Guillermo Endara El Legado de Una Democracia

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Título del libro: GUILLERMO ENDARA Diseño: Juan Rivera

“ El legado de una democracia” La Entrevista Fotografías: cortesía familia Endara


(c) Delfina B. Vidal Frago, 2010 Fotos interiores: cortesía de familia Endara
(c) Televisora Nacional S.A. Impreso en Albacrome
Primera edición, 2010 No. de ISBN

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Agradecimientos: la autora deja constancia de su Ileana Golcher; Jessy Mae Díaz, Javier Jiménez, Jorge
agradecimiento a las siguientes personas, cuya in- Guerrero, Mercedes Arias y José Moreno.
valorable colaboración hizo posible la producción
de esta obra: Agustín de la Guardia, Ariel Barria,
Prohibida la reproducción de esta obra por cualquier medio,
sin autorización escrita de los autores.

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Elsa Galimany de Endara.

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Al conmemorarse un año de la desaparición física de Guillermo David
Endara Galimany, rendimos homenaje a su memoria con esta edición es-
pecial, que plasma con gran autenticidad las características que moldearon
a un hombre en su incansable lucha por devolver a los panameños la de-
mocracia arrebatada, y que en el proceso logró conquistar los corazones y
la voluntad de aquellos que tanto añoramos la libertad plena durante dos
largas décadas.

Este documento quedará para todas las generaciones de panameños, como


un legado imperecedero; fiel testigo y elocuente trovador de la impecable
trayectoria de un hombre que anduvo por caminos pedregosos y vivió las
más temidas vicisitudes, dedicando su vida a un ideal que hoy día es una
realidad de la que gozamos todos los panameños y que cada vez se ve más
fortalecida al reposar sobre una base sólida construida de una indeleble
mezcla de lucha, entrega, perseverancia y amor incondicional a la Patria.

Para Televisora Nacional, S.A., sus accionistas, directivos y colaboradores,


en nuestro inalienable papel como medio de comunicación responsable y
comprometido con la veracidad de los hechos que narran nuestra historia,
vimos oportuno rendir este merecido tributo, que al traspasar las fronte-
ras de nuestras pantallas, cumple con el firme propósito de prolongar las
hazañas de un Presidente que logró cambiar el rumbo de toda una nación,
hazañas por las que hoy, con toda justicia, es reconocido como El Padre de
la Democracia Panameña.

Una vez más ondeamos los pañuelos blancos y nos ponemos de pie, en
honor al hombre que dedicó su vida a la Patria chica. Guillermo Endara
Galimany, vivirá por siempre entre nosotros a través de su herencia, una
herencia de valor incalculable, una herencia de democracia y libertad.

Agustín de la Guardia

Gerente General
Televisora Nacional, S.A.

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Guillermo Endara Paniza

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Guillermo Endara:
“El legado de una democracia”
L a e n t rev i s t a

¿Cómo empezar a escribir sobre un hombre cuyo destino marcó el final y


el inicio de una nueva era democrática en un país de Latinoamérica? Esa
fue la pregunta que me hice a raíz de una idea que surgió luego de haber
participado, junto a un grupo de profesionales de diversas disciplinas, en
un curso en el que nos mostraron las técnicas para escribir y publicar un
libro.

Recordé el cúmulo de entrevistas realizadas a lo largo de una carrera de


más de quince años como productora de televisión, donde interrogué a
personas conocidas y desconocidas, pero entre quienes sentía ahora que
faltaba un hombre al que había visto desde mi adolescencia, luchando
siempre por los ideales de libertad, en una etapa de libertades ciudadanas
sometidas por un régimen dictatorial.

Esa idea me llevó, en diciembre del 2008, a la que fue mi casa por 8 años,
Televisora Nacional Canal 2, para presentar un proyecto, ahora como parte
de Betesda Films Inc., productora independiente, en el que se reflejaría el
perfil de ese hombre público: Guillermo Endara Galimany. Me acompañaba
en esta iniciativa mi amiga y socia Mercedes Arias, y nos recibe Sabrina
Bacal, quien gracias a la anuencia del señor Agustín de La Guardia abre las
puertas a “Biografías 09”, un especial para el Departamento de Noticias de
TVN, a través del cual los televidentes podrían conocer más y mejor a sus
candidatos presidenciales. Ahora sí tenía la oportunidad de ver de cerca al
político, al ex presidente, al ser humano.

En abril de 2009, pocos días antes de las elecciones generales, atendien-


do nuestra solicitud, Guillermo Endara entró al Estudio B de las antiguas
instalaciones del canal, a las 2:00 de la tarde. Recuerdo verlo franqueando
la puerta de hierro, solo, con un paso quizás lento, vestido con una chaqueta
crema que llevaba el emblema del que sería su último partido: Vanguardia

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Moral de la Patria. No dejé pasar detalles: hasta la corbata le combinaba,
como una muestra palpable de que un político reconoce siempre el valor
de los signos y de los que estos proyectan en el ánimo de sus interlocutores.

En mi mente se agitaban varias ideas, pero la principal era que estaba


ante el hombre que de verdad conocía todas las interioridades sobre las
etapas más cruciales de nuestros últimos años: la dictadura, la invasión, la
reconstrucción. Cuando estuvimos en el estudio y le estreché la mano, lo
hice con genuina admiración, percibiendo esa misma actitud en la periodis-
ta Alexandra Ciniglio, quien formularía las preguntas acordadas. Ella, junto
a Sabrina y al director de programación y producción Luis Mouynes, serían
los productores ejecutivos del documental.

El escenario era el mismo en el que, en horas de la mañana, realizamos


la entrevista a la esposa del ex mandatario: Ana Mae Díaz de Endara.
Todos sabíamos que ese documento sería un excelente preámbulo, pues
nos dejamos embargar por la emoción cuando ella respondió, sin titubear,
a la pregunta sobre cuál sería el legado que esperaba recibir de su esposo;
luego de rememorar los casi 19 años de vida en común, ella concluyó que
no sabría qué hacer cuando él muriera.

