Nociones Basicas de La Filosofia
Nociones Basicas de La Filosofia
El objetivo de este trabajo es mostrar, aunque no sea más que indicativamente, cómo se entienden en la filosofía
poliana algunas nociones básicas de la filosofía. Si la filosofía es conocimiento por causas, éstas nociones, que se han
forjado a lo largo de la tradición, principalmente aristotélico-tomista, expresarán, y muy especialmente en la filosofía
poliana, nuestro conocimiento de los principios reales de los seres.
Preliminares
Pero hay que hacer constar que la filosofía de Polo flexiona el sentido de esas nociones al menos por un doble
motivo:
a) En primer lugar, porque la metodología poliana aspira a abandonar lo que llama el límite mental; es decir, intenta
establecer el alcance de tales nociones al margen de la presencia mental humana; empeño especialmente solidario
del carácter principial de tales nociones.
b) Y en segundo lugar, porque la filosofía de Polo distingue la metafísica de la antropología como saberes ambos
trascendentales, sendos dominios de la filosofía primera; por lo que esas nociones básicas tendrán un sentido distinto
cuando nos refiramos a la realidad extramental, la que es propiamente principial, y cuando nos refiramos al ser
personal. Justamente, por esta precisa razón hablamos de nociones básicas de la filosofía y no de conceptos
fundamentales de la metafísica, título que quizás alguno hubiera entendido mejor.
En todo caso, el interés de examinar estas flexiones de sentido que en la filosofía poliana reciben algunas de las
nociones básicas de la filosofía estriba en conectar el pensamiento poliano con la filosofía tradicional, evitando el
apreciar una ruptura entre ambos, o precisando el alcance de su diferencia; así como también el ubicar la filosofía
poliana a la altura y en el seno del pensamiento clásico: como ejemplo de que, en mi opinión, cualquier aportación
actual que pretenda hacerse a la filosofía debe contar con su historia, y con los recursos teóricos logrados en ella.
Las nociones que vamos a examinar en este trabajo son las siguientes:
- materia y forma;
- esencia y ser;
Me parece que con ellas ponderaremos, en primer lugar, los principios constitutivos de los entes según la metafísica
clásica; y además alguna noción central del pensamiento moderno, que señala el respecto teológico de la filosofía
toda. Teniendo de nuevo en cuenta dos precisiones.
Primera, que Polo ha hablado muy extensamente sobre la causalidad, y ha reducido a ella la tabla categorial; éste es
el rendimiento neto de la segunda dimensión del abandono del límite mental. Lo cual está en consonancia, insisto,
con el hecho de que la metafísica poliana es una metafísica de principios[1]. Aludiremos a esta cuestión al hablar de
la materia y la forma (dos sentidos causales), y de la sustancia y los accidentes (la primera división entre las
categorías).
Pero hago hincapié en esta precisión, porque, de acuerdo con la metafísica poliana, estas nociones acentúan su
sentido principial, etiológico, ya considerado por la tradición metafísica clásica, en tanto que expresan los principios
de los entes. Pero pierden en cambio un cierto sentido conceptual, logificado, que también habían adquirido en esa
misma tradición. Concretamente, por ejemplo, la crítica zubiriana a la idea aristotélica de sustancia como sustrato o
supuesto, hipokeimenon, para hablarnos en su lugar de sustantividad[2], obedece a esa logificación por la que la
sustancia es el sujeto de la predicación; pero pierde de vista que, ya para Aristóteles, la sustancia es, ante todo,
causa, prioridad.
Y segunda precisión: que estas nociones enunciadas no son solamente metafísicas, como ya he dicho; porque se
refieren también al ser personal. Pues el hombre tiene también una naturaleza, cuerpo y alma, una esencia y un acto
de ser. Pero en antropología, en cambio, no son medulares las nociones de principio y causa.
Finalmente, las nociones de identidad, diferencia y distinción han sido más estudiadas en el pensamiento
moderno[3]; aunque su importancia no es menor a la hora de asumir hoy en día, o de vincular con la filosofía poliana,
las claves del pensamiento clásico, y en particular de la filosofía creacionista de Tomás de Aquino.
Polo ha tratado de estas dos nociones, materia y forma, principalmente al estudiar el concepto en el volumen cuarto,
primera parte, de su Curso de teoría del conocimiento[4]. El concepto tiene un contenido temático que es el
universal; y la realidad del universal remite al hilemorfismo. De acuerdo con este enfoque, que recuerda el de la
crítica aristotélica al mundo ideal platónico, la materia es la anterioridad temporal, respecto de la actualidad presente
a la conciencia intencional; y la forma es la determinación, la cual no es físicamente real más que en su concausalidad
con la materia, y no abstracta por el pensamiento o actual. Por mor de la materialidad, el conocimiento de la
causalidad (hilemórfica, pero también de las demás concausalidades) exige el abandono de la presencia mental
humana.
Y, también por este abandono, en la física de Polo prima una visión integral o de conjunto, a la postre dinámica, sobre
la consideración individualizada de las causas; las cuales, en tanto que separadas o aisladas, se reducen a objetos
ideales del pensamiento. Dicha visión integral es solidaria de la sentencia clásica que afirma que las causas lo son ad
invicem, es decir, que las causas lo son todas ellas entre sí; de manera que es mejor hablar de su concausalidad. Por
esta razón, la consideración aislada de una sola causa, e incluso de una concausalidad concreta (en este caso de la
bicausalidad hilemórfica), es siempre insuficiente, en términos de realidad, por parcial.
