Año Cristiano o Exercicios Devotos para Mayo

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4 000- S"

A '
AÑO CRISTIANO,

ó
EJERCICIOS DEVOTOS

PARA TODOS LOS DIAS DEL AÑO.

MAYO.
Varios Prelados de España han concedido 2480 dios de indulgencia á
todos los que leyeren ú oyeren leer un capítulo ó página de cualquie
ra de las publicaciones de la Librería religiosa.
ANO CRISTIANO,

EJERCICIOS DEVOTOS PARA TODOS LOS DIAS DEL AÑO;


ESCRITO EN FRANCÉS

POR EL P. JUAN CROISSET,


DE LA COMPARÍA DE JESÚS,
T TRADUCIDO AL CASTELLANO
j»ot* el JR. José JFrancisco «fe Isla,
de la misma Compañía¡
ADICIONADO CON LAS VIDAS DE LOS SANTOS Y FESTIVIDADES QUE CELEBRA
LA IGLESIA DE ESPAÑA, Y QUE ESCRIBIERON
LOS PP. Fk. PEDRO CENTENO Y Fe. JUAN DE ROJAS,
DE LA ÓRDEN DE SAN AGUSTIN.
ÚLTIMA Y COMPLEXA EDICION,
ESMERADAMENTE CORREGIDA Y NUEVAMENTE ADICIONADA
CON EL MARTIROLOGIO ROMANO ÍNTEGRO, LOS SANTOS RECIEN APROBADOS,
HIMNOS Y SECUENCIAS QUE CANTA LA IGLESIA Y TJN ÍNDICE ALFABÉTICO
DE LOS NOMBRES DE TODOS LOS SANTOS QUE PUEDEN
IMPONERSE A LOS BAUTIZANDOS.

MAYO.

Con aprobación del Ordinario.

BARCELONA :
LIBBEBIA RELIGIOSA. — IMPRENTA DE PABLO RIERA,
calle den Robador, núm. 24 y 26.

1862.
AÑO CRISTIANO,
ó
EJERCICIOS DEVOTOS
PARA TODOS LOS DIAS DEL AÑO.

MAYO.
DIA PRIMERO.
MARTIROLOGIO.
La fiesta de los apóstoles san Felipe y Santiago ; san Felipe, despues
de haber convertido cási toda la Escitia á la fe de Cristo, fue clavado en una
cruz en Hierápolis, ciudad de Asia, y apedreado acabó gloriosamente su vi
da. Santiago, á quien llama la Escritura hermano del Señor (segun la costum
bre de los hebreos, por el deudo que tenia con Jesucristo), y que fue el primer
obispo de Jerusalen , precipitado desde lo alto del templo, rotas las piernas,
herido en el cerebro con un palo de un lavandera, murió, y lo sepultaron allí
junto al templo. ( Véase su noticia en las del dia de hoy).
San Jeremías , profeta , en Egipto , el cual murió apedreado por la plebe
junto á un sitio llamado Dafne, y allí lo sepultaron: san Epifanio refiere que
acostumbraban ir los fieles á su sepulcro á hacer oracion, y con el polvo que
de él recogían sanaban de mordeduras de áspides. ( Véase su noticia en las de
San Andéolo, subdiácono, en Francia, territorio de Vivarets, á quien ha
bía enviado san Policarpo con otros desde el Oriente á Francia á predicar el
Evangelio ; y en tiempo del emperador Severo fue apaleado con varas espino
sas; y por último consumó el martirio habiéndole partido la cabeza en cuatro
partes en forma de cruz con una espada de madera.
Los santos mArtires Orencio t Paciencia , en Huesca , ciudad de Espa
ña. ( Véase su vida en las de hoy).
El martirio de san Segismundo, rey de Borgoña, en Lyon en Francia, el
cual fue echado en un pozo , donde murió , y despues floreció en milagros.
(Véase su historia en las de hoy).
San Amador , obispo y confesor, en Auierre.
San Orencio, obispo, en Ausché.
San Asafo, obispo, y santa Walburga , virgen , en Inglaterra.
Santa Grata, viuda, en Bérgamo.
San Peregrino, del Orden de los Siervos de la beata Virgen María, en For-
li. (Véase su vida en las del dia 30 de abril).
(i MAYO

SA.N JEREMÍAS, PROFETA.

El profeta Jeremías , cuyo nombre se interpreta alteza del Señor, es


el segundo de los Profetas llamados mayores, y fue hijo del sacerdote
Elcías, natural de Anatot, pequeña aldea cerca de Jerusalen. Co
menzó á profetizar de pocos años en el reinado de Josías , el año 629
antes de Jesucristo. Sus profecías se dirigieron no solamente contra
los judíos, sino tambien contra los egipcios, los idumeos, los filis
teos, los ammonitas, los moabitas, babilonios, etc. ; pero su objeto
principal fue exhortar á su pueblo á la penitencia, anunciando los
castigos que le enviaría el Señor. Mas no pudiendo sufrir los judíos
la santa libertad con que el Profeta reprendía sus desórdenes , se in
dignaron de tal manera, que le echaron en la cárcel. Despues del
breve reinado de Jeconías, transportada cautiva á Babilonia la ma
yor parte del pueblo con su rey, no cesó Jeremías , reinando Sede-
cías, el último rey, de exhortar á penitencia á los restos del pueblo
judaico que habian quedado en el país, intimándoles la destruccion
de la ciudad , y asimismo la del templo, en el cual fundaban sus va
nas y necias esperanzas los judíos carnales. Y tornando de nuevo á
predicar Jeremías en Jerusalen , con motivo del cerco que hacia ya
diez y seis meses que angustiaba la ciudad , asieron de él los judíos,
y lo echaron en una laguna de mucho cieno, de la cual mandó sa
carle un ministro del rey Sedecías ; aunque quedó encarcelado hasta
la toma de la ciudad por Nabucodonosor, cuya toma habia profeti
zado Jeremías, y sido causa de las persecuciones que habia sufrido.
Nabuzardan , general de Nabucodonosor, dió al Profeta libertad de
ir á Babilonia , donde viviría en paz , ó de quedarse en Jerusalen , y
Jeremías prefirió lo último, para ser útil á los pocos judíos que allí
permanecían. Á poco tiempo murió asesinado Godolías, gobernador
de Judea por el rey de Babilonia, á manos de Ismael , príncipe de la
sangre real de los judíos : temerosos estos por esta accion del furor
de los babilonios , determinaron buscar seguridad en Egipto ; y aun
cuando Jeremías apuró todos los medios para disuadirles de ello,
prometiéndoles en nombre de Dios la seguridad , si permanecían en
Judea, se vió al fin obligado á seguirles juntamente con su fiel dis
cípulo Baruc. Allí continuó el Profeta reprendiendo á los judíos sus
vicios , y vaticinó las terribles calamidades con que Dios iba á cas
tigarles, juntamente con los egipcios, dando así ocasion á que de
todos fuese aborrecido; pero aun mas especialmente de los mismos
día r. 7
hebreos, los cuales, segun constante tradicion aceptada por los ex
positores sagrados , le mataron á pedradas en Tafne , el año 590 an
tes de Jesucristo.
Distinguió á este gran Profeta una ternísima caridad para con sus
prójimos, caridad llena de compasion por sus males espirituales y
temporales , caridad que no le permitía ningun descanso : de suerte
que ni el tumulto de la guerra, ni el desconcierto del reino, ni el
sitio de Jerusalen , ni aun la misma mortandad del pueblo , le re
trajo de trabajar siempre con el mismo ardor en el bien de sus con
ciudadanos.
Las Profecías de Jeremías comprenden cincuenta y dos capítulos ;
y sus Trenos ó Lamentaciones, compuestas de cinco capítulos, es una
insigne obra maestra del dolor y la tristeza. De sus profecías usa la
Iglesia católica en las lecciones de los Maitines , desde la dominica
de Pasion hasta el Sábado Santo, y en algunas misas de entre año.

SAN SATURNINO, MÁRTIR DE MÉRIDA.

Los Martirologios corbeyense y lucense hacen memoria de este


santo Mártir, que en la ciudad de Mérida dió la vida por Cristo tal
dia como hoy, en una de las persecuciones que los gentiles movie
ron contra la santa Iglesia. El Martirologio epternacense y el blu-
mano suponen que fue mujer, y la llaman Saturnina. En el martirio
convienen todos ; no se sabe en qué año fue , ni cuáles sus circuns
tancias, ni consta en órden á esto mas que lo que se lleva dicho.

SAN ORENCIO, Y SANTA PACIENCIA, PADRES DE SAN LORENZO.

San Orencio, cuya memoria es y ha sido siempre célebre en Hues


ca, ciudad antigua de Aragon, floreció en ella á principios del si
glo III, siendo un modelo de la perfeccion cristiana por la rectitud
de su intencion y por la sinceridad de su conducta. Unia Orencio con
su calificada nobleza muchos bienes temporales, y resolviéndose á
abrazar el estado del matrimonio, lo contrajo con una señora ilustre
llamada Paciencia , igual en las circunstancias y en los piadosos sen
timientos. Quisieron ambos dedicarse desde luego al servicio del Se
ñor, y conociendo que las obras de misericordia eran las mas gratas
á los ojos de Dios , se ocupaban con una ardiente caridad en socorrer
á los pobres, en consolar á los afligidos , y en hospedar á los pere
grinos ; por cuyos piadosos oficios les concedió el cielo dos ilustres
8 MATO
hijos , que llegaron á ser por su heroica santidad objetos de las ve
neraciones públicas de la Iglesia. Fueron estos san Lorenzo y san
Orencio ; este fue obispo de Aux , y aquel mártir insigne.
Viniendo á España san Sixto, pasó por Loret, en donde le dieron
hospedaje san Orencio y santa Paciencia , y quedando prendado de
las bellas prendas del jóven Lorenzo, lo llevó consigo á Roma con el
beneplácito de sus padres. Poco despues concluyó su carrera santa
Paciencia llena de merecimientos; y aunque ejercitó todas las virtu
des , en su rezado se hace especial memoria de su castidad conyu
gal , de la paciencia propia de su nombre , y de las limosnas con que
socorría las necesidades. La dió Orencio sepultura en el oratorio que
tenia en una heredad propia llamada Loret, como una media legua
de Huesca. Apenas hubo cumplido con este deber cuando Dios le
mandó por el ministerio de un Ángel que partiese con su hijo Oren
cio á la tierra que le mostraría. Obedeció Orencio inmediatamente á
la insinuacion del cielo, y dejando su casa y bienes, como otro Abra-
han por igual precepto, penetró los Pirineos, pasó á Francia , y llegó
al campo ó valle llamado Labedan en la diócesis de Tarbes , donde
desapareció la luz que le conducía , por lo que creyó el Santo que
era aquel el sitio donde quería el Señor que permaneciese. Supo que
aquel territorio estaba poseido de una legion de espíritus inmundos,
que causaban innumerables daños en los hombres , en los animales
y en los frutos, y compadecido de tantos males, los expelió con la
«ficacia de sus fervorosas oraciones.
Quiso Orencio no ser molesto á los vecinos del valle , y para ello
resolvió vivir con el trabajo de sus manos , siguiendo la profesion de
labrador, que era la que habia tenido en su patria. No encontró para
cultivar la tierra sino unos novillos bravos é indómitos ; pero haciendo
sobre ellos la señal de la cruz, quedaron como si fueran unos man
sos corderos. Tomó por ama á una anciana venerable, y por criado
á un hombre llamado Experto, de tan perversa intencion que, em
peñándose en causar todos los daños posibles á su amo, sembraba
zizaña en lugar de buena simiente en las tierras que labraba Oren
cio ; mas como Dios velaba sobre su fidelísimo siervo , le aumentaba
considerablemente las cosechas, á pesar de los reprobables ardides
de que se valia para impedirlo el mal criado. Conoció este el nin
gun fruto que producían sus diabólicas astucias , y dejando solos á
los bueyes en cierto día que se fué el venerable anciano á beber agua
de una fuente cristalina algo distante de la labor, devoró al uno de
ellos un furioso lobo que salió de aquellas selvas. Vió el siervo de
DIA I. , 9
Dios el estrago que causó la fiera ; pero mandando á esta en nom
bre de Jesucristo que hiciese los oficios del animal que mató, cum
plió con el precepto inmediatamente, con admiracion de cuantos
llegaron á entender aquel extraordinario prodigio *. Viendo Experto
que por estas maravillas se frustraban sus perversas intenciones, se
fingió enfermo con el fin de no atender á la labor, creyendo que por
este medio serian los daños inevitables: dejóle Orencio en la cama
para que se le asistiese ; pero apenas salió al cultivo de sus tierras,
cuando se apoderó un demonio del díscolo criado , atormentándole
tan furiosamente, que le impelía á arrojarse al fuego. Volvió el ve
nerable anciano de su labor, y compadecido del trabajo de su sir
viente, procuró expeler al inmundo espíritu con sus fervorosas ora
ciones. Prometió este dejar libre al que tiranizaba, siempre que el
Santo le diese permiso para entrar en el cuerpo de Cornilia ó Cor
neja ; y creyendo el siervo de Dios con su natural sencillez que se
ria una avecilla llamada así , no tuvo reparo en darle la licencia , en
fuerza de la cual se introdujo el demonio en el cuerpo de la hija de
un potentado de Francia llamada Cornelia.
Valióse el amante padre de todos los remedios espirituales para la
expulsion del enemigo infernal ; y afligido el demonio con los mas
eficaces exorcismos , protestó que no saldría del cuerpo de aquella
ilustre virgen sin mandato de Orencio , con cuyo permiso se habia
introducido. No fue difícil al potentado saber quién era aquel siervo
de Dios , porque la fama de su eminente santidad se habia esparcido
por diferentes partes del reino de Francia : buscóle inmediatamente,
y le rogó que se dignase visitar á su hija , para lanzar de ella al de
monio, puesto que habia confesado que no saldría sin su precepto.
Marchó el venerable anciano á visitar á la pobre doncella , y compa
decido de su miserable situacion , mandó al enemigo que la dejase
libre inmediatamente. Obedeció el inmundo espíritu sin dilacion el
precepto de Orencio , dejando cási muerta en tierra á la energú-
mena con el estrépito y con el furor que se despidió de ella; pero co
giéndola de la mano el siervo de Dios , la restituyó á sus padres per
fectamente sana. Ofreció á Orencio el potentado, agradecido de tan
singular beneficio, grandes bienes y exquisitas riquezas; pero todas
las rehusó por volverse al valle de Labedan á seguir el tenor de su
vida , como lo hizo con aviso superior.
1 Este portento se ve pintado en muchos retablos antiguos , especialmente
en uno de la metropolitana de Zaragoza, y en las puertas del retablo mayor de
Huesca.
10 MAYO
Como para Dios no hay casualidades , al pasar Orencio con su hijo
por la ciudad de Aux , fue elegido este y consagrado obispo de ella ;
y así desde esta ciudad tuvo Orencio que proseguir su viaje solo. Ha
lló difunta á su anciana ama, á quien llamaba madre con respeto á
sus venerables canas , y habiendo hecho oracion por ella , la resucitó
milagrosamente. Tuvo noticia en este tiempo del glorioso martirio
que padeció en la capital de Roma su hijo san Lorenzo : derramó mu
chas lágrimas por la pérdida de aquel insigne héroe de la religion
cristiana , que daba tanto honor á sus venerables canas , y aparecién-
dosele el santo Mártir entre gloriosos resplandores, le dijo que no
llorase su muerte , puesto que gozaba de la vision beatífica en pre
mio de la confesion que habia hecho al frente de los enemigos de Je
sucristo. Quedó el venerable anciano lleno de consuelo con tan agra
dable noticia , y amonestado por su hijo que volviera á su patria , la
que hallaria muy afligida de la sequía, y que por sus oraciones seria
socorrida del Señor, se puso en camino inmediatamente , con grande
sentimiento de todos los habitantes del valle de Labedan , que sin
tieron en el alma su ausencia , conociendo que por ella se les privaba
de los innumerables beneficios que les concedia el cielo por la pode-
josa mediacion del siervo de Dios. Presentóse Orencio en Huesca, y
fue recibido en ella con aquellas demostraciones de veneracion que
son muy fáciles de creer en unos ciudadanos que tenían formado an
ticipadamente el mas alto concepto de su eminente santidad , tan me
recido por la justificacion de su conducta y por sus piadosas obras.
Rogáronle que se condoliese de la grande esterilidad que padecía
loda aquella region , y habiendo recurrido á Dios con fervorosas ora
ciones , fue socorrida la tierra con lluvias abundantísimas.
Retiróse el venerable anciano á su casa de Loret con firme resolu
cion de pasar el resto de sus dias en el servicio de Dios ; y con verdad
pudo decirse que el tenor de su vida fue mas angélica que humana.
Así continuó por algun tiempo, hasta que lleno de dias y de mere
cimientos pasó á gozar de la vista de Dios, pocos años despues del
glorioso triunfo de su hijo san Lorenzo, que fue en el de 258. No
tardó el Señor en acreditar la gloria de su fidelísimo siervo con repe
tidos prodigios: luego que espiró, se vió su cuerpo rodeado de una
luz celestial que duró por espacio de tres horas ; y ejecutado su fu
neral con la pompa mas solemne , se le dió sepultura en su propio
oratorio de Loret cerca del de su esposa Paciencia , donde se conser
va, segun tradicion de aquellos naturales , que celebran la festividad
de ambos en el dia 1.° de mayo, y se valen de su poderosa interce
DIA L 11
sion especialmente en la escasez de lluvias , segun se acredita por la
oracion que se lee en los Breviarios antiguos de Huesca , lo que com
prueba esta gracia especial por la que invoca el pueblo su patroci
nio. Tambien ha librado algunas veces el Señor el territorio de Hues
ca , por los méritos de sus siervos , de la plaga de la langosta.

SAN SEGISMUNDO, REY DE BORGOÑA.

San Segismundo, rey de Borgoña, cuya memoria es y ha sido


siempre célebre en el principado de Cataluña, por haber ilustrado
con su portentosa vida aquel territorio, fue hijo de Gunebaldo, rey
de Borgoña, uno de los príncipes mas valerosos y mas guerreros que
se refiere* en los anales. Derrotó este á los francos, auxiliares de .su
hermano Gondeguiselo, y llegó con sus gloriosas -conquistas á Viena,
en tiempo que se hallaba obispo de aquella capital san Avilo, varon
verdaderamente digno de los mas altos elogios por su eminente san
tidad y por su celo apostólico. Empleó el ilustre Prelado toda su efi
cacia y toda su sabiduría para reducir al gremio de la Iglesia cató
lica aquel Soberano, que afeaba todas sus recomendables prendas con
el borron de la herejía arrianade que estaba infectado; y aunque fue
ron inútiles todos los esfuerzos que hizo el Santo para vencer la obs
tinacion de Gunebaldo , tuvo el consuelo de ver cumplidos sus de
sees en su hijo Segismundo , príncipe adornado de las mas bellas
cualidades que pueden apetecerse en los inmediatos sucesores á los
cetros. Instruyóle san Avito en todos los principales misterios que
cree nuestra santa Beligion , especialmente en el dogma , que era el
punto principal de las reñidas disputas entre los ortodoxos y los Ar
ríanos , y convencido el ilustre joven de la inefable verdad del artí
culo católico, fue uno de los defensores mas acérrimos de la divini
dad de Jesucristo que impugnaban los herejes arríanos.
No contento el Santo con haber enseñado á Segismundo las ver
dades esenciales de la fe , imprimió en su tierno corazon las piadosas
máximas del santo Evangelio , á las que correspondió con tanta fi
delidad , que arregló sus costumbres con el espíritu de la ley santa
de Bios. Parecióle que en la corte no podia dedicarse al noble objeto
que le inspiraban sus deseos; y como estos no eran otros que aten
der al importante negocio de su eterna salvacion , resolvió retirarse á
un desierto léjos de su patria , donde pudiera dedicarse enteramente
al servicio del Señor, libre de los peligros á que está expuesta en el
mundo la inocencia. Con esta mira pasó á España disfrazado, y ea
12 MAYO
tró en ella por el principado de Cataluña : hizo confesion general de
todos sus pecados con el mayor dolor y con el mayor arrepentimiento
en la ciudad de Vich, y habiéndose informado de las montañas mas
encumbradas de aquel territorio , se dirigió á las de Monseny con
ánimo de sepultarse para siempre en aquella soledad , donde eligió
para su habitacion una cueva espantosa que solo podia servir de
abrigo á las fieras. Cuando se vió Segismundo en lugar tan retirado
de todo comercio humano, se sintió mas que nunca encendido en el
amor á los ejercicios eremíticos; y con efecto, soltando las riendas á
su fervor, renovó con el rigor de su abstinencia y de sus asombro
sas mortificaciones aquellas espantosas imágenes de penitencia que
se leen de los solitarios de los desiertos de Egipto ; pero el Señor en
dulzaba estas austeridades maravillosamente con el don de la con
templacion que le concedió, siendo su vida una continua medita
cion de las grandezas divinas y de las verdades eternas.
Envidioso el demonio de los progresos que hacia el ilustre jóven,
movió todas sus máquinas para retraerle de su buen propósito : pú
sole delante de los ojos los grandes bienes que habia abandonado, la
debilidad de su temperamento, los horrores del desierto, y los ries
gos de la soledad. Viendo frustrados semejantes artificios, le atacó
con las armas de la sensualidad , atormentándole con los mas torpes
pensamientos , y con las rebeldías de la carne ; pero resistiendo Se
gismundo, asistido de la divina gracia, á tan fuertes combates , con
siguió una completa victoria , sin otras armas que las de la oracion
y las de la penitencia , sin perder jamás de vista á la Madre de la
pureza, en quien despues de Dios tenia colocada toda su confianza.
Dos años y medio poco mas ó menos pasó Segismundo en aquel
tenor de vida mas angélica que humana , cuando resolvió su padre
buscarlo á expensas de las mas exquisitas diligencias: encontróle en
fin , pero no le conoció por lo desfigurado que le habian puesto sus
rigorosas penitencias. Descubrióse el siervo de Dios, viendo la aflic
ción y angustia de su político padre , y lleno este de extraordinaria
alegría , le obligó á que volviese á Borgoña , á pesar de las mas tier
nas lágrimas y de los mas humildes ruegos con que le suplicó le
dejase en aquella soledad para atender al importante negocio de su
eterna salvacion , que era el único objeto de todos sus deseos.
Ocurrió la muerte de Gunebaldo , y habiéndole sucedido Segis
mundo en el reino de Borgoña, acreditó desde luego que permane
cían indelebles en su corazon aquellas piadosas máximas que impri
mió en él su sábio y santo maestro, en cuyo ejercicio se habilitó en
DIA I. 13
el desierto. No es fácil explicar el porte que observó el ilustre Prín
cipe desde el momento que ascendió al trono. El primer cuidado del
Santo desde su coronacion fue proceder contra los herejes arria-
nos , enemigos irreconciliables de los Católico's , valiéndose de toda
su autoridad para purificar el reino de los desórdenes y de los vi
cios que se habian introducido en él á pretexto de costumbres ^so
licitando siempre el mayor lustre de la Religion , por sus leyes y
ejemplos. Distinguióse sobre todo en el culto y en la veneracion para
con los Mártires que habian derramado su sangre por amor de Je
sucristo, y teniendo en sus dominios la iglesia de San Mauricio,
donde estaban sus reliquias, con las de sus ilustres compañeros de
la legion Tebea, hizo construir en ella un suntuosísimo monasterio,
en el que congregó ilustres monjes de conocida virtud , que se ocu
paban en él con mucha frecuencia en todos los ejercicios que reco
mienda nuestra sania Religion. Quiso el Señor premiar la devocion
del devotísimo Rey con exquisitos favores, entre los cuales fue muy
memorable la revelacion que tuvo, para que hiciese que se cantasen
los oficios divinos alternativamente por dos coros, á fin de que imi
tasen los monjes á los Ángeles en las alabanzas de Dios.
Casó Segismundo con Amalabenga, hija de Teodorico, rey de Ita
lia, y tuvo en su matrimonio un hijo llamado Siagro ; pero habiendo
muerto aquella Princesa, verdaderamente digna de semejante en
lace, contrajo segundas nupcias con una señora noble, bien que
muy desigual en los sentimientos ; la cual miraba con una suma aver
sion á su hijastro , y por lo mismo no cesaba de incitar contra él á su
padre. Viola el Príncipe cierto dia con los preciosos vestidos de su,
difunta madre', y manifestándola lleno de sentimiento que no era dig
na de ponerse aquellos adornos , fue tanta la ira que concibió la ma
drastra, que para provocar á su marido á una venganza injusta, se
valió de la calumnia, que solo cabe en una mujer despechada , per
suadiendo á Segismundo con toda la eficacia que le dictó su coraje
que aspiraba Siagro no solo á despojarle del reino , sino á quitarle
la vida ; y dando crédito el religioso Monarca á la falsa delacion , ar
rebatado de un extraordinario movimiento, dió orden á sus pajes
para que ahogasen al Príncipe cuando estuviese dormido. Hiriéronla
así los pajes ; pero apenas se cometió el homicidio , cuando arrepen
tido Segismundo de aquel horrible atentado , se echó sobre el cadá
ver de su amado hijo , y bañándole con copiosas lágrimas , no cesaba
de pedir al Señor perdon de su delito. Retiróse al monasterio de Saa
Mauricio, que era el asilo de todas sus aflicciones, á fin de aplacar
2 10510 v.
14 MATO
la justicia divina con frecuentes vigilias , con rigurosos ayunos y con
asombrosas penitencias , valiéndose de la intercesion de los santos
Mártires para alcanzar el perdon ; y oyendo Dios con agrado las re
verentes súplicas del arrepentido Rey nacidas de un corazon contri
to y humillado , dándose por satisfecho , quiso premiarlas con la co
rona del martirio.
HabiamuertoGunebaldo, padre de Segismundo, ásu hermano Chil-
perico, de quien quedó Clotilde, que casó con Clodoveo, rey de Fran
cia; y deseando esta vengar la muerte de su padre, provocó á sus
hijos Clodomiro , Childeberto , Clotario y Teodorico para que toma
sen las armas contra Segismundo y su hermano Gundemaro. Entra
ron aquellos con un poderoso ejército en el reino de Borgoña , des
preciando todas las proposiciones de paz que les hizo el santo Rey , á
fin de qaue no se derramase la sangre de sus vasallos ; pero conocien
do los borgoñeses la disparidad de sus fuerzas con las superiores de
los francos , reuniéndose muchos de ellos con los vencedores , para
libertarse de los estragos de la guerra , prometieron entregarles á su
inocente Rey, que se habia retirado cerca deLyon, huyendo de la
ferocidad de sus perseguidores. Supo Segismundo la promesa de sus
pérfidos vasallos , y queriendo librarse de los traidores , se cortó el
cabello ; y vestido de monje se ocupaba en fervorosas oraciones , en
rigurosos ayunos y en asombrosas penitencias, pidiendo al Señor
templase la cólera de los francos ; mas como Dios le disponía para la
corona del martirio , permitió que llegasen al lugar donde estaba
ciertos borgoñeses fingiendo amor á su Rey, y apoderándose de él,
le entregaron á sus enemigos.
Llevó Clodomiro preso á Orleans á Segismundo con su mujer y
con sus hijos, resuelto á quitarles la vida: aconsejóle san Avito,
abad del monasterio de San Máximo, varon de santidad conocida,
que se abstuviese de aquel hecho verdaderamente indigno de un mo
narca vencedor , si deseaba conseguir la victoria que se prometía ;
amenazándole que de lo contrario moriría á manos de sus enemigos.
Despreció el soberbio franco tan saludable monicion, y quitando la
vida al santo Rey, á su mujer y á sus hijos, en el dia I o de mayo
del año 515, en una aldea de Orleans llamada Colnmpina ó Colum
na, hizo que se echasen los cadáveres en un pozo. No quedó sin el
merecido castigo el injusto homicidio dol Santo , pues habiéndole su
cedido en el reino de Borgoña su hermano Gundemaro, atnifiado
este de Teodorico , rey de Italia , continuaron ambos la guerra con
el mayor ardor contra los francos , en la que valiéndose Gundemaro
DIA L 15
de un ardid ingenioso , cortó la cabeza á Clodomiro en la batalla que
se dieron los dos ejércitos cerca de Viena.
Tres años permanecieron en el pozo los cuerpos de san Segismun
do, de su esposa y de sus hijos , sin que experimentasen la mas leve
corrupcion; mas queriendo Dios que se extrajesen de aquel logar
indecente las venerables reliquias , llamó la atencion de ios fieles coa
la prodigiosa maravilla de dejarse ver por la noche muchas luces ce
lestiales sobre el lugar de su estancia. Tuvo aviso superior el abad
de San Mauricio para que sacase del pozo los cuerpos de los Santas ;
y no sabiendo cómo ejecutarlo , le inspiró el Señor que se valiese de
Asemundo , persona de grande aprecio para con Teodomiro , que
habia sncedido á su hermano Clodomiro en el dominio de Orleans.
Concedió gustoso este Príncipe en que se hiciese la extraccion pre
tendida, y ejecutada se trasladaron las venerables reliquias al mo
nasterio de Agauno , donde se depositaron con toda magnificencia en
la capilla de San Juan Bautista , en la que son tenidas en grande ve
neracion , y se ha dignado el Señor acreditar la gloria de su fidelísimo
siervo con repetidos milagros. •
Habia dejado el santo Rey en la cueva que hizo penitencia, cerca
de Viladran , pueblo de Cataluña , dos cruces , y queriendo Dios
despues de ranchos siglos manifestar aquellas adorables reliquias , se
valió de un suceso bien extraño. Apacentaba cierto pastor de un la
brador , llamado Gad, una vacada en las montañas de Monseny, y
observó que, separándose un toro de los demás del ganado , iba todos
los dias á la eaeva del Santo , donde se ponía de rodillas. Notició at
rector de Yiladrau aquella novedad , y certificado este por sí de la
maravilla, dió parte al obispo de Vich, quien consultando el caso
con su cabildo , pasó con sn clero á la misma coeva , en la que ha
llaron al toro de rodillas: mandó el prelado cavar en aquel sitio, y
habiéndose encontrado las dos cruces que dejó en ella Segismundo,
dispaso que se trasladasen con la mayor devocion á la parroquia do
Viladran; pero al siguiente dia regresaron por mano invisible á la
cueva de donde se extrajeron. Igual prodigio sucedió en la segunda
y tercera vez que se transfirieron á otras partes, por lo que conven
cido ei obispo que era voluntad de Dios que allí permaneciesen, hizo
eonstruír en la misma cueva una iglesia en honor del Santo, por
cuya poderosa intercesion ha obrado el Señor muchos milagros.

8*
16 MATO

SAN FELIPE, T SANTIAGO EL MENOR, APÓSTOLES.

El glorioso san Felipe, apóstol, distinto del otro Felipe colocado


por los Apóstoles en el número de los siete diáconos , fue uno de los
primeros que llamó el Salvador á esta dignidad. Era natural de Bet-
saida, ciudad de Galilea á las márgenes del lago de Genesaret,
donde habian tambien nacido Pedro y Andrés. Algunos creen que
fue casado, y en los escritores de los primeros siglos hallan memoria
de tres hijas suyas; hombre piadoso y muy respetado de los judíos,
como dice san Crisóstomo, que empleado continuamente en la me
ditacion de la Ley y de los Profetas , esperaba con profunda religion
al Mesías prometido , que habia de ser la redencion de Israel.
Habiendo dicho públicamente'el Bautista en presencia de sus dis
cípulos que Jesús era el Cordero de Dios , Andrés y Simon , que
despues se llamó Pedro , le siguieron inmediatamente ; y como al dia
siguiente partiese Jesús para Galilea, encontrando á Felipe en el ca
mino , no le dijo masque estas palabras : Sigueme; con las cuales no
solo inspiró en su corazon una ardiente generosa resolucion de de
jarlo todo por seguir á Cristo , sino un celoso deseo de conquistarle
todos los discípulos que pudiese. Con efecto , poco despues , como hu
biese encontrado Felipe á Natanael , le dijo que habia tenido la di
cha de hallar á aquel de quien tanto habia hablado Moisés en los li
bros de la Ley , y á quien habian retratado los Profetas ; y diciendo
y haciendo le condujo al Salvador. Asegura san Clemente Alejan
drino , como cosa inconcusa, que ninguno ponía en duda que fue san
Felipe aquel mancebo que habiendo pedido licencia á Cristo para ir
á enterrar á su padre , el Señor le respondió : Deja á tos muertos que
entierren á sus muertos.
Desde entonces siguió Felipe á Cristo tan de veras , que no se vol
vió á separar de su compañía. El año siguiente fue escogido para el
apostolado , y contado entre los doce , nombrándole el Evangelio in
mediatamente despues de san Juan. Acredita bien la especialidad con
que el Salvador amaba á san Felipe la distincion que hacia de él.
Cuando quiso hacer el milagro de la multiplicacion de los panes , le
preguntó, para sondearle, dónde hallarían pan para tanta muchedum
bre. En cierta ocasion , queriendo unos forasteros ver á Cristo , se
valieron de san Felipe para que se lo facilitase , persuadidos á que
era el que mas privaba con el Salvador. Cuando este, en aquel gran
sermon que hizo á sus Apóstoles despues de la última cena, les ha
DIA I. . 17
bló de su Padre, san Felipe tuvo la confianza de suplicarle que se
sirviese de hacérsele vér á todos , porque todos lo deseaban mucho ; á
lo que el Señor íe respondió : Felipe, el que me ve á mí, ve á mi
Padre.
Despues de la ascension de Cristo á los cielos , y de la venida del
Espíritu Santo , cuando los Apóstoles se dividieron por todo el mun
do para llevar á todo él la luz del Evangelio , san Felipe fué á predi
car la fe á la provincia de Frigia , donde convirtió muchas almas , y
obró muchos milagros. Habiendo llegado á Hierápolis , se compa
deció mucho, viendo que aquel pobre y ciego pueblo adoraba por
Dios á una monstruosa víbora; y lleno de una santa indignacion y
fogoso celo la hizo pedazos. Abrió los ojos á aquella pobre gente ; hí-
zola visible la grosería de sus errores , y convirtiendo á la fe á toda
la ciudad, fundó en ella una floreciente iglesia. Pero no le dejó en
paz la cólera del demonio ; porque irritados los sacerdotes de los ído
los y los magistrados á vista de los maravillosos progresos que hacia
el Cristianismo , resolvieron quitar la vida al santo Apóstol. Echaron
mano de él , y despues de haberle tenido preso algunos días , le des
pedazaron con crueles azotes , y amarrándole á una cruz comenza
ron á apedrearle. Sobrevino un furioso terremoto, que atemorizan
do á los gentiles , y poniéndolos en precipitada fuga , dió lugar á los
cristianos para que bajasen de la cruz á san Felipe ; mas conociendo
el Santo que ya le quedaban pocos instantes de vida, les rogó que
le dejasen acabarla en la cruz , á ejemplo del Salvador ; y habién
dole concedido este consuelo , espiró en ella poco tiempo despues,
encomendando á Dios su alma y su pueblo. Sucedió esta preciosa
muerte el 1.° de mayo del año de M , segun Baronio ; ó hácia el año
de 90 , en opinion de los que dan á san Felipe ochenta y siete años.
Lleváronse á Constantinopla parte de sus sagradas reliquias , y otra
parte de ellas se venera en Roma en la iglesia de los santos Apósto
les, que comenzó el papa Pelagio I, y acabó Juan III, su sucesor.

Santiago , á quien se le dió el nombre del Menor, para distinguir


lo del otro Santiago , hijo del Zebedeo y hermano de san Jtian que
era mayor que él en edad , ó mas antiguo en el llamamiento al apos
tolado, fue hijo de Alfeo y de María, hija de Cleofás, prima herma
na de la santísima Virgen ; por cuyo estrecho parentesco se la llama
tambien hermana de esta Señora , segun el estilo de los judíos, que
acostumbran llamar hermanos y hermanas á los parientes muy cer
canos ; y por la misma razon es llamado nuestro Santo en el Evaa
18 t HAYO
gelio hermano de Cristo, aunque eu realidad no era mas que primo
suyo.
Nació Santiago algunos años antes que el mismo Cristo, y segun
Hegesipo , fue santo desde el vientre de su madre ; quiere decir , que
sus padres le consagraron al Señor antes de nacer , destinándole des
de entonces á seguir toda la vida la regla de los nazareos, como lo
desempeñó con fidelidad hasta la muerte.
Su vida, dice san Jerónimo, fue un perpétuo ayuno; pues desde
niño se prohibió enteramente el uso del vino y de toda carne : siem
pre andaba con los piés descalzos ; y, en fin , era tantasu penitencia,
que, como afirma san Crisóstomo , mas parecía esqueleto que hom
bre vivo. Á la penitencia exterior del cuerpo correspondía el fervor
interior del espíritu ; pues teniendo presente la especialidad con que
estaba dedicado al servicio de Dios , casi desde la cuna se puso per
pétuo entredicho á todos los gustos y diversiones de la vida. Pare-
cia que la oracion era su único empleo , pues á todas horas se le en
contraba en el templo , pidiendo á Dios perdon por el pueblo , y cla
mando continuamente por su salvacion ; de cuyo ejercicio de orar
de rodillas y sin arrimo llegó á criar en ellas unos callos tan duros
como los de un camello. Supo granjearse tanta estimacion y tan ex
traordinaria autoridad con toda clase de personas , por la modesta
simplicidad y llaneza de su vestido , por su aire , por su compostura
y por la santidad que resplandecía en todas sus acciones , que era el
único láico á quien se permitia entrar en el santuario , y todos le lla
maban comunmente el Justo. En una gran sequía que hubo , levan
tando las manos al cielo nuestro Santiago , luego llovió abundante
mente; lo que sin duda fue ocasion de que se le añadiese el sobre
nombre de Oblia, que quiere decir en lengua siríaca, el que man
tiene alpueblo, ó la fortaleza de Dios.
Tal era Santiago el Menor cuando el Salvador del mundo se dig
nó llamarle al apostolado. No nos dice el Evangelio ni el tiempo ni
la ocasion con que fue escogido para él ; solamente le cuenta el no
veno entre los Apóstoles , y es probable que hasta el segundo año de
la predicacion de Cristo no fueron agregados al colegio apostólico
Santiago y su hermano san Juan.
Asegura san Epifanio que Santiago se conservó perpétuamente
en el celibato. Los discípulos le llamaban comunmente el hermano
de; Cristo ; expresion que da bastante á entender la especial ternura
con que Santiago amaba á su Maestro , y tambien aquella con que
«ja correspondido de él.
DIA I. 19
Es antigua tradicion , segun dice san Jerónimo , que la noche de
la cena hizo propósito Santiago de no comer ni beber hasta que Cris
to resucitase ; y que por eso se le apareció el Señor inmediatamente
despues de su gloriosa resurreccion. Lo cierto es que, habiendo re
sucitado Cristo , se le apareció á Santiago en particular , como lo afir
ma san Pablo , despues de haberse dejado ver de san Pedro y de los
demás Apóstoles ; y añade san Clemente Alejandrino , uno de los es
critores mas antiguos de la Iglesia, que despues de la resurreccion
comunicó el Salvador el don de ciencia á san Pedro , á Santiago el
Justo y á san Juan; esto es, como lo explica el mismo Padre, una
superabundante luz, penetracion y sobrenaturales iluminaciones pa
ra el desempeño de los diferentes ministerios á que los tenia desti
nados su divina Providencia.
Despues de la triunfante ascension á los cielos , habiendo quedado
san Pedro nombrado por el mismo Cristo cabeza visible de toda su
Iglesia, fue Santiago declarado obispo de Jerusalen; asegurando san
Jerónimo que en esto los Apóstoles no hicieron mas que declarar
solemnemente á todos los discípulos la eleccion que Cristo habia he
cho de nuestro Santo para e,l gobierno de aquella iglesia particular,
que podía llamarse la cuna del Cristianismo. Y á la verdad, no parecía
posible señalarse otro pastor que fuese mas grato ni mas respetable
á los judíos convertidos á la fe, que componían aquella iglesia.
Poblóla bien presto por el celo de que estaba dotado , acompaña
do de aquella dulzura y de aquella gran virtud que le granjeaban
tanta veneracion , especialmente por ser sostenida de una vida aus
tera, mortificada y penitente , autorizada con visibles milagros. Cor
respondía maravillosamente el fervor de los nuevos fieles al ardiente
celo del santo pastor , y triunfó la constancia de su fe con esplendor
y con ruido en la primera persecucion que suscitó el infierno en
Jerusalen contra la Iglesia.
La dulzura, la inocencia y la modestia de Santiago no contribu
yeron poco á ganarle los corazones de muchos judíos, aun de los prin
cipales de la nacion , que se convirtieron á la fe de Cristo ; crecien
do cada día visiblemente el número de los fieles por la predicacion
de nuestro Santo. Este , á ejemplo de su divino Maestro , condescen
día en todo lo posible con la vehemente pasion que tenían los judíos
recien convertidos por las ceremonias de la Ley ; condescendencia
prudente que , siendo en puntos poco esenciales , conquistó gran nú
mero de judíos , bien que no dejó de ser ocasion de algunas turba-
20 MATO
Algunos cristianos de Judea , demasiadamente celosos por la Ley,
inquietaron la iglesia de Antioquía, queriendo obligar á los gentiles
á la circuncision. Con esta ocasion despacharon ,á san Pablo y á san
Bernabé por diputados á san Pedro , Santiago y san Juan , que se
hallaban en Jerusalen , como á oráculos de la verdad , depositarios
de la fe y columnas de la Iglesia , como habla san Pablo en la epís
tola á los de Galacia , y se celebró en aquella ciudad el primer conci
lio, en que presidió san Pedro. Este refirió las maravillas que por
su ministerio habia obrado Dios en favor de los gentiles convertidos,
á quienes su Majestad habia comunicado el Espíritu Santo como á
todos los demás fieles; y concluyó, que pues ninguno podia ser sal
vo sino por la gracia del Redentor, no era razon que se les obligase
á cargar con un yugo de que el mismo Redentor los habia librado.
Cuando san Pedro acabó de hablar , tomó la palabra Santiago,
como obispo diocesano, y dijo así : Hermanos, prestadme atencion:
Simon os ha acabado de explicar como Dios ha querido entresacar de
los gentiles un pueblo que fuese suyo; siendo esto lo que concordemente
nos anuncian las palabras de los Profetas, segun aquello que está es
crito: Yo vendré despues, y reedificaré la casa de David: repararé
lo que estuviere arruinado , para que todos los demás pueblos y na
ciones, que son conocidas con mi nombre, busquen al Señor. El
mismo que hizo estas cosas, es el que habla de esta suerte. Diosen todo
tiempo conoce la obra de sus manos ; por eso soy de parecer que no se
inquiete á los gentiles que se convierten á Dios. Pero se les debe escri
bir que se abstengan de todo aquello que ha quedado inmundo por haber
sido ofrecido á los ídolos de la fornicacion, de animal que murió aho
gado, y de sangre. Siguióse este parecer; y los Apóstoles, los pres
biteros , con toda la Iglesia , fueron de sentir que se volviese á des
pachar á Antioquía á Pablo y á Bernabé, acompañados de Judas y
de Silas , á quienes se les entregó una carta concebida en estos tér
minos : Ha parecido al Espíritu Santo y á nosotros , no cargaros mas
que aquello que es necesario; esto es, que os abstengais de las cosas sa
crificadas á los ídolos, de la fornicacion, etc.; absteniéndoos de todo
esto, haréis bien á Dios.
Crecía mientras tanto cada dia el número de los fieles en Jerusa
len por el celo, por la dulzura y por la devota piedad de nuestro
Santo. Manejaba con gran destreza la excesiva y obstinada delicade
za de los judíos, tolerando todo aquello que no era incompatible con
el Cristianismo , y ganando su corazon y su confianza con esta cris
tiana condescendencia , para irlos poco á poco disponiendo á desem
DIA I. 21
barazarse de aquellas inútiles ceremonias legales á que. estaban tan
adheridos. Habiendo venido san Pablo á Jerusalen el año 58 , luego
al dia siguiente pasó á visitar á Santiago , el cual le aconsejó que no
mostrase condenar ciertas ceremonias de la ley antigua de poca con
secuencia , por no escandalizar á aquellos espíritus flacos ; y el Após
tol se conformó con este dictamen.
Despues de la muerte de Festo , gobernador de la Judea, yantes
que llegase Albino su sucesor , irritados los fariseos y los doctores de
la Ley de los grandes progresos que hacia la religion cristiana en to
da la Judea, y especialmente en Jerusalen, resolvieron hacer todo
lo posible para exterminarla. El año de 62 , Anano, pontífice que
era á la sazon , hijo de aquel otro Anano ó Anás , cuñado de Caifas,
de quien hace mencion el Evangelio , quiso aprovecharse del inter
regno , y convocó el gran Consejo , llamado Sanedrín , para tratar de
los medios mas conducentes al logro de su intento. El expediente
mas eficaz y mas breve que se les ofreció de pronto, fue precisar á
Santiago el Justo á que negase á Cristo, abjurase de su religion, y
desengañase al pueblo, así con sus palabras como con su ejemplo.
Mandáronle comparecer ante el Consejo ; y luego que se divulgó por
la ciudad la noticia , todo el pueblo concurrió al consistorio , movido
de la reputacion del Santo. Llenóse la sala donde se celebraba el
Sanedrín de las personas mas distinguidas y mas considerables de
la ciudad. Hegesipo dice que los ancianos ó los consejeros afectaron
consultarle algunos puntos , para cogerle en alguna respuesta que
sirviese de pretexto para condenarlo ; pero lo cierto es que muchos
procedían de buena fe en las preguntas que le hacían. Te hemos lla
mado, le dijeron , para que nos ayudes á abrir los ojos al pueblo, apar
tándole de sus desvarios , y haciéndole reconocer sus errores. Ya ves
que todos se declaran parciales y sectarios de la doctrina de Jesús , per
suadidos de que fue el prometido Mesías. Es menester que desengañes
hoy á ese numeroso alucinado pueblo que ha concurrido de todas par*
tes con ocasion de la solemnidad de la Pascua; porque todos te veneran
por hombre justo, veraz é incapaz de dejarle mover de algun humano
respeto: consiguientemente todos están dispuestos á rendirse al testimo
nio que prestares á la verdad. Sube, pues, á la galería del templo, pa
ra que mejor puedas ser oido del innumerable concurso, y sepan todos
de ti, así lo que tú crees, como lo que ellos deben creer.
Habiéndose dejado ver Santiago en la galería , comenzaron los Es
cribas y Fariseos á gritarle desde abajo : Dinos, hombre justo, qué
juicio hemos de hacer de aquel Jesús que fue crucificado; porque todos
22 MAYO
nos conformaremos con tu prudente dictamen. Entonces Santiago , es
forzando la voz todo cuanto pudo, clamó : Oid, hermanos mios, el
testimonio que voy á dar á la verdad. Ese Jesús, Hijo del Hombre, de
quien vosotros hablais, está en el cielo sentado á la diestra de Dios Pa
dre, como Hijo verdadero suyo, y algun dia vendrá en el trono de las
nubes á juzgar á todos los hombres ; porque es el Mesías que espera
ron nuestros padres, y debe ser toda nuestra confianza y la esperanza
de Israel.
Apenas acabó de decir estas palabras el Apóstol , cuando un cre
cido número de judíos, movidos de tan ilustre como valeroso testi
monio, creyeron en Jesucristo, y comenzaron á alabar á Dios á voz
en grito , diciendo : Hosanna al Hijo de David. Pero los Escribas y
Fariseos , arrepintiéndose , aunque ya muy tarde , de lo que habian
hecho, vueltos á la muchedumbre comenzaron á gritar por todas par
tes : Pueblo, que el Justo se engaña; y llenos de rabioso furor contra
et Santo , subieron á la galería , y le precipitaron abajo desde lo mas
alto del templo. No quedó muerto del golpe, y poniéndose inmedia
tamente de rodillas, hizo oracion á Dios por los que le quitaban la
vida; pero no pudiendo estos sufrir que sobreviviese á la caida, co
menzaron á disparar contra él una espesa lluvia de piedras, á tiem
po que hallándose cerca del Santo un tundidor, que por casualidad
tenia en la mano el cabestan con que apretaba los paños , le descar
gó tan furioso golpe en la cabeza, que acabó finalmente de matarle.
Así murió Santiago el Menor el mismo dia de Pascua del año 62,
habiendo gobernado cerca de veinte y nueve años la iglesia de Je-
rusalen ; y se tiene por cierto que le dieron sepultura en el mismo
lugar donde fue martirizado. Fue tan llorada su muerte , aun de los
mismos judíos, que calificándola de injusta, creyeron haber sido una
de las principales causas de las públicas terribles calamidades con
que fue afligida y castigada su nacion , atribuyendo á ella hasta la
funesta ruina de Jerusalen , que sucedió ocho años despues de la
muerte de nuestro Apóstol. Su cátedra se conservaba en Jerusalen
con grande estima en los primeros siglos de la Iglesia. Dícese que
sus reliquias fueron trasladadas á Constantinopla en et siglo VI. Pe
ro de ellas debia estar separada la cabeza r la cual se conservó en una
pequeña iglesia cerca de Jerusalen hasta el siglo XII ,. en cuyo prin
cipio fue hallada junto con un pedazo de sepulcro det Salvador y un
hueso de san Esteban. Guardábanse estas reliquias en un vaso de
plata dentro de otro de marfil. Trájolas á España por aquel tiempo
Mauricio, obispo de Coimbrar que despues fue arzobispo de Braga
DIA I. 23
y antipapa, y las depositó en la iglesia de Carrion. De aquí fueron
trasladadas al templo de San Isidro de Leon , donde estuvieron has-
la el año 1154 en que por voluntad de la reina D." Urraca fue lle
vada á Compostela la cabeza de nuestro santo Apóstol por D. Diego
Gelmirez, obispo de aquella iglesia.
Escribió Santiago como obispo de Jerusalen y como apóstol muy
particular de los judíos aquella admirable epístola que] entra en el
número de los libros canónicos del Nuevo Testamento , y es la pri
mera de las siete epístolas católicas , llamadas así , porque no se di
rigen á alguna persona ó iglesia particular, sino á la universalidad
de todos los fieles. Así, pues, estase dirige á todas las doce tribus;
esta es , á todos los judíos esparcidos en toda la redondez de la tierra,
y siempre ha sido estimada como un excelente compendio, quinta
esencia ó medida de toda la moral cristiana. Su estilo es vivo , apre
tado , eficaz , y en ninguna otra parte se leen reprendidos los abusos
con voces mas enérgicas ni mas expresivas.
HIMNO.
Trtites erant apostoli Tristes lloraban y sumamente afligidos
De Christi acerbo funere, Los apóstoles la cruel muerte de Jesús ,
Quem niorte crudelissima Aquella muerte atroz que unos viles bandidos
Servi necarant impii. Le dieron sin piedad en una infame cruz.
Sermone verax angelus Con voz veraz y alegre un ángel del Señor
Mulieribus prcedixerat : Á unas mujeres habla y nuevas faustas da ;
Max ore Christus gaudium Diceles que el Cristo , objeto de su amor,
Gregi feret fidelium. Á sus fieles muy pronto gozo les dará.
Ad anxios apostolos Ellas á los apóstoles van todas presurosas
Currunt statim dwn nvmtirn; Para trocar sus ansias en viva alegría;
JlUe micantis obvia No obstante á Galilea corren afanosas
Christi tenent vestigio. Siguiendo de Jesús los pasos á porfía.
Galikeee ad alta montium , Apenas han llegado aquellos á saberlo,
St conferunt apostoli, Tambien á Galilea vuelan con ardor
Jesuque, voti compotes , Para ver á Jesús , y logran luego verlo
Almo beantur lumine. Hermoso y radiante de divino esplendor.
O sis perenne mentibus Para participar todos perennemente,
Paschale Jesu gaudium: Ú divino Jesús, de tu gozo pascual,
A morle dira criminum Libra á nuestras almas de muerte delincuente
Titee renatos libera. Ya que las reengendraste á la vida inmortaL
Deo Patri tit gloria, Honor y gloria al Padre ,
El Filio, qui a mortuis Al Hijo gloria y honor,
Surrexit, ac Paraclito, Al Hijo que murió y vive ya triunfante,
/» sempiterna soxuta. Gloria y honor tambien al de entrambos Amor.
Amen. Amen.
la Misa es en honra de los santos apóstoles Felipe y Santiago, y la
Oracion es la que signe :
Deus, gui ñor annua apostolorum Ó Dios , que cada año nes alegras
tuorum Philippi et Jacobi solemnitate con la solemne festividad de tas apos-
24 MAYO
Icetificas; prasta, qucesumus, ut, quo- toles Felipe y Santiago ; concédenos
rum gaudemus meritis, instruamur que imitemos los ejemplos de aquellos,
exemplis : Per Dominum nostrum Je- de cuyos merecimientos nos regocija-
sum Christum... mos.PorNuestroSeñor Jesucristo.etc.

La Epístola es del capítulo v del libro de la Sabiduría.


Stabunt justi in magna constantia Estarán los justos con grande áni
adversus eos qui se angustiaverunt, et mo contra los que les afligieron, y les
qui abstulerunt labores eorum. Videntes quitaron el fruto de sus trabajos. Los
turbabuntur timore horribili, et mira- malos á su vista se llenarán de temor
buntur in subitatione insperatoe salutis, y de horrible espanto, y estarán sor
dicentes intra se, pcenitentiam agentes, prendidos del susto, viendo al instan
et prm angustia spiritus gementes. Hi te contra su esperanza á los justos sal
sunt, quos habuimus aliquando in de- vos y con tanta gloria, diciendo entre
risum, el in similitudinem improperii. sí penetrados de un vivo sentimiento,
Aos insensati vitam illorum astimaba- y arrancando gemidos de su corazon
mus insaniam, et finem illorum sine angustiado: Estos son los que en otros
honore : ecce quomodo computati sunt tiempos fueron el objeto de nuestras
inter filios Dei, et inter sánelos sors il burlas , y los que poníamos por ejem
lorum est. plo de personas dignas de todo opro
bio. Nosotros, insensatos, reputába
mos su vida por necedad , y su muerte
por deshonra ; no obstante , miradlos
elevados entre los hijos de Dios , y que
tienen su suerte entre los Santos.
REFLEXIONES.
Mientras están en esta vida los buenos que son injustamente per
seguidos , la paciencia y la humildad , inseparables de la verdadera
virtud , les cierra la boca , los hace como mudos , y cási como si fue
ran insensibles, impidiéndoles levantar el grito contra aquellos que
los oprimen , que los sofocan , y que hacen cuanto pueden para ar
rancarles el fruto de sus trabajos. Pero cuando se acabe este puñado
de dias, cuando se llegue al alegre fin de este triste destierro, cuando
juntamente con él cese la injusta persecucion , cuando estos dichosos
escogidos entren en el gozo de su Dios , y tomen posesion de la glo
ria eterna, ¡ qué no tendrán que decir, y cuánto avergonzarán á los
que trataron tan indignamente á la virtud y á la Religion ! Y ¡ qué
sentirán entonces , qué despecho será el de aquellos que ejercitaron
tanto su paciencia !
Que persigan á la virtud aquellos que son impíos de profesion,
adelante , ninguno debe extrañar que los enemigos declarados ha
gan la guerra. Pero que las mas duras , las mas sensibles persecu-
-ciones que tienen que padecer los buenos vengan muy ordinaria
DIA I. 25
mente de aquellos mismos que debieran protegerlos ; que la indiges
tion , el mal humor, y tal vez la durísima aspereza de aquellas mismas
personas que hacen profesion de virtuosas , sean la prueba mas ter
rible de una virtud tierna , bisoña y recien nacida ; esto es lo que
apenas se pudiera creer, y con todo , esto es lo que se ve muy fre
cuentemente.
Abre un jóven los ojos , y comienza su corazon á imbuirse en las
máximas cristianas ; danle en rostro , y llénanle de tedio las diver
siones del mundo ; da principio á la reforma de su vida ; ¡ cuánto
tiene el pobre que padecer de aquellos mismos que debieran ser los
primeros en aplaudir su resolucion , y en celebrar el partido que ha
tomado ! Pero aun crece mucho mas la admiracion , cuando en aque
llas mismas comunidades religiosas que debieran ser el asilo de la
virtud , el sagrado donde estuviese á cubierto de todo insulto la mas
rígida observancia , la perfeccion mas severa , se halla tal vez esta
misma virtud y perfeccion expuesta á mil molestas contradicciones,
censurada , fisgada , condenada por aquellos que debieran ser sus
panegiristas. Desagrada mucho todo lo que suena á reforma de cos
tumbres , especialmente cuando está sostenido de una vida mas ejem
plar de lo que quisieran los que no se matan por la reputacion de
hombres mas regulares. Á la exactitud edificativa se la da el odioso
nombre de desdeñosa singularidad ; á la modestia se la califica de
afectada : la circunspeccion se dice que es una gravedad violenta y
fastidiosa : finalmente , hasta la misma humildad se censura y se con
dena. No puede haber persecucion mas peligrosa ni mas tentadora
para una virtud tierna y en mantillas: pocos hay que no se rindan,
ó á lo menos que no titubeen á esta prueba. Pero ¡ válgame Dios ! ¿de
qué principio nacerá esta maligna aspereza , esta acrimonia contra
un sujeto que solo se distingue de los demás en ser mas exacto en el
cumplimiento de sus obligaciones? No nace ciertamente ni de celo
ni de amor por la observancia comun; nace de celos, nace de emu
lacion , nace de un secreto orgullo. La vida ejemplar y edificante de
aquel particular es una tácita censura , es una muda pero muy do-
lorosa reprension de la vida y del porte de muchos. Sienten estos no
sé qué interior despecho de que otro les haga sombra ; temen que la
reforma de aquel no haga visible la necesidad que tienen de refor
marse los otros. Un anciano se avergüenza de que un jóven , y tal
vez un niño, haya hecho tantos progresos en dos dias : el jóven , que
no tiene espíritu ni valor para ser tan virtuoso, se llena de emula
cion y de envidia, viendo que el otro, que es mejor, se acredita de
26 MATO
mas cuerdo. Estas son aquellas persecuciones, estas aquellas terri
bles pruebas que excitan las pasiones. Introdúzcase la relajacion :
nunca se irritan , nunca se les revuelve la cólera á ios tibios ; pero el
fervor, la exactitud , una observancia algo mas estrecha que hasta
aquí, luego pone de mal humor á los indevotos. Mas, al fin tiempo
vendrá en que estos injustos censores, estos perseguidores disimu
lados , estos enemigos domésticos sean confundidos. Tiempo vendrá
en que se vean precisados á confesar y á detestar sus errores , á re
conocer su malignidad , y á hacer justicia á la cordura y á la virtud
del justo ; porque la estimacion y la veneracion es un tributo que
tarde ó temprano pagan siempre los impíos á la virtud.

El Evangelio es del capitulo xiv de san Juan.


btiüo tempore dixit Jesus discipulis En aquel tiempo dijo Jesús á susdis-
suit ; Non turbetur cor vestrum. Credi- cípulos : No se turbe vuestro corazon.
tis in Deum, et in me credite. In domo Creeis en Dios, creed tambien en mí.
Patris mei mansiones multce sunt. Si En la casa de mi Padre hay muchas
quominus dixissem vobis : Quia vado mansiones. Si no fuese así . os lo hn—
parare vobis locura.. Etsi abiero el pr<z- biera dicho. Voy ápreparar el lugar
paravero vobis locum, iterum venia, et para vosotros. Y cuando me hubiere
accipiam vos ad me ipsum, ut ubi sum ido, y hubiere preparado lugar para
ego, etvos sitis. Etquo ego vado scitis, vosotros, vendré otra vez, y os tomaré
et viam scitis. Dicit ei Thomas : Domi- conmigo, para que en donde estoy yo
ne, nesdmut quo vadis: et quomodo esteis vosotros tambien. Y 4 donde voy
possumus viam sciref Didl ei Jetus : lo sabeis, y sabeis el camino. Díjole
Ego sum via. vertías et vita. Nemove- Tomás: Señor, no sabemos á donde
nit ad Patrem nisi per me. Si cogno- vas: ¿ cómo, pues, podemos saber el ca-
vissetis me, et Patrem meum utique mino ? Respondió Jesús :To soy cami-
cognovissetis: etamodocognoscetisevm, no , verdad y vida. Ninguno va al Pa-
etvidistisenan. Diettei Phüipput: Do- «¡resino por mí. Si rae hubierais cono-
mine, ostende nobis Patrem, etsufficit eido á mi, hubiérais conocido tambien
nobis. Vicit ei Jesus : Tanto tempore i mi Padrea y desde ahora le conocc-
vobiscum sum, et non cognovistis me ? reís , y le habeis visto. Dfjole Felipe :
Philippe, quividet me, videtet Patrem. Señor, muéstranos al Padre, y nos
Quomodo tu dicis , ostende nobis Pa- basta. Le dijo Jesús : Tanto üem}W lia
trem ? Non mditis quia ego in Paire, que estoy con vosotros , ¿y no me ha- •
et Pater in me est? Verba, quos ego lo- beis conocido? Felipe, el que me ve 4
quorvobis, d me ipso nonloquor. Pater mí, ve tambien al Padre. ¿Como dices
autem in me manens, ipse facit opera, tú, muéstranos al Padre T ¿No cree»
Non creditis quia ego in Parre, et Pater que yo estoy en «1 Padre, y el Padre es»
in me est? Aliojuin propter opera ipsa tá en raí? Las palabras que yo os oa-
credile. Amen, amen dico vobis : Qui filo, no las hablo por mí mismo, sino
credit in me, opera quce ego fado, et que el Padre que está en mí él es el
ipse faciet, et majara horum faciet; que obra. ¿No creeis que yo estoy en
quiaego ad Patrem vado. Etquodcum- el Padre, y el Padre está en mí? Sino
DIA I.
que petieritis Patrem in nomine meo, creedlo por las mismas obras. De ver-
hoc faciam.

MEDITACION.
Bel conocimiento y amor de Nuestro Señor Jesucristo.
Pukto primero. — Considera que la verdadera felicidad y la ver
dadera vida consiste en conocer bien á Jesucristo. Todos los de
más descubrimientos , todas las demás luces del entendimiento hu
mano son fuegos fatuos, brillanteces aparentes, nubes iluminadas
que alumbran poco, y suelen descubrir no mas que aquellos anchu
rosos caminos que guian á la perdicion. Jesucristo es el camino que
se debe seguir, la verdad que se debe creer, la vida inseparable de
la suprema felicidad. Pero ¿es muy frecuentado este camino? ¿es
muy abrazada esta verdad? ¿es muy solicitada esta vida, en la
cual consiste la bienaventuranza eterna? ¿Es conocido Jesucristo de
aquellas almas carnales que solo viven la vida de los sentidos , á
quienes ciegan lastimosamente las pasiones? ¿es conocido Jesucristo,
de aquellos disolutos que le persiguen, de aquellos mundanos que
le desprecian , de aquellos medio cristianos que le desacreditan con
su vida , ni aun de aquellas personas que hacen profesion de virtuo
sas, y le deshonran con sus costumbres poco regulares? ¿es cono
cido este soberano Dueño de aquellos que , estando dedicados á su
servieie, le sirven tan indignamente?
¿Conocemos lo que es, lo que puede y lo que hace? ¿Mirárnosle
como á soberano Dueño de todas las cosas , como á único Arbitro de
nuestra suerte , como á supremo Juez de todos los hombres?
Siendo soberano esencialmente Miz por sí mismo desde toda la
eternidad , quiso hacerse hombre en tiempo para morir por los hom
bres , y voluntariamente se entregó él propio á la muerte , y muerte
de cruz para redimirlos. ¿ Se conoce bien este grande beneficio? ¿se
comprenden estos misterios? Y si nuestra fe produce este conoci
miento, ¿qué respeto, qué amor, qué gratitud profesamos á nues
tro divino Salvador? ¿Puedo lisonjearme de que mis afectos dén tes
timonio de que le conozco? Y si mi conocimiento es el que debe ser,
¿cómo es posible que honre tan poco, y sirva tan mal á Jesucris-
28 MAYO
to? En él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la
ciencia de Dios, en él habita corporalmente la plenitud de la divi
nidad , en él tenemos plenamente todas las cosas , él es la cabeza de
los principados y de las potestades , él es el que borró la cédula, la
sentencia de condenacion que estaba pronunciada contra nosotros,
él la anuló clavándola consigo mismo en la cruz. ¿Reconocemos bien
todas estas prerogativas , todas estas eminentes cualidades , todos es
tos dones, todos estos beneficios que debemos á Jesucristo? Pues
¿dónde está nuestra veneracion, nuestro profundo respeto, nuestra
ternura? Para que con la distancia ó con la ausencia no se entibiase
nuestra fe, él mismo se nos acercó, y se vino á vivir entre nosotros.
T porque nuestros ojos débiles no podrían soportar el resplandor de
su majestad, le escondió, le ocultó con el velo de los accidentes del
pan en el adorable sacramento de la Eucaristía. Allí está realmente ;
pero ¿reflexionamos nosotros que está allí? Consultemos nuestra mo
destia en el templo , nuestra ansia por visitarle , nuestra frecuencia
en hacerle corte , nuestra hambre por recibirle , nuestra devocion,
nuestro respeto en su presencia. ¡ Ah , y cuánta verdad es que no co
nocemos al que está en medio de nosotros ! ¡ cuánta verdad es que
está en el mundo, y que el mundo no le conoce! ¡que vino á vivir
entre los suyos , y que los suyos no le recibieron ! pero ¡ infelices de
aquellos que le desconocen !

Punto segundo. — Considera que si es la mayor de todas las des


dichas no conocer á Jesucristo, no es menos funesta, conociéndole,
no amarle.
Los demonios creen todas las verdades de nuestra Religion ; las
creen y se estremecen. Ellos mismos exclaman : Tú eres el Hijo de
Dios : saben muy bien que es Cristo ; pues ¿de dónde nace su des
dicha? De que con una fe tan comprensiva y tan patente , y con lodo
este estéril y especulativo conocimiento , no le aman. Y ¿no habrá
algunos cristianos en el mundo á quienes se les pueda reconvenir
con lo mismo?
Debiera ser muy sensible, muy palpable el tierno amor á Jesu
cristo, porque todas las cosas le están pidiendo, le están solicitando,
están clamando por él ; hermosura sin par, bondad sin semejante,
beneficios sin número, sin precio. Amónos con exceso, y al presente
nos ama ni con menos liberalidad , ni con menos ternura. Toda la
correspondencia que nos pide, es nuestro corazon. Como si le pa
reciera poco ser nuestro fiador, nuestro redentor y nuestra guia,
DIA I. 2»
quiere tambien ser nuestro sustento, y quiere él mismo ser nuestro
premio. ¿Parécete que ha hecho poco para merecer nuestra ternura?
pero todo eso que ha hecho, ¿basta por ventura para que le ame
mos? ¿basta para movernos , para entregarle nuestro corazon? ¿ese
corazon , que con tanta facilidad tan pródigamente entregamos por
una palabra de cariño que nos digan , por un corto beneficio que
nos hagan?
Todos desean agradar y ser queridos ; en amando mucho nada se
niega. Pero ¿nos matamos por agradar á nuestro divino Salvador?
Antes bien , ¿cuánto no hacemos para disgustarle? Profánanse escan
dalosamente sus sagrados templos ; atrévese la impiedad y la irreli
gion hasta el pié de los altares ; no hay irreverencia que no se haga
aun en su misma presencia. ¿Acaso tiene límites en nuestros tiempos
la indevocion y el descaro? ¿Qué caso se hace de la doctrina de Cris
to? Se desprecian sus mandamientos, se hace burla de los que le
sirven, y falta poco para que se condene la moral del Evangelio.
Esos jóvenes disolutos , esas mujeres del gran mundo, esos hombres
de negocios , esos idólatras de los placeres y de las diversiones , esas
personas consagradas á Dios, pero tan poco religiosas, ¿todos estos
aman mucho á Jesucristo? Y luego nos admirarémos de la calamidad
de los años, de las necesidades y miserias públicas que todo lo desue
lan , todo lo arrasan , y todo lo llenan de llanto y de dolor. Pues qué,
¿ignoramos por ventura que todas las criaturas se arman justamente
para vengar nuestra portentosa ingratitud con un Señor tan benéfico?
Con mucha razon clama san Pablo : 5» quis non amat Dominum
nostrum Jesum Christum, anatkema sit: Si alguno es tan insensible
que no ame á Nuestro Señor Jesucristo, sea anatematizado. ¿Puede
haber mayor ingratitud , mayor malicia , mayor impiedad que no-
amar á Jesucristo?
1 Ah divino y amable Salvador miol ¿podré yo lisonjearme de
que os conozco? Y si es tanta mi dicha , que pueda decir con vuestro
Apóstol: Tú eres Hijo de Dios vivo; ¿hallaré acaso en todo mi porte
ni en toda mi conducta un testimonio práctico de que verdadera
mente os amo? Cubierto de confusion , lleno de dolor, pero al mis
mo tiempo de una grande confianza en vuestra divina gracia, me
atrevo á prometeros, ó Salvador mio amabilísimo, que os amaré, y
que ya comienzo desde este mismo punto á conoceros y amaros.
Jaculatorias. — Sí, yo os amaré de aquí en adelante, mi Señor,
mi fortaleza, mi refugio, y mi amable libertador. {Psabn. xvu).
3 tomo v.
30 MAYO
No, mi dulce Jesús; aunque sea menester morir contigo, por lír
no te negaré, no dejaré de amarte. (Marc. xiv),.
PROPÓSITOS.
1 La vida eterna, decia el Salvador del mundo á su Padre, es
conocerte á tí por verdadero Dios, y al que enviaste Jesucristo, Hijo
tuyo. La mayor desdicha que puede suceder á un hombre es no co
nocer á Jesucristo ; pero no es menos que esta conocerle y no amar
le. Todos los Cristianos tenemos la dicha de conocerle ; ninguno hay
que no se honre, que no se glorie de ser discípulo suyo. Pero ¿po
demos decir con verdad que le amamos? Bien sabes tú quién es;
pero ¿le tratas con el respeto que merece? Y cuando eres tan deli
cado, tan celoso de que se te trate á U con la atencion que , á tu pa
recer, se te debe, ¿con qué devocion, con qué modestia, con qué
veneracion te pones en su presencia? Examina aquí el fervor y la
puntualidad con que cumples con las obligaciones de cristiano, y
examina tambien la compostura y el respeto con que te presentas
en la iglesia. Es el Evangelio la palabra de Jesucristo ; ¿qué vene
racion profesas , qué estimacion haces de esta divina palabra? No
ignoras los preceptos ni las máximas de Jesucristo ; ¿qué caso haces.
de aquellos y de estas? Consulta tus máximas y tu porte. Hay á la
verdad muchos cristianos; pero ¿hay muchos verdaderos fieles? Mira
bien si eres acaso comprendido en el número de aquellos de quienes
dice san Pablo en su epístola á Tito (cap. i) , que confitentur se nosse
Jkum, factis autem negant: con las palabras confiesan que conocen
á Dios; pero con las obras lo niegan. No te olvides de lo que añade
el mismo Apóstol: Cum cognovissent Deum, non sicut Deum glorifi-
caverunt... sed obscuratum est insipiens cor eorum; dicentes enim se
esse sapientes stulti facti sunt. ¿Qué excusa tendrán los que, cono
ciendo á Dios, no le glorificaron como á Dios? Cególos su misma*
insensatez , y los que se tenían por sábios y por prudentes se califi
caron de necios.
2 Di valerosa y animosamente con san Pablo : Non erubesco Evan-
geliim ( Ad Rom. i) : No me avergüenzo de hacer lo que manda el
Evangelio. Y así nadie se admire de que como cristiano perdone ge
nerosamente aquella injuria ; de que no me deje arrebatar de la có
lera , como lo hacia hasta aquí ; de que no asista ni á los espectácu
los, ni á la comedia, ni é la ópera; de que ya no me deje ver en
aquellas casas públicas del juego, ni parezca en las concurrencias
profanas. Jesucristo, á quien reconozco verdaderamente por mi DiosT
DIA u. 31
por mi Salvador y por mi Juez , me lo prohibe ; su Evangelio me
manda abstenerme para siempre de semejantes diversiones. Non eru-
besco Evangelium: No me avergüenzo de este Evangelio ; y mas sa
biendo que un vil respeto humano malogra infelizmente muchas,ve-
ces los mas fervorosos propósitos. Di con valor á esas personas que
solicitan contigo que seas menos severo , menos rígido , y un poco
mas condescendiente ; á esas que te convidan á que las imites , á que
las acompañes en sus peligrosas diversiones; dílas lo que decia en
otro tiempo santa Blandina: Christiana sum: nihil apud nos admitti-
tur sceleris : Cristiana soy, y este solo nombre , esta sola profesion
me prohibe estas diversiones. Haz hoy una visita particular á Cristo
en el Sacramento, para pedirle perdon de lo poco que hasta aquí le
has conocido y amado , para prometerle en adelante una fidelidad
inalterable , rezando á este fin la Letanía de la Vírgen. Acuérdate de
lo que intima san Juan: Que el que dice que conoce á Dios, y no
guarda sus mandamientos , es mentiroso : Qui dicit se nosse Deum, et
mandata ejus non eustodit, tnendax est. (I Joan. n).

DIA II.
MARTIROLOGIO.
El tránsito de san Atanasio, en Alejandría , obispo de esta ciudad, muy
celebrado por su gran santidad y doctrina; sufrió una persecucion tan gene
ral, que casi todo el mundo se conjuró contra él, mas no por esto dejó de de
fender denodadamente la fe católica desde el imperio de Constantino hasta el
de Talente, contra los emperadores y prefectos de las provincias, y contra un
sinnúmero de obispos arríanos , quienes le persiguieron de suerte que le obli
garon á andar por todo el mundo, sin encontrar lugar seguro donde ocultarse
con seguridad. Finalmente, vuelto á su iglesia despues de muchas peleas y de
muchas coronas alcanzadas con su paciencia, murió en el Señor á los cuarenta
y seis años de su consagracion, siendo emperadores Valentiniano y Valente.
( Vease su vida en las de hoy).
JLOS SANTOS MÁRTIRES SATURNINO , NEÓPOLO , GERMANO Y CELESTINO , en
Boma, los cuales despues de muchos tormentos fueron llevados á la cárcel, y
allí durmieron en el Señor.
Los santos Exuperio y Zoé su mujer, Ciríaco y Teodulo , sus hijos , en
Roma, los cuales padecieron en tiempo del emperador Adriano.
San Félix, diácono y mártir, en Sevilla de España. (Véase su noticia en
las de hoy J.
San Vindemial, obispo y mártir, en el mismo dia , el cual juntamente con
los santos obispos Eugenia y Longinos, combatiendo con su doctrina y mi
lagros contra los Arríanos, fue degollado por órden del rey Hunnerico.
San Segundo, obispo , en Ávila de España , del cual juntamente con otros
3*
I

32 MAYO
se hace tambien memoria el dia 15 de mayo. ( Véase su vida el día 13 de
San Antonino, obispo, del Órden de Predicadores, en Florencia , esclare
cido en santidad y doctrina , cuya festividad se celebra el dia 10 de mayo.
( Véase su vida en dicho dia).

EL GLORIOSO TRIUNFO DE LOS SANTOS MONJES CARTUJOS,


MÁRTIRES, EN INGLATERRA.
Muerto Arturo, rey de Inglaterra, sin dejar sucesion de D." Cata-
lina , hija de los reyes católicos D. Fernando y D.* Isabel , de gloriosa
memoria, princesa de tan excelentes y heroicas virtudes , como al
mundo es notorio, sucedióle en el reino su hermano Enrique VIII,
quien casó con la reina viuda con la dispensacion que precedió y con
cedió con gran liberalidad el papa Julio II , que á la sazon se hallaba
gobernando la Silla de san Pedro. Habiendo el rey Enrique consu
mado el matrimonio, y despues de haber tenido de él una hija llama
da D.1 María (que á las primeras luces de su infancia no solo ostentó
lo real y augusto de su sangre , sin» el ser de tal madre hija , la cual
fue despues reina de España y mujer del rey D. Felipe II , el cual no
tuvo sucesion de este matrimonio] , se enamoró Enrique de una dama
de laReinallamadaD." AnaBolena, mujer hermosa, pero fácil, vana
y muy inconstante.
Esta fue la piedra del escándalo y la que ocasionó en aquel reino
tantas desdichas, siendo la mayor el abrir la puerta á la herejía , como
.adelante se dirá aunque muy de paso , porque solo es el intento que
sirva de inteligencia para referir el suceso del martirio de los santos
Monjes cartujos. Dió cuenta de sus amores Enrique al cardenal To
más Evoracense , que fue hombre muy liviano, deshonesto y adula
dor. Este , pues , por no perder la gracia del Rey, no le disuadió su
pasion, antes se la aplaudió, y propuso medios para ejecutarla. Dí-
jole el mal consejero que podía repudiar seguramente á la Reina su
mujer, y casarse en público con Ana Bolena. ¡ Oh qué de ruinas acar
rea una ambicion precipitada ! j oh cómo ciega y priva de la razon!
El que debia defender la autoridad pontificia , por dar gusto al Rey,
conservarse y no perder su lado, le dijo que la dispensacion del papa
Julio era nula , porque no habia podido concederla ; añadiendo, que
por derecho divino y humano estaba prohibido que una mujer ca
sara con dos hermanos. Y para disimular mas su dañada intencion
y dar color al mal consejo , dijo que los hijos nacidos de aquel ma
trimonio debian permanecer, porque á los tales la justa ignorancia
día ii. 33
les excusaba. Gustó mucho de oirle el Rey, por haber sido muy ajus
tada á sus deseos la proposicion ; y así luego puso en ejecucion tanto
el repudiar á la Reina , como el casarse con Ana Bolena ; y para este
fin mandó que la Reina fuese encerrada en una torre fuerte, donde
estuvo presa hasta que murió , llevando esta santa señora con tanta
resignacion este golpe , que aseguran no se oyó de su boca palabra
de impaciencia ni descompuesta contra el Rey ni sus ministros; an
tes siempre con semblante apacible , con sus oraciones y lágrimas co
piosas, que de continuo derramaba, le pedia á Dios muy de veras la
salud espiritual de su marido, y que le trajera al verdadero conoci
miento de sus errores; y lo mismo solicitaba y pedia por los que la
asistian. Murió en la cárcel la santa Reina, habiendo llevado con
grande valor aquella avenida de trabajos, y tan colmada de virtu
des como llena de merecimientos, se fué á gozar de la vision beatí
fica y descanso eterno, con desconsuelo de muchos que no solo la
perdieron reina, sino tambien madre; pues les asistía, consolaba,
alentaba y exhortaba á que antes ofreciesen sus vidas al cuchillo,
que se apartasen de la Religion y gremio de la Iglesia , abrazando á
todos con mucha ternura antes de morir.
Ventilóse entre los hombres doctos este punto, si pudo ó no el
Pontífice dispensar y conceder que Enrique casase con D." Catalina
por haber sido mujer de Arturo su hermano. Gran desvelo causó
esto en todas las universidades, y estudiando el caso muy de pro
pósito, resolvieron todas, unánimes y conformes, ser válido el ma
trimonio , condenando el error y resolucion temeraria de Enrique,
declarando que así por derecho divino, como por humano, era cons
tante que Su Santidad pudo dispensar : calificáronlo con gravísimas
autoridades y doctrinas, que no es mi intento referirlas por la bre
vedad que pretendo. No fueron suficientes para Enrique tantas y tan
grandes razones y autoridades ; antes al contrario , mas obstinado
que nunca, prosiguió en su malvado ejemplo, dando el mayor es
cándalo á sus vasallos.
Despues de la muerte de los papas Julio II , Leon X y Adriano VI,
ocupó la Silla apostólica el papa Clemente VII , el cual habiendo visto
que no aprovechaban con el Rey sus amorosas y paternales exhor
taciones, ni las de sus antecesores, para que dejase la adúltera Bo
lena y se volviese con la reina D." Catalina , resolvió obligarle y re
ducirle , promulgando y agravándole con censuras. Pero lo que habia
de ser antídoto y servir de enmienda fue mayor precipicio para caer
en otro nuevo y pésimo error, que fue negarle la obediencia hacién
34 BAYO
dose cabeza de toda la Iglesia anglicana, mandando que en todo su
reino como á tal le obedeciesen y reconociesen todos, Á este efecto
despachó comisarios que discurriendo por todas sus provincias ó dis
tritos obligasen á las personas mas nobles y principales de ambos
estados , eclesiástico y secular, á que de la suerte que se hizo en el
repudio de la Reina firmasen el negar la obediencia al Sumo Pon
tífice , y que él únicamente fuese reconocido por cabeza ; dándoles
órdenes tan rigurosas y severas , que los que se resistiesen fueran
al punto apremiados con tormentos crueles , y si perseverasen reni
tentes, se les castigase con pena de muerte. ¡Oh qué de mártires
ganó en esta ocasion el cielo por no querer firmar, eligiendo por mas
suave y glorioso tormento derramar su sangre, que aprobare! dic-
támen depravado del Rey en calificación de sus errores i...
No se escaparon de esta borrasca los hijos del gran Padre y Pa
triarca san Bruno , aun estando en sus retiros y desterrados en los
desiertos de la poblacion comun. Llegaron los comisarios al monas
terio de la Salutación, de la Virgen, que está distante dos leguas de
la ciudad de Londres, y con grande descompostura, estruendo y
desacato llamaron á la portería para que saliese el Padre prior, que
lo era el R. P. D. Juan Houthon , varon tan insigne como prueban sus
hechos , digno del puesto que ocupaba , y con razon eminentísimo
prelado de aquel monasterio. Era tan docto como santo ; su edad
hasta cuarenta y ocho años, blanco , rubio y muy hermoso ; su es
tatura no era de las mayores. Salió á recibirles, y los pérfidos eje
cutores , como codiciosos de la gracia del Rey, habiendo propuesto
que venían con imperio á que firmara ser legítimo el repudio de la
Reina, le mandaron que hiciesen lo mismo los mas graves y doctos
religiosos de aquella comunidad, so pena de incurrir en la desgra
da de su Príncipe y de otras que tenían reservadas á su arbitrio,
con potestad para ejecutarlas á la medida de su antojo contra los
rebeldes. Bien descuidados de todo esto y de lo que pasaba estaban
los santos monjes ; pero quiso Dios con aquella persecucion preve
nirles la corona del martirio, la cual admitieron con mucho gusto,
ofreciendo sus vidas en defensa de la Religion y obediencia á la Silla
apostólica. Respondió á los ministros con mucha benignidad y hu
mildad rendida el santo Prior, que su Instituto era muy contrario á
la proposicion ; que por no saber nada del mundo habian huido del
siglo á las soledades y desiertos , y que solo se ocupaban él y sus
monjes en dar alabanzas á su Criador, gastando en ello la mayor
parte del dia y de la noche ; y por lo tanto, les suplicaba por sí y en
día n. 35
nombre de toda aquella religiosa casa les excusasen de tales suscrip
ciones. Ellos , mas insolentes y atrevidos á vista de tan blanda res
puesta , levantaron las voces, fritándoles mal de palabra, y aun pa
saron mas allá de lo irreverente é ilícito. Viendo el Prior que no
bastaban sus razones para aquietar aquellas furias , reduciéndolos á
que desistiesen de violentarles , levantando el corazon á Dios respon
dió con valor grande estas palabras: ¿Cómo quereis que firme yo ni
mi familia ser Ucito el casamiento con Ana Bolena, viviendo la reina
C* Catalina, siendo esto contra la ley divina y humana? Primero mo
riremos mil veces todos que tal firmemos. Irritáronse los lisonjeros mi
nistros, y descompuestos y furiosos, despues de haber obrado con los
santos religiosos varios desacatos y excesos , llevaron presos á Lón*-
dres al dicho Padre prior D. Juan Houthon y al Padre procurador
D. Unfrido Midelmore, y con escándalo notable de todos los pusie
ron en una terrible torre cargados de hierro, con grillos y gruesas ca
denas , donde estuvieron muchos meses , hasta tanto que por la in
tercesion de algunos caballeros y personas ilustres que pidieron por
ellos, fueron libres, y se volvieron gustosos á su monasterio, lo cual
les duró muy poco, como vamos á referir.
Luego que el rey Enrique hubo negado la obediencia al Sumo
Pontífice y declarádose cabeza de toda la Iglesia anglicana , envió de
pravados comisarios por elreino para que á los que no se adhiriesen
firmando lo que él les proponía , fuesen puestos al tormento y cas
tigados oon la última pena , como queda dicho. Cuando el indicado
Padre prior de la Cartuja de Londres D. Juan Houthon supo estas
noticias, teniendo por muy cierto no dejarían de"visitarle , se ofreció
por convidado él y toda su comunidad a la nueva persecucion. Y lo
primero <jue hizo fue juntar los monjes y frailes en un capítulo para
disponerlos como valeroso capitan , amonestándoles y alentándoles á
que todos unánimes y conformes estuvieran firmes y prontos á ofre
cer primero sus vidas al cuchillo, que á obedecer ni firmar las órde
nes y mandatos del Rey, tan inicuos como injustos.
Habiendo concluido el Prior su plática , con mucha ternura y der
ramando copiosas lágrimas , se echó con grande humildad á los pies
del Padre vicario , y se los besó pidiéndole perdon , y levantándose le
abrazó como si fuera el mas inferior, y lo mismo fué haciendo coa
los demás monjes y frailes, y acabada esta funcion se fué á prepa
rar para decir la misa , despidiéndose de todos ellos , como quien es-
1aba en el último trance de su vida.
Salió, pues, á decir misa, la cual celebró con mucha devocion y
36 HATO
espacio, y en ella dio á todos la Comunion empezando por el vica
rio y acabando en el mas inferior de la casa. ¡ Oh cómo se deleitaba
Dios en medio de aquellos ángeles ! donde no se oian sino voces so
noras y tiernas lágrimas, nacidas, no del temor del cuchillo que les
aguardaba , sino del excesivo gozo que tenian por haber llegado á
merecer, aunque retirados en las soledades , la corona y palma del
martirio. Fenecido este acto se volvieron al coro, donde estuvieron
en profundísima oracion por mucho rato, hasta que se levantó el
Prior dando principio á nueva plática para infundir valor y ánimo en
sus súbditos , dicléndoles con mucha ternura : Ea, hijos rnios aman-
tísimos, soldados valerosos de Jesucristo, poco puede tardar en cum
plirse el plazo que el cielo nos tiene señalado : ofrezcamos nuestras vi
das á quien nos las dio; prevengámonos con bizarría para que los crueles
,ministros corten nuestras gargantas. Y abrazándose unos á otros, el
vicario se fué á echar á los piés del Prior pidiéndole con lágrimas
perdon , y lo mismo hizo con todos los demás ; y á su imitacion los
monjes y frailes se le pidieron recíprocamente cada uno por su gra
do. ¡Qué de sollozos y ternezas se oyeron! ¡Y qué amorosos colo
quios tendrian entre sí ! ¡ Con qué humildad y rendimiento darían
alabanzas al Criador ! ¡ Con qué fervor esperarían la ocasion , sin
tiendo que se dilatase !
Dando, pues, fin á este prodigioso espectáculo, llamaron muy
aprisa á la portería el R. P. D. Roberto Lorenzio , prior de la Car
tuja de Bello Valle, y el R. P. D. Agustín Ubster, prior de la Cartuja
de la Visitacion; los cuales, habiendo llegado á su noticia los nue
vos y turbulentos accidentes de aquel reino, iban á consultar con el
prior D. Juan Houthon lo que habian de hacer para librarse de aque-
Jla persecucion. Hecha una fervorosa oracion , confirieron los tres
priores lo que debian hacer, y determinaron ir juntos al Virey, á
4iuien Enrique habia cometido la ejecucion de sus órdenes. Y ha
biendo llegado á su presencia , despues de haber hecho sus religiosas
cortesías , le pidieron fuese servido de eximirles de haber de firmar lo
que se proponía, por ser muy impropio de su Instituto y contrario á
su retiro el dar parecer en semejantes materias. Indignado el Virey,
mandó á sus ministros que luego y sin mas dilacion los llevasen ata
dos á la Torre de Londres , cuyo sitio y aspereza no ignoraba el buen
prior D. Juan Houthon , por haberlo experimentado en la ocasion re
ferida.
Cargáronlos allí de grillos y gruesas cadenas, y por siete días con
tinuos fué el Virey en persona á visitarlos y preguntarles si habian
DIA II. 37
mudado de sentir; que si querían tener libertad , obedeciesen el de
creto de su Rey, reconociéndole por cabeza de la Iglesia anglicana,
y que con eso les sacaría de la prision y les haria mercedes. Los san
tos varones respondieron , que estaban prontos á obedecer los estatu
tos lícitos y honestos, como no fuesen contrarios ni se opusiesen á la
Iglesia católica romana. El malvado les replicó : que él no curaba de
iglesia, que prestasen el homenaje al Rey sin querer interpretar sus man
datos. Á lo cual respondieron con una santa humildad , que no se can
sase en hacerles fuerza, porque no se apartarían un solo átomo de la
Iglesia católica romana, y que primero perderían mil vidas, si las tu
vieran, que desagregarse de ella. Y que no creyese hallarlos mas blan
dos en este firme propósito , aunque los tuviese presos muchos años.
Irritado el Virey con esta respuesta , mandó sacarlos á la audiencia
pública cumplidos los siete días, y en presencia de todos les pre
guntó de nuevo, si estaban resueltos á obedecer al Rey, ó con pérdida
de sus vidas ser castigados por inobedientes. Á lo cual respondieron
muy alegres y risueños: Obedecer mandatos del Rey en lo lícito, es
justicia; como sin ella, impropio de nuestro hábito el hacerlo. Lo que
pretende el Rey es muy contrario, y totalmente se opone y contradice á
la Religion que profesamos.
Nombró el Virey, para que conocieran de esta causa , doce jueces,
cometiéndoles plenamente el juicio, y tomándoles primero el jura
mento de administrar justicia. Examinada la causa con mucha in
tegridad , unánimes y conformes declararon no habian hallado culpa
ni delito para poder condenar á muerte á los santos Priores cartu
jos. Enfurecióse el Virey, y lleno de enojo, pareciéndole que allí era
necesaria su presencia, se fué al Consejo, y despues de haber man
dado se juntasen de nuevo lodos , y propuesto la indignacion del Rey
y sus intentos, les obligó con violencia á que mudasen su primer
sentir, y condenasen á los Priores á ser arrastrados y á muy atroz
muerte. Habiéndose publicado la sentencia fueron vueltos á la cár
cel, y cargados de hierros los maltrataron inhumanamente, hasta que
el Virey mandó ejecutar la sentencia. Así que sacaron de la Torre á
los tres venerables Priores , los pusieron en unas camas de mimbres
broncos y mal tejidos á modo de cestos, y atados por los piés, y amar
rados con gruesas cadenas con las caras al cielo, trabaron los cestos
fuertemente á las colas de los caballos indómitos y furiosos , para que
de esta suerte fueran sus cuerpos mas atormentados. Estaba distante
de la ciudad de Londres el lugar del suplicio tres millas , y no les
llevaron por calles llanas , ni por caminos amenos , sino por monta-
«3 HATO
ñas y ásperos riscos, pw donde encontraron machos charcos y pan
tanos de aguas corrompidas y hediondas; mas ellos iban muy con
tentos, cantando salmos é himnos en alabanza de su Señor y Criador.
Mandaron subir primero á D. Juan Houthon , prior de Londres , al
puesto señalado para aquel sacrificio de inocentes ; y aunque venian
tan maltratados y aporreados , subió con grande valor la escalera.
Compasivo «l pueblo le persuadía con muchas voces que diera obe
diencia al Rey para librarse de aquel trance : amaba mucho al Padre
prior todo Londres. Respondióles el Mártir muy constante : l o llamo
á Dios por testigo , que vosotros algun dia me tendréis mucha envidia , y
será cuando nos veamosjunios donde es infalible y no puede faltar. Y os
aseguro , que solo siento no tener mil vidas para ofrecerlas por quien
con mucho gusto doy esta , y muy de antemano por mi y vosotros la dio
gustosísimamente en el leño de la cruz, j Oh desdichados de vosotros,
que apartándoos de la carrera de la verdad os separáis de la santa
Iglesia católica romana, y dejando el camino real tomáis nna senda
que os lleva al precipicio y os encamina á las llamas del infierno, que
no tienen remedio y han de durar una eternidad! ¡Oh desdichados de vos
otros! Lloraban muchos de los que miraban este espectáculo , otros
lo atribuían á desesperacion. Y el verdugo haciendo su oficio {ha
biéndole antes el Prior abrazado con m ucha ternura) , echando el lazo
lo despidió de la escalera y cortó la cuerda , para que cayendo de to
alto el cuerpo padeciera mas. Y los que estaban abajo oyeron que
pronunció muchas veces : Jesús, mi buen Jesús, y el salmo In te Do
mine speravi, y de allí lo llevaron arrastrando. Los otros dos Priores
pasaron por lo mismo que acababa de ejecutarse en el de Londres.
Al instante que caian los santos cuerpos de la horca , no apartada
aun el alma , medio vivos , los arrastraban , y luego les abrían los pe
chos y les sacaban el corazon , y les cortaban consecutivamente la ca-
Jjeza , las manos y todas las demás partes del cuerpo haciéndolas pe
dazos. Tenían prevenida mucha lumbre, con cantidad de calderas,
y al paso que el verdugo iba cortando las echaba en ellas, y al pri
mer hervor las sacaban , y quedando los cuerpos truncados , las re
partían por las plazas y puestos mas principales de la ciudad y lo
gares mas públicos y señalados para que el pueblo las viera. Quedó
,aquel campo bañado con la pura sangre de los tres Priores mártires
tan hermoso como fertilísimo de todo género de frutos ; pues refie
ren los curiosos que despues acá nace en él una diferencia de flores
<le extravagante fragancia , y que no se sabe que antes de este suceso
las hubiera en aquel sitio, habiendo querido el cielo con esta demos
DIA II. 39
tracion que permaneciera eterna la memoria del tesoro con que fue
enriquecido.
No pasaron muchos dias , cuando, no satisfecho el Virey con la ya
derramada sangre de estos Mártires cartujos , envió nueva comision
al mismo monasterio, y abriendo con violencia las puertas se fueron
derechos al coro donde estaban reunidos los monjes en oracion , sa
cando de entre ellos y arrastrándole al P. D. Unfrido Midelmore que
era vicario y presidente , el cual ya con el prior Houlhon estuvo preso
la primera vez , cuando no quiso firmar el repudio. Sacaron del mis
mo modo al Padre procurador D. Guillermo de Meuwe , noble de pro
sapia, y en virtud y letras excelente ; é igualmente al P. D. Sebas
tian Nendegate, que siendo en el siglo de muy ilustre sangre, fue
paje del Rey, á quien sirvió, habiendo sido muy querido suyo- Ata
dos, pues , y con muchos empellones y malos tratamientos los lle
varon en presencia del Virey, el cual despues de haberles pregun
tado y hallado que eran unas mismas sus respuestas que las de los
Priores ya martirizados , y que estaban incontrastables , los mandó
encerrar en una torre fortísima, y que estuviesen atados á una co
lumna muy firme con cadenas al cuello , los piés con grillos y las
manos con «sposas, de tal suerte, que ni en pié ni sentados pudie
sen estar, dandoles muy limitado sustento , para obligarles de este
modo á que firmasen. Mas ellos , fuertes, constantes y llenos del EsT
píritu divino, le dijeron que no se cansase, porque darian muchas
vidas , á tenerlas, primero que tal hiciesen , y solo sentían lo que se
les dilataba el enviarlos con sus Prelados. Llenóse de rabia y furor
el Virey, y mandó que luego fuesen arrastrados como los Priores, y
ejecutado en ellos el mismo martirio, volando así sus almas á reci
bir aquella corona inmortal é inmarcesible de la gloria que tanto ha
bían deseado.
Aunque los santos monjes que habian quedado en el monasterio
perseveraban en continua oracion implorando las divinas misericor
dias, con todo, pasado algun tiempo, vinieron aquellos monstruos de
iniquidad, y ejerciendo el dominio tan violento como intruso, em
pezaron á pervertir el orden, descomponer las costumbres y relajar
la clausura : todos los dias profanaban la casa con banquetes , y ellos
y los convidados, poseidos del vino, obraban con los santos mil des
acatos é insolencias, ya quitándoles el alimento necesario, ya pri
vándoles de ir al coro, ya quemándoles todos los libros , y ya , lo que
es mas, pasando al extremo de prohibirles el decir misa. Con que
quedaron aquellas sagradas abejas en sumo desconsuelo por no po
40 MAYO
der con el ejercicio de sus virtudes labrar y gustar aquel panal de
la gloria. Pero esforzáronse en medio de tantos ahogos y penas, pro-
rumpiendo el silencio con que llevaron este golpe repetidos actos de
amor de Dios y alabanzas divinas. Y era tal la sujecion en que es
taban , que solo podían juntarse el tiempo que el sueño y vino ocu
paban los sentidos de tantos enemigos suyos. Pero en concediéndoles
treguas la embriaguez, si los veian juntos era cierto el maltrata
miento con palabras indecentes y deshonestas , atreviéndose tambien
á poner en ellos sus sacrilegas manos.
Habiendo de celebrarse una fiesta muy solemne que todos los
años era de costumbre, y concurría siempre á ella mucho número
del pueblo de toda la Bretaña , mandó el Virey que en medio de la
iglesia se hiciese un grande tablado que se descubriese de todas
partes, y que estando ya en la fiesta, trajesen los soldados á su pre
sencia cuatro monjes de los mas principales, muy bien atados, con
grillos y cadenas al cuello, y que los hiciesen subir de aquella suerte
á él , donde tenia asimismo prevenido un obispo luterano que les
predicase. Aguardaba el pueblo con grande admiracion el fin de
este suceso , cuando llegaron los religiosos con la ignominia que
se deja considerar , y puestos en el tablado , les preguntó y habló de
esta suerte el Virey : Decidme, ¿no estais convencidos ya de vuestros
errores con lo que visteis ejecutar en los compañeros que por rebel
des y obstinados perdieron sus vidas? Con vosotros se ejecutará lo
mismo, sino desistís de vuestros intentos y cumplís lo que ordena el
Rey mi señor. Ellos mas firmes y constantes no solo no le temieron,
sino que, despreciando sus amenazas , se arrodillaron á sus piés y le
dieron gracias de aquel ultraje , pidiéndole licencia para decir al
pueblo lo que sentian , y desengañar á los que iban tan errados y
tan fuera del camino de la verdad , de que se les habia de seguir eterT
na condenacion. Pero indignado el Virey, mandó que les pusiesen
unas mordazas en las bocas , y que los llevasen desterrados , donde
se les hiciese padecer la pena de su terquedad y atrevimiento. Dice
la historia que estos santos monjes fueron de grande consuelo en las
partes donde tuvieron su destierro , porque acudían muchos á ellos
para comunicarlos , y les preguntaban algunas cosas que les decla
raban ; eran, pues , muy ilustres y de muy noble sangre en el siglo,
y en la Religion claro espejo de virtud y letras.
Á la voz de que concurría mucha gente á visitarlos, se mostró re
celoso el cruel Virey, é intentó con nuevas atrocidades, no solo atemo
rizarlos , sino acabar de una vez con ellos ; y para conseguirlo , man
DIA II. 41
dó que luego al punto fuesen despeñados de un collado muy emi
nente. Recibieron ellos con mucho gusto esta nueva, como tan de
seada para conseguir el martirio ; pero quiso Dios dilatarles la co
rona , no muriendo de este tormento. Con que mandó el Virey que
los arrastrasen por las calles cargados de prisiones , añadiendo en
los cestos de mimbres unas puntas de hierro , para que sus cuerpos
fuesen maltratados con mayores diferencias de martirios , con que
acabasen sus vidas. Mas como no murieron tampoco en este tormen
to , mandó el impío ministro que les cortaran las cabezas é hiciesen
pedazos sus cuerpos , para que á vista de estas inhumanas cruelda
des se amedrentasen los que quedaban. Y habiéndose ejecutado to
do , dió orden de que á las puertas del monasterio se pusiesen so
bre unos palos altos las cabezas y los brazos.
No desalentó tan terrible espectáculo á los siervos de Dios , antes
les causó una amorosa envidia , deseando no ser excluidos de tal
dicha ; lo que sabido por el Virey , mandó á sus ministros que le tra
jesen diez y siete religiosos de una vez , atados y con prisiones , y
que los pusiesen en las cárceles públicas. Dispuso desde luego el ti
rano que los primeros que muriesen de todos los sacerdotes fuesen,
segun se dice, el P. D. Juan Dany y el P. D. Ricardo Beerer,
monjes tan santos que cuando fueron á sacarlos de la cárcel para eje
cutar Ja sentencia, se echaron agradecidos á los piés del verdugo
para besárselos, siendo la recompensa el darles muchos golpes, y
lo mismo hicieron los soldados ; y ellos quedaron de todo este ultra
je muy apacibles y gustosos. Ya estaban prevenidos los cestos de
mimbres broncamente tejidos , con los caballos indómitos para arras
trarlos , antes de darles la muerte. T habiendo llegado al lugar del
martirio casi medio vivos , para mayor tormento los bajaron de la
horca , y sacándoles las entrañas , el corazon y todos los intestinos
con las partes exteriores , los hizo el verdugo pedazos. Y no conten
to el malvado Virey con todo lo hecho , mandó que, para atemorizar
á los que quedaban en las cárceles , fuesen á mostrarles las cabezas
y brazos cortados de aquellos que eran sus hermanos, y con quie
nes habian tratado y comunicado por tan largo tiempo ; sirviendo
solo esta diligencia de que perseverasen mas firmes en su santo pro
pósito aquellos benditos monjes.
Visto esto , ordenó el Virey que se les agravase la cárcel y limi
tase el sustento , para que de este modo muriesen mas aprisa. No
fiaba de ministro alguno la llave aquel fiero perseguidor , sino él en
persona iba y venia , preguntándoles : ¿ Cómo estaban en sus dictá
42 MATO
menes? k que le respondían con las acostumbradas instancias, que
los consolara ya con la corona del martirio ; asegurándole que si éi
conociera al Dueño por quien lo deseaban , les tendría tanta envi
dia como ellos la tenian á sus compañeros, y sentimiento de lo mu
do que se les dilataba. Con haberles agravado la prision y mino
rado el sustento, fallecieron casi todos los santos monjes. Sintió esto
infinito aquel monstruo perseguidor , por haber perdido la ocasion
de ejecutar sus rigores. Solo quedó por voluntad divina Fr. Gui
llermo Home , que vivió cuatro años encerrado en la cárcel , á quien
Dios con repetidas visitas consoló y dió alientos para poder llevar
tan penosa y dilatada prision. Celébrase mucho su grande sufri
miento y paciencia, que fue por extremo grande. Continuamente
estaba cantando loores á la majestad de Dios, hasta que indignado
el Virey de ver que un hombre sin letras diese tanta batalla á su
cruel pecho , mandó le pusiesen una mordaza en la boca , la cual
bajando los Ángeles del cielo se la quitaban. Frenético, pues, el
sacrilego tirano de reconocer que la apretura de la cárcel , falta de
sustento, y haberle tenido preso cuatro años, no bastaba para con
trastarle , mandó sacarle de la cárcel para dar fin á la constancia con
que le resistía. Tenia prevenido un carro , y en él cierto modo de
lecho con agudísimas puntas de hierro , que dentro de él le atormen
taban todo el cuerpo; el cual tiraban seis ferocísimos caballos, y de
esta suerte le llevaron corriendo cuatro millas. Iba el siervo de Dios
recreándose en las visiones con que el cielo le favorecía , entonando
himnos y salmos ; y en llegando al lugar donde los demás padecie
ron, hizo alto el carro, y al sacarle de él salieron de su cuerpo co
piosos arroyos de sangre, quedando la tierra matizada con tan her
mosos rubies. No pudieron ahorcarle, porque ya iba medio difunto,
y así le sacaron las entrañas y el corazon , y no habiendo aun del
todo muerto , le cortaron la cabeza y los brazos. Asombrados que
daron todos de haber visto la constancia del valeroso Fr. Gui
llermo ; pero como ellos no alcanzaban cuán lleno estaba del di
vino Espíritu , inflamado de luces celestiales, favorecido, regala
do y asistido de la divina gracia con que pudo vencerlo todo y re
sistir tantos y tan atroces tormentos, no es de admirar que lo extra
ñasen.
Mandó asimismo el Virey que , para acabar del todo con los Car
tujos, fuesen sus ministros á recorrer aquellos monasterios, y que
pasasen á cuchillo á los que no obedeciesen las órdenes y mandatos
del Rey, sin reservar alguno. Pasáronlos efectivamente todos á cu
Du ii. 45
chillo en los mismos monasterios , bañando con la purpúrea sangre
de sus cuerpos el Cándido armiño de su hábito.
Luego que dieron muerte á los Cartujos , saquearon aquellos san
tuarios ; y de casas de Dios y habitación de Ángeles , fueron hechos
receptáculos de malas mujeres, donde se juntaban para ofender á
la Majestad divina. Pero no dilató el cielo el condigno castigo á los
cómplices en tantos daños como lo merecían ; porque acusada Ana
Bolena de haber sido infiel al Rey , aunque ella negó la imputacion,
no le valió ; pues el mismo Rey lo tuvo muy averiguado, y la man
dó públicamente decapitar por adúltera. Ni aquel Cardenal quedó
sin su pena, digna de su depravado consejo, porque la Bolena an
tes de morir le malquistó con el Rey , y temiendo él la caida y de su
Príncipe la desgracia, es comuu sentir, y se divulgó así públicamente,
que ét mismo se dió veneno y murió rabiando. Ni tampoco quedó
sin castigo el Virey , ejecutor y ministro de tantas crueldades. Unos
quieren que informes siniestros le hiciesen caer del valimiento y
perder la gracia del Rey , y cuando él creyó haberse adelantado en
ella habiendo extinguido los Cartujos ( que eran los que mas le con
tradijeron), dicen le mandó degollar. Otros, que temiendo el suce
so , el mismo se despeñó de lo mas alto de su casa , y así murió.
Otros, en fin, que habiendo concluido con el martirio del santo
Fr. Guillermo , al volverse á la ciudad montado en un caballo su
yo muy lozano , se le desbocó , le precipitó é hizo pedazos , murien
do así rabiando. Cualquiera de estos sucesos era pequeño castigo á
su terquedad y tiranía ; que este fin tienen los aduladores y ejecu
tores de tales mandatos, y sin fin otros tormentos que corres
ponden á la gravedad de su obstinacion y menosprecio de los avi
sos que la misma conciencia les da siempre en tales ocasiones.
Este es el breve resumen del glorioso martirio que padecieron los
Santos cartujos por Enrique VIII , en la Gran Bretaña y famosa ciu
dad de Londres , por no querer firmar el repudio de la Reina , ni
el negar la obediencia al Sumo Pontífice. Y si en aquel reino don
de derramaron su sangre se cometieron tantas y tan graves ofen
sas á la Majestad divina, tambjen ha obrado el Señor por su inter
cesion muchos y grandes milagros. Y con razon se puede atribuir
á su proteccion que no se hayan visto grandes castigos en dicho
reino ; pues su ruego es tan poderoso con Dios , que por ellos lo di
lata, aguardando su enmienda y que vuelvan algun dia al verda
dero conocimiento y ai rebaño de la santa Iglesia. Su festividad se
celebra et dia Sí de mayo. ( Vallés, Hist. fund. de la Cartuja).
il MAYO

SAN FÉLIX, DIÁCONO.

De este Santo hace conmemoracion el Martirologio romano en este


dia , con la expresion de que padeció martirio en la ciudad de Sevilla,
en cuya diócesi se celebra su festividad con rito de segunda clase.
No nos consta de la patria, padres, ni laudables hechos del Santo,
porque la injuria del tiempo robó á la posteridad las actas de este y
otros muchos héroes que florecieron en la nacion , en aquellas las
timosas edades en que la ferocidad de los bárbaros redujo á cenizas
los preciosos escritos de una venerable antigüedad : solo sí sabemos
por el Breviario muzárabe segun el orden del Padre san Isidoro, que
el ilustre diácono Félix sostuvo con indecible fortaleza los mas fuer
tes combates contra los enemigos de nuestra santa fe , que quisieron
obligarle con exquisitos tormentos á que sacrificase á los ídolos ; pero
resistiéndose á aquella sacrilega maldad con el valor propio de los
héroes cristianos, mereció la corona del martirio en tal dia como
hoy, á principios del siglo IV segun se cree , cuando movieron con
tra la Iglesia su cruel persecucion los emperadores Diocleciano y
Maximiano.

LOS SANTOS SIMPLICIO Y AMBROSIO, MÁRTIRES.

En el monasterio de San Juan , llamado vulgarmente de las Aba


desas , que á fines del siglo IX fundaron los condes de Barcelona
Wifredo el Velloso y Winidilda , sobre el rio Ter en el valle de Ripoll
y obispado Ausonense ó de Vich , se hace fiesta hoy á los santos már
tires Simplicio y Ambrosio , cuyos cuerpos se veneran en aquella
iglesia cada uno en su arca. No se sabe si fueron allí colocadas estas
reliquias cuando se dedicó la iglesia, que fue en el año 887, ni si
estos Santos son españoles , ni si padecieron en España , ni por qué
tiempo ; siendo equivocada la noticia de cierto historiador que sobre
poco mas ó menos fija su martirio en el año en que se fundó el mo
nasterio. ,

LA BEATA MAFALDA, ESPOSA DEL REI D. ENRIQUE I


DE CASTILLA.
En las actas de los Santos se hace hoy memoria de la infanta doña
Mafalda de Portugal. Era esta infanta hija de los reyes de Portugal
DIA II. 45
D. Sancho I y D." Dulce , hermana menor de santa Teresa , primera
mujer del rey D. Alonso IX de Leon , de quien hablarémos en la vida
de san Fernando el dia 30 de mayo. Muerto el rey de Castilla D. Al
fonso VIII , coronaron en Burgos á su hijo D. Enrique , que á la sa
zon tenia solos once años, y fue nombrada tutora suya su hermana
D." Berenguela. De estas manos pasó á las del conde D. Alonso Nu-
ñez de Lara, el cual por sus fines particulares trató de casar al Rey
con la infanta D." Mafalda, señora de gran virtud. Pasó él mismo á
Portugal á pedirla á sus padres , y la acompañó á Castilla. Estaba
ya efectuada esta boda á 29 de agosto del año 1215. Tenia el Rey
entonces como unos doce años, y murió desgraciadamente antes de
tener edad para habitar con su esposa. D.a Berenguela y los señores
del reino no llevaron á bien este casamiento ; teníanlo por estorbo de
la paz ; tampoco la edad de la Reina correspondía á la del Rey, ex
cedíale en diez años cuando menos. D." Berenguela en vano previno
al Conde que no fomentase esta boda. Viendo que no aprovechó este
aviso, hizo saber á Inocencio III que este casamiento era ilícito por
el parentesco de tercero con cuarto grado por la casa de Barcelona,
y de cuarto con quinto por la de Castilla , grados prohibidos hasta el
concilio IV de Letran , celebrado en el siglo XIII. Tiénese por cosa
averiguada que el mismo Inocencio anuló este casamiento, de donde
se colige que la separacion fue antes de la mitad de julio de 1216 en
que falleció aquel Pontífice. Dióse esta comision á D. Tello, obispo
de Palencia , y á D. Mauricio de Búrgos , y la virgen Mafalda se vol
vió á Portugal , y se consagró á Dios en el monasterio de religiosas
Benedictinas de Aronca , que era de su patronato, trocándole en con
vento de Bernardas, en el cual vivió con gran santidad hasta el fin,
honrándola el Señor con milagros. Su muerte fue el dia 1.° de mayo :
en el año no están de acuerdo todos los escritores de su vida. Unos
dicen que murió en el año 1252 , otros que cuatro años despues,
otros que cinco. En una congregacion de sagrados Ritos se aprobó
el culto inmemorial de esta virgen sierva de Dios.

SAN ATANASIO, PATRIARCA DE ALEJANDRÍA.

