La Venida Del Señor

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PBRO.

CARLOS ANTONIO PÉREZ

La Venida
del Señor
Pérez, Carlos Antonio
La venida del Señor/ Carlos Antonio Pérez. - 1a ed . - San Nicolás
Centro de Difusión del Santuario María del Rosario de San Nicolás;
San Miguel de Tucumán: Cristo Hoy, 2017.
100 p. ; 19 x 13 cm.

ISBN 978-987-28083-7-2

1. Religión Católica. I. Título.


CDD 238.2

© 2017 by Centro de Difusión del


Santuario María del Rosario de San Nicolás
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Todos los derechos reservados.

ISBN 978-987-28083-7-2

Diseño editorial y de cubierta


Bi Creativa Estudio
[email protected]
Fbk: bicreativaVinilos
Twitter: @bicreativa
“tengan ánimo y levanten la cabeza,
porque está por llegarles la liberación”

(Lucas 21,28)

5
Índice

Introducción.................................................................11

PARTE I
“¡Ven Señor Jesús!” (Ap 22,20)

Capítulo I
1. María, camino de Esperanza............................15
2. ¡Vuelvan a Mí y yo los sanaré! .........................18
3. La gravedad de los tiempos presentes..............25

Capítulo II
1. La última prueba de la Iglesia .........................35
2. El enemigo de Dios............................................37

Capítulo III
1. Un Tiempo Nuevo..............................................47
2. En Comunión con el Padre................................55
3. El día y la hora..................................................60

7
PARTE II
“La Victoria de Cristo”

Capítulo IV
1. Dios elige a Su Pueblo.......................................65
2. El Continente de la Esperanza, y Tierra
de la Nueva Visitación de María .........................67

Capítulo V
1. María y Su elección de Argentina.....................71
2. María y Su Santuario en San Nicolás,
Argentina...............................................................78
3. La construcción del Santuario material, para
la reconstrucción del Santuario espiritual...........84

Capítulo VI
1. La Seguridad del que confía en Dios ...............87
2. Senderos para vivir el Evangelio......................95

Epílogo
A modo de cierre....................................................99

8
Mons. Dr. Hugo Norberto Santiago por la gracia de Dios y de la
Santa Sede Apostólica, Obispo de San Nicolás de los Arroyos
Prot. N °083/17

Puede imprimirse
Obispo de San Nicolás de los Arroyos
Junio de 2017

Sede Episcopal de San Nicolás de los Arro-


yos, a los veintitrés días del mes de junio del
Año del Señor dos mil diecisiete.

9
Introducción

Hace un tiempo, a raíz de los acontecimientos que


vive la Humanidad y de los comentarios que hablan
de una información equivocada o imprecisa, o de una
desinformación sobre estos momentos que vivimos,
fue surgiendo en mi interior la inquietud de escribir
un pequeño libro, que ayudase a iluminar al hombre
de hoy.
A propósito de los tiempos que nos tocan vivir, y
sobre el Proyecto Salvífico de Dios para esta instancia,
resuelvo realizar este trabajo, partiendo de la propia
Palabra de Jesús en los Evangelios, y del Apocalipsis
del Apóstol San Juan.
La Iglesia, desde la Palabra de Dios, recogiendo
la enseñanza de la Tradición y desde la elaboración
teológica del Magisterio, nos da las luces que necesita-
mos para vivir estos días y responder a sus exigencias.
No es este un escrito estrictamente teológico, sino
que solo intenta ser para el lector un Aporte Pastoral,
que le ayude a vivir este momento, desde una actitud
de Fe y por lo tanto con la Esperanza que Jesús nos
ha dado, ya que Él venció al mundo con Su Misterio
Pascual.

11
Si nosotros permanecemos en Él, como Él en nosotros,
seremos continuamente protegidos por Su Gracia, y
heredaremos la Patria Eterna para la cual fuimos
creados.
La Santísima Virgen María, Sede de la Persona
del Hombre-Dios llamado Jesús, como Madre de la
Iglesia y Reina del Universo, como Mujer vestida de
Sol y Arca de la Alianza Nueva, nos acompaña mater-
nalmente en este camino, ofreciéndonos Su Amor de
Madre, para que nos dejemos llevar a Jesús.
Ruego al Señor y a María, que el lector encuentre
en estas páginas un poco de esa Luz de Cristo, que
tanto necesitamos tener en los tiempos de oscuridad,
y también descubramos el camino del continuo retor-
no a Dios, por la Oración incesante, la Conversión de
nuestra vida y el ejercicio de las Obras de Misericor-
dia, junto con la Evangelización de nuestros herma-
nos.
Agradezco a todas las personas que a modo de
equipo anónimo, han trabajado conmigo en la cons-
trucción de este libro.
El Señor les dé su recompensa, y nos dé a todos,
como partícipes que somos de Su Divina Gracia, la Fi-
delidad en el Servicio y la alegría de la Esperanza.
Que logremos vivir la comunión fraterna, por el
Camino del Amor, que Jesús nos dejó como testamen-
to, para que vivamos ese Amor, con la intensidad con
la que Él nos lo pidió.

12
PARTE

“¡Ven Señor Jesús!”


(Ap. 22,20)
Capítulo I

1. María, Camino de Esperanza

Dios a través de María, nos invita a ser dóciles, a


vivir en continua oración, a convertirnos y aún mucho
más, a santificarnos. Nos regala la Consagración a Su
Corazón de Madre, como especial Camino de Santidad.
El Santo Papa Juan Pablo II, en su Primera Misa
Crismal en 1979, les pide a los sacerdotes que se con-
sagren al Inmaculado Corazón de María diciéndoles:

“Se los pido a todos sin excepción,


se los ruego encarecidamente”.

En ese Corazón, aprendemos a abastecernos de


Dios y solamente de Dios. Seremos rescatados del pe-
cado, con un “sí” de perfectos hijos. Haremos posible
la “Civilización del Amor”; seremos capaces de reali-
zar la Nueva Evangelización, guiados por María, Su
Estrella, y podremos decir junto a S.S. Juan Pablo II:
“Vivimos el tiempo de María” porque sabemos que el
Suyo, es el tiempo del triunfo de Su Corazón.

15
La Esperanza, se manifiesta con mayor claridad
en tiempos difíciles; también se hace más necesaria en
estos momentos, porque pone en claro la meta a la que
aspiramos, que es nuestra definitiva Patria del Cielo.
Se nos indica el modo para conseguirla, dándonos lu-
ces y fuerza para recorrer el camino.
María nos enseña este sendero, con la Luz que bri-
lla en medio de la oscuridad. Esa Luz, es Su poderosa
Acción Evangelizadora, que nos muestra el triunfo de
Su Hijo en la Cruz, para que también nosotros cami-
nemos sin miedos, ni desalientos, ni claudicaciones.
Debemos tener la seguridad y confianza interior de
quien, como Ella, no desconoce la gravedad del mo-
mento, ni tampoco las consecuencias de la infidelidad
a Dios, pero se dispone a aceptar plenamente la Alian-
za con Él.
Entonces el creyente, se encontrará con la Espe-
ranza que se le ofrece, se sentirá seguro, protegido y
defendido, cuando lo persiga el adversario, que “lo ata-
cará, pero no lo tocará”.
La Esperanza que nos comunica María, como Ma-
dre, es un ofrecimiento a la Humanidad en su conjun-
to, y a cada uno de Sus hijos en particular. Ella, como
nueva Arca de la Salvación, en Su Corazón de Madre
puede albergar a todos los hombres. La invitación lle-
na de Amor, la hace a todos pero puede ocurrir, que
a pesar de los esfuerzos evangelizadores, muchos no
quieran entrar en esa Arca; sin embargo, para quienes
ingresen, María será garantía segura de Salvación y
el Camino más corto hacia la Santidad. ¡Por eso nos
invita a consagrarle nuestras vidas!
Así como María fue elegida, para que por Ella nos
llegara el Hijo de Dios hecho hombre, así en este nue-

16
vo Adviento, Ella vive preparándonos para la nueva
Venida del Señor.
Ella tiene suficiente poder, para arrasar con toda
forma de maldad. Aunque las fuerzas de las tinieblas,
atenten contra Sus hijos, tratando de asfixiarlos, en
todos los intentos de encauzar sus vidas hacia el desti-
no eterno, nada podrá contra los hijos que viven en el
Corazón de Su Madre.
Este es el Triunfo de María: Lograr que Sus hijos
se salven, cuando son invadidos y seducidos por todas
partes. Hacer posible para ellos la Santidad.
El espíritu del mundo, pone en ridículo lo Sagra-
do, atentando contra los Valores trascendentes y ofre-
ciendo en cambio al hombre, la única posibilidad de sa-
ciedad: en el poder, el materialismo y la sensualidad.
El creyente padecerá realmente, la experiencia de
la Tentación. Si Jesús, fue tentado en el desierto (Mt
4,1-11; Lc 4,1-13; cf. Catecismo de la Iglesia Católi-
ca, desde ahora identificado con la sigla “CATIC” - Nº
540), el adversario también utilizará la tentación para
desorientar la vida de los hijos de Dios y, de ser posi-
ble, someterlos a la esclavitud del pecado.
“El mundo de hoy…es un mundo mentiroso, en-
lutado por la falta de Verdad. Un mundo en som-
bras, porque oculta la Luz. La Verdad es amena-
zada y con ella, se amenaza el desarrollo integral
del hombre, afectando su identidad. Si se priva de
la Verdad al hombre,…, se lo invita a vivir en la
mentira.” (Cardenal Karol Wojtyla “Signo de Con-
tradicción” - Ejercicios Espirituales a SS Pablo VI
- Cuaresma 1976).
El Señor denuncia en la mentira, una obra diabólica:
“Vuestro padre es el diablo... porque no hay verdad

17
en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de
dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira”
(Jn 8, 44). (CATIC - Nº 2482)
El triunfo de María, consistirá entonces en la
segura Esperanza, del encuentro de los hijos con el
Sagrado Corazón de Su Hijo que es: “…el Camino, la
Verdad y la Vida” (Jn 14,6).
Ella se convierte en segura protección, de quienes
se le entregan incondicionalmente.
SS Juan Pablo II, el 13-05-1991, en la “Consagra-
ción del Mundo a la Virgen” en Cova da Iria - Fátima
(Portugal), nos regaló una inspirada Oración, de la
que ofrecemos una síntesis:

“¡Madre de la Esperanza, camina con nosotros!


Camina con el hombre de este final de siglo…
Madre del Redentor, haz que veamos,
llenos de alegría, a Tu Hijo en el Cielo. Amén”

2. ¡Vuelvan a mí y yo los sanaré!

¡Vuelvan, hijos apóstatas –oráculo del Señor– por-


que yo soy el dueño de ustedes! Yo los tomaré, a uno
de una ciudad y a dos de una familia, y los conduciré
a Sión. Después les daré pastores según mi corazón,
que los apacentarán con ciencia y prudencia. Y cuando
ustedes se hayan multiplicado y fructificado en el país,
en aquellos días –oráculo del Señor– ya no se habla-
rá más del Arca de la Alianza del Señor, ni se pensa-
rá más en ella; no se la recordará, ni se la echará de
menos, ni se la volverá a fabricar. En aquel tiempo,

18
se llamará a Jerusalén “Trono del Señor”; todas las
naciones se reunirán en ella, y ya no seguirán más los
impulsos de su corazón obstinado y perverso. En aque-
llos días, la casa de Judá irá hacia la casa de Israel, y
ellas vendrán juntas del país del Norte a la tierra que
yo di a sus padres en herencia.

Yo me había dicho:
¡Cómo quisiera contarte entre mis hijos y darte una
tierra deliciosa,
la herencia más hermosa de las naciones!
Yo me había dicho:
Tú me llamarás “Mi padre”,
y nunca dejarás de ir detrás de mí.
Pero como una mujer traiciona a su marido,
así me han traicionado ustedes, casa de Israel
–Oráculo del Señor –

En los montes desolados


se escucha una voz:
son llantos y súplicas
de los hijos de Israel,
porque han tomad
por un camino torcido,
se han olvidado del Señor, su Dios.
–¡Vuelvan, hijos apóstatas,
yo los sanaré de sus apostasías!
–Aquí estamos, venimos hacia ti,
porque tú eres el Señor, nuestro Dios.
¡Sí, son una mentira las colinas
y el tumulto de las montañas!
¡Sí, en el Señor, nuestro Dios,
está la salvación de Israel!

19
La Ignominia ha devorado
las ganancias de nuestros padres
desde nuestra juventud:
sus ovejas y sus vacas,
sus hijos y sus hijas.
Acostémonos en nuestra ignominia
y que nos cubra nuestra vergüenza,
porque hemos pecado contra el Señor, nuestro Dios,
nosotros y nuestros padres,
desde nuestra juventud
hasta el día de hoy,
y no hemos escuchado
la voz del Señor, nuestro Dios. (Jr 3,14-25)

El texto del Profeta Jeremías, nos ubica en el mis-


terio del Pueblo de Israel, elegido por Dios para la pre-
paración de la Primera Venida del Señor. Dios quiso
desposarse con su Pueblo, la Palabra de Dios sobrea-
bunda en esa dirección.
El Profeta Amós, nos habla del desposorio que
Dios ha pensado con su Pueblo. (Am 9,11)
El Cantar de los Cantares, es una exquisita mani-
festación del Amor Esponsal que Dios sueña vivir con
su Pueblo como:
-Padre (Jn 1,2; 1 Cor 1,3);
-Esposo (Os 2,18; Lc 5,34);
-Amigo (Lc 7,34; Jn 15,15);
-Pastor (Is 40,11; Jn 10,11).
Dios manifiesta Su Amor infinito por Su Pueblo,
que se va explicitando a lo largo de la Historia de la
Salvación, en aquellas palabras que se reiteran, cada
vez que Dios reanuda continuamente Su Alianza,
cuando dice:

20
“Yo seré Su Dios y ustedes serán mi Pueblo”
(cf. Ex 6,7; Lv 26,12).

Ese es el Pueblo que vive la experiencia de que,


habitando “…en tinieblas vio una gran luz;…” (Mt 4,16),
y es llamado a heredar promesas de gloria (Mt 25,34). El
Pueblo, está llamado a ser:
-Rebaño del Pastor (Ez 34,15; Jn 10,27);
-la Viña de Dios (Jn 15,5);
-la Esposa del Señor (Ap 19,7; Ap 21,9).