De todas las maneras, la parcial consideración que nos permite fijarnos en la sustancia hilemórfica no es una
deficiencia cognoscitiva, sino que se corresponde con una cierta clase de realidades, si bien ínfimas, que son los
elementos físicos: las sustancias elementales. Lo que se afirma, sin embargo, es que tales sustancias no son reales
separadas del fin; y que, por consiguiente, reclamarán también alguna clase singular de eficiencia que las explique. La
sustancia hilemórfica sólo es real en el universo, es decir, en conexión con sus respectivas causas eficientes y finales.
La postura de Polo es que el hombre concibe lo infrasensible. Y lo físico infrasensible son las sustancias elementales;
y, claro está, los procesos de transformación entre ellas, de acuerdo con los cuales se generan y corrompen.
He aquí una importante diferencia entre la física de Polo y el planteamiento clásico. Explícitamente, según lo dice
Platón en el Timeo[5], los elementos se corresponden con los mínimos de la sensibilidad humana, principalmente del
tacto pero quizás también de la visión; y por eso, las cualidades que los definen son lo cálido y lo frío, y lo seco y lo
húmedo. En cambio Polo, a las determinaciones formales de los elementos las denomina taleidades: para nombrar su
ser tal o tal otra, precisamente al margen de las objetivaciones humanas. En lo cual se distingue del uso que Zubiri da
al término talidad[6], que designa algo así como la individualización de la esencia, un constructo de notas,
inicialmente sensible. En cambio, las taleidades polianas son simples y presensibles.
Y además, el abandono de la presencia obliga, en este ámbito, a concebir estas formalidades presensibles al margen
de la actualidad; a lo cual conduce también la concepción cíclica de los elementos, es decir, las permutas entre ellos,
que Polo sostiene.
Porque las sustancias elementales son tales porque el ajuste entre materia y forma es, por así decirlo, exacto. La
correspondencia hilemórfica está tan ajustada que resulta inestable, porque cualquier acción que le sobrevenga
comporta un desequilibrio conducente a la transformación entre sustancias. Y como, por su parte, ésta no puede
ocasionar la generación o corrupción definitivas de las formas, exige su permuta. Por esta razón los elementos son
ciclos, y su forma universal. Universal no sólo como contradistinta a particular, actualmente considerados ambos,
sino que esta distinción es consecutiva de su prioritario carácter inactual; porque el ciclo es temporal, y así el tal
universal unum in multis.
Por otro lado, el movimiento circular, que causa esas transformaciones entre los elementos, es la eficiencia que
vincula las sustancias elementales con la causa final. O que ordena los elementos, en sus mutuas transformaciones, a
su mantenimiento y posterior constitución de los seres del universo; en definitiva, mediante la constancia de la
efectividad física y la reposición de sus términos. Esto es lo exigido por el fin, de tal modo que el movimiento circular
es un efecto formal suyo. Pero el fin no domina inmediatamente los elementos; de los cuales, por esta razón, se dice
que son inicialmente caóticos, carentes de orden.
Polo ha hecho una laboriosa heurística de la noción griega de movimiento circular[7] que lo recupera para la filosofía
de la naturaleza hodierna[8], si bien en el seno de las realidades infrasensibles y no en el ámbito de lo etéreo y astral.
Y es posible relacionar esa heurística con las contemporáneas explicaciones del big bang; pues la génesis del universo
a partir de la explosión inicial escapa a nuestra capacidad de observación: el universo no fue visible hasta unos
300.000 años después de su comienzo, fecha del surgimiento de la luz. De acuerdo con este comentario, cabe decir
que la distinción o separación de las cuatro fuerzas básicas del universo, en cuya virtud se generan las partículas
elementales, núcleos y átomos que forman toda la materia del cosmos, consiste en variaciones formales con
consecuencias efectivas para la ordenación del caos inicial.
Pero el ajuste entre materia y forma no siempre es tan exacto, aunque inestable, como en las sustancias elementales.
1.Si la forma no da de sí para informar suficientemente la materia, entonces requiere de otras formas
complementarias, dando así lugar a los seres compuestos del universo. Estos, por su misma composición, podrán
tener ya accidentes, y en virtud de ellos incidir sobre la sensibilidad humana.
Al respecto Polo sostiene que la condición para esta diferencia entre los seres inertes del universo, simples o mixtos,
es la concausalidad con el fin; la cual se inicia con la comunicación del movimiento circular a sus términos, es decir, a
los efectos de las transformaciones que causa; y que tal comunicación formal, a la que llama propagación, acontece
en la luz. La luz no es, como el movimiento circular, efecto del fin; sino más bien una forma concausal con él, aunque
no llegue a poseerlo.
En cambio, las sustancias elementales son sólo efectos mediados, con la mediación de los procesos cinéticos, del
movimiento circular. Pero que lo interrumpen, justamente por esa mediación, tal que a ellos no se comunica su
formalidad propia, sino que la elongan. Sólo el movimiento circular es efecto del fin; mientras que los elementos, en
cuanto que aislados de él, hemos dicho que son caóticos.
2.Por otro lado, si el desajuste entre materia y forma se debe a un exceso formal, capaz de eficiencia propia, tenemos
la composición morfoérgica, o morfoergotélica, de los seres vivientes. Algo más que meras sustancias, porque en
ellos los accidentes son cierta réplica de su radicalidad sustancial; a la cual precisamente por esta reiteración mejor
que sustancia la denominaremos naturaleza.
Y efectivamente la vida ha sido pensada por Polo como cierta inversión de la luz física, de acuerdo con lo que llama
vuelco de la teoría de la luz[9], o una especie de luz no sólo recibida en los términos, sino receptora. La luz tiene
efectos formales propios, formas que son efectos suyos (y de la causa final), según sea recibida. En cambio, el
viviente es capaz de recibir según su propia vitalidad; y así los procesos vitales poseen el fin: una forma recibida e
integrada en el movimiento vital, pero que no es término de tal movimiento, ni efecto suyo.
