Hemorragia Digestiva Alta

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HEMORRAGIA DIGESTIVA ALTA

Definición

La hemorragia digestiva alta (HDA) sigue siendo una de las complicaciones más graves
del aparato digestivo y un frecuente motivo de hospitalización. Las dos causas más
habituales son la hemorragia digestiva (HD) por úlcera péptica y la secundaria a
hipertensión portal. La hemorragia digestiva baja es menos frecuente que la de origen
alto, y tiene tendencia a autolimitarse.

La incidencia de la HDA es aproximadamente de 50-150 pacientes por 100.000


habitantes/año que precisan ser hospitalizados. Nosotros nos referiremos en este
Capitulo a la HDA, excluyendo aquella secundaria a hipertensión portal.

Los recientes avances en el tratamiento endoscópico de la HD, así como el tratamiento


erradicador de Helicobacter pylori , han mejorado notablemente el pronóstico de estos
pacientes y, en consecuencia, la evolución clínica; pero ha sido contrarrestado por el
envejecimiento de la población y el elevado número de personas que ingieren en la
actualidad antiinflamatorios no esteroides (AINE), incluyendo el ácido acetilsalicílico.

Como consecuencia, la mortalidad hospitalaria por HDA aguda ha permanecido sin


cambios durante la última década, oscilando entre el 4 y el 10 % en la HDA de origen
no varicoso, a diferencia de la secundaria a hipertensión portal cuya mortalidad es
entre el 18 y el 30 % al alta hospitalaria.

Hoy día, dado el coste económico de la hospitalización, y con el fin de reducir la


estancia hospitalaria, se han identificado una serie de factores clínicos y endoscópicos
que permiten conocer qué pacientes son de riesgo elevado de recidiva y/o persistencia
de la hemorragia y cuáles precisan ser ingresados en unidades de cuidados críticos;
así como identificar aquellos que son de bajo riesgo, que pudieran ser dados de alta
desde el propio servicio de urgencias hospitalario o ser ingresados en una unidad de
hospitalización durante aproximadamente 48-72 h.

Una historia clínica y exploración física adecuadas son imprescindibles, debiéndose


determinar al ingreso la presión arterial y la frecuencia cardíaca. En casos de
hipovolemia importante puede producirse un cuadro de shock. La realización de un
lavado gástrico permitirá determinar la presencia de hemorragia activa y facilitar la
limpieza del estómago, como paso previo a la realización de la endoscopia diagnóstica
y terapéutica.

Diagnóstico

El diagnóstico de la HDA incluye dos aspectos: los métodos de diagnóstico y las


causas de HDA.

Métodos de diagnóstico

El método diagnóstico habitual es la endoscopia alta y con menor frecuencia la


arteriografía, la enteroscopia, la gammagrafía y la endoscopia peroperatoria.

Gastroscopia

Deberá practicarse a todos los pacientes con HDA confirmada por la presencia de
hematemesis y/o melenas o salida de sangre por la sonda nasogástrica.

Se procurará realizarla precozmente, una vez se haya logrado remontar al paciente y


cuando éste se encuentre estable hemodinámicamente. Siempre que sea posible se
efectuará con sedación del paciente.

La realización de una endoscopia urgente y el momento preciso para llevarla a cabo se


sopesarán cuidadosamente en pacientes con síndrome de deprivación alcohólica o
enfermedades asociadas graves, tales como insuficiencia respiratoria, cardíaca o de
miocardio reciente.

El informe endoscópico deberá describir: tipo, tamaño y localización de las lesiones;


estigmas de hemorragia reciente; presencia o ausencia de sangre fresca o digerida en
el tracto digestivo explorado.
La gastroscopia urgente debe realizarse en el plazo más breve posible, ya que existe
una correlación directa entre la eficacia del diagnóstico endoscópico y el tiempo
transcurrido desde el inicio de la hemorragia.

