E MC Clung Ecol y Cult en Mesoam PDF

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ANTROPOLÓGICAS

Cuadernos Serie Antropológica: 30


Primera edición: 1979
Segunda edición: 1984

D R © 1984, Universidad Nacional Autónoma de México


Ciudad Universitaria. 04510, México, D. F.
DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES

Impreso y hecho en México

ISBN (.»()8-.r>8-2534-3 (Primera edición)


Ü I N 968-837-113-0 (Segunda edición)
PREFACIO

Este libro es el resultado de un interés combinado en el desarrollo del llamado


"enfoque ecológico" en la arqueología americana, junto con el deseo de aplicar la
metodología de la ecobgía cultural en el contexto del estudio de las sociedades com-
plejas prehistóricas.
Muy frecuentemente, se entiende por "ecología" lo que es el ambiente físico, in-
cluyendo rasgos como altura, temperatura y clima, condiciones del suelo, topografía,
etcétera. Tero, por definición, "ecología" se refiere a la i n t e r a c c i ó n entre pobla-
ciones de especies biológicas, las plantas así como los animales, y el medio ambiente
físico dentro del cual se encuentran.
Últimamente, los factores ecológicos han recibido atención como "causas" o "con-
secuencias" de ciertos fenómenos culturales, pero ha sido aproximadamente durante
bs últimos diez años cuando los arqueólogos se han dado cuenta que un marco para
explicar el desarrollo y el cambio cultural prehistórico requiere más que el reconoci-
miento sencilb de bs rasgos del medio ambiente físico como bs ya mencionados. Por
supuesto, estos rasgos tienen importancia, pero su significación consiste en la forma_
enjta cual las poblaciones biológicas se adaptan al medio ambiente y bs cambios en
el medio ambiente que resultan como consecuencia de estol adaptaciones. En este
contexto, las poblaciones húmanos son de una especie biológica tal como cualquier
otra, y uno de bs propósitos de la ecología cultural es considerar bs formas de la
cultura humana como bs adaptaciones que los humanos han hecho a las condiciones
medio ambientales (y ecobgicas).
El siguiente estudio tiene dos objetivos principales. El primero es examinar el
desarrollo y la decadencia de tres sociedades complejas en Mesoamérica en el con-
texto de condiciones ecológicas y su efecto, si hay alguno, sobre bs procesos cultura-
les. Consideramos bs tres centros clásicos: Teotihuacan, Monte Albán y Tikal.
Estos sitias arqueológicos han sido seleccionados en base a su contemporaneidad rela-
tiva, su comparabilidad relativa en términos de los procesos culturales, y la disponi-
bilidad de datos detaüados de las investigaciones conducidas en estas regiones. Lo
más importante es el hecho de que algunos factores medio ambientales o ecológicos
han sido citados como bs "causas" de b aparición de ciertos ejemplos del desarrolb
cultural o su ausencia en cada uno de los tres casos. Por consiguiente, consideramos
útil el examen detallado de grandes partes de la literatura arqueológica ya publicada
de estos sitios en el contexto de sus ubicaciones ecobgicas para determinar cuál es el
papel que podemos asignar a los factores ambientales.
El segundo propósito de este estudio ha sido combinar una amplia selección de
datos arqueobgicos y ecológicos de los sitios de Teotihuacan, Monte Albán y Tikal
y sus regiones como una introducción para estudiantes principiantes. Una bibliografía
más detallada de ks fuentes originales aparece al final del trabajo para bs estudian-
6 PREFACIO

tes cuyo interés les dirige a buscar más información sobre las orientaciones teóricas
y metodológicas que han influido muchas de las investigaciones arqueológicas recien-
tes en Mesoamérica.
La realización de este trabajo no hubiera sido posible si no fuera por el estímulo
recibido de mi profesor y asesor de tesis doctoral el doctor George L Cowgill de la
Universidad de Brandéis. Sus cursos sobre el desarrollo de las sociedades complejas
en Mesoamérica tanto como en el Viejo Mundo, además de muchas harás de plática,
han provisto una base firme para mi interés en los aspectos ecológicos de estas cultu-
ras. También, quiero agradecer al doctor Rene Millón de la Universidad de Ro-
chester y al doctor William T. Sanders de la Universidad del Estado de Pemtsyl-
vania, cuyo entusiasmo, aunque haya grandes diferencias en sus enfoques, ha dado
mucha inspiración a mi trabajo. Agradezco a la vez, la ayuda del doctor Ian A.
Todd del Departamento de Estudios Mediterráneos de la Universidad de Brandéis,
quien no es "americanista", y quien ha tenido siempre una perspectiva objetiva
sebre mi trabajo.
Agradezco al doctor Jaime Litvak King, a la doctora Evelyn C. Rattray, al arqueó-
logo Carlos Navarrete del Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM, y
al arqueólogo Ángel García Cook del Instituto Nacional de Antropología e Historia
el haber revisado este trabajo.
Agradezco finalmente la autorización, concedida por las siguientes instituciones y
personas para publicar estas figuras: 1, p. 9, y 10, p. 77, tomados de William T.
Sanders y Barbara J. Brice: Mesoamérica, The Évolution of a Civilization,
1968, DR (c) por Random House, Inc., Nueva York. Figura 2, p. 25, repro-
ducido con permiso de The Anthropological Society of Washington, de Anthropo-
logical Archaeology in the Americas, 1968: 2, y del Journal of Field
Archaeology, 1: 81-108. DR (c) 1974 por los Trustees ef Boston University
y The Association for Field Archaeology. Figura 3, p. 29, tomando también del
Journal of Field Archaeology, 1: 81-108, con los debidos permisos. Figura
6, p. 59, tomado de T. Patrick Culbert: The Classic Maya Collapse, Albuquer-
que, University of New México Press, School of American Research, Advanced
Seminar Series, 1973. Figura 7, p. 74, DR (c) 1973 por Rene Millón, Urba-
nization of Teotihuacan, v. I. The Teotihuacan Map, University of Texas
Press. Figura 8, p. 75, con permiso de Richard Blanton. Figura 9, p. 76, tomado
de Expedition 7 (3): 24-29, publicado por The University Museum, Philadel-
phia, Pennsylvania. La foto de la portada, del Templo de Ouetzalcóatl, Teotihuacan,
México, es de Horacio Tapia Recillas.

México, D.F., 30 de junio de 1976

Emily McClung de Tapia


INTRODUCCIÓN

£1 análisis y la interpretación de los fenómenos culturales


dentro de un marco ecológico ha tenido una gran influen-
cia sobre la arqueología. El enfoque ecológico se manifiesta
en los estudios arqueológicos a todos los niveles de comple-
jidad sociocultural —desde las sociedades más sencillas
de cazadores y recolectores hasta las sociedades urbanas de
América prehispánica. Antropólogos y arqueólogos han
tomado en cuenta el papel del medio ambiente físico y
biológico desde varios puntos de vista: como una influen-
cia activa o pasiva en el desarrollo cultural. Algunos lo
han considerado como una constante que no afecta direc-
tamente la cultura, otros piensan que el medio ambiente
es la fuerza determinante en el desarrollo cultural. La ma-
yor parte de los ecólogos culturales han propuesto que el
medio ambiente es una variable importante que funciona
como factor limitante más bien que determinante, pero
que tiene que ser tomado en cuenta junto con otros que
influyen en la cultura.
Este trabajo, pretende examinar algunos aspectos del
desarrollo de sociedades complejas prehispánicas en Me-
soamérica que han recibido atención en el contexto de la
perspectiva ecológica, incluyendo rasgos del medio am-
biente físico y biológico de aertas regiones, el potencial
agrícola de las mismas y las relaciones entre estos factores
y las técnicas intensivas de cultivo y desarrollo demográfico.
Se da énfasis a las interrelaciones entre estas variables y
su importancia para el desarrollo de los centros de Teoti-
huacan, Monte Albán y Tikal. Se considera también la dis-
tinción entre civilización y urbanismo, tomando en cuenta
8 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMÉRICA

varios argumentos que pretenden explicar el urbanismo


o su ausencia en ciertas zonas de Mesoamérica. Los datos
proceden de las regiones de Teotihuacan, Monte Albán y
Tikal, y permiten una evaluación de la perspectiva ecoló-
gica que dará una idea más acertada del origen de las so-
ciedades complejas en Mesoamérica.

EL DESARROLLO CULTURAL EN MESOAMÉRICA

Sanders y Price (1968:6) definen a Mesoamérica de tal


manera que incluyen a México al sur de la Cuenca del
Pánuco-Lerma,1 Guatemala, El Salvador, Belice y el orien-
te de Honduras hasta la frontera formada por el Río Ulúa,
sobre el Golfo de Honduras, y el lago Yojoa. El presente
trabajo está enfocado principalmente a la Cuenca de Mé-
xico, el Valle de Oaxaca, y las tierras bajas mayas, inclu-
yendo parte de Chiapas, el sur de Campeche y el sur de
Quintana Roo en México, Belice, y el Peten, en Guatemala.
El primer cuadro sugiere un marco muy general para la
secuencia del desarrollo cultural en Mesoamérica durante
los periodos que nos interesan (éste se basa en Sanders y
Price 1968: 20-33). Se reconoce que las variaciones regio-
nales son lo suficientemente distintas como para desafiar
la validez de un esquema tan amplio, pero es adecuado
para resumir algunos de los pasos importantes que ocu-
rrieron después del establecimiento de la vida agrícola
sedentaria. Para resúmenes más generales ver a Weaver
(1972), Coe (1962, 1966), y Sanders y Price (1968) entre
otros. Desde la publicación de su trabajo Sanders ha mo-
dificado su punto de vista, y el resultado ha sido la sub-
división de algunos periodos (tabla 2) y la revisión de su
cronología.