Ahora podría ser la guardiana de una entrevista total a un Quijote panameño,


a quien conoció el mundo aquel 20 de diciembre de 1989 cuando se puso al
frente de una nación que muchos consideraban en ruinas, y la levantó en un
solo periodo presidencial, sin menoscabo para la democracia, pero sí con
muchos aportes trascendentales, sobre todo en el ámbito de la moral y la
tolerancia. Sin saberlo, ese iba a ser el documento que permitiría verlo, por
última vez, lúcido, genial, histórico, padre, amante, esposo, amigo, político,
expresando su preocupación de que el país no pasara a caer en otra etapa
oscura: la de la plutocracia.

A medida que se concretaban los detalles para la entrevista, procurába-


mos, desde un monitor fuera de su vista para no distraerlo, que las tomas
salieran limpias de todo defecto; en eso fue fundamental el trabajo del

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director de fotografía, Luis Franco, así como el de la relacionista pública
y cuñada de Guillermo Endara, Jessy Mae Díaz. Hubo un momento en que
debimos corregir un reflejo casi imperceptible en los anteojos del ex presi-
dente. Luis, todo un veterano en la fotografía, resolvió eso con un simple
ajuste de dirección de las luces. Este profesionalismo fue respaldado por el
trabajo del camarógrafo Mario Martínez y del asistente de cámara Brunel
Enrique Córdova.

Cuando Alexandra Ciniglio estuvo preparada, revisamos el encuadre y, a


la cuenta de 3,2, acción, abrimos una sin igual ventana que permitiría al
país apreciar al hombre al que muchos habían aprendido a querer por su
sonrisa bonachona, y otros a admirar por sus acciones vistas en contexto.
Las imágenes promocionales de la entrevista serían presentadas una y otra
vez, como si se buscara grabar en la retina de los panameños la imagen viva
de un hombre que pronto tendríamos que ver desde la memoria.

Las elecciones se realizaron. Guillermo Endara no obtuvo los votos su-


ficientes para alzarse otra vez con el triunfo electoral. Su estado de salud
iba en descenso y pocos meses después, el 28 de septiembre de 2009,
fallecería en su casa, a los 73 años. La Historia, que a menudo se empeña en
sorprendernos con sus ironías, le tenía un triunfo mayor, definitivo: alzarse
en el corazón de todo el pueblo panameño que vería en él, cerrado para
siempre el libro de sus acciones humanas, al Padre de nuestra democracia
contemporánea. Supremo honor para quien declaró que su mayor objetivo
fue servir.

En esta entrevista podemos apreciarlo en vida, con su ideario, con sus for-
talezas y sus debilidades de hombre. En la historia de la nación panameña
lo seguiremos contemplando siempre como El Presidente. Donde esté, él
ha de sonreír, ahora sí seguro de que se cumplieron todas sus metas, todas.

Delfina Vidal
Productora

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Describir el sentimiento que me embarga hoy ante la partida física de mi
esposo, mi compañero, mi amigo, el hombre que me demostró su amor
de infinitas maneras, él, que además de amarme fue mi valiente caballero
para defenderme y protegerme contra el mundo cuando fuese necesario,
sin titubear, les confieso que es muy difícil expresarlo. Pueden ustedes
imaginar cómo me refugio y regocijo en su recuerdo. Guillermo Endara,
mi único gran amor, aún siento que me cobija con dulzura, y sé que me
orienta con su sabiduría, ya que en lo más profundo de mi ser con cada re-
cuerdo de lo vivido me lleno de júbilo al confirmar que siempre me enseñó,
con tanto amor, a compartir sus ideales, fortaleciendo mis capacidades y
reiterándome que siempre defendiera mis ideas y principios con valentía.

Amor mío, fuiste un hombre de grandes virtudes, y gracias a Dios hoy siento
que pude mirar al mundo a través de tus ojos.

Sí, existe un profundo dolor por su partida, pero también el consuelo y la


alegría que me da la fe esa fe, que me lleva a elevar mis plegarias a Dios
para honrarlo y agradecerle por haberme permitido diecinueve años de
amor verdadero, de trabajo, de sacrificio junto a mi esposo.

Desde su partida, cada día no dejo de sorprenderme gratamente con


las muestras de cariño y amor de la gente, del pueblo panameño que me
detiene en la calle para saludarme y mostrarme su cariño y solidaridad. A
todos les agradezco y les aseguro que mi fortaleza está en Dios y la Virgen.

Sólo les pido, con humildad, que transmitan a estas y las futuras
generaciones el legado que mi esposo, Guillermo David Endara Galimany,
con su vida de lucha, entrega y amor a este pueblo le deja a nuestra hermosa
tierra, Panamá, en su lucha por la Democracia sirviendo hasta el sacrificio.

Ana Mae Diaz de Endara

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Guillermo Endara:
“El legado de una democracia”
L a e n t rev i s t a

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Arriba: Guillermo Endara 4 años - Abajo: Colegio La Salle - Colegio Miramar

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¿Cómo se describe Guillermo Endara a sí mismo?
Es difícil; yo primero me describo como político natural. Desde
los siete años estoy viviendo de una forma u otra la política y me
describo con una preocupación constante, no del tejemaneje políti-
co de quién está arriba o quién va para abajo, sino de la situación de
nuestro país, sobre todo de la situación de los desafortunados que
no tienen lo más elemental de la vida, como es el caso de los que vi
ayer cuando fui a visitar a los adictos que se están curando. Ahí es-
tán haciendo una labor inmensa, pero el gobierno no les da agua, el
agua la tienen que ir a recoger abajo. Ese es el tipo de descripción
que yo puedo hacer de mí mismo, de lo bueno; de lo malo lo dejo
para otro día.

¿Cómo es Guillermo Endara en su faceta de padre?


Bueno, yo soy padre de Marcelita, yo creo que la crié bien y creo que
fue una niña, una mujer, que creció adecuadamente, con principios
morales, pero solamente tuve una hija.

