Holderlin y El Contexto Pietista
Holderlin y El Contexto Pietista
Holderlin y El Contexto Pietista
RESUMEN
Existen pocos estudios dedicados a la relación de Hölderlin con el contexto cultural pietista. Sin
embargo, el contexto histórico wurtemburgués nos ofrece un testimonio significativo de estos con-
tactos, donde aparecen explícitamente tematizados los vínculos específicos del poeta con esta tradi-
ción religiosa. A partir de los dilemas morales allí expuestos es posible reconstruir los orígenes
conflictivos de la vocación poética hölderliniana, a la vez que el modo en que ella comenzó a reela-
borar imaginariamente las contradicciones de su experiencia histórica.
SUMARIO: 1. Introducción 2. Orígenes históricos del pietismo: de Spener a Klemm. 3. Dudas del
sentimiento moral.
1. Introducción
tica religiosa, extendido a lo largo de Europa durante los siglos XVI y XVII. Una
influencia significativa es en este sentido el puritanismo inglés, cuya expansión den-
tro del viejo continente contribuyó a principios del siglo XVII al nacimiento de otras
corrientes, como el pietismo reformista en Suiza y Holanda, o el quietismo y el jan-
senismo en Francia. Se hace difícil definir por lo tanto los rasgos distintivos que
serían propios de cada una de estas tendencias, al existir entre todas ellas una cons-
tante influencia doctrinal y literaria (Hirsch 1960: 191-92). Todas ellas inciden en la
emergencia del pietismo, el cual no hace más que reinterpretar según sus propias
circunstancias el multifacético radicalismo religioso de la época. El primero en lle-
var a cabo dicha tarea fue Philip Jacob Spener (1635-1705) con la publicación de su
obra Pia Desideria (1675) y la creación en Frankfurt de los primeros conventículos
(Collegia Pietatis). Estos últimos consistían en reuniones de fieles celebradas fuera
del servicio religioso, destinadas a discutir y poner en práctica las enseñanzas de la
Biblia. Como aspecto clave de su programa de renovación religiosa, Spener afirma-
ba la necesidad de un “renacimiento espiritual” del individuo (geistliche Wiederge-
burt) por medio de una radical transformación del alma (Umschaffung). Inspirado en
la tradición puritana, Spener anteponía así el primado de la experiencia individual a
fin de acceder al estado de gracia, cuya revelación definitiva sólo puede acontecer en
el espacio de la moralidad interior. La conciencia pietista debe sondearse a sí misma
constantemente, revisando los episodios de su vida moral y espiritual, a fin de en-
contrar en ella los testimonios de la gracia salvadora (Gewissenprüfung). Tras estas
vacilaciones, la experiencia de la Wiedergeburt conduce a una nueva expectativa
existencial y colectiva, orientada a la preparación frente a la llegada inminente del
“Reino de Dios” (Gottesreich), la así llamada “Hoffnung besserer Zeiten”. Esta ex-
pectativa escatológica se ve acompañada por la certeza espiritual de ser uno de los
elegidos, al haber conquistado a través de la fe un lugar en la historia de la salvación
divina (Heilsgeschichte).
