Universidad de La Sabana
Resumen
Abstract
Along the history of humankind, every people in a specific moment of their lives have
been exposed to traumatic events that causes crisis. For such reason, the objective of this
paper is to identify and to evidence which are the possible situations that start a crisis,
which are the individual reactions in time of crisis and which are the techniques and
psychological methods that can be used in order to handle them. To make this possible, a
theoretical review about that topic was made, and there were identified the most known
theories in the field of psychology. It was found poor bibliography that supports the
topic and, for such reason, it was necessary to make a more detailed research on the
issue.
Key Words: crisis intervention, loss, critical incidents, coping.
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Rubin y Bloch (2001) sugieren que las reacciones a la crisis pueden ser
respuestas normales, que se dan por la interacción de tres condiciones claves, que serán
expuestas a lo largo del trabajo, estas condiciones son: las condiciones personales, las
condiciones situacionales y las condiciones del entorno.
La primera condición, es la condición individual, ésta incluye aspectos
importantes del individuo como los son los pensamientos, los sentimientos y las formas
de actuar, que se enmarcan en tres componentes: el componente cognoscitivo, el
componente psicológico y el componente fisiológico (Rubin y Bloch, 2001). En el
componente cognoscitivo, se encuentran los pensamientos, las creencias, las estrategias
de solución de problemas del sujeto, entre otras (Rodríguez, 1995). Rubin y Bloch
(2001) afirman que el componente cognoscitivo, especialmente las habilidades del
individuo para solucionar problemas y los mecanismos de afrontamiento son
desbordados por la situación crítica.
El componente psicológico, hace referencia a un estado transitorio de shock, que
puede incluir respuestas como negación, temor, confusión, tristeza, etc. Otras reacciones
psicológicas pueden ser aplanamiento emocional, incredulidad, perturbaciones del
sueño, enojo, tristeza, flashbacks, olvido, culpa, aislamiento social, vergüenza,
minimización del incidente traumático, hipervigilancia, alteración de la percepción del
tiempo, etc. (Rubin y Bloch, 2001). Leiva, Campos y Lorenzo (1992), explican las
principales alteraciones psicológicas de los sujetos en situaciones críticas, estas son:
alteraciones en la percepción de la realidad, la cual se caracteriza por un alto grado de
confusión, tensión y bajo grado de estructuración de los estímulos, también se hacen
evidentes reacciones neuropatolóticas duraderas dentro de las cuales se encuentran las
neurosis traumáticas, las fobias, la ansiedad y la histeria, y otra reacciones pueden ser las
reacciones psíquicas graves, como brotes psicóticos ideación suicida, etc. Además Leiva
y cols. (1992), mencionan las diferentes gamas de comportamientos humanos de acuerdo
a la fase de la situación o catástrofe. En la fase inicial o precrítica, en donde se hace
inminente la crisis, los sujetos tienden a usar la negación sistemática y evitan tomar
precauciones, llevando a cabo sus acciones cotidianas sin tomar en serio la alarma. En la
fase de impacto o periodo de crisis, es común ver que los sujetos se encuentran
embargados por sentimientos de abandono, aislamiento y vulnerabilidad. En la fase de
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etc., mientras que las crisis circunstanciales, se refieren a situaciones que se encuentran
principalmente en el ambiente e incluyen catástrofes, accidentes, enfermedades, muerte,
pérdida, etc. y ocurren de manera inesperada. (Rubin y Bloch, 2001).
Las situaciones que pueden generan crisis, que han sido más estudiadas a través
de diversas investigaciones son: la pérdida, las catástrofes y la enfermedad.
