Organismos Internacionles

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Universidad

Científica del Perú


“AÑO DEL DIALOGO Y LA RECONCILIACION NACIONAL”

UNIVERSIDAD CIENTÍFICA DEL PERU


Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

Escuela de Derecho

ORGANISMOS INTERNACIONALES, EJECUCION DE


RESOLUCIONES

“GARANTIAS CONSTITUCIONALES”

DOCENTE:
RUCK RIERA, Rita

EXPOSITORES:

 AVENDAÑO DAVILA, José


 ALVARADO SANCHEZ, Vianca
 CHIRINOS PEREA, Basilio
 FREITAS CORDOVA, Paulo Jhair.
 NORIEGA LACHUMA, Giampier
 PADILLA, Jhon
 SAMGAMA, Nathaly
 TAMANI CONDE, Jennifer P.

CICLO
XI

Iquitos - Perú
2018
“Debo y tengo que perseguir mi Derecho
cueste lo que cueste; si no lo hago, no
solo abandono ese derecho, sino el
derecho. El del Derecho es la paz y la
lucha, el medio para alcanzarlo”.

- Rudolf Von Ihering –

Es un gran espectáculo grande y


hermoso ver al hombre, salir en
cierto modo de la nada por sus
propios esfuerzos; disipar,
mediante las luces de su razón,
las tinieblas en que la naturaleza
le había envuelto; alzarse por
encima de sí mismo; elevarse por
el espíritu hasta las regiones
celestes y lo que aun más grande
y más difícil, penetrar en sí mismo
para estudiar ahí al hombre y
conocer su naturaleza, sus
deberes y su fin.

“Rousseau”
DEDICATORIA

Este presente trabajo, se lo


dedicamos a todas aquellas
personas que luchan día a día
arduamente por hacer las cosas lo
mejor posible, tratando de dar todo
de sí y contribuir cada uno en sus
respectivas áreas, a ir cambiando y
mejorando nuestro País.
AGRADECIMIENTO

Agradecemos en primer lugar a


DIOS por habernos guiado en la
culminación del presente trabajo
y en segundo lugar a nuestras
familias que siempre nos
motivan cada día en seguir
adelante en nuestros estudios.

Introducción

El desarrollo sin precedente que han adquirido en la


actualidad los derechos humanos en el plano internacional,
podría dar lugar al ocultamiento de forma singular de la
exigencia de asegurar su protección en primer lugar en el
ámbito nacional, que es impuesto específicamente a cada
Estado. Se constata efectivamente que un verdadero Código
Internacional de Derechos Humanos ha sido elaborado, en tanto
que una red de órganos se ha puesto en funcionamiento
progresivamente en el seno de organizaciones tanto mundiales
como regionales. Tal expansión de normas y de procedimientos
internacionales11, puede incitar (a la opinión pública y a los
medios de prensa especialmente) a considerar que es la
comunidad internacional y las instituciones que ella ha creado,
que son principal y directamente responsables de la puesta en
funcionamiento del respeto a los derechos humanos en todo el
mundo. Al punto que hoy escuchamos corrientemente la
pregunta "¿pero, que es lo que hace la ONU para garantizar los
derechos humanos en tal o cual país?," como si la Organización
mundial fuese directamente responsable de los derechos
humanos y de las violaciones a los mismos dentro de las
fronteras de un Estado.

Ahora bien, es el Estado, a través de sus diferentes


instituciones, que es el primer responsable de la garantía de
estos derechos respecto de sus propios ciudadanos y de toda
persona sometida a su jurisdicción. Esta responsabilidad se
afirma explícitamente en la Carta de Naciones Unidas, en cuyos
términos "Todos los miembros se comprometen a tomar
medidas conjunta o separadamente, en cooperación con la
Organización" en vista del "respeto universal y efectivo de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales" 2

Y los múltiples instrumentos internacionales relativos a los


derechos humanos que desde allí se han adoptado tanto dentro
del marco de las Naciones Unidas y de sus instituciones

1 Ver J.B. MARIE "Instruments Internationaux relatifs aux droits de l´ homme.


Classification et
état des ratifications au 1er janvier 1995" Human Rights Law Journal, Vol. 16, N
1-3. N.P. pág. 75 - 91. Engel, Publisher, Strasbourg, 1997.
Citado por: Jean Bernard Marie, sistemas nacionales de protección de los
derechos humanos, Véase en Línea:
http://iin.oea.org/Cursos_a_distancia/Sistemas_Naciones_%20de_Proteccion_Jean
%20Marie_Bernard.pdf
2 Carta de Naciones Unidas, art. 55 y 56. Para un comentario sobre el art. 55 ver,
particularmente: J.B. MARIE y N. QUESTIAUX: "La Carta de Naciones Unidas,
comentario artículo por artículo, bajo la dirección de J.P. COT y A. PELLET,
Economica-Bruylant, 1985, págs. 863-884.
especializadas, como de las diversas organizaciones regionales,
apuntan a definir concretamente, los compromisos de cada
Estado en instituir los mecanismos de control.

Recientemente, la Conferencia Mundial sobre Derechos


Humanos a subrayado en su Declaración y su Programa de
Acción "la obligación que tienen todos los Estados, conforme a
la Carta de las Naciones Unidas, de desarrollar y de alentar el
respeto de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales para todos, sin distinción de raza, sexo, idioma o
religión"; y el Programa de Acción insiste sobre la
responsabilidad primera en materia de derechos humanos, al
declarar que "su promoción y su protección incumben
primeramente, a los gobiernos"3.

Igualmente, si esta afirmación parece hacer notar lo


evidente, sin duda no deviene inútil recordarle a los Estados sus
obligaciones en tanto que primeros actores garantes de los
derechos humanos, y responsables de las violaciones a los
mismos.

Más allá que ella reposa sobre la voluntad política de los


gobiernos, la puesta en marcha y la protección de los derechos
humanos en el seno de cada Estado depende inicialmente del
estado de normas y reglas que fundan y rigen la vida en
sociedad. Así lo enuncia la Declaración Universal de los
Derechos Humanos "Toda persona tiene derecho a que se
establezca un orden social e internacional en el que los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración se
hagan plenamente efectivos"4.
3 Declaración y Programa de Acción de Viena, Naciones Unidas, Doc.
A/CONF.157/23, preámbulo, 5to párrafo, y Parte I parágrafo 1(párrafo 3); ver
igualmente parágrafo 1, (párrafo 1).
4 Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 28, Res. 217 A III de la
Asamblea General de las Naciones Unidas, del 10 de diciembre de 1948
Esto implica la existencia del "estado de derecho" y la
instauración de la "sociedad democrática" a la que se refieren
los principales instrumentos internacionales relativos a los
derechos humanos5.

Es propio, luego, de las instituciones donde se dota al Estado


de la facultad de asegurar el respeto de los derechos humanos:
las instituciones "clásicas" que ponen de pie los poderes
legislativo, judicial y ejecutivo, e igualmente las instituciones
específicas de promoción y de protección que se han
desarrollado más recientemente en un numerosos países, tales
como el Ombudsman y las comisiones nacionales de derechos
humanos. En el presente capítulo, después de haber recordado
brevemente las condiciones necesarias a la instauración de todo
sistema nacional de protección de los derechos humanos,
intentaremos de ubicar el lugar de las instituciones
tradicionalmente encargadas de garantizar estos derechos, para
examinar, seguidamente, el rol de las nuevas instituciones
creadas específicamente en la materia6.

La Jurisdicción Universal se ha constituido como


manifestación natural de los valores humanos que deben ser
preservados más allá de las peculiaridades políticas, sociales,
económicas y culturales que signan el diseño de un determinado
orden jurídico de los Estados; y su aplicación en el ámbito de
validez espacial y personal. Responde directamente al origen y
esencia de un orden que persigue una armonía que rebasa las

5 Ver especialmente: Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 29; Pacto


Internacional de Derechos Civiles y Políticos, arts. 14, 21 y 22; Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, arts. 8, 21 y 22;
Convención Europea sobre Derechos Humanos, arts. 6, 8, 9, 10, y 11;
Convención Americana sobre Derechos Humanos, arts. 15, 16 y 22.
6 Obtenido de:
http://iin.oea.org/Cursos_a_distancia/Sistemas_Naciones_%20de_Proteccion_Jean
%20Marie_Bernard.pdf, Consultado: 01.11.2018.
fuentes, inclusive los principios, del estatuto interno de cada
Estado. Sin embargo, el Derecho Internacional parte de las
relaciones interestatales y éstas, atadas a cada derecho interno,
pueden determinar el alcance y aplicación de los parámetros de
la actuación extraterritorial de los tribunales nacionales.

De suyo, los conflictos que pueden presentarse están


relacionados con la definición de la actuación extraterritorial
como una obligación de los Estados, especialmente cuando se
pretende acorralar esa impunidad que se resguarda en el
vallado que tildan soberanía nacional; o, muy distante de este
objetivo, el otorgamiento de una facultad que podría utilizarse
con cierta flexibilidad y a conveniencia. En este punto es bueno
advertir que se trata de una expansión jurisdiccional diferente a
la que ya había sido desarrollada en supuestos de delitos
cometidos fuera del territorio por nacionales de ese mismo
Estado, especialmente bajo el alegato de afectación de altos
intereses nacionales o, bajo formula pasiva, por delitos
cometidos contra nacionales de ese estado que se activa.

El foco de este desarrollo se fija en la verificación de


situaciones novedosas en las que se admite el interés de
proscribir conductas y luchar contra la impunidad de los agentes
responsables de crímenes de tal entidad que afectan el orden
internacional y los valores humanos.7

7 Esta inquietud sobre estas nuevas formas y la renovación temática ya las


había tratado al exponer mi enfoque sobre el derecho natural: “El análisis y
solución de los problemas novedosos que aquejan a las sociedades, como el
equilibrio ecológico, aquellos de índole moral que surgen por el desarrollo
acelerado de las biotecnologías, las amenazas del terrorismo, el crimen
organizado y las nuevas formas de violencia, causantes de «una preocupación
presente que interpela a toda la humanidad» ante una organización política
nacional que se ve desbordada y que nos lleva a pensar en sociedades bajo una
dimensión planetaria, requiere una «urgente reflexión ética y política de rango
universal», cfr. La Ley Natural como patrón del orden justo, 2009.
Es por ello que, como problema consecuente, surge la
definición de los factores de conexión que abren la intervención
internacional. Y a pesar de que esta manifestación de Justicia se
encuentra apuntalada por una firme convicción de la comunidad
internacional acerca de su conveniencia; es, precisamente allí,
en la definición del alcance de la Jurisdicción y de esos factores
que permiten su aplicación, en los cuales se producen los
disensos.

También surgen fuertes discusiones y debates sobre lo que


se ha calificado como una Justicia Universal “In Absentia” para
identificar la posibilidad de desarrollar causas en ausencia de los
imputados. Inclusive, bajo parámetros de colaboración
internacional como componente de un debido proceso
internacional, pueden incluirse las medidas dictadas contra
sospechosos de delitos transnacionales, crímenes contra la
humanidad y crímenes de guerra; la investigación inquisitoria
cuando exista justificación en materia probatoria por razones de
territorialidad; y los trámites de requisitorias internacionales y
procesos de extradición, en especial bajo alegato de inmunidad
de jurisdicción8.2

Esto nos lleva a entender que esa universalidad puede ser


entendida como la actuación extraterritorial de un Estado
directamente vinculado con la situación de hecho
desencadenante, ante la existencia de factores de conexión; o,
8 Uno de los casos más interesantes en este sentido fue la activación de la
investigación autorizada por la Audiencia Nacional de España de los actos de
genocidio cometidos en Tibet por agentes del Gobierno de China Comunista, en
especial el Presidente y Primer Ministro. Tal decisión se basó en la noción de
Justicia Universal desarrollada por la Corte Constitucional de España en cuanto a
lo innecesario de factores de conexión directos entre los agentes del Estado
señalados por la comisión de los crímenes, las víctimas o los elementos del
crimen en sí mismo. Un criterio que no ha sido pacífico y que levanta nuevos
debates sobre la viabilidad política de la Justicia Universal. En esta materia
puede consultarse: Christine A.E. Bakker, Universal Jurisdiction of Spanish Courts
over Genocide in Tibet: Can it Work? En Journal of International Criminal Justice
en el sentido que aplico para este desarrollo, la actuación
justificada en los más altos valores que reconoce y sostiene la
comunidad internacional, inmanentes en la validación de
cualquier orden normativo positivo, la cual considero la
verdadera y plena Justicia Universal9.

