El Epigrama de Marcial en La Poesa de Quevedo 0
El Epigrama de Marcial en La Poesa de Quevedo 0
El Epigrama de Marcial en La Poesa de Quevedo 0
de Quevedo
La Perinola,?., 1999.
60 MANUEL ÁNGEL CANDELAS COLODRÓN
2
Keil, 1961, tomo I, p. 485.
3
Coffey, 1976, p. 5.
« E L EPIGRAMA D E M A R C I A L E N LA POESIA D E Q U E V E D O » 61
rature which took its place beside epic, lyric, drama, and the like as
a separate, identifiable form of poetic literary expression». Al tiem-
po propone la conjunción de cuatro rasgos en su intento de carac-
terización de la sátira romana: «the personality of the poet, the
miscellaneous element, criticism and the informal hexameter» 4 ,
Estos rasgos suponen una confirmación de la definición del gra-
mático Diomedes al respecto.
Tras una Edad Media que tal vez confundiera o fundiera los
dos sentidos de la sátira 5 (la romana y la griega, de origen dramá-
tico, tal y como instituyera de forma involuntaria Luciano al hacer
derivar su sátira del híbrido entre dialéctica y comedia), la poética
renacentista recuperó la definición de Quintiliano y de Diomedes:
Cáscales, en paráfrasis de Minturno, ofrece en sus Tablas poéticas la
misma idea. Después de que Pierio, uno de los interlocutores, se-
parara la sátira de la elegía, Castalio define aquélla con palabras
precisas: «la nueva sátira es imitación de una viciosa y vituperable
acción, con versos puros y desnudos, para enmendar la vida» 6 .
Pero es tal vez Pincíano quien parece recrear la definición de
Diomedes, en expresión que se antoja traducción del texto latino:
«será, pues, la sátira un razonamiento malédico y mordaz hecho
para reprehender los vicios de los hombres. Fueron Lucilio, Hora-
cio y Persio los más diestros en esta parte» 7 . En cualquier caso, la
sátira se presenta como un género literario definido, cuyo propó-
sito es la enmienda de vicios, a través de exempla ex contrariïs que
promueven el vituperio, y cuyos autores modélicos parecen repe-
tirse con un mismo orden cronológico: Lucilio, Horacio y Persio.
En todo este contexto, ¿qué papel ejerce el epigrama? El epi-
grama, frente a la sátira, presenta algunas diferencias y no pocas
semejanzas. Como la sátira, el epigrama propende al mismo fin: la
amonestación de los vicios, y eso a pesar de que el epigrama pue-
de comprender otras materias, como el elogio interesado o el la-
mento fúnebre e íntimo por la muerte de una persona querida.
Difiere, no obstante, de la sátira en el tono de su estilo. El propio
Marcial reconoce el escaso valor de sus composiciones e incluso
traza, en uno de los varios poemas dedicados a la reflexión sobre
la poesía, lo que Michael Coffey denomina «a self-depreciating
descent to the pathos of his own epigramatic miniatures» 8 . En el
epigrama XII, 94 el poeta latino va descartando géneros para des-
cender definitivamente al más bajo, al suyo.
4
Ramage et alii, 1974, p. 1.
5
Van Rooy, 1966, estudia la evolución del término y observa con asombro que
San Isidoro concibiera a los satíricos «as writers of a kind of new comedy» (p.
197), tal vez influido como digo por ía definición de la satura lucianesca,
6
Francisco de Cáscales, Tablas poéticas, ed. Brancaforte, 1975, p. 180.
7
Alonso López Pinciano, Philosophía Antigua Poética, ed. Carballo Picazo,
1953, tomo II, p. 234.
8
Coffey, 1976, p. 6.
Siguiente
62 MANUEL ÁNGEL CANDELAS COLODRÓN
9
Coffey, 1976, p. 7,
10
Cupaiuolo, 1973,
11
Véase, a propósito del sincretismo pagano-religioso de San Isidoro en mate-
ria literaria, su afición a componer epigramas a la manera de «su compatriota
Marcial», Curtius, 1979, p. 644.
«EL EPIGRAMA DE MARCIAL EN LA POESÍA DE QUEVEDO » 63
i. R E C R E A C I Ó N E I M I T A C I Ó N D E I D E A S O T E X T O S D E M A R C I A L
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El epigrama 30 de la colección de Quevedo imita el epigrama IX, 38 de
Marcial, el mismo que Quevedo recreará en su soneto, «Si no duerme su cara con
Filena», comentado más adelante. Las concomitancias léxicas entre la traducción y
la versión más libre del poema de Marcial son notables.