La pérdida puede presentarse de dos formas, la pérdida física y la psicosocial. La
pérdida física, se refiere a la pérdida de algo tangible, que es significativo para la
persona, como la pérdida de un miembro del cuerpo, la muerte de un ser querido o la
pérdida del funcionamiento de algún órgano del cuerpo, etc., (Rando, 1993). Este tipo
de pérdida, la pérdida corporal, es un evento que genera desequilibrio, porque es un
acontecimiento traumático e inesperado, la primera reacción del sujeto ante tal pérdida,
puede ser la negación, ya que sigue sintiendo la presencia del miembro de manera muy
real (Ramachandran y Blakeslee, 1999), a esta alteración perceptual le llaman el
“miembro fantasma” y ocurre porque el cerebro percibe el cuerpo como un todo
indivisible, y cuando se pierde el miembro se producen trastornos de identificación
neural con el concepto de uno mismo, esto quiere decir que se pierde el miembro pero
no la representación de éste en el cerebro (López-Ávila y Pellicer, 2001). Lillo (2000),
desde su perspectiva psicodinámica, explica el fenómeno del miembro fantasma, como
los esfuerzos compensatorios que hace el individuo, para restaurar su imagen corporal,
pues el aparato psíquico se resiste a aceptar la pérdida de una parte del cuerpo. Todas
estas implicaciones biológicas dificultan la elaboración del suceso traumático, por parte
del sujeto.
Por otro lado se encuentra la muerte, como otro tipo de pérdida física, que
también genera reacciones fuertes, Kübler-Ross (1998), afirma que la pérdida o muerte
más difícil de aceptar, y por tanto la que más crisis genera es la muerte de un hijo,
mientras que Durkheim (2000), explica como el suicidio también puede generar crisis
extremas debido a la inminencia de la muerte, además es más complicada de aceptar,
porque generalmente suele dejar en los familiares o personas cercanas, sentimientos de
culpa e incertidumbre.
Por otro lado, la pérdida psicosocial, hace referencia a la pérdida de algo
intangible, (como el divorcio, la pérdida del trabajo, la jubilación, etc.) (Rando, 1993).
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Cuando un sujeto se enfrenta a una pérdida, sin importar de que tipo sea,
generalmente, pasa por un proceso de duelo (Serr, 1992), que tiene ciertas etapas, estas
etapas son: evitación, confrontación y acomodación, tales etapas no necesariamente
deben darse de manera secuencial (Corredor, 2002). Si el proceso de duelo transcurre de
manera normal, el individuo logrará adaptarse a la nueva realidad hasta llegar a la
aceptación, lo que permitirá una integración del acontecimiento y un crecimiento
personal (Bayés, 2001). Pero si no se puede elaborar el duelo, puede volverse
patológico, si no se llega a la etapa de acomodación luego de un tiempo prudencial
(Cohen y Mannarino, 2004), las personas suelen tener conductas como la negación, la
represión, el dolor, la evitación de aspectos relacionados con la pérdida, etc., e incluso
presentar trastornos afectivos o de ansiedad (Rando, 1993). Los tipos de duelo
patológico, que se presentan por la no elaboración de una situación crítica son: el duelo
crónico, en el cual se presentan altos niveles de ansiedad y desesperanza por largos
periodos de tiempo, el duelo inhibido o negado, que se evidencia por la ausencia de
expresiones de duelo y la psicosis de duelo, que presenta síntomas similares a los de un
cuadro psicótico (Torné y Boatas, s.f.). Sin embargo la necesidad de una intervención,
para manejo de duelo suele presentarse en niveles más avanzados de consulta, no en la
intervención en crisis inicial.
Otras situaciones que generan crisis son las catástrofes, estas pueden subdividirse
en naturales, que son aquellas que son inesperadas y cuyo origen es natural, como los
terremotos, erupción de volcanes, etc., y las catástrofes originadas por el hombre, como
el terrorismo, el abuso sexual, la violencia, etc. Las catástrofes originadas por el hombre
son muy comunes en Colombia, las más frecuentes son el abuso, el desplazamiento
forzoso y el terrorismo, las cuales generan sentimientos como el miedo y la frustración
que pueden desencadenar problemáticas más complejas a largo plazo (Palacio, Abello,
Madariaga y Sabatier, 1999). Sin embargo, las catástrofes, en general, pueden generar
alteraciones posteriores, como son reacciones emocionales inmediatas, secuelas
postrauma agudas como ansiedad y depresión o secuelas postrauma crónicas que
necesitan un tratamiento mucho más complejo (Robles y Medina, 2002).