San Atanasio, venerado en toda la Iglesia católica por una de las


mas firmes columnas de la fe, por ilustre defensor de la divinidad
de Jesucristo , por una de las mas brillantes lumbreras de todo el
mundo cristiano, y, en fin , por uno de los mayores Santos de la Igle-
4 TOMO V.
46 MAYO
sia, nació en Alejandría de Egipto por los años de 294. Sus padres
eran muy distinguidos en ella por su nobleza, pero mucho mas por
su piedad ; y así hicieron todo lo posible para dar al niño Atanasio
una educacion correspondiente á su religion y á su noble nacimien
to. Dejóse admirar desde luego de todos los que cuidaban de su crian
za la viveza, la brillantez y la extraordinaria penetracion de ingenio
que manifestaba nuestro niño ; conociéndose lo que habia de ser con
el tiempo por los rápidos progresos que hizo en las letras humanas,
en una edad en que otros niños apenas saben hablar. Cuenta Rufino,
que como un dia de fiesta estuviese jugando con otros niños de su
edad, y se divirtiese en remedar las ceremonias de la Iglesia, bau
tizó á algunos que no estaban bautizados, y que noticioso el patriarca
san Alejandro de este hecho, llamó á Atanasio, y bien informado, así
de su. intencion , como de las palabras que habia dicho al echarles el
agua , declaró que habian recibido legítima y verdaderamente el san
to Bautismo.
El suceso de este dia fue para el santo Obispo un como presagio de
las grandes cosas á que destinaba la divina Providencia á nuestro
Atanasio ; y tomándole á su cargo, viéndole en poco tiempo tan ade
lantado en las letras humanas , le aconsejó que se dedicase al estudio
de las divinas, en las que seguramente se puede afirmar que pocos
hicieron mas progresos en tan corto espacio de tiempo. Sus escritos
en defensa de la Religion son el mejor testimonio de aquella rara pe
netracion con que comprendía todas las ciencias ; pues en ellos se
acredita excelente filósofo, profundo teólogo, y bien instruido en to
das las demás artes, sin mostrarse forastero ni aun en la jurispru
dencia ; y todo esto en una edad en que , por lo comun , lo mas á que
se puede aspirar es al deseo de saber.
Pero al paso que cada dia se iba haciendo mas sábio, se hacia tam
bién mas santo. Llevóle al desierto la fama de san Antonio , y en la
escuela de tan insigne maestro se avanzó tan maravillosamente en
menos de dos años en la ciencia de la salvacion , que sin duda se hu
biera levantado la Tebaida con este tesoro , si no se hubiera valido
de su autoridad el patriarca de Alejandría para obligarle á que pa
sase á aquella ciudad.
Dejóse ver en ella con todo aquel concepto y estimacion con que en
todas partes se presenta un hombre de extraordinario mérito, acom
pañado tambien de una virtud extraordinaria. Desde luego fue el
asombro y las delicias de los Católicos ; y desde luego fue tambien
el susto y el terror de los herejes y gentiles. Á los veinte años de su
DIA II. 47
edad compuso contra ellos dos admirables tratados , intitulado el se
gundo de la Encarnacion del Verbo. Hízole san Alejandro secretario
suyo, elevóle á los sagrados órdenes , y se valió de su pluma y de su
ministerio para confundir á los Melecianos y á los demás herejes.
Pero el mayor enemigo de la Iglesia , contra quien singularmente
estaba destinado el celo y la pluma de Atanasio, era el impío Arrio,
presbitero de Alejandría y cura de la parroquia de Baucala, que ha
biendo sido depuesto y privado del curato por san Pedro, patriarca,
supo disimular tan artificiosamente la maligna travesura de su in
genio y el veneno oculto de su emponzoñado corazon , cubriéndolo
todo con cierto exterior aparato de compuncion y de penitencia, que
engañado san Achilas, sucesor de Pedro, y hombre de excesiva bon
dad, no solo le habia restituido á la posesion de su curato, sino que
le habia conferido el orden del sacerdocio, que aun no tenia al tiempo
de su deposicion. Viéndose ya cura por sus artificios, aspiró á verse
patriarca ; y no pudiendo tolerar que le hubiesen pospuesto á san Ale
jandro, se declaró cabeza de partido ; y comenzando á declamar con
tra la divinidad de Jesucristo, fue el mayor y mas pernicioso enemigo
que ha conocido la Iglesia.
Apenas descubrió la cabeza este monstruo, cuando salió Atanasio
á combatirle y aniquilarle ; pero como nunca faltan recursos á la he
rejía, aunque Arrio quedó muchas veces convencido y avergonza
do, así en particular como en público, por nuestro Santo, encontró
parciales aun dentro del mismo clero , y tantos , que para atajar el
mal se consideró necesario convocar el célebre concilio de Nicea.
Concurrió á él Atanasio, acompañando á su obispo, y sobresalió mu
cho en el concilio, no menos por su sabiduría que por el ardor de
su celo. Fue anatematizada por el sínodo la impiedad arriana, y se
hizo célebre nuestro Santo por las disputas públicas que tuvo con el
heresiarca, en las cúales le dejó enteramente confundido. Asombró
tanto á los Padres su vigilancia, su penetracion en descubrir los ar
tificios de los herejes, su delicadeza y su solidez en desenredar sus
sofismas , y sú sagacidad en desconcertar todas las medidas que iba
tomando el partido, que aunque á la sazon no era mas que diácono,
ya le consideraban todos como el azote de los Arríanos, y como una
de las mas brillantes lumbreras de la Iglesia.
Concluido el concilio, se volvieron á Alejandría san Alejandro y
su. diácono ; pero consumido el santo Patriarca al rigor de sus pe
nitencias y trabajos, murió santamente cinco meses despues. Poco
antes de espirar, como no viese por allí á Atanasio, que de estudio
4*
48 MAYO
se habia retirado , y aun huido , porque no le hiciesen su sucesor,
exclamó con espíritu de profecía: Átanasio, tú piensas escaparte con
la fuga, pero esta no te librará de la silla patriarcal. Murió Alejan
dro, y fue proclamado por patriarca Atanasio con unánime aclama
cion del clero y pueblo. Solo tardó en consagrarse lo que tardó en
descubrirse, porque en efecto se habia escondido tan de veras y lan
bien, que en seis meses no fue posible saber dónde paraba; pero
descubierto en fin , su teson en no querer aceptar la dignidad solo
sirvió para que todos se confirmasen mas y mas en lo mucho que
la merecía: no dando oidos ni á sus razones nrá sus lágrimas, fue
consagrado el dia 27 de diciembre del año 326 ; y desde luego hizo
conocer á todos que no era fácil encontrar sujeto mas digno de ocu
par la segunda silla de toda la Iglesia universal.
Mirábanle ya los Arríanos como al mas cruel azote de su secta ; y
no habiendo podido estorbar su consagracion, hicieron cuanto pu
dieron para que se declarase por ilegítima, tachándola de menos
canónica. Llegaron las quejas y las calumnias á la corte del Empe
rador, siendo los que mas las esforzaban Eusebio de Nicomedia,
Theonis y Alaris, insignes protectores del arrianismo; pero todos
sus artificios se convirtieron en vergonzosa confusión de sus mismos
autores. En el mismo punto en que Atanasio fue elevado á la silla
patriarcal, se cuenta que el Espíritu de Dios dijo á san Pacomio :
Yo he puesto á Atanasio por columna y por lumbrera de la Iglesia;
muchas tribulaciones y calumnias tendrá que padecer en defensa de la
fe y de la virtud; pero será siempre sostenido por la gracia de Jesu
cristo; vencerá todas las tentaciones, y anunciará á las iglesias la ver
dad del Evangelio.
Ninguno cumplió mas exactamente con todas las obligaciones de
obispo; porque siendo hombre consumado en ciencia y en virtud,
no solo era la admiracion de los demás prelados , sino su mas per
fecto modelo. No obstante ser su diócesi una de las mas dilatadas de
toda la Iglesia , pocas ovejas dejaban de oir cada año la voz de su pas
tor, y ninguna se escapaba á su solicitud y vigilancia pastoral. Era
dulce, afable, compasivo; y haciéndose todo á todos para ganarlos
á todos, nunca se separaban de su celo la caridad y la dulzura.
Ni sus trabajos apostólicos , aunque tan continuos y de tan gran
fatiga, disminuían un punto el rigor de sus penitencias. Á la accion
y al estudio acompañaban siempre el ayuno y la oracion. Sus ren
tas eran únicamente para los pobres ; y siendo igual su actividad en
socorrer las necesidades espirituales que las corporales, se adelan
DIA II. 49
taba á prevenirlas ; como era pastor y era padre , daba gran realce
á su caridad el dulcísimo espíritu con que la acompañaba.
Mientras tanto, viéndose el desventurado Arrio desterrado por el
emperador Constantino, despues de haber sido condenado por el con
cilio de Nicea , no dejaba piedra por mover para engañar al público,
y para alucinar el ánimo del menos instruido Príncipe. Consiguiólo;
porque presentándole una capciosa profesion de fe, que tenia apa
riencia de católica, logró que se le levantase el destierro ; pero no
pudo lograr que el Patriarca le admitiese á su comunion , conocien
do la mala fe con que procedía ; y á pesar de las súplicas y empeños
de sus parciales , nunca quiso reconciliarle con la Iglesia. Trataron
estos de delincuente contra la autoridad del Emperador su constante
teson , y unidos los Melecianos con los Arríanos , no perdonaron á
calumnia ni artificio para desacreditarle y para perderle.
Dieron principio á sus acusaciones delatándole de reo contra el
Estado, por haber impuesto de su propia autoridad á los egipcios
una especie de tributo de ropa de lino, ó de ornamentos para la igle
sia de Alejandría. Hallábanse casualmente en la corte dos presbite
ros suyos , llamados Alipo y Macario , los cuales hicieron visible la
falsedad de esta acusacion ; pero ni por esto desistieron sus enemigos,
antes levantaron contra él otras dos acusaciones mucho mas feas : la
primera, que habia hecho pedazos un cáliz , y destruido ó arruinado
una iglesia por medio d&cierto presbitero que se llamaba Macario ;
y la segunda , que habia remitido una gran cantidad de dinero á
cierto rebelde, por nombre Filomeno, que tomó las armas contra el
Emperador, aspirando no menos que á usurpar el imperio. Llamóle
Constantino á la corte , y reconocida su inocencia y la malignidad
de los calumniadores , le volvió á enviar á su iglesia , colmándole
de elogios.
No se acobarda la herejía por mas que sea confundida. Acusaron
al Santo de que habia asesinado á Arsenio , obispo meleciano , por
señas de que le habia cortado la mano derecha con el fin de usar de
ella para sus operaciones mágicas ; pero habiendo parecido Arsenio
en Fenicia , donde se habia escondido, ó le habian hecho esconder,
y habiendo sido presentado ante los jueces vivo y sano, con las dos
manos en su lugar, quedó descubierto y confundido , pero no es
carmentado, el embuste de los Arríanos y de los Melecianos.
Verdad es que por algun tiempo hizo su efecto la vergüenza , y
dejaron en paz á nuestro Santo, que se aprovechó de este paréntesis-
para visitar las iglesias de su obispado , que por mas distantes oian
50 MAYO
menos veces la voz de su pastor. En esta santa visita vió la primera
vez el célebre monasterio de Tabena ó de Tabenas , de que era abad
san Pacomio, quien le salió á recibir al frente de sus monjes , cuyo
número era de muchos millares ; los que distribuidos en veinte y
cuatro clases ó coros, le condujeron como en triunfo, cantando sal
mos , al monasterio.
Mientras tanto no se descuidaban los Arríanos ni Melecianos , y des
esperando de poder alterar la fe, ó doblar el teson de san Atanasio,
discurrieron nuevas trazas para desacreditarle en el concepto del Em
perador. Obtuvieron su permiso para convocar un concilio en Cesa-
rea de Palestina ; y .considerando Atanasio que este conciliábulo se
componía únicamente de sus enemigos , se negó á concurrir á él.
Eusebio de Nicomedia, jefe de la conspiracion de los Amanos, y los
demás prelados desafectos á nuestro Santo, supieron pintar esta re
sistencia al Emperador con tan feos colores, que desde entonces que
dó imbuido en tan fuertes y tan malignas especies contra el Patriar
ca , que nunca fue posible despues desimpresionarle de ellas. Mandó
que el año siguiente se convocase un concilio en la ciudad de Tiro,
dando orden á san Atanasio de que sin falta asistiese á él ; y el Santo
se vió precisado á obedecer.
Cuando entró en el concilio le ordenaron los presidentes que se
estuviese en pié, como lo está un reo delante de sus jueces ; lo que
llenó de tan santa indignacion al santo obispo Palemon , insigne con
fesor de Cristo, que sin poder contenerse, dirigiendo la palabra á Eu
sebio de Cesarea , uno de los presidentes del conciliábulo, le dijo con
celoso ardimiento : Acuérdate de la cobardía que mostraste en la última
persecucion . .Pues ¿ cómo tienes valor ni vergüenza para estarte tú senta
do mientras está en pié Atanasio, hombre de vida irreprensible ? Abrie
ron entonces los ojos muchos santos prelados, y conociendo que los
habian engañado, siguieron á san Pafnucio que, tomando de la
mano á san Máximo, obispo de Jerusalen, se salió de la asamblea.
No por eso desistieron los Arríanos de su empresa. Formósele la
causa , revivieron las antiguas calumnias , y fue de nuevo pregun
tado el presbitero Macario. Ya se habia dado comision para ir á ha
cer nuevas probanzas sobre el supuesto asesinato de Arsenio, cuan-
.do este se presentó delante del conciliábulo vivo, sano, y sin que le
faltase miembro alguno de su cuerpo. Sobornaron á una mala mu
jer para que compareciendo ante los jueces acusase al santo Prelado
<le que la habia quitado su honra con violencia.
Movido entonces Atanasio de uno de aquellos extraordinarios ras
DIA II. 51
gos de prudencia que inspira el Espíritu Santo en los mayores aprie
tos, entró en el concilio acompañado de uno de sus presbiteros, lla
mado Timoteo ; y fingiendo este que era el santo Patriarca , preguntó
á la descarada mujer con resolucion y con despejo : ¿Díme, mujer,
soy yo el que te violenté? ¿soy yo el que te quité tu honor? Á lo que
ella respondió con increible descaro, mal disimulado en fingido sen
timiento : Sí, tú mismo, tú mismo eres el que me violentaste ; y afec
tando deshacerse en lágrimas clamaba al concilio por justicia y por
venganza. Echaron con oprobio del concilio ala mujer como mere
cía ; pero se irritaron, se enfurecieron tanto los Arríanos viendo tan
vergonzosamente descubierto aquel tropel de calumnias y de impos
turas, que hubieran hecho pedazos á Atanasio, á no haberse esca
pado de la ciudad secretamente la siguiente noche.
Pero no por eso cesaron los herejes , ni se acobardaron para no
forjar cada día nuevas acusaciones. Sabiendo hien lo mucho que sen
tía el Emperador todo lo que tocase á su nueva ciudad de Constan-
tinopla, le aseguraron descaradamente que Atanasio prohibia la ex
traccion de los granos que se acostumbraban sacar de Alejandría para
el abasto de la corte. Irritóse tanto el Emperador, que sin querer dar
oidos á la evidencia con que ofreció Atanasio hacerle ver la false
dad de aquella quimérica acusacion , le desterró á Tréveris. Obede
ció, aunque era tan visible su inocencia; y despues de muchas fa
tigas llegó al lugar de su destierro , cuyo obispo, que era á la sazon
san Maximino, le recibió con el mayor respeto, venerándole siempre
como á invencible defensor de la fe, y confesor ilustre de la divini
dad de Jesucristo. Muerto el emperador Constantino, su hijo Cons
tantino el Menor, que era emperador de Occidente , despues dedos
años de destierro le restituyó á su iglesia de Alejandría , con cartas
de recomendacion muy honoríficas , en que apellidándole oráculo
de la ley divina , decia que su padre Constantino le habia enviado
á Jas Galias por algun tiempo, solo por ponerle á cubierto contra el
furor de los malignos que habian conspirado á su ruina. Imperaba
en el Oriente Constancio, y aunque se habia declarado fautor de la
herejía arriana, no se atrevió á oponerse á esta resolucion de su
hermano.
Fue recibido el santo Patriarca , así del pueblo como del clero,
con aquellas extraordinarias demostraciones de gozo en que prorum-
pen naturalmente los corazones cuando vuelven triunfantes los que
han sido perseguidos por la fe y por la Religion ; pero duró poco la
calma. Los mismos que le habían condenado en el conciliábulo de
52 MAYO
Tiro coavocaron otro en Antioquía el año de 341 , en que consa
graron por patriarca de Alejandría á Gregorio de Capadocia. Entró
en la ciudad de mano armada el seudo-patríarca ; y apoderándose de
todas las iglesias , cometió tantas violencias, tantas profanaciones y
tantos sacrilegios , que Atanasio se vió precisado á huir , y á refu
giarse á Roma. Recibióle con veneracion el papa Julio, y escribió á
los obispos de Oriente, ordenándoles que concurriesen á Roma para
terminar estas diferencias. Celebróse este concilio el año de 342 , en
el cual se justificó Atanasio plenamente : fue aprobada y aplaudida
la pureza de su fe , no menos que el valor de su constancia ; y el Papa
se prendó tanto de su rara sabiduría y virtud, que le detuvo en Roma
otros tresaños. Opusiéronse con el mayor esfuerzo á que fuese res
tituido á su iglesia los Arríanos , protegidos del emperador Constan
cio. Fue preciso convocar otro concilio en Sárdica el año de 347 , en
el cual fue reconocida con admiracion y con elogio la inocencia de
nuestro Santo : el intruso Gregorio fue excomulgado y depuesto, y
Atanasio restituido á su silla. Los obispos arríanos que se habian
retirado del concilio se juntaron tumultuariamente en Filipoli , y tu
vieron la insolencia de excomulgar á los Padres del concilio Sardi-
cense , y al mismo papa Julio, porque habia comunicado con Ata
nasio. En fin, fue necesaria toda la autoridad del emperador Cons
tante para que nuestro Santo se viese restablecido en su iglesia.
Irritó furiosamente á los Arríanos la pompa y los regocijos públi
cos con que le recibieron én Alejandría ; y su virtud , su celo , y la
valerosa intrepidez con que proseguía en defender la divinidad de
Jesucristo , suscitaron contra él otra nueva persecucion. Habiendo
pasado Atanasio á la corte de Antioquía á besar la mano al Empe
rador, persuadieron los Arríanos á este príncipe que con esta oca
sion pidiese al Patriarca una iglesia en Alejandría para los que ha
cían profesion de su secta. Señor, le respondió Atanasio , vengo en
ello, con tal que V. M. me conceda otra en Antioquía para los que pro
fesan la religion católica. Halláronse muy embarazados los Arríanos
con una respuesta que no habian prevenido, y se retiraron de su pre
tension , teniendo por menor inconveniente carecer ellos de una igle
sia en Alejandría , que conceder otra á los Católicos^dentro de la corte.
Volvió á florecer en Alejandría la disciplina y la virtud con la
vuelta de nuestro Santo ; pero fue de corta duracion la tranquilidad.
Habiendo muerto por este tiempo el emperador Constante , y no ce
sando Atanasio de escribir y de predicar contra la im piedad arriana,
se vió combatido de nuevas encrespadas olas. Celebráronse contra
DIA II. 53
él los conciliábulos de Arles, AquileyayMilan ; y porque san Eu-
síbio, obispo de Verceli , san Dionisio de Milan , san Lucífero de
Caller, el célebre Osio, obispo de Córdoba, y el papa Liberio, no
quisieron firmar la condenacion de Atanasio , todos fueron dester
rados , y el Santo lo fue tambien de su iglesia de Alejandría. Pero
no pudiendo resolverse á abandonar del todo á su querido rebaño,
estuvo escondido por algun tiempo, hasta que ensangrentada y en
furecida mas la persecucion, se vió precisado á retirarse al desierto,
en cuyo tiempo los Arríanos colocaron en la silla patriarcal de Ale
jandría á Jorge, hijo de un tintorero de Capadocia; siendo tan hor
ribles como inexplicables los sacrilegios y las maldades que come
tieron los herejes en esta ocasion .
Mientras Atanasio estaba en el desierto, tuvo el consuelo de he
redar el pobre pero preciosísimo manto que san Antonio le habia
dejado como en testamento á la hora de la muerte , 'sucedida en aquel
mismo año ; del que hacia tanta estimacion, que lo restante de su
vida usaba de él los dias de las mayores festividades , como de una
inestimable gala. Ni pasó ociosamente el tiempo que logró en la so
ledad , porque á ella debemos mucha parte de sus escritos ; como la
Apología que dirigió al Emperador, y el tratado de los Sínodos , que
compuso con ocasion de lo que sucedió en los concilios de Seleucia
y de fiímini.
Muerto en este tiempo el emperador Constancio, y habiéndole su
cedido en el imperio Juliano Apóstata , levantó el destierro á todos
los obispos desterrados ; y á favor de este decreto volvió Atanasio á
su iglesia. Poco antes habia sido muerto en un motin popular Jorge
el usurpador ; y por esta casualidad logró el santo Patriarca de al
gun reposo, que empleó útilmente en reformar las costumbres y en
restablecer la disciplina eclesiástica.
Pero el que era tan aborrecido de los herejes , por precision no lo
habia de ser menos de los gentiles. Sabiendo el apóstata Juliano la
grande reputacion en que estaba nuestro Santo , envió orden para
que le quitasen la vida. Dieron aviso al Patriarca, y porque no fue
se maltratado su pueblo , que estaba resuelto á exponer las suyas por
defender la de su santo Pastor, se metió prontamente en un barco,
y subiendo por el Nilo hizo vela hácia la Tebaida. El que se habia
encargado de matarle, noticioso de su fuga , se embarcó tras él, y
se dió tanta priesa, que infaliblemente le hubiera alcanzado luego,
si el Santo no hubiera eludido el golpe por un rasgo de sagacidad
verdaderameate superior. Maadó, pues , que su barco volviese pron
54 MAYO
tamente la proa hácia Alejandría , y encontrándose presto con el otro
en que navegaba el oficial , este preguntó á los pasajeros si iba léjos
la embarcacion de Atanasio ; y como ellos le respondiesen que no es
taba muy distante , el oficial , sin detenerse á mas , mandó hacer fuer
za de remo para alcanzarla , y pasó adelante. Con esto volvió el Santo
á la ciudad, donde estuvo oculto hasta la muerte de Juliano, que
sucedió seis meses despues. Ascendió al imperio Joviano, príncipe
muy católico, que dedicando toda su aplicacion á que triunfase el
concilio de Nicea, llamó á Atanasio á Antioquía , y quiso saber de
su misma boca todo lo que habia padecido por la Religion.
No se acomodaba el Santo con hacer larga mansion en la corte ; y
llamado de su obligacion y solicitud pastoral, volvió cuanto antes á
cuidar de su diócesi , y á emprender la visita ; mas parecia que el
Señor habia determinado santificarle por medio de las tribulaciones.
La temprana mserte del piadoso emperador Joviano volvió á en
cender el furor y la malignidad de los herejes. Sucedióle Valente,
que favorecía á los Arríanos ; y la primera gracia que les concedió
fue que echasen á Atanasio de su silla. Fue general la consternacion
en Alejandría ; y haciendo el Santo juicio que era prudencia ceder
á la tempestad , se escondió en la misma sepultura de su padre,
donde estuvo por espacio de cuatro meses ; siendo esta la cuarta vez
que el Santo se habia ocultado por evitar las funestas desgracias que
ordinariamente traen consigo los motines populares que se suscita
rían si diese lugar á que le prendiesen.
Pero tambien parecia que el Señor disponía estas temporadas de
retiro para darle tiempo á que hiciese en ellas mas importantes y
mas permanentes servicios á la Iglesia. Porque no contentándose su
celo con combatir contra los Arríanos, no era menos ardiente en re
primir á los demás herejes. Defendió la divinidad del Espíritu Santo
contra los Macedonianos , como habia defendido contra los Arríanos
la divinidad del Verbo ; y los últimos años de su vida escribió en
defensa del misterio de la Encarnacion contra los Apolinaristas.
Mientras tanto, no pudiendo el pueblo de Alejandría llevar en pa
ciencia la ausencia de su santo Pastor, comenzó á levantar el grito,
tan sin reparo, que llegaron sus sentidas quejas á los oidos de Va-
lente ; quien , temiendo alguna sedicion, dió orden para que se de
jase á Atanasio vivir en paz en su iglesia. Mantúvose en ella hasta
la muerte , empleando lo que le restó de vida en conservar la fe en
toda su pureza, y la disciplina de las costumbres en todo su "vigor.
En fin , á los cuarenta y seis años de obispo, consumido al fuego de
DIA II. 55
la mas turbulenta , mas tenaz y mas viva persecucion , murió lleno
de merecimientos el segundo dia de mayo del año 373.
Las honras que se le hicieron despues de muerto fueron correspon
dientes á la estimacion y.á la veneracion que le profesaban cuando
vivo, y en sus funerales se dejó ver toda la pompa y toda la majes
tad de un verdadero triunfo. En el siglo VIII fueron trasladadas
sus preciosas reliquias á Constantinopla, en cuya ocasion san Ger
man , que era á la sazon patriarca de aquella corte , compuso un ofi
cio nuevo en honra de nuestro Santo. Se asegura como cosa cierta
que con el tiempo fueron secretamente robadas y conducidas á Ve-
necia, donde son guardadas con la mayor vigilancia.
Merecieron siempre tan alta estimacion los escritos de san Atana-
sio, que solia decir el abad Como que , si se hallase algun opúsculo
suyo, y faltase papel para copiarle , se debia trasladar y bordar so
bre el propio vestido. Finalmente, san Gregorio Nazianceno da prin
cipio á una oracion fúnebre en elogio de nuestro Santo diciendo, que
alabar á Atanasio y alabar á la virtud era una misma cosa.

La Misa es en honra de san Atanasio, y la Oracion la siguiente :


Exaudi, qucesumus, Domine, preces Rogárnoste, Señor, que oigas benig-
nostras , quas in beati Athanasii con- no las súplicas que te hacemos en la
fessoris tui atque pontificis solemnitate solemne fiesta de tu bienaventurado
deferimos : et qui Ubi digne meruit fa- confesor y pontífice san Atanasio , y
mulari , ejus intercedentibus meritis , ab que nos libres de todos nuestros pe-
omnibus nos absolve peccalis: Per Do- cados,por los méritos de aquel que te
minum nostrum Jesum Christum... sirvió con tanta fidelidad. Por Nues
tro Señor Jesucristo, etc.

La Epístola es del capítulo iv de la segunda del apóstol san Pablo


á los Corintios.
Fratres : Non nosmetipsos prcedica- Hermanos: No nos predicamos á
mus, sed Jesum Christum Dominum nosotros mismos, sino á Jesucristo
ios autem servos vestros per nuestro Señor ; á nosotros , pues , co-
Jtsum: quoniam Deus, qui dixit de mo siervos vuestros por Jesús; porque
tenebris iucem splendescere, ipse illuxii Dios , el cual dijo que resplandeciese
in cordibus nostris ad illuminationem la luz de entre las tinieblas, él mismo
scientice claritatis Bei , in facie Christi resplandeció en nuestros corazones,
Jesu. Habemus autem thesaurum istum para que se hiciese clara la ciencia de
in vatis fictüibus, ut subiimitas sit vir- la gloria de Dios en el semblante de
tutis Dei, et non ex nobis. In omnibus Jesucristo. Pero este tesorole tenemos
tribulationem patimur, sed non angus- en vasos de barro, para que la supe-
tiamur : aporiamur, sed non destituí- rioridad sea de la virtud de Dios y no
vutr : perieoutionem patimur, sed non de nosotros. Por todas partes pade
86 MATO
derelinquimur : dejicimur, sed non pe- ccmos tribulacion, pero no decaemos
rimus : semper mortíficationem Jesu in de ánimo : somos angustiados , pero
corpore nostro circumferentes, utetvita nonos desesperamos: padecemos per-
Jesu manifestetur in corporibus nos- secucion, pero no somos abandona-
tris. Semper enim nos, qui vivimus, in dos: somos abatidos, mas no pe-
mortem tradimur propter Jesum : ut et recemos , llevando siempre por to-
vita Jesu manifestetur in carne noslra das partes en nuestro cuerpo la mor-
mortali. Ergo mors in nobis operatur: tificacion de Jesucristo, para que tam-
vita autem in vobis. Habentes autem bien la vida de Jesús se manifieste en
eumdem spiritum fidei , sicut scriplum nuestros cuerpos. Porque continua-
est: Credidi, propter quod locutus sum, mente nosotros , que vivimos , somos
et nos credimus , propter quod et lequi- entregados á la muerte por amor de
mur : scientes quoniam qui suscitavit Jesús, para que tambien la vida de
Jesum, et nos cum Jesu suscitabit, et Jesús se manifieste en nuestra carne
constituet vobiscum. mortal. Triunfa , pues , la muerte en
nosotros , y en vosotros la vida. Pero
teniendo el mismo espfritu de fe , se
gun está escrito: Creí, por lo cual
bable : y nosotros creemos , por lo
cual tambien hablamos : sabiendo que
aquel que resucitó á Jesús nos resu
citará tambien á nosotros con Jesús,
y nos colocará entre vosotros.

REFLEXIONES.
No nos predicamos á nosotros mismos , sino á Jesucristo nuestro
Señor. Non nosmetipsos prmdicamus, sed Jesum Christum Dominum
nostrum. Solo pueden decir esto con verdad los ministros fieles del
Evangelio. Pero ¡ ah , y cuántos infieles ministros hay ! Muchos pre
dican á Jesucristo solo por predicarse á sí mismos ; el principal fin
de sus sermones es su propia estimacion , concepto y fama. De aquí
proviene aquel eterno hablar, y alabarse de sus trabajos , de sus
aplausos , de su séquito y de sus maravillas ; de aquí aquel fastidio
universal , aquel desdeñoso menosprecio con que tratan todo lo que
produce otro terreno : en sus ojos no hay frutos preciosos , sino los
que son de su cosecha ; pero el espíritu de Dios tiene otras máxi
mas, habla otro lenguaje : los hombres verdaderamente apostólicos
se estiman poco, y se alaban menos.
In omnibus tribulationem patimur, sed non angustiamur : es cierto
que en todas partes nos salen al encuentro las tribulaciones , mas no
por eso desmayamos, ni aun nos afligimos. ¡ Oh , y qué diferencia
tan grande hay entre las mortificaciones que se padecen en el ser
vicio de Dios, y las espinas que se hallan en el servicio del mundo!
Aquellas punzan poco, son fecundas, producen un fruto de incom
DIA II. 57
paraHe delicia ; estas siempre estériles , siempre penetrantes , y tan
ponzoñosas que su herida no tiene cura.
Ello es preciso confesarlo, que las adversidades son fruta de todas
las estaciones , nacen en todos los terrenos , no hay clima que no sea
el propio suyo ; pero las adversidades que envia Dios á los buenos
son de especie muy distinta de aquellas que padecen los mundanos.
Siempre acompañan á los trabajos que afligen á estas tristes víctimas
de la ambicion las amarguras interiores, los remordimientos mor
tales , los despechos que los despedazan , y una desesperacion que los
devora. Pero ¿y qué recurso, qué consuelo tienen en sus miserias?
Nosotros, grita el Apóstol , dejicimur, sed non perimus, tambien te
nemos mucho que padecer, pero no nos desesperamos : tampoco nos
faltan aflicciones, pero tambien nos sobran consuelos. El mayor de
todos es la consideracion de la mano que siembra estas cruces, y que
reparte estas amarguras. Sabemos bien que el mismo sol que eleva
los vapores tiene virtud para disiparlos ; nos consuela mucho consi
derar que el Señor tiene contados todos los cabellos de nuestra ca
beza , y que no ha de permitir que perezca ni uno solo ; nos sirve del
mayor alivio estar muy persuadidos de que tendrémos por remune-
rador al mismo que tuvimos por modelo , y que ha de ser nuestro
juez ; es gran gloria para nosotros caminar por las mismas huellas
que nos dejó estampadas el Salvador, y acabar de cumplir lo que
faltó á los tormentos de Jesucristo, haciendo gala de su librea. Por
eso no es de admirar que el mismo Apóstol exclame en otra parte ;
Estoy lleno de consuelos ; rebásame el gozo y la alegría en medio de
mis tribulaciones y de mis trabajos. ¿Qué hombre del mundo pudo
decir jamás otro tanto? Hay en el mundo trabajos , hay tribulacio
nes, hay persecuciones ; pero ¿hay los mismos consuelos? ¿hay las
mismas dulzuras? ¿Cuál es el premio, cuál la recompensa de lo que
se padece en el mundo?
Persecutionem patimur, prosigue el Apóstol , sed non derelinqui-
fflur: somos perseguidos, mas no somos abandonados. Aquel mismo
divino Salvador que san Estéban vió en pié á la diestra de Dios Pa
dre, está todavía presente á los combates que sostienen con valor los
que le sirven. Es cierto que siempre habrá enemigos que persigan
la Religion , pero tambien lo es que siempre hallará ella dentro de
sí misma armas para defenderse , y todos los auxilios que ha me
nester para que no laatropellen. Lo mismo se puede decir de la vii-
tud cristiana. - '..'' .. - -jj , •,.'.. ,, - 'i A .• ' /
MAYO

El Evangelio es del capitulo x de san Maleo.


In tilo tempore dixit Jesus discipulis En aquel tiempodijo Jesús á susdis-
suis : Cum persequentur vos in civitate cípiilos: Cuando os persigan en esta
tsfa, fugite in aliam. Amen dicovobis, ciudad, huid á otra. En veYdad os di-
non consummabitis civitates Israel, do- go, no acabaréis (de instruir) las ciu-
nec veniat Filius hominis. Non est dis- dades de Israel antes de que venga el
cipulus super magistrum , nec servus Hijo del Hombre. No hay discípulo so-
super dominum suum. Sujficit discipu- bre el maestro, ni siervo sobre su
lo, ut sit sicut magister ejus : et servo, señor. Bástale al discípulo que sea
sicut dominusejus. Si Patrem familias como su maestro, y al siervo como
Beelzebub vocaverunt, quanto magis su señor. Si llamaron Bélcebú al señor
domesticos ejus? Ne ergo timueritis eos. de casa, ¿cuánto mas á sus familiares?
Nihil enim est opertum, quod non reve- No tengais, pues, miedo de ellos. Por-
labitur : et oceultum, quod non scietur. que nada hay escondido que no se ha-
Quod dico vobis in tenebris, dicite in ya de descubrir; y nada oculto que no
lumine : et quod in aure auditis, pra>- se haya de saber. Decid en dia claro lo
dicate super tecla. Et nolite timere eos, que yo os digo en tinieblas ; y lo que
qui occidunt corpus, animam autem habeis oido á la oreja , predicadlo so-
non possunt occidere : sed potius tímete bre los tejados. Y no temais á aque-
enm , qui potest et animam et corpus líos que matan al cuerpo, y no pueden
perdere in gehennam. matar el alma ; sino temed mas bien
aquel que puede perder el alma y el
cuerpo echándolos al infierno.

MEDITACION.
Del temor de Dios.
Punto primero. — Considera que el temor de Dios es el principio
de la verdadera sabiduría ; la fe , la religion y el buen juicio conspi
ran en infundirnos este santo temor. Y á la verdad , ¿ puede haber
mas insigne locura que no temer á Dios?
Teme d Dios, dice el Sábio, y guarda sus mandamientos; porque
esto es todo el hombre. Bien se puede decir que el hombre sin este
santo temor es nada. Demos que sea el mas brillante, el mas sobe
rano ingenio de todo el mundo ; demos que por su nacimiento, por
sus riquezas , por sus empleos, por sus prendas descuelle sobre las
cabezas de todos los mortales : si no teme á Dios, ¿qué viene á ser
á los ojos de Dios , único juez que juzga sanamente de todas las
cosas? ¿qué será á los ojos de las criaturas por la infinita duracion
de todos los siglos? ¿qúé será á sus mismos ojos por toda la eter
nidad ?
Ello es preciso tener algun temor ; porque el temor es igualmente
efecto del amor propio que de la razon : es una inquietud del alma,
DIA II. ' 59
que se persuade no ha de llegar á conseguir un bien que desea ; es
una aprehension de algun mal que nos amenaza. Ninguno puede exi
mirse de estos afectos, porque son muy naturales, muy propios de
nuestra naturaleza. Si el temor es racional, es prudencia. Pero al fin,
¿qué es lo que se teme? El verse privado de algun bien , de que al
cabo le ha de despojar la muerte infaliblemente ; el perder ó toda ó
parte de la honra, de la estimacion , del concepto, que consiste en
una vana opinion , y que al fin se ha de desvanecer como sombra
ó como sueño. Témense las enfermedades, las dolencias, que no pue
den faltar; las adversidades y los trabajos , que son inseparables de
la vida ; en fin , se teme la muerte , que es necesario que llegue ; pero
no se teme á Dios, autor y único origen de todos los bienes. No se
teme á Dios , de quien depende nuestra fortuna en esta vida , y nues
tra felicidad en la otra : no se teme á Dios , quien solo puede calmar
las olas , disipar las tempestades , prevenir las desgracias , y quitar
á la muerte todo lo que tiene de terrible : no se teme á Dios, siendo
el único á quien en rigor debiéramos contemplar, y el único á quien
debiéramos temer. Solamente los insensatos pueden vivir sin este san
to temor. ¿Dónde hay prueba mas evidente de una insensatez, de
una locura desenfrenada , que esta impía seguridad? El temor de los
males de esta vida puede provenir de cobardía y de flaqueza ; pero el
temor de Dios siempre es hijo de una prudencia consumada, de un
valor, de una verdadera grandeza de corazon. Los locos y los niños
son los únicos que no temen los grandes precipicios , porque no los
conocen. No temer á Dios siempre es corruptela del corazon y falta
de entendimiento.
Al temor santo de Dios acompañan inseparablemente todas las vir
tudes cristianas. El que teme, cree; el que teme perder, espera; y
como no es temor servil, sino filial, de amor y de respeto , nunca
queda excluida de él la caridad. Pero ¿se hallarán estas virtudes ca
pitales de nuestra Religion en una alma que no teme á Dios?

Punto segundo. —Considera cuál es el verdadero sentido de este


oráculo : No temais á los que pueden quitar la vida del cuerpo, y no
pueden quitar la vida del alma. Sea uno aborrecido , odiado , perse
guido, ultrajado hasta no poder mas; llegue en buen hora la per
secucion hasta quitarle la vida; es este un bien que al fin es nece
sario perderle. De aquí no puede pasar todo el poder y toda la ma
lignidad de los hombres : lo mas que pueden hacer es anticipar al
gunos dias este despojo inevitable; pero esta alma eterna é inmortal
60 MAYO
no es de su jurisdiccion. \ Cuántos ilustres Mártires murieron en los -
cadalsos ! ¡ cuántos inocentes fueron maltratados ! ¡ cuántas personas
virtuosas vivieron arrinconadas y cubiertas de polvo! Buen ejemplo
es el de san Atanasio. Fue su desgracia obra de la malicia de los
hombres; pero esta desgracia solo sirvió para añadir mayor estima
cion á su mérito, para que brille mas su grande gloria en el cielo ;
todas sus persecuciones , todas sus desgracias sirven de asunto á su
elogio.
Pero temed, prosigue el Salvador, al que puede precipitar el cuerpo
y el alma en el infierno. ¿Á quién se ha de temer , si no se teme á un
Dios.tan poderoso, á un juez tan formidable?
¿Qué cosa mas puesta en razon ni mas natural que temer á un
Dios , que es el único que nos puede hacer felices, que nos ha hecho
y cada dia nos está haciendo mayores beneficios de lo que podemos
comprender? ¿qué cosa mas justa que temer irritar á aquel Dios
que por un solo pecado mortal puede precipitar alma y cuerpo en el
infierno? No hay poder en el mundo que alcance mas allá de la vida,
y consiguientemente ni á quien despues de esta se deba temer; pe
ro la ira de Dios nunca se deja sentir mas, y con efecto nunca es
mas terrible que despues de la muerte. Suplicios eternos, llamas
inextinguibles, remordimientos que nunca se acaban, venganza sin
medida, sin límites, sin aflojar, sin mitigarse, para todos aquellos
que mueren en su desgracia. ¿Qué te parece? ¿Hay razon para temer
á Dios? Y un hombre que no le teme, ¿qué será? ¿Será hombre de
bien , hombre recto , hombre honrado, hombre contenido? ¿Qué
moderacion tendrá? ¿qué freno pondrá á sus pasiones? ¿qué me- ,
dida, qué límites, qué término á su apetito, á su licencia, á su di
solucion? Es el temor de Dios aquel cercado que defiende la viña ;
abierto el cercado y echado por tierra , queda expuesta á que lodos
la vendimien , la pisen y la destruyan.
Dadme, Señor, este santo temor vuestro tan necesario y tan sa
ludable. Ámeos yo , divino Salvador mio , y nada tema tanto como
ofenderos , nada como no amaros en tiempo , y como perderos por
toda la eternidad.

Jaculatorias. — Penetrad mi alma de vuestro santo temor, para


que me libre de la terribilidad de vuestros juicios. (Psalm. cxvm).
Bienaventurado el hombre que teme al Señor, y coloca todo su
consuelo en guardar exactamente sus santos mandamientos. (Psal-
mo cxi).
OTA 61

' PROPÓSITOS.

1 M principio de la verdadera sabiduría, dice el Profeta, es el


tmor de Dios. La mayor prueba de un entendimiento corto , y de un
corazon estragado , es no temerle. Hay un temor servil , que es el de
los esclavos , los cuales temen el castigo , sin dárseles nada por el mé
rito de la persona ofendida ; pero nosotros, dice san Pablo , no somos
hijos de la esclava, sino de la libre ( Galat. iv ) ; y nuestro temor debe
ser como el de aquellos buenos hijos que solo temen ofender al pa
dre , á quien tiernamente aman. Cuanto mas se ama á uno , mas se
teme desobedecerle y enojarle. De aquí nace aquella exactitud en
cumplir con las obligaciones del estado ; aquel anticiparse á preve
nir el precepto ; aquella delicadeza de conciencia en todo lo que toca
á la Religion y á la piedad. Procura conseguir este temor de Dios tan
saludable. Cuando se domestica el entendimiento con el vicio ; cuan
do la conciencia se ciega voluntariamente ; cuando el corazon se en
durece con la costumbre del pecado ; entonces hay poco temor de
Dios, é insensiblemente se llega á perder del todo. Trátanse de va
nos espantajos , de pusilanimidad , de falta de espíritu , de escrúpu
los irracionales y ridículos el temor de Dios y la delicadeza de con
ciencia que, una vez perdida por la culpa, rara vez se recobra.
Guárdate bien de zumbarte jamás de aquella escrupulosidad deli
cada que es como la legítima de las almas santas. Confúndate su
fervor , su puntualidad , su vigilancia ; y habla siempre de ellas con
estimacion y con elogio , temiendo mucho ofender á Dios de lo con
trario.
2 Huye cuanto puedas de tratar con aquella especie de personas
que se precian de espíritus fuertes , esto es, que temen poco ó nada ;
de aquellas que tienen por lícito todo lo que lisonjea á la concupis
cencia y al amor propio , que de nada dudan,, en nada reparan , y
tratan de menudencias , de bagatelas , de devociones mujeriles las
devociones mas provechosas. El trato con esta especie de gentes,
aunque por lo comun parezca juiciosa y arreglada , siempre es con
tagioso. No te avergüences de parecer hombre timorato. ¡Con qué
temor , y aun con qué escrupulosidad se cuida de no disgustar al prín
cipe! Cada cual hace vanidad y aun mérito de ser escrupuloso en
este punto. Pues ¿de cuándo acá se ha de avergonzar un cristiano
de ser exacto en dar gusto á Dios? Examina si hay algo que refor
mar en tu casa, en tu familia, en tu persona, en tu conducta; mira
5 TOMO T.
*62 MATO
si tienes que temer algo en tus hijos, en tus criados inferiores, en
tus dependientes ; repíteles aquella admirable leccion que daba To
bias á su hijo : Omnibus diebus vitw tuw in mente habeto Deum, et ca
ve ne aliquandopeccato consentías : acuérdate todos los dias, todos los
anstantes de tu vida , de que estás á la presencia de Dios, y guárdate
bien de consentir en algun pecado. Seremos dichosos , si timueri-
,mus Deum, si temiéremos siempre á Dios. Es devocion muy útil re
petir muchas veces la siguiente oracion :
Sancti nominis tui, Domine, timorem pariter, et amorem facnos ha
bere perpetuum ; quia numquam tua gubernatíone destituís, quos inso-
iiditate tua; dilectionis instituís. Per Dominum nostrum...
«Haced, Señor, que se arraigue en .nuestras almas el amor y el
•«temor perpétuo de vuestro santo nombre ; porque nunca desampa
ra vuestra providencia á los que afianzais en la solidez de vuestro
«amor. Por Nuestro Señor Jesucristo...»

DIA III.
MARTIROLOGIO.
La Invencion de la santa Cruz del Señor, en Jerusalen , en tiempo det
emperador Constantino. (Véase su historia en las de hoy ).
El martirio de los santos Alejandro, papa, Evencio y Teodclo, pres
bíteros, en Roma, en la vía Nomentana ; de los cuales Alejandro en el impe
rio de Adriano, siendo juez Aureliano,' despues de haber sufrido la cárcel, las
cadenas, el potro, los garfios de hierro y el fuego, le agujerearon todo el cuerpo
con punzones de hierro, en cuyo tormento espiró: Evencio y Teodulo, despues
de haber estado mucho tiempo en un calabozo, y de haberlos pasado por el
fuego , al cabo los degollaron. ( Véase su historia en las de este día).
San Jovenal, obispo y confesor, en Narni. (Véase una noticia de su vida
jen las de este dia ).
Los santos mártires Alejandro, soldado, y Antonina, virgen, en Cons-
tantinopla ; la cual en la persecucion de Maximiano, siendo Festo prefecto,
fue condenada al lugar infame de las mujeres públicas, de donde la sacó ocul
tamente Alejandro cambiándole el vestido, y quedando él en su lugar; despues
fueron ambos atormentados, les cortaron las manos, y los echaron en el fue
go, con el cual alcanzaron lu eterna corona.
Los santos mártires Timoteo y Maura, su mujer, en la Tebaida, á los
cuales Ariano, prefecto, despues de muchos tormentos mandó clavar en una
cruz, de la cual estuvieron pendientes vivos nueve dias, y animándose mutua
mente á perseverar en la fe, al cabo consumaron el martirio.
Los santos mártires Diodoro y Rodopiano, en Anfrodisia, ciudad de Ca
via, los cuales fueron apedreados por sus conciudadanos (hasta que murieron)
en la persecucion de Diocleciano.
Los bienaventurados Sosteno y ügon, confesores, en el monte Senario
día m. 63
junto á Florencia , los cuales en el mi?mo día y hora que Diosles "había reve
lado, rezando el Ave María partieron de esta vida á la eterna. (Véase la histo
ria de los siete Siervos de María en el dia 11 de febrero).

LOS SANTOS ALEJANDRO, PAPA, EVENCIO Y TEODULO, PRESBÍ


TEROS Y MÁRTIRES.

El mismo dia de la Invencion de la santa Cruz celebra la Iglesia


católica el martirio de san Alejandro , papa y mártir , el cual fue na
tural de Roma, é hijo de un ciudadano romano llamado tambien
Alejandro. Sucedió en la silla pontifical al sumo pontífice Evaristo , y
fue el séptimo papa despues de san Pedro , poniendo en el número
de los Papas (como se han de poner ) á san Lino y á san Cleto , que
inmediatamente, uno despues de otro, sucedieron ásan Pedro. Fue
nuestro Alejandro en la santidad admirable, y en la fe y constancia
del martirio muy esclarecido. Era mozo de treinta años cuando co
menzó á gobernar la Iglesia ; pero su vida y doctrina suplían bien el
defecto de su edad. Convirtió con su predicacion y trato celestial á
muchos senadores y gran parte de nobleza de Roma , y entre ellos
á un prefecto llamado Hermes , con toda su casa y familia , que fue
ron en número de mil doscientos y cincuenta personas, por lo cual
fue preso por mandato de un gobernador llamado Aureliano ; y echa
do en la cárcel , hizo muchos y grandes milagros , entre los cuales
fue uno , que estando en ella aherrojado , vino á él de noche un niño
con una hacha encendida en sus manos , que le dijo : Sigueme, Ale
jandro ; y habiendo hecho oracion , y entendido que era el Ángel del
Señor , le siguió , sin que las paredes , ni puertas , ni guardas le im
pidiesen la salida de la cárcel ; y el niño le guió hasta la casa de Qui-
rino , tribuno , en la cual estaba preso Hermes, que deseaba mucho
verse con san Alejandro, y habia prometido á Quirino que por mas
que estuviese preso vendría á su casa. En viéndose se abrazaron los
dos santos Mártires, y derramaron muchas lágrimas de consuelo, ani
mándose el uno al otro á padecer por Jesucristo. Esto espantó mucho
al tri buno Quirino ; el cual habiendo oido algunas razones á Hermes,
y el modo con que él se habia convertido á la fe de Cristo nuestro
Señor, y visto que san Alejandro con el tacto de sus cadenas habia
sanado a una hija suya HamadaBalbina , que estaba gravemente en
ferma de lamparones, se convirtió también él á la fe de Jesucristo
con su hija y lodos los presos que estaban en la cárcel ; y el santo
pontífice Alejandro mandó á Evencio y á Teodulo , sacerdotes (que
5*
64 MAYO
habian venido á Roma de Oriente) , que los bautizasen. Vino estoá
noticia de Aureliano; enojóse sobremanera, y habiendo mandado
atormentar y matar á Quirino , y degollar á Hermes , y echar en el
mar á todos los que en la cárcel se habian bautizado , y con ellos á
santa Balbina, virgen, Jiija de Quirino, mandó traer delante de sí
á Alejandro con los dos presbiteros E vencio y Teodulo , y despues de
haber entre ellos pasado algunas palabras , dijo Aureliano : Dejémo
nos de pláticas , y tratemos de lo que hace al caso ; é hizo que los ver
dugos desgarrasen á Alejandro , y le extendiesen en el potro , y ator
mentasen con uñas aceradas sus carnes , y quemasen los costados con
hachas encendidas. En este tormento estaba callando el Santo ; y pre
guntándole Aureliano: ¿Por qué callas? ¿por qué no te quejas? res
pondió Alejandro : Cuando el cristiano ora, con Dios habla. Por el mis
mo tormento pasaron Evencio y Teodulo. EraEvencio de ochenta y
un años , y habiase bautizado de once , y ordenado de orden sacro
de veinte ; y como los santos Mártires con los tormentos creciesen
mas en la fe y amor de su Señor , y Aureliano no pudiese ablan
darlos á su voluntad , mandó encender un horno , y echar en él á Ale
jandro y Evencio , y á Teodulo poner á la boca de él , para que viendo
como se abrasaban , y temiendo semejante castigo , hiciese sacrificios
á los dioses ; pero Teodulo , no solo no se espantó por ver en el fuego
á sus santos compañeros , antes encendido del amor divino se dejó
caer con ellos, que desde el horno le llamaban, y le decian que allí
donde estaban no habia dolor ni tormento , sino refrigerio y holgan
za: y así fue; porque las llamas no los dañaron, antes salieron del
horno mas resplandecientes , como el oro sale del crisol. No se ablan
dó con este milagro el duro y rebelde corazon del tirano , antes man
dó degollar á Evencio y Teodulo, y con unas lesnas de acero muy
agudas punzar, atravesar por todos los miembros de su cuerpo al san
to pontífice Alejandro , para que muriese mas cruelmente ; y en este
tormento , como dice el libro de los romanos Pontífices , despues de
gollado , dió su bendita alma á Dios á los 3 de mayo del año del Se
ñor de 132 , segun el cardenal Baronio , imperando Adriano , el cual
por haber sido apoderado de Trajano, se llamó Trajano Adriano. Y
así no es maravilla que algunos autores, engañados de la semejan
za del nombre, escriban que san Alejandro fue martirizado en el
tiempo de Trajano.
Quedó Aureliano muy gozoso por haber muerto á los santos Már
tires , como si hubiera alcanzado alguna gran victoria ; mas este gozo
presto se le convirtió en llanto , porque oyó una voz que le dijo : Au
día 'm. 65
reliano , á estos á quienes has quitado la vida se les han abierto las puer
tas del cielo , y á ti las del infierno. Quedó Aureliano con esta voz
fuera de sí; cayó en el suelo, mordiéndose la lengua, y espiró para
ser atormentado en el infierno con tormento eterno. Los cuerpos de
san Alejandro y sus compañeros fueron enterrados fuera de la ciu
dad en la vía Numentana, siete millas de Roma, y despues se tras
ladaron dentro á la iglesia de Santa Sabina, que es convento de los
Padres de santo Domingo. Vivió en el sumo pontificado san Alejan
dro diez años, cinco meses y veinte dias, segun Baronio; aunque
Eusebio no le da sino diez años, y el libro de los romanos Pontífices
diez años, siete meses y dos dias.
Fue Alejandro celosísimo del culto divino: ordenó que en la misa
se consagrase con pan sin levadura , para denotar la puridad del san
tísimo Sacramento , y por imitar mas á Cristo nuestro Señor , que en
la institucion de este sagrado misterio , la noche de la cena , así lo
hizo. Dió por ley que en la consagracion del cáliz se mezclase una
poca de agua con el vino , para significar la union de Cristo nues
tro Señor con su Iglesia, y representar la sangre y agua que salie
ron de su precioso costado. Y cuando decimos que san Alejandro
ordenó estas ceremonias sagradas, no queremos dar á entender que
él las instituyó de nuevo , porque los Apóstoles las usaron , sino que
lo que ellos aprendieron de Cristo , y enseñaron á la Iglesia , este san
to Pontífice lo aprobó y estableció con sus cánones. Y así vemos que
san Cipriano y Justino , mártires , hablan de mezclar agua con el vi
no en el cáliz , como de cosa enseñada á los Apóstoles por el Señor,
por tal recibida y usada siempre en la Iglesia católica. Añadió tam
bien á la misa aquella devotísima cláusula que comienza : Quipri-
die quam pateretur, hasta llegar á las palabras de la consagracion.
Mandó que ningun clérigo pudiese decir mas de una misa cada dia.
Pronunció sentencia de excomunion contra los que impiden á los
legados apostólicos que puedan hacer lo que por el Sumo Pontífice
les fuere mandado. Celebró tres veces órdenes en el mes de diciem
bre , y en ellas consagró cinco obispos , seis presbiteros y dos diá
conos. Escribió tres epístolas , que se hallan en el primer tomo de
los Concilios , de los cuales se sacan los decretos y ordinaciones que
habemos referido, y otra muy importante de bendecir el agua con
sal , y con las ceremonias que hoy dia celebra la Iglesia , y tenerla
en los templos, casas y aposentos contra las tentaciones y asechan
zas de los demonios, que continuamente nos persiguen é infestan : la
cual costumbre ha perseverado en la Iglesia católica desde sus princi
66 MAYO
pios, y el Señor ha hecho ¡Enumerables milagros de muchas y di
versas maneras por medio del agua bendita , sanando todo género de
enfermedades , apagando fuegos é incendios , sosegando las tormen
tas del mar , y temblores de la tierra , y tempestades del aire , y rayos
del cielo , y librando las almas y los cuerpos de los endemoniados.
Y en nuestros dias se han visto grandes efectos del agua bendita en
las Indias entre los gentiles y cristianos nuevamente convertidos, y
en las tierras inficionadas de herejías entre los mismos herejes. Y sin
duda el agua bendita es una arma poderosa contra los hechizos y
..embustes , y contra todas las artes del demonio ; la cual el Señor con.
gran misericordia ha dado á su Iglesia, y de ella debemos nosotros
continuamente usar con grande devocion y confianza en el mismo Se
ñor que nos la dió.

SAN JUVENAL, OBISPO DE NARNI.

La Iglesia hace conmemoracion de sanJuvenal, obispo deNarni,


ciudad de Umbría , situada á unas cuarenta millas de Roma , con los
santos mártires Alejandro y sus compañeros. De él dice el Breviario
romano , y los Martirologios de Beda , Adon y Usuardo , que fue va-
ron de santísima vida , y esclarecida en milagros , y que convirtió ca
si toda la ciudad de Narni á la fe de Jesucristo. Otro Juvenal , asi
mismo dice san Gregorio que está sepultado en Narni, el cual fue
mártir , y de él se hace mencion en el Martirologio romano á los 7
de mayo.

LA INVENCION DE LA SANTA CRUZ.

Celebra la Iglesia esta fiesta en memoria de aquel descubrimiento


que hizo en Jerusalen la emperatriz Elena, madre del emperador
Constantino , del sagrado trofeo de nuestra redencion el año 326 , po
co tiempo despues que el mismo Emperador habia derrotado al lira-
no Majencio en virtud de la señal de la cruz.
Iba Constantino á presentar la batalla á este tirano , que le espera
ba con un ejército de cási doscientos mil combatientes; y conociendo
que necesitaba de auxilio superior para vencerle, dirigió su corazon
y sus votos al Dios de los Cristianos , cuyo poder no ignoraba , no
cesando de invocarle todo el tiempo que duró la marcha. Era la mi
tad del dia, que habia amanecido muy despejado y sereno, cuando
ma m. GT
vió en medio del aire una resplandeciente eras , mas brillante que el
mismo sol , orlada de una inscripcion con caractéres de luz, que de-,
cia así : In hoc signo vinces : vencerás en virtud de esta señal. Aque
lla misma noche se apareció Cristo á Constantino con el mismo sagra
do símbolo que se le habia descubierto en el cielo, y le mandó que
haciendo copiarle , se sirviese de él en los combates. Obedeció el Em
perador ; y dando orden para que viniesen á su tienda los mas há
biles lapidarios y plateros, les explicó la figura de la insignia que
queria fabricasen , ordenándoles que la hiciesen de oro , y la esmal
tasen con las mas preciosas piedras.
Diéronse prisa á la obra , y la concluyeron presto. Era una cruz de
oro, de la altura de una pica, enriquecida de preciosísimas piedras,
cuya parte superior terminaba en una cifra ó monograma que ex
plicaba el nombre de Jesucristo , acompañado de la primera y últi
ma letra del alfabeto griego , para significar que Cristo es principio
y fin de todas las cosas. Pendia de lo ancho de la cruz un pequeño
cuadrado de riquísima tela, color rojo de la púrpura mas fina, bor
dado de oro , y cargado de piedras inestimables , en cuya parte su
perior é inferior estaban bordados con hilo de oro los bustos del Em
perador y de sus hijos. Á este nuevo estandarte se le dió el nombre
de Lütwo, y te llevaban delante del mismo Emperador los oficia
les mas valientes y mas piadosos de sus guardias. Mandó Constan
tino que se hiciesen otros muchos semejantes , repartiendo uno á cada
legion ée sus tropas ; y haciendo esculpir en su morrion el mono
grama del nombre del Salvador del mundo , ordenó que se esculpiese
tambien en los broqueles de todos sus soldados. Despues hizo venir
á su presencia á algunos obispos , y habiéndose instruido en los prin
cipios de nuestra Religion, resolvió no consentir otra en toda la ex
tension de su imperio.
Mientras tanto salió Majencio de Roma con su formidable ejército,
compuesto de mas de ciento y ochenta mil combatientes. Derrotóle
Constantino lleno de confianza en la cruz de Jesucristo , anegóse el
tirano en las olas del Tíber, sin que hasta entonces hubiese visto el
mundo victoria mas completa. Abrió Roma sus puertas al vencedor;
y para eternizar este el testimonio de que habia debido la victoria
á la virtud de la santa cruz , mandó hacer una estatua suya en la
misma Roma , con el trofeo de nuestra redencion en su imperial ma
no, y con una inscripcion que acreditaba su fe y su reconoci
miento.
Despues que derrotó tambien á Licinio, emperador del Orienter
68 MATO
viéndose Constantino único y absoluto señor de los dos imperios,
aplicó todos sus desvelos á que floreciese en ellos la religion verda
dera , y á desterrar , si pudiese , hasta las miserables reliquias del
paganismo.
Habian hecho todo lo posible los gentiles para profanar los Santos
Lugares de Jerusalen , y especialmente para que no quedase memoria
de la triunfante resurreccion de nuestro Salvador. Con este fin ha
bian terraplenado la gruta del santo sepulcro ; y enlosando con gran
des piedras el pavimento , habian levantado en el mismo sitio un tem
plo en honor de la diosa Vénus , donde ofrecían á esta súcia deidad
los mas abominables sacrificios ; medio eficacísimo para que jamás
se dejasen ver en aquel lugar los Cristianos. Dió orden Constantino
para que se demoliese aquel infame monumento de la impiedad , y
para que allí mismo se edificase un templo tan magnífico , que hizo
grandes excesos á los mas soberbios edificios que se admiraban en
otras ciudades; y escribiendo de este asunto á Macario, obispo de
Jerusalen, le decia estas palabras: He dado orden á Daciliano, vica
rio de los prefectos y gobernador de la provincia, para que arreglán
dose a tus órdenes emplee los obreros necesarios para levantar las pare
des. Avísame qué mármoles preciosos, cuántas, y qué especie de co
lumnas te parece que se coloquen, para dar providencia de que se le
envíen. Tambien me alegraré saber si tienespor conveniente que la bóve
da se adorne con algun artesonado, ó qué adorno te parece que se pon
ga; y en caso de elegir el artesonado, se pudiera cubrir de oro.
Santa Elena, madre del Emperador, quiso tomar de su cargo el
cuidado de esta grande obra. Era á la sazon de ochenta años , y habia
muchos que solo se empleaba en obras de caridad , en ejercicios de
devocion, y en todo lo que podia contribuir á la mayor gloria de la
Beligion y de la Iglesia. El Emperador la habia hecho declarar au
gusta , queriendo que fuese reconocida por emperatriz , y dándola
facultad para que dispusiese á su arbitrio de sus rentas y tesoro im
perial. Era esta Princesa enemiga de todo fausto, modestísima en
su vestido , que era llano y humilde ; pero al mismo tiempo tan mag
nífica y tan bizarra en todo lo que tocaba al culto divino , que no per
donaba á los mayores gastos para enriquecer y para adornar hasta
los mas pequeños oratorios de los lugares mas cortos.
En medio de su grande ancianidad pasó á Jerusalen la piadosa
Emperatriz. Subió al monte Gólgota , y abrasada en ardentísimos de
seos de encontrar el sagrado madero donde se obró nuestra reden
cion , venció todas las dificultades que podían acobardarla , y aun ha
día m. 69
cerla desesperar de la empresa. Eran verdaderamente grandes ; por
que , como ya llevamos dicho siguiendo á Sozomeno , los gentiles en
odio del nombre cristiano habian hecho todo lo posible para borrar
hasta el nombre del santo sepulcro. Sobre haberle colmado de tierra
y de piedras , tanto que se habia elevado considerablemente el ter
reno antiguo , habian edificado en él un templo á la diosa Vénus , y
en el mismo sitio donde estaba el sepulcro habian colocado la esta
tua de Júpiter.
Dió principio á la obra, mandando demoler el templo y el ídolo;
hizo sacar toda la tierra , y guiándose por la tradicion antigua , man
dó cavar tan hondamente, que al fin se descubrió el santo sepulcro,,
y junto á él tres cruces del mismo tamaño y de la misma figura, sin
que se pudiese distinguir cuál era la del Salvador, porque el titula
que Pilatos habia mandado poner sobre ella, Jesús Nazareno, rey de
los judíos, estaba separado , y en medio de las tres cruces ; y aunque
esta parecía bastante prueba de que una de las tres era la que se bus
caba, parecía imposible saber á punto fijo cuál de las tres era.
Viéndose la santa Emperatriz con este embarazo , consultó con
san Macario lo que se debia hacer ; y el santo Obispo fue de parecer
que se aplicasen todas tres cruces á algun enfermo , no dudando que
Dios declararía con algun milagro'cuál de ellas era la verdadera cruz;
del Salvador. Aprobóse este expediente , y habiéndose aplicado las
dos á una señora de distincion que estaba agonizando, no se vió efecto
alguno ; pero apenas se la aplicó la tercera , cuando quedó repenti
namente sana , á vista de innumerable gentío que fue testigo de esta
maravilla. Aun se hizo despues otra prueba. Tendiéronse sobre las
tres cruces tres cadáveres , y solamente resucitó el que se tendió so
bre aquella cuyo contacto habia sanado á la enferma agonizante ; y
con esta experiencia se comenzó desde luego á rendir al trofeo de
nuestra redencion el culto que se le de,bia.
Mandó la piadosa Emperatriz que se edificase una suntuosa iglesia
en el mismo sitio donde se habia hallado la santa cruz ; y dejando
en ella la mitad del sagrado madero , engastado en preciosísimas pie
dras, llevó la otra mitad á su hijo Constantino, que la recibió con
singular veneracion. Persuadido este grande Emperador á que no po
día enriquecer su nueva ciudad de Constantinopla con joya mas esti
mable , ordenó se embutiese una considerable porcion de ella en la
misma estatua suya que se dejaba ver en medio de la plaza , coloca
da sobre una magnífica columna de pórfido , con una manzana de
oro en la mano derecha , y con esta inscripcion en el pedestal : Cris
70i MAYO
to mi Dios, yo te encomiendo esta ciudad. Lo restante de la sagrada
cruz fue enviado á Roma por el mismo Emperador , y colocado en
la suntuosa iglesia que hizo edificar expresamente á este fin con el
título de Santa Cruz en Jerusalen.
San Cirilo , obispo de esta ciudad veinte años despues de san Ma
cario, testifica que en poco tiempo se llenó el mundo de fragmentos
6 reliquias de la parte de la cruz que quedó en Jerusalen; porque así
él , como sus predecesores desde san Macano , regalaban con ellas á
los peregrinos de distincion que concurrían á dicha santa ciudad con
el piadoso fin de Yer y de adorar el instrumento de nuestra reden
cion. Y añade el mismo Padre , como testigo ocular , que no por eso
se disminuía el pedazo del sagrado leño que estaba en Jerusalen ;
antes se repetía en él aquel milagro de los cinco panes, que repar
tidos entre la muchedumbre, no solo no decrecían , sino que se mul
tiplicaban.
San Paulino , que florecía por los años de 400 , dice que la mila
grosa virtud con que aquel leña muerto se reproducía como si estu
viera vivo , era efecto del contacto de aquella carne divina que , ha
biendo padecido muerte en el mismo madero , venció á la muerte con
su gloriosa resurreccion : Cruce in materia insensata vim viwm tenens,
ita exilio temporeinnumerispenehominvm votis lignum sutm commor-
davit: ut detrimenta non senliret, et quasi intacta permaneret quotídie
dividuam sumentibus, et semper totam venerantibus : sedistam impar~
tibilem virtutem, etindestructibilem solidüatem, de illius carnis sangui-
nebibit, quce passa mortem , non vidit corruptionem. Así habla san
Paulino de este milagro de la santa cruz en su epístola 11 á Severo.
Siendo costumbre de los judíos enterrará los ajusticiados con to
dos los instrumentos con que lo habian sido , fuera del título se ha
llaron tambien los clavos, y probablemente la corona de espinas ; la
cual en tiempo de Gregorio Turonense , que vivió en el siglo VI , se
conservaba todavía tan verde , que parecía reverdecer todos los dias.
Ignórase qué hizo santa Elena del título de la cruz; pero de los cla
vos hizo toda la estimacion qne merecia tan preciosa reliquia. Ase
guran san Ambrosio, san Gregorio Nazknceno , Nicéforo y Zonaras,
que solo encontró tres clavos la piadosa Emperatriz ; los que fácil
mente se distinguieron de los otros , porque estos estaban todosi roir
dos y cubiertos de orin , pero los del Salvador se conservaban mila
grosamente enteros, lustrosos y limpios, como si acabaran de salir
del yunque. Uno de ellos mandó la Emperatriz se engastase en et
bocado ó tascafreno del caballo que servia á Constantino ; otro dice
día ra. H
san Ambrosio que le hizo engastar en la misma diadema imperial,
y el tercero le arrojó en el mar Adriático para sosegar una furiosa
tempestad. Díeese que no por eso se perdió este clavo , antes biea
vino nadando sobre el agua como en otro tiempo la hacha del pro
feta Eliseo ; y qué apreciándole mas que á los otros santa Elena por
este milagro, se lo regaló á la iglesia de Tréveris, siendo su arzo
bispo san Agricio , á quien la Emperatriz profesaba singular vene
racion. Poco despues presentó á la iglesia de San Juan de Letraa
el que habia colocado en la diadema del Emperador ; y finalmente
regaló á la de Milan el que habia servido de bocado al caballo de este
Príncipe.
Siendo tan gloriosa á toda la Iglesia la invencion de este sagrado
trofeo, se celebró en ella su fiesta con mucha solemnidad. Ya se ce
lebraba en Francia en la primera línea de sus reyes , encontrándose
su oficio en los antiguos Misales de la liturgia galicana. El rey Ervi-
gio , que reinaba en España en el siglo VII , expidió un decreto que
se halla en el código de las leyes de los visogodos , por el cual
manda á los judíos establecidos en sus dominios que celebren la fies
ta de la invencion de la santa Cruz , del mismo modo que los obli
gaban á celebrar la de la Anunciacion, Natividad, Epifanía, Cir
cuncision,, Pascuas y Ascension.
El fin dfe haber señalado el dia tercero de mayo para celebrar esta
fiesta , fue por acercarla todo lo posible á la memoria de la pasion,
del Salvador , y á la adoracion de la Cruz , que se hace en el Vier
nes Santo. Por eso se señaló el primer dia libre despues de la so
lemnidad, de la Pascua, que nunca puede pasar del segundo dia de.
mayo.
Consérvanse y se adoran en muchas iglesias partes muy conside
rables de la verdadera cruz. Fuera de las que se adora» en Roma,
hay otras en Francia, Italia, Alemania, España y Portugal. Justi
no II, emperador de Constantinopla, envió una porcion de ella a,
santa Radegundis, mujer de Clotario I, con la cual enriqueció su
real monasterio de Santa Cruz de Poitiers ; y con esta ocasion Fortu
nato , que seguia la corte de la santa Reina , y fue despues obispo de
dicha ciudad , compuso los dos célebres himnos de que aun usa el
dia de hoy la santa Iglesia en el oficio de la pasion y de la Cruz , que
comienzan : Vexilla Regis prodeunt, y Punge lingua gloriosi laureara
, certaminis. San Gregorio envió una parte de la verdadera cruz á Re-
caredo, rey de los godos en España, como un riquísimo presente.
San Luis consiguió de los venecianos la porcion de cruz que habia
72 MAYO
quedado en Constanti nopla, y la hizo trasladar á Francia el año
de 1241 , colocándola en la santa capilla que edificó el de 1242 , jun
tamente con la corona de espinas , que dos años antes le habian re
galado los mismos venecianos.
En el colegio y noviciado de Villagarcía de Campos se venera un
lignum crucis, como de una pulgada de largo y media de grueso,
con que el santo papa Pio V regaló al Sr. D. Juan de Austria des
pues de la famosa batalla de Lepanto; y S. A. se le presentó á la
Excma. Sra. D." Magdalena Ulloa, insigne fundadora de dicho
colegio, que habia criado al Sr. D. Juan en aquella villa.

HIMNO.
Vexilla Regís prt&eunt: Ya tremolan del Bey los estandartes ;
Fulget Crucis mysterium, De la Cruz el misterio resplandece ,
Qua vita mortem pertulit, En la cual padeció muerte la V ida ,
Et morte vitam prolulit. Y dió al hombre la vida con su muerte.
Qua vulnerala lanceis Herida con la lanza , cuya punta
Mucrone diro criminum, Las culpas son, que nuestro error comele,
VI nos lavaret sordibus, Para lavar nuestras inmundas manchas ,
Manavit unda el sanguina. Manó agua y sangre portentosamente.
Impleta «uní qua concinil Ya está cumplido lo que David predijo,
David fideli carmine, Cuando profetizó á todas las gentes,
Dicendo nationibus: Que babia de reinar Dios verdadero
Regnavit á ligno Deus. ( Llegado el tiempo ) de un leño pendiente .
Arbor decora et fulgida, Árbol el mas brillante y mas hermoso ,
Ornata Regís purpura, Por la púrpura real que te ennoblece ,
Electa digno stipite Y el contactó de aquellos miembros santos :
Tam sáneta membra tangere. Dichoso el tronco que logró tal suerte.
Beata, cujas brachiis Mil veces feliz tú , de cuyos brazos
Pretium pependit saculi, El que en precio se dió del mundo , pende :
Staíera facta corporis, Que hecho peso de aquel sagrado cuerpo
Tulitque pradam tartarí. Quitas la presa á las tartáreas huestes.
O Cruce ave, spet unica, Cruz , única esperanza , Dios te salve :
Paschale qua fers gaudium, Ya que en gozosas Pascuas tú nos meces,
Piis adauge gratiam, Á los malvados el perdon alcanza,
Reisque dele crimina. La gracia á los piadosos siempre acrece.
Te, fons sal mis Trinitas, Vos , fuente de salud , Trinidad santa ,
Collaudet omnis spiritus: Alábente las almas reverentes :
Quibus Crucis victoriam Á los que de la Cruz (las la victoria ,
Largiris, adde pramium. Amen. Dales eterno premio juntamente. Amen.

La Misa es en honra de la santa Cruz, y la Oracion la que sigue:


Deus , qui in preclara salutífera Ó Dios , que en la invencion de la
Crucis inventione passionis luce mira- saludable Cruz renovaste los milagros
cula suscitasti : concede, ut vitalis ligni de tu pasion ; concédenos que por el
pretio ceternce vita suffragia consequa- valor del vital madero consigamos au-
mur : Qui vivis et regnas... lilios eficaces para lograr la vida eter-
. . i na. Que vives y reinas...
DIA III. 73

La Epístola es del capítulo 11 del apóstol san Pablo á los Filipenses.


Fratres : Hoc enim senliíe invobis, Hermanos: Tened entre vosotros los
quod et in Christo Jesu: qui cum in mismos sentimientos que (fueron) en
forma Dei esset, non rapinam arbitra- Crjsto Jesús : el cual siendo Dios en la
tus est esse se cequalem üeo: sed semet- sustancia, no juzgó usurpacion el que
ipsum exinanivit formam servi acci- su ser fuese igual á Dios ; sino que se
piens , in similitudinem hominum fac- anonadó á sí mismo, tomando la forma
tus, et habitu inventus ut homo. Humi- de siervo , hecho semejante á los hom-
liavit semetipsum factus obediens usque bres, y reconocido por hombre en la
ad mortem , mortem autem crucis. condicion: se humilló á sí mismo, he-
Propler quod et Deus exaltavit illum, cho obediente hasta la muerte, y muer-
et donavit iüi nomen, quod est super te de cruz. Por lo cual tambien Dios le
omne nomen: ut in nomine Jesu omne ensalzó y le dió un nombre que es so-
genu fleetatur coelestium , terrestrium, bre todo nombre ; para que en el nom-
et infernorum, et omnis lingua confi- bre de Jesús se doble toda rodilla en
teatur, quia Dominus Jesus Christus in el cielo, en la tierra y en el infierno : y
gloria est Dei Patris. toda lengua confiese que el Señor Je
sucristo está en 1 a gloria de Dios Padre.
REFLEXIONES.
Ninguna cosa debe humillarnos tanto como nuestra misma vani
dad y como nuestro mismo orgullo. Juzgarse uno superior á otro ;
engreirse , estimarse sobre los demás , porque encuentra el nombre
de su familia en pergaminos viejos , ó porque tuvo un bisabuelo hom
bre de mérito ; embriagarse, por decirlo así , con el alto concepto de
sí mismo, querer ser distinguido , pretender que todo el mundo le
doble la rodilla , porque ocupa un empleo que le hace mas visible
que á otros; porque es dueño de una posesion á que están agrega
das estimables heredades ; porque es un poco mas rico ; al conocer
el motivo verdadero de nuestro orgullo, valga la verdad , ¿puédele
haber mayor para humillarnos ? Y si fuera menos comun esta en
fermedad , ¿ se la daría otro nombre que locura ? ¡ Oh pobreza de
corazon! ¡oh apocamiento del espíritu humano ! Pocos gustan de
vivir al nivel de sus iguales ; pero son muchos menos aquellos á
quienes no se les anda la cabeza siempre que se ven un gradito mas
arriba. Mas ¿qué reflexiones , qué máximas inspira nuestra Religion
en orden al orgullo ?
Avergonzarse, tener horror á la oscuridad de su humilde naci
miento, huir de la humillación y del menosprecio como de un gran
mal ; no suspirar por otra cosa que por honras , por empleos y por
estimacion ; gustar únicamente de la distincion y de la singularidad ;
querer sobresalir en todo; aspirar con ambicion al fausto y á los
7Í MAYO
primeros cargos ; ¡ y todo esto á vista de un Dios que se anonadó á sí
mismo, que tomó la figura de siervo , que se humilló y se abatió
hasta morir, y morir en una cruz! ¡Y engreirse, ensoberbecerse los
que adoran á un Dios humillado de esta manera ! La vanidad , el amor
de la gloria y la ambicion son la pasion dominante de la mayor par
te de los Cristianos. Aquella mujer del mundo, cuyo fausto y cuya
vanidad serian reprensibles aun en medio del gentilismo , y que se
fabrica un ídolo de su aparente hermosura , se postra delante de la
cruz, adora á Jesucristo humillado, y pretende no tener otra reli
gion que la de este Señor. Aquel hombre, cuya ambicion no reco
noce límites , se llama discípulo de Cristo , quiere morir con un Cru
cifijo en las manos , cree los misterios de su Religion , y hace profesion
de seguir su doctrina. ¡ Cuántas cosas pasan en el mundo por extra
vagancia, que no son tan opuestas á la razon como esta conducta 1
Y á vista de esto ¡ nos admiramos de que el error haga tantos pro
gresos ! La herejía es hija del orgullo ; la fe se cria con la humildad :
en estas almas orgullosas siempre está la religion débil, flaca, des
mayada y casi m uerta. Q ue el error esté en el entendimiento , ó que
esté en la voluntad ; que se desacierte en lo que se cree ó en lo que
se obra, importa poco, y no es menos digno de compasion.

El Evangelio es del capítulo ni de san Juan.


In illo tempore : Erat homo ex Pha- En aquel tiempo : Habia un hombre
risceis, Nicodemus nomine, princeps de la secta de los fariseos, HamadoNi-
Judceorum. ffic venit ad Jesum noc- codemus, de los principales entre los
te , et dixit ti : Rabbi, scimus quia á judíos. Este vino á Jesús de noche , y
Deo venisti, Magister, nemo enim po- le dijo : Maestro, sabemos que has si-
testhac signa facere, quce tufacis, nisi do enviado de Dios á enseñar: porque
fuerit Deus cum eo. Respondit Jesus, et ninguno puede hacer estos milagros
dixit ei : Amen , amen dico Ubi, nisi quetú haces, á no ser que esté Dios con
quis renatus fuerit denuo , non potest él. Respondió Jesús, y le dijo : De ver
tiere regnum Dei. Dicil ad eum Nico- dad te digo, el que no vuelva á nac er
demus : Quomodo potest homo nasci, otra vez no puede ver el reino de
cum sit senexf Numquid potest in ven- Dios. Díjole Nicodemus: ¿Cómo puede
trem matris sum iterato introire, et re- nacer el hombre siendo viejo? ¿Por
nasci? Respondit Jesus : Amen, amen ventura puede. entrar otra vez en el
dico Ubi, nisi quis renatus fuerit ex vientre de su madre y volver á nacer?
aqua, et Spiritu Sancto, non potest in- Respondió Jesús: De verdad , de vcr-
troire in regnum Dei. Quod natum est dad te digo, que el que no renazca por
ex carne, caro est: etquod natum est medio del agua y del Espíritu Santo
ex spiritu, spiritus est. Non mireris no puede entrar en el reino de Dios.
quia dixi Ubi : Oportet vos nasci denuo. Lo que es engendrado dela carne , es
Spiritus ubi vult spirat : et vocem ejus carne ; y lo que es engendrado del es
DIA III. 75
audis, sed nescis unde veniat, aut quo píritu, es espíritu. No te admires por-
vadat : sic est omnis, qui natus est ex que te he dicho : Es menester que vos-
spiritu. Bespondit Nicodemus , et dixit otros volvais á nacer. El espíritu iris
es .' Quomodo possunt hac fieri ? Res- pira donde quiere : y oyes la voz, pero
pondit Jesus, et dixit ei : Tu es magis- no sabes de dónde venga , ni á dónde
ter in israel, et hcec ignoras? Amen, vaya; así es todo aquel que es engen-
amen dico Ubi, guia quod scimus lo- drado del espíritu. Respondió Nicode-
quimur ; et quod vidimus teslamur, et mus, y le dijo: ¿Cómo pueden hacerse
testimoniutn nóstrum non accipitis. Si estas cosas? Respondió Jesús, y le di-
terrena dvti vobis, et non ereditis : quo- jo : ¿ Tú eres maestro en Israel , y le
modo si dixero vobis coelestia credetisf ignoras? De verdad , de verdad te di-
iíí nemo ascendit in ocelutn, nisi qui go, que hablamos aquello que sabe-
descenditde calo, Filius hominis, qui mos, y testificamos lo que hemos vis-
est in cailo. Et sicut Sloyses exaltavit to, y vosotros no recibís nuestra depo-
serpentem in deserto, ita exaltari opor- sicion. Si os he hablado de cosas ter-
tet Filium hominis : ut omnis, qui ere- renas y no me creeis, ¿cómo creeréis
dk in iptum, non pereat, sed habeat si os hablare de cosas del cielo ? Nin-
vitam mternam. guno, pues, sube al cielo, sino el que
bajó del cielo, el Hijo del flombre,que
está en el cielo. Y así como Moisés le
vantó en el desierto !a serpiente, de la
misma Manera conviene que sea le
vantado el Hijo del Hombre , para que
todo aquel que cree en él no perezca,
sino que tenga vida eterna.

MEDITACION.
Del mérito de los trabajos.
Punto primero. — Considera que las cruces, los trabajos, las ad
versidades son verdaderos remedios ; y no son menos saludables los
que parecen mas amargos. Como en materia de salud no se debe
consultar el gusto, así en materia de salvacion nunca se debe aten
der á los sentidos.
Desde que Cristo santificó la cruz prefiriéndola á todo lo demás ;
desde que la ennobleció escogiéndola por trono suyo ; desde que me
reció ser el principal instrumento de nuestra redencion , ha sido la
cruz objeto de las ansias de todos los Santos. No solo es el adorno mas
precioso de la corona de los príncipes ; no solo es el principal orna
mento de los altares, es el terror del infierno, es el contraveneno de
las pasiones, es, por decirlo así , el árbol de la vida. Lo mismo á
proporcion se puede decir de las cruces , de las enfermedades , de
las desgracias y de los trabajos. Son amarguísimos á la naturaleza,
no lo niego ; pero esta amargura es medicinal , es origen de mil ex
quisitas dulzuras.
76 MAYO
No hay que atribuir á causas extrañas , á principios forasteros,
nuestras desazones , nuestras inquietudes : todos nuestros disgustos,
todas nuestras desgracias nacen dentro de nosotros mismos. Nuestras
pasiones son nuestros tiranos : ellas solas son las que turban nuestro
reposo ; ellas las que hacen poco tranquilos , poco serenos nuestros
«lias ; ellas las que ofuscan el entendimiento y alteran el corazon ; en
una palabra, ellas las que se burlan de nosotros, sirviéndolas de ju
guete. Sobre todo, el orgullo y el amor á los deleites son las dos
grandes máquinas que ponen en movimiento todos los disgustos de
la vida. Pero ¿quién no sabe que el primer fruto, por decirlo así, de
la cruz es humillar el espíritu y domar el amor propio ? Estréllanse
siempre contra esta roca la ambicion mas desmedida, el orgullo mas
animoso , y la sensualidad no encuentra con qué alimentarse en el
país de los trabajos. Las cruces humillan las alturas ; los puestos ele
vados desvanecen ; ándaseles la cabeza á los que andan en ellos ; to
da prosperidad es grande tentacion. Pero cuando las adversidades
nos hacen bajar de esas elevaciones peligrosas ; cuando se ve uno á
nivel de aquellos mismos á quienes uno miraba debajo de sí ; cuando
una desgracia desvia de nuestro lado á toda esa caterva de cortesa
nos y de lisonjeros ; cuando una enfermedad borra del semblante to
dos los rasgos de una caduca hermosura; cuando apaga la viveza de
esos ojos ; cuando oscurece la brillantez de ese color ; cuando des
maya el despejo de esa bizarría ; cuando insensiblemente destierra
la concurrencia de esos cortejantes ; cuando una pérdida conside
rable , una quiebra en el comercio , cuando una desgracia inopina-
- da vuelve á cubrirnos del polvo que poco antes habiamos sacudido ;
cuando todo nos sale mal , todo se vuelve contra nosotros ; entonces
sí que nos humillamos , entonces sí que la modestia y la afabilidad
vuelven á ocupar el lugar del orgullo, de la fiereza y de la arrogan
cia , y entonces sí que cuesta poco la conversion con ayuda de la
gracia. No hay cosa que mas nos arrime á la razon y á la devocion
que las adversidades. La prosperidad embriaga , y las cruces resti
tuyen la razon y la fe á la posesion de sus derechos.
1 Oh mi Dios , y qué poco se conoce el mérito de las cruces ! Ellas
«on tesoros escondidos, es verdad ; pero ¿quién conoce cuánto vale
el fruto que producen ? Páranse los hombres no mas que en la cor
teza, que es grosera, retrae y lastima, porque ignoran el valor del
divino fruto que llev*. ¡ Ah Señor ! pues Vos mismo nos enseñas
teis cuán preciosas son las cruces, ¿cuándo ha de llegar el dia en
que yo comience á estimarlas como merecen ?
DIA IH. 77
Punto segundo. — Considera que basta hacer reflexion del modo
con que el Salvador habla de las cruces , para conocer su valor, su
mérito y su necesidad. El que no lleva su cruz, y me sigue, no puede
ser mi discípuh. Bienaventurados los que lloran , porque ellos serán
consolados. El mundo se alegrará; los hijos del mundo se divertirán,
y serán llamados los dichosos del siglo, cuando en realidad serán los
mas desgraciados y los mas dignos de compasion ; pero vosotros no
les tengais envidia ; vuestra herencia serán las cruces y los trabajos ;
comeréis siempre el pan mezclado con lágrimas ; las calumnias, las
persecuciones y toda suerte de adversidades os seguirán á cualquiera
parte que vayais; en todas tendréis que padecer; seréis menospre
ciados , seréis tenidos por el desecho del.mundo, por las heces de los
hombres. Y todo porque sois mis favorecidos , mis herederos , los que
ridos de mi Padre. Ahora pregunto: ¿qué ventaja se puede seguir
al mismo Cristo de vernos padecer, amándonos tan tiernamente co
mo nos ama? ¿Por qué razon querrá que las cruces| y los trabajos
sean nuestra legítima y nuestra herencia? Este es el misterio que no
comprenden los mundanos , los hombres terrenos y carnales ; pero le
entienden sin dificultad los espirituales , los verdaderos fieles, los
Santos. Despues del pecado de nuestro primer padre no nos dejó otra
herencia que el sudor, el trabajo y el afan , porque la que nos dejó
no llevaba mas que espinas y cambrones. Pagó el Salvador nuestras
deudas, y mejoró nuestra suerte. Dejónos como padre su herencia,
la cual no es ya una tierra estéril que regada con lágrimas no pro
duce mas que espinas ; es el árbol de la cruz , regado con su sangre
y convertido en árbol de vida ; su fruto es poco grato á los ojos, pero
es de un gusto exquisito. Gustate et videte, nos dice por el Profeta.
No os goberneis por los sentidos : las apariencias retraen, desvian,
espantan. Pero gustate, gustad ; porque cuando se hace la experien
cia de la dulzura que se siente en padecer por Dios ; cuando se co
mienza á gustar qué consuelo es vivir cristianamente , tener una vida
pobre , humilde , oscura ; en una palabra , parecida á la del mismo
Cristo, entonces sí que se palpa la verdad de aquel oráculo: Si quid
patimini propter justitiam , beati: si padeceis algo por amor de Dios
en satisfaccion de vuestras culpas , y por ser discípulos de Cristo, bea
ti: ¡oh qué dichosos! ¡oh qué bienaventurados que soisl Es cierto
que el mundo no conoce esta dicha , antes la tiene por quimérica,
como está todo él sepultado en la grosería de los sentidos ; pero Dios
hace juicio muy distinto de los trabajos. Oportuit pati Christum , et
ita intrare in gloriam suam : fue necesario que Cristo padeciese , y
6 tomo v.
78 MAYO
que así entrase en su gloria. Oportuü ; fue necesario ; pues ¿ qué
hombre podrá eximirse de padecer para salvarse? Et ita intrare m
gloriara stum ; y que así entrase en su gloria. Et ita ; asi , y no de
otra manera ; pues ¿qué hombre habrá tan insensato que imagine
puede entrar en el cielo á otro título ni por otro camino?
¡ Oh mi Dios, y qué diferente juicio se haria de las aflicciones y de
las adversidades de esta vida, si se conociera bien su mérito, su vir
tud y su valor ! Sin duda que para hacernos formar un alto concepto
de lo que vale la santa cruz , dispone nuestra Religion que en todo
la tengamos á la vista. La cruz es la primera que nos enseña á for
mar el Catecismo, encargándonos que demos principio con ella á to
das nuestras acciones ; la cruz es la que se coloca en todos los alta
res , y la cruz es tambien la que se eleva hasta en la misma corona
de los príncipes. No permitais, divino Salvador mio, que ignore yo
por mas tiempo lo mucho que valen las adversidades y los trabajos,
simbolizados en vuestra sagrada cruz ; y pues ella os sirvió á Vos
de instrumento para salvarme á mí , haced que las cruces y las ad
versidades me sirvan desde hoy en adelante de medio para conse
guir mi salvacion.

Jaculatobias. — No permita Dios que yo me glorie en otra cosa


que en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo. (Galat. vi).
No tengo, Señor, otro mayor consuelo, que cuando mas me afli
gís , corregís y castigais. {Psalm. xxn).
. . PROPÓSITOS.
1 El valor de las cruces no nace de su carestía, porque no hay
cosa mas abundante en todos los estados y en todas las condiciones.
Y es bien extraño que la misma abundancia no nos haya enseñado
el modo de aprovecharnos de ellas ; siendo nuestra mayor desgracia
no conocer la virtud de este excelente remedio para curar las pasio
nes. ¡Cuánto has perdido hasta aquí por no haberte sabido aprove
char de los trabajos , infortunios y desgracias de esta vida! Conoce
ya lo que valen ; y pues dentro de tí mismo tienes esta mina para
enriquecerte, acaba ó comienza á persuadirte que no hay otro ver
dadero mal sino el pecado ; y todo lo demás que se llama desgra
cias, reveses, infortunios, calamidades, trabajos, míralo desde hoy
en adelante con ojos verdaderamente cristianos : estímalo en lo que
valen , y habla de ello como de un inestimable regalo que Dios te
hace , como de un insigne favor que recibes del cielo. Ten por cierto
dií ¡v. 79
que esas cruces eran muy necesarias para tí , que sin ellas corría
peligro tu salvacion , y que á la hora de la muerte y por toda la eter
nidad considerarás aquella afliccion , aquella pérdida de hacienda,
aquella enfermedad , aquel infortunio , como una gracia de la cual
estaba pendiente tu predestinacion.
Está persuadido á que el tiempo de prosperidad no es el mas fe
liz , no es el mas dichoso de tu vida. No te puede tratar Dios con mas
cariño que tratándote como trató á su mismo unigénito Hijo, y
como trató á todos los Santos ; ni pienses que esta es una devocion
arbitraria , porque es uno de los puntos mas capitales y mas impor
tantes de nuestra Religion.
2 No hay cosa mas comun ni mas saludable entre los Cristianos
que hacer la señal de la cruz ; pero al mismo tiempo tampoco hay
cosa que se haga con menos fruto, porque ninguna hay que se haga
con menos devocion y con menos respeto. Los Apóstoles, enseñados
por Jesucristo, instituyeron esta adorable señal para instruirnos en
los misterios y principios de la fe , y para dar á todos ese público
testimonio de lo que creemos. Es la señal de la cruz una como abre
viada profesion de nuestra fe ; y es tambien contraseña con que im
ploramos la asistencia y la bendicion de Dios por los méritos de Cris
to, que padeció y murió en ella. Haz siempre, á ejemplo de los pri
meros cristianos, la señal de la cruz cuando comienzas á orar, cuando
das principio á alguna obra, y sobre todo cuando te asalta alguna
tentacion , ó te hallas en algun peligro. Siempre se usó esta divina
señal en todas las iglesias , y por los cristianos de todos los siglos ;
úsala tú frecuentemente, y siempre con fe, con respeto y con espí
ritu de religion. No imites á tantos como parece que hacen irrision
de ella cuando afectan santiguarse: uno ó dos garabatos en el aire
delante de la frente ó del pecho son todas las cruces que hacen cuan
do se persignan ; parece que se avergüenzan del Evangelio ; y en
ellos aquella no es señal de la religion que profesan , sino de la in
devocion de que muchos hacen vanidad. Corrige en tí un defecto tan
irreligioso y tan comun , y ten cuidado de formar siempre la señal
de la santa cruz con devocion y con reverencia ; mira que es muy
importante este aviso.
80 MAYO

DIA IV.
MARTIROLOGIO.
El tránsito de santa Mónica, madre de san Agnstin, en Ostia, cuya santa
vida escribió su bijo é insertó en el libro nono je sus Confesiones. (Véase su
historia en el dia de hoy).
El tránsito de san Silvano, obispo de Gaza, en las minas de Fennes, en
Palestina , el cual fue martirizado con gran parte de su clero por mandato de
Galerio Maximiano César en la persecucion de Diocleciano : otros treinta
y nueve Mártires, condenados allí á trabajar en las minas, fueron tambien
degollados con él despues de haber sido atormentados con hierros hechos ascua
y con otros tormentos.
San Ciríaco , obispo , en Jerusalen , el cual visitando los Santos Lugares fue
muerto imperando Juliano Apóstata. (Créese que fue obispo de Ancana en Ita
lia ).
San Porfirio, mártir, en Umbría. (Nació en Camerino, ciudad de Umbría,
y á sus trabajos apostólicos debió gran parte de aquellos países el conocimiento
de las verdades de la fe , donde es considerado como su apóstol y su padre. Los
paganos le hicieron sufrir una dolorosa muerte el año 250) .
Santa Antonia, mártir, en Nicomedia, la cual despues de crueles y exce
sivos tormentos estuvo colgada de un brazo por tres dias , y luego la tuvieron
dos años en la cárcel ; y finalmente por órden del prefecto Prisciliano , perse
verando en la confesion del Señor, fue quemada.
San FÍorian, mártir, en Lorch, en la alta Austria, el cual atada una pie
dra al cuello por mandato del prefecto Aquilino, fue echado en el rio Ens, en
tiempo del emperador Diocleciano.
Santa Pelaya, virgen, en Tarso, la cual alcanzó la palma del martirio
metida en un toro de bronce hecho ascua , en tiempo del emperador Diocle
ciano.
San Paulino, mártir, en Colonia.
San Venerio, obispo de Milan , de cuyas virtudes da buen testimonio san
Juan Crisóstomo en una carta que le escribió. (Murió el año 409).
San Sacerdote, obispo de Limoges, en Perigord de Francia.
San Godbardo, obispo y confesor, en Hildasbeime, en Sajonia; fue cano
nizado por Inocencio II.
San Curcódomo, diácono, en Auierre.

SANTA MÓNICA, MADRE DE SAN AGUSTIN.

Nació santa Mónica en una ciudad de África el año de 332 de pa


dres cristianos , mas distinguidos por su virtud que por su nobleza
de sangre. Dieron á su hija una educacion correspondiente ; y para
criarla con mayor cuidado se la confiaron á una buena vieja , criada
tan antigua de la casa, que habia conocido en la cuna al padre de
nuestra Mónica ; y la santa vieja desempeñó esta confianza con el
DIA IV. 81
mayor cuidado y con el mayor esmero. Visiblemente se reconocía
que iba creciendo con la edad la devocion de la niña ; y como tenia
mucha advertencia y una inclinacion natural á la virtud, dejaba po
co que hacer á su piadosa aya y maestra.
Contaba despues la misma santa Mónica á su hijo , que no obs
tante las. saludables lecciones de aquella virtuosa mujer, que no que
ría bebiesen vino las doncellas , ella habia cobrado tanta inclinacion
á él , que sin duda hubiera dado en algun vergonzoso exceso, si no
fuera por una criada que un dia la llamó borracha, lo que la causó
tanta vergüenza , y la hizo abrir tanto los ojos para conocer la tor
peza de aquel vicio, que desde el mismo instante hizo propósito de
no volver á probar el vino , y que así lo habia cumplido hasta en
tonces.
El buen entendimiento y el buen modo de nuestra Mónica , su jui
cio , su compostura , su modestia y su virtud la hacían cada dia mas
amable y mas amada de sus padres ; y viéndola estos en edad para
casarse , contando mas con su virtud que con las otras prendas na
turales, la dieron por marido un rico ciudadano de Tagaste, en la
provincia de Numidia, llamado Patricio, porque, aunque era toda
vía gentil , esperaban que la cordura y la virtud de su hija le con
vertirían a la religion cristiana.
Al entrar Mónica en el nuevo estado, se hizo cargo así de sus obli
gaciones como de sus trabajos. Su primer cuidado fue estudiar bien
el genio, la inclinacion y el humor de su marido. Eran las pasiones
dominantes de estela cólera y una incontinencia desenfrenada ; de
dicóse Mónica á templar la una con su modestia, apacibilidad y su
frimiento , y á corregir la otra con su amor, paciencia y disimulo.
Cuando Patricio estaba mas colérico y mas arrebatado, en aquel ím
petu jamás le resistía su mujer, ni le respondía la menor palabra ;
prevenía sus gustos, y se adelantaba á lodo cuanto podía complacerle.
Como un dia se quejasen confiadamente en presencia de Mónica
otras amigas suyas de su misma edad de lo mucho que tenían que
padecer con sus maridos , las dijo la Santa con tanta dulzura como
prudencia : Mirad bien si acaso teneis vosotras la culpa. Para echar
un jarro de agua al fuego de la cólera, y para domesticar el genio fe
roz y mas extravagante de un marido, no hay medio mas eficaz que
el silencio respetuoso , el modo mas humilde y sereno , y la paciencia
dulce y constante de una mujer ; el rendimiento y la sumision que de
bemos á nuestros maridos no nos permite hacerles frente ; el contrato
matrimonial es contrato oneroso que nos impone la obligacion de su
82 MAYO
frir sus defectos con paciencia. Si vosotras sabeis callar, ahorraréis
muchas pesadumbres y muchos sinsabores.
Á sus máximas y á sus consejos correspondía su porte. Aunque
Patricio era hombre bárbaro, arrebatado y brutal , ella le desarma
ba con su paciencia, y le ganaba con su dulzura. Siempre atenta á
sus obligaciones , no pensaba mas que en el gobierno de su casa.
Todo el tiempo se le llevaban sus devociones y el cuidado de su fa
milia , con cuyos medios tuvo el consuelo de ver reinar en una fa
milia, casi toda ella gentil, un espíritu verdaderamente cristiano.
La suegra de Mónica , hechizada de su virtud y de su prudencia,
queria tanto á su nuera, que la idolatraba. En breve tiempo fue Mó
nica la admiracion de toda la ciudad, donde apenas se hablaba de
otro asunto que de la paz que reinaba en su casa , y de la ejemplar
educacion que daba á su familia; elogios que la merecieron tanto
concepto y tan general estimacion, que en habiendo algunas dife
rencias ó disensiones en las casas particulares , todos acudían á Mó
nica para que las compusiese; siendo ella como la árbitra y univer
sal pacificadora de toda la ciudad".
Iba creciendo mientras tanto su virtud , y singularmente la tierna
devocion que profesaba á la santísima Virgen , á quien todos los días
encomendaba su familia; pidiéndola sobre todo con incesantes ins
tancias y ruegos la conversion de su marido. Consiguióla en fin ; por
que haciendo Patricio reflexion á la dulzura, á la apacibilidad , al
sufrimiento, á la prudencia y á todas las demás virtudes que reco
nocía y admiraba en su mujer ; como era hombre capaz , infirió que
no podia dejar de ser verdadera la religion que las enseñaba: cono
ció sus errores, detestólos, instruyóse bien en la religion cristiana,
y recibió el Bautismo. ¿Quién podría explicar el gozo de nuestra
Santa cuando vió ya cristiano á su marido? Con la mudanza de re
ligion mudó tambien las costumbres; aquellos grandes ejemplos de
virtud que por tanto tiempo habia observado en su mujer produje
ron todo su efecto. Ya no era aquel Patricio colérico, altivo, furioso,
disoluto ; sino otro enteramente contrario, pacífico, humilde , modes
to, casto, temeroso de Dios; pudiéndose llamar esta la primera con
quista de nuestra Santa. Pero el Señor la tenia reservada otra mucho
mas ventajosa á toda la Iglesia, que era la de su primogénito hijo
Agustín , cuya conversion costó á la santa madre muchas lágrimas.
Era Agustín de poca edad cuando murió su padre , y viéndose viu
da nuestra Mónica, solo pensó en adquirir todas aquellas virtudes
que pide san Pablo á las de su estado. Retirada , mortificada , reco
DIA IV. 83
gida , y casi invisible á ias demás criaturas , tenia repartido el tiempo
en sus ejercicios espirituales , en obras de misericordia , en el gobier
no de su familia , y en la educacion de sus hijos. Habia tenido tres,
dos hijos y una hija , siendo el mayor de todos Agustín , que la costó
tantos cuidados , tantos suspiros y tantas oraciones.
Viendo la buena madre aquella viveza y fogosidad extraordina
ria de su genio, comenzó á temer las mas funestas resultas, espe
cialmente cuando ni con sus consejos ni con sus reprensiones podia
contener la impetuosidad de aquel natural , ni moderar la violenta
pasion que le arrastraba hácia la sensualidad. Tuvo el dolor de verle
precipitarse en los errores de los Maniqueos, porque favorecían la
torpeza y la disolucion; mas no por eso desistió ni desconfió de su
enmienda; antes doblando las oraciones, los ayunos, las lágrimas,
las limosnas y lodo género de buenas obras para conseguir de Dios
la salvacion de su hijo, no cesaba de advertirle , de reprenderle y de
exhortarle á que se apartase del camino de la perdicion. Pero Agus
tín no daba oidos mas que á sus pasiones : enternecíanle las lágrimas
de tan buena madre, mas no apagaban el fuego de aquel corazon
inflamado con el ardor de una juventud desordenada. Derramábalas
Mónica noche y dia en la presencia del Señor para mover su miseri
cordia, y acompañaba las oraciones con grandes penitencias, cuan
do, compadecido el mismo Señor, quiso alentar su esperanza con
algun consuelo. Tuvo un sueño en que se la dió á entender que al
cabo se convertiría su hijo, y que se reduciría al gremio de la santa
Iglesia.
No la permitía su amor perderle de vista , y así le siguió á Cartago,
donde pasó á sus estudios. Cuanto mas se desviaba de Dios Agustín
con sus desórdenes, mas se acercaba á su Majestad la sania madre
con sus gemidos, solicitando inclinarla divina misericordia con lá
grimas y con oraciones. Consiguió en fin lo que deseaba con tan fer
vorosas ansias ; y el mismo san Agustín reconoce que su conversion,
segun la profecía de un santo obispo, habia sido fruto de las lágri
mas de su santa madre.
¡En qué abismo estaba yo metido! exclama en el capítulo 11 de
sus Confesiones: y Vos, JMos mio, extendisteis desde el eielo hácia mí
vuestra mano misericordiosa para sacarme de aquellas profundas ti
nieblas en que estaba sepultado. Llorábame mientras tanto mi buena
madre con mas vivo dolor que otras madres lloran á sus hijos cuando
ven que ¡os Uevan á enterrar; porque me veta verdaderamente muerto
delante de Vos, y lo veia con los ojos de la fe y con aquella luz que
84 MAYO
Vos la habíais comunicado. Así, Dios mio, escuchásteis Vos sus an
sias, y no despreciásteis aquellas lágrimas que derramaba d torrentes
en vuestra presencia siempre y en todos los lugares en que os ofrecía
su oracion. Desde entonces la oísteis benignamente, y en cierta manera
la asegurasteis por aquel sueño, que sin duda la enviásteis Vos, y la
sirvió de tanto consuelo, no menos que lo que la dijo aquel santo obispo,
que no era posible que se perdiese para siempre un hijo que la cos
taba tantas lágrimas.
Pero aun no era llegado este tiempo. Aunque Agustín profesaba
tierno y filial amor á su madre , hacia poco caso de su llanto ni de
sus amonestaciones. Desazonado con la insolencia y mala crianza de
los discípulos que le oian en Cartago, donde enseñaba retórica , re
solvió embarcarse y pasar á Roma, con esperanza de que seria allí
mas estimado. Tuvo noticia de esto santa Mónica, y fue grande su
dolor, temiéndose que aquel viaje habia de dilatar mucho la conver
sion de Agustín , de la cual concebia cada dia mayores esperanzas :
hizo cuanto pudo para estorbarle ; pero Agustín se escapó secreta
mente , haciéndose á la vela una noche mientras su santa madre es
taba haciendo oracion en la capilla de San Cipriano. Esta separacion
costó á Mónica una gran pesadumbre ; gimió en lo mas íntimo de su
corazon , y redobló con Dios su amorosa solicitud , ruegos y oraciones.
Apenas llegó á Roma Agustín , cuando cayó tan gravemente en
fermo, que estuvo á los umbrales de la muerte. Confiesa él mismo
que debió su curacion á las oraciones de su virtuosa madre. Llegó
á noticia de esta que su hijo habia dejado á Roma para ir á enseñar
la retórica en Milan , y al instante tomó la resolucion de pasar el mar,
solo por estar con él. Levantóse una tempestad tan brava y tan fu
riosa , que todos se daban por perdidos , siendo la melancólica y si
lenciosa consternacion que reinaba en los semblantes el mas fiel tes
timonio de lo que asustaba á todos el peligro ; pero Mónica alentaba
á la misma tripulacion , y todos se persuadieron que debian á sus
oraciones el haber escapado del naufragio.
Luego que entró en Milan supo la conversion de su hijo. Fue in
decible su alegría cuando vió que ya no era maniqueo ; mas faltábala
para ser cabal el verle buen católico. Cuando logró esto, exclamó sin
poderse contener, llena del mas gozoso profundo reconocimiento :
Ahora sí, Señor, que moriré en paz, pues os habeis dignado oir las
oraciones de vuestra indigna sierva. Seais por siempre bendito, Dios
de misericordia, y dignaos de perfeccionar vuestra obra en la conver
sion de mi hijo.
DIA IV. 85
Aprovechó mucho su espíritu con las sanias pláticas que tuvo con
san Ambrosio mientras se detuvo en Milan. Usaba la Santa ciertas
devociones ó ejercicios espirituales que se estilaban en África , y san
Ambrosio habia prohibido en su obispado ; apenas llegó á noticia de
Mónica la prohibicion del Obispo, cuando al instante las dejó, mos
trando que en sus devociones no se dejaba llevar de la inclinacion
ni de la costumbre , y mucho menos del apego á su propia voluntad.
Habiendo resuelto restituirse á África, partió de Milan con san
Agustín , y llegando al puerto de Ostia , se detuvieron en él para
descansar de las fatigas del camino, esperando tambien tiempo opor
tuno para embarcarse. Un dia que estaban solos madre é hijo , tu
vieron una larga conversación sobre la caduca y perecedera vanidad
de los bienes de esta vida , y sobre la eterna felicidad que gozan los
Santos en el cielo. Mientras hablábamos de aquella dichosa vida, dice
san Agustín, aspirando á ella con ardientes ansias, nos elevamos en
cierta manera hasta sentirla y hasta gustarla por medió de un lanza
miento de espíritu y vuelo del corazon; pero santa Mónica no tardó
mucho en ir á gozarla. Cinco ó seis dias despues cayó enferma, y
durante la enfermedad padeció una especie de desmayo ó deliquio
que la enajenó por algun tiempo de los sentidos. Vuelta en sí , dijo
á san Agustín y á su hermano Navigio: ¿Dónde he estado yo? Ha
biéndolos observado muy tristes , llorosos y doloridos , añadió : Hijos
mios, aquí enterraréis á vuestra madre. Y como Navigio, su hijo me
nor, mostrase desear á lo menos el consuelo de que muriese en su
país , prosiguió la discreta Santa : ¿ No veis lo que desea y lo que dice?
¿ Qué importará mas que mi cuerpo esté aquí ó allí despues de muerto?
Lo único que os pido es que en cualquiera parte donde esteis os acordeis
de mí en el altar del Señor. Y como la hubiésemos preguntado, dice
san Agustín , si no la daba alguna pena el ser enterrada en lugar
tan distante de su tierra , respondió : En ningun lugar del mundo es
tamos lejos de Dios, y no le costará trabajo ninguno hallar mi cuerpo
para resucitarle con todos los demás. De esta manera, continúa san
Agustín , fue separada de su cuerpo aquella alma tan llena de religion
y tan santa, al noveno dia de su enfermedad, á tos cincuenta y seis años
de su edad, y á los treinta y tres de la mia.
Luego que rindió el espíritu en manos del Criador, un jóven de
Tagaste , llamado Evodio, amigo de san Agustín , rezó sobre el ca
dáver el salmo centésimo. Es indecible el sentimiento de Agustín por
esta muerte ; pues aunque la consideracion de la gloria que gozaba
su madre reprimia las lágrimas, pero no le embarazaba el dolor. Ha
86 MAYO
hiendo sido llevado el cadáver d la iglesia, dice el mismo, le acompañé,
y volví sin derramar una sola lágrima , porque no lloré durante los ofi
cios. Mientras estuvo expuesto el cuerpo antes de darle sepultura, se
celebró el divino sacrificio de nuestra redencion, como se acostumbra.
Pareciónos que no era decente acompañar sus funerales con lágrimas
y con suspiros, que solo deben emplearse en lamentar la infelicidad de
los difuntos ; pero en la muerte de mi madre nada había que mereciese
Morarse, pues solo habia sido un tránsito á mejor vida; de esto estába
mos asegurados por la pureza de sus costumbres, por la sinceridad de
su fe, y por la regularidad de su vida. Et si quis peccatum invenerit,
flevisse me matrem meam exigua parte hora?; y si á alguno le pa
reciere mal que yo hubiese llorado por algunos instantes á una madre
que acababa de espirar delante de mis ojos, á una madre que me habia
llorado tantos años por la ardentísima ansia que tenia de verme vivir de
lante de los ojos de Dios, non irrideat; discutpe mi ternura, y llore él
mismo por mis pecados, si tiene alguna caridad.
Aunque estaba muy persuadido san Agustín á que el Señor ha
bia concedido á su santa madre la gloria que le pedia incesantemente
en sus fervorosas oraciones, nunca dejó de ofrecer por ella el santo
sacrificio de la misa, como la misma Santa se lo habia encargado á
la hora de la muerte, y del cual habia sido tan devota durante su
vida , que todos los dias asistía á él con la mas tierna devocion ; y
no contento con esto, pidió á todos los sacerdotes amigos y conoci
dos suyos que se acordasen en el altar, así de Ménica como de su
padre Patricio.
Desde que murió esta Santa se hizo memoria de ella con singular
veneracion en toda la Iglesia. Consérvanse algunas reliquias sayas
en la abadía de Arovaisa en Roma , como tambien en otras partes, y
en todas con particular devocion.

La Misa es en honor de la Santa, y la Oracion es la siguiente:


Deus, mirrentium consolator, ei in ü Dios , consuelo de los afligidos). sa,
te sperantium salus, qui beatce Menica lud de los que en tí esperan , que ateji-
pias lacrymas in conversione filii sui diste misericordiosamente a las piado-
Augustini misericorditer suscepisti: da sas lágrimas de la bienaventurada san-
nobis utriusque intervenía peccata. nos- ta Mónita en la conversion de su h ijo
tr« deplorare, et gi alice tuce indulgen- Agustín ; concédenos por la interce-
tiam invenir» : Per Dominum uostrum sion de entrambos que lloremos nues-
Jesum Christum... tros pecados, y que hallemos el per-
don de ellos en tu gracia. Por Nuestro
Señor Jesucristo, etc.
DIA IV. 87

La Epístola es de la primera del apóstol san Pablo á Timoteo, capí


tulo v.
Charissime : Viduas honora, quce vere Carísimo : Honra á las viadas que
vidua? sunt. Si qua autem vidua filiot, son verdaderamente viudas. Mas si
aut nepotes habet, discat primum do- alguna viuda tiene hijos ó sobrinos,
mum suam regere, et mutuam vicem aprenda primero á gobernar su casa, y
reddere parentibus : hoc enim acceptum pagar lo que debe á sus padres, por
est coram Deo. Quce autem vere vidua que esto es acepto delante de Dios.
est , el desoíala, speret in Deum, etin, Aquella que es verdaderamente viuda,
stet obsecrationibus et orationibus nocte desamparada y abandonada, espere en
ac die. Nam qua in delieiis est, vivens Dios, éinste con plegarias y oraciones
mortua est. Et hoc pracipe, ut irre- dia y noche. Porque la que vive en de
prehensibiles sint. Si quis autem suo- licias, viviendo está muerta. Y mán
rum, et maxime domesticorum curam dalas esto para que sean irreprensi
non habet, fidem negavit, etestinft- bles. Y si alguno no cuida de los suyos,
deli deterior. Vidua eligatur non mi- especialmente de los que son de su, ca
nus sexaginta annorum, quce fuerit sa, negó la fe, y es peor que un infiel.
unius viri uxor, in operibus bonis tes- Elíjase la viuda de no menos que se
Umonium habens , si ftlios edueavit , si senta años , que haya sido mujer de un
hospicio recepit, si sanctorum pedes solo marido, y que testifique con las
lavit , si tribulationem patientibus sub- buenas obras si ha educado á los hi
ministravit, si omne opus bonum sub- jos, si ha ejercitado la hospitalidad,
secuta est. si ha lavado los piés á los santos, si
ha socorrido á los que padecían tri
bulacion , si se ha ocupado en toda
obra buena.

REFLEXIONES.
Es error buscar fuera del estado de cada uno el camino de la per
feccion. El apetito á frutas extranjeras es, cuando menos, extrava
gancia del paladar y delicadeza perniciosa. De tal manera ha orde
nado Dios todos los estados , que todos están en el camino real de la
vida cristiana. Quien la va á buscar en otra parte, se desvia del ca
mino carretero , y el que se desvia de este camino , anda cerca de
perderse.
Si qua vidua, dice el Apóstol, filios aut nepotes habet, discat pri
mum domum suam regere: si alguna viuda tiene hijos ó nietos , ante
todas cosas dediquese á educarlos bien , y á cuidar de su familia. No
dice que ante todas cosas se esté todo el dia en la iglesia, que se
ande de hospital en hospital , ni que gaste el tiempo en novenas ni
en devociones , sino que ante todas cosas cnide de sus hijos , los crie
en el santo temor de Dios, y atienda al gobierno de su casa. ¿Si
guen este consejo del Apóstol aquellas beatas de profesion , aque-
88 MAYO
lias madres de familias que con el especioso pretexto de una falsa
devocion dejan su recogimiento, andan continuamente fuera de casa,
se hallan en todos los concursos , demasiadamente expuestas á los
peligros del bullicio y del tumulto? No es mi ánimo, ni permita Dios
que lo sea, desaprobar, ni mucho menos censurar la ejemplar de
vocion de aquellas matronas y señoras cristianas que sirven de tanto
consuelo y alivio á los pobres enfermos y encarcelados , renovando
en nuestros tiempos el primitivo espíritu del Cristianismo. Hablo solo
de aquellas devociones fuera de su lugar, fruto ordinario del amor
propio y de no sé qué secreto orgullo.
El cuidado de una familia cansa ; la continua vigilancia sobre los
hijos y sobre los domésticos fatiga ; el retiro , el guardar siempre la
casa se hace tedioso y melancoliza ; el amor propio suspira por el
desahogo, y busca algun pretexto para dispensarse en aquellas obli
gaciones que se juzgan esenciales. Luego nos ofrece este bello pre
texto una falsa idea que se forma de devocion. Se ha de asistir á
todas las Salves , no se ha de perder algun sermon , se ha de con
currir á todas las fiestas , á todas las funciones de iglesia. Ocupacio
nes santas son y empleo del tiempo muy loable en todos aquellos
que no tienen obligaciones incompatibles con esta piadosa atencion.
Pero si mientras una madre de familias se está muy devotamente en
la iglesia , sus hijos y sus criados viven con una licencia escanda
losa; si mientras se ocupa en componer, en restituir la paz á otra
familia , reina en la suya la desunion , la parcialidad y la mala in
teligencia ; si mientras consuela á los afligidos , irrita y desazona á
su marido por su piadosa holgazanería y por sus imprudentes abs
tinencias ; finalmente , si mientras ella gasta el tiempo allá en sus
devociones , se están sus hijos sin educacion y sin crianza , á merced
de unos criados viciosos ó negligentes, sin oir quizá mas que con
versaciones torpes, y sin ver mas que escandalosos ejemplos, ¿la
agradecerá mucho Dios aquel ardiente celo que muestra por los ex
traños? ¿hará mucho caso de un celo tan poco prudente y tan mal or
denado? ¿Serán del agrado de su Majestad unas devociones tan fuera
de su lugar y tan incompatibles con las obligaciones de su estado?
¿Llegarán á los oidos del Señor sus oraciones entre los gritos de sus
hijos, las quejas de su marido y las murmuraciones de su familia?
¡Cosa rara! no podia Dios facilitar mas la virtud, ni hacerla mas
suave ni mas accesible á todo el mundo , que poniéndosela á cada
uno en las mismas obligaciones de su estado. Con todo eso son muy
raros los que la buscan en él , ó á lo menos apenas se halla gusto en
DIA IV. 89
la virtud que es propia del estado de cada uno. No se estima la que
nace en el terreno propio ; los mas quieren la que produce el ajeno,
sin advertir que los árboles trasplantados á distinto clima ordinaria
mente pierden mucho. Los aires naturales son los mas saludables.
Santifíquense en sus casas las madres de familias , y no busquen
fuera lo que tienen dentro de ellas. Si desean practicar las virtudes
de humildad, caridad, mortificacion, etc.; si quieren ejercitar su
celo, abundante materia encontrarán en sus casas: será mas pura
su virtud , cuanto menos expuesta esté á la vanagloria. Dios no las
pide mas sino que cumplan con sus obligaciones. En fin , los padres
y madres de familias tengan siempre en la memoria este oráculo del
apóstol san Pablo : El que no cuida de sí, y particularmente de los su
yos, renunció la fe, y es peor que un gentil.
El Evangelio es del capítulo vii de san Lucas.
In tilo tempore: Ibat Jesus in civita- En aquel tiempo : Iba Jesús á una
tem, qum vocatur Naitn: et ibanl cum ciudad, por nombre Naim ; é iban con
eo discipuliejus, etturba copiosa. Cum él sus discípulo^, y una numerosa
autem appropinquaret portes civitatis, turba de gente. Y al tiempo de acer-
ecce defunctus efferebatw, fíliusunicus carse a la puerta de la ciudad , hé aquí
motril suce; et hcec vidua erat: etturba que sacaban fuera un difunto, hijo úni-
civitatis mulla cum illa. Quam cum vi- co de su madre : y esta era viuda ; y la
disset Vominus, misericordia molus acompañaba gran número de personas
super eam, dixitiüi : Noli flere. Et de la ciudad. Á la cual , habiéndola
accessit, ettetigittoculum. (Hi autem, visto el Señor, movido á compasion de
quiportabant, steterunt). Etait: Ado- ella, la dijo: No llores. Y se acercó al
leseens, tibi dico, surge. Et reseditqui féretro, y le tocó. (Y los que le lleva-
eral mortuus, et ccepit loqui. Et dedit ban se pararon ). Y dijo : Jóven , con-
illum matri suce. Accepit autem omnes tigo hablo, levántate. Y el muerto se
timor: et magnificabant Deum, dicen- sentó y comenzó á hablar. Y le entre
te* : Quia propheta magnus surrexit in gó á su madre. Á todos, pues, los po-
nobis, et quia Deus visitavit plebem seyó el temor , y glorificaban á Dios
diciendo : Un profeta grande ha apa
recido entre nosotros, y Dios ha visi
tado á su pueblo.
MEDITACION.
De la sincera voluntad de entregarse á Dios.
Punto primero. — Considera que es bien de extrañar que aquel
mozo resucitado no se hubiese quedado desde luego en la compa
ñía de Cristo , para ser uno de sus mas celosos discípulos ; y no es
menos de extrañar que el mismo Cristo se le hubiese entregado á
su madre. Admirable prueba de que Dios solo quiere el corazon , y
90 MAYO
que sin él las mas finas, las mas elocuentes protestas son palabras
y nada mas.
Es muy verosímil que la madre , movida del mas vivo reconoci
miento, ofreciese su hijo al Señor, y que el mismo hijo en aquellos
primeros ímpetus del gozo que le causaba el verse restituido á la
vida protestase cien veces que no queria otro dueño ni otro maes
tro, y que ya jamás se apartaría de su divina persona. En medio de
eso Jesucristo se le vuelve á su madre, y la madre y el hijo dejan
partir á Cristo. ¡Oh Dios mio, y cuántas copias tiene este original !
Resucitados muchos en esta Pascua por medio de la confesion,
restituidos á la vida de la gracia en virtud del sacramento de la Pe
nitencia, ¡qué propósitos ! ¡qué palabras! ¡qué protestas de recono
cimiento, de ternura y de fidelidad ! Pero ¿en que paran un mes des
pues todas estas religiosas magníficas promesas? Bien conoce ese
jóven lo que debe á su divino Bienhechor ; pero su corazon aun está
pegado á la tierra, y por eso no lo quiere Jesucristo. Las pasiones
adormecidas despiertan^ los hábitos viciosos mal reprimidos vuel
ven á su antiguo vigor ; á aquellos primeros movimientos de fervor
sucede la desidia y la tibieza ; á la tibieza el disgusto ; y una vez dis
gustado el hombre de servir á Dios , se arroja en los brazos de su pri
mer dueño, vuélvese á entregar á sus primeras inclinaciones, á las
recaídas, á la funesta muerte del alma. ¿De dónde se originó esta
lastimosa desercion , esta lamentable vuelta al vómito del pecado? De
que se convirtió el entendimiento y las palabras, pero no se convir
tió el corazon. Este es el verdadero principio de que haya tan pocas
conversiones constantes y sinceras. ¿Podré yo lisonjearme de que lo
sea la mia? Convertios á mí, dice el Señor, con todo vuestro corazon,
y no meramente con los labios; despedazad vuestros corazones, y no
vuestros vestidos: menos aparato y mas sinceridad en la conversion.
¿Qué juicio debo hacer yo de la mia? ¡ Ah , Señor, cuántas palabras
inútiles , cuántas vanas promesas os he hecho en mis propósitos !

Punto segundo. — Considera que Dios quiere el corazon por en


tero; esto es, el sacrificio entero, y no á medias, de nuestras incli
naciones, de nuestras pasiones y de nuestros deseos demasiadamente
mundanos, sensuales, y favorables al amor propio. Dios quiere el
corazon; pero un corazon indivisible, que ni pretenda, ni pueda
servir á un tiempo á dos señores ; porque si ama á uno, ha de abor
recer á otro ; si respeta á este , ha de despreciar á aquel. Dios quiere
el corazon , y por lo mismo quiere ser amado con generosidad , con
DIA IV. 91
ardor y con ternura; quiere ser servido con constancia , con alegría
y con fidelidad. En fin, quiere el corazon; ¿y por ventura puede
querer otra cosa? ¿ó á lo menos puede querer otra sin esta? Todo
lo demás es suyo, y no ha menester nuestro consentimiento para to
marlo. Diónos él mismo el corazon, y solo el corazon es nuestro,
hablando en propiedad ; diónosle , y quiere que seamos dueños ab
solutos de él. No pretende vulnerar nuestra libertad; conténtase con
solicitar que se lo demos por medio de sus promesas, de sus inspi
raciones y de sus gracias : nos le pide, pero no le toma mientras vo
luntaria y libremente no se lo concedamos. Negárselo es ingratitud,
es impiedad , es injusticia. Pero el que ama tan ciegamente al mun
do, el que busca en todo y por todo sus propias conveniencias, el
que se entrega totalmente á sus pasiones , á su sensualidad , á su in
terés, ¿podrá decir que da á Dios su corazon?
Y despues de esto, ¿se extrañará mucho que hubiese asegurado
Cristo expresamente que es corto el número de los que se salvan?
Son muchos los que hacen pública profesion de servir y amar á Dios ;
pero ¿son muchos, aun entre estos que parecen siervos suyos, los
que le aman con todo su corazon? Sin embargo, esta es una con
dicion inseparable del primer precepto : Diliges Dominum Deum tuum
ex tolo corde tuo. Pero ¿cuántos son los que observan hoy este pri
mer mandamiento de su santa ley, basa y cimiento de todos los de
más preceptos? Mira si segun esta doctrina, y á vista de lo que es
tás palpando en el mundo, puedes inferir prudentemente que son
muchos los que aman á Dios con todo su corazon.
Decir que se ama á Dios , no amándole con todo el corazon , es
mentira ; pensar que se le ama con todo el corazon , cuando solo se
le sirve á medias, es locura; persuadirse que se le sirve por entero,
cuando apenas se hace cosa alguna de las que él nos manda, es ex
travagancia, es impiedad.
1 Ah Señor ! ¿y no es cierto que acabo de hacer el mas fiel retrato
de mí mismo en esta viva copia de los que infielmente os sirven?
¿Puedo decir con verdad que os amo de corazon , y que soy vuestro
sin reserva? No puedo responder á estas preguntas, divino Salvador
mio, sino que sea con mi dolor y con mis lágrimas. Tomad , Señor,
tomad este corazon, que enteramente os le doy; y con vuestra gra
cia espero ha de acreditar mi vida que enteramente os le he dado.

Jaculatorias. — Os busqué, Señor, con todo mi corazon ; no per


mitais que me desvie jamás de vuestros mandamientos. (Ps. cxvm).
92 MAYO
Vos, Señor, seréis eternamente el Dios de mi corazon, mi único
dueño y todo mi tesoro. (Psalm. lxxii).

PROPÓSITOS.

1 Siendo, al parecer, cosa tan fácil conocer uno cuando está su


voluntad sincera y totalmente entregada á Dios , apenas la hay en
que mas se engañen ó se equivoquen los hombres. Esta sinceridad
se conoce por las obras; pero pocos atienden á ellas para conocerla,
contentándose con dar palabras que de ordinario son las pruebas úni
cas de nuestra sinceridad. Pues no hay que admirarnos de que los
hombres se engañen y se equivoquen con señas tan engañosas. Pero
que pretendamos engañar á Dios con unas protestas que desmienten
el corazon , con promesas sin efecto , con buenas palabras y no mas,
esto sí que es digno de admiracion ; ó , por mejor decir , esto es lo que
se llama patarata de religion y especie de sacrilegio. Confiesa la ver
dad: ¿y no te sientes tú comprendido en este delito? ¿Amas á Dios
con todo tu corazon? ¿Se lobas entregado sin reserva? Muchas ve
ces has dicho que se lo entregas todo á su Majestad; pero ¿cuánto
has tardado en volvérselo á quitar? Repara desde este mismo punto
tan grosera falta , haciéndole una donacion total y sincera. Examina
qué es lo que mas te lleva el corazon ; esa pasion , ese demasiado
punto , esa suma delicadeza en todo lo que toca á tu estimacion , esa
diversion , ese juego , esa conversacion , esa comunicacion con aque
lla persona, esa alhajuela, ese mueble que te arrastra todos tus ca
riños, sacrifícala á Dios desde luego, y entonces podrás decir que
le amas con todo tu corazon, que quieres vivir y morir en su servi
cio. Ten presente que Isaac no dió su bendicion á Jacob por el tes
timonio de la voz , sino por el testimonio de las manos : Vox quidem,
vox Jacob est, sed mams, manus sunt Esau.
2 Guárdate bien de cierta ilusion en esta materia , tanto mas te
mible , cuanto es mas engañosa y plausible , especialmente cuan
do tu amor propio la autoriza y la fomenta. Entrega de una vez
(dice este) tu corazon áDios ; y hecho esto, vive seguro, está tran
quilo , nada te dé cuidado : aunque metan mucho ruido las pasiones,
no te asustes; aunque te exciten mil impuros movimientos los obje
tos, no te inquietes; aunque sean muy groseras tus imperfecciones
y tus faltas, no te sobresaltes. ¿Entregaste una vez tu corazon á Dios?
¿aceptóle? está en paz y descuida. ¡Error perniciosísimo! jquietí-
simo, mitigado, aunque mal encubierto! Si para ser todo de Dios
DIA IV. 93
bastara decirle : SeTior , yo os entrego totalmente mi corazon, y descui
dar de todo lo demás, ¿á qué propósito nos diria Jesucristo que de
bíamos velar y orar continuamente, que siempre habiamos de estar
con las armas en las manos , que era menester hacernos perpétua
violencia , y que , como dice el Profeta , cada dia habiamos de comen
zar, esto es, vivir como si comenzáramos denuevo? Sucede con nues
tro corazon lo que con aquellos animalillos domésticos que se crian en
las casas ; por mas que los echen de ellas , por mas que los sacudan,
siempre vuelven. Si sucediera con él lo que con una alhaja, que,
una vez dada, no hay yaque buscarla dentro de casa, adelante; ya
se pudiera vivir con algun menos cuidado ; pero ese corazon , origen
y asiento de las pasiones ; ese corazon , donde reina el amor propio,
siempre se queda en nuestro mismo terreno ; aun despues de haberle
dado nosotros á Dios , él mismo se da á las criaturas. Pues ¿será bien
que vivamos en una devota inaccion , en una ociosidad afrentosa?
¿Bastará ponernos en la presencia de Dios, y pasar una hora inútil
mente , sin pensar en nada , por no turbar una falsa seguridad con
la vista de mil imperfecciones, y aun acaso de mil desórdenes? Por
el contrario , ¿no será menester desconfiar siempre de su propio co
razon ; hacer guerra actual y Continua á las pasiones ; traer á la me
moria todas sus obligaciones; no perder jamás de vista el fin para
que fuimos criados ; examinar en la presencia de Dios su porte y su
conducta , y fomentar la devocion con la mortificacion y con la peni
tencia? Ten por sospechosas todas esas instrucciones demasiadamen
te especulativas ; huye de todo confesor , de todo director que con es
pecioso pretexto de hacerte volar á la perfeccion quiere mantenerte
en una peligrosa ociosidad y perniciosísima pereza. Di muchas veces
á Dios que le entregas tu corazon ; pero procura que lo digan mu
chas mas tu humildad, tu mortificacion, tu puntualidad, tu exacti
tud en el cumplimiento de todas tus obligaciones, tu continua vio
lencia , y, en una palabra , todas tus operaciones y todos tus movi
mientos : Filiolimei, non diligamus verbo, neque Ungua, sed opere, et
teritate. Hijuelos mios , dice el apóstol san Juan , no consista nuestro
amor en buenas palabras , en expresiones que sólo salen de la lengua,
sino en obras , y en verdaderas pruebas de las manos. Ten presentes
estas palabras en todas tus devociones , y en ellas guárdate mucho
de sendas extraviadas ; sigue el camino real y carretero por donde
fueron todos los Santos , aquel que abre el Evangelio , y el mismo
Cristo nos enseña.
7 tomo v.
MAYO

DIA V.
MARTIROLOGIO.
San Pío V, papa, del Órden de Predicadores, en Roma, el cual dedicándose
animosamente y con feliz éxito á restaurar la disciplina eclesiástica, á extirpar
las herejías, y á destruir los enemigos del nombre cristiano, con la santidad
de su vida y de sus leyes, gobernó la Iglesia católica. ("Véase su vida en las del
dia 14 siguiente).
Santa Crescenciana, mártir, tambien en Roma.
San Silvano, mártir, igualmente en Roma. ( Créese que este Santo fue na
tural de Portugal).
San Eutimio, diácono, en Alejandría , el cual murió preso por la fe católica.
El tbidnfo de los santos mártires Ireneo, Peregrino é Irene, enXe-
s.alónica, los cuales fueron quemados vivos.
El triunfo de san Joviniano, lector, en Auxerre.
San Angel, presbítero, del Órden de los Carmelitas, en Leucata, en Sici
lia , al cual hicieran tajadas los herejes porque defendía la fe católica. ( Véase
4f« vida en las de este dia ).
San Máximo, obispo y confesor, en Jerusalen, al cual Maximiano Galerio
César condenó á las minas despues de haberle hecho sacar un ojo , y quemado
un pié con un hierro ardiendo. (San Jerónimo habla con mucho elogio de este
Prelado, y dice que le sucedió en el episcopado san Cirilo).
San Edlogio, obispo y confesor, eu Edesa de Siria.
San Hilario, obispo, en Arles de Francia, célebre por su santidad y doc
trina. (Fue consagrado en 429, y habiendo congregado muchos concilios para
contener los progresos del error, presidió en 441 el de Orange, en que fue de
puesto Celedonio, obispo de Besanzon. Muchos y graves disgustos le acarreó su
celo, hasta que el papa san Leon, convencido de su inocencia, prohibió el hablar
contra de él. Sus escritos fueron en su tiempo la antorcha de las Gallas, y una
de las firmísimas columnas de la verdad. Murió en el año 449).
San Nicecio, obispo, en Viena, varon venerable por su santidad.
San Teodoro, obispo, en Bolonia, esclarecido en meritos.
San Sacerdote , obispo de Sigüenza , en el mismo dia,
San Geruncio, obispo, en Milan.
La conversion de san Agustín, obispo y doctor de la Iglesia, tambien en
Milan, el cual fue instruido en la verdad de la fe católica por san Ambrosio, y
bautizado en tal dia como hoy por el mismo Santo. (Véase la noticia en las de
hoy).

SAN ÁNGEL Ó ANGELO, MARTIR, RELIGIOSO CARMELITA.

