La Formación Del Ingeniero Del Siglo Xxi
La Formación Del Ingeniero Del Siglo Xxi
La Formación Del Ingeniero Del Siglo Xxi
RESUMEN
Ante un entorno desbordante de cambios –tecnológicos,
sociales, culturales, económicos...–, la educación superior ha
necesitado responder de forma radical: sólo este ajuste le
permitirá estar a la altura de la transformación que se le está
exigiendo.
La enseñanza de la ingeniería representa un renglón enor-
memente sensible a estas nuevas y complejas realidades
académicas, administrativas y curriculares que surgen de unos
requerimientos sin precedente pero, sobre todo, de un país
también en plena transición. Sólo al cuestionar a profundidad
los fines últimos de su vocación, será que los ingenieros de
este milenio redefinan su papel y contribución para la mejora
y fortalecimiento de esta nueva sociedad que hoy empieza a
desplegarse.
INTRODUCCIÓN
En las últimas dos décadas, la mayor parte de los sistemas
de educación superior en general y de enseñanza de la inge-
niería en particular, han experimentado importantes transfor-
maciones con objeto de responder a las nuevas y complejas
realidades derivadas de fenómenos tales como: la globaliza-
ción; la explosión de nuevas tecnologías (particularmente de
las tecnologías de la información y las telecomunicaciones);
el surgimiento de nuevas formas de producción y utilización
del conocimiento; así como la conformación de nuevas
30
enseñanza de la ingeniería en México y, por el otro, determi-
nar hasta qué punto el actual proceso de formación de inge-
nieros puede ser entendido y explicado como resultado de
los procesos de convergencia y/o diferenciación.
El trabajo que a continuación se presenta, se divide en seis
partes. En la primera, se analizan los impactos sociales y ocu-
pacionales provocados por las nuevas tecnologías; particular-
mente las tecnologías de la información y la comunicación. En
la segunda, se revisan las experiencias de diferentes países,
en los cuales la disponibilidad de fuerza de trabajo calificada
–en especial de ingenieros–, ha estado asociada, significativa-
mente, al desarrollo económico. En la tercera parte, se analiza
el papel que tradicionalmente han desempeñado las universi-
dades en la formación de recursos humanos de alto nivel,
especialmente de ingenieros, así como el papel que les tocará
jugar en el futuro inmediato. En el cuarto apartado, se examina
el impacto del cambio tecnológico en el curriculo de ingeniería.
En el quinto, se realiza una síntesis de la trayectoria de forma-
ción de ingenieros en México. En el sexto y último apartado, se
plantean las perspectivas futuras de formación de ingenieros en
México, en el marco del Tratado de Libre de Comercio de
América del Norte (TLCAN), y de las tendencias hacia la
convergencia y/o diferenciación en la educación en ingeniería.
1
Dado que los flujos de información pueden ser tratados como estructuras
binarias (mediante combinaciones infinitas de 1 y 0), existe la posibilidad de
interconectar varios sistemas de información que operan sobre la base de
una lógica común. Cfr. Castells, Manuel, Antonio Barrera, et.al., El desafío
tecnológico en España. España y las nuevas tecnologías, Madrid, Alianza
Editorial, 1986, p.24.
2
Pérez, Carlota, «Nuevo patrón tecnológico y educación superior: una aproximación
a la empresa», en varios autores, Reunión Internacional de Reflexión sobre
Nuevos Roles de la Educación Superior a Nivel Mundial: el caso de América
Latina y del Caribe, futuro y escenarios deseables. vol. 3, Retos Científicos y
Tecnológicos. Caracas, UNESCO/CRESALC, 1991, pp.23-49.
32
En el ámbito laboral, estas nuevas tecnologías han contri-
buido a elevar la productividad de los trabajadores, modifican
el número de empleos disponibles en las distintas ramas y
sectores económicos 3 y transforman significativamente tanto
las características de los puestos de trabajo como el tipo de
conocimientos, habilidades y destrezas requeridos para
desempeñarlos 4.
