Consultoria en Adicciones
Consultoria en Adicciones
Consultoria en Adicciones
Adicción es cualquier conducta contraproducente que una persona no puede detener pese a sus
consecuencias adversas
La adicción no es resultado de una debilidad moral o una falta de fuerza de voluntad. Es una
enfermedad sobre la cual el adicto no tiene control. Como tal el adicto no es responsable de su
enfermedad, pero sí de su conducta y su recuperación.
Se es un bebedor social:
No es tanto la cantidad, ni la frecuencia lo que cuenta, sino como afecta la droga a uno, tanto en el
mismo momento, como en lo que se refiere al efecto global que tiene en su vida. Incurrir en el uso
de droga o en una actividad constituye una adicción, si está causando problemas en su propia vida,
pero se sigue haciéndolo a pesar de esto.
Otro factor clave es: el para qué se está usando la droga o actividad? si se bebe para mitigar una
“tensión interior” lo más probable es que no se trate de una “costumbre social”. Si se incurre en el
uso de la droga para alterar el estado de ánimo porque resulta intolerable, esto lo llevara por el
camino de la adicción.
Características principales:
¿Existen diferentes tipos de adicciones o se trata de una sola enfermedad? ¿Qué tipos de
personas pueden caer en la adicción? Todos podemos ser adictos. ¿Verdadero o falso? Justifique
la respuesta.
Todas las adicciones aunque parezcan diferentes, tienen más puntos en común, que diferencias en
sí. Son diferentes versiones del mismo fenómeno. Es una sola enfermedad. El común denominador
no es una sustancia química en particular, ni el modo que afecta en el cerebro. Lo que está
presente en todos los casos de adicción es el malestar interior, el desasosiego, la verdadera causa
de la adicción reside en uno mismo.
Este malestar se debe a que albergamos ciertas creencias contradictorias que promueven
conflictos y luchas interiores, como creer al mismo tiempo que “no somos bastante” y “que
deberíamos ser perfectos”. O creer que tendríamos que ser capaces de controlar todo, pero nos
sentimos totalmente impotentes para manejar nuestras vidas. Tener un malestar adictivo,
también significa ser incapaz de tolerar la frustración y exigir una gratificación inmediata, carecer
de la capacidad necesaria para afrontar las crisis y los procesos comunes de la vida y no contar con
suficiente apoyo por parte de otros o de nosotros mismos.
Sistema de creencias adictivo: abarca la noción de que es posible ser perfecto, que el
mundo debería ser ilimitado, que nuestra imagen es más importante que quienes somos
en realidad, que no somos bastante y que ciertos factores externos contienen las
soluciones a los problemas de nuestras vidas. Estas creencias nos predisponen a ser
seducidos por la promesa de una gratificación inmediata o un arreglo rápido, cada vez más
frecuente en nuestra sociedad.
Personalidad adictiva: ciertos rasgos de personalidad, perfeccionismo, insensibilidad
emocional, búsqueda de aprobación, hipersensibilidad a las criticas y al rechazo,
propensión a sentir vergüenza, cólera mal manejada, incapacidad de tolerar frustraciones,
sentimiento de impotencia, desmedida necesidad de ejercer control, pasividad para
encarar problemas, desidia con uno mismo, aislamiento, tendencia al autoengaño.
Inadecuada capacidad para afrontar las cosas: debido a que vivimos en una sociedad
crecientemente adictiva, y en familias que trasmiten falsas creencias, no estamos
adquiriendo la adecuada capacidad para resolver problemas.
Necesidades emocionales, sociales y espirituales insatisfechas: las necesidades
crónicamente insatisfechas de aceptación incondicional, intimidad, comunidad, seguridad,
significación y propósito, y autonomía; nos dejan con sentimientos y estados de ánimo
crónicamente negativos y exacerbados por nuestra falta de capacidad para afrontar las
cosas, nuestra ineficacia para tolerar la frustración y nuestra creencia en el arreglo rápido.
Estos sentimientos de ansiedad, cólera, soledad, depresión, se convierten en factores
desencadenantes que nos llevan a buscar alivio, consuelo o evasión en las adicciones.
Falta de respaldos sociales: sin sentido de pertenencia a alguna red de respaldos como ser
la familia, comunidad, u otro grupo, afrontar y resolver problemas puede ser algo
abrumador y resultara mucho más atractivo refugiarse en la adicción.
Lo que la persona busca a través del consumo de drogas y otras actividades incontroladas es sentir
que se adapta a una sociedad disfuncional, encontrar un sentido de pertenencia e intimidad a
nivel interpersonal, como comunitario, encontrar un sentido y un objetivo a la propia vida,
oportunidad para la diversión y el juego creativo, sensación de autonomía y potencia personal,
vitalidad y vivacidad, predictibilidad y consecuencia, autoaceptación y dignidad personal.
Todos podemos ser adictos, porque vivimos en una sociedad adictiva, en medio de condiciones
que engendran vulnerabilidad a la adicción, la mayoría de nosotros somos vulnerables en distintos
grados, según como somos en nuestro interior.
Durante mucho tiempo se ha culpado a las drogas mismas por la drogadicción. Pero el hecho es
que ahora existen adictos a actividades que no incluyen el uso de productos químicos, como las
compras, el trabajo o la televisión, demostrando que no puede ser únicamente la acción química
de una droga la que causa la adicción. De hecho sabemos que muchas personas no tienen una sola
adicción, sino un conjunto de adicciones, y que ponerle fin a una adicción, no cura
automáticamente a las demás, sino que produce el surgimiento de otra nueva.