Arteriografía

La indicación de la arteriografía se halla limitada a aquellos pacientes con HDA que


presentan una hemorragia persistente y no ha podido localizarse su origen por
endoscopia alta o baja, y que, por su gravedad, resulta necesario llegar a un
diagnóstico de la lesión.

Para que esta técnica sea rentable, desde un punto de vista diagnóstico, es condición
imprescindible que al inyectar el contraste se esté produciendo una extravasación
sanguínea activa en una cantidad mínima de 0,5 ml/min.

La arteriografía, además de su valor diagnóstico, también puede tener una utilidad


terapéutica, actuando sobre la lesión sangrante; para ello se debe practicar primero
una arteriografía selectiva y una vez localizado el vaso sangrante se procede a la
embolización de éste mediante gelfoam o esponja de gelatina. Una indicación clara de
esta técnica es el caso de hemobilia, aparecida como complicación de una biopsia
hepática.

Enteroscopia

Se realizará cuando se haya descartado el origen gastroduodenal por gastroscopia y


del colon por colonoscopia. Es una técnica delicada y precisa de sedación del paciente.
Además, nos permitirá visualizar el intestino delgado.
Gammagrafía marcada con tecnecio

En esta exploración la acumulación del radioisótopo en el lugar de la hemorragia puede


ser detectada por el contador gamma. Se utilizará en aquellos casos de HD de origen
no aclarado.

Endoscopia peroperatoria

Se realizará cuando persista la HD y las exploraciones previamente reseñadas no


hayan logrado detectar el origen de la hemorragia.

Causas de hemorragia digestiva alta

Las dos causas más frecuentes de HDA son la úlcera péptica (duodenal o gástrica) y la
secundaria a hipertensión portal, representando el 50 y el 25 % de los ingresos,
respectivamente.

Otras causas menos frecuentes son: lesiones agudas de mucosa gástrica,


angiodisplasias, síndrome de Mallory Weiss, pólipos, tumores benignos o malignos de
esófago, estómago o duodeno, lesión de Dieulafoy, esofagitis hemorrágicas (péptica,
infecciosa), úlcera esofágica (idiopática, péptica, virus), duodenitis hemorrágica, fístula
aortoentérica, pólipos (gástricos, duodenales o esofágicos), tratamiento anticoagulante
(hematomas intramurales), hemobilia (en ocasiones, como complicación de una biopsia
hepática); hemorragia pospapilotomía (generalmente autolimitada), wirsunorragia y
seudoquiste pancreático perforado a estómago.

Mucho más escasas son las hemorragias debidas a enfermedades hematológicas:


periarteritis nodosa, púrpura de Shönlein-Henöch y otras vasculitis, seudoxhantoma
elasticum y síndrome de Ehler-Danlos, sarcoma de Kaposi y citomegalovirus.
Finalmente hay que recordar que en un 5-8 % de los ingresos por HD no logra hallarse
la causa de la hemorragia, a pesar de exámenes exhaustivos.

Clasificación de la hemorragia digestiva alta en relación con la gravedad

Se describen a continuación aquellos factores pronósticos clínicos y endoscópicos que


tienen consecuencias sobre la gravedad de la hemorragia.

Factores clínicos con carácter pronóstico


Los parámetros clínicos que tienen valor predictivo con respecto al curso evolutivo y a
la mortalidad de la HD son los siguientes:

1. Edad > 60 años. El hecho de que cada vez se alarga el tiempo de vida media
hace que ingresen pacientes con edad más avanzada. El 73 % de la mortalidad
por HDA la acumulan los pacientes mayores de 60 años.
2. Shock hipovolémico. La presencia de hipovolemia grave al ingreso del paciente
está en correlación con una mayor mortalidad y recidiva hemorrágica.
3. Recidiva hemorrágica: la mortalidad está en relación directa con la propia
recidiva.
4. La enfernedad asociada grave (especialmente insuficiencia cardíaca,
respiratoria, renal y hepática) empeora el pronóstico de los pacientes.

