El Exilio Chileno: Río Profundo de La Cultura Iberoamericana - Carmen Norambuena

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Norambuena, Carmen

El exilio chileno: río


profundo de la cultura
iberoamericana

Sociohistórica: Cuadernos del CISH


2008, no. 23-24, p. 163-195.

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Cita sugerida
Norambuena, C. (2008) El exilio chileno: río profundo de la cultura
iberoamericana [En línea]. Sociohistórica: Cuadernos del CISH,
23-24. Disponible en: http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.
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El exilio chileno:
río profundo de la
cultura iberoamericana

W Carmen Norambuena

El propósito de este artículo es dar cuenta del desarrollo de la creatividad y,


con ello, de la producción cultural de los chilenos en tiempo de la expatriación.
Asimismo, dejar de manifiesto que este exilio no fue un caso aislado, puesto que
las décadas de los setenta y ochenta congregaron en Europa a los desterrados de
países del Cono Sur cuyos procesos democráticos fueron interrumpidos por
cruentas dictaduras militares.
Desde su fundación como república hasta 1970, Chile no fue un país que
provocara grandes exilios. El chileno se sentía arraigado al suelo y a los aires
democráticos que, salvo pequeñas alteraciones, soplaron por más de un siglo y
medio, y que no incitaban a abandonar el barco1.Desde los primeros tiempos de
la vida republicana la historia del país consigna situaciones individuales y colecti-
vas de expulsiones motivadas por asuntos políticos, pero éstas no tuvieron la
connotación y cuantía del exilio político de los años setenta y ochenta. En este
sentido cabe hacer mención al exilio a que se vieron forzados los próceres de la

1
Norambuena, Carmen «Exilio y retorno. Chile 1973-1994», en M.Garcés, P.Milos, M.Olguín, J.Pinto,
M.T.Rojas y M.Urrutia (comp.) Memoria para un nuevo siglo. Chile, miradas a la segunda mitad del siglo XX.
LOM Ediciones (Santiago, 2000.pp.174).

W Profesora del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago de Chile y del


Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile

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Independencia, como Bernardo O’Higgins; o como la del filósofo Francisco


Bilbao quien, a mediados del siglo XIX, debió pagar con exilio su apasionado
pensamiento político; o los derrotados de la Guerra Civil de 1891 que pusiera fin
al gobierno del presidente Manuel Balmaceda, o las persecuciones y consiguiente
extrañamiento en el primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo. Las conse-
cuencias de la Ley de Defensa de la Democracia, dictada en tiempos del presi-
dente Gabriel González Videla que significó la salida del país de muchos militan-
tes de la izquierda chilena.
No obstante lo anterior, hay que subrayar que Chile fue un país modélico en
América Latina, que funcionó relativamente bien, conforme a un sistema de
partidos políticos muy amplio. En el decenio de 1960, el Partido Demócrata
Cristiano se ubicó en el centro, concitando una amplia adhesión entre el electora-
do e instalándose como el elemento mediador en los conflictos y debates, logran-
do más tarde, en 1964, situar en la presidencia de la República a Eduardo Frei
Montalva. En 1970, los tres tercios históricos en que se dividían las preferencias
del electorado, presentaron cada cual su candidato. Salvador Allende obtuvo la
más alta votación relativa con un 34.6% de los votos y, de acuerdo a la Consti-
tución vigente, con el apoyo de la Democracia Cristiana, el Congreso lo eligió
Presidente de la República. Múltiples factores externos e internos, unidos a la
polarización de las fuerzas y a la incapacidad de la coalición gobernante de con-
tener los excesos, condujo al Golpe Militar de 1973.2
El mapa del Cono Sur americano se fue coloreando de verde olivo a medida
que las asonadas militares se iban sucediendo. Así, en la Argentina el derrocamiento
del régimen de María Estela Martínez de Perón , en 1976, tras dos años de gobier-
no, dio paso a una cruenta dictadura militar que se prolongó hasta 1983 con la
llegada al poder de Raúl Alfonsín, líder del Partido Radical. Mucho más amplio es
el tiempo que cubre el período militar en el Brasil cuyo régimen, entre 1964 y
1985, fue una combinación de dictadura y gobierno democrático restringido.3 Para
2
En las elecciones de 1989 es elegido presidente de la república Patricio Aylwin con quien se inicia
un período de transición a la democracia respaldado por una amplia coalición de partidos de centro-
izquierda, la Concertación de Partidos por la Democracia.
3
Los líderes políticos fueron desterrados, se instauró una censura de prensa y se reprimió a los sindicatos.
Sin embargo, el gobierno militar permitió que un Congreso elegido continuase funcionando, con
autoridad limitada. En la práctica, los líderes militares gobernaron con plenos poderes destruyendo toda
oposición. Recién con la elección del general Ernesto Geisel (1974-1979) como presidente, se llevó
adelante un proceso gradual de democratización. En 1982, conforme a la normativa vigente, se seleccio-
nó al líder de la oposición Tancredo Neves, quien murió antes de asumir la presidencia. Lo reemplazó
su vicepresidente, José Sarney, con el que se pone fin al gobierno de los militares. Bethell, Leslie (ed.)
Historia de América Latina. Tomo 15. Editorial. Crítica, Barcelona. (España, 2002 pp.115-126).

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el Uruguay, la relación entre su limitado régimen de partidos políticos y el


sistema electoral determinaron las condiciones que llevaron a la caída de la
democracia en 1973.4 Esto significó, también, la salida de cientos de personas
al exilio.5
De este modo, las dictaduras militares con sus devastadores efectos se exten-
dieron cual marejada por el Cono Sur americano. Por tanto, el caso chileno no
fue único; casi la totalidad de los países de la región del cono sur de América
conoció de golpes militares. Chile fue un eslabón más de la cadena. Esto tuvo
como consecuencia que durante los años setenta y ochenta se reunieran en Eu-
ropa y países de América Latina –como México, Venezuela Cuba- exiliados pro-
cedentes de Brasil, Chile, Uruguay y Argentina logrando conformar un solo
frente que recurrió a las más variadas expresiones políticas y culturales, en pos
del restablecimiento de la democracia en sus respectivos países. Este interesante
proceso es lo que constituye el centro de nuestra atención.
En Chile, la política de represión impuesta por el gobierno militar desde los
primeros días, llevó a que miles de chilenos tomaran la decisión de exiliarse, unos
mediante acciones particulares, otros buscando asilo en alguna representación
diplomática y desde allí partir al exilio, o aquellos que lograron que se les
conmutaran sus penas de cárcel por la de extrañamiento6.
La larga duración del exilio chileno ha dejado huellas indelebles entre quienes
lo sufrieron. Las vivencias de aquellos que llegaron a sociedades diferentes fue-
ron extremadamente difíciles de asumir. La nostalgia del país que dejaron, los
proyectos frustrados, la familia, la escuela, el trabajo, el paisaje, entre otros asun-
tos, constituyeron la memoria a la que se aferraron como único bagaje. Los
exiliados chilenos, como otros exiliados latinoamericanos, vivieron siempre entre

4
En las elecciones presidenciales de 1971 fue elegido el derechista José María Bordaberry (1972-1976),
gobierno en que la participación de los militares fue en continuo aumento, particularmente, en la
guerra contra el Movimiento Tupamaro. Corolario de lo anterior fue la disolución del Congreso
Nacional y la imposición de una dura y represiva dictadura militar Bethell, 2002, op.cit. pp.174-182.
5
Los llamados «Acuerdos del Club Naval» entre el gobierno y la oposición (incluido el Frente Amplio
y los militares), en 1984 permitieron la transición y la vuelta al orden institucional. Con la elección de
Julio María Sanguinetti (1985-1990) se inicia una transición a la democracia, la cual se vio favorecida por
la permanencia de los dos partidos históricos y, muy especialmente, la fuerza del tercer partido, el
izquierdista Frente Amplio.
6
Norambuena, 2000. pp.176 y 177. El sistema de salidas obligadas del país tiene su origen en el Decreto
Ley Nº 81, el cual facultaba al Gobierno para expulsar del país a nacionales o extranjeros, los cuales no
podrían regresar sin la autorización expresa del Ministerio del Interior. Complementario a lo dispues-
to en el D.L.81, fue el Decreto Ley Nº.604 de 10 de agosto de 1974, que establecía que podría
impedírsele la entrada al país, a cualquier persona que propagara doctrinas que tendieran a alterar por
la violencia el orden social del país o su sistema de gobierno.

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dos polaridades temporales: lo que dejaron en el país de origen, y lo nuevo por


asimilar en el país de acogida.
En el año 2003, se estimaba que alrededor de un millón de chilenos vivía
fuera de Chile. Este colectivo, integrado por antiguos emigrantes y, fundamental-
mente, por la emigración del exilio de los años setenta, dio lugar a un fenómeno
cultural de grandes proporciones y el confinamiento, con todas sus secuelas,
inspiró un florecimiento extraordinario de las letras y las artes de vastas proyec-
ciones, tanto así que despertó y sigue motivando el interés de estudiosos de
diversas disciplinas.
En el campo de las migraciones es fundamental hacer la diferencia entre la
emigración y el exilio; este último tiene el carácter de obligatoriedad, pues las
personas son compelidas de manera inminente a abandonar su país de origen
por tiempo indefinido. En el plano conceptual, el exilio es uno de los tantos
mecanismos de represión utilizado por gobiernos de corte autoritario para impe-
dir el cumplimiento y la influencia de proyectos políticos, al mismo tiempo que la
imposibilidad de que el exiliado prosiga con los planes de desarrollo personal, lo
cual trastoca en forma radical la vida de las personas. Desde el punto de vista
social, el exilio implica una ruptura abrupta del individuo con su entorno a la vez
que un desarraigo de su medio social y cultural.
No existe registro de ninguna persona involucrada en un proceso de exilio
que al momento de abandonar el país, no pensara que el regreso estaba previsto
para algunas semanas o meses después. Cuando el horizonte de la vuelta se aleja,
el ánimo de estos hombres y mujeres se deteriora lentamente provocando en
muchos de ellos problemas psicológicos graves, rupturas familiares, en fin, todas
las secuelas propias de la desadaptación.
En el caso chileno, los más visionarios y fuertes asumieron que el proceso
sería de mayor alcance e iniciaron acciones tendientes a desarrollar consciente-
mente un plan de inserción en la sociedad de acogida. Al mismo tiempo, muchos
se comprometieron en un movimiento de solidaridad con Chile y presión al
gobierno militar.
Efectivamente, tanto al interior del país como en la opinión pública interna-
cional estuvo presente la idea de que la interrupción democrática sería de corta
duración. Sin embargo, para sorpresa de muchos y preocupación de todos, la
dictadura militar se prolongó más allá de toda predicción razonable.7
7
Incluso el plebiscito que, conforme a la propia «Constitución del 80», permitía la continuación del
régimen instalado, sorprendió igualmente con la victoria del «NO», opositor a la dictadura.