¿Cuál es su mayor logro como padre, en esta altura de la vida,


después de revisar toda esa faceta?
Creo que la fase más importante es, precisamente, la formación
moral. Ella a su vez ha sido muy buena madre, sus hijos, mis nietos,
han resultado todos muy buenos, muy cariñosos, muy inteligentes.
Muy satisfactoria su labor como madre.

Si tuviese que recordar un error que haya cometido como padre


en algún momento de la vida, ¿cuál sería ese error? Porque to-
dos como padres tenemos buenas y malas experiencias.
Sí, hay momentos en que uno dice: fui demasiado liberal; no

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debí haber dejado que tan joven fuera a una fiesta sola o con sus
amiguitas solamente. A uno le hubiera gustado, aunque a ella no le
hubiera gustado, estar ahí de chaperón. Pero ella por supuesto que
no me iba a permitir eso.

¿Cómo es su relación con Marcela actualmente?


Bueno, ella actualmente está viviendo en Los Ángeles. Está
casada con un norteamericano, con un ministro evangélico y, según
las cartas que me escribe, le va bien; aunque hubo algún tiempo
en que han tenido tropiezos, como cuando el esposo ha estado
hospitalizado porque se metió un clavo en una pierna. Pero ella está
muy bien, nos mantenemos en contacto.

¿Cómo es Guillermo Endara, el abuelo?


Como abuelo debo decir que yo trato más al mayor, al que lleva
mi nombre, que es Javier Guillermo. Él, para mi sorpresa, estuvo
correteándome desde que comenzó la campaña porque quería
trabajar conmigo; ahora trabaja en la oficina del partido, a la par de
ellos, y con un interés tremendo en materia política; o sea, que debe
haber algo en la sangre.

¿Piensa que él va a seguir sus pasos?


No me extrañaría, porque definitivamente le interesa la política.

Además de él, ¿tiene otros nietos?


Sí, tengo otros nietos, pero a esos casi nunca los veo, porque están
siempre con Marcelita en Los Ángeles.

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Guillermo Endara en Buenas Aires, Argentina

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¿Cómo se describe Guillermo Endara como amigo?
Creo que he tenido buenas amistades; yo he tenido amistades con
quienes he sido leal, he tenido momentos difíciles con amigos y
momentos incluso de rompimiento de amistades, las que son muy
dolorosas; pero creo que me gusta la amistad.

Arriba: Fiesta de cumpleaños de Guillermo Endara


Abajo: Guillermo junto a su hermana Elsa María en Buenos Aires, Argentina

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¿Cómo se describe como pareja, como amante?
Creo que somos una pareja muy pareja y dispareja. Pareja porque
tenemos 18 años de casados, y vamos para 19, y dispareja porque
usted sabe que yo tengo mi carácter y no tengo que decir que mi
esposa también tiene su carácter; así que somos una combinación
creo que perfecta, porque si fuera todo miel empalagaría y quizás al
mes ya estaría cansado de eso, pero como hay miel y unos pedazos
de vinagre por ahí, hay realmente un interés tremendo en la unión.

¿Se considera Guillermo Endara una persona religiosa?


Fíjese que he tenido etapas. Actualmente debo confesar que
tengo a Dios medio abandonado y me confieso así, informalmente,
no ante un cura, porque hace tiempo que no voy a la iglesia, pero
debo decir que, cuando lo necesito, recurro a Dios. Cuando fui
Presidente no falté a la misa ningún domingo, y todas las posibi-
lidades que tenía de ir a una misa diaria por ahí, yo iba y siempre
le pedía a Dios favores. No que me resolviera los problemas que
yo tenía que resolver, sino que me mantuviera siempre la humildad
en todo, y que cuando se me subiera, cuando perdiera la humildad,
que me mandara algo para que se me bajara. Tengo una anécdota,
fue en la Catedral, cuando se estaba dando posesión al Arzobispo, y
en ese acto se cantó el Himno Nacional en mi honor, y hubo mucho
trajín sobre mi persona. Pero antes, en la Catedral había unas vigas
paralelas, y arriba estaba un gallinazo, y de todas las paralelas que
había en la Catedral escogió la que estaba ¡exactamente encima
de mí! Todo el acto religioso se la pasó descargando sus intestinos
sobre la figura del Presidente, al que se le bajaron los humos y la
humildad vino rápidamente.

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Arriba: Ciudad de Panamá 3 de Noviembre de 1945
Abajo: Primera comunión - Colegio Miramar

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Hay algunos temas que pueden ser polémicos, por ejemplo,
¿qué piensa de los embarazos en adolescentes?
Fíjese, según la naturaleza humana, según lo que uno estudia en la
antropología, la reproducción humana prácticamente está destinada
a que se inicie con la mujer como a los 13 años, pero en los tiem-
pos modernos no se puede, no podemos mandar a las muchachas
de 13 años a comenzar a tener hijos. Creo que hay que evitarlos y
estar seguros sobre todo, no solamente por ella, sino por los hijos
que tiene, que haya una madre madura y también un padre maduro
que sepa guiar a sus hijos apropiadamente. Olvidemos lo que dice
la antropología, eso era antes, cuando nada más había que matar al
animal que iba a ser el festín del día.

¿Qué piensa del aborto?


El aborto me parece que es un tema tan, pero tan difícil; moralmente,
para mí, como idea, debe ser un tema moral exclusivo de la mujer
y quizás del esposo que vaya a tomar esa decisión. Es una decisión
que yo no tomaría y no permitiría que mi esposa tomara. Pero esta-
mos en una situación donde la mujer hoy día no es lo que era antes,
una mera paridora, ¡entre más paría mejor! La época, por ejemplo,
antes de la Era Industrial, entre más hijos se tenía más hijos había
para cuidar el campo y para trabajar el campo. Hoy día vivimos una
sobrepoblación, así que yo dejaría eso a la conciencia ilustrada de
la mujer con la ayuda de la decisión del esposo.

¿Qué piensa del homosexualismo?