18
Mas, 1957, p. 205.
AD PAPILUM
Méntula tam magna est tantus tibi, Papiîe, nasas,
ut possis, quotiens arrigis, olfacere,
Tan grande tu miembro sueles
empinar, i oh buen Muniz!,
y es tan grande tu nariz,
que enderezando lo hueles (36).
La elección temática de la obra extensa y miscelánea de Mar-
cial muestra el gusto de Quevedo por los motivos de notorio con-
tenido erótico. La traducción que realiza Quevedo de los epigra-
mas de Marcial tiende a destacar los aspectos de más evidente tono
escabroso-, en los que la mujer se convierte en el blanco predilecto
de su diatriba burlesca: la mujer ridiculizada desde su perenne
condición maléfica; la mujer que intenta resistir el avance inexo-
rable del tiempo con afectados artificios (poemas 7» 8 y 17) o la
mujer que ofende la edad dedicando su vejez a actividades extem-
poráneas; la mujer que se inclina a la lujuria y al adulterio (poe-
mas 4> 6, 11); la mujer, ya adultera,, que sirve de excusa para la
burla del marido consentidor y engañado (poema 1); la mujer, en
fin, entregada a los vicios capitales de la soberbia y de la lascivia,
No sólo el vejamen contra mulieris es motivo central de la chan-
za jocosa: tal es el caso de los relativos al placer homosexual
(poema 22) o los que describen los atributos sexuales de algún
personaje (poemas 3 1 , 38). En ambos casos, la fidelidad al original
parece mayor y, por supuesto, no ahorra términos explícitos en su
traslación.
Ocupa un lugar destacado en las Imitaciones de Marcial el tema
del dinero y las consecuencias execrables que su deseo o acumu-
lación genera. En especial, el centro de las pullas satíricas es el
avaro que, por definición, se priva de su propia felicidad (poemas
4, 5) o el que* poseyendo riquezas* aun pide prestado (poema 32).
La avidez de algunos personajes llega a deteriorar la propia amis-
tad: no prestan d i n e r o a sus amigos p o r q u e n o se fían sin aval
(poema 25) o bien p o r q u e ante la petición hacen siempre oídos
sordos (poema 15). La generosidad interesada por la cercana
perspectiva de una herencia constituye, dentro de este apartado,
otro motivo notable, sobre todo, por ser éste tema predilecto de
Marcial. La elección de esta faceta de la posesión de riquezas
p u e d e verse perfectamente ejemplificada en el epigrama 10 de la
colección:
EÎ nieto que te presenta
los regalos por momentos»
sabiendo que cuatro cuentos
denes, Pinelo, de renta,
y que pasas de noventa
« E L EPIGRAMA DE M A R C I A L E N LA POESÍA DE Q U E V E D O » 69
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Schalk, 1959, pp. 202-12.
70 MANUEL ÁNGEL CANDELAS COLODRÓN
t r a z a r u n a c r o n o l o g í a en función d e la m a y o r o m e n o r h u e l l a d e
Marcial en los textos.
5. «Si n o d u e r m e su cara con Filena»
2
En El mundo por de dentro la descripción ridiculizante de la mujer parece
tener en Marcial la consiguiente referencia: «si la acuestas contigo, la mitad dejas
debajo de la cama en los chapines» (p. 305).
2
* Véase al respecto Schwartz, 1986, pp. 148-49.
« E L EPIGRAMA D E MARCIAL E N LA POESÍA D E Q U E V E D O » 79
tringe al uso del motivo literario sino que va más allá en el ejerci-
cio conceptista del poeta español.
¿Qué sostiene tan extraordinaria diversidad temática? Muy pro-
bablemente la causa deba hallarse en el carácter misceláneo de la
producción poética de Marcial y, por extensión, de toda la tradi-
ción epigramataria en la que Marcial está inmerso de forma más
que relevante. La variedad de los temas y motivos desarrollados
por Marcial impide reconocer en ellos un hilo conductor. No es
de extrañar, por tanto, que en la imitación expresa Quevedo no
haya buscado conexiones temáticas en Marcial, pues éste carece
—he ahí su esencia— de ellas.
A través del universo amplísimo de la sátira, tomado el término
como género exclusivamente romano, quizá podamos hallar la
pequeña coherencia que abarca a estos sonetos: Quevedo toma los
motivos del epigrama pero los dota con el más elevado estilo que
predomina en la literatura satírica de Horacio, Persio o Juvenal.
