Lorence Morell Vega-Las Peleas de Gallo Como Prácticas Culturales en Puerto Rico PDF

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Revista [IN]Genios, Vol. 3, Núm. 1, pp.1-16 (septiembre, 2016).

ISSN#: 2374-2747
Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
© 2016, Copyright. Todos los derechos están reservados.

LAS PELEAS DE GALLO COMO PRÁCTICAS CULTURALES EN PUERTO


RICO (UNA REVISIÓN DE LITERATURA Y NOTAS PRELIMINARES)
Lorence Morell Vega
Departamento de Sociología y Antropología (Antropología)
Facultad de Ciencias Sociales

Recibido: 24/4/2016; Revisado: 15/8/2016; Aceptado: 30/8/2016

Resumen:
Este trabajo forma parte de una revisión bibliográfica acerca de la pelea de gallos
como práctica cultural y como deporte. Esta es una práctica de varios cientos de
años, muy activa hoy en distintos lugares del mundo, incluyendo en Puerto Rico.
Su procedencia comprende desde el suroeste asiático, moviéndose en dirección del
Norte de África y la Europa del Mediterráneo donde eventualmente, se transformó
en un deporte de apuestas. La pelea de gallos aparece en América como parte del
proceso de colonización, particularmente, hispánico, lugares donde hoy se
conserva esta tradición. En Puerto Rico, la práctica de la pelea de gallos enfrenta y
ha resistido varias dificultades como, por ejemplo, su prohibición por parte de las
autoridades estadounidenses en la Isla a principios del siglo XX. Hoy la práctica
constituye una cultura económica legítima afirmada como un deporte y a la que se
le confiere una significativa importancia representación como un valor asociado a
la identidad nacional.

Palabras clave: Pelea de gallos; deporte de apuesta; práctica cultural; identidad


nacional; masculinidad

Abstract:
The present article constitutes a library research summary on cockfighting as a
cultural practice and as known bidding sport. This practice dates back several
hundred years, and even today it is still very much present in different parts of the
world, including Puerto Rico. Originating in southwest Asia, it made its way into
North African and southern Europe, where eventually it became known as a
bidding practice, game and even sport. Cockfighting became fairly common in
different parts of today’s Latin America, particularly in the Spanish speaking
Americas where it is considered a common cultural tradition. In Puerto Rico,
cockfighting transcended many difficulties, like when the US authorities imposed
early in the 20th Century its prohibition. Afterwards, emerging as a lucrative sport,
2 Lorence Morell Vega

an arena of competing masculinities and as symbolic reaffirmation of national


pride and identity.

Keywords: cockfighting; bidding sport; cultural practice; national identity;


masculinity

Introducción

En Puerto Rico, la pelea de gallos es una de las tradiciones culturales más longevas
desde su inserción en el siglo XVIII, (López Cantos, 1990: 240-255) y una cuya
práctica es mejor conocida en la Isla. Para muchos es un deporte, para otros una
tradición folclórica y otros lo consideran un maltrato hacia el animal. Sin embargo,
dicha tradición, según Juan Llanes (2014: 4-8), recauda enormes cantidades de
dinero al momento de realizarse dichos enfrentamientos. El gallo, desde su
nacimiento, recibe múltiples atenciones por parte de su dueño, muy parecido al
cuidado dado un animal doméstico o mascota. Empero, estos animales, aunque
apreciados, no son mascotas. Forman parte de una cultura económica y poseen una
importante valorización como intercambio o bien como mercancía. El examen
bibliográfico también sugiere que este animal es principalmente uno descrito y
considerado como un símbolo de masculinidad. Representando, por ejemplo, el
duelo entre caballeros cuyo fin es demostrar su capacidad para el cuidado del
animal y recibir a cambio honor y prestigio ante los espectadores de la batalla.