La Historia de la Salvación, sin embargo, es una


historia de Gracia y de Pecado. Con frecuencia, el Pue-
blo elegido da las espaldas a la Alianza, y se aparta de
Dios para adorar a los ídolos, que no les traen más que
frustración (1 Mac 1,43; 1 Re 14,9; Is 57,13).
No obstante, Dios no se arrepiente de Su decisión;
no se cansa de llamar a Su Esposa, la comunidad de
Israel; de llamarla a una profunda Conversión. Dios
que es bueno hasta el infinito, muestra que Su Amor
no se cansa. A ese pueblo que lo ha abandonado y se
ha prostituido, Dios como un esposo, quiere hablarle
al corazón:
Por eso, yo la seduciré,
la llevaré al desierto
y le hablaré a su corazón. (…).
Allí, ella responderá
como en los días de su juventud,
como el día en que subía
del país de Egipto.
Aquel día –oráculo del Señor–
tú me llamarás: “Mi Esposo”
y ya no me llamarás: “Mi Baal”. (Os 2, 16-18)

21
El Señor no quiere aplicar la vara de la Justicia,
sino que agota los tiempos de la Misericordia… Em-
pero, reiteradamente se ve en la necesidad de corregir
a Su pueblo, y castigar su pecado, para que el corazón
del hombre, agobiado de culpas, retorne arrepentido a
Su Corazón. (cf. Ez 5,5-13)
Así se desarrolla la Historia de Israel que, tras en-
cuentros que permiten consolidar la Alianza, se can-
sa de la rutina de la fidelidad, y deja que se enfríe el
amor a su Dios. Necesita ir detrás de ídolos con pies
de barro, divinidades inexistentes (cf. 1 Sam 12,21), para
intentar la definitiva felicidad, que sólo Dios les puede
ofrecer.
En esas circunstancias, el Pueblo Elegido (hastia-
do del veneno de la infidelidad a la Alianza, sufriendo
penalidades en el desierto, estando ausente el Tem-
plo que los reunía, los Sacerdotes que los guiaban y
el Culto al Señor, que practicaban juntos en Comuni-
dad), decide regresar a la Fuente que lo alimentó, re-
novando el propósito de obedecer de corazón al Esposo
Fiel, cuya capacidad de Amor no tiene límites.

Hubo sin embargo situaciones extremas, donde


Dios tuvo que expresar Su Amor Misericordioso, a
través del último recurso que le quedaba. Fueron Cas-
tigos que la Divina Justicia no pudo dejar de aplicar,
cuando el pueblo se negó a escuchar el llamado, el gri-
to de Amor del Dios de la Salvación.
Así vemos que en tiempos de Noé (Gn 6,9 ss; Lc 17,26-
27), Dios se cansó de la corrupción generalizada de los
hombres. Aunque vivía entre ellos un hombre justo,
Noé (Gn 6,9), que comenzó a construir el Arca, como
anuncio de un peligro inminente, ni siquiera pensaron

22
en Dios y en la posibilidad de un Castigo:
“…y no sospechaban nada, hasta que llegó el Diluvio
y los arrastró a todos.” (cf. Mt 24, 38-39)

No “aceptaron” el Camino de la Conversión; se


empecinaron en el pecado; se obstinaron y padecieron
el Diluvio Universal.
También los habitantes de Sodoma y Gomorra ex-
piaron su depravación, con el envío del Fuego de lo
Alto, como consecuencia de su impenitencia y dureza
de corazón, que se cerró a los “llamados” de Lot, el
hombre de Dios (Lc 17,26-30; 2 Pe 2,5-10).
En los casos de Noé y de Lot, creo que el “llamado”
se produce, a través de la vida del justo que sufre la
maldad de los impíos, más que a través de anuncios
proféticos, expresados en palabras o milagros (cf. Mt
11,23-24; 2 Pe 2,7-8).
Sin embargo, en el caso de Nínive, cuando el Pro-
feta Jonás fue llevado a esa ciudad por Dios, y no dejó
de llamar a la Conversión, de anunciar la calamidad
que sobrevendría si permanecía impenitente (Jon 3,1-
3), la ciudad como respuesta se convirtió, alejando to-
talmente de sí el peligro del Castigo (Jon 3,5-10).
El Poema de Jeremías, que he colocado al comien-
zo de este Capítulo, nos habla de la realidad del Pue-
blo de Dios, de sus momentos de infidelidad e impeni-
tencia.
En primer lugar, muestra el Profeta la inmensa
ternura de un Dios, que ansía por todos los medios el
regreso de Su Pueblo, a los mandatos de Su Amor y de
Su Alianza.
Hoy la Humanidad se apartó de Dios, más que en
tiempos de Noé y de Lot (cf. Lc 10,10-12; Mt 10,15). Los

23
avisos del Señor, y los incesantes llamados que María
hace a la Conversión, a todos los hombres en diversas
Apariciones, se convierten en una Fuente innume-
rable de llamados, avisos y anuncios de la imperiosa
necesidad de un cambio, que desgraciadamente no se
avizora.
En una Manifestación Privada, a una Monja Cla-
risa Capuchina, del siglo pasado, Sor María Consolata
Betrone (1903-1946), cuya Causa de Beatificación se
abrió oficialmente en 1995, el Señor le expresa: “Sólo
se condena aquel que quiere…” (Libro: “Mensajes de
Amor del Corazón de Jesús”).
Estas palabras del Señor, claramente nos indican
que Su Misericordia se ofrece a manos llenas, para
que cada hombre pueda vivir su propia Conversión y
salvarse.
Los diversos padecimientos de la hora presente,
son continuas ocasiones, por las cuales Dios nos está
anunciando Su futura llegada, Su próxima Venida
como Justo Juez y Rey del Universo, invitándonos a
una preparación profunda en lo más íntimo del cora-
zón: “desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos”
(Credo, 7º Art.).
Por otra parte, si advertimos como “corre vertigi-
nosamente” el mundo, el hombre y las ciencias, sus
adelantos e inventos, a la par del descuido de lo esen-
cial de la vida, y sus consecuencias catastróficas, lle-
gamos a la conclusión de que, si el Señor no intervie-
ne portentosamente en estos días, cómo lo ha hecho
tantas veces en la Historia del Pueblo de Dios, la Hu-
manidad quedaría a corto plazo destruida, y la tierra
podría padecer también una parcial desintegración.

24
La amenaza del recalentamiento global, no aparece
como reversible, y los renovados arsenales nucleares,
también son otra amenaza cada vez más creciente,
visible consecuencia del odio entre los pueblos, de la
incomprensión, de las competencias, del egoísmo.
Si el Señor no viene pronto, todo se podría des-
truir; por eso, cuando al final del Apocalipsis decimos:
“¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22,20), estamos pidiendo des-
de la Fe y nos estamos gozando de esa Venida, porque
será la única Tabla de Protección, será el único Ca-
mino de Salvación que nos queda, ya que el hombre
agotó todos los recursos que tenía, para provocar el
bienestar que Dios había proyectado, que él realizara.

3. La Gravedad de los Tiempos Presentes

“Exhortamos también a vosotros, queridísimos


hijos, a buscar aquellos Signos de los Tiempos, que
parecen preceder un nuevo Adviento de Cristo entre
nosotros” (SS Juan Pablo II, Ángelus del 05-12-1976)
En lo que va de este Siglo, y en continuidad con lo
acontecido en el Siglo XX, vivimos una situación mun-
dial que se agrava de manera alarmante: fenómenos
climáticos destructores, mucho más frecuentes que los
habituales (debidos a la agresión y/o explotación in-
discriminada de la naturaleza, con graves daños eco-
lógicos); también focos bélicos y “rumores de guerra”
(Mt 24,6) por todas partes del mundo: “La guerra pa-
rece establecida, como institución permanente de toda
la humanidad” (SS Benedicto XV - 1919)

25
Particularmente, focos bélicos en Siria e Irak, lugares
donde se producen un número no conocido, pero cier-
tamente grande, de mártires… Son los nuevos márti-
res, que mueren a partir de la actividad de terroristas
islámicos, que apuntan contra valores humanos fun-
damentales y particularmente, contra la Iglesia Ca-
tólica. Estos mártires, sin duda, son semilla de una
*Iglesia Renovada*, a la que el Señor dará lugar” (cf.
Tertuliano, apol. 50; CATIC - Nº 852).

“La Herencia de los mártires no se trata de


heroísmo, sino de Fidelidad.”
(Cardenal Francois Van Thuan -“¡Espera en Dios!-
Edit. Ciudad Nueva/2009)

Pero este momento es muy doloroso, y el mundo


entero vive el drama de la inseguridad, de la incerti-
dumbre, de la pobreza, del hambre, de la injusticia de
unos pocos que tienen mucho, y de muchos que tienen
muy poco, del peligro de la Gran Guerra.
Todo nos habla de una Humanidad, que va per-
diendo el rumbo. Fue creciendo la Apostasía de la Fe a
nivel mundial, y dentro de la Iglesia existe una clara
realidad de fisuras y grietas.
Por estas grietas, se ha filtrado el mal, tal como
lo expresa la recordada Homilía de SS Pablo VI, en la
en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo Apóstoles
(31-10-1973):

“… Se diría que a través de alguna grieta ha en-


trado, el humo de Satanás en el Templo de Dios.
Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquie-
tud, insatisfacción, confrontación. Ya no se confía
en la Iglesia (…). Ha entrado la duda en nuestras

26
conciencias y ha entrado, a través de ventanas que
debían estar abiertas a la luz: la Ciencia.
Pero la Ciencia, está hecha para darnos verdades
que no alejan de Dios, sino que nos lo hacen buscar
aún más y, celebrarle con mayor intensidad… De
la Ciencia ha venido la crítica,… la duda respecto
a todo lo que existe y, a todo lo que conocemos…”.

La Fe se debilitó enormemente, y aparece una “fe”


interpretada, como a cada uno le parece; estamos vi-
viendo lo que el Papa Benedicto XVI ha denunciado
como: “el Relativismo de la Fe”.
Se cree en Dios como “a cada uno le parece”, per-
diéndose la certeza en los Valores objetivos y absolu-
tos…Todo, se ha transformado en relativo; todo, de-
pende del gusto y de las ganas; de la interpretación
que cada uno cree “más oportuna”, de muchas de las
Verdades Reveladas por Dios, y señaladas por la Iglesia:
“¡Cuántos vientos de doctrinas, hemos conocido
durante estos últimos decenios!,…corrientes ideo-
lógicas!,... modas de pensamiento!... La pequeña
barca del pensamiento de muchos cristianos, ha
sido zarandeada a menudo por estas olas, llevada
de un extremo al otro: del marxismo al liberalis-
mo, hasta el libertinaje; del colectivismo, al indi-
vidualismo radical; del ateísmo, a un vago misti-
cismo religioso; del agnosticismo, al sincretismo,
etc.”
(Cardenal Joseph Ratzinger, Homilía Misa “Pro Eligendo
Pontifice”, Lunes 18-04-2005).

Estamos, en un momento difícil de la Humanidad;


todo nos habla de la cercanía de un fin, de un cambio

27
de ciclo, del fin de una época y del comienzo de otra.
De esto nos habla el “Libro del Apocalipsis”. El “Apo-
calipsis”, es el último Libro del Nuevo Testamento, y
de las Sagradas Escrituras.
La palabra griega Apocalipsis, significa “Revela-
ción”. Es la que recibió el Apóstol Juan, prisionero “a
causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús”
(Ap 1,9), en la isla de Patmos, en el mar Egeo, frente a
Éfeso.
Raptado en éxtasis el “Día del Señor” (Ap 1,9), le
fue ordenado que escribiera “lo que has visto, lo que
sucede ahora y lo que sucederá en el futuro” (Ap 1,19),
o sea, el contenido de las Visiones del “Libro del Apo-
calipsis”.
El Libro del Apóstol Juan, no puede explicarse,
sin recurrir a una interpretación de los símbolos que
la recorren: es la característica de este tipo de litera-
tura, típica de los tiempos de persecución. Tiene un
lenguaje cifrado, a través de los símbolos.
Es necesario aclarar que “El Libro del Apocalip-
sis”, para algunos estudiosos, no anuncia propiamente
acontecimientos futuros, sino que más bien revela una
“Teología de la Historia de la Comunidad de los Dis-
cípulos de Cristo”, perseguidos por aquellos que, en el
transcurso de los acontecimientos de la Historia hu-
mana, intentan oponerse a Su Victoria, sobre el mal y
sobre la muerte.
Para otros autores, como el Padre Leonardo Cas-
tellani, está cumpliéndose proféticamente en su par-
te final, como lo expresa en su libro, “El Apokalipsis
de San Juan”. Su contenido se refiere también, a los
tiempos futuros de la Iglesia (cf. Typo y Antitypo).
Es lícita, por lo tanto, la interpretación que dice que,

28
el Apocalipsis señala las etapas de la Historia proféti-
camente; en su marcha se van cumpliendo los distin-
tos anuncios, del “Libro del Apóstol Juan”.
Estamos ahora viviendo la última herejía, la más
importante, la “idolatría del yo”, la “egolatría” del
hombre, que desplazó a Dios para colocarse en Su lu-
gar, a través de la Ciencia del Siglo XX.
Ésta llegó a producir ingeniosamente, frutos muy
grandes, pero también una utilización muy peligrosa,
atentando contra la moral, contra la ética y contra la vida.
Estamos llamados a defender, en todos los órde-
nes, la Vida que Dios nos da, en Su Hijo. Dios es el pri-
mer defensor, frente a la certeza de una Humanidad
que peligra, al ir hacia el abismo:
“Estamos ahora, ante la confrontación histó-
rica más grande, que la humanidad jamás haya
pasado (…).
Estamos ante la confrontación final, entre
la Iglesia y la anti-Iglesia, el Evangelio y el an-
ti-Evangelio. Esta confrontación, descansa dentro
de los planes de la Divina Providencia y es un reto
que la Iglesia entera tiene que aceptar.”
(Cardenal Karol Wojtyla, Congreso Eucarístico
de Filadelfia -1976).

El Papa Pío XII el 17-09-1958, anunciaba que la


Restauración del Reino de Cristo, se produciría por in-
tercesión de María. Cristo: ¡será el Vencedor!

“Nosotros queremos proclamar muy alto, nuestra


certeza de que la Restauración del Reino de Cristo
por María, no podrá dejar de realizarse, de mane-
ra que por Su poderosa intercesión, tenga lugar

29
por fin el Reino de Cristo, Reino de Verdad y de
Vida, Reino de Santidad y de Gracia, Reino de
Justicia, de Amor y de Paz”.

Han sido incesantes, durante el Siglo XX, las “Ma-


nifestaciones de la Santísima Virgen María” en mu-
chos lugares (cf. CATIC Nº 67), y la de “Jesús Mise-
ricordioso” en Polonia, Devoción que se extendió por
todo el mundo.
Algunas de dichas Apariciones, luego de un minu-
cioso estudio han sido discernidas por la Iglesia como
auténticas, y a través de ellas, la Virgen fue llamando a
la Humanidad, como ya lo hizo claramente en Fátima:

“Apariciones y Signos Sobrenaturales salpican la


Historia, (…). Estas Manifestaciones, que no pue-
den contradecir el contenido de la Fe, deben con-
fluir hacia el objeto central del anuncio de Cristo:
el Amor del Padre, que suscita en los hombres la
Conversión y, da la Gracia para abandonarse a Él
con devoción filial.
Éste es también el Mensaje de Fátima que, con un
angustioso llamamiento a la Conversión y a la Pe-
nitencia, impulsa en realidad hacia el corazón del
Evangelio.”
(Congregación para la Doctrina de la Fe, Mensaje
de Fátima, 26-06-2000).