Así ocurre en los dos primeros poemas comentados, d o n d e Que-
vedo huye del estilo excesivamente humilde del epigrama y trata
de adecuarse al más severo de la poesía moral.que los poetas lati-
nos antes citados componían bajo el título de Sátiras: en Quevedo
opera, desde luego, en estos casos, un evidente proceso de depu-
ración del original.
En los otros casos el apego a la circunstancia precisa como mo-
tivo literario procede del epigrama o, en todo caso, de la poesía
alejandrina de tonos más frivolos y lúdicos, más preocupada por la
anécdota, el detalle bizarro o el caso cotidiano del que se pueda
extraer algún comentario tan intrascendente como ingenioso: la
imitación de Quevedo en estas composiciones cumple incluso con
la entonación y estilo del original epigramatario.
27
Lida de Malkiel, 1939, pp. 369-75.
28
Crosby, 1980, pp. 269-86.
Semejantes se presentan los versos de Quevedo que pueden tener ese ori-
gen: «Adargué cara frisona / con una nariz de ganchos / que a todos los doce tribus
/ los dejó romos y bracos; / a cuyas ventanas siempre / hace terrero el catarro»
(Blecua, núm. 687, vv. 37-42) o «A tus narices me voy / don Fulano Pañizuelo, / y
en figura de catarro / a tus ventanas me acerco» (Blecua, núm. 684, vv. 13-16).
30
En el romance «Desmiente a un viejo por la barba» (Blecua, núm. 692) se
advierte semejante expresión; «Cabello que dio en canario, / muy mal a cuervo se
aplica; / ni es buen J o r d á n el tintero / al que envejece la pila» (vv. 17-20). Véase
sobre ello las observaciones de Schwartz, 1983, p. 51.
Añádase el soneto «La edad, que es l a v a n d e r a de bigotes» (Blecua, núm.
557), d o n d e el protagonista justifica la tintura: «Yo guiso mi niñez con almodrotes
/ y mezclo pelos rojos y castaños: / que la nieve que arrojan los antaños / aun no
parece bien en los cogotes» ( w . 5-8).
« E L EPIGRAMA DE M A R C I A L EN LA POESÍA D E QUEVEDOS» 85
32
Schwartz, que analiza las relaciones entre estos poemas, advierte muchas
afinidades de orden léxico; palabras en Marcial y en Quevedo que comparten el
Marcial por ser tuertos en los epigramas IV, 65, VIII, 59 y XII, 22.
Para Quevedo, son cuévanos, Galeno o legañosos y tan sólo sirven
para realzar lo ridículo del caricaturizado 33 .
Como compendio de esta caricatura de la deformidad física los
dos autores eligen la figura de la vieja. James O. Crosby señala a
Marcial como principal fuente de la obsesión quevediana por este
tipo de descripción ridiculizante: de modo principal en rasgos
como «la técnica de comparar la edad de una mujer a la de ciertas
figuras de gran antigüedad» 34 . En el soneto «"Antes que el repe-
lón" eso fue antaño» la edad de la vieja anda «ras con ras de Caín»
y en uno de los tercetos de la «Sátira a una dama» (Blecua, núm,
640); la anciana se sitúa en el mismo Genesis bíblico: «Rebujada
naciste en dos andrajos, / de una hija de Adán por gran ventura, /
cuya comadre fueron cuatro grajos». Quevedo imita por analogía
el recurso de Marcial: Adán equivale al Prometeo del epigrama X,
39, que modela en barro a la vieja objeto de su diatriba:
Consule te Bruto quod iuras, Lesbia, natarn
mentiris. Nata es, Lesbia, rege Numa?
Sic quoque mentiris. Namque, ut uta saecula narrant,
ficta Prometheo diceris esse luto.
Mientras Quevedo recurre a Caín o al diluvio universal, Mar-
cial halla en la protohistoria o en el mito las figuras proverbiales
de la ancianidad: Pirra, la mujer del Deucalion que se salvó del
diluvio; Néstor, el viejo guerrero de la /liada; la Níobe que perdió
a sus siete hijos; Laertes, el anciano padre de Odiseo y tantos
otros, como en el epigrama 67 del libro décimo 35 :
Pyrrae filia, Nestori noverca,
cum vidit Niobe pu ella canam,
Laertes aviam senex vocavit,
nutricem Priamus, socrum Thyeste,
iam comicibus omnibus superstes,
hoc tandem sita prurit in sepulchro
calvo Poltia cum Melanthione.
sema filo y, sobre todo, el adjetivo sutil que Quevedo emplea en forma de dilogía
('delgado 1 y su sentido figurado de 'minucioso') a partir de la expresión de Mar-
cial árnica subtilis. Asimismo señala Schwartz el romance «Salió trocada en me-
nudos» como otro posible lugar de influjo marcialesco (1986, pp. 139 y ss.). Sobre
este particular véase la edición de Fernando Plata de la canción citada en Ocho
poemas satíricos de Quevedo, 1997, pp. 69-107,
33
Véanse los poemas 748, 618 y 641 de la edición de Blecua para la imagen
de los cuévanos\ los 586 y 706 para la de galenos; y e] 712 para los asediados de
légañas.