Puesto que uno de los rasgos más significativos de las
nuevas tecnologías es su alto contenido de conocimiento
científico, ello ha conducido a revalorar el papel de los sistemas
de educación superior y científico-tecnológicos, considerándo-
los como factores estratégicos para asegurar el aprendizaje
tecnológico de cualquier nación 5.
3
Como resultado de estos cambios, desde hace varias décadas se viene
observando, en casi todos los países, un acelerado crecimiento del empleo en
el sector servicios en relación con aquéllos generados en la industria y la
agricultura.
4
En este sentido, C. Pérez destaca que parece haber una tendencia a reducir los
requerimientos de calificaciones de nivel medio y a aumentar los de nivel infe-
rior y superior, a la vez que se demandan especializaciones menos estrechas y
más capacidades básicas «multipropósito» para el manejo de información. Al res-
pecto véase Pérez, Carlota, «Las nuevas tecnologías: Una visión de conjunto»,
en Carlos Ominami (ed.), La tercera revolución industrial. Impactos
internacionales del actual viraje tecnológico. Buenos Aires, Grupo Editor
Latinoamericano, 1986, pp.53-54.
5
Cimoli, Mario y Giovanni Dosi, «Tecnología y desarrollo. Algunas conside-
raciones sobre los recientes avances en la economía de la innovación», en
Mikel Gómez, Miguel Sánchez y Enrique de la Puerta (comps.), El cambio
tecnológico hacia el nuevo milenio, Barcelona, Ed. Icaria, 1992, p.41.
6
Acerca de este punto véanse: Gill-Chin Limm, «La transformación dinámica
y el papel del gobierno: La lección de Corea y de los países de industrializa-
ción reciente»; Tun-Jen Chen, «Características distintivas del desarrollo económi-
co de Taiwan, con referencia particular al papel de las medianas y pequeñas
empresas»; Ruíz Durán, Clemente, «El bienestar social, el desarrollo económi-
co y la organización empresarial». Todos estos trabajos se encuentran en: Mar-
tínez Legorreta, Omar (compilador), Industria, comercio y Estado. Algunas
experiencias de la Cuenca del Pacífico, México, El Colegio de México.
Véase también, Benachenhou, Abdellatyff, «Adquisición de conocimientos
en los países subdesarrollados. Situación actual y perspectivas», en Foro
Internacional, Vol.XXVIII, No.2, octubre-diciembre, 1987.
7
Para un análisis más detallado de este aspecto véase: Segal, Aaron, «De la
transferencia de tecnología a la institucionalización de la ciencia y la tecnología»,
en Revista Comercio Exterior, Vol. 37, No.12, diciembre de 1987, pp.983-993.
8
Teitel, Simón y Westphal, Larry E., Cambio tecnológico y desarrollo
industrial, México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1990, pp.58-59.
9
De acuerdo con estimaciones de Brunner, mientras que en 1965 el número
de ingenieros y científicos dedicados a actividades de Investigación y Desa-
rrollo en América Latina no rebasaba los 15 000, para 1970 la cifra se había
elevado a cerca de 38 000, llegando en 1980 a unos 91 000. Pese a este esfuer-
zo de formación de recursos humanos, la región latinoamericana participaba
apenas con el 2.4% del total de ingenieros y científicos existentes a nivel
mundial. Cfr. Brunner, José Joaquín. Recursos humanos para la investigación
científica en América Latina, Santiago, FLACSO/IDRC, 1989, pp.32-33 y
288-289
34
siendo muy reducido comparado con la proporción del mis-
mo tipo de personal existente en los países desarrollados.
Este hecho, aunado a la falta de consistencia entre las
políticas educativas, de industrialización y de selección de
tecnologías, entre otros factores, impidieron la consolida-
ción de una capacidad científico-tecnológica autónoma en
la región.
