El Jugar y Su Relevancia en La Subjetividad

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 8

El jugar y su relevancia en la subjetividad.

Jugar en la niñez, jugar en la adolescencia, sus diferencias y continuidades - Nora Inés Dolagaray

Introducción

En esta clase tenemos la intención de identificar las condiciones de la constitución subjetiva que
potencian el juego creativo; comprender la importancia de la agresión como desencadenante del
sentimiento de culpa y la necesidad de reparación y reconstrucción creativa; analizar las
interferencias en el desarrollo que constituyen al “niño antisocial”, y comprender la delincuencia
como consecuencia de las “carencias de vida hogareña”.

Consideraremos especialmente los aportes de Donald Winnicott (1896-1971) psicoanalista ingles


que en su experiencia inicial como médico pediatra trabajó con los niños de la guerra mundial que
quedaron huérfanos o fueron evacuados en instituciones para su resguardo; esta experiencia le
permitió constituir una original explicación del jugar como proceso constitutivo de la subjetividad.

Antes de la largada…

“Un niño, juega. Esa se nos antoja una de las características

fundamentales, si no la principal, de eso de ser niño. Casi como

decir que un adulto habla, pelea, se enamora, odia... Y es que el

niño en su jugar habla, pelea, ama y odia. Es natural, pues, decir

que un niño, juega (González Campos, 2001)1”.

Necesitamos iniciar puntualizando una característica de lo humano que no todos estamos


dispuestos a reconocer y que es nuestra tendencia a la destructividad; ser conscientes de ello, o
negarlo, es la diferencia entre lo que consideramos una personalidad integrada o no, mientras solo
podamos aceptar que las dificultades en los vínculos humanos son el resultado de las acciones o
actitudes de los otros transitaremos un camino de empobrecimiento yoico y predisposición a la
enfermedad mental.

En el mundo social nuestro trabajo con otros, o destinado a otros, puede tomar un rumbo
diferente cuando lo pensamos en el entramado con nuestras propias dificultades y la
potencialidad que nos aporta sabernos vulnerados frente al desafío de la presencia del otro,
especialmente cuando se trata de un otro en dificultades serias.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

1. Eduardo Gonzalez Campos. Fort-da. Revista de Psicoanálisis con niños. Nº 5 2001.


¿Cómo se origina la potencialidad de jugar?

Desde la dimensión psicológica es imposible eludir que en el principio siempre estuvo “mamá”2, lo
que compartiremos hoy habla mucho acerca de la contribución de la madre a la sociedad. “Madre
suficientemente buena” dispuesta a deponer todo otro interés en su vida por dedicarse
exclusivamente a su recién nacido. Dedicación absoluta- dependencia absoluta.

Erikson (2000) llama diálogo lúdico a ese vínculo a través del cual el adulto cuida e incluye en la
cultura a los niños. Señala que se van dando asimilaciones mutuas en la pareja de crianza que dan
lugar a que se vayan conociendo y desarrollando conjuntamente pautas somáticas, mentales y
sociales. Cuando el diálogo está logrado se observará en los pequeños, una alimentación fácil,
sueño profundo y mirada atenta y sensible a la comunicación verbal y gestual. Los niños pequeños
van aprendiendo, también, a comprender las conductas y las emociones de los otros y el entorno
social en el que viven.3 (Moreau de Linares, 2012. Pág. 75).

Ingredientes del jugar

1° Omnipotencia

Decimos, siguiendo a Winnicott4, que en la primera etapa del desarrollo infantil el niño no se
distingue de su madre en tanto depende absolutamente de los cuidados que ella le brinda con
absoluta dedicación. Cuando no existen intrusiones o interferencias en esta armónica vinculación,
que depende absolutamente de la capacidad empática de la madre, el infante siente una total
omnipotencia en tanto la madre buena que lo atiende es su obra, lo desea y lo tiene, como parte
de él mismo.

2° Descarga destructiva

La sobre excitación en el vínculo inicial de parte del bebé provoca descargas intensas que pueden
dañar a la madre buena aun antes de que el bebé se sepa como sujeto independiente de ella. Esta
descarga destructiva, nos conecta con algo específico del funcionamiento psicológico del bebé: su
manifestación destructiva que es puro amor extravagante.

