COLUSION
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RESUMEN
El delito de colusión desleal, se concreta al convenir maliciosamente el funcionario público
Revista de Investigación Jurídica
PALABRAS CLAVE
Acuerdo colusorio, defraudación, modalidades contractuales, delito de resultado y delito
especial propio.
SUMARIO
I.- INTRODUCCION. II.- EL DELITO DE COLUSIÓN. 2.1. ANTECEDENTES
LEGALES. 2.2. ANÁLISIS TÍPICO. 2.2.1.- TIPICIDAD OBJETIVA. 2.2.2.- TIPICIDAD
SUBJETIVA. III.- A MODO DE CONCLUSIÓN.
Abogada por la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo. Profesora de Derecho Penal en la misma
Casa de Estudios.
ISSN2222-9655 Volumen I
IUS Doctrina – Rocci Bendezú Barnuevo
I.- INTRODUCCIÓN
El artículo 384° del Código Penal Peruano tipifica el llamado delito de colusión desleal1,
como un delito contra la Administración Pública cometido por aquel funcionario público que “(…)
en los contratos, suministros, licitaciones, concurso de precios, subastas o cualquier otra operación
semejante en la que intervenga por razón de su cargo o comisión especial defrauda al Estado o
entidad u organismo del Estado, según ley, concertándose con los interesados en los convenios,
ajustes, liquidaciones o suministros será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres
ni mayor de quince años”2.
El Código Penal peruano en el artículo citado, describe en qué consiste el delito de colusión
desleal, conceptuándolo como aquel acuerdo que en el marco de contrataciones estatales y
liquidaciones, realizan el funcionario o servidor público competente con terceras personas
3
(interesados) con el fin de defraudar al Estado . Configurándolo así, como un delito especial propio,
es decir, que el tipo penal sólo puede ser realizado por una persona calificada, en este caso, un
funcionario público vinculado funcionalmente con la contratación pública.
1
En las legislaciones comparadas, no se acoge el término “colusión desleal” siendo esta una designación
particular del Perú. En este sentido encontramos que legislaciones como la española (art. 436) y la chilena
(art. 240) regulan este tipo penal bajo la denominación de “Fraudes y Exacciones ilegales”; mientras que en
Argentina (art.265) y Bolivia (art.150) se le conoce como “Negociaciones incompatibles con el ejercicio de
funciones públicas”. Cabe mencionar asimismo, respecto al Derecho penal español, que en su generalidad
viene a ser el precedente normativo de toda la legislación latinoamericana- y que en el tema de colusión
desleal no es la excepción-, asumió en este delito, una nota muy particular que tomaba distancia de los
modelos legislativos existentes en el viejo continente que como el caso del derecho germánico, y los países
influenciados por él, prevé un tipo general que comprende la infidelidad en la gestión de negocios dentro de
los delitos contra la propiedad y que castiga como una de sus figuras más graves el caso de la infidelidad
cometida por funcionarios públicos. GARCÍA CAVERO en GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO
ALVA, José Luís. El delito de colusión, Lima, Editorial Grijley, 2008, p. 62.
2
En opinión de James Reátegui el delito de Colusión es uno de los delitos de función más típicos en su
género, tanto por la calidad específica del sujeto activo (funcionario público), el bien jurídico protegido (la
Administración Pública), como por la propia conducta típica exigida por el Art. 384º del Código Penal
(“funcionario o servidor público… que …defrauda al Estado…”). Señala asimismo que en el derecho peruano
el tipo delictivo de colusión desleal debería estar ubicado en un título autónomo, pues no tiene nada que ver
con el delito de concusión, ni tampoco en realidad con el cohecho (no exige probar una contraprestación al
funcionario). Cfr. REATEGUI SANCHEZ, James. Estudios de Derecho Penal. Parte Especial, Lima, Jurista
2
3
En igual sentido la Primera Sala Permanente en su R.N.N° 1382-2002-Puno, 5 de mayo del 2003, resolución
hallada en SALAZAR SANCHEZ, Nelson, Delitos contra la Administración pública. Jurisprudencia Penal,
Lima, Jurista Editores, 2004, p. 155.
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No obstante este desarrollo normativo del tipo penal4, uno de los males que más inquieta a
la comunidad jurídica es que pese a que el delito de colusión desleal, comparte junto con el
peculado y los ilícitos de cohecho pasivo y activo los niveles de mayor incidencia 5 en lo que a
delitos de función concierne, y existir así un alto índice de estadística criminal, sin embargo los
estudios serios practicados en el Perú sobre el delito son aún muy escasos, lo cual conlleva a que
los niveles de deficiencia respecto al manejo de los componentes descriptivos y normativos del
delito, se agudicen más y se origine consecuentemente una situación de vacío de posicionamiento
normativo6.
4
Un sector importante de la doctrina nacional sostiene que la conservación y regulación del delito de colusión
ilegal es altamente insatisfactoria, habiendo incurrido el legislador penal en una pésima técnica legislativa al
mezclar los distintos modelos extranjeros, sin un análisis previo, creando una figura que guarda similitud con
el delito de negociación incompatible (art. 397 del C.P). De esta opinión es GARCÍA CAVERO en GARCÍA
CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luís, Ob. Cit., p. 62 – 63.
5
En el Perú- a diferencia de otras latitudes en donde expresamente se reconoce la escasa aplicación práctica
del delito, o de figuras similares por parte de la judicatura- los fraudes en la contratación estatal adquieren
cuotas notablemente elevadas lo que demuestra una realidad criminológica bastante clara en cuanto a la
proclividad de los funcionarios para afectar el patrimonio del Estado valiéndose del concierto con los
proveedores de bienes del Estado. CASTILLO ALVA en GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA,
José Luis, Ob. Cit., p. 85; Asimismo en la página web del Poder Judicial del Perú, en el rubro estadísticas, y
en el ítem sobre causas Ingresadas y producción judicial de la Corte Suprema de Justicia, se encuentra
cuadros estadísticos sobre las causas penales ingresadas desde el año 2003 a 2007; así tenemos que en el año
2003 las causas ingresadas en materia penal ascendió a 5231, siendo 1583 causas sobre delitos contra el
patrimonio, y 884 causas sobre delitos contra la Administración Pública, el resto de causas referidas a otros
ilícitos. En el año 2004, el número de causas ingresadas a la Salas Supremas en lo penal, llegó a 5555, del
cual 1586 causas fueron sobre delitos contra el patrimonio, nuevamente seguido por 930 causas sobre delitos
contra la Administración Pública y el resto de causas referidas a otros ilícitos. En el 2005, el número de
causas ingresadas llegó a 7318, del cual 2111 fueron sobre delitos contra el patrimonio, seguida otra vez por
causas referidas a delitos contra la Administración Pública, la cual llegó a 1414, el resto de causas obedecían
a otros ilícitos. De igual forma en el 2006 las causas ingresadas fue de 8492, siendo 2432 causas por delitos
contra el patrimonio y 1724 delitos contra la administración pública. Finalmente en el 2007 las causas
ingresadas fue de 7750, llegando las causas por delitos contra el patrimonio a 1979, seguido en esta ocasión
por causas sobre delitos contra la seguridad pública la cual ascendía a 1697, en tercer lugar figuraban las
causas por delitos contra la administración pública la cual llegaba a 1325, y el restante de causas referidas a
otros delitos. Como puedo verse sólo en el año 2007 el número de causas por delitos contra la Administración
Pública, bajo de ubicación, pues suele ocupar en general el segundo lugar después de los delitos contra el
patrimonio, esto demuestra sin lugar a dudas el gran nivel de incidencia y comisión de los delitos contra la
Administración Pública en nuestro país. PODER JUDICIAL. Estadística Judicial. [ubicado el 9.IX. 2009].
