Guía Los Deseos Ridículos

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Lenguaje y Comunicación

Guía: Comprensión Lectora

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Fecha: _________________
Objetivo: Utilizar diversas estrategias para mejorar la comprensión lectora de un texto narrativo, en un
ambiente de tolerancia, respeto y comprensión.

Instrucciones: Lea atentamente y responda según lo pedido en las siguientes actividades que están a
continuación, recuerde cuidar la ortografía.

Los Deseos Ridículos


Charles Perrault

Si fuerais menos razonable me guardaría mucho de contaros esta fábula loca y poco galante que voy a
relataros.

De una vara de longaniza es la materia.

-¡Una vara de longaniza! ¡Piedad, querida mía! ¡Qué horror! -gritaría una Preciosa, que, siempre tierna y
seria, no quiere oír hablar más que de los asuntos del corazón. Pero a vos que sabéis contar más
cautivadoramente que nadie y con esa expresión tan natural que nos parece estar viendo lo que
escuchamos, que sabéis que en la manera en que está inventada una cosa está la belleza, más aún que en
la materia del cuento; a vos os gustará mi fábula y su moralidad. Me atrevo a deciros que estoy
plenamente convencido.

Érase una vez un pobre leñador que estaba harto de la vida tan penosa que llevaba y solía decir que tenía
ganas de ir a reposar a los bordes del Aqueronte; porque veía que, en su profundo dolor, jamás el Cielo
cruel no había querido concederle ni uno de sus deseos.

Un día que se quejaba en el bosque, Júpiter, con el rayo en la mano, se le apareció; difícilmente podría
pintar el miedo que sobrecogió al buen hombre.

-No quiero nada -exclamó, arrojándose al suelo-; no deseo nada, ni truenos ni nada. Vamos a hablar,
Señor, de igual a igual.

-Deja de temblar -le dijo Júpiter-; vengo compadecido de tus quejas, para demostrarte que eres injusto en
tus quejas. Escucha. Yo te prometo, yo que soy el dueño soberano del mundo entero, atender plenamente
tus tres primeros deseos, los primeros que quieras formular sobre cualquier cosa. Mira bien lo que pueda
satisfacerte, y como tu felicidad depende de tus votos, piénsalo bien antes de formular tus deseos.

En diciendo estas palabras, Júpiter ascendió a los Cielos, y el leñador, muy contento, echándose el haz de
leña a la espalda, emprendió el camino de regreso. Nunca le pareció la carga menos pesada.

-No hay que obrar a la ligera -decía trotando-. El caso es importante; hay que pedir consejo a la parienta.

Cuando entró bajo el techo de la cabaña la carga de helechos, le dijo:

-Fanchon, hagamos un buen fuego y una buena comida; somos muy ricos. Y sólo necesitamos formular
nuestros deseos.
Y allí, punto por punto, le cuenta todo lo sucedido. Al oír su relato, la esposa, viva y presurosa, concibe
mil proyectos en su mente; pero considerando la importancia de conducirse con prudencia, le dice a su
esposo:

-Blas, amigo mío, para no cometer una tontería debido a nuestra impaciencia, examinemos juntos lo que
nos conviene hacer en una situación así. Dejemos para mañana nuestro primer deseo y consultemos con la
almohada.

-Estoy de acuerdo -dice el buen Blas-. Anda, vete y trae vino añejo.

Cuando volvió con él, bebió y, saboreando cómodamente, cerca del fuego, aquel dulce reposo, dijo
apoyándose en el respaldo de su silla:

-¡Con estas brasas tan buenas, qué bien vendría una vara de longaniza!

Apenas acabó de pronunciar estas palabras, que su mujer, muy asombrada, vio una larga longaniza que,
saliendo de una esquina de la chimenea, se aproximaba a ella serpenteando. Al instante lanzó un grito;
pero juzgando que esta aventura tenía por causa el deseo que, por pura torpeza, había formulado el
imprudente de su marido, no hubo injuria, ni pulla, ni improperio que, hecha una furia, no dijera a su
pobre marido.

-¡Cuando se podría obtener un Imperio, oro, perlas, rubíes, diamantes, vestidos! ¿Y no se te ocurre desear
más que una longaniza?

