Kipus: en El País de Las Maravillas: Paradigma, Zonas de Contacto, Zonas de ( (Macidez
Kipus: en El País de Las Maravillas: Paradigma, Zonas de Contacto, Zonas de ( (Macidez
Kipus: en El País de Las Maravillas: Paradigma, Zonas de Contacto, Zonas de ( (Macidez
Humberto E. Robles
En el agro montuvio ... hay dos grandes plagas entre la clase de los terratenientes:
los gamonales de tipo conquistador, o sean los blancos propietarios, y los gamonales
de raigambre campesina auténtica, tanto o más explotadores de los hombres del
terrón ... del montuvio proletario ... que los mismos explotadores de base ciudadana.
Aristocracia rural paisana, que pesa más todavía que la aristocracia importada, de la
cual gana en barbarie. (1958,509-10)
1. Caben aquí: Los Sangr",rimas(1934), ·La Tigra- (935) y cuentos como -Banda del pueblo-, ..()Ior
de cacao-, .chumbote-, -Calor de yunca·, que han sido recogidos en más de una antología.
Asimismo, importa tener en cuenta al ensayista: El montuvio ecuatoriano (1937), un buen
manojo de ensayos teóricos, y crónicas de singular significado como ·El caballero Pigafetta-.
36
embargo, le dio la oportunidad a de la Cuadra para identificarse con la política
cultural que rezumaba lo que Jaramillo Alvarado exponía:
[El libro ] es, antes que nada, una leal exposición de la verdad del medio natural
del Ecuador, tan inflado de fábula, tan país de Alicia, y que, por debajo de sus
pomposas apariencias, oculta una incurable lacería. Jara millo Alvarado procura cortar
las alas a nuestra!antas{aJ que es quizás lo único rico y exuberante de veras que tenemos
en el patrimonio. Yo estoy de acuerdo con esta operación de cirugía, con esta campaña
de sanidad mental colectiva. Hasta he sostenido la necesidad de desterrar aquellas
ilusiones populares ... acerca de nuestra presunta maravillosa riqueza, que tanto daño
nos han venido causando desde los días oscuros de la Patria Boba ... Es solo en la
conciencia de nuestra verdad que haremos gestión de provecho y encontraremos
nuestras potencialidades constructivas. (1958,979-80. Subrayado mío.)
2. Seguimos, por analogía, la sin duda compleja e influyente, y hasta controversial, noción de
paradigma elaborada por Kuhn ([19621, 1996, 179-82). Paradigmas -are ... community-based
activities. To discover and analyze them, one must fírst unravel lhe changing community
structure ... A paradigm governs ... not a subject matter but rather a grou p of practitioners. Any
study of paradigm-directed or of paradigm-shattering research musl begin by locating the
responsiblc group or groups ... What do ¡ts members share that accounts for the relative fulness
of their professional communicalion and the rclative unani,mity of their professional
judgments? Kuhn tiene en cuenta las ciencias. Nosotros derivamos de su pensamiento la idea
de una comunidad o grupo que, con las variantes particulares, revela ciertas preocupaciones,
valores, generalizaciones simbólicas, y posibles soluciones a la crisis o encrucijada que se
disciernen en el ámbito inmediato que comparten los miembros del grupo. Los monos en-
loquecidos, sugerimos, se presta a una lectura -paradigmática- que remite a ciertos modelos
y que habría que comprobar teniendo en cuenta nosolo otros escritos del mismo de la Cuadra,
sino también de sus compañeros, e. g., del Grupo de Guayaquil.
Una mayor comprensión de esos textos sería releerlos -by recapturing out-of-date ways of
reading out-of-date texts- (Kuhn, 1979, xiii).