Este es un llamado a la Conversión, a la Oración,


a la Vida Sacramental, a que el hombre vuelva su co-
razón a Dios.
Sin embargo, como lo anunció en Fátima la Santí-
sima Virgen, la no conversión fue causa de la Segunda

30
Guerra Mundial, que sabemos tuvo efectos espanto-
sos, con un número enorme de muertos y con la des-
tructiva explosión, de las dos bombas atómicas en Hi-
roshima y Nagasaki (Japón).
El periodista Messori, en agosto de 1984, entre-
vistó al entonces Prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, Cardenal Ratzinger, preguntándo-
le si en el llamado “Tercer Secreto de Fátima” había
“algo terrible”, a lo que el Cardenal respondió:

“Aunque así fuera, esto no haría más que confir-


mar la parte ya conocida del Mensaje de Fátima.
Desde aquel lugar se lanzó al mundo una severa
advertencia,…; una llamada a la seriedad de la
vida, de la historia, ante los peligros que se cier-
nen sobre la Humanidad.
Es lo mismo que Jesús recuerda (…): “Si no os
convertís, todos pereceréis” (Lc 13,3).”
(Ratzinger-Messori, “Informe sobre la Fe” - Madrid - 1985,
págs.118-119).

La Humanidad siguió, a pesar de la Segunda Gue-


rra Mundial, en un proceso similar al previo de tal
acontecimiento devastador: estamos viviendo una ver-
dadera Crisis de Fe, de Moral, de Valores.
La misma Iglesia está sufriendo las consecuen-
cias de este deterioro humano, porque las Verdades
Reveladas (en varios de los aspectos dogmáticos), son
rechazadas y puestas en tela de juicio. Se abren paso,
grupos contestatarios a la voluntad, y a la Autoridad
del Papa que es mucho más discutida…
Estamos viviendo Signos muy claros del Fin de los
Tiempos, que no es el “fin del mundo”, sino el fin de
un ciclo de la Humanidad, que culminará cuando el

31
Señor venga como Justo Juez.
El Señor no se cansa de darnos avisos, para que
de distintas maneras sienta nuestro corazón que es
tocado por Él, para una Conversión, para un regreso
del corazón del hombre, al Señor.
Como lo dijo a Sor Faustina Kowalska (“Diario - La
Divina Misericordia en mi alma” - 1996), en relación a
los Últimos Tiempos, esta Venida se producirá después
de una incesante búsqueda, por parte del Señor, para
que el corazón del hombre se rinda a Su Amor:

“Antes de venir como Juez Justo, abro de par en


par la puerta de Mi Misericordia. Quien no quiere
pasar por la puerta de Mi Misericordia, tiene que
pasar por la puerta de Mi Justicia...”
(Diario 1146)

Comentario

Si bien siempre ha habido calamidades y guerras,


en estos tiempos parecen recrudecidas, no es fácil me-
dir este recrudecimiento.
La Humanidad padece desde siempre, las Tenta-
ciones de Jesús en el Desierto (Mt 4,1-11; Lc 4,1-13; cf. CA-
TIC - Nº 540). Las tentaciones: de Poder desenfrenado; la
Ambición irresistible de riquezas; el deseo insaciable
de Placer.
La Concupiscencia, que es la inclinación al placer
por el placer mismo, ha engañado a nuestra Humani-
dad, víctima de un consumismo y hedonismo destruc-
tores.

32
Las ofertas de felicidad que da el mundo, con sus
criterios puramente humanos y antagónicos al Evan-
gelio, constituyen una trampa voraz para el hombre,
que perdió el sendero.
Finalmente digamos, que Satanás obtuvo su ma-
yor triunfo cuando los hombres, en su negación de
Dios, y en la gradual Apostasía de la Fe, comenzaron
a negar: la existencia de los Ángeles y por lo tanto
del Demonio y sus triunfos; como también se niega, la
existencia del Infierno (cf. CATIC - Nº 391, 633, 1034 y 1035).
La presencia del Demonio como ser personal, ene-
migo de Dios, es identificada por el libro de la sabidu-
ría (2,24) con la serpiente (gn 3,1) que tienta a nues-
tros primeros padres y es claramente señalado en el
Nuevo Testamento, desde los Evangelios hasta el Apo-
calipsis, concomitando con la Presencia histórica de
Jesús y, con la situación política y social de opresión,
del Imperio Romano.
Satanás, el ángel renegado, realiza estragos en
la Humanidad desprevenida o complaciente, con sus
fechorías e insinuaciones.
Sin embargo, el enemigo de Dios: ¡no puede triunfar!

“Al exceso del mal, no se puede responder con nin-


gún razonamiento… El único contrapeso posible,
es un exceso de Amor, en esto, se centra el Mensaje
Cristiano. La Cruz de Cristo nos revela, al mismo
tiempo y en la misma imagen, un Amor más fuerte
que la muerte:
*Él, que había amado a los suyos que quedaban
en el mundo, los amó hasta el fin*. (Jn 13,1)”
(Bernard Sesboüé - “Creer”- Edit. San Pablo - 2000

33
Capítulo II

1. La Última Prueba de la Iglesia

Leemos en el Catecismo de la Iglesia Católica, que


la Iglesia deberá afrontar una “Prueba Final”, la cual
muy bien puede ser interpretada, por ser la última,
como parte de los “Signos de los Últimos Tiempos”. En
esta Prueba, se harán presentes la Confusión, la In-
disciplina, la División y la Persecución (dentro y fuera
de la Iglesia), a través de la impostura o falsedad reli-
giosa:

“Antes del Advenimiento de Cristo, la Iglesia de-


berá pasar por una prueba final, que sacudirá la
Fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12).
La Persecución, que acompaña a su peregrina-
ción sobre la tierra (cf. Lc 21,12; Jn 15,19-20), deve-
lará el “misterio de iniquidad”, bajo la forma de
una impostura religiosa que proporcionará a los
hombres, una solución aparente a sus problemas,
mediante el precio de la Apostasía de la Verdad.
La impostura religiosa suprema, es la del Anti-
cristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que

35
el hombre se glorifica a sí mismo, colocándose en
el lugar de Dios y de su Mesías, venido en la carne
(cf. 2 Ts 2, 4-12; 2 Jn 7; 1 Jn 2, 18, 22)” (CATIC - Nº 675)

A propósito de esta impostura, la Iglesia se opone


a toda falsificación temporal, del Reino futuro de Cris-
to en la tierra (Milenarismo):

“Esta impostura del Anticristo aparece esbozada


ya en el mundo, cada vez que se pretende llevar
a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo
cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo
histórico, a través del juicio escatológico” (cf. SS
Pío XI, Carta Encíclica “Divini Redemptoris”, …
GS 20-21)”. (CATIC - Nº 676).

En una sociedad que ha perdido la visión de los


Valores fundamentales, escribir sobre el “Apocalipsis”
y el “Anticristo”, puede sonar pasado de moda. Sin em-
bargo, tengamos por cierto, que la señal más clara de
la presencia del Anticristo, podrá advertirse, cuando
enceguecidos y sordos por los aconteceres mundanos,
los cristianos dejemos de creer en él.
San Pablo nos previene: “Cuando la gente afirme
que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos
repentinamente, como los dolores de parto sobre una mu-
jer embarazada, y nadie podrá escapar.” (1 Tes 5, 3)

El Camino del Señor, no es una componenda con


el mundo, o acomodarse a su espíritu:

“La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino, a


través de esta última Pascua, en la que seguirá a

36
Su Señor en Su Muerte y Su Resurrección. El Rei-
no no se realizará, por tanto, mediante un triun-
fo histórico de la Iglesia, en forma de un proceso
creciente, sino por una victoria de Dios, sobre el
último desencadenamiento del mal, que hará des-
cender desde el Cielo a Su Esposa. El triunfo de
Dios sobre la rebelión del mal, tomará la forma de
Juicio final, después de la última sacudida cósmi-
ca de este mundo, que pasa.” (CATIC - Nº 677).

Respecto de seguir a Cristo, en Su Muerte y Resurrec-


ción como realización del Reino, en Fulda (Alemania),
SS Juan Pablo II respondió a un periodista, sobre la
Iglesia de los “Últimos Tiempos”:

“Tenemos que estar dispuestos a próximas gran-


des pruebas, que podrían requerir incluso el sa-
crificio de nuestras vidas, en total entrega a Cristo
y por Cristo. Las pruebas podrán ser disminuidas
con la oración vuestra y nuestra, pero no podrán
ser evitadas, porque una nueva renovación de la
Iglesia sólo podrá realizarse de esta manera, como
ya muchas veces renació de la sangre. Tampoco
será diferente esta vez. Seamos fuertes y preparé-
monos confiando en Cristo y en su Madre, recemos
mucho y con frecuencia el Santo Rosario”

2. El Enemigo de Dios

“El mal no es sólo una deficiencia, sino una efi-


ciencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y per-

37
verso. Terrible realidad, misteriosa, pavorosa.
Quien rehúsa reconocer su existencia, se sale del
marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica” (SS
Pablo VI - Catequesis 15-11-1972)

He creído conveniente dedicar este Capítulo, a ha-


blar del accionar incansable del Enemigo infernal. Su
fuerza, en comparación con la de Dios, es: ¡inexistente!
No obstante, Dios no le quitó al enemigo el poder angé-
lico, cuando cometió su pecado de orgullo, declarando
en la persona de Luzbel (Lucifer), “No serviré” (Jr 2,20).
Lucifer quiso ser como Dios, y decidió no servirlo.
Bíblicamente, es el único pasaje donde esto se afir-
ma. No existe un texto específico donde Luzbel diga:
“¡No serviré!”. Puede ser una conclusión teológica, lla-
mada “teologúmeno”.
En este tema, es imprescindible tener en cuenta
las Fuentes de la Revelación: la Biblia, la Tradición y
el Magisterio de la Iglesia.
En el Antiguo Testamento, Isaías realiza una sá-
tira contra el rey de Babilonia: “¡Como has caído del
Cielo, Lucero, hijo de la aurora!” (Is 14,12), que luego
la Vulgata (versión latina de la Biblia), traduce: a “Lu-
cero”, como “Lucifer”.
Los estudiosos de la Sagrada Escritura, lo inter-
pretaron, como un relato sobre “el ángel caído”, clara-
mente explicitado en el Nuevo Testamento y anuncia-
do por Jesús:

-“Yo veía a Satanás, caer del cielo como un rayo.”


(Lc 10,18).

- “Porque Dios no perdonó a los ángeles que peca-

38
ron, sino que los precipitó en el infierno y los su-
mergió en el abismo de las tinieblas, donde están
reservados para el Juicio. (2 P 2,4)

-“Entonces se libró una batalla en el cielo: Miguel


y sus Ángeles combatieron contra el Dragón, y este
contraatacó con sus ángeles, pero fueron venci-
dos y expulsados del cielo. Y así fue precipitado
el enorme Dragón, la antigua Serpiente, llamado
Diablo o Satanás, y el seductor del mundo entero
fue arrojado sobre la tierra con todos sus ángeles.”
(Ap 12, 7-12);

-“Satán o el diablo y los otros demonios son ánge-


les caídos, por haber rechazado libremente “ser-
vir” a Dios y su designio. Su opción contra Dios es
definitiva. Intentan asociar al hombre en su rebe-
lión contra Dios” (CATIC Nº 414)

Este siniestro Enemigo, ataca de tres maneras:


-Tentación: De la que nadie está libre, “Entonces Je-
sús fue llevado al desierto, para ser tentado por el De-
monio.” (Mt 4,1-2)
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas
del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto,
donde fue tentado por el Demonio durante cuarenta
días.” (Lc 4,1- 2)
“Por eso Cristo ha vencido al Tentador en beneficio
nuestro…”. (cf. CATIC - Nº 540)

-Obsesión interna o externa: Que consiste entre


otras cosas, en aumentar el poder de la Tentación,
hasta un límite en el que casi resulte imposible ven-

39
cer…, aunque la Gracia que Dios concede, ¡siempre es
superior!
También esta Obsesión se caracteriza por: ruidos
extraños, golpes, vejaciones, influencias de diversa ín-
dole, en la persona afligida por el enemigo.
Dice el Catecismo: “La Escritura atestigua la influen-
cia nefasta de aquel a quien Jesús llama “homicida
desde el principio” (Jn 8,44) y que incluso, intentó apar-
tarlo de la misión recibida del Padre (Cf. Mt 4,1-11).
“El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las
obras del diablo” (1Jn 3,8). La más grave, en consecuen-
cias de estas obras, ha sido la seducción mentirosa,
que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.” (cf.
CATIC - Nº 394)

“…el poder de Satán no es infinito. No es más que


una criatura, poderosa, por el hecho de ser plena-
mente espiritual, pero siempre creatura: no puede
impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque
Satán actúe en el mundo por odio contra Dios…y
aunque su acción cause graves daños, de natura-
leza espiritual e incluso de naturaleza física,…,
esta acción es permitida por la divina providen-
cia que con fuerza y dulzura, dirige la historia del
hombre y del mundo.
El que Dios permita la actividad diabólica, es un
gran misterio, pero “nosotros sabemos que en to-
das las cosas interviene Dios para bien de los que
le aman” (Rm 8,28). (cf. CATIC - Nº 395)

-Posesión Diabólica: Es la tercera forma de actuar,


por la cual el Demonio toma posesión del cuerpo de
una persona, y lo maneja a su antojo, aunque “no pue-

40
de ingresar en el alma de esa persona”. La Posesión,
debe siempre ser discernida por la Autoridad de la
Iglesia, y en caso afirmativo proteger a la persona con
un Exorcismo. Nos dice el Catecismo:

“Cuando la Iglesia pide públicamente y con auto-


ridad, en nombre de Jesucristo, que una persona
o un objeto sea protegido contra las asechanzas
del maligno y sustraída a su dominio, se habla de
exorcismo. Jesús lo practicó (cf. Mc 1,25ss), de él
tiene la Iglesia el poder y el oficio de exorcizar (cf.
Mc 3,15; 6,7.13; 16,17). … El exorcismo solemne sólo
puede ser practicado por un sacerdote y, con el
permiso del obispo.” (CATIC - Nº 1673)

