Espacialidades Feministas PDF
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Elisa Arond
ESPACIALIDADES
FEMINISTAS
Quinta edición: Bogotá, Colombia, Noviembre de 2016
© Equipo editorial: Elisa Arond, Diana Ojeda, Tania Pérez-Bustos y Fernando Ramírez Arcos.
© Amy Ritterbusch, Ana Viñas, Astrid Ulloa, Camilo Barbosa Gamboa, Catalina Quiroga Manrique,
Cynthia Carofilis, Dianne Rocheleau, Eloisa Berman Arévalo, Fallon Hernández Palacio, Fernando
Ramírez Arcos, Gabriela Merlinsky, Isadora Lins França, Karem Pérez Ascencio, Kiran Asher, Kristina
Lyons, Libertad Chavez-Rodriguez, Maria Medina-Vicent, Marta Cabrera, Natalia Barragán, Paula Soto,
Priscila Cuéllar, Sofia Zaragocin, Valerin Saurith López.
*Los artículos publicados en el presente texto son responsabilidad de cada una (o) de las autoras (es).
*Imágenes empleadas con fines netamente académicos e ilustrativos
todos los derechos pertenecen a sus autores.
*Foto portada: Cali, Mayo de 2016. Elisa Arond
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Espacialidades feministas: Cómo nos formamos como mujeres caminantes en
nuestras geografías y calendarios inscritos con relaciones desiguales de género
[ Dianne Rocheleau ]
30 Cuerpo y espacio
[ Fernando Ramírez Arcos ]
50
Espacios de género: La etnografía y el trabajo con comunidades mineras
campesinas en el nordeste de Antioquia. Apuntes metodológicos
[ Catalina Quiroga Manrique ]
58 Mimetismo tercermundista
[ Priscila Cuéllar ]
64 Corpografías. Foto-ensayo
[ Marta Cabrera ]
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Mujeres Emberá Chamí más allá de la ablación genital femenina: cuerpos creativos,
resistentes y resilientes
[ Fallon Hernández Palacio ]
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Prescripciones de género en la literatura popular del management y el espacio empresarial
[ Maria Medina-Vicent ]
118
Las mujeres lideresas en la constitución de la Zona de Reserva Campesina de la localidad
de Sumapaz: Construcción del territorio (cuerpo-tierra) y violencia de género
[ Camilo Barbosa Gamboa ]
169 The Connections between Worlds, Logics, Non-humans and Their Human Kin
[ Kiran Asher ]
177 Las mujeres y la justicia ambiental. Ecologías del cuerpo y políticas de conocimiento
[ Gabriela Merlinsky ]
185
Aspectos espaciales de gestión de riesgos de desastres con perspectiva de género
e interseccionalidad
[ Libertad Chavez-Rodriguez ]
PRESENTACIÓN
PRESENTACIÓN
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
La Boletina Anual es una publicación de la Escuela Desde los años setenta del siglo XX, el espacio co-
de Estudios de Género de la Universidad Nacional de menzó a ser foco de análisis en estudios feministas
Colombia, que desde 2011 busca incluir textos de di- en la academia anglosajona. Sus debates llamaron la
versos géneros alrededor de una temática feminista atención sobre el carácter espacial de las diferencias
en particular. En sus ediciones anteriores ha abordado de género al acceso y participación en lo público, de
asuntos como las mujeres y la Constitución Política de la división sexual del trabajo, de la despolitización de
Colombia de 1991 (2011), educación y equidad de gé- aquello considerado privado y exclusivo de la esfera
nero (2013), experiencias y debates en torno al aborto familiar, de los trabajos de cuidado y de la poca o nula
(2014) y trabajo sexual y prostitución (2015). presencia de mujeres en altos puestos de trabajo con
salarios adecuados. En esa misma vía, temas relativos
En este nuevo número, la Boletina se centra en la ines- a la sexualidad también formaron parte de la agenda
capable dimensión espacial de los procesos sociales. Si feminista, que puso de relieve la condición pública y
queremos construir realidades menos injustas y des- política de lo que, supuestamente, debe permanecer
iguales, esto pasa necesariamente por la construcción en lo íntimo. Más adelante, el denominado giro espa-
de espacios menos violentos y discriminatorios hacia cial en las ciencias sociales en los años noventa dio
las mujeres, otros sujetos feminizados y aquellos que centralidad al espacio, no como un escenario o un sim-
no caben en el orden heteropatriarcal. Con el título de ple contenedor de procesos sociales, sino como una
Espacialidades Feministas, el número se enfoca en la dimensión central de la experiencia individual, social
relación bidireccional entre espacio y género: los es- y cultural. Esto permitió cruces fructíferos con la teo-
pacios que construimos día a día son el resultado, a la ría feminista a la hora de abordar, por ejemplo, proce-
vez que resultan, en roles, expectativas y experiencias sos de racialización, el acceso desigual a los recursos,
de género desiguales. la producción del espacio público (vs. el privado) y el
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cuerpo como una escala espacial fundamental. En los curso oficial a menudo excusa y legitima este tipo
PRESENTACIÓN
años subsiguientes, las temáticas al respecto se han de violencia. Más aún, recientemente hemos asistido
ampliado, mientras que en Colombia es cada vez ma- a constantes intervenciones en la esfera pública que
yor el interés por incorporar estos análisis espaciales critican una supuesta “ideología de género” que aten-
en la academia. taría contra la unidad familiar y la sexualidad de los
infantes. Dadas las múltiples dimensiones de género
En esa misma vía, los textos aquí incluidos responden en el conflicto armado ―por ejemplo, la violencia sexual
al interés feminista por darle un papel central al es- como arma de guerra, la participación de mujeres, ni-
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al estudiante Sergio Urrego. Investigaciones feminis- gación, tales como seguridad, producción del miedo y
PRESENTACIÓN
tas espaciales plantean que el hogar y la escuela son, militarización de la ciudad; mercado y consumo “LGB-
precisamente, lugares privilegiados para el cambio de TI”; despojo, reclamación y redistribución de tierras en
posturas discriminatorias arraigadas que, aún hoy en el actual clima de (re)negociación de la paz; violencia,
el país, buscan mantener incólumes posiciones de pri- desplazamientos y conflicto armado; voces y reclamos
vilegio de los hombres y de subordinación y de objeto del activismo y de los movimientos sociales en el es-
de violencia de sujetos feminizados, tanto en lo rural pacio público; expresiones artísticas y cuerpos “fuera
como en las ciudades capitales. de lugar”, y fortalecimiento de narrativas y memoria
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
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NO TAN PEQUEÑAS LIBERTADES
Ana María Viñas
Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional, sede Bogotá, y
candidata a magíster en Gestión Cultural de la Universidad de Buenos Aires,
[email protected]
¿Cuánto nos ata y nos limita nuestro cuerpo?, hecho de que somos individuos únicos con dife-
¿cuánto de nosotros está socialmente predeter- rentes maneras de ver y afrontar el mundo, de re-
minado?, ¿cuánta libertad nos es dada cuando lacionarnos con los otros y con nosotros mismos.
nacemos? Esta mirada, por un lado, señala como marginal
Históricamente, muchas culturas han definido a todo aquel que se sitúa por fuera de lo esta-
el papel social y vital de un individuo desde su blecido y se atreve a cuestionar la naturalidad de
nacimiento, por su condición de mujer u hombre. estas asignaciones o los mecanismos de poder e
Desde la herencia al trono de los primogénitos ideología que están detrás de ella; y por el otro,
varones, el reclutamiento de los hombres a la ridiculiza cualquier intento de liberación, al expo-
guerra o al servicio militar, hasta el uso de la mu- nerlo en su forma más superficial y estereotipa-
jer como objeto sexual o como ama de casa en la da: la mujer machorra que hace trabajos de hom-
publicidad. bre, el tipo afeminado que lava su propia ropa, la
La familia, la escuela, las tradiciones, los medios loca alborotada que usa ropa de mujer, etc.
de comunicación, etc., definen los cuerpos a par- Liberarse de estos espacios sociales no resulta
tir del género (femenino/masculino) y les asignan, fácil, pero un primer paso es ser conscientes de
según esa primera gran clasificación, determina- nosotros y de los otros como individuos, no como
dos roles, espacios e, incluso, colores. contrincantes, para transformar la marginalidad
Pero esta esquematización, además de ser dua- en una potencia positiva y hacer evidente la for-
lista, no les da cabida a las innumerables poten- ma arbitraria en la que estos espacios fueron
cialidades que tiene el ser humano, por el solo construidos.
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No tan pequeñas libertades
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DIANNE
ROCHELEAU
Professor of Geography, Graduate School of Geography,
Clark University, [email protected]
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DIANNE ROCHELEAU
interpretar, sola o en conjunto con violín y acordeón. Mientras tanto, la casa se volvió un espacio de conflic-
Además, su papel de pianista le daba una buena excu- to e inseguridad por el alcoholismo de Eugenio y los
sa de protegerse de los hombres ebrios en las fiestas abusos que le infligía. Después de un tiempo largo ella
de música y baile campesino que su padre convocaba llegó a ser la única mujer de toda la familia extendida
con frecuencia, en parte para buscarle pareja. Ella se de su generación en terminar su matrimonio, y fue ex-
casó tarde para una mujer campesina de ese entonces, pulsada de la iglesia Católica, con 13 hijos, de 2 a 20
pero terminó por acceder a la presión familiar y se casó años. Ella me contó una vez que “ni siquiera las vacas
con mi abuelo Eugenio. Se fueron a vivir a Massachu- se llevaban al embarazo con tanta frecuencia…”, es de-
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
setts por una década, y cuando se mudaron a Hartford, cir, ni las bestias se trataban así. Después del divorcio
Connecticut, para conseguir trabajo como obreros, ya ella intentó encontrar otro alojamiento en unos apar-
tenían siete hijos. Ella insistió en conseguir un pia- tamentos que manejaba la iglesia. El cura le dijo que
no para consagrar un lugar propio de tranquilidad y tenía demasiados niños. Ella encontró cierta paz y au-
alegría en su casa y su vida tan ocupada. Junto con mi tonomía en su departamento, un alojamiento público,
abuelo, ella entró a trabajar en la fábrica de máquinas pero no sin pagar el precio de ser madre soltera y única
de escribir Underwood Olivetti. Los dos se unieron a fuente de apoyo para 13 hijos, con tres trabajos (dos
una lucha sindicalista y fueron despedidos y puestos en cocinas comerciales y uno como fabricante de pan
en una “lista negra” de obreros sindicalistas que cir- dulce en casa, que vendía a los vecinos). A terminar de
culaba entre los industriales de Hartford. Tuvieron que criar a los 13 consiguió un departamento para ella sola
recurrir entonces a trabajos en restaurantes populares y se mantuvo con un solo trabajo de cocinera en un
por sueldos por inferiores al mínimo, durante décadas. restaurante chico en el centro, que servía desayunos y
Ella había salido de la cocina a la fábrica como espacio almuerzos. No quiso, me dijo, trabajar donde hubiera
de oportunidad, y de repente tuvo que entrar a coci- alcohol. Aunque le pagaban solo para cocinar, Leona
nas comerciales para ganarse la vida. Solo pudieron creó un ambiente familiar, un espacio amigable, y tuvo
volver a la fábrica, junto con muchas mujeres y “otros”, algunos clientes regulares por muchos años, incluidos
durante la segunda Guerra Mundial, en la fábrica de personajes bien conocidos de la cuidad.
Pratt-Whitney para construir aviones militares. Al final
de la guerra los expulsaron a todos y les dieron los tra- Rechazada por muchos miembros de ambos lados de la
bajos a los veteranos de la guerra. Volvieron mis abue- familia, y hasta por algunos de sus hijos, llegó a ser una
los a la “lista negra” y, por consiguiente, a las cocinas. heroína para muchas de sus hijas, hijos y nietos (yo inclui-
da). Nos enseñó a cuestionar la autoridad, a enfrentar y a
cambiar condiciones injustas, a insistir en la dignidad, y a
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DIANNE ROCHELEAU
crear espacios seguros, creativos y alegres en condiciones En el día ella mandaba en cuanto a comida y economía del
limitadas. Después, en las siguientes generaciones se em- hogar, pero de noche no podía controlar la relación entre
pezó a hablar más abiertamente de resolver la violencia mi abuelo y el trago, ni la relación entre esto y una violen-
doméstica con la ayuda de la ley, de los familiares o me- cia episódica. La furia le surgía de las tantas indignidades
diante el divorcio. Muchas de nosotras fuimos inspiradas de los mineros en el pueblo, de su discapacidad como
por su valor frente a la discriminación sexista, étnica y minero por sus heridas en una explosión y un colapso en
clasista en la familia, la iglesia, el trabajo y la sociedad. la mina, y por la memoria amarga de un casamiento for-
Pero ella insistió en recordarnos las fuertes injusticias e zado a punta de escopeta. Ella sufrió la misma indignidad
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DIANNE ROCHELEAU
mi abuelo ella encontró en la viudez otro espacio de Y no puedo dejar de mencionar el mundo de la escuela
paz y poder. La visitaban amigas y amigos de la iglesia católica canadiense-francesa de Santa Ana en Hart-
y del club de jardineras, y algunos hijos y nietos, pero ford, donde durante ocho años yo pasaba ocho horas
cuando se quedaba sola en la sala la acompañaban no al día en las aulas, en el convento anexo (para practicar
las voces de la radio, sino los evangelistas patriarcales en el piano), en la cafetería y en el campo recreativo. El
de la tele. A ella le traían la paz de Dios, pero para mí convento era un espacio exclusivo, de autoridad, priv-
su sala se volvió un espacio de asalto verbal patriarcal. ilegio, refugio y santuario, para mí, y me imagino que
Así que la mudanza le facilitaba espacios más amplios también para las monjas. En todos los demás espacios
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
de paz dentro y fuera de la casa y una vida más amplia, estábamos divididos entre niñas y niños, hasta que en
libre de una historia que limitaba su vida anterior, pero el campo de recreo, los niños invadían, de vez en cuan-
la tele en su sala la reconectaba de forma remota al do, el lado de las niñas, con gritos, sus bates de béis-
espacio de una red internacional patriarcal. Después bol y otras armas improvisadas para meternos miedo a
supe que en aquellos tiempos (los años ochenta y no- nosotras. Era una broma, pero también un teatro de la
venta), algunas redes de esta índole fomentaban una realidad de las geografías y calendarios donde nos cri-
guerra feroz contrainsurgente y una campaña de geno- aban. Las monjas salieron corriendo también a gritos
cidio en Guatemala y muchas otras partes. El espacio a rescatarnos y, por supuesto, proteger nuestra virtud
de paz al que accedía en Virginia por la tele, estaba e inocencia, forzando a los niños a volver a su territo-
ligado a proyectos de muerte en otras geografías. Así, rio. Yo quería gritar también y jugar béisbol y correr,
me quedaba con un sentido de estar enredada entre el pero nos devolvían a los juegos de niñas católicas de
bien y el mal, y sentía la necesidad de conocer los teji- aquel momento, con cantos y caminando en círculos,
dos de las redes en los cuales estábamos involucrados, con las manos entretejidas, y esos sí eran espacios de
sin juzgar a los demás por sus contradicciones. paz y tranquilidad, con barreras múltiples, invisibles,
que nos confinaban. Las monjas, por su lado, tenían
Además de los mundos de los abuelos y otros parien- autoridad sobre niños y niñas, y obedecían a la madre
tes, yo vivía la cotidianidad de mi niñez en el centro de superiora en el mundo paralelo y casi autónomo del
la ciudad, con gente del barrio y visitas a las familias de convento; todas, sin embargo, estaban sometidas a
compañeros de trabajo de mis padres, de diversas clases, la autoridad financiera y administrativa del monseñor
etnias y educación. Me quedaba siempre observando, (el sacerdote mayor de la parroquia). Y ahora habla el
escuchando desde abajo, como por debajo de la mesa, papa Francisco de la teoría de género como enemiga
recolectando migajas de los cuentos y de los contextos de la familia. ¿Y acaso no fue mi experiencia de niña
y mundos distintos, pero ligados, de nuestros conocidos. católica, como testigo y objeto a la vez, una práctica
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DIANNE ROCHELEAU
informada por una teoría de género feroz llamada pa- agarrando mi brazo; acepté la moneda para que me
triarcado? soltara, y lo hizo. Después mi mamá encontró la mone-
da y me preguntó; llamaron a la policía yo conté la
De la ciudad y espacios públicos también aprendí algo, historia. Era un hombre ya conocido, que frecuenta-
por los viajes diarios de la casa a la escuela, y el re- ba esta zona en busca de niños y niñas fuera de sus
greso, en autobús público. Esto me llevaba a las calles geografías y calendarios conocidos.