La fuerte crisis económica que atravesó América Latina
durante la década de los ochenta, y que continuó durante
los años noventa, contribuyó aún más a agravar esta situa-
ción produciendo un acelerado proceso de obsolescencia
tecnológica manifestado en un serio deterioro de la calidad
de los recursos humanos (formados por las universidades)
y en el abandono de importantes líneas de investigación 10.
En este contexto, ante el riesgo de permanecer como sim-
ples usuarios de las vertiginosas innovaciones científicas y tec-
nológicas que se están operando, algunos países y organismos 11
de la región han planteado una nueva estrategia dirigida a
reestructurar los sistemas educativos –en especial la enseñan-
za superior– y a superar los déficits de recursos humanos
altamente calificados (principalmente en las áreas técnicas y
científicas), a fin de lograr una auténtica competitividad
y mayor equidad educativa, económica y social en la década
de los noventa.
10
Sagasti, R. Francisco, «Ciencia, tecnología y la encrucijada de América Latina»,
en Manuel Gamella y Mar Hernández de Felipe (coords.), Nuevas tecnologías
y orden económico internacional, Ed. FUNDESCO, Madrid, 1990.
11
Al respecto véase: CEPAL. Transformación productiva con equidad.
UNESCO, Santiago de Chile, marzo, 1990; CEPAL. Educación y conocimien-
to: Eje de la transformación productiva con equidad. UNESCO, Santiago
de Chile, marzo, 1992.
12
Sagasti R. Francisco, «Subdesarrollo, ciencia y tecnología. Una apreciación
del rol de la universidad latinoamericana», en Patricio Dooner e Iván Lavados
(compiladores), La Universidad Latinoamericana. Visión de una década.
Santiago, CPU, 1984; Sunkel, Osvaldo. «La universidad latinoamericana
ante el avance científico y técnico; algunas reflexiones», en Jorge A. Sábato
(compilador), El pensamiento latinoamericano en la problemática ciencia-
tecnología-desarrollo-dependencia, Buenos Aires, Ed. Paidós, 1975. pp.73-83.
13
Brunner, José Joaquín, «La educación superior y la formación profesional en
América Latina», en Revista Mexicana de Sociología, UNAM-IIS, Año
LI/Núm. 3, julio-septiembre, 1989, p.247.
14
Véase al respecto: Pérez, Carlota, «Nuevo patrón tecnológico y educación
superior: Una aproximación desde la empresa», en Retos científicos y tecno-
lógicos. No.3, Caracas, CRESALC/UNESCO, 1991, pp.23-49; Marchello, Joseph
M., «Education for a technology age», en Futures, october, 1987, pp.555-565.
36
académico-administrativa como el currículo de las universi-
dades tenderán a modificarse de manera significativa. Así, a
nivel institucional, se prevé el surgimiento de distintos tipos
de universidades (internacionales, regionales y locales 15),
caracterizadas por modelos organizacionales descentraliza-
dos, participativos y flexibles, que superen la centralización,
la jerarquía tradicional profesor-alumno y la organización de
las disciplinas concebidas como compartimientos estancos.
A nivel curricular, los centros de educación superior ten-
derán a dar un mayor impulso al trabajo en equipo por
encima del individual; al aprendizaje experimental; al de-
sempeño de diversos papeles; a la interdisciplinariedad y a
la utilización de nuevos métodos de expresión no cognitivos
como medios para alentar la creatividad y la solución de
problemas. Éstos y otros cambios que ya se vislumbran,
implicarán también la adopción de nuevos métodos y
procedimientos de evaluación de los estudiantes, según su
contribución al logro de resultados.
De igual forma, en relación con el ejercicio y la práctica
profesional, los egresados de las universidades se caracteriza-
rán por asumir actitudes creativas e innovadoras, poseer hábi-
tos de auto-aprendizaje, tener la capacidad de comunicarse
con personas de otras disciplinas, trabajar más como consul-
tores independientes que como empleados a tiempo comple-
to en la industria o el Estado, asumiendo por lo tanto nuevos
retos y liderazgos.
