ENDOFITOS
ENDOFITOS
ENDOFITOS
MOLINA
HONGOS ENDÓFITOS
Presentado por:
Lima –Perú
2018
INTRODUCCION
El término endófito se conoce desde el siglo XIX y se usó inicialmente para agrupar
aquellos organismos fúngicos que viven dentro de las plantas (Léveillé, 1846; de Bary,
1866), pero el significado de este término ha variado acorde con el avance del
conocimiento en este campo (Wilson, 1995). En la actualidad existe algún grado de
concenso en aceptar a los endófitos como organismos que viven asintomáticamente
dentro de tejidos aéreos vegetales vivos (Carroll, 1986), e incluso en raíces pero
excluyendo los hongos productores de micorrizas (Saikkonen et al., 1998). Sin
embargo, el término puede cobijar tanto hongos saprófitos como hongos patógenos
latentes (Petrini, 1991). Estos últimos pueden producir síntomas sobre su hospedero
cuando el tejido en el que habitan se debilite o empiece a morir. Recientemente, Wilson
(1995) presenta a los organismos endófitos como hongos o bacterias que durante parte o
todo su ciclo de vida invaden tejidos vegetales vivos y causan infecciones asintomáticas
completamente dentro del tejido vegetal. Dado que algunas asociaciones micorríticas
deforman la raíz, permitiendo detectar los síntomas de su infección, ellas quedan
excluídas en esta definición. Es claro entonces que los organismos endófitos no son
solamente hongos ya que también existen bacterias endófitas (Wilson, 1995; revisado
por Chanway, 1996), pero el término podría extenderse para incluir grupos tales como
protistas e invertebrados que viven dentro del cuerpo vegetal, siempre y cuando sean
asintomáticos. En la actualidad la mayoría de los estudios están dirigidos
principalmente a los endosimbiontes fúngicos.
El término '' endófitos (griego: endon-dentro; phyton- planta) fue acuñado por primera
vez por de Bary (1886). Endófitos relación con la planta varía de simbiótica a patógena.
Los endófitos benefician planta huésped mediante la prevención de organismo patógeno
colonicen. Se ha clasificado en dos grupos principales (Clavicipitaceous y no
clavicipitaceous) basados en las diferencias en la evolución, taxonomía, plantas huésped
y funciones ecológicas. Clavicipitaceous son capaces de infectar sólo algunas especies
de gramíneas y no clavicipitaceous se encuentran en los tejidos asintomáticos de otras
plantas superiores (Rodríguez et al. 2008). Estimula el crecimiento de plantas, aumentar
la resistencia a las enfermedades, mejorar la capacidad de las plantas para resistir las
tensiones ambientales y reciclar nutrientes (Sturz et al. 2000). Los endofitos son una
fuente rica de metabolitos secundarios con una importancia múltiple (Strobel y Daisy
2003). En comparación con otros microorganismos endófitos, los hongos endófitos
producen un gran número de actividades secundarias (Zhang et al., 2006). Los endofitos
aislados de plantas medicinales poseen fuertes metabolitos fungicidas, bactericidas y
citotóxicos (Wang et al., 2007). Produce enzimas que se utilizan para diversas
aplicaciones, como la degradación y la biotransformación de compuestos orgánicos
(Firáková et al., 2007; Pimentel et al., 2011). Los derivados de los endófitos se usan en
aplicaciones biotecnológicas (Tomita 2003). Tiene una gran importancia en la ciencia
farmacéutica debido a sus actividades antimicrobianas, anticancerígenas y antivirales.
(Venkatesan Sudha 2016)
6 Interacciones Planta-Endophyte
La relación entre los hongos endófitos y su planta hospedera puede ir desde el
mutualismo hasta la patogénesis. En estas relaciones ambos organismos
producen metabolitos secundarios potencialmente tóxicos. El hongo endófito
produce factores de virulencia, como exoenzimas y metabolitos fitotóxicos,
mientras que la planta produce defensas, tanto mecánicas como bioquímicas.
En consecuencia, para que ambos organismos coexistan se establece entre
ellos una relación de antagonismo balanceado, que depende de la virulencia
del hongo y de las defensas de la planta, las cuales varían y son influenciadas
por los factores ambientales y por la etapa de desarrollo de ambos organismos.
Cuando los factores de virulencia del hongo y las defensas de la planta están
en equilibrio se establece una relación endofítica y, por el contrario, cuando se
presenta la senescencia del hospedero o se encuentra bajo estrés, el balance
se torna a favor del hongo y éste se expresa como patógeno, presentándose
los síntomas de enfermedad. (Rosa Elvira Sánchez-Fernández 2013)
6.1 NATURALEZA DE LA INTERACCIÓN PLANTA HONGO ENDÓFITO
La hipótesis mutualista. ¿Cómo saber si una relación entre una planta y un
hongo endófito es mutualista? En tal situación la eficiencia (capacidad de
sobrevivir y reproducirse), de cada uno de los miembros debería ser mayor
cuando están asociados que cuando están viviendo libremente. Sin embargo,
esto no es fácil de probar, dado que en algunos casos el componente fúngico
de esta simbiosis no vive o es difícil de encontrar libre en la naturaleza.