Pero además de las catástrofes y las situaciones de pérdida hay otras situaciones
que generan crisis, como el diagnóstico de alguna enfermedad, esto puede generar en las
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Bonanno (2004) afirma que la resiliencia es una respuesta normal y común, sin
embargo, hay situaciones en las que las personas entran en un estado de estrés y
desequilibrio, en el cual sus estrategias de afrontamiento no funcionan, para estas
situaciones se utiliza la denominada intervención en crisis.
La intervención en crisis es la primera ayuda psicológica, que implica ayuda
inmediata y que dura, generalmente una sesión. Los objetivos de ésta terapia son
proporcionar apoyo, reducir la mortalidad y vincular a la persona en crisis con otros
recursos de ayuda que puedan necesitarse (Slaikeu, 1988).
Parad & Parad en 1990, citado por Rubin y Bloch (2001), definen la intervención en
crisis como: un proceso para influir activamente en el funcionamiento psicológico
durante un periodo de desequilibrio con el fin de aliviar el impacto inmediato de los
eventos estresantes trastornadores y con el propósito de ayudar a reactivar las
capacidades latentes y manifiestas, así como los recursos sociales, de las personas
afectadas directamente por la crisis (y a menudo las personas clave del ambiente
social) para afrontar de manera adaptativa los efectos del stress (p. 71).
Sin embargo existen diversos modelos, referenciados por Rubin y Bloch (2001),
que explican la intervención en crisis como un proceso, dentro de éstos se encuentra el
modelo de Gillian y James, el cual hace hincapié en la importancia de la función del
auxiliador profesional, cuando tiene en cuenta los elementos que aporta el sujeto, tales
elementos pueden ser la percepción personal, su historia, las experiencias pasadas, la
cultura, los traumas y los prejuicios personales, etc. El modelo de Puryear en 1981,
expone los principios básicos del proceso de intervención de urgencia, estos son: la
intervención inmediata; la acción como tal (participar y dirigir activamente el proceso de
evaluación de la situación y formulación de un plan de acción); el objetivo limitado
(restaurar la esperanza y el crecimiento); la esperanza y expectativas; el apoyo; el
enfoque en la resolución de problemas (determinar el problema, realizar una
planificación apropiada, diseñar planes de acción); el reforzar la autoimagen; y estimular
la autoconfianza. (Rubin y Bloch, 2001). El modelo de Barbara Rubin Wainrib & Ellen
L. Bloch (2001), integra los elementos: respuesta de relación, evaluación y remisión, la
relación hace referencia tanto a la relación actitudinal (establecer la relación inicial,
comprobar las propias reacciones ante la situación y el cliente, validar y normalizar,
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respetar las diferencias individuales, crear un clima de esperanza, evitar trivializar, ser
consciente la sugestionabilidad) como a la relación técnica ( reforzar las capacidades del
cliente, incrementar su autoestima, estimular la autoconfianza , definir el propio rol,
explorar las anteriores habilidades de afrontamiento, enseñar una nueva habilidad,
planificar conjuntamente actividades, etc. En la evaluación se debe valorar la urgencia,
severidad, adecuación de la respuesta, el estado previo a la experiencia, los recursos
(internos externos, comunitarios, espirituales) grado de correspondencia entre la
severidad de la crisis y los recursos. Y la remisión hace referencia a identificar si es
necesario utilizar recursos comunitarios o remitir a otros profesionales, de acuerdo con
la problemática. (Rubin y Bloch, 2001).
Sin embargo, el modelo más ampliamente utilizado es el Slaikeu (1988), quien
habla de la primera ayuda psicológica o primeros auxilios psicológicos, que se brindan
en los momentos de crisis, esta ayuda inmediata consta de cinco componentes, que
permiten alcanzar los objetivos terapéuticos.