-Bueno, me he equivocado -dijo-. Mi elección ha sido desacertada. He cometido una gran falta; lo haré
mejor la próxima vez.

-Bueno, bueno -repuso ella-. Espérame sentado. ¡Se necesita ser un animal para formular ese deseo!

El esposo, más de una vez, llevado de la cólera, se sintió tentado de formular un deseo mudo. Y, dicho
entre nosotros, habría sido lo mejor que hubiera podido hacer.

-Los hombres -se decía- hemos venido al mundo a padecer. ¡Maldita sea la longaniza, plegue a Dios,
maldita pécora que se te quede colgada de la nariz!

Esta súplica, al instante, fue escuchada por el Cielo y, apenas el marido profirió sus palabras, la vara de
longaniza se quedó pegada a su nariz. Este prodigio imprevisto irritó muchísimo a Fanchon. Fanchon era
bonita, muy graciosa, y a decir verdad este adorno en su nariz no hacía buen efecto, salvo que al colgarla
sobre la boca la impedía hablar tranquilamente, lo cual era una ventaja para su esposo, tan grande que en
aquel feliz momento pensó no desear más.

-Ya podría, -pensaba para su adentros-, después de una desgracia tan terrible, con el deseo que me queda,
convertirme de una vez en Rey. Desde luego, nada iguala la grandeza soberana, pero hay que pensar qué
tristeza tendría la Reina cuando, al sentarse en su trono, se viera con la nariz más larga que una vara. Voy
a ver qué dice y que decida ella si prefiere convertirse en una gran Princesa y conservar esa horrible nariz
o quedarse de simple leñadora con la nariz corriente, como las demás personas, tal como la tenía antes de
la desgracia.

Al fin, la cosa bien examinada, aun sabiendo que el poder que proporciona el cetro y la corona y que
cuando se está coronada siempre se tiene la nariz bien hecha, como no existe nada que posea la fuerza de
agradar, ella prefirió conservar su cofia antes que hacerse Reina y ser fea.
Así, pues, el leñador no cambió de estado, no se convirtió en un potentado, no llenó su bolsa de escudos,
y fue feliz de emplear el deseo que le quedaba para volver a su mujer a su primitivo estado, débil
felicidad, pobre recurso.

Qué cierto es que los hombres miserables, ciegos, imprudentes y variables no deben formular deseo
alguno, y qué pocos hay entre ellos que sean capaces de hacer buen uso de los dones que Dios les ha
concedido

FIN

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2. Responda las preguntas de acuerdo a lo aprendido en el cuento, recuerda organizar bien tus
ideas antes de escribir, debes ser cuidadoso al responder. (2pts. Cada pregunta)

1. Extraiga la idea principal del texto infantil “Los deseos Ridículos”.

2. ¿Cuántos y cuáles fueron los deseos que pidió el campesino?

3. ¿Cómo crees que actuó la esposa del campesino al pedir éste el primer deseo?
4. Si fueras tú el campesino, hubieras dejado así a la pobre mujer con longanizas en la nariz o hubieras
actuado como lo hizo él en el cuento, fundamenta tú respuesta.

3. Para ver cómo está tú compresión lectora, analizaremos el siguiente fragmento que está a
continuación, tienes que poner a prueba todos los conocimientos aprendidos anteriormente en clases.
(4pts. Cada pregunta)

“…dispuestos a celebrar la próxima dicha, marido y mujer se sentaron a la mesa.


Comieron sobriamente, pues eran muy escasas sus provisiones, y bebieron poco y
no de lo mejor, pues el vino que tenían era de bastante mala calidad. Cuando el
aldeano hubo vaciado el último vaso, exclamó llevado por su insaciable apetito:

—Pienso que no está en relación con nuestra futura vida la comida que hemos
tenido. No sé si es que el vinillo me ha abierto el apetito, pero te aseguro que de
buena gana me comería ahora unas cuantas longanizas.”

1.- ¿Dónde suceden los acontecimientos del fragmento?


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2.- ¿Por qué crees que el cuento se llama “Los deseos Ridículos”?
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