Definitivamente me repulsa un poco, pero ya veo que en los tiem-
pos modernos eso prácticamente es cosa para mí inexplicable que
exista, y si es la decisión de esa persona, ya sea varón, sea mujer, de

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ser homosexual, de preferir su propio sexo, eso es cuestión muy de
ellos, yo no lo comprendería nunca jamás, pero tengo que aceptar
que hoy día ese tipo de decisiones se toman y se toman sabiéndose
que normalmente hay reacción en contra.

¿Estaría dispuesto incluso a aceptar el matrimonio entre


personas del mismo sexo? ¿O hasta allá no?
Creo que la palabra matrimonio no debe ser usada [en este caso].
Desde tiempos inmemoriales, el matrimonio ha sido entre hombre
y mujer. Se puede buscar otra palabra que sea aceptable para ellos,
que puede ser unión, o alguna [otra] palabra; el idioma castellano
es muy rico en palabras y, si no, un neologismo, una palabra nueva
que se invente, que se saque del latín, porque los romanos fueron
bastantes abusivos en ese aspecto, así que alguna palabrita habrá
por allá de esos tiempos y se puede buscar otro nombre que no
sea matrimonio. No me gusta la idea de que se use la palabra matri-
monio, porque creo que el matrimonio debe ser fundamentalmente
entre un hombre y una mujer.

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Black-Foxe Military Institute (1928 Los Angeles, California)
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¿Qué piensa de la legalización de las drogas?
Fíjese que yo creo que la drogas son un problema inmenso, una de
las soluciones que se ha planteado, incluso en países europeos, es
legalizar o [dosificar] las drogas a los adictos, pero las drogas tienen
consecuencias en la salud, tienen consecuencia en el desarrollo de
la sociedad. Una persona que esté bajo los efectos de las drogas
no es una persona apta para tomar ningún tipo de decisión seria,
así que yo creo que a la droga hay que seguir combatiéndola se-
riamente. Lamentablemente es una guerra que estamos perdiendo
por los dineros inmensos con los que cuenta el tráfico de drogas. El
dinero del estado, incluso de los grandes estados económicos como
Los Estados Unidos, no son suficientes para controlarlo; es más, Esta-
dos Unidos es la razón de ser [de la droga], es la atracción la droga
que pasa por aquí, y en Los Estados Unidos se quejan de nosotros y
ellos tiene que verse en su propio espejo.

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Vamos a hablar un poco más de política, y sé que usted tiene
una larga historia en política; ¿cómo se interesó Guillermo
Endara por este mundo tan complicado?
Fíjese, mi interés nace a los 7 años cuando llegamos exiliados mi
padre, mi madre y algunos amigos a Buenos Aires, Argentina, y
la primera noche que pasamos en Buenos Aires me dio un fuerte
dolor de barriga por lo goloso que era en esa etapa y todavía lo
soy; no sabían a quién recurrir, porque acabábamos de llegar a
Buenos Aires, y llamaron al doctor Arnulfo Arias, quien acudió de
una vez al apartamento donde estábamos y me examinó y deter-
minó que no era apendicitis, como era el temor de mi madre. No es
que desde los 7 años tuviera conversaciones políticas con él, pero
hice una relación amistosa que con los años fue creciendo hasta

Posgrado en Derecho Anglo-estadounidense en la Universidad de Nueva York

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llegar los años 60, cuando participé muy activamente en la política
y me tocó en muchas ocasiones estar al lado del Dr. Arias en las
grandes decisiones que se tomaban dentro del partido.

¿Cómo recuerda al Dr. Arnulfo Arias?


Lo recuerdo como un hombre sumamente preocupado por su
país, por los panameños, sobre todo los panameños como él,
interioranos. Él nació en el campo y vivió los primeros años en el
campo y [era] una persona que vivía esos problemas y que nos
transmitía la importancia del sacrificio en la política. A cada rato
le estaban pidiendo que asumiera responsabilidades, como cuando
corrió la última vez, en el 84; él corrió con 83 años, y antes de eso
nos decía locos, que cómo estábamos buscando una persona de 83
años para ser presidente; pero al final lo hizo y no los dijo clarito: “Lo
estoy haciendo como otro sacrificio que le hago a Panamá; [pero]
esto en mitad de mi periodo me va a matar!”

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¿Usted conoció a Omar Torrijos?
Sí, personalmente lo conocí un par de veces.

Y… ¿cómo lo recuerda?
Recuerdo que una vez el padre Durán, cuando yo estaba [siendo]
perseguido por [razones] políticas, se interesó por mí y me llevó
a la casa, a la residencia de él, de Omar Torrijos; ahí tomamos café
juntos, conversamos de política, trató de convencerme, no sé qué
puesto me iba a ofrecer, y yo lo paré en seco y le dije: “Ni me ofrezca
nada, que no le voy aceptar nada, no quiero quedar mal con usted”.
Y nos vimos un par de veces. ¡Ah!, una vez en una playa [donde]
hubo un accidente nos encontramos porque él mandó a buscar un
helicóptero, yo estaba ahí, los dos estuvimos manejando el asunto y
estuvimos conversando superficialidades, pero nada así profundo.

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Hablemos ahora de la invasión estadounidense. ¿Qué recuerda
usted de ese momento tan difícil para el país?
Fíjese, yo ese día… No, vamos a hacer los antecedentes. Antes de
ese día aquí a cada rato llegaba un senador, un representante, un alto
jerarca del Departamento de Estado y me pedían a mí o a los vice-
presidentes que fuéramos a hablar con ellos y era una necedad… la
misma conversación y la misma conversación, hasta que me aburrí
de eso, sinceramente me aburrí de eso. Un día me dicen que hay
una persona que está muy interesada en conocerme y quiere en-
contrarse conmigo en el Oficcers Club de Albrook.Yo le dije: “No sé,
yo estoy ocupado, que vayan los vicepresidentes”. Y encargué a los
vicepresidentes. La cosa fue que insistieron e insistieron y tuve que
romper otro compromiso que tenía para hacerle caso a esta petición
que era insistente, nunca se me habló de que venía la invasión; es
más, [si hubiera tenido] la oportunidad de apostar si los gringos in-
vadían o no invadían, hubiera apostado que no invadían. Yo creía
firmemente que los panameños, solos con la lucha, incluso perdien-
do la vida cualquiera de nosotros, volveríamos a la democracia; pero
no. Cuando llegamos allá, [nos dicen:] “¡No puede salir de aquí!, y
tiene que comprometerse”. Yo creo que, por curiosidad nada más,
los tres, porque estábamos los tres, aceptamos que nos echaran el
cuento, y realmente para mí fue un golpe muy fuerte. Eso me llevó a
decirles a los norteamericanos con los que estábamos hablando que
yo quería hablar con los vicepresidentes, y entre los tres hablamos,
aunque realmente no fue una conversación porque nos sentamos a
pensar. Creo que había una coincidencia: aceptar era una locura,
pero no aceptar era una canallada con el pueblo, que el pueblo nos
había escogido para presidente y vicepresidentes y que nosotros
por un temor… escrúpulos, pues no hubiéramos asumido la respon-