Factores endoscópicos con carácter pronóstico

Los parámetros endoscópicos que tienen valor predictivo sobre la evolución de la


hemorragia, especialmente en los pacientes con HD secundaria a úlcera, son los
siguientes:

1. Sangrado activo arterial, en chorro o babeante (frecuencia de recidiva


hemorrágica del 85 %). Vaso visible no sangrante (protuberancia pigmentada,
roja, azul o púrpura, situada en el fondo del cráter ulceroso). Se trata de la
propia arteria que hace prominencia, de un seudoaneurisma arterial o de un
coágulo rojo taponando el vaso arterial (frecuencia de recidiva hemorrágica del
35-55 %).
2. Coágulo rojo taponando la lesión (frecuencia de recidiva hemorrágica del 25 %).
3. La ausencia de los signos endoscópicos arriba citados, así como la presencia de
manchas oscuras, puntos rojos o coágulos oscuros, nos indican un bajo
potencial de recidiva hemorrágica que se sitúa alrededor del 5-7 %.

Tratamiento

Tratamiento inicial

Es primordial realizar una historia clínica del paciente ingresado con HD y evaluar su
estado hemodinámico (presión arterial, pulso, diuresis), así como conocer la existencia
de enfermedades asociadas graves y, muy especialmente, de enfermedad hepática
(ictericia, ascitis, encefalopatía). También hay que preguntar sobre las características
del sangrado: hematemesis y/o melenas. Se debe inquirir sobre el antecedente de
ingesta previa de fármacos, especialmente AINE, anticoagulantes e ingesta de alcohol.

La restauración de la volemia es el objetivo inmediato en toda hemorragia, prioritario a


la recuperación de la anemia. Para ello, se administrarán en el plazo más breve fluidos
por vía intravenosa, cuya cantidad y tipo se decidirán en función de la situación del
paciente. Con frecuencia debe hacerse incluso antes de la realización de la historia
clínica detallada.

Mientras se efectúan las pruebas de compatibilidad sanguínea previas a la


administración de concentrados de hematíes (CH), se pasarán soluciones cristaloides,
si la situación hemodinámica del paciente lo requiere. Estará indicado ante toda
hemorragia importante colocar una vía venosa central y sonda vesical. Se monitorizará
al paciente, realizando controles frecuentes de presión arterial, frecuencia cardíaca y
respiratoria, presión venosa central, saturación de oxígeno y diuresis horaria.

La cantidad de unidades de CH a transfundir estará en función de las pérdidas


estimadas, de la persistencia de la hemorragia y de la situación general del enfermo.
Se deben mantener unas cifras de hemoglobina superiores a 8 g/dl. La administración
de plasma o plaquetas estará indicado únicamente cuando se detecte un trastorno
grave de la coagulación, lo cual ocurre en contadas ocasiones, excepto en los
pacientes que toman anticoagulantes.

Los pacientes con hemorragia grave o riesgo probable de recidiva hemorrágica deben
permanecer ingresados en unidades de críticos o de sangrantes.

Cuando se sospecha una HDA, o en caso de duda, se deberá colocar una sonda
nasogástrica y, en caso de detectarse sangre oscura o roja, se realizarán lavados
gástricos periódicos con el fin de conocer la evolución de la hemorragia y como
preparación previa a la práctica de la gastroscopia.

Tratamiento específico

Úlcera péptica

Los dos causas etiológicas más importantes de la úlcera gastroduodenal son el


consumo de AINE y la infección por H. pylori . El H. pylori se halla presente en el 90 %
de las úlceras duodenales y en el 60 % de las úlceras gástricas. Así mismo, en más de
la mitad de los ingresos por úlcera existe el antecedente de ingesta de AINE.
Actualmente el ácido acetilsalicílico es ampliamente utilizado, ya que se usa como
profilaxis de enfermedades vasculares, cardíacas y neurológicas. También es frecuente
la HDA en pacientes con tratamiento anticoagulante.

Es la causa más común de HDA. La úlcera péptica sangrante, gástrica o duodenal se


autolimita en un 80 % de los casos, y por ello se puede dar de alta a las 24-48 h del
ingreso hospitalario a un número considerable de pacientes, siempre y cuando no
tengan una enfermedad asociada grave.