34
Crosby, 1980, p. 281.
35
Dámaso Alonso, 1986, p. 532, nota 62, creyó encontrar en los epigramas de
la Antología griega los precedentes de este recurso. Apunta concretamente a Ni-
carco, un autor posterior a Marcial y susceptible de verse atraído por el procedi-
miento hiperbólico empleado por el epigramatista latino.
« E L EPIGRAMA DE MARCIAL EN LA POESÍA D E Q U E V E D O » 87
36
Repárese en la ampliación de los retratos (especialmente de las viejas) en
las versiones ulteriores de los Sueños o del propio Buscón: a Quevedo parece
interesarle más la intensidad de la pintura grotesca que la mera indicación de la
edad.
88 MANUEL ÁNGEL CANDELAS COLODRÓN
Mandádose ha pregonar
que digan* midiendo cueras,,
«¡Agua va!» ios taberneros,
como mozas de fregar^
que dejen el barnizar
a los curas de Madrí,
Mas nú ka de salir de aqu£(rv. 16-22),
o en las décimas que compuso sobre el festejo taurino al que sin-
gularmente acudió el Príncipe de Gales:
Florís lafiestapasada,
tan rica de caballeros,
si la hicieran taberneros,
no saliera tan aguada.
ÂÎ lado de estos temas que presentan notables puntos de con-
tacto, no se pueden olvidar aquellos otros, cuyo desarrollo difiere,
pero conforman en ambos casos buena parte de !a preocupación
satírica. Me estoy refiriendo a la omnipresència del tema del di-
nero en ambos autores» con figuras gaheribles como la del avaro*
del nuevo rico, del adulador interesado o del heredero o captador
de herencias, de tanta tradición en la sátira romana; el tema del
beatus ilíe> en clave semiburlesea* de un menosprecio de Corte* que
como señala Vaílío no se corresponde» por su calculada ambigüe-
dad, «con una inequívoca alabanza de aldea» en ninguno de los
dos casos40; el tema del carpe diem, que en Marcial es alegato epi-
cúreo y en Quevedo, como demostró García Berrio, reprensión
estoica41; el tema inagotable del contra mulieris que conduce a la
tradición misógina de tantos planos; y, en fin, tantos otros que se
engarzan por medio de la tradición de la sátira que Quevedo asu-
mió como propia.
4
* Gracián, Agudeza y arte de ingenio, ed. E. Correa Calderón, 1967, discurso
XXXIII, tomo II, p. 53.
45
Lausberg, 1966, tomo II, p. 115.
46
Llama la atención que estas composiciones figuren en manuscritos y no en
la edición impresa de su obra: la notoria procacidad del léxico probablemente
fuera motivo de su exclusión tanto del Parnaso como de Las tres musas.
Esta t e n d e n c i a quevediana ha sido notada como característica singular: li-
bropesía o marivinos son ejemplos conocidos. En el extremo de esta inclinación los
versos dedicados a Góngora d o n d e inventa términos tan complejos como delibera-
damente confusos como parte de la parodia: «farmacoforolando como numia / si
e s t o m a c a b u n d a n c i a das tan nimia / metamorfoseando el arcadumia» (Blecua,
«EL EPIGRAMA DE MARCIAL EN LA POESÍA DE QUEVEDO » 93
núm. 838, vv. 12-14). Véase sobre este particular Arellano, 1984, pp. 201-207,
especialmente p. 204 y p. 207.
^8 Véase también Arellano, 1984, pp. 146-58.
49
De la edición citada de Blecua, Francisco de Quevedo, Obra poética, 1981,
tomo I, p. 119.
50
Gradan en el discurso XXXI de su Agudeza y arte de ingenio, que titula
«De la agudeza nominal», recurre a este epigrama de Marcial como ejemplifíca-
ción del concepto,
51
Schwartz, 1986, pp. 135-36.
94 MANUEL ÁNGEL CANDELAS COLODRÓN
BIBLIOGRAFÍA
Van Rooy, C. A., Studies in Classical Satire and Related Literary Theory, Lei-
den, E. J. Brill, 1966.
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