Obtenido en:
http://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/cij/s_corte_suprema_utilitarios/as_home/as_cij/as_estadistica/as_esta
disticas/as_causas_ingresadas_produccion_judicial_csj
6
En Argentina ocurría una situación similar a la peruana, así a finales de los 60 el jurista José Argibay Molina
señalaba que los autores, en general, no habían analizado los delitos contra la Administración pública con la
misma preocupación que habían puesto en el estudio de otras figuras delictivas. Esta diferencia la explicaba el
3
sistematización de los delitos contra la administración pública tuvieron comienzo recién cuando los soberanos
absolutos fueron reemplazados por otros sistemas de gobierno y comenzó la distinción entre Nación, Estado y
administración; b) algunos delitos carecen de “malignidad”- a estar a la terminología de Carrara-, que
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representan los delitos que este autor llama “naturales” por oposición a los “sociales”; c) el lugar diferente que
se ha asignado en la doctrina y en las leyes a las acciones que el Código Penal argentino agrupa bajo el rótulo
“delitos contra la administración publica” y d) la dificultad que de todo ello surge para el debido estudio de
los diferentes supuestos. José Argibay señalaba además- ya a principios de los 70- que esta tendencia se había
revertido en los últimos tiempos, y es que tanto la doctrina argentina como la extranjera, las convenciones
internacionales y la legislación se han ocupado en buena medida de estos delitos, en los que subyace la
corrupción de los funcionarios públicos, tema cada vez más sensible para el conjunto de las naciones y para
los habitantes de los distintos países que son las víctimas indirectas de los actos de esa naturaleza, pues
encarecen obras y servicios, los retrasan o impiden su realización por razones espurias. Cfr. FONTAN
BALESTRA, Carlos. Derecho Penal. Parte Especial, 17 edición, Buenos Aires, Editorial Abeledo Perrot,
2008, p.883.
7
Así GONZALES JARA, Manuel A. El delito de promoción o facilitación de corrupción o prostitución de
menores, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1986, p.128. Sostiene que los delitos de simple o
mera actividad (o también llamados formales) son aquellos en los que la ley no exige una mutación en el
mundo exterior. En el delito formal basta un puro comportamiento humano para que se entienda consumado.
En este tipo de delitos, no existen las etapas imperfectas (tentativa y frustración).
8
Son delitos de resultado, aquellos que exigen el menoscabo o daño del bien jurídico protegido, requieren que
la acción vaya seguida de la causación de un resultado, separable espacio-temporalmente de la conducta. Para
que estos delitos se produzcan, debe darse una relación de causalidad a imputación objetiva del resultado a la
acción del sujeto. El Hurto es un delito de resultado, no se consuma con coger la cosa, sino con tener
disponibilidad de ella, que es posterior, se diferencia en el espacio tiempo de la acción. Primero se toma la
cosa y después se dispone de ella. Así también son delitos de resultado, por ejemplo el delito de homicidio, de
lesiones etc. COLLAZOS, Marisol, Derecho Penal I Capítulo 14. Clases de tipos penales, 2006 [ubicado el
10.IX. 2009]. Obtenido en: http://www.marisolcollazos.es/Derecho-Penal-I/Derecho-Penal-I-14-Clases-tipos-
penales.html
9
Cfr. ABANTO VASQUEZ, Manuel, Los delitos contra la administración pública en el código penal
peruano, 2da edición, Lima, Palestra Editores, 2003, p. 309. Así refiere que el objeto del bien jurídico
directamente atacado aquí tiene evidentemente un contenido patrimonial, esto es, se atenta contra el
4
patrimonio administrado por la Administración Pública en cuanto a lo que ella debería obtener como
Página
contraprestación del particular que contrata con el Estado, y agrega que también interesa proteger la legalidad
del ejercicio funcionarial. De igual parecer ROJAS VARGAS, Fidel, Delitos contra la administración
pública, 4ta edición, Lima, Gaceta Jurídica, 2007, p. 406- 407.
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probidad funcional”10. Mientras que otros juristas destacados, como Percy García Cavero opina que
el bien jurídico penalmente protegido por el delito de colusión desleal, encuentra su fundamento en
los deberes especiales atribuidos a los funcionarios públicos, y si bien el tipo penal apunta a
proteger el patrimonio del Estado, el sustento del Estado no está en la generación de un perjuicio al
Estado o al Sistema económico, sino en el irregular desempeño funcional del funcionario público11.
Ahora bien, no es un objetivo del presente artículo, agotar la discusión dogmática y sentar
una posición sobre todas las problemáticas antes mencionadas, sino centrarse sólo en una de ellas,
esta es, la determinación de los elementos típicos del delito de colusión, a efectos de desarrollar
cada unos de ellos, realizando un análisis a la luz de lo expuesto en los últimos años por la Corte
Suprema, a fin de contribuir en algo a la formación de criterios unánimes sobre cuestiones
esenciales del delito de colusión desleal.
10
Cfr. FRISANCHO APARICIO, Manuel, Delitos contra la Administración Pública, Lima, Editora Fecat,
2008, p. 313-314. Sostiene que el bien jurídico en el delito de colusión es el normal desarrollo de la
Administración Pública que se ve afectado cuando los funcionarios infringen los deberes de lealtad, probidad
e imparcialidad que deben guardar en la gestión de la función pública. Asimismo, sostiene que la colusión
ilegal pone en peligro los intereses patrimoniales de la Administración al impedir la libre competencia que
puede servir para la obtención del justo precio de los bienes objeto de contrato, suministro, licitación,
concurso, subasta o cualquier otra operación semejante. También la Primera Sala Penal Permanente en su
R.N.N° 2029-2005-Lima del 24 de mayo de 2006. Señala asimismo que “en el delito de colusión dos son los
5
bienes jurídicos tutelados, siendo estos: a) la actuación conforme al deber que importe el cargo, y b)
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Si se revisa ligeramente los antecedentes de nuestra norma, puede notarse que se han
incluido en nuestra legislación dos figuras delictivas que resultan ser muy similares, así como
señala Rojas Vargas, “las fuentes extranjeras de influencia para la redacción de dicho dispositivo,
fueron los artículos 400 y 401 del Código Penal Español y el art. 265 del Código Penal
Argentino” 12 , que en todo caso deberían excluirse una de la otra, tal como lo afirma Abanto
Vásquez en la siguiente expresión: “Por otro lado hay que decir que aquí se nota la pésima técnica
del legislador penal peruano, quien “inspirándose” en distintos modelos extranjeros, los ha
recepcionado en el Código Penal peruano sin ningún análisis previo, simplemente mezclándolos. En
efecto, si para tipificar los delitos contra la Administración Pública se seguía, de manera general, el
modelo argentino y ya se había previsto bajo el grupo de delitos de “corrupción de funcionarios” a
la negociación incompatible (art. 397), ¿porqué prever la figura española de “fraudes a la
administración” en el artículo 384º? Son figuras muy similares y deberían excluirse una de la
otra”13.
Sin duda alguna, el tipo penal de colusión desleal como muchos otros, padece de grandes
defectos debido a una errada y constante técnica de importación de las figuras penales a nuestro
sistema, no obstante, lo cierto es que muchos de estos vicios o desperfectos pueden salvaguardarse
12
ROJAS VARGAS, Fidel, Delitos contra la Administración Pública, Lima, Editorial Grijley, 3ra edición
2002, p. 405 – 406.
13
ABANTO VASQUEZ, Manuel, Ob.Cit., p. 308.
