su
constitución y significado, gradualmente irás siendo capaz de
leer la palabra más grande de la vida.
13) La palabra sólo viene con el conocimiento. Alcanza el
conocimiento y alcanzarás la vida. [10]
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

14) Habiendo adquirido el uso de los sentidos internos,


habiendo dominado los deseos de los sentidos externos,
habiendo subyugado los deseos del alma individual, y habiendo
obtenido el conocimiento, prepárate ahora, ¡oh, discípulo!, a
entrar realmente en el camino. El Sendero se ha encontrado;
disponte a recorrerlo.
15) Pide a la tierra, al aire y al agua los secretos que guardan
para ti. El desarrollo de tus sentidos internos te permitirá
hacerlo.
16) Pide a los santos de la tierra los secretos que guardan
para ti. El dominio de los deseos de tus sentidos internos te
permitirá hacerlo.
17) Pide al íntimo, al uno, su secreto final que reserva para ti
en el transcurso de las edades. La grande y difícil victoria, el
dominio de los deseos del alma individual es obra de edades;
por tanto, no esperes recibir la recompensa hasta que se hayan
acumulado edades y edades de experiencias. Cuando haya
llegado el tiempo de aprender esta regla 17, el hombre está
próximo a ser más que un hombre.
18) El conocimiento que ahora posees, sólo es tuyo porque
tu alma se ha convertido en una con todas las almas puras y
con el íntimo. Es un depósito que el Altísimo te ha
confiado. Abusa de ellos; emplea mal tu conocimiento o
descuídalo, y aún es posible que caigas del estado elevado a
que has llegado. Almas grandes hay que retroceden en el
umbral, no pudiendo sostener el peso de su responsabilidad,
incapaces de seguir adelante. Por lo tanto, considera siempre
ese momento del porvenir con temeroso respeto, y prepárate
para la batalla.
19) Está escrito que aquel que se halla en los umbrales de la
divinidad no puede idearse ley alguna, ni puede tampoco existir
guía. Sin embargo, para que el discípulo comprenda la lucha
final, puede expresarse en estos términos: Aférrate a lo que no
tiene sustancia ni conciencia.
20) No prestes oído sino a la voz insonora.
21) No mires más que lo que es invisible, tanto en el sentido
interno como en el externo.

La paz sea contigo


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Mabel Collins : Luz en el Sendero

III – NOTAS

[1] La ambición es el defecto primero, el gran tentador del


hombre que se eleva por encima de sus semejantes. Es la forma
más sencilla de buscar la recompensa. Ella es la que
continuamente desvía a los hombres de sus posibilidades
superiores. Sin embargo, es un instructor necesario. Sus
resultados tórnanse polvo y ceniza en la boca; como la muerte y
el retraimiento, demuestran últimamente al hombre que trabajar
para sí es trabajar para una decepción inevitable. Pero aún
cuando esta primera regla parezca tan fácil y sencilla, no la
consideres a la ligera, porque estos vicios del hombre ordinario
sufren una transformación sutil, y reaparecen bajo otro aspecto
en el corazón del discípulo. Es fácil decir “no seré ambicioso”,
pero no lo es tanto el decir: “cuando el Maestro lea en mi
corazón, lo encontrará limpio de toda mancha”. El artista puro
que trabaja, por amor a su obra, está algunas veces más
firmemente colocado en el verdadero camino, que el ocultista
que se imagina haber apartado de sí el interés propio, pero que,
en realidad, sólo ha ensanchado los límites de la experiencia y
del deseo, y transferido su interés a cosas relacionadas con su
mayor expansión de vida. El mismo principio se aplica a las
otras dos reglas que siguen, en apariencia tan sencillas. Fija tu
atención en ellas, y no te dejes engañar fácilmente por tu propio
corazón; pues ahora, en los umbrales, un error puede
remediarse. Pero si lo llevas contigo crecerá y dará sus frutos, o
bien tendrás que sufrir amargamente al destruirlo.
[2] No imagines que puedes separarte del hombre malvado o
del insensato. Ellos son tú mismo, aunque en grado menor que
tu amigo o Maestro. Pero si dejas arraigar en ti la idea de
separación de cualquier cosa o persona mala, al obrar así,
creas Karma que te ligará a aquella cosa o persona, hasta
que tu alma reconozca que no puede estar aislada. Recuerda
que el pecado y el oprobio del mundo son tu pecado y tu
oprobio, porque tú formas parte del mismo: tu Karma está
entretejido de un modo intrincado con el gran Karma. Y antes
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

de que hayas logrado el conocimiento es preciso que hayas


pasado por todos los lugares así inmundos como puros.
Por lo tanto, ten presente que el vestido manchado, cuyo
contacto te repugna, puede haber sido el tuyo ayer, o quizá lo
será mañana. Y si horrorizado apartas los ojos de él una vez
echado sobre tus hombros, más a ti se adherirá. El hombre que
se cree justo se prepara un lecho de cieno. Abstente, no para
permanecer limpio, sino porque el abstenerse es un deber.
[3] Estas tres palabras parecerán quizá muy insignificantes
para constituir una regla por sí solas. El discípulo dirá:
¿Estudiaría yo estos pensamientos si no buscase la senda? Sin
embargo, no te apresures a pasar adelante. Detente y medita un
poco. ¿Es realmente el camino lo que deseas , o es que tu
fantasía te ofrece una vaga perspectiva de encumbradas alturas
que escalar, o un gran porvenir que abarcar? Ten presente la
advertencia. El camino ha de buscarse por él mismo, no
teniendo en cuenta tus pies que lo deben recorrer. Existe una
relación entre esta regla y la 17 de la 2da serie. Cuando después
de siglos de lucha y de numerosas victorias se gana la batalla
final y se exige el último secreto, entonces estarás preparado
para un sendero más avanzado. Cuando se haya dicho el secreto
final de esta gran lección, en él está abierto el misterio del
nuevo camino, sendero que conduce más allá de toda
experiencia humana, y que se halla absolutamente fuera del
alcance de la percepción e imaginación del hombre. En cada
uno de estos puntos es necesario detenerse mucho y reflexionar
bien. En cada uno de estos puntos es preciso estar seguro
de que se ha escogido el camino por el camino mismo. El
camino y la verdad vienen primero: luego sigue la vida.
[4] Búscalo probando toda experiencia, y no olvides que al
decir esto no digo: cede a las seducciones de los sentidos, a fin
de conocerlas. Antes de convertirse en ocultista puedes hacerlo,
pero no después. Una vez que hayas escogido el sendero y
entrado en él, no puedes ya sucumbir sin vergüenza a tales
seducciones. Sin embargo, puedes experimentarlas sin horror,
puedes observarlas y analizarlas, y esperar con paciencia y
confianza la hora en que ninguna impresión causen en ti. Pero
no condenes al hombre que sucumbe: tiéndele la mano como a
un peregrino hermano tuyo, cuyos pies se han entorpecido con
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

el fango del camino. Ten presente, ¡oh, discípulo!, que por


grande abismo que exista entre el hombre virtuoso y el pecador,
es aún mayor entre el hombre virtuoso y aquel que ha obtenido
el conocimiento; y que es inconmensurable entre el hombre
virtuoso y el que se encuentra en los umbrales de la divinidad.
Por tanto, guárdate de imaginar antes de tiempo que tú eres algo
distinto de la masa.
Cuando hayas encontrado el principio del sendero, la estrella
de tu alma dejará ver su luz, y a su claridad advertirás cuán
grande es la oscuridad en medio de la cual brilla. La mente, el
corazón, el cerebro, todo está oscuro y en tinieblas, hasta que se
haya ganado la primera batalla.
Pero no por esto dejes que el espanto y el temor te dominen;
mantén tus ojos fijos en la pequeña luz y ésta irá creciendo.
Pero haz que la oscuridad interior te ayude a comprender la
desolación de aquellos que no han visto luz alguna, y cuyas
almas están sumidas en profundas tinieblas. No les censures, no
te apartes de ellos, sino procura aligerar algún tanto el pesado
Karma que al mundo agobia; presta tu ayuda a los
pocos brazos vigorosos que impiden a las potencias de las
tinieblas obtener una completa victoria.
Obrando de esta suerte, entrarás a participar de la
felicidad, que acarrea, en verdad, un trabajo terrible y tristeza
profunda, pero que es también un manantial de delicias sin fin.
[5] La expansión de la flor es el glorioso momento en que la
percepción se despierta: con ella nacen la confianza, el
conocimiento y la certeza. La pausa del alma es el momento de
asombro, y el siguiente momento de satisfacción es el silencio.
Sabe, ¡oh, discípulo!, que los que han pasado por el silencio, y
han sentido su paz y retenido su fuerza, ansían que pases tú
también por él. Así, pues, cuando el discípulo sea capaz de
entrar en el Templo del Saber, encontrará siempre a su Maestro.
[6] Los que pidan, obtendrán. Pero aunque el hombre
ordinario pida continuamente, su voz no es oída. Porque pide
tan sólo con la mente, y la voz de la mente no es oída sino en la
esfera donde ella actúa. Por tanto, mientras no estén pasadas las
reglas, no digo los que pidan obtendrán.
Leer en el sentido oculto es leer con los ojos del espíritu.
Pedir es sentir el hambre interna, el deseo de aspiración
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

espiritual. Ser capaz de leer significa haber obtenido en grado


mínimo el poder de satisfacer esta hambre. Cuando el discípulo
está en disposición de aprender, entonces es aceptado,
reconocido y admitido.
Así debe ser, por cuanto ha encendido su lámpara y no puede
estar oculta. Pero es imposible aprender hasta que no se ha
ganado la primera gran batalla. La mente puede reconocer la
verdad, pero el espíritu no puede recibirla. Una vez que se ha
pasado por la tormenta y se ha llegado a la paz, entonces es
siempre posible aprender, aun cuando el discípulo dude, vacile
y se desvíe. La voz del silencio mora en él, y aun cuando
abandonase por completo el sendero, llegará un día, sin
embargo, en que resonará y lo desgarrará en dos, separando
sus pasiones de sus posibilidades divinas. Entonces, en
medio del sufrimiento y de los gritos desesperados del
abandonado yo inferior, él volverá.
Por eso te digo: La paz sea contigo. “Yo te doy mi paz”
puede únicamente decirlo el Maestro a sus amados discípulos,
que son como él mismo.
Algunos hay, aún entre los que ignoran la sabiduría oriental,
a quienes esto se les puede decir diariamente con mayor
precisión.
Contempla las tres verdades. Son iguales.
[7] Ser capaz de tenerse firme significa tener confianza; ser
capaz de oír es haber abierto las puertas del alma; ser capaz de
ver es haber alcanzado la percepción; ser capaz de hablar es
haber obtenido el poder de auxiliar a los demás; haber
conquistado el deseo es haber aprendido a servirse del yo y a
dominarlo; haber alcanzado el conocimiento de sí mismo es
haberse retirado a lo interior de la fortaleza, desde donde el
hombre personal puede ser contemplado con imparcialidad;
haber visto tu alma en su flor es haber obtenido una visión
momentánea en ti mismo de la transfiguración que te convertirá
eventualmente en más que un hombre; reconocer es llevar a
cabo la grande empresa de contemplar la luz resplandeciente sin
bajar la vista y sin retroceder, presa del espanto, como ante un
fantasma horrible. Esto sucede a algunos, y así pierden la
victoria en el preciso momento de alcanzarla; oír la voz del
silencio es comprender que la única dirección verdadera viene
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

del interior; encaminarse al Templo del Saber es entrar en el


estado en que es posible aprender.
Entonces se escribirán allí para ti muchas palabras en
caracteres de fuego que te serán fácil leer; pues cuando el
discípulo está pronto, lo está el Maestro también.
[8] Búscalo y escúchalo, primeramente en tu propio corazón.
Al principio tal vez dirás que no está allí, que cuando
buscas sólo encuentras discordancia. Búscalo más hondo. Si
aún fracasas, detente un instante y mira todavía más hondo.
En todo corazón humano existe una melodía natural, una
fuente oscura. Puede estar cubierta, y por completo oculta y
misteriosa; pero allí está. En la base misma de tu naturaleza
encontrarás la fe, la esperanza y el amor. Aquel que escoge el
mal, rehúsa mirar dentro de sí mismo; cierra sus oídos a la
melodía de su corazón, así como cierra sus ojos a la luz de su
alma. Y obra así porque encuentra más fácil vivir anegado en
los deseos. Pero en el fondo de toda vida existe una corriente
impetuosa que no reconoce obstáculo; las grandes aguas están
allí realmente.
Encuéntralas y percibirás que ninguno, ni aún la criatura más
miserable, deja de ser parte de ellas, por más que procure
cegarse y construirse una fantástica forma externa de horror.
Todos los seres, entre los que penosamente avanzas, son
fragmentos de lo divino. Y tan engañadora es la ilusión en que
vives, que es difícil adivinar si percibirás primero la dulce voz
en el corazón de otros. Pero sabe que seguramente se encuentra
dentro de ti. Búscala ahí, y una vez que la hayas oído, la
distinguirás más prontamente en torno tuyo.
[9] Desde un punto de vista absolutamente impersonal, pues
de otro modo verías a través de un prisma falso. Por tanto, la
impersonalidad tiene primeramente que ser entendida. La
inteligencia es imparcial: ningún hombre es tu enemigo, ningún
hombre es tu amigo. Todos son igualmente tus instructores. Tu
enemigo se convierte en un misterio que hay que resolver, aún
cuando se necesiten siglos para ello; pues el hombre debe ser
comprendido. Tu amigo se convierte en una parte de ti mismo,
una extensión de ti mismo, un enigma difícil de descifrar. Sólo
hay una cosa que sea más difícil de conocer: tu propio corazón.
Antes que se hayan aflojado los lazos de la personalidad,
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

no puede empezar a verse este profundo misterio del yo.


Hasta que no estés apartado de ella, no será en modo alguno
revelada a tu entendimiento.
Entonces, y sólo entonces, podrás usar todos tus poderes y
consagrarlos a un servicio digno.
[10] Es imposible que ayudes a los demás, hasta que no
hayas adquirido alguna certeza de ti mismo. Cuando hayas
aprendido las primeras 21 reglas y hayas penetrado en el
Templo de la Sabiduría con tus poderes desarrollados y el
sentido libre, entonces descubrirás que dentro de ti existe un
manantial de donde brotará la palabra.
Después de la regla 13 no puedo añadir palabra alguna a lo
que ya se ha escrito.

Yo te doy mi paz

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Mabel Collins : Luz en el Sendero

Mabel Collins
IV - COMENTARIOS A LAS REGLAS DE
“LUZ EN EL SENDERO”

Publicados originalmente en “Lucifer” (1887-1888)

Estas notas han sido escritas únicamente para aquellos a


quienes yo doy mi paz; para aquellos que pueden leer lo que he
escrito con su sentido interno lo mismo que con el sentido
externo.

