Materialismo Dialéctico Categorías
Materialismo Dialéctico Categorías
Materialismo Dialéctico Categorías
Categorías
1
Así pues, la fusión de estas dos corrientes fundamentales precedentes de la
filosofía en el Materialismo Dialéctico y enriquecidas por una nueva
orientación, da como resultado una moderna, fresca y científica Concepción
del mundo.
2
más característicos del Materialismo Dialéctico, a diferencia de la vieja
Filosofía, la cual, en lo fundamental, se limitaba a explicar el mundo.
4
Posteriormente en el siglo XVII y hasta finales del siglo XIX, la
Epistemología enfrentó a los partidarios de la razón (Racionalismo), que
consideraban que la principal fuente y prueba final del conocimiento era el
razonamiento deductivo basado en principios evidentes o axiomas, y a los
que consideraban que la percepción era el único medio para adquirir el
conocimiento (Empirismo).
A principios del siglo XX, la Teoría del conocimiento fue discutida a fondo,
se prestó especial atención a la relación entre el acto de percibir algo, el
objeto percibido de una forma directa y la cosa que se puede decir que se
conoce como resultado de la propia percepción. El filósofo alemán Husserl
elaboró un procedimiento, la fenomenología, para enfrentarse al problema
de clarificar la relación entre el acto de conocer y el objeto conocido.
5
El Diccionario filosófico de acorde al Materialismo dialéctico, define al
conocimiento como:
Por ejemplo, el conocimiento de que «no todos los cisnes son blancos» es un
caso de conocimiento a posteriori, pues se requirió de la observación de
cisnes negros para ser establecido. En cambio, el conocimiento de que
«ningún soltero es casado» no requiere de ninguna investigación para ser
establecido como verdadero.
8
han sostenido que negar el conocimiento a priori supone negar la posibilidad
de probar la existencia de lo sobrenatural, ya que esto no es perceptible por
los sentidos.
La conciencia es la forma superior, propia tan sólo del hombre, del reflejo
de la realidad objetiva constituye un conjunto de procesos psíquicos que
participan activamente en el que conduce al hombre a comprender el mundo
objetivo y su ser personal.
“La conciencia del hombre no sólo refleja el mundo objetivo, sino que,
además, lo crea”
Materialismo y empiriocriticismo. V. I. Lenin
11
En la formación de la autoconciencia, desempeña un importante papel el
lenguaje, ya que éste constituye la realidad inmediata del pensamiento y
aparece en esta función para cada individuo sólo porque existe para otros. La
autoconciencia (como afianzamiento, garantía), surge al mismo tiempo que
la conciencia como derivada de ella, pero se manifiesta en un estadio
sensiblemente más elevado del desarrollo de la humanidad. En un principio,
el hombre se diferencia del objeto, adquiere conciencia del objeto de su
actividad y de sí mismo como sujeto, únicamente de manera directa, en el
proceso del hacer práctico con las cosas. Luego, la autoconciencia aparece
como gentilicia, como colectiva: el hombre aún se halla plenamente
absorbido por la gens, que se presenta como portadora y centro de la esencia
humana. Al hundirse el régimen gentilicio, al aparecer la civilización y al
separarse el individuo como tal, surge propiamente la autoconciencia de la
persona.
12
Aristóteles concebía las categorías como géneros fundamentales del ser y
estimaba en alto grado su valor cognoscitivo.
materia;
Movimiento;
Tiempo y Espacio;
Calidad y Cantidad;
contradicción;
Causalidad;
Necesidad y Libertad;
Forma y Contenido;
Posibilidad y Realidad;
Esencia y fenómeno.
Principio básico
13
Las categorías de la Filosofía marxista, como las de otra ciencia cualquiera,
no forman un sistema cerrado e invariable. A la vez que la realidad objetiva
evoluciona y el conocimiento objetivo progresa, el número y contenido de
las categorías científicas se enriquecen, su sistema se aproxima cada vez más
al reflejo pleno y multifacético del mundo objetivo. Como expresión de los
nexos esenciales de la realidad en su desarrollo, las categorías han de ser tan
móviles y flexibles como los fenómenos de que son reflejo.
Materialismo dialéctico
14
La acción transformadora de la sociedad hace que en el mundo circundante,
determinado grupo de objetos materiales -instrumentos y medios de
producción, edificios, productos de la síntesis química, objetos de consumo,
etc.- por su origen y por la organización de la materia que los compone en
cierta medida dependen de la conciencia del hombre, pues en ellos se encarna
la idea humana.
15
1. naturaleza inorgánica;
2. naturaleza viva;
3. sociedad.
16
Movimiento. Fenómeno físico que se define como todo cambio de
posición que experimentan los cuerpos en el espacio, con respecto al
tiempo y a un punto de referencia, variando la distancia de dicho
cuerpo con respecto a ese punto o sistema de referencia, describiendo
una trayectoria. Todo se mueve, un automóvil que viaja hacia la costa;
una hoja que, batida por el viento, cae de un árbol; una pelota que es
pateada por un futbolista; un atleta que corre tras una meta; un electrón
que vibra en su entorno; la Tierra alrededor del Sol por lo que se define
el movimiento como un cambio de posición de un cuerpo con respecto
a otro cuerpo (donde se sitúa un observador), durante un espacio de
tiempo.
