Maria Antonia Arias - Sociedad y Lenguaje
Maria Antonia Arias - Sociedad y Lenguaje
Maria Antonia Arias - Sociedad y Lenguaje
Departamento de Sociología
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Campus Sur
Universidade de Santiago de Compostela
15782-Santiago de Compostela, Spain
[email protected]
Title: Society and language: The space of dialogue between the social research
techniques and Sociolinguistics
sociales. Olvido del objeto y de este carácter multidisciplinar son las dos caras del
mismo problema que han velado circunstancialmente el avance de la investigación.
Algunas interpretaciones en torno a la realidad social han pretendido cerrar la
sociedad a otras dimensiones no sociales que ayudarían a comprender mejor la mate-
ria de la reflexión sociológica. Las leyes sociales, tal como propone Boudon, son
poco conocidas y dependen de diferentes variables que obligan a leer los mecanis-
mos sociales en términos de multicausalidad: la acción de votar en un proceso elec-
toral no puede explicarse exclusivamente por la influencia de las campañas publici-
tarias en dicho proceso o por el nivel de conciencia política de los ciudadanos;
resulta conocida la recurrencia a la climatología para explicar la abstención –o la
alta participación– en el resultado final de las elecciones. Como diría Elster se trata
de explicar los mecanismos sociales y no proponer leyes, pues éstas son universales.
Queda clara, pues, mi postura inicial: no se trata tanto de defender y acotar
espacios epistemológicos cerrados entre los especialistas de las diferentes ciencias,
sino que resulta más enriquecedor el compartir las mismas preocupaciones teóricas.
La publicación de este número monográfico es una magnifica ocasión para justificar
este diálogo; lingüistas y sociólogos están interesados en comprender cuáles son los
mecanismos puestos en marcha por los sujetos para dotar de sentido a su papel en el
mundo y al devenir social.
Esta situación de reflexión no es exclusiva de la sociología. Otras disciplinas
experimentan también lo que antes decíamos en torno al olvido del objeto. Paolo
Fabbri, en uno de sus últimos trabajos, al plantear –críticamente– el estatuto científi-
co de la semiótica, llama la atención sobre algunos de los problemas presentados en
la investigación semiótica, al insistir que aún le faltan eslabones para lograr el cerra-
miento de este estatuto:
De modo que, para terminar, los eslabones que faltan son éstos: el que une
epistemología y teoría, el que une teoría y método, y el que une método y des-
cripción empírica. Por desgracia, dentro de la caja negra de la indagación
semiótica la falta de estos eslabones nos permite una tipología de los distintos
tipos de corrientes semióticas: las que dejan caer la filosofía con respecto al
análisis de signos pequeños, las que ponen en contacto los textos directamente
con las teorías usándolas como ilustraciones de lo ya conocido, y las que usan
métodos completamente ciegos e irresponsables” (Fabbri, 2000: 53-54).
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1 Cito el trabajo de MiguelBeltrán (1991) a propósito de las obras de Saussure y Chomsky y su influencia
en la sociología, como ejemplo de una excelente lectura de las relaciones entre sociedad y lenguaje.
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2 La reflexión contemporánea en torno a lo social ha superado los avances que en su momento supuso
el giro lingüístico de las ciencias sociales. Hoy por las características especificas de las sociedades glo-
bales –ambivalencia, complejidad, riesgo– los investigadores sociales se esfuerzan en entender y expli-
car los mecanismos de conformación de identidades cada vez más complejas.
3 Aun a riesgo de ser reduccionista, me atrevo a etiquetar a las sociedades contemporáneas de multicul-
turales, con el consiguiente peligro de que ciertas etiquetas, de modo especial, la de “global” queden,
en algún momento y circunstancia social, vacías de contenido.
