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Resumen Nutricion

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NUTRICIÓN EN LA ADOLESCENCIA

La adolescencia es uno de los períodos más fascinantes del desarrollo humano, pero
también supone retos importantes para el individuo. En general, se entiende como tal la
etapa de la vida comprendida entre los 12 y los 21 años, y se trata de un período en el
que tiene lugar una llamativa transformación fisiológica, psicológica y cognitiva, y en el
que el niño se convierte en adulto joven.

Dado que todos estos cambios tienen un efecto directo sobre las necesidades
nutricionales y las conductas dietéticas de los adolescentes, es importante que los
profesionales de la atención de salud tengan un conocimiento completo de la manera en
la que tales cambios relativos al desarrollo adolescente inciden en el estado nutricional.

CRECIMIENTO Y DESARROLLO

La pubertad es el período de rápido crecimiento durante el cual el niño se desarrolla


físicamente adquiriendo la capacidad de reproducción sexual. Se inicia con el aumento
de la producción de hormonas de la reproducción, es decir, de estrógenos, progesterona
y testosterona, y se caracteriza por la manifestación externa de los caracteres sexuales
secundarios, como son el desarrollo mamario en las mujeres y la aparición de vello
facial en los varones.

Cambios Psicológicos

La adolescencia aparece a menudo descrita como una etapa de conducta irracional. El


crecimiento físico de la pubertad transforma el cuerpo del adolescente y le otorga una
forma más parecida a la del adulto en el que se convertirá, llevando, en ocasiones, a
considerar que el desarrollo del adolescente se ha completado. Sin embargo, el
desarrollo social y emocional de la adolescencia lleva su tiempo.

Los adolescentes pueden optar por hacerse vegetarianos para diferenciarse de sus
padres, consumidores de carne, o para manifestar su preocupación moral y ética en
relación con el bienestar animal o el medio ambiente. La comida rápida es un fuerte
factor social para los adolescentes, pues la diferencia de sus padres y de generaciones
mayores.

El desarrollo cognitivo y emocional se comprende mejor cuando se considera dividido


en tres períodos: adolescencia temprana, adolescencia media y adolescencia tardía.
 Adolescencia temprana. tiene lugar entre los 13 y los 15 años y se caracteriza
debido a una preocupación por el tamaño y la forma del cuerpo, así como por la
imagen corporal como resultado del rápido crecimiento, además de un
mantenimiento de la confianza y del respeto por los adultos como figuras de
autoridad.
 Adolescencia media. se registra entre los 15 y los 17 años, y se caracteriza ya
que los adolescentes se ven condicionados en su comportamiento por un menor
número de individuos, a quienes están unidos más estrechamente, además por
una mayor independencia financiera, emocional y social, que conduce a una
capacidad mayor de toma independiente de decisiones en relación con la ingesta
de comidas y bebidas
 Adolescencia tardía tiene lugar entre los 18 y los 21 años, y se caracteriza por
un razonamiento abstracto plenamente desarrollado; sin embargo, los
adolescentes retoman patrones de pensamiento menos complejos cuando están
sometidos a tensión, además por un desarrollo de orientación al futuro y de
independencia social, emocional, económica y física de la familia cuando el
adolescente abandona el hogar familiar para ir a la universidad o por un trabajo
de jornada completa.

Madurez sexual

Para determinar la madurez sexual en la adolescencia se utiliza una escala de madurez


sexual (EMS), conocida también como etapas o estadios de Tanner, este método se
utiliza para la valoración clínica del grado de desarrollo sexual durante la pubertad.

 En los varones, la EMS se basa en el desarrollo de los genitales y del vello


púbico.
 En las mujeres, la EMS se valora en función del desarrollo mamario y del vello
púbico.
Tabla 1.Evaluación de la maduración sexual. Tanner J.M.
Crecimiento lineal

La velocidad de crecimiento físico durante la adolescencia es mucho mayor que en la


primera infancia. Ya que los adolescentes crecen en la pubertad el 20% de la que será su
talla adulta. El crecimiento lineal se produce durante los 4 a 7 años de desarrollo puberal
en la mayoría de los adolescentes; sin embargo, la mayor proporción de estatura se gana
en el período de 18 a 24 meses conocido como estirón puberal.