16
Sobre este aspecto véanse: Boutzev, Cristo, «The engineer and the mo-
dern technological revolution», en Impact of Science and Society,
Number 146. pp. 171-75; Milles, W., «Aspects of New Technology and its
impacts on the Engineering Profesión», SPI International, Merlo Park, Ca-
lifornia, 1984; Telford, R. «Demography, Education and European Com-
petitiveness». Proceedings of EIRMA Conference on Industrial R&D
and the Human Resource, London, U.K., 1992. pp. 12-23; Shleifer A.,
Murphy, M. and Vishny, R. «Industrial Policy, Call it what you will, the
nations needs a plan to nurture growth», Business Week, April 6, 1992.
pp.44-50. Para un análisis interesante del papel que jugaron los físicos e
ingenieros de la Escuela Politécnica de la Universidad de Sao Paulo en
la creación de la industria de las computadoras en Brasil véase: Langer
D. Erick, «Generations of cientists and engineers: Origins of the Compu-
ter Industry in Brazil», en Latin American Research Review, Vol. XXV,
No.2, 1989, pp.95-111.
17
Cfr. Varios autores., Un horizonte sin certezas. América Latina ante
la nueva revolución científico-técnica. Buenos Aires, Punto Sur
Editores, 1987, p.42.
38
debate en torno a la enseñanza de la ingeniería y los
nuevos perfiles de conocimientos, habilidades y destrezas
que requerirán los ingenieros en el futuro 18.
Este debate tiene su origen, por un lado, en el acelerado
avance de los conocimientos científico-tecnológicos y, por el
otro, en el creciente desfase que se observa entre la evolución
tecnológica, las estructuras ocupacionales y los modelos de for-
mación y práctica profesional de los ingenieros, los cuales
–se plantea– deberán modificarse para asegurar el desarrollo tec-
nológico, el avance industrial y el bienestar social de los países.
Hoy, las críticas se centran en la incapacidad de la educa-
ción para formar ingenieros que participen tanto en el diseño
como en la producción; en la formación de ingenieros más
orientados a resolver problemas comunes en la industria que
a estimular el cambio y la innovación tecnológicas.
En el ámbito educativo, el debate se centra entre el do-
minio de las ciencias básicas y las ciencias de la ingeniería,
18
Para el caso inglés véase: Pollard, A. F., The Education and Training
of Chartered Engineers for the 21st Century. The Fellowship of Enginee-
ring, London, February, 1989; Finneston M. Engineering our future. A re-
port of inquiry into the engineering profession. HMSO Commnad No.
7794, London, January 1980; Archer, John, «Engineering Education en the
1990’s». Para el caso francés: Angelino, Henri. «Situación de los ingenieros en
Francia», Toulouse, 1993; para el caso norteamericano: Engineering Educa-
tion and Practice in the United States. Foundations of our Techno-Eco-
nomic Future. Committe on ther Education and Utilization of the Engineer,
Comission on Engineering and Technical Systems, National Research Council.
National Academy Press, Washington, D.C. 1985. Para un análisis del caso de
México consúltense: Varios autores, «Ciencias Exactas e Ingeniería». Sexta
Mesa Redonda del Seminario Sobre Educación Superior. México, El Co-
legio Nacional, 1979; Hanel, Jorge y Taborga Huascar. «Formación de los
ingenieros frente a la globalización», en Revista de la Educación Supe-
rior. Vol.XX, No.2 (78), abril-junio, 1991. pp.37-45; Plata Olvera, Francis-
co, «El futuro de la enseñanza de la ingeniería», en Memoria del Primer
Congreso Internacional de Problemática y Perspectivas de la
Ingeniería Electromecánica. México, febrero 17-20, 1992. pp.90-93;
Prospectiva de la formacion de ingenieros. México, SEFI, 1992; Casillas de
León, Juan, «Evaluación de la educación superior y acreditación de ingeniería».
