Moisés y El Éxodo 2

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UNIVERSIDAD EVANGÉLICA DEL PARAGUAY

FACULTAD DE INSTITUTO BÍBLICO DE ASUNCIÓN IBA

MOISÉS Y EL ÉXODO

Sonia Grimm y Jairo Rodríguez

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN PRESENTADO A:

Profesor: Dr. Flavio Florentín

EN CUMPLIMIENTO FINAL

PARA LA MATERIA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO I.

ASUNCIÓN
JUNIO, 2016
ÍNDICE

MOISÉS Y EL ÉXODO ................................................................................................... 1

Vida de Moisés .................................................................................................................. 2

Moisés y el Faraón ............................................................................................................ 4

Salida de Egipto ................................................................................................................ 5

El Pacto y la Ley en el Sinaí ............................................................................................. 6

El Tabernáculo .................................................................................................................. 8

Camino a Canaán .............................................................................................................. 8

Bibliografía ..................................................................................................................... 10

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MOISÉS Y EL ÉXODO

El éxodo es el acontecimiento fundamental de la historia de la redención del

Antiguo Testamento, el medio por el cual Dios le dio cumplimiento histórico a la promesa

hecha a los patriarcas de una tierra y una nación. Pero, a pesar de su importancia, es difícil

ubicarla en el espacio y el tiempo por la falta de datos directos, toda la evidencia que se

tiene al respecto es indirecta.

Trata de la liberación de la esclavitud de Israel en Egipto, donde habían vivido por

más de 400 años, por medio de la poderosa acción salvadora de Dios en el Mar Rojo y el

establecimiento de su señorío por medio del pacto en el Monte Sinaí. Los israelitas habían

llegado a ese país como una pequeña familia y salieron como una nación numerosa. El

término éxodo –que viene del griego éxodos significa “salida”, y se emplea a menudo

con referencia a todo el conjunto de acontecimientos desde la liberación del pueblo hasta

la entrada en la tierra prometida: Canaán.

Se puede decir que la historia tuvo lugar durante el apogeo del imperio egipcio, lo

que ubica al acontecimiento en la Edad de Bronce Reciente. En este tiempo, Egipto tenía

el control del mundo antiguo y Palestina estaba bajo el dominio de ese imperio. Si bien

no existe ninguna evidencia histórica directa ni de la opresión de los israelitas en Egipto

ni de la huida, la evidencia indirecta es abrumadora. La historia de José es un auténtico

reflejo de la vida, las costumbres, la literatura y de los títulos oficiales egipcios que

concuerdan con los registros egipcios hallados, lo que le da credibilidad a la historia. Por

otro lado, varios nombres israelitas, en particular los de la familia de Moisés, son

auténticamente egipcios. También es sabido que numerosos pueblos semitas fueron

empleados como esclavos estatales para los proyectos de construcción en las cercanías de

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Tebas. Y la historia de la huida de pueblos subyugados de un estado importante tiene

semejanzas en el mundo antiguo. Y desde el punto de vista psicológico, es muy difícil

que la historia haya sido inventada por el pueblo y mantenida por generaciones hasta hoy

día.

Aunque el Éxodo es la historia central del pueblo de Israel no existe una solución

en cuanto a los datos que hacen referencia al tiempo y al lugar en el que ocurrió el hecho.

Aunque por los datos extra bíblicos que existen, se calcula que pudo haber ocurrido en la

primera mitad del siglo XIII. Tampoco hay certeza en cuanto a la ruta del Éxodo, ni la

ubicación del Monte Sinaí. El nombre que por lo general se traduce como Mar Rojo

significa literalmente Mar de Juncos, y sin duda se refiere a uno de los pantanos de agua

dulce donde abundan los juncos en las cercanías del Lago Menzaleh y los Lagos Amargos

al sur, en donde actualmente se encuentra el Canal de Suez.

El personaje central de la historia del Éxodo es Moisés. A lo largo de todo el

Antiguo Testamento se lo presenta como el fundador de la religión de Israel, promulgador

de la ley, organizador de las tribus en el trabajo y la adoración y su líder carismático en

la liberación, en el pacto de Sinaí y en el peregrinaje por el desierto, hasta que Israel

estuvo listo para ingresar en la tierra prometida desde la llanura de Moab. Si se borra a

Moisés de las tradiciones, por considerarlo carente de historicidad o como una adición

posterior, la religión, y hasta la existencia misma de Israel se vuelven inexplicables.