Para que un individuo caiga en una actividad adictiva, basta con que guarde en su mente el
recuerdo, o la marca de una experiencia con cierta actividad o sustancia, que le resulto
excepcionalmente reconfortante, aliviadora o placentera. Más adelante cuando ese individuo
sufra un alto grado de tensión nerviosa, tal vez se sienta inconscientemente impulsado a
procurarse otra vez esa sustancia o actividad. Sin que llegue siquiera a advertirlo puede ponerse
en marcha un círculo vicioso.
El proceso de la adicción se puede comparar con el de entablar una relación. A medida que
atravesamos las sucesivas etapas, nuestro compromiso de intensifica y el influjo que ejerce sobre
nosotros se vuelve más fuerte. Sus etapas son:
o Etapa de enamoramiento: nuestras primeras experiencias con una droga o actividad dejan
una marca si resulto excepcionalmente reconfortante.
o Etapa de la luna de miel: sometido a tensiones, nos volcamos a recordar esa experiencia
en busca de consuelo o alivio. Obtenemos solamente sus efectos positivos y suponemos
que estos serán duraderos.
o Etapa de la traición: la droga o actividad se vuelve en nuestra contra, ya no nos eleva.
o Etapa de la ruina: Desatendiendo los indicios cada vez mayores de los efectos negativos de
la droga o actividad, tratamos de recuperar la luna de miel incrementando nuestro
compromiso.
o Etapa de estar apresados: cuanto más intentamos romper la adicción a fuerza de voluntad,
mas caemos en sus garras.
Nuestros cerebros responden a la máxima “si lo hace sentirse bien, hágalo”, esto se debe a que
buscan reforzar el placer y evitar el dolor, en un sentido de supervivencia; para satisfacer las
necesidades básicas de abrigo, alimento, sueño. El cerebro graba nuestra reacción a una sustancia
o actividad, si esta ha sido extremadamente placentera o reconfortante, se liberan
neurotransmisores que comunican el mensaje “esto sirve para la supervivencia”. Cada vez que
entremos en contacto con la droga se reforzara este mensaje.
Por otro lado que una droga sea o no ampliamente aceptada dentro de nuestro medio social, o
que tengamos fácil acceso a ella influye en la posibilidad de que la probemos o no y por lo tanto de
que nos hagamos o no adictos a ella.
En algunos casos también existe una predisposición física, una vulnerabilidad biológica
preexistente, ya sea heredada genéticamente o tal vez adquirida a través de los efectos de la dieta
alimentaria y la tensión nerviosa crónica.
Vivir en una sociedad de adictos también significa vivir entre personas que de forma creciente son
incapaces de entablar o mantener relaciones estrechas. Cuando se crece en una familia proclive a
la adicción, no se aprende a relacionarse íntimamente y los que se convierten a su vez en adictos,
se vuelven aun más incapaces de amar, honrar o proteger a nadie.
Los hijos de padres que no hayan sabido estar presente física y emocionalmente durante su
infancia, son propensos a convertirse en “adultos-niños”, ingresaran a la edad adulta con muchas
necesidades de dependencia insatisfechas, a partir de este abandono emocional. Por el hecho de
que anulen sus propios sentimientos, percepciones, e ideas; a los efectos de sostener los mitos
familiares y la imagen pública, hace que el niño sienta que él no es bastante. El niño experimenta
su propio yo como invisible y por lo tanto impotente.
Si en una familia no se deja que los sentimientos se expresen libremente, el verdadero yo del hijo,
es rechazado por definición. El niño experimenta este rechazo de su yo como un profundo
abandono, tal como si hubiera sido rechazado por sus progenitores abiertamente, hostiles e
inestables. Estos padres son incapaces de brindar la aceptación incondicional, que los hijos
necesitan para crecer y convertirse en personas verdaderamente autónomas.
El hijo en este tipo de familia puede recibir un constante bombardeo de mensajes acerca de lo que
debe hacer para complacer a la madre o al padre “no te enojes”, “no seas egoísta”, “pórtate bien”,
“no llores”, el mensaje que se transmite a este niño es “no seas tú mismo, se alguien que me haga
sentir mejor, o me enojare contigo”. Y debido a que el niño depende por entero de su progenitor
para sobrevivir, la perspectiva de abandono psíquico equivale a una amenaza de muerte. Estas son
asociaciones que se hacen de manera automática en lo profundo del inconsciente.
El niño adquiere la creencia de que “yo no soy bastante” y nunca lo es para satisfacer por entero
las necesidades del padre. El niño se encuentra en una situación en la que llega a convencerse de
que “debe haber algo mal en mí, tengo un defecto grave, no soy bastante”. Ahora el hijo añora
algo que lo haga sentirse pleno. Cuando el rechazo, abuso o descuido emocional está presente,
pero encubierto, puede ser aun más difícil para el hijo, llegar a afrontarlo, se siente
profundamente herido pero no tiene pruebas de haberlo sido, desarrolla intensos sentimientos de
culpa.
Necesitamos con urgencia un modelo para comprender y recuperarnos, del “mal estar” dentro de
nosotros mismos que nos hace tan vulnerables al atractivo de todo elemento que sierva para
cambiar nuestro estado de ánimo.
Desde nuestro enfoque, si no hay, de parte del consultante, abusador o adicto a sustancias, una
demanda de ayuda, por más difusa que sea, o una queja, no podremos establecer ningún vínculo
de ayuda.