Uno de los mas gloriosos hijos que ha tenido el sacro monte Car
melo ha sido el insigne mártir san Angelo , hombre en el ser , ángel
en la pureza, y querubin en la sabiduría. Su concepcion fue anun
ciada á sus padres, aunque judíos naturales de Jerusalen, por la
DIA V. 95
misma Reina de los Ángeles ; la cual apareciéndoseles cierta noche
rodeada de resplandores les mandó que se bautizasen , asegurándoles
dos hijos , que serian dos lucientes candeleros en el templo del Señor,
y dos olivas floridas en el monte del Carmelo. Al primero llamaréis An
gelo; al segundo Juan : aquel será glorioso mártir; este patriarca de '
Jerusalen, y siempre tendré á los dos bajo de mi amparo y tutela.
Á pocos dias,de haber recibido el agua del Bautismo , se sintió Ma
ría ocupada, y á mediados de abril del siguiente ano, que fue el
de 1186 , dió á luz dos hermosos niños , que luego hizo bautizar , lla
mando al primero Angelo, y Juan al segundo, conforme le habia
ordenado y mandado la Vírgen santísima.
Desde luego fueron abstinentes, pues jamás tomaron el pecho sin
conocida necesidad; y sus padres, agradecidos al cielo, repartieron
su hacienda á los pobres, profetizando que sus hijos tenían ya las ri
quezas del cielo por patrimonio y herencia. En efecto , quedaron Án
gelo y Juan, huérfanos y pobres á la edad de cuatro años, aunque no
desamparados ; porque el patriarca de Jerusalen , á quien sus padres
los encomendaron antes de morir , tomó á su cargo el alimentarlos y
doctrinarlos. Aprendieron las artes liberales, saliendo en todas doc
tísimos , sobre todo en la sagrada teología , y lenguas hebrea , grie
ga y latina, de suerte que en todas se aventajaban á todos á los diez
y ocho años de su edad. Viéndose ya en esta edad , y que á su nuevo
padre el patriarca se le acercaba la muerte, le pidieron con gran
des instancias les hiciese dar el hábito de Nuestra Señora del Car
men, en el convento de Santa Ana, donde habian sido enterrados
sus padres ; el cual efectivamente les fue dado el dia de la Natividad
de la Vírgen santísima el año de 1204 con gran solemnidad y ale
gría suya, del santo patriarca, de los religiosos todos del convento,
y edificacion del pueblo católico.
En el noviciado dieron evidentes muestras de virtud y observan-
cia religiosa ; por lo cual , con gran satisfaccion y aprobacion de su
maestro y toda la comunidad , hicieron su solemne profesion el año
siguiente de 1205. Deseaban con ansiedad los recien profesos vivir
en soledad, por darse á Dios mas á solas ; y así los mudaron luego
al monasterio del monte Carmelo por ser mas retirado. En este tiem
po fue cuando el patriarca de Jerusalen san Alberto , sucesor del que
habia criado á nuestros Santos , dió nueva regla á los religiosos Car
melitas; y para mostrar que sus rigores no eran inobservables, co
mo algunos juzgaban, previno el Señor á Fr. Angelo y Fr. Juan,
que pareciéndoles pocos , alcanzaron licencia del prior para añadir á
7*
96 MATO
los que la regla mandaba. Los ayunos que ella manda desde la san
ta Cruz de setiembre hasta el dia de la Resurreccion cumplían con
pan y agua. Los lunes , miércoles y viernes ayunaban á pan y agua,
y los demás dias anadian unas yerbas rociadas con unas gotas de
aceite; y volviendo por la santa Cruz de setiembre á comenzar sus
ayunos, tenían por gran regalo los domingos y jueves una porcion
de legumbres, sin que jamás comiesen carne ni leche, ni bebiesen
vino, como los antiguos Carmelitas observaron. El hábito era muy
áspero y tosco, y á raíz de las carnes traían una cota de hierro por
camisa : su cama la tierra dura , y en sus indisposiciones una tabla
con un poco de heno y dos mantas , una para cubrirlo , y otra para
echar encima, mas por honestidad que por abrigo ó regalo. Dor
mían siempre vestidos , y nunca echados , sino recostados , para que
el quebrantamiento del cuerpo los dispertase á la oracion , en que te
nían su mas florido lecho. Rezaban el oficio divino de rodillas , y des
pues con gran devocion todo el Salterio , sin saber mas camino que
desde el coro á sus celdas , si el prelado no les ordenaba otra cosa.
En cuya fe comenzó san Ángelo á manifestar la virtud de hacer mi
lagros que le concedió el Señor, en todo semejante á la que anti
guamente acreditó á sus santísimos padres Elias y Elíseo.
Un dia fueron los dos hermanos , mandándoselo el prior , á cortar
leña para el monasterio. Cayósele á Fr. Juan el hierro de la hacha
en un estanque profundo que recogia el agua de la fuente de San
Elias, su padre. Afligióse por ser prestado , y no tener los religiosos
posibles para pagarlo. Su hermano Angelo , que le vió afligido , se
puso en oracion , y luego tomó el astil , y aplicándole al agua (como
en el Jordan hizo su padre san Eliseo ) , vieron que andando el hierro,
y subiendo contra su naturaleza, se encajó en el palo. Quedóse ad
mirado Fr. Juan, pero Ángelo le dijo que diese gracias á Dios, y
lo tuviese en silencio. Así lo hizo; pero Dios, que quería manifestar
la santidad de su siervo Ángelo , se lo reveló al santo prior de su
convento , que á la sazon estaba en oracion ; el cual , para gloria del
Señor y edificacion de los demás , publicó la maravilla en el conven
to. Con estas penitencias y aspereza de vida llegaron los dos Santos
hermanos al año de 1213 , en que haciendo órdenes el patriarca de
Jerusalen, el prior los envió (con otros religiosos) á ellas, aunque
lo rehusaban bumildes , reconociéndose por indignos del sacerdocio
santo. No les bastó su humilde excusa; y así obedeciendo, salieron
del monte , y le dieron vuelta , porque san Ángelo quiso visitar la
cueva de san Juan Bautista , especial devoto suyo ; y así hubieron de
DIA V. 97
pasar el Jordan , el cual venia tan crecido por haber llovido mucho
aquellos dias, que la barca estaba anegada; y mucha gente deteni
da, por no haber paso.
Tuvo Angelo lástima á los detenidos pasajeros; y puesto en ora
cion, al cabo de media hora se levantó, y vuelto al rio, le dijo ani
mosamente : Sagrado rio, por la virtud que en tí dejó Jesucristo, cuan
do se bautizó en tus aguas, por el poder de la santísima Trinidad, y
la intercesion de nuestro padre san Elias, cuando con su discípulo Elí
seo hirió con su muleta tus aguas , te mando que dés paso enjuto á estos
religiosos y fieles que están aquí detenidos. ¡ Caso maravilloso ! al ins
tante se dividió el rio , y dió paso enjuto y libre á todos los pasajeros.
Divulgóse por todo el reino la maravilla , y fue causa de la conversion
de muchos judíos y sarracenos, y en san Angelo de mayor humilla
cion, pues cuanto mas lo sublimaba el Señor, quedaba en sí mas
abatido y confuso. Ordenáronse de sacerdotes los santos hermanos,
y despues de algunos dias se partieron para su Carmelo. Vinieron
por Belen, por visitar el santo pesebre, y llegando á la ciudad se
conmovieron sus vecinos, y por la opinion que le seguia á Ángelo
de santo, le traian sus enfermos y necesitados, fiando da su inter
cesion la salud. Entre los demás vino una mujer llamada Isabel llo
rando la muerte de un hijo que se habia muerto entre las travesu
ras de mancebo , y le pidió se lo resucitase. Excusábase el Santo,
confesándose indigno de que por él obrase Dios tan gran milagro ;
pero ella con importunos ruegos y repetidas lágrimas hizo traer á su
presencia al difunto, que habia dos dias que lo era; y era tanta la
fe, que solo pedia tocase el cuerpo con la punta de su capa, fiada
en que solo con tocarla habia de resucitar su hijo. Enternecieron el
corazon del Santo los clamores de la mujer, y los demás ayudaron
con sus ruegos y lágrimas : hizo san Angelo oracion, y aplicando la ca
pa al difunto , al instante se levantó vivo, con admiracion de todos los
circunstantes. Echóse el mozo á sus piés , dándole las gracias por el
beneficio , confesando que no solo debia á su intercesion la vida cor
poral, sino tambien la del alma, la cual habia perdido por sus ju
ramentos y blasfemias.
Sucedió este milagro por la fiesta de la Epifanía, en que habian con
currido á Belen muchos prelados circunvecinos y multitud de gente,
con lo que fue mayor su aplauso. No pudiendo sufrirlo su modestia,
porque reconocía que el cuerpo peligra entre las espadas , y el alma
entre las alabanzas y lisonjas , pidió al Señor que le pusiese en segu
ro. Discurrió dónde seria , y envióle Dios un Ángel que , confirmán
98 MAYO
dole en su propósito, le señaló el lugar de su habitacion, y se le
ofreció por compañero en el camino , como á Tobias Rafael. Con es
te seguro y fiel compañero, y licencia que tenia (aunque oculta á
los demás) de su prior, salió en compañía del Ángel, que le guió al
desierto de la cuarentena, no léjos de Jericó ; y á imitacion de Cris
to, que lo consagró con su ayuno de cuarenta dias, estuvo en él san
Angelo por espacio de cinco años , tan retirado de toda humana con
versacion , que ni monjes ni seglares lo pudieron descubrir , por dili
gencias que hicieron ; porque quien lo llevó á la soledad , lo encu
bría (segun dice David) en lo mas escondido de su rostro.
Pero si el Santo huia del mundo para evitar las aclamaciones de
que en él era objeto, el Señor se las buscaba mayores en los pobla
dos: y como la capa de su padre Elias, dejada á Eliseo, sustituyó
por su dueño, abriendo el Jordan milagrosamente; así la capa de
Angelo , que se habia dejado en Belen ( por no poderla sacar sin nota
de sus compañeros), obró tantos milagros, que no solo sanaba enfer
mos de varias enfermedades, á quienes se aplicaba como sagrada .
reliquia , sino es que resucitó siete muertos, cuyos nombres trae el
patriarca Knoc, autor de su vida é historia, el cual refiere tambien
que los cinco, que eran varones, se hicieron religiosos, y los dos,
que eran doncellas, tomaron de religiosas el hábito ; para que se vie
se que sus milagros no tanto miraban á la salud del cuerpo cuanto á
la del alma.
Al quinto año de su retiro se le apareció Cristo bien nuestro mas
resplandeciente que el sol, acompañado de Ángeles y Santos, y dí-
jole que ya era tiempo de que volviese al poblado; porque su eter
no Padre le tenia señalado para otra empresa no menos dificultosa
y agradable que la del yermo , pues era dar la vida por reducir pe
cadores. Postróse Angelo á tanta luz : resignóse en la divina voluntad :
ofreció la vida al sacrificio; y respondió que obedecia pronto y hu
milde. Mandóle su Majestad ir á Jerusalen á predicar contra los vi
cios, y despues á Alejandría, de donde se llevaría unas reliquias
sagradas, para librarlas de que los bárbaros las profanasen, y que
pasando á Roma las entregaría al Pontífice, para que las venerase
y colocase en lugar decente, y que al fin pasase á Sicilia, donde le
esperaba guerra declarada con los vicios ; mas triunfarás gloriosa'
mente, dijo su Majestad , para que con la corona del martirio, como
otro Bautista, entres triunfante en mi reino.
Salió san Ángelo de su amada soledad por la octava de la Epifa
nía del año de 1219, habiendo estado en ella cinco años, y se en
Du v. 99
caminó á Jerusalen. Iba taa flaco y desfigurado , que apenas lo co
nocían los religiosos. Su hermano á este tiempo ya era patriarca de
Jerusalen : hízole grandes instancias para que se quedase allí ; mas
advertido dela orden que tenia de pasará Italia, hubo de obedecer
al cielo, como su hermano Angelo. El cual despues de haber predi
cado cási dos meses, y convertido gran parte de judíos y moros, y
reducido á mejor vida infinitos católicos que le oian como si fuese
un Bautista ó un Elias, avisado del cielo que prosiguiese su viaje,
se despidió de su hermano , pidió licencia al general , y eligió por
compañeros tres insignes religiosos de su hábito, Fr. José de Em-
maús , Fr. Pedro de Belen , que despues fueron obispos , y Fr. Enoc
Jerosolimitano , que subió á ser patriarca de Jerusalen , y escribió la
vida de su compañero san Angelo. Partieron para Alejandría de
Egipto, dejando á todos tristísimos con su ausencia. En esta ciudad
predicó hasta fin de mayo ; y entregándole el patriarca de ella , con
harto dolor de su corazon, las reliquias que por órden del cielo le
pidió san Ángelo , se hicieron á la vela en una nave genovesa. Na
vegaron quince dias , y habiendo descubierto tierra de Sicilia, cerca
ya del puerto dieron con cuatro galeras de moros, que cercando de
improviso la nave, la rindieron. Setenta moros entraron dentro ; y
viendo iban aprisionando los cristianos, les dijo san Angelo : Tratad
bien á los siervos de Jesucristo. Pero ellos sin hacer caso, mas irrita
dos, pasaron á atarle tambien á él por los piés. Levantó al cielo los
ojos y las manos, diciendo: Líbranos, Señor, de las manos de tus
enemigos, y da gloria á tu nombre. Fue tan eficaz esta oracion , que
juntó muchos milagros en uno ; porque, bajando fuego del cielo, hizo
ceniza á los setenta meros sin tocar á los cristianos ; y trescientos
que habían quedado en las galeras quedaron ciegos con su resplan
dor ; tos cuales á grandes voces comenzaron á pedir misericordia á
los cristianos : compadecido el Santo , pasó á las galeras con algunos
cristianos , y les dijo : Quien de vosotros se hiciere cristiano cobrará
la vista del cuerpo y del alma ; y todos respondieron que querían ser
cristianos: con que habiéndolos catequizado algunos dias que se
detuvo en aquel puerto , los bautizó , y con la luz de la fe recibieron
todos la corporal de sus ojos.
Partieron despues para Mesina, donde entró con aquel solemne
triunfo y despojo que habia ganado para Jesucristo , y se fué á hos
pedar á su convento , acompañado de toda la ciudad , que se habia
conmovido á la voz de tantos milagros. Aquí hizo otros muchos , sa
nando enfermos de varias enfermedades , y milagrosas conversiones
100 MAYO
con tres sermones que predicó. Partióse para Roma ; y llegando á
besar con toda humildad el pié al sumo pontífice Honorio III , le pre
sentó las reliquias, que por orden del mismo Nuestro Señor Jesu
cristo le traia de Alejandría , que fueron un brazo y una pierna de
san Juan Bautista ; la cabeza del santo profeta Jeremías ; un brazo
de santa Catalina, virgen y mártir de Alejandría; una pierna del
ínclito mártir san Jorge, y una preciosa imágen de Nuestra Señora,
pintada por san Lucas ; las cuales recibió Su Santidad con gran con
suelo y estimacion. Visitó los santuarios de aquella santa ciudad,
adoró sus reliquias, y ganóle á Dios muchas almas en el pulpito. El
santo Pontífice le oyó cuatro sermones , y se le aficionó tanto , que
con grandes instancias le rogó se quedase en Roma ; y pasara á man
dárselo , si no supiera tenia órden del cielo para volver á Sicilia. Dió-
le en muestras de su cariño la iglesia de San Julian , en los montes y
trofeos de Mario , para convento de su Religion que hoy posee ; y
por este título de antigüedad y fundacion preceden en Roma los Car
melitas á los Padres Menores y Agustinos.
Uno de los sermones que predicó en San Juan de Letran , donde
tuvo por oyentes á los gloriosos Padres santo Domingo y san Fran
cisco , san Ángelo , sin haberlos jamás visto , ni tenido de ellos noti
cia, con luz superior los conoció desde el púlpito; y así dijo en el
sermon , que entre los que le oian habia dos nuevas y firmes co
lumnas de la Iglesia. Predicó con tanto fervor y espíritu que , admi
rados los dos santos Patríarcas , luego que acabó se llegaron á él , y
nombrándose por sus nombres , como si toda la vida se hubieran co
nocido, se abrazaron. Ángelo, adelantándose, les dijo : Sálveos Dios,
grandes doctores de la milicia cristiana. Á tí, Domingo, á quien ha es
cogido el Señor para acérrimo impugnador de las herejías , y predicador
contra los vicios; y á tí, Francisco, principal imitador de Jesucristo,
cuyas cinco llagas ha de imprimir en tu cuerpo por premio de tu humil
dad. Á estas proféticas razones respondió santo Domingo : Alégrate,
Angelo , á quien el Señor por singular privilegio ha escogido por predica
dor de la verdad contra los vicios y herejías, y lustre de la Iglesia con tus
virtudes y ejemplos. Aquí añadió san Francisco : Con razon, Angelo, te
puedes alegrar ; porque en breve tiempo darás tu vida por la honra del
Señor en el reino de Sicilia , y con tres coronas, de virgen , doctor y már
tir, subirás triunfante al cielo. Con estos y otros coloquios santos se
alegraron y comunicaron entre sí estas tres lumbreras del mundo.
Salieron juntos, y llegando á Santa Sabina (cuya iglesia este mismo
año dió el Papa á santo Domingo para convento de su Religion ) les pi
DIA V. 101
dió un leproso ¡a salud, que tuvo luego por la oracion de tan pode
rosos abogados. En Santa Sabina pasaron la siguiente noche los tres,
ya en oracion , ya en santísimos coloquios. Hoy se lee sobre la celda
en que vivió santo Domingo en este convento una latina inscripcion,
que es memoria eterna de todo lo referido , demás de referirlo el pa
triarca Enoc que se halló presente, y otros gravísimos autores.
Recibió Angelola última bendicion del Papa, y partióse (habién
dose despedido de sus dos santos amigos) con sus tres compañeros
de Roma. Predicó en el reino de Nápoles , y ganó con su predica
cion y milagros infinitas almas para Dios , y para su Religion mu
chos sujetos y algunos conventos. Llegó al fin á Sicilia, desembar
cando en Palermo , donde con su predicacion convirtió doscientos y
siete judíos y moros , y redujo á verdadera penitencia á infinitos cris
tianos, haciendo asimismo muchísimos milagros. Entrado el año
de 1220 , se partió á Agrigento con deseo de visitar su obispo. En el
camino pasó en las termas ó baños Cefalitanos , en que halló siete le
prosos que reñían con la guarda sobre que no los dejaban entrar ;
compadecióse Ángelo, y díjoles: Tened paz, hermanos mios; y si
quereis alcanzar salud, arrepentios de vuestras culpas , y confesadlas,
que sanaréis sin duda. Á esta voz conmovidos todos siete se confe
saron con él, y habiéndolos absuelto y hecho oracion por ellos, los
dejó tan sanos y buenos como si en su vida no hubieran tenido tal
enfermedad. Halláronse presentes á este tan grande milagro mas de
ciento y treinta personas , y entre ellas el arzobispo de Palermo, que
aquejado de graves dolores habia venido á bañarse ; pero manifes
tando al Santo su necesidad, halló en él mejor medicina, y la salud
entera sin necesidad del baño. Viendo el agradecido Arzobispo que
no pudo detener á Angelo en su ciudad , se fué con él á Agrigento,
hecho discípulo suyo , y predicador de su santidad y milagros. En
esta ciudad de Agrigento hizo lo que en las demás, sacar infinitas
almas de pecado , y sanar infinitos cuerpos.
Á los primeros de marzo salió para Leocata , acompañándole siem
pre el Arzobispo. Era esta ciudad la que le habia señalado el Señor
por campaña de sus triunfos, y así comenzó á hacer cruel guerra á
todos los vicios con su divina predicacion. Pudo tanto con los ánimos
mas obstinados, que en breve tiempo no se oia otra cosa que llan
tos, clamores, penitencias y confesiones públicas. No lo hizo así el
tirano conde Berengario , hombre fiero , hereje y desalmado , á quien
en secreto afeó muchas veces Ángelo, entre otros vicios detestables,
el estar públicamente amancebado con su hermana , la ofensa que
1
102 MAYO
hacia á Dios, el escándalo que daba al pueblo ; y de todo se reia el
hereje , haciendo gala de ser vicioso. Viendo su dureza , el Santo pro
siguió en público, y en un sermon que predicó á los 25 de abril , en
que cayeron las Letanías mayores, dió el Señor tal virtud á su voz,
que convirtió el corazon de Margarita, hermana y manceba de Be-
rengario. Luego que se convirtió tomó sus tres hijos por sacarlos de
tan mal padre, y llena de dolor y lágrimas se fué á los piés de Án
gelo, manifestándole su pecado y arrepentimiento. Suplicóle que
sacándola del poder de su hermano , la pusiese en parte segura , don
de pudiese satisfacer al Señor lo mucho que le habia ofendido. Go
zoso el Santo oyó á Margarita en confesion , confirmóla en su propó
sito, y ofrecióle de parte de Dios el remedio y la seguridad.
El pérfido Berengario, que con la conversion de cualquier peca
dor mas se obstinaba, sabiendo la de su hermana, dió en frenético,
y lo menos con que se contentaba era dar muerte á san Angelo. Pa
ra la ejecucion habló á los de su séquito , que como hombre poderoso
y desalmado tenia muchos , y determinaron fuese en público y en dia
solemne, para que fuesen mas solemnes y públicas sus maldades.
Mientras Berengario prevenía crueldades , el cielo prevenía favores
á Angelo ; y así estando en oracion se le apareció san Juan Bautista,
y le dijo : Sabe, Angelo, que tus virtudes y buenas obras son tan acep
tas á Dios y á su santísima madre María , que á 5 de mayo te han de
tlevar á la patria celestial en compañía de los Santos y Angeles, colo
cándote en sus coros con la corona del martirio. Alegre sobremanera
recibió Angelo nueva tan deseada; y poniéndole por medianero pa
ra que Cristo y su Madre le diesen valor en el trance que esperaba,
gastó lo restante de la noche en prevenir su batalla y su triunfo. Por
la mañana dió parte á sus compañeros de la celestial vision. Acon
sejóle Fr. Pedro que huyese, y diese lugar á la ira del tirano; pero
Angelo , que solo deseaba ir á reinar con Cristo , desechó su persua
sion , y se preparó para la ocasion con mas fervores. Llegó el dia 5
de mayo , y despues de haber dicho misa en su convento con espe-
cialísima, devocion y ternura , fué á la iglesia de los gloriosos apósto
les san Felipe y Santiago que está vecina al mar, y aquel dia pre
dicaba en ella. Era el concurso de mas de cinco mil personas ; y
subiendo al púlpilo comenzó á predicar con tal dulzura, eficacia y
fervor, que parecía un Angel enviado del cielo. En el fervor del ser
mon llegó el malvado conde Berengario , asistido de mas furias in
fernales que hombres facinerosos, y encaminándose y subiendo al
mismo púlpito , dió al Santo cinco crueles y mortales puñaladas, sa
DIA V. 103
orificando á Dios aquel inmaculado cordero que con cinco fuentes
de su virginal sangre quiso recompensar al Redentor las cinco pre
ciosas llagas que en la cátedra y pulpito de la cruz recibió por la
salvacion de los hombres.
En vista de tanta maldad se puso todo el auditorio en armas , para
vengar tan enorme sacrilegio ; pero el Santo con rostro sereno y ale
gre rogó á todos dejasen ir á Berengario , y acudiesen á favorecer á
su hermana, librándola de sus crueles manos. Sintiendo ya ansias
mortales, se puso de rodillas con los ojos en un santo Crucifijo , y
despues de haber orado por Berengario , por Margarita , por todo
el pueblo y por la Iglesia toda con tierna devocion y afecto , co
menzó á decir el salmo: In te, Domine, speravi; y llegando á decir
el verso: En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu, se oyó una
voz del cielo , que dijo : Ven, Angelo, al reino que está preparado para
tí y todos mis escogidos; y al mismo tiempo vieron los presentes ba
jar sobre su cuerpo una luz mas resplandeciente que el sol , y salir su
alma en forma de una candidísima paloma. Oyéronse suavísimos
cánticos, con los cuales y los fragantísimos olores que exhalaba su
santísimo cuerpo , las lágrimas de los presentes se convirtieron en go
zo. Solo Berengario , digno de eterno castigo , los desmereció ; el cual
acudiendo á dar la muerte á su hermana, y no pudiendo hallarla,
se ahorcó desesperado, dando infame fin á su vida : cuyo cuerpo,
echado de la ciudad, fue sepultado en el vientre de las fieras, por
haberlo sido él en la vida y en las obras. Sucedió el martirio de san
Angelo el año de 1220 , dia 5 de mayo en que le celebra la Iglesia.
Gran dolor causó al arzobispo Gotfredo la muerte de su amigo,
que por estar muy ocupado no habia asistido al sermon , y partió
luego á la iglesia, y sintiendo el celestial olor , y oyendo los suaves
cánticos, veneró el cuerpo como santo, y le hizo colocar en un alto
túmulo, donde (á peticion del pueblo) estuvo ocho dias, haciendo
tantos milagros, que es imposible reducirlos á número. Al darle se
pultura hubo una piadosa competencia entre los Padres Carmelitas y
el clero , sobre que aquellos se lo querían llevar á su casa , y este no
le quería dejar salir de la suya, donde al fin se quedó, declarando
Gotfredo ser esta la voluntad del Santo. Luego que fue enterrado,
comenzaron á experimentarse (entre otros muchos) tres singulares
prodigios. Una fuente de aceite que corria, en el lugar donde fue
martirizado , todos los años desde las primeras vísperas del Santo
hasta las segundas ( hoy persevera esta milagrosa fuente, si bien no es
aceite el que ahora mana, sino agua; pero tan milagrosa como era
101 MAYO
el aceite ), con el cual se hacían innumerables milagros , sanando en
fermos de todas enfermedades. Una hermosa azucena , que cuantas
veces la cortaban tantas volvia á nacer, en el lugar donde estaba
sepultado su cuerpo, con cuyo celestial aviso le trasladaronámas sun
tuoso y autorizado sepulcro. El tercero fue, que descubriendo su
cuerpo , siempre le hallaban con la sangre de las heridas tan recien
te, fresca y colorada como el dia de su martirio, y las rosas y flores
tan frescas y olorosas como estaban al tiempo que las cogieron.
Fuera nunca acabar querer referir la suma de los milagros que ha
hecho y hace en todos tiempos , ya curando enfermos de todas enfer
medades (y especialmente en tiempo de peste, de que es abogado,
ha librado muchas veces á Leocata, como tambien de invasiones de
turcos ) , ya resucitando muertos, dando vista á ciegos, oido á sordos,
piés á cojos , manos y brazos á baldados , ahuyentando espíritus in
mundos. de los cuerpos de muchísimas personas. Quien gustare de
ver muchos , lea las historias de Santos carmelitas , que hallará cum
plidos sus deseos, que aquí por la brevedad los omitimos. Á fuerza
de sus maravillas le ha hecho Palermo su patron , como tambien
Leocata , donde consiguieron los Padres Carmelitas la iglesia en que
estaba su cuerpo. La Iglesia romana le publica mártir y santo car
melita en sus Martirologios. El papa Pio II le concedió oficio ecle
siástico , á peticion del beato Fr. Juan Soret , general del Cármen , el
año de 1459 ; y el papa Clemente X ha concedido jubileo plenísimo y
perpétuo para el dia 5 de mayo , en que su Religion le celebra.

LA CONVERSION DEL GRAN PADRE, Y DOCTOR DE LA IGLESIA,


SAN AGUSTIN.
Dos conversiones celebra la Iglesia sumamente parecidas por los
sujetos convertidos , por las circunstancias de su conversion, y por
el copioso fruto que de ellas resultó á la religion cristiana , que son
la del apóstol de las gentes san Pablo, y la del gran Padre san Agus
tín. Gozosa nuestra Madre por la adquisicion de estos dos héroes
que tanto la han honrado con sus obras , con su santidad y con su
doctrina , quiere proponerla á los fieles sus hijos , para que en ella
vean un ejemplo práctico de las miserias á que nos expone nuestra
flaca naturaleza , y los gloriosos triunfos que consigue de ellas el
poder soberano y celestial de la gracia. No se contenta con presen
tarnos tantos Mártires esforzados de uno y otro sexo, que desprecia
DIA V. 108
ron valerosamente los tormentos mas horrorosos y la misma muerte
por Cristo : tantos confesores , anacoretas , penitentes y vírgenes,
que vivieron en carne mortal con la misma pureza y santificacion
que si careciesen de los estímulos de la concupiscencia rebelde ; y
últimamente , no se contenta con proponernos las santísimas vidas
de Jesús y su Madre, como regla de nuestras acciones y modelo de
nuestra vida, sino que, para consolar á los pecadores y avivar sus es
peranzas, quiere esta Madre amorosa que veamos como los que han
sido pecadores , y se vieron sumergidos en delitos , han llegado des
pues á ser vasos de santificacion y columnas las mas firmes de su
doctrina. Esto se manifiesta claramente en la conversion prodigiosa
de Agustín , cuya historia , sacada fielmente de sus mismas Confe
siones , es como se sigue :
Agustín , nacido en Tagaste , lugar pequeño de la Numidia en
África , por los años de 354 , tuvo la desgracia de que su padre era
gentil , cuando necesitaba de su direccion y consejos para que su
educacion fuese de cristiano. En recompensa le destinó el cielo una
madre llena de piedad y de virtudes , que bastó á ablandar con sus
lágrimas, no solamente el corazon de su marido Patricio, que al fin
murió católico, sino el de su mismo hijo que , endurecido con una
vida licenciosa , y entumecido con una vana sabiduría , se hacia mas
insensible á los consejos y persuasiones santas con que su madre le
combatía. Siendo muchacho tuvo un tan récio dolor de estómago,
que le puso en términos de perder la vida. (Lib. 1 Confes. c. 11).
Deseó entonces , y pidió ardientemente el Bautismo ; pero habién
dose mejorado , juzgó su piadosa madre mas acertado dilatársele,
porque preveia que el genio vivo y demasiadamente fogoso de Agus
tín no tardaría en ponerle en términos de manchar su alma , y de
arrastrarle á vicios feos que afrentarían el augusto carácter de cris
tiano. Así sucedió : «pues á los diez y seis años , levantándose los
«vapores del cenagal de su concupiscencia, de tal modo oscurecie-
«ron su espíritu que , sin discernir entre la dulzura del amor casto,
«y el desasosiego del impuro, arrebataron su edad flaca, precipitán-
«dola en mil deseos desordenados , y en un piélago de inmundicias.
«Procuraba el Señor apartarle de ellas misericordiosamente, aciba-
«rando todos sus ilícitos gustos para que buscase deleites cumplidos
«sin mezcla de amargura ; pero sordo con el ruido de la cadena de
«su mortalidad que llevaba siempre arrastrando , dejó que tomase
«entero dominio de su alma la concupiscencia, rindiéndose sin re-
«serva á sus fragilidades.» (Lib. 2 Confes. c. 2).
106 MAYO
Á esto se llegó que, habiendo interrumpido los estudios que ha
cia en Madaura, estuvo ocioso ; y como la ociosidad es madre de to
dos los vicios , crecieron estos en el corazon de Agustin , fomenta
dos de las malas compañías de otros jóvenes que le incitaban al mal,
y á quienes por mera vanidad quería competir en los desórdenes.
«Avergonzábase Agustín de no ser tan desvergonzado como otros
«amigos suyos , porque cuando estos se jactaban de sus maldades,
«y con tanta mas gloria cuanto mas feas y abominables eran , sen-
atia no haberlas hecho él tambien , para recibir entre aquellos jó-
« venes disolutos, elogios y alabanzas. Sucedía por esto que, cuan-
«do Agustín no tenia algun delito verdadero con que poder igua-
«larse á otros compañeros suyos mucho mas viciosos, fingía haberle
«cometido , deseando que no le tuviesen en menos por su inocen-
«cia , ni le juzgasen por despreciable y abatido por ser mas casto.»
{Lib. 2 Confes. c. 3). Crecieron tanto las espinas de su incontinen
cia, que llegaron enteramente á poseer su corazon. Patricio, que a
la sazon no era mas que catecúmeno, y tenia en orden á su hijo mi
ras demasiadamente carnales , pasaba por todos sus defectos ; pero
Mónica sentía íntimamente sus extravíos , como que los contemplaba
por los mayores impedimentos que podia tener su hijo para conse
guir la verdad. Por tanto le llamaba á solas, le hablaba al corazon,
le hacia conocer sus errados pasos , le persuadía á enmendarlos , y
acompañaba la solidez de sus razonamientos con la fuerza imponde
rable de sus lágrimas. Todo esto era en aquel tiempo para Agustin
un ruido estéril, un trabajo sin fruto ; porque además de que las
pasiones mandaban despóticamente en su alma, miraba las persua
siones y consejos de su madre como faltos de todo el apoyo que la
,especiosa sabiduría impone á los preocupados con su autoridad, mas
que con sólidos raciocinios , y despreciaba las amonestaciones de una
madre cariñosa , discreta y piadosísima , solamente porque eran amo
nestaciones de una mujer. {Lib. % Confes. c. 3).
Siendo de diez y siete años le enviaron sus padres á que conti'-
nuase los estudios en Cartago, en donde al mismo tiempo continuó
tambien los extravíos de sus costumbres ; pues al año siguiente tra
bó una comunicacion tan estrecha y vergonzosa con una mujer, que
de ella tuvo un hijo llamado Adeodato, cuyo ingenio alaba el Santo
con expresiones encarecidas. Adormecido algun tanto el vicio de la
incontinencia con la hartura que lograba con la amistad ilícita, to-
jnaron el ascendiente sobre su corazon oiras pasiones tal vez mas
peligrosas. Era Agustin de un ingenio sumamente vivo y penetran
DIA V. 107
te. Nada se resistía á su comprension , y lo vasto de su talento, jun
tamente con una aplicacion infatigable, le hacían dueño fácilmente
de cuantas facultades emprendía. Pero lo que le habia de estimular
á reconocer los dones de Dios, y á darle humildes gracias, eso mis
mo fue lo que él convirtió en motivo de vanidad y de soberbia. Ves
tíase con elegancia , picándose de parecer galan y cortesano, (li
bro 3, c. 1 ). Frecuentaba los teatros, en donde veia las imágenes de
sus miserias representadas al vivo ; y aunque fingidas , unas veces
le sacaban las lágrimas á los ojos , y otras encendían mas el fuego
libidinoso en que estaba miserablemente ardiendo. (Lib. 3 , c. 2 ).
En este estado quiso Dios dar algunas aldabadas á las puertas de su
alma, por medio de los mismos libros y estudios en que Agustín be
bía su vanidad. Leyó el Hortensio de Ciceron , en donde encontró
aquel saludable aviso que da san Pablo á los colosenses ( Colas, n,
». 8 ), diciendo : Estad en vela , para que ninguno os engañe por la
filosofía vana y falaz, fundada en doctrina de hombres , apoyada en
los principios del mundo, y no segun Cristo, en quien habita corporal-
mente toda la plenitud de la divinidad. (Lib. 3 Confes. c. 4). «Este
«libro trocó todos sus afectos, y le trocó de manera , que le hizo pe-
adir á Dios ardientemente que infundiese en su alma diversos de-
«seos de los que antes la poseian. Despreció las esperanzas que an
ides le atormentaban , y solo anhelaba su corazon por conseguir la
«sabiduría inmortal. Comenzó Agustín á levantarse para volver al
«Señor , porque no leia aquel libro para ejercicio de la elocuencia,
«siao para aficionarse y seguir las buenas máximas que enseñaba.
«Lo que mas encendía el ardor de sus deseos era, que allí no se le
«exhortaba á seguir esta ó aquella secta de filósofos , sino á buscar
«y amar la sabiduría como ella es en sí misma. Solo una cosa le des-
«agradó en aquel libro, y templó aquellos deseos felices , y fue el
«no encontrar en él el nombre de Jesucristo quebabia mamado con
«la leche , y conservaba íntimamente grabado en su corazon desde
«su infancia , en tanto grado, que todo lo que estuviese escrito sin
«este nombre le causaba desagrado , aunque tuviese todos los atrac-
«tivos de la erudicion, de la elocuencia, y aun de la verdad.»
Para perfeccionar la obra comenzada por el Hortensio, determinó
Agustín dedicarse á leer las sagradas Escrituras , y ver qué cosa
eran ; pero este afecto de curiosidad , incompatible con el espíritu
humilde á que está reservada la inteligencia de aquellos divinos es
critos, puso un velo á su entendimiento : y así no solamente se quedó
sin entender los soberanos misterios que llevan á la vida bienaven
108 MAYO
turada , sino que la humildad de su estilo, que juzgaba sumamente
inferior al de Ciceron , le causó fastidio. Por otra parte , habia lle
gado á apoderarse de su alma una vanidad y soberbia tan finas en
materia de literatura, que no podia concebir que fuesen escritos apre-
eiables y sublimes aquellos que no se sujetaban á su inteligencia.
[ Lib. 3, c. 5). En esta turbacion y revolucion de afectos , tuvo la
desgracia de encontrar con los Maniqueos, gente locuaz , carnal , hi
pócrita y extravagante , quienes le convidaron con la consecucion
de la verdad , y le arrastraron á la profesion de su doctrina. Ense
ñaban que habia dos principios, de donde se originaban todas las
cosas , uno bueno y otro malo : que la luna y el sol eran dos naves
en que volvían á su principio las partículas de sustancia que se pu
rificaban por medio de la contrariedad de elementos : que las vir
tudes habitaban en estos dos astros transformadas en varones : abor
recían el matrimonio, pero en su lugar usaban de comercios ilícitos
y nefandos , en que abusaban torpemente de las cosas mas sagra
das. Negaban que Cristo hubiese tomado carne verdadera , y que
hubiese venido para hacer con su resurreccion que nuestros cuerpos
fuesen alguna vez glorificados. En cada hombre ponían dos almas,
una buena , y otra mala ; una de donde nacían los actos virtuosos,
y otra de donde tomaban su origen los vicios ; pero ambas enseña
ban , que se volvian á resolver en materia al tiempo de la muerte.
Á este tenor multiplicaban los Maniqueos sus dogmas y sus deli
rios ; pero sus promesas eran especiosísimas , capaces de engañar á
cualquiera, mucho mas á un jóven que deseaba la verdad. (Aug.
De utüüate cred. c. 1). Se jactaban de ser ellos solos en donde se
podia encontrar esta preciosa joya , lo cual persuadían con grande
aparato de elocuencia y de palabras. Y como no se les caia de la
boca el nombre de la verdad, y en sus lenguas ocultaban los lazos del
demonio (Lib. 3 Conf. c. 6), bajo de unas palabras en que ponían
una liga confeccionada con el nombre de Jesucristo y del Espíritu San
to, no solamente lograron que Agustín fuese sectario de sus erro
res , sino que hizo caer en ellos á su protector Romaniano, y á sus
amigos Honorato y Alipio.
Luego que santa Mónica supo que su hijo se habia hecho mani-
queo, se entristeció de manera, que no habia para ella consuelo en
todo lo criado. Lloraba inconsolable dia y noche pidiendo á Diosla
conversion de Agustín , y esto con tanta copia de lágrimas, que en
donde quiera que se ponia á hacer oracion dejaba humedecida con
ellas la tierra. (Lib. 3 Conf. c. 11). No consentía que su hijo vivie
, DIA V. 109
se con ella en su casa , ni que se sentase á su mesa , detestando has
ta este punto los errores y blasfemias que nuevamente habia adop
tado , y esta demostracion de desamor la duró hasta que tuvo un
sueño maravilloso, en que la manifestó Dios que su hijo se conver
tiría. El sueño sucedió de esta manera : soñó que estaba puesta de
piés sobre una regla de madera (Lib. 3 Conf. c. 11), y que un jó
ven muy gallardo viéndola tan afligida , la preguntó cuál era la
causa de su afliccion , y de las lágrimas que derramaba. La Santa
le respondió : que la perdicion de su hijo Agustín. Entonces el jó
ven la mandó mirar con atencion la regla , y reflexionar que donde
estaba ella , tambien estaba Agustín. Miró la piadosa madre, y vió
que en la misma regla estaba ella , y junto á ella tambien su hijo.
Consolada con esta vision , fué á contársela á Agustín , esperando
que causaría en él el efecto deseado ; pero el ingenioso mancebo
interpretó la vision muy al contrario, diciendo : que aquello quería
decir, que donde él estaba, allí estaría su madre haciéndose maniquea.
Mucho pesar recibió Mónica con esta respuesta ilusoria ; pero opo
niendo ingenio á ingenio y sutileza á sutileza , le replicó : No, hijo
mio, no es eso lo que significa la vision , sino lo contrario ; porque á
mí no se me ha dicho : donde él está, allí estarás tú ; sino donde tú es
tás , allí estará él. Esta respuesta viva é ingeniosa hizo mas mella
en Agustín que la vision misma ; pero sin embargo perseveró toda
vía en sus errores por espacio de nueve años , revolcándose en sus
tinieblas , al paso que su madre, mas alegre con las esperanzas in-
fundidas por la celestial vision , no cesaba de pedir á Dios su con
version , derramando continuas lágrimas en sus fervorosas oracio
nes. {Lib. 3 Conf. c. 11).
En este intermedio tuvo santa Mónica otra respuesta y misterioso
aviso, de que su hijo habia de abjurar la secta maniquea. Solicitó
la Santa de un venerable obispo , que disputase con Agustín hasta
convencerle de sus errores ; pero el prudente prelado la disuadió, ase
gurándola que estaba todavía incapaz de admitir la doctrina cató
lica : que le dejase en su error por algun tiempo , sin hacer mas dili
gencias que rogar á Dios por él, pues estaba seguro de que continuando
en estudiar y leer, llegaría á persuadirse por sí mismo de la enormi
dad de los errores maniqueos. Confirmó esto mismo con su ejemplo,
pues , siendo niño, su madre , á quien los Maniqueos habian enga
ñado, le hizo participante de sus impiedades y desvarios : habia es
tudiado todos sus libros , y aun los habia copiado de propia mano ;
pero creciendo con la edad y el estudio sus reflexiones , llegó á co-
8 tomo v.
110 MAYO
nocer por sí mismo cuán abominable era aquella secta, y así la ha
bia abandonado. No se aquietó con todo eso Mónica ; antes bien,
confiando que nadie mejor podría disuadir á su hijo que aquel que
tan íntimamente conocía la falsedad de la secta maniquea , le instó
con súplicas . y rogó con lágrimas , que disputase con él y le con
venciese. Cansado entonces el obispo de sus importunaciones, la dijo:
Déjame, mujer, así Dios te sabe : que es imposible que un hijo de esas
lágrimas se pierda. Estas palabras fueron para Mónica como un orá
culo venido del cielo , y de allí adelante mezclaba ya sus lágrimas
con la consolacion de aquella profecía , que para ella en este con
cepto eran tenidas las palabras de aquel venerable obispo. (Lib. 3
Conf. c. 12).
«Desde los diez y nueve años hasta los veinte y ocho vivió Agus-
«lin engañado, y engañando á otros, ya enseñando las artes libera
teles, y ya bajo el pretexto de religion, siendo unas veces soberbio,
«otras supersticioso , y siempre vano. Por una parte seguía el humo
«del aura popular, pretendiendo llevarse siempre la gloria respecto
«de sus competidores , ya en los versos que hacia para los teatros,
«ya en las locuras de los espectáculos , y ya en la destemplanza de
«los apetitos. Por otra, queriendo purificarse de todas estas man-
«chas, llevaba de comer á los que entre los Maniqueos se llamaban
«escogidos , para que en la oficina de sus estómagos le fabricasen
«ángeles y dioses que le librasen de sus pecados.» (Lib. 4, c. 1 ).
Sumergido Agustín en un piélago de miserias , quiso Dios darle otro
aviso, y alargarle nuevamente su mano misericordiosa para que sa
liese de ellas. Explicando retórica en Tagaste, trabó, ó, por mejor
decir, confirmó la amistad que desde muy niño habia tenido con un
jóven paisano suyo. Este, todavía catecúmeno, seguíala verdadera
fe de Jesucristo ; pero pudieron tanto con él la amistad y las per
suasiones de Agustín , que le obligó á abandonarla y hacerse ina-
niqueo. Sobrevínole una enfermedad peligrosa, de la cual murió.
Agustín, todo consternado de sentimiento, no se apartaba de su ca
becera , consolándole con su conversacion y con su presencia. En
un parasismo que le acometió, acompañado de un sudor mortal , le
administraron el sacramento del Bautismo. Luego que volvió en sí
comenzó Agustín á hablarle, burlándose del bautismo que le habian
dado á su amigo, y esperando que le serian gratas sus burlas ; pero
sucedió muy al contrario , pues el enfermo le manifestó tanto hor
ror como si fuese su mayor enemigo, y le amonestó que, si quería
.ser amigo suyo, no le hablase de aquella manera indigna de una
DIA V. 111
cosa tan sagrada. Quedó Agustín turbado con esta respuesta , y mu
cho mas con la repentina mutacion y persuasion de donde se origi
naba : persuasion y mutacion que le valieron á aquel hombre ven
turoso una eternidad de gloria , habiendo muerto á muy poco tiem
po de haber sido reengendrado en Jesucristo. ( Lib. i Conf. c. i).
«La pérdida de este amigo llenó á Agustin el corazón de tinie
blas, en tanto grado, que en cuanto miraban sus ojos no veian sino
«la misma muerte. Su patria le servia de suplicio, y la casa de sus
«padres de una morada de infelicidad y desventura. (Lib. í, c. i).
.«Traia su alma como despedazada, ensangrentada é impaciente de
«habitar ya en el cuerpo. No encontraba descanso en los bosques
«amenos , ni en los juegos y cánticos , ni en los jardines olorosos,
«ni en los espléndidos banquetes , ni en los lechos floridos rodea-
«dos del amor y sus deleites, ni últimamente en los libros y poesía,
«que era el manjar mas sabroso para su alma. Todo le causaba hor-
«ror, hasta la misma luz , y así determinó volver á Cartago, como
«lo hizo.» (Lib. í Confes. c. 7). Con la compañía, de nuevos ami
gos, y la asistencia á los teatros , olvidó fácilmente aquella muerte
que tanto dolor le habia causado. Pudo ya con tranquilidad dedi
carse á los estudios , y así escribió los libros de lo hermoso y conte
niente, que dedicó á un famoso orador romano, llamado Hierio, á
quien únicamente conocía por su fama. Siendo ya de veinte y nueve
años sucedió que vino á Cartago un obispo maniqueo, llamado Faus
to, que engañaba á muchos con la suavidad de sus palabras. Ha
blaba en público, teniendo á todos suspensos, aun al mismo Agus
tín, que como los demás alababa y admiraba su elocuencia. Como
este Obispo era uno de los mas sábios que tenia la secta de los Ma-
niqueos, pensó nuestro jóven que en él hallaría la luz de la verdad,
por que tanto anhelaba su corazón. Ora atentamente sus discursos,
pero en ellos no encontraba mas que un gran follaje de palabras, y
ninguna sustancia de verdades. Acercóse mas á él , tratóle de mate
rias científicas, propúsole sus dudas; perd encontró con un hombre
vacío enteramente de las ciencias, que prelendia soberbiamente que
se le creyese sobre su palabra como á un Espíritu Santo, y última
mente incapaz por confesion suya de disputar con Agustín, ymu-
cho mas 'de aclarar sus dificultades , manifestándole la verdad, que
era lo que buscaba. (Lib. 5 Confes. c. 3, 5 y 6). Este desengaño
le hizo despreciar en su interior los errores de los Maniqueos, y tási
abandonar su secta ; y el deseo de encontrar la verdadera religion,
juntamente con las persuasiones desus amigos, le inspiraron elpro
8*
112 MATO
yecto de pasar á Roma , como lo ejecutó, engañando á su madre, y
dejándola á la orilla del mar sumergida en lágrimas. (Lib. 5, c. 8).
Luego que llegó á Roma cayó enfermo de una enfermedad peli
grosa , que le puso á las puertas de la muerte ; pero no se acordó
siquiera de pedir el Bautismo de Jesucristo , persuadido á que no
habia sido mas que un fantasma el cuerpo que losjudíos crucifica
ron. (Lib. 5 , c. 9). Perseveró algun tiempo en aquella ciudad , unas
veces tratando con los Maniqueos , de cuya secta era el huésped de
la casa donde estaba , otras inclinándose á dudar de todo con los
Académicos, y otras oyendo y consultando á los Católicos, para ver
si podia alcanzar la verdadera inteligencia de los Libros sagrados y "
de sus misterios. Habia presenciado en África algunas disputas que
tuvo Helpidio con los Maniqueos , y habia visto que estos no podían
desatar las razones que !es proponía , ni dar salida é interpretacion
á los textos de la Escritura que les alegaba. (Lib. 5, c. 11 ). Esto
mismo le hacia desear ardientemente encontrar con algun varon ca
tólico , piadoso y sábio á quien oir, y de quien ser instruido ; y Dios,
que por caminos desusados y secretos iba disponiendo en Agustin
un Doctor y un Padre de su Iglesia, hizo que, pidiendo los magis
trados de Milan á Simaco , prefecto de Roma , que les enviase un
maestro de retórica , pusiese este los ojos en el vacilante jóven á ins
tancias de los mismos Maniqueos. De este modo se verificó que pa
sase á Milan , que visitase á san Ambrosio, que este santo Prelado
le recibiese con la mayor benignidad , y que en sus sermones y dis
cursos al pueblo escondiese la gracia aquel poderoso anzuelo con
que Agustín habia de ser sacado de las aguas amargas del siglo,
para ser manjar delicioso á los hambrientos de sabiduría.
Al principio oia al santo Obispo por sola curiosidad , y por ^ver si
eran su ciencia y mérito iguales á su fama ; pero como al mismo
tiempo no podia menos de percibir toda la fuerza que tiene la ver
dad por sí misma , iba persuadiéndose poco á poco á que las doc
trinas de los Católicos podían defenderse muy bien , y llegó entera
mente á abandonar el maniqueismo. (Lib. 5, c. 14). Determinó,
pues, permanecer en estado de catecúmeno mientras no descubriese
con certeza cuál era la religion y doctrina que debia seguir para al
canzar aquella vida dichosa quetantosuspiraba.Porestetiempo, que
era ya el año treinta de su edad , vino á Milan en busca suya , y mu
cho mas de su salud eterna , la piadosa Mónica. Díjola como ya no
era maniqueo, ni tampoco católico cristiano; y la prudente madre,
que conoció que la verdad iba venciendo á su hijo por grados , se
DIA Y. 11 J
alegró con modestia , y multiplicó nuevamente sus oraciones y sus
lágrimas, esperando firmemente que Dios habia de concluir la obra
comenzada. (Lib. 6, c. 1 ). Asistía Agustín á los sermones de san
Ambrosio, y los oia con sumo cuidado, y su entendimiento se iba
ilustrando poco á poco , de manera que de cada vez le parecía mas
racional la doctrina del Evangelio. Los muchos cuidados y ocupa
ciones del santo Obispo no le permitían tratar con él y comunicarle
sus dudas con aquel espacio que ellas necesitaban para disolverse.
Iba á su casa , pero se contentaba ceja, verle estudiar, y le miraba
como un varon respetable, lleno de piedad y de sabiduría, de que
rebosaban sus pláticas , que por lo comun contenían puntos que no
parecían sino destinados á labrar la conversion de Agustín. La ma
yor dificultad de este consistía en el sacrificio que debia hacer de
sus luces en obsequio de la fe. Parecíale sumamente repugnante y
dificultoso haber de dar crédito á cosas y misterios sobrenaturales
que exceden la capacidad del entendimiento humano. «Pero medi
te tando consigo mismo cuántas cosas creia sin haberlas visto , como
«son una multitud de hechos que refieren las historias , la existen-
«cia de tantos pueblos, y la noticia misma de que Patricio y Mónica
. «eran sus padres , vino á concluir que para conocer la verdad era
«necesaria la autoridad de las sagradas Escrituras ; y comenzó á
«creer que de ningun modo hubiera Dios dado tanta autoridad en
«todo el mundo á aquellos libros, si no fuese su voluntad que le
«creyesen por ellos , y por ellos le buscasen.» (Lib. 6 , c. 5).
Sin embargo de todo esto, como su alma ardía en deseos de ho
nores , de riquezas y de los deleites sensuales , estaba presa con unas
cadenas de hierro que le impedían dar pasos mas acelerados hácia
la verdad. Consultaba continuamente con su amigo Alipío y con
cuantos conocía que podían iluminar de algun modo sus tinieblas ;
estudiaba incesantemente con perjuicio de sus intereses , oia con gus
to las persuasiones de su santa madre, pero.nada bastaba á contras
tar el peso que hacian en su alma por una parte el deseo de ver la
verdad con evidencia , y por otra las vivas pasiones que la tenían
dominada. Por este tiempo fué á Roma, en donde con la compañía
de Alipio, que gustaba demasiado de los espectáculos sangrientos,
tuvo ocasion de ejercitarse algo en la mansedumbre cristiana , di
suadiéndole de asistir á los juegos del Circo , cubierto siempre de
horrores y de sangre. Permaneció allí algun tiempo, hasta que vol
viendo á Milan en compañía de Alipio, encontró allí á Nebridio, sir
paisano, que habia dejado su patria, sus haciendas y su madre por
114 MAYO
buscar la verdad , agitado de dudas poco diferentes de las que in-
quietaban el alma de nuestro joven. Estos tres amigos trataban en
sus conversaciones de aquella materia que tenia sin sosiego sus al
mas. Deseaban una vida quieta y tranquila, libre de todos los vai
venes de la inconstante fortuna , y segura de una felicidad verda
dera que no estuviese sujeta al tiempo ni á sus mudanzas. No en
contraban este bien ni en las ciencias , ni en las diversiones , ni en
los banquetes , ni en el favor y amistad de personas poderosas , pues
todo esto tenian , y con todo se reputaban por infelices. Principal
mente Agustín se hallaba tan vencido del amor, que le parecía im
posible poder vivir sin la compañía de una mujer. Su madre , que
conocía bien su pasion , trató de casarle , y aun le buscó una gra
ciosa jóven para esposa , arrancando de su lado aquella que habia
venido cebando su cariño desde África. {Lib. 6, c. 6, 7, 8, 10 y 13).
Entre tanto, abrumado con las inquietudes y molestias de la vida,
é indeciso en el partido que podia tomar en las crueles dudas que
devoraban su alma , trató con sus amigos sobre huir del bullicio de
las gentes á vivir en un ocio tranquilo. Dispuso que de los bienes
de todos , que serian como unos diez compañeros , se hiciese una
masa comun de donde se proveyese á las necesidades de todos. Que
se nombrasen anualmente dos como administradores que cuidasen
de las cosas temporales , y los demás viviesen quietos tratando so
lamente de las ciencias y del espíritu. Ya estaban para poner en eje
cucion un proyecto tan semejante á la vida monástica , y arreglado
á los consejos del Evangelio ; pero acordándose despues, de que por
ser algunos de ellos casados deberían tener mujeres en su compa
ñía, conocieron que todo lo proyectado era imposible, y así volvió
Agustin á sus antiguos gemidos é inquietudes. ( Lib. 6 , c. 14). En
redóse nuevamente con los amores ilícitos de otra mujer ; porque
como le habian quitado aquella de quien tenia un hijo, por juzgar
que podia ser de impedimento al matrimonio proyectado, y este no
podia efectuarse por no tener todavía la esposa la edad competente,
no pudo resistir los ímpetus de la incontinencia. (Lib. 6, c. 15 ).
Así iba sumergiéndose en un abismo de delitos, y multiplicando los
lazos de su perdicion ; pero el .misericordioso Dios nunca le perdia
de vista , ni dejó su corazon tan desnudo de sentimientos saludables,
que no conservase siempre en sí mismo el agudo cuchillo de los re
mordimientos. «En medio de la multitud de opiniones que siguió
«Agustin en todas las materias, nunca llegó á dudar que despues
«de la muerte le quedaba otra vida á nuestra alma , ni que habia
DIA V. 115
«de ser la suerte de los buenos y de los malos extremamente diver-
«sa. Esta persuasion le habia hecho mirar con desprecio el sistema
«de Epicuro, á quien sin este defecto hubiera concedido la palma
«entre todos los filósofos. Por tanto, en medio de sus torpezas y ex-
«travíos, siempre le atormentaba el miedo de la muerte , y del jui-
«cio que ha de hacer Dios de las obras buenas ó malas ; y este mis-
amo miedo era un estímulo continuo que le impelía á salir delabis-
«mo de los deleites carnales en que estaba encenagado.» ('lab. 6,
cap. 16).
Ya iba acercándose el tiempo en que habia de triunfar la gracia
de todas las dudas y perplejidades de Agustin , y en que sujetas á
la razon las pasiones, habia de poner la virtud un trono estable en
el mismo corazon en que habia reinado el vicio. Esta operacion en
un hombre tan sábio, que no se movia sino por principios , se ha
bia de hacer por medio de la ilustracion de su entendimiento, como
basa segura para mover dulcemente su voluntad. Así dispuso Dios
que viniesen á sus manos los libros de Platon , traducidos del griego
por Victoriano, filósofo, en los cuales encontró muchas verdades de
aquellas mas difíciles que manda creer sin investigarlas la religion
cristiana. Tales fueron la generacion eterna del Verbo {Joan, i),
que era en el principio, y el Verbo estaba con Dios , y Dios era el Ver
bo : que Dios Verbo no nació de la carne , ni de la sangre, ni por vo
luntad de varon, ni de la carne , sino que nació de Dios : que el Hijo
es igual sustancialmente al Padre : que es ante todos los tiempos,
y sobre todos los tiempos coeterno con su Padre Dios : y últimamen
te, que la gloria (Rom. i, 21), debida solamente á Dios incorrupti
ble, estaba trasladada y atribuida á los ídolos y vanos simulacros he
chos á manera y semejanza del hombre corruptible, y de aves, de cua
drúpedos, y de serpientes. (Lib. 7, c. 9). Con esta leccion convirtió
Agustín hácia sí mismo sus reflexiones, y estando en ellas vió sobre
su entendimiento y sobre su alma misma una luz inconmutable su
perior á todas las cosas criadas. Sus rayos fueron tan claros , y al
mismo tiempo tan activos, que deslumbrado Agustín, no pudo re
sistir tanta vehemencia. Estremecióse de amor y espanto , y halló
que estaba muy léjos de Dios ; y parecióle que oia su voz que le de-
da : Yo soy comida de los que son grandes : crece , y entonces te
serviré de manjar. Pero no me convertirás en tu sustancia como
los otros alimentos de que se sustenta tu cuerpo, sino que tú te con
vertirás en mí. {Lib. 7, c. 10).
Con esta luz y vision celestial quedó Agustin tan enseñado , que
116 MAYO
llegó á creer la existencia de aquella verdad que se ve y conoce por las
criaturas ( Rom. i , 20) ; esto es , de Dios , con mas firmeza que creia
su propia existencia. Leyó despues las Epístolas de san Pablo, y se
iban apoderando de su corazon las sublimes verdades del Evange
lio, al paso que iba conociendo cuánta diferencia hay de la doctrina
eterna y verdadera de Dios á la de los filósofos hinchados con una
sabiduría vana , tan débil como los principios terrenos sobre que está
fundada. Los libros de Platon , aunque le habian enseñado algunas
verdades, le habian hecho mas soberbio ; al contrario, los sagrados
ilustraron su entendimiento, y le infundieron un espíritu de humil
dad para buscar la verdad por el camino que es la verdad misma.
(Lib. 7, c. 20, 21 ). Todo cuanto habia leido en san Pablo se le ha
bia quedado impreso en el alma. Hallábase como sitiado por todas
partes ; cierto ya de la vida eterna y de todas las verdades que de
seaba, sin otra necesidad que de la constancia y firmeza en lo que
habia aprendido. Pero acerca del género de vida que habia de em
prender, tenia muchas dudas, y aunque le agradaba el camino que
habia de tomar, que es el mismo Salvador, estaba tibio y perezoso
para pasar lo que este camino tiene de, estrecho. Para desvanecer
estos obstáculos , determinó ir á verse con Simplíciano, varon san
tísimo , y recibir de él unos consejos que el mismo san Ambrosio
veneraba y recibia como de un padre que lo habia sido de su fe,
dándole el Bautismo. (Lib. 8, c. 2).
Propúsole sus dudas, manifestóle su corazon, hízole patentes las
llagas de su alma, contándole muy por menor los grados por donde
habia llegado al estado en que se hallaba , y las dificultades que á
la sazon le oprimían. Díjole como habia leido los libros de Platon,
traducidos por el filósofo y orador romano Victorino, y las verdades
que en ellos habia encontrado. Alegróse el santo anciano, y le dió
el parabien de haber encontrado con, aquel filósofo griego antes que
con otro , porque en sus obras á cada paso y de todos modos se in
sinúa y da á conocer Dios y su divino Verbo. Despues le refirió la
conversion maravillosa de aquel grande filósofo Victorino, á quien
san Simpliciano habia tratado muy familiarmente en Roma. «Como
«aquel doctísimo anciano, y sapientísimo en todas las ciencias y ar
ates liberales, que habia leido tantas obras de filósofos, y las habia
«criticado é ilustrado ; que habia sido maestro de tantos nobles se-
«nadores ; que por la excelencia de su sabiduría mereció que se le
«erigiese una estatua en la plaza pública de Roma , que es lo mas
«glorioso que hay para los ciudadanos de este mundo ; que hasta
DIA V. 117
«aquella edad tan avanzada habia adorado y venerado á los ídolos,
«sin exceptuar los monstruos que Roma habia tomado de Egipto ;
«que, finalmente, tantos años habia defendido estas idolatrías con su
«elocuencia y con su fama , no se avergonzó en su ancianidad de
«humillarse como un párvulo, para recibir el sello de siervo de Je-
«sucristo , y renacer con el Bautismo , sujetando su cuello al yugo
«del Evangelio, y sellando su frente con la cruz que antes tenia por
«oprobio.» (Lib. 8, c. 2).
Esta relacion de Simpliciano hizo en Agustín todo el efecto que
se habia propuesto. Admiró el esfuerzo con que un hombre de sus
circunstancias habia atropellado por todos los obstáculos del mun
do , abandonando su reputacion , sus amigos , que eran muchos y
poderosos , y hasta su profesion , pues el emperador Juliano prohi
bió que los Cristianos enseñasen letras humanas y retórica. Encen
dióse en deseos de hacer lo mismo que habia hecho Victorino , pero
las fuerzas no eran iguales , y por esto atribuía á fortuna de aquel
Filósofo la conversion que tanto ruido habia hecho, mas que á for
taleza y virtud del convertido. La verdad era que «Agustin estaba
«atado con cadenas mas fuertes que de hierro. El comun enemigo
«dominaba despóticamente en su voluntad , de la cual habia hecho
«una cadena con que le tenia preso. Porque pervertida la voluntad
«nació el apetito desordenado : este produjo con la continuacion la
«costumbre , y la costumbre sin freno pasó á necesidad y naturaleza.
«De estos eslabones se formaba la cadena que tenia á Agustín en
«una dura servidumbre. Las verdades del Evangelio, la vida cris-
« liana y las divinas promesas le agradaban , pero sin acabar de ven-
«cerle; y los gustos de la carne y sangre le deleitaban de modo, que
«le ataban sin dejarle libertad bastante para acabar de abandonar-
«los.» (Lib. 8, c. 5). Parecíale que Dios hablaba interiormente á su
alma, diciéndole aquello del Apóstol (Ephes. v, 14) : Levántate de
ese profundo sueño ; sal de entre los muertos , y te iluminará Cristo ;
pero tibio y perezoso le respondía : ahora, de aquí á un instante : dé
jame otro ratito : palabras que denotaban lo asida que estaba su al
ma al sueño peligroso de la culpable vida.
Al paso que se multiplicaban los golpes con que la gracia de Dios
combatía el corazon endurecido de Agustin , crecían en este las con
gojas, los suspiros, y los deseos de acabar de resolverse ; y cuando
apenas habia acabado de sufrir un golpe , ya Dios le tenia otro pre
parado , porque le queria hacer su siervo, y columna de su Iglesia.
Un dia que estaba en su casa con Alipio, vino á visitarle un paisa
118 MAYO
no suyo llamado Ponticiano , hombre muy principal , empleado en
el palacio del Emperador. Vió por casualidad sobre una mesa de
juego las Epístolas de san Pablo : sorprendióse de ver un tal libro
en poder de Agustín , y como era fiel y verdadero cristiano , le dió
la enhorabuena. Despues comenzó á hablarles de san Antonio y de
su admirable vida ; de los muchos monjes que vivían virtuosamente
recogidos en monasterios, y de otros mas penitentes y retirados que
habitaban en los desiertos. Además de esto les contó la maravillosa
conversion de dos amigos suyos que se hicieron anacoretas en Tré-
veris, dejando el palacio del Emperador á quien servían , y dos ama
bles doncellas con quienes tenian contraidos esponsales, por seguir
á Jesucristo, y servirle retirados en un desierto. Y últimamente les
dijo el valor con que las dos esposas , oyendo la resolucion de sus
esposos, imitaron su ejemplo, y consagraron á Dios su virginidad.
(Lib. 8, c. 6). Todas estas cosas hicieron en Agustín una sensacion
vivísima , y cada una de ellas le era un espejo en que veia su fla
queza para horrorizarse de sí mismo. Despachó Ponticiano el nego
cio á que habia venido, y se despidió, dejando anegado á su amigo
en un mar de congojas.
Entonces, todo turbado y fuera de sí , se volvió hácia Alipio, y con
una especie de descompostura enérgica exclamó, diciendo: ¿Qué
es esto qne pasa por nosotros? ¿qué es lo que nos sucede? Leván
tame, los ignorantes , y se apoderan del cielo ; ¿y nosotros con nuestras
doctrinas sin juicio ni cordura nos estamos revolcando en el cieno de la
carne y sangre? ¿Acaso tenemos vergüenza de seguirlos porque van
delante de nosotros , y no tendremos vergüenza siguiera de no seguir-
los ? Dijo otras cosas semejantes arrebatado de la interior congoja
de su alma. Alipio le miraba silencioso, advirtiendo en el color en
cendido de sus mejillas, en lo exaltado de los ojos, y en el tono ir
regular de la voz, la furiosa tormenta que sucedía dentro de su co
razon. En este estado retiróse Agustín á un huerto que habia en su
casa, y Alipio le siguió sin hablarle jamás una palabra. Sentáronse
en lo mas retirado, y Agustín bramaba enfurecido é irritado contra
sí mismo, reprendiéndose la tardanza en ir á abrazarse con Dios.
Arrancábase los cabellos , dábase palmadas en la frente , cruzaba
las manos, y se apretaba las rodillas, y hacia otros extremos y con
torsiones con todos los miembros de su cuerpo, que causaban á un
mismo tiempo admiracion , horror y lástima. Decía en su interior :
Ea: hágase al instante: ahora mimo se han de romper estos lazos.
Iba ya á ejecutarlo ; pero sus aniiatades antiguas se le representa
DIA V. 119
ban de pronto, y como tirándole de la ropa , parece que le decían
en voz Laja : ¿Pues qué, Agustín , nos quieres abandonar? ¿Que de
este instante no estaremos ya contigo para siempre jamás? ¿ Que desde
este instante no le será ya lícito esto y aquello para siempre jamás ?
¿ Piensas que te será posible vivir sin estas cosas en que tanto deleite
tiene tu alma?
Luego se le representaba la amable continencia con un rostro se
reno, majestuoso y alegre, y le halagaba honestamente, convidán
dole á que se llegase á donde estaba, y desechase los temores que
le detenían. Extendíale sus piadosos brazos para recibirle en su seno
Heno de multitud de continentes con cuyo ejemplo le alentaba. Allí
le manifestaba innumerables personas de todas edades , sexos y con
diciones: allí habia multitud de mozos y de doncellas, de jóvenes y
de ancianos , de viudas venerables y de vírgenes delicadas. Y la
continencia con una graciosa sonrisa como que le decía : Pues qué,
¿no podrás tú h que pueden todos estos y estas? ¿Por ventura lo que
estos y estas pueden, lo pueden por sus propias fuerzas, ó- por las que
la gracia de su Dios y Señor les ha comunicado ? Su Dios y Señor les
dio la continencia, pues yo soy dádiva suya. ¿ Para qué confias en tus
propias fuerzas, si esas no pueden sostenerte ni darte firmeza alguna?
Arrójate con confianza en los brazos del Señor, y no temas, que no se
apartará de tí para dejarte caer. Arrójate seguro y confiado , que él
te recibirá en sus brazos , y te sanará de todas tus llagas. Avergon
zábase Agustín oyendo estas reconvenciones , de que le tuviesen
preso todavía los lazos débiles de los deleites antiguos , y entonces
la continencia volvió á decirle : Hazte sordo á las voces inmundas de
tu concupiscencia, que de ese modo quedará amortiguada : y si te pro
mete deleites , sabe que no pueden compararse con los que hallarás en
la ley de tu Dios y Señor. Alipio veia en Agustin unos movimientos
extraños , una inquietud que parecía frenética ; pero aunque adivi
naba la lucha interior que pasaba en su espíritu , no quiso interrum
pirla, sino esperar su iin con paciencia y silencio. ( Lib. 8, c. 11).
Con estas profundas reflexiones se conmovió hasta lo mas oculto
y escondido que habia en el fondo del corazon del vacilante jóven,
y junta toda su miseria , se elevó como si fuera una nube espesa y
se le puso delante de los ojos de su alma : sentía en lo interior una
amargura que le comprimía el corazon , y como si fuera una gran
lluvia, querían salir las lágrimas por los ojos. Para derramarlas li
bremente , y dar rienda suelta á su dolor, se levantó de donde es
taba , ahogando su voz los sollozos y gemidos. Conoció Alipio que

i
120 MAYO
quería estar solo para poder llorar con libertad , y así le dejó ir solo
á donde quisiese. Fue Agustin anegado en amargura, y se echó de
bajo de una higuera sin saber de qué manera , ni en qué postura.
Allí comenzó á derramar gran copia de lágrimas, que parecían dos
rios que salían de sus ojos , y hablando con Dios, con razones in
terrumpidas le decia : Y Vos, Señor, ¿hasta cuándo, hasta cuándo
habeis de mostraros enojado ? No os acordeis , Señor, de mis maldades
antiguas. Conocía Agustín que eran sus pecados los que le tenían pre
so, y así con lastimosas voces decia á gritos : ¿Hasta cuándo, hasta
cuándo ha de durar el que yo diga mañana, mañana ? ¿ Por qué no ha de
ser ahora desde este mismo instante el poner fin á todas mis maldades?
Al decir esto lloraba Agustín inconsolablemente .con amarguísima
• contricion de su alma , cuando en medio de sus sollozos hé aquí que
llega á sus oidos una voz delicada como de un niño ó niña, que can
taba y repetía muchas veces estas palabras: Toma y lee, toma y lee.
Turbóse mas Agustin ; mudó de semblante ; la admiracion y el
cuidado tomaron el lugar que antes tenían las lágrimas y la amar
gura. Púsose á considerar si tenían los muchachos algun juego en
el cual usasen de aquellas voces ; y no acordándose de haberlas oido
jamás, se levantó de donde estaba, firmemente persuadido á que
aquella voz habia sido voz del cielo, en que se le mandaba que to
mase las Epístolas de san Pablo, y leyese lo primero que se le pre
sentase. Volvió al sitio donde habia dejado á Alípio, porque allí ha
bia dejado tambien las Epístolas de san Pablo ; tomó en sus manos
el libro, le abrió, y leyó lo primero que se presentó á sus ojos, que
eran estas palabras : Ño en banquetes, ni en embriagueces, no en di
solucion y deshonestidades, no en contiendas y emulaciones , sino re
vestios de Nuestro Señor Jesucristo , y no os cuideis de satisfacer los
apetitos del cuerpo. (Rom. xm). No quiso Agustin leer mas, ni fue
necesario ; pues luego que acabó de leer esta sentencia del Apóstol,
se disiparon todas las nubes y dudas que ofuscaban su alma por me
dio de un rayo de luz clarísima que la llenó de celestiales resplan
dores. Convirtióse, pues, Agustín á su Dios : comunicó su determi
nacion á Alipio que, aunque algo débil todavía en la fe, se unió á
su resolucion y buen propósito , y ambos juntos se entraron en el
cuarto de santa Mónica , quien oyendo por menor las misericordias
que el Señor habia derramado sobre su hijo, no cabia en sí de go-«
zo , enviaba afectuosísimas bendiciones al cielo , derramando ahora
mas lágrimas de alegría , que solia antes de amargura por la con
version de su hijo. (Lib. 8, c. 12).
DIA V. 121
Este, entregado ya todo á Dios, no pensaba ni en matrimonio, ni
en riquezas, ni en honores, ni en cosa alguna de este mundo. Re
nunció la cátedra de retórica , y en compañía de su madre , de Adeo-
dato y de Alipio , se retiró á una quinta de un amigo suyo llamado
Veremundo, en el campo de Gasiciaco, á prepararse para recibir el
Bautismo. Allí se ocupó en fervorosa contemplacion de los bienes
eternos , y del que Dios acababa de hacerle sacándole de las tinie
blas de sus errores. Leia las santas Escrituras , y comenzó á escribir
contra los Académicos , y otros libros , entre ellos los dos primeros
de los Soliloquios, que están llenos de los afectos de su fragantísima
caridad. (Lib. 9,c. 3 y 4). Avisó á san Ambrosio de su conversion,
y de cómo queria recibir el sagrado Bautismo ; y habiendo vuelto á
Milan, fue bautizado (Lib. 9, c. 6) por el santo Obispo, en compa
ñía de Alipio y Adeodato, en 24 de abril ( Pag. al año 388, n. 9) del
año 387, siendo de edad de treinta y tres años. Es tradicion de bas
tante autoridad que , en el acto del bautismo, comenzó san Ambro
sio, estimulado de la interior alegría que le causaba la conversion
de Agustín , el himno Te Deum laudamus ; respondiendo el recien
bautizado : Te Dominum confitemur ; y prosiguiendo alternativamen
te hasta concluir un himno tan sublime y tan devoto, que la Iglesia
le ha colocado entre los de su mayor aprecio, para manifestar á Dios
sus afectos , y darle gracias por los beneficios grandes y señalados
que misericordiosamente nos dispensa. Celebra esta festividad toda
la Iglesia de España por solicitacion de la serenísima reina D." Isa
bel Farnesio, que quiso que á imitacion de la Religion agustiniana,
que ya celebraba la conversion de su Patriarca desde el año de 1388,
celebrase tambien su reino la gloria de una conversion que dió un
maestro de la doctrina verdadera al orbe cristiano ; un padre y pro
tector á la Iglesia católica ; un martillo á los herejes para su confu
sion y exterminio ; una antorcha brillante á los concilios ; una luz
copiosa á todos los sábios ; un vaso de eleccion , y un ejemplo de
santidad heroica á todos los fieles de todos los estados en que esiá
repartido el mundo.

La Misa es propia de la festividad, y la Oracion la siguiente :


Deus qui hodiernam diem beati Áu- Ó Dios, que ennobleciste este dia
gustini confessoris tui atque pontificis con la conversion admirable de tu
mirabili conversione decorasti : prcesta bienaventurado confesor y pontífice
qvcesumus; ut sicut Ecdesiam tuam san Agustin : concédenos, que así
propxilsis erroribus prolegit, ita corda como protege tu Iglesia desterrando
1 22 MAYO
nostra precibus svis contra malignos los errores, así tambien defienda nues-
spiritus tua gratia irrigante , defendat. tros corazones de los espíritus malig-
Per Dominumnostrum... nos, alcanzándonos vuestra gracia por
su intercesion y sus ruegos. Por Nues
tro Señor...

La Epístola es del capitulo xm de la que escribió san Pablo á los Ro


manos, y contiene las palabras que leyó Agustín avisado de la voz
del cielo, con las cuales se convirtió perfectamente á Dios.
Fratres : Nox prGcessit, dies autem Hermanos: Precedió la noche, y se
appropinquavil. Abjiciamus ergo ope acercó el día. Echemos , pues , de nos
ra tenebrarum , et induamur arma lu otros las obras de las tinieblas, y vis
cís. Sicut in die honeste ambulemus; támonos las armas de la luz. Camine
non in comessationibus et ebrietatibus, mos honestamente como que es de
non in cubilibus et impudicitiis , non in día; no en comidas y embriagueces,
contcntione et amulatione: sed indui- no en deleites y deshonestidades, no
mini Dominvm Jesum Christum. en contiendasy emulaciones, sino re
vestios de Nuestro Señor Jesucristo.

REFLEXIONES.
Para excitar á la conversion á una alma que no haya abandonado
la razon en medio de las densas nieblas de los vicios , con dificultad
se pueden proponer motivos mas poderosos que los que alega san
Pablo escribiendo á los romanos , y sirvieron tan oportunamente á
la conversion del grande Agustín. Propone primeramente, para in
dicar el estado feliz de los cristianos , que pasó ya la noche oscura
ó de las vanas esperanzas , ó de las figuras , ó mas bien de las cosas
de este mundo transitorias y perecederas ; y que en lugar de la no
che nos amaneció la luz de la verdad , la luz de la ley de gracia , la
luz de una sabiduría eterna, la luz que ilumina á todo hombre que
viene á este mundo ; la luz, en fin, que luce en las tinieblas, y que
las tinieblas no oscurecieron de modo alguno. Á esto parece una
consecuencia forzosa añadir que , supuesto que logramos la ventura
de vivir entre luces tan brillantes , abandonemos las tenebrosas obras
de los vicios , dejando los banquetes , las deshonestidades , las con
tiendas y lodo lo terreno, y siguiendo la doctrina de Jesucristo. Esta
misma doctrina se está continuamente inculcando desde las cátedras
del Espíritu Santo por boca de los ministros del Evangelio. Todos
sus discursos se dirigen principalmente á este importante objeto,
porque conocen que mientras los hombres no se aparten de los atrac
tivos de la carne y sangre, de los embelesos del mundo, y de obe-
DIA V. 123
decer á las sugestiones del enemigo comun , no pueden ser partici
pantes del reino de Jesucristo, ni de sus eternas promesas.
Conversion, conversion, es la voz mas comunmente repetida : con
version clama la conciencia de cada uno oprimida con un peso in
soportable de delitos, y conversion nos dicta la razon misma cási en
todos los instantes de nuestra vida. En medio de los mas vivos pla
ceres, cuando los sentidos están embelesados con los objetos mas li
sonjeros , no deja de hacerse lugar y buscar un momento favorable
la gracia para decirnos interiormente que todo cuanto ofrece este
mundo no sacia nuestro corazon , que todo es aparente y falso, y que
sus mayores felicidades y delicias no son mas que unas aparien
cias escénicas que entretienen los ojos por un instante , y se desva
necen con la misma facilidad que se forman. La solidez de la verdad
no se puede eludir, sus acusaciones son ciertas é ineluctables ; sus
propuestas razonables y justas ; nuestro corazon se da por sentido ;
nuestra alma conoce la necesidad que tiene de convertirse por su
mismo interés y provecho ; pero con todo eso ¿cuántos son los que
oyen los clamores de su conciencia y procuran tranquilizarla? ¿Cuán
tos son los que oyen el trueno con que amedrentan los promulga-
dores de la divina justicia, y conciben un medio saludable y eficaz
para salir de sus delitos? ¿Cuántos los que á las reprensiones inte
riores de la gracia no responden como Agustín : mañana , mañana
me convertiré ?
Si los bienes de este mundo, aunque tan bajos y despreciables para
un ente espiritual como es el alma, fueran eternos ; si llegaran á sa
ciar nuestros apetitos y darnos tranquilidad en nuestros deseos ; si
viéramos alguno que disfrutando riquezas , honores , fama , deli
cias , y cuanto tiene el mundo de apetecible , estaba exento de te
mores y disgustos , y poseia aquella paz y vida bienaventurada que
lodos desean , ya parece que habia alguna excusa para retardar la
conversion á Dios con la esperanzare mejorar la suerte de esta vi
da. Pero si vemos todo lo contrario ; si los honores cargan de nue
vos sinsabores á los que los logran ; si las riquezas traen consigo el
afan de adquirirlas, el cuidado de mantenerlas , y el dolor de ha
berlas de dejar ; si los deleites no son mas que un poco de imagi
nacion exaltada, que no tienen otra realidad que el arrepentimiento
que dejan de haberse entregado á ellos , ¿ qué locura es la de los
hombres en no resolverse á abandonarlo todo para hallar la verda
dera paz, la verdadera felicidad que eslá en seguir á Jesucristo?
Alma redimida con la sangre preciosa del Unigenito de Dios ; tú,
124 MAYO
que al leer estas razones sientes interiormente la mocion del Espí
ritu Santo que te convida con las misericordiosas efusiones de su
gracia ; tú, que ahora mismo estás oyendo los latidos de tu concien
cia , que pide que te conviertas á Dios y dejes ese estado infeliz en
que te hallas , no te hagas sorda ; no temas dejar los torcidos y es
cabrosos caminos del vicio ; arrójate en los brazos de tu Redentor
con confianza; Resuélvete y muda de vida, cortando de una vez los
lazos que te tienen atada, y despreciando, como dice san Pablo, to
dos los deleites de la carne , y todos los gritos con que te llaman sus
torpes apetitos.

El Evangelio es del capítulo xix de san Mateo.


In illo tempore, dixit Petrus ad Je- En aquel tiempo dijo Pedro a Jesús:
sum: JEcce nos reliquimus omnia , et se- Hé aquí que nosotros lo hemos aban-
cuti sumuste: quid ergo erit nobis ? Je- donado todo, y te hemos seguido: ¿qué
sus autem dixit Mis: Amendico vobis, premio, pues, recibirémos? Pero Je-
quod vos, qui secuti estis me, in rege- sus les respondió: En verdad os digo,
tieratione cum sederit Füius hominis in que vosotros que me habeis seguido,
sede majestatis suce, sedebitis etvos su- en la regeneracion, cuando el Hijo
per sedes duodecim, judicantes duode- del Hombre se sentare en el trono de
cim tribus Israel. Et omnis qui rati- su gloria, os sentareis tambien vos-
querit domum , velfratres, aut sorores, otros en doce tronos, y juzgaréis á las
aut patrem , aut matrem, autuxorem, doce tribus de Israel. Ytodo aquel que
aut fúios, aut agros, propter nomen dejare ó su casa, ó sus hermanos, ó
meitm, centuplum accipiet, et vitam hermanas, ó á su padre, ó madre, ó á
relernam possidebit. su mujer, ó hijos, ó sus posesiones,
por causa de mi nombre, recibirá cien
to por uno , y poseerá la vida eterna.

MEDITACION.
Be los frivolos pretextos que se oponen á la pronta conversion
de los pecadores.
. Punto primero. — Considera que aunque es verdad de fe que Dios
no desampara á ningun pecador que se convierte con sencillez é im
plora su misericordia , tambien es verdad de fe que ningun peca
dor puede convertirse á Dios, si el mismo Dios no le ayuda con su
gracia , y que esta no está en la mano del hombre , sino que pende
únicamente de la divina clemencia.
Podemos nosotros mismos caer en el pecado, dice san Agustin,
pero no podemos levantarnos, si Dios no nos extiende su mano be
néfica. La contricion verdadera , el arrepentimiento de los pecados
debe nacer de un principio sobrenatural para que sea provechoso y
DIA V. 125
logre el fin deseado ; y así nadie puede arrepentirse, si Dios liberal-
mente no se lo concede dándole gracia para salir de la culpa. Sien
do esto así , considera ahora si merecerá que Dios le haga el bene
ficio de darle esta gracia aquel cristiano que, sabiendo la bondad de
Dios , lo mucho que le ha sufrido , los años que le ha esperado , y
las veces que le ha librado misericordiosamente de morir en una im
penitencia final ; con todo eso desprecia todos estos favores, oye con
indiferencia los avisos que le da por medio de sus ministros , y lle
nando la medida de la mas horrorosa ingratitud , en lugar de con
vertirse , vuelve á hacerse mas indigno de piedad con nuevos deli
tos. Claro es que este tal se hace digno de que Dios le niegue sus
auxilios , y de que le deje perecer eternamente en pena de su pe
cado. La hora presente es la mas á propósito para la conversion : en
la mas leve dilacion hay una multitud de peligros que no se pueden
calcular con facilidad. Por eso escribiendo san Pablo á los corintios,
les dice : Ahora es el tiempo precioso, hoy es el día de la salud; por
que el Señor es dueño absoluto de sus gracias y dones , y es una
peligrosísima temeridad querer despojarle de este dominio. El Es
píritu Santo inspira en nuestros corazones cuando es su voluntad,
y á esta no podemos nosotros ponerla límites, ni señalarla momen
tos para que obre. Tal vez cuando nosotros queramos convertirnos,
no querrá Dios darnos gracia para ello ; pues por eso tiene dicho
que le busquemos cuando puede ser hallado, y le invoquemos cuan
do está cerca de nosotros.
Pero Dios es infinitamente misericordioso , suelen decir los que
retardan la conversion ; Dios es infinitamente bueno, y no desea la
muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Es verdad ; pero
el abusar de su bondad y de su misericordia para retardar la con
version, y emplearse en delitos, es la ingratitud mas abominable,
la protervia mas fea , la temeridad mas blasfema que puede caber
en un corazon. ¿Podrémos acaso persuadirnos á que porque Dios es
bueno será por lo mismo insensible al desprecio que hacemos de su
bondad? ¿Creemos que la misericordia de Dios puede destruir su
justicia? Si es infinitamente misericordioso, ¿no es tambien infinita
mente justiciero? El llamarse en las sagradas Escrituras el Dios de
las venganzas, ¿será con el fin de infundirnos un terror pánico con
este nombre terrible? ¿Ó pensamos acaso que, porque son infinitos
los méritos que Jesucristo adquirió con la efusion de su propia san
gre, tenemos en esto mismo un salvoconducto para despreciar esta
misma'sangre , hollar los Sacramentos, hacernos sordos á los llama-
9 TOMO Y.
126 MAYO
míentos de Dios , prescribir horas y términos fijos á las operaciones
de la gracia, y emplearnos con seguridad en una vida pecaminosa,
confiados en que podrémos decir: Perdonadnos, Señor, que el ha
bernos empleado en ofenderos ha sido en la confianza de que vuestro
Hijomurió por nosotros? Si esto fuera verdad, la gracia de Dios abri
ría la puerta á los delitos, y Jesucristo, en lugar de haber formado
en nosotros un pueblo escogido y perfecto , hubiera hecho un pue
blo abominable y blasfemo. De esto se sigue que Dios es bueno, pero
para los que son rectos de corazon, y no se abandonan á sus pasio
nes. La misericordia de Dios está pronta, pero es para los que oyen
los llamamientos de la gracia ; para los que no la desprecian con sus
vanas confianzas, y mucho mas con sus obras ; para los que baña
dos los ojos con lágrimas de compuncion, la imploran, la solicitan.
Pero el que desprecia la misericordia de Dios cuando benignamente
se la ofrece, no la encontrará cuando quiera buscarla. Clamará , y
tal vez no será oido. ¡Qué necedad, pues, no será dilatar la con
version ultrajando la misericordia divina!

Punto segundo. — Considera que la juventud , la robustez , los


buenos humores , y todo cuanto puede darte alguna confianza de
que tendrás tiempo para convertirte y pedir á Dios perdon de tus
pecados , todo es incierto , y no está en tu poder el asegurártelo á
tí mismo.
Son infinitos los que conocen el mal estado de su alma , los que
temen ser sobrecogidos con la muerte en un cenagal de maldades y
de torpezas , los que, finalmente, penetran el estado de su alma, y
se estremecen viéndola tan horrorosa. Desean volverse á Dios ; me
ditan en hacer exámen de su conciencia y expiar sus delitos por me
dio de la confesion ; cási nada les falta para quebrantar las cadenas
con que están encarcelados en las tinieblas de la muerte, y resuci
tar á una nueva vida con Jesucristo. Pero á poco que lo dilaten, ó
que se dejen llevar de sus pasiones, se apoderan de sus almas unas
reflexiones necias y confiadas que los constituyen en un estado mi
serable. Somos jóvenes , dicen, todavía tenemos tiempo para disfru
tar de este mundo, y despues nos convertirémos á Dios. Es verdad
que somos malos : los caminos que seguimos son ciertamente peli
grosos ; pero ¿cómo ha de ser? esto da de sí nuestra fragilidad. Ya
vendrá tiempo en que nos convirtamos á Dios de todas veras , y en
tonces ya no habrá para nosotros ni mas mundo, ni mas diversio
nes , ni mas placeres deshonestos, ni mas compañías peligrosas, ni
DIA V. 127
mas juegos y banquetes , ni mas adornos profanos. Entonces todo ha
de ser para Dios. ¡Oh Dios misericordioso! ¡Es posible, Señor, que
habeis de permitir un modo de pensar tan errado y expuesto en los
que habeis redimido con vuestra preciosa sangre!
Cristiano, abre los ojos , y considera que Dios soio es el dueño ar
bitro de nuestros dias ; que la edad del hombre es muy corta ; que
su término es incierto, y que la justicia de Dios, cansada de sufrir
nuestra insolencia , suele estrechar sus límites. Vuelve los ojos á lo
pasado , y considera qué se han hecho tantos dias , tantos meses,
tantos años , que sirvieron antes de término á tus propósitos. La me
moria te causará una ilusion arriesgada , presentándolos como si
fueran verdaderamente existentes y estuviera en tu mano aprove
charte de ellos ; pero lo cierto es que pasaron como el vuelo de las
aves, sin haberte dejado otra cosa mas que el pesar de haberlos em
pleado, no solo inútilmente, sino en ofender á tu Dios y labrar así
tu perdicion eterna. Pues ¿juzgas que el tiempo que está por venir
será de distinta condicion que el pasado , ni podrá mudar tus cos
tumbres, si tú con eficacia y serenidad no te resuelves? No lo dudes,
cristiano, eres mortal : tu vida pende de un sinnúmero de causas
y accidentes complicados, que la hacen sumamente frágil y perece
dera. En un abrir y cerrar de ojos , cuando menos lo pienses , por
un acontecimiento impensado, te hallarás repentinamente en aquel
momento fatal que te parecía estar muy lejano, y á que te parecía
tardarías muchos años en llegar, según las disposiciones de tu sa
lud. ¿Y qué se harían en tal caso todos tus deseos de conversion y
todos tus proyectos? ¿Es creible que un instante de terror y de es
panto sea á propósito para deshacer los delitos de una vida estraga
da, para reformar de un golpe el corazon, y aplacar la ira de Dios
justamente enojado? ¿Será fácil que entre las turbaciones y congo
jas de un instante tan funesto y tan terrible , tenga el alma la tran
quilidad necesaria para atender á los gritos de su conciencia? ¿Po
drá hacerse entonces una confesion con lágrimas de verdadera com
puncion, cuando con todo el sosiegoy tranquilidad que puede tenerse
en una salud completa, se necesita mucho exámen, muchaoracion
y muchas lágrimas? Y si conoces claramente que todo esto es ver
dad , ¿por qué no te conviertes ahora? ¿Por qué desde este instante
mismo que la bondad de Dios le concede , no comienzas el arrepen
timiento de tus culpas pasadas, y estableces un nuevo método de
vida para lo porvenir? ¿No es una locura detestable conocer, como
conoces ahora mismo , que estás en estado de condenacion eterna^
9*
128 MAYO
ver que te se conceden graciosamente los instantes de la vida pre
sente , en que puedes trocar el rigor de tu suerte por medio del ar
repentimiento ; y no obstante, en lugar de aprovecharte de estos rá
pidos momentos para deshacerte en lágrimas, emplearlos en apurar
la paciencia con que Dios te sufre? 1 Ah desacordados mortales! ven
drá un dia en que pediréis con ansia estos momentos , y no se os
concederán, en pena del desprecio que haceis ahora. Acaso no está
muy léjos de vosotros este dia , y lo que no se puede dudar es , que
os cogerá descuidados, haciendo mayor vuestro peligro.

Jaculatorias. — Yo, Señor, en presencia tuya haré exámen de


los años en que he pasado mi estragada vida , y esto lo haré con do
lor y amargura de mi alma. (Isai. xxxvm).
El Señor es mi juez : él es mi legislador y mi rey : pues él hará
salva mi alma por su infinita misericordia. (Isai. xxxiii).
PROPÓSITOS.
1 Mi salvacion es el negocio mas importante que tengo en esta
vida. Veo con sumo dolor de mi alma, que en lugar de haber tra
bajado para su consecucion , he hecho diligencias positivas para mi
condenacion «terna. He logrado de los pasatiempos y placeres del
mundo : he vivido disipado corriendo ciegamente tras de un fantas
ma de felicidad , que de cada vez se me ha alejado mas. He visto
por la experiencia que nada me ha quedado de todos mis delitos mas
que el arrepentimiento ; y cuando la experiencia propia no me cer
tificara bastante de estas verdades , veo que lo mismo ha pasado por
los demás hombres. Veo á un Agustín tanto tiempo vacilante para
buscar, encontrar y seguir el camino de la verdad. ¡Qué de dili
gencias no hizo! ¡qué congojas y contradicciones no padeció! ;qué
luchas interiores en lo íntimo de su alma! ¡qué peso le hacían las
honras del mundo y los deleites sensuafes ! ¡ Cuánto estudió , meditó
y consultó para certificarse bien del empleo en que residía la ver
dad y la vida feliz y bienaventurada! Y despues de todas sus fati
gas , ¿qué es lo que halló, Dios mio? Halló que sin Vos no hay fe
licidad ni paz verdadera: que todos los momentos que habia vivido
sin Vos eran momentos perdidos ; y que despues de todos sus ex
travíos, sus errores y sus deseos, no tenia otro asilo, otro consue
lo, ni otro objeto en que colocar con seguridad su confianza , que
vuestra divina misericordia. Tuvo que llorar por toda su vida el ha
beros retardado el sacrificio de un corazon contrito y humillado.
DIA VI. 129
2 Pues, Señor, Dios mio, y mi Padre misericordioso, desde este
instante me postro á vuestros piés implorando vuestra misericordia.
Desde este instante abomino mi vida pasada, y propongo convertir
me á Vos con una verdadera penitencia. Conozco mis errados cami
nos , y los detesto con todas las veras de mi alma. Yo examinaré mi
conciencia , buscaré las aguas saludables de vuestros soberanos Sa
cramentos para expiar mis culpas, y reconciliado con Vos, ninguna
cosa de este mundo será capaz de apartarme de vuestro servicio.
Dadme, Señor, gracia para poner por obra estos buenos deseos, ya
que por vuestra bondad me habeis dado tiempo para convertirme.
Dadme, Señor, lágrimas con que llorar mis culpas, y perfeccionad
en mí la obra que Vos mismo habeis comenzado.

DIA VI.
MARTIROLOGIO.
San Juan ante portam latinam , en Rorrla , el cual preso por orden de
Domiciano, y llevado desde Éfeso á Roma, por sentencia del Senado delante
de la puerta Latina lo metieron en una tina de aceite hirviendo , de la cual sa
lió mas limpio y robusto que habia entrado. (Véase su historia en las de hoyj.
San Evodio, en Antioquía, el primer obispo que ordenó san Pedro, após
tol, en aquella ciudad, segun escribe san Ignacio á los anlioquenos ; acabó su
vida con glorioso martirio.
San Lucio, obispo, en Cirene, de quien hace mencion san Lucas en los
Hechos de los Apóstoles.
LOS SANTOS MÁRTIRES ELIODORO, VENUSTO ¥ OTROS SETENTA ¥ CINCO , en
el África.
San Tbodoto, obispo de Cirinia en Chipre, el cual habiendo padecido mu
chos tormentos en tiempo del emperador Licinio, despues estando ya en paz
la Iglesia, murió en el Señor.
El glorioso tránsito de san Juan Damasceno, en Damasco, esclarecido
en santidad y doctrina ; el cual en defensa del culto de las sagradas imágenes
combatió valerosamente de palabra y por escrito contra el emperador Leon
Isáurico ; y habiéndole cortado por mandato de este la mano derecha, el Santo
encomendándose á Dios delante de una imágen de la santa Virgen María á
quien habia defendido, al punto la recobró entera y sana. ( Véase su vida en
las de hoy). >
San Protógenes, obispo, en Cares de Mesopotamia.
San Eadberto, obispo de Lindisfarne en Inglaterra , insigne en piedad y
doctrina.
Santa Benita, virgen, en Roma.
La traslacion de san Mateo , apóstol , en Salerno , cuyo sagrado cuerpo,
que habia sido antes trasladado de Etiopia á varias provincias, por último fue
trasladado á aquella ciudad (en 1080, por disposicion del papa Gregorio VJi),
y colocado con mucha pompa en uha iglesia dedicada á su nombre.
130 MAYO

SAN JUAN DAMASCENO, CONFESOR.

San Juan Damasceno, ilustre por su doctrina, pero mucho mas


por su virtud , uno de los mas ilustres defensores de la fe , ornamento
y columna de la Iglesia griega, nació en Damasco, de cuya ciudad
tomó el sobrenombre, ciudad capital de Siria, por los años 676,
cuando estaba ya bajo la dominacion de los sarracenos. Sus nobles
progenitores , firmes siempre en la fe de Jesucristo, se habian seña
lado constantemente mas por el celo de la Religion que por su es
clarecida sangre, y por los grandes empleos con que los príncipes
sarracenos los habian honrado. Sergio Mansur, padre de nuestro
Santo, se aventajó mucho á sus gloriosos antepasados en poder, en
crédito y en virtud. Elevóle su mérito á los primeros cargos, y siendo
hombre poderoso, empleaba sus riquezas en rescatar cautivos cris
tianos, y en sustentar á los solitarios que poblaban los desiertos de la
Palestina. No tuvo otro hijo que á nuestro Santo, y así dedicó todo
su cuidado á darle una educacion correspondiente á su religion y á
su nacimiento.
Logróla sin dificultad ; porque el excelente ingenio y la despejada
capacidad del niño Juan le ahorraban muchos preceptos. En medio
de eso no hubiera hecho grandes progresos en las letras , viviendo en
un país desproveido de maestros, y en que dominaba la ignorancia
tanto como el mahometismo, si la divina Providencia no le hubiera
deparado uno capacísimo de instruirle. Pasando un dia su padre por
la plaza , se encontró con una tropa de cautivos , entre los cuales le
llevó toda la atencion uno vestido de monje por su circunspeccion y
por su smgular modestia. Notó, y aun se admiró, no sin piadosa ex-
trañeza , de verle bañado en lágrimas ; porque como hombre tan vir
tuoso, le parecía que ningun cristiaao, y mucho menos un monje,
debia afligirse por accidente alguno de esta vida. Acercóse al cauti
vo, consolóle muy cristianamente, y le preguntó cuál era su profe
sion. Yo soy, le respondió este, un sacerdote italiano ; mi nombre es
Cosme; y ni mis lágrimas, ni mi dolor, tienen por motivo la miseria
de la cautividad en que me veo, ni el temor de la muerte que con
sidero cercana. Aflíjome , porque habiendo pasado toda la vida en el
penoso estudio de las ciencias, solo por tener algun dia el consuelo
de sacar algun discípulo que fuese útil á la santa Iglesia, sin ha
berme propuesto otro fin , ni pensado en otra recompensa por premio
de mis trabajos, los veo ahora malogrados , considerándome destina
DIA VI. 131
do á morir en un estéril cautiverio. Sorprendido Mansur de tan ex
traña aventura , se persuadió desde luego ser alia disposicion de la
divina Providencia, que por medio tan irregular le regalaba en aquel
cautivo con el maestro mas á propósito para la enseñanza de su hijo.
Rescatóle, dióle libertad, y le hizo preceptor del niño Juan, y de
otro niño, llamado Como, aquel famoso poeta lírico á quien es deu
dora la Iglesia griega de la mejor parte de los himnos sagrados de
que usa en los oficios divinos, y el cual habia adoptado por hijo el
mismo Mansur. Bajo la disciplina de tan insigne maestro hicieron
los dos discípulos tan asombrosos progresos en todas las ciencias, que
reconociendo y confesando de buena fe el religioso italiano que les
habia enseñado todo cuanto sabia, pidió licencia para retirarse, y
obtenida se recogió en la laura de San Sabas, fundada en la misma
Palestina, donde vivió santamente el resto de sus dias.
El califa Heschan, príncipe de los sarracenos, penetró luego los
talentos de nuestro Santo, y apenas murió su padre , cuando le nom
bró por presidente de su Consejo, y por su tesorero general. Resis
tióse Juan por su modestia á tan elevados empleos, pero solo sirvió
su resistencia para confirmar y aumentar el concepto superior que
tenia formado el Príncipe de su consumada prudencia. Suspiraba
siempre Juan por la vida monástica, hizo repetidas instancias al Ca
lifa para que le permitiese retirarse á ella; pero mas y mas pagado
cada dia de la virtud y de la habilidad de su ministerio , léjos de
consentir en el retiro á que anhelaba , le nombró gobernador de Da
masco , y le declaró como superintendente general de toda la pro
vincia.
Al paso que crecían en Juan las honras y las dignidades, se au
mentaba en él la virtud y su religioso celo. Jamás se vió mayor mo
destia , ni mayor religion en un grande de la tierra. Era su devocion
sobresaliente la ternura y la veneracion á la Madre de Dios. En to
dos los cuartos de palacio habia alguna imágen de la santísima Vir
gen ; este era el asunto mas comun de sus poesías. La afabilidad,
la urbanidad y el agrado con que oia á todos le ganaban el cora
zon de cuantos le trataban , creciendo cada dia en el favor y en la
estimacion del Príncipe. Parecía que esta elevacion desconcertaba
enteramente los intentos de la divina Providencia, haciendo inúti
les para la Iglesia, así los grandes talentos de que san Juan estaba
dotado, como las ciencias con que se habia enriquecido; pero nin
guna cosa es capaz de romper los eternos decretos de la sabiduría
divina. Era necesaria , al parecer, alguna feliz desgracia para arrojar
132 MAYO
á san Juan al puerto, donde pudiese cumplir tranquilamente con los
designios del cielo; y con efecto sucedió esta. dichosa desgracia.
Acababa el emperador Leon Isáurico de excitar una sangrienta
persecucion contra todos los que rendían culto á las imágenes de Je
sucristo, de la santísima Virgen y de los Santos ; pero encontró en el
gobernador de Damasco un enemigo, ó un contrario todavía mas te
mible que el santo patriarca y los doctores de Constantinopla. Aun
que vivia Juan fuera de la jurisdiccion y de los Estados de aquel
impío Príncipe, se consideró obligado á salir á"la defensa de sus
hermanos en necesidad tan urgente. Como estaba tan versado , así
en la antigüedad de la Iglesia , como en la sagrada teología , escri
bió fuertemente contra aquella impiedad. En los dos primeros dis
cursos que publicó, muestra la gran diferencia que hay entre honrar
y entre adorar las santas imágenes ; hace visible demostracion de que
Jos fieles , desde el tiempo mismo de los Apóstoles, honraron siempre
las imágenes , pero que jamás las adoraron. Prueba invenciblemente*
que no hay calumnia mas grosera, ni mas mal dirigida, que esta
que se levanta á la Iglesia. «Prohibe Dios, dice el Santo, hacer imá-
«genes para adorarlas, mas no para honrar á los Santos que por
«ellas se representan. Antes bien expresamente ordenó que para este
«fin se fabricasen, así en el templo de Jerusalen, como en el arca
«del testamento. Quita todas las imágenes , y declárate contra el que
«las mandó fabricar, ó sino, recíbelas como viene á cada una.» En
el segundo discurso descubre palpablemente la malignidad de este
error, y la grosera torpeza de esta herejía. «Antiguamente, dice,
«hacía el demonio que los hombres adorasen hasta las imágenes de
«los brutos y de las fieras ; ahora por el lado contrario induce este
«mismo engañador á los hombres ignorantes é impíos á que nie-
«guen á las imágenes de los Santos el religioso culto que se debe.»
El tercer discurso que divulgó, solo se reduce á declarar mas las ra
zones de los otros dos. Envió Juan estos escritos á todos sus amigos,
y á los prelados de la Grecia y de la Siria , encargándoles que los di
vulgasen. Como eran sólidos, concluyentes, llenos de instruccion y
de una elocuencia viva y sustanciosa , hicieron todo el efecto que se
esperaba de ellos: confirmaron á los fieles en la fe, y confundieron
á los herejes.
Pero como el espíritu de la herejía, cuando no puede engañar á los
hombres , tira derechamente á perderlos , y á falta de razones recurre
siempre á las calumnias , no pudiendo sufrir el Emperador griego
que un hombre de tan alta reputacion en lodo el Oriente combatiese
DIA vI. % 133
con tanta fuerza y con tanta felicidad todos sus errores , recurrió para
vengarse de él al mas infame y mas vergonzoso artificio. Tuvo modo
de lograr una caria del Santo, firmada de su mano, y buscando un
sujeto muy diestro en la perniciosa habilidad de contrahacer letras,
le hizo remedar la de Juan con tanta propiedad, que era muy difi
cultoso distinguir la falsa de la verdadera. Asegurado ya de su acier
to, le mandó copiar una caria, fingiendo que el Santo se la habia
escrito, con el traidor intento de entregarle la ciudad de Damasco,
luego que se arrimase á la plaza con su ejército.
Remitióse la carta desde Damasco por persona segura , y fue acom
pañada de otra que le escribió el Emperador griego apoyando la trai
cion. Quedó el Califa sorprendido al leer las dos cartas, y enfurecido
hasta*lo sumo hizo llamar á Juan , en cuya mano puso su carta. Ex
clamó el Santo contra tan infame calumnia, protestando su inocen
cia ; pero dejándose llevar el Califa del primer movimiento de su có
lera , mandó en el mismo instante le cortasen la mano derecha , y que
fuese expuesta en la plaza pública, lo que se ejecutó al momento.
Dejó el Santo que se entibiase algun tanto el primer calor de la in
dignacion del bárbaro, y persuadido hácia la noche que ya se habría
templado, le envió á suplicar que le restituyese su mano para enter
rarla. Con efecto , ya los amigos del Gobernador habian hecho re
flexionar al Califa el pérfido artificio del Emperador griego, y vuelto
en sí de aquel pronto arrebato, condenaba la precipitacion con que
habia procedido, sin dar lugar á que se descubriese la calumnia. Ha
llándole en esta disposicion la súplica de Juan , la oyó no sin alguna
ternura, y consintió que se le entregase la mano. Lleno entonces el
Santo de una viva confianza entró en su oratorio, y postrado ante
una imágen de la santísima Virgen hizo la siguiente oracion: «Ma-
«dre de mi Dios, refugio y dulce consuelo de todos los fieles, bien
«sabeis Vos que perdí esta mano solo por haber defendido el culto
«debido á vuestras imágenes, á las de vuestro Hijo y de sus San
alos. Confundid, Señora, en este dia el error confundiendo la ca-
«lumnia. Haced que esta mano vuelva á juntarse con su brazo para
«que únicamente se emplee en combatir contra los enemigos de vues-
«tro Hijo y vuestros , sirviendo á un mismo tiempo de testimonio ir
refragable á la verdad. » Luego que pronunció estas fervorosas pala
bras, aplicó la mano al brazo, la cual en aquel mismo momento se
unió á él tan perfectamente , que ninguno pudiera creer que hubiese
jamás estado dividida de él , si la divina Providencia , para hacer vi
sible el prodigio, no hubiera dejado señalada en la circunferencia de
134 MAYO
la muñeca una como línea colorada que estaba demostrando la an
terior separacion. Penetrado Juan de reconocimiento y de devocion,
pasó lo restante de la noche en alabanzas del Señor en compañía de
toda su familia.
Un milagro de tanto bulto no podia menos de meter mucho rui
do ; y llegando á noticia del Califa, quiso convencerse de él por sus
mismos ojos. Quedó igualmente asombrado que arrepentido : abrazó
á Juan tiernamente, y pidiéndole perdon de su arrebatamiento, le
dijo que le demandase todo cuanto se le ofreciese , prometiéndole
con juramento que todo se lo concederia. El Santo , que desde su ni
ñez solo suspiraba ansiosamente por retirarse á la soledad , se apro
vechó de tan bella ocasion para obtener esta licencia. Afligió al Prín
cipe la no esperada súplica, y aun hizo cuanto pudo para desviar á
Juan de aquel intento ; pero como el Santo le reconvino con su pa
labra y con su juramento, se vió precisado á darle licencia para que
se retirase. Luego que se vió exonerado de sus empleos, dió liber
tad á sus esclavos , repartió sus ricos bienes en los pobres, las igle
sias y los parientes, despidióse del mundo, y con un solo vestido que
se reservó, pasó primero á Jerusalen, y desde allí ála laura de San
Sabas en Palestina.
Encargóse de la direccion de Juan un monje muy anciano que, jun
tando una santa simplicidad con una grande experiencia y mas que
mediana sabiduría , le dió las lecciones mas importantes para que as
pirase á la perfeccion ; y observándolas el Santo, no son ponderables
los maravillosos progresos que hizo en la virtud. Pero mientras tanto
que guardaba Juan á la letra todos los consejos de su maestro , se
apareció en sueños la santísima Virgen al buen viejo, y le mandó que
ya no tuviese estancada por mas tiempo el agua viva dentro de su
manantial , embarazando á este discípulo que aprovechase los gran
des talentos con que lo habiá enriquecido el cielo ; que le ordenase
escribir y clamar contra los errores del tiempo, defendiendo con sus
escritos la fe de la santa Iglesia. Y cumpliendo el venerable anciano
con lo que se le previno en la vision , ordenó á Juan que escribiese
contra los enemigos de Jesucristo y de sus Santos, confundiendo
con la pluma á los nuevos herejes.
Recibió Juan esta orden como venida del cielo. Compuso mucheft
y excelentes obras llenas de erudicion y de piedad. Entre otras, el
gran tratado sobre la veneracion de las imágenes , muchos doctos dis
cursos en defensa de la fe, gran número de tratadillos de devocion,
tan tiernos y afectuosos, como llenos de una divina elocuencia , sobre
DIA VI. 13»
todo cuando habla de las prerogativas y excelencias de la santísima
Virgen. Los admirables discursos que compuso sobre su gloriosa
Asuncion parecen como inspirados por el Espíritu Santo, y que
este dirigía en cierta manera su pluma cuando escribia sus obras.
No será mucho decir en gloria de san Juan Damasceno que la Pro
videncia divina tuvo cuidado de recoger los testimonios de la mas
venerable antigüedad en las obras de nuestro Santo, para que llegase
con seguridad hasta nuestros tiempos la tradicion de la Iglesia grie
ga. Viendo Dios (quiero explicarme de esta manera) el lastimoso es
tado en que habian ya reducido á Egipto y á la Siria las conquistas
de los sarracenos; sabiendo bien que toda la Asia y la misma Gre
cia habian de gemir con el tiempo debajo del mismo yugo , y que
muchos escritos de los Padres habian de sepultarse en las ruinas del
imperio del Oriente, escogió á nuestro Santo, para que juntando lo
mas preciso y lo mas sustancial que se encontraba en ellos en orden
á los dogmas de la fe, lo transmitiese á la posteridad. Tambien fue
nuestro Santo el primero y acaso el único de los griegos que redujo
á método la sagrada teología ; siendo el inventor, ó por lo menos el
que dió ocasion á la escolástica de que usan los latinos, siendo de
tanta utilidad en la Iglesia contra el artificio y sofisterías de los he
rejes *.
Vino á la laura el patriarca de Jerusalen , y obligó á Juan á que
se ordenase de presbitero ; pero sobrevivió muy poco á este nuevo
estado, porque cayó gravemente enfermo, y consumido de peniten
cias y de trabajos, despues de haber enriquecido la Iglesia con gran
número de excelentes obras, murió en el mes de mayo por los años
de 770 , reverenciado desde entonces como uno de los mas sábios y
mas santos Padres de la Iglesia.

LA FIESTA DE SAN JUAN ANTE PORTAM LATINAM.


Queriendo nuestra madre la Iglesia honrar la memoría de lo que
el evangelista san Juan padeció por Jesucristo, instituyó en este dia
la fiesta de su martirio.
Cuando el Salvador del mundo caminaba á Jerusalen para consu
mar en aquella ciudad su sacrificio, iba conversando con sus Apósto-
1 Aunque la filosofía de Platon era la que estaba entonces generalmente
recibida, Damasceno adoptó la de Aristóteles, la cual introdujo despues en
tre los latinos san Anselmo.
136 MATO
les acerca de lo que en ella habia de padecer, pronosticándoles todas
las ignominias de su pasion, hasta las mas menudas circunstancias.
Ya veis, les decia, que subimos á Jerusalen: allí será el Hijo del
Hombre traidoramente entregado á los ancianos del pueblo, á los
doctores, álos magistrados; los príncipes de los sacerdotes lo entre
garán al brazo seglar de los gentiles: en cuyo poder será expuesto
á la risa y á la burla del insolente populacho; será escupido, será
cruelmente azotado, y, en fin , será condenado á morir en una cruz ;
pero despues de su muerte resucitará lleno de gloria. Todo este dis
curso para los Apóstoles era un enigma; no entendían palabra de
lo que les quería decir, y no acertaban á concebir cómo podían com
ponerse tantas ignominias con tanta dignidad y con tanta grandeza
en la persona de su Maestro.
Consistía la causa de su ignorancia en aquella dificultad que de
ordinario tiene la naturaleza eri concebir las cosas que mira con aver
sion. Como aun no habian aprendido los discípulos de Cristo la ce
lestial doctrina que nos enseña á amar los trabajos, y á abrazarnos
con la cruz; ni le oian de buena gana hablar en esta materia, ni
mucho menos comprendían lo que el Salvador les decia. Gustaban
todavía de las honras, y solo pensaba cada uno en el modo de cómo
habia de sobreponerse á los otros. Con este espíritu los hijos del Ze-
bedeo, Santiago y san Juan, se valieron de su madre, para que
como parientade la santísima Virgen, y como tia del mismo Cristo,
le pidiese para ellos algun puesto distinguido en su reino. Bien ins
truida la buena madre de sus dos hijos, y llevándolos consigo, se
presentó ante el Señor ; adoróle con respeto, y dice el Evangelio que
le pidió licencia para hacerle una súplica. Obtenida benignamente,
como lo acostumbraba el Salvador, añadió : Pues, Señor y maestro
mio, con toda confianza y con toda ingenuidad os suplico que mireis
con particular cariño á estos dos hijos mios , y que prefiriéndolos á
todos los demás discípulos, les concedais las dos primeras sillas en
vuestra gloria.
No le pareció conveniente á Jesucristo responder en derechura á
la madre, puesto que eran los hijos los que hablaban por su boca;
y así dirigiéndose inmediatamente á los dos hermanos, sin repren
derles por entonces la ambicion, se contentó con hacerles visible su
ignorancia y grosería. No sabeis, les dijo, lo que pedís; y se conoce
bien que hasta ahora no habeis comprendido qué cosa es ser grande
en mi reino, cuáles son las primeras sillas de él , qué méritos , y por
qué grados se ha de ascender á ellas ; no habiendo otros que la hu
DIA VI. 137
millacion, las adversidades y los trabajos. Decidme, ¿tendréis valor
para beber el amargo cáliz que yo he de beber primero, y para ser
bautizados en vuestra sangre , como yo lo he de ser en la mia? En
medio de ser todavía los dos Apóstoles tan imperfectos y tan groseros,
como se reconocía por su misma peticion , el amor que profesaban á
su divino Maestro les dió aliento para responder con toda resolucion,
que estaban prontos á padecer todo cuanto se ofreciese, á su ejem
plo y por su servicio ; que no tenia mas que hacer la experiencia , y
veria hasta dónde llegaban sus deseos de sacrificarse por su amor.
Agradó tanto al Salvador esta animosa respuesta , que desde luego
les prometió la corona que está preparada para todos los que tienen
parte en su cruz y en sus trabajos. Sí , les dijo, vosotros beberéis mi
cáliz , y seréis bautizados con el mismo bautismo con que yo lo he
de ser. Pero en orden á esas primeras sillas á que aspirais, una á
este, y otra á aquel lado de mi trono, debo deciros, que si me mi
rais puramente como hombre , ni me corresponde dároslas , ni aun
que hubiera yo de conferirlas, tendría atencion al favor, al paren
tesco, al empeño, ni á algun otro humano respeto ; esos premios están
reservados á aquellos á quienes mi Padre los destina , y á mí solo me
toca ponerlos en la posesion de los que este les señala, segun su vir
tud y merecimientos.
No será violento decir que san Juan, aquel discípulo tan favore
cido, tan tiernamente amado del Señor, y que tan fervorosamente le
amaba, tardó poco en verificar lo que le habia anunciado su divino
Maestro, de que bebería su cáliz ; porque verdaderamente gustó toda
la amargura de él, habiendo padecido su amante corazon todos los
dolores del Salvador, de cuyo lado no se apartó ni un solo momento
hasta la muerte.
Pero aun debia cumplirse mas á la letra la profecía del Señor en
orden á san Juan. No bastaba que el discípulo amado padeciese in
teriormente el martirio del corazon , siendo testigo de los tormentos
y de la afrentosa muerte de su celestial Maestro ; era menester que tu
viese parte en ella mas visiblemente ; y hablando en propiedad , hasta
despues de la venida del Espíritu Santo no le hizo el Salvador par
ticipante de su cáliz. Inmediatamente, ó no mucho tiempo despues,
padeció san Juan en compañía de san Pedro cárceles, azotes y opro
bios en la persecucion que levantaron los judíos contra los Apósto
les , despues de la muerte de san Estéban. Pero aun esto no fue mas
que como un preludio de lo que habia de padecer, andando el tiem
po, bajo el poder y tiranía de los príncipes gentiles.
138 MATO
Habiendo sucedido Domiciano en el imperio á su hermano Tito
el año 81 del nacimiento de Cristo, fue el segundo emperador que
empleó todo su poder en procurar destruir el reino del mismo Cris
to, y en borrar del mundo, si pudiese, hasta la memoria del nom
bre cristiano ; y como no era inferior en la crueldad del genio á la
del mismo Neron, aun fue mas sangrienta que la primera esta se
gunda persecucion que excitó contra la Iglesia. Hallábase á la sa
zon nuestro san Juan en Éfeso , donde habia fijado su residencia,
por la comodidad de atender mas fácilmente al gobierno y á las ne
cesidades de las iglesias de Asia que habia fundado el mismo Após
tol. Ya habia padecido muchos malos tratamientos de los gentiles; y
aunque era grande la veneracion que generalmente profesaban to
dos á su persona, no por eso le eximió de la persecucion. Fue des
terrado de Éfeso, y poco tiempo despues conducido á Roma, donde
cargado de prisiones y encerrado en un horrible calabozo rebosaba
de alegría viéndose en vísperas de dar su sangre y su vida por su
amado y dulcísimo Maestro.
Informado el Emperador de las circunstancias y carácter de este
cristiano héroe , quiso verle, y san Juan se presentó ante el trono del
tirano con aquella majestuosa modestia, y con aquel aire de agrado,
de santidad y de dulzura que se habia siempre admirado en nues
tro Apóstol. Contribuía tambien su avanzada edad á hacerle mas res
petable ; y el Emperador quedó como sorprendido á la vista de aquel
venerable anciano. Preguntóle acerca de su religion ; y las respues
tas que le dió aun le hicieron admirar mas la intrepidez y la mag
nanimidad de aquella grande alma. Con todo eso, le dijo Domiciano,
es necesario que renuncies una religion, cuya doctrina es enemiga
de los placeres y deleites de los sentidos , cuyos dogmas son incom
prensibles por misteriosos, y que te pases á la nuestra, donde aca
barás en paz tus dilatados dias. Horrorizado el Apóstol al oir se
mejante proposicion, lleno de una santa indignacion , y animado de
aquel generoso celo que avivaba y encendia cada dia mas y mas el
tierno amor que profesaba á Jesucristo: No creas, ó Emperador, le
respondió, que tus promesas ni tus amenazas me hagan titubear:
no hay mas que un solo Dios, y ese es aquel á quien yo sirvo y
adoro; mi mayor dicha será derramar toda mi sangre por él, y ha
mucho tiempo que suspiro por este glorioso sacrificio. *
Quedó el Emperador por un rato como cortado y suspenso al ver
la entereza y la noble osadía de aquel venerable anciano ; pero duró
poco este paréntesis ó suspension de su crueldad , porque volviendo
DIA VI. 139
luego en sí, mandó que al instante fuese arrojado el Santo en una
tinaja de aceite hirviendo, para que perdiese la vida en este tormento.
Escogióse para teatro una gran plaza cerca de la puerta Latina,
llamada así, porque se salia por ella á los pueblos de Lacio ó país
latino, que hoy se dice la Campaña de Roma. En medio de ella se
colocó una gran caldera ó tinajon lleno de aceite, que se sentó so
bre una inflamada hoguera. Concurrió el Senado y la mayor parte
de la ciudad á la fama de este espectáculo , movidos todos aun mas
de las grandes noticias que tenian de la veneracion , ancianidad y
grandeza de corazon de nuestro Santo. Fue ante todas cosas despo
jado y cruelmente azotado el Apóstol , segun las leyes de los roma
nos, que ordenaban este suplicio á todos los condenados á muerte-
Cuando el santo cuerpo estuvo todo rasgado y todo ensangrentado
al rigor de aquella espesa lluvia de golpes , le metieron en el tina
jon ó caldera de aceite hirviendo ; pero el Señor, que solo quería
darle la gloria del martirio , como se lo habia prevenido , pero no
quería permitir que los hombres cortasen una vida tan preciosa, y
de que todavía tenia necesidad su santa Iglesia, renovó en favor de
su amado discípulo el milagro de los tres niños en el horno de Ba
bilonia; porque el aceite hirviendo se convirtió en un baño dulce y
benéfico que le refrigeró, cerró y cauterizó sus heridas , y las llamas
se volvieron contra los ministros que las atizaban, fomentándolas
con sucesivos materiales. Este milagro tan evidente y tan sensible
no podia dejar de producir su efecto. Quedaron atónitos todos los
circunstantes, y no lo quedó menos el Emperador cuando le refi
rieron el prodigio , contentándose con enviar desterrado á nuestro
victorioso Apóstol á la isla de Patmos en el mar Egeo, llamada hoy
Potina ó Palmosa, donde estuvo hasta la muerte de Domiciano; y
en ella fue donde Dios le reveló los admirables y escondidos miste
rios del Apocalipsi. Así se cumplió la profecía de Cristo, de que be
bería el cáliz de su pasion ; y por eso los antiguos, con toda la Iglesia,
le dan el título de mártir, pudiendo decirse de él con san Agustín :
«No faltó Juan al martirio, sino el martirio le falló á Juan. No pa
'ideció hasta morir; pero Dios, que tenia bien comprendido el tem-
«ple de su corazon , conoció que era capaz de mucho mas , y toda la
«tierra lo conoció tambien. Los tres mancebos fueron arrojados en
«el horno para que fuesen reducidos á ceniza, y salieron del horno
«vivos; ¿diráse por eso que no fueron mártires? Si consideramos las
«llamas , no fueron consumidos ; pero si consideramos sus corazones
«y sus voluntades, fueron coronados.»
140 MAYO
Sucedió este milagro por los años de 91 del Señor ; y queriendo
los Cristianos honrar la memoria del martirio y triunfo de san Juan,
edificaron desde los primeros siglos una bella ¡iglesia con su misma
advocacion en el propio sitio donde fue echado en el aceite hirvien
do, la que es visitada con gran concurso de los fieles el dia 6 de
mayo , en el cual , como se ha dicho , celebra la Iglesia la memoria
de su martirio. Por mucho tiempo fue de precepto esta fiesta en va
rias iglesias de Francia, y tambien lo fue en Inglaterra desde el si
glo XII hasta el cisma; despues del cual se contentaron los ingleses
con hacer memoria de ella en el calendario de su nueva liturgia,
tristes reliquias de su antiguo catolicismo, hoy enteramente extin
guido , que debieran abrirles los ojos para advertir sus errores , y
para desengañarse de su funesto y lastimoso descamino.

La Misa es en honor de san Juan Evangelista, y la Oracion de ella la


siguiente :
Deus.qui conspicis quianosundique Ó Dios, que estás viendo nuestra
mala nostra perturbant : prasta, quce- turbacion por las Calamidades que de
sumus ; ut beati Joannis apostoli tui et todas partes nos rodean ; suplicamos-
evangeliskeintercessio gloriosa nos pro- te nos concedas que seamos defendi-
tegat: Per Dominum nostrum Jesum dos de ellas por la gloriosa proteccion
Christum... de tu apóstol y evangelista san Juan.
Por Nuestro Señor Jesucristo, etc.

La Epístola es del capitulo v de la Sabiduría, pág. M.

REFLEXIONES.
Al ver la seguridad con que se vive en el mundo , la alegría que
brilla en todas sus diversiones , como sembradas y esparcidas por to
das las edades de la vida ; al ver aquella ostentacion , aquel fausto,
aquella profanidad que cási confunde todas las clases y condiciones ;
al oir las conversaciones y los discursos mas ordinarios de las gentes
poco devotas, y de esas mujeres del siglo; ¿diríase por ventura que
todas estas personas creen como infalibles las verdades mas espanto
sas del Cristianismo? ¿Se las haria mucho agravio en preguntarlas
si son cristianas? Aquella licencia que se loman , ó, por mejor decir,
aquella descarada impiedad con que se divierten en hacer burla de la
devocion y de los devotos; en hacer ridículos los ejercicios, los actos
de religion mas respetables; en constituirse censores de las leyes mas
santas; en hacerse maestros de las máximas mas corrompidas del vi
cio y de la libertad ; en tratar de simples y de mentecatos á los que
DIA VI. 141
viven cristianamente ; aquella licenciosa osadía , aquella escandalosa
desvergüenza, aquel tono altanero , aquel aire pagano acobarda á los
buenos ; cede , digámoslo así , la virtud ,' se corta , se esconde , se hu
milla á vista de aquella fiera y atrevida avilantez ; pero no dura largo
tiempo la tiranía. La muerte hace siempre justicia á la virtud ; nunca
prescribe la iniquidad contra el verdadero mérito. Los disolutos y los
devotos, las mujeres profanas y las piadosas, tarde ó temprano , to
das y todos se rinden á este tribunal ; todos y todas comparecen ante
el soberano Juez : Tune stabmtjusti in magna constantia. Mudóse en
tonces enteramente el teatro ; represéntanse nuevas escenas : no se ad
miten allí títulos ni dictados pomposos ; equipajes, tren y muebles
preciosos no pasan; todo el mundo comparece delante de los ojos de
Dios sin máscara y sin disfraz. ¡ Quéalegría entonces ! ¡ qué confianza
la del justo ! Erguiráse entonces, dice el Sábio, con grande valor con
tra los que tanto le maltrataron. Pero ¡qué turbacion! ¡qué horrible
estupor para los malos ! ¡ Cuál será su asombro cuando vean que el
justo se salvó contra toda su esperanza! Etmirabuniurinsubitatione
insperake salutis. Entonces se disipan las ilusiones , cáese la mascari
lla , y se ven las pasiones apagadas. Mas ¡ qué remordimientos tan es
tériles! ¡qué arrepentimientos tan infecundos! Entonces aquellos
hombres sin religion , aquellos ídolos del mundo , aquellos impíos ya
desenmascarados se dirán los unos á los otros arrancando profundos
suspiros de aquellos sus oprimidos corazones : Si sunt quos habuimus
aliquandoinderisum: estos son aquellos que en algun tiempo eran el
objeto de nuestras zumbas, de nuestros desprecios , de nuestros es
carnios. Estos son aquellos que nosotros mirábamos con una especie
de maligna compasion: Nos insensati: los necios, los simples, los
insensatos éramos nosotros , que teníamos su vida por locura , y re
putábamos su muerte por ignominiosa. Ecce quomodo computati sunt
ínter filios Dei ; y ahora veislos allí elevados á la dignidad de hijos de.
Dios, y veisnos aquí á nosotros infelices, condenados, réprobos y
objeto funesto de su terrible indignacion, Á ellos les ha tocado por
herencia ser contados en el número de los Santos : á nosotros se nos
ha destinado por habitacion y por legítima el infierno. Mortales di
vertidos , hombres sin religion , disolutos, libertinos , mujeres idóla
tras de la profanidad ; así habeis de discurrir algun dia , así habeis
de hablar , así habeis de sentir con un arrepentimiento tanto mas
cruel y tanto mas amargo cuanto mas inútil. En el mundo se re
presenta una comedia , se rie , se alegra , se campa , se triunfa ; pero
10 tomo v.
142 HATO
un poco de paciencia , la muerte , el juicio , la eternidad harán justi
cia á todos, y pondrán las cosas en su lugar.