Esta es la dirección que le ha conferido el Institut de Droit


international, orientándola a la persecución de crímenes
regulados por el derecho internacional, dada la naturaleza
transnacional de las modernas conductas delictivas10.

Indubitable es la inclusión de los crímenes de guerra y los


crímenes contra la humanidad en la vocación de la Jurisdicción
Universal. En mi criterio, esta plena jurisdicción internacional es
una “jurisdicción primaria” para investigar y juzgar; de manera
que desactivo, en este punto, una de las mayores limitantes
argüidas para obstaculizarla. Me refiero al principio de
subsidiariedad11.

Esta Jurisdicción Universal también se encuentra con una


realidad en que pueden identificarse unos tribunales
internacionales marcados por la permanencia y el carácter
expansivo de su accionar, precisamente por una madurada
institucionalización mediante tratados y convenios
internacionales, tal como podríamos catalogar a la Corte
9 Cfr. Sentencia del Tribunal Constitucional Español (STC 237/2005) de 26 de
septiembre de 2005.
10 Cfr. Claus Kreß, Universal Jurisdiction over International Crimes and the
Institut de Droit International, en Journal of International Criminal Justice
11 Considero que los criterios reduccionistas de la Jurisdicción Universal priorizan
el principio de subsidiariedad en el sentido de plantear el aspecto de la
pasividad del Estado donde se produjeron los hechos. La aplicación de este
requisito implicaría una revisión probatoria previa y la acreditación de la
imposibilidad de obtener respuesta efectiva o la abstención judicial. Siguiendo
esta senda, concluiríamos que, para activar la Jurisdicción Universal de un
tribunal nacional, un documento fundamental para la admisibilidad de la acción
por crímenes internacionales sería la sentencia que contenga la negativa
expresa de proceder de los fiscales o tribunales del Estado en donde se
produjeron los hechos.
Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional;6 otro tipo
de tribunales internacionales apuntalados por decisión de las
instancias internacionales competentes para responder a
coyunturas y problemas particulares, como han sido el Tribunal
Penal Internacional Para Rwanda (TPIR) y el Tribunal Penal
Internacional de la Antigua Yugoslavia (TPIY); y aquellos que he
optado por clasificar como “Tribunales Híbridos” que
precisamente serán objeto preferente del presente estudio.

Relevante se hace advertir que a pesar de que la Corte


Internacional de Justicia conoce las típicas controversias
territoriales y sobre fronteras marítimas, las controversias
relacionadas con el trato dado a los nacionales de un país por
otros Estados o la gestión de recursos naturales compartidos,
también se ha pronunciado sobre denuncias de violaciones
masivas de los derechos humanos, incluido el genocidio 12.

En este sentido, el 26 de febrero de 2007, la Corte dictó


sentencia en la causa relativa a la Aplicación de la Convención
para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (Bosnia y
Herzegovina contra Serbia y Montenegro), constituyéndose en el

12 La Corte Internacional de Justicia es la única corte internacional de carácter


universal con jurisdicción general. Se trata de la jurisdicción típica para dirimir
las controversias que le son sometidas por los Estados en ejercicio de su
soberanía, ya sea por la suscripción del Estatuto de la Corte y la declaración de
aceptación de su jurisdicción obligatoria de conformidad con el párrafo 2 del
Artículo 36 del Estatuto; o, en virtud de compromisos, asumidos mediante
tratados bilaterales o multilaterales en los que se le otorga competencia para
resolver controversias derivadas de su aplicación o interpretación. Además, los
Estados pueden someter a la Corte una controversia específica por medio de un
acuerdo especial. Inclusive, un Estado puede someter una controversia a la
Corte bajo la hipótesis de sometimiento unilateral fundado en un consentimiento
todavía no dado o manifestado por el Estado contra el cual se haga la solicitud
de conformidad con el párrafo 5 del artículo 38 del Reglamento de la Corte. Bajo
este último mecanismo, si el otro Estado acepta dicha jurisdicción, la Corte
tendrá competencia como forum prorogatum. En otro plano, la Asamblea
General, el Consejo de Seguridad, o cualquier otro órgano de las Naciones
Unidas u organismo especializado que haya sido autorizado por la Asamblea
General, pueden realizar consultas sobre cualquier cuestión de derecho en el
ámbito de sus actividades. Sobre la Corte Penal Internacional haremos
comentario infra.
primer caso en que un Estado formuló alegaciones de genocidio
contra otro. Pero la temática de la responsabilidad estatal por
este tipo de crímenes y la de reparación de las víctimas quedó
inconclusa.8

En este punto debo reconocer que el principio de Jurisdicción


Universal va a estar condicionado por la actitud de autoridades
nacionales que, en muchos casos, responden al “interés
nacional” pero también a la eventual indefinición de los
derechos particulares en aspectos álgidos. Me refiero aquí, muy
especialmente, a la falta de precisión de los crímenes que deben
ser juzgados de acuerdo con el derecho internacional y aquellos
que deben serlo bajo los parámetros de la ley penal nacional.
Título I

Jurisdicción internacional

Capítulo I

Organismos internacionales competentes

Artículo 114°

Para los efectos de lo establecido en el artículo 205 de la


Constitución, los organismos internacionales a los que puede
recurrir cualquier persona que se considere lesionada en los
derechos reconocidos por la Constitución, o los tratados sobre
derechos humanos ratificados por el Estado peruano, son: el
Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la
Organización de Estados Americanos y aquellos otros que se
constituyan en el futuro y que sean aprobados por tratados que
obliguen al Perú.13

Concordancias:
13 Comentarios: Juan Carlos Ruiz Molleda, Código Procesal Constitucional
Comentado, Tomo II, primera edición diciembre 2015, Editorial: Gaceta Jurídica,
Lima, pág. 361.
 C.: art. 205

 C.P.Ct.: arts. 115

 C.P.Ct.: arts. 116

 C.P.Ct.: arts

 L.O.O.J.: art. 15

 C.A.D.H.: art. 33 y ss;

 P.I.D.C.P.: art. 28 y ss.

Dada su naturaleza jurisdiccional, nos centraremos en el


análisis del Sistema Interamericano de Derechos Humanos a
efectos de poder profundizar en los requisitos y las exigencias
para acceder a estos mecanismos de protección judicial
supranacional14.

I. Sobre el Sistema Interamericano de Derechos Humanos

El Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH)


es un mecanismo que tiene la función de promoción y
protección de los derechos humanos en la región americana.
Son los Estados americanos miembros de la Organización de
los Estados Americanos (OEA) los que crearon los tratados
internacionales sobre derechos humanos que conforman este
sistema regional, instrumentos en los que se reconocen todo
tipo de derechos que los Estados deben respetar en sus
territorios a todos sus habitantes, sin ningún tipo de
discriminación. El principal tratado regional es la Convención
Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de
Costa Rica de 1969, que reconoce derechos civiles, políticos
14 Comentarios: Juan Carlos Ruiz Molleda, Código Procesal Constitucional
Comentado, Tomo II, primera edición diciembre 2015, Editorial: Gaceta Jurídica,
Lima, pág. 361.
y, de manera muy tenue, derechos colectivos en su artículo
26 (derechos económicos, sociales y culturales)15.

El Sistema Interamericano de Derechos Humanos está


compuesto fundamentalmente de dos componentes16: un
elemento normativo y un elemento orgánico. El primero está
integrado por las normas del ius cogens, por la costumbre
internacional, por los tratados como la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, por las declaraciones como la
Declaración Americana de Derechos Humanos, por los
principios generales del derecho, por las resoluciones
adoptadas en el marco de la OEA, por los actos unilaterales
de los Estados y por las normas de soft law. El elemento
orgánico está compuesto por la Comisión y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).

La Corte IDH ejerce funciones jurisdiccionales y es el


principal órgano que aplica e interpreta la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. El otro órgano del
Sistema Interamericano es la Comisión Interamericana. Esta
no es un tribunal ni ejerce funciones jurisdiccionales. En
efecto, la CIDH no emite sentencias, sino informes con
recomendaciones, pero su labor es sumamente importante
en materia de promoción y protección de los derechos
humanos17.

II. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos 18

15 Comentarios: Juan Carlos Ruiz Molleda, Óp. Cit., pág. 361.


16 También se habla de un elemento político-subjetivo y del sentido del sistema.
Ver: La justicia directa de los derechos económicos, sociales y culturales.
Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José, C.R., 2008, p. 6 y ss.
17 RODRÍGUEZ RESCIA, Víctor. Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
IIDH, San José, C.R., 2009, p. 12.
18 Tomamos la información de la página web de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH). En: www.cidh.oas.org
Dado que la impugnación de las sentencias del Tribunal
Constitucional se realizará en primera instancia ante la CIDH
y no ante la Corte IDH, nos centraremos en aquella. La CIDH
es una de las dos entidades del Sistema Interamericano de
Protección y Promoción de los Derechos Humanos en la
América. Tiene su sede en Washington D.C., EE.UU. El otro
órgano es la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
con sede en San José, Costa Rica19.

La CIDH es un órgano principal y autónomo de la


Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo
mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Actúa en
representación de todos los países miembros de la OEA. Está
integrada por siete miembros independientes que se
desempeñan en forma personal, que no representan a ningún
país en particular y que son elegidos por la Asamblea
General. Además, la CIDH se reúne en periodos ordinarios y
extraordinarios de sesiones varias veces por año. La
Secretaría Ejecutiva cumple las instrucciones de la CIDH y
sirve de apoyo para la preparación legal y administrativa de
sus tareas. La Comisión tiene la más, en el ejercicio de su
mandato20:

a. Recibe, analiza e investiga peticiones individuales que


alegan violaciones de los derechos humanos, según lo
dispuesto en los artículos 44 al 51 de la Convención.

b. Observa la vigencia general de los derechos humanos


en los Estados miembros, y cuando lo considera

19 Comentarios: Juan Carlos Ruiz Molleda, Óp. Cit., pág. 362.


20 Comentarios: Juan Carlos Ruiz Molleda, Óp. Cit., pág. 362-363.
conveniente publica informes especiales sobre la
situación en un Estado en particular.

c. Realiza visitas in loco a los países para profundizar la


observación general de la situación, y/o para investigar
una situación particular. Generalmente, esas visitas
resultan en la preparación de un informe respectivo,
que se publica y es enviado a la Asamblea General.

d. Estimula la conciencia de los derechos humanos en los


países de América. Para ello, entre otros, realiza y
publica estudios sobre temas específicos. Así, por
ejemplo, sobre: medidas para asegurar mayor
independencia del Poder Judicial; actividades de grupos
irregulares armados; la situación de derechos humanos
de los menores, las mujeres y los pueblos indígenas.

e. Realiza y participa en conferencias y reuniones de


distinto tipo con representantes de gobiernos,
académicos, grupos no gubernamentales, etc., para
difundir y analizar temas relacionados con el Sistema
Interamericano de los Derechos Humanos.

f. Hace recomendaciones a los Estados miembros de la


OEA sobre la adopción de medidas para contribuir a
promover y garantizar los derechos humanos.
g. Requiere a los Estados que tomen medidas cautelares
específicas para evitar daños graves e irreparables a los
derechos humanos en casos urgentes. Puede también
solicitar que la Corte Interamericana requiera “medidas
provisionales” por parte de los Gobiernos en casos
urgentes de peligro de personas, aun cuando el caso no
haya sido sometido todavía a la Corte.

h. Somete casos a la jurisdicción de la Corte


Interamericana y actúa frente a la Corte en dichos
litigios.

i. Solicita opiniones consultivas a la Corte Interamericana


sobre aspectos de interpretación de la Convención
Americana.