del centro de la ciudad a los 6 años, entre hombres y
mujeres, niños pequeños y muy grandes, banqueros, Otro día hubo una tempestad de nieve, oscureció tem-
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DIANNE ROCHELEAU
de los desconocidos alrededor. También me di cuenta salió en las noticias que la señora había sido violada
que el mundo experimentaba cambios dramáticos en y estrangulada con sus propias medias de nailon. Iba
la noche. camino a su casa a las 10 y pico de la noche, desde su
trabajo como aseadora en un edificio comercial. “Era
En un momento clave, cuando se reunieron las madre, esposa y trabajadora, una señora humilde y
geografías de la calle, de la Escuela Santa Ana y los honesta”, dijo mi mamá. No sé con certidumbre, pero
calendarios de día y noche, cambió mi sentido de segu- creo que nunca se encontró al responsable del asesin-
ridad, paz y confianza para toda la vida. Un día como ato. Me quedé entre las ruinas de un mundo antes di-
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
todos, antes de que sonara la primera campana, esta- vidido en zonas específicas, algunas más seguras que
ba ya en el campo recreativo de niñas con mis com- otras, pero con algunos que quedaban inviolables.
pañeras del sexto grado. Era un espacio entre la casa,
la calle y la escuela donde pudimos jugar, charlar y vivir Esto nos enseñó, de cierta forma, que todos los es-
unos momentos sin deberes. De repente nos llamaron pacios, desde el cuerpo hasta la escuela, podrían ser
unas niñas más chicas, que señalaban algo al otro lado violados y que como mujeres teníamos una vulnerabi-
de la cerca de alambre, donde pudimos ver unas ardil- lidad mayor. Aprendimos también que el patriarcado
las que brincaban sobre algo rojo. Lentamente identi- no nos podría proteger y hasta era la causa de muchos
ficamos que era el abrigo de una mujer acostada en la peligros en el mundo, y que las amenazas a nuestros
tierra. No se movía aunque saltaban las ardillas, y ellas cuerpos, identificados como vulnerables al andar solas
no se asustaban de la mujer inmóvil. Pensamos que en la ciudad de noche, incluían culparnos después si
estaba herida o enferma y llamamos a las chicas más nos pasara algo. Mi mamá me reconstruyó el mundo
grandes y a la monja que estaba a cargo de vigilarnos con la explicación de que la señora era valiente, ino-
en el campo recreativo. Ella miró y rápidamente fue cente y admirable por trabajar y viajar al trabajo en
a buscar a la madre superiora y a otras monjas, que estas condiciones, y que merecía nuestro respeto. Era
salieron del convento, fueron al callejón y observaron la misma madre que me daba permiso de andar sola en
a la señora. Empezaron a gritar y sollozar y algunas el autobús cuando yo rogaba y les enseñaba a ella y a
tomaron sus rosarios para rezar. Una fue a llamar a mi padre que lo podía hacer. No se trataba de andar sin
la policía. En seguida sonó la campana y nos hicieron precaución ni de negar el miedo, sino de transitar los
entrar en la escuela. Pero ya se había roto la barrera caminos necesarios y deseados. Era también un asun-
entre la calle y la escuela, entre la noche y el día. to de andar como un ser entre muchos otros, con los
cuales nos podemos solidarizar, construir geografías y
Las monjas ya no pudieron proteger nuestra inocen- calendarios de paz, de amplia participación en la vida
cia, pues se había violado la de ellas mismas. Después social de la ciudad y de seguridad corporal en espacios
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DIANNE ROCHELEAU
“privados” y “públicos”, día y noche. Y si no podemos entró un señor con una muñeca de plástico, hablán-
cambiar los espacios, cambiamos nuestras condiciones dole como si fuera su hija. Me recordó a aquel hombre
para andar juntos, o quedarnos en lugares hostigados, que trató de llevarme de la parada tantos años atrás,
o viajar por caminos peligrosos, o huir juntos de situa- pero solo sentí compasión por él, que le hablaba a la
ciones no viables en busca de refugio, o volver juntos figura plástica, lejos de sus geografías y calendarios
a lugares donde tenemos raíces, memorias y visiones propios. Ya se quedaron enredadas tantas geografías
de futuros posibles. y calendarios.
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DIANNE ROCHELEAU
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FERNANDO
RAMIREZ ARCOS
Doctorando en Antropología Social, Universidade
Estadual de Campinas (Brasil), [email protected]
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FERNANDO RAMÍREZ ARCOS
Cuerpo como espacio sexualidad, nacionalidad, raza y clase, entre otros. No-
tamos que sus proporciones cambian, que crecemos
Invito a pensar en el espacio no como aquello donde en altura como aumentamos de peso, y que cada una
solo ocurren situaciones, sino como un actor impor- de esas modificaciones tiene significados diferentes.
tante en situaciones sociales, como agente de cambio Podemos involucrarnos en accidentes o caer en en-
al tiempo que producto de ese cambio. El espacio tiene fermedad, lo cual podría modificar nuestra aparien-
historia, está construido culturalmente, está sometido cia y así tener que admitir nuestra vulnerabilidad o
a prácticas que lo intervienen como interviene en las la de otras personas. La consciencia sobre estar ahí
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
relaciones sociales. Ese carácter dual sociedad-espa- en el mundo nos señala que somos entendidos en un
cio permite poner en foco el poder como aglutinador contexto espacial y temporal determinado, así como
desigual de sus dinámicas. el espacio y el tiempo son percibidos desde nuestras
propias concepciones (Grosz, 1995), individual y colec-
El espacio también cambia continuamente, en diferentes tivamente construidas.
ritmos. Ocurre cuando inauguran un nuevo centro
comercial, modifican una vía, un grupo de jóvenes se Como cuerpos y espacios somos frágiles. ¡Cuántas
apropia de un lugar de un parque público, ocurre un veces no nos hemos mortificado por nuestras dimen-
acto violento que cambia la percepción de seguridad, siones corporales! ¡En cuántas ocasiones no hemos
se cierra una vía o se abre un nuevo bar. En diferentes atestiguado la violencia con la cual se somete a otras
planos, tanto materiales como simbólicos, el espacio personas por su apariencia física o su personalidad!
también está en devenir, es flexible y abierto, sea en la Unas orejas percibidas como grandes, una barriga so-
planificación urbana, sea en un conflicto interpersonal. En bresaliente, un acto de timidez, un pene denominado
escalas macro y micro, permanece la apertura a mudar pequeño, una broma que avergüenza… según parámet-
o reproducir nuestras vivencias espaciales. ros constituidos históricamente, podemos agredirnos
y agredir a otras personas porque no se acomodan a
Para feministas como Elizabeth Grosz (1995) y Linda un intervalo imaginado como normal. Desde un análi-
McDowell (2000), el cuerpo también es espacial. Desde sis espacial, las características, dimensiones y límites
él empezamos a ser conscientes que formamos parte de lo corporal importan.
de un entorno sociocultural, que somos designados de
acuerdo con ciertos parámetros y que debemos reac-
cionar a él con ciertas expectativas de género, edad,
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FERNANDO RAMÍREZ ARCOS
Cuerpos en el espacio como ha ocurrido con las mujeres, recluidas otrora en
lo privado. El hogar como espacio por excelencia de la
Al tiempo que somos espacio estamos en el espacio. familia permite establecer los entramados de poder a
A partir de ahí actuamos de forma diferencial, nos los cuales nos sometemos desde la infancia, ya que
comportamos según la ocasión y las personas con las mientras estamos bajo la protección familiar debemos
que interactuamos, nos movilizamos o evitamos ha- obedecer y seguir lineamientos estipulados por quien
cerlo, adoptamos ciertas posturas, reaccionamos ante lleva nuestra tutoría. Ahí se nos designa un lugar, una
estímulos, abrimos nuestros sentidos para hacer del cama, un espacio interpersonal donde colocar nues-
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FERNANDO RAMÍREZ ARCOS
otras tantas subjetividades y emociones, son formas Desde la experiencia de sentir que no se pertenece,
de coacción para designar quién y cómo debe habi- que hay obstáculos para su habitabilidad plena del
tarse el espacio. Esto provoca un modo de estar en espacio, cuerpos en enfermedad, con capacidades in-
el mundo, como ocurre con la ciudad y la designación telectuales, emocionales y físicas diversas, infantiles o
y estrategias que crean las mujeres para enfrentar lo en edades de envejecimiento, tienen mayores limita-
que catalogan como inseguridad y amenaza en lo ur- ciones espaciales que aquellos juveniles y en funciona-
bano (Soto, 2013). miento pleno de su materialidad. Pamela Moss e Isabel
Dyck (2003) muestran cómo mujeres diagnosticadas
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
Cuerpos fuera de lugar con el síndrome de fatiga crónica o con esclerosis múl-
tiple deben reacomodar sus cuerpos a lo que el espacio
Melissa Wright (2007) y Rita Segato (2013) llaman la les brinda, así como deben negociar su vida cotidiana
atención sobre la violencia de la que son objeto las ante las personas más allegadas, lo que significa pen-
mujeres en Ciudad Juárez, México, ciudad fronteriza sarse ―desde la experiencia encarnada― como sujetos
con Estados Unidos. Con terribles experiencias de tor- con restricciones antes no vividas. Al final, cada per-
tura, violación, sevicia, homicidio y exhibición pública sona ha experimentado la enfermedad alguna vez en
de los cuerpos asesinados, el lamentable final de estos su vida, lo que le ha acarreado tomar medidas para
cuerpos femeninos/feminizados son una muestra de aliviarse y para negociar su movilidad.
la masculinidad en su expresión más decadente. Ellas
se convierten en un objetivo perseguido, en el men- Este tipo de experiencias se convierten en ejemplos
saje dirigido al bando enemigo sobre quién controla a tener de cuenta desde una premisa que conside-
y administra el espacio, pero en el proceso se encar- ro básica, y es que estamos en el espacio de formas
nizan contra ellas, en un intento por violar hasta su diferenciales, pero el espacio no suele construirse o
más recóndito lugar. Feminicidio (femicidio en otros producirse para atender igualitariamente esa diversi-
casos, femigenocidio como alcanza a proponer Segato) dad de vidas. Las exclusiones, prohibiciones y mar-
es una muestra acentuada de que las mujeres no son ginaciones forman parte del diario vivir, pero son aún
aún del todo bienvenidas afuera, en lo público, donde más enfáticas con ciertos cuerpos que con otros. Por
lo masculino es ley. Como mujeres públicas devienen lo tanto, parte de la tarea feminista de repensar el cu-
objeto de persecución, al igual que pueden serlo en erpo y el espacio es pensar seriamente en ellos como
su casa, por lo que pareciera que todo el tiempo están una apuesta por subvertir el orden social imperante,
fuera de lugar. de confrontar las relaciones de poder que reproducen
una visión masculinista y violenta del mundo.
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FERNANDO RAMÍREZ ARCOS
Políticas corporales y espaciales la desigualdad. Así pues, pensar en serio en el espacio
desde nuestros cuerpos es un ejercicio siempre pendiente
Una política corporal que tenga en cuenta el espacio para cuestionar, para proponer, para imaginarse otros
debe seguir a Doreen Massey (2005), quien reflexiona mundos posibles.
sobre las mutuas dependencias entre las personas y
sus entornos. En mi opinión, eso significa atender a
las conexiones que realizamos con otras personas en
diferentes escalas, tanto en el entorno más inmediato Bibliografía
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FERNANDO RAMÍREZ ARCOS
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SOFIA
ZARAGOCIN
Investigadora del departamento Interdisciplinario
“Espacio y Población” de la Universidad de Cueca,
Ecuador. Grupo de Investigación en Población y
Desarrollo Local Sustentable (PYDLOS).
[email protected]
Este artículo parte desde los enfoques teóricos de la La geografía feminista se ha ocupado de entender la
geografía feminista para analizar la relación entre cu- relación entre divisiones espaciales y divisiones de
erpo y espacio. Específicamente, responde a la inqui- género, y a la vez cuestionar su supuesta naturaleza y
etud sobre cómo el espacio puede ampliar las miradas legitimidad. Desde los setenta, la geografía feminista
feministas sobre la interseccionalidad, tema priorizado se desarrolla con base en la segunda ola del movimien-
por los feminismos contemporáneos para ir más allá de to feminista de los sesenta y el reto de las geografías
los análisis de género y tomar en cuenta otros ejes de radicales para examinar y transformar las divisiones
diferencia, como etnia, clase y edad, entre otras vari- espaciales de la sociedad. La geografía feminista tiene
ables. En este escrito se muestra la relación que existe su propia geografía y emergió en Norteamérica e In-
entre las nociones de espacio relacional, caracterizada glaterra como parte de las geografías radicales que
como fluida y no-estática, con las nociones de género fundamentalmente cuestionaron la geografía positiv-
no-esencializadas y plurales. El artículo termina con la ista definida por la supuesta neutralidad política, la
sugerencia de que para la teoría feminista decolonial dualidad sujeto-objeto y la objetividad técnica. En un
latinoamericana, en particular, existe la necesidad de primer momento las geografías feministas señalaron
tomar en cuenta el espacio para la formación de subje- la exclusión de mujeres geógrafas y estudios sobre
tividades enlazadas. la mujer (luego género) en los estudios de geografía
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SOFIA ZARAGOCIN
(Monk & Hanson, 1982). Hoy, el campo de la geografía Doreen Massey en su libro For Space (Massey, 2005)
feminista es bastante variado. Al igual que el feminis- nos propone que el espacio es un producto de las rela-
mo, la geografía feminista ha evolucionado en el ti- ciones sociales que incluye la agencia de la naturaleza,
empo y ahora consiste en una gran variedad de pos- manifestado en vínculos de poder y recalcando que el
turas teóricas. Las interrelaciones entre patriarcado, espacio es implícitamente político. En segundo lugar,
identidad, corporalidad y subjetividades espaciales que el espacio es la dimensión de la multiplicidad, es
caracterizan la geografía feminista, compuesta a la decir que, para Massey, sin el espacio como dimen-
vez por estudios de geografía de la sexualidad (énfasis sión, no sería posible la existencia de la multiplicidad,
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
desde cómo la sexualidad crea espacios, hasta el uso entendido esto como la simultaneidad donde ocurre la
de estos por personas LGBTI), la geografía queer que vida, que conecta varias relaciones sociales y de poder
cuestiona ontológicamente el espacio y aboga hacia el a la vez. El espacio y la multiplicidad se co-constituyen
no lugar como política emancipadora, y la geopolítica y como tal el espacio siempre está en construcción. Y
feminista, que promueve, entre varios planteamientos tercero, que el espacio también tiene temporalidad, es
teóricos, la noción de que las emociones y lo íntimo decir, no es que la historia se haya ocupado del tiempo
ocupan lugares, crean espacios y hacen política feminista. y la geografía del espacio como Kant lo ha reflexiona-
do (Massey, 2007). Con base en estas tres reflexiones,
Es importante tener en cuenta que la teoría sobre Massey propone uno de sus conceptos más citados,
el espacio que predomina en este momento desde el de la geometría del poder, en la que “el poder se
la geografía humana considera que el espacio y las constituye en ‘relación’: por eso hay una geografía del
subjetividades son producidos de manera relacional poder-una cartografía del poder” (2007:3). Mediante la
(Nightingale, 2011). Esto quiere decir que la idea de propuesta de las geometrías del poder la desigualdad
lugares fijos y unidades naturales es casi insostenible se evidencia de manera espacial y la diferencia social
desde una perspectiva de geografía crítica (Agnew, es un resultado de aquello (Bondi & Davidson, 2003;
2011). Esto es similar y paralelo a como identidades Massey, 2005).
