Alteraciones de La Ínsula
Alteraciones de La Ínsula
Alteraciones de La Ínsula
Jorge Marquet
Un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard y el Instituto Max-Planck de
Neurobiología de Martinsried, han realizado un hallazgo trabajando en modelos de
ratones modificados genéticamente, relacionado en cómo las alteraciones en la corteza
insular del cerebro pueden estar directamente relacionadas con las alteraciones de tipo
sensorial presentes en el autismo.
Nadine Gogolla y sus colegas en el laboratorio de Takao Hensch en la Universidad de
Harvard han buscado alteraciones comunes de circuitos neuronales en modelos de
ratones con autismo inducido. Se concentraron en la corteza insular, una estructura del
cerebro que contribuye a las funciones sociales, emocionales y cognitivas. “Queríamos
saber si podemos detectar diferencias en la manera en la que la corteza insular procesa
la información en ratones sanos o con autismo“, afirma Nadine Gogolla, quien
recientemente fue designada líder de un grupo de investigación en el Instituto Max
Planck de Neurobiología.
Según la información de los investigadores, la corteza insular de los ratones sanos
integra estímulos de diferentes modalidades sensoriales y reacciona más fuertemente
cuando dos estímulos diferentes se presentan de forma concomitante (por ejemplo, un
sonido y un toque). “Reconocemos una rosa más fácilmente cuando la olemos y la
vemos que cuando nos limitamos solo a verla o a olerla”, dice Nadine Gogolla.
Esta capacidad de combinar los estímulos sensoriales se vio afectado de manera
consistente en todos los modelos de ratones con autismo. Curiosamente, en muchas
ocasiones, un sentido solo provocó una fuerte respuesta, de tal manera que la adición
de un segundo estímulo no añadió más información, es decir, un solo estímulo sensorial
sobrecargó tanto el “sistema” que no se proceso el siguiente estimulo de forma
adecuada.
Esto es muy similar a la reminiscencia de la hiperreactividad sensorial experimentada
por muchas personas con autismo. Los científicos descubrieron, además, que la corteza
insular de ratones adultos con autismo inducido se parecía a los patrones de activación
observados en los ratones de control (Es decir sin autismo) de muy corta edad. “Parecía
como si la corteza insular de los ratones con autismo no hubiese madurado
debidamente después del nacimiento”, dice Gogolla.
La corteza insular de los ratones con autismo ya está tan fuertemente activada por una
sola modalidad sensorial (en este caso un sonido), tanto que es incapaz de
desempeñar su papel en la integración de la información de múltiples fuentes.Foto: MPI
of Neurobiology / Gogolla
La corteza insular se puede comparar a un concentrador que combina información de
tipo sensorial, emocional y cognitivo. De hecho, alteraciones en la ínsula han sido
reportados también en personas con ansiedad, depresión, adicciones y en los
Trastornos del Espectro del Autismo.
Para que este procesamiento sensorial múltiple funcione de forma adecuada, es
necesario que la función cerebral encargada de controlar los aspectos excitatorios e
inhibitorios se halle en equilibrio. Y es precisamente esto lo que en el estudio se ha
encontrado alterado, y que está relacionado precisamente con la corteza insular, que en
los ratones del estudio se apreció que ese equilibrio se encontraba alterado.
Para probar la influencia de esta reducción en el procesamiento sensorial, los
investigadores dieron a los ratones el medicamento diazepam para aumentar la
transmisión inhibidora en el cerebro. De hecho, este tratamiento, temporalmente,
rescató la capacidad de la corteza insular para combinar los estímulos de diferentes
modalidades sensoriales. Se establece el equilibrio entre la excitación y la inhibición en
el cerebro después del nacimiento.
El surco lateral del cerebro, conocido tradicionalmente como cisura de Silvio
Así, los científicos trataron los animales jóvenes durante varios días con Diazepam.
Este tratamiento era eficaz en el restablecimiento de la capacidad de la corteza insular
para la integración sensorial de forma permanente, incluso en ratones adultos que no
recibieron ningún tratamiento adicional. Curiosamente, también el aseo estereotípico de
los animales se redujo significativamente.
Todos los modelos de ratones con autismo investigados mostraron alteraciones en las
moléculas inhibidoras. Sin embargo, las alteraciones fueron muy diversas. Mientras que
en algunos modelos se redujeron ciertas moléculas, lo contrario era cierto en otro
modelo. Estos resultados sugieren que el desequilibrio entre la excitación y la inhibición
puede ser un factor importante en la neuropatología del autismo.