Los estudios que él realizó se pueden definir con las siguientes tres leyes que
postuló:
18
Segunda ley de Newton o Ley de fuerza: La segunda ley del
movimiento de Newton dice: El cambio de movimiento es
proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a
lo largo de la cual aquella fuerza se imprime. Esta ley explica qué
ocurre si sobre un cuerpo en movimiento (cuya masa no tiene por qué
ser constante) actúa una fuerza neta: la fuerza modificará el estado de
movimiento, cambiando la velocidad en módulo o dirección. En
concreto, los cambios experimentados en la cantidad de movimiento
de un cuerpo son proporcionales a la fuerza motriz y se desarrollan en
la dirección de esta; esto es, las fuerzas son causas que producen
aceleraciones en los cuerpos. Consecuentemente, hay relación entre la
causa y el efecto, esto es, la fuerza y la aceleración están relacionadas.
Dicho sintéticamente, la fuerza se define simplemente en función del
momento en que se aplica a un objeto, con lo que dos fuerzas serán
iguales si causan la misma tasa de cambio en el momento del objeto.
Tercera Ley de Newton o Ley de acción y reacción: afirma con toda
acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: o sea, las
acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en
sentido opuesto. La tercera ley es completamente original de Newton
(pues las dos primeras ya habían sido propuestas de otras maneras por
Galileo, Hooke y Huygens) y hace de las leyes de la mecánica un
conjunto lógico y completo. Expone que por cada fuerza que actúa
sobre un cuerpo, este realiza una fuerza de igual intensidad y
dirección, pero de sentido contrario sobre el cuerpo que la produjo.
Dicho de otra forma, las fuerzas, situadas sobre la misma recta,
siempre se presentan en pares de igual magnitud y opuestas en sentido.
Es importante observar que este principio de acción y reacción
relaciona dos fuerzas que no están aplicadas al mismo cuerpo,
produciendo en ellos aceleraciones diferentes, según sean sus masas.
Por lo demás, cada una de esas fuerzas obedece por separado a la
segunda ley. Junto con las anteriores leyes, ésta permite enunciar los
principios de conservación del momento lineal y del momento
angular.
20
“En el universo —decía Lenin— no hay más que materia en movimiento, y
la materia en movimiento no puede moverse de otro modo que en el espacio
y en el tiempo.” Ningún objeto material puede existir solamente en el espacio
y no ser en el tiempo, o ser en el tiempo y no encontrarse en el espacio.
Siempre y en todas partes, cualquier cuerpo existe en el espacio y en el
tiempo. Esto significa que el espacio y el tiempo están vinculados
orgánicamente.
Los filósofos idealistas niegan la realidad objetiva del espacio y del tiempo.
Opinan que son algo que existe en la conciencia humana o gracias a la
conciencia, engendrado por el espíritu. Kant, por ejemplo, considera el
espacio y el tiempo como formas apriorísticas de la contemplación sensorial,
condicionadas por la propia naturaleza de nuestra conciencia. En la filosofía
de Hegel, el espacio y el tiempo son productos de la idea absoluta y surgen
en un determinado grado de desarrollo de ésta, apareciendo primero el
espacio y sólo después el tiempo. Toda la experiencia de la vida humana y
el progreso de la ciencia refutan las nociones idealistas del espacio y del
tiempo. ¿Puede, acaso, aceptarse que el espacio y el tiempo son productos
de la conciencia, del espíritu, de la idea, o que existen sólo en la conciencia,
cuando, como prueban las ciencias naturales, la Tierra existía en el espacio
y se desarrollaba en el tiempo muchos millones de años antes de que
apareciera el hombre, con su conciencia, su espíritu y sus ideas? Lenin adujo
este hecho para demostrar la insolvencia de las opiniones idealistas sobre el
espacio y el tiempo. “La existencia de la naturaleza en el tiempo, medido en
millones de años, en épocas anteriores a la aparición del hombre y de la
experiencia humana, demuestra lo absurdo de esa teoría idealista.”
21
tiempo es irreversible, no vuelve a sí mismo, no se repite, sino que pasa por
nuevos y nuevos instantes.
22
corrientes se encuentran en tres dimensiones. “Los seres espirituales”,
incorpóreos, “los espíritus”, se sitúan en magnitudes del espacio inaccesibles
a los seres comunes. De ahí deducen que «los espíritus» pueden influir en
los procesos materiales y dirigirlos, permaneciendo fuera de nuestras
percepciones. Pero el intento de especular con la noción de los «espacios
pluridimensionales» para refutar el materialismo carece de toda base. A
diferencia del espacio, el tiempo es unidimensional. Esto significa que
cualquier momento del tiempo es determinado por un número, que expresa
el período de tiempo transcurrido hasta ese momento desde otro tomado
como comienzo del cálculo. Todos los acontecimientos siguen una sola
dirección: de lo pasado a lo presente y de lo presente a lo futuro. Esta
dirección de los procesos es objetiva, no depende de la conciencia de los
hombres que los perciben. En el espacio se puede trasladar los cuerpos de la
derecha a la izquierda y de la izquierda a la derecha, de arriba abajo y de
abajo arriba. Pero es imposible volver en el tiempo procesos ligados por
nexos causales, obligarles a ir de lo futuro a lo pasado. El tiempo es
irreversible. En eso se diferencia sustancialmente del espacio Nuestras
representaciones del espacio y del tiempo no son inmutables. La ciencia
penetra cada día más profundamente en la estructura espacial-temporal del
mundo y descubre nuevas y nuevas propiedades espaciales y temporales de
las cosas. Pero el cambio de nuestras nociones del espacio y del tiempo no
pueden confundirse, como subraya Lenin, “con la inmutabilidad del hecho
de que el hombre y la naturaleza sólo existen en el tiempo y en el espacio;
los seres fuera del tiempo y del espacio, creados por los curas y admitidos
por la imaginación de las masas ignorantes y oprimidas de la humanidad, son
productos de una fantasía enfermiza, tretas del idealismo filosófico, fruto
inservible de un régimen social malo.” La tesis de que el espacio y el tiempo
son formas de la existencia de la materia no sólo define su carácter objetivo,
real: significa también su nexo indisoluble con la materia en movimiento. De
la misma manera que no hay materia fuera del espacio y del tiempo, no hay
ni puede haber espacio y tiempo sin materia. El espacio y el tiempo existen
sólo en las cosas materiales, sólo gracias a ellas. “Por supuesto —señalaba
Engels—, estas dos formas de existencia de la materia sin materia no son
nada, son vanas representaciones, abstracciones, existentes sólo en nuestra
cabeza.” Quienes separan el espacio y el tiempo de la materia y porfían que
ambos existen aisladamente de la materia, atribuyen una vida autónoma,
independiente, a algo que no es material y que sólo se halla en la conciencia.