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sabilidad en un momento tan difícil para la República de Panamá
y para los panameños… Y la aceptamos. ¡Nunca la pedimos! Dicen
que un señor allá en Washington, panameño, la pidió, pero no me
consta; nosotros aquí, por lo menos mi persona, [y] yo creo que los
otros dos vicepresidentes, nunca [pedimos] la intervención, y para
nosotros, por lo menos para mi persona ese día o ese momento en
que nos dijeron lo que venía, fue quizás el momento más agrio de
mi vida.

¿Ustedes se quedaron ahí en la base?


Si. Le dieron [salvoconducto] a Ricardo Arias Calderón, porque creo
que tenía un familiar que llegaba a Tocumen y se supo que uno de
los primeros lugares que iban a trabajar era Tocumen, para que no
se fuera Noriega. No recuerdo los detalles, los debe saber Ricardo
muy bien, pero esa fue la única situación especial que se dio.

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¿Cómo recuerda usted esos días de la invasión?
Fueron días difíciles porque prácticamente éramos presidentes de
un país, que… ¿dónde estaba? ¡No existía! Yo no podía llegar a la
Presidencia, porque los norteamericanos insistían en que no me
fuera a la Presidencia sino que me quedara en la sede del ministe-
rio de Relaciones Exteriores, en la Plaza Porras, hasta que un día yo
decidí: “Voy allá, aunque sea solo”. Y fui yo solo, sin escoltas mili-
tares de Estados Unidos, de ninguna clase. Lo único que recuerdo es
que el general, o mayor [me dijo]: “Coja mi revolver, mi pistola, para
que por lo menos tenga algo con qué defenderse”… Ver este país,
pasar por la Avenida Central y ver la Avenida Central cómo estaba,
ver cómo estaban los negocios, cómo estaban los supermercados,
cómo estaba la gente robando, era una cosa que provocaba……..
agarrar y decir: “¿ dónde está el aeropuerto? Porque yo me voy de
aquí, a buscar otro rumbo”. Pero, bueno, teníamos una obligación y
la cumplimos, yo creo que la cumplimos, con todas las críticas que
nos caen diariamente, porque todavía nos caen críticas sobre esa
actitud nuestra.

¿Cómo ve la democracia en Panamá hoy en día?


Veo la democracia a un punto de perderse. En otro sistema que
lamentablemente no se conoce mucho en Panamá, pero que se
maneja en Ciencias Políticas, que es la ¡plutocracia! El manejo de
un país por los millonarios, no los ricos, aquí en Panamá siempre ha
habido ricos que han gobernado, pero los plutócratas son los que
pretenden gobernar este país y después que caigamos en manos
de plutócratas vamos a ir de plutócrata en plutócratas en plutócrata,
así como los militares: de militares, militares, militares; plutócratas,

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plutócratas, plutócratas.Y eso no es democracia, y eso me duele a mí
inmensamente, pero yo cumplo con decirlo y lo vengo denunciando
desde hace tiempo.

Usted fue Presidente, y no era ningún limpio tampoco.


Se dice que yo llegué millonario; yo presenté una declaración de
bienes en escritura pública cuando entré a la Presidencia, y ahí si
usted suma y resta y hace todos los cálculos pertinentes, no pasa
de 700 mil dólares, y le digo algo más, para que ponga la cuestión
completa: cuando salí hice declaración de salida y tenía menos de
500 mil. ¿Dónde fueron a parar esos doscientos y pico mil de dólares
que perdí en la Presidencia? ¿Dónde fueron a parar esos doscientos
mil que perdí? ¡Yo no los dejé tirados por ahí en la Presidencia!

¿Cuál es el reto de que un millonario esté en la Presidencia?


¿Dónde está el peligro?
Millonario puede ser. ¡El problema es el plutócrata! Los que ganan
a base de muchos millones. En esta campaña no ha sido una cam-
paña en que fulanito se gastó un millón de dólares, o dos millones de

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dólares, o cuatro millones de dólares, u ocho millones de dólares…
¡Se han gastado 30 millones de dólares, 40 millones de dólares! Son
cifras que mi computadora mental no tiene capacidad para la canti-
dad de ceros que se han gastado en esta campaña política. Pero per-
manezco en ella porque quiero ser la alternativa a esa plutocracia.
Hay otro episodio que quiero ver cómo usted lo recuerda, y es cuan-
do vino el presidente Bush a Panamá.

Recuerdo que ahí hubo una sobre reacción de la Policía. Yo


comparto muchas de las dudas que hubo de que la Policía no actúo
correctamente, porque la manifestación que hicieron los [miembros
del] PRD no era una manifestación grande, estaba [por] lo que era
el Teatro Lux, pero estaba calculado que para cuando se echaran las
bombas lacrimógenas ahí, el viento trajera lo gases lacrimógenos
para donde estábamos nosotros y eso yo lo recuerdo. Yo permanecí
ahí hasta lo último, creo que la otra fue la entonces alcaldesa; per-
manecimos ahí hasta lo último y aguantamos lo gases, éramos medio

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expertos respirando gases lacrimógenos, era como una especie de
ejercicio que anteriormente habíamos vivido.