fijas en el binarismo de género han sido criticadas des-
de la performatividad del género (Butler, 1990). El es- Geógrafas feministas poscoloniales han trabajado no-
pacio relacional se caracteriza por la fluidez y carácter ciones antagónicas a espacios fijos, como el tercer es-
dinámico de lugares y cómo se interconectan con otros pacio de Homi Bhabha, lugar creado por las interrela-
lugares. Sobre esta noción de espacio, la producción de ciones entre el colonizador y lo colonizado, en donde
la diferencia social es producida mediante el movimien- existen relaciones más ambiguas basadas en subjetivi-
to de cuerpos en la cotidianidad (Nightingale, 2011). dades indefinidas (Sharp, 2009). Así como la noción de
44
SOFIA ZARAGOCIN
la chicana Gloria Anzaldua sobre frontera (borderland), La geografía feminista ha apostado por el énfasis en la
donde para ella surge el mestizaje en el lugar donde experiencia vivida y el análisis multiescalar y su relación
“sangra” el primer mundo con el tercer mundo al ref- con las discusiones de la interseccionalidad, y ha mani-
erenciar la frontera entre México y Estados Unidos festado que el poder opera mediante espacios particu-
(1987). Estas discusiones se basan en la afirmación de lares para sistemáticamente (re)-producir inequidades
que hay lugares indeterminados, donde otras relaciones (Valentine, 2007). En otras palabras, la heterogenei-
humanas son posibles, ya que cuestionan la estrecha dad social se coproduce mediante la espacialidad het-
conexión entre identidades y lugares fijos. Es así como erogénea (Radcliffe, 2015), de tal manera que el es-
45
SOFIA ZARAGOCIN
depende del espacio donde se encuentra, ya que uno El espacio en la interseccionalidad para el
se puede sentir distinto en diferentes lugares. Según feminismo decolonial latinoamericano
la teoría del espacio de Massey (2005), el poder opera
Los enfoques desde las geografías feministas han
mediante el espacio para sistemáticamente producir
tenido un limitado alcance sobre los feminismos del
ciertas inequidades. La identidad de espacios particu-
sur. Quisiera enfatizar aquí la importancia de este
lares son producidos mediante la repetición de las iden-
conjunto de posturas teóricas para extender incipien-
tidades interseccionales de los grupos dominantes que
tes teorizaciones sobre el lugar y el espacio mencio-
ocupan esos espacios (Valentine, 2007). Este escrito
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
46
SOFIA ZARAGOCIN
imperialismo y el nacionalismo (Lugones, 2008). Espe- Bibliografía
cíficamente, la poscolonialidad interseccional, según
Radcliffe (2015), teoriza las jerarquías interseccionales Agnew, John. (2011). Space and Place, en J. Agnew y
en relación con las dinámicas de poder asociadas con D. Livingstone (Eds). The Sage Handbook of Geogra-
el colonialismo y el Estado y el desarrollo poscolonial. phy, London: Sage.
Según esta geógrafa, reconocer la interseccionalidad
Anzaldua, Gloria. (1987) Borderlands/La Frontera: The
poscolonial enfatiza que las dinámicas son relaciona-
New Mestiza. San Francisco: Aunt Lute Books.
les y multiescalares que trabajan activamente para
47
SOFIA ZARAGOCIN
48
CATALINA
QUIROGA Manrique
Antropóloga, Universidad Nacional de Colombia. Magíster en
Geografía, Universidad de los Andes. Grupo de investigación
Cultura y Ambiente, Universidad Nacional de Colombia.
[email protected]
53
CATALINA QUIROGA MANRIQUE
Pertenecí al equipo técnico de una organización cam- mados al margen de la ley. Cada uno de estos actores
pesina que hace presencia en la región del nordeste posee una legitimidad particular, de la cual hace uso en
antioqueño. Mi trabajo se basó en la colaboración y términos prácticos materializando su idea de territorio,
la coinvestigación relacionadas con el debate sobre la según su grado de poder y de incidencia política. Así,
defensa de la tierra y el territorio y el impulso de las el nordeste de Antioquia pasa de ser un “territorio de
Zonas de Reserva Campesina como escenarios de lu- resistencia” para los minerxs campesinxs, a una “Zona
cha. Esto significó para mí un cierto privilegio de acce- de Reserva Campesina del Valle del Río Cimitarra”
so a los espacios tanto públicos como privados de la para los movimientos sociales, “un pueblo de tradición
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
organización. Comencé mi labor en un contexto mascu- minera” para las alcaldías, o un “distrito minero y de
linizado, donde la mayor parte de interlocutores traba- inversión” para el Estado y las multinacionales; to-
jaban en las minas o eran líderes campesinos de un lar- dos ellos construyen diferentes visiones, que entran
go recorrido. Las reuniones en alcaldías y los debates en conflicto y contradicción. El cuerpo de las mujeres,
políticos estaban copados por hombres con mucha niñxs y jóvenes es un espacio clave para comprender
trayectoria organizativa. Muchos de mis primeros in- formas de construcción territorial desde lo cotidiano
terlocutores eran hijos de líderes que desde pequeños y lo que es considerado “privado”. Ser mujer me per-
se habían dedicado a la defensa de sus territorios. mitió acceder a esos espacios y destacar las iniciativas
El trabajo político, sin duda alguna, era un tema de que desde esta escala generaban propuestas territori-
tradición y mucha valentía, dado el contexto de violen- ales de paz.
cia en la zona. En la región del nordeste de Antioquia,
vecina del Magdalena Medio, existen grupos armados Ser mujer en este escenario era un trabajo difícil; sin
como las FARC-EP y los paramilitares, y desde finales embargo, cabe anotar que por venir de “afuera” conté
de la década de 1990 la violencia se dio por medio de durante todo el proceso con privilegios de movilidad,
masacres, homicidios selectivos, bloqueos sanitarios y de acceso a discusiones y, en general, tuve la opor-
de alimentos, entre otras violaciones a los derechos tunidad de participar en un escenario lleno de esper-
humanos. anza frente a la construcción de un territorio en paz.
En estos espacios cotidianos a los que pude acceder, se
El trabajo de campo relacionado con la organización veían otras formas de actuar y aportar al objetivo general,
minera campesina permitió ver la gran cantidad de ac- que era apoyar el movimiento minero-campesino2 en el
tores que intervienen sobre este espacio geográfico. 2 Los pobladores locales se autoidentifican como mineros campe-
Desde la institucionalidad hasta la comunidad civil, sinos, definición que abarca las profundas relaciones entre las dos
actividades y las formas como desde la práctica de las mismas se
pasando por organismos multilaterales y grupos ar- construyen las reivindicaciones por el territorio en la región.
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CATALINA QUIROGA MANRIQUE
nordeste de Antioquia. Estos otros espacios estaban en voces de líderes y en reuniones políticas.
habitados por mujeres, niñxs y jóvenes que se abrían
campo desde la experiencia de su cotidianidad y des- Las chatarreras, como se les llama a estas mujeres del
de apuestas artísticas, asociadas a bailes regionales, borde de la mina, son madres cabezas de familia que
murales y ferias de productos locales, que enriquecían combinan el cuidado de sus hijos y la casa, con la re-
y construían otros lenguajes para hablar del territo- colección de los residuos producidos por la minería de
rio. Estas iniciativas surgen del ejercicio local de estas veta. Estas mujeres, que actúan en asocio con otras
personas por integrar sus preocupaciones a las activi- vecinas en iguales condiciones, trabajan a contrajor-
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CATALINA QUIROGA MANRIQUE
polvo que a simple vista serían inservibles; sin embar- cotidianidad, las charlas y la mirada de las mujeres que
go, al llevarlos a un entable, esta tierra genera ganan- se autoidentifican como mineras campesinas, y que a
cias extras para el sostenimiento de la casa. pesar de no trabajar dentro de la mina producen gran
parte de la ganancia que es utilizada directamente en
Finalmente, los comités artísticos forman parte del tra- el hogar.
bajo voluntario y organizativo que realizan las mujeres
trabajadoras del oro y del campo. Después de las lar- Ser mujer y realizar trabajo de campo no es sencillo.
gas jornadas como chatarreras o del trabajo esporádico Este proceso me enseñó que los análisis desde la com-
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
como barrenderas, ellas se reúnen. Planean, ensayan plejidad de lo cotidiano permiten reconocer espacios
bailes, coordinan el apoyo en las cocinas comunitarias que antes no eran visibilizados de forma suficiente y
y discuten sobre sus vidas y los proyectos políticos que aportan a la lectura integral de un fenómeno tan
de los cuales forman parte. Estos espacios eran mis complejo como el extractivismo. Estos escenarios ex-
preferidos para hablar sobre el oro, el extractivismo y tractivos, comúnmente plagados de desigualdades en
las alternativas locales en defensa del territorio minero el acceso y relación con la naturaleza, son escenarios
campesino que planteaban mediante el impulso de la perfectos para reconocer desde la cotidianidad de las
Zona de Reserva Campesina. mujeres los efectos concretos del modelo extractivo;
ser mujer me permitió entrar a estos espacios y com-
La posibilidad de entrar a tales espacios me permitió partir con ellas sus propuestas de futuro. Esta experi-
reconocer las relaciones entre estos límites elaborados encia en campo me ha llevado a pensar que analizar
por las mujeres en relación con los centros de produc- los espacios de género es una responsabilidad dentro
ción de oro, manejados y habitados por hombres. Es- de la investigación, y que ignorar estos espacios es dejar
tos espacios, además, profundamente ligados con los por fuera una información relevante que puede comple-
hogares, eran la extensión de la cotidianidad de los jizar los análisis y las propuestas desde la academia. Los
niñxs en la región. No era raro ver a los pequeños ju- espacios construidos por las mujeres son una opción
gando alrededor de los baldes de las chatarreras o ha- metodológica para que el trabajo de campo y la in-
ciendo sus tareas. Mientras la mina como tal se percibía vestigación en ciencias sociales mire con otros lentes
como un lugar de ruido y peligro, el espacio de las cha- la construcción, la prevalencia y la resistencia a las
tarreras y barrenderas era también un espacio de juego, desigualdades.
de repartición de comida y de charlas entre vecinas y
amigas. Ser mujer me ubicó en este espacio de forma
especial, y este espacio me permitió reconocer que un
contexto de extractivismo minero se reconoce desde la
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priscila
cuellar
Psicóloga, Universidad Centroamericana José Simeón
Cañas, El Salvador. Candidata a Maestría en Estudios de
Género, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá,
[email protected]
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PRISCILA CUÉLLAR
Volvamos a Colombia, perdón, a Bogotá. ¿Qué sucede? do y desprevenido en varios tópicos. ¡Un momento!
¿Por qué se diferencian tanto por regiones? ¿Por qué Colombia también es un país machista, con regiones
la provincia o el pueblo versus la gran metrópoli, la machistas. Sin embargo, me topé con una imagen de
ciudad cosmopolita? Y ese celo loco de “mi ciudad”, mujer algo distinta. Acá el tema de la belleza femenina
los unos contra los otros, cada ciudad tiene bandera y todo lo que implica (culto al cuerpo, gimnasios, die-
e himnos propios. Después de preguntarte tu nombre tas, ropa, batidos, tallas, fajas, sex shops, cremas para
viene: “¿En qué barrio vives? ¿De dónde eres?”. Tam- la grasa de aquí o de allá, programas varios para bajar
poco falta el capitalino que dice: “En Navidad o en va- de peso, salones de belleza por doquier, productos de
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
caciones quedamos los verdaderos, los que somos de belleza a granel, ¡Uf!, me cansé) es fuerte. A pesar de
acá, los que no ensuciamos y sabemos de cívica y de ello, sentí que la calle era más permisiva con las mu-
cemento”. “Se van todos a sus pueblos, en donde de- jeres. En mi crianza, siempre se supo que era arriesga-
berían permanecer”, y postean en las redes sociales: do considerar salir a la calle con cualquier vestimenta
“No vuelvan, no nos hacen falta”. considerada provocativa, así fuera esta un simple pan-
talón apretado; el tema del acoso en los buses o en la
¿Por qué el pleito? ¿Por qué el manejo tan marcado de calle, en general, es bastante incisivo. Y cualquier cosa
la otredad? Hay etiquetas para todos: el pastuso es que te suceda respecto a tu cuerpo, por supuesto que
bobo, el costeño es flojo y fiestero, el paisa es comer- será tu culpa.
ciante, los santandereanos son gritones y bravos, el
guajiro es indígena, los “negros” tienen sabor y saben Cosas impensables, como responderle a un acosador
bailar, los bogotanos son insípidos, los extranjeros callejero o a cualquier hombre, en general, pasaron
tienen dinero, etc. frente a mis ojos en Colombia. Perdón, en Bogotá. Allá
en mi terruño resulta impensable andar sola en la calle
En esta maraña de minipaíses dentro de un gran país, después de las 8 de la noche ―aunque puede variar por
en esta convivencia acelerada y caótica que se llama zonas―, pero en términos generales sería un atentado
Bogotá, donde hay millares de personajes me encuen- contra las normas tácitas de convivencia. Tampoco
tro yo, como mujer, como extranjera observadora y par- una se viste de manera considerada provocativa para
ticipante, mestiza y tercermundista. Estando cerca en un hombre, pues ya sabemos que “no saben deten-
el mapa, pude ver cómo muchas cosas eran diferentes. erse”. Reconozco que no he vivido en todos los tipos
de barrios que existen en Bogotá, pero se sabe que
Después de vivir infancia, adolescencia y adultez tem- también la delincuencia es color de hormiga brava.
prana en una sociedad machista, uno viene preveni- Aun así he visto cantidades de mujeres a pie y en bus
62
PRISCILA CUÉLLAR
a las 10 y 11 de la noche, vestidas como se les an- No me jacto, lo que sí considero útil es reflejar como
toje. Me pareció curioso y me liberó en parte. Siendo observadora situada, actitudes que pueden mejorar,
Colombia un país con el culto al cuerpo hermoso bien incluyéndome, incluyéndonos.
marcado, al inicio me pareció como un autoatentado
de acoso; pero verlas relajadas al respecto y contestar- Seguí pensando que quizá esta Bogotá que veo es el se-
les sin miedo a los hombres acosadores siguió dán- gundo mundo y que, en todo caso, yo paso desapercibi-
dome alivio: “Atrevido”, “atarván”, “hágase el pendejo”, da, no soy la extranjera caucásica que habla divertido
etc. Porque, finalmente, que cada quien se vista como el español, sueno como costeña rara, no más. Parezco
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CORPOGRAFÍAS
Marta Cabrera
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MARTA CABRERA
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
La enfermedad produjo toda una geografía cor-
poral que me atraviesa. Trazó mapas, rutas, en-
claves y nuevos lugares sensibles (Diario, 2015).
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Me ha hecho sensible a la forma como se entrecruzan
círculos humanos que ofrecen apoyo o algún tipo de
comprensión (Diario, 2015).
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Aquí soy solo cuerpo, soy funciones, cifras y fluidos.
En realidad, nada más (Diario, 2015).
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Espalda, brazos, cara, piernas, estómago se convirtieron en los
territorios donde la enfermedad (y los intentos por controlarla)
se manifiestan, disputan y me dejan marcas a veces indelebles,
a veces temporales, de su presencia (Diario, 2015).