14
Son de esta opinión Manuel Abanto Vásquez, García Cavero, José Castillo Alva, Carlos Creus, Joan
Queralt Jiménez, y otros, respectivamente en los libros citados en la presente tesis.
15
CRESPO BARQUERO, Pedro, “Delitos contra la Administración Pública” en Código Penal de 1995.
(Comentarios y Jurisprudencia), Granada, Editorial Comares, 1999, p. 1733. Asimismo conviene señalar que
en España surge una situación muy particular, en cuanto a la regulación del delito de fraudes y exacciones
ilegales, en la medida que el hecho de “interesarse” el funcionario en el negocio particular pasa a integrarse,
al menos parcialmente, en el delito de negociaciones prohibidas del Art. 439 del Código Penal Español,
estableciéndose así una distinción entre los supuestos en los que el funcionario actúa abusando de su cargo y
6
guiado por un evidente ánimo de lucro, pero no necesariamente en detrimento inmediato del patrimonio
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público que gestiona la Administración Pública y éste caso del Art.436, en el que sí se exige esa intención de
defraudar directamente a cualquier ente público, obviamente con el objetivo de hacer presa en su activo
patrimonial.
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con una correcta interpretación del tipo, de allí la importancia del análisis de la conducta típica del
delito de colusión desleal16.
Como vemos la tipicidad objetiva del delito de colusión desleal presenta diversos elementos
que hacen a la figura delictiva, una de estructura compleja, para comprender su contenido es
necesario analizar cada uno de los elementos de la tipicidad objetiva 18, cometido que se desarrollará
a continuación:
16
Por su parte Mir Puig señala que la conducta desleal del funcionario se orienta tanto hacia la producción de
un menoscabo a la corrección de los procesos de gestión de recursos públicos-infringiéndose el deber de
funcionamiento conforme al principio de economía y eficiencia en los procesos de gasto público como a la
producción de un perjuicio patrimonial al ente público, sin que sea necesario para la consumación del delito la
producción de una efectiva lesión o puesta en peligro concreto del patrimonio público. Cfr. MIR PUIG,
Carlos. Los delitos contra la Administración Pública en el nuevo Código Penal, Barcelona, editorial Bosch,
2000, p. 335-336.
17
Asimismo conviene señalar que el jurista español Orts Berenguer, señala como elementos de la colusión:
“1) Sujeto activo es el funcionario público o autoridad que interviene en el hecho en el ejercicio de sus
funcionarios; 2) la intervención del funcionario o autoridad ha de realizarse en alguna de las materias
señaladas en el Código 3) el núcleo de la conducta delictiva puede consistir en concertarse con los interesados
o en usar cualquier otro artificio; 4) tales acciones han de realizarse para defraudar a cualquier ente público”.
ORTS BERENGUER, Enrique, Comentarios al Código Penal de 1995, Valencia, Tirant lo Blanch, 1996, p.
773.
18
Para la doctrina española, los requisitos que integran esta figura delictiva, según lo previsto en el art. 436
del Código español de 1995, son: 1º La intervención en actos de contratación pública o en liquidaciones de
efectos o abres públicos. 2º Concierto con los interesados u uso de cualquier artificio para defraudar a
cualquier ente público, señala también la expresión de “concertarse o usar cualquier artificio” implica que se
trata de un delito que sólo puede cometerse con dolo directo, sin que sea posible el dolo eventual. Y 3º Abuso
del cargo que proporciona el ejercicio de la función pública. Así Orts Berenguer señala que es necesario que
el funcionario o autoridad no solamente se haya concertado o usado cualquier artificio con la intención de
defraudar a un ente público, sino que es menester que lo haya hecho con motivo de su intervención oficial en
las operaciones mencionadas. Es opinión unánime en la doctrina y jurisprudencia española que el delito de
7
fraude ilegal se consuma cuando se ponen de acuerdo el funcionario y los interesados o cuando se usa
Página
cualquier artificio, persiguiendo defraudar a un ente público, sin que se exija la efectiva defraudación o la
producción del perjuicio al ente (STS de 18 de enero de 1992 y 2 de febrero de 1994). La STS de 8 de marzo
de 1999 señala: “En el supuesto enjuiciado se contienen todos los requisitos que el artículo 400 CP (actual
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La conducta típica consiste en concertarse. Pero ¿qué debe entenderse por concierto?
La conducta típica de “concierto” implica puesta de acuerdo de voluntades, concordancia de
pareceres, convergencia de actuaciones entre las partes de una negociación. En este caso, las
partes concordantes son la autoridad o funcionario, de un lado, y los interesados particulares,
de otro20. Es decir, concertarse equivale a acuerdo o pacto entre el funcionario y el interesado21.
art. 436) exige para entenderse cometido el delito de fraude, pues el encausado, en la cualidad de
funcionario público que su cargo municipal de Alcalde le otorgaba, se concertó con el propietario de un
finca inicialmente rústica, después recalificad como urbanizable, para hacer compra de ella en nombre del
Ayuntamiento por precio muy superior a su valor inicial, defraudando de ese modo a la entidad municipal en
beneficio del tercer vendedor”. Cfr. ALONSO PÉREZ, Francisco. Delitos cometidos por los funcionarios
públicos en el Nuevo Código Penal, Madrid, Editorial Dykinson, 2000, p. 259-260.
19
Cfr. REQUEJO SANCHEZ, Césil Hedelmar. El delito de Colusión. En Actualidad Jurídica Nº 180, Gaceta
Jurídica, Noviembre, 2008, p. 128. Sostiene que si el acuerdo colusorio no se configura y sólo se da la
defraudación y consecuente perjuicio, estaríamos frente al tipo de peculado, de este modo si el perjuicio para
el Estado y sus intereses no fueran en virtud de este elemento, estaríamos ante otro delito, pero no frente al
tipo de colusión.
20
Cfr. POLAINO NAVARRETE, Curso de Derecho penal español. Parte especial, Sevilla, Editorial
Aranzadi, 1999, p. 419. El jurista Polaino Orts realiza una crítica respecto a la redacción del tipo penal
plasmada en el Código Penal Español, señalando que “al final de la descripción positiva alude a la
defraudación. El nomen criminis de “fraude” figura en la rúbrica legal. La defraudación consta en la
descripción de las conductas conminada penalmente en dicha figura legal, pero la defraudación
paradójicamente no integra el núcleo de la acción delictiva del fraude funcionarial. No exige producción de
resultado material alguno. No es necesaria la consecución de enriquecimiento personal obtenido por medio
fraudulento. El fraude opera como mera exigencia puramente subjetiva del tipo, consistente en la finalidad
que persigue el autor del comportamiento plurisubjetivo descrito, de intervenir en contratación o liquidación y
concertarse con los interesados, con la específica intención defraudatoria de la Administración Pública. La
defraudación implica causación de perjuicio económico al sujeto pasivo y enriquecimiento ilícito del autor
por el medio fraudulento a través del cual consigue el desplazamiento patrimonial. Pero la defraudación no es
elemento del fraude tipificado, que se limita a exigir la realización de determinadas conductas con la intención
de defraudar. Constituye una hipótesis típica de acto preparatorio autónomamente incriminado. La
defraudación se reduce a la mera exigencia de una pretensión finalista del autor de defraudar a la
8
Administración pública. El comportamiento de concierto a que llega el autor del delito con un tercero
Página
interesado en la celebración de una contratación pública, es integrante de un mero acto preparatorio, pero
considerado ejecutivo de una conducta incriminada por su desvalor social y jurídico. Concertarse para
defraudar no es equivalente a defraudar. La defraudación objetiva mediante el desplazamiento patrimonial
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En este sentido, el jurista Percy García Cavero sostiene- citando al jurista español
Etxebarria Zarrabeitia- que “la conducta típica del delito de colusión desleal requiere que el
funcionario público competente se concierte con los particulares en la celebración o ejecución
de un contrato derivado de un proceso de selección con la finalidad de defraudar los intereses
del Estado”22.
