Belleza y Filosofia
Belleza y Filosofia
Belleza y Filosofia
Educación
ISSN: 1390-3861
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Universidad Politécnica Salesiana
Ecuador
Monar, Alberto
LA BELLEZA Y LA FILOSOFÍA
Sophia, Colección de Filosofía de la Educación, núm. 6, 2009, pp. 181-188
Universidad Politécnica Salesiana
Cuenca, Ecuador
Introducción
Antes de iniciar esta aproximación al arte desde
la filosofía quisiera citar una de las frases más preciosas de
Hegel sobre el arte: “es el medio gracias al cual el hombre
exterioriza lo que es”; es decir, la idea se plasma en la rea-
lidad, por ello el arte es la mejor forma de expresar lo que
nuestras ideas tratan de atribuir a la realidad.
Al hablar de arte, llego a puntualizar que la
belleza es su expresión majestuosa. Es la condición en que
el ser humano trata de plasmar exquisitamente toda esa
carga de emoción y fascinación que le produce el mundo
exterior. Mundo que en un principio se le mostró como
desconocido, pero que le motivó el deseo y afán de sim-
bolizarlo.
Debo empezar estableciendo la relación entre el
arte y la filosofía; para ello cito una descripción del arte de
Aristóteles: “la finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia
secreta de las cosas”; es decir, es buscar la cosa en sí
misma, exteriorizarla y hacerle apetecible a nuestros sen-
tidos; sentir como somático la esencia desde nuestra cor-
poralidad, sensibilidad e inteligencia.
Revisión histórica desde la cultura helénica
El término belleza —del griego kalia (bello)—,
se entiende como el orden que posee dentro de sí un obje-
to, pero también algo que genera orden al exterior de sí
mismo.
En la antigüedad, las dos grandes interpretacio-
nes de belleza vienen de Platón y Aristóteles, quienes
influirán en la forma de comprenderla e interpretarla,
182 pues sus enfoques tienen mucha vigencia hasta nuestros
días.
Para Platón la belleza está por encima del mun-
do sensible, se relaciona únicamente con la realidad eidé-
tica y suprasensible (bien y belleza); es decir, reside en la
idea y sólo desde esta se puede entender. La visión dualis-
ta que posee Platón desacreditará a lo sensible frente a lo
ideal, la belleza será reminiscencia y participará del alma
racional, en desmedro de lo sensible y emocional.
Las cosas de este mundo participan en mayor o
menor grado de la idea de belleza. En el mundo de las
ideas está la belleza absoluta, la belleza en sí; en este
mundo sensible no hay cosas bellas, a menos que partici-
pen de la idea del mundo suprasensible.
Como reacción a este postulado y concepción
de la belleza, surgirá Aristóteles, quien calificará la belleza
como algo que está dentro de la esencia de las cosas pero
cuya manifestación es lo sensible: “Es bello lo que es valio-
so por sí mismo y lo que a la vez nos agrada”. El filosofo
convirtió la imagen en concepto, sustituyendo una inter-
pretación intuitiva por una definición.
El realismo aristotélico permitirá tomar en
cuenta el mundo sensible y considerarlo como expresión
de la esencia; a partir de él, la belleza será una forma de
manifestación corpórea. Por lo tanto, esta manifestación
se realiza en todo ente, considerándose a la belleza como
un elemento trascendental de este, que es captada por
nuestra sensibilidad y llevada a nuestro intelecto.
Conclusión
Hemos visto que la estética aborda el difícil pro-
blema de la belleza y de su relación con los objetos artís-
ticos y de estos con la naturaleza y el hombre. Aquí surge
la pregunta: ¿Puede ser considerado el pensamiento filo-
sófico como expresión artística?, o ¿cómo construir filo-
sofía desde el arte?
El telhos de las obras de arte es un lenguaje cuyas
palabras no están incluidas en esa visión lingüística nor-
mal, ni han sido dictadas por una universalidad preesta-
blecida. Creo que el esfuerzo de este breve ensayo es ayu-
dar a despertar la conciencia del filósofo para una justa
valoración de la estética en nuestra praxis. Construir filo-
sofía desde el arte es un nuevo desafío, no sólo para los
grandes intelectuales, sino para todas y todos los que gus-
tamos de la reflexión filosófica.
El arte fue la forma de hacer filosofía durante
largo tiempo, y nuestra exigencia hoy es volver a recupe-
rar este espacio, volver a dar a la razón a la capacidad de
ser creativa en sus exposiciones, pero superando los crite-
188 rios subjetivistas que aparecen en la modernidad.
La belleza de la razón, en su capacidad de com-
prensión e interpretación, debe ser re-potenciada, no
absolutizada; por ello, es necesario el dialogo con la his-
toria, la antropología, la política; es decir, con nuestra
realidad.
Establecer los fines e interés del arte nos permi-
tirá sobrepasar el espejismo de lo subjetivo y tener con-
tacto amplio con la realidad para conocerla y expresarla
de manera agradable a los sentidos y apetecible a la razón.
Bibliografía
ADORNO, Theodoro
2004 Teoría Estética. Obra completa. Madrid: Akal.
BENJAMÍN, Walter
2003 La obra de arte en la época de su reproductividad técnica.
México: Editorial Itaca.
FERRATER, Mora
1994 Diccionario de Filosofía. Tomo I. Barcelona: Editorial Ariel.