Fue Aristóteles[10] quien distinguió una heterogeneidad de movimientos según su final o acabamiento: término,
peras, para los movimientos físicos imperfectos, transitivos; o fin, telos, para las operaciones vitales, acciones
perfectas e inmanentes.
En cualquier caso, los seres compuestos del universo que la sensibilidad nos muestra, y los seres vivos, son
articulaciones tricausales, tricausalidades; es decir, no son explicables con la sola causalidad hilemórfica, sino que
para su comprensión se precisa también de la causalidad eficiente, extrínseca o intrínseca respectivamente. Que la
eficiencia sea extrínseca o, en el caso de los seres vivos, intrínseca, significa que los vivientes se dirigen ellos mismos
hacia el fin, mientras que los seres inertes pero compuestos son dirigidos hacia él por acciones externas o procesos
exteriores. En todo caso, ambos tipos de seres no son meros efectos mediados del fin, sino concausales con él. Por
tanto, su diferencia respecto de los elementos remite a la causa final. Y en atención al fin el conjunto de las
sustancias y naturalezas físicas es unitario: un universo.
Porque el universo en su conjunto no es una unidad sustancial, hilemórfica, ni tampoco goza de la unidad de una
naturaleza viva. El universo es uno, pero no como la sustancia spinozista, ni como el organismo viviente de
Empédocles. La unidad del universo es una unidad de orden[11], en el que los elementos, los mixtos y los vivos
remiten todos ellos y entre sí a la causa final. El universo es la tetracausalidad completa, la integración conjunta y
ordenada de las cuatro causas.
Pero en el universo el fin no se cumple por entero, precisamente porque ha de vencer la resistencia de la materia,
que es la causa opuesta al fin; o bien porque ha de ordenar precisamente a los demás sentidos causales. El fin es
poseído solamente por la operación cognoscitiva; pero el universo no es ajeno al fin, sino que está ordenado a él y
por él: el fin último del universo es el bien del intelecto, y dicho bien es la verdad[12].
Globalmente, hemos establecido, aunque sea sólo en esbozo, una heterogeneidad formal: las taleidades, la forma
circular, la luz y otras formalidades de los seres inertes pero compuestos, y las formalidades de los seres vivos. La
circunferencia es efecto del fin, la luz es concausal con él, la vida posee el fin. La primera se interrumpe y elonga, la
segunda se propaga y comunica, la tercera se reproduce y evoluciona. Pues si atendemos a esta heterogeneidad de
seres a que venimos aludiendo, o sea a las distintas concausalidades que nuestra razón explicita, apreciaremos un
sentido analógico en la pluralidad formal.
Para Polo la forma es la diferencia interna al fin, y por ello tiene un sentido eminentemente analítico del ser del
universo: forma dat esse, según el adagio clásico. Pero este sentido analítico es a su vez analógico, y por relación al
fin; la analogía precisamente se establece en la consideración diferenciada de la heterogeneidad formal. El
movimiento circular, del que hemos hablado, es la analogía implícita entre los universales, y se conoce con el hábito
conceptual; mientras que la explicitación de la analogía se conoce en el juicio, porque corresponde a las sustancias
con accidentes, cuya forma es superior a la elemental.
Correlativamente, la materia, como ocurre en último término con todas las causas, tampoco tiene un sentido
unívoco. Polo distingue, entre otros sentidos, la materia in qua de la materia ex qua, y después la materia dispuesta
para la composición formal; sentidos de la materia ya diferenciados por la tradición. Y a ellos añade la materia
fundida, que funde los sentidos ex qua e in qua, apta para la vida. En suma, una gradual influencia de la materia en la
heterogeneidad de seres y procesos del universo: los cuales vencen mejor o peor el retraso temporal en que la
materialidad consiste. La anulación de dicho retraso, o la victoria definitiva sobre su carácter anticipativo, sólo
acontece en los procesos cognoscitivos.
El conocimiento posee el fin, y se ejerce simultáneamente con su objeto; ahí tenemos la justificación de la actualidad
que caracteriza la presencia mental humana. Pero entonces hay que diferenciar rigurosamente la actividad de los
procesos físicos de la actualidad del conocer objetivo. Acto no es actualidad; ésta es la consecuencia metafísica más
notable de la filosofía poliana del límite mental[13]. Pero si, de acuerdo con ella, distinguimos neta y tajantemente
fysis y logos, con ello afirmamos que el conocimiento es inmaterial; y también por ello sostenemos que el ser
cognoscente se distingue del ser extramental.
Dos son las propiedades de la distinción entre sustancia y accidentes que quiero mencionar ahora como más
características del pensamiento de Polo.
a)En primer lugar, que el elenco de los accidentes es reducido por Polo a tres: los de cantidad, cualidad y relación. El
motivo de esta reducción, que encuentra algún precedente en ciertas exposiciones de Tomás de Aquino[14] según las
cuales los demás accidentes de la enumeración aristotélica se resuelven en el de relación, es la asimilación de las
categorías a las causas que lleva a cabo Polo en el volumen cuarto, segunda parte, de su Curso de teoría del
conocimiento[15]; cuando estudia el juicio y lo que con él conocemos: las tricausalidades que expresamos con la
estructura predicamental.