Una vez que comienza el proceso con la persona adicta, comenzara a trabajar la ambivalencia y
acompañara al consultante a que pueda acercarse paulatinamente a su modo de percibir su
realidad.
El consultante debe resignificar su experiencia vivida y adquirir recursos para resolver su dificultad
vital y existencial, aprender a vivir de un modo más favorable para sí y para los demás. Las
personas adictas no pueden simbolizar sus vivencias, no pueden usar el lenguaje o el significante.
Desde nuestro enfoque tendremos que ayudar al adicto a que pueda reparar, aprender a dejarse
sentir, pensar y hacer en congruencia con su experiencia; a vincularse con su emoción, su
conducta y con su pensamiento. El counselor facilitara que el consultante se plantee una
contradicción entre su conducta actual y sus objetivos o deseos futuros, a modo de ayudarlo a
cuantificar y concientizar los costos de la conducta presente y como estos repercuten y
obstaculizan sus deseos y objetivos futuros.
Desde el rol del counselor lo que se busca es crear salud lo que implica trabajar en prevención, ya
sea primaria, secundaria o terciaria.
o Prevención primaria: la prevención primaria puede ser especifica o inespecífica, en
colegios, clubes, empresas etc. Para generar un proyecto serio se debe contar con la
colaboración de distintos profesionales de la ayuda y organismos gubernamentales o no
gubernamentales; como también los medios de comunicación. El counselor además
requiere una formación específica profesional para trabajar en prevención de
drogodependencias. Los counselors se manejan perfectamente con las familias de adictos,
coordinado grupos de padres o en el área de orientación antes del contacto del cliente con
la institución.
o Prevención secundaria:
o Evaluación y diagnostico. Generalmente trabajan en generar demanda del
tratamiento a partir de diferentes recursos, pero utilizando mayormente los de la
Entrevista motivacional. No corresponde al counselor que trabaje en el
establecimiento de un diagnostico.
o Administración y derivación: los counselors que trabajan individualmente en
entrevistas son los que más derivan consultantes con problemas de adicciones a
los centros especializados.
o Planificación y tratamiento: el counselor interviene en la planificación del
tratamiento, siempre que tenga que ver con el objetivo y visión de potenciar
aquellas áreas no dañadas.
El counselor cumple una función de suma importancia al acompañar y facilitar que
el cliente se pueda conectar con quien es, con su esencia, que pueda reconocer
sus recursos internos, sus potencialidades y de esta manera pueda darse cuenta
hacia donde quiere dirigir su vida.
Mientras la psicología y la psicoterapia se ocupan de los aspectos enfermos del
adicto, el counseling se centra en el aquí y ahora del consultante y trabajara con
sus aspectos sanos, donde apoyara y facilitara el desarrollo de los mismos.
o Prevención terciaria: reinserción social: esta área es una de las más desarrolladas y de las
que vemos mas ocupadas por los counselors. Cuando la persona adicta llega a la última
etapa de su tratamiento, la reinserción social, el counselor suele ser una ayuda
importantísima, ya que no solo lo acompaña en el proceso de resocialización, que lo ayuda
a que esté conectado con su experiencia, elija un trabajo, una actividad, un deporte, un
pasatiempo, una pareja, y hasta una religión; y lo más importante, se trabaja con todos los
recursos necesarios para evitar las recaídas.
Además, los counselors funcionamos directamente como modelos de nuestros clientes y tenemos
que ser personas capaces de enfrentar la vida con maneras esencialmente saludables, justamente
aquello que no pueden hacer las personas adictas. Es necesario que seamos congruentes, que
seamos nosotros mismos en la relación, mostrándonos vulnerables y abiertos. Lo más importante
que tenemos para ofrecerles a nuestros clientes es a nosotros mismos.
El respeto es una de las actitudes que debe poseer cualquier counselor que trabaje
fundamentalmente con personas químico dependientes, los cuales, en la mayoría de los casos,
muestran poco respeto por ellos mismos y por los demás. El respeto significa fundamentalmente
entender que las personas a las que ayudamos, tienen derecho a su propia identidad, por más
confusión que tengan y aunque esto signifique la continuación con el uso de alcohol y drogas.
Puesto que la salud es un derecho.
Prochaska y Diclemente han elaborado un modelo que ayuda a comprender el proceso de cambio
en las personas, y su ambivalencia. Es importante que el counselor que está asistiendo a la
persona sepa identificar en que etapa está ubicada la persona para poder así plantearse la mejor
estrategia de ayuda.
CAMBIO
ACCION
DETERMINACION
PREPARACION
Pre contemplación: el consultante sabe que tienen un problema pero no es consciente de él. En
esta etapa puede surgir el planteo de ir a ver un terapeuta
Determinación: un fugaz momento en el que la persona resuelve la ambivalencia por el lado del
cambio. Se decide a hacer algo.
Acción: Aquí está decidido a cambiar y da los pasos necesarios en esa dirección. Cuando la
persona llega a la fase de acción y da los pasos necesarios para producir el cambio puede hacer
dos cosas: recaer o mantenerse.
Información y feedback: sirve para que el consultante pueda contar con elementos que lo ayuden
a tomar conciencia de él o los problemas que tiene, y de los aspectos positivos que implicaría el
cambio. No es adecuado culpabilizar al consultante por no estar motivado para el cambio.
La forma de tratamiento más exitosa combina un grupo de auto ayuda con tratamiento
profesional.