Mas eso significa precisamente adoptar las posiciones del idealismo, según
el cual los productos de nuestra actividad mental son esencias
independientes. De ahí que Lenin dijera: “El tiempo fuera de las cosas
temporales = Dios.”
23
El materialismo dialéctico se distingue sustancialmente del materialismo
metafísico por el postulado que proclama el nexo indisoluble del espacio y
el tiempo con la materia. El materialismo metafísico, aun admitiendo la
realidad objetiva del espacio y el tiempo, los considera, no obstante, como
esencias autónomas, como recipientes vacíos independientes de la materia,
destinados a guardar cuerpos y procesos materiales. Para Isaac Newton,
fundador de la mecánica clásica. Para él, el espacio y el tiempo eran
objetivos, pero existían independientemente de la materia en movimiento,
eran inmutables por completo y no estaban vinculados entre sí. Los
denominó “absolutos”. Las ideas de Newton acerca del “espacio absoluto” y
del “tiempo absoluto” predominaron en la ciencia hasta comienzos del siglo
XX, cuando, al crearse la teoría de la relatividad, los naturalistas vieron claro,
por fin, que era erróneo desvincular entre sí el espacio y el tiempo y
separarlos de la materia en movimiento. El matemático ruso N. Lobachevski
hizo un gran aporte a la elaboración de las nociones científicas referentes al
nexo del espacio y del tiempo con la materia en movimiento. Lobachevski
demostró que las propiedades del espacio no son inmutables, iguales siempre
y en todas partes, sino que cambian en dependencia de las propiedades de la
materia y de los procesos físicos que tienen lugar en los cuerpos materiales.
Al cambiar las condiciones materiales, se modifican las formas espaciales,
la dimensión de los objetos y el carácter de las leyes geométricas. N.
Lobachevski creó una geometría completamente nueva, diferente de la
creada por Euclides en la Grecia antigua. Una peculiaridad de esta geometría
consiste en que, en ella, la suma de los ángulos de un triángulo no es
constante e igual a 180º, sino que cambia al modificarse la longitud de sus
lados y es siempre inferior a 180º. Más tarde, Riemann creó otra geometría
no euclidiana, en la que la suma de los ángulos de un triángulo es superior a
180º. La creación de la geometría no euclidiana, que descubrió el nexo
profundo del espacio con la materia y la condicionalidad de las propiedades
del primero por las propiedades de la segunda, asestó un golpe a las
concepciones idealistas del espacio. Basándose en que la geometría de
Euclides había sido inmutable durante muchos siglos, Kant declaró que el
espacio era una forma apriorística de contemplación, inherente a nuestra
conciencia, en la que el sujeto cognoscente “ordena” la disposición de los
fenómenos. La geometría es inmutable, suponía Kant, precisamente porque
el espacio pertenece a la conciencia del sujeto y no a los fenómenos variables
fuera de él. Pero resultó que la geometría de Euclides no era única, que en
dependencia de las condiciones materiales en el espacio actuaban leyes de
geometrías completamente diferentes. La física moderna profundizó más aún
y desarrolló las ideas de Lobachevski.
24
en movimiento y entre sí, expresando estos nexos matemáticamente, en leyes
concretas. Una manifestación del nexo del espacio y del tiempo con la
materia en movimiento es el hecho, señalado por vez primera en la teoría de
la relatividad, de que la simultaneidad de los acontecimientos no es absoluta,
sino relativa. Acontecimientos simultáneos con relación a un sistema
material, o sea, en unas condiciones del movimiento, no son simultáneos con
relación a otro sistema material, es decir, en otras condiciones del
movimiento. A este hecho fundamental están vinculadas otras tesis
importantes. Resulta que la distancia entre los cuerpos no es igual en los
distintos sistemas materiales en movimiento: al crecer la velocidad del
movimiento, se reduce la distancia (longitud). De la misma manera, el
intervalo de tiempo entre los sucesos, cualesquiera que sean, es diferente en
los distintos sistemas materiales en movimiento: al aumentar la velocidad,
dicho intervalo disminuye. Los mencionados cambios de las dimensiones
espaciales (longitudes) y de los intervalos de tiempo dependencia de la
voluntad del movimiento se producen en rigurosa correspondencia mutua.
En ello se manifiesta el nexo interno entre el espacio y el tiempo. El estudio
del campo gravitacional en la teoría general de la relatividad condujo a un
descubrimiento más profundo aún de la dependencia del espacio y del tiempo
respecto de la materia en movimiento. Se estableció que cuanto mayor es la
masa de los cuerpos que se encuentran en el espacio y cuanto mayor es, por
consiguiente, el campo gravitacional, tanto más se apartan las propiedades
reales del espacio de las propiedades expresadas en la geometría de Euclides.