Los incrementos en altura van acompañados de incrementos del peso durante la


pubertad. Los adolescentes ganan entre un 40 y un 50% de su peso adulto durante la
adolescencia.

Los hombres ganan dos veces más tejido adiposo que las mujeres, lo cual existe una
gran diferencia en cuanto a un porcentaje de grasa corporal y masa corporal.

NECESIDADES NUTRICIONALES

Las ingestas dietéticas de referencia (IDR) para adolescentes se establecen en función


de la edad y del sexo, ya que proporcionan una estimación de las necesidades
energéticas y nutricionales del adolescente. Estas necesidades varían considerablemente
entre individuos, debido a diferencias en cuanto a composición corporal, grado de
maduración física y nivel de actividad física.

Energía. En la ingesta energética adecuada en la adolescencia, es necesaria debido a


una valoración de la actividad física de cada individuo. Las necesidades energéticas
tienen en cuenta cuatro niveles de actividad física: sedentario, poco activo, activo y muy
activo, que reflejan la energía consumida en actividades que no son las habituales de la
vida diaria.

La ingesta de energía excesiva en los adolescentes se debe por alimentos con calorías
discrecionales como: edulcorantes añadidos que se consumen en forma de refrescos y
golosinas, así como en la ingesta de grasas añadidas, que se consumen en forma de
aperitivos y alimentos fritos.

Proteínas. En la adolescencia, las necesidades proteicas varían según el grado de


madurez física. Las IDR para las proteínas se debe tomar en cuenta ya que permitan un
adecuado crecimiento puberal y un equilibrio positivo de nitrógeno.

En el adolescente una ingesta proteica inadecuada puede dar lugar a pérdida de peso,
pérdida de masa corporal y alteraciones de la composición corporal.

Hidratos de Carbono y Fibra. Los adolescentes y que se encuentran en una etapa de


crecimiento necesitan hidratos de carbono adicionales para mantener una adecuada
ingesta energética.

Los cereales integrales debe ser la fuente preferida de hidratos de carbono, ya que estos
alimentos proporcionan vitaminas, minerales y fibra. Pero no es así ya que en los
adolescentes la ingesta de fibra e hidratos de carbonos integrales de los jóvenes es baja,
debido a que comen comida rápida o alimentos dañinos.

Grasas. La ingesta de grasas en la adolescencia debe ser 30-35% de la ingesta calórica


total y que los ácidos grasos saturados sean solo de un 10% de las calorías.

Es recomendable que la ingesta de grasas sea en ácidos grasos con Omega 6 y Omega 3,
ya que ayudan al crecimiento y desarrollo del adolecente y además de reducir el riesgo
de enfermedad crónica más adelante en su vida.
Vitaminas y minerales. Los adolescentes deben ingerir porciones elevadas de
micronutrientes, pues tales compuestos sostienen el desarrollo y el crecimiento físico
del individuo.

Los micronutrientes son especialmente importantes en la adolescencia ya que


intervienen en la síntesis de masa corporal, tejido óseo y eritrocitos.