RECOMENDACIONES

Para comprender mejor el contenido de esta valiosa obra teosófica, podemos


leer los “Comentarios a las reglas de Luz en el Sendero” por Mabel Collins,
editados por Kier en la colección “Joyas espirituales” junto al libro original y
la obra de Charles Leadbeater y Annie Besant titulada “Pláticas sobre el
Sendero del Ocultismo” con comentarios sobre el libro en cuestión.

1
“ANTES DE QUE LOS OJOS PUEDAN VER, DEBEN
SER INCAPACES DE LLORAR”

Debe tenerse bien presente por todos los lectores de “Luz en


el Sendero” que éste es un libro que aparenta encerrar alguna
filosofía, pero muy poco sentido para los que creen que ha sido
escrito en lenguaje ordinario. Para los muchos que leen de este
modo será, no tanto caviar, como aceitunas muy fuertes por su
sal. Estad sobre aviso y leed poco de este modo.
Hay otra manera de leer, que es, verdaderamente, la única
útil respecto a algunos autores. Es leer, no entre líneas, sino
entre palabras. En resumen: es como descifrar una cifra
profunda. Todas las obras de alquimia están escritas en la cifra
de que hablo, ha sido usada por los grandes filósofos y
poetas de todos los tiempos. Los Adeptos la emplean
sistemáticamente en lo que se refiere a la vida y los
conocimientos, y dando aparentemente su más profunda

- 18 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

sabiduría, ocultan, en las palabras mismas que la constituyen, el


verdadero misterio. No pueden hacer más. Hay una ley en la
Naturaleza que exige que el hombre lea por sí mismo estos
misterios. No puede obtenerlos por otro método. Un hombre
que desea vivir tiene que comer él mismo sus alimentos; esto es
una simple ley de la naturaleza que se aplica igualmente a la
vida superior. El hombre que quiere vivir y obrar en ella no
puede ser alimentado con cuchara como un niño; tiene que
comer él mismo. Me propongo exponer en un lenguaje nuevo y
más claro parte de “Luz en el Sendero”; pero si este esfuerzo
mío ha de ser de alguna utilidad, es lo que no puedo decir. Para
el hombre sordo y mudo no será una verdad inteligible si, con
objeto de hacerla más clara, algún lingüista mal aconsejado
traduce las palabras en que está expresada en todas las lenguas
vivas y muertas, y grita en su oído estas diversas frases. Pero
para aquellos que no son sordos ni mudos, una sola lengua es
generalmente más fácil que las demás; y éstos son a quienes me
dirijo. El primer aforismo de “Luz en el Sendero”, contenido en
la parte I, sé muy bien que ha permanecido como pliego
sellado, en lo que concierne a su sentido interno, para muchos
que, por otra parte, han seguido el propósito del libro.
Hay cuatro verdades probadas y ciertas, con respecto a la
entrada en el Ocultismo. Las Puertas de Oro cierran el
vestíbulo; sin embargo, hay algunos que atraviesan sus
umbrales y descubren lo sublime y sin límites del más allá. En
el transcurso de largos períodos de tiempo, todos pasarán estas
puertas; pero yo desearía que el tiempo, el gran engañador, no
fuera tan por completo dueño de la situación. A aquellos que le
conocen y le aman, no tengo nada que decir; pero a los otros
-que no son tan pocos como algunos se imaginan-, para
quienes el paso del Tiempo es como el golpear del gran martillo
de fragua, y que consideran el espacio como los barrotes
de una jaula, les traduciré y volveré a traducir, hasta que
lleguen a comprender por completo.
Las cuatro verdades escritas en la primera página de “Luz en
el Sendero” se refieren a la prueba de iniciación del aspirante a
ocultista. Hasta que la haya pasado, no podrá ni siquiera llegar
al llamador de la Puerta, que da entrada al conocimiento.
El conocimiento es la herencia más grande del hombre; ¿por
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

qué, pues, no ha de intentar alcanzarlo por todos los caminos


posibles? El laboratorio no es el único terreno de
experimentación; debemos tener presente que science (ciencia)
se deriva de sciens, participio presente de scire, “conocer”; su
origen es similar al de la palabra, “discernir”, “saber”. Por
tanto, la ciencia no trata tan sólo de la materia aún en sus
formas más sutiles y oscuras. Semejante idea es sólo hija del
espíritu frívolo de la época. Ciencia es una palabra que abarca
todas las formas del conocimiento. Es sumamente interesante
oír lo que descubren los químicos, y verlos ir encontrando su
camino, a través de las densidades de la materia, hacia sus
formas más finas; pero hay otras clases de conocimientos, y no
todos limitan su deseo (estrictamente científico) de saber
solamente a los experimentos capaces de ser comprobados por
los sentidos físicos.
Todo el que no sea torpe o no haya sido reducido a la
imbecilidad por algún vicio predominante, ha adivinado y hasta
quizá descubierto con alguna certeza, que dentro de los sentidos
físicos existen otros sentidos sutiles; en esto no hay nada de
extraordinario; si nos tomáramos el trabajo de interrogar con
detenimiento a la Naturaleza, veríamos que todo lo que es
perceptible a la vista ordinaria tiene algo aun más importante,
oculto, dentro; el microscopio nos ha abierto un mundo; pero
dentro de esas formas que el microscopio nos revela existe un
misterio que ningún instrumento puede alcanzar.
El mundo todo está animado e iluminado hasta en las formas
más materiales por un mundo interno. Este mundo interno es
llamado Astral por alguna gente, y es un término tan bueno
como cualquier otro, aun cuando significa meramente
estrellado; pero las estrellas, como indicó Locke, son cuerpos
luminosos que alumbran por sí mismos.
Esta cualidad es característica de la vida que mora en la
materia; pues los que la ven no necesitan para ello de lámpara
alguna. La palabra star (estrella) se deriva del stir-an, to ster, to
stir, anglo-sajón, moverse, y es indudable que la vida interna es
dueña de la externa, del mismo modo que el cerebro del hombre
guía el movimiento de sus labios. Así pues, aunque la palabra
astral no es en sí un término muy excelente, me contento con
ella para el objeto que ahora me propongo.
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

Toda la “Luz en el Sendero” está escrita en una clave astral,


y, por lo tanto, sólo puede ser descifrada por el que lee
astralmente. Su enseñanza se dirige a la educación y desarrollo
de la vida astral. Hasta que no se haya dado el primer paso en
este desarrollo, el veloz conocimiento que se llama intuición
con certeza, es imposible para el hombre, y esta intuición
positiva y cierta es la única forma de conocimiento que permite
a un hombre trabajar con rapidez, o alcanzar su verdadero
estado elevado dentro de los límites de su esfuerzo consciente.
Obtener conocimientos por medio de los experimentos es un
método demasiado fastidioso para los que desean realizar un
verdadero trabajo; el que lo obtiene por intuición segura pone
manos en sus varias formas con rapidez suprema, por un fiero
esfuerzo de la voluntad; lo mismo que el obrero determinado
empuña sus herramientas, indiferente a su peso o a cualquier
otra dificultad que pueda presentársele. No se entretiene en
probarlas una por una, sino que usa aquellas que le parecen
más apropiadas.
Todas las reglas contenidas en “Luz en el Sendero” han sido
escritas para todos los discípulos, pero sólo para los discípulos;
esto es, para aquellos que adquieren el conocimiento. Para
nadie que no sea estudiante de esta escuela, tienen interés sus
leyes, ni le son de ninguna utilidad. A todos los que se interesan
seriamente en el Ocultismo, les digo en primer término:
adquirid el conocimiento. A quien lo posee, le será dado. Es
inútil esperar obtenerlo. La matriz del tiempo se cerrará para
vosotros, y en edades muy lejanas permaneceréis sin nacer,
desprovistos de poderes. Por tanto, digo a aquellos que tienen
hambre y sed de conocimiento: estad atentos a estas reglas. No
son obra ni invención mía. Son la mera expresión verbal de las
leyes de la Naturaleza Superior, la manifestación por medio de
palabras, de verdades tan absolutas, en su propia esfera, como
las leyes que rigen las funciones de la tierra y de su atmósfera.
Los sentidos de que se habla en estas cuatro declaraciones
son los sentidos astrales o internos. Ningún hombre desea ver
esa luz que ilumina el Alma hasta que el dolor, el pesar y la
desesperación lo han apartado de la vida de la humanidad
ordinaria. Primeramente agota el placer, después agota el dolor,
hasta que al fin sus ojos son incapaces de verter lágrimas.
- 21 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

Ésta es una verdad indudable; aunque sé muy bien que será


recibida con una negativa vehemente por muchos que
simpatizan con los pensamientos nacidos de la vida interna. Ver
con el sentido astral de la vista es una forma de actividad que es
difícil de comprender de pronto. El hombre científico sabe muy
bien qué milagro ejecuta cada niño que nace al mundo, cuando
por primera vez conquista la visión y la obliga a obedecer a su
cerebro. Un milagro semejante se realiza ciertamente para cada
sentido; pero este ordenamiento de la vista es quizás el esfuerzo
más estupendo. Sin embargo, el niño lo hace casi
inconscientemente, por la fuerza poderosa de la costumbre
heredada. Nadie se da cuenta ahora de haberlo hecho nunca, del
mismo modo que no podemos recordar los movimientos
individuales que nos permitieron subir una montaña hace un
año. Esto proviene del hecho de que nos movemos, vivimos y
tenemos nuestro ser en la materia. Nuestro conocimiento de ella
se ha hecho instintivo. Con nuestra vida astral sucede una cosa
muy distinta. Durante largas edades del pasado, el hombre le ha
prestado poca atención; tan poca, que ha perdido prácticamente
el uso de sus sentidos. Es verdad que en todas las civilizaciones
se levanta la estrella; y el hombre confiesa con mayor o menor
necedad y confusión que reconoce la existencia propia. Pero
muy a menudo lo niega; y siendo un materialista, se convierte
en ese ser extraño que no puede ver su propia luz; un ser
viviente que no quiere vivir, un animal astral que tiene ojos y
oídos, lenguaje y poder, y que, sin embargo, no quiere usar
ninguno de estos dones. Tal es el caso; y el hábito de la
ignorancia se ha confirmado de tal modo, que ya nadie quiere
ver con la visión interna, hasta que la agonía del sufrimiento
haya quitado a los ojos físicos, no sólo la vista, sino las
lágrimas, el rocío de la vida. Ser incapaz de llorar es haber
hecho frente y vencido a la simple naturaleza humana, y haber
alcanzado el equilibrio que no pueden hacer perder las
emociones personales. No implica ninguna dureza de corazón
ni indiferencia. No implica el agotamiento del pesar, cuando el
alma que sufre parece impotente para seguir sufriendo de un
modo agudo: no significa el frío de la vejez, cuando la emoción
se entorpece porque las cuerdas que la hacían vibrar se están
gastando. Ninguna de estas condiciones es propia de un
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

discípulo; y si alguna de ellas existe en él, tiene que ser


dominada antes de que pueda entrar en el Sendero. La dureza
de corazón es propia del hombre egoísta, para quien la Puerta
siempre está cerrada. La indiferencia pertenece al necio y al
falso filósofo; aquéllos cuya tibieza los convierte en meros
muñecos que carecen de fuerza para afrontar las realidades de
la existencia. Cuando el dolor o el pesar han gastado lo agudo
del sufrimiento, el resultado es un letargo parecido al que
acompaña a la vejez, el cual es experimentado comúnmente por
los hombres. Semejante estado hace imposible la entrada en el
Sendero porque el primer paso es muy difícil y requiere un
hombre fuerte, lleno de vigor psíquico y físico para intentarlo.
Es una verdad, según Edgar Allan Poe dijo, que los ojos son las
ventanas del alma, las ventanas del palacio encantado en que
ella mora. Ésta es la interpretación más acertada del significado
del texto. Si el pesar, la decepción, el abatimiento o el placer
pueden estremecer el alma de manera que la hagan perder su
asidero o la calma del Espíritu que la inspira, y el rocío de la
vida brota, ahogando el conocimiento en la sensación, entonces
todo se borra, las ventanas se oscurecen, la luz es inútil. Éste es
un hecho tan literal como el de si un hombre a la orilla de un
precipicio pierde sus nervios por alguna emoción repentina,
ciertamente caerá. La postura del cuerpo y el equilibrio tienen
que ser conservados, no sólo en sitios peligrosos, sino hasta en
terrenos llanos, y con toda la ayuda que la Naturaleza nos
concede por la ley de la gravitación. Así sucede con el alma; es
el eslabón entre el cuerpo externo y el Espíritu sidéreo del otro
lado. La Chispa divina mora en el lugar silencioso en donde
ninguna convulsión de la Naturaleza puede estremecer el aire;
así sucede siempre. Pero el alma puede perder su asidero y su
conocimiento de aquella, aun cuando las dos son partes de un
todo; sólo por la emoción y por la sensación se pierde la
ligadura. El sufrir, el placer o el dolor causan una vibración
vívida, que, para la conciencia del hombre, es vida. Ahora bien,
esta sensibilidad, lejos de disminuir cuando el discípulo
principia su educación, aumenta; tiene que sufrir, que gozar o
soportar más sutilmente que otros hombres, en la misma
proporción que se ha impuesto un deber que no existe para los
demás: el de no permitir que su sufrimiento lo aparte de un
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

determinado propósito. En resumen: desde el primer paso tiene


que cuidar con firmeza de sí mismo, y llevar el bocado a su
propia boca; nadie puede hacerlo por él. Los primeros cuatro
aforismos de “Luz en el Sendero” se refieren exclusivamente al
desarrollo astral. Este desarrollo tiene que llevarse a efecto,
hasta cierto punto -esto es, debe aprenderse resueltamente antes
que el resto del libro llegue a ser realmente inteligible más que
para el intelecto; en una palabra, antes que pueda leerse como
un tratado práctico, no como un tratado metafísico. En una de
las grandes Fraternidades místicas hay cuatro ceremonias que
se verifican a principios de año, las cuales ilustran y dilucidan
prácticamente estos aforismos. Hay ceremonias en las que sólo
toman parte los novicios, porque son sencillamente oficios del
vestíbulo. Pero se verá claro cuán grave cosa es hacerse
discípulo cuando se entienda que todas son ceremonias de
sacrificio. La primera es la que he venido tratando. El goce más
sutil, el dolor más amargo, la angustia de la pérdida y la
desesperación, se acumulan sobre el alma temblorosa que aún
no ha encontrado la luz en la oscuridad, que está desamparada
como un ciego; y hasta que estos choques puedan sufrirse sin
perder el equilibrio, los sentidos astrales tienen que permanecer
cerrados. El “médium” o el “espiritista” que se precipita en el
mundo psíquico sin preparación, es un violador de la ley, un
trasgresor de las leyes de la naturaleza superior. Los que
violan las leyes de la Naturaleza pierden su salud física;
los que violan las leyes de la vida íntima pierden su salud
psíquica. Los “médiums” suelen volverse locos, suicidas, seres
miserables, desprovistos de sentido moral, y a menudo
concluyen siendo incrédulos, por dudar de aquello mismo que
sus propios ojos han visto. Al discípulo se le obliga a ser su
propio maestro, antes de que se aventure en esta peligrosa senda
e intente colocarse frente a frente de esos seres que viven y
actúan en el mundo astral, a quienes llamamos Maestros por
razón de su gran conocimiento y de sus poderes, no sólo para
dominarse a si mismos, sino a las fuerzas que les rodean. El
estado del Alma, cuando hace la vida de las sensaciones,
contraposición de la del conocimiento, es vibratorio u oscilante,
en oposición al fijo.
Ésta es la interpretación literal más aproximada del hecho;
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

pero es sólo literal para la inteligencia, no para la intuición.