Desde principios del siglo XX, han surgido varias polémicas en cuanto a esta
práctica, principalmente influenciada por la jurisdicción estadounidense que define
esta práctica en términos negativos, claramente estableciendo una prohibición
sobre la pelea de gallos. Este mecanismo legal no impidió que se realizaran de
manera ilegal o clandestina. En parte, porque éstas eran y siguen siendo lucrativas
y, por otro lado, porque la acción policíaca para detenerlas fue muy limitada.
(2014: 7) Es importante añadir que, para muchos puertorriqueños, mantener viva
esta tradición, significa mantener viva una identidad nacional que representa a un
grupo extenso de personas, por lo que prohibir esta práctica, significa condenar
parte de la expresión cultural de una comunidad específica.

El objetivo principal de este ensayo es presentar una discusión basada en el


estudio bibliográfico, revisión de literatura y notas preliminares divididos en cuatro
secciones y una conclusión, cuyo fin es arrojar un entendido sobre los orígenes
generales de la pela de gallos y su presencia en Puerto Rico, que permita sentar las
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bases para una futura problematización etnohistórica y etnográfica sobre la cultura


económica de la gallística y los valores, códigos y normativas de esta práctica
identitaria.

Mi gallo viene desde Oriente, luego llega a Europa…

Especialistas en varias disciplinas sugieren que la pelea de gallos es una práctica


que puede alcanzar los 3,000 años a partir del presente. Se conoce que, con toda
probabilidad, fueron los fenicios quienes llevaron la práctica por tierras del litoral
costero del Mediterráneo oriental, y el norte de África y, eventualmente, a la
Península Ibérica, en tierras de la hoy Málaga. Aunque en el mundo cultural
romano será el momento en que la tradición occidental considera esta práctica
como un deporte, lo cierto es que ya recibía igual consideración hace cerca de
2,500 años antes del presente en otros lugares como la antigua Persépolis, las
antiguas civilizaciones en el Valle del Hindi en la India y en China. (Díaz Arvelo,
1989: 11-16) El examen bibliográfico ubica el origen de la pelea de gallos en el
sureste asiático, (Dundes, 1994: 6-9) posiblemente asociado con la domesticación
del antepasado silvestre del pollo y la gallina (eje. faisán salvaje). Pueblos del
noroeste de Asia comenzaron por adoptar esta práctica, puesto que estos animales
peleaban con furia y gracia en el momento en que reclamaban su hembra y su
territorio, lo que llevó a la formación de una nueva costumbre. Según la idea de
Huyke, “el gallo pelea por instinto, si no existiera el deporte que conocemos como
pelea de gallos, el gallo siempre pelearía con sus congéneres.” (1991: 267) Las
comunidades centroasiáticas indoiraní conocen las peleas de gallos por medio de
comunidades establecidas en los Himalaya y hacia el oeste en el Hindi Kush
afgano. Es desde estas tierras que se conoce su dispersión cultural, así como la
observación adjudicada al gallo como un animal noble y venerable. Desde pueblos
indoafganos, como los hazaras, hasta los antiguos hititas sirios coinciden en ofrecer
una mirada al gallo con ojos de adoración. Atributo compartido también por los
griegos y romanos quienes utilizaron la figura del gallo como símbolo de
representación a sus dioses. Otras culturas en el Levante y el Cáucaso utilizaron al
gallo como figura y símbolo de sacrificio. Parte de estos sacrificios constaban en
realizar peleas de gallos en templos sagrados y aquel gallo que perdía la batalla era
al que se ofrecía a los dioses (Llanes, 2014: 3-4).

La bibliografía estudiada sugiere que la historia del trato a esta práctica


como un deporte comienza con celebraciones coordinadas con motivo de honrar a
un dios o una figura sagrada en las que se exaltaba la competencia entre los
contendientes, inclusive, el juego o apuesta. (Huyke Colón, 1991: 8-12; 230-238)
4 Lorence Morell Vega

Con el tiempo tal práctica ha sido secularizada y comienza a ejercerse con


diferentes propósitos, en su mayoría buscan poder entretener a una comunidad en
específico. Según Llanes (2014: 6-8), durante el siglo I de la era común, Julio
Cesar permitía que las peleas de gallos se dieran para el entretenimiento de los
romanos. La pelea de gallos en Asia occidental, como ya mencionamos, logró una
dispersión muy significativa a lo largo de la cuenca del Mediterráneo,
caracterizada por variaciones en los medios y escenificaciones de la contienda, así
como en el uso de otros tipos de aves de crianza.

