Incidentes Procedimiento Laboral
Incidentes Procedimiento Laboral
Incidentes Procedimiento Laboral
PROCEDIMIENTO LABORAL
Por:
Abordar el tema de los incidentes en el marco del Procedimiento Laboral es una tarea que si no
la calificamos de “titánica”, al menos debemos tildarla de ambiciosa, dada la diversidad de
situaciones, figuras, mecanismos, detalles y demás elementos que hemos previsto son
merecedores de recibir, aunque fuere someramente, algún tipo de mención.
Si alguien prefiriera enfrentar tal parecer desde la óptica del escepticismo (“aliado” habitual del
abogado) cabría recordar que la presencia de los incidentes es connatural al procedimiento
mismo, ya que inmediatamente surge una regla a cumplir para perseguir un fin jurídico, su
incumplimiento devendrá en un incidente que impedirá, momentánea o definitivamente,
continuar la persecución del fin inicialmente visualizado. Y si bien afirmaba en sus cátedras un
distinguido Profesor Dominicano del Procedimiento Civil, “que un buen abogado es aquel que
incidenta, pero mejor es aquel que no se deja incidental”, vale expresar que aún el más excelso
abogado ha visto en alguna ocasión, sus procedimientos ante los tribunales sometidos al
inclemente “torpedeo” de los incidentes, mal o bien motivados.
Está demás decir que a pesar del cuidado y la pericia con que cuente el representante del
interesado, es imposible prever todas las situaciones que habrán de presentarse, porque
alguna de ellas no dependen de la sola certidumbre de sus actos, sino que pueden provenir de
muy diversas fuentes. En todo caso, su preparación resulta clave a estos fines, ya que como
los buenos realistas, en la mayor parte de los casos lo que se impone es “reorientar las velas y
sortear esta tempestad” con las mejores armas estratégicas que cuente.
A-) GENERALIDADES.
Ya en las líneas introductorias nos aventuramos a referir como donde quiera que existe un
procedimiento, se erige a su sombra un incidente, por lo que resulta fácil admitir la existencia
de los primeros incidentes desde el proceso romano clásico puesto en manos del pretor. Es a
partir de la visión que le otorgan los mismos que su uso se alcanza simplemente a reconocer
“como derecho a impugnar la acción” 1.
1
Chiovenda, Guissepe. Curso de Derecho Procesal. México, Oxford Universities, 1999. P148.
2
pretensiones de las partes” 2. De igual modo se les visualiza como “pedimentos formulados en
el curso de una instancia ya abierta y que tiene por efecto ya sea suspender o detener la
marcha de la instancia (…), ya sea modificar la fisonomía de la demanda” 3. Finalmente,
algunos más los hacen ver como “acontecimientos susceptibles de entorpecer u obstaculizar la
marcha normal del proceso, complicando la instancia, dificultando la instrucción del litigio y
retardando su solución” 4.
De todas estas expresiones, de la ponderación de los cuerpos legales que con carácter
procedimental ejercen influjo en la materia laboral (el propio Código de Trabajo, a partir de su
artículo 486 y el Código de Procedimiento Civil, a titulo supletorio) y la práctica que se
desarrolla en nuestros Tribunales de Trabajo, podemos dejar por afianzada la idea objetiva de
que los incidentes consisten en medios o alegatos expuestos por una de las partes en el curso
de una instancia, por efecto de los cuales se pretende sea suspender o aniquilar la misma, sea
ampliar su marco original a fin de incluir nuevos aspectos o actores. Al detenernos en este
punto, pretendemos alejarnos de algunas posiciones subjetivas, sobre si ellos retardan o
dificultan el proceso y su solución, ya que si es cierto que mal empleados degeneran en trabas
innecesarias, cuando responden a necesidades reales de defensa o adecuada administración
de justicia, actúan como aliados del curso regular del sistema de Derecho del cual se haya
querido dotar a una nación determinada.
El hecho de que los incidentes puedan en ocasiones, como se ha anotado, retardar, suspender,
aniquilar o ampliar el curso de una instancia, conlleva a que los mismos puedan ser clasificados
de diversas formas, según la naturaleza y fines que persigan; en este sentido podemos afirmar
la existencia de aquellos que refieren una afectación directa de la persona que actúa en
calidad de persiguiente (como los medios de inadmisión por falta de interés o de calidad, la
fianza Judicatum Solvi, etc.), los que se relacionan las condiciones de la acción en el aspecto
tiempo (prescripción, excepciones dilatorias, demanda incidental en perención, extinción,
nulidades previstas por el Código de Trabajo), ya por otras causas (aquiescencia válida,
conexidad, cosa juzgada, irregularidad de forma, etc.), las que atañen a los presupuestos
estatales o institucionales del sistema (incompetencia material o territorial, inconstitucionalidad,
recusación o inhibición); y finalmente los que se relacionan a las partes y sus mandatarios o la
posible presencia de terceros (renovación de instancia y las demandas en intervención).
No obstante, a los fines pedagógicos y prácticos perseguidos en esta actividad, vale acogernos
a las principales y clásicas clasificaciones que rigen nuestro sistema legal y agruparlos cada
uno de ellos en los ámbitos más conocidos para su tratamiento, como son los medios de
inadmisión, las excepciones, las nulidades, las demandas incidentales y los procedimientos
relativos a los miembros del Tribunal, a fin de tratar de introducirnos en sus características.
Vale, antes de pasar a tan delicada tarea, dejar por establecido que el Código de Trabajo fija
una regla general para el tratamiento de los incidentes, que como veremos, no es ciertamente
absoluta, pero que si es discutida y discutible. Basta por ahora, anotar el contenido del artículo
534 del Código de Trabajo cuyo texto reza: “El juez suplirá de oficio cualquier medio de
derecho y decidirá en una sola sentencia sobre el fondo y sobre los incidentes, si los ha
habido, excepto en los casos de irregularidades de forma”. Aunque tal texto se admite
como uno de los principales logros y ventajas derivadas de la legislación promulgada en el año
19925, no sin varios detractores de esa idea6, es de lugar señalar que no posee un carácter de
absoluta novedad, en vista de que ya la ley 834 de 1978 deja por sentada la posibilidad de que
ante las excepciones de incompetencia el Juez dicte un mismo fallo declarando su competencia
y resolviendo el fondo del proceso (artículo 4). Su principal aporte, entonces, lo constituye el
2
Pérez Méndez, Artagnan, Procedimiento Civil, T. II, 3ra. Ed. 1992, P. 15
3
Guillen et Vincent, citados por Moreta, Américo. Los Incidentes en el Nuevo Código de Trabajo. V
Congreso Nacional de Derecho del Trabajo. 1993. Sto. Dgo. P. 225.