Para esta parte de la conciencia del hombre, se requiere un
vocabulario diferente. La idea de lo “fijo” pudiera expresarse
quizá por la de “en casa”. En la sensación no se puede tener
casa permanente, porque el cambio es la ley de esta existencia
vibratoria. Este hecho es el primero que debe aprender el
discípulo. Es inútil detenerse y llorar por una escena de un
kaleidoscopio que ha pasado. Es un hecho muy conocido, y que
Bulwer Lytton trató con gran precisión, que la primera de todas
las experiencias del neófito en Ocultismo es una tristeza
intolerable. Se apodera de él un sentimiento de vacío que
convierte al mundo en un desierto y a la vida en una lucha vana.
Con sólo proponerse contemplar el misterio inefable de su
propia naturaleza superior, suscita la presentación de la prueba
inicial. La oscilación entre el placer y el dolor cesa quizá por un
momento; pero esto es bastante para hacerle desprender de los
fuertes lazos que lo ataban al mundo de la sensación. Ha
experimentado, aunque brevísimamente, la vida más grande;
y continúa en la existencia ordinaria abrumado por un
sentimiento de no realidad, de negación vacía y horrible. Ésta
fue la pesadilla del neófito de Bulwer Lytton en “Zanoni”; y
hasta el mismo Zanoni, que había aprendido grandes verdades y
que se hallaba dotado de grandes poderes, no había pasado
realmente el umbral en donde el temor y la esperanza, la
desesperación y la alegría, parecen, en un momento dado,
realidades absolutas, y al siguiente instante meras formas de la
fantasía.
Esta prueba inicial nos la acarrea a menudo la misma vida;
porque, después de todo, la vida es el gran maestro. Volvemos a
estudiarla cuando hemos adquirirlo poder sobre ella, del mismo
modo que el maestro de química aprende en el laboratorio más
que sus discípulos. Hay personas que se hallan tan cerca de la
puerta del conocimiento, que la vida misma las prepara para él,
y ninguna mano individual tiene que invocar al horroroso
guardián de la entrada. Éstas tienen, naturalmente, que ser
organizaciones sutiles y vigorosas, capaces del placer más
vívido; luego viene el dolor y llena su gran deber. Las formas
más intensas del sufrimiento caen sobre semejante naturaleza,
hasta que al fin se despierta del estupor de su conciencia. Y, por
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

la fuerza de su vitalidad interna, pasa por el umbral a un lugar


de paz. Entonces, la vibración de la vida pierde su poder
tiránico. La naturaleza sensible tiene aún que sufrir; pero el
alma se ha libertado y se mantiene apartada, guiando la vida
hacia su grandeza. Los que son vasallos del Tiempo y pasan
lentamente por todos sus espacios, viven una larguísima serie
de sensaciones, y sufren la mezcla constante del placer y del
dolor. No se atreven a asir con vigor 1a serpiente del yo y
vencerla, haciéndose así divinos; sino que prefieren continuar
sufriendo las diversas experiencias, recibiendo golpes de las
opuestas fuerzas. Cuando uno de estos vasallos del Tiempo
se decide a entrar en la senda del Ocultismo, ésta es su primera
tarea. Si la vida no se la ha enseñado, si no es bastante fuerte
para enseñarse a sí mismo, y si tiene el poder suficiente para
pedir la ayuda de un Maestro, entonces se le impone esa terrible
prueba descrita en “Zanoni”. La oscilación en que vive se para
un momento, y tiene que sobrevivir al choque de afrontar lo que
le parece el abismo de la nada.
Hasta que no haya aprendido a mirar en este abismo y haya
encontrado la paz que allí existe, es imposible que sus ojos
lleguen a ser incapaces de verter lágrimas.

2
“ANTES DE QUE EL OÍDO PUEDA OÍR, TIENE QUE
HABER PERDIDO SU SENSIBILIDAD”

Las primeras cuatro reglas de “Luz en el Sendero” son


indudablemente, por rara que parezca la afirmación, las más
importantes de toda la obra, salvo una sola. La razón de su gran
importancia es que contienen la ley vital, la esencia misma
creadora del hombre astral. Y sólo en la conciencia astral (o
iluminada de por sí) es donde tienen algún significado vivo las
reglas para aquellos que las siguen. Una vez alcanzado el uso
de los sentidos astrales y comenzado su empleo, sirven de guía
las reglas últimas. Al hablar así, quiero decir, por supuesto, que
las primeras cuatro reglas son las que tienen importancia e
interés para los que las leen impresas en letras de molde.
Cuando se hayan grabado en el corazón del hombre y en su
vida de un modo indubitable, entonces las otras reglas se hacen,
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

no tan sólo interesantes, o declaraciones extraordinarias


metafísicas, sino hechos reales en la vida que hay que penetrar
y experimentar.
Las cuatro reglas se hallan escritas en la gran cámara de
toda Logia verdadera de una Fraternidad viva. Ya sea que el
hombre vaya a vender su alma al diablo, como Fausto; ya tenga
que ser vencido en la batalla, como Hamlet; o bien que esté
destinado a pasar dentro del recinto, en cualquier caso estas
palabras son para él. El hombre puede escoger entre la virtud y
el vicio, pero no antes de que llegue a ser hombre; un niño o un
animal salvaje no pueden hacer semejante elección. Así sucede
con el discípulo; primeramente tiene que ser discípulo, aun
antes de que él pueda ver las sendas para escoger entre ellas. El
esfuerzo de convertirse en discípulo, el nacer de nuevo, ha de
hacerlo por sí mismo, sin ningún Maestro. Hasta que no se
aprenden las cuatro reglas, ningún Maestro puede serle útil; y
por esta razón se menciona a los “Maestros” en la forma que se
hace. Ningún verdadero Maestro, adepto con poderes, ya
pertenezca a la derecha, ya a la izquierda, podrá influir en
hombre alguno mientras no se hayan pasado estas cuatro reglas.
Las lágrimas, como he dicho, pueden ser llamadas el
rocío de la vida. El Alma debe haber dejado a un lado las
emociones de la humanidad; tiene que haber alcanzado un
equilibrio que la desgracia no puede hacer perder antes que sus
ojos puedan abrirse al mundo de lo sobrehumano.
La voz de los Maestros recorre siempre el mundo; pero sólo
la oyen aquellos cuyos oídos ya no perciben los sonidos que
afectan la vida personal. La risa no alivia ya al corazón, la
cólera ya no le enciende, las palabras dulces no producen su
balsámico efecto. Porque aquello interno para lo cual son los
oídos como una puerta externa, es en sí mismo un sitio de paz
impasible que nada puede perturbar.
Así como los ojos son las ventanas del alma, asimismo son
los oídos sus puertas. Por su medio viene el conocimiento de la
confusión del mundo. Los Grandes Seres que han conquistado
la vida, que han llegado a ser más que discípulos, permanecen
en paz, imperturbables, en medio de la vibración y movimiento
kaleidoscópico de la humanidad. Poseen dentro de sí
conocimientos ciertos, así como una paz perfecta; y por esto no
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

pueden excitarse ni emocionarse con los erróneos y parciales


fragmentos de información que aportan a sus oídos las voces de
los que les rodean. Cuando hablo del conocimiento, me refiero
al conocimiento intuitivo. Esta información cierta no puede
nunca obtenerse por el mucho trabajo ni por el experimento;
pues estos métodos son tan sólo aplicables a la materia, y la
materia es en sí una sustancia perfectamente incierta,
constantemente afectada por el cambio. Las Leyes más
absolutas y universales de la vida natural y física, como la
entienden los hombres de ciencia, desaparecerán cuando
desaparezca la vida de este universo y quede sólo su Alma en el
silencio. ¿Qué valor tiene entonces el conocimiento de sus leyes
adquirido por el trabajo y la observación?
Ruego a los lectores y críticos que no crean que con lo que
acabo de decir trato de rebajar la importancia del conocimiento
adquirido, o la obra de los hombres científicos. Al contrario;
entiendo que los hombres de ciencia son los precursores del
pensamiento moderno. Los días de la Literatura y del Arte, en
que poetas y escultores vieron la luz divina y la interpretaron
con su gran lenguaje, yacen sepultados en el lejano pasado con
los escultores anteriores a Fidias y con los poetas anteriores a
Homero. Los Misterios no gobiernan ya el mundo del
pensamiento y de la belleza; la vida humana es el poder que
dirige, y no aquello que existe más allá de ella.
Pero los trabajadores científicos están progresando, no tanto
por su propia voluntad, como por la mera fuerza de las
circunstancias, hacia la línea lejana que divide las cosas
interpretables de las no interpretables. Cada nuevo
descubrimiento los hace dar un paso adelante; por tanto, estimo
muy altamente el conocimiento que se adquiere por el trabajo y
la experiencia.
Pero el conocimiento intuitivo es una cosa muy distinta. No
se adquiere de ningún modo, sino que es, por decirlo
así, una facultad del Alma; no del alma animal, de esa que se
convierte en un fantasma después de la muerte, cuando la
pasión, la atracción o la memoria de malos hechos la retienen
en la vecindad de los seres humanos, sino el Alma divina que
anima todas las formas externas del ser individualizado. Ésta es
una facultad que reside en esta Alma, de la cual es inherente. El
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

aspirante o discípulo tiene que elevarse a la conciencia de ella


por un esfuerzo fiero, resuelto e indomable de la voluntad. Uso
la palabra indomable por una razón especial. Sólo aquel que es
indomable, que no puede ser dominado, que sabe que tiene que
ejecutar el papel de Señor sobre los hombres, sobre los hechos,
sobre todas las cosas, salvo su propia divinidad, puede despertar
esa facultad. “Con la fe, todas las cosas son posibles.” Los
escépticos se ríen de la fe y se vanaglorian por haberla
ahuyentado de sus propias mentes.
Lo cierto es que la fe es una gran máquina, un poder enorme,
que verdaderamente puede realizar todas las cosas; pues es el
contrato o compromiso entre la parte divina del hombre y su yo
inferior. El uso de esta máquina es del todo necesario para
obtener el conocimiento intuitivo; si el hombre no cree que
lleva en sí mismo este conocimiento, ¿cómo ha de pretenderlo y
emplearlo? Sin él, hállase más desamparado que cualquier
madero o resto de naufragio entre las grandes olas del Océano.
Es llevado de aquí para allá; así puede suceder al hombre por
los cambios de fortuna. Pero tales aventuras son puramente
externas y de muy poca importancia. Un esclavo puede ser
arrastrado por las calles cargado de cadenas y, sin embargo,
retener el alma tranquila del filósofo, como se vio en la persona
de Epicteto. Un hombre puede poseer grandes riquezas y
poderes mundanos y, según toda apariencia, ser dueño
absoluto de su destino; y, sin embargo, no saber lo que
es la paz ni la certeza, porque dentro de sí se halla a merced de
todas las corrientes de pensamientos que chocan en él. Y estas
corrientes distintas no arrastran tan sólo al hombre
corporalmente de aquí para allá, como leño flotante en las
aguas; esto no sería nada; sino que penetran por 1as puertas del
Alma, la anegan y la vuelven ciega y vacía de toda inteligencia
permanente, de manera que la afectan las impresiones
transitorias. Para aclarar más el sentido de lo que he dicho,
pondré un ejemplo. Considérese un autor disponiéndose a
escribir; un pintor concibiendo un cuadro; un compositor
escuchando las melodías que despuntan en su alegre
imaginación; haced que cualquiera de estos trabajadores pase
las horas del día en una ventana mirando una calle de mucho
tránsito. El poder de la vida animada ciega igualmente a la vista
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

y al oído, y el gran tráfico de la ciudad no es para él más que


una escena pasajera. Pero si un hombre cuya mente está vacía,
cuyos días no tienen objeto, se hallare en esta misma ventana,
observará a los transeúntes y recordará las caras que por algún
concepto le interesaron.
Así sucede a las mentes en su relación con la verdad eterna.
Si no trasmiten ya sus fluctuaciones, sus conocimientos
parciales, sus inseguras informaciones al Alma, entonces, en el
sitio interno de paz, se convierte en llama la luz del verdadero
conocimiento; entonces los oídos comienzan a oír. Al principio,
muy débil, muy vagamente. Y en verdad, son tan débiles y
tiernas estas primeras indicaciones del principio de la vida real,
que algunas veces son rechazadas como meras fantasías, meras
imaginaciones. Pero antes de que éstas puedan convertirse en
algo más que fantasía, tiene que afrontarse el abismo de la nada
en otra forma. El silencio completo, que sólo puede venir
cerrando los oídos a todo ruido transitorio, viene como un
horror más espantoso que el mismo informe vacío del espacio.
Nuestro concepto mental único del espacio vacío es, a lo que
creo, cuando se reduce a la expresión más sencilla del
pensamiento, negra oscuridad. Esto constituye un gran terror
físico para la mayor parte de las personas; y cuando se le
considera como un hecho eterno e inmutable, tiene que traer a
la mente la idea de la aniquilación más que otra cosa. Pero es la
extinción sólo de un sentido; y el sonido de una voz puede venir
y aportar consuelo hasta en las más profundas tinieblas. Una
vez que el discípulo ha encontrado su camino en esta oscuridad,
la cual es el espantoso abismo, debe cerrar de tal modo las
puertas de su Alma, que ningún consolador pueda penetrar allí,
así como ningún enemigo.
Y al hacer este segundo esfuerzo es cuando el hecho de que
el dolor y el placer no son más que una sensación, y se hace
notorio para aquellos que hasta entonces no habían podido
apercibirse de ello. Porque cuando se alcanza la soledad del
silencio, el Alma siente tan fiero y apasionado apetito de
sensación en qué reposar, que una sensación dolorosa sería
recibida con tanta ansia como una de placer.
Cuando se llega a este estado de conciencia, el hombre
animoso, asiéndolo y reteniéndolo, puede destruir de golpe la
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