Este apartamiento es denominado en física «torcedura» (o “curvatura”) del
espacio. La curvatura del espacio está determinada, pues, por la magnitud, la
distribución y el movimiento de las masas materiales, por la tensión del
campo de gravitación. Al cambiar el campo gravitacional se modifican las
propiedades tanto del espacio como del tiempo. El campo de gravitación
cambia el correr del tiempo, su ritmo. Cuanto mayores son las masas
materiales y cuanto más fuerte es el campo gravitacional, tanto más lento es
el transcurso del tiempo. Además, el espacio y el tiempo no cambian
independientemente el uno del otro, sino en estrecha conexión de acuerdo
con una ley plenamente definida. El nexo orgánico del espacio y del tiempo
con la materia y con el movimiento de ésta, descubierto por la teoría de la
relatividad, ofrece una prueba científico-natural de la realidad objetiva del
espacio y del tiempo, de su independencia respecto de la conciencia, del
sujeto cognoscente. El postulado que proclama la conexión del espacio y del
tiempo entre sí y con la materia ha pasado a ser una idea directriz de la
ciencia moderna. Sin tomar en consideración el nexo del espacio y del
tiempo entre sí y con la materia en movimiento es imposible comprender los
procesos físicos que se producen con velocidades próximas a la de la luz ni
los relacionados con grandes valores de energía. La dependencia de las
propiedades del tiempo y del espacio respecto de la materia se ve confirmada
25
no sólo por los datos de la física, sino por los de otras ciencias, en particular,
de la biología. Por ejemplo, el estudio de las formas espaciales de la materia
viva muestra que a ésta le son inherentes tipos propios, especiales, de
simetría que no poseen los cuerpos de la naturaleza inorgánica. Como
sabemos, la materia, al desarrollarse, engendra nuevas y nuevas formas, a las
que son inherentes regularidades particulares. Y de conformidad con ello,
surgen nuevas relaciones de espacio y tiempo. Por consiguiente, el espacio y
el tiempo, como la materia misma, están subordinados a la gran ley universal
del ser: la ley del desarrollo.
26
estrechamente ligada al ser del objeto. Las transformaciones cuantitativas no
llevan de golpe al aniquilamiento o a la modificación esencial del objeto.
Únicamente después de haber alcanzado un límite específico para cada
objeto, los cambios cuantitativos dan origen a cambios cualitativos. En este
sentido, las relaciones cuantitativas, a diferencia de las cualitativas, se
caracterizan por la relación externa respecto a la naturaleza de los objetos.
De ahí que en el proceso de la cognición (por ejemplo, en matemáticas), tales
relaciones puedan ser separadas de su contenido como de algo indiferente
para el caso.
29
específica es el conjunto de circunstancias cuya aparición (ante
muchas otras circunstancias que existen ya en la situación dada antes
de que se produzca el efecto y que forman las condiciones para que la
causa actúe), lleva a la aparición del efecto.
30
deterministas, que reconocen de palabra el carácter universal de la
causalidad, pero que en realidad la limitan negando su carácter objetivo
(Kant). El indeterminismo, en cambio, niega el carácter universal de la
causalidad (en su forma extrema, niega la causalidad en general).
Quien formula con mayor relieve este punto de vista es Pierre de Laplace (de
ahí que el determinismo mecánico se conozca también con el nombre de
determinismo de Laplace). Según él, los valores de las coordenadas y de los
impulsos de todas las partículas del universo, en un momento dado del
tiempo, determinan su estado de manera absolutamente igual al de cualquier
otro momento pasado o futuro. El determinismo así concebido lleva al
fatalismo, adquiere un carácter místico y, en realidad, coincide con la fe en
la predeterminación divina. El avance de la ciencia ha refutado el
determinismo de Laplace no sólo en lo que respecta a la naturaleza orgánica
y a la vida social, sino, además, en la esfera de la física. El establecimiento
del principio de indeterminación en la mecánica cuántica puso de manifiesto
la inconsistencia de tal determinismo, más por otra parte dio pie a que la
filosofía idealista lo interpretara en un sentido indeterminista (conclusiones
acerca del «libre albedrío» del electrón, ausencia de causalidad en los
microprocesos, etc.).
Las concepciones del mundo son muy diversas: las hay progresivas y las hay
reaccionarias. Entre estas últimas hay algunas que se basan en viejas
creencias y que imponen la necesidad de mantenerse en dependencia ciega
32
de un imaginario ser sobrenatural, de sus vicarios en la tierra y los ungidos
por el Señor. Hay también concepciones cuyos partidarios, sin hablar de Dios
y aun jurando fidelidad a la ciencia, recurren a argumentos sutiles, pero
falsos, para destruir la convicción del hombre moderno en la existencia real
del mundo material que nos rodea. Así es como proceden los adeptos de las
corrientes más en boga del idealismo moderno. Muchos de ellos no creen en
la existencia de fuerzas sobrenaturales, pero, sometidos como están a la
influencia de los convencionalismos y prejuicios tradicionales de la sociedad
burguesa, no quieren cerrar todas las puertas a la fe en esas fuerzas
sobrenaturales. Por eso, esgrimiendo y deformando los últimos datos de la
ciencia, siembran la duda en la materialidad de la naturaleza. A su vez,
teólogos y eclesiásticos: los aplauden, esperando que el hombre que cree en
la inmaterialidad del mundo puede llegar a creer todo lo que se quiera.
Quiere decirse que no es ciencia todo lo que imita a la ciencia, que no es oro
todo lo que reluce. Precisamente en nuestro tiempo, muchas variedades del
idealismo filosófico se adornan de buen grado con el plumaje de pavo real
de las ciencias exactas, tratando de encubrir la esencia anticientífica de sus
doctrinas. Pero en realidad temen los más importantes descubrimientos de la
ciencia, los pasan por alto o los deforman. El marxismo-leninismo se
diferencia muy ventajosamente de todos los demás sistemas en cuanto a su
concepción del mundo. No admite la existencia de fuerzas sobrenaturales ni
de creador alguno. Pisa fuerte en el suelo de la realidad, en el suelo del
mundo en que vive. El marxismo-leninismo emancipa definitivamente a la
humanidad de las supersticiones y de la secular dependencia espiritual.