El Evangelio es del capitulo xx de san Mateo.


In ülo tempore : Accessit ad Jesum En aquel tiempo : Se acercó á Jesús
mater filiorum Zebedai cum filiis suis, la madre de los hijos del Zebedeo con
adorans et petens aliquid ab eo. Qui di- sus hijos, adorándole, y pidiéndole al-
xit«i : Quid vis ? Ait Mi : Dic ut sedeant guna cosa . El cual la dijo : ¿ Qué es l0
hi duo filii mei, unus ad dexteram, et que quieres ? Respondió ella :
unus ad sinistram, in regno tuo. Res- que estos dos hijos miosse sientenuno
pondens autem Jesus , dixil: Nescitis á tu diestra , y otro á tu siniestra en
quid'petatis. Potesiis bibere calicem, tu reino. Respondiendo, pues, Jesús,
quem ego bibiturus sum? Dicunt ei: dijo : No sabeis lo que pedís. ¿Podeis
Possumus. Ait UHs : Calicem quidem beber el cáliz que he de beber yo ? Le
meum bibetis : sedere autem ad dexte- respondieron : Podemos. Díjoles : Be-
rammeamvel sinistram, non estmeum beréis, si, mi cáliz; pero el sentarseá
dare vobis, sed quibus paratum está mi diestra ó siniestra , no me pertene-
Pqtre meo. ce á mí el concederlo á vosotros , sino
á aquellos á quienes está preparado
por mi Padre.

MEDITACION.
Que el despeño en los mayores desórdenes, y en los precipicios mas fu
nestos, nace frecuentemente del desprecio de las cosas pequeñas.
Punto primero. — Considera que ninguna cosa dispone tanto para
la caída en los pecados mas graves .como el descuido en evitar los
mas leves. Aquella negligencia habitual en cumplir con las obliga
ciones mas menudas; aquella frecuente infidelidad en ciertas cosi-
Uas que se representan de poca importancia, van debilitando ai alma.
Los auxilios se comunican en menos abundancia ; las pasiones se ha
cen mas vivas , la confianza mas tibia, y el tentador mas osado y
animoso.
No hay edificio , dice el Sábio , tan fuerte , ni tan bien edificado,
que al cabo no le arruine una gotera de que no se hace caso; y la
pereza, añade el mismo, será ocasion ó causa de que se venga al
suelo la techumbre. Va el agua poco apoco pudriendo las maderas,
cala las paredes, penetra hasta el cimiento, y minándole, de tal ma
nera le socava, que toda la casa da en tierra. Y esto ¿por qué? Por
no haber hecho á los principios algunos cortos reparos , por no !
registrado los tejados, se vino á arruinar todo el edificio. Lo
día m. 143
sucede en el edificio espiritual , dice Casiano ; cierto espíritu de re
lajacion , no sé qué tibieza , á cuyo favor se hace poco caso de de-
fectillos ligeros , se van insinuando poco á poco dentro del alma , van
haciendo titubear la firmeza de los mas santos propósitos, y debili
tan en fin de tal manera el cimiento de nuestra devocion , que al cabo
se viene al suelo todo el edificio espiritual. Al principio hubiera sido
fácil remediarlo; la causa del mal tenia muy poca fuerza; ese tor
rente , que todo lo llevó delante de sí , en su origen era un arroyuel©
despreciable. No pocas veces una rendija mal calafateada , por donde
se introdujo el agua en el navio , es causa del mas funesto naufragio.
, Desengañémonos , que hay pocas de esas grandes caidas que se ven
en orden á las costumbres , que no hubiesen tenido un principio li
gero , y al parecer despreciable. ¡ Oh buen Dios , cuántos condenados
hubieran evitado el verse precipitados en los infiernos, si hubiesen
entendido y practicado esta doctrina !
Sucede en las enfermedades del alma lo que en las del cuerpo.
Muy fácilmente se pudo evitar aquel desórden total de los humores,
aquella inflamacion interna, aquella fiebre maligna, aquel catarro
pestilente : todas esas mortales dolencias en su principio eran cási
nada : con haberse abstenido de aquella fruta , con no haber hecho
aquel exceso , con un poco de régimen y de dieta , una ligera medi
cina nos hubiera librado de tan gran mal. Pero despues que los hu
mores malignos inundaron é inficionaron toda la masa ; despues que
la fluxion tomó su curso ; despues que se estancó esa grande porcion
de pituita y de atrabilis, inútilmente se acude á los remedios. Ya
llega tarde el auxilio, cuando prevaleció la enfermedad. Las muer-;
tes repentinas no reconocen otras causas. Discurramos del mismo
modo en las dolencias del alma , porque la analogía no puede ser mas
cabal. Mi Dios , ¡ y á qué paradero suelen conducir las faltas peque
ñas tratadas con desprecio ! ¡ Y cómo hubiera prevenido estas funes
tas caidas un poco de mas delicadeza de conciencia en el cumplimien
to de cien menudas obligaciones , un poco de mas circunspeccion, un
poco de mas regularidad , un poco de mas mortificacion! Esto hizo
decir á los Santos, que en cierta manera son mas peligrosas las fal
tas pequeñas que las mayores ; porque estas, cuanto mas fácilmente
se conocen, mas cuidadosamente se procuran evitar, y en llegando
á caer, prontamente se solicita levantarse de ellas, pero las otras
cuanto mas se conocen menos se evitan. Un violento acceso de ca
lentura sobresalta tanto , que al punto se acude al remedio ; pero
una fiebre lenta v cási imperceptible da poco cuidado ; se domestica
10*
144 MAYO
«on ella el enfermo , hasta que poco á poco da con él en la sepultura.
3 Ah Dios mio! ¿y á qué he atribuido yo hasta aquí mis mayores
caidas?

Punto segundo. —Considera los muchos y tristes ejemplos que


nos hacen demostracion de esta verdad.
Tertuliano , aquel ilustre defensor de la fe , aquel célebre apolo
gista de la doctrina que enseña nuestra Religion, al cabo se pervir
tió ; no fue mejor fin el que tuvo Orígenes ; y ¿quién no se estremece
con solo acordarse de la caida de Salomon , y del desastrado fin del
infeliz Apóstol? No hay que buscar la causa de estas funestas revo
luciones en la violencia de la persecucion , ni en los artificios del
tentador, ni en el torrente de los malos ejemplos. Abscissus est lapis,
et percussit statuam. (Dan. nj.Una china echó por tierra, hizo pe
dazos esos colosos.
Introdújose en el corazon de Tertuliano cierta secreta aversion á
los clérigos de la Iglesia romana , por parecerle que le habian hecho
algunos desaires ; no acudió con tiempo al remedio , fuéla fomentan-
-do mas y mas; y esa fue la china que le derribó.
Orígenes , lleno de estimacion propia, y mas satisfecho de sí mismo
-de lo que debiera , se entregó ciegamente á su propio dictámen ; y
-un poco de vanidad consentida, no despreciada á los principios, y
alimentada despues, perdió en fin á este grande hombre : Abscissus
est lapis.
Salomon, el mas religioso entre todos los príncipes, el mas sábio
entre todos los hombres, despues de haber edificado al verdadero
Dios un templo magnífico, cayó él mismo miserablemente en la ido
latría. Judas, aquel discípulo tan favorecido, y que habia sido lla
mado al apostolado convocacion tan especial , hace traicion á su
Maestro. Caidas tan terribles nunca tienen la causa muy inmediata;
..siempre viene muy de atrás su funesto principio. Salomon confió de
masiado de su corazon , y Judas de su codicia. Las pasiones en su
nacimiento y en su origen nada descubren que ofenda mucho á la
vista, ni pueda dar grande cuidado ; van á los principios caminando
muy poco á poco , y por decirlo así , paso á paso ; apenas hacen ruido ;
y si hacen alguno, es un murmullo sordo que no inquieta los oi
dos. Ut quid perditio hcec? (Matth. xxvi). Tal vez no falta un pre
texto de caridad con que cohonestar el motivo. Pero cuando el amor
propio llegó á domesticarse, y cuando una pasion reciente logró ser
acariciada, jamás se envejecen sino á cosía de grandes estragos. Era
DIA VI. 145
un leoncillo domesticado, familiar y manso, de quien ninguno se
desconfiaba; pero cuando ese cachorro llegue á ser leon, él sabrá
encontrar su presa , él despedazará á los mismos que le daban de
comer y jugueteaban con él : Fadus est leo, et didicit prcedam cape-
re. (Ezech. xix ).
Desengañémonos ; el que fuere infiel en las cosas pequeñas , tam
bien lo será en las grandes. Así lo asegura el mismo Jesucristo. Un
religioso tibio y un cristiano imperfecto dicen lo contrario. ¿Á quién
hemos de creer?
No se quiere conceder á Dios la observancia de una regla peque
ña ; niégansele , digámoslo así , hasta unas frioleras ; y cuando el ene
migo viene á luchar á brazo partido con nosotros , queremos que Dios
vaya á escoger allá en el inmenso caudal de sus tesoros los auxilios
mas exquisitos, las gracias mas eficaces y mas robustas para soste
nernos. En dejando arruinar las fortificaciones exteriores de una pla
za, en dejando que las murallas se vengan á tierra, ya no está en
estado de defensa. ¿Dejaste ya aquella circunspeccion, aquella de
licadeza de conciencia, aquella exactay regular observancia? pues
tú serás cogido por sorpresa. Esas pequeñas devociones que pare
cen de poca entidad ; esas obras de supererogacion, esas menuden
cias de la vida religiosa , son como las obras avanzadas que detie
nen al enemigo léjos de la plaza ; pero cuando no están bien guar
dadas y defendidas estas entradas , es milagro que el enemigo no la
insulte.
Pasa Saul á cuchillo á los amalecitas , y perdona algunos rebaños
de sus ganados, y aun esos los destina para el sacrificio. Pues Saul
es reprobado , porque obedeció á medias , y porque en su obediencia
hizo poco aprecio de ciertos puntillos al parecer de poca importancia.
¡ Ah, Señor, y cuánto tengo que reprenderme en esta materia!
¡Mas, oh, y cuánto debo temer ! Infiel á vuestra doctrina, y aun á
vuestros preceptos , no hice caso de mi negligencia en el cumplimien
to de ciertas menudas obligaciones ; y puede ser que esta infidelidad
sea el origen de mi perdicion. No lo permitais Vos, Dios mio ; por
que conozco mi error, condeno mi negligencia ; y espero que mi apli
cacion en adelante á cumplir con la mayor exactitud toda mi obli
gacion en las cosas mas pequeñas , mediante vuestra divina gracia,
me pondrá á cubierto de todo riesgo.

Jaculatorias. — Vos, Señor, sois testigo de todas mis operacio


nes , y por tanto quiero agradaros en todas ellas. ( Psahn. cxvm).
l4O MATO
En todo tiempo , Señor , deseó mi alma observar tu santa ley con
la mayor exactitud. (Ibid.).
PROPÓSITOS.
1 No hay espectáculo mas digno de asombro que ver algunas
veces ciertas personas verdaderamente respetables por la santidad de
su estado, instruidas en la escuela de Jesucristo, alimentadas largo
tiempo con el pan de los Ángeles; despues de haber envejecido en
el ejercicio de las virtudes, precipitarse en las mas funestas caídas,
y hacerse objeto triste de la ira del Señor , habiéndolo sido antes de
sus mayores misericordias, de sus mas piadosas bondades. No hay
que buscar la causa principal de estos lastimosos naufragios, ni en
la violencia de las tempestades, ni en la multitud de los escollos;
desengañémonos , que no siempre son los vientos impetuosos los que
echan por tierra los mas empinados cedros del monte Líbano; la se
quedad y un gusanillo vil y disimulado bastan para derribarlos. La
mas soberbia estatua cae al suelo á impulso de una pequeña piedra.
Hablemos sin figuras : esas almas de primera clase , esas personas tan
favorecidas de Dios, esos modelos de perfeccion, insensiblemente fue
ron decayendo. Comenzaron ¿cansarse en medio de la carrera esos
héroes del Cristianismo ; al principio no fue mas que un poco de ti
bieza , ó á lo sumo una especie de descanso , al parecer inocente ; si
guióse despues el disgusto ; miraron un poco hácia atrás despues de
haber puesto mano al arado ; al disgusto sucedió la relajacion, y á
esta una indevocion total. ¿No podrás acaso ser tú mismo ejemplo y
prueba cierta de esta triste verdad? Y j qué digno de compasion se
rás, si se ha repetido en tí esta funesta experiencia! Á esas faltillas
ligeras , á esos cortos ensanches en el primitivo fervor , á esas dispen-
sacioncillas se deben atribuir esas grandes caídas ; remédialas sin di
lacion , y concibe desde este mismo punto un grande aborrecimiento
á los pecados veniales.
2 ¿No estás sujeto á la miseria de hablar con un poco de mas
facilidad y libertad de lo que fuera justo de las faltas ajenas? ¿No con
servas en tu corazon cierto resentimientillo , cierta aversion contra
aquella persona, ó por sus modales ofensivos, ó porque te jugó al
guna pieza, ó porque la miras con natural antipatía? ¿No visitas
con demasiada frecuencia á ciertas personas? ¿No tienes ciertas con
versaciones demasiadamente largas , y aun demasiadamente tiernas
con personas de otro sexo? Aunque sean con los mas plausibles, con
los mas especiosos pretextos , ¿no cometes cier tas faltillas ligeras con
DIA VII. 147
tra tus votos , á lo menos segun las leyes particulares que te has im
puesto á tí mismo? ¿No concedes á tus sentidos ciertas libertades no
muy inocentes? ¿No te tomas ciertas licencias que tu devocion te ha
bía en otro tiempo prohibido , y que ni aun hoy son muy conformes á
la conciencia, ni al espíritu de la Religion? Pon en la misma cuenta
ciertos pecados de omision, que se tratan como cosa ligera, etc. ; y
vé ahí el funesto origen de los mas graves pecados , y como las ar
ras, digámoslo así, de la condenacion eterna. No dejes pasar el dia
sin hacer lo que puedas para cegar este infeliz manantial , y á este
fin haz alguna oracion particular á la santísima Virgen.

DIA VII.

MARTIROLOGIO.

El tránsito de san Estanislao, obispo, en Cracovia en Polonia, marti


rizado por el impío rey Boleslao. ( Véase su vida en las de hoy J.
El triunfo de santa Flavia Domitila, virgen y mártir, en Temcina en
la campaña de Roma, la cual siendo hija de una hermana de Flavio Clemente,
cónsul , y consagrada á Dios por san Clemente, que le habia dado el santo ve
lo, en la persecucion de Domiciano, por confesar á Jesucristo fue desterrada
con otros muchos ú la isla Poncia , en donde padeció un largo martirio ; últi
mamente volvió á Terracina , y habiendo convertido á muchas gentes á la fe
católica con su doctrina y milagros, por órden del juez pusieron fuego al apo
sento donde habitaba con sus compañeras Eufrosina y Teodora, vírgenes,
y allí alcanzó la corona de su glorioso martirio. Se le hace fiesta tambien con
los santos mártires Nereo y Aquileo el dia 12 de mayo.
San Jovenal, mártir, en el mismo día.
Los santos martires Flavio, Augusto y Agustín, hermanos, en Nico-
media. (Aseguran algunos autores que fueron estos Santos españoles de naci
miento, y que el primero fue obispo de la antigua lliberis, cerca dt Granada,
habiéndose trasladado por algun grave asunto á Nicomedia, donde padecieron
el martirio, imperando Diocleciano).
San Ccadrato, mártir, en la misma ciudad, el cual, despues de haber sido
muchas veces atormentado durante la persecucion de Decio, fue decapitado.
San Benedicto, papa y confesor, en Roma. ( Véase su noticia en las de hoy).
San Juan, obispo, en York de Inglaterra, esclarecido en santidad y mila
gros.
San Pedro, obispo, en Pavía.
La traslacion del cuerpo de san Estéban, protomártir, en Roma, el
cual fue trasladado de Constantinopla á Roma en tiempo del papa Pelagio, y
depositado en e! sepulcro de san Lorenzo , en el campo Verano , en donde lo
veneran con gran devocion los fieles.
148 MAYO

SAN BENEDICTO II, PAPA Y CONFESOR.

Era natural de la misma ciudad de Roma , y criado desde su in


fancia en el servicio de la Iglesia, estaba muy versado en las san
tas Escrituras , y en el canto ó música eclesiástica , de que era devoto
aficionado. Cantar continuamente las alabanzas de Dios en la tierra
es una especie de noviciado para la bienaventuranza de los cielos, y
una ocupacion la mas dulce y mas gustosa para un alma que ama á
Dios verdaderamente como él. Benedicto fue siempre humilde , man
so , paciente , mortificado , amante de la pobreza , y generosísimo pa
ra el pobre. Ordenado de presbitero , tomó parte en el gobierno de
la Iglesia romana en los pontificados de Agaton y Leon II , y acaeci
da la muerte de este último en el año de 683 , fue electo papa; pero
siendo necesario obtener el consentimiento del Emperador, por esta
razon la Silla apostólica estuvo vacante cerca de un año, y Bene
dicto no fue consagrado hasta el dia 26 de junio del año de 684. Y
su virtud mereció tanta consideracion del emperador Constantino
Pogonato , que consiguió de este una ley , por la cual se autorizaba
consagrar al Papa luego de ser elegido. Constantino era un príncipe
muy religioso y católico , que reinó diez y siete años con gloria gran
de , y concurrió con el papa Agaton á la convocacion del concilio
sexto general en Constantinopla en el año de 680 ; y el papa Leon II
envió á España los decretos de este sínodo. Muerto este , Benedicto II
prosiguió el mismo negocio , y los obispos de España en un concilio
que celebraron en Toledo aprobaron y recibieron la definicion pu
blicada por el citado sexto concilio general. Despacharon estos al Pa
pa una copia de su confesion de fe con sus firmas al pié : no obstante
el papa Benedicto observó en ellas ciertas expresiones oscuras , de
que pidió una exposicion mas clara. Para este intento fue convocado
el décimoquinto concilio Toledano , en que fue explicado aquel pun
to , y aquellas expresiones declaradas en un sentido enteramente ca
tólico.
El papa Benedicto trabajó mucho en la conversion de los herejes,
y en la reparacion y adorno de las iglesias; no completó once meses
en el pontificado , pero llenó este corto término de buenas obras ; mu
rió, pues , á los 7 de mayo del año de 686, y fue enterrado en la igle
sia de San Pedro.
DIA VII. 149

SAN SIXTO Y EOVALDO, LLAMADO EN VULGAR CATALAN SAN HOÜ.

En la sangrienta persecucion que suscitaroñ contra la Iglesia en


principios del siglo IV los emperadores Diocleciano y Maximiano , es
bien sabido que nombraron estos supersticiosos Príncipes por go
bernador de la provincia de Tarragona á Daciano , con el impío de
signio de extinguir , si pudiese , el nombre y la religion de Jesucris
to. Sacrificó este bárbaro , uno de los mas inhumanos que conocie
ron los siglos , al furor de su saña innumerables víctimas de fieles
inocentes, cuyas reliquias ocultaron los Cristianos con la cautela y
con el silencio que exigía la constitucion de aquellas edades lamen
tables; por lo que permanecieron incógnitas, hasta que el Señor se
dignó manifestarlas. De esta clase fueron las de san Sixto y las de
sanEovaldo, llamado san Hou en idioma catalan, uno de los mu
chos Mártires que derramaron su sangre en el mismo tiempo ; no por
otra causa que la de haberse resistido con valerosa constancia á pres
tar sacrificios á los dioses romanos , que veneraba por tales la ciega
obstinacion de los gentiles.
Las venerables reliquias de estos dos ilustres Mártires estuvieron
incógnitas muchos años , hasta que por un prodigio maravilloso qui
so el Señor demostrarlas. Vivió en Celdran , pueblo del obispado de
Gerona , un labrador de conocida virtud , á quien en sueños dijo un
Ángel : Vé, siervo de Dios, á la viña que tienes en Valtorta cerca de la
iglesia de la bienaventurada santa Tecla, virgen y mártir, y allí en
contrarás dos cuerpos de Santos , que padecieron martirio por defensa de
la fe, los que ocultaron los Cristianos por temor de la tiranía de Dacia
no. Dispertó el labrador todo asustado ; pero no despreciando el aviso
del cielo , se fué á la viña en la siguiente noche , y vió sobre un mon
ton de espinos que estaban en la misma heredad un globo de luz tan
resplandeciente, que ilustraba con su claridad todos los campos in
mediatos. Quiso observar si se repetía igual prodigio para mas cer
tificarse ; y habiéndolo observado segunda y tercera vez , no le quedó
duda que en aquel lugar estaba el insinuado tesoro. Quemó las ma
lezas del sitio , y cavando en él encontró dos arcas de madera traba
jadas con tal artificio , que apenas se hallaba en ellas cisura alguna.
Refirió el labrador todo lo ocurrido á un sacerdote de la iglesia de
Celdran ; y habiendo dado este parte al obispo de Gerona , pasó aquel
ilustrísimo prelado con su clero y mucha parte del pueblo al recono
cimiento de aquellos depósitos. Mandó á todos los asistentes que se
ISO MAYO
pusiesen en oracion , para que el Señor se dignase manifestar de
quiénes eran las santas reliquias contenidas en aquellos depósitos;
y abriéndose por sí mismas las dos arcas , luego que demostraron
ser las de san Sixto y san Eovaldo , se cerraron con el mismo pro
digio.
Quiso el reverendo obispo llevarlas á Gerona , para enriquecer su
iglesia con alhajas tan preciosas ; pero al llegar á un arroyo donde
finaliza el término de la parroquia de Celdran , se quedaron inmó
viles los conductores. Conoció el prelado por aquella resistencia que
era voluntad de Dios el que permaneciesen en la misma parroquia,
donde hizo construir dos magníficos altares para colocarlas , y eje
cutado así , son veneradas en ellos por todos los pueblos circunveci
nos , á quienes concede Dios muchos favores por la intercesion delos
dos Santos.

SAN ESTANISLAO, OBISPO Y MARTIR.

Nació san Estanislao en Sezepanow , diócesis de Cracovia, eldia 26


de julio del año de 1030, y fueron sus padres Wielislao y Boña,
ambos de casas ilustrísimas en el reino de Polonia. Siendo tan dis
tinguidos estos señores por la nobleza de su sangre , aun lo eran mu
cho mas por la de sus virtudes ; constituyéronse padres de los pobres,
hallando en ellos las viudas, los huérfanos y los necesitados socorro,
amparo y proteccion. En fin , no habia casa mas ejemplar ni mas
cristiana. Por la particular devocion que profesaban á santa María
Magdalena, edificaron á la Santa en una de sus tierras un suntuoso
• templo , en el que pasaban la mayor parte del dia en oracion. Ya ha
bian perdido la esperanza de tener hijos , cuando despues de treinta
años de casados tuvieron á Estanislao. Su gozo fue el que se deja
considerar ; y creció sensiblemente cuando observaron en el niño una
como inclinacion innata á la virtud.
Esmeráronse con el mayor cuidado en criarle en el temor santo
de Dios ; pero nada tuvieron que hacer en la educacion de Estanis
lao , pues todo su entretenimiento y todo su gusto era la oracion. Pa
saba horas enteras de rodillas delante de los altares , y esto en una
edad en que para hacer que otros niños se estén en la iglesia es me
nester divertirlos y engañarlos. Sobre todo, su tierna devocion á la
santísima Virgen fue tan sobresaliente, que casi se echó de ver en
éi desde la cuna, y la conservó toda la vida.
DIA VII. 131
Apenas tenia Estanislao ocho ó nueve años, y ya su virtud era la
admiracion de todos ; su ingenuidad , su docilidad y su modestia eran
claros indicios de su inocencia. Descubrió presto su inclinacion á la
austeridad y al espíritu de penitencia ; dejó la cama , y comenzó á
dormir en la desnuda tierra ; tan ingenioso en mortificar los sentidos,
que se pasaban pocas horas del dia sin hacer de ellos algun generoso
sacriGcio. Era su vida un perpétuo ayuno ; y en una complexion tan
robusta , como mostraba ser la suya , causaba mayor admiracion su
excesiva abstinencia. Parece que habia mamado con la leche el amor
y la caridad con los pobres ; todo se conseguía de él con tal que le
diesen dinero para dar limosna , y era muy regular repartir entre los
pobres el que le daban para jugar y para divertirse.
Alegrísimos los padres de Estanislao al ver tan bien logrados los
desvelos con que habian atendido á su educacion , le enviaron á es
tudiar áGnesnes , y despues á París. Hizo admirables progresos, por
que estaba dotado de un excelente ingenio. Quisieron hacerle doc
tor en aquella célebre y entonces primera universidad del mundo ;
pero lo resistió su humildad. Despues de haber residido siete años
en París , se restituyó á Polonia , donde se halló heredero de una ri
ca sucesion por muerte de sus padres.
Deseando no pensar en otra cosa que en su eterna salvacion , dis
tribuyó todos sus grandes bienes entre los pobres. Deliberó mucho
tiempo si entraria en alguna Religion; pero conociendo Lamberto,
obispo de Cracovia, de cuánto ejemplo y de cuánta utilidad seria á
todo el clero la virtud de Estanislao, le persuadió á que abrazase el
estado eclesiástico ; le ordenó de todas órdenes , y proveyó en él una
prebenda de aquella iglesia.
, Luego que Estanislao se vió dedicado al sagrado ministerio de
los altares , solo pensó en hacerse digno de tan alta dignidad por
medio de una vida ejemplar; persuadido de que el canónigo tiene
obligacion de arreglar sus costumbres y toda su conducta á la per
feccion de los sagrados cánones, redobló su fervor, su espíritu de
mortificacion y de penitencia, y se puso entredicho de toda comu
nicacion no necesaria con los mundanos y con los seglares. Á todos
edificaba su virtud y su modestia, formándose en pocos dias per
fecto modelo de la vida que deben hacer los canónigos.
Pero esta virtud no era ociosa ó menos activa. Aunque profesa
ba tanto amor á la soledad y al retiro , siempre estaba pronto á sa
crificarse al mayor bien espiritual de los prójimos : predicaba con
tanta eficacia, espíritu y mocion, que bastaba «irle para convertir
152 MAYO
se ; siendo pronto y visible fruto de sus sermones y de sus ejemplos
la reforma de las costumbres en Cracovia y en toda su comarca,
pasando despues á lo restante del obispado , que en poco tiempo
mudó de semblante.
No hartándose el obispo Lamberto de dar gracias á Dios por la
acertada eleccion que habia hecho de tan insigne operario , comen
zó desde luego á mirarle ya como á sucesor suyo en el obispado, y
aun le instó á que aceptase la renuncia que pensaba hacer de él en
su favor ; pero se sobresaltó tanto su humildad , que lo mas que pu
do conseguir de Estanislao fue descargar en él el cuidado de la
predicacion , y tambien el de la mayor parte de la administracion
del obispado.
Pero esto no duró mucho; porque vacando la silla episcopal por
muerte de Lamberto, así el clero como el pueblo pidieron unáni
memente por obispo á Estanislao. Todo fue menester, y nada me
nos bastaría para vencer su humildad. Luego que se vió pastor de
los que tanto habia edificado, se constituyó padre de todos. Aplicó
se de nuevo á la instruccion de su pueblo con tanto empeño, que
su celo , su caridad y solicitud pastoral apenas le permitían tiempo
para algun reposo.
No se contentaba con visitar cada año todas las parroquias del obis
pado; descendía á lo mas menudo de las necesidades espirituales y
corporales de todas sus ovejas, proveyendo á todas con tanta caridad,
que era voz comun que las rentas del obispado de Cracovia no eran
del obispo, sino de los pobres. Tenia tanto gusto en dar limosnas,
la daba con tanta liberalidad , que su palacio jamás se evacuaba de
afligidos y de necesitados. Pocos dias se pasaban sin que fuese per
sonalmente á visitar á algunos pobres enfermos, y ninguno sin que
diese pruebas de su gran celo y de su ardiente caridad.
Pero , sobre todo , su vigilancia y su atencion particular era sobre
los clérigos, especialmente sobre los sacerdotes. No le parecía bas
tante que su vida no fuese escandalosa, queria que fuese ejemplar,
y que correspondiese en todo á la santidad del estado. Ganaba á
todos con su dulce trato , y su apacibilidad desarmaba á los mas obs
tinados.
Léjos de que la sublime dignidad de obispo le sirviese de pretex
to para templar algo la penitente austeridad de su vida , la estrechó
mas luego que se vió con la mitra. Sus ayunos eran continuos, sus
penitencias excesivas , ciñéndose un áspero cilicio , que no quitó del
cuerpo hasta la muerte ; de manera que apenas era conocido por
DIA VII. 153
otro nombre que por el del santo obispo , y toda Polonia le venera
ba con admiracion y con respeto.
Reinaba entonces en Polonia Boleslao II, cuya desordenada vida
lloraban los buenos, y escandalizaba á todo el reino. No habia pre
lado que se atreviese á representarle el borron que echaba á la glo
ria de su nombre, y el peligro á que exponía la salvacion de su al
ma: solo Estanislao tuvo valor para hacerle una representacion,
llena del mayor respeto, suplicándole que considerase el grande es
cándalo que daba á los señores de la corte y á todo el pueblo ; y ar
rojándose de rodillas á sus piés , le suplicó con muchas lágrimas que
aplacase la ira del cielo por medio de una conversion pronta y sin
cera. v
Aunque irritó al Rey la libertad con que le habló, reprimió por
entonces su indignacion, contenida del respeto á la eminente virtud
del santo Obispo, y aun íingió rendirse á sus saludables consejos.
Pero apenas le perdió de vista , cuando encendida de nuevo la cóle
ra , se quejó , en presencia de sus cortesanos , de la libertad atrevida
del Obispo , y creció su resentimiento al paso que iban creciendo sus
desórdenes. Poco tiempo despues, arrebató el Rey por fuerza de la
casa y del poder de su marido á una de las mas virtuosas señoras del
palatinado de Sirard , llamada Cristina. Este ruidoso atentado irritó
á la nobleza, y excitó la indignacion de todo el clero ; pero ni el ar
zobispo de Gnesnes , aunque primado , ni los prelados que se halla
ban en la corte , osaron hablar palabra al Rey , por no experimentar
los efectos de su cólera. Solo Estanislao , altamente conmovido de tan
pernicioso escándalo, y posponiendo su preciosa vida al cumplimien
to de su obligacion , como otro san Juan Bautista , tuvo espíritu para
decir al Rey , con todo el respeto y con toda la veneracion debida á
la majestad, que no le era licito tener la mujer de otro.
.Furiosamente irritado Boleslao , le volvió las espaldas con enojo
y con desprecio , resolviendo en su corazon vengarse del Obispo de
Cracovia hasta perderle. Pero como la ejemplar vida de Estanislao
y su notoria virtud, umversalmente reconocida de todos, no podían
ofrecer motivo verdadero , ni aun pretexto aparente para hacerle
causa , se tomó el partido de recurrir á la calumnia.
Habia comprado Estanislao á un caballero llamado Pedro el ter
ritorio de Piotravin en el palatinado de Lublin , pagándole el pre
cio en presencia de testigos; habiale unido á su iglesia , y el mismo
Rey habia infeudado el contrato ; por lo que el Santo se hallaba des
pues de tres años en pacífica posesion de aquella tierra. El deseo de
154 MATO
molestar al Obispo encontró modo en este contrato para suscitarte
un pleito. Mandó decir el Rey á los herederos de Pedro que , si que
rían recobrar aquella tierra , no tenían mas que citar al Obispo en
justicia, y ponerle la demanda ante el mismo Rey : los herederos,
sobrinos del difunto , con la codicia y con la ansia de recobrar lo que
habia sido de su tio, citaron al Obispo de Cracovia para que com
pareciese ante el Rey en el dia de la convocacion , que se llamaba
el coloquio.
Compareció el Santo , y las partes contrarias demandaron ser rein
tegradas en la posesion de aquel terreno , alegando haber sido usur
pado. Defendióse Estanislao diciendo que la tierra habia sido com
prada y bien pagada en vida de su legítimo dueño. Negaron el
hecho los contrarios : el Obispo produjo sus testigos ; pero como á
estos los habian amenazado con la muerte si decian la verdad , nin
guno se atrevió á deponerla , y todos fueron perjuros. Ta estaba para
ser condenado Estanislao, cuando volviéndose á Dios, lleno de una
santa confianza en su proteccion , dijo al Rey en presencia de aquella
numerosa junta, que si se le concedía el término de solos tres días,
dentro de ellos produciría un testigo á quien todos se verían obliga
dos á creer , porque seria el mismo Pedro , muerto tres años habia.
Al oir una proposicion tan extraordinaria como asombrosa , todos
la admitieron , y el Rey concedió el término de los tres dias, que pasó
Estanislao en ayunos y oraciones. Llegado el dia señalado , celebró
el Santo misa, y vestido de pontifical , seguido de un inmenso pue
blo , se enderezó á la sepultura de Pedro ; mandóla abrir, y se halló
el cuerpo convertido en polvo. Hizo el Santo una fervorosa oracion
á Dios , acompañada de muchas lágrimas , y tocando aquel polvo , le
mandó en nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, que
reviviese y resucitase para dar testimonio de la verdad. A! punto el
polvo se configuró en cuerpo humano , resucitó el muerto , y salió
de la sepultura. Á vista de tan gran milagro prorumpieron todos los
presentes en grandes gritos de admiracion y de alegría. Tomó el
Santo de la mano al muerto resucitado , y conduciéndole primero
delante del altar mayor para rendir gracias á Dios , le llevó despues,
acompañado de un increible gentío , á la presencia del Rey y de to
da la junta general, para destruir la calumnia. Asombróse tanto
así el Príncipe como todos los de la junta al ver aquel espectáculo,
que ninguno tuvo aliento para decir ni una sola palabra. Entonces,
volviéndose al Rey el santo Obispo , le dijo : Señor , aquí está el tes
tigo incontestable que ofrecí presentar ; de él podrá saber la ver
día ni. 155
dad V. M., si fuere servido. Sí , señor , continuó el resucitado difun
to, es cierto que vendí al obispo Estanislao mi tierra de Piotravin,
y que me pagó el precio en que nos concertamos ; por lo que mis
sobrinos no tienen razon para inquietarle en este punto. Dijo esto
con voz tan clara y tan esforzada , que lo oyó todo el concurso , en
el cual se levantó una especie de murmullo , que mostró bien la in
dignacion que todos habian concebido por la injusticia que se le ha
cia al Santo. El Rey quedó espantado , y al mismo tiempo irritado
dentro de su corazon con cierta oculta rabia; pero como la justifi
cacion era tan evidente, sin haber arbitrio para contestarla, confir
mó al Obispo en la posesion de la tierra; y Estanislao, acompañado
de los principales miembros de la junta general , volvió á conducir
tranquilamente al resucitado Pedro á su sepultura, donde entró, se
acomodó , y volvió á morir , habiéndose hecho despues muchos su
fragios por su alma. El concilio de Basilea produce este famoso mi
lagro contra el artículo IV de los Husitas, que defendían no debia
la Iglesia tener rentas , ni poseer bienes temporales.
Á vista de tan gran prodigio se suspendió por algun tiempo la cóle
ra del Rey contra el Obispo; pero no duró mucho la bonanza. Ge
mían todos los Estados del reino bajo la intolerable tiranía del Prín
cipe mas disoluto que se habia visto en el trono ; y no hallándose si
quiera uno que se atreviese á hacerle una humilde representacion,
se recurrió al generoso Estanislao , que tercera vez fué á represen
tarle cuánto debia temer la indignacion de Dios , justamente irritado
contra tantos delitos como habia cometido. Hízolo con tanto respeto
y con tantas lágrimas, queBoleslao se mostró algo enternecido; pe
ro como el Santo le estrechase á que se convirtiese, no quiso darle
oidos , y se entregó mas que nunca al abismo de sus desordenes.
Gemia Estanislao dia y noche en la presencia de Dios, no cesan
do de pedir la conversion del Rey, y añadiendo nuevas penitencias
á sus oraciones y á sus lágrimas. Pero viendo que nada aprovecha
ban estos remedios, juzgó que debia echar mano de la severidad de
las censuras; y habiéndole separado de la comunion de los fieles, le
interdijo la entrada en la iglesia. Enfurecióse Boleslao, y resolvió
librarse de una vez del santo Obispo. Supo que se habia retirado á
la capilla de San Miguel , poco distante de la ciudad , y le siguió
para poner su intento en ejecucion : dijeron al Rey que estaba ce
lebrando el santo sacrificio de la misa , y mandó á sus guardias que
le matasen en el mismo altar. No se espantó el Santo á vista de los
asesinos, porque habia mucho tiempo que se consideraba como víc
156 MAYO
tima destinada al sacrificio; pero los asesinos se atemorizaron tanto
á vista del Santo, que poseidos de un pavoroso respeto, se salieron
de la iglesia ; lo que visto por el desdichado Rey , lleno de un rabio
so furor, él mismo tomó un sable, y descargó sobre la cabeza de
Estanislao tan terrible golpe, que le tendió muerto sobre el mismo
altar en que estaba celebrando, habiendo sucedido esto el dia 8 de
mayo del año 1079.
Enfurecido mas y mas el impío Rey con el horrible delito que aca
baba de cometer , mandó que sacasen de la iglesia el santo cuerpo,
y que haciéndole pedazos los arrojasen en el campo para que sir
viesen de presa á las aves de rapiña. Pero tomó Dios de su cuenta
la defensa de aquellas sagradas reliquias ; porque envió una águi
la, que haciéndolas centinela dia y noche, espantó á todas las bes
tias carniceras, hasta que juntando los canónigos los esparcidos
miembros del santo cuerpo , le enterraron secretamente delante de
la iglesia de San Miguel , donde no tardó el Señor en manifestar la
gloria del santo Obispo.
Llegó á los oidos del papa Gregorio Vil la noticia de este sacrilego
parricidio , y al punto fulminó excomunion contra el rey Boleslao y
contra todos sus cómplices , dando órden al arzobispo de Gnesnes
y á todos los obispos de Polonia para que los denunciasen pública
mente, y cerrasen todas las iglesias. Á'los principios mostró el Rey
hacer poco caso , y aun burlarse de la excomunion y del entredicho ;
pero no dejó Dios por largo tiempo sin castigo este desprecio. Vióse
aquel desventurado Principe objeto infeliz del odio y de la exe
cracion de todos sus pueblos; acometiéronle á un tiempo todas las
desgracias ; perdió en menos de seis meses cuantas conquistas ha
bia hecho á sus enemigos ; encendióse la guerra civil ; y trastorna
das despues las estaciones del año , acabaron de arruinar á todo el
reino.
Pero ninguna de estas desgracias le causaba tanto dolor y tanta
rabia como la noticia de las maravillas que cada dia obraba Dios en
el sepulcro del Santo. Quiso informarse por sí mismo si era verdad
que por la noche se iluminaba el sepulcro con una claridad mila
grosa. Y habiendo subido al castillo de Cracovia , luego que descu
brió aquella claridad,. quedó tan poseido del pasmo, que casi per
dió el juicio. La inquietud y turbacion de su conciencia crecía al
paso de las desgracias; y dejando á Polonia, se refugió en el reino
de Hungría á la proteccion del rey Ladislao ; pero siguiéndole en
i odas partes la justicia de Dios , acabó de perder el juicio , y errante
DIA VII. 157
por los campos y por los bosques, murió miserablemente , siendo las
fieras sepultura de su cuerpo.
Duraron las milagrosas luces sobre la de nuestro Santo por espa
cio de diez años , esto es , hasta que su cuerpo fue trasladado con
grande solemnidad á la catedral de Cracovia , y colocado en un mag
nífico sepulcro donde le honró Dios con tanto número de milagros,
que hicieron su nombre célebre en todo el universo, y obligaron á
la Silla apostólica á declararle por insigne mártir.
La Misa es en honra de san Estanislao, y la Oracion es la siguiente:
Deus, pro cvjus honore gloriosus Ó Dios, por cuya honra murió el
pontifex Stanislaus gladiis impiorum glorioso pontífice san Estanislao á\io-
occubuit: prmsta, qucesurmis, ut om- lencia de las espadas de los impios ;
net qui ejus implorant auxilium, pe- suplicárnoste nos concedas que todos
titionis suce salutaretn consequantur los que imploran su amparo consigan
effectum: Per Dominum nostrum Je- el saludable efecto de su peticion. Por
sum Christum... Nuestro Señor Jesucristo, etc.

La Epístola es del capítulo v del libro de la Sabiduría, pág. 24.

REFLEXIONES.
Insensatos de nosotros, que calificábamos su vida de locura, y su
muerte de ingloriosa: y ¡ahora los vemos allí elevados á la dignidad
de hijos de Dios! Es cierto; las ilusiones alucinan durante la vida;
pero su engaño no pasa los límites de la muerte : nuestras preocu
paciones duran lo que duran nuestros dias. Pero ¡ qué cosa tan triste
es no conocer el error hasta que ya se tiene á cuestas la pena ! Ter
rible arrepentimiento aquel que jamás se ha de acabar , y ya no tie
ne remedio.
No todas las ilusiones son del entendimiento ; tambien el corazon,
tambien la voluntad padecen las suyas; y estas son verdaderas en
fermedades , las mas incurables ; ninguna que no sea voluntaria , y
todas siempre molestas, siempre peligrosas. Nunca se descamina á
medias el que se descamina por inclinacion.
El amor propio es el manantial mas fecundo de las ilusiones del
corazon. Nunca se desconfía de ellas, porque siempre son gratas á
los sentidos; apenas, reinan en el alma, cuando la razon, digámoslo
así, pierde su libertad. El entendimiento, eí genio, la educacion,
todo sigue ciegamente la impresion que hacen ; todo cede á ellas. Ni
las pasiones hacen progresos , ni causan daños sino á favor de las
11 tomo v.
H5S MAYO
nieblas que las ilusiones levantan. Hasta los errores del entendi
miento no tienen otro principio. Es menester curar el corazon, si se
quiere cegar el manantial mas ordinario de estos errores.
Son pocas las personas que se pueden reputar exentas de estos
engaños de la voluntad ; ¿y son menos las que se defienden de'ellos?
¿Qué condicion, qué estado puede hallarse tan feliz que sea impe
netrable á estos errores? Los grandes por lo comun nacen tan llenos
de tales preocupaciones á favor de su grandeza , que rara vez se des
engañan de ellas ; el pueblo se alimenta con el mayor gustp de todo
aquello que le lisonjea; el mundo es verdaderamente el país propio
y nativo de las ilusiones del corazon; pocos. mundanos hay que no
estén preocupados de estas ilusiones. Pero ¿qué imperio no logran
estas sobre un ánimo, sobre un corazon que forma de ellas la regla
de su devocion, de su conducta, y aun de su religion?
ios efectos ordinarios de estas ilusiones son una ambicion insacia
ble , un fondo sin suelo de avaricia , una obstinacion invencible en
el error , una adhesion tenaz y caprichosa al partido que se sigue,
una aversion de por vida, un odio invencible , una hipocresía de pro
fesion , un precipitarse sin remordimiento , y un querer perderse con
resolucion de jamás arrepentirse. No hay vicio á quien estas ilusio-
ms no lisonjeen ;. pocos que no pretendan hacer plausibles , y que no
adopten. X aquella artificiosa seguridad con que viven muehas per
sonas, cuya conciencia tiene tantos motivos para estar sobresalta
da., nOi nace de otro principio mas natura) y mas comun que de es
tas iliusiones voluntarias.
Nos insensati! ¡ A,h qué insensatos hemos sido ! ¿Qué tiempo es
de abrir los ojos cuando ya todo es tinieblas para nosotros? ¿qué
tiempo es de conocer y de confesar el error cuando ya nos hallamos
en el precipicio ? Debiéramos haber desconfiado con tiempo de nues
tro propio dictámen , que sirvió de juguete y de burla á nuestro co
razon ; debiéramos haber escuchado sin preocupacion los consejos
saludables de aquellos á quienes habia escogido Dios para que nos
dirigiesen; debiéramos habei- diado oidos á la Iglesia, y no haber
nos hecho esclavos, de la pasion , de la vanidad y de nuestro propio
juicio. ¡Insensatos de nosotros! ¡insensatos de nosotros! Esta será
la cantinela de los disolutos y de los herejes, en la otra vida : Nos
insensati! Confesión sip provecho,; confesion muy inútil. Debieras
haberla hecho , debieras haberlo cjeido cuando te lo decian , cuan
do te hallabas en estado de enmendarte y de corregirte.
DIA VII. 139
El Evangelio es del capítulo xv de san Juan.
In itto tempore diocit Jesus discipu- En aquel tiempodijo Jesús á sus dis-
lis suis : Ego sum vitis vera, et Pater cípulos : Yo soy vid verdadera , y mi
meus agrícola est. Omnem palmitem Padre es cultivador. Todo sarmien-
in me non ferentem fructum, tollet to que no lleve fruto en mí, le quitará;
eutn: et omnem, qui fert fructum, pur- y todo aquel que lleva fruto, le monda-
gabit eum , ut fructum plus afferat. rá para que lleve mas. Vosotros estais
Jam vos mumli estis propter sermo- ya limpios en' virtud de la palabra que
nem , quem locutus sum vobis. Ma- os he anunciado. Permaneced en mí,
mete in me, et ego in vobis. Sicut pal- y yo en vosotros. Asi como el sarmien-
mes non potest ferre fructum d semet- to no puede llevar fruto por si mismo,
ipso, nisi manserit in vite : sic nec si no permanece en la vid; de la mis-
vos, nisi in me manseritis. Ego sum ma manera tampoco vosotros , si no
vitis, vospalmites: qui manet in me, permaneciereis en mí. Yo soy la vid,
et ego in eo , hic fert fructum multum : vosotros los sarmientos ; el que está en
quia sine me nihil potestis facere. Si mí, y yo en él, este lleva mucho fru-
quis in me non manserit, mittetur fo- to, porque sin mí no podeis hacer co
ras sicut palmes, et arescet, et colligent sa alguna. Si alguno no permanecie-
eum, et in ignem miltent, etardet. Si re en mí, será arrojado fuera como ei
manseritis in me, et verba mea in va- sarmiento, y se secará, y le cogerán,
bis manserint, quodcumqtte volueritis, y echarán en el fuego, y arderá. Si
petetis, et fiel vobis. permaneciéreis en mí, y mis palabras
se conservaren en vosotros, pediréis lo
que quisiéreis, y os será concedido.
MEDITACION.
la desdicha de una vida ociosa é inútil.
Punto primero. — Considera el sentido de estas palabras : Om
nem palmitem in me non ferentem fructum, tollet eum : todo vástago
ingerto en mí , que no llevare fruto , mi Padre le arrancará. No bas
ta que la rama esté unida al tronco , es menester que dé fruto ; cuan
do no le da , se la corta con todas sus hojas ; arrójase en el fuego , y
arde. Esto es justamente en lo que para una vida ociosa.
Pues ¿qué suerte han de esperar aquellas personas que encane
cen en una vida ociosa y regalona, cuyos dias vacíos , por decirlo
así, son como dias de invierno estériles y helados? ¿De qué utilidad
puede ser para el cielo una vida enteramente pagana de aquellas
gentes del mundo que ignoran hasta los primeros principios de la
Religion , ó si están instruidos en ellos , viven sin practicarlos?
Ciertamente , al ver en qué se ocupa ordinariamente el dia de hoy
la mayor parte de la gente del mundo , se pudiera preguntar si bas
taba el nombre y la profesion de cristiano para no hacer ea todo el
11*
160 MAYO
día cosa de provecho ; ó si la inaccion y la inutilidad se reputan por
vida cristiana entre los Cristianos. ¡Cuántos se hallan tan ociosos,
que fastidiados de su misma ociosidad no encuentran tiempo , ó, por
mejor decir, no tienen paciencia para asistir al santo sacrificio dela
misal En cierta manera se pudiera decir que en fuerza de querer
parecer poco devotos, y aun poco cristianos, dejan de serlo. Con
cursos de ociosidad, visitas inútiles, partidas de juego, entreteni
mientos sin sustancia , diversiones frivolas , espectáculos y holgaza
nería; en esto se pasa toda la vida, por lo menos hasta que un re
vés de fortuna , ó una edad avanzada ya , y disgustada de todo , con
denan á un hombre al retiro ; y aun entonces su vida se reduce á
una ociosidad enfadosa y haragana que entra á suceder á la diver
tida y regalona. Los últimos dias de la vida son mas inquietos, pe
ro no son menos ociosos. Entonces se hace un hombre ocioso por
necesidad, despues de haberlo sido por gusto.
Parece que basta ser una persona rica , ser de distincion , ser jó
ven ó tener empleo , para juzgarse con derecho deperder el tiempo ;
sin que de ordinario tenga otra ocupacion que la inquietud que la
causa el saber cómo ha de perderle. Una mujer , casada con un ma
rido cuya fortuna suple la oscuridad de su nacimiento , se persuade
que la tendrían por mujer ordinaria y por plebeya si la viesen tra
bajar , y deja el cuidado de su familia y de su casa á una ama de
llaves, ó á criados y criadas asalariadas. Las visitas, los cortejos, el
tocador, el paseo, los espectáculos y el juego la consumen todo el
tiempo: con asistir superficialmente á la iglesia por costumbre, por
moda , ó de pura ceremonia ; con hacer ciertas monadas ó ciertas ex
terioridades de devocion, juzga que ya no ha menester mas para
acallar los remordimientos de aquella conciencia justamente sobre
saltada. Este es el plan de vida de muchas personas que hacen pro
fesion de cristianas; esto es, que siguen una religion en la cual se
condena hasta la mas mínima palabra ociosa, y que indispensable
mente pide de todos sus secuaces una vida pura, laboriosa, morti
ficada , y dias tan llenos , que solamente se da el premio y la corona á
las buenas obras. Junta, si puedes , estos extremos , y comprende , si
aciertas, este misterio. Pero ¡ ah ! que es muy fácil comprenderle. To
do árbol que no diere fruto será cortado , será arrojado al fuego , y
arderá. Examinemos si tenemos que temer en esta materia.

Punto segindo. — Considera que nunca fue vida cristiana la vi


da de esos hombres que parece viven solo para divertirse , de esos
BIA VII. 161
ociosos de profesion. Una leve tintura de nuestra Religion basta pa
ra saber cuánto reprueba la ociosidad y esa vida inútil , holgazana
y regalona. Dase el cielo á los adultos á título de premio; y ¿seria
bien que fuese este el salario de los ociosos? ¡Cuántos y cuántos
tendrán por herencia la reprobacion eterna !
Hallaránse pocos que no tengan familia de que cuidar , ó á lo me
nos algun criado, algun dependiente de quien dar estrecha cuenta.
Ninguno hay que no tenga muchas obligaciones con que cumplir,
el grande negocio de la salvacion á que atender, talentos que apro
vechar, dias señalados que santificar, y, en fin , una terrible cuenta
que dar á Dios de todos los instantes y de todas las acciones de su
vida. ¿Gompónese bien creer todo esto , y vivir como se vive? Quien
está cargado de tantas obligaciones ¿puede decir que nada tiene
que hacer? ¿Puede no saber cómo ha de pasar el tiempo? Ni á un
solo cristiano es lícito vivir como vive hoy la mayor parte de las per
sonas del mundo.
En materia de costumbres, dentro de la religion cristiana los artí
culos son decretos , y los preceptos caminan á la par con los artícu
los. El que no lleva su cruz todos los dias, quotidie, como dice Je
sucristo {Luc. ix ) , en vano se lisonjea de ser discípulo suyo. Velady
orad sin cesar, daos priesa, esforzaos á entrar en el reino del cielo.
Conlendite. Quien no se hiciere una continua violencia para llegará
tiempo, no hallará lugar en él. No se da licencia para mirar atrás
una vez que se haya puesto mano al arado. Aunque fue tan pura,
tan irreprensible la vida de aquellas vírgenes que por haberse dor
mido no hicieron en tiempo provision de aceite ; bastó este solo des
cuido , efecto de su ociosidad , para privarlas por siempre de la pre
sencia del esposo , y para incurrir en su desgracia. Hasta los motivos
de la sentencia final , que pondrá á los escogidos en posesion de la
eterna bienaventuranza , se fundan precisamente en el ejercicio de
las obras de misericordia , visitas de enfermos y encarcelados , limos
nas á los pobres, caridad industriosa, celo siempre activo y siempre
fructuoso , velar y orar perpétuamente , siempre en guerra viva con
el enemigo , siempre con obligacion de aprovechar los talentos , siem
pre dispuestos á dar cuenta exacta de ellos. Valga la verdad; ¿se
haria mucho agravio á no pocos cristianos de los que viven en el
mundo en preguntarles con seriedad si real y verdaderamente era
este el Evangelio que creian? Y si lo es, ¿se salvarán muchos de los
que así viven en el mundo?
Siento en mí , Dios mio , toda la fuerza y todo el peso de estas re
162 «ATO
flexiones. ¡Cuántas horas, cuántos dias, cuántos años he perdido!
Yo soy aquel estéril sarmiento que, unido á Vos, no ha llevado fru
to , y que debiera ser cortado para ser arrojado en el fuego. Muchos
motivos tengo para temerlo ; pero no tengo menos para confiar en
vuestra misericordia , esperándolo todo de ella con el firme propósito
que hago de mudar de conducta desde este mismo instante.

Jaculatorias. — Pegada está con el polvo mi pobre alma, opri


mida del peso de mis miserias , á vista de la inutilidad ociosa de mi
vida; levantadla, Señor, y fortalecedla segun vuestras divinas pro
mesas. (Psalm. cxvm).
Concedísteme, Señor, una vida tan corta y tan medida; ¡y en
medio de eso he perdido tantos dias! {Psalm. xxxvm).

PROPÓSITOS.
1 Qui sectatur otium, stuUissimus est, dice el Sábio (Prov. xn) :
el que ama la ociosidad , ó , como lee el Hebreo , el que se arrima á
gente ociosa y gusta de tratar con ella , es muy necio. Basta una leve
tintura de nuestra Religion para confesar que es la mayor y mas ridi
cula de todas las extravagancias creer lo que creemos, esperar lo
que esperamos , y vivir como vivimos. Desengañémonos , la vida de
licada y ociosa nunca fue vida cristiana. No hay condicion , calidad,
estado ni edad que nos dispense en la obligacion de trabajar todos los
dias por nuestra salvacion ; de no perder un solo dia ni una solo hora ;
de velar, de orar y de combatir; de atesorar buenas obras, y de po
nerlas á ganancias para el cielo. La ley es general. Y ¿qué otra cosa
significa la parábola de las vírgenes prudentes y necias, la del arren
dador industrioso, la del criado perezoso y tímido, la de la higuera
cargada de hojas y sin fruto? El supremo y soberano Juez solo hace
mencion de las buenas obras cuando castiga y cuando premia. ¿Eres
tú del número de aquella gente ociosa ó de aquellas mujeres , cuya
vida se pasa toda en componerse , en divertirse y en estar mano so
bre mano? Pues llora tu estado, lamenta tu suerte ; porque hay po
cas señales mas ciertas de reprobacion que esa ociosidad, esa vida
inútil. Negotiamini dum venio (Luc. xix) : negociad , beneficiad esos
talentos que os he concedido hasta que yo venga ; comerciad con las
gracias , con los beneficios que os he hecho, con la salud , con el tiem
po, con las conveniencias temporales , con la mocedad , con la vejez,
con la prosperidad y con las mismas desgracias; todo lo habeis de
poner á lucro. Ea, ¿qué te parece? ¿Han sido llenos todos los dias
día Un. 163
de tn vida? Pues mira que ya no puede tardar en venir el Señor;
considera si debes perder el tiempo, y si bastará el poco que te resta
para resarcir el perdido. ¡ Qué desgracia será la tuya si aun despues
de este aviso prosigues en vivir dias vacíos !
2 Bien puede ser una vida inútil para el cielo sin ser ociosa. Harto
laboriosa es la vida de la mayor parte de los que viven en el mundo ;
pero ¿ qué fruto sacan de sus trabajos y de sus afanes? Rara vez tiene
lugar la ociosidad, ó á lo menos poco puede durar en una comuni
dad religiosa, porque no sufren gente ociosa sus ejercicios. El celo
de la salvacion de las almas ya se sabe que destierra la ociosidad ;
apenas hay cosa mas afanada que la vida de los hombres apostóli
cos. Con todo eso, acuérdate que sucede no pocas veces que cuando
esos hombres, en la apariencia tan ricos, se hallan acometidos del
sueño de la muerte, no encuentran nada en sus manos. Muchos me
dirán en aquel dia, dice Cristo, Señor, ¿pues no profetizamos en vuestro
nombre? ¿no lanzamos los demonios? ¿no hicimos milagros? Y yo ks
responderé claramente: No os conozco: numquam novivos. (Matth. vii).
I Oráculo terrible ! que prueba se puede trabajar mucho en la vida,
sin adelantar cosa para el cielo. Á fin de evitar esta desgracia , nada
hagas por tu propia eleccion , por genio ó inclinacion natural. Pues
vives sujeto á un superior, no hagas cosa que no sea por obedien
cia. Si estás en el mundo, dispon un método ó regla de vida que sea .
el móvil de todas tus operaciones ; desconfía siempre de tu amor pro
pio y de tu propio juicio. Pero mira siempre con horror la vida ociosa
é inútil , teniendo perpétuamente en la memoria esta terrible senten
cia: Todo árbol que no lleva mas que flores y hojas será cortado, y
será arrojado al fuego. (Matth. m).

DIA VIH.
MARTIROLOGIO.
La aparicion de san Miguel Arcíngel, en el monte Gárgioo. (Véam su
historia en las de hoy).
El triunfo de san Víctor, mártir, en Milan ; era natural de Berbería,
habiéndose criado desde su niñez en la religion cristiana. Siendo soldado de
los ejércitos imperiales, compelido por Maximiano á que sacrificase á los ído
los, como perseverase valerosamente en confesar á Jesucristo, rae primero
apaleado, aunque sin recibir daño ni dolor alguno , por un efecto de la divina
proteccion, despues le bañaron en plomo derretido ; y quedando tambien sin
lesion, por último consumó el glorioso martirio habiéndole degollado (en el
año 303. Erigióse en la misma ciudad de Milán en su honor un suntuoso templo
que todavía se conserva).
164 MAYO
San Acacio, centurion, en Constantinopla, el cual en la persecucion de Dio~
cleciano y Maiimiano , acusado de que era cristiano por Ferino , tribuno , fue
cruelmente atormentado en Perinto por orden del juez Bibiano, y última
mente condenado á muerte en Bizancio por órden del procónsul Flaccino ; su
cuerpo apareció milagrosamente conducido á las costas de Esquilace, en don
de se conserva con gran veneracion.
San Dionisio , obispo y confesor, en Viena (de Francia; fue natural de
Grecia , y educado por los discípulos de los Apóstoles , sobresaliendo por su emi
nente doctrina y esclarecida piedad. Gobernó aquella iglesia desde el año 177
hasta el 197 en que murió. El papa san Víctor le escribió varias veces sobre asun
tos de disciplina, y le nombró primado en todas las Galios ).
San Eladio, obispo, en Auxerre de Francia.
San Pedro, obispo, en territorio de Besanzon.
San Wiron, obispo, en Escocia.

EL BEATO DOMINGO, CONFESOR.


En este dia se celebra en el convento de religiosos Dominicos de
Santaren , pueblo ilustre del reino de Portugal , la memoria del beato
Domingo, uno de los ornamentos mas brillantes del querúbico insti-
, tuto, digno de los mas altos elogios por la inocencia de su vida. Te
nia este el oficio de sacristan en el expresado convento, y enseñaba
á unos niños vestidos del mismo hábito las primeras letras y la doc
trina cristiana. Acostumbraban estos despues de ayudar á misa ir á
desayunarse á una capilla donde estaba una prodigiosa imágen de
la santísima Virgen con el niño Jesús en los brazos , el que se dig
naba bajar del regazo de su madre para estar con los niños en ade
man de desayunarse. Refirieron estos á su maestro el suceso, y co
nociendo Domingo que la inocencia y la sinceridad , en que tanto se
complace el Señor, era la causa de aquel favor tan extraordinario,
previno á sus discípulos , que cuando bajase Jesús le dijesen : Se
ñor, tú siempre te desayunas con nosotros, pero no acostumbras á dar
nos nada: convídanos alguna vez con nuestro maestro en casa de tu
Padre. Hiciéronlo así los inocentes, y condescendiendo el Señor, les
convidó para el dia de la Ascension. Avisaron los niños á Domingo
para que se dispusiese, y habiéndose preparado con el sacrificio del
altar, que celebró en el mismo dia con asistencia de los dos niños, con
cluida la misa pasaron á disfrutar el convite de Jesús en la patria ce
lestial. Dieron los religiosos sepultura á los tres venerables cadáveres
en un mismo sepulcro , donde se pintó despues la historia de aquel
suceso memorable; pero olvidándose con el transcurso del tiempo el
lugar donde estaban las venerables reliquias, se hallaron, con mo
tivo de abrir en aquel sitio una puerta en el año 1577, íntegros los
DIA VIII. 165
cuerpos de Domingo y los de los dos niños , con la particularidad de
no haber padecido la mas mínima corrupcion los lienzos con que se
enterraron ; por cuyo prodigio se trasladaron del primer depósito al
altar mayor. Supo lo ocurrido el timo. Sr. D. Gregorio Almeida,
obispo de Lisboa, y queriendo acreditar su devocion para con los
tres Santos, hizo que se incluyesen sus cuerpos en tres primorosas
estatuas labradas á sus expensas, las que se colocaron en un altar
propio á un lado del crucero de la iglesia con una imágen del niño
Jesús, donde se les tributa la veneracion correspondiente.

LA APARICION DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL.

San Miguel Arcángel, general, por decirlo así, de la milicia ce


lestial , el primero de aquellos bienaventurados espíritus que asisten
continuamente al trono de Dios y componen el coro octavo de la je
rarquía del cielo , siempre fue venerado en la Iglesia de Dios como
el protector especial de los Cristianos , del mismo modo que antes de
fundarse el Cristianismo lo habia sido del pueblo judío.
Aquel Ángel que el Señor envió al profeta Daniel para informarle
del tiempo preciso en que habia de nacer el Mesías , y para instruirle
en otros grandes misterios de la Religion , hablando con él de lo que
al fin de los tiempos habia de.suceder para probar la fidelidad de los
escogidos de Dios , le dijo que entonces se levantaría el gran príncipe
Miguel, protector de los hijos del pueblo del Señor. (Dan. xii).
Habiendo, pues, señalado Dios por protector de su Iglesia al mis
mo que lo habia sido de la Sinagoga, quiso manifestar á los fieles
con señales sensibles cuánto valia esta proteccion ; y por medio de di
ferentes apariciones del arcángel san Miguel moverlos á que le pro
fesasen la mas tierna devocion , y á que le rindiesen el mas solemne
y mas religioso culto. Entre otras, tres son las principales que cele
bra la Iglesia con mayor solemnidad , dedicando á cada una su fiesta
particular.
La primera fue en Chones , ciudad de Frigia , y parece ser la mas
celebrada y conocida de los griegos y de los orientales. Aparecióse
san Miguel en figura humana á un nombre de Laodicea que tenia
una hija muda, y esta cobró el habla al instante, milagro que con
virtió al padre y á la hija , siendo ocasion de que se edificase un sun
tuoso templo en honra de san Miguel : así para consagrar, como para
perpetuar su memoria, se instituyó en toda la Iglesia del Oriente
1GG tIAT©
«na fiesta particular en honra del Príncipe de la milicia celestial , se
ñalando para ella el dia 6 de setiembre. La ciudad de Chones se lla
maba antiguamente Coloso , y es la que hizo tan conocida el apóstol
san Pablo por su epístola á los colosenses.
Pero de todas las apariciones de san Miguel , la mas célebre es la
que se hizo en el monte Gárgano, llamado hoy monte del santo Án
gel , en la provincia Capitanata del reino de Nápoles. Hizo tanto ruido
este milagroso suceso, que para perpetuar su memoria y para reno
var de tiempo en tiempo la devocion de los fieles á su ilustre y po
deroso protector, instituyó la Iglesia la fiesta de este dia ; y el su
ceso, segun se refiere, pasó de esta manera:
Hácia el fin del siglo Y, gobernando la Iglesia de Dios el papa
Gelasio , apacentaba su ganado un pastor sobre la cima del monte
Gárgano. Desmandóse un novillo, y metióse en una cueva ó caver
na ; el pastor, para obligarle á que saliese de allí , le disparó una fle
cha, la cual retrocediendo con la misma violencia con quehabia sido
disparada , hirió al pastor. Quedaron atónitos los circunstantes á vista
de tan asombroso suceso , cuya noticia llegó presto á la ciudad de
Siponto, que está á la falda del monte , y hoy se llama Manfredonia.
Informado el obispo, creyó desde luego que en aquel milagro se ocul
taba algun misterio ; y para conocer lo que Dios queria dar á enten
der por aquel prodigio , ordenó un ayuno de tres dias en todo su
obispado, exhortando á los fieles á que juntasen la oracion con el
ayuno, pidiendo á Dios se dignase descubrir su voluntad.
Oyó el Señor las oraciones del santo obispo. Al cabo de los tres
dias se le apareció san Miguel , y le declaró ser la voluntad de Dios
que el Ángel tutelar de su iglesia fuese singularmente reverenciado
en el mismo sitio donde acababa de suceder aquella maravilla, para
encender y animar la devocion y confianza de los fieles , experimen
tando particularmente en aquel lugar los dulces efectos de su pode
rosa proteccion.
Penetrado el obispo de los mas vivos movimientos de agradeci
miento y de piedad , juntó al clero y al pueblo ; declaróle la vision
que habia tenido, y fué procesionalmente con todos al paraje donde
habia sucedido el milagro. Encontraron en él una caverna ó una
cueva bastantemente capaz , en forma de templo : la bóveda natural
muy elevada , y sobre la entrada en la misma peña una especie de
ventana por donde le entraba bastante luz. Erigieron un altar, con
sagróle el obispo, y celebró el santo sacrificio de la misa. Hízose des
pues la dedicacion de la iglesia con la mayor solemnidad y devocion :
DIA YIII. 1C7
concurrieron todos los pueblos de la comarca, y duró la fiesta mu
chos días. Enriquecida la nueva iglesia con preciosísimos dones , no
se evacuó por algun tiempo : cantábanse en ella las alabanzas del Se
ñor, y se celebraban los divinos oficios con singular piedad en honor
del patrono tutelar de la iglesia , aumentándose cada dia mas desde
aquel tiempo la devocion de los fieles con el arcángel san Miguel.
No tardó mucho el Señor en manifestar con prodigios cuán grata
le era esta devocion , autorizándola muy presto con multitud de mi
lagros. Hizose famoso el santuario del monte Gárgano , siendo una
de las mas frecuentes peregrinaciones de la cristiandad ; y los favo-
reas que el Señor dispensaba en él á los que le visitaban , aumenta
ron por mucho tiempo el concurso de todas las naciones, venerán
dose como lugar santo la gruta en que sucedió esta maravilla.
Refiere Pedro Damiano que por los años 1002, habiendo el em
perador Oton III quitado la vida á un senador de Roma , llamado
Crescendo, contra la fe de su palabra imperíal , deshonrando despues
á la viuda del difunto con escándalo de toda la Iglesia, arrepentido
de sus culpas se fué á echar á los piés de san Romualdo, quien le
ordenó fuese desde Roma hasta el monte Gárgano con los piés des
calzos á visitar la iglesia de San Miguel , para dar á Dios y al mundo
esa satisfaccion por sus pecados; lo que ejecutó el penitente Empe
rador con grande edificacion de toda la cristiandad , siendo este un
admirable testimonio de la particular veneracion que se profesaba á
aquel prodigioso santuario. "
Para eternizar esta veneracion , y para perpetuar con pro-vecho la
memoria del insigne milagro con que quiso Dios manifestar á los
hombres la poderosa proteccion del arcángel san Miguel , y animar
su confianza con esta aparicion , instituyó la Iglesia esta fiesta , se
ñalando para ella el dia de hoy, como se ve en los Sacramentanos
antiguos.
De otras muchas apariciones de san Migoel se hace memoria en
la Iglesia latina. Una de las mas memorables es la que refiere la
historia haberse hecho al obispo de Avranches sobre una peña ó es
collo, llamado la Tumba del mar, situado en su diócesi á la entrada
del mismo mar, en aquel recodo angular que forman la Norroandía
y la Bretaña.
Habiendo llegado á noticia del obispo Auberto un suceso mara
villoso acaecido en la Tumba, muy semejante al del monte Gárga
no , él tambien , á imitacion del obispo de Siponto , intimó en su
obispado ayunos y oraciones para q»e el Señor se dignase decla
168 ' MAYO
rarles su voluntad. Pero no fue tan dócil como el otro obispo ; por
que aunque el Señor se la declaró con señales muy sensibles , se re
sistía á creerlas con sobrada obstinacion , hasta que fue severamente
castigado ; y haciéndole la pena cuerdo y dócil , reconoció que san
Miguel quería ser particularmente venerado en aquel sitio. Sucedió
esta aparicion por los años de 708 , y el obispo Auberto edificó so
bre la cima de la misma peña una bella iglesia, que se acabó el
año de 709 ; y el dia 16 de octubre se dedicó solemnemente al ar
cángel san Miguel , quedando este dia señalado para celebrar todos
los años la fiesta de la dedicacion , como se hace aun el dia de hoy
con grande solemnidad. Este mismo Prelado echó de allí á los er
mitaños que hacían vida solitaria en el distrito de la peña, é insti
tuyó doce canónigos para el servicio de la iglesia. Pero como con el
discurso del tiempo los sucesores se relajasen, haciendo una vida de
poca edificacion, Ricardo I, duque de Normandía, los despojó del
sitio, y convirtió la iglesia colegiata en monasterio de Benedictinos,
que hasta el dia de hoy se conservan con observancia muy ejemplar,
y promueven la devocion del santuario, la cual le hizo perder su an
tiguo nombre, y hoy solo es conocido por el monte de San Miguel,
siendo una de las romerías mas célebres de Francia que han hecho
muchos reyes cristianísimos, y aun la frecuenta el concurso de to
das las naciones de Europa.
Hace mencion la historia eclesiástica de otras muchas apariciones
del arcángel san Miguel ; y con ocasion de una de ellas se le edificó
un suntuoso templo en Constantinopla. Otro edificó en Roma el papa
Bonifacio en aquel sitio que se llamaba la Mole de Adriano, y hoy
se llama el Castillo de San Angelo. Leon IV mandó edificar el tercero
en el monte Vaticano, despues de la rota de los sarracenos, persua
dido de que por mas que se multiplicasen estos monumentos, todos
eran muy debidos y muy convenientes para excitar la devocion de
los fieles con aquel que, al salir las almas de los cuerpos, las pre
senta delante del tribunal del Juez supremo, habiéndole señalado
Dios por defensor y por patron tutelar de su iglesia.

La Misa es en honra de san Miguel, y la Oracion la que sigue:


Veus, qui miro ordine Angelorum Ó Dios, que dispones con orden ma-
ministeria hominumque dispensas; ravilloso todos los ministerios, así de
concede propitius, ut d quibus; Ubi losÁngelescomodeloshombres;con-
ministrantibus , in calo semper as- cédenos benignamente que sea nues-
sistitur , ab his in terra vita nostra tra vida defendida en la tierra por
DIA VIII. 169
muniatur : Per Dominum nostrum aquellos que sirviéndote á ti, asisten
Jesum Christum... siempre en el cielo. Por Nuestro Se
ñor Jesucristo, etc.

La Epístola es del capítulo i del Apocalipsi de san Juan.


ln diebus Mis significavit Deus quce En aquellos (lias significó Dios las
oportet fieri cito, mittens per Angelum cosas que deben suceder presto , en
suum servo suo Joanni, qui testimo- viando (noticia) por medio de su Án
nium perhibuit verbo Dei, et testimo- gel á su siervo Juan , el cual dio testi
nium Jesu Christi, qucecumque vidit. monio á la palabra de Dios , y testimo
Beatus, qui legit, et audit verba pro- nio de cuanto vio en orden á Jesucris
phetice hujus, et servat ea, qum in ea to. Bienaventurado el que lee y escu
scripta sunt : tempus enim prope est. cha las palabras de esta profecía , y
Joannes septem ecclesiis quce sunt in guarda las cosas que están escritas en
Asia. Gratia vobis, et pax ab eo, qui ella ; porque el tiempo está cercano.
est, et qui erat, etqui venturus est: et Juan á las siete iglesias que están en
á septem spiritibus , qui in conspectu el Asia. Gracia á vosotros, y paz de
throni ejus sunt: et d Jesu Christo, qui aquel que es , que era , y que hade ve
est testis fidelis, primogenitus mortuo- nir: y de los siete espíritus que están
rum, et princeps regum terree, qui di- delante de su trono, y de Jesucristo
lexit nos, etlavit nos á peccatis nostris que es testigo fiel, primogénito entre
in sanguine suo. los muertos , y príncipe de los reyes
de la tierra ; el cual nos amó y nos lavó
de nuestros pecados con su sangre.

REFLEXIONES.
Beatus qui legit, et audit verba prophetice hujus, et servat ea, quce
in ea scripta sunt: Bienaventurado aquel que lee y oye las palabras
de esta profecía , y guarda las cosas que en ella están escritas. Leer
precisamente la sagrada Escritura, y entenderla, no basta para ser
bienaventurado ; de esa manera se daria la bienaventuranza á muy
vil precio : nuestra Religion se reduciría á una pura ceremonia , si
enseñara que lodo el mérito consiste en el conocimiento de la vir
tud. Bienaventurado aquel que lee la Escritura y observa las cosas
que están escritas en ella. La ciencia de la salvacion es cienda prác
tica; los demonios entienden mejor la Escritura que nosotros. Leer
y entender la palabra de Dios sin practicar lo que enseña , es hacer
menos caso de ella que de la palabra de los hombres á quienes se
tiene algun respeto. El criado hace poco aprecio de lo que le dicen
cuando no es su amo el que lo manda ; pero oir la voz del amo , y
no obedecerle , seria intolerable desprecio. Muchos el dia de hoy leen
con ansia la sagrada Escritura ; es muy santa y muy loable devocion,
si se lee con el respeto que pide la palabra de Dios , y así se refor
170 MAYO
man las costumbres ; pero si solo sirve para fomentar cierta oculta
vanidad , para satisfacer cierta curiosidad perniciosa que nos haga
distinguidos; si se lee sin aquella humilde docilidad, sin aquel es
píritu de rendimiento que es en parte el distintivo de las almas jus
tas, ninguna cosa nos condenará mas irremisiblemente que esta di
vina palabra. Si alguno oyere mis palabras, dice el Salvador del
mundo, sin ponerlas en práctica, mire que tiene su juea : Qui sper-
mt me, et non accipit verba mea, habet qui judicet eum. (Joan. xrr).
Lo mismo que yo les he predicado, los ha de condenar en el dia del
juicio. ¡Qué asunto de reflexiones para los que oyen y luego se ol
vidan! ¡ para aquellos que van á oir la palabra de Dios solo por cos
tumbre, por bien parecer, por cumplir con el mundo, por capricho,
y no pocas veces por pura ociosidad ! ¡ para aquellos que predican al
pueblo esta divina palabra , y al mismo tiempo la deshonran con su
vida, y la desacreditan con sus costumbres! ¿Quién es mas digno
da compasion, el hereje que se obstina en el error por la leccion de
la Escritura, cuyo sentido tuerce depravadamente , ó el disoluto que
persevera en el desorden aun cuando tiene en la mano la Escritura
que tan claramente le condena? Practica la palabra, dice el apóstol
Santiago, y no te contentes con oírla, engañándote d tí mismo; porque
si alguno la oye sin ponerla en práctica, será como el que se mira en
un espejo, el cual naturalmente le representa su semblante; pero en
apartándose del espejo, ya se olvidó de su figura. Es la palabra de
Dios aquel misterioso grano que en estos tiempos se siembra en to
das partes ;. pero ¡ oh buen Dios , y cuántas tierras ingratas ! Todo es
camino real , ó todo pedregral , ó á lo menos todo espinas. Es muy
poco el. grano que prende, y mucho menos el que fructifica. Nunca
se han predicado mas sermones ; nunca se han visto mas libros es
pirituales y doctrinales ; pero ¿corresponde el fruto á tanto cultivo?
Verbum meum, dice Dios por el Profeta , non revertetur ad me vacuum
(Isai. lv) : mi palabra no volverá á mí sin efecto. Para los que la
oyen con puro y dócil corazon es fruto de salud ; mas para los que
no se aprovechan de ella es principio de reprobacion : Va vobis le-
gis peritis! ¡ay de vosotros, doctores de la ley, porque teniendo la
ilave de la sabiduría para abrir á otros la puerta, vosotros no entrais
por ella, y muchas veces desviais á los que deseaban entrar! ¡ Ay de
aquel que oye ó lee esta divina palabra , sin ser por eso mejor ! Y al
contrario : Beati qui audiunt verbum Dei, et custodiunt illud ( Luc. xi ) :
bienaventurados aquellos que oyen la palabra de Dios, y practican,
lo que. ella. les enseña..
DIA VIH. 171

El Evangelio es del capi ulo xviii de san Mateo.


In iüo tempore accesserunt discipiiti En aquel tiempo los discípulos se
adJesum, dicentes: Quis putas major llegaron á Jesús diciendo: ¿Quién
est in regno calorum ? Etadvocans Je jtizgas es el mayor en el reino de los
sús purrulnm, statttit eum in medio cielos? Y llamando Jesús á un niño, le
eorum, et dixit: Amen dico vobis, msi puso en medio de ellos, y dijo: En
conversi fuerilis, et efjlciamini sicut verdad os digo, que si no os transfor
parvuli, non intrabitis in regnum ca- mais y baceis como niños , no entra
lorum. Quicumque ergo humiliaverit se reis en el reino de los cielos. Por tan-
sicut párvulas iste, hic est major in to,elquese humillare como este niño,
regfio calorum. Etqui susceperit unum ese será mayor en el reino de los cie
parvulum talem in nomine meo, me los. T el que acogiese en mi nombre
suscipit. Qui autem scandalUaverit un niñocomoeste, me acoge á mí mis
unum de pusillis istis, qui in me cre- mo. Pero el que escandalizare á uno dte
dunt, easpedit ei ut suspendatur mola estos pequeñuelos que creen en mí, le
asinaria in eolio ejus, et demergatur seria mejor que le colgasen del cuello
in profundum maris. Va mundo d una piedra de molino, y ser sumergido
scandalis! Necesse estenim ut veniant en el profundo del mar. ¡ Ay del mun
scandala : verumtamen va homini illi, do por causa de los escíndalos ! Por
per t/ucm scandalum cenit. Si autem que es cosa necesaria que baya escán
manus tua, velpes tuusscandalizat te, dalos; pero ¡ ay de aquel hombre por
abscide eum, et projice abs te : bonum. cuya culpa viene et escándalo ! Sí tu
tibi est ad vitam ingredi debilem, vel mano, pues, ó tu pié te escandaliza,
claudum, quam duasmanus , vel duos córtatele, y échala de tí : mejor te es
pedes habenlem mitti in iqnem ceter- entrar á la vida débil ó cojo , que ser
uum. Et si ocultis tuus scandatizat te, ecbado al fuego eterno teniendo dos
crue eum, et projice abs te, bonum tibi mañoso dos piés. ¥ si tu ojo te sirve
est cum uno oculo in vitam intrare, de escándalo, sácatele , y échale de tí :
quam duos oculos habentem mitti in ge- mejor te es entrar á la vida con un ojo,
hennam ignis. Videte ne contemnatis que ser echado al fuego del infierno
unum ex his pusillis : dico enim vobis, teniendo dos ojos. Guardaos no des
quia Angelí eorum in calis semper precieis alguno de estos pequeñuelos ;
vident faciem Patris mei, qui in ca porque os hago saber que sus Ange
lis est. les en los cielos ven siempre el rostro
de mi Padre que está en los cielos.

MEDITACION.
Del escándalo.
Punto primero. — Considera que no hay pecado contra el cual se
haya.explicado mas fuertemente el Salvador, ni hay alguno que mas
haya anatematizado que al escándalo y al escandaloso. ¡Ay del mun
do por los escándalos! ¡ay de aquel por quien el escándalo viene! Si tu
ojp te escandaliza, sácatele, y arrójale lejos de tí. Por unas expresio
172 MAYO
nes tan vivas y tan espantosas podrás hacer juicio de la malicia de
este pecado.
No hay otro que mas directamente tire á extinguir la religion cris
tiana ; no hay otro mas injurioso á Jesucristo ; no hay otro de mali
cia mas refinada. Los demás pecados solamente irritan la justicia de
Dios ; este ofende su misericordia , porque su fin es hacerla inútil ;
es, digámoslo así, destruir la obra de la redencion y los trabajos del
Redentor.
Los demás pecados son personales ; esto es , solo hacen daño al
que los comete ; pero este arma lazos á la inocencia de los otros. El
veneno de los demás pecados se queda encerrado dentro del alma del
que peca ; el contagio de este se pega á todos los presentes, y cunde
mas allá de todos los límites y términos. Basta un solo pecado de es
cándalo para lastimar la devocion de muchos, y no pocas veces para
hacerlos titubear en la fe ; este es el escollo de las almas flacas ; y
pregunto, ¿es grande el número de las fuertes? ¿Á cuántos répro-
bos sirvió el escándalo de ocasion y como de causa de su condena
cion? En muchos se hubiera conservado la inocencia hasta la muer
te , si no fuera por el mal ejemplo. Las lecciones que hablan con los
ojos siempre son eficaces. El menor mal que causa el escándalo es
debilitar el alma y desarmarla ; en semejante estado, ni puede estar
libre de insultos, ni conservarse mucho tiempo sin caer.
Derrámase el escándalo como un torrente impetuoso que lleva de
lante de sí todo cuanto encuentra ; apenas hay árbol que no arran
que, edificio que no eche por tierra, dique tan fuerte que no rompa
su violencia.
Los demás pecados solo quitan la vida al alma del pecador, esta
es homicida de todas aquellas á quienes escandaliza ; los demás solo
merecen cierta pena determinada, este carga con todas las que cor
responden á los pecados á que él induce con su mal ejemplo. Pe
cado verdaderamente monstruoso ; porque, ¿dónde hay mayor hor
ror que causar la muerte á una alma que, siendo inocente y justa,
era agradable á los ojos de Dios? Pecado esencialmente opuesto á
la redencion de Jesucristo , que murió por todos los hombres ; y el
fin del escandaloso es perderlos á todos , haciendo todo cuanto es de
su parte para que se condenen. Comprende ahora, si es posible, la
gravedad del escándalo ; pero comprende tambien la rigurosa seve
ridad con que pedirá Dios cuenta á los escandalosos de todos los pe
cados de que fueron ocasion ó causa.
Esas solicitaciones perdieron á tu hermano ; esos discursos y con-
V
DIA VIH. 173
versaciones licenciosas mancharon su pureza ; esas detestables máxi
mas de libertad y de disolucion pervirtieron su entendimiento ; esos
malos ejemplos emponzoñaron su corazon ; esas zumbas, esos chas
cos llenos de impiedad y de irreligion le hicieron abandonar la vida
cristiana á que habia dado principio, los ejercicios de devocion á que
se habia dedicado, y fueron ocasion de que volviese á hundirse en
el abismo de sus antiguos desórdenes. Sanguinem autem ejus de mana
tua requiram. Hombre escandaloso , tú me darás cuenta de la pér
dida de esta alma. ¡Oh Dios, y qué pecado tan horrendo!

Punto segundo. — Considera que el pecado de escándalo es tanto


mas digno de temerse, cuanto es mas comun y se comete con ma
yor facilidad ; pues no pocas veces nos hacemos reos de él^ aun cuan
do no tenemos intencion de cometerle. Para escandalizar á las almas
no es necesario tirar de intento á su condenacion , ni tener volun
tad deliberada de servir al prójimo de ruina ; basta que cuanto es
de mi parte se la ocasione con mis palabras poco cristianas, con mis
desordenadas costumbres y con mis malos ejemplos.
Un padre, una madre de familias no tienen ánimo de escandali
zar á sus hijos ; pero ¿dejarán de escandalizarlos sus conversaciones
libres, su indevocion y sus arrebatos coléricos? ¿Qué ejemplo se da
en esto á los hijos y á los criados ? Apenas se hace , se oye ni se
trata en aquella casa especie alguna en que no reine el espíritu del
mundo. ¡Qué impresion harán en el corazon de los hijos unas con
versaciones familiares en que solo se trata de profanidad , de galas,
de bienes de fortuna, de empleos, de distinciones, y de todo aque
llo que puede lisonjear la ambicion y la vanidad ! No se oye mas que
máximas de mundo, y se imbuye en este espíritu á los niños desde
sus mas tiernos años. Segun esto, ¡cuántas conversaciones se oirán
que mas ó menos dejen de ser escandalosas !
Aquella mujer casada escandaliza á los hijos y criados con su pro
fanidad en el vestir, con su indevocion , con su estarse todo el dia
mano sobre mano, con su continuo juego , y con su eterna ociosi
dad. Levántase tarde ; va á oir misa por el bien parecer, por cos
tumbre ó por otro motivo peor ; reparte el dia entre las visitas , los
cortejos , la comedia, el juego y las diversiones. Los padres y madres
de esta especie ¿serán muy á propósito para honrar mucho nuestra
Religion , para criar bien á sus hijos, y para instruirles en máximas
cristianas? Bien sé lo que previene el Hijo de Dios : Haced lo que os
dicen, y no hagais lo que hacen; pero tambien sé que los ejemplos
12 TOMO V.
174 MAYfl
arrastran , y que se olvida fácilmente lo que se oye á los que prac
tican todo lo contrario de lo que dicen. Un padre de familias , un
amo, un superior tienen terrible cuenta que dar, si todas sus accio
nes y palabras no son otros tantos ejemplos de cristiandad , de reli
gion y de virtud.
1 Oh Dios mio, cuánto tengo de que acusarme ! ¡Cuántos motivos
de amargo arrepentimiento en todo mi proceder! Quizá , quizá no
he sido hasta aquí mas que piedra de escándalo por mi disolucion y
por mi desarreglada vida. Haced , Señor, que mis ejemplos futuros
reparen los escándalos pasados , y que ellos sean la prueba mas con
vincente de mi amargo dolor y de mi enmienda.

Jaculatorias. — Limpiadme, Señor, de todos mis pecados ocultos,


y perdonadme los ajenos que hice cometer á otros. (Psalm. xvrn).
Haced, gran Dios, que mis operaciones huelan á Jesucristo. (HCor.
c. n).
PROPÓSITOS.
1 Las personas de autoridad ó las que ocupan algun empleo
público cometen pocas faltas que dejen de ser escandalosas. En las
que tienen autoridad para corregirnos se examinan mas sos obras
que se atiende á sus palabras ; siempre se juzga que antes se les debe
imitar que creer. De aquí nace que las personas distinguidas por su
nacimiento, por su clase , por su dignidad , por su estado, por su
mérito personal , por su empleo y por sus años ; como son príncipes,
prelados, amos, sacerdotes, personas religiosas , maestros , confeso
res, directores y predicadores, no pueden cometer defecto público que
no tenga la malicia de escandaloso, y que no sea castigado como tal.
I Cuántos se condenan por este pecado ! ¡ Qué pocos son los que se ha
cen cargo de su enormidad! Muchos ni aun piensan en confesarlo,
aunque no ignoran la espantosa sentencia fulminada por Jesucristo
contra todos los que escandalizan al prójimo. El profeta David, que
penetraba esto bien , pedia incesantemente á Dios que le perdonase
los pecados ajenos ; esto es , los de que con sus malos ejemplos habia
sido causa ú ocasion. Gran materia de temor y exámen para tí. Cuan
to mas elevado te miras sobre los otros ; cuanto mayor fuere ru au
toridad ; cuantos mas súbditos tengas ó mas dependientes ; cuanto
mayor sea tu mérito personal ; cuanta mas estimacion logres en el
mundo, tanto mayores y mas perniciosas consecuencias se seguirán
de tus menores faltas. Palabras inconsideradas , movimientos ó ím
DIA IX. 175
petus de las pasiones , máximas poco cristianas , ejemplos de poca
edificacion, haz cuenta que todas son lecciones de iniquidad. Y ¿dón
de está la penitencia que has hecho de ellas? Examina tu concien
cia sobre estos puntos. En las personas religiosas , aunque sea su
vida particular y retirada , cualquiera falta pública , por leve que
sea , es de mal ejemplo. Ahí tienes una larga materia para el exá-
nien de conciencia, para la confesion y para el arrepentimiento.
2 Ten siempre muy presente que los mejores consejos, las mas
cristianas instrucciones, los sermones mas eficaces, que no van acom-
pañados con el buen ejemplo, solo sirven para endurecer mas el co
razon en el vicio, para hacerle insensible á la gracia, y para inspi
rarle máximas de impiedad y de irreligion. ¡ Cuánto daño hace un
predicador que no vive como predica! Pues el mismo hacen las per
sonas de autoridad, los que están conceptuados por hombres sábios
y de buen proceder, siempre que escandalizan. Para evitar de aquí
adelante un pecado que echa á perder tantas almas , aprovéchate de
las advertencias siguientes. Primera: Vive siempre con la mayor re
serva delante de tus hijos , criados y familia , sin que jamás se te
escape palabra, accion, movimiento ó gesto que les pueda dar mal
ejemplo. Segunda : no permitas en tu casa pinturas menos decentes,
ni libros sospechosos , ya sea en órden á la doctrina , ya en órden á
las costumbres. Tercera: Nunca apruebes las máximas del mundo,
ni aquello que algun dia has de condenar. Cuarta : Cuanta mayor
fuere tu autoridad , mayor ha de ser el respeto y la modestia con que
te has de dejar ver en los templos ; porque la menor irreverencia en
personas de tu esfera es un escándalo que trae funestas consecuen
cias. Quinta: Frecuenta los Sacramentos en público, especialmente
en las fiestas principales, porque debes dar este buen ejemplo, y n»
contentarte con esas comuniones privadas en tu oratorio ; porque no
solamente tienes obligacion de ser cristiano, sino de parecerlo.

DIA IX.
MARTIROLOGIO.
El tráksito de san Gregorio, obispo, en Nazianzo, llamado el Teólogo,
por el singular conocimiento que tenia de las cesas divinas ; restableció la fe
católica en Conitantinoplo, en donde estaba basUpte decaída, y confundió las
herejías que se levantaron en su tiempo. (Véase su vida en las de hoy).
San UsBMts, en Roma , de quien bace mencion el apóstol san Pablo eu Ja
carta á los romanos : sacrificándose á sí mismo se hizo hostia agradable á
Dios, y voló al reino celestial esclarecido en virtudes. , ,
12*
176 MAYO
El triunfo de trescientos v diez santos Mártires, en Persia.
San Geroncio, obispo de Cervia ó Ficodi, en Cagli en la via Flaminia.
La dichosa muerte de san Beato, confesor, en Windisch en Suiza.
La traslacion de san Andrés, apóstol, y de san Lucas, evangelista, en
Constantinopla, cuyos cuerpos fueron trasladados á esta ciudad desde Acara,
y el de san Timoteo, discípulo del apóstol san Pablo, desde Éfeso : el cuerpo,
de san Andrés despues de largo tiempo lo trasladaron á Melfes , en donde es
venerado con suma devocion ; de su sepulcro mana continuamente un licor
que sirve para curar las enfermedades.
La traslacion del cuerpo de san Jehónimo , presbítero y doctor de la
Iglesia, tambien en Roma, desde Belen de Judá á la iglesia de Santa María la
Mayor.
La traslacion de san Nicolás, obispo, en Barí en la Pulla fá cuya ciu
dad fue trasladado en 1087 desde Mira , ciudad de Licia).

SAN GREGORIO, OBISPO DE OSTIA.


Agradecida España , y con especialidad la provincia de Rioja y el
reino de Navarra , á los grandes beneficios que recibió del Señor
por la mediacion de san Gregorio , obispo de Ostia , decoroso orna
mento del Orden de san Benito , uno de los prelados mas dignos que
han florecido en la Iglesia , celebra su memoria desde que falleció en
nuestra Península, donde se conservan sus reliquias. No nos consta de
la patria , de los padres, ni de la primera educacion de Gregorio ; pero
porros méritos que le hicieron acreedor de los altos empleos á que
fue elevado , se infiere la justificacion en que pasó los primeros años
de su vida. Abrazó en lo mas florido de sus años el instituto de san
Benito en el monasterio de San Cosme y san Damian de la capital de
Roma ; y en vista del fervor y de la perfeccion con que se portó en
el noviciado , se persuadieron los monjes que con el tiempo seria
Gregorio uno de aquellos hombres eminentes que dieron tanto ho
nor á la Religion benedictina. No tardó en verificarse el vaticinio,
pues los rápidos progresos que hizo, así en la virtud como en las cien
cias , le merecieron el concepto de santo y de docto , no solo en el
claustro , sino fuera de él , siendo el objeto de la veneracion de los
romanos. Murió el abad de San Cosme y san Damian, y todos los
monjes pusieron los ojos en Gregorio para que ocupase aquel em
pleo , bajo el seguro de las considerables ventajas que se prometía
aquella ilustre casa con tener á la frente un superior de tan cono
cidos méritos. En vano solicitó excusarse por cuantos medios le su
girió su humildad , porque constando á los monjes que en él con
currían todas las cualidades que pudieran apetecerse para el gobier
no , insistieron en la eleccion á pesar de su humilde repugnancia.
DIA IX. 177
La nueva dignidad solo sirvió para que mas brillase la virtud de
Gregorio , y para que se manifestasen desde luego aquellos talentos
extraordinarios de que se hallaba dotado : en efecto , gobernó su co
munidad con tanto celo, con'tanta prudencia y con tanta suavidad,
que á la reputacion del ilustre Abad se siguió la del monasterio , en
el que resucitó la disciplina monástica en el fervor primitivo con sus
sábias exhortaciones y con sus edificantes ejemplos. Hiciéronse en
Roma públicas las eminentes virtudes del Santo, y queriendo el pa
pa Juan XVIII condecorar á una persona de tanto mérito, le con
sagró obispo de Ostia , y dió el capelo de cardenal en el año prime
ro de su pontificado ; fiando además á su cuidado el empleo de bi
bliotecario apostólico , que sirvió en tiempo de cuatro sucesivos pa
pas, manifestando en él y en todos los negocios mas arduos de la
Iglesia su grande sabiduría y su vigilancia pastoral.
Cuando así brillaba en Roma el ilustre Cardenal, ocurrió en Es
paña una plaga tan crecida de langosta , que asoló las provincias de
Navarra y de la Rioja, y destituidos los naturales de todo socorro
humano recurrieron al Sumo Pontífice para que les suministrase
algun alivio en una constitucion tan deplorable. Dispuso Su Santi
dad que se hiciesen en Roma públicas rogativas con ayuno general,
á fin de alcanzar de Dios el remedio de aquella calamidad ; y al ter
cer dia de sus reverentes súplicas , reveló un Ángel al Papa que ce
saría la plaga si enviaba á España á Gregorio , por cuya intercesion
conseguirían los afligidos el consuelo que deseaban.
No dudó el Papa de la divina promesa , teniendo tan conocida la
eminente santidad de Gregorio , a quien envió inmediatamente en
clase de su legado apostólico , para que providenciase con su gran
prudencia todos aquellos medios que estimase conducentes á conte
ner tan formidables males. Entró en España el célebre Cardenal , y
conociendo que la inundacion de la langosta era un azote con que
el Señor castigaba los pecados de aquellos naturales, comenzó á
ejercer 'sus funciones con aquel fervor que era propio de su carác
ter. Predicó penitencia en Calahorra , en Logroño , y en otros mu
chos pueblos de la Rioja y de Navarra; instituyó rogativas públi
cas, ayunos y sacrificios ; y aplacada la ira de Dios con la sincera
conversion de aquellos en quienes imprimió el celoso Prelado las mas
altas ideas de verdadera penitencia, se desvaneció como humo la
innumerable multitud de la langosta.
Los grandes trabajos é incesantes fatigas que padeció Gregorio
en el espacio de cinco años , que se ocupó en una expedicion tan
178 MAYO
penosa, debilitaron su salud enteramente ; y habiendo caido enfer
mo de una grave enfermedad , se retiró á Logroño , donde cono
ciendo que se acercaba el fin, hizo nuevos esfuerzos para purificar
su inocencia. Recibió los últimos Sacramentos con aquella devocion
que excitan en una alma toda abrasada en las llamas del amor di
vino, y fijando los ojos en el cielo ? murió tranquilamente en el dia
9 de mayo del año 1048 , segun el cómputo mas arreglado, bien
que otros señalan el de 1044.
Habia vivido siempre el santo Prelado sin otra voluntad que la de
Dios, á la que estaba sometido con un profundo rendimiento ; y que
riendo continuar tan acertadas máximas hasta la muerte, dispus»
en ella que puesto su cuerpo sobre un caballo ó mula , se le enter
rase donde parase tercera vez. Hiciéronlo así sus discípulos , los cua
les siguieron al caballo acompañados de muchos naturales , deján
dole ir sin conductor : salió este de Logroño , y se condujo por el
camino real que va á Santiago á la iglesia de San Salvador de Piña
ta, ó de Peñalba, que está cerca de la ciudad de Estella, del mo
nasterio de Hirache , y de la villa de Arcos en el reino de Navarra ;
donde verificadas las señales de san Gregorio , dieron sepultura á
su venerable cuerpo , el cual se mantuvo allí muchos años , dignán
dose el Señor obrar muchos prodigios por la intercesion de su fide
lísimo siervo ; y bajo su advocacion erigieron los fieles en oratorio
el mismo cuarto donde vivió y murió en Logroño.
Olvidóse el lugar donde estaban las venerables reliquias del santo
Prelado con motivo de las continuas guerras que ocurrieron en Es
paña; pero queriendo Dios manifestarlas al comedio del siglo XIII,
se encontraron á expensas de las mas exquisitas diligencias que hi
cieron en su busca los ilustrísimos obispos de Pamplona y de Ba
yona, D. Pedro Jimenez Gonzalez y D. Sancho Axco; los cuales las
colocaron inclusas en una preciosa arca en la misma ermita de Pe
ñalba, que tomó su advocacion, habiendo tenido antes la de San
Salvader , á donde concurren en procesion los pueblos vecinos á
implorar la poderosa intercesion del Santo en las plagas de langos
ta, teniéndole por especial abogado contra semejante contagio: ba
jo cuyo concepto ha sido costumbre antiquísima pasar agua por sus
venerables reliquias, y rociar con ella los campos en que ocurre
alguna plaga de langosta, ó de otros insectos perjudiciales.
DIA IX. 179

SAN GREGORIO NAZIANCENO, OBISPO.

San Gregorio , por sobrenombre el Teólogo, una de las mas bri


llantes lumbreras de la Iglesia griega , fue hijo de un padre y de una
madre santos, hermano de santa Gorgonia y de san Cesareo, y na
ció en Arianzo, pueblo pequeño en el territorio de Nazianzo, en la
provincia de Capadocia. Su padre , que tambien se llamaba Grego
rio, habia sido gentil ; pero la virtud , las lágrimas y las exhortaciones
de su mujer santa Nona le convirtieron á la fe de Cristo tan de veras,
q-ue habiendo sido bautizadoipor san Leoncio , obispo de Cesarea,
mereció con el tiempo ser elevado á la dignidad episcopal , y des
pues de su muerte ser contado en el número de los Santos.
El niño Gregorio fue fruto de las oraciones de santa Nona , que
pidió á Dios un hijo con instancia , únicamente para consagrarle á
los altares , y así le recibió como un presente que le hacia el cielo
para ser mera depositaría de él. Fue correspondiente á esta idea la
educacion que le dió. Parecía haber nacido Gregorio solamente para
la virtud ; todos los entretenimientos de su niñez se reducían á ejer
cicios de devocion ; su mayor diversion era retirarse á orar ; y el
tierno amor que casi desde la cuna profesó á la santísima Virgen,
podía parecer presagio del que por toda su vida conservó á la vir
ginidad y á la pureza.
El mismo refiere que siendo niño se le representaron en sueños
dos hermosísimas y modestísimas doncellas, y le dijeron que se lla
maban la Castidad y la Templanza ; añadiendo que continuamente
asistían al trono de Jesucristo, siendo las dos el principal ornamento
de todos los que componían su corte ; y diciendo esto desaparecie
ron. Despertó Gregorio, y desde entonces quedó tan enamorado de
la castidad, que jamás admitió cosa que pudiese manchar ni aun le
vemente esta preciosa virtud.
Al paso que se le iba despejando la razon , iba tambien creciendo
en la piedad, haciéndole tanta impresion los buenos ejemplos que
veia dentro de su casa , que en nada encontraba gusto sino en la ora
cion y en la leccion de libros espirituales.
Advirtiendo sus padres la vivacidad , la penetracion , y aun la bri
llantez de su ingenio , con una admirable disposicion para el estu
dio de las letras humanas, le enviaron á estudiar primero á Cesarea
de Capadocia , y despues á Palestina , sobresaliendo en todas partes
^80 MAYO
por la superioridad de sus talentos, y dejándose admirar por su sin
gular virtud. ,
Era entonces muy célebre la universidad de Atenas , donde flore
cían todas las artes y ciencias. Pasó á ella nuestro Gregorio , pade
ciendo en la navegacion una furiosa tempestad, que le hizb mirar ya
con grande tédio aquella gloria poco sólida á que podia aspirar, y
que podia prometerse de su rara elocuencia y de su singular sabidu
ría. Concurrió al mismo tiempo en aquella famosa escuela san Basi
lio, y desde entonces contrajeron los dos Santos una estrecha amis
tad , que conservaron toda, la vida , distinguiéndose ambos entre to
dos por su ingenio y por la gravedad de sus costumbres, que se ha
cia reparar mas en medio de ladisoluHon que reinaba en la ciudad.
Hallábase á la sazon estudiando en la misma universidad Juliano
Apóstata, primo del emperador Constancio ; y movido de lo mucho
que oia hablar delos Santos, tuvo con ellos algunas conversaciones.
Solicitó la amistad de entrambos ; pero no pudo engañar su religion
ni su penetracion : por mas que procuró disimular las perniciosas
máximas en que ya estaba imbuido , descubrió san Gregorio el des-
órden de aquel corazon y de aquel entendimiento por la descompos
tura de sus acciones ; y al despedirse de él en cierto dia , exclamó :
; Qué monstruo abriga en su seno el imperio romano I ' .
Habiéndose retirado de Atenas san Basilio, no pudo Gregorio de
tenerse en ella largo tiempo ; y así al cabo de un año se retiró tam
bien , á pesar de las instancias que hicieron para detenerle los que
tanto le amaban y estimaban. Llegando á Nazianzo, recibió el Bau
tismo de mano de su padre , que ya era obispo de aquella ciudad.
Sintióse alumbrado con el Sacramento de nueva luz , á cuyo favor
distinguió la falsa brillantez del mundo , de la verdadera y sólida
gloria que solo comunica la virtud , y resolvió dirigir todos sus fi
nes hácia el cielo.
Todo lo di, dice el Santo, á aquel de quien todo lo recibí, y me ha
recibido á mí ; consagrele mis bienes , mi salud y el talento para pre
dicar que se sirvió concederme. La única utilidad que he pretendido sa
car de estos beneficios es poder hacerle un eterno sacrificio de ellos , y
tener algo con que acreditar que para mí todo es mda respecto de Je
sucristo, quien de aquí adelante me servirá de todo.
Al disgusto del mundo se siguió el deseo de la soledad ; y á ejem
plo de su grande amigo san Basilio, que ya se habia retirado al Pon
to, le hubiera desde luego llevado á ella, á no haberle detenido en
Nazianzo la mucha ancianidad de sus padres. Pero el ruido y el tu
DIA IX. 181
multo de los cuidados domésticos le obligaron presto á arrepentirse
de su condescendencia ; y acusándose á sí mismo de haber dado de
masiados oidos á las voces de la carne y sangre , rompió los lazos que
le detenían , y se escapó á la soledad del Ponto, volviéndose á jun
tar con su amigo Basilio en el mismo desierto que este habia esco
gido para sí , y fue despues comun para los dos.
Ningun anacoreta los excedió en la velocidad con que corrían por
el camino de la perfeccion : su fervor no reconocía límites ; la peni
tencia de entrambos llegó á locar la raya de excesiva. Al rigor de
los ayunos , de los cilicios , de los rallos , de los sacos ó capotillos de
cerda , y de otras cien invenciones para macerar la carne , tardaron
poco en convertirse de dos hombres en dos esqueletos. Á las vigilias,
á la oracion y al estudio de la sagrada Escritura se seguía inmedia
tamente el trabajo corporal , y al trabajo corporal volvía á seguirse
ía oracion. Fomentábase la virtud de los dos con sus recíprocos ejem
plos , cuando un accidente no pensado turbó la dulce quietud de su
retiro.
Engañado el santo viejo obispo de Nazianzo por la artificiosa sa
gacidad de los Arríanos , firmó , como lo hicieron otros prelados , el
capcioso formulario del conciliábulo de Rimini, que en terminos equí
vocos contenia los puros dogmas del arrianismo. 'Noticiosos de esto
los monjes de Nazianzo, no quisieron comunicar con su obispo, y to
dos los Católicos siguieron el ejemplo de los monjes. En medio del
grande amor que nuestro Gregorio tenia á la soledad , apenas llegó
á su noticia esta division , cuando voló á remediarla. Descubrió luego
al buen viejo el lazo que le habian armado los herejes, y volviendo
á unir el pastor con las ovejas, tuvo el consuelo de verle abjurar un
error en que habia caido puramente por engaño.
Aprovechóse su padre de la estancia que en esta ocasion hizo Gre
gorio en Nazianzo; y considerando el gran bien que se seguiría á la
Iglesia si un sujeto de aquel mérito y de aquella virtud fuese ele
vado á la dignidad del sacerdocio , resolvió conferirle los sagrados
órdenes. Sobresaltóse el Santo al oir^esta proposicion , estremecién
dole la consideracion de un estado tan sublime ; pero hubo de ren
dirse á vista de una vocacion tan descubierta. Ordenóse de presbi
tero el dia 6 de enero del año de 362 ; y creciendo el fervor con el
nuevo carácter, tirándole siempre el amor á la soledad, se volvió á
huir secretamente al Ponto, y fué en derechura á buscar á su amado
Basilio. Pero duró poco esta segunda retirada ; porque la extremada
ancianidad de su padre , que pasaba ya de noventa años ; las nece
182 MAYO
sidades de la Iglesia de Nazianzo, que clamaba por él , y los conse
jos de su santo amigo Basilio , le obligaron á restituirse á la ciudad
despues de dos meses y medio de ausencia. Dióse á conocer á los fie
les el dia de Pascua por el primer sermon que predicó en él. Ape
nas han alcanzado las edades predicador mas poderoso en obras y
en palabras que nuestro Santo. Predicó con tanta energía , con tanta
mocion y con tanto fruto, que desde entonces fue reconocido y ape
llidado el apóstol de Nazianzo.
No se limitó su celo solo á la predicacion. Perseguía ya entonces
furiosamente Juliano Apóstata á la Iglesia, y habia prohibido á los
Cristianos que enseñasen letras humanas , para precisar por este me
dio á la juventud á no estudiarlas, ni poder oir para aprenderlas á
otros maestros que á los gentiles. Pero Gregorio supo hacer ilusorio
este artificio, componiendo un gran número de poesías piadosas que
compensaron con gran ventaja á los Cristianos de las escuelas que
les habian prohibido.
Por este tiempo, hallándose ya san Basilio arzobispo de Cesarea,
y conociendo mejor que otro alguno el extraordinario mérito de nues
tro Santo, resolvió elevarle á la dignidad episcopal á pesar de su in
vencible repugnancia. Fue consagrado en Cesarea por el mismo san
Basilio el año de 372 , destinándole para la iglesia de Sasimo, pero
nunca tomó posesion de ella ; y como el obispo de Nazianzo no pu
diese ya atender á las funciones de su ministerio por su grande an
cianidad , pidió á Gregorio para que cuidase su iglesia. Hízolo con
aquella actividad que se debía esperar de su celo, logrando por fru
to de él la reformacion general de las costumbres ; tanto, que en me
nos de seis meses mudó de semblante toda la ciudad.
Habiendo muerto su padre y su madre santa Nona, cuya oracion
fúnebre predicó el mismo Gregorio en presencia de san Basilio y de
todo el clero, se le volvieron á renovar las ansias por su amada so
ledad. Pero no pudiendo negarse á las necesidades de aquella afli
gida iglesia , tomó el cuidado de ella , protestando él mismo que lo
hacia , no como obispo titular, sino como vicario y forastero , hasta
que tuviese legítimo pastor. Con efecto, como vió que los obispos de
la provincia se daban poca priesa á proveer de prelado á aquella igle
sia, desapareció de repente, y se retiró á Seleucia en Isauria, don
de se encerró en el monasterio de Santa Tecla , y vivió seis años en
él desconocido, ocupándose únicamente en ejercicios de oracion y de
penitencia.
Murió san Basilio el año de 379, y esta muerte le confirmó en la
du ix. 183
resolucion que habia tomado de no salir jamás de su retiro ; pero
pocos meses despues le arrancó de él la necesidad de socorrer á la
Iglesia de Constantinopla, tan desolada por los Arríanos, que ya no
tenían los Católicos iglesia alguna en aquella corte imperial. Hallá
base vacante aquella primera silla , y todos convenían en que sola
mente Gregorio era digno de ocuparla. Pero la dificultad era hallar
modo para sacarle de su amada soledad , donde así las calumnias
como las persecuciones que habia padecido le hacian dulcísima aque
lla vida particular, santa y tranquila. En fin, supieron pintarle con
tanta viveza el lamentable estado á que se hallaban reducidos los po
bres Católicos, y disimularle con tanto cuidado el ánimo que tenían
de colocarle en aquella grande silla , que al cabo se determinó á ha
cer el doloroso sacrificio de su quietud ; y aunque agobiado con la
vejez , consumido con la penitencia, y lleno de penosos achaques,
pasó á Constantinopla.
Era sin duda espectáculo bien nuevo, dice nuestro Santo, ver á un
hombre desconocido, de mala figura, pequeño de cuerpo, calvo, arru
gado, consumido con las lágrimas y con la penitencia; sin equipaje, sin
policía, sin apoyo, pobre y mal vestido, venir solo él á declarar la
guerra á la herejía en la capital del Oriente, donde reinaba con inso
lencia y con seguridad, y donde se había hecho fuerte por la union de
todas las sectas.
Apenas entró san Gregorio en Constantinopla, cuando todos los
herejes se sobresaltaron. Armáronse contra él los Arríanos , los No-
vacianos , los Macedonios , los Apolinaristas y los Eunomianos , cons
pirando todos en perderle. Valiéronse al principio de injurias, ca
lumnias, sátiras denigrativas y malignas con que procuraron man
char su reputacion. Amotinaron al pueblo, especialmente á las mu
jeres y á las doncellas , contra aquel hombre extranjero , persuadién
dolas que era un monstruo disimulado, estragador de las costumbres,
mago y aun idólatra ; citáronle delante de los tribunales seculares,
y no pocas veces en las mismas calles le perseguían á pedradas.
Nuestro Santo á todo esto no oponía mas que la paciencia, la mo
destia y la dulzura. Como los Arríanos estaban en posesion de to
das las iglesias de Constantinopla , Gregorio juntaba los Católicos en
la casa donde se hospedaba , la cual se llamó despues Anastasia, que
quiere decir resurreccion de la fe, y fue con el tiempo una de las
mas célebres iglesias de aquella corte imperial.
Al fin , su heroico sufrimiento y sus modales atentos , suaves y
apacibles fueron ablandando poco á poco los ánimos de los herejes.
184 MAYO
Concurrían á oirle hasta los mismos gentiles, al principio por curio
sidad, y despues con tanta complacencia, que volvían á sus casas
medio católicos. Por eso el célebre Rufino , hablando de nuestro San
to, dice que no vió el mundo hombre mas elocuente, ni elocuencia
mas noble , mas sustancial ni mas enérgica que la suya , habiéndose
reconocido siempre su doctrina tan pura , que lo mismo era oponerse
á ella que hacerse sospechoso en la fe.
Al eco de lo que esparcía la fama concurrieron á Constantinopla
por verle y por tratarle muchas personas de distincion de diferentes
provincias, siendo una de ellas san Jerónimo , que no quedómenos
admirado de su eminente virtud y de su rara modestia que de su
elocuencia y.(profunda erudicion.
Mientras tanto iba creciendo cada dia el número de los Católicos ;
porque en las disputas , conversaciones y conferencias con los Arria-
nos cada dia adelantaba nuevas conquistas. Á vista de tantas maravi
llas, resolvió el patriarca de Alejandría con los demás obispos colo
car en la silla de Constantinopla á nuestro Santo ; hízose, á pesar de
su repugnancia , con general aplauso del clero y de todo el pueblo ;
pero la turbó presto la artificiosa ambicion del mas insigne embus
tero que acaso ha visto el mundo.
Cierto hombre , llamado Máximo , por sobrenombre el Cínico , ha
bilísimo en el arte de fingir y de engañar , despues de haber vaguea
do por diferentes provincias , dejando en todas ellas grandes rastros
de sus delitos, por los cuales habia sido castigado, vino finalmente
á hacerse discípulo de nuestro Santo , y en poco tiempo supo ganar
su estimacion y confianza con sus artificios y con su profunda si
mulacion. Esternal hombre forjó el proyecto de suplantar á Grego
rio ; y habiendo tenido arte para conseguir una gran suma de dinero,
que le prestaron, sobornó con él á muchos de los mismos que al
principio habian mostrado mas inclinacion y mas celo por nuestro
Santo. Logró corromper hasta al mismo patriarca de Alejandría, el
cual, con una gavilla de obispos de Egipto ya conjurados, esperó
la coyuntura de cierta enfermedad de Gregorio para ordenar furtiva
mente á Máximo. Amotinóse toda la ciudad al ruido de este atenta
do ; y Gregorio , penetrado de un vivo dolor , pero anteviendo lo
que podia suceder , resolvió á los principios retirarse , por no ser
ocasion de nuevas turbaciones á una iglesia que con tanta felicidad
habia restituido á su antiguo esplendor y quietud. Subió al púlpito
en medio de su indisposicion para despedirse de su pueblo ; pero
este levantó hasta el cielo un clamoroso alarido , y pidiéndole cou
DIA IX. 185
ruegos y con lágrimas que no le desamparase, tuvo no poco traba
jo en reducirle ; y para que no se huyese le puso guardas de vista.
Arrojado de Constantinopla , como merecía, el embustero Cínico,
y cargado con la maldicion de todos , tuvo no obstante el descaro de
irse á echar á los piés del emperador Teodosio , acompañándole aquel
puñado de obispos egipcios que le habian ordenado. Hallábase el
Emperador en Tesalónica : pidióle Máximo su proteccion contra Gre
gorio ; pero el religioso Príncipe no se dignó ni aun escucharle ; y
vuelto á Constantinopla, no reconoció á otro legítimo pastor que á
nuestro Santo, honrándole con todas las muestras de su estimacion
y de su benevolencia. Púsole en posesion de todas las iglesias que
habian ocupado los Arríanos; mandó se le restituyesen las rentas
que habian usurpado estos herejes , y le hizo dueño del palacio
episcopal. Instaron al Santo para que hiciese pesquisas á fin de des
cubrir los bienes que le habian ocultado ; pero no fue posible ven
cerle : desinterés generoso que cerró la boca á sus émulos , y edificó
á toda la Iglesia. Pero ni esta moderacion fue bastante para que mas
de una vez no conspirasen contra su vida ; mas su presencia desarmó
á los asesinos , y no solamente los perdonó , sino que los convirtió ;
siendo esta la única venganza que tomó de su insolencia.
No se dió por vencido el partido de Máximo ; y como no cesase de
inquietar y de perturbar á la Iglesia , consintió el Emperador en que
se convocase en Constantinopla un concilio , que fue el segundo ge
neral , compuesto de ciento cincuenta obispos. Confirmóse en él la
fe del concilio Niceno ; Máximo fue declarado por intruso , y el con
cilio con el Emperador reconocieron solemnemente á Gregorio por
obispo de Constantinopla : en virtud de esto fue segunda vez coloca
do en su silla con la mayor aclamacion del pueblo por san Melecio de
Antioquía, presidente del concilio. Por mas que el Santo representó
mil razones , valiéndose de ruegos y de lágrimas para que le exone
rasen de aquella pesada carga , no fue oido ; porque tuvo mas aten
cion á las necesidades de aquella iglesia y á los clamores de los bue
nos que á las voces de su extrema repugnancia.
Muerto poco tiempo despues san Melecio , quedó Gregorio por pre
sidente del concilio. Esta nueva preeminencia , que no se le podia
disputar, renovó la emulacion de muchos prelados, que afectando
ignorar lo que no ignoraban , esto es , que no habia tomado posesion
del obispado de Sasimo , y que solo habia cuidado del de Nazianzo
como gobernador, y no como obispo titular, se quejaron de que se
le hubiese hecho patriarca de Constantinopla contra la disposicion
186 MATO
de los cánones, puesto que ya era obispo de otra iglesia. Era fácil
probar lo contrario ; pero como el Santo únicamente suspiraba por
el retiro, siendo enemigo de todas las grandezas, tomó ocasion de
estas contestaciones para pedir se le permitiese hacer dimision dela
suya. Entró, pues, en el concilio, y declaró el ansia con que desea
ba contribuir á la paz , y que pues su eleccion parece que la turbaba,
estaba pronto como otro Jonás á que le arrojasen en el mar para so
segar la tempestad , aunque no la habia excitado. Quedaron atónitos
los Padres al oir una proposicion tan no esperada ; pero el Santo ha
bló en favor de su dimision con tanta elocuencia , y supo persuadirla
tan eficazmente, que al fin consiguió lo que pretendía. Gozosísimo
de verse exonerado de tan pesada carga , salió de la sesion , y antes
de dar tiempo á que los obispos se arrepintiesen , se fué derecho al
palaeio del Emperador, y exponiéndole su avanzada edad y sus acha
ques , le suplico con el mas vivo rendimiento que se dignase no opo
nerse á su retiro. Tuvo mucho que vencerse el Emperador para dar
su consentimiento ; pero al fin le dió, únicamente en atencion á sus
achaques. No perdió tiempo Gregorio; despidióse del concilio por
un admirable discurso que pronunció en la catedral á presencia de
los Padres, los cuales, arrepentidos ya de su consentimiento, pen
saban retractarle ; pero el Santo los previno , y sin detenerse salió
de Constantinopla , y se retiró á Capadocia.
Estando en Nazianzo , publicó su testamento , que habia dispuesto
en Constantinopla antes de hacer la dimision : era su data el dia úl
timo de diciembre del año de 381 , y estaba firmado de siete obis
pos ; siendo este el instrumento mas antiguo , ó á lo menos el mas
auténtico de esta especie , que nos dejó la antigüedad. El principal
legado es en favor de los pobres de Nazianzo , á quienes deja por sus
herederos, y nombra á uno de sus diáconos por su testamentario.
Suplica á sus sobrinos y á los demás parientes suyos no tengan á mal
que deje sus bienes á los pobres ; porque un eclesiástico, dice , no de
be tener otros herederos.
Ni en su fervor ni en su celo se reconoció jamás la fuerza de los
achaques. En la corta mansion que hizo en Nazianzo purgó la ciu
dad de los errores de los Apolinaristas , y habiéndosele aumentado
los ajes, se trasladó á Arianzo , lugar de su nacimiento. En esta
dulce soledad , retirado del ruido de los negocios , y libre de las tem
pestades que por toda la vida le habian agitado, atendía únicamen
te á perfeccionarse mas y mas, entregado totalmente á ejercicios de
devocion y de rigurosa penitencia. Y aunque agobiado con la vejez,
DIA IX. 187
extenuado con los ayunos, consumido con los trabajos, permitió
Dios , para su mayor purificacion , que al fin de su vida fuese ejer
citado con violentas tentaciones , las cuales , al mismo tiempo que le
humillaban y le hacían gemir continuamente, le obligaban á doblar
la oracion y las penitencias.
No estuvo ocioso en su retiro de Arianzo. En él compuso aquel
gran número de poesías cristianas que publicó para oponerlas á las
obras cultas , elocuentes y engañosas , de que llenaban el mundo los
herejes, logrando por este medio que los fieles arrimasen aun lado
los libros perniciosos. Tambien escribió entonces en verso la historia
de su vida, concluyéndola con un compendio de los principales su
cesos de ella ; y quiere que este epílogo le sirva de epitafio :
«¿De dónde nace, Señor, exclama el Santo, que al paso que el
«vigor del cuerpo se va extinguiendo, siento que se va avivando el
«fuego de las pasiones y los estímulos de la carne? Mi vida se ha
«reducido á una continua séríe de tempestades, de contradicciones
«y de combates ; pero en todos me sostuvisteis Vos por vuestra gran
«misericordia. Logré por padre á un hombre todo de Dios , y tuve
«por madre á una mujer santa, que mirándome como fruto de sus
«oraciones, me ofreció y me consagró á Vos desde la cuna. Siendo
«niño me inspirásteis en un sueño el amor á la castidad ; y desde
«entonces no cesásteis de colmarme de favores. Híceos sacrificio de
«mis bienes, de mi honra, de mi salud y de mi vida. Fui pastor sin
«ovejas, y no tuve poco que padecer aun de los mismos pastores.
«Esta ha sido la vida de Gregorio. Dejo á Jesucristo el cuidado de
«lo futuro, como lo ha tenido de lo pasado.» Y concluye así: «Ex-
«primat ista lapis : Grábese esto por epitafio sobre la piedra de mi
«sepultura.»
Comenzaba Gregorio á gustar las delicias de la soledad, cuando
quiso el Señor coronar su perseverancia y premiar sus trabajos.
Acabó dichosamente sus dias siendo de edad de cási ochenta años,
que vivió en inocencia , en sufrimiento , en piedad y en ejercicios
de rigurosa penitencia. Los milagros que hizo en vida, y los que
continuó el Señor en su sepultura despues de muerto , hicieron cé
lebre su culto en todo el Oriente. Fue enterrado al principio en Na-
zianzo ; despues fue trasladado su cuerpo á Constantinopla en tiem
po del emperador Porfirogénetes , y colocado con gran solemnidad
en la iglesia de los doce Apóstoles. En la decadencia del imperio
griego fue conducido á Roma el santo cuerpo , donde estuvo en la
iglesia de las religiosas griegas hasta el año de 1580 , en que el pa
188 MAYO
pa Gregorio XIII trasladó por sí mismo sus reliquias con gran pom
pa y solemnidad á la magnífica capilla que en honra del Santo ha
bia hecho edificar á sus expensas.

La Misa es en honor de san Gregorio Nazianceno, y la Oracion la


que sigue :
Deus, qui populo tuo esternce saíit- Ó Dios, que concediste á tu puebla
tis beatum Gregorium ministrum tri- por ministro de su eterna salvacion al
buisti; prcesta, qucesumus, ut quem bienaventurado san Gregorio, haz que
doctorem vitce habuimus in terris, in- merezcamos tener por intercesor en
tercessorem habere mereamur in calis. el cielo al que logramos por maestro
Per Dominum nostrum Jesum Chris- nuestro en la tierra. Por Nuestro Se
ñor Jesucristo , etc.

La Epístola es del capítulo xxxix del Eclesiástico.