“sensibilidad”. Cuando el oído cesa de distinguir entre lo


placentero y lo doloroso, ya no volverá a ser afectado por la voz
de los demás; y entonces está fuera de peligro y puede abrir las
puertas del Alma.
La “vista” es el primer esfuerzo y el más fácil, porque se
alcanza, en parte, por un impulso. La inteligencia puede
conquistar el corazón, como es bien sabido en la vida ordinaria.
Por tanto, este paso preliminar se halla todavía dentro de los
límites de la Materia. Pero el segundo paso no permite
semejante ayuda, ni ninguna clase de auxilio. Por supuesto, por
ayuda material quiero significar la acción del cerebro o las
emociones del Alma Humana. Al obligar a los oídos a escuchar
tan sólo el silencio eterno, el ser que llamamos hombre se
convierte en algo que ya no es hombre. Un examen muy
superficial de las mil y una influencias con que los demás nos
afectan, demostrará que esto debe ser así. Un discípulo debe
llenar todos los deberes de su virilidad; pero los llenará con
arreglo a su propio sentimiento de rectitud, y no con arreglo al
de otra persona o corporación. Éste es un resultado muy
evidente de seguir la doctrina del conocimiento, en lugar de
cualquiera de las creencias ciegas.
Para obtener el silencio puro, necesario al discípulo, hay que
poner a un lado el corazón y las emociones, el cerebro y sus
intelectualidades. Unos y otros son mecanismos que perecen
juntamente con la breve vida del hombre. La esencia en el más
allá, aquello que es causa motora y que hace vivir al hombre, es
lo que ahora le obliga a animarse y a obrar. Ésta es la hora de
mayor peligro. En la primera prueba, los hombres se vuelven
locos de temor; sobre esta primera prueba es sobre lo que
escribió Bulwer Lytton. Ningún novelista ha hablado de la
segunda prueba, aunque sí lo han hecho algunos poetas.
Su peligro sutil y grande consiste en el hecho de que en la
medida de la fuerza de un hombre, está la medida de sus
probabilidades de pasar más adelante o de poder siquiera
luchar. Si tiene poder suficiente para despertar esa parte no
acostumbrada de sí mismo, la Esencia Suprema, entonces
tendrá fuerzas para abrir las Puertas de Oro; entonces está el
verdadero alquimista en posesión del elixir de vida. En este
punto de la experiencia es donde el ocultista se separa de todos
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

los demás hombres y entra en una vida peculiar suya en el


sendero de los hechos individuales, en lugar de la mera
obediencia a los genios que gobiernan nuestra tierra. Esta
elevación propia a un poder individual, le identifica realmente
con las fuerzas más nobles de la vida y le convierte en uno con
ellas. Porque ellas están más allá de los poderes de esta
tierra y de las leyes de este universo. En este punto se
encuentra la única esperanza de éxito del hombre, en el gran
esfuerzo: salvar de un salto la distancia desde su presente
situación a la próxima y convertirse desde luego en parte
intrínseca del poder divino, así como ha sido parte intrínseca
del poder intelectual de la gran Naturaleza a la cual pertenece.
Él se halla siempre más avanzado que sí mismo, si semejante
contradicción puede comprenderse. Los hombres que se
adhieren a esta posición, que creen en su poder innato de
progreso y en el de la raza entera, son los Hermanos Mayores,
los precursores. Todo hombre tiene que dar el gran salto por sí
mismo y sin ayuda; sin embargo, es algo en que apoyarse el
saber que otros han pasado por este camino. Es posible que se
hayan perdido en el abismo; no importa, han tenido el valor de
entrar. La razón porque digo que es posible que se hayan
perdido en el abismo, es por el hecho siguiente: que el que haya
pasado no es reconocible hasta que el otro estado,
completamente nuevo, haya sido alcanzado por ambos. No hay
necesidad de ocuparnos ahora de lo que es este estado. Sólo
diré que cuando el hombre empieza a entrar en el estado del
silencio, pierde el conocimiento de sus amigos, de los seres
queridos, de todos los que ha amado; y también pierde de vista
a sus Instructores y a aquellos que le han precedido en su
camino. Explico esto, porque raro es que al pasar por este
estado no se queje con amargura. Si 1a mente se hiciera cargo
de antemano que el silencio tiene que ser completo,
seguramente no se elevaría esta queja como un obstáculo en el
Sendero. Vuestro Maestro o vuestro predecesor puede tener
vuestra mano en las suyas y ofreceros la mayor simpatía de que
es capaz el corazón humano. Pero cuando el silencio y la
oscuridad vienen, perdéis todo conocimiento de Él; estáis solo,
y Él no puede auxiliaros; no porque su poder haya
desaparecido, sino porque vos habéis invocado a vuestro gran
- 32 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

enemigo.
Por vuestro gran enemigo significo vos mismo. Si sois
capaces de afrontar vuestra propia Alma en la oscuridad y en el
silencio, habréis conquistado el yo animal o físico, el cual mora
tan sólo en la sensación.
Esta declaración me temo parecerá confusa, pero en realidad
es muy sencilla. Cuando el hombre ha alcanzado la madurez y
la civilización está en su apogeo, hallase entre dos fuegos. Si
pudiese siquiera exigir su gran herencia, se desembarazaría de
la carga de la vida animal sin dificultad. Pero no lo hace, y así
las razas de hombres florecen, y luego caen y mueren y
marchitan la faz de la tierra, por más espléndido que haya sido
el florecimiento. Y se deja al individuo que haga este gran
esfuerzo: rehusar ser espantado por su naturaleza superior,
resistir el impulso de retroceso que viene de su yo menor o más
material. Todo individuo que ejecuta eso es un redentor de la
raza. Puede no hacer ostentación de sus hechos, puede
permanecer en el secreto y en el silencio; pero es un hecho que
él constituye un eslabón entre el hombre y su parte divina; entre
lo conocido y lo desconocido; entre el bullicio del mercado y la
calma de los nevados Himalayas. No tiene que andar entre los
hombres para formar este eslabón; en lo astral él es el eslabón,
y este hecho hace de él un ser de otro orden que el resto de la
humanidad. Aún en el principio del camino hacia el
conocimiento, cuando sólo ha dado el segundo paso, encuentra
que su planta está más segura y se hace consciente de que él es
una parte reconocida del todo. Ésta es una de las
contradicciones de la vida que ocurren tan a menudo y que
proporcionan materia al escritor de ficciones. El ocultista las ve
mucho más marcadas cuando trata de vivir 1a vida que ha
elegido. A medida que se retira dentro de sí y se hace
dependiente de sí mismo, encuentra, de un modo más definido,
que forma parte de una gran marea de determinado
pensamiento y sentimiento. Cuando ha aprendido la
primera lección, cuando ha conquistado el hambre del
corazón y ha rehusado vivir en el amor de otros, se siente más
capaz de inspirar amor. Al echar de sí la vida, ésta viene a él en
una nueva forma y con un nuevo significado. El mundo ha sido
siempre un sitio de muchas contradicciones para el hombre;
- 33 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

cuando se convierte en discípulo, ve que la vida se describe


como una serie de paradojas. Éste es un hecho en la Naturaleza,
y la razón de ello es bastante comprensible. El alma del hombre
“mora como una estrella aparte” aun la más vil de entre
nosotros, mientras su conciencia está bajo la ley de la vida
vibratoria y de las sensaciones. Esto solo es bastante para
causar esas complicaciones de carácter que son el material para
el novelista; cada hombre es un misterio, tanto para sus amigos
como para sus enemigos. Sus motivos son a menudo
indescifrables, y no pueden probar ni saber por qué hace esto o
aquello. El esfuerzo del discípulo es el de despertar la
conciencia en esta estrellada parte de sí mismo, donde su poder
y divinidad duermen. Cuando esta conciencia se despierta, la
contradicción en el hombre mismo se marca más que nunca, y
así sucede con las paradojas que muestra en su vida. Porque,
por supuesto, el hombre crea su propia vida; y aquello de que
“las aventuras son para los aventureros”, es uno de sus sabios
proverbios sacados de los hechos reales que abarcan toda el
área de la experiencia humana. La presión sobre la parte divina
del hombre reacciona sobre la parte animal. Así que el alma
silenciosa se despierta, hace la vida ordinaria del hombre más
determinada, más viva, más real y responsable. Refiriéndonos a
los dos ejemplos ya mencionados, el Ocultista que se ha
retirado dentro de su propia fortaleza, ha encontrado su fuerza e
inmediatamente reconoce las exigencias que el deber le impone.
Él no obtiene su fuerza por su propio derecho, sino porque es
una parte del todo; y tan pronto como se halla libre de la
vibración de la vida y puede permanecer inquebrantable, el
mundo externo le grita que venga y que trabaje con él. Lo
mismo sucede con el corazón. Cuando ya no desea tomar, se le
pide que dé con abundancia.
“Luz en el Sendero” ha sido llamado un libro de paradojas, y
muy justamente; ¿qué otra cosa podía ser cuando trata de la
experiencia personal efectiva del discípulo? El haber adquirido
los sentidos astrales de la vista y el oído, o en otras palabras, el
haber alcanzado la percepción y abierto las puertas del Alma,
son tareas gigantescas que pueden exigir el sacrificio de muchas
sucesivas encarnaciones. Y, sin embargo, cuando la voluntad ha
alcanzado su fuerza, todo el milagro puede obrarse en un
- 34 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

segundo de tiempo. Entonces el discípulo deja de ser el servidor


del Tiempo. Estos dos primeros pasos son negativos, esto es,
implican la retirada de un presente estado de cosas más bien
que un avance hacia otro. Los dos siguientes son activos e
implican el avance a otro estado de ser.

3
“ANTES DE QUE LA VOZ PUEDA HABLAR EN
PRESENCIA DE LOS MAESTROS...”

El lenguaje es el poder de comunicación; el momento de la


entrada en la vida activa está marcado por su adquisición. Y
ahora, antes de seguir adelante, permitidme hacer una corta
explicación acerca del modo como están combinadas las reglas
expuestas en “Luz en el Sendero”.
Las siete primeras de las numeradas son subdivisiones de las
dos primeras reglas sin numerar, de las cuales he tratado en las
anteriores páginas. Las reglas numeradas son simplemente un
esfuerzo para hacer más inteligibles las no numeradas. Estas
reglas numeradas, desde la regla “ocho” hasta la “quince”,
pertenecen a la no numerada que constituye mi presente texto.
Como he dicho, estas reglas están escritas para todos los
discípulos, para nadie más; no interesan a ninguna otra persona.
Por tanto, espero que ningún otro vuelva a tomarse el trabajo de
seguir leyendo estos escritos. Las dos primeras reglas
comprenden toda aquella parte del esfuerzo que necesita el uso
del bisturí. Pero es de esperar que el discípulo luche con la
serpiente, su yo interior, sin ayuda ajena, reprimiendo sus
pasiones y emociones humanas con la fuerza de su propia
voluntad.
Sólo puede pedir el auxilio de un Maestro cuando ha
ejecutado esto o, por lo menos, en parte. De otro modo las
ventanas y puertas de su Alma están obstruidas, cegadas y
oscurecidas, y ningún conocimiento puede llegar hasta él.
No es mi propósito en estos escritos decir al hombre cómo
ha de manejarse con su propia Alma; mi propósito es
simplemente dar el conocimiento al discípulo. Si aún ahora no
escribo de manera que todo el que se interese pueda leer, es
debido a que la Naturaleza Superior lo impide con sus propias e
- 35 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

inmutables leyes. Las cuatro reglas que he escrito para aquellos


que en Occidente deseen estudiarla, están escritas, como ya he
dicho, en la antecámara de toda Fraternidad viva; digo más: en
la antecámara de toda Fraternidad u Orden viva o muerta, o
todavía por formar. Cuando hablo de una Fraternidad o de una
Orden, no quiero decir cualquiera constitución arbitraria
formada por escolásticos e intelectualistas; significo con ello un
hecho efectivo en la Naturaleza Superior, un estado de
desarrollo encaminado hacia el Dios o Bien absoluto. Durante
este desenvolvimiento el discípulo encuentra armonía,
conocimiento puro, verdad pura en diferentes grados; y, así que
entra en estos grados, se ve que se está convirtiendo en parte de
lo que groseramente pudiera llamarse una Capa de
conciencias humanas. Se encuentra con sus iguales, hombres
que tienen su propio carácter impersonal, y con ellos se asocia
de un modo indisoluble y permanente porque esta asociación
está fundada en un parecido vital de la naturaleza. Con ellos se
une con tales votos, que no requieren expresión ni forma en
palabras ordinarias. Esto es un aspecto de lo que indico por
Fraternidad.
Si las primeras reglas son dominadas, el discípulo se
encuentra en el vestíbulo. Entonces, si su voluntad es
suficientemente resuelta, adquiere el poder de hablar: un poder
doble; pues a medida que avanza así, se encuentra entrando en
un estado de florecimiento, donde cada capullo se abre y lanza
sus diversos rayos o pétalos. Si ha de ejercitar un nuevo don,
debe usarlo en su carácter doble. Encuentra en sí mismo el
poder de hablar en presencia de los Maestros; en otras palabras,
tiene derecho de pedir el contacto con elementos más divinos
de ese estado de conciencia en que ha entrado. Pero se ve
obligado, por la naturaleza de su estado, a obrar de dos maneras
a la vez. No puede lanzar su voz a las alturas donde se hallan
los dioses hasta que haya penetrado en los sitios profundos en
donde sus luces no brillan de ningún modo. Hallase entre las
garras de una ley de hierro. Si pide ser un neófito, en el mismo
momento se convierte en un servidor. Sin embargo, su servicio
es sublime, aunque no sea sino por el carácter de los que lo
comparten. Porque los Maestros son también servidores. Ellos
sirven y piden su recompensa después. Parte de su servicio es
- 36 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

dejar que su conocimiento lo toque; su primer acto de servicio


es dar algo de este conocimiento a aquellos que aún no están en
condiciones para estar donde él está. Esto no es ninguna
decisión arbitraria, impuesta por ningún Maestro o Instructor, ni
por cualquier persona semejante por más divina que sea. Es la
ley de la vida en que el discípulo ha penetrado. Por esto
estaba escrito en la puerta interior de las Logias de la antigua
Fraternidad egipcia: “El labrador es digno de su salario”.
“Pide y se te dará” suena como algo demasiado fácil y
sencillo para ser creíble. Pero el discípulo no puede “pedir”, en
el sentido místico en que se usa la palabra en esta escritura,
hasta que ha adquirido el poder de ayudar a otros.
¿Por qué es esto? ¿Suena esta declaración demasiado
dogmáticamente? ¿Es demasiado dogmático decir que un
hombre debe apoyar el pie en tierra firme antes de poder saltar?
La posición es la misma. Si ayuda, si trabaja, entonces hay un
derecho efectivo; no lo que se llama un derecho personal de
pago, sino el derecho de la co-naturaleza. Los divinos dan; ellos
piden que vos también deis ante que podáis ser de su familia.
Esta ley se muestra tan pronto como el discípulo trata de
hablar; pues el lenguaje es un don que sólo viene al discípulo de
poder y de conocimiento. El espiritista entra en el mundo
psíquico astral, pero no encuentra ningún lenguaje cierto, a
menos que lo pretenda en seguida y prosiga obrando así. Si está
interesado en los “fenómenos” o en las meras circunstancias y
accidentes de la vida astral, entonces no penetra en ningún rayo
directo de pensamiento y objeto; no pasa de existir allí, y se
divierte en la vida astral, así como ha existido y se ha divertido
en la vida física. Ciertamente hay una o dos sencillas lecciones
que lo psíquico astral puede enseñarle, del mismo modo que
hay lecciones sencillas que aprender de la vida material e
intelectual. Y estas lecciones tienen que aprenderse; el hombre
que se propone entrar en la vida del discípulo sin haber
aprendido las primeras y sencillas lecciones, tiene que sufrir
siempre por su ignorancia. Son vitales y deben estudiarse de
una manera vital; deben experimentarse del modo más
completo, y una y otra vez, de manera que cada parte de la
naturaleza haya sido penetrada por ellas. Volviendo al asunto:
al pretender el poder de hablar, según se le llama, el neófito
- 37 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