Llama al hombre a ser independiente, libre y consecuente en su modo de
pensar. El marxismo-leninismo toma al mundo tal cual es, sin identificarlo
con un infierno ni con un paraíso. Su punto de partida es que toda la
naturaleza, sin exceptuar al hombre, se compone de materia con sus distintas
propiedades. La naturaleza, lo mismo que cada uno de sus fenómenos, se
halla en constante desarrollo. Las leyes de este desarrollo no han sido
establecidas por Dios ni dependen de la voluntad de los hombres; son propias
de la naturaleza misma y el hombre es plenamente capaz de conocerlas. En
el mundo no hay cosas incognoscibles de por sí; de hecho sólo hay cosas que
todavía no han sido conocidas, pero que lo serán con ayuda de la ciencia y
de la práctica. La concepción marxista-leninista del mundo tiene su origen
en la ciencia y confía en ella en cuanto no se aparta de la realidad y de la
práctica. Progresa y se enriquece a medida que la ciencia avanza.
33
marxismo convirtió la historia de los hombres en una ciencia verdadera,
capaz de explicar tanto el carácter de cualquier régimen social como el
progreso que lleva a la sociedad a pasar de un régimen a otro. Esto fue un
triunfo formidable del pensamiento científico. Nadie de quienes con un
espíritu burgués cultivan las ciencias sociales (sociología, economía política,
historia) ha podido refutar la comprensión materialista de la historia; nadie
ha podido oponerle otra teoría que fuese aceptada, al menos, por la mayoría
de los hombres de ciencia burgueses. Y a pesar de todo, son muchos los que,
con tozudez desesperada, se apartan del materialismo histórico. ¿Por qué?
Porque esta doctrina echa por tierra la fe en el carácter "eterno" del régimen
capitalista. Si admitimos que el paso de la sociedad de un régimen a otro es
un fenómeno sujeto a leyes, sería imposible negar que el régimen capitalista
está condenado a ceder su puesto a otro régimen social más progresivo.
Admitirlo así les resulta difícil y doloroso no sólo a los propios capitalistas,
sino también a los científicos que se encuentran bajo su dependencia material
o espiritual. Jamás, en la historia de las sociedades de clase, ninguna de las
clases dominantes pensó que su régimen estaba condenado a la muerte y
desaparición. Los esclavistas creían que su régimen era eterno y que había
sido establecido por Dios.
34
humanidad en el futuro, emancipada del yugo del capital como último
régimen de explotación.
Pero cuando la ciencia avanzada invita a los sabios burgueses (que afirman
que "no se puede prever nada") a mirar por el "telescopio del tiempo"
marxista, cierran los ojos: les asusta asomarse al futuro...Los marxistas no
temieron nunca mirar adelante. Representantes como son de la clase a la cual
pertenece el porvenir, no tienen interés alguno en conservar vanas ilusiones
que se hacen añicos al chocar con los hechos, con la ciencia. Los marxistas
rusos, dirigidos por Lenin, previeron la revolución socialista en su país como
tarea históricamente madura, llamaron a la clase obrera a la lucha decisiva,
organizaron el asalto delas fortalezas del régimen de explotación y
alcanzaron un completo triunfo. La verdad de la comprensión marxista-
leninista de la historia se ha visto plenamente confirmada en la práctica .La
teoría marxista-leninista no es un dogma, sino una guía para la acción.
35
amplias de seres anónimos que no quieren que su vida transcurra en vano y
aspiran a ser elementos conscientes y activos del progreso histórico.
Para esas masas el marxismo significa una ayuda inestimable. Esto se refiere
singularmente a los jóvenes, a quienes la concepción marxista-leninista del
mundo acorta extraordinariamente el camino dela madurez política, les da
experiencia y les ayuda a encaminar su fogosa energía por una ruta cierta, en
bien de la humanidad entera. La concepción marxista-leninista puede servir
de punto fiel de orientación en la creación científica, y no sólo cuando se
trata de las ciencias sociales, sino también en las ciencias de la naturaleza.
¿Acaso no ayuda en sus investigaciones a los naturalistas una acertada visión
del mundo, la comprensión de sus leyes generales, concatenaciones y
procesos? Tal visión y tal comprensión las proporciona la teoría marxista-
leninista. No puede atribuirse a un azar que, actualmente, muchos sabios
ilustres, movidos a ello por la experiencia reunida en su labor científica,
adopten íntegramente la doctrina marxista o acepten tácitamente unos u otros
aspectos de su teoría, impulsados por el deseo de ahondar más en los
misterios de la naturaleza y de servir mejor a sus semejantes. Más aún. La
asimilación de la concepción marxista-leninista del mundo abre perspectivas
maravillosas a cuantos cultivan el arte y la literatura, al orientar su obra hacia
una representación profunda y rica en ideas de la realidad por medio de
imágenes artísticas. Sin la beneficiosa influencia de una concepción
claramente progresiva, la obra del escritor o del artista moderno, en el mejor
de los casos, siempre será una producción anémica. Y en nuestro tiempo, la
concepción más clara y precisa del mundo es la que proporciona el
marxismo-leninismo. Mientras que en la literatura burguesa se generaliza
cada vez más la desesperanza, el pesimismo sin salida, la obra de los
escritores y poetas progresistas se ve inspirada por un fecundo optimismo.