Sin embargo, tendrán que ser cuidadosamente adaptados a cada subgrupo particular
de autismo para terapias futuras. Por ejemplo, un aumento artificial de la inhibición a
través de una droga como el diazepam en ratones sanos puede alterar el delicado
equilibrio y crear cambios en la corteza insular similares a los observados en los
modelos de autismo.
Ya sea una estrategia terapéutica dirigida a mantener el equilibrio del cerebro entre la
excitación y la inhibición podría ser útil y si es así, ¿cómo probar el estado de la balanza
de excitación / inhibición y la forma de aplicar los tratamientos individualizados de los
individuos?, tendría que ser establecido a través de nuevos estudios y pruebas pre-
clínicas.
En lo relacionado a esta sobre-excitación sensorial, publicamos a principios de año un
artículo relacionado con la dificultad de las personas con autismo para procesar
simultáneamente sonidos e imágenes, y sobre la disfunción visual en el autismo y su
relación con los problemas de integración sensorial, también dedicamos un artículo
específico.
Todos los aspectos relacionados con la integración sensorial y el autismo están
adquiriendo cada vez más y más relevancia, tanto es así, que algunos especialistas ya
afirman que quizá debamos cambiar nuestra forma de definir el autismo, y verlo desde
un punto de vista distinto, y entenderlo como un desorden o disfunción de tipo sensorial.
En los artículos sobre la Estimulación Magnética Transcraneal, ya vimos, como a través
de esta técnica, precisamente uno de los objetivos que se persigue es regular (sin
fármacos) las alteraciones inhibitorias/excitatorias. Y en el estudio de Courchesne que
publicamos sobre la alteración en la corteza cerebral y su relación con el autismo ya se
mostraban precisamente áreas en al corteza cerebral que aparecían con una
malformación de origen prenatal.
En cualquier caso, es un estudio preliminar que requiere de una mayor validación, pero
abre una puerta importante a nuevas vías de investigación.
La corteza insular anterior es una pequeña región del cerebro que juega un papel
crucial en la autoconciencia humana y en los trastornos neuropsiquiátricos.
La corteza insular, o simplemente ínsula, es una región cortical oculta, doblada y
escondida profundamente en el cerebro.
En la última década, la ínsula ha surgido de la oscuridad para tener un papel clave en
diversas funciones por lo general vinculadas a nuestros estados corporales internos, a
nuestras emociones, a nuestra conciencia de uno mismo y nuestras interacciones
sociales.
La parte más anterior de la ínsula es donde los humanos conscientemente sienten
emociones subjetivas, como el amor, el odio, el resentimiento, la confianza en uno
mismo o la vergüenza.
En relación con estos sentimientos, la ínsula anterior lleva a cabo diferentes
psicopatologías. El daño de la ínsula conduce a la apatía y la incapacidad de explicar
nuestros sentimientos.
Estas inhabilidades y la alteración de la ínsula también se encuentran en el autismo y
otros trastornos neuropsiquiátricos altamente perjudiciales incluyendo la variante
conductual de la demencia frontotemporal.
Evidencia funcional y neuroanatómica indican que es la base neural de la conciencia,
unificando la corporalidad con el yo sensible y emocional.
La parte derecha parece estar asociada con la aversión, el sistema simpático y el
egocéntrismo. La izquierda con el apetito, la afiliación y los afectos positivos en relación
con la actividad parasimpática.
A estas alturas ya es conocido por la gran mayoría de la población que el cerebro
humano está dividido en cuatro lóbulos cerebrales.
Con una simple imagen del encéfalo seríamos capaces de localizar un gran número de
partes del cerebro. Sin embargo, hay una estructura muy relevante que puede
permanecer oculta a la observación visual, teniendo en cuenta que se encuentra a una
cierta profundidad tras uno de los principales surcos del cerebro. Esta estructura es la
llamada ínsula.
También considerada como el quinto lóbulo cerebral, la ínsula es una estructura de la
corteza cerebral situada en la profundidad de la cisura de Silvio, en el punto en que
confluyen los lóbulos temporal, parietal y frontal, siendo delimitada por sus respectivos
opérculos.
La ínsula forma parte del mesocórtex, o sistema paralímbico, junto al orbitofrontal y a
otras estructuras. Se trata de un centro de conexión entre el sistema límbico y el
neocórtex, participando en muy diversas funciones sea de forma directa o indirecta.
La ínsula no es únicamente una estructura uniforme que realiza de manera homogénea
las mismas funciones, sino que diferentes partes de esta estructura se encargan de
diversas tareas. Concretamente, la ínsula se encuentra dividida en ínsula anterior y
posterior, separadas ambas partes por el surco insular central.
