El Mito de Theuth y Thamus

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EL MITO DE THEUTH Y THAMUS

Platón, Fedro 274c-277a.

Pues bien, oí que había por Náucratis, en Egipto, uno de los antiguos dioses del
lugar al que, por cierto, está consagrado el pájaro que llaman Ibis. El nombre de
aquella deidad era el de Theuth. Fue este quien, primero, descubrió el número y el
cálculo, y, también, la geometría y la astronomía, y, además, el juego de damas y el
de dados, y, sobre todo, las letras. Por aquel entonces, era rey de todo Egipto Tha-
mus, que vivía en la gran ciudad de la parte alta del país, que los griegos llaman la
Tebas egipcia, así como a Thamus llaman Ammón. A él vino Theuth, y mostrándo-
le sus artes, le decía que debían ser entregadas al resto de los egipcios. Pero Tha-
mus le preguntó cuál era la utilidad que cada una tenía, y, conforme se la iba mi-
nuciosamente exponiendo, lo aprobaba o desaprobaba, según le pareciese bien o
mal lo que decía. Pero, cuando llegaron a lo de las letras, dijo Theuth: «Este cono-
cimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha in-
ventado como un fármaco de la memoria y de la sabiduría». Pero él le dijo: «¡Oh
artificiosísimo Theuth! A unos les es dado crear arte, a otros juzgar qué de daño o
provecho aporta a los que pretenden hacer uso de él. Y ahora tú, precisamente, pa-
dre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los
que tienen. Porque es olvido lo que producirán en las almas de quienes las apren-
dan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo
desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y
por sí mismos. No es, pues, un fármaco de la memoria lo que has hallado, sino un
simple recordatorio. Apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos,
que no verdad. Porque habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas, parecerá que
tienen muchos conocimientos, siendo, al contrario, en la mayoría de los casos, to-
talmente ignorantes, y difíciles, además, de tratar porque han acabado por conver-
tirse en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad».

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