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71
De nacimiento canadiense, a partir de que un policía contra de las regulaciones genéricas: la falda corta, el
“aconsejara” a las estudiantes de Derecho a no vestirse escote, el no callarse, el salir sin la compañía de un
como putas para evitar ser violentadas en 2011, el hombre, el manifestarse como sujeto de deseo sexu-
movimiento “Slutwalk” (Marcha de las Putas), liderado al, el abortar, el ejercer trabajo sexual, pero también
por jóvenes universitarias a través de una página de aquellas vivencias que no encuentran lugar dentro de
Facebook, tardó unos pocos meses en hacerse global. las clasificaciones binarias: los afeminados, las mari-
Hoy existen marchas en ciudades como Singapur, Nue- machas, los andróginos, los que transitan el género. El
va Delhi (donde cambió de nombre a Marcha del Orgul- cuerpo, en estas reivindicaciones, se potencia como el
lo para las Mujeres), Washington, Filadelfia, Bogotá, lugar desde el cual se tiene la legitimidad para mani-
Río de Janeiro, Tijuana, Lima, Puerto Rico, La Paz, Bue- festarse, cuerpo que por estas conductas ha sido vio-
nos Aires, Sevilla, Madrid, por mencionar unas cuan- lentado en un disciplinamiento que pretende acallarlo.
tas. Estas iniciativas denuncian la violencia simbólica
que culpabiliza a las mujeres cuando son agredidas, En Quito, la Marcha de las Putas lleva ya cinco años
utilizando la palabra puta como una categoría políti- consecutivos denunciando la violencia y se ha con-
ca que agrupa algunas de las experiencias que van en vertido en un espacio de incidencia política en el cual
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CYNTHIA CAROFILIS
articule, visibilice y denuncie la violencia, de manera que tabilizar su significado (Butler, 1999), mostrando la
el mensaje llegue a la mayor cantidad de público posible vinculación intrínseca del epíteto con la experiencia
(Hernández, 2015). Un año después, con dicha plataforma de subversión de los roles tradicionales de género y
desarticulada, las iniciadoras del proyecto, Ana Almeida y la violencia disciplinaria consecuente, en la calle, en
Elizabeth Vásquez, deciden continuar con él debido al vi- la casa, en la cama, en el trabajo. Puta, entonces, se
olento asesinato de Karina del Pozo (un caso de femicidio convierte en el apelativo que nombra todo aquello que
en el que las agresiones fueron ejemplificadoras de “cómo resulta peligroso, rebelde o insumiso (Manifiesto de
se mata a una prostituta”), que visibilizó el déficit penal la Marcha de las Putas, Ecuador, 2013)4 y es utiliza-
para codificar este delito (Carrión Mena, 2013), tipifica- do para justificar los celos, los robos, los golpes, las
do en el nuevo Código Integral Penal al año siguiente. vejaciones, las violaciones, las muertes. Pero también
A partir de entonces la marcha convoca, cada mes de actúa performativamente, para una vez vinculado a la
marzo, a todos aquellos que sienten la necesidad de libertad (la libertad sexual y estética, esta última una
salir y gritar que están hartos de la violencia en los incorporación de la marcha ecuatoriana) producir nue-
espacios públicos y privados, denunciando tanto la vi- vas subjetividades feministas, también imbricadas en
olencia cotidiana en los autobuses, la calle y los me- las relaciones de poder desde donde emergen (clase
dios de comunicación, como el programa conservador media, urbana, con educación formal), que cuestionan
de educación sexual “Plan Familia”,3 las muertes cau- la cultura machista que “se escandaliza más por una
sadas por femicidios y abortos clandestinos, en una
oportunidad para sacar la voz y poner el cuerpo para
4 Ver: http://slutwalkecuador.org/post/155822909989/manifies-
reivindicar el derecho a ser. to-puta-nosotras-mujeres-hombres-y. Para ver una muestra audio-
visual de la marcha de 2016: https://www.youtube.com/watch?v=-
t7aS-17rvIw.
3 https://lalineadefuego.info/2015/07/21/el-fortalecimiento-de-la-
familia-y-el-placer-por-el-placer-de-la-enipla-al-plan-familia-en-el-
ecuador-de-la-revolucion-ciudadana1-por-cristina-vega/
76
CYNTHIA CAROFILIS
palabra que por la violencia”.5 folclórica y hay carteles en kichwa que dicen “Llucsi
de mi útero” (Fuera de mi útero), pero no es una man-
Esta performatividad del discurso necesita de la per- ifestación por las identidades étnicas. Hay algunos
formance para tener lugar (Gregson & Rose, 2000).De torsos y cuerpos desnudos, hay batucadas y bailes.
esta manera, la marcha se convierte en algo vivo que Hay extranjeros y extranjeras, hay niños y niñas, per-
se toma las calles y, como tal, a veces resulta impre- ros y... perras. Los cuerpos como estandartes (aunque
decible. A partir de las cinco de la tarde se convoca no hagan performance, casi todos llevan un cartel que
en el Arco de la Circasiana a los participantes. Ahí habla por ellos), dan cuenta de una reivindicación que
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CYNTHIA CAROFILIS
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CYNTHIA CAROFILIS
posibilita la construcción de la plaza como un lugar de público es masculino, un espacio donde los cuerpos que
manifestación pública y transnacional, como en otras transgreden las normas del género son excluidos, estig-
plazas del mundo. matizados y violentados; y segundo, que la violencia es
un asunto público que ocurre con la connivencia de una
Estas performances y performatividades del espacio sociedad entera. He aquí la potencia de la marcha.
están, además, saturadas de poder, a través de sus
organizadoras, en su mayoría mujeres de clase media De acuerdo con las geógrafas feministas, las formas par-
con educación formal, posición que permite el acce- ticulares de pensar el espacio están íntimamente rela-
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CYNTHIA CAROFILIS
de los hombres (Duncan, 1996). Los mensajes “Puta fronteras a través de las cuales se construyen nues-
extranjera” y “Puta mochilera” este año, hacían referen- tros propios cuerpos.
cia a esta distinción entre nacionales y extranjeras, a raíz
del asesinato de dos jóvenes argentinas en un balneario La reapropiación de la palabra en estos casos implica
ecuatoriano unos meses antes, situación que fue atribui- una práctica espacial, una interrupción en la cotidiani-
da, por la opinión pública y una funcionaria de turismo, al dad del espacio masculino, una desestabilización de lo
hecho de viajar solas jalando dedo.7 Poner en evidencia que se espera en un espacio que cada vez más se pri-
cómo los cuerpos extranjeros son vistos como amorales vatiza, se fragmenta y despolitiza, donde la propiedad
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
y peligrosos, es algo que la Marcha de las Putas ha hecho privada se defiende más que la dignidad de las perso-
también en otros lados, como Singapur (Gwynne, 2012). nas que habitan cuerpos subalternizados.
Puta es disidente cuando une en vez de separar, cuando Tal vez esos cuerpos que están “fuera de lugar” son
apela a la libertad estética, no en un feminismo post que los que van a liderar estos cuestionamientos. Tal vez
se apoya en el consumismo, sino en uno aliado a otros cu- esta sea una oportunidad para aglutinarse en torno al
erpos disidentes: los cuerpos hormonados que subvierten “habitar”, donde los problemas asociados al convivir y
el género asignado al nacer como los aliados de la Marcha compartir un espacio encienden el motor de las luchas
del Proyecto Transgénero, Ñuca Trans, entre otros. sociales (Harvey, 2003). Tal vez no debamos esperar a
apropiarnos del cuerpo para poder apropiarnos del es-
Puta es subversivo cuando las prácticas de las traba- pacio público (Falu, 2009), sino ir por un camino simultá-
jadoras sexuales que luchan contra la criminalización y neo, donde nos apropiamos del cuerpo cuando nos
precariedad que las hace más vulnerables, se convierten apropiamos del espacio, una noción que cuestiona la
en demandas por el acceso al espacio, como la propues-
noción de autonomía del sujeto liberal, que se restringe
ta de las asociaciones del centro histórico que también
a la elección personal, a la voluntad y al control sobre sí
participaron en la marcha (#LaCalleEnDisputa).
mismo (Sabsay, 2011), y en lugar de ello asumimos que
Estas acciones suponen poner el cuerpo como espa- nuestros cuerpos se construyen en relación con otros
cio de contestación, un cuerpo que no está natural- (Butler, 2010).8
mente vinculado a la naturaleza ni a una identidad
fija, inmóvil y ancestral, sino que se construye en la
interacción de sus múltiples y a veces contradictorias
identidades. Una oportunidad para replantearse las
8 Agradezco a Nela Meriguet, Elizabeth Vásquez y Ana Almeida por
7 Ver http://gourmet.elsol.com.ar/nota/260600 sus acertados comentarios para enriquecer este texto.
80
CYNTHIA CAROFILIS
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81
VALERIN
SAURITH LoPEZ
Nutricionista dietista de la Universidad Nacional de Colombia,
Magíster en Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana,
[email protected]
bia 1940-19809
En Colombia, a partir de la década de 1940, cuando un imperativo de salud pública. Durantecuarenta años,
Nestlé instala plantas de producción en el territorio na- diversos discursos y prácticas del desarrollo lograron
cional y se materializan ciertas políticas agrícolas de- proyectar un conjunto de biopolíticas en las que la
sarrollistas, producto de la intervención estadounidense leche materna fue desplazada por leches modernas:
de posguerra, emerge un nuevo entendimiento de la Leches de Fórmulas Industrializadas (LFI) y Mezclas
alimentación infantil. La medicalización de la lactancia Vegetales (MV).
materna que venía dándose desde finales del siglo XIX
Los programas de alimentación infantil de nuestro país
sale de la escena nacional y solo en 1980 vuelve a ser
se mostraron como un dispositivo capaz de modificar
la imagen corporal y la experiencia de sí. Las prácticas
9 En este corto texto expongo algunas reflexiones elaboradas a hospitalarias y las campañas promotoras de alimentos
partir de una investigación más amplia que terminé hace un año so- infantiles en ese entonces fomentaron una arquitectu-
bre genealogías de la lactancia materna en Colombia durante el siglo
ra inédita del cuerpo de la mujer. Con el afianzamiento
XX. Para ampliar, ver: Saurith, Valerin (2015). Entre tetas y tetes,
políticas de la lactancia en Colombia. de la modernidad, el Estado y sus expertos (médicos,
85
VALERIN SAURITH LÓPEZ
nutricionistas, economistas, agrónomos, etc.) pensa- para enseñar la importancia del consumo de LFI, pues
ron a la “mujer” como un ente monolítico, obviando esa información no iba a quedar “solo en la mente de
las profundas diferencias que definen a estos cuer- la madre sino en todos en su casa, en las niñas que
pos y los diversos espacios que ellas habitan; un ente ven preparar correctamente el tetero a su misma madre
imaginado de acuerdo con los valores requeridos por y en las amistades en las cuales se difunden común-
los nuevos mecanismos de producción capitalistas (por mente los conocimientos de la alimentación infantil”
ejemplo, lógicas particulares de hábitat, movilidad, tra- (Camacho, 1944: 116). Calixto Torres Umaña, unos de
bajo y alimentación). los pediatras representativos de la época, sostenía que
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
86
VALERIN SAURITH LÓPEZ
Los mensajes sobre las bondades de las LFI, además de Con el transcurso de las décadas ingresaron al país
ser patrocinadas por el gremio médico en sus revistas más multinacionales productoras de LFI (Wyeth, Mead
especializadas11 también llegaban a la población a través Johnson, Abbott). Estas leches eran costosas y difíciles
de la radio y de periódicos de alcance nacional. Así, las de adquirir para una familia obrera, por lo cual el gre-
mujeres, independientemente de si sabían leer o no, eran mio médico realizó varios esfuerzos para solicitar al Es-
invitadas a utilizar estas leches modernas. tado que mejorara su acceso y disponibilidad.
Por ejemplo, en 1950, los asistentes a las primeras jor- Considerando las limitaciones de producción de alimen-
87
VALERIN SAURITH LÓPEZ
urbanos y rurales, y a través de las visitadoras salubris- las LFI gracias a las donaciones de la ONU (Programa
tas y nutricionistas, se enseñaba el consumo de MV. Los Mundial de Alimentos), Care y Caritias, Alimentos para
medios de comunicación de la época, sobre todo Radio la paz y por las mismas empresas productoras (todas
Sutatenza, y toda la estrategia pedagógica de la ACPO estas organizaciones y empresas entraron a Colombia
influyeron en el posicionamiento de este alimento.12 después de 1940).12
En Colombia, las MV fueron promocionadas principal- La promesa del desarrollo se cumplió solo para unas
mente para el consumo de las clases obreras de nuestras pocas personas; el uso de las leches modernas (LFI y
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
ciudades y para las familias de las zonas rurales; aun así, MV) en lugares sin agua potable y sin servicios públi-
muchas mujeres de estos contextos también conocieron cos, causó más muerte, más desnutrición y más daño
del que se pretendía evitar. En 1970 el gremio médico
empezó a reconsiderar el uso de todos estos alimentos
infantiles, pero solo a finales de esa década se opera-
tivizaron las primeras políticas públicas pro lactancia.
88
VALERIN SAURITH LÓPEZ
Imagen 4. La imagen de la izquierda apareció el 15
de junio de 1969 y la de la derecha el 7 de febrero
de 1971, ambas en el periódico El Campesino. En la
izquierda se observa una lata de leche en polvo
(junto a los alimentos lácteos). En la imagen de la
derecha se observa una bolsa de Incaparina (junto
siones; su intervención obedece a una “corrección”, a La Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Co-
una reingeniería de las mismas políticas desarrollistas. lombia (Ensin, 2010) refiere que las mujeres de las zonas
Desde 1980 se promueve la teta y no el tete, el seno rurales amamantan más tiempo que las de las zonas ur-
materno y no el biberón, ha cambiado la “técnica” de banas. En la actualidad, para el Estado es urgente que las
alimentación infantil propuesta por los expertos, pero madres de las grandes ciudades contribuyan a disminuir
el régimen discursivo que produce las políticas no. Es- los niveles de morbimortalidad infantil, lactando a sus hi-
tas siguen imaginando un sujeto mujer que “responde jos desde la primera hora de vida hasta los dos años como
a una construcción metonímica del sistema heterosex- mínimo; eso sí, sin dejar de “trabajar”, sin dejar de partici-
ual de producción y de reproducción que autoriza el par en los mecanismos urbanos de producción.
sometimiento de dicho cuerpo como fuerza de trabajo
y como medio de reproducción” (Preciado, 2002:22). En 2015, el eslogan de la Semana Mundial de la Lactancia
Desde entonces, la educación en lactancia se enfoca en Materna fue “Amamantar y trabajar, logremos que sea
intervenir a madres trabajadoras que no cuentan con los posible”. ¿Desde cuándo y en qué lugar no es posible re-
medios más adecuados para llevar a cabo una óptima alizar ambas cosas? ¿Por qué una política de salud busca
secreción láctea, es decir, las que tendrían que adaptar que las mujeres lacten y trabajen a la vez? ¿Cuáles son
su cuerpo a su entorno laboral u otras particularidades esas mujeres que han dejado de amamantar en aras de
ambientales (movilidad o tiempo, por ejemplo). cumplir con una labor remunerada por fuera del hogar?
¿Es la lactancia materna un trabajo?
89
VALERIN SAURITH LÓPEZ
Las ideologías que contraponen la familia (o la comuni- mujer/madre, figura del orden social imaginado por el-
dad) a la fábrica, lo personal a lo social, lo privado a lo los (Pedraza, [1996] 2011:200). Estas representaciones
público, el trabajo productivo al improductivo, han sido de maternidad reaparecieron luego de 1980 dentro de
útiles para las sociedades capitalistas, en donde las ac- teorías fisiológicas y psicológicas de la nueva ciencia
tividades reproductivas y/o domésticas que las mujeres de la lactancia.13 Creo que se puede tomar partido de
realizan usualmente dentro del hogar, en ausencia de sal- este tipo de retóricas (reinventarlas/descolonizarlas)
ario, son entendidas solo como actos de amor o atributos para poder irrumpir con el modelo de producción de
de la feminidad, y no como acciones que generan valor subjetividad capitalista en el que están inmersas las
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
económico y social (Federici, 2013: 25, 62). actuales políticas del amamantamiento. Con esto hago
una invitación a pensarnos los afectos como modifi-
Una retórica vigente usada para persuadir a las madres caciones del cuerpo que incrementan o disminuyen
hacia la escogencia del seno y el rechazo del biberón es
13 Para ampliar esta discusión acerca de las formas en que están pen-
el discurso del “amor maternal”, propuesto por el gremio
sadas las políticas de lactancia materna en Colombia luego de 1980, ver:
médico antes de que aparecieran las leches modernas Saurith, Valerin (2015), “Flujos de leche materna y de capital”, en Entre
en nuestro país con el objeto de fraguar la imagen de tetas y tetes, políticas de la lactancia en Colombia, Pp. 55-77.