Algunos pastos y hogos endófitos de las zonas templadas constituyen un
modelo ampliamente estudiado, del cual proviene la mayor evidencia para
postular que esta relación es mutualista. Los estudios pioneros son de la zona
templada y sirven como marco de referencia, siendo citas obligadas en este
campo los trabajos de Cheplick y Clay (1988), Clay (1988, 1990), Clay et al.
(1985; 1993) y Johnson et al. (1985). Otros estudios han usado árboles de la
zona templada (Quercus spp. y Pinus spp.), pero en ellos no se encontró
evidencia de protección contra herbivoría por parte
del hongo (Gaylord et al., 1996; Hata y Futai, 1995). El efecto protector de los
endófitos sobre pastos de la zona templada, ha sido reportado por Johnson et
al. (1985) y Clay et al. (1985), quienes usaron como herbívoros especies de
áfidos y larvas de mariposa, respectivamente. En ambos casos, la mortalidad
del herbívoro fue mayor cuando se alimentaba de plantas infectadas, aunque
se pudieron detectar efectos variados de acuerdo a la combinación áfido planta
(Johnson et al., 1985). También se han postulado otros beneficios para la
planta hospedera de endófitos, como el aumento en el crecimiento de las
plantas infectadas aun en ausencia de herbivoría (Clay, 1988) y una mayor
resistencia a hongos patógenos (Christensen y Latch, 1991). Aunque los
estudios demuestran claramente que los endófitos causan efectos negativos en
los herbívoros (Clay et al., 1993; Johnson et al., 1985), siendo de aceptación
general el postulado de un mutualismo basado en la defensa contra herbivoría
(Clay, 1988), recientemente se ha cuestionado la significancia de estos
hallazgos en sistemas naturales (Saikkonen et al., 1998). Es común que los
ensayos realizados usen especies introducidas y/o que rara vez interactúan en
condiciones naturales. Por ejemplo, Clay et al. (1993) reportan baja biomasa y
alta mortalidad en espodóptera (Spodoptera frugiperda) cuando fueron
alimentadas con festuca (Festuca arundinacea) infectada con hongos endófitos
(Acremonium spp.).
Festuca es un pasto del viejo mundo introducido en Norteamérica, mientras
que espodóptera es un insecto nativo que raras veces forrajea en pastos, por lo
cual tiene poca probabilidad de encuentro con festuca. Así las cosas, no hay
evidencia que el resultado benéfico hallado en este sistema sea producto de
coevolución mediada por un beneficio defensivo, ni que sea importante en la
naturaleza (Saikkonen et al., 1998). El estudio más impactante en especies
tropicales es el de Arnold et al. (2003), donde se detectó un antagonismo entre
hongos endófitos naturales y agentes patógenos del cacao. Estos autores
encontraron una relación inversa entre la frecuencia de los endófitos y la de los
patógenos.
6.1 .1 Latencia.
Esta se define como el periodo comprendido entre el momento en que un
patógeno penetra la planta y el momento en que comienza la relación
parasítica (Verhoeff, 1994). Según dicha definición la latencia se refiere a
infecciones dormantes, asintomáticas, pudiéndose considerar a los
microorganismos en tal situación como endófitos temporales. Muchos de los
trabajos con latencia versan sobre frutas tropicales, como banano, plátano,
mango y aguacate (Verhoeff, 1994), donde es muy común encontrar
infecciones latentes de muchos microorganismos potencialmente dañinos como
Colletotrichum gloeosporoides. Esta etapa latente es seguida por una infección
activa cuando el fruto madura, lo que produce antracnosis, que es una de las
infecciones más importantes en estas frutas (Dodd et al., 1992). Detectar el
microorganismo en su estapa asintomática permitirá prevenir pérdidas
económicas, de ahí la importancia de los estudios en este grupo. Otro caso
importante de endófitos, latencia y cultivos, se encuentra en las infecciones
asintomáticas por Fusarium moniliforme en maíz. Este hongo causa pudrición
de granos, raíces, tallos y plántulas, además de producir cinco tipos de toxinas
(Bacon y Hinton, 1996). Tales toxinas se han implicado en la producción de
cáncer de esófago en Suráfrica (Rheeder et al., 1992). Existe evidencia que F.
moniliforme puede ser más común como endófito que como patógeno en zonas
templadas y tropicales. En un estudio realizado en zona templada, por ejemplo,
se aisló Fusarium de todos los órganos de todas las plantas muestreadas y se
obtuvieron dos o más cepas de la mayoría de las plantas (Kedera et al., 1994).
