Chinchineros

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El Chinchinero nació en la Región Metropolitana de Santiago.

Fue don Lázaro


Kaplan quien comenzó esta tradición en la ciudad de Santiago en la década de
1920 (puede que incluso un poco antes), cuya función era acompañar al organillo
(los chinchineros solos sin organillo son producto de una época en que los
organillos chilenos permanecían en mal estado, pues no tenían quién los
reparara), y tocaba el chinchín y el bombo apoyado en el organillo (sin bailar). Sus
hijas cantaban las canciones que tocaba un organillo (el cual tocaba ¨La danza de
la libélula¨, ¨Marinero de las delicias¨ y otras canciones del repertorio de esa
época) y él, además del chinchín, se ponía cascabeles. Años después algunos
comenzaron a imitar esta costumbre, todavía sólo en la Región Metropolitana. En
la década de 1930 comienza su oficio el chinchinero vivo más antiguo en la
actualidad, don Héctor Lizana Gutiérrez ([2]), quien conoció a don Lázaro Kaplán.
Fue don Héctor quien inventó el baile del chinchinero tal y como lo conocemos
(antes algunos chinchineros hacían tímidos movimientos, pero no un verdadero
baile) a fines de la década del 30. Por ejemplo, la costumbre de pasar el pie entre
la cuerda que acciona el hi-hat es invento de él.
En la década de 1960, se conoce en Valparaíso la existencia de estos hombres-
orquesta que acompañaban al organillo por medio de los rumores que hablaban
de un niño que tocaba el chinchín. Este niño era don Manuel Lizana Quezada, hijo
de don Héctor. Posteriormente el chinchinero santiaguino conocido como "Patito"
es quien lleva el chinchín a Valparaíso en esa misma década del 60 y es así como
los chinchineros comienzan a acompañar a los organilleros de aquella ciudad. Los
chinchineros de Valparaíso tocaban el chinchín con una sola varilla y no pasaban
el pie entre la cuerda del hi-hat ni daban vueltas. Fue con la visita de los Lizana el
año 1962, los que fueron llevados por el organillero porteño Gustavo Muñoz, que
los chinchineros de Valparaíso adoptaron (al principio, reticentes) estas técnicas y
el uso de 2 varillas en vez de una.
Antiguamente, el organillero era acompañado por otros personajes como
el fotógrafo, el suplementero, el afilador de cuchillos, el farolero que indicaba la
hora. "La historia del instrumento es muy interesante. A fines del siglo XIX llegaron
300 organillos a Valparaíso. El chinchín se desarrolló después, basado en la idea
del “hombre orquesta”. De hecho, trabajaron juntos, pero cada uno encontró su
camino. Es gracioso saber que, por ejemplo, antes había grandes peleas entre
ellos para decidir quién guardaba la plata. Pero lo realmente interesante es saber
que el chinchín es único en el mundo y que los extranjeros se impresionan mucho
cuando ven a un ejecutante", nos cuenta Peter Estay [3] A medida que pasó el
tiempo, cada personaje se fue independizando. El fotógrafo se quedó en
las plazas, el que daba la hora desapareció por razones obvias: se masificó
el reloj. El Afilador de cuchillos siguió solo por los barrios y de igual forma lo hizo el
organillero. Sólo el organillero y el chinchinero continuaron trabajando como grupo,
representando la cultura y tradiciones del pueblo chileno.
Organilleros y chinchineros

Organilleros: Artista callejero e itinerante, que recorre con un organillo las calles de la ciudad,
girando la manivela interpreta un repertorio que incluye, foxtrot, vals, cuecas, tangos, pasodoble,
jotas, marchas. En la actualidad es considerado como un oficio patrimonial intangible, reconocido
por el consejo de la cultura y las artes de Chile.

Chinchineros: Artista urbano callejero, que en su espalda tiene un bombo con parche para lado y
lado más un tirapié que controla unos platillos de hi-hat, inspirado en el hombre orquesta, nace
bajo el alero del organillo y tradicionalmente es un fiel compañero.

Vestigios de una infancia olvidada que la modernidad dejo atrás, pero que este hermoso oficio
heredado de generación en generación, revive y atrae al presente en cada aparición. Nostálgicas
melodías en sus organillos, la danza y colores en sus típicos bailarines chinchineros y como no
mencionar a su tradicional lorito aventurero. Solicitado por la gente a no desaparecer, niños,
jóvenes y adultos gustan de este lindo oficio, que nos obliga a mantener con gran orgullo patriota.

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