4
Raviart, Guy, citado por: Disla, Luís Fernando, “Los Incidentes en el Nuevo Procedimiento Laboral”,
Ibid,. P. 231.
5
Ver Jurisprudencias: B. J. 1052, Julio de 1998, Págs. 697-703, B. J. 1061, Abril de 1999, Pág. 1006-1011
y B. J. 1062, Mayo de 1999, Págs. 564-568, las cuales son reiterativas en exponer que su fin es evitar el
odioso empantanamiento de los procesos ante los Tribunales de Trabajo, dándole celeridad al proceso y
evitando que posibles recursos contra la decisión que verse sobre el incidente altere el curso del mismo.
6
Esta posición en contra es asumida por prestigiosos doctrinarios como el Dr. Lupo Hernández Rueda,
Lic. Luís Disla, Lic. Luís Vilchez y la Licda. Vielkha Morales, entre otros quienes propugnan por
desecharlos en gran cantidad de situaciones.
3
carácter mucho más amplio ofrecido por el legislador laboral y la práctica ordinaria de la
doctrina jurisprudencial de nuestros tribunales de aplicar en forma constante dicho texto.
Esta expresa exclusión de las nulidades de forma, parece cercenar de nuestra materia toda la
teoría concerniente a las mismas y nos ubica ante un figura que si bien es cercana a las
mismas, a diferencia de ellas, permite ciertos efectos a los actos mal ejecutados, como lo es el
régimen de las irregularidades de forma.
La nulidad, tal como expone el Maestro Froilán Tavárez Hijo, es la sanción establecida por la
ley a las reglas que rigen las formas de los actos procesales, los cuales incluyen, todas las
situaciones ejecutadas por las partes directamente o a través de sus mandatarios, secretarios o
alguaciles. En la presente materia, cuando estos actos se encuentran afectados de un vicio en
el cual se omiten menciones sustanciales o se les hace constar en forma incompleta, ambigua,
oscura o de cualquier otra forma que impida y dificulte el ejercicio del derecho de defensa o
sustanciar el proceso, nos enfrentamos a la denominada irregularidad de forma. Ejemplos de
las situaciones descritas lo son: la omisión de los datos exigidos por el artículo 509 del Código
de Trabajo, como la indicación de domicilio real de la parte demandante, el objeto de la
demanda, etc., la falta de mención del auto que habilita al demandante a notificar la demanda y
citar para la audiencia de conciliación, a la luz del artículo 512, o de los datos de identidad del
demandado en el escrito de defensa, por efecto del artículo 514 del Código de Trabajo.
Del texto del artículo 486 inicialmente citado, resulta igualmente que este vicio procesal puede
ser motivado por la parte afectada, así como también por el Juez que conoce del proceso. En
caso de ser reconocida su existencia, el Juez ordena realizar la diligencia de regularización en
un plazo de 3 días francos contados a partir de la decisión de marras. Es necesario señalar que
este régimen se encuentra complementado por las disposiciones de los artículos 593 y
siguientes del mismo Código, los cuales reiteran a grandes rasgos el régimen descrito y
establecen como diferencia sustancial la mención de la oportunidad para que el aporte de los
datos que corrigen el vicio pueda ser practicado en la misma audiencia donde se efectúa el
planteamiento (lo que le distancia del régimen de nulidades), de lo cual se extrae que esta
posibilidad concierne los actos que provienen de una de las partes procesales y es un efecto
de las características de celeridad y simplicidad del proceso.
Vale añadir que esta “regularización en audiencia” , es posible siempre que la parte contraria de
aquiescencia a ello o no exprese una causa de oposición admitida como legitima por el juez
apoderado, las cuales no son definidas, caracterizadas, ni ejemplarizadas por el texto de la ley,
lo que significa que quedan abandonadas a la apreciación del juzgador. En todo caso, este
último deberá siempre ponderar si esta regularización puede tener lugar en la misma audiencia
o si sus características y fines conllevan la necesidad de prorrogar el conocimiento de la
audiencia
A diferencia de lo que sucede con las nulidades por vicios formales, no se exige un texto
expreso, sino que de las menciones generales de los artículos 486 y 593 se puede asumir la
irregularidad, pero si se exige la existencia de una forma de agravio, en lo que coincide con la
otra figura referida, ya que es necesario que la parte que la plantea vea afectar su “sagrado
derecho de defensa” o que posea una magnitud tal que impida al tribunal sustanciar el proceso,
es decir, instruirlo adecuadamente y dictar un decisión fundada en hecho y derecho
debidamente comprobados.
4
Esta solicitud podrá tener lugar mediante instancia dirigida al tribunal apoderado o podrá ser
planteada por conclusiones en audiencia. Aunque el artículo 486 no hace mención del
momento, el artículo 593 en su parte in-fine exige que la misma sea planteada “antes de toda
discusión” a lo cual debe adicionarse la idea general consignada en el párrafo final del artículo
596 de que todas las excepciones “bajo pena de admisibilidad” deben ser presentadas antes
de toda defensa al fondo o medio de inadmisión, de lo cual se evidencia que una vez
presentadas otras excepciones, defensas al fondo o cualquier medio de inadmisión, este
redundará en su irrecibibilidad.
Es válido decir, que este es el único de los incidentes que la legislación admite expresamente
como innecesario acumularlo para ser dictado junto al fondo, lo que de realizarse haría devenir
evidentemente en inútil su planteamiento y dañino al proceso.
Una laguna que se produce en este régimen y que deberá ser cubierta por el tribunal, lo
constituye determinar las consecuencias que se derivan del incumplimiento de la orden de
regularización o su ejecución en forma negligente.
Finalmente, es preciso rememorar las competencias judiciales de los Presidentes del Juzgado
de Trabajo y Cortes de Trabajo en lo que concierne a la ejecución de las sentencias dictadas
por sus respectivos tribunales, en ambos casos (artículos 663 y 706), así como en cuanto a la
materia de referimientos, para el segundo de ellos (Artículos 666 y siguientes del Código de
5
Trabajo). Al quedar enmarcados de esta forma los elementos de atribución a cada tribunal en la
materia laboral, cualquier apoderamiento que verse sobre personas diferentes a las ya
mencionadas o temas que desborden las atribuciones expresamente detalladas, abren la
posibilidad del planteamiento de la excepción de la incompetencia material. Cabe distinguir que
la Suprema Corte de Justicia ha indicado en el caso de las empresas o instituciones estatales
excluidas por el Principio Fundamental III, que ante la exigencia de derechos previstos por el
Código de Trabajo no nos enfrentamos a una situación de incompetencia, sino de una
circunstancia que conlleva al rechazo de la demanda ya que “de lo que se trataba no era de
reclamaciones que correspondieran a otra jurisdicción decidir, sino reclamación de derechos
inexistentes, que como tales no podrán ser concedidos por ningún tribunal” 7.
