Edgar Allan Poe El Corazon Delator
Edgar Allan Poe El Corazon Delator
Edgar Allan Poe El Corazon Delator
textos.info
Biblioteca digital abierta
1
Texto núm. 279
Edita textos.info
Maison Carrée
c/ Ramal, 48
07730 Alayor - Menorca
Islas Baleares
España
2
El Corazón Delator
¡ES VERDAD! nervioso, muy, muy terriblemente nervioso yo había sido y
soy; ¿pero por qué dirán ustedes que soy loco? La enfermedad había
aguzado mis sentidos, no destruido, no entorpecido. Sobre todo estaba la
penetrante capacidad de oír. Yo oí todas las cosas en el cielo y en la tierra.
Yo oí muchas cosas en el infierno. ¿Cómo entonces soy yo loco?
¡Escuchen! y observen cuan razonablemente, cuan serenamente, puedo
contarles toda la historia.
Es imposible decir cómo primero la idea entró en mi cerebro, pero, una vez
concebida, me acosó día y noche. Objeto no había ninguno. Pasión no
había ninguna. Yo amé al viejo. El nunca me había hecho mal. Él no me
había insultado.
De su oro no tuve ningún deseo. ¡Creo que fue su ojo! Sí, ¡fue eso! Uno de
sus ojos parecía como el de un buitre — un ojo azul pálido con una nube
encima.
3
viejo. Me tomó una hora poner mi cabeza entera dentro de la apertura
hasta poder ver como él yacía sobre su cama.
¡Ja! ¿habría sido un loco tan inteligente como para hacer esto? Y entonces
cuando mi cabeza estaba bien dentro del cuarto abrí la linterna
cuidadosamente — oh, tan cuidadosamente — cuidadosamente (ya que
los goznes crujían), la abrí apenas tanto como para que un único rayo
delgado cayera sobre el ojo de buitre.
Hacia la octava noche fui más precavido que lo común en abrir la puerta.
El minutero de un reloj se mueve con más rapidez que mi propia mano.
Nunca antes de esa noche había yo sentido el alcance de mis propias
facultades, de mi sagacidad. Apenas podía contener mis sentimientos de
triunfo. Pensar que allí estaba yo, abriendo la puerta poco a poco, y él ni
siquiera soñaba con mis actos o pensamientos secretos. Yo casi reí con la
idea, y quizás él me oyó, ya que de repente se movió en la cama como
alarmado. Ahora ustedes pueden pensar que di marcha atrás — pero no.
Su cuarto era tan como negro como la brea con la pesada oscuridad (las
persianas estaban bien cerradas por el miedo a los ladrones), y por eso
sabía que él no podía ver que la puerta se abría, y seguí empujándola
constantemente, constantemente.
Me quedé muy quieto y no dije nada. Durante una hora entera no moví ni
un músculo, y mientras tanto no lo oí acostarse. Todavía estaba sentado
en la cama, escuchando; al igual que yo lo he hecho noche tras noche
escuchando los relojes de la muerte en la pared.
4
En un momento, oí un suave gemido, y supe que era el gemido del terror
mortal.
Cuando hube esperado un largo tiempo muy pacientemente sin oír que se
recostara, resolví abrir un poco — una muy, muy pequeña rendija en la
linterna. Así la abría — ustedes no pueden imaginar qué tan sigilosamente,
sigilosamente - - hasta que al fin un único rayo tenue como el hilo de una
araña se disparó desde la rendija y cayó sobre el ojo de buitre.
5
linterna inmóvil. Traté de mantener lo más firmemente que pude el rayo
sobre el ojo.
Mientras tanto el compás infernal del corazón aumentó. Creció más rápido
y más rápido, y más fuerte y más fuerte, cada instante. ¡El terror del viejo
debe haber sido extremo! Se hizo más fuerte, digo, más fuerte cada
momento! — ¿me entienden bien? Les he contado que soy nervioso: y sí
lo soy. Y entonces a la hora muerta de la noche, en el silencio terrible de
esa casa vieja, un ruido tan extraño como ése me excitó a un terror
incontrolable. Pero aún así, por algunos minutos más me contuve y me
quedé quieto. Pero el golpeteo se hizo más fuerte, ¡más fuerte! Pensé que
el corazón iba a estallar. Y ahora una inquietud nueva se apoderó de mí —
¡el sonido sería oído por un vecino! ¡La hora del viejo había llegado! Con
un gran alarido, abrí la linterna y salté dentro del cuarto. Él gritó una vez —
solamente una vez. En un instante lo arrastré al piso, y tiré la pesada cama
sobre él. Entonces sonreí alegremente, al ver el acto tan bien hecho. Pero
por muchos minutos el corazón siguió latiendo con un sonido ahogado.