CONDUCTAS Y HÁBITOS ALIMENTARIOS

Muchos adolescentes carecen de la capacidad necesaria para asociar sus hábitos


alimentarios con el riesgo de enfermedad en el futuro. Los adolescentes se centran más
en encajar entre sus iguales. Adoptan conductas que demuestran su búsqueda de
autonomía y que les hacen sentirse adultos, como beber alcohol, fumar o mantener
relaciones sexuales. La educación y el asesoramiento en materia de nutrición deben
centrarse en los efectos beneficiosos a corto plazo, como mejorar el rendimiento escolar,
tener buen aspecto y contar con más energía. Los mensajes deben ser positivos,
apropiados para la etapa del desarrollo del chico y concretos. Hay capacidades
específicas que constituyen conceptos clave que es necesario contemplar, como optar
por agua o la leche en lugar de por refrescos azucarados, comer carnes a la plancha en
lugar de fritas y, como acompañamiento, tomar patatas al horno en vez de fritas.
COMIDAS IRREGULARES Y TENTEMPIÉS
Saltarse alguna comida es una conducta frecuente entre adolescentes y que aumenta
durante esta etapa de la vida, porque los chicos tienden a dormir más, tratan de perder
peso restringiendo su ingesta calórica y han de habituarse a gestionar su ajetreada vida.
El desayuno es la comida que se saltan con mayor frecuencia. La costumbre de no
desayunar se ha asociado a salud deficiente, con IMC más alto, falta de concentración y
peor rendimiento escolar, así como a un incremento del riesgo de ingesta inadecuada de
nutrientes, especialmente de calcio y fibra. Los adolescentes que se saltan alguna
comida suelen picar algo entre horas para saciar el hambre, en lugar de comer a la hora
adecuada. Más de un tercio de todas las raciones de fruta de un día, aproximadamente
un cuarto de las raciones de cereales y leche, y alrededor del 15% de las raciones de
verduras son consumidos entre horas. Sin embargo, estos tentempiés también
proporcionan más de un tercio de las calorías discrecionales y azúcares añadidos, y
aproximadamente un cuarto de grasas sólidas. Los tentempiés que comen los
adolescentes son a menudo ricos en grasas añadidas, edulcorantes y sodio.
COMIDA RÁPIDA Y ALIMENTOS PREPARADOS
Se entiende aquí por alimentos preparados aquellos alimentos y bebidas que pueden
adquirirse en máquinas expendedoras, tiendas y puestos instalados en las escuelas,
restaurantes de comida rápida y pequeños comercios de alimentación. Dado que los
adolescentes pasan bastante tiempo en los alrededores de los colegios, los distintos tipos
de alimentos listos para su consumo disponibles en los recintos escolares y en los
alrededores tienen una gran influencia en sus patrones de consumo alimentario. Los
alimentos preparados suelen ser pobres en vitaminas, minerales y fibra, pero ricos en
calorías, grasas añadidas, edulcorantes y sodio Los profesionales de la salud deben
abstenerse de pedir a los adolescentes que no consuman este tipo de alimentos y, en
cambio, han de asesorarles sobre cómo elegir de forma sensata y saludable. Existen
algunas directrices generales que los adolescentes pueden recordar fácilmente, como,
por ejemplo, elegir tentempiés y productos de comida rápida con menos de 5 g de grasa
por ración.
COMIDAS FAMILIARES
Se ha observado que los adolescentes que comen en familia muestran un mejor
rendimiento académico y son menos propensos a caer en conductas de riesgo como el
consumo de alcohol y de tabaco que los coetáneos que no comen asiduamente con su
familia. Las comidas familiares no solo favorecen la comunicación entre los
adolescentes y sus padres, sino que, además, proporcionan un entorno ideal en el que
estos últimos pueden dar forma a opciones saludables en lo referente a lo que comen y
beben sus hijos y promover buenas actitudes en relación con la comida.
MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y PUBLICIDAD
La publicidad dirigida a los adolescentes se ha convertido en un negocio
multimillonario. Se estima que las principales compañías de comidas y bebidas del país
gastan 1.600 millones al año en promocionar sus productos entre los jóvenes. Las
compañías de comidas y bebidas promocionan sus productos entre los jóvenes
utilizando diferentes técnicas y múltiples plataformas.