La mortalidad de los pacientes con HDA por úlcera péptica está en relación directa con
la magnitud del episodio inicial de la hemorragia, el número de CH administrados, la
necesidad de cirugía urgente y la recidiva hemorrágica.

En la actualidad están consensuados en el ámbito mundial una serie de factores


pronósticos, clínicos y endoscópicos que permiten identificar a aquellos pacientes con
úlcera y riesgo de recidiva hemorrágica (tabla 10-2). Las características clínicas ya
fueron descritas previamente: inestabilidad hemodinámica al ingreso del paciente, edad
superior a 60 años y coexis tencia con enfermedades asociadas graves. Las
características endoscópicas constituyen la información más útil para predecir la
recurrencia hemorrágica. En primer lugar, el tamaño de la úlcera, cuando es mayor de
1 cm y se localiza en la cara posterior del duodeno. El aspecto de la base ulcerosa es
importante para predecir la evolución, ya que identificaremos una serie de signos
endoscópicos que ya fueron descritos previamente.
Siempre que en una úlcera se identifiquen signos endoscópicos de sangrado activo,
vaso visible o coágulo rojo, se debe realizar una endoscopia terapéutica. Cuando se
trate de una hemorragia masiva, la cirugía urgente será la mejor medida terapéutica.
En este caso, la endoscopia previa deberá realizarse con el paciente intubado o bajo
control estricto del anestesista.

Otras variables que también han sido relacionadas con la posibilidad de recidiva
hemorrágica son la ingesta previa de AINE, los trastornos de la coagulación o una
hemorragia intrahospitalaria.

Lógicamente, una recidiva hemorrágica está claramente relacionada con un aumento


de la mortalidad, en un paciente con HD por úlcera péptica.

Tratamiento farmacológico de la hemorragia digestiva alta por úlcera péptica

El tratamiento con los modernos antisecretores a dosis intermitentes, como son la


ranitidina o los inhibidores de la bomba de protones, especialmente el omeprazol (que
ha sido el mayormente estudiado), no han logrado disminuir el riesgo de recidiva
hemorrágica, ni las necesidades de cirugía. Sin embargo, es conocido que la secreción
acidopéptica, por digestión enzimática proteolítica disuelve el coágulo, promoviendo
una recidiva. Según estudios recientes, se recomienda el empleo de omeprazol o
pantoprazol administrado por vía intravenosa con bomba de perfusión continua a dosis
de 8 mg/h, precedido de un bolo de 80 mg.

La somatostatina no ha demostrado ser eficaz para el control de la hemorragia aguda.

Tratamiento endoscópico

El principal y más útil tratamiento de la úlcera sangrante es la endoscopia terapéutica,


cuyos métodos más importantes son: los térmicos, los de inyección y los mecánicos.

Métodos térmicos

Se basan en la aplicación de calor para el logro de la hemostasia. Los más empleados


son la electrocoagulación multipolar, bipolar, Yag-láser, argón-plasma y la
hidrotermocoagulación.
La hidrotermocoagulación o sonda de calor, es el método más popular y económico,
tiene la ventaja adicional de que es fácil de manejar, poco costoso y fácil de
transportar. Consiste en un cilindro hueco de aluminio, recubierto de teflón, con un
alambre interno, que puede ser calentado en segundos hasta 250 °C. Ante una úlcera
sangrante se realizan numerosos toques con el electrodo alrededor del vaso sangrante,
y en el mismo vaso. Incluso cuando hay un sangrado en chorro se puede detener la
hemorragia ejerciendo una compresión sobre la zona sangrante. Tiene la ventaja
adicional de poder inyectar agua a presión con el fin de visualizar correctamente la
zona sangrante.

La electrocoagulación multipolar y el Yag-láser son igualmente eficaces, pero precisan


de aparatos mucho más complicados, por ello se utilizan poco.