Esta excepción puede ser planteada por cualquiera de las partes en el proceso, ya que así lo
prescribe el artículo 587 del Código de Trabajo, de forma independiente a que no parece
apropiada la idea de que el propio demandante quien ha iniciado un proceso ante determinado
tribunal, proceda posteriormente a señalar al tribunal que debe desapoderarse por estimarlo no
competente. Este mismo texto prevé la posibilidad de que esta incompetencia pueda plantearse
aún de oficio por el Tribunal apoderado. En este tenor el Legislador no describe las mismas
limitantes que fija el artículo 20 de la Ley 834 de 1978, aunque no nos resta dudas que, en
consonancia con el subsiguiente artículo 24, parte in-fine, la designación que hace el Tribunal
se impone a las partes y al juez del envío. En lo relativo a su momento de presentación, el
legislador no hace ninguna distinción, lo cual podría conducir a afirmar que lo seria en cualquier
etapa del proceso, pero de acuerdo a la regla fijada en el párrafo final del artículo 596, debe
preceder a toda defensa al fondo o medio de inadmisión. El artículo 589, establece como regla
general para todas las excepciones de declinatoria, en consonancia con el artículo 534 del
Código de Trabajo, que ella “se juzgará con lo principal”.
2-) La excepción de incompetencia en razón del territorio encuentra, por su lado, sustento en
las previsiones que sobre el apoderamiento abarcan los artículos 483 y siguientes, al tomar
como referencia la ubicación geográfica de los tribunales con respecto al lugar de desarrollo de
los hechos. Para los Juzgados de Trabajo, los criterios de fijación de la competencia para litis
entre empleadores y trabajadores lo son, en un orden estrictamente jerárquico: 1º El lugar de la
ejecución de la relación de trabajo y en caso de ser en varios lugares, se produce una opción
entre tales lugares para el demandante; 2º Por el lugar de domicilio del demandado; 3º Por el
lugar de celebración del contrato, si el domicilio del demandado es desconocido o incierto, y 4º
Si son varios demandados, se podrá optar entre los domicilios de cualquiera de ellos. En las
demandas que conciernen a trabajadores, la distribución de la competencia (artículo 484)
toman como primera pauta el lugar de domicilio del demandado, luego podrá darse una opción
de domicilios, si son varios los demandados y, finalmente en caso de que los anteriores
criterios sean infructuosos y no respondan a la necesidad de apoderamiento, se podrá hacer
uso del domicilio del propio demandante.
Para las Cortes, el artículo 485 del Código de Trabajo configura como criterio primordial la
determinación de la circunscripción geográfica del Juzgado de Primera instancia que haya
dictado la sentencia objeto de recurso o donde se sucede el conflicto con naturaleza de huelga
o paro, objeto de calificación. Vale agregar aquí, que la Corte de Trabajo es apoderada con
este mismo criterio último, en los casos de autorización para el despido del trabajador protegido
por el fuero sindical o del tribunal cuyo miembro es recusado, solo alterándose en las
situaciones de reenvío y apoderamiento por la Suprema Corte de Justicia en los casos de
recurso de casación. Esta variedad de la excepción de incompetencia, solamente podrá ser
planteada por la parte demandada en el proceso que la motiva. De igual manera, ella esta
limitada en el tiempo, ya que solo puede plantearse antes de la producción y discusión de las
pruebas, debiendo admitirse que en caso de no hacerlo así, se asume como aquiescencia
tácita a que el caso sea juzgado por el Juez hasta ese momento apoderado, lo que es
admisible por no constituir este un asunto de estricto orden público. Sin embargo, aún la
necesidad de plantearse ante la producción y discusión de las pruebas la aplicación del artículo
589, hace que solo sea decidida junto a lo principal, a pesar de cierta resistencia doctrinal en
este sentido. Ante la participación supletoria del procedimiento civil, debe admitirse la aplicación
a la especie del artículo 3 de la Ley 834 de 1978, por el cual queda obligada la parte que
promueve esta incompetencia “a pena de admisibilidad, motivarla y hacer conocer en todos los
casos, ante cual jurisdicción ella demanda que sea llevado el caso que se trate”. La utilidad de
7
B. J. 1064, Julio de 1999, Págs. 710-717. Se le reconoce como una falta de derecho: B. J. 1091, Octubre 2001, P.
1020-1026 y B. J. 1110, Mayo 2003. P. 575-581.
6
esta medida es evitar el continuo planteamiento de esta excepción ante un nuevo tribunal
apoderado, lo que resta impedido desde que su propio planteamiento sirve a definir este, así
como que pudiere producirse un limbo jurídico con relación al tribunal que deba continuar con
el conocimiento del proceso. Al igual que como hemos apuntado, esta decisión habrá de
imponerse a todas las partes y al nuevo Juez apoderado, por efecto del artículo 24 de la Ley
834 de 1978.
3-) Las excepciones de declinatoria por litispendencia y conexidad: El propio artículo 588
incluye en forma escueta la mención de estas excepciones, sin que de ninguna otra disposición
del cuerpo legal laboral puedan extraerse consecuencias o características propias a ellas, más
que las que derivan en forma común para estas y la incompetencia territorial, otorgando el
monopolio de su presentación a la parte demandada y siempre que ello tenga lugar previo a la
producción y discusión de las pruebas, con lo cual se establece un límite fatal en el tiempo
procesal, cuya llegada contraerá su irrecibibilidad. Tomando en cuenta estas escasas
disposiciones y la ausencia de otras previsiones que complementen su régimen en lo laboral,
estamos obligados a recurrir a las disposiciones que sobre las mismas fija la Ley 834 de 1978
sobre el procedimiento civil. En lo relativo a la litispendencia, la característica que la define es
el hecho de que nos enfrentemos a un mismo litigio pendiente ante dos jurisdicciones del
mismo grado igualmente competentes. La existencia del mismo litigio requiere que nos
enfrentemos a una litis que envuelva a las mismas partes, sustentada en una misma causa y
persiguiendo un mismo objeto; por el otro lado, la idea de la existencia de dos jurisdicciones
del mismo grado (Juzgados o Cortes de Trabajo) que resulten igualmente competentes, se
constituyen en un elemento de escasa posibilidad de presencia dentro de las estrictas reglas de
competencia que derivan del Código de Trabajo. A pesar de lo expreso del texto del artículo 28
sobre litispendencia entre jurisdicciones de un mismo grado, el subsiguiente artículo 30 expresa
la posibilidad de que esta se presentara ante jurisdicciones de grados diferentes. En caso de
admitirse como presente la situación de litispendencia, la jurisdicción que haya resultado
apoderada en segundo lugar en el tiempo deberá desapoderarse en provecho de la apoderada
en un primer momento.