¿Cómo recuerda los intentos de golpes de estado que hubo?


Fueron muy duros, momentos difíciles, hubo decisiones muy im-
portantes que tomar, personalmente hubo una que no me gustó
para nada. La decisión que yo tuve que tomar, digo, la decisión mía,
era otra. Yo pretendía defender la Presidencia al estilo en que el
presidente Arnulfo Arias la defendió el 10 de mayo de 1951, con
la diferencia de que el 10 de mayo de 1951 la Guardia Presidencial
seguía las órdenes de la Comandancia y la mayoría de los heridos
eran de abajo para arriba. Ese día yo era el dueño de la parte de
abajo, y abajo había gente mía, además estaba llamando gente, pero
prevaleció el criterio de que yo debía pedir ayuda norteamerica-
na para resolver este problema, cosa que no quise y por todos los
medios traté y dije que no, hasta que llegó el momento en que me

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dijeron: “¿ Estás dispuesto a que Panamá pierda todos sus sacri-
ficios por 23 años de dictadura militar ?, ¿que pierda todo eso por
una simple decisión tuya, de que tú tienes esa visión de que pedir
a los gringos no es correcto?” Y dije: “ellos tienen razón”, y cam-
bié mi decisión a última hora. Fue una decisión dificilísima, a veces
digo que tomé una decisión equivocada, pero, ¿ qué otra decisión
hubiese podido tener que no hubiera sacrificado nuevamente al
pueblo panameño?

En términos generales, en sus 5 años como Presidente, ¿ se


arrepiente usted de alguna decisión que tomó y ahora que lo
revisa hubiera tomado otra?
Hay una decisión que tomé, que fue un error enorme, jamás lo
volvería a cometer. Allá por el año 92, ó 93, el jefe de seguridad vino
a decirme que habían recibido una llamada del jefe de seguridad
de España, y ellos decían que había unos señores que andaban con
un tráfico de armas de Yugoslavia y que tenían una constancia de
una vicecónsul de allá, de una ciudad española, que había certifi-
cado que las armas eran para Panamá. Y entonces España quería
saber de mi boca si eran para Panamá o no eran para Panamá.
[Le respondí:] “Nosotros nunca hemos comprado armas a Che-
coslovaquia y nunca vamos a comprar, pero dile también que esa
persona que firmó será inmediatamente destituida”. A los 5 minutos
volvió el jefe de seguridad de Panamá: “En España me han pedido
el favor de que no despida a esa persona porque si la despide no
pueden darle seguimiento a estos sinvergüenzas que andan con
este tráfico, ellos van a darse cuenta en seguida que ustedes los
botan, que ustedes se dieron cuenta y que ya el asunto se está frus-
trando”. Así que decidí que sí, porque yo entiendo que hay luchas

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que son internacionales, que hay que darse la mano, como la lucha
contra las drogas, que no puede ser un país solo. Yo dije que sí y, lo
peor de todo: tuve que llamar al canciller Julio Linares, a quien le
conté, y debo decir que él era un hombre con un genio muy fuerte.
Yo creo que él cogió la rabia más grande de su vida cuando le dije
que no íbamos a botar a esa persona. Bueno, todo resultó para darle
chance a la seguridad española [para] que encontrara todos sus
elementos de prueba, cuando de repente me entero de que ellos
allá hacen tremenda conferencia de prensa y echan todo el cuento
y dicen que una vicecónsul panameña había dicho que era para
Panamá y no dicen nada de la parte mía, y entonces por supuesto
que parece que yo hubiera estado participando de un tráfico, ¡y lo
peor de todo era que las armas eran para Yugoslavia, que estaban
en ese entonces en una guerra civil espantosa, que morían mujeres
y niños! Y la fábrica no era de Yugoslavia, sino de Checoslovaquia.
Esa es la peor decisión y si mañana estoy yo en la Presidencia y

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llegan y me dicen que hay un contrabando de armas, no sé qué y
no sé qué, y que mantenga silencio, ¡inmediatamente llamo a una
conferencia de prensa y lo digo! Porque no es verdad que van a usar
a Panamá y luego la van a dejar embarrada. Bueno, en este caso
dejaron embarrado a un panameño, que es este, y realmente no me
correspondía.

¿Cómo se prepara un candidato presidencial hoy día para una


campaña?
Yo creo que viviendo los problemas con la gente. Desde los años 60
estoy en política viviendo planes de gobierno, y le digo hay veces
que los leo, tengo planes por ahí, dan risa las cosas que se pro-
meten y ni siquiera se piensan cumplir, pero si uno va directamente
a la gente a ver cuáles son los problemas, y se compromete directa-
mente con la gente a resolver determinado problema y tomar nota
de eso, entonces eso es lo que vale, esa es la verdadera preparación,

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y por eso es que [salen] esos planes de gobierno que usted no los
tiene escrito. ¡Yo tengo planes de gobierno para tirar al aire! Desde
lo años 60 yo tengo planes de gobierno, en los cuales he participa-
do, y me siento en parte responsable. Yo los echo al aire, pero no voy
hacer el papelón que se ha hecho anteriormente, de hacer planes
de gobierno que son puros papeles y mentiras, exageraciones, y,
sobre todo, demagogia barata.

¿Usted se ha sentido apoyado en esta campaña?


Bueno, yo he tenido mucho apoyo de algunos sectores. No puedo
decir que me he sentido apoyado por las encuestas; yo creo que,

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bueno, que ellos hagan sus encuestas, yo no puedo decir que no
las veo, porque me estrello con ellas cada vez que hago cualquier
cosa. Así que, sí tengo apoyo, en todos lados he encontrado apoyo,
también he encontrado oposición; yo no soy agua bendita ni nada
por el estilo, pero definitivamente no estoy apoyado por las encues-
tas.

¿Ha perdido amistades en esta última campaña?


Noto que ciertas amistades se han enfriado y creo, ojalá esté equivo-
cado, que los días que vienen van a ser más difíciles, y en el camino,
lamentablemente, voy a perder más amistades, cosa que no quisiera.