3. Téngase en cuenta, e.g., que de la Cuadra había publicado en 1923, en el primer número de
la revista Germinal de Gua yaquil, el cuento .. El desertor- que más tarde fue recogido en Repisas
(1931) y que de hecho encaja dentro de la vena del realismo social que se viene asociando
con el Grupo de Guayaquil y la generación del 30. Eso ocurría, pues, muchos años antes de
37
le tocó vivir a de la Cuadra -pequeño burgués con visos de aristócrata; y,
pequeño burgués con voluntad de identificación colectiva-o Tal es el caso que
casi podría adjudicársele al hombre de la Cuadra, (¿y por qué no a toda la
generación del 3D?) la siguiente advertencia tomada de Vida del ahorcado, la «novela
subjetiva» que Pablo Palacio publicó en 1932:
que apareciera Los que se van. Cuentos del cholo y el montuvío (1930), en que colaboraron
Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara y Enrique Gil Gílbert. Ahora bien, ese detalle
bibliográfico, por cierto, plantea serias preguntas sobre la producción literaria de la época.
De igual modo, y ya en pleno apogeo del realismo social del 30, de la Cuadra reproduce
cuentos que remiten a una literatura rosa y galante, sentimental, frívola diría la crítica. «Si el
pasado volviera-, e.g., apareció reimpreso en el No. 152, 1932, de la revista uruguaya Vida
Femenina;\y, otros relatos que también reimprimió dentro de esta última tendencia -fe-
chados en 1923 y 1926- son -El amor que dormía· y ·Madrecita falsa». El primero en Vida
Femenina, No. 142, 1930; y, también en el No. 114, mayo, 1933, de Semana Gráfica de Guayaquil.
El segundo, firmado en 1923, volvió a aparecer en el No. 230, octubre de 1935, de Semana
Gráfica.
Así, persuade que de la Cuadra seguramente también pensaba en su propia producción,
cuando en el artículo referido sobre Publio FaIconí dijo -Que venlUra es de artistas el magnificar
metamorfosis de su propio espíritu, sin perder -y fijase aquí el punto de milagro--, la alta
evidencia de ser ellos mismos, diversos y unos a la par.. (149). Ese reedüar de los cuentos
anotados puntualiza lo dificultoso que es encasillar la producción del guayaquileño. El hecho
de que la crítica haya preferido juzgar esos tres últimos relatos mencionados como superados
y de menor valía, plantea preguntas una vez más no solo sobre el paradigma que determina
a la generación del 30, sino también sobre el paradigma que la recepción de una tradición
crítica ha impuesto respecto de la producción de esa generación, promoviendo esto o aquello
como de mayor o menO/: valor por esta o aquella razón. Mucho dice todo ello sobre la
pertinente cuestión de la sociología del gusto literario.
38
y personales que se manifiestan en de la Cuadra, en su producción estética y
ensayística.
En conjunto, esos tres factores remiten a un paradigma de valores compar-
tidos, a un proyecto cultural cuya meta, en el fondo, no era otra que la de señalar
anomalías en vigencia. El objetivo sería promover una revisión histórica de la
conciencia nacional con miras a efectuar cambios en las estructuras de poder que
regían la esfera pública, el ámbito social, y el sentido de identidad ecuatorianos.
II
[Este] buscábase una doncella natural, lo más agraciada que encontrara, para que
hiciera con él de concubina y servidora; y, como ésta le diera un hijo, quedaba de
hecho constituido el mayorazgo. Al morir el padre, heredaba el mestizo los campos
y los indios. Era seguro que él se preocuparía por aumentar los unos y disminuir los
otros. Se sentiría vástago de quien lo engendró, mucho más noble que su mismo
progenitor, y verdadera ave de presa. Haría cuanto estuviera a su alcance para volverse
más rico, incluso matar a la madre para apoderarse de sus alhajas de oro bruto y ...
(1958,622-23)
39
111
Primeramente hay que considerar que las clases sociales, aun por la razón de su
lucha permanente, no viven aisladas. Constantemente se interfieren; y, estas situa-
ciones influyen ... trasladando su influencia, por repercusión, desde las que llamaríamos
«zonas de contacto» a las que llamaríamos «zonas de macidez», es decir a aquellas
donde -por condiciones eventuales o permanentes... - , el espíritu de la clase social
soporta instantes de transitoria inanidad o se manifiesta con desviaciones y contra-
dicciones de ideología ...