Es una obra que cree en el futuro, que ama el futuro y que llama a un futuro
feliz. En un momento en que la ideología burguesa de Occidente pone de
relieve una desesperada crisis de fe en el hombre, de fe en los destinos de la
civilización, la concepción marxista-leninista despierta en las gentes el deseo
de incorporarse a la noble lucha que defiende los más altos ideales sociales.
Quien de veras llegue a comprender esta concepción del mundo, adquirirá la
convicción profunda no sólo de la razón que asiste a la causa obrera, sino de
la necesidad histórica del triunfo del socialismo en el mundo entero. Armado
con la concepción marxista-leninista del mundo, aun el débil se convertirá
en un hombre fuerte, políticamente firme y fiel a los principios. Adquirirá
una convicción tan robusta que eso le permitirá resistir toda clase de pruebas.
36
del hombre culto de nuestros días vivir sin una concepción progresista del
mundo? Y aún peor es alimentarse con sucedáneos de baja especie, propios
sólo para los pobres de espíritu. Es mil veces preferible trabajar debidamente
para asimilar los fundamentos de la concepción marxista-leninista del
mundo, que nos hará espiritualmente ricos y nos colocará en condiciones
ventajosas en la lucha contra las fuerzas negras de los imperialistas enemigos
del género humano.
37
conocimiento ya que el conocimiento de la realidad no se reduce meramente
a lo que subyace al concepto de naturaleza, o al reino de lo necesario; sino
que existe un conocimiento basado en la esfera de la razón el que está
constituido por el concepto de libertad, porque la libertad es la categoría
racional por excelencia, es decir, que un discurso sobre la libertad es posible
en tanto éste no tenga pretensiones de científico, en otras palabras, existe un
ámbito en el cual las causas y los efectos, la ley de causalidad, deja de
relacionarse necesariamente, cuyo ámbito es: el reino de la libertad. La
libertad y la necesidad se nos presentan como una dualidad, como
contradicción y antagonismo. Reino de la necesidad se nos presenta como el
reino de la miseria, de la insatisfacción, de la desdicha; mientras la libertad
se nos aparece como la superación de la necesidad, como el reino de la
felicidad del hombre. En esta óptica se ubica la tradición marxista. Hacia
1878 Engels decía: "Hegel ha sido el primero en exponer rectamente la
relación entre libertad y necesidad. Para él, la libertad es la comprensión de
la necesidad. ‘La necesidad es ciega sólo en la medida en que no está
sometida al concepto’. La libertad no consiste en una soñada independencia
respecto de las leyes naturales, sino en el reconocimiento de esas leyes y en
la posibilidad, así dada, de hacerlas obrar según un plan para determinados
fines. Esto vale tanto respecto de las leyes de la naturaleza externa cuanto
respecto de aquellas que regulan el ser somático y espiritual del hombre
mismo: dos clases de leyes que podemos separar a lo sumo en la
representación, no en la realidad". Libertad y Necesidad, es una de las
Categorías filosóficas de la Dialéctica de Hegel., que expresan la relación
entre la actividad del hombre y de las leyes objetivas de la naturaleza y de la
humanidad. La explicación de la libertad y de la necesidad se fundamenta en
el reconocimiento de su interconexión dialéctica. La primera tentativa de
aclaración de dicha interconexión pertenece a Spinoza, quien definió la
libertad como la necesidad de la que se ha tomado conciencia Hegel
fundamenta las mutuas relaciones entre la “necesidad y la libertad”, sentando
la tesis de que ambas se hallan mutuamente vinculadas, de que pueden
transformarse la una en la otra y de que la necesidad se manifiesta a través
de la libertad, es decir el reconocimiento de la voluntad y conciencia del
hombre como lo primario y de la necesidad objetiva como lo secundario en
el sentido de la Teoría del Conocimiento. La necesidad existe en la
naturaleza y en la sociedad en forma de leyes objetivas. Las leyes no
conocidas se manifiestan como necesidad “ciega”. Pero, como se ha visto,
existe también una diferencia esencial. En la naturaleza, la necesidad no
presupone la actividad de los hombres. En la vida social, en cambio, la
actividad de los hombres figura entre las condiciones indispensables para
que la necesidad se manifieste y realice
38
Pero para Marx como para Engels la libertad no será ya aquello que entendía
Hegel, será una concepción nueva y distinta la que establecerá el marxismo.
