La Luna de Madrid: "Movida", Posmodernidad y Capitalismo Cultural en Una Revista Feliz de Los Ochenta

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La Luna de Madrid: "Movida", posmodernidad y capitalismo cultural en una revista feliz de

los ochenta
Author(s): Luis García-Torvisco
Source: MLN, Vol. 127, No. 2, Hispanic Issue (March 2012), pp. 364-384
Published by: The Johns Hopkins University Press
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/41494994
Accessed: 22-06-2018 17:46 UTC

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La Luna de Madrid :
Movida , posmodernidad y
capitalismo cultural en una
revista feliz de los ochenta1
ч-

Luis García-Torvisco

A finales de los años 70 y principios de los años 80, en plena transición


y consolidación de la nueva democracia en España, Madrid, antigua
capital del centralizado sistema franquista, vivió un momento de efer-
vescencia cultural y vital que terminaría siendo conocido con el nombre
de Movida madrileña cuando se popularizó hacia 1983-84 en diferentes
medios de comunicación tanto dentro como fuera del país. Con los
años, este movimiento - aunque difícilmente pueda entenderse como
tal, al menos en un sentido tradicional - , se ha terminado convirtiendo
en el gran mito socio-cultural de la nueva democracia en España y en
objeto de múltiples debates sobre su importancia específica o incluso
sobre su misma existencia. La Luna de Madrid , controvertida revista
cultural publicada de octubre de 1983 a mediados de 1988, ha sido
generalmente considerada como la revista de la Movida. Así lo mostró,
por poner un reciente ejemplo, su importante presencia en los múl-
tiples eventos y exposiciones dedicados al 25 aniversario de aquélla
a finales del año 2006 y principios del año 2007, en cuyo Catálogo,
La Movida , editado por la Comunidad de Madrid, se decía: "Queda
para los tiempos La Luna de Madrid como la biblioteca de Alejandría
de los ochenta, y se lo merece: fue enormemente comprehensive , algo

^ste título está parcialmente basado en el de la novela de Luis Antonio de Villena


Madrid ha muerto. Esplendor, ruidos y caos en una ciudad feliz de los 80.

MLN 127 (2012): 364-384 © 2012 by The Johns Hopkins University Press

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MLN 365

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Frecuentemente, la asociación Movida-La Luna de Madrid se ha


hecho también desde una perspectiva crítica con esa relación, por
lo que se ha entendido como una labor de simplificación y comer-
cialización de la primera Movida por parte de ciertas élites culturales
teorizadoras, ajenas al llamado núcleo duro del movimiento, que vinie-
ron supuestamente a pervertir el carácter underground y subcultural
de sus prácticas. Estas críticas se han producido, especialmente, en
el ámbito de lo que podríamos llamar los protagonistas vivenciales
del movimiento (grupos musicales, artistas plásticos, fotógrafos, etc.).
Así, en una entrevista realizada por La Luna de Madrid en su número
19 (junio de 1985) a Nacho Canut, entonces componente del grupo
pop Alaska y Dinarama y miembro fundador de las ya míticas bandas
Kaka de Luxe y Alaska y los Pegamoides , éste criticaba en los siguientes
términos a los creadores de la revista que lo estaba entrevistando:
Son personas que no me interesan en absoluto. Me parece una revista
continuadora del Star ; como underground, como de hippies modernizados
a golpes de Radio Futura. No quiero personalizar, pero es gente con la
que no he hablado nunca. Por eso supongo que creen que no he hablado
nunca. Por eso supongo que creen que no hablo nada. Con ellos, y con
muchísimos más que no me interesan, no hablo. Ni los saludo, aunque los
conozca, lo que es de mala educación. (Canut 44)
En este sentido, se ha considerado la labor de La Luna de Madrid
como un elemento fundamental tanto en la definición-identificación de

la Movida с omo, paradójicamente, en su supuesta perversión, teniendo


en común ambos acercamientos la importancia dada a la revista para
entender tanto el movimiento como el momento histórico en que
tuvo lugar y que, con el correr de los años, ha venido a representar.
Para terminar de complicar la cuestión, a pesar de ser generalmente
crítica con los discursos políticos y culturales más tradicionales, lo cual
hizo que fuera frecuentemente relacionada, como la Movida misma,
con un cierto nihilismo y una teoría del caos posmodernos y sospe-
chosamente acríticos, la revista ha sido también asociada a la política
cultural de la nueva clase política de la democracia, especialmente del
Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en el poder con mayoría
absoluta en el periodo de su publicación. De hecho, de acuerdo con
Larson, "muchos de los directores llegaron a ser directores de otras
revistas y algunos formaban parte del Ministerio de Cultura del PSOE"
(312). Con pocas excepciones,3 los artífices de la Luna de Madrid ,

3José Luis Tirado, Director de Arte de la revista en su primera etapa y creador de


su famoso logo, parece tener una visión menos negativa y monolítica de la labor del

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sin embargo, sie


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del PSOE una vez
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368 LUIS GARCÍA-TORVISCO

While the Luna had no specific intellectual agenda, it


rating forces of the postmodern because La Lunas int
believed that radical postmodernism provided the be
the Habermasian vision of modernity championed by t
who swept into power as the result of the PSOE's victor
elections of 1983 generally referred to as the "eleccion

