Informe Anual Sobre Derechos Humanos en Chile 2015 - Centro de Derechos Humanos Udp
Informe Anual Sobre Derechos Humanos en Chile 2015 - Centro de Derechos Humanos Udp
Informe Anual Sobre Derechos Humanos en Chile 2015 - Centro de Derechos Humanos Udp
ANUAL
SOBRE
DERECHOS
HUMANOS
EN CHILE
2015
Centro de Derechos Humanos, Facultad de Derecho, Universidad Diego Portales;
Tomás Vial Solar, editor general / Informe anual sobre derechos humanos en Chile 2015
Dewey: 341.4810983
Cutter: In38
Colección Derecho
Incluye presentación de los Dres. Tomás Vial Solar y Judith Schönsteiner
directora del Centro de Derechos Humanos de la universidad y biografías de los autores del
informe.
Materias:
Detenidos desaparecidos. Chile 1973-1990.
Tortura. Aspectos jurídicos. Chile
Vejez. Cuidados.
Derecho del trabajo.
Derechos del niño. Chile
Sistema penitenciario. Chile
Parejas homosexuales. Aspectos jurídicos. Chile.
ISBN 978-956-314-339-3
©VV.AA.
©Ediciones Universidad Diego Portales, 2015
Presentación 9
9
organismo del cual ella es directora. En este capítulo, que permite efec-
tuar comparaciones a través del tiempo en esta materia, se realiza un
acucioso estudio acerca de cómo se están llevando a cabo los procesos
penales producto de las violaciones a los derechos humanos cometi-
das durante la dictadura, demostrando que, en materia de verdad, de
justicia y determinación de responsabilidades, aún tenemos un largo
camino por recorrer. Se estudia también, la situación de desprotec-
ción de los sobrevivientes de torturas y detenciones ocurridas bajo el
régimen de facto, y la ausencia de verdad respecto a muchas de estas
situaciones, en particular las documentadas en los testimonios recaba-
dos por las Comisiones Valech I y II. Asimismo, se describe la forma en
que las diversas instituciones estatales están colaborando en la búsqueda
de verdad y justicia, y de qué manera la sociedad está –o no– asumiendo
la memoria histórica. En base a esta investigación se realizan una serie
de recomendaciones al Estado, entre las cuales se destacan: la exigencia
de crear una instancia permanente de calificación de víctimas y sobrevi-
vientes; el avanzar con toda celeridad en la conformación de la Subsecre-
taría de DDHH y el Plan Nacional de DDHH; la necesidad de dotar,
mientras tanto, al Programa de DDHH del Ministerio del Interior de
las atribuciones y recursos requeridos para que asuma, en coordinación
con los sobrevivientes, la garantía de los derechos a la verdad, justicia y
reparación; dejar de oponerse, por medio del Consejo de Defensa del Es-
tado a las indemnizaciones civiles solicitadas a través de los tribunales de
justicia y a la prescripción de las violaciones en materia civil, y restituirle
la urgencia al proyecto de reforma constitucional que aborda este tema.
Una de las áreas de los derechos humanos que ha sido preocupación
constante de este Informe, es la relativa a los derechos de los trabaja-
dores en Chile. Esto explica que la versión actual contenga un capí-
tulo titulado “La reforma laboral y los estándares internacionales de
derechos humanos”, elaborado por los profesores Karla Varas y César
Toledo. El estudio analiza el actual proyecto de reforma laboral envia-
do por el gobierno a la luz del estándar de las obligaciones en derechos
humanos contraídas por Chile. El análisis concluye puntualizando que
el proyecto de reforma laboral no transforma el sistema de relaciones
laborales vigente, sino que al contrario: profundiza el intervencionismo
estatal en las relaciones colectivas de trabajo; agudiza la construcción
de un sindicalismo débil sin intervención social y política; coarta y
frena el ejercicio de la libertad sindical, y, en definitiva, mantiene el
modelo impuesto por el Plan Laboral de la dictadura, perpetuando las
brechas de desigualdad, económica y social, existentes en el país. Por
ello el artículo, entre varias medidas tendientes a ajustar la reforma
a las exigencias en materia de DDHH, propone que se reconozca a
nivel constitucional el derecho a negociación colectiva por rama o sec-
tor de actividad económica con alcance universal (tanto para el sector
10
público como privado); consagrar el derecho de huelga dentro de las
garantías constitucionales contenidas en el artículo 19 de la Constitu-
ción Política, con alcance universal (trabajadores públicos y privados),
admitiendo posibles restricciones o limitaciones en el caso de servicios
esenciales en el sentido estricto del término. En cuanto a la regulación
del derecho de huelga, en el texto se recomienda, entre otras cosas, re-
definir su concepto como un derecho fundamental, sin acotar su fina-
lidad a la negociación de un instrumento colectivo, y su modalidad a la
abstención colectiva y concertada al trabajo; precisar que lo prohibido
es el reemplazo de los trabajadores en huelga, bajo cualquier forma;
reconocer el derecho a huelga de los trabajadores que se desempeñan en
servicios que han sido calificados como esenciales en el sentido estricto
del término, consagrando una regulación especial a fin de garantizar
el mantenimiento de los mismos por medio de los servicios mínimos;
eliminar la figura de los servicios mínimos y equipos de emergencia;
eliminar la institución de reanudación de faenas.
La gravísima violación a los derechos humanos que constituye la tor-
tura, es la materia del capítulo escrito por Eduardo Alcaíno y Sabrina
Perret, titulado “La tortura en Chile: estado actual desde la reforma
procesal penal”. En el texto se señala que la tortura puede revestir bási-
camente dos formas de aparición: cuando es ejecutada como forma de
castigo o represión o en el caso de ser aplicada como medio para obte-
ner una información determinada, es decir, como herramienta –permi-
tida o no- del proceso penal. En Chile se producen, de manera más o
menos extendida, ambas formas de tortura. La tortura judicial, como
herramienta procesal, practicada por funcionarios ligados al sistema
de justicia criminal (fiscales y policías) y la tortura ejercida por miem-
bros de Gendarmería, que preferentemente adopta la forma de castigo,
suplicio o represión. El capítulo se centra en ambas clases de martirio,
aunque coloca el foco sobre la tortura en el ámbito procesal, que ha ex-
perimentado ciertas variaciones dignas de análisis, luego de la entrada
en vigencia de la Reforma Procesal Penal. También es analizada la tor-
tura que sufren personas privadas de libertad, revisando algunos casos
relevantes y dando lugar a una especial reflexión, dada su permanencia
en el tiempo y el nulo enfrentamiento institucional que ha tenido por
parte de las autoridades competentes. A fin de remediar esta situación,
se recomienda, entre otras medidas, elaborar un procedimiento común
y estandarizado vinculante para todas las instituciones del sistema pe-
nal, que señale cómo se debe actuar y reaccionar ante una denuncia de
tortura y, junto a la anterior, definir cuáles son las diligencias investiga-
tivas que debe realizar cada institución involucrada. También se propo-
ne elaborar un plan nacional al interior de Gendarmería que implique
enfrentar el fenómeno de la tortura de manera específica; y modificar
aquellas reglas de competencia sobre justicia militar. Se señala que no
11
es admisible que civiles víctimas de apremios por parte de funcionarios
públicos sean derivados a la justicia militar, por lo que se debe disponer
de una norma que, sin excepción, determine que la competencia, en
este tipo de casos, es de la justicia civil.
El capítulo “Privación de libertad en Chile: desgobierno carcelario
y afectación de derechos de la población penal” –elaborado por los
investigadores Isabel Arriagada y Diego Rochow– aborda la situación
de los derechos humanos de quienes se encuentran sometidos a penas
privativas de libertad. Analiza las principales instituciones involucra-
das en el aparato penitenciario chileno y su capacidad para proteger los
derechos de los reclusos: entre ellos, el derecho a acceder a un tribunal
imparcial y al debido proceso, el derecho a defensa, al esclarecimiento
de los hechos, a un trato digno por parte del personal penitenciario,
el derecho de acceso a la información y a participar de la comunidad
política. El análisis concluye señalando que la correcta ejecución de la
pena requiere una planificación institucional sistemática y coordinada,
atenta a los estándares internacionales establecidos en los diversos pac-
tos, principios y recomendaciones en materia de privación de libertad.
Se plantean, entre otras, las siguientes recomendaciones al Estado de
Chile: generar una política penitenciaria consistente e interinstitucio-
nal, que incluya la dictación de una ley de ejecución penitenciaria y
establezca con claridad las competencias y procedimientos ante el juez
de ejecución; fortalecer el rol de la Unidad de Defensa Penitenciaria de
la Defensoría Penal Pública; asignar al Ministerio Público un rol clave
en el aparato penitenciario, lo que debiera incluir la elaboración de un
protocolo de investigaciones, especialización y creación de una unidad
de víctimas y testigos de delitos intramuros; redefinir las funciones de
Gendarmería de Chile, aumentando los estándares de ingreso y forma-
ción; mejorar las condiciones laborales de los gendarmes y establecer
una política de desvinculación de funcionarios condenados por tor-
turas, malos tratos o apremios ilegítimos ejercidos sobre la población
penitenciaria.
La realidad de los adultos mayores (AM) en Chile, y las graves viola-
ciones a sus derechos olvidados, es la temática que investigan las profe-
soras Elisa Ansoleaga y Ester Valenzuela, en el capítulo “Envejecimien-
to y derechos humanos en Chile: las personas mayores maltratadas”.
El artículo describe y analiza la situación de los adultos mayores en
Chile desde una perspectiva de derechos humanos, buscando conocer
quiénes son y cómo viven en nuestro país y en qué medida el Estado
les garantiza el ejercicio efectivo de ciertos derechos humanos funda-
mentales: a la salud, a la seguridad social –en lo relativo a la previsión
social– y a una vida digna. Al respecto, se describen las acciones que el
Estado realiza y las políticas públicas que se han formulado y llevado
a cabo en beneficio de los adultos mayores en relación a los estándares
12
internacionales y la normativa vigente. El capítulo concluye constatan-
do que el envejecimiento y su protección es una preocupación reciente
y que el sistema de pensiones chileno ha dejado en una situación aún
más vulnerable a este grupo, que ha crecido de manera significativa en
las últimas décadas por el aumento de la esperanza de vida de la po-
blación chilena. Dicha vulnerabilidad está directamente vinculada, de
acuerdo al análisis, a la responsabilidad que tiene el Estado de Chile en
el aseguramiento del derecho humano de esos adultos mayores a una
vida digna. Se constata, en el estudio, que existe una débil institucio-
nalidad para la protección de los AM y, por consiguiente, que el país
no se ha preparado para enfrentar el envejecimiento poblacional. Con
el fin de avanzar en un efectivo reconocimiento, protección y garantía
de los derechos de los adultos mayores en Chile, se recomienda, entre
varias medidas, al Estado: el fortalecimiento de la institucionalidad,
lo que implica diversas alternativas, entre ellas, la creación de una Su-
perintendencia que coordine y supervigile las acciones multisectoriales
que tienen como beneficiarios a los AM; fortalecimiento del SENAMA
de manera tal que cuente con las potestades para confeccionar, coor-
dinar y evaluar los planes y políticas enfocadas a las personas mayo-
res, erigiéndose como una repartición que pueda colocarse a la cabeza
del trabajo intersectorial de los planes que tienen como beneficiarios a
los AM. Se sugiere, además, la creación de una Ley de Protección de
Derechos de los Adultos Mayores, que contenga garantías específicas
para resguardar el ejercicio de sus derechos; la elaboración de un Plan
Nacional sobre el adulto mayor, con el objeto de entregar directrices
y coordinar las diversas acciones estatales (y municipales) para evitar
los déficits en materia de trabajo intersectorial, y establecer las orienta-
ciones en esta área, con el fin de garantizar el pleno desarrollo de este
vulnerable grupo poblacional.
Asegurar en Chile el derecho a una educación igual para todos en
un sistema educativo inclusivo es uno de los desafíos que tenemos
como país, y ha sido uno de los tópicos perseguidos por el Informe. En
este año, las investigadoras Pilar Muñoz y Liliana Ramos, en su trabajo
“Hablar de diversidad sexual también es hablar de educación inclusi-
va: discriminación por orientación sexual e identidad de género en la
educación chilena”, analizan la situación del sistema escolar en el con-
texto de asegurar el derecho a un sistema educacional capaz de incluir
a la diversidad y no discriminar a aquella población escolar constituida
por lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales (LGTBI).
Para ello se analizaron las orientaciones del Ministerio de Educación
(Mineduc) sobre la temática; el currículum escolar para las asignaturas
de Ciencias Naturales y Orientación; los estándares de formación ini-
cial docente para las carreras de Educación Parvularia, Pedagogía Bá-
sica, Pedagogía Media y Educación Diferencial; informes de derechos
13
humanos ya publicados; noticias desde 2014 hasta junio de 2015. De
este estudio se pudo concluir que Chile no cuenta con una legislación
educativa que haga efectivo el pleno derecho a una educación sin dis-
criminación para los y las estudiantes de la comunidad LGTBI; que las
medidas dispuestas por el Mineduc destinadas a apoyar la formación
en sexualidad, afectividad y género, son insuficientes para asegurar la
plena inclusión de estudiantes LGTBI en el sistema escolar; que los es-
tándares orientadores de la formación inicial docente para las carreras
antes mencionadas, no visibilizan la temática de la diversidad sexual ni
incluyen indicadores relacionados con la orientación sexual e identidad
de género; y, por último, que la Superintendencia de Educación no
incorpora como variable de discriminación dicha identidad, lo cual no
facilita las denuncias por discriminación en estos casos. Para superar
estas falencias, se recomienda, entre varias medidas, que el Estado efec-
túe los ajustes necesarios a la Ley 20.845, de inclusión escolar, con el
fin de asegurar que ningún estudiante LGTBI pueda ser discriminado
del sistema escolar, bajo el pretexto de estar cautelando el principio de
libertad de enseñanza por sobre el derecho a la educación. Así también,
el capítulo propone que se modifiquen las bases curriculares de las asig-
naturas de Ciencias Naturales y Orientación, con el fin de visibilizar
la temática de diversidad sexual desde un enfoque de derechos; que se
rectifiquen los estándares de formación inicial docente en las diversas
carreras de pedagogía, tanto en el ámbito pedagógico como disciplinar,
con el objetivo de asegurar que las nuevas generaciones de profesores
cuenten con herramientas para el reconocimiento y acompañamiento
de la comunidad LGTBI en la escuela.
Los derechos de migrantes y refugiados también forman parte de
este Informe, y representan la preocupación central de la Clínica de Mi-
grantes y Refugiados, una de las áreas importantes de trabajo del Cen-
tro de Derechos Humanos de la UDP. Dos profesores de esa Clínica,
Delfina Lawson y Víctor Hugo Lagos, son los autores del capítulo titu-
lado “El acceso a la salud de las personas migrantes en Chile. Avances
y desafíos”. El texto se enfoca en las posibilidades de acceder a la salud
que tiene la población migrante en Chile, desde la perspectiva del dere-
cho internacional de los derechos humanos. En el artículo se abordan
los avances y las deudas en la materia y se insta al Estado a adecuar su
normativa y sus políticas a los estándares internacionales relacionados
con la población migrante. Los autores sostienen que se han logrado
importantes avances en los últimos años, al ampliarse la cobertura del
derecho a la salud de las personas en esta condición. Sin embargo, la
mayoría de estos logros dependen para su eficacia de acuerdos inter-
sectoriales o regionales, y en algunos casos, como se ha demostrado
en este Informe, de la voluntad a veces antojadiza de los funcionarios
públicos o de la región en donde se encuentren los migrantes. Esta si-
14
tuación sigue dejando a gran parte de la población migrante expuesta a
arbitrariedades, abusos y vulneraciones de sus derechos. Con el objeto
de remediar estas situaciones se recomienda, en líneas centrales, que el
Estado adopte una política migratoria y reforme el marco normativo
sobre migración, incorporando en él un enfoque de derechos y garan-
tizando explícitamente el acceso a los derechos sociales, entre ellos a la
salud. El nuevo marco normativo debe ser respetuoso de los estándares
internacionales y responder a la situación de los migrantes consideran-
do el contexto chileno y regional; implementación del Acuerdo sobre
Residencia de los Estados partes del Mercosur, Bolivia y Chile al resto
de las nacionalidades que actualmente se encuentran excluidas de su
aplicación.
En la actualidad, Chile debe rendir informes ante diversos órganos
de tratados. Ellos permiten evaluar en forma periódica al Estado en el
cumplimiento de las obligaciones internacionales adquiridas. Sin em-
bargo, ese proceso (el de redactar los informes y analizar cómo las re-
comendaciones de los órganos de tratados son transmitidas y chequear
si son o no cumplidas) no había sido estudiado. Ese es, justamente, el
tema que aborda la investigadora Helena Olea, en su trabajo “Chile
ante el Comité de Derechos Humanos. Los procedimientos de revi-
sión periódica por los órganos de tratados: una oportunidad para la
discusión y definición de la agenda nacional en derechos humanos”. El
capítulo explica los procesos de los órganos de tratados del sistema uni-
versal de protección de derechos humanos y analiza la última revisión
periódica a Chile –que se produjo en agosto de 2014– desde la perspec-
tiva de los temas discutidos, los actores estatales y no gubernamentales
que participaron, y el resultado final de dicha instancia, que son las
recomendaciones. Se indaga, además, en el avance respecto al cumpli-
miento de algunas de esas propuestas surgidas a partir de la revisión. Se
concluye que, en la actualidad, la elaboración de los informes ante los
órganos del sistema universal es una tarea aislada que tiene a su cargo el
Ministerio de Relaciones Exteriores. Los demás ministerios y órganos
estatales solo aportan información para este propósito. La sociedad ci-
vil no participa de la elaboración ni de la discusión del informe estatal.
Se constata también el desconocimiento sobre el proceso de revisión
periódica, así como del contenido y alcance de las recomendaciones,
por parte de los funcionarios públicos, cuyas competencias y funciones
están directamente vinculadas a la temática. Se advierte que no existe
esfuerzo alguno para difundir las recomendaciones de los órganos de
tratados y del Consejo de Derechos Humanos, excepto la posibilidad
de encontrarlas en el sitio web del INDH, y algunas de ellas en el sitio
de la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones
Exteriores. Se observa que no existe un esfuerzo para incluir y conside-
rar las recomendaciones de los comités en las políticas públicas y, por
15
lo tanto, en la próxima revisión periódica, probablemente, se reiterarán
varios de los motivos de preocupación y se formularán recomenda-
ciones similares. En base a las conclusiones anteriores, en el capítulo,
se recomienda al Estado: que impulse la aprobación y pronta imple-
mentación del proyecto de ley que crea la Subsecretaría de Derechos
Humanos; que, a partir de la elaboración del informe estatal, se pro-
muevan espacios de discusión pública sobre las acciones que el Estado
ha puesto en marcha con la finalidad de cumplir con sus obligaciones
internacionales en materia de derechos humanos. También se hace un
llamado a que el gobierno, como conductor de las relaciones interna-
cionales del Estado, asuma su rol de informar a los órganos de tratados
y al Consejo de Derechos Humanos; que dicha información no de-
penda de las consideraciones políticas del gobierno de turno; y que las
recomendaciones de los órganos del sistema universal sean difundidas
mediante un instructivo presidencial, promoviendo su discusión al in-
terior de los órganos estatales con competencias relacionadas con ellas.
La protección de los derechos de los niños, niñas y adolescentes (en
adelante, NNA) ha sido también un asunto que históricamente ha ocu-
pado al Informe. Este año las investigadoras Camila de la Maza, Ma-
ría Paz Riveros y María Paz Zarzar en su trabajo titulado “Derechos
humanos de la infancia y adolescencia: ¿asegura el Estado a los niños,
niñas y adolescentes el derecho a vivir en el seno de una familia?”,
evalúan la política pública enfocada en asegurar el derecho a vivir en
familia de los NNA a la luz de los estándares internacionales de los
derechos humanos. En este sentido, se aborda si el Estado asume sus
compromisos en cuanto a generar las acciones de apoyo a las familias
para que estas actúen como cuidadoras que promuevan derechos fun-
damentales y si permite, por otra parte, que sean las familias las que
decidan como criar a sus hijo/as, mientras esas modalidades no sean
contrarias a sus intereses superiores. Se investiga en el capítulo si para
aquellos casos en que un NNA no puede estar al cuidado de su propia
familia –ya sea de modo temporal o permanente–, el Estado provee o
no de medios para su cuidado alternativo y definitivo (como sería, por
ejemplo, la adopción), que promuevan sus derechos humanos. De la
investigación se concluye que el Estado de Chile no cuenta con una
política de promoción universal de derechos, y no da cumplimiento
a ninguno de los estándares de derechos humanos tendientes a hacer
efectivo el derecho a vivir en familia de NNA. A fin de remediar estas
falencias se recomienda, entre otras cosas, crear un nuevo sistema de
adopción de NNA acorde a la doctrina de protección integral, que
se focalice en restituir el derecho a vivir en familia de aquellos NNA
que se encuentran en situación de abandono. Se sugiere, además, en
relación a lo anterior, generar acciones para que todo/as los NNA que
están en dicha condición puedan contar con una familia adoptiva que
16
los acoja. Se propone extender la cobertura del programa Chile Crece
Contigo para todos/as los niños, niñas y adolescentes, desde que nacen
hasta que tengan 18 años, y diseñar una política pública que actúe de
modo integral con NNA y considere medios de cuidado alternativos,
que permitan evitar las medidas de protección que conducen a la inter-
nación de NNA en instituciones residenciales.
Otra temática que ha sido constante en los Informes anteriores son
los derechos de las personas LGTBI. Este año, los investigadores Juan
José Álvarez, Sebastián del Pino y Tomás Vial, en el capítulo “Dere-
chos de la diversidad sexual 2015: avances y falencias” tienen como
objetivo proporcionar una visión más cronológica, abordando primero
los recientes desarrollos legislativos, con sus avances y demoras, para
luego describir de qué manera diversos tribunales de la República están
abordando materias de relevancia para las personas LGTBI. Los auto-
res destacan que, pese a los avances que se constatan, existen aún serias
reservas de odio y desprecio contra personas trans y homosexuales, que
terminan incluso, en algunos casos, en homicidios. Se concluye que
si bien el Acuerdo de Unión Civil representa un progreso importante
en esta materia, aún el Estado no avanza en satisfacer la necesidad
urgente de dar pleno reconocimiento al derecho a la identidad de las
personas trans, al no ejercer presión para agilizar la tramitación de la
ley de identidad de género en el Congreso. Respecto a los tribunales
sucede algo similar. Por un lado se han dado fallos emblemáticos que
dan reconocimiento a la diversidad de familias, pero por otro, el Tribu-
nal Constitucional continúa con una interpretación discriminatoria en
contra de las personas LGTBI. Pero aún más grave que toda omisión
o discriminación de los poderes del Estado ante el conflicto, son los
hechos criminales relatados en el capítulo, que muestran el profun-
do desprecio y prejuicio que aún prevalece en algunos sectores de la
población, hacia las personas trans y homosexuales. A fin de avanzar
en la superación de estas falencias, se recomienda aprobar una ley de
identidad de género, implementar políticas que permitan a todas las
personas trans una adecuada protección de sus derechos; establecer en
los programas educacionales el reconocimiento de las personas LGTBI
y de las familias homoparentales; realizar campañas educativas que
busquen erradicar la homofobia y la transfobia; e investigar y sancionar
adecuadamente los crímenes contra personas LGTBI.
La publicación del Informe Anual sobre Derechos Humanos 2015
no hubiera sido posible sin el dedicado esfuerzo de los autores de los
diversos capítulos que este contiene, así como el de numerosos ayu-
dantes alumnos de la UDP. El Centro de Derechos Humanos quiere
agradecerles a todos y todas este esfuerzo mancomunado. Se agradece,
en particular, a Susana Kuncar, periodista de la Facultad de Derecho,
sin la cual el Informe no podría ser difundido, y el valioso trabajo de
17
organización y apoyo prestado por Carmen Gloria Álvarez. También
quisiéramos destacar el dedicado y acucioso trabajo de edición de Vi-
cente Parrini, editor de estilo, y la generosa colaboración del ayudante
Sebastián Latorre en este aspecto. Se agradece, finalmente, a Felipe
Gana y Matías Rivas, de Ediciones UDP, por su valiosa contribución
en la edición de este Informe, así como a la Universidad por apoyar
económicamente su publicación.
18
SILENCIOS E
IRRUPCIONES:
VERDAD,
JUSTICIA Y
REPARACIONES EN
LA POSTDICTADURA
CHILENA*
* Capítulo preparado por Cath Collins y el equipo del Observatorio de Justicia Transicional de
la UDP. El Observatorio realiza, desde 2009, mapeo y análisis interdisciplinario en materia
de verdad, justicia, reparaciones y memoria por violaciones masivas a los DDHH ocurridos
en Chile durante la dictadura cívico-militar de 1973 a 1990. Participaron en el presente capí-
tulo los investigadores Boris Hau, Alice Pfeiffer, y María Ignacia Terra, y las ayudantes Raisa
Araneda, Vanessa Astete, Macarena Contreras, Constanza González y Manuela Tironi. La
coordinación y edición general estuvo a cargo de Cath Collins, catedrática de Justicia de
Transición de la Universidad de Ulster, Reino Unido y directora del Observatorio. Agradece-
mos a quienes accedieron a colaborar con entrevistas e información.
21
SÍNTESIS
23
INTRODUCCIÓN
25
miento, propuestas y contrapropuestas en relación a hechos puntua-
les, no suele ser la mejor receta para adoptar buenas políticas públicas
sobre la materia. Las proposiciones y promesas realizadas en tales
circunstancias, rara vez han prosperado a largo plazo, como queda
en evidencia en la prolongada historia de proyectos de ley, acuerdos
marco y promesas de legislar que aún están pendientes, o que, por
resultar parciales o deficientes, luego se empiezan a reformular con
múltiples indicaciones.1 Además, porque puede llegar a ser incluso
abusivo que sobrevivientes o familiares pasen a ser el resguardo de la
conciencia moral colectiva. Sus testimonios, reivindicaciones y dis-
posición para manifestar una y otra vez en público sus más íntimas,
evidentes y profundas emociones, no deben ser el único motor capaz
de impulsar avances, ya que ello constituiría una renuncia de respon-
sabilidades de parte de las autoridades y la sociedad en general. Que
la eterna postergación de la urgente necesidad de mejorar el acceso a
justicia, verdad y reparaciones para sobrevivientes de prisión política
y tortura se haya interrumpido solamente a través de una larga y da-
ñina huelga de hambre llevada a cabo por personas que vivieron ese
flagelo, una estrategia extrema que nos remite a tiempos de dictadu-
ra, es, en ese sentido, sumamente preocupante.
También lo es el hecho de que, ante avances impulsados desde la
Justicia, surgen propuestas de concesiones, inmunidades, o “delacio-
nes compensadas” para quienes, teniendo información, nunca la han
querido entregar. Primero, se debe explicitar qué clase de información
se espera obtener con estos métodos. El destino final de los detenidos
desaparecidos, así como la ubicación de sus restos en el caso –casi segu-
ro– de que estuvieran muertos, es susceptible, en limitadas circunstan-
cias, de ser conocido por quienes tuvieron escasa o nula participación
directa en los hechos que llevaron a su desaparición. No obstante, en
relación a otros crímenes ha de pensarse seriamente si se esté dispuesto
a cederles beneficios a los mismos verdugos, como moneda de canje
para que dejen de guardar los secretos que, a su juicio, siguen otorgán-
doles poder. Si bien se ha hablado de la situación de los ex conscriptos
como si fuera una sola, quien esté familiarizado con el escenario judi-
cial actual, sabe que existen, entre esos ex soldados, muy variados ni-
veles de participación y culpabilidad moral y jurídica.2 Se advierte una
profunda contradicción cuando se insiste en que, bajo un principio
del derecho colectivo a la verdad, se deba abrir el acervo Valech –repo-
sitorio de relatos íntimos, con un valor jurídico relativo– mientras se
26
baraja la posibilidad de extender a los involucrados –que hablan hoy
por obra de la justicia– alguna recompensa o garantía de anonima-
to. Aquello incluso se ha intentado anteriormente, sin éxito: hoy día
no es una Mesa de Diálogo sino el servicio forense, a instancia de los
jueces, quienes proceden a ubicar e identificar los cuerpos de víctimas
de desaparición y los restituyen a sus deudos. El hecho de que esto se
realice en el contexto de investigaciones judiciales es lo que permite
además –elemento infaltable– exigir a los responsables que asuman las
consecuencias de sus crímenes. Pareciera ser que en Chile la postergada
temporada de la justicia finalmente llega. Siendo así, cualquier medida
complementaria o innovación es bienvenida, siempre que no obstaculi-
ce ni trate de sustituir este ímpetu.
3 A/HRC/27/56, ONU Informe del Relator Especial sobre la Promoción de la Verdad, la Justi-
cia, la Reparación y las Garantías de No-repetición, 27 de agosto de 2014.
4 Inter alia, la Declaración sobre los Principios Fundamentales de Justicia para Víctimas de
Delitos y del Abuso del Poder, y los Principios y Directrices Básicos sobre el Derecho de las
Víctimas de Violaciones Manifiestas de las Normas Internacionales de Derechos Humanos
y de Violaciones Graves del Derecho Internacional Humanitario a Interponer Recursos y
Obtener Reparaciones, ambos de la ONU.
27
presencia se manifiesta en una aceleración del ritmo de avance de
las investigaciones, la asignación de recursos adicionales y esfuerzos
de coordinación con familiares, en relación a las causas existentes,
repartidas –estando a fines de julio de 2015– entre 26 ministros en
visita.
Es además positivo advertir avances (al menos hasta fines de julio de
2015)5 en la proporcionalidad de las penas impuestas a la gravedad de
los delitos, con una disminución en el uso de la prescripción gradual
y un consecuente incremento en la proporción de penas finales efecti-
vas (de reclusión). El Presidente de la Corte Suprema, ministro Sergio
Muñoz, señaló en su discurso inaugural del año judicial 2015, que el
año 2014 se habían producido 105 sentencias individuales en causas
de DDHH, 70 de ellas efectivas. Esta tendencia refleja un cambio, ya
que desde 2010 a fines de 2013, no más de un tercio de estas penas
habían sido de cárcel (ver gráfico 1 e Informes anteriores). Que existiera
una mayor proporcionalidad en las penas, fue una de las exhortaciones
formuladas a Chile desde la ONU, en 2014, en el marco del Examen
Periódico Universal.6
El Informe del Relator de la ONU observa que víctimas y sobre-
vivientes deben ser reconocidos como titulares de derechos, y que los
Estados deben eliminar plazos de prescripción excesivamente breves.7
Ambas disposiciones se ven reflejadas en una reciente y ejemplar línea
jurisprudencial que viene imponiéndose en la Sala Penal de la Corte
Suprema, en relación a las demandas civiles y su fundamentación. La
unificación de criterio en materia civil, lograda a fines de 2014 a través
de la reasignación de toda clase de demanda civil a dicha Sala, es otra
clara señal de avance. No obstante, el Estado mismo, representado por
el Consejo de Defensa del Estado, CDE, sigue oponiéndose en tribu-
nales a estos avances, alegando la prescripción de materia civil y/o la
incompatibilidad de restitución por vía jurídica con la recepción de
pensiones u otras reparaciones administrativas por sobrevivientes y fa-
miliares. La contradicción que aquello encierra apunta a que, si bien la
labor del sistema de justicia no está exenta de persistentes dificultades
(ver sección Justicia, abajo), es en materia legislativa y administrativa
donde corresponde hoy focalizar las exigencias. El incumplimiento de
varias promesas de legislación de muy larga data; la continua espera
28
para la materialización de una Subsecretaría de Derechos Humanos,8
junto con una creciente tendencia de prometer que ese organismo se
hará cargo de una serie de exigencias que requieren más bien de acción
inmediata, conforman un cuadro desalentador que se contradice con la
esperanza, expresada en el Informe 2014, de que se estuviera ad portas
de la construcción de una “nueva medida de lo posible” en materia de
respuesta estatal a los crímenes de la dictadura. Sin desmerecer acciones
puntuales, examinadas a continuación, estamos lejos de contar con la
“política de Estado explícita e integral” en derechos humanos prometi-
da a principios de 2014 en el Programa de Gobierno de la actual Presi-
denta. No existe aún la “entidad estatal permanente” que se prometió
en ese documento para hacerse cargo de los derechos de las víctimas y
sobrevivientes. La crítica tiene sus matices, ya que algunos miembros
de la Comisión de DDHH de la Cámara Baja han propuesto reiteradas
medidas relevantes. Pero la falta de respaldo activo del Ejecutivo hace
que dichos proyectos tiendan a permanecer en un limbo legislativo.9
El tiempo ya se hace escaso, tanto desde el punto de vista del ciclo
de vida de las personas vulneradas como del plano político, ya que se
ve posible que la actual administración culmine sin haberse diseña-
do, ni menos implementado, el anhelado Plan Nacional en DDHH.10
Si bien siempre es fácil, y a veces demasiado simplista, diagnosticar
ante todo horizonte incumplido una “falta de voluntad política”, en
esta materia es difícil evitarlo. Conocidas voces ligadas al mundo de
los derechos humanos concuerdan en ello,11 y cuando menos, parece
haberse desaprovechado la creciente presencia de personas de buena
voluntad y comprobada capacidad en diversas entidades claves, como
por ejemplo, en el Programa de Derechos Humanos del Ministerio
del Interior y Seguridad Pública. Lo que no se valora, se pierde, y la
ausencia de un liderazgo intersectorial dinámico que una y potencie
sacrificados esfuerzos individuales, termina desalentando a nuevas
generaciones de profesionales que han entendido que sólo sobre la
base de una contundente respuesta a las violaciones históricas se po-
drá construir un país más justo, capaz de abordar los desafíos de
mañana.
8 Proyecto que pasó a tercer trámite constitucional el día 12 de agosto de 2015. Ver Boletín
no. 8207-07, y análisis a continuación.
9 Ver, a modo de ejemplo, diversos proyectos consignados en la Sesión 70 de la Cámara de
Diputados, el 23 de septiembre de 2014, que no han avanzado de su primer trámite consti-
tucional.
10 El propio Informe de la Comisión de DDHH a la Cámara Baja respecto al Boletín 8207-07,
creadora de la Subsecretaria DDHH, reconoce la “dispersión” en el tratamiento institucional
de los DDHH en Chile, comparándole, desfavorablemente, con lo logrado en otros países
de la región. Menciona que la Subsecretaría, una vez constituida, tendría un plazo adicional
de 18 meses para elaborar el primer Plan Nacional. Informe de la Comisión DDHH, Boletín
8207-07, 21 de julio de 2015.
11 El Mostrador: “Las cuentas pendientes de la Concertación en DDHH”, 30 de julio de 2015.
29
2. LOS DERECHOS ÍNTEGROS DE LAS Y LOS SOBREVIVIENTES DE PRISIÓN
POLÍTICA Y TORTURA
12 Ver www.unexpp.cl
13 Acuerdo de Mesa de Rancagua, firmado el 23 de mayo del 2015. El planteamiento de los
representantes de presos políticos explicita, en su punto 3, que “nuestra movilización no
busca una ‘Oferta Económica’, procura una rectificación de las políticas del Estado”. El Go-
bierno, por su parte, se compromete a abordar “integralmente” la reparación, fomentando
que la Mesa proponga soluciones “definitivas” (secciones II y III del texto del Acuerdo).
30
Valech, señalando la diferencia actual con las pensiones Rettig.14 Se
objetaron también otras incongruencias, como, por ejemplo, el trato
discriminatorio a los viudos, quienes no tienen los mismos derechos
de heredar pensiones que sus contrapartes femeninas. En relación a
Justicia, se exigió el acceso judicial pleno a los acervos Valech, y la
extensión a las y los sobrevivientes de asesoría y representación legal
homologables a los que el Estado actualmente provee a familiares de
ejecutados políticos y detenidos desaparecidos. En relación a Verdad,
se exigió una apertura permanente de las nóminas de víctimas y sobre-
vivientes reconocidos por el Estado. En relación a Salud, Vivienda, y
Educación, se exige fortalecer el programa de salud PRAIS, mejorar
el sistema de asignación de puntaje para vivienda social, y ampliar las
categorías de parientes a quienes los titulares Valech pueden ceder su
beca educacional.
Cabe señalar que buena parte de las medidas mencionadas han
sido apoyadas por el Observatorio en varias iteraciones de este Infor-
me Anual, y/o por el mismo Programa DDHH, que –desde al menos
2014– ha buscado atribuciones y recursos que le permitan continuar
abordando estas temáticas. Las exigencias encuentran un sustento en
las normativas regionales e internacionales existentes, que hablan de
la reparación como un proceso de reconocimiento de derechos –no
de extensión de ‘beneficios’ o asistencia social– que debe ser íntegro y
participativo, tomando en cuenta tanto a las y los sobrevivientes como
a sus núcleos familiares.
Según el entender del Observatorio, a principios de agosto de 2015,
quedaban temas pendientes, principalmente en relación a la Subco-
misión de Reparación Pecuniaria. Faltaba resolver la homologación
de pensiones y la incompatibilidad que actualmente existe entre pen-
siones Valech y de exoneración política. Pero para respetar los plazos
acordados, en julio se finalizó la mencionada propuesta de ley corta.
Consiste en un bono monetario, pagado por una única vez, de un mi-
llón de pesos a “víctimas reconocidas” –es decir, personas calificadas
en 2004 y 2005, o en 2011, en las nóminas de Valech I o Valech II–.
El monto para cónyuges sobrevivientes de titulares ahora fallecidos va
a ser solamente de $600.000, un 60% del valor que será recibido por
titulares vivos. El texto de la propuesta de ley, mensaje 600-363, fue
ingresada a la Cámara de Diputados el 9 de julio de 2015. El 6 de
agosto, el Comando Unitario de ex Presos Políticos y Familiares infor-
mó que luego de una “accidentada” sesión –presenciada por Carmen
Gloria Quintana y Verónica de Negri– la Comisión de DDHH de la
14 Diferencia que se explica, en parte, por sus distintas lógicas subyacentes: la pensión Rettig
está contemplada para ser repartida entre diversos miembros de un grupo familiar, mientras
que la pensión Valech está concebida como una pensión personal.
31
Cámara de Diputados había aprobado la idea de legislar sobre la pro-
puesta de Ley Corta, con una sola objeción (del diputado UDI Juan
Antonio Coloma). Al cierre de esta edición, la Mesa seguía sesionando
en relación a los temas de fondo. El Observatorio entiende que, si bien
algunas de las mejoras prometidas en relación a PRAIS se daban por
encaminadas, el cambio de gabinete interviniente habría retrasado la
implementación de medidas comprometiendo a otras carteras; sin per-
juicio de que algunos de los funcionarios de estas hayan manifestado
una buena disposición frente al tema. Pero el mayor peligro de retraso
se manifestó en la postergación de toda reformulación mayor de políti-
cas, a la espera de que se conforme la nueva Subsecretaría de DDHH,
que en el mejor de los casos, podría entrar en funciones a fines de 2015.
Para que luego empiece a estudiar este y otros temas importantes que
ya se le han encomendado, seguramente pasarán varios meses más.
Mientras tanto, el Programa DDHH ha sido notificado que pasará,
desde su actual radicación en el Ministerio del Interior, a depender de
la nueva instancia. Dicho cambio podría ser neutro o incluso positivo,
manteniendo o fortaleciendo la independencia formal de la instancia
y aclarando el énfasis judicial de sus labores. No obstante, se introdu-
ce incertidumbre respecto al trabajo actual del Programa, además de
sugerir que por lo pronto no le serán concedidas nuevas funciones ni
ampliación de mandato.
En tanto, la necesidad urgente de dar una respuesta coordinada a la
situación de sobrevivientes fue subrayada por reportes, recibidos por el
Observatorio a fines de agosto 2015, de que a las y los “sobrevivientes
Valech” se les esté pidiendo producir certificaciones de su estatus de ca-
lificación como víctimas. Dicha certificación no existe por ley, por ende,
ningún estamento estatal se encuentra facultado a exigirla ni mandatado
a extenderla. A pesar de ello, el Instituto Nacional de Derechos Huma-
nos, INDH, ante el requerimiento de las personas, había empezado a
emitir un certificado confeccionado especialmente para dicho propósito.
No le ha sido posible al Observatorio aclarar (antes del cierre de edi-
ción) con los motivos aducidos por las y los sobrevivientes, quiénes o
qué organismo les habría pedido dichos certificados. Estimamos que es
importante que el Estado tome medidas inmediatas para reforzar, ante
toda instancia estatal respectiva, el mensaje de que el único requisito o
comprobante existente para todo efecto relacionado con los derechos de
titulares de calificación Valech, consiste en las mismas nóminas oficiales.
La invención o requerimiento de trámites adicionales a las y los dere-
chohabientes respectivos, constituiría, por tanto, una vulneración de sus
derechos a una reparación eficaz y dignificante, libre de la imposición de
condiciones y procedimientos arbitrarios e innecesarios. El proceso de
intentar aclarar quiénes podrían estar requiriendo dichos certificados, re-
fuerza la necesidad de que exista una instancia permanente encargada de
32
supervisar las nóminas respectivas, considerando que desde las agencias
estatales consultadas, se manifestó al Observatorio que la imposibilidad
actual de rectificar errores ortográficos y de digitación en los nombres
y/o RUT registrados en las nóminas, estaba entrabando la oportuna rea-
lización de los derechos asociados.
3. VERDAD
33
la eliminación de errores evidentes. Estas tareas fueron asumidas por
ambas Comisiones al preparar sus informes (Valech I), nóminas, o
reportes estadísticos (Valech I y Valech II). Los tribunales tienen sus
propios mecanismos para la producción de verdades judiciales desde
artefactos de evidencia. El público en general difícilmente tiene las
mismas posibilidades y recursos. Es por ello que existen experiencias
donde se han buscado soluciones intermedias, permitiendo, por ejem-
plo, diferentes niveles de acceso según se trate de investigadores acre-
ditados, organizaciones con una reconocida trayectoria en la materia,
o personas privadas motivadas por una simple curiosidad o inquietud.
Esta última motivación, si bien puede ser atendible, debe contraponer-
se con particular cuidado a la protección de la intimidad, incluso de
alguna persona señalada, quizás injustificadamente, como malhechor.
Segundo, y relacionado con lo precedente, cabe señalar que existe
una real e innegable tensión, y por tanto un equilibrio que se ha de
buscar, entre el derecho a la privacidad del individuo, y la noción de
un derecho colectivo a conocer lo sucedido en relación a violaciones
graves.16 Si se introduce, además, la dimensión de la justicia, y la posi-
bilidad, señalada por la Corte Interamericana de DDHH (en adelante,
Corte IDH), de que Chile debe investigar de oficio, y no solamente
en función a requerimientos privados, los crímenes de tortura,17 y las
soluciones que proponen establecer ex post el parecer de cada quien
sobre el uso judicial del material archivado, parecen insatisfactorias.
Existen, también, obstáculos prácticos ante la propuesta de proceder
según el parecer actual de cada persona que rindió testimonio. Por un
lado, existen casos de personas que han fallecido luego de entregar su
testimonio, y por otro, información cruzada, que incluye menciones de
otras personas, en un determinado relato individual.
34
por primera vez que los antecedentes de Valech I serán “secretos” y que
se prohíbe, bajo sanción penal, tanto el acceso público como el acceso
judicial durante 50 años. El lenguaje es claro y la prohibición es amplia:
“ninguna persona, grupo de personas, autoridad o magistratura” tendrá
acceso a los antecedentes, y se define como “antecedentes” los documen-
tos y testimonios aportados por o a nombre de víctimas sobrevivientes.20
Se fundamentó el secreto señalando la necesidad de impedir que los tes-
timonios fuesen utilizados con propósitos ajenos a los objetivos de las
Comisiones, sin explicitar cuáles serían esos propósitos que habrían sido
definidos con los participantes durante el mismo proceso. La Ley 19.992
fue de quórum calificado, asunto significativo para la discusión actual
porque, según veremos más adelante, solamente leyes de esa categoría
pueden establecer excepciones al carácter público que de otra manera ha
de presumírsele a los actos y resoluciones de órganos del Estado.21
No fue sino hasta 2009 que se volvió a legislar en la materia. La Ley
20.405, del 24 de noviembre de ese año, sentó las bases de lo que sería el
futuro Instituto Nacional de Derechos Humanos, INDH. Encomendó
a la nueva institución, en artículos transitorios, la custodia de los archi-
vos de diversas comisiones, entre ellas, el Valech I y la futura instancia
de calificación, que ahora se conoce como Valech II. Con esta segunda
ley ya empiezan a sumarse evidentes contradicciones. Por una parte,
el acceso a los archivos de ambas comisiones era mucho más limitado
que al archivo Rettig, confidencial en cuanto al público, pero abierto
al Programa de DDHH del Ministerio del Interior y los tribunales. Por
otra parte, la segunda ley no tuvo carácter de ley de quórum calificado,
por tanto, no contó con el peso necesario para establecer una nueva ex-
cepción al principio de publicidad. Adicionalmente, el lenguaje utiliza-
do en el texto de la ley no fue de “secreto” sino de “reserva”, que podría
entenderse como una figura menor en relación a la eventual publicidad
del acervo. Lo más llamativo de todo es que se mandata al INDH no
solo para custodiar, sino que para “recopilar, analizar y sistematizar” la
información respectiva. Esto incluye a Valech I, sobre la cual supuesta-
mente pesa una explícita prohibición de acceso para cualquier persona,
aplicable, por cierto, al personal del INDH.
Las contradicciones empezaron a hacerse visibles una vez que, cul-
minada la Comisión Calificadora (Valech II), sobrevivientes no cali-
ficados, disconformes con dicho resultado, recurrían a tribunales para
exigir acceso a sus antecedentes en la esperanza de poder transparen-
tar las razones por las cuales no habían sido calificadas. A la vez, el
35
mismo INDH empezó a pedirle aclaraciones a la Contraloría respecto
de sus propias facultades y deberes. En 2011, un primer dictamen de
Contraloría reafirmó el carácter secreto del archivo Valech I, dando a
entender que el deber de recopilación, sistematización y resguardo que
le correspondía al INDH debe interpretarse como mera conservación
física.22 En 2012, el tema generó tensión entre el INDH y los tribu-
nales. Integrantes de la Tercera Sala de la Corte Suprema insistían en
que el INDH debía entregar los antecedentes que se le solicitaban. La
Sala aducía el hecho de que se estaba actuando a instancias de una
parte peticionaria titular del mismo testimonio buscado. Consideró,
además, que un requerimiento del máximo tribunal debía prevalecer
por sobre el contenido de una mera disposición transitoria. Finalmen-
te, la Corte desistió del requerimiento.23 En el intertanto, un nuevo
pronunciamiento de Contraloría endureció la posición del secreto con
respecto a ambos acervos. Declaró que Valech II compartiría, para esos
efectos, el mismo carácter secreto que Valech I.24 Finalmente, en junio
de 2014, se dio un giro en lo que respecta a Valech II (solamente). Un
tercer pronunciamiento –que había sido solicitado a Contraloría por el
INDH en 2013– reconoció una diferencia entre las dos comisiones.25
La Contraloría opinó que lo explícito del secreto en relación a Valech
I, además del carácter de quorum calificado de la ley que lo dispuso,
imposibilitaba un levantamiento de las prohibiciones respectivas, salvo
por medio de legislación.26 Con relación a Valech II, en efecto se decla-
ró inhabilitada para pronunciarse, pero en términos que permitían al
INDH interpretar que la misma prohibición no rige.
Por tanto, los ministros en visita para causas de DDHH actualmen-
te pueden solicitar, y el INDH en la actualidad los entrega, anteceden-
tes sobre personas sobrevivientes de tortura si estos emanan del acervo
de Valech II. Sobre Valech I aún pesa una prohibición absoluta. Esta
situación es evidentemente insatisfactoria desde el principio básico de
igualdad, siendo que hoy, una persona sobreviviente de tortura tiene
la posibilidad de ver sus antecedentes Valech puestos directamente en
conocimiento de un tribunal solamente si fue calificada por Valech
II. La discrepancia, además, augura mayores dificultades si alguna vez
se diera paso a una investigación de oficio de la tortura que no pasa-
ra por la expresa voluntad de la persona sobreviviente. De producirse
semejante investigación, sería seguramente insostenible seguir diferen-
ciando entre los antecedentes por un motivo tan arbitrario como su
36
fecha de presentación. Un proyecto de ley que daría carácter público
a los antecedentes respectivos fue presentado el 11 de septiembre de
2014 por diputados ligados a la Comisión de DDHH, el Partido Co-
munista, y sectores independientes, pero permanece en primer trámite
constitucional.27
Cabe señalar que la posibilidad, necesaria, de proveer justicia por los
crímenes de tortura, no descansa exclusivamente en los mencionados ar-
chivos. Hay quienes ya han hecho uso de su derecho personal de trans-
mitir los mismos antecedentes aportados, ante una u otra Comisión, a
los tribunales. Además de los informes Rettig y Valech I, existen de-
cenas de causas actualmente abiertas en tribunales, y numerosas otras
fuentes oficiales y no oficiales, que dan cuenta de la sistematicidad de
la práctica de la tortura, ofreciendo por tanto múltiples pistas a seguir.
El caso García Lucero, fallado contra Chile en la Corte IDH en 2013,
aludía por ejemplo, a los archivos de la Oficina de Exonerados Políticos,
donde descansan miles de testimonios que dan cuenta de tortura y otros
crímenes graves. La Corte sugirió que en la medida que el Estado le ha
reconocido la calidad de exonerado político a una persona –en base a un
relato donde narra episodios de tortura– ya existiría una denuncia hecha
ante una entidad oficial.28 Conversaciones con personas cercanas al tra-
bajo de tribunales dejan de manifiesto que al Poder Judicial le preocupan
las implicancias prácticas de tener que abordar miles de nuevas causas en
materia de DDHH. A la vez, se confidencia que –de suceder aquello–
tendría mayores posibilidades de éxito un ingreso único de denuncias,
acompañado por antecedentes sistematizados, permitiendo el abordaje
por región, zona o incluso por recinto de tortura, que un universo con-
figurado en base a querellas individuales. En ese caso, los archivos ofi-
ciales de los organismos de seguridad de la época, dando cuenta de los
nombramientos de personal, serian de mayor utilidad. Se observa, a la
vez, que las determinaciones de Contraloría señaladas anteriormente, al
parecer han establecido que es el INDH el organismo que cuenta, en la
actualidad, con la autorización para acceder a los antecedentes de ambas
comisiones, y no los tribunales.
4. JUSTICIA
37
tado ante la Corte por la CIDH en abril de 2014– dice relación con las
torturas practicadas en 1973 contra un grupo de ex oficiales constitu-
cionalistas, leales al depuesto gobierno, así como la falta de anulación
posterior de los ficticios cargos y condenas dictados, en la época, en
contra de ellos por consejos de guerra. Se prevé que el resultado, des-
conocido al cierre de esta edición, podría ser desfavorable al Estado.
De ser así, constituiría la octava condena contra Chile en la instancia,
y la tercera en materia de responsabilidades pendientes en relación a
violaciones cometidas en tiempos de dictadura.
38
Con este fin, a los ministros en visita se les han ofrecido recursos
adicionales, a la vez que se han ido concentrando las funciones inves-
tigativas en 26 ministros, contrastado con los 33 que operaban a fines
del mismo periodo del Informe 2014. Santiago actualmente cuenta con
siete ministros, mientras otras regiones tienen un máximo de dos. Di-
cha distribución se condice con que, de la totalidad de causas abiertas
–1.055 en total a fines de julio, según el poder judicial– 460 pertenecen
a la jurisdicción de la Corte de Apelaciones de Santiago, seguido por
San Miguel, con 204. La concentración de funciones ha recibido el
beneplácito de la mayoría de los actores interesados consultados por el
Observatorio, ya que ha sido realizada de modo consultativo –acorde,
en ese sentido, con los preceptos del Relator Especial de la ONU en
cuanto a darles participación real a sobrevivientes y familiares en el
diseño de estrategias para una eficaz investigación– y se ha buscado
dejar las causas en manos de ministras y ministros realmente compro-
metidos con el avance de ellas.
Los únicos reparos registrados por el Observatorio al respecto con-
cernían al impacto adverso que algunos deducen en la calidad de la
respuesta a cada requerimiento judicial por parte de los detectives de
la Policía de Investigaciones, quienes deben ejecutar en el día a día
las nuevas diligencias decretadas. También se advierte la necesidad de
evitar una cultura de resolución abreviada de causas sin agotar todas
las posibles aristas y/o dar con el destino final de las víctimas aun des-
aparecidas. En relación a ello, si bien es positivo ver ministros saliendo
a terreno, haciendo uso activo de sus facultades de inspección ocular,
exhumación y búsqueda, puede llegar a ser contraproducente que al
Servicio Médico Legal se le encargue tareas de búsqueda sin contar con
antecedentes o información precisa.
El ministro coordinador ha avanzado también con un proyecto de
memoria histórica del Poder Judicial, construyendo un catastro de
causas resueltas en el máximo tribunal desde 2000 (que rondarían las
190, según registros del Observatorio) y digitalizando los expedien-
tes respectivos. Se prevé la construcción de un buscador en línea para
permitir trabajar con esos antecedentes, si bien no está claro si dicha
herramienta esté destinada o no al uso público. Otra importante inno-
vación, detrás de la cual se deduce la mano del ministro, es la decisión,
a fines de 2014, de trasladar demandas civiles a la Sala Penal de la Cor-
te Suprema, donde encuentran una mayor receptividad (ver sección
Justicia Civil, a continuación).
39
humanos cometidas en tiempos de dictadura.29 Es menester destacar
que ello representa un aumento significativo en comparación con los
dos periodos anteriores a este Informe, en que se emitieron, respecti-
vamente, 12 fallos (Informe 2014) y 4 fallos (Informe 2013). Aquello
parece confirmar una aceleración en la resolución de causas, necesa-
ria para combatir la así llamada “impunidad biológica”, producida
por el envejecimiento de muchos ex agentes de la dictadura, testigos
y sobrevivientes. Dicha aceleración tiene sus orígenes en la manifiesta
diligencia del actual ministro coordinador y algunos ministros en vi-
sita; sumado a los constantes esfuerzos de querellantes, sus abogados,
y los actores auxiliares del sistema de Justicia, de cuyas labores depen-
de el avance investigativo de las causas. Si bien las partes involucradas
se muestran conformes con el aumento en el ritmo de resoluciones,
existen inquietudes que se agrupan en torno, primero, a la necesidad
de agotar todas las posibles diligencias antes de cerrar un sumario y,
segundo, a la preocupación que a familiares les produce el hecho de
que se determinen responsabilidades penales sin dar con el destino
final de las víctimas.
Número de
procesos DDHH
finalizados en la 23 18 4 12* 44**
Sala Penal de la
Corte Suprema
29 Al igual que en ediciones anteriores del Informe, se preserva una periodización de julio a
junio para efectos de comparabilidad estadística, si bien se consideran, en el análisis cua-
litativo, novedades relevantes ocurridas entre julio 2015 y el cierre de edición (a mediados
de agosto).
40
apremios ilegítimos, y una, a homicidio simple. Dos sentencias invo-
lucraron, en una misma causa, secuestros calificados y homicidios ca-
lificados.
41
17) Caso Quebrada Honda Homicidios calificados
de Tránsito Del Carmen Cabrera Ortiz, Miguel
29/12/2014 24.887-14
Ángel Catalán Febrero y Héctor Manuel Lepe
Moraga
18) Secuestro calificado de Juan Newton Larrín
31/12/2014 22.334-14
Morales Saavedra
19) Secuestro de Patricio Cristián Santana Boza,
21/01/2015 23677-2014
sobreviviente
20) Secuestro calificado de Juan Meneses Reyes 12/01/2015 11964-2014
21) Homicidio calificado de Néstor Artemio Iván
26/01/2015 21971-2014
González Lorca: Caso Marchigüe
22) Secuestro calificado de Juan Ernesto Ibarra
28/01/2015 30163-2014
Toledo
23) Secuestro calificado de Ruth María Escobar
29/01/2015 31425-2014
Salinas
24) Secuestro calificado de Sergio Fernando Ruiz
09/02/2015 21.589-2014
Lazo
25) Secuestros calificados de José Orlando Flores
26/02/2015 22.343-2014
Araya y Rodolfo Valentín González Pérez
26) Secuestro calificado de Sergio Alberto Riveros
13/03/2015 29214-2014
Villavicencio
27) Secuestro calificado de Agustín Eduardo Reyes
31/03/2015 22652-2014
González
28) Caso Los Ocho de Valparaíso (secuestros
13/04/2015 20288-2014
calificados)
29) Caso Uruguayos: Ariel Arcos y otros (secues-
13/04/2015 21384-14
tros calificados)
30) Homicidio calificado de Germán Eduardo
13/04/2015 28736-14
Muñoz Flores (Caso Cerro San Cristóbal)
31) Apremios ilegítimos contra Sergio Aguiló
20/04/2015 27177-2014
Melo, sobreviviente
32) Secuestro calificado de Fernando de la Cruz
20/04/2015 22645-2014
Olivares Mori
33) Homicidio calificado de Carlos Alberto Sepúl-
22/04/2015 23324-2014
veda Palavecinos
34) Demanda civil: Indemnización por secuestro
calificado de Bernardo Meza Rubilar: episodio
28/04/2015 23441-2014
Central El Abanico (primera demanda civil vista
en Sala Penal)
42
35) Secuestro calificado de Alfonso Chanfreau
29/04/2015 24.558-2014
Reyes
36) Secuestro calificado de Pedro Acevedo Gallar-
29/04/2015 22.979-2014
do
37) Homicidio de Luis Hilario Barrios Varas 11/05/2015 25.657-14
38) Demanda civil: Indemnización por errónea
identificación de los restos de Óscar Osvaldo 14/05/2015 32076-2014
Marambio Araya
39) Secuestro calificado de Gloria Lagos Nilsson** 14/05/2015 32161-2014
40) Homicidios calificados de Ana María Puga
19/05/2015 25.656-14
Rojas y Alejandro de la Barra Villarroel
41) Causa Conscriptos de Arica: Homicidios cali-
ficados de Juan Francisco Peña Fuenzalida y Sergio 19/05/2015 27.960-2014
Amador Pantoja Rivera
42) Demanda civil: Indemnización por secuestro
20/05/2015 25.671-14
calificado de Miguel Ángel Becerra Hidalgo
43) Demanda civil: Indemnización por homicidio
20/05/2015 23.583-2014
calificado de Paulina Aguirre Tobar
44) Secuestros calificados de Máximo Gedda Ortiz
25/05/2015 1665-15
y Alejandro Arturo Parada González
43
El día 10 de marzo se cerró sumario en el caso Víctor Jara, con 12
procesados. En abril, las cortes estadounidenses aceptaron enjuiciar en
EEUU a Pedro Barrientos, chileno residente en EEUU, requerido por
su presunta participación en la misma causa. En otra causa con víncu-
los internacionales, se dictó el 2 de febrero la sentencia inicial en el caso
de Charles Horman y Frank Teruggi, estadounidenses detenidos en el
Estadio Nacional. Dos personas fueron condenadas, aunque solamente
una a pena efectiva.
En agosto se dictaron sentencias condenatorias finales en el caso de
Eugenio Berríos, químico y ex agente civil de la DINA quien abando-
nó el país en compañía de agentes de inteligencia militar en 1991 y fue
hallado muerto, cuatro años más tarde, en Uruguay. El crimen ocurrió
fuera del rango temporal de lo que los tribunales caratulan como “cau-
sas DDHH”. No obstante, hay una vinculación directa con lo sucedi-
do durante la dictadura, ya que su salida forzosa del país (y posterior
asesinato), tenía su origen en el temor de lo que podría haber revelado
a la Justicia chilena sobre el uso de armas químicas por parte de la
DINA, en el contexto del juicio por el crimen de Orlando Letelier.
Un total de 13 ex militares chilenos y uruguayos fueron condenados
por el caso, entre ellos el ex fiscal militar Fernando Torres Silva y el ex
general Hernán Ramírez Rurange, quien era director de la Dirección
de Inteligencia Nacional del Ejercito, DINE en 1991, cuando Berríos
fue sacado del país. Poco antes de ingresar a la cárcel –a cumplir la sen-
tencia de 20 años 2 días que le había sido impuesta– Ramírez Rurange
se suicidó.
44
del uso de la concesión en seis de ellos, en el periodo analizado.31 Las
excepciones se deben a la aceptación mayoritaria, en esos fallos, de que
la imprescriptibilidad que el derecho internacional establece por críme-
nes de lesa humanidad debe extenderse tanto a la prescripción gradual
como a la prescripción misma.
Debemos concluir que en esta materia, si bien se vislumbran algu-
nos resultados positivos en casos de homicidios calificados, la juris-
prudencia continúa siendo vacilante en cuanto a la naturaleza jurídica
de la figura de la prescripción y su no aplicabilidad a crímenes de lesa
humanidad. Estas vacilaciones de los tribunales, al respecto, se deben
en parte a discrepancias sobre si la prescripción gradual debe o no cla-
sificarse como un atenuante. Para mayor detalle sobre las aplicaciones
de atenuantes en el periodo, ver sección Agentes, a continuación.
31 Homicidio calificado de Luis Fidel Arias Pino, 02/09/2014, Rol. 1813-2014. Región Aysén:
Episodios Puerto Cisnes, Puerto Aysén, Villa Los Torreones, y Coyhaique, 04/09/2014, Rol.
1790-2014. Secuestros calificados y homicidios calificados de Trabajadores de El Toro y El
Abanico, 23/10/2014, Rol. 17.030-13. Caso Quebrada Honda 29/12/2014, Rol. 24.887-14.
Caso Cerro San Cristóbal, 13/04/2015, Rol. 28736-14. Homicidio calificado de Carlos Al-
berto Sepúlveda Palavecino, 22/04/2015, Rol. 23324-2014. Homicidios calificados de Ana
María Puga Rojas y Alejandro De la Barra Villarroel, 19/05/2015, Rol. 25.656-14.
32 El primero corresponde a la sentencia de la Corte Suprema por los homicidios de Carlos
Prats y Sofía Cuthbert, Rol. Nº 2596-2009, 8 de julio de 2010. En instancias inferiores, existe
también la decisión de primera instancia del ministro en visita Jorge Zepeda en el episodio
“Colonia Dignidad”, causa Rol. Nº2182-1998, 9 de abril de 2014.
33 Ver Informe 2014, p. 41.
45
homicidio puede ser considerado como delito de lesa humanidad sino
que solamente el asesinato, el que en nuestra doctrina y jurispruden-
cia es conocido como homicidio calificado”. Es preocupante que una
recalificación de homicidio calificado a homicidio simple, aun cuando
fuera procedente por los hechos, sea considerada como impedimen-
to automático a que un crimen revista carácter de lesa humanidad.
La combinación de la recalificación con esta particular interpretación
suele redundar en el sobreseimiento definitivo por prescripción. Fue la
suerte corrida por el caso del homicidio de José Miguel Vargas Valenzue-
la, sobreseído por prescripción a nivel de Apelaciones, el 1 de junio de
2015, ratificando la decisión del ministro Mario Carroza de que no se
trataba de un crimen de lesa humanidad.
La Corte Suprema falló en el sentido contrario, en mayo 2015, en el
caso del homicidio de Luis Barrios Vargas, asesinado por carabineros en
1973, supuestamente por no responder a un control efectuado en el hora-
rio de toque de queda. Es relevante considerar que Luis Barrios era sordo
y sin capacidad verbal, lo cual afectó su capacidad de responder a los in-
terrogativos de los policías, quienes lo agredieron hasta matarlo. La Corte
de Apelaciones de Santiago había desestimado el carácter de lesa huma-
nidad, sobreseyendo por prescripción. Sin embargo, la Corte Suprema
sostuvo que sí se trataba de un crimen de lesa humanidad y remitió el
expediente a la Corte de Apelaciones para un nuevo pronunciamiento.
46
junio 2015) solo 3 de ellos fueron iniciados por víctimas.34 Dos de
estos fallos establecen condenas por el delito de “apremios ilegítimos”,
y el otro por el delito de secuestro simple. Esto corresponde a una lí-
nea nueva de causas en que sobrevivientes judicializan no solamente la
tortura, sino también el secuestro o la detención ilegal que fue practi-
cada en su contra. En estos tres casos, si bien se determina que se trata
de crímenes de lesa humanidad, que por ende son imprescriptibles e
inamnistiables, y, además, se reconoce la supremacía que la Constitu-
ción le otorga a los preceptos del derecho internacional, las penas apli-
cadas son muy bajas –entre 61 días y 3 años de presidio– permitiendo
la concesión de beneficios. La penalidad insuficiente es característica
de la inadecuada tipificación y penalización del delito constitutivo de
tortura en el Código Penal de la época, donde aparece consignado bajo
el eufemismo de “tormentos y apremios ilegítimos”.
En el caso de apremios ilegítimos (tortura) cometidos contra Gua-
colda Rojas, es llamativa la aplicación de la prescripción gradual, permi-
tiendo la dictación de una pena de solo 541 días a Miguel Krassnoff. En
el caso del sobreviviente y actual diputado Sergio Aguiló Melo, si bien
no se aplica la prescripción gradual, las penas consideran la atenuante
de irreprochable conducta anterior, permitiendo sentencias muy bajas
y la subsecuente concesión del beneficio de libertad vigilada o remisión
condicional, a todos los condenados. Asimismo, la recalificación del de-
lito en el caso del sobreviviente Patricio Santana Boza es preocupante: si
bien en primera y segunda instancia se condenó por secuestro calificado,
la Corte Suprema definió el delito como secuestro simple, tomando en
cuenta la duración de la retención (inferior a 90 días), y considerando las
torturas únicamente como agravante (y no como un crimen adicional).
En consecuencia, a pesar de reconocer que se trata de un delito de lesa
humanidad, las penas impuestas no superan los 3 años.
Se dio un paso importante en diciembre de 2014 cuando cuatro
mujeres, Alejandra Holzapfel, Nieves Ayress, Soledad Castillo y Nora
Brito, interpusieron la primera querella criminal que califica derecha-
mente a la violencia sexual como forma de tortura. Si bien hay que-
rellas anteriores por sobrevivientes mujeres que denuncian violencia
sexual, se entiende que el presente pleito sería el primero que busca
que las cortes acepten directamente la tipificación de esta conducta
como tortura. Poco después, el 8 de enero de 2015, Lelia Pérez, acti-
vista de Villa Grimaldi, interpuso una querella criminal en contra de 8
ex agentes –entre ellos Edwin Dimter, apodado como el “Príncipe del
Estadio Chile” (y presunto torturador de Víctor Jara, que fue asesinado
34 Caso Guacolda Raquel Rojas Pizarro, Rol. 3058-2014, 14 de julio de 2014; Caso Patricio
Cristián Santana Boza, Rol. 23677-2014, 21 de enero de 2015; Caso Sergio Aguiló Melo,
Rol. 27177-2014, 20 de abril de 2015, todas de la Corte Suprema.
47
en ese recinto)– por secuestro de menor, violación, abusos deshonestos,
torturas y asociación ilícita, cometidas en su contra cuando tenía ape-
nas 16 años de edad.
48
atendible– como la prescripción de la acción civil. Ello a pesar de que
la Corte tomó una medida bastante excepcional en insistir en la na-
turaleza homicida de las muertes, que tanto la defensa como algunas
instancias inferiores habían sindicado como posiblemente accidentales.
El caso de Muriel Dockendorff fue el segundo en que no se conce-
dió una indemnización solicitada en paralelo a una condena penal. La
Corte confirmó condenas a seis integrantes de la DINA por desapari-
ción forzada, pero rechazó la acción civil argumentando la incompe-
tencia del tribunal y el litis pendiente. La frase se refiere a la existencia
de una causa paralela en que otro tribunal ha sido llamado a resolver
sobre idéntica materia. En este caso, se refería a una demanda civil que
ya había sido interpuesta con independencia de la querella criminal y
que fue rechazada, en primera instancia el 10 de enero de 2011, por
considerar que no se había acreditado debidamente el daño moral.
Estos dos fallos desfavorables se explican principalmente por las ca-
racterísticas particulares de las causas mencionadas, en que principios
jurídicos establecidos pesaban en contra de las exigencias. En términos
generales, por tanto, la jurisprudencia de la Corte Suprema claramente
se inclina hacia la hipótesis de cobros indemnizatorios, al menos con res-
pecto a las responsabilidades estatales (del Fisco). El reconocimiento de
que no resulten aplicables las normas del Código Civil sobre prescripción
de las acciones civiles comunes es particularmente bienvenido. Pero es
decepcionante la insistencia del CDE en oponerse a toda demanda civil,
desconociendo el reconocimiento hecho en esta materia por el máximo
tribunal así como, por implicación, las responsabilidades estatales su-
puestamente ya asumidas por las Comisiones de la Verdad.
49
Frente a esta evidente discrepancia de criterios, la necesidad de ar-
monizar la jurisprudencia de la Corte Suprema había llevado, en primer
lugar, a la emisión de un pronunciamiento del Pleno al respecto. Dicho
pronunciamiento fue desfavorable a las y los demandantes, al preferir
la tesis de la prescripción. No obstante, la Sala Penal prefirió continuar
otorgando indemnización en causas subsiguientes, por cuanto el des-
acuerdo persistía. Es grato poder informar que la discrepancia parece
haber sido finalmente resuelta a favor del reconocimiento de los dere-
chos de familiares y sobrevivientes a una reparación plena. Ello porque
un auto acordado de la Corte Suprema, dictado el 26 de diciembre de
2014, modificó la distribución de las materias que conoce cada sala,
canalizando a la Sala Penal toda materia pendiente que se eleva desde
el antiguo sistema penal, con independencia de la naturaleza penal,
civil o administrativa del tema de la controversia. El efecto práctico
ha sido conferir a la Sala Penal el conocimiento de toda demanda de
indemnización por violaciones a los derechos humanos que se eleve a
casación.36 El impacto positivo del auto acordado, que empezó a regir
desde el 1º de enero de este año, se hizo notar a partir de la primera
causa con dichas características, que fue elevada, vista el 28 de abril de
2015 y relacionada al secuestro calificado de Bernardo Meza Rubilar
(Rol. 23441-2014). La Sala Penal confirmó la sentencia de la Corte de
Apelaciones, en el sentido de revocar la decisión no favorable de prime-
ra instancia, procediendo a condenar al Fisco al pago de $240.000.000
a los seis hijos de la víctima, como indemnización por el daño moral
causado. A esta primera resolución se le habían sumado cinco más,
hasta el cierre de la presente edición. Por tanto, en lo que va de 2015,
son seis las demandas civiles autónomas (sin arista penal) que han sido
vistas en casación por la Sala Penal, en vez de la Sala Constitucional,
de la Corte Suprema. En todas ellas se ha condenado al Fisco a pagar
la indemnización exigida.
El 14 de mayo de 2015, en Rol. 32076-2014, el máximo tribunal
reafirmó la sentencia de la Corte de Apelaciones que ordenaba al fis-
co indemnizar por concepto de daño moral la suma de $10.000.000
al hermano de Oscar Osvaldo Marambio Araya, a raíz de la errónea
identificación de sus restos por el Servicio Médico Legal, en 1996.
Adicionalmente, en las sentencias pronunciadas el 20 de mayo de
2015 –en relación a responsabilidades civiles por el secuestro de Mi-
guel Ángel Becerra Hidalgo (Rol. 25.671-14), y por el homicidio de
Paulina Aguirre Tobar (Rol. 23.583-14) – se concedieron indemni-
zaciones de $145.000.000 a diversos familiares de Miguel Ángel, y
36 Ver la letra B nº1 del Auto Acordado del 26 de diciembre de 2014, según el cual la Sala
Penal conocerá “De los recursos ordinarios y extraordinarios de conocimiento de la Corte
Suprema en materia penal, tributaria y civil relacionada a una causa vigente del antiguo
sistema procesal penal".