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Estas características del exilio han llevado a establecer que el proceso genera
una ambivalencia en las que el individuo al mismo tiempo es capaz de vivenciar
el alivio por dejar atrás su condición de «perseguido» y, por otro, la angustia de
partir, el miedo a lo desconocido, la ruptura de sus lazos y el abandono de un
proyecto vital8. Más adelante, cuando quien vive el exilio toma la opción de no
retornar, su permanencia en el país de acogida toma otros caminos, más cerca-
nos a la migración clásica.
Al abordar la temática del exilio resulta de vital importancia la claridad de
conceptos como: exilio, identidad e imaginario. Para estos efectos un buen punto
de partida ha sido recurrir a escritos clásicos en el tema en los cuales el exilio se
emprende a partir de una gran cantidad de vivencias entregadas por muchas
personas que con diversos rumbos, en variadas direcciones y en distintos mo-
mentos debieron tomar el camino del exilio. De Europa a América, de un país
americano a otro, de América a Europa, en fin el por qué y el cómo de muchas
historias individuales y familiares9. Del mismo modo, resulta fundamental ligar
exilio con los estudios de identidad10. En éstos la identidad se entiende y aplica
como adscripción, pertenencia, adhesión. Es a través de la noción de identifica-
ción, como conjunto de categorizaciones, que es posible distinguir entre el yo, el
nosotros y los otros a partir de signos específicos, y situarlos en una realidad
determinada. El estudio de la identidad hace referencia a modelos sociales y
culturales que orientan los comportamientos, y al análisis de los mecanismos de
identificación que hacen posible la comprensión de la identidad con relación a
los sistemas culturales. Esto permite, finalmente, que los individuos se distingan
de otros en función de los valores en torno a los cuales organizan sus vidas. La
identidad, así vista, es la conciencia de la cultura propia y adecuada, la cual se
construye en diálogo y oposición a la naturaleza y a la sociedad, la que nos
asemeja a unos y nos diferencia de otros.
Nuevas aportaciones sobre identidad han sido abordadas como conciencia
más que como acto, como pensamiento y palabra más que como construcción

8
Pollarolo, Fanny y Rojas, María Eugenia. Escritos sobre el exilio y el retorno. 1978-1984. Editorial.
FASIC. (Santiago, 1984.p.30). Ver también, Castillo V., María Isabel «Jóvenes chilenos que retornan:
perspectivas para una reparación social». ILAS (Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Dere-
chos Humanos). Ponencia presentada al I Seminario Internacional sobre Consecuencias de la represión en
el Cono Sur: sus efectos médicos, psicológicos y sociales. (Montevideo, 1986.p.39)
9
Grinberg, Rebeca y León, Migración y exilio. Estudio psicoanalítico. (Madrid, 1996),
10
Casalet y Comboni (comp.) Consecuencias Psicosociales de las Migraciones y el Exilio (México, 1989); en el
de Araujo y Vásquez La maldición de Ulises (Santiago., 1990); así como en el de Guzmán, Claudio, El
concepto de identidad. Reflexiones teóricas a partir del estudio del exilio. (México, 1992).

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material en una búsqueda, en una construcción siempre inacabada, cambiante y


dinámica. En fin, como un proceso múltiple, diferenciado, dinámico, pleno de
contradicciones y sueños, de esperanzas y sentidos concretos. Estas características
definen la identidad como «individual», sin embargo, está claro que ella no existe
realmente fuera del contexto social11. En este plano conceptual la autora del pre-
sente artículo, ha considerado el pensamiento de Castoriadis, Ansart y Baczko, en
quienes es común la mirada socio-histórica; como dice Castoriadis, una génesis
ontológica, una auto-alteración que va haciéndose a sí misma como institución. En
suma, el conjunto de los individuos y las cosas que comporta siempre una dimen-
sión identitaria12.
En cuanto al imaginario trabajamos con el marco conceptual entregado por
Miguel Rojas Mix, el cual nos permite a través del comportamiento y sus múltiples
expresiones artístico-literarias rescatar el imaginario del exilio que a través de los
años se fue configurando. Imaginario que llevó a este colectivo a instituir una
existencia basada en el ideal de la recuperación democrática y en la utopía de un
país soñado que hizo, con el tiempo, más difícil el encuentro con el Chile real.13
Los estudios chilenos del exilio propiamente tal, en su gran mayoría provienen
de cuentistas sociales que han escrito más por dar a conocer experiencias persona-
les o porque por oficio les ha correspondido redactar informes y trabajos, los que
al momento de realizar la investigación para este artículo se han constituido en
fuentes de gran valor.14 Estos inestimables trabajos realizados tempranamente -en
las postrimerías del régimen militar-, distinguen cinco etapas en el proceso del
exilio: la llegada, la orientación, la desilusión, la de las proyecciones futuras y, por
último, la etapa de la toma de decisiones vitales. Distinción que la mayoría de los
estudiosos concuerda en que están presentes en cada caso en particular.15

11
Ortiz, María Salvadora (Comp.) Identidades y producciones culturales en América Latina, (San José, Costa Rica, 1996).
12
Castoriadis, Cornelius, La institución imaginaria de la sociedad. Vol. 2, El imaginario social y la institución (B. Aires,
1999); también Ansart, Pierre, Las sociologías contemporáneas (B. Aires, 1992). Baczko, Bronislaw, Los imaginarios sociales;
memorias y esperanzas colectivas. B. Aires, 1991).
13
Miguel Rojas Mix, El Imaginario. Civilización y cultura del siglo XXI. Prometeo. Buenos Aires, 2006.
14
Corvalán, Carlos y Contreras, Carmen, «Retorno a Chile: Retorno en Chile», ponencia presentada en el
seminario nacional sobre La migración forzada y el retorno. Los desafíos de la transición, INCAMI, Instituto Católico
Chileno de Migración, (Santiago, 1989).
15
Importante contribución ha sido la emanada de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas
(FASIC), donde se han realizado estudios que muestran el impacto del exilio en la familia, en los jóvenes o
en los niños. Sin embargo, estos trabajos se hicieron, como se ha dicho, bajo la perspectiva de brindar ayuda
y no como investigación de carácter académico. Lo propio se ha hecho, desde el punto de vista legal, desde
la Vicaría de la Solidaridad. Desde sus orígenes como «Comité Pro Paz», instaló un Departamento Jurídico,
que se preocupó de dar a conocer la legislación con relación a las causas y efectos del exilio. Su valor reside
en su calidad de fuente y no de análisis histórico. También en el plano jurídico un gran aporte es la tesis de

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En el plano político han sido muchos y variados los artículos que han ido
surgiendo a medida que nuevos documentos y escritos originales salen a la luz. Sin
duda que los ensayos publicados referidos a la agenda política desarrollada por los
líderes de la izquierda chilena, son vitales para la reconstrucción del exilio político
y una importante referencia para estudios particulares que ha venido llevando
adelante esta autora16, cuyo interés por la temática se expresa, también, en un
involucramiento histórico-institucional17 Así, uno de sus primeros aportes estuvo
dado en la presentación «Reconciliación Universitaria», en la cual señalara los cami-
nos que desde la Universidad eran viables para quienes retornaban desde el exte-
rior. Desde esa fecha ha venido trabajando el tema del exilio reuniendo documen-
tación y realizando acciones específicas con retornados (ver diarios El Mercurio, La
Tercera, Las Ultimas Noticias, La Cuarta de mayo de 1993). En tal contexto su parti-
cipación en el curso internacional ¿Chile: un paréntesis en la democracia y una democracia
entre paréntesis?, fue publicada en la revista «CON EÑE Nº 5» (Madrid, 1998). Del
mismo modo, la ponencia expuesta en otra reunión académica: Encuentro Memoria
para un nuevo Siglo: miradas a la historia de los últimos cincuenta años; en noviembre de
1998, fue publicada como «Exilio y retorno. Chile 1973-1994» en Memoria para un
nuevo siglo, M. Garcés y otros. (Santiago, 2000). Dado su interés en la temática
convocó a una reflexión amplia sobre los exilios, en noviembre de 1999, en un
Seminario titulado Exilios: metáfora del Siglo XX en el cual hubo avances tanto en
enfoques metodológicos, cuanto en localización y utilización de nuevas fuentes
documentales e introducción de nuevas metodologías.
Estos trabajos preliminares han permitido distinguir tres etapas en el proceso
del exilio chileno. La primera, que va desde septiembre de 1973 a 1980, caracte-

Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales de María Alejandra Barro Cortés El derecho a vivir en la
patria. Universidad de Concepción, 1986. Esta tesis nos ha sido de gran utilidad para el primer
acercamiento a la legislación del exilio, comenzando por el D.L.N.81 de 1973.
16
Importante contribución ha sido la emanada de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias
Cristianas (FASIC), donde se han realizado estudios que muestran el impacto del exilio en la familia,
en los jóvenes o en los niños. Sin embargo, estos trabajos se hicieron, como se ha dicho, bajo la
perspectiva de brindar ayuda y no como investigación de carácter académico. Lo propio se ha
hecho, desde el punto de vista legal, desde la Vicaría de la Solidaridad. Desde sus orígenes como
«Comité Pro Paz», instaló un Departamento Jurídico, que se preocupó de dar a conocer la legisla-
ción con relación a las causas y efectos del exilio. Su valor reside en su calidad de fuente y no de
análisis histórico. También en el plano jurídico un gran aporte es la tesis de Licenciatura en Ciencias
Jurídicas y Sociales de María Alejandra Barro Cortés El derecho a vivir en la patria. Universidad de
Concepción, 1986. Esta tesis nos ha sido de gran utilidad para el primer acercamiento a la legislación
del exilio, comenzando por el D.L.N.81 de 1973.
17
Éste quedó plasmado en una presentación hecha al Seminario Exilio y Retorno de Académicos
e Intelectuales «El Reencuentro es Posible», realizado en diciembre de 1990 y publicada al año siguiente.

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rizada por la salida masiva de chilenos al exilio18. La segunda, que cubre la déca-
da comprendida entre 1980 y 1990, en que la salida de exiliados políticos dismi-
nuye, al mismo tiempo que se matiza con el exilio económico y con el inicio del
proceso de retorno. Y, la tercera etapa, de 1990 a 1994, que es la del retorno
propiamente tal19.
Si bien no es posible hablar del exilio en forma unívoca, hay muchos exilios,
tantos como expatriados y como países de acogida; en general los testimonios
constatan que vivir en otra realidad, en otras culturas, permite integrar nuevas
significaciones. Diversifica el sentido de la vida y amplía las posibilidades de
comunicación con otros. También y, en algunos casos, puede generar la llamada
depresión del extrañamiento la cual puede conducir, incluso, hasta el suicidio20.
A nuestro juicio y, como lo demostraremos más adelante, tal vez donde que-
dó mejor expresado todo el impacto de los expatriados fue en las diversas mani-
festaciones artísticas y literarias, tanto en su contenido como en el despertar de la
creatividad. Estudios propios realizados con base en la documentación reunida
por la Oficina Nacional del Retorno, nos revelan el alto nivel de escolaridad de
los exilados, como asimismo, sus profesiones y oficios, de lo cual se puede colegir
y a la vez comprender que el campo más afectado por el exilio chileno fue el
intelectual y artístico. Prueba de ello es que las universidades vieron mermados
sus cuerpos académicos y gran parte de la intelectualidad chilena debió partir
obligada o voluntariamente al exilio. Esta sangría ha provocado que, en casi dos
décadas, el país aún no pueda recuperar su nivel de desarrollo universitario en
Humanidades, Artes y Ciencias Sociales.21

18
«La problemática del retorno de los refugiados latinoamericanos», en DIAKONIA. Acción Ecuménica. Cap. II.
( Santiago, 1984).
19
En las elecciones de 1989 las de la transición a la democracia el presidente elegido, Patricio
Aylwin encabezó una amplia coalición de partidos de centro-izquierda la Concertación de Partidos
por la Democracia que en 1994 y en 1999 eligió al segundo y al tercer presidente de la República.
20
Norambuena, Carmen, 2000, pp.178. En la dimensión humana del exilio, llama la atención el
número y las causas que provocaron estos decesos. Con muestras fragmentarias, observamos que
entre 1974 y 1982, fallecieron, setenta y una personas, 35 hombres y 13 mujeres. El 50% con más de
50 años, siendo las edades extremas 16 y 85 años. De las causas de muerte, el primer lugar lo ocupa
el suicidio (12 casos), el segundo el infarto (6 casos) y, el tercero, accidentes y cáncer (cuatro casos
cada uno). Impactante es el caso de Cecilia Orellana Aguirre, de 16 años, que se suicidó, en Francia.
También en Francia, el de Rubén Pino Mendoza de 50 años, quien mató a su hijo de un balazo y
luego se suicidó. Otra fuente, señala que el total de muertos en el exilio ascendió a 136 personas, de
las cuales tres fueron asesinadas (Orlando Letelier, Carlos Prats y señora Sofía Cuthbert) y, otras 23
se suicidaron.
21
Solo en el año 2008 la Presidenta de la República Michelle Bachelet, ha destinado una suma de 30
mil millones de pesos para que las universidades del Estado se potencie el desarrollo e las humani-
dades, las artes y las ciencias sociales. Discurso y Cuenta Pública Presidencial de 21 de mayo de 2008.