Varias son las funciones que desempeñan los órganos de


protección del SIDH. Así, la CIDH: a) emite informes; b)
atiende y tramita peticiones individuales; c) emite medidas
cautelares; d) realiza audiencias; y, e) tiene relatorías
especiales. En el presente artículo, solo nos referiremos a las
peticiones individuales, y en concreto a la forma de acceder a
ellas. Asimismo, no será materia de atención las diferentes
funciones de la Corte IDH, como son: a) la competencia
contenciosa; b) la competencia consultiva; o, c) las medidas
provisionales21.

21 Comentarios: Juan Carlos Ruiz Molleda, Óp. Cit., pág. 363.


III. Requisitos de las peticiones ante la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos

1. Información general

La CIDH puede recibir denuncias denominadas


“peticiones”, presentadas por una persona o por un grupo
de personas, o por organizaciones no gubernamentales
legalmente reconocidas en algún Estado miembro; por la
violación de uno o varios derechos consagrados no solo en
la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre o la Convención Americana sobre Derechos
Humanos; sino también cuando los derechos violados
están contenidos en el Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en materia de
derechos económicos, sociales y culturales, el Protocolo a
la Convención Americana sobre Derechos Humanos
relativo a la abolición de la pena de muerte, la Convención
Interamericana para prevenir y sancionar la tortura, la
Convención Interamericana sobre desaparición forzada de
personas, y la Convención Interamericana para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra la mujer.

Según la Convención Americana y el Reglamento de la


Comisión, las peticiones deben reunir ciertos requisitos
para ser admitidas. Estos requisitos son:

a. Los recursos internos deben haber sido agotados.

b. La petición debe ser presentada dentro de los seis


meses siguientes a la fecha en la que el peticionario
fue notificado de la sentencia definitiva que puso fin
a la jurisdicción interna.

c. En caso de no haber decisión final (bien porque el


Derecho interno no la consagra, la persona se ha
visto en la imposibilidad de acceder a los recursos, o
porque existe una demora injustificada en su
trámite), la petición debe presentarse dentro de un
plazo razonable, que se cuenta desde que ocurrieron
los hechos.

d. En la petición se debe indicar si esta ha sido


sometida ante otro procedimiento de arreglo
internacional.

e. La petición debe contener una relación de los hechos


que configuren una violación de los derechos
garantizados por la Convención, en la que se indique
el lugar, la fecha y las circunstancias en que
ocurrieron las violaciones.

f. La petición debe contener los datos de quien la


presenta: nombre, nacionalidad y firma y, de ser
posible, el nombre de la víctima, o si desea
permanecer en el anonimato, debido a la gravedad
del caso.
g. La petición debe contener, de ser posible, los
nombres de las autoridades públicas que hubieren
conocido la situación denunciada.

h. La petición debe indicar cuál es el Estado que el


peticionario considera responsable de la violación de
alguno de los derechos consagrados en la
Convención Americana o en otros instrumentos
aplicables.

2. Los requisitos de la petición

Según el artículo 27 del Reglamento de la Comisión,


esta tomará en consideración las peticiones sobre
presuntas violaciones de los derechos humanos
consagrados en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y otros instrumentos aplicables con relación a
los Estados miembros de la OEA, solamente cuando
reúnan los requisitos establecidos en tales instrumentos,
en el Estatuto y en su propio Reglamento. Además de lo
dispuesto por los artículos 46 y 47 de la Convención, los
requisitos han sido establecidos por el artículo 28 del
Reglamento, recientemente modificado, de la Comisión,
que señala que las peticiones dirigidas a la Comisión
deberán contener la siguiente información:

a. El nombre de la persona o personas denunciantes o,


en el caso de que el peticionario sea una entidad no
gubernamental, su representante o representantes
legales y el Estado miembro en el que esté
legalmente reconocida.

b. Si el peticionario desea que su identidad sea


mantenida en reserva frente al Estado, y las razones
respectivas.

c. La dirección de correo electrónico para recibir


correspondencia de la Comisión y, en su caso,
número de teléfono, facsímil y dirección postal.

d. Una relación del hecho o situación denunciada, con


especificación del lugar y fecha de las violaciones
alegadas.

e. De ser posible, el nombre de la víctima, así como de


cualquier autoridad pública que haya tomado
conocimiento del hecho o situación denunciada.

f. La indicación del Estado que el peticionario


considera responsable, por acción o por omisión, de
la violación de alguno de los derechos humanos
consagrados en la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y otros instrumentos aplicables,
aunque no se haga una referencia específica al/os
artículo(s) presuntamente violado(s).
g. El cumplimiento con el plazo (seis meses) previsto
en el artículo 32 del presente Reglamento.

De conformidad con el artículo 26.2 del Reglamento de la


Comisión, cuando esta observe que la petición está incompleta,
se lo debe notificar al peticionario, solicitándole que complete
los requisitos omitidos en la petición.

3. Los requisitos de forma

No existe exigencia explícita de que las peticiones sean


escritas, pero del artículo 46.1.d de la Convención, que señala
que para que una petición o comunicación presentada sea
admitida por la Comisión se requerirá que “la petición contenga
el nombre, la nacionalidad, la profesión, el domicilio y la firma
de la persona o personas o del representante legal de la entidad
que somete la petición”; conlleva que esto es lo más adecuado.
Un texto similar podemos encontrar en el artículo 28.a del
Reglamento de la Comisión. Además de su carácter en principio
escrito, la petición debe contener una relación de los hechos
que se denuncian, indicando –si ello es posible– el nombre de la
víctima de la violación y de cualquier autoridad que esté en
conocimiento de dicha situación, y proporcionando los datos que
identifiquen al peticionario22.

Empero tenemos conocimiento de que las peticiones


también se han dado de forma oral, en un periodo de audiencias
o por vía telefónica, del mismo modo han llegado peticiones
escritas a mano y con pocas formalidades; aunque esto suele
ser muy esporádicamente. Junto a ello, recientemente se ha

22 LEDESMA FAÚNDEZ, Héctor. El Sistema Interamericano de Protección de los


Derechos Humanos: aspectos institucionales y procesales. Ob. cit., p. 277.
elaborado un formulario electrónico para presentar las
peticiones ante la CIDH de forma más ordenada23.

Finalmente, siempre y cuando cumplan los requisitos


establecidos en el artículo 25, 27 y 28 del Reglamento de la
CIDH, no importa la forma en que se presentan.

4. La identificación del peticionante

Según el artículo 44 de la Convención, “cualquier persona


o grupo de personas, o entidad no gubernamental legalmente
reconocida en uno o más Estados miembros de la Organización,
puede presentar a la Comisión peticiones que contengan
denuncias o quejas de violación de esta Convención por un
Estado parte”. Asimismo, de conformidad con el artículo 46.1.d,
la petición debe contener “el nombre, la nacionalidad, la
profesión, el domicilio y la firma de la persona o personas o del
representante legal de la entidad que somete la petición”.

Según el artículo 28.e del Reglamento de la CIDH, uno de


los requisitos para la consideración de peticiones es, “de ser
posible, el nombre de la víctima, así como de cualquier
autoridad pública que haya tomado conocimiento del hecho o
situación denunciada”. Finalmente, tenemos el artículo 34.a del
mismo cuerpo normativo, que señala que la Comisión declarará
inadmisible cualquier petición o caso cuando “no exponga
hechos que caractericen una violación de los derechos a que se
refiere el artículo 27 del presente Reglamento”. En definitiva, se
debe identificar una víctima.

IV. Las condiciones de admisibilidad de la petición

23 Ver el link aquí: https://www.cidh.oas.org/cidh_apps/instructions.asp?


gc_language=E
Nos referimos fundamentalmente a la exigencia del
agotamiento de los recursos de la jurisdicción local, a la
presentación oportuna de la petición, a la ausencia de
litispendencia ante otra instancia internacional, a la
circunstancia de que el mismo asunto no haya sido ya resuelto y
a que la petición sea procedente y tenga fundamento.

1. El agotamiento de la jurisdicción interna

En primer lugar, tenemos como norma general el


artículo 205 de la Constitución, el cual señala: “Agotada la
jurisdicción interna, quien se considere lesionado en los
derechos que la Constitución reconoce puede recurrir a los
tribunales u organismos internacionales constituidos
según tratados o convenios de los que el Perú es parte”.
Esta norma tiene un error que deberá ser corregido vía
interpretación, y es que no toda violación a la Constitución
implicará una violación de un instrumento normativo del
SIDH, como la CADH, por ejemplo.

En efecto, la parte orgánica de la Constitución referida


a la estructura del Estado tiene normas que reparten
competencias entre los distintos órganos del Estado. La
violación de ellas está fuera del mandato de la CIDH y de
la Corte IDH. Solo se encuentran dentro de este mandato
las normas que están en la parte dogmática y siempre que
el derecho reconocido en la Constitución también tenga
cobertura constitucional, por ejemplo, en la CADH.

A nivel legislativo tenemos, en primer lugar, el artículo


24 del Código Procesal Constitucional (Ley Nº 28237)
titulado Agotamiento de la jurisdicción nacional. Esta
norma precisa: “La resolución del Tribunal Constitucional
que se pronuncie sobre el fondo agota la jurisdicción
nacional”. Luego tenemos el artículo 114 del mismo
código, que en el Título X, denominado Jurisdicción
internacional, precisa: “(…) los organismos internacionales
a los que puede recurrir cualquier persona que se
considere lesionada en los derechos reconocidos por la
Constitución, o los tratados sobre derechos humanos
ratificados por el Estado peruano, son: el Comité de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos de la Organización
de Estados Americanos y aquellos otros que se constituyan
en el futuro y que sean aprobados por tratados que
obliguen al Perú”. Luego tenemos dos disposiciones más.
Así, los artículos 115, referido a la ejecución de
resoluciones, y 116, que trata sobre la obligación de
proporcionar documentos y antecedentes.

A nivel internacional, el preámbulo de la CADH dice con


claridad que la protección internacional, de naturaleza
convencional, es “coadyuvante o complementaria de la
que ofrece el Derecho interno de los Estados americanos”.
¿Qué significa esto? Significa que, si bien el artículo 44 de
la CADH establece que “cualquier persona o grupo de
personas, o entidad no gubernamental legalmente
reconocida en uno o más Estados miembros de la
organización, puede presentar a la Comisión peticiones
que contengan denuncias o quejas de violación de esta
Convención por un Estado parte”; se necesita, como
señala el artículo 46 numero 1 letra a): “que se hayan
interpuesto y agotado los recursos de jurisdicción interna,
conforme a los principios del Derecho Internacional
generalmente reconocidos”.

En otras palabras, el sistema instaurado por la


Convención Americana sobre Derechos Humanos no
sustituye a las jurisdicciones nacionales, sino que las
complementa. En consecuencia, el Sistema Interamericano
de Protección de los Derechos Humanos tiene carácter
subsidiario, en el sentido de que entra a operar solo
después de haberse hecho uso de los recursos
jurisdiccionales locales, sin haber obtenido un remedio
para la violación que se alega. Es decir, debe permitir, en
primer lugar, que el propio Estado pueda adoptar las
medidas correctivas que sean necesarias”24.

Ello exige a los Estados que existan sistemas judiciales


que puedan garantizar en forma efectiva la protección de
los derechos de los pueblos indígenas. Como señaló la
Corte IDH en el emblemático caso Velásquez Rodríguez, el
Estado tiene la obligación de “(...) organizar todo el
aparato gubernamental y, en general, todas las
estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio
del poder público, de manera tal que sean capaces de
asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los
derechos humanos. Como consecuencia de esta
obligación, los Estados deben prevenir, investigar y
sancionar toda violación de los derechos (...) y procurar,
además, el restablecimiento, si es posible, del derecho
conculcado y, en su caso, la reparación de los daños

24 FAÚNDEZ LEDESMA, Héctor. “El agotamiento de los recursos internos en el


Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos”. Ob. cit., p. 41.
producidos por la violación de los derechos humanos”
(párrafo 166).