Con la caída del Imperio Romano, la pelea de gallos en Europa se extiende


lejos de las antiguas fronteras mediterráneas, por los territorios germánicos de
Alemania y Austria, así como el norte de Italia y Suiza hasta Francia y las islas
británicas. La práctica ya era una muy conocida en Portugal y España. (Díaz
Arvelo, 1989). Del mismo modo, la pelea de gallos alcanzó mucha aceptación en
Francia, donde llegó a considerarse como símbolo emblemático (Llanes, 2014), y
en Inglaterra también fue incorporado a los sellos y escudos de familias como los
Tudor. Inclusive el clero británico católico fomentó su práctica en escuelas
religiosas altamente especializadas, donde se enseñó el oficio del cuidado y crianza
del animal, así como de su selección reproductiva. Siendo así, una actividad muy
popular para mediados del siglo XVI antes de la Reforma. (2014) Empero luego de
la Reforma Protestante la práctica será una duramente prohibida en Gran Bretaña,
así como en Holanda debido al vínculo de ésta con católicos; razón que explica en
parte, la relativa ausencia de la pelea de gallos como práctica y tradición en los
territorios coloniales británicos como holandeses en América, y en el Caribe en
particular. (Dundes, 1994: 17-23) Éste no será el caso de la experiencia hispánica.

Este gallo canta desde España, Latinoamérica y el Caribe…

A lo largo del siglo XVI los ibéricos trajeron consigo muchas de sus costumbres a
las tierras americanas de su asiento y colonización. Con los ingenios y la
formación de las primeras estancias agrícolas se incorporaron no tan sólo las
prácticas y técnicas agrícolas, en su mayoría castellanas, originalmente prácticas
del sur andaluz, así como en las colonias de las Islas Canarias. (Béthencourt
Massieu, 1982: 480-485; Viña Brito, 2006) La modalidad del ingenio necesitó,
como en Andalucía y las Canarias, de algún tipo de entretenimiento que permitiera
la recreación y el ocio luego de las labores del día. Entre estas actividades de
entretenimiento, estaban las corridas de toros y los gallos. La corrida de toros se
desarrolló en las colonias de Tierra Firme como parte de una extensa cultura
económica basada en el rancho como estancia, la tenencia de ranchos, vaquerías y
la crianza en general taurina. Esta no fue la experiencia en el Caribe hispánico. El
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propio Fray Íñigo Abbad y Lasierra (2002: 445-452) nos describe en sus viajes por
la isla en la década de 1770, sobre la existencia de una significativa cantidad de
animales como toros y cerdos “salvajes” en las tierras de la isla de Puerto Rico. No
existía una economía basada en la crianza de estos animales, y con ello, no se
desarrolló la práctica cultural de la corrida de toros. Dundes (1994: 25-26), añade
que, la pobreza de estas colonias impedía la domesticación y mantenimiento de los
toros y costear la importación de las crianzas entonces conocidas cuyo uso era
considerado como el más apropiado en la corrida. Esto sin añadir el costo de
construcción y edificación de estructuras especiales y específicas para que se
pudieran realizar estas corridas. Por tanto, las corridas de toros se mantuvieron en
países donde los grandes hacendados costeaban estas prácticas.