La Movida se convirtió así en el principal ejempl


dernidad cultural en la revista, aunque "the editor
it in their best interest to disavow this position"
según Compitello y Larson cuando todo el mun
a las manifestaciones más superficiales de esta aso
understanding the strongly-held motivations for a
different version of what Spain should and could
Afirmaciones como ésta, además de reducir la po
momento a un solo proyecto supuestamente "mod
nen, además, una única línea editorial como punto
revista, lo cual puede ser argumentado si nos fijam
primeros editoriales,4 o en las interesadas lectura
posteriormente, por parte especialmente de los qu
considerado como sus principales representantes. S
el comienzo de su existencia la eclética línea editorial de la revista
permitió la inclusión de elementos muy diversos e incluso profunda-
mente contradictorios, algunos de ellos no tan alejados de parámetros
tradicionalmente considerados modernistas. Estas contradicciones
son claras analizando la propia revista, pero se han hecho explícitas
en la frecuente yuxtaposición de ésta con las Vanguardias históricas
en acercamientos críticos recientes,5 así como en la mencionada
exposición dedicada a la revista, reveladoramente titulada La Luna de
Madrid y otras revistas de vanguardia de los ochenta. Si algo muestra esta
identificación de La Luna tanto con la Posmodernidad como con las
Vanguardias históricas es, por un lado, lo problemático de reducir el

4La misma Larson afirma: "El tono de los editoriales en los números de los prime-
ros dos años de la revista es extremadamente eufórico, y enérgico, enamorado de la
libertad intelectual, artística, política y sexual de la época. ... En su primera etapa, La
Luna proponía que la movida era nada menos que el posmodernismo en acción" (315).
5Larson realiza un interesante análisis de la cuestión Modernidad-Posmodernidad
en la revista, mostrando la importancia del Posmodernismo en la Movida misma. Sin
embargo, también califica a ésta indirectamente de movimiento vanguardista (316),
sin aclarar si usa el término "vanguardista" en su sentido estricto, relacionado con las
Vanguardias históricas, o en un sentido menos reductivo, como sinónimo de "avan-
zado." En el contexto de su análisis resulta tan curioso como revelador, sin embargo,
que use simultáneamente los términos "Posmodernismo" y "Vanguardia" con referencia
a la Movida.

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discurso de la revi
el claro intento de
como ahora, media
de alta cultura am
mostrar ciertos p
aún relegan desde
a un segundo plan
En realidad no se
la Movida madúleña sin tener en cuenta, al menos, tres discursos, en
muchas ocasiones en contradicción significativa, cuya articulación
conjunta produjo el controvertido movimiento tal como lo enten-
demos hoy: el discurso vivencial de sus protagonistas, el más difícil
de analizar y sistematizar; el discurso analítico de revistas como La
Luna de Madrid y, a un nivel más indirecto, de mitificados programas
de televisión del momento como La edad de oro (TVE) y La bola de
cristal (TVE);6 y la política cultural del PSOE, simbolizada en la labor
del alcalde de Madrid, Tierno Galván, que apoyó decisivamente la
Movida para presentarla como paradójica tarjeta de presentación de
la identidad cultural de la nueva democracia española, especialmente
de cara al extranjero, en un momento en el que, según muchos, el
movimiento ya no existía.7 Discursos en relación significativa unos con
otros, siempre contradiciéndose y siempre apoyándose en la simultánea
labor de creación-fijación-venta-perversión del movimiento en la nueva
democracia. O dicho de otro modo, la "creación" de la Movida como
un movimiento relativamente unificado y lineal, susceptible de ser

6Así, el programa infantil-juvenil de RTVE La bola de cristal , que utilizó el mundo de


la Movida para atraer a un público que ya se sentía ajeno a las enseñanzas marxistas
del programa, fue definitivo en el proceso de popularización de esa estética de la
Movida que, paradójicamente, se terminó asociando con el programa más que ese
didacticismo de izquierdas que también lo caracterizaba, especialmente en su sección
de "Los electroduendes." Por su parte, La edad de Oro quiso darle paradójica carta de
identidad cultural al movimiento al relacionarlo por yuxtaposición con movimientos
artísticos de alta cultura, especialmente de vanguardia. En ambos casos el acercamiento
era, por un lado, ciertamente radical al privilegiar una cultura pop, urbana y poco
sustancial en términos tradicionales, pero también seguía mostrando de diferentes
maneras el tradicional prejuicio hacia esa cultura por parte de una intelectualidad
que, sin embargo, y esto es crucial, necesitó de esa yuxtaposición quizás para seguir
detentando su labor como dirigentes culturales en ese momento de profunda duda
de la labor del intelectual tradicional. Ver García-Torvisco (147-62).
7La polémica sobre la creación de la Movida , viene a hacer explícito algo que en
muchos otros movimientos culturales anteriores pasa más desapercibido: su inevitable
construcción discursiva. El hecho de que la Movida haya suscitado polémicas tan cons-
tantes sobre su existencia o no existencia, su autenticidad o falsedad como movimiento
cultural, no viene más que a mostrar el carácter meta-reflexivo de un movimiento en
el que, además, los medios de comunicación de masas tuvieron un papel fundamental.

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publicitado, comprado, vendido - y estudiado - no


una serie de revistas, especialmente La Luna de Ma
gramas de televisión bajo la dirección de José María
realidad ( identidad) discursiva, al mismo tiempo qu
pervertían con esa mirada analítica y finalmente
exceso significativo que había caracterizado sus pr
cas, perversión cuya posibilidad, en realidad, siemp
constitutiva de los mismos. De modo paralelo y a
la política cultural del PSOE, especialmente en su
(1982-86) terminó de re-crear el movimiento como
una proyección que, finalmente, resultaría relativa
nivel comercial, aunque no tanto a un nivel sim
una gran presencia en los medios internacionales y
tirse, como ya dije, en símbolo del momento hist
Las mencionadas exposiciones del 2006-07 en M
por el consistorio municipal del centro-derechista
(PP), de signo político muy diferente al del PSOE,
las claras como la Movida, con el tiempo, se ha con
mito cultural de la democracia, en casi un referente vacío a rellenar
con diferentes discursos e ideologías, en muchas ocasiones, profun-
damente contradictorios.

