Guía Introductoria para El Uso Del DSM IV TR en La Práctica de La Psicología Clínica
Guía Introductoria para El Uso Del DSM IV TR en La Práctica de La Psicología Clínica
Guía Introductoria para El Uso Del DSM IV TR en La Práctica de La Psicología Clínica
clínica
Psicología Clínica y Psicoterapia
“Se trata -ya lo sabemos- de un mínimo común, que sólo satisface a unos pocos
formalistas sin sustancia, que puede generar una pseudopsicopatología de
“recetario diagnóstico” entre las nuevas generaciones de profesionales y que corre
el riesgo de anular la observación y obturar la crítica del conocimiento y su desarrollo
creativo. Pero se trata también, nada menos, que de un mínimo común. Porque,
respóndanme con sinceridad ¿Qué había antes? Adelantaré mi respuesta:
psicopatologías (en plural), escuelas, psiquiatrías nacionales, etc. (…)
¿Por qué un consenso? ¿Por qué precisamente ahora? Porque a falta de
demostraciones fehacientes (de carácter etiopatogénico, por ejemplo) había que
frenar el disenso, por cuestiones prácticas e intereses compartidos, y no existía otro
método mejor. Porque hace tiempo que estamos en la era de la globalización y hay
que atender, de la mejor manera posible, al mayor número de personas. Además,
hay que hacerlo también fuera de los hospitales psiquiátricos y por motivos de
demanda nuevos añadidos a los viejos. Todo esto exigía un acuerdo básico en
cuanto a las formas de proceder, empezando por el diagnóstico (que se supone
debe de inspirar a aquéllas) (…)
Ni en medicina, ni en psiquiatría, nada de esto se puede hacer sin un corpus teórico
central (pactado, acordado) con el que construir y dar un sentido básico a las
prácticas profesionales se hagan éstas donde se hagan. Se trata de encontrar el
fundamento a una clínica lo más común posible, si se quiere algo funcionarial y
menos creativa, pero realizada en condiciones de realidad cotidiana por la mayoría
de los profesionales, con la mayoría de los pacientes y en la mayoría de los lugares.
Y no por un (real o supuesto) maestro, en una clínica modelo y con un paciente “de
los de libro”. A esto, y no a otra cosa, se le llama efectividad”.
Se trata pues de plantear una propuesta de lenguaje común que no deja de ser
controvertido para los profesionales de salud y otras áreas. El DSM constituye una
herramienta para la práctica clínica en el área de la salud, como tal sirve de guía
para el diagnóstico en psicología clínica al proponer un sistema de clasificación de
patrones de comportamiento (formas de pensar, experimentar la emoción,
interacción con los demás, etc.) identificados como anormales debido a su
intensidad y frecuencia que se traducen en malestar, deterioro, riesgo y atipicidad
para la persona que los expresa y el entorno de ésta.
El proceso de diagnóstico
El planteamiento de un diagnóstico implica organizar la información obtenida a
través de la interacción especial que se da en la sesión terapéutica entre una
persona y el profesional. Para ello el clínico se vale de varias herramientas entre las
cuales están la entrevista (estructurada o semiestructurada), observación y baterías
de pruebas psicológicas.
– Trastorno delirante, tipo de grandiosidad que nos indica el tipo de delirio que se
presenta en la persona.
– Trastorno bipolar I, episodio más reciente mixto que indica que la persona tiene
un trastorno bipolar pero los síntomas actuales corresponden a un episodio mixto.
– Trastorno depresivo mayor episodio único con síntomas atípicos que indica que
actualmente la persona presenta un episodio mayor que no ha existido con
anterioridad en su vida pero, además, dominan los síntomas atípicos que incluyen
comer o dormir más.
Una forma para realizar este diagnóstico diferencial es seguir un árbol de decisión
como el que se propone a continuación con base en First, Frances y Pincus (2002).
Figura 3. Árbol de decisión para realizar el diagnóstico diferencial
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