La pelea de gallos en el Nuevo Mundo comienza un proceso de


secularización, alejándose primero, de las antiguas actividades religiosas
establecidas con los griegos y los romanos. Subsiguientemente, la práctica se
deslinda del propio imaginario católico. (Arias Marín, 2012: 175-179) Del mismo
modo, con el tiempo se van construyendo nuevos saberes alrededor de esta
práctica, para así llegar a diferentes niveles de complejidad sobre las reglas del
juego. Esta complejidad y estos distintos saberes se pueden ir observando sobre los
diferentes pasos que se realizan antes de llegar al momento del combate. Ejemplo
de esto lo es la preparación y el cuido del gallo, los cuales pueden utilizarse para
comparar y contrastar en diferentes regiones de América Latina y el Caribe.

En lugares como Colombia, la pelea de gallos tiende a atribuírsele una


simbolización más allá de realizar apuestas en efectivo. El motivo principal de
muchos galleros es demostrar su honor y su prestigio a través del cuido y el
entrenamiento de su gallo (Gómez Manrique, 2009: 421-423). Por lo tanto, más
allá de un encuentro entre dos animales, la pelea de gallos es un espacio de
socialización e intercambio cultural que se realiza en momentos y en lugares
específicos. Existen diferentes sitios donde se realizan los combates: patios,
parques y galleras improvisadas; lugares que van más allá de las galleras
autorizadas por el gobierno (2009: 424-427) y que serían impuestas luego de los
procesos de industrialización y la llegada de la modernización.

En Costa Rica, por ejemplo, ocurrió un proceso muy diferente. Durante el


siglo XIX se inicia un proceso de regulación y fiscalización de la práctica, que
eventualmente terminará en 1922 con la abolición de la misma. La regulación
inicialmente, buscó brindar ganancias a esta cultura económica, beneficiando a
propietarios y reduciendo las posibilidades populares y campesinas para participar
en la misma. Eventualmente, se legisla sobre la provisión adecuada de estructuras,
6 Lorence Morell Vega

así como del pago de licencias y permisos favorables a la estructura de gobierno.


(Urbina Gaitán, 2000: 62-66) Con esto, más allá de ser una tradición de
generaciones, la pelea de gallos comienza a observarse con propósitos económicos
que involucra mucho dinero. Estas nuevas regulaciones impuestas por el Estado
comienzan a darse en todos aquellos países donde la pelea de gallos está
impregnada en la cultura popular. A pesar de ello, Costa Rica se convierte en el
primer país hispanohablante en América que prohíbe (1922) la pelea de gallos por
considerarla un problema de salud pública y mal trato a los animales. Costa Rica
también mantiene una prohibición similar a la corrida de toros, aunque aún se
celebran actividades y corridas simbólicas o teatrales. (Rodríguez Aguilar &
Alpízar Lobo, 2014)

Un importante componente narrativo y ritual de la pelea de gallos emana de


las historias que engrandecen a ciertas personas, ciertos lugares y ciertos gallos.
Según relata De Challes (1972), en la isla caribeña de Guadalupe existe un relato
sobre un gallo al cual se le da el nombre de Zouave, conocido por sus hazañas y
proezas, dando éstas mucho de qué hablar. Dice la tradición de este cuento que este
gallo tomó ese nombre luego de haber ganado 18 peleas en público y 50 peleas
privadas con espuelas de metal. Lo importante de esta historia es que este gallo fue
visitado por personas de alto prestigio, entre estos: el rey de Suecia y el príncipe
Halim, hermano del virrey de Egipto. (1972: 12)

La cultura económica del deporte de apuesta y la escenificación misma de la


pelea de gallos producen relatos cuya narración persiguen aumentar y exaltar el
prestigio de cada lugar, posiblemente de cada animal y, sobre todo, del dueño y
criador del animal. En muchos lugares, cuando se le da un nombre a un gallo, en
gran parte se debe a las hazañas del mismo o algún detalle que le hace diferente
entre los demás. (1972: 13-14) A lo largo de la literatura, se observan grandes
similitudes en la preparación antes del combate. Para aquellos competidores que
llevan sus gallos, el paso inicial es el pesaje de cada gallo. El siguiente paso es la
selección del oponente, para luego dar comienzo a los combates.