Siguiendo lo que dice el Catecismo, el Demonio


busca llevar a los hombres por el camino de la perdi-
ción, y nadie se escapa de sus ataques. Según logra
sus triunfos, llega a producir “pactos diabólicos” con
sus seguidores, y promesas de falsa felicidad.
No quiere perder la presa, que ha conquistado.
Debo destacar que el Demonio, se especializa en
molestar a las almas que marchan hacia la Santidad,
por el camino de la Oración profunda, la Fidelidad sin
pausa y el Apostolado. Ellas sufren ataques muy fuer-
tes del enemigo, que intenta disuadirlas de seguir el
Camino del Señor.
En la Historia de los Santos, y de tantos cristianos
fervorosos que buscan la Santidad, podemos encontrar
ejemplos concretos de estos ataques.
Es el caso, por ejemplo, del Santo Cura de Ars,
asediado frecuentemente por el enemigo; como tam-
bién el de Don Bosco; y de un modo muy visible y agre-

41
sivo, vemos estos ataques en la vida de San Pío de
Pietrelcina.
En la Atención y Dirección Espiritual, se descu-
bren sucesos de verdaderas vejaciones, o influencias
demoníacas, de síntomas diversos. Estas personas, te-
niendo en sus vidas experiencias espirituales inten-
sas, son conscientes de que son simplemente instru-
mentos de Dios, y sólo pueden hacer el bien que Dios
les encomienda, si Él las ayuda.
Perciben que nada pueden, por sí solas. No se atri-
buyen a sí mismas los bienes recibidos, todo lo atri-
buyen a Dios, saben que: la Oración y la Palabra, la
Vida Sacramental, la Devoción a María Santísima,
son esenciales para poder resistir al Enemigo y salir
airosas…; por eso viven una ininterrumpida vida de
Oración y Fidelidad al Señor.
Experimentando la grandeza de Dios, se sienten
pequeños siervos, débiles y frágiles, indignos del in-
menso Amor que se les manifiesta.
Se someten en Obediencia a la Iglesia, en la figura
de su Confesor, de su Director Espiritual, y por su-
puesto de su Obispo, procurando que esa Obediencia
sea lo más profunda posible.
Todas esas actitudes de Humildad, Obediencia y
Oración crecientes, que encontramos en quienes as-
piran a la Santidad, enfurecen al Demonio, que se
lanza contra ellas buscando cansarlas, desanimarlas,
desviarlas de su camino. En ocasiones, estas personas
dicen que “no dan más”, que sufren dolores físicos muy
grandes y dolores espirituales terroríficos, como son el
experimentar por instantes y/o hasta días, haber per-
dido la Fe; o de repente, estar sometidas a una aridez
muy fuerte, deseando no rezar más y dudando de todo.

42
En estos casos, la “Regla de oro” que tienen muy
clara, es “seguir orando”, aunque les parezca que Dios
no las escucha; o no exista; o que a Dios no le interesa,
lo que les ocurre. Cuando terminan las crisis de ho-
ras o de días, comienzan a sentir que nuevamente son
“ellas mismas”, y continúan orando, agradeciendo los
consuelos que Dios les ofrece.
Éstas, son verdaderas purificaciones pasivas para
sus espíritus.
San Juan de la Cruz, habla claramente de la “noche
del sentido” (Noche Oscura, Libro I), y de la “noche del
espíritu” (Noche Oscura, Libro II), al referirse a como
Dios purifica las Almas, que por sí mismas y por haber
crecido espiritualmente, no podrían avanzar más, si
Dios mismo no las hiciera perfeccionar, bajo la acción
de los Dones del Espíritu Santo.
La Santa Eucaristía “fuente y culmen de la vida
cristiana” (LG 11), es esencial en la defensa de los ata-
ques del enemigo, y para el crecimiento de la vida es-
piritual; así como la Cruz del Señor y el Rezo del San-
to Rosario a la Santísima Virgen.
El Agua Bendita (Sacramental que nos recuerda
el día de nuestro Bautismo, cf. CATIC - Nº 1668), es usa-
da con verdadera eficiencia en estos casos.
Los Nombres de Jesús y de María, ejercen pode-
rosa influencia; y las devociones al Arcángel San Mi-
guel; al Ángel de la Guarda (cf. CATIC - Nº 336); como
también a San Benito, y al Santo de la Devoción de
cada persona, actúan con notable eficacia.
Se sugiere leer la vida de San Pío de Pietrelcina
(Francisco Napolitano (Capuchino) - “Padre Pío El
Estigmatizado”- Ediciones Padre Pío Convento Santa
María delle Grazie - 2004).

43
Comentario

Catecismo de la Iglesia Católica (CATIC)

a) El relato de la caída
“El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje
hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento
primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo
de la historia del hombre (cf. GS 13,1). La Revela-
ción nos da la certeza de fe de que toda la historia
humana, está marcada por el pecado original li-
bremente cometido por nuestros primeros padres.”
(CATIC - Nº 390)

b) La caída de los ángeles


“Detrás de la elección desobediente de nuestros pri-
meros padres se halla una voz seductora, opuesta
a Dios (cf. Gn 3,1) que, por envidia, los hace caer en
la muerte. (cf. Sb 2,24) La Escritura y la Tradición
de la Iglesia ven en este ser un ángel caído llama-
do Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia
enseña, que…el diablo y los otros demonios fueron
creados por Dios con una naturaleza buena, pero
ellos se hicieron a sí mismos malos.” (CATIC -Nº 391)

“La Escritura habla de un pecado de estos ánge-


les. (2 P 2,4). Esta “caída” consiste en la elección
libre de estos espíritus creados, que rechazaron
radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. En-
contramos un reflejo de esta rebelión en las pa-
labras del tentador a nuestros primeros padres:
“Seréis como dioses” (Gn 3,5). El diablo es “pecador

44
desde el principio” (1 Jn 3,8), “padre de la mentira”
(Jn 8,44).” (CATIC - Nº 392)

“Es el carácter irrevocable de su elección, y no un


defecto de la infinita misericordia divina lo que
hace que el pecado de los ángeles no pueda ser
perdonado. “No hay arrepentimiento para ellos
después de la caída, como no hay arrepentimien-
to para los hombres después de la muerte” (San
Juan Damasceno, De fide orthodoxa, 2,4: PG 94,
877C).” (CATIC - Nº 393)

c) Influencia nefasta
“La Escritura atestigua la influencia nefasta de
aquel a quien Jesús llama “homicida desde el
principio” (Jn 8,44) y que incluso intentó apartarlo
de la misión recibida del Padre (cf. Mt 4,1-11). “El
Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras
del diablo” (1 Jn 3,8). La más grave en consecuen-
cias de estas obras ha sido la seducción mentirosa
que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.
(CATIC - Nº 394)

45
Capítulo III

1. Un Tiempo Nuevo

“Hay muchos indicios de que la vuelta de Jesús no


está lejana” (SS Pio XII, Pascua de 1957)

Si bien es cierto que estamos ante los signos del fin


de un periodo, el acento no debemos ponerlo en “los do-
lores del parto” (Mc 13,8; Mt 24,8; Rm 8,22), ni en su angus-
tia, sino en el Nacimiento gozoso de un Tiempo Nuevo:
la Venida del Señor.
Él volverá como Justo Juez primeramente, y puri-
ficará a la Humanidad de todo pecado, de toda deshon-
ra, de toda corrupción. La Justicia Divina mostrará su
hora, su momento, en el cual reparará las gravísimas
ofensas hechas a Dios (Mt 24, 21-22) luego de que el
Señor haya derramado en forma inimaginable Su Mi-
sericordia..
Quienes hayan aguardado con amor al Señor, ini-
ciarán una Nueva Etapa de la Humanidad. Los espe-
ra la felicidad del Señor, que inaugurará un Período
de Reinado en la tierra, donde toda la Humanidad
acatará y adorará al Señor, como único Rey Mesías,

47
honrando a la Santísima Virgen como Reina de todo
lo creado. Ese período está por comenzar, pero antes,
debemos estar preparados para el “Día del Señor”.
En ese día en que el Señor realizará Su Cosecha
(Mt. 24, 40-41), llevando consigo a los que han per-
manecido fieles, perseverando en el combate contra
el Anticristo (que ya está actuando), y que intentará
mostrar todavía mucho más su poder, sabiendo que le
queda poco tiempo.
El Anticristo será barrido por el Aliento del Señor
(2 Tes 2,8) que viene, pero mientras tanto seducirá
a muchos, urdirá “signos prodigiosos”, que lo harán
atractivo a una buena parte de la humanidad que se-
ducida, se dejará convencer por él.
Estamos esperando, deseando y pidiendo al Señor
que venga, como dice el Apocalipsis en su parte final:
“¡Ven, Señor Jesús!” (Ap 22,20)
Si el Señor no interviniera en estos momentos, la
Humanidad se destruiría, y lo que es absolutamente
peor, las ofensas al Creador seguirían a un ritmo in-
concebible, por eso el Señor viene, a salvar Su Obra.
La Venida del Señor es absolutamente: ¡salvífica y
gloriosa!
Jesús está sentado a la derecha del Padre, pero
volvió a nosotros como Él mismo dijo, en la Efusión
del Espíritu Santo, y en el Mandato de Evangelizar a
todos los pueblos:

-“Me voy y volveré a ustedes.” (Jn 14,28).


-“Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena
Noticia a toda la creación…” (Mc 16,15-20).
-“Como el Padre me envío a mí, yo también los
envío a ustedes.” (Jn 20,21).

48
En efecto: La Palabra proclamada, el Perdón de
los Pecados, el Alimento Eucarístico y la Gracia de Je-
sús (que nos llega por tantos canales), hacen absolu-
tamente cercana Su Presencia en nuestras vidas, en
cualquier parte del mundo y en forma simultánea.
Como dice San Pablo: “Que Cristo habite en sus
corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en
el amor” (cf. Ef 3,17).

Dice el Catecismo:

“Desde la Ascensión, el advenimiento de Cristo en


la gloria es inminente aun cuando a nosotros no
nos “toca conocer el tiempo y el momento que ha fi-
jado el Padre con su autoridad” (Hech 1, 7; cf. Mc
13, 32). Este advenimiento escatológico, se puede
cumplir en cualquier momento (cf. Mt 24, 44: 1 Te
5, 2), aunque tal acontecimiento, y la prueba final
que le ha de preceder estén “retenidos” en las ma-
nos de Dios (Cf. 2 Te 2, 3-12).” (CATIC - Nº 673)

Esta Segunda Venida, deberá ser precedida por la


Conversión de todo Israel, para llegar a la Plenitud de
Cristo en la cual Dios, será “Todo en todos”, como nos
enseña el Catecismo:

“La Venida del Mesías Glorioso, en un momento


determinado de la historia, se vincula al reconoci-
miento del Mesías por “todo Israel” (Rm 11, 26; Mt
23, 39), del que “una parte está endurecida”, en “la
incredulidad”, respecto a Jesús.” (CATIC - Nº 674) (cf.

49
Hch 3, 19-21; Rm 11, 5; Ef 4, 13; 1 Co 15, 28)

Cristo no ha venido a Juzgar, pero el Juicio se rea-


lizará. Leemos en el Catecismo:

“Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno dere-


cho de juzgar definitivamente las obras y los co-
razones de los hombres pertenece a Cristo, como
Redentor del mundo. “Adquirió” este derecho por
su Cruz. … Pues bien, el Hijo no ha venido para
juzgar sino para salvar y para dar la vida que
hay en él. Es por el rechazo de la gracia en esta
vida por lo que cada uno…es retribuido según sus
obras y puede incluso condenarse eternamente, al
rechazar el Espíritu de amor (Cf. Mt 12, 32; Hb 6,
4-6; 10, 26-31).” (CATIC - Nº 679)

Mientras tanto sabemos que Jesús, Nacido en Be-


lén humildemente, y Ascendido gloriosamente al Cie-
lo, desde donde vendrá al final de la historia cuando el
Padre lo haya resuelto, sigue viniendo todos los días
y se queda con nosotros: para iluminar y fortalecer,
para perdonar y salvar. María Su Madre y nuestra
Madre, en Su Inmaculado Corazón nos cobija y hace
posible, este encuentro con Jesús.
Es esta una Venida de Jesús, constante y kairoló-
gica (cuando el Señor interviene de manera portento-
sa, en el momento oportuno), que San Bernardo llama
“Venida intermedia” (Sermón Quinto en el Adviento
del Señor- Ver “Comentario”).
También SS Juan Pablo II, había asumido esa ex-
presión feliz de San Bernardo: “el Hijo del hombre...
vendrá en la gloria de Su Padre, con los santos ánge-

50
les.” (Mt 16, 27; 25, 31; 2 Tes 1, 7).
Así lo señala SS Benedicto XVI, en su libro “Je-
sús de Nazaret”, donde profundiza en la expresión del
Credo de Nicea (DS 150): “y de nuevo vendrá con glo-
ria.”
Monseñor Fulton Sheen, manifiesta su pensa-
miento sobre este actualísimo tema, diciéndonos:

“Los tiempos son malos, ¡nunca han sido peores!,


pues nunca antes una civilización mundial, se ha
vuelto contra la Luz Divina. Pero a pesar de estos
acontecimientos, no estamos en presencia del Fin
de la Civilización, ni tampoco hemos de estar des-
esperanzados.
Este tiempo que nos toca vivir, en vez de ser un
tiempo de desastres, es más bien un “Período de
Humillación”. Se nos deja a merced de nosotros
mismos, con nuestros propios deseos, con nuestras
propias ínfulas.
Los mejores días están por venir, aunque en el me-
dio se interpone la Purificación”
(“Camino hacia la felicidad” – Editorial San Pablo – 2006)

Luego de “un tiempo anti-crístico”, en todas sus


manifestaciones, tendrá lugar de acuerdo a la mayoría
de las interpretaciones, la llegada de la propia perso-
na del Anticristo que, ha de sentarse en el Centro del
Gobierno Espiritual de los Creyentes, dando lugar a
la “Abominación de la Desolación” (Dn 12,1;Mt 24,15),
predicha en la Sagrada Escritura.
Podemos deducir por los Signos de los Tiempos,
que estamos en los umbrales del tiempo del Anticris-
to, que se está manifestando con toda su agresividad,

51
queriendo destruir la Fe de los creyentes, el Papado, y
poner a la Iglesia maltrecha, al servicio de su imperio
universal.
Se harán evidentes las mayores Herejías, surgi-
das con el Modernismo y la presencia del Anticristo,
hasta el Advenimiento de la Parusía, claramente ex-
presada en el Apocalipsis. (Ap 22,20)
Recordemos aquí la visión del Papa León XIII,
en la que el Demonio le pide a Jesús cien años para
destruir la Iglesia. Desde los inescrutables Planes de
Dios, el Señor le otorga esa autorización.
Evidentemente han pasado ya los cien años, y esta-
mos en un tiempo extra de la Historia en el que el
Demonio, ha hecho muchísimo daño.
Nada más lógico que en momentos muy graves de
la Historia, como los presentes, el Señor realice Ma-
nifestaciones portentosas de Su Presencia, mientras
esperamos Su Última Venida, la Resurrección de los
Muertos y el Juicio Final.
Él, se manifestará dispuesto a reparar la Divina
Justicia, y a darnos la posibilidad de iniciar una nue-
va etapa, donde reinará con Su Poder y Su Gracia, en
el corazón de todos los hombres.
Simultáneamente, con el Triunfo del Inmaculado
Corazón de María, se instaurará la Civilización del
Amor, en la que Cristo será “Todo, en todos”, haciendo
visibles las maravillas de Su Reino.
En este tiempo, la Mujer revestida de sol (Ap 12,1),
la Santísima Virgen, está empeñada en defender con
toda Su fuerza y Su poder, a Sus hijos.
Nuestra Señora protege y asiste a los hijos de
Dios, con los Ángeles del Ejército Celestial y los cre-
yentes de la tierra, que han escuchado Su voz de Ma-

52
dre, alentándolos, invitándolos a una vida de Fe y de
Conversión, para que no se dejen arrastrar por las su-
gerencias, tentaciones y persecuciones que el Demo-
nio desata contra la Iglesia.
La batalla se está llevando a cabo, no con enemi-
gos de carne y sangre, sino entre los espíritus (cf. Ef
6,12) que, por eso, es una contienda mucho más dura.
Estamos en un Gran Combate, en el que María final-
mente triunfará, porque ya prevaleció Jesús en la Re-
surrección.
Ella por Él, ya venció en la Asunción al Cielo y es
Reina de todo lo creado. Finalmente se instalará un
Glorioso Reinado de Jesús y de María, en la tierra; en
el corazón de cada hombre, en los tiempos futuros que
nosotros aguardamos.
La Santísima Virgen concretará Su anunciada
Promesa, dada en Fátima (Portugal):

“Al final, Mi Corazón Inmaculado triunfará”.