Justus cor suum tradet <?<Z vigilan- El justo , levantándose de madruga
dum dilucido ad Dominum, qui fecit da, volverá su corazon al Señor que le
illum, et in conspectu Altissimi depre- crió, y hará oracion en presencia del,
cabitur. Aperiet os suum in oratione, Altísimo. Abrirá su boca para orar, y
el pro delictis suis deprecabitur. Si pedirá perdon de sus pecados. Porque
enim Dominus magnus voluerit, spi- si el Señor grande quisiere , le llenará
ritu inteUigentice reptebit illum : et ipse de espíritu de inteligencia , y él espar
tamquam imbres mittet eloquia sapien- cirá los cloquios de su sabiduría como
tice su<B¿ in oratione confitebitur Do lluvia, y dará gracias al Señor en la
mino : et ipse diriget consüium ejus, et oracion, y este dirigirá su consejo y
disciplinam, et in absconditis suiscon- su doctrina, y se aconsejará en los jui
siliabitur. Ipse palam faciet discipli cios ocultos (del Señor). Él hará pa
nam doctrince suce, et in lege testa- tente la enseñanza de su doctrina, y
menti Domini gloriabitur. CoUauda- pondrá su gloria en la ley del testa
bunt multi sapientiam ejus , et usque in mento del Señor. Su sabiduría será
sceculum non delebitur. Non recedet alabada de muchos, y no se olvidará
memoria ejus , et nomen ejus require- jamás. No perecerá su memoria, y su
tur d generatione in generationem. Sa nombre se repetirá de una generacion
pientiam ejus enarrabunt gentes, et en otra. Las naciones predicarán su
laudem ejus enuntiabit Ecclesia. sabiduría, y la Iglesia anunciará sus
alabanzas.

REFLEXIONES.
Ipse palam faciet disciplinara doctrinos suce, et in lege testamenli
Domini gloriabitur : Él hará patente la enseñanza de su doctrina , y
pondrá su gloria en la ley del testamento del Señor. En materia de re
ligion los errores del entendimiento ordinariamente nacen del des
orden del corazon. Siempre se pegan á la fe las enfermedades del
alma; desde que se deja de vivir bien, se comienza á no creer con
DIA IX. 189
rendimiento ; no hay pasion que no ciegue. Tráigase á la memoria
el principio de todas las herejías, y se hallará que la ceguedad fue
efecto de la corrupcion de las costumbres. Las voces siempre son de
reforma, porque no ha habido heresiarca que no haya gritado con
tra la relajacion , y que no haya aparecido con su máscara de peni
tencia; pero siempre se han visto por fruto de la nueva secta los
mas vergonzosos desórdenes. Á este precipicio conduce el disgusto
á la doctrina sana, y este disgusto es el primer síntoma de un cora
zon corrompido. Excita el apetito cierta curiosidad orgullosa; y co
mo está depravado el gusto , solo le encuentra en alimentos noci
vos. ¿Hállanse por ventura muchos de aquellos que están encapri
chados y preocupados de algun error que soliciten con sinceridad
instruirse y desengañarse? Los enfermos de esta especie no preten
den curarse , sino confirmarse en la aprehension de que están bue
nos. Buscan maestros, dice el Apóstol; pero para que les hablen á
medida de su gusto ; señal visible de que el corazon es el primer
móvil. Una vez que domina la pasion , no se busca la verdad , sino
pretextos para autorizar el error. Al que va descaminado, tanto le
importa ir por la siniestra como por la derecha : y ¿cómo se le en
derezará si él mismo está contento con su descamino? Por mas que
se le grite que ha erradp , que no es aquel el camino real ; ó no oye,
ó hace que no entiende. ¿De dónde nacerá esta indocilidad de nues
tro orgullo? Vuélvese toda la atencion á las fábulas : es cierto que
lisonjean, que gustan, que embelesan; pero ¿dejan por eso de ser
fábulas? i Oh mi Dios ! ¿qué se va á ganar en ser el juguete y la víc
tima del amor propio y de las pasiones? Píquenos en buena hora
la curiosidad ; pero sea por saber la ciencia de los Santos : cualquie
ra otra es bien poco necesaria para la salvacion ; y la que no sirve
para esto , es bien inútil. Solo tenemos necesidad de un maestro ; y
solo Jesucristo tiene palabras de vida eterna.
En el Evangelio encontramos todas las lecciones que hemos me
nester; los Santos son los modelos que debemos imitar. ¿No es lo
cura dejar este camino por seguir senderos que nos desvian del tér
mino? Parece que se quieren hacer artífices de su propia salvacion
aquellos que buscan caminos distintos de los que Cristo nos señaló.
En no pudiendo sufrir la doctrina sana, luego se forja cada uno un
Evangelio al gusto de sus pasiones y de sus deseos; pero ¿cuál será
el fruto de este nuevo Evangelio? La indocilidad , el orgullo , la obs
tinacion , y lo que á esto se sigue , la reprobacion eterna.
13 tomo v.
MAYO

El Evangelio es del capüulo v de san Mateo.


In illo tempore , dixit Jesus discipu- En aquel tiempo dijo Jesús á sus
íis suis : Vos estis sal terree. Quod si sal discípulos : Vosotros sois la sal de la
evanuerit, in quo salietur f ad nihilum tierra; y si la sal se deshace, ¿con
valet ultra, nisi ut mittatur foras, et qué se salará ? Para nada tiene ya vir
eonculcetur ab liominibus. Vos estis lux tud, sino para ser arrojada fuera, y
mundi. Non potest civitas abscondi su- pisada de los hombres. Vosotros sois
pra montem posita. Ñeque accendunt. la luz del mundo ; no pnede ocultarse
lucernam, et ponunt eam sub modio, una ciudad situada sobre un monte.
sed super candelabrum ut luceat omni Ni encienden una vela , y la ponen
bus, qui in domo sunt. Sic luceat lux debajo del celemín , sino sobre el
vestra coram hominibus, ut videant candelero, para que alumbre á todos
opera vestra bona, et glorificent Pa- los que están en casa. Resplandezca,
trem vestrum qui in calis est. Nolite pues, así vuestra luz delante de los
putare quoniam veni solvere legem, hombres, para que vean vuestras bue
aut Prophetas : non veni solvere, sed nas obras, y glorifiquen á vuestro Pa
adimplere. Amen quippe , dico vobis, dre, que está en los cielos. No juz
donee transeat ccelum et terra , jota gueis que he venido á violar la Ley, ó
unum, aut urius apex non prceteribit los Profetas : no vine á violarla, sino
á lege , donee omnia fiant. Qui ergo á cumplirla. Porque os digo en ver
solverit unum de mandatis istis mini- dad, que hasta que pase el cielo y la ,
mis, et docuerit sic homines, minimus tierra, ni una jota, ni una tilde falta
vocabitur in regno catlorum : qui au- rán dela Ley , sin que se cumpla todo.
tem fecerit et docuerit, hic magnus vo Cualquiera , pues , que quebrantare
cabitur in regno calorum. alguno de estos pequeños manda
mientos, y enseñare así á los hom
bres, será reputado el menor en el
reino de los cielos; mas el que los
cumpliere y enseñare, será llamado,
grande en el reino de los cielos.

MEDITACION.
Bel escándalo que se da con la perseverancia en las faltas.
Punto primero. — Considera lo que aquí se entiende por nombre
de escándalo , que es una accion menos arreglada, que se ve ejecu
tar á personas de las mismas obligaciones, que debieran darnos ejem
plo. ¡ Qué conducta mas lastimosa! Vemos cometer una falta, y nos
persuadimos que podemos cometer otra semejante sin hacernos re
prensibles , por cuanto no somos nosotros los que damos el mal ejem
plo , sino los que le seguimos. ¿De cuándo acá las faltas de los otros
autorizan, ó excusan las nuestras? Nunca prescribe el quebranta
miento de la ley divina. Cuanto mas distinguida es una persona por
DIA IX. 191
su nacimiento , por su empleo , y por el concepto que se tiene de su
virtud, mas escandalosas son sus faltas. Pero ¡qué mayor flaqueza
que dejarse arrastrar de las flaquezas de otrof,
Aquella persona que está reputada por virtuosa , se dispensa sin
escrúpulo en ciertas obligaciones ; se toma tal libertad ; comete tal
y tal falta ; ¿ por qué no podré yo hacer lo mismo ? Yo no me siento
con fuerzas para aspirar á mas alta santidad ; tengo á aquel por mas
virtuoso que yo; pues ¿por qué no podré seguir su ejemplo?
Aquellos sujetos tan respetables por su edad , por su mérito y por
su buen proceder , asisten á los espectáculos ; no faltan á concurren
cia alguna de gusto y de diversion; tienen un despejo, unos moda
les no solamente desembarazados, sino bastantemente libres; se de
jan llevar algunas veces de la corriente, y escrupulizan poco en aco
modarse á las máximas y á las leyes del mundo. ¿Están acaso per
suadidos de que arriesgan su salvacion con esta vida menos austera,
y no tan regular? ¿Tendrán menos gana de salvarse que yo? Há-
llome en el mismo estado , con las mismas obligaciones , y constitui
do en la misma clase : si no me conformara con su conducta, pare
cería tácitamente reprenderla ; estas singularidades se califican dé
censuras , y en el comercio de la vida no hay cosa mas odiosa que
el que á un hombre le tengan por censor.
¡ Es posible que unos raciocinios tan infelices y tan lastimosos pre
tendan ser regla de las costumbres! Jesucristo condena esos espec
táculos, esas máximas del mundo, esas diversiones poco cristianas ;
pues ¿qué hombre es capaz de autorizarlas? ni ¿qué mérito puede
comunicar áestos pecados esa imaginaria reputacion de los hombres?
Si bajara un Ángel del cielo , decia san Pablo , y os anunciara otro
Evangelio que el que yo os anuncio, seria anatematizado. Yo añado,
si bajara un Ángel del cielo , y procediera segun las máximas que
condena el Evangelio , debiérais guardaros bien de imitarle. No re
conocemos otro maestro, ni tampoco otro modelo que á Jesucristo.
Los malos ejemplos bien pueden darnos aliento, pero nunca podrán
justificarnos. Por eso el Señor nunca nos puso á los hombres por
modelo ; y solo nos dijo : Sed perfectos como lo es vuestro Padre celes
tial; ni aun de los mismos que nos enseñan nos mandó que imitá
semos los ejemplos, antes expresamente nos previno Jo contrario:
Haced lo que os dijeren, pero no siempre hagais conforme á sus obras.
Á vista de esto, ¿quién pretenderá ya autorizar, ó á lo menos ex
cusar sus faltas con las de otros? ¡Mi Dios! ¡qué confusion y qué
arrepentimiento nos causará esto algun dia!
13*
192 MAYO
Punto segundo. — Considera que no hay cosa ruas fuera de razon
ni mas lastimosa que pretender excusar las faltas propias con el ejem
plo de las ajenas. Pues qué, porque otro , á quien asisten las mis
mas obligaciones que á mí, falte á ellas, ¿tengo yo derecho para fal
tar á las mias sin incurrir en pena alguna? Porque me dén mal ejem
plo los que debieran dármelo bueno , ¿ya me es lícito imitarlos?
¿Discurrimos de esta manera cuando se trata de la vida, de la ha
cienda y de la honra? Pues ¿en qué consiste esta diferencia?
Una persona respetable por sus años , por sus talentos y por sus
empleos comete un desacierto, y pierde la gracia del príncipe; ¿por
qué no harán lo mismo sus adoradores y sus parciales? Parece que
el ejemplo de un hombre tan acreditado los autoriza. Arruinóse un
amigo por haber abrazado tal partido , ó por haber entrado en tat
negocio; pues ¿por qué los demás no siguen el mismo rumbo? Aun
que destruyan sus casas , ¿no tienen ya ese ejemplo con que cubrir
se? Pero mientras llora y gime la pobre familia , ¿será buena excusa
decir : fulano y fulano, hombres de juicio y prudentes, se arruina
ron entrando en tal negocio? ¿por qué no puedo yo hacer lo mis
mo? ¡ Ah Dios mio ! ¡ es posible que los hombres solamente discurran
mal cuando se trata de la salvacion !. Conócese la pobreza de este
modo de discurrir en atravesándose la salud, la honra ó la hacien
da ; ¡ y solo cuando se atraviesa la ley de Dios se discurre extrava
gantemente con la mayor tranquilidad !
Lo malo siempre es malo ; y aquello que está prohibido , cuando
los demás no me dan mal ejemplo, igualmente lo está, aunque me
dén los mas perniciosos. ¿Por ventura infunde algun mérito en la
infraccion de la ley la reputacion ni la edad del que la quebrantó?
Y ¿será legítima excusa en el tribunal de Dios decir : es así que no
cumplí con tal obligacion, que falté á la observancia de tal regla;
pero fue porque fulano y citano, que eran tan religiosos cómo yo,
me dieron mal ejemplo? Mueve á indignacion solo el oir semejante
brutalidad ; y en medio de eso este es el escollo en que se hace pe
dazos la virtud de la mayor parte de los jóvenes.
¡Cuánto tengo, Señor, de que acusarme, y de que confundirme 4
en este punto ! ¡Cuántas veces pretendí cubrir mi fragilidad y mi
ingratitud para con Vos con el ejemplo de los otros! Efecto es de
vuestra gracia el dolor que ahora siento de haberlo hecho así; dig
naos, Dios mio , de acabar esta vuestra obra; resuelto estoy, me
diante vuestra divina gracia , á no dejarme arrastrar mas del mal
ejemplo ; dadme aliento y fortaleza para cumplirlo.
DIA IX. 193
Jaculatorias. — Dadme , Señor , constancia para despreciar el mal
ejemplo, y fortaleza para suplantarle. {Judith, ix).
Libradme, Señor , de los lazos que me arman con los malos ejem
plos que me dan. (Psalm. cxl).
PROPÓSITOS.
1 Si un hombre tenido por capaz y por sujeto de buenas cos
tumbres tomara veneno , ¿seria esto bastante para cohonestar la lo
cura ó la desesperacion de los que hiciesen lo mismo? Basta proferir
esta proposicion para conocer su ridiculez y su extravagancia. Pero
¿será menor imprudencia pretender cubrir la relajacion con el mal
ejemplo? Acuérdate de que no tienes otra regla para tu gobierno
que los mandamientos de la ley de Dios, los de la santa madre la
Iglesia, y el Evangelio ; ni debes imitar otro ejemplo que el de Je
sucristo y sus Santos. Estima y honra á todo el mundo ; pero no si
gas el ejemplo de todos. Las personas mas virtuosas tienen sus fal
tas, y mientras viven pueden pervertirse : imita sus virtudes; pero
á ninguno has de tomar por universal modelo. Judas, Tertuliano y
Orígenes fueron buenos por algun tiempo , y Salomon tambien fue
sábio. Tú atente á las máximas del Evangelio y á los ejemplos de
los Santos; ni pienses jamás en autorizar tu relajacion con la de otros.
2 Es muy loable excusar las faltas de nuestros hermanos ; pero
la accion viciosa siempre es reprensible, y la caridad cristiana , que
nos obliga á excusar al pecador , nos obliga tambien á desaprobar
el pecado. Sobre este principio has de hacer siempre distincion en
tre la persona y entre sus imperfecciones ; respeta aquella , pero trata
con desprecio á estas. Es preciso que haya escándalos; pero desventu
rado de aquel por quien el escándalo viene. (Matth. xvm). Está siem
pre alerta contra los artificios del enemigo , y contra las engañosas
solicitaciones del amor propio ; es una tentacion muda , pero muy pe
ligrosa, la relajacion de las personas que nos parecían observantes
y ajustadas, siendo muy conveniente prevenir de esto con tiempo
á la gente moza. Los remedios preservativos son muy importantes , y
así se les debe precaver contra estos lazos que están tendidos y ar
mados por todas partes. Las almas tiernas, y por decirlo así nueve-
citas, que entran en el mundo con las mas bellas disposiciones para
la virtud, dificultosamente se defienden del contagio á vista de los
malos ejemplos; y los que se crian en religion , presto dan al través,
si defieren demasiado á la relajacion de aquellos cuyo mérito , edad
y empleos los hacen hombres de distincion. Jn lege quid scriptum est?
194 HAYO
quomodo legis? ¿Qué dice la ley? Esta debe ser la regla inmutable
de nuestras operaciones; los ejemplos de los Santos , las máximas de
Jesucristo, su sagrado Evangelio. Atente á lo que está escrito.

DIA X.

MARTIROLOGIO.

San Antonino, confesor y arzobispo de Florencia, cuyo dichoso tránsito se


celebra el día 2 de este mes. ( Véase su vida ere las de hoy).
El triunfo de los santos mártires Gordiano y Epímaco, en Roma, en
la via Latina , de los cuales el primero fue atrozmente azotado con cordeles
emplomados, en tiempo de Juliano Apóstata, por confesare! nombre de Jesu
cristo, y por último degollado : su cuerpo lo enterraron de noche los Cristianos
en el mismo camino en una cueva, á donde poco antes habían sido trasladadas
las reliquias de san Epímaco desde Alejandría, en cuya ciudad había padecido
por la misma causa. (Véase su historia en las de hoy).
San Job, profeta, en tierra de Hus, varon de maravillosa paciencia. (Véase
su historia en las de hoy).
San Calkpodio, presbítero y mártir, en Roma, al cual mandó el emperador
Alejandro que lo degollasen, y que sa. cuerpo fuese arrastrado por la ciudad,
y echado en el Tíber : habiéndolo hallado despues el papa Calixto, le di,ó sepul
tura. Fue tambien degollado el cónsul Palmacio con su mujer é hijos, y otras
cuarenta y dos' personas de su casa, hombres y mujeres ; tambien Simplicio,
senador, y su mujer, y otros sesenta y ocho de su familia; Félix, con su mu
jer Blanda, cuyas cabezas fueron colgadas en diversas partes de la ciudad para
terror de los Cristianos.
El triunfo de los santos mártires Coarto y Quinto, en Roma , tam
bien en la via Latina , en el fugar llamado Cien Salas , cuyos cuerpos fueron
trasladados á Capua.
Los santos mártires Alpio, Fijladslfo y Orino, eu Lentini, en Sicilia.
San Dioscórides, mártir, en Esmirna.
El beato Nicolás Albergato, monje cartujo, obispo de Bolonia, y carde
nal de la santa Iglesia romana, esclarecido en santidad, y por las legacías de la
Silla apostólica : su cuerpo fue enterrado en la Cartuja de Florencia. (Véase su
vida en este día).
San Cataldo, obispo, en Taranto, esclarecido en milagros.
La Invencion de los santos mártires N'azario y Celso, en Milan , en
memoria del dia en que el obispo san Ambrosio encontró el cuerpo de Naza-
rio, bañado aun en sangre fresca, y lo trasladó á la iglesia de los Apóstoles)
juntamente con el cuerpo del niño san Celso, á quien habia criado san Naza-
rio ; ambos habían sido degollados en la persecucion de Neron , por órden de
Anolino, el dia 28 de julio , en el cual se celebra la fiesta de su martirio.
San Isidro, labrador, en Madrid, esclarecido en milagros, el cual fue cano
nizado por el papa Gregorio XV, juntamente con los santos Ignacio, Francisco
Javier, Teresa y Felipe Neri. (Véase ta, vida en las del dia 15 de mayo).
DIA X. 193

SAN JOB, PROFETA.

Job , santo patriarca , cuyo nombre significa el que gime ó se duele,


fue, como afirman san Juan Crisóstomo y Orígenes, descendiente
de Esáú y quinto nieto de Abrahan , porque Abrahan engendró á
Isaac, Isaac á Esaú, Esaú á Rahuel, Rahuel á Zara, Zara á Job.
San Ambrosio y san Gregorio dicen que Job es lo mismo que Jo-
bab referido en el Libro I del Paralipómenon (c. i, v. 48}, y en el
Génesis (c. xxxvi, v. 33). Siendo esto así, Jqb viene á ser contem
poráneo de Moisés , y su historia puede fijarse para poco despues que
el pueblo de Israel pasó el mar Rojo.
Vivia Job en la tierra de Hus en la Idumea oriental , conocida con
el nombre de Arabia Desierta, y adoraba al verdadero Dios con un
culto puro y sencillo , ejercitándose en toda suerte de virtudes. Pre
miaba el cielo su piedad colmándole de bendiciones y multiplicando
sus riquezas , hasta que entre los orientales vino á ser el mas pode
roso, pues en particular señala la Escritura que tenia siete mil ove
jas , tres mil camellos , quinientos pares de bueyes , quinientos asnos
y grande familia de criados y criadas. Tenia siete hijos y tres hijas,
entre los cuales , por la solicitud paternal , reinaba el mas ardiente ca
riño y union , comiendo frecuentemente los unos en casa de los otros :
despues de estos fraternales banquetes, Job, que nunca se hallaba
en ellos, ofrecía á Dios sacrificios en reparacion de las faltas en
que podian haber incurrido entre el bullicio y alegría del festín.
Hallábase el santo Patriarca en el regazo de la mas completa fe
licidad cuando Dios, que se complace en probar á sus siervos para
acrisolar su virtud , permitió al demonio que le afligiese con la pér
dida de euanto poseia. Estando cierto dia sus hijos y sus hijas co
miendo juntos en un convite, los sabeos cayeron de improviso sobre
sus tierras , pasaron á cuchillo á los mozos , y arrebataron consigo los
bueyes y las burras: un solo hombre escapó de sus manos, el cual
corrió á traer la noticia á su amo : aun hablaba , cuando otro llegó á
anunciarle que el fuego de Dios habia caido del cielo sobre sus ga
nados , reduciéndolo todo á cenizas ; y sin haber acabado de hablar
aquel, vino otro, y dijo que los caldeos, acometiendo á sus came
llos , se los habian llevado. Aun estaba hablando este , y hé aquí que
entra otro y le da una nueva infinitamente mas aflictiva, diciéndo-
le : «Estaban comiendo juntos tus hijos y tus hijas; se levantó de
«repente un huracan furioso que cuarteó los cuatro ángulos de la
196 HATO
«casa , y ella se desplomó cayendo sobre tus hijos , que allí han que-
«dado muertos.»
Á estas palabras prosternóse el varón santo , y adoró á Dios , hu
millándose profundamente en su divina presencia , y dijo : Desnudo
salí del vientre de mi madre , y desnudo volveré á las entrañas de la tier
ra; el Señor lo dió, el Señor lo quitó; como al Señor plugo, 'asi ha
sucedido. ¡Bendito sea el nombre del Señor !
Pero aun no habia Job acabado de apurar el cáliz de las tribulacio
nes, pues tambien se le permitió al demonio que le atormentase en
el cuerpo, mas sin quitarle la vida. Llagóle de piésá cabeza el ene
migo de los hombres, reduciéndole á que sentado en un muladar
tuviese que raerse con un tiesto la podre que manaba de sus úlce
ras. Abandonáronle todos sus parientes y allegados , sin quedarle
mas que la mujer, quien tentándole y excitándole á la desesperacion
ledecia: «¿Tú todavía subsistes en tu simplicidad? Bendice áDios
«y muérete.» Decíale esto irónicamente; empero el varon santo la
respondía: «Has hablado como una de las mujeres necias. Sirecibi-
«mos los bienes de manos de Dios, ¿por qué no hemos de recibir
«los males?»
Sabedores de sus desgracias, fueron á verle tres amigos suyos con
el fin de consolarle en lo posible : llamábanse Elifaz, Baldat y So-
far; pero al fijar en él sus atónitos ojos, no acababan de recono
cerle ; tan espantoso era el estrago , que le desfiguraba. En vista de
las calamidades que padecía, creyéronle culpable de algun delito
enorme, y partiendo de este error, en vez de consolarle pusiéronse
á probar con sublimes razonamientos que solo sobre los delincuentes
cae la tribulacion , y que las grandes adversidades son siempre cas
tigo de crímenes horrendos.
«He visto, decia el primero, al impío , cuya fortuna parecía esta-
«blecida con solidez ; hallábase en la cumbre de la prosperidad , y
«nadie diria que hubiese cosa capaz de interrumpir el goce de sus
«placeres; mas era pecador, y al punto dije : No será de duracion
«esta vanísima pompa; al malo amenaza la maldicion divina. Sus
«riquezas le serán arrebatadas, y el hambriento devorará su miés.
«Nada de adverso sucede en el mundo sin causa , y el dolor no bro-
«ta de la tierra : nace el hombre pecador para el trabajo , y el pájaro
«para el vuelo. Dichoso aquel á quien castiga Dios por corregir-
«le : no deseches los males que te envia; si te hiere, él cicatriza-
«rá tus llagas ; si fulmina sus rayos á los pecadores , cura á los pe
nitentes.»
DIA X. 191
«Escúchame, anadia el segundo : Dios no es injusto en sus jui-
«ccios, y no falta á las leyes de la justicia; no te ves afligido sino en
«castigo de tus pecados ; y porque gravemente habian ofendido al
«Señor, fueron tus hijos sepultados en ruinas. Los justos prosperan
«siempre, y solo los impíos ó los hipócritas son desventurados.»
El tercero, bajo el pretexto de justificar á la Providencia , se ex
presó aun con mas dureza en las reconvenciones que hacia á Job.
Decíale : «La gloria del impío se disipa con velocidad , y la alegría
«del hipócrita solo dura un momento. Aun cuando su altanería se
«encumbre hasta los cielos, y á las nubes toque su cabeza, por úl-
«timo perecerá ; desaparecerá como el sueño cuyo recuerdo ya se ha
«borrado. Los vicios de su juventud se compenetrarán con sushue-
«sos, y con él dormirán en el polvo; sufrirá la punicion del delito
«sin ser consumido , y el cúmulo de sus tormentos igualará al de sus
«injusticias. Revelarán los cielos su iniquidad , y contra él se levan-
«tará la tierra : hé aquí la herencia que Dios reserva al impío : es-
«te es el premio que recibirá del Señor por los pecados que ha co-
«metido.»
Insistían sus tres amigos en que Job era un gran pecador , por
que le veian ahogado en el piélago de la amargura ; pero concluían
que Dios, bueno y misericordioso, le volvería á su antigua prospe
ridad, si humildemente confesaba que habia merecido perderla, y
hacia penitencia.
Job, por el contrario, mas ilustrado que sus amigos, sabia que
Dios castiga á los pecadores, y prueba á los justos, cuya paciencia
enriquece la propia corona y glorifica al Señor. Sosteníale en su des
gracia la esperanza de una vida futura, sometiéndose enteramente
á la divina voluntad. « ¡ Tened compasion de mí , respondía á sus
«tres amigos, al menos vosotros que decís que me amais! Veis que
«me ha herido la mano de Dios, y vosotros me acriminais amarga-
«mente, y me ultrajais con aspereza; mas yo hallaré en mi fe el
«consuelo que me rehusais. ¡Quién me diera que mis razones con
«punzon de hierro y en láminas de plomo ó con cincel se esculpie-
«sen en pedernal! Porque yo sé que vive mi Redentor, y que en el
«último dia me he de levantar de la tierra, y seré vuelto á revestir
«de mi piel , y en mi carne veré á mi Dios , al cual he de ver yo mis-
«mo , y mis ojos le han de mirar , y no otro. Esta esperanza me con-
«suela, y yo la tengo guardada en mi pecho.»
El Señor volvió al fin por la honra de su siervo , declarando á sus
amigos indiscretos que no les perdonaría su pecado sino mediante
198 MATIO
los ruegos de aquel justo á quien habian querido calumniar, y dió
á Job mas riquezas que las que el demonio le habia quitado. Tuvo
tambien otros siete hijos y tres hijas como primero.
Vivió despues Job ciento y cuarenta años , y murió viejo lleno de
dias. Parece que fue enterrado cerca del Jordan , donde acudieron
siempre gran multitud de peregrinos de la antigua y de la nueva
Ley , para encomendarse á sus oraciones.
Job cubierto de llagas, entregado al furor del demonio, escarne
cido por su mujer , é insultado por sus mismos amigos , es una ima
gen perfecta de Jesucristo, entregado por la justicia divina al furor
del infierno , inundado de amargura , y agobiado del peso de la có
lera de Dios como si fuera el mayor de los pecadores.

LOS SANTOS GORDIANO Y EPÍMACO, MARTIRES.

San Epímaco es aquel mártir de quien refiere san Dionisio Ale


jandrino que en la cruelísima persecucion de Decio , despues del fa
moso motin de Alejandría , de que hablamos el dia 9 de febrero en
la vida de santa Polonia, habiendo estado en las cárceles de aque
lla ciudad mucho tiempo por causa de la fe, fue despedazado coa
garfios, y cruelmente azotado, y probado con otros mil géneros de
tormentos, hasta que por último quemado con cal viva junto con
Alejandro, compañero suyo en el martirio, entregó su espíritu al
Señor. Las reliquias de este glorioso santo Mártir fueron llevadas á
Roma , y depositadas en una cueva , donde poco despues sepulta
ron al mártir san Gordiano , que en la misma Roma padeció en el
imperio de Juliano Apóstata.
Era Gordiano gentil , y uno de los jueces que aquel mal Príncipe
escogió para perseguir la Iglesia. Proyectaba Juliano destruirla con
maña , disimulando el odio que le tenia ; y así puso por gobernadores
de las provincias á hombres crueles y bárbaros , enemigos declarados
de nuestra santa Religion , para que los desafueros y crueldades que
maquinaba él contra el pueblo cristiano se imputasen á la fiereza
y saña de los presidentes, no á los decretos del César. En este re
partimiento de las provincias tocó á Gordiano el vicariato de Roma,
siendo presidente Aproniano. Estaba preso entonces con otros Gena
ro , santo y venerable presbitero , de avanzada edad , con quien Gor
diano tenia largas conferencias. El fruto de ellas fue que tocándole
Dios el corazon abrazó la fe , y Genaro lo bautizó á él , y á su mujer,
y á toda su familia, echando de sí y despedazando un ídolo de Júpi
DIA X. 199
ter que tenia en su casa. Súpolo Juliano , y con gran coraje lo des
pojó de su oficio , y cometió su causa á Clemenciano , tribuno del
pueblo ; el cual desde luego hizo comparecer á Gordiano en su tri
bunal , y le trató de ingrato al Emperador , y con amenazas le indu
cía á que volviese al culto de los ídolos. Nuestro Santo con firmeza
del cielo perseveraba en la confesion de Cristo , y escarnecía de Ju
liano y de sus dioses. El tribuno entonces ordenó que cruelmente lo
azotasen, y con plomadas le quebrantasen los huesos. Hecho esto,
mandó que lo degollasen enfrente del templo de la diosa de la tier
ra , y que su cuerpo echado en un camino real nadie lo enterrase. Así
estuvo cinco dias guardado de unos perros que la Providencia envió
para que no lo comiesen las fieras ; al cabo de los cuales un familiar
de nuestro Santo y otros fieles de noche lo quitaron de allí , y le
dieron sepultura á una milla de Roma en la vía Latina , en la cueva
donde habian enterrado el cuerpo de san Epímaco. Fue el martirio
de san Gordiano tal dia como hoy el año 362. Los que dicen que pasó
esto á presencia de Juliano, no advierten que este malvado Príncipe
no llegó á entrar en Roma durante su reinado. Marina, esposa de
san Gordiano , fue condenada por ignominia á cultivar una heredad
que estaba donde hoy se ven las Fuentes de san Pablo. Del presbi
tero Genaro solo consta que le marcaron el rostro ; no se sabe si pa
deció otros tormentos, ni si murió en esta demanda. Dicen que las
reliquias de los santos Gordiano y Epímaco fueron despues á parar
á un monasterio de Benedictinos de la diócesis de Ausburgo.

EL BEATO NICOLÁS DE ALBERGATO, CARTUJO, ARZOBISPO Y CAR


DENAL, CONFESOR.
é
El beato Nicolás nació en 1375, y fue natural de la ciudad de
Bolonia é hijo de D. Pedro Nicolás de Albergato y de D.a Felipa
Chioppetti , personas tan ilustres por su sangre como por su piedad.
Desde sus primeros años descubrió su vasto talento ; pues cursando
en la universidad de su misma patria, no habia otro que le aven
tajara. Sus bellas y angélicas costumbres le granjearon el honor y
amor de todos. En 1395 tomó el hábito de monje cartujo en el mo
nasterio junto á dicha ciudad ; y adelantó tanto en la virtud, que á
los pocos años de su ingreso fue elegido prior del mismo. Su rara
prudencia y santidad le merecieron por voto general ser elevado
en 1417 á la silla arzobispal de Bolonia, que su humildad profun
da jamás hubiera aceptado, si no mediara la estricta obediencia de
200 MAYO
sus prelados. Con su infatigable celo que brillaba en sus exhorta
ciones y ejemplos, y con aquella discrecion evangélica y grave que
ennoblecía todos sus actos, reformó fácil y felizmente la disciplina
eclesiástica y las costumbres de su pueblo. De aquí provino que re
concilió á sus diocesanos con el papaMartino V ; y fue tal el aprecio
que este Pontífice hizo de sus relevantes virtudes, que le encargó
muy difíciles comisiones, que desempeñó acertadamente en varias
cortes de Europa. Nombróle legado á latere ; y obligóle en 1426 á
aceptar el capelo de presbitero cardenal del título de Santa Cruz en
Jerusalen, á pesar de su repetida resistencia. Muerto Martino V,
sucedióle en el pontificado Eugenio IV, quien le mandó presidir en
su nombre los concilios de Basilea y Ferrara ; confiándole además
importantísimos cargos , que cumplió con suma satisfaccion de la
Santa Sede. Guardó por toda su vida , en cuanto pudo , el rigor de
su Instituto, tanto en la comida como en el hábito, cama y demás
observancias regulares. Su servidumbre fue poca , pero muy vir
tuosa ; en la que se contaban Tomás Parentuceli de Sarzana , que
despues subió al solio pontificio con el nombre de Nicolao V, y
Eneas Silvio Piccolomini , que tambien ocupó la silla apostólica ba
jo el nombre de Pio II. Finalmente hallándose con la corte pontificia
en la ciudad de Sena en Etruria , y hospedado en el convento de
ermitaños de san Agustín, de cuya Órden era cardenal protector,
atacóle fuertemente el mal de piedra que de largos años padecía y
sobrellevaba con una paciencia increible. El papa Eugenio IV, que
le apreciaba encarecidamente , le visitaba de continuo, y le consola
ba en aquellos tan horribles dolores. Mas nuestro Santo , aunque
en el exterior no podia ocultar la intensidad de sus males , en el in
terior gozaba de una suma calma y tranquilidad , como lo manifes
taban evidentemente los repetidos y fervorosos afectos que dirigía
al supremo Bien que tanto amaba. Agravándosele la enfermedad,
pidió y recibió con la mayor ternura, devocion y alegría los santos
Sacramentos de la Iglesia, anhelando llegara aquel último momen
to en que debia entregar su espíritu al Criador , que fue en la no
che del 9 al 10 de mayo de 1443 , contando sesenta y ocho años de
edad, y veinte y siete de obispado. No puede explicarse el profun
do y general sentimiento que causó su muerte , especialmente al
Sumo Pontífice; el cual mandó luego la operacion, y extrajéronle
de la vejiga una piedra de tal tamaño, que era igual al de un hue
vo de pato. Aquí fue la admiracion de todos, pues al ver el gran
dor de esta piedra, era consiguiente el ponderar el largo sufrimien-
DIA X. 201
lo y heroica resignacion de nuestro Santo. El dicho papa Euge
nio, para dar un público testimonio de la singular veneracion y en
trañable afecto que le profesaba, solemnizó las honras con su pre
sencia; y dispuso que en cumplimiento de la voluntad del difunto,
fuese trasladado el santo cadáver al monasterio de la Cartuja de
Florencia, donde con algunas de sus peculiares insignias es vene
rado religiosa y honoríficamente. El papa Benedicto XIV , en vista
de los milagros que obró antes y despues de su muerte, le conce
dió los honores de los altares con su bula que expidió en Roma á 6
de octubre de 17M.
Siendo el beato Nicolás de Albergato especial abogado contra la
enfermedad de mal de piedra , insertamos á continuacion el respon
so™ y oracion para implorar su proteccion poderosa.

RESPONSORIO.
Salve, decus Bononim, Salve, de Bolonia peregrina hermosura,
Cartusiense speculum, De la Cartuja austera espejo sin mancilla,
Ardens lucerna Prcesulum, De pastores antorcha que arde y da luz pura,
Regumque pacis Angele. De reyes ángel bueno en todas sus rencillas.
Lcetus dum morbo calculi Alegre padeciendo de la piedra el mal,
Valde vexatus pateris, Agudo es tu dolor , prolijo es tu penar ;
FU mors tanto productior , Mas cuanto mas tú sufres encuerpo mortal,
Quanto vitce ipeí firmior. Tanto mas cierto estás de en el cielo reinar.
Fac kujus morbi pondere Haced que nuestro cuerpo , Santo poderoso,
Nostra non plecti corpora : Jamás sujeto esté á tal enfermedad ;
Fac ne peccati vulnere Que nuestro corazon , (¡el siempre y fervoroso,
Cordis graventur intima. Por siempre libre este de toda iniquidad.
Amen. Amen.
>\ Ora pro nobit beate Nicolae. f. Rogad por nosotros bienaventurado Ni
colás.
v¡. Ne dolores calculi patiamur. Hl. Para que no padezcamos del mal de pie
dra.

ORACION.
Deus, qui beatum Nicolaum confesso- Ó Dios, que entre las muchas y pre
rem luum atque pontificem , intertol gem ciosas virtudes de vuestro confesor y pon
inas virtutum, -singulari patientia ob tífice el bienaventurado Nicolás, le ador-
molestissimam afjlictionem calculi deco- násteis con una paciencia singular en so
rasti; concede queesumus, ut ipsius gra brellevar la molestísima afliccion del mal
tín meritorum ac intercessione , ab hujus de piedra; concedednos, o» pedimos, que
morbi doloribus liberemur , et ceterntB sa- en gracia de sus meritos y por su interce
lutis gaudia consequamur. Per Chris- sion, estemos libres de los dolores de esa
tum... enfermedad , y que consigamos los gozos de
la eterna salvacion. Por Nuestro Señor...
202 MAYO

SAN ANTONIMO, OBISPO.

San Antonino , á quien en el bautismo se le puso el nombre de


Antonio , y despues por la pequeñez de su cuerpo le llamaron An-
tonino, fue hijo de Nicolás Pierozzi, notario de la ciudad de Floren
cia, y de Tomasia, ambos de familia honrada, y uno y otro reco
mendables por su conocida bondad. Nació en el año de 1389; y
como fue hijo único, y sus padres eran tan virtuosos, se dedicaron
con el mayor desvelo á darle una cristiana educacion. Cosióles poco
trabajo, porque Antonino habia nacido con tan bellas inclinaciones,
que la devocion parecia en él como natural. Por eso en Florencia
llamaban el santico al niño Antonino, siendo ya sabido que , no ha
llándole en casa, le encontrarían en la iglesia, y siempre de rodi
llas delante de una imagen de la santísima Virgen. En su porte
nunca se notó accion ni movimiento pueril ; siempre dulce , siem
pre afable , dócil y compuesto, nada habia que reprender en sus pro
cedimientos. Tuvo por toda la vida tanto horror al pecado, que se
tiene por cierto conservó hasta la muerte la inocencia bautismal ;
debiendo particularmente, como lo confesaba él mismo, á la tierna
devocion que profesaba á la santísima Virgen la inviolable integri
dad de su pureza.
Aplicáronle con tiempo al estudio, en el cual hizo maravillosos
progresos. Era de ingenio vivo y penetrante, de memoria feliz y de
un asombroso teson en el trabajo, con lo que adelantó mucho en una
edad en que otros apenas saben los primeros rudimentos; pero el
amor que tenia al estudio de las letras no podia competir con el que
profesaba al de la importante ciencia de la eterna salvacion.
Ya habia tiempo que para satisfacer la grande inclinacion que te
nia desde sus mas tiernos años, de consagrarse á Dios enteramente,
habia puesto su mira en algun claustro religioso. Pero entre todos
era el objeto de sus ansias el de los Padres Predicadores , donde rei
naba la sabiduría, el celo de la Religion, y una ejemplar observan
cia. Acudió al famoso P. Fr. Juan üominici, que despues fue car
denal arzobispo de Ragusa y legado de la Santa Sede en el reino de
Hungría, y le pidió el santo hábito. Examinóle, y quedó hechizado
de la viveza de su ingenio, del candor y de la inocencia de sus cos
tumbres, y de los ardientes deseos con que suspiraba por ser admi
tido en la Religion de santo Domingo ; pero viéndole tan pequeño y
tan niño, le aconsejó que esperase todavía algunos años; y por li
DIA X. 203
brarse de sus instancias con alguna aparente salida , habiendo en
tendido, en el discurso de la conversacion , que gustaba mucho An-
tonino de leer en el derecho de Graciano, añadió sonriéndose : Mira,
estudia todo el derecho canónico, y en sabiéndolo de memoria, yo te doy
palabra de que serás recibido. Era muy dura la condicion , como de
quien solo intentaba por aquel medio despedir con honor al preten
diente, quitándole toda esperanza de ser jamás admitido; pero que
dó sorprendido y asombrado cuando dentro de pocos dias volvió An-
tonino á reconvenirle con su palabra, diciendo estaba pronto á dar
razon de todo el derecho canónico. Con aquella extraordinaria prue
ba de su cási milagrosa memoria y habilidad , le recibieron luego los
Padres sin reparar en la debilidad de su complexion , ni en sus po
cos años , y en breve tiempo conocieron lo mucho que valia el que
habian admitido.
El fervor del novicio sirvió de religiosa emulacion á los mas an
cianos. Temíase que no tendría fuerzas para resistir al rigor de la
observancia; pero dióselas su aliento, y en todas ocasiones se mos
tró el mas humilde, el mas obediente, el mas mortificado y el mas
exacto en todos los ejercicios de comunidad. Desde luego le miraron
los frailes como el mas cabal modelo de la perfeccion religiosa, á
vista de sus abstinencias , de sus vigilias, de su desasimiento de todas
las cosas, de su aplicacion al estudio, de su continua oracion, que
era toda su ocupacion y sus delicias , de su devocion tierna y fervo
rosa, y de su exactitud en el cumplimiento de todas las obligacio
nes de su estado.
Creció el fervor con la dignidad del sacerdocio. Siempre que ce
lebraba el divino sacrificio le veian bañado en dulces lágrimas, que
incesantemente hacia derramar de sus ojos el fuego del amor de Dios
que le consumía y abrasaba. En vano intentaron moderar el rigor de
sus penitencias ; no pudieron conseguirlo, porque su vida fue un con
tinuo ejercicio de ellas: sano y enfermo dormia siempre en la dura
fierra; y aunque se vió elevado á los mayores empleos de la Reli
gion , cási siempre hizo á pié todos los viajes.
No obstante de ser todavía muy mozo, como la virtud suplia la
íalta de los años, le hicieron prior del convento de Roma, el que
gobernó con tanta prudencia, con tanta suavidad y con tanto acier
to, que le encargaron sucesivamente el gobierno de los conventos de
Nápoles, Gaeta, Cortona, Sena, Florencia, Pistoya, Fiésoli, y los de
otras muchas ciudades de Italia, renovando en todos ellos el primitivo
espíritu de la regla , mas con sus ejemplos que con sus palabras.
204 MAYO
Hiriéronle vicario general de la provincia de Toscana , y despues
de la de Napoles ; sin que por eso disminuyese el rigor de sus ordi
narias penitencias. Humillándose mas cuanto mas le elevaban , daba
siempre principio á la visita de los conventos ejercitando los oficios
mas abatidos de la casa; tan mezclado y tan confundido el Vicario
general entre los menores frailes, que solo el mayor fervor le dis
tinguía de ellos.
Hallábase Antonino en la visita de la provincia de Napoles cuando
vacó la silla episcopal de Florencia. Por mucho tiempo se llevó la
atencion del papa Eugenio el cuidado y la eleccion de un sujeto dig
no de que ocupase aquella silla, resuelto á negar los oidos á em
peños, pretensiones y parcialidades , pensando únicamente en dar á
Florencia un prelado santo. Apenas le hablaron del Vicario general
de los Predicadores , cuando sin detenerse un punto en deliberar,
le nombró por arzobispo de Florencia. Recibió el Santo la noticia
volviendo de la visita, y hallándose ya en uno de los conventos de
su provincia; sobresaltóse tanto con ella, que dejando de repente el
camino de Nápoles , sin darse por entendido, se encaminó á las cos
tas de Toscana , con resolucion de embarcarse para la isla de Cer-
deña , y pasar en ella desconocido el resto de sus dias ; pero estaban
ya tomados los puertos con órden de que ninguno le recibiese á
bordo, y le condujeron á Sena. No hubo medio de que no s& va
liese para librarse de aquella dignidad ; pero el Papa no hizo caso de
sus razones , y se mantuvo inexorable á sus ruegos ; envióle las bu
las , mandándole que cuanto antes se consagrase. Rindióse á la obe
diencia, haciéndola el mas doloroso sacrificio, siendo las lágrimas
que derramó durante la ceremonia de su consagracion el mayor tes
timonio de su dolor, y de que no hallaba otro consuelo que el de la
resignacion.
Arregló su familia de manera , que sin deslucimiento de la digni
dad episcopal , todo lo que se viese en ella oliese á religion y á mo
destia. Parecióle que los pobres serian su mejor tren y equipaje,
persuadido á que eran de ellos las rentas de la mitra, y que el ma
yor esplendor de esta consistía en hacer mayores limosnas. Mandó
a sus criados que jamás despidiesen á pobre alguno sin darle algo ;
y despues de haber consumido en limosnas todo el dinero, echó
mano de los muebles, reduciéndose el mismo Arzobispo á una ex
trema pobreza por socorrer á los pobres. Fundó el colegio de San
Martin , en que estableció doce administradores de las rentas desti
nadas para socorrer á familias vergonzantes , que reducidas á mise
DIA X. 205
ria tienen empacho de pedir ; y ha echado Dios su bendicion a esta
obra pia , de manera que hoy se mantienen con ella mas de seiscien
tas familias, proveyendo á todas sus necesidades.
Correspondía el celo á la caridad. Todos los años visitaba el arzo
bispado, haciendo tanto fruto con su modestia , apacibilidad y ejem
plo , como con sus exhortaciones. Desterráronse de todas partes los
abusos, compusiéronse. las enemistades, extermináronse los desór-
nes , y se reformaron las costumbres. Nada se ocultaba á su vigi
lancia, ni burlaba su solicitud. Habianse introducido en Florencia
los juegos que llaman de azar, con grande ruina de las familias;
emprendió el santo Arzobispo exterminarlos, y lo consiguió.
Cierto hereje disfrazado, que tenia créditos de insigne médico, y
lograba con este título mucha introduccion en las casas particula
res, se aprovechaba de ella para sembrar disimuladamente sus er
rores, vomitando con especialidad horribles blasfemias contra la san
tísima Virgen. Llególo á entender san Antonino, y al punto hizo
conocer á todos , que el verdadero celo, aunque siempre dulce y afa
ble , sabe obrar con teson y con fortaleza cuando se atraviesan inte
reses de la Religion. Por mas protectores que tuvo el hereje , el santo
Arzobispo se mantuvo inflexible; y no habiendo querido conver
tirse aquel infeliz , fue condenado á la hoguera.
Era el espíritu de Dios el primer móvil de todas sus operaciones,
y fue consiguiente á él en su conducta. Dormia muy poco, y aun
que velaba hasta muy entrada la noche, todos los dias se anticipaba
á los canónigos en la concurrencia á los Maitines. Cuando volvia de
ellos daba al estudio el tiempo que otros concedían al descanso ; des
pues de la misa , que celebraba cada dia con devocion tierna y sen
sible , se dedicaba enteramente á los negocios del arzobispado hasta
la entrada de la noche, sin interrumpir las audiencias que daba á
todos mas que para ir á visitar á los pobres en los hospitales, ó para
administrar los Sacramentos á los enfermos.
Á todas horas se le encontraba visible , afable y accesible , hacién
dose todo á todos para ganarlos á todos. Igualmente daba audiencia
al pobre y al paisano que al rico y al poderoso, sin aceptacion de per
sonas , hallándose siempre en él director, pastor y padre , sin que ac
cidente alguno fuese capaz de alterar su dulzura y su tranquilidad.
Habiendo arrestado á un ministro del Papa el Consejo supremo
de Florencia, y no habiendo podido lograr el Arzobispo que le pu
siesen en libertad , mandó cesar el oficio divino en la catedral á vista
de los magistrados, y puso entredicho á la iglesia. Por mas que le
14 . tomo v.
206 MAYO
maltrataron, se mantuvo inflexible; y como le amenazasen que le
echarían de la ciudad , mostrando el Santo la llave de la celda que
ocupaba en el convento de Cortona, y Iraia siempre colgada del
cinto , les respondió : Si me obligaren á salir de Florencia, siempre
tendré donde retirarme.
Sus grandes negocios y ocupaciones nunca le inquietaron el reco
gimiento interior ni el espíritu de oracion , y en medio de ellas estaba
como pudiera en el mas sosegado retiro. Ademas del oficio divino, el
de la Virgen, y los salmos penitenciales, que rezaba todos los dias,
rezaba el oficio de difuntos dos veces á la semana , y los dias de fiesta
todo el Salterio entero. En medio de tantas tareas halló tiempo para
enriquecer k Iglesia con excelentes obras, como son la Suma doc
trinal ó teológica, la Suma histórica, la Suma de la confesion, un tra
tado de la excomunion , el discurso sobre los discípulos cuando iban al
castillo de Emaús, y un tratado de las virtudes; descubriéndose en
todas estas obras las mayores pruebas de la pureza de su fe, de la
santidad de su doctrina, de su gran virtud, erudicion y sabiduría.
Estaba lan extendido por toda Italia el concepto de su elevada san
tidad , que acudían los pueblos á los caminos por donde se sabia que
habia de pasar para recibir su bendicion. El papa Nicolao V dijo pú
blicamente, que tenia por tan digno de ser colocado en los altares al
Arzobispo de Florencia estando vivo, como á Bernardino de Sena, d
quien él mismo acababa de canonizar, despues de muerto. Nombráronle
los florentinos para que llevase la voz en una solemne embajada que
enviaron á los papas Calixto III y Pio II , reparando todos que cuan
to mas le colmaban de honores, mas humilde se hacia. Suplicáronle
que se quisiese encargar tambien de la embajada al emperador Fe
derico; pero no le pudieron reducir, porque jamás se resolvió á sa
lir de su arzobispado, no siendo por los intereses de la Iglesia.
Llegando á noticia del papa Pio II el gran fruto que habia hecho
en Florencia con su celo suave, pero siempre discreto y eficaz , cor
tando de raíz los escándalos públicos, exterminando los juegos de
azar y otros desórdenes inveterados, quiso hacerle de la junta, que
habia formado para reformar los abusos de Roma ; pero antes llamó
Dios á su fiel siervo para premiarle eternamente. Murió con la muer
te de los Santos el día 2 de mayo del año 1469, á los setenta de su
edad, y á los trece de su pontificado. Hallabase á la sazon en Flo
rencia el papa Pio II, y no solo quiso honrar con su asistencia el
entierro del santo Arzobispo, sino que concedió siete años de indul
gencia á los que concurriesen á honrar tambien su cuerpo en la se
DIA X. 207
pültura. Sesenta y cuatro años despues le canonizó solemnemente
el papa Clemente VII, fijando su tiesta Inocencio XI al dia 10 de
mayo. Venérase el santo cuerpo con gran concurso de los fieles en
la iglesia de los Padres Dominicos de Florencia, y se conservan al
gunas reliquias suyas en la del colegio de la Compañía de Munster.

La Misa es en honra de san Antonino, y la Oracion es la siguiente:


Sancti Antonini, Domine, confesso- Ayúdennos, Señor, los merecimien
ris tui atgue pontificis meritis arijuve* tos del santo confesor y pontífice An*
mur, ut sicut te in illo mirabilem prrn- tonino, para que así como te ensaca
dicamus, ita in nos misericordem fuis- rnos admirable en sus virtudes, así.
se gloriemur. Per Dominum nostrum tambien te experimentemos miseri
Jesttm Christum... cordioso en nuestras necesidades. Por
Nuestro Señor Jesucristo, etc.

La Epístola es del capitula xliv y xlv del Eclesiástico.


Ucee sacerdos magnus, quiin diebus Hé aquí un sacerdote grande que en
mis placuit Deo , et inventas estjustus, sus días agradó á Dios, y fue hallarlo
et in tttnpore iracundia? factus est re justo, y en el tiempo de la cólera se
conciliado. l\'on est inventus similis hizo la reconciliacion. No se bailó se
iili qui conservaret legem Excelsi. Ideo mejante á él en la observancia de la
jurejurando fecit illum Bominus cres- ley del Altísimo. Por eso el Señor con
cere in plebem suam. Behedíctíonem juramento le hizo célebre en su pue»
omnium gentium dedit illi, el testamen blo. Dióle la bendicion de todas las
tan suum confirmavitsuper caputejns, gentes, y confirmó en su cabeza sb
Agnovit eum in benedictionibus sais : testamento. Le reconoció por sus ben
conservavit illi misericordiam suam, et diciones, y le conservó su misericor
invenit gratiam coram oculis Poíhiní. dia , y halló gracia en los ojos del Se
Magnificavit eumin conspeetu regunr, ñor. Engrandecióle en presencia de lo»
et dedit UH «oronam gtorice. Statuit ilii reyes, y le dió la corona de la glorio.
teslamentum aternum , et dedit illi sa- Hizo con él una alianza eterno , y le
cerdotium magnum , et beatificavit dió el sumo sacerdocio, y le colmó de
illum in gloria. Fungi sacerdotio , etha- gloria para que ejerciese el sacerdocio,
bere laudem in nomine ipsilis: et offer- y fíiese alabado su nombre, y le ofre
re illi incenswn dignum, in odorem ciese incienso digno de él, en olor .da
suavidad.

REFLEXIONES.
Dios le glorificó. No hay otra gloria verdadera que la que viene de
Dios ; y aun esa es menester que el mismo Dios nos la dé. La que los
hombres solicitan , ó la que se dan unos á otros, pierde todo el mié-
rito y la estimacion, ó por la malignidad del principio, ó por lo tor
cido del fin. Todo ese incienso se desvanece en humo; y ¿qué resta
despues del buen olor? No hav en el mundo cosa mas lisonjera, ni
U*
208 MAYO
mas frivola, ni mas mentirosa que la alabanza. No es digno de ella
el que se glorifica á sí mismo, sino aquel á quien glorifica Dios. El
verdadero mérito por sí mismo resplandece; el fuego y el diamante
brillan solo con dejarse ver ; las piedras falsas son las que necesitan
que las preconicen , y que se muestre como con el dedo su aparente
resplandor. Esta es la causa legítima de esas necias y groseras va
nidades que ha intentado el orgullo humano para lisonjear su pa.r
sion y para divertir á su misma razon natural , ocultándola la enfa
dosa vista de su necesidad y pobreza. . é
Glorificóle Dios delante de los reyes. Sean los buenos los que fuesen ;
mas que sean los mas humildes , los mas desconocidos por su condi
cion ó por su nacimiento; masque sean menospreciados, persegui
dos y maltratados ; entre los oprobios y entre el polvo se ha de hacer
lugar la verdadera virtud ; brilla en medio de los oscuros calabozos ;
y al cabo ha de hacer que se reconozcan sus derechos y su superio
ridad hasta desde la soberanía del trono. Hónrase siempre á la vir
tud; y se puede decir que solo á la virtud propiamente cristiana es
á quien se honra. No hay hombre racional , no hay clase ni condi
cion tan elevada que no se considere obligada á pagar, por decirlo
así, esta especie de tributo. El natural entonamiento de los grandes
no acierta a sostenerse á vista de la dulzura y de la apacibilidad de los
virtuosos. Solamente la virtud está exenta de su desgracia: hasta la
emulacion mas maligna , hasta la mordacidad mas insolente la respe
ta : bien puede perseguirla y maltratarla ; pero en el fondo la estima.
Y aun la persecucion, si se reflexiona bien , nunca es contra la que
se concibe como virtud verdadera , sino contra la que se representa
como falsa ; á la primera ninguna pasion tiene osadía para denigrarla .
i Oh buen Dios ! siendo los hombres tan ambiciosos y tan apasio
nados de gloria, ¿por qué no la buscarán donde verdaderamente se
halla? Los empleos mas elevados no siempre son los mas tranquilos.
La grandeza , el esplendor, la autoridad, es cierto que ejecutan por
muchos honores, imponen obligaciones, inspiran respeto y temor;
pero el corazon y el alma solamente los gana la virtud. Á la santi
dad todo el mundo se rinde. Una persona sólidamente virtuosa es
honrada , respetada , estimada , y todos hacen confianza de su rec
titud y de su bondad. Y ¿se hace acaso la misma de las grandezas
humanas? Todos los hombres aman la gloria ; pocos pueden aspirar
á esas brillantes fortunas : ninguno hay que con la gracia de Dios
no pueda ser santo. Pues ¡qué objeto mas digno de la ambicion de
un corazon cristiano ! y ¡ qué locura la de suspirar por otra gloria l
DIA X. 209

El Evangelio es del capítulo xxv de san Mateo.


In illo tempore dixit Jesus discipu- En aquel tiempodijo Jesús á sus dis
lis suis parabolam hanc : Homo quí cípulos esta parábola: Un hombre que
dam peregre proficiscens, vocavit ser- debía ir muy léjos de su país llamó á
tos suos, et tradidit illis bona sua. Et sus criados , y les entregó sus bienes.
uni dedit quinque talenla, .alii autem Y á uno dió cinco talentos , á otro dos,
duo, alii vero unum, unicuique secun- y a otro uno , á cada cual segun sus
dum propriam virtutem, et profectus fuerzas , y se partió al punto. Fué,
eststatim. Aliiit autem qui quinque ta- pues , el que había recibido los cinco
lenta acceperat, et operatus est in eis, talentos a comerciar con ellos , y ganó
el lucratus est alia quinque. Similiter, otros cinco : igualmente el que había
et qui duo acceperat, lucratus est alia •recibido dos, ganó otros dos; pero el
duo. Qui autem unum acceperat ab- que habia recibido uno, hizo un hoyo
iens foditinterram, et abscondit pecu- en la tierra, y escondió el dinero de su
niam domini sui. Post multum' ver» señor. Mas despues de mucho tiempo
temporis venit dominus servorum illo- vino el señor de aquellos criados , y
rum, el posuit rationem cum eis. Et ac- les tomó cuentas; y llegando el que
cedens qui quinque tálenla acceperat, habia recibido cinco talentos, le ofre
oblulit alia quinque talenta, dicens: ció otros cinco, diciendo : Señor, cin
Domine, quinque talenta tradidisti co talentos me entregaste , hé aquí
mihi, ecce alia quinque superlucratus otros cinco que he ganado. Díjole su
sum. Ait Mi dominus ejus: Euge, ser señor : Bien esta , siervo bueno y fiel :
ve bone et fidelis, quia super pauca porque has sido fiel en lo poco, te da
fuisti fidelis, super multa te consti- ré el cuidado de lo mucho; entra en el
tuam, intra in gaudium domini tui. gozo detu señor. Llegó tambien el que
Accessit autem et qui duo talenta ac habia recibido dos talentos, y dijo 'Se
ceperat, et ait: Domine, duo talenta ñor, dos talentos me entregaste , hé
tradidisti mihi, ecce alia duo lucratus aquí otros dos mas que he granjeado.
lum. Ait Mi dominus ejus: Euge, ser Díjole su señor: Bien está, siervo bue
ve bone et fidelis , quia super pauca no y fiel : porque has sido fiel en lo
fuisti fidelis, supra multa te consti- poco, te dare el cuidado de lo mucho;
tuam, intra in gaudium domini tui. entra en el gozo de tu señor.

MEDITACION.
Del retiro espiritual.
Pcpcfb primero. — Considera que el retiro espiritual , que consiste
en pasar algunos dias en silencio y en soledad léjos del tumulto del
mundo y del ruido de los negocios, para vacar únicamente á la con
sideracion de las verdades mas importantes de la Religion , y al gran
negocio de la salvacion eterna ; considera , vuelvo á decir, que este
piadoso retiro es entre todos los ejercicios de devocion el mas pro
pio , y aun el mas necesario para convertir á una alma , y acaso el
único que jamás se practica inútilmente.
210 MAYO
Es cosa muy fácil que las verdades mas lerribles de la Religion
hagan no mas que una impresion leve y pasajera , cuando todo con
tribuye , ó á disipar el espíritu , ó á estragar el corazon ; la luz de la
fe está entonces medio apagada, y no se deja percibir bien la voz de
Dios entre el estruendo del mundo. Pero cuando retirados del bu
llicio y del tráfago de los negocios, cuando en lugar de tantas bri
llanteces falsas como se nos representan á la vista , en vez de esa in
finita multitud de objetos engañosos que se nos ponen delante , solo
se ofrecen á nuestros ojos aquéllas imágenes que nos hacen cási pal
pables estas terribles verdades que jamás habiamos penetrado bien,
y ahora las miramos á nuevas luces , ¿cómo es posible que no hagan
grande impresion en un tiempo en que la gracia se comunica con
mayor abundancia , el espíritu está menos distraido , y el corazon
mejor dispuesto?
Nunca se comunica la gracia con mayor abundancia, y de con
tado el mismo retiro es una gracia preciosísima. Mas si Dios nos dis
pensa siempre tantas gracias aun en medio del mundo mas tumul
tuoso ; si grita , si estrecha, si solicita, si corre tras el pecador, aun
cuando el pecador-huye de él, ¿qué misericordias no derramará ese
mismo Dios sobre una alma penitente, cuando se retira del mundo
para buscar á su Salvador, para llorar sus pecados, para desarmar
su justicia, y para aplacar su ira? ¿Retiraráse de la soledad aquel
misericordiosísimo Dios que tanto se deja sentir del alma aun cuan
do está mas acompañada, y que dice por su Profeta que él mismo
la retirará á la soledad para hablarla al corazon?
Experiméntanse en el discurso de la vida algunos vivos y fervo
rosos deseos de trabajar en el negocio de la salvacion ; fórnianse
grandes proyectos de conversion en estos como intervalos de la ra
zon y de la piedad; sálese de un sermon con el corazon altamente
penetrado y movido: una muerte repentina, una desgracia, una en
fermedad , la lectura de algun libro sobresaltan tal vez á una con
ciencia que hasta entonces se conservaba demasiadamente tranquila.
Parecía que en ciertas fiestas solemnes, con motivo de aquella con
fesion y comunion , estaba ya concluida la grande obra de la conver
sion, y que se iba á dar principio á la enmienda general de las cos
tumbres; pero el tropel de tantos objetos tentadores, el tumulto de
la familia, la multitud de los negocios que indispensablemente acom
pañan al empleo y al estado, las inconstancias y variaciones enfado
sas de la vida, y sobre todo el torrente de los malos ejemplos, lo
desvanecieron todo. El grano era bueno, pero cayó en las espinas,
DIA X. 211
y se sofocó, ó cerca del camino, y le pisaron , ó le comieron las aves
del cielo. Todo esto prueba, mi Dios , la indispensable necesidad de
retirarse, sin lo cual es muy dificultoso convertirse.

Punto segundo. — Considera que no puede haber estado ni dis


culpa que nos dispense del retiro. Ó has vivido inocente y fervoro
so, ó has tenido la desgracia de abandonarle á las pasiones. Pues el
retiro conserva la inocencia, y produce casi infaliblemente la con
version. No parece posible pasar, emplear muchos dias en la medi
tacion de aquellas terribles verdades que convirtieron al mundo ; no
perder de vista el horror de la sepultura ; bajar con la consideracion
hasta aquellos torbellinos de fuego que la ira de todo un Dios omni
potente tiene encendidos para castigar á los pecadores ; penetrar bien
aquella espantosa eternidad , que es la justa medida de los tormentos
que ha de padecer una alma réproba ; no parece posible pasar exacta
revista de todas sus maldades; ponérsele delante aquel cáos, aquel
abismo de culpas ; tener presente todo lo que Jesucristo padeció por
satisfacerlas; no parece posible considerar sériamente y con sosiego
la grande contradiccion que hay entre lo que creemos y lo que prac
ticamos , entre nuestra fe y nuestras costumbres ; comparar las máxi
mas del mundo, que se siguen , con las del Evangelio, que se deben
seguir ; pensar en el corto número de los que se salvan , y la inmensa
multitud de los que se condenan ; no parece posible , vuelvo á decir,
hacer todas estas saludables reflexiones en la quietud de la soledad,
donde todo conspira á que abramos los ojos para conocer las cosas
como son, y para palpar las vanidades del mundo, sin que nos pe
netren, sin que nos muevan, sin que nos conviertan.
¡Cosa extraña! todos convienen en la importancia y aun en la
necesidad del retiro ; pero pocos encuentran lugar ni tiempo para
retirarse. Las ocupaciones, los negocios , dicen los mas, nos sorben
todo el tiempo. Pues qué ¿el negocio de la salvacion no es negocio?
¿Se nos puede ofrecer nunca otro que nos toque mas , ni que sea de
mayor consecuencia para nosotros? ¿Qué digo? ¿Tenemos por ven
tura otro negocio que merezca propiamente ese nombre mas que
este? Únicamente para trabajar en él se nos ha concedido toda la
vida ; y juzgó Dios que no era menester menos tiempo para salir bien
con él. Y nosotros no hallamos tiempo para dedicar á él ocho ó diez
dias al cabo del año. Si nos acomete una enfermedad , el cuidado de
la salud nos hace olvidar todo otro cuidado ; si nos amenaza el pe
ligro de perder un pleito ; si á un pariente , si á un amigo se le ofrece
212 MAYO
un lance de empeño ó peligroso, todo se arrima , todo se abandona ;
se monta prontamente á caballo, se deja la casa, y se pasan meses
enteros en agencias y en solicitudes ; ciérrase la puerta á todo otro
negocio, y solo en este se piensa. Dirás que entonces lo pide la ne
cesidad; pues qué, salir del estado del pecado ¿no será por lo me
nos tan grande necesidad como librarse de una enfermedad peli
grosa? conservar el cielo ¿no será tan necesario como conservar una
herencia? ¿Hay negocio que nos interese mas que la salvacion de
nuestra alma? Retírase uno para ajustar sus cuentas, para poner en
orden sus negocios ; retírase para tomar sus medidas , para reflexio
nar sobre los medios mas propios de gobernar una empresa, una
pretension de importancia ; retírase á la campaña , ó se encierra en
su casa, negándose á las visitas; y todo esto por negocios tempora
les. Pero ¡ por el de la salvacion eterna , por mi eterna felicidad , un
retiro de ocho dias ! ¡ Ah ! eso es demasiado ; ¿dónde se ha de hallar
tiempo para retirarse ocho dias? ¡Y luego extrañarémos que sea tan
corto el número de los que se salvan ! ¡ luego nos admirarémos de que
sea tan crecido el número de los que se condenan !
Conozco, amable Salvador mio, toda la fuerza de estas verdades;
comprendo bien cuán necesario es el retiro, así para aprovechar bien
los talentos recibidos, como para tomar justas medidas en orden á
la eternidad. Solo confio, Señor, en vuestra misericordia, y espero
que se ha de señalar en un sujeto tan vil como yo; especialmente
cuando, ayudado de vuestra divina gracia, tome todos los medios
que me sean posibles para agradaros.

Jaculatorias. — Huí del tumulto, alejéme del bullicio, y reco-


gíme á la soledad para meditar las importantes verdades de la Reli
gion. (Psabn. liv).
¿Quién me dispondrá en la soledad un lugar muy apartado para
abandonar á este pueblo, y para huir de en medio de él? {Jerem. ix) .
PROPÓSITOS.
1 Entre todos los ejercicios de devocion ; uno de los mas eficaces
para convertir á un pecador, para encender el fervor en una alma , y
acaso el único remedio eficaz contra la tibieza, es el retiro espiritual.
No bajó visiblemente el Espíritu Santo sino ó en el desierto, ó en el
retiro del cenáculo ; y si Jesucristo se retiró solo tantas veces á la so
ledad del monte , fue sin duda para enseñarnos la necesidad que te
nemos de retirarnos de cuando en cuando á la soledad ; pues en ella
DIA X. 213
fue tambien donde el mismo Señor dió á gustar á Ires de sus após
toles unos destellos anticipados de la gloria, colmándolos de los ma
yores favores. Sírvete de este medio, y no dejes pasar año alguno sin
retirarte ocho ó diez dias á unos ejercicios. Tengas los negocios que
tuvieres , y sea tu empleo el que se fuere , hurta el cuerpo por algun
tiempo á esas ruidosas ocupaciones , á esas concurrencias peligrosas.
Una calentura, un reumatismo, una jaqueca te harian invisible á lo
dos; pues hágate invisible por algunos dias el cuidado de tu eterna
salvacion. La Semana Santa y la de Pascua de Espíritu Santo pa
recen tiempo muy á propósito para vacar á estos santos ejercicios;
pero al fin escoge el que fuere mas acomodado para tí ; y si no pu
dieres retirarte á alguna comunidad religiosa , retírate á lo menos en
tu casa, que esto parece que ya lo podrás hacer.
2 Unos ejercicios sin fruto son pronóstico muy funesto; muy
malo está el enfermo cuando no hacen operacion en él los remedios
mas eficaces. Ten presente que el fruto de los ejercicios depende
en gran parte , ó de los fines por que se hacen , ó de la disposicion
con que se entra en ellos, ó de los medios que se aplican para ha
cerlos bien. Los fines que debes proponerte para entrar en ejercicios
son: Primero, arreglar las cosas de tu conciencia por medio de una
confesion general que repare los defectos de las antecedentes , y quite
la necesidad de hacerla a la hora de la muerte ; segundo , reformar
la vida; tercero, arreglar tu proceder en lo sucesivo ; cuarto, cami
nar eficazmente á la perfeccion de tu estado. Las disposiciones se
pueden reducir á cinco : Primera , deseo sincero de aprovechar ; se
gunda, gran desconfianza de sí mismo, acompañada de una firme
confianza en Dios ; tercera , un corazon liberal para con Dios , deter
minado á no negarle cosa que le pida ; cuarta , una suma exactitud
en observar el repartimiento ó distribucion de horas que se señalare
en los ejercicios; quinta, una total soledad y perfecto retiro, con una
entera persuasion de la gran necesidad que tienes de él. Los medios
pueden ser: Primero, una singular devocion á la santísima Virgen,
naciéndola cada dia alguna oracion particular para implorar su pro
teccion; segundo, el uso de los Sacramentos; tercero, un profundo
silencio ; cuarto , considerar á estos ejercicios como los últimos que
has de hacer en tu vida , y que en cierta manera depende de ellos
lu conversion y salvacion.
214 MAYO

DIA XI.
MARTIROLOGIO.
El tránsito de san Antimo , presbítero , en Roma , en la via Salaria , el
cual esclarecido en virtudes y en la predicacion del Evangelio, en la persecu
cion de Diocleciano fue precipitado en el Tíber, de donde lo sacó un Ángel, res
tituyéndolo á su oratorio ; despues lo degollaron, y se ¡fué victorioso al cielo.
San Evelio, mártir, en el mismo dia : era de la familia de Neron, y viendo
martirizar á san Torpeto, creyó en Jesucristo, por cuya causa fue degollado
por mandato del mismo Neron.
Los santos mArtires Másimo, Baso y Fabio, igualmente en Boma, los
cuales en tiempo de Diocleciano fueron tambien martirizados en la via Salaria.
Los santos mártires Anastasio y sds compañeros, en Camerino, los
cuales en la persecucion de Decio fueron martirizados por mandato del presi
dente Antíoco.
Los santos mártires Sisinio, diácono, Dioclbcio y Florencio, discípu
los de san Antimo , presbítero , en Osimo , en la marca de Ancona ; los cuales
consumaron el martirio muriendo apedreados durante la persecucion de Dio
cleciano.
San Ganduleo, mártir, en Varennes, ciudad de Francia.
San Mamerto, obispo, en Viena, el cual por causa de una gran calamidad
instituyó en aquella ciudad tres dias de letanías solemnes antes de la Ascen
sion del Señor, cuyo rito recrió despues y aprobó la Iglesia universal. ( Véase
su vida en las de hoy ).
El tránsito de san Mayolo, abad de Cluny, en Silviniaco, ó sea Souvi-
gni , ilustre en santidad de Vida y en méritos. ( Víase su vida en las de hoy).
San Iluminado, confesor, en Septémpeda de la marca de Ancona.

El Calendario de Cataluña hace boy conmemoracion , juntamente con otros,


de ios santos Poncio y Anastasio , cuyas noticias pueden verseen los dias
siguientes : la de san Poncio, el dia 14 de mayo ; y la de san Anastasio, el dia
de hoy.
SAN MAMERTO, OBISPO.

Entre los obispos célebres que en virtud y doctrina florecieron


en el siglo V de nuestra era cristiana, fue uno san Mamerto , emi
nente prelado de la iglesia de Viena , digno de eterna memoria por
la institucion laudable del tiempo, método y forma de las rogativas
precedentes á la festividad de la Ascension de Nuestro Señor Jesu
cristo. Aunque no nos constan las acias de la prodigiosa vida de este
héroe antes de haber ascendido á la silla episcopal de Viena , ya co
locado en esta sublime dignidad , fue el objeto dél amor y venera
DIA XI. 215
cion del pueblo por su eminente virtud y apostólico celo con que se
esmeraba en dirigir á su rebaño santamente ; pues no satisfecho con
velar como pastor vigilante sobre él de continuo, é instruirle por sí
mismo, se valia, para que le ayudasen en el ministerio, de los minis
tros de la mayor sabiduría y conocida virtud, especialmente de su
hermano Claudiano, presbitero de la misma iglesia , hombre de una
vida ejemplarisima, y de una erudicion sobresaliente.
En la época de su pontificado tuvo este santo Prelado muchas aflic
ciones, que le fueron muy sensibles por la ternura con que llevaba en
su corazon á todos los que sometió á su cuidado la divina Providencia.
Estas mortificaciones eran causadas por diversas suertes de desgracias
que sucedieron en su tiempo, las cuales pusieron el país en una triste
desolacion. La continuacion de los terremotos, la frecuencia de los
incendios, las diarias ruinas y los formidables estruendos hicieron
que las fieras, llenas de temor y susto, dejando las concavidades de
los montes y desiertos, se refugiasen á las poblaciones. Cada dia se
veian nuevas señales de la ira de Dios sobre los habitantes de aquella
tierra; iban en aumento estos espantosos espectáculos, y no se ha
blaba de otra cosa que de los desastres públicos.
Consternados los fieles á vista de estos azotes merecidos por sus
culpas, esperaban con impaciencia ia festividad de la Pascua de Re
surreccion, confiados en que por los gozosos misterios que en ella
se representan, y por las saludables disposiciones con que se pre
paran los Cristianos en la Cuaresma para recibir la Comunion pas
cual, impondría el Señor término á tan formidables castigos. Ani
mados con esta esperanza, concurrieron todos contritos en la vigilia
de la gloriosa noche á celebrar en ia iglesia el misterio ; pero habién
dose incendiado en el ínterin las casas consistoriales, abandonaron
el templo, y huyeron con precipitacion á los campos, clamando á
voces al cielo. .
Solo el santo Obispo quedó en la iglesia, postrado ante el altar,
implorando con gemidos cordiales y llanto la divina misericordia; y
fue tal la eficacia de sus fervorosas oraciones , que con el agua de sus
lágrimas aplacó la voracidad del fuego. El gozo que causó esta ma
ravilla en el espíritu de su pueblo hizo que se reuniese para conti
nuar los oficios divinos ; pero despues que Mamerto concluyó los mis
terios, y rindió á Dios las gracias correspondientes por un favor tan
visible, aprovechándose de la contricion que manifestaba el pueblo,
le dió á entender que la penitencia y la oracion eran los verdaderos
eficaces remedios de las desgracias de que se quejaban. Bajo este
216 MAYO
supuesto ordenó que se hiciesen dertas rogativas públicas, acom
pañadas de ayunos y preces ; y consultando el tiempo y modo de su
establecimiento, le pareció conveniente fuese en los tres dias que
preceden á la festividad de la Ascension de Nuestro Señor Jesucristo.
Asistió á ella toda la ciudad con un semblante humilde y penitente,
dejándose ver poseida de una grande compuncion del corazon , mez
clando las preces con lágrimas y gemidos; y cedieron las calamida
des públicas. Divulgada la fama de esta laudable institucion , y de los
admirables efectos que produjo, fue abrazada en las provincias veci
nas , y se comunicó muy presto á casi toda la Iglesia del Occidente,
donde se ha continuado sin interrupcion hasta nuestros dias ; de for
ma que aunque semejantes preces precedieron á la edad de san Ma
merto en tiempos indefinidos, en cuanto á la determinacion de este
método y forma de su ejecucion reconocen por primer autor del
establecimiento á este insigne Prelado su hijo espiritual san Abito,
obispo de Viena, Sidonio Apolinar, Gregorio de Tours, con otros
escritores.
Tambien se debió á su religioso celo la invencion de las reliquias
de san Julian y san Fereolo , ilustres mártires de Jesucristo , que pa
decieron en tiempo de la sangrienta persecucion de los emperado
res Diocleciano y Maximiano ; las cuales trasladó á una magnífica
iglesia que edificó, á fin de que en ella les tributasen los fieles la
veneracion y obsequio correspondiente. .
Finalmente , despues que gobernó algunos años su pueblo como
un celoso pastor, pasó á disfrutar los premios eternos á fines del si
glo V. Su cuerpo fue sepultado primeramente en la iglesia de los San
tos Apóstoles, extramuros de la ciudad de Viena, desde donde se
trasladaron despues sus reliquias á la basílica constantiniana de San
ta Cruz de Orleans. Allí permanecieron en grande veneracion hasta
el siglo XVI , en el que los Hugonotes , durante sus sacrilegas irrup
ciones del año 1562, entrando en Orleans, quemaron la cabeza y
huesos del Santo, que estaban en diferentes cajas , y dispersaron sus
cenizas.

SAN MAYOLO Ó MAYEUL, ABAD DE CLUNY.


San Mayeul , hijo de Foquer , uno de los señores mas ricos y mas
poderosos de la Provenza, nació el año de 906 en Valenzola, villa
reducida del obispado de Riez. La ejemplar virtud de sus padres le
proporcionó una educacion correspondiente á su religion y á su na
DIA XI. 217
cimiento. Desde la cuna mostró el niño tanta inclinacion á todo lo
bueno , acompañada de un natural tan bello , dócil , y de unos talen
tos tan escogidos para el estudio de las letras , que en poco tiempo
se hizo Mayeul un mozo cabal. Tenia una memoria feliz, nn enten
dimiento vivo , penetrante y naturalmente culto, acompañado de una
rara aplicacion, poco ordinaria en los de aquella edad, con que en
breve tiempo adelantó mucho en las ciencias ; pero mas adelantó en
la ciencia de los Santos por su desvelo en corresponder á las grandes
gracias con que el Señor le previno desde su mas tierna edad.
Profesó desde ella singular amor á la virtud de la pureza , y en
fuerza de él evitó cuidadosamente todo aquello que podía manchar
su hermosísimo candor. Ignoró los entretenimientos de la infancia,
causándole disgustos los juegos que esta usa; toda su diversion era
la oracion , la leccion y el estudio. El mayor presagio de su futura
santidad fue la tierna devocion que profesaba á la santísima Virgen.
Nunca se desmintió su virtud , la que tenia gran cuidado de culti
var con la frecuencia de Sacramentos y con el ejercicio de rigurosas
penitencias.
Faltáronle sus padres siendo aun muy jóven. Antes de morir el
padre habia hecho donacion á la nueva abadía de Cluny de mas de
veinte hermosas posesiones; liberalidad muy del gusto del santo hi
jo, y que contribuyó mucho para avivarle mas la estimacion y el
amor con que miraba ya al estado religioso. Tentábanle poco los
otros grandes bienes en que se veia heredado ; y andaba meditando
retirarse á alguna soledad dentro de sus mismas tierras, cuando le
obligaron á salir de ellas las incursiones que hacian en la Provenza
los sarracenos de España , y se refugió en Macon en casa de un pa
riente suyo. Dióse á conocer muy presto por su virtud , por su re
putacion y por su nacimiento al obispo de la ciudad, llamado Ber-
non. Luego que el Prelado le vió, se persuadió que un jóven tan pru
dente, tan virtuoso, y de prendas tan distinguidas, estaba sin duda
destinado de Dios para la Iglesia; y á fin de empeñarle en seguir
este estado, le ordenó de primeras órdenes, y le dió un canonicato
en su catedral.
Cuando el Santo se vió canónigo , no creyó que el título de la pre
benda lo era tambien de la diversion y de la ociosidad : comprendió
todas las obligaciones con que cargaba, y se aplicó á desempeñar
las. Habiendo conseguido licencia del Cabildo para ir á concluir sus '
estudios en Lyon , cuyas escuelas eran á la sazon muy celebradas,
se dejó admirar en aquella ciudad su modestia, aquella gran com-
218 MAYO
postura y ajustamiento de costumbres con su rara sabiduría. Resti
tuido á su iglesia, en poco tiempo fue su ejemplo y su admiracion.
Pocas veces habia visto el clero y el pueblo tanta edificacion en perso
nas de aquella calidad y en la flor de su juventud; lo que obligó al
obispo á irle promoviendo por los grados y pasos regulares hasta el
diaconato , y á pesar de su humildad le hizo arcediano de su iglesia.
Con la nueva dignidad se sintió encendido en nuevo celo por su
propia perfeccion y por la salvacion de las almas. Propúsose por mo
delo al santo diácono y protomártir san Estéban , y sin exageracion
se puede asegurar que imitó todas sus virtudes. Fue tan ardiente su
caridad con los pobres, que no solamente les repartía con la mayor
fidelidad las limosnas de los fieles , como le pedia su ministerio , sino
que á largas manos empleaba en ellos sus propias rentas. Represen
táronle que estaban vacías sus paneras , y no solo vendió los muebles,
sino tambien muchas de sus tierras para socorrer á los pobres en un
hambre que sobrevino, autorizando el Señor mas de una vez con
milagros sus crecidas limosnas ; porque habiendo gastado cuanto
tenia por atender á la pública miseria, halló en una ocasion sobre
el mismo lintel de la puerta de su cuarto un bolsillo lleno de piezas
de. plata; y ofreciéndosele el mismo escrúpulo que al santo Tobias,
sobre si aquel bolsillo seria de alguno que lo hubiese perdido allí,
hizo que lo publicasen ; y no habiendo parecido dueño , al punto re
partió entre los pobres todo cuanto habia en él.
Aun se extendió á mas su caridad , porque habiéndole suplicado
que explicase algunas lecciones de filosofía y de. teología á los clé
rigos de la iglesia de Macon , lo hizo al instante con tanto aplauso
y con tanto fruto, que mezclando entre las cuestiones mas áridas y
secas las instrucciones morales mas vivas y mas eficaces , salían sus
discípulos aun mas santos que sábios.
La fama de su virtud le dió á conocer en otras provincias extra
ñas. Muerto Guifredo, arzobispo de Besanzon, le pidió por pastor
suyo esta ciudad ; pero se resistió con tanta sinceridad y con tanta
resolucion, que perdieron la esperanza de reducirle. Aunque salió
victorioso de este lance, quedó tan sobresaltado del peligro, que
para que no se viese en otro semejante su humildad , determinó re
tirarse á algun claustro religioso.
La célebre abadía de Cluny,"tan fecunda en hombres santos y sá
bios, gobernada á la sazon por Aymardo, su tercero abad, estaba
reputada por el mas santo retiro que se conocía por aquel tiempo
en Europa. Florecía en ella la disciplina monástica con el mayor ri
día XI. 219
gor, y hacia gran ruido en el mundo el espíritu de penitencia que
reinaba en aquella austerísima comunidad. Rabia muchas noticias
de Mayeul en el monasterio , y así fue recibido en él con singular
alegría. Como era tan virtuoso, apenas tuvo otra cosa que mudar
sino el vestido. El desasimiento de todos los bienes de la tierra, el
espíritu de recogimiento , su tierna devocion , su vida penitente ysu
profunda humildad le condujeron en poco tiempo á la cumbre de
la perfeccion , en un lugar donde parece que se habian refugiado y
unido todas las virtudes.
Conociendo el abad Aymardo las que sobresalían tanto en el nuevo
monje, acompañadas de sus raros talentos naturales, no quiso que
las sepultase; y encargándole hacia dentro el cuidado de enseñar á
los jóvenes estudiantes , le encomendó al mismo tiempo todos los ne
gocios mas importantes de afuera, nombrándole por bibliotecario y
por apocrisario del convento. Desempeñó nuestro Santo con la ma
yor integridad y suficiencia todos estos empleos, sin que los viajes
que se le ofrecieron para tratar con los príncipes en diversas cortes
de la Europa disipasen en él aquel su natural espíritu de retiro y
de mortificacion ; tan recogido , tan humilde y tan austero consigo
mismo en medio de la corte como en el centro del monasterio , no
perdiendo jamás un punto de su primitivo fervor.
Hallándose el abad Aymardo muy debilitado y cási ciego en su
avanzada edad , propuso á los monjes que le diesen por coadjutor
suyo á nuestro Santo : consintió unánimemente el Capítulo , sin que
otro que Mayeul contradijese la eleccion , con que se vió precisado á
rendir el cuello al yugo de la obediencia. Juntáronse en Cluny to
dos los obispos vecinos con muchos abades, y habiendo sido solem
nemente bendito , fue declarado abad del monasterio ; y aunque Ay
mardo le obligó á que ocupase su lugar , nunca se consideró sino co
mo su vicario y coadjutor. Cierto monje, que tenia oficio en el monas
terio , faltó en no sé qué cosa á Aymardo ; y este con mas resenti
miento del que fuera justo , mandó juntar el Capítulo , y haciéndose
llevar á él , preguntó al abad Mayeul en presencia de todos los reli
giosos , si era subdito ó superior suyo ; respondió el Santo con aque
lla su genial modestia y apacible mansedumbre , que siempre se ha
bía considerado y se consideraba como el último de todos los mon
jes ; que hacia profesion de obedecerle en todo , y que le honraria y
veneraría como á padre hasta la muerte. Pues si así es, replicó Ay
mardo , deja ese asiento del Abad , y véte á sentar entre los demás
religiosos. Al punto obedeció nuestro Santo, y Aymardo se declaró
220 MAYO
por único abad del monasterio , comenzando á proceder como juez y
presidente del Capítulo : acusó al monje que le habia ofendido ; dejóle
penitenciado ; y haciendo el oficio de juez por espacio de media hora,
renunció la abadía : mandó á nuestro Santo que volviese á lomarla ; y
él lo hizo con la misma indiferencia con que la habia dejado. No so
brevivió el anciano Abad á este último acto de jurisdiccion ; y ha
llándose ya Mayeul solo con todo el peso del gobierno , se dedicó
únicamente á hacer que floreciese la disciplina monastica en la casa,
elevando la abadía de Cluny á aquel supremo grado de perfeccion
que la hizo tan célebre en todo el universo. Renovó el fervor en todo
el monasterio, así con sus ejemplos como con sus instrucciones, no
habiendo otro en toda la Religion de san Benito que le excediese en
perfeccion , ni acaso vió jamás la vida monástica tanto número de
Santos juntos, debiéndose en gran parte á los desvelos de san Ma
yeul.
Acompañaba la fama del Abad á la fama del monasterio ; siendo
muy particularmente estimado de todos los Papas, Emperadores y
Reyes de su tiempo.
Suplicáronle el emperador Oton I y la emperatriz Adelaida que
tomase á su cargo la reforma de los monasterios de Alemania , y de
algunos otros que estaban en los dominios del imperio. Aceptó con
mucho gusto esta comision, por lo mismo que tenia bien previsto
lo mucho que habia de padecer en ella. Correspondió el fruto á sus
trabajos, y cedió en grande crédito de su celo. Introdujo la regla
del monasterio de Cluny, que era como una especie de reforma de
la Religion de san Benito, en Ravena, en Pavía, en la Suaviay en
el país de los suizos. Tambien la Francia experimentó los efectos del
celo que le animaba ; porque renovó la antigua disciplina en las aba
días de Marmontier en Turena, San German de Auxerre, Moutier-
San-Juan, San Benigno de Dijon, San Mauro de las Fosas, cerca
de París , y tambien hizo recibir la reforma de Cluny en el célebre
monasterio de Lerins por orden del papa Benedicto VII. No pudie
ron hacerse en menos de diez años tan grandes mudanzas sin gran
des milagros, y con efecto los hizo el Santo en todas partes; siendo
tambien una especie de milagro el recogimiento interior , la íntima
union con Dios, y las rigurosas penitencias que hacia Mayeul entre
el tumulto de tantos cuidados y negocios como concurrían en el go
bierno de tan célebre abadía.
Era una de sus particulares devociones ir en peregrinacion á aque
llos lugares donde era venerada la santísima Virgen con alguna es
DIA XI. 221
pecialidad ; por lo que muchas veces visitó el santuario de Nuestra
Señora de Velay y el de Loreto , de donde pasó á Roma á visitar el
sepulcro de los santos Apóstoles , y siempre con el mismo espíritu y
con la misma devocion.
Pasando por la ciudad de Coira en los Grisones , dió salud al obis
po Alberto, afligido mucho tiempo habia con agudísimos dolores,
que le tenian reducido á la extremidad; y san Pedro Damiano re
fiere que, habiendo desobedecido á nuestro Santo un monje del mo
nasterio de Pavía, le mandó en penitencia que besase á un leproso,
y ejecutándolo el monje, quedó el leproso repentinamente sano.
Al volver de estos viajes á Roma encontró una tropa de moros
que corrían los Alpes , y cogían todos los pasos de Italia. Cautivá
ronle con los religiosos que le acompañaban al pié de la sierra que
se llama de San Bernardo el Grande, y le condujeron á Pont-Ou-
vrier , donde le metieron en prisiones. No se puede decir lo mucho
que padeció de aquellos bárbaros ; pero ni por eso perdió un punto
de su devocion ni de su vida penitente lodo el tiempo que duró su
cautiverio ; y no fue sin grande fruto , porque con sus exhortacio
nes convirtió á muchos infieles, y tuvo el consuelo de administrarles
por su mano el santo Bautismo. Rescatado del cautiverio por una
gran suma de dinero , tuvo noticia , con gran dolor suyo , de que el
emperador Oton II trabajaba eficazmente para hacer que le eligie
sen por Papa ; pero la generosa y firme resistencia que hizo á esta
suprema dignidad edificó maravillosamente á todo el orbe cristia
no , y quizá esta resistencia dió mas honor al santo Abad , que le da
ría la dignidad misma.
Conociendo por sus muchos años y achaques que se acercaba el
fin de sus dias, puso los ojos en su discípulo sanOdilon para suce
sor suyo ; propúsole á la congregacion , y ella le aprobó con gene
ral consentimiento.
Descargado ya del peso del gobierno , y libre del embarazo de los
negocios, solo pensaba en prevenirse para la muerte, redoblando su
fervor, sin dejarse ver en público, y gozando la dulce tranquilidad de
una profunda abstraccion, soledad y retiro, cuando Hugo Capeto,
rey de Francia , que le estimaba y le veneraba mucho , le suplicú
que pasase á París para reformar la abadía de San Dionisio. Así las
instancias de aquel Príncipe , como los impulsos de su celo , que na
da habia perdido de su primitivo vigor con la fuerza de los años , le
hicieron olvidar su debilidad , y no atender á las lágrimas de sus
monjes, que le disuadían de aquel viaje. Púsose en camino, y ha-
15 tomo v.
222 MAYO
hiendo llegado á Souvigni en el Borbonés , murió con la muerte de
los justos el dia 11 de mayo del año 994 , casi á los ochenta y ocho de
su edad. Fue enterrado en la iglesia de San Pedro, y su sepulcro
se hizo glorioso por los milagros queobró el Señor por su intercesion.
Hallándose el papa Urbano II en Souvigni el año de 1096 , fue
elevado el santo cuerpo de la tierra , y se hizo su primera traslacion
con solemnidad , y en tiempo de Honorio IV se hizo la segunda. Con-
sérvanse en Souvigni estas preciosas reliquias, juntamente con las
de san Odilon su sucesor.

SAN EUDALDO, MÁRTIR.

Fue natural de Lombardía é hijo de padres de ilustre linaje , aun


que gentiles. No se ha averiguado á punto fijo el año de su naci
miento , que al parecer acaeció imperando Arcadio y Honorio. Lla
máronle los gentiles Tost , y hasta la edad de doce años fue enseñado
en la idolatría. Despues cierto dia en la caza fué tras una cierva,
desviándose de los suyos , y llegó á la ermita de san Pancracio , á
cuyos piés se echó aquel tímido animal, quedando de esto el man
cebo maravillado. Recibiólo benignamente el santo Ermitaño, expli
cóle nuestra santa fe , y bautizóle por fin , llamándole Eudaldo. Lue
go salieron ambos hácia la orilla del mar, y hallando una nave que
estaba de partida, subieron á ella, y llegaron á Portvendres en la
cosía entonces de Cataluña. Entonces Eudaldo comenzó á arrepen
tirse de lo hecho, queriendo de todos modos volverse á casa de sus
padres. Púsose san Pancracio en oracion , y á poco rato óyese un gran
trueno y aparece una estrella encima de su cabeza mas clara que el
sol , alumbrándole por espacio de una hora. Asombrado Eudaldo de
semejante prodigio, pidió luego perdon á Dios y á su siervo de su
inconstancia , y ambos subieron á un desierto donde hicieron peni
tencia por espacio de veinte años.
Al cabo de este tiempo revelóles el Señor la muerte de san Pan
cracio , el cual dando antes de morir la bendicion á su discípulo san
Eudaldo , acabó gloriosamente sus dias en el Señor. Apareciéndose
entonces Nuestro Señor Jesucristo á san Eudaldo , mandóle ir á To-
losa, y al llegar allá le salieron al encuentro fuera de la ciudad san
Raimundo , san Juan , sacerdote , y san Vicente , avisados de su ve
nida por divina revelacion. En dicha ciudad resucitó un niño de un
varon devoto llamado Profano , con admiracion de todos los circuns
tantes. Despues, juntamente con otros siervos del Señor, se fué á
día xi. 223
Roma para visitar los apóstoles san Pedro y san Pablo ; y visitados
aquellos santos lugares , despidióse de sus compañeros , los cuales
volvieron á Tolosa , y él se fué á tierra de vándalos.
Caminó por espacio de tres dias con grandes trabajos, por ser ve
rano y la tierra sin aguas; mas hizo oracion á Dios, y salió de una
piedra una fuente tan abundante, que manando como rio regaba to
dos aquellos campos inmediatos. Viéndole empero los moradores de
una ciudad allí vecina , que algunos llaman Fin , siendo gentiles , lo
llevaron delante su presidente ó gobernador, el cual entendiendo su.
firmeza en la fe lo mandó echar en la cárcel. £n ella aparecióse Jesu
cristo nuestro Señor con tanta claridad que todo el edificio resplan
decía , y observada esta maravilla de los guardas , fueron á contarla
al tribuno. Mas este tenia la mujer con dolores de parlo tres dias ha
bia , y sumamente afligido contó su trabajo al Santo. Fué el siervo
de Dios con él á su casa , y haciendo la señal de la cruz sobre la en
ferma , al instante fue libre del dolor del parto y de la muerte ,- y el
tribuno y su mujer recibieron el Bautismo. Avisado de este suceso
el presidente, determinó quitarles la vida el dia siguiente. Pero per
mitió Dios que en la noche el demonio ahogase su hijo , el cual fue
llevado delante de Eudaldo, y por él resucitado. Á la vista de tantos
prodigios no pudieron menos aquellos gentiles de exclamar: «Gran-
«de es el Dios de Eudaldo.» Recibió el presidente el Bautismo con
toda su familia. Estuvo allí el siervo de Dios por espacio de un mes,
y apareciósele nuevamente Jesucristo mandándole que fuese á la ciu
dad de Acruz donde haría grandes milagros, como efectivamente los
hizo , en virtud de los cuales consiguió derribar los ídolos , y que re
cibiesen el Bautismo sus habitantes. Pasó el Santo á otra ciudad lla
mada Jaste, la cual libró de una horrible plaga de ciertos animales
tan ponzoñosos que mataban todos los muchachos que tocaban.
Avisado de todos estos y otros milagros Wilielmo ó Gulielmo , rey
de los hunos , mandó que nuestro Santo fuese llevado á su presencia,
y viendo su constancia mandó azotarlo y arañar con garfios de hierro
los costados , de cuyas heridas fue curado milagrosamente en la cár
cel. Presentado otra vez delante del Rey, y viéndole sano y alegre,
dió sentencia que fuese quemado y arrastrado por la ciudad. Mas al
ejecutarse murieron instantáneamente los caballos á cuyas colas ha
bia sido atado nuestro Santo , y entonces despechado el Rey mandó
quemarlo. Fue echado en la hoguera, y derramándose el fuego,
quemó á los verdugos sin ocasionar lesion alguna á san Eudaldo.
Atila, sucesor de Gulielmo, no se atrevió á poner las manos en el
15*
224 MAYO
Santo , y le envió á Valamiro , arriano , rey de los ostrogodos , quien
viéndole tan constante en la fe, mandóle azotar cruelísimamente, y
beber despues un vaso de plomo derretido. Hizo el siervo de Dios la
señal de la cruz sobre aquella pocion , y bebióla sin experimentar
daño alguno : entonces mandó el tirano que fuese degollado.
Pero aunque lo degollaron no murió, sino que los verdugos te
niéndole por muerto le echaron en una cueva , y estuvo en ella por
espacio de treinta dias , hasta que acudió allá san Juan , sacerdo
te, guiado por una estrella resplandeciente. Mandóles Dios volver á
Tolosa, donde permanecieron algun tiempo, hasta que avisado del
cielo de que padecería martirio á mano de los godos , tomó la ca
beza de san Saturnino y la trajo á Urgel , donde edificó una iglesia,
y depositó en ella dicha reliquia. De esto se deduce con fundamento
que san Eudaldo fue sacerdote, y como tal está pintado en algunos
altares.
Por fin , volviendo el siervo de Dios á Francia , encontró con el
rey godo y Átila , rey de los hunos , en la villa de Achs ó Ax , ciudad
de Aquitania , hoy Gascuña ; y siendo preso por los ministros del rey
godo , de orden de este fue puesto dentro una cuba llena de clavos
de hierro , y que clavados por la parte exterior , asentaban sus pun
tas para dentro , donde le tuvieron por espacio de tres dias , y con
siderando el Mártir que estaba ya cerca el fin de su vida , exclamó :
«Señor mio Jesucristo , yo os ruego que todos los que celebraren
«devotamente mi festividad sean libres de cualquier engaño del de
smonto , de peligro de muerte y de piedra ; y las mujeres que tuvie-
«ren dolores de parto por muchos dias , alcancen la gracia de vues-
«tra bendicion.» Hecha esta oracion, oyóse una voz del cielo que
dijo : «Eudaldo , todo lo que pides será hecho como tú deseas.» Des
pues los ministros del tirano hincándole tres clavos en la cabeza y
un cuchillo en el corazon , le quitaron la vida en tal dia como hoy
del año 452 , siendo de edad de cuarenta y seis años. Fue sepultado
su cuerpo en la citada villa de Achs, y en el año 581 fue traslada
do á la iglesia de San Vicente. Despues en el año 978 fue trasladado
á Cataluña , en el monasterio de Ripoll , reinando en Barcelona y
principado de Cataluña el conde Borrell , y siendo abad Idiselo, don
de ha hecho Dios por su medio muchísimos milagros, siendo noto
rio su patrocinio en calenturas y otras enfermedades. Por él las
muertes súbitas son remediadas, los ciegos cobran la vista, los que
juran falsamente por su nombre perecen. En tiempos de sequía ra
ra vez han salido sus reliquias en procesion que no se haya logrado
día xi. 223
abundancia de agua. Y es muy eficaz su proteccion á favor de las
mujeres en los partos. (Domenech).

SAN ANASTASIO, MARTIR, PATRON DE BADALONA EN CATALUÑA.

Uno de los ilustres mártires de Jesucristo que testificaron con su


sangre las infalibles verdades de nuestra santa Religion fue san Anas
tasio, natural de Lérida, ciudad del principado de Cataluña. Siguió
este en su juventud la carrera militar en una de las legiones que te
nían los romanos en España; pero conociendo la vanidad delos ho
nores á que aspira la profesion de las armas, resolvió en lo mas flo
rido de sus años alistarse bajo las banderas de la milicia de Jesu
cristo, en la que son los premios mas seguros.
Movieron los emperadores Diocleciano y Maximiano contra la Igle
sia aquella tan sangrienta persecucion que nos refiere la Historia
eclesiástica en principios del siglo IV , en la que puede decirse que
corrían arroyos de sangre por todos los pueblos del imperio romano
á fuerza de los enormes castigos que hacian los paganos en los ino
centes fieles. Llegó esta terrible tempestad á España con tanta vio
lencia y con tal rigor, que en pocos meses murieron un crecidísimo
número de mártires sacrificados al furor de Daciano , gobernador de
la provincia de Tarragona , uno de los ministros mas bárbaros que
nombraron los Emperadores dichos para llevar adelante sus impías
intenciones. Dejó esta fiera vestido en el exterior de la carne huma
na horrorosas señales de su inhumanidad en todos los pueblos por
donde hizo tránsito , y habiendo sabido luego que se presentó en Tar
ragona los progresos que el famoso soldado Anastasio hacia en la
religion cristiana , estimándolos por un notorio desprecio de los edic
tos imperiales, mandó á sus ministros que lo condujesen preso á
aquella capital , que era donde tenian su residencia los gobernado
res de la provincia.
Quiso Daciano probar la constancia del esforzado militar con ven
tajosas promesas y con terribles amenazas para obligarle á que sa
crificase á los dioses romanos ; pero viendo que de nada aprovecha
ban todos sus arbitrios, dió orden para que lo pusiesen en un oscuro
calabozo cargado de pesadas cadenas , con ánimo de que perdiese la
vida á fuerza de los trabajos y de las miserias de una prision dilata
da; cuya idea adoptaron muchos tiranos por no padecer la vergon
zosa confusion de verse vencidos de los ilustres Mártires puestos en
226 .MAYO ,/,
cuestion de tormento, como lo experimentaban cada dia á pesar de
sus diabólicas invenciones. Entró Anastasio lleno de alegría en la te
nebrosa cárcel , donde pusieron á su valor en las mas terribles prue
bas la intolerable hediondez, la densa oscuridad del calabozo , la ham
bre,, la sed y otras innumerables penalidades ; pero como sus deseos
no eran otros que sacrificar su vida por amor de Jesucristo , sufrió
todas aquellas incomodidades no solo con inalterable paciencia , sino
con un gozo extraordinario como si pasara una vida deliciosa : es ver
dad que el Señor , que cuida de sus siervos , templó las amarguras
del ilustre jóven con la abundancia de los interiores consuelos que
derramó sobre su dichosa alma.
Supo el bárbaro gobernador que en lugar de abatir la fortaleza
de Anastasio la dureza de la prision , le daba mayor aliento para
declamar contra las ridiculas supersticiones del gentilismo ; y que
riendo vengarse de aquel militar que así despreciaba los decretos de
los príncipes del mundo, le hizo ir preso y á pié hasta la ciudad de
Zaragoza, para ver si con el cansancio y trabajos del camino mu
daria de propósito. Siendo aquí , fue puesto á mayores pruebas: mas
como todo fuese en vano , dió orden para que lo llevasen á Barce
lona cargado de cadenas. Llegado á esta ciudad , despues de haber
sufrido por el camino muy crueles tratos , intentó con nuevo empe
ño precisarle á que ofreciese sacrificio á los dioses romanos; pero la
heróica constancia con que se negó a cometer una impiedad tan exe
crable enfureció de tal suerte á Daciano , que mandó llevarlo in
mediatamente á un pueblo no muy distante de dicha capital llama
do Badalona, donde Je decapüasen con otros setenta y tres Confe
sores de Jesucristo, entre los cuales habia un santo monje llamado
Sergio. Esta inicua sentencia se ejecutó efectivamente en un cam
po ó terreno contiguo á dicha poblacion, donde fueron enterrados,
que los naturales reconocen é indican .aun hoy dia , y añaden por
tradicion que un corpulento almendro que habia allí mismo daba
todos los años su fruto con colores ó manchas de sangre, en testi
monio de aquella que derramaron estos bienaventurados Mártires.
Fue su glorioso triunfo el dia 11 de mayo del año 305, en que el
pueblo de Badalona celebra anualmente con grande animacion la
festividad de san Anastasio como á su patrono, y le tributan solem
nes cultos en agradecimiento de los continuos favores que el Señor
les dispensa por su poderosa intercesion. El rezo de san Anastasio
es de un mártir , rito doble de primera clase con octava.
día M. 827

HIMNO.
Clauditur miles tumulo bealus Detente, viajero, y mira piadosa
Crudas arumnas patiens Merche, Al heroico mártir que en Lérida padece ;
Coelum corona redimitus ivit; Alli se le entierra , y su sepulcro es glorioso,
Siste viator. Mientras que el, diadema en el cielo merece.
Imperan* dirus Dioeletianut Bajo el ferreo cetro de Diocleciano
Duxitper orbem gravidumque jussum: Salió un edicto inicuo , lleno de injusticia :
Nullum scribi Chrislo deservientem Segun ¿l no podia ningun cristiano
Sellico signo. Entrar ó ser inscrito en la imperial milicia.
Martyris virtus radians beati Del soldado Anastasio brilla la virtud
Luxit, offendit sociumque labes; Que descubre las manchas de sus compañeros,
Militum vere invidusque livor Los cuales con sañuda envidia y acritud
Martyrem arsit. Le tratan sin piedad cual lobos carniceros.
Belulo fauces jugulavit ante, Cerca de Badalona muere degollado ,
Setulo vero cineres recolit: Y Badalona luego sus restos venera.
Tfunc nobis esto pius atque pater Ó Mártir invencible , de virtud dechado,
Martyr amande. Sed padre y protector de quien en vos espera.
Amen. Amen.
La Misa es en honor de san Anastasio, mártir, y la Oracion es la que
sigue:
Prasta queesumus, omnipotens Deus, Concédenos, omnipotente Dios, que
uí intercedente beato Anastasio marty- por la intercesion de tu bienaventura
re tuo , el á cunctis adversitalibus libe- do mártir san Anastasio seamos li-
remur in corpore, et á pravis cogita- bres de todas las adversidades del
tionibus mundemur in mente. Per Do- cuerpo, y seamos igualmente purifl-
minum nostrum... cados de los malos pensamientos del
alma. Por Nuestro Señor Jesucristo...

La Epístola es del capitulo v dellibro de la Sabiduría, pág. 24.

REFLEXIONES.
Luego erramos el camino de la verdad. La consecuencia es legíti
ma y verdadera; el discurso cabal y bien hilado. Pero jqué deses
peracion es la de un dolor y un arrepentimiento inútil ! Para un
hombre de vergüenza no hay cosa mas sensible ni mas ruborosa
que haberse engañado. Nunca se reconoce el error sin alguna con
fusion ; pero cuando ha nacido de pura necedad , de pura simple
za ; cuando ha sido únicamente por culpa del que yerra ; cuando el
desacierto conduce á la última desdicha, y esa sin remedio ; ¿cuán
to distará de la desesperacion el arrepentimiento? No hay suplicio
mas cruel que aquel en que sirven de tiranos el entendimiento y el
corazon.
Luego nosotros anduvimos errados y descaminados : Ergo erra*
228 MAYO
vimus. Nosotros que tanto nos hacíamos respetar ; nosotros que es
tábamos reputados por hombres de grande entendimiento , y tenía
mos lástima de los que iban por el camino real y derecho; nosotros
que éramos los dioses de la tierra , ante cuyo acatamiento todos se
encorvaban ; nosotros á quien todo se nos reia , y coronados de ro
sas y de flores éramos el alma de las fiestas; nosotras mujeres del
mundo , ídolos de vanidad , almas de la diversion y del placer ; nos
otros que hacíamos chacota de las verdades mas terribles de la Re
ligion , y juguete de las amenazas del Altísimo ; nosotros que solo
éramos cristianos por bien parecer. Luego nosotros lo erramos, y lo
erramos en el punto decisivo de nuestra suerte eterna : Ergo erra-
vimus. Luego no era verdad que aquellos honores tan superficiales,
aquellas riquezas tan caducas , aquellos deleites , por la mayor parte
tan amargos, podían hacernos felices para siempre. Luego no era
verdad que aquella vida regalona , ociosa , delicada y licenciosa de-
iia ser envidiable. Luego no era verdad que mi estado, mi empleo,
mi dignidad, mi carácter, mi nacimiento, me daban licencia y al
gun derecho para no vivir cristianamente.
Imaginaba yo que aquellas mujeres tan circunspectas , tan vir
tuosas y tan retiradas enteramente á sus obligaciones caseras , y á
ejercicios de virtud y devocion, eran dignas de lástima; parecíame
su soledad una especie de prision , y su circunspeccion un suplicio
intolerable. Pero engañéme; ellas fueron por donde debian ir; yo
fui la loca y la descaminada.
¿Vos insensati vitam illorum wstimabamus insaniam. Locos éramos
nosotros y muy insensatos cuando teníamos por necedad y por insen
satez aquella su discretísima vida , puesto que en rigor no hay otra
discrecion, ni otra verdadera sabiduría que la de los Santos. ¿Es
por ventura sabiduría y discrecion caminar á tientas , sin saber á
dónde se encamina? ¿es sabiduría y discrecion caer atolondrada
mente en los lazos del enemigo? ¿es sabiduría y discrecion correr
tras de un poco de humo, y cuando mas tras de un fuego fatuo?
¿es sabiduría y discrecion poner á peligro la salvacion eterna, atur
dirse uno en sus mismos descaminos , y trabajar con todas sus fuer
zas en su propia ruina? Pues esta es nuestra conducta. Juzguemos
ahora cuál será nuestra discrecion y nuestra sabiduría.
Pero nos arrastró el amor de los deleites , otra prueba de nuestra
insigne locura : Lassati sumus in ma iniquitatis. Fatigátnonos apu
ro andar por el camino de la maldad. ¿Hay camino mas fragoso,
mas áspero, ni mas penoso que el nuestro? Siendo presa infeliz de
día xi. 229
todas las pasiones, blanco de toda la malignidad del corazon huma
no, víctimas de la ambicion, de la concupiscencia y de la envidia,
¡ qué mortales inquietudes ! ¡qué crueles angustias ! ¡qué insufri
bles tormentos hemos de padecer necesariamente ! Una eterna des
confianza, unos sobresaltos cada dia mas sombríos y mas negros,
unas pesadumbres , unos disgustos , unos despiques , que interior
mente nos consumen y nos penetran, pero que es preciso disimu
larlos ; unas risas forzadas , unas alegrías artificiosas , pero vanas ;
unos remordimientos tiranos, una memoria de la muerte nos asus
ta y nos estremece. Esta es aquella vida deliciosa de que hacemos
tanta ostentacion. Por nuestra desgracia todas estas amarguras son
bien fundadas , y todas estas reflexiones arregladas á la verdad. Co
nocemos el error , nos estremecemos y nos horrorizamos ; pero lle
ga el arrepentimiento cuando ya no hay lugar á la enmienda. Com
prende bien toda la amargura y toda la penetrante punta de estas
fatales consecuencias.

El Evangelio es del capítulo xv de san Juan, pág. 159.

MEDITACION.
De la falsa alegría del mundo.
Ponto primero. — Considera que la imaginada alegría del mun
do no solamente es despreciable , superficial , insulsa , sino que to
da ella es una pura simulacion. No hay cosa mas falsa en su ori
gen , no la hay mas inconstante en su duracion , no la hay mas
amarga en su fin. Apenas se hallará manantial alguno de alegría
mundana que no esté emponzoñado; pocos que no sean malignos;
ninguno cuyas aguas sean capaces de satisfacer la sed.
El contentar una pasion , una partida de diversion ó de bulla,
una grande y repentina fortuna , el logro de una cosa que se deseó
con vehemencia ; estas son las causas mas regulares de aquel gus
toso movimiento que se experimenta en el alma , á quien se da el
nombre de alegría. Por algunos momentos parece que se dilata y se
ensancha el corazon ; pero esta alegría ¿es muy pura? ¿Está el al
ma muy satisfecha con ella? Juzguemos del efecto por la causa. Sin
serenidad y sin calma no hay alegría verdadera. ¿Y hay mucha cal
ma y mucha serenidad en el corazon de los mundanos? Para que
un bien merezca este nombre no basta que agrade : es menester que
sea un bien sólido y real, porque sin esto el alma se alegra en fal
230 «ATO
so. ¿Y se encuentran muchos bienes sólidos y reales entre los que
causan en el mundo tanta alegría? ¿Se halla siquiera uno solo que
haga al hombre feliz , y que no le dé fatiga? Las riquezas son unas
espinas penetrantes , fecundo manantial de inquietudes , disgustos
y sobresaltos. Los gustos son inseparables de mil pesadumbres y re
mordimientos ; y de los ilícitos ninguno hay siquiera que no arras
tre una cadena de susto y de zozobras. Aturda y atolondre el en
canto todo euanto quisiere ; alegría que no se funda en la inocen
cia es forastera; si la virtud no la alimenta, es achacosa; si es vi
cioso su principio, es falsa. Examina ahora si hay mucha alegría en
el mundo. Bastaría su misma inconstancia para tenerla por vana.
Hay pocas risas que no sean afectadas ; apenas se sabe reir en él si
no que sea por estudio. Aquellos que se llaman desahogos del co
razon , como son tan violentos , no pueden ser duraderos. Hablando
con toda propiedad , los asomos de la alegría mundana no son mas
que apariciones : si se apodera del corazon , no está lejos la tristeza,
ó, por mejor decir, esta jamás se aleja mucho, ni aun enteramente
le desocupa; si muchas veces desaparece, no es mas que á los ojos
del que mira ; de aquí proviene que las pendencias , las riñas , y los
mayores excesos del furor suelen nacer, digámoslo así , en el mis
mo regazo de esa falsa alegría. Alegría mundana, alegría artificial,
alegría postiza, vano fantasmon de alegría. No es menester mas que
un poco de entendimiento para conocerlo así. ¡Ah buen Dios!
¿cuándo daréis al mundo el entendimiento y la Religion que baste
para que destierre de sí un error tan universal? ¿Cuándo dejará de
engañarnos , y cuándo dejarémos nosotros de apacentarnos con él?

Punto seodoto. —Considera que la alegría mundana se puede


comparar á aquellos árboles siempre verdes y siempre floridos, que
puramente sirven de adorno á los jardines , cuyo fruto por lo comun
es muy amargo. Esas alegrías de bulla y de tumulto , esas fiestas
brillantes, esos saraos, esas mesas de juego, de banquetes y de di
version , aun suelen costar mas al corazon que á la bolsa ; á esta la
dejan varía, pero á aquel ¿cómo le dejan?
¿Hay fiesta , hay diversion , hay alegría del mundo sin inquietud,
sin envidias, sin celos y sin zozobras? Por algun tiempo como que
suspenden ó entorpecen el sentimiento , la disipacion y el tumulto ;
pero dura poco esta calma. Caen las flores en el suelo, y queda en
el fruto la amargura : los remordimientos punzan , los sinsabores
despedazan : la envidia , el odio , el miedo , el sobresalto , y otras
DIA XI. 2Í1
cien pasiones hacen pagar bien caras aquellas gotas de dulzura que
el mundo nos vendió á tan alto precio. Algunas intervalos lograste
de estos gustos, de estas alegrías tan ponderadas; ¿y qué te quedó
de ellas? ¿Qué queda en la Cuaresma de las diversiones y de las bu
llas del Carnaval? Remordimientos y arrepentimientos; pero aun
estos pueden ser frutos saludables. Escozores, disgustos, amargu
ras son las reliquias que quedan mas comunmente. Á aquellas per
sonas del mundo , que ya por su edad ó por sus achaques están
desterradas de sus diversiones y de sus gustos, ¿qué las queda de
los que en su tiempo tuvieron? Aquel pobre moribundo, ¿qué sacó
de lo que se holgó? Acaso la enfermedad que le lleva á la sepultu
ra , un color pálido y lágrimas amargas. ¿Consolaránle mucho en
aquel postrer momento unas alegrías , borradas de la memoria para
el gusto , y solo impresas en ella para el dolor? Pero ¿y qué les ha
quedado de todas las fiestas mundanas á aquellos infelices conde
nados , que despues de su muerte están ardiendo ya en las llamas
eternas? Si en aquellas alegrías se hallaba algún bien real y verda
dero ; si eran digno objeto de una noble ambicion ; si merecían nues
tras ansias; si nos eran lícitas y permitidas ; ¿por qué nos dejaron
tan crueles , tan amargos dolores? ¿por qué tan justo arrepenti
miento?
¡Oh mi Dios, y qué divertidos, qué discretos fueron los Santos
en mirar todas esas alegrías , ó como ilusiones ó como relámpagos,
que por lo comun Tienen acompañados de rayos y tempestades!
Bien persuadido estoy yo á esta misma verdad ; bien conozco todo
el ,veneno de este error ; ¡ y en medio de esto todavía suspiraré por
este Tano fantasma ! Haced , Señor , que descubriendo bien la false
dad de esta aparente alegría , conozca todo el mérito , todo el valor
de aquella saludable tristeza que es la herencia de los escogidos,
y siempre se sigue á ella la eterna felicidad. Amen.

Jaculatorias. — Bienaventurado aquel que no se deja llevar de


vanidades y locuras. (Psahn. xxxix^.
Siempre tuve á la risa por necedad, y á la alegría mundana por
engaño. (Eecles. 11).
PROPÓSITOS.
1 Lleno está el mundo de brillanteces aparentes ; pero ninguna
da tanto en los ojos como aquella falsa alegría de que hace tanta
ostentacion. Siempre se rie en él por artificio, siempre con hipocre
232 MAYO
sía. ¡ Cosa extraña ! Siendo la alegría el barniz de lodas las diver
siones del mundo , en ninguna parte hay tanta melancolía , tanta
tristeza, tanta zozobra como en el corazon de los que parecen mas
alegres. Ellos mismos lo confiesan así , y no es menester otra prue
ba que su misma conducta. Aquel aire desembarazado y risueño,
aquellas frecuentes llamaradas ó evaporaciones del Gorazon , aque
lla festividad de profesion , es una máscara que encubre mil congo
josos cuidados , es un disfraz que procura ocultar á nuestros ojos un
corazon atestado de tristeza. Y todo esto ¿será muy inocente? To
ma hoy mismo la resolucion. Primero : de no intervenir jamás en
esas peligrosas partidas de diversion , de no asistir á esas fiestas
mundanas , en las cuales corre tanto peligro la inocencia , ni apa
recer por ningun pretexto en el baile, en la casa del juego, ni en
los espectáculos. Segundo : de no permitir que tus hijos y depen
dientes concurran á semejantes lugares, de que debe voluntaria
mente desterrarse todo cristiano. Tercero : de no perder ocasion de
descubrir á los otros, especialmente á tus hijos y familia, el veneno
de esas alegrías. ¡ Qué mayor crueldad que ver el fuego , la ponzo
ña , y los lazos que el enemigo arma en todas partes , y no hablar
una palabra ! Grita eternamente contra estas fatales ilusiones.
2 Nunca puede haber razon para hartarse de veneno , con pre
texto de que es grato al paladar, y que despues se tomarán preser
vativos. Mira como ponzoñosas todas esas alegrías mundanas, y an
da con mucho cuidado, aun en las fiestas , en las diversiones que pa
recen mas lícitas y mas inocentes. Acuérdate que ni la atencion ni
la urbanidad han de ser en perjuicio de la salvacion. ¿Tienes que
hacer una visita, que concurrir á un sarao? prevente antes con el
contraveneno á los piés de tu Crucifijo. ¿No te puedes excusar de
asistir á una boda, de salir por algunos dias á una casa de campo?
lleva siempre contigo el pensamiento de la muerte , porque no hay
remedio mas eficaz para desvanecer los mas peligrosos atractivos.
Siempre que se rie, se representa una comedia; y sino, cuando
veas alguna persona mnj alegre y muy divertida, acuérdate cómo
estará á la hora de la muerte.

DIA XII.
MARTIROLOGIO.
Los sanios mártires Nereo y Aquileo, hermanos, en Roma, en la via
Ardeatina, los cuales, juntamente con Flavia Domitila , de quien eran eu
día xii. 233
nucos, estuvieron largo tiempo desterrados en la isla Poncia; despues fueron
muy cruelmente azotados; y por último como el cónsul Minucio Rufo los ame
nazase con el caballete y con el fuego si no sacrificaban á los ídolos, le respon
dieron que los habia bautizado el apóstol san Pedro, y así que de ningun mo
do podían sacrificará los (dolos ; por lo cual fueron decapitados. Sus sagradas
reliquias, junto con las de Flavia Domitila, por órden del papa Clemente VIII
fueron trasladadas solemnemente tal dia como ayer de la diaconía de San Adrian
á la iglesia de su propio y antiguo título, nuevamente reedificada. (Véase su
historia en las de hoy).
San Pancracio, mártir, tambien en Roma, en la via Aurelia, ei cual sien
do de catorce años fue decapitado por la causa de la fe, imperando Dioclecia-
no . ( Véase su vida en las de hoy).
San Dionisio, igualmente en Roma, tio del mismo san Pancracio. (Véase
la vida de este).
San Felipe de Argira, en Sicilia, quien siendo enviado á aquella isla por
el romano Pontífice, redujo á la fe católica la mayor parte de sus habitantes :
su santidad se manifiesta señaladamente en curar á los energúmenos.
San Epifamo, obispo, en Salamina en Chipre, el cual siendo célebre por su
grande erudicion y por la inteligencia que tenia de las sagradas Escrituras, se
hijo todavía mas admirable por la santidad de su vida, por el celo de la fe ca
tólica, por la liberalidad con los pobres, y por la gracia de hacer milagros.
(Véase su vida en las de hoy ).
San Germán, obispo, en Constantinopla, insigne en santidad y doctrina, el
cual reprendió con gran firmeza al emperador Leon Isáurico cuando publicó
aquel decreto suyo contra las sagradas imágenes. (Despues de muchos malos
tratamientos por parle de los herejes , se vió obligado á dejar su iglesia el año
730, habiéndola gobernado catorce años. Murió en Platamo, en tal dia como hoy
del año 733).
San Modoaldo, obispo, en Tréveris.
Santo Domingo, confesor, en la Calzada. (Véase su vida en las de hoy).

LOS SANTOS NEREO Y AQUILEO, T SANTA DOMITILA, MARTIRES.