A diferencia de lo que hemos visto sucede en el Derecho del Trabajo Dominicano, en la materia
civil esta excepción puede ser presentada de oficio por el tribunal apoderado. En cuanto a la
conexidad, esta viene delimitada por la idea de que nos encontramos ante jurisdicciones
distintas, apoderadas de asuntos que aunque diferentes (lo que le distancia de la
litispendencia), poseen lazos entre ellos que por interés de una buena administración de
justicia, conviene “hacerlos instruir y juzgar conjuntamente”. En esta ocasión se trata de una
apreciación que deberá realizar el juzgador sobre la existencia o no del lazo que une a los
casos y de la forma en que uno podrá influir sobre la suerte del otro, de manera tal que resulte
prudente para la adecuada administración de justicia, que estos puedan ser conocidos y
decididos mediante una única instrucción y por el mismo fallo, lo que evidentemente ahorrará
contradicciones de decisiones, aún fuere en aspectos secundarios. A diferencia de la obligación
que se impone al tribunal segundo apoderado en materia de litispendencia, el caso de la
conexidad no establece imposición legal a ninguno de los tribunales de desapoderarse por
primacía en el tiempo de apoderamiento. No obstante, el subsiguiente artículo 30 fija el deber
de desapoderarse para una jurisdicción de grado inferior, cuando existe diferencia de grados
entre las jurisdicciones apoderadas. En el caso de la conexidad planteada tardíamente, esta
puede ser descartada si se verifica una intención dilatoria, en virtud del artículo 31 de la
estudiada ley 834, sin embargo, esto solo parece propio a la materia civil que habilita su
exposición en todo estado de causa, ya que tal como se apunto en forma previa, en la materia
laboral ella necesita ser traída a colación antes de la producción y discusión de las pruebas. Tal
y como sucede para la incompetencia, en la aplicación de estas excepciones la decisión que
resulta se impone tanto a la jurisdicción de envío como a la desapoderada (artículo 33). En
caso de doble desapoderamiento, la última decisión en el tiempo se tendrá como no intervenida
(artículo 34).
Nos parece de interés tomar en cuenta, la situación que podría presentarse en caso de que las
litis envueltas en la decisión de la conexidad integrara a las mismas partes y las consecuencias
que el artículo 505 del Código de Trabajo contare para estas hipótesis de demandas. De igual
manera, otra situación que amerita cuidadosa atención es la práctica que contraría al artículo
7
589 del Código de Trabajo, ejercen los Tribunales (al menos en esta jurisdicción de Santiago)
de decidir sin acumular y esperar la total instrucción del proceso, estos incidentes de
litispendencia y conexidad. En todos los casos la parte que promueve la excepción debe
aportar elementos de prueba que permitan establecer suficientemente la existencia de cada
uno de las condiciones que dan lugar a la aplicabilidad de la excepción invocada.
4-) Otras excepciones: este examen no resultaría ajustado al interés practico perseguido, si
obviamos la existencia de otras excepciones que aunque no expresamente mencionadas por el
Código de Trabajo, se encuentra en condiciones de influir sobre el desarrollo del proceso de
que se trata, en mayor o menor medida; en honor a esta posibilidad es procedente hacer
referencia a las excepciones de la fianza “Judicatum Solvi”, las excepciones dilatorias y la
excepción de inconstitucionalidad. Al hacer mención de la denominada fianza “Judicatum Solvi”,
debemos afrontar el examen de los artículos 16 del Código Civil y 166 del Código de
Procedimiento Civil, los cuales sustentan: “En todas las materias y todas las jurisdicciones, el
extranjero transeúnte que sea demandante principal o interviniente voluntario estará obligado a
dar fianza para el pago de las costas y de los daños y perjuicios resultantes de la litis, a menos
que posea en la República inmuebles de un valor suficiente para asegurar el pago” y “el
extranjero transeúnte que actúe como demandante principal o interviniendo ante cualquier
tribunal o juzgado de la representación no sea un juez de paz si el demandado la propone ante
de toda excepción, deberá afianzar previamente el pago de las costas y de los daños y
perjuicios a que pudiere ser condenado”, respectivamente. En este orden de ideas se fija el
deber de todo demandante de nacionalidad extranjera, que en condición de transeúnte, en
cualquier materia y grado que asuma tal calidad, aún a titulo de interviniente voluntario, de
prestar tal fianza. Esta condición solo se exceptúa cuando este pueda aportar prueba de una
consignación o de la posesión de inmuebles suficientes en el territorio de la República que
aseguren el pago de posibles condenaciones en daños y perjuicios y costas por efecto del
proceso a conocerse (artículo 177 del Código de Procedimiento Civil).
En este punto es bueno, hacer mención, de que aunque no expresamente admitida como tal, la
necesidad de renovación de instancia que deriva de los artículos 341 y siguientes del Código
8
Tavarez Hijo, Froilán; Elementos de Derecho Procesal Civil Dominicano, VII, 8va. Ed. Editora Corripio, C. por A.,
1995, Págs. 209-210.
9
Así lo concibe Froilán Tavarez Hijo: Ibíd., pág. 204.
8
de Procedimiento Civil, actúa como incidente, ante la necesidad de poner en causa a los
causahabientes de un demandante fallecido en curso de un proceso o conseguir que se
produzca la renovación para el demandado cuyo abogado desiste o fallece en curso del
proceso, lo cual conllevaría la necesidad de otorgar oportunidad a los afectados para actuar en
consecuencia, lo que evidentemente viene a alterar el desarrollo regular del proceso, aunque
con relación a este último punto, tal posibilidad es objeto de discusión en la materia. 10
La otra versión de excepción dilatoria reconocida, es aquella que busca garantizar la protección
de los derechos de un cesionario de un derecho real o de un crédito, contra las turbaciones que
puedan producirse sobre el ejercicio de su derecho o cuando existe más de un obligado a
cumplir la misma deuda, según se desprende de los artículos 1626 y siguientes, 1693 y
siguientes del Código Civil. De forma muy parecida, se encuentra la situación de los co-
herederos ligados por una deuda indivisible, en la forma estipulada por el artículo 1225 del
Código Civil, en cuyo caso si solo uno es demandado, este podrá exigir la oportunidad de poner
en causa a los restantes. En el primero de los casos abría la posibilidad de asumir la forma de
una demanda en intervención, no así en el segundo de ellos, como veremos más adelante; en
todo caso no es aplicable a la materia laboral el plazo de la octava franca definido por el
artículo 175 del Código de Procedimiento Civil.