La región posterior de la ínsula se encuentra principalmente más inervada con las
neuronas somatosensoriales, que son las que crean un "mapa" de las sensaciones de
posición relacionadas con las distintas partes del cuerpo. con lo que la participación de
esta región va a vincularse más con el control de las vísceras y órganos internos.
La parte anterior de esta estructura cerebral presenta mayor vinculación con el sistema
límbico, siendo su funcionalidad más orientada a la integración emocional de las
experiencias y percepciones como una sensación unitaria y global.
Tal y como hemos visto, la ínsula influye en una gran cantidad de procesos básicos y
superiores (relacionados con pensamiento abstracto y toma de decisiones), y es un
elemento de gran importancia para el correcto funcionamiento e incluso la supervivencia
del organismo. En este sentido las investigaciones realizadas en el ámbito de las
neurociencias reflejan que la ínsula participa en los siguientes procesos.
Percepción del gusto y olfato
La función vestibular, la cual hace referencia al equilibrio corporal y al control del cuerpo
en relación al espacio, también presenta aferencias a la región insular, siendo un núcleo
relevante en su percepción consciente. Así pues, gracias a la ínsula una persona sana
es capaz de saber qué posición ocupa en todo momento cada una de las principales
partes de su cuerpo.
Integración de la información emocional y perceptiva
Antes hemos visto que la ínsula tiene grandes conexiones con el sistema límbico. En
este aspecto, recientes investigaciones han indicado que esta región de la corteza
cerebral presenta un papel clave en la capacidad de reconocimiento de
emociones y de la empatía. Así, se ha manifestado que aquellos individuos sin ínsula
presentan un reconocimiento mucho menor, especialmente en lo que respecta a las
emociones de alegría y sorpresa, así como de dolor.
De hecho se ha planteado que los déficits encontrados son muy semejantes a algunos
casos de autismo, trastorno límite de la personalidad y problemas de conducta, con lo
que se podrían realizar investigaciones con respecto al funcionamiento de esta zona
cerebral en determinados trastornos.
En niños, se reconocen lesiones de la región lateral y media del cerebro que
comprometen la ínsula y los opérculos frontal y parietal y las estructuras subyacentes,
como la cápsula extrema, la parte anterior de la cápsula interna y el claustro y los
núcleos lenticular y caudado. El objetivo del presente estudio es analizar los detalles
anatómicos de dichas lesiones y formular una hipótesis causal de las mismas.
La ínsula es una amplia zona de la corteza cerebral cubierta por los opérculos frontal,
parietal y temporal de la cisura de Silvio. Si retiramos estos opérculos aparece la
corteza de la ínsula en toda su extensión. Tiene una forma triangular con un vértice
inferior. Está limitada por el surco peri-insular que se divide en tres porciones: el surco
peri-insular anterior que la separa del lóbulo frontal, el surco peri-insular superior que la
separa de las cortezas frontal y parietal, y el surco peri-insular inferior que la limita con
el lóbulo temporal.
Un surco medio que se extiende desde su vértice inferior hasta la parte media del surco
peri-insular superior, la divide en dos mitades, anterior y posterior; en la mitad anterior
se aprecian tres giros cortos y en la posterior tres giros largos que convergen hacia el
vértice inferior. La porción inferior de la mitad anterior de la ínsula es más prominente
que el resto de ella y recibe el nombre de polo, entre este y la convergencia de los giros
largos se aprecia un reborde arqueado conocido como limen de la ínsula, que se
continua en la base del cerebro con el canal silviano o vallécula; el polo a su vez se
continua en las base del cerebro con el giro transverso de la ínsula.
Irrigación de la ínsula y estructuras subyacentes. Luego de su origen la arteria cerebral
media (ACM) se dirige lateralmente por el canal silviano y pronto se divide en dos
ramas; una de ellas da ramas terminales ascendentes que emergen por el limen de la
ínsula y la fisura de Silvio para distribuirse en la corteza de los lóbulos frontal y parietal
son las arterias frontopolar, precentral, rolándica postcentral y angular. La otra rama de
división de la ACM origina las arterias temporales que se distribuyen en el lóbulo
temporal. La arteria rolándica recorre la superficie de la ínsula por el surco medio, o en
su vecindad, y pasa luego a la cisura central (de Rolando) para dar irrigación a los giros
pre y post-central. Sobre la ínsula la arteria rolándica da una pequeña rama que se
ramifica en pequeñas arteriolas para la corteza insular y estructuras subyacentes.