50
de $100.000.000 al padre de Paulina. Finalmente, el 21 de julio, se
emitieron otras dos demandas. En la primera (Rol. 4265-2015), rela-
cionada con la desaparición de Arturo Vega González, en el marco del
denominado caso Lago Ranco, el fisco deberá pagar $300.000.000 a
algunos de los hermanos de Arturo. En la segunda (Rol. 29567-2014),
se condenó al Fisco a pagar $260.000.000 a la cónyuge e hijos de
Fidel Bravo Álvarez, ejecutado político. En los dos casos ya hubo una
resolución anterior de una causa penal por los mismos crímenes, con
condenas en ambos a los agentes responsables.
Un análisis detallado de las sentencias revela que la Sala Penal recha-
za el argumento de la supuesta incompatibilidad de indemnizaciones
con medidas anteriores –la así denominada “excepción de pago”– en
los siguientes términos:
37 Corte Suprema, Causa Rol. n°23441-2014, Secuestro calificado de Bernardo Meza Rubilar,
considerando 9°.
38 Ibíd.
51
nacional de los Derechos Humanos, que protegen el derecho de las
víctimas y familiares a recibir la reparación correspondiente, esta-
tuto normativo internacional que ha sido reconocido por Chile”39,
y agrega que “la indemnización del daño producido por el delito
y la acción para hacerla efectiva, de máxima trascendencia al mo-
mento de administrar justicia, compromete el interés público y
aspectos de justicia material”40.
52
por dichos crímenes, mientras que 202 de ellas cumplían su pena en
libertad. Al menos 4 agentes habían sido liberados durante el perio-
do, ya fuese por beneficios o por cumplimiento de condenas.42
32%
202 Agentes cumplen pena
en libertad
96 Agentes cumplen pena en
cárcel
68%
53
Hubo además, 26 absoluciones y 6 sobreseimientos por muerte. La
totalidad de las condenas, absoluciones y sobreseimientos afectó a un
total de 103 ex agentes.43 48 de los 97 de estos ex agentes aún vivos fue-
ron condenados a presidio efectivo. De estos 48, 32 recibían condena
de pena efectiva o por primera vez, o bien sin encontrarse recluidos por
otros crímenes al momento de las condenas recientes. A este número
relativamente elevado de nuevos condenados se debe el apreciable alza
en la cifra total de ex agentes recluidos al cierre de edición, que actual-
mente asciende a casi un centenar. Durante los dos periodos anteriores
(Informe 2013, Informe 2014) se había mantenido en alrededor de 60
personas la cifra de ex agentes recluidos.
Otros 14 de los 48 ex agentes condenados a penas aflictivas en
el periodo ya se encontraban presos por otros crímenes similares, y
2 más ya habían estado encarcelados anteriormente 44, por cuanto
el universo total de perpetradores alguna vez recluidos por graves
violaciones en Chile aumentó en 32 personas, como resultado del
trabajo judicial del año. Corresponde al número de nuevos encar-
celamientos más alto durante los cinco periodos consecutivos en
los que el Observatorio tiene registros. El número de procesos fina-
lizados en la Corte Suprema, con respecto al periodo anterior del
Informe, se cuadruplicó, triplicándose, a la vez, el número total de
condenas impuestas.
Quizás más significativo que el alza en sí es el hecho de que apro-
ximadamente más de un 80% de las condenas del periodo actual son
a presidio efectivo (penas de cárcel). Este porcentaje representa una
cifra históricamente alta, dado que el porcentaje de condenas efectivas
de otros periodos del Informe no supera el 50% (Informe 2011, 40%;
Informe 2012, 27%; Informe 2013, 45%; Informe 2014, 37%). Estos
datos son evidencia empírica de una notoria mejora en la proporcio-
nalidad de las penas impuestas en relación a la suma gravedad de los
crímenes,45 producto de la cual 34 reclusos ya deben haber hecho, o
bien lo harán, ingreso o reingreso a centros penitenciarios. Aquello
aumentaría en un 50% el total nacional de reclusos vinculados a estas
causas.
54
Cuadro 3: Condenas y condenados en fallos definitivos por la
Corte Suprema en causas por violaciones a los derechos humanos
cometidas entre 1973 y 1990, comparados entre cinco periodos del
Informe
Julio 2010 – Julio 2011 – Julio 2012 – Julio 2013 – Julio 2014 –
junio 2011 junio 2012 junio 2013 junio 2014 junio 2015
Número de proce-
sos finalizados en 23 18 4 12 44*
la Corte Suprema
Total de absolu-
12 12 0 10 26
ciones
- Número de
estas condenas
imponiendo 34 13 5 18 132***
pena efectiva de
cárcel
- Número de
estas condenas
permitiendo 50 36 6 31 27
cumplimiento
alternativo
Total de agentes
involucrados en 64 48 11 53 103
estos procesos
- Número de
estos agentes
condenados en, 52 40 11 43 71
por lo menos,
una causa
55
incluso cuando se toma en cuenta el alza en los números totales de
causas resueltas en los periodos para los que se tienen datos (Informes
2013, 2014, y 2015). En el periodo actual, más de 80% de las condenas
impuestas aplicadas admitió este atenuante para rebajar las penas, y no
existe ningún caso de concesión de atenuantes donde la irreprocha-
ble conducta no haya sido uno de los patrones aplicados. Con ello se
contrarrestaron, en parte, los efectos positivos en la proporcionalidad
de las penas causados por el desistimiento gradual de la aplicación de
la prescripción (sin perjuicio de que los efectos de ambos factores son
desiguales, ya que la prescripción conlleva un mayor descuento en el
tiempo de reclusión de las sentencias). La concesión solo de irrepro-
chable conducta anterior, sin concurrir otro atenuante, resultó en una
pena no efectiva en menos de uno de cada cinco de sus aplicaciones.
Sin embargo, donde concurría además otro atenuante, el efecto cumu-
lativo siempre fue una pena no efectiva.
El beneficio de la irreprochable conducta anterior es aplicable en
teoría a quien es condenado ante tribunales sin haber ostentado, al
momento del crimen, otra condena previa. Su espíritu está claramente
destinado a fomentar la no reincidencia, o bien a promover la rápida
rehabilitación de personas cuyo comportamiento delictivo ha sido evi-
dentemente fuera de carácter. Esa consideración es difícilmente justi-
ficada ante aquellos que cometieron reiterados delitos agravados por
la mayor crueldad y gravedad imaginables, y cuya falta de prontuario
al momento de ser condenado se debe, en los hechos, al manto de
impunidad con el que lograron cubrir sus pasos. Es la situación, por
ejemplo, de casi la totalidad de los integrantes de la antigua cúpula de
la DINA, a quienes se les concedió nuevamente este atenuante en el
periodo, a pesar de encontrarse, en su mayoría, ya detenidos por doce-
nas de crímenes similares. También le fue concedido al notorio agente
de la DINA, y actual prófugo de la justicia, Ricardo Lawrence Mires,
condenado en abril de 2015 por primera vez a una pena aflictiva en el
caso de la desaparición de Alfonso Chanfreau.
Es relevante señalar además, en el marco de la discusión sobre secretos e
incentivos realizada al inicio del presente capítulo, que de tratarse de bene-
ficios que puedan concederse en propiedad a personas cuya participación
en determinado hecho delictivo fue efectivamente secundaria o menor, las
figuras aplicables serían más bien las de colaboración sustancial para escla-
recer el delito (Código Penal Art. 11 Nº. 9), y/o de esfuerzos sinceros para
reparar el daño causado (Código Penal Art 11 Nº. 7). El uso de la primera
de estas figuras se mantiene en un nivel muy modesto para los dos periodos
sobre los que se tienen datos (ver cuadro 3), mientras que no se cuentan
con antecedentes sobre aplicaciones de la segunda.
Llama la atención las 3 aplicaciones, en el actual periodo, del atenuante
de “fuerza irresistible o miedo insuperable” (Código Penal Art 10 Nº. 9),
56
aplicado a situaciones como las que algunos ex conscriptos, en testimonios
recientes, han asegurado haber vivido, en que habrían sido obligados bajo
amenaza de perder sus vidas, a participar en, o mantener silencio sobre,
crímenes atroces. Asimismo, detectamos dos instancias, en el periodo, del
uso como atenuante del principio de la obediencia debida.46 Estos ejemplos
no hacen más que revelar que el sistema judicial regular existente, está per-
fectamente preparado para aplicar criterios flexibles respecto de personas
que actuaron bajo compulsión y/o cuentan con información y la entregan,
como es debido, ante los requerimientos de la justicia. No se percibe, por
tanto, alguna imperante necesidad de plantear la concesión de compensa-
ciones adicionales o mecanismos extra judiciales.
Número de Aplicaciones(*)
Tipo de atenuante
o beneficio Julio 2010 – Julio 2011 – Julio 2012 – Julio 2013 – Julio 2014 –
junio 2011 junio 2012 junio 2013 junio 2014 junio 2015
Prescripción gradual
(art. 103 Código 70 30 6 22 22
Penal (CP))
Irreprochable con-
ducta anterior (art. 83 36 8** 41** 122
11 no. 6 CP)
Colaboración sus-
tancial (art. 11 no. Sin datos Sin datos Sin datos 4 6
9 CP)
Atenuantes
Fuerza irresistible o
miedo insuperable Sin datos Sin datos Sin datos Sin datos 3
(art.10 no. 9 CP)
Huida o desobedien-
cia (de la víctima)
ante intimaciones de
Sin datos Sin datos Sin datos Sin datos 1
detenerse (art. 411
Código de Justicia
Militar, CJM)
57
Libertad vigilada 45 30 6 17 14
Remisión condi-
Beneficios
5 8 0 10 9
cional
Entregado a la cus-
todia de un pariente, Sin datos Sin datos Sin datos Sin datos 1
por enfermedad
58
ron a recursos legales buscando la consecución o restitución de bene-
ficios de salida dominical, libertad condicional y reducción de pena.
Paz Bustamante –condenado por el secuestro calificado de Álvaro
Barrios Duque, y procesado a su vez en otras causas– interpuso un
recurso de amparo en contra del Ministerio de Justicia, cuando le fue
negado por esta cartera el beneficio de reducción de pena. A fines de
enero de 2015 la Corte Suprema concedió el recurso, razonando que
el Ministerio de Justicia no tiene facultades para impedir o revertir
estas concesiones.47 De paso, se declaró que los beneficios intrapeni-
tenciarios no pueden ser denegados en atención al carácter del crimen
cometido. Esta decisión de la Corte representó un revés para una
campaña emprendida en los últimos años por algunas agrupaciones
de derechos humanos y parlamentarios, buscando obligar al cumpli-
miento pleno de penas impuestas por crímenes de lesa humanidad. A
pocas semanas de ganar su recurso, Paz Bustamante fue nuevamente
condenado a una pena efectiva; situación que pone en relieve el peli-
gro de fuga que suscita la concesión de libertad anticipada a agentes
con múltiples causas pendientes.
Sáez Mardones, por su parte, es uno de los pocos agentes actual-
mente cumpliendo prisión perpetua, por el triple homicidio en 1985
de José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Nattino (el así
llamado “caso Degollados”). También purga condena por el asesina-
to de Carlos Contreras Maluje, y es acusado en múltiples otros se-
cuestros de personas desaparecidas. No obstante, en febrero de 2015,
la Corte de Apelaciones de Santiago acogió un recurso de protección
interpuesto por el ex agente en contra de una revocación del beneficio
de la salida dominical que le había sido concedido en el año 2013.48
Recuperó, entonces, el beneficio. A mayor abundamiento, en julio
de 2015 ganó en la Corte de Apelaciones de Santiago, junto con otro
agente (Miguel Muñoz Uribe), un recurso que favorecía a ambos con
la concesión de libertad condicional.49 Nuevamente se argumentó,
con éxito, que el cumplimiento formal de los requisitos mínimos de
postulación –tales como el paso del tiempo de sentencia y la ausencia
de anotaciones de conducta negativas– prevalecía por sobre cualquier
consideración respecto a la gravedad o naturaleza del delito, así como
el estado de arrepentimiento o conciencia demostrado por el recluso;
consideraciones que serían, además, inadmisibles. La decisión fue ra-
tificada por la Corte Suprema el 12 de agosto, bajo Rol. 9331-2015,
en un fallo dividido.
47 Corte Suprema, Ratifica el fallo dictado por la Corte de Apelaciones de Santiago que acogió
un recurso de amparo presentado por Nelson Paz Bustamante, 26 de enero de 2015.
48 Segunda Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago, Recurso de protección a favor de
Alejandro Sáez Mardones, 11 de febrero de 2015.
49 Recurso de protección N° 49.159-2015, 10 de julio de 2015.
59
4.3.4. Evolución en el tiempo de perfiles y números de agentes
procesados y condenados
Según cifras suministradas por la Brigada Investigadora de Delitos
contra los DDHH de la PDI (Brigada DDHH), entre el año 2010 y el
presente,50 la procedencia por ramo o afiliación en las fuerzas de orden
y seguridad de ex agentes actualmente procesados o condenados, se
ha mantenido relativamente estable en el tiempo. Entre 2010 y 2014
inclusive, la proporción de este universo compuesto por ex integrantes
del Ejercito no ha bajado de un 44% ni ha subido más allá del 45%.
Después se encuentra Carabineros, desde cuyas filas proceden el 33%
de los afectados. Les siguen, en orden, la Armada (entre siete y ocho
por ciento); civiles51 y la Fuerza Aérea (ambos con aproximadamente
seis por ciento); la PDI (nunca más de tres por ciento) y Gendarmería,
con un solo ex funcionario acusado a lo largo del periodo. Se desco-
noce si la información precedente refleja de manera fiel el relativo in-
volucramiento de cada servicio en crímenes represivos, pero al menos
sugiere que la persecución penal ha sido consistente en el tiempo, sin
cambios de enfoque desde una institución o rama a otra.
Las principales alzas en la cantidad de individuos procesados y con-
denados se concentran en 2013 (con un aumento de 13% con respecto
al año anterior), y en lo que va del año 2015 (con un aumento notable,
de 19%, en tan solo medio año, donde se pasó de 962 personas (a
fines de 2014) a 1.149 (a fines de junio de 2015)). La Brigada atribu-
ye la primera alza al impacto rezagado de la gran cantidad de nue-
vas querellas presentadas en 2011 por la Agrupación de Familiares de
Ejecutados Políticos, AFEP, y de causas iniciadas por la fiscal judicial
Beatriz Pedrals (Ver Informe 2012). El aumento brusco en 2015, que
se prevé continuará, se debe claramente a la agilización de las causas,
ya comentada.
50 Informe de la Jefatura Nacional de Delitos contra DD.HH, preparado en julio 2015 para
presentación ante la Cámara de Diputados, suministrado al Observatorio por la Brigada
DD.HH.
51 Categoría que, hasta donde se ha podido averiguar, incluye a empleados civiles de servi-
cios de inteligencia represivos.
60
se dieron a la fuga durante el periodo, cinco de ellas al ser condenadas
a penas efectivas (penas de cárcel), y la otra, al ser procesada. A la fecha
de cierre de esta edición, solamente tres de ellas habían sido captura-
das. La captura más reciente fue la de Daniel Cancino Varas, ex agente
de la DINA y ex oficial de la PDI. Cancino fue detenido por actuales
agentes de la misma PDI, miembros de la Brigada de DDHH, el 1 de
agosto de 2015. Llevaba casi siete meses prófugo, desde que no compa-
reció a principios de año para iniciar una sentencia de cárcel, impuesta
el 16 de octubre de 2014, por el secuestro de Carlos Guerrero. El caso
de Cancino causó particular preocupación por sus antiguos vínculos
con la policía, así como por tener familiares aún en servicio activo.
Luego de su captura fue ingresado directamente a Punta Peuco, donde
ya cumple su sentencia. Con su reclusión el número de agentes encar-
celados por esos delitos subió brevemente a 97, porque el fallecimiento,
días después, del agente Manuel Contreras dejó la cifra nuevamente
en 96. Antes de Cancino fue encontrado Alejandro Astudillo Adonis,
quien fue capturado el 2 abril de 2015, luego de ser buscado siete meses
por una sentencia impuesta en agosto de 2014 por homicidios califi-
cados. En junio fue detenido Patricio Kellet Oyarzún, fugado durante
seis meses frente a acusaciones de tortura y secuestro. Fue consignado a
prisión preventiva mientras prosigue el caso en su contra.
Los tres condenados por crímenes cometidos durante la dictadura
que siguen en situación de fuga son Walter Klug Rivera, condenado
por la Corte Suprema, en octubre 2014, a 10 años en el caso Centrales
El Toro y El Abanico; Rubén Fiedler Alvarado, condenado a 5 años
1 día en el caso Los Ocho de Valparaíso, en abril de 2015; y Ricardo
Lawrence Mires, fugado desde fines de abril de 2015, sentenciado por
la desaparición de Alfonso Chanfreau y por otra causa más. Lawrence
es quizás el más notorio de los tres, al ser el agente más cercano a la
cúpula de la DINA que hasta entonces no había recibido sentencia de
cárcel. Redes ligadas a sectores de derechos humanos están abocadas
a ayudar en la localización de los fugados, y en las páginas web de los
sitios Londres38.cl y Villagrimaldi.cl, entre otros, se pueden ver imá-
genes fotográficas de ellos. Fuentes de prensa cuestionaron, en abril,
la competencia del actuar policial al respecto. A la fecha de cierre de
esta edición, dos de los fugados por causas de DDHH sí figuraban en
la galería de “buscados por orden judicial” que la PDI mantiene en su
página web (www.policia.cl); aunque una de las imágenes corresponde
a Cancino, ya capturado. Un cuarto ex agente, el mayor (R) Arturo
Silva Valdés, se declaró en rebeldía el 13 de agosto ante su condena en
el caso Berríos, conexo con las causas de DDHH aquí consignadas. Se
rumoreaba, además, que otro agente del mismo caso estaría inubica-
ble. Silva Valdés fue aprehendido el 4 de septiembre, en Santiago, por
oficiales de la Brigada de DDHH de la PDI. La categoría de búsqueda
61
que se libra para estas personas depende a la vez de la emisión de órde-
nes judiciales de arraigo, detención o captura en su contra. De todos
modos, quien vea o sepa del paradero de alguno de ellos debe contactar
a la policía al teléfono 134.
Consultado sobre la problemática, el Ministro Coordinador de
Causas de DDHH, Sergio Muñoz, concordó que si bien es un tema
que debe preocupar siempre a la Justicia, no debiera ser una preocupa-
ción “excesiva” en lo particular.52 Señaló los altos costos personales que
la decisión de fugarse implica para este perfil de condenados, así como
los procedimientos que actualmente existen para su ubicación, y la dis-
creción que los tribunales tienen para ordenar prisión preventiva ante
el requerimiento fundamentado de una parte querellante o bien frente
a otro índice objetivo que sugiera el peligro de fuga. Se confirmó, no
obstante, que existe una característica estructural en el sistema de no-
tificación de condenas, el cual permite que quien vea ratificada en la
Corte Suprema una condena en su contra pueda conocer la sentencia,
antes de ser citado para comparecer ante el tribunal de origen. Aquello
se produce porque, al ser redactado y firmado un fallo de la sala res-
pectiva de la Corte Suprema, el documento es retenido en la Secretaría
por un plazo de tres días, ante la posibilidad de alguna rectificación.
Solamente entonces, el expediente es liberado y devuelto al tribunal
de origen para que este dicte el cúmplase. En relación a las causas de
DDHH, investigadas aún por el procedimiento escrito antiguo, este
paso puede necesitar además el traslado físico de contundentes expe-
dientes a regiones. Solo entonces, el ministro en visita puede disponer
la citación u otra forma de requerimiento para la presentación de los
sujetos involucrados.
Durante este lapso, es posible que el imputado y/o su representante
legal conozca en detalle el contenido de la resolución, porque el fallo
es público, y se publica apenas es firmado e ingresado en la Secretaría
de la Corte Suprema. Es, por tanto, notificado en el sistema electró-
nico del Poder Judicial, y en el Estado Diario de la Corte Suprema, el
mismo día de su emisión. Los procuradores y abogados más asiduos,
siempre atentos a las novedades en las causas que representan, pue-
den, por tanto, enterarse con perfecta legitimidad de un fallo adverso
para sus clientes, apenas se produzca. En causas que se elevan ya con
penas contundentes confirmadas en Corte de Apelaciones, el incen-
tivo para considerar eludir a la justicia es mayor. En ese sentido, dos
positivas prácticas de la Corte, como es la creciente aplicación de
penas efectivas, más la práctica activa de la transparencia, generan un
potencial coste colateral que no alcanza a contrarrestar sus múltiples
52 Categoría que, hasta donde se ha podido averiguar, incluye a empleados civiles de servi-
cios de inteligencia represivos.
62
virtudes. Al parecer está en manos de los ministros y los respectivos
querellantes, por tanto, evaluar la pertinencia de pedir la prisión pre-
ventiva cuando corresponda. Cabe recordar que el peligro de fuga
es, precisamente, uno de los legítimos motivos para el uso de esta
figura, que nunca debe ser concebida como un castigo anticipado o
alternativo.
53 Ver Informe 2014 y Mónica González, CIPER Chile.cl: “Las presiones que desató el encar-
celamiento del hermano del jefe del Ejército por DD. HH”, 12 de marzo de 2014.
54 La Tercera, Editorial: “Nueva Unidad de Derechos Humanos en Defensa”, 21 de agosto de
2015, sindicó el anuncio como una reacción precipitada a debates suscitados por el así
llamado “caso Quemados”.
63
Ministerio– para mejorar tanto la pertinencia del contenido como la
modalidad de presentación de las peticiones, en aras de fomentar una
mejor tramitación y más oportuna respuesta a estas. Se señala, por
ejemplo, que la falta de conocimiento detallado del mundo no castren-
se, y por ende actores del sistema judicial, sobre las estructuras y pro-
cedimientos militares, puede impedir la formulación de interrogativos
acertados, situación que la asesoría experta disponible en el Ministerio
puede ayudar a subsanar. Además la iniciativa representa, a juicio del
Observatorio, un correcto y bienvenido recordatorio del papel que jue-
ga el poder político civil como fuente, en todo sistema democrático, de
supervisión del actuar castrense.
64
4.4. Otros actores relevantes
En otros Informes hemos dedicado secciones específicas a las labores de
importantes agencias auxiliares, como son el Programa de DDHH y
la Brigada de DDHH de la PDI. En la presente edición, hemos optado
más bien por integrar apreciaciones sobre su trabajo a las demás sec-
ciones del Informe. Agradecemos la notable disposición que han tenido
las referidas instituciones a suministrar datos e información para el
presente Informe, así como para facilitar un proyecto de investigación
académico, aún en curso, sobre el tratamiento de casos de desaparición
forzada. Se agradece a la vez, la disposición y autorización otorgadas
por el ministro Presidente de la Corte Suprema, y de los ministros en
visita respectivos.
65
obstante, a la fecha de cierre de edición ambos proyectos aún aparecían
como en primer trámite constitucional. La urgencia “suma” con que
habían sido ingresados fue reducida a “simple”, el 7 de julio de 2015.
66
en la operación clandestina conocida como “Operación Retiro de Te-
levisores”. La identificación de Ricardo Ramírez, Jacobo Stoulman, y
Matilde Pessa, tres personas detenidas desaparecidas en Argentina pero
cuyos restos fueron hallados en Chile, fue dada a conocer en mayo de
2015. Ricardo Ramírez se encontraba en Buenos Aires en función de
su militancia en el Partido Comunista chileno. El matrimonio Stoul-
man Pessa, sin militancia política conocida, fue detenido el 16 de mayo
de 1976 en un aeropuerto de Buenos Aires, para ser posteriormente
devuelto de manera clandestina a Santiago como parte del “Plan Cón-
dor”. Luego de 38 años, sus hijas Jenny, Sara y Alejandra, pudieron
finalmente sepultar a sus padres.
El 16 de septiembre de 2014 se entregaron los restos de Jorge Ca-
vedo Aguilera, asesinado el 4 de octubre de 1973. El 16 de marzo de
2015, por orden de la ministra Emma Díaz, se exhumaron los res-
tos de Julio Riffo Figueroa y René Bravo Aguilera, ambos fallecidos
el 21 de septiembre de 1981. Sus muertes son investigadas en el caso
Neltume. También en marzo, el SML entregó los restos del ex dipu-
tado socialista Luis Espinoza Villalobos, ejecutado en 1973, a su hijo,
el actual diputado Fidel Espinoza.57 En julio de 2015, se notificaron
dos identificaciones. La primera fue de Jorge Muñoz Mella, un joven
estudiante de 18 años al momento de su desaparición, cuyos restos
fueron encontrados en 1991 en el Patio 29. Habían sido identificados
en aquel entonces, por errores de peritaje, como los de Carlos Fonseca,
otra víctima. La segunda identificación fue de fragmentos óseos perte-
necientes a José Saavedra González, quien fue víctima de la Caravana
de la Muerte, en el episodio Calama. Dichos fragmentos forman parte
de otro episodio en que se han rectificado, a partir de 2014, errores
históricos en la identificación de fragmentos alguna vez encontrados en
las cercanías de Calama (ver Informe 2014.)
57 La Nación.cl: “SML entrega al diputado Fidel Espinoza los restos de su padre fusilado en
1973”, 6 de marzo de 2015.
58 CIDH, op. cit., Capítulo III sección C.
67
ideados por la sociedad civil que cuentan con un apoyo estatal directo
desde el Programa de DDHH del Ministerio del Interior y/o, a través
suyo, desde los ministerios respectivos. Estos proyectos constituyen un
aporte al deber de reparación simbólica y contribuyen a la verdad y
a las garantías de no repetición, siempre que el mensaje de reconoci-
miento que conllevan sea respaldado de manera consistente en otras
dimensiones del actuar estatal, tales como la postura tomada ante las
reivindicaciones de reparación que llegan a los Tribunales de Justicia.
68
Empleados Fiscales, ANEF, ubicado en su sede capitalina, el Edificio
Tucapel Jiménez. En la ocasión, la Presidenta reconoció que “todavía
tenemos tareas pendientes en materia de verdad, justicia y reparación
(…) avanzamos (…) pero no al ritmo que la sociedad y los familiares
de las víctimas nos exigen”.60 El 10 de septiembre se inauguró en el Li-
ceo Gabriela Mistral un memorial a tres ex alumnos desaparecidos. El
Liceo 7 de Ñuñoa conmemoró a doce detenidos y ejecutados políticos
que figuran entre sus ex alumnos. El 14 de septiembre, Joan Jara, viuda
de Víctor Jara, inauguró un mural en su honor a las afueras del Cemen-
terio Metropolitano de Santiago. El Día Internacional de los Derechos
Humanos, 10 de diciembre, se inauguraron 21 placas en Punta Arenas,
recordando a los ejecutados políticos de la región de Magallanes. En
marzo del 2015, se inauguró la placa “Memorial de la Justicia y la Dig-
nidad”, en homenaje a 70 detenidos desaparecidos y ejecutados políti-
cos en la provincia Cordillera, entre ellos, tres ciudadanos uruguayos.
69
nes de derechos humanos realizaron una marcha hasta el Memorial del
Cementerio General de Santiago. Mientras tanto, el diario La Tercera
publicó un texto en que miembros en retiro de las Fuerzas Armadas
y Carabineros rechazan el encarcelamiento de sus ex compañeros de
filas. Denunciaron que, según su perspectiva: “quienes combatieron y
crearon las condiciones que nos dieron la seguridad y orden (…) han
sido condenados sin el debido proceso y faltando a principios jurídicos
universales”.61 El 11 de septiembre de 2014, se presenció, en la capital,
la habitual romería a la estatua del Presidente Allende, seguida por
velatones en diversos sitios de memoria. En el acto oficial del Palacio
de La Moneda se emitió un llamado a quienes tengan información
relevante sobre crímenes aún no resueltos, a que la entreguen. El 30
de septiembre de 2014, se recordaron los 40 años del asesinato del ex
Comandante en Jefe del Ejército, General Carlos Prats, y de su esposa
Sofía Cuthbert, en el exilio en Buenos Aires, crimen cometido por
agentes de la dictadura. Durante el acto, que fue encabezado por la
Presidenta Bachelet y el ex comandante en jefe del Ejército Oscar Izu-
rieta, se le realizó un homenaje en el Campo Militar en San Bernardo,
que pasó a llamarse “Carlos Prats”.
70
A pesar de estos esfuerzos por dejar atrás las herencias de la dictadu-
ra, el diputado UDI Ignacio Urrutia solicitó un minuto de silencio en
la Cámara de Diputados, el 10 de diciembre de 2014, al cumplirse el
octavo aniversario de la muerte del ex dictador. A principios de agosto
de 2015, su colega Jorge Ulloa insistía, en las vísperas de la muerte de
Manuel Contreras, que el susodicho se merecía un funeral con plenos
honores militares. En los hechos, el ex agente, quien murió el 7 de
agosto, fue cremado en presencia de unos pocos familiares, en una
ceremonia completamente privada.
71
ter público de los antecedentes Valech, modificando la Ley 19.992.65
Se ingresó, además, una propuesta para modificar el Código Penal,
proponiendo una nueva tipificación del delito de desaparición forza-
da de personas, y estableciendo agravantes pero también atenuantes
para quienes entreguen información. La iniciativa fue presentada por
la diputada Clemira Pacheco, junto a un proyecto de tipificación de
tortura.66 Por otra parte, la diputada Alejandra Sepúlveda presentó
un proyecto que busca reconocer la privación injustificada de bienes
inmuebles durante la dictadura a organizaciones comunitarias, asen-
tamientos campesinos, cooperativas, etc.67 En abril de 2014, a instan-
cias del sitio de memoria Londres 38, se planteó la revocación de la
medida que exime a las Fuerzas Armadas y Defensa de la obligación
de entregar sus registros institucionales históricos al Archivo Nacional.
Es importante notar que las posibilidades de éxito de estos proyectos
dependen en gran medida de su posible patrocinio por el Ejecutivo.
RECOMENDACIONES
72
en cárceles regulares; revisar si corresponde o no la extensión de
beneficios intrapenitenciarios a dichas personas, además de velar
por el estricto cumplimiento de los requisitos actuales en relación
a estas concesiones, en particular en lo que respecta a la toma de
conciencia y reconocimiento del daño causado.
6. Nivelar el actual acceso judicial a los antecedentes Valech, y estu-
diar con debida precaución y consideración la conveniencia de las
alternativas, beneficios y consecuencias de admitir algún limitado
acceso público a esa misma información.
7. Cumplir con lo requerido y recomendado por la Corte IDH en
los casos Almonacid y García Lucero (ver Informes anteriores), en
particular en lo referente a la disolución de los efectos del Decreto
Ley de Amnistía, y la provisión de verdad, justicia y reparaciones
plenas para los afectados en estos y otros casos similares.
8. Reponer la suma urgencia a los proyectos de ley actualmente en
trámite que persiguen ese fin.
9. Agilizar, otorgándoles o restituyéndoles la debida urgencia, los
demás proyectos de ley actualmente en trámite que aportan al
fomento y garantía de los derechos a la verdad, a la justicia, la
reparación y la no repetición de las violaciones a los derechos hu-
manos.
73
LA REFORMA
LABORAL Y
LOS ESTÁNDARES
INTERNACIONALES
DE DERECHOS
HUMANOS*
* Capítulo elaborado por Karla Varas Marchant y César Toledo Corsi, con la colaboración de
los ayudantes: Felipe Berríos, Carlos Cassaneli, Jorge Fernández, Fernando Gibson, Lennia
Mejías y Juan Vásquez.
75
SÍNTESIS
1 El Plan Laboral de 1979 está compuesto por los siguientes decretos leyes: Decreto Ley
2.756 de 1979 sobre organizaciones sindicales; Decreto Ley 2.758 de 1979 sobre negocia-
ción colectiva y, Decreto Ley 2.757 sobre asociaciones empresariales.
77
jetivos anunciados, la letra chica del proyecto dejaba al descubierto las
verdaderas intenciones del Ejecutivo: hacer pequeños ajustes y dejar
intacto el modelo sindical de empresa, con una negociación colectiva
sobreregulada y un derecho de huelga limitado e ineficaz.
Ahora bien, en un escenario, como el actual, en que la cooptación
de las decisiones políticas por el poder económico ha olvidado cual-
quier pudor, la crítica al contenido del proyecto de reforma laboral,
se acrecienta aún más. La inocuidad de una reforma laboral de las di-
mensiones de la actual, no puede soslayar la crítica motivada por dicha
cooptación.
78
INTRODUCCIÓN
2 Para la ex Directora del Trabajo, María Ester Feres Nazarala, las reformas laborales que se
han planteado desde 1990 a la fecha, no han sido reformas estructurales al Plan Laboral de
la dictadura, defraudándose así a los y las trabajadoras del país y al movimiento sindical.
María Ester Feres Nazarala, Presentación sobre proyecto de reforma laboral, Comisión de
Trabajo y Seguridad Social de la H. Cámara de Diputados, 6 de abril de 2015. Disponible
en: http://www.camaradediputados.cl.
79
áreas: organizaciones sindicales y tutela de la libertad sindical; derecho
a negociar colectivamente y derecho de huelga. Respecto del derecho
de huelga, para los efectos del análisis de los estándares internaciona-
les, nos remitiremos al Informe 2014, específicamente al capítulo, “La
huelga: un derecho fundamental.”
80
la libertad de constitución al establecer en su artículo 2° que:
“Los trabajadores y los empleadores, sin ninguna distinción y
sin autorización previa, tienen el derecho de constituir las orga-
nizaciones que estimen convenientes…”.
b. El derecho de afiliación sindical: supone que los trabajadores, los
empleadores4 y sus respectivas organizaciones, son libres de ad-
herir a la o las organizaciones o agrupaciones que deseen y en-
cuentra consagración, entre otras NIT, en el art. 2 del Convenio
87 de la OIT; en el art. 8 N°1 a) del Pacto Internacional de De-
rechos Económicos, Sociales y Culturales y en el art. 22.1 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Este derecho
también se reconoce en su dimensión colectiva, al garantizarles a
las organizaciones de trabajadores y de empleadores el derecho de
afiliarse a federaciones y confederaciones, así como organizacio-
nes internacionales de trabajadores y empleadores.5
c. El derecho a la desafiliación y a la no afiliación: a diferencia del
derecho de afiliación positiva, las NIT no reconocen explícita-
mente las dimensiones negativas de la libertad sindical.6 Ahora
bien, el Comité de Libertad Sindical de la OIT en sus decisio-
nes ha establecido, desde una perspectiva, que la admisibilidad
de las cláusulas de seguridad sindical en virtud de convenciones
colectivas fueran dejadas a la elección de los Estados ratificantes
(Recopilación 2006, párrafo 364) y, desde otra mirada, y basán-
dose en la declaración de la Comisión de Relaciones de Trabajo
de la Conferencia Internacional del Trabajo en 1949, ha estimado
que una legislación que establece el derecho a no sindicarse o a
no permanecer en un sindicato no constituye una violación de los
Convenios 87 y 98 OIT (Recopilación 2006, párrafo 367). Por
último, el mismo comité, en sus decisiones, distingue entre cláu-
sulas de seguridad sindical permitidas por la ley y las impuestas
por la ley, dado que únicamente estas últimas tienen como resul-
tado un sistema de monopolio sindical contrario a los principios
de libertad sindical (Recopilación 2006, párrafo 363).
d. Derecho a la personalidad jurídica del sindicato: supone el dere-
cho de la organización sindical a ser reconocida como sujeto de
derecho sin mayores trabas. El artículo 7º del Convenio 87 de la
OIT, dispone: “La adquisición de personalidad jurídica por las
organizaciones de trabajadores y de empleadores, sus federaciones
y confederaciones no puede estar sujeta a condiciones cuya natu-
81
raleza limite la aplicación de las disposiciones de los artículos 2, 3
y 4 de este Convenio.”
e. El derecho de las organizaciones sindicales a establecer sus propios
fines: deriva de la autonomía sindical, encontrando como norma
basal, de acuerdo a su contenido implícito, el artículo 10 del Con-
venio 87 de la OIT, según el cual, todo sindicato tiene por objeto
fomentar y defender los intereses de quienes lo conforman.
f. El derecho de la organización a elegir libremente a sus represen-
tantes: implica, como advierte Sergio Gamonal, que la elección
de los representantes se realice “sin injerencia del Estado y con la
única limitación de respetar el principio democrático.”7
Este derecho, encuentra también su justificación en el artículo
3.1. del Convenio 87 de la OIT.8, al disponer que: “Las organiza-
ciones de trabajadores y de empleadores tienen el derecho (...) de
elegir libremente sus representantes...”
g. El derecho de las organizaciones sindicales a darse su propia re-
glamentación: el reconocimiento normativo preciso sobre esta
dimensión de la libertad sindical lo encontramos en el artículo
3.1. del Convenio 87 de la OIT, donde se dispone que: “las orga-
nizaciones de trabajadores y de empleadores tienen el derecho de
redactar sus estatutos y reglamentos administrativos.”
h. Libertad colectiva de disolución: encuentra reconocimiento ex-
plícito en el artículo 4° del Convenio 87 de la OIT, según el cual
“las organizaciones de trabajadores y empleadores no están suje-
tas a disolución o suspensión por vía administrativa.”
Las normas insertas en tratados internacionales ratificados por
Chile y actualmente vigentes, son precisas en su reconocimiento9
y de acuerdo a este estándar deben ajustarse las normas internas,
así como las interpretaciones que de las mismas se realicen.
7 Sergio Gamonal Contreras, Derecho Colectivo de Trabajo, Santiago, Legal Publishing, se-
gunda edición, 2011, p. 95.
8 Respecto de esta libertad, debe tenerse presente el contenido del Convenio 135 de la OIT
sobre la protección y facilidades que deben otorgarse a los representantes de los trabaja-
dores en la empresa, vigente para el Estado chileno.
9 El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en su artículo 8.1.a,
consagra el derecho de los sindicatos a formar federaciones o confederaciones nacionales
y el de estas a fundar organizaciones sindicales internacionales o a afiliarse a las mismas.
Una norma similar contiene el artículo 5° del Convenio 87 de la OIT, al disponer: “Las orga-
nizaciones de trabajadores y de empleadores tienen el derecho de constituir federaciones
y confederaciones, así como el de afiliarse a las mismas, y toda organización, federación o
confederación tiene el derecho de afiliarse a organizaciones internacionales de trabajadores
y de empleadores.”
82
discriminación tendiente a menoscabar la libertad sindical en relación
con su empleo. Entre otras formas posibles, la discriminación se puede
manifestar si se pone como condición para mantener el empleo de un
trabajador, que no se afilie a un sindicato, que deje de ser miembro
de un sindicato o se le despida, o perjudique en cualquier otra forma,
a causa de su afiliación sindical o de su participación en actividades
sindicales fuera de las horas de trabajo o, con el consentimiento del em-
pleador, durante las horas laborales. Asimismo, se dispone que las or-
ganizaciones sindicales de trabajadores y empleadores deberán gozar de
adecuada protección contra todo acto de injerencia de unas respecto de
las otras, ya se realice directamente o por medio de sus agentes o miem-
bros, en su constitución, funcionamiento o administración, así como
todo acto de injerencia sindical (arts. 1 y 2 del Convenio 98 OIT).
Además, este Convenio exige a los estados miembros la creación de
organismos adecuados a las condiciones nacionales, cuando ello sea ne-
cesario, para garantizar el derecho de sindicación (art. 3 Convenio 98).
Claramente las normas OIT exigen que los mecanismos de protec-
ción de la libertad sean adecuados.
De un modo específico, el Convenio 135 de la OIT protege a los re-
presentantes sindicales, es decir, a las personas reconocidas como tales
en virtud de la legislación o la práctica nacionales, sea que se trate de
representantes sindicales, es decir, nombrados o elegidos por los sin-
dicatos o por los afiliados a ellos, o de representantes electos, esto es,
libremente elegidos por los trabajadores de la empresa, de conformi-
dad con las disposiciones de la legislación nacional o de los contratos
colectivos, y cuyas funciones no se extiendan a actividades que sean
reconocidas en el país como prerrogativas exclusivas de los sindicatos.10
En el mismo orden, el artículo 1° del mismo Convenio, dispone que:
“Los representantes de los trabajadores en la empresa deberán gozar de
protección eficaz contra todo acto que pueda perjudicarlos, incluido el
despido por razón de su condición de representantes de los trabajadores,
de sus actividades como tales, de su afiliación al sindicato, o de su partici-
pación en la actividad sindical, siempre que dichos representantes actúen
conforme a las leyes, contratos colectivos u otros acuerdos comunes en
vigor.” Por último, en el artículo 2° se dispone que, los representantes de
los trabajadores deberán disponer en la empresa de las facilidades apro-
piadas para permitirles el desempeño rápido y eficaz de sus funciones,
teniendo en cuenta las características del sistema de relaciones obrero-
patronales del país y las necesidades, importancia y posibilidades de la
empresa interesada y que la concesión de dichas facilidades no deberá
perjudicar el funcionamiento eficaz de la empresa.11
83
2. EL DERECHO A LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA ANTE LAS NORMAS IN-
TERNACIONALES DEL TRABAJO
12 Justino Jiménez de Arechaga, La libertad sindical, Montevideo, 1980, p. 31, citado por
Oscar Ermida Uriarte, Sindicatos en libertad sindical, 2° ed., Fundación de Cultura Universi-
taria, Montevideo, 1991, p. 45.
13 OIT, La libertad sindical, Recopilación de decisiones y principios del Comité de Libertad
Sindical del Consejo de Administración de la OIT, quinta edición (revisada), Ginebra, 2006,
párr. 881, p. 189.
84
deben adoptar los Estados Partes para los efectos de fomentar la nego-
ciación colectiva. En su artículo 2, se define a la negociación colectiva
como “todas las negociaciones que tienen lugar entre un empleador,
un grupo de empleadores o una organización o varias organizaciones
de empleadores, por una parte, y una organización o varias organiza-
ciones de trabajadores, por otra, con el fin de: a) fijar las condiciones
de trabajo y empleo, o b) regular las relaciones entre empleadores y
trabajadores, o c) regular las relaciones entre empleadores o sus organi-
zaciones y una organización o varias organizaciones de trabajadores, o
lograr todos estos fines a la vez”.
En cuanto a las medidas concretas de fomento a la negociación, el
referido convenio precisa que deben tener por objeto:
85
realidad el reconocimiento efectivo del derecho a la negociación colec-
tiva, compromiso que aun seguirá pendiente tras aprobarse el proyecto
de reforma laboral que está en actual tramitación legislativa.
Para los efectos de sistematizar nuestro estudio, el análisis del dere-
cho de negociación colectiva lo realizaremos en base a los principales
aspectos que son abordados por el proyecto de reforma laboral.
los principios relativos a los derechos fundamentales que son objeto de esos convenios,
es decir: i) la libertad sindical y el reconocimiento efectivo del derecho de negociación co-
lectiva; ii) la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio; iii) la abolición
efectiva del trabajo infantil, y iv) la eliminación de la discriminación en materia de empleo y
ocupación”.
15 Bernard Gernigon, Alberto Odero, Horacio Guido, La negociación colectiva: Normas de la
OIT y principios de los órganos de control, 2000, p. 30.
16 OIT, La libertad sindical, Recopilación de decisiones y principios del Comité de Libertad
Sindical del Consejo de Administración de la OIT, quinta edición (revisada), Ginebra, 2006,
párr. 988, p. 210.
86
Teniendo en cuenta, entonces, que el principio general en esta mate-
ria es que las partes de manera libre y voluntaria decidan el nivel en el
cual van a negociar, cuando la negociación colectiva es desarrollada en
varios niveles, la Recomendación 163, sobre fomento a la negociación
colectiva, establece en su artículo 4.2, que las partes negociadoras son
las que deben velar porque exista coordinación entre ellas.17
87
cato en la empresa, no promueve la negociación colectiva en el sentido
del artículo 4 del convenio número 98.20
Asimismo, señala que la posibilidad de que los delegados del personal,
que representen al 10 por ciento de los trabajadores, celebren convenios
colectivos con el empleador, aun en el supuesto de que existan ya una o
varias asociaciones laborales, no fomenta la negociación colectiva.21
Según se desprende de los instrumentos de la OIT, la titularidad
del derecho de negociación colectiva ampara a las organizaciones de
trabajadores en general, las cuales incluyen, como han precisado los
órganos de control, a los sindicatos de base, las federaciones y las con-
federaciones.
Sin embargo, ante la ausencia de organización sindical, los órganos
de control de la OIT, han admitido la legitimidad de las coaliciones
transitorias de trabajadores, las cuales, a través de sus representantes,
están habilitadas para iniciar procesos de negociación colectiva con su
empleador o grupo de empleadores.
88
administración pública, y por tanto, quedan fuera del ámbito de apli-
cación del convenio 151”.24
El CLS, refiriéndose a categorías particulares de trabajadores, ha se-
ñalado que no pueden excluirse del derecho a negociar colectivamente
a los trabajadores del sector privado, los funcionarios de la administra-
ción de autobuses y del agua, los empleados de empresas públicas o na-
cionalizadas, de correos y telecomunicaciones, de empresas comerciales
e industriales del Estado, del banco nacional, de la radiotelevisión, de
los marinos no residentes en el país, de los docentes, de los técnicos de
la aviación civil, de las zonas francas de exportación, al personal que se
desempeña en el sector del control de la navegación aérea,25 las perso-
nas empleadas en los hospitales públicos,26 como tampoco al personal
temporero ni al personal empleado en actividades sin fines de lucro, sea
que se financien con fondos públicos o semipúblicos.27
Resolviendo una queja presentada por la Federación Nacional de Sin-
dicatos de Supervisores Rol A y profesionales de la Empresa Codelco
Chile, respecto a los trabajadores cubiertos por el derecho a negociar co-
lectivamente, el CLS recordó que “salvo en el caso de organizaciones que
representan categorías de trabajadores que puedan quedar al margen del
ámbito de aplicación del Convenio Nº 98, como las Fuerzas Armadas,
la policía y los funcionarios públicos empleados en la administración del
Estado, el reconocimiento del derecho a la negociación colectiva tiene un
alcance general y de él deben disfrutar todas las demás organizaciones
de trabajadores en el sector público y en el privado. En estas condiciones,
recordando el principio según el cual “los trabajadores temporarios de-
berían poder negociar colectivamente” [véase Recopilación de decisiones
y principios del Comité de Libertad Sindical, quinta edición, 2006, pá-
rrafo 906], y al tiempo que observa que tanto el Poder Ejecutivo como
Codelco se limitaron a señalar que se respeta plenamente el derecho a la
negociación colectiva en la empresa, sin referirse a los alegatos concretos
el Comité pide al Gobierno “que tome las medidas necesarias, inclusive
legislativas si fuere necesario, para garantizar que las organizaciones de
trabajadores respectivas puedan negociar colectivamente en nombre de
todos los trabajadores, incluso de aquellos con contrato de carácter tem-
poral, por obra o por servicios, así como de los que ocupan cargos de
superintendentes o directores”.28
89
d. Las materias a negociar
De conformidad con los Convenios números 98 y 154, y la reco-
mendación número 91, el contenido de la negociación colectiva está
centrado en la determinación, por un cierto periodo de tiempo, de las
condiciones de trabajo y empleo y en la regulación de las relaciones en-
tre empleadores y trabajadores y entre organizaciones de empleadores
y de trabajadores.
Ahora bien, la tarea difícil es determinar los alcances de tales con-
diciones y relaciones. Al respecto, la CEACR ha sostenido que la utili-
zación de los términos “condiciones de trabajo y empleo” otorgan a las
partes plena libertad para determinar, dentro de los límites de las leyes
y del orden público, el contenido de esos acuerdos, pudiendo convenir
todo tipo de cláusulas relativas a las cuestiones de trabajo y de vida,
comprendiéndose dentro de ellas medidas sociales de diversa índole.29
En consecuencia, la noción de condiciones de trabajo y empleo es
amplia, y tal como lo han indicado los órganos de control de la liber-
tad sindical de la OIT, las partes tienen plena libertad para regular
el contenido de la negociación. Dicho contenido no debe entenderse
limitado únicamente a las condiciones de trabajo tradicionales (jorna-
da de trabajo, horas extraordinarias, descanso, salarios, etc.), sino que
además cubre materias que normalmente pertenecen a la esfera de las
condiciones de empleo, como, por ejemplo, las promociones, traslados,
supresiones de puestos sin previo aviso, etc.30
Sin que se trate de una enumeración taxativa, el CLS ha sostenido
que las cuestiones que pueden ser objeto de negociación colectiva in-
cluyen temas como: el tipo de convenio colectivo que se ofrezca a los
trabajadores, los alcances de ese convenio y la clase de acuerdos que se
puedan negociar en el futuro; los salarios, prestaciones y subsidios, du-
ración del trabajo, vacaciones anuales, criterios de selección en caso de
despidos, otorgamiento de facilidades a los sindicatos, entre otros. En
razón de lo anterior, el CLS estima que la legislación no debe excluir
del ámbito de la negociación determinadas materias, ni mucho menos
establecer penas económicas o sanciones severas en caso de incumplir
las disposiciones del código.31
En el mismo sentido, la CEACR ha señalado que son contrarios a
los principios de la convención número 98, los preceptos legislativos
que excluyen de la negociación colectiva ciertas materias que atañen
en particular a las condiciones de empleo, estimando que las medidas
que se aplican unilateralmente por las autoridades para restringir la
90
gama de temas que pueden ser objeto de negociaciones, son a menudo
incompatibles con el Convenio.32
De todos modos, esta amplitud de los temas o materias que pueden
ser objeto de negociación, encuentra su límite en que debe existir una
conexión clara entre las temáticas a negociar y las condiciones de trabajo
y empleo. Los órganos de control de la libertad sindical de la OIT, han
permitido que se excluyan dentro de los temas negociables las facultades
derivadas del poder de dirección del empresario, como por ejemplo, la
asignación de tareas o la contratación. Asimismo, han señalado que re-
sulta concordante con los principios de la libertad sindical la prohibición
de ciertos contenidos fundada en razones de orden público, como por
ejemplo, las cláusulas discriminatorias, de seguridad sindical o las que dis-
minuyan los beneficios o derechos consagrados en la legislación laboral.33
En cuanto a los temas negociables relativos a las relaciones entre las
partes, los órganos de control de la libertad sindical de la OIT, han es-
timado que no solo se refieren a cláusulas vinculadas con las garantías y
facilidades sindicales, sino que también a todas las formas de consulta,
comunicación y cooperación entre las partes y los medios que establez-
can para la resolución de conflictos.34
91
4. Los empleadores deben reconocer a las organizaciones sindicales
representativas para los efectos de la negociación;
5. Los acuerdos deben ser de cumplimiento obligatorio para las partes, y
6. Se deben aplicar los acuerdos de buena fe.
Respecto del cumplimiento obligatorio de los convenios y su aplica-
ción de buena fe, el CLS ha precisado que: “La negociación colectiva
implica un proceso de concesiones mutuas y una certeza razonable de
que se mantendrán los compromisos negociados, al menos mientras
dure el convenio, ya que este es el resultado de compromisos contraídos
por ambas partes sobre ciertas cuestiones, y de renuncia a determina-
das exigencias de negociación, con el fin de obtener otros derechos
considerados como más prioritarios por los sindicatos y sus miembros.
Si estos derechos, a cambio de los cuales se han hecho concesiones
en otros puntos, pueden cancelarse unilateralmente, no podría haber
ninguna expectativa razonable de estabilidad en las relaciones labora-
les, ni confianza suficiente en los acuerdos negociados”.39 El CLS ha
sostenido, también, que “una disposición legal que permite al emplea-
dor modificar unilateralmente el contenido de los acuerdos colectivos
previamente pactados, u obliga a negociarlos nuevamente, es contraria
a los principios de la negociación colectiva”.40
Finalmente, en relación con la aplicación de los convenios, el CLS
ha señalado que “la falta de aplicación del convenio colectivo, incluso
de manera temporal, supone una violación del derecho de negociación
colectiva, así como del principio de negociación de buena fe”.41
92
Es por ello que el CLS ha señalado: “Si bien ciertas reglas y prácticas
pueden facilitar el desarrollo de la negociación colectiva y contribuir a
promoverla, y si algunas medidas pueden facilitar a las partes el acceso
a ciertas informaciones, por ejemplo, sobre la situación económica de
su unidad de negociación, sobre los salarios y condiciones de trabajo
en unidades vecinas y sobre la situación económica general, todas las
legislaciones por las que se instituyen organismos y procedimientos de
mediación y conciliación destinados a facilitar la negociación entre co-
partícipes sociales deben salvaguardar la autonomía de las partes impli-
cadas en la negociación. Por todo lo anterior, en lugar de conferir a las
autoridades públicas poderes de asistencia activa, es más conveniente
tratar de convencer a las partes implicadas en la negociación que por
su propia voluntad deben tener en cuenta las razones capitales relacio-
nadas con las políticas económicas y sociales de interés general que el
gobierno ha mencionado”.43
g. El arbitraje obligatorio
Uno de los mecanismos de intervención administrativa más drás-
ticos es la imposición del arbitraje obligatorio cuando las partes no
alcanzan un acuerdo o cuando ha transcurrido un cierto número de
días desde que la huelga se ha hecho efectiva.
Sobre el tema, el principio general que han afirmado los órganos
de control de la libertad sindical es que “la imposición de un procedi-
miento de arbitraje obligatorio en caso de que las partes no estuvieren
de acuerdo sobre el proyecto de contrato colectivo plantea problemas
de aplicación con el convenio número 98”.44 Ello por cuanto el arbitraje
obligatorio siempre se opondrá al carácter voluntario de la negociación
colectiva, ya que la solución no emanará de la voluntad de ambas par-
tes, sino que de un tercero al que no han recurrido conjuntamente.45
En consecuencia, el arbitraje obligatorio será contrario al principio
de negociación colectiva voluntaria cuando: 46
93
A pesar de lo anterior, el CLS ha declarado admisible el arbitraje
obligatorio –por iniciativa de las autoridades, de una sola de las partes
o por mandato legislativo– en los siguientes casos: crisis nacional agu-
da, conflictos dentro de la función pública respecto de funcionarios
que ejercen poder en nombre del Estado (ya que tienen prohibido ne-
gociar); o en los servicios esenciales en el sentido estricto del término, o
sea, aquellos cuya interrupción pueden poner en peligro la vida, salud o
seguridad de la persona en toda o parte de la población.48
48 Ibíd., p. 41.
94
de la totalidad de los trabajadores y no se trata de empresas con una
pluralidad de establecimientos (en que la decisión de extensión debería
corresponder a las partes)”.49
En el mismo sentido ha sostenido que “la extensión de un convenio
a todo un sector de actividad en contra de las opiniones manifestadas
por la organización que representa a la mayoría de los trabajadores cu-
biertos por el convenio ampliado puede limitar el derecho a la libre
negociación colectiva de dicha organización mayoritaria; con ese sis-
tema pueden extenderse los convenios en que se recogen disposiciones
susceptibles de empeorar las condiciones de trabajo de la categoría pro-
fesional de trabajadores en cuestión”.50
95
dos del proyecto ni en su articulado. Más bien se perpetúa un modelo
de negociación colectiva formal y rígido, estructurado en base a la tri-
logía de negociación reglada, no reglada y semi reglada, con fases y eta-
pas que antes de facilitar un acuerdo lo obstaculizan, y lo que es peor,
con una excesiva intervención de la autoridad administrativa. Respecto
del supuesto equilibrio que debe existir entre las partes para lograr una
negociación exitosa, los autores del proyecto tampoco lo plasman en
su articulado, ya que si bien eliminan el reemplazo de trabajadores en
huelga –principal traba para otorgar eficacia a este derecho fundamen-
tal, única herramienta de presión de los trabajadores que les permite
alcanzar un cierto grado de equilibrio– crean la institución de los servi-
cios mínimos universales, es decir, con la reforma son los propios traba-
jadores los que deben proveer a la empresa de personal para garantizar
su funcionamiento y mantener la producción en términos que no cause
daño a sus “bienes materiales, instalaciones o infraestructura”.
En fin, el proyecto de reforma laboral está lleno de trampas y enga-
ños, ya que no está a la altura de los fundamentos sustentados por el
Ejecutivo, y lo que es todavía peor, no se hace cargo de las demandas
históricas que han sido esgrimidas desde el mundo sindical, especial-
mente la consagración de la negociación por rama de actividad.
A continuación analizaremos los principales contenidos de la refor-
ma a la luz de los estándares internacionales que fueron expuestos pre-
cedentemente.
96
do de acuerdo a la ley, generando un desincentivo para el surgimiento
de estas organizaciones. Un sindicato de base de carácter territorial o
de carácter profesional, por más alta tasa de afiliación que tenga, no
podrá representar a sus bases en instancias formales de negociación
colectiva y, tal como lo hemos analizado, tampoco sus representantes
gozarán de algún derecho conferido por la ley en su calidad de dirigen-
tes sindicales.
Ni siquiera en dos de los tipos de sindicatos especialmente contem-
plados por la legislación –como son los interempresa y eventuales o
transitorios– gozan de un ámbito de actuación afín a sus necesidades
de defensa de intereses comunes, ni en la ley vigente ni en la propuesta
del Ejecutivo. Así, al sindicato de trabajadores eventuales se le reserva
la más inocua de las actuaciones sindicales externas: la negociación
colectiva voluntaria y sin derecho a huelga. En cuanto al sindicato in-
terempresa de trabajadores, si bien podrá representar a sus socios en
una negociación de empresa y por ello vinculante (la actual ley exige
manifestación favorable a la negociación por la contraparte dentro de
10 días siguientes a la notificación del proyecto de contrato colectivo),
no se le permite que pueda representar, al mismo tiempo y en un mis-
mo proceso de negociación colectiva, a socios que laboren para más de
un empleador. Pero en este caso, la lesión a la libertad sindical no se ha
limitado a ello. En la versión original del proyecto de ley, se establecía
como requisito para formar parte de la comisión negociadora de un
sindicato interempresa, que el trabajador fuera subordinado del em-
pleador a quien se le hubiere notificado el proyecto de contrato colecti-
vo. Como gran avance, mediante una indicación posterior, se permitió
la participación, pero tan solo de un dirigente, ajeno a la subordinación
de la contraparte, en dicha comisión.
97
una multa al empleador que violenta el fuero sindical queda imposibi-
litada para, posteriormente, denunciar la práctica antisindical (en caso
de ineficacia de la multa cursada) por atentar ello contra el principio
de non bis in ídem. La Dirección del Trabajo, desde el mismo 2008,
dispuso como instrucción la de abstenerse de cursar multas por vulne-
ración del fuero con connotación sindical, sometiendo obligatoriamen-
te toda denuncia administrativa de este tipo a los trámites propios de
una denuncia por vulneración de derechos fundamentales, incluyendo
el trámite de mediación. En 2011 la Dirección del Trabajo, tratándose
de casos de denuncia por fuero de los delegados sindicales y de fuero
retroactivo de constitución de sindicatos, pasó a admitir la facultad
de multar la vulneración de esa tutela a la libertad sindical, pero tales
instrucciones dejaron a ese organismo fuera de toda posibilidad de una
denuncia por prácticas antisindicales.
La jurisprudencia de los tribunales al conocer de denuncias por estas
prácticas, desde fines de la década pasada, ha tendido a limitar su ám-
bito de protección al exigir elementos constitutivos de las mismas aje-
nos a los explícitamente contemplados por la ley. Entre tales elementos
se considera con especial intensidad, la intencionalidad, culpa o dolo
en la conducta agresora de la libertad sindical, la especial gravedad y el
carácter no ocasional de la práctica antisindical.
En lo que atañe al fuero, la reforma legal propuesta contiene una
norma con consecuencias previsiblemente devastadoras para la tutela
efectiva de la libertad sindical. Nos referimos a la que sanciona como
práctica antisindical el utilizar los fueros que contempla el Código del
Trabajo de mala fe o con abuso del derecho. Con esta norma, la tutela
del fuero pierde su rasgo característico: la certeza. En adelante, no le bas-
tará a un trabajador titular del fuero haber reunido los requisitos legales
para adquirirlo, sino que deberá estar atento a que en el ejercicio de esa
protección legal no pase a llevar lo que otros (empleadores, sobre todo)
interpreten como un ejercicio de mala fe o abuso de su derecho al fuero.
Por otra parte, se incorpora también como práctica antisindical el “ne-
garse a reincorporar en sus funciones a un dirigente sindical aforado, frente
al requerimiento de un fiscalizador de la Inspección del Trabajo.” Esta nor-
ma supone un llamado a la Dirección del Trabajo a cambiar sus instruc-
ciones sobre el fuero sindical, volviendo a posibilitar procedimientos de fis-
calización y multa frente a su vulneración. Sin embargo, desde otra óptica,
al no hacer referencia específica a la multa como parte del requerimiento,
sienta las bases para mantener sin aplicación la posibilidad de cursar multas
por infracción del fuero sindical tal como lo previene la ley.
En cuanto a la sanción de las prácticas antisindicales, además de lo
recién señalado (en que se mezclan ambas tutelas de un modo tal, que
lejos de potenciarse, disminuyen su margen de aplicación) las modifi-
caciones propuestas por el proyecto de ley, descansan en lo siguiente:
98
a.- Expresamente se admiten dentro de las prácticas antisindicales
las omisiones. Lo anterior, si bien parece de interés frente a eventuales
criterios jurisprudenciales que se apeguen a la mera literalidad de la ley
(la que solo contemplaba las prácticas antisindicales como acciones), lo
cierto es que la jurisprudencia siempre ha asumido las omisiones como
formas posibles de antisindicalidad, contribuyendo a este criterio el
que algunas de las conductas especialmente descritas por la ley como
prácticas antisindicales consisten precisamente en omisiones;
b.- como ya se ha referido (pero ahora se lo analiza desde otra pers-
pectiva), se incorpora como práctica antisindical el “negarse a rein-
corporar en sus funciones a un dirigente sindical aforado, frente al
requerimiento de un fiscalizador de la Inspección del Trabajo”, lo cual
merece críticas desde el punto de vista de la técnica legislativa, puesto
que la no taxatividad de las prácticas antisindicales denota el absurdo
de la decisión de intentar precisar prácticas antisindicales específicas.
Peor aún, si tomamos en cuenta que esta política a favor de la des-
cripción masiva de tipos específicos de antisindicalidad ha significa-
do proteger a quienes no son titulares de la libertad sindical, generan
una extrapolación de elementos de esos tipos y terminan asumiéndo-
se como propios de la conducta genérica antisindical (como sucedió
con la exigencia del elemento subjetivo o intencionalidad o dolo de las
prácticas antisindicales). Precisamente el proyecto, para dar cuenta de
la inocuidad de ese elemento subjetivo en las prácticas antisindicales,
en vez de hacerlo en la misma definición de prácticas antisindicales,
optó por eliminar la presencia de expresiones que denotan esa exigen-
cia de elemento subjetivo en los tipos específicos de conductas antisin-
dicales que así lo establecen.
Dentro de esta misma técnica se inscribe en la tipificación, como
práctica antisindical, el “otorgar unilateralmente a trabajadores no afi-
liados a la organización u organizaciones que los hubieren negociado,
los mismos beneficios pactados por estas en un instrumento colectivo”.
Igualmente lo hace (aunque se trata de una modificación de una ya
existente) la norma propuesta según la cual se asume como antisindical
el “no descontar o no integrar a la organización sindical respectiva, las
cuotas o aportes sindicales, ordinarios o extraordinarios que correspon-
da pagar por los afiliados o la cuota o aporte convenido en un acuerdo
de extensión de conformidad al artículo 323, cuando este proceda.”
Pero la nueva tipificación de antisindicalidad más cuestionable que
plantea la reforma (y a la que ya nos hemos referido parcialmente),
es aquella que castiga el “utilizar los derechos sindicales o fueros que
establece este Código, de mala fe o con abuso del derecho”. Sancionar
el ejercicio de derechos sindicales por abusar de los mismos o ejercerlos
de mala fe, ejercerá un poderoso efecto de inhibición precisamente del
ejercicio de la libertad sindical, a lo que contribuye el que, tal como se
99
diera cuenta en el anterior Informe 2014, el sindicato chileno rara vez
cuenta con asistencia jurídica que le permita acceder a la Justicia, que-
dando subordinado a las decisiones que pudiera adoptar la Dirección
del Trabajo. Esto último supone, desde ya, una desventaja respecto de
su contradictor natural en el ámbito laboral: baste con recordar que la
Dirección del Trabajo carece de la legitimidad para exigir judicialmen-
te indemnizaciones en favor de los sindicatos.
Por último, se modifica la norma que sanciona el despido antisin-
dical, esto es, el caso del despido de un trabajador que, no encontrán-
dose aforado, es despedido con ocasión del ejercicio de su derecho a la
libertad sindical. La norma contenida en el proyecto de ley resulta más
restrictiva que el texto anterior, pues de una norma a la que le basta-
ba que una práctica antisindical hubiere implicado un despido de un
trabajador no aforado, se pasa a una que exige que la conducta sea una
represalia del ejercicio de la actividad sindical.
De todo lo señalado es posible concluir que las modificaciones pro-
puestas en el proyecto de ley en materia de derecho de sindicación y tu-
tela de la libertad sindical, se alejan de la protección efectiva de la liber-
tad sindical a la que apuestan las normas internacionales del trabajo.
51 María Ester Feres Nazarala, Presentación sobre proyecto de reforma laboral, op. cit., 4.
52 José Luis Ugarte Cataldo, Proyecto de agenda laboral: un paso a ninguna parte, presenta-
ción para la Comisión de Trabajo y Seguridad Social de la Cámara de Diputados, realizada
el 3 de marzo de 2015. Disponible en: http://www.camaradediputados.cl
100
menor tamaño donde ni siquiera existe la posibilidad legal de formar
un sindicato.53
En definitiva, el proyecto de reforma laboral tiene una incidencia
marginal para la gran mayoría de los trabajadores al mantener inaltera-
da la médula o corazón del Plan Laboral de la dictadura: la radicación
de la negociación colectiva en el nivel más bajo de la estructura produc-
tiva, es decir, en la empresa.
En efecto, de acuerdo a la definición que entrega el artículo 303
del proyecto de reforma, la negociación colectiva es un derecho que se
ejerce respecto del empleador, y si bien se señala que puede tener lugar
entre uno o más empleadores con una o más organizaciones sindicales,
ello no es más que una mera declaración de principios ya que se trata
de una negociación que no es vinculante para la contraparte y que no
conlleva el ejercicio del derecho de huelga, por tanto, equivale a la im-
posición de la voluntad empresarial.
Lo mismo sucede con la regulación que contiene el proyecto de re-
forma laboral respecto de la negociación de sindicatos interempresas
(Título V, Capítulo I, artículos 363 y siguientes), ya que no es más
que una negociación de empresa, cuestión que se desprende fehacien-
temente de la redacción contenida en el artículo 364 titulado: Requi-
sitos para la negociación colectiva del sindicato interempresa. Para pre-
sentar un proyecto de contrato colectivo en una empresa, el sindicato
interempresa deberá contar con un total de afiliados no inferiores a los
quórum señalados en el artículo 227, respecto de los trabajadores que
represente en esa empresa.
Ya nos decía Oscar Ermida que la radicación del sindicato, y por
ende, de la negociación, en la empresa, es una decisión política to-
talmente inadecuada para países cuyas empresas son, en general, de
mediana o pequeña dimensión, porque –en tales circunstancias– re-
sultan proclives a la atomización y debilitamiento del movimiento
sindical.54
Recordemos que ha sido la propia CEACR la que hace varios años
pide al gobierno chileno que tome medidas para modificar o derogar
diversos artículos del Código del Trabajo, entre ellos, el artículo 334
bis, que dispone que para el empleador será voluntario o facultativo
negociar con el sindicato interempresa.55 En la Recomendación N°
163 sobre negociación colectiva (punto 4.1) la CEACR señala: “En
caso necesario, se deberían adoptar medidas adecuadas a las condi-
ciones nacionales para que la negociación colectiva pueda desarrollar-
se en cualquier nivel, y en particular a nivel del establecimiento, de
101
la empresa, de la rama de actividad, de la industria y a nivel regional
o nacional”.
56 Observación (CEACR). Adopción: 2009, Publicación: 99ª reunión CIT (2010), Convenio so-
bre el derecho de sindicación y de negociación colectiva, 1949 (núm. 98). Chile.
102
3.3.3. Ámbito de aplicación de la negociación colectiva
El proyecto de reforma laboral sigue restringiendo el ámbito de apli-
cación de la negociación colectiva a las empresas del sector privado y
en aquellas en las que el Estado tenga aportes, participación o repre-
sentación.
Por tanto, quedan fuera del ejercicio del derecho de negociación co-
lectiva:
103
siguientes artículos vinculados con los trabajadores cubiertos por la ne-
gociación colectiva:
59 Observación (CEACR), Adopción: 2013, Publicación: 103ª reunión CIT (2014), Convenio
sobre el derecho de sindicación y de negociación colectiva, 1949 (núm. 98), Chile.
60 Observación (CEACR), Adopción: 2009, Publicación: 99ª reunión CIT (2010), Convenio so-
bre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicación, 1948 (núm. 87), Chile.
104
3.3.4. Las materias de la negociación colectiva
El artículo 306 del proyecto de reforma laboral indica que son materias
de la negociación colectiva aquellas de interés común de las partes que
afecten las relaciones mutuas de trabajadores y empleadores, especial-
mente las que se refieran a remuneraciones u otros beneficios en especie
o en dinero y, en general, a las condiciones comunes de trabajo. Luego,
coloca una serie de ejemplos en relación a las materias que pueden
ser objeto de negociación, culminando con la indicación de aquellas
materias que no pueden serlo, es decir, las que restrinjan o limiten la
facultad del empleador de organizar, dirigir y administrar la empresa y
aquellas ajenas a la misma.
Es importante advertir que en relación con la actual redacción de las
materias que pueden ser objeto de negociación, la reforma no plantea
una modificación sustancial, ya que la negociación sigue recayendo ge-
néricamente sobre condiciones comunes de trabajo y remuneración y
se continúan excluyendo las materias que restrinjan o limiten la facul-
tad del empleador de organizar, dirigir y administrar la empresa. Los
ejemplos de los aspectos susceptibles de negociar tradicionalmente se
han incorporado en los instrumentos colectivos, por lo que la reforma
no introduce ningún avance al respecto.
En cuanto a los estándares internacionales, recordemos que en esta
temática el principio general es que las partes gozan de plena libertad
para determinar el contenido de sus acuerdos, pudiendo convenirse
todo tipo de cláusulas relativas a cuestiones de trabajo y vida, inclu-
yéndose medidas sociales. En este sentido, los órganos de control de la
libertad sindical han estimado que son materias susceptibles de nego-
ciar: la duración del trabajo, la extensión y pago de vacaciones anuales,
los criterios de selección en caso de despido, etc.
No obstante, en el caso chileno, la negociación de criterios de selec-
ción en caso de despido es una materia que está dentro de las faculta-
des propias de organización, dirección y administración de la empresa,
prohibida en la negociación, aunque sea admitida por los órganos de
control de la libertad sindical.
En relación a esto la OIT ha señalado que no resulta recomendable
que la legislación excluya determinadas materias de la negociación co-
lectiva, cuestión que nuestro legislador ha omitido.
Otro aspecto que merece críticas desde la perspectiva de la libertad
sindical es la incorporación, dentro de las materias objeto de negocia-
ción, de los pactos sobre condiciones especiales de trabajo.
Se trata de pactos que pueden ser acordados en procedimientos de
negociación colectiva reglada y no reglada, cuya duración máxima es
de 3 años y que recaen sobre materias de especial importancia para los
trabajadores, ya que alteran las reglas generales sobre distribución de
jornada y descanso.