El primer componente es realizar un contacto psicológico, este componente
sugiere lograr cierta empatía con el paciente, con el fin de que éste exprese sus
sentimientos y se reduzca la ansiedad, el contacto psicológico se puede realizar de
manera verbal (hacer reflexiones, responder de manera tranquila) o de manera no verbal
(actitud de escucha, asentir de manera comprensiva) y tiene como objetivo lograr que el
paciente se sienta comprendido y así disminuir su ansiedad. El segundo componente es
examinar las dimensiones del problema, en este paso lo que se busca es indagar los tres
momentos (pasado, presente y futuro) que enmarcaron la situación de crisis, el objetivo
de este componente es permitir al paciente que organice las necesidades de acuerdo a su
urgencia. El tercer componente hace referencia a explorar las soluciones posibles, en las
que se evalúan las soluciones intentadas por el paciente, sus consecuencias y se exploran
nuevas soluciones que permitan una resolución del problema más adecuada. El cuarto
componente es ayudar a tomar una acción concreta, de acuerdo a la inmediatez de las
necesidades, en esta etapa se hacen las remisiones necesarias de acuerdo a los entes que
pueden ayudar a solucionar el problema (médicos, trabajadores sociales, comisarías,
etc.) y se identifica si es necesaria o no una intervención más a largo plazo, desde el área
de psicología. Y por último el quinto componente es el seguimiento, que permite estar
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Para que el trabajo preventivo sea completo, se debe tener un plan de preparación
previo a la emergencia, en el cual se desarrolle un sistema de coordinación con los
agentes principales o líderes que se puedan responsabilizar. También se pueden diseñar
planes detallados para preparar una respuesta adecuada para la salud social y mental y
entrenar al personal importante y adecuado para que realicen intervenciones sociales y
psicológicas pertinentes (World Health Organization, 2003).
Para finalizar, es importante mencionar que en algunos casos debido a la
magnitud de la situación los profesionales que atienden la catástrofe o la crisis, se ven
afectados por la misma, por lo que se hace indispensable realizar un trabajo con ellos. La
primera forma de intervención que se utiliza es el entrenamiento previo al incidente, en
el cual se identifican las personas adecuadas para actuar en los momentos críticos. Otro
método de intervención es el soporte psicológico individual, que puede realizarse
durante o después del evento, este soporte lo realiza un psicólogo o psiquiatra con el fin
de permitir una estabilización y afrontamiento de la situación. La tercera intervención se
llama demobilización, que es un periodo breve de aproximadamente 10 a 15 minutos,
que se realiza cada cinco horas en promedio, en esta fase se les brinda información así
como un tiempo de descanso, esto se realiza con el fin de normalizar el estrés y
reestablecer las expectativas positivas hacia el futuro. La siguiente técnica se denomina
defusing, que se basa en un grupo de encuentro de cuatro a ocho personas que
normalmente trabajan juntas, que han estado expuestas a un incidente crítico, se debe
realizar en las primeras ocho horas luego de pasado el incidente, y no es aconsejable
para grandes catástrofes. Esta técnica busca permitir la expresión de sentimientos, y se
realiza a través de tres fases, la primera de ellas dura de 5 a 10 minutos, en ésta se brinda
información sobre lo que se hará en el grupo, en la segunda fase, denominada fase de
exploración, que dura de 10 a 35 minutos, se habla de los hechos, las reacciones
emocionales y fisiológicas que sintieron, con el fin de reelaborar el evento y darle un
significado positivo, en la última fase, que es la fase de cierre, que dura entre 5 y 15
minutos, se explican cuales son las reacciones normales ante un evento de esa magnitud,
con el fin de normalizar las respuestas.
La otra técnica de intervención se denomina debriefing, que es un grupo de
encuentro (4 – 12 personas), que dura entre dos y cuatro horas, en donde se habla del
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que la intervención a corto plazo, para éste tipo de personas, puede afectar el proceso de
adaptación y aceptación. Algunos críticos del debriefing psicológico, argumentan que
esta técnica en ocasiones puede “patologizar” las reacciones normales del sujeto ante el
incidente y por tanto puede afectar el proceso natural de resiliencia (Bonanno, 2004),
dentro de éstos investigadores encontramos a Bisson y cols., citado por Bonanno
(2004), quienes afirman que existe evidencia significativa, que muestra que éste método
es ineficaz y en algunos casos obstaculiza el proceso natural de recuperación del sujeto.