Cabe resaltar que existe una relación entre el cuidador y sus gallos, donde a
estas aves se les exige ser lo más feroz posible (Gómez Manrique, 2009: 422-426).
Para muchos galleros, esta práctica significa un acuerdo entre dos caballeros,
donde el estatus y el prestigio se demuestran en el momento en que pelean ambos
gallos. Sin embargo, hasta qué punto llega el acuerdo verbal, puesto como señala
Gómez (2009: 428-430), puede existir cierto tipo de controversia y el desarrollo de
un contra-discurso manifestado en ciertos espacios y momentos determinados.
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La pelea de gallos como deporte y su desarrollo en Puerto Rico…

El historiador Juan Llanes (2014: 1-2) indica que para el año 2002 las apuestas
registradas en las galleras en Puerto Rico ascendieron a 43,125,231 dólares. La
participación fue de cerca de un millón de espectadores cuyo consumo fue de cerca
de 100 millones de dólares. Estos datos evidencian que ésta es una actividad muy
lucrativa, totalmente anclada en la circulación y el consumo, a pesar de ser una
regulada por el aparato de gobierno. (Ley Núm. 98 del 31 de julio de 2007,
conocida como, Ley de gallos de Puerto Rico) Independientemente de los vínculos
concretos asociados con la construcción colectiva de una identidad puertorriqueña,
ésta no es una actividad altruista, mucho menos exclusivamente simbólica. Su
naturaleza es una económica. Además de Fray Íñigo Abbad y Lasierra, el
historiador español Ángel López Cantos (1990), también localiza el origen de la
pelea de gallos en la Isla para el siglo XVIII. La documentación disponible sugiere
que fue en este siglo cuando se intenta regular la actividad, así como fiscalizar el
efecto de las apuestas y las jugadas. (2014: 17-18). También se intentó regular la
localización y edificación de la arena para los encuentros (eje. gallera) y la
participación de los contendientes. Abbad y Lasierra, nos sugiere Llanes, describe
cómo eran los encuentros entre los galleros, cómo éstos pautaban la búsqueda de
un nuevo contrincante al cual pudieran echarle su gallo (2014: 8-9). Es por esto
que desde muy temprano el gallo ha formado parte de la vida del jíbaro (eje.
campesino) puertorriqueño (Alonso, 1970: 11-13), para luego ser una de las
prácticas más populares en Puerto Rico, y con ello convirtiéndose en uno de los
deportes de larga tradición en la isla.

No obstante, el periodista deportivo Emilio E. Huyke Colón (1991) señala en


su extensa obra Los deportes en Puerto Rico, que aun cuando se crearon galleras
muchos puertorriqueños preferían acudir y jugar en el batey (eje. terraplén) de
alguna casa. Para principios del siglo XIX, ya había galleras oficiales en la mayoría
de los pueblos de Puerto Rico, sin embargo, en el campo, la construcción de
galleras tendió a realizarse de forma más lenta. (Llanes, 2014) De estas galleras
surge la necesidad de crear un orden y del gobierno poder recolectar alguna
ganancia económica. El historiador refiere al primer reglamento autorizado a mitad
del siglo XIX y cuyo documento está dividido en varios artículos. (2014: 7) Entre
estos artículos existen dos que llaman la atención, pues son el reflejo de lo que
ocurría en aquel momento. Uno de estos artículos prohíbe las jugadas de gallos en
las galleras para la población esclava y otro artículo veta esta práctica en horas
laborables o tiempo de producción. Es por medio de este reglamento que se puede
apreciar cómo desde un inicio se comenzó a crear un orden y moldear de manera
8 Lorence Morell Vega

estricta a la sociedad gallera de aquel entonces. Parte de este reglamento buscaba


evitar la violencia más allá del encuentro entre los gallos.