Tanto La Luna de Madrid como los programas de televisión La bola


de cristal y La edad de oro comenzaron su andadura en un momento
en el que la serie de productos y, especialmente, prácticas culturales
que se comenzaban a identificar como Movida ya se encontraban lo
suficientemente presentes en la imaginación colectiva para permitir
su identificación y reproducción cultural, su compra-venta en el
mercado cultural de la recién estrenada democracia. En 1983, ade-
más de editarse el primer número de La Luna, tras un número cero
editado en 1982, comienza su andadura el programa La edad de oro,
dirigido por Paloma Chamorro, que se emitiría hasta 1985; 1984 es
el año de la exposición en el Centro Cultural de la Villa de Madrid ,
Madrid, Madrid (1974-1984), además de ser el año en que Alaska y
Dinarama triunfa masivamente con su álbum Deseo carnal, el director
Pedro Almodovar estrena ¡¿ Qué he hecho yo para merecer esto?!, película
realista social más "seria" que le aleja de sus primeras películas más
pop y underground, y se comienza a emitir La bola de cristal, programa
infantil-juvenil dirigido por Lolo Rico que estaría en antena hasta 1988
y en el que participó la cantante Alaska, uno de los grandes iconos del
momento. Susan Larson ha identificado a ésta como la segunda etapa

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de la Movida , aqu
cultural" entre 19
La Luna de Madri
Nueva York" (Tím
hecha a imagen y
(Mansilla Viedma
apenas utilizar la
momento, lo que
"todas las activida
a su vez un medio
siempre desde un
de los medios culturales existentes" (Tímermans de Palma 54). La
decisiva contribución de la revista a ese complejo proceso de (re)
creación-venta discursiva-perversión simultánea de la controvertida
Movida fue doble: por un lado, en sus editoriales, especialmente en
sus primeros números, se produjo la introducción y relativa gene-
ralización de los debates culturales más importantes del momento,
especialmente en torno a la Posmodernidad y el Posmodernismo, y su
asociación, en muchos casos implícita, pero también explícita, con la
Movida (Larson 312-15); por otro lado, muchos de los protagonistas
del momento participaron en la revista de algún modo u otro (como
colaboradores, entrevistadores o entrevistados). A lo largo de toda su
existencia y especialmente en los dos primeros años de su publicación,
cuando la revista casi tenía un espíritu de fanzine, su contenido fue
profundamente ecléctico y con un énfasis en "fenómenos culturales
hasta entonces despreciados, o al menos considerados sospechosos
por la cultura oficial" (Mansilla Viedma 40) . Así, la revista contaba con
secciones de música, artes plásticas, diseño, arquitectura, cine, teatro,
danza, moda, deportes, literatura, urbanismo, así como pasatiempos
y anuncios por palabras.9 A lo largo de su andadura se incluyeron

8Las otras dos etapas serían la etapa underground (antes de 1981) y la etapa de con-
solidación comercial y salto al mercado internacional a partir de 1986 (Larson 309).
9Los reveladores contenidos del pnmer numero eran: una entrevista al poeta Leopoldo
Panero desde el psiquiátrico de Ciempozuelos; la sección "Con Vds: Patti Diphusa," las
memorias de una actriz porno escritas por Pedro Almodôvar e ilustradas con fotografía
de Pablo Pérez Minguez de Fabio/Fanny McNamara; una sección musical que incluía
críticas y una reflexión sobre el futuro de las compañías independientes, lo que mos-
traba ya el interés por reflexionar sobre las vías de comercialización del momento; una
entrevista de Paco Morales al pintor Guillermo Pérez-Villalta; una fotografía-autorretrato
de Pérez-Villalta explicada por él mismo; un artículo sobre exposiciones fuera de los
circuitos "habituales" del arte; un artículo sobre los diseñadores Jesús del Pozo y Pedro
Miralles; una sección, "Confidencias de Frivolina," firmada por Marta Moriarty, que
consistía en una parodia de la típica sección para mujeres en revistas femeninas; "Desde

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secciones fijas como las famosas "Memorias de Patty D


por Pedro Almodovar, un comic, una sección de graf
etc. La revista, finalmente, se completaba con crónic
con los protagonistas culturales del momento, así co
tantes figuras del panorama cultural, filosófico y p
de las características generales de la revista fueron
la reivindicación de la cultura pop, su discurso frecu
político (entendiendo político en un sentido tradicio
у/ o crítica de discursos culturales o socio-políticos e
ese momentos como "decadentes" (especialmente
los llamados progres), la conciencia de la importanc
una prejuiciosa falta de prejuicios estéticos, así como
por epatar evidente en los provocadores editoriales
la de Juan Ramón Yuste en el número 3 de un pene
lector (50). Todas estas características, por supuesto
la revista con el mundo de la ya entonces omnipresen
que, de hecho, se le intentó dar solidez intelectual e
relación con discursos "serios" y de gran actualidad
como el debate Modernidad-Posmodernidad. La nómina de colabo-