1 La frontera norte es irregular y se extiende de la boca del río Sinaloa en el


noreste de México hacia el sur hasta el altiplano central del valle del río Lerma,
y, al noreste, hasta la boca del río Soto la Marina al norte de Tampico, en la cos-
ta del Golfo (Weaver, 1972:5) (p. 2).
10 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMÉRICA

TABLA 1. Resumen de los periodos culturales en Mesoamérica, circa


2500 a.C. 8 1519 d.C.

POSTCLÁSICO 950-1519 d.C.


Se inicia, con el fin de fechas de Cuenta Larga en las tierras bajas mayas; la
decadencia de muchos centros clásicos de importancia; el abandono de las
tierras bajas del sur de la zona maya; remplazamiento de Teotihuacan por
Tula, como poder mayor en el altiplano central durante el clásico tardío-
postclásico temprano; el altiplano, caracterizado generalmente por peque-
fios estados, constantemente en competencia.continuando durante el post-
clásico tardío cuando el Estado imperialista azteca dominó desde su centro
en Tenochtitlan; redes de comercio de gran escala. El periodo termina,
con la conquista de los estados indígenas de los mayas y los aztecas por los
españoles.
CLASICO 300-959 d.C. (Incluyendo el "clásico terminal" en el altiplano central
700-900 d.C.)
El desarrollo de la escritura y el calendario de los mayas es diagnóstico del
clásico, como periodo cronológico, (Sanders y Price 1968:29). Los aspectos
importantes del periodo cultural, incluyendo la continuación y expansión
de la arquitectura monumental, Estados imperialistas con sociedades muy
estratificadas, especialización económica, mercados y comercio, y otras ca-
racterísticas delineadas por Childe (1951). El desarrollo del urbanismo es
un rasgo importante del periodo.
FORMATIVO 2500 a.C. 300 d.C.
Comienza con los pueblos agrícolas sedentarios, al menos en algunas áreas
de Mesoamérica, y termina con la aparición de fechas de Cuenta Larga
en las tierras bajas del sur de la zona maya.
Formativo terminal/protoclásice 100 a.C. 300 d.C.
Continúa la elaboración de §©s patrones del formativo, caracterizado en
particular por la reposición de Cuicuilco por Teotihuacan como centro de
poder en el altiplano central.
Formativo tardío casi 600-100 a.C.
Prosigue el estilo olmeca en la costa del Golfo hasta 400 años a.C.; intensifi-
cación de los patrones del formativo medio, con una divergencia en varia-
ciones características del altiplano y de las tierras bajas; aparece el sistema de
calendario y escritura jeroglífica (Monte Albán, y estela "C" en Tres Zapo-
tes); surgen varios centro regionales con arquitectura monumental (Cui-
cuilco, Monte Albán, Chiapa de Corzo, Kaminaljuyú, Tikal, Tres Zapotes).
Formativo medio 1500-600 a.c.
Se descubren centros ceremoniales con asentamientos rurales alrededor; es-
cultura monumental y arquitectura pública; se trabaja en el Jade; distribu-
ción de cultura en la zona de tierras bajas tropicales hasta las costas del
Pacífico en Guatemala, pero con un desarrollo más grande en los centros
olmecas de La Venta, Tres Zapotes y San Lorenzo en el sur de Veracruz
y el oeste de Tabasco.
Formativo temprano 2500-1500 a.C.
Se establece la vida sedentaria en la parte central y en el sur de Mesoaméri-
ca; aldeas sin evidencia de arquitectura pública; agricultura como base de
subsistencia complementada por la colección de algunas plantas y anima-
les salvajes.
12 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

alta humedad reduce la fertilidad del suelo. Varias técni-


cas como rotación de cultivos, descanso de milpas y el uso
de fertilizantes, o la introducción de cultivos nuevos o de
herramientas más efectivas, permiten el mejoramiento
del medio ambiente. Según Meggers, la productividad
de terrenos cultivados por roza en medios ambientes del
tipo 3 es parecida a la del tipo 2.
Tipo 4. Áreas de potencial agrícola sin límite. Tienen condiciones
suficientes (e.g., clima, recursos hidrográficos, topografía,
etcétera), las cuales permiten la indefinida producción in-
tensiva de cultivos. Según Meggers, todos los ceñiros más
importantes de la civilización se localizan en este tipo de
medio ambiente.
Aunque Meggers vio la importancia de factores básicos
como la fertilidad del suelo, clima, etcétera, su clasificación
del medio ambiente es cultural (o tecnológica) y está ba-
sada sobre grados de capacidad de mejoramiento de la
producción agrícola. Es decir, las regiones explotadas por
cazadores y recolectores de baja densidad demográfica
y con una tecnología rudimentaria pueden ser no muy
productivas. Pero si estas regiones fueran explotadas por
agricultores contando con el apoyo del Estado y usando
sistemas de riego, con tecnología superior, aumentaría la
productividad.
El segundo punto de vista es una alternativa la cual pro-
pone que se considere al medio ambiente como un factor
limitante, ya que se forma un marco en el que se puede
intensificar la explotación usando mejor tecnología. El
marco se forma en base a un "potencial agrícola natural",
pero no se define en términos del mejoramiento de la pro-
ductividad agrícola. Un ejemplo de este enfoque está re-
presentado en el trabajo de Ferdon (1959) quien clasifica
varios tipos de medio ambiente en términos de tempera-
tura, humedad, suelos, topografía, etcétera, y postula que
las civilizaciones más avanzadas tuvieron lugar en áreas de
alto potencial natural agrícola, o sea que sólo el efecto de]
medio ambiente sobre la producción agrícola es el que
controla el grado de desarrollo de una cultura. En efecto
MEDIO AMBIENTE FÍSICO Y CULTURAL 13

no es tan sencillo porque, él señala, culturas muy avanza-


das se han desarrollado en muchas zonas no muy altas en
la clasificación medio ambiental. En contraste al argimento
de Meggers, Ferdon sugiere que es el ambiente cultural el
que efectivamente controla los límites del desarrollo cul-
tural :
La presencia o ausencia de técnicas agrícolas, y el deseo cultural,
o la necesidad económica de usar dichas técnicas para mejorar el
medio ambiente natural, parecen ser importantes en el desarrollo
agrícola de una situación medio ambiental particular (Ferdon
1959:14).

Como se dijo, Meggers toma el punto de vista de que la


complejidad de una cultura está relacionada de un modo
causal con el potencial agrícola de la zona en la cual se
localiza, pero su clasificación no distingue claramente entre
influencias naturales y culturales sobre la productividad
potencia] de una área. Es aparente que todas las zonas del
mundo sean capaces de mejorar y que de algún modo u
otro tengan algún grado de potencial agrícola. También,
Meggers supone que la complejidad del desarrollo cultural
refleja el potencial agrícola, pero nunca explica los factores
que estimulan la incrementación de la explotación de pro-
ductividad potencial en áreas donde sea posible.
Aquí se presentan algunos ejemplos de áreas que no son
precisamente ideales para el cultivo, pero que han mante-
nido culturas muy avanzadas. Además, parece razonable
suponer que los terrenos con un alto potencial agrícola
son capaces de sostener poblaciones con una sencilla orga-
nización social y con patrones de subsistencia basados en la
caza y la recolección o la agricultura primitiva (en escala
muy pequeña). Si el fin es de determinar las causas del
desarrollo cultural, no es suficiente decir que el medio
ambiente permite un cierto nivel de la organización. Al
contrario, hay que comprender cómo y por qué los gru-
pos humanos reconocen y explotan el potencial de un
tipo de medio ambiente u otro.
Un punto importante al que debemos poner énfasis es
la debilidad del concepto de medio ambiente que está
14 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