Hoy día está utilizándose con mayor frecuencia el argón gas, donde el gas es el
método térmico que actúa sin contactar con la mucosa. Es de fácil manejo y bastante
seguro, ya que el argón tiene una capacidad de penetración de tan sólo 2-3 mm. Se
trata de una corriente de alta frecuencia que es conducida sobre los tejidos mediante
un haz de gas ionizado. Se emplea también en angiodisplasias y en la gastropatía
antral.

La eficacia de los diferentes métodos térmicos es similar.

Método de inyección

En nuestro país es el tratamiento endoscópico más popular. La endoscopia terapéutica


con el método de inyección es sencilla, fácil técnicamente y se puede realizar sin
necesidad de aparatos accesorios. Se precisa tan sólo un catéter que contiene una
aguja en su parte más distal y que se introduce a través del canal de biopsia. La
inyección de las diferentes soluciones se realiza alrededor del vaso sangrante, e
incluso dentro del mismo vaso.

El primer mecanismo de hemostasis es meramente compresivo y posteriormente,


según la sustancia empleada, tendrá un efecto vasoconstrictor, esclerosante, o
favorecedor de la trombosis del vaso.
Las sustancias utilizadas son numerosas: cloruro sódico normal o hipertónico,
adrenalina al 1/10.000, polidocanol al 1 %, etanolamina, alcohol absoluto, trombina o
goma de fibrina.

Mención especial merece la goma de fibrina, que es un compuesto de fibrinógeno y


trombina que debe inyectarse mediante un catéter de doble luz, mezclándose ambas
sustancias en el extremo distal de la aguja, justo antes de ser inyectada la mezcla, no
produce trombosis tisular, y sí trombosis del vaso sanguíneo.

Método mecánico

La utilización de clips hemostáticos es aún un método poco extendido. Pueden


colocarse uno o múltiples en la misma sesión, procurando hacerlo siempre sobre el
vaso sangrante, o bien sobre el vaso visible situado en el fondo de la úlcera. En los
casos de lesiones sangrantes activas es preferible la inyección de adrenalina en la
lesión antes de colocar el clip.

Comparación entre los diversos métodos

Si bien los estudios experimentales señalaban una superioridad de los métodos


térmicos con respecto a los de inyección, los resultados clínicos demuestran que todos
los métodos son de una eficacia similar.

Recientemente se está empleando una técnica de endoscopia terapéutica que combina


los métodos de inyección y electrocoagulación bipolar, denominada « Gold Probe » y
que se encuentra en un solo dispositivo.

Estrategias de futuro

A pesar del tratamiento endoscópico, aproximadamente un 15 % de los pacientes


cursan con sangrado persistente o recidivante. Con el fin de mejorar los resultados se
han planteado diversas estategias:

1. Una primera posibilidad es realizar un segundo tratamiento endoscópico


dentro de las primeras 24-48 h del ingreso del paciente en el hospital. Ello
viene justificado porque la mayoría de las recidivas hemorrágicas tienen
lugar en estas primeras horas.
Esta conducta terapéutica estaría indicada únicamente en aquellas
hemorragias con alto riesgo de recidiva hemorrágica y que, por tanto,
correspondería a úlceras localizadas en cara posterior del duodeno (por
estar en esta zona la arteria gastroduodenal) y a úlceras de un tamaño
superior a 1 cm, especialmente en pacientes con enfermedades
asociadas graves.
2. Otra posibilidad es investigar mediante una «sonda Doppler»
trasendoscópica la existencia de una arteria en el fondo del vaso, y así
detectar lesiones de riesgo que no podrían ser observadas con la
endoscopia convencional.

Complicaciones

La más relevante y afortunadamente poco frecuente (0,5 %) es la perforación,


especialmente en úlceras de la cara anterior del duodeno.

Tratamiento quirúrgico

En la actualidad la cirugía debe reservarse para aquellos casos de fracaso


endoscópico: hemorragia inicial masiva o no controlada, dos recidivas leves o una
recidiva grave con posterioridad al tratamiento endoscópico. El porcentaje de pacientes
que debe recurrirse a cirugía urgente es alrededor del 7 %.