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Entre los miles de chilenos que se repartieron por el mundo, un grupo,


cualitativamente relevante, estuvo constituido por escritores, artistas plásticos,
artesanos, músicos, gente de teatro y de cine, hombres de ciencia y académicos
de las más variadas disciplinas. Grupos teatrales funcionaron en muchos países;
y los conjuntos musicales chilenos recorrieron el mundo. Las exposiciones de
pintores, fotógrafos, y escultores chilenos eran frecuentes en las más importan-
tes ciudades americanas y europeas, a la vez que en el marco de casi todas las
manifestaciones de solidaridad las artesanías, obras de artistas profesionales y
ocasionales, eran puestas a la venta; muchos refugiados lograron sobrevivir del
producto de este tipo de trabajo. El impacto del exilio en muchos escritores
significó silencio, sin embargo, la gran mayoría siguió escribiendo y publicando.
Algunos lograron notoriedad mundial, como es el caso de Isabel Allende y
Luis Sepúlveda. El cine chileno en el exilio se desarrolló de modo espectacular.
En el contexto de la academia, muchas universidades de EEUU, Canadá, Méxi-
co, Venezuela, Costa Rica, Francia, Alemania, Inglaterra, Italia y otros países se
poblaron de profesores chilenos.
Es fundamental en la reconstrucción de este proceso del exilio utilizar herra-
mientas de otras disciplinas, particularmente, aquellas provenientes de la literatu-
ra, el arte, el cine, el teatro y otras manifestaciones artísticas cuyas expresiones
dan cuenta de ese imaginario que se fue construyendo tras el impacto que signi-
ficó el destierro. Al realizar su trabajo, muchas veces el historiador debe echar
mano a otros materiales que le permitan configurar de mejor manera los jirones
del pasado.22

El campo literario

Se abordará, en primer lugar el campo literario, por ser -quizás- el género


más afectado y transformado por el golpe militar en 1973, resultando su análisis
de vital importancia para quienes se interesan en los procesos creativos que
involucran tanto al autor como al texto producido, a la vez que la circunstancia
histórica en que se desarrollan los acontecimientos.

22
Efectivamente, en la elaboración de este artículo recurrimos a prensa escrita, revistas, entrevistas,
conversaciones etc. También hemos tomado como base otros artículos y ponencias sobre el exilio
chileno que realizamos anteriormente.

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Lo que los propios creadores expresaron en los años del exilio fue la necesi-
dad de realizar un análisis del conjunto de la producción literaria, es decir, tanto
lo escrito en el país como en el extranjero. En el interior, se decía, predomina una
especie de neobarroco determinado por la necesidad de no decir las cosas di-
rectamente. Formas alegóricas, símbolos históricos del pasado, ambigüedad del
discurso, es lo que se ha dado con más frecuencia. Ya en los ochenta (1984), se
señalaba la importancia de rescatar y analizar tanto la producción interna, como
la desarrollada en el exterior23. Esta observación no es por cierto desde el campo
de la crítica, sino a partir de una valoración de la producción artística desde la
reconstrucción de la historia y, especialmente, desde una historia cultural, enten-
diendo por tal la globalidad de los procesos sociales.
Así, el número de novelas escritas supera los dos millares. Para los efectos de
reconstrucción histórica, son de vital importancia aquellas provenientes del gé-
nero testimonial. Entre otras razones, porque muchos de los escritos correspon-
den a personas que han practicado este género sin tener un marco conceptual de
su propia práctica24. Esta característica cobra mayor valor aún cuando estas
experiencias asumen el carácter de confesión, absolutamente real e histórica.
Más allá de tales experiencias y en el ámbito específico de la novela chilena del
exilio, los hechos posteriores a septiembre de 1973 motivaron a muchos escrito-
res chilenos a asumir la realidad concreta para hacer de la novela un testimonio,
en donde se aborda, en primer lugar, el tema del exilio como tal; luego, viene la
etapa en que se entrega la producción literaria del exilio, para dar paso, posterior-
mente, a hondas reflexiones teóricas acerca de la práctica testimonial, tareas
estas últimas en manos de los estudiosos y críticos literarios.
Sabido es que la producción de textos literarios en el exilio es frondosa. De
éstos interesan tanto los que se insertan en el relato «testimonial», cuanto la produc-
ción de relatos «imaginarios», que funcionan como verosímiles de la situación his-
tórica. Del mismo modo que, aquellos productos de la actividad literaria habitual.
A juicio de Ángel Rama, la literatura latinoamericana del exilio, fuertemente
vinculada por la necesidad de dar cuenta de la historia inmediata, destacando los
planos contingentes da, lentamente, paso a otra que busca explorar las motivacio-
nes profundas de esos conflictos, en un proceso de búsqueda tensa de su verdad.

23
Jaime Giordano «Literatura y exilio» en Revista Literatura Chilena, vol.8, Nº 3, 1984, pp. 5-6.
24
Como lo trata Lucía Guerra en su artículo «Polivalencias de la confesión en la novela chilena del
exilio» en Alba de América N° 6-7, julio de 1976. Manuel Alcides Jofré, desde su escrito Literatura
chilena en exilio, CENECA, (Santiago, 1986).

172
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

En este orden, ha sido fundamental el aporte hecho a través de seminarios y


encuentros que cristalizaron en varias recopilaciones de narraciones chilenas que
se publicaron en pleno tiempo del exilio, entre ellas, la de Antonio Skármeta Joven
Narrativa chilena después del golpe (Clear creek, Indiana.The American Hispanist),
1976; la de Alfonso González Dagnino En tu dolor veo el nuevo día, (Berlín-Weimar,
1978); Chile. Narradores chilenos del exilio. (Casa de Chile, México, 1979). De gran
interés resulta también el compendio editado por José Promis 1973, El relato
chileno visto desde el exterior, (Puntángeles, Valparaíso, 1996). En este último, se
consignan trabajos realizados entre 1972 y 1993.
En un temprano balance de la narrativa chilena después de 1973, Antonio
Skármeta señala que lo que más le llamó la atención fue el acopio de material
periodístico e informativo sobre los años anteriores e inmediatos al golpe militar,
en el que, en suma, todas las situaciones son recreaciones de aquel tiempo, rasgo
que diferencia a estos textos de los provenientes del género testimonial.
Por otra parte, Skármeta rescata como característica la necesidad de ubicar
también a un público extranjero en la realidad chilena, lo que hace aumentar la
información que se hace del arte narrativo, dando a conocer fluidamente diver-
sas tramas. Incluso, a veces asumiendo la forma de testimonio. Este crítico des-
taca a Poli Délano como el autor chileno más prolífero del tiempo inmediata-
mente después del golpe. Comenta El paso de los gansos, (Puelche, Nueva York,
1975), producción literaria que a su juicio es la primera novela importante que
tuvo directa relación con los hechos acaecidos en el año 1973. Analiza también
la obra Le sang dans la rue de Guillermo Atías, considerándola como el más
sereno reportaje a los días de la Unidad Popular. A las obras anteriores, une el
nombre de Ariel Dorfman, con dos novelas, Moros en la costa (Sudamericana,
1973) en que entrega una radiografía de los años de la Unidad Popular en Chile,
y Chilex (Bogard, Londres, 1978), una sátira a los modelos de la economía de
mercado impuesta en un país, que obviamente es Chile. También inscribe en este
grupo a Jorge Edwards, quien aborda temas de la historia contemporánea de
Chile en Los convidados de piedra (Seix-Barral, 1978. De la obra de Carlos Cerda,
Pan de Pascua, (Weihnachtsbrot, Aufbau, 1978) el mismo Skármeta dice que se
trata de un punto de vista original y ejemplo de buena colaboración narrativa de
un testimonio. A otros autores suma él sus propias aportaciones, como literatura
que a su juicio tiene un grado de vinculación con los días de la Unidad Popular y
los posteriores al golpe. Ellas son: Soñé que la nieve ardía (Planeta, 1978) y Novios y
solitarios (Losada, 1975).

173
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

Revistas en el exilio

En segundo lugar, haremos referencia a las Revistas publicadas en el exilio.


Hubo muchas, algunas se mantuvieron por años, otras resultaron efímeras25. La
mayoría fueron revistas artesanales del exilio, aunque todas intentaron ser un
vehículo de expresión de sentimientos, de creación cultural, en fin, de contacto
entre compatriotas. Pero las hubo, también, de mirada más amplia, que englobaron
a Chile, como Amérique Latine, publicada en París, formidable revista de análisis
político y sociológico26.
También, las publicaciones de los distintos partidos políticos en el exilio fue-
ron variadas y su difusión dependió de la capacidad de las colectividades y de sus
miembros para distribuirlas a distintos países. Su contenido en tanto fue funda-
mentalmente testimonial y de lucha contra la dictadura. Entre ellas, la del Partido
Comunista: El Boletín del Exterior -Boletín Rojo- publicado en Moscú a cargo de Orlando
Millas. Por su parte, bajo el alero del Partido Socialista surgieron: Pensamiento
Socialista.Análisis. Estudio. Teoría, a cargo de Oscar Waiss en la República Federal
Alemana; Socialismo Chileno, publicada en Bruselas, y dirigida por Adonis Sepúlveda
junto a Clodomiro Almeyda y Jorge Arrate. En México apareció Izquierda Cris-
tiana, dirigida por Luis Maira; Boletín Informativo Exterior y Convergencia y Plural
publicadas por el Mapu Obrero y Campesino. También de contenido principal-
mente político fueron: El boletín Chile Informativo -que se publicaba en La Haba-
na. En México el boletín Noticias de Chile; el Informativo de Casa de Chile.
Es extensa la nómina de revistas -en su mayoría simples boletines de corta
vida- que se publicaron en los más diversos países: Selso, en Luxemburgo; UP

25
Las publicaciones de los distintos partidos políticos en el exilio fueron variadas y su difusión
dependió de la capacidad de las colectividades y de sus miembros para distribuirlas a distintos
países. Su contenido en tanto fue fundamentalmente testimonial y de lucha contra la dictadura.
Entre ellas, la del Partido Comunista: El Boletín del Exterior -Boletín Rojo- publicado en Moscú a cargo de
Orlando Millas. Por su parte, bajo el alero del Partido Socialista surgieron: Pensamiento
Socialista.Análisis. Estudio. Teoría, a cargo de Oscar Waiss en la República Federal Alemana; Socialismo
Chileno, publicada en Bruselas, y dirigida por Adonis Sepúlveda junto a Clodomiro Almeyda y Jorge
Arrate. En México apareció Izquierda Cristiana, que dirigida por Luis Maira; Boletín Informativo Exterior,
que publicada por el Mapu Obrero y Campesino. También Convergencia y Plural. También de conte-
nido principalmente político fueron: El boletín Chile Informativo -que se publicaba en La Habana. En
México el boletín Noticias de Chile; el Informativo de Casa de Chile. Es extensa la nómina de revistas -en
su mayoría simples boletines de corta vida- que se publicaron en los más diversos países: Selso, en
Luxemburgo; UP informa, en Dinamarca; Pacaypaya, en Inglaterra; Chile Democrático, en Italia; Hombre y
Cultura, Unidad, Compañero, en diversas ciudades del Canadá; Retorno, en Costa Rica. Referencias
tomadas de Carlos Orellana, Revista a las Revistas del Exilio, 2002.
26
Entrevista a Miguel Rojas Mix. París, septiembre 2002.