90
VALERIN SAURITH LÓPEZ
su capacidad de actuar (Spinoza, citado en Federici, Bibliografía
2011:191), no como un simple sentimiento de cariño y
amor, o como un “don natural” de las mujeres. Fajardo, Luis (2000). “Apuntes de la historia de la
nutrición en Colombia” en Historias de la nutrición
Para poder amamantar a nuestros hijos e hijas por en América Latina. Disponible en http://www.sochi-
fuera de los términos impuestos por la medicalización nut.cl/ pdf/HistNut_SLAN.pdf (Consultado el 12 de
y los discursos desarrollistas, podemos empezar por noviembre de 2014).
cuestionarnos el espacio en donde vivimos y cómo han
Federici, Silvia (2011). “Sobre el trabajo afectivo” en
91
VALERIN SAURITH LÓPEZ
Scheper-Hughes, Nancy (1997). La muerte sin llanto. El Campesino (1970). “Nuestros alimentos”. 13 de
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gotá: Sociedad Colombiana de Pediatría y Puericul- Revista Colombiana de Pediatría y Puericultura
tura.
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
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ra (1970). La más semejante. Publicidad Wyeth.
Cromos (1940). “No hay que confundir las diver-
15(6):s.p.
sas clases de alimentos para niños” (1219 [abr.
20,1940]):19. Revista Colombiana de Pediatría y Puericultura
(1970). Resultados fisiológicos comparables a la
El Campesino (1969). “Nuestros alimentos”. 15 de junio. leche de mujer. Publicidad Nestlé. 15(1):s.p.
92
FALLON
HERNandez PALACIO
Joven investigadora de la Escuela Intercultural de Diplomacia Indígena,
Centro de Conflictos y Paz, y Centro de Políticos e Internacionales (CEPI)
de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad del Rosario.
[email protected]
97
FALLON HERNÁNDEZ PALACIO
vulva/vagina, ya que en ella se encuentra el clítoris, de cuerpo, pintura corporal y masajes. Por medio de
aquel “botón” que es cortado por medio de un pro- las pedagogías nombradas, en un espacio de diálogo
cedimiento quirúrgico, denominado Ablación Genital de saberes, se iniciaron reflexiones y alianzas entre las
Femenina (AGF). mujeres Chamí y las mujeres de la EIDI, con el objetivo
de contribuir al empoderamiento y fortalecimiento de
Ahora bien, cuando se habla de dicha solidaridad es los liderazgos de las mujeres indígenas a través de sus
posible empezar a hablar sororidad, donde ya no solo sentires, historias, experiencias, identidades y desde
encontramos esas interconexiones sino que empeza- el autorreconocimiento de sus cuerpos.
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
98
FALLON HERNÁNDEZ PALACIO
Uno de los objetivos del presente escrito es brindar- promiscuas o infieles, además de que el clítoris no ha
les el protagonismo a las mujeres Chamí. Entonces, es sido considerado algo estéticamente agradable para
posible decir que dichas mujeres son actoras super- los hombres. En estas creencias se observa el miedo
vivientes de violencias que atraviesan su condición de de las mujeres de ser abandonadas por sus esposos,
género y etnia; dentro de estas violencias se encuentra pues varios relatos indicaban que si tenían el clítoris
la práctica de la AGF. Aunque es una práctica doloro- grande, ellos las podían abandonar. También desde la
sa, se reconoce que tiene gran importancia la no revic- cosmogonía indígena se planteó la creencia de que si
timización, además de ser un tema que ya abordé con la mujer se movía durante el acto sexual, podía destru-
99
FALLON HERNÁNDEZ PALACIO
100
FALLON HERNÁNDEZ PALACIO
que se pintan en sus rostros con tinta de kipara,21 para
verse bellas y representar su cultura. Así pues, cuando
se abordó el tema de Derechos Sexuales y Reproducti-
vos,22 en este caso el derecho a la integridad personal,
física, psíquica y social, se habló del derecho a disfru-
tar de una vida en plenitud, libre de todo tipo de vio-
lencias, torturas y tratos crueles, por lo cual invité a
las mujeres a que pintaran esa parte del cuerpo donde
21 Planta con la que crean la tinta para pintar sus rostros.
22 En esta clase busqué ser dinámica entre la teoría y la práctica,
considerando la diferencia de idioma, el nivel educativo y las dife-
rentes edades de las mujeres que nos acompañaron. Todo inició con
un diálogo de saberes, frente a lo que ellas conocían sobre los de-
rechos; sin embargo, fue poco lo compartido y decidieron darme la
palabra. Los derechos que expuse fueron los siguientes: 1. Derecho
a la vida; 2. Derecho a la libertad; 3. Derecho a la integridad perso-
nal, física, psíquica y social; 4. Derecho a la seguridad; 5. Derecho a
“Mujer Emberá Chamí: un cuerpo colectivo
la intimidad sexual; 6. Derecho a la igualdad, y 7. Derecho a la salud desde bienestares individuales”.
sexual y reproductiva. En algunos de estos derechos, para llegar a Fuente: Fallon Hernández.
su entendimiento práctico, recurrí a pedagogías alternativas. Para el
derecho número 3 se realizó un ejercicio de pintura corporal, donde
debían indicar el bienestar en sus cuerpos. Para el derecho número 5 con ellos alimenta a sus hijos. La tercera se pintó las
se realizó un teléfono roto, con el objetivo de entender la influencia manos y mencionó que con ellas puede tocar, cocinar,
de terceros y el respeto a la confidencialidad. En el derecho número
6 se realizó un ejercicio en el cual, por grupos, las mujeres debían sembrar, sentir y acariciar. La cuarta se pintó las uñas
dibujar a la lideresa Emberá Chamí, determinando lo que la caracte- y expresó que con ellas puede rascarse. La quinta se
riza y aquello que le hace falta para mejorar. En el derecho número
7 se recurrió a un masaje corporal con aceite esencial para un reen-
pintó los labios y manifestó que a través de la boca
cuentro sensitivo con el cuerpo, con el cual es posible sentir placer. puede hablar, comer, besar, expresarse. La séptima se
101
FALLON HERNÁNDEZ PALACIO
pintó la oreja para señalar la importancia de escuchar como la vulva/vagina, también ha sido un lugar tabú.
bien, y la octava se pintó debajo de un ojo y en la nariz, Asimismo, identificaron partes relacionadas con el
pues con los ojos puede ver por dónde camina y con la placer, como las uñas al rascarse, las manos al acari-
nariz puede oler lo que cocina. ciar, la boca al comer y besar, la nariz al oler la comida,
lo cual me permite remitirme al erotismo como forma
Así pues, es posible observar que existen diversas par- subjetiva de placer, ya que es posible erotizarse “des-
tes del cuerpo con las cuales las Chamí se reivindican de el placer que sentimos al observar, oler, escuchar,
desde sus cotidianidades, en las cuales han identifi- degustar, acariciar (…) al disfrutar lo que hacemos,
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
cado capacidades como el hecho de expresarse y es- etcétera” (Q’nil 2014: 19). Las Chamí reconocieron en
cuchar. Igualmente, se evidencia la reivindicación de sus sentidos la importancia del disfrute y del placer,
los senos al nombrarlos y señalar la importancia de indicando que algunas partes de sus cuerpos les han
amamantar, ya que esta es una parte del cuerpo que, permitido tener una mejor vida.
102
FALLON HERNÁNDEZ PALACIO
del goce al compartir y por la autoconexión que se Chamí han representado diversas resistencias que
manifiesta cuando disfrutamos de la danza, la música, han tomado forma a través del arte y la creatividad.
el sol, o cuando simplemente tenemos presente nuestra
capacidad de sentir. Evidentemente, al final del ejerci-
cio las mujeres estaban sonrientes, y repetían: “Me Bibliografía
sentí muy bien”, “me sentí feliz, muy alegre”, “con
ganas de trabajar” (Diario de campo, 2015). Libros
103
FALLON HERNÁNDEZ PALACIO
Otros documentos
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to en la comunidad Emberá Chamí de los municipios MODULO_4_(SUBJETIVIDAD).pdf
de Mistrató y Pueblo Rico en Risaralda (2007-2014)”.
Universidad del Rosario.
104
PARACOS EN EL HOGAR
Eloisa Berman Arévalo
Cuando llegaron a Paloaltico, los paramilitares establecieron retaron a los paramilitares de manera directa. Cuenta Celia
dos campamentos. Uno de ellos fue el patio de Celia, detrás que estas disputas eran asunto cotidiano:
de su cocina. “Uno de ellos se dio cuenta que yo le tenía miedo. La verdá
es que él sabía que yo no gustaba de él. A veces, cuando
“Detrás de la reja de palo que ves ahí, lo único que se veía veía que tenía el caldero en el fogón, llegaba y me decía
era ese verdeo. Ahí limpiaban sus armas, colgaban sus que le hiciera café. Y yo: “Café? ¡Qué café ni qué na! ¡Estoy
hamacas, ahí dormían. Era prácticamente su casa. Mi patio.” cocinando mi comida!”. Pero igualito él me hacía bajar el
caldero. Pero yo igualito siempre me portaba ‘guapa’”.
Además de los campamentos, los paramilitares invadían
frecuentemente el espacio del hogar, obligando a las familias En situaciones de extrema vulnerabilidad, mujeres como
a regalarles cerdos y gallinas; a la mujeres a lavarles la ropa, Celia desempeñaron un papel fundamental en el restablec-
hacerles café y cocinarles. A pesar de que sus demandas imiento de un sentido del “lugar del hogar” (Hooks, 1990),
eran agresivas e intimidantes, las familias a veces ponían en resistencia a la territorialización paramilitar. A pesar
resistencia. En esos casos, había disputas verbales en las de ser mayormente ineficaces en diferir las demandas de
que los locales explicaban la injusticia de “pedirle comida los paramilitares, estas reacciones se convertían en actos
al pobre” o simplemente pedían un poco de respeto. Como dignificantes y ejercicios simbólicos de poder sobre el
administradoras del espacio doméstico y suponiendo que su espacio doméstico en un contexto de invasión violenta del
género las protegería de actos violentos, no pocas mujeres mismo.
106
107
La cocina y el patio de Celia
Cada vez más mujeres ocupan cargos de responsabilidad Para empezar, partimos de la obra de Teresa De Lau-
en las empresas, lo cual las sitúa en un prisma de visibi- retis, quien aborda una cuestión que puede resultar
lidad social que tradicionalmente les ha sido negado. Si vital en la reflexión que aquí pretendemos realizar.
tenemos en cuenta que dichos cargos suelen encontrarse Nos referimos al concepto de “tecnologías del género”
altamente masculinizados, resultará sencillo comprender (1987), que la autora acuña a partir de la noción de
por qué nos preguntamos acerca de cómo la estructura “tecnología del poder” de Michel Foucault en su obra
empresarial y su cultura definen la identidad de las muje- Historia de la sexualidad (2012a). A través de esta ca-
res. Por tanto, vamos a reflexionar en torno a la articula- tegoría, De Lauretis señala los componentes que in-
ción de los discursos empresariales sobre la presencia de tervienen en la conformación de los géneros: “Podría-
la mujer en cargos de dirección, con el objeto de determi- mos llamar la tecnología del género, a las técnicas y
nar el sexismo subyacente a las prescripciones sobre el estrategias discursivas por las cuales es construido el
comportamiento que debe tener dicho grupo en el desa- género” (De Lauretis, 1994: 18). Dicha autora amplía la
rrollo de cargos de dirección. noción acuñada por Foucault para centrarse en los me-
canismos de poder que contribuyen a la conformación
23 Este estudio se inscribe en el Proyecto de Investigación Científica de las identidades de género. A partir de esta idea va-
y Desarrollo Tecnológico “Ética de la democracia: crisis de la política y
mos a referirnos al espacio de la empresa y a la litera-
nuevas formas de participación de la sociedad civil” (P1.1B2013-24),
financiado por el Plan de Promoción de la Investigación de la tura del management como dos mecanismos de poder
Universitat Jaume I.
111
MARIA MEDINA - VICENT
que definen la posición de la mujer en la empresa, así masculino (Novas, 2014: 50), la norma sobre la que se
como su manera de ser y estar en la misma. han construido las ciudades, y también los espacios
laborales, ha sido heterosexual y masculina. Por tanto,
En las organizaciones empresariales podemos encon- si el diseño arquitectónico se encarga de crear códi-
trar diferentes tecnologías del género, en muchas oca- gos y espacios que configuran la subjetividad humana,
siones la misma cultura corporativa lo es, y su mate- bajo una ilusión de neutralidad se está perpetuando un
rialización en el día a día laboral influye en la identidad discurso patriarcal.
de mujeres y hombres en el seno de lo productivo. Si-
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
guiendo con el trabajo de Foucault, entendemos que la Así, existe todo un entramado de tecnologías que operan
arquitectura -también la de las organizaciones empre- para construir sexo y género de forma natural, entre las
sariales- refleja de algún modo la autoridad y el orden, que también se encuentra la arquitectura. En relación,
y es la expresión de una sociedad que actúa de modo Preciado señala que la arquitectura funciona como una
disciplinario (2012b). El hecho de que en forma genera- verdadera prótesis de género y pone como ejemplo los
lizada se dé por sentado que los espacios arquitectóni- urinarios públicos, que perpetúan las dicotomías públi-
cos son neutrales, incita una escasa reflexión sobre su co/privado y masculino/femenino. De este modo, cada
verdadero poder a la hora de configurar nuestra vida género tiene asignado su espacio, y cada cuerpo que
diaria. Esto convierte a la arquitectura en una de las entra a dicho espacio es sancionado si no se corre-
estructuras ideológicas más efectivas cuando se trata sponde con el género oportuno. Así, “el discreto uri-
de perpetuar la desigualdad de género. nario no es tanto un instrumento de higiene como una
tecnología de género que participa en la producción de
Históricamente, las mujeres han estado ligadas al es- la masculinidad en el espacio público” (Preciado, 2006:
pacio doméstico y los hombres al público, realidad 44). Además de que la arquitectura sirve para construir
que ha sido legitimada en gran parte a través de la y legitimar los modelos dicotómicos de hombre y mujer,
arquitectura. Y es que, como indica la autora Julia Ga- también se puede observar que la norma masculina se
lán, “la arquitectura construye distinciones de género ha tomado como la universal a la hora de diseñar los
en cada nivel de su discurso. Se produce una discri- espacios de convivencia social.
minación o negación de los géneros (de lo diferente
de la masculinidad hegemónica) que se encuentra en En el caso concreto de los entornos laborales, un ejemplo
muchos aspectos del discurso arquitectónico” (Galán, que puede ilustrar dicha cuestión lo encontramos en el
2010: 27). De este modo, aparte de que la arquitectura diseño de los sistemas de climatización de los edificios. En
como profesión ha sido un ámbito casi exclusivamente esta línea, los investigadores Boris Kingma y Wouter
112
MARIA MEDINA - VICENT
van Marken Lichtenbelt (2015) afirmaron, tras sendas sus conocimientos que son unilaterales (solo masculinos),
investigaciones sobre consumo energético, que estos y en el que las mujeres habitamos y somos usuarias pasi-
sistemas están diseñados según el estándar masculino vas” (Cevedio, 2004: 60-61).
establecido en el año 1960, que no tiene en cuenta
a las mujeres. Es decir, normalmente, el estándar de A partir de estas reflexiones entrevemos el potencial
temperatura de la climatización de los edificios está del espacio de la empresa como un lugar en el que se
construido con base en la temperatura corporal de los configuran normativamente las identidades de género.
hombres, y esto, teniendo en cuenta que para ellos la En especial, resulta interesante considerar la influencia
113
MARIA MEDINA - VICENT
manuales sobre cómo vestir en la oficina, qué tipo de de liderazgo, como el mensaje contrario, es decir, que
maquillaje usar, cómo hablar o incluso qué gestos uti- se les aconseje potenciar su feminidad, entendiendo
lizar (Shugley, 2009; Jahnke, 2011; Bennington, 2013). que esta puede convertirse en una ventaja competiti-
va para el desarrollo de un nuevo liderazgo (Shugley,
Dentro de las tecnologías que se ponen en funciona- 2009). Sin embargo, más allá de la vía argumentati-
miento para señalar los límites corporales de las mu- va sobre la que se erijan dichos consejos, la cuestión
jeres en espacios tradicionalmente masculinos como la vital es que ninguno fomenta un espacio empresarial
empresa, este tipo de obras actúan como herramien- verdaderamente igualitario, ya que carecen de toda
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
tas disciplinarias del género. Y es que, tras un lengua- perspectiva de género en el desarrollo de la práctica
je que puede parecer inofensivo, se esconde todo un profesional.
entramado ideológico que les dice a las mujeres profe-
sionales cómo comportarse. Lo más importante es que Debido a que los cargos de dirección empresarial se
toda esta operación no se realiza desde una visión que encuentran generalmente ocupados por hombres, re-
pretenda la igualdad de género, puesto que la mayor sulta lógico que la literatura popular del management
parte de estos escritos carecen de una perspectiva refleje dicha masculinización, algo que se torna eviden-
feminista (Due Billing, 2000). Más bien, promueven te en la preeminencia de gurús de la gestión varones, así
una posición de la mujer en la empresa cercana a un como en la escasa atención que se presta a la cuestión
modelo femenino tradicional y desigual (Medina-Vi- de género en dichas obras. En este sentido, al igual que
cent, 2015), es decir, un modelo que explota doble- en la arquitectura, lo masculino se ha tomado como la
mente a las mujeres, a las que se les exige una doble norma habitual en el escenario empresarial y del man-
presencia, tanto en lo público como en lo privado, que agement, lo que supone que con categorías excluy-
incrementa su carga laboral (Balbo, 1994). entes tomadas de la experiencia masculina, se ha pre-
tendido abordar la situación de las mujeres en dicho
Resulta interesante destacar que las principales imá- espacio, cuando realmente dichas categorías “cannot
genes que se articulan en torno a la figura de la mujer account for the complexities in the experiences of women
líder, se construyen sobre los siguientes polos de sig- managers” (Due Billing, 2011: 298).
nificado: la ejecutiva agresiva y la ejecutiva femenina.
