El Imperio

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EL IMPERIO

Octavio Cayo César Augusto, o sea el brillante, había llegado al poder triunfando
sobre Antonio en la batalla de Actium en el año 27 a de C. Después de haber
tomado los títulos de Imperator y de Augustus, se Hace conceder sucesivamente
por el pueblo y por el Senado, el poder proconsular que le da el mando de todos
los ejércitos del imperio; la potestad tribunicia que hace su persona inviolable y
le otorga el derecho de veto sobre todos los magistrados; la potestad censorial
que le permite completar el Senado y proceder a su depuración y por último el
poder religioso. A esta primera fase imperial se le conoce como diarquía por un
gobierno repartido entre el Emperador y el Senado.

La fuente de derecho más importante en este período fue la Jurisprudencia que


se desarrollaba por medio de la interpretación que realizaban los colegios de
pontífices hasta que el derecho civil se laiciza mediante la publicación que hace
Cneo Flavio (Ius Flavianum). A partir de entonces los jurisconsultos pudieron
dedicarse al respondere (noble

actividad consultiva), cavere (formulación de contratos) agere (asistencia


procesal) y scribere (docencia) .1
Otra fuente importante lo fueron las Constituciones Imperiales y los
Senadoconsultos.

La segunda fase del imperio se le conoce como imperio absoluto o bajo imperio.
batallas externas o asesinados en conspiraciones, hasta que el gran Diocleciano
logra poner un poco de orden, subordinando nuevamente el ejército a la política
nacional, quitándole el carácter de poder supremo; desde entonces el
Emperador es el único órgano importante del Estado; ya no tiene el senado
influencia alguna.

El oriente y el occidente del imperio tienen administraciones separadas, pero los


dos emperadores (Augustos) se asisten de dos vice emperadores llamados
Césares por lo que a esta fase también se le conoce como “tetrarquía”.

3.4 MEDIDAS PARA ORDENAR EL DERECHO ANTES DE


JUSTINIANO

Una primera medida de ordenar el caudal de normas jurídicas que crecía


continuamente lo constituyó la Ley de las XII Tablas, otro lo fue el Edicto de
Adriano o Edictum Perpetuum, expuesto en el punto anterior, en el cual se le
quiso dar orden al derecho honorario.
Durante el terrible siglo III por fin surge una importante codificación de las
Constituciones, “El Código Gregoriano”, obra privada del Jurista Gregorio, y
abarcaba las Constituciones más importantes desde 196 hasta 302.

Posteriormente aparece otra obra, El Código Hermogeniano, que comprendía


las
Constituciones más interesantes desde 291 hasta 365.2 Estas dos codificaciones
fueron de gran ayuda al público en general, a abogados y a jueces, por ser el
único punto de orientación dentro del caos de innumerables edictos, decretos,
rescriptas y mandatas.

En lo referente a la doctrina, específicamente opiniones de los Jurisconsultos que


tenían el ius publice respondendi, para lo cual en el año 426 aparece la “Ley de
Citas o Jurado de difuntos”, que establece la necesidad de que los jueces se
inclinen por las opiniones de Papiniano, Ulpiano, Paulo, Gayo y Modestino, y que
en caso de empate decidirían las opiniones de Papiniano.

Después de tratar de poner orden en esta materia de Jurisprudencia (ius),


Teodosio II expide su Código Teodosiano, en 438 que consiste en una
actualización de los Códigos Gregoriano y Hermogeniano.

Asimismo existieron recopilaciones donde ius y leges se entremezclan tal como


ocurrió a la caída del imperio romano de Occidente donde los bien
intencionados reyes bárbaros, respetando el principio de la personalidad del
derecho, codificaron tres obras que deberían regir para sus súbditos romanos,
“las leges romanae barbarorum”. Dentro del mismo territorio valían normas
germánicas consuetudinarias para los bárbaros y normas romanas para los
ciudadanos romanos. Primero en Tolsa, bajo el rey

visigodo Alarico II, se publica el Breviario de Alarico, o ley romana de los


visigodos.

Cabe hacer mención que existió otra obra “El Edicto de Teodorico”, que era un
pequeño libro que debería valer tanto para romanos como para bárbaros,
abandonando con ello el principio de la personalidad del derecho y así adoptar
el principio de la territorialidad del derecho.