Uno de los principales promotores de las perspectivas milenaristas dentro de la
iglesia oficial fue Johann Albrecht Bengel (1687-1752), el “padre” del pietismo
württemburgués. De modo conciliatorio, sus intereses milenaristas aparecen plas-
mados en el estudio filológico de la Biblia, reivindicada por Bengel como fuente
única de todo conocimiento. Como antes ya lo habían hecho Spinoza y Leibniz, el
teólogo concibe mediante reglas matemáticas un orden universal cronológicamente
enmarcado en una teleología divina. Se da así en la figura fundadora del pietismo
suabo una reinscripción de los temas milenaristas en el seno de la ortodoxia. En esta
misma línea, el afán de vincular especulación teológica y conocimiento científico
llevará a los discípulos de Bengel a destacar el sentido escatológico de los fenóme-
nos naturales, en tanto sitio privilegiado de la revelación divina. Friedrich Christoph
Oetinger (1702-1782) y Phillip Matthäus Hahn (1732-1790) representan respecti-
vamente una segunda y tercera generación de teólogos, quienes conducirán las
especulaciones científico-teológicas de su maestro más allá de los límites impues-
tos por la ortodoxia. Mientras Oetinger se dedicó de lleno a la especulación mile-
narista, Hahn llevó adelante a través de sus “reuniones edificantes” una importante
tarea proselitista destinada a difundir las expectativas milenaristas por todo Würt-
Und heute insonderheit (am Sonntag) sahe ich auf mein bißheriges Betragen gegen
Gott und Menschen zurück, und faßte den festen Entschluß, ein Christ und nicht ein
wankelmüthiger Schwärmer, klug, ohne falsch und menschenfeindlich zu werden,
gefällig gegen den Menschen, ohne mich nach Ihren wahrhaftig sündlichen
Gewohnheiten zu richten; ich weiß gewiß Gott wird durch seinen h. Geist mein
Herz leiten; und nun bitte ich Sie gehorsamst, Theuerster HE. Helffer seyn Sie mein
Führer, mein Vater, mein Freund, [...] (Hölderlin 2004: 108).
Quien, como los pietistas, ansía su salvación más allá de su naturaleza finita debe
dar cuenta cotidianamente de su estado espiritual, sobre sus avances y retrocesos,
sobre su temple solido o alicaído. La desconfianza frente a la ensoñación fugaz e
inconstante corresponde a la sobriedad del pietismo practicado por Bengel. Esta
voluntad de auto-examen es aquella que puede verse reflejada en los diarios íntimos
o los libros edificantes, compuestos de canciones y oraciones prescriptas para cada
día de la semana. A este último género pertenecía también el cancionero de Philipp
Friedrich Hiller (1699-1769). El día de su confirmación Hölderlin recibirá como
obsequio una de sus obras (el Geistlicher Liederkästlein, en su segunda edición de
1767). Lothar Kempter ha subrayado la importancia de Hiller para el primer Hölder-
lin: como Hiller, los primeros escritos de Hölderlin se nutren del mismo vocabulario
proveniente del libro de Job, los Salmos, y las cartas paulinas (Kempter 1929: 36-
38). Se suceden allí las imágenes de pecadores reducidos a gusanos y larvas, amena-
zados por la justicia de la vara divina, así como también la invocación piadosa “Ab-
ba, lieber Vater”, o las advertencias contra una eternidad en el infierno. En el prólo-
go del libro de Hiller aparece además una expresión –“heilig-nüchtern” – que tendrá
una función clave para Hölderlin a la hora de explicar la diferencia entre poéticas
clásicas y modernas3.
Por lo tanto, tal como lo demuestran los casos de Klemm, Köstlin, y Hiller,
todos ellos cercanos a Hölderlin, existía un grupo intermedio de clérigos y maes-
tros pertenecientes al pietismo luterano no exentos a su vez de vínculos e intere-
ses especulativos. Pese a mencionar estas relaciones, en su intento por separar la
doctrina de Oetinger de Hölderlin, Hayden-Roy disocia unilateralmente al pie-
tismo luterano de su variante especulativa, sin tener en cuenta las continuidades
biográficas y culturales existentes entre ambas tendencias. Atendiendo entonces
a estos puntos de contacto se vuelve necesario examinar de cerca los dilemas
morales de sus primeros escritos y el modo en que ellos repercutieron en el sur-
gimiento de su vocación literaria.
zücken”), sólo que con un sentido totalmente diferente, confinado ahora totalmen-
te a la experiencia piadosa. Por lo que, acudiendo al tono del sermón religioso, el
poema cierra con una advertencia moral contra los “esclavos de la blasfemia”
(“Lasters Sclaven”) y la “voluptuosidad” (“Wollust”). De este modo, aquella ins-
tancia mística a la cual se dirigía la imaginación poética ha sido finalmente contro-
lada por el sentimiento de culpa característico de la moral religiosa.