Comentario

De los Sermones de San Bernardo Abad:

Sermón Quinto en el Adviento del Señor, 1-3:


“Vendrá a nosotros la Palabra de Dios.”

“Sabemos de una Triple Venida del Señor. Además de

53
la Primera y de la Última, hay una “Venida Interme-
dia”. Aquellas son visibles, pero ésta no.
En la Primera, el Señor se manifestó en la tierra
y convivió con los hombres, cuando, como atestigua Él
mismo, Lo vieron y Lo odiaron.
En la Última, todos verán la Salvación de Dios, y
mirarán al que Traspasaron.
La Venida Intermedia en cambio, es oculta, y en
ella sólo los elegidos ven al Señor, en lo más íntimo de
sí mismos, y así sus almas se salvan.
De manera que, en la Primera Venida, el Señor
vino en Carne y Debilidad; en esta Segunda Interme-
dia, en Espíritu y Poder; en la Última, en Gloria y Ma-
jestad.
Esta “Venida Intermedia” es como una senda, por
la que se pasa de la Primera a la Última.
En la Primera, Cristo fue nuestra Redención; en la
Última, aparecerá como nuestra Vida; en ésta inter-
media, será nuestro Descanso y Consuelo.
Y para que nadie piense que es pura invención,
lo que estamos diciendo de esta “Venida Intermedia”,
oídle a Él mismo: “El que me ama, nos dice, guardará
mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él”.
He leído en otra parte: “El que teme a Dios obrará el
bien”; pero pienso que se dice algo más del que ama,
porque éste “guardará Su Palabra”. ¿Y dónde va a
guardarla?: En el corazón, sin duda alguna, como dice
el Profeta: “En mi corazón escondo tus consignas, así
no pecaré contra ti”.
Así es cómo has de cumplir la Palabra de Dios,
porque son dichosos los que la cumplen. Es como si la
Palabra de Dios, tuviera que pasar a las entrañas de
tu alma, a tus afectos y a tu conducta. Haz del bien tu

54
comida, y tu alma disfrutará con este alimento sus-
tancioso. Y no te olvides de comer tu pan, no sea que
tu corazón se vuelva árido: por el contrario, que tu
alma rebose completamente satisfecha.
Si es así como guardas la Palabra de Dios, no cabe
duda que ella te guardará a ti. El Hijo vendrá a ti, en
compañía del Padre, vendrá el gran Profeta, que reno-
vará Jerusalén, el que lo hace todo nuevo. Tal será la
eficacia de esta Venida, que nosotros, que somos ima-
gen del hombre terreno, seremos también imagen del
Hombre Celestial. Y así como el viejo Adán se difundió
por toda la humanidad y ocupó al hombre entero, así
es ahora preciso que Cristo lo posea todo, porque Él lo
creó todo, lo redimió todo, y lo glorificará todo.”

2. En Comunión con el Padre

“El tema fundamental…nos lo da el anuncio pro-


fético: “El Señor viene”.
La comunidad cristiana,… tiene la tarea de hacer-
se Testigo, cara al mundo, de esta esperanza, anun-
ciando…la nueva Venida del Señor cuando el tiempo
de paso a la eternidad… Hoy de nuevo María, nos in-
vita a reconocer el valor de las promesas basadas en
la Palabra Divina y nos exhorta a preparar nuestro
espíritu para la venida de Cristo.
Vivamos junto con María este tiempo de espera,
y pidámosle que guíe nuestros pasos al encuentro del
Señor. Ella nos repite hoy con su Hijo: ¡Levantaos y
alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación!”
(SS Juan Pablo II, Ángelus, 04-02-1988)
La Venida Intermedia de Jesucristo, de la que he-

55
mos hablado, no significa necesariamente la “venida
visible” de Jesús, sino Su actuación poderosa, Su Glo-
ria, que se manifiesta en una Gracia extraordinaria y
un Poder sin límites.
Sobre el tema de esta Venida del Señor, que es
inminente, hay distintas interpretaciones, porque la
Profecía se conoce perfectamente bien, cuando se cum-
ple. Mientras nos acercamos a su cumplimiento, van
surgiendo luces que nos permiten anticiparnos a su
conocimiento.
La palabra “inminente”, muy usada en distintos
momentos, en Fátima y otros lugares de Manifestacio-
nes Marianas, no significa necesariamente una proxi-
midad en el tiempo.
Entiendo que es tan excelso, lo que llegará a la
Humanidad; tanto esplendor tendrá la Venida del Se-
ñor en Gloria, que frente a esa Manifestación de infi-
nita magnificencia, el tiempo “que queda” para que se
produzca, siempre será muy breve. Nunca estaremos
suficientemente preparados, para ese momento, y la-
mentablemente en estos tiempos, la preparación es
casi inexistente.
Por eso, las múltiples Manifestaciones Marianas,
de Jesús o de los Santos, intentan hacernos tomar con-
ciencia, de que lo único que debe importarnos, es “lo
que le importa a Dios”, es decir: establecer una pro-
fundísima comunión, de la creatura con el Creador, de
los hijos con el Padre.
Esta es la síntesis del Proyecto de Dios: amar a
la creatura, a quien convirtió en Su hijo, y ser amado
por ese hijo, como Padre. Esta es la meta de todas las
Manifestaciones, y/o Revelaciones Privadas, que no
hacen más que ratificar lo que ya está dicho en la Re-

56
velación Pública: un Mensaje de Amor, de Salvación,
de Misericordia….
Entonces, todos los Anuncios Proféticos que pue-
den producir temor, preocupación o angustia, no ten-
drán a estos sentimientos como el objetivo buscado.
Son Anuncios Proféticos reales, de personas a quie-
nes Dios se les muestra, para invitar a todos a que
lo descubran, como al Único Dios; que amen al Único
Padre, que nos ama con Amor Eterno, y que nos una-
mos, como hermanos de la misma familia. Si eso no
se produce, necesariamente vendrán males, no porque
Dios los envíe, sino porque el hombre los ha fabricado,
y se volverán contra él.
Pero aún, en esos “tiempos de castigo”, cuando el
mismo es directamente venido del Cielo, como res-
puesta al pecado de desafío de los hombres, aún allí
Dios, da la oportunidad a todos aquellos que sufri-
rán la muerte, de encontrarse definitivamente con Él
y salvar sus almas, a menos que decidan libremen-
te, permanecer obstinados, cayendo así en el pecado
contra el Espíritu Santo, que no será perdonado (Mt
12,31; Mc 3,29; Lc 12,10).
A Dios le interesa salvar nuestra Vida Eterna, y
no dejarnos atareados en nuestra propia destrucción.
Una buena parte de los acontecimientos que estamos
viviendo, que son tristes y lamentables, siempre han
ocurrido… Por desgracia se han incrementado en esta
época, y son manifestación de la naturaleza que se re-
bela, porque ella misma fue sometida, por causa del
pecado a una degradación, como señala San Pablo:

“Porque también la creación será liberada de


la esclavitud de la corrupción, para participar de

57
la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos
que la creación entera, hasta el presente, gime y
sufre dolores de parto.” (cf. Rm 8,21-22)

La rebelión de la naturaleza frente al hombre que


la castiga, la adultera, la idolatra, es consecuencia del
pecado. Éste, ha dado lugar a tantas otras situacio-
nes de horror: actualmente las guerras, con más de
cuarenta focos bélicos en el mundo; las diferentes y
múltiples adicciones; las armas atómicas.
La libertad, lleva en ocasiones al ser humano a
dar la espalda a Dios, generando situaciones de an-
gustia y dolor, que deberá asumir como consecuencia
del mal uso del precioso Don recibido.
Por haber elegido el Pecado, causa de todos los
males, ocurrirán grandes catástrofes, que no son Vo-
luntad del Padre, y que responden al ejercicio del libre
albedrío.
Él los permite, y en ellos ofrece la posibilidad de
que Sus hijos, tomando conciencia de su equivocación,
retomen el camino del encuentro definitivo con Su
Creador.
El gran Siglo de la Ciencia, el Siglo XX, pletórico
de grandes avances científicos, muchos de los cuales
favorecieron grandemente a la Humanidad, fue soca-
vando en algunos espíritus el lazo con lo Divino. Qui-
zás sin buscarlo, ni decirlo abiertamente, concluyó con
“la muerte de Dios”, despojándolo de Su Trono y colo-
cando en Su lugar al hombre, como dueño y domina-
dor de todo lo creado, a partir de los extraordinarios
logros de la Ciencia.
Sin embargo, SS Juan Pablo II, en ocasión de ce-
lebrarse el Cincuentenario de la restructuración de la

58
Pontificia Academia de Ciencias (28-10-1986), expresó
que “debe buscarse una armonía entre “la verdad re-
velada y la verdad que se descubre empíricamente”.
Observó que no existe “ninguna contradicción entre la
ciencia y la religión”, pero que la ciencia necesita estar
en consonancia, con la sabiduría y la ética, ya que “el
mismo Galileo no aceptó una genuina contradicción
entre la ciencia y la fe: ambas provienen de la misma
Fuente y deben relacionarse con la Verdad primera”.
El Papa observó que la Ciencia debe volver, de
una extrema especialización, a una visión abarcadora.
Luego afirmó que los científicos, pensadores y teólo-
gos, deben cooperar en un esfuerzo en común:

“La Ciencia, no puede dejar de lado las pregun-


tas fundamentales concernientes a su papel, y a
su objetivo; no puede cerrarse a lo universal, ni al
conocimiento de las cosas como una totalidad, ni
a lo Absoluto, aunque sea incapaz en sí misma de
responder al tema del significado”

El Canciller de la Academia Pontificia de Cien-


cias, rescata las palabras de SS Juan Pablo II, del 28-
10-1986, haciendo referencia al descubrimiento de la
energía nuclear. Relata que el Sumo Pontífice afirmó
que un factor de mucha preocupación era la “fuerte
utilización del poder que subyace en la ciencia” y que
insistió en que los investigadores, fueron factor de una
crisis moral de grandes alcances:

“…si existen divergencias entre la Iglesia y la cien-


cia, la razón de ello debe buscarse en la finitud de
nuestra razón, que es limitada en su alcance y por
lo tanto propensa a errores.”

59
“…los investigadores, estuvieron en el origen de
una crisis moral inigualable en la historia, que
solo puede superarse combinando la conciencia y
la ciencia, haciendo que se respete la supremacía
de la ética”. (Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo,
“Cien años de Magisterio Pontificio para las Cien-
cias”, Ciudad del Vaticano, 2003, p.11)

Los acontecimientos que vivimos, están demos-


trando que el hombre sólo, alejado de Dios, se destru-
ye… La Ciencia, medio para llegar a Dios, se ha con-
vertido según las palabras citadas, en un camino de
crisis moral, con un indirecto rechazo u olvido de Dios.
La Ciencia, no debe desvincularse de la Ciencia de
Dios, que implica la Sabiduría que proviene de Él; la
espontánea y agraciada relación del hombre con Su
Creador, para construir una Sociedad ordenada, feliz,
fraternizada y en creciente armonía.
Es lo que Dios soñó para la Humanidad y es lo
que, como Padre, ¡logrará que se realice!

3. El día y la hora

Nadie conoce ni el día ni la hora, de la Venida del


Señor (Mt 24,36), nadie conoce cómo será el modo de
esa Venida, de esa Gloriosa Manifestación de la que
estamos hablando, pero Jesús vendrá, en la “hora di-
fícil” de la Historia de los hombres, para liberarlos de
una Historia durísima e iniciar un Tiempo Nuevo.
Recordemos las palabras de Jesús: “Cuando co-
mience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la ca-
beza porque está por llegarles la liberación”. (Lc 21,28)

60
Esta liberación, no es la Resurrección final (que es
la suprema liberación), sino que el Señor está hablan-
do de una liberación en este mundo, en esta tierra,
dando lugar a un renacer de la Humanidad.
La Virgen Santísima en San Nicolás, deja este
mensaje: “…no les prometo el ocaso, sino la aurora”,
y SS Juan Pablo II señala, que la Misión de la Iglesia
es tan grande, que estamos recién en los comienzos de
su concreción, en los comienzos de los grandes hechos
salvadores, que Jesús solamente es capaz de producir.
Comienzo significa, que los tiempos nuevos serán ex-
tensos y de gran crecimiento espiritual.
Nadie conoce su propio día, ni la hora, en que será
llamado a la Eternidad. En relación con esta realidad
personal (que nos tocará a todos), el Anuncio de una
proximidad del Fin y del Encuentro con el Señor, es
absolutamente real.
Él vendrá, dice el Nuevo Testamento, como un la-
drón en la hora menos esperada (Mt 24,44; Ap 16,15; 1
Tesalonicenses 5,2; 2 Pedro 3,10), como un relámpago que
surge y desaparece (Mateo 24,27; Lucas 17:24).
Así será la Venida del Señor, en “Poder y Gloria”,
pero también así será la hora de nuestro personal paso
de la tierra, a nuestro Destino Eterno.
Es decir: es tan frágil la certeza de nuestro tiem-
po, que solamente tenemos la seguridad del instante
presente.
Por tanto, todo anuncio de Vigilar en nuestras vi-
das, de Orar, de Convertirnos, de disponernos a la Ve-
nida del Señor, que nos llamará en cualquier momen-
to, es absolutamente Misericordioso, y está apoyado
en la más absoluta Verdad.