implícito en la perspectiva determinística de Meggers y


otros. Coe y Flannery (1964) han notado que las pobla-
ciones humanas raramente habitan regiones que constitu-
yen por sí solas un medio ambiente. Por el contrario, ellos
generalmente explotan recursos de un número de zonas
ecológicas diferentes dentro de una región particular. Den-
tro de estas zonas ecológicas se encuentran los que Coe y
Flannery llaman "micromedio ambientes," los cuales son
el habitat de recursos florísticos y faunísticos específicos.
(Cf. Odum 1963:27. Como ejemplos de los micromedio
ambientes, se incluyen la orilla de un río, un manantial,
áreas de vegetación en el desierto, etcétera.) La producti-
vidad potencial de las zonas ecológicas y sus subdivisiones,
los micromedio ambientes, puede variar muy ampliamente
en términos de los tipos de recursos disponibles, su abun-
dancia y su accesibilidad. Las condiciones tales como el ta-
maño, la base de subsistencia y nivel de tecnología de la po-
blación influyen fuertemente en la productividad potencial
de una región. Esto debería ser válido para pueblos agríco-
las como lo es para los grupos de cazadores y recolectores.
Ferdon critica la tendencia determinística de Meggers y él
reconoce que el grado por el cual un medio ambiente pue-
de ser controlado es por la combinación de factores medio
ambientales y factores culturales. La clasificación alterna-
tiva de Ferdon de tipos de medio ambiente falla en reco-
nocer que la variación del medio ambiente dentro de una
región tiene importantes implicaciones por su productivi-
dad potencial. Esta omisión parece ser el resultado, al me-
nos parcialmente, de un concepto de medio ambiente, el
cual está basado principalmente sobre factores físicos me-
dibles, en lugar de una combinación de tales características
y componentes biológicos. La llamada tendencia ecológica
representa una alternativa que acentúa la interacción entre
ambas variables en el aspecto físico y biológico del medio
ambiente, así como en el cultural; además permite y favo-
rece el reconocimiento de los procesos dinámicos que su-
ceden dentro de la región.
La tercera perspectiva, la cual complementa la segunda,
es lo que se llama la ecología cultural. Generalmente, la eco-
MEDIO AMBIENTE FÍSICO Y CULTURAL 15
logia estudia la interacción entre el mundo biológico y el
medio ambiente físico. La especie que nos interesa más es
el ser humano. Esta área de investigación se conoce como
ecología humana.
El concepto de ecología cultural avanzado por Steward
(1955) trata de explicar los orígenes de rasgos particulares
culturales, y patrones que caracterizan áreas diferentes. Por
lo tanto, se distingue de la ecología humana en cuanto
pretende derivar los principios generales que se aplican a
cualquier situación ambiental cultural (Steward 1955:36).
Desde el punto de vista cultural, la ecología se refiere a
tas niveles de relaciones entre el hombre y su medio am-
biente (Sanders y Price 1968:70):
1. La relación entre una comunidad humana y su medio
ambiente inorgánico;
2. La relación entre una comunidad humana y las
plantas y los animales, silvestres y domesticados, de que
depende;
3. Las interrelaciones entre seres humanos de una misma
comunidad local y entre comunidades humanas. Además
el ecólogo cultural considera la «altura de un pueblo como
un subsistema en interacción con otros subsistemas, t e., el
mundo biológico y el medio ambiente físico. La red de
interrelaciones entre los subsistemas constituye el "ecosis-
tema",
Steward da tres pasos fundamentales para la perspectiva
ecológica cultural (1955:40-42):
1. El análisis de las interrelaciones de tecnología (de ex-
plotación o producción) y el medio ambiente;
2. El análisis de los patrones de comportamiento, rela-
cionados con la explotación de un área particular por me-
dio de una tecnología particular;
3. La determinación del grado, en que los patrones de
comportamiento relacionados con la explotación del me-
dio ambiente afectan otros aspectos de la cultura.
Respecto al primer paso, Steward sugirlS que se consi-
dere a los rasgos de clima, topografía, suelos, hidrografía
y vegetación como los más importantes, pero que los ras-
W ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

gos medio ambientales dependan de una cultura porque


las sociedades más sencillas están condicionadas más direc-
tamente por el medio ambiente que las más avanzadas.
Como ejemplo del tipo de patrones de comportamiento,
Steward habla de los aspectos competitivos de recolección,
que favorecen al individualismo en contraste con ciertos
tipos de cacería que son más efectivos al esfuerzo coopera-
tivo. En tercer lugar, se da importancia a la consideración
de una multiplicidad de factores y sus interrelaciones:
... si se consideran individualmente factores como demografía, pa-
trones de asentamiento, estructuras de parentesco, tenencia de la
tierra, y el usufructo de la tierra y otros rasgos claves culturales,
no se pueden comprender sus interrelaciones (Steward 1955:42).
Implícitamente, Steward considera que el medio ambien-
te forma límites dentro de los cuales suceden variaciones
culturales, que dependen de la interacción de otros rasgos.
Sin embargo, se notó que los aspectos culturales muy pa-
recidos ocurrieron bajo condiciones medio ambientales se-
mejantes (e.g., se desarrollaron civilizaciones en varias par-
tes del mundo en regiones semiáridas).
Él sugirió, por ejemplo, que el uso de terrenos por medio
de una tecnología dada permite una cierta densidad de
población. Los patrones de asentamiento de la población
dependen parcialmente de la colocación y la accesibilidad
de recursos importantes y de la organización de grupos
sociales, que está relacionada con su tamaño, sus activida-
des de subsistencia, y otros factores históricos y culturales.
Éstos y otros factores contribuyen a la dirección del desa-
rrollo cultural.
La perspectiva de Steward forma la base de la orientación
ecológica cultural en la arqueología mesoamericana. Hay
una tendencia a considerar al medio ambiente biofísico
como un factor limitante en un papel permisivo (Sanders
y Price 1968:73) o como el trasfondo del desarrollo cultural
(Adams U60-.614). En teoría, se acentúa la interacción de
factores f© variables^ en el flujo del desarrollo cultural
(procesos culturales); aunque no se rechaza el medio arr>
biente físico, tampoco se exagera su papel.
MARCOS TEÓRICOS Y SISTEMAS 17

En los términos de Steward, la ecología cultural es una


herramienta metodológica (1955:42) para investigar los
cambios culturales, los cuales se pueden examinar desde
el punto de vista de los cambios en la adaptación del hom-
bre al medio ambiente. El interés entre los arqueólogos
por el medio ambiente biofísico y por la ecología de regio-
nes específicas ha tenido consecuencias importantes, inclu-
yendo un incremento en los estudios climatológicos, geo-
lógicos, hidrográficos, etcétera, los cuales se consideran
ahora como fundamentales dentro de la perspectiva eco-
lógica. Las investigaciones de flora y fama son ahora reco-
nocidas como medios importantes para estudiar los recur-
sos disponibles a las poblaciones en varias regiones. Estas
combinaciones de intereses son especializaciones que caen
generalmente fuera de la educación antropológica y ar-
queológica, por lo tanto han dado como resultado los
llamados estudios interdisciplinarios. Por su parte, gene-
ralmente la tendencia interdisciplinaria ha sido muy pro-
ductiva, y se la considera como una ruta necesaria a la
formulación de explicaciones más realísticas del desarrollo
cultural en Id prehistoria tanto como los tiempos recientes.

MARCOS TEÓRICOS "FUNCIONALES" Y SISTEMAS

Recientemente ha sido muy popular entre los arqueólo-


gos orientados hacia la perspectiva ecologista describir los
procesos del desarrollo y cambio cultural, usando un vo-
cabulario específico como "sistema" de acción de mecanis-
mos positivos y negativos de feedback, feedback loops, "equili-
brio", en varios niveles de organización, etcétera. Se cree
que la teoría de sistemas, la fuente de esta terminología,
tiene aplicaciones importantes en la ecología.
Muchos arqueólogos escogen marcos teóricos para sus
datos, los cuales yo llamaré "funcionales", pero hay una
creciente tendencia a mostrar interés en "sistemas" como
modelos. A propósito de este trabajo, se puede introducir
una distinción artificial pero útil entre estas dos orienta-
18 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

dones. Se usa "funcional" para referirse a los esquemas


interpretativos, los cuales acentúan la interacción entre un
número de variables en la descripción de cambio cultural.
Ejemplos de esta orientación, incluyen muchos de los tra-
bajos de Adams (1966), Sanders (1962a, 1962b, 1965), y San-
ders y Price (1968), entre otros. Se distingue, un modelo
de sistemas de un modelo funcional a causa de la incorpo-
ración específica de los conceptos derivados de la teoría de
sistemas, aunque necesariamente la forma es un poco mo-
dificada debida a las características únicas de los sistemas
sociales. El trabajo de Flannery 0.968, 1972) y de Zubrow
(1974) son ejemplos del esfuerzo por aplicar la teoría de
sistemas a la descripción y la explicación de cambios cul-
turales.
Existen varios artículos teóricos y críticos sobre el uso
de la teoría de sistemas en arqueología, pero hay pocos,
esfuerzos por usar conceptos, los cuales sobresalen de la in-
corporación de la terminología de sistemas, en estudios que
son de otra manera descriptivos. Posiblemente, se incluye
también en esta categoría el trabajo anterior de Flannery
(1968), el cual tiene las características de una descripción
funcional de los datos, como se define anteriormente.
No se pretende discutir el mérito de la teoría de sistemas
comparado con la perspectiva funcional. Las aplicaciones
de los conceptos de sistemas y el uso de modelos de siste-
mas para explicar el cambio cultural en arqueología toda-
vía no se da, debido a que es un enfoque reciente que ha
producido poca literatura.
Yo sugiero que hasta ahora, la contribución principal de
la teoría de sistemas a la interpretación arqueológica se
encuentra en la refinación de la descripción de los procesos
culturales, en el reconocimiento de variables importantes
y en la descripción de sus interrelaciones que han apareci-
do más obvias dentro del marco de los conceptos y la ter-
minología de sistemas. El resultado es una ruta más precisa
en la dirección de la formulación de explicaciones de los
procesos de desarrollo y cambio cultural. Aun si toma la
forma de una descripción funcional o una explicación de
MARCOS TEÓRICOS Y SISTEMAS 19

sistemas, hay una tendencia a no cpnsiderar el medio am-


biente biofísico simplemente como un factor limitante, o
un trasfondo del desarrollo oiltural, sino las variables me-
dio ambientales en interacción dinámica con las variables
socioculturales, políticas y económicas. El trabajo de Ste-
ward forma la base de nuestro interés en las interrelaciones
entre estos tipos de variables, pero parece que la teoría de
sistemas ha influido bastante en los trabajos de un carácter
más descriptivo enfatizando tales interrelaciones de una
manera más clara.