radores de la revista ya en sus primeros números, sin embargo, se


nutría de una serie de intelectuales que, aunque descreídos con los
discursos de emancipación tradicionales, para los miembros má
jóvenes de la Movida , los que habían vivido la efervescencia cultur
y vital de finales de los 70 y principios de los 80, eran unos intruso
en su elitista mundo subcultural: Julián Cebrián, Juan Madrid, Lu
Antonio de Villena, o los propios creadores de la revista, José Manu
Costa y los ya mencionados Boija Casani y José Tono Martínez. En
ese sentido, la ya señalada temprana insistencia de protagonistas d

mi bañera," consejos de Zondra James, seudónimo de Carlos García Calvo; un cómic


temática gay de Rodrigo, "Manuel"; una semblanza del actor Anthony Perkins escri
por Eduardo Haro-Ibars; un artículo-manifiesto de Vicente Molina Foix ("En pro de
un cine post" 45); un artículo sobre Víctor Ullate; una reflexión de Luis Antonio d
Villena sobre la vanguardia, los novísimos y la posmodernidad; una sección de poes
en la que, provocativamente, se introducían letras de canciones pop ("Sexo total," d
Siniestro Total, "Arañando la ciudad," de Ramoncín, "Hay un hombre en mi never
de Glutamato Ye-Ye, "Lágrimas," de Golpes Bajos, y "No pueden perder mi tiempo,
de Los Zombies); un cuento histórico de Terenci Moix; una sección con recortables
sobre edificios representativos de Madrid; un "Elogio de la metrópoli," de Lourdes
Ortiz. Más adelante, habría muchos otros cambios en las secciones pero cabe destacar
una sección que, con el nombre de "Galería de náufragos," introducía semblanzas y
entrevistas con personnes que ya se sentían ajenos a la realidad político-cultural del
momento: Alfonso Sastre, Manuel Vicent, Ramón Tamames, etc.

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MLN 373

la Movida como N
periodistas y col
las diferentes per
o, mejor dicho, q
otros que acomet
publicitaria y -
beneficiaron tam
aparecían en las
como Madrid me mata .

El aspecto más interesante de La Luna de Madrid quizás fueran


los editoriales. Aunque han sido frecuentemente analizados de un
modo literal, en realidad, a veces es difícil leerlos totalmente en serio
por su exageración y tono exacerbado, así como por estar llenos
de exclamaciones y proclamas incendiarias incluso en sus mismos
títulos. Suponían estos editoriales una reflexión medio en serio
medio en broma sobre la realidad cultural y social del momento, así
como de la posición de la misma revista en el mercado cultural y en
relación con los discursos de la intelectualidad más tradicional, espe-
cialmente los de la izquierda, en la cual incluían al PSOE. Así, en la
muy comentada editorial del primer número (noviembre de 1983),
"Madrid 1984: ¿La posmodernidad?,"11 Borja Casani y Tono Martínez
exploraban la relación entre la nueva Madrid, la Posmodernidad y,
de un modo algo confuso, la Vanguardia, pues "por primera vez en
la historia reciente, la ciudad de Madrid se encuentra en condiciones
de tomar la iniciativa en el campo de lo vital, lo artístico y lo creativo
y de hacer su primera irrupción seria en el terreno de las llamadas

10En los procesos de inclusión y exclusión constantes que caracterizan la Movida y


su recepción crítica es fundamental la figura de uno de los iconos más importantes
del momento, la cantante-actriz-presentadora Alaska. Esta siempre se ha manifestado
especialmente crítica con el término Movida, así como con la inclusión en ese mo-
vimiento, que según ella no existió, de ciertas personas que considera ajenas a su
elitista mundo: "Eramos muy pocos, pero a la vez era un mundo muy abierto. No sólo
éramos músicos de un barrio determinado. Había gente de Madrid, de otras ciudades,
nos dedicábamos a la música, otros al cine, otros tenían galerías de arte, otros eran
modistos." En su inventario incluye a "Pedro Almodovar, Fabio McNamara, Paloma
Chamorro, Sigfrido Martín Begué, Bernardo Bonezzi, Guillermo Pérez Villalta, Juan y
Gustavo Pérez de Ayala, Pablo Pérez Minguez, Costus, Blanca Sánchez, grupos como
Aviador Dro, los primeros Radio Futura, Oviformia, Pegamoides y pocos más. El resto
es que no existían. Y no es porque yo crea que mi vida es la movida, pero es verdad.
La movida la podríamos definir como lo que fue mi vida y la de otros tantos en un
periodo determinado" (Mario Vaquerizo 119).
UE1 diseño de la portada de este primer numero era de la fotografa y pintora Ouka
Leele. A partir de entonces, todos los números contarían con una portada hecha por
un fotógrafo o diseñador gráfico del momento.

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374 LUIS GARCÍA-TORVISCO

vanguardias. Madrid tiene ya algo que vender (e


propia imagen) al resto de la península y al mund
Este editorial, no sólo mostraba, quizás algo cínicam
importancia del mercado para esa nueva España12 y
la importancia de la Movida en ese momento en
además, en términos similares a los que luego u
analistas del momento histórico,13 mencionaba la
la llegada de aspectos modernos y posmoderno
democracia y, específicamente a Madrid, símbo
de la centralización franquista: "En el corto espac
madrileños nos hemos mamado así, de sopetón, m
un neoyorquino en toda su existencia" (7).
En ese mismo número, se incluía un artículo de Vicente Molina Foix
sobre la posmodernidad en el cine, así como una pequeña reflexión
de José Luis Aranguren, titulada "A la Luna de (Valencia) Madrid,"
en la que el filósofo se refería a la Modernidad como la era de las
utopías perdidas, concluyendo:
Y ya estamos a la Luna de Madrid-Valencia, es decir en la Postmodernidad.
Perdidas todas las utopías y todas las ilusiones. A la puerta de un nuevo
Milenarismo, Apocalipsis laico y reaganiano. Sumidos en el Paro, la Delin-
cuencia, la Marginación y la Pasión. También viviendo en el Reencanta-
miento. En la Esperanza sin Fe. Esto es la Posmodernidad. (Quitando las
mayúsculas y la retórica, tan poco posmodernas. (8)