61
PARTE

II

“La victoria de Cristo”


Capítulo IV

1. Dios elige a Su Pueblo

El Antiguo Testamento, nos expone con claridad


aquella primera elección de un pueblo, que tendría la
misión de preparar: la Primera Venida del Señor.
El Pueblo Judío fue elegido, y a partir de sucesivas
Alianzas de Dios con ese pueblo, fue creciendo la con-
ciencia de su pertenencia a Dios, y la certeza de que
Dios protegía a Sus elegidos.
Conocemos los clásicos términos de la Alianza
Bíblica: “…ustedes serán mi pueblo y yo seré vuestro
Dios” (Lv 26,12; Ez 36,28; Jr 7,23)(11,4).
El tiempo del Pueblo Judío, concluyó con el recha-
zo del Mesías, con la condena a Muerte y Crucifixión
de Jesús, el Hijo de Dios Vivo.
Comenzó el tiempo de los gentiles, llamados a la
Salvación igualmente que los judíos, a partir de que
Jesús fue rechazado por ellos.
Se vive ya desde Jesús, el Tiempo de la Iglesia
que durará hasta el fin del mundo, pero este tiempo,
también está signado por la aceptación y el rechazo de
Jesucristo, el Hijo de Dios.

65
Hoy estamos, como hemos expuesto, en una gra-
ve Crisis de Fe, que entre otras cosas dará lugar a
la Renovación de la Iglesia, y a la profetizada Con-
versión del Pueblo Judío al Señor Jesucristo, ya que
Dios nunca se arrepintió de Su primera elección, ni se
desdijo de Sus promesas.
Hechos históricos indudables, podrían anticipar
una posible, como esperada conversión del Pueblo
Judío: el fin de la Diáspora (dispersión) en países del
mundo entero; su retorno a Tierra Santa; y la funda-
ción del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, acor-
de a lo previsto por las Naciones Unidas.
Las profecías del Antiguo Testamento, confirman
esta esperanza:

-“Entonces les dirás: Así habla el Señor: Yo voy a


tomar a los israelitas de entre las naciones adonde
habían ido; los reuniré de todas partes y los lleva-
ré a su propio suelo”. (Ez 37,21)

-“Yo cambiaré la suerte de mi pueblo Israel; ellos


reconstruirán las ciudades devastadas y las habi-
tarán… Los plantaré en su propio suelo, y nunca
más serán arrancados del suelo que yo les di, dice
el Señor, tu Dios.” (Am 9, 14-15)

-“Entonces los haré volver a la tierra que juré dar


a sus padres, a Abraham, a Isaac y a Jacob, y se
adueñarán de ella. Estableceré para ellos una
alianza eterna…, y ya no arrojaré más a mi pue-
blo Israel de la tierra que les he dado.” (Bar 2, 34-35)

Hoy toda la Humanidad, está llamada a preparar

66
la Segunda Venida de Jesús, en Gloria y Majestad (Mt
25, 31), con la Resurrección de los Muertos y el Juicio
Final.
Esta Misión, la encomienda Jesús a Su Iglesia,
que fue fundada sobre Pedro y los Apóstoles, en fun-
ción de cuya preparación ya hemos hablado sobre la
“Venida Intermedia”, siguiendo la línea de pensa-
miento de San Bernardo y de SS. Benedicto XVI.

2. El Continente de la Esperanza, y Tierra de la


Nueva Visitación de María

En Sus misteriosos designios, Dios ha puesto Sus


ojos en lo que SS Juan Pablo II definió como “el Conti-
nente de la Esperanza”, hablando de América Latina.
Dentro de este Continente, el primer signo de evi-
dente elección, fue la Manifestación de la Santísima
Virgen María en México, donde “Nuestra Señora de
Guadalupe”, llamada la “Emperatriz de América”, ini-
ció con Sus Apariciones al indio Juan Diego, una ver-
dadera Campaña de Evangelización, que permitió en
pocos años la conversión en masa de los nativos, cosa
que apenas habían podido iniciar los misioneros euro-
peos, con muchísimo esfuerzo y muy poco fruto.
María siguió su tarea, como Estrella de la Evan-
gelización, haciéndose presente de diversas maneras
y en diversas Regiones de América, como Madre que
llama a la Oración y a la Conversión, para el encuen-
tro con Jesús.

Tenemos en América, una importante cantidad de

67
Santuarios Marianos. Sólo como ejemplo, podemos ci-
tar los siguientes:
-Bolivia: Nuestra Señora de la Candelaria de
Copacabana” y el de la “Virgen de Urkupiña”.
-Brasil: “Nuestra Señora Aparecida”.
-Canadá: “Nuestra Señora del Cabo”.
-Colombia: “Virgen del Rosario de Chiquinquirá”.
-Costa Rica: “Nuestra Señora de los Ángeles
de Cartago”.
-Cuba: “Virgen de la Caridad del Cobre”.
-Chile: “Nuestra Señora del Carmen del Maipú”.
-Ecuador: “Nuestra Señora de la Presentación
del Quinche”.
-El Salvador: “Nuestra Señora de la Paz”.
-Estados Unidos de América: “La Inmaculada
Concepción”.
-Guatemala: “Nuestra Señora del Rosario”.
-Haití: “Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”.
-Honduras: “Nuestra Señora de Suyapa”.
-México: “Nuestra Señora de Guadalupe”
-Nicaragua: “Nuestra Señora de la Concepción
de El Viejo”.
-Panamá: “Santa María de la Antigua”.
-Paraguay: “Nuestra Señora de los Milagros
de Caacupé”.
-Perú: “Nuestra Señora de la Merced”
(la “Gran Mariscala del Perú”).
-Puerto Rico: “Nuestra Señora de la Divina
Providencia”.
-República Dominicana: “Nuestra Señora de
la Altagracia”.
-Uruguay: “Virgen de los Treinta y Tres Orientales”.
-Venezuela: “Nuestra Señora de Coromoto”; etc.

68
Donde María elige un lugar para Su Morada, allí
está Dios eligiendo a través de Ella, el espacio llama-
do a ser ciertamente, la Morada de Dios en medio de
los hombres, como lo fue antiguamente el territorio de
Palestina.

69
Capítulo V

1. María y Su elección de Argentina

No existen dudas, de que Argentina es Tierra Ma-


riana por excelencia, desde antes de ser constituida
como Nación.
Juan de Garay al fundar, en 1580, por segunda
vez la ciudad de Buenos Aires, bautizó el lugar como
“Ciudad de la Santísima Trinidad” y “Puerto de Santa
María del Buen Ayre”.
En 1590, fue traída desde el Paraguay al Río de
la Plata, para su sede de Buenos Aires, una Imagen
de “Nuestra Señora del Rosario”, que luego de estar
un tiempo en la Catedral fue llevada al Convento de
Santo Domingo, y llamada luego “Nuestra Señora del
Rosario de la Reconquista”, a partir de que fue fer-
vientemente invocada, en el rechazo de las dos Inva-
siones Inglesas.
Las Banderas inglesas, obtenidas por el triunfo de
los Patriotas, fueron entregadas a “Nuestra Señora
del Rosario de la Reconquista”.
Posteriormente, Ntra. Sra. de las Nieves fue pro-
clamada Patrona de Buenos Aires.

71
El General José de San Martín, “…conociendo
que existía en la provincia de Mendoza, desde los años
de su fundación, una hermosa tradición a favor de la
“Virgen del Carmen” (que había sido introducida por
los jesuitas, y luego continuada por los franciscanos),
resuelve conferirle la jefatura suprema del Ejército,
en los días que preludiaron la Jornada Libertadora a
Chile.
No había en la ciudad, otra figura más venerada
y no existía en toda la Región de Cuyo, un culto más
pronunciado. Sometida la elección a una Junta de
Guerra, como era de esperarse, recayó en la Virgen del
Carmen.
El 05 de enero de 1817, se invitó a la población a
una Santa Misa en la Iglesia Matriz, donde se llevó a
cabo la Jura Solemne de la Patrona; la Bendición del
Bastón de Mando del General José de San Martín y de
la Bandera de Guerra, que acompañaría al Ejército.
Concluida la Misa, el General San Martín se acercó
con solemnidad a la Imagen, y puso en la diestra de la
Virgen, su Bastón de Mando, como símbolo de que la
“Virgen del Carmen de Cuyo”, se constituía en “Patro-
na y Generala del Ejército de los Andes”.
El 12 de agosto de 1818, en un acto pleno de ínti-
ma veneración y gratitud, el General San Martín envió
su Bastón de Mando a los Padres Franciscanos, ex-
presando: “La decidida protección que ha prestado al
Ejército de los Andes, su Patrona y Generala, nuestra
Madre y Señora del Carmen, son demasiado visibles.
Un cristiano reconocimiento, estimula a presentar a
dicha Señora, el adjunto bastón, como propiedad Suya
y como distintivo del Mando Supremo, que tiene sobre
dicho Ejército.” Síntesis del texto de la Profesora Fan-
ny Virginia Calderón/11-09-2012

72
El General Manuel Belgrano, también expresó y
contagió su Devoción a la Virgen, haciendo rezar el
Rosario diariamente a sus tropas.
Luego de la célebre Batalla de Tucumán, entregó
el 27 de octubre de 1812, al finalizar la Procesión, su
Bastón de Mando en manos de “Nuestra Señora de la
Merced”, nombrándola “Generala de los Ejércitos de la
Patria”.
El Bastón de Mando donado, era de mimbre.
Tiempo después el General Manuel Belgrano, envió
desde Buenos Aires, uno de marfil y empuñadura de
oro, que ostenta la Imagen de la Virgen de la Merced,
que se venera en la Parroquia La Victoria.
Estos ilustres Próceres, a través de las públicas
expresiones de fervor por la Santísima Virgen, ya nos
hablaban de la Devoción que existía en nuestro suelo
patrio, hacia nuestra Madre del Cielo, como respuesta
al Amor de María.
Como lo hicimos al hablar de los Países de Amé-
rica, decimos que Argentina ha recibido incesantes
muestras de un Amor de predilección por parte de la
Santísima Virgen María, a partir del momento en que
Ella, fue eligiendo y posando Sus benditos pies, en las
diversas Regiones de nuestro país.
Estas Regiones ya le pertenecían, por ser Madre
y Señora de todo lo creado, pero cada elección con sus
respectivas Advocaciones Marianas, fue un llamado
para que el Pueblo Argentino, a partir de cada Visita
de María, respondiera a Su Madre con amor filial, y
un serio compromiso de vida cristiana.
En lo referente a esa elección, de las diversas Re-
giones Geográficas, debemos citar:

73
Argentina: la Patrona de la Patria es “Nuestra
Señora de Luján”, milagrosamente descubierta
en el río Luján a 67 kilómetros de Buenos Aires,
cuando viajaba en carreta desde Brasil, hacia
Santiago del Estero.
La caravana se detuvo, en una hacienda conocida
como la Estancia de Don Rosendo. Al día siguien-
te, al querer proseguir el viaje, la carreta no se
movía. En el fondo de la carreta, había dos ca-
jones, con una Imagen de la Virgen María cada
uno. Bajaron un cajón y la carreta no se movía; lo
subieron, bajaron el otro cajón y la carreta empe-
zó a marchar normalmente.
Los presentes comprendieron que eran testigos de
“un hecho milagroso”, ya que la Virgen no quería
marcharse. Llevaron el cajón con la Imagen, a la
Estancia de Don Rosendo, cuya familia la recibió
con emocionada alegría.
Conocida la noticia en la Región, comenzaron a
llegar peregrinos de distintos lugares, por lo que
Don Rosendo construyó una pequeña Capilla, en-
tre los pajonales de la pampa, donde la Santísima
Virgen permaneció desde 1630 hasta 1674.
Un esclavo de unos veinticinco, traído de África
y vendido en Brasil, llamado el “Negro Manuel”,
llegó en la misma embarcación y presenció el Mi-
lagro en la Estancia de Don Rosendo. Se descono-
ce quién era su dueño, pero él permaneció en la
Estancia, ocupándose del cuidado de la Imagen.
La Tradición narra que el “Negro Manuel”, rea-
lizaba curas milagrosas, con el sebo de las velas
de la Capilla, al mismo tiempo que relataba a los
peregrinos “los viajes” de la Santísima Virgen que

74
salía de noche, para ir a consolar a los afligidos.
Manuel, guardaba los abrojos que se desprendían
del vestido de la Virgen, y con ellos hacía infusio-
nes que en muchas ocasiones, curaron milagrosa-
mente diversas enfermedades.
El Clérigo Don Pedro de Montalvo, llegó desahu-
ciado a Luján. Al ser curado milagrosamente, con
la infusión de abrojos, en agradecimiento se que-
dó en la Capilla, como Primer Capellán.
Por su parte, el Negro Manuel, fue un fiel servi-
dor de la Virgen, hasta su muerte.
En el año 1872, el Arzobispo de Buenos Aires, en-
tregó la custodia del Templo, a los Sacerdotes de
la “Congregación de la Misión”, conocidos como
Padres Lazaristas.
El Teniente Cura Jorge María Salvaire fue herido
en un viaje por los indios, y estuvo al borde de
la muerte. En ese momento realizó una promesa
a la Santísima Virgen, y milagrosamente fue sa-
nado. Su promesa fue: “Publicaré tus milagros...,
engrandeceré tu Iglesia”.
En cumplimiento de este voto, publicó en 1885 la
“Historia de Nuestra Sra. de Luján”.
En 1889 fue nombrado Cura Párroco de Luján y
dedicó su vida y esfuerzos, para edificar la gran
Basílica, con el apoyo de Monseñor Aneiros, y la
colaboración de sus compañeros de Congregación.

Sin entrar en la historia particular, de cada Advo-


cación Mariana, haremos una breve síntesis de algu-
na de ellas, en relación a su ubicación geográfica:
-Catamarca: La Imagen de “Nuestra Señora del
Valle”, fue encontrada entre 1618 y 1620 en una

75
gruta de Choyay, y entronizada luego en el San-
tuario que se erigió en su honor.

-Corrientes: La Advocación de “Nuestra Señora


de Itatí”, nació y creció en dicha provincia, y su
radio de influencia en el noreste argentino.
El 16 de julio de 1900, la Imagen fue Solemne-
mente Coronada, por voluntad del Papa León
XIII y entronizada con el nombre de “Reina del
Paraná y Reina del Amor”.
El 23 de abril de 1918, la Virgen de Itatí fue pro-
clamada “Patrona y Protectora” de Corrientes.

-Córdoba: “Nuestra Señora del Rosario del Mila-


gro”, es Patrona de toda la provincia.

-Jujuy: “Nuestra Señora del Rosario de Río Blan-


co y Paypaya”, también tiene Su misión de Patro-
na, en dicha provincia.