Con el juicio conocemos aquellas sustancias que, como hemos dicho, añaden a su composición hilemórfica la
causalidad eficiente. Sin actividad eficiente los seres del universo no podrían afectar nuestra sensibilidad, y no
podríamos juzgar sobre ellos; ya hemos dicho que lo infrasensible sólo es concebible por el hombre. Pero según la
propuesta reducción de las categorías a las causas, y si en los compuestos y en los vivos encontramos una
concausalidad triple, entonces tres serán las categorías prevalentes: correspondiente a la forma la cualidad;
correspondiente a la materia la cantidad; y correspondiente a la misma eficiencia la relación.
b)En segundo lugar, que, según Polo, los accidentes son cierta réplica de la sustancia, la cual en ellos se reitera; o son
la explicitación de la sustancia, la cual sin ellos se guarda implícita. Y esto, tanto si hablamos de la sustancia
propiamente natural, viviente, como si nos referimos a los compuestos inertes, sustancias cuasi naturales o
naturadas. Precisamente como en los vivos esta explicitación de la sustancia es efectuada por ellos mismos, lo propio
de la vida es el automovimiento. Y por esto decimos de ellos que más que sustancias son naturalezas, pues la
naturaleza fue definida por Aristóteles como el principio interno del movimiento[16].
Pero entonces hay que decir que en las naturalezas vivientes la forma es potencial. Y, desde este punto de vista, la
distinción entre los seres inertes y los vivientes es que la posibilidad en los primeros es material y en los segundos
formal. Correlativamente, la conexión entre la sustancia y los accidentes en las naturalezas vivientes conduce a
hablar de potencia de causa: porque la forma sustancial del viviente es potente de causar los accidentes, en los
cuales se exhibe.
Con esta conexión entre la sustancia viviente y sus accidentes tiene que ver también el hecho mencionado de que la
forma no se elonga en y hasta sus términos, ni meramente se comunica a ellos; sino que además, en cuanto que
resiste a la corrupción, es capaz de innovar activando sus potencialidades; lo cual permite la evolución. En la
evolución se aprecia que la reproducción es más que la propagación, por cuanto permite la variación o modificación
formal. Ya hemos dicho que en la vida acontece una cierta inversión de la luz: un cambio del signo de los procesos,
que en lugar de generar efectos poseen el fin. Por esta razón dijimos que los movimientos vitales fueron
considerados por Aristóteles como acciones perfectas.
Esencia y ser
Las naturalezas vivas son los seres más perfectos del universo; pues son tricausalidades que integran internamente la
eficiencia con la bicausalidad hilemórfica, y en virtud de ello se dirigen por sí mismas hacia el fin. Pero no son todavía
esencias, porque a ellas no les corresponde, estrictamente hablando, el ser. La esencia no es sólo el universal, ni
meramente una estructura o un constructo de notas, ni tampoco es intercambiable sin más con la forma, concausal o
abstracta. Es preciso matizar, y en este trabajo se ha ido apuntando esta matización, en qué sentido equivalen
concepto (quidditas), forma, naturaleza y esencia.
La esencia, en cuanto que principio peculiar y distinto de los demás que nos han aparecido, se corresponde con el
ser; y eso porque es lo perfecto, lo acabado, lo suficiente para existir. Y entonces es evidente que los vivos no existen
por sí mismos, o aislados, sino en el universo. Por decirlo así, para ser sujeto adecuado de la existencia, se necesita
algo más completo que las naturalezas vivientes. La perfección, el acabamiento de esas naturalezas, es su ordenación
por el fin, su pertenencia al universo. La esencia entonces se distingue de las naturalezas por razón de perfección o
acabamiento, y la perfección de las naturalezas vivientes es su ordenación al universo. El universo, dijimos, es la
tetracausalidad completa, y sólo a él corresponde el ser. Los vivos no existen al margen del universo, sino ordenados
por él; en cambio el ser a quien corresponde es al universo en su conjunto. El universo en su conjunto es la esencia
extramental, es decir, lo suficientemente acabado, completo y perfecto como para existir.
Por otro lado, para Polo, el acto de ser del universo material es la persistencia: la realidad de la secuencia de antes a
después; que es el sentido óntico del principio de no contradicción, pues lo contradictorio para el ser es su cese.
Recordemos ahora que la materia es la anterioridad temporal, y que el fin es la causa que se le opone sin agotarla;
pero el ser es, según Polo, posterioridad pura, algo más allá del fin: el después. Las causas todas, por su
concausalidad con la materia, se anticipan, y son principios predicamentales; mientras que el ser es principio
trascendental. Ante todo, principio de no contradicción.
Dicho principio es el acto de ser del universo, al que Polo denomina persistir; y es susceptible de un análisis pasivo, el
cual es la esencia extramental: la tetracausalidad completa del universo. Precisamente por ello, o como admisión de
la esencia tetracausal, decimos que el principio de no contradicción es, al tiempo, principio de causalidad
trascendental. La causalidad trascendental se distingue de la predicamental; y sólo aquélla permite sentar
radicalmente el realismo metafísico[17], expreso en el aforismo clásico: esse rei causat veritatem intellectus. Pero,
justamente por eso, la causa trascendental permite un análisis, de acuerdo con el cual distinguimos los cuatro
sentidos causales. Y, de entre ellos, hemos dicho que la causa analítica en cuanto tal es la causa formal; y que su
pluralidad analógica permite diferenciar otras concausalidades: los elementos, los mixtos y los vivos, que son los
seres que componen el universo.
Mas existe además el viviente humano. El hombre tiene también una naturaleza viva: cuerpo y alma; y un conjunto
de facultades operativas, no todas ellas orgánicas. Pues la perfección de la naturaleza humana no es su ordenación al
universo, su finalización; sin ir más lejos, porque el hombre posee el fin: es un ser cognoscente. El hombre es algo
más que el cosmos, un microcosmos ya completo en sí mismo; o mejor aún: es persona. Integrarse en el cosmos,
adaptarse, o vivir en él, es muy poco para el hombre. Por eso la perfección de la naturaleza humana, su esencia, es
distinta de la esencia física: más bien su esencia y perfección propia estriba en los hábitos, las virtudes de todo tipo,
que manifiestan justamente el dominio personal de la propia naturaleza; la naturaleza humana remite a la persona.