Ponencia presentada en la XIX Conferencia Nacional de Ingeniería,
ANFEI, junio, 1992. Girard, René, «Un ingeniero en el umbral del tercer milenio»,
en Técnica y Humanismo. Año XI, No.61, julio-agosto, 1991.
19
Cfr. Vargas Leyva, Ma. Ruth. «El estado actual de la formación de ingenieros.
Criterios para la excelencia y la competitividad», en Revista de la Educación
Superior, Vol.XXIV (2), No.94, abril-junio, 1995, pp.37-38.
40
V. ESBOZO DE LA FORMACIÓN DE INGENIEROS EN
MÉXICO
En México, la formación de profesionales en ingeniería no
sólo es insuficiente en muchas áreas, sino que no parece co-
rresponder a los nuevos modelos de organización del trabajo
y de innovación tecnológica que se están introduciendo al país.
Un somero análisis de la evolución de la ingeniería mexicana
manifiesta que, hasta principios de este siglo, los mecanismos
de transferencia tecnológica más frecuente fueron la importa-
ción de ingenieros y técnicos, y la inversión extranjera directa.
Si bien a partir de los años veinte, México dispuso de un
pequeño grupo de ingenieros –principalmente civiles, mecáni-
cos y electricistas– que contribuyeron a la construcción de la
infraestructura necesaria para el desarrollo agropecuario,
industrial y los servicios, no fue sino hasta la década de los
cuarenta cuando, con el crecimiento de la educación superior,
el país pudo prescindir de ingenieros y técnicos extranjeros.
Durante los años cincuenta y principios de los sesenta, el
gobierno destinó un importante monto de recursos para el es-
tablecimiento de un gran número de escuelas técnicas y
profesionales dirigidas a la formación de técnicos medios e in-
genieros 20. Pese este impulso, el país empezó a experimentar
un cierto déficit de este tipo de personal en distintas ramas
industriales.
Hasta principios de los ochenta, la ingeniería mexicana
había alcanzado un alto grado de autosuficiencia en algunas
ramas (como la ingeniería civil, la ingeniería sísmica y la inge-
niería hidráulica), pero en otras (como la ingeniería eléctrica y
electrónica), la mayor parte de la tecnología debía importarse.
Por el lado de la educación, aunque el número de estudian-
tes matriculados en carreras de ingeniería continuó creciendo,
42
entidades (Distrito Federal, Coahuila, Puebla, Tamaulipas, So-
nora, Chihuahua, Veracruz, Guanajuato, Nuevo León, Estado
de México, Jalisco y Sinaloa), las cuales reunían al 60.2% del
total de las instituciones 21.
Como resultado de esta concentración de instituciones
en unas pocas entidades federativas, el 75% de los alumnos
matriculados y el 70% de los egresados de alguna carrera de
ingeniería, se ubicaban en sólo nueve entidades federativas
(Distrito Federal, Nuevo León, Jalisco, Veracruz, Coahuila,
Estado de México, Chihuahua, Tamaulipas y Puebla, en ese
orden) 22.
Al analizar el volumen de estudiantes matriculados en las
carreras de mayor demanda, los datos de AMI muestran que
éste permanecía fuertemente concentrado en unas pocas
especialidades tradicionales y modernas. En consecuencia, de
los 270 mil estudiantes inscritos en carreras de ingeniería en
1992, el 95.8% se concentraba en las especialidades de siste-
mas (19.4%); mecánica y eléctrica (19.4%); industrial (19.2%);
comunicaciones y electrónica (14.1%); ingeniería civil (13.7%);
y química (10.1%) 23.