VIDA DE MOISÉS

Se dice que su padre era un varón de la familia de Leví llamado Amram,

descendiente de Coat, hijo de Leví. Su madre se llamaba Jocabed y pertenecía a la misma

tribu. Moisés sería de la cuarta generación de esta tribu. Por la historia bíblica se sabe que

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a pesar de que muchas familias israelitas se habían dejado arrastrar por las costumbres

paganas del tiempo a consecuencia de la permanencia en Egipto, la familia en la cual

nació Moisés permanecía fiel al pacto sagrado entre Dios y su raza. Tenía hermanos

mayores, María o Mirian y Aarón.

Luego de que su madre lo escondiera por tres meses por causa del decreto del

Faraón de arrojar a todos los niños recién nacidos al río Nilo para que murieran, lo puso

en una cesta en el río para que lo viera la princesa, hija del faraón. Ella se encariño con el

bebé y lo adoptó. Por esta razón él fue criado en sus primeros años con su madre, pero

luego en el palacio y tratado como nieto del Faraón. Fue educado por sacerdotes, filósofos

y eruditos en toda la sabiduría de los egipcios. También fue un estadista y buen soldado.

Según la Biblia, a los cuarenta años Moisés visitó a sus hermanos hebreos, que

eran esclavos egipcios, y vio que un egipcio golpeaba a uno de los hebreos, este maltrato

lo llevó a matar de rabia al egipcio, y luego al ser descubierto, por temor huyó al desierto,

a las tierras de Madián. Allí se estableció con Jetro, sacerdote de Madián, y se casó con

su hija llamada Séfora, quien le dio dos hijos. Algún tiempo después, cuando ya había

muerto el faraón, padre de su madrastra egipcia, Moisés llegó a Horeb, el “Monte de

Dios”, y fue allí que tuvo la extraña visión del arbusto que ardía sin consumirse y Dios se

le presenta por primera vez como el gran “Yo soy el que soy” y lo comisiona para liberar

a su pueblo de Egipto. Moisés ciertamente objetó a Dios pero luego se rindió a él, aunque

Dios le concedió que Aarón se le uniera para realizar la función de vocero de Moisés. Y

él cumpliría la misión profética de ser el mensajero de Dios.

La vida de Moisés, de acuerdo a Hechos 7, puede dividirse en tres fragmentos de

40 años cada uno. Pasó sus primeros cuarenta años en Egipto, mantenido por su madre y

educándose en los colegios egipcios. Los siguientes cuarenta años los pasó en el desierto,

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mantenido por la vida solitaria y educado por Dios. Sus últimos cuarenta años los pasó

con el pueblo hebreo en el desierto, mantenido por las aflicciones, los desánimos y las

pruebas, y educado por la Ley que recibió de las propias manos de Dios.

Jehová le había dicho a Moisés que no pasaría del Jordán, que no alcanzaría entrar

a la tierra prometida por un arranque de ira que había tenido en el episodio del agua

cuando golpeó la roca dos veces. Dios no permitió que él alcanzara la promesa. Si bien le

permitió ver la tierra de Canaán desde el monte Nebo, situado en la tierra de Moab que

está frente a Jericó. Luego la sentencia de la muerte se cumplió en él cuando tenía la edad

de 120 años. Él no murió enfermo o por la vejez, ni accidentalmente, murió por la

voluntad de Dios. Con él terminó también la gran longevidad humana. En Deuteronomio

34:11 se lee: “Y murió allí Moisés siervo de Jehová...” Aunque Moisés haya sido un

libertador, legislador, dirigente, profeta, murió como siervo de Jehová. Él es el único

personaje de la Biblia del que Dios anunció su muerte antes de que sucediera y después

de que sucediera. En Josué 1:2 se lee que Dios dijo: “Mi siervo Moisés ha muerto...” Su

muerte, movió el corazón divino de Dios. El pueblo entero lo lloró y le dio un luto

nacional por un mes.

MOISÉS Y EL FARAÓN

La respuesta del Faraón a la demanda de Dios de liberar a su pueblo es una

negativa rotunda. Luego se lee en la historia el desarrollo del clásico enfrentamiento del

poder y la autoridad de Dios con la obstinación y la dureza del corazón del Faraón. La

autoridad de Dios se hace presente por medio de una serie de diez catástrofes o plagas

que azotan a Egipto por la mediación de Moisés y Aarón. Por medio de estas plagas tanto

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Moisés como el Faraón comprenden quién es el Señor y por último el Faraón deja ir a

Israel.