Por su parte Mir Puig señala que la “concertación” no es otra cosa que el ponerse de
acuerdo el funcionario con el interesado, la conjunción de voluntades con la finalidad de
defraudar al ente público, no bastando la mera solicitud o proposición dirigida a obtener un
acuerdo, sino que es preciso que efectivamente se haya logrado el mismo23. Del mismo parecer
GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis, Ob. Cit, p. 37. Comentando a Xavier
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es Llorente Fernández, quien señala que la consumación del delito no puede anticiparse a la
mera solicitud24.
De lo antes dicho, se colige claramente que el primero y cardinal elemento objetivo del
delito de colusión desleal, es la concertación, elemento del que es menester asimismo realizar
algunas precisiones.
abstracto para el patrimonio del ente público. Según el Art. 5 de la Ley de Contratos del Estado de España,
Ley 13/ 1995 de 18 de mayo, los contratos públicos lo serán los contratos administrativos- de concesión de
obras, de gestión de servicios públicos y realización de suministros- en sus formas de adjudicación de subasta
y concurso, y los contratos privados (los restantes contratos), en particular, los contratos de compraventa,
donación, permuta, arrendamiento y demás negocios jurídicos análogos sobre bienes inmuebles, propiedades
incorporales y valores negociables. Dicha ley regula un proceso de contratación en que se describen los actos
que forman parte de este proceso (así actos de preparación del contrato, que comporta la obligatoriedad de
abrir un expediente de contratación- ordinario, urgente o de emergencia- y la adjudicación por órgano
competente, por el procedimiento abierto, restringido o negociado) (forma de adjudicación excepcionalmente
directa). En cualquiera de los actos que forman parte de este procedimiento puede producirse la actividad
defraudatoria típica, siempre que resulte idónea para determinar un resultado final perjudicial para el ente
público. Por lo tanto, no resulta punible por el delito de colusión ilegal la defraudación unilateral o el
perjuicio creado exclusivamente por una de las partes sin que haya intervenido la otra de manera consciente y
sabiendo la conducta lesiva de su partner. No obstante en el Derecho comparado algunas legislaciones como
la española evitan esta laguna de punibilidad y castigan el concierto para defraudar que se produce entre los
10
propios funcionarios públicos- aun sin participación de los interesados- incorporando dicha conducta en la
previsión normativa referida a cualquier artificio para defraudar. Cfr. MIR PUIG, Carlos. Ob. Cit., p. 337-
Página
338.
24
Cfr. LLORENTE FERNANDEZ, A; GIMENO LAHOZ, R.; GANZENMULLER ROIG, C y otros. Ob.
Cit., p.121.
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25
Cfr. REQUEJO SANCHEZ, Césil, Ob. Cit., p. 128. Por su parte Rojas Vargas manifiesta que los sujetos
que actúan a nombre del Estado deben hacerlo en representación del mismo y ser parte para proteger o
promover sus intereses y lograr los más óptimos beneficios resultantes de los convenios, ajustes, liquidaciones
o suministros con la otra parte contractual representada por los particulares. Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel.
Ob. Cit., p. 411.
26 a
Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro, Derecho penal: parte especial. 2 edición, Lima, Grijley, 2007, p. 247.
27
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis, Ob. Cit, p.38; de igual modo Fidel Rojas
Vargas considera que la defraudación realizada por acto propio del sujeto activo sin concertación con el
contratista, así como la sola concertación entre funcionarios que acuerdan defraudar al Estado y efectivamente
lo logran, tales supuestos no son típicos del delito de colusión, pudiendo configurarse hipótesis de cohecho o
de enriquecimiento ilícito, pero no de colusión desleal. Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 413. Una
cuestión que es importante precisar es que en muchas resoluciones judiciales se ha establecido, como
elemento típico no escrito, que “la concertación fraudulenta requiere la realización de maniobras de engaño”.
Esta afirmación llevaría a la conclusión de que la colusión desleal tendría cierto parentesco con la estafa,
constituyendo no más que un supuesto específico de esta última. Así la ejecutoria R. N. N° 956 -2005- Junín
de veintiséis de octubre del 2005, la cual señala textualmente lo siguiente: “que, sin embargo, esa conducta no
puede ser subsumida en el tipo del injusto de estafa, en tanto si bien fluye la existencia del engaño y la
disposición patrimonial-denota un aparente concurso de leyes- por el principio de especialidad dicha conducta
debe ser subsumida únicamente en el delito de colusión ilegal (como delito especial) pues comprende todos
los elementos del tipo legal de estafa más algunos elementos adicionales- el autor del ilícito es un funcionario
11
público, el ámbito típico del negocio jurídico concertado es un contrato, el sujeto pasivo solamente puede
estar constituido por el Estado”. Sin embargo la posición de esta jurisprudencia no resulta del todo correcto,
Página
pues la disposición estatal no se produce como consecuencia de un error, sino más bien, de una colusión con
el funcionario público. Si bien es cierto que la colusión tiene, por lo general, un carácter oculto y busca
disfrazar la operación con visos de legalidad, el exigir una maniobra engañosa, implicaría dejar al margen
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Incluso James Reátegui Sánchez considera además que no toda concertación-y por
ende colusión- entre el funcionario y el interesado puede ser considerada como ilegal, aquí-
sostiene el referido autor- debe primar el principio racionalizador del sistema penal como es el
principio de subsidiariedad28.
De igual modo, Percy García Cavero sostiene que si bien es cierto la colusión tiene,
por lo general, un carácter oculto en el que se busca disfrazar la operación con visos de
legalidad; el exigir una maniobra engañosa, implicaría dejar al margen del tipo penal los casos
de colusión desnudos o abiertos, en los que no se ofrece siquiera una operación aparentemente
acorde con el Derecho31.
Por otro lado, es necesario acotar que el tipo penal de colusión desleal requiere además
que acuerdo entre el funcionario público y el particular resulte defraudatorio de los intereses
del Estado, lo cual significa que el acuerdo al que se arribe con el particular, debe ser idóneo
para perjudicar el patrimonio del Estado. Por tanto, no puede sustentarse la tipicidad de una
conducta únicamente con el dato objetivo de su peligrosidad, sino que es necesario determinar
del tipo penal los casos de colusión desnudos o abiertos, en los que no se ofrece siquiera una operación
aparentemente acorde con el Derecho. Esto además llevaría consecuentemente a reconducir esto casos a
través del delito de peculado, lo cual presentaría el inconveniente de castigar estos supuestos con un marco
penal máximo considerablemente inferior, es decir con un máximo de pena privativa de libertad de 8 años, en
lugar de 15 años previstos para el delito de colusión. Por lo demás una relación de concurso con el delito de
estafa solamente se producirá si resulta necesario un engaño para conseguir la defraudación al Estado, por
ejemplo, si hay que engañar a otro funcionario público para conseguir la disposición patrimonial. Cfr.
GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luís, Ob. Cit., p. 38-40.
12
28
REATEGUI SANCHEZ, James, Ob. Cit., p. 365.
29
Ejecutoria Suprema R.N.Nº 3611-2002, del 16 de mayo del 2003, en SALAZAR SÁNCHEZ, Nelson, Ob.
Página
Cit., p.176.
30
Cfr. REQUEJO SANCHEZ, Césil. Ob. Cit., p. 128.
31
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luís, Ob. Cit., p. 39.