La necesidad no debe ser ciega como la furia de la naturaleza, debe ser
racionalizada, es decir, el hombre debe descubrir las leyes que rigen la
necesidad para poner a su servicio dichas leyes, porque no es que el hombre
"destruya" las leyes naturales, sino que las comprende para controlarlas y
adaptarlas a sus necesidades. El ser humano supera a partir del conocimiento
de las leyes naturales la ciega necesidad natural puesto que el hombre se ha
humanizado o se ha separado de la naturaleza, pero como ser social sigue
siendo parte de ella. Por otro lado, la escisión que se ha establecido en la
ciencia tal vez no responda más que a una interiorización de la división del
trabajo, porque tal división hace que la ciencia esté constituida por
disciplinas unilaterales, desposeídas de toda visión dialéctica o de
interacción compleja, además de ser absurdo el concebir el mundo
circundante natural como algo ajeno al espíritu y, todavía peor, querer
fundamentar las ciencias sociales sobre las ciencias naturales para asignarles
una pretendida exactitud del orden científico referido a la naturaleza. La
libertad, en este terreno, sólo puede consistir en que el hombre socializado,
los productores asociados, regulen racionalmente este intercambio de
materias con la naturaleza, lo pongan bajo su control común en vez de dejarse
dominar por él como por un poder ciego, y lo lleven con el menor gasto
posible de fuerzas y en las condiciones más adecuadas y más dignas de su
naturaleza humana. Pero, con todo ello, siempre seguirá siendo éste un reino
de la necesidad. Al otro lado de sus fronteras comienza el despliegue de las
fuerzas humanas que se considera como fin en sí, el verdadero reino de la
libertad, que sin embargo sólo puede florecer tomando como base aquel reino
de la necesidad. La condición fundamental para ello es la reducción de la
jornada de trabajo". Pero en el reino de la libertad las necesidades no se
estancan y tampoco desaparecen ya que el devenir social en sentido humano
y cualitativo está motivado por la necesidad, es decir, por las contradicciones
naturales y sociales que mueven al hombre a superar el reino de la necesidad
en general en pro de la comunidad humana, puesto que en la medida en que
surgen necesidades al mismo tiempo se hace más sofisticado el desarrollo
tecnológico que permite superar no sólo las necesidades naturales sino
también las necesidades humanas producidas por el hombre mismo. La
necesidad humana y no humana no condicionará ni determinará la existencia
del hombre, sino que será éste quien conscientemente rija su destino histórico
al superar el reduccionismo económico y cuantitativo de la sociedad
redificada. La libertad real está basada en la necesidad pero, la necesidad no
determina el reino de la libertad. En el reino de la libertad se producirá una
interrelación entre la necesidad humanamente constituida y el hombre, lo que
permitirá a éste trascender el mundo de lo económico y objetual y
39
desdoblarse en la esfera de la armonía de la sociedad desmitificada: La
Felicidad.
El gran valor que la filosofía marxista encierra está en que proporciona a los
trabajadores el conocimiento de las leyes de desarrollo del mundo objetivo y
de la transformación del mismo. Es un instrumento poderoso en la lucha por
la emancipación de los trabajadores de toda forma de opresión, por la
creación de una vida nueva y libre. Ahora bien, ¿es posible la libertad del
hombre? ¿Es éste capaz de convertirse en el dueño de su propio destino?
Hace mucho que las gentes se hicieron estas preguntas, aunque nadie pudo
dar una respuesta que les convenciese. Al examinar el problema de la
libertad, los filósofos llegaban a conclusiones diversas, pero igualmente
erróneos. Unos caían en el fatalismo y negaban la libertad, al admitir que
todas las acciones del hombre vienen predeterminadas desde un principio. El
fatalismo religioso (musulmanes, calvinistas) afirma que la voluntad del
hombre ha sido predeterminada por Dios. Los materialistas metafísicos
(Holbach, por ejemplo) hablaban de la necesidad natural de la naturaleza,
que ata por completo al hombre y no deja lugar para la libertad de sus
acciones. Muchas tendencias idealistas, al contrario, niegan la necesidad
natural, por cuanto deducen el mundo entero de la conciencia o de la
voluntad del hombre. Admiten la libertad completa y llegan a afirmar la
arbitrariedad absoluta. Tales teorías filosóficas se hallan presididas por el
indeterminismo; un ejemplo de ellas puede ser la "filosofía de la existencia",
que anteriormente hemos examinado. Entre los filósofos anteriores a Marx,
el que dio una solución más profunda al problema de la libertad y la
necesidad fue Hegel, aunque lo desarrolló, como toda su doctrina, sobre una
base idealista. Hegel trataba de relacionar la libertad y la necesidad,
definiendo la primera como necesidad comprendida. Pero por necesidad
entendía el desarrollo necesario de la idea absoluta, y la libertad, según su
doctrina, se ejercía exclusivamente en la esfera del espíritu. El vicio radical
de las doctrinas de Hegel y de todos los idealistas reside en que la libertad la
entienden como algo que incumbe únicamente al espíritu, a la conciencia,
sin preocuparse lo más mínimo de las condiciones reales en que el hombre
vive. Además, se refieren siempre a la libertad del individuo, pasando por
alto el problema de la liberación de las masas. El materialismo dialéctico
proporciona una solución científica del problema de las relaciones entre
libertad y necesidad. La dialéctica marxista toma la necesidad como base y,
40
al mismo tiempo, admite la posibilidad de que el hombre sea libre. La
libertad real no hay que buscarla en la imaginaria independencia del hombre
respecto de las leyes naturales y sociales (independencia que no puede
darse), sino en el conocimiento de esas leyes y en las acciones a que tal
conocimiento nos mueve. Los hombres no son seres sobrenaturales; no
pueden rebasar los límites de las leyes de la naturaleza, de la misma manera
que no pueden por menos de respirar. Además, viven en sociedad y no
pueden rehuir la acción de las leyes de la vida social. Dentro de su arbitrio
no les es dado ni suprimir las leyes existentes del desarrollo social ni
implantar otras nuevas. Pero los hombres pueden conocer las leyes de la
naturaleza y de la sociedad y, sabiendo el carácter y la orientación de sus
acciones, valerse de ellas en interés propio, es decir, colocarlas a su servicio.
Prueba de que es posible utilizar las leyes de la naturaleza y ponerlas al
servicio del hombre es toda la técnica de nuestros días, que se basa en el
aprovechamiento dirigido de esas leyes, y no en la ignorancia de las mismas.
El problema es infinitamente más difícil cuando se trata de las leyes de la
vida social, que durante miles de años imperaron sobre el hombre como una
fuerza extraña y enemiga. El trabajador se veía esclavizado por las leyes
elementales de la vida económica y por el poder de las clases explotadoras.