Una encuesta en la que se les preguntaba a diferentes personajes


del momento14 si Madrid era la ciudad del futuro concluía: "La opi-
nión de La Luna es que Madrid está a punto de ser la ciudad del
futuro. Sólo falta un requisito que no depende ni de nosotros ni de
Madrid. Un requisito puramente cronológico y confirmatorio: QUE
LLEGUE EL FUTURO" ("Encuesta: ¿Crees que es Madrid la ciudad
del futuro?" 8). En ese sentido, el objetivo confeso de la revista fue
precisamente ése: hacer que el futuro llegara a Madrid, crear una
imagen de Madrid lo suficientemente atractiva, futurista, refrescante,
ecléctica, y "avanzada" para que pudiera ser consumida dentro y

12"Algo ha sido superado. Por primera vez de ser compradores hemos pasado a ser
ofertantes. El modernismo ha sido la iniciación creativa, el posmodernismo es simple-
mente ganar dinero con ello" (7).
13Por ejemplo, Helen Graham y Antonio Sánchez (408).
14Person¿yes como Ceesepe, Antonio Gastón, Antonio Vega, May, Alaska , Ramoncín,
Antonio Buero Vallejo, Massiel, Jaime Chavarri, Jorge Verstrynge, Diego Manrique,
Miguel Ríos, etc. Interesantemente, ya entonces, muchos de estos personajes se mani-
festaban escépticos o incluso profundamente críticos con la etiqueta Movida, a pesar
de, sin embargo, estar recibiendo ya los beneficios de dicha etiquetación.

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M LN 375

fuera de España. A
absolutos culturales de dudosa realidad, siendo, en realidad, los más
significativos aquellos que se referían directamente a Madrid y la
llegada de la Posmodernidad,15 e indirectamente a la Movida como
principal ejemplo de Posmodernismo.
En los números que siguieron, directa o indirectamente, se repitió
el intento de darle solidez intelectual al momento cultural en Madrid
en las constantes reflexiones y debates sobre esta cuestión, que apa-
recían con distintos nombres como "Caos y desorden" (dossier con
artículos de Eduardo Haro Ibars, Javier Sádaba, José Tono Martínez y
Vicente Molina Foix, número 2) , "Luna y posmodernidad" (de Llorenç
Barber, número 2), "Huir de la fuga" (Juan Cueto, número 3) o "El
eterno retorno" (Lluis Fernández, número 3). Asimismo, se introdu-
jeron artículos y reportajes que se presentaban como un resumen de
lo acontecido en los últimos años, especialmente en Madrid, en los
diferentes campos de la cultura, alta o popular, lo que mostraba no
sólo el novedoso intento de equiparar ambas, sino también que ya
existía una realidad cultural detrás, comenzada ya a identificarse como
Movida , que era lo suficientemente sólida para resumirla y, de ese
modo, convertirla en producto cultural y venderla. Así, en el número
2, el conocido crítico musical Jesús Ordovás hacía un resumen de la
Movida musical de los seis años previos, en una mirada que, revela-
doramente, ya participaba de cierta nostalgia.
El hecho de que la revista apareciera en un momento de consolida-
ción y expansión simultáneas de las nuevas tendencias culturales en el
mercado de la democracia se manifiesta de un modo muy claro en las
entrevistas a algunos de los grandes triunfadores de esos años. Así, en
el número 3, la entrevista con el diseñador Javier Mariscal ("Mariscal
en París") lo mostraba ya lo suficientemente seguro de su situación en
el mercado cultural capitalista democrático como para bromear con el
pintor Miquel Barceló sobre lo que ambos habían dejado en el camino
y el modo en el que se habían vendido. Así, Barceló le dice a Mariscal:
"Tú antes despreciabas mucho a los pintores, para ti los buenos eran

15Para un sucinto y claro resumen sobre el debate Modernidad-Posmodernidad en el


contexto anglosajón, ver Alejandro Yarza (33-35). Larson critica la generalización de
este debate al contexto español, donde "la narrativa de la modernidad no es tan tota-
lizadora." Según ella, "el posmodernismo es un fenómeno casi universal, pero a la vez,
cualquier teoría cultural del posmodernismo debe ser culturalmente e históricamente
concreta" (314). Para este artículo no interesa tanto este debate en sí mismo como el
hecho de que en la historia de La Luna de Madrid y en reflexiones posteriores sobre
la misma, especialmente por parte de sus creadores, haya habido un claro intento de
identificación primero con la Posmodernidad y luego con la Vanguardia histórica.