Encontraremos tanto manuales en los que se inste a Al fin y al cabo, la existencia de este tipo de literatura
las mujeres a renunciar a su feminidad (Chu, 2007) nos muestra que la presencia de las mujeres en la em-
para integrarse de lleno en la masculinidad predomi- presa sigue resultando una realidad extraña. Nos reve-
nante en la alta dirección de la empresa y de los cargos la claramente el carácter disciplinario que un espacio
114
MARIA MEDINA - VICENT
como el empresarial tiene sobre las identidades de Bibliografía
las mujeres, condicionando sus modos de habitar el
mundo productivo y especialmente el de la alta di- Alonso, Luis Enrique y Rodríguez Fernández, Carlos
rección. Desde nuestro punto de vista, más allá de Jesús (2013). “Los discursos del management: una
establecer manuales y guías para que las mujeres perspectiva crítica”. Lan Harremanak, Vol. 28 Nº. 1,
“aprendan a comportarse” para encajar en la empre- pp. 42-69.
sa, se debería fomentar una gestión empresarial ética
(García-Marzá, 2004) desde la perspectiva de género Balbo, Laura (1994). “La doble presencia”, en Bor-
En resumen, en el espacio empresarial, tanto físico Boltanski, Luc y Ève, Chiapello (2002). El nuevo espíri-
como cultural, convergen diferentes tecnologías del tu del capitalismo, Akal, Madrid.
poder, que contribuyen a la conformación estereotípi-
ca de los géneros. Las empresas son espacios disci- Cevedio, Mónica (2004). Arquitectura y género: espa-
plinarios de reproducción de las normas de género; cio público-espacio privado, Icaria Editorial, Barcelona.
por esta razón, no nos debe sorprender que exista Chu, Chin-Ning (2007). The Art of War for Women:
toda una línea editorial dedicada exclusivamente a Sun Tzu’s Ancient Strategies and Wisdom for Win-
decirles a las mujeres cómo actuar e incluso vestir ning at Work, Doubleday, New York.
en la alta dirección empresarial, un espacio simbólico
masculinizado, donde las mujeres siguen encontrán- Cortés, José Miguel (2008). “Espacios asépticos y
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117
CAMILO
BARBOSA GAMBOA
Trabajador social, Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca.
[email protected]
El presente escrito es una síntesis analítica de la construc- Las mujeres rurales y campesinas de Sumapaz tienen
ción de territorio (tierra-cuerpo) campesino desde las lidere- un papel histórico en la resistencia al acaparamiento
sas Sumapaceñas.1 Este parte en general de la resistencia y de tierras, la exposición de los recursos naturales para
propuesta autónoma de las mujeres sobre el territorio ante su explotación por empresas nacionales y transnacio-
su orden imperante, expresado en violencias, en este caso nales, la alta militarización en el marco del conflicto
principalmente de género. La tierra y el cuerpo, como armado y la violencia de género en sus mismas comu-
espacios parte de la lucha de clases y que se afirman nidades. En definitiva, un acumulado de las mujeres
como territorios políticos en el proceso de constitución en la defensa de sus cuerpos y de sus comunidades
de la Zona de Reserva Campesina (ZRC). ante los procesos de descampesinización y los tipos
de violencia de género, profundizados y fomentados
por el capitalismo.
121
CAMILO BARBOSA GAMBOA
de las relaciones sociales, y los cuerpos como primer Violencias al territorio cuerpo-tierra de las mujeres
territorio de las sujetas/os que se sitúan en ese es- en la localidad de Sumapaz
pacio-tierra, y experimentan las formas de explotación,
dominación, subordinación y exclusión construidas. Por Las diferentes violencias a las que han resistido las
ello, el cuerpo, además de sus procesos biológicos y mujeres en Sumapaz subyacen en múltiples determi-
psicológicos, son territorios “en que se expresan con- naciones: dominio de clase, división sexual del trabajo,
frontaciones entre conjuntos de relaciones sociales. En mistificación cultural de los roles, estigmatización de
este sentido, el cuerpo se constituye en el territorio de sus comunidades en el marco de la guerra, etc.
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
122
CAMILO BARBOSA GAMBOA
fundamental en el río Sumapaz. La posible utilidad del labor a los varones, lo cual es campo de apertura para
agua como medio de acumulación de capital incidiría que se estigmaticen los cuerpos, sean vigilados, con-
sobre los cuerpos, pues estos recibirían contaminantes trolados, castigados y se violenten física, psicológica y
producto de esta intervención (principalmente a través sexualmente.7
del consumo de agua). Para las mujeres, en el curso del
agua se entiende no solo el tiempo de siembra, riego Las mujeres han tenido que ver morir sus hijos, han
y cosecha, sino también la necesidad de la convivencia tenido que asumir unas cargas porque sus esposos son
en armonía con el ecosistema; si no es así, esta mues- detenidos por sospechas y por diferentes circunstan-
123
CAMILO BARBOSA GAMBOA
esposos salen a trabajar. Usted sí que se parece a una do y desarrollo social de los hijos, etc.,) principalmente
guerrillera. Lástima que no traje un álbum para com- ejercido por las mujeres (Federici, 2010), genera: uno, la
parar, me dijo un militar. Luego vi cuando se metió dependencia de ellas de terceros, y dos, que el trabajo
en el cuarto de mi hija, y la desnudó… No respetan de las mujeres, al ser tratado como propio y naturaliza-
nada. Sentimos mucha persecución y también miedo do, además de su contribución en muchas ocasiones a
(Fernández, 2016 ). las labores de siembra, riego, etc., sea la explotación
de sus cuerpos y que su producción, sobre todo de las
Las violencias hacia las mujeres también tienen su mujeres cabezas de hogar, no sea equivalente en la
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
desarrollo amplio en la vida campesina, en sus co- competencia. La no equidad en el acceso a la tierra
munidades y familias, en donde actúa una variedad es la no garantía de su independencia y sostenibilidad
de determinantes. Estas no son un producto ajeno al económica; una relación de la exclusión de tierra con la
capitalismo, en el que la identidad de las mujeres es explotación de los cuerpos, como territorios alienados,
asignada principalmente a través de la división sexual excluidos de su soberanía.
del trabajo, la mistificación y naturalización del mismo
y la normalización esencial de las relaciones de domin- Cuando yo soy dependiente, económicamente de-
io (Federici, 2010).8 En la localidad sumapaceña son pendiente, sea el gobierno, sea el Estado, sea de los
reconocibles la violencia económico-social, la física y proyectos, de los subsidios, sea de mi esposo, sea de
la psicológica, principalmente. mi compañero, sea mi pariente, mientras yo como mu-
jer dependiente, voy a ser violentada (Entrevista N°. 3,
La violencia económica se expresa en el acceso a la 19 de enero de 2016).
tierra y las garantías de producción para las mujeres.
“Lo primero que hay que hacer en Sumapaz y en toda La producción de las violencias, como expresión de-
la zona rural es que las mujeres tengan derecho a ten- structora del cuerpo femenino a escala física, psicológi-
er sus propiedades, ¡que aparezcan en las escrituras!” ca y sexual, es en muchas ocasiones la forma de legiti-
(Entrevista N°. 4, 8 de febrero de 2016). La división mar las relaciones sociales establecidas (de trabajo,
entre mundo productivo (lo que genera salario) e im- afectivas, etc.,) o de revertir la presunta amenaza que
productivo, o más especialmente la reproducción so- enfrenta esa forma de relación social dominante (Forte
cial de la vida (el mantenimiento del hogar, el cuida- & Pérez, 2010). En ello, la violencia física se produce en
diferentes escenarios: doméstico, familiar, etc., como
8 Para Lagarde (2008), la identidad de las mujeres está en confron-
en sus diversas formas, desde un golpe hasta el femi-
tación entre la asignada y la realizada. Para ello ver: Lagarde, M.
(2008). Compilación sobre género y violencia. Aguascalientes, Méxi- nicidio: “El tema, por ejemplo, de los feminicidios y de
co: Instituto Aguascalentense de las Mujeres, IAM.
124
CAMILO BARBOSA GAMBOA
la violencia contra la mujer persiste” (Entrevista N°. 1, Comenzar a equiparar las cosas, las cargas de trabajo,
12 de enero de 2016). Es necesario agregar que “mu- porque nada me gano yo como mujer campesina que
chas cosas y muchos hechos han sido a puertas cerra- a mí me den una parcela en el territorio de Sumapaz,
das” (Entrevista N°.2, 15 de enero de 2016). que sea propietaria, si la carga laboral de mí hogar
está sobre mí, sobre mis hombros. Eso me gasta más
En la violencia sexual, las lideresas han identificado de 12 horas en el día, ¿a qué horas voy a producir?
una característica de esta violencia: que es perpetrada (Entrevista N°. 3, 19 de enero de 2016).
por personas cercanas a su círculo social. “¿Cuál es el
125
CAMILO BARBOSA GAMBOA
126
CAMILO BARBOSA GAMBOA
Referencias Fernández, Miriela. (15 de enero de 2016 ). Sumapaz:
últimas noticias de una vieja guerra. Obtenido de Re-
Alcaldía Local de Sumapaz (2012). Plan de Desarrollo vista Ecaminos: http://revista.ecaminos.org/article/
Económico, Social, Ambiental y de Obras Públicas de sumapaz-ultimas-noticias-de-una-vieja-guerra/
la Localidad Veinte de Sumapaz, D.C., 2013-2016. Bo-
gotá: Alcaldía Mayor de Bogotá. Forte, Gustavo, & Pérez, Verónica. (2010). Cuerpo,
territorio del poder. Buenos Aires: Colectivo Edi-
Cabnal, Lorena. (2010). Acercamiento a la construcción ciones-Ediciones P.I.Ca.So, Colección Avances N° 1.
Entrevista N°. 2. (15 de enero de 2016). Bogotá D.C., León, Paola, & Villarraga, Fabián. (2014). El proyecto
Localidad Sumapaz hidroeléctrico “El Paso”, agua y vida en riesgo. Bo-
gotá: Instituto Latinoamericano para una Sociedad y
Entrevista N°. 3. (19 de enero de 2016). Bogotá D.C.,
Derechos Alternativos-ILSA, 2014.
Localidad Sumapaz
Saffioti, Heleieth. (2001). Contribuciones feministas
Entrevista N°. 4. (8 de febrero de 2016). Bogotá D.C.,
para el estudio de la violencia de género. Cadernos
Localidad Sumapaz
pagu (16), 115-136.
Entrevista, N°. 5. (24 de enero de 2016). Bogotá D.C.,
Saffioti, Heleieth, & Almeida, Suely. S. (1995). Violencia
Localidad Sumapaz
de género: poder e impotencia. Río de Janeiro: Revinter.
Federici, Silvia. (2010). Caliban y bruja. Mujeres cu-
Segato, Rita. (2003). Las estructuras elementales de
erpo y acumulación originaria. Madrid: Traficante de
la violencia: contrato y estatus en la etiología de la
Sueños; historia número 9.
violencia. (pp. 1-19). Brasilia D.F.: Serie Antropología.
127
KAREM
pEREZ ASCENCIO
Licenciada en Ciencias Sociales, Universidad Distrital Francisco José de
Caldas. Estudiante de la maestría en Historia y Memoria, Universidad
Nacional de la Plata, Argentina. [email protected]
131
KAREM PÉREZ ASCENCIO
que el derecho a una vivienda propia es esquivo para es- Así las cosas, el asesinato de sus hijos a manos de las
tas familias, que duran la vida entera pagando arriendo. Fuerzas Militares es una, quizás la más cruenta, de las
Esta realidad segregadora constituye el trasfondo de múltiples formas de opresión a las que se ven someti-
las ejecuciones extrajudiciales; los jóvenes asesinados das las vidas de estas mujeres, que experimentan con
fueron seleccionados por habitar las zonas de pobreza mayor intensidad la intersección de los sistemas de
y marginalidad, todo para generar resultados aparentes opresión de clase y género, es decir, como mujeres empo-
de la política de Uribe Vélez. En últimas, marginalidad brecidas están sujetas a una estructura de dominación a
y lucha contra la guerrilla, un entronque que asesinó partir de la marginalidad de sus identidades. Ahora bien,
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
vilmente a los jóvenes populares de Soacha. paradójicamente, es tal vez este lugar el que les otor-
ga un “privilegio epistémico” desde el que pueden ob-
Las madres de estos jóvenes, por cierto, en su lucha por servar las diferentes maneras en las que operan y se
memoria, verdad y justicia conviven inevitablemente estructuran las formas de dominación; su experiencia
con sus historias de segregación. La lucha contra el les permite ver el problema en su magnitud más per-
terrorismo de Estado se articula con sus biografías de versa, en la interdependencia de la pobreza en su ser
marginalidad y precarización; en sus relatos, el trabajo femenino, que a su vez las posibilita a problematizar las
doméstico aparece como hábito desde muy tempra- nociones instaladas como reales desde el poder.
na edad: recoger leña, ir por agua, cocinar para los
trabajadores, alimentar a los animales, así como el Entendemos, por tanto, que no son absolutas las
cuidado de sus hermanos menores, fueron labores que estructuras de dominación o la matriz de dominación
ocuparon gran parte o la mayor parte de su vida. Todo (Hill, 2012: 36), porque de ser así se anularía cualqui-
esto en las regiones de las que fueron posteriormente er tipo de contradicción o respuestas de los sujetos.
desplazadas por la violencia de actores armados o de Justamente, las condiciones de exclusión y marginali-
las que escaparon en su adolescencia, producto de la dad estructural posibilitan respuestas transformadoras,
violencia doméstica que recibían de sus padres. Al lle- “conocimientos situados” (Haraway; 1995) capaces de
gar a la periferia de la ciudad capital se encontraron dar cuenta de su experiencia, tal como señala Aura Cu-
con la violencia de las instituciones gubernamentales o mes al reflexionar sobre el papel central que las mujeres
la indiferencia de las mismas, que no les ofrecieron las mayas en Guatemala tendrían para develar la compleji-
garantías sociales mínimas a sus nuevos habitantes dad de la interseccionalidad: “Las mujeres indígenas se
para su adaptación, lo que significó el sometimiento ubican en el último estribo de la cadena colonial-patri-
de su fuerza laboral a empleos mal remunerados o la arcal, su lugar es privilegiado para observar las mane-
dependencia económica de parejas maltratadoras oca- ras en que se encuentran y operan las formas de domi-
sionalmente e infieles. nación (Cumes, 2012:11).