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si en el contexto social en el que esta conducta tuvo lugar, su peligrosidad resulta socialmente
intolerable32.
32
Ibídem, p. 40.
33
Ibídem, p. 40-41.
34
Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro. Ob. Cit., p. 248.
35
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis, Ob. Cit., p.51. Resulta de criterio errado
la ejecutoria suprema del 11 de octubre de 2005, cuando en un caso de omisión de deberes funcionales
debidamente tipificado en el artículo 377º del Código Penal confirmó una sentencia que condenó por colusión
a personas que sin concertación alguna (al menos del tenor de la sentencia, no se advierte que se haya
acreditado que los sentenciados se hayan concertado para perjudicar al Estado) omitieron dolosamente sus
13
deberes funcionales. Así en el considerando tercero de la dicha ejecutoria se sostiene que “aparece de lo
actuado que en representación de la jefatura de infraestructura del MBJ- Programa MAJ de la GCR-PJ e
Página
integrantes de la comisión de recepción, ambos mostraron su conformidad con la obra que se les hacía entrega
y expresaron que la misma había sido ejecutada de acuerdo al expediente técnico y levantadas las
observaciones que se le formulara en su oportunidad, por lo que declaraban su conformidad a la obra y
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Posición distinta es la sostenida por Fidel Rojas Vargas, para quien en el supuesto de
existir un colegiado de negociadores públicos para una operación contractual, el silencio o la
omisión de denunciar que adopte uno o varios de ellos ante la conducta ilícita asumida por los
demás, dada la especial posición de garante que asumen dichos funcionarios, puede configurar
un estado de coautoría en el delito con base a una omisión impropia o comisión por omisión,
de conformidad con lo indicado en el artículo 13° del Código Penal, pero sí la omisión le es
atribuida a cualquier otro funcionario o servidor público que no estaba vinculado
funcionalmente, entonces se configurará el delito de omisión de denuncia37; no compartimos
esta opinión, debido a que el guardar silencio no se semeja, desde el punto de vista normativo
y estructural, a la concertación exigida por el tipo penal, la concertación es una acción
esencialmente activa, por tanto quien guarda silencio, no está concertándose para perjudicar al
Estado, sino únicamente realiza un comportamiento omisivo que facilita la comisión del delito
por otros38.
procedían a su recepción, pese a que las observaciones formuladas primigeniamente no habían sido
subsanadas en su totalidad; que si bien los citados acusados han alegado que suscribieron dicha acta de favor,
pues se les había informado que las observaciones habían sido subsanadas dada su calidad de profesionales de
ingeniería tenían la obligación de verificar que en realidad la obra se encontrara operativa y ejecutada
conforme a lo establecido en el correspondiente expediente técnico, situación que permite inferir la
concertación entre los encausados y el contratista a fin de hacer aparecer como cabalmente ejecutada una obra
que no se ajustó a los acuerdos previamente adoptados por la entidad contratante, encontrándose acreditada de
esta manera la culpabilidad de los recurrentes”.
36
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis, Ob. Cit., p.51. Por su parte Castillo Alva,
considera que en el caso que un funcionario que participa de las negociaciones- pero no obra por razón al
cargo o por comisión especial- solo guarda silencio y con ello permite que haya un comportamiento
defraudatorio a los intereses del Estado, estaremos ante un caso de “complicidad primaria omisiva”. El
guardar silencio no equivale desde el punto de vista normativo y estructural, a concertar que exige el tipo
penal. Concertar es una acción eminentemente activa. Quien guarda silencio o calla, no obra en concierto
para perjudicar al Estado, simplemente realiza un comportamiento omisivo que facilita la comisión del delito
por otros. Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis, Ob. Cit., p.122.
37
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 409. Por su parte el jurista Abanto Vásquez, se pronuncia por la
tesis de un abuso de autoridad omisivo previsto en el Art. 377 del Código Penal, precisando que si ese silencio
constituye un acto concluyente positivo (dejar solamente que el otro funcionario realice las actividades
ilícitas), en ese caso ya no habrá omisión, sino comisión. Cfr. ABANTO VASQUEZ, Manuel. Ob. Cit., p.311.
38
Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro, Ob. Cit., p. 249. Asimismo Ramiro Salinas Siccha cita la ejecutoria
suprema del 11 de octubre de 2005, la cual adopta un criterio errado y equipara la omisión de deberes
funcionales (Art. 377º del Código Penal) a la concertación exigida por el delito de colusión, así en este caso,
14
se confirmó una sentencia que condenó por colusión a personas que sin concertación alguna omitieron
dolosamente sus deberes funcionales. En el considerando tercero de la citada ejecutoria se señala “aparece de
Página
lo actuado que en representación de la jefatura de infraestructura del MBJ- Programa MAJ de la GCR-PJ e
integrantes de la comisión de recepción, ambos mostraron su conformidad con la obra que se les hacía entrega
y expresaron que la misma había sido ejecutada de acuerdo al expediente técnico y levantadas las
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Ahora bien, teniendo en claro que la concertación ilegal debe realizarse entre el
funcionario público y los interesados, es imperioso aquí, desarrollar qué implica el término
interesados al que hace alusión la norma penal39. El término “interesados” es una locución que
engloba a todos quienes contratan (vía las diferentes negociaciones u operaciones nominadas o
innominadas establecidas en el tipo) con el Estado, sean estos contratistas extraneus absolutos
(extraños a la Administración Pública) o relativos, en este último caso cuando los contratistas
son empresas estatales o mixtas40.
Los interesados pueden ser las empresas privadas ya sean nacionales o internacionales,
aunque también en determinados casos de selección pueden ser sujetos particulares, que se
presentan a las convocatorias públicas de licitaciones para realizar obras de interés nacional,
regional, municipal; de igual forma, pueden ser las firmas comerciales que intentan proveer-
vía licitaciones, adjudicaciones directas o de menor cuantía- de bienes diversos a las distintas
entidades de la Administración Pública, así como todos aquellos que participen con sus
propuestas en los remates públicos de bienes, como los que acudan a concursos públicos para
brindar servicios o consultorías41.
que nos e ajustó a los acuerdos previamente adoptados con la entidad contratante, encontrándose acreditada
de esta manera la culpabilidad de los recurrentes”.
Página
39
Debido a que lo relativo al funcionario público ya fue desarrollado al tratarse sobre el sujeto activo.
40
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 415.
41
Ibídem.
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Por último, es muy debatible que puedan comprenderse dentro del tipo penal las
contrataciones no patrimoniales, así como la contratación de personal, debido a que en las
mismas es difícil percibir o verificar el perjuicio defraudatorio al Estado43. En este sentido, no
se encuentran comprendidos dentro del tipo penal, los concursos públicos para cubrir plazas,
vía nombramiento de Magistrados, Fiscales, profesores, ejecutores coactivos, etc., procesos
técnicos entre otros, que se reconducen vía normativa especial y propia, tal como lo establece
el Art. 2.2 del Texto Único Ordenado de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del
Estado44.
B.- Defraudación
Otro de los elementos típicos del delito de colusión desleal, conforme se desprende de
la norma penal es la defraudación, término que tiene muy diversas y singulares
interpretaciones45, por lo que en principio conviene determinar cuál es el verdadero significado
de la expresión defraudar.
42
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 415. Asimismo señala Rojas Vargas que en tañes supuestos,
podrá configurarse, de acuerdo a lo que reporte el análisis concreto de la situación concreta, hipótesis de
cohecho pasivo o activo, u otras figuras delictivas, tales como el delito de “concertación en licitaciones,
subastas o concursos públicos” del art. 241.3.
43
Ibidem.
16
44
Ibidem, p. 415- 416.