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En definitiva, vivimos en un orden social global, que nadie entiende pero que a
todos afecta; si no cómo explicar la anécdota relatada por A. Giddens y experimenta-
da por una compañera suya que estudiaba la vida rural en Africa Central. Cuando
esta investigadora llegó, hace ya algún tiempo, a realizar su trabajo de campo a una
zona remota se encontró que en vez de asistir a la observación de una interacción
familiar, comprobó que en ese contexto lo primordial era el pase por video de “Ins-
tinto básico”, cuando aún no había sido distribuida en los cines de Londres (Gid-
dens, 2001:19). Probablemente nuestra observadora de campo anónima no tuvo en
cuenta que esa situación era precisamente la interacción familiar.
Pues bien, podría concluirse como inicio de nuestro diálogo que una de las ten-
dencias actuales de la investigación social, la preocupación por las dinámicas de
identidad, obliga a la puesta en común de categorías sociológicas y lingüísticas. Un
argumento más a favor de este diálogo es afirmar que todas estas cuestiones especí-
ficas del debate contemporáneo en torno a lo social han entrado a formar parte de las
preocupaciones de la sociolingüística. En el primer número de Estudios de sociolin-
güística Fernández (2000) argumentaba en este mismo sentido, al pensar las lenguas
y las variedades lingüísticas como “fuentes de identidad social” –además de resulta-
do de actos de habla–, y no como fuente de “identidad étnica o nacional”. Relaciona
este autor el estudio de las lenguas con los procesos derivados de la modernidad
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reflexiva; en la línea de Giddens o Beck, entre otros, señala que las nuevas formas de
interacción forzosamente repercuten en las identidades sociales y, por tanto, en sus
prácticas lingüísticas, razones que le llevan a reclamar un diálogo entre teoría social
y sociolingüística.
No quiero terminar este punto de partida sin la referencia a ciertos aspectos
típicos de la investigación social; referencia relativa al carácter reflexivo del soció-
logo, carácter que se manifiesta en un conocimiento discursivo de lo social en dos
sentidos: el investigador cuenta lo que dicen y hacen los sujetos y éstos, su vez, tie-
nen un conocimiento sociológico de su vida cotidiana. Más adelante volveremos
sobre esta cuestión.
4 El orden social, lo decíamos más arriba, se manifiesta en todo orden interaccional. Goffman nos enseñó
magníficamente como en ese orden interaccional –ceremonial– existe siempre una dimensión expresiva
(y por tanto, lingüística). Dimensión expresiva que está mediada, en muchas ocasiones, por ese orden:
“Piénsese, por ejemplo, en las fuertes constricciones comunicativas que impone el escenario jurídi-
co en nuestra cultura, y en otras. Nada más lejano a la realidad que considerar los actos de habla de
los participantes en un juicio como libre expresión de la intencionalidad individual: el escenario
institucional ejerce tales constricciones sobre el uso lingüístico que buena parte de los actos lingüís-
ticos que en él se realizan son asimilables a la conducta o el discurso ritual” (Bustos, 1997: 291).
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5 Podría volverse, una vez más, a las fuentes para justificar este “espacio”, al recordar el interés de
Malinowski por la dimensión pragmática de la investigación social, concretamente, en el proceso de
captura de datos, al esforzarse en captar el contexto, la situación social real de ese espacio, tal como
concibe nuestro autor el trabajo de campo.
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Nos explicamos, al dar cuenta de la dimensión pragmática del lenguaje –todo decir de
un actor situado en un contexto– evitamos algunos de los reduccionismos que han
caracterizado en no pocas ocasiones el análisis de los discursos en el campo de la
investigación social. Para argumentar a favor de esta elección, baste recordar los plan-
teamientos defendidos por Alfonso Ortí, entre otros, al insistir en que todo texto es
hablado por sujetos sociales con sus determinaciones estructurales6. La inclusión en la
lectura sociológica de los discursos, de la dimensión pragmática del lenguaje nos remi-
te al universo ideológico de los sujetos, a sus relaciones sociales y esto puede hacerse
exclusivamente a través del análisis de las prácticas discursivas situadas socialmente.
Nos interesa, pues, en este espacio de dialogo entre lingüistas y sociólogos, el análisis
contextual y no el meramente textual. A partir de la conformación de este espacio se
entiende de una vez por todas el dialogo entre lingüística y sociología.