105
Recordemos que para los órganos de control de la libertad no es ad-
misible la negociación de cláusulas que disminuyan beneficios legales,
en este caso, la distribución máxima de la jornada, los descansos, el
tope de horas extras y el pago de la jornada pasiva. En consecuencia,
toda negociación que implique una pérdida de derechos en tales mate-
rias es ilegal a los ojos de la OIT.
Además, estos pactos registran la dificultad de que pueden ser ne-
gociados con organizaciones sindicales especialmente débiles (se exige
para su concreción una afiliación sindical igual o superior al 30% del
total de trabajadores), lo que se podría traducir más que en una nego-
ciación, en la imposición de la voluntad empresarial. Por si fuera poco,
estos pactos además pueden ser aplicados a trabajadores sin afiliación
sindical, exigiéndose el mero acuerdo individual de los trabajadores
(imposición) y la aprobación de la Inspección del Trabajo.
106
dad administrativa, sino que además, no está acorde con los paráme-
tros fijados por los órganos de control de la libertad sindical de la OIT,
conforme a los cuales la intervención de la autoridad administrativa en
procesos de conciliación, mediación y arbitraje, debe tener el carácter
de voluntaria y estar destinada a facilitar las negociaciones entre los
interlocutores sociales.
Pues bien, la solicitud de reuniones de asistencia técnica, la media-
ción obligatoria (buenos oficios) y la mediación laboral de conflictos
colectivos desvirtúan y vulneran el principio de negociación libre y
voluntaria proclamado por la OIT, ya que operan por la mera solicitud
de una de las partes (no de común acuerdo), y, además, en el caso de la
mediación laboral de conflictos colectivos la autoridad administrativa
puede intervenir de oficio.
Nuevamente entonces, nos encontramos con que el proyecto de refor-
ma laboral contraviene de forma expresa los estándares internacionales
fijados por los órganos de control de la libertad sindical de la OIT.
107
El proyecto de reforma laboral, manteniendo la lógica de exten-
sión de beneficios a los trabajadores no afiliados, introduce algunas
modificaciones. Primero, exige que haya acuerdo de las partes del
instrumento colectivo, y segundo, que los trabajadores a quienes se
van a hacer extensivos todos o parte de los beneficios, manifiesten su
conformidad con dicha extensión, obligándose a pagar la totalidad
de la cuota ordinaria de la organización sindical, según lo establezca
el acuerdo.66
Esta nueva forma de hacer extensivos los beneficios del instrumento
colectivo a los trabajadores no afiliados no respeta los estándares que
han fijado los órganos de control de la libertad sindical de la OIT, ya
que no se exige ningún tipo o nivel de representatividad de la organi-
zación sindical que haya negociado, con lo cual se fomentará el sindi-
calismo amarillo o de empresa para acordar la extensión a los trabaja-
dores no afiliados y de paso desincentivar la sindicalización.
Además, dichos acuerdos, al ser negociados con sindicatos amari-
llos, propenderán a no hacer obligatorio el pago de la totalidad de la
cuota ordinaria a la organización sindical.
108
presión.68 Sin embargo, este tácito consenso terminó cuando, en un
foro ante el mundo empresarial, el asesor del Ministerio del Trabajo,
Roberto Godoy, declaró, frente a la diferencia entre puesto de trabajo
y función, que el trabajador que sigue operando en la empresa, porque
no pertenece al sindicato en huelga, puede mantener el ejercicio de su
puesto de trabajo y, además, eventualmente desarrollar funciones de
otros puestos de trabajo, concluyendo que no se está estableciendo la
prohibición del reemplazo de una función.69 Estas declaraciones bas-
taron para echar por tierra la esperanza de un real cambio en materia
de reemplazo de huelguistas. La visión de Godoy da cuenta de un se-
rio retroceso respecto del concepto de reemplazo de trabajadores en
huelga, tal y como lo consigna la actual jurisprudencia de la E. Corte
Suprema, para la cual “la prohibición del artículo 381 del Código del
Trabajo comprende no solo la contratación de nuevos trabajadores,
sino también el reemplazo de trabajadores en huelga con otros de la
propia empresa”.70
Por último, y sin perjuicio de lo ya señalado, cabe advertir que la
reforma propuesta igualmente contempla implícitamente la posibili-
dad de reemplazo de los huelguistas. Se trata del caso en que el sindi-
cato no provea el equipo de emergencia. En tal caso, la ley permite al
empleador “adoptar las medidas necesarias para atender los servicios
mínimos”, lo que, por cierto, incluye el reemplazo de los huelguistas.
De lo señalado se desprende que el proyecto de ley no sienta las bases
de una genuina modificación respecto del reemplazo de huelguistas
y, por lo tanto, no se logra superar el reproche permanente que recae
sobre nuestra legislación, por apartarse de los criterios asentados por las
normas internacionales del trabajo vigentes para Chile.
109
esferas jurídicas de terceros, confundiendo el conflicto que se deriva de
la huelga abusiva, con el que nace a raíz de la colisión del derecho de
huelga con los servicios esenciales.71
En efecto, el actual artículo 380 del Código del Trabajo que regula
los servicios mínimos como uno de los límites al ejercicio del derecho
de huelga, ha sido objeto de fuertes críticas, principalmente, por la am-
plitud de los supuestos que habilitan al empleador para exigir al sindi-
cato o grupo negociador el personal indispensable para la ejecución de
las faenas: daño a los bienes materiales de la empresa, a la salud de los
usuarios de un establecimiento asistencial o de salud o que preste ser-
vicios esenciales. La propuesta de modificación legal, sin hacerse cargo
de tales defectos, desliga completamente la garantía del servicio míni-
mo del concepto de servicio esencial, incorporando una restricción al
derecho de huelga que excede su campo de acción, toda vez que exige
el establecimiento de servicios mínimos “estrictamente necesarios para
proteger los bienes e instalaciones de la empresa y prevenir accidentes,
así como garantizar la prestación de servicios de utilidad pública, la
atención de necesidades básicas de la población, incluidas las relaciona-
das con la vida, la seguridad o la salud de las personas, y para garanti-
zar la prevención de daños ambientales o sanitarios”.
En consecuencia, se trata de una limitación excesiva que desborda
el concepto de servicios esenciales en sentido estricto utilizado por la
OIT, ya que pone el acento en el daño que una huelga pueda provocar
a los bienes materiales, instalaciones o infraestructura de la empresa, y
que tal como se ha dicho en el debate legislativo, constituye un reem-
plazo de los trabajadores en huelga que debe ser suministrado por los
propios trabajadores involucrados en el conflicto.72
110
mía, Fomento y Turismo, la que debe realizarse cada dos años, dentro
del mes de julio, con la diferencia que en el actual proyecto, debe ser
efectuada previa solicitud fundada de parte y presentarse antes del 31
de mayo del año respectivo.
Esta calificación, de ser una facultad discrecional del Poder Ejecu-
tivo, a través de los tres ministerios individualizados, se transforma en
un proceso contradictorio, donde ambas partes deben ser escuchadas,
y donde además, se prevé un proceso cierto de reclamo para impugnar
la incorporación o no de un determinado servicio en la resolución con-
junta de los Ministros del Trabajo y Previsión Social, Defensa Nacional
y Economía, Fomento y Turismo.
De la lectura de la modificación propuesta podemos derivar tres
conclusiones importantes:
111
elección del recurrente, y que se tramitará de conformidad a lo dispuesto
en el artículo 410 del proyecto de reforma. Cabe señalar, eso sí, que hubiese
sido preferible o recomendable que tal reclamación se interpusiera ante el
Tribunal del Trabajo competente, por medio de la acción de tutela de dere-
chos fundamentales, ya que en estos casos está en juego la libertad sindical
de los trabajadores que estarán privados de ejercer el derecho de huelga.
La CEACR ha recordado al gobierno chileno que “la legislación
puede establecer que el derecho de huelga esté prohibido y que deba
recurrirse al arbitraje obligatorio en los siguientes casos: 1) en aquellas
empresas o instituciones que presten servicios esenciales, en el sentido
estricto del término, es decir, aquellos cuya interrupción podría poner
en peligro la vida, la seguridad o la salud de las personas en toda o par-
te de la población y 2) respecto de los funcionarios públicos que ejercen
autoridad a nombre del Estado”.76 A partir de lo anterior, la Comisión
ha observado que la legislación vigente en Chile “es sumamente amplia
ya que la noción de utilidad pública y la de daño a la economía del país
exceden el concepto de servicio esencial. No obstante, la Comisión
estima que en el caso de servicios no esenciales, con el fin de evitar da-
ños irreversibles o que no guarden proporción alguna con los intereses
profesionales de las partes en el conflicto, así como de no causar daños
a terceros, es decir, los usuarios o los consumidores que sufren las con-
secuencias económicas de los conflictos colectivos, las autoridades po-
drán establecer un régimen de servicio mínimo en otros servicios que
son de utilidad pública, en vez de prohibir radicalmente las acciones de
huelga, prohibición que debiera limitarse a los servicios esenciales en el
sentido estricto del término”.77
Asimismo, respecto de la resolución triministerial que elabora el lista-
do de empresas comprendidas en dicha prohibición, la CEACR sostuvo,
al analizar la calificación realizada en 2008, que era demasiado amplia,
ya que dicha lista “incluye algunas terminales portuarias de carácter pri-
vado, así como el ferrocarril de Arica-La Paz, que no pueden ser conside-
radas como servicios esenciales en el sentido estricto del término”.
76 Comentarios formulados a Chile por la CEACR, 73ª reunión CIT, op. cit.
77 Íd.
78 Se trata de una acción judicial que puede ser ejercida por la o las empresas, como también
112
La CEACR ha señalado al gobierno chileno que “debería ser la au-
toridad judicial, a petición de la autoridad administrativa, la que im-
pusiera la reanudación de las faenas solo en casos de crisis nacional
aguda o si la interrupción de los servicios afecta la vida, la seguridad
o la salud de las personas en toda o parte de la población, disponien-
do en tal caso que los trabajadores gocen de garantías compensatorias
suficientes, tales como procedimientos de conciliación y mediación y
en caso de que se llegase a un punto muerto en las negociaciones, se
abriera paso a un procedimiento de arbitraje que gozase de la confianza
de los interesados”79. Sin embargo, el proyecto de reforma no respeta
tal recomendación, ya que consagra como legitimado activo –es decir
que está facultado legalmente para solicitar la reanudación de faenas–
al empleador.
Además, en el Informe de 2003, la CEACR observó que “la defini-
ción prevista en el artículo 385 de servicios con respecto a los cuales
el Presidente de la República puede ordenar la reanudación de faenas,
parece ir más allá de los servicios esenciales en el sentido estricto del
término. De cualquier manera, teniendo en cuenta que según el go-
bierno el Presidente de la República no ha hecho uso de esta prerrogati-
va desde hace 25 años, la Comisión pide al gobierno que tome medidas
para que derogue o modifique en el sentido indicado el artículo en
cuestión”.80
Estimamos que esta medida restrictiva del derecho de huelga debe
ser eliminada, ya que constituye una afectación desproporcionada,
existiendo otras medidas menos gravosas que pueden ser impuestas en
casos de huelgas que por sus características, oportunidad o extensión
causen un grave daño a la salud, vida y seguridad de la población.81
Además, los supuestos que contempla la norma para los efectos de rea-
lizar este requerimiento judicial exceden el concepto estricto de servi-
cio esencial por extensión de la OIT y el sujeto activo de la acción no
solo es la autoridad administrativa, sino que también el empleador.
Otro inconveniente que se vislumbra con esta nueva figura de
reanudación de faenas previo requerimiento judicial, es que el ejercicio
del derecho de huelga se judicializará y se entregará a los empresarios
una herramienta potente para paralizar el conflicto y mermar el poder
negociador del sindicato. Además, teniendo presente las características
culturales del sector empresarial, existirá una judicialización excesiva,
y de paso, se añadirá otra carga para los sindicatos, ya que deberán con-
por la Dirección del Trabajo o el o los sindicatos, según corresponda (artículo 362 del Pro-
yecto de reforma laboral).
79 Comentarios formulados a Chile por la CEACR, 73ª reunión CIT, op. cit.
80 Comentarios formulados a Chile por la CEACR, 74ª reunión CIT, 2003.
81 Recordemos que para la OIT las limitaciones que se pueden imponer a las huelgas que
son ejercidas en servicios que devienen en esenciales por su extensión o duración, es la
imposición de un servicio mínimo de mantenimiento.
113
tar con recursos necesarios, no solo para afrontar el periodo de huelga,
sino que también para costear los honorarios de los abogados que los
representarán en el proceso judicial.
CONCLUSIONES
RECOMENDACIONES
114
a los trabajadores compensar la desigualdad inherente a la relación de
trabajo subordinada.
En otras palabras, la gran reforma laboral que nuestro país necesita,
dados los altos índices de desigualdad y el constante empobrecimien-
to de la clase trabajadora, debió haberse articulado en base a dos ejes
centrales: la negociación por rama de actividad y el reconocimiento
efectivo de la huelga como un derecho fundamental.
En razón de lo anterior, los cambios sustantivos que deben ser intro-
ducidos al modelo de relaciones colectivas del trabajo y que nos permi-
tirán superar y dejar atrás el modelo que fue impuesto a la fuerza por la
dictadura militar son los siguientes:
115
a. Eliminar los grupos negociadores, sea que exista o no sindicato
con derecho a negociar.
b. Eliminar las restricciones respecto de las materias que pueden
ser objeto de negociación colectiva.
c. Reducir la intervención de la autoridad administrativa en el
proceso de negociación colectiva.
d. Eliminar las tipologías de negociación colectiva reglada, no re-
glada y semireglada, consagrando un único derecho a negociar
entre los actores sociales, los que gozarán de autonomía para
definir sus etapas.
e. Consagrar un verdadero derecho al piso de negociación colec-
tiva, manteniendo el valor real de remuneraciones reajustable
según IPC.
f. Eliminar los pactos sobre condiciones especiales de trabajo.
5. En cuanto a la regulación de las organizaciones sindicales y su
tutela, se recomienda:
a. Establecer que todas las prerrogativas que la ley concede a los
dirigentes sindicales alcancen a los representantes de todo tipo
de organizaciones, bajo la única condición de encontrarse su-
jetos a subordinación de un empleador.
b. Eliminar cualquier obstáculo que impida a una organización
sindical de nivel superior, participar directamente en una ne-
gociación colectiva en representación de sus bases.
c. Eliminar la norma que establece como práctica antisindical
el “utilizar los derechos sindicales o fueros que establece este
Código, de mala fe o con abuso del derecho.”
116
LA TORTURA
EN CHILE:
ESTADO ACTUAL
DESDE LA REFORMA
PROCESAL PENAL*
119
SÍNTESIS
1 Para un interesante panorama histórico ver Michel Foucault, Vigilar y Castigar, Buenos Ai-
res, Siglo XXI, 2ª Ed., 2008, Trad. Garzón, Aurelio, pp. 12-24 y 40-52.
2 “Suplicio”, según Foucault, op. cit.
3 Hay quienes sostienen que solo esta segunda forma de tortura sería tal. Esta es la opinión
de Edwards, según quien la tortura judicial es la única clase de tortura (Peter Edwards,
“Torture”, Filadelfia, University of Pennsylvania Press, 1996, p. 7) o Langbein, quien señala
que “ningún castigo, sin importar cuán horrible sea, debería ser considerado como tortura”,
en John H. Langbein, Torture and the Law of Proof, Chicago University Press, 2006, p. 3.
121
personas privadas de libertad, revisando casos relevantes y dando lugar
a una especial reflexión dada su permanencia en el tiempo y el nulo
enfrentamiento institucional que ha tenido por parte de las autoridades
competentes.
122
INTRODUCCIÓN
123
lo obligan a tomar una serie de medidas con el fin de prevenir y casti-
gar cualquier forma de tortura, y el incumplimiento de esos acuerdos
podría generar responsabilidad internacional y, consecuencialmente,
una serie de sanciones para nuestro país.
Este informe busca dar cuenta del estado de la tortura y otros tipos
de tratos crueles, inhumanos y denigrantes en nuestro país desde el
inicio de la reforma procesal penal, es decir, del año 2000 hasta el
2014. Específicamente, como primer objetivo, queremos explicar cuá-
les son las conductas de este tipo que los agentes del Estado ejecutan
actualmente, bajo qué contextos, quiénes las cometen y si dichos ac-
tos generan o no consecuencias para sus responsables. Como segundo
objetivo, intentaremos brindar un panorama acerca de cuáles son los
problemas que presenta actualmente nuestra institucionalidad que po-
drían explicar que se produzcan actos de tortura y, en consecuencia,
generar algún incumplimiento de parte del Estado de Chile respecto a
las obligaciones internacionales que ha adquirido.
Para lograr los objetivos anteriormente planteados, utilizamos
diversas fuentes de información. Primero, analizamos cifras y esta-
dísticas públicas pero también de otras fuentes, entre otras cosas,
sobre la cantidad de casos que llegan al sistema penal y cuál es
el desenlace que tienen estos, ya sea cuando se trata de delitos de
apremios ilegítimos tipificados tanto en el Código Penal como en
el de Justicia Militar. En segundo lugar, analizamos una serie de
sentencias condenatorias acumuladas desde el año 2000 al 2014,
particularmente, de los delitos establecidos en los artículos 150 A y
B del Código Penal, así como también de recursos de amparo que
se han presentado en la materia. Tercero: analizamos una serie de
casos cuya información fue proporcionada por instituciones, por
personas entrevistadas o extraídas de artículos de medios de comu-
nicación. Cuarto: se hizo una revisión exhaustiva de investigacio-
nes empíricas, informes y estudios que dan cuenta de la situación
de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes en
Chile. Quinto: realizamos 20 entrevistas semi-estructuradas a fis-
cales, defensores, jueces, miembros de ONG, académicos y otras
instituciones. Este trabajo se dividirá en cinco secciones. La prime-
ra describe la normativa y jurisprudencia nacional e internacional
vigente respecto a la tortura y otros tratos crueles, inhumanos y
degradantes. En la segunda se realizará un análisis acerca de los
posibles cambios que se han vivido en la materia con la entrada en
vigencia de la reforma procesal penal. La tercera dará cuenta de los
principales casos de tortura y otros tratos inhumanos y sus caracte-
rísticas, durante la vigencia de la reforma procesal penal. La cuarta
sección describirá y explicará las principales deficiencias del sistema
penal y, en general, las instituciones del Estado relacionadas con el
124
tema. La última analiza las recomendaciones que el Estado de Chile
debe tomar en cuenta sobre la materia.
1. ESTÁNDARES INTERNACIONALES
5 Artículo 7: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o de-
gradantes. En particular, nadie será sometido sin su libre consentimiento a experimentos
médicos o científicos”.
6 Artículo 3: “Nadie será sometido a torturas ni a tratos o penas inhumanos o degradantes”.
7 Artículo 5.2: “Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o
degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con respeto debido a la digni-
dad inherente al ser humano”.
8 Artículo 1: “Los Estados partes se obligan a prevenir y a sancionar la tortura en los términos
de la presente Convención”.
9 Artículo 16. Sin perjuicio de esto, la UNCAT no ofrece una definición de dichos actos, por lo
que ha sido tarea de los diversos organismos internacionales intentar establecer un límite
conceptual con la tortura. Mayor detalle puede verse en Comité contra la Tortura, Observa-
ción General N°2, Aplicación del artículo 2 por los Estados Partes, 2007, párr. 3.
125
Existe un acuerdo general de que para poder utilizar el concepto
de tortura se deben cumplir varias condiciones.10 La más importante
supone una generación intencional de dolor o de disminuir las capaci-
dades de la víctima. Es preciso tomar en cuenta cuestiones objetivas,
como, por ejemplo, el método utilizado, el fin, el contexto sociopolíti-
co, etc., pero también subjetivas, como la edad, el sexo y la vulnerabi-
lidad de la víctima. Por otra parte, debe tener una finalidad, es decir,
que la conducta haya sido ejercida con algún determinado objetivo,
no necesariamente del agente ejecutor, sino que relacionado con los
intereses o políticas del Estado y sus órganos.11 Además, para que el
concepto sea bien utilizado a efectos de la legislación internacional,
los actos de tortura deben ser ejecutados por un funcionario público o
alguien actuando en ejercicio de sus funciones públicas.12
En caso de que falten algunos de los elementos exigidos para que
la conducta sea constitutiva de tortura, de todas maneras se pueden
configurar otros tratos crueles, inhumanos o degradantes que podrían
acarrear responsabilidad internacional. Ni los tratados internaciona-
les ni los diversos organismos han definido lo que debe considerarse
como tratos crueles, inhumanos o degradantes, sino que más bien han
dicho que es una cuestión que debe evaluarse caso a caso de acuerdo a
las circunstancias concretas que se presenten.13 De todas maneras, se
han establecido algunos criterios: la primera postura, asumida princi-
126
palmente por los comités y la Corte Europea de Derechos Humanos,
establece que el factor crucial debe ser la intensidad del sufrimiento o el
dolor generado a la víctima. En consecuencia, si el sufrimiento alcanza
una intensidad grave, debe calificarse como tortura. La otra postura,
señala que el factor principal debe ser el propósito del acto u omisión y
la indefensión de la víctima. Así, y simplificando, cuando la víctima no
se encuentra limitada o privada de libertad (en un sentido amplio), no
podrá calificarse nunca como tortura la agresión desproporcionada. En
cambio, si está privada de libertad, dependerá del tipo de sufrimiento
y del objetivo del victimario que el acto pueda calificarse como tortura
o como otro tipo de acto inhumano y degradante.14 Los instrumentos
internacionales, más allá de prevenir, como en todo tratado, que se sus-
citen este tipo de conductas, establecen una serie de obligaciones para
los Estados Parte. Particularmente, y entre otras, los Estados tienen el
deber de investigar las denuncias de tortura o trato cruel, inhumano
o degradante,15 de sancionar y de hacer cumplir leyes que criminali-
cen la tortura,16 de excluir declaraciones obtenidas mediante tortura
u otros malos tratos,17 de capacitar al personal y de ofrecer garantías
procesales18 y el deber de otorgar una reparación y de compensar a
las víctimas.19 Por supuesto, existen mayores precisiones respecto a las
obligaciones y la aplicación de las mismas, especialmente por parte de
los organismos internacionales que se encargan de fiscalizar el cumpli-
miento de estos deberes y, cuando corresponda, de recomendar penas
o sancionar su incumplimiento.
Cabe agregar que también se encuentra ratificado –desde el año
2009– el Protocolo Facultativo a la Convención contra la Tortura y
Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, acordado
por la Asamblea General de las Naciones Unidas20, que tuvo por obje-
tivo institucionalizar y regular un sistema de visitas internacionales y
nacionales para prevenir estos delitos. Se creó, entonces, un Subcomité
contra la tortura y se estableció un mandato para que cada Estado re-
gule un mecanismo nacional de prevención.
14 Todo lo anterior en Manfred Nowak, “The Distinction Between Torture and Cruel, Inhuman
or Degrading Treatment”, Torture, Vol. 16, N°3, 2006, pp. 150 y 151.
15 Artículo 12, UNCAT.
16 Artículo 4, UNCAT; Artículo 2, PIDCP.
17 Artículo 15, UNCAT; Artículo 14.3.g, PIDCP.
18 Artículo 10, UNCAT; Artículo 10, PIDCP.
19 Artículo 14, UNCAT; Artículo 2.3, PIDCP.
20 Fue aprobada el 18 de diciembre de 2002, pero entró en vigencia el 22 de junio de 2006.
Anteriormente, Chile ratificó la UNCAT en el año 1988. Eso sí, no lo hizo plena ni íntegra-
mente, ya que adoptó una serie de reservas a ciertos artículos, especialmente aquellos
relacionados a las sanciones del legislador internacional. Finalmente, estas reservas fueron
retiradas por el Decreto 39 del Ministerio de Relaciones Exteriores, el 13 de marzo de 1991.
127
2. LA TORTURA Y LA VIOLENCIA POLICIAL EN EL CONTEXTO DE LA REFOR-
MA PROCESAL
21 Mauricio Duce y Cristián Riego, Proceso Penal, Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2007,
pp. 101 y ss. Véase Informe 2003, pp. 13 y ss.
22 Para ese periodo véase Informe 2014, pp. 21 – 62. En cuanto al proceso de “transición a la
democracia”, véase Universidad Diego Portales y Centro de Estudios de Justicia y Derecho
Internacional, Tortura, Derechos Humanos y Justicia Criminal en Chile (Resultado de una
investigación exploratoria), Santiago, 2002, pp. 18 y ss. También Informe 2003, pp. 107 y ss.
23 Esta es una idea general sobre el sistema inquisitivo. Véase Alberto Binder, Ideas y materia-
les para la reforma de la justicia penal, Buenos Aires, Editorial Ad hoc, 2000, pp. 22 y 23.
24 Duce y Riego, op.cit., p.117.
128
crear una institución especializada 25 –la Defensoría Penal Pública– en
brindar asesoría jurídica y velar por el cumplimiento de estas garan-
tías.26
En ese sentido, la evidencia disponible muestra que hubo algún im-
pacto en las prácticas llevadas a cabo por las policías (Carabineros y
PDI). En un estudio realizado el 2002 por la Facultad de Derecho de
la Universidad Diego Portales y el Centro por la Justicia y el Derecho
Internacional (CEJIL), se señala que la reforma procesal penal “ha-
bría representado una mejora substantiva respecto a la vigencia de la
garantía a la integridad física de los imputados”.27 En idéntica línea,
el Informe 2003 señaló que “Los apremios ejercidos por la policía, de
acuerdo a todos los antecedentes disponibles, han sufrido una impor-
tante disminución con la implementación del nuevo sistema procesal
penal (…)”.28
Lo mismo se sostuvo en una evaluación de la reforma realizada el
2006 por Baytelman y Duce, quienes sostuvieron –a partir de entrevis-
tas realizadas y evidencia anterior recopilada– que “el funcionamiento
del nuevo sistema habría tenido aparentemente un impacto en la dis-
minución de atentados graves en contra de la integridad física y psíqui-
ca de los detenidos, y de los abusos policiales”.29
Los estudios anteriormente mencionados concuerdan en que no exis-
ten o son relativamente bajas las denuncias de casos de tortura “dura”,
como la aplicación de corriente eléctrica o la asfixia por inmersión o a
través de otros medios.30 De todas maneras, no fue erradicado comple-
tamente el problema, ya que se mantuvieron fenómenos –eso sí, menos
graves– de violencia policial, como golpes, “cachetazos”, “palmetazos”
y apremios psicológicos, sobre todo en el contexto de las detenciones
(carros y recintos policiales).31
25 Para un resumen de las garantías, véase Alex Carocca y otros, "Las garantías constitucio-
nales en el nuevo sistema procesal penal", en Nuevo Proceso Penal, Santiago, Editorial
Jurídica ConoSur Ltda, 2000, pp. 31-99.
26 Todas estas ideas también están explicitadas y sistematizadas en Asociación contra la Tor-
tura y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, op.cit., pp. 51 y 52.
27 Universidad Diego Portales y Centro de Estudios de Justicia y Derecho Internacional,
op.cit., pp. 55 y 56.
28 Informe 2003, p. 43. También se señala lo mismo en Informe 2002, p. 160.
29 Andrés Baytelman y Mauricio Duce, Evaluación de la Reforma Procesal Penal: Estado de
una Reforma en Marcha, Santiago, Universidad Diego Portales y el Centro de Estudios de
Justicia de las Américas, 2002, p. 151.
30 Informe 2003, pp. 44-46; Universidad Diego Portales y Centro de Estudios de Justicia y
Derecho Internacional, op.cit., p. 56; Baytelman y Duce, op.cit., pp. 152 y 153. También
Baytelman en una evaluación que realizó el 2002 sobre el estado de la reforma procesal
penal, constató –respecto a la prohibición de ejercer algún tipo de coerción o forzamiento–
un avance, especialmente en la disminución de apremios ilegítimos en el contexto de la
declaración del imputado. Andrés Baytelman, Evaluación de la Reforma Procesal Chilena,
Santiago, Universidad Diego Portales y el Centro de Estudios de Justicia de las Américas,
2002, p. 87.
31 Informe 2003, pp. 44-46; Universidad Diego Portales y Centro de Estudios de Justicia y
Derecho Internacional, op.cit., p.56; Baytelman y Duce, op.cit., pp. 152 y 153.
129
Cabe destacar que esta aparente disminución no se constató inmedia-
tamente con la entrada en vigencia del nuevo sistema en nuestro país.
Diversos estudios muestran que al inicio siguieron produciéndose de-
nuncias y reclamos por malos tratos y conductas violentas de parte de las
policías, pero la percepción es que fueron disminuyendo en intensidad a
medida que empezó a operar la nueva Reforma Procesal Penal.32
Este cambio paulatino fue confirmado por las declaraciones de las per-
sonas que entrevistamos. Por ejemplo, un juez nos señaló que: “previo a la
reforma procesal penal, o sea previo al año 2000 uno tenía la percepción de
que la tortura era un instrumento utilizado masivamente para obtener con-
fesiones dentro del proceso penal (…) Cuando comienza la reforma procesal
penal en las regiones en que me tocó estar, la primera aproximación fue de
un constante reclamo de parte de los imputados respecto al trato recibido…
eso era muy frecuente en las primeras audiencias… ahí se comenzaron a to-
mar medidas como pedir informes a la policía, tomarle fotografías a los im-
putados, mandar los antecedentes a la Fiscalía Militar en un primer momen-
to y luego al Ministerio Público… eso hizo que bajaran la intensidad de los
reclamos sobre tortura…”. Por su parte una fiscal opinó al respecto: “yo creo
que la llegada de la reforma procesal implicó un cambio cultural en las poli-
cías… sobre todo en las primeras regiones… en ese momento las detenciones
nos eran informadas de inmediato, en las ciudades pequeñas eran menos los
detenidos, nos constituíamos en los lugares de detención”. Una jueza señala,
sobre el mismo aspecto, que la tortura “ya no es tan grosera como antes, yo
tuve casos (como juez del crimen) donde existían herramientas para sacarles
la confesión a los detenidos… pero sí es más sutil”.
¿Por qué se produjo esta disminución de los casos de apremios ile-
gítimos? Varios factores podrían haber operado como un desincentivo
para las agencias policiales:
a) Poca relevancia de la confesión: El inciso 3 del artículo 340 del
Código Procesal Penal señala explícitamente que “No se podrá conde-
nar a una persona con el solo mérito de su propia declaración”, con lo
cual determina que la confesión –que era un elemento vital para acusar
y condenar a un acusado– ya no posee la misma relevancia.
b) Mayores y mejores controles: los entrevistados señalan que un
factor determinante fue el establecimiento de controles para prevenir
y sancionar este tipo de conductas. Como nos señaló un fiscal: “ahora
las policías tienen menos espacio de discrecionalidad”. Pero, principal-
mente, lo que provocó un gran impacto fue el control judicial realiza-
do a la detención del imputado, con mayor inmediatez y justificación
130
que en el sistema inquisitivo. Por una parte, en el sistema anterior el
imputado podía estar privado de libertad 5 días –sin mayores justi-
ficaciones– hasta que se decidiera el futuro del caso, lo cual cambió
radicalmente en el nuevo sistema.33 Por otra, la policía ahora cuenta
con mayores supervisiones y filtros. En primer lugar, debe dar cuenta
al fiscal de las razones de la detención, ya que es él quien decide si el
imputado debe ser puesto a disposición del tribunal.34 Cabe sumar a
ello que en un principio los fiscales se constituían personalmente en
los lugares de detención. En segundo lugar, los detalles de la detención
serán revisados en una audiencia por un juez, quién tiene el deber de
verificar que se haya practicado dentro del ámbito de facultades que
permite la ley. En tercer lugar, el imputado tiene la posibilidad de ejer-
cer una serie de derechos, principalmente, porque tiene a un defensor
que lo asesora jurídicamente para ello y que reclamará ante eventuales
agresiones policiales.35 A esto se suma la obligatoriedad de la realiza-
ción de exámenes físicos a los detenidos en algún servicio de salud para
verificar que no hayan sufrido abusos durante la detención.
c) Sanciones: Otro punto relevante en la disminución de los casos
de tortura son las consecuencias judiciales que se pueden producir ante
el mal accionar policial, ya sea por las eventuales sanciones procesales,
administrativas e incluso penales que puede acarrear la aplicación de
apremios ilícitos con los detenidos. En numerosas ocasiones se ha de-
clarado ilegal la detención producto de los apremios provocados y se
iniciaron investigaciones penales o administrativas por este motivo.36
Como nos señala un juez de garantía: “Se empezaron a tomar medi-
das contra los policías, como por ejemplo, oficiar a las policías para
solicitarles explicaciones, tomarles fotografías a los imputados, enviar
los antecedentes en un principio a la Fiscalía Militar en un primer
momento, luego al Ministerio Público… eso por tanto, bajó bastante
la intensidad de los reclamos, yo diría que muy poco después uno tenía
la percepción de que tener un juez a las 24 horas siguientes tomando
medidas significó un cambio relevante”. Un fiscal agrega: “que les de-
nunciara en la audiencia, el mismo tipo que había sido detenido por un
delito flagrante, que fue víctima de malos tratos por Carabineros, con
lesiones leves o menos graves, sorprendía a los funcionarios cuando se
daba curso a una investigación generalmente, y no en la fiscalía, sino
131
que en su propio sistema de sumarios internos o administrativos… en-
tonces era sorpresivo que bastara la mera denuncia del imputado como
para que los mecanismos comenzaran a funcionar”.37
132
Tabla 1: Causas Ingresadas Periodo 2006-201441
Delito 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 Total
Tormentos
y apremios
ilegítimos 13 35 63 64 59 106 122 137 186 785
(Artículo 150 A
Código Penal)
Tormentos
y apremios
ilegítimos 1 4 5 3 8 3 10 9 18 61
(Artículo 150 B
Código Penal)
Total 14 39 68 67 67 109 132 146 204 846
% 1,66 4,64 8,09 7,97 7,26 12,9 15,7 17,38 24,28 100
133
Algo similar puede apreciarse en las denuncias por “violencias in-
necesarias” del Código de Justicia Militar que ingresan a la justicia
militar. Si revisamos el número de denuncias desde el año 2004 a 2011
podremos apreciar un aumento de casi 3 veces: 44
134
parte de la cultura que al imputado se le trate mal, con algún tipo de
golpe (...) cuesta sacarlo de la cultura policial. Sigue siendo masivo”.48
Según algunos fiscales, lo anterior suele darse con mayor frecuencia
con la delincuencia más común, donde las principales víctimas son im-
putados reincidentes y, por tanto, la policía tiende a ser más violenta con
ellos ya que –en general– cumplirán penas muy cortas o terminarán
libres luego de la audiencia. Los entrevistados se refieren, por lo gene-
ral, a golpes y patadas que no dejan huellas visibles hasta agresiones que
producen hematomas en diferentes partes del cuerpo, entre otras cosas.
Pero donde sí ha habido un incremento, según los entrevistados,
es en la intensidad y la gravedad de las conductas que los operadores
llaman “tortura dura”.49 Se trata, por lo general, de agresiones físicas
con lesiones graves, como fracturas y rompimiento de piezas dentales,
etc., que se realizan en contextos de privación de libertad y que –en su
mayoría– no son controladas judicialmente por otra institución.
Los casos de violencia excesiva y tortura tienden a concentrarse en grupos
vulnerables como los menores de edad o en contextos de vulnerabilidad,
como en las protestas sociales, en las cárceles, en zonas relacionadas con el
“conflicto mapuche” y también en pasos fronterizos sobre los inmigrantes.50
Si bien más adelante precisaremos y describiremos con mayor detalle
estos casos, la pregunta inmediata es la siguiente: ¿Qué pasó para que
aumentara la frecuencia y gravedad de la tortura? Los entrevistados
brindan algunas pistas.
Un primer factor a considerar es que a partir del año 2007 el sistema
de justicia criminal comenzó a sufrir importantes críticas de parte de
diversos sectores políticos y grupos ciudadanos, bajo la premisa de que el
sistema judicial era muy “blando” con los delincuentes, ya que quedaban
casi inmediatamente en libertad y sin sanción o con una pena muy baja.
Empezó a predominar la percepción de que solo las policías estaban ha-
ciendo algo contra la delincuencia, mientras que los jueces solamente se
dedicaban a liberar a los imputados. Esa sensación de impunidad llevó
al Gobierno de ese entonces a presentar un proyecto de ley denominado
“Agenda Corta Antidelincuencia” (Ley 20.253 del año 2008) la cual,
entre otras cosas, le concedió mayores atribuciones a la policía en el con-
texto de la detención de los imputados y, al mismo tiempo, limitó cier-
tas atribuciones de los jueces de garantía.51 Este contexto político social,
135
según los entrevistados, se tradujo en un apoyo político52 y ciudadano53
importante a las policías, organismos que se sintieron empoderados para
ejecutar su labor. Esta “confianza”, comentan los entrevistados, llevó a
que, en muchas ocasiones, hicieran uso de sus atribuciones de forma
excesiva o arbitraria. Como comenta un juez: “yo tengo la impresión que
fue en la época de la agenda corta, donde hubo un reclamo muy masivo
de los medios de comunicación y la comunidad respecto al ejercicio cau-
telar, donde los policías estaban siendo extremadamente bien evaluados
por la opinión pública, y donde finalmente el Ministerio del Interior
cedió frente al accionar policial, y convidaron a los policías a actuar en
forma más drástica. Ahí tengo la impresión de que empezaron a aumen-
tar los reclamos por maltratos en los cuarteles policiales”.54
Lo anterior se explica, en parte, porque el “mal actuar policial”, como,
por ejemplo, ejercer violencia excesiva sobre un imputado, no tenía una
consecuencia inmediata en el proceso. Si la detención era declarada ile-
gal, la ley le permitía al fiscal –sin perjuicio de lo anterior– formalizar
y solicitar medidas cautelares. A su vez, la policía disponía de un mayor
tiempo para constituir la flagrancia, con lo cual conseguía tener, dentro
de su ámbito de facultades, un mayor tiempo de discrecionalidad con
los detenidos. Comenta un juez entrevistado: “Hubo un desprestigio de
la función cautelar (…) aunque uno declarara la detención ilegal, daba
un poco lo mismo…”. Cabe sumar a lo anterior que, aunque el accionar
policial tuviera alguna consecuencia en el proceso, los gobiernos desde
esa época han brindado un fuerte respaldo político a las policías en la
ejecución de sus labores, lo cual se ha traducido en que sean bajas las
posibilidades de que pueda producirse algún tipo de sanción frente a un
abuso en sus funciones. Lo ratifica un juez entrevistado: “los sumarios
administrativos no tenía ningún resultado, junto a que el Ministerio Pú-
blico no estaba investigando este tipo de cosas (…) en la Fiscalía Militar
generalmente también morían los asuntos”.55 Otra jueza es categórica al
respecto: “todo esto se ha relajado porque no se investiga”.56
Una fiscal, en torno a la materia, señala que también ha disminuido
la posibilidad de los fiscales de realizar una fiscalización eficiente. Las
principales causas son la falta de recursos, el hecho de que los fiscales ya
no se pueden constituir en los lugares de detención, y la poca atención
136
que se le presta al tema. Así describió un fiscal la situación: “Los fisca-
les no somos muy activos en cuanto a controlar la actividad policial,
no vamos a las unidades policiales, no estamos encima de los proce-
dimientos, dejamos en la policía el manejo del detenido y confiamos
en lo que ellos nos dicen. Esto tiene múltiples razones, entre falta de
recursos y fiscales que creen que no es parte de su función”.57
Esta situación anómala se agravó con las protestas sociales que co-
menzaron a vivirse en nuestro país. Tal como nos señala una fiscal
entrevistada: “Ahí hubo un aumento considerable de denuncias por
abusos policiales; de hecho en nuestra fiscalía nosotros mantenemos
algunas causas de funcionarios, especialmente de la PDI, formalizados
por apremios ilegítimos sobre estudiantes en el contexto de las marchas
estudiantiles”. Un juez nos comentó al respecto: “Todo esto recrudeció
con las marchas sociales o protestas estudiantiles…uno tiene la sensa-
ción de que uno va a las audiencias de control donde más gente recla-
ma, donde más gente es golpeada”.58
Se ha podido apreciar que las protestas sociales realizadas en espa-
cios públicos han generado conflictos que desembocan, en numerosas
ocasiones, en el ejercicio de la violencia física por parte de las policías
sobre los ciudadanos que se manifiestan. En algunos casos se trata de
utilización desproporcionada de la fuerza para lograr la detención, pero
también de excesos contra personas que se encuentran ya detenidas, ya
sea en los carros o los cuarteles policiales.
La situación descrita no corresponde solo a una percepción de los
entrevistados, sino que también ha sido ratificada por diversas insti-
tuciones que velan por el respeto de los derechos humanos. Por una
parte, el INDH en el informe de su Programa de Derechos Humanos
y Función Policial del año 201259 constata una serie de apremios ilegí-
timos sobre personas detenidas. Igual situación consta en el Informe
de Derechos Humanos del año 2011 en su capítulo sobre Derecho a la
Manifestación.60 En el mismo sentido, ediciones anteriores de este In-
forme, especialmente las de los años 201061, 201262 y 201363, se refieren
a este tema. Lo mismo denunciaron otras instituciones como Amnistía
Internacional64 y Human Rights.65
137
Todo lo anterior ha sido refrendado por otros organismos internacio-
nales encargados de velar por el cumplimiento de los derechos huma-
nos. La Comisión de Derechos Humanos señaló el 2007 que “observa
con preocupación que continúan dándose casos de malos tratos de par-
te de las fuerzas del orden, principalmente al momento de efectuar la
detención y, en contra de las personas más vulnerables, incluyendo a las
más pobres (Artículo 7 y 26 del Pacto)”.66 En el mismo sentido, el Co-
mité contra la Tortura en 2009, señaló que “Al Comité le preocupa que
sigan recibiéndose alegaciones de delitos graves cometidos por agentes
policiales en el desarrollo de sus funciones y lamenta las restricciones
legales a la publicidad de tales actos en la actualidad, lo cual contribuye
a que esos delitos permanezcan impunes (arts. 2 y 12)”.67 La Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, (CIDH), también expresó “su
preocupación por los graves hechos de violencia ocurridos durante las
manifestaciones estudiantiles llevadas a cabo en Chile, el jueves 4 de
agosto, que habrían significado la detención y uso desproporcionado de
fuerza en contra de centenares de manifestantes, entre ellos estudiantes
secundarios y universitarios”.68 Este escenario sigue siendo colocado en
evidencia en el ámbito internacional, especialmente por el Comité de
Derechos Humanos: “El Comité observa con preocupación que siguen
dándose denuncias de torturas y malos tratos por parte de funcionarios
del Estado. En particular, al Comité le preocupa el excesivo uso de la
fuerza en el marco de protestas ciudadanas, así como casos de tortura
durante el traslado y detención de personas, incluidas denuncias de
violencia sexual policial en contra de niñas y mujeres, en el contexto de
protestas estudiantiles (art. 7)”.69
66 Comité de Derechos Humanos, Examen de los Informes Presentados por los Estados Partes
con arreglo del Artículo 40 del Pacto, Observaciones Finales (Chile), 17 de abril de 2007.
También manifestó su preocupación el Comité de Derechos del Niño, Informe de 44° perio-
do de sesiones, 23 de abril del 2007.
67 Comité contra la Tortura, Informe 42° periodo de sesiones, 27 de abril al 15 de mayo de
2009.
68 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Comunicado de prensa sobre violencia
contra protestas estudiantiles en Chile, 6 de agosto de 2011.
69 Comité de Derechos Humanos, Observaciones finales sobre el sexto informe periódico de
Chile, 13 de agosto de 2014.
138
una base de datos facilitada gentilmente por la Unidad de Estudios de
la Corte Suprema. A dicha Unidad se le solicitó acceso a las sentencias
definitivas, sean absolutorias o condenatorias, dictadas desde el año
2000 a 2014 por juzgados de garantías o tribunales orales en lo penal,
vinculadas a casos de delitos del artículo 150 letra A y B del Código
Penal. Adicionalmente, se complementó esta información con fallos
obtenidos en bases de datos de jurisprudencia, tales como la base de
Microjuris y Legal Publishing. Las afirmaciones vertidas, en base a la
documentación anterior, no pretenden ser absolutas ni tener valor esta-
dístico, pues la base de datos no es exhaustiva ni representa la totalidad
de los fallos existentes sobre la materia. De todas formas, representan
una muestra amplia, construida utilizando varios métodos de búsque-
da. En algunos casos se complementa la información presentada con
noticias de diversos medios de prensa y otras fuentes.
139
Las prácticas ejecutadas en estos contextos incluyen golpes en varios
lugares del cuerpo, encierro, hacer que los internos se desnuden, mo-
jarlos con agua helada y dejarlos por horas en condiciones climáticas
adversas,73 además del encierro en celdas de castigo o aislamiento.74
Un factor a destacar, es que, en su mayoría, las prácticas de tortura no
se perpetran de manera aislada por parte de un funcionario, sino que
lo usual es que intervenga más de un funcionario.75 Esto nos permite
constatar que no se trata de hechos o prácticas ejecutadas de manera
aislada por individuos particulares que se exceden en sus facultades,
sino que existe un concierto, una actitud tolerante, incluso una cierta
cultura de apremios ilegítimos al interior de las cárceles chilenas. Otro
caso que ejemplifica lo anterior, es el de Richard Salgado San Martín,
quien luego de ingresar sin lesiones es recibido por personal de Gen-
darmería y conducido hasta la celda de aislamiento. En el trayecto lo
insultaron y le propinaron golpes, luego lo hicieron avanzar punta y
codo, le cubrieron el rostro con una polera, lo sumergieron desnudo a
un recipiente de agua lo volvieron a golpear y lo hicieron permanecer
en esas condiciones hasta la mañana siguiente.
140
zado por él. En su domicilio, y durante una hora aproximadamente, lo
retuvieron e interrogaron de forma agresiva, amenazándolo de muerte
con un cuchillo, mientras le exhibían una fotografía de su hijo; gol-
peándolo, abofeteándolo y vertiéndole orina en la cabeza y obligándolo
a beberla. Según los hechos descritos en el fallo, luego de que la herma-
na de la víctima denunciara los hechos insistentemente, pasó más de un
mes sin recibir respuesta alguna.77
3.3. Mujeres
Si bien en la muestra de fallos analizados representan una proporción
menor, las mujeres también son objeto de tratos crueles, inhumanos y
degradantes. En diversos contextos y por distintos motivos, funciona-
rios públicos les aplican torturas o tormentos. Nos encontramos con el
caso de María Inés Norambuena, recluida en el Centro Penitenciario
Femenino de Santiago, quien en horas de la madrugada y mientras se
encontraba durmiendo en una celda de castigo, es levantada por nue-
ve funcionarias de Gendarmería y conducida por un pasillo en donde
recibe múltiples golpes de pies y puños en diferentes partes del cuerpo,
especialmente cabeza y piernas, para luego ser conducida a las duchas
del recinto, donde es desnudada y duchada con agua fría, siendo con-
ducida finalmente de vuelta a la celda, donde tuvo que permanecer en
ropa interior. Las imputadas, de acuerdo a la base de datos consultada,
fueron condenadas a penas que van entre los 60 y 100 días pero se les
remitió condicionalmente la pena al ser beneficiadas por un atenuante.
Posteriormente fueron destituidas de Gendarmería por sumario admi-
nistrativo.78
77 Sentencia del Tribunal Oral en lo Penal de Puente Alto, 23 de Diciembre del año 2010, Ruc.
0900396663-9.
78 Sentencia del Duodécimo Juzgado de Garantía, 17 de Febrero de 2010, Ruc. 800270729-3.
79 Véase Comité contra la Tortura, Informe 42° periodo de sesiones, 27 de abril al 15 de mayo
de 2009, párr. 23; Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, Observaciones
finales sobre los informes periódicos 19º a 21º de Chile, aprobadas por el Comité en su 83º
periodo de sesiones (12 a 30 de agosto de 2013); Comité de Derechos Humanos, Observa-
ciones finales sobre el sexto informe periódico de Chile 111º periodo de sesiones, 7 a 25 de
julio de 2014; Ben Emmerson, Informe del Relator Especial sobre la promoción y protección
de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo,
14 de abril de 2014; Informe de la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y
Recomendaciones de la OIT, Conferencia Internacional del Trabajo, 103ª reunión, 2014;
Consejo de Derechos Humanos, Informe del Grupo de Trabajo sobre el Examen Periódico
141
habría sido encerrado en una sala en la comisaría de Victoria con alre-
dedor de 15 policías vestidos de civil y el fiscal del Ministerio Público
Miguel Ángel Velázquez. En esa habitación fue instado por el fiscal a
declarar, a lo cual Huenchullan se negó por no estar presente su aboga-
do. En ese momento, y mientras se encontraba sentado y esposado con
las manos hacia atrás, se apagó la luz de la habitación, recibiendo un
par de manotazos en la cara. Más tarde fue conducido en un automóvil
no institucional, a bordo del cual se le insultó y golpeó violentamente
con un arma en la cabeza, instándolo a confesar su participación en la
quema de un camión. Luego detuvieron el auto, le pusieron un cor-
del al cuello y lo hicieron correr descalzo por las piedras mientras era
apuntado y perseguido por los policías. Luego se le aplicó una técnica
conocida como “Cerebrito”, consistente en “caminar rápido entre los
brazos del policía, cabeza abajo semi-ahorcado y parar repentinamen-
te” sintiendo el sujeto que se le arranca la cabeza y pierde la conciencia
lentamente.80 Respecto de este caso, un aspecto especialmente proble-
mático surge al considerar la solicitud realizada por la propia Fiscalía
acerca de la incompetencia del tribunal civil y la remisión de los ante-
cedentes a la justicia militar, petición a la que el Juzgado de Garantía
de Victoria accede, no obstante los argumentos de la parte querellante
sobre la falta de imparcialidad del Ministerio Público de realizar dicha
solicitud, considerando que uno de sus miembros estuvo implicado en
los apremios ilegítimos contra Felipe Huenchullan.81
De acuerdo a los antecedentes recopilados en este artículo, un número
relevante de casos de apremios ilegítimos en contra de personas pertene-
cientes a pueblos originarios son perpetrados por integrantes de Carabi-
neros de Chile.82 En el contexto de un allanamiento realizado por Cara-
bineros, en Julio de 2013, en la comunidad Pewenche de Malla Malla se
produjeron diversos abusos descritos en detalle por un informe realizado
por la Comisión de Observadores de Derechos Humanos, Casa Memo-
ria José Domingo Cañas.83 Según consigna dicho informe, la pequeña
comunidad fue intervenida por buses blindados, tanquetas, furgones de
carabineros y alrededor de 150 funcionarios de carabineros. Los allana-
mientos incluyeron la rotura del mobiliario y otros enseres domésticos
Universal, 2 de abril de 2014; Corte IDH, Caso Norín Catrimán y Otros (dirigentes, miembros
y activistas del pueblo indígena mapuche) contra Chile, sentencia del 29 de mayo de 2014,
párr. 182; Instituto de Derechos Humanos, Estudio Exploratorio. Estado de Chile y Pueblo
de Chile, op.cit., pp. 84 y ss. También, la Fiscal de la Corte Suprema de Chile ha denunciado
estos hechos: Radio Universidad de Chile: “Mapuches en Huelga de Hambre son tortura-
dos como en Guantánamo”, 2 de septiembre de 2010.
80 The Clinic.cl: “Temucuicui: Relato de una tortura”, 29 de noviembre de 2009, ver en http://
comunidadtemucuicui.blogspot.com.
81 Resolución del Juzgado de Garantía de Victoria, disponible en http://comunidadtemucuicui.
blogspot.com.
82 Consultar asimismo, el caso de Alberto Curamil Millanao, disponible en http://araucaniatv.
cl.
83 Disponible online para su consulta en: http://www.radiodelmar.cl.
142
de las casas allanadas, amenazas con armas a las personas, incluyendo
niños, niñas y ancianas, presión por firmar documentos con contenido
desconocido y lanzamiento de bombas lacrimógenas al interior de las
viviendas, practicándose asimismo detenciones irregulares (de ancianos,
mujeres lactantes y niños). A los detenidos se les privó de alimentación y
servicios higiénicos básicos, a algunas mujeres se les obligó a desnudarse,
haciéndolas dormir en un calabozo sin elementos de abrigo. La iglesia
evangélica de la comunidad fue destruida y su pastor detenido. Muchos
comuneros, al presenciar la violencia de los hechos, arrancaron a nado a
través del caudaloso río. La comunidad fue aislada, cerrándose el paso a
los comuneros y no permitiendo el ingreso a la prensa ni a organizaciones
no gubernamentales.
El hecho descrito en el párrafo precedente no habría sido investiga-
do ni sancionado de manera efectiva. Lo anterior es coincidente con el
diagnóstico de un informe realizado por el Instituto Nacional de Dere-
chos Humanos en el cual se establece que, entre el periodo 1990-2011
se habría producido un aumento de denuncias por este tipo de delitos
y, a la vez, una preocupante baja en el número de condenas.84 Además
se pudo constatar una tibia, por no decir casi nula, reacción adminis-
trativa al interior de Carabineros: en los 60 casos que involucraron a la
institución, 8 se indagaron, respecto de 2 se abrieron sumarios, mien-
tras que solo un caso dio lugar a sanción.85
143
Liceo Amunátegui. Fue esposado por la espalda, con la cabeza entre
las piernas, y golpeado mediante codazos y puñetazos en la cabeza y
espalda, perdiendo producto de la golpiza una pieza dental. Transcu-
rrida una hora, fue llevado a un cuartel policial de la comuna de Las
Condes (específicamente, la Brigada de Robos, BIRO). Recién en ese
momento Reyes se dio cuenta de que se trataba de funcionarios de la
PDI, al divisar una chaqueta con el logo. En ese lugar, fue ingresado a
una oficina, donde esposado y sentado, fue rodeado por 10 detectives
quienes lo golpearon repetidamente, mientras lo intimidaban para que
revelara información sobre personas que organizaban y asistían a las
marchas estudiantiles. Incluso, fue forzado a entregar su contraseña de
usuario de Facebook, tras lo cual los detectives ingresaron a su cuenta
para intentar identificar personas asistentes a las marchas. Finalizado
el violento interrogatorio, lo desnudaron y condujeron a un calabozo,
donde recién pudo vestirse. Cabe resaltar que solamente se pudo cono-
cer dónde se encontraba Reyes tras un amparo presentado por aboga-
dos y tras la intervención del juez y el fiscal de turno.
En torno a este caso, actualmente la Fiscalía Centro Norte lleva una
investigación en contra un detective de la PDI, habiendo sido forma-
lizado por el delito de apremios ilegítimos (artículo 150 A del Código
Penal) y delitos informáticos, permaneciendo en el intertanto en pri-
sión preventiva.
87 Artículo 12 y 13 de la UNCAT.
88 Artículo 12 de la UNCAT.
89 Comité contra la Tortura, Sonko contra España, 23 de noviembre de 2011, párr.10.4.
144
te de la policía o es posible advertir a simple vista señales físicas de
eventuales agresiones. A juicio de los entrevistados, se realizan pocas
denuncias, ya que generalmente los imputados prefieren no hacerlas
o, en caso de realizarlas, no colaboran con la investigación. En otros
casos, no son suficientemente incentivados o apoyados por su defensa o
por el juez para llevar a cabo la denuncia.
En ese sentido, la práctica de algunos jueces de garantía –para sal-
vaguardar casos que merecen atención– es señalarles a los fiscales que
debieran iniciar una investigación de oficio para esclarecer los hechos.
Los fiscales, por su parte, comentan que dejan anotado en la hoja de la
causa la posibilidad de que hayan ocurrido algunos apremios en contra
de imputados. En la práctica, comentan los entrevistados, sólo se ini-
cian investigaciones en casos muy evidentes y graves. Por lo anterior,
los jueces señalan que en casos de mayor gravedad ofician directamente
al fiscal regional respectivo dando cuenta de los hechos. La defensa,
por su parte, señala que ante la negativa de los imputados a hacer la
denuncia, la única opción es que la realicen ellos mismos, pero prin-
cipalmente en los casos más graves. De todas maneras, reconocen que
la posibilidad de seguir los casos es bastante reducida, principalmente,
como nos comentó un fiscal, porque debido a la gran carga laboral
que tienen no le pueden dar la prioridad necesaria. Por su parte, otro
entrevistado señala que también existe un “conflicto de interés” que
podría desincentivar el inicio de este tipo de investigaciones, ya que es
la misma policía la que investiga y que luego colaborará en otras labo-
res, inclusive como testigo en juicios.
A pesar de lo anterior –y esto fue corroborado por jueces y defen-
sores entrevistados– se ha notado un cambio en el último tiempo, ya
que se están investigando casos de tortura y otros tratos, inclusive con
condenas en juicio.
90 Del año 2007 a 2014 se archivaron cerca del 44,8% del total de causas sobre torturas por
parte del Ministerio Público. Si hilamos más fino y excluimos de las cifras entregadas por
el Ministerio Público aquellos términos administrativos que la institución ha elaborado para
efectos de clasificación (esto es, agrupación a otro caso, anulación administrativa, incom-
petencia), tendríamos que concluir que un 63,3% se archiva. Del restante, tenemos que un
6,16% termina en sentencias condenatorias, un 3,1% en suspensión condicional y un 0,1%
en acuerdos reparatorios, que serían decisiones donde habría una resolución con alguna
145
Lo anterior –para ser justos– tiene que ver, por una parte, con que
las agresiones por parte de agentes del Estado tienden a ser difíciles de
investigar. Generalmente se realizan en espacios de privación de liber-
tad, manejados por los mismos funcionarios (quienes lo más probable
es que no colaborarán), sin otros testigos, etc. Las posibilidades de
llegar a esclarecer los hechos aumentaría si se estableciera un procedi-
miento de investigación mucho más activo, diligente y rápido, lo que
actualmente no sucede.
En ese sentido, diversos entrevistados, tanto fiscales, defensores y
jueces, nos comentaron sobre los problemas que existen en los servicios
de salud para constatar las lesiones. Existe consenso en cuanto a que la
constatación de lesiones, luego de producida la detención, es “una car-
ga” para los funcionarios de los servicios de salud, por lo que muchas
veces realizan una constatación superficial (solo por encima de la ropa)
o simplemente omiten constatar lesiones. Señalan los entrevistados que
esto se explica por la sobrecarga de trabajo que tienen en los servicios
de salud, pero también porque al interior de esos servicios se han ido
creando relaciones con las policías, y se da una tendencia a justificar la
dinámica de las agresiones.
Lo que se pudo advertir, en suma, es que no existe una política gene-
ral en las instituciones, principalmente Ministerio Público y Defensa,
que haya intentado protocolizar las actuaciones de sus funcionarios,
señalando qué procedimientos se deben realizar al momento de una
denuncia, de manera que se pueda constatar un posible acto de tortura
y otros tratos. Más bien, se somete la causa a la regla general de proto-
colos de investigación, y depende del fiscal o defensor y a petición del
juez de garantía de turno, que se realice un procedimiento distinto.
En ese sentido, solo existen algunas iniciativas a nivel local pero no
institucional,91 como la Defensoría Regional del Bío-Bío que ha imple-
mentado un protocolo para regular la actuación de los defensores ante
denuncias de los imputados de posibles apremios junto al seguimiento
de la causa, y también la Fiscalía Centro Norte, que ha entregado cier-
tas atribuciones a los fiscales, a propósito de las múltiples detenciones
en marchas sociales.92
Cabe sumar a la situación descrita, el desconocimiento en las insti-
tuciones del sistema respecto al Protocolo de Estambul, manual elabo-
rado por más de 75 expertos de más de 40 instituciones de 15 países,
sanción al imputado.
91 Cabe señalar que, entre las pocas medidas institucionales, la Defensoría Penal Pública
dispone, desde el año 2011, de una Defensora Penitenciaria para asesorar jurídicamente a
privados de libertad e interponer acciones judiciales para tutelar sus garantías constitucio-
nales.
92 Esta iniciativa, entre otras cosas, permite a los fiscales constituirse en las comisarías o
lugares de reclusión para conocer directamente las razones de la detención y así tomar la
decisión de que la persona pase o no a control de detención.
146
donde se establecen las diligencias mínimas requeridas –desde un pun-
to vista médico, psicológico y jurídico– que se deben realizar en casos
de denuncias de tortura.93
147
duce no solo por desinterés, sino porque la forma en que está diseñado
el procedimiento permite que las causas sean desestimadas muy fácil-
mente. En la práctica, como nos señala un defensor, si el fiscal militar
cita a testigos, solo le basta con que dos de ellos nieguen la acusación
para dar por sobreseído el caso.
Por último, la Reforma Procesal Penal vino a establecer una serie de
derechos para las víctimas, articulando una serie de mecanismos y otras
herramientas para garantizar su protección, pero estos derechos no se
pueden exigir sin mayor justificación en el ámbito de la justicia militar.97
Si bien la reforma de la Ley 20.447 implicó un avance al limitar
la competencia de la justicia militar sobre civiles, de todas maneras
siendo víctimas de funcionarios de las Fuerzas Armadas o de Orden
y Seguridad, todavía corren el riesgo de seguir sometidos a ella. Ac-
tualmente existen algunos fallos de la Corte Suprema98 y el Tribunal
Constitucional,99 donde se ha señalado que la competencia debe ser
de los tribunales ordinarios, pero sin una modificación legal de fondo
el tema permanece sin resolverse. Claro que, y a propósito de que se
encontraba en el programa de gobierno de la Presidenta Bachelet100, en
la cuenta pública del pasado 21 de mayo de 2015, especialmente en lo
relativo a la cartera de Defensa, se señaló que se dispone de un ante-
proyecto que reformaría la justicia militar y que será discutido con los
demás ministerios, pero se desconoce el real alcance del mismo, sobre
todo respecto a si se limitará su competencia cuando estén involucrados
civiles.101
148
Como destacan los entrevistados, el momento de mayor vulnerabi-
lidad ocurre entre la detención del imputado y su puesta a disposición
del tribunal (en la práctica, responsabilidad de Gendarmería). Pre-
cisamente, la ley le entrega la facultad a la policía para disponer del
imputado por 24 horas y es ahí donde debieran operar los controles
institucionales, que en la actualidad se aplican con mucha dificul-
tad. Esta situación se encuentra agravada en aquellos casos donde
la detención no es “judicializada”, es decir, cuando no se da cuenta
al fiscal de su ocurrencia, y el juez tampoco tiene la oportunidad de
revisar las condiciones de detención en una audiencia. En esos casos
la policía tiene amplia discrecionalidad al no poseer controles insti-
tucionales, ya que el sistema puede que nunca se entere de que esa
detención ocurrió.
Esta situación se da con frecuencia en las marchas sociales, en las
cuales se mantiene por varias horas a personas detenidas en vehí-
culos o buses policiales, espacios donde aumentan las posibilidades
de abuso.103 Muchas de ellas ni siquiera se encuentran en calidad de
“detenidas” por haber cometido un delito sino que solo son trasla-
dadas a los recintos policiales para comprobar su identidad, a partir
de la facultad que le otorga a la policía el artículo 85 del Código
Procesal Penal para controlar la identidad de las personas.104 Por
ende, se trata de personas sobre las cuales no se tiene registro ni
información respecto a su ubicación, ya que no están formalmente
detenidas. Sumado a lo anterior, está el hecho de que las policías
tienden a dificultar el acceso de abogados a los recintos policiales
cuando los profesionales intentan conocer dónde y en qué condicio-
nes está su representado.105
De hecho, muchas veces la única manera en que familiares e insti-
tuciones pueden saber sobre el estado de personas “detenidas” o “con-
ducidas” (como denomina la policía a este procedimiento), es a través
de un recurso de amparo que precisa la intervención de un juez de
garantía, principalmente, para verificar la detención y el estado del
“detenido” y tomar medidas al respecto.106 Lo más sorprendente, es
que existe una iniciativa de la Comisión de Seguridad Ciudadana de la
Cámara de Diputados que pretende aumentar el ámbito de facultades
103 Informe 2012, p. 270 e Instituto Nacional de Derechos Humanos, Informe Programa de
Derechos Humanos y Función Policial (…), op.cit., pp. 15 y ss.
104 Informe 2012, p. 270 e Instituto Nacional de Derechos Humanos, Informe Programa de
Derechos Humanos y Función Policial (…), op.cit., pp., 15 y ss.
105 Instituto Nacional de Derechos Humanos, Informe Programa de Derechos Humanos y Fun-
ción Policial (…), op.cit., p. 24.
106 Artículo 95 del Código Procesal Penal: “Toda persona privada de libertad tendrá derecho a
ser conducida sin demora ante un juez de garantía, con el objeto de que examine la legali-
dad de su privación de libertad y, en todo caso, para que examine las condiciones en que
se encontrare, constituyéndose, si fuera necesario, en el lugar en que ella estuviere. El juez
podrá ordenar la libertad del afectado o adoptar las medidas que fueren procedentes (…)”.
149
del control de identidad, medida que implicaría importantes riesgos
para la libertad e integridad de los imputados.107
En las primeras regiones donde se fue implementando la Reforma
Procesal Penal existía la práctica de que los fiscales se constituyeran en
los lugares de detención o en el lugar donde se cometió el delito. Eso
permitía al fiscal conocer desde cerca las razones de la detención y el
estado del imputado, por lo que la policía tenía mayor cuidado en su
accionar, especialmente en el caso de aquellas detenciones que no nece-
sariamente se van a judicializar. Actualmente, en la mayoría de las re-
giones de nuestro país, esa posibilidad es muy remota: las policías hoy
dan cuentan telefónicamente al Ministerio Público de la detención de
un imputado y esperan instrucciones. En ese sentido, tienen un ámbito
de libertad bastante amplio acerca de lo que informan a los fiscales.
Según los fiscales, esto se debe principalmente a la falta de tiempo para
trasladarse a los centros de detención debido a la sobrecarga laboral
que tienen.
Cabe sumar a ello que existe una política de parte del Ministerio Pú-
blico de judicializar la mayoría de las causas donde se informa alguna
detención por flagrancia u otra causal. Recordemos que el fiscal tiene
discrecionalidad para decidir qué imputados deberán pasar a la audien-
cia de control de detención, y la actual política es hacerlo en la mayoría
de los casos.108 Lo anterior podría generar un incentivo a la policía de
que no es tan relevante la manera en que hagan su labor –entre ella, el
trato al imputado–, ya que de todas maneras se llevará a la audiencia.
Según los propios fiscales, ha ido perdiendo relevancia una labor que
en un inicio fue vista como parte de las funciones del órgano persecu-
tor: controlar la labor policial. Lo anterior no solo es producto de la
sobrecarga laboral, sino que también por una pérdida de interés, dada
la incomprensión de las policías respecto a las facultades de los fiscales
en el contexto investigativo.
El control de los jueces de garantía respecto al trato dado a los im-
putados ha ido disminuyendo, según reconocen los entrevistados. No
solo por la falta de interés, que puede apreciarse en la automatización
de las audiencias, sino también porque a pesar de intentar ejercer ese
150
control, de todas maneras las sanciones procesales, incluso las penales
que se pueden aplicar a través de las denuncias u oficios que efectúan
los jueces de garantía, no son suficientes. Como nos comentó un juez,
no tiene ninguna consecuencia para la policía si se declara ilegal la
detención por haber ejecutado apremios sobre el acusado. Principal-
mente, porque los resultados de las investigaciones no les empecen, su
función no es recolectar evidencia para lograr una posible condena. Las
policías no tienen los mismos objetivos de persecución que los fiscales,
ya que sienten que su labor está satisfecha cuando el caso está “poli-
cialmente resuelto”, lo cual significa la mera detención.109 En cambio,
para los fiscales la labor recién comienza después de la detención, lo
que –además de generar incompatibilidades entre fiscales y policías–
no permite que las sanciones procesales que impone el juez sean un
buen incentivo.110
Existen dudas acerca del control interno que realizan las policías
respecto al abuso y violencia de sus funcionarios, en especial por los
escasos resultados de las investigaciones administrativas internas.
Si bien no obtuvimos cifras oficiales,111 la percepción de los entre-
vistados es que las investigaciones y sanciones administrativas tienden
a terminar casi siempre sin resultados.112 Algunos fiscales fueron bas-
tante categóricos respecto a la situación de la PDI, donde los sumarios
administrativos terminan la mayoría de las veces sin sanción.113 114
Respecto a Carabineros, la percepción de los entrevistados es que,
en general, difícilmente sanciona a sus funcionarios, pero –a diferencia
109 En ese sentido, un indicador de evaluación del desempeño de los funcionarios policiales es
el número de detenidos.
110 Eduardo Alcaíno, Persecución Penal de Delitos Complejos. Experiencias en la investigación
criminal. Informe de Chile, Santiago, Centro de Estudios de Justicia de las Américas, pp.
17-170
111 Nuestra solicitud (N° AD009W) por Ley de Transparencia, pretendía que tuviéramos acceso
a todas las investigaciones administrativas, desde 2000 a 2014, por apremios ilegítimos.
Fue rechazada debido a que implicaría una serie de actos que “distraerían indebidamente”
de sus funciones normales a sus funcionarios.
112 Por ejemplo, según un informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos, al menos en la
Región de la Araucanía de 2004 a 2011, solo se iniciaron 8 investigaciones administrativas
y únicamente 2 pasaron a etapa de sumario, terminando sin sanciones. Otros 54 reclamos
no fueron investigados, ya que según Carabineros la falta de denuncias en la justicia militar
o civil lo justifica. Instituto de Derechos Humanos, Estudio Exploratorio. Estado de Chile y
Pueblo de Chile, op.cit., pp. 70 y ss.
113 Por ejemplo, está el caso de 9 detectives de la PDI condenados por apremios ilegítimos,
donde ninguno fue sancionado. Ciper.cl: “Nueve detectives de la PDI condenados por tor-
turas y corrupción”, 13 de noviembre de 2011.
114 De hecho, se ponen trabas para evitar cualquier tipo de sanción. En el caso del joven César
Reyes que se comentó anteriormente, existían funcionarios de la PDI que no podían ser in-
vestigados ya que la institución y el gobierno de turno se negaban a brindar información so-
bre sus identidades al tratarse de agentes de inteligencia. El fiscal regional, Andrés Montes,
tuvo que solicitar a la Corte de Apelaciones que revelara la identidad de los involucrados.
Finalmente, y luego del cambio de gobierno, el ex ministro del interior Rodrigo Peñailillo
entregó la información. Para detalle, véase The Clinic: “Fiscal Nacional pide a Peñailillo
levantar secreto de Chadwick sobre actividades de agentes de inteligencia PDI en marcha
estudiantil”, 29 de abril de 2014, Jorge Molina Sanhueza. Inclusive, un fiscal entrevistado,
nos comenta que los detectives tenían abogados de la misma institución para defenderlos.
151
de la PDI– sí lo hacen en casos de cierta gravedad. Si bien esto repre-
senta un avance, de todas maneras existen algunos casos en los cuales
todavía se aprecia la política de justificar conductas abusivas, como se
pudo verificar, por ejemplo, en los eventos producidos a propósito de
la marcha estudiantil en Valparaíso, el 21 de mayo de 2015. Ese día
resultó herido de gravedad el estudiante Rodrigo Avilés, producto de
un chorro de un carro lanzaguas que lo golpeó directamente al cuerpo
arrojándolo al piso y provocándole un tec de gravedad que lo tuvo
durante varias semanas en estado de coma. La primera reacción de
la institución fue calificar la situación como “accidental”.115 A raíz de
diversos registros audiovisuales que ilustraban la forma en que fue lan-
zado un chorro de agua a corta distancia y directamente a los manifes-
tantes, Carabineros tuvo que rectificar su versión y ordenó la baja del
funcionario involucrado por no respetar el protocolo elaborado para el
manejo del carro lanzaguas.116
La percepción de que Carabineros tiene dificultades para admitir
este tipo de situaciones, se pudo constatar a propósito del conflicto
que tuvo esa institución policial con el Instituto de Derechos Huma-
nos, INDH. El General Director de Carabineros criticó que se haya
incluido en un texto del Informe de Derechos Humanos para Estu-
diantes –que fue distribuido a jóvenes entre 7° básico y 4° medio– la
siguiente frase: “Las detenciones en las marchas han sido un elemento
de represión que Carabineros ha usado para evitar la reunión libre de
las personas que luchan por sus derechos”. En la carta que dirigió a la
directora del INDH, el General Director, entre otras cosas, reclama
porque “existe una evidente tendencia a resaltar sólo casos específicos
negativos de la actuación policial”.117 Sin perjuicio de que hay otras
cuestiones involucradas en este debate, lo relevante es que detrás del
reclamo de la mayor autoridad de Carabineros hay una falta de com-
prensión de la institución policial en cuanto a que el escrutinio público
no solo está concentrado en aquellas cuestiones que realiza adecua-
damente, sino también en las cuales hay derechos vulnerados de las
personas por parte de Carabineros.