Las plagas fueron:

 Las aguas se transforman en sangre

 Las ranas invaden la tierra

 La tierra se llena de mosquitos o tábanos

 La tierra hierve de moscas

 Muere el ganado por una enfermedad

 Úlceras de hombres y animales

 El granizo destroza los sembrados

 La langosta devora todo lo que queda

 La oscuridad cubre toda la tierra

 Muerte de los primogénitos y del hijo del Faraón

SALIDA DE EGIPTO

Después de la muerte de los primogénitos, el faraón finalmente accede a la

demanda de dejar libre al pueblo israelita, quienes fortalecidos y unidos luego de la

celebración de la Pascua, salieron de Egipto. Si bien no se conoce exactamente la ruta que

tomaron, en cierto momento llegaron al Mar de Juncos, el cual les impidió avanzar hacia

el Sinaí. Mientras, el Faraón ya había cambiado de idea y los empezó a perseguir con su

ejército. Fue en ese momento que los israelitas experimentaron la liberación dramática

que luego se convertiría en el ejemplo supremo de la acción salvadora de Dios en el resto

del Antiguo Testamento. A la señal de Moisés, Dios envió un violento viento del este que

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sopló toda la noche e hizo que las aguas regresaran; los israelitas sin el obstáculo de los

carros de guerra ni provisiones, cruzaron al otro lado. Y sus perseguidores egipcios, al

querer cruzar con sus carros de guerra en el terreno blando se trancaron y se sumergieron

en las aguas de la inundación que refluía. Los israelitas fueron testigos del poder de Dios,

vieron muertos a los egipcios a orillas del mar, lo temieron y creyeron en él y en su siervo

Moisés.

En este momento cúspide de la liberación del pueblo aparece el himno de victoria

de Moisés y del pueblo que expresa la acción de gracias a Dios. El poema concluye con

una mirada al futuro, al fin del viaje, imaginando la consternación de los habitantes de

Canaán y la presencia final del Señor y su pueblo en la tierra de Palestina. A lo largo de

toda su historia, Israel contemplaría esta gran liberación como el acontecimiento

fundacional por el cual se convirtieron en el pueblo de Dios, y como el principal ejemplo

de los propósitos redentores de Dios para con ellos. El Éxodo domina la perspectiva del

Antiguo Testamento y se convierte en el primer eje de la redención divina, que sólo sería

eclipsado por aquella liberación mayor que Dios realizó por la muerte de su Hijo en el

calvario.

EL PACTO Y LA LEY EN EL SINAÍ

Después de la liberación, Israel viajó al Sinaí, aunque queda claro que no tomaron

la ruta normal desde Egipto a Canaán. Esta ruta era la más corta, pero era la ruta regular

del ejército egipcio, lo que habría significado un enfrentamiento seguro entre ambos

grupos. Los israelitas tomaron el “Camino del desierto” y luego de tres meses entraron en

el “desierto de Shur”, al noroeste de la península de Sinaí, y desde allí avanzaron desde

distintos sitios hasta el Monte Sinaí. Quizá nunca exista la evidencia directa de la

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ubicación del Sinaí ni de la presencia de los israelitas en ese lugar. Su presencia en estos

lugares fue efímera, y además por ser nómadas es imposible casi que hayan dejado sus

rastros. Si bien la Biblia da el dato de que el Monte Sinaí se hallaba bien al sur de Cades-

Bernea.

En este tiempo se relata en la Biblia algunos episodios del camino, como la

provisión del agua en Mara y en Refidim donde Moisés golpeó la roca y los alimentos:

las codornices y el maná. También en Refidim tuvieron que luchar contra los amalecitas.

Fue en el Sinaí donde Dios habló a Moisés y le informó que Israel sería propiedad

personal de Dios entre todos los pueblos. A partir de aquí las instrucciones y sucesos

siguientes revelan la trascendencia del hecho que estaba por suceder, Dios daría a Moisés

los Diez Mandamientos. Aquí se señala que Israel ha sido invitado a aceptar el pacto y

con un requerimiento de Dios: la obediencia.

Los Diez Mandamientos Dios los propone no como un sistema de normas legales

por cuya obediencia sería posible obtener su aceptación, sino son presentadas como

cláusulas de una relación establecida mediante un pacto que se funda y se sostiene en la

gracia. Dios redime gratuitamente a su pueblo de la esclavitud en Egipto y lo liga a sí

mismo por medio del pacto. El prólogo del pacto se retrotrae a la liberación pasada y

constituye así una proclamación de buenas noticias: el cumplimiento de la redención.

Pero el pacto no solo ofrece a Israel la bendición por su obediencia, sino también la

maldición por su desobediencia. Y es aquí que se puede comprender la historia de este

pueblo en sus subsiguientes etapas.

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EL TABERNÁCULO

También es en este tiempo de la vida en el desierto que Dios revela a Moisés su

plan para la construcción del tabernáculo. Éste era un santuario transportable que constaba

de un armazón enrejado de madera de acacia cubierto por dos amplias cortinas de lino.