Comunidad Terapéutica:
La gran mayoría son del modelo jerárquico piramidal. Con marcadas etapas de tratamiento que
van siendo el reflejo del proceso que sigue el consultante , obteniendo cada vez mayor
responsabilidad personal dentro de la estructura de la comunidad. Ayudan a la persona a que
aprenda y asimile las normas sociales y a desarrollar habilidades de vida.
Importancia y protagonismo que tiene en el cambio de quienes pasan por esta experiencia de
comunidad: es un proceso que tiene por objetivo dar poder a la gente, antes que disminuirlo.
Conformada por cada una de las personas que reside en la comunidad y todos aquellos
profesionales que asisten a través de ella.
El eje del grupo es la responsabilidad, todo lo que han hecho en la época de consumo y todo lo
que harán a partir de su recuperación depende esencialmente de cada uno.
Poseen documentos escritos donde se refleja su Filosofía: visión, objetivos primarios, valores y
fundamentalmente el Programa asistencial.
Por medio de Contrato terapéutico individual se establece que la persona se interna por voluntad
propia, reglamentos y normas básicas, derechos y obligaciones
Jerárquicas: tienen un sistema jerárquico piramidal, donde la movilidad social está dada por el
progreso dentro del tratamiento. En esta modalidad opera un sistema de premios y castigos.
Socio - educativas: son las clásicas. Parten de un modelo de auto-ayuda. Este modelo
socioeducativo o desprofesionalizado es siempre de organización jerárquica.
Mixtas: este modelo está formado por un lado, con los Profesionales Tradicionales y por otro lado
los no Tradicionales. Es en este modelo donde aparecen los primeros pasos hacia un abordaje
multidisciplinario, ya que se fueron incorporando médicos clínicos, médicos psiquiatras, y de a
poco se fueron sumando psicólogos, asistentes sociales, abogados, terapistas ocupacionales,
counselors, etc.
Profesionales: estos centros generalmente se inspiran en el modelo psiquiátrico de Maxwell Jones
y es frecuente que se coloque el acento en la contención psiquiátrica. El modelo no utiliza ex
adictos ni profesionales en su estructura.
De Vida: por lo general, se encuentran al frente de ellas ex adictos, líderes carismáticos, los cuales
transforman éstas en comunidades de vida permanentemente, sin otorgar altas ni egresos
institucionales a sus residentes o pacientes. Son por lo general sectarias y se auto abastecen.
Grupos de autoayuda basados en los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos: Fundado en 1935 por
dos alcohólicos desesperadamente necesitados de contad con una Red de apoyo.
Para que sea efectivo se debe asistir a los encuentros de autoayuda con la mayor frecuencia
posible, es conducido por compañeros y no por asesores profesionales, acuden personas que
tienen un problema en común y comparten sus experiencias.
esperanza, ver a otros que están tratando con éxito el problema prueba que es posible la
recuperación.
Sistema de apoyo no enjuiciador.
Realimentación.
Soporte espiritual, puesto que la adicción es fomentada por la falta de sentido y objetivo
en la vida, el aspecto espiritual en los programas de auto ayuda puede servir de antídoto.
Una oportunidad para ayudar a los otros
Contacto con los principiantes es un excelente recordatorio de la continua vulnerabilidad
de todo adicto.
Una sensación de pertenencia que se contrapone a la soledad que fomenta la adicción.
Un nuevo encuadre para contemplar el problema, al admitir su impotencia el individuo da
un salto hacia un cambio de segundo orden.
Apoyo durante las 24hs del día.
Afiliación permanente. Los miembros pueden continuar asistiendo a las reuniones durante
todo el tiempo que quieran.
Afiliación gratuita.
Estructura. Los rituales adictivos son remplazados por rituales sanos como reuniones y
llamados telefónicos que proporcionan la estructura necesaria.
Red de apoyo eficaz.
Sensación de pertenencia
Que significa “arreglo de primer orden”? ¿Por qué decimos que estos no funcionan?
Se denomina arreglo de primer orden; a recurrir exclusivamente a la fuerza de voluntad para
tratar una adicción. No da resultado porque la solución proviene de la misma actitud mental que
el problema. Intentar “controlar” el consumo de la sustancia adictiva no puede constituir una
solución duradera cuando el adicto ya ha perdido todo el control sobre el uso de la misma.
El arreglo de segundo orden, implica no esforzarse más por controlar la adicción, sino rendirse y
admitir que se ha perdido el control, y se es impotente ante ella.
Esforzarse cada vez más por comportarse bien, por ser aceptado, por actuar mejor, por aparentar
que uno se las está arreglando, por ser normal, es parte de lo que hace a una persona vulnerable a
la adicción, es por lo que ha usado un alterador del estado de ánimo.
Cuando uno deja de esforzarse, se acepta a si mismo tal como es, y admite que ha perdido el
control, entonces, podrá empezar a recobrar el control.
Para superar la adicción se requiere un cambio de segundo orden. El programa de los 12 pasos
ofrece un cambio de segundo orden.
Rasgos de codependencia:
El termino codependiente, originalmente se utilizo para describir aquellas personas cuyas vidas se
veían afectadas como resultado de su relación cercana con alguien que tiene una dependencia
química. Personas cuyas vidas se han vuelto inmanejables como resultado de haber vivido en una
relación de compromiso con un alcohólico. Más tarde, descubren que también otros grupos de
personas padecían codependencia: hijos adultos de alcohólicos, gente relacionada con personas
emocionalmente perturbadas, gente relacionadas con personas con enfermedad crónica; padres
de hijos con trastornos de conducta, personas relacionadas con gente irresponsable, y hasta los
mismos alcohólicos y adictos en recuperación, desde antes de su adicción. Hoy por hoy el término
codependiente se emplea con mayor amplitud para referirse a cualquier miembro de una familia
disfuncional que ha adquirido una vulnerabilidad a otras adicciones.