Así mismo, en un estudio en Nigeria, la mayoría de granos sanos y plántulas
asintomáticas de maíz presentaron F. moniliforme como endófito (Thomas y
Buddenhagen, 1980). En las infecciones asintomáticas en maíz, las hifas
crecen intercelularmente, mientras que en las patógenas el crecimiento es
además intracelular (Bacon y Hinton, 1996). Dado que hay crecimiento activo
del hongo, puede haber producción de micotoxinas también. Esto sugiere que
puede existir contaminación por estas toxinas en el maíz y sus derivados sin
que haya evidencia de infección fúngica. Se sugiere que los programas de
mejoramiento del maíz, que se enfocan particularmente hacia las
enfermedades visibles causadas por Fusarium, se dirijan también hacia las
infecciones endófitas (Bacon y Hinton, 1996). Desafortunadamente, ni los
trabajos de latencia en Colletotrichum ni los de Fusarium en maíz han sido
integrados en la literatura de hongos endófitos. Los únicos trabajos abordados
y citados en cultivos, son los realizados en pastos.
6.1.2 Efectos fisiológicos en el hospedero.
Los hongos son microorganismos con gran capacidad de influir el destino y la
disponibilidad de los nutrientes en un ecosistema (Lodge y Cantrell, 1995), por
lo que es viable pensar que su presencia tenga repercusiones fisiológicas en el
hospedero. Por ejemplo, las especies de endófitos pueden afectar
diferencialmente la tasa de uso de fotosintatos, ya que las especies varían en
sus requerimientos y preferencias nutritivas. Esto podría afectar al hospedero,
al inducir agotamiento de ciertos productos y/o acumulación de otros, de
acuerdo con la presencia y/o dominancia de ciertos endófitos. Nuestros
estudios indican que los hongos endófitos no afectan la tasa fotosintética de
sus hospederos naturales en el estadío de plántula (Gamboa-Gaitán et al.,
2005b), aunque recientemente se reporta el efecto negativo de los endófitos en
plantas tropicales de interés comercial (Rodrigues-Costa et al., 2000). Una
reciente publicación en cebada, reporta el aumento de la tolerancia al estrés
salino y de la resistencia a enfermedades por parte de la planta gracias a la
presencia de un endófito de raíz (Waller et al., 2005). De otra parte, los hongos
endófitos también producen metabolitos secundarios que pueden proteger la
planta contra herbívoros (Clay et al., 1985; Clay, 1988). Si el recambio
espaciotemporal de especies endófitas modifica la calidad y/o cantidad de tales
metabolitos, entonces es posible que el hospedero tenga fluctuaciones
temporales en la sensibilidad a herbívoros. La importancia de este aspecto es
innegable, al menos para la planta.
Desafortunadamente, no se sabe si la producción de toxinas in vivo alcanza
cantidades fisiológicamente activas (Lodge et al., 1996), por lo que en este
campo hay más especulaciones que datos reales, especialmente para especies
tropicales. Un aspecto interesante pero poco explorado, es el de la interacción
fisiológica de los miembros de esta simbiosis, la cual debe ser muy intensa
dada la asociación celular cercana. Numerosas e interesantes preguntas
emergen en este campo, tales como ¿qué papel juegan los hongos en la
senescencia de las hojas?, ¿qué estrategia adoptan los endófitos ante la
inminencia de la caída foliar?, ¿cómo interactúan las rutas bioquímicas
secundarias de estos dos tipos de organismos tan químicamente activos?
El tema es de tan crucial importancia para la existencia de esta simbiosis, que
se ha postulado recientemente que el estado fisiológico de la planta determina
si la relación será de carácter mutualista o parasítico (Redman et al., 2001).
Cualquier interacción planta-hongo es precedida por un encuentro físico entre
una planta y un hongo, seguido de varias barreras físicas y químicas que
deben superarse para establecer una asociación con éxito. La hipótesis del
"antagonismo equilibrado" (Schulz et al., 1999; Schulz y Boyle, 2005) se
propuso inicialmente para abordar cómo un endófito evita la activación de las
defensas del huésped, asegura la auto resistencia antes de ser incapacitado
por los metabolitos tóxicos del huésped y logra crecer dentro de su huésped sin
causar manifestaciones visibles de infección o enfermedad (Arnold, 2005,
2007, 2008, Schulz y Boyle, 2006) (Figura 1A). Esta hipótesis propuso que la
colonización asintomática es un equilibrio de antagonismos entre el huésped y
el endófito. Los endófitos y los patógenos poseen muchos factores de
virulencia contrarrestados por los mecanismos de defensa de las plantas. Si la
virulencia fúngica y la defensa de la planta están equilibradas, la asociación
permanece aparentemente asintomática y avirulenta. Esta fase es solo un
período transitorio donde los factores ambientales juegan un papel importante
para desestabilizar el delicado equilibrio de los antagonismos. Si los
mecanismos de defensa de la planta contrarrestan completamente los factores
de virulencia fúngica, el hongo perecerá. Por el contrario, si la planta sucumbe
a la virulencia del hongo, una relación planta-patógeno daría lugar a la
enfermedad de la planta (Figura 1B). Debido a que muchos endófitos podrían
ser patógenos latentes, podrían verse influidos por ciertos factores intrínsecos
o ambientales para expresar los factores que conducen a la patogenicidad.