Añade la Corte IDH: “La obligación de garantizar el libre


y pleno ejercicio de los derechos humanos no se agota con
la existencia de un orden normativo dirigido a hacer
posible el cumplimiento de esta obligación, sino que
comporta la necesidad de una conducta gubernamental
que asegure la existencia, en la realidad, de una eficaz
garantía del libre y pleno ejercicio de los derechos
humanos” (párrafo 167). El fundamento de la obligación
de los Estados de garantizar un aparato judicial que
proteja derechos se encuentra en el artículo 1 de la CADH,
que señala: “Los Estados partes en esta Convención se
comprometen a respetar los derechos y libertades
reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio
a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin
discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra
índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social”.

Debemos agregar que la obligación del Estado no se


agota en el reconocimiento de marcos normativos que
reconozcan los derechos. La obligación va más allá, como
señala el artículo 2 de la CADH, “si en el ejercicio de los
derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no
estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o
de otro carácter, los Estados partes se comprometen a
adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales
y a las disposiciones de esta Convención, las medidas
legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para
hacer efectivos tales derechos y libertades”. Esto guarda
relación y se manifiesta en el artículo 25 de la CADH, que
en lo fundamental dispone que toda persona tiene derecho
a un recurso sencillo y rápido, o a cualquier otro recurso
efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la
ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la
misma Convención, aun cuando tal violación sea cometida
por personas que actúen en ejercicio de sus funciones
oficiales25.

En definitiva, lo que debemos tener en claro es que


“el principio del agotamiento previo de los remedios
locales es evitar que se sometan a la jurisdicción
internacional reclamaciones que podrían ser resueltas en
la instancia nacional; en consecuencia, mientras exista
una posibilidad de que ellas puedan ser adecuadamente
satisfechas conforme al Derecho interno estatal, tales
reclamaciones no pueden ser consideradas como
violaciones del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos, cuyos mecanismos de protección deben
considerarse como meramente subsidiarios del Derecho
interno, para el caso que en este no haya recursos
disponibles, o que los existentes resulten inadecuados o
ineficaces”26.

La Corte IDH ha sostenido que “la regla del previo


agotamiento de los recursos internos permite al Estado
resolver el problema según su Derecho interno antes de
verse enfrentado a un proceso internacional, lo cual es
especialmente válido en la jurisdicción internacional de los
25 Ibídem, p. 42.
26 Ibídem, p. 46.
derechos humanos, por ser esta ‘coadyuvante o
complementaria’ de la interna”27. Finalmente, en otra
oportunidad la propia Corte IDH precisó que “la regla que
exige el previo agotamiento de los recursos internos está
concebida en interés del Estado, pues busca dispensarlo
de responder ante un órgano internacional por actos que
se le imputen, antes de haber tenido la ocasión de
remediarlos con sus propios medios”28.

2. Las características del recurso que debe agotarse

Siguiendo a Faúndez, los recursos a que se refiere el


artículo 46 de la Convención son los de la jurisdicción
interna; es decir, los recursos cuyo conocimiento
corresponde a una autoridad judicial, de acuerdo con un
procedimiento preestablecido, y cuyas decisiones
posean fuerza ejecutoria. En consecuencia, están
excluidas las gestiones o peticiones que se puedan
interponer ante autoridades administrativas –que
ciertamente no son recursos jurisdiccionales–, cuyo
examen carece de las características antes referidas,
especialmente, por el grado de discrecionalidad con
que la autoridad puede dar respuesta a estas29.

a. Los recursos adecuados

El SIDH, como ya dijimos, no busca reemplazar y


sustituir el sistema de justicia interno, antes bien, lo

27 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Velásquez Rodríguez,


sentencia del 29 de julio de 1988, párr. 61.
28 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Asunto Viviana Gallardo y otras,
decisión del 13 de noviembre de 1981, párr. 26.
29 LEDESMA FAÚNDEZ, Héctor. El Sistema Interamericano de Protección de los
Derechos Humanos: aspectos institucionales y procesales. Ob. cit., p. 301.
que quiere es que este último funcione y cumpla con
su obligación de proteger los derechos contenidos en
la Convención. Como dice Faúndez: “El fundamento
de esta regla es proporcionar al Estado la
oportunidad de reparar, por sus propios medios, la
situación jurídica infringida; por consiguiente, los
recursos internos deben ser de tal naturaleza que
suministren medios eficaces y suficientes para
alcanzar ese resultado”30.

La Corte IDH ha precisado que “los recursos


disponibles sean ‘adecuados’ significa: que la
función de esos recursos, dentro del sistema del
Derecho interno, sea idónea para proteger la
situación jurídica infringida. En todos los
ordenamientos internos existen múltiples recursos,
pero no todos son aplicables en todas las
circunstancias. Si, en un caso específico, el recurso
no es adecuado, es obvio que no hay que agotarlo.
Así lo indica el principio de que la norma está
encaminada a producir un efecto y no puede
interpretarse en el sentido de que no produzca
ninguno o su resultado sea manifiestamente absurdo
o irrazonable”31.

b. Recursos efectivos

Para la Corte IDH, los recursos internos cuyo


agotamiento previo se demanda deben ser, además,

30 Ibídem, p. 303.
31 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Velásquez Rodríguez,
sentencia del 29 de julio de 1988, párr. 64; caso Godínez Cruz, sentencia del 20
de enero de 1989, párr. 67; y caso Fairén Garbi y Solís Corrales, sentencia del 15
de marzo de 1989, párr. 88.
efectivos; es decir, que sean capaces de producir el
resultado para el que han sido concebidos 32. Para la
Corte IDH, los Estados tienen “la responsabilidad de
consagrar normativamente y de asegurar la debida
aplicación de los recursos efectivos y las garantías
del debido proceso legal ante las autoridades
competentes, que amparen a todas las personas
bajo su jurisdicción contra actos que violen sus
derechos fundamentales o que conlleven a la
determinación de los derechos y obligaciones de
estas”33. Ciertamente, la responsabilidad del Estado
solo concluye cuando se ejecuta efectivamente la
decisión jurisdiccional34.

Es necesario estar pendiente del desarrollo


jurisprudencial de este requisito por parte de la Corte
IDH y por la propia CIDH. Como señala Faúndez, para
ser efectivo, un recurso judicial no tiene
necesariamente que producir un resultado favorable
a las pretensiones de quien lo ha interpuesto. Según
la Comisión, el mero hecho de que un recurso
interno no produzca un resultado favorable al
reclamante no demuestra, por sí solo, la inexistencia
o el agotamiento de todos los recursos internos
eficaces, pues podría ocurrir que el reclamante no

32 LEDESMA FAÚNDEZ, Héctor. Ob. cit., p. 308. Este autor cita a la Corte
Interamericana de Derechos Humanos: caso Velásquez Rodríguez, del 29 de julio
de 1988, párr. 66; caso Godínez Cruz, del 20 de enero de 1989, párr. 69; y caso
Fairén Garbi y Solís Corrales, del 15 de marzo de 1989, párr. 91.
33 Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Durand y Ugarte,
sentencia del 16 de agosto de 2000, párr. 121, citado por Ledesma Faúndez.
34 Ídem. Cfr. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Baena Ricardo y
otros (270 trabajadores vs. Panamá). Competencia, sentencia del 28 de
noviembre de 2003, párr. 79.
hubiera acudido oportunamente al procedimiento
apropiado35.

c. Las excepciones a la regla

Sin embargo, la regla del agotamiento tiene


excepciones, como se ha podido ir vislumbrando. La
Corte IDH ha señalado: “La fundamentación (sic) de
la protección internacional de los derechos humanos
radica en la necesidad de salvaguardar a la víctima
del ejercicio arbitrario del poder público (…). De
ninguna manera la regla del previo agotamiento
debe conducir a que se detenga o demore hasta la
inutilidad la actuación internacional en auxilio de la
víctima indefensa. Esa es la razón por la cual el
artículo 46.2 establece excepciones a la exigibilidad
de la utilización de los recursos internos como
requisito para invocar la protección internacional”36.

En efecto, la CADH en el artículo 46.2 señala que


el autor de la comunicación está exento del
cumplimiento de este requisito en tres
circunstancias:

“Artículo 46

2. Las disposiciones de los incisos 1.a. y 1.b. del


presente artículo no se aplicarán cuando:

35 LEDESMA FAÚNDEZ, Héctor. Ob. cit., p. 309. Faúndez cita a la Comisión


Interamericana de Derechos Humanos: Informe Nº 27/93, caso 11.092, Canadá,
adoptado el 6 de octubre de 1993. En: Informe Anual de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos 1993. Secretaría General Organización de
los Estados Americanos, Washington D.C., 1994, p. 61, párr. 28.
36 Ibídem, p. 317. Faúndez cita a la Corte Interamericana de Derechos Humanos:
caso Velásquez Rodríguez. Excepciones preliminares, sentencia del 26 de junio
de 1987, párr. 93. También, caso Fairén Garbi y Solís Corrales. Excepciones
preliminares, sentencia del 26 de junio de 1987, párr. 92; y caso Godínez Cruz.
Excepciones preliminares, sentencia del 26 de junio de 1987, párr. 95.
a) No exista en la legislación interna del Estado de
que se trata el debido proceso legal para la
protección del derecho o derechos que se alega
han sido violados;

b) no se haya permitido al presunto lesionado en


sus derechos el acceso a los recursos de la
jurisdicción interna, o haya sido impedido de
agotarlos, y

c) haya retardo injustificado en la decisión sobre


los mencionados recursos”.
Artículo 114 Organismos Internacionales competentes

Para los efectos de lo establecido en el artículo 205 de la


constitución, los organismos internacionales a los que puede
recurrir cualquier persona que se considere lesionada en los
derechos reconocidos por la constitución, o los tratados sobre
derechos humanos ratificados por el Estado peruano, son: el
comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de
Estados Americanos y aquellos otros que se constituyan en el
futuro y que sean aprobados por tratados que obliguen al Perú.

dada su naturaleza jurisdiccional, nos centraremos en el análisis


del Sistema Interamericano de Derechos Humanos a efectos de
poder profundizar en los requisitos y las exigencias a estos
mecanismos de protección judicial supranacional.

I. Sobre el Sistema Interamericano de Derechos


Humanos
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH)
es un mecanismo que tiene la función de promoción y
protección de los derechos humanos en la región
americana. Son los Estados americanos miembros de la
Organización de los Estados Americanos (OEA) los que
crearon los tratados internacionales sobre derechos
humanos que conforman este sistema regional,
instrumentos en los que se reconocen todo tipo de
derechos que los Estados deben respetar en sus territorios
a todos sus habitantes, sin ningún tipo de discriminación.
El principal tratado regional es la Convención Americana
sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa
Rica de 1969, que reconoce derechos civiles, políticos y,
de manera muy tenue, derechos colectivos en su artículo
26 (derechos económicos, sociales y culturales).
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos esta
compuesto fundamentalmente de dos componentes: un
elemento normativo y un elemento orgánico. El primero
esta integrado por las normas del ius cogens, por la
costumbre internacional, por los tratados como la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, por las
declaraciones como la Declaración Americana de
Derechos Humanos, por los principios generales del
derecho, por las resoluciones adoptadas en el marco de la
OEA, por los actos unilaterales de los Estados y por las
normas de soft law. El elemento orgánico esta compuesto
por la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH).
La Corte IDH ejerce funciones jurisdiccionales y es el
principal órgano que aplica e interpreta la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. El otro órgano del
Sistema Interamericano es la Comisión Interamericana.
Esta no es un tribunal ni ejerce funciones jurisdiccionales.
En efecto, la CIDH no emite sentencias, sino informes con
recomendaciones, pero su labor es sumamente
importante en materia de promoción y protección de los
derechos humanos.

II. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos


Dado que la impugnación de las sentencias del Tribunal
Constitucional se realizará en primera instancia ante la
CIDH y no ante la Corte IDH, nos centraremos en aquella.
La CIDH es una de las dos entidades del Sistema
Interamericano de Protección y Promoción de los
Derechos Humanos en la América. Tiene su sede en
Washington D.C., EE.UU. el otro órgano es la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, con sede en San
José, Costa Rica.
La CIDH es un órgano principal y autónomo de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo
mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Actúa en
representación de todos los países miembros de la OEA.
esta integrada por siete miembros independientes que se
desempeñan en forma personal, que no representan a
ningún país en particular y que son elegidos por la
Asamblea General. Además, la CIDH se reúne en periodos
ordinarios y extraordinarios de sesiones varias veces por
año la Secretaria Ejecutiva cumple las instrucciones de la
CIDH y sirve de apoyo para la preparación legal y
administrativa de sus tareas. La Comisión tiene la función
principal de promover la observancia y defensa de los
derechos humanos y, además, en el ejercicio de su
mandato:
a) Recibe, analiza e investiga peticiones individuales que
alegan violaciones de los derechos humanos, según lo
dispuesto en los artículos 44 al 51 de la convención.
b) Observa la vigencia general de los derechos humanos
en los Estados miembros, y cuando lo considera
conveniente publica informes especiales sobre la
situación en un Estado en particular.
c) Realiza visitas in loco a los países para profundizar la
observación general de la situación, y/o para investigar
una situación particular. Generalmente, esas visitas
resultan en la preparación de un informe respectivo,
que se publica y es enviado a la Asamblea General.
d) Estimula la conciencia de los derechos humanos en los
países de América. Para ello, entre otros, realiza y
publica estudios sobre temas específicos. Así, por
ejemplo, sobre: medidas para asegurar mayor
independencia del Poder Judicial; actividades de grupos
irregulares armados; la situación de derechos humanos
de los menores, las mujeres y los pueblos indígenas.
e) Realiza y participa en conferencias y reuniones de
distinto tipo con representantes de gobiernos,
académicos, grupos no gubernamentales, etc., para
difundir y analizar temas relacionados con el Sistema
Interamericano de los Derechos Humanos.
f) Hace recomendaciones a los Estados miembros de la
OEA sobre la adopción de medidas para contribuir a
promover y garantizar los derechos humanos.
g) Requiere a los Estados que tomen medidas
cautelares específicas para evitar daños graves e
irreparables a los derechos humanos en casos
urgentes. Puede también solicitar que la Corte
Interamericana requiera “medidas Provisionales” por
parte de los Gobiernos en casos urgentes de peligro de
personas, aun cuando el caso no haya sido sometido
todavía a la Corte.
h) Somete casos a la jurisdicción de la Corte
Interamericana y actúa frente a la Corte en dichos
litigios.
i) Solicita opiniones consultivas a la Corte
Interamericana sobre aspectos de interpretación de la
Convención Americana.

Varias son las funciones que desempeñan los órganos de


protección del SIDH. Así, la CIDH: a) emite informes; b)
atiende y tramite peticiones individuales; c) emite
medidas cautelares; d) realiza audiencias; y e) tiene
relatorías especiales. En el presente artículo, solo nos
referimos a las peticiones individuales, y en concreto a la
forma de acceder a ellas. Asimismo, no será materia de
atención las diferentes funciones de la Corte IDH, como
son; a) la competencia contenciosa; b) la competencia
consultiva; o, c) las medias provisionales.

III. Requisitos de las peticiones ante la Comisión


Interamericana de Derechos Humanos.
1. Información general
La CIDH puede recibir denuncias denominadas
“peticiones”, presentadas por una persona o por un
grupo de personas, o por organismos no
gubernamentales legalmente reconocidas en algún
Estado miembro; por la violación de uno o varios
derechos consagrados no solo en la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre o la
Convención Americana sobre Derechos Humanos; sino
también cuando los derecho violados están contenidos
en el Protocolo Adicional a la Convención Americana
sobre Derechos Humanos en materia de derechos
económicos, sociales y culturales, el Protocolo a la
Convención Americana sobre Derechos Humanos
relativo a la abolición de la pena de muerte, la
Convención Interamericana para prevenir y sancionar
la tortura, la Convención Interamericana sobre
desaparición forzada de personas, y la Convención
Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra la mujer.
Según la Convención Americana y el Reglamento de la
Comisión, las peticiones deben reunir ciertos requisitos
para ser admitidas. Estos requisitos son:
a) Los recursos internos deben haber sido agotados.
b) La petición debe ser presentada dentro de los seis
mese siguientes a la fecha en la que el peticionario
fue notificado de la sentencia definitiva que puso fin
a la jurisdicción interna.
c) En caso de no haber decisión final (bien porque el
Derecho interno no la consagra, la persona se ha
visto en la imposibilidad de acceder a los recursos, o
porque existe una demora injustificada en su
trámite), la petición debe presentarse dentro de un
plazo razonable, que se cuenta desde que
ocurrieron los hechos.
d) En la petición se debe indicar si esta ha sido
sometida ante otro procedimiento de arreglo
internacional.
e) La petición debe contener una relación de los
hechos que configuren una violación de los
derechos garantizados por la Convención, en la que
se indique el lugar, la fecha y las circunstancias en
que ocurrieron las violaciones.
f) La petición debe contener los datos de quien la
presenta: nombre, nacionalidad y firma y, de ser
posible, el nombre de la víctima, o si desea
permanecer en el anonimato, debido a la gravedad
del caso.
g) La petición debe contener, de ser posible, los
nombre de las autoridades públicas que hubieren
conocido la situación denunciada.
h) La petición debe indicar cual es el Estado que el
peticionario considera responsable de la violación
de alguno de los derechos consagrados en la
Convención Americana o en otros instrumentos
aplicables.
Capítulo I

Ejecución de Resoluciones

Artículo 115

Ejecución de resoluciones Las resoluciones de los


organismos jurisdiccionales a cuya competencia se haya sometido
expresamente el Estado peruano no requieren, para su validez y
eficacia, de reconocimiento, revisión, ni examen previo alguno.
Dichas resoluciones son comunicadas por el Ministerio de
Relaciones Exteriores al Presidente del Poder Judicial, quien a su
vez, las remite al tribunal donde se agotó la jurisdicción interna y
dispone su ejecución por el juez competente, de conformidad con
lo previsto por la Ley N° 27775, que regula el procedimiento de
ejecución de sentencias emitidas por tribunales supranacionales.

CONCORDANCIAS:

C.: art. 205; C.A.D.H.: art. 33 y ss; P.I.D.C.P.: art. 28 y ss; Ley
27775: in totum.
I. Introducción
Como dice Viviana Krsticevic, la reparación de las
violaciones a los derechos humanos en virtud de una
resolución internacional hace realidad la protección
comprometida por las naciones de la región al ratificar la
Convención Americana de Derechos Humanos (CADH).
Añade que, sin ejecución de las sentencias en el ámbito
interno, no es posible hablar de una verdadera tutela
regional. Esta protección no es otra cosa que la restitución
de los derechos vulnerados. Su incumplimiento erosiona
la autoridad de las decisiones de la Comisión IDH y la
Corte IDH y desprotege a quienes acuden a este ámbito
en búsqueda de protección de los derechos humanos 37.
Agrega esta autora que la experiencia de la región ha
mostrado que la ejecución de las sentencias del SIDH
depende en buena medida de la estructura institucional y
legal existentes en los países38.

Una de las obligaciones fundamentales que se deriva del


compromiso de respeto y garantía de los derechos
reconocidos en los instrumentos interamericanos consiste
precisamente en adoptar las medidas a nivel local que
posibiliten la ejecución de las decisiones del SIDH39.

Uno de los fundamentos de esta obligación hay que


buscarlo en el artículo 2 de la CADH, que exige a “los
Estados Partes se comprometen a adoptar, con arreglo a
sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones
de esta Convención, las medidas legislativas o de otro
carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales

37 CENTRO POR LA JUSTICIA Y EL DERECHO INTERNACIONAL - CEJIL. Implementación de las


decisiones del sistema interamericano de derechos humanos. 1ª reimpresión, San José, Costa Rica,
2007, p. 15.
38 Ibidem, p. 16.
39 Ibidem, p. 39.
derechos y libertades”. Esto implica adoptar las medidas
de carácter legislativo, judicial o administrativo, “que
fueren necesarios para hacer efectivos los derechos
consagrados convencionalmente”40.
El principio de efectividad de la protección internacional
exige que los Estados aseguren y garanticen el
cumplimiento de las decisiones. En palabras de la Corte
IDH: “Los Estados Partes en la Convención deben
garantizar el cumplimiento de las disposiciones
convencionales y sus efectos propios (effet utile) en el
plano de sus respectivos derechos internos. Este principio
se aplica no solo en relación con las normas sustantivas
de los tratados de derechos humanos (es decir, las que
contienen disposiciones sobre los derechos protegidos),
sino también en relación con las normas procesales, como
las que se refieren al cumplimiento de las decisiones de la
Corte. Estas obligaciones deben ser interpretadas y
aplicadas de manera que la garantía protegida sea
verdaderamente práctica y eficaz, teniendo presente la
naturaleza especial de los tratados de derechos
humanos”41.
Una de las herramientas para lograr ese objetivo es la Ley
N° 27775, también llamada Ley que regula el
procedimiento de ejecución de sentencias emitidas por
tribunales supranacionales, a la cual hace precisamente
referencia este artículo. Esta norma establece el conjunto
de reglas que regulan esta implementación.

II. Antecedentes de la Ley N° 27775

40 Ídem.
41 Caso Ivcher Bronstein vs. Perú. Competencia. Sentencia del 24 de septiembre
de 1999, Serie C, Nº 54, párr. 37, y caso Vargas Areco vs. Paraguay. Supervisión
de Cumplimiento de sentencia. Resolución de laCorte del 4 de septiembre de
2012, considerando quinto.
El primer antecedente de esta norma lo encontramos en
el artículo 40 de la Ley N° 23506, más conocida como Ley
de Hábeas Corpus y Amparo, publicada el 8 de diciembre
de 1982. A diferencia del texto actual, esta norma
establecía en su segunda parte que “[l]a Corte Suprema
de Justicia de la República recepcionará las resoluciones
emitidas por el organismo internacional, y dispondrá su
ejecución y cumplimiento de conformidad con las normas
y procedimientos internos vigentes sobre ejecución de
sentencias”.

Posteriormente, se publica el Decreto Supremo N° 014-


2000-JUS el 22 de agosto del año 2000, el cual establece
procedimientos a fin de propiciar el seguimiento de
recomendaciones de órganos internacionales en materia
de derechos humanos. Como lo señala su artículo 1,
estaba referido a “decisiones, resoluciones o
recomendaciones en el marco de los procedimientos y
mecanismos internacionales de protección de derechos
humanos de naturaleza no jurisdiccional”.

Luego se publica el Decreto Supremo Nº 015-2001-JUS del


27 de abril del año 2001, que aprueba el Reglamento del
Consejo Especial de Seguimiento y Atención de
Procedimientos Internacionales. El artículo 23.c de dicha
norma precisa que este tiene entre sus funciones
“[c]oordinar y supervisar el cumplimiento de las
sentencias de órganos internacionales de carácter
internacional, sobre los cuales el Estado haya consentido
en la correspondiente competencia contenciosa”.
También resulta pertinente hacer mención, como
antecedente, de la Resolución Nº 815-2005-MP-FN del 18
de abril de 2005, que dispuso que los fiscales que
conocieron procesos en que se aplicaron las leyes Nº
26479 y Nº 26492 de amnistía soliciten la ejecución de las
sentencias de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos sobre el caso Barrios Altos y su interpretación
en la cual se estableció que “las leyes de autoamnistía
carecen de efectos jurídicos”.