Una de las cortinas formaba la sala central o el lugar santo, mientras que la segunda cubría

el lugar santísimo, un recinto más pequeño detrás del lugar santo y separado de aquel por

un velo. Dentro del lugar santísimo sólo se encontraba el arca, un cofre de madera que

contenía las tablas con la inscripción de los Diez Mandamientos. En el lugar santo se

encontraba el altar del incienso, el candelero y la mesa con el pan de la proposición. En

el tabernáculo estaba ubicado en un patio separado del resto del campamento por unas

cortinas blancas. El patio ubicado delante el tabernáculo se hallaba el altar de los

holocaustos y entre éste y el tabernáculo, la fuente para el lavamiento. El tabernáculo era

la localización de la presencia de Dios entre su pueblo, un símbolo visible de que él era

su Dios. Como símbolo de su presencia, anticipa el tiempo de realización en que Dios en

la persona de su Hijo se haría verdaderamente presente con su pueblo.

CAMINO A CANAÁN

El viaje de Sinaí a Cades-barnea vía el Golfo de Acaba sólo duraba once días. La

ruta directa que no tomaron llevaría tan sólo unos días menos y por Edom y Moab apenas

algo más de dos semanas. Sin embargo el pueblo israelita permaneció dando vueltas en

el desierto durante treinta y ocho años como consecuencia del castigo de Dios por su falta

de fe, por lo cual él había establecido que ninguno de la generación de incrédulos entraría

en la tierra prometida.

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Durante la vida en el desierto el pueblo de Israel refleja una historia compleja de

infidelidad, rebelión, apostasía y frustración, en contraste con la constante fidelidad y

paciencia de Dios. Aun así, en ese tiempo, por algún medio prodigioso, el Señor

manifestaba visualmente su presencia a los israelitas. Cuando una nube se levantaba, el

pueblo emprendía la marcha; cuando la nube paraba, acampaba. Mientras la nube se

mantenía detenida sobre el tabernáculo, los israelitas permanecían acampados. Las

historias de esta presencia permanecen a lo largo de toda la época del desierto. También

Dios se encargaba de proveer alimento a su pueblo, como las codornices y el maná. Luego

esta provisión cesó al llegar a Canaán. En una ocasión cuando el pueblo no tuvo agua y

se quejó a Moisés, Dios lo mandó a él y a Aarón a que reunieran a toda la congregación

porque les daría el agua. Moisés se enojó por las quejas infundadas del pueblo y golpeó

la roca dos veces, y fue éste el motivo por el que Dios le negó su entrada a la tierra

prometida.

Durante el periodo de la vida en el desierto se leen los relatos delos israelitas que

rezongan y se quejan de su desgracia. Añoran el pescado, los pepinos, melones, puerros,

las cebollas y el ajo de Egipto, como si hubieran olvidado la terrible opresión de la

esclavitud. Cuando los espías regresaron de Canaán con historias de gigantes y grandes

ciudades amuralladas, el pueblo quiso escoger un capitán para regresar a Egipto, y fue

aquí que la paciencia del Señor llegó a su límite y declaró que ningún miembro de aquella

generación entraría a la tierra, excepto Calé y Josué, los dos espías que habían animado

al pueblo a proseguir y poseer la tierra.

Luego de los treinta y ocho años y hasta que desapareció la antigua generación,

los israelitas reanudaron el viaje con un largo desvío rodeando Edom. Acamparon en

Moab, esperando las instrucciones finales para cruzar y poseer la tierra que Dios había

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prometido a sus padres. Según el libro de Deuteronomio, Moisés aprovechó este

momento para pronunciar tres discursos al pueblo de Israel, discursos de despedida pues

se le había dicho que no entraría a la tierra con el pueblo.

Antes de morir Moisés deja el liderazgo a su fiel asistente Josué, designado para

el cargo por Dios mismo. Él comienza los preparativos para cruzar el Jordán y envía a

dos espías a Jericó. Esta ciudad fortificada fue tomada con la intervención de Dios. El

ejército israelita marchó alrededor de la ciudad durante siete días, con siete sacerdotes

que iban haciendo sonar trompetas de cuerno de carnero. Se suceden luego una serie de

luchas con otros pueblos, hasta que conquistan Canaán, aunque aún quedaban muchas

tierras por poseer, ellos logran entrar a la tierra prometida. Cuando Josué finalmente

describe los límites de las tierras de cada tribu, comienza el cumplimiento en parte de la

promesa de Yahveh, quien le dijo: “Reparte, pues, ahora esta tierra en heredad”.

BIBLIOGRAFÍA

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Michigan, E.U: Nueva Cración.

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Trad.) Bogotá, Colombia: Ediciones Paulinas.

Meyer, F. (2003). Grandes hombres de la Biblia. Miami, Florida, E.U: Vida.

Silva, K. (2010). Moisés el libertador. Michigan, E.U: Portavoz.

Swindoll, C. R. (2007). Moisés: un hombre de dedicación total. Texas, E.U: Casa Bautista
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