(Arnold, 2008) (Figura 1C). Por ejemplo, la expresión del gen de proteína
quinasa activada por estrés y mitógeno (sakA) de Epichlole festucae endofítico
se muestra vital para mantener su asociación mutualista con el huésped Lolium
perenne (ballica perenne) y evitar que esta asociación se convierta en
patógena (Eaton et al. ., 2010, 2011).
Recientemente, se reveló que la interacción planta-endófito podría no ser solo
un equilibrio entre la virulencia y la defensa, sino una interacción mucho más
compleja y controlada con precisión (Figura 1D). Por ejemplo, la planta
Camptotheca acuminata (árbol feliz) produce el compuesto anticancerígeno
camptotecina que inhibe la topoisomerasa I uniéndose y estabilizando el
complejo covalente del ADN de la topoisomerasa I (Kusari y Spiteller, 2012a).
Un endofito productor de camptotecina (Fusarium solani) aislado de los tejidos
internos de la corteza de C. acuminata asegura la protección de la
camptotecina propia y la planta mediante alteraciones específicas de residuos
de aminoácidos en los dominios catalíticos y de unión a camptotecina de su
topoisomerasa I (Kusari et al. , 2011a). De manera similar, la topoisomerasa I
codificada por otro endófito aislado del mismo tejido pero que no produce
camptotecina también contiene los mismos cambios para hacerlo resistente a
la acción de la camptotecina. Por un lado, esto apunta hacia una preadaptación
evolutiva similar de los endófitos que infectan a la misma planta,
independientemente de su capacidad biosintética. Se sabe que las plantas
utilizan la camptotecina como un modo de defensa química contra el ataque de
insectos y patógenos (Sirikantaramas et al., 2009). Cualquier hongo que intente
infectar una planta productora de camptotecina entrará en contacto de
inmediato con la camptotecina de la planta. El hongo invasor, por lo tanto, será
destruido por la camptotecina que atacará su complejo topoisomerasa I-ADN, a
menos que posea intrínsecamente la capacidad de resistir el ataque de la
camptotecina huésped después de su infección. En este caso, el hongo
endofítico infectante, F. solani, tuvo que estar pre-equipado para resistir la
toxicidad de la camptotecina conferida por la planta huésped de C. acuminata,
antes de evolucionar hacia la propia biosintetización de la camptotecina como
lo dictan las presiones de selección in planta. Algunas plantas también han
demostrado resistencia a camptotecina conferida por residuos de aminoácidos
específicos en los dominios catalíticos y de unión de camptotecina de sus
enzimas topoisomerasas I. Por ejemplo, Ophiorrhiza japonica exhibe
resistencia parcial a la camptotecina in vivo, aunque no produce este
compuesto en sí (Sirikantaramas et al., 2009). Esto sugiere la contribución de
residuos de aminoácidos específicos aún desconocidos, que son responsables
de la preadaptación de la topoisomerasa I en O. japonica. Por otro lado, el
concepto de características de resistencia basadas en objetivos dependientes
del tiempo (adaptación coevolucionaria) en varias especies al diferenciar las
alteraciones de topoisomerasa I mediadoras de resistencia en plantas
productoras de camptotecina y células cancerosas resistentes a camptotecina
humana (CEM / C2) ha sido bien elaborado por Sirikantaramas et al. (2009). Es
concebible que algunas mutaciones específicas solo se encuentren en plantas
(Sirikantaramas et al., 2008) debido al período evolutivo mucho más
prolongado de la exposición a camptotecina en plantas que en hongos
endofíticos. Además, dado que el endofítico F. solani es capaz de producir
camptotecina, podría desarrollar características adicionales de resistencia a la
camptotecina basadas en el objetivo al conducir el curso de la evolución. En
cualquier caso, parecería que estos tipos de interacciones entre endófitos y
plantas deberían, por lo tanto, ser muy específicos y seleccionarse fuertemente
hacia la coexistencia estable. De acuerdo con la hipótesis de coevolución
planta-endófito (Ji et al., 2009), podría ser posible que los endófitos ayuden a la
planta en la defensa química en planta produciendo metabolitos secundarios
bioactivos. Dos proposiciones intrigantes paralelas se han hecho. De acuerdo
con la teoría del "efecto mosaico", los endófitos podrían proteger a las plantas
hospedantes al crear una composición química heterogénea dentro y entre los
órganos de las plantas que de otro modo serían genéticamente uniformes