Laraña (2000) ha realizado una investigación a propósito de uno de los discur-
sos producidos por la sociedad de riesgo: la producción discursiva referida a los ries-
gos medioambientales. El planteamiento teórico y metodológico desarrollado en
este trabajo tiene que ver con lo que se propone en estas páginas: por una parte el
contexto donde analiza los discursos es el contexto de la sociedad de riesgo; en
segundo lugar, el método elegido es el análisis del discurso, entendido como la inter-
pretación del habla en “contextos naturales de interacción” y en “los textos” produ-
cidos por los diferentes actores; desde esta consideración es un ejemplo de lo que
estamos defendiendo: los decires de los diferentes actores enfrentados en un espacio
discursivo –riesgos medioambientales– están situados socialmente en un contexto,
en este caso de enfrentamiento.
La anterior argumentación permite configurar el encuadre topológico de cada
investigación en la que tuvieran cabida las opiniones de sociolingüistas y especialis-
tas en Técnicas de investigación. Al ir construyendo –“enmarcando”, en términos de
Goffman– este espacio no puede olvidarse que cada una de las técnicas que capturan
datos lingüísticos –encuesta, análisis de contenido, análisis de la conversación, entre
otras– primará una función del lenguaje, a la vez que cada una de ellas se sitúa en
una dimensión específica del proceso de investigación social: tecnológica, teórica,
epistemológica. De este modo, el aprovechamiento de dicha configuración espacial
será eficaz, puesto que rotulamos en cada punto de ese espacio la pertinencia de
cada uno de los dispositivos diseñados para la producción de datos.
Una ultima cuestión referida al carácter reflexivo de la investigación social.
Decíamos más arriba que el trabajo del sociólogo es reflexivo: su observación –y su
decir– sobre la realidad afecta a lo observado, tal como nos lo enseñaron los etnome-
todólogos. Giddens nos habla de la “doble hermenéutica” de la práctica sociológica:
6Sirve también como justificación de esta elección metodologica, la critica realizada por Luis Enrique
Alonso al uso –y abuso– de la semiología en el análisis sociológico de los discursos (Alonso, 1998).
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tanto los investigadores sociales como los sujetos utilizan el lenguaje, ya sea a través
de practicas discursiva-acciones sociales, ya sean textos para explicar lo social. Ras-
trear por esa “doble hermenéutica” es tarea que compete tanto a lingüistas como a
sociólogos.
7Los autores de este monográfico parten en sus respectivos artículos de la perspectiva de una determi-
nada técnica.
8 Beltrán aboga en este trabajo por la variedad de métodos en el conocimiento científico de lo social.
Nuestra lectura de las diferentes técnicas es deudora de lo propuesto en este artículo de Beltrán, referen-
cia obligada en los programas de la disciplina en todas las Facultades de Ciencias Políticas y Sociales.
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de acceso a ella no sólo está sesgada de origen, sino que, además, es contraprodu-
cente. Está sesgada porque otorga transparencia u oscuridad a los ámbitos de la
sociedad según su inmediatez (lo cual es gratuito: hay microescenarios impenetra-
bles y macroescenarios diáfanos) Y es contraproducente porque rompe con el conti-
nuum individuo-sociedad en vez de partir de él, como parece razonable si se quiere
elaborar un buen modelo teórico sociológico.
9 En esta misma obra el filósofo de la ciencia critica con la misma contundencia teórica la oposición
micro/macro, llegando incluso a calificar de “pseudociencia” muchos discursos científicos e investiga-
ciones empíricas.
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10 La teoría literaria nos enseña, por su parte, que el discurso literario puede manifestar el control de
algunas instituciones sociales. A su vez, la investigación social sobre el uso de los códigos lingüísticos,
desarrollada antes que nadie por los lingüistas, nos conduce al mismo espacio de reflexión teórica e
investigación empírica compartido por lingüistas y sociólogos.