Por lo que toca a los alumnos de primer ingreso en carre-
ras de ingeniería, se observaba que si bien éstos aumentaban
de manera lenta, existían algunas carreras en las cuales se ha-
bían incrementando considerablemente (tales como ingeniería
en computación y sistemas, electrónica, industrial y mecáni-
ca), mientras que en otras se reducían de manera drástica
(particularmente en ingeniería agronómica, geológica, pes-
quera, topográfica e hidráulica) 24.
Los datos anteriores sugieren que aun cuando a principios
de los noventa, la matrícula de ingeniería continuaba creciendo
en forma significativa, la misma seguía concentrada en algunas
21
AMI, Estado del Arte..., p.128.
22
Ibid. p.133.
23
Ávila Galinzoga, Jésus, op. cit., pp.10-11.
24
AMI, Estado del Arte..., p.131.
25
Entrevista a Daniel Reséndiz Núñez titulada: «La ingeniería y los retos del
futuro», publicada en Ingeniería Civil, No.261, mayo de 1989, p.23.
26
Galinzoga Ávila, Jesús, op.cit., pp.12-14.
44
investigación e innovación tecnológica de la industria,
expuesta ya a una intensa competencia internacional.
Finalmente, en lo que se refiere a la situación de los inge-
nieros en el mercado de trabajo, una encuesta realizada por
la propia AMI sobre una muestra de 2 485 casos destacaba
que, en cuanto al nivel jerárquico que ocupaban los ingenie-
ros dentro de su organización, el 50% de los encuestados se
situaba en puestos de tercer nivel, el 22% se ubicaba en
puestos de segundo nivel y el 23% se desempeñaba como
empleados.
Tomando en cuenta el área específica de trabajo (exclu-
yendo a los académicos de tiempo completo en las institucio-
nes de educación superior), los datos obtenidos indicaban
que un 25% de los ingenieros encuestados ocupaba algún
puesto de administración o finanzas, superando con mucho
otras áreas tradicionales de trabajo de los ingenieros, tales
como: diseño y cálculo (19%); manufactura (16%); investi-
gación y desarrollo (10%); mantenimiento (9%); ventas o
mercadotecnia (9%), y otras (12%).
¿CONVERGENCIA O DIFERENCIACIÓN EN LA
ENSEÑANZA DE LA INGENIERÍA?
Como puede observarse, si bien México disponía a princi-
pios de los años 90 de un número adecuado de estudiantes e
instituciones dedicadas a la enseñanza de la ingeniería, una
proporción importante de la matrícula seguía concentrada
en algunas entidades federativas y en unas pocas carreras de
corte tradicional y moderno, en tanto que era muy reducida
la población escolar inscrita en otras carreras igualmente
indispensables para el desarrollo del país.
Un factor adicional, que desde hace varias décadas ha
influido tanto en la diferenciación institucional como en la
heterogeneidad de la formación universitaria, ha sido la ten-
dencia cada vez mayor a la internacionalización de la educa-
ción superior en general y de la enseñanza de la ingeniería
27
Para una discusión más amplia de estos aspectos véase: Méndez Lugo,
Bernardo, «Homologación, certificación y acreditación en el contexto del TLC:
asimetrías nacionales y vulnerabilidad del profesional mexicano», en
Educación superior y sociedad, Vol.6, No.2, 1995, pp.181-99; Castaños,
Heriberta, Didriksson, Axel y Newson, Janice, «Reshaping the educational
agendas of mexican universities», en Jean Currie y Janice Newson (editores),
Universities and globalization. Critical perspectives, SAGE Publications,
USA, 1998, pp.275-93; Marúm Espinosa, Elia, «Las profesiones y la educación
superior en el marco de los procesos de integración económica de América
Latina», en Revista de la Educación, SAGE Publications, USA, 1998, pp.
275-93; Marúm Espinosa, Elia, «Las profesiones y la educación superior en el
marco de los procesos de integración económica de América Latina”, en Revis-
ta de la Educación Superior, Vol.XXVIII (2), No.110, abril-junio, 1999, pp.21-39.