(Carroll, 1991). En consecuencia, estos órganos variarían de forma arbitraria en
cuanto a su exquisitez o valor para los herbívoros, y en términos de infectividad
para los patógenos. La otra teoría sostiene que los endófitos podrían ayudar a
sus plantas hospedadoras correspondientes como "sistemas inmunológicos
adquiridos" (Arnold et al., 2003). La hipótesis de "xenohormesis" recientemente
propuesta por Howitz y Sinclair (2008) establece que las moléculas de
señalización e inducidas por el tejido de las plantas pueden ser detectadas por
heterótrofos (animales y microbios), que han desarrollado dicha capacidad bajo
presiones selectivas evolutivas. Los heterótrofos podrían haber conservado la
capacidad de detectar indicios químicos en las plantas para comenzar a
producir metabolitos secundarios similares de nuevo, aunque han perdido
gradualmente la capacidad de biosintetizar estos compuestos. Por lo tanto, es
posible que ciertos grupos de genes se hayan mantenido homólogos a lo largo
del tiempo evolutivo a través de las plantas, los microbios y los animales, y
estos podrían activarse mediante asociaciones endofitas endófitas de plantas y
/ o endófitas adecuadas. Recientemente, por ejemplo, se reveló que los
mamíferos también pueden sintetizar morfina, que originalmente se
consideraba exclusiva de Papaver somniferum (planta de amapola) (Grobe et
al., 2010). Por lo tanto, es convincente que los compuestos que anteriormente
se creía que eran sintetizados solo por las plantas también pudieran ser
producidos por endófitos. La producción de productos naturales por hongos
endofíticos, alguna vez considerados exclusivos de las plantas, también
plantea preguntas intrigantes con respecto al organismo original. De hecho, es
posible que varios de los denominados "metabolitos de plantas" puedan ser, de
hecho, los productos biosintéticos de sus endófitos. Un ejemplo importante es
la producción de ansamitocina maitansinoide antitumoral muy potente,
originalmente aislada de plantas superiores, por Actinomycete Actinosynnema
pretiosum ssp. auranticum (Yu et al., 2002). Este estudio corroboró la
posibilidad de que la verdadera fuente biosintética de la cadena principal
maytansinoide podría ser un endófito bacteriano. Aunque la transferencia
horizontal de genes puede explicar la producción de maitansinoides por las
plantas, un escenario más probable es la producción de maitansinoides por
parte de los simbiontes (Cassady et al., 2004). Considerando el hecho de que
los endófitos residen dentro de las plantas y están interactuando continuamente
con sus huéspedes, es concebible que las plantas tengan una influencia
sustancial en los procesos metabólicos in planta de los endófitos. Por ejemplo,
la homoserina vegetal y la asparagina actúan como señales del huésped para
activar la expresión de un gen letal en cepas virulentas de Nectria hematococca
que solo se expresa en planta (Yang et al., 2005). Además, la expresión del
grupo de genes para la biogénesis de lolitrem en endofíticos Neotyphodium lolii
residentes en ballica perenne es alta en planta, pero baja a indetectable en
cultivos de hongos cultivados in vitro, lo que respalda la noción de que la
señalización de la planta es necesaria para inducir la expresión (Young et al.
al., 2006). Otro ejemplo convincente es el de la asociación simbiótica entre las
plantas dicotiledóneas (Convolvulaceae) y los hongos clavicipíticos que
conducen a la síntesis de alcaloides de la ergolina por el hongo, y cuestionan el
origen de estos compuestos en las plantas (Kucht et al., 2004; Steiner et al.
2006; Leistne y Steiner, 2009). Recientemente, se descubrió que una
camptotecina que produce endofito, F. solani aislado de C. acuminata (Kusari
et al., 2009c), podría producir indigenamente los precursores de la
camptotecina. Sin embargo, una enzima de la planta huésped ausente en el
hongo, strictosidina sintasa, se empleó en planta para el paso clave en la
producción de camptotecina (Kusari et al., 2011b). Esta fue la razón principal
para la reducción sustancial de la producción de camptotecina en el subcultivo
bajo condiciones axénicas. Dichas interacciones planta-hongo obligan a
reconsiderar si la transferencia horizontal de genes (planta a endófito genoma o
viceversa) es el único mecanismo en virtud del cual los endófitos producen
compuestos vegetales asociados (Kusari y Spiteller, 2011).
Usos biotecnológicos.