174
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

informa, en Dinamarca; Pacaypaya, en Inglaterra; Chile Democrático, en Italia; Hom-


bre y Cultura, Unidad, Compañero, en diversas ciudades del Canadá; Retorno, en
Costa Rica. En este recuento sólo se hará referencia a algunas elegidas por su
impacto internacional y calidad de su contenido.
Mención especial merece la revista Crisis, editada en Buenos Aires, por haberse
constituido en la revista pionera del exilio latinoamericano y en cuyo contenido y, a
través de la entrevista y el ensayo, las palabras se fueron hilvanando como «la
conquista de una identidad cultural nacional y latinoamericana». La dirigió Eduar-
do Galeano, quien reunió entre sus colaboradores a algunos de los escritores más
importantes de América Latina, entre ellos, Juan Gelman, Osvaldo Soriano, Benedetti,
y muchos otros. Fue una revista bandera de una izquierda no institucional. Crisis se
suspendió durante la dictadura y al terminar ésta en Argentina, volvió a aparecer
dirigida, esta vez, por Zito Lema, con un número dedicado al exilio27.
Interesante publicación fue la revista Selso editada en Luxemburgo, entre 1977
y 1989, con frecuencia bimensual, bajo la de dirección del exiliado chileno Hugo
Arellano. Redactada en castellano, sus artículos eran proporcionados por colabo-
radores preferentemente de América Latina y Europa. Su contenido se centra en
artículos de carácter testimonial, la dictadura en Chile y, en general, en temas
referidos a la situación política y social latinoamericana28.
Expresión de este afán por comunicar ideas, pensamientos y reflexiones acerca
del tiempo presente fue la revista La Porte de poesía y comunicación que nace en
mayo de 1986, en París. Su propósito fundamental era llegar a un público muchí-
simo más amplio que la colectividad chilena y la latinoamericana en el exilio. Sus
editores reflejaban este espíritu señalando que se trataba de una revista abierta,
un espacio de intercambio y reflexión, que reuniera sensibilidades, escrituras y
seres humanos. En 1989 cambia su formato y siguió publicándose bajo el nom-
bre de La porte cultures29.

27
Junto a Federico Vogelius, Juan Gelman y Aníbal Ford, editó la revista Crisis que salió al público
en mayo de 1973, como una expresión de crítica y análisis de la realidad. Eduardo Hughes Galeano
nació en Montevideo, Uruguay, en 1940. Fue jefe de redacción del semanario Marcha y director del
diario Época. En Buenos Aires fundó y dirigió la revista Crisis. Vivió exiliado en Argentina y España.
A principios de 1985, regresó a Uruguay. A juicio de sus críticos «su narrativa está centrada en
América Latina, transformándose sus obras, traducidas a más de veinte idiomas, en un archivo
histórico-cultural de todo el continente». Su obra se ha traducido a más de veinte idiomas. Entre
muchos: Guatemala, país ocupado (1967); Las venas abiertas de América Latina (1971); Memoria del fuego (1986);
El libro de los abrazos (1989); Las palabras andantes (1993); Patas Arribas. La escuela del mundo al revés (1998).
28
Luis Del Río. Micromedios Gráficos del Exilio Chileno. Creatividad y Testimonio. Memoria de Diploma en
Literatura. Universidad de la Sorbonne Nouvelle. París III .1991.p.59.
29
Del Río, 1991. p.59.

175
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

No cabe duda que entre las producciones culturales más relevantes de la


comunidad chilena exiliada están las revistas Literatura chilena en el exilio, a cargo
de Fernando Alegría30 y Araucaria de Chile dirigida por Volodia Teitelboim; ellas
tienen en común la heterogeneidad de géneros y temáticas que incluyen, hecho
explicable en cuanto la finalidad era llegar al mayor número de lectores y mante-
nerlos integrados a una red cultural y política del Chile en el exterior31. Por el
contrario, para los historiadores constituyen campo fecundo al momento de ras-
trear las huellas del pasado. En ellas figuró, de una u otra forma, gran parte de la
intelectualidad chilena en el exilio32.
Al igual que sus congéneres, Revista Literatura en el Exilio, la cual entre 1977 y
1980, reunió a los autores chilenos de la diáspora, al propio tiempo que mantuvo
el contacto con los que quedaron en el país, a los escritores, poetas e intelectuales
del «in- exilio», -idea-concepto acuñada por Grinor Rojo. Posteriormente, tomó
el nombre de Literatura chilena. Creación y Crítica. A mediados de los años ochenta
se continuó su publicación en Madrid.
De otra parte, la decisión de fundar la revista Araucaria la tomó la dirección
exterior del Partido Comunista de Chile, pero hay que aclarar, no fue el órgano
del Partido33. Araucaria se fundó un fin de semana, en mayo de 1977, en plena
primavera europea. Aunque la sede de su redacción estuvo en París, primero, y
luego en Madrid, y el director residió siempre en Moscú; su reunión constitutiva
se produjo en Roma. Hacia 1977 la vida de los exiliados había empezado a
cambiar. El proceso de integración en los países de acogida se producía de mane-
ra inexorable, y en aquellos chilenos de mayor madurez intelectual, en la medida
que se integraban, crecía su capacidad creadora al mismo tiempo que su capaci-
dad para resolver armoniosamente el enfrentamiento con el nuevo entorno cul-
tural. También crecía a la par su capacidad de reconocimiento de los orígenes, su
30
Literatura Chilena en el Exilio (1973-1985)
31
Otras revistas disciplinarias surgidas en el exilio con el patrocinio intelectuales residentes en
universidades europeas o norteamericanas fueron Ventanal, Revista de Creación y Crítica, dirigida por
Pablo Berchenko, apoyada por el Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Perpignan,
en Francia. Nueva Historia, publicada en Gran Bretaña por la Asociación de Historiadores Chilenos, y
patrocinada por el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Londres, (1981 y 1989)
a cargo de un Comité Editorial integrado por Leonardo León, Luis Ortega y Gabriel Salazar.
32
A modo de ejemplo citaremos más bien autores, siempre a riesgo de que cualquier nómina será
incompleta: Fernando Alegría, Ariel Dorfman, José Leandro Skármeta, Poli Délano, Miguel Rojas Mix,
Bernardo Subercaseaux, etc.
33
La reunión fundadora se hizo en Roma, pues aparecía como el mejor punto de convergencia.
Volodia Teitelboim venía de Moscú, el poeta Omar Lara de Bucarest, el crítico Hernán Loyola de
Hungría, el profesor y poeta Sergio Muñoz de Holanda y Carlos Orellana de Francia, Agustín Olavarría
y Héctor Pinochet (José Ramírez) vivían en Italia.

176
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

voluntad de reflexión en torno a la identidad nacional, sin dejar de lado el tema


de las razones del «golpe de Estado».
En el mundo del trabajo cultural, emergía un poderoso contingente de chile-
nos que mostraban, cada uno en lo suyo, una singular creatividad. Muchos de
ellos formados en el breve tiempo de la Unidad Popular, no habían logrado aún
desarrollar todas sus potencialidades. Pero en otro tiempo y espacio se esmera-
ban por lograrlo. Era el tiempo del exilio. En todo este proceso, además de la
ventaja de la maduración intelectual lejos del país, estaba la influencia de culturas
nacionales más maduras y complejas que la propia. Además, había más tiempo y
libertad. En opinión de Carlos Orellana, secretario de redacción de Araucaria: «El
diálogo y la discusión constante y apasionada en el interior de ese grupo nos
permitían sentir que habíamos encontrado por fin aquello que tanto y tan
fervorosamente anhelábamos desde hacía largo tiempo, años antes de que triun-
fara la Unidad Popular, el funcionamiento en el campo de la preocupación cultu-
ral de una inteligencia colectiva afincada en una visión marxista del mundo,
capaz de reunir cualidades que nos parecían esenciales para legitimar una volun-
tad de ideología: la lucidez, el horror al dogma, el amor a la escritura y a su doble
posibilidad de verdad y de belleza»34. Araucaria fue una revista política, literaria,
periodística y, en general, volcada hacia a las ciencias sociales y con una preocu-
pación cuyo eje era Chile y por extensión América Latina. En 1984 la revista
traslada su sede a Madrid35. A juicio de los redactores, el tiempo en España fue
difícil pues este país vivía un momento histórico especial: el de su incorporación
a la Comunidad Europea y donde la América Latina no tenía cabida. Araucaria
fue una revista del exilio y terminó con él, en 198936.
Otra de las revistas que merece especial mención es Chile-América que publi-
có 89 números en Roma entre 1974 y 1983. La responsabilidad de la revista
estuvo en manos de un Comité Editor en el que participaron Julio Silva Solar,
Bernardo Leigthon, Esteban Tomic, José Antonio Viera Gallo y Fernando Murillo.
Revista de gran circulación internacional gracias a su pluralidad y a la calidad de
sus contenidos.

34
Araucaria, Nº 1, 1977.p.16.
35
Abandonar París fue muy difícil, pues según expresa Carlos Orellana:»en París vivían varios de
nuestros colaboradores más valiosos y nuestros mejores amigos. Miguel Rojas Mix, Armando Uribe,
Fernando Moreno, José Balmes, Rafael Agustín Gumucio, Guillermo Núñez. Cada una de sus
aportaciones es una historia del exilio chileno en Francia».
36
De gran interés para este trabajo ha sido el libro de Carlos Orellana titulado Penúltimo Informe,
Memoria de un Exilio. Editorial Sudamericana SEÑALES, (Santiago. 2002).