La ambigüedad revelada por Die Nacht surge una vez más en otra composición
de la misma época, sólo que superada por una nueva autoconciencia poética. En
este sentido, las expectativas literarias vertidas en la carta del 18 de febrero de
1787 sugieren una renovada creencia en el entusiasmo poético, quedando así de
lado los lamentos personales, recurrentes en otras misivas de esa misma época4.
No casualmente, el poeta ha descubierto los cantos de Ossian (Hölderlin 2004:
134) y, en este sentido, el poema parece directamente inspirado en su esquema
métrico. El poema comienza con una pregunta retórica, no muy distinta a aquellas
que suelen aparecer en los cancioneros pietistas (Geisterlieder): “Ist also diß die
heilige Bahn?”. Mediante este verso, el poeta explicita las vacilaciones que ya
estaban presentes en Die Nacht y que perturban constantemente al “yo poético” en
los distintos esbozos que sucederán esa composición cuasi inaugural. Los ejem-
plos al respecto son múltiples y no dejan de ser ilustrativos, desde la perspectiva
de la constitución de una identidad poética que no deja de buscarse a sí misma,
extraviada entre los imperativos sociales de la religiosidad ortodoxa y la promesa
embriagadora del sentimiento moral. En la “oda a Francisca” (la consorte del du-
que de Württemberg) dicha identidad aparece como conciliación entre entusiasmo
interior y poder aristocrático5. Y es precisamente la fuerza de la “strömenden Dan-
ke” aquello que se reprime en la segunda estrofa de esta composición: “Zu weit
hab´ich den Mund schon aufgethan, / Siehe die Lippe bebt, ich verstumme”
(Hölderlin 2004: 124). El temblor de los labios es también una expresión común
de la retórica religiosa pietista, referida habitualmente a las emociones producidas
por la oración (Graevenitz 1974: 23). En la composición An die Nachtigall (di-
ciembre de 1786), si bien se intenta sublimar el entusiasmo poético en la idealiza-
da figura bucólica de “Stella”, el experimento fracasa y no tarda en revelar su
oculta inspiración eufórica: “Wem, o Stella! / Seufztest du? Sangest du mir, du
süße? Doch nein! doch nein! ich will es ja nicht, dein Lied; / Von ferne will ich
lauschen – o! singe dan! Die Seele schläft – und plözlich schlägt die Brust mir
empor zum erhabnen Lorbeer” (Hölderlin 2004: 125). Otras veces este sentimiento
__________
4
ich wäre wirklich so gut gestimmt. Denke nur! Etwas in die Chronik! Ich bin auch einmal
wieder recht zufrieden mit mir – meinem Schiksal! Ich soll dir meine mystisch Briefe aufklären?
Herzlich froh bin ich, daß ich sie so mystisch geschrieben habe. Ich müßte mich jetz nur noch mehr
schämen. Jetz muß ich aufhören (HÖLDERLIN 2004: 123).
5
Lang wars der heiße inniggefühlte Wunsch / Des jünglings, lange – ! Oft der Gedanke der
Stund / Die feurig hinwiß zur Vollkommenheit – / Wie ihm Busen glühte Ehrfurcht/ Dirs
hinzusagen! Aber der deutscheren Gemuthseröfnung winkte mit zärtlichem – Mit ihrem Mutterblik
die Sittsamkeit – dem strömenden Danke (HÖLDERLIN 2004: 133).
Und welch’ist jene? Künstlich gebaut / Eben hinaus mit Marmor beschränkt / Prächtig
gerad, gleich den Sonnenstralen – / An der Pforte ein hoher Richtstuhl? / Ha! Wie den
Richtstuhl Purpur umfließt / Und der Smaragd wie blendend er glänzt / und auf dem
Stuhl, mit dem großen Scepter / Aristoteles hinwärts blikend / Mit Hellem scharfen
Augen’auf des Lieds / Feurigen Lauf – […] (Hölderlin 2004: 135-136).
ideología religiosa, sino más bien a sus representantes políticos y estéticos. A par-
tir del rápido descubrimiento de sus ambiciones poéticas, la impugnación moral
comenzará a convertirse en discusión estético-literaria. El eje de la ruptura pasará
entonces de la religión a las formas sociales e ideológicas: una politización litera-
ria que cristalizará definitivamente durante los años de Tübingen (1789-1793), y
que permanecerá activa de distintas maneras en el resto de su obra.