28
El Colegio de Ingenieros Mecánicos Electricistas (CIME); el Colegio de In-
genieros Químicos y Químicos, el Colegio de Ingenieros Civiles de México, y
la Federación de Colegios de Ingenieros Civiles.
46
Estados Unidos, la Asociación Nacional de Escuelas y Facul-
tades de Ingeniería (ANFEI) propuso, en ese mismo año
(1993), la creación del Sistema Mexicano de Acreditación de
Programas de Ingeniería, cuyos criterios y prácticas de ope-
ración deberían ser formulados por los CIEES, y por los
colegios y asociaciones profesionales de ingeniería. Como re-
sultado de ello, en 1994 se formó el Consejo de Acreditación de
la Enseñanza de la Ingeniería A.C. (CACEI), cuyos fines son:
contribuir al mejoramiento de la calidad de la enseñanza de la
ingeniería en las instituciones públicas y privadas; coadyuvar al
establecimiento de programas y modelos de enseñanza de la
ingeniería acordes con los avances de la ciencia; contribuir al
mejoramiento de la calidad del ejercicio profesional de la inge-
niería y, sobre todo, llevar a cabo los procesos de acreditación
de programas educativos de ingeniería 29. Entre los aspectos
que este organismo toma en cuenta para realizar la acredita-
ción 30, destacan: las características de los programas académi-
cos, el personal docente, los alumnos, el plan de estudios,
los métodos de enseñanza-aprendizaje, la infraestructura, la
investigación y los recursos financieros.
Muy ligado al aspecto de la acreditación, también en 1994,
los organismos representativos de las asociaciones de inge-
nieros de los tres países firmantes del TLCAN (el COMPII me-
xicano, el CCPE canadiense y el USCIEP norteamericano),
suscribieron una declaración de intención 31 para facilitar la
29
Cfr. Ocampo Canabal, Fernando, «La acreditación y su relación con la cali-
dad de la enseñanza de la ingeniería», en Memoria de la Reunión Nacional
sobre Regulación de las Profesiones. Situación Actual y Prospectiva,
México, SESIC/DGP/SEP, noviembre, 1995, pp.33-34.
30
La acreditación es un reconocimiento explícito que el CACEI hace público
por los medios que considere convenientes, de que el programa de la carre-
ra de ingeniería evaluado cumple con los requisitos esenciales de calidad
establecidos conforme a la experiencia de evaluación educativa tanto en
México como en otros países.
31
Véase «Convenio de intercambio de servicios profesionales dentro del TLC»
en el cual se alude a la Declaración Interna de Reconocimiento Mutuo de
Ingenieros, en Ingeniería Civil, No.303, julio, 1994, p.47.
32
«Ingeniería y TLC», entrevista con el ingeniero Fernando Favela Lozoya,
Coordinador del Comité Mexicano para la Práctica Internacional de la
Ingeniería, en Ingeniería Civil, No.309, enero, 1995, pp.20-21.
33
Mallea, John R., International trade in professional and educational
service:implications for the professions and higher education, Paris,
OECD, Centre for Educational Reseach and Innovation, 1998, p.6.
48
abierta de la ingeniería a través de as fronteras de los tres
países no ha podido llevarse a la práctica 34.
Como puede observarse, si bien el TLC está propiciando
un mayor intercambio de bienes, de conocimientos científico-
tecnológicos y de recursos humanos calificados entre las tres
naciones, diversos estudios sugieren también que tal situación
podría conducir –vía los procesos de acreditación institucional
y estandarización curricular– al alejamiento de muchas profe-
siones (particularmente de la ingeniería) de las necesidades
económicas y sociales del país 35.
En este contexto, el reto que se plantea a las instituciones
de educación superior en general y a las escuelas de ingenie-
ría en particular, es cómo, bajo qué condiciones y a través de
qué mecanismos, insertarse en la dinámica de los procesos de
internacionalización y convergencia de los sistemas educati-
vos y de la enseñanza de la ingeniería a nivel mundial, sin
abandonar la tradición histórica, los valores y los fines que
han orientado el quehacer de las escuelas y facultades de
ingeniería mexicanas de carácter público.