La presencia de toxinas y metabolitos secundarios con efectos fisiológicos
sobre otros organismos, conduce a otra pregunta obvia: ¿cúal es el potencial
biotecnológico de los endófitos? Un posible campo de acción, de las
propiedades de los endófitos, es en la protección de cultivos mediante la
producción de metabolitos que evitan o disminuyen tanto la herbivoría como la
susceptibilidad a patógenos y a tensión ambiental (por ejemplo, a sequía). Ya
existen semillas disponibles en el comercio que están infectadas con endófitos,
los cuales le proveen a la planta más resistencia contra herbívoros y
disminuyen la cantidad de insecticidas que hay que suministrar. De otra parte,
es posible que otros compuestos del metabolismo de los hongos endófitos
tengan usos industriales y medicinales, lo que constituye un estímulo adicional
para estudiar este grupo (Strobel, 1996; Strobel y Long, 1998). Un ejemplo
sobresaliente es el del taxol, un diterpenoide muy eficaz como agente
antitumoral producido por la corteza del árbol Taxus brevifolia, pero que
también es producido por uno de sus hongos endófitos, Taxomyces andreae
(Stierle et al., 1993). Otro ejemplo, la familia Xylariaceae, una de las más
comunes en los endófitos tropicales, la cual produce abundantes sustancias
bioactivas como citocalasinas y griseofulvinas (Whalley y Edwards, 1987). Es
importante anotar que los microorganismos endosimbiontes de los hongos
también pueden ser productores de sustancias químicas fisiológicamente
activas, que podrían explicar algunas propiedades atribuídas inicialmente al
hongo. Recientemente, Partida-Martínez y Hertweck (2005), mostraron en un
estudio con hongos del género Rhizopus (grupo comúnmente asociado a
plantas), que la toxina atribuída al hongo (rizoxina), era en realidad sintetizada
por bacterias endosimbiontes del género Burkholderia.
1.2. SINONIMOS:
1.4. DISEMINACION
1.5. SINTOMATOLOGIA
Los síntomas de antracnosis en el roble son típicos y bien caracterizados
para cada forma.
El teleomorfo A. quercina esencialmente induce manchas en las hojas,
mientras que el anamorfo D. quercina causa muerte descendente. Los
síntomas varían dependiendo del clima, las especies de roble infectados,
la fase fenológica del árbol en el momento de la infección, y también el
órgano infectado del árbol.
En los países mediterráneos los primeros síntomas en aparecer son
pequeñas manchas marrones en las hojas, poco después de la
reanudación de crecimiento anual. Las manchas aumentan
gradualmente en tamaño y se convierten en marrón rojizo. Estas
manchas de mayor tamaño suelen ser irregulares en su contorno, y
limitados por las venas de las hojas. Es a causa de estos síntomas que
las enfermedades causadas por este y otros agentes antracnósicos
también se llaman "mancha foliar angular". Esas manchas que son más
casi redondas son aproximadamente de 12-22 μm de diámetro. A
medida que la enfermedad progresa, los puntos pueden llegar a ser
confluentes y en algunos casos cubrir toda la superficie de la hoja entre
las venas. Una parte de la lámina foliar sin embargo permanece siempre
verde. Cuando las manchas cubren alrededor de cuatro quintas partes
de la lámina foliar, la marchitez de la hoja, se vuelve como de papel, de
color avellana-marrón, y de aspecto retorcido. Todas las hojas en
desarrollo de la corona son a menudo muertas.
Las hojas más viejas también se ven afectadas, pero sus síntomas
siguen siendo limitados para las manchas marrones. Estas manchas se
extienden igualmente, pero normalmente no ocupan casi toda la
superficie foliar.
Después de la colonización foliar, el patógeno invade el pecíolo y por
este alcanza el brote. Los brotes pueden sin embargo también ser
infectadas directamente por el anamorfo. La muerte del brote ocurre
cuando está completamente rodeado por el patógeno. La infección
entonces avanza a las ramas, que por lo general desarrollan un cancro
ligeramente deprimido de 7-10 cm de longitud. Este patrón de
colonización conduce a la muerte de un número de ramas, dando lugar a
la muerte regresiva típica del brote. Las bellotas son también a menudo
infectadas. Como consecuencia de la infección, las pequeñas manchas
negras se desarrollan en las bellotas.
1.6. SOBREVIVENCIA
2.2. SINONIMOS:
2.4. DISEMINACION
La incidencia de A. rigidiuscula es alta durante los meses
húmedos del año, cuando la enfermedad también es más
evidente. El hongo es diseminada a través de macroconidios
producidos en pequeña esporodoquios en tallos y ramas muertas,
microconidios desarrollados a partir de micelios que crecen en
tejidos infectados recientemente y ascosporas producidos en
vainas caídas y ramas muertas en descomposición en el suelo y
tiene además una fase saprofita en el suelo (Booth y Waterston,
1964).