132
KAREM PÉREZ ASCENCIO
Aunque Cumes se refiere a mujeres indígenas, pensa- en el mapa cognitivo nacional cuando la sangre deja
mos que esta idea puede trasladarse al quehacer de las ver las huellas del terror. Y en ese terror las madres han
madres de Soacha, quienes en su calidad de subordi- actuado, pero no desmarcándose del espacio de mar-
nación histórica y cruzadas por una experiencia dolorosa, ginalidad, es ahí donde han construido su trinchera,
han elaborado con agudeza propuestas para entender, sus hogares han devenido en espacios políticos de en-
en principio, a la mujer empobrecida como protagonis- cuentro y reflexión. En la periferia de la ciudad capital,
ta del devenir histórico de un país y, del mismo modo, por intermedio de la organización de estas mujeres,
comprobar la heterogeneidad de sus identidades, así se está construyendo memoria y reflexión para la Co-
133
KAREM PÉREZ ASCENCIO
y la falta de oportunidades para el resto de sus hijos, impregnándose unas de otras” (Koselleck, citado por
que las constriñe a imaginar la indemnización como Jelin 1993:341). Por ello les es posible emitir signifi-
una posible salida a sus deudas (entre ellas, las ad- caciones y resignificaciones de lo sucedido; una de
quiridas por el asesinato de sus hijos o inhumación), a las madres, con tristeza y algo de rabia, recuerda que
pesar del dolor que esto implica. También consideran admiraba a las Fuerzas Militares, al punto de usar en
la reparación como un factor excluyente, ya que solo a una ocasión el uniforme militar de su hijo, que presta-
algunas de las madres se les ha indemnizado y a otras ba en ese momento el servicio militar obligatorio y
no, factor de especulación por parte de los medios de quien posteriormente sería ejecutado por las Fuerzas
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
comunicación que crea disputas y entorpecimiento en Militares, episodio que aparece ahora como una terri-
la consolidación de la organización. No obstante, reci- ble contradicción, puesto que de la admiración pasó a
bir una retribución del gobierno a cambio de los cuerpos una profunda crítica y rechazo del ejercicio militar y su
de sus hijos inferioriza sus subjetividades; al aceptar la función social. Así las cosas, la posibilidad de moverse
indemnización se acepta un precio por la vida de sus en el tiempo gracias a estos espacios de la experiencia,
hijos empobrecidos, así como la animalización de sus les permite construir marcos interpretativos para la
cuerpos por parte del Estado. comprensión de la experiencia pasada y del presente
de una comunidad entera, construir nuevos sentidos
La manera de resolver éticamente la contradicción que sobre lo institucional, su legitimidad y el relato que
implica la reparación económica está en el futuro de emiten, así como producir coyunturas y escenarios so-
sus nietos, es decir, frente a la incómoda posibilidad ciales y políticos impensados.
de una reparación económica, incómoda en cuanto a
lo doloroso de la experiencia que asigna por segun- Por tanto, este grupo de mujeres convirtió al gobier-
da vez precio por sus hijos en condición de ejecuta- no en un actor social que entra en disputa por la con-
dos extrajudiciales; la alternativa es el bienestar de strucción de memorias, por la legitimidad social de su
sus nietos, materializado en la temporalidad compleja relato y su pretensión de verdad frente a un otro so-
de la memoria, que ubica el sentido del pasado en un cial. Gracias a la diversidad de actores y su voluntad
presente, en función del futuro deseado. En otras pa- por evidenciar su relato del pasado, el Ejecutivo entra
labras, frente a un presente contradictorio, producto a competir por posicionar como verdadero su relato,
de una experiencia pasada, se acude a las expectati- poniendo en tensión las memorias hegemónicas, dom-
vas futuras. Es claro, entonces, que los recuerdos de inantes, únicas y oficiales que restan agencia al ser so-
estas mujeres están incorporados de manera dinámica cial, en tanto se disputan y negocian los sentidos del
en el presente, la experiencia violenta se ha modifica- pasado.
do gracias a otras experiencias, “superponiéndose e
134
KAREM PÉREZ ASCENCIO
De manera simultánea a la reinterpretación de la de conciencia, donde se entremezclan la aprobación y
memoria hegemónica, estas mujeres han tenido que apatía, resistencia y resignificación” (2015: 293).
cuestionar sus propias identidades desde su ser mu-
jer empobrecida (perspectiva interseccional, género y En términos concretos, se trata de las luchas cotidianas
clase), con la afirmación “yo admiraba a las Fuerzas frente a jerarquías de género y clase, que sin ser frontales,
Militares” fuimos testigos de un desplazamiento políti- visibles o contundentes, involucran negociaciones perma-
co y ético, participamos de la interpretación que ha nentes en relaciones con la estructura de dominación y la
hecho del pasado, pero también de su construcción exclusión que reproducen las memorias generizadas. Las
135
KAREM PÉREZ ASCENCIO
En concreto, aun cuando las experiencias y memorias invención de la naturaleza. Cátedra 1995.
de las madres de Soacha remitan a sus trayectorias
Hill, Patricia. Feminismos negros. Una antología. Trafi-
personales y familias particulares, estas se inscriben
cantes de Sueños. 2012.
y articulan en opresiones estructurales y luchas que
dan forma y dotan de sentido la historia de los movi- Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Ediciones
mientos sociales y comunitarios. Con esto se dice que Siglo XXI. 2001.
no hay formas propiamente femeninas de recordar,
sino identidades heterogéneas y contradictorias que Nahuelpan, Héctor. Violencias coloniales en Wajma-
han venido construyendo sentidos del pasado a partir pu. Ediciones Comunidad de Historia Mapuche. 2015.
de la tensión y negociación con el poder. La memoria
como acción social en permanente construcción es
elaborada por las madres de Soacha con el propósito
de humanizar las relaciones sociales y las prácticas de
hacer memoria. Todo esto desde un espacio olvida-
do, desde los márgenes de una urbe que las segrega.
Si Soacha solo aparecía como zona de pobreza, hoy
también se vincula con un espacio donde la memoria
surge y resiste, pues no es posible pensar hoy este
margen de la ciudad sin el quehacer de unas madres
que se negaron a olvidar.
136
CARTOGRAFÍAS
CARTOGRAFíAS DE
ESPACIALIDADES FEMINISTAS
139
“MAMU, el mapa de coletivos de mulheres” se enfoca bién aparecen en estas cartografías y claramente afec-
CARTOGRAFÍAS
en la visibilización de las mujeres y los grupos, orga- tan las experiencias vividas.
nizaciones e iniciativas feministas en Brasil. Después
sigue HarassMap, un ejemplo de mapa participativo Estos mapas, aunque diversos, son solo una pequeña
que busca documentar y visibilizar experiencias de aco- muestra de la diversidad de cartografías de lo que se
so y abuso sexual en Egipto, parecido a otras iniciati- podría llamar espacialidades feministas.
vas en Colombia y en diversas partes del mundo (como
Encontramos otros ejemplos e iniciativas que no pudimos
Hollaback en Bogotá: http://bogota.ihollaback.org/, y
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
140
incluyan detalles diferentes que enriquecen las historias en procesos para la construcción de políticas públicas,
CARTOGRAFÍAS
contadas desde otras fuentes o perspectivas más hege- como la “Política Pública para la Diversidad Sexual e
mónicas. Identidades de Género en el Departamento de Nariño”.
(http://caribeafirmativo.lgbt/2014/11/12/politica-publi-
El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, en Bogotá, ca-para-la-diversidad-sexual-e-identidades-de-gene-
también ha buscado generar la construcción de histo- ro-en-el-departamento-de-narino/).
rias no siempre contadas, utilizando la cartografía como
herramienta participativa con organizaciones sociales, Las dos iniciativas mencionadas arriba: “Witness:
141
CARTOGRAFÍAS
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
142
MAMU - mapa de coletivos de mulheres
CARTOGRAFÍAS
MAMU - mapa de coletivos de mulheres é um projeto Pontos roxos: coletivos com endereços físicos.
de mapeamento de coletivos, organizações, movimen-
tos, grupos e projetos brasileiros que tem como foco Pontos verdes: coletivos sem endereços físicos (mar-
as mulheres, o feminino, o feminismo, nossos ciclos, cados no mapa de forma aleatória, representando o
ritmos, reivindicações e lugares na sociedade. Pode seu estado e origem, mesmo que a sua abrangência
143
CARTOGRAFÍAS
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
Vínculo: http://harassmap.org/en/what-we-do/the-map/
144
CARTOGRAFÍAS
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
“HarassMap”, Egipto
Esta es “una herramienta para cualquier persona o testigo de un acoso o asalto sexual
en todo Egipto, de compartir y reportar sus experiencias” y cada persona que reporta
“recibe una respuesta con información sobre servicios legales gratis y apoyo psicológi-
co. Cada incidente aparece en el mapa como un punto rojo. La intención es poder
visibilizar la realidad y existencia amplia de acoso y asalto sexual en Egipto […] y de
identificar patrones para responder a los mitos sobre el problema, y de resistirlo. […]
También sirve de evidencia para informar el diseño de programas y campañas en con-
tra del acoso sexual.” Alia Soliman, Communications Manager de HarassMap, dice que
“HarassMap está basado en la idea de que si más personas empiezan a tomar acciones
cuando el acoso sexual ocurre frente a ellas, esta epidemia podría acabarse”.
145
CARTOGRAFÍAS
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
Autora:
Lida Sepúlveda López, docente investigadora,
Instituto de Estudios Regionales, Universidad de Antioquia.
146
CARTOGRAFÍAS
Mujeres, ¿y al Valle cómo lo hacemos?:
dibujando al río
En un taller de mapeo con mujeres del corregimiento trazo. Mientras una mujer se encargaba de hacer los
147
CARTOGRAFÍAS
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
Autor:
Diego Noel Ramos Rojas, maestro en Comunicación de la Ciencia y la Cultura
por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, licenciado
en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Chiapas,
adscrito al Departamento de Comunicación y Psicología, Centro Universitario
de la Ciénega, Universidad de Guadalajara. [email protected]
148
CARTOGRAFÍAS
Tácticas y vulnerabilidades de la mujer
migrante. La frontera habita desde la
perspectiva de género
149
CARTOGRAFÍAS
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
Museo Q
Correo: [email protected]
Facebook: https://www.facebook.com/MuseoQ/
Twitter: @museoq
Instagram: @museoq
150
CARTOGRAFÍAS
Museo Q: Lo que se ve no se pregunta
151
ESPIRAL DE TEJIDO
Natalia Barragán
Cuatro mujeres confluimos en Ciudad de México en el año de 2014 y nos dispusimos a sembrar
un espiral de tejido, en el cual aprendimos lo que significa tejer la mochila pensamiento, un
regalo de las hermanas de la Sierra Nevada. Aprendimos que se empieza por un ombligo de
nueve nudos, donde se inicia el viaje de la medicina de la araña. La metáfora del tejido nos
enseña que además de hacer nudos que avanzan en espiral formando un cuenco de lana,
tejemos recuerdos, memorias y vínculos, tejemos un espacio de sororidad.
152
153
Espiral de Tejido
154
¿Por qué y cómo considerar una
perspectiva feminista en el estudio del espacio?
Esta sección está dedicada a la inclusión de reflexiones cortas de académicas de
diversos países en torno a su relación personal y profesional con el tema central de
la Boletina. Para construirla le pedimos a cada una responder de forma breve a una
pregunta en particular: ¿Por qué y cómo considerar una perspectiva feminista en el
estudio del espacio? Como resultado de esta invitación, ocho geógrafas, antropólo-
gas y sociólogas feministas de distintos rincones de Brasil, Estados Unidos, Argen-
tina, México y Colombia nos compartieron sus sentires y pensares, sus proyectos,
sus experiencias. En sus respuestas reflexionaron sobre su propio trabajo y vincu-
laron narrativas de muchos tipos. Con ello, esta sección da cuenta de la riqueza que
habita el mundo académico en esta articulación entre espacialidad y feminismo.
155
ISADORA LINZ FRANÇA
Espaço, sexualidade e poder:
uma perspectiva feminista
Isadora Lins França, Universidade Estadual de Campinas, Brasil,
[email protected]
157
ISADORA LINZ FRANÇA
como gênero se entrelaça a raça, a classe social, a sexu- transexuais contavam com poucos espaços de lazer e so-
alidade, a nacionalidade, a idade, entre outras. Trata-se ciabilidade, enfrentando toda sorte de discriminação e de
de categorias poderosas de classificação e organização violência quando procuravam os lugares de encontro vol-
da vida social, que dificilmente podem ser compreendi- tados para gays e lésbicas. A pesquisa mostrava que, em-
das isoladamente. bora São Paulo procurasse se afirmar como dona de um
mercado animado voltado para gays e lésbicas, prova de
Nas pesquisas que tenho realizado, particularmente, sua vocação para a diversidade, no plano mais concreto
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
o impacto da perspectiva feminista se revela antes de de como os espaços se construíam e eram vividos pelas
tudo na compreensão de que o espaço não é uma su- pessoas se recolocavam segregações e hierarquias que
perfície lisa, mas estriada por relações de poder. Ainda, produziam uma cidade muito mais hostil – e ao mesmo
de que quando falamos em espaço estamos falando de tempo ainda plena de potencialidades.
um feixe de relações, aberto a transformações, atuali-
zando-se a cada momento nas práticas das pessoas e
nos significados que elas lhes atribuem.
Bibliografía Recomendada
Na minha experiência de pesquisa, isso se revela na pro-
dução da cidade: ao realizar pesquisas em meio aos lu- Massey, Doreen. Pelo espaço: uma nova política da espa-
gares de encontro de pessoas que se classificavam am- cialidade. Rio de Janeiro: Bertrand Brasil, 2008.
plamente a partir do termo LGBT na cidade de São Paulo,
No livro, a autora realiza uma reflexão sofisticada e imag-
compreendi como os espaços de encontro atuavam na
inativa a respeito do modo como compreendemos o es-
produção de diferenças e hierarquias sociais. Embora
paço. Alternando entre vários registros, das discussões
não as criassem, certamente eram capazes de reforça-las
mais conceituais aos recursos da memória afetiva, Do-
ou não. Na pesquisa em que realizei, São Paulo mostra-
reen Massey coloca em questão visões mais fixas e
va-se uma cidade de imensa diversidade, mas de es-
menos críticas do espaço, propondo um argumento que
paços ocupados diferencialmente: os homens tidos como
espacializa as relações de poder e, inversamente, ressalta
“femininos” e as mulheres tidas como “masculinas” e as
as relações de poder que compõem o espaço. O resultado
pessoas mais velhas, mais gordas e mais escuras eram
traz um sutil equilíbrio que alia um horizonte político sem-
empurradas para lugares de encontro menos valorizados
pre presente a um refinado debate conceitual.
ou cuidados pelo poder público. As travestis e mulheres
158
AMY RITTERBUSCH
Un análisis socioespacial
de la mirada violenta
hacia los habitantes de calle
Amy E. Ritterbusch, Escuela de Gobierno, Universidad
161
AMY RITTERBUSCH
Necesitamos intervenir, vivir y analizar el espacio pú- violento y humillante hacia los seres humanos que se
blico con una visión crítica que contempla las espa- encuentran abajo. Esta ubicación, altamente visible y
cialidades y relaciones de poder que generan múltiples controlable, es precisamente lo que buscaba la fuerza
marginalizaciones, exclusiones, silencios y desigual- pública para poder controlar y contener a los cuerpos
dades en la ciudad. La incorporación de diferentes no deseados en un lugar… en un lugar sucio, oscuro,
aportes de los diferentes feminismos nos ofrecen invivible, lleno de agua contaminada… El único lugar
lentes analíticos afinados para entender y contextu- que puede abrir la ciudad para estas personas. La ubi-
alizar el poder, la desigualdad y la injusticia. Como se cación socio-espacial dentro del caño del Transmilenio
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
visualiza en la foto al principio del texto, centenares es una ubicación indignante y una ubicación que bus-
de habitantes de calle fueron conducidos por la policía ca intimidarlos, por ojos de la ciudadanía generaliza-
hacia el caño de la calle sexta entre carreras 24 y 27, da, así como por ojos policiales vigilantes, y que bus-
justo debajo de una estación de Transmilenio. En los ca convencerlos de que no tienen derecho de ocupar
múltiples días de acompañamiento que hizo el equi- ningún espacio de la ciudad sin miradas humillantes y
po en esta parte del caño, observamos centenares de violentas. El texto de Wright (2004) nos ayuda con la
miradas hacia estos habitantes. Algunas miradas de contextualización de la violencia policial y el despla-
asco, otras de burla, otras de grupos religiosos que se zamiento forzoso de habitantes de calle por parte de la
posicionaron dentro de la estación para leerles la biblia fuerza pública y cómo esta violencia sistemática busca
y “salvarlos”, y miradas indiferentes o estancadas por “… generar una imagen de la ciudad más limpia y se-
parte de los equipos del Distrito. gura … en los espacios donde la encontramos ausente
… (… generate an image of a cleaner and safer city … in
Durante las cuatro horas de cada tarde en que hicimos the spaces where we find her [homeless users] miss-
presencia, vimos a diferentes funcionarios públicos mi- ing” (Wright 2004, 371). Aunque Wright escribe sobre
rar hacia el caño. Sentados o parados… mirándolos y el caso de mujeres trabajadoras sexuales en Ciudad
hablando entre ellos. Una intervención de Estado es- Juárez, es un ejemplo similar que analiza y problema-
tancada y desde arriba, literal. Parte del problema es la tiza la criminalización y marginalización de cuerpos no
falta de integración con la comunidad. Dicen que han normativos y no deseados en la ciudad por parte del
intentado bajar y que han sido agredidos por los habi- Estado colombiano. Los lentes analíticos de múltiples
tantes… Esto pasa precisamente por su forma pater- perspectivas feministas, como el de Wright, nos per-
nalista, violenta y discriminatoria de actuar hacia ellos. miten cuestionar estos silencios urbanos, violencias
La mirada desde arriba hacia abajo al “sufrimiento y sistemáticas y desapariciones del espacio público de
miseria” del habitante de calle es un acto simbólico, poblaciones “no deseadas” y criminalizadas por el Estado.