Por elemental recurso estratégico, en las «zonas de contacto» accionan las
brigadas de choques de las clases sociales en lucha; y, es obvio que esté en ellas el
espíritu clasista, adoptando sus posiciones extremas. Una influencia de la una en la
otra ... seria imposible: la influencia se opera, pues, por repercusión, sobre las zonas
de macidez. Aho ra bien, la clase social que siente la influencia no la deja prosperar ti bre
y arbitrariamente: por lo contrario, la enruta de manera a que sirva a sus propios
intereses en perjuicio de los de la clase social que es sujeto activo de la influencia»
(1986,51,54).6
Dentro del modelo que constituye Los monos enloquecidos, ni Hemández cede
ni ceden los pobladores autóctonos del agro costeño que configuran el otro polo
de las «zonas de contacto» -llámense ellos montuvios, indios o negros-o El
resultado es que la novela enfrenta un mundo «moderno», eurocéntrico,
propenso a colonizar y explotar, con un mundo primitivo. El choque que se
produce es, pues, entre clases sociales que interpretan la historia de maneras
radicalmente distintas. La intransigente disputa por la verdad histórica, sujeta a
las fantasías de ambos lados, deviene el centro de la problemática que trasunta la
narrativa, a la par que el alusivo punto de partida para construir una realidad
ecuatoriana.
- Vea, blanquita; aquí jué onde sus papás encerraban a los presos. Ahí estaba la
barra y er cepo; ahí las argollas; de ese gancho der techo, cargaban al varón que
latiguiaban a narga pelada, blanquita ... ¡qué horror! Izque se morían de tanto que
los maltirizaban, mismamente como a Nuestro Señor Jesús Cristo ... digo yo ...
- No hagas caso, hija. Son mentiras. Nada más. Fantasías. Estos peones
estúpidos son, en esos respectos, como los demás ecuatorianos. Mis compatriotas
viven enamorados de un pasado que no han tenido, y tratan de forjárselo a toda costa,
a su modo, presentándolo con pinceladas tenebroso, para hacerlo más atractivo; sin
darse cuenta de que plagian miserablemente, apoderándose para su uso de historias
de pueblos distintos, que las vivieron de veras, pero en circunstancias distintas,
también ...
[ ... ] me recuerda ahora la conciencia ... a tus dos tías ... Entre María de las
Mercedes y Jesusa te habrían llenado la cabeza de cuentos de la laya de esos que te
relatan los negros ... Pero, mis hermanas te los habrían narrado a lo glorioso. (1958,
668-69. Subrayado mío.)
7. Estamos aquí ame un síndrome que remire, e.g., a los Buendía de Cien años de soledad, quienes,
recuérdese, sin haber resuelto metódicamente un problema que las circunstancias les plantea,
se lanzan con delirio hacia nuevas y fantásticas empresas e improbables subsecuentes
soluciones, divorciadas, por cierto, del contexto histórico inmediato. En Los monos enlo-
quecidos, Hernández recurrirá a la brujería del negro Masa Blanca, médico de cúrar, y a
secretos mágicos aprendidos por Hernández, el marino, durante su estadía en Africa. Su necio
43
[Alicia] Pensaba que sus antepasados -sus papás, como los llamaban los
peones- habían sido unos salvajes dignos de épocas remotas de barbarie absoluta.
Y, en lo íntimo de sÍ, acaso sin reconocerlo, se le ofrecían repulsivos, y maldecía
silenciosamente de su memoria ... (1958,669).
IV
Por último, cabe señalar que Los monos enloquecidos invita y propone una serie
de posibles lecturas que, por contigüidad, remiten a un paradigma y horizonte
cultural más amplio que el que normalmente se asocia con de la Cuadra o con
el Grupo de Guayaquil y la generación del 30 en el Ecuador. La novela rinde la
posibilidad de múltiples lecturas: como biografía novelada, como novela de
aventuras, como libro de viajes literales y metafóricos, como parodia histórica,
como «grotesco cómico», como disyuntiva de la problemática realidad/ ficción/
metaficción/ simulación/ disimulación, como expresión de encuentros y
desencuentros culturales y de clase, y, por cierto, como anticipo de lo que habría
de llamarse lo real maravilloso americano. 8
Sobre esto último, por analogía, cabría decir de las experiencias de Gustavo
Hernández lo que de la Cuadra dijo sobre Antonio Pigafetta y la crónica que éste
8. E.... as interpretaciones no podrían prescindir de los varios ensayos y relatos en que de la Cuadra,
directa o indirectamente, revelan sus lecturas e intereses. 1. Sobre biografia: 12 siluetas, -Don
Manuel y los animales-, -La novela de un soldado de fortuna-, "La Perricholi •. 2. Es evidente
que también estaba al tanto del apogeo que entonces vivía la biografía; así lo atestiguan las
referencias que hace a nombres como los de Strachey, Ludwig, RolIand, Salaverría, etc. 3.