Un aspecto interesante, es aquel que resulta de la visión promovida por el mismo fallo ya citado
y admitido por la doctrina, en cuanto a que este incidente puede ser promovido válidamente de
oficio por el juez apoderado, ya que “el deber de los jueces de aplicar la Constitución implica la
obligación de inaplicar y desaplicar las normas inconstitucionales (…)” 12.
Además debe añadirse al tenor del artículo 42, aquellas que devienen del incumplimiento de las
reglas de fondo para los actos del procedimiento, como son los datos que les otorgan sus
características, por ejemplo, a los actos de alguacil (artículos 61 del Código de Procedimiento
Civil y 512 del Código de Trabajo). Para esto no es exigible que se demuestre la existencia de
un agravio, ni se exige un texto expreso que así lo imponga, pudiendo ser invocadas en todo
estado de causa e incluso ser promovidas de oficio, cuando la regla violada tiene un carácter
de orden público o consiste en la falta de capacidad para estar en justicia.
Ahora, si ella ha sido cubierta antes de su exposición y el juez estatuir, no deberá ser
pronunciada o en caso de ser presentada tardíamente, con intención dilatoria, podrá ser
10
Ver opinión contraria: Alburquerque, Rafael, Derecho del Trabajo, T. III, Editora Lozano, C. por A., Sto. Dgo.
1999. Pag. 216.
11
B.J. 877, diciembre de 1983, pág. 3876.
12
Jorge Prats, Eduardo. “Derecho Constitucional”. V. I, Gaceta Judicial, Sto. Dgo. 2003, pág. 327
9
desechada por el tribunal. Hasta lo ahora expuesto es la forma en que lo plantea el derecho
civil, sin embargo, la materia laboral abandona en gran parte este régimen y le otorga otras
características, iniciando esta distanciación en la parte in fine del artículo 486, al expresar “la
nulidad por vicios no formales solo puede ser declarada en los casos de irregularidades que
perjudiquen derechos de las partes o que impidan o dificulten la aplicación de ley”. Puede
decirse que el legislador es más que expreso al señalar que siempre que se plantea una
irregularidad de fondo, se necesitan el agravio a la parte contraria o al adecuado desarrollo del
proceso, lo que significa que no se persigue el cumplimiento de las formas “por las meras
formas”. Ahora bien, esta diferencia con el régimen civil pareciera resultar, de alguna manera,
mínima y cuasì-imperceptible, cuando nos internamos en la ponderación de los artículos 590 y
siguientes del Código de Trabajo, el primero de los cuales clasifica que tipo de situaciones
deben entenderse como generadoras de las nulidades de fondo, a saber: 1ero. Actuaciones o
diligencias verificadas antes de la expiración del plazo legal que deba precederle; 2do. Iguales
premisas, verificadas después de expirado el plazo correspondiente; y 3ero. Toda diligencia o
actuación practicada por terceros en nombre de cualquiera de las partes en violación a las
previsiones que sobre la representación por 3eros definen el artículo 502 Código de Trabajo
(necesidad de poder escrito, declarado o confirmado por el representado para todo mandatario
que no posea la calidad de abogado).
Fuera de este último caso que rememora las disposiciones civiles inicialmente citadas, los
demás planteamientos reniegan la naturaleza de la nulidad y constituyen más bien expresiones
de inadmisibilidad por extemporaneidad o perención de plazos 13. En tales condiciones, el
incumplimiento de los deberes de las partes en los plazos predispuestos establece, a la vista
del Código de Trabajo, una irregularidad que vicia de nulidad la actuación a ejecutar y por lo
tanto deberá tenerse como no habida, siempre que con ello se haya dificultado el derecho de
defensa de una de las partes u otro derecho consagrado con carácter de orden público, o si en
cualquier forma dificulta la aplicación del Código o los reglamentos de trabajo. Dos
puntualizaciones resultan de interés para remarcar las distancias entre los regímenes civil y
laboral: De un lado, esta figura puede ser planteada por la persona que se siente afectada,
como es evidente, pero además, ella puede ser acogida de oficio por el tribunal, sin
diferenciación en cualquiera de los casos (1), así como en cualquier estado de causa (2), con lo
cual se le otorga al juez un poder extremadamente amplio al momento de apreciar la existencia
de la denominada nulidad.
En otro orden, el artículo 592 del Código de Trabajo habilita la posibilidad de que el asunto
continué conociéndose en una próxima audiencia, lo que pareciera fijar la idea de que se ha
dicte decisión de forma previa a conocer del fondo del asunto y luego de este dictado, se de
continuidad al proceso, lo que parece implícitamente conllevar la inaplicación del artículo 534
del mismo código. A pesar de la visión limitada ofertada por el Código de Trabajo, luce
admisible la idea de la aplicabilidad de los textos civiles sobre las nulidades de los actos de
procedimiento y de la no necesidad de estatuir sobre ellas si han sido cubiertas previamente.
E) Los Medios o fines de inadmisión: Estas figuras del procedimiento son admitidas como
medios de defensa con un carácter intermedio entre la defensa al fondo y las excepciones,
reconociendo una naturaleza mixta por la cual se asimilan a las defensas al fondo en sus
efectos, ya que entrañan dejan sin valor las demandas de manera definitiva, pero se asemejan
a las excepciones en cuanto rehúyen el debate del fondo del asunto, contradiciendo la
demanda en otro terrero14. Estos son calificados legalmente por el artículo 586 del Código de
Trabajo, en la forma siguiente: prescripción extintiva, aquiescencia válida, falta de calidad, falta
de interés, falta de registro de las asociaciones de carácter laboral y cosa juzgada; no obstante,
tal enumeración resulta meramente enunciativa ya que además tal texto expresa que posee
esta misma calidad “cualquier otro medio que sin contradecir el fondo de la acción la hagan
definitivamente inadmisible”. En adición a estos el artículo 44 de la ley 834 de 1978, incluye
como fines de inadmisión la falta de derecho para actuar y el plazo prefijado, dejando el
legislador sembrada la duda de si su intención ha sido excluirlos del ámbito laboral, darles otra
categoría o dejar que sean tomados en cuenta por la vía abierta en el párrafo intermedio del
articulo primeramente citado. No obstante, algo de lo cual no resta espacio a dudas es que
sendas situaciones previstas por el propio Código de Trabajo, conllevan la oportunidad de
declarar la inadmisibilidad de las reclamaciones vertidas en las condiciones por ellos previstas;
13
En este sentido: Disla, Luis Fernando. Ob. Cit, pag. 234
14
Vincent, Jean et Guinchard, Serge. Procedure Civile, Dalloz, Paris. 2002. Pag. 181.