t
POTENCIAL ECOLÓGICO Y CAPACIDAD REGIONAL
PARA MANTENER LA POBLACIÓN

Esta sección consiste en un análisis esencialmente des-


criptivo de aspectos relevantes de las civilizaciones clásicas
de Teotihuacan, Monte Albán, y Tikal. En particular se
han seleccionado estos sitios por varias razones. En primer
lugar, los Valles de Teotihuacan y Oaxaca han sido sujetos
a la investigación arqueológica dentro del marco de' la
perspectiva ecológica. Además, existen mapas de los tres
sitios que ya han sido recorridos y excavados con detalle
aunque de forma distinta. Existen también bastantes datos
comparativos, los cuales pueden ser interpretados en tér-
minos de procesos de desarrollo de cada uno. Otro aspecto
importante relacionado con los tres sitios es su actuali-
dad y la oportunidad de comparar y contrastar el desarro-
llo y cambio cultural y sugerir las causas de las notables
similitudes v diferencias.
La investigación intensiva en estos sitios ha contribuido
al desarrollo de la teoría del cambio cultural y a la evolu-
ción de la civilización y el urbanismo. Varios conceptos
importantes han sido clasificados o rechazados en base a
los datos arqueológicos de estos lugares, y por esta razón
es útil resumir estos conceptos, muchos de los cuales con-
tinúan recibiendo atención en el contexto de los datos
específicos. Se incluyen aspectos tales como el papel del
medio ambiente biofísico, potencial agrícola y la capacidad
de mantener una población en relación con el desarrollo
demográfico y con la intensificación agrícola.
2Í ECOLOGÍA, ¥ CULTURA EN MESOAMERICA

Ya se analizó en la introducción el concepto de poten-


cial ecológico. No olvidemos que Meggers (1954) usó el
término de "potencial medio ambiental" como una medi-
da del potencial máximo de mejoramiento de la producti-
vidad agrícola en una región, la cual determina el grado
posible del desarrollo cultural. En la crítica de este punto
de vista, Ferdón (1959) opinó que la productividad poten-
cial de un medio ambiente depende del nivel de la tecno-
logía explotativa de la población de la zona, afectada direc-
tamente por factores socioculturales, dentro del marco
limitante de los factores de clima, hidrografía, topografía,
etcétera. Aunque él usa el término potencial medio am-
biental, su concepto es más ecológico porque él considera
la importancia de la interacción entre factores ambientales
y culturales. La perspectiva de Meggers, no es ecológica
precisamente porque se considera al medio ambiente como
determinante más bien que una de muchas variables in-
terrelacionadas.
Así es que el uso de potencial ecológico aquí implica la
interacción entre variables, algunas de las cuales son explí-
citamente físicas (e. g., temperatura, lluvia, condiciones del
suelo, etcétera), biológicas (e. ¿j., recursos disponibles de flo-
ra y fauna, plagas, etcétera), y culturales (e. g., técnicas
agrícolas, tamaño, distribución y organización social de
comunidades, etcétera). Obviamente, las condiciones am-
bientales afectarán los aspectos culturales tal como los
aspectos culturales afectan la explotación y manipulación
del medio ambiente.
El potencial ecológico de una región, determinado por
la interacción de un número de variables, está relacionado
con la capacidad de producir recursos sufrientes para man-
tener un cierto número de habitantes.
Zubrow (1974:15) define la capacidad de una región para
mantener una población (carrying capacity), como el tamaño
máximo de la población que se puede mantener indefini-
damente dentro de un área. O sea, el potencial ecológico
se refiere a la productividad de una región, y la capacidad
de población se refiere al tamaño y a la densidad de pobla-
POTENCIAL ECOLÓGICO Y CAPACIDAD REGIONAL 23

ción, la cual puede ser mantenida por esta misma produc-


tividad.
El potencial ecológico y la capacidad de población son
frecuentemente asociados con productividad agrícola y,
ademas, usualmente son calculados en base a la productivi-
dad de un solo cultivo el cual es básico en una región. Peroí
es importante señalar que los recursos no agrícolas (e. g.,
plantas silvestres, animales silvestres y domésticos) pueden
ser importantes también, y aumentan el potencial ecológi-
co y la capacidad de mantener una población. Así es que se
considera el potencial agrícola como un componente del
potencial ecológico total. Además, la dependencia en varios
recursos sube la capacidad de una región para mantener la
población por arriba de lo que se calcula en base a un solo
recurso como el maíz, trigo, arroz, etcétera. Es posible
también, como se ve en Teotihuacan (y probablemente en
Tikal) que la población de una región exceda su capacidad
de producción. Tal es el caso en que se hace necesario
considerar las influencias exteriores y la productividad de
otras zonas. Por otro lado, un pueblo puede existir a un
nivel mucho más bajo que la capacidad productiva de la
región donde se localiza. No se puede considerar el poten-
cial ecológico y la capacidad de mantener a la población
fuera del contexto de factores socioculturales, políticos y
económicos. No es suficiente decir, por ejemplo, que una
región x puede producir y kilos anualmente del cultivo a,
lo cual es adecuado para mantener una población máxima
de z personas. Hay que determinar cuál es la base de re-
cursos de la región, cuál es la proporción disponible y cuál
proporción está reconocida por la población.

La siguiente discusión de la productividad potencial de


algunas regiones específicas tiene ciertas deficiencias porque
las estimaciones del potencial ecológico y la capacidad de
mantener una población prehistórica están basados sobre
el potencial ecológico contemporáneo el cual está calcula-
do solamente en base a la producción de maíz. Otro pro-
blema es la ausencia parcial de datos comparables de los
tres centros, Teotihuacan, Monte Albán y Tikal. Hasta
24 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

cierto punto» la falta de datos refleja las diferencias de los


sitios mismos, además de las distintas orientaciones de las
investigaciones. Por ejemplo, existen restos botánicos de
las excavaciones de Teotihuacan y Monte Albán2 (y otros
sitios en el Valle de Oaxaca), los cuales pueden ser identifi-
cados para reconstruir aspectos de las bases de subsistencia
de los pueblos prehispánicos, pero restos de este tipo no
han sido recolectados en Tikal. Por otro lado, datos como
la estimación exacta de la población de Monte Albán no
están disponibles todavía para ser comparados con Teoti-
huacan y Tikal. Con estas limitaciones, pasamos a la dis-
cusión del esfuerzo que se ha hecho para determinar tí,
potencial ecológico3 y la capacidad de mantener la pobla-
ción en las regiones donde se localizan los sitios de Teo-
tihuacan, Monte Albán y Tikal. Al mismo tiempo, se
consideran otros métodos empleados por algunos investi-
gadores para calcular las poblaciones de estos centros.

LA CUENCA DE MÉXICO

La unidad geográfica en el altiplano central de México


que nos concierne lleva el nombre de la Cuenca de Mé-
xico. Un número de descripciones generales de esta zona
existen, pero el siguiente resumen depende en principio
de los trabajos de Kovar (1970:13-67), Sanders (1970:101)
y Parsons (1971, 1974) relacionados con el ambiente fí-
sico y biológico del área.
El área de la Cuenca se estima aproximadamente en
7 853 km2 (1 330 km2 pertenecen al Distrito Federal, 4 800
km2 al Estado de México y 1 723 km2 al Estado de Hidalgo)
2
Sólo existe una lista preliminar de los restos botánicos de Teotihuacan
(Ford y Elias, 1972) porque la mayor parte del material se está analizando ahora.
Tampoco se han publicado los materiales de Monte Albán. Ver Flannery et al.
(1967) para una lista breve de las plantas del valle de Oaxaca (p. 22).
3
Los autores de todos los estudios mencionados en la siguiente sección han
interpretado "potencial ecológico" como potencial agrícola. Pero, en efecto, el
potencial agrícola es sólo un componente del potencial ecológico total de una
región (p. 22).
26 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