----------------------------------------------------------------------
2 Mamá es función materna, objeto maternante -no necesariamente madre biológica- cuidados y atenciones destinados al

equilibrio armónico de la satisfacción del bebé.

3 Moreau de Linares, Lucía (2012) Buscando sentidos para la crianza y la educación de los niños pequeños. En: Grandes temas para

los más pequeños. Acerca de la complejidad de la educación en los primeros años. Compilado por Mercedes Mayol Lassalle.

Puerto Creativo Buenos Aires ISBN 978-987-24354-6-2

4 Winnicott, D. 1961 La teoría de la relación entre progenitores e infante. En Los procesos de maduración y el ambiente facilitador.

Paidós. Biblioteca de psicología Profunda. Buenos Aires Pág. 47


3° Aprender a dar señales

En una segunda etapa del desarrollo cuando el niño ya se diferencia de la madre como un sujeto
independiente de ella, la empatía de la madre ya no es de adaptación absoluta y es necesario que
el niño emita señales para expresar sus necesidades. Esta desadaptación relativa de la madre a las
necesidades del niño, es necesaria y saludable, en tanto la madre sana permite la expresión del
enojo del bebé cuando no recibe la satisfacción inmediata a sus requerimientos.

4° Experiencia de mutualidad

Los berrinches y enojos alrededor de los 7 u 8 meses de vida le permiten al niño comprobar que
no tienen efecto destructivo porque su madre sigue ahí y le permite a él seguir siendo. Lo que
retroalimenta su omnipotencia pero ahora puede él también gratificar a la madre, con un “acto de
agradecimiento” colocando sus deditos en la boca de la madre cuando esta lo amamanta, se
identifica con la madre y hace con ella lo mismo que ella hace con él.

5° Confianza

La omnipotencia de cuando mamá y bebé estaban fusionados es ahora la confianza que siente el
bebé en que su madre no desaparece aunque ya no esté tan adaptada a sus necesidades.

6° Sentimiento de culpa

La rabia, las acciones destructivas del bebé que se enoja, le permiten expresar un incipiente
sentimiento de culpa que nace de la tolerancia de los impulsos destructivos en la forma primitiva
del amor y reorientar su vinculación hacia un acto creativo que es la capacidad de reparar el daño
provocado. Comprobar que su madre sigue ahí fortalece este proceso ambivalente a la vez que
productivo de significaciones acerca del vínculo con su madre.

En síntesis

Omnipotencia, por su capacidad de satisfacción de sus necesidades; diferenciación yo, no-yo, la


madre como persona aparte del bebé que permanece ahí a pesar de los embates destructivos que
le madre tolera, resulta en confianza básica y capacidad para estar a solas en tanto se ha
identificado con su madre y ha internalizado sus cuidados; sentimiento de culpa por
reconocimiento de sus pulsiones destructivas en el marco del amor y tendencia a la reparación
como actividad constructiva y creativa. Es la dinámica psicológica que permite la emergencia del
jugar.

El juego en el niño sano es juego creativo

¿Cuál es la primera creación del niño? Un objeto que no existe, es creado por una significación que
le es asignada, es el origen del simbolismo que describe el viaje del niño, desde lo subjetivo puro
hasta la objetividad. Lo llamamos objeto transicional (trozo de frazada, etcétera) es lo que vemos
de ese viaje de progreso hacia la experiencia. Es una necesidad absoluta a la hora de acostarse, o
en momentos de soledad, o cuando existe el peligro de un estado de ánimo deprimido.
(Winnicott, 1951. Pág. 21).
El objeto transicional es la madre y él fusionados, representa ese vínculo, es una creación.
(Winnicott, 1951. Pág. 23). Este objeto tiene ciertas cualidades: es amado, odiado y mutilado a la
vez; nunca debe cambiar a menos que lo cambie el propio bebé; es esperable que en su destino
sufra una descarga gradual y pierda significación.

El juego es liberador

Zona de descanso. En la misma dirección, el jugar en su función esencial, aquella que consiste en
crear y además mantener un espacio entre la realidad interna y externa, espacio en el cual los
fantasmas puedan desplegarse. (Nin, A. 2006. Pág. 216)

La tercera parte de la vida de un ser humano, (…) es una zona intermedia de experiencia a la cual
contribuyen la realidad interior y la vida exterior. Se trata de una zona que no es objeto de desafío
alguno, porque no se le presentan exigencias, salvo la de que exista como lugar de descanso para
un individuo dedicado a la perpetua tarea humana de mantener separadas y a la vez
interrelacionadas la realidad interna y la exterior. (…) existe un estado intermedio entre la
incapacidad del bebé para reconocer y aceptar la realidad, y su creciente capacidad para ello y ese
estado es el juego desplegado en el espacio transicional. (Winnicott, 1951. Pág. 19).