10
a saber: 1) la extinción de acciones derivadas del artículo 505 del Código de Trabajo; y 2) la
caducidad de derechos reconocida por el artículo 704 del mismo cuerpo legal.
Para un desarrollo más comprensible de las figuras señaladas, concentrémonos en los detalles
característicos de las mismas:
1) La prescripción extintiva:
La existencia de fin de inadmisión encuentra sustento en el hecho de que el ejercicio de todas
las acciones en el campo de lo jurídico tiene un tiempo delimitado, a partir de cuyo vencimiento
esta acción pierde su efectividad, es decir, se produce la extinción del derecho a accionar para
hacer efectivo el derecho pretendido. En el caso de la materia laboral estos plazos de
prescripción se caracterizan principalmente por su brevedad y como se observa a partir del
contenido de los artículos 701 al 703 del Código de Trabajo, ellos oscilan entre un mínimo de
un mes (horas extraordinarias), dos meses (valores derivados del desahucio, despido o
dimisión, es decir, las indemnizaciones por terminación voluntaria y con responsabilidad para
las partes), hasta un máximo de tres meses (cualquier otra reclamación derivada del contrato o
con carácter extracontractual, pero propia a la materia). La doctrina sustenta como la base que
la fundamenta, dentro de la categoría de tipo breve, la presunción de pago. Siendo así, resulta
de puro interés privado y no puede ser traída a colación por el juez de oficio, sino solamente
por la parte interesada (B. J. 641, Diciembre de 1963, pàg. 1397, B. J. 1059, febrero de 1999,
P. 518-523, entre otras varias). Tampoco se admite como promovible por primera vez en la
etapa de casación.
De acuerdo al artículo 704 del Código de Trabajo, ella inicia a correr al siguiente día de la
conclusión del contrato, a lo que el subsiguiente artículo 705 integra la idea de que ella puede
verse afectada por las causas de interrupción que reconocen los artículos 2242 y siguientes del
Código Civil. Es interesante hacer notar que el texto del Código resulta mudo sobre las causas
de suspensión que describen los artículos 2251 del Código Civil, otro hueco que viene a crear
la interrogante sobre las intenciones expresas de omitir figuras por el legislador laboral o de los
“gazapos” que se suscitaron en el curso de la redacción del Código. Corresponde igualmente,
tomar en cuenta en el examen del medio descrito, aquel que hemos sugerido incluir,
consistente en la caducidad derivada de la parte final del artículo 704 cuando impone “que en
ningún caso puedan reclamarse derechos nacidos con anterioridad al año de haberse
terminado el contrato”. Esta caducidad viene a afectar directamente el derecho del acreedor.
En caso de que la deuda o derecho que se pretende lograr su cumplimiento sean reconocidos
o confesados mediante documento escrito por la parte perseguida, se produce la denominada
novación de la prescripción, la cual consiste en la modificación de los brevísimos plazos ya
indicados por la más larga prescripción en nuestro régimen de derecho, según lo reconoce la
jurisprudencia constante (B. J. 660, Nov. De 1965, P.985, B. J. 1060, Marzo de 1999, Págs.
699-706, entre otras). Otra forma en que los efectos de la prescripción cumplida decaen, lo es a
través del juramento deferido, según se extrae del artículo 2275 del Código Civil, no obstante
esto solo procede si la deuda perseguida ha sido establecida y no si ella tiene un carácter
eventual (B.J. 681, agosto de 1967, págs. 1498-1502 y B. J. 727, junio de 1971, pág. 1898-
1905).
2) La Aquiescencia Válida:
Ella consiste en el sometimiento voluntario o aceptación de una de las partes a las
pretensiones de la otra parte en el proceso. Ella trae conmigo un abandono de los derechos
propios, por lo tanto conlleva la necesidad de que sea ofertada por aquel con derecho para
disponer. Puede ser expresa, en tanto el que la otorga la reconozca mediante declaración
formal, o resulta implícita, cuando las actuaciones no dejan lugar a dudas sobre la intención a
adherirse a lo solicitado o se omite realizar las tareas que permiten preservar el derecho del
aquiescente, sin reservas. De parte del aquiescente se produce una sumisión a la demanda o
planteamiento intervenidos en su contra, lo que restará interés a otras persecuciones o a
posibles recursos. Sin embargo, en su momento la jurisprudencia ha expresado que la
aquiescencia a un recurso interpuesto debe realizarse de manera formal (B.J. 510, enero de
1953, pág. 9 y B.J. 528, julio de 1954, págs. 1475-1476). En todo caso, cuando ella versa
sobre la demanda consiste en la admisión de lo bien fundado de la reclamación, mientras que
cuando se otorga aquiescencia a la sentencia notificada, simplemente se trata de la renuncia
al ejercicio de las vías de recurso que pudieren encontrarse abiertas.
11
3) La Falta de Calidad:
Para la doctrina más reciente en Francia y los redactores del nuevo Código de Procedimiento
Civil15 se disfruta de ella cada vez que se posee un interés directo y personal en obtener la
solución del litigio. Sin embargo, esta solución no es total y absoluta, ya que en ocasiones se
otorga a cualquier calidad para actuar por los intereses de un grupo o comunidad ciertas
autoridades que defiende interés de otros, lo que no debe ser confundido con el poder de
representación que se otorga a un mandatario a favor de en quien descansa verdaderamente
la calidad. Puede decirse que esta consiste en el derecho de solicitar del juez el examen de la
pretensión o como lo reconoce el maestro Froilán Tavárez Hijo consiste en “la facultad legal
para obrar en justicia, o lo que es igual, el titulo con que se figura en un acto jurídico o en un
proceso”16. En todo caso la ausencia de esta condición necesaria en origen, para el ejercicio
de la acción, hace irrecibible toda pretensión que se pretenda plantear.
4) La Falta de Interés:
El interés es la otra condición de carácter esencial para la recibibilidad de la acción y es
hartamente reivindicado por los axiomas jurídicos que señalan: “el interés es la medida de la
acción” y “sin interés no hay acción”. Poseer el interés es justificar una ventaja de carácter
pecuniario o moral que obtener, que es lo que sustenta la el ejercicio de la acción. Este debe
poseer, según se acostumbra a exponer, las características de concreto, jurídico, legítimo,
nacido y actual. Desde la óptica de nuestra Suprema Corte de Justicia se carece de interés
cuando “habiendo sido desinteresado con el cumplimiento de una obligación a su favor o,
habiendo dado asentimiento a una situación jurídica, se inicia acciones judiciales en
reclamación del cumplimiento de esas obligaciones ejecutadas o liberadas” (B. J. 1044,
noviembre de 1997, p. 226). Es así que la falta de interés se encuentra en estas diversas
situaciones o cada vez que el mismo deje de reunir una de las características que lo
conforman.