Para el caso de Gendarmería los entrevistados fueron más pesimis-
tas. Como nos señaló un entrevistado “eso es un mundo aparte”. La
opinión generalizada es que para saber lo que está sucediendo en las
cárceles en Chile no existen mecanismos muy efectivos, salvo los re-
clamos que pueden hacer los reclusos a los abogados, familiares u otras
115 La Nación.cl: “Carabineros afirma que no hubo participación policial en lesión de un joven”,
21 de mayo de 2014.
116 La Tercera: “Carabineros da de baja a funcionario que operó lanzaguas que derribó a Rodri-
go Avilés”, 28 de mayo de 2015.
117 El Mercurio: “General Director de Carabineros critica a INDH: Presenta a Policías como
‘victimarios’”, 5 de abril de 2015.
152
instituciones. En ese sentido, se puede apreciar un esfuerzo por parte
de la Defensoría Penal Pública, INDH y ONGs de intentar colocar
en el tapete casos de vulneraciones y requerir la asistencia judicial para
remediar las agresiones que se producen en los penales, pero se trata de
situaciones muy particulares.
Una forma de prevenir y controlar a los agentes del Estado es trans-
parentando sus actuaciones, sobre todo aquellas en que existe la posi-
bilidad de utilizar la fuerza. El uso de videograbaciones es un elemen-
to crucial porque permite ilustrar de forma evidente la actuación y el
comportamiento de las policías. Así, a propósito de las protestas, Cara-
bineros se ha comprometido a incorporar cámaras de video vigilancia
en sus vehículos policiales.118 En el caso de Gendarmería, la presencia
de cámaras en algunas cárceles ha permitido iniciar investigaciones
penales y, en algunos casos, gracias a este recurso tecnológico, lograr
condenas por apremios ilegítimos cometidos contra reclusos. Lamen-
tablemente, se trata de cuestiones particulares pero no de una política
institucional aplicada en todo el país.
118 Informe 2012, p. 271. Respecto a la implementación, puede conocerse en La Tercera: “Ca-
rabineros instala cámaras en buses de FF.EE. y vehículos de transporte de detenidos”, 4 de
agosto de 2012.
119 Sergio Politoff, Jean Pierre Matus y María Cecilia Ramírez, Lecciones de Derecho Penal
Chileno, Parte Especial, T. III, Santiago, Editorial Jurídica, 2006, p. 217.
120 Mario Garrido, Derecho Penal, Parte Especial, T. III, Santiago, Editorial Jurídica, 2007, p.
409.
121 Garrido, op.cit., pp. 409 y ss.
153
túa la confesión, se presta declaración o se entrega la información.122
Según otra parte de la doctrina, sin embargo, no es necesario que dicho
objetivo se consiga para constituirse el delito.123
Esa figura del Código Penal ha sido vista de manera crítica por los
organismos internacionales de derechos humanos. El Comité contra
la tortura, por ejemplo, el año 2009 tras su periodo de sesiones N°42,
señaló respecto a la situación chilena que se requería una reforma al
Código y celebró,124 ya en aquel año, el anuncio de una eventual refor-
ma en esta materia. Resulta curioso que tuvieran que pasar 6 años para
que, en el discurso de la Presidenta de la República del 21 de Mayo
del año 2015, se prometa nuevamente una reforma a los artículos de
tortura contenidos en el Código Penal. Es de esperar que esta vez dicha
reforma se concrete.
Entre otras críticas formuladas por el Comité, el tipo penal chileno
es tildado de restrictivo (centra su aplicación solamente a los privados de
libertad, aunque debe advertirse que una visión material y no formalista
del tipo disminuye considerablemente este problema). Adicionalmente,
se critica el plazo de prescripción de diez años y se sostiene, además, que
las penas del delito son demasiado bajas considerando su gravedad.125
Respecto a lo anterior, consideramos que un punto especialmente
crítico es el del monto de la pena asignado al delito (presidio o re-
clusión menor en sus grados medio a máximo para la figura base y
presidio o reclusión menor en su grado máximo a presidio o reclusión
mayor en su grado mínimo para la figura agravada del inciso tercero
del artículo 150 A). Esto implica que, en la mayoría de los casos, se
aplican medidas alternativas a la prisión.126
4.4. Capacitación
Los diversos tratados internacionales vinculados a la prohibición de
la tortura señalan que los Estados tienen la obligación de capacitar al
personal que tenga contacto directo con los detenidos.127
Por una parte, varios entrevistados señalaron que personal de los ser-
vicios de atención médica y también del Servicio Médico Legal desco-
154
nocen, en general, el Protocolo de Estambul, que, tal como señalamos
anteriormente, los organismos internacionales han señalado como un
tema importante que debiera incluirse en sus capacitaciones.128
En cuanto a Gendarmería, hace unos años la misma institución
manifestó la necesidad de intervenir el modelo de educación que ac-
tualmente tienen aquellas personas que ingresan a sus escuelas de
formación. Sin perjuicio de que han recibido apoyo del INDH a tra-
vés de capacitaciones de monitores con talleres regionales, y como el
Diplomado que realizaron en la UDP, entre otras actividades forma-
tivas, todavía siguen siendo iniciativas parciales y no modificaciones
más medulares del modelo. Inclusive, todavía la capacitación brin-
dada por la escuela de formación sigue sin tener reconocimiento del
Estado.129
Respecto a Carabineros, hace un tiempo que sus políticas de forma-
ción y capacitación le han dado mayor importancia a la temática de los
derechos humanos, lo cual es indicativo de un avance importante en
esta materia. De todas maneras, se ha constatado que los estándares
e instrumentos internacionales que prohíben y previenen la tortura y
otro tipo de tratos inhumanos, crueles y degradantes, todavía siguen
teniendo poco espacio en la formación de los funcionarios.130
Por su parte, la Policía de Investigaciones incluye en su malla curri-
cular cursos relacionados con los derechos humanos,131 así como tam-
bién han demostrado una preocupación por la capacitación continua
de sus funcionarios en la materia.132
De todas maneras, y sin perjuicio de los avances, las policías toda-
vía carecen dentro de su formación, en forma estructurada, de cursos
específicos sobre la tortura y otro tipo de tratos de tratos inhumanos,
crueles y degradantes, siendo que son precisamente las instituciones
que diariamente deben ejercer fuerza sobre ciudadanos.
128 Comisión contra la Tortura, Observaciones finales sobre Turquía, 30 de mayo de 2003, párr.
7 (k).
129 Todo esto, también sostenido por Lorena Fries en Columna de Opinión: Formación de Gen-
darmería, 12 de marzo de 2015, en http://www.indh.cl
130 Véase Instituto Nacional de Derechos Humanos, Boletín Informativo. Estudio sobre la inte-
gración de la educación en Derechos Humanos en la formación de Carabineros de Chile,
Santiago, 2011, p. 6.
131 Las mallas curriculares se encuentran disponibles en el sitio web de Gendarmería.
132 A comienzos del 2015, la PDI junto a la Defensoría Penal Pública suscribieron un convenio
para capacitar a sus funcionarios.
133 Ver Comité de Derechos Humanos, Observación General N°20, 1992, párr. 13; Observación
General N°31, 2004, párr. 8.
155
adecuada a tales actos ni tomado medidas generales y específicas para
evitarlos.134
En ese sentido, varios entrevistados mostraron su preocupación por-
que ha aumentado la llegada de imputados agredidos por ciudadanos y
no por funcionarios policiales, a propósito de las denominadas “deten-
ciones ciudadanas”. En Chile el artículo 130 del Código Procesal Penal
autoriza a cualquier persona a detener a otra si es que se encuentra en
una situación de delito flagrante, lo que ha devenido, en la práctica, en
que –en algunas ocasiones– quienes practican la detención aprovechen
de agredir de forma considerable a ciertos imputados.
Por ejemplo, un caso que causó un impacto importante en la opinión
pública es el de un menor de edad que fue golpeado, desnudado y ama-
rrado por al menos 20 minutos con papel alusa a un poste de luz en el
centro de Santiago, todo ello realizado por transeúntes que lo habían
detenido por haber cometido un hurto.135 Otros casos se han dado a
propósito de la detención de guardias privados, quienes no sólo agreden
físicamente a los imputados sino que también los mantienen privados de
libertad, por varias horas, a la espera de la llegada de la policía.136
Por supuesto que esto tiene que ser analizado adecuadamente, ya
que muchas veces el control que tiene el Estado sobre la actuación de
particulares es bien reducido, sobre todo si es que alguien decide agre-
dir a otra persona. De todas maneras, algunos entrevistados advierten
la preocupación porque, en algunas ocasiones, estos hechos se produ-
cirían debido a que la policía llega tarde al lugar o deja que los impu-
tados sean golpeados a vista y paciencia de ellos. Sin perjuicio de que
se trate de un fenómeno incipiente, existen algunos indicios relevantes
que obligan a colocar atención en este asunto.
Para concluir este apartado, consideraremos la visión de John Parry,
un académico estadounidense, quien ha señalado que el análisis que
presenta a la tortura como algo prácticamente erradicado, es una visión
benevolente de la historia de la humanidad. La tortura y, en general,
conductas que podrían configurar tratos crueles, inhumanos y degra-
dantes, finalmente, terminan siendo toleradas y aceptadas, porque son
concordantes con los valores de la sociedad actual. Es decir, más que
una erradicación, lo que sucede es que las sociedades se van adaptando
a nuevas formas de violencia y, consecuencialmente, estas van encon-
134 Más información, en Asociación contra la Tortura y Centro por la Justicia y el Derecho Inter-
nacional, op.cit., pp. 13-16.
135 Radio Cooperativa: “Detención ciudadana: envolvieron a menor de edad con papel alusa”,
24 de noviembre de 2014, País. Otros casos pueden conocerse en La Tercera: “El verano
de las detenciones ciudadanas”, 14 de febrero de 2015.
136 Por ejemplo, el caso de un indigente golpeado por guardias de seguridad. Véase Ciper Chi-
le.cl: “Seguridad Privada III: Un negocio que genera abusos laborales e ingresos millonarios
a Carabineros”, 4 de junio de 2009. También sobre caso de secuestro, véase Radio Coope-
rativa: “Guardia fue condenado por secuestro tras detener a hombre acusado de robo”, 12
de marzo de 2015.
156
trando modalidades y contextos diversos. En suma, la violencia –cons-
titutiva muchas veces de tortura y otro tipo de tratos– se encuentra
presente en toda sociedad, por lo que el desafío es detectar esos espacios
que están invisibilizados.
En ese sentido, Chile no es ninguna excepción. Claramente ha habi-
do un cambio importante en nuestra sociedad y un mayor respeto a los
derechos de los ciudadanos, pero lo que cada Estado debe asumir, in-
cluido el de Chile, es que siempre se producirán fenómenos de tortura y
violencia estatal, por lo que debe siempre estar atento a ello e impulsar
políticas destinadas a prevenir y prohibir este tipo de conductas.
Por lo mismo, un principal cambio que debiera promover el Estado
de Chile es asumir que la violencia de sus agentes –así como la de sus
propios ciudadanos– es una realidad que existe y que debe evitarse. Las
reacciones no deben situar a los hechos en escenarios de impunidad,
sino que lo correcto es condenar dichos abusos y tomar medidas al
respecto.
De todas maneras, las mejoras que pueden impulsar los Estados no
serán suficientes si es que estos, a partir de otras políticas, colaboran
para generar conflictividad social. Es decir, detrás de los problemas
sociales siempre se presentan situaciones de conflicto entre ciudadanos
y Estado, que muchas veces desembocan en violencia recíproca. Lo
anterior, por más profesionales y respetuosos de los derechos de los
ciudadanos que sean los agentes del Estado, siempre generarán alguna
situación de violencia excesiva. Así, un desafío relevante del Estado
es propiciar el dialogo durante conflictos sociales de importancia que
puedan devenir en violencia.
Una mención especial a este respecto es la que debe realizarse res-
pecto de la tortura en cárceles, que representa, como se dijo en este
informe, una proporción importante de los casos que ocurren. Esa con-
ducta ilícita se ha mantenido como práctica aún más allá de la entrada
en vigencia de la Reforma Procesal Penal, al no contener dicha reforma
normas que intentaran modularla de manera relevante. No ha habido
tampoco un intento sistemático serio de hacerse cargo del problema
como tal, con sus especificidades. Lo anterior se explica porque los
mecanismos adoptados por la reforma no estaban pensados para lidiar
con este tipo de tortura en particular.
Por último, y sin perjuicio de la responsabilidad institucional y per-
sonal de Carabineros, PDI y Gendarmería, el Estado de Chile no se ha
preocupado debidamente de las malas condiciones en las cuales mu-
chas veces trabajan los funcionarios de dichas instituciones, y que con-
tribuyen a la generación de situaciones de tortura y otros tratos crueles,
inhumanos y degradantes. Situaciones de exceso en la carga laboral,
horarios, sistemas de promoción, etc., generan tensiones y situaciones
de estrés que pueden motivar conductas violentas contra las personas.
157
RECOMENDACIONES
158
PRIVACIÓN DE
LIBERTAD EN CHILE:
DESGOBIERNO
CARCELARIO Y
AFECTACIÓN DE
DERECHOS DE LA
POBLACIÓN PENAL*
* Informe preparado por Isabel Arriagada y Diego Rochow. Los autores contaron con la asis-
tencia de investigación de Vanessa Doren, Juan José Martínez, Matías Edwards, Alex Cho-
quemamani, María de Lluch, Sheila Fernández y Camila Ostornol. Colaboraron también
Pablo Vera, abogado del Servicio Jesuita de Migrantes y Nicolás Hernández. Cualquier error
fáctico o de interpretación es de exclusiva responsabilidad de los autores.
161
SÍNTESIS
163
INTRODUCCIÓN
1 En particular, los diversos Informes desde el año 2003 a la fecha han relevado esta situa-
ción. Por ejemplo, El Informe 2003, p. 61, sostenía: “Hace muchos años que desde distintos
sectores se ha venido planteando la necesidad de introducir reformas estructurales en el
sistema penitenciario chileno.”
2 El principio de legalidad exige la tipificación legal de las conductas que ameritan una san-
ción. El Decreto Supremo 518, que establece el Reglamento de Establecimientos Peniten-
ciarios tiene rango infralegal. Por ende, el Estado chileno en materia de ejecución de penas
y sanciones al interior de establecimientos penitenciarios, incumple con la exigencia de
legalidad consagrada tanto en el artículo 15.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos, como en el artículo 9 de la Convención Americana de Derechos Humanos. Ade-
más, la regulación reglamentaria infringe el artículo 19, N° 7, letra b) de la Constitución. Por
estos motivos, resulta imperativo que la normativa penitenciaria adquiera rango legal.
165
ciaria3 o diversos anteproyectos de ley sobre el tema4), estas iniciativas
se presentan como actividades aisladas, actualmente abandonadas por
el gobierno y relativamente excluidas del debate público. La mayoría
de las reformas efectuadas solo han impulsado cambios de carácter
puntual (como el desarrollo y formación de recursos humanos5 o la
implementación de infraestructura a través del sistema de cárceles con-
cesionadas6), pero no se ha llegado a abordar globalmente las falencias
institucionales ni la precaria coordinación entre las entidades involu-
cradas.
Chile ha suscrito y ratificado una serie de tratados internaciona-
les que consagran y protegen los derechos humanos de las personas
privadas de libertad. Los instrumentos vigentes más importantes so-
bre la materia son la Declaración Universal de Derechos Humanos,
el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, la Convención
Americana de Derechos Humanos, la Convención de Naciones Uni-
das contra la Tortura y la Convención Interamericana para Prevenir y
Sancionar la Tortura. En términos generales, la literatura chilena y los
diversos informes en la materia destacan que el derecho internacional
ha impuesto el deber de asegurar la vida e integridad de los internos,
así como las condiciones de habitabilidad al interior de las prisiones.
Además de esta normativa internacional, existen garantías consustan-
ciales referidas a la organización y presencia de instituciones fuertes,
como el derecho a un juez imparcial y a defensa letrada, capaces de
asegurar el ejercicio de aquellos derechos esenciales. Sobre la base de
esta distinción, decidimos centrarnos en los derechos humanos corres-
pondientes a exigencias internacionales relativas a la institucionalidad
3 El Consejo para la Reforma Penitenciaria fue una instancia intersectorial, convocada el año
2009 por el ministro de Justicia de la época, Carlos Maldonado (PRSD). Su producto prin-
cipal fueron las Recomendaciones para una Nueva Política Penitenciaria.
4 Por ejemplo, el proyecto denominado “Elaboración de un Anteproyecto de Ley de Ejecu-
ción de Penas” o el “Estudio sobre el Diseño Normativo e Institucional para la Implemen-
tación de Jueces de Penas y Medidas de Seguridad en Chile”. A la fecha, resulta evidente
que ambas iniciativas resultaron absolutamente infructuosas.
5 El año 2010 se promulgó la Ley 20.426 que “Moderniza Gendarmería de Chile incrementan-
do su personal y readecuando las normas de su carrera funcionaria”. En términos genera-
les, esta iniciativa buscaba aumentar la dotación de gendarmes en cerca de 3.000 funcio-
narios, establecer una readecuación de la orgánica institucional, y encargar a la institución
propender a la reinserción social de los condenados. Por otra parte, en mayo de este año,
el gobierno ingresó al Parlamento el proyecto de ley que “Modifica el estatuto de personal
perteneciente a las plantas I y II de Gendarmería de Chile en materia de ascensos”, me-
diante Mensaje 390-363, el cual busca “que Gendarmería de Chile cuente con una carrera
funcionaria moderna, digna, justa y adecuada a sus importantes funciones.” Actualmente el
contenido del proyecto se encuentra aprobado por ambas cámaras y se espera su publica-
ción para que entre en vigencia.
6 Desde la década del 2000 en Chile fue implementado el “Primer Programa de Concesiones
Penitenciarias” caracterizado por la recepción del modelo francés de privatización mixta
que consiste en delegar algunas actividades al sector privado, encargándose el Estado de
cumplir las funciones de seguridad y vigilancia de los reclusos al interior del establecimien-
to. El marco regulatorio correlativo dio lugar a numerosos problemas. Para ver el detalle
de las falencias del modelo de concesiones carcelarias, Isabel Arriagada, “Privatización
carcelaria: El caso chileno”, Revista de Estudios de la Justicia N° 17, 2012.
166
penitenciaria. Con esta prevención a la vista, cada sección de este ca-
pítulo describe los principales estándares que imponen los tratados de
derechos humanos a las instituciones involucradas en la ejecución de la
pena, para luego analizar la situación concreta de Chile en esta mate-
ria. Como se verá, gran parte de estas garantías han sido desatendidas
por el Estado chileno, lo que ha acarreado consecuencias perjudiciales
a la población penal.
Para describir la institucionalidad penitenciaria vigente en el país
decidimos usar la tradicional imagen de la sala judicial de audiencias.
Tal como en una audiencia pública, la ejecución penitenciaria exhibe
una distribución de funciones donde cada interviniente se sitúa en una
posición particular. A continuación, se ilustra la posición que cada una
de estas instituciones ocupa en esta “sala de audiencias penitenciaria” y
la forma en que dan (o no) cumplimiento a los estándares internacio-
nales en materia de privación de libertad.
En el primer apartado analizamos la figura del juez de ejecución
penitenciaria. Se describen principalmente los problemas que conlle-
va la ausencia de un tercero imparcial que se haga cargo de la tutela
judicial efectiva al interior de los recintos penales. En segundo lugar
se analiza el rol de la defensa penitenciaria y la prestación de asesoría
jurídica a la población privada de libertad. En tercer lugar se ilustra
la situación del Ministerio Público y sus dificultades para emprender
investigaciones sobre los delitos que se cometen al interior de los esta-
blecimientos penitenciarios. En cuarto lugar se analiza el rol de Gen-
darmería de Chile, los déficits en la formación de los funcionarios,
sus precarias condiciones laborales, la fragmentación de funciones y
gremios y la arbitrariedad con que se adoptan decisiones en la insti-
tución. En quinto lugar se detalla la situación del privado de liber-
tad y la precariedad a que da origen la descoordinación institucional
y los problemas específicos asociados a grupos vulnerables en estas
circunstancias. Finalmente, en la sección “Ciudadanía, comunidad
y privados de libertad”, se da cuenta de la situación del público ob-
servador en la sala de audiencias: se abordan los problemas de acceso
a información sobre el aparato penitenciario, el rol de la prensa y el
circuito académico, así como la participación del mundo político y
la responsabilidad de la sociedad civil en su calidad de espectadora.
Como se ve, el capítulo analiza la manera en que los diversos actores
institucionales protegen o vulneran los derechos de los privados de
libertad.
A continuación, describimos el precario panorama institucional del
aparato penitenciario chileno y sugerimos recomendaciones para un
cambio estructural que propicie una efectiva tutela de derechos en pos
de asegurar una ejecución digna del castigo.
167
1. EL JUEZ DE EJECUCIÓN PENITENCIARIA: LA AUSENCIA DE TUTELA
JUDICIAL EFECTIVA
7 Disposiciones similares se consagran en los artículos 14.1 y 14.5 del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos, y en los artículos 8.1 y 8.2. de la Convención Americana
de Derechos Humanos. También, el principio cuarto del “Conjunto de Principios para la
protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o prisión” (en
adelante, Conjunto de Principios).
8 En cuanto al debido proceso, a partir del Conjunto de Principios, la potestad disciplinaria
administrativa encuentra límites en su actuación constituidos por los principios de tipicidad,
publicidad, proporcionalidad, la consagración de la prohibición de doble valoración o ne bis
in ídem, así como el derecho a defensa y a presentar pruebas, derecho a ser juzgado en un
plazo razonable y derecho al recurso. Instituto Nacional de Derechos Humanos, Estándares
Internacionales en materia de personas privadas de libertad y condiciones de los centros
penitenciarios. Sistematización, análisis y propuestas, Santiago, Instituto Nacional de Dere-
chos Humanos, 2012, pp. 115 y ss.
9 Entre estas, destacan especialmente la audiencia de cautela de garantías (artículo 10 CPP),
el amparo ante el juez de garantía (artículo 95 CPP), y la audiencia innominada del artículo
466, todas del Código Procesal Penal. Un análisis pormenorizado de estas instancias pue-
de encontrarse en el siguiente trabajo: Olga Espinoza y Alicia Salinero, “Estudio jurídico.
Chile”, en Programa EUROsociAL, ed., Ejecución de la pena privativa de libertad: una mira-
da comparada, Madrid, 2014, pp. 205-208.
168
justicia conocen de los recursos constitucionales de amparo o protec-
ción. En los párrafos que siguen, nos detendremos en estos tres actores
–Gendarmería, Ministerio de Justicia y Poder Judicial– para analizar
quiénes (y de qué manera) resuelven los conflictos penitenciarios.
Debido a la ausencia de un juez de ejecución, y por estar llamada a
la administración de los recintos penitenciarios, Gendarmería de Chile
es el organismo facultado para resolver la mayoría de los conflictos,
materiales o jurídicos, al interior de las cárceles. En palabras de María
Inés Horvitz, “siendo la propia autoridad administrativa la que dicta
dichos reglamentos, [resulta criticable que] sea, al mismo tiempo la que
se encuentre encargada de aplicarlos y cumplirlos, dejándose esta ma-
teria entregada al autocontrol y vulnerándose el principio republicano
de separación de los poderes”.10 Un caso resuelto por la Corte de Ape-
laciones de Puerto Montt evidencia las complejidades de esta realidad.
El año 2014 la madre de un interno debió acudir a la Defensoría Penal
Pública para dar aviso de que su hijo se encontraba en silla de rue-
das por una fractura de tobillo producida en extrañas circunstancias.
La Defensoría interpuso un recurso de amparo buscando subsanar la
situación. La Corte recibió el informe médico, donde el facultativo
señalaba que la lesión resultaba atribuible a golpes proporcionados por
un palo de madera, y el informe de Gendarmería con una declaración
del interno explicando que se habría “doblado” el tobillo producto de
una caída y que no deseaba presentar reclamo alguno contra la insti-
tución.11 El tribunal acogió el recurso y realizó un llamado a Gendar-
mería a hacerse responsable no solo de la seguridad, sino también de la
integridad física de las personas privadas de libertad. El caso retrata el
absurdo de que la misma institución incriminada sea quien emprenda
la investigación (contra sí misma) y deba emitir un juicio sobre el ca-
so.12 Si bien Gendarmería debe mantener aquellas atribuciones que le
permitan garantizar la seguridad y convivencia al interior de los recin-
tos penales, el Estado en su posición de garante debe definir un órgano
imparcial encargado de intervenir en esta materia y asumir su respon-
sabilidad sobre la vida y los derechos fundamentales de las personas
privadas de libertad. Algunos mecanismos inmediatos que permitirían
10 María Inés Horvitz, “Ejecución de las sentencias condenatorias y de las medidas de seguri-
dad”, en María Inés Horvitz y Julián López (eds.), Derecho Procesal Penal chileno, Tomo II,
Santiago, Editorial Jurídica de Chile, 2004, p. 589.
11 Corte de Apelaciones de Puerto Montt, Recurso de amparo en favor de Marcos Ruiz Tagle
Contreras, 20 de mayo de 2014. En este caso, la Corte acoge el recurso y en su conside-
rando sexto señala: “Que, así las cosas, lo cierto es que la lesión existe, no apareciendo de
los antecedentes informados por la propia recurrida, que ésta haya pretendido o intentado
dilucidar las causas de la misma, no obstante entre sus deberes se encuentra comprendido
el de velar por la seguridad de los internos que permanecen en los centros de cumplimiento
penitenciario siendo responsable no solo de la vigilancia sino de velar por la integridad física
de las personas que se encuentran privadas de libertad, en cumplimiento a lo dispuesto en
el artículo 6 del Reglamento de Establecimientos Penitenciarios.”
12 Horvitz, op. cit., p. 589.
169
responder a esta situación serían implementar un canal independiente
de denuncias, fortalecer la fiscalización sobre la institución y establecer
un sistema de supervisión sin aviso previo.13
Además, en la actualidad Gendarmería se rige por un reglamento
disciplinario que le permite adoptar decisiones sin el debido control ju-
risdiccional. Afortunadamente, existen iniciativas destinadas a exigirle
a Gendarmería racionalizar el ejercicio de ciertas facultades, como, por
ejemplo, restringir el uso de la celda de aislamiento.14 La medida ha
tenido bastante éxito y ha contribuido efectivamente a disminuir la
aplicación de esta sanción. Sin embargo, subsisten al menos dos pro-
blemas cruciales. En primer lugar, la aplicación de la normativa varía
discrecionalmente en razón de la autoridad a cargo. Así, al año 2013
en la cárcel de Alto Hospicio el aislamiento en celda solitaria constituía
el 95% de las sanciones, mientras que en el Centro de Cumplimiento
Penitenciario de Bío-Bío el porcentaje alcanzaba el 43%.15 En segun-
do lugar, el reglamento mantiene un criterio desproporcionado para
la identificación de faltas graves (que incluye conductas tan disímiles
como matar, violar o portar un teléfono celular16) y su aplicación se en-
cuentra exenta de la fiscalización apropiada. Al respecto, entre los suce-
sos relevantes del periodo 2014-2015, la prensa destacó los allanamien-
tos masivos en las cárceles chilenas en busca de objetos prohibidos, en
especial de teléfonos celulares.17 Gendarmería tiene amplias facultades
para decidir la sanción aplicable, lo que sumado a la severa criminaliza-
ción del porte de celulares, generalmente concluye en que los internos
sean sometidos a una sanción excesivamente intensa si consideramos
que se trata de una conducta en principio inofensiva.18 Según Borja
Mapelli, en su comentario sobre el porte de dispositivos móviles, la
medida tiene graves inconvenientes y la misma naturaleza de las cosas
170
exige cambios estratégicos.19 Entre las ventajas que conllevaría permitir
el uso de celulares a los internos, se encuentra la posibilidad de afianzar
relaciones sociales, permitirles sentirse más cerca de su hábitat afectivo,
propiciar relaciones laborales, debilitar las mafias carcelarias y detener
su tráfico ilícito (entre los propios internos y de los internos con gen-
darmes). Una correcta política podría incluir el registro digital de los
móviles y la supervisión de las llamadas.
Retomaremos el análisis de Gendarmería como organización en la
sección correspondiente.
En segundo lugar, debido a la ausencia de un tribunal imparcial
de ejecución, también las autoridades del Poder Ejecutivo intervienen
discrecionalmente en la toma de decisiones. Durante el año 2014 el
Ministerio de Justicia procedió a la denegación masiva del beneficio
de rebaja de condena contemplado en la Ley 19.856.20 En breves pa-
labras, a propósito de la liberación anticipada del empresario Claudio
Spiniak, condenado por el delito de abusos sexuales el año 2008, el
entonces ministro José Antonio Gómez decidió rechazar la concesión
de los beneficios otorgados por la Comisión de Reducción de Condena
(en adelante, la Comisión) y ordenar a los funcionarios del Ministerio
de Justicia revisar cada una de las autorizaciones de libertad anticipada.
La decisión del ministro retrasó la libertad de cientos de internos a lo
largo del país.21 Asimismo, significó una alteración del criterio sosteni-
do por anteriores titulares de la cartera respecto al organismo facultado
para calificar la procedencia del beneficio.22-23 Por medio de la prensa,
el ministro defendió su posición y sostuvo:
19 Borja Mapelli, “Capítulo 6.1 Relaciones con el mundo exterior. Introducción”, en Programa
EUROsociAL, ed., Ejecución de la pena privativa de libertad: una mirada comparada, Ma-
drid, 2014, pp. 248 y ss.
20 La Ley 19.856, promulgada el 28 de enero de 2003 y publicada el 4 de febrero de 2003,
crea un sistema de reinserción social de los condenados, principalmente sobre la base de
la observación de buena conducta.
21 La Tercera.com: “Ministerio de Justicia impide libertad de 205 reos que obtuvieron rebaja de
condenas”, 31 de enero de 2015.
22 La Tercera.com: “Ministro de Justicia: ‘Aunque duela en el corazón’ hay que cumplir la ley
en rebaja de condena a Spiniak y ‘cura Tato’”, 23 de noviembre de 2013. Declaración de
Teodoro Ribera, ministro de Justicia durante la administración Piñera.
23 La Tercera.com: “Ministra de Justicia por decisión de magistrados de dejar libre a Spiniak:
‘No tenemos atribuciones para modificarla’”, 27 de noviembre de 2014. Declaración de
Patricia Pérez, Ministra de Justicia durante la administración Piñera.
24 Véase nota 22.
171
La población penal y sus familiares, en conjunto con la Defensoría
Penal Pública, reaccionaron por medio de la interposición de recursos
de amparo ante las diferentes Cortes de Apelaciones. La Corte Su-
prema constituyó un contrapeso relevante y revirtió las decisiones del
ministro Gómez, acusándolo de haber actuado de forma ilegal y arbi-
traria. Respecto a la medida, la Corte estimó que:
172
go, no son una vía idónea de control de la actividad administrativa, ya
que no todos los conflictos logran acceder a esta instancia. Además,
las acciones constitucionales resultan insuficientes para enfrentar las
demandas por justicia y generan una sobrecarga en la labor de los tri-
bunales superiores.26 Su tramitación escrita, la inexistencia de instan-
cias para que los internos puedan ser oídos, la imposibilidad de acceder
al expediente, o la necesidad de una defensa letrada para el éxito del
recurso, constituyen obstáculos que merman la efectividad de estos
instrumentos.27 Asimismo, la interposición de recursos de amparo y
protección se ha constituido en una práctica ad-hoc frente a la ausencia
de recursos judiciales específicos destinados a impugnar actuaciones de
la administración penitenciaria.28
Aparte de su rol estrictamente jurisdiccional, el Poder Judicial ha
levantado una voz políticamente relevante en el debate público sobre el
tema. Durante el último año, el Presidente de la Corte Suprema, Sergio
Muñoz, ha realizado numerosas declaraciones destinadas a denunciar
la dramática situación del aparato penitenciario e implementar algunas
medidas en consecuencia. Entre otras aseveraciones, sostuvo que “la
puerta giratoria no existe”29 y que “la delincuencia es un fenómeno que
surge de las desigualdades de la sociedad imperante”.30 Sobre el actual
proyecto de ley (Boletín 9885-07) destinado a facilitar la aplicación
efectiva de las penas establecidas para los delitos de robo, hurto y re-
ceptación, la máxima autoridad judicial suscribió (en oficio número
23-2015) un informe desfavorable, que objeta tanto la formulación in-
terna del proyecto como sus consecuencias adversas. Finalmente, para
evitar el acceso a los datos penales a través del sitio web del Poder
Judicial, el ministro Sergio Muñoz emitió una declaración pública en
pos de la protección de los antecedentes personales con el fin de evitar
que la página del Poder Judicial se convierta en un “gigantesco archivo
de antecedentes”31.
26 Juan Carlos Ferrada, Andrés Bordalí y Kamel Cazor, “El recurso de protección como meca-
nismo de control jurisdiccional ordinario de los actos administrativos: una respuesta inapro-
piada a un problema jurídico complejo.” Revista de Derecho, Valdivia, volumen 14, 2003.
27 Jörg Stippel, Las cárceles y la búsqueda de una política criminal para Chile, Santiago, LOM,
2006, pp. 196 y ss.
28 Como afirmaba Salinero: “[l]a falta de un recurso destinado específicamente a proteger los
derechos e intereses de los condenados privados de libertad ha conducido a la utilización
de las acciones de amparo y de protección que se han demostrado, con algunas excep-
ciones, como medios de protección ineficaces.” Alicia Salinero, “Los permisos de salida en
la legislación chilena”, Informe en Derecho en Defensoría Nacional, Centro de Estudios y
Proyectos, 2007, p. 59.
29 Pulso.cl: “Sergio Muñoz: ‘La gente quiere participar del bienestar, no solamente en el sacri-
ficio de los proyectos’”, 28 de noviembre de 2014.
30 La Tercera: “Presidente de la Corte Suprema: ‘La delincuencia nace de la desigualdad en la
sociedad’”, 4 de Agosto de 2014. En particular, Sergio Muñoz afirmó que “No podemos se-
guir hablando de la violencia que genera la delincuencia, sin hablar de todas las situaciones
que generan violencia en nuestra sociedad. La delincuencia solo es un fenómeno que surge
a raíz de las desigualdades en la sociedad imperantes y que no atendemos”.
31 Emol.com: “Suprema critica Banco Unificado de Datos: Atenta contra la privacidad de las
173
Por último, como una forma de impulsar la instalación de un Tri-
bunal de Ejecución Penitenciaria, el Poder Judicial incluyó una partida
en la ley de presupuesto 2015 destinada a crear una nueva unidad de
cumplimiento de tribunales de garantía.32-33 La iniciativa se encuentra
en concordancia con el llamado legal a los juzgados de garantía para
ejercer una función de control de la ejecución penal.34 No obstante, el
hecho de que el Poder Judicial supla la ausencia de un juez de ejecución
a través de su gestión interna, constata la necesidad y urgencia de su
implementación, así como la falta de preocupación por parte de los
poderes Ejecutivo y Legislativo.
2. EL DERECHO A DEFENSA
174
distintos tratados internacionales, el mandato constitucional de igual
protección de la ley y la exigencia de brindarle asesoramiento y defensa
jurídica a quien no tiene medios para procurárselos.37 Asimismo, cum-
ple con el mandato de la legislación procesal penal que impone a la
defensa ser ejercida desde la primera actuación en contra del imputado
hasta la completa ejecución de la sentencia.38 Como ya se señalara en
el Informe 2010, gracias a esta experiencia “las posibilidades de que el
interno sea escuchado en sus alegaciones aumentan, y se satisface la
necesidad vital de contar con una asistencia letrada que dota de opera-
tividad técnica al derecho a defensa.”39
La Defensoría Penitenciaria constituye una instancia extremada-
mente valiosa para observar las condiciones en que se encuentra la po-
blación penal. Resulta ilustrativo un caso ocurrido en Puerto Montt el
año 2014. Germán Echeverría, Defensor Penal Público de la Defen-
soría Regional de Los Lagos, asistió al Complejo Penitenciario Puerto
Montt con motivo de una actividad relativa a la difusión de los dere-
chos de los internos. Durante la visita, advirtió que dos internas presen-
taban un comportamiento extraño. Luego de las consultas pertinentes,
se enteró de que habían sido castigadas con celda de aislamiento y se
les había suministrado Clonazepam sin ningún tipo de prescripción
médica.40 Producto de su observación, interpuso un recurso de amparo
en contra de Gendarmería de Chile, que fue acogido por la Corte de
Apelaciones de Puerto Montt.41
Pese a sus éxitos, el mérito de la Defensoría Penitenciaria se ve de-
bilitado por las difíciles condiciones que enfrenta para llevar a cabo su
labor. El contexto carcelario se encuentra cargado de matices culturales
que obstaculizan el desempeño del defensor penitenciario y se caracte-
riza, además, por la ausencia de una tradición institucional respetuosa
175
de los derechos de los internos. En palabras de Alejandro Gómez, abo-
gado de la Unidad de Defensas Especializadas de la DPP:
176
deambular. La receta proviene de un médico de la institución quien
tuvo conocimiento de la golpiza y, aún así, no interpuso la denuncia
correspondiente. El entrevistado nos cuenta:
177
Por último, los equipos de trabajo en la defensoría penitenciaria están
conformados, principalmente, por abogados y asistentes sociales. Pese a la
insustituible labor que realizan estos profesionales, no logran abordar la
diversidad de tareas que requiere la atención de los privados de libertad.
¿Qué pasa, por ejemplo, cuando el defensor penitenciario se enfrenta a un
interno con problemas psicológicos? No cuenta con personal de apoyo que
le permita manejar el caso y enfrentar adecuadamente la defensa.50
Fuera de las dificultades internas que experimenta la Unidad de De-
fensa Penitenciaria, la iniciativa resulta insuficiente para la cobertura
de toda la población penal nacional.51 Solo 42 defensores del programa
trabajan en las diversas regiones del país, los que deben hacerse cargo
de 62 establecimientos penales. Esto implica que se cuenta aproxima-
damente con un defensor por cada mil internos.52 En la misma línea,
según estadísticas de Gendarmería, a diciembre del año 2014, en el
Complejo Penitenciario de Valparaíso cumplían condena privativa de
libertad 3.855 personas.53 El mismo año se implementó el sistema de
defensa penitenciaria en la región y se asignaron solo tres defensores
para atender al total de la población del recinto.54
Además, por estar llamada a prestar atención a los condenados solo
bajo la reforma procesal penal, la situación de indefensión resulta par-
ticularmente grave respecto de los condenados por el llamado sistema
penal antiguo. La institución encargada de su defensa es la Corpora-
ción de Asistencia Judicial, la que no cuenta con recursos ni personal
suficiente para atender a esta población.
La ausencia de mecanismos efectivos de asesoría jurídica redunda
en que los privados de libertad y sus familias paguen por los servicios
de agentes externos. Los internos pueden ser fácilmente engañados por
abogados, técnicos jurídicos y estudiantes de derecho, quienes podrían
cobrar sumas exorbitantes por servicios jurídicamente inviables, inne-
cesarios o derechamente inexistentes. La debilidad institucional en el
acceso a la justicia para los condenados, los convierte en una población
susceptible de ser, junto a sus familias, víctimas de estafas.55
178
Finalmente, la normativa sobre defensa jurídica resulta particular-
mente severa con la población imputada por delitos relativos a la Ley
20.000, que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes. En su artículo
61, esta ley prohíbe que abogados que mantengan una relación laboral
con el Estado patrocinen causas en estas materias y obliga al Juez de
Garantía o al Ministerio Público informar a Contraloría General de la
República sobre la identidad de los abogados del caso. Si un abogado
ingresa a la lista de los profesionales que han patrocinado, representado
o han sido mandatarios de imputados por la Ley 20.000, se le prohíbe
el acceso a cargos públicos y no existe mecanismo alguno para poder
eliminar este antecedente. La medida constituye una discriminación
arbitraria contra los imputados en estas causas y afecta su derecho a
defensa, ya que desincentiva a los abogados a hacerse cargo de este tipo
de asesorías.56
nales para prestar asesoría jurídica a los abogados, estudiantes de derecho y procuradores
judiciales. Solo exige la confirmación formal de la habilitación, es decir, un documento que
acredite la calidad que se invoca, sin que haya una instancia para comprobar la autentici-
dad del mismo. Si bien la normativa asegura el libre ejercicio de la profesión, no revela una
preocupación sustantiva por la efectiva asesoría jurídica de los internos.
56 El Tribunal Constitucional de Chile conoció del recurso de inaplicabilidad por inconstitu-
cionalidad del artículo 61 de la ley 20.000 en Rol. 1133-08-INA interpuesto por un profesor
de la Universidad de Valparaíso, que fue expulsado por asumir la defensa de una causa en
esta materia. El Tribunal rechazó la acción, entre otras razones, por existir abogados de la
administración del Estado que pudieron haber asesorado en la causa.
57 Resolución 40/34 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, N° 4. También la De-
claración, en los numerales 5, 11, y 12, consagra el derecho a la íntegra reparación de los
daños que haya sufrido y, en el caso de que los responsables sean agentes oficiales, es el
Estado quien debe indemnizar los daños tanto a la víctima como a sus familiares. El de-
recho al esclarecimiento de los hechos, amparado en la obligación de investigar de forma
pronta e imparcial, también se encuentra consagrado en el artículo 12 de la Convención
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes.
58 Convención Americana sobre Derechos Humanos, artículos 4 y 5.
59 Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo 7.
179
en la investigación que perjudique la eficacia para establecer la causa
de la muerte o identificar a los responsables materiales o intelectuales,
implicará que no se cumpla con la obligación de proteger el derecho a
la vida”.60 A propósito de la desaparición forzada de Saúl Godínez en
Honduras, el año 1989 la Corte sostuvo:
60 Corte IDH, Caso Montero Aranguren (retén de Catia) y otros contra Venezuela, 5 de julio
de 2006, párr. 83. En este último caso, la Corte en el considerando 60.29 de la sentencia,
también declara: “Las acciones cumplidas por las autoridades venezolanas en el curso de
la investigación de los hechos no han sido suficientes para el debido esclarecimiento de la
verdad histórica, la determinación de responsabilidades y condena de los responsables de
la masacre del Retén de Catia. En una primera etapa, la investigación tuvo múltiples incon-
venientes ocasionados por la falta de colaboración de la fuerza pública y las autoridades
carcelarias en la recopilación y custodia de pruebas esenciales. En una segunda etapa, las
autoridades judiciales encargadas de dirigir la investigación demostraron negligencia para
cumplir con su deber y obtener resultados serios.”
61 Corte IDH, Caso Godínez Cruz contra Honduras, 20 de enero de 1989; En un sentido similar,
Corte IDH, Caso Cantoral Benavides contra Perú, 18 de agosto de 2000.
62 Corte Europea de Derechos Humanos, Caso Assenov y Otros contra Bulgaria, 28 de octubre
de 1998, párr. 102.
180
recintos carcelarios del país. Durante el cumplimiento de la condena al
interior de los recintos penitenciarios, se producen, por parte de los re-
clusos, numerosos delitos que requieren su esclarecimiento a través de
una correcta investigación. La precaria situación de las cárceles en Chi-
le desencadena un clima de violencia que en muchas ocasiones culmina
en la muerte de internos. De acuerdo a información proporcionada
por Gendarmería de Chile, durante el año 2014 murieron 61 internos,
producto de riñas o agresiones al interior de las cárceles.63
La cultura de secretismo y de represalias que existe al interior de las
cárceles, a la que adhieren tanto internos como funcionarios de Gen-
darmería, vuelve especialmente difícil la labor del Ministerio Público.
Como bien señalara el fiscal Raúl Guzmán en su intervención en la
Primera Mesa Ciudadana del Sistema Penitenciario,64 Gendarmería de
Chile “privilegia la garantía y el resguardo de los derechos o intereses
entre pares producto de la existencia de una cultura militarizada” de
manera que resulta difícil quebrar las lealtades al interior de la institu-
ción. En palabras del propio fiscal, la protección de intereses gremiales
–que generalmente desemboca en meros sumarios administrativos sin
sanciones efectivas frente a los ilícitos cometidos en las cárceles– “ge-
nera impunidad en una serie de hechos que han costado la vida o la
integridad a muchos internos.” Como veremos en el apartado corres-
pondiente, el excesivo compromiso institucional de Gendarmería in-
tensifica mecanismos de autoprotección del gremio, que no aportan a
la relación del interno con su posible reinserción y dificultan la vigencia
de derechos dentro de las cárceles, circunstancia que confirma la idea
de permanente estado de excepción constitucional en el mundo peni-
tenciario. La defensa de intereses gremiales en Gendarmería, se analiza
en el apartado correspondiente.
Los medios de comunicación han compensado la debilidad del Mi-
nisterio Público en el levantamiento de antecedentes. Gran parte de la
evidencia que se tiene sobre los delitos al interior de las cárceles provie-
ne de material fragmentado dado a conocer por los medios de comu-
nicación. Por ejemplo, en agosto del año 2014, Televisión Nacional de
181
Chile exhibió un video que mostraba a gendarmes de la cárcel de Ran-
cagua agrediendo a varios internos.65 La grabación databa del año 2013
y, según la información que proporcionó la prensa, una indagación
interna absolvió de todos los cargos a los gendarmes en aquella opor-
tunidad.66 Solo una vez que el video fue dado a conocer públicamente,
la fiscalía procedió a la reapertura de la investigación. Ante las críticas
por la lentitud de la investigación del hecho, el mismo fiscal de la cau-
sa señaló: “podríamos haber tomado otras decisiones de manera más
oportuna, pero esto estuvo cruzado por una serie de situaciones que
ocurrieron respecto de la petición de antecedentes (…) que no fueron
entregados”.67 Por esta razón, aseveró el fiscal, “las dificultades propias
de esta investigación atentaron contra su mayor celeridad”.68 Incluso
el ministro de Justicia del momento, José Antonio Gómez, declaró su
sorpresa: “nos parece insólito que no se haya tomado ninguna medida.
En el gobierno anterior esto quedó guardado hasta que hoy aparecen
estas imágenes.”69
De manera similar, en octubre del año 2014, el canal Chilevisión
dio a conocer una brutal golpiza en la cárcel de Calama, ocurrida el
año 2013. Luego de la difusión del registro audiovisual, el ministro vo-
cero de Gobierno, en ese entonces, Álvaro Elizalde, advirtió: “Se van a
desarrollar los sumarios respectivos para determinar la responsabilidad
de estos hechos. En el caso de Rancagua ha habido un avance de la in-
vestigación, se ha abierto una arista judicial y estos hechos obviamente
[también] tienen que ser investigados.”70 Lo más probable es que de no
ser por las grabaciones difundidas por el medio televisivo, no se hubiese
iniciado la persecución de estos delitos.71 Los medios de comunicación
han ejercido un rol fundamental, pero no sistemático en la denuncia de
situaciones abusivas en las cárceles. Por lo mismo, resulta inquietante
que el principal material probatorio para la judicialización de delitos
cometidos por gendarmes permanezca bajo el control casi exclusivo de
los potenciales agresores, facultados para decidir si los exhiben o no.72
182
Este problema se agrava por la deficiente implementación de sistemas
de grabación en los recintos carcelarios.73
Por otra parte, no existen en Chile protocolos que permitan proteger
a las víctimas de delitos dentro de la cárcel y evitar el temor a repre-
salias. Alicia Salinero, especialista en derecho penitenciario, considera
que la población penal requiere atención profesional especial en caso
de ser víctima de algún delito. En sus palabras, “por la experiencia que
tuve con la Unidad de Protección de Víctimas y Testigos, [el Minis-
terio Público] tampoco ha desarrollado líneas de acción respecto de la
víctima cuando es una víctima recluida en una unidad penal [ya que]
funciona con la lógica de la víctima que está en el medio libre”.74 En el
mismo sentido se pronuncia el abogado Alejandro Gómez:
y reos en cárcel de Valparaíso”, 18 de abril de 2015. Esta situación lleva a pensar que en
virtud de su propia conveniencia, Gendarmería de Chile exhibe los videos con premura. En
casos en que su imagen pueda ser cuestionada, en cambio, su actitud es la contraria.
73 La Tercera: “Contraloría detecta ‘deficiencias’ en licitación e implementación de circuito
cerrado y radiocomunicaciones en recintos penales”, 9 de abril de 2014. El incendio en
la cárcel de San Miguel es un triste acontecimiento a considerar en la materia. Gran parte
del desarrollo del juicio versó sobre hechos que no pudieron ser captados por las cámaras
de seguridad, y tuvieron que ser reemplazados por láminas que representaban la posición
hipotética que ocupaban los Gendarmes en el recinto. Esto revela evidentes deficiencias en
la ubicación de elementos que en principio están destinados a entregar seguridad y certeza
respecto a los hechos que se suscitan al interior de los recintos penales. 6° Tribunal de
Juicio Oral en lo Penal de Santiago, Ministerio Público con Fernando Orrego y otros, 13 de
junio de 2014. Otro caso en que se manifiesta la deficiente implementación de las cámaras
de seguridad, se dio en el CRC de Til Til. El día 23 de abril del 2013, Daniel Ballesteros,
joven de 17 años, fue encontrado con 18 puñaladas en su habitación. Murió pocos minutos
después desangrándose en el dormitorio. La cámara de seguridad del pabellón en que se
encontraba Daniel no funcionaba desde dos semanas antes de su muerte. The Clinic: “Los
gritos de auxilio de Daniel Ballesteros, el adolescente que murió apuñalado al interior del
Sename”, 2 de diciembre de 2013.
74 Intervención realizada en la Primera Mesa Ciudadana sobre el sistema penitenciario, 7 de
enero de 2015. Documento en edición.
75 Entrevista realizada el 3 de junio de 2015.
183
gada por algunos internos, estos declaran haber sido objeto de irregu-
laridades procesales y de recibir un trato injusto durante su condena.76
Respecto de los procesos a que han sido sometidos, parte de esta pobla-
ción acusa la inexistencia de pruebas que acrediten que la víctima haya
sido accedida carnalmente, la dictación de condenas basadas en meras
presunciones, contradicciones de los testigos de cargo, obstaculización
a la declaración de los testigos de la defensa y un rechazo sistemático a
realizar exámenes psicológicos, siquiátricos y físicos al imputado. En el
documento dan a entender que la investigación del Ministerio Público
descansa –tal vez con excesiva comodidad– en las pericias psicológicas
realizadas a la víctima, con la esperanza, de la parte acusadora, de que
su sintomatología baste para acreditar el ilícito. Los internos aseveran
que pruebas como los testimonios de terceros, la prueba documental,
e incluso, la prueba médico-pericial, pasan a un tibio segundo plano.
Junto a ello, parecen quedar al margen líneas de investigación alterna-
tivas. Sostienen que la defensa a cargo de este tipo de casos, en general,
tampoco presenta teorías propias o levanta pruebas suficientes para ge-
nerar el estándar de duda razonable. Acusan, además, que durante la
etapa de ejecución de la pena se ven excluidos del acceso a beneficios
intrapenitenciarios y no existen instancias a través de las cuales puedan
demostrar su inocencia. El relato de estos condenados revela la nece-
sidad de equilibrar una adecuada protección a las víctimas de delitos
sexuales con el desarrollo de investigaciones objetivas y justas, como
correlato esencial del derecho al esclarecimiento de los hechos.
En definitiva, no existe en Chile una política pública consistente
de persecución de los delitos que ocurren al interior de los recintos
carcelarios. El Estado chileno ha puesto el foco central de la perse-
cución criminal en los delitos contra la propiedad y ha desatendido
la instauración de una política criminal integral. No ha desarrollado
una estrategia coherente para enfrentar los delitos que se cometen in-
tramuros, así como tampoco existe una política de especialización de
sus funcionarios ni ha generado protocolos que establezcan fórmulas
de aproximación a los delitos penitenciarios, que permitan atender las
particularidades de llevar a cabo una investigación en prisión y asistir
a las víctimas de los delitos al interior de las cárceles. La ausencia de
fiscales especializados en materia penitenciaria resulta preocupante si
se considera que la población privada de libertad es particularmente
vulnerable, y respecto de ella el Estado tiene una especial posición de
garante.77 Con esta situación a la vista, resulta imperativo estudiar mo-
76 El documento elaborado por distintos condenados por delitos sexuales se denomina “De-
nuncia de la Agrupación de internos inocentes condenados a muerte por el lucro”. El título
obedece a la suposición de que las condenas por delitos sexuales permiten la ganancia
económica de víctimas, fiscales y defensores.
77 El Principio I del Conjunto de Principios y buenas prácticas sobre las personas privadas de
184
delos exitosos que permitan generar antecedentes de investigación y
una adecuada persecución penal de la criminalidad carcelaria.
libertad en las Américas, señala específicamente la posición de garante que tiene el Estado
sobre los reclusos, al consagrar: “En particular, y tomando en cuenta la posición especial
de garante de los Estados, frente a las personas privadas de libertad, se les respetará y
garantizará, su vida e integridad personal, y se asegurarán condiciones mínimas que sean
compatibles con su dignidad.”
78 Artículos primero y segundo de la Ley Orgánica Constitucional de Gendarmería, Decreto
Ley 2.859.
185
facultados para recurrir al uso de la fuerza en forma excepcional y no
debiesen ejercer sus funciones armados (54.1 y 54.3).
Dado el progresivo aumento de la población penal, en marzo de
2010 el gobierno de la época decidió modernizar Gendarmería. Dos
de las principales medidas fueron el aumento de la dotación de perso-
nal y la readecuación de las normas funcionarias. Hoy más de quince
mil funcionarios forman parte de la institución.79 Asimismo, existen
iniciativas para mejorar la formación –tanto a nivel de gendarmes-
alumnos como de postulantes a oficiales– que hacen especial hincapié
en materia de derechos humanos.80 Sin embargo, de acuerdo a la in-
formación que nos fue entregada, para poder ingresar a la Escuela de
Gendarmería los postulantes deben tener solo segundo año de educa-
ción media cursado y aprobado. El programa formativo de la Escuela
se concentra en ramos relativos a seguridad y normativa penitenciaria
(como procedimiento de guardia, manejo de armas, defensa personal
y reglamentación penitenciaria) y dedica un espacio menor a materias
de reinserción social (como cursos de psicología penitenciaria y reinser-
ción propiamente tal).81 Consideramos que tanto los requisitos de ad-
misión como la malla curricular –de gendarme-alumno y postulantes
a oficiales– no constituyen una garantía para el correcto desarrollo de
las funciones que la ley ha encargado a la institución. En este sentido,
ya hacia el año 2010 un informe elaborado por la Universidad Católica,
a solicitud de Gendarmería, sugería elevar las exigencias de los postu-
lantes a la Escuela: requerir notas promedio mínimas de educación
media, rendición previa de la Prueba de Selección Universitaria para
postulantes a oficiales y rendición de cuarto medio para postulantes
a suboficiales y gendarmes.82 El citado informe también recomienda
implementar un modelo de formación continua en concordancia con el
ascenso jerárquico dentro de la institución. Sugiere que el Alcaide, por
ejemplo, cuente con un postítulo o curso de administración en gestión
pública. La exigencia de mayores requisitos a lo menos aseguraría la
presencia de funcionarios con mejor capacitación y preparación para
trabajar en el ambiente penitenciario.
Sobre las condiciones laborales de Gendarmería, el Estado chileno
también tiene una deuda pendiente. La funcionaria María Cabrera Na-
vea entrega un testimonio ilustrativo:
79 Al año 2014, la institución contaba con 13.991 gendarmes para custodiar una población de
44.670 internos. Información entregada vía Ley de Transparencia, en respuesta a solicitud
N° AK006C-0001227.
80 Ordinario número 997, 30 de enero de 2015, Ministerio de Justicia.
81 Información proporcionada por la Encargada de Registraduría de la Escuela Institucional de
Gendarmería, Jacqueline Bolaños, con fecha 22 de abril de 2015, a través de la Oficina de
Informaciones de Gendarmería, previa solicitud formulada el día 10 de abril de 2015.
82 Departamento de Estudios Sociológicos de la Universidad Católica de Chile, Evaluación
comprehensiva del gasto de Gendarmería de Chile, 2010, p. 365.
186
[T]enemos que turnarnos para cambiarnos ropa porque el lugar
es tan pequeño que no cabemos todas. Este año llegaron cuatro
funcionarias nuevas que tienen que dormir en esta pieza práctica-
mente hacinada. No podemos seguir permitiendo que nos falten
el respeto de esta manera. Exigimos condiciones laborales dignas
para poder trabajar dignamente y más en un trabajo tan sacrifica-
do y poco valorado como este.83
187
que esté el funcionario diariamente en servicio diurno o nocturno; no
existen las condiciones.”87
En cuanto a los estándares de integración multidisciplinaria, Gen-
darmería de Chile cuenta con una dotación de profesionales que in-
cluye a trabajadores sociales, psicólogos y terapeutas ocupacionales.
Sin embargo, de acuerdo a la Asociación de Directivos, Profesionales,
Técnicos, Administrativos y Auxiliares de Gendarmería (en adelante,
Adiptgen), esta dotación dista de tener un estándar profesional adecua-
do. Según Adiptgen, existe un asistente social por cada 233 internos,
un psicólogo por cada 347 internos y un terapeuta por cada 1.276 in-
ternos. Para atender a los condenados cumpliendo su sentencia en el
medio libre, Gendarmería dispone de 489 profesionales que ejercen el
rol de delegados de libertad vigilada para asistir a un total de 10.011
penados.88
La precariedad en la dotación de profesionales puede deberse a la
indefinición de los roles de la institución. Resulta extremadamente di-
fícil conciliar –tanto en la teoría como en la práctica– la actividad de
seguridad y custodia con las labores de reinserción social. Probable-
mente las autoridades privilegian las labores de seguridad por sobre las
de reinserción.89
Por otra parte, Gendarmería acoge intereses colectivos diversos. La
particular convivencia entre funcionarios civiles y armados se traduce
en la existencia de una diversidad de organizaciones gremiales. Al in-
terior de la institución existen, entre otras, la Asociación Nacional de
Funcionarios Penitenciarios (Anfup), la ya mencionada Adiptgen, la
Asociación Nacional de Oficiales Penitenciarios (Anop), la Asociación
Nacional de Suboficiales y Gendarmes (Ansog) y la Asociación Na-
cional de Oficiales Profesionales de Gendarmería (Anopro). La desar-
ticulación afecta de manera especial a los funcionarios de los mandos
o rangos inferiores de Gendarmería, quienes –a diferencia de la plana
de oficiales y altas autoridades– experimentan de manera más cruda
y directa las consecuencias de la precariedad y falta de recursos. Esta
crisis de representación ha derivado en el enfrentamiento de posiciones
institucionales respecto a la verdadera situación de las cárceles en Chi-
188
le. Mientras los altos mandos sostienen que Gendarmería logra mante-
ner el control absoluto de los penales, las planas inferiores denuncian
públicamente problemas inherentes a la institución, como la falta de
recursos y personal, problemas de hacinamiento y otras condiciones
que afectan las posibilidades de control y mantenimiento de la seguri-
dad dentro de los recintos.90
Esta diversidad de opiniones sobre la realidad que enfrenta Gen-
darmería genera dificultades en la adopción de decisiones estratégicas.
Durante el año 2014 el gobierno de Estados Unidos solicitó a Chile
recibir en sus cárceles presos provenientes de Guantánamo como parte
de su política internacional destinada a cerrar este centro de detención.
El Director Nacional de Gendarmería del momento, Juan Letelier, ase-
guró que el aparato penitenciario en Chile tenía capacidad para recibir
presos de alta peligrosidad.91 Por el contrario, Ansog manifestó que las
declaraciones de Letelier revelaban su “total desconocimiento de las
verdaderas condiciones del sistema carcelario nacional”.92 Esta frag-
mentación de posiciones representa una comprensión irreconciliable
sobre la realidad carcelaria nacional y las labores de la institución.
Otro problema relevante es la permanencia de funcionarios que han
sido acusados o condenados por incumplir sus deberes de resguardo
sobre la población penal. La situación del Coronel Tito Barriga Cha-
cón representa un caso paradigmático. Este funcionario, ex Alcaide
de la cárcel de Lautaro, el año 2004 agredió verbal y físicamente a
un interno en huelga de hambre y dispuso su traslado a una celda de
aislamiento. Debido a esa agresión fue condenado por apremios ile-
gítimos.93 Pese a la condena, el año 2012 dirigió la Unidad Penal de
Antofagasta y a la fecha de entrega de este capítulo, estaba a cargo del
Complejo Penitenciario de Valparaíso en calidad de Jefe de Unidad
subrogante. En marzo de 2015, producto de un incidente con un inter-
no que se quejó de no acceder a los fármacos necesarios para tratar su
esquizofrenia, funcionarios de Gendarmería de la cárcel de Valparaíso
utilizaron violencia física desmedida en contra de varios reclusos. La
Corte de Apelaciones de Valparaíso acogió el recurso de amparo in-
terpuesto en contra de la institución, representándole, además, al Co-
ronel Barriga que su falta de contribución dilató en forma innecesaria
el procedimiento.94 El caso de este funcionario retrata las debilidades
189
institucionales en materia de fiscalización y organización interna que
pesan sobre Gendarmería. Urge revisar la política de desvinculación
de funcionarios condenados por delitos contra la integridad física o
psíquica de los internos. Es evidente que conductas como el maltrato
sistemático a los reclusos demuestran la falta de idoneidad y compe-
tencia en el manejo de la población penal. En el sistema de menores, el
derecho internacional establece expresamente como deber del Estado
el imponer normas mínimas para la cualificación y capacitación profe-
sional de las personas que trabajan en instituciones penales y exigir que
en su expediente no figuren actos de violencia. Sugerimos una regla
similar para el régimen penitenciario adulto.95
Sumados a los delitos de tortura y apremios ilegítimos, en el periodo
2014-2015 diversos funcionarios de la institución incurrieron en graves
irregularidades, como la celebración de fiestas en la residencia fiscal del
Alcaide de Colina96 y la concesión de permisos a internos para la ejecu-
ción de actividades extramuros en beneficio particular de los funciona-
rios.97 Estos hechos revelan la débil fiscalización sobre las actividades
de Gendarmería y no son eventos aislados: como muestra, al año 2012
el Director de Gendarmería de Chile daba cuenta de la expulsión de
cien gendarmes por corrupción.98
Como es de prever, la resistencia que ofrecen los intereses gremiales
reduce la capacidad de maniobra política, al punto de tolerar la inefi-
ciencia e impunidad de agentes estatales.99 En vez de tender al mejora-
miento del servicio por medio del escrutinio público de sus actos, pre-
valecen en Gendarmería reacciones de defensa corporativa ante críticas
legítimas al funcionamiento de la institución y prácticas de hermetis-
mo y secretismo en sus filas. La situación se hace más preocupante si
se considera que Gendarmería de Chile, junto a Carabineros, lidera la
lista de funcionarios uniformados que siguen en servicio activo a pesar
de estar condenados por cometer delitos.100
95 Las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de Libertad,
adoptadas por la Asamblea General de Naciones Unidas mediante resolución 45/113, del
14 de diciembre de 1990, establecen claramente en su número 82, relativo al personal que
se desempeña en los centros de detención de menores que “[l]a administración deberá
seleccionar y contratar cuidadosamente al personal de todas las clases y categorías, por
cuanto la buena marcha de los centros de detención depende de su integridad, actitud
humanitaria, capacidad y competencia profesional para tratar con menores, así como de
sus dotes personales para el trabajo.”
96 La Cuarta: “Gendarmería confirma asado de cornetes entre compañeros”, 5 de agosto de
2014.
97 La Tercera: “Gendarmería inicia sumario administrativo por fuga de reo desde casa de jefe
regional”, 21 de marzo de 2014; La Tercera: “La historia de cómo un reo se fugó de la casa
del Director de Gendarmería de la VI región”, 21 de marzo de 2014.
98 Emol: “Cien gendarmes han sido expulsados por corrupción en los últimos dos años”, 26
de mayo de 2012.
99 En un sentido similar, El Mostrador.cl: “La caja negra de Gendarmería”, 10 de diciembre de
2010.
100 La Tercera: “Informes revelan que 400 funcionarios uniformados condenados siguen en
servicio activo”, 23 de marzo de 2014.
190
El Ministerio de Justicia, al tanto de las dificultades que enfrenta la
institución, y en miras a la reinserción social de los condenados, el año
2014 instauró una mesa de trabajo destinada a elaborar una propuesta
para la creación de un Servicio Nacional de Reinserción Social. Así lo
explicó el, en ese entonces, ministro de Justicia José Antonio Gómez:
191
las condiciones laborales y capacitación en derechos humanos también
a internos y familiares.103
Tanto la ambigua definición de sus funciones como el abandono
que sufre la institución generan una decepción permanente sobre el rol
de Gendarmería. Sin embargo, no es esta institución, sino el Estado
en su conjunto quien debe responsabilizarse por diseñar un verdadero
sistema, coordinar las labores y distribuir los recursos necesarios para
un funcionamiento apropiado de la administración penitenciaria en
Chile. Las continuas críticas contra Gendarmería esconden el verda-
dero problema de la realidad penitenciaria chilena: la ausencia de una
institucionalidad orgánica.
103 Una iniciativa loable fue la creación de la Unidad de Protección y Promoción de los Dere-
chos Humanos. Como se desprende de la Resolución Exenta 5.712 del año 2012, esta que-
dó bajo la dependencia de la Subdirección Técnica de Gendarmería, lo que aseguraba la
independencia del órgano, por no depender directamente del jefe del servicio. Sin embargo,
mediante Resolución Exenta 2.825 del año 2014, la Unidad pasó a depender directamente
del Director Nacional de Gendarmería. La medida es criticable, ya que implica una pérdida
de independencia, y deja este órgano a merced de los vaivenes institucionales propios de
una institución jerarquizada, así como a los ribetes políticos que posee un alto cargo en un
servicio público.
104 La sigla hace referencia a la población cuya identidad sexual es distinta a la heterosexuali-
dad. Refiere a las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, y queers.
105 De acuerdo con el principio quinto del Conjunto de Principios, no se considerarán discri-
minatorias las medidas que tiendan a proteger exclusivamente los derechos y la condición
especial de la mujer –en particular de las mujeres embarazadas y las madres lactantes–, los
niños y los jóvenes, las personas de edad, los enfermos o los impedidos.
106 Al 31 de mayo de 2015, la población femenina constituye el 6% del total de condenados en
subsistema cerrado. Información disponible en www.gendarmeria.gob.cl.
107 Especial disposición mostró la ex ministra de Justicia, Patricia Pérez Goldberg para im-
plementar una política penitenciaria con enfoque de género. Comunidadmujer.cl: “Ministra
192
ción penitenciaria debe hacerse cargo de las necesidades y tratamientos
particularizados de las mujeres privadas de libertad.108 Sin embargo,
las medidas omiten las brutales consecuencias del encarcelamiento
materno109-110 y descuidan el hecho de que la mayor parte de esta po-
blación delinque con la perspectiva de aumentar sus ingresos económi-
cos (por ser normalmente la mujer la principal o única sostenedora del
hogar familiar). Asimismo, las mujeres privadas de libertad presentan
un historial de abuso y maltrato que debiese ser considerado en las
prestaciones médicas de los recintos penitenciarios femeninos. Con el
objeto de reconocer la vulnerabilidad de las mujeres frente al sistema
penal de manera íntegra, la legislación bien podría otorgarle especial
consideración a la calidad de mujer y madre para determinar el tipo
de pena a cumplir (por ejemplo, la suspensión de la condena para em-
barazadas o mujeres de hijos menores) y el otorgamiento de beneficios
intrapenitenciarios.
Dentro de este grupo, las extranjeras se encuentran en una situación
de desprotección dramática al sufrir una triple discriminación por ser
mujeres, migrantes y estar privadas de libertad. Los especialistas en el
tema reconocen esta particular situación de vulnerabilidad y la incapa-
cidad del aparato penitenciario chileno para enfrentar el problema. En
palabras de Alejandro Gómez:
Patricia Pérez presenta política penitenciaria diseñada para población penal femenina”, 22
de enero de 2013.
108 Reglas de las Naciones Unidas para el tratamiento de las reclusas y medidas no privativas
de libertad para mujeres delincuentes, conocidas como Reglas de Bangkok.
109 La literatura sobre el impacto de la prisión femenina y la evidencia empírica levantada en
Chile, muestran con claridad sus efectos devastadores. Un estudio sobre el tema, elabo-
rado el año 2012 por investigadores de la Universidad Católica, descubrió que los hijos de
madres encarceladas reportan problemas escolares, disminución del rendimiento acadé-
mico, conductas de agresión, victimización escolar y problemas de salud como depresión.
Trece por ciento de los adolescentes hijos de madres privadas de libertad reporta no tener
qué comer. Eduardo Valenzuela, Ximena Marcazzolo, Ana María Stuven, y otros, “Impacto
social de la prisión femenina en Chile”, en Propuestas para Chile. Concurso políticas públi-
cas. Santiago, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2012, pp. 293-321.
110 El año 2014, más del 90% de las 780 internas en el CPF San Joaquín eran madres. Los
programas desarrollados apuntan principalmente al desarrollo de actividades productivas
como mecanismo de reinserción, pero no consideran especialmente la conservación de un
vínculo efectivo entre las madres y sus hijos. Radio Biobiochile: “Día de la madre: Ministros
saludan a internas del Centro Penitenciario Femenino”, 9 de mayo de 2014.
193
vinculados al tráfico de drogas e implican largas condenas y aban-
dono total. Todavía no estamos capacitados para hacernos cargo
de esta diferencia.111
194
años. En la cárcel de Acha, Arica, recinto en el que cerca del 21% de la
población penal es extranjera, 27 internos se acogieron a la medida el
año 2014.117 El problema de ambas medidas radica en que su aplicación
no contempla la obligación de escuchar al afectado ni tampoco con-
sidera los lazos que puedan unir al extranjero a nuestro país (familia,
trabajo, tratamientos médicos, personas refugiadas, entre otros aspec-
tos). Por si fuera poco, los internos migrantes poseen poca información
sobre las leyes que los rigen, encuentran dificultades para acceder a
beneficios intrapenitenciarios, mantienen escasa comunicación con sus
familias –debido a la falta de disposición de las autoridades a facilitar
medios que les permitan interactuar a distancia–, y tampoco se les
ofrece un adecuado contacto con las autoridades diplomáticas de su
país. En caso de que se les proporcione algún tipo de ayuda, esta suele
ser inadecuada o precaria.118
En lo que concierne a la situación de los pueblos indígenas119, los
principales problemas dicen relación con la falta de reconocimiento de
sus peculiaridades culturales cuando están en prisión. Muchas de las
huelgas de hambre de comuneros mapuches tienen por objeto lograr el
traslado a Centros de Educación y Trabajo, ya que en estos recintos tie-
nen mayores facilidades para el desarrollo de sus tradiciones.120 Las co-
munidades indígenas tienen derecho a la no discriminación y a un trato
igualitario en asuntos relativos a la justicia; merecen también una pro-
tección positiva especial, que debe considerar sus tradiciones culturales
y favorecer medidas distintas de la prisión.121 Los privados de libertad
en estos casos, debieran poder ejercer las actividades propias de su iden-
tidad dentro de los recintos penales y lograr tener acceso a información
respecto a su condición de reclusos.122 Sin embargo, el reconocimiento
de estos derechos resulta atribuible más a una decisión piadosa de las
autoridades penitenciarias que a un ejercicio consistente de respeto a la
normativa internacional.123 Especial atención merece la preocupante
actitud criminalizadora de las autoridades chilenas. En medio del de-
nominado conflicto en la Araucanía, el año 2014 el gobierno anunció
estar evaluando la posibilidad de crear un recinto penitenciario espe-
117 La Tercera: “Cifra de reos extranjeros en cárcel de Arica llega a nivel previo al indulto presi-
dencial”, 16 de marzo de 2014.