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376 LUIS GARCÍA-TORVISCO

los dibujantes de cómics, y me decías: 'Ah, ¡tú vas de a


vida así" (51). Mariscal replica entonces: "Pues tú ant
que las galerías eran antros de la burguesía neo-capit
obra había que hacerla en las playas" (51). Finalmente
ambos sus imperdonables actitudes previas, Barceló co
que somos ricos y famosos nos llevamos bien" (51). M
llega a afirmar que lo que Barceló le puede enseñar e
vender bien el producto, cómo hacer un producto par
galerías y de museos, saberlo enseñar en el preciso m
gente sí y a qué gente no" (51) . La cultura y el merca
íntimamente entrelazados. Mariscal, futuro diseñador de la mascota
de las Olimpiadas de Barcelona en 1992, obviamente aprendió bien
la lección de Barceló, la cual era, de hecho, la de la propia revista.
La Luna de Madrid también contó desde el principio con colabo-
radores de la llamada "generación maldita" de los 60, intelectuales
como Eduardo Haro Ibars, de gran influencia en la Movida , aunque no
parte de ella estrictamente hablando.16 Asimismo, ya desde su primer
número, la revista incluyó entrevistas a personajes fundamentales del
arte, la política y la filosofía que se mostraban profundamente críticos
con la Posmodernidad, con la Movida , o con ambas. En otras palabras,
el profundo eclecticismo de la revista produjo ya en sus primeros núme-
ros algunas fricciones entre el contenido generalmente celebratorio
de la Posmodernidad y el Posmodernismo, identificados en muchos
casos con la Movida, y ciertas entrevistas y artículos profundamente
críticos con esta asociación y con el término "Posmodernidad."17 Así,
el famoso director de la ya conocida como Comedia madrileña Fernando
Trueba afirmaba en "La 'Movida' inmóv(b)il":
Los que tienen la maravillosa y suicida capacidad de olvidar las pesadillas
antes de que hayan finalizado se refugian en un inocuo - creen ellos -
presente, de superficialidad garantizada: la Moda. Los maniquíes de los
80 han sucedido a los abismados de los setenta. Creen hacer bandera del
instante y sin embargo la Moda siempre es pasado. Es la interpretación

16Luis Antonio de Villena, que ya noveló el mundo de la Movida en su Madrid ha


muerto. Esplendor, ruidos y caos en una ciudad feliz de los 80 (1999) ha dedicado una de
sus últimas novelas, Malditos (2010), a esa generación anterior que se mezcló con el
mundo de la Movida a finales de los 70 y principios de los 80, pero que en realidad
era fruto de coordenadas socio-culturales ciertamente distintas. Así, el protagonista de
esta novela es un trasunto de Eduardo Haro Ibars y en la novela aparecen personajes
históricos como Leopoldo María Panero.
17Susan Larson menciona, por ejemplo, los artículos de Eduardo Subirats, el cual
se mostró siempre muy crítico con "la recepción poco crítica del posmodernismo en
la prensa española" (314).

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M LN 377

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de tirada para una
tuvo problemas en
económico. Por co
lampancia," era un
creadores de una r
que organizaba las
pero que seguía si
por la falta de una
1990: "El 85 fue m
crecido mucho, p
No se habían resuelto las contradicciones fundamentales, ni la de la
pasta, ni la idea personal de proyectos de futuro, es decir, qué hacer.
. . ." (Gallero 22). 18 En ese sentido, el editorial del número 16 de la
revista (marzo de 1985) es muy significativo al criticar fuertemente
la indiscriminada venta de objetos culturales en el mercado de la
democracia en los años inmediatamente anteriores y al abogar por
un mercado cultural más estable, con menos oferta, proponiendo,

18De hecho, esta crisis se preludió ya en el número 4 de la revista (febrero 1984), en


el que apareció un artículo de Esteban María Torralba en el que se discutía la crisis
de las compañías musicales independientes y la posibilidad de que éstas se integraran
en multinacionales.

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en definitiva, una re-elitización de esa nueva cultura


contribuido decisivamente a afianzar en el mercado:

Es evidente que una fase de esta historia ha terminado: el tiempo del lan-
zamiento indiscríminado de ofertas al mercado, la confusión deliberada, el
hipercinismo publicitario. Y no porque se aburra el público, sino porque
nos aburrimos todos. La ceremonia de la confusión ha servido para inte-
grar obras y personajes que jamás hubieran dispuesto de esa oportunidad
en otro contexto. Ha servido también para destronar los viejos mitos y
para que nadie se sienta seguro en el terreno que pisa. Pero es esencial ir
mucho más lejos. No basta con mostrar y consumir, no basta agitar frases
publicitarias más o menos afortunadas, ni con publicar o exponer a todos
los desocupados que quieren ser artistas. Hay que reflexionar y profun-
dizar. Hace falta gente que crea en lo que hace y que tenga una verdad
privada que ofrecer. Restituir a su lugar lo que de pasional y sincero tiene
la creación artística y provocar el mito, sin cuyo concurso el espectáculo
se convierte en pobre caricatura de sí mismo. (Casani 7) 19

Resulta difícil estar de acuerdo con las declaraciones posteriores


de Casani de que este editorial lleno de términos en negrita "era
una respuesta más al exterior que al interior" (Gallero 21), especial-
mente cuando, de hecho, su hipercínica revista había sido uno de los
principales medios de difusión y venta simbólica de muchos de esos
productos y prácticas culturales, provenientes en buena medida de
la cultura de masas (música pop, comics, etc.), que ahora se querían
discriminar en base a unos criterios ( profundidad , reflexión) en realidad
no tan distintos a los usados tradicionalmente en la distinción entre

alta y baja cultura.