5) La Cosa Juzgada:
Es una autoridad que se reconoce a los actos jurisdiccionales a la luz del artículo 1351 del
Código Civil, sustentado en una presunción de verdad que sirve a fortalecer el imperio que el
Estado otorga a la decisión judicial, quien se impone a todos los participantes activos o pasivos
del proceso, por entenderse regular y ajustada a la voluntad de la ley. Pero además ella no solo
supone un límite a las partes, sino también para el propio juez, quien ve su poder extinguirse al
momento de haber fallado. Esta autoridad radica en toda sentencia con carácter definitiva y, en
principio, se refiere al contenido de su dispositivo. Ella exige la presencia, de conformidad al
artículo 1351 del Código Civil, de la triple identidad de puntos: partes envueltas, el mismo
objeto de la demanda y e identidad de causa de la litis.
Existe desde que la sentencia es dictada, pero adquiere toda su connotación en la medida que
las partes renuncian a las vías de recurso, ellas están cerradas legalmente o se agotan los
plazos para su presentación.
Es un hecho de carácter indudable que la carencia de capacidad impide a toda persona física o
moral presentarse en justicia, no obstante, por lo que hemos examinado previamente tal
incapacidad es descrita como una causa de nulidad de fondo desde la óptica del procedimiento
civil, de donde vale cuestionarse si es posible que un hecho de la misma naturaleza jurídica
pueda admitirse como calificable de dos maneras diferentes, dependiendo de la materia de
Derecho que nos ocupe.
6) La extinción de la acción:
El artículo 505 del Código de Trabajo contrae la obligación de todo demandante a titulo
principal o incidental, de acumular en una misma demanda todas las acciones que pudiese
ejercitar, bajo la premisa de un deber de acumulación o concentración de acciones, entendible
en una materia que apela como características sustanciales a la “simplicidad” y “ brevedad” de
15
Ibid, pág. 140
16
Tavarez Hijo, Froilán. Ob. Cit., pág. 85
12
sus procesos. Como contraparte, el incumplimiento de esta obligación lleva la sanción la
extinción de las acciones no acumuladas, siendo esto así, las acciones nacidas al momento de
ejercer una demanda, que no han sido incluidas en su contenido, ipso-facto pierden su valor
jurídico y se elimina el derecho a accionar. Una excepción expuesta por el mismo texto permite
sobrevivir a cierta clase de acciones: podrán ser interpuestas, sin aplicación de esta sanción,
aquellas cuyo carácter sea de orden público en la presente materia. Es todo caso, las costas
relativas a esta demanda posterior no serán exigibles por el demandante, en ningún caso.
Desde nuestro parecer, suerte parecida a esta es aquella que debe otorgarse a la no
presentación de las demandas reconvencionales en la forma que este mismo Código (artículo
515) prevé.
Puede extraerse de la aplicación de los artículos 505 y 704 del Código de Trabajo que nos
enfrentamos a sendas situaciones de plazo prefijado no cumplido, para el ejercicio de las
acciones. En sentido general, se hace prudente manifestar que todos los medios de inadmisión
que hemos referido son, en tal calidad, hábilmente presentables en cualquier estado de causa,
contrario a las limitaciones que en materia de excepciones fija el propio código. Ellos son
necesariamente presentados por la parte interesada, sin necesidad de justificar un agravio o
referir un texto específico que lo prescriba. Fuera de las situaciones expuestas, solo se
reconocen dos posibilidades para el juez hacer valer de oficio estos tipos de medios. Cuando
tienen un carácter de orden público, a cuyos fines el artículo 47 de la ley 834 de 1978,
ejemplariza este con la inobservancia de los plazos para el ejercicio de las vías de recursos; y
de otro lado, el juzgador puede traer a colación de oficio, el medio que deriva de la falta de
interés. La presentación de todos los medios que vienen de describirse en una forma que el
juez pueda examinar como tardía o dilatoria, no da lugar a desecharla, pero si habilita la
posibilidad de que el proponente pueda ser condenado a una indemnización de daños y
perjuicios, en lo que pareciera ser una aplicación del Principio Fundamental IV, sobre la buena
fe en el ejercicio de los derechos.
F) Recusación e inhibición:
Los mecanismos objeto de análisis en este punto no se constituyen propiamente en incidentes
en el sentido que el procedimiento pretende fijar, aunque ejercen influencia similar en cuanto
podrán generar que el proceso vea detener su curso regular. Esto así, porque una vez una
parte en el proceso, a los fines de preservar lo que entiende es la necesaria independencia e
imparcialidad que se reconoce como elemento esencial en el órgano encargado de impartir
justicia, presenta el alegato de recusación o a los fines de preservar la transparencia e
idoneidad del sistema judicial, un miembro del tribunal presenta su inhibición motus propio, el
desarrollo del proceso habrá de sufrir una cuestión incidental en su seno que deberá ser
resuelto antes de la continuidad del conocimiento del fondo de los hechos. El Código de
Trabajo practica el examen de estas figuras a partir de los artículos 597 y siguientes, iniciando
con la descripción de las situaciones admisibles como causas de recusación, las cuales
esencialmente versan en orden a la posesión de intereses personales por el juez, sus
conyugues o familiares en el asunto, convivir bajo el mismo techo que alguna de las partes,
haber opinado del asunto, sostener o haber sostenido litis con las partes, o que lo haya sido por
parte de su conyugue o parientes y el mantenimiento de una actitud hostil contra la parte o su
mandatario. La práctica conlleva a la aplicación no solo de este texto específico, sino a hacer
valer las causas que adicionalmente exponen los artículos 378 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil.
Es interesante apuntar que estas causales no solo afectan al juez o jueces, sino que también
que se proyectan sobre los vocales, para quienes se añade la causa de haber estado ligados a
alguna de las partes por contrato de trabajo terminado por voluntad unilateral, en curso de los 6
meses precedentes a la introducción de la demanda. También se otorga al miembro del tribunal
solicitar su exclusión del proceso, sin necesidad de identificar las circunstancias particulares
que lo mueven a ejercer tal solicitud (art. 598 parte in fine).