Profilaxis a largo plazo de nueva hemorragia digestiva alta por úlcera péptica

Hasta hace escasos años el tratamiento profiláctico estaba basado en el empleo de


fármacos antisecretores de forma indefinida, ya que en caso contrario, una tercera
parte de las úlceras presentaban una recidiva hemorrágica a los 2-3 años. Desde el
descubrimiento de H. pylori positivo en aquellos pacientes con una HDA por úlcera
péptica se debe realizar, pasado el episodio agudo, un tratamiento erradicador.

Únicamente en los pacientes H. pylori negativos y con antecedentes de AINE estará


indicado el tratamiento de mantenimiento con antisecretores.

Lesión de Dieulafoy

Se trata de la existencia de una arteria anómala tortuosa situada en la submucosa y


que bruscamente se rompe en la mucosa gástrica, dando lugar a una HD a menudo
grave o recurrente. No hay una úlcera, sino únicamente un vaso arterial. La localización
más frecuente es en la parte alta del estómago, cuerpo gástrico o fundus. Por ello,
cuando cede la hemorragia es muy difícil de visualizar. En ocasiones, son pacientes
que han precisado múltiples ingresos por HD y en los que no se ha encontrado la
causa hasta que se observa el sangrado activo en uno de estos ingresos.

El tratamiento ideal es el endoscópico, preferentemente el método térmico, mediante


electrocoagulación bipolar o argón gas. Los hemoclips son también un método útil y
eficaz. En caso de fracaso terapéutico por recidiva grave o dos recidivas leves debe
indicarse cirugía urgente.

Síndrome de Mallory Weiss

Son desgarros de la mucosa acaecidos en el ámbito de la región cardioesofágica. Son


responsables de un 5-10 % de las HDA. El cuadro clásico es la instauración de
náuseas, vómitos o arcadas de tos, como antecedente previo a la hematemesis. Se
describió clásicamente en pacientes alcohólicos. Generalmente el sangrado se detiene
de forma espontánea, pero en una tercera parte de los casos se precisa una
endoscopia terapéutica. Son útiles cualquiera de las técnicas descritas. En la
actualidad es poco frecuente que se deba recurrir a la cirugía urgente.

Esofagitis

Únicamente en esofagitis graves se presenta una HDA y es raro que precise


tratamiento endoscópico.

Gastritis y duodenitis hemorrágica

Se suele observar en pacientes con enfermedades asociadas graves, y es una causa


infrecuente de hemorragias graves, excepto en pacientes con enfermedades
terminales.

Fístulas aortoentéricas

Ante una HD en un enfermo que ha sido operado de bypass aortofemoral se debe


pensar que una causa frecuente de hemorragia es una fístula aortoentérica, en general
aortoduodenal (excepcionalmente se trata de una fístula primaria creada a partir de un
aneurisma aortoabdominal). Con frecuencia es una hemorragia que cede de forma
espontánea y posteriormente recidiva de forma masiva. La endoscopia muchas veces
no es diagnóstica y se precisa una tomografía computarizada abdominal o mejor una
resonancia magnética. La cirugía urgente es obligatoria en los pacientes que se
sospeche una fístula de este tipo. La infección es generalmente responsable de que se
desarrolle una comunicación entre la prótesis aórtica y el duodeno.

Angiodisplasia

Consiste en vasos dilatados y tortuosos, plexos capilares y venosos en la mucosa y


submucosa digestiva, probablemente de origen adquirido, y es una causa frecuente de
hemorragia en ancianos y en pacientes con insuficiencia renal crónica. Aunque la
localización más habitual es el colon, también es causa frecuente de hemorragia del
tracto digestivo alto. Endoscópicamente son manchas de color rojo cereza, de aspecto
arboriforme, muy superficiales, que pueden ser únicas o múltiples, siendo en ocasiones
difícil afirmar que son las responsables de la hemorragia. Con frecuencia la hemorragia
que producen es autolimitada y de carácter leve, pero ocasionalmente puede ser difícil
de controlar.