177
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

Para algunos narradores el exilio termina con la transición a la democracia


y el retorno al país; para otros, éste se prolongó en el tiempo, hasta llegar a ser
una forma de vida. Entre ellos está el escritor Luis Sepúlveda, quien optó por
la patria errante; «...el exilio -dice- no está en otras fronteras, sino en ese animal
terrible que se llama nostalgia, porque las garras de la nostalgia no conocen
piedad, las garras de la nostalgia pueden ser muy crueles»37.
Frente al desconsuelo que vive la mayoría de los escritores latinoamerica-
nos en situación de exilio, Julio Cortázar, en voluntario extrañamiento en París,
dirá, a fines de la década de los setenta, que a riesgo de rozar la utopía, las
condiciones estaban dadas entre los escritores exiliados para superar el desga-
rramiento y el desarraigo que impone cada nuevo exilio. Para que tal condición
se dé, a su juicio, se debía superar algunos malentendidos de raíz romántica y
humanista y, hasta cierto punto, anacrónica, y plantear la condición del exilio
en términos que superen la negatividad, a veces inevitable y terrible, pero a
veces también -como él mismo lo señala- estereotipada y esterilizante. Sólo de
esta manera se pueden encaminar los esfuerzos a una situación propicia para
la creación literaria. «Frente a esa ruptura de las fuentes vitales que neutraliza
o desequilibra la capacidad creadora, la reacción del escritor asume aspectos
muy diferentes...una pequeña minoría cae en el silencio, obligada muchas veces
por la necesidad de reajustar su vida a condiciones y a actividades que la alejan
forzosamente de la literatura como tarea esencial. Pero casi todos los otros
siguen escribiendo, y sus reacciones son perceptibles a través de su trabajo.
Están los que casi proustianamente parten desde el exilio a una nostálgica bús-
queda de la patria perdida; están los que dedican su obra a reconquistar esa
patria, integrando el esfuerzo literario en la lucha política. En los dos casos, a
pesar de su diferencia radical, suele advertirse una semejanza: la de ver en el
exilio un disvalor, una derogación, una mutilación contra la cual se reacciona
en una u otra forma... no creo que esta actitud con respecto al exilio dé los
resultados que podría alcanzar desde otra óptica, en apariencia irracional pero
que responde, si se la mira de cerca, a una toma de realidad perfectamente
válida. Creo que -concluye Cortázar redondeando su propuesta- más que nun-
ca es necesario convertir la negatividad del exilio -que confirma así el triunfo
del enemigo- en una nueva toma de realidad, una realidad basada en valores y
no en disvalores, una realidad que el trabajo específico del escritor puede vol-

37
Luis Sepúlveda «La andadura del exilio» Revista Con EÑE Chile, Nº 5 (Madrid, 1998, pp.49-53).

178
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

ver positiva y eficaz, invirtiendo así por completo el programa del adversario y
saliéndole al frente de una manera que éste no podía imaginar»38.

El género teatral

Como otras expresiones literarias y plásticas -no podía ser de otro modo- el
género teatral pasó por etapas que concuerdan con las que se vivió en el exilio: el
tiempo de llegada, ajuste y fuertes nostalgias; y, como fruto de ello, obras que
daban cuenta de lo vivido en el país, es decir, obras de carácter testimonial.
Luego, a juicio de Eduardo Guerrero -estudioso y cultor de este género- al cabo
de unos años, agotadas las vivencias más compulsivas de los exiliados y habiendo
disminuido progresivamente el interés de la opinión mundial sobre Chile, el tra-
bajo teatral de los exiliados se vuelca hacia el testimonio de su propia soledad.
Surgen obras que muestran, de una u otra manera, el deterioro psicológico, las
penalidades del destierro y las crisis de convivencia; todo esto mezclado con las
primeras y hondas nostalgias.
Esta segunda etapa se caracteriza por una cierta ambigüedad. Por una parte
existe el deseo de mostrar el exilio en toda su brutal contradicción (niveles cultu-
rales y sociales muy diferentes y pocas veces integrados en una labor constructi-
va conjunta, desconfianza, marginación, acomodo oportunista, pérdida de iden-
tidad, etc.) y, por otra, se piensa que mostrar un cuadro tan contradictorio puede
ser políticamente inconveniente. Pero la realidad mostraba que, a pesar de las
diferencias en el extranjero, el teatro estaba más activo que nunca. Se habían
incorporado nuevos textos y reformulado otros. Al decir de los propios drama-
turgos «...la creación colectiva ha abierto el espacio teatral a fragmentos de una
sociedad que rinde testimonio a su diaria agonía». Se destacan en esta etapa
obras como: Tres Marías y una Rosa, Cuántos años tiene un día, El último tren. La
tercera etapa es aquella donde los trabajos dramáticos se vuelven más universa-
les, más creativos, liberados de la misión ejemplificadora, didáctica e informati-
va, al propio tiempo que los equipos se esfuerzan en profesionalizarse al máximo
e integrarse a la sociedad artística receptora.
El inicio de la transición permitió el regreso de muchos. Fueron pocos los
que tomaron la decisión de quedarse en el extranjero. Éstos últimos, replantean

38
Cortázar, julio «América Latina: exilio y literatura», en Araucaria, Nº 10 pp. 60-61.

179
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

su trabajo, desvinculándolo de las preocupaciones políticas que por años había


sido el tema fundamental, y para el cual se requería de un público que compar-
tiera claves culturales e ideológicas.
El trabajo no fue tan difícil en América Latina. Allí, la presencia chilena de
grupos y compañías fue fecunda, tanto para los actores mismos cuanto para el
país de acogida, particularmente en Venezuela, con el trabajo desarrollado por la
Compañía de los Cuatro, integrada por los hermanos Humberto y Héctor
Duvauchelle, Orieta Escámez y Edmundo Villarroel. En Costa Rica, destacaron
los integrantes del Teatro del Ángel con Alejandro Sieveking, Bélgica Castro,
Carmen Bunster y Pedro Barahona39. Ambos grupos llevaron el teatro chileno al
mundo hispano-parlante de Centro América, México y Sur de los EEUU.

El mundo del cine

En otro orden, las carreras de los cineastas que salieron al exilio estaban, al
momento de su partida, en diferentes etapas de desarrollo, por lo tanto, sus
experiencias en el extranjero, en algunos casos estuvieron determinadas por esa
situación. También la labor desarrollada dependió, en gran parte, de los recursos
de que dispusieron y sobre todo de la solidaridad cultural que le brindaron gran-
des artistas del cine internacional. Qué mejor ejemplo que Llueve sobre Santiago de
Helvio Soto que reunió un elenco de estrellas francesas que participaron –esen-
cialmente- por solidaridad en un film cinematográficamente inolvidable.
Como en otras artes, los primeros trabajos de los cineastas en el exilio tienen
que ver con su experiencia reciente. Es el caso de Leonardo de la Barra, en
Bélgica, quien en una entrevista realizada en 1983, señalaba: «En Chile yo había
trabajado para la televisión sueca y al llegar a Bélgica me di cuenta que la historia
había pasado por mis manos, o mejor dicho, que la historia había pasado por mis
ojos a través del objetivo de la cámara sin que yo hubiera podido retenerla. En el
exilio, la vida se te para y te pones a hacerte preguntas y buscarle sentido a la
vida. En Chile, la dinámica de la historia era muy fuerte,...era como una bola de
nieve. De un día para otro te encuentras en Europa donde lo único que puedes

39
Al respecto Marisol Gutiérrez Rojas presentó en el 5 1º Congreso de Americanistas realizado en
Santiago de Chile en julio de 2003 una ponencia titulada «Copihues entre orquídeas: Mujeres
chilenas exiliadas en Costa Rica (1973-2003)», en la cual incluye testimonios de actrices chilenas que
desarrollaron un importante aporte al desarrollo del arte dramático en ese país.

180
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

hacer es reflexionar y entonces se te vienen encima todas las angustias persona-


les que también son colectivas. Y de ahí nacen las películas...Éramos una vez,
donde surge la importancia de los niños como parte de nuestra historia. Yo
quería filmar un pedazo de nuestra historia que yo veía representada en los niños
mucho más que en los adultos... Era mi angustia del momento. Vivir en el exilio
es como estar sentado en dos sillas y por eso es una sensación tan extraña pero
creo que ahora (1983) hemos llegado a una etapa crítica porque hemos recono-
cido que el pasado es el pasado y nos integramos al presente... Mis películas
surgen como imágenes de un sueño y América Latina siempre está presente»40.
Otros, como Valeria Sarmiento, ya había participado en dos filmes en Chile,
como montajista en La Expropiación (1972-1974) y como directora en La dueña
de casa (1975). En esta situación de exilio otros elementos adicionales complican
su desarrollo profesional como el tema del género y la circunstancia de estar
casada con un cineasta consagrado. En declaración hecha en París en enero de
1983 señala: «En Chile tenía varios proyectos de realización, pero lo único que
pude llevar a cabo fue un documental de 20 minutos sobre las mujeres que
hacen strip-tease y que se llama «Un mundo como de colores». Allí era muy
difícil filmar porque el medio era muy pequeño, porque las condiciones econó-
micas eran muy precarias y porque la disponibilidad de equipos de filmación era
muy limitada... Uno de los problemas más grandes que he tenido ha sido el
hecho de estar casada con Raúl (Ruíz),...pero ahora que han visto mi trabajo que
no tiene nada que ver con el de Raúl, creo que tengo mejores posibilidades»41.
El caso de los cineastas Marilú Mallet, Jorge Fajardo y Rodrigo González
que exiliados en Canadá, quienes montaron el film de ficción, No hay olvido.
(1975). Esta fue una de las primeras realizaciones de refugiados chilenos en
Canadá. Marilú Mallet señala que el sindicato de trabajadores del National Film
Board, estaba muy interesado en la situación chilena, y luego de los hechos
posteriores al 11 de septiembre se había decidido dar oportunidades a los refu-
giados chilenos, pero siempre en el tema de lo contingente. Sin embargo, con este
apoyo pudieron hacer propuestas nuevas con las que sacaron a los cultores de
este arte de su sello más bien volcado a la problemática multicultural y folclórica,
pero interior, del cine canadiense42.

40
Zuzana M. Pick «Hablan los Cineastas» Revista Literatura Chilena. Vol.8, 1984, pp.27-31.
41
Ibid.
42
Ibid.

181
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

Para otros, cuyos nombres ya habían traspasado fronteras, los juicios son
muchísimo más críticos. Patricio Guzmán en una mirada retroactiva señala: «En
Chile había un germen cinematográfico extraño, larvario y poco definido en el
pasado. Sin embargo mucha gente se expresaba a través del cine. Las vicisitudes
del país han hecho que los cineastas trabajen en los lugares más diversos y que
sigan realizando sus obras en Chile. Todos siguen produciendo y todos deben
continuar universalizándose. Estamos en la era de las computadoras y no debe-
mos caer en criollismos, en nostalgias o en rememoraciones sistemáticas del
paisaje. Los cineastas debemos asumir todas las culturas, asimilarnos a todos los
países para seguir siendo creativos. Ser artista significa ser capaz de adaptarse al
planeta y no a una aldea y paradójicamente a la aldea y al planeta» (La Habana,
diciembre de 1982)43.
Antonio Skármeta, expresa que sus guiones surgen primero de la tradición
histórica y cultural chilena, de su música y su literatura, pero también surgen de
su gente. «Ahora, (febrero de 1983) vivo en Alemania y me interesa lo que pasa
aquí junto con mis contradicciones, con mi modo de ser, con mi modo de ser y
aquél de los otros. Creo que una de las grandes cosas que ha tenido el exilio es la
capacidad que hemos tenido de abrirnos la cabeza y no seguir siendo los únicos
que poseemos la verdad. Por eso podemos respirar mejor, podemos acceder a
otro lenguaje, a otra manera de pensar y de ver la realidad»44.
En la misma línea se expresa Miguel Litín, cuando dice: «Yo me siento un
cineasta chileno y latinoamericano, pero también me siento un hombre contem-
poráneo. América Latina está encontrando soluciones y respuestas originales frente
a una humanidad escéptica; es un continente que está a la vanguardia de una
revolución cultural y filosófica que surge después de varios siglos de memorias
enterradas»45.