El conflicto interno y la falta de rendimiento económico produ-
jeron una importante escisión en el verano de 1985 cuando Casani
dimitió y José Tono Martínez, uno de los Jefes de Redacción hasta
ese momento, se convirtió en su nuevo director, lo que tuvo como
resultado un cambio significativo en la composición de la redacción
de la revista y en su política editorial, así como en la textura del papel

19En este giro se apreciaba ya la gran diferencia entre la revista y los protagonistas
vivenciales del movimiento. Este rechazo lo era de una serie de productos y prácticas
que, no casualmente, se querían discriminar utilizando criterios que aquéllos nunca
habrían aceptado, esto es, dejando de lado que muchos de esos productos y prácticas
que ahora se tachaban de pura anécdota nunca habían pretendido ser un mito, pues
precisamente en esa renuncia al mito modernista de la profundidad, en su reivindica-
ción de lo superficial, se encontraba el principal aspecto que los aunaba y su potencial
radicalidad. En ese editorial, por tanto, se mostraban ya claramente las diferencias de
fondo entre los artífices de la revista y muchos de los protagonistas de la Movida , que
no creían necesariamente en esa necesidad discriminatoria en base a razones casi
trascendentes que poco se diferenciaban de criterios culturales elitistas tradiciona

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y su formato (con
(Antonio Bueno 60
más interesantes d
(número 21, octu
lanzaba acusacione
mente, realizaba u
Madrid y la Movid
lizado de un modo
defunción sin más
como el anteriorm

La "movida," por an
todo y que fue util
jistas" que veían en
de estar a la moda sin entender nada. ... En último caso, la abusiva refe-
rencia al término posee una peculiar connotación peyorativa. Pero este
comportamiento, en nuestro país, es habitual. Los mismos que aplaudieron
enfervorizados un día la posmodernidad sin preocuparse en absoluto por
el esclarecimiento de los vocablos que tal debate conlleva, los que mez-
claron posmodernidad con "Movida," noche, juerga, o simplemente, una
forma de llevar una camisa, son los que, al correr el tiempo, se aprestaron
a certificar una defunción que no es más que la suya propia. (Martínez 7)

En este editorial, Tono Martínez no sólo se desmarcaba de la


supuesta antigua línea editorial de su revista, sino que manifestaba
la relación entre esta y cierta comercialización indiscriminada de la
Movida y la Posmodernidad. Atacaba así a "éstos, que hicieron del
Vale todo' una norma de actuación, que abandonaron poco a poco
el sentido crítico con que habían comenzado, son éstos, los frivolos
y advenedizos, los que de repente se alejan de su línea para presen-
tarse como los ediles depositarios de una élite cultural directiva que
recuerda un sentido mesiánico de la vida que creíamos periclitado"
(7). Al presentarse a sí mismo al margen de esa primera etapa de la
revista, Tono Martínez afirmaba también su presente independencia,
tanto de esa primera Luna como de la política cultural del PSOE, lo
que se traduciría no sólo en el mencionado cambio en la línea editorial
de la revista, sino también en un publicitado proyecto de candidatura
independiente por Madrid en las elecciones generales. Asimismo, de
un modo indirecto, Martínez distanciaba a la nueva Luna del mundo
de la Movida , que, según él, la gente había identificado frivolamente
con la Posmodernidad, para terminar criticando a aquellos que cer-
tificaron el fin de la Posmodernidad sin darse cuenta que Movida no
era igual a Posmodernidad. Y esto a pesar de que, como hemos visto,

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380 LUIS GARCÍA-TORVISCO

la revista había establecido, explícita o implícitam


desde su primer número, relación que, de hecho,
publicar la revista, Tono Martínez ha seguido h
de sus reflexiones críticas posteriores. En cualquie
sante es que en ese crítico momento de relativa co
nuevas tendencias culturales en el mercado con el
de la política cultural del PSOE, pero también de c
la Movida , las críticas hechas al movimiento desde ámbitos culturales
más tradicionales se repetían finalmente en términos muy parecidos
en la misma revista que había convertido a aquélla en símbolo de la
nueva España, lo que mostraba así claramente ciertos prejuicios que, en
realidad, habían estado siempre ahí. En este editorial, definitivamente,
se seguía defendiendo la Posmodernidad pero no tanto la Movida.
Se puede decir que en la asociación de la revista con la Movida , un
movimiento cultural ciertamente poco tradicional, hubo un interés por
parte de una serie de intelectuales de nuevo cuño de adquirir cierta
agencia cultural frente a una intelectualidad más tradicional. En el
intento, sin embargo, de darle profundidad a La Movida mediante su
relación con la Posmodernidad y en la des-identificación de la revista
con el movimiento en momentos como éste se mostraban finalmente
jerarquías culturales no tan distintas a las tradicionales, lo que explica
quizás el rechazo a las coordenadas de la revista por parte de Nacho
Canut, Alaska y muchos de los protagonistas vivenciales del momento,
que no creían necesitar de ninguna coartada intelectual (posmoder-
nista o no) para justificar su acercamiento cultural vital (no teórico)
a la realidad político-cultural-social del momento.
Tanto José Tono Martínez como Javier Tímermans de Palma, director
de la revista en sus últimos números de 1988, continuaron La Luna
con una línea cada vez más generalista y más alejada de las coorde-
nadas iniciales, lo que se manifiesta, por poner solo un ejemplo, en
la portada dedicada a la cantante del grupo Olé Olé , Marta Sánchez,
mito erótico del momento (número 45), o en la introducción de un
dossier sobre ciudades extranjeras. Después de abrirse a España, La
Luna de Madrid lo hacía al mundo, en un intento de evitar los loca-
lismos casi casticistas20 que, junto a su tendencia a ensalzar la Movida
y su mundo, la habían definido desde su aparición y que tan impor-
tantes habían sido para su definición cultural y como producto en el

20Ver Susan Larson para una sugerente reflexión sobre este casticismo que también
caracterizó al movimiento y el proyecto urbanístico del momento en relación con el
debate Modernidad-Posmodernidad.