Dificultades y vulnerabilidad

¿Y cuando hay dificultades? Cuando el contexto que rodea al niño no favorece esas acciones de
comprensión mutua y cotidiana, las señales que recibe carecen de sentido transformándose en
elementos que lo desbordan y lo angustian y el entorno se convierte en incomprensible. Entonces,
son muchas las formas de vulnerabilidad infantil: no cuidarlo, no enseñarle, no entenderlo,
generan trastornos en los niños (Moreau de Linares, 2012. Pág. 76)

La agresión: ¿siempre es una dificultad?

La agresión tiene dos significados: por un lado, es directa o indirectamente una reacción ante la
frustración; por el otro, es una de las dos fuentes principales de energía que posee el individuo.
Estos golpes casuales y tempranos que da por casualidad inducen al bebé a descubrir el mundo
exterior, distinto de su self, y a empezar a relacionarse con los objetos externos. Por lo tanto esa
conducta, que pronto será agresiva, al principio es un mero impulso que conduce a un movimiento
y a los comienzos de la exploración del mundo exterior. Siempre existe este tipo de vínculo entre
la agresión y el establecimiento de una diferenciación neta entre lo que es el self y lo que no es el
self. (Winnicott, 19905 ).

En un proceso de desarrollo sano, las ideas destructivas (conscientes e inconscientes), y las


reacciones que ellas provocan, aparecen en los sueños y juegos del niño y en la agresión dirigida
contra aquellos elementos de su ambiente inmediato que considera dignos de ser destruidos.
Las manifestaciones de la agresión

El contraste entre el niño audaz y el tímido. El primero expresa abiertamente la agresión y la


hostilidad y se alivia; el segundo tiende a no encontrar agresión en sí mismo sino en otra parte, y a
asustarse de ella o esperar con aprensión su venida desde el exterior. El primero es un niño
afortunado, porque descubre que la hostilidad expresada es limitada y gastable; el segundo nunca
llega hasta un punto final satisfactorio, sino que persiste en dar por sentado que tendrá
dificultades... y a veces las tiene realmente. El contraste entre el niño que se vuelve agresivo con
facilidad y el que retiene la agresión "dentro de sí mismo", convirtiéndose en un niño tenso,
formal y excesivamente controlado. La consecuencia natural de esta segunda actitud es cierta
inhibición de todos los impulsos y, por ende, también de la Creatividad. Algunos niños presentan
una clara tendencia a ver en la agresión ajena un reflejo de sus propios impulsos agresivos
controlados (o sea, reprimidos). (…)En tal caso, nos encontramos ante un niño que siempre espera
ser perseguido y quizá se vuelve agresivo en defensa propia.

La agresión en el juego y en el sueño

Los sueños constituyen una alternativa más madura para la conducta agresiva. El soñante destruye
y mata en su fantasía; este tipo de sueño va asociado a diversos grados de excitación corporal y no
es un mero ejercicio intelectual, sino una experiencia real. El niño que es capaz de manejar sus
sueños se está preparando para todo tipo de juego, ya sea a solas o con otros niños. Salta a la vista
el papel importante que desempeña la aceptación de los símbolos en el desarrollo sano del niño.
Un objeto "representa" a otro, proporcionando así un gran alivio frente a los crudos y
desagradables conflictos que genera la verdad desnuda. El juego se basa en la aceptación de
símbolos y por consiguiente, encierra posibilidades infinitas. Gracias a él, el niño puede
experimentar cuanto encuentre en su realidad psíquica interior, que es la base de su creciente
sentido de identidad. Allí habrá amor, pero también agresión.

Un niño y otro

¿Cómo es un niño normal?