El tratamiento es endoscópico y debe efectuarse el diagnóstico diferencial con los


hemangiomas y con lesiones yatrogénicas producidas por el propio fibroscopio. Es
preferible el tratamiento térmico que el método de inyección.

Si el diagnóstico es difícil o el tratamiento endoscópico no es efectivo y hay hemorragia


activa, un buen método diagnóstico es la arteriografía, que además permite actuar
terapéuticamente mediante embolización arterial selectiva. Cuando no se logra
controlar la hemorragia mediante endoscopia o arteriografía, deberá recurrirse a la
cirugía.

Hemobilia

La salida de sangre a través de la papila de Vater es una complicación escasa,


ocasionada a veces por una biopsia hepática que ha producido una comunicación
bilioarterial. El tratamiento se realiza mediante arteriografía, con una embolización
selectiva de la arteria afectada.

Hemorragia pospapilotomía

Es poco frecuente, a pesar del gran número de colangiografías retrógradas


endoscópicas que se realizan. Generalmente son autolimitadas, pero en caso de
persistir la hemorragia se practicará endoscopia terapéutica. Raramente se precisa
cirugía.

OPERACIONALIZACIÓN DE LAS VARIABLES

Edad: Se dividió en seis grupos, el primero con edades entre 15 y 24 años, seguido de
otro grupo con edades comprendidas entre 25-34,de 35 a 44, un cuarto que abarcó de
45 a 54, de 55 a 64 años y el último con 65 años o más.
Sexo: Fueron separados los sexos, interpretándose la incidencia de los mismos.
Valores de hemoglobina: Fueron agrupados en menos de 60 g/l, de 60 a 79g/l, de 80
a 99 g/l de 100 a120 g/l y más de 120 g/l
Antecedentes personales: Se analizaron los antecedentes que presentaban los
pacientes y que podían influir en la morbilidad y mortalidad, siendo
estos: Asma Bronquial, Cirrosis Hepática, Cardiopatía Isquémica, Hipertensión arterial,
Hepatopatía crónica, Diabetes Mellitus, Enfermedades Tiroideas, Tumores malignos,
Neumonías, Pielonefritis, Insuficiencia Cardiaca Aguda.
Localización más frecuente del cráter ulceroso: Se distribuyó de la forma siguiente
úlceras localizadas en el bulbo duodenal cara anterior, bulbo duodenal cara posterior,
prepilóricas, pilóricas, las localizadas en la curvatura menor gástrica, curvatura mayor
gástrica, antro gástrico, y las de localización mixta.
Tamaño del cráter ulceroso: Se agruparon en menos de 1 cm, entre 1 y 2 cm y más
de 2 cm.
Tipo de tratamiento recibido: Médico, Quirúrgico y Endoscópico.
Tiempo transcurrido desde la hemorragia hasta el tratamiento quirúrgico:
Fueron agrupados dentro de las primeras ocho horas, entre ocho y veinticuatro horas, y
más de veinticuatro horas.
Clasificación de las úlceras según Forrest: Las úlceras gástricas y duodenales se
agruparon según la clasificación de Forrest, atendiendo a su estado en el momento de
la endoscopia en relación con el sangrado.
Los pacientes se agruparon en los distintos grupos de riesgo según el Índice
Modificado de Baylor.
ÍNDICE MODIFICADO DE BAYLOR
Grupos de Riesgo del Índice Modificado de Baylor

Autores: J. Balanzó Tintoré y C. Villanueva Sánchez

Referencias bibliográficas

1. Balanzo J, Villanueva C. Hemorragia Digestiva. En: Vilardell F, ed. Enfermedades


Digestivas. Madrid: Aula Médica, 1998; 220-229.

2. Balanzo J, Villanueva C. En: Vilardell F, ed. Hemorragias Digestiva. Madrid: Ene


Publicidad SA, 1998; 13-63.

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