Las artes plásticas

En el amplio espectro de las Artes Plásticas, en 1973 salieron al exilio innu-


merables pintores, escultores, humoristas gráficos, grabadores y artesanos. To-
dos debieron luchar contra la adversidad, representada por ambientes difíciles,

43
Ibid.
44
Ibid.
45
Ibid.

182
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

extraños y hostiles; además de tener que superar muchas veces la difícil barrera
del idioma y tratar con galerías comercializadas y voraces, no por ello menos
necesarias para abrirse paso en el mercado del arte.
Como muy bien se ha señalado, el artista, cuando crea, no es sólo un ser
estético, sino también un ser ético que por la implícita sensibilidad que forma
parte de su personalidad no puede hacer soslayar todo cuanto afecta al hombre
y a los valores humanos. Los artistas en el exilio inventaron una y mil formas de
hacer del arte la máxima expresión de libertad. Se hicieron cientos de afiches,
tarjetas, grabados, murales colectivos, exposiciones, cursos de pintura, sin olvi-
dar la formación de grupos de artesanos, ni la importancia del humorismo gráfi-
co chileno en exilio. Agréguese a esto la recolección de obras para el Museo
Salvador Allende, así como aquellas donadas por grandes artistas -Calder, entre
ellos- para la realización de exposiciones de ventas, destinadas a reunir fondos
para la defensa de los presos políticos.
El exilio reunió todas las tendencias en un solo fin. El exilio nunca ha sido
cuestión de estilo. A juicio del crítico de arte Juan Rojas, las tendencias sí se
pueden agrupar en tres momentos artísticos; el primero es cuando el artista
expresa todas las situaciones vividas, detención, tortura, extorsión moral y veja-
ción. El artista se vale de figuras animales para interpretar un proceso de
«bestialización moral». El segundo estilo practicado por los artistas exiliados es de
otra índole poética. Es un arte del recuerdo. El drama de lo sufrido está velado
tras los recuerdos de una América y de una patria lejana, pero no ausente del
pensamiento creador46. Así, la tantas veces llamada «loca geografía» de Chile
provee figuras telúricas, los volcanes impregnan con su fuerza telúrica y los
árboles milenarios dan vida a mapa del sur en tanto que la pampa desértica
prolonga su superficie calcinada por el sol hasta donde la vista choca con la
montaña del altiplano. No sólo el paisaje natural, sino también el humano, apare-
cen en los cuadros con reminiscencias; allí está retratada la vida urbana de San-
tiago o de provincia, los personajes cotidianos, los amigos, en fin, el mundo
bueno y perdido tras el drama de septiembre; las ilusiones y las esperanzas del
Chile democrático aparecen pintadas en complejas escenas. El artista siente que
está lejos, exiliado, separado de su país por la distancia y por el tiempo. La lejanía
es pasado en esta temática pictórica47. El tercer momento – según Juan Rojas- es
aquel en que los artistas usan, para reflejar su sentimiento, la imagen de la espe-
46
Juan Rojas C. «Pintores en el exilio», en Revista Literatura chilena en el exilio», vol. 4, nº 2, 1980, pp.29-30.
47
Ibid.

183
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

ranza; rechazan el recuerdo que paraliza. Están con el futuro ciento por ciento.
Con los años han forjado un imaginario del futuro. Pintan signos premonitores
de cambios, de un renacer de las fuerzas vitales de la democracia.
Curiosamente, este pathos se desarrolla de manera especial en la artesanía que
evoca paisajes, tradición, costumbres y quehaceres asociados a una denuncia
genérica, como podía darse en las múltiples imágenes de Guernica que se hicie-
ron, tejidas y repujadas en cobre; o en las arpilleras que siguieron la huella de
aquellas mujeres, vecinas de Isla Negra, que impulsó Neruda a hacer los prime-
ros tapices, poco antes de 1973.
De especial interés resulta la opinión de José Balmes, catalán inmigrado a
Chile luego de la derrota republicana española de 1939, y doblemente exiliado a
partir de 1973, en torno a las temáticas que se privilegiaron48. En una entrevista
realizada en 1978 se le preguntó si su pintura correspondía a una respuesta
diacrónica de los acontecimientos ocurridos antes, durante y después del gobier-
no de la Unidad Popular en Chile, ante lo cual manifestó: «...estos tres períodos,
que marcan etapas fundamentales de la historia contemporánea de nuestro país,
se reflejan de alguna manera en la mayoría de los creadores chilenos....En el
período anterior a la Unidad Popular, a partir ya de 1960, mi pintura muestra
una preocupación evidente por los problemas de Chile y del hombre en
general...invasión norteamericana a Santo Domingo; ...los hechos represivos del
gobierno de Frei; ...el problema de Vietnam; ...yo creo que son problemas gene-
rales, en cuanto a que la especificidad de los problemas chilenos está menos
abordada, es menos clara, incluso desde el punto de vista de la forma, hasta del
color; pienso que es alrededor de los años 60 y 70 y luego, durante el gobierno de
la Unidad Popular, donde en la pintura mía aparece de manera mucho más clara,
la verdadera problemática de nuestro país, del hombre de nuestro país, su pre-
sencia colectiva, en el trabajo por ejemplo, su presencia en tanto participación
social. Posteriormente, en el período del fascismo el trabajo ha sido realizado en
el exilio, y la problemática esencial e incluso única es Chile, su situación de hoy
expresada en imágenes relacionadas con la represión, con la lucha, con la resis-
tencia...»49.

48
Norambuena, Carmen y Garay, Cristián. España 1939. Los frutos de la memoria. Disconformes y exiliados.
Artistas e Intelectuales Españoles en Chile 1939-2000. Universidad de Santiago de Chile, Instituto de
Estudios Avanzados. (Santiago, 2002.pp.43-48).
49
Balmes, José «El desafío de una pintura política», en Araucaria Nº 1, pp.106-107. En este artículo
Balmes se declara deudor de los maestros chilenos Pablo Burchard, Camilo Mori y Perotti.

184
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

El exilio de los pintores, como de todos los exiliados, fue disperso. Desde
Ámsterdam a Argelia, de Belgrado a San Francisco, aquellos que se encontraban
trabajando en el Parque Forestal, los de los patios del Edificio Gabriela Mistral,
o en las salas del Museo o la Escuela de Bellas Artes, estuvieron más tarde
dispersos a los cuatro vientos. José Balmes, Fernando Krahn, Nemesio Antúnez,
Gracia Barrios, Carlos Vásquez, Eduardo Bonati, Enrique Zañartu, Guillermo
Núñez, conforman un grupo comprometido con Chile en el exterior al cual se le
une el propio Roberto Matta.
En distintos países se fueron constituyendo grupos de pintores, chilenos y de
otras nacionalidades, a los que llamaron brigadas. En Francia funcionaba la Briga-
da Pablo Neruda, en la que participaban José Balmes, su esposa Gracia Barrios,
José García y José Martínez, entre otros; y la Brigada Venceremos, constituida por
Sotelo, Irene Domínguez, Solano y otros pintores chilenos. En Italia y en España
las correspondientes llamadas Pablo Neruda. También se constituyó una Brigada
Internacional conformada por pintores de diversas nacionalidades, pero unidos
bajo los mismos propósitos e ideales50.
De manera muchísimo más silenciosa y solitaria, la escultora Mónica Bunster,
profesora hasta 1973 en la Escuela de Bellas Artes de Santiago, estableció su
taller en Nogent Sur Marne, París. Su obra tiene como temática fundamental la
mujer51. Con la fuerza de su obra La Pietá Criolla, expresa de manera magnífica
su comprensión del exilio y la ausencia del hijo perdido o desaparecido.
Sus críticos han dicho que, aunque parezca contradictorio, el estilo de Mónica
Bunster podría definirse como «realismo simbólico», con una fuerte pendiente
hacia el surrealismo; o mejor hacia el «realismo del sur». La Caja, es un ejemplo.
El fragmento siempre fue elocuente como símbolo existencial para Mónica, des-
de sus primeras obras donde la figura central eran hombres de siluetas fragmen-
tarias, enseñando su soledad contra un muro, asomándose a un dintel, o reuni-
dos, juntos pero ausentes, sin comunicar ni siquiera sus añoranzas.
Al salir al exilio, la temática de Mónica Bunster se transforma. La mujer
reemplaza al hombre fragmentado. La preocupación social no desaparece, pero
se integra en la mirada introspectiva. Es como mujer que tiene que vivir y res-
ponder al exilio. Como tal debe expresar sus nostalgias y afrontar tristezas y
alegrías de un mundo que siente ajeno. Una serie de elementos plásticos se intro-
ducen en su imagen como atributos. La mujer desnuda es como la verdad, el
50
Ibid, p.140.
51
Catálogo «D°Zartistes Contemporains» (Peintres, Sculpteurs, Photographes, Plasticiens) (Paris, 2002. p.61).

185
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

mundo lo figuran los atributos: los sacos, las cajas, los espejos, el sombrero que
a la vez es el bombín de Magritte y el hongo de las indias del Altiplano.
De alguna manera todas las obras de esta escultora están relacionadas con el
exilio, pues representan una toma de conciencia de la circunstancia. Pero dos son
particularmente significativas: El torso de Salvador Allende, que fue el primer monu-
mento que se hizo al presidente. El otro monumento es la Pietá Americana. Una mujer
con un pañuelo amarrado a la cabeza por todo atavío y llevando un sudario vacío. Es
una maqueta para un gran monumento a los desaparecidos por la represión52.
Especial interés despertó, en círculos artísticos y culturales, el Grupo San
Lorenzo de El Escorial, el cual estuvo integrado por Ricardo Mesa, catedrático
de escultura, Sergio Castillo, profesor de escultura, Sergio García Paz, Eugenia
Zamudio, subdirectora del Instituto de Arte Latinoamericano fundado por Mi-
guel Rojas Mix, Andrea Morales, escritora y periodista, Dolores Walker, profe-
sora de dibujo y pintura, Emilio Miguel, grabador, Kena Mardones, artesana,
Carlos Vásquez, pintor y director de la Casa de la Cultura del Mineral El Tenien-
te. A este núcleo inicial se unieron otros artistas, -según Carlos Vásquez- algunos
compartían las convicciones y la conflictiva situación de quienes le acogían. Otros
llegaban a reconciliarse con sus antiguos compañeros de estudio o de cátedra o,
simplemente, para convivir con la naturalidad con la que suelen reunirse los
artistas. Entre estos últimos, el escultor Raúl Valdivieso, residente en Madrid
desde los años 60 y dos de sus discípulos: Sebastián Solar y Sergio Aguilar Paz.
Toda esta actividad desarrollada en un escenario maravilloso, con el Monasterio
de fondo y la solidaridad de los vecinos de San Lorenzo de El Escorial; allí, estos
artistas encontraron «el lugar adecuado para instalar sus talleres y estudios y un
rincón donde restañar sus heridas recientes y profundas»53.

Humor gráfico

Para el grupo de los artistas que en los años de la Unidad Popular cultivaban
el género del humorismo político, el exilio tuvo consecuencias dramáticas e in-
sospechadas. En sus viñetas la historia se encuentra a menudo con la historieta.

52
Entrevista a Mónica Bunster, París, septiembre, 2002.
53
Entrevista a Carlos Vásquez y Dolores Walker. El Escorial, septiembre de 2002. Ver también Artistas
Chilenos en San Lorenzo de El Escorial. Catálogo. Museo de América de Madrid. (Madrid 27 de junio al
31 de agosto de 2002. pp.1-3).