11 Como ejemplo de este tipo de investigación, baste citar el magnifico estudio realizado por María
José Devillard y colaboradores sobre los niños evacuados a la URSS, durante nuestra guerra civil
(Devillard et al., 2001).
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12 Para ello, puede ayudarse de la lectura de los diferentes artículos y penetrar en el punto de vista –el
ojo del observador– elegido por cada autor.
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bajos anteriores, introduce una nueva dimensión para acercarse a la discusión gru-
pal; aquella que considera al grupo como práctica social en la que hay que contar
también con la censura de los participantes (reclamo y reconocimiento de Freud). Es
desde esta perspectiva desde la cual el autor introduce el análisis de la “incoheren-
cia”, siempre presente en la discusión grupal: “la coherencia del discurso, de una
práctica que tiende a la incoherencia cuando deja de ser observada, pone de relieve
su vinculación con el contexto”. Con un estudio de caso, Callejo ilustra algunas de
estas incoherencias que pueden surgir en un grupo y que le permite, al final de su
trabajo, establecer una interesante correspondencia entre la incoherencia–sociolin-
güística- y la contradicción-teoría social.
Por su parte, Alonso, al reflexionar sobre la posibilidad de aplicar el plantea-
miento de Pierre Bourdieu al análisis del discurso, propone una excelente exposición
crítica de la perspectiva del sociólogo francés, lo que no le impide acercarse a otras
perspectivas, como son el análisis crítico del discurso, o la translingüísitca de Bajtin;
y es aquí donde el lector podrá engarzar los trabajos de Callejo y Alonso. Fiel este
último a propuestas anteriores (Alonso, 1998) reclama para el análisis sociológico
del discurso, aspectos no considerados por Bourdieu –al invertir éste “el estructura-
lismo lingüístico en sociológico”–, al dejar fuera “el carácter inestable, polisémico,
contradictorio y creativo de las expresiones lingüísticas tal y como se producen y tal
como se reproducen a partir de un marco social..., multideterminado por lo macro y
lo micro, la historia y la situación, la estructura y la acción, el sistema y el actor”.
Tusón realiza un desarrollo del análisis de la conversación desde sus inicios,
donde una vez más se manifiesta el maridaje entre sociología y lingüística, al hacer
referencia al origen sociológico de esta técnica. La autora expone una perspectiva
práctica para la captura y tratamiento de los datos lingüísticos de una conversación,
para concluir en la insistencia de cómo se ha de interpretar ésta en el análisis de la
realidad social: “la conversación es la forma más común y primera del uso lingüísti-
co y, al mismo tiempo, el instrumento privilegiado para la (re)presentación y la cons-
trucción de las relaciones sociales y de las identidades personales”. Desde esta con-
sideración, Tusón recomienda al analista en no quedarse en la descripción de los
mecanismos, sino en desentrañar el sentido de la conversación: “actuar como actúan
quienes conversan”. Esta insistencia de Tusón permitiría, pienso, un desarrollo más
profundo de esta técnica, que la conectaría con algunas características de la investi-
gación participativa: interpretando la interacción conversacional, desde la posición
de participante interno.
Sobrino en “El desarrollo histórico de las tecnologías informacionales y sus
repercusiones sobre la investigación social” reflexiona sobre el tema, siempre apasio-
nante, de las relaciones entre desarrollo tecnológico y conocimiento científico. Des-
de una perspectiva crítica que le permite insistir en la dimensión epistemológica de
tal relación, Sobrino conduce su análisis al estado actual de la implantación de estas
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14 La sugerencia de la conversión de una unión de hecho en un matrimonio legal viene motivada por la
lectura de La relación entre la sociología y la filosofía de Mario Bunge, autor que aboga por la misma
conversión entre las disciplinas mencionadas en el título.
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*Cuando revisaba el borrador de esta introducción recibía la noticia del fallecimiento de Pierre Bourdieu.
Sirva esta cabecera como modesta contribución al homenaje que los sociólogos rendirán al colega francés.
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