3.5 LA CODIFICACIÓN JUSTINIANEA

La primera etapa del derecho romano termina con el derecho justinianeo, en el


Imperio absoluto, en oriente, en Constantinopla o Bizancio, con el emperador
Justiniano del año 527 al 567.

Este emperador trata de unificar y reconstruir el Imperio romano, realizando una


gran labor de recopilación y depuración del derecho habiendo encargado para
tal efecto a Triboniano, cuestor del palacio, vigilar las comisiones encargadas de
esta

gran labor.
Las obras resultantes y que formarían parte del corpus iuris civilis fueron las
siguientes:3
1.- El Digesto o Pandectas.- Es una recopilación y depuración de la
jurisprudencia, el iura, tratado en tres fondos o masas; el sabigneaneo, el edictal
y el papinianeo. Colección de citas de Jurisconsultos. Esta obra, en cincuenta
libros, subdivididos en títulos, llena de ejemplos prácticos y de refranes jurídicos,
constituye una eterna fuente de inspiración para los juristas. También para los
romanistas modernos, el Digesto es la parte más atractiva del Corpus Iuris.
2.- El Códex o Código Justinianeo, publicado en 529, que es una compilación de
constituciones anteriores a Justiniano, principalmente de los Códigos Gregoriano
y Hermogeniano.
3.- Las Institutas, son una obra de carácter pedagógico dirigido a estudiantes de
derecho pero también era obligatorio en las disputas forenses.
4.- Las Novelas, son las constituciones imperiales que dictó Justiniano y que se
publicaron después de su muerte, las cuales abarcan de 534 a 545.

La codificación justinianea estuvo en vigor hasta la caída del Imperio Romano de


Oriente en 1453 a manos de los turcos otomanos.
A pesar de la prohibición de Justiniano de hacer comentarios al Digesto,
permitiéndose únicamente traducciones literales al griego, encontramos que
dicha prohibición no fue observada estrictamente, habiéndose publicado en
Oriente, las siguientes obras:
Paraphrasis de las Instituciones y algunos fragmentos de comentarios al
Digesto, atribuidas a Teófilo en el año 542.
Ley Isáurica (Ékloga), publicada en el año 726 por León III, miembro de la
dinastía de los Isaurios, la cual consta de 18 capítulos, que proclama repudiar el
derecho justinianeo en aras de la sencillez.
Con posterioridad, la siguiente dinastía de emperadores griegos, los
macedonios, hizo un esfuerzo por regresar al clasicismo de Justiniano, así,
Basilio I publica su “Procheirón o Procheiros Nomos”, que no es sino un
complemento de la Ékloga a 40 capítulos, pero luego el Procheirón es
adicionado por el patriarca Photios para regular las relaciones entre Estado e
Iglesia (Emperador y Patriarca); esta versión ampliada del Procheirón recibe el
nombre de “Epanágoga”.

Tales obras sirvieron de preámbulo hacia una obra jurídica más ambiciosa, “Las
Basílicas”, recopilación del Corpus Iuris en 60 libros publicadas en el siglo IX,
bajo León VI el Filósofo, hijo de Basilio el Macedónico, obra que acaba con la
tradicional división de la materia sobre Instituta, Digesto, Codees y Novella y
que constituyó la legislación de Oriente hasta la caída de Constantinopla.

Además “Las Basílicas” fueron condensadas, por orden del juez de Salónika
Konstantino Harmenópoulos en el año 1345, en 6 libros, razón por la cual fue
denominada “Hexábiblos”, habiendo sido a través de eta obra abreviada como
el dercho justinianeo pudo sobrevivir a los siglos de ocupación turca (que
terminó en 1830).

En occidente, antes del reinado de Justiniano, el derecho romano sobrevivió


gracias al principio de la personalidad del derecho, según la cual cada individuo
debe estar sujeto, independientemente del lugar en que se encontrare, a la ley
de su raza o de su tribu.

Desde 568, el occidente de Europa ofrece un panorama jurídico muy variado,


producto de diversas corrientes jurídicas y codificaciones bárbaras que da como
resultado el derecho longobardo que florece durante los siglos X y XI con la
escuela de Pavía, que culmina en la Expositio, que constituye un comentario al
derecho longobardo.
Sin embargo, a partir del siglo XII, el centro de la cultura jurídica se traslada a
Bolonia, fundándose una escuela, que por sus enseñanzas y trabajos, hace
renacer el gusto y admiración por el derecho romano.

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