Los artículos 599 y siguientes se encargan de detallar el procedimiento a seguir, del cual solo
precisaremos que se caracteriza porque su presentación acoge la simplicidad propia a la
presentación de la demanda (escrita o por declaración en secretaría), reconoce el derecho de
defensa al recusado y que la decisión a dictarse en breve plazo ( 5 días), no es susceptible de
ningún recurso, con lo cual se distancia expresamente del régimen previsto en la materia civil,
simplificando decididamente la suerte que corre el asunto. La decisión habrá de provenir la
Corte de Trabajo para el caso que atañe a los miembros del Juzgado de Trabajo, mientras que
13
con respecto a los miembros de la primera, lo será por la Suprema Corte de Justicia. No se
establece ningún momento específico para la presentación de este planteamiento, ni se
condiciona (lo que hace el Código de Procedimiento Civil), así como tampoco se establecen, en
principio, consecuencias ante el hecho de que las mismas tengan lugar en forma temeraria o
meramente dilatoria.
G) Demandas Incidentales:
Dentro de esta categoría, que sirve de colofón al presente análisis, debemos ubicar las
demandas en intervención y la demanda en perención de la instancia, aunque debemos
confesar que para este título hemos tomado “prestada” una expresión que la doctrina utiliza
para definir un grupo de demandas que tienden a extender la esfera del proceso, a lo cual solo
responde uno de los dos tipos de demandas (Demandas en Intervención) que vienen de
describirse y que resultan complementadas en su acepción original por las demandas
adicionales (de discutible existencia en la materia laboral) y las demandas reconvencionales.
Así que contando con el perdón de los “dioses que habitan en el Olimpo” ortodoxo del Derecho
Civil, procederemos a examinar el caso de las mencionadas demandas, iniciando con lo
concerniente a la intervención. Las intervenciones pueden ser clásicamente consideradas de
dos formas: voluntarias, en caso de que un tercero con interés legitimo pretenda integrarse a
un proceso iniciado en defensa de unos intereses propios (tal como lo describe el artículo 602
del Código de Trabajo), aunque ello conlleve la necesidad o la postura de compartir la defensa
de la posición de una de las partes; o forzosa, cuando la intervención del tercero es exigida o
diligenciada por una de las partes originales en el proceso (artículo 607 del Código de Trabajo).
Para los fines de la intervención esta deberá ser ejecutada en la misma forma en que se
presenta una demanda original, tal como expresamente lo menciona el artículo 608 del Código
de Trabajo y resulta del estudio del detalle que fija el articulo 603 precedente, el cual
prácticamente viene a copiar el contenido del artículo 509 del mismo Código. Dos salvedades,
más que necesarias, de lógica elemental derivan del texto del mencionado artículo 603, que
entendemos aplicables de forma general: la exigencia de que se mencionan los datos
personales con que se cuenten sobre nombre, profesión y domicilio de los demandantes y
demandados originales, pero sobre todo la descripción del interés legitimo que se alegue para
intervenir. En nuestra opinión, es aquí donde descansa la razón de ser la intervención, ya que
si no se es capaz de plantear tal justificación, simplemente carece de sentido la demanda
iniciada y no deberá prosperar en forma alguna, lo que nos coloca de nuevo en el ámbito de las
condiciones que debe reunir el interés de toda persona que ejerce una acción en justicia.
Los restantes textos aunque sitos en apartados particulares del código que marcan diferencias
entre una modalidad y otras, nos atrevemos a afirmar que sirven en forma general a agotar el
procedimiento de la intervención, excepción hecha del artículo 606; veamos: El artículo 604
dice en forma precisa: “En ningún caso será admisible la intervención después de
celebrada la audiencia de producción y discusión de pruebas”, lo que resulta claro
produciría una extensión de un proceso instruido y podría convertirse en un arma de retardo
para la parte que vea su situación jurídica como desventajosa, una vez los medios de prueba
han sido agotados. Además, la mención general con que se comienza el artículo, viene a
reforzar este parecer.
Finalmente el artículo 609 ordena que la decisión sobre la intervención y la demanda principal
sean objeto de un único fallo. En este sentido, nos parece que esta mención es
sobreabundante, ya que esto, de manera organizada y ajustada a la naturaleza de estas
demandas, no podría ser de otra forma. Las demandas en intervención tienen como elemento
común que ellas conllevan la inclusión al proceso de un tercero o que son promovidas por
estos, quienes resultan diferentes a las partes, por lo que no son admisibles si provienen de
personas con calidad común a los participantes o que se encuentran representados por ellos,
con las salvedades que resulta de las actuaciones fraudulentas en contra de acreedores o
14
causahabientes, tal como reconocen la doctrina y jurisprudencia en materia de tercería. De
otro, nos enfrentamos a la denominada perención de la instancia, regida por los artículos 397 y
siguientes del Código de Procedimiento Civil. Esta figura consiste en la extinción de toda
instancia iniciada por un demandante o un recurrente, ante su inacción, durante el plazo legal
de 3 años contados desde la última actuación procesal válida a su cargo.
3) Ella necesita ser planteada en la forma de una demanda por la parte que pretende
prevalecerse de esta presunción de abandono de la instancia, por lo cual no será aplicada de
oficio por el tribunal que conoce de la litis; es evidente que solo la parte que obtenga un
provecho de la declaración de perención, puede mostrar un interés legítimo en realizar dicho
planteamiento.
Ella puede ser adicionalmente expuesta por vía incidental, según acepta la doctrina 21, si se
realiza un acto de persecución luego de vencido el plazo de los 3 años. Esta perención, a la luz
del artículo 401 del Código de Procedimiento Civil, abarca todos los actos que han motivado y
sido parte de la instancia, por lo tanto los actos que se han cursado durante el mismo no
podrán en lo adelante, ser opuestos ni servir de apoyo a ninguna otra actuación, lo que
conlleva que su efectividad resta anulada y como si nunca se hubiere efectuados. Si ha tenido
lugar en apelación, al decaer el recurso, la sentencia del primer grado mantendrá todos sus
efectos, lo mismo la de apelación, cuando se dicta la perención del recurso de casación.
Cabe hacer mención, que la aplicabilidad de esta figura a la materia que nos ocupa no es
unánimemente aceptada, a pesar de la posición asumida por la jurisprudencia, ya que según el
Dr. Rafael Alburquerque el impulso del proceso corresponde al juez y no a las partes, por lo que
ella solo es admisible a nivel de Casación22.
BIBLIOGRAFIAS
Hernández Rueda, Lupo. "Manual de Derecho del Trabajo", Tomo I y II. Sexta
edición. Editora Corripio, Sto. Dgo., Rep. Dom., 1994.
Alburquerque, Rafael. "Derecho del Trabajo", Tomo I y II. Editora Lozano, C. x A., Sto.
Dgo., 1997.
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