III. Contenido de la Ley Nº 27775


La Ley Nº 27775 se denomina Ley que regula el
procedimiento de ejecución de sentencias emitidas por
tribunales supranacionales, consta de nueve artículos, y
fue publicada el 7 de julio del año 2002. El artículo 1
señala de interés nacional el cumplimiento de las
sentencias “dictadas en los procesos seguidos contra el
Estado Peruano por Tribunales Internacionales
constituidos por Tratados que han sido ratificados por el
Perú de acuerdo con la Constitución Política”. Sin
embargo, resulta evidente que estas deben cumplirse no
porque sean de interés nacional o necesidad pública, sino
porque la ejecución de las sentencias es una garantía del
debido proceso y de la tutela judicial efectiva, sean estas
decisiones de un órgano jurisdiccional nacional o
supranacional.

El artículo establece las reglas de ejecución de sentencias


supranacionales que contengan condena de pago de
suma de dinero, por concepto de indemnización por daños
y perjuicios a cargo del Estado, o sean meramente
declarativas. Precisa que la sentencia emitida por el
Tribunal Internacional será transcrita por el Ministerio de
Relaciones Exteriores al presidente de la Corte Suprema,
quien la remitirá a la sala en que se agotó la jurisdicción
interna, disponiendo su ejecución por el juez especializado
o mixto que conoció el proceso previo. En el caso de no
existir proceso interno previo, dispondrá que el juez
especializado o mixto competente conozca de la ejecución
de la resolución.
En relación con el procedimiento para la ejecución de
resolución que ordena el pago de suma determinada, la
ley precisa que la sentencia que contiene condena de
pago de suma de dinero, el juez a que se refiere el inciso
a) de este artículo dispone que se notifique al Ministerio
de Justicia para que cumpla con el pago ordenado en la
sentencia en el término de diez días.

Añade en relación con el procedimiento para el pago de


suma por determinar que, si la sentencia contiene
condena de pago de suma de dinero por determinar, el
juez especializado o mixto a que se refiere en el inciso a)
de este artículo correrá traslado de la solicitud del
ejecutante con los medios probatorios que ofrezca, al
Ministerio de Justicia por el término de diez días. Agrega
que el representante del Ministerio de Justicia puede
formular contradicción exclusivamente sobre el monto
pretendido, ofreciendo medios probatorios.

Formulada la contradicción o sin ella, el juez ordenará la


actuación de los medios probatorios pertinentes en
audiencia de conciliación, en el plazo no mayor de treinta
(30) días y pronunciará resolución dentro de los quince
(15) días. La apelación será concedida con efecto
suspensivo y será resuelta por la sala de la corte superior
correspondiente en igual término.

También resulta pertinente lo relacionado con la ejecución


de medidas provisionales. En los casos en que la Corte
IDH emita medidas provisionales, ya sea cuando se trate
de asuntos que estén en conocimiento de esta, o bien, a
solicitud de la Comisión IDH ante la

Corte IDH, estas deberán ser de inmediato cumplimiento,


debiendo el juez especializado o mixto ordenar su
ejecución dentro del término de 24 horas de recibida la
comunicación de la decisión respectiva.

Sobre las medidas no indemnizatorias, la ley precisa que,


dentro del plazo de diez días de recibida la comunicación
de la Corte Suprema, el juez que agotó la jurisdicción
interna ordenará a los órganos e instituciones estatales
concernidas, sea cuales fuesen estas, el cese de la
situación que dio origen a la sentencia referida, indicando
la adopción de las medidas necesarias. Añade que en el
caso de que la sentencia se refiera a resolución judicial, el
juez competente deberá adoptar las disposiciones que
resulten pertinentes para la restitución de las cosas al
estado en el que se encontraban antes de que se
produzca la violación declarada por medio de la sentencia.
También se señala que la Corte Suprema de Justicia de la
República informará, por medio del Ministerio de
Relaciones Exteriores, a la Corte IDH acerca de las
medidas que se hayan adoptado en cumplimiento de la
sentencia.

IV. Un concepto clave en el cumplimiento de la


sentencias en el SIDH: el derecho a la reparación
Un elemento importante a tener en cuenta al momento de
dar cumplimiento a las sentencias de la Corte IDH es el
concepto de reparaciones, que no es otra cosa que la
restitución de los derechos humanos vulnerados. A nivel
normativo, en el ámbito interamericano, el fundamento
del derecho a la reparación puede ser encontrado en el
artículo 63.1 de la Convención Americana de Derechos
Humanos, que precisa:

“Artículo 63
1. Cuando decida que hubo violación de un derecho o
libertad protegidos en esta Convención, la Corte
dispondrá que se garantice al lesionado en el goce de
su derecho o libertad conculcados. Dispondrá,
asimismo, si ello fuera procedente, que se
reparen las consecuencias de la medida o
situación que ha configurado la vulneración de
esos derechos y el pago de una justa
indemnización a la parte lesionada (resaltado
nuestro).

En relación con esta norma, la Corte IDH precisa que


“[n]inguna parte de este artículo hace mención ni
condiciona las disposiciones de la Corte a la eficacia de
los instrumentos de reparación existentes en el derecho
interno del Estado Parte responsable de la infracción, de
manera que aquella no se establece en función de los
defectos, imperfecciones o insuficiencias del derecho
nacional, sino con independencia del mismo”42.

De igual manera, el derecho a la reparación puede ser


encontrado en los informes de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH), los cuales, a juicio de la
Corte Constitucional colombiana, “constituyen otra fuente
importante de derecho internacional sobre el contenido y
alcance de los derechos de las víctimas de graves
violaciones a los derechos humanos a la verdad, a la
justicia, a la reparación, y a la no repetición, por cuanto
en estos se reiteran los parámetros internacionales
42 Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras. Reparaciones y costas. Sentencia del
21 de julio de 1989, Serie C, Nº 7, párr. 30.
mencionados anteriormente y expuestos en el aparte 3.5
de esta sentencia”43. Tiene especial relevancia para este
caso el Informe sobre el proceso de desmovilización en
Colombia del 13 de diciembre de 2004, según el cual:

“Los estándares aplicables establecen que las medidas de


alcance individual deben ser suficientes, efectivas,
rápidas y proporcionales a la gravedad del crimen y a la
entidad del daño sufrido y estar destinadas a restablecer
la situación en que se encontraba la víctima antes de
verse afectada. Estas medidas pueden consistir en el
restablecimiento de derechos tales como el de la
libertad personal, en el caso de los detenidos o
secuestrados; y el retorno al lugar de residencia, en el
caso de los desplazados. Asimismo, las víctimas que han
sido despojadas de sus tierras o propiedades por medio
de la violencia ejercida por los actores del conflicto
armado tienen derecho a medidas de restitución”.

“45. En el caso de crímenes que, por sus características,


no admiten la restitutio in integrum los
responsables deben compensar a la víctima o sus
familiares por los perjuicios resultantes del crimen.
El Estado deberá esforzarse por resarcir a la
víctima cuando el responsable de la conducta ilícita
no haya podido o no haya querido cumplir sus
obligaciones. Asimismo, la situación de la víctima puede
requerir de la adopción de medidas de rehabilitación tales
como atención médica y psicológica, servicios jurídicos y
sociales de apoyo”.

“46. Las garantías generales de satisfacción requieren de


medidas tendientes a remediar el agravio padecido

43 Corte Constitucional de Colombia, SU 254-13.


por víctima, incluyendo la cesación de violaciones
continuadas; la verificación de los hechos constitutivos
de crímenes internacionales; la difusión pública y
completa de los resultados de las investigaciones
destinadas a establecer la verdad de lo sucedido, sin
generar riesgos innecesarios para la seguridad de
víctimas y testigos; la búsqueda de los restos de los
muertos o desaparecidos; la emisión de declaraciones
oficiales o de decisiones judiciales para restablecer la
dignidad, la reputación y los derechos de las víctimas y de
las personas a ellas vinculadas; el reconocimiento público
de los sucesos y de las responsabilidades; la recuperación
de la memoria de las víctimas; y la enseñanza de la
verdad histórica” (resaltado nuestro).

En relación con el contenido constitucional del derecho a


la reparación, la CIDH en relación con el derecho a la
reparación ha establecido que “(i) las víctimas de graves
violaciones de los derechos humanos, del derecho
internacional humanitario o de crímenes de lesa
humanidad tienen derecho a ser reparadas de
manera adecuada, proporcional, integral y eficaz
respecto del daño sufrido; (ii) la reparación se
concreta a través de la restitución íntegra o plena,
pero también a través de la indemnización, de la
rehabilitación, de la satisfacción de alcance
colectivo, y de la garantía de no repetición; (iii) la
reparación a las víctimas por el daño ocasionado se
refiere tanto a los daños materiales como a los
inmateriales; (iv) la reparación se concreta a través
de medidas tanto individuales como colectivas; y
que (v) estas medidas se encuentran encaminadas a
restablecer a la víctima en su dignidad por el grave
daño ocasionado”44.

A nivel jurisprudencial en el ámbito supranacional, ha


sostenido la Corte IDH reiteradamente que “[e]s un
principio del Derecho Internacional que toda violación de
una obligación internacional que haya producido un daño
comporta el deber de repararlo adecuadamente”45. En
otro caso, la Corte IDH dirá: “Es un principio de Derecho
internacional, que la jurisprudencia ha considerado
‘incluso una concepción general de derecho’, que toda
violación a una obligación internacional que haya
producido un daño comporta el deber de repararlo
adecuadamente”46. Añade que “[l]a reparación del daño
ocasionado por la infracción de una obligación
internacional consiste en la plena restitución (restitutio in
integrum), lo que incluye el restablecimiento de la
situación anterior y la reparación de las consecuencias
que la infracción produjo y el pago de una indemnización
como compensación por los daños patrimoniales y
extrapatrimoniales incluyendo el daño moral”47.

Continuando con el reconocimiento jurisprudencial,


también tenemos el fundamento 166 de la histórica
sentencia Velásquez Rodríguez de la Corte IDH, la cual
establece la obligación de los Estados partes de
garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos
reconocidos en la Convención a toda persona sujeta a su
jurisdicción, lo cual implica el deber de los Estados partes
de “organizar todo el aparato gubernamental y, en

44 Ídem.
45 Corte IDH, sentencia de fondo del caso Saramaka, párr. 186.
46 Caso Velásquez Rodríguez vs. Honduras. Reparaciones y costas. Sentencia del
21 de julio de 1989, Serie C, Nº 7, párr. 25.
47 Ibídem, párr. 26.
general, todas las estructuras a través de las cuales se
manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal
que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y
pleno ejercicio de los derechos humanos”. Añade que,
como consecuencia de esta obligación, los Estados
asumen cuatro obligaciones en relación con los derechos
fundamentales: prevenir, investigar, sancionar y reparar
las violaciones a los derechos humanos.

“prevenir, investigar y sancionar toda violación de los


derechos reconocidos por la Convención y procurar,
además, el restablecimiento, si es posible, del derecho
conculcado y, en su caso, la reparación de los daños
producidos por la violación de los derechos
humanos” (resaltado nuestro).

En relación con el contenido del derecho a la reparación,


la Corte IDH ha sostenido, respecto al derecho a la
indemnización –pero que se aplican a la reparación– el
principio de la restitutio in integrum. Precisa:

“La indemnización que se debe a las víctimas o a sus


familiares en los términos del artículo 63.1 de la
Convención, debe estar orientada a procurar la restitutio
in integrum de los daños causados por el hecho violatorio
de los derechos humanos. El desiderátum es la restitución
total de la situación lesionada, lo cual, lamentablemente,
es a menudo imposible, dada la naturaleza irreversible de
los perjuicios ocasionados, tal como ocurre en el caso
presente” (Corte IDH, Caso Godínez Cruz vs. Honduras,
sentencia del 17 de agosto de 1990, párrafo 27).

V. La efectividad de las sentencias como contenido


esencial de la garantía de la tutela judicial efectiva
La no ejecución de una sentencia viola no solo el derecho
a la tutela judicial efectiva, sino el derecho a la protección
judicial por parte del Estado y al acceso a la justicia en
general. La eficacia de las sentencias es una de las
principales garantías del derecho a la tutela judicial
efectiva48. En otras palabras, una de las manifestaciones
del derecho a la tutela judicial es el cumplimiento de las
sentencias. No se trata de una garantía más, sino de su
contenido esencial49. De qué sirve impulsar un proceso
judicial si, luego de alcanzar una resolución favorable,
esta no puede ser cumplida. El cumplimiento de las
sentencias y resoluciones judiciales firmes forma parte del
complejo contenido del derecho a la tutela judicial
efectiva50 reconocido en nuestra Carta Política en el
artículo 139, inciso 3.