¿Simplemente come, crece y sonríe dulcemente? No, no es así. Un niño normal, si tiene confianza
en el padre y en la madre, actúa sin ningún freno. Con el correr del tiempo, pone a prueba su
poder para desintegrar, destruir, atemorizar, agotar, desperdiciar, trampear y apoderarse de lo
que le interesa. Todo lo que lleva a la gente a los tribunales (o a los manicomios) tiene su
equivalente normal en la infancia y la niñez, y en la relación del niño con su propio hogar. Si el
hogar es capaz de soportar todo lo que el niño hace por desbaratarlo, éste puede ponerse a jugar,
no sin haber hecho antes toda suerte de verificaciones, sobre todo si tiene alguna duda en cuanto
a la estabilidad de la relación entre los padres y del hogar. Al principio el niño necesita tener
conciencia de un marco para sentirse libre, y para poder jugar, hacer sus propios dibujos, ser un
niño irresponsable. Necesita indispensablemente vivir en un círculo de amor y fortaleza (con la
consiguiente tolerancia) para que no experimente demasiado temor frente a sus propios
sentimientos y sus fantasías y pueda progresar en su desarrollo emocional. (Winnicott, 1990, Pág.
78)
¿Qué le pasa a un niño antisocial?

No es necesariamente una enfermedad que el niño se comporte en forma antisocial, y a veces la


conducta antisocial no es otra cosa que un S.O.S. en busca del control ejercido por personas
fuertes, cariñosas y seguras. La mayoría de los delincuentes son en cierta medida enfermos
porque el sentimiento de seguridad no se estableció suficientemente en los primeros años de vida
del niño como para que éste lo incorpore a sus creencias. Un niño antisocial puede mejorar
aparentemente bajo un manejo firme, pero si se le otorga libertad no tarda en sentir la amenaza
de la locura. De modo que vuelve a atacar a la sociedad (sin saber qué está haciendo) a fin de
restablecer el control exterior. (Winnicott, 1990, Pág. 79)

¿Cómo entender la delincuencia?

El delito provoca sentimientos públicos de venganza. La venganza pública podría significar algo
muy peligroso si no existiera la ley y quienes la aplican. Particularmente cuando actúan en los
tribunales, los jueces dan expresión a los sentimientos públicos de venganza, y sólo en esa forma
es posible sentar las bases para un tratamiento humanitario del delincuente. Desde la dimensión
psicológica entendemos los niños antisociales y la relación de la delincuencia con la carencia de
vida hogareña. (Winnicott, 1990, Pág. 77)

Niños antisociales en el albergue…

En albergues para los llamados inadaptados, es posible trabajar con una finalidad terapéutica, y
ello establece una gran diferencia. Los fracasos eventualmente llegan a los tribunales, pero los
éxitos se convierten en ciudadanos. Desde luego, el trabajo realizado en estos albergues con pocos
niños y personal adecuado está a cargo de los custodios. Estos deben ser idóneos desde el
comienzo, pero necesitan educación y oportunidades para revisar su labor a medida que la
realizan. (Winnicott, 1990. Pág. 80)

Juegos de muerte…del niño al adolescente

El adolescente, en su tránsito normal hacia la adultez deberá atravesar un proceso de


desidentificación de sus objetos y valores de infancia, así como del modelo intrafamiliar para
poder, luego, identificarse con los nuevos objetos. La hipótesis que propongo para la reflexión es
que en aquellos casos en los cuales el poder de la violencia –ya sea ruidosa o silenciosa– resulta
habilitada y habilitante por la familia y la sociedad, puede dar lugar a la persistencia del Yo ideal y
a una organización deficitaria de los aspectos normativos del Superyó.(Yardino, 2004. Pág.435)
Cuando la crisis se agudiza, sus compañeros y pares le aportan al adolescente una respuesta
tranquilizadora a su conflicto de identidad. Aunque se trate de una respuesta parcial, de una
identidad grupal, colectiva y que todavía no reposa sobre su individualidad al menos constituye
una respuesta. Se produce así una fuerte atracción por lo idéntico que actúa contra la exigencia de
diferenciación y puede eventualmente transformarse en fascinación, con una intolerancia o
incapacidad para aceptar las diferencias. Algunos grupos tienen una clara finalidad destructiva,
donde la fantasía del parricidio llega a un punto culminante. Cuando subyace la fantasía del héroe
omnipotente y el grupo se transforma en una pandilla, se desafía a los otros, en general con un
preámbulo de intensas ingestas de alcohol o de otras drogas, que lo llevan a pelear y medir
fuerzas. (Nin, 2006. Pág. 220)