TABLA #1: GLOSARIO DE VOCABLOS COMUNES A LA PELEA DE GALLOS EN PUERTO


RICO

Vocablo Definición
APUESTA En la jugada que se hace con dinero, los participantes escogen el
gallo de su preferencia y que consideran como potencial vencedor
de la contienda.
CASAR Momento inmediatamente después del pesaje de los animales
cuando se parean los oponentes por pesaje y otros atributos
compartidos.
CASTADOR La persona que se dedica a la casta (apareo) de gallos.
CASTAR Se refiere a la selección para el apareamiento de un gallo y una
gallina de acuerdo a atributos y cualidades identificadas como
deseables.
ESPUELA Es un tipo de espiga que se coloca en la parte inferior de la pata
del gallo previo al combate.
GALLERA Recinto designado para la escenificación de la pelea de gallos y
actividades afines.
GALLERO La persona quien se encarga de la crianza, entrenamiento y cuido
de gallos.
PADROTE Gallo que por sus cualidades y deseabilidad es utilizado
exclusivamente para el apareamiento y reproducción.

Eduardo Piña (1970) brevemente explica que en Puerto Rico el deporte de


los gallos pasa por tres etapas identificadas como: época antigua, la romántica y la
moderna. La época antigua comienza en el momento en que se institucionalizan
las jugadas de gallos a través de la construcción de galleras y se decreta un
reglamento para las mismas aprobado por el gobernador Miguel de Muesas el 5 de
abril de 1770 (Piña, 1970; Llanes, 2012: 4). La etapa romántica comprende desde
la prohibición temprana en el siglo XX hasta 1932. Durante este periodo la pelea
de gallos ocurría en la clandestinidad y en “este tiempo se vislumbra el
mejoramiento de la raza mediante la importación de gallos de España y Cuba.”
(Piña, 1970: 22) En tercer lugar está la etapa moderna, que comprende desde 1933
en adelante. En esta etapa se legalizan las jugadas de gallos, mejoran las leyes y el
licenciado Rafael Martínez Nadal junto con el gobernador Robert H. Gore firman
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el proyecto de ley (Huyke Colón, 1991). Con el tiempo se crean torneos y clubes
importantes para los entusiastas del deporte. A Don Rafael Martínez Nadal se le
conoce como el “Padre de los gallos” y ocupa un lugar en el Salón de la Fama del
Deporte de Gallos.

Manuel Alonso (1970), explica que este deporte está tan arraigado que
existía mayor probabilidad de ver una gallera improvisada antes que una ermita o
una iglesia. A mediados del siglo XVIII, la pelea de gallos tendía a ser mucho más
importante que asistir a la misa de la iglesia, por lo que se prohibió, bajo penas
eclesiásticas, las jugadas durante los momentos de celebración eclesiástica (López
Cantos, 1990: 252-254). De igual importancia es la crianza del gallo. Para obtener
un buen gladiador es necesario escoger muy bien cómo se va a castar el gallo y
cuál será la gallina elegida. Muchas veces, la gallina también debe ser de raza y
aparentar ser “brava” para poder castarse con el gallo más bravo del lugar. Alonso
(1970) explica que este momento es uno de los más importantes en la vida de los
galleros, pues, en ese entonces, es cuando se crean los futuros prospectos. El
gallero es aquel que se encarga del cuido total del gallo, se asegura de que el
mismo se prepare bien para la pelea. Además, aprende con el tiempo nuevas
técnicas que le puedan ayudar para que su gallo sea el más salvaje durante el
combate. No obstante, este individuo debe ser una persona con buen ojo y que se
haya tomado el tiempo de conocer bien las distintas clases de gallos que existen.