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MLN 381

mercado. Localism
podían también l
Pese a todo, los p
enfrentarse la última directiva a una deuda de más de 30 millones
de pesetas (Gallero 176-77). La revista publicó así su último número
en 1988. La propia historia de La Luna de Madrid fue, por tanto, la
historia de un fracaso económico. Al igual quizás que la España del
momento, la revista vivió por encima de sus posibilidades económi-
cas, relativamente triunfando, al menos en sus primeros años, en su
empresa simbólica de dotar de una contradictoria identidad cultural
a esa Movida , y, por ende, a esa nueva España democrática con la que
ésta se identificó y se ha seguido identificando, como lo muestran,
paradójicamente, las constantes controversias en torno al tema. En ese
sentido, tanto su relativo fracaso comercial como su relativo triunfo
simbólico son ejemplares de muchos de los productos de la Movida
que tanto se publicitaron en sus páginas. Aún hoy en día, la mención
a la revista provoca las más encontradas reacciones hasta entre sus
mismos creadores y colaboradores, aunque, como ya mencioné, todos
los acercamientos críticos, tanto por parte del círculo creativo de la
revista como desde fuera, coinciden en la importancia que la revista
tiene para entender la cultura de esos años en España en general y
la Movida en particular.
La Luna de Madrid introdujo en un medio si no masivo, relativamente
general, algunos de los debates culturales del momento, especialmente
aquellos en torno a la Modernidad-Posmodernidad y la Movida madri-
leña. De este modo, se le dotó de paradójica y contradictoria profundi-
dad a un movimiento que había hecho de la falta de profundidad su
bandera, domesticando así su exceso significativo y mostrando todavía,
de paso, en esa nueva España que los creadores de La Luna querían
representar, ciertos prejuicios culturales. Esos prejuicios se hicieron
más que evidentes en la exposición sobre la revista en el año 2007,
en la que se estableció una relación directa entre La Luna , La Movida
y las Vanguardias históricas. Aunque en los primeros números de la
revista se había mencionado también de un modo algo superficial las
Vanguardias, llegándose en algún momento a decir que la Vanguardia
en ese momento era el mercado (número 15, febrero 1985) y más
adelante que la Vanguardia era el estado (número 40, junio 1987), lo
interesante es que más de 20 años después lo que se quiere defender
es una relación directa entre la revista y las Vanguardias históricas en
un sentido estricto. Así, en la introducción al mencionado Catálogo
de la exposición sobre la revista, Tono Martínez afirmaba: "Llegamos

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382 LUIS GARCÍA-TORVISCO

a vender 30.000 ejemplares. Esto no tenía preceden


puesto que nuestras vanguardias históricas habían
elitistas" ("La Luna de Madrid y otras revistas..." 13
de cierta mala prensa del término Posmodernidad
como de la contradicción entre esa supuesta relació
la Vanguardias y la anterior defensa de la revista de
Tono Martínez se justificaba del siguiente modo:
Si durante los años 80, y en el contexto del debate m
dernidad, se realizó una crítica al sentido militante y res
panfletario de las vanguardias artísticas del siglo, desp
pesada carga cenacular y sectaria, las revistas de creaci
así recuperaron, en ocasiones, algunos de los elemento
las mismas. Por otra parte, es importante recordar e
revistas fruto de tales corrientes y movimientos se ap
dían con las fuentes de la obra, con el proceso crítico y
experimental. No eran revistas de periodistas profesi
mediáticos, sino revistas de artistas. (16) 21

Las contradicciones se mantienen, por tanto, has


discursiva más reciente de la revista. La historia de La Luna de Madrid
es así simbólica de los procesos de identificación-desidentificación de
una nueva intelectualidad defensora de la Posmodernidad y la cultura
pop, y, por ello, de la Movida , pero que finalmente re-estableció jerar-
quías no tan distintas a las tradicionales a las que en principio parecían
oponerse, lo que se manifiesta en la explícita adscripción posterior
de la revista a las Vanguardias históricas. Estas contradicciones dentro
de la propia revista y en relación con esa Movida con la que se asoció,
los procesos de inclusión/exclusión constantes en su historia y en la
historia de su recepción, mostraron y todavía muestran claramente
las contradicciones en el proceso de solidificación del movimiento,
las contradicciones del movimiento mismo, las contradicciones en el

21Asimismo, en su reciente libro de recuerdos de la época, Juan Carlos de Laiglesia,


Jefe de Redacción junto a Tono Martínez en la primera etapa de la revista, se desmarca
de algunos de los intelectuales que hablaron de la Posmodernidad en sus páginas del
siguiente modo: "El interés por tomarse en serio el debate intelectual de la posmo-
dernidad se recogía en las páginas, pero eran gente como Vicente Molina Foix (en el
cine) o Luis Antonio de Villena (en poesía) quienes lo proponían. Intelectuales que
ya estaban allí y que percibían un nuevo hueso que roer. Unos con humor (Vicente, el
novísimo de mente más fresca, entronizando a Adolfo Arrieta como el cineasta más post )
y otros con visos trascendentes (Luis Antonio, apadrinando una nueva generación de
poetas reivindicantes de la tradición)" (107). De Laiglesia parece olvidar que el debate
también se propuso, medio en broma medio en serio, desde editoriales firmados por
sus colaboradores más directos.

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M LN 383

papel de esa nueva


democracia en ese
de una nueva Espa
Gonzaga University

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