Como señala Carolina Canales, “el ideal de justicia


material que emerge de los principios, valores y derechos
constitucionales, requiere una concreción no solo con el
pronunciamiento judicial que declara o constituye el
derecho o impone la condena, sino mediante su
efectivización o realización material, que se logra
mediante el cumplimiento de la sentencia”51.

48 Según M. Teresa Fernández Pacheco Martínez, “el derecho a la ejecución de


las sentencias en sus propios términos forma parte del derecho fundamental a la
tutela judicial efectiva. Ello significa que ese derecho fundamental lo es al
cumplimiento de los mandatos que la sentencia contiene, a la realización de los
derechos reconocidos en la misma, o de otra forma, a la imposición a que fue
condenado”. Ver las sentencias del TC español, 205/1987, 153/1992, 41/1993,
247/1993, 380/1003, y 219/1994. FERNÁNDEZ PACHECO MARTÍNEZ, M. Teresa.
La ejecución de las sentencias en su propios términos y el cumplimiento
equivalente. Tecnos, Lima, 1996, p. 10.
49 Ídem.
50 CHAMORRO BERNAL, Francisco. La tutela judicial efectiva. Bosch, Barcelona,
1994, p. 303.
51 CANALES, Carolina. “La eficacia de las sentencias del Tribunal Constitucional”.
En: Gaceta del Tribunal Constitucional. Nº 6, abril-junio 2007, p. 21. Puede ser
consultada en www.tc.gob.pe
En tal sentido, el derecho a la tutela judicial efectiva se
satisface cuando los jueces y tribunales, a quienes
corresponde hacer ejecutar lo juzgado, adoptan las
medidas oportunas y necesarias para el estricto
cumplimiento del fallo sin alterar su contenido y sentido52.
El fundamento constitucional de la obligación de
promover el cumplimiento de las sentencias se encuentra
en el artículo 139, inciso 2, de nuestra Carta Política
cuando señala:

“Artículo 139.- Son principios y derechos de la función


jurisdiccional:
(…)

2. La independencia en el ejercicio de la función


jurisdiccional. Ninguna autoridad puede avocarse a causas
pendientes ante el órgano jurisdiccional ni interferir en el
ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin
efecto resoluciones que han pasado en autoridad
de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en
trámite, ni modificar sentencias ni retardar su
ejecución” (resaltado nuestro).
Ahora, si bien no contamos –en el Perú– con un artículo
similar al 118(17) de la Constitución española, el artículo
139 inciso 2 de nuestra Constitución es claro. Cuatro
mandatos constitucionales establecen la Constitución;
primero, la prohibición de dejar sin efecto resoluciones
que han pasado en autoridad de cosa juzgada; segundo,
la prohibición de cortar procedimientos en trámite;
tercero, la prohibición de modificar sentencias y,
finalmente; cuarto, la prohibición de retardar su ejecución.
Destaca, sin lugar a dudas, el mandato constitucional de

52 FERNÁNDEZ PACHECO MARTÍNEZ, M. Teresa. Ob. cit., p. 25. Sobre el punto se


pueden ver las siguientes sentencias del TC español: 125/1987, 28/1989 y
153/1992.
no retardar la ejecución de la sentencia, lo cual se traduce
en la obligación constitucional de cumplimiento de forma
inmediata, la cual recae tanto sobre el obligado como
sobre el juez, este último como garante de que ello se
cumpla. Y es que todos deben prestar esta colaboración, y
los afectados concretamente por el fallo vienen
ineludiblemente obligados a su cumplimiento, cualquiera
que sea la persona a que se refiera el mandato judicial53.

Para la doctrina española, la pretensión no quedará


satisfecha con la sentencia que declare si está o no
fundada, sino cuando lo mandado en la sentencia sea
efectivamente cumplido. Si la sentencia declara que la
pretensión es conforme al ordenamiento jurídico y accede
a lo pedido, la tutela jurisdiccional no será efectiva hasta
que se realice el mandato judicial y el que accionó
obtenga lo pedido54. No obstante, si el obligado se resiste
de cualquier manera a realizar lo mandado, el Estado
debe emplear los medios necesarios para superar la
resistencia, llegando al empleo de la fuerza para
lograrlo55.

El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva comporta la


efectividad del fallo, es decir, que el tribunal adopte las
medidas conducentes a ello. Como dice el TC español: “el
derecho a la tutela judicial efectiva (...) no agota su
contenido en la exigencia de que el interesado tenga
acceso a los Tribunales de Justicia (...), ni se limita a
garantizar una resolución de fondo fundada (...), si
concurren todos los requisitos procesales. Exige, también
que el fallo judicial se cumpla y que el recurrente sea
53 GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús. El derecho a la tutela jurisdiccional. 2ª edición,
Civitas, Madrid 1989, p. 232.
54 Ibidem, p. 227.
55 Ídem.
repuesto en su derecho y compensado, si hubiere lugar a
ello, por el daño sufrido; lo contrario sería convertir las
decisiones judiciales y el reconocimiento de los derechos
que ellos comportan a favor de alguna de las partes en
meras declaraciones de intenciones”56.
En otro momento, el TC español señaló que “el derecho a
que se ejecuten los fallos judiciales que reconocen
derechos propios solo se satisface cuando el órgano
judicial adopta las medidas oportunas para llevar a efecto
esa ejecución, con independencia de cuál sea el momento
en el que las dicta”57. Agrega que la inejecución pura y
simple dejaría ignorados los derechos e intereses de la
parte que obtuvo su tutela judicial a través de la
sentencia favorable a los mismos58.

El TC peruano ha sido claro y enfático al sostener que el


derecho a la ejecución de las resoluciones judiciales es
una manifestación del derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva59. Para él, el derecho a la ejecución de las
resoluciones judiciales que han pasado en autoridad de
cosa juzgada es una manifestación del derecho a la tutela
jurisdiccional, reconocido en el inciso 3) del artículo 139
de la Constitución. También se encuentra aludido en el
segundo párrafo del inciso 2) –del mismo artículo 139–,
cuando se menciona que “ninguna autoridad puede (...)
dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad
de cosa juzgada (...) ni retardar su ejecución60.

56 STC 32/1982, del 7 de junio de 1982. Citado por Jesús González Pérez. Ob. cit.,
p. 228.
57 STC 26/1983 del 13 de abril de 1983. Citado por Jesús González Pérez. Ob.
cit., pp. 228-229.
58 STC 9/1981 del 31 de marzo de 1981. Citado por Jesús González Pérez. Ob.
cit., p. 229.
59 Sentencia del TC recaída en Exp. Nº 00015-2001-AI/TC, Exp. Nº 00016-2001-
AI/TC y Exp. Nº 00004-2002-AI/TC (acumulados), f. j. 8.
60 Sentencia del TC recaída en Exp. Nº 00015-2001-AI/TC, Exp. Nº 00016-2001-
AI/TC y Exp. Nº 00004-2002-AI/TC (acumulados), f. j. 8. Para este colegiado, el
Para el TC, “[l]a protección mencionada se concreta en el
derecho que corresponde a todo ciudadano de que las
resoluciones judiciales sean ejecutadas o alcancen su
plena eficacia en los propios términos en que fueron
dictadas; esto es, respetando la firmeza e intangibilidad
de las situaciones jurídicas allí declaradas. Ello,
obviamente, sin perjuicio de que sea posible su
modificación o revisión, a través de los cauces
extraordinarios legalmente previstos. Lo contrario,
desconocer la cosa juzgada material, priva de eficacia al
proceso y lesiona la paz y seguridad jurídica”61.

El contenido constitucionalmente protegido de este


derecho impone especiales exigencias a los sujetos
pasivos del derecho, es decir, a los que se encuentran en
principio vinculados y, en particular, a quienes
participaron en calidad de partes en el proceso y, desde
luego, al propio juez. Pero también lo está el Presidente de
la República, a quien, en su condición de titular del Poder
Ejecutivo, conforme establece el inciso 9) del artículo 118
de la Constitución, le corresponde “cumplir y hacer
cumplir las sentencias y resoluciones de los órganos
jurisdiccionales”62.

VI. La ejecución de las sentencias en sus propios


términos es un derecho de ambas partes

El derecho a la ejecución de las sentencias no solo puede


ser violado ante casos de incumplimiento, sino ante

derecho a la tutela jurisdiccional es “un atributo subjetivo que comprende una


serie de derechos, entre los que destacan el acceso a la justicia, es decir, el
derecho de cualquier persona de promover la actividad jurisdiccional del Estado,
sin que se le obstruya, impida o disuada irrazonablemente; y, como quedó dicho,
el derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales” (f. j. 9).
61 Sentencia del TC recaída en el Exp. Nº 03789-2005-PHC/TC, f. j. 8.
62 Sentencia del TC recaída en los Exps. Nºs 00015-2001-AI/TC, 00016-2001-
AI/TC y 00004-2002-AI/TC (acumulados), f. j. 12.
supuestos de cumplimiento defectuoso e incompleto. La
norma constitucional exige un cumplimiento material y no
solo formal o aparente. El artículo 22 del Código Procesal
Constitucional por su parte señala que la sentencia que
cause ejecutoria en los procesos constitucionales se actúa
conforme a sus propios términos por el juez de la
demanda.

En tal sentido, la ejecución ha de consistir precisamente


en “el cumplimiento de lo previsto en el fallo y constituye,
junto al derecho del favorecido a exigir el cumplimiento
total e inalterado, el del condenado a que no se desvirtúe,
se amplíe o se sustituya por otro” 63. Es necesario reparar
en que el derecho a la ejecución “impide que el órgano
judicial se aparte, sin causa justificada, de lo previsto en
el fallo que ha de ejecutar, o que se abstenga de adoptar
las medidas necesarias para proveer a la ejecución de la
misma cuando ello sea legalmente exigible”64. El
contenido principal del derecho consiste, pues, “en que
esa prestación jurisdiccional sea respetuosa con lo fallado
y enérgica, si fuera preciso, frente a su eventual
contradicción con terceros”65.

El fundamento de esta exigencia es el principio de


“identidad total entre lo ejecutado y lo establecido en la
sentencia”66. Esta norma está dirigida a evitar que sin
causas justificadas las condenas no se cumplan en forma
específica, frustrándose las expectativas de las partes67.

Jurisdicción supranacional
63 FERNÁNDEZ PACHECO MARTÍNEZ, M. Teresa. Ob. cit., p. 26. Ver sentencia del
TC español 219/1994 citada por esta autora.
64 Ibidem, p. 26. Esta autora cita las sentencias del TC español 125/1987 y
215/1988.
65 Ibidem, p. 26. Esta autora cita la sentencia TC español 153/1992.
66 FERNÁNDEZ PACHECO MARTÍNEZ, M. Teresa. Ob. cit., p. 10.
67 Ibidem, p. 11.
Artículo 205
Agotada la jurisdicción interna, quien se considere
lesionado en los derechos que la Constitución reconoce
puede recurrir a los tribunales u organismos
internacionales constituidos según tratados o convenios
de los que el Perú es parte.

1. Aspectos generales
La jurisdicción constitucional se orienta, entre otros fines,
a la vigencia plena de los derechos fundamentales de la
persona. En aras de alcanzar la plenitud de dicha defensa,
los Estados vienen reconociendo -en ejercicio de su cabal
soberanía la competencia de organismos internacionales
para la protección de tales derechos, en lo que se
denomina jurisdicción supranacional de los derechos
fundamentales de la persona. En ese sentido, Mauro
Cappelletti68 plantea se le designe como "jurisdicción
internacional de las libertades".

Esta jurisdicción alude a las facilidades que se brindan a


las personas a efectos de que puedan alcanzar remedio -a
través de específicos mecanismos supraestatales para la
vulneración de sus derechos básicos o esenciales.