En Puerto Rico existen oficialmente 128 galleras. Las mismas están


divididas en cuatro tipos: gallera turística, gallera especial, gallera primera
categoría y gallera segunda categoría (Llanes, 2014: 1; 26). Cada una se
desempeña de una manera distinta y varía el costo de la entrada. Por ejemplo, la
gallera turística puede operar los siete días de la semana, mientras que la gallera de
segunda categoría lo hace solo tres días, los cuales mayormente son los fines de
semana. Del mismo modo, el cobro de la entrada y asientos varía de acuerdo a la
categoría de la gallera. Así también, las apuestas de los gallos dependen del tipo de
gallera a la que se asista, por lo que no es lo mismo la apuesta en el Coliseo
Gallístico ubicado en Isla Verde, Carolina que la apuesta en la gallera de la Playa
de Ponce. Por lo tanto, muchos galleros deciden a qué tipo de gallera asistir
dependiendo del tipo de gallo que quieran echar al combate.

Como antes he mencionado, en la isla son muchos los espectadores que


asisten a las galleras. De modo similar, se mueven grandes cantidades de dinero en
las apuestas. Dependiendo la categoría de la gallera y su operación es el pago de
una cuota anual al gobierno, que fluctúa entre 50.00 y 1,000.00 dólares (Llanes,
2014). Además, cada gallera debe contar con la asistencia de un juez de valla el
10 Lorence Morell Vega

cual dicta las reglas del juego y decide quién gana o pierde. A este se le paga una
cantidad de dinero por su labor. Parte de las regulaciones dentro de las galleras,
luego del proceso de casamiento (donde se escoge el contrincante) debe de haber
un área específica donde se colocan los gallos y funge como área de exhibición
antes del combate.

Foto suministrada. Colección: Lorence Morell Vega

Figura #1: Preparación de los gallos antes del combate.

Con el tiempo, el deporte de los gallos en Puerto Rico ha evolucionado en


cuanto a las exigencias reglamentarias existentes, ya sea para el orden público, la
fiscalización del juego y las apuestas y para mejorar la calidad de vida de los
gallos. No obstante, conocedores de la crianza indican que queda mucho por hacer
para mejorar más la calidad de vida de estos animales. Por ejemplo, en Puerto
Rico, los gallos pelean con espuelas de plástico las cuales tienden a lastimar más al
animal. Esto provoca que un gallo no pueda participar en más de cinco peleas en
comparación con las que se efectuaban anteriormente. En el pasado, las espuelas
colocadas en las patas provenían de gallos que habían perecido o de gallos no
combatientes. Por otra parte, es importante resaltar la existencia del abuso de
sustancias químicas que aumentan el rendimiento del gallo durante el combate.
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La pelea de gallos y otras aproximaciones al deporte desde la


antropología…

Desde la antropología, existen ciertas dualidades o binarios que se consideran y


forman parte del estudio del ser humano. La práctica asociada con la pelea de
gallos como deporte y como actividad económica no es una excepción. Las
representaciones pueden incluir interpretaciones duales tales como, “civilizado/
salvaje, humano/ animal, cultura/ naturaleza, en las que las personas representan
simbólicamente la primera parte (civilizado, humano, cultura) y los gallos la
segunda (salvaje, animal, naturaleza).” (Arias Marín, 2012: 186) Estas
representaciones que establece David Arias Marín intentan ubicar al individuo
como civilizado, humano, cultura, ya que el mismo no mantiene ningún tipo de
contacto físico y es a través del ave que se observa ese trato, por lo que es el gallo
el animal, salvaje, el que libera su instinto, su naturaleza.

Del mismo modo, este deporte está directamente asociado a la masculinidad,


según expone el reconocido antropólogo estadounidense, Clifford Geertz, quien
argumentó que esta práctica está directamente asociada al cuerpo varonil. Por lo
tanto, la violencia y la animalidad pueden estar vinculados directamente a la psique
del hombre. (1972: 27-30). Es por esto que es común que durante los combates en
las galleras, parques o lugares donde se realicen los encuentros, los participantes
sean hombres. No obstante, un aspecto importante para comprender estas jugadas
parte de que el gallero “es aquel que resalta el hecho de que un gallo debe mostrar
su raza, su casta y su linaje.” (2012: 187) Por consiguiente, para muchos galleros
este aspecto es crucial, pues así es como se construye el prestigio y el honor del
que habla Geertz (1972: 10-21), y es dentro de estos espacios donde se construye la
masculinidad.

