La Carta Esférica y Los Gases
La Carta Esférica y Los Gases
La Carta Esférica y Los Gases
La carta esférica
– Vamos a calcular exactamente…–Coy anotaba las cifras con lápiz en una hoja del
cuaderno–.¿Ves?… Los 37º 35’ del Urrutia se nos convierten… Eso es. 37º 38’ de latitud real.
en realidad, 37º 37’ y unos treinta o cuarenta segundos, que expresado en cifras para una carta
náutica moderna, donde los segundos figuran como una fracción decimal añadida a los
minutos, resulta 37º 37,5’. Lo que hace dos millas y media de error aquí, en la punta del cabo
de Palos. Quizás hasta una milla en cabo Tiñoso. Esa diferencia es fundamental si se trata de
un pecio… De un barco hundido. Puede situarlo cerca de la costa, a veinte o treinta metros,
donde resulta fácil acceder a él, o demasiado lejos, con sondas que van aumentando y pasan a
cien, doscientos o más metros, haciendo imposible descender o localizarlo siquiera.
Se detuvo, mirándola. Observaba, todavía inclinado el rostro, los números de sonda
marcados en la carta. Era obvio que Tánger sabía de sobra todo aquello. Quizá necesita que
alguien se lo confirme en voz alta, pensó Coy. Tal vez pretende que le digan que es posible
hacerlo. La cuestión sigue siendo por qué yo.
–¿Crees que puedes bajar hasta cincuenta metros? –preguntó ella.
– Supongo que sí. Llegué algo más abajo de los sesenta, aunque el límite de seguridad
son cuarenta. Pero entonces tenía veinte años menos… El problema es que a esa profundidad
puedes estar muy poco tiempo abajo, al menos con equipos normales de aire comprimido…
¿Tú no buceas?
– No. Me da horror. Y sin embargo…
Coy seguía adujando cabos. Marino. Buzo. Conocimientos de navegación a vela. Estaba
clarísimo, se dijo, que ella no lo tenía allí porque la fascinara su conversación. Así que no te
hagas ilusiones, chico. No le interesa tu cara bonita. Suponiendo que tu cara haya sido bonita
alguna vez.
–¿Hasta dónde calculas que podrías llegar? –quiso saber Tánger.
–¿Vas a dejar que baje solo, sin ver lo que hago?
– Confío en ti.
– Eso es lo que me mosquea, que confíes tanto en mí.
[...]
– Salvo que utilices equipos especiales, lo que un buceador puede bajar sin problemas no
va más allá de ochenta metros –explicó él–. Y esa es mucha profundidad. Además, si trabajas
te cansas y consumes más aire, y todo se complica… Hay que usar mezclas y tablas de
descompresión detalladas.
– No es mucha profundidad. Al menos eso creo.
–¿Ya has hecho tus cálculos?
– En la medida de mis posibilidades.
– Pues te veo muy segura.
Coy sonreía. Lo hizo sólo a medias, pero a ella no pareció gustarle esa sonrisa.
– Si estuviera muy segura no te necesitaría.
2. ¿Dónde crees que se sitúa, aproximadamente, el barco hundido que buscan los
protagonistas del texto? Escribe una lista con las palabras del texto que lo indican.
6. En el último párrafo, el narrador cuenta que Salvo que utilices equipos especiales, lo
que un buceador puede bajar sin problemas no va más allá de ochenta metros.
¿Qué crees que quiere decir? Elige la opción correcta.
A. Que es imposible bajar más allá de los 80 m de profundidad.
B. Que sin equipos especiales es casi imposible bajar de los 80 m de profundidad.
C. Que hay equipos especiales que permiten bajar más allá de los 80 m.
D. Que el protagonista no podría bajar de los 80 m de profundidad.
8. ¿Para qué crees que ha escrito el autor este texto? Elige y explica por qué.
A. Explicar cómo se encuentra y se rescata un barco hundido.
B. Contar una historia interesante y entretenida con la búsqueda de un barco hundido
como trasfondo.
C. Hacer un tratado sobre submarinismo.
D. Contar una historia real sobre cómo se descubrió un famoso barco hundido.
Los gases