Es muy célebre en la Iglesia desde el segundo siglo la memoria
de los santos mártires Nereo y Aquileo ; siendo su culto de los mas
antiguos que se solemnizan en ella. Eran dos hermanos, que ha
biendo entrado en servicio de la princesa Domitila, sobrina del em
perador Domiciano, siendo aun muy niños , tuvieron la dicha de ser
instruidos en la fe y bautizados por el mismo apóstol san Pedro,
juntamente con toda aquella ilustre y santa familia que derramó
con el tiempo su sangre por Jesucristo.
Distinguíanse tanto entre todos los criados de la princesa Nereo
y Áquileo por sus costumbres y por su buen ejemplo, que esto mis
mo les mereció la particular estimacion de su ama , quien los hizo
gentiles hombres de su cámara, y les dió su confianza.
Refieren las actas mas antiguas de los dos Santos, que viendo un
<
234 MATO
dia el cuidadoso desvelo con que la Princesa se estaba vistiendo y
adornando para recibir la visita del conde Aureliano, con quien es
taba desposada , lo sintieron vivamente; y animados del celo que te
nían por la salvacion de su alma, la representaron con cristiana li
bertad , pero con el mayor respeto , cuán indigno era aquel prolijo
cuidado de agradar á un hombre mortal , de una alma que ellos ha
bian creido siempre destinada para ser esposa de Jesucristo, y para
aumentar el augusto escuadron de las santas Vírgenes. Esta reve
rente representacion , efecto puro de un celo prudente y desintere
sado, hizo impresion en el corazon de la Princesa; y adviniéndolo
los dos hermanos, aprovecharon la ocasion, y prosiguieron repre
sentándola con igual respeto que su religion y su virtud la prome
tían mayor fortuna; y trayendo á la memoria la boda que la pro
ponían , la hablaron con tanta energía de la vanidad de todas las
honras y bienes de este mundo, de cuán vacíos son todos los gustos,
entretenimientos y placeres ; de la brevedad de los dias de la vida,
y singularmente de los trabajos, amarguras y esclavitud del estado
del matrimonio , y le hicieron una pintura tan eficaz y tan viva del
valor y mérito de la virginidad , y de todas las ventajas que trae con
sigo esta amabilísima virtud, que Domitila protestó no tendría ja
más otro esposo que á Jesucristo, á quien desde aquel punto úni
camente queria y pretendía agradar ; y volviéndose á los dos herma
nos , les dijo : Pues Dios se ha valido de vosotros para inspirarme el
deseo de ser esposa suya, tratad de conseguir que logre cuanto antes
la honra de traer la divisa que se acostumbra, y de obligarme solem
nemente á no reconocer jamás otro esposo que á él. Hablaba la Santa
de la bendicion que recibian en aquel tiempo las vírgenes, y del
velo que traian en la cabeza en señal de celibato.
Muy gozosos Nereo y Aquileo, y no menos consolados al ver la ben
dicion que habia echado el Señor á su celo, corrieron al papa san Cle
mente, sucesor inmediato de san Pedro, y le dieron cuenta de la
resolucion en que estaba la princesa Domitila de no perder jamás el
precioso tesoro de la virginidad. Dió gracias el santo Pontífice al Se
ñor, y pasando luego al palacio de la Princesa, á quien halló mas
determinada que nunca de no admitir otro esposo que á Jesucristo,
la dijo: ¿Has pensado bien, hijamia, el fuerte combate que te espera?
¿ y tendrás valor para prometerte victoria ? Tu amante , irritado del que
reputa desaire, infaliblemente te acusará al Emperador de que eres cris
tiana, y entonces, ¡oh buen Dios, á qué tentaciones tan furiosas no se
verá expuesta tu fe y tu constancia! ¿j\i cómo podremos tú y yo evitar
día xn. 235
entonces el martirio? ¿Y qué mayor dicha nos podrá suceder? Respon
dió la Santa : Yo fiopoco de mis fuerzas; pero todo lo espero y todo lo
confio de la poderosa gracia de mi Esposo celestial; y la persecucion no
hará mas que adelantar nuestra felicidad y nuestra gloria. Enternecido
san Clemente al oir tan generosa respuesta, y mucho mas edificado
del ardiente deseo que mostraba Domitila de consagrarse al Señor,
la dió su bendicion con solemnidad , y la echó el velo sobre la cabeza.
No tardó mucho tiempo en cumplirse lo que habia pronosticado el
santo Pontífice; porque informado Aureliano del partido que habia
abrazado Domitila , entró en una especie de furor ; y despues de ha
ber empleado inútilmente promesas y amenazas, hizo asegurar á to
dos los que sospechó haber tenido parte en la mudanza de la Princesa,
y á todos los acusó de que eran cristianos, con resolucion de emplear
todo su crédito para que todos fuesen condenados al último suplicio.
Los primeros de quienes se echó mano fueron Nereo y Aquileo,
confidentes de Domitila; persuadido el Conde á que ganados estos,
presto rendiría á la Princesa. Valióse de cuantos medios pudo para
derribar su religion: de halagos lisonjeros, de esperanzas, de pro
mesas tentadoras y de solicitaciones; pero nada fue bastante á tras
tornar ni aun mover ligeramente la fe de los siervos de Dios; cuya
constancia irritó tanto la cólera de Aureliano, que consiguió fuesen
al punto despojados de sus vestidos, y azotados con toda la cruel
dad imaginable ; pero la alegría que mostraron los Santos en este
tormento le hizo perder toda esperanza de pervertirlos, y así fueron
declarados por cristianos, y consiguientemente por enemigos del Em
perador y del Estado. Temiendo que su firmeza aumentase la de Do
mitila sirviéndola de ejemplo, fueron enviados á Terracina para que
el cónsul Minucio Rufo les hiciese la cansa.
Esta se sustanció presto. Mandóles que renunciasen la fe de Je
sucristo, y que en el mismo punto ofreciesen incienso á los ídolos.
Respondieron con una intrepidez que asombró al mismo tirano: que
habiendo sido bautizados por el apóstol san Pedro, y habiendo sido
alumbrados con las luces de la fe, no reconocían otro Dios que el
Dios de los Cristianos ; llorando la desgracia y la ceguedad de los
gentiles, que se forjaban casi tantos dioses como hombres , siendo lo
mas deplorable que en sus falsas divinidades no adoraban mas que
sus verdaderas pasiones.
Enfurecióse el tirano al oir una respuesta tan breve como deter
minada , y mandó que al punto fuesen puestos en el potro. Era este
una especie de tormento en que á las cuerdas que suspendían en el
236 MAYO
aire los cuerpos de los Mártires se las apretaba á torno hasta lograr
que tuviesen toda la tirantez posible , y despues de haberles despe
dazado los costados, mandó que se aplicasen á ellos hachas encen
didas. Los agudísimos dolores que sentían solo sirvieron para en
cenderlos mas y mas en el amor de Dios , saliendo al semblante el
gozo que ocupaba el corazon; tanto, que temiendo el tirano que esta
maravilla hiciese impresion en el ánimo de los paganos, les hizo cor
tar la cabeza el dia 12 de mayo del año de 98 ; y sus cuerpos fueron
ocultamente recogidos por su discípulo Auspicio, y enterrados en la
via Ardeatina á media legua de Roma , donde con el tiempo se edi
ficó una iglesia para eterno monumento del triunfo de estos glorio
sos Mártires.
No se alteró por su muerte la fe de la ilustre virgen Domilila ; pero
atendiendo el Emperador á su nacimiento, á su' nombre, á su her
mosura y á su mérito, no se resolvió á quitarla la vida, y se contentó
con desterrarla á la isla de Poncia , cerca de Terracina , de donde
Aureliano consiguió que se la levantase luego el destierro, y que se
la llamase á la misma ciudad , no desconfiando todavía poderla re
ducir á su voluntad ; para cuyo fin tuvo modo de introducir en su
casa dos jóvenes doncellas, hermanas de leche de la misma Domi-
tila , que se llamaban Eufrosina y Teodora , cuerdas y honestas á la
verdad, pero imbuidas en las máximas y espíritu del mundo, con
grandes deseos de hacer fortuna en él. Prometiéronlas que á una y
otra las colocarian ventajosamente como pudiesen vencer á la Prin
cesa á que se casase con el Conde; esperanza que las empeñó en.
practicar á este fin cuantos medios pudo inventar el artificio y el in
genio. Unas veces la preguntaban si podrían ellas abrazar su reli
gion , y si para salvarse en la religion cristiana era necesario ser vir
gen ; otras si era lícito el matrimonio, y en suposicion de serlo, qué
motivo podia tener para negarse á un estado que no la estorbaba ser
cristiana , y antes la abría camino para hacer algun dia cristianos á su
marido, a sus hijos y criados.
Descubrió fácilmente Domilila el espíritu que las movia á hablar
de aquella manera ; y habiendo respondido á sus preguntas en tono
que no admitía réplica , ella tambien quiso hacer las suyas. Pregun
tólas , pues , si estando las dos prometidas y tratadas de casar con
dos señores ricos , oirían sin indignacion que tuviesen alientos para
pretenderlas despues dos viles esclavos. No por cierto, respondieron
ellas; á menos de haber perdido el seso y el entendimiento no se po
dría llevar en paciencia semejante proposicion. Pues ¿por qué os ad
día xii. 237
mirais, replicó la Santa, de lo que yo hago? ¿Por qué calificais de
menos prudente mi conducta? Habiendo consagrado mi virginidad
á Dios , estoy desposada con su único Hijo Jesucristo ; este vínculo
ha de durar por toda la eternidad ; las conveniencias que trae con
sigo son infinitas. ¿ Qué os parece? Hallándome ya honrada con este
ilustre título, ¿deberé preferir á la mano del único Hijo de Dios vivo
la de un hombre mortal? ¿Podré oir sin disgusto que me hablen
de otro matrimonio? Dijo esto con tanta gracia y con tanta viveza,
que movidas y aun convencidas con sus razones Eufrosina y Teo
dora, se mostraron como dudosas, pero no rindiéndose aun á los
impulsos interiores de la gracia. Si lo que dices es verdad , la replicó
Teodora , haz que tu divino Esposo restituya la vista á un hermano
ciego que yo tengo. Tu hermano, respondió la Santa, está ausente,,
y se dilataría mucho el milagro : ahí tienes una muchacha muda que
te sirve ; hazla venir, y se manifestará mas presto en ella el poder'
de Jesucristo , para que tambien quedes tú mas presto convencida.
Vino la muda, hizo oracion por ella Domitila, desatósela la lengua,
y las primeras palabras en que prorumpió fueron publicar qUeMflbM
habia otro Dios que el Dios de los Cristianos. Á vista de ésta mara-1
villa las dos hermanas se arrojaron á los piés de la PrincesaftieeléP
raron que eran cristianas, y que no querían otro esposo qttS&'Jé^'
sucristo. " & ls*00 '^í
Llegando á noticia de Aureliano lo que habia sucedido'^tesWíó^
desatar la rienda á los efectos de su resentimiento, sin aguafldaPya",
mas medidas; y habiendo ganado fácilmente la voluntad^ Céti!-1
sul, hombre cruel y enemigo mortal de los Cristianos1v>hÍEÓ! poner'
fuego á la casa donde estaba Domitila con sus dos neéfllttS', ytoías
tres fueron inmoladas, puras víctimas del Dios vivóy conBÁmandof
de esta manera su glorioso martirio. Al dia siguierile&cuuWeldi&-
cono Cesareo para recoger aquellas preciosas cenfetté l'pérói Semilló
admirado cuando las encontró á todas postradas'; e^eínMaíite^n-
tra la tierra, como si estuvieran en oracion, sin qüe^l fuego que,
consumó su sacrificio hubiese tocado ni á uno de SUS cabellos; tomó
los santos cuerpos, y los enterró en un lugar donde con el' tiempo,
se edificó una iglesia. •**'♦> »*• M*»&Kvn\*v.
''.> «.'ti ''i o¡' < i . 'j (I "<• ,
SAN PANCRACIO, MÁ'RllR.''' / " ' ' * '
ip .o! •>!> ,ni'. '• ;.'
Con los santos Nereo, Aquileo y Doúaililá juntarla iglesia este
mismo dia á san Pancracio, mártir, niño de catorce años. Fueori^,
16 TOMO V.
238 MAYO
ginariq de Synada, ciudad de Frigia, y perdió á su madre pocos
días despues de haber nacido , á la cual tampoco sobrevivió su pa
dre mucho tiempo. Este antes de morir dejó encomendado el niño
Pancracio á un hermano suyo , llamado Dionisio , que fue tutor y
padre de su tierno sobrino. Llevóle consigo á Roma , donde pasó á
residir, y dispuso la Providencia que tomase casa junto á una donde
estaba retirado el papa san Marcelino durante la persecucion que
Diocleciano y Maximiano habian encendido contra los Cristianos.
Con esta ocasion la tuvieron de tratar al santo Pontífice , cuya dulce
conversacion , modestia , dulzura y piedad hechizaron tanto á los dos
extranjeros, que ambos le pidieron el Bautismo. Dionisio murió po
cos dias despues de su conversion , y pocos despues de su muerte fue
preso por cristiano el niño Pancracio , á la sazon de solos catorce
a<oos. Refieren las actas antiguas de su martirio que el emperador
Hyicleciano, por haber conocido en otro tiempo á su padre, quiso
vaj$e, y no perdonó medio alguno para obligarle á volver al paga-
niggio. Primero intentó ganarle con promesas, despues pretendió
a¿e¿nj)rizarle con amenazas , y finalmente se valió del artificio ; pero
n^djrjjastó para alterar su constancia. Señor, le dijo el heroico man-
<^§$$núfilmente te fatigas, si te persuades que me harás perder la fe
aty^zy/odome con que he de perder la vida; no saben los Cristianos
qué cosa es temer la muerte; toda su dicha es derramar su sangre por
J$$fflfgtfp:Jps suplicios apresuran su eterna felicidad, y para ellos es-
WfflñWitMs>4ormentos es conseguir una gloriosa victoria. Irritado el
^íSrfc&flíiilM) quiso que hablase mas , y mandó que al instante le
ci>i'^%¿fóca¿eza.
?.fJ8§!^ m,gj¡í§)fr)antiguo el culto de este Santo que el de los santos
ItoiífibiAaíW^o^Domitila , por lo que la santa Iglesia junta la fiesta
dfljfgdjSfflftuua ¿mismo oficio. Pronunciando san Gregorio una ho-
in4jíftj^B^n,t(%^8s.u.^epulcro, dice estas palabras : Los Santos, en pre-
seq^^dfirffliiQy£qpulf:ro estamos, trataron al mundo con desprecio,
py^r<(^$ fo&tfips ^cuando la paz, la fertilidad, la abundancia, lo
fyffldo &M(jy}t!P$Q¡ffe.!& 'edad parecía hacerlos dignos de que el mundo
^<W?H?sfe &Á l&fneww.mutíiplicaba las dificultades para que ellos se
desprendiesen de su amor.
Por haber sido título del cardenal Baronio la iglesia antigua de
estos Santos, la reedifi$5i,.$ con autoridad de Clemente VIII restitu
yó á ella la estacion de los fieles, que se habia perdido con el tiempo.
s'SoBPüifitf fíipWiWa 'iglesia; de San Pancracio; Leon X instituyó
eaejla •upa.de!}a^;estaci§nes d# Roma; Inocencio X la volvió el lí-
.7 OKOT
día xii. 239
lulo de la iglesia abacial ; y finalmente fue cedida á los Padres Car
melitas descalzos, que hoy dia la poseen.

SAN EPIFANIO, ARZOBISPO DE SALAMINA, CONFESOR.

Nació san Epifanio por los años de 310 en el territorio de Eleu-


terópolis, en Palestina. Para dedicarse bien á la empresa de los es
tudios sagrados de la santa Escritura , aprendió cuando jóven el
hebreo, egipcio, siríaco, griego y latin. Sus conferencias repetidas
con san Hilarion y otros santos anacoretas, á quienes visitaba fre
cuentemente para recibir sus instrucciones, le infundieron una fuerte
inclinacion al estado monástico, que en efecto abrazó desde muy
mozo. Si es que su primer ensayo le tuvo en Palestina, como Ger-
vaise ó Gervasio se persuade sobre la autoridad de ¡a vida griega de
este Santo, atribuida por muchos á Metafrastes, á lo menos es cierto
que él se fué muy pronto á Egipto á perfeccionarse en los ejercicios
de aquel estado en los desiertos de aquellos países. Volvióse á Pa
lestina por los años de 333 , y erigió un monasterio cerca del lugar
de su nacimiento. Sus trabajos y tareas en los ejercicios de la vir
tud, dicen algunos que excedieron á sus fuerzas; pero la apología
que hacia siempre el Santo de estas fatigas era decir, que Dios no
daba el reino de los cielos sino con la condicion de que se ganase
con trabajo, y que todo cuanto pudiéramos hacer no puede igualar
el galardon y la corona. Á sus austeridades corporales anadia una
aplicacion infatigable k la oracion y á sus estudios
Los mas de los libros que se conocian entonces pasaron por sts
manos ; y adelantó mucho en doctrina con sus viajes repetidos á mu
chos lugares. Veinte y dos años habia gastado san Hilarion en el de
sierto cuando Dios le dió á conocer al mundo por el lustre de sus

1 Escribió este Santo su Anchorata, como quien dice una Áncora ó Ancla,
que fijase la idea y la creencia en la verdadera te, para que no pudiese ser
agitada, ni llevada de cualquiera ráfaga de viento de contraria doctrina, que
es siempre el caso de la herejía. Esta obra ex-plica y prueba compendiosamente
los artículos principales de la fe católica. Pero la mayor de este Padre apare
ció al público en el año de 374 con el título de Panarivm, ó depósito de an
tídotos contra todas las herejías. Escribe la historia de veinte herejías antes,
de Cristo, y de ochenta desde la promulgacion del Evangelio. San Epifanio en
sus libros de Pesos y Medidas explica las antiguas costumbres de los judíos:
que en las piedras preciosas se halla un emblema concerniente al ornato ra
cional que llevaban los sumos sacerdotes judaicos, y las cualidades de las doce
piedras preciosas que se Ier. ponían.
16*
240 HATO
virtudes , y un extraordinario don de hacer milagros , por los años
de 328. San Epifanio, aunque sabio director de algunos otros, le
miraba como maestro suyo en la vida espiritual , y gozó de la di
cha de su direccion y amistad íntima desde el año de 333 hasta el
de 356 , en que Tillemont , que es el que al parecer ha puesto mas
correcta la crónica de san Hilarión , pone la salida de este gran Santo
de la Palestina. San Jerónimo en su vida nos da á entender que ja
más se vió una union mas íntima entre dos amigos, ni mas cons
tante que la de aquellos Santos , cuya correspondencia no fue capaz
de interrumpir esta separacion. La iglesia de Salamina fue, segun
parece , determinada á istancias de san Hilarion , á pedir por obispo
suyo á Epifanio ; y este empleó su pluma despues de la muerte de
su amigo en dar á conocer al mundo su virtud. En la terrible per
secucion que los Arríanos levantaron contra los Católicos en el reina
do de Constancio , dejó muchas veces san Epifanio su retiro para
animar y fortalecer á estos últimos , y su celo le obligó á separarse
de la comunion de su diocesano Eutiquio, obispo de Eleuterópolis,
quien contra su propia opinion , movido de máximas é intereses po
líticos , se confederó con Acacio y otros herejes contra la verdad. Le
yendo las obras de Orígenes le chocaron muchos errores que en ellas
descubrió, y principió á precaver contra ellos á los fieles.
San Epifanio dentro de su monasterio era el oráculo de Palestina
y todos sus contornos ; y jamás iba nadie á pedirle consejo que no
recibiese grandes socorros espirituales con sus discursos santos. La
reputacion de su virtud le dió á conocer en los países mas remotos,
y por los años de 367 fue nombrado obispo de Salamina , llamada
entonces Constancia, en Chipre. Pero aun siendo obispo llevaba el
hábito monástico, y continuaba en el gobierno de su monasterio en
Palestina, visitándole de tiempo en tiempo. Á veces relajaba sus
austeridades en favor de la hospitalidad , prefiriendo la caridad á la
abstinencia. No hubo quien le excediese en compasion con los po
bres , y muchas personas piadosas le hicieron dispensador de sus pro
pias limosnas. Santa Olimpias por tener parte en sus bendiciones le
hizo grandes presentes en dinero y en tierras para el mismo intento.
La veneracion que se adquirió por su santidad le hizo exento de la
persecucion del arriano Valente en el año de 371 ; pero fue casi el
único obispo católico del imperio en aquella parte que fue perdonado
en esta ocasion. En el de 376 emprendió un viaje á Antioquía , por
la conversion de Vital , obispo apolinarista ; y en el de 382 acompañó
á san Paulino desde aquella ciudad á Roma , donde se alojaron en la
DIA XII. 241
casa de santa Paula : nuestro Santo en recompensa la hospedó des
pues diez dias en Chipre en el año de 383. Incurrió no obstante en
algunos yerros nuestro Santo por sumo celo en ciertas ocasiones , se
gun observa Sócrates. El nombre solo del error y la sombra del pe
ligro para el mal le atemorizaba de muerte. Predicó en Jerusalen en
el año de 394 contra el origenismo en presencia del patriarca Juan,
á quien sospechaba inclinado á los origenistas. En Belen persuadió
á san Jerónimo á que se separase de la comunion del patriarca Juan,
á menos que no la expiase públicamente. Ordenó tambien de sacer
dote por mandato de obediencia á Pauliniano , hermano de san Je
rónimo ; pero habiéndose quejado de esto Juan , le llevó consigo á
Chipre, á que sirviese en la iglesia de Salamina. En Constantinopla
acusó de origenismo á los Grandes hermanos , llamados así por sus
tallas , habiéndole preocupado contra ellos el clamor público del pue
blo y de Teófilo : y aun afeó á san Crisóstomo el que les dispensase
su proteccion ; pero una humilde representacion de aquel Santo le
abrió los ojos , y se restituyó á Salamina , aunque murió allí ape-
' nas llegó de su viaje en el año de 403 , habiendo sido obispo treinta
y seis. Sus discípulos erigieron en Chipre una iglesia en honor suyo,
donde colocaron las pinturas de él y de otros. (Conc. t. 1, p. 447).
Sozomeno testifica, que Dios honró su tumba con milagros. (L. 7,
e. 27). San Agustín, san Efren, san Damasceno, Focio y otros, le
llaman el Doctor católico, hombre admirable, y lleno del espíritu
de Dios.

SANTO DOMINGO DE LA CALZADA, CONFESOR.

Aunque no se sabe de cierto cuál fue la patria de santo Domingo


de la Calzada, la mayor probabilidad está á favor de Villoría, lugar
pequeño en la Cantabria , por decirlo así un Leccionario muy anti
guo de la iglesia Asturicense, que refiere su vida. Nada se sabe de
los padres venturosos que dieron fruto de tanta bendicion al mun
do ; pero se cree que fueron pobres, aunque virtuosos, por la edu
cacion que dieron á su hijo , en quien desde la edad juvenil habian
ya echado profundas raíces las mas sublimes virtudes. Siendo jó
ven y sin letras, sabia lo bastante para estar persuadido que ningu
na cosa hay en el mundo capaz de saciar el humano corazon , y que
es vana toda aquella ciencia que no se funda sobre la humildad y
caridad cristianas. Por esta causa meditó dentro de sí que le era me
, 242 MAYO
jor retirarse á la religion, y profesar su austeridad y obediencia,
que vivir expuesto á los peligros del mundo. Con este pensamiento
llegó al abad de Valvanera , de la Órden de san Benito , y le pidió
humildemente que le admitiese en su compañía, y le enseñase las
doctrinas cristianas y sagradas que eran necesarias para poder ayu
dar á sus hermanos en la instruccion de los pueblos. La demanda
no podia ser mas justa; sin embargo, no fue admitida por aquel
abad, que hallaría motivos razonables para negar al siervo de Dios
el cumplimiento de sus deseos. Lo mismo le sucedió en el convento
de San Millan , á cuyo abad hizo el Santo la misma súplica y pro
puesta que habia hecho al de Valvanera ; pero este abad le desechó,
porque viéndole pobre, y en traje que daba lugar á justificar cual
quiera sospecha, no quiso ser responsable de las consecuencias que
se podrían seguir en unos tiempos en que toda precaucion no era
suficiente para evitar los multiplicados peligros.
Viendo el Santo frustrados sus deseos , se fué á un santo ermitaño
que hacia vida solitaria y contemplativa en un bosque cercano al
convento de San Millan, y le pidió instrucciones para arreglar su
vida de tal modo, que se cumpliesen en parte sus deseos. Ei ermi
taño le hizo una breve plática acerca del desprecio del mundo , y ma
nifestó con su ejemplo cuan poco debia apegarse á las cosas terrenas;
pues con una sencilla y pronta voluntad le ofreció una pobre celdi-
iia que habia hecho para sí, dispuesto á dejar aquel sitio, y buscar
oli o en que continuar su vida solitaria luego que quisiese hacerla en
el su huésped. No quiso aceptar Domingo tan generosa oferta ; y así
instruido y edificado, despidiéndose del solitario, se marchó á un
sitio de la Bureba, donde hoy es la.ciudad que tiene su nombre.
Estaba aquel sitio muy lleno de malezas, y por lo mismo era muy
á propósito para aquellos hombres perversos que, desnudándose de
todas las ideas de religion y humanidad , se hacen asesinos de sus
mismos hermanos cuando los encuentran en los caminos sin defensa.
Además advirtió el Santo que por allí cerca pasaban muchos pere
grinos á visitar el cuerpo del apóstol Santiago , y solían padecer robos
y vejaciones de los bandidos que se guarecían en aquellos bosques,
y concibió el proyecto de hacer allí su mansion para poder propor
cionarles algun consuelo y seguridad. Los proyectos de la caridad
siempre encuentran recursos para llevar á debido efecto sus obras.
En poco tiempo no solamente dispuso con el sudor de su rostro un
huerto hermoso y fecundo, no solamente plantó viñas, con cuyo
t'rulo pudiese consolar y restablecer á los fatigados peregrinos, sino
Dia xii. 243
que además edificó una ermita en honor de la Madre de Dios , en
donde dirigía sus fervorosas oraciones al cielo. Cinco años permane
ció allí el Santo ocupado en ejercicios fervorosos de contemplacion
y de caridad , hasta que viniendo por aquel sitio un santo llamado
Gregorio, obispo de Ostia, que habia sido enviado á España por el
Sumo Pontífice á negocios muy interesantes, se juntó con él para
gozar de su doctrina, y hacerse participante de los muchos mereci
mientos que contraía predicando la palabra de Dios.
Habiase propagado por el reino de Navarra tanta langosta, que
sin poder bastar diligencias humanas para exterminarla , devastaba
los campos , y ponia á todo el reino en una lastimosa misería ; re
currieron los navarros al Sumo Pontífice , pidiéndole que les ayudase
con sus oraciones y las de la Iglesia para aplacar la ira de Dios que
tanto los afligía. El Pontífice, que á la sazon era Benedicto IX, en
vió á este san Gregorio , obispo de Ostia , varon muy sábio y de mu
cha piedad , para que hiciese cuanto le dictase su prudencia en be
neficio y consolacion de aquellos pueblos; en efecto lo hizo de ma
nera, que con las procesiones que instituyó, las rogativas y públi
cas penitencias que hizo, y la enmienda de las costumbres, se apla
có el enojo de la divina justicia, y cesó la plaga que tenia conster
nado á todo el reino de Navarra. Con este santo varon estuvo Do
mingo bastante tiempo acompañándole en todas sus evangélicas ex
pediciones, contentísimo de servir de algun modo á un tan gran
Santo en el ministerio de la palabra , ya que él no era capaz de pre
dicarla sino con el ejemplo, que es mas eficaz.
Muerto san Gregorio , tuvo Domingo que entrar en consulta con
sigo mismo sobre el método que habia de guardar en su vida. No de
seaba otra cosa que servir y aprovechar á sus hermanos cumpliendo
el primero y mayor de los preceptos; y para este fin consideró que
en parte ninguna podria hallar materia tan abundante como en aquel
mismo lugar de donde salió para juntarse con san Gregorio. Volvióse
á él, y comenzó á proseguir con mas eficacia la obra que antes ha
bia comenzado. Como estuvo algunos años en la compañía del santo
Obispo, habia habido tiempo para que volviesen á crecer las male
zas por aquel sitio fragoso, y se albergasen en él los malhechores.
De consiguiente los peregrinos padecían ya las mismas ó mayores
vejaciones que en los años pasados, siendo muchas veces despoja
dos y maltratados por los ladrones. Volvió, pues, el Santo á su an
tigua morada: reparó, ante todas cosas, la capilla que habia dedi
cado á María santísima, y se dispuso á hacer un camino ó calzada
,244 MAYO
cómoda y segura por donde pudiesen ir los pasajeros libres de in
sultos. Taló aquellos pedazos de bosque que impedían mas la segu
ridad ; cegó algunos lugares pantanosos , é hizo construir un puente
muy seguro y costoso, concurriendo voluntariamente á ayudar sus
intenciones benéficas todos los pueblos comarcanos. De este modo
en breve tiempo se dispuso aquel camino tan cómodamente, y se
edificaron en aquel sitio tan multiplicadas habitaciones, que ha lle
gado á ser una poblacion numerosa, que por ser fundacion de este
Santo se llama Santo Domingo de la Calzada.
La mayor parte de esta grande obra se debia, mas que á las dili
gencias humanas , á las fervorosas oraciones de este gran siervo de
Dios. Era ya muy anciano cuando el puente y las demás fábricas
estaban en el hervor de su construccion ; y cuando habia alguna di
ficultad que vencer , ó faltaba algo que fuese necesario para seguir
la obra , tomaba su báculo , y se marchaba á la capilla de la sagrada
Virgen , y allí con ruegos y lágrimas fervorosas alcanzaba del cielo
el vencimiento de todas las dificultades. Manifestóse en esto tan glo
rioso, que muchas veces se multiplicaron los milagros con que da
ba Dios á entender cuán gratos le eran los trabajos de su siervo. Su
cedió un dia de fiesta , que habiéndose publicado en el ofertorio de
la misa una súplica de parte del Santo para que el que tuviese de
vocion ayudase como quisiese á la construccion del puente, un vi
llano quiso burlarse del Santo con una burla muy pesada. Todos los
demás habian ofrecido segun sus facultades, unos sus carros, otros
sus caballerías , otros sus brazos y dinero , esmerándose cada uno en
adelantar al otro , ya por la gran devocion y respeto que tenian al
Santo , y ya tambien porque veian la grande utilidad que de aquella
obra á todos les resultaba. Entre tanta gente piadosa no faltó, pues,
un rústico temerario é indevoto que dijo de esta suerte : Yo ofrezcp
por un dia , para la obra del puente , dos toros que tengo en el monte,
con condicion que el P. Domingo los traiga. Eran los toros feroces
en extremo, y el rústico hacia aquella promesa ilusoria «n la con
fianza de que el Santo no iria por ellos , pues estaba seguro de que lo
mismo seria acercarse á ellos que hacerle pedazos. Pero sonriéndose
el Santo , dijo : Con el favor de Dios voy á poner en ejecucion el cumpli
miento de tu oferta. En efecto fué el Santo al monte , y al punto que
le vieron los indómitos animales , se vinieron á él como mansos cor
deros : tomólos por las astas , unciólos á un carro , y trabajaron
cuanto seles mandó como si fueran bueyes bien domados. Así que
dó escarmentado y enseñado aquel hombre indevoto , favorecida una
día xii. 245
obra dictada por la caridad , y el Santo mas honrado y glorificado',
cuando el villano juzgó que seria burlado y escarnecido.
No contento el Santo con haber dispuesto un buen camino para
los peregrinos , dispuso fabricar un hospital en donde fuesen recogi
dos y refrigerados del cansancio y las fatigas. En esta fábrica se le
ofrecieron algunas contradicciones que superar, ya por la madera
que fue necesario cortar de un monte vecino , y ya porque habiendo
hecho un pozo para comodidad del hospicio , comenzaron á quejarse
algunos malcontentos de que se les habia hecho no sé qué injuria.
La primera contradiccion se desvaneció fácilmente viendo que santo
Domingo, sin mas auxilio que una pequeña hoz, cortaba y derriba
ba encinas enteras , lo cual conocieron que no podia hacerse sin una
virtud sobrenatural y divina ; pero la segunda tuvo consecuencias
mas funestas. Llegó á tanto el atrevimiento y encono de aquella gen
te enfurecida, que comenzaron á apedrearle. El Santo, en lugar de
huir, se vino á los mismos que le maltrataban, quienes al verle li
bre de sus piedras, y con un rostro sereno y majestuoso, que mu
damente les reprendía su temeridad , cesaron de perseguirle, cayén
doseles las piedras de las manos , y la ira del corazon ; solo dos pe
regrinos , que habian recibido mil mercedes del venerable anciano en
su hospicio, tuvieron tanta insolencia, que prosiguieron tratándole
mal de palabra, y peor de obra , pues uno de ellos tuvo la audacia
de poner las manos en el Santo , haciéndole caer en medio del fue
go que estaba allí cerca encendido. Levantóse sin lesion, y sin dar
la mas ligera muestra de impaciencia; pero Dios, á cuyo cargo es
tá el cuidar que no perezca ni un cabello de la cabeza de sus sier
vos, no dejó sin venganza tan atroz delito. Trabáronse de palabras
aquellos dos miserables sobre la ejecucion de sus mismas insolen
cias : riñeron, y riñeron de modo que ambos quedaron muertos en
la pendencia , y sus cadáveres fueron destrozados y comidos de per
ros. Semejante castigo , aunque no tan riguroso , experimentó otro
aldeano , que por dar enojo al Santo introducía sus ovejas en el huer
to que habia plantado para consuelo de los peregrinos. Amonestóle
caritativamente, y le rogó con mayor encarecimiento que no hicie
se aquel mal á una heredad que era de los pobres ; pero sordo á los
avisos , y obedeciendo á lo que le dictaba su malicia , prosiguió en
el mismo delito , hasta que cansado el cielo castigó su temeridad de
jándole un dia, en el mismo acto de introducir las ovejas en el huer
to , sordo , baldado de todos sus miembros , derrengado y calvo,
246 MAYO
para que el castigo, además de la severidad de los dolores, tuviese
tambien el martirio de la vergüenza.
Así daba testimonio el cielo de lo gratas que le eran las obras de
caridad en que se empleaba el siervo de Dios ; pero este no se des
cuidaba en acrecentarlas con continuos ayunos , con oraciones fervo
rosas , con limosnas , y todos los ejercicios de la piedad cristiana. Te
nia continuamente en la memoria que llegaría presto un dia en que
habia de ser presentado ante el tribunal del Juez supremo de vivos
y muertos , y queria que no le cogiese desprevenido una hora tan
terrible. Era tal su cuidado en este punto, que siete años antes de
morir hizo labrar su sepulcro en una peña ; y para que este lugar
no estuviese ocioso , le llenaba de trigo al tiempo de la cosecha para
repartirlo despues de limosna á los pobres. Un dia vino á visitarle
una devota mujer, que era comadre del Santo, y como para obse
quiarla quiso enseñarla el sepulcro que se tenia ya prevenido. Vién
dolo la mujer le dijo : ¿ Qué motivo habeis tenido para disponer vuestro
entierro tan lejos de la iglesia? Á lo cual respondió santo Domingo:
No tengais cuidado de eso, señora : la divina Providencia cuidará de
que mis miembros reposen en un lugar sagrado, porque os hago saber,
que, ó la iglesia seguirá mis pasos extendiendo á este lugar su recin
to, ó mis miembros disfrutarán de sus favores. El suceso manifestó
que habló con espíritu profético , pues con el discurso de los tiem
pos vino el sepulcro á estar dentro de la iglesia.
Lleno de virtudes y merecimientos, habiendo llegado á una edad
avanzada, que gastó por la mayor parte en beneficio de sus prójimos,
conociendo que se le acercaba el tiempo de unirse perpétuamente con
su Dios, acrecentó los ejercicios de piedad, y procuró disponerse
para dejar este destierro y caminar á la patria de los justos. Recibió
con suma devocion los santos Sacramentos de la Iglesia, y durmió
en el Señor á 12 de mayo del año 1109, dejando á sus familiares
llanto en los ojos , y ejemplos de celestial doctrina fijados en el cora
zon. Su cadáver fue sepultado en el sepulcro que de antemano se
habia dispuesto , el cual glorificó Dios con repetidos milagros en tes
timonio de la santidad de Domingo. Apenas murió, un labrador que
no estaba bien con sus establecimientos tomó una hacha , y comenzó
á cortar los árboles que el Santo habia plantado en el huerto de los
peregrinos; pero perdiendo repentinamente la vista, castigó el cielo
su temeridad , y aprobó la caridad de su siervo fiel , que siempre se
habia empleado en el cumplimiento del mayor de los preceptos. Tam
día xii. 247
bien experimentó el mismo castigo una avarienta mujer que viendo
las copiosas limosnas que los fieles ofrecían al sepulcro del Santo,
concibió el temerario designio de robarlas , fingiendo que se acerca
ba para ofrecer las suyas. Al punto que verificó sus malos pensa
mientos se halló ciega repentinamente , de modo que desatinada y
aturdida se daba contra las paredes. Iba con ella un hermano suyo,
quien , ignorando la causa de un mal tan repentino , la preguntó qué
habia hecho de que la pudiese resultar aquella calamidad. Entonces
la infeliz le confesó abiertamente su delito , y como habia hurtado
algun dinero de las limosnas del Santo , por lo cual Dios la habia
castigado con aquella ceguera. Llevóla su hermano al sepulcro; la
hizo restituir lo que habia robado, y con lágrimas de compuncion
pidieron ambos á santo Domingo perdon de aquel desacato, y que
alcanzase del Señor misericordia. No les salieron vanas sus esperan
zas , pues allí mismo le fue restituida la vista del cuerpo , y tambien
la del alma, siendo de allí adelante mas devota y mejor cristiana.
Son innumerables los prodigios que Dios ha obrado por la inter
cesion de este Santo con todos los que se han encomendado á sus ora
ciones é intercesion , ó han visitado su santo sepulcro. Unas veces
han visto consolidados sus miembros los que estaban mancos, cojos
ó tullidos; otras han recuperado su salud enfermos desahuciados;
otras han adquirido vista, oido y habla los ciegos , los sordos y los
mudos ; otras ,,en fin , se han rescatado de la tiranía del demonio mu
chos miserables que estaban poseidos de este cruel enemigo, hasta
el punto de despedazarse á sí mismos , y tener que atarlos para que
no se quitasen la vida. Pero entre lodos los que han disfrutado su
poderoso patrocinio se ha señalado el mismo pueblo de la Calzada.
Es digno de perpétua memoria el prodigio con que fue librada esta
ciudad de un horroroso exterminio con que la amenazaba el rey don
Pedro , llamado el Cruel , teniéndola asediada y sin mas arbitrio para
su defensa que la proteccion de su santo Fundador. Habia seguido,
en la division civil que acaeció sobre el reinado de los dos hermanos.
D. Pedro y D. Enrique, la faccion de este último. Por tanto vino
sobre ella D. Pedro, la cercó y estrechó hasta el último apuro, con
designio de hacer en sus habitantes un escarmiento que confirmase
el renombre de Cruel , que con otras devastaciones semejantes se ha
bia ganado. Ya veian los acongojados vecinos difundirse el fuego por
'odas sus habitaciones, devorarla ciudad entera, y amenazar el des
apiadado cuchillo á todas sus gargantas. En tamaño conflicto recur
rieron con lágrimas y fervorosas oraciones á santo Domingo. Hicie-
248 MAYO
roa vigilias á su sepulcro : le visitaron con solemnes procesiones,
vestidos de penitentes, é instaron con tanto ardor, que llegó á en
ternecerse el cielo de su desgracia, y á darles socorro por medio de
su protector. Cuando la mayor parte del pueblo afligido estaba der
ramando súplicas y gemidos al rededor del santo sepulcro, hé aquí
que todos oyeron una voz milagrosa que los dejó suspensos. Inme
diatamente aparecieron y dejaron verse por una ventanilla que tenia
el sepulcro dos manos blancas como la nieve, en lo que entendieron
que el brazo omnipotente del Todopoderoso se declaraba en su de
fensa. Permanecieron algun tanto las manos visibles, y volvieron a
esconderse dentro del sepulcro, dejándolosá todosllenos de turbacion,
de consuelo y de esperanza. En el ínterin el reyD. Pedro se acelera
ba á ejecutar la venganza que tenia sentenciada ; pero ¡ oh prodigio !
al llegar con su ejército á una montañuela que domina la ciudad,
todo él se halló cercado de una espesa y negra nube que le dejó en ti
nieblas. El mismo Rey y todos sus soldados se hallaron de pronto
con tanta agua en los ojos, que los dejó como ciegos, de manera que
no podian moverse del sitio en que se hallaban sin darse unos contra
otros. Volvieron en sí conociendo el milagro ; pidieron perdon á Dios
y á santo Domingo: mandó el Rey dejar libre la ciudad, y que mar
chase el ejército hácia otra parte, y luego recobraron la luz y la vis
ta que antes habian perdido.
Otros muchísimos milagros se refieren de este glorioso Santo , que
seria muy largo referirlos : todos manifiestan su gran santidad, el
afecto con que desde el cielo mira á sus devotos , y la gloria que re
cibe Dios de que le pidan mercedes por medio de este siervo suyo.

La Misa es del comun de Confesor no pontífice, y la Oracion es la si


guiente :

Clementissime Deus, qui beatum Clementísimo Dios, que te dignaste


Dominicum eonfessorem tuum egre- adornar á tu bienaventurado confesor
fliis virtutibus illustrare dignatus es : santo Domingo con virtudes tan exce
concede, qucesumus; ut cujus, hodie lentes : concédenos, te pedimos,
natalitia celebramus, ejus intercessione que por la intercesion del mismo,
d peccalorum nostrorum nexibus libe- cuyo nacimiento para el cielo cele
rari, et illius consortio in calis per- bramos en este dia, seamos libres de
frui mereamur : Per Uominum nos- las cadenas con que nos aprisionan
trum Jesum Christum... nuestros pecados, y merezcamos go
zar de su compañía en los cielos. Por
Nuestro Señor Jesucristo, etc.
DIA XII. 243

La Epístola es del capitulo xxxi del Eclesiástico.


Beatusvir, qui inventus estsine ma- Dichoso el hombre que fue hallado
cula, etquiposlaurumnonabiit,nec sin mancha , y que.no corrió tras el
speravit in pecunia et thesauris. Quis oro, ni puso su confianza en el dinero
esthic, el laudabimus eum? fecitenim ni en los tesoros. ¿Quién es este, y le
mirabilia in vita sua. Qui probatus est alabaremos? porque hizo cosas mara-
inülo, et perfectus est, erit illi gloria villosas en su vida. El que fue proba-
atema : qui potuit transgredí, et non do en el oro , y fue hallado perfecto,
est transgressus, facere mala, et non tendrá una gloria eterna : pudo violar
feeit : ideo stabilita sunt bona illius in la ley, y no la violó ; hacer mal , y no
Domino, et eleemosynas illius enarra- lo hizo. Por esto sus bienes están sc-
bit omnis Ecclesia sanctorum. guros en el Señor, y toda la congrega
cion de los santos publicará sus limos
nas.
REFLEXIONES.
Bienaventurado el varon que fue encontrado sin mancha, y el que
no se fué tras del oro, ni puso su esperanza en el dinero y en los te
soros. ¿Quién es este, y le darémos alabanzas? porque hizo unas co
sas admirables en su vida. Si se reflexionan bien estas palabras de
la santa Escritura , se hallará que en todos tiempos ha sido la mis
ma la avaricia de los hombres por juntar tesoros , y la fuerza de es
tos para hacerse esclavos los corazones. Entre cristianos y entre
gentiles, entre sábios é ignorantes, entre los jóvenes y los viejos,
siempre el oro ha tenido mas ó menos una fuerza mágica para cor
romper las almas. ¡ Qué cosas tan prodigiosas no le atribuyen los
paganos en sus fábulas ! Solamente la pintura de un Dios conver
tido en lluvia de oro para vencer una honestidad guardada con mu
ros y con candados , manifiesta á un mismo tiempo los delirios de
la corrompida fantasía, y el poder ilimitado que a este encantador
metal han querido dar los hombres. ¿Qué virtud, pues, no será
necesaria para despreciarle? Ya lo insinúa el Espíritu Santo cuan
do, despues de ensalzar por dichoso y bienaventurado á aquel varon
robusto que no se dejó llevar de sus atractivos , pregunta : ¿ Y
dónde está este? ¿Dónde se hallará un hombre de tanta virtud que
tenga valor para despreciar lo que apetecen todos con tanta ansia,
y por lo que exponen tan frecuentemente sus haciendas y sus
vidas?
En los tiempos en que vemos tan propagada la religion sacro
santa de Jesucristo, somos tan felices que podemos manifestar mu
chos ejemplos de esta heroica valentía. Pudiéramos dar á aquella
250 MAYO
pregunta del Espíritu divino muchas respuestas categóricas seña
lando infinitos discípulos del Crucificado , que no solamente han
apartado su corazon del oro , que no solamente no han colocado en
él sus esperanzas, sino que le han hollado , que le han mirado con
sumo desprecio ; que han colocado su felicidad en padecer una san
ta pobreza, y últimamente, que cuando le han tenido no le han
estimado , sino en cuanto les proporcionaba el mérito de despreciarle
ó de emplearle en los pobres de Jesucristo. Cuando nuestra Reli
gion divina no tuviera otro apoyo de su sublimidad , este desprecio
solo , superior á las fuerzas naturales del hombre, siempre quesea
una verdadera virtud provechosa para alcanzar la vida eterna, bas
taría para ensalzarla, y caracterizarla de sobrenatural y divina. Así
sucedia en los primeros siglos del Cristianismo. Se pasmaban los
perseguidores del nombre cristiano al ver que los discípulos de Je
sucristo estimaban en nada las riquezas , por que los demás hom
bres padecían tantas fatigas. ¿Qué dirían si viesen hoy tantos jóve
nes ilustres , tantas doncellas delicadas, que criados entre los bra
zos de la riqueza hacen profesion de despreciarla, constituyéndose
en la obligacion de ser pobres toda su vida? ¿Qué dirían viendo á
nuestros justos, como santo Domingo, afanarse, trabajar, rogar,
pedir, no para tener, no para hacerse rico, sino para derramar el
oro en preparar caminos, en plantar huertos , en alzar puentes, en
fabricar magníficos y cómodos hospicios para beneficio de sus her
manos, quedándose solamente con el trabajo y la fatiga? En vista
de estos efectos de la religion , de caridad , desaparecen los estéri
les discursos de todos los filósofos , que por lo comun nunca han
sido mas que palabras. Desaparecen aquellas decantadas virtudes
sociales, que no son mas que fantasmas mientras la religion cris
tiana católica no las vigoriza, y las da una existencia verdadera.
Divina Religion, caridad sublime, sociedad venturosa la que si
gue la doctrina de Jesucristo ! Si los Cristianos parasen su conside
racion en las ventajas que les proporciona su profesion sobre cuan
tos hombres ha tenido el mundo, ¿habria uno que no ejecutase sus
preceptos , aunque no fuese sino por la satisfaccion de ser , respec
to de ellos, un héroe? Pero la Religion te pide mas. Como ella es so
brenatural , y tiene su origen en el cielo, quiere que fijes allí tus
intenciones , para hacer buenas y fructuosas tus obras. No se con
tenta con que te desprendas del oro ; no basta que lo repartas con
larga mano : Dios mira á tu espíritu. Si este es puro y recto, si es
la gloria de Dios el provecho del prójimo , el socorro del necesita
DIA XIÍ. 251
do y el cumplimiento de la ley, loque da vigor á tus manos cuan
do repartes tus riquezas , serás segun la palabra del mismo Dioí
bienaventurado y digno de alabanza. Pero si buscas una gloría
mundana y perecedera ; si ofreces tus riquezas á tu misma vani
dad ; si tus limosnas no salen de la esfera de la carne, lejos de ser
bienaventurado , tendrás la misma suerte que aquellas gentes que
ignoran á Dios.
El Evangelio es del capítulo xn de san Lucas.
In üfo tempore dixit Jesus discipulis En aquel tiempo dijo Jesúsá susdis-
suis : Sint lumbi vestri prcecincti, et cíputos : Tened ceñidos vuestros lo-
lucernce ardentes in manibus vestris, mos, y antorchas encendidas en vues-
et vos símiles hominibus expectantibus tras manos ; y sed semejantes á los
dominum suum quando revertatur d hombres que esperan á su señor cuan-
nuptiis : ut, cum tenerit et pulsaverit, do vuelva de las bodas, para que en vi-
confestim aperiant et. Beati servi Mi, niendo y llamando, le abran al punto.
quos cum venerit dominus, invenerit Bienaventurados aquellos siervos que
vigilantes ; amen dico vobis , quodprce, cuando venga el señor los hallare ve-
cinget se, et faciet illos discumbere, el lando. En verdad os digo, que se ce-
transiens ministrabitillis. Et si venerit ñirá, y los naTá sentar á la mesa, y
in secunda vigilia, et si in tertia vigi- pasando los servirá. Y si viniere en
lia venerit, et ita invenerit, beati sunt la segunda vela , y aunque venga en la
servi Mi. Hoc autem scitote , quonium tercera, y los hallare así, son bienaven-
si sciret paterfamilias qua hora fur ve- turados aquellos siervos. Pero sabed
niret, vigilaret utique, et non sineret esto , que si el padre de familias su-
perfodi domum suam. Elvos estate pa- piera á qué hora vendría el ladron.
rati, quia qua hora non putatis , Fi- velaría ciertamente, y no permitiría
lius hominis veniet. minar su casa. Estad tambien vosotros
prevenidos , porque en la hora que no
pensais vendrá el Hijo del Hombre.

MEDITACION.
Sobre los efectos maravillosos de la caridad.
Punto primero. — Considera que la caridad es tan maravillosa
en sus efectos , que de un modo admirable parece que junta extre
mos opuestos y contrarios , de manera que al pobre le hace rico.
Por pobre que seas , dice san Agustín ( Enar. in Psalm. xxxvi ;
Serm. 2 n. 13) , siempre tendrás que dar , con tal que tengas hen
chido el pecho de caridad. Esta virtud, dice él mismo (Epist. 192, n. 2
et 2 ) , es una deuda que siempre tienes á favor de tu prójimo. Se paga
cuando se ejercita , y se debe cuando se recibe , porque no hay tiempo
alguno en que no se deba ejercitar. Considera bien y despacio sus pro
piedades, que al mismo tiempo que te admiren , es preciso que te
252 MAYO
enamoren el alma. No se pierde la caridad, prosigue el mismo San
to, cuando se presta, sino que antes bien prestándose se multipli
ca: se presta, y sin embargo te quedas con ella sin padecer desfalco
alguno; porque el que la tiene es quien la ejercita , no quien carece
de ella. Y siendo verdad que no se puede dar si tío se tiene , ni tener
la sin darla, lo es tambien que tanto mas crece la caridad , cuanto
mas se ejercita, y tanto mas se adquiere de ella, cuanto son mas
aquellos á quienes se dispensan sus oficios. No se gasta la caridad
como se gasta el dinero, porque además de que este se disminuye,
y aquella se aumenta, se distinguen tambien en que no pidiendola
deuda pecuniaria, nos hacemos mas gratos á nuestros deudores; pero
al contrario , nunca manifestamos á nuestro prójimo mas benevolencia
que cuando exigimos que nos corresponda en la caridad con que le
amamos y servimos ; y así no puede ser buen gastador ó distribuidor
de caridad el que no sea tambien un recaudador benigno.
¡Grande consuelo para los que se determinan á ser caritativos !
Si lo que ata tus manos para distribuir los bienes que te ha dado el
cielo, á fin de que con ellos socorras á los pobres, es un temor ne
cio de que te puede faltar, sal ya de ese engaño : nada se posee con
mas seguridad que lo que se emplea en socorrer al necesitado. Y no
solamente esto, sino que tanto mas tendrás cuanto mas dieres. Por
que además de la autoridad de san Agustin , y de todos los santos
Padres , que dicen lo mismo, ¿cómo es posible que nos engañe la
misma Verdad por esencia? ¿No liene dicho el Espíritu Santo: de
ja el cuidado de tí al Señor, que él te alimentará? ¿No nos dice el
mismo Jesucristo : no querais decir quécomerémos, québeberémos,
ó con qué nos harémos vestido , el Padre celestial tiene cuidado de
eso? ¿No ha ofrecido Dios al que desprecie los bienes de este mun
do por su amor darle ciento por uno , y además la vida eterna? ¿No
leemos continuamente en las vidas de los Santos verificadas mu
chas veces todas estas verdades , ensalzándolas además el Señor con
mil prodigios? Un san Julian, que encuentra llenos los graneros
cuantas veces manda sacar trigo para los pobres, sin que haya mi
seria que sea capaz de agotar la provision que hacia la caridad ; un
santo Tomás de Villanueva, que daba de limosna tres veces mas
de lo que tenia de renta, y que jamás encontró sin dinero una bol
sa que tenia para los pobres por mucho que sacase ; santo Domin
go de la Calzada, pobre y sin mas arbitrios que la caridad , edifi
cando hospitales, magníficos puentes, y una ciudad entera, son un
testimonio tan auléntico de la riqueza que es amar y hacer bien á
' Dty XII. . 25$
sns prójimos, que desvanecen todos los temores en contra ,, y acu
san á los tibios que se recelan de seguir sus pasos.

Punto segundo. — Considera que la caridad no solamente hace al


pobre verdaderamente rico , dándole una abundancia y un tesoro
inagotable en el desprecio de los bienes terrenos, y en la compla
cencia que halla en repartirlos á los pobres ; sino que además de co
barde y apocado le hace fuerte y valeroso : hace que las cosas mas
graves y pesadas de suyo le sean ligeras y gustosas : le da esfuerzo
para vencer las adversidades y contradicciones ; y de un hombre
miserable , incapaz por sí mismo de ninguna obra que no lleve con
sigo el sello de su bajeza, forma un hombre nuevo, invencible,
incapaz de pensar cosas miserables y pequeñas, y tal , que mas pa
rece un Ángel que administra el poder de Dios, que un puro hom
bre que obra por sus propias fuerzas.
Ya san Pablo describió con bastante prolijidad todos estos efectos
de la caridad y otros muchos : en la epístola primera á los corin
tios, y hablando de sí mismo en la que escribió á los romanos, pre
gunta: ¿Quién será capaz de separarnos de la caridad de Cristo? ¿La
tribulacion acaso, ó la angustia, ó la hambre, ó la desnudez, ó el pe
ligro, ó la persecucion, ó el cuchillo? Todo esto lo vencemos por aquel
que nos amó antes que nosotros le amásemos; y así estoy cierto de que
ni la muerte, ni la vida, ni los Ángeles, ni los Principados, ni las
Virtudes, ni lo presente , ni lo futuro, ni la fortaleza, ni lo elevado,
ni lo profundo, ni criatura alguna, sea la que fuere, podrá separar
nos del amor de Dios que está en Nuestro Señor Jesucristo. Cuando
lees estas expresiones animosas , se conmueve tu corazon ciertamen
te. Conoces el poder de la gracia de Dios : conoces que así como en
las cosas terrenas se ve que nada es penoso ni difícil al que verda
deramente ama, con mucha mas razon se verifica esto mismo res
pecto de las cosas celestiales y divinas. Te vienen á la memoria los
hechos de los Mártires, y te admiras de que en el tierno pecho de
una doncella cupiese el valor necesario para presentarse voluntaria
mente al tirano , y vencer los tormentos mas atroces , dando alegre
su. vida , cantando himnos y cánticos á Jesucristo. Las penitencias de
los confesores, la abstraccion y soledad de los anacoretas, la castidad
y obediencia de los monjes, y sobre todo, el desinterés y santa libe
ralidad con que todos ellos se desprendían de los bienes que tanto
apetece el resto de los hombres , te admiran , te sorprenden , y le lle
nan de confusion. Pues todas esas heroicas acciones no tienen otro
17 tomo v.
So4 MAYO
secreto que la caridad. Si esta divina virtud habita en tu pecho,
por fuerza le verás inflamado para manifestarla en los efectos.
Te acometerán todos los contratiempos, todas las persecuciones,
lodos los trabajos del mundo : tu honor será lacerado acaso por una
negra calumnia : tus bienes los verás en manos de tus enemigos por
medio de una violenta usurpacion : tus méritos y trabajos lograrán
abandono y desprecio en lugar de recompensa. Pero si tienes cari
dad , todo esto lo vencerás fácilmente. Acometerán á lu alma todas
las pompas de Satanás, todas las vanidades del mundo : cada vicio
de por sí asestará sus tiros contra tu flaqueza : la soberbia querrá
hinchar tu corazon : la ambicion te estimulará para que pretendas
ensalzarte sobre tus hermanos : la ira te provocará á venganza por
las ofensas mas mínimas : la gula te convidará á hacerte un ídolo
de tu vientre , aunque sea á costa de la razon : la envidia le suge
rirá medios de deprimir el verdadero mérito y talentos de tu próji
mo : la avaricia, en fin, no solo te atará las manos para hacer bien,
sino que deseará que le afanes, que pierdas el reposo, que come-
las injusticias, que le expongas á mil peligros para que llegues á
juntar un gran repuesto de piata y oro en que se deleite tu corazon.
Pero como tú tengas caridad , todos estos esfuerzos , todas estas su
gestiones, todos estos atractivos serán vanos, inútiles y sin fruto.
Tú te burlarás del mundo, del demonio , de todas sus pompas y
vanidades : tendrás á los vicios por vicios, y en lugar de incensar
sus aliares, buscarás los templos del Dios vivo, buscarás los hos
pitales, las casas de las viudas oprimidas y desamparadas, las de
las doncellas honestas que peligran por su pobreza , buscarás á los
pobres y necesitados, y allí harás sacrificios á la caridad. Aunque
tu estómago sea delicado , no extrañará la inmundicia y fetidez de
las cárceles y hospitales ; aunque ames mucho tu salud, no teme
rás jamás que se llegue á Ü el contagio ; aunque seas rico y podero
so, estimarás los pobres ajuares y habitacion reducida de la viuda,
del huérfano , del desvalido ; aunque seas honesto y recatado , no
temerás las murmuraciones injustas del mundo, cuando te vea so
correr á la honestidad que peligra ; aunque tus rentas sean muy (
reducidas, no temerás jamás que te falte lo necesario por socorrer
á los pobres ; aunque tu corazon sea de suyo débil , flaco y apo
cado , verás como no hay ni trabajo que le haga desmayar , ni per
secucion que le supere, ni dificultades que le arredren, ni cosa al
guna visible ó invisible que le desposea del valor sobrenatural que
le comunica la caridad. En vista deesto , ¿se podrá todavía verificar
DIA XII. 25o
que medites y reflexiones sobre estos prodigiosos efectos , y que con
todo eso no seas caritativo?

Jaculatorias.—\ Dios mio! Yo sé que así como el agua apaga el


ardor del fuego , de la misma manera la limosna y todo ejercicio
de caridad resiste al pecado, y no permite que entre en el alma.
(Eccli. ni ). '
Por tanto, mas quiero una medianía ó pobreza teniéndoos á Vos,
que sois fuente de toda justicia , que la opulencia de los poderosos
destituido de vuestra amistad y de vuestra gracia. (Psalm. xxxvi).
PROPÓSITOS.
1* Tú tendrías en tu alma todos los admirables efectos de la ca
ridad , si como has tenido ocasiones y auxilios para ejercitarla, hu
bieras tenido valor , esfuerzo y voluntad de poner por obra lo mis
mo que en aquel instante te habias persuadido. Encontraste á un
pobre miserable y llagado ; al punto te acordaste que en él esta
ba representado Jesucristo : luego se siguió el deseo de favorecerle
y aliviar de algun modo su miseria : á estos afectos sucedió la con
templacion de que semejantes obras tienen un premio eterno, ade
más de la satisfaccion que causa la obra buena por sí misma. Y
qué, ¿te resolviste á darle una limosna cuantiosa capaz de aliviarle
su miseria? No : un miserable cuarto ú ochavo fue todo el fruto
de los influjos y sugestiones de la caridad. Oyes la opresion que
padece una pobre viuda cargada de tres ó cuatro hijos , que por su
pequeñez apenas saben ni pueden otra cosa que aumentar con sus
continuas lágrimas los amargos gemidos de la madre, que se ve en
una imposibilidad manifiesta de alimentarlos. Una pequeña y re
ducida hacienda pudiera aliviar sus congojas ; pero un avariento se
la tiene secuestrada con un pleito injusto , y tiene esperanzas cier
tas de prevalecer contra la pobreza indefensa. La caridad te dicta
que la ampares, que te opongas como un muro fuerte contra la per
versidad del invasor injusto , que emplees tu autoridad , tu valimien
to, y una corta porcion de tus intereses para librar á aquella infeliz
de la opresion que padece, y consolar á toda una familia. ¿Y pones
por obra estas santas inspiraciones? No.
2 El temor de conciliarte un enemigo poderoso acobarda á tu
corazon : el apego al dinero ata tus manos : el necio recelo de que
podrá hacer falta á tu familia lo que gastes en la piadosa obra de
socorrer á un necesitado desvanece todos los caritativos pensamien
17*
25t) MAYO
tos que habias concebido. ¡Oh santa caridad! ¡que así hayan de vi
lipendiar los hombres tu poder y tus influjos! Conoce, ó cristiano,
tu error : conoce que todos tus temores son vanos y fantásticos : que
cuanto emplees en socorrer al oprimido te lo volverá Dios con ga
nancias, aumentando aun en este mundo tus riquezas : que á vista
de la caridad armada de fortaleza desmayan las fuerzas y las astu
cias del inicuo que intenta triunfar de la pobreza inocente : que tu
familia se verá colmada de las bendiciones del cielo en recompensa
de los oficios' benéficos que empleaste con aquella viuda, con aquel
huérfano , con aquel menesteroso : que tal vez á tu misma familia
está reservada igual suerte despues de tus dias , y que Dios dispon
drá que otro varon caritativo defienda á tu mujer y á tus hijos de
iguales vejaciones á las que tú remediaste en tu prójimo. Persuá
dete íntimamente á que nunca falta Dios al verdadero caritativo , y
en este verdadero supuesto arroja todo temor de su alma , y da en
ella lugar á la caridad para que obre sus prodigiosos efectos. Así lo
haré, Dios mio y mi caridad perfecta. Así os lo prometo con toda
mi alma ; y si hasta aquí el temor, la cobardía ó el demasiado ape
go á los bienes de este mundo han sofocado en mi pecho las influen
cias de vuestra caridad y de vuestra gracia, de aquí adelante yo
imitaré el valor de vuestros siervos , y me contentaré con Vos , que
sois todo mi bien, toda mi riqueza, y toda mi ventura. Y. cuando
pierda los bienes terrenos , y la amistad de los hombres inicuos y
perversos que oprimen al desvalido , al inocente, ¿qué cuidado me
se deberá dar, cuando Vos me asegurais vuestra amistad eterna, y
unos bienes infinitos que no están sujetos á las mudanzas de la for
tuna?

DIA XIII.

MARTIROLOGIO.
LA DEDICACION DE LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE LOS MÁRTIRES, en Ro
ma, la cual el bienaventurado Bonifacio IV consagró (en el año 604) al honor
de la bienaventurada Virgen María y de todos los Mártires, en tiempo del em
perador Focas, despues de haber purificado aquel antiguo edificio, que era el
templo de todos los dioses bajo el título de Panteon.
San Mdcio, presbítero y mártir, en Constantinopla , el cual, en tiempo de
Dioclcciano y siendo procónsul Laodicio, sufrió primeramente en Amfípolis
muchos géneros de tormentos por confesar á Jesucristo ; y despues habién
dolo conducido á Bizancio (hoy Constantinopla), murió por sentencia capital.
Santa Gliceria, mártir, romana, en Heraclea, la cual (confesando públi
día xra. 257
comente á Jesucristo estando en el templo de Júpiter, cuya estatua cayó derri
bada á suspiésj, fue martirizada en tiempo del emperador Aatonino, siendo
presidente Sabino, por los uñosdeffl).
La conmemoracion de un gran número de santos Mártires, en Ale
jandría, los cuales fueron muertos por los Arríanos dentro de la iglesia de San
leonas en odio á la fe católica.
San Servacio, obispo de Tongres, en Mastricht, cuyo mérito lo hizo pa
tente al mundo la Providencia divina un invierno en que estando cubierta de
nieve toda aquella comarca , jamas llegó á cuajar encima de su sepulcro, aun
que cuajaba al rededor del mismo todos los inviernos ; lo cual movió á aque
llos habitantes á que sobre el edificasen una iglesia.
San Jdan el Silenciario, en la Palestina. ( Véase su vida en las de hoy ).
San Pedro Regalado, confesor, del Órden de Menores, en Valladolid,
restablecedor de la disciplina regular en los conventos de España, al cual ca
nonizó el papa Benedicto XIV. ( Véase su vida en las del 8 de junio).

SAN JUAN SILENCIARIO, OBISPO Y CONFESOR.


San Juan , llamado Silenciario por el profundo recogimiento y si
lencio que guardó por espacio de muchos años , nació en Nicópolis
de Armenia el año de 454. Su padre Encracio y su madre Eufemia
fueron tan conocidos en el imperio de Oriente por sus grandes bie
nes de fortuna y por su antigua nobleza , como por los grandes em
pleos con que habian sido honrados sus antecesores, pues uno y otro
contaban en su familia generales de ejércitos y gobernadores de pro
vincias; pero fueron mucho mas ilustres por su ejemplar piedad, y
así tuvieron gran cuidado de dar á sus hijos una cristiana educacion.
Aprovechóse bien de ella nuestro Santo ; pues hallándose á los
diez y ocho años de su edad heredero de una rica sucesion por la
muerte de sus padres, solo se sirvió de ella para hacer mayor su sa
crificio. Por la tierna devocion á la santísima Virgen , que habia ma
mado con la leche , la empleó toda en edificar en Nicópolis una mag
nífica iglesia dedicada á esta Señora, y en fundar un monasterio, en
que él mismo se encerró con otros diez compañeros escogidos, que
habiendo dejado tambien todo lo que tenían , no querían pensar en
otra cosa que en su eterna salvacion.
Á un principio tan generoso y tan perfecto se siguió presto el ejer
cicio de todas las virtudes. La humildad fue desde luego la virtud
de sus cariños. Parecía que solo tenia talentos para humillarse. Sus
vigilias, su abstinencia, sus penitencias en tan tierna edad susten
taron aquella pureza de cuerpo y alma que conservó toda la vida , y
cada dia con mayor aumento. Su fervor y sus ejemplos eran leccio
nes tan eficaces , que cada uno de los monjes experimentaba un vivo
258 HATO
deseo de perfeccionarse viendo al joven Abad que iba siempre el pri
mero en todos los ejercicios de la vida regular. Era tan admirado por
su prudencia, por su suavidad y por su discrecion en el gobierno,
como por su eminente santidad. Hízose dueño de la veneracion y del
corazon de todos sus súbditos, con que fácilmente les sirvió á todos
de modelo, y en breve tiempo llegó á ser un seminario de Santos el
monasterio de Nicópolis.
La misma reputacion de su prudencia y de su virtud no permi
tió á los monjes gozar mucho del santo Abad. Muerto el obispo de
Colonia, todos los votos del clero y del pueblo se unieron en favor
del santo Abad. Teníase bien conocida su repugnancia á todo gé
nero de dignidades , y fue menester valerse de una estratagema para
vencerle. El arzobispo de Sebaste, á quien como metropolitano to
caba proveer de obispo aquella iglesia, confirmando la eleccion del
clero y pueblo, persuadido igualmente á que ninguno podia ocupar
mas dignamente aquella silla que nuestro Juan , aunque á la sazon
de edad de solos veinte y ocho años , le envió á llamar con otro pre
texto. Apenas le hizo la proposicion del obispado , cuando el santo
mozo se sobresaltó. Pero el arzobispo estaba resuelto á no ceder á
su repugnancia , especialmente cuando ella misma era nueva prueba
del acierto de la eleccion. Fue preciso obedecer; y recibidos los sa
grados órdenes , fue consagrado obispo con tanto aplauso como so
lemnidad.
La nueva dignidad en nada alteró su antiguo modo de vivir. De
ninguna de las mortificaciones que usaba en el monasterio se dis
pensó ; la misma abstinencia , el mismo continuo ejercicio de ora
cion , la misma humildad. Por el amor que profesaba á la pureza se
interdijo para siempre el uso del baño, sin que la nueva dignidad le
sirviese mas que para añadir las penitencias de monje á las apostó
licas fatigas y solicitud pastoral de obispo.
En fuerza de su caridad, de su celo y de las demás virtudes, se
vió muy presto florecer la piedad en todo el obispado, sin que fue
sen solas sus ovejas las que se aprovecharon de sus ejemplos, pene
trando hasta la corte la admiracion de su virtud. Hizo tanta impre
sion en su hermano Pérgamo y en su primo Teodoro , ambos muy
distinguidos y estimados en el palacio de los Emperadores , que re
formando sus costumbres, fueron uno y otro modelo de cortesanos
ajustados y ejemplares.
Pero el espiritual gozo que le causó la conversion de aquellos dos
señores se templó mucho con el dolor de la caprichosa y menos cris- .
día «H. 2o9
liana conducta de Pasínico, cuñado de nuestro Sanio. Era gober
nador de la Armenia , y en lugar de contribuir con todo su poder y
autoridad á sostener la santa intencion y el celo del santo Prelado,
todo lo perturbaba dentro de su misma diócesis. Estorbaba á los
eclesiásticos en el cumplimiento de sus obligaciones, molestábalos
con todo género de vejaciones, y violaba la inmunidad de las igle
sias. Valióse el santo Obispo de ruegos y de representaciones, pero
muy inútilmente; y viendo que el mal empeoraba cada dia, resol
vió llevar sus quejas al emperador Zenon , y partió en persona á
Constantinopla. El Emperador le hizo justicia; pero estos disgustos
renovaron en su espíritu el amor á la soledad y el tédio á las digni
dades, con tanta fuerza, que habiendo puesto orden en los negocios
del obispado, que tan prudentemente habia gobernado cási por es
pacio de diez años , y habiéndole renunciado secretamente , tuvo
modo de evadirse de los eclesiásticos que le acompañaban: embar
cóse solo en un navio , y sin darse á conocer pasó á Palestina ; de
túvose algunos dias en el hospital de Jerusalen , suplicando con lá
grimas al Señor le guiase al lugar que fuese mas oportuno para pasar
el resto de sus dias en la oscuridad, desconocido de los hombres, y
ocupado únicamente en el cuidado de su salvacion.
Hallándose una noche en oracion , advirtió que venia hácia él una
estrella muy resplandeciente en figura de cruz. Asombrado á vista
de aquel fenómeno, oyó al mismo tiempo una voz que le dijo la si
guiese. No se detuvo ni un momento, y en breve tiempo le condujo
la brillante guia á la laura, esto es, al monasterio de San Sabas,
donde vivian ciento y cincuenta anacoretas.
Recibió san Sabas á nuestro Santo sin conocerle, y desde luego
le dedicó á que sirviese de criado al mayordomo. Los oficios mas
penosos y mas humildes eran los de su mayor gusto. Iba por agua
al arroyo, servia de peon á los albañiles que fabricaban el hospital
ó el hospicio para los forasteros, llevándoles el ripio y las piedras.
Admirábanse todos á vista de su apacibilidad , de su devocion , de su
silencio y de su recogimiento. Á los treinta y ocho años de su edad
le hicieron hospedero; mas reconociendo san Sabas alguna cosa ex
traordinaría en aquel humilde subdito, y admirando los dones que
el Señor habia depositado en él , le concedió una celda para que se
retirase á ella y vacase á la contemplacion. Tres años pasó en ella,
sin dejarse ver de nadie los cinco primeros dias de la semana , que
pasaba cási sin alimento. El sábado y el domingo acudía á la igle
sia , donde daban testimonio de su tierna devocion las lágrimas que
260 MATO
derramaba , especialmente mientras se celebraba el santo sacrificio
de la misa.
Despues de los tres años le hicieron mayordomo. Pero ni la con
tinua disipacion de este oficio ocasionó en el habitual recogimiento
de su espíritu alguna distraccion. Mientras tanto, admirando san
Sabas cada dia mas y mas la eminente virtud de su mayordomo,
hizo juicio que no habia en todo el monasterio sujeto mas digno de
recibir el sacerdocio que él ; y sin hablarle palabra le llevó consigo al
patriarca de Jerusalen, y le pidió se sirviese conferir á aquel monje
los órdenes sagrados, haciéndole sacerdote. El patriarca, sobre el
testimonio de un hombre como san Sabas , que aseguraba no haber
tenido jamás religioso mas santo, mas capaz, ni mas perfecto, de
terminó ordenarle. Viéndose el siervo de Dios precisado á descu
brirse, pidió audiencia secreta al patriarca, y despues de haberle
obligado al secreto, le declaró que era obispo. La vista de mis cul
pas, añadió, me obligó á renunciar el obispado, y á retirarme al de
sierto á hacer penitencia de ellas. Igualmente asombrado que edifi
cado el patriarca, llamó á san Sabas, y le dijo que aquel religioso
le habia confiado en secreto cierta cosa , en virtud de la cual no le
podía ordenar de sacerdote , y así se le recomendaba para que le de
jase en su silencio, sin permitir que ninguno le inquietase.
Sensiblemente afligido el santo Abad de haberse engañado, á lo
que él creia, en el ventajoso juicio que habia hecho de la virtud de
aquel monje , teniéndole por digno del sacerdocio ; inquieto sobre el
estado interior de aquel desconocido religioso, se retiró á una gruta,
distante una legua del monasterio, donde doblando sus penitencias
y oraciones, pidió al Señor le diese á conocer si aquel hombre á quien
él habia juzgado digno del sagrado ministerio era un vaso de mise
ricordia destinado para la gloria , ó un vaso de ira preparado para
perecer eternamente. Oyó Dios su oracion , y percibió una voz que
le dijo que aquel religioso era un vaso de eleccion , adornado con
el carácter episcopal , y que en él tenia un tesoro escondido en su
monasterio. Lleno san Sabas de gozo y de admiracion , corrió á la
celda del Santo, y abrazándole con ternura y con respeto : Padre, le
dijo, vengo á quejarme de que me hayas ocultado quién eres; y ahora
lo ignoraría, si Dios no me lo hubiera revelado. No pudo Juan disimu
lar su sentimiento de verse descubierto ; y habiendo dado á enten
der que pensaba en retirarse á otra parte , san Sabas le conjuró que
no se moviese , dándole palabra delante de Dios de no descubrir á
persona alguna quién era. Con esta promesa se aquietó, y habién-
DIA XIII. 261
dose encerrado en su celda estuvo en ella cuatro años sin hablar pa
labra. No salió de ella sino para asistir á la consagracion de la igle
sia dedicada á la santísima Virgen , que habia edificado san Sabas,
y vino á consagrar san Elias, patriarca de Jerusalen, el cual quiso
ver á nuestro Juan, y no quedó menos admirado de su humildad
que de su raro mérito.
Habiéndose introducido en la nueva laura el espíritu de division
y de parcialidad , se retiró de ella san Sabas ; y Juan , á la sazon de
cincuenta años , no queriendo tener comercio con los sediciosos , la
abandonó tambien , y se fué al desierto de Ruba , donde vivió nueve
años sin hablar con persona alguna , sustentándose de la fruta y raí
ces silvestres que él mismo iba á coger en aquella vasta soledad.
Hicieron en ella una incursion los sarracenos , conducidos de Ala-
mundar, llenando de sobresalto y de turbacion á aquel santo desier
to; pero asegurado Juan en la confianza del Señor, no pensó en
refugiarse á otra parte. Prometiósela Dios enviándole un leon que
no se apartaba de su lado, y ponia en fuga á los bárbaros.
Sosegadas las turbaciones de la laura, volvió á ella san Sabas,
y ansioso de ver á nuestro Santo le fué á buscar, y le condujo á su
primera celda, donde estuvo cuarenta años sin hablar con nadie
sino con Dios, poniendo todo su cuidado en hacerse invisible y des
conocido de los hombres.
No dejó el Señor de manifestar la santidad de su siervo con mu
chas maravillas. Vino á visitar los santos lugares de Jerusalen un
arzobispo del Asia, llamado Atero, hombre de gran virtud; y estan
do en oracion , tuvo una vision en la que se le dió á entender era vo
luntad de Dios que visitase la laura de san Sabas, para admirar en
ella un vaso de eleccion en la persona del solitario Juan , que siendo
obispo se habia hecho simple religioso ; y casi invisible á los hom
bres mortales, pasaba la vida en penitencia y soledad, meditando
dia y noche las verdades eternas. No perdió Atero un instante de
tiempo; voló al desierto, y arrojándose á los piés del Santo, publicó
en presencia de san Sabas y de todos los monjes las maravillas que
Juan les habia ocultado.
Muerto san Sabas, se apareció á nuestro Santo, y le dijo que aun
que era tan ardiente su deseo de ver y gozar de Dios , queria su Ma
jestad detenerle en la tierra por algun tiempo, para que consolase y
fortaleciese en la fe á sus hermanos durante una cruel persecucion
que habian de mover los herejes. •
Con efecto, no se puede decir lo mucho que tuvieron que padecer
262 MAYO
,aquellos monjes en defensa de la verdad , contra los que seguían los
dogmas de Orígenes y de Teodoro de Mopsuestia; pero nunca pndo
penetrar el error en una comunidad de anacoretas de que era teni
do por guia y por cabeza nuestro Santo. En vano fue perseguido;
declaróse abiertamente contra el error, y sufrió la mas dura perse
cucion por defender los decretos de la Iglesiá. En fin , colmado de
días y merecimientos , siendo de edad de ciento cuatro años, sin ha
ber perdido ni el vigor del espíritu , ni aquella dulzura que conservó
siempre inalterable, despues de haber pasado setenta y seis años en
el desierto, y cási todo este tiempo en una elevada contemplacion,
en una asombrosa penitencia y un continuo silencio, murió con la
muerte de los Santos el año 558 , y muy presto fue el objeto de la
veneracion del pueblo.

SANTA. ARGENTEA Y SAN VULFUBA, MARTIRES EN CORDOBA.

Santa Argentea nació en una ciudad llamada Bibastro, de la cual


no se tiene noticia antes ni despues de su ruina. Su padre era caba
llero principal ó sea rey de aquel pueblo, como dice el autor delas
Actas; llamábase Samuel, su madre Columba: ambos profesaban
ocultamente la religion católica. Criaron á esta hija suya con temor
de Dios , cuyos frutos se vieron en ella bien presto ; porque los rega
los y opulencias de su casa, para ella eran como si no fuesen: des
preciaba la honra con que sus criados la trataban ; de la moderacion
en el vestir y de la ropa honesta hacia mas caso que de la profani
dad y del lujo las mujeres de ahora. En la lectura de los Libros san
tos aprendió el origen que tiene la ropa, y nunca se puso para va
nidad lo que es un cartel público de nuestro delito. De amores no
se hable ; no conocía mas amor que el de Dios, en lo cual si la imi
taran todas las doncellas, tendrían ellas mas paz, y no la quitarían
á otros. Su deleite era buscar á Dios; ¿qué seria hallarlo? Temiael
bullicio de su casa , andaba siempre escondiéndose y huyendo de los
riesgos de perder á Dios que suele haber en la opulencia. Á los re
galos de la oracion acompañaba la aspereza de la vida ; de los bie
nes de sus padres no tomaba sino lo que no podia negar á su nece
sidad. Comia y bebia lo muy preciso para no morirse ; castigaba su
cuerpo y lo trataba como esclavo ; andaba siempre por el camino
angosto. No podia ocultarse esta luz á los de su casa y á los de fue
ra : para todos era Argentea estampa viva de humildad , de casti
dad , de mansedumbre , de misericordia. Muerta su madre armó el
día xni. 263
diablo una trama como suya para que la sjerva de Dios dejase la
vida que habia comenzado. Quiso Samuel que por mano de esta hi
ja suya corriese el gobierno económico de su larga familia, en que
hasta entonces habia entendido Columba. Argentea con respeto de
hija, pero con grande eficacia, le hizo ver que á Dios habia hecho
entrega de su corazon ; que no era bien fuese ocupada en negocios
temporales quien tenia puesto el ánimo y la aficion en las cosas eter
nas. Otras razones añadió á este intento , y las esforzó con tal elo
cuencia , que el padre mudó de parecer , y la concedió que en lugar
apartado del tráfago y rumor de la casa, acompañada de dos don
cellas devotas, llevase adelante su buen propósito.
Florecía entonces en Bibastro un hombre de conocida virtud á
quien las Actas llaman varon religioso , el cual tenia grande ansia
de dar la vida por Cristo. Á las oraciones de este siervo de Dios se
encomendó nuestra Santa , mostrándole el deseo que le daba el cielo
de acompañarle en el martirio. Aquel santo hombre le respondió,
que una de las doncellas que la acompañaban iria delante de él en
esta corona ; la otra no alcanzaría este bien, pero que Argentea al
cabo de algun tiempo seria como él martirizada. El gozo que la cau
só esta buena nueva no lo podré yo explicar. Comenzóse á mirar
desde entonces como cosa que no pertenecía ya al mundo ; dobló
las mortificaciones pasadas ; todo su afan era descarnarse perfecta
mente de las aficiones que enlazan y enredan el corazon.
Esta era la vida de Argentea cuando aquella ciudad fue arruina
da, y el estado de su padre saqueado y asolado de todo punto. Su
cedió esto en la era 966 , esto es , por los años 928 de Cristo, cuan
do por las guerras que hubo entre las dos familias de los descen
dientes de Mahoma , vino á parar España al estado deplorable en que
la pinta el arzobispo D. Rodrigo. Por otra parte Abdenaman 111,
despues que D. Ramiro II de Leon hizo varias entradas en tierra de
moros, y les destruyó muchos pueblos, juntó un grueso ejército, y
dió la famosa batalla de Simancas en agosto del año 939. Levantá
base tambien con cuanto podia : á unos ganaba con arte, á otros
con la fuerza ; á los que no se dieron á partido , abatió y redujo á la
última miseria. Á alguna de estas causas podemos atribuir la des
truccion de Bibastro, aunque en las Actas no se dice sino que este
caso obligó á Argentea y á sus hermanos , y á los demás moradores
de su ciudad, á pasar á Córdoba. Allí se agregó lasierva del Señor
á otras vírgenes , viviendo como ángel del cielo tres años.
Dios , que sabe traer de léjos quien ayude á la gloria y bien de
264 HATO
sus escogidos , ordenó to siguiente : Habia en Francia por aquellos
tiempos un hombre de muy buena vida llamado Vulfura. Una no
che estando durmiendo se le apareció el Señor, y le dijo que vinie
se á España, en donde era su voluntad que padeciese martirio con
una virgen llamada Argentea , á la cual tenia hecha promesa de este
bien, y quería cumplírsela. Volando vino este siervo de Diosa Cór
doba , donde le esperaba la palma de mártir , y habiendo hallado á
Argentea : Dichosa tú , la dijo , en cuyo triunfo quiere Dios que ten
ga yo parte. Visitóme en sueños el Señor, y me mandó peregrinar
por tierras extrañas para que tú y yo á una peleemos contra las
ocultas asechanzas del envidioso enemigo. Pues ¿quién nos detie
ne? respondió Argentea : ¿por qué damos largas á este bien? ar
mémonos con las celestiales armas del Rey invicto , y aprisa corra
mos á vencer el ejército de Satanás. Dejó á Vulfura atónito la gran
fortaleza de aquella virgen , y arraigado en la fe , no le sufría el co
razon dilatar el martirio en cuyo amor se abrasaba Argentea. Desde
luego comenzó á predicar el Evangelio ; con lo cual irritados los
moros, como perros hambrientos embistieron contra él, y lo lleva
ron ante un juez , queriendo cási á pura fuerza que renegase de
Cristo. Viendo que no alcanzaban esto, para doblar su ánimo lo
metieron en una mazmorra. Cuando Argentea supo que Vulfura
estaba en la cárcel , no tardó en visitar entre las cadenas al que ha
bia de ser compañero suyo en el triunfo. Y como fuese muchas ve
ces á consolarlo con sus celestiales palabras , los moros lo echaron
de ver , y un dia la cercaron y la dijeron : ¿No eres tú la hija del
príncipe Samuel? ¿Cómo entras en este lugar? ¿Pretendes acaso
que te alcance la muerte de este mal hombre? Argentea, gozosa con
la ocasion de padecer martirio que le venia á las manos , con gran
de ánimo dijo que no solo era hija de aquel padre , como ellos de-
cian, sino cristiana tambien. Oida esta confesion, la llevaron al
tribunal ; y como el presidente quisiese saber de ella la religion que
profesaba, con aliento divino respondió : ¿Á qué son tantas pregun
tas? ¿No acabo de decir ahora mismo que soy cristiana? Mas por
que Pablo dice que con el corazon se cree para la justicia, y con
la boca se hace la confesion para la salud , delante de todos confe
saré que creo , adoro y predico á un solo Dios en la Trinidad , en
cuya sustancia no cabe division, ni en las personas confusion.
Airado el perseguidor con esta respuesta, bramando de rabia
mandó que Argentea fuese llevada á la cárcel. La sierva de Dios se
preparaba allí para el sacrificio con ayunos y mortificaciones graví
día xiii. 265
simas , consolándose con la leccion de los libros sagrados , hasta
que el rey de Córdoba , que lo era entonces Abderraman III , la
mandó degollar junto con san Vulfura si permaneciesen firmes en
su confesion ; añadiendo que á Argentea diesen antes mil azotes y
le cortasen la lengua en castigo de su rebeldía y contumacia , y del
desprecio con que habia mirado los premios del Rey.
No sabia la santa virgen cómo dar gracias á Dios por tan gran
merced ; con alegría esperaba pasar por aquel suplicio al tálamo del
eterno Rey ; y armada con la cota de malla de la justicia , intrépida
salió al campo , y decia : ¿Qué importa, cruelísimo príncipe, que
me cortes la lengua del cuerpo , si el invisible instrumento de mi
alma está siempre resonando á Cristo? Añade crueldades á cruel
dades con que á mí acrecientes mas gloriosas coronas , y á tí tor
mentos para siempre. Estas y otras cosas decia Argentea , las cua
les no pudiendo sufrir el presidente, mandó que en ambos se eje
cutase la sentencia , pasando con gozo al premio de su confesion el
dia 13 de mayo del año 931. Llegada la noche recogieron los Cris
tianos sus cuerpos , y con asistencia del obispo y de todo el clero
depositaron solemnemente el de santa Argentea en el cementerio de
la iglesia de los tres Santos , que hoy es San Pedro ; y el de san
Vulfura en otro cementerio , obrando el Señor por intercesion de
sus siervos muchas y grandes maravillas.

SAN SEGUNDO, OBISPO T PATRON DE ÁVILA.

Uno de los santos varones apostólicos , que por los años del Señor
de 63 ó 64 vinieron á España á sacarla de sus errores , fue san Se
gundo , de cuya vida , padres y patria nada mas se sabe que lo que
el oficio muzárabe, el leccionario complutense, y otros instrumen
tos, que se guardan en la biblioteca del Escorial , refieren sucinta
mente. Segun ellos , san Segundo , siendo ya de edad proporcionada
para el ministerio evangélico, fue ordenado por san Pedro en Roma
poco antes de la primera persecucion sangrienta que movió Neron
contra la Iglesia de Jesucristo. Instruido por los santos apóstoles san
Pedro y san Pablo de las altas obligaciones del ministerio que le ha-
bian confiado , se embarcó con los demás compañeros suyos, ansioso
de poner en ejecucion tan grande ministerio. En aquel tiempo era
Tarragona la provincia mas floreciente que tenian los romanos en
España. Á ella se dirigían sus pretores , y en ella , como en la ca
266 HAYO
pital de todos sus dominios, residía su legislacion y su grandeza.
Era muy natural en esta suposicion dirigirse á ella, comoá sitio en
donde seguramente podria lograr su predicacion considerables ven
tajas. Pero los consejos de Dios son muy diferentes de las conside
raciones bajas y rateras de los hombres. Él , que era el que regia la
nave, dispuso que llegasen á tomar puerto á un sitio muy cercano
del que ocupa hoy la ciudad de Almeria. Y si es licito conjeturar,
parece muy probable que sería el puerto llamado Urci, ó el que se
dice Puerto magno. Apenas pusieron los piés en tierra, tendieron
su vista sobre una inmensidad de campos escabrosos, que su celo
y predicacion habian de hacer fértiles para Jesucristo. Representóse-
Ies el gran trabajo que les esperaba ; pero alentó su corazon lo justo
de la causa que trataban, y el premio prometido á sus fatigas.
Era España á la sazon un teatro miserable de los desbarros y ex
travíos del hombre. Diversas naciones estimuladas de su codicia ha
bian venido á esta region enriquecida con todas las preciosidades de
la naturaleza. Su corazon codicioso no trajo consigo solamente este
vicio, sino que lodos los errores de la supersticion vinieron, por de
cirlo así, á conquistar un nuevo país en donde se les ofreciese in
cienso. Las monstruosas deidades de los egipcios, con las que aña
dieron griegos y romanos , .tenían aras entrelos españoles, y contra
ellas tenían que manifestar la fortaleza de su corazon los nuevos sol
dados del Crucificado. Ardía san Segundo en deseos de poner por
obra el ministerio de que venia encargado; y así, en compañía de
los seis santos obispos, echó á andar luego que puso pié en tierra,
deseoso de encontrar poblaciones y gentes en quienes emplear el
ministerio de la palabra. Habrían caminado como unas catorce le
guas , cuando se les ofreció á la vista la ciudad de Acci , hoy Gua-
dix , y sobresaltóse su corazon de alegría , viendo ya terreno opor
tuno donde comenzar á esparcir la semilla del Evangelio. Sentíanse
algo molestados del penoso viaje ; y así , antes de comenzar su pe
ligroso ministerio , determinaron descansar algun tanto , tomar ali
mento , y repararse del desmayo que les habia causado la pasada
fatiga. Con este intento, mandaron á algunos de sus discípulos que
llegasen á la ciudad á comprar los alimentos necesarios. Poco mas de
un cuarto de legua habian andado cuando se encontraron á las puer
tas de la ciudad, y en ella una inmensa gritería en que estaba en
vuelto todo el pueblo. Era el caso , que en aquel dia celebraban los
gentiles fiestas á Júpiter y á la diosa Juno ; y entre los excesos de sus
comilonas y borracheras , se dejaban ver fácilmente las señales de
du xni. 267
una inmoderada alegría. No se sabe de cierto si , excitado el fervo
roso celo de los santos varones á vista de las manchadas ceremonias
del paganismo , comenzarían tal vez á declamar contra ellas ; se
sabe, sí , que el fuego de la supersticion enardeció tan violentamen
te los corazones de los paganos, que tardaron poco en manifestarlo
con sus obras. Dios dirige ocultamente el enlace y conexion que
tienen entre sí todas las causas y efectos , sean buenos ó sean ma
los. Todo lo dirige y ordena á aquellos provechosos fines que ha
establecido su sabiduría ; de este modo con un artificio desconoci
do á los hombres sabe su providencia sacar aun de las cosas muy
malas muy grandes bienes. »
Así aconteció en el caso presente. Encendidos en cólera los genti
les , intentan perseguir á los forasteros , cuya diversidad de vestidos,
y la severidad del semblante, les daba ciertos indicios de que inten
tarían apartarlos del culto desus deidades. Determinan, pues, qui
tarles la vida, y á este fin corren hácia ellos impetuosamente, de
seando cada uno ser el primero que ensangrentase sus manos en
aquellos inocentes promulgadores de la ley de Jesucristo. Estos, lue
go que advirtieron al pueblo conmovido contra sí , se dieron priesa
áhuir para evadirse del peligro que les amenazaba , y hacer noticio
sos á los santos obispos de la contradiccion y peligro que habian en
contrado. El pueblo gentil los seguía, deseando vivamente haberlos
á las manos para sacrificarlos á su furor. En el camino que seguían
los perseguidores y perseguidos habia un puente magnífico , de tan
sólida construccion, que todos los instrumentos antiguos convienen
en que era capaz de burlarse de la voracidad de los tiempos. Entra
ron en él los Santos , y le pasaron felizmente ; entraron tambien los
perseguidores ; y cuando todo el puente estaba lleno de ellos , y muy
cercanos ya, ásu parecer, deponer en ejecucion sus sanguinarios
intentos, aquel Dios, á cuya vista se estremecen las columnas del
firmamento, hizo que derrocándose á un tiempo los grandes pilares
en que estribaba toda la máquina , se convirtiese el puente en ruinas
envolviendo entre ellas aquellos miserables que perseguían á sus
siervos. Un hecho tan ruidoso consternó á toda la ciudad. Apenas
habia casa en donde no llorasen la muerte del hijo , del hermano, ó
de algun cercano pariente. Un temor saludable se apoderó de los co
razones de todos, convirtiéndose la rabia, el furor y la indignacion
en temor, en respeto y en deseos de tener cada uno de los acitanos
en su casa á aquellos venerables varones , á quienes tan prodigiosa
mente el cielo favorecía. Señalóse entre todos una noble matrona
268 MAYO
senatriz, por nombre Luparia. Envió mensajeros á los Santos para
que se dignasen de venir á hospedarse en su casa , y estos , viendo
el buen principio con que el Todopoderoso favorecía su mision, acep
taron gustosamente el convite. Gozosa Luparia de ver á los santos
varones en su casa , comenzó á preguntarles qué profesion era la
suya , de qué regiones venían , qué fin les habia traído á estos países
para ellos tan remotos, y todo lo demás que se deja entender dela
curiosidad de una mujer, viendo unos hombres de un traje tan di
verso del que usaban los españoles , y á quienes habia visto con sus
ojos que el cielo favorecía tan decididamente. Los santos obispos,
viendo que se les presentaba ocasion tan oportuna de derramar la di
vina semilla , instruyeron á Luparía de su profesion y de su minis
terio. Dijéronla como eran discípulos de un hombre que juntamente
era Dios, llamado Jesucristo : que este habia libertado al mundo de
la tiranía del demonio , destruyendo la ley antigua , todos los ritos y
supersticiones, é instituyendo una religion santa, magnífica, racio
nal y suave , en la cual solo podían encontrar los hombres la verda
dera felicidad : que esta doctrina y religion era lo que ellos predi
caban , y que para recibirla era necesario reengendrarse en las aguas
del Bautismo , conociendo y confesando por verdadero Dios á Jesu
cristo. Oia la matrona con un corazon sencillo y deseosa del bien las
palabras de los Santos. La gracia de Dios por otra parte formaba en
su alma las mas preciosas disposiciones para recibir la verdadera
doctrina. Como en lo poco que de esta la habian comunicado los
Santos, se contenia que el Bautismo era la puerta por donde habia
de entrar á ser cristiana, pidió con ansia que se le administrase;
pero los Santos, aunque alegres con este primer fruto de su predi
cacion, no juzgaron conducente satisfacer sus deseos por entonces.
Significáronla que habia otros misterios en que debia ser primera
mente instruida ; y entre tanto que esto se verificaba , sería condu
cente edificar un baptisterio en donde recibir las aguas saludables.
La piadosa matrona recibió con tanto gusto aquella insinuacion , y
la puso por obra con tanta eficacia , que en poco tiempo se edificó
un templo segun el gusto y direccion de los Santos, en donde ya
instruida recibió el Bautismo.
Los poderosos tienen u-n atractivo en sus obras respecto de la mul
titud del pueblo, que parece contagio, segun la velocidad con que se
difunde y propaga. No puede persuadirse la plebe á que aquellos per
sonajes, á quienes Dios ha constituido por superiores de los demás,
desmientan con sus operaciones los altos designios de la divina Pro
día xm. 269
videncia. Así juzgan fácilmente que cuanto hacen es arreglado á la
ley y á la justicia, y no dudan imitar lo que están persuadidos que
es justo y arreglado. Por esta causa, el ejemplo de Lupariay el ha
cerse cristiana causó tal conmocion en el pueblo, y tal trastorno en
sus opiniones , que aquellos mismos que habian incitado á perseguir
á los varones apostólicos eran ya los que con mas fervor querían
someter la cerviz al yugo del Cristianismo. Conforme se iba propa
gando la retígion verdadera , iban decayendo las supersticiones y en
gaños de la ciega gentilidad ; y al paso que se destruían los ídolos y
sus templos, se erigían nuevas aras al Crucificado. Muy prontamente
vino á ser la ciudad de Guadix una ciudad cristiana y piadosa, en
donde estaban por demás tantos obreros evangélicos. El fin que los
habia traído á España no era solamente la conquista de aquel pe
queño recinto : sus miras se extendían á la conversion universal de
todo este vasto país. Por tanto, trataron entre sí los Apostólicos de di
vidirse, haciendo una cómoda distribucion de las regiones á donde
habian de predicar el Evangelio. Á san Segundo le cupo en suerte
la ciudad de Ávila con toda su comarca, que á la sazon estaba flo
reciente. Desde esta division cesan ya las noticias auténticas que han
quedado de estos primeros maestros de nuestra fe. Segun el oficio
muzárabe, se sabe que cuando iban á sus respectivos destinos lo
abrasaban todo con el fuego de su predicacion , haciendo maravillo
sas conquistas á favor de la Religion que predicaban. Llegado san
Segundo á Ávila , emprendió con el mayor vigor la conversion de
aquellas ciegas gentes , no perdonando trabajo por penoso que fuese
para reducirlas á la grey de Jesucristo ; pero esto mismo le hizo víc
tima de su caridad , dando la vida por la misma fe que predicaba.
No se sabe el género de martirio que padeció, y mucho menos las
circunstancias de su pasion : las lecciones del oficio antiguo que usa
ba aquella catedral le dan constantemente los títulos de obispo y
de mártir, lo que no permite dudar que este Santo fue uno de los
discípulos de Santiago que, ordenado obispo por san Pedro, corono
el empleo del sacerdocio con la lauréola del martirio. Su cuerpo fue
recogido por los cristianos de aquel tiempo, y colocado con honor y
reverencia en un decente sepulcro. Las continuas invasiones que hi
cieron los bárbaros en nuestra Península y el estrépito revoltoso de
las continuas guerras ofuscaron de tal manera su memoria , que per
maneció enteramente extinguida por espacio de muchos siglos, hasta
que una casualidad dichosa ofreció la invencion de su sepulcro y sus
reliquias. Sucedió esto en el año de 1519 , en que intentando hacer
18 tomo v.
270 MAYO
un arco que diese fácil entrada á dos capillas del templo de Santa
Lucía, sito á las riberas del rio Adaja, al tiempo de demoler dos
pequeños arcos antiquísimos , vieron que en sus cimientos se des
cubría un hueco que daba á entender que allí habia algun sepul
cro. En efecto, hallaron una pequeña tumba de madera que tenia
por la parte de afuera una reja dada de verde. Admirados de la no
vedad los obreros, prosiguieron cavando con mayor cuidado. Gran
multitud de pueblo concurrió á la nueva de un tan extraño caso,
esperando entre el temor y la alegría un suceso que no podian pro
meterse sus esperanzas ; pues prosiguiendo la excavacion , encon
traron una arca de piedra, y dentro de ella otra de madera con esta
inscripcion : SAN SEGUNDO. Á esta sazon ya habian concurrido
la mayor parte del Cabildo eclesiástico y los magistrados de la ciu
dad , en cuya presencia se abrió la arca , y en ella hallaron un ca
dáver con insignias episcopales, un cáliz y un anillo de oro, y de
todo salió una suavísima fragancia que llenó la iglesia. La sensa
cion que causó en los corazones de todos tan precioso hallazgo fue
excesiva, y la manifestaron con todas las demostraciones de júbilo
y alegría. Dios quiso tambien manifestar la gloria de su siervo con
milagros de su divina omnipotencia. Estaba allí un enfermo llamado
Francisco Arroyo, natural de Ávila, el cual muchos años habia que
estaba padeciendo una enfermedad molesta y vergonzosa ; pues se
reducía á tener fuera de su lugar gran parte de los intestinos. Este
miserable, deseoso de recuperar su salud, dijo delante de todos:
Quiero ponerme encima del cuerpo de este Santo, para ver si la di
vina misericordia se compadece de mí, y por sus méritos é intercesion
me sana de mi peligrosa dolencia. Dicho esto se puso sobre el arca,
levantó las manos al cielo, y dijo con grande alegría : Yo te doy gra
cias, Señor mio Jesucristo, que por la intercesion de san Segundo ya
me hallo sano. Divulgóse el milagro por toda la ciudad, todos á una
voz glorificaron al Señor por sus misericordias y maravillas; y go
zosos con el hallazgo de tan precioso tesoro, trataron de colocarle en
un sitio decente y cómodo para implorar su patrocinio en las nece
sidades que ocurriesen. El dean y Cabildo de la catedral intentaron
llevar el sagrado cadáver á su iglesia , alegando que este les com
petía por derecho , habiendo sido san Segundo el primer obispo de
la ciudad ; además que de este modo se proporcionaba al Santo ma
yor veneracion y culto, y á los fieles el consuelo de tenerle mas cer
cano para dirigir por su medio á Dios sus súplicas y sus votos. Opú
sose á estos intentos la confraternidad de San Sebastian , establecida
día xni. 871
desde tiempo muy antiguo en la iglesia de Sania Lucía , con la obli
gacion de defender los derechos de aquella parroquia. En esta di
sension se acordó colocar por el pronto el arca con las santas reliquias
en un lugar honorífico de aquella iglesia , sin desistir por esto el dean
y Cabildo de la catedral de hacer todas las diligencias necesarias á fin
de que se les diese la posesion/
Pasaron muchos años sin que se pudiese conseguir del magis
trado de Ávila , protector de la confraternidad de San Sebastian, que
inclinase su condescendencia á las poderosas razones que tenia de
su parte el Cabildo. La iglesia de Santa Lucía era de suyo pobre y
pequeña : carecía de todas aquellas comodidades que desean los fie
les en las novenas y vigilias que hacen á los Santos. Por esto mismo
se resfriaba fácilmente la devocion primera que en la invencion del
sepulcro habian los fieles concebido : la iglesia estaba situada en el
paraje mas indecente é incómodo de la ciudad , á donde con dificul
tad se podian conducir los sacerdotes necesarios para el cuito ; y por
el contrario, era sumamente fácil que experimentase los contratiem
pos de ladrones y otras gentes perdidas. Todas estas razones y otras
muchas no pudieron ablandar la tenacidad de unos hombres enca
prichados, que querían hacer un particular misterio de lo que era
una pura casualidad , y atribuir erradamente virtudes imaginarias
á la materialidad de los sitios. En el año 1517 fue promovido al obis
pado de Ávila Fr. Francisco Ruiz , del Órden de san Francisco, hom
bre de espíritu que al lado del cardenal Císneros habia aprendido á
no acobardarse en presencia de las dificultades, y á vencer de cual
quiera manera los estorbos que se opusiesen á sus justos intentos.
Informáronle luego del estado que tenían las pretensiones del Ca
bildo en orden al cuerpo de san Segundo, y de que fuese trasladado
á donde recibiese mayor veneracion. Persuadióse á que semejante
negocio necesitaba tratarse con viva fuerza, y á que sola mía auto
ridad superior seria capaz de hacer calmar fas hablillas del pueblo y
las divisiones de los quecivilmente le gobernaban. Reeurrió, pues, al
papa Leon X , que á la sazon regia la iglesia , exponiendo todas las
razones que asistían al Cabildo, para que se les concediese colocar
con decoro y magnificencia en su propia catedral el cuerpo de su
primer obispo y de su primer maestro en la fe, que gloriosamente
habia sellado con su sangre. El Santo Padre no pudo menos de co
nocer Ja solidez y eíkacia de razones tan poderosas, y así expidió
una buia en 2o de febrero de 1520 , en que mandaba que se le en
tregase al Obispo el cuerpo de san Segundo , para que cuidase de
18*
272 MATO
colocarle en el lugar que habia prometido construir con suntuosi
dad y aparato. Notificóse esta bula á los interesados, y comenzóse
la fábrica de un altar magnífico ; pero habiendo sido Dios servido de
llevarse para sí al celoso Obispo á los principios de esta operacion,
quedó esta suspensa , y el cuerpo de san Segundo en la misma arca,
sepulcro é iglesia en que antes se hallaba. Entre tanto se extendía
por toda España la fama de su santidad , que Dios confirmaba con
tinuamente con los prodigiosos milagros que hacian glorioso el se
pulcro de su siervo. Los fieles manifestaban su gratitud con abun
dantes limosnas , que sirvieron para formar una pequeña capilla , y
colocar sobre el sepulcro del Santo una estatua de piedra que le re
presentaba de obispo. Pero siempre permanecían las mismas razo
nes para procurar su traslacion á un lugar tan decente y cómodo
como era la catedral. Quiso finalmente la divina bondad enriquecer
á esta santa iglesia con el precioso tesoro de las reliquias de su pri
mer Prelado, haciendo que viniese á presidirla desde la silla de Car
tagena D. Jerónimo Manrique de Lara, hombre piadoso, y acos
tumbrado á superar grandes dificultades. Á la fuerza de su espíritu
añadieron vigor los estímulos de la gratitud, pues hallándose este
venerable Obispo acosado de una enfermedad que habia contraído
siguiendo la armada de D. Juan de Austria, recibió una salud mila
grosa por intercesion de san Segundo. Reducíase su dolencia á unas
palpitaciones tan violentas del corazon , que le ponían frecuentemen
te en el extremo de perder la vida. En efecto, en el día 9 de setiem
bre del año de 1593 llegó á debilitarle de tal manera esta enferme
dad, que tuvo que recibir los Sacramentos. Los médicos llegaron á
desconfiar enteramente de su vida , y á temer justamente la iglesia
de Ávila la pérdida de un digno esposo y pastor. El Capítulo de la
catedral en este conflicto determinó recurrir á la poderosa interce
sion de san Segundo. Instituyó rogativas, hizo vigilias al sepulcro
del Santo, y apenas comenzaron estas piadosas diligencias de caridad
y de fervor, cuando inmediatamente se halló el Obispo libre de su
dolencia con una restauracion tan radical , que no sintió mas aquella
violenta enfermedad en toda su vida. «Reconocido á los favores del
Santo , y contemplando que solo una fuerza superior era capaz de
llevar á debido efecto el proyecto de traslacion tantas veces intenta
do , solicitó eficazmente con el rey Felipe II que la protegiese con
todo el poder de su real autoridad. Este católico Monarca vió con mu
cho gusto de su alma una solicitacion en que la piedad y la pruden
cia se hermanaban amistosamente con la autoridad y con la justicia.
día xiii. 273
Advirtió los efugios y fruslerías con que se habia frustrado hasta en
tonces la determinacion del Vicario de Jesucristo. Juzgó que debia
emplear su poder en favor de la causa de la piedad : expidió sus car
tas en debida forma mandando ejecutar las letras pontificias , previ
niendo á los magistrados de la ciudad , y á todos aquellos que hasta
entonces se habian manifestado interesados , que incurrirían en su
justa indignacion si ponían el menor óbice á la ejecucion mandada.
Este movimiento acalló todas las quejas y pretensiones, y facilitó una
operacion que de otro modo hubiera sido imposible.
Juntáronse los magistrados , el Cabildo y el Obispo para determi
nar el dia y las circunstancias de la traslacion deseada. Convinié
ronse en ciertas condiciones ; enviaron emisarios al católico Monar
ca, para que se dignase autorizar con su presencia una funcion tan
magnífica; y se determinaron todos los demás requisitos necesarios
para la pompa, adornos y festejos que en celebridades tan sun
tuosas suele manifestar la piedad de los fieles. Aunque el Rey no
dejó de dar algunas esperanzas de que asistiria para el dia proyec
tado , se excusó en tiempo con la atencion que requerían mas gra
ves negocios ; y así encargó al Obispo que se hiciese la traslacion sin
costosos dispendios , y que al tiempo de hacerla separase una reli
quia insigne del Santo para trasladarla al monasterio del Escorial.
El dia 9 de setiembre del año de 1594 el Obispo con grande acom
pañamiento de eclesiásticos y seglares de la mayor dignidad y no
bleza se condujo á la iglesia de Santa Lucía, y habiendo primera
mente implorado el auxilio divino, cantando las Letanías, abrió el
sepulcro del Santo, y sacando con sus propias manos una á una las
reliquias , que se conservaban en la antigua caja , ofreciéndolas á la
veneracion del pueblo numeroso , que asistía con velas encendidas
en las manos , lleno de ternura y de devocion , las fué colocando en
una caja nueva de nogal , ricamente labrada , con preciosos adornos
de plata y oro. Cerróla , y la colocó en el altar mayor de aquella
iglesia hasta el dia destinado para la procesion solemnísima. Este fue
el domingo dia 11 de setiembre , en el cual , habiendo celebrado el
dean de la catedral solemne misa del Santo, se formó una procesion
magnífica, por el número de personas que la componían, por los
muchos grandes y nobles que la autorizaban , y por los multiplica
dos adornos que con riqueza y esmero habian puesto los vecinos de
Ávila en todas las calles por donde habia de pasar. Llegaron á la
iglesia de San Segundo, y habiendo celebrado el Obispo misa pon
tifical , tomó la caja de las sagradas reliquias , y la entregó á los ecle
274 MAYO
siástícos de mayor dignidad , y á los nobles de mayor jerarquía ;
quienes, sobre sus hombros, y bajo de un palio riquísimo, la con
dujeron á la iglesia catedral. Las demostraciones de regocijo y ale
gría que manifestó todo el pueblo en un acto tan solemne y piadoso
compitieron con la ternura y las lágrimas que corrían de sus ros
tros, en testimonio de la consolacion que recibian sus piadosos co
razones. Al dia siguiente se celebró misa solemne en accion de gra
cias al Todopoderoso. Se apartaron las reliquias que se enviaron al
Rey, y siguieron por ocho dias continuos los ejercicios de piedad y
los júbilos del pueblo. Inmediatamente cuidó el Obispo de construir
una suntuosa capilla , en la cual puso él la primera piedra , hecho ya
inquisidor general , en el dia 23 de abril de 159a. Concluida , se tras
ladaron á ella las sagradas cenizas de san Segundo, en donde hasta
estos tiempos ha manifestado Dios con continuos milagros que des
cansa allí un amado siervo suyo , uno de los primeros maestros de
nuestra fe, y el protector y patrono de la noble ciudad de Ávila.
El Martirologio romano hace conmemoracion de nuestro Santo el
dia 2 y 15 de mayo.
La Misa es en honor del Santo, y del comun de Mártir pontífice: la
Oracion es la siguiente:
Infirmitatem nostram respice omni- Omnipotente Dios, mirad nuestra
poíens Deus : et guia pondas proprice flaqueza , y haced que ya que nos es
actionis gravat, beati Secundi marty- tan pesada la carga de nuestra mise
ris tui atque pontifkis intercessio glo ria, experimentemos la proteccion
riosa nos protegat. Per Dominum nos- gloriosa del bienaventurado san Se
trum Jasum Christum... gundo, vuestro mártir y pontífice.
¡Por Nuestro Señor Jesucristo , etc.
La Epístola es delcapilulo v del libro de la Sabiduría, pág. 24.

REFLEXIONES.
Nada mueve tan poderosamente el corazon de los hombres como
el escarmiento que ven en cabeza ajena, en orden á los delitos de
que eilos mismos se conocen manchados. El ver frustradas sus espe
ranzas, el sentir el castigo de unas acciones que ellos tenian por glo
riosas, y ver por otfa parte coronadas aquellas obras que miraron
con desden y con desprecio, excita los mas vivos sentimientos de do
lor y de penitencia; pero despues de concluido el tiempo concedido
para merecer, este mismo dolor se convertirá lastimosamente en tor
mento irremediable y en rabiosa desesperacion. ¡Qué ufanos, qué
DIA Mil. 275
alegres y qué satisfechos quedaban los tiranos despues de haber re
gado la tierra con la inocente sangre de los Mártires vertida por Je
sucristo ! Ta se lisonjeaban de que su poder y su crueldad habian
llegado á exterminar de la tierra unos hombres que ellos tenian en
el concepto de fanáticos é infelices. Miraban su profesion como una
locura supersticiosa, y su constancia y alegría en medio de las ma
yores crueldades como una insensatez. Sus ojos ofuscados con la
espesa niebla de sus pasiones no veian mas felicidad ni mas gloria
que gozar completamente de los bienes de la tierra. Pero ¡ qué do
lor el suyo cuando, corrido con la muerte aquel velo funesto que
les impedia ver la verdad, se hallaron engañados! ¡Qué desespera
cion se apoderaria de sus corazones , al ver contados entre los hijos
de Dios aquellos mismos á quienes ellos reputaban por desgraciados
é infelices !
Semejante engaño tiene su principio en la poca reflexion que em
plean los hombres en la verdad de otra vida, engaño que por nues
tra desgracia oprime á la mayor parte de aquellas gentes cristianas
que tienen continuamente en la boca los nombres de gloria, de in
fierno, de Dios y de eternidad. ¿Se veria sino mirar con tanto des
precio la pobreza de los miserables, y la desgracia de los enfermos
y desvalidos? ¿Podría un poderoso sumergir su corazon en los de
leites del mundo, viendo á su lado á un hermano suyo anegado en
lágrimas que sacan de sus ojos la mendiguez , la peste y la miseria?
¿Se tendrían los hospitales y las cárceles por unos lugares de horror
y de espanto, se escasearían tanto los medios de socorrer á los mi
serables que yacen oprimidos entre la escasez, la peste y todo el
conjunto de horrores que trae consigo la desolacion , si se lijasen por
un momento los ojos* de la fe en una vida eterna, y en el castigo ó
premio que la ha de acompañar? La verdad no nos permite dudar
de la respuesta. Si fuera posible trasladar á un poderoso desde el
seno de sus delicias , en donde mira con ojos desdeñosos los pobres
que le rodean , á aquel tribunal de verdad y de justicia en donde se
presentan las cosas segun son en sí mismas, juntamente con aquellos
mismos pobres, se llenaría de confusion al ver qué distinto aprecio
merecían estos del justo Juez , del que él se habia concíliado por su
soberbia y sus delitos. Con razon exclama el Espíritu Santo por boca
de su Profeta , diciendo : La tierra está desolada porque no hay nin
guno que reflexione. Hombre cristiano, á quien la divina gracia ilu
mina en esta hora por medio de estas consideraciones , no seas pró
digo de un bien tan celestial y divino. Lo mismo que nos dice el
276 MAYO
Espíritu Santo que sucedió á los inicuos perseguidores de los Már
tires de Jesucristo, te ha de suceder á tí. La vida es breve, tu espí
ritu es inmortal ; la fe y la razon te enseñan que muy presto com
parecerás en un tribunal en donde serán examinadas tus obras.
Sabes que Dios tiene dicho que no es aceptador de personas , y que
lo que se ejecuta con el mas pequeñuelo y miserable, lo toma en
cuenta para la recompensa ó el castigp , como si con el mismo Se
ñor hubiera sido ejecutado. Da, pues, en tu corazon lugar á la justa
estimacion que exigen de tí tus hermanos. Venera en cada uno de
ellos, por pobre que sea, la persona del mismo Jesucristo, y pro
cura en esta vida perecedera precaver con obras de caridad la con
fusion y horror que de- otra manera te será indispensable sufrir en
la vida interminable.

El Evangelio es del capítulo xv de san Juan, pág. 159.

MEDITACION.
Sobre las conversaciones, sus utilidades ó peligros.
Pcnto primero. — Considera que la conversacion de los Cristia
nos , como de unos hombres destinados á gozar eternamente de la
compañía de los Ángeles, dice san Pablo que debe ser de cosas del
cielo.
Esto quiere decir, que nuestras conversaciones se han de em
plear en asuntos que conduzcan á nuestra bienaventuranza, y no
en aquellos inútiles ó perniciosos que nos extravian de nuestro úl
timo fin. Nada mas frecuente entre los hombres que tomarse á su
cargo la discusion de negocios que Dios no ha ñado á su inspeccion,
y murmurar de la buena ó mala direccion que les dan aquellos á
quien los ha encargado su divina providencia. Frecuentemente se
censura la conducta de los demás ciudadanos , se examina y moteja
el modo de obrar de los príncipes, de los magistrados y de los mi
nistros. Las pasiones representan cada operacion teñida de aquel co
lor que mas prevalece en nuestro amor propio. De aquí se origina
ensangrentarse cruelmente reprobando sus acciones, y muchas ve
ces sus respetables providencias. El calor de la conversacion nos hace
olvidar de los preceptos é insinuaciones de la caridad , y nos ciega
los ojos para que en nuestros superiores no veamos unos represen
tantes del soberano poder, á quienes débemos venerar y obedecer,
no solamente por temor del castigo, sino tambien para no manchar
día xm. 277
nuestras conciencias con delitos execrables. Aquellos mismos que
acompañan y fomentan nuestras conversaciones son un lazo cubierto
de una funesta liga que nos pega insensiblemente los malos resa
bios de su torcido corazon. Por eso dice el Espíritu Santo: Apartaos
de los tabernáculos de los hombres impíos, y no loqueis siquiera las co
sas que les pertenecen, no sea que os enredeis en sus pecados. Y en
los Proverbios se dice : No seas amigo del hombre iracundo, ni te jun
tes con el furioso, no sea que aprendas su modo de obrar, y se escan
dalice tu alma. Somos naturalmente inclinados á imitar mas presto
los vicios y perversas cualidades de aquellos con quienes tratamos,
que sus virtudes y santas operaciones : y siendo cierto que la con
versacion continua hace semejantes á los que conversan ; por tanto,
conviene siempre tener presente lo que dice san Pablo á los corintios:
Que las conversaciones malas corrompen las costumbres, no de otra ma
nera que las buenas causan el efecto contrario.
Es necesario hacerte cargo que á todos nos tiraniza un deseo de
complacerá aquellos con quienes vivimos, y de hacer y aprobar lo que
ellos hacen. San Agustín no cesó de llorar en toda su vida esta cri-
minaVcomplacencia. ¡Oh enemiga amistad , exclamaba , oh incompren
sible error del alma! por mero deseo de complacer á aquellos con quie
nes conversaba, sin tener provecho alguno, ni malicia para ejecutarlo,
llegué á ser vicioso y á pretender alabanza y fama por el mismo vicio.
Cuando se juntan una tropa de jóvenes licenciosos, y dicen: VAMOS,
HAGAMOS ESTO, casise hace necesario caer en el precipicio ; da ver
güenza entonces el no ser desvergonzado. Si queremos, pues , vivir una
vida cual conviene á los cristianos que viven en este mundo como
en un valle de lágrimas , ó en un penoso destierro ; esto es , una vida
espiritual, y que solo trate de lo que conduce á nuestro último fin,
debemos amar mas presto la soledad y el retiro que la compañía y
conversacion de las gentes. Y esta es una regla dada por los santos
Padres, quienes en su propia experiencia habian aprendido cuán ver
dadera es la sentencia del Espíritu Santo, que dice : En la mucha con
versacion dificultosamente podrá dejar de haber delito.

Punto segundo. —Considera la profesion que tomaste cuando re


cibiste el Bautismo, y de consiguiente , cuáles son los negocios mas
interesantes de que debes tratar, y en que deben ocuparse tus co
loquios y conversaciones.
La experiencia nos acredita que cada uno habla de aquellos ne
gocios que mas le interesan : el conquistador habla de guerras y de
278 MAYO
batallas ; el mercader de ganancias , de tráficos y de pérdidas ; el la
brador habla del campo , y el artesano de las obras é instrumentos
que son propios de su oficio. Supuesto esto, ¿cuál deberá ser la con
versacion de un cristiano? Sus intereses responden , que no debe ser
otra que la que trate de la vida, pasion y muerte de Jesucristo ; de
los frutos admirables de su divina redencion ; de aquellas espiritua
les medicinas en que dejó vinculado todo el precio de su sangre para
que nos librase de nuestras dolencias: en una palabra, debe em
plearse la conversacion del cristiano en los ejercicios de caridad para
con Dios y con el prójimo. Aquel que ama verdaderamente á Dios,
lo manifiesta por unos dones que recibe del cielo, que se echan de
ver en su conversacion y en sus palabras: estos son dirigir á Dios
sus coloquios; oir lo que Dios se digna hablarle interiormente al co
razon , y últimamente , tener delicia y complacencia en tratar con sus
prójimos de las cosas celestiales y divinas. Si te causa disgusto el ha
blar de tu Salvador, ¿cómo será posible que tu corazon no esté muy
léjos de amarle con un amor verdadero? ¿Acaso acostumbran los la
bios á producir otra cosa que los sentimientos del corazon? ¿No es
natural á los hombres complacerse y engolfarse en la conversacion
que trata de las cosas que aman , ó de aquellas personas á quienes
son muy aficionados? San Agustín refiere , que de resultas de haber
estado tratando con su madre de la felicidad de que gozan los bien
aventurados, fue tanta la alegría que inundó su alma en aquel co
loquio, que despues le parecían bajas y despreciables todas las di
versiones, todas las alegrías y delicias que se pueden disfrutar en
esta vida. Jesucristo mismo nos enseñó muchas veces con su ejem
plo á regular nuestras conversaciones por las utilidades que resul
tan á favor de aquel oficio ó profesion que nos ha sido encargado por
el cielo. Cuando le manifestó su madre algun género de queja , cuan
do se perdió en Jerusalen, la respondió: ¿No sabíais , señora, que
debo ocuparme en el ministerio que he recibido de mi padre? Y á los
discípulos que iban á Emaús les toma tambien residencia de la con
versacion en que iban entretenidos.
El ejemplo y autoridad de un maestro como Jesucristo son supe
riores á todas las razones y á todos los ejemplos. Tú, pues, debes
considerar continuamente que eres cristiano, y que por lo mismo tus
conversaciones no deben ser de las cosas terrenas , habiendo dicho
el Salvador á sus discípulos : Vosotros no perteneceis á este mundo. El
cristiano tiene su origen en el cielo, tiene sus intereses en el cielo,
debe caminar á él como á su patria: el cielo debe ser el norte á que
día xin. 279
se dirijan lodas sus operaciones ; luego su conversacion no debe tra
tar jamás de cosas de la tierra. Y si esto incluye en sí tanta verdad,
respecto de todos los Cristianos, tú que eres religioso ó religiosa , que
renunciaste al mundo, y pusiste tus intereses únicamente en la casa
de Dios , que no tienes mas patrimonio que la pobreza , ni mas ale
gría que las lágrimas, ni mas dignidad que la humillacion, ¿con
cuánta mas razon deberás ceñir tus conversaciones, no solamente á •
la profesion de cristiano , sino á la profesion en que te constituyen
tus votos? Tú , sacerdote , que consagras diariamente el cuerpo y san
gre de Jesucristo, que tienes por oficio el llevar sobre tu alma todo
el peso de los pecados del pueblo que Dios te ha encargado, que de
bes con tus palabras y con tus ejemplos estar continuamente ganando
las almas de tus hermanos , que no debes hablar finalmente sino para
edificacion de tus prójimos, ó para ensalzar las misericordias del Se
ñor; reflexiona si las conversaciones en que frecuentemente te ocu
pas corresponden á la dignidad y alteza de tu sagrado ministerio.
¡Oh Dios eterno! si los hombres reflexionasen continuamente estas
verdades, ¿cuán diferentes serian sus conversaciones?

Jaculatorias. — Apartaos de mí , de mi compañía y conversacion,


todos cuantos engañados empleais vuestras obras en ejecutar la ini
quidad. (Psalm. vi).
No tomé, Señor, asiento en las juntas de vanidad , y ayudado de
vuestra divina gracia os prometo no conversar jamás con los que
se apartan con sus inicuas obras de vuestros santos preceptos. (Psal-
mo xxv ).
PROPÓSITOS.
Desde el principio del mundo quiso la divina Providencia que vi
viesen juntos los buenos y los malos, los justos y los injustos, para
que, como dice san Agustín, los primeros fuesen mortificados y la
brados como piedras que han de servir para la Jerusalen celestial,
y los segundos tuviesen la escuela del buen ejemplo para moderar
sus costumbres. En la familia de Adan se encuentra un Caín ; entre
los hijos de Noé un irreverente digno de maldicion ; en la de Abrahan
hay que echar fuera á Ismael ; y en la familia de Jacob , José , que
era el mas inocente de sus hermanos , fue vendido por ellos , y faltó
poco para que no le quitasen la vida. Estamos en este mundo mez
clados malos y buenos , es necesario el trato y conversacion con unos
y otros; pero el alma que oye las sólidas instrucciones de la virtud
280 MAYO
sabe hallar el medio de aprovecharse de los buenos ejemplos de los
unos, sin que le contaminen y manchen los excesos de los otros.
Pero j oh Dios mio ! ¿he seguido yo esta doctrina los muchos años que
tan inútilmente he pasado ya en este mundo? ¡ Oh , y cómo en este
punto me confunden los remordimientos de mi conciencia ! Las con
currencias peligrosas , las compañías de iniquidad , las pecaminosas
conversaciones , y á lo menos los discursos vanos é inútiles han sido
por lo comun el empleo de mi alma. Esta se me ha quejado muchas
veces en el secreto de mi corazon de las sangrientas heridas que en
tales conversaciones ha padecido. Yo me he visto tibio, indevoto, y
muchas veces pecador é inicuo. Conozco , Señor, mis yerros, y de
aquí adelante propongo no oir mas palabras que las de vuestra di
vina sabiduría ; no escuchar otros discursos que los que vuestro divi
no Espíritu sugiere continuamente en mi corazon , y emplear todas
mis conversaciones en el importante y único negocio de mi eterna
salud. Léjos de mí , de aquí adelante , la concurrencia á aquellas jun
tas de hombres ociosos que malogran las horas que les concedeis
para llorar sus culpas y merecer vuestra bienaventuranza. Léjos de
mí la concurrencia á aquellos espectáculos profanos en que se man
chan las costumbres , y en que se atropellan los derechos de la santa
virtud. Léjos de mí , finalmente , toda conversacion que no trate de
vuestros divinos atributos , de los ejemplos de vuestros siervos , y de
los ejercicios que pueden conducir para agradaros y serviros , y con
seguir la salvacion de mi alma.

DIA XIV.

MARTIROLOGIO.