(Kovar 1970:15). La parte norte está formada por la Sierra


de Pachuca; la del este por la Sierra Nevada (incluyendo
el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl) y su prolongación al nor-
te con la Sierra del Río Frío. La parte sur está formada por
la Sierra de Ajusco y la del oeste por la Sierra de las Cru-
ces. La altura de la planicie de la Cuenca en el centro es
aproximadamente de 2 235 m (Sanders 1970:71) aunque
existen muchas formaciones volcánicas dentro de la zona
baja, algunas de las cuales tienen más de 2 700 m de altura.
La Cuenca está dividida por varios ríos pequeños y varias
barrancas. Generalmente, las barrancas sólo proveen agua
durante la época de lluvia, con excepción de las perennes
que drenan manantiales. Se localizan varios manantiales
en la Cuenca, y algunos son importantes fuentes de agua
para la agricultura, como los de Teotihuacan, Texcoco
y Xochimilco.
El promedio anual de lluvias en la Cuenca es aproxima-
damente de 700 mm, pero hay algunas variaciones entre las
distintas zonas y temporadas de un año a otro (Kovar
1970:19). En general la lluvia aumenta desde el norte has-
ta el sur y con la altura. Una época de lluvias de 5 meses, de
mayo hasta fines de septiembre, caracteriza la Cuenca, pero
el comienzo de las lluvias varía de un área a otra y de
un año a otro.
También las temperaturas son muy variables, dependien-
do de la estación y de la región. En las zonas más bajas
(e. g., abajo de los 2 600 m) las heladas normalmente em-
piezan en octubre y perduran hasta marzo, pero existen
también variaciones en las heladas, tal como sucede en las
lluvias. Las heladas tienen la tendencia a caer en áreas más
bajas como los llanos, y por lo consiguiente las laderas
abajo de los 2 600 m son generalmente favorables para la
agricultura. Arriba de los 2 800 m el cultivo del maíz no
es seguro por la variabilidad de las heladas. En general,
las heladas pueden iniciarse prematuramente en el mes de
septiembre o tardan hasta el mes de diciembre, pero du-
ran hasta mayo.
La profundidad de los suelos varía también. La zona
LA CUENCA DE MÉXICO 27

menos productiva se encuentra en la parte norte de la


Cuenca donde el promedio anual de lluvias es el más
bajo. Los tipos de suelos son menos importantes para la
productividad agrícola que su profundidad y su textura
(Sanders 1970:73).
Parsons ha distinguido cinco principales zonas ecológicas
dentro de la Cuenca de México:
1. El Lago, que se encuentra dividido en tres secciones:
la sección del centro, la más baja, que fue el Lago de Tex-
coco, el cual fue muy salino, sirviendo de desagüe a todas
las demás fuentes de agua; una sección al norte, el Lago
Xaltocan-Zumpango, la cual fue menos salina y más alta
que el Lago de Texcoco, y una sección del sur de agua
dulce, el Lago Chalco-Xochimilco, la cual fue aproxima-
damente tres metro,, mas alta que el Lago de Texcoco y
que recibió el desagüe. Durante una parte del año, el agua
formaba un solo lago, y durante la otra parte existían va-
rios lagos individuales. El promedio de la profundidad de
estos lagos variaba entre 1 y 3 metros y aparentemente
estaban rodeados por una zona de pantanos en lugar de
una playa. Los lagos y los pantanos proveen recursos im-
portantes como: flora y fauna acuática, sal y una red de
comunicaciones hecha posible por el uso de canoas. La
agricultura en las chinampas de la sección del sur fue
importante, al menos durante el postclásico tardío en la
Cuenca. Actualmente, casi no existe agua permanente en
el área de los lagos, después de siglos de desagüe intencional.
2. La planicie lacustre (2 240 - 2 270 m) probablemente fue
una zona pantanosa durante la mayor parte de la época
prehispánica. Ahora es principalmente una zona agrícola,
pero quizá fue explotada pof los recursos pantanosos antes
del desagüe del área.
3. La zona baja del piamonte (2 270 - 2 500 m) está formada
por terrenos ligeramente inclinados con una reducción en
la capa del suelo en la parte más alta. Una subsección del
norte y del este se caracteriza por las superficies formadas
sobre las erupciones volcánicas más antiguas. Esta área es
el locus moderno del cultivo intensivo y el asentamiento.
28 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

Una subsección del sur y del oeste se caracteriza por las


superficies rocosas e irregulares, formada sobre las forma-
ciones volcánicas más recientes. El área, con la excepción
de unos complejos de terrazas, está menos explotada e
intensivamente menos poblada que la otra sección. La ma-
yor parte de los recursos de agua en la zona baja del pia-
monte son barrancas temporales, pero se supone que exis-
tían más corrientes permanentes, pero pequeñas, durante
la época prehispánica.
4. La zona alta del piamonte (2 500-2 750 m, pero se extiende
a 3 000 m en el extremo sur). La zona está caracterizada por
la disección intensiva, las laderas muy inclinadas, y los
suelos de poca profundidad. Una subsección del norte y
este se caracteriza por las superficies más o menos planas;
una subsección del sur y oeste es más irregular y rocosa.
Debido a la delgadez de la capa de suelo y la erosión in-
tensa, toda el área es marginal en la subsistencia y asenta-
miento modernos.
5. La sierra empieza a los 2 750 m en el norte y en la parte
central de la Cuenca, y a los 3 000 m en el sur. La zona
está caracterizada por ser una región boscosa e inclinada
y generalmente no existen asentamientos permanentes ni
agricultura. La importancia de esta zona es debido a sus
recursos forestales (madera, etcétera).
Parsons toma en cuenta dos áreas más:
«J El Pedregal, en el suroeste de la Cuenca, el cual fue
cubierto de lava en el siglo uno o dos a. C. Ahora, esta
zona no tiene productividad potencial.
b) El valle de Amecameca, en el sureste de la Cuenca,
está caracterizado por su altura (2 460-2 800 m), sus sue-
los profundos y su alto promedio anual de lluvia (más
de 1 000 mm.). La otra área de importancia dentro de
!a Cuenca de interés aquí es el Valle de Teotihuacan en la
parte noreste.

Población en la Cuenca de México


Parsons (1974) calculó la población de la Cuenca de Mé-
xico aproximadamente en los años 1100 a. C. hasta 1400
30 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMÉRICA

d. G (figura 3), basado sobre un reconocimiento deta-


llado de los patrones de asentamiento del área indicada
en el cuadro 2. (La sección oriente de la Cuenca no está
incluida en los cálculos.) Se usa la densidad relativa de
los tepalcates encontrados en la superficie para predecir
una densidad demográfica por hectáreas. El tamaño del
sitio arqueológico (definido como un área cubierta de
tepalcates) se multiplica por la proporción de densidad
etnográfica supuestamente relacionada con la densidad
re tepalcates ya notada en la superficie (cf. Parsons 1974:86).

EL VALLE DE TEOTIHUACAN

Sanders (1965:22) define al vf|le de Teotihuacan como


un desagüe del río San Juan, que cubre un área de 505
km2. Las fronteras del sur y sureste forman la sierra
Patlachique (que tiene una elevación máxima de 2 800 m ) .
La frontera norte consiste en varios volcanes extintos se-
parados por puertos, incluyendo el cerro Chiconautla
(2 550 m), cerro Malinalco (2 580 m) f cerro Gordo (3 050)
m). El rincón noreste del valle se inicia en el plano de
Tepeapulco-Apan y en el rincón suroeste se abre la llanura
de Texcoco. El largo total del valle es de 35 km, y la eleva-
ción del piso del valle está entre los 2 240 y 2 300 m de
altura. Así definido, el valle forma una unidad hidrográfica.

Recursos hidrográficos

Varias barrancas llevan agua al río San Juan pero el flu-


jo es temporal. El río San Juan no es permanente hasta
llegar al punto sur del pueblo moderno de San Juan Teo-
tihuacan, donde hay Una» serie de manantiales permanen-
tes alrededor y dentro de la zona habitacional. Un área
de cerca de 100 hectáreas donde el nivel del agua del sub-
suelo es muy alto (menos de 1 m bajo la superficie) está
cerca de los manantiales.
Generalmente las lluvias son aguaceros muy localizados.
El 80% de las lluvias en el valle y el piamonte tienen lugar
EL VALLE DE TEOTIHUACAN 31
entre el primero de junio y el primero de octubre, pero
existe una fuerte tendencia a que las lluvias se inicien ya
tarde, lo cual da como resultado sequías y humedad insu-
ficiente para la siembra. Sanders (1965:24) señala que las
lluvias aumentan como el 50% en las faldas de la sierra
y especialmente en la sierra Patlachique y cerro Gordo, y
por eso la vegetación natural de estas zonas es muy abun-
dante.

Temperatura

La temperatura mediana en San Juan Teotihuacan es de


14.8' C (Lorenzo 1968:62). Las heladas son normales entre
los meses de, noviembre hasta marzo, pero a veces se ini-
cian temprano desde octubre y duran hasta mayo.

Suelos y zonas ecológicas

Los suelos del valle de Teotihuacan varían en zonas dife-


rentes. Se caracteriza la parte alta del valle (Upper Valley)
por una depresión central de 2 a 3 km en diámetro, con
suelos entre 50 y 200 cm de profundidad. El área está ro-
deada por una banda de piamonte, de unos 10 km de an-
cho, donde el suelo es muy ligero. Esta parte es la menos
productiva para el cultivo moderno y casi todo depende
del cultivo de temporal (con excepción de un área peque-
ña de aluvión junto a las barrancas al sur). La parte
media del valle (Middle Valley) se caracteriza por varias ba-
rrancas con pequeños aluviones. En la parte central los
suelos varían entre 1 y 3 m de profundidad y son menos
profundos en el piamonte. La parte baja del valle (Lower
Valley) es la zona más productiva para los cpltivos debido
a los manantiales permanentes. Al centro de esta zona,
abajo de los manantiales, hay un plano aluvial que cubre
un área de cerca de 3 000 hectáreas, donde los suelos
varían desde 3 a 7 m de profundidad. Una zona de pia-
monte bajo, va paralela a cada lado del plano y tiene sue-
los entre 20 y 60 cm de profundidad.
EL VALLE DE TEOTIHUACAN 33

La profundidad del suelo aumenta cuando las barrancas


y los planos de inundación atraviesan el piamonte. Al sur
de la parte baja del valle se encuentra el delta, una zona
con menos recursos hidrológicos, debido a la distancia de
los manantiales y de las barrancas.
La sierra Patlachique tiene una capa de tierra más baja
que la mayoría del valle pero el área está descrita como
una zona altamente erosionada.
Antes de que la zona fuera intensamente cultivada la
abundante lluvia, las pocas heladas, y la existencia de una
capa profunda de tierra y posiblemente de corrientes per-
manentes, propiciaron un área más productiva para la agri-
cultura que en la actualidad.
Otras zonas ecológicas, incluyendo los valles tributarios
del norte que se localizan en el área montañosa, se carac-
terizan por tener primordialmente una red de barrancas
limitadas por pequeñas corrientes, las cuales entran al valle
por senderos que se localizan entre las montañas y desa-
guan en el río San Juan. Sanders (1965:27) también inclu-
ye la pendiente norte del cerro Gordo por su densa ocu-
pación teotihuacana. Concretamente, el área no es parte
del valle que por su flujo desagua al noroeste del lago de
Zumpango. Prácticas de agricultura contemporánea en
esta región hacen resaltar un sistema de terrazas más
complejas.