Ford et al. (1967), muestra que las agallas de aislamientos
inducidos, son ascas heterotálicos que producen de cuatro a ocho
ascosporas, mientras tanto los homotálica que producen
peritecios a partir de cultivos de ascosporas individuales, no
provocar la enfermedad. Los peritecios se producen en pequeños
grupos de estromas en ramas muertas en mucho tiempo y
emergen a través de la corteza produciendo ascosporas durante
la temporada de lluvias, que se disemina por el viento o las
salpicaduras de gotas de lluvia a otras heridas o tejidos
expuestos. El hongo puede sobrevivir como micelio vegetativo en
la corteza y los bordes de las lesiones de cancrosas del
hospedante y también como esporas, cuerpos de fructificación y
como saprofito de la corteza.
2.5. SINTOMATOLOGIA
2.6. SOBREVIVENCIA
3.2. SINONIMOS:
3.4. DISEMINACION
3.5. SINTOMATOLOGIA
3.6. SOBREVIVENCIA
4.2. SINONIMOS:
4.4. DISEMINACION
4.5. SINTOMATOLOGIA
4.6. SUPERVIVENCIA
Alternaria alternata (Fr.) Keissl., Beih. bot. Zbl., Abt. 2 29: 434
(1912)
5.2. SINONIMOS:
Alternaria alternata (Fr.) Keissl., Beih. bot. Zbl., Abt. 2 29: 434
(1912) var. alternata
Alternaria alternata var. rosicola V.G. Rao, Mycopath. Mycol.
appl. 27: 132 (1965)
Alternaria fasciculata (Cooke & Ellis) L.R. Jones & Grout, Bull.
Torrey bot. Club 24(5): 257 (1897)
Alternaria rugosa McAlpine, Agric. Gaz. N.S.W., Sydney 7: 304
(1896)
Alternaria tenuis Nees, Syst. Pilze (Würzburg): 72 (1816) [1816-
17]
Alternaria tenuis f. chalaroides Sacc., Giorn. Vitic. Enol. 11: 132
(1903)
Alternaria tenuis f. genuina Unamuno, Boln Real Soc. Españ.
Hist. Nat., Biologica 33: 224 (1933)
Alternaria tenuis Nees, Syst. Pilze (Würzburg): 20 (1816) [1816-
17] f. tenuis
Alternaria tenuis f. trichosanthis D. Sacc., Mycotheca ital.: no.
1592 (1898)
Alternaria tenuis var. mali Marchal & É.J. Marchal, Bull. Soc.
R. Bot. Belg. 54: 133 (1921)
Alternaria tenuis Nees, Syst. Pilze (Würzburg): 20 (1816) [1816-
17] var. tenuis
Macrosporium fasciculatum Cooke & Ellis, Grevillea 6(no. 37):
6 (1877)
Torula alternata Fr., Syst. mycol. (Lundae) 3(2): 500 (1832)
5.4. DISEMINACION
5.5. SINTOMATOLOGIA
5.6. SOBREVIVENCIA
6.2. SINONIMOS
6.4. DISEMINACION
La diseminación de la enfermedad está estrechamente
relacionada con el clima. Bajo condiciones de alta humedad y
lluviosos, especialmente en la primavera y el verano, aumenta
considerablemente la incidencia de la enfermedad.
Los conidios de material enfermo y basura se dispersan por el
contacto, salpicaduras de agua y la corriente del aire local,
posiblemente de forma limitada por el suelo a pesar de amplio
crecimiento en el suelo no ha sido reportado.
6.5. SINTOMATOLOGIA
6.6. SOBREVIVENCIA
7.2. SINONIMOS
7.5. SINTOMATOLOGIA
7.6. SOBREVIVENCIA
8.2. SINONIMOS
Picnidias:
Se pueden desarrollar sobre corteza, brotes, acículas y escamas
de piña. Inicialmente se desarrollan inmersos en el tejido vegetal,
emergiendo con el tiempo, negros, ovoides, y abriéndose al
exterior por un ostiolo apical. Sus medidas son bastante variables
y pueden oscilar entre los 330 µm y 675 µm de diámetro. La pared
de los picnidios es multicelular con células fuertemente
pigmentadas alrededor de la región del cuello. No existen
conidióforos diferenciados, sino simples células conidiógenas que
se desarrollan a partir de células de revestimiento del interior de la
pared del picnidio (Cedeño et al. 2001).
Los picnidios maduran en 2 meses y entonces empiezan a
diseminar los conidios (Peterson, 1981).
Conidias:
Los conidióforos quedan reducidos a simples células
conidiógenas que tapizan la pared interior del picnidio. Los
conidios recorren 3 estados hasta llegar a la madurez. Comienzan
con una coloración hialina y siendo aseptados. En una segunda
fase se van oscureciendo tornando a un color pardo pálido y
siguen aseptados. Finalmente, la pared se vuelve marrón oscuro y
el interior se torna rojizo. La pared de los conidios es lisa,
redondeada hacia el ápice y despuntada hacia la base.
Normalmente permanecen aseptados aunque pueden presentar
un septo o raramente más de uno hacia el final de la maduración
(Punithalingam & Waterston, 1970).