Cuando el codependiente rompe su relación con la persona afectada, frecuentemente busca otra
relación con otra persona perturbada y repite las conductas codependientes con esa persona
nueva en su vida. Por lo que el núcleo de la definición y de la recuperación no está en un otro
adicto; sino que está en el mismo codependiente. En la manera en que permite que la conducta de
otra persona lo afecte, y en la forma en que trata de afectarla a ella, en los cuidados obsesivos,
controladores, en la baja autoestima que raya el odio hacia sí mismo, en la autorepresión, en la
abundancia de ira y de culpa, en el sentimiento de vergüenza, en la tolerancia de situaciones
intolerables, en el estar centrado en el otro, mientras se abandona a uno mismo, en problemas de
comunicación, en problemas de intimidad.
La codependencia es primero que la adicción, es la causa de todas las otras adicciones. Según Pia
Mellody en su libro “la codependencia”: los sistemas familiares, abusivos, disfuncionales, menos
que nutricios, crían niños que se convierten en adultos codependientes. La creencia intrínseca de
nuestra cultura de que hay un cierto cuidado parental “normal”, contribuye a que sea más difícil
enfrentarse a la codependencia. Un examen más atento de las técnicas del cuidado parental
“normal” revela, que entre ellas se cuentan ciertas prácticas que en realidad perjudican el
crecimiento y el desarrollo del niño, y conducen a la codependencia. En realidad, lo que tendemos
a denominar “cuidado parental normal”, muy a menudo no es sano para el desarrollo del niño; es
un cuidado parental “menos que nutricio” o abusivo.
Muchas personas creen que la gama del cuidado parental normal incluye pegarle al niño,
abofetearlo, gritarle, mostrarse desnudo delante de él cuando ya tiene más de tres o cuatro años;
exigir a los niños pequeños que resuelvan por si mismos las dificultades y situaciones de la vida, en
lugar de proporcionarles un conjunto concreto de reglas de conducta social y algunas técnicas
básicas para la resolución de problemas; o bien proteger en exceso a las criaturas, no permitiendo
que estas hagan frente a las consecuencias de su propia conducta. Creen que se deben imponer
reglas rígidas y castigos severos, o que pedir disculpas equivaldría a mostrar debilidad y esto
socavaría la autoridad parental. Se cree que los pensamientos y sentimientos de los niños tienen
poca validez porque aun son inmaduros, de manera que responden a estos ignorándolos, o
diciéndole “no debes pensar así”, “no debes sentir esto”, otros padres usan a sus hijos como
confidentes, comparten con ellos secretos más allá del nivel de desarrollo del niño. Esto también
es abuso.
Muchos de nosotros fuimos educados en hogares donde esta clase de conducta era común,
crecimos con la idea ilusoria de que lo que nos sucedía era “normal” y apropiado. Nuestros
cuidadores nos indujeron a creer que teníamos problemas porque nosotros no respondíamos de
modo adecuado. Y muchos llegamos a la adultez llenos de sentimientos frustrantes y con un modo
distorsionado de ver lo que sucedía en nuestra familia de origen. Creímos que si nuestra
educación fue la “normal”, y nuestros padres fueron “buenos”, y sin embargo no éramos felices o
no nos sentíamos cómodos, era porque no éramos buenos, o había algo muy malo en nosotros. De
modo que no podíamos agradar a nuestros padres siendo quien éramos naturalmente.
No nos sentimos adorables, de modo que nos conformamos con sentirnos necesarios. No nos
sentimos bien con nosotros mismos, de modo que nos vemos obligados a hacer algo en particular
que pruebe que tan buenos somos.
Como codependientes a menudo nos disgustamos tanto con nosotros mismos que pensamos que
está mal que nos tomemos tanto en cuenta, que parezcamos egoístas. Ponernos en primer lugar,
está fuera de orden. A menudo pensamos que solo tenemos valor si hacemos cosas por los demás
o cuidamos de ellos, de modo que nunca decimos que no. Nadie en su sano juicio podría disfrutar
de estar con nosotros, pensamos que tenemos que hacer algo por la gente, para lograr su amistad
y conservarla.
Cuidar o rescatar no ayuda, solo provoca problemas. Cuanto tomamos a la gente a nuestro
cuidado y hacemos cosas que no deseamos hacer, ignoramos necesidades, deseos y sentimientos
personales. Nos hacemos a un lado a nosotros mismos. En ocasiones estamos tan ocupados
cuidando a los demás que dejamos nuestra vida entera en suspenso. Muchos cuidadores se
sienten inquietos y abrumados, no disfrutan ninguna de sus actividades. Los cuidadores
aparentamos ser responsables, pero no lo somos, pues no asumimos el compromiso de nuestra
responsabilidad sobre nosotros mismos.
Con frecuencia damos más de lo que recibimos y luego nos sentimos utilizados y despreciados.
Nos preguntamos porque, mientras que nosotros nos anticipamos a las necesidades de los otros,
nadie se da cuenta de nuestras necesidades. Rescatar a las personas implica eximirla de sus
responsabilidades, no permitirles el aprendizaje. Rescatar implica incompetencia por parte de la
persona que estamos cuidando. Creemos que no son capaces de ser responsables de sí mismas.