dirígese al Gran Ser, que está el primero en el Rayo del


conocimiento en el cual ha entrado, para que le guíe. Cuando
hace esto, su voz es rechazada por el poder al cual se ha
aproximado, resonando su eco en los más recónditos retiros de
la ignorancia humana. De un modo confuso, borroso, llega, a
cuantos hombres quieren escucharlo, la noticia de que hay
conocimiento y un poder benéfico que enseña. Ningún
discípulo puede cruzar el vestíbulo sin comunicar esta noticia y
sin consignarla de algún modo. Detiénese horrorizado ante el
modo imperfecto y falto de preparación en que se ha hecho
esto, y entonces viene el deseo de hacerlo bien, y con el deseo
de ayudar así a los demás, viene el poder. Porque es un deseo
puro el que siente: él no puede obtener crédito alguno ni gloria,
ni recompensa personal llevándolo a cabo, y por eso obtiene el
poder de cumplirlo.
La historia de todo el pasado, tan remotamente como
podemos verla, demuestra muy claro que no hay crédito, ni
gloria, ni recompensa que ganar en esta primera tarea que se da
al neófito. Los místicos siempre han sido desdeñados y los
Videntes no creídos; aquéllos que han tenido además el poder
de la inteligencia, han dejado a la posteridad sus escritos, los
cuales, para la mayor parte de los hombres, parecen sin sentido
y visionarios, hasta cuando los autores han tenido la ventaja de
hablar en un remoto pasado. El discípulo que emprende la tarea,
esperando secretamente la fama o éxito de aparecer como un
maestro y apóstol ante el mundo, fracasa aun antes de haberla
emprendido, y su oculta hipocresía envenena su propia Alma y
las almas de los que él enseña. Él se rinde culto a sí mismo, en
secreto, y esta práctica ególatra tiene que acarrear la debida
retribución.
El discípulo que tiene poder para entrar y es bastante
fuerte para salvar todas las barreras, se olvidará por completo
de sí mismo, cuando el mensaje divino llegue a su Espíritu, en
la nueva conciencia que le invade. Si este elevado contacto
puede realmente despertarlo, conviértese en uno de los
Divinos, en su deseo de dar más bien que de tomar, en su deseo
de ayudar más bien que ser ayudado, en su resolución de
alimentar al hambriento, más bien que recibir el maná del cielo
mismo.
- 38 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

Su naturaleza se transforma, y el egoísmo que impulsa las


acciones de los hombres en la vida ordinaria le abandona por
completo.

4
“ANTES DE QUE LA VOZ PUEDA HABLAR EN
PRESENCIA DE LOS MAESTROS, TIENE QUE SER
INCAPAZ DE HERIR.”

Los que sólo conceden una atención pasajera y superficial al


asunto del Ocultismo -su nombre es legión- preguntan
constantemente por qué, si existen en la vida Adeptos, no
aparecen en el mundo y muestran su poder. El que la
corporación principal de estos Sabios se sepa que mora más allá
de los desiertos de los Himalayas, parece una prueba suficiente
para demostrar que son tan sólo figuras de paja. De otro modo,
¿por qué situarlos tan lejos?
Desgraciadamente, la Naturaleza ha hecho esto, y no ningún
arreglo ni impulso personal. Hay ciertos lugares en la tierra
donde el avance de la “civilización” no se siente, y donde la
fiebre del siglo XX no penetra. En estos favorecidos lugares
siempre hay tiempo, siempre hay oportunidad para las
realidades de la vida; no están llenas de los hechos de una
sociedad aglomerada, ansiosa de dinero y de placeres. Mientras
haya Adeptos en la tierra, ésta debe reservarles sitios retirados.
Esto es un hecho en la Naturaleza, el cual es sólo una
expresión externa de algo profundo en la Naturaleza Superior.
La reclamación del neófito queda sin oír hasta que la voz en
que se pronuncia ha perdido todo el poder de herir. Esto
es porque la vida astral divina es lugar donde reina el orden
como reina en la vida natural. Hay siempre, por supuesto, el
centro y la circunferencia como lo hay en la Naturaleza. Muy
cerca del corazón central de la vida, en cualquier plano existe el
conocimiento; allí el orden reina por completo, y el caos hace
vago y confuso el margen exterior del círculo. En resumen: la
vida en todas sus formas tiene una semejanza más o menos
pronunciada a una escuela filosófica. Hay siempre los devotos
del conocimiento, que olvidan su propia vida en persecución
del mismo; hay siempre la multitud locuaz, que va y viene.
- 39 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

De éstos dijo Epicteto que era tan fácil enseñarles la filosofía


como comer natillas con tenedor. El mismo estado existe en la
vida supra astral; y el Adepto tiene allí una reclusión más
profunda en que mirar. Este retiro está tan fuera de peligro, tan
guarecido, que ningún son discordante puede llegar a sus oídos.
¿Por qué ha de ser esto, se preguntará, si Él es un ser de tan
gran poder como dicen los que creen en su existencia?
La contestación es patente. Él sirve a la humanidad y se
identifica con el mundo todo; Él está pronto a sacrificarse por
éste en cualquier momento -viviendo, no muriendo por él-. ¿Por
qué no ha de morir por él? Porque Él vive bajo leyes de orden
que no quiere violar. Su vida no le pertenece, sino a las fuerzas
que obran tras Él. Él es la flor de la Humanidad, la florescencia
que contiene la Semilla Divina. Él es en su propia persona un
tesoro de la Naturaleza universal, el cual se guarda y se
defiende a fin de que la fructificación sea perfecta. Sólo en
ciertos períodos definidos de la historia del mundo se le permite
andar entre el rebaño de hombres como su Redentor. Pero para
aquellos que tienen el poder de separarse de este rebaño, se
halla Él siempre dispuesto; y para aquellos que son bastante
fuertes para conquistar los vicios de la naturaleza personal
humana, según se ha explicado en estas cuatro reglas, se
halla Él conscientemente dispuesto, fácilmente reconocido,
pronto a contestar.
Pero esta conquista del yo implica la destrucción de las
cualidades que la mayor parte de los hombres consideran, no
sólo como indestructibles, sino como deseables. El “poder de
herir” comprende mucho de lo que el hombre aprecia no sólo en
sí, sino en otros. El instinto de la propia defensa y conservación
es una parte de ello, así como la idea de que uno tiene derecho o
derechos, ya como ciudadano o como hombre, o como
individuo, la satisfacción que causa la conciencia del propio
respeto y de la virtud. Esto es duro para muchos; sin embargo,
es verdad; pues estas palabras que ahora escribo, y las que he
escrito sobre el asunto, no son, en ningún sentido, mías. Son
sacadas de las tradiciones de la Logia, de la Gran Fraternidad,
que fue en un tiempo el esplendor secreto de Egipto. Las reglas
escritas en su antecámara eran las mismas que se hallan ahora
escritas en la antecámara de Escuelas existentes. En todos los
- 40 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

tiempos los Sabios han vivido aparte de la masa; y hasta cuando


algún propósito u objeto temporal induce a uno de Ellos a venir
en medio de la humana vida, su reclusión y seguridad son
conservadas tan completamente como siempre.
Es una parte de su herencia, parte de su posición, tiene
derecho efectivo a ello, y no puede desecharla, así como el
Duque de Westminster no puede decir que no quiere ser Duque
de Westminster. En todas las grandes ciudades del mundo vive
un Adepto un corto tiempo de vez en cuando, o quizás sólo pasa
por ella; pero todas son en ocasiones ayudadas por el poder
efectivo y la presencia de uno de estos Hombres. Aquí en
Londres, lo mismo que en París y en Petrogrado, hay hombres
de elevado desarrollo. Pero sólo se les conoce como místicos
por aquellos que tienen el poder de conocer; poder obtenido por
la conquista del yo. De otro modo ¿cómo podrían ellos existir,
ni aun una hora, en semejante atmósfera mental y psíquica
como la creada por la confusión y desorden de una ciudad? A
menos de estar protegidos y seguros, su crecimiento sería
impedido, su obra perjudicada. El neófito puede encontrar un
Adepto en la carne, puede vivir en la misma casa que Él, y sin
embargo, estar imposibilitado de reconocerle y de hacer que
oiga su voz. Porque ninguna proximidad de espacio, ninguna
intimidad de relaciones puede hacer desaparecer las leyes
inexorables que dan al Adepto su reclusión. Ninguna voz
penetra en su oído interno hasta que ha llegado a ser una voz
divina, una voz que no tiene palabras para los gritos del yo.
Cualquier llamada inferior sería tan inútil, un gasto de fuerza y
de poder tan superfluo, como el que un profesor de filología
enseñase el alfabeto a los niños. Hasta que el hombre no llegue
a ser en su corazón y espíritu un discípulo, no existe para
aquellos que son Maestros de discípulos. Y se llega a ser esto
sólo por un medio: la renuncia de la humanidad personal. Para
que la voz llegue a ser incapaz de herir, tiene el hombre que
haber alcanzado aquel punto en donde se ve solamente como
uno de tantos entre la vasta multitud que vive: uno de los
granos de arena arrastrados de aquí para allá por el mar de la
existencia vibratoria. Se dice que cada grano de arena en el
lecho del Océano es arrastrado por turno a la orilla, y
permanece por un momento a la claridad del sol. Así sucede
- 41 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

con los seres humanos; son arrastrados de aquí para allá por una
gran fuerza, y cada uno a su vez siente los rayos del sol.
Cuando un hombre es capaz de considerar, de este modo, su
propia vida como parte de un todo, no seguirá luchando para
obtener algo para sí. Ésta es la renuncia de los derechos
personales. El hombre ordinario espera, no el participar de
igual fortuna que el resto del mundo, sino salir mejor librado
que los demás en todo lo que le interesa. El discípulo no espera
esto. Por tanto, aunque sea un esclavo encadenado como
Epicteto, nada tiene qué decir. Sabe que la rueda de la vida
da vueltas incesantemente.
Burne Jones lo ha demostrado en un maravilloso cuadro; la
rueda da vueltas, y a ella están atados los pobres y los ricos, los
grandes y los pequeños; cada uno tiene su momento de buena
suerte, cuando la rueda la lleva a lo más alto; el rey se eleva y
cae, el poeta es festejado y olvidado, el esclavo es dichoso y
después abandonado.
Cada cual es a su vez aplastado a medida que la rueda da
vueltas. El discípulo sabe que esto es así; y aunque su deber es
sacar el mayor partido posible de la vida que es suya, ni se
queja ni se engríe por ello, así como tampoco se queja de la
mejor suerte de otros. Todos igualmente, como él sabe muy
bien, no hacen más que aprender una lección; y sonríe ante el
socialista y el reformador que tratan de reorganizar por la mera
fuerza las circunstancias que surgen de la misma naturaleza
humana. Esto es dar coses contra el aguijón, un gasto inútil de
vida y de energía.
Al penetrarse de esto el hombre renuncia a sus imaginarios
derechos individuales de cualquier clase que sean. Esto hace
desaparecer un agudo aguijón que es común a todo hombre
ordinario.
Cuando el discípulo ha reconocido por completo que hasta el
pensamiento mismo de los derechos individuales es sólo la
expresión de la venenosa cualidad que en él reside, que es el
silbido de la serpiente del yo, que envenena con su mordedura
su propia vida y la vida de los que lo rodean, entonces se
encuentra pronto a tomar parte en una ceremonia anual que está
abierta a todos los neófitos que están preparados para ella.
Todas las armas defensivas y ofensivas son desechadas; todas
- 42 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

las armas de la mente y del corazón, del cerebro y del espíritu.


Ya no podrá considerar a otro hombre como a persona a quien
haya de criticar o condenar; ya no podrá el neófito levantar su
voz para excusa o defensa propias. Desde esta ceremonia
vuelve al mundo tan desamparado, tan indefenso, como un
recién nacido.
Esto, en verdad, es lo que él es. Ha principiado a nacer de
nuevo en el plano superior de vida, esa llanura bien alumbrada
y barrida por la brisa, desde donde los ojos distinguen
inteligentemente y miran al mundo con una nueva percepción.
He dicho, un poco antes, que después de abandonar el
sentido de los derechos individuales, el discípulo tiene también
que desprenderse del sentido propio del respeto y de la virtud.
Esto puede parecer una doctrina terrible, pero es un hecho.
Aquel que se cree más santo que los demás; aquel que siente
algún orgullo por estar exento de vicios y de locuras; aquel que
se cree sabio o en algún modo superior a sus semejantes, es
incapaz de ser un buen discípulo. El hombre tiene que
convertirse en niño antes de entrar en el reino de los cielos.
La virtud y la sabiduría son cosas sublimes; pero si pueden
crear orgullo y conciencia de separatividad del resto de los
humanos en la mente del hombre, entonces no son más que la
serpiente del yo reapareciendo en una forma más sutil. En
cualquier momento puede revestir su forma más grosera, y
morder con tanta rabia, como si inspirase la acción de un
asesino que mata por lucro o por odio, o la de un político que
sacrifica la masa por su propio interés o el de su partido.
En resumen: el ser incapaz de herir implica que la serpiente,
no sólo está inutilizada, sino muerta. Cuando sólo está sumida
en estupor o adormecida, vuelve a despertar; y entonces el
discípulo emplea su conocimiento y su poder en fines
propios; y es un discípulo de los muchos maestros del Arte
Negro, pues el camino hacia la destrucción es muy ancho y
fácil, y puede encontrarse a ciegas. Que es el camino hacia la
destrucción, es evidente; pues cuando un hombre principia a
vivir para el yo, estrecha constantemente su horizonte, hasta
que por fin la fiera corriente hacia dentro no le deja sino el
espacio de una cabeza de alfiler en que morar. Todos hemos
visto este fenómeno ocurrir en la vida ordinaria. El hombre que
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

se hace egoísta se aísla, se vuelve menos interesante y menos


agradable a los demás. El espectáculo es espantoso, y las gentes
se apartan finalmente de una persona muy egoísta, como de una
fiera. ¡Cuánto más terrible es esto cuando ocurre en un plano
más avanzado de la vida, con la añadidura de los poderes del
conocimiento y a través del remolino de sucesivas
encarnaciones! Por tanto, digo, deteneos y pensad bien en el
vestíbulo. Porque si la reclamación del neófito se hace sin la
purificación completa, no penetrará en el retiro del Adepto
divino, sino quo evocará las terribles fuerzas que esperan en el
lado sombrío de nuestra humana naturaleza.