Según Sutton (1980) las medidas se mantienen entre 30-45 µm
de largo y 10-16 µm de ancho, aunque estas medidas pueden ser
muy variables.
Waterman (1943) da una serie de medidas cuyos extremos van
desde 27 µm hasta 41 µm para el largo y desde 11,8 µm hasta 19
µm para el ancho.
8.4. DISEMINACION
8.5. SINTOMATOLOGIA
Cancros:
A partir de brotes o yemas infectadas se pueden generar
chancros en las ramas. El hongo es capaz de desplazarse por la
médula de la planta a partir de los brotes y así evitar las barreras
defensivas externas del hospedador (Marks & Minko, 1969). Si el
hospedador se debilita por estrés de origen medioambiental, el
hongo puede pasar de la médula a infectar el cámbium y los
tejidos corticales. Entonces la corteza se abre, la zona se deprime
y se produce exudación de resina formando los chancros
(Nicholls, 1981). Cuando la infección evoluciona puede provocar
la formación de un callo, que en ocasiones puede llegar a ser
bastante grande y deforme, alrededor del borde del chancro. La
superficie de los chancros avanzados está hundida y se
desprenden las partes muertas de la corteza quebradiza, por
debajo de la cual se aprecia una oscura tinción de la madera. Si
se cortan secciones del tronco a la altura de los chancros se
puede observar que el tejido infectado se torna grisáceo o azulado
(Iturritxa, 2001). Esta situación puede evolucionar hasta el
anillamiento de las ramas secándolas (Swart et al. 1985).
Azulamiento de la madera
Además de los síntomas manifestados en coníferas vivas,
Diplodia pinea puede causar coloraciones azuladas o grisáceas
de la madera apeada o podada (Da Costa, 1955). El podado de
ramas deja zonas expuestas a la infección por donde penetra el
hongo generando esa coloración azulada. La exposición al aire de
las zonas infectadas con el hongo también se puede producir a
través de abrasiones causadas durante la tala y la extracción,
generando ese tono azulado de la madera.
8.6. SOBREVIVENCIA
9.4. DISEMINACION
9.5. SINTOMATOLOGIA
9.6. SOBREVIVENCIA
10.2. SINONIMOS:
10.4. DISEMINACION
10.5. SINTOMATOLOGIA
La incidencia de la enfermedad ocasionada por especies de
Neofusicoccum en plantaciones de eucalipto se presentó en forma
de manchones y los síntomas fueron la muerte regresiva en la
parte aérea y la presencia de cancros en el fuste de E. globulus y
E. nitens). En la muerte regresiva hay necrosis de puntas, ramas,
muerte de hojas y reducción de la copa de los árboles. En la
corteza se observaron cancros de color negro, fusiformes, de
tamaño variable y hundido; en la superficie de éstos se
observaron estromas de color negro creciendo de manera
agregada. Los cancros causaron hinchamientos en el fuste,
algunas veces emitieron flujo de resina de color rojo y se
desarrollaron brotes epícormicos. En la parte interna se observó
necrosis de color café claro a oscuro que alcanzó al xilema,
causando la muerte del árbol. En México, estos síntomas son
provocados por N. parvum en aguacate, causando cancros y
muerte regresiva en ramas (Molina-Gayosso et al., 2012).
10.6. SOBREVIVENCIA
11.2. SINONIMOS:
11.4. DISEMINACION
11.5. SINTOMATOLOGIA
11.6. SOBREVIVENCIA
12.2. SINOMINOS:
12.4. DISEMINACION
12.6. SINTOMATOLOGIA
12.7. SOBREVIVENCIA
BIBLIOGRAFIA:
Rodriguez RJ, White JF, Arnold AE, Redman RS. 2009. Fungal endophytes:
diversity and functional roles. New Phytologist 182:314-330.
Lutzoni F, Kauff F, Cox CJ, McLaughlin D, Celio G, Dentinger B, Padamsee M,
Hibbett D, James TY, Baloch E, Grube M, Reeb V, Hofstetter V, Schoch C,
Arnold AE, Miadlikowska J, Spatafora J, Johnson D, Hambleton S, Crockett M,
Shoemaker R, Sung GH, Lücking R, Lumbsch T, O'Donnell K, Binder M,
Diederich P, Ertz D, Gueidan C, Hansen K, Harris RC, Hosaka K, Lim YW,
Matheny B, Nishida H, Pfister D, Rogers J, Rossman A, Schmitt I, Sipman H,
Stone J, Sugiyama J, Yahr R, Vilgalys R. 2004. Assembling the fungal tree of
life: progress, classification, and evolution of subcellular traits. American Journal
of Botany 91 (10): 1446-1480.
Faeth SH and Fagan WF. 2002. Fungal endophytes: common host plant
symbionts but uncommon mutualists. Integrative and Comparative Biology
42:360–368.