Pensar otra cosa daría lugar a un fisicalismo infrahumano.
Pero entonces, si la esencia del hombre es distinta de la esencia del universo, también su acto de ser se distinguirá de
la mera persistencia. Porque si bien existe un solo universo, en cambio existen muchas personas humanas. El acto de
ser que corresponde a la esencia del hombre es estrictamente personal; y, según Polo, hay que decir de él que es
además de su naturaleza y de su esencia; o hay que decir que consiste, por así decirlo, en ser además. Por razón de
estas diferencias, Polo lo ha denominado coexistir; pues además es siempre además de...[18] La coexistencia es el
acto de ser personal; un acto de ser libre, que se muestra en el dominio habitual de la naturaleza humana.
Los actos de ser del universo y de las personas se distinguen de las respectivas esencias, pero además se distinguen
entre sí, o en sí mismos, al margen de su esencia. Porque ninguno de ellos es idéntico consigo mismo, o es la
identidad del ser. Junto al principio de no contradicción y junto al de causalidad trascendental, la metafísica advierte
también el principio de identidad. Y junto al coexistir personal, la antropología alcanza a descubrir la identidad
espiritual, la réplica personal de que, en concreto, el hombre carece. Porque ni la persistencia (de la causa) no
contradictoria, ni el existir libre de la persona humana, bien descrito como ser además, son idénticos. La identidad del
ser, según Polo, sólo corresponde a Dios, el ser original y originario al que remite el universo y en el que el hombre
encontrará finalmente su réplica.
La filosofía de Polo se propone como una ampliación de la tesis tomista que distingue realmente la esencia del ser.
Esa ampliación repercute especialmente en su aplicación al ámbito antropológico, porque el par esencia-ser juega de
distinto modo en antropología que en metafísica.
Por otro lado, la filosofía poliana descansa en la percepción del límite mental, y se desarrolla de acuerdo con la
posibilidad de abandonar esa limitación: el límite mental puede abandonarse en dos direcciones, metafísica y
antropológica; y de cuatro maneras, hacia el ser y la esencia tanto del universo como de la persona humana.
La conjunción de ambos enfoques hace que la prosecución poliana de la filosofía tomista sea un tanto extraña para el
tomismo, o ciertamente innovadora en ese contexto[19]. En concreto, porque la filosofía poliana del ser no pivota
sobre la unidad del acto de ser y su eventual participación, la cual exige contradistinguirlo de la esencia que lo limita;
sino sobre la pluralidad de actos de ser considerados en sí mismos: para apreciar si son idénticos o no (el ser se divide
en creado e increado); y en qué consiste la inidentidad de los actos de ser creados. Repito que no es la distinción real
de esencia y ser lo último de la filosofía poliana, sino la distinción de actos de ser; previa a la distinción de éstos con
sus respectivas esencias, si son creados.
La inidentidad de la persistencia es su mero valor no contradictorio; la inidentidad del ser personal estriba en su
carácter de además. Y ello un poco al margen de sus respectivas esencias, causal o habitual. Se distinguen la
existencia fundamental, la persistencia del universo, de la existencia libre del ser humano, ese además que
caracteriza la existencia personal. La identidad, en cambio, se reserva para Dios, que es tanto el principio de
identidad, el Origen al que remite la causa no contradictoria, como el ser que posee una réplica espiritual de sí
mismo, idéntica consigo mismo, junto a los que carecemos de ella y a ella estamos destinados.
Pero la distinción de actos de ser no es exactamente la diferencia entre ellos. Porque la diferencia, según Polo, es
formal u objetiva; y por tanto sólo tiene asiento en el ámbito lógico, o a lo sumo en el predicamental (la forma es
diferencia). Mientras que la distinción se reserva para el ámbito óntico y trascendental: son distintos, aunque
compatibles, los trascendentales metafísicos que la tradición enumeró, y los antropológicos que Polo ha añadido a
ella[20]. Las distinciones reales tienen, ciertamente, mayor alcance que las diferencias formales u objetivas.
Conclusión: En una filosofía que aspira a abandonar el límite mental, las nociones filosóficas tienen que perder su
sentido objetivo, fijo, unívoco y ya dado. Ello se consigue recabando su sentido principial, en el ámbito de la
metafísica, tal y como hemos visto en este trabajo; y en el ámbito antropológico alcanzando esa distinción en el
modo de ser que Polo expresa como carácter de además, propio del ser personal. En ambos casos, el ser se ejerce
allende (o quizás aquende) la presencia mental humana: el ser extramental o el ser además. No son lo mismo pensar
y ser; porque la existencia del universo y de las personas es creada, y se ejerce, aunque de distinto modo, en
dependencia de Dios o en referencia a él, y no en orden a la mirada humana. Y justamente la identidad se dice
originaria, Dios es el Origen, en cuanto que es imposible de establecer según antecedencia ninguna, y muy en
concreto la antecedencia objetiva del pensar. La identidad del ser está en las antípodas del límite mental humano;
por eso Polo habla de la anulación del límite mental: su carácter incomparable con la identidad real[21]:
En resumen yo diría que la percepción del límite mental y el hallazgo de su abandono metodológico han permitido a
Polo ajustar esas nociones básicas de la filosofía que hemos examinado brevemente en este trabajo. De estos ajustes
(diferencias en el plano formal y distinciones en el orden del ser) deriva una estricta jerarquización: sustancia,
naturaleza, esencia, ser e identidad. De acuerdo con ella, tanto la metafísica como la antropología abocan a Dios,
origen del universo y destino de la persona humana. Hasta aquí el rendimiento de la metodología poliana.