45
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis, Ob. Cit., p. 134.
Página
46
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. [ubicado el 9.IX. 2009]. Obtenido en:
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=defraudar
47
Ibídem.
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Este parecer fue asumido además por diversas resoluciones de la Corte Suprema de
Justicia, la cual en diversos casos conceptuó a la defraudación como el quebrantamiento de la
confianza depositada en el funcionario público o el incumplimiento de los deberes funcionales,
siendo únicamente necesario para entender consumado el ilícito la verificación de la
defraudación a las expectativas y las normas estatales.
Al respecto, debe señalarse que no se considera correcta esta posición, debido a que en
estricto una definición de defraudación como la antes esbozada, no permite diferenciar el ilícito
penal de meras irregularidades o infracciones administrativas en las que también se infringen
deberes funcionales. Más aún, una posición como la señalada transgrediría principios
constitucionales básicos del Derecho Penal como el Principio de Fragmentariedad, que es una
48
Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro, Ob. Cit., p. 243- 244. Citando a Fidel Rojas Vargas. En la ejecutoria
Suprema del 26 de octubre de 2005 de la Sala Penal Permanente establece en forma pedagógica que el delito
de colusión ilegal como delito especial “comprende todos los elementos del tipo legal de estafa más algunos
elementos adicionales- el autor del ilícito es un funcionario, el ámbito típico del negocio jurídico concertado
es un contrato, el sujeto pasivo solamente puede estar constituido por el Estado”. R.N.Nº 956-2005- Junín.
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., p. 279; Fidel Rojas Vargas
comenta que la defraudación implica toda una flagrante violación de los deberes inherentes al cargo a los
encargos de la comisión especial confiada a los funcionarios y servidores públicos. Estos se valen de las
atribuciones poseídas para variar, soslayar o sustituir ilícitamente los intereses y pretensiones estatales o
17
paraestatales, los cuales por ley deben asegurar o cautelar, optando en cambio por preferir intereses diferentes
e incluso por priorizar pretensiones particulares lesivas a los que son propios de la administración pública.
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Debe añadirse también que esta posición no implica la impunidad de los casos en los
que no se cause efectivamente un perjuicio patrimonial a la entidad estatal, pues aun se tendrá
la posibilidad de recurrir al art. 16 del Código Penal y castigar la conducta a título de tentativa.
b.1. Perjuicio
Rojas Vargas señala “el perjuicio es un elemento intrínseco a la defraudación, es un
componente material que lo objetiviza y diferencia del simple engaño”54.
Tal como hemos desarrollado en la definición sobre defraudación, el perjuicio es un
elemento que se encuentra comprendido dentro de la “defraudación”, el cual debe
entenderse como aquel daño o menoscabo causado a los intereses del Estado como
consecuencia de la contratación entre el funcionario público e interesado.
51
CABANELLAS, Guillermo. Diccionario enciclopédico de derecho usual. Tomo III. DE, 18 edición,
Buenos Aires, Editorial Heliasta S.R.L., 1981, p.50. Señala también que por defraudar se entiende la
sustracción o abstención dolosa del pago de impuestos, o la apropiación indebida de cosa muebles recibidas
con obligación de restituirla o cualquier fraude (v.) o engaño en las relaciones con otro. Significa además
18
privar con infidelidad, engaño o abuso de confianza, de lo que a otro pertenece por derecho. Estafar. Engañar.
Eludir el pago de los impuestos, sea por el total o parcial. Frustrar. Hacer inútil algo, o dejarlo sin efecto.
Página
52
Cfr. GOLDSTEIN, Raúl. Diccionario de Derecho Penal, Buenos Aires, Editorial Ameba, 1962, p. 141.
53
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., p.141.
54
ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 412.
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55
SALINAS SICCHA, Ramiro. Ob. Cit., p. 245.
56
Cfr. REATEGUI SÁNCHEZ, James. Ob. Cit., p. 390.
57
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 413 - 414.
19
58
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., p. 49 y 142; De igual modo
Castillo Alva sostiene que aquí se aplican las reglas comunes de la imputación objetiva: la concertación
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cuidado de los almacenes de la entidad pública Estado en la preservación del producto. Cfr. GARCÍA
CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., 143 -144.
59
Ibídem, p. 141-142; Castillo Alva señala además que debe desterrarse la idea de que el delito de colusión
ilegal supone siempre el perjuicio económico al Estado porque no se aceptó la oferta más económica para la
adquisición de producto, en el sentido de más barata o más cómoda, debido a que las compras y adquisiciones
estatales también se guían por otros principios que dado el caso pueden llegar a adquirir mayor peso y valor
como la ponderación de la calidad del bien, su duración, el mantenimiento que se ofrece, las condiciones de
entrega, cuando se trata de productos de alta sensibilidad, porque cumple la finalidad que se propuso al
convocar a licitación o concurso público. Asimismo señala que no siempre la compra de un bien a un precio
menor es una buena compra, puesto que a dicho bien le puede faltar las condiciones de calidad apropiada. El
pago de un precio superior por un bien pude estar justificado según las circunstancias.
60
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., p. 144.
20
61
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 412. Fidel Rojas Vargas comenta lo dicho por Luis Rodríguez
Collao y María Magdalena Ossandón Widow en su libro Delitos contra la función pública, el derecho penal
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económicos, sino una serie de variables (como calidad, duración, mantenimiento) que al
final determinarán cuál es el verdadero precio del producto o servicio64.
Por tanto, de lo expuesto puede concluirse que el perjuicio al que hace referencia el
tipo penal debe ser siempre referido a un detrimento o menoscabo patrimonial que sea
consecuencia inmediata del acuerdo colusorio65.
Por otra lado, se discute también en la doctrina y jurisprudencia, si es necesaria o
no, la materialización del perjuicio para la consumación del tipo penal o basta sólo la
configuración de un perjuicio potencial o un peligro de perjuicio. Así existen hasta tres
posturas que intentan dar solución a esta disyuntiva:
a. Perjuicio Potencial
Un sector importante de la doctrina y jurisprudencia nacional, considera que
el perjuicio en el tipo penal de colusión desleal, requiere únicamente ser potencial, el que
debe ser entendido como la generación de un peligro concreto de perjuicio, esto es, que
en el caso específico, hayan concurrido todos los factores necesarios para la realización
del perjuicio66, sin importar si el perjuicio efectivamente se materializó o no, pues el tipo
penal se habría consumado al configurarse esa peligro potencial de perjuicio.
64
Cfr. REQUEJO SÁNCHEZ, Césil Hedelmar, El delito de colusión, en Actualidad Jurídica, p.129; GARCÍA
21
CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., p. 143.Castillo Alva manifiesta que el pago de un
precio superior por un bien puede estar justificado según las circunstancias.
Página
65
Cfr. REQUEJO SÁNCHEZ, Césil, Ob. Cit., p. 129.
66
Cfr. REATEGUI SÁNCHEZ, James. Ob. Cit., p. 391.
67
Cfr. REATEGUI SÁNCHEZ, James. Ob. Cit., p. 391.
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público a través de un proceso licitario indebido, el cual incluso- como una exigencia
adicional a la consumación típica, que sólo requiere peligro potencial- en el presente
caso resultó dañado no sólo (…)”68.
No se considera acertada esta tesis, pues ésta no se condice al tenor del tipo
penal, el cual hace referencia a la situación objetiva de “defrauda al Estado”, lo cual
supone la materialización de un perjuicio patrimonial a la entidad pública y refleja una
situación actual, no ulterior ni potencial70.Totalmente distinto sería si nuestra legislación
en lugar de “defrauda” hubiese incluido la expresión “para defraudar”, como lo hace la
legislación española, en cuyo caso no sería necesario la verificación de un perjuicio real
o efectivo71.
b. Perjuicio Efectivo
Según esta tesis, el delito de colusión es un delito de resultado. En los delitos de
resultado es imaginable teóricamente- y por ello distan de los de mera actividad- la
existencia de una distancia espacio-temporal entre movimiento corporal y resultado
material72.