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¿Por qué?
Porque la política es pasión, y si no hay pasión, la política no es
política. Política de pura filosofía, de pura cuestión, eso no va para
ningún lado; eso queda totalmente rezagado, y cuando hay pasión
hay la tendencia a que chocan personas que pueden ser hasta ínti-
mos amigos de toda una vida.

¿Actualmente cuántas son las personas de su confianza, es


decir, el equipo con que usted trabaja?
Es difícil saber el número, porque están regados en toda la
república. Hay un equipo general, que es un equipo muy bueno, muy
bien entrenado por la Secretaría General. Pero hay equipos muy
buenos en todas las provincias, muy buenos. Siento, por ejemplo,
que el equipo que tenemos en Colón, en Chiriquí, son insuperables.
Las otras provincias que no se me pongan celosas, que en todos
lados yo siento que hay gente que me respalda con entusiasmo o sin
entusiasmo, con vivas o sin vivas.

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Si le preguntara por personajes que admira, ¿a quién se le
ocurre?
Personajes históricos, ya usted sabe que admiré mucho la vida del
Dr. Arnulfo Arias, un ejemplo para mí. Mucho de lo que yo hago y
digo es prácticamente robado de él, ideas de él, que no son tex-
tuales, porque no las recuerdo textualmente, pero muchas ideas
vienen de él, yo tuve la gran suerte de tener una amistad que fue
muy fluida, y de que a nosotros nos tocaba conversar los dos solos
por largo tiempo. Es más, cuando él regresaba de su finca en Arco
Iris, me avisaban a mí que ya había llegado, porque él sabía que
apenas yo supiera que había llegado, agarraba mi automóvil e iba a
visitarlo; iba a visitarlo todas la veces que yo pudiera y conversába-
mos de todos los temas, incluso de temas no políticos.

¿Qué ha sido lo mejor de esta campaña?


Yo creo que lo mejor de esta campaña, comparándola con otras cam-
pañas que vi, es que a pesar de la lata famosa*, no ha habido actos
de violencia importantes. ¡Yo he vivido campañas donde ha habido
balas! A mí me reventaron la cabeza y estuve diez días en el hospital,
y todos los días me hacían el escáner en el cerebro, porque decían
que de ahí me iba a salir no sé qué cosa, pero al final me dijeron que
lo que tenía era un coco que parecía casco de soldado.

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¿Y qué ha sido lo peor de esta campaña para Guillermo Endara?
La plutocracia; eso me tiene el estómago revuelto, me da
hasta náuseas ver que la democracia vaya a caer en manos, no de
millonarios, sino de multimillonarios, y que nuestro país vaya a caer,
como en tiempo de los militares, de plutócrata en plutócrata, y el
pueblo sin defensa de ninguna clase, comprado, como si fuera ga-
nado de cualquier clase.

¿Cómo es un día normal de trabajo para Guillermo Endara?


Realmente, desde el año 88, salvo el periodo presidencial, por
supuesto, no tengo horario de trabajo. Hay veces que tengo compro-
misos temprano en la mañana y me despierto temprano; hay veces
que no los tengo y aprovecho para leer por la noche, porque no hay
nada como la lectura nocturna, porque por donde yo vivo hay mu-
chas construcciones y son puro golpe, y uno no se puede concentrar
muy bien, salvo en la noche; así que yo en los días en que no tengo
compromisos temprano en la mañana aprovecho para leer hasta
tarde, lo más tarde que yo pueda. Esos días me despierto tarde,
¿para qué voy a despertar temprano? Uno necesita por lo menos 6
ó 7 horas para dormir; eso me lo impuso mi médico cuando estuve
en la Presidencia, porque cuando estuve ahí yo dormía máximo 2, 3,
4 horas y llegó al tercer mes el médico y me dijo: “Olvídate de eso,
trabaja 8 horas, si tienes que trabajar 9 trabaja las 9, si tienes que
trabajar 10 hasta 10, pero eso si, apenas subes (porque yo dormía en
la Presidencia), apenas subes del despacho presidencial al dormito-
rio, desconéctate totalmente de tus problemas, porque si no, no vas
a durar los 5 años de tu periodo”.

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Presidente Endara, ¿cómo está su salud?
Mi salud está bien; yo he pasado por varios páramos, todo el mundo
se extraña de que estoy operado del corazón, pero lo que no saben
es que al día siguiente que me pusieron en el cuarto para estar una
semana, dos semanas, cogí una rabia porque me despertaron para
darme una píldora para dormir, y entonces yo me paré y me fui, y le
dije a Ana Mae, quien estaba ahí: “Pídeme un taxi, porque me voy”.
Y tuvieron que esperar que el doctor llegara y me convenciera de
que me quedara, y salí al día siguiente. Yo nada más que estuve en
el hospital un día, en el cuarto no de recobro, sino para mantenerme,
y el resto de mi recuperación fue en mi casa; y otras cosas que me
han pasado. Yo sufro de diabetes, pero una diabetes que tengo total-
mente controlada, tengo médicos excelentes en ese ramo, todos los
días me toman la sangre para ver cómo tengo el azúcar, me inyectan
insulina, una moderna versión que significa una inyección diaria;
antes eran tres inyecciones diarias y estoy perfectamente de salud.

¿Cree que cuando hablan de su estado de salud es para tratar de


afectarlo políticamente?
Claro, yo viví eso con el Dr. Arias. Él corría a los 83 años, le decían
lo contrario, y la otra vez que corrió antes de eso, le decían también

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que estaba viejo; todo el mundo lo quería. Es más, grandes estadis-
tas, no quiero ponerme a su nivel, lo han sido a los 90 y pico de años.
El que hizo el milagro de Alemania, según mi memoria, fue el viejo
Adenauer, que creo que andaba por los 90 y pico la última vez que
lo eligieron.

¿Usted ve en su esposa una heredera política?