186
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

Lo sucedido con lo dibujado. Historietas y dibujos cuentan el mismo evento y


nunca queda claro en qué lado se encuentra la verdad. Por oficio los autores
optan por reír antes que llorar.
Hervi (Hernán Vidal), Pepe Huinca, Alberto Vivanco y José Palomo partici-
paban en la revista La Chiva, en donde realizaban una creación colectiva y cuyos
personajes tuvieron cabida en periódicos y revistas de ese entonces como La
Firme, donde ilustraron los tres primeros mencionados y, Chile Hoy, donde inter-
vino Palomo. Hubo jóvenes que también descollaron como Jorge Montealegre y
también maestros como Fernando Krahn con sus Dramagramas, en el semanario
Ercilla y en la revista la Quinta Rueda, de la Editorial Nacional Quimantú. Si bien
muchos de ellos continuaron desarrollando su oficio en el extranjero y en Chile,
como colectivo no lograron recuperarse de la fractura que significó la diáspora54.
Las figuras de importancia internacional son, sin duda, los más destacados
artistas de este género que salieron al exilio: Palomo que se instaló en México y
Fernando Krahn en Barcelona, pero convertido en el dibujante principal de La
Vanguardia. Son dos estilos muy diferentes: Palomo es un notabilísimo editorialis-
ta gráfico en que la agudeza del ingenio es sostenida por una notable destreza del
dibujo. Palomo, como todo editorialista gráfico privilegia la idea. El dibujo es su
medio de comunión, su lenguaje. Su mensaje es, prioritariamente, político y su
serie más conocida la publicó en México; se trata de El Cuarto Reich que narra las
infelicidades de un dictador de mínimo coeficiente intelectual, enano, con cha-
rreteras y gafas oscuras. El estilo de Krahn es totalmente diferente. Él orillea el
surrealismo. Aparte de las ilustraciones para editoriales de La Vanguardia, tenía
por ese tiempo una página dominical en la que presentaba una historia en viñetas,
titulada Dramagramas, desde la recurrente perspectiva del hombre que tiene que
tomar conciencia de su pequeñez y de su miseria.
Hernán Vidal, Hervi, en el año 73, dibujaba en Chile en La Firme, una revista
acerca de la realidad que se estaba viviendo y era director artístico de la Editorial
Quimantú.
En un testimonio reciente Hervi señala: «El trayecto del humor en todo ese
tiempo fue por un camino de amenazas y de mucho miedo. Una oficina de
gobierno revisaba el material antes de ir a la imprenta... En algún momento
incluso se prohibió la publicación de imágenes, lo que daba pie a dejar los espa-
cios vacíos conservando las lecturas de las fotos. En lo personal -dice Hervi-
54
Jorge Montealegre «Historieta de Chile: entre la diáspora y la nostalgia» en Revista Con Eñe Nº1
(Madrid, 1997, pp. 20-24).

187
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

elegí la opción de no dibujar nunca al dictador. Al principio porque era evidente


el peligro, pero más adelante fue una cuestión conceptual. El nuevo edificio de
gobierno fue la metáfora que lo representaba. Los diálogos que salían del edificio
hacían identificable al dictador. La evolución del edificio inclinándose y a punto
de caer, fue una percepción equivocada desde el comienzo...». En los últimos
días del régimen el edificio se derrumbó en toda una página. Las semanas si-
guientes, la voz del dictador salía de las alcantarillas.
Otra forma de retratar al personaje fue, ya en los ochenta, en el diario La Época;
dibujaba, entonces, sólo una parte del dictador: sus pies asomando del trono, o de
espaldas en su escritorio camuflado...»55. A fines de los ochenta ya habían proliferado
revistas y diarios como Fortín Mapocho, Apsi, La Bicicleta. Esta última cobijó a
«Supercifuentes» un antihéroe que en cada capítulo terminaba en la cárcel.
Durante la detención del dictador en Londres -dice Hervi- dibujó para el perió-
dico virtual El Mostrador las vicisitudes diarias en su prisión, y también los esfuerzos
del «Supercifuentes» esta vez «Cybercifuentes» por traer de vuelta al enfermito. Sin
embargo, la reflexión final de Hervi es enfática y llena de contenido: «Creo que ha
sido una buena culminación para un tedioso y casi eterno período de pesadilla.
Frondoso en la temática, pero hubiera preferido el aburrimiento de ser un
caricaturista del montón, con temas del montón, donde los fenómenos climáticos
o los grandes eventos deportivos llegan a ser lo más espectacular».

El Museo de la Solidaridad

También merece especial mención el Museo de la Solidaridad, luego Museo en


el Exilio y hoy Museo Salvador Allende56. «La primera idea de que se podía obte-
ner un gran apoyo cultural a la experiencia que representaba el proyecto de Salva-
dor Allende surgió poco después de su elección, cuando se convocó a un impor-
tante número de intelectuales europeos en el marco de la «operación verdad». La
idea surgió con la creación del Instituto de Arte Latinoamericano, que remplazó en
la Facultad de Bellas Artes al Instituto de Extensión Cultural; desde allí se lanzó la
propuesta. El segundo paso fue con ocasión del primer Encuentro Cuba-Chile en

55
Testimonio de Hervi en Miguel Rojas Mix, Comisario y autor del Catálogo de la Exposición La
Memoria Herida. (Cáceres, 2003).
56
Entrevista a Miguel Rojas Mix. París, septiembre de 2002. Al respecto reproducimos parte de la
entrevista realizada a Miguel Rojas Mix, uno de los gestores de esta muestra cultural.

188
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

la Habana, donde los artistas chilenos hicieron una donación de obras a Cuba y los
cubanos respondieron enviando a su vez una colección de sus mejores artistas
contemporáneos. La idea tomó vuelo y se concretó bajo el nombre de Museo de la
Solidaridad, creándose un comité directivo formado por el Decano de la Facultad
de Bellas Artes, Pedro Miras, el Director de la Escuela de Bellas Artes, José Balmes
y por Miguel Rojas Mix, en calidad de Director del Instituto.
El Instituto asumió la responsabilidad de constituir el Museo. A esta labor
contribuyeron eficazmente dos personalidades del mundo del arte latinoameri-
cano, Mario Pedrosa y Aldo Pellegrini, sabio analista argentino del arte contem-
poráneo. También colaboró en esta tarea Carmen Waug como relacionadora
pública. Mario Pedrosa en particular se comprometió a fondo con el proyecto y,
dado sus contactos internacionales, fue enviado a Europa a contactar a los artis-
tas y crear el clima favorable para esta iniciativa cultural. Las respuestas positivas
afloraron de todas partes del planeta, donde se constituyeron comisiones para
enviar sus donaciones al Museo.
El año 1972 se inauguró en el Museo de Arte Contemporáneo. El catálogo
llevaba como portada un cuadro de Miró, uno de los más importantes de la
colección. Se habían reunido ya más de 700 obras, que venían de España, Fran-
cia, América Latina. Los problemas –según su director Rojas Mix- fueron múlti-
ples; desde la obtención de la obra hasta los permisos de aduana y, luego, el cómo
constituirlas en patrimonio nacional de acuerdo a las leyes chilenas. Las donaciones
siguieron llegando y poco antes del golpe militar se expuso en la III Conferencia
Mundial de Desarrollo y Comercio de las Naciones Unidas -UNCTAD- una
magnífica colección que habían enviado artistas de los Estados Unidos, obras de
gran formato entre las que figuraban las de Motherwell y Frank Stella, de fama
internacional. Cuando sobrevino el golpe continuaban colgadas en la UNCTAD.
Nuevas donaciones que habían sido ya entregadas a las embajadas chilenas, como
la donación de Inglaterra, no alcanzaron a salir para Chile57.
«El Museo en Exilio» -señala Rojas Mix- es la estricta continuación del Mu-
seo de la Solidaridad. Al salir de Chile nos encontramos en París con Mario
Pedrosa, Balmes y más tarde Pedro Miras. Se planteó proseguir con el Museo y
solicitar nuevas colecciones, esta vez para un museo que fuera expresión de la
resistencia a la dictadura y emblemático de la defensa de los derechos humanos. Se
barajaron varios nombres: Museo de la Resistencia, Museo en Exilio. Se utilizó

57
Ibid.

189
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

uno y otro, midiendo el efecto que producía. La respuesta de los artistas fue
inmediata; en poco tiempo reunimos una colección importante de obras en di-
versos países. Las de Francia y España fueron las más importantes. Se hicieron
numerosas exposiciones. En España Carmen Waugh se encargó de reestructurar
la exposición española y el equipo. Al grupo responsable del Museo se unió
entonces Miriam Contreras, «La Payita», ex secretaria personal de Allende, que
había salido en exilio a Cuba. Ella trabajaba para los cubanos y en un momento,
viendo las dificultades que teníamos para conservar el Museo en exilio propuso
llevárselo a Cuba. Los otros miembros de la dirección nos opusimos. Aparte del
Museo se iniciaron en Europa una serie de gestiones solicitando obras a los
artistas para su venta pública y obtener dinero para financiar la defensa de los
detenidos. Chile Vive fue la primera de estas exposiciones-venta, que organizaron
Julio Cortázar y el editor Mario Muchnik, entre otros. Para esta exposición en-
tregaron obras muchísimos artistas franceses y artistas internacionales tan nobles
como Alexander Calder quien contribuyó con un móvil y dibujos. Mario Pedrosa
fue a verlo personalmente y de inmediato respondió. El móvil está en la colec-
ción del Museo Allende».58

El Museo fue un exiliado más y, como tal, vivó los avatares del exilio.

A las obras del Museo de la Solidaridad, señala Isabel Allende, Directora de


la Fundación Salvador Allende, se han sumado notables colecciones surgidas en
diferentes países, constituyendo ambas el «Museo de la Solidaridad Salvador
Allende», patrimonio artístico que asciende a unas mil quinientas obras -que
cubren las décadas de los 50,60 y 70- y considerado uno de los conjuntos más
importantes y valiosos del arte contemporáneo de América Latina59.

La canción popular

En el plano de la canción popular los conjuntos Quilapayún (1965) Illapu


(1970) e Inti Illimani (1966-67) y de alguna manera también Los Jaivas, son los

58
Ibid.
59
Fundación Salvador Allende. Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Colección Extranjera. Obras
seleccionadas. Santiago de Chile, 1994.

190
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

grupos que se identifican con la nueva canción chilena, con los sueños y utopías
de esa generación de los años sesenta.
Aquellos que conocen la producción de estos conjuntos coincidirán en que
cualquiera de estos grupos es representativo de una interesante renovación en la
canción popular chilena. No obstante ser el más antiguo Quilapayún, aquí se ha
optado por comentar, brevemente, el trabajo realizado por Inti Illimani. Las
razones: la historia es hecha por individuos, y cuando el historiador selecciona
materiales lo hace ya con un bagaje cultural que orienta su selección y su lectura,
y ésta es una prueba60.
Los Inti Illimani surgieron en la Universidad Técnica del Estado, UTE, en los
mismos años en que, quien escribe este artículo, estudiaba allí pedagogía en Histo-
ria y Geografía. La vida cultural y musical universitaria de ese entonces era muy
activa: teatro, grupos folclóricos, coros, certámenes de pintura y publicidad61.
Los Inti Illimani son conocidos primero en el ambiente universitario, luego su
actividad se extiende a centros populares, sindicatos, poblaciones, barrios obre-
ros, provincias. Simultáneamente vienen discos, actuaciones en radio y televi-
sión. Además de festivales que interesan al gran público.
El camino, hay que decirlo, ya estaba pavimentado por la corriente neofolclórica
(Violeta Parra, Víctor Jara, Patricio Manns62), pero de ningún modo era fácil
recorrerlo. Durante el gobierno de la Unidad Popular las puertas de los medios
de comunicación se abren para la Nueva Canción Chilena (NCCH), casi en
igualdad de condiciones que para la música comercial. Se entiende por Nueva
Canción Chilena la «tendencia generalizada a poner énfasis en lo crítico, el poner
al descubierto la injusticia social y las taras propias de la sociedad latinoamerica-
na»63. En esos años, la Nueva Canción Chilena (NCCH) alcanza una trascenden-
cia cultural-social-musical desconocida en el país.
60
No queremos dejar de mencionar en este campo la publicación Canto Libre, que fue una
publicación que evolucionó desde el simple cancionero a un órgano que recogió importantes
contribuciones -entrevistas, crónicas, breves ensayos- sobre música, pintura y otros dominios. Se
publicó en Colombes, suburbio parisino, entre los años 75 y 80. De El barco de papel, también de
filiación parisina, dedicada principalmente a la poesía, se publicaron varios números a principios de
la década del 80. De contenido similar fue América Joven, editada en Amsterdam. Referencias
tomadas de Carlos Orellana, Revista a las Revistas del Exilio, 2002.
61
Muñoz, J. G.; Norambuena, C.; Ortega, L.; y Pérez, R. La Universidad de Santiago de Chile: sobre sus orígenes
y su desarrollo histórico. USACH. (Santiago, 1987, p. 169).
62
Participó desde sus comienzos en el movimiento de la Nueva Canción Chilena y fue uno de sus
principales portavoces y teóricos. A él le pertenece el «Primer Manifiesto de la Nueva Canción»,
escrito en 1966.
63
Rodrigo Torres «Perfil de la creación musical en la Nueva Canción Chilena desde sus orígenes
hasta 1973». CENECA, Santiago, 1980.