118 Instituto Nacional de Derechos Humanos, Estudio de las condiciones carcelarias en Chile,
Santiago, 2013.
119 En materia de derechos, destacan los artículos 13, 34 y 40 de la Declaración de las Nacio-
nes Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas.
120 La huelga de hambre es utilizada como un mecanismo para lograr un traslado efectivo ante
la falta de respuestas de la autoridad. El caso más significativo se dio respecto a cuatro in-
ternos mapuche de la cárcel de Angol: Biobiochile.cl: “Cuatro comuneros mapuche siguen
en huelga de hambre en la cárcel de Angol” (sic), 25 de marzo de 2015; Cooperativa.cl:
“Comuneros mapuche presos en Angol terminaron huelga de hambre”, 9 de mayo de 2015.
121 Convenio 169 de la OIT, artículos 8 a 12.
122 Artículo 8 del Convenio 169 de la OIT
123 Instituto Nacional de Derechos Humanos, op. cit., nota 117, p. 179 y ss.
195
cial para presos mapuches.124 Aunque el propósito sería resguardar su
cultura y tradiciones, resulta inquietante que el Ministerio de Justicia
haya pensado en construir toda una infraestructura especial para esta
población. Varias voces criticaron esta política gubernamental,125 sobre
todo teniendo a la vista que el derecho internacional exige soluciones
alternativas al encarcelamiento. Nada impediría que Chile considere la
posibilidad de declarar una amnistía general para los defensores indí-
genas de los derechos humanos, procesados por realizar actividades so-
ciales y/o políticas en el marco de la defensa de sus tierras ancestrales.
Por otra parte, el Estado chileno podría también evaluar la compatibi-
lidad de las costumbres sancionatorias de las comunidades locales con
el derecho penal general. De este modo, la justicia de cada comunidad
lograría ofrecer una resolución de conflictos apropiada en localidades
donde el acceso material a la justicia es limitado.
Respecto a los jóvenes en procesos penales y privados de libertad,
resulta alarmante la desprolijidad y negligencia que se dan tanto en
las labores de supervisión de menores126 como en la manutención de
los establecimientos en que se desarrolla la privación de libertad. En
relación a esto último, el año 2014 se detectaron altas cantidades de
arsénico en el agua que se consumía en el Centro de Internación de
Menores de Coronel. Las autoridades del Sename advirtieron de la si-
tuación en diciembre de ese año, pero recién en marzo del 2015 se
prohibió su consumo.127 Además, debido a las precarias condiciones de
habitabilidad e infraestructura, fue cerrado provisoriamente el centro
de internación de Puerto Montt. Las razones fueron fugas de gas en
el recinto y deficiencias en el alcantarillado y en la calidad del agua
potable.128 En términos institucionales, es necesario establecer una po-
lítica clara que asegure el respeto de los menores durante la etapa de
persecución penal y medidas de privación de libertad justas y atentas
al principio de reinserción social.129 Las políticas de persecución deben
124 El Mercurio: “Gobierno evalúa recinto penitenciario especial para presos mapuches” (sic),
10 de mayo de 2014.
125 Entre ellos, el líder indígena Aucán Huilcamán. TheClinic.cl: “Aucán Huilcamán: «La iniciati-
va de una cárcel para los mapuche es absurda»”, 23 de mayo de 2014.
126 La Tercera: “Funcionario de Gendarmería disparó por error a menor que custodiaba”, 23 de
julio de 2014.
127 Radio Biobiochile: “Detectan arsénico en agua utilizada en Centro de Internación de Meno-
res de Coronel”, 13 de marzo de 2015; Radio Biobiochile: “Seremi de Justicia compromete
mejorar el Centro de Menores de Coronel y construir nueva cárcel”, 16 de abril de 2015.
128 Radio Biobiochile: “Puerto Montt: Funcionarios del Sename movilizados ante precarias
condiciones del centro para menores”, 15 de abril de 2015.
129 Las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la administración de la justicia de meno-
res, en su número 5.1, consagran que “El sistema de justicia de menores hará hincapié en
el bienestar de éstos y garantizará que cualquier respuesta a los menores delincuentes será
en todo momento proporcional a las circunstancias del delincuente y del delito.” Por su
parte, el artículo 40.1 de la Convención de Derechos del Niño, consagra la reinserción social
como principio rector de la privación de libertad de menores, al señalar que “los Estados
Partes reconocen el derecho de todo niño de quien se alegue que ha infringido las leyes
penales o a quien se acuse o declare culpable de haber infringido esas leyes, a ser tratado
196
considerar procedimientos respetuosos de los derechos humanos de los
menores de edad,130 y una vez que el adolescente haya sido condenado,
deben potenciarse las políticas de reinserción. La institución encargada
de ejecutar esta labor es el Servicio Nacional de Menores, órgano que
también participa de nuestra sala penitenciaria ejerciendo la doble fun-
ción de amparar los derechos de los adolescentes y sancionarlos por su
actuar ilícito. De acuerdo al artículo 12 de las Reglas de las Naciones
Unidas para la Protección de Menores Privados de Libertad, el Estado
debe garantizarles el derecho a disfrutar de actividades y programas
útiles que sirvan para fomentar y asegurarles un sano desarrollo y dig-
nidad, promover su sentido de responsabilidad e infundirles actitudes
y conocimientos que les ayuden a desarrollar sus posibilidades como
miembros de la sociedad. Para propiciar esta efectiva reinserción, las
políticas públicas debieran evitar la segregación de los jóvenes infracto-
res y darles educación y trabajo en instancias en las que puedan com-
partir con pares prosociales de conducta. De nada sirve mantener a
jóvenes “delincuentes” aislados de la sociedad: el Estado debe facilitar
el acceso a realidades educacionales y laborales distintas, con el objeto
de favorecer el contacto con modelos sociales de conducta. Así también
lo establece la regla 38 de la referida normativa.131 Esta manera de pen-
sar las políticas de adolescencia constituye una fórmula de largo plazo
para abordar la delincuencia y la seguridad ciudadana.
En cuanto a grupos de diversidad sexual, los Principios de Yogyakar-
ta contemplan que estas minorías, en circunstancias de privación de
libertad, tienen derecho a ser tratadas humanamente, a no sufrir ma-
los tratos o riesgos, a contar con adecuada atención médica y conse-
jería, a habitar en lugares apropiados –sin restricción de sus derechos
ni ser sometidas a lugares de aislamiento– y a recibir visitas íntimas.
Lamentablemente, en las cárceles chilenas este grupo es víctima de una
discriminación constante, tanto por parte de internos como de funcio-
197
narios, ya sea a través de agresiones verbales o físicas, o por medio de la
denegación permanente del ejercicio de sus derechos.132 Estas prácticas
desconocen la facultad de ejercer de manera libre la propia orientación
sexual. La raíz del problema se encontraría en la falta de información
sobre minorías sexuales, la ausencia de capacitaciones para funciona-
rios e internos y la precariedad de las políticas de segregación.133
En cuanto a poblaciones con necesidades terapéuticas especiales,
de acuerdo al Principio X del Conjunto de Principios, las autoridades
deben establecer medidas especiales para satisfacer las necesidades par-
ticulares de salud de las personas privadas de libertad pertenecientes a
grupos vulnerables o de alto riesgo, tales como adultos mayores, dis-
capacitados, portadores del VIH y enfermos de SIDA y tuberculosis,
y las personas con enfermedades en fase terminal. Pero en Chile el
sistema de salud en las cárceles mantiene una enorme deuda. No existe
un tratamiento consistente de los internos con trastornos psiquiátri-
cos o problemas de salud mental;134 la tuberculosis mantiene una alta
prevalencia en las cárceles chilenas135 y frecuentemente se niega el in-
dulto a adultos mayores o pacientes en fase terminal.136 De acuerdo a
una de las actas de la Comisión de Visita de Cárceles de la Corte de
Apelaciones de Santiago, en ciertos recintos de reclusión se suspende
arbitrariamente el suministro de agua.137 Una cuestión también pen-
diente es la situación de los internos que sufren adicciones a sustancias
ilícitas. Ya el año 2013 se constataba que la prevalencia en las tasas de
personas drogodependientes es mayor al interior de los recintos penales
que fuera de ellos.138 Resulta preocupante que el Estado chileno solo se
haya preocupado de establecer tribunales especiales en materia de dro-
198
gas139 y no tenga una política concreta respecto a los condenados que
requieren tratamientos especiales debido a su consumo problemático.
La situación es aún más grave si se considera que los gendarmes pueden
llegar a tener una incidencia directa en el problema a través del ingreso
de drogas a los recintos penales.140
Por último, existe una población que consideramos “circunstan-
cialmente” vulnerable: se trata de los internos afectados por traslados
injustificados. Como establece el Principio IX.4.4 del Conjunto de
Principios, los traslados deben tomar en cuenta la necesidad de que
los privados de libertad residan en lugares cercanos a su familia o co-
munidad. Pero en muchas oportunidades el traslado se utiliza subrep-
ticiamente como sanción, de modo que los internos son destinados
por Gendarmería a regiones o a penales distintos de aquellos en donde
mantienen su arraigo familiar. Durante el año 2014 se presentaron
alrededor de dos mil requerimientos de traslado, ocupando el primer
lugar entre los reclamos de los reclusos.141 La ausencia de una política
adecuada en la materia puede tener consecuencias dramáticas para el
recluso, como el alejamiento de la familia o incluso la muerte si es
trasladado a un lugar que le resulta inseguro o se le deniega el traslado
a un lugar con mayor seguridad.142
La familia de cada condenado constituye una población especial
afectada por la privación de libertad. El contacto entre el grupo fami-
liar y el recluso resulta indispensable para una posible resocialización
del interno y su relación con el mundo libre.143 De acuerdo al Principio
XX del Conjunto de Principios, “[e]l personal penitenciario debe res-
petar los derechos humanos tanto de las personas privadas de libertad
como de sus familiares”. Desafortunadamente, los familiares deben
pasar largas horas fuera de la cárcel antes de poder ingresar a la visita
y, previo al acceso al lugar, son objeto de intensos registros corporales
que desincentivan la motivación a mantener el vínculo con el interno.
Existen varias medidas para evitar la vulneración de los derechos de los
familiares de las personas privadas de libertad. Se requiere, entre otras
139 Los Tribunales de tratamiento de drogas constituyen aun una experiencia piloto en nuestro
país, pero su finalidad esencial es desjudicializar conductas que dicen relación más con el
consumo problemático de sustancias ilícitas que con un conflicto con la ley penal. Para un
detalle de su funcionamiento: www.senda.gob.cl
140 Radio Cooperativa: “Gendarme fue detenida por ingresar pasta base a un recinto penal”, 9
de julio de 2015.
141 Minuta de resumen de gestión de la Defensa Penitenciaria, proporcionada por Alejandro
Gómez en entrevista realizada el 3 de junio de 2015.
142 El caso del interno Patricio Fuentealba Fuentealba demuestra las graves consecuencias
que puede acarrear la denegación de un traslado activo. Fuentealba murió tras una apa-
rente riña; previamente su madre había presentado un recurso de amparo con fecha 29 de
diciembre de 2014, pidiendo su traslado a Colina 2 por peligro para su seguridad. Radio
Biobiochile.: “Madre de reo que murió en Cárcel de Valdivia había presentado recurso de
amparo a su favor”, 12 de enero de 2015; Radio Biobiochile: “Juez confirma deficiencias en
cárcel de Valdivia tras muerte de reo apuñalado por otro”, 14 de enero de 2015.
143 Borja Mapelli, op. cit., pp. 237 y ss.
199
cosas, generar una infraestructura cómoda y acogedora para las visi-
tas, implementar tecnologías para la detección electrónica de objetos al
momento del registro y ejercer el control del interno después del retiro
de los familiares. Esto último permitiría evitar el humillante registro
corporal a los integrantes de la familia.144 Si bien es necesario controlar
el acceso de objetos o sustancias ilícitas a los recintos penales, es indis-
pensable implementar medidas menos invasivas para la detección del
tráfico. Así se evitaría violar el derecho a la intimidad que tienen los
familiares y se promovería la conservación del lazo con el interno.
144 Ibíd.
145 Instituto Nacional de Derechos Humanos, Derechos Humanos y Acceso a la Información
Pública. Serie Cuadernillos de Temas Emergentes, Diciembre de 2012, p. 19.
146 Ibíd. pp. 19-20. En particular, el informe del Instituto Nacional de Derechos Humanos, re-
calca el caso de una solicitud de información relativa al número de fallecimientos en un
establecimiento penitenciario, la cual fue denegada por Gendarmería de Chile. El Consejo
para la Transparencia decidió revertir dicha decisión, basado en que el acceso a la informa-
ción en el ámbito carcelario resulta esencial para una correcta dilucidación de las causas de
muerte y la visibilización de los hechos a la opinión pública.
200
internas pueden degenerar en abusos y violaciones sistemáticas de de-
rechos, la estructura penitenciaria debiera someterse aún con mayor
rigurosidad al escrutinio ciudadano. Dado que la población penal está
sujeta al ejercicio de la fuerza, el Estado debe robustecer la difusión de
sus actuaciones y situar al alcance del público general, tanto la docu-
mentación y resoluciones que genera el aparato penitenciario como las
actividades que tienen lugar fácticamente dentro de las cárceles.
El año 2014, a propósito de la concesión de beneficios intrapeniten-
ciarios, Gendarmería de Chile sostuvo que la entrega de antecedentes
de la población penal podía vulnerar la protección de datos personales.
Pero de acuerdo al Consejo para la Transparencia, “el potencial de la
información como insumo del control social del adecuado otorgamien-
to de beneficios intrapenitenciarios de suyo excepcionales, constituye
un fundamento suficiente para justificar su divulgación a terceros”.147
Es decir, el acceso a esta información permite el control sobre el Estado
en un ámbito especialmente sensible. Aunque existan otros derechos
comprometidos, la entrega de información institucional se convierte
en una prioridad que se ubica por sobre la protección de la privacidad
o de la seguridad pública. Ahora bien, existen casos en que la informa-
ción lisa y llanamente no existe, debido a que los organismos estatales,
probablemente, aún se encuentran implementando sistemas de manejo
de información dinámicos, modernos y actualizados. El Consejo para
la Transparencia no ha sido particularmente exigente en la materia.
A modo de ejemplo, durante el año 2014 se rechazaron al menos dos
amparos producto de que la información solicitada era inexistente.148
Pero la ausencia de estadísticas y registros obedece también a un pre-
cario control de gestión y a la indiferencia por el trabajo periodístico y
académico sobre la situación carcelaria.
Dentro de los avances que ha presentado el programa de la Uni-
dad de Defensa Penitenciaria, resulta destacable que los defensores ha-
yan logrado acceso a información a través del sistema SIGDP149 y del
programa “Gendarmería sin papeleo”. Aunque esta última iniciativa
constituye un correcto avance hacia la disponibilidad de información
pública,150 en la generalidad de los casos el acceso a información depen-
147 Consejo para la Transparencia, Decisión Rol. C1465-14, 4 de febrero de 2015, consideran-
do 7.
148 Consejo para la Transparencia, Decisión Rol. C1411-13, 16 de mayo de 2014, consideran-
dos 4 y 5; y Decisión Rol. C1243-14, 24 de octubre de 2014, considerando 5. Con todo, la
información sobre los antecedentes penales del interno debiera resguardarse para evitar su
uso inadecuado.
149 El SIGDP es el sistema interno de manejo de información de causas de la Defensoría. Es un
software un tanto antiguo, que en ocasiones más que facilitar el trabajo de los defensores
lo limita, porque es el medio según el cual se mide su gestión.
150 El acceso a la información sobre o por parte de las personas privadas de libertad, debe
sujetarse a las necesidades del caso concreto. Su determinación es una cuestión más bien
casuística atendida la entidad de los antecedentes requeridos.
201
de de la voluntad de los jefes de cada unidad penal. En la circunstancia
de que los flujos fallen, los defensores penitenciarios deben someterse
al sistema común de acceso a información vía transparencia y sujetarse
a sus reglas y plazos. La labor del defensor requiere realizar actuaciones
de carácter urgente, de modo que el plazo común de 20 días hábiles
(y su respectiva prórroga) para la entrega de los datos solicitados, final-
mente equivale a una denegación tácita del derecho a información. En
palabras de Alejandro Gómez:
202
ticipación de organismos independientes y sistemas conectados en
línea con instituciones externas para el almacenamiento del registro
audiovisual.
Los medios de comunicación son actores relevantes en materia de
acceso a información. Como lo demuestra la evidencia citada en este
informe, el vínculo entre prensa y aparato penitenciario es crucial. El
Estado debe potenciar el ejercicio del periodismo comprometido con
los derechos humanos. Permitir un acceso expedito de periodistas a las
cárceles, admitir entrevistas a funcionarios e internos (con la posibili-
dad de registrarlos a través de grabadoras de voz, cámaras de video y
fotográficas) y acceder a registros institucionales, son medidas efectivas
para la consecución de ese fin. De no ser por la labor de la prensa, no
hubiese salido a la luz pública la información sobre las golpizas de gen-
darmes contra internos en las cárceles de Calama y Rancagua. Por lo
demás, la experiencia internacional considera que la prensa es un actor
particularmente relevante en este tema. Según el informe norteameri-
cano Confronting Confinement de la Comisión de Seguridad y Abusos
en las Prisiones Norteamericanas, el compromiso periodístico favorece
la revelación de testimonios, la sistematización de información rele-
vante y una correcta educación del público sobre la realidad carcela-
ria.153 Considerando las lamentables experiencias de las denominadas
“detenciones ciudadanas”154 bien podrían los medios de comunicación
constituirse en un actor relevante que participe en la fiscalización del
aparato penitenciario.
La autoridad nacional debiese también permitir el ingreso a las
cárceles de otras entidades estatales y organizaciones de la sociedad
civil. Respecto a la labor de fiscalización de terceros sobre las cárceles,
el año 1987 Chile suscribió la Convención Contra la Tortura y Otros
Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Su protocolo fa-
cultativo155 le impone a cada Estado el deber de designar uno o varios
órganos de visitas a centros de privación de libertad como mecanis-
mo para prevenir la tortura. Al año 2015, Chile todavía mantiene
incumplida su obligación de instalar el Mecanismo Nacional Contra
la Tortura. No existe un órgano autónomo que fiscalice las cárceles
e informe pública y periódicamente si las personas privadas de liber-
tad ven vulnerados sus derechos. Como ha sido reiterado en diversos
153 Ibíd.
154 Durante el año 2014 se registraron una serie de situaciones en que ciudadanos no unifor-
mados detuvieron a personas que supuestamente habían cometido un delito seguidos de
intentos de linchamiento o golpizas callejeras. Varias de esas acciones se caracterizaron
por la desproporción en el uso de la fuerza, y la indignidad con que fueron tratados los apre-
hendidos. Una reflexión crítica en torno al fenómeno puede encontrarse en Eldesconcierto.
cl: “Lo faené yo”, 3 de diciembre de 2015.
155 El protocolo facultativo fue firmado por el Estado chileno en diciembre de 2008 y fue publi-
cado bajo Decreto Supremo 340, el 14 de febrero del año 2009.
203
Informes, resulta necesario adecuar la legislación vigente a los tratados
internacionales.156
Sumado a la posibilidad de instalar un organismo gubernamental
que supervise la actividad penitenciaria, se podría favorecer la insta-
lación de una red de inspección ciudadana en centros de detención y
privación de libertad, a través del actual Consejo de la Sociedad Civil
de Gendarmería. Dada la aparición progresiva de distintas organiza-
ciones civiles dedicadas al tema penitenciario, resultaría particular-
mente conveniente incluirlas como agentes de cambio.157 Los observa-
dores ciudadanos podrían acceder a información de primera fuente si
se les permitiese el ingreso a las cárceles, además de constituirse como
fiscalizadores informales. Para evitar la objeción de que las redes de
inspección interfieren con las políticas de Gendarmería, las visitas po-
drían efectuarse en días y horarios previamente coordinados (aunque
aleatorios) para mantener tanto la seguridad de los observadores como
de la población penal.
El mundo universitario debiese también cumplir un rol relevante
en el análisis de la estructura penitenciaria. En general, la formación
universitaria de abogados, psicólogos, sociólogos y trabajadores sociales
no contempla especialmente programas dedicados al tratamiento –ju-
rídico, terapéutico e investigativo– del aparato penitenciario. El escaso
interés del ámbito académico por el tema es el correlato del abandono
del mundo penitenciario por parte del Estado. Por lo mismo, univer-
sidades y centros de investigación podrían guiar el desarrollo de las
políticas públicas penitenciarias.
La mayor desconexión entre el público observador y la población
penal se hace patente en el hecho de que los presos se encuentran ex-
cluidos del ejercicio de su derecho a voto. Aunque algunos internos
conservan jurídicamente este derecho, se encuentran en la práctica
imposibilitados de ejercerlo. Es el caso de las personas sujetas a pri-
sión preventiva que están habilitadas jurídicamente para votar, pero
la infraestructura penitenciaria carece de mecanismos que faciliten el
acceso de esos internos a centros de sufragio o que viabilicen una fór-
mula alternativa (como votación por correo, a través de apoderados,
con votación electrónica o instalación de urnas al interior en los recin-
156 Otros países de la región han cumplido perfectamente con este deber. Así, en Argentina el
Mecanismo entró en vigencia el 7 de enero de 2013, mediante la Ley 26.827; en Perú, el año
2014, el Parlamento encargó a la Defensoría del Pueblo la implementación del Mecanismo;
en Uruguay el Mecanismo se encuentra a cargo del Instituto Nacional de Derechos Huma-
nos y Defensoría del Pueblo de dicho país.
157 A la fecha organizaciones como 81 Razones, Confapreco o Leasur intentan relevar el tema
penitenciario y reflexionar sobre el entramado carcelario en nuestro país. Actualmente, es-
tas y otras organizaciones forman parte de la mesa temática del Senado “Cárcel y derechos
fundamentales de los privados de libertad”. Asimismo, instituciones como Fundación Paz
Ciudadana han renovado su interés por la situación de las cárceles nacionales y defendido
las garantías de las personas privadas de libertad.
204
tos penales).158 Por su parte, los internos condenados a pena aflictiva
han sido excluidos directamente del ejercicio de su derecho a voto.159
El problema que conlleva la privación total de la ciudadanía establecida
en la Constitución chilena para los condenados (con la consiguiente
imposibilidad de sufragar) es que incumple con lo dispuesto en el ar-
tículo 30 de la Convención Americana sobre Derechos humanos. El
citado artículo instruye que las restricciones impuestas por los Estados-
partes a las personas encarceladas no deben traducirse en una privación
absoluta de los derechos consagrados por el mismo instrumento, den-
tro de los cuales destaca el derecho a voto.160 Debido a esta situación,
los ciudadanos libres no podemos conocer la voluntad política de la
población penal ni los reclusos participar del debate democrático. Esta
exclusión comprueba el estado de excepción constitucional que se vive
en las cárceles. Conceder y garantizar el derecho a voto de los internos
constituye el primer paso para asegurar la vigencia del derecho al inte-
rior de las prisiones.
El aparato penitenciario chileno requiere urgentemente convertirse
en un sistema. La creciente demanda de ciertos sectores políticos por
aumentar la extensión y severidad de las penas, exige ser enfrentada
con racionalidad. Por esta razón, el Estado debiese rediseñar la “sala de
audiencias” penitenciaria. En especial, debe lograr que el estrado vacío
sea ocupado por un juez independiente, que los defensores y fiscales
fortalezcan su posición, redefinir las labores y apoyar al principal cus-
todio de la población penal. Resulta trascendental impulsar al público
a ocupar las butacas de la audiencia, con el justo propósito de fortalecer
la responsabilidad de la sociedad con aquellos a quienes encarcela.
RECOMENDACIONES
158 Esto se aplica salvo en los casos de acusación por delito de pena aflictiva, lo que equivale
a una vulneración del derecho a la presunción de inocencia.
159 La Constitución Política suspende el ejercicio del derecho a sufragio para aquellos acusa-
dos por delitos que merezcan pena aflictiva o conductas terroristas (Artículo 16 números 1
y 2) y despoja de la ciudadanía a los condenados por pena aflictiva (Artículo 17 número 2).
160 Diarioconstitucional.cl: “La restricción de derechos políticos a raíz de causas penales no
tiene justificación”, 12 de marzo de 2015. Tal como sostiene Juan Ignacio Núñez, los casos
en que el legislador ha vedado el derecho a voto sin que medie una sentencia condenatoria
constituyen “una privación desproporcionada de un bien que en esencia obedece a un
castigo sin que medie sentencia condenatoria respecto del afectado.” Además, la medida
es abiertamente contraria a lo establecido en el artículo 8 inciso segundo de la Convención
Americana de Derechos Humanos que consagra el derecho a la presunción de inocencia.
205
establezca con claridad las competencias y procedimientos ante
el juez de ejecución. La nueva Constitución en ciernes debería
incluir un capítulo con las finalidades y principios elementales en
materia penitenciaria.
2. Fortalecer el rol de la Unidad de Defensa Penitenciaria de la De-
fensoría Penal Pública. Esto requiere ampliar la cobertura a nivel
nacional y aumentar la dotación de defensores penitenciarios. In-
cluir asesoría a los condenados por sistema penal antiguo, iniciar
un modelo de actuaciones de oficio y subsanar los déficits de la
defensa licitada. El Estado además debe fiscalizar la asistencia ju-
rídica privada a la población penal y eliminar el registro de abo-
gados en causas de Ley 20.000.
3. Asignar al Ministerio Público un rol clave en el aparato peni-
tenciario. Esto debiera incluir la elaboración de un protocolo de
investigaciones, especialización y creación de una unidad de víc-
timas y testigos de delitos intramuros. Con el fin de generar una
persecución penal eficaz, debiera instalar una red conectada en
tiempo real de registros audiovisuales a través de cámaras de vi-
deo vigilancia en las instalaciones penales.
4. Las autoridades deben redefinir las funciones de Gendarmería
de Chile. Junto con ello, aumentar los estándares de ingreso y
formación, mejorar las condiciones laborales de los gendarmes
y establecer una política de desvinculación de funcionarios con-
denados por torturas, malos tratos o apremios ilegítimos. A lar-
go plazo, el Estado debería evaluar la posibilidad de instalar una
Gendarmería civil sin formación castrense y profesionalizar la
administración penitenciaria. Expertos provenientes del mundo
civil podrían incorporar una visión renovada del problema.161
5. El Estado debe generar la apertura del mundo penitenciario a los
medios de comunicación y a organizaciones de la sociedad civil.
En el mediano plazo, se debiera fortalecer la unidad de transpa-
rencia de Gendarmería y reducir los plazos de tramitación respec-
to del acceso a información penitenciaria.
6. El Estado debe designar a un organismo responsable que gestione
la información relativa al aparato penitenciario. Este organismo
debiera recibir, sistematizar y difundir la información provenien-
te de diversos actores institucionales.
7. El Estado debe designar al Mecanismo Nacional de Prevención
contra la Tortura. El órgano naturalmente llamado a ejercer esta
labor es el Instituto Nacional de Derechos Humanos.
161 Así también lo sugirió el Consejo para la Reforma Penitenciaria, Recomendaciones Para
Una Nueva Política Penitenciaria, Marzo de 2010.
206
8. Se debe democratizar el aparato penitenciario. Para las elecciones
del año 2017, las autoridades debieran materializar el derecho a
voto de quienes no pueden votar, teniendo el derecho a hacerlo.
A largo plazo, se recomienda al Estado de Chile derogar las dis-
posiciones contenidas en los artículos 16 y 17 de la Constitución
que despojan de la ciudadanía a los condenados a pena aflictiva.
9. Las capacitaciones en derechos humanos debieran extenderse a
internos, familiares y usuarios del sistema penal en general. En el
corto plazo, se sugiere que el Ministerio de Justicia revise su polí-
tica de tenencia de teléfonos móviles en las cárceles y logre conci-
liarla con el derecho de los internos a comunicarse con el exterior.
10. El Estado debe desarrollar medidas concretas respecto a los gru-
pos especialmente vulnerables. Urge la concreción de una efectiva
política penitenciaria de género. En materia de extranjeros, la Ley
de Extranjería debe ser reformada y la expulsión tiene que aplicar-
se como última ratio. En relación a los pueblos indígenas, la eje-
cución de las condenas debe desarrollarse en recintos que permi-
tan el libre desarrollo de sus tradiciones culturales. Por su parte,
el sistema de justicia penal juvenil requiere evaluaciones respecto
a la formación del personal e infraestructura para la consecución
de los fines de la privación de libertad. La población LGBTQ
merece un reconocimiento particular en los recintos penales; el
desarrollo de programas de formación para los operadores tiene
que propender al reconocimiento del libre ejercicio de la identi-
dad sexual. La ejecución de los traslados debe ser resuelta en sede
jurisdiccional y deben aumentar los estándares de objetividad en
la persecución, investigación y condena de imputados por delitos
sexuales.
207
ENVEJECIMIENTO
Y DERECHOS
HUMANOS
EN CHILE:
LAS PERSONAS
MAYORES
MALTRATADAS*
“Yo vivo con un ingreso de 85 mil pesos, me arriendan con agua y luz en
50 mil pesos, de ahí saco la plata para pagar la bóveda de mi madre, que
va a ser la bóveda mía también, todos los meses: 25 mil pesos aparte. Y
para subsistir me quedan 10 mil pesos, eso es lo que me queda”.
ANA ISABEL MUÑOZ PIZARRO,
beneficiaria de la pensión básica solidaria.1
* Capítulo elaborado por Elisa Ansoleaga y Ester Valenzuela. Agradecemos el apoyo de los
ayudantes de la Facultad de Derecho: Javiera Aravena, Francisca Pino y Romina Villarroel y
a Magdalena Ahumada, de la Facultad de Psicología, en la elaboración de este texto.
1 Reportaje de "Informe Especial," 8 de junio de 2015. Como se relata en el reportaje, la
señora Ana Muñoz hoy se alimenta de los rastrojos que sobran en la feria, padece cáncer y
depresión, y su situación la llevó a intentar suicidarse.
209
SÍNTESIS
211
INTRODUCCIÓN
213
mayores, situación directamente ligada a la responsabilidad del Estado
de Chile en el aseguramiento del derecho humano a una vida digna. A
esto se suma que contamos con una débil institucionalidad para la pro-
tección de las personas mayores. Este panorama descrito nos permite
afirmar que Chile no se ha preparado para enfrentar el envejecimiento
poblacional. Los adultos mayores viven una situación general de riesgo
social, sin embargo, esta precariedad se acentúa en el caso de las muje-
res, principalmente por la ausencia de previsión social producto de las
demandas del trabajo doméstico en sus hogares (que en muchos casos
les impidió acceder al mundo del trabajo remunerado) o por lagunas
previsionales a causa de trayectorias laborales interrumpidas e infor-
males. En razón de esto, consideramos esencial la incorporación de la
perspectiva de género en la revisión de las necesidades de este segmento
de la población vulnerado, al momento de crear y desarrollar normati-
va y políticas públicas.
Socialmente, la percepción de la vejez es dramática. A los ancianos
se les percibe como incapaces física y mentalmente, despojándolos, sin
justificación, de su autonomía; por lo mismo es esencial contar con un
sistema de protección específico que reconozca las necesidades concre-
tas de los adultos mayores, con una institucionalidad que posea mayo-
res atribuciones que las que hoy día tiene el Servicio Nacional del Adul-
to Mayor (en adelante, SENAMA). Este organismo, en la actualidad,
enfrenta problemas de dotación de personal, centralismo, presupuesto
insuficiente y falta de atribuciones en su función de coordinación de
programas específicos para el adulto mayor que se realicen a través
de la Administración del Estado. Lo descrito dificulta el trabajo des-
de los ejes estratégicos definidos, a saber: (a) proteger y garantizar los
derechos de las personas mayores; (b) fomentar la participación social
de quienes pertenecen a este grupo etario; (c) fortalecer el sistema de
protección social dirigido a los mayores; (d) avanzar hacia un cambio
cultural que reconozca a las personas mayores como sujetos de dere-
chos; (e) fortalecer la gestión territorial y descentralización de la propia
Institución.
Como señala el nombre de este capítulo, el maltrato hacia los adultos
mayores en Chile no sólo se expresa en el maltrato físico o psicológico,
sino que estamos en presencia de un maltrato sistémico y sistemático
donde urge la acción estatal para proteger a esta población vulnerable
y garantizar el ejercicio de sus derechos.
214
una breve caracterización sobre quiénes son, cómo viven, qué dificul-
tades cotidianas enfrentan y cómo la sociedad los percibe y estigma-
tiza. La relevancia de indagar en esta población radica en la situación
de vulnerabilidad que vive, debido a la carencia de recursos, lo que
limita diversos aspectos de su vida tales como el acceso a la salud (y
medicamentos), su condición laboral y participación en la vida social.
Siendo los AM en su conjunto un colectivo vulnerable, las mujeres
adultas mayores son un grupo aun de mayor vulnerabilidad al ser vícti-
mas preferentes de las desigualdades estructurales, tanto sociales como
económicas, presentes en nuestro país. Cabe consignar al respecto, las
diferencias frente a los hombres en los ingresos que perciben prove-
nientes del trabajo, las lagunas previsionales que presentan por labores
temporales o informales o el trabajo doméstico en sus hogares, lo cual
tiene efectos en las pensiones que reciben.
Según la convención internacional, para designar a una persona en
la categoría de adulto mayor debe superar los 60 años de edad. Este
grupo también ha sido denominado como “población pasiva”, puesto
que se trata de aquellas personas “no productivas”, desde el punto de
vista económico.2 Como señala Phillipson (2013) “la vejez, como una
fase distintiva del ciclo de la vida, es un concepto relativamente nuevo”
y el punto de inflexión que separa a las personas jóvenes de las mayores
fue un invento del siglo XIX, con la introducción de la jubilación
para la vejez en Alemania por parte de Von Bismarck. Mientras el
establishment del sistema de jubilación brindaba el derecho a la protec-
ción social y la asistencia, autonomía y dignidad en la vejez, al mismo
tiempo la edad de la jubilación surgía para definir si los individuos
eran productivos (trabajadores) o si necesitaban asistencia (jubilados).
Esta concepción que prevalece de la vejez y de las personas mayores
como sujetos no productivos, se asocia con la forma en que son vistas y
tratadas y eventualmente determina hasta qué punto ciertos derechos
humanos, como el de la autonomía y la participación, son respetados
en el caso de este grupo.3-4
215
La adultez mayor, considerando que puede extenderse por más de
40 años, es una etapa del ciclo vital que podría llegar a ser la más am-
plia. Hoy en Chile hay, al menos, 1.400 personas que superan los 100
años5 y el pronóstico es que esta cantidad irá en aumento dado el nuevo
panorama epidemiológico y demográfico. Chile está viviendo una eta-
pa avanzada de transición hacia el envejecimiento demográfico. Así lo
indican datos del último censo que registran una población de adultos
mayores cercana a los 2.578.823 personas,6 y un aumento de 24 puntos
en el índice de envejecimiento de los últimos años7, antecedente que
respalda las proyecciones donde se estima que para 2025 la población
de mayores superará a la de los niños: habrá, de acuerdo a estos cálcu-
los, 111,1 personas mayores de 60 años por cada 100 personas entre 0
y 14 años.8 Demográficamente, esto se conoce como cruce de curvas
poblacionales. El crecimiento de esta población vinculado al aumento
de su expectativa de vida y a la necesidad de abordar sus complejas ne-
cesidades, muestran la importancia de abordar esta temática.
La relevancia del proceso de envejecimiento poblacional radica en
los múltiples efectos que este tiene en el aspecto individual de las perso-
nas mayores, en cuanto al ejercicio efectivo de derechos, en la sociedad
chilena en general, tanto en los ámbitos de salud, cuidados e inclusión,
como en los relacionados con la economía y fuerza de trabajo. La socie-
dad no está preparada para enfrentar estos efectos, sometiendo muchas
veces al adulto mayor a condiciones desfavorables como la dependencia
económica, el menoscabo social y el maltrato, lo que afecta no solo sus
posibilidades de integración social y calidad de vida, sino que también
le impide el real ejercicio de sus derechos. Esto es particularmente agu-
do en aquellas PM con bajos ingresos socioeconómicos, que se ven per-
judicadas en el acceso y provisión de derechos económicos, sociales y
culturales, así como en sus derechos fundamentales de salud, seguridad
social, vida digna, entre otros.
En ese sentido, los cambios en relación a la participación laboral de
la población AM representan un dato elocuente. Desde el año 2004
hasta 2013 se evidencia un crecimiento sostenido de aproximadamente
9 puntos en la tasa de participación laboral de mayores de 65 años,9 lo
que implica un aumento de los AM presentes en la fuerza de trabajo.
Este incremento se puede relacionar tanto con el aumento de la espe-
prioridades y el valor que se atribuye a las distintas etapas del ciclo de la vida.
5 Entrevista a Rayen Ingles Hueche, Directora nacional del Servicio Nacional del Adulto Ma-
yor, 24 de abril de 2015.
6 Compendio Estadístico INE 2014.
7 MIDESO, Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Adultos Mayores. Sínte-
sis de Resultados), 2013.
8 Servicio Nacional del Adulto Mayor. Inclusión y exclusión social de las personas mayores en
Chile. Opiniones, percepciones, expectativas y evaluaciones, 2013.
9 INE, Compendio estadístico (2005-2014).
216
ranza de vida en el país, estimada en 79,1 años promedio (76,2 para
hombres y 82,2 para mujeres)10 y en el interés personal de mantenerse
activos. Pero también se puede explicar por los insuficientes ingresos
percibidos por esta población: un 82% de la población AM recibe ju-
bilación, pensión asistencial o pensión básica solidaria, las cuales no
superan los 201.671 pesos en promedio, siendo las mujeres quienes re-
ciben una menor cantidad en montos aproximados (170.954 pesos)
en comparación con los hombres (227.421 pesos)11. Por ello, urge en
Chile un abordaje adecuado y una revisión completa del sistema de
pensiones que contribuiría a la integración de las personas mayores,
debido a que, como señala Esteban Calvo, “puedes pensar [en mejorar]
el sistema de pensiones no solo para prevenir pobreza, sino también
para mejorar la salud, para integración social; así existiría un impacto
en la calidad de vida de las personas mayores en tanto podrían costear
gastos en salud, aportar en el hogar, entre otros efectos”.12
Los actuales adultos mayores son un grupo empobrecido y heterogé-
neo. Se trata de las primeras generaciones con jubilaciones del sistema
de AFP, el cual, en sus orígenes, prometió mantener una jubilación
equivalente al 70% del sueldo, mientras que la realidad da cuenta que
esta no supera el 30%.13 Asimismo, los adultos mayores son un gru-
po heterogéneo, con marcadas diferencias culturales e ideológicas, en
función de la década en la cual se encuentren, según su lugar geográ-
fico de procedencia, de género y estrato social, distinciones que sin
duda, requieren ser consideradas en el diseño de las políticas públicas.
Es así como la generación que hoy tiene entre 60 y 70 años alcanzó
a participar más activamente del mundo globalizado, y por ende, su
relación con la tecnología, con el dinero plástico, el endeudamiento y
sus expectativas de vida, son diferentes a otras generaciones de AM. Es
también la primera generación que cuenta con integrantes con VIH,
tiene una mayor alfabetización, y posee distintos niveles de dependen-
cia, respecto de los AM, que se encuentran en décadas posteriores,
entre los 70 y 80 y entre los 80 y 90 años. La aproximación a la vejez,
a las concepciones morales e ideológicas son también distintas entre las
diferentes generaciones.
Además de estas diferencias intergeneracionales de los actuales adul-
tos mayores, debemos tener en cuenta que, en términos generales, se
trata de personas con bajos niveles de escolaridad (mujeres 8 años y
hombres 9 años).14 Este también es un dato crucial tanto para la for-
217
mulación de políticas como para el establecimiento de tratos diferentes
entre los diversos grupos etarios de esta población. Como señala la
directora de SENAMA, “es importante respetar la cosmovisión que
tienen de su propia vida, tenemos que hacernos cargo respetando esto,
por lo tanto, tenemos que ser capaces de vincularnos con ellos desde
las concepciones más básicas de sus necesidades a las preguntas más
esenciales de sus proyectos de vida”.15 Este marco de distinciones debe
ser contemplado para la formulación de políticas públicas puesto que
no es propicio pensar en políticas estandarizadas, ya que se requiere de
una aproximación y una planificación que considere la diversidad de la
actual población de AM.
En cuanto a la precariedad de condiciones en las que viven los AM,
podemos demostrar que las mujeres se encuentran en una situación
aún más vulnerada, ya que no solo perciben un ingreso menor en sus
pensiones, sino que, además, las brechas de participación laboral en
este colectivo son mayores que en otros rangos etarios.16 Finalmente, y
como se señaló, las mujeres adultas mayores son el grupo con más baja
escolarización (sólo un 26% completó la educación media o superior).17
En relación a la situación de salud que viven los adultos mayores
en Chile, se estima que un 86% de la población de 60 o más años se
encuentra afiliada a FONASA,18 de los cuales un 76% se encuentra en
los grupos A y B, que incluyen desde personas indigentes hasta las que
perciben un ingreso imponible mensual menor o igual a 210.001 pesos.
Por otro lado, al analizar indicadores de discapacidad en la población
nacional, observamos que mientras tan sólo el 7% de los niños/adoles-
centes y el 9% de los adultos presenta alguna discapacidad, un 37% de
la población adulto mayor sufre algún grado de discapacidad física o
mental. Del total de la población de adultos mayores con discapacidad,
un 57% son mujeres y un 47% son hombres, presentándose como prin-
cipales discapacidades la dificultad física y/o de movilidad, la ceguera
o dificultad para ver, incluso usando lentes; la sordera o dificultad au-
ditiva, aun con el uso de audífonos; y la dificultad psiquiátrica, mental
o intelectual.19
Cabe destacar que a pesar de las cifras sobre discapacidad en adultos
mayores, y habiendo constatado la percepción generalizada de que no
pueden valerse por sí mismos, los hechos nos muestran que tan solo
una de cada cinco personas adultas mayores presenta dependencia fun-
cional y, en consecuencia, requiere ayuda de otra para realizar tareas
15 Ibíd.
16 Servicio Nacional del Adulto Mayor “Estadísticas sobre las personas adultas mayores, un
enfoque de género”, Informe Final, Santiago, 2008.
17 MIDESO, Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Adultos Mayores. Sínte-
sis de Resultados, 2013).
18 MIDESO, op. cit., p.29.
19 INE, CENSO, 2012.
218
cotidianas.20 Los prejuicios sobre sus capacidades pueden entenderse
a la luz del estigma que implica envejecer en las sociedades actuales y
de la enorme carga discriminatoria que lleva asociado. En Chile, un
14% de los adultos mayores se ha sentido discriminado. Dentro de las
principales razones de discriminación, mencionan el hecho de ser un
adulto mayor y el nivel socioeconómico,21 lo que deja en evidencia la
condición y posición desfavorable de esta población.
Tanto el imaginario social de la vejez, como las condiciones mate-
riales en las que viven los AM en Chile, avalan ciertas conductas que
excluyen al adulto mayor de la vida social, política y cultural del país,
en tanto no se les reconoce como sujetos que pueden gestionarse a sí
mismos. Se pierde así el valor social y lugar propio que debería tener
la vejez.22 No es, en consecuencia, solo la deprivación material la que
afecta a los adultos mayores en Chile, sino también la deprivación de
múltiples formas de participación en la sociedad. Sobre la visión que
prevalece del adulto mayor en la actualidad, existiría una tendencia a
reducir el envejecimiento a una noción de deterioro propia del desa-
rrollo biológico. Ante esta situación, la psicóloga Daniela Thumala,
experta en envejecimiento, plantea: “Hay una tendencia muy marcada
a homologar el proceso de envejecimiento al proceso de cambio bioló-
gico, a reducir el desarrollo humano a sus aspectos biológicos. Enton-
ces, el envejecimiento cae en la categoría de deterioro por definición
[…], pero no es así, el desarrollo humano es mucho más que eso: hay
desafíos adaptativos, hay ganancias y pérdidas durante toda nuestra
trayectoria de vida y en la vejez también hay desarrollo, hay crecimien-
to, también se potencia y no todo se deteriora…”.23
Dicha tendencia permite comprender muchas situaciones de maltra-
to contra los adultos mayores: “Hay una manera de mirar la vejez que
contribuye a que se den muchas situaciones de maltrato; no estamos
hablando [meramente] de maltrato físico sino que un maltrato más
estructural, más instalado socialmente a distintos niveles”, puntualiza
Thumala.24 Este maltrato estructural fomenta una visión precarizada
de la vejez, lo que, a su vez, invisibiliza fenómenos como el maltrato que
viven los AM dentro de las familias e instituciones. De acuerdo a lo que
los propios adultos mayores relatan, se traduce principalmente en mal-
trato relacional y emocional, vinculado a situaciones de violencia psico-
lógica, abandono y agravio económico. Todo lo anterior está vinculado
con la pérdida –del AM– de su lugar dentro de la familia y la merma
20 Servicio Nacional del Adulto Mayor, Inclusión y exclusión social de las personas mayores en
Chile. Opiniones, percepciones, expectativas y evaluaciones, 2013.
21 Servicio Nacional del Adulto Mayor, Estudio Nacional de la Dependencia en las Personas
Mayores, 2009.
22 Servicio Nacional del Adulto Mayor, 2013, op. cit., p. 78.
23 Entrevista a Thumala, psicóloga experta en envejecimiento, 30 de Marzo de 2015.
24 Ibíd.
219
de su poder en los procesos de toma de decisiones vitales.25 Una de las
visiones frente a este maltrato, es entenderlo como el punto más álgido
de una situación de desborde en las familias, debido a que estas ya no
poseen la estructura extensa (donde convivían varias generaciones) para
hacerse cargo de la situación que vive un adulto mayor,26 ni tampoco las
condiciones materiales para atender con calidad sus necesidades.
A pesar de que los AM son una proporción importante de la po-
blación y de que experimentan serias dificultades para enfrentar con
dignidad este momento natural de la vida, siguen permaneciendo re-
lativamente invisibles. Nos atrevemos a plantear que sabemos relativa-
mente poco de los adultos mayores en nuestro país, y a pesar de existir
programas enfocados a esta población, cabe cuestionar el alcance que
estos tienen. Si bien el SENAMA ha realizado, en conjunto con algu-
nos académicos,27 un importante esfuerzo por comprender la situación
del adulto mayor en Chile, mediante la elaboración de la Encuesta Na-
cional de Inclusión y Exclusión Social y de algunas otras publicaciones,
por ejemplo, sobre el maltrato de los AM, la producción académica
que existe sobre la realidad de los AM en el país es valiosa, pero escasa,
insuficiente y se concentra en cuatro focos de atención: a) salud; b)
calidad de vida; c) la situación del trabajo de cuidado; y d) aspectos
políticos y socioculturales. Hoy contamos con evidencia que muestra
que la calidad de vida de los adultos mayores se ve negativamente afec-
tada por los problemas de salud, el sentido de autoeficacia 28, y por la
dificultad para llevar a cabo una vida social activa (por ejemplo, vi-
viendo en lugares donde puedan generar nuevos vínculos con vecinos
de edades similares).29 Otro importante número de publicaciones pone
énfasis en los problemas de salud, en particular, los vinculados a enfer-
medades crónicas, y otro tanto, en la funcionalidad del adulto mayor,
la que puede verse afectada por patologías,30 o bien favorecida por la
percepción de bienestar psicológico que involucraría la sensación de
autoestima y autoeficacia en los AM.31 Asimismo, la evidencia en torno
a la salud de los adultos mayores es clara y contundente en señalar la
25 Gabriel Guajardo y Teresa Abusleme, El maltrato hacia las personas mayores en la Región
Metropolitana, Chile, Santiago, Ediciones Servicio Nacional del Adulto Mayor, 2013.
26 Entrevista a Thumala, 30 de Marzo de 2015.
27 Teresa Abusleme, Marcelo Arnold-Cathalifaud, Francisco González y otros, Inclusión y Ex-
clusión Social de las Personas Mayores en Chile. Opiniones, percepciones, expectativas y
evaluaciones, Santiago, Ediciones Servicio Nacional del Adulto Mayor, 2013.
28 Miguel Bravo, Alfonso Urzúa, Mario Ogalde y otros, “Factores vinculados a la calidad de
vida en la adultez mayor”, en Revista médica de Chile, 139(8), 2011, pp. 1006-1014.
29 Marisa Torres, Margarita Quezada, Reinaldo Rioseco y otros, “Calidad de vida de adultos
mayores pobres de viviendas básicas: Estudio comparativo mediante uso de WHOQOL-
BREF”, en Revista médica de Chile 136(3), 2008, pp. 325-333.
30 Carolina Delgado y Pablo Salinas, “Evaluación de las alteraciones cognitivas en adultos
mayores”, en Revista Hospital Clínico Universidad de Chile, 1(20), 2009, p. 244.
31 Juan Ortiz y Manuel Castro, “Bienestar psicológico de los adultos mayores, su relación con
la autoestima y la autoeficacia. Contribución de enfermería”, en Revista Ciencia y Enferme-
ría, 15(1), 2009, pp. 25-31.
220
influencia que tienen diversas variables socioeconómicas en el estado
de salud, no solo por las inequidades en el acceso a los servicios sino
que también en las cifras de mortalidad32 y en las diferencias de género
existentes en tanto son las mujeres las que presentan una prevalencia
significativamente mayor de discapacidad.33
Un tercer tema, que ha sido levantado con fuerza en la literatura,
se refiere al estado de los cuidadores informales de adultos mayores en
estado de dependencia, ya que se evidencia una sobrecarga que aumen-
ta al existir factores como el desarrollo de otra actividad laboral y/o
tener hijos y se advierten nefastos resultados en la salud y bienestar de
dichas cuidadoras. De esta forma, el interés se focaliza en la generación
de políticas públicas que permitan mejorar las iniciativas y proyectos
de desarrollo social que busquen aumentar las redes de soporte y me-
jorar el plan de apoyo al cuidador que existe en Chile.34 Es importante
señalar que el rol de cuidador informal involucra un tema de género,
ya que tal como plantea la directora del SENAMA Rayen Inglés, “este
rol es tomado principalmente por mujeres con escolaridad básica que
se encargan día y noche de los cuidados del adulto mayor y de las
labores domésticas en general, y quienes, además, no cuentan con la
capacitación adecuada para proveer cuidados al adulto mayor. Estas
características terminan siendo factores de riesgo ante el maltrato”.35
Finalmente, también se ha puesto atención sobre los ámbitos de par-
ticipación social, cultural y político. Los estudios, junto con demostrar
que Chile está transitando por un cambio demográfico y epidemiológi-
co36, lo que provoca no sólo consecuencias económicas derivadas, entre
otros factores, de un mayor gasto en salud37, advierten consecuencias
socioculturales en tanto se evidencia que el país no está preparado para
enfrentar el envejecimiento poblacional.38 A partir de este proceso de
envejecimiento, emergen discusiones y preocupaciones en torno a la
integración de la población adulto mayor en Chile, se constata que los
AM institucionalizados perciben una situación de aislamiento, soledad
221
personal y déficit de cuidado en las instituciones a cargo, así como
también se evidencian situaciones de maltrato que los propios adultos
mayores encubren por el desconocimiento de sus derechos, por la de-
pendencia económica y/o por el temor a represalias.39 Además, como
caso particular, es relevante mencionar la situación de pacientes nona-
genarias en situación de institucionalizadas, ya que este grupo etario es
principalmente femenino, y debido a las condiciones en las que viven,
presentan altos indicadores de fragilidad y redes sociales escasas,40 con
esto se evidencia la situación de abandono que enfrentan los adultos
mayores, tanto por la condición de institucionalización que vive parte
de esta población como por aquellos que experimentan la soledad al ser
apartados de sus redes sociales o vivir en situaciones deplorables como
la indigencia. Cabe destacar que un 1,6% de los adultos mayores se
encuentra en estado de indigencia y esta cifra es levemente superior en
zonas rurales.41 Aun cuando la cifra señalada parezca menor, es posible
constatar que hoy en Chile 13.187 adultos mayores42 viven institucio-
nalizados en establecimientos residenciales de larga estadía, muchos de
ellos en condiciones muy precarias.
En derecho, el concepto de “vulnerabilidad” abre nuevos y más am-
plios ámbitos de protección y garantía, constituyendo una noción más
dinámica que la exclusiva pobreza, en la medida que abarca diferen-
tes aspectos de realidades complejas.43 La vulnerabilidad se posiciona
como lenguaje técnico pertinente a la hora de describir y analizar las
diversas esferas en que las personas mayores enfrentan desventajas y
déficits, producidos por sus condiciones sociales y amenazas del en-
torno. De ahí que se justifique hablar de los adultos mayores como un
colectivo vulnerable, más que como una población mayoritariamente
pobre, puesto que este último concepto no nos permite abarcar con-
dicionantes estructurales y sociales, además de las condiciones mera-
mente económicas.
39 Catalina Sepúlveda, Edith Rivas, Luis Bustos y otros, “Perfil socio-familiar en adultos ma-
yores institucionalizados. Temuco, Padre las Casas y Nueva Imperial”, en Revista Ciencia y
Enfermería 16(3), 2010, pp. 49-61.
40 Pedro Paulo Marín, Homero Gac, Trinidad Hoyl y otros, “Estudio comparativo de mujeres
mayores de noventa años y ancianas menores institucionalizadas”, en Revista médica de
Chile, 132(1), 2004, pp. 33-39.
41 SENAMA, “Estudio de Situación de los AM dependientes con pensión asistencial y sus
cuidadores domiciliarios”, 2007.
42 SENAMA, “Estudio de actualización del catastro de establecimientos de larga estadía
(ELEAM) de las regiones de Tarapacá, Antofagasta, Atacama, Coquimbo, Valparaíso, Liber-
tador general Bernardo O’Higgins, Maule, Biobío, Araucanía, Los Lagos, Aysén del General
Carlos Ibáñez del Campo, Magallanes y Antártica chilena, Los Ríos, Arica y Parinacota y
Región Metropolitana”, 2013.
43 Ángela Arenas, Adulto Mayor. Nuevas perspectivas para el desarrollo humano, Santiago,
Ediciones Universidad Finis Terrae, 2012, pp. 27- 28. La autora agrega que “Vulnerabilidad
social y pobreza no son sinónimos; la pobreza está asociada a flujos de ingresos, niveles
de consumo o satisfacción de ciertas necesidades básicas, mientras que la vulnerabilidad
se asocia con activos (definidos de manera amplia y no solo vulnerabilidad económica) que
poseen las personas, las familias y las comunidades”.
222
Considerando el estado de vulnerabilidad que viven los AM en
Chile surge la inquietud acerca de la situación de la salud mental de
esta población. Al revisar los datos es posible mencionar que tanto la
depresión como los estados ansiosos son los principales problemas de
salud mental en esta etapa de la vida. En Chile los estudios dejan en
evidencia que un 15,1% de la población de 65 años o más se ha sentido
muy o demasiado deprimida y un 20% ha experimentado mucha o
demasiada ansiedad.44 A pesar de que las cifras mencionan la depresión
y los estados ansiosos como las principales complicaciones de los AM,
queremos enfatizar que esos problemas de salud mental no son inhe-
rentes al envejecimiento y que deben ser abordados adecuadamente
en relación a las necesidades materiales y sociales de la población. La
evidencia confirma que la depresión en AM es en el 80% de los casos
tratable, por lo que un tratamiento pertinente y oportuno sería total-
mente efectivo si es que consideran ciertos factores de riesgo tales como
viudez, enfermedad física, bajo nivel educativo, deterioro funcional y
consumo excesivo de alcohol.45 Cabe insistir en que estas patologías se
presentan como una consecuencia de las precarias condiciones de vida
y el menoscabo social, así como la vulneración de los derechos funda-
mentales de los adultos mayores. No existe evidencia concluyente para
señalar que la prevalencia de problemas de salud mental en los AM sea
atribuible a la condición biológica de esta etapa vital, sino que están
fuertemente ligados a un conjunto de determinantes sociales.
A pesar de que la población adulto mayor está creciendo y se mantie-
ne bastante activa en la participación laboral y en la gestión de sí mis-
ma, el imaginario social continúa sosteniendo una visión negativa de la
vejez, centrándose en limitaciones en esta etapa de la vida, tales como
la dependencia y la ineficacia. Esto se traduce, a nivel político y social,
en la invisibilización de las problemáticas sociales, culturales y econó-
micas de esta población, cuestiones que pese a ser de interés público no
se han transformado en acciones concretas por parte del Estado. Los
déficits observados en el plano estatal en lo relativo a la protección de
las personas mayores no se relacionan solo con el fenómeno relativa-
mente nuevo del envejecimiento poblacional en la región –a diferencia
de Europa donde es una tendencia hace décadas–, sino también con
obstáculos políticos e ideológicos respecto del rol, tamaño y funciones
del Estado en esta materia. Las crisis financieras que han azotado al
mundo, y especialmente a Europa en las últimas décadas, han afec-
tado los sistemas de reparto, y por ende, han puesto en entredicho los
sistemas de protección social de la socialdemocracia europea. Esteban
223
Calvo46 contrasta lo que está sucediendo en Europa, en este sentido,
con la realidad actual de Latinoamérica. Si bien durante buena parte
del siglo XX gobiernos militares de corte neoliberal se encargaron, en
los países de la región, de minimizar la acción estatal, privatizar la
protección social, e instalar la idea del progreso en el ámbito individual
y privado –lo cual dio lugar a una desprotección de las personas y a la
conculcación de sus derechos–, el tránsito hacia sociedades democrá-
ticas con una decidida demanda por protección social del Estado, con
estabilidad y buenas proyecciones fiscales, ha dibujado, particularmen-
te en Chile, un escenario político y económico que abre posibilidades
muy concretas para instalar con fuerza el tema de los derechos de las
personas mayores.
224
c) el Examen Médico Preventivo del Adulto Mayor (EMPAM)
como parte de las garantías GES, que tiene como objetivo evaluar
la salud integral y la funcionalidad del adulto mayor, identificar
y controlar los factores de riesgo de pérdida de la misma, y elabo-
rar un plan de atención y seguimiento, para ser ejecutado por el
equipo de salud;
d) el diseño e implementación de talleres de prevención de caídas,
destinados a kinesiólogos, quienes a su vez capacitan a otros pro-
fesionales, técnicos y monitores de la comunidad. Dentro de esta
línea se elaboró el “Manual del Cuidado de Personas Mayores
Dependientes y con Pérdida de Autonomía”, destinado a todo el
equipo de salud que entrega atención al adulto mayor en atención
primaria, con el objeto de mejorar la calidad de atención de las
personas mayores dependientes, así como también prevenir la dis-
capacidad severa en ellos;
e) el desarrollo de Centros de Rehabilitación Comunitarios, cuyo
objetivo es insertar el modelo de rehabilitación integral y posicio-
nar a la rehabilitación biopsicosocial como una línea estratégica
de desarrollo en salud, y así aumentar la capacidad de respuesta
de la red pública en relación con las necesidades de sus usuarios
en este sentido;
f) la priorización realizada para el régimen GES48 que incorporó
durante la última mitad de la década gran parte de las patolo-
gías más relevantes de los adultos mayores: vicio de refracción en
mayores de 65 años; artrosis de cadera con limitación funcional
severa (mayores de 65 años); neumonía adquirida en la comu-
nidad (mayores de 65 años); órtesis o ayudas técnicas (mayores
65 años); hipoacusia bilateral en personas de 65 años y más que
requieren uso de audífono; salud oral integral para los adultos
mayores de 60 años; artrosis de cadera o rodilla, leve o moderada
(mayores de 55 años). El GES incluye 80 patologías, de las cuales
59 cubren enfermedades propias de esta etapa de la vida; 49
g) normas y guías clínicas, en relación con ciertos problemas del
adulto mayor. Entre ellas destacan: trastorno cognitivo y demen-
cia, fragilidad, caídas y depresión.
h) Programa de Alimentación Complementaria para el Adulto Ma-
yor (PACAM), definido como el conjunto de actividades de apo-
yo alimentario-nutricional de carácter preventivo y curativo;
i) Residencias para adultos mayores subsidiadas.
48 Rayén Inglés Hueche, Directora Nacional Servicio Nacional del Adulto Mayor, Presentación
comisión de familia y adulto mayor, Cámara de Diputados, 9 de marzo de 2014, p. 17, www.
camara.cl/pdf.
49 Ibíd., p. 17.
225
En estas medidas concretas, planes y programas se ha mantenido es-
trecha colaboración de parte del MINSAL con actores relevantes, como
el SENAMA, el Servicio Nacional de la Discapacidad (SENADIS),
Chile Deportes, el Servicio Nacional de Turismo (SERNATUR), el
Instituto de Previsión Social, las AFP, el FONASA y las ISAPRE.
Respecto al trabajo intersectorial, la Estrategia propone elaborar y
actualizar recomendaciones periódicas al intersector relacionadas con
la salud en el adulto mayor; realizar estrategias de comunicación social,
a través de campañas de sensibilización y promoción; mantener y am-
pliar la cobertura y la calidad de la estrategia del EMPAM, favorecien-
do el cumplimiento de los planes de intervención propuestos para cada
individuo de acuerdo a su evaluación; Modelo de Atención Geriátrica
Integral, que considera entre otras dimensiones la mirada geriátrica en
atención primaria, e incorpora una “derivación asistida” de los adultos
mayores con problemas de salud con la instalación del gestor de casos
con lo cual se pretende disminuir las hospitalizaciones innecesarias.50
Por su parte, el SENAMA, en coordinación con otros servicios, eje-
cuta los siguientes programas principales:
226
identidad, autonomía y sentido de pertenencia; favorece también
la articulación de redes formales e informales (municipalidades,
grupos organizados, vecinos, amigos, familiares), de manera de
constituirse una red de protección social de las personas mayores
ante el abandono. Sus principales características son el apoyo psi-
cosocial individual y grupal; apoyo psicosocial personalizado y en
el domicilio de las personas, y apoyo psicosocial grupal;53
c) Programas de Turismo Social que permiten acceder a espacios de
recreación y esparcimiento para adultos mayores vulnerables que
no tienen posibilidades de acceso a satisfacer esta necesidad por
sus propios medios;54
d) Programa de Servicios y Vivienda para el adulto mayor, dirigi-
do a PM en situación de vulnerabilidad que requieren resolver
su problema habitacional y de servicios de apoyo y/o cuidado,
permitiéndoles que accedan a una solución integral a través de
la oferta pública, para lo cual se consideran sus condiciones de
funcionalidad y/o niveles de dependencia. En su línea de vivien-
da, este programa distingue 3 tipos de soluciones habitacionales:
(1) Establecimientos de larga estadía (ELEAM) para mayores en
condición de dependencia física y/o psíquica (existen 13 proyec-
tos en distintas etapas de ejecución a lo largo del país); (2) con-
juntos de viviendas tuteladas (condominios) para mayores auto-
valentes (actualmente se desarrollan 51 proyectos en diferentes
etapas, 23 proyectos programados para el 2015, con una cobertu-
ra propuesta de 485 cupos a nivel nacional que durante este año
se proyecta a 1466 beneficiarios a través del país, nivel nacional),
(3) Viviendas stock SERVIU, que corresponden a los inmuebles
construidos por dicho Servicio y que son traspasados gradual-
mente a SENAMA para su entrega en comodato a mayores;55
e) Programa por el buen trato al adulto mayor, que tiene como obje-
tivos específicos: (1) promover la generación de conocimientos en
torno al abuso, la violencia y el maltrato hacia el AM; (2) ejecutar
acciones de prevención y difusión en relación al abuso, violencia
y el maltrato al adulto mayor; (3) brindar asesoría y coordinación
ante casos de maltrato hacia el adulto mayor, y (4) otorgar orien-
tación legal y facilitar el acceso a la justicia en casos de maltrato
hacia el AM. Este Programa atiende a cualquier persona natural
y/o a quien se presente al Servicio a través de cada Coordinación
Regional de SENAMA. Del mismo modo, atiende a todas las
personas derivadas por los distintos canales de atención del Ser-
227
vicio, ante consultas y casos de maltrato a las personas mayores.
Supone un trabajo intersectorial y de coordinación con los dispo-
sitivos locales y territoriales, especialmente con municipalidades,
consultorios, servicios de salud, policías, organismos auxiliares de
justicia, entre otros, tanto para la coordinación de abordaje de
situaciones de maltrato, como para acciones de prevención, visi-
bilización y sensibilización;56
f) Programa Te Acompaño, que consiste en la tutoría de mentores
adultos mayores sobre adolescentes de 10 a 14 años, más el involu-
cramiento de los muchachos en actividades comunitarias y el en-
trenamiento en habilidades sociales y de resolución de problemas;57
g) Programa de Participación y Formación, a través de una escuela
de formación de dirigentes e integrantes de organizaciones de PM
a fin de contribuir al ejercicio de su ciudadanía activa, informán-
doseles sobre sus derechos y los desafíos que plantea la etapa de
la vejez, a través de metodologías participativas, diálogo e inter-
cambio de experiencias. Los principales temas se relacionan con
el envejecimiento activo, los liderazgos participativos, las políticas
públicas y programas que benefician a las personas mayores;58
h) Envejecimiento Activo (programa de beneficios complementarios
de protección social), que busca contribuir al envejecimiento activo
de personas mayores en situación de vulnerabilidad social, propor-
cionando conocimientos y oportunidades para el desarrollo perso-
nal, cognitivo, biológico, físico y de participación. Este Programa
se materializa a través de la participación de personas mayores en
talleres, encuentros, jornadas, actividades de recreación y cultura, y
se lleva a cabo en 7 Casas Encuentro a nivel nacional;59
i) Programa Centro de Día, que tiene como objetivo mantener a las
PM en su entorno familiar y social, fortaleciendo y promoviendo
su autonomía e independencia y realizando acciones de apoyo fa-
miliar preventivo, por medio de prestaciones como servicios socio-
sanitarios durante el día, de apoyo familiar preventivo, actividades
socioculturales y de desarrollo de un envejecimiento activo; 60
j) Programa de cuidados domiciliarios, que tiene como objetivo me-
jorar la calidad de vida de las personas mayores en situación de
vulnerabilidad y dependencia, así como también del cuidador, en
el que un grupo de asistentes domiciliarios capacitados entregan
un conjunto de servicios de apoyo sociosanitarios a los adultos
mayores en su hogar, manteniéndolos en sus casas el mayor tiem-
228
po posible, insertos en su comunidad y ejerciendo sus roles fami-
liares y sociales; 61
k) Fondo Concursable para Establecimientos de Larga Estadía para
Adultos Mayores, destinado a instituciones que administren uno
o más ELEAM, presentando proyectos de iniciativas de apoyo
directo, que incluyan como beneficiarios a personas mayores resi-
dentes que cumplan con ciertos requisitos.62
229
Es preciso reconocer que a partir de los años 90 “se han incrementa-
do gradualmente los recursos de las pensiones asistenciales, se han im-
plementado programas de salud específicos para los adultos mayores,
se ha promovido su participación social y recreación, el fortalecimiento
de la imagen y el respeto por el adulto mayor”,72 entre otras acciones de
política pública. Cabe preguntarse si el desarrollo y profundización de
estas políticas ha sido suficiente para abordar la protección de las per-
sonas mayores desde un enfoque de derechos, particularmente socia-
les, porque en este caso –a diferencia de los clásicamente identificados
como derechos civiles– su satisfacción implica y compromete al Estado
como principal garante de los derechos a la salud y protección de las y
los AM, no solo de los más pobres sino también de los más vulnerables.
Pese a los avances y beneficios que paulatinamente se han imple-
mentado en el sector salud como el Régimen de Garantías Explícitas
o la gratuidad en la atención pública, “se requiere un mayor esfuerzo
estatal para disminuir el impacto del consumo de medicamentos y/o
los denominados cuidados de largo plazo, en los precarios ingresos de
los adultos mayores. Por otra parte, frente a las necesidades sanitarias
de los AM, la respuesta del sector salud será insuficiente si no se adopta
una respuesta integral y coordinada con otros servicios sociales.”73
Al realizar un análisis de la normativa nacional, lo primero que salta
a la vista es que es muy reciente, surgida en la última década. En di-
cha normativa se encuentran las leyes que crean el Comité Nacional
y los Comités Regionales para la Persona Mayor; la Ley 19.828 del
año 2002, que crea el SENAMA; además de legislación dispersa en
los temas de pensiones, violencia intrafamiliar (Ley 20.066), y las ya
mencionadas Normas de Garantías Explícitas en Salud.
Chile no cuenta con una ley de protección integral a las personas
mayores que entregue garantías, directrices y principios generales en
torno al tema. Tampoco tiene una política nacional que explicite las
directrices y enfoques de trabajo existentes, y que consagre normas que
regulen, protejan y aseguren el ejercicio real de derechos. Es cierto que
existen programas implementados a nivel nacional, no obstante dichos
programas no poseen el alcance necesario para dar respuestas integra-
les a las necesidades más urgentes de la población adulta mayor.
Del análisis global de los programas, políticas públicas y de la nor-
mativa que beneficia a los AM, podemos señalar que las iniciativas
vigentes, aun cuando son positivas e inclusivas y bien orientadas en la
perspectiva de derecho, al encontrarse dispersas no logran satisfacer
las necesidades de este grupo poblacional especialmente vulnerable.
72 Ángela Arenas, Adulto Mayor. Nuevas perspectivas para el desarrollo humano, Ediciones
Universidad Finis Terrae, Santiago, 2012, p. 61.
73 Ibíd., p. 62.
230
Esto es posible atribuirlo a la ausencia de un órgano que coordine la
totalidad de las políticas enfocadas al AM y a que el SENAMA, en la
actualidad, carece de atribuciones suficientes para supervisar y fijar di-
rectrices transversales e instersectoriales. Esta situación se ve agravada
por las condiciones socioeconómicas y estructurales de esta población.
Coincidimos con Lathrop en la preocupación de que la continuidad de
los programas y políticas públicas para los AM dependa de la voluntad
de los gobiernos que se suceden en el mando de la nación y no se di-
señe para ellos una política de Estado, que garantice imperativamente
la mantención de los programas, el aumento de su alcance y su pro-
gresividad.74 En este sentido, una muestra de la voluntad estatal para
saldar su deuda de continuidad en la provisión de la salud de los AM,
sería la de reimpulsar el Programa Nacional de Salud de la Persona
Adulta Mayor75 para que se materialicen las directrices que proponen
un enfoque promocional orientado a la atención de salud,76 que coin-
cide con el paradigma central de la geriatría –mirada anticipatoria y
centrada en la funcionalidad–, y es coherente a su vez con el derecho
constitucionalmente reconocido a la protección en salud (artículo 19)77
y con el límite a la soberanía estatal, cual es el de respetar, promover y
garantizar los derechos humanos establecidos por la Constitución y por
los tratados internacionales (artículo 5 inciso 2º CPE). La importancia
de consagrar normativamente obligaciones es que le sean exigibles al
Estado, a la sociedad civil y a todos los actores públicos y privados, de
manera que el ejercicio de derechos sea efectivo y se pueda fomentar el
respeto y cuidado de los AM.