Esta práctica cultural, según explica Arias Marín (2012: 183-189) muchas
veces es transmitida por medio de la tradición o a través del linaje genealógico. Por
lo tanto, este deporte se diferencia de otros donde lo único que se requiere es un
proceso de enculturación descrito por Geertz (8-11), el cual, desde pequeño, se
aprende a cuidar y preparar al animal, más allá de escoger un deporte donde se
debe desarrollar algún tipo de talento. Asimismo, en la relación cuidador-gallo, es
importante entender el intercambio simbólico que existe entre estos dos, donde el
gallo provee al gallero el prestigio y honor, mientras que el gallero proporciona
todo el cuidado y la preparación que necesita el primero (2012: 190-195).
12 Lorence Morell Vega

Foto suministrada. Colección: Lorence Morell Vega

Figura #2: Pesaje de los gallos.

Algunos antropólogos culturales argumentan que la escenificación y


combate de gallos resulta en un ejercicio de observación en el que se pueden
apreciar fenómenos sociales, como el orden y jerarquía de las clases sociales y la
construcción cultural que se hace del género y de su identidad. Garry Marvin
(1984: 62-67) ilustra cómo las peleas de gallos en la sureña Andalucía, son
realizadas por personas quienes pertenecen principalmente a un proletariado de
clase media. Y si bien esto puede ser cierto también en Puerto Rico o en Colombia
(Gómez Manrique, 2009: 423-427), otros factores influyen como, por ejemplo, la
localización geográfica asociada con una clase social y el perfil socioeconómico de
los galleros. Tal es el caso del Coliseo Gallístico en Isla Verde (Carolina, Puerto
Rico), localizado en un conocido y acaudalado sector turístico en la región
metropolitana de San Juan. No hay duda, que desde la antropología cultural se
pueden considerar múltiples miradas al deporte ya sea de una forma teórica, así
como metodológica. Se puede, por ejemplo, formular preguntas amplias como;
¿qué es el deporte?, ¿a qué se le considera un deporte? y ¿cómo se constituye una
actividad social en deporte? Son preguntas que pueden ser puntos de partida para
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comprender mejor la complejidad del deporte de los gallos. De la misma forma, la


antropología puede ayudar a replantear, cuestionar y reflexionar en profundidad
sobre las representaciones, identidades e imaginarios constituidos bajo estos
espacios y comprender mejor los distintos saberes creados por esta comunidad. En
fin, conocer esta expresión cultural nos da la oportunidad de llegar a otros sectores
que existen y aportan a la cultura puertorriqueña.

Conclusión

Finalmente, este trabajo forma parte de una primera fase donde se resume esta
práctica y, actualmente, se realiza un estudio etnográfico sobre las prácticas y las
significaciones de las peleas de gallos en Puerto Rico, desde la perspectiva de los
que participan, para entender cómo y por qué estos lo definen como un deporte.
Del mismo modo, como parte de la segunda fase, la finalidad es estudiar el género
(masculinidad y la feminidad) dentro de los espacios de las galleras, las peleas de
gallos como deporte y examinar las narrativas que lo ligan a la identidad nacional.
Por lo tanto, desde una perspectiva antropológica se busca contribuir al área de los
estudios de los deportes como parte de las prácticas culturales que se expanden
hacia diversos espacios y recogen una multiplicidad de discursos que, en muchos
casos, se vuelven globales.

Bibliografía

Abbad y Lasierra, Fray Íñigo. Historia geográfica, civil y natural de la isla de


San Juan Bautista de Puerto Rico. En Gervasio L. García (a cargo de estudio
y edición) Madrid: Ediciones Doce Calles, 2002. Impreso

Alonso, Manuel. Las riñas de gallo en la cultura puertorriqueña. Isla


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