DIETAS E IMAGEN CORPORAL
La preocupación por la imagen corporal es habitual durante la adolescencia. Muchos
chicos consideran que presentan sobrepeso a pesar de tener un peso normal, lo cual
denota un trastorno en la percepción de su imagen corporal. Una mala imagen corporal
puede conducir a problemas relacionados con el control del peso y al seguimiento de
dietas de
adelgazamiento. La prevalencia de dietas de adelgazamiento aumentaba con la edad
entre las mujeres, pero disminuía entre los varones. Los adolescentes han comenzado a
realizar ejercicio periódicamente, estas conductas pueden considerarse conductas
saludables de control de peso cuando se desarrollan con moderación y pueden ser el
punto de partida de la educación en nutrición y del asesoramiento para mejorar las
conductas de alimentación. Sin embargo, no todas las conductas alimentarias tienen el
potencial de mejorar la salud. Muchos adolescentes siguen dietas de alto riesgo y
pueden, por ello, caer en un deficiente estado nutricional y en una alimentación
desordenada.
CRIBANDO, VALORACIÓN Y ASESORAMIENTO NUTRICIONALES
Las directrices de los servicios de prevención para adolescentes recomiendan someter
anualmente a los chicos a un cribado de salud para determinar los factores de riesgo de
enfermedad aguda y crónica, con valoración del riesgo nutricional. El cribado
nutricional debe incluir la valoración de altura, peso e IMC, la detección de hábitos
dietéticos de alto riesgo potencial, como restricción calórica, vegetarianismo y alergias
alimentarias, y la evaluación de la presencia de anemia por deficiencia de hierro (solo
mujeres). El peso, la altura y el IMC deben ser trasladados a una gráfica aplicando las
tablas para IMC de los Centers for Disease Control and Prevention National Center for
Health Statistics, con objeto de determinar que el peso del individuo es el adecuado para
su altura. Aunque el IMC no es una medida directa de sobrepeso y, en consecuencia, no
puede utilizarse en la clínica para valorar la obesidad, guarda, sin embargo, una relación
directa con esta y es el método de cribado recomendado para valorar el peso en los
jóvenes. Un IMC por debajo del percentil 5 puede señalar la presencia de enfermedad
metabólica o crónica, déficit de crecimiento o trastorno alimentario. Todos los valores
de IMC que denotan riesgo de sobrepeso han de ser corroborados mediante la medición
directa de la grasa corporal, a fin de determinar si realmente existe ese exceso de grasa u
obesidad. Un adolescente con sobrepeso y con diabetes tipo 2 requiere un tratamiento
diferente que un adolescente al que se le ha diagnosticado anemia por deficiencia de
hierro. Para que un plan tenga éxito, el adolescente debe tener voluntad de cambio; por
consiguiente, es esencial una valoración del deseo de cambiar del adolescente.
SITUACIONES ESPECIALES
La preocupación por el propio peso corporal también hace que algunos adolescentes
asuman una dieta vegetariana, porque es una manera socialmente aceptada de reducir el
contenido graso de la dieta. Las dietas vegetarianas bien planificadas que incluyen
variedad de legumbres, frutos secos y cereales integrales pueden aportar los nutrientes
adecuados a aquellos adolescentes que han completado la mayor parte de su crecimiento
y desarrollo. Sin embargo, las dietas vegetarianas más restrictivas han de ser
contempladas con precaución, porque pueden ser indicativas del desarrollo de una
alimentación desordenada, ya que, en ocasiones, la dieta vegetariana es utilizada como
forma de ocultamiento de una restricción de la ingesta de alimentos. Este aumento del
riesgo de conductas no saludables para el control del peso parece persistir incluso
después de abandonar el estilo de alimentación vegetariana, lo que sugiere que, aunque
se trata de cuestiones relacionadas, las dietas vegetarianas probablemente no son causa
de alimentación desordenada, pero sí pueden representar un síntoma precoz. Los
adolescentes vegetarianos presentan a menudo ingestas elevadas de hierro, vitamina A y
fibra, e ingestas bajas de colesterol con la dieta. Las dietas vegetarianas que incluyen
huevos o productos lácteos son compatibles con las directrices dietéticas recomendadas