El tránsito de san Bonifacio, mártir, el cual en tiempo de Diocleciano


y de Maximiano padeció en Tarso de Cilicia ; su cuerpo fue llevado á Roma, y
sepultado en la via Latina. (Véase su vida en el dia de hoy).
San Poncio, mártir, en Francia, por cuya predicacion é industria se con
virtieron á la fe católica los dos Césares Filipos : despues fue martirizado en
tiempo de los emperadores Valeriano y Galieno. (Véase su noticia en las de
hoyj.
Los santos mártires Víctor y Corona, en Siria, en tiempo del empera
dor Antonino: Víctor fue atormentado con varios y horrendos suplicios por
mandato del juez Sebastian ; Corona, que era mujer de un soldado, mara
villada de la constancia de Víctor, comenzó á llamarle en alta voz : Bienaven
turado; y vió luego dos coronas que bajaban del cielo, destinadas la una para
Víctor, y la otra para ella ; y asegurando esto á presencia de todos los circuns
DIA XIV. 281
tantes, habiéndola atado á dos árboles, los soltaron, y la partieron en do» pe
dazos. Vfctor fue degollado.
Las santas mártires Justa , Justina y Enedina, en Cerdeña. (Derra
maron juntas su sangre por confesar á Jesucristo en el siglo II).
San Pascual, papa, en Roma (el primero de este nombre, y sucesor de Esté-
han IV), el cual hizo sacar de las grutas los cuerpos de muchos santos Márti
res, 7 los colocó suntuosamente en diferentes iglesias.
San Bonifacio, obispo de Fierento en Toscana, prelado ilustre que, segun
refiere san Gregorio papa,"floreció desde la niñez en santidad y milagros.
San Pomponio, obispo, én Nápoles de Campaña.
San Pacohio, abad , en Egipto, el cual edificó muchos monasterios en aquel
país, y dió á sus monjes una regla que habia recibido de la boca de un Ángel.
(Véase su vida en las de hoy).

SAN BONIFACIO, MARTIR.


flácia el fin del tercer siglo en el imperio de Galerio Máximo se
admiró en la Iglesia una de aquellas extraordinarias conversiones
que obra algunas veces la mano poderosa del Señor para animar la
confianza de los pecadores , y para descubrir al mismo tiempo á los
hombres los tesoros de sus misericordias.
Habia en Roma una dama jóven , noble , rica y poderosa , llama
da Aglae , hija de Acacio, que habia sido procónsul, y de familia
senatoria , tan entregada al fausto y a la vanidad , que solia dar al
pueblo juegos públicos, cuyos gastos costeaba ella misma. Era ála
verdad cristiana, pero desacreditaba el nombre y la profesion con
su desarreglada vida. Ocupada toda del espíritu del mundo , se en
tregaba totalmente á las diversiones , hasta tocar la raya de la diso
lucion , con grande escándalo de todos los fieles.
Tenia comercio ilícito con su mismo mayordomo , jóven de bella
disposicion , pero dado al vino y á todos los demás desórdenes. Lla
mábase Bonifacio, y aunque era tambien cristiano, lo era solo de
nombre , deshonrando la profesion , igualmente que su ama , por la
disolucion de sus costumbres. En medio de estos defectos , se nota
ban en él tres buenas prendas : compasion de los miserables , cari
dad con los pobres, y hospitalidad con los extranjeros.
Habia mucho tiempo que traia una vida muy desordenada, cuan
do el Dios de las misericordias mudó su corazon con la conversion
de la misma que le habia pervertido. Movida Aglae de una podero
sa gracia interior , abrió los ojos para conocer sus desórdenes , y es
pantada con la vista del número y de la gravedad de sus pecados,
despedazado el corazon de dolor , resolvió aplacar la ira de Dios con
sus limosnas y con una pronta penitencia.
Á« la conversion de Aglae se siguió inmediatamente la de Bonifa
cio, y ambos repararon con ventajas el escándalo que habian dado
á los fieles con la mudanza de su vida y con sus grandes ejemplos.
Comenzó Aglae haciendo á Dios un generoso sacrificio de todas sus
galas y sus joyas ; prohibióse todo género de diversiones , y se reti
ró para siempre de todas las concurrencias mundanas. Á las anti
guas diversiones ilícitas sucedió el ayuno , la oracion , el cilicio y
otras muchas penitencias; y procurando rescatar sus pecados con
sus limosnas, se sepultó en un profundo retiro, determinada á pa
sar lo restante de su vida entre gemidos y llantos. Por su parte Bo
nifacio no omitia medio alguno para ser fiel á la gracia, dando ca
da dia nuevas pruebas de la sinceridad de su conversion.
Noticiosa Aglae de que el emperador Galerio Máximo continuaba
en el Oriente la persecucion contra los Cristianos , que habia cesado
en Roma despues de algunos años, y que cada dia sellaba la fe con
su sangre algun generoso confesor de Jesucristo , llamó á Bonifacio,
y le dijo con lágrimas en los ojos : Bien sabes la necesidad que tú y
yo tenemos de solicitar la proteccion de los santos Mártires , tan pode
rosa con el Señor. He oido decir, que todos los que sirven á los San
tos que combaten por Jesucristo, merecen que los mismos Santos inter
cedan por elbs en el tribunal del supremo Juez; la persecucion es ca
da dia mas furiosa en el Oriente ; todos los dku se hacen nuevos már
tires ; vé, pues , y tráeme algunas reliquias ; haz cuanto puedas para
conducirme el cuerpo de algun mártir, que yo lo recibiré con venerar
cion, y fabricaré en su honor un oratorio.
Muy gustoso Bonifacio eon semejante comision , dispuso un mag
nífico tren para partir á desempeñarla : tomó «na gran cantidad de
dinero, así para comprar los cuerpos de los Mártires , como para so
correr á tos siervos de Dios que estafcan «n las cárceles , y para hacer
cuantiosas limosnas á los pobres. Prevenidos, pues, doce caballos,
tres literas, y diversos aromas para embalsamar los santos cuerpos,
partió para la Cilieia. Al despedirse de su ama , la dijo como por
chanza : Señora, tos me enviais á que os traiga el cuerpo de algun
Mártir; si Dios me hiciera la gracia de que diese mi vida por la fe, y
os trajeran mi cuerpo, ¿le tendríais por reliquia? Bonifacio, le res
pondió Aglae, ya no es tiempo .de gracias, la corma del martirio
no se hizo para tan grandes pecadores ; procura no desmerecer traer
me el santo depósito que te encargo, y hacerte digno de la proteccion
del Santo cuyas reliquias me condujeres. t
Hicieron estas palabras grande impresion á nuestro Santo. Pro
día xiv. 283
hibióse la carne y el vino por todo el tiempo del viaje; y juntando
á esta abstinencia la continua oracion que hacia á Dios , y las dolo-
rosas lágrimas de contricion que derramaba , se iba disponiendo pa
ra la corona del martirio.
Luego que llegó á Tarso de Cilicia despachó al meson el equipaje
con los criados , y él se fué en busca de algunos cristianos de la ciu
dad para saber lo que en ella pasaba. Muy presto le informaron sus
mismos ojos ; porque habiendo llegado á una gran plaza , vió en ella
atormentar á los santos Mártires, que eran en número de veinte.
Unos estaban colgados cabeza abajo , inmediatos á una hoguera en
cendida ; otros extendidos en cuatro palos , y horriblemente despe
dazados ; estos descuartizados ; aquellos enclavados, aserrados, em
palados, azotados, cási espirando á la violencia de los golpes, y tan
cruelmente atormentados , que causaban horror á los circunstantes,
aunque por la mayor parte eran paganos.
Encendido Bonifacio , á vista de este espectáculo, en un nuevo de
seo del martirio ; y animado de mayor aliento , lleno de confianza en
la misericordia de aquel Señor que le daba tanto espíritu, rompe por
la muchedumbre, se acerca á los santos Mártires, los abraza, besa
tiernamente sus heridas, y grita con esfuerzo fervoroso : Grande es
el Dios de los cristianos ; poderoso es el Dios á quien adoran estos san
tos Mártires, y por cuya gloria tienen la dicha de derramar su san
gre. Siervos de Dios, héroes cristianos, yo os suplieo que rogueis á
Jesucristo por mí, y me consigais la gracia, aunque soy tan grande
pecador, de que tenga parte en vuestros combates y en vuestro triun
fo. Arrojándose despues á los piés de los generosos confesores , be
saba sus cadenas ; y levantando la voz , les decia : Buen ánimo, Már
tires de Jesucristo ; combatid por aquel que combate con vosotros ; con
fundid á todo el infierno con vuestra fe y con vuestra constancia; pocos
momentos os restan que padecer ; el combate es corto; el premio es in
menso, es eterno.
El gobernador Simplicio, que estaba presente , habiendo adverti
do lo que pasaba , dió orden para que le trajesen á su tribunal , y ie
preguntó quién era , y qué quería decir aquella especie de entusias
mo. Yo soy cristiano , respondió Bonifacio con tono intrépido y firme,
y tengo envidia á los bienaventurados mártires que logran la fortuna
de derramar su sangre por un Dios que, hecho hombre para redi
mirnos, dió primero su sangre y su vida por nosotros. Admirado
el Gobernador de aquella intrepidez , le preguntó : ¿cómo te llamas ?
Ya te lo he dicho , respondió el Santo : llamome cristiano ; pero si
284 MAYO
quieres saber mi nombre vulgar, me llamo [Bonifacio. Muy osado
eres, replicó el Gobernador, pues me vienes á insultar al pié de mi
tribunal, y á vista de los suplicios. Ahí tienes un altar, para que
aquellos de tu Religion que quisieren librarse de ellos , sacrifiquen á
los dioses. Sacrifica tú al instante al gran Júpiter, porque sino , voy
á dar órden para que seas atormentado de mil maneras. Puedes ha
cer de mí lo que quisieres, respondió el Santo; pues ya te he dicho
repetidas veces que soy cristiano , y no tengo de ofrecer sacrificio á
los infames demonios. Irritado furiosamente el Gobernador con esta
respuesta , le mandó apalear hasta que le moliesen los huesos ; y ha
ciendo aguzar unas pequeñas estacas , ordenó que se las hincasen
entre las uñas. Era el dolor vivo y agudo , pero el Santo le toleró
con un semblante risueño. Juzgando Simplicio que le insultaba con
aquella alegre serenidad , dió órden para que le echasen en la boca
plomo derretido. Persuadido Bonifacio de que este tormento le qui
taría el uso de la lengua , quiso prevenirle , para consagrar á Dios el
último ejercicio de ella; y levantando los ojos al cielo , hizo esta de
vota oracion :
Yo te doy gracias , Señor mio Jesucristo, porque te dignaste acep
tar el sacrificio que te hice de mi vida: ven, Señor, en socorro de tu
siervo ; perdónale todas sus maldades ; sean purgadas con su sangre,
y sírvame la muerte en lugar de penitencia. Fortifícame con tu gra
cia, y no permitas que me venzan los tormentos. Acabada esta ora
cion , se volvió á los otros Mártires , y con voz alta les dijo : Yo os
suplico, siervos de Jesucristo, que rogueis d Dios por mí. Todos los
santos Mártires se encomendaron tambien en sus oraciones. Enter
necióse el pueblo á vista de este espectáculo , y Bonifacio comenzó
á clamar á voz en grito : / Oh qué grande es el Dios de los Cristianos !
No hay otro Dios; el Dios de los Mártires es el único Dios verdadero.
Jesucristo , Hijo de Dios, salvadnos ; todos creemos en Vos; tened
misericordia de nosotros. Á este tiempo el pueblo echó por tierra el
altar , y comenzó á arrojar piedras contra el Gobernador , que se vió
precisado á retirarse y á esconderse hasta que se apaciguase la sedicion .
El Santo fue conducido á la cárcel , y él dia siguiente , hallándole
el juez tan firme y tan intrépido como el antecedente, mandó que
le echasen en una caldera de pez y aceite hirviendo. Hizo el santo
Mártir la señal de la cruz sobre ella , y reventando la caldera por
todas partes , salieron torrentes de pez derretida , que abrasaban á
los circunstantes. Espantado el Gobernador del poder de Jesucristo,
mandó que le cortasen la cabeza. Así purgó Bonifacio las culpas de
día xiv. 285
su vida pasada , derramando su sangre por Jesucristo. Á su muer
te, que sucedió el dia 14 de mayo, se siguió inmediatamente un
gran temblor de tierra que atemorizó á los gentiles, y muchos se
convirtieron.
En este tiempo los compañeros y criados de Bonifacio, ignoran
tes de lo que habia pasado , inquietos y cuidadosos , viendo que des
pues de dos dias no habia parecido en la posada, le andaban bus
cando por todas partes ; y aun algunos se adelantaron á juzgar que
estaría sin duda en alguna casa de juego ó quizá en otra peor. Co
mo andaban preguntando por un extranjero recien venido de Ro
ma , de mediano talle , robusto , de pelo blondo y rizado , con una
capa roja, encontraron con el hermano del carcelero, que por las
señas les dijo era sin duda uno que habian preso por cristiano, y
dos dias antes le habian cortado la cabeza. ¿No nos harás gusto de
enseñarnos el cuerpo? le dijeron ellos. Y él les respondió : No te-
neis mas que seguirme , pues en el arenal le hallarémos.
Apenas le reconocieron , cuando llenos de admiracion , de gozo y
de arrepentimiento de los malos juicios que habian hecho , se arro
jaron á sus piés, deshaciéndose en lágrimas. Entonces la cabeza del
santo Mártir, con un prodigio verdaderamente extraordinario, abrió
los ojos, mirándolos á todos con una halagüeña sonrisa, y los llenó
de compuncion y de consuelo. Despues de haber cumplido con su
devocion , pidieron al oficial que les dejase llevar el santo cuerpo ;
y lo consiguieron mediante quinientos escudos de oro que le dieron
por él. Embalsamáronle, y envolviéronle en ricas y preciosas telas,
y metiéndole en una litera , tomaron la vuelta de Roma , no cesan
do de alabar á Dios por el dichoso fin del santo Mártir.
Á este tiempo , hallándose Aglae en oracion , oyó una voz del
cielo, que la dijo : El que antes era criado tuyo ya es hermano nues
tro ; recíbele como á tu señor, y colócale dignamente, porque singu
larmente d su intercesion deberás que Dios te perdone tus pecados. Le
vantóse prontamente, y saltando su corazon de alegría, rindió mil
gracias á Dios por la misericordia que habia hecho con su siervo.
Rogó á algunos clérigos que la acompañasen , y salió á recibir las
santas reliquias , cantando devotas oraciones por el camino , todos
con velas en las manos y con prevencion de aromas. Apenas habian
andado un cuarto de legua, cuando llegó el cuerpo del santo Már
tir. No se puede explicar la veneracion y las lágrimas de gozo con
que fue recibido. Enterráronle en un terreno que era posesion de
Aglae , y allí mismo esta hizo levantar un magnífico sepulcro , y at-
19 tomo v.
286 MAYO
gunos años despues mandó edificar un oratorio. Renunció entera
mente al mundo, repartió sus bienes entre los pobres, dió libertad
á sus esclavos, y no teniendo consigo mas que algunas doncellas
que la servían , dispuso que la hiciesen una ermita junto á la capilla
del santo Mártir, donde vivió todavía trece años entregada á los
mas ejemplares ejercicios de devocion, y murió santamente, decla
rando el Señor la santidad de su sierva con muchos milagros.

SAN PACOMIO, ABAD Y CONFESOS.

San Pacomio , tan célebre en todo el mundo cristiano , y á quien


se le puede considerar como el verdadero fundador de la vida reli
giosa y cenobitica ; esto es , de los que debajo de una misma regla,
y sujetos á un superior, viven de comunidad dentro de un monas
terio, nació al mundo en la superior Tebaida hácia el año de 278.
Siendo niño, le llevaron sus padres , que eran gentiles, á un tem
plo de los ídolos. Enmudeció el demonio, declarando que no hablaría
mas palabra mientras estuviese presente aquel niño. Persuadiéron
se todos, á vista de este suceso , que Pacomio habia de ser con el
tiempo enemigo de los dioses ; y se confirmaron en este concepto,
viéndole vomitar el vino que se habia ofrecido á los ídolos. Sin em
bargo, sus padres cuidaron mucho de su educacion, buscando
maestros que le instruyesen en la ciencia de los antiguos, y procu
rando que aprendiese con perfeccion la lengua egipcíaca.
Apenas salió Pacomio de estos estudios, cuando fue reclutado por
fuerza, juntamente con otros mancebos, en una leva que se hizo
para el ejército de Constantino contra el tirano Aquileo. Embarcá
ronlos á todos en el Nilo, y aquella misma noche desembarcaron en
un pueblo que casi todo él era cristiano. Fueron recibidos por los
vecinos de aquel pueblo con tanto agrado, con tanta caridad y coa
tan extraordinario agasajo, que asombrado Pacomio, preguntó al
patron qué motivo tenían para tratar de aquella manera á unos ex
tranjeros y hombres desconocidos. Respondióle el patron que así lo
mandaba la religion cristiana , que se profesaba generalmente en
aquella ciudad. Rogóle Pacomio que le explicase qué religion era
esta , cuáles sus dogmas , y qué doctrina enseñaba. Instruido de to
do , concibió desde luego tan vivos deseos de hacerse cristiano, que
resolvió pedir el Bautismo luego que, concluido el tiempo de servi
cio, obtuviese su licencia.
Consiguióla inmediatamente que se acabó la guerra de Egipto, y
día xiv. 287
p«so en ejecucion su propósito , presentándose en la iglesia del bur
go de Chenobosco, donde se hizo catecúmeno. Era de excelente ca
pacidad y de costumbres limpias ; con que tardó poco en ser instrui
do, y consiguientemente bautizado. Luego que se vió cristiano, re
solvió hacerse santo practicando lo mas perfecto que se lee en et
Evangelio. Dudando, no sin alguna congoja, en la eleccion de los
medios mas convenientes para conseguir este fin , llegó á su noticia
que en lo mas interior del desierto habitaba un santo viejo, y gran
siervo de Dios, llamado Palemon. Buscóle, y le rogó que le admi
tiese por discípulo suyo. El santo viejo , sin abrir la puerta de la
celda, le respondió desde adentro que alababa su buena resolucion,
pero que buscase á otro para que fuese su maestro en la vida soli
taria ; porque otros muchos, disgustados del mundo, habian veni
do como él con la misma pretension , y ninguno Jiabia perseverado.
Insistía Pacomio, y Palemon le respondió : Itijo mio, tú no te po
drás acomodar con mi género de vida : yo no como mas que pan y sal;
no gusto aceite; no bebo vino ; estoy en vela la mitad de la noche, em
pleándola en rezar salmos y en meditar la sagrada Escritura, y al
gunas veces la paso toda entera sin dormir, gastándola en la oracion.
Atemorizóse Pacomio al oir este discurso , pero no se desalentó ; an
tes lleno de confianza en Dios, replicó á Palemon : Padre, yo espe
ro que aquel Señor que me ha enviado á tí me dará fuerzas para se
guirte. Enamorado el buen viejo de su fe y de su aliento , le abrió
la puerta de la celda, y le dió el hábito de solitario.
, Eu poco tiempo llegó el discípulo á la perfeccion del maestro , y
aun la aventajó. En nada encontraba dificultad su fervor; ayunos,
vigilias , penitencias , trabajo de manos , todo le parecía fácil. Cuan
do rezaban el oficio divino por la noche, observaba el viejo que á
Pacomio le molestaba el sueño ; le sacaba fuera de la celda , le hacia
llevar arena de una partea otra para despertarle, encargándole mu
cho que juntase siempre la oracion con el trabajo, y el recogimiento
con la oracion.
En un dia de Pascua previno Palemon á Pacomio que dispusie
se de comer por la solemnidad de la fiesta , y creyó Pacomio que de
bia añadir un poco de aceite á la comida ordinaria, en atencion á
tanta solemnidad. Gustóla Palemon , y exclamó : Mi Salvador fue cru
cificado, ¡y yo he de gastar condimento en la comida! No la volvió á pro
bar, y Pacomio no quiso ser menos mortificado que Palemon.
Vino á visitarlos un solitario del desierto inmediato , y les pregun
tó si tendrían tanta fe que se atreviesen , como se atrevía él , á ca
19*
288 MAYO
minar con los piés desnudos sobre brasas encendidas. Descubrió san
Palemon en aquel solitario un gran fondo de orgullo , y le respon
dió : Hermano, si tenemos mucha fe, tendremos mucha humildad. El
trágico fin de aquel solitario orgulloso hizo mas humilde á nuestro
Santo. Habiéndole dado Dios á entender en una revelacion que fue
ra de la Iglesia católica no podía hallarse la verdad , miró por toda
su vida con grande horror á los herejes y á los cismáticos , singular
mente á los Marcionistas y á los Melecianos.
Habiendo estado muchos años en compañía de san Palemon, un
dia que se alejó mucho de la celda, se halló en un sitio muy solita
rio , llamado Tabena , donde se puso en oracion , y oyó una voz que
le dijo : Pacomio, fija aquí tu habitacion , y funda un monasterio ca
paz para dirigir en él, segun la regla que te daré, á todos los que vi
nieren á tí, para que los guies por el camino de la salvacion. Al pun
to se le apareció un Ángel , y le entregó una tabla en que estaba
escrita la regla que despues se observó con gran fruto. Refirió Pa
comio á Palemon lo que le habia sucedido , y los dos se retiraron al
desierto de Tabena , donde á los principios solo edificaron una pe
queña celda , que fue como la cuna del célebre monasterio de Ta
bena á las orillas del Nilo.
Pocodespues sucedióla muerte dePalemon, en quien perdió Paco
mio un gran auxilio ; pero le consoló Dios con traerle á Juan su herma
no mayor , que vino a buscarle , y abrazó el mismo género de vida.
Estuvieron solos algunos años , trabajando en hilar y en hacer sa
cos, que vendían para sustentarse y para dar limosna á los pobres,
á quienes repartían todo lo que tes sobraba del trabajo de sus ma
nos. Vestían una túnica muy grosera, que solo mudaban cuando
habia necesidad de lavarla.
Nunca se desnudó nuestro Santo de un áspero cilicio que le lle
gaba hasta las rodillas. En quince años no se acostó; dormía senta
do en una piedra , sin arrimarse á la pared. Regulármente hacia
oracion con los brazos en cruz , y algunas veces pasaba las noches
enteras en esta postura.
Tuvo mucho que sufrir del genio desabrido y enfadoso de su her
mano Juan , que murió poco tiempo despues ; pero mucho mas ejer
citaron su paciencia las violentas tentaciones de que fue combatido,
y las fortísimas ilusiones con que el demonio procuró sorprender su
fe, y cansar su sufrimiento. Causan admiracion los artificios de que
se valió el enemigo comun para engañarle; pero de todos libró al
Santo su humildad y su frecuente recurso á la oracion. En la mas
día xiv. 289
terrible fuerza de estos combates le deparó Dios á un santo solitario
llamado Apolo , que le fortificó y le alentó mucho , exhortándole á
que pusiese toda su confianza en Dios y en la proteccion de la san
tísima Virgen. Con efecto , mediante la asistencia de la divina gra
cia triunfó de todo el infierno ; resplandeció mas su virtud , y la ma
nifestó Dios con el don de los milagros. Caminaba sobre las serpien
tes sin recibir lesion alguna , y muchas veces le vieron pasar el Nilo
conducido de los cocodrilos.
Aunque la primera vision habia hecho grande impresion en el
ánimo y en el corazon de Pacomio, no obstante fue necesaria se
gunda advertencia del cielo para resolverse á juntar discípulos, y á
instruirlos segun la regla que le habia traido el Ángel. Era esta muy
breve, proporcionada á la flaqueza humana, llena de prudencia, y
muy propia para conducir el alma á la mas elevada perfeccion.
Ordenaba que á cada uno se le permitiese comer segun su necesi
dad, y ayunar segun sus fuerzas; pero queal mismo tiempo cada cual
fuese obligado á trabajar á proporcion de lo que comia, queriendo
que la desidia y la pereza estuviesen desterradas para siempre del
monasterio. Prescribia que hubiese tres monjes en cada celda; que
no hubiese mas que una cocina y un refectorio ; y para que no se vie
sen unos á otros durante la comida, todos calasen la capilla ó el ca
pucho ; que el silencio fuese perpetuo , y la modestia de los ojos sin
gular ; que todos vistiesen una túnica de lino ceñida con una correa,
y un manto blanco de pelo de cabra , en cuyo traje habian de comer y
habian de dormir; que para comulgar fuesen no mas que en túni
ca y capilla. Disponía que los novicios no fuesen admitidos al trato
con los monjes antiguos hasta pasados tres años de probacion , en
cuyo tiempo no se les debia permitir otro estudio que el de la ora
cion , humildad y mortificacion ; que el silencio perpetuo , y la ciega
obediencia á la menor insinuacion del superior habia de ser distintivo
de todos. Mandaba que la comunidad se distribuyese en veinte y
cuatro listas ó familias diferentes , correspondientes al número de las
letras del alfabeto griego , con una letra en cada lista , que tuviese
cierta alusion secreta á las costumbres y genio de los que se asenta
ban en ella. La lista de los mas dóciles, por ejemplo, estaba seña
lada con la letra jota J. La de los mas duros ó menos tratables á las
leyes del gobierno, con la letra xi, cuya extraña figura E5 , com
puesta de rasgos irregulares , expresa perfectamente el genio de los
imperfectos, y la irregularidad de su proceder. Ordenaba, en fin, que
se hiciese oracion doce veces á la mañana , doce á la tarde , y doce á
290 MAYO
la noche. Y como á Pacomio le pareciese que la regla era demasia
damente suave , el Ángel le respondió , que habiéndose formado la
regla para los flacos , y no para los perfectos , era razon atender mas
á la flaqueza de los unos que al fervor de los otros ; no pidiendo á
aquellos mas que lo preciso á que estaban obligados , y dejando li
bertad á estos para que añadiesen lo que les inspirase su devocion.
Los primeros que acudieron á ponerse bajo la disciplina de Paco
mio , fueron Psentheso , Suris y Obris , seguidos despues de tantos
otros , que fue preciso edificar nuevos cuartos , y en pocos dias subie
ron á algunos millares los discípulos de nuestro Santo. En todos en
cendía el fervor con sus desvelos , con sus oraciones y con sus ejem
plos. Era el primero en todos los actos de comunidad , servia á la
mesa, trabajaba en la huerta, barria la casa, asistía dia y noche á
los enfermos, sin otra prerogativa ni distincion que la de vivir con
mayor austeridad que todos los demás, y ser mas humilde que todos.
Hasta que sus monjes fuesen elevados á la dignidad del sacerdo
cio , hacia venir de los lugares vecinos algunos sacerdotes que dijesen
misa en el monasterio ; y teniendo noticia de que en aquella comarca
habia muchos pobres pastores, destituidos de la palabra de Dios y
de los Sacramentos , confirió el punto con san Aprion, obispo de Gen-
tira , á cuya diócesis pertenecían , y les edificó una iglesia á donde iba
en persona el mismo Santo á hacer oficio de lector , y á explicar
les el Evangelio. Inspirábales devoción la sola presencia del santo
Abad, y su grato semblante, aunque extenuado, su modestia, su
apacibilidad y su virtud convirtieron á la fe á muchos paganos , re
duciendo tambien á la Iglesia á gran número de herejes.
Por este tiempo , visitando san Atanasio, patriarca de Alejandría,
las provincias de su jurisdiccion, vino á ver el célebre monasterio
de Tabena. Salióle á recibir san Pacomio con todos sus religiosos,
distribuidos en sus veinte y cuatro clases , que formaban otros tan
tos coros ; recibiéronle cantando himnos y salmos ; pero nuestro
Santo, que aborrecía toda distincion, supo ocultarse entre los de
más tan diestramente, que san Atanasio no pudo distinguirle.
Noticiosa la hermana de san Pacomio de su maravillosa vida, vino
al monasterio con grandes ansias de verle; pero el siervo de Diosla
negó este consuelo , enviándola á decir por el portero , que debia con
tentarse con saber que estaba vivo y sano , y que así la rogaba se
volviese en paz á su casa ; pero que si , movida de Dios, quería pa
sar en el desierto los dias de su vida , él la haria edificar un monaste
rio , á donde pudiese retirarse ella y todas las demás que quisiesen
DIA XIV. 191
imitar su ejemplo. La virtuosa doncella , enternecida , llorosa y edifi
cada del despego de su hermano, aceptó la proposicion que la ha
cia , considerándola como una órden bajada del cielo , y resolvió pa
sar en la soledad lo que le restaba de vida. Hizo Pacomjo que sus
monjes la edificasen un monasterio distante del suyo , con el Nilo en
tre los dos, donde en poco tiempo fue madre de un crecido número
de religiosas , á las cuales señaló el santo Abad un director, dándolas
una regla, y prescribiéndolas cierta forma de vida, cási en todo se
mejante á la que observaban los monjes. En muriendo alguna reli
giosa, las demás disponían todo lo necesario para la sepultura, y
conducían el cadáver hasta la orilla del Nilo , que separaba los dos
monasterios , cantando salmos segun la costumbre de la Iglesia ; pa
saban despues los monjes el rio con ramos de palmas y de oliva , y
cantando igualmente salmos, la traian á la orilla opuesta , y la en
terraban en el cementerio con muchas ceremonias y solemnidad.
Favoreció Dios á san Pacomio con el don de profecía , de lenguas y
de milagros, haciéndole tan célebre en todo el Oriente, y concur
riendo tantos discípulos á la fama de su santidad , que fue preciso
edificar otros muchos monasterios, á los cuales señalaba el Santo su
periores particulares, teniendo cuidado de visitarlos todos los años.
Fue tan prodigioso el número de los monjes, que se contaban mas
de veinte mil, poblando de santos todo aquel vasto desierto.
Atendía el santo Abad con singularísimo desvelo á desterrar de
sus monasterios todo espíritu de novedad ; y así fueron inútiles cuan
tos esfuerzos hicieron los herejes para introducir en ellos sus errores,
porque Pacomio eludió sus artificios. Por el especial horror con que
miraba las obras de Orígenes, prohibió á los monjes su lectura de
bajo de graves penas ; y hallando en cierta ocasion un libro suyo , le
arrojó en el Nilo con indignacion, diciendo que le hubiera arrojado
en el fuego, á no estar escrito en él el nombre santo de Dios.
Un tierno jóven gentil , de edad de solos catorce años , llamado
Teodoro , hijo único , heredero de un rico patrimonio , oyendo refe
rir las maravillas que obraba san Pacomio , se sintió tan movido , que
renunciando todas las vanas esperanzas con que el mundo le lison
jeaba, y robándose á la ternura de su madre, se escapó al monas
terio de Tabena, y pidió al santo Abad que le admitiese en el nú
mero de sus hijos. Recibióle Pacomio, previendo que algun dia ha
bia de ser ornamento y padre de aquellos monjes. Corrió la madre
á sacarle ; pero' el novicio no la quiso ver : las respuestas que la envió
por el portero del convento hicieron tanta impresion en aquella bue
892 MAYO
na mujer , que renunciando el mundo , y distribuyendo al puntó sttf
bienes entre los pobres, se fué á poner bajo la regla y conducta de
la hermana de san Pacomio. Templó Dios la alegría que causaban
al Santo estas prosperidades espirituales con una vision que tuvo
sobre la suerte de su Instituto, üiósele á entender que con el tiem
po se habia de relajar el fervor de sus hijos , y que esta funesta des
gracia sucedería por la relajacion de los superiores, que dejando
de ser hombres interiores , comenzarian á gobernar por espíritu de
prudencia humana y por razones políticas , abriendo la puerta á mu
chos abusos, y despreciando como menudencias las mas pequeñas
observancias religiosas ; por cuya debilidad en el gobierno , por cu
ya indevocion y malos ejemplos se perdería la disciplina regular , y
con ella todo el espíritu de la Órden.
Afligió mucho esta vision al santo Abad , y no perdonó á medio
alguno para prevenir tan lastimosa desgracia; pero no halló otro
consuelo que el que le suministró la solidez de su virtud.
Tambien quiso Dios probarla con otras tribulaciones, que le so
brevinieron con motivo de sus mismas visiones , milagros y profe
cías. Á solo el nombre de Pacomio huian los demonios de los cuer
pos que poseian ; concurrían en tropas los enfermos , y sanaban todos
con las oraciones del Santo. En medio de eso no dejaron de calum
niarle, acusándole de hechicero , y de que tenia pacto con el demo
nio. Juntáronse algunos obispos en la ciudad de Latopla hácia el año
de 346 , y le mandaron comparecer para justificarse. Hízolo el San
to de manera, que aquellos prelados quedaron admirados de su hu
mildad , de su sabiduría , de su prudencia , y de las extraordinarias
gracias que Dios habia depositado en su pura alma. Restituido á su
monasterio, prosiguió empleando los grandes talentos que habia re
cibido, hasta que extenuado con sus penitencias, debilitado con sus
trabajos , y colmado de merecimientos , cayó malo algunos días des
pues de Pascua. Durante su enfermedad en nada moderó su fervor,
ni perdió aquella alegría natural con que siempre habia servido á
Dios despues del Bautismo. Dos dias antes de morir mandó juntar
los monjes; dióles algunas instrucciones; encargóles con el mayor
encarecimiento que jamás tuviesen comunicacion con los sectarios de
Arrio , de Melecio , ni de Orígenes ; propúsoles por sucesor suyo á
Petronio , y se entretuvo despues por algun tiempo con su querido
discípulo Teodoro , por sobrenombre el Santificado. En fin , lleno de
alegría y de confianza en Jesucristo , á quien habia servido con fide
lidad , y en la intercesion de la santísima Virgen , á quien amaba
día xrv. 293
con ternura , entregó su bienaventurado espíritu en manos de su
Dios el dia 9 de mayo del año 348 , cerca de los setenta y dos de su
edad, habiendo pasado treinta y cinco de ellos en el monasterio de
Tabena; y fue enterrado con la solemnidad que merecía un Santo
tan grande.

SAN PONCIO, MÁRTIR.

Este Santo fue uno de los primitivos Mártires de la Iglesia : pa


deció su martirio en la persecucion de Valeriano por los años de 258
en Cimelea, ciudad de los Alpes, que fue destruida despues por los
lombardos , cuando de sus ruinas se levantó en las inmediaciones
la ciudad de Nicea en Saboya. De la antigua solo ha quedado la fa
mosa abadía de San Pons , en Cimelea , ó Cimies ; y las reliquias del
santo Mártir fueron trasladadas al monasterio de Tomiers en Lan-
guedoc , donde el papa Juan XXII erigió una silla episcopal , lla
mada San Pons de Tomiers : esta abadía fue secularizada en el año
de 1625. San Valeriano , obispo de Cimelea , en el siglo V , nos ase-
ra en sus tres panegíricos á este Mártir , que en sus reliquias fue
ron obrados muchos milagros.
En la iglesia del Hospital general de Santa Cruz de Barcelona se
venera la imágen de un san Poncio ó Pons , obispo y mártir , espe
cial abogado contra las chinches.

SAN PIO V, PAPA Y CONFESOR.


( Trasladado del dia 5 de este mes).
El santo papa Pio, quinto de este nombre, fue de lá noble fami
lia de los Gisleris ó Gisler , originaria de Bolonia , y nació el año de
1504 en Bosco, poblacion corta á dos leguas de Alejandría de la
Palla , en el obispado de Tortona. Llamáronle Miguel en el bautis
mo , y el primer cuidado de sus virtuosos padres fue darle una educa
cion cristiana, en la que dejó poco que hacer el devoto natural del
niño, propenso por sí mismo á la virtud. Era apacible , modesto, dócil
y amigo de complacer á todos. Cási desde la cuna profesó una tierna
y ferviente devocion á la santísima Virgen , que fue parte de su dis
tintivo ó de su carácter ; y pocos siervos de esta Señora le excedieron
en el fervor y en el celo por todo lo que tocaba á la soberana Beina.
Grecia Miguel en edad, en juicio y en prudencia , cuando sus pa
29 Í HAYO
dres , poco favorecidos de los bienes de fortuna , pensaron en que
aprendiese algun oficio con que poder mantenerse ; pero eran muy
distintos los intentos de la divina Providencia acerca de aquella gran
de alma. Apenas conocía Miguel al mundo, y ya pensaba dejarle ;
pues á los doce años de su edad resolvió hacerse religioso , para lo
cual le facilitó los medios la misma divina Providencia.
Habiendo pasado por el lugar de Bosco dos religiosos de santo
Domingo , tuvieron precision de detenerse algunos dias. Hablóles
nuestro Miguel ; y prendados del anticipado juicio , prudencia y ca
pacidad del niño , é informados de sus piadosos deseos , se ofrecieron
a llevarle consigo al convento de Voghere, y á darle estudios, si se
inclinaba á abrazar su santo Instituto. No podían hacerle oferta que
fuese mas conforme á su devota inclinacion ; y arrojándose á sus piés,
les pidió con lágrimas que le cumpliesen la palabra, y le hiciesen
aquella caridad. Con el consentimiento de sus padres partió en com
pañía de aquellos religiosos , los cuales conocieron desde luego que
Dios destinaba para alguna cosa grande á su pequeñito ahijado. Hi
zo tan asombrosos progresos en las letras humanas y en la virtud,
que cuanto antes se dieron priesa á vestirle el santo hábito. Reci
bióle á los quince años de su edad , y le enviaron al convento de
Vigevano á tener el noviciado. Á vista del fervor y de la perfeccion
con que se portó en él , todos esperaron que la Religion habia de
tener con el tiempo en Fr. Miguel un insigne Santo , y que seria sin
duda uno de los mas brillantes ornamentos de la Orden.
No tardó en verificarse en parte este vaticinio; pues pudieron
pasar por cierta especie de verificacion los rápidos progresos que
hizo en la virtud y en las ciencias. Apenas acabó los estudios , cuan
do le dedicaron al magisterio, que desempeñó con el mayor crédi
to ; y habiéndole hecho prior de los conventos de Vigevano , Sanci-
no y Alba, no mereció menos reputacion su insigne talento para el
gobierno. En todas partes restauró la disciplina religiosa , y en to
das resucitó el primitivo espíritu de su santo Patriarca. En la feli
cidad con que promovió la observancia , tenían mas parte sus ejem
plos que sus palabras. Era el primero en el coro y en todos los ac
tos de comunidad , sin persuadirse que sus estudios, su magisterio,
y el celo con que atendía á la salvacion de los prójimos, eran títu
los suficientes para eximirse de la disciplina regular. Humilde , po
bre y grandemente mortificado , representaba en su persona una
viva copia de los Pacomios, de los Hilariones, y de tos otros maes
tros de la perfeccion monástica.
día xiv. 295
La fama de tantas y tan eminentes virtudes le sacó presto de su
amado retiro. Nombráronle por inquisidor de Como para el Milanés
y toda la Lombardía, en cuyo importante empleo se señaló mucho
su celo , su prudencia y su virtud. Pero donde se hizo mas visible el
fruto de sus sermones , y donde principalmente sobresalió su vigilan
cia, fue en la Valtelina y en el condado de Chavanes , por ser allí
donde estaba mas extendido el veneno de la herejía. Fueron tantos
los herejes que se convirtieron , qne en poco tiempo mudó de sem
blante todo aquel país. La fama de estos sucesos movió á que le nom
brasen por comisario general de la Inquisicion el año de 1551 ; y
cuatro años despues por vicario del inquisidor general. No es fácil
explicar, ni lo mucho que hizo, ni lo mucho que padeció en este
empleo. Apenas se declaró por azote de los herejes, cuando fue el
blanco de su odio , de sus iras y de sus persecuciones ; pero nunca
le acobardaron ni los lazos que le armaban , ni los peligros á que
estaba expuesta su vida : el celo y la caridad mantenian su intrepi
dez , y el fruto que hacia le alentaba.
Bien informado de su mérito el papa Paulo IV , le hizo obispo de
Nepi y de Sutri en Toscana , dos iglesias que gobernaba un solo
obispo. A pesar de su humildad y de su resistencia, fue necesario
obedecer. Aun brilló mas su virtud en la dignidad de obispo que
en el retiro del claustro ; y luego que el Papa le trató un poco mas
de cerca le creó cardenal. Viéndose en esta elevada dignidad , se
consideró con mayor obligacion de ser mas religioso , mas mortifi
cado y mas humilde. Llamóse el cardenal Alejandrino , por ser Ale
jandría de la Palla la ciudad mas inmediata al oscuro y desconocido
lugar de su nacimiento.; y el esplendor de la púrpura solo contribuyó
á,que se hiciese mas visible su modestia, y brillasen mas todas las
otras virtudes.
Muerto Paulo IV , su sucesor Pio IV no hizo menos estimacion de
nuestro santo Cardenal. Confirmóle en la suprema dignidad de in
quisidor general , que le habia conferido su predecesor ; sirvióse de
él en los negocios mas importantes de la Iglesia ; dióle todos los tes
timonios posibles de la mas estrecha confianza , y le transfirió del obis
pado de Nepi y de Sutri al de Mondovi en el Piamonte, que tenia
gran necesidad de un obispo como este.
Enternecióse á vista del lastimoso estado en que encontró su dió
cesis ; era un espeso erial ; mas á poco tiempo restauró la discipli
na, y con la reformacion de costumbres introdujo la virtud. Tantas
conversiones hadan su ejemplo y su dulcísima suavidad , como sus
296 MATO
palabras ; no habia resistencia á la modestia , á la vida ejemplar y
penitente de un obispo tan grande, de un inquisidor general, y de
un cardenal tan santo.
El año de 1565 murió el papa Pio IV, y fue colocado nuestro Santo
en la silla de san Pedro á solicitud de san Cárlos Borromeo. Apenas
se habia visto en la Iglesia de Dios eleccion de papa mas universal-
mente aplaudida. El clero , el pueblo romano , y todos los príncipes
de la cristiandad se prometieron desde luego las mayores bendicio
nes del cielo en su pontificado. Dió principio á su gobierno arreglan
do á su familia , para que sirviese de ejemplo á toda la corte roma
na ; y habiendo persuadido á los cardenales á que ejecutasen lo mis
mo , se introdujo la reforma tan visiblemente en toda la ciudad , que
en pocos días parecía otra. Obligó á los obispos á que residiesen, ó
á que renunciasen sus obispados. Restituyó el culto divino á toda
su majestad ; hizo reflorecer en las comunidades religiosas la obser
vancia y el fervor; desterró los desórdenes que se cometian en las
tabernas y en los figones ; prohibió casi todos los espectáculos pú
blicos ; dotó las doncellas pobres para librarlas de los peligros , y
sacó á muchas de ellas de su mala vida; restableció la exactitud y
la integridad en la policía y en la administracion de la justicia, y
publicó otros muchos reglamentos muy saludables para todo el cle
ro secular y regular.
No se limitaba su solicitud pastoral á los términos del Estado ecle
siástico ; toda la cristiandad experimentó los efectos del celo y de la
vigilancia de su santo Pastor. Animada y orgullosa la herejía con la
rapidez de sus progresos , y sostenida por la licencia de los grandes
y por la ignorancia de los pueblos , hacia lastimosos estragos en Ale
mania, en Francia y en los Países Bajos. No perdonó el santo Papa
á desvelos, cuidados, fatigas, arbitrios y diligencias para contener
los. Envió legados á todas las cortes : despachó celosos misioneros á
todas las iglesias afligidas; y expendió todo el patrimonio de san
Pedro en socorrer á los príncipes , y en ayudarlos á reprimir los ene
migos de la Religion y del Estado. Á la vigilancia y á la solicitud
de este santo Pontífice deben la ciudad de Aviñon y el condado de
Venesin el haber sido preservados de la herejía ; y así la Francia co
mo los Países Bajos no experimentaron menores efectos de su vigi
lancia pastoral.
Reconociendo Cárlos IX que debia no menos á las oraciones del
santo Papa, que á las tropas y dinero con que le habia socorrido,
las dos famosas victorias que consiguió de los Hugonotes en la bata
DIA XIV. 297
Ha de Jarnac y en la de Moncontour , le envió muchos estandartes.
El duque de Alba confesó que se le debia la conservacion de Flan-
des ; y en Alemania apenas se mantuvo la Religion sino á costa del
celo y de la inmensa inagotable caridad de este gran Santo. Ni esta
se limitó dentro de la Europa sola; extendióse hasta la América,
hasta las Indias , hasta los últimos confines del Japon , donde así los
misioneros, como los neófitos, se mantuvieron algun tiempo á ex
pensas del heroico Pontífice.
No es fácil imaginar celo mas ardiente , mas puro, ni mas univer
sal ; no habia hombre apostólico á quien no animase con sus ejem
plos, á quien no mantuviese con sus oraciones, á quien no alenta
se con sus socorros. Perfectamente instruido de la santidad y de la
utilidad de la nueva Compañía de Jesús , no solo se declaró su pro
tector, sino padre suyo. Admiraba su Instituto; exaltaba continua
mente los gloriosos trabajos de sus hijos; colmóla de favores, de
gracias y de privilegios por cuatro bulas , que comprenden el mas
noble elogio que se puede hacer de la Compañía.
Mas al mismo tiempo que trabajaba tan infatigablemente en con
servar la fe dentro de Europa, y en extenderla por el Nuevo Munr .
do , no perdonaba á diligencia alguna para atajar los progresos que
iba haciendo el enemigo comun del nombre cristiano. Luego que
ascendió al sumo pontificado , envió cuantiosos socorros á la isla de
Malta, para que se reparase de lo que habia padecido en el sitio
que defendió tan gloriosamente contra Soliman II , emperador de
los turcos. Habiendo su hijo el sultan Selim II roto el tratado que
se habia hecho con los venecianos, y apoderádose de la isla de Chi
pre, amenazaba á Malta, Venecia, Sicilia y á toda la cristiandad.
Llenóse toda de terror, sin descubrir otro mayor consuelo ni espe
ranza que la que fundaba en lo mucho que podían con Dios las ora
ciones del santo Papa. No fue vana esta confianza de los fieles; por
que habiendo juntado el Pontífice sus fuerzas con las de los prínci
pes cristianos, agotó , por decirlo así, el tesoro de la Iglesia para
tan gloriosa empresa. La armada otomana, compuesta de doscien
tas galeras , y de cási setenta fragatas y bergantines , habia echado
el áncora en el golfo de Lepanto , persuadida á que la escuadra
cristiana no tendría valor para salir de los puertos ; pero engañóse,
porque al amanecer del dia 7 de octubre comenzó á entrar en el
golfo. El Sr. D. Juan de Austria , que la mandaba, y Marco Anto
nio Colona , general de las tropas de la Iglesia , viendo que la ar
mada turca venia á toda vela hácia ellos , dieron la señal de acome-
298 MAYO
ter , «arbolando el estandarte que habia recibido de mano de Su
Santidad.
Apenas se desarrolló la imágen de un Crucifijo , que se registraba
bordada en medio del estandarte , cuando postrada toda la escuadra
cristiana la adoró profundamente , saludándola con grandes gritos de
alegría ; y hecha una breve , pero fervorosa oracion , se vino á las ma
nos. El viento , que favorecía á la armada otomana , se mudó de re
pente , y desde el principio del combate se declaró en favor de los
cristianos. Mientras el santo Papa, como otro Moisés, levantaba las
manos al cielo, las armas cristianas estaban consiguiendo la mas com
pleta y mas gloriosa victoria que jamás se habia visto. Fue este glo
rioso dia el 7 de octubre de 1571. Perdieron los turcos mas de trein
ta mil hombres , con su general ó almirante Alí-bajá, y mas de tres
cientos vasos entre galeras y.otras embarcaciones. Hiciéronse cinco
mil prisioneros , y cobraron libertad cerca de veinte mil cautivoscris-
tianos ; fue inmenso el botin , y el fiero enemigo del nombre cristiano
quedó consternado y abatido. Despues de Dios se atribuyó toda la
gloria de este famoso dia al santo pontífice Pio , que desde que salió
de Roma el almirante Colona para hacerse á la vela, no habia cesa
do de afligir con nuevas penitencias su ya extenuado cuerpo al rigor
de las enfermedades y de las mortificaciones, orando continuamente,
y disponiendo que todos orasen en públicas rogativas por el buen
suceso de las armas cristianas; y mientras el santo Papa de dia y de
noche derramaba torrentes de lágrimas en la presencia del Señor , en
el mismo punto en que los Cristianos triunfaban de los turcos , le re
veló el cielo en una especie de éxtasis aquella grande victoria.
Estaba hablando Su Santidad con algunos prelados en el palacio
del Vaticano , y á lo mejor de la conversacion dejólos de repente ;
abrió una ventana ; fijó los ojos en el cielo ; estuvo inmóvil un gran
rato; volvió en sí de aquella suspension, y convirtiéndose á los pre
lados les dijo : iVo es tiempo de hablar de negocios : id luego á dar
gracias á Dios por la célebre victoria que nuestra armada naval aca
ba de conseguir de los turcos; y postrándose el santo Papaá lospiés
de un Crucifijo , pasó en oracion lo restante de aquel dia. Hasta ca
torce días despues no pudo llegar la posta ; y sus pliegos acredita
ron la verdad de la revelacion , y la puntualidad con que el cielo
le habia anticipado la noticia.
Entre las oraciones públicas que mandó hacer en accion de gra
cias , la tierna devocion que profesaba á la santísima Virgen le movió
á instiluir una liesta particular el dia 7 de octubre con el Utulo de
du xiv. 299
Nuestra Señora de la Victoria, en reconocimiento de la que esta so
berana Reina habia alcauzado de su Hijo en favor de los Cristianos.
Gregorio XIII , su sucesor, fijó esta fiesta al primer domingo del mis
mo mes , con el título de Nuestra Señora de la Victoria y del santo
Rosario ; cuya fiesta se celebraba ya antes con mucha devocion y
solemnidad el dia 25 de marzo.
No sobrevivió mucho tiempo el santísimo Pontífice á esta célebre
victoria , que tantó abatió el poder y el orgullo del imperio otomano,
y llenó de tanto gozo á toda la Iglesia católica. Oprimido con la fa
tiga de sus apostólicos trabajos , extenuado al rigor de sus ayunos y
excesivas penitencias , y consumido con los ardores de su celo , tuvo
algun presentimiento de su cercana muerte. Por el mes de marzo
sele avivaron extraordinariamente los dolores de piedra , que le ator
mentaban muchos años habia ; y reconociendo que se iba acercando
su fin, dobló tambien su fervor. Quiso visitar por la última vez las
siete iglesias de Roma , y lo hizo con singularísima ternura y devo
cion. Aunque se sentía tan malo , y padecia vivísimos y continuos
dolores , no hubo forma de dispensarse en la abstinencia , ni en el
ayuno de la Cuaresma. Durante su enfermedad se reconcilió todos
los dias ; y celebró el santo sacrificio de la misa hasta que ya no pu
do hacerlo. Mandó que le administrasen la santa Uncion , y se le oia
repetir muchas veces : Lwtatus sum in his quw dicta sunt mihi: m
domum Domini ibimus. Estoy lleno de alegría, sabiendo que presto
hemos de ir á la casa del Señor. En fin , despues de una breve ago
nía, que pudo parecer especie de oracion, este gran Papa murió
con la muerte de los justos el dia 1.° de mayo del año 1572, en el
sexto de su pontificado , y á los setenta y ocho de su edad.
Fue universal la afliccion y sentimiento, no solo en Roma, sino
en toda la cristiandad. No hubo Pontífice mas tierna ni mas gene
ralmente llorado. Tanto como seafligieron los Cristianos con su muer
te , tanto la celebraron los turcos , porque le miraban como el mas
terrible enemigo de la potencia otomana. Estuvo expuesto su santo
cuerpo en la iglesia de San Pedro por espacio de cuatro dias, en los
cuales fue inmenso el concurso del pueblo que acudió á reverenciar
le, y fue acompañada su devocion con muchos milagros.
Diez y seis años despues de su muerte el papa Sixto V hizo levan- *
tar un magnífico mausoleo en la iglesia de Santa María la Mayor, y
fueron trasladadas á él con grande solemnidad sus preciosas reli
quias. Los muchos y grandes milagros que en vida y muerte ha
obrado el Señor por intercesion, de este gran siervo suyo movieron
300 MAYO
al papa Clemente X á beatificarle solemnemente el día 1." de mayo
del año de 1672 ; y finalmente la santidad de Clemente XI le puso
en el catálogo de los Santos por la bula de su canonizacion , que
expidió en 4 de agosto de 1711 ; acreditando bien la magnificencia
con que en todas partes se celebró esta fiesta la singular devocion y
veneracion que todos los fieles profesan á este gran Santo.

La Misa es en honor de san Pio V, y la Oracion la que sigue:


Deus, qui ad conterendos Ecclesice Ó Dios, que te dignaste elegir por
tuve hostes, etad divinum cultumrepa- pontífice máximo al bienaventurado
randum, beatum Piumpontificemma- san Pio V, para destruir á los enemi-
ximum eligere dignatus es; fac nos gos de tu Iglesia, y para reparar el
ipsius defendí prasidiis, etita tuis in- culto divino ; haz que seamos defen-
hverere obsequiis, ut omnium hostium didos con tu proteccion, y que de tal
,superatis insidiis, perpetua pace late- manera nos dediquemos á tu servicio,
mur: Per Dominwm nostrum Jesum que librándonos de las asechanzas de
Christum... todos nuestros enemigos, gocemos de
una perpétua paz. Por Nuestro Señor
Jesucristo, etc.

La Epístola es del capítulo xliv y xlv del Eclesiástico, pág. 207.

REFLEXIONES.
Invenit gratiam coram oculis Domini: halló gracia en los ojos del
Señor. El favor de los grandes del mundo no excluye el mérito ; pe
ro tampoco le supone, ni mucho menos le da. Puede lograrse sin
merecerse ; mas supongamos que se merezca, ¿qué provecho, qué
ventaja sólida y permanente se saca de estar en su gracia? Ya es
como destino de los favorecidos no conservar el favor hasta el fin ; ó
porque los príncipes se cansan de ellos despues de haberles dado to
do cuanto pueden darles, ó porque ellos se cansan de los príncipes
euando no tienen mas que esperar. Pero demos que se conserven en
la gracia del príncipe hasta la muerte ; de todos sus favores, ¿qué
provision les podrá ser útil para la otra vida? Á un favorecido que
se condenó , ¿le servirá de gran consuelo haber sido objeto de envi
dia en la corte , haber tenido parte en todas las gracias , haber me
recido toda la confianza del príncipe? Cómprase por lo comun á su
bido precio el favor de los grandes ; cuesta mucho el conservarle,
y la desgracia, por lo regular, es efecto del capricho. Pero ¿cuesta
tanto hallar gracia en los ojos del Señor?
Desde que quiero estar en gracia suya, lo estoy: y cuando dejo
DIA XIV. 301
de estarlo, siempre es por culpa mia. Este favor no causa celos;
cuanto mas estrechamente se logra , con mayores ansias se desea que
se aumente el número de los favorecidos ; el tesoro de las gracias es
infinito ; por mas que se repartan y se distribuyan , nada se pierde ;
finalmente , hablando en rigor , sola la amistad de Dios da verdadero
mérito. El nacimiento , los bienes de fortuna , un empleo honorífico,
un mérito puramente exterior, la brillantez del ingenio , la penetra
cion , el despejo, la cultura, si dan alguno, es muy superficial y
bien despreciable. No hay duda que hay prendas naturales que ha
cen respetables á los hombres ; pero en este respeto tiene mucha parte
la imaginacion: y sobre todo, ¿de qué utilidad, ni de cuánta dura
cion son esos imaginarios méritos? Sola la virtud no depende , ni de
la idea , ni del capricho de los hombres, ni de la inconstancia de los
tiempos. ¿Es un O grato á los ojos de Dios? ¿está en su gracia? pues
tiene verdadero mérito. Que sea de humilde y oscuro nacimiento,
que tenga ingenio ó deje de tenerle, que sea pobre , que sea desco
nocido , que le falte toda humana proteccion , todo apoyo , todo ar
rimo, ¿es amigo de Dios? pues es hombre respetable. Los disolutos
que están mas cubiertos de oro*espelan la inocencia y la virtud en
el mas vil y mas andrajoso esclavo. En vano afectan burlarse, di
vertirse, hacer chufleta de la devocion ; interiormente la estiman y
la veneran. Es este un tributo que la razon paga indispensablemen
te á la virtud. Halló gracia en los ojos del Señor. En este breve pa
negírico se comprenden los mas grandes , los mas magníficos elogios.
¿Halló esta gracia? Pues ya hizo su fortuna por el tiempo y por la
eternidad, j Yserá posible que ni siquiera sea objeto de nuestra am
bicion esta fortuna! ¡y será posible que estimemos tan poco este
favor ! \ Y será posible que nos haga tan poca fuerza este mérito ! y
¡será posible que aspiremos á otra gloria ! ¡ Oh buen Dios, cuánto
nos debe humillar este mal gusto, y este perverso modo de discur
rir! pero ¡qué desesperacion será la nuestra algun dia por haber
hecho tan poco caso de la amistad del Señor !

El Evangelio es del capítulo xxv de san Mateo , pág. 209.

MEDITACION.
Cuánto importa no despreciar las cosas pequeñas.
Punto primero. — Considera con qué exactitud y con cuánto cui
dado tomó cuenta el padre de familias hasta de los menores talentos,
20 tomo v.
302 SAYO
y con qué severidad castigó la negligencia del siervo tímido y pere
zoso. Solo se descuidó en negociar con un talento , y por eso fue Con
denado al último suplicio. Terrible documento para los que hacen
poco aprecio de las obligaciones mas menudas.
Aun el motivo de la grande liberalidad que ejercitó el padre de
familias es leCcion muy importante : Alégrate, siervo fiel, puespor-
que lo fuiste en pocas cosas, yo te haré dueño de muchas. Desengañé
monos, y acabemos ya de deponer esas falsas preocupaciones. Es
error imaginar que la escrupulosa exactitud en cumplir con las obli
gaciones y reglas mas menudas es virtud de novicios, y que la só
lida virtud no depende de esa exactitud escrupulosa; porque real-
mentesin ella no hay verdadera virtud. Quia super pauca fuisti fidelis ;
porque fuiste fiel en pocas cosas , esto es, en cosas pequeñas. Aquí no
se habla ni de grandes sacrificios, ni de cuantiosas limosnas, ni de
victorias extraordinarias ; ni los desiertos , ni los cadalsos se proponen
aquí por medida del premio y del salario : Quia super pauca fuisti fide
lis. Esas acciones heroicasque hacen tanto ruido , y que tanto edifican
al mündo , son poco frecuentes. No todos los dias se entra en una Re
ligion ; son muyraras esas grandes álortificaciones; el sacrificio de los
padres, de los parientes, de los bienes de fortuna se hace una vez
en la Vida. Pídenos Dios un amor, una fidelidad mas constante, y
la fidelidad en cosas pequeñas es de todos los dias y de todas las ho
ras. A cada instante se nos ofrecen pasiones que domar, ocasiones en
que sufrir , humor , genio y caprichos que vencer. Estas victorias no
hacen tanto ruido ni nos granjean tanto honor delante de los hombres;
pero Soft de un precio inestimable á los ojos de Dios. ¡Cuántas gra
cias se siguen necesariamente á esas multiplicadas victorias! ¿Y
bastará una devocion pasajera, un fervor momentáneo, una virtud
superficial para esta firme y constante fidelidad?
Se puede decir que la virtud mas elevada dependedeesta fiel pun
tualidad 'en cosas pequeñas ; ó á lo menos es cierto que para ser
exacto en ellas es menester un grande amor de Dios. Para vencer las
dificultades que se presentan en las acciones grandes basta mu
chas veces el honor que se nos sigue de ellas; las mayores humilla
ciones, siendo públicas y voluntarias, traen consigo no sé qué es
plendor ó brillantez que lisonjea al amor propio. Pero cuando en el
cumplimiento de las obligaciones menudas no se descubre cosa que
pueda avivar el apetito de la propia estimacion ; cuando todo el mé
rito de la obra es puramente interior; cuando son aquellas acciones
comunes, oscuras y ordinarias en que el amor propio no descubre
DIA XIV. 303
aliciente ni atractivo ; cuando los motivos de ella son totalmente so
brenaturales , sin mezcla de algun humano respeto ; cuando la Re
ligion y la perfeccion es su único móvil y principio ; entonces, ¿qué
virtud mas sólida , ni qué amor de Dios mas encendido ni mas pu
ro? Y á vista de esto , ¿habrá quien se desaliente, quien desespere
de arribar á la perfeccion , porque ni se siente con espíritu , ni se le
ofrece ocasion para hacer cosas grandes? iQué dolor ! ¡qué confu
sion será la nuestra cuando veamos que la mas elevada santidad
dependía de la observancia de las mas menudas reglas , del cumpli
miento de las mas mínimas obligaciones !

Punto segundo. — Considera el cuidado que ha tenido Dios de


hacernos demostraciones de esta verdad , disponiendo que los efec
tos mas maravillosos pendiesen no pocas veces del cumplimiento de
las obligaciones mas menudas , y de circunstancias al parecer muy
ligeras.
¿Pudo haber ceremonia mas ligera que la de levantar las manos
al cielo? con todo eso de ella dependió la victoria de los amalecitas.
Tomar el agua en el hueco de la mano, y no encorvarse, ó no ba
jarse para beber, parecía circunstancia bien menuda ; sin embargo,
de esta menudencia dependió la salud del pueblo de Israel. ¿Qué has
hecho, Joás, exclama el Profeta? ¿No has herido la tierra con tus
saetas mas que tres veces? Si la hubieras herido cinco , seis ó siete,
vencerías el ejército enemigo hasta derrotarle enteramente. Herir la
tierra dos ó tres veces mas ó menos , era ó parecía ceremonia harto
ligera ; y no obstante, de esta ceremonia estaba pendiente la tran
quilidad y la gloria del reino de Joás.
] Oh mi Dios , cuántos y cuántas andan arrastrando toda la vida por
el camino de la perfeccion ; cuántos y cuántas envejecen y encanecen
entre mil groseras imperfecciones , llegando á morir en una lasti
mosa tibieza , á quienes se les pudiera decir : Sí percusisses quin-
quies autsexies, hubieras vencido las mayores dificultades! Dos ó
tres pasos mas que hubieras dado, algunos dias , algunos meses mas
de perseverancia te constituían muy superior á todos los respetos
humanos. No hay duda que tu porte fue bastantemente regular ;
solo te faltó un poco mas valor, alguna mayor fidelidad en dertas
* cosillas que eran de tu obligacion , en observar ciertas reglas que
parecían menudas , para conseguir de Dios gracias muy extraordi
narias, y para arribar á una eminente santidad. ¡Oh cuánto duele,
304 MAYO .
cuánto escuece cualquiera remordimiento en esta materia , especial
mente si es dictado por el amor propio !
Demos caso que para llegar á la cumbre de la perfeccion fuera
menester atravesar mares, sacrificar todos los bienes, padecer gran
des afrentas , hacer gruesas limosnas : demos caso que para ser santo
fuera necesario dar la propia vida; ¿seria lícito dudar, ni aun deli
berar en este caso? ¿Pudiera parecemos , ni aun entonces , que cos
taba la santidad mas de lo que ella merecía? Si rera grandem dixisset
Ubi, ecce facere debueras , se le dijo á Naaman ; quanto magis quia.
nunc dixittibi: lavare, et mundaberis? Aunque Dios hiciera depen
diente la virtud de lo mas penoso, de lo mas trabajoso que puede ha
ber en esta vida , ecce facere debueras, no pudiéramos , ni debiéramos
dejar de practicarlo. Quanto magis quia nunc dixittibi: lavare, et
mundaberis? Pues ¿qué excusa podemos alegar, sabiendo que Dios
tiene, digámoslo así, aligadas las mayores gracias, los mas singu
lares favores , la virtud mas elevada á la exactitud en las cosas mas
menudas? ¡ Y qué dolor será el nuestro por haber faltado á esta exac
titud y á esta felicidad !
Bien lo experimento yo, divino Salvador mio, bien lo experimen
to ; y no experimento menos toda la amargura de mi confusion con
la memoria triste de mis pasadas tibiezas ; pero este mismo dolor,
efecto de vuestra gracia , me alienta á esperar que ya no faltaré á
la fidelidad en el cumplimiento de las mas menudas obligaciones,
mediante vuestra divina asistencia.

Jaculatorias. — Con mucha razon habeis mandado se guarden


vuestros divinos preceptos con la mayor exactitud. (Psalm. cxvni).
Resuelto estoy, Señor, á cumplir con toda puntualidad tus justos
mandamientos ; solamente te suplico que no me desampares en mi
flaqueza, (tbid.).
PROPÓSITOS.
1 Ya es error sobradamente comun, aun en los que hacen pro
fesion de virtuosos , despreciar las cosas pequeñas , ó no hacer el ma
yor caso de ciertas obligaciones que parecen muy menudas. La de
licadeza de conciencia en este punto suele reputarse por vana timi
dez de una alma pusilánime ; y la puntualidad escrupulosa en este '
género de menudencias no pocas veces se califica por prueba de un
espíritu corto y apocado. Quieren decir que un corazon magnánimo
DIA XIV. 305
y elevado, pierde de vista esas nimiedades ; y que la verdadera vir
tud es independiente de un monton , de un agregado de piadosas
menudencias, que abaten el ánimo, hacen urbana, grosera y enfa
dosa la sociedad, y en vez de fomentar la devocion, la agotan y la
desecan. Sobre este falso principio se huye de todo lo que suena á
opresion ; se da libertad á los sentidos ; las pasiones viven con en
sanche; y ¿qué nace de aquí? las funestas recaídas y la triste rela
jacion que tantas veces se experimenta. Una rendija que se despre
cie , y no se calafatee, basta para echar á fondo un navio. Si se han
dejado arruinar las fortificaciones exteriores ; si no se han reparado
las brechas ó las ruinas de las murallas , no está la plaza en estado de
defensa ; levántense de pronto las trincheras que se quisieren, no
puede durar el sitio cuando los sitiados se hallan tan descubiertos.
Las devociones, la modestia, la circunspeccion , la observancia de
las reglas mas menudas , son como aquellas obras avanzadas que de
tienen al enemigo desviado de la plaza. El que jamás se dispensa en
la oracion de la mañana , en la leccion espiritual , en la frecuencia
de Sacramentos , en ciertas obligacioncillas de su estado, en ciertas
reglas que parecen de poca importancia , no es capaz de faltar á las
obligaciones esenciales ; pero cuando se abandonan estos puestos
avanzados , cuando no están bien, defendidas estas entradas , presto
nos coge el enemigo por sorpresa. Desengañémonos, que no está léjos
de romper con un amigo ó con un amo el que repara poco en dis
gustarle á menudo. Examínate escrupulosamente acerca de este ar
tículo ; mira si te dispensas ligeramente en el cumplimiento de cier
tas obligaciones que parecen de poca monta ; si has dejado ciertas
devociones que á los principios de tu conversion practicabas con tan-r
to provecho tuyo ; nota y enmienda lo que te hubieres relajado en
este punto.
2 Haz un firme propósito, é imponte una como ley de no dejar
en toda tu vida ciertas devociones , ciertos ejercicios de religion muy
saludables y muy útiles, cuyo valor ignoran muchos. Por ejemplo,
persígnate ó haz siempre la señal de la cruz como cristiano ; esto es,
con decencia, con devocion y con respeto, formándola perfectamente
y sin garabatos ; con reposo , con religion y con sosiego , como nos
lo enseñaron los Apóstoles , llevando la mano derecha a la frente,
desde la frente al pecho, desde el hombro izquierdo hasta el dere
cho, y diciendo con devota páusa : In nomine Patris , et Filii, et Spi-
ritus Sancti; haz esto á menudo, porque es, como se ha dicho, una
profesion de fe en compendio , y el dia de hoy parece que muchos
306 MAYO
no tienen valor, ó que tienen vergüenza de hacerla. ¿ Quién dirá
que hacen la señal de la cruz muchas personas , al observar como
la hacen? Mas parece burla, irreligion y desprecio. Segundo : Nun
ca dejes de tomar agua bendita al entrar y salir de la iglesia. Hay
algunos que tienen por devocion popular una costumbre tan cris
tiana, tan santa y tan antigua, y pensarían que se hacian vulgares
si tomasen agua bendita y la llevasen á la frente ; así se va debili
tando poco á poco la fe de los Cristiamos por unas negligencias su
mamente perjudiciales á la piedad. Tercero : Tambien es una de
vocion de gran provecho , y de no menor ejemplo , tener siempre
agua bendita en el cuarto, tomarla al entrar y al salir de él , y ro
ciar con ella la cama al tiempo de acostarse. Cuarto : Nunca omi
tas la bendicion y las gracias antes y despues de la comida. En todos
tiempos fueron muy exactos y religiosos los Cristianos en esta santa
costumbre. Pero ¡ah, y cuántos el dia de hoy se sientan y se le
vantan de la mesa como pudieran hacerlo unos gentiles! Á vista de
esto, poco nos agraviaría el que nos preguntase si entre los Cristianos
de nuestros tiempos se encontraban muchos verdaderos fieles.

DIA XV.
MARTIROLOGIO.
LOS SANTOS TORCÜATO, TBSIFONTE, SeGLNDO, INDALECIO, CECILIO, EslQUlO
Y Eufrasio, en España, los cuales fueron consagrados obispos en Roma por
los santos Apóstoles , y enviados á España a predicar el Evangelio ; y habién
dole predicado en varias ciudades, conquistando á la fe católica un sinnúmero
<Ie almas, murieron en diversos lugares de este reino: Torcuato en (Acci)
Ouadix (véase su vida en las del dia 24 de este mes de mayo ); Tesifonte en
(Yergii) Béjnr (véase al 10 de abril ) ; Segundo en (Abulte) Ávila (véase al 13
de este mes de mayo); Indalecio en (Vrci) Almería (véase al 28 mano) ; Ceci
lio en (Illiberi ) Granada fvéase al 1." de febrero) ; Esiquio en (Corteja) Car-
teya (vease al 3 de julio), y Eufrasio en (Illiturgi) Andújar (véase al TI de
este mts de mayo ).
San Maxcio, mártir, en Evor-a en Portugal. (Véase su historia el diadehoy).
San Isidoro, mártir, en la isla de Chio, en cuya iglesia hay un pozo, en el
cual dicen que fue echado , cuya agua frecuentemente sana á los enfermos que
la beben. (Es patron de los navegantes en los mares de Grecia, y muy esclare
cido por los milagros que obra en favor de los que invocan su mediacion ).
El martirio de los santos Pedro, Andrés, Pablo y Dionísia, en La-
njosac en el Helesponto.
San Simplicio, obispo y mártir, en Fausina en Cerdeña, quien en tiempo
del emperador Diocleciano, siendo presidente Bárbaro, consumó el martirio
traspasado oon «na lanza.
DIA XV. 307
LOS SANIOS HÁRTIRSS CASIO , VICTORINO, MÁXIMO Y SUS COMPAÑEROS, en
Auvernia.
Santa Dimpna, virgen y mártir, hija de un rey de Hibernia (Irlanda), en
Brabante, la cual fue degollada por órden de su propio padre, por mantenerse
constante en la fe católica, y en conservar la virginidad (contra la ceguedad y
locura de aquel).

SAJV WITESINDO, MARTIR DE CÓRDOBA.

Fue Witesindo de tierra de Cabra , villa antigua y noble de An


dalucía, que en lo antiguo se llamó Egabro, y tuvo silla episcopal,
como en otra parte hemos dicho. Este Santo, permitiéndolo así Nues
tro Señor por sus ocultos juicios, ó bien para mostrar cuan poco son
y pueden los" hombres dejados á su natural , siendo ya viejo cedió al
furor del rey de Córdoba Mahomad , que perseguía á los Cristianos,
y ofreció negar la fe. Humillado con esta caida, le dió la mano Nues
tro Señor para que levantándose con esfuerzo borrase el yerro pa
sado. Y así fue que como los moros le estrechasen á dar pruebas de
lo que habia prometido, con nuevo espíritu de cristiano dijo que no
cometeria tal maldad , y que estaba resuelto á desmentir con el co
razon y con la obra la flaqueza pasada. Hecha relacion del caso al
juez, recibió tanto enojo, que luego lo mandó degollar. Ejecutóse la
sentencia en mayo del año 835. Con tanta aceleracion escribió san
Eulogio las actas de este martirio, que se le pasó advertir el dia en
que sucedió ; solo dice que fue por el tiempo en que padecieron san
Amador y sus compañeros Pedro y Luis , de quienes hablamos el mes
pasado. Tampoco hace memona del paradero de su cadáver. Puede
conjeturarse que fue echado ai rio, como lo eran «ntonces los de to
dos los Mártires.
Martin de Roa no puso este santo Mártir en el Breviario que la
iglesia de Córdoba sigue desde el año 1G01 , porque la licencia que
dió el Papa para hacer oficio á ios Santos solo se extendía á los que
estaban registrados en el Martirologio romano ; y no lo estaba el de
san Witesindo , aunque tenia la misma autoridad de los demás de
quien escribió san Eulogio , solo por no haberle señalado el dia de
su marta-io. El cardenal Baronio, reformador del antiguo Martiro
logio romano, señaló á san Witesindo en tel dia 15 de mayo, y dice-
Boa q«e lo hieoasí movido de una representacion que á la Santa Se

no tm efecto , fuese por olvido del Cardenal , ó por otra


308 MATO
causa. Lo cierto es que en Córdoba no se le hace fiesta como á los
otros Mártires de la persecucion sarracena.

SAN MANCIO, MÁRTIR.

De este siervo de Dios consta por sus actas que era romano de na
cion , y que con unos judíos á quienes servia vino á España, y en
compañía de ellos hizo mansion en la provincia de Lusitania en el ter
ritorio de Evora , en una heredad llamada Miliaria , en medio del
camino real , que por ventura es el que Antonino pone por Evora
desde Lisboa á Mérida. Y como los judíos viesen que este criado suyo
con grande exactitud guardaba el Evangelio de Cristo , intentaron
persuadirle que judaizase. Mando con pecho cristiano hizo delante
de ellos profesion pública de nuestra santa Religion , sin hacer caso
de los tormentos con que le amenazaron. Ellos entonces como fieras,
arremetiendo contra él , lo desnudaron , y con sogas estiraron sus
miembros, descargando sobre su cuerpo fieros golpes. Luego le echa
ron prisiones al cuello , y le ataron las manos y los piés con tan ex
traña crueldad , que en estas heridas llegaron á criarse gusanos ; so
bre esto hicieron que trabajase en el campo de sol á sol. Todo lo
llevaba el Santo con increible paciencia ; aun de la noche que le da
ban para descansar cercenaba algunos ratos, no viéndose harto de
bendecir á Dios que tales mercedes le hacia. Al cabo le venció la
debilidad y el peso de los trabajos , y entregó su espíritu al Señor.
Mucho sintieron los judíos que hubiese muerto sin poderle vencer,
y ensañándose contra él su rabia sedienta , arrastraron su cadáver
con las mismas prisiones con que lo habian hallado , y junto al ca
mino lo taparon con un poco de tierra.
Pocos años despues pasando por aquella heredad un caballero cris
tiano se le apareció el Santo en la figura y traje que cuando vivia,
y le contó su martirio, y el lugar donde los judíos le pusieron, pre
viniéndole que le diese mas honrosa sepultura. Añaden las actas que
á este caballero predijo el Santo como dentro de siete dias ganaría
un pleito muy largo en que habia gastado gran parte de su hacienda,
y no esperaba salir de él en muchos años. Lo cual se cumplió , y vi
niendo al lugar señalado descubrió el sagrado cadáver fresco como
si acabara Mancio de espirar, y en una pequeña iglesia que de pron
to edificó, lo hizo colocar en un sepulcro de piedra. Luego despues,
corriendo la fama de las maravillas que obraba el Señor por inter
cesion de su siervo, se le edificó un templo suntuoso adornado de
DIA XV. 309
mármoles , y enriquecido con muchas y muy ricas alhajas , á expen
sas de un caballero llamado Julian , que por intercesion del Santo
fue absuelto de un delito que se le imputaba, y de Julia, señora an
ciana , á cuyo poder vino aquella heredad. El cuerpo del santo Már
tir fue colocado debajo del altar, donde permaneció hasta la entrada
de los sarracenos, con cuyo motivo fue trasladado al lugar que hoy
llaman Villanueva de San Mancio , á una legua de Rioseco en el
obispado de Palencia , y existe en el monasterio de la Orden de san
Benito, que dice Morales haberse fundado en tiempo del rey D. Alon
so VIII de Leon ; y por una inscripcion que existe allí en el claustro
consta haber sido consagrada la iglesia con título de San Mancio á 27
de mayo del año 1195. Por los años 1565 fueron sacadas estas reli
quias del sitio en que estaban debajo del altar mayor de este mo
nasterio, y colocadas en una urna de plata al lado del Evangelio, y
entonces se repartieron reliquias á varias iglesias. El monasterio de
Sahagun , cuyo priorato es el de Villanueva , llevó la cabeza. En 1592
recibió Evora un brazo.
Es probable que el martirio de nuestro Santo no sucediese en los
tres primeros siglos de la Iglesia , en que los judíos no ponían la ma
no contra los fieles , contentándose con la carnicería que de ellos ha
cían los idólatras. Tampoco se lee en el siglo IV que los judíos hi
ciesen atentado ninguno contra los Cristianos. En el V estaba en
muy deplorable situacion la provincia de Lusitania, dominada par
te de los suevos , parte de los godos. Evora especialmente no per
teneció al dominio pacífico de los suevos ; y los godos no fueron ca
tólicos, hasta el fin del siglo VI. Entre estas turbaciones pudo muy
bien haber sucedido el martirio de nuestro Santo , cuyo sitio refie
ren las actas haber pasado poco tiempo despues á manos de católicos.
El Breviario antiguo de Evora , y algunos autores nuestros , dan
por cosa sentada que san Mancio fue mártir de los tiempos apostóli
cos , y el primer obispo de aquella ciudad , y que en ella y su comar
ca predicó el Evangelio, hasta que ante el juez Validio dió la vida en
defensa de la religion católica. Pero respetando la autoridad de An
drés Resende que reconoció el Breviario de Evora , no osamos dar
por cierta esta especie , de que no hay memoria en las actas antiguas
que Papebroquio publicó sobre el dia 21 de mayo , enviadas por
D. Juan Lucas Cortés, ni en el manuscrito gótico de ellas algo dis
tinto que se conserva en la real biblioteca de Madrid. Estas actas tu
vo tambien presentes Floro, el que en tiempo de Carlomagno aumen
tó el Martirologio de Beda publicado por los Padres Antuerpienses.
310 MAYO
Otras varias ficciones se introdujeron en la historia de nuestro Santo
despues de los falsos cronicones, confundiéndolo con san Memmio,
de quien hace memoria el Martirologio romano á o de agosto, como
enviado por san Pedro á Francia á la ciudad de Chalons sobre el Mar-
ne , y diciendo de él otras cosas que no estaban conocidas antes en.
la iglesia de Evora.
En orden al dia de su fiesta nuestros Breviarios antiguos gene
ralmente la celebran el dia 21 de mayo.

SAN ISIDRO LABRADOR, PATRON DE MADRID.

La vida de san Isidro ha sido y será siempre una acusacion de


los que viviendo en el estado llano y humilde de la república, y ga
nando el pan con el sudor de su frente , se creen excusados de aspi
rar á la perfeccion en el camino de la virtud. Nació este siervo de
Dios en la villa de Madrid por los años de 1080 hasta el de 1082
Ignórase en qué parroquia fue bautizado ; pero se presume seria la
de San Andrés (que fue una de las que conservó Madrid durante la
dominacion agarena ) , de la cual fue parroquiano, y mas frecuentó su
devocion en vida, y honró despues de su muerte con el tesoro de su
cuerpo. La humildad de su familia nos ha ocultado el conocimiento
de las particularidades de su niñez ; y todp lo que sabemos de ella es,
que casi desde la cuna fue prevenido con las mas dulces bendicio
nes del Señor, siendo tan inclinado desde luego á la virtud, queja-
más perdió el candor de la primera inocencia.
Las bellas disposiciones de Isidro no fueron miradas con indife
rencia por sus padres : enseñábanle aquellas devociones que tan fuer
temente se embeben en la niñez , y acostumbran producir los mas
maravillosos efectos en edad mas crecida ; y sus ejemplos iban á la
par de sus doctrinas , pues practicaban lo mismo que le enseñaban.
Entre otras iglesias que ellos frecuentaban era una la de Nuestra
Señora de la Almudena, en que habia canónigos regulares; y con
esta ocasion Isidro eligió entre aquellos santos varones uno para la
direccion de su alma *.

1 Cuando nació san Isidro, la villa de Madrid, aunque raerte y murada , no


era corte ni tampoco pueblo grande, empuñando á la sazon el cetro de Castilla
el valiente Alfonso TI de Leon, llamado por sus proezas el Bravo, el cual
arrancó á Toledo y toda Castilla la Nueva del poder de los moros.
a Habiendo el rey D. Atfonso YI «n.ancado á Madrid de las manos de las
DIA XV. 311
Imbuido Isidro en las máximas de virtud y de piedad, su comu
nicacion íntima era con Dios, á quien buscaba en su templo santo,
ya por medio de la oracion , ya recibiéndole sacramentado con mas
frecuencia de lo que se acostumbraba en aquel tiempo ; y con esta
frecuencia fué tomando incremento su devocion al santísimo Sacra
mento, así como de esta se originaba su grande propension á oir mu
chas misas , que fue una de sus devociones mas favoritas , y en las
cuales edificaba por la modestia y compostura, pareciendo una esta
tua , y mostrando claramente la devocion interior con que asistia á
ellas. •
Los ejercicios de su vida exterior consistían en ayudar á su padre
eu las faenas propias de su profesion. Unas veces iba al campo á lle
var la comida á dicho su padre ; otras le ocupaba este en guardar al
gun ganado que tenia ; otras en gobernar la carreta. Cuando ya se
lo permitían sus fuerzas le ayudaba á segar, cavar, arar, y otros ejer
cicios penosos propios del labrador.
Llegó el tiempo en que faltaron los padres, y entonces trabajaba
en la clase de jornalero, ocupándose tambien en abrir pozos y bode
gas , cuya molesta fatiga ilustró el Señor con varios milagros. Entre
otros es memorable el que sucedió en la casa de una señora de dis
tincion llamada Nufla. Vivia esta fuera de Madrid , y teniendo dis
tante el agua que necesitaba para su consumo, supo la habilidad de
Isidro para abrir pozos, y asimismo su gran virtud. Mandó por él,
y habiéndose presentado, le manifestó Nufla el objeto para que le
habia llamado, que era el abrir un pozo. Emprendió Isidro la obra,
y acierta profundidad dió con una enorme peña que inutilizó cuan
to habia trabajado Isidro hasta entonces , y parecía deber frustrar
todas sus esperanzas, al paso que aumentaba su cansancio, y redo
blaba sus esfuerzos ; pero como su paciencia era incansable , seguía
la maniobra sin perder aquella ; y aquel Señor que le probaba ma
nifestó con un prodigio cuan grata le era aquella, fatiga de su siervo,
pues en primer lugar hizo á la dura peña á manera de blanda cera

moros, lo primero que hizo fue dar orden para purificar los templos que ha
bían sido convertidos en mezquitas, dirigiéndose en particular sus solicitu
des al templo priacipai , á fin de que foese consagrado; y lueg» fue dedicado á
,Uana santísima, que toas adelante se denominó 4e la Aimudena, con motivo
de venerarse en ella una antiquísima imágende la misma Señora , que fue ha
llada en un cubo de la muralla, que estaba junto á la albóndiga en que se de
posita el trigo para el abasto comun, a cuya albóndiga llaman Jos árabes Al
312 MAYO
susceptible de la impresion de las plantas de Isidro, pues quedaron
estampadas en aquella del modo que las llevaba desnudas. Á este
prodigio se siguió el de empezar luego á deshacerse la peña en cris
talinos raudales , dando el pozo tan abundante el agua , que jamás
faltó aun en tiempo de grande sequía. Á mas de esto era su virtud
tan singular, que con ella conseguían los enfermos la salud , si la
bebian con una viva fe y devocion. Semejantes prodigios se vieron
en otros pozos hechos por mano de Isidro , entre los cuales es uno
el que hizo en la que ahora es calle de Toledo , y en aquel tiempo
era campo, en la casa que despues habitaron D.° María y D." Isa
bel Falconí , hermanas. Los mismos se experimentaron en la casa
de los Veras , que estaba junto al colegio Imperial , y despues fue
incorporada al mismo.
Como Isidro hizo este pozo en la casa del caballero Vera , tuvo
este ocasion de tratarle , y conocer la virtud de aquel que por otra
parte solo parecía un pobre hombre ; y prendado de él , pensó en que
dársele en casa para el cultivo de sus heredades, y se lo propuso, y
-aceptó Isidro el partido. ¡Dichoso Vera que supo tan bien escoger!
Él tenia en Isidro un criado el mas fiel , que á su tiempo ejercía lo
que requerían las tierras, pero con tal ahinco y tanto interés como
si fuesen propias ; y quien le viera trabajar en el campo se persua
diera que Isidro solo pensaba en la tierra. Sin embargo Isidro sabia
unir la vida activa con la contemplativa ; y mientras tenia la mano
en el arado , tenia el corazon elevado al cielo , no perdiendo jamás
de vista el único objeto interesante al hombre, que es el cultivo del
alma, para asegurar su salvacion. Quien advirtiese algunas de las
acciones que practicaba Isidro en el ejercicio de su oficio , juzgara
un mentecato y maniroto al que en todas ellas sembraba rasgos de
caridad á la par de su sencillez , y con ellas iba adquiriendo lucros
para la vida eterna.
Tal era lo que hacia cuando sembraba , pues algunas veces echaba
puñados de simiente fuera de la tierra labrada para que comiesen los
pájaros, á los cuales decia : Tomad, avecitas de Dios, que cuando Nues
tro Señor amanece, para todos amanece. Ordinariamente al empezar
á sembrar, al coger el primer puñado de simiente, decia al arrojar
lo : En nombre de Dios : esto es para Dios. Luego cogia el segundo
puñado, y decia : Estopara nosotros. Cogia el tercero, y al derramarle
decia : Estopara las aves. Tomaba el cuarto, y al arrojarlo decia :
Esto para las hormigas. En cierta ocasion estaban ciertos labradores
viendo lo que hacia Isidro, y acercándosele le dijeron : Isidro ¿y para
DIA XV. 313
las hormigas tambien? Y el Santo sonriéndose respondió con su na
tural candor y simplicidad : Si, tambien para las hormigas, que son
animalitos de Dios, y para todos da su Majestad.
Cuando Isidro salia á sembrar no le permitía su corazon compa
sivo hallar pobres, y dejar de socorrerles con trigo del que llevaba ;
y á veces su compasion se extendía hasta las aves , á las cuales con
vidaba con algun puñado de grano que les derramaba en tierra, cuan
do ellas parecía que hambrientas lo pedían desde los árboles, como
sucedia en tiempo de nieves. Un dia le envió su amo al molino con
un costal de trigo para moler : encontró en el camino unos pobres que
en sus semblantes llevaban las credenciales de su miseria, y en sus
sucios harapos una señal de su indigencia : no necesitó mas Isidro
para moverse á compasion, y decirles : Hermanos, ¿quereis un poco
de este trigo para remediaros, que no tengo otra cosa?
No lo dijo á sordos ; y así fue que no malograron la ocasion que se
les presentaba de dar algun pábulo á su apetito ; pues al punto pre
sentaron quien un pedazo de capa ó andrajo, cual la montera, para
recibir el grano que el bondadoso corazon de Isidro quisiese darle.
Siguió su camino, y halló una bandada de pájaros , los cuales , á su
parecer, le miraban , y con los ojos le pedían socorro : paróse , y con
su natural sencillez y candor abrió otra vez el costal , y les echó una
buena porcion de trigo. Con esto disminuyó tanto el costal, que llegó
al molino cási vacío. Tocóle su turno, y echó el poco grano que lle
vaba en la tolva para molerlo, y concluyendo de moler resultó tanta
harina que no cupo en el costal ; prodigio con que manifestó el Se
ñor cuán gratos le eran los rasgos de la caridad de su siervo. Pero
el molinero, menos caritativo y demasiado malicioso, no atribuyo
aquel aumento á milagro , sino á hurto , sospechando que Isidro ha
bría hurtado alguna porcion de grano de otros costales ; y aun pasó
de la sospecha al juicio, y así le dió en rostro con el hurto. Sufrió el
siervo de Dios la injusticia de la calumnia con mucha calma y pa
ciencia, y le dijo al molinero sin alterarse : lo no soy ladron, ni lo
permita Dios ; pero ya que pensais que lo he hurtado , se reduce á daros
la harina: tomadla pues toda, y volvedme otro tanto trigo como traje.
Ahí está la harina, lleváosla, que yo no tengo otro modo de satisface
ros. El codicioso molinero aceptó el partido, le dió otro trigo, y se
quedó con la harina. Luego se echó el poco grano en la tolva y em
pezó á moler, sin perderlo de vista el molinero , y molida aquella cor
ta porcion de grano , resultó mas harina que la primera vez , confir
mando con el segundo prodigio cuán gratas eran al Señor las accio
314 MATO
nes de Isidro , y justificándole de la calumnia con que habia inten
tado denigrarle el molinero.
Pero no fue esta sola la prueba justificativa de las obras de Isidro
la que dió el cielo ; pues mientras estuvo á su cargo la hacienda del
caballero Vera se advirtió ser esta la que tenia los sembrados mas
limpios , las espigas mas granadas , los granos mas crecidos , su yun
ta mas lucida, siendo así que ni el ganado de Isidro llevaba mayo
res piensos ó mejor pasto que el de otros, ni en sus tierras se sem
braba mas trigo , ni en sus campos llovía mas que en los otros. Esto
excitó la envidia de sus vecinos , y les movió á acusarle ante su amo
de descuidado y negligente en orden al cultivo de las tierras. Pero
el cielo tomó de su cuenta su defensa; pues cierto dia salió el amo
á dar vuelta por sus heredades, y colocándose en una altura que
dominaba el campo en que debia arar Isidro, para acecharle, ob
servó que el Santo estaba orando entre unos árboles hincado de ro
dillas , y al mismo tiempo vió la yunta no parada , sino arando sola :
bajó al sitio , y vió como los bueyes araban sin guiarlos alguno, ha
ciendo buena huebra , y tirando los surcos tan rectos como si los
guiase el labrador mas diestro.
Apenas vió Isidro á su amo , cuando se levantó , y se puso á darle
las satisfacciones que le sugirieron su sencillez é inocencia. El buen
caballero, disimulando su admiracion, le dijo : No importa, Isidro,
no importa, nada se ha perdido. Y en realidad nada podía perder el
amo por estarse orando el criado , cuando el cielo suplía su trabajo,
y tan abundantes frutos producían sus oraciones.
Vivía tranquilo Isidro sirviendo al caballero Vera , hasta que el fe
roz Alí, rey de los almoravides, despues de la muerte del valiente
Alfonso entró por el reino de Toledo con un formidable ejército , y
se apoderó de Madrid. Con este motivo muchos cristianos salieron
de aquella villa, de los cuales fue uno Isidro, el cual , viendo y sin
tiendo el detrimento que de semejante conquista se seguía á la Re
ligion , tomó el partido de retirarse á Torrelaguna donde tenia al
gunos parientes, lugar distante nueve leguas de Madrid. En él se
ajustó por criado con un hacendado. Pero no por haber mudado de
lugar mudó de costumbres: era el mismo en Torrelaguna que en
Madrid : seguía con sus devociones ; visitaba los templos que habia en
la villa, y los de la comarca; pero su devocion se dirigía particular
mente á la ermita de Nuestra Señora que estaba junto á Caraquiz,
llamada despues de la Cabeza. De aquí nació el murmurarle algunos
émulos diciendo que era un holgazan ; que descuidaba la haden
DIA XV. 315
da de su amo , y que con capa de virtud era enemigo de trabajar.
Estas murmuraciones llegaron á oidos de su amo, el cual llevó
muy á mal las detenciones que Isidro hacia en las iglesias, persua
dido á que redundaban en menoscabo de su hacienda; y así procu
ró remediar el supuesto daño , mandando un dia á su criado que
fuese primeramente á tal heredad , y la acabase de cultivar ; que de
allí pasase á arar la haza de tal parte, y concluida aquella labor
fuese á trabajar á otra tierra ; en fin , le mandó tantas cosas, que pa
recía imposible poder desempeñarlas. Sin embargo Isidro todo lo
admitió con gusto, sin desplegar los labios ; y aparejando su yunta
se fué á la labor. Por la tarde el amo , montando en su caballo , se
fué al campo para ver lo que Isidro habia trabajado. Dió vuelta á
sus heredades , y vió concluido cuanto le habia encargado , causán
dole admiracion ver concluida tanta labor ; pero no obstante no que
dó satisfecho con esto ; porque Dios tenia reservado para otra oca
sion el acabar de convencer de la rectitud y sinceridad de su cria
do con lo que vamos á referir.
Era costumbre en Castilla y en otros parajes dar el amo al criado á
cuenta de su salario una pieza de tierra, para que se la cultivase, y
de sus frutos se le proporcionase con que calzarse y vestirse ; y a
dicha tierra la llamaban pegujal. Este , pues , fue el concierto que hizo
Isidro con este amo. Sembró su pegujal , y á su tiempo segó su miés,
y puso esta en la misma era con lo que produjo la hacienda de su
amo. Trilló uno y otro, pero separadamente, y puestos en la era el
acervo de los granos de su amo y el de Isidro , se vió ser mayor el de
este. Entró el amo en sospecha de que su criado habia pasado grano
del de su heredad al del pegujal , y no dejó de dárselo á entender con
su mal semblante, y en el desabrimiento con que le trató. Penetró
Isidro el interior de su amo, y conoció su modo de pensar, y así le
dijo con su natural candor y sencillez : Mire, señor, Dios es el re
partidor de los bienes, y los reparte d quién quiere, y cómo quiere;
pero para salir de esa duda, tome, señor, uno y otro monton de grano,
que yo me quedaré contento con sola la paja de mi pegujal. Admitió
gustoso el amo tal partido, y mandó llevar á su casa ambos mon
tones ; é Isidro quedó en la era con solo el monton de la paja de su
pegujal ; volvió á trillarla y limpiarla, y sacó de ella mas trigo que
el que se habia llevado su amo.
Rindió el Santo á Dios las gracias , y dió á su amo y á todo el mun
do un testimonio de su desprendimiento , repartiendo aquel grano
á los pobres , exponiéndole su caridad á serlo por socorrer á los de
316 MATO
más; pero Dios premió su caridad no permitiendo le faltase, sin
embargo de que todo lo daba de limosna, ya fuese salario, ya jor
nal, ya lo que cogia en su pegujal, reservándose solo lo preciso
para sí , que era harto poco.
Un mozo de tan bellas circunstancias necesitaba una compañera
que le asistiese y ayudase á llevar los trabajos inseparables de la vida
humana; mas no juzgando prudente pasar repentinamente á tomar
un estado que pide muy sérias reflexiones antes de entrar en él , im
ploró la asistencia del Padre de las luces en la oracion, y así logró
el acierto ; pues inspirado de Dios , y aconsejado de su padre espiri
tual , dió la mano de esposo á una mujer que habia de formar con
él la mas estrecha union , porque á los vínculos del matrimonio habia
de añadir los de la caridad , que forma un vínculo de perfeccion , y
excluye la escoria de fines bastardos que acostumbran aflojar la
union del grande Sacramento entre los casados. Su matrimonio se
celebró en la parroquia de Santa María Magdalena de Torrelaguna,
matrimonio santo en sus principios, no solo porque lo es como Sa
cramento en Cristo y en la Iglesia, en frase del Apóstol , sí que tam
bien porque fueron puras las intenciones por parte de entrambos.
Era María, su esposa, natural de la villa de Uceda, donde la de
jaron sus padres una heredad , que llevó en dote cuando enlazó con
Isidro. Y si bien nació en Caraquiz, pero era una alquería sita en el
término de Uceda, correspondiente á una de las parroquias de esta
villa. En el bautismo pusiéronla sus virtuosos padres el nombre de»
María, por devocion á la Reina de los Ángeles : el sobrenombre de
la Cabeza, conque es conocida en nuestros tiempos, no fue apellido
suyo, pues se le empezó á dar cuando fue trasladada su cabeza á
la ermita de Nuestra Señora, que está junto á Caraquiz entre el rio
Jarama y Torrelaguna, mudándosele el título de la Piedad que tenia
en el de la Cabeza; y asimismo llamando á la sierva de Dios Sania
María de la Cabeza.
Unidos Isidro y María buscaron una casita proporcionada para
entrambos , y la arreglaron con lo que le dieron el día de la boda sus
parientes y convidados , segun costumbre de aquella serranía , y con
el corto ajuar que ellos habian adquirido con su industria. Pero co
mo María llevó en dote una heredad que la dejaron sus padres , se
gun dejamos dicho , y esta estaba en el término de Uceda, y junto á
Caraquiz , trataron los dos consortes de tomar en arriendo algunas
tierras de esta alquería, pertenecientes á un vecino de Torrelagu
na. Convenidos con él, se trasladaron á Caraquiz, y comprando un
DIA XV. 317
par de bueyes, empezaron á labrar las heredades por su cuenta.
Establecidos en Caraquiz , vivían Isidro y María como dos ánge
les, tan unidos y con tal conformidad de ideas y voluntades, que
el gusto del uno era el del otro. ¿Quién será capaz de expresar los
santos coloquios que tendrían entre sí aquellos santos consortes por
los caminos, y estando solos en el campo? Bien pueden deducirse
los quilates de la virtud de los dos benditos esposos de los prodigios
que por ellos obró el cielo ; y de los que tenemos noticia pueden in
ferirse los favores que les prodigaría el Señor cuando no habría tes
tigos que pudiesen referirlos.
Terminada la contrata que tenia hecha Isidro con su amo en Tor-
relaguna , hizo otra con un caballero de Madrid, llamado lvan ó Juan
de Vargas, y pasaron los santos consortes á vivir en Talamanca,
villa situada en la ribera del Jarama.
Como cualquier vecino recien llegado á un pueblo poco numeroso
acostumbra llamar la atencion , todos los de Talamanca la tenían fija
sobre aquellos nuevos vecinos, como dos ejemplares de casados. Los
veian unidos con los vínculos de la paz y caridad mas estrecha ; ad
miraban en ellos su trato afable ; notaban unos modales gratos y
nada agrestes, y una particular aficion á los pobres ; y así era que go
zaban de un cielo anticipado en la tierra aquellos dichosos consortes.
Pero el demonio , envidioso de la felicidad de Isidro y María , y ra-:
bioso por los incrementos que tomaba de dia en dia su virtud , pro
curó sembrar zizaña en medio de este precioso grano. Para esto se
valió de los mismos pasos que daba Maria hácia la perfeccion. Como
era tan devota de la Reina santísima, y habia cuidado de su ermita
de Caraquiz , con licencia de su marido iba todos los días que podía
á visitarla, y proseguía cuidando del aseo, y de encender la lám
para. Sucedía que cuando pasaba la sierva de Dios para la ermita
salían al campo para saludarla los pastores de las riberas del rio que
la conocían, y los quinteros que cultivaban aquellos campos, an
siosos de su santa conversacion y saludables documentos. Deteníase
algo María, y cristianamente cortesana, les hablaba y consolaba en
sus trabajos, les daba buenos consejos, y exhortaba á servirá Dios.
Pero de estos rasgos de caridad tomó ocasion la malicia de algunos
rústicos malintencionados para esparcir unas voces que hacían poco
honor á la sierva de Dios , y la vulneraban notablemente. En breve
esta especie llegó á los oidos de Isidro , en cuyo corazon no dejó de
hacer alguna impresion , sin embargo que tenia pruebas las mas
convincentes de su virtud y fidelidad.
21 TOMO Y.
318 MAYO
Un dia de fiesta empero estando el Santo en la iglesia en oracion,
levantó el demonio una fuerte batería, y dirigiendo sus tiros contra
la imaginacion del Santo, logró el turbarla recordándole cuanto ha
bia oido de su esposa , y pintándoselo con unos colores tan vivos, que
le parecia estarla viendo desde allí en comercio poco honesto con los
pastores de las riberas del Jarama. Preocupado con esta imagina
cion entró en tales celos, que salió sin reflexion de la iglesia, llevan
do clavado en el corazon el punzante aguijon de la sospecha. Salió
se cierta tarde por la ribera del rio, hácia la ermita de Nuestra Se
ñora, llevando el corazon traspasado de dolor; y hé aquí que levan
tando los ojos al cielo , y extendiendo luego la vista , se le presentó á
lo lejos su esposa , la cual venia por la otra parte del rio ; y enton
ces se retiró de su vista y ocultó para observarla. Acechó Isidro á su
esposa; y el cielo, que habia querido probarle y glorificar á su con
sorte , le consoló haciéndole testigo de un prodigio , pues observó
que acercándose María al rio hizo la señal de la cruz sobre las aguas
y sobre sí misma, y pasó á pié enjuto sobre ellas, como si pasase
en un puente ó barca. Á vista de tamaña maravilla quedaron des
vanecidas todas las sospechas de Isidro , y trocadas en consuelos.
Por los años de 1119, contando Isidro treinta y ocho ó treinta y
nueve años de edad , por disposicion de D. Juan de Vargas se trasla
daron á Madrid los santos esposos; y como el caballero Vargas tenia
en aquella villa una casa jumo á San Andrés, destinada para ia fa
milia y mozos de labranza, dió habitacion en ella á nuestro Isidro
en un aposento bajo , el cual se halla convertido en una pequeña
capilla, en cuyo altar se venera una imágen del Santo.
- El tenor de vida de Isidro vuelto á Madrid era el mismo que ha
bia guardado antes: madrugaba, daba vuelta por el ganado, se re
tiraba á un rincon del'establo , y allí tenia un rato de oracion , medi
tando en algun misterio de la vida de Cristo ; y lo mismo ejecutaba
su esposa en su aposento. Luego que era hora de abrir los templos,
iba Isidro á visitar algunos ; pero frecuentaba señaladamente el de
Nuestra Señora de Atocha , reservando para el último el de su par
roquia de San Andrés; y ordinariamente eran en número de nueve
los que visitaba, segun resulta del proceso de su canonizacion.
Como el matrimonio de Isidro con María habia sido conforme á la
,voluntad de Dios, lo bendijo su divina Majestad, y les hizo gustar
el fruto de su bendicion en un hijo que les dió. Estaban llenos de con
tenio los dos santos esposos viéndose con un hijo , y cuidaban de él
con el mayor esmero como de uaa dádiva que les habia confiado el
DIA XV. 319
cielo; pero como las satisfacciones de este mundo siempre van al
ternadas de pesadumbres, la complacencia de los dos Santos se tro
có en luto ; pues estando en cierta ocasion María arrimada al brocal
de un pozo,, que era harto bajo, hizo el niño un movimiento repen
tino, con el cual se desprendió de los brazos de su madre, y cayó en
el mismo pozo. En esto llegó Isidro del campo bien ajeno de pensar
hallará su esposa en tan triste situacion: sabedor del acontecimien
to, no se alteró, aunque sintió como padre la tragedia de su único
hijo ahogado en el pozo ; y lejos de increpar á su esposa , la consoló
con dulces expresiones, y exhortó á esperar que Dios los consolaria,
y que la piadosa Reina del cielo se lo volvería. Pusiéronse de rodi
llas junto al pozo, suplicando al Señor que por su santísima Madre
los consolase en tamaña afliccion. Mas ¡oh prodigio! mientras es
taban orando aquellos santos consortes iban subiendo las aguas has
ta llegar á igualar con el borde del brocal , con el niño encima , co
mo quien se lo presentaba , pero vivo y sano, sentado sobre ellas, y
manoteando como quien jugaba con las mismas. Entonces llenos de
gozo le tomaron en brazos , y rindieron las debidas gracias á Dios y
á su Madre santísima.
Omitimos los rasgos del corazon compasivo de Isidro hasta con los
irracionales ; pues se le vió repetir siendo casado y padre de familia lo
que habia practicado siendo soltero; esto es, repartir á las aves en
tiempo de nieve parte del trigo que llevaba á moler para el gasto de
casa, por cuyo motivo otro labrador, que iba con él , lo tuvo por un
mentecato, y aun llevó á mal aquel que llamaba desperdicio, yrecon-
viniéndole , le dijo Isidro : Calle, senor; cuando Dios da, para todos
da. Pero pronto se desengañó aquel labrador, pues cuando llega
ron al molino se vieron llenos los costales. Del mismo modo se vió
repetido el milagro que habia sucedido en la era con su primer amo,
pues una vez pidió al caballero Vargas le permitiese volver á aven
tar la paja que estaba ya separada del grano , con el fin de dar á los
pobres lo que resultase. Hízose cargo su amo de la paja, y viendo
era muy poco el grano que podia sacar de ella , le concedió lo que
pedia. Tomó Isidro el bieldo , y la aventó segunda vez , resultando
mas grano que la primera vez. ' '
Despues de esto quiso el caballero Vargas que Isidro se trasla
dase á una casa de campo que poseia cerca de Madrid , como se ve
rificó. Allí seguia el mismo tenor de vida de oir misa y visitar los
templos de Madrid, á donde iba muy de mañana. Esto dió márgen
á algunos émulos para hacer con Isidro lo que oíros habian ya prac
21*
320 MAYO
Ucado en otros tiempos contra él. Para averiguar el caballero Var
gas por sí mismo la verdad ó falsedad de lo que se le imputaba á
Isidro , al dia siguiente se levantó de mañana , y al partir de casa
fué siguiéndole los pasos con mucho disimulo : observó que estaba
gran parte del dia entregado á sus devociones , y salia á la labor
cuando los demás quinteros la llevaban muy adelante. Á vista de
esto montó en cólera, persuadido de que las devociones de Isidro re
dundaban en perjuicio de su hacienda; y aguardó que llegase al
campo para desahogarse con él. Llegó por fin Isidro, y su amo, ol
vidado de los prodigios que él mismo habia presenciado , desplegó
su cólera sobre él llenándole de injurias.
Isidro para disculparse no hizo mas que referirse á lo que produ
cían las tierras que cultivaba, manifestando al caballero Vargas que
si se entregaba algun tiempo al cultivo del campo de su alma y ser
vicio del supremo Señor , léjos de ceder en menoscabo de su hacien
da , su Majestad lo suplia ; y que por tanto le rogaba que no llevase
á mal su devocion. Esta respuesta blanda y humilde del siervo de
Dios cortó el vuelo á ra ira de su amo , y solo le encargó el cuidado
de su hacienda.
Pero no sabiendo componer todavía Juan de Vargas las devocio
nes de su quintero con el buen cultivo de su hacienda , y deseoso de
experimentar si se habia enmendado , se fué una mañana á Puerta
de Moros, donde habia una atalaya que miraba hácia el campo en
que Isidro habia de trabajar aquel dia. Púsose al pié de la atalaya
aguardándole ; mas siendo ya tarde no parecía. Por fin le columbró
de léjos; y pareciéndole que el seguir con sus devociones era des
preciar sus avisos , montó á caballo , y salió volando hácia donde es
taba Isidro, porque estaba mas montado en cólera, y deseaba des
fogarla con él. Mas el Señor, que protegía á su siervo, le puso á
cubierto de las iras de su amo, y le desarmó prontamente con un pro
digio ; pues al bajar de Madrid a Manzanares alzó los ojos á la cuesta
que está de la otra parte del Yio , donde se hallaba el Santo arando,
y se le ofrecieron á la vista dos mancebos vestidos de blanco , cada
uno arando con su yunta de bueyes tambien blancos , é Isidro con los
suyos en medio de los dos jóvenes. Paróse Vargas lleno de pasmo,
no pudiendo persuadirse que Isidro tuviese caudal para pagar dos
jornaleros que le ayudasen á arar. Á mas de esto le admiraba el traje
de aquellos jornaleros, que no era del país, y las huebras que ha
cían. Entonces se sosegó , y trocó la ira en un grande gozo ; y desean
do cerciorarse de cerca de lo que observaba de léjos, dió espuela al ca
DIA XV. 321
bailo, y corrió al campo en que observaba aquel prodigio, sin per
der de vista aquellos dos jóvenes, cuyo objeto aumentaba por ins
tantes su admiracion , al paso que acrecentaba su gozo. Bajó los ojos
al meterse el caballo en el rio , y al volver á levantarlos ya no vió
sino á Isidro arando con su yunta. Llegó por fin á donde estaba su
criado , y persuadido á que cuanto habia visto era cosa del cielo , le
pidió no le ocultase la verdad , y le dijese quiénes eran aquellos que
poco antes araban con él, y habian desaparecido. Entonces Isidro le
dijo con su natural candor que no habia visto otra persona, ni habia
llevado otra yunta para ayudarle á arar, sino á solo Dios del cielo,
á quien únicamente llamaba y pedia, y era quien le ayudaba siempre.
Luego fijó Vargas los ojos en la labor , y advirtió que con solo el
arado de Isidro se iban abriendo en la tierra tres surcos á un mismo
tiempo. Con tales prodigios abrió los ojos aquel buen caballero , que
estaba tan prevenido contra su quintero , y llegó á conocer que aque
llos jóvenes que habia visto arar con Isidro eran Ángeles, los cua
les suplían con mucha ventaja el tiempo que el santo labrador gas
taba en sus devociones ; y bien penetrado de ello le dijo : que ya no
hacia caso de cuanto le habian dicho sus émulos contra él , y en ade
lante dejaba á su disposicion todas sus heredades y hacienda. Con
esto se despidió de él , y en adelante le tuvo en grande estima.
Como el siervo de Dios se habia nutrido desde la infancia con el
pan de Ángeles , concibió los mas vivos deseos de que en su iglesia
parroquial de San Andrés se erigiese una cofradía bajo la advoca
cion del santísimo Sacramento , cuyo objeto fuese el mayor culto y
adoracion de tan soberano misterio. Impulsado, pues, de su fervor co
municó su pensamiento á algunos amigos suyos, y á otros labra
dores y vecinos ; y como todos le tenian en el mejor concepto y es
tima, le respetaban, y fácilmente hallaban entrada en los corazones
sus insinuaciones. Así fue que no se frustraron sus piadosas solici
tudes , antes produjeron el deseado efecto , consiguiendo por fin el
ver fundada dicha cofradía, que hoy dia se esmera en tributar res
petuosos cultos al Señor sacramentado en la mencionada iglesia de
San Andrés.
Vivia Isidro con su esposa María con la mayor union , y entram- ,
bos caminaban á la perfeccion. Pero para llegar á ella mas fácilmente
trataron de separarse , y de comun acuerdo lo verificaron , viviendo
como dos hermanos, bien que juntos en una misma casa, haciendo
una vida angélica. Duró esto hasta que María inspirada de Dios , y
deseosa de hacer una vida solitaria y del todo abstraída del mundo,
322 MAYO
comunicó sus deseos á Isidro; y hallándose muy conformes en sus
ideas, convinieron en que Maria se fuese á Caraquiz á cuidar de la
ermita de Nuestra Señora, y que Isidro se quedase en Madrid con
su hijo. Partió María acompañada de su santo esposo, y su conver
sacion durante el camino toda fue celestial , exhortándola Isidro á
perseverar en su santo propósito; y habiéndola dejado en Caraquiz,
se volvió á Madrid.
Quería el Señor confirmar la santidad de Isidro , y el concepto en
que le tenia su amo , y para esto obró un milagro á vista de este.
Fue el caso , que hallándose el caballero Vargas en el campo abrasa
do de sed en medio de los excesivos calores del verano , y no tenien
do con que refrigerarla, preguntóle á Isidro si tenia agua en el hato,
porque se moria de sed. Respondióle el Santo que no la tenia ; pero
que fuese á aquella cuesta (señalándole el sitio ), que en ella hallaría
una fuente. Fuese Vargas al lugar que le indieó Isidro ; pero no halló
fuente alguna, y así volvió á decírselo. Entonces fué el Santo al
mismo lugar con su amo, levantó el corazon á Dios y los ojos al
cielo ; hizo la señal de la cruz sobre la tierra, y con la aijada que
llevaba en la mano hirió en una piedra, diciendo: Cuando Dios que
ría aquí agua habia. Y hé aquí que á la voz de este nuevo Moisés obe
deció la dura peña, brotando raudales de agua cristalina, y que
dando una fuente perenne, que basta nuestros dias mana como tes
timonio del milagro. Quedóse pasmado Vargas á vista de tamaña ma
ravilla , y olvidado de su sed , porque le tenia suspenso aquella ;
hasta que volviendo de su pasmo , se arrojó cual ciervo sediento á
beber de aguas tan prodigiosas, añadiéndoles las que brotaban sus
ojos de ternura al considerar la virtud de su criado. De allí adelante
le miró y respetó como á un Santo , y le protestó querer ser su cria
do, y que él fuese su amo. Pero el humilde siervo de Dios le dijo
que rindiese gracias á Dios por el beneficio. La fuente de qm> trata
mos lo fue en adelante de maravillas, pues se experimentó haberle
dado el Señor una virtud curativa para la santidad de su siervo. Así
lo experimentó la emperatriz D.* Isabel , esposa del emperador Car
los V, con este, y con su hijo Felipe II, los cuales consiguieron la
salud bebiendo del agua de aquella fuente ; y agradecida dicha Em
peratriz mandó edificar una ermita sobre la misma fuente, que hoy
se ve á la otra parte del rk> Manzanares.
No haremos mencion de tas astucias de que se vatió Satanás para
turbar nuevamente la paz de Isidro con respecto á la fidelidad de sa
ausente esposa , pues todas tes disipo un milagro que presenciaron
Día xt. 323
los calumniadores, viéndola pasar el Jarama tendiendo su mantilla
sobre las aguas. Tampoco hablaré idos del milagro que hizo el siervo
de Dios resucitando á la única hija que tenia su amo D. Juan de
Vargas. Ni nos detendremos á referir su regreso á Madrid , y solo
dirémos que dicho Vargas le dejó un cuarto ó habitacion dentro
dicha villa, y alguna cosa con que pasar su vejez; y muerto aquel
se retiró á vivir en dicha habitacion. Desde entonces solo cuidó del
cultivo de su alma, dando rienda á su devocion y fervor. Mas como
por su vejez no podía andar á pié para visitar todas las iglesias que
acostumbraba , se valia de un borriquillo para ir montado. Fuese un
día á la ermita de Santa Magdalena , inmediata á Carabanchel de
abajo. Llegado allí se apeó, y dejó su jumentillo en un ribazo que esta
ba próximo á ella, para que paciese entre tanto. Mientras estaba en
la iglesia salió un lobo de un monte cercano y embistió al jumento;
y visto por algunas gentes corrieron á decírselo á Isidro, para que
saliese y salvase su jumento ; pero el siervo de Dios sin alterarse ni
moverse les dijo: Hijos, idenpaz, hágasela voluntad de Dios. Perse
veró Isidro en su oracion , y salió de la iglesia , viendo prodigiosa
mente á su jumento paciendo , y al lobo muerto á sus piés. Quedó
pasmado Isidro á vista del beneficio con que le habia favorecido el
Señor guardando á su jumento de la voracidad del lobo carnívoro,
y á este muerto ; y rindió á su Majestad las gracias.
Mas ya se acercaba el dia en que Dios quería premiar á su fiel
siervo, ¿introducirle en su gozo. Quiso antes acrisolarle del todo , y
darle ocasion para acrecentar sus merecimientos, enviándole una
grave enfermedad. Llegó a noticia de su santa esposa, y voló al so
corro de su amado marido, al que no dejaron durante su enferme
dad María y el hijo de entrambos. Conociendo Isidro anticipadamen
te el dichoso dia en que Dios queria terminar la carrera de sus tra
bajos , preparóse con nuevo fervor para aquella última hora : su
semblante siempre apacible y risueño, su devocion mas tierna que
nunca , su apacibilidad y su paciencia daban nuevo lustre á su san
tidad. Recibió los Sacramentos con tanta devocion , que admiró y
sacó lágrimas de ternura á todos los que le asistieron en la última
agonía ; y en fin , abrasado del amor de Dios , lleno de virtudes y
colmado de merecimientos, murió el dia 15 de mayo del año de 1130 *,
de edad de casi cincuenta y cinco años , como quieren unos , ó de
sesenta , como afirman otros.
1 El P. NicotSs José de la Cruz pone su muerte en el dia 30 de noviem
bre del año 1172, á los noventa y un años de edad del Santo.
324 MATO
Luego que espiró, manifestó Dios la gloria de su siervo con gran
número de milagros que hicieron glorioso y célebre su sepulcro por
toda España. Con todo eso por espacio de cuarenta años estuvo en
terrado el santo cuerpo sin alguna distincion en el cementerio de la
parroquia de San Andrés de Madrid , hasta que creciendo cada dia
el número de los que venían á implorar su intercesion , quiso Dios
glorificarle , sacándole de aquella humilde sepultura, y haciéndole
despues glorioso por toda la monarquía.
Aparecióse en sueños san Isidro á un conocido suyo , y le dijo que
hiciese sacar su cuerpo del cementerio de San Andrés, y que se colo
case en lugar mas decente dentro de la misma iglesia. Habiéndose
descuidado este en hacerlo, ó por timidez , ó por desconfianza , al
punto fue castigado con una grave enfermedad , de que no sanó has
ta el mismo dia en que se hizo la traslacion del santo cuerpo. Apa
recióse el Santo á una virtuosa señora , y esta fue mas obediente.
Dió cuenta al clero y á la justicia : hízose una procesion al cemen
terio, y al primer golpe de azadon se tocaron por sí mismas las cam
panas de San Andrés , sin dejar de tocarse hasta que se acabó la ce
remonia. Á este milagro, de que fue testigo toda la villa , se siguió
la vista de otro no menos admirable que subsiste aun el dia de hoy.
Habiendo estado el santo cuerpo enterrado en el cementerio por es
pacio de cuarenta años , se halló tan entero y tan fresco como si es
tuviera vivo. Exhalaba una suavísima fragancia que se dejó perci
bir de todos los asistentes , los cuales no pudieron reprimir las lá
grimas causadas de la ternura y de la devocion. Envolvióse el santo
cuerpo en preciosas telas , y encerrado en una caja nueva , fue so
lemnemente trasladado á la iglesia de San Andrés : despues de mas
de quinientos ochenta años se conserva aun tan flexible , tan entero
y con el color tan natural , como el mismo dia en que se descubrió
esta preciosa reliquia.
El tiempo que ha pasado desde aquella traslacion hasta ahora ha
sido una continuada série de milagros que ha obrado, el Señor por
la intercesion de san Isidro ; lo que obligó al papa Paulo V, despues
de las informaciones y solemnidades acostumbradas , á publicar la
bula de su beatificacion el año de 1619 , permitiendo se celebrase to
dos los años la fiesta del Santo en los dominios del rey de España.
Felipe III , que solicitaba con el mayor esfuerzo se abreviase cuanto
antes esta beatificacion , recibió prontamente el premio de su celo.
Volviendo de Lisboa, cayó tan peligrosamente enfermo en Casarru-
bios del Monte , que los médicos llegaron á desconfiar de su vida.
día xv. 325
Experimentándose inútiles todos los remedios , se recurrió á la in
tercesion de san Isidro labrador. Estábase celebrando la misa en hon
ra del Santo en la iglesia de San Andrés , con asistencia de toda la
clerecía de Madrid , cuando llegó un correo con la triste noticia de
que el Rey quedabaá los últimos, perdido ya del todo el conocimien
to. Fue general la consternacion ; pero la confianza en el Sanio mo
deró las lágrimas , sobre todo cuando se divulgó en la villa que á
instancia de los magistrados se habia de llevar la caja del santo cuer
po al cuarto del Rey enfermo.
Hízose esta ceremonia eclesiástica con la mayor pompa y solemni
dad, tanto, que mas parecía triunfo que procesion. Colocóse la caja
sobre una especie de carro triunfal magníficamente adornado : iba á
caballo toda la nobleza y todo el clero con hachas encendidas en las
manos»; seguíase una prodigiosa multitud de coches y carrozas con
muchos coros de música, y un inmenso pueblo aumentaba continua
mente el acompañamiento. Media legua antes de llegar á la casa
real, se incorporaron mas de seis mil personas, así eclesiásticas co
mo religiosas y seculares , que habian concurrido procesionalmente
de los pueblos circunvecinos. El Príncipe heredero salió á recibirla
santa reliquia con toda la corte hasta la entrada del parque , y la
acompañó hasta el cuarto del Rey su padre, donde estaba toda la casa
real. La caja, conducida en hombros'de los cuatro eclesiásticos mas
autorizados de la iglesia de Madrid , se colocó en una especie de tro
no debajo de un magnífico dosel. El Rey, que se habia limpiado de
calentura desde que la caja salió de la iglesia de San Andrés , se ha
lló enteramente bueno luego que entró en su cuarto la reliquia. Res
tituyóse esta á Madrid con igual triunfo : acompañábanla mas de seis
mil personas á caballo con hachas en las manos , y entró en la villa
entre el estruendo de la artillería, y el repique general de todas las
campanas. Á ningun monarca se le hizo jamás recibimiento mas so
lemne que á aquel pobre labrador : tanto se hace respetar de todos la
santidad. El año siguiente se colocó el santo cuerpo en otra caja mas
suntuosa de plata, que costó mas de diez y seis mil ducados de oro,
y todo el año se pasó en la corte de Madrid en fiestas públicas con
extraordinaria magnificencia , así en el adorno de las calles , como
en el de los templos. Finalmente, el papa Gregorio XV, á instan
cias del rey Felipe IV, y por satisfacer los ansiosos deseos de toda
España , procedió solemnemente á su canonizacion el dia 22 de mar
zo del año 1622 , y no se puede explicar la alegría y la magnificen
cia de los pueblos en celebrar la fiesta de este santo patron de la
326 «ATO
villa y corte de Madrid , y prolector especial de todo el reino.
Por lo que respecta á su santa esposa , despuesde la muerte de san
Isidro volvió áCaraquiz, cumplidas las mandas de sn santo esposo.
Dejo á su hijo en Madrid , y le cedió los cortos bienes que habian
quedado de aquel , fiando para su sustento en la providencia de aquel
Señor que jamás desampara á los suyos. Restituida á Caraquiz re
pitió sus acostumbrados ejercicios , y pedia limosna por los lugares
vecinos. De lo que la suministraba la caridad hacia tres partes : la
una era para mantener la luz de la lámpara de la ermita ; la otra
para los pobres , y la otra para su propia manutencion. Pasaba cada
dia muchas horas en oracion. La Reina de los Ángeles la favoreció
muchas veces con sus visitas , de que fue testigo el Jarama , cuyas
corrientes pasaba milagrosamente asistida de aquella Señora. Su
mortificacion y penitencia eran grandes , sus ayunos continuos, su
honestidad singular, su paciencia heroica.
Llegó por fin el tiempo en que el Señor quería llevarla á acom
pañar á su santo esposo , y recompensar sus trabajos , y en el año
de 1180 sucumbió á la fuerza de una grave enfermedad , dejando
á la ermita de Nuestra Señora una pequeña casa que tenia en Ca
raquiz , y una heredad que sus padres la dieron en dote, de que se
infiere que su hijo la premoriría. Despues con el tiempo fuer olvida»,
do el lugar de su sepultura , y fue hallado milagrosamente en el
año 1596, y sus reliquias por último fueron reunidas en la iglesia
llamada la Real de San Isidro. Á esta Santa se la tributaba culto de
tiempo inmemorial, cuando por los años de 1677 la Sede apostólica
lo aprobó, y Benedicto XIV, con decreto de 15 de abril del año 1758,
concedió oficio y misa con rito doble para el arzobispado de Toledo,
y en dicho decreto la nombra Santa María de ia Cabeza. ( Véase
su vida á 11 de setiembre).

La Misa en honor del Santo es propia, y la Oracion es la siguiente:

Da nobií, qucesumus miserieers Suplicarnoste, misericordioso Dios,


Deus, beato Isidoro agrícola confesso- que por la intercesion del bienaven-
ri tuo intercedente, superie non sape- turado fabrador y confesor turo san
re; seé ejw meritis et exemplw ptacita Isidro , nos concedas un santo horror
tibi ¡emper knmilitate deservir». Per á la mundana sabiduría; y, por so»
Damimtm nostrum méritos y ejemplos , gracia para ser
virte cada dia en aquella santa humil
dad que tanto te agrada. Por Nuestro
Señor Jesucristo...
DIA XV. 327

La Epístola es del capítulo v de la católica de Santiago.