5
“ANTES DE QUE EL ALMA PUEDA ERGUIRSE EN
PRESENCIA DE LOS MAESTROS, TIENEN SUS PIES
QUE LAVARSE EN LA SANGRE DEL CORAZÓN”

La palabra Alma, que se lisa aquí, quiere decir el Alma


Divina o “Espíritu sidéreo”. “Ser capaz de erguirse es tener
confianza; y tener confianza significa que el discípulo está
seguro de sí mismo, que ha renunciado a sus emociones, a su
propio yo y hasta a su humanidad; que es incapaz de temores y
de dolor inconsciente; que su conciencia toda está concentrada
en la Vida Divina, expresada simbólicamente por el término
“los Maestros”; que sólo tiene ojos, oídos, lenguaje y poder
por el Rayo Divino, el cual ha tocado su sentido más elevado.
Entonces está exento de temor, libre de sufrimiento, libre de
ansiedad o abatimientos; su Alma, sin apocarse ni desear
aplazamiento, se encuentra por completo dentro de la llama de
la Luz Divina, la cual compenetra totalmente su ser. Entonces
ha tomado posesión de su herencia y puede reclamar su puesto
entre los Instructores de los hombres; él está erguido, ha
levantado su cabeza, respira el mismo aire que Ellos.
Pero antes que le sea posible hacer esto, los pies del Alma
tienen que lavarse en la sangre del corazón. El sacrificio o
renuncia al corazón de hombre y a sus emociones, es la primera
regla; implica el “alcanzar el equilibrio que no puede ser
destruido por las emociones personales”. Esto lo hace el
filósofo estoico; él también está aparte y considera con igual
- 44 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

actitud sus propios sufrimientos y los de los demás. Del mismo


modo que las “lágrimas”, en el lenguaje del Ocultismo,
expresan el alma de las emociones, no su apariencia material,
así la sangre expresa, no esa sangre esencial a la vida física,
sino el principio vital creador de la naturaleza del hombre, que
lo arrastra a la vida humana, a fin de experimentar el dolor y el
placer, la alegría y el pesar.
Cuando ha dejado correr la sangre de su corazón, hállase en
presencia del Maestro como un Espíritu puro que ya no desea
encarnar por las emociones y las experiencias. Por grandes
ciclos quizá le aguardan muchas encarnaciones sucesivas: pero
él ya no las desea; el deseo crudo de vivir le ha abandonado.
Cuando asume la forma del hombre en la carne, lo hace
siguiendo un objetivo divino: el llevar a efecto la obra de “los
Maestros”, y con ningún otro fin. No busca el placer ni el dolor;
no pide cielo alguno, y no teme ningún infierno; sin embargo,
ha entrado en posesión de una gran herencia, que no es tanto
una compensación por las cosas a que se ha renunciado, como
un estado que simplemente borra en absoluto la memoria de
ellas. Él no vive en el mundo, sino con él; su horizonte se ha
extendido a la amplitud de todo el universo.

- 45 -
Mabel Collins : Luz en el Sendero

V - EL GRITO LEJANO
A los estudiantes de “Luz en el Sendero”
1

Las sentencias preliminares de “Luz en el Sendero” son el


grito lejano que de allende las encarnaciones se dirige a quienes
en ellas están batallando. Mientras el hombre está preso en el
cuerpo carnal, no es capaz de columbrar siquiera el estado a que
aquellas sentencias se refieren, porque en la actualidad cruza el
valle de lágrimas, está sujeto al dolor y no puede vivir sin
causarlo. Por el poder de su viviente corazón, completa el
hombre la experiencia y se une conscientemente al Todo.
Aquellas sentencias preliminares dan la clave del misterio y
alientan la maravillosa promesa de un lejano porvenir que hace
soportable nuestra peregrinación. Esas sentencias estacionan en
el comienzo del Sendero el rayo que surge del término en donde
resplandece la plena luz; el rayo que ilumina todo su trayecto y
guía y consuela al que peregrina en el amargo camino.
No hay humanos ojos que sean incapaces de lágrimas, ni aun
los del Maestro, del Adepto o del Instructor durante su vida
mortal. Desde que la ilusión y la ignorancia comienzan a
desvanecerse del alma; desde que la iluminación empieza a
disipar la oscuridad, el discípulo se entristece porque ve por
doquiera ignorancia y el sufrimiento que de ella se deriva. Las
lágrimas son como rocío en tierra seca, y el hombre se
marchitaría en la aridez del mundo material si no hiciese brotar
de sí mismo aquella ternura plasmada con lágrimas que, al
ablandarlo interiormente, desatan el férreo límite de separación.
No le es permitido al hombre conocer cuándo sus ojos sean
incapaces de llanto, porque si lo fuera mientras se halla en el
estado que llamamos humano, se convertiría en un miembro de
la tenebrosa sociedad que lucha por la ruina de la raza. La
piedad infinita, la profunda tristeza y compasión, caracterizan
al hombre iluminado y son parte intrínseca de la naturaleza de
los Redentores de la raza, quienes sólo podrán deponerlas en la
misma puerta de la eterna vida, cuando los salvadores y
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

pastores hayan conducido seguramente sus rebaños hasta ella


ya través de ella. Pero, justo y necesario para el discípulo, es
saber que hay una Hora futura en que se enjugarán las lágrimas
y no volverán jamás a manar; en que se agotará toda fuente de
tristeza y en que, redimida ya la esclavizada naturaleza del
hombre, se vea por siempre libre de las torceduras del deseo.
No apetecerá ya revestirse de naturaleza humana, y en la
condición en que vuelva a nacer será inconcebible el
sentimiento que llamamos tristeza. Pero ninguno puede
atravesar aquella puerta de la eterna vida hasta que todos la
atraviesen; porque al alma purificada y perfecta, a quien le
fuera fácil cruzarla para entrar en la vida, se lo impiden los
vínculos de simpatía que la unen con otras almas a las que ama
mucho más que a sí misma; se lo impiden los profundos cauces
de compasión henchidos de aquellas lágrimas que son estigma
de la humanidad y una de sus principales glorias. El ser etéreo,
que mora en un cuerpo material, derrama lágrimas mucho más
acrisoladas y sutiles que las que manan de los ojos físicos; y el
espíritu llora cuando está en el umbral de la materia, y cuando
en su oscuridad le sumen las leyes de amor y vida y los
vínculos de asociación y parentesco. Así, todo su ser queda
suavizado y fundido por el rocío de su propia ternura. Todos los
hombres han de estar así suavizados y fundidos antes de poder
llegar al estado en que sean incapaces de llanto. Entonces
verán los ojos del espíritu puro lo que ahora no tiene para
nosotros ni forma ni color, porque es invisible y sólo puede
comprenderse por la fe.
Esta virtud es la primera cualidad esencial del discípulo que
ha oído el grito lejano y quiere entrar en el sendero que
eventualmente ha de conducirle al estado en que sea capaz de
ver.
Lo que llamamos auditividad del ser emancipado y
redimido, es la completa conciencia de todo cuanto es,
pudiendo discernir fácilmente un sonido de otro, aún sin
necesidad de separarlos. El Todo se revela en su viviente
actividad a la incesante comprensión de quien es capaz de oír.
Esta delicadeza auditiva únicamente es posible cuando los
sentidos no sólo han sido sojuzgados sino enteramente
desechados con las carnales vestiduras a que pertenecieron. La
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

comprensión por medio de los sentidos ha de haber ya cesado


enteramente antes de que el libre y purificado espíritu pueda
tener conciencia del Todo mediante la atención.
La intensidad sensitiva debe aumentar en cada subsiguiente
encarnación, a fin de que el espíritu adquiera sabiduría y
experiencia y progrese y se eleve realizando los requeridos
avances hacia aquella condición en que es posible la conciencia
directa.
No hay sonido ni llamada ni aún el más leve grito que pueda
ser ignorado o desoído impunemente; porque si el espíritu
prefiere permanecer en la ignorancia, habrá de aprender
lecciones más severas y tardías. Toda enseñanza y experiencia
crece en severidad con el progreso del espíritu y el avance de la
raza, según nos lo enseña el tiempo; y sólo así puede la raza ser
introducida en el eternal estado, e incitada a cruzar los umbrales
del nacimiento en la plenitud de su ser. El grito lejano del
Maestro al discípulo entraña un mandamiento aún mayor en lo
que concierne al poder de la palabra, que en lo tocante a la
vista y al oído. El lenguaje es fuerza creadora y la palabra
hablada sólo puede proferirla el ser perfecto que participa de los
atributos del poder divino. Por la palabra fueron hechos los
cielos y la tierra, para educación y desenvolvimiento del alma
humana; y por la palabra serán hechos todavía innumerables
cielos y tierras para las razas necesitadas de la prueba de morar
en ellos. El discípulo que ha conquistado su ser y lo cede al
Todo, cobija en su interior el germen de cada uno de los
poderes propios del ser purificado y perfecto. Posee aquella
confianza que dimana a la par del renunciamiento de los deseos
personales, y de la conciencia del Todo; posee aquella
auditividad que recoge los ecos de multitud de voces ya
gozosas, ya afligidas; posee aquella visión que le muestra las
vidas, las angustias y esperanzas de otros hombres haciéndole
capaz de penetrar en el corazón de aquellos a quienes se asocia;
y en fin, adquiere tal conocimiento de los hombres, que su
presencia entre ellos desenvuelve y provoca la fuerza creadora
y vigoriza el poder de amor. El discípulo que tan lejos llega y
contempla la maravilla de su propia alma viviente, es capaz de
leer en el porvenir de los hombres. Sabe lo que significa el grito
lejano que ha oído, y escucha la voz resonante en el silencio
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

con que le llaman los zapadores de la raza, hitos en la puerta de


la vida eterna. Puede entrar en el Palacio de las Enseñanzas y
ver allí escritas las palabras comprensivas del destino y del
porvenir de la raza. Allí están expuestas las lecciones que ha de
aprender el hombre y que contornean lo futuro. Sólo la tardanza
del individuo en entrar en la vida del Todo y renunciar a sus
personales deseos es lo que retarda el progreso de la raza
entera. Los peldaños se extienden abiertamente ante todos y
cada uno de los hombres, y han de escalarse en su debido
orden. Los zapadores que ya treparon a lo más elevado deben
esperar allí a los perezosos, y aun descender para sostenerlos y
alentarlos, porque el espíritu de la humanidad es un todo
indivisible. Fe, esperanza y amor son las tres virtudes capitales
de todo aquel que camina hacia la luz. La fe es una perfecta
seguridad de aquello que conocemos aunque no podamos
explicarlo; la esperanza es una entera confianza en la
evolución del Todo, que hace al discípulo capaz de permanecer
tranquilo entre los más tremendos conflictos y de batallar
denodadamente contra las más pesarosas contrariedades; y en
fin, el amor es lo que todo lo abarca y todo lo perdona.
La fe es esencial para el reconocimiento del mundo invisible
que nos rodea, y desde todas partes gravita sobre nosotros; y el
hombre que se resiste a reconocerlo mora en un coto vallado
por su propia personalidad. Hay una etérea y espiritual
continuidad, un eslabonamiento omnilateral que se transfiere
por el ser físico del hombre sin que éste pueda detenerlo, como
la luz atraviesa los cuerpos transparentes. El pensamiento
atraviesa la mente y la emoción del corazón de los hombres, de
tal manera que resultan casi perceptibles en su acción. Apenas
es necesaria la fe para cerciorarse de que el pensamiento y la
emoción pasan en ondas a través de los hombres, según se
evidencia en ocasiones de grande y universal importancia.
Pero esto que sólo se reconoce en relación con sucesos de
extraordinario interés, como en los inventos y descubrimientos
simultáneos, en las restauraciones y reformas religiosas, en
estallidos de rebelión o en demostraciones bélicas, es de igual
evidencia en tiempos normales. Muchos impulsos,
determinaciones e ideas que atribuimos al instinto o a
excitación congénita, dimanan de las corrientes de pensamiento
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

y de sensibilidad que incesantemente fluyen a través de la raza


humana. En el presente siglo se conoce y se comprende hasta
cierto punto el poder del pensamiento; pero aun aquellos que
conscientemente lo emplean, caen a menudo en el error de creer
que surgen de su propia mente los pensamientos con que
sugestionan a otros. Esto es imposible, porque el pensamiento
actúa como un flujo creciente, puesto en actividad en la entrada
del mundo material, e impelido por fuerzas exteriores a
esta limitada condición. Del mismo modo que la luz baña
todas las cosas y cada cosa recibe y refleja los rayos que es
capaz de recibir y reflejar, así, las ondas del pensamiento pasan
a través de las almas de los hombres, y cada alma retiene lo que
es capaz de retener para devolverlo al mundo. Son estas ondas
el flujo inspirador de la vida del hombre, y le llegan en
modalidad de lo que llamamos bien o mal, en armonía con su
peculiar capacidad. El discípulo que tiene fe abre su alma a la
plenitud del flujo, y su alma resplandece albicante, como
blancas son las flores que reflejan todos los rayos del sol, sin
preferir ninguno de ellos. Sabe que al abarcar, recibir y reflejar
el flujo entero, cuando por su ser atraviesa, no hay bien ni mal.
Sabe que en este flujo surge la fraternidad. No necesitan los
hombres aspirar a la unidad de pensamiento ni poner en acción
las fuerzas mentales, sino ser capaces de abarcar el pleno flujo
de pensamiento que sin cesar avanza a través de la mente
colectiva de la humanidad; y aquellos que de ello son capaces,
llegan a la condición que los coloca inalienablemente en el seno
de la Fraternidad Blanca. Entonces conocen el poder de esta
Fraternidad y unos se apoyan en otros sin necesidad de hablarse
ni tocarse. Han transpuesto la férrea valla de separación y se
entreabre la áurea puerta. El discípulo que ya transpuso esta
férrea valla, sabe que el extravío de los criminales y
malhechores proviene de limitación y de torpeza en aprender.
Sabe que el perdón es el único castigo del pecado, pues al
proporcionar amor la gran oportunidad que encierra la
peregrinación a través de la materia, tan sólo anhela el
desenvolvimiento del hombre por tal medio, a fin de que sea
capaz de realizar la peregrinación, y así coopera el amor a
realzar y redimir a la raza y librarla para siempre de las
condiciones materiales. Al hombre que mora en su aislada y
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

egoísta personalidad, le parecen propias y dentro de él nacidas


las emociones del corazón. Esto es y no es así, del mismo modo
que el aire que respira y el aliento que lo agita son y no son
propiedad de su cuerpo físico, sino que pasan a través de él, y,
como él, son copartícipes los demás que se hallan en la misma
esfera de receptividad. Al estudiar su propio corazón, queda
iluminado el discípulo y percibe acertadamente el corazón de
los otros hombres, porque su discipulado le pone en acecho de
los flujos de emoción que pasan a través de la humanidad, y le
capacita para comprender que es preciso experimentar todos los
sentimientos y responder a todas las ondas de emoción posibles
para el hombre, antes de que le sea dado llegar a 1a condición
en que pueda prescindir de toda afectividad. Los criminales y
los malhechores caminan extraviados porque sólo son capaces
de sentir en una porción de su ser, porque la afectividad se
despierta únicamente en la parte ínfima y más egoísta de su
naturaleza, quedando toda la parte divina amodorrada y
sensible. Así, están no tan solo separados de la confraternidad
de amor, sino también de la raza a que físicamente pertenecen.
Pero la sensibilidad crece de acuerdo con la ley de desarrollo,
bajo cuyo imperio existe el hombre; y, en el transcurso de las
encarnaciones, llega el corazón a ser capaz de responder
cumplidamente al pleno flujo de la emoción humana; y aquella
parte de él que induce al pecador a pecar, sucumbe como parte
de un Todo que en su plenitud diviniza al hombre. Sólo cuando
todo esto queda extremadamente cumplido, es posible
prescindir de la afectividad; y asentada el alma en la sangre de
su humano corazón, inicia el flujo con el filo de su propia
espada. Cuando 1a raza toda quede redimida y libre, el espíritu
purificado destruirá el interno germen que le incitaba al apetito
del gozo, y entonces Dios enjugará sus lágrimas para que por
siempre jamás llegue a ser incapaz de derramarlas.
Entonces será capaz de ver y de sostenerse. Entonces
escuchará el grito lejano y responderá a él.