Sobre aventuras, viajes y leyendas: "Sueño de una Noche de Navidad., ·,La vuelta de la locura-,
.Vestigios de la Atlántida·, "El caballero Pigafetta •. Su repertorio de lecturas sobre este último
tema remite a nombres reales y de la imaginación como Odiseo, Cadmo, Simbad, Marco Polo,
Vorágine, Colón, Elcano, Juan Hernández, Hobinson Crusoe, Darwin, Agassiz, el P. Velasco,
entre los más conocidos; y remite, igual, a toda una larga lista de oceanógrafos, etnógrafos
y arqueólogos. 4. Sobre la problemática realidad/ficción/metaficción, véanse las "Palabras del
protagonista al autor- de Los monos enloquecidos.
Caso aparte, y como apoyo para realizar esas posibles lecturas, véanse escritos acerca de la
literatura crítica sobre viajes y viajeros: (Adams, CampbcIJ, Von Martells, Pratt); sobre lo
-grotesco cómico- y la parodia histórica: (Bakhtin); y, sobre el asunto de -simular/disimular-:
(Baudrillard). Asimismo, habría que tener en cuenta que el relato novelesco sobre explora-
ciones y viajes, e.g. Joseph Conrad y su /lean o/Darkness (902), hizo huella a principios de
siglo, y no menos el renovado interés por el culto del explorador, del viajero, de la geografia
y de la exploración de horizontes desconocidos. El mismo Conrad escribió un largo artículo
sobre el Lema: -Geography and Sorne Explorers», National GeographicMagazine(marzo, 1924).
Ese mismo año de 1924, en agosto, murió el ya entonces célebre Conrad. Su muerte no pudo
haber pasado inadvertida en el Ecuador. Piénsese, además, cuánto ocupó y preocupó a la
prensa y a lectores de diferentes latitudes la figura y aventuras, por el MallO Grosso, del coronel
45
dejó de su Primera circunnavegación delglobo: «mas, que no quede en mi lector
la impresión de que solo fantasías iluminan la crónica del caballero Pigafetta ...
Sólidas realidades, más luminosas que las más deslumbrantes fantasías, se
entrecruzan y contraponen en ella. Es que esas realidades son, de suyo ... , tanto
o peor de increíbles que las máximamente exageradas obras de la imaginación
creadora». (de la Cuadra, Obras927-28). Así, las vivencias de Hernández en la
jungla costeña ecuatoriana resultan más fabulosas que sus aventuras náuticas tan
atizadas por su fantasía.
Lo anterior propone que en el horizonte cultural ecuatoriano se presentaba
una situación conflictiva entre lo extraño y lo propio, entre influencias foráneas
y la necesidad'de adentrar en el conocimiento de la realidad inmediata. Los monos
enloquecidos, precisamente, rezuma el anhelo de hacer tabula rasa de un ima-
ginario social ecuatoriano que promovía la vida nacional como «país de Alicia».