Finalmente, se puede afirmar que no es fácil calificar la eficacia de éste tipo de
intervenciones, pues hace falta evidencia empírica que sustente su utilidad. Cabe
mencionar que éste es un tema que ha tomado fuerza y que hasta ahora ha comenzado a
investigarse a profundidad, debido a las grandes catástrofes (tsunami, huracanes,
terremotos, erupción de volcanes, etc.) y eventos críticos (ataques terroristas, guerras,
etc.) que se han presentado en los últimos años. Es por eso que es recomendable abrir un
nuevo campo de investigación que arroje resultados más específicos para así identificar
que tipos de intervenciones son recomendables para mejorar la calidad de vida de los
sujetos y de la sociedad en general.
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CONCLUSIONES
El objetivo de este trabajo fue identificar y evidenciar los factores que influyen en
el desarrollo de las crisis, las consecuencias de las mismas y las técnicas y métodos que
se utilizan para su manejo. Este objetivo se logró, ya que debido a una revisión teórica
concienzuda, se encontraron los aspectos más relevantes en relación al tema.
Se encontró que la percepción de la crisis como tal, depende de ciertas
condiciones internas, es decir de las condiciones individuales, como la personalidad, la
historia personal, la historia de sucesos traumáticos previos, etc.; de las condiciones
externas, como el apoyo social e institucional; y de las condiciones situacionales, que
hacen referencia al tipo de crisis, su duración, su intensidad, etc. Sin embargo es
importante señalar, que es la dinámica de estas tres condiciones la que realmente influye
en que los eventos traumáticos sean evaluados como crisis o no y además influyen en
que la persona los afronte de manera adecuada o de manera desadaptativa.
Para manejar las situaciones críticas, lo que se hace generalmente es realizar un
trabajo de aproximación psicológica inicial, de manera inmediata a la crisis, lo que
algunos autores denominan “primeros auxilios psicológicos”, con el fin de permitir la
expresión emocional y de normalizar las respuestas de los individuos, este trabajo se
realiza con el fin de evitar la aparición de trastornos de ansiedad o afectivos a largo
plazo. Si la situación requiere de mayor atención, los autores recomiendan realizar una
psicoterapia multimodal o psicoterapia breve, que permite la identificación oportuna de
los objetivos terapéuticos y la implementación de metas a corto plazo, para crear
conciencia en el individuo de sus recursos internos (Szprachman, 2003).
Una de las principales dificultades que se encontraron fue la falta de soporte
teórico, ya que la intervención en crisis, es un tema que hasta ahora está comenzando a
ser investigado, por lo que se requirió de mucho tiempo y disposición para su estudio.
Los principales hallazgos de éste artículo, demuestran que no existen resultados
concluyentes que hablen de la eficacia de la intervención en crisis, pues algunos autores,
afirman que en algunas ocasiones la intervención en crisis puede obstaculizar el proceso
natural de adaptación a los incidentes críticos y muchas veces puede generar
consecuencias iatrogénicas, debido a que se realiza una sobreexperimentación del evento
traumático (Bonanno, 2004). Sin embargo algunas organizaciones como la Organización
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dependiendo del tipo de situación la intervención debe ser diferente, por ejemplo, en el
caso de Colombia, sería importante promover investigaciones sobre cierto tipo de crisis,
como el secuestro, el desplazamiento, el terrorismo, etc., para así identificar que
técnicas de intervención tendrían mejores resultados.
Finalmente, se sugiere realizar mayores investigaciones al en el tema de crisis
relacionadas con la pérdida corporal y pérdida de funciones corporales.
Todos estos estudios y la profundización en estos temas permitirán la creación o
descubrimiento de nuevas formas para intervenir y así lograr mejorar la calidad de vida
de los individuos.
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