en EE. UU. y pueden satisfacer las IDR de todos los nutrientes. Las dietas veganas y
macrobióticas, que no incluyen productos animales de ningún tipo, no proporcionan
fuentes naturales de vitamina B12 y pueden ser deficitarias en calcio, vitamina D, cinc y
hierro. Por consiguiente, es obligado que los adolescentes veganos elijan alimentos
enriquecidos con estos nutrientes o que tomen algún suplemento
multivitamínicomineral a diario.
ALIMENTACIÓN DESORDENADA Y TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN
Se estima que el 10-20% de los adolescentes desarrollan conductas de alimentación
desordenada, como comer de forma compulsiva, conductas de atracón/purga, ejercicio
compensatorio o consumo abusivo de laxantes y diuréticos. Estas conductas no se
producen con frecuencia o regularidad suficiente para ser diagnosticadas como un
trastorno alimentario, pero, aun así, tienen importantes implicaciones para la salud del
adolescente. Los síntomas que pueden señalar la presencia de conductas de alimentación
desordenada son molestias gastrointestinales recurrentes, amenorrea o pérdida de peso
sin motivo. Se ha documentado que las mujeres con sobrepeso son dos veces más
propensas a incurrir en conductas de alimentación desordenada. Es fácil realizar un
cribado de desajustes alimentarios, que debe incluir preguntas sobre la insatisfacción
con la propia imagen corporal, miedo a llegar a ser obeso, frecuencia de dietas y de
ayuno, uso de laxantes y diuréticos, uso de pastillas para adelgazar, temor a comer
ciertos alimentos, vómitos, atracones de comida y ejercicio compensatorio Los
trastornos de la alimentación son la tercera enfermedad crónica más frecuente en
mujeres adolescentes, con una incidencia comprendida entre el 1,5 y el 5%. En general,
la anorexia nerviosa se caracteriza por un peso corporal peligrosamente bajo, obsesión
por la delgadez y conductas dietéticas restrictivas. En la bulimia nerviosa, el individuo
presenta un peso corporal próximo a la normalidad, episodios de consumo compulsivo
de alimentos (atracones) y esfuerzos por eliminar las calorías o los alimentos del cuerpo
(purga). El trastorno de ingestión compulsiva de alimento se caracteriza por frecuentes
episodios recurrentes de atracones y pérdida de control sobre la comida. Este grupo de
edad es especialmente vulnerable a las complicaciones de los trastornos de la
alimentación. El
efecto de la malnutrición sobre el crecimiento lineal, el desarrollo cerebral y la
adquisición de masa ósea puede ser persistente e irreversible. No obstante, con un
tratamiento precoz y agresivo, los adolescentes son susceptibles de un mejor resultado
potencial que los adultos que han padecido los trastornos durante más tiempo.
OBESIDAD
La obesidad del adolescente tiene consecuencias a corto y a largo plazo. Los
adolescentes con sobrepeso corren un riesgo más alto de hiperlipidemia, hipertensión,
resistencia a la insulina y diabetes tipo 2 que sus iguales de peso normal. Estudios
epidemiológicos sobre obesidad y riesgo de enfermedad muestran un aumento del
riesgo de morbilidad por cardiopatía coronaria, arterioesclerosis, determinados tipos de
cáncer, gota y artritis en individuos con sobrepeso u obesidad en la adolescencia. El
peso del adolescente se valora sobre la base del IMC (peso/estatura2 [kg/m2]), como se
muestra en los apéndices 12 y 16. La obesidad es un complejo problema de salud
multifactorial que depende de factores
genéticos, de la eficiencia metabólica, del nivel de actividad física, de la ingesta
dietética y de factores ambientales y psicosociales. En adolescentes que presentan
sobrepeso, debe obtenerse un perfil lipídico en ayunas y han de valorarse otros factores
de riesgo de enfermedad crónica, como antecedentes personales de hipertensión,
hiperlipidemia y consumo de tabaco, así como
antecedentes familiares de hipertensión, muerte temprana por causas cardiovasculares,
accidente cerebrovascular, hiperlipidemia y diabetes mellitus tipo 2. Si se observan
factores de riesgo, deben realizarse también determinaciones de aspartato
aminotransferasa y de alanina aminotransferasa para valorar la función hepática.
Cualquier adolescente con sobrepeso y dos o más factores de riesgo de enfermedad