Con todo, si el abandono del límite mental culmina en la teología filosófica, también se agota en ella, de acuerdo con
lo que hemos llamado anulación del límite mental. Porque, en virtud de ella, la identidad originaria es insondable por
la metafísica e inabarcable por la antropología[22]. En metafísica, el conocimiento habitual de los primeros principios
demuestra sólo incoativamente la existencia de Dios, porque no llegamos a advertir la intimidad de la identidad
originaria[23]. En antropología, el tema propio del intelecto personal no se alcanza, sino que se busca, porque no es
una dimensión del método propuesto[24]. Pero, precisamente por este agotamiento del método, la filosofía del
límite mental está abierta a la teología de la fe.
CONCEPTOS BÁSICOS DE LA FILOSOFÍA
INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA
Determinar lo que la Filosofía es, es una tarea que compete a la misma Filosofía. Las ciencias son incapaces de
determinar lo que ellas son. Estudian ciertos objetos determinados, pero ellas no pueden decirnos qué son y cuáles
son sus límites. En cambio, la Filosofía, además de estudiar un conjunto determinado de objetos, puede, sin
extralimitarse en sus funciones, decirnos en qué consiste y cuáles son sus límites.
Si interrogamos a un grupo de químicos sobre lo que es la Química, obtendremos (salvo pequeñas variantes) una
respuesta uniforme. Pero si preguntamos a un grupo de filósofos, ¿qué es la Filosofía?, difícilmente se nos darán dos
respuestas semejantes. Y es que responder a tal interrogante implica la respuesta a un sinnúmero de problemas,
porque en esta disciplina-y he aquí otro acto peculiar de la filosofía- los problemas se implican unos a otros sin poder
determinar cuál es anterior a cuál.
La Filosofía no tolera supuestos; esta es su característica esencial. Tiene la independencia más absoluta; ella misma se
fija su contenido, sus límites, sus problemas y sus posibilidades. La actitud primordial de todo filósofo es: renunciar a
cualquier prejuicio, ser capaz de analizar los cimientos sobre los cuales se asientan todas nuestras creencias, y no
contento con ello, tratar de ver si hay algo bajo esos cimientos.
La Filosofía no puede ser definida. Definir es reducir una realidad determinada a conceptos. Y la filosofía se resiste a
ser reducida a conceptos; porque la Filosofía no es el menor conocimiento racional de algo. Es más bien una actitud
espiritual, una manera de ser, una actitud frente al mundo. Por lo que, más que de Filosofía, debemos hablar de
filosofar. El filósofo es tal en tanto Filosofa y no en tanto "sabe" filosofía; la Filosofía se "vive".
La Filosofía no se enseña, pero la Filosofía sí se aprende. Aprender Filosofía es aprender a filosofar; es aprender a
estar frente al mundo en actitud resuelta y valiente a interrogarle, a tratar de descubrir sus secretos sin conformarse
con las soluciones que ofrecen la ciencia y la religión. No es que la filosofía sea contraria a la ciencia o a la religión,
sino que está en plano distinto. La ciencia y la religión tienen límites impuestos desde fuera; la Filosofía no tiene
límites, porque los que se impone a sí misma son siempre provisorios.
Por ello Fichte afirmó que "la Filosofía" que se escoge depende del hombre que se es. El ser filósofo implica una
manera de ser hombre. Y tener tal o cual posición frente a un problema filosófico determinado quiere decir ser
hombre de tal o cual manera.
I. ETIMOLOGÍA
La palabra filosofía procede de dos voces griegas: Philos (amor) y Sophía (saber). Su traducción literal sería "Amor a la
sabiduría". Se dice que fue Pitágoras el primero en autoconsiderarse y autodenominarse "filósofo".
Sin embargo, la reflexión filosófica empezó con Thales de Mileto, quien explicó el cosmos como originado a partir del
agua (lo húmedo).
Por otro lado, Heráclito de Efeso fue el primero en utilizar la palabra "filosofar", aunque en la forma de verbo, al
decir: "conviene que los hombres filosofen, es decir, que sepan de muchas cosas"
II. NOCIONES
Dentro del contexto histórico, la filosofía ha tenido muchos sentidos, según las inclinaciones particulares de los
filósofos. La Filosofía es llamada por Aristóteles metafísica o filosofía primera, es la ciencia del ente en cuanto ente,
la ciencia de aquello que puede llamarse con toda propiedad la Verdad. Algunas de las acepciones más generalizadas
son las siguientes: "la Filosofía es la ciencia de las cosas humanas y divinas" , "la Filosofía es el estudio del ser en
tanto que ser", "la Filosofía es el esfuerzo reflexivo por alcanzar la felicidad", "la Filosofía es el saber de todo saber,
la ciencia de todas las ciencias, la ciencia universal", " la filosofía es aquella concentración mediante la cual el hombre
llega a ser él mismo, al hacerse partícipe de la realidad", etc.
Tales nociones son apropiadas más para la concepción tenida por los antiguos griegos, los filósofos renacentistas y los
de la época moderna, no así para la aceptación tenida durante la Edad Media. En la Edad Media, la Filosofía estuvo
subordinada a la teología (que según los escolásticos era la "ciencia de Dios"). En nuestra época, la Filosofía pierde
parcelas de conocimiento a medida que las ciencias van tomando cuerpo y se han desarrollado en numerosas
especialidades. Pero aún así, queda y probablemente quedará, un margen para especular y razonar sobre el sentido
de la vida y del universo; y sobre ese margen, el pensamiento filosófico seguirá vigente.
ARISTÓTELES: Ciencia que busca los primeros principios y causas de todo lo existente.
AGUSTÍN DE HIPONA: Es la aspiración al conocimiento por medio de la razón de todo cuanto establece la fe.
HEGEL: Es el saber efectivo de lo que es, de todo cuanto existe, todo cuanto hay.