68
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis, Ob. Cit., 337. El resaltado es nuestro.
69
Cfr. MURO ROJO, Manuel, El Código penal en su jurisprudencia. Sentencias vinculadas con los artículos
22
y figuras jurídicas del código penal, Lima, Gaceta jurídica. 2007, p. 400. El resaltado es nuestro.
70
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., p.139.
Página
71
El Art. 436 del Código Penal Español que establece “(…) se concertara con los interesados o usase
cualquier otro artificio para defraudar a cualquier ente público”.
72
Cfr. REATEGUI SÁNCHEZ, James,Ob. Cit., p. 393-394.
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Apurimac, establece “el tipo objetivo del delito de colusión desleal exige que el
funcionario o servidor público, en el ejercicio de su cargo, ilegalmente, acuerde de
modo subrepticio, con los interesados, determinadas adquisiciones, servicios o
negociaciones en perjuicio patrimonial de una entidad del Estado. El perjuicio importa
un atentado efectivo al patrimonio estatal”73.
La ausencia de perjuicio efectivo para el patrimonio del Estado, no generará
tampoco impunidad, sino que podrá castigarse a título de tentativa si es que se demuestra
la configuración de un acuerdo colusorio entre funcionario público y particular
interesado, que finalmente no produjo un perjuicio efectivo, por causas no atribuibles a
los partícipes74.
73
Cfr. MURO ROJO, Manuel, Ob. Cit., 400. El resaltado es nuestro; esta línea doctrinal también fue
defendida por cierto sector del Ministerio Público, que exigía un resultado-perjuicio efectivo- a los intereses
del Estado, para configurar el delito de colusión desleal, así en la acusación fiscal recaída en el Expediente
049-2001 expedido por la Quinta Fiscalía Superior Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios se
señala lo siguiente: “A) El 11 de mayo de 1995, en sesión del directorio Nº 19, integrado por Danfer Suárez
Carranza (Presidente), Javier Manuel Revilla Palomino, Mario Rodolfo Gálvez Pinillos, Alberto Zarak
Alvarado, Luis Enrique Duthurburu Cubas, Juan Silvio Valencia Rosas y Alejandro Vigo Gallirgos,
financiera Regional del Sur- FINSUR, aprobó la compra del hotel Tampu Diplomat; a mérito de esto el 16 de
mayo de 1995 se concretó esta operación por la suma de USS 2700 000.00 a través de la respectiva escritura
pública suscrita ante el notario Alfredo Paino Scarpati. B) De esa cantidad, US$ 2070071.00 fueron
utilizados para el pago de la obligación que tenía Palm Suite SA con la caja no sólo recobró su inversión del
orden de US$ 1650 000.00, sino que además obtuvo los correspondientes ingresos por los intereses pactados
y por la mora incurrida, en consecuencia desde esta perspectiva se tiene que la de esta operación no se
deriva ningún perjuicio económico para la Caja, toda vez que la obligación pendiente de saldar a su favor, lo
fue justamente con el producto de la venta; C) En ese orden de ideas tenemos que por una lado la Caja de
Pensiones Militar Policial satisfizo sus interés y por otro lado que FINSUR incrementó su patrimonio con la
adquisición de aquel inmueble, que además fue comprado a un valor por debajo del monto al que fue tasado
(US$ 4062 500.00) al momento de garantizar el crédito a favor de Palm Suite SA; D) Es por estas
consideraciones que la conducta de los miembros del Consejo Directivo de FINSUR que aprobó la compra
del Hotel Tambu Diplomat no resultó lesiva a los intereses de la Caja de Pensiones Militar Policial y por
consiguiente tampoco a los intereses del Estado, razón por la cual la conducta de los procesados en este
extremo se encuentre desprovista de contenido penal al no presentarse la defraudación como elemento
componente del tipo penal previsto y penado por el artículo 384º del Código Penal. En ese sentido, esta
Fiscalía Superior Especializada, en aplicación del artículo 221º del Código de Procedimientos Penales,
PROPONE a la Sala el SOBRESEIMIENTO de lo actuado en cuanto a este extremo se refiere,
23
ARCHIVÁNDOSE DEFINITIVAMENTE”. Lo cual evidencia que para el Ministerio Público el perjuicio real
en el delito de colusión desleal resulta ser el elemento crucial a la hora de cerrar la tipicidad penal de este
Página
delito, es claro por tanto que el Fiscal Superior se adhiere a la concepción real del perjuicio para el delito de
Colusión. Cfr. REATEGUI SÁNCHEZ, James, Ob. Cit., p. 394-395.
74
Cfr. REATEGUI SÁNCHEZ, James, Ob. Cit., p. 395; GARCÍA CAVERO, Percy, Ob. Cit., p. 49.
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c. Opción Mixta
Finalmente debe agregarse, que existe también otra postura respecto al elemento
“perjuicio”, la cual se recoge en diversas ejecutorias de la Corte Suprema, así en la R. N.
Nº 238-2005 se señala “Que la conducta de los citados encausados fue tipificada en el
artículo trescientos ochenta y cuatro del Código Penal, que sanciona al funcionario o
servidor público- delito especial- que con ocasión, entre otros, de subastas en la que
intervengan por razón de su cargo o comisión especial defraudan al Estado o entidad u
organismo del Estado concertando con los interesados; que como premisa fluye que se
trata de un injusto penal de resultado cuyo núcleo rector típico es defraudar al Estado,
real o potencialmente (…)”77.
75
De igual modo Rojas Vargas considera que es de primera importancia para verificar el perjuicio los
informes y dictámenes técnicos de ley, que al respecto se hayan realizado administrativamente, vía control o
ya en sede judicial. Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 412. Reyna Alfaro señala también que
“justamente por su carácter patrimonial, el perjuicio debe ser valorable y cuantificable económicamente, lo
24
que supone que su determinación debe ser objeto de prueba en el proceso penal en miras a la efectiva
comprobación de la existencia de la acción típica”. Cfr. REYNA ALFARO, Luis. Estructura atípica del
Página
delito de colusión. En Actualidad Jurídica Nº 130, Gaceta Jurídica, Septiembre, 2004, p. 68.
76
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., p. 141-142.
77
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis, Ob. Cit., p. 274. El resaltado es nuestro.
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25
78
GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis, Ob. Cit., p. 305-306. El resaltado es nuestro.
Página
79
Ibídem., p. 349. El resaltado es nuestro.
80
Ibídem, p. 325. Ver considerando sétimo de la ejecutoria suprema del 14 de febrero de 2005, R.N.Nº 1016-
2004- Ayacucho.
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De este modo, en el tipo penal se hace alusión a los actos jurídicos o modalidades
contractuales, en los cuales el Estado es parte.
a) Contratos, son acuerdos escritos formalizados que celebra el Estado con los particulares
para la ejecución de obras, provisión de bienes, prestación de servicios 83, entre otros84.
b) Suministros, son acuerdos a los que llega la entidad estatal con los particulares para que
estos se encarguen de proporcionarle prestaciones de bienes y/o servicios 85 . En este
contrato, el particular, mediante una remuneración pagada por la administración, se encarga
de proporcionar prestaciones mobiliarias, así por ejemplo, combustibles para vehículos del
Estado, alimentos para un regimiento, armas, ropas, mercaderías, u otras86.
c) Licitaciones, se trata de un procedimiento legal y técnico que permite a la administración
pública conocer quiénes pueden, en mejores condiciones de idoneidad o conveniencia,
prestar servicios públicos o realizar obras87.