Generalmente estas personas se encuentran en una posición de victima esperando ser rescatados.
Luego del rescate nos resentimos, nos enojamos porque hemos hecho algo que no queríamos
hacer, que estaba fuera de nuestra responsabilidad, ignoramos nuestros propios deseos y
necesidades. Nos enojamos porque no recibimos la respuesta que esperábamos. Porque aquella
persona a quien rescatamos no siente gratitud, no valora lo suficiente el esfuerzo que hemos
hecho. No sigue nuestro consejo, no se porta como debiera, y no nos permite arreglar su vida.
Entonces entramos en el rol de perseguidor, acusando, buscando reprochar y castigar, en una
posición intransigente, podemos intentar ocultar nuestros sentimientos, o dar rienda suelta a
nuestra furia.
Ahora nos dirigimos a nuestro rincón favorito, el lugar de la víctima. Abundan los sentimientos de
desamparo, de dolor, pena, vergüenza y lastima de uno mismo. Hemos sido usados otra vez, no
nos han apreciado otra vez.
Rescatar o cuidar no son un acto de amor. El triangulo de Karpman es un juego de roles donde los
codependientes, rescatan a otras personas, luego persiguen y terminan siendo víctimas. Es un
triangulo de odio. Alimenta y mantienen el odio hacia uno mismo, y es un obstáculo para la
expresión de nuestros sentimientos a los demás.
No podemos cambiar a las personas. Cualquier intento de controlarlas es un engaño y una ilusión.
Si no podemos sentirnos bien en absoluto acerca de algo que estamos haciendo, no debemos
hacerlo, no importa cuán caritativo parezca ser. Tampoco debemos hacer por los demás las cosas
que ellos deben y son capaces de hacer por sí mismos.
Perseguidor Rescatador
Víctima
La mayoría de los codependientes son reaccionarios, reaccionamos con ira, culpa, vergüenza, odio
a nosotros mismos, preocupación, sentimientos heridos, gestos controladores, acciones solicitas,
depresión, desesperación, y furia. Reaccionamos con miedo y ansiedad. Reaccionamos tanto que
nos resulta doloroso estar cerca de la gente. La codependencia es un principalmente un proceso
de reacción. Los codependientes somos reaccionarios, reaccionamos en exceso o demasiado poco,
reaccionamos a los problemas, las vidas, los dolores y las conductas de otros. Reaccionan a sus
propios problemas, dolores y conductas. Los codependientes rara vez actúan.
Reaccionar es responder urgente y compulsivamente con patrones que nos lastiman. Cuando
alguien hace algo, o dice algo reaccionamos, sentimos el primer sentimiento que emerge y luego
nos empantanamos en el, pensamos el primer pensamiento que cruza nuestra cabeza y luego
lucubramos en eso, decimos lo primero que se nos viene a la lengua y luego nos arrepentimos.
Hacemos lo primero que viene a la mente, generalmente sin pensarlo. El problema es que al
reaccionar sin pensar, sin haber pensado honestamente lo que necesitamos hacer, y como
queremos manejar la situación perdemos el control, estamos siendo controlados.
Reaccionar casi nunca funciona. Reaccionamos demasiado aprisa con demasiada intensidad y
urgencia. Rara vez podemos hacer lo más adecuado cuando nos encontramos en ese estado
mental. Debemos aprender a parar y pensar.
Sutter Keely, es un joven de 17 años, cree que todo en su vida iba de maravilla, (etapa de
preparación según Prochaska y Diclemente); hasta que por ayudar a su amigo Ricky, tiene una
pelea con su novia Cassidy. Novia a la cual considera la mejor novia que pudo tener en su vida. Está
seguro de poder recomponer la situación hasta que en una fiesta la encuentra hablando con el
“chico perfecto” de la escuela, y en lugar de esforzarse por recuperarla se escapa, y se refugia en
el alcohol evadiendo el dolor. (Etapa de pre contemplación)
Completamente ebrio se desmaya en el jardín de una casa, donde lo encuentra Aimee, ella lo
ayuda a encontrar su auto, y él la ayuda a repartir periódicos. Aimee es de su misma escuela, sin
embargo él no la conocía, ya que ella es de perfil muy bajo, no va a fiestas, y divide su tiempo en
repartir periódicos y el estudio.
Sutter siente que tiene que “salir al rescate” de Aimee, empieza por llevarla a fiestas, darle la
experiencia de tener un novio, llevarla al baile de graduación, ayudarla a liberarse de cuidar a su
madre. A su vez Aimee intenta ayudar a Sutter en el colegio y comienza a pasar tiempo con él, a
cuidarlo.
Aunque se van “comprometiendo” más en la relación, al punto de que ella lo invita a acompañarla
a Filadelfia. El no deja de intentar volver con su ex novia, hasta que Cassidy lo pone en la situación
de elegir entre la bebida y ella.
(Empieza a transitar la etapa de Contemplación) Sutter toca fondo cuando se reencuentra con su
padre, se decepciona y empieza a contrastar lo que él creía con lo que realmente era. Esto le
genera mucho dolor, Aimee trata de rescatarlo y todo se va de las manos, casi chocan, Aimee sale
lastimada, y a pesar de eso ella sigue desesperadamente tratando de cuidarlo. El empieza a tomar
conciencia de que todo está mal, sin embargo quiere dejar de beber.
Sutter Keely
es un joven de 18 años, sus padres están separados, su papa que es alcohólico y engaño a
su mama y los abandono, su mama no fue quien lo hecho de la casa a pesar de la
infidelidad, por lo que presumo que es codependiente. Estaba de novio con Cassidy, quien
también toma alcohol en exceso cuando van a fiestas.