Técnicas agrícolas
Una gran variedad de técnicas agrícolas que se encuen-
tra en uso actualmente en el valle son características de la
Cuenca de México en general, y posiblemente reflejan al-
gunos aspectos de agricultura prehispánica. Las más im-
portantes de éstas incluyen la irrigación por inundaciones,
irrigación permanente (incluyendo cultivos en chinampas),
las terrazas y el cultivo temporal (basado en las lluvias). El
siguiente resumen de técnicas es necesariamente breve, y
las descripciones más detalladas se encuentran en la tesis
de Drewitt (1967J, y el trabajo de Charlton (1970) entre
otros.
34 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMÉWCA

1. La irrigación por inundación. Es llevada a cabo sobre todo


en el valle pero es más importante en los llanos del valle
central. Se requiere una mínima capa de tierra de 50-60
cm de profundidad para que tal sistema sea efectivo y una
profundidad de no menos de 1 m. Sanders (1965:33-35)
nos da unos ejemplos de la construcción de tales sistemas;
presas hechas de piedras sueltas, tierra o masonería que
están construidas a lo largo de las barrancas en puntos más
profundos. Un considerable flujo de agua corre por las
barrancas siguiendo el cauce de las lluvias y éste a su vez
es bloqueado por las presas. En las presas, el agua es des-
viada; primero a canales primarios y luego por medio de
pequeñas presas hechas de tierra; en seguida es desviada
hacia canales secundarios y posteriormente a los campos
individuales de cultivo. Las presas individuales son gene-
ralmente pequeñas y cada una de ellas suministra suficien-
te agua para un máximo de 50-100 hectáreas. Las barran-
cas grandes pueden tener hasta cinco o seis subsistemas de
presa-canal y cada presa tiene contrapuertas de madera las
cuales son abiertas y cerradas para controlar la corriente
de agua. A la vez que se proveen de agua, este subsistema
acarrea nuevo abono, el cual beneficia al campo de cultivo.
Estos campos raramente descansan. Una gran variedad de
técnicas para preparar la tierra han sido desarrolladas para
conservar la humedad, éstas incluyen el surcar e inundar
los campos en la primavera para que las semillas empiecen
a germinar, irrigar los campos en el otoño y así conservar
la humedad para el año siguiente. Una gran parte de la
humedad durante el periodo de germinación es adquirida
con las lluvias. Posteriormente a la cosecha e inundacio-
nes se hace el barbecho. También durante el desarrollo de
las plantas, la tierra se cultiva para facilitar el desagüe.
Magueyes y otros arbustos se plantan alrededor de los cam-
pos para evitar la erosión.
2. La irrigación permanente. Acontece en la parte baja del
valle. Aproximadamente 80 manantiales con flujos perma-
nentes se encuentran en San Juan Teotihuacan, los cuales
proveen agua para un sistema de irrigación relativamente
simple. El agua es llevada de los manantiales a zanjas de
EL VALLE DE TEOTIHUACAN m
poca profundidad y posteriormente a un canal central, el
cual está situado en la parte superior del actual barrio de
Maquixco en San Juan Teotihuacan, a su vez este canal se
divide en dos más pequeños. Como las lluvias del verano
abastecen la mayor parte de la humedad durante la etapa
de crecimiento de las plantas, la cantidad de agua obteni-
da de los manantiales es usada para humedecer los cam-
pos antes de la siembra. Las técnicas para la preparación
de la tierra son similares a las usadas en áreas de irrigación
por inundación; además incluyen los bancos de tierra, ro-
tación de la cosecha, fertilizantes, plantar y trasplantar de
la forma de cajete a la de tubo (Sanders 1965:35). Una
forma especial de agricultura permanente se practica en
las cercanías de los manantiales en San Juan Teotihuacan
y se denomina cultivo en chinampa. El área total es pequeña
(aproximadamente 100 hectáreas), pero Sanders (1965 :éO
sugiere que con condiciones más favorables de humedad
el área pudo haber sido bastante mayor. Los canales sub-
terráneos de agua (veneros) alcanzan una profundidad de
30 a 100 cm en algunas partes de esta área. Las fosas son
abiertas hasta el nivel del agua alrededor de las parcelas
rectangulares y proveen agua constantemente para las par-
celas arregladas en forma de desagüe. Estas "chinampas"
son un poco distintas a las usadas en los lagos de la Cuenca
sur de México en tiempos prehispánicos, ya que no son
islotes artificiales construidos con capas alternadas de lodo
sacado del fondo del lago. En la construcción de las ac-
tuales chinampas, cuando el islote alcanza algunos centí-
metros arriba de la superficie, se plantan árboles de hue-
jote (Salix sp.) en las orillas para daiie firmeza a la tierra.
Es interesante notar que los árboles de huejote también se
plantan en las orillas de las chinampas de Teotihuacan
(Charlton 1970:271). Por las condiciones de humedad en
las chinampas, las semillas se plantan a tiempo para un
rápido crecimiento. La tierra fértil raramente se deja sin
cultivar por algún periodo de tiempo, y continuamente
se humedece (riega) y fertiliza con lodo fresco y vegetación
flotante.
36 ECOLOGÍA Y CULTURA EN M E S O A M É R I C A

3. Las terrazas también son usadas en el valle, aunque éstas


generalmente dependen de las lluvias. Algunas técnicas
para la conservación y control de la erosión de la tierra
son agregadas. En algunas áreas donde el complejo siste-
ma de terrazas está bien desarrollado y cuidadosamente
mantenido, especialmente en aquellas en las cuales el flujo
total de las aguas de las barrancas y el abono acumulado
en éstos son arrastrados por el caudal, la producción puede
ser considerada intensiva. Esencialmente las terrazas apa-
recen sobre pendientes del terreno donde la erosión es
impedida por paredes hechas de roca, tierra o hileras de
maguey situadas detrás de estas estructuras. Sanders (1965:
39), nos dice que mucho del cultiva de temporal aparece
en pendientes moderadas del valle, y lo que pudo haber
constituido un complejo sistema de terrazas en 1519 se de-
terioró con la drástica decadencia de la población del valle
en la época posterior a la Conquista.
4. El cultivo por temporal, depende de la lluvia y está básica-
mente extendido f generalmente practicado en áreas don-
de la profundidad de la tierra fértil es menor de 50 cm,
tales como el pie de los montes y Taños aluviales de la
parte superior del valle. Esto se practica también en la par-
te central del valle donde el sistema de riego por inunda-
ciones no es usado o es abandonado. Este sistema es par-
ticularmente inestable debido a las irregularidades de las
lluvias y las heladas. El barbecho y el arado de la tierra
(después de la cosecha y antes de la siembra respectiva-
mente, seguido cada uno de ellos por la irrigación de los
campos en zonas donde sea posible), alguna rotación de
la semilla, y la frecuente fertilización son características
de este tipo de cultivo. Sin embargo aunque la producción
es baja, muy pocos agricultores se preocupan por las téc-
nicas para conservar la humedad y fertilidad de la tierra
y es asi como se incrementa la proporción del deterioro
de las áreas que se encuentran bastante erosionadas.
Sanders y Price (1968:149) aseguran que una evidencia
indirecta obtenida en el proyecto del valle de Teotihuacan
indica que la irrigación continua del plano aluvial de la
EL VALLE DE TEOTIHUACAN 37

parte baja del valle (basada en manantiales de agua) y la


irrigación por inundación en la parte central del valle for-
maron la base de subsistencia del centro urbano durante el
periodo clásico temprano. Ellos afirman que las pendien-
tes fueron cubiertas por terrazas e irrigadas por sistemas
de inundación como en el periodo azteca. A la vez, ellos
afirman que las técnicas de cultivo intensivo fueron cen-
tradas alrededor de las ciudades y pueblos de la Cuenca
de México, aun cuando el resto del área estuviera bajo
cultivo extensivo.
En el intento por determinar la antigüedad del sistema
de irrigación de los manantiales y la parte baja del valle
se tomaron muestras de polen de El Tular (un manantial
cerca de Atlatongo) y de Cuanalan. Sanders afirma que
antes de la construcción del sistema de irrigación, que esen-
cialmente lleva el agua de los manantiales hacia el valle, el
área alrededor de los manantiales pudo haber sido fango-
sa. Por lo tanto una gran proporción de la vegetación
pudo haber sido acuática, por ejemplo, miembros de la
familia Cyperaceae. Al secarse el área, esta vegetación sufri-
ría cambios y habría un incremento en las plantas cultiva-
das y hierbas. Esto es precisamente el patrón que refleja el
análisis del polen de El Tular. Más aún, la muestra de polen
de Cuanalan reflejó un aumento considerable en las Cype-
raceae en la época en que ésta desaparecería en El Tular,
correspondiente a la sequía de los manantiales y el flujo
de agua en la parte baja del valle. De acuerdo a la mues-
tra de Cuanalan, esta transición corresponde a la época
final del periodo formatívo según Sanders (1965:151).