Le voy a decir lo que decía el Dr. Arias, yo he estado presente en
muchas ocasiones con el Dr. Arias y muchos llegaban y le decían
a él: “Doctor, usted tiene tantos años, 80 y tantos, ¿quién va a ser
su heredero?” Entonces él contestaba: “¿Y usted cree que esto es
corona? Yo no tengo la corona por ningún lado, yo no tengo corona.”
Ana Mae definitivamente está aprendiendo mucho de política; todo
lo que puedo hacer para compartir mis ideas, hasta mis diferencias,
lo hago, pero eso no significa que ella sabe dónde está la corona
mía, porque esa corona mía no existe.

¿Cómo se describe Guillermo Endara como jefe?


Yo tengo que decir que hay veces que [sobrellevo] las cosas con
mucha calma, con mucha paciencia, a veces con algo de paso de
tonto, y soy consciente de eso. Pero hay veces que sí se me va el

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genio, y se me salen algunas palabras. Estoy seguro de que las he
aprendido en algún medio de comunicación, porque esas palabras
no son usuales mías.

¿Cómo describe usted a Ricardo Martinelli?


Me pone una pregunta muy difícil. A Ricardo lo conozco poco; yo
lo conozco más que nada porque mi hermana Elsa María, quien
falleció hace ya muchos años, estuvo casada con Guido Martinelli,
primo hermano de Ricardito; y razones de tipo familiar y de nego-
cios, bancos que tenía Guido, en los que tenía acciones Ricardito,
yo también tenía acciones. Ahora tengo más realitos que cuando era
Presidente, porque ese [banco] se vendió y a mí me tocó una buena
tajadita, no como para convertirme en un multimillonario ni nada
por el estilo. Yo lo conozco, pero no tenemos una gran amistad; tu-
vimos una peleíta una vez, pero no vale la pena ni recordar eso tan
desagradable.

¿Fue superada?
Bastante superada, por lo menos de acuerdo con lo que conversa-
mos una vez del tema, eso quedó superado.

¿Cómo define usted a Balbina Herrera?


A Balbina Herrera no he tenido la oportunidad de conocerla, pero
las veces que he podido conversar con ella me pareció una buena,
muy buena persona; muy tratable, a pesar de nuestras grandes e
inmensas diferencias políticas. No he tenido ningún momento difícil
con ella, a menos que mi memoria sea selectiva y no quiera recordar
las cosas malas, pero yo no creo haber tenido ningún problema
grave con ella ni nada por el estilo.

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¿Qué es lo primero que usted haría si gana el 3 de mayo, su
primera reacción, lo que usted haría?
Decir que tengo muchas cosas que hacer, que voy a asumir un país
casi en situaciones muy similares a las que recibí en el 89, con
grandes diferencias. No va a haber saqueo, ni una serie de cues-
tiones, pero va a ser muy difícil. Definitivamente una de las cosas
que yo le voy a recordar a todo el mundo y cada vez que puedo
lo hago, es que una de mis finalidades es hacer una Constituyente
de verdad, ya sea paralela o que no sea paralela, que sea una
Constituyente de verdad, que el pueblo se dé una Constitución,
porque la actual Constitución da ganas de llorar [por] la forma [en]
que es violada. Usted va, artículo por artículo, y dice: violado, vio-
lado, violado. ¿Control de precios? Yo hablo de control de precios y
todo el mundo dice que estoy loco, eso está en la Constitución, aquí
se dice que no habrá juegos de suerte y azar que no sean del Go-
bierno; vaya por cualquier esquina, a mí no me importan los casinos
en los hoteles de lujo, donde los turistas van, pero que abran casinos
en los barrios populares… eso es para mí un crimen. Yo quiero que
todo eso sea convertido prácticamente en nulidad total, que nuestra
Constitución sea revisada, sea adecuada por una Constituyente que
realmente represente al pueblo de hoy, no al pueblo que es el ori-
gen de esta Constitución, que es del 46, y después vino la de los
militares que empeoró las cosas. Entonces todas estas cosas hay que
arreglarlas.

¿Eso es lo primero que haría como Presidente?


No, eso es lo que yo recordaría.

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Lo que le pregunté fue ¿qué es lo primero que haría como
Presidente?
Eso. Yo siempre he dicho que al tomar juramento como Presidente,
voy a jurar cumplir bien con la Constitución y la ley. ¡Hey! pero lo
primero que voy a decir es que voy a cumplir con la Constitución
que apruebe la Constituyente, eso es lo primero que voy a decir,
porque yo no veo que Panamá pueda seguir existiendo con una
Constitución que es papel para usar, para echarlo al polvo

Cómo le gustaría a Guillermo Endara pasar a la historia?


Realmente no me preocupo de eso, yo espero, realmente, que ojalá
me vea con cariño, me vea como un hombre bueno, eso es lo que yo
quisiera, pero la historia no me va a describir así. Hay quienes dicen
que Endara es un vendido a los gringos, Endara no sé qué, Endara
aquello, y va a haber bueno y va a haber malo, como otras muchas
cosas. Bueno, el caso de Arnulfo Arias, ¿cómo ha quedado Arnulfo
Arias? Ante muchos panameños ha quedado muy bien, ante otros ha
quedado como… bueno, no quiero ni repetir las palabras que usan
para hablar de él, que ahora hasta se quieren copiar las palabras
que usaba él.

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Señor Presidente, hasta aquí llegan mis preguntas, pero si
usted cree que hay algo que le gustaría mencionar, que se haya
quedado por fuera, ¿qué le gustaría que aparezca?

Creo que yo le debo un saludo y un agradecimiento total a todas


las personas que me han acompañado, no solamente en el pasado,
sino que me están acompañando actualmente, en momentos en
que parece, parece nada más, que estamos haciendo una carrera
por puro gusto, pero no es una carrera por puro gusto, yo tengo mi
misión y la quiero cumplir, y quién sabe qué es lo que dirá el pueblo.
Estas encuestas no dicen lo que va a ocurrir este 3 de mayo, yo estoy
convencido de que las encuestas esas no dicen lo que va ocurrir el
3 de mayo, a menos que me estén engañando, supremamente en-
gañando, la gente que habla conmigo.

Listo.

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