Varnavas y cols. anotan que son entre 100 y 125 arteriolas insulares con un diámetro
de 0.1 y 0.2 mm que dan irrigación a la corteza en el 90% de los casos; en un pequeño
porcentaje de casos una arteria temporal puede dar irrigación a parte de los giros largos
de la ínsula.
La ACM en su trayecto por el canal silviano origina varias arterias perforantes, las
arterias lentículo-estriadas. Estas son 10 a 14 delgadas arteriolas, con un diámetro
aproximado de 0.5 mm, que penetran al cerebro por su base para dar irrigación al
núcleo lenticular, en especial al putamen, a la cabeza del núcleo caudado, a la parte
anterior de la cápsula interna y al centro semioval correspondiente del lóbulo frontal. En
las imágenes de Salomon obtenidas con inyección de material radio-opaco se pueden
observar claramente las arteriolas insulares de la arteria rolándica y la distribución de
las arterias lentículo-estriadas.
En las imágenes por resonancia magnética de los casos estudiados observamos la
destrucción de las zonas irrigadas por las arteriolas de la ínsula y por las arterias
lentículo-estriadas. En uno de los casos hubo destrucción bilateral de la corteza de la
ínsula y del opérculo frontal derecho; en los otros casos las lesiones fueron más
extensas; en el último caso hubo destrucción de los núcleos lenticulares y en otro caso
la lesión avanzó hasta el centro oval del lóbulo frontal derecho comunicada con el
ventrículo lateral, lo que constituyó una verdadera esquizocefalia. Es de anotar que en
ninguno de los casos hubo compromiso del lóbulo temporal, lo que concuerda con el
plan de irrigación descrito.
En los párrafos siguientes se pretendió dar una explicación de las causas de las
lesiones descritas. Las explicaciones son válidas para partos a término con
presentación cefálica de vértice. Es sabido que en estos casos puede presentarse una
deformación del cráneo típica consistente en el alargamiento del cráneo hacia el vértex
como consecuencia del encajamiento de la cabeza en el canal del parto.
Hay igualmente una compresión lateral del cráneo que produce la aproximación de los
huesos parietales, que puede llegar hasta su cabalgamiento en la línea media. Como
consecuencia de estos cambios, cuando pasan cierto grado de intensidad, se han
descrito lesiones como el desgarro de la hoz y del seno longitudinal superior, desgarros
del tentorio, de los senos laterales y aun de la vena de Galeno. Sin embargo, no se
conocen alteraciones propias de las estructuras nerviosas o vasculares como
consecuencia de las modificaciones craneales.
Creemos que el estiramiento del cerebro hacia el vértex se traduce en el alargamiento y
tensión de la ACM, en especial de su rama rolándica que tiene su trayecto orientado en
la misma dirección de la deformación craneal descrita. Es de advertir que la arteria no
puede desplazarse en el mismo grado que lo hace la masa cerebral, pues ella se
encuentra fija o anclada a la base del cráneo, y cuando el cerebro se desplaza se crea
sobre la arteria algún grado de tensión o de tracción. Creemos que el resultado de esta
tracción, pasados ciertos límites, es el desgarro de las arterias lentículo-estriadas y de
las pequeñas arteriolas de la ínsula, que son causa a su vez de las lesiones
observadas.
En los niños prematuros, la mayoría de las lesiones cerebrales asientan en las
periventriculares y se asocian a hemorragias ventriculares y periventriculares y no
corresponde a nuestros casos.
La esquizocefalia es una lesión del desarrollo cerebral que compromete las regiones
frontal y parietal del cerebro. En ella hay comunicación de espacio subaracnoideo con el
ventrículo lateral, como se observa en uno de los casos descritos. Como defecto del
desarrollo, la esquizocefalia congénita se asocia a otras anomalías del desarrollo
cerebral como microgiria, paquigiria, ectopias corticales y defectos oculares, entre otros.
Además por ser un déficit del desarrollo, no hay signos de necrosis del tejido cerebral
en las vecindades del defecto. En nuestros casos, no hay cambios que indiquen
alteraciones del desarrollo pero si cambios isquémicos asociados.
Es frecuente en niños en estudios histopatológicos o por imágenes de resonancia
magnética, que la descripción de lesiones isquémicas no sigan los patrones de
distribución de los territorios propios de las distintas arterias cerebrales. En estos casos,
las lesiones están circunscritas a una de las ramas principales de la ACM, lo cual nos
da fundamentos para sustentar nuestra hipótesis.
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