Posee un vaso, como los que dan en los lugares de comida rápida que le sirve para tomar
alcohol sin quedar en evidencia (o eso cree),y lo lleva siempre con él, como también una
petaca.
Su único amigo íntimo es Ricky; a quien cree que debe ayudar a conseguir sexo.
Sutter y los 4 síntomas de la adicción
o Obsesión: Su relación con el alcohol está en primer lugar.
o Consecuencias negativas: Sigue consumiendo alcohol a pesar que, cada vez, es
más evidente los problemas que le está trayendo a su vida.
Relación: Rompe con Cassidy, quien cree que es la novia perfecta “cuando
estamos juntos somos invencibles, todas las responsabilidades, todos los
problemas desaparecen cuando estoy contigo”. Cuando tiene la
posibilidad de recuperar la relación ella le plantea que “quiere proyectar
un futuro, que no se puede vivir de fiesta, que no puede vivir ebrio, que en
algún momento tienen que ponerse serio”; a lo que el se rehúsa. Prefiere
terminar con su novia, antes que terminar su relación con la bebida.
Trabajo: Ante una reducción de personal, el jefe le comunica a Sutter, la
decisión de dejarlo a él en el puesto, pero solo bajo el compromiso de no
volver a trabajar nunca más alcoholizado, ni siquiera un poco. Prefiere
perder el trabajo a perder el alcohol.
Estudio: le va mal en la escuela, corre riesgo de no graduarse. No le
preocupa ir a la universidad. Cuando su maestro lo confronta usa su
encanto y lo manipula para poder proseguir con su estilo de vida.
Salud física: a pesar de haber puesto su vida y la de Aimee en peligro sigue
bebiendo.
o Falta de control: es incapaz de controlarse o detener la conducta.
o Negación: Niega tener un problema. Manifiesta una ruptura con la realidad, no
recuerda el hecho de que el padre sea alcohólico. Aunque recuerda que su padre
le dio su primer cerveza a los 6 años. Cuando habla con su hermana, Holly sobre su
papa, Sutter expresa que la conducta del padre era grandiosa, mientras que su
hermana lo recuerda como vergonzoso. Responsabiliza a su mama de que su
padre se halla ido, cuando la realidad es que el padre los abandono cuando eran
pequeños. Más tarde cuando habla con su jefe, responsabiliza a su padre por su
conducta.
La negación busca evitar, reducir o prevenir la ansiedad cuando hay una amenaza,
cierra la conciencia a cosas que serian demasiado perturbadoras de saber. Es una
reacción instintiva y natural al dolor, a la perdida, y al cambio. Nos protege.
Sutter tiene rasgos de personalidad adictiva:
o Esta fuera de contacto con sus verdaderos sentimientos, bebe para mitigar el
malestar interior. Vacio interior. Al aislarse emocionalmente se dejan de sentir los
sentimientos incómodos, pero también los placenteros: “creía que si me mantenía
en guardia, si me enfocaba en otras cosas y en otras personas, si no podía sentir,
nada podía lastimarme, pero me equivoque, no solo oculte el dolor, oculte todo, lo
bueno y lo malo, hasta que no quedo nada”.
o Tiene un sistema de creencias adictiva; por un lado cree que es más importante la
imagen, “ser el alma de la fiesta” que lo que él es realmente.
o La imagen que tiene de su padre es que era muy sociable y divertido, cuando en
realidad era un alcohólico y un irresponsable, y la imagen de su madre, que es
aburrida, cuando es la que se hizo responsable de sus hijos y trabaja dobles
turnos.
o La madre utiliza frase del tipo “me recuerdas tanto a tu padre”, lo que afirman la
creencia que tiene Sutter, que su madre lo odia por parecerse al padre.
o Tiene la creencia que todos los matrimonios se divorcian, y que todos los adultos
son infelices.
o No le importa pensar en el futuro, prefiere el arreglo rápido. “el vive hoy”
o Hipersensibilidad a las críticas: cuando Marcus hace referencia que todo lo creían
un payaso lo descoloca, confronta como lo ve el resto de la gente, con la imagen
distorsionada que tenía sobre sí mismo. “todos nos conocían… todos nos amaban..
éramos una fuerza digna de considerar, no voy a decir que éramos el alma de la
fiesta, pero si, éramos el alma de las fiestas”
o Incapacidad para afrontar frustraciones, prefiere abandonar a frustrarse. Evita
tomar riesgos reales, como ir a la universidad o tener una relación seria con
Cassidy.
o Desidia consigo mismo, autoestima baja y lo manifiesta es su conducta auto
derrotista.
o Necesidades emocionales, sociales y espirituales insatisfechas: no puede
mostrarse íntimo ni siquiera con su mejor amigo, no abandona nunca su papel,
cuando cuenta algo más profundo lo hace racionalizándolo, o interrumpe con un
chiste. No puede establecer lazos duraderos y gratificantes con otras personas. Su
relación más estable es con la bebida.
o No tiene un propósito en la vida, no le interesa madurar ni convertirse en adulto,
se resiste a crecer.
Una característica de las personas propensas a la adicción es la fantasía que nunca
tendrá que hacerse responsable de sus actos
o Falta de respaldos sociales: Su madre trabaja mucho, no parece tener un control
de los horarios ni de la conducta de Sutter. Se niega a hablar del padre,
bloqueándole cualquier posibilidad de expresar sus emociones, duda, miedos,
confusión; y cuando él la increpa queriendo saber porque no le permite verlo, ella
le contesta “porque vives en mi casa, con mis reglas”
o Falta de internalización de un “buen padre”. Por haber crecido en una familia
disfuncional, no ha tenido la oportunidad de internalizarla.