La emancipación del hombre de la esclavitud social y de clase, la conquista
de la libertad representa un largo y penoso proceso histórico. Sólo en nuestra
época se ha acelerado ese proceso, abarcando a masas de millones y millones
de hombres a quienes la doctrina del marxismo-leninismo inspira y alienta a
la lucha por el comunismo. La creación de la sociedad comunista significará
un salto del reino de la necesidad al reino de la libertad. En el curso del
milenario desarrollo de la sociedad, subordinados como se encuentran a la
necesidad objetiva, que no depende de sus propias voluntades, los hombres
avanzan en su empresa de reducir las fuerzas elementales de la naturaleza y
de crear las premisas para su emancipación social. Este proceso histórico
obedece a leyes sociales específicas, que no tienen nada que ver con las leyes
de la naturaleza. Del estudio de esas leyes que dirigen el desarrollo de la
sociedad humana se ocupa otra parte de la filosofía marxista-leninista, el
materialismo histórico.
41
relaciones de producción constituyen la forma. Las categorías de la
dialéctica tienen gran importancia a la hora de analizar la realidad con
el fin de conocerla y son el reflejo de su existencia viva y dinámica,
son los conceptos formados a partir del conocimiento de la materia en
movimiento. Categorías filosóficas que sirven para poner de
manifiesto las fuentes internas de la unidad, de la integridad y del
desarrollo de los objetos materiales. El contenido es el conjunto de los
elementos y procesos que constituyen la base de los objetos y
condicionan la existencia, el desarrollo y la sustitución de sus formas.
La categoría de forma expresa el nexo interno y el modo de
organización, de interacción de los elementos y procesos del
fenómeno tanto entre sí como con las condiciones externas. El
desarrollo de la forma y del contenido es el de dos aspectos del mismo
fenómeno, es el desdoblamiento de lo uno, desdoblamiento que da
origen a contradicciones y conflictos que llevan a desechar la forma y
a modificar el contenido. La relación entre contenido y forma es
dialéctica, por cuanto el contenido determina la forma, es decir lo que
constituye a las cosas determina la manera como ésta se exprese; y la
disposición formal de las cosas favorece que el contenido se desarrolle
o se destruya.
42
entre forma y contenido no lo son de una parte pasiva y otra activa. El
proceso real acontece como resultado de su acción recíproca en cuanto
contrarios que influyen activamente en el desarrollo. La falta de
correspondencia entre la forma y el contenido, debida al retraso de la primera
respecto al segundo, aunque es de gran importancia para el desarrollo,
caracteriza tan sólo una de las contradicciones de este último. La solución de
las contradicciones entre forma y contenido depende del carácter que
aquéllas tengan, de su grado de desarrollo y de las condiciones en que se
produzcan. La solución puede ocurrir mediante el cambio de la forma en
consonancia con los cambios del contenido, mediante el cambio del
contenido en consonancia con la nueva forma, mediante el rechazo de la
forma, la subordinación de la vieja forma al nuevo contenido. Al pasar de un
estado cualitativo a otro, o bien se liquida la vieja forma o bien se transforma,
con la particularidad de que la vieja forma no puede liquidarse antes de que
en ella misma se hayan preparado las premisas y los elementos para pasar a
una forma más perfecta. Éste es el proceso dialéctico de la “superación”, en
la cual la vieja forma raras veces se desecha por completo y de manera
absoluta; la nueva forma no siempre se convierte, de golpe, en dominante,
sino que empieza a prevalecer gradualmente; las viejas formas aseguran el
desarrollo en menor medida que las nuevas y por este motivo la nueva forma,
con el tiempo, ocupa un lugar cada vez más importante. Semejante carácter
de la «superación» de la vieja forma hace también posible un desarrollo
regresivo, la restauración de las viejas formas. La dialéctica del contenido y
de la forma se manifiesta brillantemente en el proceso de constante
renovación y progreso de la sociedad.
43
cosas, su cantidad, es decir su unidad como cosa y su diferencia y su
similitud con otras.
En más de una ocasión habrán tenido, sin duda, que resolver el problema de
si es posible convertir en realidad uno u otro pensamiento, objetivo o sueño.
Saben, por ello, que de ordinario denominamos posible lo que puede
realizarse, hacerse, cumplirse.
44
Lo que puede ser y lo que no puede ser no está determinado por los deseos
de las personas, sino por las leyes, condiciones y causas que existan en la
vida.
En la actividad práctica hay que guiarse por las posibilidades reales. Las
posibilidades formales tienen valor únicamente cuando contribuyen a que se
manifiesten las posibilidades reales.
45
hombre sin embargo ha aprendido a influir sobre estas condiciones dentro de
ciertos límites, lo que le permite "producir" lluvia si actúa sobre condiciones
mínimas, transformando así posibilidades formales en reales.
Lenin enseñaba que no basta con lanzar consignas justas y plantear bien las
tareas; hace falta, además, que las masas estén dispuestas a luchar por el
cumplimiento de esas tareas, hace falta organizarías para la labor práctica
orientada a convertirlas en realidad. Esto significa precisamente crear las
condiciones tanto objetivas como subjetivas para realizar los planes, para
aprovechar las posibilidades.
46
relaciones del objeto diversas, externas, móviles, inmediatamente
accesibles a los sentidos y representa el modo como la esencia se
manifiesta, se revela. Los idealistas interpretan torcidamente estas
categorías, suponiendo o bien que la esencia es ideal («ideas», de
Platón; «idea absoluta» de Hegel), o bien que el fenómeno es subjetivo
y la esencia objetiva e incognoscible (Kant, Agnosticismo); o declaran
subjetiva la diferenciación misma de esencia y fenómeno en el objeto
(Dewey, Lewis), o bien, finalmente, niegan por completo la esencia e
identifican el fenómeno con la sensación (Mach, Fenomenalismo).
48