Corté la cabeza. Después, los brazos. Después, las piernas. Levanté tres
de las tablas del piso del cuarto, y deposité todo entre las maderas. Luego
reemplacé las placas tan hábilmente tan hábilmente, que ninguno ojo
humano — ni siquiera el suyo — podría haber detectado algo fuera de
lugar.
6
había sido oído por un vecino durante la noche; la sospecha de algún
crimen se había despertado, la información había llegado a la oficina de la
policía, y ellos (los oficiales) habían sido enviados para investigar las
propiedades. Sonreí, — ¿porque qué había yo de temer? Les di la
bienvenida a los caballeros.
Llevé a mis visitantes por toda la casa. Los invité a que buscaran —que
buscaran bien. Los conduje, en un momento, a su habitación. Les mostré
sus tesoros, seguros, inalterados. Con el entusiasmo de mi confianza, traje
sillas al cuarto, y les rogué que descansaran aquí de sus fatigas, mientras
yo mismo, con la osadía salvaje de mi triunfo perfecto, coloqué mi propio
asiento en el mismo lugar sobre el que descansaba el cadáver de la
víctima.
Sin duda que ahora me puse MUY pálido; pero hablé más fluidamente, y
en voz más alta. Sin embargo el sonido aumentó — ¿y qué podía hacer?
Era un sonido APAGADO, SORDO, PENETRANTE — MUY PARECIDO
AL QUE HACE UN RELOJ ENVUELTO EN ALGODÓN. Me costaba
respirar, y sin embargo los oficiales no lo oían. Hablé más rápido, más
vehementemente pero el ruido constantemente aumentaba. Me levanté y
argumenté sobre tonterías, en un tono alto y con gesticulaciones violentas;
pero el ruido constantemente aumentaba. ¿Por qué no se iban ellos?
Recorrí el piso de aquí para allá con pasos pesados, como si me excitaran
a la furia las observaciones de los hombres, pero el ruido constantemente
aumentaba. ¡Oh Dios! ¿qué PODÍA yo hacer? ¡Lancé espuma —
enloquecí — maldije! Movía la silla en la que había estado sentado, y la
hacía rechinar sobre las tablas, pero el ruido se levantaba sobre todo y
continuamente aumentaba. Se hizo más fuerte — más fuerte — ¡más
7
fuerte! Y todavía los hombres charlaban gratamente, y sonreían. ¿Era
posible que no lo oyeran? ¡Dios Todopoderoso! — ¿nada, nada? ¡Ellos
oían! — ¡ellos sospechaban! — ¡ellos SABÍAN! — ¡ellos se estaban
burlando de mi horror! — esto pensé, y esto pienso. ¡Pero cualquier cosa
era mejor que esta agonía! ¡Cualquier cosa era más tolerable que este
desprecio! ¡Ya no podía soportar más esas sonrisas hipócritas! ¡Sentí que
debía gritar o morir! — y ahora —otra vez —¡escuchen! ¡más fuerte! ¡más
fuerte! ¡más fuerte! ¡MÁS FUERTE! — "¡Villanos!" grité, "¡no disimulen
más! ¡Admito el acto! — ¡arranquen las tablas! — ¡aquí, aquí! — ¡es el latir
de su horrible corazón!"
8
Edgar Allan Poe
9
escritor estadounidense de renombre que intentó hacer de la escritura su
modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.
10
Poe hizo incursiones asimismo en campos tan heterogéneos como la
cosmología, la criptografía y el mesmerismo. Su trabajo ha sido asimilado
por la cultura popular a través de la literatura, la música, tanto moderna
como clásica, el cine (por ejemplo, las muchas adaptaciones de sus
relatos realizadas por el director estadounidense Roger Corman), el cómic,
la pintura (varias obras de Gustave Doré, v. gr.) y la televisión (cientos de
adaptaciones, como las españolas para la serie Historias para no dormir).
11