Como se mencionó anteriormente, los AM son sujetos de derecho
que conforman un grupo vulnerable. Por lo mismo, las políticas esta-
tales debiesen tener un correcto diseño y un reconocimiento especial
en torno a este grupo para, al menos, velar por su protección. Pero los
instrumentos normativos que de alguna manera hacen referencia a los
AM, son insuficientes. Por ello, a continuación, una vez revisado el
marco internacional, explicaremos la necesidad de generar protección
especial y garantías explícitas que aseguren y establezcan los derechos
de los AM.
74 Fabiola Lathrop, “Protección jurídica de los adultos mayores en Chile”, en Revista Chilena
de Derecho, 36(1), 2009, pp. 77-113. La autora reflexiona que “La falta de política pública es
una muestra de la poca preocupación que se ha tenido en lo que respecta al tema, siendo
también grave el hecho de que las políticas cambien según el gobierno de turno, no permi-
tiendo mantener una estructura de los Servicios Públicos adecuada para el funcionamiento
correcto de estos, cambiando de perspectivas y programas.”
75 Ministerio de Salud, Borrador del Programa Nacional de Salud de las Personas Adultas
Mayores, Chile, 2014. Disponible en http://web.minsal.cl.
76 Ibíd., p. 8. “(…) orientar la atención de salud de este grupo etario, dentro de un enfoque an-
ticipatorio y preventivo, dirigido a la mantención de la funcionalidad. Dicho de otra manera,
antes de que se instale el daño.”
77 Nº 9 inciso 2º CPE que garantiza el libre e igualitario acceso a las acciones de promoción,
protección y recuperación de la salud.
231
2.2. Derechos humanos y adulto mayor
En derecho internacional de los derechos humanos, los tratados inter-
nacionales sobre derechos humanos (en adelante, TIDH) consagran
derechos de manera amplia mediante normas que, por estar escritas
como estándares o principios, son y deben ser concisas. El contenido
de estos derechos humanos es desarrollado por los órganos autorizados
por los TIDH para interpretar su sentido y alcance, tales como comités
y cortes internacionales, que completan e integran el contenido de los
derechos consagrados a nivel nacional, en virtud del artículo 5º, inciso
2º, de la Constitución.
Habiendo revisado la normativa internacional, hasta antes de la
Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Hu-
manos de las Personas Mayores (en adelante, CIPDHPM) existían es-
casas menciones específicas respecto a los AM, siendo estos contempla-
dos en los convenios y tratados internacionales en términos generales,
es decir como personas, pero sin menciones particulares a la necesidad
de protección de este grupo vulnerable, y normalmente en declaracio-
nes más que en instrumentos vinculantes. Estos serían: el Comenta-
rio General 6 sobre los Derechos de las Personas Mayores, adoptado
por el Comité sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(1995;)78 los Principios en favor de las personas de edad (1991)79 y la
Observación General 14 sobre el Derecho a la Salud (2000).80 A nivel
Interamericano, solo el Protocolo de San Salvador establece en forma
explícita en su Artículo 17, la protección a la vejez.81
78 “[…] el cual examina el rol de las personas mayores y el rol debilitante de la familia tradi-
cional en los países en desarrollo. Para los países en desarrollo con población de edad
avanzada en crecimiento, el documento señala derechos específicos, como el derecho al
empleo, a la seguridad social, a la protección de la familia, a un estándar de vida adecuado,
a salud física y mental y a la educación y la cultura”. Derechos Humanos y Salud, Personas
mayores, OPS 2008.
79 Se centran en su independencia, participación, cuidado, realización personal y dignidad. El
Principio 7 declara que “las personas mayores deben permanecer integradas en la socie-
dad, participar activamente en la formulación e implantación de políticas que afectan di-
rectamente su bienestar y compartir sus conocimientos y habilidades con las generaciones
más jóvenes”. El Principio 14 promueve el envejecimiento saludable y recomienda que “las
personas mayores deben poder gozar de los derechos humanos y libertades fundamenta-
les cuando residen en cualquier asilo o centro de tratamiento o de cuidado, lo cual incluye
el respeto pleno a su dignidad, creencias, necesidades y privacidad, así como el derecho a
tomar decisiones sobre su atención y la calidad de sus vidas”. El Principio 16 declara que
“las personas mayores deben tener acceso a los recursos educativos, culturales, espiri-
tuales y recreativos de la sociedad”. Derechos Humanos y Salud, Personas mayores, OPS
2008.
80 “Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos Económicos, Sociales y Culturales en
relación al art 12 del PIDESC, relaciona y depende del ejercicio de otros derechos humanos
como la vida, la no discriminación, la igualdad, la libertad de trato inhumano o degradante,
el derecho a la asociación, la asamblea y la movilización, a la alimentación, la vivienda, el
empleo y la educación. Hace referencia a las personas mayores como un grupo cuya vulne-
rabilidad requiere programas especiales, de costo relativamente bajo que ofrezcan acceso
a centros de salud, bienes y servicios sin discriminación.” Derechos Humanos y Salud,
Personas mayores, OPS 2008.
81 “[…] asegura que la integridad física, mental y moral de la persona mayor será respetada y
que no será sometida a un trato cruel, inhumano y degradante. Esta protección estipula que
232
En el mes de junio de 2015 el Estado de Chile firmó la CIPD-
HPM. Por consiguiente, en la actualidad contamos por primera vez
con un instrumento jurídico internacional que tutela y resguarda los
derechos a favor de los adultos mayores. A esta Convención especí-
fica relativa al tema, se suman en términos generales, la Declaración
Universal de Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos Sociales y Culturales (PIDESC) y el Protocolo Adicio-
nal a la Convención Americana en materia de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales (Protocolo de San Salvador). Estos convenios y
tratados establecen un marco general para la protección de las perso-
nas, salvo el mencionado Protocolo de San Salvador, que en su artícu-
lo 17 hace una referencia específica a la protección del adulto mayor.
Sin embargo, el Protocolo de San Salvador o Protocolo Adicional a
la Convención Americana en materia de Derechos Económicos, So-
ciales y Culturales, ha sido solo firmado pero no ratificado por Chile,
aun cuando se le ha recomendado ratificarlo, al igual que el Protoco-
lo PIDESC. Lo anterior implica que no está vigente ni es obligatorio
para Chile. Sin embargo, se estima que de todas formas tendría validez
para nuestro país ya que, en materia de DDHH, se ha establecido que
existiendo firma, todos los objetivos emanados de dicho instrumento
normativo tienen fuerza obligatoria para el Estado, no pudiendo Chile
actuar contra el “objeto y fin” del Protocolo San Salvador (en este caso,
contra la protección y el respeto a los Derechos Económicos Sociales y
Culturales consagrados en el protocolo).82
El artículo 17 del Protocolo de San Salvador consagra explícitamen-
te la Protección de los Ancianos, indicando textualmente que:
“Toda persona tiene derecho a protección especialmente durante
su ancianidad. En tal cometido, los Estados partes se comprometen
a adoptar de manera progresiva las medidas necesarias a fin de llevar
estos derechos a la práctica y en particular a:
las necesidades de salud específicas de las personas mayores necesitan atención médica
especial, programas de trabajo y el establecimiento de organizaciones sociales. El artículo
10 garantiza que todo ser humano debe gozar del derecho a la salud. A fin de lograr el
‘derecho a la salud’, los Estados deben comprometerse a reconocer la salud como un bien
público, a prevenir más abusos y a promover la educación sobre los problemas de salud.
El Artículo 3 asegura el derecho a la no discriminación. Además, el artículo 18 reconoce a
las personas con discapacidades físicas y mentales, incluyendo a las personas mayores,
como grupos vulnerables que tienen derecho a atención médica especial y rehabilitación.”
Derechos Humanos y Salud, Personas mayores, OPS 2008.
82 Siendo el Protocolo la última interpretación de los Derechos Económicos Sociales y Cultu-
rales que están enumerados en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, esta interpretación se debe "tomar en cuenta" para la interpretación de ésta última
(que está vigente para Chile a través de la Carta de la OEA).
233
porcionársela por sí mismas.
b) Ejecutar programas laborales específicos, destinados a conceder
a los ancianos la posibilidad de realizar una actividad adecuada a
sus capacidades, respetando su vocación o deseos.
c) Estimular la formación de organizaciones sociales destinadas a
mejorar la calidad de vida de los ancianos.”
83 Amerita un análisis más profundo, teniendo en cuenta las situaciones en las que la vejez
y la discapacidad, tal como son definidas en este instrumento, se superponen. Esta Con-
vención fue elaborada considerando el escenario del envejecimiento demográfico, ya que
es probable que las personas adquieran discapacidades al envejecer. Incluye una serie de
cláusulas que ilustran la necesidad de tener en cuenta la vejez y la situación específica de
las personas mayores, en particular el artículo 13, sobre los ajustes para un acceso igualita-
rio a la justicia; el artículo 16, sobre la asistencia y el apoyo para proteger contra el abuso; el
artículo 25, sobre los servicios de salud para minimizar y prevenir discapacidades mayores,
incluyendo a las personas de edad; y el artículo 28, que pretende asegurar el acceso de
las personas mayores con discapacidad a sistemas de protección social y programas de
reducción de la pobreza.
84 Nena Georgantzi, “Garantías legales e institucionales para los derechos de las personas
mayores: una mirada desde Europa” en Sandra Huenchuan y Rosa Icela Rodríguez, ed.,
Autonomía y dignidad en la vejez: Teoría y práctica en políticas de derechos de las personas
mayores, Santiago, Ediciones Servicio Nacional del Adulto Mayor, 2014, pp. 87-102.
85 Op. cit., p. 95.
234
Además, la Comisión de Desarrollo Social concluyó –en su segundo
examen sobre la aplicación del Plan de Acción Internacional de Madrid
sobre el Envejecimiento– que seguían existiendo desafíos y obstáculos
que limitaban la participación de las personas mayores, su inclusión e
integración social, considerando, además, la discriminación y el abuso
de los que son víctimas (United Nations, 2013).86
Mencionamos también la Convención sobre Discapacidad, la cual si
bien no está dirigida a la población de Adultos Mayores, incluye algu-
nas normas dedicadas a este grupo “A pesar de que la CRPD no dife-
rencia a las personas mayores para una protección especial, muchos de
sus artículos pueden ser utilizados para la protección de los derechos de
este grupo social, como el artículo 9, sobre la accesibilidad; el artículo
19, sobre el derecho a vivir de forma independiente; el artículo 20, so-
bre la movilidad personal, y el artículo 26, sobre la habilitación”.87 Este
era el panorama existente de normativa internacional, cuando surgió,
luego de años de trabajo, la Convención sobre Derechos de las personas
Mayores.
El texto de esta Convención posee un enfoque de derechos hu-
manos y establece derechos fundamentales, los cuales se encuentran
mayormente garantizados en nuestra propia Constitución. Se aprecia
un avance en el reconocimiento de derechos que se relacionan espe-
cíficamente con las necesidades del AM, tales como: el derecho a la
la autonomía e independencia; a la participación e integración comu-
nitaria; a una vida sin ningún tipo de violencia, a no ser sometidos a
tortura ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes; a brindar
consentimiento libre e informado en el ámbito de la salud. También
reconoce los derechos de quien recibe servicios de cuidado a largo pla-
zo, a la recreación, al esparcimiento y al deporte, a la vivienda, y a la
accesibilidad. Cabe señalar que la mayoría de los derechos consagrados
en la Convención poseen una protección a nivel constitucional. Sin
embargo, ninguno de ellos –en el contexto nacional– reconoce especi-
ficaciones o menciones especiales acerca del adulto mayor, quedando
este grupo protegido solo por los derechos que se otorgan a todas las
personas en general.
Revisando la normativa existente podemos señalar que el hecho de
que existan instrumentos internacionales sobre un grupo especialmen-
te desfavorecido como los AM, es parte del camino hacia el reconoci-
miento de la comunidad internacional y de cada uno de los Estados,
de los AM como sujetos de derecho. Si bien es cierto que su reconoci-
miento como tales está en otros instrumentos internacionales, regio-
nales y universales (al recaer sobre la protección de toda persona), un
235
instrumento jurídico internacional que proteja a los adultos mayores
en forma central y específica, es de gran relevancia. Esto no solo por la
significación simbólica que implica contar con un documento interna-
cional –cuyo contenido versa sobre compromisos y garantías hacia un
grupo de la población peculiarmente excluido, empobrecido y lesiona-
do en sus derechos fundamentales–, sino porque además, lo expresado
en el instrumento es un compromiso fuerte que realiza el Estado para
cumplir con esas obligaciones y, en ese sentido, poderle exigir el cum-
plimiento de los compromisos contraídos, no en el sentido puramente
“judicial”, sino que, también, público y social.
Dado que la Convención acaba de ser firmada, resultaría inútil
hacer el ejercicio de evaluar el cumplimiento de Chile con los es-
tándares propuestos. Pero es posible establecer algunas brechas en
relación a lo que Chile hoy hace y lo sugerido en la Convención,
dado que en ella se consagran y adecúan los derechos humanos,
añadiendo especificaciones destinadas a salvaguardarlos y adaptar-
los a las necesidades del adulto mayor. Para hacer la comparación,
nos detendremos en tres derechos fundamentales reconocidos por
el Estado chileno a nivel nacional e internacional y consagrados
también en la Convención, de altísima relevancia dada la situación
de vulnerabilidad y pobreza de los AM: el derecho a la salud, a la
seguridad social y a una vida digna.
88 Ver Elisa Ansoleaga y Ester Valenzuela, “Salud Mental y Derechos Humanos: la salud de
segunda categoría”, Informe 2013, pp. 191 y ss.
89 ONU, Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Comité DESC), “Observa-
ción General 14: El derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud”, 22º periodo de
sesiones, 2000, párr. 12.
236
pueden ser tanto causa como consecuencia de la pobreza.90
La CIPDHPM pretende asegurar una acceso preferencial y uni-
versal del adulto mayor a los servicios de salud (en diversos aspectos,
incluyendo el sexual y nutricional), promoviendo un envejecimiento
saludable, la prevención y la capacitación de las personas encargadas de
proveer estos servicios, orientada especialmente a la atención de adultos
mayores.91 En este ámbito se puede señalar –además del reconocimien-
to expreso del derecho a la salud en la Constitución– que los programas
son abundantes, existen tanto del SENAMA como del MINSAL, y
tienden a asegurar y promover los distintos aspectos que exige la Con-
vención respecto a la salud (incluso el SENAMA ha realizado charlas
de educación sexual para los adultos mayores), enfocándose especial-
mente en la prevención y en el envejecimiento saludable, así como en
la capacitación especial de personas que atienden a adultos mayores en
asuntos relacionados con su salud.
Sin duda han existido esfuerzos del Estado por cambiar el paradig-
ma sobre cómo abordar los temas vinculados a las personas mayores.
La labor del SENAMA presenta un enfoque de derechos, y el MINSAL
también ha hecho avances en esta línea y en temas de cobertura, sin em-
bargo, ese impulso no alcanza a todas las reparticiones públicas que tie-
nen como beneficiarios a los AM, y menos se ha irradiado a la sociedad
en su conjunto, que continúa manteniendo una visión negativa respecto
a la vejez (como un estado invalidante, de dependencia, etc.).
Respecto a la provisión del derecho a la salud hoy se constata una
gran desigualdad entre el sistema privado y público, cuestión que re-
viste gran impacto en la población AM, toda vez que dadas sus bajas
pensiones deben migrar al sistema público y acceder a una salud insu-
ficiente, territorialmente mal distribuida, con escasez de especialistas,
sin garantías de calidad, entre otras dificultades. En este punto, se hace
evidente que el diseño del modelo neoliberal estruja a las personas en
su periodo de vida laboralmente productivo para luego darles la espal-
da cuando dejan de serlo.
Fernando Atria advierte que concebir los derechos sociales como
derechos a un mínimo (dado que su contenido debe ser jurisdiccio-
nalmente adjudicable), neutraliza el potencial transformador de estos
derechos.92 Tratar la salud como un derecho social no implica que cada
uno pueda acceder a todas las prestaciones de salud que desee (signifi-
caría negar el hecho de la escasez), sino que las atenciones de salud no
pueden distribuirse según lo que cada uno pueda dar a cambio, sino de
90 Ibíd.
91 OEA, Convención Interamericana Sobre la Protección de los Derechos Humanos de las
Personas Mayores, op. cit., artículos 2, 6, 11, 19, entre otros.
92 Fernando Atria, Derechos sociales y educación: un nuevo paradigma de lo público, Lom,
Santiago, 2014, p. 65.
237
acuerdo a un criterio cuya aplicación sea consistente con el reconoci-
miento del mismo derecho para la totalidad de los habitantes: que to-
dos tengan el mismo acceso a las prestaciones según sus necesidades,93
para enfrentar el hecho de la escasez con un criterio público. Hay que
considerar que la mayoría de los problemas que padecen los AM en
la salud pública son los mismos que viven otros usuarios en distintos
ciclos de vida, pero que se ven agravados por la alta prevalencia de
enfermedades crónicas, discapacidad, mayor necesidad de atención,
medicamentos no cubiertos por el AUGE, falta de especialización en
geriatría o gerontología, etc.
93 Ibíd.
94 ONU, Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Comité DESC), Observación
General N°19 El derecho a la seguridad social, E/C.12/GC/19, 4 de febrero de 2008, párr. 6.
95 Artículo 5 e) iv) de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial; artículos 11.1 e) y 14.2 c) de la Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer; artículo 26 de la Convención sobre los
Derechos del Niño, entre otros.
96 Artículo 9. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona
a la seguridad social, incluso al seguro social.
238
dad humana, incluyendo el derecho a obtener y mantener prestaciones
sociales, sin discriminación,97 de tal forma que desempeña un papel
importante para reducir y mitigar la pobreza, prevenir la exclusión y
promover la inclusión social, debido a su carácter redistributivo.98 En
cuanto al tema que nos interesa –la seguridad social en el sistema de
previsión social en la vejez– esta observación señala que aunque los
sistemas privados no son la regla general99, resultan aceptables otros
sistemas como los planes privados, las medidas de autoayuda, los pla-
nes comunitarios o de asistencia mutua, siempre que respeten los ele-
mentos esenciales del derecho a la seguridad social, que son aplicables a
todas las circunstancias y realidades nacionales, guiándose por la defi-
nición de la seguridad social “como un bien social y no principalmente
como una mercancía o un mero instrumento de política económica o
financiera”100 y que debe considerar los siguientes factores:
(1) Disponibilidad.
(2) Riesgos e imprevistos sociales: (a) atención en salud, (b) enfer-
medad, (c) vejez,101 (d) desempleo, (e) accidentes laborales, (f) presta-
ciones familiares, (g) maternidad, (h) discapacidad, (i) sobrevivientes
y huérfanos.
(3) Nivel suficiente.102
239
(4) Accesibilidad.
(5) Relación con otros derechos.
240
instrumento que no ha sido ratificado por Chile, pero sí fue firmado
por nuestro país.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) en el
caso Cinco pensionistas contra Perú al pronunciarse sobre el artículo 26
de la CADH señaló que “Los derechos económicos, sociales y cultura-
les tienen una dimensión tanto individual como colectiva. Su desarro-
llo progresivo, sobre el cual ya se ha pronunciado el Comité de Dere-
chos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas,108 se
debe medir, en el criterio de este Tribunal, en función de la creciente
cobertura de los derechos económicos, sociales y culturales en general,
y del derecho a la seguridad social y a la pensión en particular, sobre el
conjunto de la población, teniendo presentes los imperativos de la equi-
dad social, y no en función de las circunstancias de un muy limitado
grupo de pensionistas no necesariamente representativos de la situa-
ción general prevaleciente.”109 En relación a la misma norma y en el caso
Acevedo, Buendía y otros (Cesantes y jubilados de la Contraloría) contra
Perú, la Corte IDH dictaminó “que si bien el artículo 26 se encuentra
en el capítulo III de la Convención, titulado ‘Derechos Económicos,
Sociales y Culturales’, se ubica, también, en la Parte I de dicho instru-
mento, titulado ‘Deberes de los Estados y Derechos Protegidos’ y, por
ende, está sujeto a las obligaciones generales contenidas en los artículos
1.1 y 2 señalados en el capítulo I (titulado ‘Enumeración de Deberes’),
así como lo están los artículos 3 al 25 señalados en el capítulo II (titu-
lado ‘Derechos Civiles y Políticos’).”.110 La Corte afirmó lo siguiente:
241
cias y brindar los medios y elementos necesarios para responder a
las exigencias de efectividad de los derechos involucrados, siempre
en la medida de los recursos económicos y financieros de que dis-
ponga para el cumplimiento del respectivo compromiso interna-
cional adquirido. Así, la implementación progresiva de dichas me-
didas podrá ser objeto de rendición de cuentas y, de ser el caso, el
cumplimiento del respectivo compromiso adquirido por el Estado
podrá ser exigido ante las instancias llamadas a resolver eventuales
violaciones a los derechos humanos.”.
111 Corte IDH, sentencia Acevedo, Buendía y otros (“Cesantes y Jubilados de la Contraloría)
contra Perú, 1 de julio de 2009/ Ibíd., párr. 101.
112 Rodrigo Pica, “El derecho a la seguridad social en el sistema constitucional chileno” en
Gonzalo Aguilar (Coord.), Derechos Económicos, Sociales y Culturales en el orden constitu-
cional chileno, Librotecnia, Santiago, 2012, pp. 262-263.
113 Humberto Nogueira, Derechos fundamentales y garantías constitucionales, Tomo 3, Libro-
tecnia, Santiago, 2009, p. 453.
114 Rodrigo Pica, op. cit., p. 263.
242
por ende, carente de solidaridad, genera la paradoja que el más pobre
–entre ellos las personas mayores– tiene menor cobertura frente a la
vejez y la invalidez; esto es especialmente grave dado que por el ciclo
de vida en el que se encuentran las personas mayores, ya son un grupo
especialmente pobre como se detalló en el acápite “La Situación de las
Personas Mayores en Chile” de este capítulo.115 Junto con lo anterior,
el sistema previsional chileno basado en la capitalización individual y
en la entrega total de la administración de los dineros para la vejez a
organizaciones privadas con fines de lucro (AFP), confronta casi todos
los principios que forman parte del contenido de la seguridad social,
al que el Estado se ha obligado a garantizar y respetar en virtud del
artículo 5º, inciso 2º, de la Constitución.116 Además, las prestaciones
en seguridad social compuestas por diversos sistemas de bonos y pen-
siones básicas solidarias entregadas por el Estado a los más pobres, en
muchos casos, ni siquiera proveen el mínimo para subsistir.
En cuanto al derecho a la seguridad social del que son titulares todos
los AM, podemos concluir que el sistema previsional privado chileno
solo viene a profundizar las desigualdades estructurales impúdicas de
nuestra sociedad. El diseño del modelo previsional discrimina abier-
tamente a un colectivo vulnerable de vasta población, puesto que no
asegura el acceso a la seguridad social en la vejez, porque las pensiones
recibidas por los jubilados chilenos no son previsibles ni confiables al
estar entregadas al mercado que de por sí es dinámico y riesgoso, y
por otro lado, se basa en el aporte del propio AM jubilado en su etapa
de trabajo, sin exigir aportes de su empleador o del Estado, cuando el
primer garante debiera ser el propio Estado.
Creemos que los intentos jurídicos e institucionales de dotar de efec-
tividad el derecho a la seguridad social en la vejez, no deben estar di-
señados bajo los mismos supuestos del sistema previsional actual pues,
como se señaló, es su propio diseño el que empobrece y convierte en
letra muerta un derecho consagrado en la Constitución y en la Corte
IDH.
La CIPDHPM pretende asegurar que los AM reciban ingresos que
aseguren una vida digna. Existe abundante legislación que establece
diversos sistemas de bonos y pensiones, sin embargo, a nivel nacio-
nal tales ingresos no alcanzan para asegurar una vida digna al adulto
mayor. Al respecto, es necesario recordar que un 82% de los adultos
115 Es en clave del derecho a la seguridad social que se deben leer y medir los proyectos de ley
sobre la creación de una AFP estatal o el bullado proyecto que permite a los adultos mayo-
res hipotecar sus bienes raíces para incrementar sus pensiones. En ambos casos se trata
de posibles soluciones que resultan insuficientes dado que el sistema de previsión social
basado en la capitalización individual es lo que contradice los principios del derecho a la
seguridad social y es lo que genera serias dificultades en el goce y ejercicio de derechos a
los AM.
116 Ver artículos 9, 10 y 11 del PIDESC, artículo 25 DUDH.
243
mayores que reciben algún tipo de jubilación o pensión, tienen in-
gresos que no superan los 201.671 pesos. De esta cifra se extrae que
las mujeres son la población más desventajada al recibir, en promedio,
170.954 pesos, en comparación con los hombres que reciben 227.421
pesos. Es decir, la población femenina recibe, aproximadamente, un
24.8% menos de jubilación.117
244
con el derecho de los AM a la integridad física, psíquica y a la vida. El
derecho a la vida incluye el derecho a una vida digna, como ha señala-
do la jurisprudencia de la Corte IDH, puesto que esta noción es uno de
los componentes del derecho a la vida. En el caso Niños de la calle (Vi-
llagrán Morales y otros) contra Guatemala, la Corte IDH señaló que “El
derecho a la vida es un derecho humano fundamental, cuyo goce es un
prerequisito para el disfrute de todos los demás derechos humanos. De
no ser respetado, todos los derechos carecen de sentido. En razón del
carácter fundamental del derecho a la vida, no son admisibles enfoques
restrictivos del mismo. En esencia, el derecho fundamental a la vida
comprende no solo el derecho de todo ser humano de no ser privado de
la vida arbitrariamente, sino también el derecho a que no se le impida
el acceso a las condiciones que le garanticen una existencia digna. Los
Estados tienen entonces la obligación de garantizar la creación de las
condiciones que se requieran para que no se produzcan violaciones de
ese derecho básico y, en particular, el deber de impedir que sus agentes
atenten contra él.”120
Como ha quedado expuesto, existe consenso acerca de lo funda-
mental que resulta comprender los derechos humanos como interre-
lacionados e interdependientes los unos de los otros. Esta visión en el
caso de las PM, tiene una significación especialmente relevante, dado
que las condiciones materiales en las que vive la gran mayoría de los
ancianos chilenos son de pobreza y vulnerabilidad. En términos jurí-
dicos, aquello se traduce en la efectiva privación de goce y ejercicio de
derechos básicos que el Estado se ha obligado a cumplir y garantizar y,
en consecuencia, comprometen su responsabilidad.
La privación de derechos sociales a la cual nos referimos, es un efec-
to que difícilmente podría evitarse con el modelo social, jurídico y
económico que hoy tenemos. La sociedad chilena sigue siendo de mer-
cado, donde los derechos sociales de mayor importancia en el ciclo
de vida de las personas han sido forzosamente privatizados, como son
los derechos a la salud y a la protección social. El rol del Estado es
mínimo en la provisión del derecho a la seguridad social en el área de
la previsión social y subsidiario respecto a la salud, pues solo intervie-
ne en defecto de la iniciativa privada y en casos de extrema pobreza
(pensiones de vejez, bonos asistenciales, etc.). Es así como el diseño
institucional de la salud y del sistema de pensiones –que difícilmente
podemos llamarlo un sistema “de seguridad social”– empobrece a las
personas mayores, las tiene en condiciones precarias de vida y salud y
no les permite acceder al derecho a una existencia digna. No podemos
olvidar que ambos modelos (de salud y sistema de pensiones) pudie-
ron implementarse en nuestro país a raíz de la violencia y radicalidad
120 Ibíd.
245
propias de un régimen dictatorial. Como reflexiona Fernando Atria, el
Estado en el modelo neoliberal chileno neutraliza los derechos sociales
como derechos de ciudadanía y, por tanto, no los satisface.121 De ahí
que compartamos con él la necesidad de un cambio de paradigma en
cuanto a los derechos sociales, que permita superar aquella visión que
considera la senectud propia de un sujeto débil y beneficiario de presta-
ciones asistenciales, para dar paso a una mirada que ve al adulto mayor
como sujeto de derechos exigibles al Estado. Finalmente, el avance en
el reconocimiento de derechos fundamentales hacia el adulto mayor
tiene como imperativo ético que, junto con el desarrollo de una política
pública específica para el AM, se dé visibilidad jurídica y protección
ante las particularidades de este grupo etario, a modo de prevenir el
trato inhumano y degradante provocado por el abandono y las condi-
cionantes sociales a las que hemos hecho mención.
Generar las condiciones para avanzar en la protección de los de-
rechos de las personas mayores implica, además de lo que compete
a la acción estatal, bogar por un cambio en el imaginario social de
la vejez y abandonar el injustificado estatuto de dependencia de los
adultos mayores. Las personas mayores no pierden necesariamente la
capacidad de tomar decisiones de forma autónoma. “Continuamente
se toman diversas decisiones para dirigir los deseos y voluntades en el
diario vivir. Si se hace un recuento de las decisiones tomadas en un día
se comprende el valor de contar con esa posibilidad. Quizás para mu-
chas personas esta reflexión no tiene importancia, ya que sus decisiones
siempre son respetadas, pero para aquellas cuya capacidad de decidir es
cuestionada, o cuyas decisiones son controladas, esto significa una di-
mensión crucial de la vida, que además se transforma en el escenario de
graves violaciones de los derechos humanos”.122 Negarles a las personas
mayores la posibilidad de tomar decisiones es contribuir a la pérdida de
sus derechos, a su posibilidad de ejercerlos y, finalmente, a la reducción
de su autonomía.
El trato que hoy socialmente existe en torno a la vejez, como “perso-
nas incapaces, dependientes, que requieren tutela y en que su voluntad
puede ser fácilmente reemplazada por la de quienes están a cargo de su
cuidado”, no solo es injustificado, discriminador y atentatorio contra
la autonomía en el ejercicio de derechos, sino que conduce al riesgo de
121 T. H. Marshall señala que “(…) los derechos sociales constituyen la sustancia de la ciuda-
danía: su contenido. Los derechos sociales contienen la idea de que ciertos aspectos del
bienestar de cada uno son responsabilidad de todos, y porque descansan en la idea de
realización recíproca, no pueden ser entendidos como indiferentes a la cooperación (…)”
en Fernando Atria, op. cit., p. 51.
122 Rodrigo Jiménez, “Autonomía personal y capacidad jurídica de las personas mayores: la
necesidad de un cambio de paradigma”, en Sandra Huenchuan y Rosa Icela Rodríguez,
eds. Autonomía y dignidad en la vejez: Teoría y práctica en políticas de derechos de las
personas mayores, México, Publicación de las Naciones Unidas, 2014, p. 77.
246
abusos físicos, psicológicos y económicos, a la pérdida de bienes y de
propiedades, de derechos civiles y políticos, a la institucionalización sin
consentimiento, entre otras restricciones.123 La existencia de una auto-
nomía individual que va en regresión forzadamente por una construc-
ción social del sujeto, se contradice con las recomendaciones de la OEA
en la CIDHPM, “... sobre la capacidad legal y la autonomía, incluyen-
do personas con discapacidad y miembros de la sociedad civil”.124 Es
por eso que hemos llamado a este fenómeno autonomía regresiva en
AM, en contraposición a lo que sería la autonomía progresiva (que se
describe en materia de infancia y evolución de sus derechos). En el caso
de los AM existiría una verdadera involución en su autonomía, en el
ejercicio efectivo de sus derechos. Ejemplo de lo precedente es que solo
1 de 5 casos de vulneración de derechos de los AM, son reportados
a las autoridades.125 Esto deja en evidencia que este grupo etario no
está acostumbrado a judicializar sus conflictos y la imposibilidad que
presentan de denunciar a los propios miembros de la familia (hijos o
cónyuges) a cargo de su cuidado.
CONCLUSIONES
123 Nena Georgantzi, “Garantías legales e institucionales para los derechos de las personas
mayores: una mirada desde Europa” en Sandra Huenchuan y Rosa Icela Rodríguez, ed.,
Autonomía y dignidad en la vejez: Teoría y práctica en políticas de derechos de las personas
mayores, Santiago, Ediciones Servicio Nacional del Adulto Mayor, 2014, pp. 87-102.
124 Op. cit., p. 73.
125 Pedro Marín y Sergio Castro, “Abuso o maltrato en el Adulto Mayor”, Pedro Marín, ed., Ma-
nual de Geriatría y Gerontología, Santiago, Fondo para el Desarrollo de la Docencia, 2000,
p. 2.
247
tatal. La deprivación de las condiciones mínimas de vida de los
adultos mayores en Chile, no incluye únicamente los insuficien-
tes ingresos percibidos por este colectivo, sino que en general,
se consideran también, las restricciones en el acceso a la salud,
la insuficiencia del sistema previsional, las condiciones laborales
precarizadas y/o la baja participación en la vida social. Se suma
a este panorama, la percepción de que la vejez está asociada a
la pérdida de capacidad, dentro de lo que hemos llamado una
autonomía regresiva, que conlleva un maltrato sistémico hacia la
población mayor.
3. Perspectiva de género en problemáticas del adulto mayor.
Las mujeres adultas mayores viven en condiciones más desfavo-
rables respecto a sus pares masculinos. Además de la situación
de vulnerabilidad que sufren por ser adultos mayores, son vícti-
mas de las desigualdades estructurales, sociales y económicas de
nuestro país en relación al género. Sus interrumpidas trayecto-
rias laborales se traducen en peores pensiones que las que tienen
los hombres. Asimismo, la división sexual del trabajo las obliga a
mantener a su cargo las tareas domésticas y de cuidado, ya sea de
niños u otros adultos mayores y familiares con discapacidades, lo
que significa un enorme desgaste físico y mental que deben en-
frentar en soledad y careciendo de herramientas suficientes para
llevar a cabo esta labor de cuidado.
4. Institucionalidad débil para la protección de las personas mayores.
La ausencia de una entidad con la suficiente fuerza para sincro-
nizar los distintos programas y planes provenientes de diferentes
reparticiones gubernamentales, impide tener visión estratégica e
intersectorial. Tampoco existe un órgano estatal con la facultad
de evaluar, supervigilar y, en su defecto, aplicar sanciones res-
pecto de la acción de otros organismos públicos en materia de
medidas de protección para los AM.
5. Necesidad de contar con normativa de protección especializada.
Es necesario generar a nivel nacional, una ley de protección del
AM que reconozca las especificidades de esta población, fije las
directrices que impulsen un debido cuidado de sus necesidades
y los sitúe como sujetos de derechos con autonomía. Se precisa
una legislación que sea capaz de entregar respuestas a este gru-
po vulnerable que posee necesidades específicas y que reconoz-
ca, entonces, la especificidad de este grupo. Dicha Ley debiese
contar con derechos y garantías; indicar ámbito de aplicación e
interpretación y establecer mecanismos de protección jurisdic-
cionales, administrativos e institucionalidad.
6. Nuestro actual sistema de seguridad social es una fábrica de po-
breza. Ser AM en Chile equivale a empobrecimiento.
248
Es urgente revisar el actual sistema de pensiones basado en la
capitalización individual y avanzar hacia sistemas que incorporen
el componente de solidaridad, pilar fundamental de la protección
social en el mundo. En la actualidad el sistema de pensiones ba-
sado en Fondos de Administración de Pensiones, actúa como una
fábrica de pobreza en la población de adultos mayores de nuestro
país, donde vejez es sinónimo de empobrecimiento.
RECOMENDACIONES
249
HABLAR DE
DIVERSIDAD
SEXUAL
TAMBIÉN ES
HABLAR DE
EDUCACIÓN
INCLUSIVA*
* Este capítulo ha sido preparado por las académicas Pilar Muñoz Hardoy y Liliana Ramos
Abadie de la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales, con la colaboración
de las ayudantes de investigación Sofía Andrade Huepe y Claudia Navarro Gutiérrez.
1 Entrevista al Fundador de la Organización de Transexuales por la Dignidad de la Diversidad
(OTD), Consultor en DDHH e Identidad de Género, María Georgina/Andrés Rivera, realizada
el 28 de abril de 2015, en que reproduce un dialogo sostenido con una niña transexual.
251
SÍNTESIS
253
INTRODUCCIÓN
255
micos, Sociales y Culturales o la Convención Americana de Derechos
Humanos, nos interesa en este capítulo centrarnos en aquellos instru-
mentos que se refieren en forma explícita a los derechos –en particular
al derecho a la educación– de la comunidad LGTBI.
La materialización de normativas internacionales específicas para fa-
vorecer la protección de derechos de la comunidad LGTBI es un asun-
to relativamente reciente. Solo en 2011 la Organización de Naciones
Unidas (ONU) aprobó la primera resolución de derechos humanos,
diversidad sexual e identidad de género,3 que fue actualizada en 2014
con una segunda resolución.4 En ambas, el organismo expresa su pre-
ocupación por la violencia y discriminación que afecta a las personas
por su orientación sexual e identidad de género en todas las regiones
del mundo. En la misma línea, la Organización de Estados Americanos
(OEA), desde 2008, ha aprobado anualmente declaraciones sobre la
temática. Si bien en las declaraciones de los dos organismos no existe
mención específica al contexto educativo, la última resolución de la
OEA es clara en la condena hacia “todas las formas de discriminación
contra personas por motivos de orientación sexual e identidad o expre-
sión de género”,5 e insta a los Estados miembros a eliminar las barreras
que enfrentan las personas LGTBI en el acceso equitativo a diversos
ámbitos de la vida pública. Cabe señalar que esas resoluciones, de la
ONU y de la OEA, han contado con el apoyo del Estado de Chile.
Ahora bien, en 2006, una comisión de expertos, encomendada por
la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Huma-
nos, Mary Robinson, elaboró los Principios de Yogyakarta relativos a
la aplicación de la legislación internacional de derechos humanos en
el ámbito de la orientación sexual e identidad de género.6 En 2009, en
el Examen Periódico Universal ante la ONU, Chile se comprometió a
utilizar estos principios como guía en la formulación de sus políticas.7
Con relación a la no discriminación de personas LGTBI en el sistema
educativo, los Principios de Yogyakarta incluyen el derecho a la edu-
cación en su principio 16, indicando que “Toda persona tiene derecho
a la educación, sin discriminación alguna basada en su orientación se-
xual e identidad de género, y con el debido respeto hacia estas”.8
256
En este contexto, se insta a los Estados a: (i) adoptar medidas le-
gislativas, administrativas y de otra índole que sean necesarias a fin
de garantizar el acceso a la educación en igualdad de condiciones y
la no discriminación de estudiantes, personal y docentes, por moti-
vos de orientación sexual o identidad de género; (ii) garantizar que
la educación promueva el desarrollo integral de cada estudiante hasta
el máximo de sus posibilidades, y que responda a las necesidades de
estudiantes de todas las orientaciones sexuales y de género; (iii) garan-
tizar que la educación inculque el respeto por los derechos humanos y
las libertades fundamentales, considerando las diversas orientaciones
sexuales e identidades de género; (iv) asegurar que los métodos, currí-
culos y recursos educativos permitan la comprensión y el respeto de la
diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género, incluyen-
do las necesidades particulares de los/as estudiantes, de sus madres,
padres y familiares; (v) garantizar que las políticas y leyes protejan a
estudiantes, docentes y personal, de diferentes orientaciones sexuales e
identidades de género, de la exclusión social y la violencia en el ámbi-
to escolar; (vi) asegurar que no se margine ni segregue a estudiantes,
víctimas de exclusión o violencia, con el fin de protegerlos/as, y que se
reconozcan y respeten sus intereses superiores en forma participativa;
(vii) adoptar medidas legislativas, administrativas y de otra índole que
garanticen que los establecimientos escolares aborden la disciplina de
modo compatible con la dignidad humana, sin discriminaciones ni
castigos motivados por la identidad de género, la orientación sexual,
o la expresión de ambas condiciones, y; (viii) velar por el acceso a la
educación en todas las etapas del ciclo vital de las personas, sin discri-
minación por orientación sexual o identidad de género.9
257
De acuerdo a lo afirmado por Luis Larraín,12 presidente de la Fun-
dación Iguales, la ley Zamudio, además de ser la primera ley que men-
ciona la orientación sexual y la identidad de género como conceptos,
tiene un particular valor simbólico al convertirse en “una señal del
Estado de Chile que dice que ya no es más tolerable ningún tipo de
discriminación”.13 Sin embargo, Larraín considera que la ley es “poco
útil en la práctica”, ya que la discriminación es un problema histórico y
endémico de la sociedad, que no se resuelve con respuestas puntuales,
sino con medidas estructurales como la revisión de los currículos edu-
cativos del Mineduc, y de las mallas de ciertas carreras; con campañas
masivas orientadas a quienes ya no están en el sistema educacional;
y la capacitación a funcionarios del Estado. Todo lo anterior aparece
especificado en el fallo Atala,14 como garantía de no repetición de si-
tuaciones de discriminación.15 Y corresponden a medidas que deben
ser asumidas por el Estado al alero de una institucionalidad que las
haga posibles. Al respecto, Rolando Jiménez,16 director del Movimien-
to de Integración y Liberación Homosexual (MOVILH), plantea que
“Chile está en transición a construir un cuerpo legislativo, normativo y
de políticas públicas que recoja los temas de diversidad, inclusión y no
discriminación”, sin embargo, todavía existirían importantes carencias
en este sentido, ya que el país no cuenta con un organismo del Esta-
do que se haga cargo de monitorear las políticas antidiscriminatorias
existentes y de elaborar nuevas, en base a la evidencia proveniente de
investigaciones sobre el tema.
De acuerdo a lo planteado por la Fundación Iguales, la ley Zamudio
es una norma incompleta “que pone el peso de la carga de prueba sobre la
víctima y que, finalmente, concluye en muy pocas sanciones efectivas”.17
Al respecto, María Georgina/Andrés Rivera, consultor en DDHH e
identidad de género, concuerda con lo planteado por la Fundación Igua-
les y señala que se trata de una de las peores leyes en Latinoamérica
relativas a la materia, ya que, además de poner el peso de la prueba en
la víctima, determina que “la multa que paga el discriminador vaya al
Estado y que no exista una reparación” a la víctima.18 Sobre este aspecto
del cuerpo legal, el informe de 2015 del Comité de Naciones Unidas
que examinó el cuarto reporte periódico de Chile sobre la aplicación
del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
258
recomienda que se realice una revisión exhaustiva de esta ley a fin de
que garantice una protección efectiva contra la discriminación.19 Entre
las recomendaciones específicas, el Comité propone que se incorporen
disposiciones que posibiliten la reparación en casos de discriminación y
que se adopten medidas para prevenir y combatir la persistente discrimi-
nación contra diversos grupos, entre los que se incluyen a las personas
lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (12d-e).
Un tema fundamental para el análisis del presente capítulo es el referi-
do a la Ley de Inclusión –que pone fin al lucro, al copago y a la selección
de estudiantes– promulgada el 29 de mayo de 2015 por la presidenta
Bachelet.20 Esta ley plantea un enfoque inclusivo y abierto a la diversi-
dad. Determina explícitamente que “el sistema propenderá a eliminar
todas las formas de discriminación arbitraria que impidan el aprendizaje
y la participación de las y los estudiantes” y “propiciará que los esta-
blecimientos educativos sean un lugar de encuentro de distintas condi-
ciones socioeconómicas, culturales, étnicas, de género, de nacionalidad
o religión”.21 Sin embargo, después de su aprobación en el Congreso,
el proyecto de ley pasó al Tribunal Constitucional, donde se desestimó
una propuesta impulsada por organizaciones defensoras de la diversidad
sexual y presentada por el diputado Fidel Espinoza, que pretendía añadir
a la ley el siguiente contenido: “un colegio no puede invocar como jus-
tificación la libertad de enseñanza si es que algún alumno reclama que
se le discriminó por situaciones contempladas en la denominada Ley
Zamudio”.22 La Fundación Iguales, a través de su página web, planteó
que “con esta decisión sólo se está perpetuando y replicando un sistema
discriminador”23 e hizo un llamado a Mineduc para buscar fórmulas que
permitan detener la discriminación por diversidad sexual.
19 ONU, Observaciones finales sobre el cuarto informe periódico de Chile, 19 de junio de 2015.
20 Ley 20.845, de inclusión escolar, que regula la admisión de los y las estudiantes, elimina el
financiamiento compartido y prohíbe el lucro en establecimientos educacionales que reci-
ben aportes del Estado.
21 Ley 20.845, art. 1, K.
22 Emol.com: “Reforma Educacional sigue firme: TC rechaza impugnación de la Alianza”, 2 de
abril de 2015.
23 www.iguales.cl.
24 Los referidos sitios web son www.curriculumnacional.cl y www.convivenciaescolar.cl
25 www.mineduc.cl.
259
trabajo: (i) la incorporación de la temática en los planes y programas del
currículum nacional en las asignaturas de Ciencias Naturales y Orienta-
ción; (ii) la disponibilidad de material complementario para trabajar la
temática; y (iii) la oferta de información sobre diversas Asistencias Téc-
nicas Educativas (ATE), para que las comunidades escolares puedan so-
licitar apoyo en esta área, en concordancia con sus proyectos educativos.
Fuente: Mineduc26
26 www.mineduc.cl.
260
Como se puede observar en la tabla 1, los objetivos de aprendizaje no
contemplan conceptos como orientación sexual, intersexualidad, tran-
sexualidad o identidad de género. De esta forma, no hay espacio para
dar a conocer otras sexualidades ni para fomentar el respeto por la di-
versidad que representan quienes pertenecen a la comunidad LGTBI.
Con relación a los programas de Orientación, el Mineduc declara
que en las Bases Curriculares 2012 de 1° a 6° básico “se incluye el
tema de afectividad y sexualidad en los cursos de 1° a 4° básico, donde
antes no se impartía”.27 Sin embargo, al igual que en los programas de
Ciencias Naturales, los objetivos de aprendizaje propuestos no hacen
referencia a contenidos sobre diversidad sexual. De hecho, un objetivo
de aprendizaje que se propone para 4°, 5° y 6° básico incluye la idea de
“evitar y rechazar toda forma de violencia y discriminación, ya sea por
etnia, género, religión, nacionalidad, etc.”28 Se aprecia que la diversi-
dad sexual tiende a omitirse cuando se hace referencia a potenciales
grupos objetos de discriminación.
Por otra parte, en 8° básico, una de las unidades del programa de
Orientación se refiere a las relaciones de pareja. Los objetivos propues-
tos apuntan a que los/as estudiantes:
27 Ver www.mineduc.cl.
28 Objetivo de Aprendizaje 06 de las Bases Curriculares de Orientación.
29 Objetivos de Aprendizaje del 2.01 al 2.05, Unidad 2, programa de Orientación.
261
en los programas de 5° y 6° básico, en los cuales se hace referencia a la
sexualidad y la afectividad en relación a los siguientes contenidos: (i)
el autoconcepto y la autoestima; (ii) la identidad sexual: ser hombre,
ser mujer; (iii) la identidad social; (iv) los cambios propios de la etapa
de la pubertad en el ámbito físico y emocional (v) hombres y mujeres:
diferencias, semejanzas y complementariedad; y (vi) roles y estereoti-
pos sexuales. Se observa nuevamente la omisión de contenidos propios
de la diversidad sexual: no se habla sobre homosexualidad, lesbianis-
mo, transexualidad, bisexualidad ni intersexualidad. Evidentemente,
podemos preguntarnos ¿cómo se siente un niño, niña o adolescente
homosexual o transexual frente a una educación en que su identidad es
omitida?, ¿qué pasa con aquellos que no cumplen con los patrones es-
tablecidos por estos objetivos y contenidos?, ¿qué cabida tienen sus pre-
guntas, inquietudes y temores en un sistema que los niega en esencia?
Con respecto a las sugerencias a los docentes que se efectúan en los
programas de Orientación, no se especifican propuestas pedagógicas
concretas relacionadas con la diversidad sexual, sin embargo, aparecen
temáticas como la situación de las adolescentes embarazadas, el VIH-
SIDA, el pololeo, la comunicación familiar, las relaciones sexuales
precoces, entre otras. Al referirse a la diversidad de los y las estudiantes,
el programa alude a variables como género, cultura, etnia, religión, es-
tilos de aprendizaje y niveles de conocimiento, obviando la orientación
sexual e identidad de género como aspectos que también determinan
la identidad de las personas. Queda en evidencia, entonces, un vacío
importante en un programa que, por su naturaleza y sentido, debiera
profundizar en el ámbito de la diversidad sexual, en la perspectiva de
construir aulas y escuelas inclusivas, capaces de acompañar los pro-
cesos de vida que requiere la comunidad LGTBI. Sobre este aspecto,
Julio Dantas,30 fundador y presidente de la Fundación Todo Mejora,
plantea que la búsqueda de la identidad y reconocimiento de la sexuali-
dad, se vive de mejor manera cuando “un adulto protector puede estar
como facilitador de este proceso”, y por este motivo el docente juega
un rol fundamental.
262
como también entre mujeres y entre hombres”.31 De esta forma, se
evidencia un avance en el reconocimiento de la diversidad sexual,
cuestión que no está presente –como ya se ha señalado– en las bases
curriculares que definen lo que todos/as los/as estudiantes del país
deben aprender.
En el sitio de Convivencia Escolar se encuentran disponibles los si-
guientes documentos de apoyo para abordar la formación en sexuali-
dad, afectividad y género, que se describen brevemente, a continuación:
31 www.convivenciaescolar.cl.
32 Mineduc, Discriminación en el contexto escolar, orientaciones para promover una escuela
inclusiva, Santiago de Chile, Ministerio de Educación, 2013.
33 Ibíd., p. 5.
34 Ibíd., p.19.
263
Además, en el link sobre la temática de sexualidad, afectividad y
género del sitio Currículum Nacional,35 se encuentran disponibles los
siguientes documentos:
35 www.mineduc.cl.
36 Mineduc, Formación en sexualidad, afectividad y género, Santiago de Chile, Ministerio de
Educación, 2013, pp. 3.
37 MOVILH, Educando en la Diversidad, orientación sexual e identidad de género en las aulas,
Santiago de Chile, 2009.
38 MOVILH, Manual Pedagógico para aminorar la discriminación por orientación sexual e iden-
tidad de género en los establecimientos educacionales, Santiago de Chile, 2010.
39 www.todomejora.org.
264
el Estado chileno se comprometió a: (i) elaborar un manual contra el
bullying hacia la diversidad sexual; (ii) capacitar a los docentes en la
temática; (iii) elaborar recursos pedagógicos, programas de inclusión
y no discriminación orientados a la comunidad LGTBI; y (iv) generar
un protocolo escolar de respeto de la identidad de género de los niños,
niñas y adolescentes transexuales.40 En este sentido, Rolando Jiménez41
plantea que se requiere de una política nacional de educación sexual y
que esta necesidad se está negociando entre el movimiento que lidera y
representantes del gobierno.
Con respecto a los reglamentos internos de los establecimientos edu-
cacionales, en noviembre de 2013 se actualizó un instructivo referido
a la convivencia escolar,42 en que se especifica que el reglamento debe
sancionar cualquier acto discriminatorio entre los miembros de la co-
munidad escolar (8.m), incluyendo las variables de orientación sexual
e identidad de género.
En síntesis, se puede ver que, a diferencia de lo que ocurre a nivel de
bases curriculares, en la actualidad los establecimientos escolares cuen-
tan con material de apoyo y orientaciones normativas sobre el tema de
la diversidad sexual, en las que se reconoce que su visibilidad responde
a un enfoque educativo inclusivo.
40 www.iguales.cl.
41 Entrevista realizada el 3 de julio de 2015.
42 Superintendencia de Educación Escolar, Instructivo para los establecimientos educacio-
nales sobre Reglamento Interno, en lo referido a Convivencia Escolar, 29 de noviembre de
2013.
43 www.mineduc.cl.
265
programas ofrecidos por la ATE; (ii) el número de programas destina-
dos a la temática de sexualidad o género, ya que, si bien la información
aparecía al seleccionar una de estas palabras clave, los programas se
referían a múltiples temáticas del ámbito de la educación; (iii) la pre-
sencia directa de contenidos sobre diversidad sexual en los programas
ofrecidos; y (iv) la identificación de contenidos cercanos a la temática.
En la tabla N°2 se presenta la información relativa a las ATE asociadas
a la palabra clave sexualidad, sus servicios y contenidos
266
Lógico 10 0 No
Diferenciación
Macor Consulting entre sexo, género,
7 1 Sí
Ltda. identidad sexual y
sexualidad
Olimpo Asesorías
y Capacitación 7 2 No
Limitada
PARÉNTESIS ATE 2 1 Sí Identidad y género
Soc. Educacional
e investigación 5 0 No
Académica Ltda.
Bullying homofóbico
Talentos Chile SPA 19 2 Sí
y género
Teen Star 1 1 No
Unach 28 1 No
Universidad
Católica Silva 5 0 No
Henríquez
Universidad San
3 1 No
Sebastián
267
Consultora
Educacional 3 0 No
Metanoia spa
Fabiola Serna
1 1 No
Santamaría
Focoescuela 10 0 No
Francisca Corbalán
2 0 No
Herrera
Instituto Chileno
Británico
6 0 No
de Cultura
Concepción
INTRAEDUC 13 1 No
Lógico 10 0 No
Diferenciación
Macor Consulting entre sexo, género,
7 1 Sí
Ltda. identidad sexual y
sexualidad
PARÉNTESIS ATE 2 1 No
Progreso
1 0 No
Capacitación SPA
Talentos Chilenos
19 1 No
SPA
Derechos sexuales y
Universidad Mayor 8 1 No
reproductivos
Veomás Educación 9 0 No
268
60% que simplemente no tiene conocimiento”.44 La experiencia de este
dirigente ratifica la necesidad de promover la formación de los profeso-
res en ejercicio, en este ámbito.
269
2.3.1. Estándares Pedagógicos
Tanto en los niveles de Educación Básica como Media, así como en la
modalidad de Educación Especial o Diferencial, el estándar pedagógi-
co N°8 apunta a la formación de un profesor o profesora con un perfil
inclusivo. Este estándar plantea que el/a egresado/a de pedagogía debe
estar preparado/a “para atender la diversidad y promover la integración
en el aula”.48 En Educación Básica, uno de los indicadores asociados
a este estándar se explicita de la siguiente forma: “Respeta y valora la
diversidad de sus estudiantes con relación al género, etnia, religión,
creencias, nacionalidad, discapacidad, condición socioeconómica y
talentos, evitando la discriminación, previniéndola y promoviendo la
inclusión”.49 Por su parte, en Educación Media el indicador equivalente
está formulado del siguiente modo: “Respeta a cada uno de los estu-
diantes, sus familias y sus comunidades, y actúa previniendo el efecto
discriminatorio que pueden tener sus propias acciones, decisiones y jui-
cios respecto a las características personales derivadas de variables so-
ciales, sexuales, étnicas, de apariencia física o variables en el desarrollo
académico, afectivo y social de los jóvenes y adolescentes que estarán a
su cargo”.50 En ambos niveles, los estándares presentados que debieran
orientar el desarrollo de competencias docentes para acompañar los
procesos personales y únicos que viven los niños, niñas y jóvenes, no
hacen visible la diversidad sexual de la comunidad LGTBI. En Pedago-
gía Básica solo se considera la variable género y, en el caso de Pedagogía
Media, se menciona la variable sexual, sin embargo, no se explicitan
las nociones de orientación sexual ni de identidad de género. El Es-
tándar Pedagógico N° 2, en ambos niveles, se plantea de la siguiente
forma: “Está preparado para promover el desarrollo personal y social
de los estudiantes”.51 En el caso de Pedagogía Básica, el indicador que
se asocia a la temática tratada propone que el/a futuro/a docente debe
estar “preparado para resolver problemáticas emergentes tales como,
educación sexual, prevención en el uso de drogas, bullying y acoso
mediante la web”.52 Se incorpora el tema de la educación sexual, sin
embargo, no se hace mención a la diversidad sexual. En este mismo es-
tándar, para Educación Media, el indicador asociado expresa que el/a
futuro/a docente “Conoce estrategias o solicita ayuda a otros docentes
o especialistas para promover el cuidado personal de sus estudiantes en
materia de salud, sexualidad, consumos de tabaco, alcohol y drogas,
conductas violentas, temerarias, autodestructivas o de exclusión (ma-
48 Ibíd., p. 16.
49 Ibíd., p. 37.
50 Mineduc, Estándares Orientadores para Egresados de Carreras de Pedagogía en Educación
Media, Santiago de Chile, 2012, LOM Ediciones, p. 44.
51 Mineduc, Estándares Orientadores para Egresados de Carreras de Pedagogía en Educación
Básica, Santiago de Chile, 2011, LOM Ediciones, p. 27.
52 Ibíd.
270
tonaje, acoso)”.53 Nuevamente, se omiten contenidos explícitos sobre
orientación sexual e identidad de género.
Con relación a los estándares de Educación Parvularia, en su intro-
ducción se explicita la importancia de la educación preescolar como
“decisiva en el desarrollo futuro de estudiantes”.54 Aun cuando no está
especificado el tema de diversidad sexual, sí hay evidencias de formación
de las y los educadores/as en aspectos que favorecen la construcción de
espacios inclusivos protectores de niños y niñas. En el ámbito pedagógi-
co, por ejemplo, el estándar 5 propone que el o la futuro/a educador/a:
“genera y mantiene ambientes acogedores, seguros e inclusivos”.55 Y el
estándar 2 plantea que el/a futuro/a profesional de la educación parvu-
laria: “está preparado para promover el desarrollo personal y social de
los estudiantes”,56 haciendo hincapié en el aspecto inclusivo de la forma-
ción de los y las futuros/as docentes cuando especifica que “enseña a sus
estudiantes el respeto hacia los demás, sobre la base de la igualdad de
derechos de todas las personas, valorando su diversidad”.57
271
Con relación a los Estándares Disciplinares de Pedagogía Media,
en la asignatura de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, el estándar
13 expresa que el/a egresado/a de pedagogía: “Desarrolla estrategias
didácticas que promuevan los aprendizajes, valores y conductas ciu-
dadanas, conducentes a hacer de sus estudiantes sujetos activos y res-
ponsables ante el desafío de la convivencia democrática y el desarrollo
sustentable”.62 En la descripción de este estándar se indica que los y
las futuras docentes deben “ejercer liderazgo en la promoción de la
democracia, el respeto a la diversidad, la igualdad de género y la reso-
lución pacífica de conflictos”.63 Luego, en los indicadores asociados, no
hay ninguno que se haga cargo de los aprendizajes que permitan a los
y las docentes el desarrollo de espacios sanos y de protección para la
comunidad de la diversidad sexual. Lo mismo sucede con la asignatura
de Biología: el Estándar 5 señala que el futuro maestro/a: “comprende
conceptos de estructura y función de los seres vivos”,64 y se relaciona la
asignatura únicamente con los mecanismos reproductivos, el control
de la natalidad y las bases biológicas de la sexualidad humana, sin in-
corporar en forma explícita contenidos sobre diversidad sexual.
Los estándares disciplinares de Educación Parvularia tampoco in-
corporan en forma manifiesta contenidos de diversidad sexual, ya que
no está expresamente citada la comunidad LGTBI como una preocu-
pación real en la formación de nuevos docentes, aun cuando es sabido
que los casos de transexualidad se manifiestan desde la edad preescolar.
Los estándares disciplinares 2 y 3 se orientan al manejo de estrategias
pedagógicas basadas en la comprensión de las nociones fundamentales
del desarrollo y el aprendizaje y en los temas de identidad y conviven-
cia.
En el caso de los estándares disciplinarios para la formación de
docentes de Educación Diferencial, si bien en su mayoría se expresa
una orientación inclusiva, dada por la naturaleza de la acción de esta
disciplina, en ninguno de ellos, ni en sus descripciones e indicadores
asociados, se evidencia la presencia de contenidos referidos a diversidad
sexual.
En síntesis, la revisión de los estándares de formación inicial docen-
te –en Educación Parvularia, Pedagogía Básica, Media y Educación
Diferencial– nos revela la invisibilidad de la diversidad sexual. Esta si-
tuación es preocupante, ya que la escuela constituye el espacio propicio
para generar una transformación cultural orientada a la inclusión real
de la comunidad LGTBI, desafío en que las y los docentes tienen un
rol fundamental.
272
2.4. Casos de discriminación de estudiantes LGTBI entre 2014 y junio
de 2015
273
proceso de descubrimiento de su transexualidad. Uno de estos casos
se ha transformado en un proceso emblemático de discriminación por
identidad de género. Fue publicado en mayo de 2015 por el diario La
Nación68 y, luego, dado a conocer por numerosos medios de prensa. Se
trata de una niña transexual, Andy, cuyo colegio (Pumahue de Chicu-
reo) no accedió a cambiar su identidad de género, a pesar de la solicitud
efectuada por los padres. De acuerdo a la información publicada por el
diario electrónico El Mostrador, la directora del establecimiento envió
un comunicado a los padres y apoderados dando a conocer la situación
y explicando que “el colegio no puede actuar contra lo que la ley esta-
blece. El establecimiento educacional debe apegarse a los antecedentes
que constan en la partida de nacimiento del menor, pues no existe
ninguna autorización legal para desconocer el nombre y sexo regis-
trados en el certificado de nacimiento del menor, que corresponden
al masculino.”69 El comunicado explica, además, que el motivo para
rechazar la petición de la familia de Andy es “evitar cualquier tipo de
discriminación arbitraria que podría ocurrir contra el niño de parte de
sus compañeros y compañeras, quienes lo conocieron durante todo un
año por su identidad y nombre masculino.”70
Un trabajo importante de acopio de información sobre casos de dis-
criminación, es el desarrollado por el Movimiento por la Integración
y Liberación Homosexual (MOVILH), que en su informe de DDHH
del año 2014, denunció un total de 17 casos de discriminación por
diversidad sexual en el contexto educacional. En relación a los ante-
riores informes, se evidenció un considerable aumento de estos actos
discriminatorios: en 2012, el mismo informe declaró 10 casos y en
2013 fueron solo cinco. Un aspecto preocupante expresado en el infor-
me de MOVILH es que, de la totalidad de los casos, tan solo en 3 de
ellos hubo intervención por parte de Mineduc y en el resto no se dio a
conocer el resultado de las investigaciones.
CONCLUSIONES
68 La Nación: “Padres piden a colegio que su hijo de pre-kinder sea tratado ahora como niña”,
13 de mayo de 2015.
69 El Mostrador.cl: “Colegio de Chicureo y padres de niño de kínder se enfrentan en polémica
decisión”, 14 de mayo de 2015.
70 Ibíd.
274
establecimientos educacionales que reciben aportes del Estado–
considera el principio de libertad de enseñanza por sobre el de-
recho a la educación. Si bien se puede invocar la ley Zamudio en
caso de discriminación, los sostenedores pueden apelar en base
al principio de la libertad de enseñanza. Esta situación se agrava
al constatar que, en la práctica, la ley Zamudio ha carecido de
eficacia para enfrentar casos de discriminación en la escuela y
tampoco ha respondido de manera estructural al problema de la
discriminación de personas LGTBI en la sociedad. En base a lo
anterior, se sostiene que Chile está por debajo de los estándares
internacionales de derechos humanos en el ámbito educativo, en
materia de diversidad sexual.
2. Las medidas dispuestas por el Mineduc destinadas a apoyar la
formación en sexualidad, afectividad y género, son insuficientes
para asegurar la plena inclusión de estudiantes LGTBI en el siste-
ma escolar. Si bien se valoran positivamente los apoyos que brin-
da Mineduc desde el área de Convivencia Escolar, es evidente que
las Bases Curriculares, en las asignaturas de Ciencias Naturales y
Orientación, no integran contenidos que hagan referencia explí-
cita a la orientación sexual e identidad de género.
3. Los estándares orientadores de la formación inicial docente para
las carreras de Pedagogía Básica, Educación Parvularia, Educa-
ción Diferencial y Pedagogía Media, no visibilizan la temática de
la diversidad sexual ni incluyen indicadores relacionados con la
orientación sexual e identidad de género. Esta situación impide
asegurar que, a nivel de formación de profesores/as, se promue-
va la adquisición de conocimientos y actitudes que favorezcan la
inclusión efectiva de los estudiantes LGTBI en el sistema escolar.
4. La Superintendencia de Educación, no incorpora como variable
de discriminación la identidad de género, lo que no facilita las
denuncias por discriminación en el caso de estudiantes transe-
xuales.
RECOMENDACIONES
275
Ley Zamudio o antidiscriminación, en base a las observaciones
finales sobre el cuarto informe periódico de Chile ante el Consejo
Económico y Social de Naciones Unidas.
2. Implementar modificaciones en las bases curriculares de las asig-
naturas de Ciencias Naturales y Orientación, con el fin de visibi-
lizar la temática de diversidad sexual desde un enfoque de dere-
chos.
3. Modificar los estándares de formación inicial docente para las
diversas carreras de pedagogía, tanto en el ámbito pedagógico
como disciplinar, con el fin de asegurar que las nuevas generacio-
nes de docentes cuenten con herramientas para el reconocimiento
y acompañamiento de la comunidad LGTBI en la escuela.
4. Mantener actualizada la información de la Superintendencia de
Educación sobre casos de discriminación e incluir la variable
identidad de género como potencial causa de discriminación.
276
EL ACCESO A
LA SALUD DE
LAS PERSONAS
MIGRANTES
EN CHILE.
AVANCES
Y DESAFÍOS*
“Es mi aspiración que la salud no sea vista finalmente como una bendi-
ción a desear, sino como un derecho humano por el que luchar”
Kofi Annan.1
* Capítulo preparado por Víctor Hugo Lagos y Delfina Lawson. Los autores agradecen la
colaboración de las ayudantes Francisca Vargas y Virginia Miranda y del ayudante Tomás
Correa, estudiantes de la Escuela de Derecho de la UDP que apoyaron en la recopilación
de información, solicitudes de acceso a la información y sistematización de datos.
1 Séptimo Secretario General de Naciones Unidas (1997-2006), Premio Nobel de la Paz
(2001).
279
SÍNTESIS
281
INTRODUCCIÓN
283
cho a salud, ni siquiera hace referencia a él.2 Tampoco reconoce otros
derechos humanos como a la educación, a la vivienda, al acceso a la
justica, entre otros. En este sentido, ya se ha señalado en los Informes
2014 y 2013, la necesidad de adoptar en forma urgente una política
migratoria, incluyendo un nuevo marco normativo que contenga un
enfoque basado en los derechos humanos, que sea respetuoso de las
obligaciones contraídas por el Estado y que proteja a las personas mi-
grantes que se encuentren en el territorio chileno.
Si bien se han logrado importantes avances durante el primer año de
gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, es necesario que el Estado
asuma en forma fehaciente y efectiva la necesidad de reformar su polí-
tica migratoria y de modificar el marco normativo.
El presente capítulo tiene por objeto dar cuenta de los avances y de-
safíos que se presentan en relación con el ejercicio del derecho a la salud
en nuestro país, tomando como base para el análisis los estándares fija-
dos en el sistema internacional de protección de los derechos humanos.
Al finalizar la lectura del capítulo pretendemos dar luces acerca de las
áreas críticas donde es necesario avanzar para garantizar este y otros
derechos sociales a todas las personas migrantes que se encuentran en
Chile. Esta es una deuda que debemos saldar para poder decir que,
efectivamente, Chile es un país respetuoso de los derechos humanos de
todas las personas que se encuentran en su territorio, o utilizar la frase
de la presidenta Bachelet durante su primer mandato: “Chile, país de
acogida”.3
2 Menciona una única vez la palabra “salud” para hacer referencia a un tipo de ingreso, dentro
de la categoría de turistas (Art.44 DL 1094).
3 Instructivo Presidencial Nº 9 / 2008 “Imparte instrucciones sobre “Política Nacional Migra-
toria”, Art. 6º.
4 Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre (Art. XI); Declaración Universal
de Derechos Humanos (artículo 25); PIDESC (artículo 12); Convención sobre los Derechos
del Niño (artículo 24); Convención internacional sobre la protección de los derechos de todos
los trabajadores migrantes y de sus familiares (artículo 28); Convención internacional sobre
la eliminación de todas las formas de discriminación racial (artículo 5); Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (artículos 11 y 12).
5 Asimismo, el artículo 12 establece una serie de medidas que deberán ser adoptadas por
los Estados Partes a fin de asegurar la plena efectividad de este derecho y conseguir: a) la
284
Cuando el artículo habla del “nivel posible”, alude a la obligación
que tiene el Estado de adoptar todas las medidas que permitan cumplir
con el objetivo de que la persona pueda gozar del mejor nivel de salud
dentro de sus características particulares y de la gravedad de la enfer-
medad o del cuadro clínico que presente.
La obligación del Estado no es “curar” a la persona, sino adoptar
todas las medidas necesarias para que ello suceda. En palabras del Co-
mité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (en adelante, Co-
mité DESC), “el derecho a la salud debe entenderse como un derecho
al disfrute de toda una gama de facilidades, bienes, servicios y condi-
ciones necesarios para alcanzar el más alto nivel posible de salud”.6
El derecho a la salud no comprende únicamente el derecho a estar
sano y libre de afecciones y enfermedades, sino que se refiere a un esta-
do de completo bienestar físico, mental y social. Por lo tanto, incluye el
acceso al agua potable y a servicios higiénicos, a una alimentación ade-
cuada, a una vivienda digna, y a un ambiente laboral saludable, entre
otras necesidades. El derecho a la salud es considerado un factor esen-
cial para poder ejercer otros derechos, y de acuerdo a la Organización
Mundial de la Salud, OMS, es también “una condición fundamental
para lograr la paz y la seguridad”.7
En su Observación General Nº14 sobre el derecho al disfrute del
más alto nivel posible de salud,8 el Comité DESC estableció el conte-
nido mínimo que debe garantizarse a todas las personas que se encuen-
tran bajo la jurisdicción del Estado. El alcance efectivo de estos com-
ponentes debe ser prioritario para el Estado. En el caso del derecho a la
salud, el Comité DESC ha señalado que los Estados deben garantizar:
285
b) Accesibilidad: El acceso a los establecimientos, bienes y servicios
de salud sin discriminación alguna. Este componente presenta cuatro
dimensiones:
b1- No discriminación: los establecimientos, bienes y servicios de
salud deben ser accesibles, de hecho y de derecho, a los sectores
más vulnerables y marginados de la población, sin discriminación
alguna por cualquiera de los motivos prohibidos.
b2- Accesibilidad física: los establecimientos, bienes y servicios de
salud deberán estar al alcance geográfico de todos los sectores de
la población, en especial los grupos vulnerables o marginados. La
accesibilidad también implica que los servicios médicos con los
factores determinantes básicos de la salud –como el agua limpia
potable y los servicios sanitarios adecuados– se encuentren a una
distancia geográfica razonable, incluso en las zonas rurales. Ade-
más, comprende accesos adecuados en la infraestructura de salud
para las personas con discapacidades.
b3- Accesibilidad económica: los establecimientos, bienes y servicios
de salud deberán estar al alcance de todos. Los pagos por servicios
de atención y relacionados con los factores determinantes básicos
de la salud deberán basarse en el principio de la equidad, a fin de
asegurar que esos servicios, ya sean públicos o privados, estén al
alcance de todos, incluidos los grupos socialmente desfavoreci-
dos. La equidad exige que los hogares más pobres no tengan una
carga desproporcionada en gastos de salud, en comparación con
los hogares más ricos.
b4- Acceso a la información: Comprende el derecho a solicitar, reci-
bir y difundir informaciones e ideas acerca de las cuestiones rela-
cionadas con la salud. Este acceso no debe menoscabar el derecho
a que los datos personales relativos a la salud de las personas sean
tratados con confidencialidad.
c) Aceptabilidad: En todos los establecimientos, bienes y servicios
de salud deberá existir respeto por la ética médica y también por la
cultura de las personas, de las minorías, los pueblos y las comunidades.
Asimismo existirá sensibilidad por los requisitos de género y el ciclo de
vida, se respetará la confidencialidad y se tenderá por todos los medios
a mejorar el estado de salud de las personas.
d) Calidad: Los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser
apropiados desde el punto de vista científico y médico y ser de buena calidad.