191
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

El golpe militar de 1973 sorprende a los Inti Illimani en el extranjero y desde


entonces comienza una etapa muy larga de exilio. Vivieron en Roma y recorrie-
ron unos cincuenta países en los cinco continentes. Desde sus comienzos este
grupo brilló con personalidad propia hasta su lamentada separación. En un co-
mienzo fueron más bien intérpretes, especialmente de temas tradicionales de
varios países latinoamericanos, pero en particular, de la región andina. El exilio
marcó en ellos un cambio en sus creaciones.
Alfonso Padilla, un gran conocedor del trabajo de los Inti Illimani y advierte
que a menudo se han hecho comparaciones entre Quilapayún e Inti Illimani;
estima que cuando éstas se hacen con buenas intenciones, bienvenidas sean.
Cuando se intenta ver el movimiento como un todo, hacer una valoración del
aporte de cada cual, definir o comprender el «estilo» de un creador o de un
grupo, las comparaciones pueden ser adecuadas, sin que ello implique emitir
juicios de valor. La línea artístico-estética de Inti Illimani desde sus comienzos
fue diferente a la adoptada por Quilapayún. «:..Si éste canta abiertamente cancio-
nes políticas, Inti se inclina por el folclor o aquellas de contenido social tratado
de soslayo. Si el Quila es fuerte en lo vocal y la búsqueda de la disonancia
armónica, el Inti se inclina por la simpleza del unísono o a la armonía de dos
voces; Quilapayún es fuerte y vigoroso, Inti Illimani es fino y delicado».64
El sonido Inti Illimani pasa a ser uno de los sonidos distintivos de toda la
Nueva Canción Chilena.
A juicio de los críticos de música popular, el compositor Luis Advis influyó
mucho en la dirección musical que seguiría la Nueva Canción. Él impone un
tratamiento armónico, de contrapunto e instrumental que hasta hoy se manifies-
ta en la labor creativa de muchos jóvenes chilenos, compositores y grupos. En
1970, Luis Advis compuso la obra más importante de la NCCH, la Cantata Santa
María de Iquique. Con esta obra nace un nuevo género musical, la cantata popu-
lar, que aspira a tender un puente entre la música indígena, folclórica, popular y
erudita. Luego, en 1972, compone Canto para una semilla. La primera obra estuvo
dedicada al Grupo Quilapayún y la segunda a Isabel Parra e Inti Illimani.
El cosmopolitismo de la NCCH no se expresa tan sólo en la interpretación de
canciones de otros países, sino en la adopción de instrumentos y ritmos prove-
nientes de diversas culturas musicales y su mezcla creadora. No es una simple
suma de elementos, sino que con cada interpretación, surge en el continente un
sonido realmente novedoso.
64
Ibid.

192
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

Al decir de Alfonso Padilla «salvo pequeñas excepciones, en verdad lo único que


Chile ha exportado en un sentido musical ha sido la NCCH. Ésta no ha sido una
fórmula métrica y rítmica, sino muchas; no una danza determinada sino muchas
aunque no están destinadas a ser bailadas sino escuchadas; no un sonido fijo, deter-
minado, sino uno polifacético; no algo localista, sino cosmopolita. En este aspecto se
ha destacado Horacio Salinas, compositor y director artístico de Inti Illimani. (Tam-
bién Patricio Manns, Sergio Ortega, Eduardo Carrasco y Patricio Wang).»
Muchos artistas y músicos también creyeron que se debía componer «pen-
sando en Chile y en los chilenos»; Inti Illimani optó por componer lo mejor y si
una canción era buena para Chile lo sería también en cualquier parte. Inti Illimani
tiene hoy más de tres décadas y aunque sus integrantes ya no poseen la aparien-
cia juvenil de la época del Che Guevara, su música es tan fresca y jovial como la
de entonces. Se decía que los Quila tenían mejores voces y que los Inti eran
mejores instrumentalmente. Ambos eran grupos de filiación comunista y se
movían dentro de los circuitos comerciales y de promoción artística de su parti-
do. En exilio se dividieron los espacios: los Quila en Francia y los Inti en Italia.
En entrevista realizada en el exilio a un grupo representativo del canto chile-
no, ante la pregunta de cómo había influido en su música el golpe militar, existe
consenso en que fue traumático para la creación, y de gran compromiso político
en lo que habían venido componiendo o haciendo. Las respuestas coinciden,
también, en que a pesar del impacto y de la ruptura que esos hechos provocaron,
no variaron las raíces profundas de la composición musical; sí las formas, pues
éstas adquirieron una expresión más universal, sin romper el compromiso políti-
co social e incorporar la lucha contra la dictadura. Del mismo modo, se hace una
distinción entre la canción chilena del interior y la del exterior. Los que permane-
cieron en el país buscaron nuevas formas de expresión para hacer oír su voz y su
palabra, en tanto que los que partieron al exilio debieron universalizar su arte,
tomando como modelo el arte de Violeta Parra y Pablo Neruda65.
No se puede, en esta sumaria relación, dejar de lado la figura de Osvaldo
«Gitano» Rodríguez, (1943-1996) oriundo de Valparaíso, con estudios realizados
en el campo de la arquitectura y la literatura; escritor, pintor y cantautor. Integrante

65
Carlos Orellana (editor) Discusión sobre la Música Chilena Interesante y completo documento
realizado con base en un cuestionario preparado por Soledad Bianchi y Luis Bocaz. Araucaria Nª2
pp.11-173. Responden Hugo Arévalo, Eduardo Carrasco, integrante del Quilapallún; Patricio Casti-
llo, Charo Jofré; Miguel Ángel Cherubito; Eulogio Dávalos, representante del conjunto Inti Illimani;
Patricio Manns; Sergio Ortega Isabel Parra; Ángel Parra; Osvaldo Rodríguez; Daniel Salinas; Hans
Stein; representante del conjunto Trabunche.

193
Sociohistórica 23/24
primer y segundo semestre 2008

de la «vanguardia porteña», en sus años mozos, dio a conocer su talento en las


peñas folclóricas de Valparaíso y Santiago. Eximio representante de la NCCH, sus
temas más conocidos son Valparaíso y la musicalización del poema de Nicanor
Parra titulado la Defensa de Violeta Parra. Aún cuando entre el público es mucho más
conocido por su música, su trabajo literario fue prolífico. Entre sus obras más
reconocidas figuran Estado de Emergencia (1972) y, de gran interés para este artículo,
Diario del doble exilio, Cantores que reflexionan y La Nueva Canción Chilena.
Su exilio siguió un largo recorrido por Argentina, Suecia, Francia, Checoslova-
quia, Alemania e Italia, donde, finalmente, se radicó. Volvió a Chile en 1989, donde
recibió lo que en este país se denomina «el pago de Chile», es decir la ingratitud.
Como otros tantos, regresó a su país de exilio, Italia, muere a edad madura pero
temprana para todo lo que aún podía brindar al canto y el ensayo literario.

Una reflexión más

Si bien es cierto que, como lo enunciáramos al inicio de este escrito, el exilio


significó un trauma y un quiebre difícil se superar, a la vez encarnó con los años
un proceso de creación cultural extraordinario. Para la mayoría de estos creado-
res, el exilio constituyó una etapa de aprendizaje, siendo la recuperación de la
memoria el lazo de unión y de continuidad con el pasado, a la vez, de ruptura,
pues recorrer nuevos ambientes les liberó de fronteras antiguas y estrechas y
elevó a cotas más altas su creatividad.
Estamos ciertos que sobre el exilio artístico-cultural chileno todavía queda
mucho por investigar y rescatar, tantas exposiciones, conciertos, libros y obras
que se presentaron, y otros tantos actos de solidaridad, como el trabajo de las
brigadas de artistas que con sus murales se inscribieron en la defensa de los
derechos humanos en América. Latina.
Debiendo concluir, cabe señalar que lo común a toda la creación artística del
exilio chileno fue una primera fase de expresión de dolor, frustración, desencan-
to; luego, vino la necesidad de sensibilizar a los públicos más variados, concitar
su adhesión a la causa por Chile; para, finalmente, entrar en una etapa mucho
más realista, pues los artistas se ven conminados a universalizar su arte, es decir,
cualquiera que fuera el público al cual entregaban su producción cultural pudiera
comprenderla y apreciarla. Tarea en la que pusieron todo su arte y empeño y que
hoy es valorada en todas sus expresiones.

194
El exilio chileno: río profundo de la cultura iberoamericana

Resumen Abstract

El exilio chileno dio lugar a un fe- The Chilean Diaspora after the 1973
nómeno cultural de grandes proporcio- military coup d´etat gave rise to an
nes y el confinamiento, con todas sus impacting cultural phenomenon, and this
secuelas, inspiró un florecimiento ex- exile, despite all its negative consequences,
traordinario de las letras y las artes de inspired an extraordinary blossoming of
vastas proyecciones, tanto así que des- major projections in the arts and
pertó y sigue motivando el interés de literature. This cultural phenomenon
estudiosos de diversas disciplinas. caused and still motivates the interests
Entre los miles de chilenos que se of scholars from several disciplines.
repartieron por el mundo, un grupo, Among the thousands of Chileans
cualitativamente relevante, estuvo dispersed in exile all around the world,
constituido por escritores, artistas plás- there is a qualitatively relevant group
ticos, artesanos, músicos, gente de tea- made up of writers, painters, sculptors,
tro y de cine, hombres de ciencia y craftsmen, musicians, movie and
académicos de las más variadas disci- theater artists, scientists and academics
plinas. Grupos teatrales funcionaron en from different fields and disciplines.
muchos países; y los conjuntos musi- For example, there were theater
cales chilenos recorrieron el mundo. companies in several countries and
Las exposiciones de pintores, fotógra- various well-known musical groups that
fos, y escultores chilenos eran frecuen- toured all continents. In most important
tes en las más importantes ciudades cities in Europe and the Americas one
americanas y europeas, a la vez que could find exhibitions by exiled Chilean
en el marco de casi todas las manifes- painters, photographers and sculptors;
taciones de solidaridad las artesanías, at the same time, in the context of
obras de artistas profesionales y oca- solidarity demonstrations, works of art
sionales, eran puestas a la venta; mu- by professional and amateur artists
chos refugiados lograron sobrevivir del were sold. All these activities provided
producto de este tipo de trabajo. an income that allowed that several of
these exiled artists could survive from
Palabras clave: exilio chileno - their work.
cultura latinoamericana.
Key words: Chilean exile -
latinamerican culture.

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