-Patagonia Argentina: “María Auxiliadora”, ejer-


ce Su Patronazgo sobre toda la Patagonia. Po-
demos decir que en gran parte, la población de
nuestra Patagonia debe su educación a la dedi-
cada tarea de los discípulos de Don Bosco. En
1875 llegaron los primeros Salesianos a la Argen-
tina. Algunos acompañaron al General Roca, en
su Campaña del Desierto, y ya nada los detuvo,
en su afán de sembrar el Evangelio en aquellas
tierras. A través de ellos Don Bosco fundó la pri-
mera Casa Salesiana Juan de Dios en la ciudad
de San Nicolás de los Arroyos que es el actual Co-
legio Don Bosco y Parroquia María Auxiliadora.

76
En 1883 levantaron un gran Templo en el barrio
de Almagro, de donde salían legiones de Misione-
ros, a predicar el Evangelio por toda la Patagonia
argentina, desde Río Negro hasta Tierra del Fue-
go, sometiéndose a las inclemencias del lugar y al
ataque de los indios.
Los Misioneros Salesianos hicieron milagros en
esas tierras: educando a los indios, luchando por
su dignidad como personas, inculcándoles el amor
a los hermanos, a Dios y sembrando la devoción
a María.
La Santísima Virgen, en Su Advocación de “Ma-
ría Auxiliadora”, fue “Patrona del Agro Argenti-
no”, en el año 1949.

-Región de Cuyo: La “Virgen del Carmen de Cuyo”,


venerada en las provincias de Mendoza, San
Juan, San Luis y La Rioja, es reconocida como la
“Patrona y Generala del Ejército de los Andes”.

-Región del Litoral: “Sebastián Gaboto, que explo-


rara la Región en 1527, colocó su empresa bajo
el Patrocinio de “Nuestra Señora del Rosario”, y
al entrar en aguas del Río Paraná la proclamó
“Patrona del Gran Río”, que por primera vez era
surcado por buques cristianos”. (Artículo del Dr.
Juan J. Laprovitta; 12-08-2012: “Un Pueblo con
historia – Sta. Ana y Sebastián Gaboto”)

-Salta: La “Virgen del Milagro” es honrada al nor-


te del país, junto con el Señor del Milagro.

-Santiago del Estero: Sabemos de la llegada y de

77
la entronización de “Nuestra Señora de la Conso-
lación de Sumampa”. Esa Imagen, vino también
de Brasil, en la misma carreta en la que trajeron
a “Nuestra Señora de Luján”.

-Tucumán: “Nuestra Señora de la Merced”, como


ya dijimos, es honrada como su Patrona y “Gene-
rala de los Ejércitos de la Patria”.

Además de los Santuarios, sabemos cuántas Basí-


licas, Parroquias y Capillas tienen a María, como su
Patrona.
Las Catedrales de Rosario, Paraná, Corrientes,
Goya, tienen a “Nuestra Señora del Rosario” como Su
Patrona principal.
Recientemente ha surgido, el Acontecimiento Ma-
riano de San Nicolás, y su nuevo Santuario, cuyas ca-
racterísticas se exponen a continuación.

2. María y Su Santuario en San Nicolás, Argentina

A través de las páginas de la Biblia, toda la His-


toria del Pueblo Judío en particular, se desarrolla en
el marco de una gran Historia de Alianza entre Dios y
los hombres.
El Señor crea al hombre, quiere vivir en amistad
con él, y por puro Amor, le ofrece desde el Paraíso una
Alianza de Amistad.
Por el Pecado Original (cf. CATIC 390), este Pri-
mer Pacto fue rechazado por el hombre, y Dios prome-
te restaurarlo definitivamente, en Jesucristo.

78
Por ello, fue preparando a Su Pueblo a través de
sucesivas Alianzas, y fue orientando su marcha por el
desierto, liberándolo de muchos males y asistiéndolo
en sus necesidades.
Toda la Historia del Pueblo de Dios, cuenta con
importantes experiencias de infidelidad a la Alianza,
y también con oportunos gestos salvadores de Dios,
que siendo eternamente fiel, quiere como un Padre
bondadoso, reencontrarse con Su Pueblo, cada vez que
éste se alejó del sendero.
Hoy, en este tiempo de la Iglesia, el Nuevo Pueblo
de Dios, también olvida con alguna frecuencia, la exi-
gencia de fidelidad a la Nueva Alianza. Por ello, tam-
bién frecuentemente, Dios interviene oportunamente
en favor suyo, para actualizar la Gracia Salvadora.
En el período del Nuevo Testamento, María ocupa
un papel protagónico como Arca de la Alianza Nue-
va, que busca restaurar la Amistad del hombre con
Dios, y llevarlo a la Santidad. Como Madre es esa Su
misión: “Dar la vida a sus hijos, haciéndose lugar de
encuentro con Dios”.
El providencial Acontecimiento que María prota-
goniza, en San Nicolás, nos habla de una Visita Ma-
ternal de la Santísima Virgen, que busca perpetuar
en este lugar, a través de Su Santuario, Su obra de
Mediación ante el Hijo Redentor.
María se presenta bajo la Advocación de “Nuestra
Señora del Rosario”, y quiere ser llamada “María del
Rosario de San Nicolás”.
En esta Revelación Privada, a la que estamos ha-
ciendo referencia, ocurrida en la ciudad de San Nico-
lás, acompañan a la Visión de María la presencia de
Signos importantes: Milagros; Gracias Extraordina-

79
rias; Fenómenos Visuales; y una presencia de Men-
sajes, que Ella nos ha dejado, animándonos a vivir
intensamente nuestra vida cristiana.
La Iglesia, en la persona del Obispo Diocesano,
con el conocimiento y aval de la Santa Sede, se hizo
cargo de este Hecho de Gracia, y lo fue conduciendo
Pastoralmente; luego de un profundo Discernimiento
Episcopal.
María se nos presenta como Arca, en un doble sen-
tido: primeramente como Arca de la Nueva Alianza,
que lleva en Su Seno al Hijo de Dios.
No ya como el Arca de la Alianza Antigua, que te-
nía en su interior las Tablas de Piedra de la Ley dadas
a Moisés, María lleva al Hijo de Dios hecho hombre
en Su Seno Virginal. ¡Suprema Arca de Alianza, es
María!
Por otra parte, como el Arca de Noé fue Signo de
Salvación para los hombres del momento, hoy María,
es también el Arca que hace referencia a su Mater-
nidad y a Su Templo, donde Ella recibe a Sus hijos,
como Noé recibía a sus familiares en el Arca que había
construido.
He creído importante ofrecer al lector, algunos pá-
rrafos de las Homilías pronunciadas por Mons. Cas-
tagna en ocasión de celebrar cada día 25 de mes la
Procesión y la Misa central. La publicación del libro
“Homilías” permite leer y descubrir toda su riqueza.
Mons. Castagna entonces Obispo de San Nicolás, tuvo
a su cargo la primera y más importante etapa del dis-
cernimiento del hecho mariano.

80
Nos dice el Obispo sobre el Santuario:
“El Santuario se erige hoy, después de prudente
consulta (…) El pueblo que aquí peregrina, muchos
miles desde hace más de cuatro años, después de Dios
y de la Virgen, es el único animador de este aconteci-
miento. Estas paredes han sido levantadas por el pue-
blo y las coronará exclusivamente el pueblo. Desde hoy,
los peregrinos que vienen de todo el país, y de algunos
países limítrofes, encontrarán aquí la imagen sagrada
de la Virgen y podrán ofrecer sus oraciones, súplicas y
acción de gracias, acercarse a los Sacramentos de la
Reconciliación y de la Eucaristía y gustar el sabor fi-
lial de encontrarse, con sus hermanos todos, en la casa
paterna, donde la Madre reúne a sus hijos en su Hijo
mayor, secundando la acción del Espíritu” (nº330, 19-
03-1989, con ocasión de la Bendición de la primera
parte del Santuario, Mons. Castagna, “Homilías”).

Sobre el tema de la Fe dice lo siguiente:


“La fe que suscita la Palabra y de la que María es
modelo se convierte en respuesta al don de Dios. Em-
pezar a creer es empezar a ser fiel. Quizá el itinerario
de fe que cada uno recorre esté iniciándose, o perfeccio-
nándose o culminando. Aquí, como lugar de la Virgen
y expresión de la Iglesia, se manifiestan los distintos
grados de ese itinerario. Lo importante es que todos
estén en marcha, que hayan dejado definitivamente la
postración y la parálisis y, sin otro deseo que Dios, se
esfuercen, con todas las energías de que son capaces,
en encontrarlo” (nº95, 25-04-1987, Mons. Castagna,
“Homilías”).

81
Acerca de la Evangelización el P. Lucio Gera en el
Prólogo al libro “Mensajes” rescata la enseñanza del
Obispo:
““La Virgen Santísima atrae a los hombres al co-
nocimiento de la verdad de Dios. Ella la ha recibido,
por el Espíritu, el día de la Encarnación y luego la ha
ofrecido a todos de parte del Padre” (nº 74) convirtién-
dose en la primer proclamadora de la Buena Nueva.
A imitación de María, la Iglesia, todos sus miembros
y, particularmente quienes peregrinan a su Santuario,
han de ofrecer a otros el Evangelio de verdad, convir-
tiéndose en evangelizadores. “La Iglesia como María
ha de provocar una Nueva Navidad” (nº9) a través de
una nueva evangelización. Anunciar y Ofrecer la Ver-
dad, que es Cristo, no sólo en la intimidad de lo pri-
vado, como a escondidas, sino públicamente, porque
el Evangelio ha de ser vivido socialmente” (Mons. Dr.
Lucio Gera, prólogo al libro “Mensajes”).

Nos comenta el Obispo sobre la imagen


de María:
“El acontecimiento de fe producido aquí, con frutos
admirables de conversión y transformación que se su-
ceden, es digno de una atención respetuosa y seriamen-
te reflexiva. Sin duda, en este acontecimiento, en todo
su prodigioso desarrollo, se manifiesta una presencia
peculiar de la Virgen en su sagrada imagen de Nuestra
Señora del Rosario. Ninguna persona, y menos quien
les habla y está a cargo de su discernimiento pastoral y
orientación, podría haber originado un acontecimiento
de esta dimensión y de naturaleza tan profundamente
religiosa” (nº 329, 19-03-1989, Mons. Castagna, “Ho-
milías”).

82
Finalmente sobre el Santo Rosario:
“El esfuerzo por popularizar el rezo del Rosario
está movido por una providencial intención. A medida
que lo practica más gente se produce una transforma-
ción que confunde a quienes bien intencionadamente
lo relegan a grados muy ínfimos de la estimación. Me
permito denominarlo “la oración pobre”. Por su ex-
traordinaria sencillez sólo requiere la repetición del
“Padre Nuestro”, el “Ave María” y el “Gloria”, acom-
pañando la meditación del simple enunciado de los
diversos misterios de la vida de Cristo” (nº 157, 25-10-
1987, Mons. Castagna, “Homilías”).
El Templo Santuario, que representa visiblemen-
te a la Iglesia de Jesús, es el lugar donde María nos
alimenta, enseña y restaura a través de la Palabra, y
los Sacramentos del Hijo.
Allí nos hace conscientes, de que estamos llama-
dos a vivir en la Unidad, en el Amor de hermanos, si-
guiendo el pedido de Jesús: “Les doy un mandamiento
nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he
amado, ámense también ustedes.” (Jn 13,34).
Nos invita a ser Misioneros, llevando a todos los
hombres la Palabra de Dios, como lo pidió Jesús en
la Ascensión: “Vayan por todo el mundo, anuncien la
Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bau-
tice, se salvará. El que no crea, se condenará.” (Mc
16,15-16).
Jesús acompaña la Predicación de la Palabra,
con signos claros de Misericordia. Es la expresión del
Amor del Padre, que se compadece de los hombres, y
abarca a todo el hombre en sus necesidades espiritua-
les o materiales. Nosotros, como fieles discípulos, de-
bemos hacerlo de la misma manera.

83
La presencia de la Virgen es esperanzadora, por-
que nos indica que vamos caminando hacia un hori-
zonte de Gloriosa Eternidad, cuyos destellos podemos
vivir en la tierra, a partir de la Gracia Bautismal que
nos hizo hijos de Dios, y nos hace crecer en la Fe, la
Esperanza y la Caridad.

3. La construcción del Santuario material, para


la reconstrucción del Santuario espiritual

María pidió insistentemente, la construcción de


un Santuario donde pueda recibir a Sus hijos y provo-
car el encuentro de ellos, con Su Hijo Jesús.
Se extendió por todo el país la devoción a “María
del Rosario”, y han sido los mismos Peregrinos, que la
Virgen aproximó a Su Casa de todas partes del país,
los que se convirtieron luego en Misioneros. Son real-
mente muchas las Imágenes, de distintos tamaños,
llevadas por los Peregrinos, que han dado también lu-
gar, a una actividad misionera en cada familia, barrio,
pueblo o ciudad.
Todo esto señala una confirmación, de que María
sigue visitando a los hijos amados por Ella, buscando
revitalizar la Alianza con Jesús y desde Jesús con el
Padre; alianza que el Pecado, y la Apostasía de la Fe
actual, intentan destruir.
En estos momentos tan especiales, en cada uno
de los Santuarios de la Santísima Virgen María, en
las Basílicas, en las Parroquias, en las Capillas, los
Oratorios, las Ermitas, en los Santuarios dedicados a
los Santos, en todo terreno sagrado dedicado al Señor,
y en toda circunstancia, Dios intenta recrear la Fe de

84
Su Pueblo.
Su Plan Divino es, renovar la fidelidad al Pacto de
Amor que realiza con Sus hijos, en una Alianza que
sea: profunda e indestructible.

85
Capítulo VI

“No teman, yo he vencido al mundo”

1. La Seguridad del que confía en Dios

Tú que vives al amparo del Altísimo


y resides a la sombra del Todopoderoso,
di al Señor: “Mi refugio y mi baluarte,
mi Dios, en quien confío”.

Él te librará de la red del cazador


y de la peste perniciosa;
te cubrirá con sus plumas,
y hallarás un refugio bajo sus alas.

No temerás los terrores de la noche,


ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que acecha en las tinieblas,
ni la plaga que devasta a pleno sol.

Aunque caigan mil a tu izquierda


y diez mil a tu derecha,
tú no serás alcanzado:
su brazo es escudo y coraza.

87
Con sólo dirigir una mirada,
verás el castigo de los malos,
porque hiciste del Señor tu refugio
y pusiste como defensa al Altísimo.

No te alcanzará ningún mal,


ninguna plaga se acercará a tu carpa,
porque él te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos.

Ellos te llevarán en sus manos


para que no tropieces contra ninguna piedra;
caminarás sobre leones y víboras,
pisotearás cachorros de león y serpientes.

Oráculo del Señor


“Él se entregó a mí,
por eso, yo lo libraré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
me invocará, y yo le responderé.