286
indirectamente se base en los motivos prohibidos de discriminación y
que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el recono-
cimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos
reconocidos en el Pacto.10 La discriminación también comprende la
incitación a la discriminación y el acoso.” La discriminación constituye
un obstáculo al momento de ejercer los derechos económicos, sociales
y culturales, en particular para determinados grupos y personas que
enfrentan desigualdades históricas producto de patrones de discrimi-
nación muy arraigados en la sociedad, así como formas contemporá-
neas de discriminación.11
La prohibición de la discriminación es uno de los pilares en que se
basa el sistema de protección de los derechos humanos,12 por tanto, es
reconocida por la mayoría de los tratados que han sido ratificados por
Chile en la materia.
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cultu-
rales garantiza el ejercicio de todos los derechos consagrados en él, a las
personas sin ningún tipo de distinción. Dicho tratado hace referencia
expresa a la prohibición de discriminar en función del país de origen,
entre otros factores a considerar (art. 2.2). Por lo tanto, la nacionalidad
de la persona es uno de los “motivos prohibidos” de discriminación que
se consagran en los instrumentos internacionales. Incluso teniendo en
cuenta lo dispuesto en el artículo 2º 3 del Pacto,13 el Comité DESC ha
señalado que no se puede impedir el acceso a los derechos consagrados
en dicho Pacto por razones de nacionalidad, es decir, son aplicables a
todas las personas, independientemente de su condición jurídica y de
la documentación que posean.14 Se trata de una obligación de cumpli-
miento inmediato y de alcance general.15
En el año 2012, con ocasión de ser revisada la situación de España
en relación con el Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Cultura-
les, el Comité DESC ha señalado que de acuerdo a la interpretación del
derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud (Art. 12 del Pac-
287
to) y en base al principio de universalidad de las prestaciones sanitarias,
no se podría limitar el acceso a los servicios de salud, de las personas
que residen en el Estado parte, cualquiera sea su situación legal.16
Tanto el Comité DESC como el sistema interamericano de protec-
ción de los derechos, han señalado que cualquier diferencia en el trato
o restricción de derechos, debe perseguir un fin legítimo y debe ser
compatible con los demás derechos humanos. El fin que se persigue
debe ser únicamente la promoción del bienestar general de una so-
ciedad democrática. A su vez, debe haber una proporcionalidad clara
entre el fin buscado y sus efectos. Por último, el Comité DESC señala
que la falta de recursos no puede justificar el trato discriminatorio.17
A pesar de esta clara interpretación normativa, en la práctica mu-
chos Estados limitan el acceso a los derechos económicos, sociales y
culturales de las personas migrantes, en especial de aquellos que se
encuentran en situación migratoria irregular. Las personas migrantes
siguen enfrentando situaciones de discriminación graves, que en algu-
nos casos les terminan costando la vida.
16 Comité DESC, Observación final, España, 48º periodo de sesiones, párr. 19.
17 Comité DESC, Observación General, op. cit. Nº 20, párr. 13; Corte IDH, Niñas Yean y Bosico
contra República Dominicana, sentencia de 8 de septiembre de 2005; y Corte IDH, Opinión
Consultiva OC-18/03 sobre la condición jurídica y derechos de los migrantes indocumenta-
dos, 17 de septiembre de 2003.
288
diseñados para promover su bienestar. Deberá prestarse especial aten-
ción a los grupos más vulnerables de niños pequeños y a quienes corren
riesgo de discriminación (art. 2). Ello incluye a las niñas, los niños (…)
de familias migrantes (…)”,18 entre otros.
En lo que respecta al derecho a la salud, el artículo 24 de la Conven-
ción sobre Derechos del Niño señala que todos los Estados “reconocen
el derecho del niño al disfrute del más alto nivel posible de salud y a
servicios para el tratamiento de las enfermedades y la rehabilitación de
la salud”.19 De acuerdo a la Convención, este derecho debe ser aplicado
en forma plena y, en particular, los Estados deberán adoptar medidas
especiales para a) reducir la mortalidad infantil, b) asegurar la presta-
ción de la asistencia médica y la atención sanitaria a todos los niños,
haciendo hincapié en el desarrollo de la atención primaria de salud; c)
combatir las enfermedades y la malnutrición en el marco de la aten-
ción primaria de la salud a través de medidas como la aplicación de la
tecnología disponible y el suministro de alimentos nutritivos adecua-
dos y agua potable salubre, teniendo en cuenta los peligros y riesgos
de contaminación del medio ambiente; d) asegurar atención sanitaria
prenatal y postnatal apropiada a las madres; e) asegurar que todos los
sectores de la sociedad, y en particular los padres y los niños, conozcan
los principios básicos sobre la salud y la nutrición de los infantes, las
ventajas de la lactancia materna, la higiene y el saneamiento ambiental
y las medidas de prevención de accidentes; que tengan acceso a la edu-
cación en esas temáticas y reciban apoyo en la aplicación de esos cono-
cimientos; y f) desarrollar la atención sanitaria preventiva, la orienta-
ción a los padres y la educación y servicios en materia de planificación
de la familia.20 Este derecho debe ser garantizado en igual medida para
todas las personas sujetas a la jurisdicción del Estado, independiente-
mente de su situación jurídica.
18 Comité sobre Derechos del Niño, Observación General No. 7, Realización de los derechos
del niño en la primera infancia, 2006, párr. 24.
19 Convención sobre Derechos del Niño, artículo 24.
20 Ibíd., artículo 24, párr. 2.
289
poder acceder a una atención en salud. A continuación analizaremos
los avances logrados y los desafíos que aún se encuentran pendientes.
290
tema internacional de derechos humanos y en los tribunales superiores
de justicia del país,24 los que se han pronunciado de manera categórica
al señalar que la situación migratoria de los padres no puede nunca
afectar perjudicialmente la de los NNA.
Los NNA que no se encuentren inscritos en algún establecimien-
to educacional pero que sí lo estén en el consultorio correspondiente
a su domicilio, también pueden acceder a un permiso de residencia
temporaria, de un año de vigencia, para luego optar a una permanen-
cia definitiva, previo cumplimiento de los requisitos. Sin embargo, de
acuerdo a la información recopilada para la redacción de este capítulo,
se desprende que este procedimiento que busca entregar un permiso de
residencia a los NNA como un trámite alternativo a la visa de estudian-
te, no ha sido utilizado por la comunidad migrante.
En el año 2008, se creó un Grupo de Trabajo asesor del Ministerio
de Salud,25 con el objetivo de dar respuesta a la necesidad de elaborar
políticas y acciones específicas para las personas migrantes y refugiadas
que se encuentren residiendo en el país. Este Grupo de Trabajo, junto
a la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) presentó
dos informes al Ministerio de Salud, en los años 2008 y 2009,26 que
aportaron antecedentes para el diseño y la elaboración de las políticas
actuales en materia de acceso a salud de personas migrantes. Al mismo
tiempo evidenciaron la situación de marginación en la que se encuen-
tran las personas en situación migratoria irregular.
Estos acuerdos sectoriales representan un avance importante para
el ejercicio del derecho a la salud. Sin embargo, al no estar plasmado
en una ley el derecho se hace difuso y se carece de fuentes normativas
a través de las cuales exigir su cumplimiento. Por este motivo su apli-
cación es muchas veces desigual y en ocasiones arbitraria. El derecho
a la salud, tal como ha sido definido e interpretado por los órganos
internacionales, debe quedar reflejado claramente en una nueva Ley
de Migraciones.
2.2 Migrantes en situación migratoria irregular
Las personas que no cuentan con residencia legal para permanecer en
un país, ya sea porque se les venció el permiso de residencia o porque
ingresaron a ese territorio en forma irregular, se encuentran expuestas
a mayores riesgos, y son propensas a sufrir vulneraciones a sus derechos
humanos. Es común encontrar migrantes en situación irregular que
291
son víctimas de explotación laboral, abusos sexuales, golpes, y viola-
ción de sus derechos económicos, sociales y culturales.
Como vimos en los párrafos precedentes, conforme a los estánda-
res del derecho internacional de los derechos humanos, un Estado no
podría limitar el acceso a salud en función de la nacionalidad (o de
cualquier otro motivo prohibido) a las personas que se encuentran
sujetas a su jurisdicción.
En junio del año 2008 el Ministerio de Salud, mediante el Ordi-
nario A-14 N° 3229, distribuyó el convenio de colaboración para el
acceso a salud de los NNA y las mujeres embarazadas a los centros de
salud, a lo largo y ancho del país. El documento señalaba que quienes
se encontraran en situación migratoria irregular solo podrían acceder
a la atención de urgencia y en los casos que no fueran de urgencia ten-
drían que apelar a la prestación en salud particular, sin considerar en el
convenio la vulnerabilidad económica de la mayoría de los migrantes
en Chile, ni el gran número de personas que se encontraban en esa
época en situación migratoria irregular y necesitaban recibir atención y
tratamientos prolongados para sus enfermedades.27
Cuando un Estado desarrolla políticas que impiden el acceso de las
personas migrantes en situación irregular a los servicios sociales, inclui-
dos los servicios de salud, se suele partir del supuesto que al resto de los
contribuyentes les resultará extremadamente oneroso hacerse cargo del
gasto que implica costear las necesidades sanitarias de la población en
situación migratoria irregular. A su vez, existe la idea errónea de que
excluir a la población que se encuentra en situación migratoria irregu-
lar del acceso a la salud, acabará con la práctica del ingreso clandestino
al territorio nacional, ya que será un factor que desalentará a quienes lo
deseen hacer.28 Como resultado de la presente investigación no fue po-
sible encontrar ningún estudio que demuestre que ambos argumentos
tengan un sustento empírico.
Existen casos, registrados por la Clínica de Migrantes UDP, en que
se les ha negado el acceso a los servicios de salud a los migrantes en
situación irregular por no contar con su cédula de identidad vigente o
un RUT válido. Esto ha ocasionado daños irreparables en la salud de
hombres, mujeres, niños y niñas.
Tal como fuera señalado anteriormente, el Decreto Ley 1.094 que
rige la temática migratoria en el país, no se hace cargo de las obligacio-
nes estatales asumidas por la adhesión a los tratados internacionales en
materia de derechos humanos. No existen en dicha norma referencias
al derecho a la salud ni a otros derechos sociales. El DL 1.094 tampo-
27 Oficio Ordinario A-14 N° 3229 del Ministerio del Interior, 11 de junio de 2008.
28 Organización Internacional para las Migraciones (OIM); Organización Mundial de la Salud
(OMS); Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos,
Migración Internacional, salud y derechos humanos, 2006, p. 44.
292
co promueve la regularización migratoria, sino que por el contrario,
genera sanciones en muchos casos desproporcionadas y fomenta largos
periodos de irregularidad. Una normativa acorde con los estándares
internacionales en materia de derechos humanos, debiese incorporar
un enfoque de derechos, y por tal motivo reconocer expresamente el
derecho a la salud de todas las personas extranjeras que se encuentren
en el territorio nacional. Por otra parte, en determinados casos (como
por ejemplo, cuando la persona que ha cometido una infracción mi-
gratoria tenga familiares en el país o un contrato laboral estable) debe
promover la regularización migratoria en primera instancia, en vez de
la expulsión inmediata.29
293
sanitaria. Además se establecerá una presunción de carencia de recur-
sos para los grupos de personas que se mencionan.
El Programa busca responder a una realidad compleja. De la encuesta
CASEN 2011, se desprende que el 14% de las personas nacidas en el
extranjero que residen en Chile no pertenece a ningún sistema previ-
sional de salud, en cambio los chilenos en esta situación solo alcanzan
un 2%.31 Adicionalmente, en 2014, mientras el total de extranjeros en
situación migratoria regular en Chile alcanzaba las 441.592 personas,32
solo 68.326 migrantes se encontraban inscritos en el Fondo Nacional
de Salud (en adelante, FONASA). Estos datos reflejan que aun cuando
las personas tengan su situación migratoria regularizada, existe un alto
porcentaje de no inscritos en FONASA ni tampoco en los centros de
Atención Primaria,33 lo que demuestra la precariedad de una situación de
la cual el Estado no puede desentenderse, no solo en consideración al au-
mento sostenido de personas migrantes en el país y el debido respeto por
sus derechos fundamentales, sino también para identificar y enfrentar los
factores que influyen en la limitación al acceso de este derecho básico.34
El Programa en su esfera práctica se construye con tres componentes
principales: el primero de ellos dice relación con la difusión de deberes y
derechos en salud de la población migrante y su participación social. En
segundo lugar busca el acceso y calidad de la atención en salud para ese
grupo humano y la capacitación a funcionarios para reforzar habilidades
interculturales en el marco de los derechos de salud de las personas mi-
grantes. En tercer lugar el Programa busca establecer, aplicar y evaluar pro-
tocolos y modelos de atención adecuados a la condición migratoria, orien-
tados a mejorar el acceso, calidad y efectividad de las acciones sanitarias.35
De información recopilada en el Ministerio de Salud se desprende que
el Grupo de Trabajo creado el año 2008 para diseñar los lineamientos
de los programas para personas migrantes, continúa reuniéndose y que
actualmente se encuentra preparando capacitaciones a funcionarios de
los servicios de salud y de atención primaria para la correcta implementa-
ción de este programa.36 Para cumplir con lo anterior serán los distintos
servicios de salud del territorio nacional los que se deban coordinar con
294
los municipios para la entrega de recursos y la materialización concreta
de los objetivos antes descritos. Para la presente investigación se consultó
por Ley de Transparencia a los servicios de salud y a los municipios –de
la Región Metropolitana y de aquellas donde existe mayor número de
personas migrantes residentes– sobre el estado de implementación de
este instrumento. Los resultados fueron los siguientes:
37383940414243
Tabla Nº1
ESTADO DE IMPLEMENTACIÓN PROGRAMA DE
SERVICIO DE SALUD
ACCESO A SALUD DE PERSONAS MIGRANTES
Servicio de Salud Metropolita- Etapa diagnóstico, desarrollo de talleres y cabildos con mi-
no Norte43 grantes para la detección de principales problemáticas.
295
Tabla Nº24445464748
COMUNAS REGIÓN ESTADO DE IMPLEMENTACIÓN PROGRAMA DE
METROPOLITANA ACCESO A SALUD DE PERSONAS MIGRANTES
296
Tal como se señaló en el primer apartado de este capítulo, el derecho
a la salud no es solo el derecho a estar sano, ni se relaciona únicamente
con la cura de las enfermedades: el derecho a la salud abarca una serie
de componentes, contenido mínimo y estándares que deben ser alcan-
zados por el Programa.
Si bien el Programa de Acceso a Salud de las Personas Migrantes en
Chile representa un gran avance, su implementación continúa dejando
grandes desafíos por abordar, los que a continuación se señalan:
297
En ninguno de estos casos se consideraron las directrices del Mi-
nisterio de Salud (Oficio Ordinario A-14 N°3229, de junio de 2008)
que señalan que las personas que se encuentran en situación migratoria
irregular tienen derecho a la atención de urgencia, siendo el parto un
tipo de atención de urgencia y por supuesto, las enfermedades graves
de NNA.52
Con la finalidad de que los centros de salud tengan en cuenta las
necesidades de la población migrante y de fomentar la aceptabilidad
del contenido mínimo del derecho a la salud, es fundamental que el
personal directivo de los centros de salud, así como también el personal
clínico y administrativo sean capaces de comprender los derechos y las
necesidades sanitarias y sociales de este grupo de población, evitando
de esta forma vulneraciones a las obligaciones del Estado.
Ocurrió también en Arica con una mujer de nacionalidad domini-
cana que, en el Hospital Regional de esa ciudad, denunció malos tratos
y discriminación de parte de un funcionario de la sala de urgencias.
La mujer señaló a medios locales, que le bajaron en todo momento el
perfil al fuerte dolor de estómago que estaba sufriendo, y que a pesar de
los gritos de dolor, esperó más de cuatro horas para ser atendida y que
un funcionario del hospital la discriminó, refiriéndose a su condición
como “un show” y agregando que ese tipo de actuaciones “era muy
común en los extranjeros.” La denuncia fue dirigida particularmente
hacia el enfermero que la discriminó para no involucrar a todos los
funcionarios del establecimiento.53
Los casos descritos reflejan las brechas en el cumplimiento de las obli-
gaciones internacionales en materia de derecho a la salud. Por un lado,
resulta evidente que no se entrega información adecuada en los hospita-
les acerca de los derechos de las personas migrantes a recibir atención en
salud, y por otra parte existe negligencia por parte de los funcionarios a
cargo, quienes desconocen o no aplican la normativa vigente.
52 Numeral 4.2 del Oficio Ordinario A-14 N° 3229 del Ministerio de Salud.
53 AricaAlDía.cl: “Mujer dominicana denuncia malos tratos y discriminación en sala de urgen-
cias de hospital local”, 14 de mayo de 2014.
54 Solicitud de acceso a la información realizada al Registro Civil, octubre de 2014,
AK002W0004336.
298
(Art. 10 Nº1),55 establece como excepción para obtenerla ser hijos de
extranjeros transeúntes o de personas que se encuentren al servicio del
gobierno de sus países en territorio nacional.
Hasta el segundo semestre del año 2014, la administración pública
interpretó que la categoría de “extranjero transeúnte” sería equiparable
a la condición migratoria irregular, y por lo tanto, todos aquellos niños
cuyos padres no contaran con una residencia autorizada al momento de
su nacimiento fueron inscritos como hijos de extranjeros transeúntes.
A partir del año 2013, la Clínica de Migrantes y Refugiados ha
presentado varios reclamos de nacionalidad ante la Corte Suprema de
Justicia. Todos ellos fueron resueltos favorablemente por el máximo
tribunal, que ha definido el derecho a la nacionalidad como “derecho
esencial a la persona humana, un atributo de la personalidad, que no
puede ser desconocido sin causa justificada…”. Los fallos hacen refe-
rencia a los tratados internacionales ratificados por Chile que recono-
cen el derecho a una nacionalidad, como la Convención Americana de
Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño.56
En el año 2014, la administración Bachelet decidió modificar nue-
vamente el criterio para el otorgamiento de la nacionalidad, haciendo
propios los fundamentos utilizados por la Corte Suprema en los ca-
sos señalados en el párrafo anterior. Con este nuevo criterio, todas las
personas nacidas en Chile, con la excepción de los hijos de turistas y
tripulantes podrán acceder a la nacionalidad chilena.57
Pero el cambio de criterio administrativo no trajo aparejado un pro-
grama de difusión sobre el derecho a adquirir la nacionalidad chilena
por parte del gobierno. Por lo tanto aún hay miles de niños que no
cuentan con nacionalidad, y consiguientemente se encuentran en ries-
go de apatridia.
Las consecuencias de no contar con una nacionalidad son muy gra-
ves para una persona. Un ejemplo de ello es lo que ocurrió con un niño
en la localidad de Pozo Almonte, Región de Tarapacá, que nació con
un diagnóstico de estrabismo congénito en su ojo izquierdo. Cuando
lo fueron a inscribir al Registro Civil no le fue reconocida la naciona-
lidad chilena, y, por lo tanto, el niño fue inscrito como hijo de extran-
jero transeúnte. Por esta razón, no pudo someterse a un tratamiento
55 Artículo 10. “Son chilenos: 1º. Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los
hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los hijos
de extranjeros transeúntes, todos los que, sin embargo, podrán optar por la nacionalidad
chilena.”
56 Corte Suprema, Loyola Pérez contra Departamento de Extranjería y Migración del Ministerio
del Interior y Seguridad Pública y Policía de Investigaciones, 9 de enero de 2013, conside-
rando 6; Corte Suprema, Díaz Ramírez contra Departamento de Extranjería del Ministerio
del Interior y Seguridad Pública, 4 de febrero de 2013, considerando 2; Corte Suprema,
Schenell contra Departamento de Extranjería del Ministerio del Interior y Seguridad Pública,
23 de enero de 2013.
57 Resolución Exenta N° 3207 del Registro Civil e Identificación, 8 de agosto de 2014.
299
médico, y consecuentemente, 6 años después, esta patología terminó
por privarlo de la vista de su ojo izquierdo. En casos como el descrito
se transgrede, de manera flagrante, el principio de no discriminación
y el derecho a la salud, que se torna particularmente relevante cuando
se trata de los derechos de un niño. Determinadas situaciones que para
un adulto pueden ser resueltas por aplicación irrestricta de la norma
migratoria, en el caso de los NNA hacen necesario poner un particular
cuidado y buscar en todo momento el máximo bienestar de ese sujeto
especial de protección.58
300
Existe otro ejemplo que grafica una buena práctica en materia de
interculturalidad a la hora de tratar con personas migrantes. El Con-
sultorio N° 5 de la comuna de Estación Central se encuentra imple-
mentando un sistema novedoso y auto sustentado por parte del perso-
nal administrativo y profesional de dicho establecimiento. Se trata de
un lugar donde se atiende a personas que en muchas oportunidades no
manejan el idioma, principalmente de nacionalidades china y haitiana.
Al existir complicaciones para la comunicación fluida se ha desarrolla-
do un sistema online a través del cual los funcionarios que se encuen-
tran atendiendo a la persona pueden acceder por medio de una página
de internet a un “facilitador” que traduce y oficia de intermediario
entre el profesional y el paciente, resguardando la confidencialidad res-
pectiva.61
Otro mecanismo utilizado en el mismo Consultorio dice relación
con la creación de un RUT ficticio, lo que permite inscribir a las perso-
nas en el sistema y posteriormente, hacerles un seguimiento a los casos
que se encuentran registrados en el establecimiento de salud con su
ficha médica al día.62
A medida que las sociedades receptoras experimentan un aumento
de migrantes en sus comunidades, se van haciendo cada vez más mul-
ticulturales en algunos sectores, lo que claramente afecta a los servicios
de salud y las capacidades que tienen los centros para atender a todas
las personas. Ante esta realidad existe el deber correlativo del Estado de
hacer frente a esta situación, creando las condiciones para que los mi-
grantes puedan acceder a estos servicios sin exclusiones de ningún tipo.
Al mismo tiempo, el Estado debe fomentar para todas las personas que
conviven en un país, una salud de calidad, teniendo en todo momento
consideración con las particularidades culturales y las necesidades de
los migrantes.
301
país de nacionalidad o residencia implica al menos una reorganización
a nivel familiar, económico, social y cultural. En muchas ocasiones, las
personas migrantes a su vez se ven expuestas a distintas vulneraciones
–como violencia sexual y/o basada en género, discriminación, pobreza,
conflictos en la integración, falta de acceso a redes de protección, entre
otras– que afectan su estado de salud general y, particularmente, su
estado de salud mental.
En la actualidad, prácticamente no existen programas de atención
en salud mental para personas migrantes capaces de abordar la espe-
cificidad de este grupo poblacional. La actual Estrategia Nacional de
Salud (2011-2020) no menciona entre sus metas o estrategias progra-
mas en salud mental dirigidos particularmente a algún grupo vulne-
rable.65 En este contexto, la gran mayoría de la población migrante se
encuentra fuera de los programas de asistencia en salud mental, por
lo que se hace necesaria, en consideración a la incidencia que tiene
la migración en el equilibrio psicológico de quien la vive, incluir este
tipo de atenciones en las prestaciones de salud independientemente de
la situación migratoria de la persona. El respeto por las obligaciones
internacionales implica tener, también, especial cuidado con las dife-
rencias culturales y lingüísticas que existen entre el país de origen y la
comunidad de acogida.66
302
contenido que debiese tener un Proyecto de Ley sobre Migraciones.
Pese a haber sido anunciada la presentación de un nuevo proyecto
de ley al Congreso (o indicaciones sustitutivas al que ya existe y que
fuera presentado por la administración del ex Presidente Sebastián
Piñera) para el primer semestre del año 2015, a la fecha eso no ha
ocurrido.
La reforma al marco normativo, y el diseño de una política pública
que permita abordar todas las aristas de la migración en Chile desde un
enfoque de los derechos humanos, es fundamental para poder abordar
los desafíos planteados en este capítulo.
CONCLUSIONES
303
RECOMENDACIONES
304
Personas Migrantes para garantizar el derecho a la salud de ese
grupo poblacional.
7. Se recomienda implementar programas de salud mental con
componentes específicos para brindar atención a personas mi-
grantes y abordar las especificidades de sus patologías.
8. Se sugiere implementar capacitaciones en habilidades intercul-
turales para los funcionarios de los establecimientos de salud
con el fin de poder brindar un servicio de calidad y respetuoso
de las diferencias culturales de las personas que acceden a él.
9. Con respecto a la necesidad de un flujo de información cons-
tante, se recomienda al Estado de Chile generar canales de
comunicación eficientes con las comunidades de migrantes y
con los establecimientos de salud, de modo de poder transmitir
derechos y obligaciones, evitando de esta forma situaciones de
discriminación generadas por el desconocimiento de las direc-
trices administrativas y otros factores que inciden en actos dis-
criminatorios hacia las personas migrantes.
305
CHILE ANTE
EL COMITÉ DE
DERECHOS HUMANOS.
LOS PROCEDIMIENTOS
DE REVISIÓN PERIÓDICA
POR LOS ÓRGANOS
DE TRATADOS:
UNA OPORTUNIDAD
PARA LA DISCUSIÓN
Y DEFINICIÓN DE LA
AGENDA NACIONAL EN
DERECHOS HUMANOS*
* Elaborado por Helena Olea, con la valiosa colaboración de Antonia Vila Jiménez y Valeria
Moretic López.
307
SÍNTESIS
Chile fue objeto de revisión periódica por parte del Comité de Dere-
chos Humanos en agosto de 2014. El capítulo explica el proceso de
revisión periódica por parte de los órganos de tratados del sistema uni-
versal de protección de derechos humanos y analiza la última revisión a
Chile, desde la perspectiva de los temas discutidos, los actores estatales
y no estatales que participaron, y el resultado final de dicho proceso,
que son las recomendaciones. Se indaga, además, en el avance respecto
al cumplimiento de algunas de esas recomendaciones y se presentan
conclusiones y sugerencias para la elaboración del informe estatal y el
trabajo coordinado con posterioridad a la adopción de las recomenda-
ciones.
309
INTRODUCCIÓN
311
Este capítulo tiene por objeto analizar el proceso de revisión del
sexto informe periódico presentado por Chile al Comité de Derechos
Humanos y las recomendaciones formuladas. El propósito es destacar
dentro de los hechos importantes del periodo del informe anual, la
revisión periódica del Comité de Derechos Humanos y volver a poner
en la agenda de discusión nacional las recomendaciones formuladas.
El capítulo del informe tiene la siguiente estructura. Primero se expli-
ca de manera sucinta el contenido del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, y las funciones del Comité de Derechos Humanos,
incluyendo una rápida consideración a las revisiones anteriores a Chile.
Luego se analiza en detalle el sexto informe periódico presentado por el
Estado de Chile. En seguida, se considera la “lista de cuestiones” identi-
ficadas por el Comité a partir del informe del Estado. Luego se analizan
los puntos más relevantes de la discusión de los miembros del Comité
con la delegación oficial, en el marco de la revisión periódica en Ginebra.
A continuación, se consideran las recomendaciones emitidas por el Co-
mité. Considerando dichas recomendaciones, se solicitó, para los fines de
este artículo, información a diversos órganos del Estado con el fin de de-
terminar las acciones estatales adelantadas. A partir de todo lo anterior,
se presentan conclusiones y recomendaciones en torno al procedimiento
para la elaboración del informe estatal y sobre el trabajo coordinado con
posterioridad a la adopción de las recomendaciones.
312
nación. Los criterios de discriminación prohibidos son los siguientes:
“raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier
otra condición social.”1 Se señala también, que los Estados Partes se
comprometen a adoptar las disposiciones legislativas o de otro carácter,
necesarias para hacer efectivos los derechos reconocidos en el Pacto.2
Agrega que los Estados se comprometen a garantizar que quienes ha-
yan sufrido una violación a sus derechos, podrán interponer un recurso
efectivo, que será decidido por una autoridad competente.3 En esta
sección también se incluye la igualdad entre hombres y mujeres en el
disfrute de todos los derechos.4 Este principio resulta redundante, con-
siderando la obligación de garantizar los derechos sin discriminación
mencionada anteriormente, pero se explica en el contexto histórico en
el que fue adoptado este instrumento.
La Parte II establece también la posibilidad de suspender algunos
derechos en situaciones excepcionales “que pongan en peligro la vida
de la nación y cuya existencia haya sido proclamada oficialmente”. Es-
tos son los estados de excepción para cuya aplicación el PIDCP estable-
ce las siguientes condiciones:
a) La medida adoptada debe estar estrictamente limitada a las exi-
gencias de la situación.
b) La medida debe ser compatible con las demás obligaciones del
derecho internacional.
c) La medida no puede estar fundada en motivos de raza, color,
sexo, idioma, religión u origen social. El PIDCP no autoriza la sus-
pensión de los siguientes derechos: el derecho a la vida, a la seguridad
o integridad personal, la prohibición de la esclavitud y servidumbre, la
prisión por incumplimiento de obligaciones contractuales, el principio
de tipicidad y favorabilidad en materia penal, el derecho a la persona-
lidad jurídica, y a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.
Además, los Estados que adopten estas medidas tienen el deber de in-
formar inmediatamente a los demás Estados Parte del PIDCP sobre las
medidas adoptadas y los motivos que las justifican y del momento en
que esta medida excepcional termine.5
La Parte III incluye el catálogo de derechos protegidos por el PI-
DCP, que son los siguientes: el derecho a la vida, excepto la pena de
muerte, aunque con algunas limitaciones; la prohibición de la tortura
y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes; la prohibición de la
esclavitud y servidumbre; la libertad y seguridad personales; al trato
313
humano durante la privación de libertad; la prohibición de la priva-
ción de la libertad por incumplimientos contractuales; a la libertad de
movimiento; al debido proceso en los procedimientos de expulsión de
personas extranjeras; a ser oído con las debidas garantías en procedi-
mientos civiles y penales; al reconocimiento de la personalidad jurídi-
ca; a la privacidad y a la honra; la libertad de pensamiento, conciencia y
religión; la libertad de expresión, exceptuando la apología de la guerra
y del odio nacional, racial o religioso, que incite a la violencia; la liber-
tad de reunión, la libertad de asociación, la protección de la familia
y el derecho a fundar una; la protección de los niños, incluyendo la
inscripción después del nacimiento y el derecho a la nacionalidad; a los
derechos políticos; el derecho a la igualdad ante la ley; y la protección
de los derechos culturales y religiosos de las minorías étnicas, incluyen-
do la protección de su idioma.6
Luego del catálogo de derechos señalados, el tratado establece un
órgano de supervisión, que es un Comité conformado por 18 inte-
grantes, señalando sus funciones y el mecanismo de selección de sus
miembros.7 Se establece también la obligación de los Estados Partes de
enviar informes periódicos sobre la situación de estos derechos y sus
avances en sus países respectivos.8 Los artículos 41 al 43 establecen la
posibilidad de un mecanismo de denuncia entre Estados por incum-
plimiento de las obligaciones del Pacto, sujeta a una aceptación expresa
de los Estados Parte que aceptan la competencia del Comité para ello.
La Parte V del PIDCP establece el deber de interpretación del Pacto
en concordancia con la Carta de Naciones Unidas, y el derecho de los
pueblos a disfrutar y utilizar sus recursos naturales. La Parte VI se re-
fiere a los procedimientos para la firma, ratificación y adhesión al Pacto
y otros aspectos prácticos.
El sistema universal de derechos humanos, que funciona bajo Na-
ciones Unidas, tiene varios órganos que funcionan de manera similar,
simultánea e independiente. Algunos tienen un perfil más político,
como el Consejo de Derechos Humanos, y otros un carácter más téc-
nico, como los Comités creados en el marco de un tratado en parti-
cular y que supervisan el cumplimiento por parte de los Estados de
las obligaciones allí establecidas. El Consejo de Derechos Humanos
está compuesto por Estados, mientras que los Comités están consti-
tuidos por expertos independientes nominados por los Estados Partes
del respectivo instrumento. Esta diferencia en la composición se refleja
en la naturaleza de las recomendaciones que estos órganos formulan.
Mientras que las recomendaciones del Consejo tienen un carácter más
314
político, las de los Comités están inspiradas en visiones profesionales
de los derechos humanos.
Los instrumentos del sistema universal de Naciones Unidas se caracte-
rizan por establecer no solo un catálogo de derechos, sino por crear un ór-
gano de supervisión de los derechos y obligaciones del Estado allí estableci-
dos, que se denomina Comité.9 Establecen, además, un sistema de reporte
de los Estados y de revisión periódica por parte del comité respectivo. Los
comités a su vez, se han abrogado la facultad de adoptar Observaciones o
Recomendaciones Generales, mediante las cuales desarrollan el contenido
de algunos de los derechos o especifican la forma en la cual los Estados
deben presentar la información en las revisiones periódicas. Por último, los
instrumentos prevén un mecanismo para la presentación de peticiones o
denuncias individuales, sujeto a la ratificación de un protocolo facultativo
o a la aceptación de la competencia del Comité para ello. En el caso del PI-
DCP, existe un Protocolo Facultativo que fue ratificado por Chile el 27 de
mayo de 1992, con una declaración que limita la competencia del Comité
a hechos ocurridos con posterioridad al 11 de marzo de 1990.
Estos tres mecanismos –la revisión periódica, la adopción de Obser-
vaciones o Recomendaciones Generales y la consideración de peticio-
nes individuales– tienen varios efectos. Primero: generan instancias de
intercambio entre el órgano de supervisión y el Estado con relación al
cumplimiento de las obligaciones establecidas en el tratado. Segundo:
permiten al Comité actualizar y desarrollar el contenido del instrumen-
to internacional a través de las observaciones o comentarios generales,
lo cual facilita que este se adecúe a desarrollos científicos o sociales que
repercuten en el contenido de los derechos. Tercero: contribuyen al
intercambio entre el Estado y el Comité a partir de una denuncia in-
dividual, donde el Comité identifica las violaciones de derechos y for-
mula recomendaciones, incluyendo reparaciones.10 Estos mecanismos
buscan generar una relación entre el Comité y el Estado en el marco
de un diálogo constructivo. Esto significa que el sistema busca crear las
9 Así, el sistema universal incluye los siguientes órganos de tratados: Comité de Derechos
Humanos (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos); Comité de Derechos Eco-
nómicos, Sociales y Culturales (Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales); Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (Convención para la Eli-
minación de la Discriminación Racial); Comité para la Eliminación de la Discriminación con-
tra la Mujer (Convención para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer); Comité
contra la Tortura (Convención contra la Tortura y Otros Tratos y Penas Crueles, Inhumanos
y Degradantes); Comité de Derechos del Niño (Convención sobre los Derechos del Niño);
Comité para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y de sus
Familiares; Comité para la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migra-
torios y de sus Familiares (Convención para la Protección de los Derechos de todos los
Trabajadores Migratorios y de sus Familiares); Comité sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad (Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad) y
Comité contra las Desapariciones Forzadas (Convención contra las Desapariciones Forza-
das).
10 Las reparaciones por violaciones a los derechos humanos incluyen medidas de satisfac-
ción, indemnización, rehabilitación y garantía de no repetición.
315
condiciones para ofrecer insumos que le permitan al Estado modificar
su legislación, políticas y prácticas para cumplir con las obligaciones
internacionales, siguiendo las recomendaciones del Comité.
Existen varios elementos en común al interior del sistema de Nacio-
nes Unidas y de la revisión periódica. En general, el funcionamiento es
el siguiente. El Estado elabora un informe en el que da cuenta de los
avances y retrocesos en materia de derechos humanos; las organizacio-
nes no gubernamentales y los organismos nacionales de derechos hu-
manos presentan sus informes alternativos o sombra,11 y –en función
de esas visiones– el órgano de Naciones Unidas establece una lista de
asuntos y formula preguntas al Estado. En una fecha predeterminada
los Comités se reúnen en Ginebra –excepcionalmente algunos sesio-
nan en Nueva York– escuchan la presentación del Estado, le formulan
preguntas, reciben información y/o escuchan a las organizaciones no
gubernamentales, y a partir de esos antecedentes, adoptan conclusio-
nes y recomendaciones. En el ciclo posterior, alrededor de 5 años más
tarde, el órgano de tratado nuevamente revisa la situación de ese Es-
tado. El análisis incluye siempre el seguimiento a las recomendaciones
formuladas en la revisión anterior.
En el caso particular de Chile y el Comité de Derechos Humanos
(en adelante, el Comité) se observa que ha considerado informes y for-
mulado recomendaciones al Estado de Chile en seis oportunidades,
como aparece en la Tabla 1.
Tabla Nº1
Sesión y Año en que fue considerado por el
Informe
Comité de Derechos Humanos
I 6 (1979)
II 22 (1984)
III 37 (1989)
IV 65 (1999)
V 88 y 89 (2006 y 2007)
11 Algunos actores del sistema universal utilizan estos términos como sinónimos. Otros los
diferencian. En general se considera que el informe sombra se elabora a partir de la exis-
tencia de un informe estatal, mientras que el informe alternativo se elabora sin conocer,
incluso a veces sin que el Estado presente un informe al Comité respectivo. Sin embargo,
muchos informes sombra, pueden en la práctica ser alternativos, en la medida en que las
organizaciones no gubernamentales los preparan y envían sin conocer el informe estatal.
316
arreglo al artículo 40 del Pacto, que establece, entre otros, un procedi-
miento de seguimiento para las observaciones finales, que tiene por ob-
jeto continuar el diálogo con el Estado. El Comité nombra a un Rela-
tor Especial, que evalúa las acciones que el Estado está adoptando para
dar cumplimiento a las recomendaciones formuladas por el Comité.12
Sin embargo, resulta interesante observar que algunos Estados, entre
otros Chile, han expresado su preocupación o disconformidad con el
establecimiento de exigencias de reportes periódicos adicionales.13 Es
difícil entender por qué un Estado que tiene vocación de cumplir y
establecer un diálogo constructivo con un órgano de supervisión de
tratados, considera que la reiteración de información puede ser perjudi-
cial. Justamente, el envío de información entre revisiones periódicas, es
un llamado a que los Estados proporcionen nueva información o más
actualizada, y a que tomen en cuenta las opiniones del Relator Especial
en torno al cumplimiento de las recomendaciones formuladas por el
Comité. No pareciera haber justificación para esta actitud por parte de
la Cancillería chilena.
El Comité ha adoptado treinta y cinco Comentarios Generales sobre
diversos temas, varios de ellos desarrollan el contenido de los derechos
señalados en el Pacto y resultan muy útiles para considerar y poner en
práctica las recomendaciones del mismo Comité.14
Por otra parte, el Comité tiene una amplia jurisprudencia desarrolla-
da a partir de las peticiones o denuncias individuales. Lamentablemen-
te, la sociedad civil chilena no ha utilizado este mecanismo de manera
exitosa para denunciar violaciones de derechos. Desde la ratificación
del Protocolo Facultativo del Pacto para la presentación de denuncias
individuales, en mayo de 1992, el Comité ha recibido nueve peticiones
contra el Estado de Chile. Siete de estas han sido declaradas inadmisi-
bles, y dos de ellas fueron descontinuadas.15 Es decir, el Comité no se
ha pronunciado sobre el fondo de una comunicación individual pre-
sentada contra el Estado chileno.
Con respecto a la participación activa de Chile como miembro del
Comité de Derechos Humanos, la profesora Cecilia Medina Quiroga
fue nominada y elegida para un primer periodo entre 1994 y 1998 y
posteriormente reelegida para un segundo periodo entre 1998 y 2002.
Ningún otro chileno ha sido miembro del Comité.
12 Comité de Derechos Humanos, Observación General No. 30, Obligación de presentar infor-
mes con arreglo al artículo 40 del Pacto, UN Doc. CCPR/C/21/rev.2/Add.12, 18 de septiem-
bre de 2002.
13 Comité de Derechos Humanos, Examen de los informes presentados por los Estados par-
tes en virtud del artículo 40 del Pacto, Sexto informe Periódico de los Estados partes, Chile,
UN Doc. CCPR/C/CHL/6, 12 de septiembre de 2012, párr. 8.
14 Ver, sitio web del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sec-
ción sobre el Comité de Derechos Humanos.
15 Ver, sitio web del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sec-
ción sobre el Comité de Derechos Humanos.
317
2. EL SEXTO INFORME PERIÓDICO DEL ESTADO
16 Comité de Derechos Humanos, Examen de los informes presentados por los Estados par-
tes en virtud del artículo 40 del Pacto, Sexto informe periódico de los Estados partes, op.
cit., párr. 9.
17 Ibíd.
18 Ver Ibíd., párr. 2-4.
318
Humanos dependiente del Ministerio de Justicia,19 fue objeto de mo-
dificaciones por el Gobierno de Bachelet para incluir expresamente el
trabajo tanto de preparación de informes, como de ejecución de las
resoluciones y recomendaciones de los órganos de derechos humanos.20
Esta adición al proyecto es un aspecto positivo, porque reconoce los
esfuerzos de coordinación que involucran tanto el proceso previo de
elaboración de informes para los órganos de Naciones Unidas como
el de diseminación, promoción y ejecución de políticas públicas a par-
tir de las recomendaciones formuladas por esos órganos. El proyecto
también es relevante para efectos de este análisis, porque refuerza la
importancia y rol institucional que tendría una Subsecretaría de Dere-
chos Humanos en el Ministerio de Justicia, dado que esa repartición
pública puede cumplir mejor la función de coordinación y de impulso
político que muchas de estas medidas requieren.
El Estado estima en su informe que la recomendación relativa a la
amplia difusión de las Observaciones Finales del Comité se cumple
con la publicación de las recomendaciones en la página web del Minis-
terio de Relaciones Exteriores. Sin embargo, en esa página, si se busca
en el tema Derechos Humanos, no es posible encontrar el informe del
Estado ni las recomendaciones formuladas por el Comité. Tampoco
aparecen las recomendaciones aún más recientes del Comité de Dere-
chos Económicos Sociales y Culturales. Pero al utilizar el buscador del
sitio web del Ministerio es posible encontrar la versión no editada de las
recomendaciones21 y el Informe del Estado.22 Este simple ejercicio da
cuenta de la ausencia de acciones concretas de difusión de las recomen-
daciones por parte del Estado. Es insuficiente colgar un documento en
el sitio web si no existe un vínculo visible que permita a los ciudadanos
y funcionarios públicos encontrar fácilmente la información requerida
en la página del Ministerio de Relaciones Exteriores. Asimismo, las
respuestas formuladas a las solicitudes de información presentadas para
recabar datos sobre la acción estatal posterior a las recomendaciones,
dan cuenta del desconocimiento de estas por parte de los órganos esta-
tales responsables de darles cumplimiento.
El Estado desarrolla un proceso reservado para la elaboración del
Informe que culmina en un documento que solamente está disponible
al público luego del envío a la Secretaría del Comité. Se observa que el
19 Boletín 8.207-07, Proyecto de ley que crea la Subsecretaría de Derechos Humanos y esta-
blece adecuaciones en la Ley Orgánica del Ministerio de Justicia, Mensaje No. 405-359, 2
de marzo de 2012.
20 Ver, Presidenta de la República, Oficio 77-363 dirigido al Presidente de la Cámara de Di-
putados, que retira y formula indicaciones al proyecto de ley que crea la Subsecretaría de
Derechos Humanos y establece adecuaciones en la Ley Orgánica del Ministerio de Justicia
(Boletín Nº. 8.207-07), 1 de abril de 2015.
21 Ver http://www.minrel.gov.cl
22 Ver http://www.minrel.gov.cl
319
Estado opta por trabajar a puerta cerrada, desechando posibilidades de
interlocución con la sociedad civil para su elaboración. En cambio, al-
gunos Estados aprovechan este proceso como una instancia de diálogo
y evaluación conjunta, que muchas veces permite discutir políticas o
acciones que los órganos estatales pueden desarrollar y también facilita
a la sociedad civil presentar casos o estudios que dan cuenta de las fa-
lencias en aspectos puntuales.23 Es útil crear y mantener funcionando
de manera regular instancias de diálogo y discusión entre los órganos
estatales y la sociedad civil sobre la situación de derechos humanos, a
partir de las recomendaciones de los órganos de tratados y del Consejo
de Derechos Humanos. Es importante anotar que durante el proceso
de elaboración del Segundo Informe de Chile para la Revisión Perió-
dica Universal ante el Consejo de Derechos Humanos, la Cancillería
organizó un encuentro con la sociedad civil el 16 de mayo de 2013,
cuya primera conclusión fue, justamente, la ausencia de una instancia
estable y periódica de seguimiento a las obligaciones internacionales
del Estado. Este ejemplo da cuenta de la utilidad del diálogo con la
sociedad civil, por lo que sería sumamente provechoso que todos los
órganos estatales, –no solo el Ejecutivo–, se reunieran periódicamente
con la sociedad civil organizada para discutir estrategias de acción a
partir de las conclusiones y recomendaciones de los órganos de dere-
chos humanos, informes periódicos, etc.
En su informe, el Estado de Chile destaca como las políticas públicas
más relevantes del periodo, la Ley 20.569 sobre Inscripción Automática
y Voto Voluntario y la Ley 2.500 sobre Asociaciones y Participación Ciu-
dadana en la Gestión Pública. Estas dos leyes son relevantes para ampliar
los mecanismos de participación política y ciudadana, pero es probable
que haya otras normas, aprobadas durante el periodo objeto de examen,
que tengan una mayor trascendencia para la promoción y protección de
derechos. En este sentido, los avances en materia de institucionalidad de
derechos humanos podrían incluir también la creación del Instituto Na-
cional de Derechos Humanos (en adelante el INDH o el Instituto) y la
presentación del proyecto legislativo para la creación de la Subsecretaría
23 Varios Estados llevan a cabo esta práctica de discusión conjunta con diversos niveles de
institucionalización. Se citan a continuación tres ejemplos interesantes. Los Estados Unidos
de América recurrieron a esta práctica para la elaboración de su último informe, ver Human
Rights Committee, Consideration of reports submitted by States parties under article 40
of the Covenant, Fourth periodic report, United States of America, May 22, 2012, UN Doc.
CCPR/C/USA/4. Así también lo hizo el Reino Unido: ver Human Rights Committee, Consi-
deration of reports submitted by States parties under article 40 of the Convention, Seventh
periodic report of States parties due in July 2012, United Kingdom, the British Overseas Te-
rritories, the Crown Dependencies, 29 April 2013, UN Doc. CCPR/C/GBR/7. Igual práctica
desarrolla Francia, que incluso creó la Comisión Nacional Consultiva de Derechos Humanos
en 1947, ratificada mediante la Ley No. 2007-292 de marzo 5 de 2007. Ver Comité de De-
rechos Humanos, Examen de los informes presentados por los Estados partes en virtud del
artículo 40 del pacto, Quinto informe periódico de los Estados partes, Francia, 31 de enero
de 2013, UN Doc. CCPR/C/FRA/5.
320
de Derechos Humanos. No obstante, el Instituto fue mencionado en el
informe, aunque no fue destacado.24 Otro desarrollo importante del pe-
riodo es la aprobación del Estatuto de Roma que establece la Corte Penal
Internacional, pero también es omitida, aunque se le reconoce como una
protección del derecho a la vida más adelante.
El informe del Estado señala acciones que ha desarrollado para pro-
mover y proteger cada uno de los derechos humanos. En esta sección
más que sintetizar el informe estatal se señalan algunos aspectos inte-
resantes del mismo.
En materia de la libre autodeterminación de los pueblos, el Ejecutivo
prefirió destacar la Ley sobre Inscripción Automática y Voto Volunta-
rio y omitió toda referencia a los pueblos originarios.25
El gobierno destacó como garantías de protección de los derechos
del Pacto, las jornadas de capacitación y difusión de la Mesa Intersec-
torial sobre Diversidad y No Discriminación, a cargo de la División
de Organizaciones Sociales de la Secretaría General de Gobierno. Esta
información resulta insuficiente al no señalar a quiénes se dirigieron
dichas acciones y cuantificar el número de beneficiarios.26
Con respecto a las violaciones de derechos humanos ocurridas du-
rante la dictadura, el informe del Estado reitera la información pre-
sentada al Relator Especial para el seguimiento de las observaciones
finales, agregando la existencia de dos iniciativas legislativas que bus-
can excluir la aplicación del Decreto Ley de Amnistía Nº. 2.191.27 Este
punto es relevante, porque como se comentará más adelante fue objeto
de una extensa discusión por parte del Comité.
La estrategia de omitir información asumiendo que fue enviada al
Relator Especial para el seguimiento de las observaciones finales, no
pareciera facilitar el diálogo e intercambio con el Comité. El Estado
de Chile debe revisar esa estrategia y elaborar y presentar un informe
completo e inclusivo de los temas, aunque haya enviado información
de seguimiento respecto de algunos de ellos.
Al informar sobre la igualdad de género, el Estado enumera una
serie de iniciativas legislativas aprobadas y de políticas públicas en esta
materia y dedica dos párrafos en particular a la igualdad en los regí-
menes económicos del matrimonio.28 El informe estatal omite explicar
por qué el proyecto de ley presentado en 2011, que modifica el Código
Civil y otras leyes, regulando el régimen patrimonial de sociedad con-
yugal (Boletín 7507-07), aún no ha sido aprobado por el Congreso.
24 Comité de Derechos Humanos, Examen de los informes presentados por los Estados par-
tes en virtud del artículo 40 del Pacto, Sexto informe periódico de los Estados parte, op. cit.,
párr. 17.
25 Ibíd., párr. 13.
26 Ibíd., párr. 14-15.
27 Ibíd., párr. 16.
28 Ibíd., párr. 20 a 28.
321
En materia del derecho a vida, el sexto informe reitera la posición
chilena de penalización del aborto en todas las circunstancias, enten-
dida como una forma de protección de la vida del que está por nacer.29
Resulta necesario preguntarse qué razones llevaron a los redactores del
informe a incluir un tema polémico respecto del cual han recibido
recomendaciones anteriores de varios órganos de tratados, relativas a
revisar y despenalizar el aborto en algunas circunstancias. ¿Buscaban
recibir una nueva recomendación internacional que instaba a la mo-
dificación legislativa? o, por el contrario, ¿querían tranquilizar a los
sectores opositores a la despenalización del aborto en cualquier cir-
cunstancia y formalizar a nivel internacional la posición de mantener
la legislación vigente en la materia, a pesar de ser contraria al derecho
internacional de los derechos humanos?
Las medidas para luchar contra la impunidad ante las violaciones a
los derechos humanos que tuvieron lugar durante la dictadura y las difi-
cultades para avanzar en la investigación y persecución penal de los res-
ponsables, así como para la difusión de la información obtenida a través
de la Comisión sobre Verdad y Reconciliación y la Comisión Nacional
sobre Prisión Política y Tortura, fueron explicadas en detalle al Comité.30
En materia de tortura, los avances son limitados (a pesar de la rati-
ficación del Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura)
en particular en lo relativo al mecanismo nacional de prevención y el
rol que tendrá en este aspecto el INDH. El informe no logra explicar
los motivos por los que no se ha avanzado en esta materia.31
En el informe se explican en detalle los desarrollos institucionales
al interior de Carabineros de Chile para incluir una perspectiva de de-
rechos humanos.32 También se hace referencia a la eliminación de la
competencia de la jurisdicción militar para conocer de delitos come-
tidos por civiles y menores de edad.33 Estos son avances significativos.
El informe desarrolla otros temas en profundidad, al avanzar artícu-
lo por artículo del Pacto. En general, la estrategia del gobierno es la de
informar sobre legislación aprobada y proyectos presentados durante el
periodo objeto de examen. En materia laboral solo se hace referencia
a decisiones judiciales,34 cuando existen muchos otros aspectos, sobre
todo vinculados con asuntos penales, en los cuales citar jurisprudencia
hubiese sido útil.
El informe culmina con el tema derechos de las minorías, donde
se hace referencia a los pueblos indígenas y a las personas afrodescen-
322
dientes. No hay una conclusión respecto a la información presentada
ni tampoco una visión integral de los avances y retos pendientes para
el Estado.
35 Comité de Derechos Humanos, Lista de cuestiones con relación al sexto informe periódico
de Chile, agosto 12 de 2013, UN Doc. CCPR/C/CHL/Q/6.
36 Comité de Derechos Humanos, Lista de cuestiones con relación al sexto informe periódico
de Chile, Adición Respuestas de Chile a la lista de cuestiones, mayo 8 de 2014, UN Doc.
CCPR/C/CHL/Q/6/Add.1.
323
a pesar de su relevancia, como la creación del Instituto Nacional de
Derechos Humanos en 2009, la discriminación y la violencia contra
la mujer y la prohibición de la tortura, entre otros. El Estado debe en-
viar mayor información sobre las medidas adoptadas en relación a las
investigaciones y procesos penales por violaciones a derechos humanos
cometidas durante la dictadura, y sobre las investigaciones y denuncias
por tortura, más recientes. También fue necesario actualizar y comple-
tar la información relacionada con la situación penitenciaria y carcela-
ria, detención en flagrancia y violencia policial, entre otras temáticas.
324
En la sesión, los miembros del Comité formularon preguntas de se-
guimiento al informe estatal y a las respuestas a la lista de cuestiones.
Los miembros del Comité intervinieron activamente formulando un
número significativo de preguntas de seguimiento, según los temas de
interés y experticia de cada uno. Al observar los videos disponibles de
esas sesiones, llaman la atención los siguientes elementos:
325
2.4 Recomendaciones formuladas por el Comité
El Comité adoptó sus observaciones finales el 22 de julio de 2014, en las
cuales enumera varios aspectos positivos, tales como la ley sobre la no
discriminación, la ley sobre tráfico ilícito de migrantes y trata de perso-
nas; la creación del INDH, la ratificación del Segundo Protocolo Facul-
tativo del PIDCP, la Convención contra las desapariciones forzadas, el
Protocolo Facultativo contra la Tortura, el Convenio 169 de la OIT y la
Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad.42
A continuación, el Comité enumera sus motivos de preocupación y
formula recomendaciones. Los temas considerados, fueron los siguientes:
• Reservas
• INDH
• Antiterrorismo
• Amnistía
• Pueblos indígenas
• No discriminación e igualdad entre hombres y mujeres
• Discriminación en contra de lesbianas, gays, bisexuales y tran-
sexuales
• Aborto
• Violencia contra la mujer
• Prohibición de la tortura
• Trata de personas
• Condiciones de detención
• Tribunales militares
• Inmigración
• Objeción de conciencia al servicio militar
326
observaciones finales y más aun, ausencia de decisión para poner en
marcha ciertas acciones políticas y prácticas siguiendo las recomenda-
ciones allí formuladas, como se señala a continuación.
327
de ley para despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo en
tres causales, entre otras.
De igual manera, se preguntó al Ministerio Secretaría General de
la Presidencia (en adelante, SEGPRES), si la agenda legislativa del go-
bierno incluía la adopción de legislación que garantice expresamente
el principio de igualdad entre la mujer y el hombre; si estaba contem-
plada una reforma a la Ley 20.609 para incluir mecanismos efectivos
de reparación a las víctimas de discriminación; y qué acciones había
adoptado el gobierno para impulsar el proyecto de ley que modifica la
sociedad conyugal. La respuesta de la SEGPRES fue citar el programa
de gobierno en lo relativo al derecho a la igualdad en el contexto de la
nueva Constitución. A continuación, agrega que el principio de igual-
dad no está consagrado en alguna propuesta legislativa, pero que ha
sido desarrollado en varias iniciativas, tales como la Ley 20.840 sobre
modificación del sistema electoral, la Ley 20.820 que crea el Minis-
terio de la Mujer, el proyecto de ley que despenaliza el aborto en tres
causales, y el proyecto de ley sobre partidos políticos. Además, indica
que el gobierno está evaluando el impacto de la ley contra la discri-
minación, para proponer modificaciones, aunque ya existen algunos
proyectos presentados en el Congreso. Por último, con respecto a la
sociedad conyugal, indicó la SEGPRES, que el proyecto de ley “está
siendo estudiado por el Ministerio de Justicia y el Servicio Nacional
de la Mujer, con el fin de adoptar acciones concretas en lo relativo a su
tramitación legislativa.”45
Además, se formularon tres solicitudes en esta materia al Ministerio
del Trabajo y Previsión Social, preguntando por las acciones que es-
taba desarrollando dicha repartición para afrontar el problema de los
estereotipos de género en el trabajo, por estadísticas en materia de sa-
larios, desagregadas por sexo y actividad económica; y por las políticas
públicas adoptadas para promover la igualdad salarial entre hombres y
mujeres. El Ministerio remitió en su respuesta, al sitio web de la Sub-
secretaria de Trabajo sobre formación sindical, el cual no fue posible
encontrar. Sin embargo, en el sitio web del Ministerio, se encontró
una sección sobre Agenda de Género y Trabajo, que da cuenta de las
medidas en curso dirigidas a promover y facilitar “una vida laboral de
calidad para las mujeres y hombres durante todas las etapas de su ci-
clo vital”, con las que darían cumplimiento a las recomendaciones del
Comité en materia de estereotipos de género y discriminación laboral.
Sin embargo, no se mencionan las recomendaciones del Comité de
Derechos Humanos y del Comité para la Eliminación de la Discrimi-
45 Ministerio Secretaría General de la Presidencia, Oficio Ord. No. 1472, Respuesta de Patricia
Silva Meléndez, Subsecretaria General de la Presidencia, a Antonia Vila Jiménez, Solicitu-
des de acceso a la información folios AF001W-0000840, 841 y 842, 30 de Junio de 2015.
328
nación contra la Mujer (en adelante Comité CEDAW), que se detallan
más adelante. En el plano estadístico, el Ministerio remitió al sitio web
de la Superintendencia de Pensiones.46 En cuanto a las políticas públi-
cas para promover la igualdad salarial, señaló que ha impulsado una
política de incentivo a la nivelación en las condiciones laborales por el
desempeño de un cargo o función, para superar la brecha de género, en
las que destaca la Ley 20.348.47
La necesidad de la inclusión específica y explícita del principio de
igualdad entre la mujer y el hombre en la legislación chilena, es un pun-
to de preocupación reiterado por los órganos de tratados y el Consejo
de Derechos Humanos. Las respuestas del SERNAM y la SEGPRES
permiten confirmar el carácter desarticulado y aislado de cada revisión
periódica por un órgano de tratados. En su última revisión periódica,
el Comité CEDAW había desarrollado y precisado su preocupación
en esta materia y le había recomendado al Estado de Chile adoptar
una definición jurídica del concepto discriminación contra la mujer y
establecer el principio de igualdad entre la mujer y el hombre.48 Resulta
inexplicable que estos dos ministerios no hayan incorporado este tema
en la agenda legislativa del gobierno de la Presidenta Bachelet.
El SERNAM debiera tener claro que a pesar del principio constitu-
cional de igualdad del hombre y la mujer, los órganos de tratados han
recomendado a Chile adoptar legislación que garantice ese principio
de igualdad, en el goce de los derechos civiles y políticos, y que incluya
definiciones de discriminación directa e indirecta. El SERNAM es el
órgano del Estado que mejor debiera entender las limitaciones del prin-
cipio constitucional y de la ley contra la discriminación, y por qué es
necesario proponer legislación en esta materia.49
Asimismo, el Comité de Derechos Humanos había formulado re-
comendaciones en materia de despenalización del aborto en 2007,50 de
modificación de la sociedad conyugal,51 y sobre discriminación en ma-
46 Oficio Ord. N˚ 813-3 de Andrea Soto Araya, Jefa División Jurídica, Subsecretaría del Trabajo
que responde a la solicitud de información pública, dirigido a Antonia Vila Jiménez, Folio
AL001W-0000572, 17 de junio de 2015.
47 Oficio Ord. N˚ 759-3 de Andrea Soto Araya, Jefa División Jurídica, Subsecretaría del Trabajo
que responde a la solicitud de información pública ID 29084 dirigido a Antonia Vila Jiménez,
Folio AL001W-0000575, 11 de junio de 2015.
48 Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, Observaciones finales so-
bre los informes periódicos quinto y sexto de Chile, adoptadas por el Comité en su 53°
periodo de sesiones (1° a 19 de octubre de 2012), UN Doc. CEDAW/C/CHL/CO/5-6, 12 de
noviembre de 2012, párr. 10-11.
49 A este respecto, ver Alberto Coddou, Judith Schönsteiner y Tomás Vial, “La Ley Antidiscri-
minación: Avances e Insuficiencias en la Protección de la Igualdad y la No Discriminación
en Chile”, en Tomas Vial ed. Informe 2013, p. 285-310.
50 Comité de Derechos Humanos, Examen de los Informes Presentados por los Estados Partes
con arreglo al Artículo 40 del Pacto, Observaciones finales del Comité de Derechos Huma-
nos, Chile, UN Doc. CCPR/C/CHL/CO/5, 17 de Abril de 2007, párr. 8.
51 Ibíd., párr. 17.
329
teria laboral.52 Estos tres aspectos también habían sido objeto de reco-
mendaciones por parte del Comité CEDAW.53 Por lo anterior, resulta
sorprendente que la modificación de la sociedad conyugal no haya sido
mencionada por el SERNAM como un aspecto prioritario. También
llama la atención que el SERNAM desconociera que estaba estudian-
do junto con el Ministerio de Justicia el proyecto en discusión en el
Congreso, como indicó la SEGPRES. Tampoco es una buena señal la
ausencia de un análisis crítico del Ministerio de Trabajo relativo a la
eficacia de la legislación adoptada y de las demás medidas en materia
de equidad de género. Las respuestas de los tres ministerios dan cuenta
de una acción estatal descoordinada y desarticulada, que falla al no
incluir las recomendaciones de los órganos de tratados como principios
orientadores. De igual forma, se observa una desconexión entre las po-
líticas de género en el trabajo adelantadas por el Ministerio del Trabajo
y el SERNAM. El asumir de manera coordinada las recomendaciones
de los órganos de tratados podría facilitar una mejor articulación entre
estos organismos del Estado.
Se confirma que las recomendaciones del Comité de Derechos Hu-
manos y del Comité de la CEDAW no han logrado establecer en Chile
una agenda de prioridades en materia de derechos de las mujeres, y
que, por lo tanto, en sus próximas revisiones periódicas podrían volver
a referirse a los mismos puntos.
330
de promover un debate público sobre las condiciones de privación de
libertad en Chile. Resulta imposible conocer cuán presente tiene Gen-
darmería las recomendaciones de los órganos de tratados.
Por otra parte, preguntamos directamente al Ministerio de Justicia
qué acciones ha tomado para reducir las tasas de encarcelamiento, y
qué políticas públicas ha ejecutado a la luz de las recomendaciones
del Comité de Derechos Humanos, relativas a elevar las condiciones
de los centros penitenciarios a los estándares internacionales y a dis-
minuir la tasa de encarcelamiento. El Ministerio indicó que desde
2010, se observa una disminución en el porcentaje de sobrepobla-
ción carcelaria, tendencia que considera que podría explicarse con
la Ley 20.587 que modifica el régimen de libertad condicional, la
Ley 20.588 de indulto general, y la Ley 20.603 que modifica la Ley
18.216 y establece medidas alternativas a las penas privativas o res-
trictivas de libertad. Agregó, además, que está utilizando el modelo
Riesgo-Necesidad-Responsividad (RNR), de Andrews y Bonta, que
debiera contribuir a disminuir las tasas de encarcelamiento.56 La res-
puesta del Ministerio tampoco permite analizar si existe o no una
perspectiva de derechos humanos en materia de política penitencia-
ria, menos aún confirmar la incidencia de las recomendaciones del
Comité de Derechos Humanos en su trabajo.
56 Oficio Ord. N˚ 4719 de Ignacio Suárez Eytel, Subsecretario de Justicia a Valeria Moretic,
que da respuesta a la solicitud de información pública N˚ AK001W-0002597, 17 de junio de
2015.
331
medidas se adoptan independientemente del éxito del caso, y de la
participación de la víctima en la persecución penal.57
Igualmente, se preguntó a la Dirección del Trabajo si existían fun-
cionarios capacitados en trata de personas y a qué posibles reparaciones
pueden acceder las víctimas de trabajo forzoso y servidumbre domés-
tica. La Dirección del Trabajo determinó que la solicitud no les co-
rrespondía y la reenvió a la Subsecretaria de Prevención del Delito del
Ministerio de Interior y Seguridad Pública.58 Esta respuesta da cuenta
de la ausencia de conocimiento y capacitación en materia de trata de
personas en la Dirección del Trabajo, que puede ser la primera instan-
cia que tenga conocimiento de situaciones de trata de personas, trabajo
forzoso y servidumbre doméstica. Esta situación se puede traducir en
respuestas inadecuadas frente a las necesidades de las víctimas. Por su
parte, la Subsecretaria de Prevención del Delito explicó que las vícti-
mas de trata son atendidas en el marco del Programa de Apoyo a Víc-
timas. Agregó en su respuesta que dicho Programa es responsable de la
coordinación de la aplicación del Plan de Acción contra la Trata de Per-
sonas elaborado por la Mesa Intersectorial sobre Trata de Personas.59
Las respuestas del Ministerio Público dan cuenta de su trabajo en
general, pero no de una acción más focalizada o específica ante el fenó-
meno de la trata. Esta labor más precisa estaría a cargo del Ministerio
del Interior, en el marco de la mesa intersectorial. La respuesta de la
Dirección del Trabajo plantea la necesidad de involucrar a este organis-
mo en la respuesta estatal a la trata de personas. Asimismo, la referencia
al servicio de intérpretes por parte del Ministerio Público, confirma la
percepción del Comité en cuanto al énfasis puesto en la trata interna-
cional si se la compara con las medidas en relación a la trata interna. La
coordinación institucional en el marco de la Mesa Intersectorial sobre
Trata de Personas estaría privilegiando un enfoque desde el derecho
penal, omitiendo la perspectiva laboral que resulta central para una
acción más eficaz en esta materia.
CONCLUSIONES
57 Carta de Jorge Abbott Charme, Director Ejecutivo Nacional, Ministerio Público a Valeria
Moretic López, DEN /LT N˚212/2015, 25 de junio de 2015.
58 Oficio N˚ 2.870 de la Dirección del Trabajo a la Subsecretaria de Prevención del Delito, 10
de junio de 2015.
59 Oficio N˚ 3071 de Antonio Frey Valdés, Subsecretario de Prevención del Delito, Ministerio
del Interior y Seguridad Pública, respondiendo solicitud de información de Valeria Moretic
López, 10 de julio de 2015.
332
ción para este propósito. La sociedad civil no participa del proceso de
elaboración o discusión del informe estatal.
Solamente luego de la presentación al Comité, y a través del sistema
establecido por los órganos de tratados, puede la sociedad civil conocer
el informe estatal y preparar insumos con miras a la definición de la
lista de cuestiones por parte del Comité o para las audiencias en las
que se discutirá la situación particular de ese Estado. A la audiencia del
Comité asiste una importante delegación de funcionarios públicos, que
están en condiciones de complementar o profundizar la información
presentada, según la lista de cuestiones y las preguntas de los miembros
del Comité. Lamentablemente, este proceso no genera una discusión al
interior de los ministerios y demás órganos que envían funcionarios a
la sesión del Comité, sobre el instrumento internacional, las Observa-
ciones o Recomendaciones Generales, la discusión con en particular el
Comité, y respecto a las conclusiones y recomendaciones que el Comité
aprueba.
Se constata el desconocimiento sobre el proceso de revisión perió-
dica por parte de los funcionarios públicos directamente involucra-
dos, así como respecto al contenido y alcance de las recomendaciones
de los órganos de derechos humanos directamente vinculadas con sus
competencias y funciones. No existe esfuerzo alguno para difundir
las recomendaciones de los órganos de tratados y del Consejo de De-
rechos Humanos, excepto la posibilidad de encontrar las recomen-
daciones en el sitio web del INDH, y algunas de ellas en el sitio web
de la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones
Exteriores.
Este proceso desarticulado y aislado repercute negativamente en la
acción estatal en Chile relativa al tema. Solo de manera casual y en la
medida en que la agenda política interna o el programa de gobierno
incluye aspectos relacionados con las recomendaciones de los órganos
de tratados, es que se observan acciones estatales que corresponden con
los planteamientos de los órganos de Naciones Unidas. Chile desapro-
vecha la oportunidad y el valor de las recomendaciones, que constitu-
yen insumos elaborados por expertos independientes y que debieran
incluirse como criterios orientadores de las políticas públicas.
En relación a las acciones en curso, se observa que no existe un es-
fuerzo para incluir y considerar las recomendaciones de los Comités en
las políticas públicas y por lo tanto, en la próxima revisión periódica,
probablemente, se reiterarán varios de los motivos de preocupación y se
formularán recomendaciones similares.
La revisión periódica por parte de los órganos de tratados y del
Consejo de Derechos Humanos del sistema universal, debe entenderse
como una oportunidad por parte del Estado. Permite, por una parte,
que las dependencias públicas consideren la forma en la que las políti-
333
cas y programas a su cargo están considerando las obligaciones inter-
nacionales del Estado en materia de derechos humanos, y, por otra,
que incorporen las recomendaciones de los órganos de tratados y del
Consejo de Derechos Humanos como criterios orientadores de la polí-
tica pública en Chile.
RECOMENDACIONES
334
5. La información relativa a las revisiones periódicas por los órganos
de derechos humanos debe estar disponible en un sitio web de fá-
cil acceso y así cumplir con las funciones de transparencia activa
a cargo del Estado.
DERECHOS
HUMANOS DE LA
INFANCIA Y
ADOLESCENCIA:
¿ASEGURA EL
ESTADO A LOS
NIÑOS, NIÑAS Y
ADOLESCENTES EL
DERECHO A VIVIR
EN EL SENO DE
UNA FAMILIA?*
* Informe elaborado por las investigadoras Camila De la Maza Vent, María Paz Riveros Calde-
rón y María Paz Zarzar Encina, con la colaboración de Denisse Díaz Duarte, Víctor Briceño
Crisóstomo y Katherine Llanos Soto.
337
SÍNTESIS
339
INTRODUCCIÓN
341
Por eso en las páginas siguientes se evaluará si el Estado efectiva-
mente cumple con ese estándar y con sus obligaciones en ese sentido.
Para este efecto, en primer lugar, se señalarán los estándares interna-
cionales de derechos humanos en cuanto al derecho a vivir en familia,
para luego indagar si en la política pública nacional de protección a la
infancia se da cumplimiento a dichos estándares, especialmente en lo
que concierne al cuidado alternativo y la adopción como herramienta
de última ratio y enfocada en el respeto de los derechos humanos esta-
blecidos en la materia.
342
y solo cuando esto sea necesario en virtud del interés superior
de NNA,4 respetando los principios de necesidad, excepciona-
lidad, temporalidad, legalidad y legitimidad.5 El estándar fija-
do por el sistema internacional en este ámbito, establece que el
Estado tiene la obligación de apoyar a la familia para superar
una situación de vulneración de derechos de NNA, antes de to-
mar medidas tendientes a la separación de NNA de sus familias
de origen. Lo anterior según se consigna en el artículo 9 de la
CDN.
• Cuidado alternativo y adopción: por último, la normativa in-
ternacional también se sitúa en el evento de que los NNA no
cuenten con un medio familiar estable. En tal caso, el artículo
20 de la CDN prescribe que se debe asegurar un medio idó-
neo de cuidado alternativo, evitando la institucionalización y
promoviendo que dichos NNA puedan contar con un modo
de cuidado definitivo, que respete su derecho a vivir en fami-
lia, como lo es la adopción. Cuando esta es declarada, la CDN
señala que hay derechos básicos que se deben respetar, como el
principio de subsidiariedad de la adopción, entendiendo que es
el último recurso, y que siempre se debe privilegiar a la familia
de origen. Además, debe ser un procedimiento que respete y
conserve el derecho a la identidad de NNA.
4 Entendiendo por interés superior aquel principio que obliga a instituciones públicas o priva-
das a tomar la decisión más efectiva para resguardar todos los derechos fundamentales de
NNA. Así lo entiende Miguel Cillero en su artículo “El interés superior del niño en el marco de
la Convención Internacional de los Derechos del Niño.” Visto en: http://www.escr-net.org.