cardiovascular o con antecedentes familiares de diabetes ha de someterse a una
determinación de niveles de glucosa en ayunas. Los adolescentes obesos deben
someterse a las mismas valoraciones analíticas que los niños con sobrepeso, así como a
la medición del cociente microalbúmina/creatinina. Se recomiendan cuatro estadios de
tratamiento, con progresión de uno a otro en función de la edad, del desarrollo
biológico, del grado de motivación, del peso y del éxito alcanzado en etapas previas del
tratamiento. Se describe a continuación cada uno de los estadios. Los adolescentes con
sobrepeso comienzan el tratamiento en el estadio 1 si no muestran patologías
comórbidas o no han completado el estirón propio de la adolescencia.
El estadio 1 consiste en el asesoramiento sobre nutrición general y actividad física para
promover la salud y prevenir la enfermedad. Los componentes educacionales para esta
etapa del tratamiento son, entre otros, el consumo de cinco o más raciones de frutas y
verduras al día, la reducción del consumo de bebidas azucaradas, la realización de un
mínimo de 60 min de actividad física al día y la limitación del tiempo que el adolescente
pasa frene a una pantalla (películas, Internet, televisión, ordenador y videojuegos) a un
máximo de 2 h al día. Aspectos nutricionales que han de ser abordados de forma
especial en el caso de adolescentes con sobrepeso en el estadio 1 son la importancia del
desayuno, la limitación de alimentos consumidos fuera de casa o en la escuela (incluida
la comida rápida), comidas en familia al menos cinco veces a la semana y el tamaño
adecuado de las raciones. Esta fase del tratamiento de la obesidad puede correr a cargo
de un solo profesional de atención de salud, como pueden ser médicos, enfermeras y
dietistas con preparación en el control pediátrico del peso.
El estadio 2 se basa en los mismos principios que el estadio 1, pero de un modo más
estructurado. Un componente clave del estadio 2 es el seguimiento de la ingesta de
alimentos sólidos y bebidas por parte de los adolescentes y sus familias, generalmente
en un diario o un libro de registro de ejercicio y alimentos diarios. El tiempo permitido
delante de una pantalla se limita en esta fase a menos de 1 h al día y se introduce un
plan de comidas para proporcionar directrices de ingesta dietética. Deben reforzarse los
éxitos alcanzados en los cambios de estilo de vida a través del uso de recompensas no
alimentarias apropiadas para la edad, como entradas para algún espectáculo o museo,
una pequeña joya, una prenda de vestir o música. El estadio 2 puede correr a cargo de
un solo profesional sanitario con formación en orientación motivacional. En esta etapa
del tratamiento, puede ser necesario derivar a algunos adolescentes a otros servicios,
como, por ejemplo, fisioterapia o asesoramiento. Tanto para el estadio 1 como para el 2
se sugieren seguimiento mensual y valoración de la evolución.
El estadio 3 es más estructurado que el 2 y corre a cargo de un equipo multidisciplinar,
integrado por un médico o profesional de enfermería pediátrica, un asesor (psicólogo o
trabajador social), un dietista y un fisioterapeuta o especialista en fisiología del
ejercicio. En esta etapa del tratamiento se recomiendan 8-12 semanas de citas semanales
con el adolescente y su familia, seguidas de citas de seguimiento de frecuencia mensual
o bimensual. Se lleva a cabo un plan de comidas muy estructurado y se prepara una
agenda de actividad física, junto con un programa de modificación formal de la
conducta.
El tratamiento del estadio 4 se reserva para adolescentes con obesidad grave o para
aquellos que presentan importantes patologías concurrentes que requieren intervención
coordinada. Esta fase del tratamiento está disponible solo en centros médicos con un
completo abanico de profesionales de la salud, preparados de manera específica para el
tratamiento médico y conductual de la obesidad pediátrica. En este estadio pueden
utilizarse regímenes dietéticos intensivos, como la sustitución de una comida, el ayuno
modificado con ahorro de proteínas, la medicación oral y la cirugía bariátrica.
HIPERLIPIDEMIA E HIPERTENSIÓN
La hiperlipidemia y la hipertensión, ambos factores de riesgo de enfermedad