MARX: Es la concepción del mundo, que no sólo nos permite conocer e interpretar, si no principalmente
transformado a través de la praxis social.
El origen de la filosofía es múltiple: el asombro, la duda y la conmoción del hombre. Asombro, porque ya
Platón afirmaba: que nuestros ojos nos "hacen ser partícipes del espectáculo de las estrellas, del Sol y de la
bóveda celeste". Y Aristóteles sostenía: "la admiración es lo que impulsa a los hombres a filosofar". El filosofar es
como un despertar de la vinculación a las necesidades de la vida; y este despertar tiene lugar cuando se mira
desinteresadamente a las cosas, el cielo y el mundo.
Pero, una vez que he satisfecho mi asombro y admiración con el conocimiento de lo que existe, pronto se anuncia la
duda; pues las percepciones sensibles están condicionadas por nuestros propios órganos sensoriales que son
engañosos, o, en todo caso, no concordantes con lo que existe fuera de mí, independientemente de que sea
percibido o exista en sí.
Y sobre el tercer aspecto o conmoción del hombre, el estoico Epícteto decía: “el origen de la Filosofía, es el
percatarse de la propia debilidad e impotencia". ¿Como salir de la impotencia? La respuesta de Epicuro fue:
considerando todo lo que no está en mi poder como indiferente para mí en su necesidad; y, por el contrario,
poniendo en claro y en libertad por medio del pensamiento lo que reside en mí, a saber, la forma y el contenido de
mis representaciones.
En resumen, el origen de la Filosofía está realmente en la admiración, en la duda, en la experiencia de las situaciones
límites.
IV. CARACTERÍSTICAS:
RACIONAL: En contraposición a la religión que se basa en la fe y a semejanza de las ciencias particulares, la Filosofía
funda sus afirmaciones en razones, y utiliza el pensamiento lógico como parte del proceso de alcanzar sus
generalizaciones a partir del resultado de las ciencias.
PROBLEMÁTICA: En tanto no se alcanza la verdad absoluta, el saber filosófico refleja distintos momentos en el
desarrollo progresivo del pensamiento humano y en ese proceso plantea y replantea constantemente los problemas
a los cuales se evoca.
CRÍTICA: La Filosofía no acepta criterios de autoridad, muy por el contrario el filosofar involucra someter al rigor del
análisis las tesis planteadas por diversos autores a lo largo del desarrollo del pensamiento humano.
METÓDICA: porque utiliza procedimientos, pautas y reglas para alcanzar sus conocimientos.
ESPECULATIVA: Para ciertas tendencias, la Filosofía es una reflexión teórica independiente y ajena a los
resultados de la ciencia por ello la afirmación filosófica no se puede comprobar en la realidad.
TRASCENDENTE: Del latín "trascendere" (traspasar), término usado por la Filosofía idealista para referirse a como la
filosofía va más allá de lo físico y material para elevarse a los entes metafísicos desligados totalmente del mundo
material con los cuales no guarda ninguna relación (espíritu , infinito, alma, etc).
V. DISCIPLINAS:
1. LA METAFÍSICA (Ontología)
Etimológicamente significa: teoría del ser. Plantea preguntas con respecto al ser, a los primeros principios y
causas. Pretende responder también a las preguntas sobre la realidad última, la esencia o las esencias, es decir, sobre
la existencia y el fundamento de la totalidad de las cosas o del mundo. Algunos filósofos consideran que la metafísica
es el estudio del ser, mientras que la ontología es el estudio y la clasificación de los objetos o cosas. A partir de estas
preguntas, se han generado las siguientes tesis :
1.1 El Materialismo.- sostiene que el fundamento de las cosas es la materia. Son representantes de esta tesis.
Demócrito, Epicuro, Marx.
1.2 El Idealismo.- sostiene que el ser o el fundamento de las cosas es una entidad de orden no material, como pueden
ser las ideas (Platón) o Dios (San Agustín).
2. LA GNOSEOLOGÍA
Conocida también como teoría del conocimiento; es la disciplina filosófica que tiene como tema central el
conocimiento humano. La gnoseología toma a su cargo toda clase de conocimientos y enfrenta los problemas
relacionados con el origen, la esencia, la posibilidad y la validez del conocimiento humano.
Pregunta: ¿Es posible el conocimiento? ¿Cuál es la fuente del conocimiento? ¿A qué llamamos conocimiento?
3. LA EPISTEMOLOGÍA
Conocida también como, teoría del conocimiento científico. Se preocupa de la estructura, fundamentos y
métodos de las ciencias. Hay tantas epistemologías como ciencias. Está la epistemología matemática, la
epistemología de la Física, la epistemología de la Biología, la epistemología de la Psicología, la epistemología de la
Economía, la epistemología de la Lógica, la epistemología de la Historia, etc. Etimológicamente "epistemología"
quiere decir tratado de la ciencia, ciencia de la ciencia.
4. LA AXIOLOGÍA
Es la disciplina cuyo objeto de estudio son los valores, tales como "lo bueno", "lo justo", "lo bello", etc. Son
temas axiológicos, los referentes a la manera como conocemos los valores y el fundamento, y la validez de las
afirmaciones valorativas, llamadas también "juicios valorativos".
5. LA ÉTICA
Es la disciplina que tiene como objeto de estudio los sistemas morales y las normas que lo integran. Son temas
éticos el lenguaje en el que se expresan las normas morales y el fundamento de la obligatoriedad que ellas
demandan.
Pregunta: ¿Cuál es el fundamento de la moral? ¿Pueden derivarse todas las reglas morales de un principio
supremo?
6. LA ESTÉTICA
Es la disciplina filosófica que se encarga del estudio de las expresiones artísticas; estudia entre otras cuestiones,
en qué consiste el valor del arte y lo bello.
7. LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA
Se encarga del estudio de los problemas que plantea la existencia humana concreta en relación con las
condiciones históricas, económicas, sociales y culturales. Investiga la esencia, origen y sentido del ser humano, el
destino del hombre, lo que lo distingue de otros seres del universo.
Que Es Filosofía: La Filosofía Alcanza reflexivamente al conjunto de las actividades que se dan en la enseñanza. La
Filosofía se limita a ser un saber impertinente de fuerza a continuar reflexionando. La Obra Se Organizada en torno a
tres núcleos; que es el saber filosófico, que consiste el hecho de educar y que dirección imprimir la actividad
educadora .
Que Relación Hay Entre Filosofía y Religión: La Filosofía y La Religión , incluyendo argumentos sobre la naturaleza y
existencia de Dios, El Problema de mal, los valores son ética y ciencia .
Que Relación Hay Entre Filosofía Y Derecho: La Filosofía y el Derecho estudian Fundamentos filosóficos que rigen
creación y aplicación del derecho. es el acercamiento a un fenómeno acompañado a la humanidad desde su
apariencia
Que Relación Hay Entre Filosofía Y Ciencia: La Filosofía y La Ciencia Investigan la naturaleza del conocimiento
científico y la practica científica se ocupa de saber, entre otras cosas, como se desarrollan, se evalúan y cambian las
teorías científicas , y de saber si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las “entidades ocultas” y el proceso de la
naturaleza.
Que Relación Hay Entre Filosofía Y Mito: La Filosofía y el mito es la poesía que explica analógicas entre los universos
mitológicos de la geografía terrestre
Origen de la filosofía
La historia de la filosofía nos muestra que está tuvo un comienzo en el tiempo. Los historiadores se preguntan cuáles
fueron los remotos orígenes del quehacer filosófico y llegan a conclusiones como está: la historia de la filosofía como
pensar sistemático y riguroso tiene una antigüedad considerable, pues empezó aproximadamente dos mil quinientos
años. Algunos consideran que en las culturas más antiguas como la China, la Hindú, la Egipcia o las culturas
prehispánicas ya se encuentran significativas aportaciones y reflexiones que pueden ser concebidas como filosóficas;
nosotros así lo creemos. Sin embargo los historiadores de la filosofía vislumbre los comienzas de esta actividad en la
antigua Grecia.
Sin dejar de reconocer que los griegos recibieron importantes influencias orientales, por ejemplo, de los egipcios, se
dice que es en Grecia donde alcanzó un mayor desarrollo y madurez, debido en parte, a las condiciones históricas en
las que surgió la filosofía: La fundación de las ciudades Griegas en las Costas de Asia Menor y el Sur de Italia, la
expansión comercial que en determinado momento se suscitó, propiciando el intercambio de toda clase de ideas y
descubrimientos, etc. Y debido, por otra parte, un estilo de pensamiento muy especial cultivado por los griegos
independientemente de la religión y de los mitos que es precisamente lo que hoy reconocemos como saber
filosófico.
Ahora que leemos estas reflexiones de Karl Jaspers, seguramente se recuerdan las llamadas situaciones límites; las
cuales nos llevan, muchas veces, a plantear meditaciones filosóficas sin que nosotros, tal vez, lo sepamos.
Cómo buen filósofo existencialista, Jaspers nos sugiere que para filosofar entremos en un estado de desesperación,
de “angustia existencial”, que nos sintamos acorralados por las situaciones límite. Sin embargo, ello no es necesario,
aunque es muy factible y válido filosofar por este camino.
De lo visto hasta aquí , podemos ya obtener algunas características preliminares a saber de la Filosofía:
a) Que la filosofía nace del asombro o oscuridad del hombre por saber lo que es el mundo.
b) Que la filosofía es un conocimiento que se pretende adquirir.
LA MAYEUTICA: Es la nocion socratica que permite al hombre pensar en una pregunta dada, y así dar una respuesta
concreta sin salir se de su ambito. Es decir, la mayeutica es el metodo por el cual el hombre da cuenta de una
situavion/problema de manera clara, con miras a que dicha respuesta tenga lugar en la practica. Este metodo
socratico tiene un proposito muy claro: La enseñanza mediante el dialogo maestro-alumno con el proposito de llegar
a conocer las cosas por su esencia.
LA DIALÉCTICA: Muy similar a la mayeutica, esta nocion tambien se ocupa del dialogo con el fin de poner en discusion
las ideas, confrontamdolas para llegar asi a un mutuo acuerdo, Todo ello con miras a hacer que las ideas sean
universales. Es necesario, decir qie este metodo fue propuesto por Platon al cual se le pueen asignar varios
significados: Dialectica cono funcion racional que permite el conocimiento y dialectica como impulso erotico que va
muy en relacion con lo emotiva y de ahi la comprension por el pensar/actuar del otro y, ñporque no, por su belleza.
LA LOGICA: 'La lógica es una ciencia formal y una rama de la filosofía que estudia los principios de la demostración e
inferencia válida. La palabra deriva del griego antiguo λογική (logike), que significa "dotado de razón, intelectual,
dialéctico, argumentativo", que a su vez viene de λόγος (logos), "palabra, pensamiento, idea, argumento, razón o
principio"' (Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%B3gica). En suma, esta nocion fue acuñada por Aristoteles y lo
que permite es buscar instrumentos racionales que permitan poco a poco alcanzar o, mejor, encontrar la verdad o
validez de ciertos problemas, caracteristicas, situaciones, etc. relacionadas con el conocimiento.
LA DUDA: Nace con la inquietud que surge de R. Descartes sobre si ¿existe un verdadero conocimiento? La duda es
entonces una herramienta que permite determinar, mediante las minucias o estudios cuidadosos, qué es verdad (o
tiene validez) y que no.