Un número de barrancas pequeñas en la pendiente nor-


te del Cerro Gordo aparecen conectadas a las barrancas
más grandes. Esta situación, que no sucede por desagüe
natural, proporciona una evidencia adicional e indirecta de
la irrigación. Sanders cree que esta situación está represen-
tada por canales antiguos para la inundación (1965:149). En
algunos de ellos también aparecen restos de presas. Sin
embargo, no es posible fechar estos restos sin más datos.
38 ECOLOGÍA T CULTURA EN MESOAMERICA

No se pueden asociar los sitios del preclásico (en particu-


lar, los pretzacualli)4 en el valle de Teotihuacan con el uso
de sistemas de terrazas, aunque la mayor parte de estos
sitios están localizados en el piamonte alrededor del piso
del valle y cerca de la barranca. Sanders (1965 -.55), sugiere
que la técnica extensiva de cultivo llamada tlacolol proba-
blemente fue importante en estas áreas de asentamientos
pequeños y poblaciones bajas, durante el preclásico.
Tlacobl es una modificación de la roza adaptada a las con-
diciones del altiplano, en la que se corta la hierba, se seca
y se quema la milpa. Se prepara la tierra con azadón y se
siembra con bastón plantador. Se deshierba varias veces,
y se cosecha el cultivo. Después de dos o tres años conti-
nuos de sembrar, sigue un periodo igual o más largo de
descanso. Generalmente se cree que el tbcobl en las tierras
altas es menos productivo porque la tierra se erosiona más
rápidamente que en las tierras bajas donde se usa %, roza.
Sanders (1965:155), postula que la mayor proporción de
la erosión y desforestación de las faldas más inclinadas del
valle probablemente ocurrieron durante el periodo de
ocupación Pretzacualli, basado sobre el asentamiento
de poca densidad en el clásico y postclásico de las mismas
áreas, las cuales fueron ocupadas densamente antes de la
fase Tzacualli.
Generalmente los sitios de la fase Tzacualli se encuentran
a menos altura que los sitios de las fases anteriores, y son
orientados al plano y no a los cerros. Lo más significativo
del asentamiento Tzacualli en el valle, lo cual explica esa
orientación notada por Sanders, es la expansión enorme
del futuro centro urbano de Teotihuacan en el piso del
valle. (Millón 1973:52-54.)
Millón (1973:53-54) dice que el rápido desarrollo de Teo-
tihuacan durante la fase Tzacualli probablemente estimu-
ló un incremento en la producción agrícola, y posiblemen-
te fue relacionado con la evolución o intensificación de
sistemas de riego y la expansión de cultivo sobre un área
4
Las fases las cuales Sanders ha llamado Akica, Chiconautla, Cuanalan y Pa-
tlachíque (p. 43).
EL VALLE DE TEOTIHUACAN 39

más grande. Pero todavía no existe ninguna prueba directa


acerca del riego en el valle, durante el periodo clásico. La
evidencia arqueológica más antigua pertenece al periodo
de ocupación tolteca (aproximadamente 1000 d. C, Millón
1973:47). No existe evidencia directa del uso de sistemas de
terrazas durante la época teotihuacana. Por otro lado, la
demografía y los patrones de comunidades y zonas sugie-
ren la probabilidad de su existencia. Se usaban sistemas de
riego permanente y riego por inundación y terrazas
durante la época azteca; todos los sitios aztecas en los
cerros están relacionados con restos destruidos de sis-
temas de riego por inundación, canales y terrazas. (San-
ders 1965:160.)
Usando evidencia indirecta, Sanders, trata de comprobar
la hipótesis de que los habitantes antiguos practicaban
el cultivo intensivo desde épocas tempranas en el valle.
Desde el punto de vista ecológico, la ciudad misma está
localizada en una posición estratégica entre las dos zonas
de suelos profundos del centro y suroeste del valle lo cual
facilita la explotación de ambas. Además, la ciudad tiene
acceso directo al área de manantiales y está localizada en
una zona donde converge el flujo de agua de las barran-
cas principales en la parte central del valle. (Sanders 1965:
157.) En base a las fronteras naturales y culturales, las
cuales delimitan al centro urbano de sus márgenes rurales,
Sanders (1965:158) razona que los terrenos disponibles a
los residentes del centro urbano fueron limitados al alu-
vión y al piamonte contiguo del valle. La capacidad de-
mográfica de estos terrenos, basada en la productividad
contemporánea de maíz y el flujo de los manantiales (de-
terminado por Gamio), se da en 40 000-50 000 habitantes.5
Sanders sugiere que el tamaño de la ciudad hubiera sobre-
pasado la productividad de estos terrenos al final de la fase
Miccaotli (150-200 d. C ; cf. Millón 1973:54). Obviamente,
si él tiene razón, los teotihuacanos tendrían que obtener
una gran cantidad de recursos por medio de comercio ex-
terior o tributo.
5
Sanders no da ninguna base para este cálculo (p. 46).
40 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

Capacidad de mantener población y estimación demográfica


Lorenzo (1968:66-69) da una estimación del potencial
agrícola contemporáneo del valle de Teotihuacan, fat cual
supone una aproximación de condiciones regulares duran-
te el periodo clásico.
Un área de 334.3 km2 (33 430 hectáreas), representa la
parte cultivable de un área total de 523 km2. De estas
33 430 hectáreas, 1 800 son cultivadas con regadío perma-
nente y M, 630 son de cultivo por temporal. Si m conside-
ra más o menos 7 907.5 hectáreas como el área de habita-
ción (incluyendo el centro urbano) durante el clásico, y
15 815 hectáreas de descanso cada año6 quedan aproxima-
damente 7 908 hectáreas, las cuales son potencialmenaa
productivas. En base a sus cálculos, el área productiva to-
tal (incluyendo terrenos de regadío), es aproximadamente
de 9 708 hectáreas.
Lorenzo mantiene que se producen cerca de 2 400 kg de
maíz por hectárea (e. g., 2 cosechas) en los terrenos de rie-
go permanente con un total de cerca de 4 320 000 kg. Se
producen 600 kg de maíz por año por cultivo de temporal
(total: cerca de 4 744 500 kg). La producción total de maíz
en el valle es cerca de 9 064 500 kg por año. Si una familia
consume 1 096 kg de maíz por año, esta cosecha manten-
dría aproximadamente 8 268 familias o ,41 340 personas
(con una familia de 5 personas): 3 940 familias (17 700 per-
sonas) de los terrenos de regadío y 4 328 familias (26 640
personas) de cultivo temporal.
Charlton (1970:321) estima que la producción agrícola
antes de la Conquista (i.e., producción de maíz) en la parte-
inferior del valle (tierras irrigadas con manantiales natura-
les y con una capa profunda de suelo fértil) pudo sostener
una población de 25 000 a 30 000 gentes. Si toda la paite
central del valle (2 600 hectáreas con acceso a irrigación
por inundación) estuvo bajo cultivo, esto debería sos
6
Charlton (1970:307) mantiene que el descanso intencional de la tierra tiene
poca importancia en el valle en la actualidad. Sanders no anotó ningún CIMI
de tierras en descanso en la parte central o sur del valle en 1953, y Charlton no
observó ningún caso en la parte central o el lado norte de Cerro Gordo en 1%-)
(p. 47).
EL VALLE DE TEOTIHUACAN 41
tener una población mínima de 15 600 personas; en cam-
bio, si la misma tierra fuera cultivada sin riego, se podría
sostener una población de 11 000 habitantes (1970:333). Las
hectáreas cultivadas en la parte superior del valle pueden
sostener aproximadamente \ 125 personas (1970:334). Así,
el maíz obtenido del valle debería sostener una población
aproximada de 46 725 habitantes, lo cual es una cifra cer-
cana a la obtenida por Lorenzo.
Estimaciones de la población real, así como de la posible
población de la ciudad de Teotihuacan y regiones aledañas
en el valle se pueden encontrar en los recientes cálculos
hechos por Millón (1970, 1973) sobre el centro urbano. Las
cifras obtenidas por Millón están basadas en el posible es-
pacio para dormir en las viviendas ("complejos de aparta-
mentos"). Un posible dormitorio es definido como aquel
cuarto que está completamente circundado por cuatro
paredes y una o dos salidas. El tamaño de las viviendas
varía, y algunos parecen tener un solo cuarto para dormir
por cada 40-50 m2. En cambio los más espaciosos pueden
tener un dormitorio por cada 150-200 m2. Tomando 120 m2
como base para los dormitorios, una vivienda de 3 600
m2 debería tener 30 dormitorios. Suponiendo aún más
que se acomodasen 1-3 personas en cada dormitorio, se
obtiene una estimación de 60 personas en cada vivienda
de 3 600 m2. Por cada vivienda de 1 600 m2 se sugiere una
población mínima de 30 personas; para una vivienda de
aproximadamente 25 m x 25 m se sugiere una población
mínima de 12. Basado en esas cifras, la población del resto
de las viviendas de diferentes tipos en la ciudad fue esti-
mada proporcionalmente dando una población mínima de
75 000 y una población con el promedio de 125 000 para
la ciudad en su máximo esplendor durante la fase Xolal-
pan. También se ha sugerido que la población de la ciu-
dad pudo haber excedido a los 200 000 habitantes.