cardiovascular, son evidentes en la adolescencia. La prevalencia de las bajas
concentraciones de colesterol de lipoproteínas de alta densidad (HDL) y de niveles altos
de triglicéridos parecía aumentar con la edad. Los varones adolescentes arrojaron una
probabilidad casi tres veces más alta de tener niveles bajos de colesterol HDL que las
mujeres de cualquier edad. Estos jóvenes son considerados candidatos a asesoramiento
terapéutico en lo referente al estilo de vida, con especial atención a la intervención en
materia de nutrición y de actividad física. La intervención nutricional en los casos de
lípidos elevados en sangre se centra en reducir la ingesta de grasas totales, saturadas y
trans, y en limitar la ingesta de colesterol con la dieta. La hipertensión se diagnostica
cuando la media de tres mediciones de presión arterial sobrepasa el percentil 95 por
edad, sexo y estatura. Además de la dieta DASH, los adolescentes con presión arterial
alta deben recibir asesoramiento para reducir la ingesta de sodio a menos de 2.000
mg/día, y para alcanzar y mantener un peso corporal saludable.
ACTIVIDAD FÍSICA
Las recomendaciones nacionales sobre actividad física establecen que todos los jóvenes
deben hacer ejercicio durante al menos 60 min al día, incluyendo la participación en una
actividad intensa al menos 3 días a la semana. Por otro lado, en esos 60 min de actividad
física deben incluirse actividades de fortalecimiento muscular y óseo al menos 3 veces
por semana. Sin embargo, muchos jóvenes no siguen estas recomendaciones. Solo un
35% de los estudiantes estadounidenses declaran que realizan actividad física 5 días o
más a la semana, siendo el porcentaje de seguimiento de tales recomendaciones dos
veces mayor en los varones que en las mujeres. Los deportistas adolescentes tienen
necesidades nutritivas especiales. En ellos resulta especialmente importante una
adecuada ingesta de líquidos para prevenir la deshidratación. Los adolescentes jóvenes
corren un riesgo más alto de deshidratación porque producen más calor durante el
ejercicio, aunque su capacidad de transferencia del calor desde los músculos a la piel es
menor. Además, sudan menos, lo cual reduce su capacidad de disipar el calor por
evaporación mediante el sudor.
Los deportistas que participan en deportes de competición según categorías de peso o
que hacen especial hincapié en el peso corporal corren un riesgo elevado de desarrollo
de conductas de alimentación desordenada. En este terreno, preocupa, en especial, la
conocida como tríada de la mujer deportista, un síndrome integrado por tres
componentes interrelacionados, que son bajo peso corporal e inadecuados niveles de
grasa corporal, amenorrea y osteoporosis. La tríada de la mujer deportista puede
conducir a pérdida prematura de masa ósea, disminución de la densidad ósea, aumento
del riesgo de fracturas
por tensión y posible infertilidad. La valoración nutricional y la educación de las
deportistas adolescentes en este campo han de centrarse en la obtención de la energía y
los macro- y micronutrientes adecuados para responder a las necesidades de crecimiento
y desarrollo y para mantener un peso corporal saludable. El uso de agentes
anabolizantes
(como esteroides o insulina) y otros suplementos ergógenos también debe considerarse
dentro del procedimiento de cribado nutricional.
EMBARAZO
Las mujeres adolescentes embarazadas corren un riesgo especialmente alto de presentar
deficiencias nutricionales debido a sus elevadas necesidades de nutrientes. Las
adolescentes embarazadas con una edad ginecológica (el número de años entre la
aparición de la menstruación y la edad actual) inferior a 4 y aquellas con desnutrición en
el momento de la concepción son las que tienen mayores necesidades nutricionales. Al
igual que ocurre en la mujer adulta, las adolescentes gestantes requieren ácido fólico
adicional, hierro, cinc, calcio y otros micronutrientes para sostener el crecimiento fetal.
Las adolescentes gestantes deben ser objeto de una valoración nutricional completa y
precoz en el embarazo para determinar cualquier deficiencia nutritiva y promover un
adecuado aumento de peso.

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