Texto ELE

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De: p_delpozo@um.

es
Para: Asunto:> [email protected]
Asunto: > misteriosa Eva

¡Hola! ¿Qué tal va todo? ¿Y tus clases de español? ¡Seguro que ya has avanzado
mucho!

Te escribo porque estoy muy preocupado. ¿Te acuerdas de Eva, aquella amiga de mi
hermana? Bueno, pues resulta que un día salí con ellas por la noche y nos lo pasamos
muy bien. Eva me dio su teléfono y quedamos para ir al cine, luego otro día y otro...
Total, que llevamos un mes y medio saliendo juntos. Estamos muy enamorados y todo
parecía perfecto hasta el fin de semana pasado.

El sábado nos fuimos a Rebas, un pueblo precioso de la costa. Estuvimos paseando y


después fuimos a comer a un restaurante que conocía ella. El restaurante se llamaba
«Los otros» y los dos nos reímos pensando en la película de Alejandro Amenábar. A mí
el sitio me pareció un poco raro, era oscuro, con muebles antiguos... En cada mesa había
velas encendidas y en las paredes, unos cuadros muy raros, y no había nadie más.
Cuando apareció el camarero me quedé sorprendido, ¡iba vestido de mago Merlín,
figúrate si era raro el lugar! Pero Eva decía que no era raro, que solo era pintoresco.
Total, que pedimos la comida y, a la hora de pagar, Eva no encontraba su bolso.
Buscamos debajo de la mesa y en las sillas de alrededor, pero nada. Yo me empecé a
poner nervioso, en cambio ella estaba muy tranquila. No se lo podían haber robado,
porque no había nadie más en el restaurante. Entonces pensé en ese camarero tan raro y,
cuando estaba a punto de llamarlo, apareció él con el bolso en la mano. Le preguntó a
Eva si era suyo y le dijo que lo había encontrado en el suelo, al lado de la puerta de
entrada. Eva le dio las gracias, miró dentro del bolso, sonrió y dijo que no le faltaba
nada. Pagamos y nos fuimos.

Íbamos paseando por una calle y pasamos por delante de una casa vieja que parecía
abandonada, con un jardín lleno de árboles y flores secas y un letrero, medio roto, donde
ponía Villa María. Miré hacia arriba y vi, detrás de una ventana, a una mujer mayor
vestida de blanco, con un aspecto que daba miedo. Yo sentí un escalofrío; en cambio,
Eva sonreía mientras miraba fijamente a la mujer de la ventana. Enfrente de la casa
había un quiosco y le dije que iba a comprar chicles. Ella me dijo que me esperaba allí.
Pero cuando volví, ya no estaba. La llamé al móvil, pero estaba desconectado. Llamé a
la puerta de Villa María, pero nadie contestó. Pregunté al hombre del quiosco y me dijo
que en esa casa no vivía nadie desde hacía 10 años, que estaba abandonada. Yo no
entendía nada, fui otra vez al restaurante y el camarero me dijo que no la había visto. Al
final se hizo de noche y decidí volver a mi casa. Llamé a Eva a su casa y no me
contestó. El domingo la estuve llamando todo el día y nada, no me respondió. Se lo
conté a mi hermana y tampoco entendía nada. El lunes por la mañana la volví a llamar y
por fin me contestó, le noté una voz rara, no parecía ella, y me dijo que no podía hablar
conmigo, que necesitaba tiempo, y que ya me llamaría.

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