Cabe señalar que la internacionalización o «convergencia»
–como algunos autores han denominado también a este pro-
ceso– de los sistemas de educación superior no implica que
todos se conviertan en uno solo, sino que sean gobernados
cada vez más por procedimientos, pautas organizacionales y
curricula similares, impuestos por la dinámica del cambio
tecnológico y la globalización de la economía 36.
34
Jones, C., Russel, «Developments in engineering education and accreditation
in the United States», World Expertise LLC Falls Church, VA, USA,
en www.sefi/dk/papers/pdf/23pdf
35
Para una discusión más amplia de este aspecto véase: Méndez Lugo,
Bernardo, «Homologación, certificación y acreditación en el contexto del
TLC: asimetrías nacionales y vunerabilidad del profesional mexicano», en
Educación Superior y Sociedad, Vol.6, No.2, 1995, pp.181-199.
36
Schugurensky, Daniel, «La reestructuración de la educación superior en la
era de la globalización: ¿Hacia un modelo heterónomo?», en Armando Alcán-
tara, Ricardo Pozas y Carlos Torres, Educación, democracia y desarrollo
en el fin de siglo, México, Ed. Siglo XXI, 1998, p.124.
50
diferenciación institucional y la acreditación programática–
parecen dar pie a procesos de diferenciación, y, consecuen-
temente, a un mayor acercamiento de ella con el mercado.
Se ha señalado que si el país desea consolidar la nueva
estrategia de desarrollo y aumentar la productividad y la com-
petitividad de la industria nacional, los aproximadamente 360
mil ingenieros de que disponemos 37, deberán multiplicarse
por 20 en los próximos veinte años. Dicho requerimiento
puede satisfacerse si se mantienen las tendencias actuales de
crecimiento de la matrícula y se incrementa la eficiencia ter-
minal por arriba del 35% actual 38. Con todo, si estas metas no
van acompañadas de un cambio en las características de la
formación profesional que vaya más allá de las demandas del
mercado, el sólo aumento de la cantidad de egresados no
contribuirá a elevar los niveles de productividad y competiti-
vidad de la industria nacional ni a reducir la dependencia
tecnológica del país. Para ello, los ingenieros mexicanos del
nuevo milenio no sólo deberán estar mejor formados en cien-
cias básicas, ingeniería y tecnología, sino que deberán atender
más los requerimientos económicos, sociales y tecnológicos
del país en la actual etapa de transición. Deberán, sobre todo,
interrogarse acerca de qué producir, para quién y con qué
fines últimos. Sólo a partir de éstos y otros cuestionamientos,
estarán en condiciones de redefinir su papel como grupo
profesional, y contribuir profesional, ética y socialmente
–como lo hicieron sus antecesores– a impulsar nuevamente el
crecimiento económico y el bienestar de México.
CONCLUSIONES
La inserción de nuestro país al llamado bloque de América
del Norte ha propiciado, en la última década, transformaciones
37
Fernández Zayas, José Luis, «La ingeniería mexicana. Reflexiones acerca
de su situación actual», en Arturo Menchaca (coordinador), Las ciencias
exactas en México, FCE/CONACULTA, 2000, p.240.
38
Reséndiz Núñez, Daniel y Elizondo, Jorge. op.cit., p.87.
52
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
54
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comercio y Estado. Algunas experiencias de la Cuenca del
Pacífico., México., El Colegio de México., 1991.
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nómico de Taiwán, con referencia particular al papel de las
medianas y pequeñas empresas»., en Omar Martínez Legorreta
(comp.)., Industria, comercio y Estado. Algunas experiencias de
la Cuenca del Pacífico., México., El Colegio de México., 1991.
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