Desmitificar ese país de las maravillas, y por esa vía hacer labor de sanidad mental
colectiva era lo que ~e proponían de la Cuadra y sus compañeros de generación,
no obstante la crisis y las ambivalencias que atraviesa por necesidad cualquier
grupo de transición que se empeña en fundar un nuevo sentido de nación.
v
Se ha venido hablando últimamente de espacios fundacionales, de imagina-
rios sociales, de alteridad, de géneros, de raza, de metaficción, de lo real
maravilloso, de la biografía, de libros de viaje, de encuentros y desencuentros
-paradigmas todos que han ocupado a sectores de la crítica de nues trosdías-. Los
monos enloquecidos, conforme se dijo, no se resistiría a esas posibilidades de
lectura; y, señalaría igual, por contigüidad, un paradigma y horizonte cultural
más amplio que el que tradicionalmente se asocia con de la Cuadra, con el Grupo
de Guayaquil y con la generación del 30. El siglo XX es un cambalache dice el
tango. Siguiendo esa línea, el «indigesto cerebral» Hernández sería sinónimo de
esa encrucijada. Alicia aún más, quizás. Su sintomática perturbacióQ, al borde de
la locura, apunta a la complicadísima cuestión de que las señas de identidad
ecuatoriana y de más allá, en lo que toca a anomalías derivadas de lo económico,
histórico, racial y geográfico, no serían fáciles de resolver. No lo han sido. La.
Percy Harrison Fawcett durante la década del 20. Sus trajinares, desaparición, historia,
consiguiente leyenda y mito seguro que ocuparon también a los periódicos guayaquileños.
Solo cabe conjeturar cuánto de lo anterior llegó hasta de la Cuadra. La recepción .histórica-
de esta figura es fascinante, según la elabora Stephen M. Roberts en .The Fate of Colonel
Fawcett-, estudio inédito.
46
sanidad mental colectiva es aún una operación de cirugía por realizarse que solo
habrá de venir con la desmitificación de una conciencia colectiva, muy de «país
de Alicia». •
OBRAS CITADAS
Adams, Percy G. 1983. Travel Literature and the Evolution ofthe NovelJ Lexington, The
University ofKentucky Press.
Bakhtin, Mikhail. 1968. Rabelais and His World. TransL Hclene Iswolsky, Cambridge,
The M.I.T. Press.
Baudrillard, Jean. 1988. Selected Writings. Ed. e introducción de Mark Poster Stanford,
Stanford University Press.
Campbell, Mary B. 1988. The Witness and the Other World. Exotic European Travel
WritingJ 400-1600, Ithaca/London, Cornell University Prcss.
Cuadra, José de la. 1958. Obras completas. Prólogo de Alfredo Pareja Diezcanseco. Re-
copilación, ordenación y notas de Jorge Enrique Adoum, Quito, Casa de la Cultura
Ecuatoriana.
Cuadra, José de la. 1933. «El arte ecuatoriano del futuro inmediato», El Telégrafo,
Guayaquil, abril 30, mayo 14, mayo 28.
Cuadra, José de la. 1986. Reproducido por Alejandro Guerra Cáceres en Crónica del Río,
No. 1, Guayaquil, 50-55.
Cuadra, José de la. 1932 «Poemas Ecuatorianos. Publio Falconí (Prólogo a un libro)>>,
Vida Femenina, No. 152, Montevideo. Reproducido por Alfredo Alzugarat en
Kipus. Revista Andina de Letras, No. 4, Quito, 1995/96, 147-50.
CUrtill~, Emst Robert. 1953. Europea n Literature and the lJ;¡,tin MiddleAges. Trans. WiLlard
R. Trask, New York/Evanston, Harper and Row Publishers.
Kuhn, Thomas S. 1996. The Structure of Scientiftc Revolutions [ 1962]. Chicago, The
University of Chicago Press.
Kuhn,ThomasS. 1977. The Essential Tension, Chicago,Thc UnivcrsityofChicagoPress.
PaJacio, Pablo. 1932. Vida del ahorcado. Novela subjetiva, Quito, Talleres Nacionalcs~
Pratt, Mal)' Louise. 1992. Imperial Eyes. Travel Writing and Transculturation, London,
Routledge.
Robcrts, Stephen M. 1997. «The Fate ofColonel Fawcett», (manuscrito).
Robles, Humberto E. 1978. Testimonioy tendencia mítica en la obra de José de la Cuadra,
Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana.
Von Martcls, Zweder (ed.). 1994. l'ravel Fact and l'ravel Fiction.Studies on FictionJ
Literary TraditionJ Scholarly Discovery and Observation in l'ravel Writing, N ew York,
E. J. Brill.