162
AMY RITTERBUSCH
Bibliografía Recomendada
163
KRISTINA LYONS
Habitar, seguir las
relaciones y enredarse
Kristina Lyons, Estudios Feministas, Antropología,
y Centro de Investigación sobre Ciencia y Justicia (SJRC)
Para mí, una perspectiva feminista en el estudio del y los conocimientos campesinos en el Putumayo. La
espacio busca habitar los intersticios en términos intención no era buscar una simetría analítica que co-
analíticos, metodológicos y ético-políticos, es decir, lapsara las diferencias entre las prácticas científicas y
habitar, literalmente, los espacios entre las disciplinas, otras prácticas, sino mantener la tensión entre ellas
diversas prácticas y formas de escribir. Para habitar un para visibilizar las relaciones de poder, los posibles
espacio trandisciplinario e interseccional, es necesario momentos de convergencia y las limitaciones y poten-
seguir las relaciones, esto es, enredarse para abordar cialidades de diferentes formas de relacionarse con lo
la investigación, el diálogo, la conceptualización y la que algunos llaman el suelo y otros no, porque para
escritura. Por ejemplo, en los intersticios entre la an- estos últimos el suelo como objeto de estudio o enti-
tropología y los estudios feministas de la ciencia donde dad no existe o no es tan relevante. Hacer un estudio
me ubico como investigadora, la experiencia etnográ- horizontal en el ámbito de los estudios sociales de la
fica me impulsó de no solo realizar investigación en ciencia reconoce que las prácticas no científicas ―lo que
los laboratorios y las instituciones del Estado con los el pensamiento moderno ha denominado “creencias”,
técnicos y científicos, sino también de adelantar tra- “supersticiones”, “mística” y “religión”― son el afuera
bajo de campo en las huertas, las fincas, los bosques constitutivo de lo que conocemos como ciencia. Mu-
y la selva con los campesinos y los movimientos socia- chas veces estas prácticas han sido marginalizadas y
les en el suroccidente del país. En vez de solo “Study consumidas por la misma ciencia para que las ciencias
Up” de manera vertical a las prácticas y la producción modernas puedan saber lo que dicen saber. Otro ám-
de conocimiento científico del suelo, por ejemplo, bito donde las perspectivas feministas son claves para
era igualmente importante aprender de las prácticas mí, es en la práctica de la escritura etnográfica. Fui
165
KRISTINA LYONS
Bibliografía Recomendada
166
KYRAN ASHER
The Connections between Worlds,
Logics, Non-humans and Their Human Kin
Kiran Asher, Department of Women, Gender, Sexuality Studies,
Feminist perspectives are as diverse as the world. But Ma: Because we could not understand nature
across their differences they highlight connections, re-
minding us that we emerge in relation to others. These Me: So who made nature?
relations shape histories and geographies. Many fem-
Ma: Gods
inisms, though not always properly named as such,
have shaped my work as a biologist and social scientist Me: if gods made Nature and humans made gods, did
in Asia and Latin America. Here I share two moments humans make nature too?
that foreground such connections. The first is a con-
versation with my mother circa mid-1970s, which went Ma: No, nature made humans
like this:
Such complex and non-causal logics were at the heart
Me: Do you believe in god? of the relations among divine and mortal characters in
the folk tales and epic stories I heard as child in Bom-
Ma: Yes bay, India. These characters were shape shifting and
the boundaries between human and non-human worlds
Me: Why?
were fluid and dynamic. Such fluidity also underlay the
Ma: because we (humans) made gods spirited debates about the relations between nature
and culture, science and superstition, modernity and
Me: Really? Why? tradition, colonialism and nationalism, philosophy and
169
religion, power and politics, spirituality and material- Recommended Bibliography
KYRAN ASHER
that day. Discounting differences in my attire and terword are an accessible introduction to her complex
childless status, I could well have been her double. She ideas. In the former, Spivak remarks on the distinction
looked at me curiously and asked me what river I was between subalterns and organic intellectuals, and the
from, and who I was visiting in the village. I replied ethical challenges of an engagement between them. The
that I was from a large city along an ocean on the other Afterword offers critical insights on “fourth world political
side of the world. Indeed, Christopher Columbus had ecology,” critiques of capitalism and the World Bank, and
been looking for my people and our lands. But he got of “multicultural” approaches including those mobilized
lost. On reaching the Americas he called the people by diasporic scholars in the West. They are still relevant
he met “Indians.” Despite the distance then, she and today.
I were related: perhaps not by blood, but by colonial
misadventures and misrecognition of difference.
170
ASTRID ULLOA
ACCIONES Y RESPUESTAS FRENTE A LOS EXTRACTIVISMOS:
FEMINISMOS TERRITORIALES
Astrid Ulloa, Departamento de Geografía, Universidad Nacional de Colombia,
“[La] defensa del territorio-tierra para que esté libre de minería está muy generalizada
pero dentro de este viven los cuerpos de mujeres que están viviendo opresiones y violen-
cias. De ahí nace el planteamientos de recuperación y defensa del primer territorio que
es el territorio-cuerpo (Lorena Cabnal, 2013. https://www.diagonalperiodico.net/global/
defender-territorio-la-mineria-sin-defender-cuerpos-mujeres-la-violencia-sexual-es).
Para abordar estos interrogantes tengo que partir de los monocultivos, o la explotación de hidrocarburos, y
mi interés por la relación entre género y extractivis- por las demandas de estas mujeres sobre una visión
mos, en particular la minería, que surgió como un eje territorial que se centra en la vida.
de investigación respondiendo a preguntas sobre el
aumento de la violencia hacia las mujeres y los cuer- Estos procesos políticos, tanto de hombres como de
pos feminizados, y la destrucción del territorio y los mujeres, que se han generalizado en América Latina
medios de vida de diversos pueblos indígenas, afrode- se pueden entender desde una perspectiva feminista
scendientes y campesinos en América Latina debido a del espacio, la cual posiciona tanto otras geopolíticas,
la extracción minera. Paralelamente, me pregunté por unas alter-geopolíticas, como visiones territoriales al-
las implicaciones del aumento de protestas y acciones ternativas y procesos de cuidado en diversas escalas,
de mujeres indígenas, afrodescendientes y campesinas empezando por el cuerpo-territorio. Esta perspectiva
en contra de la minería, que son extensibles a otros también permite comprender el aumento de diversas
extractivismos, como los asociados al control del agua, formas de violencia hacia las mujeres en contextos
173
extractivos, y la emergencia de redes de mujeres indí- Bibliografía Recomendada
ASTRID ULLOA
de mujeres sobre un control local de los procesos ex- cas desde propuestas que responden a otras ontologías
tractivos y por ende del subsuelo, es decir, una política y, por consiguiente, a espacialidades alternativas.
vertical del territorio. De la misma forma, de sus de-
mandas por otras relaciones de género entre hombres
y mujeres en procesos de defensa del territorio, trabajo,
movilizaciones, luchas y resistencias.
174
GABRIELA MERLINSKY
Las mujeres y la justicia ambiental.
Ecologías del cuerpo y políticas de conocimiento
Desde hace algunos años trabajo con diferentes orga- forman en reclamos que exigen diferentes formas de
nizaciones territoriales para reunir evidencias sobre la reparación a los cuerpos afectados.
construcción de demandas ambientales en diferentes
lugares de Argentina. Mis trabajos de campo se han Es importante señalar que la mayoría de estos movi-
concentrado en seguir los pasos de diferentes experi- mientos están integrados por mujeres. En Buenos Ai-
encias de “epidemiología popular”, es decir, formas de res, el grupo de las “Madres de las Torres” se orga-
producción de conocimiento en las que los pobladores nizó para impedir el ingreso de camiones a una planta
y grupos afectados por diversos peligros ambientales de tratamiento de residuos, hasta lograr el cierre de
desarrollan diferentes investigaciones para establecer la planta. En la provincia de Córdoba, las “Madres del
los orígenes de los problemas de salud que los aque- barrio Ituzaingó” protagonizaron diferentes protestas
jan. A diferencia de la epidemiología tradicional (real- y acciones judiciales en contra de las empresas que fu-
izada por científicos), la epidemiología popular busca migaron con glifosato sus lugares de residencia.
incorporar en el análisis eslabones causales de may-
or alcance, lo que incluye tomar en consideración los La noción de los “intereses prácticos de género” ex-
intereses empresarios, las decisiones gubernamental- plica por qué las mujeres actúan colectivamente en
es y las regulaciones. Se trata de investigaciones que respuesta a diversas amenazas dirigidas a sus famil-
buscan establecer cuáles son los actores responsables ias o comunidades y asumen la autoridad para hablar
y, por eso mismo, sus principales resultados se trans- en representación colectiva. Estas mujeres piensan
177
GABRIELA MERLINSKY
La maternidad como eje de identificación, no solo re- Mies, María y Shiva, Vandana (1997). Ecofeminismo.
mite a lo estrictamente “doméstico”, sino también a Teoría crítica y perspectivas, Barcelona, Icaria.
aquello que proporciona un sustrato vital para el ac-
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
178
PAULA SOTO
Miradas feministas al espacio urbano
Tal como lo he planteado en diferentes espacios1 (Soto, las ciudades. En segundo lugar, el concepto de géne-
2009; Soto, 2011; Soto, 2014), la incorporación de la ro permite visibilizar las relaciones de poder que se
categoría de género marca una especificidad en el articulan al espacio, de manera que el poder cruza
estudio de los espacios urbanos. En primer lugar, se distintas escalas espaciales: el cuerpo, los lugares de
pone en el centro el cuestionamiento al uso extendi- trabajo, los espacios domésticos, sitios para espar-
do de las clásicas dicotomías geográficas tales como cimiento, los centros comerciales, las plazas, el barrio,
público-privado, abierto-cerrado, centro-periferia, pro- la comunidad, en todos es posible ver las diferencia-
ducción-reproducción, móvil-inmóvil, asociadas a las ciones geográficas de la masculinidad, la feminidad y
nociones de masculinidad y feminidad, que han sido sus significados. En tercer lugar, adoptar el enfoque
fundamentales tanto para pensar como para diseñar de género contribuye a desnaturalizar las identidades
1 Soto, Paula (2009). “Lo público y lo privado en la ciudad”, Revista como esencia femenina o masculina; en efecto, des-
Casa abierta al tiempo. Vol. II, 4ª época N° 17, correspondiente al de una perspectiva geográfica se ha enfatizado en que
mes de marzo. las identidades de género solo son comprensibles en el
Soto, Paula (2011). “La ciudad pensada, la ciudad vivida, la ciudad
imaginada. Reflexiones teóricas y empíricas. Revista La Ventana. cruce etnia, edad, nacionalidad, clase, etc., cuyas mar-
Centro de Estudios de Género de la Universidad de Guadalajara. cas son siempre espaciales.
Núm. 34, Diciembre 2011, pp. 7-38.
Soto, Paula (2014). “Patriarcado y orden urbano. Nuevas y viejas for-
mas de dominación de género en la ciudad”. Revista Venezolana de Un caso que he analizado (Soto, 2014) en este último
Estudios de la Mujer, Enero-junio 2014, Vol. 19, Núm. 42, pp. 199-214. tiempo es la movilidad y los donde encontramos que la
181
planificación de los transportes ha ignorado las necesi- Bibliografía Recomendada
dades de las mujeres en su diseño. Así, la evidencia
PAULA SOTO
empírica indica que hay patrones de desplazamiento McDowell, Linda (2000). Género, identidad y lugar, un
diferenciales: las mujeres se desplazan más a pie y en estudio de las geografías feministas. Madrid: Cátedra.
transporte público; proporcionalmente, tienen menos
Es una referencia indispensable para acercarse a las
permisos y licencias de conducir y conducen menos;
preguntas sobre cómo las relaciones de género son in-
viajan en coche como pasajeras con mayor frecuencia;
fluenciadas por el espacio y al mismo tiempo el espacio
se desplazan menos por trabajo y más por compras y
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
182
LIBERTAD CHAVEZ - RODRIGUEZ
Aspectos espaciales de
gestión de riesgos de desastres con
perspectiva de género e interseccionalidad
Libertad Chavez-Rodriguez, CONACYT-CIESAS, Monterrey, México,
[email protected]
185
LIBERTAD CHAVEZ - RODRIGUEZ
• Uso y permanencia diferenciada en espacios públi- raza/etnia y clase, las cuales tienen un papel fundamen-
cos y privados en razón de actividades mayoritaria- tal en la determinación de la vulnerabilidad social ante
mente asignadas con base en el género a hombres desastres.
(trabajo remunerado fuera del hogar) y mujeres
(labores domésticas, crianza y cuidado de niños,
enfermos y adultos mayores), respectivamente, lo
Bibliografía Recomendada
que implica:
Olofsson, Anna, Zinn, Jens. O., Griffin, Gabirelle, Giritli
1. Acceso diferenciado a medios de comuni-
Nygren, Katarina, Cebulla, Andreas, y Hannah-Moffat,
cación e informaciones sobre amenazas na-
Kelly. (2014). The mutual constitution of risk and in-
Boletina No. 5 Espacialidades Feministas
turales.
equalities: Intersectional risk theory. Health, Risk & Soci-
2. Diferencias en la exposición a riesgos duran- ety, 16(5), 417-430. doi:10.1080/13698575.2014.942258
te emergencias, p.ej., mayor contacto con
El artículo expone de manera clara los entrelazamien-
el agua (contaminada) por parte de mujeres
tos de diversas desigualdades sociales y cuestiones de
y mayor asignación de tareas de rescate a
riesgo, y propone una teoría interseccional del riesgo
hombres.
en la que afirma que el riesgo y las desigualdades se
3. Diferencias en las posiciones de poder, constituyen y refuerzan recíprocamente.
donde predomina comúnmente la masculi-
na, en la negociación y toma de decisiones
sobre labores de prevención, evacuación,
retorno a los hogares y recuperación de las
condiciones de vida.
186