5 CIDH, El derecho del niño y la niña a la familia. Cuidado alternativo. Poniendo fin a la insti-
tucionalización en las Américas, 2013, pp. 76-96.
6 Corte IDH, Caso Atala Riffo contra Chile, Sentencia 24 de febrero de 2012. Párr.142 y 145.
343
(…) y el Estado se halla obligado no solo a disponer y ejecutar
directamente medidas de protección de los niños, sino también
a favorecer de la manera más amplia el desarrollo y la fortaleza
del núcleo familiar”.7
• Por su parte, la CIDH ha precisado que la familia debe ser pro-
tegida por el Estado y de ello se desprende el derecho de los
niños y niñas de vivir en el seno de ellas.8
7 Op.cit.
8 CIDH, El derecho del niño y la niña a la familia. Cuidado alternativo. Poniendo fin a la insti-
tucionalización en las Américas, 2013, pp. 17-18.
344
el impedimento para ejercer correctamente el cuidado de NNA pasa
por dificultades socioeconómicas y no por competencias personales de
padres y madres. En ese sentido, no se visualiza un apoyo a estas fami-
lias en los programas que el Estado ofrece a través de SENAME y su
red de protección social.
Así, por ejemplo, la principal causa de ingreso a una residencia de un
lactante es el abuso de drogas de su madre y la inexistencia de un padre y
de otras redes familiares.9 Es preciso preguntarse qué hace el Estado en
cuanto a su política sobre tratamiento de consumo problemático de dro-
gas, y en qué sentido genera acciones para apoyar a padres y madres que
no pueden cuidar a sus hijos por encontrarse envueltos en ese conflicto.
En ese mismo sentido, según entrevistados,10 un importante motivo
por el cual los NNA son separados de sus familias, está relacionado con
la existencia de violencia intrafamiliar. No obstante, la política pública
en esta materia es bastante débil y no se observa una coordinación in-
tersectorial para erradicarla.11
En atención a lo anterior, y con el objetivo de evaluar las acciones de
apoyo que debiera generar el Estado hacia las familias, sería importante
conocer los motivos por los cuales cada NNA es separado de su medio
familiar. Sin embargo, a partir de la información aportada por el SE-
NAME, no es posible conocer en profundidad los motivos que llevan
a tan drástica medida. El SENAME solo da cuenta de una causal ge-
neral de ingreso a residencias llamada “protección de derechos”,12 que
no permite establecer específicamente el motivo por el cual el NNA
se encuentra bajo el cuidado de una institución, porque no existe una
definición ni legal ni administrativa sobre qué se va a entender por
“protección de derechos”.
Ahora bien, en relación al sistema general de protección de derechos,
el SENAME sí cuenta con información respecto a las causas de ingre-
so. En muchos casos se trata de causales asociadas a condiciones de po-
breza o vulnerabilidad de las familias de los NNA. Así, por ejemplo, un
6,7% de NNA ingresan al sistema de protección especial de derechos
por ser testigos de violencia intrafamiliar, un 17% por ser víctima de
negligencia13 y un 8,3% por prevención. El dato más llamativo es que
el 0,4% ingresa porque la familia tiene problemas de vivienda o habita
barrios de alta vulnerabilidad.14 En este sentido, con respecto a una
345
problemática habitacional, la respuesta adecuada debiera ser el ingreso
a un programa para mejoramiento u obtención de vivienda y no a uno
de protección especial por vulneración de derechos.
Sumado a lo anterior, y entendiendo que según cifras de la encuesta
CASEN en Chile un 22,8% de los NNA viven bajo la línea de la po-
breza15, ocurre que la falta de una respuesta estatal integral para supe-
rarla genera que los NNA que viven en la pobreza estén sujetos a una
mayor vulneración de sus derechos.
Es por ello que “los niños, niñas y adolescentes son los más afectados
por la pobreza: la tasa de pobreza de las personas menores de 15 años se
ubica de 1,1 a 2,0 veces por encima de la correspondiente a la población
total”.16 De este modo, se puede señalar que un NNA por el solo hecho
de ser pobre ya se encuentra en situación de vulneración de algunos de
sus derechos, como a la salud o a la vivienda, y que para NNA vivir en
la pobreza es un factor que aumenta su vulnerabilidad.17 Por lo ante-
rior, se requieren acciones concretas y directas de parte del Estado que
permitan a las familias superar dichas condiciones de pobreza, y que
ello no se convierta en un elemento de castigo adicional para los padres
de las familias vulnerables, como es, el ser separados de sus hijos/as.
En este sentido, la información obtenida por medio de las distintas
entrevistas realizadas para este Informe, da cuenta de que en los casos
en que los NNA son víctimas de algún tipo de vulneración grave
de derechos mientras se encuentran al cuidado de sus familias y el
Estado interviene por medio de la protección especial de derechos
de NNA, puede ocurrir que se trate de una forma de intervención
que se aleja del estándar permitido por la Convención, ya que en
muchas ocasiones el Estado actúa por medio de la estigmatización,
castigando la pobreza y desconfiando de las familias de origen por el
solo hecho de ser pobres.
Ahora bien, cabe destacar que el Estado sí ha desarrollado una po-
lítica para dar una respuesta integral a las necesidades de los niños y
niñas vulnerables y sus familias. Ese es el programa Chile Crece Conti-
go, constituido como una política universal de promoción y protección
de la primera infancia. Actúa con los lactantes desde que nacen hasta
que cumplen 4 años. Se trata de un programa que ha sido un mode-
lo para la región por su condición de universalidad, ya que aborda a
todos los niños y niñas que nacen en el sistema público de salud y
lo hace de modo sistémico e integral para tratar problemáticas multi-
15 Segundo informe Observatorio niñez y adolescencia: Infancia cuenta en Chile 2014. En:
http://www.observatorioniñez.cl
16 Claudia Giacometti y Laura Pautassi, “Infancia y (des)protección social, un análisis compa-
rado de 5 países latinoamericanos.” En: www.cepal.org, Noviembre 2014.
17 Ibíd., cit.
346
dimensionales.18 En este ámbito, el programa cuenta con subsistemas
especialmente dedicados a generar acciones de apoyo a las familias de
los niños y niñas, tales como nivelación de estudios, inserción laboral,
mejoramiento de las viviendas y de las condiciones de prevención y
atención de la violencia intrafamiliar y el maltrato infantil.
Sin duda parece ser un gran aporte a la política pública, pero todavía
queda una gran deuda ya que este programa solo interviene con niño/
as de hasta 4 años de edad. Resulta indispensable que el programa ten-
ga cobertura hasta que los NNA cumplan 18 años.19
347
de las mismas y no desde las verdaderas necesidades que tienen NNA
en el contexto de la vulneración de sus derechos. Ejemplo de ello ha
sido lo develado por actores entrevistados a propósito de este Informe
–litigantes, magistrados y funcionarios– quienes señalaron que en
el sistema proteccional la condición socioeconómica de las familias
muchas veces es entendida por sí sola como una causal de vulneración
de derechos. Señala una magistrada: “Hay que recordarle a nuestras
instituciones que la situación socioeconómica no puede constituir ja-
más motivo de separación de su grupo familiar (lo que) en el ámbito
proteccional, se olvida. Tuvimos informes de padres cesantes, de ca-
sas sin luz, esto es inaceptable”.22
Además, entre los datos cuantitativos que presenta el SENAME en
su Anuario Estadístico 2014, se mencionan las causales en virtud de
las cuales los NNA ingresan de modo general al sistema de protección
de derechos. En la mayoría de los casos no se hace mención específica
a cuál es la situación de vulneración que está viviendo el NNA y que
afecte su interés superior como para hacer necesaria la intervención
del Estado. En el plano cuantitativo, figura un total de 111.440 NNA
ingresados al sistema. El desglose es el siguiente:
348
sin considerar el estándar de internacional, basada más bien en la des-
confianza y la estigmatización de familias con vulnerabilidades.23
Con respecto a este punto, la información proporcionada por los
entrevistados fue concluyente al señalar que “una vez que las familias
ingresan al sistema, todos los actores las tratan mal, con mucha des-
confianza, culpabilizándolas de que sus hijo/as se encuentren en esas
condiciones (…) además les exigen una súper conducta que es impo-
sible de cumplir para cualquier familia (…) en las visitas domiciliarias
que se hacen a las familias, uno puede ver que dan cuenta de, por
ejemplo, no se encuentra la loza lavada del día anterior, había cerveza
en el refrigerador (…) creo que si me hicieran una visita domiciliaria a
mí, ¡me quitan al gato!”.24
Sumado a lo anterior, cabe precisar que de aquellos Programas de
SENAME que se encuentran en la Región Metropolitana, cuyos li-
neamientos consideran la intervención con la familia de origen, se en-
cuentran solamente ubicados en comunas de alta vulnerabilidad, tales
como La Granja, Lo Espejo, Maipú, Pedro Aguirre Cerda, La Florida,
La Pintana, Lo Espejo, Peñalolén, Pudahuel, Puente Alto, Recoleta.25
Cabe preguntarse, entonces, si por ejemplo, en comunas como Provi-
dencia o Vitacura no hay NNA que en virtud de la protección de su
interés superior requieran intervención del Estado. Desde ese punto
de vista, pareciera que el Estado de Chile dirige su mirada solo a las
vulneraciones de derechos de una parte de la población, ejerciendo un
medio de control social –con la excusa de la protección– y dejando en
la indefensión a NNA que a pesar de contar con recursos económicos,
pueden sufrir vulneraciones en su medio familiar.
Otro de los aspectos que cabe destacar tiene que ver con el número
de programas que intervienen con cada familia. La política de protec-
ción de derechos establecida por el SENAME cuenta con un variado
número de programas que responden a diversos objetivos. Muchas
veces ocurre que una misma familia debe participar en varios progra-
mas para intentar resolver diferentes problemáticas, generando, a ve-
ces, más que un apoyo, una importante carga para las familias, que se
ven sobrepasadas por el grado de sobreintervención que padecen. Así
lo han señalado entrevistados: “el gran problema que tenemos hoy en
día es lo fragmentaria de la política pública, el niño de SENAME es
el ‘niño del Sename’ y el niño discapacitado es el ‘niño discapacitado’,
y SENAME es el ícono de esto (…) existen variados programas cada
uno para cada objetivo, lo que además genera costos altísimos para el
Estado, porque cada programa realiza un diagnóstico y trabaja con
349
los niño/as o sus familias desde un objetivo específico”.26 En este sen-
tido, si se analiza el catastro de la oferta programática del SENAME
se puede observar que existen al menos siete tipos de programas dife-
rentes que entre sus bases técnicas cuentan con el objetivo de trabajar
con la familia de origen.27
350
2.4. Mecanismos para otorgar un medio familiar adoptivo
Como último medio para asegurar el derecho a vivir en familia, se en-
cuentra la adopción, figura que se establece para aquellos casos en que
los NNA no cuentan con un medio familiar estable que pueda pro-
porcionarles el cuidado que requieren, evitando con ello el abandono y
la institucionalización. La adopción se entiende como un mecanismo
subsidiario y de última ratio, es decir, opera cuando la familia de ori-
gen no puede hacerse cargo del cuidado. Además, en los procesos de
adopción se deben señalar los mecanismos para preservar el derecho a
la identidad de NNA, que se encuentra establecido en el artículo 8 de
la Convención. En este ámbito es necesario preguntarse si la política
pública de adopción en Chile se adecua a los estándares internacionales
descritos con anterioridad.
La política pública de adopción en Chile se basa en la Ley 19.620
sobre adopción de menores (en adelante, LA) dictada en 1999. Su prin-
cipal objetivo fue modernizar las leyes que existían hasta entonces en
materia de adopción y adecuar dicha normativa al derecho internacio-
nal vigente, en especial a la CDN. La Ley 19.620 estableció el proce-
dimiento de susceptibilidad de adopción, con el fin de resguardar el
derecho de los NNA a vivir en su familia de origen, cuando existen
familiares que se oponen a dicha declaración y se cumplen las causales
que establece la ley para que el NNA sea declarado susceptible de ser
adoptado.
Sin embargo, la LA presenta numerosas insuficiencias y vacíos que
han sido evidentes en su implementación y que vulneran el derecho de
los NNA a vivir en familia. Estos vacíos se analizarán en relación al
principio de subsidiariedad de la adopción y al derecho a preservar la
identidad.
Nuestra actual normativa en materia de adopción no proporciona
conceptos claros sobre la materia. No profundiza en definiciones en
cuanto a qué debemos entender por adopción ni respecto a los prin-
cipios que deben regir el procedimiento y el catálogo de derechos que
asiste a los NNA cuando participan de un proceso de adopción.
En relación a las causales que generan que un NNA sea susceptible
de adopción, la Ley 19.620 establece dos: la inhabilidad física o moral
de los padres y el abandono.
En cuanto a la inhabilidad física o moral de los padres, la LA se
remite al artículo 226 del Código Civil, el cual a su vez se refiere a la
ley de menores31 para definir este concepto. La norma hace la siguien-
351
te enumeración sobre lo que se entiende por inhabilidad: 1) aquellos
padres incapacitados mentalmente; 2) los que padecieren alcoholismo
crónico; 3) los que no velaren por la crianza, cuidado personal o educa-
ción del hijo; 4) cuando consintieren que el hijo se entregue a la vagan-
cia o mendicidad; 5) cuando hubieren sido condenados por secuestro o
abandono de menores; 6) cuando maltrataren o dieren malos ejemplos
al menor o cuando la permanencia del niño en el hogar constituyere
un peligro para su moralidad; 7) cuando cualquier otra causal coloque
al niño en peligro moral o material.32
En cuanto al abandono, la ley de adopción establece dos supuestos
para que se configure: 1) cuando los padres no le proporcionen atención
personal o económica al NNA durante un plazo de 2 meses, y en caso de
ser el niño menor de un año, un mes; 2) cuando los padres entreguen al
NNA con la intención manifiesta de liberarse de sus obligaciones legales.
En este sentido, las causales que establece la Ley 19.620 presentan
varios errores que finalmente derivan en una deficiente aplicación ob-
jetiva de las mismas y en que no se respetan, en los procedimientos de
adopción, los derechos fundamentales de NNA. Llama la atención que
la LA se remita a la ley de menores para determinar los criterios para
determinar si existe inhabilidad física y moral de los padres. Esto ocu-
rre porque la ley de menores se basa en la doctrina de la situación irre-
gular que entiende que los NNA son objetos de protección y no sujetos
de derechos. Normativa que a la luz de la Convención y la doctrina de
la protección integral debiera, bajo todo punto de vista, derogarse lo
antes posible.
Además de lo anterior, se puede señalar que las causales sobre inhabili-
dad parental son vagas: no señalan, por ejemplo, qué es una incapacidad
mental, o qué debemos entender por padres que no velan por la crianza
de sus hijos. Asimismo, las causales son anacrónicas y el punto de par-
tida es una visión muy estigmatizada de los NNA y sus familias y no el
interés superior de aquellos. De este modo, se puede señalar que “cientí-
ficamente no existe concepto de las habilidades parentales, (para los psi-
cólogos) nunca ha existido un ramo así en la universidad, los psicólogos
no tienen una formación necesaria en eso y mal podrían evaluar dichas
habilidades. (…) Entonces, planteada la cuestión, es una locura, para mí
estas habilidades parentales son un intento de blanquear un concepto
oscuro y negro de la legislación que es la inhabilidad física y moral (…)
Las referencias teóricas del término están en un psiquiatra chileno, Jorge
Barudi, que escribió ‘los buenos tratos de la infancia’, pero nunca lo hizo
con la intención de separar al niño ni temporal ni definitivamente de su
familia.(…) Los psicólogos no están preparados para hacer evaluaciones
352
y sin embargo lo hacen, y no existen medidas objetivas, no existen test
en los cuales se basen las evaluaciones.”33
Por tanto, en relación a la inhabilidad parental, en Chile existe una
diversidad de puntos de vista respecto a qué la constituye. Consul-
tados diversos actores en la materia, algunos apuntan a la incapaci-
dad de abordar las necesidades de los hijos, no tener la capacidad de
empatía respecto de sus requerimientos, no garantizar sus derechos
fundamentales, etc.34 La importancia de encontrar una unidad en
este concepto radica en que en él se basa, nada menos, la justificación
para proceder a la separación temporal o permanente de un NNA de
su familia.35
Desde la psicología, las competencias parentales han sido definidas
como “el resultado de un ajuste entre condiciones psicosociales en las
que vive la familia, el escenario educativo que los padres o cuidadores
han construido para realizar su tarea vital”.36 Para desarrollarlas se re-
quieren oportunidades para ponerlas en práctica, el aprendizaje de las
habilidades y el reconocimiento social de haberlas adquirido para man-
tener la motivación a continuar en su perfeccionamiento. Es importan-
te destacar que la habilidad parental no es antónimo de la inhabilidad
parental, ya que la primera alude a las características de los padres en la
crianza de sus hijos, mientras que la segunda se refiere a la fundamen-
tación de la separación del NNA de sus padres.37
El concepto de inhabilidad parental ha sido usado por la jurispru-
dencia en relación a la “sana crítica” y, por tanto, dejado a la plena
discrecionalidad de los jueces respecto de lo que entenderán por este
concepto. Por ende, fallarán de acuerdo a sus convicciones. Esto puede
resultar riesgoso, ya que, de las entrevistas realizadas, fue posible obser-
var la disparidad de criterios que existen en los Tribunales de Familia
en causas de susceptibilidad de adopción, debido precisamente a las
distintas convicciones que la/os magistrada/os tienen en la materia.
Una magistrada reconoce abiertamente ser partidaria de la adopción,
ya que considera muy difícil y poco probable que una madre que no
tiene a su cuidado a sus hijos mayores pueda hacerse cargo de uno me-
nor.38 Otra magistrada discrepa radicalmente de esta postura al consi-
derar que presumir de antemano que porque una madre no ha criado
353
a sus mayores no va a estar preparada para criar a uno menor es un
prejuicio, y no se puede partir de esa base. Agrega que las familias que
enfrentan juicios de susceptibilidad de adopción son familias vulne-
rables que vienen con una suerte de “desesperanza aprendida” por no
haber sido escuchadas, debido precisamente a los prejuicios que existen
en su contra.39
De este modo, sería posible concluir que en los casos de susceptibi-
lidad de adopción, en virtud a la falta de definiciones legales y criterios
uniformes en cuanto al concepto de inhabilidad parental, el resultado
de estos juicios depende en cierta medida, de las convicciones perso-
nales que tenga la/el magistrada/o que toma el caso, pudiendo distin-
guirse entre aquellos que son “pro adopción” y los que son “pro familia
de origen”. De esa manera priman concepciones preconcebidas y no
los antecedentes propios de cada caso ni menos el verdadero interés
superior del NNA sometido/a al procedimiento judicial.
Lo anterior cobra todavía más importancia cuando la mayoría de
los NNA adoptados en Chile lo son por medio de juicios de suscepti-
bilidad y especialmente en cuanto a la causal de inhabilidad parental.
Así según datos aportados por el Anuario Estadístico del SENAME,
de los NNA declarados susceptibles de ser adoptados en todo el terri-
torio nacional, 127 de ellos lo son por inhabilidad de uno o ambos
padres, mientras solo 4 de ellos lo son por abandono. En este sentido,
entendiendo que según indica la CDN la adopción debe ser el último
recurso, debería haber causales claras y concretas que permitan evaluar
adecuadamente las condiciones de las familias de origen en atención al
interés superior de NNA.
Es importante en este punto destacar que la LA especifica, en cuan-
to a las causales para declarar la susceptibilidad de adopción, que la fal-
ta de recursos no es causal suficiente para declararla. Sin embargo, en
base a la información solicitada para este Informe, entrevistas realizadas
a distintos actores que intervienen en el proceso y documentos anali-
zados, se ha podido concluir que las familias de origen de los NNA
que son adoptado/as se encuentran en la mayoría de los casos en situa-
ción de alta vulnerabilidad, siendo con frecuencia víctimas de pobreza
multidimensional que las priva no solo de recursos económicos, sino
también de varios de sus derechos. En este sentido la pobreza parece ser
una consideración importante a la hora de declarar la susceptibilidad
de adopción de un NNA.
Según la información aportada por el SENAME, a través de la ley
de acceso a información pública, no existen cifras en cuanto al nivel
socioeconómico de los NNA declarados susceptibles de ser adoptados
o de las familias de origen. Esto se debe, según señala el SENAME, a
354
que dicha información no incide en la tramitación de estos juicios. No
obstante, tanto la/os magistrada/os como abogada/os entrevistada/os
con ocasión de este Informe concuerdan en que las familias de origen
en los juicios de susceptibilidad de adopción son de estratos socioeco-
nómicos bajos, ya que en general son representadas en estos juicios por
la Corporación de Asistencia Judicial o por Fundaciones o Clínicas
Jurídicas.40 De esta misma forma una de las abogadas entrevistadas
señala que “existen otras causales para declarar la susceptibilidad de
adopción que tienen que ver más con la pobreza, ya sea las condiciones
de habitabilidad, las mismas privaciones socio-culturales que tienen las
familias de origen, lo que no es una inhabilidad en sí misma, sino que
una realidad país.”41
De acuerdo a lo señalado, la evidencia indica que los juicios de
susceptibilidad son mayoritariamente contra familias de alta vulnera-
bilidad. Esto pareciera indicar que tras los juicios de susceptibilidad
de adopción existe discriminación y estigmatización a las familias de
origen y una creencia arraigada de que un NNA que proviene de una
familia con tantas carencias necesariamente va a estar mejor con una
familia adoptiva de mayores recursos económicos y culturales.
En este sentido varios de los entrevistados se refirieron a la discri-
minación que viven las familias de origen no solo en los Tribunales
sino también en gran parte del sistema de infancia. Es así como, por
ejemplo, un psicólogo experto en infancia llamó la atención sobre el
trato que les dan a las familias en las Residencias donde se encuentran
los NNA, generando en ellas la sensación de desconfianza y amenaza
constante. Señaló que él ha visto cómo en algunas instituciones revisan
a los familiares antes de ingresar y les piden carnet de identidad, ade-
más de establecer restringidos horarios de visitas, como si estuvieran
ingresando a una cárcel, lo que añade excesivas dificultades en el vín-
culo de los NNA con sus familias.42 En el mismo sentido una abogada
experta en juicios de adopción, ha podido observar el trabajo que se
realiza en las Residencias con la familia de origen, que se carece en mu-
chos casos de altura de miras: se establecen relaciones de desconfianza
entre profesionales y familias de origen, malos tratos y discriminación,
lo que finalmente significa un debilitamiento de los vínculos familiares
de los NNA. Con ello se propicia que una familia sea declarada inhábil
y el NNA sea declarado/a susceptible de ser adoptado.43
Por tanto, es posible concluir, con respecto a este punto, que habría
un doble incumplimiento por parte del Estado en cuanto al derecho
355
de NNA de vivir con su propia familia: en primer lugar, se trata de un
Estado que no cuenta con una política social integral que permita a las
familias contar con un piso mínimo para hacerse cargo de sus propios
hijo/as (salud, educación y vivienda de calidad, a lo menos) y, en se-
gundo lugar, cuando esas familias tienen a su cargo NNA el Estado las
estigmatiza considerando que por esas dificultades y carencias profun-
das en las que se encuentran están condenadas a ser malos cuidadores,
padres o madres inadecuados para el interés superior de NNA, y que
más vale declarar la susceptibilidad de adopción.
Por otra parte, en relación al procedimiento judicial para declarar la
susceptibilidad de la adopción, existen otros impedimentos para que
este se desarrolle de acuerdo con el estándar que persigue que la adop-
ción sea un último recurso para resguardar el derecho a vivir en familia
de NNA. Lo anterior se relaciona con el rol que debe ocupar el SENA-
ME y sus organismos colaboradores: aportar informes en los juicios
de susceptibilidad que avalen la veracidad de la petición44 y, a su vez,
trabajar con las familias de origen, generando muchas veces incentivos
cruzados o derechamente incompatibles. Por ejemplo, en el caso de
SENAME y también de los colaboradores que tienen a su cargo Resi-
dencias en las que los NNA se encuentran por medio de una medida de
protección, deberían tener entre sus tareas vincular al NNA con su fa-
milia de origen nuclear y extensa, pero a la vez como institución están
solicitando la susceptibilidad de adopción. Ese doble rol genera dudas
razonables en cuanto a los intereses que tiene el organismo en cada
caso concreto y sus posibilidades de actuar de manera independiente.45
Sumado a lo descrito anteriormente, en los juicios de susceptibilidad
son las instituciones demandantes quienes emiten informes periciales
en estas causas y, por tanto, juegan un rol de parte y perito en estos jui-
cios. Una magistrada entrevistada destaca la falta de seriedad y profe-
sionalismo en quienes emiten estos informes, por no existir un trabajo
real con la familia de origen: “En general los informes, mientras más
largos son los juicios, uno ve que el primer informe dice algo que se va
repitiendo sucesivamente, se van cambiando las fechas, y uno no ve un
trabajo real con la familia de origen”.46 Asimismo, podemos ver refle-
jada esta opinión en un fallo de los Tribunales de Familia de Santiago:
“que siendo la adopción la última medida que se debe tomar respecto
de un niño y no habiéndose acreditado con los informes incorporados
en la audiencia de juicio, la inhabilidad de los padres pues dichos infor-
mes son confusos, contradictorios entre sí, no señalan la metodología
utilizada si realizaron entrevistas presenciales, lo que a juicio de esta
356
sentenciadora son poco concluyentes, es que se rechaza la solicitud de
Susceptibilidad de Adopción”. 12 de diciembre de 2009, Segundo Juz-
gado de Familia de Santiago.47
En relación al derecho a preservar la identidad, también estándar
fijo de la normativa internacional, ha sido definido por la Corte In-
teramericana de Derechos Humanos, como “el conjunto de atributos
y características que permiten la individualización de la persona en
sociedad y, en tal sentido, comprende varios otros derechos según el
sujeto de derechos de que se trate y las circunstancias del caso. Es así
que la identidad personal está íntimamente ligada a la persona en su
individualidad específica y vida privada, sustentadas ambas en una ex-
periencia histórica y biológica, así como en la forma en que se relaciona
dicho individuo con los demás, a través del desarrollo de vínculos en el
plano familiar y social. De igual forma, la Corte ha reconocido que la
identidad es un derecho que comprende varios elementos, entre ellos y
sin ánimo de exhaustividad, la nacionalidad, el nombre y las relaciones
familiares.48
De este modo y en relación a la importancia de preservar la iden-
tidad para la dignidad de la persona humana, es un deber del Estado
tener modelos que permitan preservar la identidad de NNA adoptados.
No obstante lo anterior ha sido posible concluir que en nuestro país no
existe una legislación acorde para garantizar este derecho, y las prácti-
cas son múltiples, por lo que no en todos los casos se hacen esfuerzos
por conservar la historia de los niños y niñas en aras de preservar su
derecho a la identidad. La profesora Gómez de la Torre señala: “para
que una persona logre desarrollar su personalidad necesita conocer su
identidad, es decir, conocer su origen, saber quiénes son sus padres,
quiénes constituyen su familia”.49 Así, el reglamento de la LA establece
que el SENAME o el organismo acreditado que intervino en la adop-
ción, podrá asesorar a aquellas personas que, por resolución judicial,
hayan sido autorizadas para recabar información sobre su adopción.
Así, en nuestro país no existe un procedimiento ágil para obtener la
información sobre un proceso de adopción. Con respecto a este punto,
existen importantes experiencias en algunas Residencias en cuanto a
la elaboración de libros de vida, en los cuales se guarda toda la in-
formación del niño o niña durante su estadía en ese lugar. Se trata
de dar cuenta de la “experiencia vincular que ha tenido el niño con
su tía significativa, y con personas que han sido relevantes para el
357
desenvolvimiento del niño, celebración de fiestas patrias, las salidas,
cumpleaños, amigos que han sido relevantes. Por medio del libro se le
explica al niño que no estuvo abandonado, que fue querido, pero que
por algún motivo específico no se pudo seguir con el procedimiento
de reincorporación con alguna persona de su familia”.50 Por otra parte,
un funcionario de la Unidad de Adopción del SENAME, señala que
ellos tienen la obligación de destruir toda información con respecto a
la estadía del niño o niña en la Residencia y que las personas en bús-
queda de sus orígenes solo pueden tener acceso a los datos que guarda
el Registro Civil de su familia de origen, por medio de la apertura de
expediente a la que se refiere la Ley 19.620.51 Lo anterior constituye un
incumplimiento importante al derecho a la identidad de niños y niñas
establecido en el artículo 8 de la CDN.
Al respecto, el proyecto de modificación de la LA en actual tramita-
ción, pretende mejorar esta falencia de nuestro sistema, para así garan-
tizar el derecho a la identidad y a la preservación de la misma, estable-
cido en la CDN. El proyecto dispone que la información se le solicitará
al Tribunal de Familia a través de un procedimiento no contencioso.
Cabe indicar que, desde octubre de 2013, se encuentra en tramita-
ción en la Cámara de Diputados un proyecto de ley que busca modifi-
car la Ley 19.62052 con el objetivo de garantizar la subsidiariedad de la
adopción, agilizar los procedimientos establecidos en materia de adop-
ción y regular los requisitos y condiciones para adoptar y ser adopta-
do. En este sentido, pretende adecuar nuestra normativa en materia de
adopción a los estándares internacionales de derechos humanos. Así,
el proyecto establece y define los principios aplicables a la adopción: el
interés superior del niño, el derecho de la NNA a vivir en familia, la
responsabilidad del Estado, subsidiariedad de la adopción, el derecho a
ser oído, el derecho a conocer los orígenes, y la reserva.
Otro de los aspectos que salió a la luz por medio de la presente inves-
tigación tiene que ver con la falta de respuesta que existe en la política
pública para aquellos NNA que se encuentran en situación de aban-
dono, pero que no cumplen con lo que el SENAME llama el “perfil
de adoptabilidad”. Según la información aportada por el Servicio por
medio de la Ley de Acceso a la Información Pública “la adoptabilidad
del niño/a considera aspectos de tipo jurídico psicológico, sociales y
médicos, que en su conjunto permiten determinar que un niño/a está
en condiciones de integrarse a una familia adoptiva”. Por otra parte,
según indicó un funcionario entrevistado, de la Unidad de Adopción
del SENAME,53 hay niño/as quienes por sus especiales condiciones, no
358
cuentan con posibilidades de ser adoptados, por lo cual el SENAME
de antemano descarta la opción de solicitar la susceptibilidad. Lo an-
terior se fundamenta en que se supone que no hay familias adoptivas
que estén interesadas en adoptar a niño/as que no cumplen con ciertos
criterios. En este sentido el funcionario de Unidad de Adopción entre-
vistado señaló que los criterios observados para determinar si un niño
o niña cuenta con un perfil de adoptabilidad tienen que ver, en primer
lugar, con la edad, no pueden tener más de siete años; ciertas condicio-
nes psicológicas, entendiendo por estas que el niño/a cuente con capa-
cidad de adaptación y vinculación; además, que se trate de un niño/a
en condiciones adecuadas de salud “porque las familias solicitantes en
general piden niño/as en dichas condiciones, por lo que niño/as, por
ejemplo, que padecen enfermedades catastróficas o enfermedades men-
tales, no tienen ninguna posibilidad de ser adoptado/as”.54
Lo grave de la situación mencionada es que en muchos casos es po-
sible encontrar a niño/as en situación de abandono, pero, por su edad
o condición de salud, el Estado decide de antemano no abrir causa
de adopción, sin realizar siquiera los esfuerzos por buscar una fami-
lia adoptiva. Esta situación se da fuera del margen de la legislación,
porque en la Ley 19.620 en ningún caso se establecen cuestiones re-
lativas a alguna declaración administrativa de adoptabilidad previa a
una declaración judicial, en cambio se señalan claramente cuáles son
las dos causales para que un NNA pueda ser declarado susceptible de
ser adoptado: abandono e inhabilidad parental, como ya se mencionó.
De hecho, el estándar de derechos humanos plantea que la adopción
debería restituir el derecho a vivir en familia para aquellos niño/as que
no cuentan con una. En consecuencia, por medio de esta declaración
de adoptabilidad y la decisión de dejar fuera de la posibilidad de adop-
ción a un grupo de niño/as, se está vulnerando gravemente el derecho
de ellos y ellas a vivir en el seno de una familia. De esta forma, desde
un enfoque de derechos humanos se podría esperar, al menos, que el
Estado tome todas las medidas para que los NNA que están en situa-
ción de abandono puedan tener posibilidad de una familia adoptiva, y
que si no hubiesen familias interesadas en dichos niños, se busque otra
solución para restituir el derecho a vivir en familia de ese niño/a. Pero
el Estado chileno, mediante una medida administrativa, lo que hace
es privar de antemano a niños y niñas de la posibilidad de restituir su
derecho a vivir en familia a través de la adopción.
Se ha podido observar que para aquellos NNA que no cuentan con
lo que el SENAME denomina perfil de adoptabilidad, la respuesta la
debiera dar el sistema de protección de derechos. Sin embargo, dicho
sistema carece de todas las herramientas necesarias para poder asegurar a
359
los NNA el derecho a vivir en familia. Es así como muchos de esos niño/
as se encuentran prácticamente condenados a estar institucionalizados
sin tener posibilidades reales de optar por una familia definitiva.55
En atención a lo señalado anteriormente, es posible concluir que el
Estado de Chile no da cumplimiento a los estándares de derechos huma-
nos en materia de adopción. En este sentido, no se considera la adopción
como la forma de restituir el derecho a vivir en familia para aquellos
casos en que NNA se encuentran en situación de abandono, dejando a
muchos niños y niñas sin una respuesta. Por otra parte, en muchos casos
no se establece la adopción como una forma subsidiaria de asegurar el
derecho a la familia, ni tampoco una estrategia sistemática para conser-
var la historia e identidad de cada niño o niña que es adoptado.
CONCLUSIONES
360
ción, inmiscuyéndose por medio de la estigmatización, el castigo
a la pobreza y el control.
Los programas del SENAME que apuntan a una política de apo-
yo a las familias y cuidadores, solo se encuentran en comunas de
bajos ingresos, como si las vulneraciones de derechos ocurrieran
únicamente en familias de escasos recursos. Sin duda la pobreza
es un factor de vulneración de derechos como se señaló al prin-
cipio del presente Informe, pero el hecho de que la protección
especial del Estado se encuentre únicamente en sectores de vul-
nerabilidad, indica que se trata de una política más asociada al
control social que a la protección de derechos.
d) En cuanto a la separación de la familia de origen como último
recurso y medios de cuidado alternativo:
Para aquellos NNA que en virtud de su interés superior no pue-
den estar al cuidado de sus familias, la internación en un régimen
residencial parece ser prácticamente la única respuesta del Estado,
lo que provoca que se use de modo general, sin atender a la excep-
cionalidad y temporalidad que debería tener dicha medida.
e) En cuanto a las acciones para proveer de una familia definitiva
a aquellos NNA que no tienen o no pueden ser cuidados por su
familia de origen:
El sistema de adopción en Chile en ocasiones no respeta el prin-
cipio de subsidiariedad, estigmatizando a las familias de origen
y privándolas de una intervención adecuada para superar sus di-
ficultades. Esto implica que se prive a los NNA de su derecho
preferente de vivir en el seno de su propia familia.
Es un sistema que castiga la pobreza ya que la gran mayoría de
las familias de origen cuyos hijos/as son declarados susceptibles
de adopción, son de alta vulnerabilidad debido a su precaria si-
tuación socioeconómica de origen estructural. Aquello trae como
consecuencia no solo una privación de recursos materiales, sino
también carencias en cuanto al correcto ejercicio de sus derechos.
Falta de una respuesta estatal para aquellos casos de NNA que por
condiciones de salud, psicológicas o físicas no encuentran una fami-
lia adoptiva que pueda hacerse cargo de ellos, quedando en situación
de abandono total y privados de su derecho a vivir en familia.
Falta de legislación y práctica sistémica en cuanto a asegurar el
derecho a la identidad de NNA.
RECOMENDACIONES
361
1. Crear un nuevo sistema de adopción de NNA acorde a la doctrina
de protección integral, y que se enfoque en restituir el derecho
a vivir en familia de aquellos NNA que se encuentran en situa-
ción de abandono. Generar, además, acciones para que todo/s
los NNA que están en dicha condición puedan contar con una
familia adoptiva que los acoja.
2. Extender la cobertura del programa Chile Crece Contigo para
todos/as los niños, niñas y adolescentes, desde que nacen hasta
que tengan 18 años, generando así una política pública que actúe
de modo integral con todos los NNA.
3. Diseñar una política pública que considere otros medios de cui-
dado alternativo, evitando con ello la medida de protección de
internación en instituciones residenciales. Generar, en este sen-
tido, programas de apoyo a las familias que se vuelvan una op-
ción previa a la institucionalización, cuando en la familia existan
circunstancias que pongan en riesgo el interés superior de NNA
y por ello haya que tomar acciones para separar al NNA de su
medio familiar.
4. Diseñar acciones concretas y directas que apoyen a las familias
para que estas se vuelvan lugares de protección de sus niños y
niñas. Que estas acciones de apoyo estén enfocadas, primero, en
que las familias superen las condiciones de pobreza y vulnerabili-
dad que les impiden ser protectoras de los derechos de los NNA,
y, segundo, que se enfoquen en fortalecer competencias parenta-
les.
5. Dotar al sistema de adopción de medios para asegurar que esta
posibilidad sea efectivamente un último recurso, privilegiando
siempre el derecho de lo/as NNA de permanecer bajo el cuidado
de su propia familia.
6. Establecer como obligación, para todas las instituciones que tie-
nen a su cargo NNA, la utilización de libros de vida, a partir de
los cuales se pueda conservar la historia vital de NNA, y con ello
la preservación de su identidad.
362
DERECHOS DE LA
DIVERSIDAD
SEXUAL 2015:
AVANCES Y
FALENCIAS*
* Capítulo elaborado por Juan José Álvarez, Sebastián del Pino y Tomás Vial, con la colabo-
ración de los alumnos de la Facultad de Derecho UDP, Bastián Martinez, Matías Barahona
y Sebastián Albornoz.
365
SÍNTESIS
367
INTRODUCCIÓN
Los derechos de las personas de la diversidad sexual han sido una pre-
ocupación constante del Informe Anual sobre Derechos Humanos UDP.
Los dos últimos años, esta sección del Informe ha abordado temas mo-
nográficos, como la homoparentalidad, el 2014, y los derechos de las
personas trans, el 2013. Este año el capítulo tiene como objeto una
visión más cronológica, revisando, primero, los recientes desarrollos
legislativos, con sus avances y demoras, para luego describir cómo di-
versos tribunales de la República están abordando materias de rele-
vancia para las personas LGTBI y, finalmente, destacar que pese a los
progresos que se constatan, aún existen serias reservas de odio y des-
precio contra personas trans y homosexuales, que terminan incluso en
el homicidio de ellas. Se finaliza con conclusiones y recomendaciones
al Estado.
1. DESARROLLOS LEGISLATIVOS
369
Hoy estamos promulgando una ley que reconoce y formaliza el
vínculo de la convivencia, tanto entre parejas del mismo sexo,
como entre un hombre y una mujer.
A través de este Acuerdo de Unión Civil, lo que hacemos es abrir
los brazos de nuestras instituciones, que en algún momento se
mostraron distantes, e incluso desdeñosas, para acoger y proteger
a aquellos y aquellas que hemos dejado de lado.
¿Qué le estamos diciendo a esas familias, a esas parejas, sean del
sexo que sean, que conviven sin estar casadas?
Les decimos que este es un avance concreto en el camino de termi-
nar con la diferencia entre parejas homosexuales y heterosexuales.
2 Sebastián del Pino y otros, Observaciones al proyecto de ley que crea el acuerdo de vida en
pareja, Fundación Iguales, 2012. Ver en www.iguales.cl e indicaciones presentadas por el
MOVILH. Ver MOVILH, XIII Informe anual de derechos humanos de la diversidad sexual en
Chile. Hechos 2014, 2015, p. 137.
370
Piñera, pero que luego no contemplaba el texto enviado al Congreso
Nacional. Se otorga, también, competencia a los tribunales de familia
para que conozcan de todas las controversias suscitadas entre los con-
vivientes unidos por la institución en comento; y, finalmente, se hacen
extensivos a los convivientes civiles una serie de derechos otorgados a
los cónyuges.
El artículo 1°, inciso 2°, de la Ley 20.830, dispone que en virtud de
su celebración, el AUC “conferirá el estado civil de conviviente civil”.
El artículo 4° establece la creación de parentesco por afinidad entre un
conviviente civil y los consanguíneos de la persona con la que se haya
unido. Además, según el artículo 3°, el acuerdo no puede estar sujeto
a plazo, modo o condición, lo que significa que sus efectos se produ-
cen desde su celebración. Estos tres aspectos del AUC lo convierten en
un verdadero instituto de derecho familiar y no en un mero contrato
regulador de intereses patrimoniales, como lo establecía el proyecto
original sobre AVP.
El AUC, en conformidad al artículo 5° de la Ley, debe celebrar-
se ante cualquier oficial del Registro Civil. Este funcionario tiene la
obligación de levantar un acta de lo obrado, que deberá ser inscrita en
el nuevo Registro Especial de Acuerdos de Unión Civil. El proyecto
original sobre AVP, además de la celebración ante un oficial del Re-
gistro Civil, establecía la posibilidad de poder celebrarlo por escritura
pública. La inscripción del acta mencionada o de la escritura pública,
debía ser solicitada, expresamente, por cualquiera de los contratantes.
Dichas posibilidades que hoy están superadas por el texto legal, pudie-
ron generar graves descoordinaciones y lesiones en los derechos de los
convivientes.
El ámbito protector del AUC enmendó la omisión del proyecto de
2011, respecto a la posibilidad de que el conviviente que no hubiese
podido desarrollarse profesionalmente por dedicarse al cuidado de los
hijos o del hogar común, demandara una compensación económica.
En caso de que el AUC termine por mutuo acuerdo de los convivientes
civiles, voluntad unilateral de uno de ellos o por declaración judicial
de nulidad del pacto, el conviviente que está en una condición pecu-
niaria desmejorada por encontrarse en alguna de las circunstancias ya
precisadas, podrá demandar la compensación en términos análogos a
los dispuestos para el matrimonio.
El artículo 22 de la Ley 20.830 otorga competencia a los tribunales
de familia para que conozcan los asuntos judiciales que puedan sus-
citarse entre los convivientes. Si se toma como referente el proyecto
original de 2011 –que otorgaba competencia a los juzgados civiles– este
cambio procesal resulta ser de gran relevancia. La jurisdicción civil se
ha desplazado, paulatina aunque sostenidamente, hacia el conocimien-
to de materias patrimoniales y comerciales. En cambio, las característi-
371
cas orgánicas y procesales de los tribunales de familia, convierten a esta
jurisdicción en la más adecuada para conocer los conflictos derivados
de la suscripción de un AUC, puesto que abordan materias complejas
relacionadas con el estatuto personal de las partes de un proceso.
Uno de los aspectos más controvertidos del proyecto de 2011 era la
precaria comunidad de bienes que se formaba en virtud de la suscrip-
ción del Acuerdo. Tal comunidad se extendía solamente a los bienes
muebles no sujetos a registro que los convivientes hubieren adquirido
durante la vigencia del pacto. Es decir, se excluían los bienes más rele-
vantes: inmuebles, acciones, automóviles. Esta comunidad, sin exage-
rar, quedaba reducida al menaje del hogar común. La comunidad re-
gulada por el artículo 15 de la Ley 20.830 es amplia, ya que se extiende
a todos los bienes adquiridos a título oneroso durante la vigencia del
Acuerdo. Además, se establece expresamente la posibilidad de que los
convivientes civiles puedan sustituirla por la separación total de bienes,
aspecto que tampoco estaba previsto en el proyecto original.
Aun cuando en el derecho comparado existen instituciones simila-
res al AUC desde la década de los 90, de todos modos debe considerar-
se que este contrato, cuyo objeto es regular la conyugalidad (empleando
el término en sentido lato), constituye un importante avance desde el
punto de vista de los estándares de derechos humanos, que exigen una
igual protección de las parejas, con independencia de su orientación
sexual.3 Por un lado, la introducción del AUC moderniza nuestro de-
recho familiar, pues las parejas heterosexuales que deseen formalizar
su unión y regular las consecuencias que puedan seguirse de ella, ya
no se verán obligadas a contraer matrimonio para ello; y las parejas
homosexuales, excluidas del matrimonio –en virtud del artículo 102
del Código Civil, que lo caracteriza como un “contrato solemne entre
un hombre y una mujer”–, ahora podrán celebrar un pacto que les
brindará protección y reconocimiento. Por otra parte, el AUC es una
institución doblemente igualitaria, ya que no se establecen roles entre
los convivientes de acuerdo a su género, como sucede en el matrimonio
(división que puede sintetizarse en el aforismo “al hombre los bienes;
a la mujer, los hijos”) ni tampoco, como ya ha sido precisado, se insti-
tuyen inhabilidades para suscribir un AUC en virtud de la orientación
sexual de los miembros de la pareja.
Sin restar mérito al avance que significa la aprobación de la Ley que
crea el AUC, existen aspectos inquietantes que no están resueltos por
la Ley. Una inquietud central es saber qué sucede respecto a los hijos
que son criados por parejas homosexuales. Puesto que el estatuto de
la filiación opera con independencia del matrimonio, los convivientes
civiles de distinto sexo que deseen tener hijos podrán ejercer sin nin-
372
gún obstáculo la maternidad y la paternidad. Pero, fuera de establecer
una norma respecto a la presunción de paternidad y mencionar al con-
viviente civil del padre o la madre, según corresponda, como sujetos
hábiles para ejercer el cuidado personal de los hijos, la Ley 20.830 no
resuelve las problemáticas derivadas de la crianza efectuada por dos
madres o dos padres ni tampoco hace alguna referencia a la posibilidad
de que estas parejas puedan adoptar.
Otro problema que se derivará de la aplicación de la Ley que crea el
AUC guarda relación con que genera un nuevo estado civil entre los
contratantes, los que pasan a ser “convivientes civiles”. El estado civil
se refiere al lugar que ocupa una persona en la sociedad, en atención
a sus relaciones de familia; por ello está marcado por una vocación de
publicidad, puesto que de las relaciones familiares se siguen relevantes
consecuencias civiles (autorizaciones para celebrar contratos cuando
los cónyuges han optado por la sociedad conyugal), penales (ciertos
delitos que se estructuran típicamente en torno a ciertas hipótesis del
parentesco) y administrativas (prohibiciones de contratación entre per-
sonas relacionadas), entre otras. La publicidad propia del estado civil
podría implicar que la pesquisa de la homosexualidad se pueda ver
facilitada, sobre todo si se considera que la celebración de un AUC
deberá ser consignada en un acta que será registrada por el funcionario
que intervenga en el trámite y que se extenderán certificados, tal como
sucede en el caso del matrimonio.
El análisis de estos dos aspectos críticos derivados del AUC pone de
manifiesto que –si bien su introducción en nuestro derecho resuelve una
serie de problemas, sobre todo de carácter patrimonial, y que se renueva
nuestro derecho familiar en el sentido ya planteado– aún subsisten fuer-
tes condiciones culturales que impiden considerar a la homosexualidad
como una característica personal neutra. Pese a lo anterior, y a la espera
de que esos condicionamientos vayan desapareciendo, la homosexuali-
dad no debiera, en ningún caso, convertirse en sinónimo de inhabilidad
para ejercer la crianza de niños ni tampoco constituir un rasgo que au-
torice discriminaciones, reproches morales o sanciones en el orden legal.
4 Para un análisis del proyecto original, ver Tomás Vial, “Informe sobre Diversidad Sexual: las
violaciones a los derechos humanos de las personas trans en Chile”, Informe 2013.
373
proyecto de ley que reconoce y protege el derecho a la identidad de
género (boletín 8924-07), el que había sido redactado por dos organi-
zaciones de la diversidad sexual: Organización de Transexuales por la
Dignidad de la Diversidad (OTD) y Fundación Iguales. Actualmente,
el proyecto se encuentra radicado en el Senado, en la Comisión de De-
rechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía.
De acuerdo a la exposición de motivos contenida en el mensaje par-
lamentario, el objeto del proyecto es el siguiente:
[La] vivencia interna e individual del género tal como cada perso-
na la siente profundamente, la cual podría corresponder o no con
el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la viven-
cia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de
la apariencia o la función corporal a través de medios médicos,
quirúrgicos o de otra índole, siempre que la misma sea libremente
escogida) y otras expresiones de género, incluyendo la vestimenta,
el modo de hablar y los modales.
5 Sebastián del Pino y Valentina Verbal, “El proyecto de ley de identidad de género. Una apro-
ximación a sus disposiciones y fundamentos”. Revista Liminales, Universidad Central, 2015.
374
La presentación de este proyecto de ley ha estado lejos de ser armó-
nica, puesto que diversos sectores han cuestionado la pertinencia de
esta iniciativa. En un documento de trabajo de la Fundación Jaime
Guzmán se expresó lo siguiente: 6
375
género: a los varones les corresponde ser fuertes, audaces y proveedo-
res; a las mujeres les queda el espacio de la intimidad, la crianza de los
hijos y la sumisión. En este sentido, el binarismo sexual prescinde de
una serie de otros elementos que también son de suma relevancia para
caracterizar la complejidad de la sexualidad humana, entre ellos, la
identidad de género, a la que los sectores conservadores denominan
peyorativamente como ideología de género.
En lo que respecta a la tramitación legislativa del proyecto, con-
sideramos que se ha desarrollado de manera lenta y errática. Como
presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Nacionalidad y
Ciudadanía del Senado, la principal responsable de esta situación es la
senadora Jacqueline van Rysselberghe.
Esta senadora se ha opuesto públicamente a este proyecto, puesto
que, de acuerdo a sus declaraciones, se trataría de un intento de apro-
bar solapadamente el matrimonio homosexual.9 Por la misma razón
presentó, junto al senador Manuel José Ossandón, una indicación al
proyecto que pretendía prohibir el matrimonio de las personas que
hubieren rectificado su partida de nacimiento, invocando el derecho
a la identidad de género.10 Una postura como esta –reprochable con-
ceptualmente, porque confunde orientación sexual e identidad de gé-
nero– pone de manifiesto una animadversión respecto de cualquier
modificación legal que implique reconocimiento para la población de
sexualidad diversa.
Luego de la aprobación en general del proyecto, el 21 de enero de
2014, se ha abierto en ocho oportunidades el plazo para presentar indi-
caciones, siendo el último de ellos el 21 de julio de 2015. Aun cuando
la materia que se discute en este proyecto reviste ciertas complejidades,
nada justifica esta sucesiva apertura del plazo para presentar indicacio-
nes. Es de esperar que los miembros de la Comisión de Derechos Huma-
nos subsanen prontamente este retraso y se dé curso a la tramitación del
proyecto de ley que reconoce y da protección al derecho a la identidad
de género.
2. ACTUACIONES DE TRIBUNALES
9 Van Rysselberghe aseguró que el derecho a casarse “no está dentro de los DD.HH.” CNN
Chile (16 de abril de 2014). Disponible en Internet: http://www.cnnchile.com
10 Boletín de indicaciones, 14 de abril de 2014, p. 11.
376
norma que establece el comportamiento homosexual como causal de
divorcio vulneraría el derecho a la igualdad establecido en el numeral
2º del artículo 19 de la Constitución Política y en el artículo 24 de la
Convención Americana de Derechos Humanos, pues el legislador es-
taría equiparando a la homosexualidad con otras causales de divorcio
culpable –establecidas en el mismo artículo 54 de la Ley de Matri-
monio Civil–, como el alcoholismo, la drogadicción o la tentativa de
prostituir al otro cónyuge.
El Tribunal Constitucional, en su sentencia Rol. 2681, y en fallo
dividido (que replica exactamente el fallo Rol. 2435, del 10 de abril
de 2014), rechaza declarar la inaplicabilidad por inconstitucionalidad
de la norma. El principal argumento utilizado para rechazar el reque-
rimiento de inaplicabilidad se basó en una distinción artificial entre la
homosexualidad como orientación y como conducta. Según la opinión
de los ministros Bertelsen, Fernández, Aróstica y Hernández, lo que
hace la norma en cuestión es sancionar conductas o actos de uno de
los cónyuges con personas de otro o del mismo sexo en cuanto trans-
gresión grave al deber de fidelidad matrimonial –consagrado en el nu-
meral 2º del artículo 54 de la Ley de Matrimonio Civil– y no la mera
orientación sexual de uno de los cónyuges.
Por su parte, los ministros Carmona, Vodánovic, García y Brahm,
estuvieron por acoger el requerimiento de inaplicabilidad de la nor-
ma utilizando el mismo razonamiento jurídico desarrollado en la
sentencia del Tribunal de fecha 10 de abril de 2014. Pero introducen,
un nuevo argumento. A juicio de los ministros, el planteamiento de
sus colegas Bertelsen, Fernández, Aróstica y Hernández, (al equi-
parar “la conducta homosexual”–numeral 4º del artículo 54– con
la infracción grave al deber de fidelidad conyugal, numeral 2º del
artículo 54) contiene un “déficit protector del valor de la fidelidad
del matrimonio”. Argumentan que el adulterio como infracción a los
deberes propios del matrimonio, consiste en la acción de “yacer” o
“tener trato carnal con alguien”.
En este sentido, la “conducta homosexual”, exigida por la norma
como causal de divorcio por culpa, no tendría porque estar asociada
al comportamiento de “yacer” con una persona homosexual. En con-
secuencia estaríamos ante una contradicción argumental: sostener el
concepto de “yacer” para la infidelidad entre personas de distinto sexo
y hablar de “conducta homosexual” para referirse a las infidelidades
entre personas del mismo sexo. De este modo, en opinión de los mi-
nistros disidentes, con cualquiera de las dos fórmulas interpretativas se
desestima el argumento, pues “con el primer criterio la causa se acaba-
ría y todos concluiríamos que debería acogerse el requerimiento porque
el nuevo estándar es “yacer” con homosexuales y bastaría acreditar que
esos hechos no ocurren en la especie. Y la segunda vía concluye un
377
nuevo estándar que, en línea de principio, discrimina para seguir sos-
teniendo alguna plausibilidad a la diferencia”.11
Así pues, siguiendo este razonamiento, los ministros concluyen ar-
gumentando que el numeral 4º del artículo 54 atenta contra el están-
dar de igualdad, en tanto la defensa de la dimensión heterosexual del
matrimonio implicaría tener un exigente estándar para la infidelidad
heterosexual y una elástica, ambigua e interpretable “conducta homo-
sexual” para identificar una infracción grave a los deberes del matri-
monio.12
El fallo de mayoría debe ser juzgado en el contexto de una persistente
jurisprudencia del Tribunal Constitucional que ha justificado discrimi-
naciones en contra de las personas LGTBI. Como lo hemos señalado
recientemente algunos de los autores de este artículo,13 la sentencia Rol.
2681, antes descrita, es solo el último ejemplo de esa línea de razona-
miento que aplica inconsistentemente el test de no discriminación ar-
bitraria a las situaciones de desigualdad respecto a personas y parejas de
sexualidad diversa, validando, por ejemplo, diferenciaciones injustas tan-
to en el ámbito penal, cuando se sancionan las relaciones sexuales entre
un adulto y un menor entre catorce y dieciocho años, sólo en el caso de
varones (artículo 365 del Código Penal), como en el plano civil, con la
exclusión del derecho al matrimonio a parejas del mismo sexo.
2.2. Tribunales ordinarios y el caso del libro “Nicolás tiene dos papás”
La situación de protección a los derechos de las personas LGTBI es
algo más auspiciosa en el caso de los tribunales ordinarios, como se
apreciará a continuación.
A raíz de la publicación del libro “Nicolás tiene dos papás”, elabora-
do por MOVILH, con el cual se busca educar en la diversidad sexual
y familiar a la población en edad preescolar, se produjo una intensa
polémica y la reacción crítica de organizaciones religiosas y políticas.
El hecho de que el libro haya contado con el patrocinio de la Junta
Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI), pese a que eso no obligaba
a utilizarlo en jardín infantil alguno, fue apreciado como una imposi-
ción por ciertos grupos, que alegaron haber visto afectada su libertad
de conciencia (artículo 19, nº 6, de la Constitución) y el derecho prefe-
rente y deber de los padres de educar a sus hijos (artículo 19, nº 10, de
la Constitución). Estos grupos interpusieron un total de nueve recursos
de protección en contra de la difusión del libro, estimando errónea-
mente que el patrocinio de la JUNJI implicaba una resolución de en-
378
trega a los jardines infantiles. Como señala el Informe del MOVILH,14
de los nueve recursos, pese a ser presentados por personas individuales,
cinco corresponden a grupos evangélicos y poseían idéntica redacción,
lo que demuestra una acción concertada. De los recursos, cinco fueron
declarados inadmisibles.
De entre los acogidos a tramitación, destaca el fallo de la Corte de
Apelaciones de Valparaíso,15 el cual señala que “no queda acreditado
que el patrocinio de la JUNJI represente una amenaza seria y actual
para el ejercicio de la libertad de conciencia. El patrocinio no constitu-
ye una imposición obligatoria de asignaturas de naturaleza moral que
usurpe la patria potestad de los padres y se muestra respetuosa de la li-
bertad de conciencia”. Este fallo fue confirmado por la Corte Suprema,
con sentencia de 19 de mayo de 2015.
Pero el fallo más relevante desde el punto de vista del reconocimien-
to de los derechos de la diversidad sexual, fue dictado por la Corte de
Apelaciones de Punta Arenas,16 que en su sentencia desechó el recurso,
en base a argumentos especialmente destacables:
379
sea una consideración primordial (artículo 3, párrafo 1). Obser-
vación 59.]
Se reconoce en la CDN, diversas formas de vinculaciones, que
tienen como trasfondo el desarrollo del niño en un medio que
reúna las condiciones básicas de una familia, ocuparse de su cui-
dado, bienestar, educación, en un marco protector, respetuoso
de sus derechos y que le brinde afecto y seguridad, donde pueda
cumplirse el objetivo del artículo 5, su desarrollo, en el sentido
de evolución progresiva en orden al ejercicio de sus derechos, que
a su vez es la responsabilidad de los padres u otras figuras claves,
que portan la carga de guiarlo y orientarlo en esa dirección. El
mismo artículo alude a los padres, o, en su caso, a los miembros
de la familia ampliada o de la comunidad, según establezca la
costumbre local, de los tutores u otras personas encargadas le-
galmente del niño. [Comité de derechos del Niño. Observación
general N° 14, sobre el derecho del niño a que su interés superior
sea una consideración primordial (artículo 3, párrafo 1). Obser-
vación 71.]
Dentro de la misma idea, el artículo 20, establece entre los cuida-
dos protectores del niño, privado de su medio familiar, la coloca-
ción en hogares de guarda, la kafala del derecho islámico, la adop-
ción, o de ser necesaria, la colocación en instituciones adecuadas
de protección de menores. Es decir, concibe la existencia de una
diversidad de figuras que pueden no tener una referencia directa a
progenitores, hombre y mujer, padre o madre.
Y la CDN no está aislada en ese propósito, así y solo a modo de
ejemplo, la Convención interamericana sobre conflictos de leyes
en materia de adopción de menores, adoptada en La Paz, Bolivia
el 24 de mayo de 1984, ratificada por Chile el 26 de octubre de
2001, (en D O. 30 abril 2002) con solo la reserva del artículo 2,
refiere al caso de adopciones distintas a las figuras de adopción
plena, legitimación adoptiva “y figuras afines”, para regular el tema
que le interesa discernir, (la jurisdicción cuya legislación regirá el
punto en conflicto) Ilustrativo es el artículo 10.
380
procesal: la falta de determinación de los afectados directos por las
acciones recurridas, por lo que los recurrentes carecían de legitimación
activa.
381
chos humanos, en ausencia de normas internas que pudieran resolver
el conflicto.”18
18 Ver en http://www.derechoshumanos.udp.cl.
19 Ver “Diversidad Sexual y Derechos Humanos”, Informe 2009.
382
porales ni psicológicos ante el Servicio Médico Legal; dos prácticas que
no encuentran ningún fundamento en los cuerpos normativos citados.
Respecto de la prescindencia de plastías genitales, la Corte de Ape-
laciones de Santiago, en su sentencia Rol. 9901-14 de 9 de marzo de
2015, manifestó que “ha quedado en evidencia que no es la existencia
de los órganos sexuales lo que hace a una persona sentirse e identificar-
se bajo un género u otro, sino el sentimiento de identidad sexual per-
cibido durante su desarrollo vital”. Este cambio de paradigma es de la
mayor relevancia, puesto que la exigencia de adecuaciones corporales,
a fin de otorgar el cambio de nombre y sexo registral, constituye una
trasgresión a la autonomía personal.
La Ley 17.344 tampoco exige peritajes ante el Servicio Médico Le-
gal. La utilidad de este trámite estaría en demostrar al juez que la apa-
riencia de la persona trans es concordante con su identidad de género.
Puesto que en la actualidad un número importante de jueces no están
exigiendo adecuaciones físicas, como fue explicado previamente, tam-
poco se observa la necesidad de solicitar informes al Servicio Médico
Legal. Así por ejemplo, en las causas voluntarias Roles 187-14 del 11º
Juzgado Civil de Santiago, 250-14 del 30º Juzgado Civil de Santia-
go y 124-15 del 9º Juzgado Civil de Santiago, ha bastado, para que
el juez llegue a la convicción de que debe decretar las modificaciones
solicitadas en las partidas de nacimiento respectivas, los antecedentes
médicos que el solicitante allegue de manera voluntaria al proceso, la
información sumaria de testigos, publicaciones en el Diario Oficial y el
informe del Servicio Nacional de Registro Civil.
383
tía de la víctima, opinó que se trataba de un asesinato homofóbico, ya
que en el lugar de los hechos Orellana nunca tuvo problemas, y por-
que al momento de encontrarla muerta no le habían robado ninguna
de las pertenencias que llevaba consigo, por lo que se descartaba el
robo como móvil del crimen.21 El 29 de diciembre de 2014, Dilan Vera
Parra, transexual de 26 años, fue asesinada en su casa luego de una
seguidilla de agresiones. Primero le arrojaron ácido en la cara y lue-
go la apuñalaron. Según su madre, Elvira Parra, la habrían asesinado
“solo por ser homosexual”.22 El 12 de enero de 2015, José Luis Salazar
Almeyda (“Josefa”), transexual de 24 años, murió luego de recibir, al
menos, seis puñaladas mientras, al parecer, ejercía el comercio sexual.
El homicidio fue descubierto luego de que los vecinos alertaran de la
golpiza que la víctima estaba recibiendo en la calle.23 El 24 de enero,
según se informó en la prensa,24 Claudio Olivares, homosexual de 48
años, fue agredido, según testigos, por unos sujetos que lo arrojaron
desde un auto y lo arrollaron dos veces. De acuerdo a las declaraciones
de su familia, en días anteriores Claudio Olivares habría sufrido ame-
nazas de muerte por parte de un sujeto a raíz de su orientación sexual.
Olivares, producto de la agresión, presentó múltiples fracturas, ade-
más de quedar con los pulmones y el hígado severamente dañados. A
consecuencia de ello, permaneció en coma inducido por 16 días, hasta
fallecer el 6 de febrero.
El ensañamiento y la violencia mostrada en estos asesinatos –que
son la expresión más dramática de la violencia física y psicológica coti-
diana ejercida contra personas homosexuales y transexuales, como bien
lo documenta MOVILH–25 nos indica que en materia de respeto a las
personas LGTBI aún falta mucho por hacer en nuestro país, incluyen-
do una acción sancionadora de estos crímenes.
CONCLUSIONES
384
ello, de la orientación homosexual o lésbica. Ante el derecho, ante la
administración y también ante los ciudadanos, esas relaciones, y por
consiguiente también esa orientación, están plenamente validadas, con
todos sus efectos. Sin embargo, la obstinada oposición que produjo el
patrocinio de la JUNJI al libro “Nicolás tiene dos papás”, demuestra
que siguen existiendo sectores relevantes de la sociedad que se oponen
al pleno reconocimiento de la familia homoparental, en particular en
el ámbito educacional.
Pero junto con el progreso que representa el Acuerdo de Unión Ci-
vil, el Estado no avanza en satisfacer la necesidad urgente de dar reco-
nocimiento y protección al derecho a la identidad de las personas trans,
puesto que la tramitación del proyecto de ley respectivo se ha visto
embarazado en el último tiempo, que coincide con la presidencia de la
senadora Van Rysselberghe de la comisión donde se encuentra alojado
el proyecto. Respecto a la situación de los tribunales sucede algo simi-
lar, pues por un lado se han producido fallos emblemáticos que dan
reconocimiento a la diversidad de familias, pero por otro, el Tribunal
Constitucional continúa con una interpretación discriminatoria de las
normas constitucionales en contra de las personas LGTBI. Pero, sin
duda, más grave que toda omisión o discriminación por parte de los
poderes del Estado, son los hechos criminales descritos, que simbolizan
el profundo desprecio y prejuicio que todavía prevalece en sectores de
la población chilena hacia las personas trans y homosexuales.
RECOMENDACIONES
385
BIOGRAFÍAS AUTORES INFORME 2015
Alcaíno, Eduardo
Abogado y magíster en Derecho Penal y Procesal Penal por la Univer-
sidad Diego Portales. Profesor de Derecho de la UDP. Anteriormente
trabajó como investigador del Centro de Estudios de Justicia de las
Américas, especializándose en el funcionamiento y organización de
policías y fiscales tanto en Chile como en América Latina. En la actua-
lidad se encuentra realizando estudios de postgrado en la Facultad de
Derecho de la Universidad de Stanford, Estados Unidos.
Ansoleaga, Elisa
Doctora en Salud Pública y magíster en Gestión y Políticas Públi-
cas por la Universidad de Chile, Psicóloga UDP. Actualmente se
desempeña como investigadora del Programa de Estudios Psicosocia-
les del Trabajo –UDP– y dirige el Área de Salud Mental y Trabajo
en la Clínica Psicológica, UDP. Profesora asociada en el pregrado de
Psicología y profesora integrante del magíster en Psicología Social
–UDP– y del claustro del doctorado en Psicología, UDP. Ha inte-
grado como experta cuatro mesas ministeriales en salud de los tra-
bajadores. En 2014 le fue adjudicado un proyecto Fondecyt regular
para estudiar las dimensiones organizacionales de la violencia en el
trabajo en Chile.
Arriagada, Isabel
Magíster en Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile
y abogada de la Universidad de Chile. Actualmente desarrolla su doc-
387
torado en el programa de sociología de la Universidad de Minnesota,
Estados Unidos, especializado en sociología del castigo. Es becaria de
la Fundación Fulbright y la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnolo-
gía. Sus publicaciones abordan el impacto del aparato carcelario sobre
el bienestar de la población reclusa. Es fundadora de ONG Leasur en
Chile, organización dedicada activamente a la defensa de los derechos
de las personas privadas de libertad.
Collins, Cath
Magíster y doctora en Ciencia Política de las Universidades de Cam-
bridge y Londres. Catedrática en justicia transicional en la Universidad
de Ulster, Irlanda del Norte. Directora académica del Observatorio de
Justicia Transicional (ex Observatorio de Derechos Humanos) de la
UDP, que estudia desde 2008 los procesos de verdad, justicia y memo-
ria en Chile, relacionados con el legado de la dictadura cívico militar.
Ha investigado y publicado, desde 2000, sobre el legado y manejo judi-
cial de crímenes de lesa humanidad de tiempos de dictadura en Chile,
El Salvador y el resto de la región latinoamericana. En 2012 y 2013, en
representación del Observatorio, fue cofundadora de la Red Latinoa-
mericana de Justicia Transicional. Entre 2005 y 2006 fue la responsa-
ble regional para América Latina del think tank británico Chatham
House. Su libro más reciente es Las políticas de la memoria en Chile de
Pinochet a Bachelet (Santiago: UDP, 2014), coeditado con Katherine
Hite y Alfredo Joignant.
388
Lagos, Víctor Hugo
Abogado de la UDP. Profesor ayudante de la Clínica Jurídica de Migra-
ción y Refugio, la cual realiza asesoría jurídica a migrantes y refugiados en
temas administrativos, laborales y constitucionales. Investigador del Pro-
grama de Refugio del Centro de Derechos Humanos de la UDP, donde
desarrolla asesoría jurídica a refugiados e investigación para el Informe de
Derechos Humanos de la UDP, desde su versión 2011. Ex postulante de la
Oficina Especializada en Derechos Humanos de la Corporación de Asis-
tencia Judicial.
Lawson, Delfina
Abogada por la Universidad de Buenos Aires, Argentina, con especia-
lización en derecho internacional público. Ha realizado diplomados
en género, derechos económicos sociales y culturales y en prevención
y análisis de conflictos. Actualmente se desempeña como profesora a
cargo de la Clínica de Migrantes y Refugiados de la Universidad Diego
Portales y como investigadora del Centro de Derechos Humanos de la
misma universidad. Con anterioridad, trabajó durante siete años en
el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados como
Asociada de Protección, en la oficina nacional para Chile y en la oficina
regional para el Sur de América Latina. Antes de radicarse en Chile
trabajó en Argentina como asesora legal en la Secretaría de Ambiente
y Recursos Naturales y en el Centro de Estudios Legales y Sociales
(CELS).
Olea, Helena
Abogada de la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia con es-
pecialización en Derecho Constitucional en la misma Universidad.
Magíster en Derecho del Center for Civil and Human Rights, Law
School, University of Notre Dame, Indiana, EE.UU. Profesora adjunta
de los departamentos de Criminology, Law and Justice y Latin Ameri-
can and Latino Studies de la University of Illinois, Chicago. Investiga-
dora adjunta del Centro de Derechos Humanos de la UDP.
389
Perret, Sabrina
Abogada, licenciada en Ciencias Sociales y Jurídicas y magíster de la
UDP, actualmente se encuentra cursando su doctorado en derecho pe-
nal internacional en la Facultad de Derecho UDP. Es profesora de la
misma casa de estudios, de la asignatura de Derecho Penal. Ha traba-
jando como asistente de investigación e investigadora en proyectos en
materia penal y de política criminal.
Rochow, Diego
Egresado de la carrera de Derecho de la Universidad de Chile. Rea-
lizó su práctica profesional en la Defensoría Penal Pública y ha sido
ayudante de cátedra en materias criminológicas y penitenciarias. Ac-
tualmente desarrolla una investigación sobre estrategias comparadas
para la reducción de la población penal y el rol del Poder Judicial. A la
fecha se desempeña como investigador y coordinador general de ONG
Leasur.
390
cho del Trabajo en las facultades de Derecho de la UDP, Universidad
Alberto Hurtado y Universidad Mayor de Temuco. Autor de La tutela
de la libertad sindical, Editorial Legal Publishing-Thomson Reuters,
2013.
Varas, Karla
Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chi-
le; magíster en Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social por la
Universidad de Talca, en convenio con la Universidad de Valencia. Ex
defensora laboral jefe de la Provincia de Biobío. Actualmente es becaria
del programa de Doctorado de la UDP. Docente en los diplomados de
la UDP en Derecho del Trabajo y en los magíster de la Universidad de
Talca y la Universidad Adolfo Ibáñez.
Vial, Tomás
Abogado, PUC; magíster en Derechos Humanos, Universidad de No-
tre Dame, EEUU; magíster en Derecho Público, mención Derecho
Constitucional, PUC; doctor en Derecho, University College London
(UCL). Ha trabajado como asesor jurídico de la Subsecretaría de Gue-
rra del Ministerio de Defensa; asesor jurídico en la División Jurídica
del Ministerio Secretaría General de la Presidencia y jefe del Departa-
mento de Derecho Público de la Facultad de Derecho de la Universi-
dad Andrés Bello. Actualmente es investigador del Centro de Derechos
Humanos de la Facultad de Derecho de la UDP, editor de su Informe
Anual de Derechos Humanos y profesor de Derecho Constitucional.
391