El efecto del alcohol en Sutter: le ayuda a sentirse más aceptable, encubrir el temor a no
ser suficientemente bueno, tiene un lugar, un rol, el de ser el “divertido”. La bebida le
permite adormecer los sentimientos de soledad y abandono, “voy a llorar mi pena? No,
mientras tanto porque no divertirme yo también.” Se niega a sentir el dolor, en cambio
sale a “divertirse” y usa el alcohol como alterador del estado de ánimo.
Evita asumir la ausencia de alegría y autentico placer en su vida. Adormece los
sentimientos de impotencia y desvalimiento. El pasado no puede acosarlo.
Introduce a Amiee en el alcohol, necesita un aliado. Lo mismo había hecho con Cassidy
lo manifiesta cuando en el baile de graduación Cassidy dice “ella es linda, ya la hiciste
alcohólica?”
Después del accidente se da cuenta que es una mala influencia, y decide alejar a
Aimee de su vida por su bien. Prefiere, otra vez abandonar una relación, a cambiar.
Aimee Finecki:
Aimee es una joven de 18 años. El padre de Aimee era adicto a drogas legales, las que le
causaron la muerte. La madre está en pareja.
Supongo que Aimee es codependiente; por haber crecido en una familia disfuncional, y
haber estado en una relación cercana con un adicto.
Manifiesta baja auto estima, incapacidad de iniciar o participar en relaciones amorosas. no
es popular, tiene una sola amiga Kristal quien considera a Aimee muy frágil, y cree que
tiene que protegerla.
Nunca tuvo novio, no se siente bella ni deseada, a medida que Sutter se acercaba mas,
intentaba autosaboterarse. Le preguntaba si realmente quería ir al baile con ella, le dice
que entendería si se arrepintió; ya en el después de descubrir a Sutter mirando a Cassidy,
lo mando a bailar con ella. Lo típico es que el adicto a la relación se aferre a un compañero
que no le puede brindar muchas de las cualidades habituales en una relación, como
seguridad, intimidad, constancia; ya que él mismo es adicto, o le tiene fobia a la intimidad.
Es además una forma de evitar los propios problemas con la intimidad, y refuerza la
creencia esencial de “yo no soy bastante”
Los codependientes buscan el amor, la aprobación, y la seguridad emocional que las
personas criterio no pudieron darle cuando la necesitaban de niño, y repiten el ciclo
buscando esto en personas que también son incapaces de dar aquello que necesitan.
Reemplaza el objeto de codependencia de su mama hacia Sutter
El abandono emocional o físico deja una sensación interior de no ser digno de ser amado.
No se siente amada pero se conforma con sentirse necesaria. Le encanta la idea de que
Sutter le pida ayuda para Matemáticas, que lo acompañe a una cena. La mayoría de los
codependientes quiere desesperadamente que alguien los rescate de la soledad, del
aislamiento y el dolor, a quien sea.
Es una rescatadora, se siente responsable de su madre. Cuando hace el reparto de los
diarios, tarea que le corresponde a su mama, para “ayudarla” y la justifica “porque se
acostó tarde”, sin embargo luego hace referencia que lo hace varios días a la semana.
También se pone de manifiesto cuando le cuenta a Sutter que tiene una beca para ir a
estudiar a Filadelfia, pero que no cree que la madre la deje ir, porque TIENE que ayudarla,
y la justifica diciendo que “es una mujer sola”.
Los codependientes sienten que solo tienen valor si hacen cosas por los demás o cuidan
de ellos de modo que nunca dicen No, al igual que Amiee.
Para agradar a Sutter comienza a tomar alcohol con él. A su vez se vuelve facilitadora, lo
apaña en su adicción.
Necesita sentir que puede CONTROLAR, su vida, tiene un plan ideado para que no falle su
matrimonio, es estructurada, estudiosa, comedida, necesita tener el control.
Cuenta como murió su papa en una cena en la casa de Holly, frente a personas que no
conoce, sin manifestar ninguna emoción, además aclara que el papa era un hombre muy
bueno. No repara de la magnitud de lo que está contando, pero dice que “está bien”.
En las familias disfuncionales, y más aun cuando tienen un historial de adicción, se
rechazan los sentimientos, no se permite sentir o bien los sentimientos de no cuentan, no
se los escucha, de modo que la misma persona deja de escucharlos. En cambio se pasa la
vida inquietándose por los sentimientos de otros, tratando de componer los sentimientos
de otras personas. Cuando Sutter se altera, siente que tiene que hacer algo, que su
responsabilidad que él se sienta bien, que se sienta amado. Esto es solo una ilusión de
control, ya que nadie hace que otro sienta nada; nadie es responsable de los sentimientos
de otra persona. Somos responsables de nuestros propios sentimientos.
Aun un cuando casi chocan con el auto, su primera reacción es preocuparse por él y su
bienestar, no repara en ella. Luego de ser efectivamente arrollada por un coche, cuando el
va a verla, minimiza el hecho, se preocupa más por el bienestar de él. Le dice “está bien,
hagamos de cuenta que esto nunca paso” se resiste a tomar conciencia de la gravedad de
lo que paso. Lo único que le importa es no “perderlo”, “tú eres todo lo que me importa”.