Como bien señala Susana Castañeda Otsu69:

"Un paso importante significó el que se haya otorgado


legitimación a la persona o grupo de personas, para
recurrir ante los órganos supranacionales jurisdiccionales
o cuasi jurisdiccionales, demandando la efectiva
protección del derecho que se considere ha sido lesionado
en el ordenamiento interno".

68 CAPPELLETTI, Mauro. Lo jurisdicción constitucional de la libertad. Universidad


Autónoma de México, I México, 1961.
69 CASTAÑEDA OTSU, Susana. Lojurisdicción supranacional. Lima, 2003
A través de dicha jurisdicción se fortalece el sistema de
garantías para la protección de los derechos
fundamentales de la persona. Añádase a ello la aparición
de una competencia supranacional para declarar la
responsabilidad internacional del Estado por violación de
los referidos derechos.
La jurisdicción supranacional implica la
transnacionalización de las prerrogativas humanas, esto
es, la facultad del justiciable -no atendido adecuadamente
a nivel intraestatal en sus reclamos de defensa de sus
derechos básicos- de poder alcanzar tutela a través de la
acción ante organismos internacionales.

Como refiere Néstor Pedro Sagüés70, estos organismos se


convierten en "sujetos de control (último) del derecho o
garantía constitucional". En esa misma idea, Francisco
Fernández Segado71 refiere que dicha jurisdicción "viene a
operar como una suerte de segunda instancia correctora
del deficiente funcionamiento del régimen de garantías de
los derechos a nivel estatal y en supuestos
individualizados [...]".

Para recurrir a ella el justiciable debe acreditar haber


hecho uso de todos los recursos internos, salvo que -como
se estableció en el caso Velásquez Rodríguez, resuelto por
la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 26 de
junio de 1987- dichos recursos fuesen cabalmente
ineficaces, o inexistentes las garantías del debido procesal
legal.

70 SAGÜÉS, Néstor Pedro. Derecho Procesal Constitucional Recurso


extraordinario. Astrea, Buenos Aires, 1992.
71 FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. La dogmática de los derechos humanos.
Ediciones jurídicas, Lima, 1994.
Este interesantísimo proceso se genera, a criterio de Juan
Carlos Hitters72, a partir de la segunda mitad del siglo XX,
con la "evidente" intención de que el resguardo de los
derechos humanos logre un nivel supranacional a través
de tribunales y organismos internacionales (¡” Jex
universaJi!’). Asimismo, señala que, "como consecuencia
de esta evolución, el clásico control de la
constitucionalidad [...] es aún mucho más fascinante y
abarcador, ya que se lleva a cabo por cuerpos
transnacionales [...]".

La adhesión estatal al proceso de transnacionalización de


la defensa de los derechos fundamentales de la persona
humana se plasma por las dos siguientes vías73:

a) Celebración de tratados internacionales -de


conformidad con las reglas establecidas en la
Constitución- que permitan el acceso personal a la
jurisdicción supranacional (ONU, Convención
Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San
José de Costa Rica, 1969; Convenio Europeo para la
Protección de los Derechos del Hombre y de las
Libertades Fundamentales o Tratado de Roma, 1950;
etc.).
b) Establecimiento de cláusulas constitucionales
expresas en donde se reconozca que, agotada la
jurisdicción interna, se permite a la persona recurrir
a los organismos internacionales vinculados con la
defensa de los derechos humanos, en los que el
Estado tenga compromisos de promoción y defensa

72 HITTERS, Juan Carlos. Derecho proceit11 transnacional y control judicial


supranacional En: "El Jurista, Revista Peruana de Derecho", N° 11 Y 12. Lima,
1995
73 HITTERS, Juan Carlos. Ob. cito
de estos (constituciones peruanas de 1979 y 1993,
reforma costarricense de 1968, etc.).

Entre los antecedentes más destacables que abonaron


en pro de este proceso paulatino de supra
nacionalización pueden citarse los siguientes:

a) La Corte Internacional de Justicia Centroamericana,


creada en 1907, que tenía facultades para conocer las
reclamaciones ciudadanas en conflictos con sus
respectivos gobiernos. Este organismo ejerció
competencia sobre asuntos originados en la relación
persona-Estado, en Costa Rica, Guatemala, Honduras,
Nicaragua y El Salvador. Dicho organismo tiene el
mérito de ser el primer ente de justicia supranacional
de carácter permanente y obligatorio, en el que los
particulares podían plantear demandas contra los
Estados miembros.

Tuvo una existencia de diez años, durante los cuales se


resolvieron seis reclamos de particulares contra un
Estado y tres entre gobiernos.

b) Los Tribunales Arbitrales Mixtos Internacionales,


creados en el Tratado de Versalles de 1919, que
permitió a los ciudadanos la posibilidad de comparecer
para la protección de sus libertades fundamentales.

Ahora bien, las atrocidades cometidas por los Estados


nazifascistas en el periodo de entre guerras del siglo
XX motivaron la creación de la Organización de las
Naciones Unidas en 1945, como ente responsable de
asegurar la paz internacional y la vigencia plena de los
derechos fundamentales de la persona.
En ese contexto, es indudable que la Carta de Naciones
Unidas inició el proceso de protección de los derechos
humanos a un nivel supranacional.

Así, la Convención Internacional sobre la Eliminación de


Todas las Formas de Discriminación Racial suscrita el
21 de diciembre de 1965, generó la creación del
Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial;
el mismo que se encuentra dotado de competencias
para recibir comunicaciones interestatales e
individuales contra los Estados celebrantes de dicho
compromiso, por la comisión de actos infractorios a los
derechos protegidos.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos


aprobado el 16 de diciembre de 1966, concordante con
el Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos suscrito en 1976, estableció
el Comité de Derechos Humanos. El referido órgano
tiene competencias para recibir y examinar
comunicaciones interestatales e individuales sobre la
materia (en funciones a partir de 1979).'

La Convención Contra la Tortura y otros Tratos o Penas


Civiles, Inhumanas o Degradantes suscrita el 10 de
diciembre de 1984, estableció el Comité Contra la
Tortura. El referido órgano tiene competencias para
recibir y examinar comunicaciones interestatales e
individuales sobre la materia (en función a partir de
1987).

La Convención para la Eliminación de la Discriminación


contra la Mujer suscrita el 18 de diciembre de 1979,
estableció el Comité para la Eliminación de la
Discriminación contra la Mujer. El referido órgano tiene
competencia para recibir y examinar comunicaciones
interestatales e individuales sobre la materia (en
funciones desde 1981).

2. La jurisdicción supranacional de alcance regional

La Carta de Naciones Unidas y el propio interés de los


Estados adscritos a una región determinada han
posibilitado el surgimiento de organismos
supranacionales en Europa, América y África.

Al respecto veamos lo siguiente:

En 1950 se suscribe en Roma el Convenio Europeo


para la Protección de los Derechos Humanos y las
Libertades Fundamentales. En dicho instrumento
internacional se crea el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos con sede en Estrasburgo (Francia), el mismo
que inició sus actividades en 1960. Al respecto,
Francisco Fernández Segado74 expone que con este
órgano "se cierra el arco de bóveda del sistema [...] de
protección de estos derechos [...] para los estados que
han ratificado el Tratado de Roma [.. .]".

En 1969 se suscribe la Convención Americana sobre


Derechos Humanos. En dicho instrumento internacional
se crean la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos con sede en Washington y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, con sede en
San José de Costa Rica, las cuales iniciaron sus
actividades en 1979.

En 1981 se suscribe dentro de la Organización para la


Unificación Africana actualmente Unión Africana-la
74 FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. Ob. cit.
Carta Africana de los Derechos del Hombre y de los
Pueblos. En dicho instrumento internacional se crea la
Comisión para los Derechos Humanos con sede en
Banjul (Gambia), la cual inició sus actividades en 1987.

Debe añadirse que se encuentra en proceso de


constitución la Corte Africana de Derechos Humanos.

Por otro lado, también existe un control supranacional


de la supremacía normativa integracionista o
comunitaria. Esta acción contralora ha surgido como
consecuencia de la relación de integración comunitaria
en el continente europeo.

En este tipo de control, los Estados vinculados a un


proceso de integración han decidido, en ejercicio de su
soberanía, que el Derecho Comunitario, cual "lex
superior1', prevalezca sobre sus respectivos derechos
internos. Fundado en ello, entonces, los organismos de
control supranacional ejercen facultades inaplicativas
sobre la normatividad interna que devenga incoherente
o contradictoria con el Derecho Comunitario. Al
respecto Mauro Cappelletti75 alude al control de
legitimidad o validez comunitaria de las leyes
nacionales.

Así, desde el histórico caso Costa vs. E.N.E.L., en 1969,


se estableció en la Comunidad Europea el criterio de
que la legislación comunitaria tenía preeminencia
sobre la legislación interna.

Actualmente, el control supranacional en favor de la


supremacía normativa integracionista o comunitaria
europea se encuentra a cargo de la Corte de Justicia de

75 CAPELLETII, Mauro. Ob. cito


la Comunidad Europea (ente que es resultado del
Tratado de Roma de 1950 y del Convenio de Bruselas
de 1968). Este organismo tiene su sede en
Luxemburgo.

En lo relativo al control supranacional de la


normatividad comunitaria de la Comunidad Andina
-que comprende a Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y
Venezuela- esta se encuentra a cargo del Tribunal de
Justicia de la Comunidad Andina, con sede en Ecuador.

En lo relativo al control supranacional de la


normatividad comunitaria de la Unión Africana, se
encuentra a cargo de una Corte de Justicia, la misma
cuya organización y funcionamiento está sujeto a un
Protocolo de la Declaración de Lome (2000).

Cabe señalar que el ejercicio de la supremacía


normativa integracionista se encuentra avalada en
razón de alguna de las tres consideraciones siguientes:

 Existencia de una norma constitucional expresa.


 Existencia de un tratado celebrado de
conformidad con la Constitución.
 Aplicación de un modo de integración encargado
de cubrir una laguna constitucional.

3. La jurisdicción supranacional y la Constitución

Nuestro país la constitucionaliza por primera vez en


1979, merced al talento e influjo personal del jurista
Javier Valle Riestra.

Actualmente, el artículo 205 de la Constitución señala:

''Agotada la jurisdicción interna, quien se considere


lesionado en los derechos que la Constitución
reconoce, puede recurrir a los tribunales u organismos
internacionales constituidos según tratados o
convenios de los que el Perú es parte".

A la fecha, dichos organismos son los siguientes:

 Comité de Derechos Humanos de las Naciones


Unidas.
 Comisión Interamericana de Derechos Humanos
de la Organización de los Estados Americanos.
 Corte Interamericana de Derechos Humanos de
la Organización de los Estados Americanos.

En puridad, estas vías se han establecido para poder


hacer valer los derechos fundamentales de la persona
ante tribunales con competencia internacional cuando,
agotada la vía interna o nacional, el afectado considera
que sus facultades, prerrogativas o derechos básicos
objeto de una reclamación no han obtenido reparo o
restablecimiento.

Es evidente que la superlegalidad de la Constitución es


uno de los fundamentos y sostén del llamado Estado de
Derecho.

Es por ello valioso el estudio del control de la


constitucionalidad, a efectos de velar porque la
Constitución sea la égida de la organización del Estado,
de las facultades político-administrativas de los
gobernantes, y de los deberes y derechos de los
ciudadanos.
Bibliografía

 Código procesal constitucional comentado tomo II, primera


edición diciembre 2015, Editorial Gaceta Jurídica, Lima.
 La constitución comentada, análisis artículo por artículo, obra
colectiva escrito por 117 destacados juristas del país,
primera edición diciembre 2005, editorial Gaceta Jurídica,
Lima
 http://iin.oea.org/Cursos_a_distancia/Sistemas_Naciones_
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 https://www.academia.edu/36128312/TRIBUNALES_INTERNAC
IONALES_JURISDICCION_UNIVERSAL_Y_TRIBUNALES_HIBRIDO
S

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