Estaré con él en el peligro,


lo defenderé y lo glorificaré;
le haré gozar de una larga vida
y le haré ver mi salvación”. (Salmo 90)

Hemos recorrido, en los Capítulos anteriores, los


diversos momentos de una realidad que nos toca vivir,
como protagonistas de esta hora.
Nos hemos detenido en la gravedad de este tiem-
po, para toda la Humanidad, y hemos conocido los
resultados negativos de la Ciencia y la actividad del
hombre cuando se aleja de Dios, y de Sus planes, para

88
pretender convertirse en el centro de atención del
mundo creado.
“En un mundo que tiene la tentación de orga-
nizarse, como si Dios no existiera, solo la Revela-
ción del Rostro de Dios Amor, ofrece razones para:
creer, esperar y amar.”
(SS Santidad Juan Pablo II- “Desde el corazón” - Edit. Lu-
men - 2007)

A través de la Historia de la Salvación observa-


mos, aquellos momentos en que Dios interviene en las
tribulaciones de la Humanidad, para salvarla.
Hoy, nos encontramos en los umbrales de un Tiem-
po Nuevo, mientras está concluyendo un andar histó-
rico, donde el enemigo de Dios y del hombre, intenta
destruir a la Humanidad en su conjunto y a la Iglesia
de Jesucristo, Signo de Salvación de todos los pueblos,
para desnaturalizarla y ponerla al servicio, de su pre-
tendido imperio despótico sobre todo el mundo.
El Señor Jesús, Único Rey del Universo y Dios
Eterno, arrojará de la tierra a este seductor, para en-
cadenarlo definitivamente en los infiernos (2 Tes 2,8).
Jesús triunfó en Su Resurrección Gloriosa, venciendo
anticipadamente a Satanás, al pecado y a la muerte.
Sin embargo, en Sus misteriosos designios, permite la
manifestación perversa del enemigo, que dará origen
a la Gran Tribulación Final de estos tiempos, anun-
ciada en los Evangelios, provocando la Última Perse-
cución de los cristianos, en su intento de gobernar al
mundo como el Anticristo.
Este Tiempo, del que estamos viendo sus inicios,
no debe suscitar temor, sino una profunda decisión de
prepararnos para enfrentar esta prueba.

89
A través de la Cruz, la Iglesia quedará purificada,
y renacerá bajo el Poder de Cristo Rey, cuyo Espíritu
hará nuevas todas las cosas.

“La Cruz debe ser, el preludio de la recompensa”


(Monseñor Fulton Sheen- “Camino hacia la Felicidad”
Edit. San Pablo/ 2006).

En el Antiguo Testamento el Señor nos dice: “Hijo,


si te decides a servir al Señor, prepara tu alma para la
prueba” (Ecli 2,1)
Confiando plenamente en la Palabra de Jesús,
aguardamos la Liberación de estos duros aconteci-
mientos: “Cuando comience a suceder esto, tengan
ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles
la liberación.” (Lc 21,28). Por Él y en Él nos alegramos,
de los momentos difíciles que debamos vivir, arraigan-
do más profundamente en nuestra vida la Esperanza,
que no defrauda.
Jesucristo, Fundador y Cabeza de la Iglesia, se
entregó por ella en la Cruz, para salvarla definitiva-
mente. Hoy la Iglesia, “crucificada” como Su Esposo y
Señor, está siendo embellecida y está colaborando con
Jesús en la Redención de la Humanidad.

Tengamos presente aquí la exhortación de San Pablo:


-“¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios
está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”
(Rm, 8,31)
- “¿Quién podrá entonces separarnos del Amor
de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la
persecución, el hambre, la desnudez, los peligros,
la espada?” (Rom 8, 35)
- “Pero en todo esto obtenemos, una amplia vic-

90
toria, gracias a aquel que nos amó. Porque tengo
la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los
ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo fu-
turo, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo
profundo, ni ninguna otra criatura podrá sepa-
rarnos jamás del amor de Dios, manifestado en
Cristo Jesús, nuestro Señor.”(Rm 8, 37-39)

Recordemos también la promesa de Jesús, a Pedro:


“Y Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no pre-
valecerá contra ella. Yo te daré la llave del Reino
de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, que-
dará atado en el cielo, y todo lo que desates en la
tierra, quedará desatado en el cielo. Entonces or-
denó severamente a sus discípulos que no dijeran
a nadie que él era el Mesías.”(Mt 16, 18-20)

El Señor como Esposo fiel, amó a Su Esposa la


Iglesia, hasta el final, y jamás permitirá su derrota.
Aunque permita los dolores de la humillación, que la
ha de purificar, y convertir en la fiel Esposa sin man-
cha, ni arruga y sin ningún defecto, sino Santa e In-
maculada, dispuesta a incorporar en su seno a todos
los hombres de buena voluntad, que estén dispersos
por el mundo.
La Iglesia, como María, es también Virgen, Madre
y Arca, que llama a todos los hombres a resguardarse
en Ella, para su propia Salvación.
Tenemos presente la Palabra de Dios que en el
Salmo 22, nos habla como Pastor de Su Rebaño:

91
El Señor es mi Pastor

El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.

Él me hace descansar en verdes praderas,


me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.

Aunque cruce por oscuras quebradas,


no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.

Tú preparas ante mí una mesa,


frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu gracia me acompañan


a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo. (Salmo 22)

La Iglesia Militante (de la que todos formamos


parte), hermanada con la Iglesia Purgante (Fieles del
Purgatorio) y con la Iglesia Triunfante (los Bienaven-
turados que ya están en el Cielo), constituye la misma
y única Familia de Dios. Todos formamos en la “Co-
munión de los Santos”, la única Iglesia de Jesús.
María, Madre de esa Iglesia, (mientras pisa defi-

92
nitivamente la cabeza de la serpiente infernal), como
la “Mujer revestida de sol” (Ap 12, 1) y Reina del Uni-
verso, es acompañada por los Santos y los Ángeles
quienes, con la conducción de San Miguel Arcángel,
forman el Ejército Celestial, sosteniéndonos en forma
directa y eficaz, en este tiempo de azarosos aconteci-
mientos.
El combate se libra en el corazón endurecido de los
hombres, que se han alejado de Dios, dando cabida a
la oscuridad y al pecado.
María, como ejército “en orden de batalla” (1 Sam
17,2) nos da la absoluta certeza de salir triunfantes
del combate que se nos presente, si nos dejamos guiar
por Ella, que nos conduce a Jesús y al Reino del Padre.
Nuestra Madre, que vive en Su Corazón la Victoria
Redentora de Cristo, quiere hacernos partícipes de
esa gloria, manifestando a cada uno de nosotros y a
las naciones todas: el triunfo de la Gracia sobre el pe-
cado; del Amor sobre el egoísmo; de la Paz sobre la vio-
lencia; de la Fe sobre el ateísmo; de la Verdad Revela-
da sobre la mentira, las herejías y las falsa religiones.
Dios en la historia ha suscitado, para cada mo-
mento, hombres y mujeres cuya Santidad y Misión,
los llevó a ser lumbreras de la Iglesia y del mundo.
A través de una profunda Evangelización y de una Ca-
ridad operante, han hecho posible que brille la Luz de
Cristo, en medio de las tinieblas de Su enemigo.
Citando, solo algunos, rescatamos como modelos
de vida a: San Francisco de Asís; Santo Domingo de
Guzmán; San Ignacio de Loyola; San Juan Bosco, y
tantos otros…
En éstas últimas décadas, hemos sido contempo-
ráneos de: San Pío de Pietrelcina; San Juan Pablo II;

93
de la Madre, Santa Teresa de Calcuta…
Con agradecida emoción, nos remontamos al pro-
ceder ejemplar de los Santos y Beatos de Argentina:
San Héctor Baldivieso; San José Gabriel del Rosario
Brochero; las Beatas María Crescencia Pérez; María
del Tránsito Cabanillas, María Antonia de Paz y Fi-
gueroa (Mama Antula), entre otros…
Confiamos en la época actual, en la Acción de la
Providencia de Dios, en la certeza de que no dejará de
suscitar almas entregadas a Su servicio, y al servicio
de los hermanos.
“Amar y servir, ¡son inseparables! Servir a los
otros, es el servicio más elevado del yo. La mejor
manera de crecer en Gracia y de avanzar en la So-
lidaridad, recordando a Aquél que dijo: No hay
amor más grande, que dar la vida por los amigos
(Jn 15,13)”
(Monseñor Fulton Sheen –“Camino hacia la Felicidad” –
Edit. San Pablo)

Nos consta que el Señor está promoviendo: Cami-


nos de Oración y Conversión; Formación de pequeñas
Comunidades de Cristianos; Senderos de Santifica-
ción; y la Elección de Almas Víctimas, dispuestas a
entregar su vida por toda la Humanidad, como humil-
de precio de Purificación personal y de Redención para
los hermanos.
Como creyentes, integrantes del Cuerpo Místico,
estamos llamados a unirnos en Oración profunda,
para impetrar por el Triunfo de la Iglesia de Cristo.
Estamos asistiendo a la muerte cruel, de numero-
sos Mártires anónimos, sobre todo en Medio Oriente,
que entregan su vida como valientes Testigos de la Fe
en Jesús.

94
Toda Renovación de la Iglesia, siempre se produjo
a partir de momentos oscuros, que dieron lugar a la
presencia de Mártires, cuya sangre fue semilla de una
Iglesia Vivificada.
En cada uno de ellos vemos encarnadas, con in-
cuestionable heroísmo, las proféticas palabras:

“Esta Humanidad martirizada, es la Esperanza


para el Siglo que empezamos a vivir. Es una he-
rencia para nosotros, cristianos del Siglo XXI, que
hemos de abrazar y escoger. La Herencia de los
Mártires se acepta cada día, con una vida llena de
Amor, de Mansedumbre, de Fidelidad.”
(Cardenal Francois Van Thuan - ¡Espera en Dios!
Ciudad Nueva -2009)

2. Senderos para vivir el Evangelio

Para responder con nuestra vida cristiana, a la


urgencia de “estar preparados y con las lámparas en-
cendidas” como las vírgenes prudentes del Evangelio,
me pareció oportuno señalar los caminos por los que
la Iglesia nos invita a recorrer nuestra vida cristiana,
para lograr su crecimiento continuo en la historia per-
sonal de cada uno.
Expongo a continuación esos caminos, a los que
hice referencia:

La Palabra de Dios:
El Señor nos invita a conocer, contemplar y pro-
fundizar siempre con mayor dedicación, el tesoro de la
Palabra de Dios. Allí el Señor se nos revela, nos ofrece

95
Su Misericordia, nos llama a la Conversión y nos hace
conscientes de que, por el Bautismo fuimos hechos Hi-
jos de Dios y estamos llamados a vivir como hijos.

Los Sacramentos:
Son siete los Sacramentos, por donde nos llega la
Gracia de la Redención, que Jesús ganó para nosotros
desde la Cruz. Los Sacramentos que en forma habi-
tual necesitamos frecuentar son el de la: Reconcilia-
ción y el de la Eucaristía.
Por el Sacramento de la Reconciliación, pedimos
perdón al Señor por nuestros pecados.
Por el Sacramento de la Eucaristía, recibimos a
Jesús realmente Presente como Resucitado, con Su
Cuerpo y Su Sangre, Alma y Divinidad. Convertido en
Pan de Vida, nos alimenta en el tiempo presente, y se
convierte en garantía de la Vida Eterna.

La Oración:
La Oración diaria, y de un modo especial la Santa
Misa nos une a Jesús, permitiéndonos un crecimiento
profundo en la amistad con el Señor, dándonos la luz
que necesitamos para alejar el pecado de nuestras vi-
das, aumentando cada día el Amor a Dios y al prójimo.
No hay salvación, si no oramos frecuentemente con
fervor a Dios, nuestro amado Padre, que nos ha creado
y nos eligió como hijos.
Jesús es el Camino al Padre. Orando con Jesús y
junto a Él, descubrimos la belleza de nuestra Fe y de
nuestra Vida Cristiana.
¡Todo lo podemos orando, nada podremos si no
oramos!
Entre las diversas oraciones, el Rezo del Santo

96
Rosario ocupa un lugar de preferencia. En él contem-
plamos y buscamos vivir, los Misterios de Jesús y de
María.
Es arma poderosa y cálida Plegaria de Alabanza,
Acción de Gracias y Súplica a María, nuestra Madre
del Cielo.

La Conversión interior de nuestra vida:


Es lo que el Señor espera de nosotros, cuando nos
comunicamos con Él.
Convertirnos es, producir un cambio de rumbo en
nosotros, dejando las ataduras del pecado, para vol-
carnos en los brazos Misericordiosos del Padre, vivien-
do gozosamente en el cumplimiento de Su Voluntad.
Sabemos que la Conversión de cada uno, hace posible
la vida fraterna en comunión, dentro de la Iglesia de
Jesús, que es el espacio propio del bautizado.
Jesús nos ha dicho “ámense unos a otros como yo
los he amado”, esta es la suprema expresión de la Con-
versión.

La Evangelización
Estamos llamados a proclamar a nuestros herma-
nos la Palabra de Jesús, con palabras, con gestos, con
el Amor que surge del corazón sincero. A anunciar al
Señor, que vive como Resucitado y nos impulsa a co-
municar Su Amor.
Nuestros hermanos, necesitados de la Fe y de la
Palabra, están urgiéndonos a que vayamos a comuni-
cársela; a hacerlos partícipe de la Palabra que lleva a
la Salvación, y es Camino de Conversión.
Por eso, evangelizar es una necesidad, como dice
el apóstol Pablo “¡ay de mí, si no evangelizara!”.

97
Evangelizar, es anunciar a Jesucristo que vive en
nosotros, y no quiere quedarse solamente entre noso-
tros, sino que necesita ser proclamado al mundo ente-
ro. Cada uno de nosotros, tiene una responsabilidad
muy concreta en esa dirección.
Tenemos que estar atentos, para descubrir, quien
está necesitando de la presencia de nuestra palabra,
de nuestro testimonio, o de ese gesto de Misericordia,
que ¡lo lleve a Jesús!

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Epílogo

A modo de cierre

He buscado Señor
descubrir la inocencia de Tu Rostro
que me llama a expresar
una historia que nace en este tiempo
Que he vibrado Contigo
desde antes que viera yo Tus dones
he sentido aquel aire
de Tu voz que es palabra esperanzada
y corrido en Tu senda
buscando el seguimiento de Tus huellas
Porque se que Tú eres
el único Señor de mi descanso
y rechazo los dioses
cuyos pies en su barro se desploman
Me invitaste en Tu andar
a plasmar contemplando Tu mirada
un feliz desposorio
que regalan las voces de Tu sangre
Me llamaste a beber
en estrecha amistad con Tu Misterio
que intento jubiloso
proclamando Tu amor desde mi choza.

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Este libro se terminó de imprimir
en Artes Gráficas Buschi S.A.
en el mes de julio de 2017
Ferré 2250/ 4918.3035

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