Esta población ha sido tomada como base para una esti-


mación aproximada del número de habitantes de la ciudad
durante las fases anteriores y posteriores a llt Xolalpan, la
cual toma en cuenta las diferencias en el tamaño de
42 ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

la ciudad y la distribución de las residencias en ésta. Aún


más, ésta es usada por G. Cowgill (1974) para sus cálculos
de población durante otras fases usando datos de la reco-
lección de la superficie y por Sanders (1972) en su estima-
ción de la población total del valle (en la cual combina la
estimación del centro urbano hecha por Millón y sus pro-
pios datos sobre los sitios rurales).
Millón calcula que la población de los asentamientos
de la fase Cuanalan en el área del futuro centro urbano
pudo haber sido aproximadamente de 1 000 habitantes.
Comparando la proporción de tepalcates de la fase Cuana-
lan con los de Xolalpan de la colección de la superficie,
Cowgill sugiere que la población de la fase Cuanalan pudo
haber sido entre 750 y 3 000 habitantes con un promedio
de 1 500. Para la fase Patlacráque, Millón sugiere una po-
blación de 5 000 a 10 000 personas. Cowgill mantiene que
si la duración de la fase Patlachique fue aproximadamente
tres-cuartos de la de Xolalpan, y si los tepalcates de Patla-
chique fueron 15% de los de Xolalpan, la población de la
fase Patlachique pudo haber sido cerca de 20% de la de
Xolalpan, e.g., entre 15 000 y 40 000 habitantes con un pro-
medio de 25 000. Pero, si las dos fases tuvieron una dura-
ción similar sería la estimación de Patlachique entre 11 000
y 30 000 con un promedio de 19 000 habitantes.7
Cowgill (1974) mantiene que una gran proporción del
desarrollo demográfico normalmente atribuido a la fase
Tzacualli pudo haber ocurrido antes. Los tepalcates de la
fase Tzacualli representan cerca de 60% de los Xolalpan,
Si esta fase duró aproximadamente tres-cuartos de la du-
ración de Xolalpan, el promedio de la población de Tza-
cualli debería ser el 80% de la población total de Xolalpan.
Por otro lado, es posible, que haya durado más tiempo la
fase Tzacualli y que algunos de los tepalcates identificados
como Tzacualli pertenezcan a la fase Patlachique; en tal
caso la población durante la fase Tzacualli pudo haber
7
Cowgill (1976:9) ha aumentado aún las cifras para la población durante las
fases Patlachique y Tzacualli. La abundancia de cerámica sugiere un promedio
de 30 000 hasta 40 000 habitantes para la fase Patlachique, y desde 60 000 hasta
80 000 habitantes durante la fase Tzacualli (p. 51).
EL VALLE DE TEOTIHUACAN 43

sido entre 30 y 70% del cálculo para la fase Xolalpan. Aun-


que Millón sugiere una población de casi 25 000-30 000 ha-
bitantes durante la fase Tzacualli, Cowgill indica una cifra
más alta: un promedio de 50 000 a 60 000 habitantes.
Los patrones de las siguientes fases; Míccaotli y Tlamili-
lolpa, son descritos como intermedios entre los de Tza-
cualli y Xolalpan. La población en la iniciación de la fase
Tzacualli fue aproximadamente 20 000, llegando a cerca
de los 100 000 al fin de dicha fase. Durante las siguientes
fases, el desarrollo continuó más lentamente, probable-
mente llegando a un promedio de 120 000 habitantes du-
rante la fase Tlamimilolpa y 125 000 más durante la fase
Xolalpan (G. Cowgill, comunicación personal). La dura-
ción de la fase Miccaotli es problemática y Cowgill sólo
dice que el número de tepalcates de Miccaotli "es cons-
tante con la idea de que la población fue mayor que en
la fase Tzacualli y menor que en la Xolalpan** Aunque hay
más tepalcates de Tlamimilopa que de Xolalpan, esto pudo
haber reflejado una mayor duración de la fase anterior
en lugar de una mayor población. Cowgill sugiere que
el crecimiento demográfico puede ser nivelado en esta épo-
ca con un pequeño incremento posterior de la población.
La fase Xolalpan es seguida por la fase Metepec la cual
está caracterizada esencialmente por la misma distribución
del patrón. No hay evidencia para pensar que la ocupa-
ción del centro de la ciudad decayó. La cifra total de la
cerámica de Metepec implica que el promedio de la po-
blación no fue marcadamente menor que la fase previa, al
menos durante la mayor parte de la fase. Esto a su vez
implica que el centro urbano durante la fase Metepec no
fue caracterizado por una drástica decadencia.
Para los periodos clásico medio y temprano, Sanders
(1972) ha estimado la población del valle de Teotihuacan,
usando los datos de Millón del centro urbano junto con
la información obtenida por miembros del Proyecto del
Valle de Teotihuacan. Los cálculos de la densidad demo-
gráfica basados en datos de la excavación de un sitio rural
están empleados como un medio para estimar la pobla-
ff ECOLOGÍA Y CULTURA EN MESOAMERICA

ción de otros. Se calcula que en 1519 el valle tuvo una


población de 130 000 personas, basado sobre datos obteni-
dos de un censo del siglo xvi. Sanders sugiere que los
sitios aztecas postclasicos temprano y postclásico tardío tu-
vieron características semejantes y aparecieron en las mis-
mas condiciones ecológicas del valle, y su estimación de la
población del postclásico temprano está basada en la com-
paración del número de sitios de este periodo y su área
total con sitios fechados en el tiempo de la Conquista. La
población está calculada sobre la base de las proporciones
así obtenidas.
Las estimaciones confiables para el periodo formativo
son bastante problemáticas. Los sitios generalmente son
pequeños y ubicados en muy distintas zonas (de los pos-
teriores). Aparentemente, la evidencia mas antigua de
ocupación ocurrió durante el periodo que Sanders llama
formativo medio II (ver tabla 2). La población creció gra-
dualmente y entonces "explotó", hacia quizás de 15 000 ha-
bitantes al final del formativo tardío (la fase Patlachique
de acuerdo con la cronología de Millón) a 60 000 (aproxi-
madamente 45 000 de los cuales se encontraban en el cen-
tro urbano) al final del formativo terminal (i.e., Tzacualli
temprano). La cifra más alta de 150 000 (aproximadamente
125 000 en la zona urbana) se alcanzó hacia el final del
periodo que Sanders denomina clásico medio (Xolalpan-
Metepec) seguido por una "nucleación completa de la po-
blación rural" (Sanders 1972:108) y una decadencia total
de la población del valle hasta cerca de 100 000 habitantes.
Sanders (1972:108) mantiene que la ciudad fue destruida
por invasiones y que la población total del valle fue redu-
cida posiblemente hasta 30 000 personas durante el clásico
tardío (Xometla). Un fuerte incremento se siguió con una
nueva culminación de la población de 130 000 habitantes
en 1519.

EL VALLE DE OáXACA

Kirkby (1973:7) define el valle de Oaxaca como la parte


superior del desagüe del río Atoyac (ver figura 5). Arri-
k
ÍNDICE

PREFACIO , » , » 5

INTRODUCCIÓN . . . » 7

El desarrollo cultural en Mesoamérica 8


Medio ambiente físico y desarrolb cultural 11
Marcos teóricos "funcionales" y sistemas 17

POTENCIAL ECOLÓGICO Y CAPACIDAD REGIONAL PARA


MANTENER LA POBLACIÓN , , 21

La Cuenca de México 24
Zonas ecológicas 27
Población en la Cuenca de México 28
El Valle de Teotihuacan • *«* 30
Recursos hidrográficos 30
Temperatura 31
Suelos y zonas ecológicas 31
Técnicas agrícolas 33
Capacidad de mantener población y estimación
demográfica » 40
El Valle de Oaxaca, % . . . . 44
Recursos hidrológicos 46
Temperatura *.*.... 47
Suelos y zonas ecológicas . . . . . . . . . . . 48
Técnicas agrícolas 49
110 ÍNDICE

La capacidad regional de mantener la población


y su estimación demográfica 52
La Zona Central de las Tierras Bajas del sur de la región maya 57
Recursos hidrológicos , 58
Suelos y zonas ecológicas 61
Técnicas agrícolas 62
Capacidad de mantener una población y estima-
ción demográfica 66
LAS INTERRELACIONES ENTRE FACTORES CULTURALES Y
ECOLÓGICOS » . . . , 69

Urbanismo 73
Simbiosis a . . . . , 76
El desarrollo demográfico y la intensificación agrícola.... 79
Epílogo: la decadencia « 93
BIBLIOGRAFÍA 99

FIGURAS Y TABLAS 107


Ecología y cultura en Mesoamértca,
U terminó de imprimir en
Editorial Villicaña, S.A., el día 19
de junio de 1984. Su composición
se hizo en tipo Spectrum 8:9, 10:11
y 11:12. La edición consta de 2 000
ejemplares.

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