La ambición que impele a las almas de los hombres hacia el


abismo, no es la mera forma del anhelo de lo que en la vida
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

ordinaria llamamos éxito. Desde la más remota antigüedad, es


el deseo un acicate sin cuya excitación cayera la humanidad en
apatía profunda. Por tal motivo, se le enseña al discípulo a
trabajar como trabajan los ambiciosos; pues, mientras
permanezca en la actividad del mundo, le es necesario convivir
junto a los afanosos y luchadores, debiendo, por lo tanto,
batallar en sus filas si en ellas se halla. Mientras sea hombre, le
es necesario participar del anhelo de éxito que constituye el
estímulo natural de todo esfuerzo. Las recompensas, que el
común de los hombres aceptan en prueba del éxito, no tienen
para el discípulo valor alguno; y los hombres vulgares las
apetecen por la ambición de poseerlas y obtenerlas de los
demás, en premio de su trabajo. El discípulo no corre el riesgo
de desear semejantes remuneraciones, y si acaso el destino las
entreteje en su carrera, las aprecia en su verdadero valor, como
temporales cargas de responsabilidad.
La emulación en el esfuerzo ha de ser para el discípulo
mucho mayor que para cualquier otro hombre, pues se le exige
un esfuerzo que al de los demás sobrepuje doquiera que se
llame para trabajar en favor del progreso de la raza. Trabaja el
discípulo mejor que el ambicioso vulgar, como el caballo
voluntarioso aventaja al que necesita espoleo.
No en las esferas de la actividad mental y física ha de
avasallar el discípulo la ambición; pues el mayor peligro a que
está expuesto mientras peregrina, es que germine en su interior
la semilla del orgullo espiritual y sofoque su naturaleza
superior, antes de que haya podido celar su desarrollo.
Porque esa semilla crece como mala hierba en tierra fecunda.
Algún incidente inesperado despertará al hombre, en nueva
luz; y entonces, en vez del humilde discípulo que creyera ser,
tal vez dispute orgullosamente por propias sus facultades y sus
dotes, considerándose capaz de prescindir del auxilio divino, y
apto para regir por sí mismo su personalidad espiritual.
Dominado por la ambición, intentará entonces escalar las
alturas del poder y asumir prerrogativas que tan sólo puede
recibir sin peligro de manos del Maestro, el discípulo probado
en el toque de la experiencia. El logro de poder es uno de los
primeros anhelos del discípulo; y por lograrlo clama
continuamente a través del sendero de perfección, y persiste en
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

tal clamor, aun cuando llega al término de su peregrinación, y le


es fácil atravesar el umbral. El poder que procura alcanzar no le
allega honores ni la gloria ni posición personal, pues no le es
lícito influir en los hombres con fines egoístas. Este poder se le
quita en el primer peldaño del verdadero sendero y jamás se le
devuelve. La ambición nacida del orgullo espiritual, que le
acomete cuando ya se halla adelantado en el sendero, no le
allega poder personal ninguno; pues, al llegar a ser discípulo, ha
sojuzgado los deseos de hombre; y cuando el fuego de la
concupiscencia se reaviva con septuplicado ardor en más
elevada altura psíquica, le impele hacia el abismo, del que
habrá de librarse con enérgicos esfuerzos de sí mismo y de los
Salvadores del mundo. Pero el verdadero poder, el poder de la
confraternidad del amor, nacido del fecundo espíritu de la
Divinidad en el hombre, ha de ser objeto del más ardiente deseo
desde el primer instante del discipulado, y nunca debe cesar
en tal deseo, que súbitamente le hace copartícipe de la gran
tarea de redimir a la raza. Su esfera de acción aumenta
insistentemente, a la par de su desenvolvimiento, hasta el
punto de que si con pureza de intención es capaz de ayudar a un
solo amigo, se le podrá confiar la guía de toda una nación o de
toda una escuela intelectual.
El principio de desenvolvimiento en esta peregrinación
implica la necesidad de que los hombres se asocien para
realizarlo. La sociedad fundamental es la familia, que por
naturaleza se deriva de la condición humana; mas, aparte de
esta sociedad natural, existen innumerables órdenes de ellas,
más o menos egoístas o altruistas, según el carácter de los
hombres que la constituyan. Una de las tareas del discípulo es
conducir y guiar las asociaciones humanas por senderos de
esfuerzo, en bien de la raza. Se le conduce a secundar los
impulsos iniciados por los guías y maestros, empleando el
poder de la confraternidad, a que pertenece, en la purificación
de los móviles y actos de las asociaciones humanas en que
colabore. Pronto se le revelarán los infinitos recursos del poder
que ante él actúa y hacia el cual propende sin cesar, mientras su
alma no se aparte del verdadero camino, viendo cómo se
acrecienta con gran ímpetu el movimiento a que se haya
asociado.
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

Sin embargo, no por ello ha de mudar su condición de


personal insignificancia; antes bien, ha de oscurecerla más
todavía, porque si saliera de la oscuridad y la atención pública
se convirtiera a su persona, resultaría amado de pocos
aborrecido de muchos. Este aborrecimiento, parte integrante de
la naturaleza animal y egoísta del hombre, proviene de 1a
oposición a la confraternidad de amor y a los esfuerzos de los
Salvadores del mundo. Por lo tanto, es mucho mejor para el
buen éxito de la obra que aun como hombre, se oculte en la
mayor oscuridad posible, porque 1a condición de discípulo
suscita las malas pasiones de los demás hombres, y la obra
se prosigue con mayor efectividad si dicha condición de
discípulo se mantiene reservada en el plano físico, ejerciéndola
tan sólo en toda su plenitud sobre 1as naturalezas mental
y etérea de los hombres que al discípulo rodean en el mundo.
La naturaleza animal del hombre se esfuerza hoy mucho más
que ayer por sobreponerse, pues el adelanto y progresos
materiales aumentan la inseguridad de su poder. Es, por
consiguiente, más necesaria que en pasadas épocas la presencia
de discípulos en las asociaciones humanas, para realzamiento
de ellas y no para la dirección de los mismos discípulos.
Así queda inerme y vencida la naturaleza animal de los
hombres que se ven impelidos a extraordinarias acciones y
guiados por móviles de mayor alteza que las habituales en su
conciencia. La tarea del discípulo al conducir de este modo el
movimiento en que toma parte, es mucho más ardua que si le
fuese permitido conducirlo por personal influencia y externa
guía, pues ha de influir en las naturalezas así como en las
acciones de los hombres entre quienes labora. El hombre
vulgar, que todavía no ha entrado en el sendero, ni siquiera
tiene noción de que él experimenta en sí una mudanza de estado
psíquico después de asociar sus esfuerzos a los de algún
discípulo en cualquiera obra de utilidad colectiva. De pronto no
se percata de ello, porque la acción del invisible poder es muy
sutil; pero cuando más tarde eche sobre su vida una ojeada
retrospectiva, verá que en cierta época fueron elevados los
móviles de sus acciones, y reconocerá que dimanaron de una
buena compañía, aunque ni aun entonces podrá conjeturar cuál
de los hombres con quienes colaboraba era el medianero de
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

la divina influencia.
Cuando el discípulo empieza a observar que sin necesidad
del lenguaje tiene el poder de influir sobre los hombres con
quienes trabaja, le acomete, por vez primera, la ambición
espiritual, que es el más temible e implacable enemigo. El
hombre vulgar, cuyos pies no han hollado todavía el sendero,
está muy lejos de sospechar la violencia de esta tentación
que, por lo fuerte, envenena al alma, y por lo insidiosa, alucina
la mente. Perplejo ante las facultades de su ser, queda el
discípulo ofuscado y sorprendido. Deseó poder para el bien y
lo tiene; anheló ser como los dioses, y suya es una de las
cualidades divinas. Le parece que ya puede obrar acertadamente
como Dios y ordenar los destinos de los hombres; pero olvida
que el sobrevenido poder es tan solo una de las cualidades de
los dioses; que en su largo desenvolvimiento a través del dolor
y la pena, así como del gozo y esplendor, ha llegado a ceñir una
diadema de fuerzas y dones que recíprocamente se equilibran y
entreveran. Las cuatro reglas expuestas en las sentencias
preliminares de “Luz en el Sendero” indican cuatro cualidades
que equilibradamente ha de adquirir el purificado espíritu antes
de lograr la completa liberación. El poder de auxiliar a los
demás, o sea el poder de la palabra, es tan solo una de ellas y
por sí misma expone al espíritu a los mayores peligros.

El deseo de vida impide al espíritu blandir la espada, de


suerte que efluya la sangre del humano corazón. No es el
angustioso deseo de prolongar la vida mortal por el temor de
que nada haya más allá, según temen los ateos y materialistas al
llegar a la vejez y así recibir en ella su castigo. La certeza de
que en modo alguno pueden evitar la muerte, les causa desde un
principio indecible tortura. Tampoco a la leve pasión nacida en
una mente raquítica y enfermiza se refiere la frase: “Mata el
deseo de vida”. Es, por el contrario, la intensa emoción que
domina a las almas de los hombres, incitándolas a limitarse
en seres humanos y les da resistencia para sobrellevar
encarnación tras encarnación en las embarazosas y agotadoras
condiciones de tiempo y espacio, de dolor y gozo. Solicitadas
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

por esta abrumadora emoción, las almas de los hombres se


agolpan en el umbral del mundo material, atisbando
ansiosamente coyunturas de encarnación para entrar en lo
que los hombres llaman vida; esto es, en la vida humana. Los
ángeles, que son seres perfectos y moran en equilibrio, libres de
las vicisitudes de la sensación física y mental, contemplan con
pavorosa admiración a las almas que se precipitan en esta
terrible prueba de la vida humana, cegadas por la pasión que las
domina. Pero los ángeles sienten esta pavorosa admiración
respecto del divino poder capaz de infundir una emoción de tan
estupenda naturaleza, que a toda una raza de seres impele a
entrar en el amargo y terrible sendero de la vida, lleno de
vicisitudes y peligros. El ansia de vida física sobrecoge a las
almas como inmensa y avasallante ola que desvanece toda otra
esperanza, todo otro anhelo, empujándolas en apiñados tropeles
hacia el universo material, contra el que se estrujan por todos
lados, ansiosas de entrar en él de cualquier modo que sea con
tal de no rezagarse.
Esta ola de emoción surgió tan pronto como el universo
material fue creado a semejanza de escuela adonde
voluntariamente acudiesen los escolares. Desde entonces ha
persistido hasta hoy y persistirá en adelante hasta que la raza
frise con su liberación.
Es la ola cuyo vaivén trae una y otra vez almas al umbral de
la vida humana, cuando una y otra vez apuraron ya los recursos
de placer y dolor. No importa cuán acerbamente hayan
aprendido la lección. Todavía las abruma el ansia de nuevas
pruebas. Únicamente los discípulos ya adelantados en el
sendero son capaces de considerar esta emoción como extraña
a ellos, del mismo modo que un hombre considera ajenas a su
cuerpo las aguas en que nada. Estos discípulos saben que el
deseo de vida física los lleva al mundo en que fue trazado el
camino de peregrinación; y sabedores también de que deben
hollarlo, se someten a venir acá una y otra vez, cediendo al
deseo de experiencia sensoria, aunque con la seguridad de
que algún día se verán libres de él. Y mientras así se someten y
trabajan ardorosamente en todos los campos de esforzada labor
abiertos al hombre, procuran extirpar de su naturaleza superior
el elemento personal que hace a los hombres esclavos del deseo
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

de vida. Como todas las demás pasiones, debe sujetarse este


deseo al yo superior, para irlo eliminando poco a poco, aunque
resueltamente, de la naturaleza. El discípulo que oyó el grito
lejano será capaz, algún día, de matar todo el deseo de vida
física y entrará en ella sin el más leve anhelo personal, de
cualquier estirpe que sea; o, como libre espíritu, actuará sobre
ella desde el plano etéreo. Estos espíritus libres e
incontaminados de egoísmo, que entran en la vida física con el
exclusivo fin de ayudar a las almas militantes, y que bajan al
mundo atraídos por vínculos de amor, piedad y simpatía, son
gloria y esplendor de la raza humana y fuente del poder que
sobre ella emana de lo alto. Son los lazos de unión, los
mediadores entre 1a progenie humana y los Maestros que
lanzan el Grito Lejano, para sacar de entre las tinieblas a las
almas. Sólo el discípulo oye el Grito Lejano; pero se le dan
medios de transmitirlo como mensaje adecuado a la
comprensión de aquellos con quienes está en contacto. Tal es su
deber, mucho más sagrado ahora que antes; porque, según
echan de ver los que miran desde el mundo etéreo, la raza es
hoy más capaz de atención que lo que fue en tiempos pasados.
Ha subido un peldaño y mayor esfuerzo habrá de hacer en cada
uno de los siguientes, porque el tiempo de su evolución va
decreciendo de grado en grado. Con el transcurso del
Tiempo, se desvanecerá la oportunidad o coyuntura que la
peregrinación nos ofrece. Todos los individuos de la raza han
de atravesar, al fin, la puerta; pero todos habrán de esperar en el
Vestíbulo al postrer rezagado que se verá atraído hacia allá por
innumerables manos de amor.
Pero de la manera en que el hombre, considerado en
conjunto, aproveche y haga uso de aquella oportunidad,
depende el estado del espíritu de la raza, en su postrer porvenir.
Cómo pueda suceder esto, es un misterio demasiado profundo
para la comprensión del discípulo, aunque lo conozcan los
maestros y guías. Por lo tanto, el Grito Lejano se dirige
incesantemente a quienes para oír tienen oírlos. El discípulo
trabaja, se esfuerza, ama y vive más intensa y persistentemente
que los hombres vulgares; pero mata en su yo superior los
gérmenes del ansia espiritual que lo lleva a actuar
preeminentemente en los estrechos límites del tiempo y del
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