No hay entonces una toma de distancia explícita con el discurso religioso, sino
más bien una reutilización de sus tendencias místicas a partir de la influencia de
autores como Klopstock u Ossian. Pero también, a partir de la exploración “secu-
lar” de dilemas morales heredados del pietismo. Esto supone la lenta y dificultosa
puesta en marcha de un sistema mítico que empezará a conformarse con el descu-
brimiento de su vocación literaria, o con las vacilaciones en torno a ella. Así, en
Mein Vorsaz (1787), el “rechazo del mundo” típicamente pietista, aquello que la
carta denominaba “Menschenfeindlichkeit”, aparece aquí una vez más, solo que
tematizado desde la perspectiva de la elección de un modelo poético: “Ich fliehe
euren zärtlichen Händedruck, / Den seelenvollen seeligen Bruderkuß. / O zürnt mir
nicht, daß ich ihn fliehe! / Aber ich kann nicht! Ich kann nicht! Brüder. / Ist heißer
Durst nach Männervollkommenheit? / Ist leises Geizen nach Hekatombenlohn? /
Ist schwacher Schwung nach Pindars Flug? Ists / Kämpfendes Streben nach
Klopstocksgröße?” (Hölderlin 2004: 150-151). Reaparece así el dilema planteado
por la carta, solo que ahora redefinido en los términos de un conflicto entre amis-
tad y talento literario. Si bien este sentimiento de hermandad forma parte del
Freundschaftskult; en la medida en que el éxtasis poético se presenta reñido trági-
camente con las aspiraciones de la filia, dicha ideología aparece situada en el con-
texto de la oposición original entre “Gefälligkeit” y “Religion”. De igual modo, y
si bien la vocación poética sigue siendo presentada en términos ambiguos, como
un proyecto inalcanzable, en todos estas imágenes se trata de encontrar un modelo
literario apto para la inspiración mística: “Hekatomben”, “Pindars Flug”, y
“Klopstocksgroße”. Sólo que, mientras en los fragmentos anteriores aparecía pues-
ta en duda la posibilidad de dicho éxtasis, aquí estos temores internos son presen-
tados como vacilaciones en torno al talento literario del autor. En el fondo se trata
de dos problemas con una raíz común: ya que en Hölderlin el sentimiento de auto-
nomía se constituye definitivamente a partir del descubrimiento de la vocación
poética y, en este punto, sus temas más característicos (el culto a la amistad, la
hybris trágica) no serían otra cosa que la reelaboración imaginaria de su ideología
religiosa. En este sentido, la carta a Immanuel Nast de octubre de 1787 ofrece
indicios interesantes sobre el modo en que Hölderlin traduce en términos míticos
los dilemas morales de su entorno cultural:
Aber stille! Jezt muß ich die auch noch was zum Lachen schreiben – denk nur,
lach mich nur recht aus, heute gieng ich so vor mich hin – plözlich kommt mir
meine Lieblingsnarrheit, das Schicksal meiner Zukunft vors Auge – und höre nur,
aber lach mich toll aus, da fiel mir ein, ich wolle nach vollendeten
UniversitätsJahren Einsiedler werden- u. der Gedanke genie mir so wohl, eine
ganze Stunde, glaub´ich, war ich in meiner Fantasie Einsiedler. Du siehst, Bruder!
Ich schäme mich nicht, dir meine Schachheiten zu sagen, u. das entschuldigt mich
noch in fremde Hände – in menschenfeindliche Hände kommt – sont heißts – der
ist ein Narr!!! (Hölderlin 2004: 155).
Referencias bibliográficas