La fuerza del grupo frente al desvalimiento

Por la pertenencia a una tribu urbana, por un cuadro de fútbol o por un colegio…Esta fantasía de
dominio, de poder, de omnipotencia, combate justamente la fantasía antagónica de desvalimiento
y abandono, buscándose un chivo expiatorio que pueda materializar a través de un
desplazamiento las fantasías de parricidio. La agresividad y violencia generada por la actuación de
estos grupos puede finalizar en un juego de muerte, que si bien ésta no es necesariamente
buscada, es encontrada debido a la pérdida de límites que genera la situación del propio contexto
grupal.

Y volvemos al juego…

Jugar en la adolescencia creando ese espacio intermedio (transicional) implica una transformación
del juego infantil porque se convierte en un lenguaje de acción. La capacidad del adolescente de
mantener viva “el área intermedia de experiencia” le permite jugar con sus fantasmas, dejarse
llevar por sus ensueños y fantasías que a veces quedan en el plano de la imaginación y otras veces
quedan plasmadas en poesías, prosa, diarios íntimos que implica un salto cualitativo en su
creatividad.(Nin, 2006, Pág.217)

¿Y los que no lo consiguen?

(…) los grupos que delinquen, pueden ser grupos de amigos íntimos que salen borrachos a romper
cualquier objeto que esté en el ámbito de la ciudad o las bandas organizadas que salen a robar
para comprar droga, lo que muestran es un lento y mortífero proceso que lleva a una forma
antisocial de estar en el mundo. Cuando el grupo vandálico se mueve con objetivos más
destructivos, realiza una “identificación proyectiva” patológica y masiva, ya que es necesario
depender absolutamente del grupo para subsistir. El deseo de pertenencia llevado a un extremo,
hace que el individuo desaparezca como tal y el código del grupo se impone. (Nin, 2006. Pág. 221)

Si hay creación hay reparación

Cuando hay reparación creativa de los efectos del actuar destructivo las posibilidades del
enriquecimiento yoico se amplían de modo semejante a lo que significa la experiencia de juego y
se extiende a todo potencial creativo en el marco de la cultura, en ese campo intermedio entre el
yo y el objeto que otorga nuevos destinos a los anclajes pulsionales y a sus procesamientos.

---------------------------------------------------------------------------------------

Bibliografía de referencia

Moreau de Linares, Lucía (2012) Buscando sentidos para la crianza y la educación de

los niños pequeños. En: Grandes temas para los más pequeños. Acerca de la

complejidad de la educación en los primeros años. Compilado por Mercedes Mayol


Lassalle. Puerto Creativo Buenos Aires ISBN 978-987-24354-6-2

Nin, Álvaro (2006) Juegos de vida-juegos de muerte en la adolescencia Revista

Uruguaya de Psicoanálisis 2006; 103 : 215 - 230

Yardino, Stella (2004) “Jugar a Matar”. Acerca de los efectos de la violencia en el

proceso de subjetivación y en la práctica clínica Psicoanálisis APdeBA - Vol. XXVI - Nº 2

Eduardo Gonzalez Campos. (2001) Fort-da. Revista de Psicoanálisis con niños. Nº 5

2001.

Winnicott, D. (1990) Deprivación y delincuencia. Compilado por Clare Winnicott,

Shepherd y Madeleine Davis. 1º Edición 1990 Impreso en la Argentina. Editorial Paidós

SAICF Defensa 599, Buenos Aires

Winnicott, D. (1969) La experiencia de mutualidad entre la madre y el bebé. En:

Exploraciones psicoanalíticas I. Paidós. Psicología Profunda. 4° Reimpresión. Buenos

Aires.

Winnicott, D. (1964) Las raíces de la agresión. Obras completas. www.psikolobro.com

Winnicott, D. (1961) La teoría de la relación entre progenitores e infante. En Los

procesos de maduración y el ambiente facilitador. Paidós. Biblioteca de psicología

Profunda. Buenos AiresPág. 47

Winnicott, D. (1960). Agresión, culpa y reparación. Obras completas.

www.psickolibro.com

Winnicott, D. (1951) Realidad y juego. Tercera reimpresión 1989. Editorial Gedisa.

Página 19

También podría gustarte