espacio, bajo el señorío del placer y del dolor. El estupendo


esfuerzo que se requiere para matar esos gérmenes es más
hacedero de lo que parece a primera vista; porque las fuerzas,
ya visibles, ya invisibles, que circundan al hombre y lo
sostienen en el puesto de combate, convergen todas
directamente para asistirle y socorrerle. Son sus aliadas, y le
dan poder benéfico, a la par que oportunidad de emplearlo. En
cualquier dirección que se oriente la naturaleza del hombre,
hallará estas fuerzas prontas al auxilio. Si propende al mal, le
auxiliarán los elementos que se adaptan a esferas y planos de
esta progenie. Le es necesario que así sea; porque solo, sin tales
auxiliadores, no podría obrar ni bien ni mal, en el embarazoso
estado de la vida humana.
Tan luego como pone los pies en el sendero que a la
liberación conduce, las mismas fuerzas que le ayudaron a
encarnar la experiencia de las malas acciones, a
estacionarse en la pereza o a buscar puros placeres, le
circundarán con renovado y más robusto poder para acelerar su
marcha por la emprendida senda. Como hombre, debe estar solo
y prestar auxilio; como espíritu, está unido al conjunto de la
fraternidad de amor y levantado por ella hacia la impelente
fuerza de la vida espiritual del universo. El universo
existe únicamente para quien obtiene la definitiva liberación; y
la parte física y material del mundo en que habita es el medio
de que se vale su Creador para el logro de aquel fin. Por esta
razón fue creado en forma material.
Vemos que el hombre está rodeado de innumerables
criaturas y sustancias, que todas tienen su lugar señalado en el
universo y prosiguen su peculiar sendero, con, al parecer, entera
independencia del hombre. La conexión entre el conjunto del
universo material es tan sutil, que escapa a la penetración
humana; pero el morador del espacio etéreo la conoce y es
capaz de utilizar este conocimiento en el auxilio del hombre
encarnado. El inmenso número de seres conscientes, que
solidarizados en el universo material rodean al hombre, están
recíprocamente mantenidos en tal condición por un fortísimo
vínculo dimanante del Aliento Divino. Muy fáciles fuera
substraerse a dicha condición, porque sus vínculos no son de
peregrinación, sino de voluntaria compañía. No solamente los
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

seres a quienes reconocemos como conscientes, sino también


los que unen los cuerpos en que otros seres moran, los seres que
se han sometido a las leyes reguladoras del orden de
composición que llamamos átomos materiales, están igualmente
unidos en la sustentación de una vida física que es la escuela de
humanas almas. El señorío otorgado al hombre sobre ellos tiene
carácter muy distinto del que pudiera suponerse, pues
continuamente acarrea errores en la conducta con ellos
relacionada, y estos errores han de quedar del todo corregidos
antes de completar la lección. Derivan de él las fuerzas que
concurren a ayudarle y sostenerle y de este modo acrecienta la
tristeza de su situación y el sentimiento de su inseguridad. La
gran pasión del deseo de vida impele al alma del hombre a
relacionarse íntimamente con los seres que constituyen el
universo y le capacitan para disfrutar de él; pero desconoce
el hecho de que a ellos debe el disfrute. Imagina que los
elementos y las sustancias existen sin esfuerzo. No es así. Hay
un continuo y benéfico esfuerzo realizado en este patrocinio y
es necesario que aprenda a conocerlo y recompensarlo con su
buena conducta. El hombre perfecto se porta rectamente
respecto de todas las cosas, ya las perciba animadas, ya
inanimadas. Aquellas que diputa por inanimadas, a causa de
que su conciencia está lejanamente distanciada de la suya, le
son precisamente las más necesarias de cuantas le rodean; y a
medida que adelante en su desenvolvimiento, tendrá noción de
ello y reconocerá su deuda. Sabrá entonces que al eliminar de sí
mismo el deseo de vida, libera, a legiones de seres, de la tarea
que en beneficio de él tomaron a su cargo.

Cuando la flor se abre y el silencio de paz sucede a la


tormenta, llega el discípulo a la alteza de adepto en vida y se
convierte en uno de los zapadores y guías de la raza. Por
siempre jamás se apaciguaron para él las turbulencias de la vida
personal; ya no volverá a esforzarse por los baladíes objetos a
que se entregan los hombres; ya no volverá su espíritu a
rebelarse contra el Creador por privaciones o pérdidas
personales. Para él hay paz.
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

Mas el discípulo no puede permanecer en la quietud de una


paz a tanto precio conquistada, sino que debe tomarla
consigo y proseguir adelante. Es la recompensa merecida
por haber sojuzgado su ser. Debe ahora ir sembrando
las semillas del conocimiento en las almas de otros hombres.
Imbuido de la paz lograda, puede volver al combate de la vida y
batallar por los grandes éxitos en que hasta entonces
difícilmente confiara, porque estaba ofuscado por su propia
personalidad. Así combatirá como ningún hombre vulgar
puede combatir; y sin embargo, se mantendrá ladeado del
combate. La que milita es la divina parte completamente
impersonal de su ser, la por entero adicta al Supremo, la por
completo puesta al servicio de toda la confraternidad. En las
futuras batallas no luchará por la conquista del ser; esto pasó
para siempre, a menos que pierda el sostén y caiga de su solio.
El campo de las venideras batallas no será aquel en que las
humanas almas luchan con la parte inferior que pugna por
dominarlas, ni aquel en que los espíritus de los hombres luchan
con sus ambiciosas naturalezas. Será el palenque donde el
espíritu de la raza, el indivisible espíritu de la Humanidad,
combata por la definitiva conquista que la alce hasta el
encumbrado asiento de sus destinos supremos. Más o menos
pronto ganará esta batalla, porque el guerrero es invencible;
pero la tarea de los Adeptos en vida consiste en abreviar las
amarguras del camino y apresurar el gran día de la victoria. El
canto de vida tan sólo resuena cuando el Adepto es capaz de
realizar este grandioso esfuerzo impersonal. Entonces se le
revelan la mística armonía e inefable belleza del Todo, y se
desvanecen las discordias que le oprimieron mientras tuvo tan
sólo entendimiento de hombre. El dolor, la oscuridad y la
confusión de la vida mortal dimanan por completo de la
limitada capacidad de la mente humana; y así, según progresa
en las condiciones inmortales y reconoce más y más claramente
lo que le rodea, llega a ser capaz de percibir formas y colores
hasta entonces invisibles, de oír sones hasta entonces
inaudibles, que convierten toda discordancia en armonía, toda
tiniebla en luz, y toda insuficiencia en perfección.

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Mabel Collins : Luz en el Sendero

VI - KARMA

Considera conmigo que la existencia individual es un cable


que se extiende desde el infinito al infinito, que no tiene
principio ni fin, ni puede tampoco romperse. Este cable está
formado de innumerables y tenues hilos que, apretados unos
con otros, constituyen su espesor. Estos hilos son incoloros, son
perfectamente rectos, sólidos y lisos. Este cable, al pasar, como
sucede, por toda clase de sitios, sufre extraños accidentes. Muy
a menudo se engancha un hilo y permanece cogido, o quizá
sólo es desviado violentamente de su dirección normal.
Entonces, durante largo tiempo, queda torcido, y pone así en
desorden los hilos restantes. Algunas veces uno de ellos se
mancha de suciedad o de color, y la mancha no sólo se extiende
alrededor del punto de contacto, sino que impregna otros hilos.
Y ten presente que los hilos son vivos, que son como hilos
eléctricos; más aún, son como nervios vibrantes. ¡Calcula, pues,
cuanto puede extenderse la mancha o la violencia de la
torcedura! Pero sucede eventualmente que los largos cordones,
los hilos vivientes que en su continuidad no interrumpida
forman el individuo, pasan desde la sombra a la luz. Entonces
los hilos ya no son incoloros, son dorados; una vez más están
unidos, lisos. Una vez más se establece la armonía entre ellos, y
desde esta armonía interna percibes la armonía más grande.
Este ejemplo no representa sino una parte mínima, un solo
aspecto de la verdad: es menos que un fragmento. Sin embargo,
detente en él; con su ayuda puedes llegar a percibir algo más.
Lo que es necesario comprender en primer término consiste, no
en que el porvenir está formado arbitrariamente por actos
aislados del presente, sino que todo el futuro forma una
continuidad no interrumpida con el presente, así como el
presente lo está con el pasado. Desde un punto de vista en un
plano, el ejemplo es exacto.
Se dice que un poco de atención prestada al Ocultismo,
produce grandes resultados kármicos. Esto sucede porque es
imposible prestar alguna atención al Ocultismo sin hacer una
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

elección definida de lo que se llama familiarmente bien y mal.


El primer paso en el Ocultismo conduce al estudiante al árbol
del conocimiento. Debe lanzarse y comer; tiene que decidirse.
Ya no puede permanecer en la indecisión de la ignorancia.
Tiene que adelantar en la senda del bien o en la del mal. Y el
avanzar sólo un paso, definidamente y con conocimiento en
cualquiera de las dos sendas, produce grandes resultados
kármicos. La masa humana marcha vacilante, incierta, respecto
a la meta a que aspira; su ideal de existencia es confuso y, por
consiguiente, su Karma obra de un modo confuso. Pero una vez
que se ha llegado al vestíbulo del conocimiento, la confusión
comienza a ser menor; y, por tanto, los resultados kármicos
aumentan enormemente, porque todos actúan en la misma
dirección, en todos los diversos planos; pues el ocultista no
puede hacer las cosas a medias, ni puede retroceder una vez que
ha pasado el vestíbulo. Esto es tan imposible como que un
hombre vuelva a ser niño. El individuo se ha aproximado al
estado de responsabilidad por razón del crecimiento, y no puede
ya volver atrás. El que quiera librarse de los lazos del Karma,
tiene que elevar su individualidad desde la sombra a la luz;
tiene que elevar tanto su existencia, que estos hilos no se
pongan en contacto con las materias que manchan, ni puedan
tampoco ser cogidos hasta el punto de desgarrarse. Se eleva,
sencillamente, por encima de la región en que el Karma opera.
No abandona por ello la existencia por la que está pasando.
El terreno puede ser áspero e inmundo, o cuajado de
espléndidas flores, cuyo polen mancha, y de sustancias
deliciosas que se adhieren y se convierten en atractivas; pero
allá en lo alto se ostenta siempre el límpido cielo.
El que desea estar libre de todo Karma debe buscar su
mansión en el aire, y, más adelante, en el éter. El que desea
formar un buen Karma experimentará muchas confusiones; y en
el esfuerzo de sembrar excelente semilla para su propia
cosecha, puede suceder que al mismo tiempo se exponga a
sembrar mil hierbas dañinas, por ejemplo el cardo espinoso, y
muchas otras.
No desees sembrar semilla alguna para tu propia cosecha;
trata sólo de sembrar aquella semilla cuyo fruto alimentará al
mundo. Tú eres una parte del mundo; al darle alimento, te lo
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

das a ti mismo. Sin embargo, aun en este pensamiento se oculta


un gran peligro que se adelanta y hace frente al discípulo que
durante mucho tiempo ha creído haber trabajado para el bien,
mientras que en lo íntimo de su alma sólo ha percibido el mal;
esto es, ha creído que se había dedicado al bien del mundo,
mientras que todo el tiempo no ha hecho más que pensar en el
Karma, y que el gran bien que obra, lo hace para sí mismo.
Un hombre puede negarse a sí propio el pensar en la
recompensa; pero en esta misma negación se ve el hecho de que
la recompensa es deseada. E inútil es para el discípulo tratar de
aprender refrenándose: el alma debe estar en libertad, los
deseos libres. Pero hasta que estén fijos en aquel estado donde
no existe ni recompensa ni castigo, ni bien ni mal, en vano se
afana. Puede parecer que hace grandes progresos, pero día
llegará en que se vea frente a frente de su alma, y reconozca
que cuando se aproximó al árbol del conocimiento, escogió el
fruto amargo en lugar del dulce; y entonces el velo caerá por
completo y abandonará su libertad para convertirse en un
esclavo del deseo. Por tanto, estad sobre aviso vosotros, los que
empezáis a dirigiros hacia la vida del Ocultismo.
Aprended, desde luego, que no hay cura para el deseo; que
no hay cura para el afán de recompensa; que no hay cura para el
anhelo grosero, sino fijando la vista y el oído en aquello que es
invisible e inaudible. Principia desde luego a practicarlo, y de
este modo alejarás de tu camino mil serpientes. Vive en lo
eterno.
La operación de las verdaderas leyes del Karma no debe
estudiarse hasta que el discípulo ha alcanzado el punto en que
ya no le afectan. El Iniciado tiene el derecho de exigir los
secretos de la Naturaleza, y de conocer las reglas que rigen la
vida humana. Obtiene ese derecho evadiéndose de los límites
de la Naturaleza y libertándose de las reglas que gobiernan la
vida humana. Se ha convertido en una parte reconocida del
elemento divino, y ya no le afecta lo que es temporal. Obtiene
el conocimiento de las leyes que rigen los estados temporales.
Por tanto, vosotros, los que deseáis comprender las leyes del
Karma, intentad primeramente libertaros de esas leyes; y esto
sólo puede hacerse fijando vuestra atención en aquello que no
es afectado por estas leyes.
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Mabel Collins : Luz en el Sendero

CONTENIDO

MABEL COLLINS

I - REGLAS

II - LA PAZ SEA CONTIGO

III - NOTAS

IV - COMENTARIOS A LAS REGLAS DE “LUZ EN EL


SENDERO2
Recomendaciones
1. Antes de que los ojos puedan ver, deben ser
incapaces de llorar
2. Antes de que el oído pueda oír, tiene que haber
perdido su sensibilidad
3. Antes de que la voz pueda hablar en presencia
de los Maestros…
4. Antes que la voz pueda hablar en presencia de los
Maestros, tiene que ser incapaz de herir
5. Antes que el Alma pueda erguirse en presencia de los
Maestros, tienen sus pies que lavarse en la sangre del corazón

V - ELGRITOLEJANO

VI – KARMA

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Mabel Collins : Luz en el Sendero

Mientras no seas más que un hombre, sólo llegarán a tus


oídos fragmentos del gran canto. Pero si lo escuchas,
imprímelo fielmente en tu memoria, de suerte que no se
pierda nada de lo que hasta ti haya llegado, y trata de
aprender de ello el significado del misterio que te rodea.

Mabel Collins

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