81
Cfr. POLAINO NAVARRETE, Miguel, Ob.Cit., p. 419.
82
Ibídem, Ob. Cit., p. 418-419.
83
Así tenemos por ejemplo el transporte de bienes, programas de asesoramiento nacional o internacional, etc.
26
85
Ibídem.
86
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 417- 418.
87
Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro, Ob. Cit., p. 251.
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e) Subastas: son actos de venta pública de bienes al mejor postor, puede hacerse
judicial o administrativamente93. La subasta pública es de carácter judicial cuando se realiza
por orden de la autoridad jurisdiccional competente, y es administrativa, cuando la llevan a
cabo entes estatales sin necesidad de la autorización o presencia del juez o autoridad judicial94.
f) Operación semejante: el tipo penal deja la posibilidad que otra operación similar a
las antes mencionadas en la cual el Estado u organismo estatal sea parte, se constituya en
objeto del delito de colusión desleal, no obstante estas operaciones están condicionadas a que
necesariamente sean bajo una colusión o concertación ilegal.
88
Cfr. HUGO ALVAREZ, Jorge. Delitos cometidos por funcionarios públicos contra la Administración
Pública, 2da edición, Lima, Editorial Gaceta Jurídica, 2002, p. 86.
89
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 418.
27
90
Ibídem.
91
Ibídem, p. 419.
Página
92
Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro. Ob. Cit., p. 251.
93
Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro. Ob. Cit., p. 251.
94
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 419.
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Salinas Siccha considera que estas operaciones deben enmarcarse forzosamente en los
procesos de selección y contratación pública para las adquisiciones del Estado, de este modo
podrían incluirse otros procesos de selección no mencionados expresamente en el tipo penal,
como sería el caso de la adjudicación directa o la adjudicación de menor cuantía, no pudiendo
aplicarse este delito a cualquier tipo de operación económica que realice el Estado a través de
sus funcionarios, pues esta extensión del ámbito de aplicación del tipo penal implicaría salirse
de lo establecido por el artículo 384º del Código Penal95.
Opinión distinta es la esbozada por Fidel Rojas Vargas, quien citando al jurista
Alberto Millán, sostiene que situaciones donde se aduzca que no se ha contratado, así por
ejemplo una expropiación, un secuestro, embargo, incautación de bienes, comiso, etc., u otras
operaciones tales como la concesión de uso de bienes del dominio público, liquidaciones de
empresas públicas u otras, así como diversos contratos de riesgo (exploración- prospección de
probables asientos petroleros, implementación de planes pilotos, etc.), quedan comprendidas
bajo la frase “cualquier otra operación semejante”96.
95
Cfr. SALINAS SICCHA, Ramiro. Ob. Cit., p. 251- 252.
96
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit., p. 420.
97
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit., p. 171. Por el término dolo, se
entiende el querer, dominado por el saber de la realización del tipo objetivo, esto es, aquel conocimiento y
voluntad de la realización del tipo. Cfr. VILLA STEIN, Javier, Ob. Cit., 253; En Argentina se señala que
subjetivamente la negociación incompatible (o colusión desleal para nosotros) es dolosa, de modo que el error
y la ignorancia esenciales, aun culpables, excluyen la aplicación del Art. 265 del Código Penal Argentino,
debiendo mediar un móvil económico. Fontán Señala además que el dolo no tiene por qué abarcar un
28
perjuicio a la administración pública, que el delito tampoco tiene por qué causar o perseguir. El móvil de
lucro es perfectamente posible sin perjuicio para nadie. Cfr. FONTAN BALESTRA, Carlos, Ob. Cit., p. 965-
Página
966.
98
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel. Ob. Cit., p. 422; SALINAS SICCHA, Ramiro. Ob. Cit., p. 263.
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intencionalidad del autor 99 ; señalándose asimismo que el concierto para defraudar, resulta
impensable con dolo eventual100.
En este sentido, Fidel Rojas Vargas refiere que se trata de un delito donde el dolo
del funcionario o servidor público necesariamente deberá ameritar una intención defraudatoria a los
intereses estatales, esto es, requerirá del dolo directo para poder perfeccionar la relevancia penal del
supuesto hecho, dolo que además deberá existir en quienes sean imputados a título de cómplices 101.
Opinión distinta es la defendida por Castillo Alva, quien sostiene que “sin que
pueda negarse que efectivamente el sentido social de la concertación representa un comportamiento
básicamente intencional como lo puede ser el engaño en la estafa o la violencia en el robo; queda
claro que bien puede aceptarse la realización del tipo penal a título de dolo eventual en la medida
que haya un conocimiento de la capacidad concreta de la lesividad de la conducta respecto al
perjuicio (…)”102. Para ello, es necesario- explica Castillo Alva- que el autor o partícipe conozca los
alcances de su intervención en los actos concretos de contratación estatal, debiéndose acreditar
cuestiones tales como si el autor conocía las circunstancias, la sobrevaluación, la mala calidad de
los productos y otros supuestos, no siendo suficiente que el autor o partícipe intervenga
objetivamente en el contrato estatal, es necesario que se pruebe su actuación en las maniobras
colusorias y en el caso que se trate de probar su condición de cómplice, deberá demostrarse que
conocía la sobrevaloración, la baja calidad de los bienes, su deterioro o que estos nunca ingresaron
al almacén103.
99
Cfr. ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. Ob. Cit., p. 316.
29
100
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel. Ob. Cit., p. 422.
101
Cfr. ROJAS VARGAS, Fidel. “Ubicación dogmático- normativa y rol que juegan los “interesados” en el
Página
delito de Colusión Desleal”, Diálogo con la jurisprudencia, N° 34, Julio 2001, p. 68.
102
Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA, José Luis. Ob. Cit. p. 172.
103
Ibidem, p. 172-173.
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104
Así José Luis Castillo Alva, pone el caso de un asesor externo que al absolver una consulta respecto a las
especificaciones de las obras originales fue de opinión favorable a la misma y pese a que el gasto fue mayor
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no se probó que respondía a un acuerdo colusorio, así lo dispuso la Corte Suprema la Ejecutoria Suprema
recaída en la R. N. N° 1022-2004 del 7 de diciembre de 2004. Cfr. GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO
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107
Cfr. ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. Ob. Cit., p. 316; GARCÍA CAVERO, Percy y CASTILLO ALVA,
José Luis. Ob. Cit., p. 174; en igual sentido Rojas Vargas considera que la defraudación a los intereses
patrimoniales de la Administración Pública no requiere como elemento del tipo el provecho o beneficio
personal del funcionario o servidor público, sin embargo ello no impide considerar que en un gran número de
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casos pueda producirse, configurando concursos con el delito de cohecho. ROJAS VARGAS, Fidel, Ob. Cit.,
p. 413
Página
108
Cfr. MIR PUIG, Carlos. Ob. Cit., p. 340; POLAINO NAVARRETE. Ob. Cit., p. 420.
109
Cfr. REATEGUI SÁNCHEZ, James, Ob. Cit., p. 397.
110
Cfr. MIR PUIG, Carlos. Ob. Cit., p. 339.
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Por último, debe mencionarse que el delito de colusión desleal es un tipo penal
eminentemente doloso, por lo que para la configuración de la tipicidad de la conducta, debe
verificarse además de la concurrencia de todos los elementos objetivos, la presencia del
conocimiento y de la voluntad respecto a los elementos objetivos, es decir, debe comprobarse la
presencia del dolo directo.
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