Fratres : Patientes estote tuque ad Hermanos: Tened paciencia basta
adventum Domini. Ecce agrícola ex- la venida del Señor. Mirad como el la
pectat pretiosum fruetum terra, pa- brador espera el precioso fruto de la
tienter ferens doñee aecipiat tempora- tierra , aguardando con paciencia has
neum, et serotinum. Patientes igitur ta recibir la lluvia temprana y tardía.
estote et vos , et confírmate corda ves- Esperad, pues, tambien 'vosotros con
tra, quoniam adventus Domini ap- paciencia, y fortificad vuestros corazo
propinquavit. Eece beatificamus eos, nes : porque se ba acercado la venida
qui sustinuerunt. Sufferentiam Job au- del Señor. Ved que tenemos por bien
distis, et finem Domini vidistis, quo aventurados á los que sufrieron. Oís
niam misericors Dominus est, et mise- teis el sufrimiento de Job, y visteis el
rator. Confitemini ergo altemtrum fin del Señor; porque el Señor es mi
peccata vestra , et orate pro invicem ut sericordioso y piadoso. Confesad, pues,
salvemini : multum enim valet depre- vuestros pecados uno i otro, y orad los
eatio justi assidua. Elias homo erat si- unos por los otros para que seais sal
milis nobis passibüis: etoratione ora- vos : porque vale mucho la oracion per
eií ut non plueret super terram, et non severante del justo. Elias era hombre
pluit annns tres et menses sex. Etrur- semejante á nosotros, sujeto a pade
sum oratit: et cahtm dedit pluviam, et cer: hizo oracion que no lloviese sobre
térra dedit fruetum suum. la tierra, y por tres años y seis meses
no llovió. Y oró de nuevo: y el cielo
dio lluvia, y la tierra dio su fruto.

REFLEXIONES.
Patientes igitur estote et Vos , el confírmate corda vestra. No falta
quien tenga alguna vez por falta de fervor la sustraccion de gustos
sensibles , y juzgue por indicios de fervor los consuelos interiores.
Esto es lo que ocasiona un mal efecto, y es , que hallándose despues
de algun tiempo en estado de sequedad de espíritu , aquella pobre
alma desfallece y cae en varias faltas que no se tiene cuidado de re
parar prontamente , de donde se sigue la verdadera tibieza y rela
jacion.
Se imaginan á veees que para volver á la vida fervorosa , y para
obrar otra vez santamente , como se suele al estar llenos de espíri
tu y encendidos en devocion , es menester recobrar aquel calor que
se ha perdido. Mas no es así , antes todo al contrario : para hacer
revivir el fervor es preciso empezar humillándose, y practicando la
mortificacion del mismo modo que si la gracia nos asistiese como de
antes.
No es el fervor sensible el que hace humilde , caritativa , obser
vante y mortificada un alma ; seno los actos de estas virtudes repe
328 MATO
tidos con frecuencia. El ejercicio efectivo de la humildad , de la ca
ridad , de la observancia puntual y de la mortificacion ; un ejercicio,
digo, constante , generoso , es el que hace fervorosa el alma en el
sentido en que se debe tomar el fervor verdadero. ¡Oh Dios, qué
importante es esta verdad ! ¡ Cuánto ayudaría el meditarla frecuen
temente y ponerla en práctica ! ¡ Qué progresos no se hicieran en la
virtud en breve tiempo!

El Evangelio es del capítulo xv de san Juan, pág. 159.

MEDITACION.
Qué frutos espera Dios de nosotros.
Punto primero. — Considera que por los frutos que espera Dios
de nosotros no se entienden" ciertas devociones secas y estériles , cier
tas exterioridades de virtud , que por lo regular solo sirven para te
ner entretenidas á las personas imperfectas, manteniéndolas en una
vida tibia , en la cual a favor de aquellas aparentes señales de pie
dad viven llenas de groseras imperfecciones, y mueren muchas ve
ces impenitentes. Las virtudes de perspectiva de este género de gen
tes, á lo mas son hojarasca , esto es, unas bellas apariencias que
deslumbran á los ojos de los hombres , y á ninguno engañan mas
que álos mismos que las representan. ¡Qué fácil es equivocarse en
esto ! Cuando no se tiene mas que una devocion superficial , se juzga
ser efecto de la virtud lo que solamente lo es de la pasion disfraza
da, ó del genio, ó de la educacion.
Por frutos dignos de penitencia , como los llama san Juan , ó por
frutos del Espíritu Santo , en frase de san Pablo , se entienden los
efectos de un amor de Dios real y sincero, y de una perfecta caridad
con el prójimo. Se entienden aquellos frutos que produce una virtud
verdaderamente sólida; esto es, un sumo horror á los menores pe
cados , una insaciable hambre de la justicia , una mortificacion cons
tante y generosa , una sincerísima humildad de corazon , una gran
puntualidad en el cumplimiento de las obligaciones correspondientes
al estado de cada uno. Se entienden un aborrecimiento verdadero de
todo lo que aborrece Jesucristo, un singular amor de todo lo que
ama ; se entienden la victoria de las pasiones, la reformacion de las
costumbres, y, en fin, una vida constantemente cristiana. Este es el
sentido de estas palabras : Facite ergo fructus dignos pamitentiw: ha
ced frutos dignos de penitencia ; esto es , mostrad en todas vuestras
bu xv. 329
obras y en todo vuestro porte que estais verdaderamente conver
tidos.
Considera ahora si has llevado hasta aquí muchos de estos fru
tos. Los dias y los años vuelan rápidamente ; muchos se hallan ya
á vista de la sepultura ; ¿cuántos habrá que no llegarán al fin de
este año? Y ¿qué provision han hecho para la eternidad? El supre
mo Juez está ya para sustanciar el proceso. Y ¡hay quien se duer
ma ! ¡ hay quien se divierta ! ¡ hay quien piense en todo , menos en
esto ! ¡ Oh mi Dios , y cuántos árboles están ya con la segur á la raíz
para ser arrojados en el fuego !

Punto segundo. — Considera con cuánta bondad, con cuánto cui


dado nos ha cultivado Dios. Mas há de tres años, y acaso mas de diez,
que está trabajando el Señor para que demos frutos de buenas obras.
Muchos menos auxilios han llenado el cielo de grandes Santos , y to
dos ellos no han bastado para hacerme á mí un verdadero religio
so, ni acaso un buen cristiano. No es esto por culpa de la tierra en
que estoy plantado ; ella es santa , ella es fecunda , ella da ciento
por uno ; ¿y cuántos conozco de aquellos mismos con quienes vivo,
que con el mismo cultivo que yo logro producen copiosos frutos ?
¿Qué provecho he sacado de tantas misas, de tantas confesiones,
de tan crecido número de comuniones? Bastaba una sola para con
vertir al mas grande pecador, y para elevar á un alma á la mas su
blime perfeccion, j Ah, Señor! acaso he comulgado mas de doscientas
veces ; acaso he celebrado el divino sacrificio mas de mil ; y todavía
no me he enmendado de un solo defecto. Despues de tanta leccion
espiritual , despues de tanta reflexion , despues de tantas devociones,
despues de tantos buenos ejemplos, ¿soy por ventura mas humilde,
mas caritativo , mas apacible , menos desabrido á costa mia , mas
exacto, mas observante, mas mortificado? ¿Me he hecho acaso mas
religioso y mejor cristiano ?
¿Qué se hicieron tantas bellas máximas , de que en otros tiem
pos estaba tan imbuido? Habia formado tan nobles proyectos de
conversion , estaba tan desengañado , tan disgustado de todas las
vanidades del mundo. ¿ Á dónde se fué aquella tierna devocion,
aquella delicadeza de conciencia tan exquisita? ¿á dónde el fervor
de los primeros años de mi conversion ? Gustaba de Dios ; me cau
saba horror el mas mínimo pecado ; me estremecían las terribles ver
dades de la Religion ; y ahora nada me hace fuerza. Estas verdades
¿han dejado por ventura de serlo? ¿Ó son hoy menos terribles de
330 MATO
lo que eran antes ? El pecado ¿ ha dejado de ser pecado , ó se ha
disminuido su malicia? Y aquel Dios que cada dia me colma de nue
vos beneficios ¿merece ya el que se le sirva menos, ó se ha hecho
menos amable ? ¡ Oh Dios , y qué cuenta tan terrible tengo de dar
de tantos auxilios como he malogrado , de tanto tiempo como he
perdido, de tantos talentos que no he empleado bien!
Estas reflexiones asustan, estremecen ; pero ¿cuál será el fruto de
ellas? Engañamos á otros, y nos engañamos á nosotros mismos con
el oropel de algunas buenas obras pasajeras , con una ostentacion de
virtud , con alguna ligera reforma de que hacemos alarde, y i la cual
nos limitamos, confundiendo las gracias y las inspiraciones para con
vertirnos con la misma conversion. Y á esto se reduce todo el celo
que presumimos tener de nuestra salvacion eterna.
Dignaos, Señor, ilustrar con vuestra gracia mi entendimiento, y
mover tan eficazmente mi corazon á vista de la esterilidad de mi vida,
que comience desde ahora á ser árbol menos estéril, y á dar frutos
dignos de que sean presentados á Vos. Haced por vuestra gracia que
sean eficaces mis propósitos de amaros y serviros , no ocupando ya
inútilmente un terreno que hasta aquí he ocupado tan mal.

Jaculatorias. — Desecado estoy en fuerza de mis miserias ; vivi- *


ficadme segun vuestra palabra. (Psalm. cxviii).
Sí , mi Dios ; ya no piensa mi alma en mas que en reparar las ne
gligencias pasadas , observando exactamente vuestra divina ley el
resto de mis dias. {Ibid. ).
PROPÓSITOS.
1 No nos pide Dios frutos de países remotos ; solamente son de
su gusto, por decirlo así , los que nacen en nuestro propio terreno.
No es menester salir de nuestra condicion ó de nuestro estado , ni
buscar otro empleo que aquel en que nos ha colocado la divina Pro
videncia ; no es menester aguardar á edad mas madura , ni a vida
mas tranquila ; cada dia y cada hora se puede presentar á Dios un
nuevo fruto : ya un acto de caridad que se ejercita ; ya otro de mor
tificacion ó de humillacion que se padece ; ya la victoria de una pa
sion que se consigue ; ya un sacrificio del amor propio que se hace.
Pocas horas hay en que no se pueda practicar algún acto de virtud ;
y ¿cuántos actos de paciencia se podrán practicar en una hora? ¡ Oh
mi Dios , y en qué poco tiempo nos haríamos ricos de bienes espi
rituales si nos supiéramos aprovechar de todo ! No desprecies oca
DIA XVI. 331
sion alguna , y hazte familiar este ejercicio. No dejes pasar alguna
hora sin ofrecer á Dios algun fruto, aunque no sea mas que un acto
de. amor de Dios , que en cada hora se puede y se debiera repetir
muchas veces. Gran medio para que tu vida sea abundante en bue
nos frutos, y para que tus dias sean verdaderamente llenos.
2 Examina bien cuál es tu pasion dominante ; ella te proporcio
nará muchas ocasiones para ejercitarte en actos de virtud. Ten pre
vistas sus solicitaciones , preocupa sus asaltos, aprovéchate de todo.
¿ No tienes alguna enviduela , alguna aversion, alguna antipatía? No
hay gusano mas roedor de este género de frutos espirituales. Mira
que Dios hace grande aprecio de esas menudencias ; no desestimes
su cultivo. Nunca leas libro alguno piadoso, sin sacar de él algun
fruto; y para eso al acabar de leerle determina cuál hade ser. Apro
véchate de los buenos y aun de los malos ejemplos ; el celo de la pro
pia perfeccion tiene cien industrias para servirse de todo. Cuida mu
cho de que no sean infructuosas las instrucciones y lecciones que te
dan , y procura tener el consuelo de no confesarte ni comulgar ja
más sin sacar algun fruto de la confesion y comunion.

DIA XVI.

MARTIROLOGIO.

San Ubaldo, obispo, en Gubio (ó Eugubio), esclarecido en milagros. (Véa


se su vida en las de hoy).
El triunfo de tos santos mártires Aquilino y Victoriano, en Isauria
(ciudad del Asia).
El martirio de san Pbregrino, primer obispo de Amerre, el cual fue en
viado á Francia con otros clérigos á predicar el Evangelio por el papa Sixto ;
y despues de haber desempeñado exactamente su apostólico ministerio, ha
biéndole degollado, consiguió la corona del martirio.
Los santos mártires Félix y Gennadio, en Uzali en Africa.
El martirio de los santos Monjes, en la Palestina, que fueron muertos
por los sarracenos en el monasterio de San Sabas.
LOS SANTOS MÁRTIRES AUDAS, Obispo, SIETE PRESBÍTEROS, NUEVE DIÁCO
NOS y siete Vírgenes, en Persia , los cuales atormentados de varias maneras
por órden del rey Isdegerdes, consumaron el glorioso martirio (en el año 350).
San Juan Nbpomuceno, en Praga en Bohemia, canónigo de aquella metro
politana, el cual habiéndole pedido que revelase el sigilo de la confesion, y no
asintiendo á ello, fue echado en el rio Moldava, logrando de este modo la co
rona del martirio. ( Véase su vida en las de hoy ).
San Honorato, obispo, en Amiens.
San Domnolo, obispo, en Mans.
332 MAYO
San Posmio, obispo enlámense, en la Mirándula, ciudad de la Lombardía,
y discípulo de san Agustín , cuya vida escribió.
San Fidolo, confesor, en Troyes.
San Butandano, abad, en Escocia.
Santa Máxima, virgen, en Friuli, la cual murió en el Señor, llena de vir
tudes.

SAN UBALDO, OBISPO.

Nació san tibaldo en Eugubio, ciudad de la Umbría , en Italia , por


los años de 1084, de una de las mas nobles y mas distinguidas fa
milias del país. Habiendo perdido á su padre cási estando en la cuna,
fue confiado á la tutela de un tio suyo, llamado tambien Ubaldo, que
le habia sacado de pila , y era un caballero aun mas distinguido por
su virtud que por su noble nacimiento. Él mismo le dió las prime
ras instrucciones de una cristiana educacion, reconociendo en el niño
Ubaldo admirables disposiciones para la virtud, y no menor ingenio
para sobresalir en el estudio de las letras. Púsole despues á pension
en casa del prior de San Mariano y Santiago para que estudiase en
compañía de otros niños dedicados al servicio de la Iglesia ; y en poco
tiempo hizo muchos progresos en las letras humanas y divinas , pero
mucho mayores en la ciencia de la salvacion.
Tuvo que padecer grandes combales su inocencia en medio de
una cási general corrupcion de las costumbres. Cansado en fin , y
ofendido de la licenciosa vida que se toleraba en los niños colegiales,
compañeros suyos, dejó el colegio ó seminario de San Mariano , y
entró en el de San Secundo, donde se vivia con mucho mayor arre
glo, y allí acabó sus estudios. Cuanto mas sábio se hacia, mas de
voto se mostraba. La tierna y afectuosa devocion que profesaba á
la Reina de los cielos le inspiró tanto amor á la pureza , que aun
siendo muy niño, y hallándose heredero de una rica sucesion , resol
vió renunciar todas las vanidades del mundo, é hizo voto de perpé-
tua castidad.
Una virtud tan pocas veces vista en un jóven rico, noble , de bue
na disposicion y de mucho ingenio , en una ciudad donde eran tan
raros los buenos , movió al obispo san Gramairiano á desear tenerle
en su familia ; y noticioso de que habia abrazado el celibato , le hizo
prior de su iglesia catedral, que era la de San Mariano, donde ha
bia pasado Ubaldo los primeros años de su puericia.
El Cabildo, de que se halló cabeza nuestro Santo siendo todavía
tan jóven , habia muchos años que vivia sin orden y sin disciplina.
día xvi. 333
Estaba desterrada de él la regularidad ; abandonados los divinos ofi
cios ; y las horas canónicas se reducían á que tocasen á ellas las cam
panas. La clausura abierta por todas partes; el desorden tan público
y tan continuo de dia como de noche ; en una palabra, eran pocos
los canónigos que no tenian una vida escandalosa. Gimió Ubaldo á
vista de tan deplorable constitucion ; derramó torrentes de lágrimas
en la presencia de Dios , y no cesaba de implorar su misericordia por
la conversion de sus hermanos.
El mal era grande , y la cura dificultosa. La misma inocencia y
la misma virtud del santo Prior eran al principio contra él. Mirábanle
los canónigos como un mudo censor que los incomodaba ; su mismo
silencio, su modestia y sus mismas urbanas atenciones daban en ros
tro, y en vez de templar los ánimos los enconaban mas y mas. Como
su vida era una vivísima reprension de la que ellos traian , no podian
sufrir que fuese cabeza de su comunidad. 1 los principios intentaron
obligarle á renunciar la dignidad á fuerza de pesares y pesadumbres ;
pero su afabilidad , su paciencia y sus cortesanísimos modales los
desarmaron del todo , y aun en este particular se hicieron mas tra
tables , de suerte que ya solo los desesperaban sus ejemplos , y no
le podian mirar sin enfado.
Conociendo muy bien san Ubaldo así la naturaleza de la enferme
dad , como el temperamento de los enfermos , se contentaba con pro
curar cumplir con las obligaciones de su estado, sin darles mas lec
cion ni aplicarles otro remedio que el del buen ejemplo. Comenzó
ganando á tres canónigos de los menos viciosos , á los cuales persua
dió que , juntándose á él , viviesen todos de comunidad , no teniendo
mas que un refectorio , un dormitorio y un coro comun. Edificó á
toda la ciudad esta ejemplar vida , resucitando en el clero el fervor
de su primitivo espíritu. Por este tiempo, habiendo oido nuestro San
to elogiar á cierta comunidad de eclesiásticos, que con el título de
canónigos reglares habia fundado un gran siervo de Dios , llamado
Pedro de Honestis, en la iglesia de Santa María del Puerto , terri
torio de Ravena , pasó allá , y estuvo tres meses en ella para empa
parse en su espíritu, y observar su disciplina. Agradóle el instituto,
y trajo consigo á Eugubio sus constituciones , las que gustaron tanto
a los canónigos de su reducida comunidad , que todos unánimes re
solvieron abrazarlas. Bendijo Dios la perseverancia y el celo de nues
tro Santo, porque todo el Cabildo se convirtió, admitió el nuevo ins
tituto, y en poco tiempo fue una de las mas ejemplares comunida
des de canónigos reglares que florecían en la Iglesia universal.
22 tomo v.
334 MAYO
En esta sazon un incendio, que abrasó la mayor parte de la ciu
dad , redujo á cenizas el convento y claustro de los canónigos , oca
sion que pareció á Ubaldo muy oportuna para renunciar el priorato,
y para retirarse á la soledad , objeto de sus ansiosos deseos. Pero no
queriendo proceder en cosa alguna sin consejo , partió á verse con
el bienaventurado Pedro de Rimini , prior del desierto de Fon-Ave-
lle , para consultarle sus intentos. Disuadióselos el siervo de Dios,
declarándole ser tentacion del enemigo , y lazo que le armaba para
destruir el nuevo instituto, y arruinar en la cuna á la reforma ; acon
sejándole se restituyese al punto á su iglesia, y procurase reedificar
cuanto antes el convento. Obedeció Ubaldo, y bendijo Dios su doci
lidad y sus trabajos, logrando ver en breve tiempo á su Cabildo de
Eugubio uno de los mas santos y mas florecientes de toda Italia.
Pero como se habia extendido por todas partes la fama y la repu
tacion de nuestro Santo, no era fácil que le dejasen lograr de su quie
tud por mucho tfthipo ; y habiendo muerto el obispo de Perusa , el
clero y el pueblo de comun acuerdo nombraron á Ubaldo por su
obispo. Noticioso de su eleccion, se salió secretamente de la ciudad,
y se escondió en un sitio muy retirado hasta que supo que los dipu
tados de Perusa se habian vuelto á sus casas. Entonces salió de su
retiro, y llevado de su aversion á las dignidades eclesiásticas , se fué
derecho á Roma, se echó álos piés del papa Honorio II, y le supli
có no atendiese al nombramiento de la iglesia de Perusa, vertiendo
tantas lágrimas, moviendo tantas máquinas, y alegando tantas ra
zones para que le excusase del obispado , que el Papa se dejó do
blar, y declaró nula la eleccion del pueblo de Perusa.
No duró mucho el triunfo de su humildad; porque sucediendo dos
años despues la muerte de Esteban, obispo de Eugubio, y no con
viniéndose el clero y el pueblo en la eleccion, se vió precisado Ubal
do, como prior ó dean de la catedral , á volver á Roma para supli
car al Papa que pusiese fin á aquellas consternaciones. El Papa, que
estaba muy arrepentido de la facilidad con que antes habia condes
cendido con su repugnancia , le nombró por obispo de Eugubio, sin
que ahora le valiesen sus razones, súplicas ni llantos; y le fue pre
ciso obedecer, rindiéndose á una eleccion que mereció el universal
aplauso del clero y pueblo. Fue consagrado por el mismo Papa el
año de 1129 , declarando Dios ser suya esta eleccion , y justificán
dola el Santo desde luego por los grandes ejemplos de virtud, y por
los maravillosos frutos de su celo.
Persuadido de que la virtud del prior no bastaba para la virtud
DIA XVI. 335
del obispo, dobló su fervor, su devocion y sus penitencias. Siempre
habia sido parca su mesa ; pero no obstante aun hizo que fuese mas
frugal , refinando, por decirlo así , su abstinencia , su modestia y su
pobreza. Solia decir que el obispo debia hacerse respetar por su vir
tud , mas que por su tren y por su equipaje ; y anadia : Si el obispo
tiene mas renta que un canónigo, no es para mantener mas criados,
sino para sustentar mas pobres. Vivia con una continua mortificacion
en sus sentidos , y con un desasimiento general de todas las cosas.
Infatigable en los trabajos de la penitencia, y en los que eran inse
parables de su ministerio, velaba continuamente sobre el rebaño que
se le habia encomendado. Ganaba los corazones con su agrado, con
su apacibilidad y con su paciencia. Diciendo un dia á un albañil que
no habia hecho bien en levantar una pared en suelo ajeno , aquel
bárbaro lleno de furor arrojó al santo Obispo en un monton de cal.
Levantóse tranquilamente el suavísimo Prelado, y se retiró á su pa
lacio sin hablar palabra ; pero el pueblo, que no era tan moderado,
clamaba por el castigo de tan sacrilega insolencia , y temiendo el
santo Obispo que maltratase al delincuente, le refugió en su mismo
palacio. El pobre albañil, penetrado ya de un vivísimo dolor de su
delito, se ofreció á pagarle con su misma vida; pero todo el castigo
que le dió, ni permitió el Santo que se le diese otro, fue despedirle
con un ósculo de paz.
Queriendo en cierta ocasion sosegar un tumulto popular, se me
tió intrépidamente entre las espadas desnudas ; y á vista del peligro
que corría el santo Prelado, dejaron todos caer las armas de las ma
nos , siguiéndose la reconciliacion , como efecto de sola su presencia.
Ninguno fue mas dueño de los ánimos y de los corazones de todos.
Despues que el emperador Federico Barbaroja sujetó á los romanos
y saqueó la ciudad de Espoleto , venia marchando á Eugubio con
ánimo de hacer lo mismo ; pero habiéndole salido á recibir el santo
Obispo, le desarmó ; y lleno Federico de respeto y de veneracion á
su virtud , deponiendo el fausto que le rodeaba , se postró á sus piés,
le pidió su bendicion , y perdonó á la ciudad.
En medio de sus continuas y dolorosas enfermedades , que disi
mulaba siempre con semblante alegre , apacible y sereno , ningun
año dejó de hacer la visita de su'obispado, y ningun dia de susten
tar al pueblo con el pan de la divina palabra. Así como no hubo pas
tor mas amado de sus ovejas , así no hubo ovejas mas dóciles á la
voz de su pastor. El culto divino restituido á su esplendor antiguo,
los abusos desterrados , y las costumbres reformadas fueron fruto del
336 MAYO
infatigable celo de san Ubaldo, que consumido al rigor de sus peni
tencias y pastorales fatigas, debilitado por sus achaques , y presin
tiendo se iba acercando la hora de su muerte , se hizo llevar á la igle
sia de San Lorenzo, donde se mantuvo como en una éspecie de reliro
hasta el dia de la Ascension , disponiéndose para aquella última hora.
Mandó despues que le restituyesen á su palacio episcopal , donde no
cesó de dar saludables instrucciones todo el tiempo que logró libre
el uso de la lengua. Agravándose la enfermedad la víspera y dia de
Pentecostes , recurrieron todos con ansia apresurada á recibir su úl
tima bendicion al pié de su humilde cama, sin oirse en la ciudad
mas que llantos y universales gemidos, hasta que en la noche del
dia siguiente , que fue el 16 de mayo, pasó tranquilamente á la glo
ria eterna de los bienaventurados en el año 1160 , á los setenta y seis
de su edad , y treinta y uno de obispo.
Concurrieron á venerar el santo cadáver todos los pueblos veci
nos á la primera noticia de su muerte, pareciendo triunfo masque
pompa fúnebre sus magníficas exequias ; y los grandes milagros que
obró Dios por intercesion del Santo, estando aun de cuerpo presente,
continuándolos despues en su glorioso sepulcro, movieron al papa
Celestino III á canonizarle el año 1192. Cuatro despues se hizo la
traslacion de su cuerpo á la iglesia catedral de San Mariano y San
tiago, que está sobre un montecillo extramuros de la ciudad , y se
comenzó á llamar el Monte de san Ubaldo, por haberse edificado una
suntuosa iglesia dedicada al Santo, con quien cada dia es mayor y
mas solemne la devocion de aquel pueblo.

EL BEATO GIL, CONFESOR.

Maravilloso Dios en sus Santos, segun nos dice el real Profeta,


quiso serlo particularmente en el beato Gil, para que brillase en él
su divina misericordia, en tiempo que se hallaba precipitado en un
cáos de los vicios mas enormes. Nació este héroe verdaderamente
portentoso en uno de los pueblos de la provincia de Portugal lla
mado Vaozela , y fueron sus padres D. Rodrigo Valladares y D.° Te
resa Gelia ó Epidia , ambos muy distinguidos en aquel país , así por
su calificada nobleza , como por el grande empleo que tenia Rodrigo
en el servicio del rey D. Sancho el I. Aplicáronse estos con el ma
yor esmero á dar á Gil una educacion tan propia de su piedad como
de su ilustre nacimiento ; y habiendo manifestado desde luego unos
talentos extraordinarios, quisieron que estuviese en la universidad
du xvi. 337
de Coimbra bajo la enseñanza de los célebres maestros que regen
taban las cátedras de aquella célebre academia. Hizo Gil grandes
progresos dentro de muy breve tiempo en la latinidad y en la filo
sofía , y enamorado el rey Sancho de la habilidad y de la expedicion
del ilustre jóven, proveyó en él variaspiezas eclesiásticas, cuya car
rera abrazó, no con el objeto ni con la rectitud que exigia el estado,
antes bien fue el escándalo del pueblo por sus abominables desór
denes.
Quiso Gil dedicarse por una vana curiosidad al estudio de la me
dicina, y para instruirse perfectamente en esta ciencia determinó
pasar á París, donde la enseñaban ios mas hábiles facultativos. Co
menzó á pensar en el camino sobre los medios de adelantarse en la
facultad á todos los hombres mas sábios de su tiempo, sin tener la
menor repugnancia en adoptar toda clase de malas artes, con tal
que consiguiese sus intenciones. Valióse el demonio de esta resolu
cion para acabar de perder á un jóven que ya tenia preso con Ja
cadena de los vicios, y juntándose con él en el camino en traje de
pasajero , comenzó á explorar en las conversaciones familiares que
tuvo con el desgraciado mozo el fin que le llevaba á París. No tuvo
reparo Gil en manifestar todas sus ideas al enemigo de la salvacion,
quien desaprobándolas enteramente, le dijo: que no tenia necesi
dad de ausentarse tan léjos de su patria para conseguir sus deseos,
cuando podia lograrlos mas cerca , puesto que en la ciudad de To
ledo enseñaban ciertos hábiles maestros unas artes cási divinas , por
las que penetraban los hombres los mas ocultos secretos de la natu
raleza y de la medicina, y obrando por aquel estudio cosas mara
villosas, se hacian dueños de las personas y de sus bienes; aña
diéndole que si le agradaba la proposicion, le acompañaría hasta
ponerle en el mismo sitio donde se enseñaban aquellas ciencias con
un profundo secreto. Quedó Gil suspenso por algun tiempo; pero
como su ánimo no era otro que lograr el fin de sus vanos deseos,
aunque fuese á costa de los medios mas ilícitos, admitió desde luego
la oferta. Conducidos ambos á Toledo, se entraron en una cueva es
pantosa , donde ciertos hombres perdidos enseñaban las abominables
disciplinas que les sugirió el infierno : manifestaron estos á Gil las
leyes y condiciones que era preciso observasen los que querían ser
discípulos de aquella escuela, entre las que era uno de sus princi
pales establecimientos hacer carta de vasallaje al demonio escrita con
su propia sangre.
Ejecutó el perdido jóven el infame instrumento, y habiendo cur
338 MAYO
sado por espacio de siete anos el estudio de aquellas perversas ar
tes, instruido en ellas á satisfaccion de sus maestros, tuvo permiso
para practicarlas donde le pareciese. Quiso que París fuese el teatro
de sus primeras habilidades, y conduciéndose á aquella capital, se
mereció en breve tiempo los aplausos de los doctos y de ignorantes,
admirándose todos al ver los maravillosos efectos que obraba en la
medicina.
Continuó Gil la profesion algunos años lleno de vanagloria y de
considerables riquezas, hasta que llegó el tiempo en que Dios por
su infinita misericordia quiso conmutar en vaso de eleccion al que
lo era de contumelia por uno de aquellos prodigiosos medios de su
adorable Providencia. Estudiaba Gil en cierto dia en su biblioteca,
y cuando estaba mas engolfado en la especie , se le apareció un hom
bre de terrible aspecto á caballo con una lanza en la mano en ade
man de acometerle, quien le dijo con una voz espantosa: Muda de
vida, muda de vida. Asustóse con la vision el famoso médico ; pero
como la relajacion de sus costumbres le tenia trastornado el enten
dimiento, creyendo que seria alguna ilusion de su acalorada fanta
sía, siguió con sus mismos vicios. Pasado algun tiempo volvió á
- presentarse el mismo caballero armado estando Gil en su librería,
y con voz mas formidable le repitió por tres veces: 3Iuda de vida,
pues de lo contrario te daré muerte; y dicho esto, le hirió algun tanto
con la lanza en el pecho.
Creyó Gil que habia penetrado la herida hasta lo íntimo del cora
zon , segun la viveza del dolor que tuvo ; mas siendo este efecto de
la divina gracia , que le movia al arrepentimiento de sus desórdenes,
comenzó á clamar bañado en tierno llanto: Yo, Señor, mudaré de
vida; pero te ruego por tu infinita misericordia me perdones el no haber
obedecido d tu primer llamamiento. Era aquel auxilio uno de los efi
cacísimos que Dios por su infinita bondad confiere á los pecadores
mas obstinados ; y correspondiendo Gil con fidelidad á la vocacion
del cielo, quemó todos los libros de su magia , y dejando á París, se
dirigió á su patria con firme resolucion de enmendar sus yerros.
Cayó en el camino en una enfermedad grave , nacida del terror y de
la tristeza que ocupó á su espíritu, meditando sobre sus desórdenes;
pero no por eso dejó el buen propósito de su sincera conversion.
Pasó de camino Gil por la ciudad de Palencia, cuando los hijos de
santo Domingo de Guzman se hallaban en la obra de su convento ; y
edificado de ver trabajar en la fábrica á unos hombres religiosos, dis
tinguidos por su estado y por su carácter, como si fuesen unos po
día xvi. 339
bres jornaleros , concibió grandes deseos de abrazar el Instituto, mo
vido del humilde y edificante ejemplo de sus profesores. Hizo una
confesion general con el prior, manifestando en ella clara y distin
tamente las execrables maldades de su vida; pidió la absolucion ba
ñado en tiernas lágrimas, y concluido aquel acto, rogó al superior
que se dignase admitirle entre los individuos de su comunidad , bajo
el supuesto de no ser otro su objeto que el de dar al Señor satisfac
cion por medio de aquel Órden de penitencia. No quiso el prior des
preciar la ocasion que se le presentaba de lograr para Dios una alma
verdaderamente arrepentida, y recibiéndole en su comunidad con
anuencia de los demás religiosos, desde el momento que vistió Gil
el santo hábito dió pruebas tan concluyentes de su vocacion, que
se persuadieron todos que dentro de breve tiempo seria uno de los
ornamentos mas decorosos del instituto dominicano. En efecto, su
devocion, su fervor, su humildad, su obediencia, su pobreza y su
penitencia, fueron el asombro de los mas ancianos religiosos , los que
no pudieron menos de admirar como prodigios de la divina gracia
los progresos que hacia Gil en el noviciado.
Causan admiracion los artificios de que se valió el enemigo de la
salvacion para separarle de su buen propósito; pero siempre cons
tante, y siempre firme Gil en la vocacion, triunfó de los enemigos
inseparables que le atacaron con los mas activos movimientos. Las
pasiones, que se habian estragado tan desenfrenadamente en el si
glo, se amotinaron con sediciosa violencia, viéndose reprimidas en
la Religion ; los apetitos habituados á saciar sus gustos lucharon fuer
temente para atraerle al abismo de sus desórdenes ; pero el siervo de
Dios supo reprimir con tanta prontitud semejantes movimientos con
el rigor de sus penitencias , con la frecuente mortificacion de los sen
tidos, y con la oracion continua, que aun antes de acabarse el año
del noviciado logró tener rendidas á la servidumbre de la razon to
das sus pasiones.
Hizo su solemne profesion, y reiterando los firmísimos propósitos
que le trajeron á la Religion, puede decirse con verdad que cum
plió perfectamente las promesas que hizo á Dios en aquel acto en el
discurso de su carrera. Enviáronle los superiores al convento de
Santaren, poco distante de su patria, una de las casas mas célebres
de la Orden, así por su observancia regular, como por el concurso
de muchos varones esclarecidos en ciencia y en santidad que vivian
en ella ; y queriendo Gil dar á Dios satisfaccion de sus enormes de
litos á la vista de aquellos religiosos ejemplares , se entregó á una
340 MAYO
penitencia sin límites , trayendo siempre ceñidas sus carnes con una
cadena de hierro , la que hasta hoy se conserva en el mismo con
vento para perpétua memoria de sus rigorosas austeridades.
Lo que sobre todo afligía á Gil era la memoria de la escritura de
vasallaje que firmó al demonio con su propia sangre: teníale esta
pena en una inquietud continua, y conociendo que el medio mas
poderoso para rescindir aquel infame instrumento era el recurso al
poderoso patrocinio de la santísima Virgen, se postraba con fre
cuencia ante una prodigiosa imágen de la Señora, que estaba en la
capilla ó capítulo del convento , y anegado en tiernas lágrimas ro
gaba, instaba, y suplicaba continuamente á la Madre de pecadores
que se dignase interceder con su santísimo Hijo, á fin de que le li
brase de tan terrible tormento.
Bien conoció el demonio los efectos que habian de producir las fer
vorosas oraciones y las asombrosas penitencias del siervo de Dios
afianzado en la proteccion de la santísima Virgen; y para impedir
los se valió de cuantos géneros de tentaciones pudo discurrir su re
finada malicia: puso en ejercicio todas las armas de la sensualidad,
insultos de la imaginacion , torpezas del entendimiento , y rebel
días de la carne: atormentábale con temerosos aullidos, con gritos
horribles , con visiones espantosas y con fantasmas extraordinarias ;
pero queriendo Dios probar á un mismo tiempo la virtud y la pa
ciencia de su siervo , y confundir la malignidad del espíritu de las
tinieblas, le permitió que le maltratase de diferentes maneras. Siete
años sufrió Gil como otro pacientísimo Job este tropel de comba
tes; pero viendo el enemigo que de nada aprovechaban semejantes
ardides , hizo el último recurso, tentándole sobre desesperacion. Rei
teraba Gil en cierta ocasion sus súplicas á la Reina de los Ángeles,
y acometiéndole los demonios llenos de furiosa rabia , le dijeron:
que se cansaba en vano, pues habiendo renegado de Jesucristo por
medio de un instrumento firmado con su sangre, era irremisible su
delito, por el cual estaban para él cerradas las puertas del cielo.
Consternó al siervo de Dios un ataque tan cruel pintado con los co
loridos mas vivos por el demonio ; y puesto en mortales congojas,
se llegó á la imágen de la santísima Virgen, y arrancando lastimo
sos suspiros de lo íntimo del corazon , la habló de esta suerte : Ma
dre clementísima, consolad a quien implora vuestra piedad en el mayor
conflicto, y mostrad embusteros d los padres de la mentira, que soli
citan que desconfie de vuestra grande misericordia. Quiso la Señora
consolar á su fidelísimo siervo , dándole un testimonio nada equí
DIA XVI. 341
voca de sus acostumbradas piedades ; y para que no dudase de esta
fineza, hizo que el demonio dejase caer sobre el altar de la santí
sima Virgen la escritura, tratando á Gil de traidor, de falsario, y de
ingrato á sus muchos beneficios.
No es fácil poder explicar el gozo que concibió el siervo de Dios,
viendo disuelto el inicuo pacto que hizo con el demonio llevado de
sus vanos deseos, lo que le tenia en una afliccion continua; y co
nociendo que aquel singular favor era debido á la poderosa protec
cion de la Madre de misericordia, no acertaba cómo darle gracias,
ni cómo manifestar su agradecimiento. Quiso acreditar este en todo
el resto de su vida, esmerándose en el afecto para con la Señora;
y seguramente puede afirmarse que no hubo ningun otro bien
aventurado que le excediese en la devocion á la Reina de los Ánge
les, ni en la solicitud en propagar sus glorias.
Sucedió la calma á la deshecha tempestad que padeció Gil, y si
sufrió por espacio de siete años los mas terribles ataques de todo el
infierno, por igual tiempo quiso el Señor premiar la inalterable pa
ciencia de este segundo Job con exquisitos favores, entre los cuales
fue muy singular la asistencia de una luz refulgente que le acom
pañaba en todas partes, sirviéndole de escudo para ahuyentará las
potestades de las tinieblas , á las que ya no temia Gil , antes bien les
servia de un terror formidable.
Libre ya el siervo de Dios de tan crueles persecuciones, quiso es
tudiar teología, para adquirir una superior inteligencia de los atri
butos y de las perfecciones de Dios , á fin de amarle con mayor co
nocimiento. Enviáronle á París los superiores para que cursase en
aquella célebre universidad , de lo que se alegró en extremo, por po
der desagraviar al Señor en el mismo pueblo que habia sido el teatro ,
de sus mas enormes vicios. Fundado en esta máxima, hizo grandes
progresos así en las ciencias sagradas como en la de los Santos, y
resarció por este medio las gravísimas ofensas que cuando jóven co
metió en París con sus desórdenes; pero como en lo que mas pecó
fue en el mal uso de la medicina, en este mismo ejercicio procuró
la enmienda, sirviendo á los pobres enfermos de médico y de asis
tente hasta en los oficios mas humildes.
Recibió Gil el grado de doctor en sagrada teología con aplauso
general de toda la universidad ; y queriendo los superiores aprove
charse de sus raros talentos , le enviaron á España para que ense
ñase esta facultad. Hízolo con ventajas conocidas en los que fueron
sus discípulos; pero no satisfecho con las tareas de la escuela, se
342 MAYO
aplicaba á un mismo tiempo al ministerio de la predicacion, ani
mado de un celo verdaderamente apostólico por la salvacion de las
almas. Esparcióse la fama de la eminente virtud y de la grande sa
biduría del Beato por toda la provincia, y deseando los religiosos te
nerlo por superior, le nombraron provincial á pesar de su humilde
resistencia. Visitó á pié todos los conventos de Castilla y de Portu
gal, comprendidos por entonces bajo de una provincia; y se cono
ció en todos cuánto puede la virtud , cuando los empleos le dan mo
tivo para manifestarse. No quedaron reducidos los favorables efectos
del siervo de Dios dentro de los claustros , pues no teniendo su ar
diente caridad domicilio fijo ni lugar determinado, participaron de
su beneficencia todos los pueblos por donde hizo tránsito. Concluyó
el trienio de su prelacia , y como los religiosos experimentaron la
grande utilidad que resultó á la provincia por el celo de un prelado
tan celoso como santo, volvieron á reelegirlo en el mismo ministe
rio ; pero fueron tantos los ruegos y tantas las lágrimas á que re
currió Gil para excusarse , representando su avanzada edad , la de
bilidad de sus fuerzas, y sobre todo el ardiente deseo que tenia de
disponerse para morir, que logró en vista de tan poderosas razones
que le admitiesen la renuncia del empleo.
Desembarazado Gil de tan penoso cargo, se retiró al convento de
Santaren, que fue el campo de sus gloriosas batallas; y renovando
su fervor, pasó el resto de su vida mas como ángel que como cria
tura en carne humana. Seria necesaria una extension mayor que la
que permite un compendio, si se hubieran de referir individual
mente las heroicas virtudes de este hombre portentoso , tan encen
dido en el amor de Jesucristo, que se puede decir sin exageracion
que no hubo quien le excediese en el cordial afecto, ni en la ter
nura con que amó al Redentor del mundo. De esta raíz provenia el
quedarse con mucha frecuencia en dulces éxtasis no solo en la celda,
en la iglesia y en el coro, sino es en los caminos, en los campos y
en otras diferentes partes, todo arrebatado en Dios , haciéndose sen
sible en todas sus acciones y en todas sus palabras el incendio de
amor divino en que se hallaba abrasado, el cual le postraba muchas
veces en cama, sin que tuviese otra enfermedad.
Llegó el siervo de Dios á una edad muy avanzada, y conociendo
por el quebranto de su naturaleza que se acercaba el fin, hizo es
fuerzos extraordinarios para purificar su inocencia. No parecía po
sible amor á Dios mas fino ni mas generoso que el que manifestó
esta dichosa criatura en los últimos instantes de su vida ; y abrasado
día xvi. 343
como víctima preciosa en divinos incendios, murió tranquilamente
en el mismo dia que celebra la Iglesia la Ascension de Jesucristo,
que fue el 14 de mayo de 126ÍJ. Quedó su cuerpo sin las horrorosas
señales de la muerte, despidiendo de sí un olor exquisito, y se le
dió sepultura en el mismo convento de Santaren , donde despues se
trasladaron sus venerables reliquias á la capilla que en honor del
Santo hizo labrar á sus expensas su consobrina D." Juana Diaz , mu
jer de D. Fernando Fernandez , en la que se depositaron en un mag
nífico sepulcro de mármol ; y habiéndose llevado un hueso del siervo
de Dios á Vaozela, se erigió bajo su advocacion un oratorio ó ca
pilla cerca de la cárcel pública , y otro en el aposento donde nació.
Tambien se engarzó en plata el cíngulo de hierro que llevó asido el
Santo al cuerpo, el que se aplica á las que están de parto, con cuyo
contacto se experimenta la apetecida felicidad en aquel peligro.
Quiso el Señor hacer célebre el sepulcro de san Gil con repetidos
milagros , los cuales movieron al limo. Sr. D. Agustín de Portugal,
obispo de Viseo, especial devoto suyo, para que enviase á Roma á
Fr. Agustín de la Cruz con las justificaciones correspondientes , á fin
de solicitar de la Santa Sede que se le escribiese en el catálogo de
los Santos ; pero habiéndose suspendido la causa por muerte del co
misionado, quedó la cosa en estado de que se le tributase culto pú
blico en Santaren, y donde estaban sus reliquias. Promovieron este
varios Sumos Pontífices, concediendo Gregorio XIV indulgencia ple-
naria á los que visitasen la iglesia del convento de Santaren en la
fiesta del Santo, y la misma Clemente VIII á la villa de Vaozela en
honor de este ilustre hijo ; pero como la Religion de santo Domingo
exigia la confirmacion apostólica de este culto inmemorial , reitera
ron sus instancias para con la Santa Sede ; y hechas las justificacio
nes competentes lo declaró así el papa Benedicto XIV en el año 1741,
en el'mismo dia que confirmó el de san Alvaro de Córdoba.

SAN JUAN NEPOMUCENO, MARTIR.

Entre las varias calamidades que ha padecido la Iglesia , y en la


mayor corrupcion de los siglos mas relajados , siempre ha hecho ver
su esposo Jesucristo que no podrían prevalecer contra ella las puer
tas del infierno ; antes bien las mismas persecuciones harían resaltar
el precio y hermosura de la virtud. Vióse esto con la mayor claridad
en el reinado turbulento, deshonesto y sanguinario de Wenceslao,
344 MAYO
emperador de Alemania y rey de Bohemia, indigno por sus exce
sos de haber sido hijo del generoso Carlos IV. Entre los varones que
ilustraron por aquel tiempo la Iglesia de Bohemia, y principalmente
la metropolitana de Praga con el lustre de su nacimiento, con la co
pia de doctrina, con la fortaleza en defender la inmunidad eclesiás
tica , con la inocencia de costumbres , y todas las demás virtudes pro
pias de los grandes sacerdotes , fue uno san Juan Nepomuceno, cuya
vida y felicísima muerte, honrada con la lauréola del martirio en de
fensa del sigilo religioso de la confesion, es como se sigue:
Nació san Juan llamado Nepomuceno por su patria, que fue Ne-
pomuck, aldea de Bohemia, entre el año de 1320 y 1330, segun se
deja inferir de los sucesos de su vida. Sus padres , hombres de me
diana fortuna, fueron mas ilustres por la solidez de su piedad que
por la antigüedad de su ascendencia. Habian llegado á una edad
avanzada sin el consuelo de tener sucesion: dirigían al cielo sus vo
tos, derramando copiosas lágrimas delante de la imágen de la Ma
dre de Dios , que se veneraba en Verdemonte , monasterio de Cister-
cienses, mas por ejercicio de su piedad que porque esperasen tener
hijos en edad tan desproporcionada. Pero la piadosa Madre de mise
ricordias oyó sus oraciones , y no solamente alcanzó de su Hijo que
los alegrase con el nacimiento de Juan, sino que habiendo este en
fermado tan peligrosamente, que se desesperaba de su vida, sanó
repentinamente luego que sus padres acudieron á ofrecer sus votos
delante de aquella santa imágen. Toda su puericia fue un continuo
tejido de santas obras , que manifestaban la verdad con que el cielo
habia indicado antes de nacer la pureza de sus costumbres, y los
ardores de su caridad , por medio de unas hermosas llamas que des
cendían del cielo, y rodeaban la casa que fue el teatro del dichoso
nacimiento de tan santo varon. Habiale dotado la naturaleza de un
semblante en que se juntaban la majestad y hermosura con una
amabilidad y sencillez que arrebataba los corazones. Su genio vivo,
su rara memoria, y su entendimiento agudo y perspicaz, no des
mentían un punto los anuncios felices de su semblante. Para no
malograrlos cuidaron sus padres de proporcionarle los estudios de
latinidad y elocuencia, y para este efecto le enviaron á la ciudad de
Zatecio, en donde estas letras estaban á la sazon florecientes. Como
su ingenio era de aquellos que se hacen superiores á las ciencias, é
incansable su aplicacion, en poco tiempo estudió la latinidad y le
tras humanas. Pero como nuestro corazon es el que principalmente
dispone los progresos de nuestros estudios, siendo cierto que en
/

DIA XVI. 315


nada se adelanta tanto como en lo que se estudia con gusto, nada
llevaba la atencion del mancebo con tanta violencia como el estudio
de aquel arte hermoso que sirve de dar energía á los discursos, y
mayor fuerza á la verdad. Siendo ya latino, humanista y orador, y
conociendo que no le bastaba tener conocimientos que diesen her
mosura á sus labios, si no rectiOcaban las disposiciones de su cora
zon , determinó con el consentimiento de sus padres irse á Praga , en
donde el emperador Carlos IV habia establecido una floreciente uni
versidad, llevando con grandes premios los maestros mas sobresa
lientes en todas facultades que tenian en aquel tiempo París, Padua
y Bolonia. En esta floreciente escuela estudió la filosofía y sagradas
ciencias , hasta conseguir el grado de maestro en la primera, y el de
doctor en sagrada teología y cánones.
Desde el principio en que habia comenzado á instruirse en las le
tras humanas, habia conocido el Santo que la grande propension
que sentia en su alma al estudio de la elocuencia denotaba cierta
vocacion al sacerdocio, y á procurar la salvacion de las almas. Des
confiaba sin embargo de su propio juicio : sabia muy bien el Santo
que la felicidad con que se cumple un tan arduo ministerio pende
las mas veces de la proporcion y del genio del alma para semejan
tes ejercicios, y de haberse introducido al estado eclesiástico con
aquellas dotes que le son propias y necesarias. Gastó el santo man
cebo un mes entero en rigurosa soledad , purificando y examinando
su conciencia, afligiendo su inocente cuerpo, y dirigiendo al cielo
fervorosas oraciones y sentidas lágrimas , para que se dignase de ha
cerle patente su voluntad , y darle los auxilios necesarios para cum
plirla. Conoció de la constancia en sus propósitos, y mucho mas por
aquella interior ilustracion con que Dios se insinúa en los corazones
desus siervos, que el Señor le llamaba al estado eclesiástico; y así,
concluidos sus ejercicios, recibió los órdenes sagrados, y comenzó á
ejercitar las funciones de su nueva dignidad por medio de la predi
cacion. No se componía esta de aquellos discursos graciosos y enga
lanados que suelen manifestar mas bien que los oradores van á pre
dicarse á sí mismos, y hacer patentes su vanidad y su ciencia, que
no á ganar las almas perdidas , y reducirlas á la grey de su pastor,
de donde se habian descarriado. El movimiento, la convulsion que
causaba en las almas de los oyentes , el aprecio con que estos le oian,
sus lágrimas, y mucho mas la enmienda de sus vidas, daban un
claro testimonio de la excelencia de su predicacion ; y en breve tiem
po todos los vecinos de Praga reconocieron en san JuanNepomuceno
3Í6 HAYO
un ministro evangélico , en quien resplandecía á un mismo tiempo
la copia y sublimidad de doctrina, y el santo ejemplo de sus obras
con que la confirmaba. En esta justa persuasion no tuvieron dificul
tad de nombrarle predicador de la basílica de Nuestra Señora de
Trein en Praga la Antigua, que era el sitio mas principal y noble
de aquel pueblo , y en donde solo se permitían predicar oradores
muy consumados.
La doctrina, virtud y continuo trabajo de este digno sacerdote
iban creciendo en tanto grado , que todos á una voz publicaban su
mérito, y clamaban por su exaltacion. Distinguióse entre todos el
arzobispo de aquella santa iglesia, por cuya solicitud no solamente
fue hecho nuestro Santo canónigo de aquella respetable catedral,
sino que se le confió el delicado empleo de predicar al César en la
Cuaresma. No obstante su resistencia, tuvo que aceptar uno y otro
honor, y ejercitó muchos años , siendo canónigo, el oficio de predi
cador del César con grande complacencia de todos los áulicos y de
las gentes del pueblo, que continuaron á oirle con fruto y admira
cion. El argumento ordinario sobre que formaba sus sermones era
la penitencia y arrepentimiento de los pecados ; la relajacion , sober
bia y gastos supérfluos de los nobles ; la fealdad y consecuencias per
niciosas de la borrachera, vicio entonces muy ordinario; el lujo y
profanidad de los vestidos, y, últimamente, el juicio tremendo que
espera á todos los delincuentes, y las penas acerbas é interminables
que han de tener por castigo. Oia todas estas cosas el jóven empera
dor Wenceslao, que habia sucedido á Cárlos IV por los años de 1378
en el imperio de Alemania: encantábale la sabiduría de Nepomu-
ceno , su gracia y energía en el decir, y la solidez y acrimonia con
que declamaba contra los yícíos ; y como todavía estos no habian
llegado á corromper su corazon , lograba la palabra de Dios en él un
completo fruto, lo cual manifestaba en sus obras.
Llegó esto á tanto, que formando el Rey el concepto mas ventajo
so de san Juan, le nombró para uno de los mejores obispados, bien
persuadido de que tantas virtudes y letras, como en Nepomuceno res
plandecían, calificaban de acertada su eleccion, y darían un digno
sucesor á los Apóstoles. Pero el Santo significó al César su ineptitud,
y le pidió encarecidamente le dejase exonerado de tan pesada carga,
para dedicarse con mayor libertad y celo á la conversion de las almas,
que era lo único en que podían emplearse con alguna utilidad sus
débiles fuerzas. De la misma manera renunció la prepositura de una
iglesia exenta , que era en aquel tiempo de las primeras dignidades,
día xvi. . 347
ya por las honrosas comisiones y ejercicios que la eran anejos , y ya
por la cuantiosísima renta de que gozaba, denunciado el obispado y
la prepositura que el Emperador destinaba justamente al agigantado
mérito de nuestro Santo, parece que habia de calmar el empeño de
'aquel Príncipe en dar honores á un sujeto que tanto los repugna
ba; pero no fue así, porque como la virtud era la que estaba mo
viendo continuamente su corazon , este podia sosegarse por algun
tiempo , mas no podia borrar las impresiones que el mérito de san
Juan en él habian causado. Insistió de nuevo en condecorarle con la
dignidad de real limosnero, dignidad que al tiempo que premiaba
en parte sus sobresalientes virtudes le conservaba dentro de pala
cio, y además de esto le proporcionaba un ejercicio correspondiente
á su gran caridad. De comun consentimiento el Rey y la Reina le
ofrecieron este oficio; y el Santo, considerando que muchas veces
se explica la soberbia por el desprecio porfiado de todas las digni
dades, determinó inclinar el cuello á una carga que le destinaba la
divina Providencia , y complacer al Emperador en un empleo menos
peligroso para su alma. Ejercitóle de tal modo , que todos los áuli
cos estaban admirados de la destreza, política é integridad con que
se conducía en palacio; los pobres daban gracias al cielo, sorpren
didos de su ardiente caridad y de sus largas limosnas, y todos ad
miraban en su conducta y ejercicio los efectos de una prudencia ce
lestial y de una justicia consumada.
Estas virtudes aumentaban de día en dia su santidad , esta su ce
lebridad y su fama; y de todo nacía una autoridad que mandaba
sobre la conciencia de todos, deseando conducirse por su sabiduría y
sus consejos. Pero en donde hicieron mas operacion estas recomen
dables virtudes fue en el corazon de la emperatriz Juana, esposa de
Wenceslao é hija de Alberto , duque de Baviera , y conde de Holan
da. Era esta matrona amable por todas sus circunstancias : de un
inocente candor en su genio , de una piedad recomendable en sus
costumbres, y de un conjunto de virtudes cual convenia á un real
pecho. Movida de la sublimidad de sus sermones, de la seguridad
y solidez de sus máximas, y de la fuerza victoriosa con que persua
día la virtud, determinó tomarle por su confesor, para que dirigiese
su conciencia, y fuese maestro de su vida. En este tiempo la santa
iglesia metropolitana de Praga miraba á Nepomuceno como á su
mayor ornamento , y toda la corte como á un oráculo en donde ha
llaban sus dudas claridad, seguridad y desenredo sus dificultades,
y un Ángel de paz sus pleitos y disensiones.
348 MAYO
Entre tanto el rey Wenceslao , que era de un genio cruel , desho
nesto , y propenso á todos los vicios , iba empeorando sus costumbres,
manchándolas con fierezas y deshonestidades. La piadosa reina Jua
na miraba con sumo dolor los excesos de su esposo ; y la piedad y
ternura de su corazon se conmovían mas violentamente á vista de
las crueldades diarias que cometía. No podia ver sin horrorizarse que
su marido, imitando á los príncipes mas crueles, llegase hasta el
extremo de ensangrentar la mesa y las viandas que comía con la
muerte de los grandes que allí mismo mandaba degollar. Gemia la
inocente Reina en el secreto de su corazon , y redoblaba sus suspiros
al ver que su honesta conducta era mirada del Rey con ojos infieles
y celosos. No hallaba consolacion sino en la soledad y el retiro , di
rigiendo á Dios ruegos humildes para que ablandase el corazon de
su esposo. Cuando los males que se padecen son»extremos, no ha
lla el afligido descanso sino en la conversacion con Dios y en el seno
de la virtud. Por tanto, con ningun ejercicio podian templarse las
lágrimas y amargura de la Reina sino con la confesion sacramental,
que comenzó á frecuentar con mas esmero , con la oracion continua,
con los ejercicios de piedad y socorro de los pobres, y, últimamente,
con todo aquello que forma una vida completamente espiritual, en
que se empleaba noche y dia.
Estas piadosas ocupaciones de la Reina , sus mortificaciones y abs
traccion , que bastarían por sí solas á ablandar el corazon mas rebel
de, y á excitar en él los estímulos de un verdadero y puro amor,
produjeron en Wenceslao efectos enteramente contrarios. No podia
sufrir la presencia de su esposa : aborrecía con todo su corazon la
inocencia de sus costumbres , cuando estas se presentaban á sus ojos ;
pero cuando la veia retirada y apartada algun tanto de su presencia,
sentía su corazon encendido en vivas llamas de amor, que, aunque
profano , tenia la actividad suficiente para producir en él la loca pa
sion de unos celos furiosos. Produjeron estos en el inicuo Rey la des
atinada curiosidad de saber la confesion de su esposa , los delitos que
confesaba al sacerdote, los consejos que este la daba, y principal
mente cómo pensaba de su marido , y si acaso tenia su amoremplea-
do en otro objeto. Tan locos pensamientos es capaz de producir la
tiranía cuando se aconseja de la crueldad, de la torpeza y de la li
sonja. El intentar satisfacer sus curiosos deseos por confesion de la
Reina, lo reputó por un imposible; y así resolvió aquietarlos, pro
curando emplear los medios mas suaves , y si fuese menester los mas
violentos, para inducir á ello ásu confesor, en quien sabia deposita
t

DIA XVI. 34?


ha la Reina todos sus secretos y confianzas. Mandó llamarle ; y cuan
do le tuvo en su presencia , hizo de modo que , despues de varios ro
deos de discursos y palabras, cayese la conversacion sobre las cua
lidades y condicion de las mujeres casadas, significando que sus in
tenciones mas ocultas y sus obras, por santas y secretas que fuesen,
debian saberlas sus maridos , principalmente siendo estos reyes. Pro
púsole riquezas , honores , dignidades , y cúanto pudiera apetecer un
hombre ambicioso, con tal que le revelase alguna parte de lo que
la Reina le confesaba, asegurándole que guardaría secreto, y que
daría tranquilo su corazon. Escandalizóse y llenóse de horror el sa
grado ministro al oir semejante propuesta , y con evangélica liber
tad hizo entender al Rey su impiedad y sacrilega pretension, acon
sejándole se arrepintiese de tan execrable delito , y dejase de solicitar
lo que de ninguna^ manera podría jamás conseguir. El corazon del
Rey se encendió en furor oyendo la repulsa , y mucho mas la repren
sion agria con que el varon apostólico habia afeado su procedimien
to ; pero considerando que los primeros pasos suelen ser inútiles para
la consecucion de los dificultosos objetos, y que las instancias con
tinuadas suelen conseguir finalmente lo que habia parecido inase
quible al principio, reprimió los movimientos de su ira, disimuló
por entonces , y dilató para tiempo mas oportuno el reiterar las di
ligencias para obtener su loca empresa.
Un suceso inesperado , que llenó todo el palacio y toda la corte de
terror, aceleró el tiempo que el Rey habia determinado dar de tre
guas á sus sacrilegas intenciones. Y fue que habiéndole puesto en la
mesa un ave no aderezada á su gusto , mandó que asasen al cocinero
en la misma hornilla. Estaba á la sazon en palacio san Juan Nepo-
muceno, y avisado de lo que pasaba, no tuvo dificultad en presen
tarse al Rey con todo el valor que infunde en los pechos cristianos
la caridad y la justicia. Rogó primeramente con palabras blandas y
humildes por la vida de aquel infeliz; y cuando vió que persistía dur»
en su bárbara sentencia, le afeó con razones ásperas y terribles la
ferocidad de su decreto. Pocas palabras habia pronunciado, cuando-
el inicuo Príncipe enfurecido, sin respeto al sacerdocio ni al deco
ro de la real dignidad, mandó que le encerrasen en un calabozo.
Nepomuceno bien receló no fuese esta disposicion un pretexto para
llevar adelante la intencion primera; y acertó en ello, pues le hizo
saber el Emperador que en su mano tenia la libertad, si le revelaba
la conciencia de su esposa. Luego fué otro enviado diciéndole que
Wenceslao quería su amistad , y en prueba de el)o le convidaba a.
23 ' tomo v.
350 . MAYO
asistir con los demás personajes á su mesa el dia siguiente. Asistió
el Santo, y, segun lo pactado, fué á palacio al dia siguiente mien
tras el Emperador estaba comiendo, del cual fue recibido con de
mostraciones muy honoríficas. Y cuando se levantaron de la mesa,
quedando con el Santo á solas el Rey , comienza á explicarse mas cie
go y obstinado que nuuca en su sacrilego empeño. No está mas fir
me la antigua y dura roca combatida por todas partes de las olas
embravecidas del mar furioso, que entre las tentaciones, asechan
zas y combates del impío Wenceslao estuvo san Juan Nepomuceno.
En lugar de intimidarse del semblante cruel del Príncipe, ni de su
discurso amenazador, lo despreció todo con ánimo excelso, certifi
cándole que ni los honores ni las dignidades torcían su integridad,
ni las amenazas acobardaban su valor. Explicóle el oficio de con
fesor; lo sagrado y augusto del sigilo sacramental; las penas inter
minables que estaban decretadas en la otra vida al sacrilego trans-
gresor de leyes tan santas, y últimamente le exhortó á que desis
tiese de su desatinado empeño, bien cierto de que de ninguna manera
llegaría á saber secretos que estaban reservados ásolo Dios : que en
lo demás le amaba como á su rey, y veneraba sus decretos como de
un sustituto en la tierra del divino Legislador. Esta firme respuesta
enfureció de tal modo al Príncipe , que llamando inmediatamente al
verdugo , dióle la orden de que llevase al Santo á una horrorosa cár
cel , y poniéndole sobre un potro descoyuntasen sus sagrados miem
bros, quemando al mismo tiempo con hachas encendidas sus costa
dos. La presencia del Príncipe hacia que los verdugos fuesen mas
solícitos en avivar los tormentos ; pero siendo estos inferiores á la in
victa paciencia y ardentísima caridad del Santo, tuvo el César que
salirse de la cárcel avergonzado , y los verdugos cansados de su bár
bara crueldad desistieron de continuar el suplicio , quitando al Már
tir del potro, y dejándole en el calabozo.
Al paso que la ferocidad de Wenceslao tenia sus delicias en ver
derramar sangre, y oir los lamentos que arrancaba su venganza de
los afligidos corazones , lemia á cada paso el justo castigo de los exce
sos ; y receloso del escándalo que habia de causar en toda la corte lo
que habia ejecutado con un varon tan santo y respetable, mandó que
le sacasen de la cárcel secretamente, y le dejasen ir libre á su casa.
San Juan Nepomuceno, olvidando enteramente lo que por él habia
pasado, procuró con el mayor sigilo que se le curasen las heridas
que en el tormento habia padecido ; y con nuevo ardor volvió á em
plearse en las sagradas funciones de su santo ministerio. Conocía
DIA XVI. 351
muy bien la índole severa y contumaz del obcecado Príncipe, y que
no desistiría de su intento hasta quitarle la vida. En esta inteligen
cia redobló los ejercicios fervorosos de piedad en.que antes se ocupa
ba, preparándose de este modo á una muerte violenta, que, avi
sado del cielo, sabia estar ya muy cercana. Verificóse su espíritu
profético en esta materia , porque predicando en la iglesia de San
Víctor, afirmó á todos sus oyentes que dentro de poco moriría, di-
ciéndoles al mismo tiempo la multitud de males , guerras , sediciones
y herejías que habian de 'devastar aquel infeliz reino. Repetia mu
chas veces aquellas palabras de Jesucristo á sus discípulos : Dentro
de poco ya no me veréis; ya serán muy contadas las palabras que oigais
de mi boca; y al paso que el Santo decía esto con un rostro alegre,
hermoso y sereno como el de un Ángel , todo el pueblo se deshacia
en amargas lágrimas condolido de su desgracia, y sintiendo íntima
mente perder un padre tan amoroso y un predicador tan perfecto.
Anuncióles como dentro de poco tiempo saldria del abismo una fu
nesta herejía, que mezclaria sacrilegamente lo sagrado y lo profano
con una confusion escandalosa; que serian consumidos por el fue
go todos los templos y conventos de Bohemia, y que los sacerdotes
perecerían con tormentos exquisitos. Últimamente , que estaba cer
cano el fin y término desventurado de la religion católica en todo
aquel reino. Concluyó el sermon despidiéndose de todos, pidiendo
perdon á prelados y canónigos de la iglesia de Praga con las expre
siones mas humildes, acusando su inocente vida , y ponderando sus
mas leves faltas. Florecía á la sazon la Iglesia de Bohemia por la ob
servancia de la disciplina eclesiástica, porlasantidad y literatura de
sus prelados, y por la integridad de costumbres con que vivian sus
ministros. Esto mismo excitó con mayor viveza la admiracion de
cuantos oyeron el sermon de un varon tan santo, lleno de profecías
tan funestas, y de anuncios que conmovían los corazones de todos.
El dolor interior, el respeto, la sumision á los divinos arcanos se
apoderaron de sus almas en tanto grado, que el abatimiento y des
consuelo se manifestaban en sus semblantes, el'silencio en sus bo
cas , y las lágrimas en sus ojos. Habia en Breslau una devota ima
gen de María santísima, venerada con gran piedad de los fieles,
quienes la recibieron con grande encargo de san Cirilo y san Meto-
dio como una prenda segura de sus felicidades, y un lugar de re
fugio á donde acudiesen en sus infortunios y trabajos. Á este san
tuario se fué san Juan Nepomuceno , pocos dias despues de haber
predicado aquel famoso sermon, para ocuparse en oracion fervoro
23*
352 MAYO
sa, y en piadosos ejercicios con que prepararse á la pelea sangrien
ta, y cercana muerte que presentía su corazon.
Confortado vigorosamente Nepomuceno con los auxilios del Espí
ritu Santo, volvia de Breslau á Praga, cuando asomándose el Em
perador á una ventana , y divisando al Santo , su sola vista reprodujo
en eUánimo del Rey todos los furiosos afectos que anteriormente ha
bía manifestado. Una nube de celos y sospechas contra su inocente
esposa se puso delante de sus ojos ; la memoria de las repulsas que
habia padecido su sacrilega pretension , y la constante firmeza con
que el siervo de Jesucristo le habia resistido , exacerbaron su cora
zon y llenaron de furia su pecho , de tal manera , que mas que hom
bre, parecía un leon enfurecido. Envia al punto ministros que le
traigan ante sí á san Juan ; y no sufriendo la cólera descomunal de
tenerse en muchas palabras, le dijo estas abominables y lacónicas
razones : Ten entendido, ó sacerdote, que vas a morir, si inmediata
mente no me revelas la confesion de mi mujer , exponiendo todas cuantas
cosas, aun las mas mínimas, que ha fiado á tu secreto. Esto es hecho;
pereciste : juro d Dios que beberás agua. El Santo no dio respuesta al
guna ; pero con el semblante severo le dió á entender lo execrable
del delito que se le proponía cometer, y la abominacion con que lo
miraba. Ya enfurecido el Emperador no pudo reprimir su ira, y pro-
rumpió diciendo : Coged á ese hombre y arrojadle en el rio luego que
sea de noche, para que no sea notoria al pueblo su sentencia y su cas
tigo. En efecto así fue ejecutado el bárbaro decreto , siendo precipi
tado atado de pies y manos á las corrientes del Moldava desde el
puente que divide á Pf*ga antigua de la nueva Praga. Así consumó
san Juan Nepomuceno la gloriosa carrera de su portentosa vida, y
consiguió en defensa del sigilo sacramental un ilustre martirio. Su
cedió este en la vigilia de la Ascension del Señor, año de 1383.
Apenas fue sumergido en las aguas cuando se apareció sobre su
cuerpo una luz celestial flotante , cuya extrañeza trajo infinito pueblo
á sus orillas. La Emperatriz ignorante del caso acudió con inocente
simplicidad á su esposo, y le preguntó qué podia significar aquel por
tento. Semejante pregunta, la conciencia de su delito, y el ver con
sus ojos tan grande milagro , hirió todo junto como un rayo aquella
alma proterva, de tal modo, que se apartó á un aposento retirado,
y por espacio de tres dias permaneció sin hablar con nadie , bien fue
se amedrentado del temor, ó simulando un dolor fingido de lo que
habia hecho. Por toda aquella noche permanecieron las luces al re
dedor del sagrado cadáver , y en los ánimos de los ciudadanos la ad
día xvi. 353
miracion y la duda, hasta que al amanecer del dia siguiente vieron
todos con dolor el origen de las lumbres maravillosas. Vieron en las
orillas del Moldava un cuerpo exánime , que conocieron ser el de
san JuanNepomuceno. Alborotada toda la ciudad acudió al rio, y los
canónigos de la santa iglesia metropolitana , ordenando una devota
procesion, tomaron con mucho honor y reverencia el cuerpo de su
santo hermano, y le trasladaron á la iglesia de Santa Cruz, de reli-,
giosas de la Penitencia, que estaba allí cerca, depositándole hasta
tanto que se dispusiese en la iglesia metropolitana un digno sepul
cro. Premió el Santo esta piedad, celo y fortaleza de sus hermanos
en procurar honrar su cadáver á la vista de un príncipe en quien
era tan pronta la ira como la ejecucion de sus. consejos. Al tiempo
que para formar un honroso sepulcro que habian meditado , cava
ban los cimientos en la iglesia de San Víctor, se encontró un tesoro
con gran copia de oro, plata y alhajas preciosas, que parecían ser
el precio que el cielo destinaba á la piedad de los canónigos.
Entre tanto permanecía el cuerpo de san Juan en la iglesia de San
ta Cruz, á donde concurrió inmensa multitud de gente á venerar al
Mártir de Jesucristo. Unos predicaban la constancia y fortaleza que
habia tenido entre los atroces tormentos , y en la misma muerte : otros
ensalzaban la causa de su martirio , que cedia en tanta gloria del si
gilo sacramental : besábanle otros los piés y las manos: encomendá
banse á su poderosa intercesion : tocaban al sagrado cuerpo rosarios
y medallas para tenerlos por reliquia. Informado de esto el Empe
rador despachó una órden á los religiosos de Santa Cruz para que se
abstuviesen de levantar tumultos : que echasen de la iglesia á todo
aquel concurso, y quitando de la vista el cuerpo de Nepomuceno,
le retirasen á un rincon el mas apartado. Hízoseloque mandaba el ti
rano Monarca, pero disponiendo el cielo que esto mismo sirviese pa
ra mayor gloria de nuestro Santo. Fue el caso , que el cuerpo de este
encerrado y escondido comenzó á exhalar tan suave fragancia, que
de ninguna manera pudo mantenerse oculto , ni dejar de aumentarse
de nuevo el concurso numeroso de los que concurrían á venerarle.
Para colocarle en lugar mas decente y proporcionado á los continuos
votos que ofrecían los fieles en reconocimiento y gratitud por los favo
res que recibian en las mayores necesidades , se habia construido un
sepulcro honorífico en la iglesia catedral. Los canónigos , todo el cle
ro , y una inmensa multitud de pueblo , se formaron en procesion ; y
habiendo ido á la iglesia de Santa Cruz , tomaron el cuerpo del San
to , le llevaron con gran pompa á la metropolitana , resonando al mis
354 MAYO
mo tiempo todas las campanas de la ciudad , y aclamándole por San
to todo el concurso numeroso. Antes de enterrarle, á peticion del
pueblo , se abrió la arca en que estaba el cadáver depositado , el cual
fue venerado de todos , recibiendo al mismo tiempo con su contacto
salud repentina muchos enfermos de diversas enfermedades por la
intercesion del Santo. Depositóse finalmente en el sepulcro prepara
do, acompañando este acto las lágrimas de todos, principalmente
de los pobres, que con la muerte de san Juan Nepomuceno lloraban
la pérdida de un padre. Púsose encima del sepulcro una gran pie
dra, y en ella una inscripcion que decia así: Aquí yace el venerable
señor y maestro Juan Nepomuceno, canónigo de esta iglesia, y con
fesor de la Reina ; el cual, habiendo sido tentado en vano por Wences
lao, rey de Bohemia, hijo de Carlos IV, para que quebrantase el sigilo
sacramental, sufrió con invicta constancia crueles tormentos; y últi
mamente fue precipitado desde el puente al rio Moldava. Ilustróle Dios
con milagros , y fue sepultado en este sitio en el año del Señor de 1383 .
Veneróse su cadáver por mucho tiempo en este sepulcro , hacién
dole Dios glorioso con infinitos milagros, y visitándole con gran re
verencia las personas mas condecoradas, como eran religiosos, ca
nónigos , obispos , arzobispos, y hasta los mismos emperadores , quie
nes le tenian por santo. Pero no habia declarado esto la Silla apos
tólica con la formalidad acostumbrada , hasta que en el año de 1719,
siendo comisionado el obispo de Praga para reconocer el cadáver,
pasó á hacerlo acompañado del Cabildo y de toda la nobleza. Alzóse
la lápida que cubria el sepulcro , y vieron todos con admiracion la
integridad é incorrupcion del cadáver de san Juan Nepomuceno.
Creció el pasmo , cuando habiendo hecho reconocimiento de la len
gua, se halló estar fresca y tan flexible, que no resistía á la cisura
de una lanceta que se le mandó hacer á un cirujano. Separóse esta
preciosa reliquia en una rica caja de oro, é informado debidamente
de todo lo acaecido Inocencio XIII , declaró el culto inmemorial ; y
Benedicto XIII le canonizó con toda la solemnidad que acostumbra
la Iglesia en esta augusta ceremonia, extendiendo su culto por todo
el Cristianismo. Son innumerables los prodigios que ha obrado Dios
por la intercesion de san Juan Nepomuceno con todos aquellos que
han implorado su patrocinio en las mayores necesidades; pero en
lo que mas se han manifestado las misericordias de Dios, y el gran
de valimiento que para con él tienen las súplicas de este su siervo, es
en el favor que han experimentado los que padecían alguna injusta
infamia , ó temian que se descubriese algun verdadero delito , que
DIA XVI. 3üi>
con razon se la habia de ocasionar. Es tambien singular protector
v abogado de aquellos que, no habiendo tenido vergüenza para ser
ingratos á su Dios, la tienen en el tribunal de la penitencia para
manifestar sus culpas al confesor y llorarlas con amargas lágrimas
de compuncion. Á unos y otros favorece este Santo, y por su in
tercesion logran la integridad de su honor, la paz de su conciencia,
y la expiacion perfecta de sus delitos : por todo lo cual sea Dios glo
rificado en sus siervos. Amen.

La Misa es en honor de san Juan Nepomuceno, y la Oracion


la que se sigue :
üeus, gui ob invictum beati Joan- Ó Dios, que por el invicto silencio
nis sacramentale silentium nova Ec- sacramental del bienaventurado san
clesiam tuam martyrii corona deco- Juan Nepomuceno adornaste ta Igle-
rasti : da nobis ejus intercessione et sia con una nueva corona de martirio ;
exemplo, linguam caute custodire, ac concédenos por su intercesion y ejem-
omnia potius mala, quam anima de- pío que acei temos a tener cautela con
trimentum, in hoc sáculo tolerare: la lengua, y á sufrir antes en este
Per Vominum nostrum Jesum Chris- mundo todos los males , que admitir
tum... el menor daño en nuestras almas. Por
Nuestro Señor Jesucristo, etc.

La Epístola es del capítulo v del libro de la Sabiduría, pág. 24.

REFLEXIONES.
En todos los tiempos ha manifestado Dios , que por mas que las
puertas del abismo se conjurasen contra su Iglesia, siempre perma
necería esta como roca incontrastable , superior á todos los combates
del error y de la herejía. Ha cuidado de producir en todos tiempos
varones admirables en santidad y letras que la defendiesen con su
doctrina , y no dudasen verter su sangre en defensa de sus misterios.
Entre estos el de mas consuelo para los que, cediendo á las sugestio
nes de la flaqueza de la carne , llegaron una vez á perder la gracia
que recibieron en la regeneracion espiritual , es el santo sacramento
de la Penitencia, llamado justamente una tabla de asilo para los que
padecieron el naufragio de la culpa. En este Sacramento se enjugan
sus lágrimas, se purifican sus conciencias , se aviva su fe, y revive
nuevamente la esperanza de las eternas dichas que estaba amorti
guada. Pero todos saben , que para lograr estos maravillosos efectos,
dispuso Jesucristo, segun nos lo enseña la tradicion derivada desde
los Apóstoles , que se hubiesen de confesar los pecados al sagrado
336 HAYO
ministro, para que este como juez , padre y maestro pudiese decir la
sentencia de absolucion , enseñar al pecador embrutecido con los vi
cios los caminos de la salud , y suministrarle como á hijo todos los
medios de consolacion y seguridad que dictan el amor filial , la com
pasion y la ternura.
Pero la miseria del hombre llega á tal extremo, que despreciando
los ajustados dictámenes de la razon que condenan el delito , aprecia
y estima los de las pasiones y del comun enemigo cuando son diri
gidos á vivir en él encenagado. Esto se ve con frecuencia en las di
ficultades que tienen muchas personas en confesar sus culpas, pre
sentándoseles unas veces con horror la necesidad de haber de revelar
sus mas secretos excesos , y otras adoptando temores vanos de que
sus culpas puedan en algun tiempo salir de las tinieblas del silencio
en que fueron cometidas. Contra uno y otro celebra hoy la Iglesia
la constancia de un santo Mártir que, tentado con los mas exquisitos
tormentos y con las promesas mas especiosas para que quebrantase
el sacramental sigilo, se mantuvo constante delante del tirano, y dió
gustosamente su vida en defensa de tan augusto secreto. Esta cons
tancia es un nuevo timbre con que quiso Dios adornar su Iglesia, y
un motivo de seguridad y consolacion para los débiles que dan oidos á
las voces de su flaqueza. Es cierto que.el ministro sacramental es un
hombre capaz de todos los deslices á que está expuesta la fragilidad
humana; pero su ministerio le extrae en cierta manera de esta clase,
y le representa á los ojos de la fe y de la piedad con un carácter tan
grande y respetable como el ministerio que ejerce. ¡ Oh cristiano cual
quiera, que has dado lugar en tu corazon á las perniciosas sugestio
nes del temor, ó de la vergüenza criminal , conoce que el confesor es
vicario de Jesucristo : ejerce un ministerio instituido por Jesucristo :
obra con autoridad y poder del mismo Jesucristo : y este hombre-Dios
emplea misericordiosamente todos los raudales de su gracia , y todos
los esfuerzos de su omnipotencia para conservar el crédito y perfec
cion de una de las mas santas obras suyas ! El comun enemigo pro
cura astutamente formar unos grillos y cadenas para aprisionar á
los que una vez ha sujetado á su imperio, como dice Jeremías. Ta
les son los temores y la vergüenza que infunde en el corazon de los
que van á confesar sus culpas ; pero si no quieres echar un velo á
tus ojos , conocerás que sus astucias no deben prevalecer contra la
seguridad y confianza que predicó san Juan Nepomuceno, y testificó
con su sangre. Desecha , pues , de tu pecho los vanos temores que
le oprimen , ahuyenta la perniciosa vergüenza que confunde tu sem
día xvi. 357
blante , y detestando con todas las veras de tu alma las culpas que
la hacen esclava del demonio, confiésalas perfectamente al ministro
del santuario con lágrimas de compuncion. Á esto te convida la Igle
sia, á esto te anima la palabra de Jesucristo, y á esto finalmente te
excita el glorioso martirio que en defensa del sigilo sacramental pa
deció san Juan Nepomuceno.

El Evangelio es del capítulo x de san Mateo.


ln illa tempore dixit Jesus discipu- En aquel tiempo dijo Jesús á sus dis
Us suis : Niliil est opertum, quod non cípulos : Nada hay escondido que no
revelabitw; et occultum, quod non venga á descubrirse, ni oculto que no
scietur. Quod dico vobis in tenebris, llegue á saberse. Lo que os digo á os
dicite in lumine : et quod in aure au- curas, decidlo públicamente; y lo que
ditis, prcedicate super tecta. Et noli- se os dice al oido , predicadlo desde los
te timere eos, qui occidunt corpus, tejados. No temais á los que matan el
animam autem non possunt occidere, cuerpo y no pueden matar al alma:
sed polius timete eum, qui potest et antes bien temed á aquel que puede
animam, et corpus perdere in gehen- arrojar al infierno al alma y al cuerpo.
nam. Nonne duo passeres asse vce- ¿Por ventura no se venden dos pája
neunt: et unus ex illis non cadet su ros por la menor moneda, y ninguno
per terram sine Paire vestro? Vestri de ellos cae sobre la tierra sin la vo
autem capilli capitis omnes numerati luntad de vuestro Padre? Pero á vos
sunt. Nolite ergo timere: multis pas- otros os tiene contados todos los cabe
seribus meliores estis vos. Omnis er llos de la cabeza. No temais, pues:
go, qui confilebilur me coram homi- mucho mas valeis vosotros que mu
nibus, confttebor et ego eum coram chos pájaros. Cualquiera, pues, que
Patre meo, qui in caüis est. me confesare delante de los hombres,
le confesaré yo tambien delante de mi
Padre , que está en los cielos.

MEDITACION.
Sobre los daños de la vana curiosidad.
Punto primero. — Considera que la vana curiosidad es la fuente
y origen de la mayor parte de los males que suceden en este mundo.
Cuando esta verdad no tuviese á su favor otra prueba que la que
suministra el pecado del primer hombre, seria suficiente para ma
nifestar que de ella nacen todas las calamidades y todas las culpas
en que está el mundo sumergido. Vió la primera mujer la fruta pro
hibida , que se presentaba á los ojos deliciosa : la astuta serpiente la
provoca á gustarla con la especiosa promesa de que no tendría cum
plimiento la amenaza de Dios ; sino que , antes bien , en comiéndola,
experimentaria por su virtud una ciencia peregrina, que la hiciese
338 MAYO
conocer el bien y el mal , elevando su naturaleza al grado sublime
de la divinidad. Punzado el femenil corazon de la curiosidad de ex
perimentar tan grandes ventajas , come la fruta , hace que la guste
su marido, traspasa el precepto del Criador, y en un momento se vie
ron cubiertos de ignorancia , avergonzados con una miserable des
nudez , privados del paraíso y sus delicias , condenados á mantener
su vida con el sudor de su rostro, y á sufrir despues de innumera
bles trabajos y congojas la necesidad indispensable de la horrible
muerte. De este hecho nacieron todas las calamidades que oprimen
al género humano, las cuales , si se hubiesen de contar una por una,
excederían en número á las estrellas ; pero basta para conocerlas la
propia experiencia en cualquiera que reflexiona. Estos males crecen
todavía mas , considerando que á la curiosidad , que es su origen , se
la tiene regularmente en el concepto de un leve delito, cuando nues
tra ceguera no quiera apropiarla el carácter de virtud. Suele juz
garse que es un medio la curiosidad de disipar las densas tinieblas
de ignorancia con que nacemos ofuscados por la primera culpa. Se
ria así , si esta misma culpa no nos hubiese privado del tino para
encontrar aquel dichoso medio en que consiste la virtud. Por tanto,
la curiosidad causa en nosotros daños muy perniciosos y muy mul
tiplicados.
Hace que ansiosos de saber los negocios ajenos , descuidemos de
nuestras propias obligaciones : que fijemos la vista en los defectos de
nuestros prójimos , y nos formemos una diversion de exagerarlos,
lacerando las entrañas de la caridad , y ennegreciendo el honor de
nuestros hermanos. La curiosidad nos aparta del conocimiento de
nosotros mismos , desviando nuestra consideracion de nuestras de
bilidades y de nuestras culpas, para que no tengamos la ocasion de
llorarlas ; enajena á los padres de familias de la inspeccion precisa
de su casa , abandonando la direccion de su mujer y de sus hijos, y
apartando su corazon de los ejercicios piadosos ; es la causa de la
mayor parte de las tentaciones que combaten nuestra virtud , porque
las irrita, las ceba, y las alimenta aquel que por curiosidad preten
de ver, oir y poseer los objetos que son capaces de producirlas ó ex
citarlas. Por eso san Agustín se queja muchas veces en los libros de
las Confesiones de los grandes daños que le hizo la curiosidad, unas
veces disipando su espíritu , y otras derramando su corazon en los
bienes críados. Conoce, ó cristiano, estas verdades , y escarmentan
do en los daños que has visto padecer á tu prójimo por causa de la
curiosidad, procura arrojar de corazon semejante vicio.
día xvi. 359
Punto segundo. — Considera que la curiosidad es un vicio tan
ciego y cruel , que ni respeta las cosas sagradas , ni se atemoriza de
los mas horrorosos delitos , ni teme los castigos asombrosos con que
ha manifestado Dios el odio que la tiene.
El vano deseo de saciar la curiosidad humana ha precipitado in
numerables hombres , que por otra parte parecían sábios , en el des
precio de la revelacion y de la autoridad divina , pretendiendo con
temeridad contradecir las verdades enseñadas por el Espíritu Santo
á la Iglesia , y despreciando aquel prudente consejo que nos avisa,
que no intentemos averiguarlo que excede nuestros alcances, por
que el que se atreve á escudriñar la Majestad , será oprimido del
resplandor de su gloria. De tan funesto origen procedieron tantos he-
resiarcas como en todos tiempos han turbado la Iglesia con sus per
niciosos errores ; tantos impíos y atrevidos filósofos, que pretendiendo
medir por las fuerzas naturales los consejos y grandes obras de la Di
vinidad, han llegado hasta el extremo de decir en su corazon : Dios
no existe ; y de aquí finalmente tomaron su principio aquellos sacri
legos cristianos que , desmintiendo tan sacrosanto nombre , se intro
dujeron en el secreta del santuario, profanando sus misterios, é in
tentando sujetar la autoridad divina á las humanas disposiciones.
Solamente el martirio de san Juan Nepomuceno, que celebra la Igle
sia en este dia, es un ejemplo de tan notoria excepcion, que por sí
solo basta para la calificacion de todas estas verdades. ¿Qué otra
cosa precipitó al desgraciado príncipe Wenceslao en tanto abismo de •
delitos execrables sino la curiosidad? ¿No llenó esta su corazon de
inquietas sospechas y rabiosos celos , con que comenzó á dudar de la
inocencia y honestidad de su augusta esposa? Esta furiosa pasion
¿no produjo en su alma el loco empeño de profanar el sacramento
de la Penitencia , pretendiendo que se le revelasen sus secretos? Esta
misma ¿no irritó su protervo ánimo hasta el extremo de conculcar
la respetable dignidad del sacerdocio, desconocer los privilegios de
la virtud , sujetando á un hombre venerable á unos tormentos igual
mente infames que atroces? Y últimamente , ¿no le despeñó en el
exceso de quitar la vida injustamente al ungido del Señor, porque
guardaba con respeto los sagrados misterios que se le habian con
fiado? Así es, á la verdad. Pero quien considere que esta loca pasion
de saber lo que nada conduce para nuestra felicidad ha llevado los
hombres á los mayores horrores que abomina la naturaleza , no ex
trañará que induzca al desprecio de las cosas sagradas , que para los
ojos que no saben levantarse del polvo de la tierra no incluyen en
360 MATO
sí tanto motivo de horror y escándalo. La curiosidad ha movido á
algunos físicos á disecar vivos algunos infelices , atándoles de piés y
manos para despedazar lentamente sus entrañas, y averiguar de este
modo sus movimientos. Otros han cometido la atrocidad abominable
de ejecutar lo mismo con mujeres embarazadas , despedazándolas vi
vas para averiguar qué postura y situacion tenia el feto en su seno :
sin que los lamentos que á estas infelices hacia producir el dolor de
una operacion tan cruel , como ver con sus ojos despedazar sus en
trañas , y al hijo que aun tenían en ellas , pudiesen ablandar unos
corazones que la curiosidad habia extraído de la clase de humanos ;
haciéndolos mas propiamente de bestias feroces.
¿Creerías tú, ó cristiano, que un vicio al parecer de tan poco mo
mento en las costumbres morales pudiera despeñar á los hombres en
tan execrables excesos? Así se verifica, que una pequeña centella es
capaz de producir un fuego devorador que abrase el mundo. Una
vista algo curiosa precipita á David en homicidios y adulterios : la
vana curiosidad hace de Wenceslao un perseguidor de la Religion
y un tirano, y la misma curiosidad ha trastornado muchas veces las
ciudades y los imperios. Pero Dios ha manifestado suficientemente
el aborrecimiento con que mira este vicio , para que su considera
cion te mueva á tí á detestarle.

Jaculatorias. — ¿Hasta cuándo, hijos de los hombres , habeis de


mantener la dureza de vuestro corazon? ¿Por qué amais la vanidad,
y caminais en pos de la mentira? (Psalm. iv).
Considerad que los hombres que no están adornados con la ver
dadera ciencia de Dios , son mirados de este Señor como vanos y de
ningun precio. (Sap. xm).

PROPÓSITOS.
1 En vista de las funestas consecuencias que nacen de la curio
sidad , ¿qué propósitos serán los que debe hacer tu alma? ¿Pensarás
todavía ocupar tu imaginacion en aquellas peligrosas averiguacio
nes de la conducta de tu prójimo , que ofenden á la caridad ? ¿ In
tentarás saber lo que te pone en peligro de cometer delitos que nunca
hubieras adoptado? ¿No bastaran para retractarte de semejante vi
cio los funestos ejemplos que has visto en estas consideraciones, sin
gularmente el de san Juan Nepomuceno ? Pero cuando no sea su
ficiente para desterrar de tu pecho la perniciosa curiosidad, llénente
de terror los espantosos castigos que ha ejecutado el Todopoderoso
DIA XVII. 361
en los infelices que se dejaron precipitar de este feo vicio. La mujer
de Lot es convertida en estatua de sal en pena de una curiosa mi
rada. El mirar los betsamitas de la misma manera el arca del Tes
tamento, que tenian en su poder, hizo perder la vida repentinamente
á cincuenta mil de aquellos infelices. Y cuando no hubiera mas
ejemplar castigo que el que hizo Dios en el inicuo Wenceslao en
pena de los delitos á que le indujo su necia curiosidad, él solo bas
taría para poner terror al mas inconsiderado. Este Príncipe infeliz
vió sublevado contra sí á todo su pueblo : aquellos mismos lisonje
ros , que fomentaban y aplaudían sus desórdenes , fueron los mis
mos que despues pusieron sus manos sacrilegas en su soberano : le
prendieron por dos veces : le privaron del imperio, y le hicieron mo
rir desastrosamente entre furias y desesperaciones , dejando el reino
en manos de la herejía , para que los Husitas le devastasen , y ar
rancasen de él la religion católica. ¡Gran Diosl adoro vuestros con
sejos, temo vuestras justas amenazas, y propongo firmemente apartar
de mi corazon un vicio, contra el cual así habeis manifestado vues
tras iras. Dadme , Señor, gracia para que estos mis deseos no sean
vanos, sino que se confirmen con mis santas obras.

DIA XVII.

MARTIROLOGIO.

San Pascüal, confesor, del Órden de Menores, en Villa-Real en el reino


de Valencia ; hombre de admirable penitencia é inocencia. (Véase su vida en
este dia ).
San Torpetes, mártir, en Pisa en Toscana, el cual primeramente fue uno
de los principales ministros de la corte de Neron, y uno de aquellos de quie
nes escribe el apóstol san Pablo, desde Roma á los filipenses, estas palabras:
Os saludan todos vuestros hermanos, especialmente aquellos que son de la casa
del César; pero despues confesando á Jesucristo , por órden de Satelico fue
abofeteado, y cruelmente azotado, y echado á las fieras para que lo devorasen;
y no tocándole estas, lo degollaron el dia 29 de abril, logrando de este modo
la corona del martirio ; pero su festividad se celebra hoy, en cuyo dia fue tras
ladado su cuerpo.
Santa Restituta, virgen y mártir, en el mismo dia, la cual en tiempo del
emperador Valeriano fue atormentada de diversos modos en el África por ór
den del juez Procolo; despues la pusieron en un barquichuelo lleno de estopa
y de pez, para quemarla en el mar; pero las llamas se volvieron contra los que
pegaron el fuego, y la Santa puesta en oracion entregó su alma al Criador. So
cuerpo en la misma barca por divino poder fué á aportar á Ischia (hoy Ena-
rio^. isla vecina á Nápotes, en donde lo recibieron los Cristianos con gran ve
362 MAYO
neracion, y en su honor mandó Constantino Magno que se edificase un tem
plo en Ñapoles.
Los santos mártires Eladío, Pablo , Aquilino y otros dos, en Noyon
(donde derramaron su sangre por la fe de Jesucristo en la persecucion de IHo-
cleciano).
Los santos mártires Solocano y sos compañeros soldados , en Calce
donia, en tiempo del emperador Maximiano.
Los santos mártires Adrion, Víctor y Basila , en Alejandría.
San Bruno , obispo y confesor, en Wisburgo. (Era hijo de Conrado, duque
de Corintia, y tío del emperador Conrado II, y habiendo abrazado el estado
eclesiástico , fue elevado á la silla de Wisburgo en )033, y murió en Hungría
en 1045, sepultado en las ruinas de un salon donde estaba comiendo. El papa
Inocencio III le colocó solemnemente en el número de los Santos).

SAN PASCUAL BAILON.

Por los años de 1540, reinando Carlos V y ocupando la silla pon


tificia Paulo III , para gloria de España y ornamento de la reforma
franciscana, en los principios de su establecimiento, nació san Pas
cual Bailon, dia 17 de mayo, en una villa del reino de Aragon lla
mada Torrehermosa. Sus padres, Martin Bailon é Isabel Júbera, eran
labradores de escasa fortuna, pero buenos cristianos y temerosos de
Dios , en cuyo servicio y temor le criaron. Á los siete años de edad
le dedicaron al oficio de pastor; y aunque este solitario ejercicio pa
rece que debia cerrarle las puertas para aprender á leer y escribir,
pudo tanto su diligencia, que aprendió uno y otro , ya preguntando
á los que sabian , y ya ilustrándole Dios para que venciese la gracia
los impedimentos terrenos. Su zurron, en lugar de contener el or
dinario alimento, era una pequeña biblioteca en donde se encontra
ban varios libros piadosos , y el oficio de la Virgen que rezaba dia
riamente con suma devocion y consuelo de su alma. Por esta causa
se separaba de los demás pastores, aborrecía sus juegos y entrete
nimientos, y vivía en aquel oficio como el ermitaño mas aprovecha
do. Su conversacion era santa y agradable ; sus modales apacibles y
dulcísimos ; su genio manso y templado ; de modo, que los demás
pastores admiraban en él la madurez y prudencia de un anciano, y
la pureza é inocencia de un ángel. No se olvidaba al mismo tiempo
de añadir á los duros trabajos de pastor otras varias mortificaciones,
entre ellas el andar descalzo por lugares escabrosos y llenos de es
pinas, procurando de este modo imitar al Pastor divino, que tanto
habia padecido por sus ovejas. No fue menor el amor que tuvo sienv
pre á la pobreza , aun viéndose en la miserable profesion que ejer
día xvii. 363
cia ; pues queriendo Martin García , hombre poderoso á quien el
Santo servia, tenerle por hijo, estimando en mas esta gloria que to
das sus riquezas, llamóle cierto dia, y le propuso adoptarle por hijo,
haciéndole dueño de las muchas posesiones y grandes riquezas que
le habia dado el cielo. Pero el santo jóven, que habia ya elegido en
su corazon á Jesucristo por su heredad y toda su riqueza , le res
pondió modestamente que siendo su ánimo servir á Jesucristo en la
pobreza que siempre amó , no podia admitir .su generosidad ; que
antes bien pensaba hacerse religioso, abandonando no solamente los
bienes temporales , sino la posibilidad de obtenerlos.
No tardó Pascual en seguir la vocacion : dejó á su amo, á sus pa
dres y parientes á los veinte años de edad , y pasó al reino de Valen
cia á presentarse á un convento de religiosos descalzos de san Fran
cisco, llamado de Nuestra Señora de Loreto, recientemente fundado
por los reformados de san Pedro de Alcántara en una soledad conti
gua á la villa de Monfort. Pero ó por timidez ó por discrecion no se
atrevió por entonces á pedir se le recibiese en aquella comunidad.
Detúvose , pues , algun tiempo sirviendo en su profesion de pastor á
los labradores de la vecindad, teniendo así proporcion de pasar to
dos los dias de. fiesta al expresado convento á frecuentar los santos
Sacramentos, á satisfacer sus amorosos afectos con la santísima Vir
gen , y á disfrutar las santas conversaciones de los buenos religiosos,
que estaban edificados á vista de la devocion del santo pastor, que
era el nombre con que llegó á ser conocido en todo aquel territorio.
Sin embargo vivia descontento , porque la soledad y ejercicio de
pastor le privaba de muchos consuelos espirituales , y porque era su
mamente difícil alimentar bien el ganado sin menoscabo del prójimo.
En esta materia llegaban sus escrúpulos hasta el extremo de dela
tarse á sí mismo cuando su ganado hacia daño en campo de otro,
pagándolo luego al dueño de su soldada. Padecía Pascual ansiedades
en su espíritu, y suplicaba al cielo con fervorosos suspiros se dig
nase finalmente manifestarle su voluntad para ponerla luego por
obra. La oracion sencilla , las lágrimas que salen del corazon encuen
tran inmediatamente acogimiento en la divina misericordia. Una vi
sion celestial aseguró á Pascual del verdadero norte que debia se
guir, y calmó las turbaciones de su espíritu , apareciéndosele un re
ligioso y una religiosa que vestian un hábito de penitencia muy se
mejante al que" usaban los religiosos del referido convento. Enten
diendo, pues, que la voluntad de Dios era que tomase allí el hábito,
sin mas dilacion se fué al guardian , y se lo pidió con humildad.
364 MAYO
Como eran bien conocidas las virtudes del zagal entre todos los re
ligiosos , le recibieron con mucho gusto , de suerte que querían ad
mitirle por religioso de coro ; mas él no quiso consentir á este ho
nor, y fue preciso ceder á su humildad. Experimentada su perfecta
vocacion , y reconocida por del cielo, le dieron la profesion dia de la
Purificacion de Nuestra Señora, en el año de 1565.
Viéndose Pascual libre de los lazos del mundo , y dedicado para
siempre al servicio de Dios , atada su voluntad con los tres votos de
pobreza, obediencia y castidad, dio gracias al Todopoderoso, y co
menzó de nuevo la carrera de la perfeccion con tanto fervor como si
hasta entonces no la hubiera comenzado. La oracion , la mortifica
cion y las ocupaciones de la obediencia dividían su tiempo y sus
obras. Los empleos mas humildes eran para él siempre los de mayor
satisfaccion. Y aunque de ordinario poníanlo los guardianes en la
portería, oficio de los mas delicados por su importancia, no por eso
dejaba él de cultivar la huerta y servir en la cocina , por ser minis
terios mas humildes y penosos que los demás. Andaba siempre des
calzo y tan desnudo, que aun viviendo en tierras muy frías , como
en Almansa y en el monte de Jumilla, nunca vistió sino un solo há
bito, y este muy viejo ; á raíz de las carnes traía una gruesa cadena
de hierro, rallos de hoja de lata, cilicios muy ásperos de esparto y
de cerda. Raras veces comia carne, cási nunca cenaba : en mucho
tiempo no comió mas que solo pan : todos los viernes del año ayunó
á pan y agua , y otros muchos dias por devocion. Dormía en el suelo
sobre una estera ; cuando viejo sobre unas tablas , y encima de ellas
un pellejo. Su sueño no pasaba de tres horas , y en la cama estaba
tan encogido que juntaba las rodillas con la boca.
En la caridad era singularísimo ; pero no se contentaba con ali
viar la miseria temporal de süs prójimos pidiendo limosna para darla
despues á los necesitados : su caridad se extendía á mas altos fines,
y sus limosnas eran acompañadas de discursos patéticos sobre la feal
dad del pecado, sobre las penas del infierno, y sobre la grandeza de
Dios.
La fe, aquel don sobrenatural y divino que levanta el alma á la
contemplacion de los sublimes misterios, y da fuerzas al hombre para
emprenderlo todo con una segura confianza en la asistencia del di
vino poder, tuvo en san Pascual tan feliz acogimiento, que sus obras
maravillosas se pudieran contar por sus acciones. Son innumerables
los milagros que obró Dios por su intercesion , ya venciendo el po
der de la enfermedad y de la muerte, y ya produciendo repentina
día xvii. 365
mente alimentos con que refrigerar al sediento, y quitar el hambre
al necesitado, Á muchos sanaba solo con hacer sobre ellos la señal
de la cruz, y darles su bendicion.
Estaban cimentadas sus virtudes en una profunda humildad para
que el edificio de la perfeccion llegase á su grandeza sin peligro de
ruina. Por esta causa , aun en las acciones mas mínimas procuraba
Pascual su abatimiento. Ocultaba con estudio todas las gracias que
recibia del cielo para que no le diesen estimacion. Sucedió algunas
veces reprenderle públicamente el prelado por faltas que Pascual no
habia cometido. Era notoria su inocencia , y con una excusa modesta
pudiera libertarse de la áspera y violenta reprension que padecía.
Jamás adoptó este partido, aunque no faltaba quien se lo aconsejase.
Oia , puesto de rodillas , clavados lps ojos en el suelo, y con un sem
blante lleno de majestuosa tranquilidad , la injusta reprension ; y
acabada, besaba los piés al prelado, y quedaba muy gozoso de ha
ber imitado en algo a Jesucristo. Otras veces se juntaba con los re
ligiosos jóvenes , ó con los novicios, cuando el maestro les imponía
alguna penitencia, humillándose como reo, y sujetándose al castigo
el que era conocido y venerado de todos por santo é inocente. Así
llenaba por todos los medios las obligaciones que prescribe la humil
dad cristiana, sin que jamás se le notase ni dar excusa abonando su
conducta , ni quejarse del agravio que se le hacia , ni echar la culpa
á quien la tenia verdaderamente , ni rehusar la reprension ó el cas
tigo, ni últimamente dar muestra de sentimiento en su semblante.
Su espíritu fervoroso en nada encontraba dificultad , ni temia pe
ligro con tal que pudiese conducir para este efecto. Vióseesto en la
difícil peregrinacion que hizo á Francia en el año de 1370. Ofreció-
sele al custodio de su provincia un caso arduo que necesitaba con
sultarse al general. Residía este á la sazon en París , para donde la
escasez de los correos en aquel tiempo hacia necesario enviar un re
ligioso. Habiendo meditado el custodio quién seria mas oportuno pa
ra una expedicion en que peligraba la vida por causa de estar in
festadas las provincias de Francia de herejes hugonotes , que odia
ban mortalmente á los frailes, halló que solo Fr. Pascual aceptaría
un encargo tan arriesgado. Llamóle , y le mandó que emprendiese
este viaje ; y el Santo con suma alegría se puso al instante en cami
no, confiado en que la obediencia le sacaría salvo de todos los peli
gros. Llegó al primer convento que tenia su Religion en Francia ; y
habiendo examinado los sábios Padres de aquella comunidad la co
mision que llevaba, y conociendo por otra parte que peligraba su
24 tomo v.
300 MAYO
vida , se pusieron á disputar si era lícito obedecer con semejante pe
ligro. Resolvieron que sí , ydejáronleseguirsucamino. Iba el Santo
descalzo de pié y pierna , con un hábito andrajoso , y un rostro de
penitencia que llevaba tras sí los ojos de todos. Por cuantos lugares
pasaba , en otros tantos recibia infinitas molestias y persecuciones del
pueblo, que gritaba con furor : Alpapista, al papista, acompañando
estas insultantes palabras con malos tratamientos , y apedreándole
muchas veces. En un pueblo le rodearon una porcion de herejes,
creyendo que un fraile , en la apariencia sin letras , podría fácilmen
te ser convencido é imbuido de sus errores. Preguntáronle si creia
que en la hostia consagrada se contenia el cuerpo de Cristo ; y ha
biendo respondido que si, comenzaron á argüirle con sofismas cap
ciosos para apartarle de la verdadera creencia. El Santo respondió á
todo con tanta copia de doctrina y solidez de fundamentos, que tu
vieron los herejes que dejarle confusos y avergonzados. Pero con ra
bia infernal comenzaron á despicarse , apedreándole de manera, que
le hubieran quitado la vida, si Dios milagrosamente no hubiese tor
cido la direccion de las piedras. Prosiguiendo su camino, y hallán
dose molestado de la hambre , llegó á pedir limosna á la puerta de
un poderoso. Mandóle este entrar, púsole á su mesa ; y mientras co
mía le dijo que sus trazas eran de espía español , y como á tal , en le
vantándose de la mesa , estuviese seguro de que iba á mandar darle
muerte. Calló el Santo, quedándose con una serenidad admirable ;
de la cual , movida la señora á compasion , le hizo salir de casa sin
que lo viese su marido. Á este tenor padeció otros muchos peligros
y trabajos ; pero como obraba por obediencia, Dios premió esta he
roica virtud, haciendo que concluyese su expedicion , y volviese á
Almansa bien despachado, como el custodio se lo habia prometido.
Continuó Pascual despues de su regreso viviendo en las humilla
ciones, pobreza , penitencia y trabajo, dando á sus hermanos ejem
plos admirables en toda clase de virtudes ; pero cuanto mas despre
ciable se hacia á sus propios ojos , tanto mas se atraía el respeto y
estimacion de todos. Los guardianes le confiaban la inspeccion de los
conventos ; los maestros de novicios se servían del pobre lego para
descargar sobre él el cuidado de la juventud , sabiendo cuanto su
eminente virtud, sus sábias y piadosas instrucciones eran capaces de
obrar en el espíritu de los educandos.
A virtudes tan sublimes acompañaba una oracion continua y nna
altísima contemplacion de los divinos misterios, en la cual gustaba
su alma de tan soberanas dulzuras , que recompensaban abundante
día xvn. 367
mente todos sus rigores, ayunos y penitencias. Oraba de continuo en
cualquiera lugar que se hallase, estando siempre en la presencia de
Dios sin separar su alma de sus divinos atributos. La continuacion y
el fervor le llevaron á tan alto grado, que se le vió muchas veces pri
vado de sus sentidos , y haciendo unos extremos que manifestaban
unas veces los arrebatos de su alma, y otras el torrente de delicias
que en la oracion le eran comunicadas. Estos efectos eran mas sen
sibles en presencia del sacramento de la Eucaristia, ó de las sagra
das imágenes de Jesucristo y su santísima Madre. Tal vez enajenado
y fuera de sí mismo, se daba contra las paredes , y rodaba las esca
leras hasta que el dolor le volvía á su ser, y le hacia cortar el ím
petu de la contemplacion. De sus escritos en esta materia se deduce
Ja alteza y perfeccion á que llegó este siervo de Dios. Ellos contienen
lo mas puro, lo mas acendrado y sublime de cuanto escribieronlos
Santos. Allí se vén unos coloquios tan tiernos y afectuosos, que prue
ban el ardiente fuego en que fueron engendrados. Lo mas patético
de los Salmos , las oraciones mas fervorosas de la Iglesia , los afectos
mas encendidos de los contemplativos, las expresiones mas vivas y
amorosas , las gracias mas humildes y rendidas , la ponderacion mas
justa de las grandezas de Dios y de sus divinas piedades , lodo se
encuentra en el pequeño tratado de oracion que escribió este Santo
para su instruccion y consuelo.
Unas virtudes tan heroicas quiso Dios que estuviesen adornadas
en su siervo con aquellas gracias que se llaman gratis datas. Tuvo
el don de profecía, el de penetrar los corazones, y el de hacer mi
lagros. En todos ellos fue admirable, juntando al mismo tiempo la
exaltacion de la gloria de Dios y el provecho de sus prójimos. Una
de las cosas que predijo fue el dia y hora de su muerte. Estando,
pues , en el convento de Villa-Real , ocho leguas distante de Valen
cia, y presintiendo que estaba cercana su muerte, dijoá un reli
gioso que le lavase los piés. Extrañó este semejante diligencia en un
hermano que tan poco cuidaba del aseo de su persona , y mucho mas
sabiendo la profunda humildad que caracterizaba sus acciones y pen
samientos. Significó al Santo su extrañeza, y este le respondió con
una paz y sencillez admirables : No os admireis, hermano; que quiero
tener los piés limpios para recibir el santo sacramento de la Extremaun
cion, si acaso Dios quisiere que me sea necesario recibirle.
El suceso manifestó que hablaba con espíritu profético; pues de
allí á pocos dias cayó gravemente enfermo de la última enfermedad.
Sufrió con suma paciencia los dolores v congojas de una dolencia que
24*
368 MATO
las tiene tan mortales , como es el tabardillo y dolor de costado. Nun
ca le oyeron quejarse , ni pedir medicina ni alimento , ni volverse
de un lado á otro en la cama ; antes bien el rostro alegre y tranquilo
manifestaba el deseo que tenia de ser desatado de los lazos de la car
ne para vivir eternamente con Cristo. En el discurso de la enferme
dad, que duró solos ocho dias, se levantó una vez á dar limosna á
los pobres, dándole la caridad y la gracia las fuerzas que le faltaban
al cuerpo. En esta ocasion avisó á una pobre mujer que estaba en
ferma de que en un mismo dia saldrían los dos de este mundo , lo
cual se verificó. Agravóse la dolencia ; y habiendo recibido los sa
cramentos de la Eucaristía y Extremauncion con devocion suma,
pidió que para morir le sacasen de la cama y le pusiesen en el suelo,
queriendo imitar en esto á su santo Patriarca. No se le concedió, y
así contento de todos modos con la voluntad de Dios y de sus supe
riores, teniendo un Crucifijo en las manos, los ojós clavados en él,
y el dulce nombre de Jesús en la boca , espiró dando su espíritu al
Señor dia 17 de mayo del año de 1592 , primer dia de la Pascua de
Pentecostes, y ála misma hora que elevaba el sacerdote la sagrada
hostia en la misa mayor. Su cuerpo quedó hermoso , flexible , y con
-un semblante que movía á un mismo tiempo á veneracion y á ter
nura. Las gentes se conmovieron, y venian de todas partes á vene
rar el sagrado cadáver, publicándole por santo. Teníase por dichoso
el que podia lograr la parte mas mínima de un remiendo de su há
bito , ó cualquiera otra cosa por despreciable que fuese. El cielo glo
rificaba á este siervo de Dios con infinitos prodigios, pues ningun
doliente tocó al Santo en los tres dias que estuvo expuesto á la ve
neracion de los fieles, que no recibiese el remedio de su enferme
dad. Ya habian dejado cási desnudo el santo cuerpo, y de hora en
hora crecía la multitud del pueblo que venia movida de la fama de
su santidad y de sus milagros. Pensaron en enterrarle , y para lo
grarlo tuvieron que valerse de la astucia y de la autoridad de la
justicia. Pusieron el cadáver en una caja con suficiente porcion de
cal viva para que se consumiese la carne , y depositóse todo debajo
del altar dedicado á la purísima Concepcion de María. El año de 1611
se hizo por el comisionado obispo de Segorbe la inspeccion del ca
dáver, el cual fue hallado entero é incorrupto, sin embargo de ha
ber sido cubierto de cal al tiempo que se hizo su entierro. Justifica
do esto, y una portentosa multitud de milagros que seria largo re
ferir ; concurriendo los solícitos oficios de reyes , príncipes y grandes,
entre ellos el Duque de Gandía, que dedicó al Santo un magnífico
día xvii. . 369
sepulcro , y últimamente , á solicitud de su Religion , beatificó Pau
lo V á este siervo de Dios dial9 de octubre de 1618. Alejandro VIII
le canonizó despues en 1690, continuando Dios sus prodigios por
la intercesion de este Santo con todos aquellos que para ser oidos
procuran ser imitadores de sus santas obras.

La Misa es en honor del Santo, y la Oracion la que sigue:


T)eus, qui beatum Paschalem con- Ó Dios, que adornaste á tu bien-
fvssorem tuum mirifica erga corporis aventurado confesor san Pascual con'
et sanguinis tui sacra mysteria dilec- un amor maravilloso acerca de los sa-
tione decorasti; concede propitius, ut grados misterios de tu cuerpo y san-
quam Ule ex hoc divino convivio spi- gre: concédenos, misericordioso Se-
ritus percepit pinguedinem, eamdem ñor, que merezcamos percibir aquella
et nos percipere mereamur: Qui vivis dulzura de espíritu que el Santo per-
etregnas... cibia en este divino convite. Que Vi-
ves y reinas, etc.

La Epístola es del capítulo xxxi del Eclesiástico, pág. 249.

REFLEXIONES.
Aun mas que las riquezas desean los hombres el honor, la fama
y la gloria. Habiéndose apoderado de nuestros primeros padres tan
profundamente el vicio de la soberbia, se ha propagado en nosotros
esta herencia criminal con tal fuerza, que por lo comun ella es la
que infecciona nuestras acciones. Por eso el Sábio no encontraba
ninguna en toda la vida que no tuviese el sello de la vanidad, cla
mando en todas las cosas vanidad de vanidades y lodo vanidad. El
hombre mas bien provisto de bienes de fortuna piensa que nada
tiene cuando le faltan los oropeles del honor. Y aun este se despre
cia , en comparacion de un hombre ruidoso que acarrea mucha fama
y mucha gloria. Por este bien imaginario se sacrifican con gusto el
reposo , las riquezas , y hasta la misma vida ; sin que haya peligro
tan horroroso ni muerte tan aciaga que pueda retraer á los hom
bres , cuando una vez se han embriagado de la pasion de gloria. Al
paso que esto es verdad , no lo es menos que yerran los hombres el
camino por donde pueden lograr seguramente el objeto que desean.
Es un engaño creer que ha de haber para los Cristianos otra ley y
otra regla que la que ha habido para Jesucristo. Este Hombre-Dios
llegó á toda la exaltacion que le pudo dar su eterno Padre por me
dio del cumplimiento de la ley y de las mayores humillaciones. Hé
aquí el sendero derecho que guia á la inmortalidad y á la gloria ver
370 HAYO
dadera; y hé aquí el mismo que propone el Espíritu Santo en la
epístola de este dia. El que despreció las riquezas, el que no per
mitió que deslumbrase sus ojos el brillo seductivo del oro, ni pu
so en él sus esperanzas, este será eternamente glorioso. Estas pa
labras de eterna verdad se ven comprobadas con una experiencia
tan constante, que causa maravilla cómo han podido los hombres
buscar otro camino para llegar á hacerse famosos en el mundo.
Todos los héroes que nos presenta la historia llevan consigo la
idea del desprecio , y aun de la execracion , cuando sus acciones no
han estado selladas con el sello de la virtud. Un Alejandro subyu
gando al universo , un Julio César usurpándose el poder de la mayor
de las repúblicas del mundo, y otros semejantes personajes podrán
conciliarse una vana admiracion ; pero sus obras sanguinarias cu
brirán de una eterna ignominia su memoria. Al mismo tiempo que
se admira su poder , se aborrecen sus obras , se censuran sus cos
tumbres, y no se tiene envidia á la suerte que presentemente dis
frutan. Por el contrario, en el Santo de este dia vemos un humilde
lego de la Religion mas pobre , sumergido en pobreza , viviendo con
oscuridad , abatido y despreciado ; pero ¿qué gloria puede igualar á
la que presentemente disfruta? Compárense con ella las de todos los
sabios y conquistadores, y se hallará que se desvanecen como hu
mo estos soberbios monumentos de la ambicion humana delante de
un humilde lego de la Religion de san Francisco. Sus acciones son
un ejemplo de heroismo, que todos miran con admiracion y coa
deseo de imitarlas. Su sepulcro es tenido como un lugar de asilo
contra todos los trabajos de esta vida. Sus sagrados despojos son
mirados con un santo entusiasmo y una humilde reverencia. Los
grandes, los poderosos, y hasta los mismos monarcas humillan
sus coronas, y ofrecen toda su fortuna por lograr su proteccion. Su
nombre humilde y despreciable, al parecer, cuando vivía, es repe
tido en las bocas de todos, y acompañado de alabanzas y bendicio
nes. Los sacerdotes, juntamente con los fieles, se congregan al re
dedor de los altares para decir y celebrar en himnos y cánticos
aquellas mismas acciones que miraba el mundo con ojos desdeño- .
sos. Todo eonspira á ensalzar y llenar de gloria á aquel que despre
ció las riquezas, que holló las vanidades, y que vivió como un gu
sano despreciable de la tierra. ¡Qué locura, pues, es la tuya, ó
cristiano , cuando con semejantes experiencias andas todavía tan so
lícito para procurar conseguir la gloria de este mundo! ¿Piensas
que este mudará contigo sus antiguas máximas de confundir y Me-
bu xva. 371
nar de desprecio á aquellos que mas le han servido? ¿Crees que se
puede mudar la misma verdad, ni que podrán faltar jamás sus di
vinas palabras? No es posible que quepan en tu corazon ideas tan
quiméricas. Luego , si deseas gloria , debes estar persuadido á que
no podrás jamás conseguirla sino por el camino que la alcanzaron
los Santos. Aunque esta persuasion no debe ser motivo para que te
ocupes en la virtud por la vana .esperanza de ser algun dia glorioso
para con los hombres, sin embargo debes servirte de ella, para co
nocer que tus pasos van mal encaminados, y que no podrán con
seguir un premio que está reservado á sola la virtud.

El Evangelio es del capítulo xi de san Mateo.


In illo tempore respondens Jesus, En aquel tiempo respondió Jesús, y
dixit: Confíteor Ubi, Pater, Domine dijo: Glorificote, óPadTe, Señor del
coeli el terra: quia abscondisti hcec cielo y de la tierra : porque has oculta-
á sapientibus, et prudentibus, et re- do estas cosas á los sábios y pruden-
velasti ea parvulis. lia, Pater: quo- tes, y las has revelado á los párvulos.
niam sic futí placitum ante te. Ora- Sí, Padre, porque esta ha sido tu vo-
nia mihi tradita sunt á Paire meo. luntad. Todo me lo ha entregado mi
Et nemo novit Filium, nisi Pater: Padre. Y nadie conoce al Bijo sino el
ñeque Patrem quis novit, nisi Filius, Padre, ni al Padre le conoce alguno
et cui voluerit Filius revelare. Venile sino el Hijo, y aquel á quien el Hijo
ad me, omnes qui laboratis, et onera- lo quisiere revelar. Venid á mí todos
tiestis, et ego reficiam vos. Tollileju- los que trabajais, y estais cargados, y
gum meum super vos, et discite á me, yo os aliviaré. Llevad sobre vosotros
quia mitis sum, et humilis corde : et mi yugo, y aprended de mí, que soy
invenietis requiem animabus vettris. dulce y humilde de corazon, y halla—
Jugum enim meum suave est, et onus réis el descanso de vuestras almas.
meum leve. Porque mi yugo es suave, y mi carga
es ligera.

MEDITACION.
Sobre los bienes de la humildad.
Punto primero. — Considera que la humildad es un manantial
de bienes verdaderos para el alma que en ella se ejercita, los cua
les huyen perpétuamente de los soberbios.
Estos miserables andan vagando , hechos presa de sus soberbios
pensamientos , para encontrar la paz y tranquilidad de su alma, que
á manera de sombra huye de ellos cuanto mas la persiguen. La so
berbia , la ambicion y el deseo de ensalzarse sobre sus semejantes
llenan el corazon del hombre de tales cuidados y fatigas , que le
traen en un perpétuo desasosiego y en un círculo de inquietudes.
372 MAYO
Por mas que se adelanten sus pasos hácia el objeto deseado ; por
mas que consiga una gran parte de aquellas distinciones y autori
dad que apetece, siempre se le presenta á los ojos un camino inter
minable, y una multitud de objetos que ponen á su soberbia en
nuevo y continuo movimiento. Por eso dice el Espíritu Santo (Psal-
mo lxxiii), que la soberbia está siempre en un continuo ascenso. Y
¿cuántos dolores, cuántas amarguras tiranizan el corazon humano,
cuando no corresponde á sus deseos el éxito de sus pretensiones? El
soberbio está continuamente formando proyectos que desvanecen
las casualidades; inventando artes y astucias que salen vanas; ha
ciendo pretensiones ineficaces en el efecto; sacrificando sus rique
zas para comprar los medios de su exaltacion. Pero ¿qué amargura
la de su alma , cuando despues de todas estas diligencias que le qui
tan el sueño y le turban los placeres de esta vida, encuentra, ó
que no ha logrado lo que deseaba, ó que su logro no ha calmado
sus deseos? El gran Padre san Agustín pinta en sí mismo esta in
felicidad, con motivo de tener que decir una oracion delante del
César. Anticipadamente sentía su corazon agitado de los crueles
afectos del temor y la esperanza. Su admirable sabiduría parecía ne
garle sus auxilios , para que la oracion saliese con todo el artificio y
colores retóricos que podian encantar el ánimo del Emperador. Des
confiaba de la voz, de la diccion y del gesto ; y aunque era maes
tro de elocuencia , su soberbia le hacia parecer á sí mismo como
un hombre estúpido y sin letras. El mismo deseo que tenia de ser
ensalzado por aquel medio le llenaba de tal agitacion, que á un
mismo tiempo sofocaba su talento, y cerraba las puertas á sus es
peranzas. Por esto exclama : «Vos, Señor , quisisteis que todo afecto
«desordenado fuese la pena de sí mismo, para que el hombre se
«persuada á que no puede encontrar paz verdadera sino en Vos,
«que sois Dios de la paz.»
El humilde, por el contrario, ¿de qué gozo, de qué tranquilidad
verdadera no tiene inundado el corazon? Con todo está contento, todo
le satisface: mira los bienes de este mundo como impedimentos para
ser feliz ; las dignidades como el centro de la inquietud y de las amar
guras , y el ser mas que los demás como un motivo de mayor respon
sabilidad, y de mayor peligro para su alma. Desde el abatido lugar
en que habita, ve con ojo tranquilo derrocarse las torres altas de
soberbia ; y los grandes acaecimientos que espantan al mundo ape
nas logran en él una ojeada desdeñosa. Solo ve grandeza, riqueza
y poder en Dios ; y contento con servirle , coloca en esto toda su
día xvii. 373
gloria. Nada le turba el sueño, porque sus pensamientos son pen
samientos de paz. Ninguna cosa le da pesadumbre, porque en na
da de este mundo coloca su interés. Nada turba la tranquilidad de
su alma, porque todo lo que no es Dios lo mira con indiferencia.
Aun aquellas cosas que son comunmente tenidas por verdaderos
trabajos, como son las enfermedades, las persecuciones y las inju
rias, no turban la serenidad de. su alma, porque las abraza como
regalos del cielo , y como medios de ser para siempre venturoso. Por
eso los Apóstoles salían contentos y regocijados de la presencia de
los tiranos , porque habian merecido padecer injurias por el nombre
de Jesús. Así que la humildad produce en el alma tanta paz y tran
quilidad, como la soberbia inquietud y desasosiego.

Punto segundo. — Considera que la humildad , además de la tran


quilidad que produce en el alma, es un iman que atrae hácia sí las
divinas gracias y misericordias.
Santiago (cap. iv) explicó en pocas palabras las prerogativas
singulares de la humildad , diciendo : Que Dios resiste á los sober
bios, y da su gracia á los humildes. En efecto, así como de un mo
do admirable hace que no tengan efecto todas las maquinaciones de
los soberbios, de la misma manera por caminos escondidos ensalza
á los humildes, llenándolos de gracias y honores mayores que sus
esperanzas. ¿Quién no se pasma al ver al soberbio Aman estarse
gozando con la próxima muerte y abatimiento del infeliz Mardo-
queo? ¿quién no admira la turbacion , el disgusto , la consternacion
que le causaba en medio de toda su gloria el que un hombre des
preciable no le hiciese cortesía? ¿Y quién no admira sobre todo los
consejos de Dios, que á un hombre tan soberbio le abatió hasta el
extremo de ocupar el cadalso que él mismo tenia preparado á aquel
que le despreciaba? Por el contrario , vemos á un José salir de los
horrores de una cárcel y del laberinto de una vergonzosa calumnia
á mandar el reino de Faraon, y á tener en su mano el corazon del
Monarca y la suerte de sus vasallos. Estos espectáculos con que ha
querido Dios manifestar al mundo el horror con que mira la sober
bia, prueban al mismo tiempo la generosidad con que ha derrama
do sus gracias sobre las almas humildes. Los Santos comparan es
tas á un ameno valle que recibe todos los manantiales y corrientes
cristalinas de los collados mas altos. Esta situacion los hace fértiles
y los corona de flores y de frutos , manteniéndolos con una perpé-
tua lozanía , al paso que en las montañas no se ven mas que esca
374 MAYO
brosidades, aridez y precipicios. El alma que se abate al profundo
de la humildad recoge en sí todas las aguas de la divina miseri
cordia. De luego á luego se forma un fundamento sólido y seguro
para el edificio espiritual, sobre el cual crecen cási sin trabajo todas
las demás virtudes. El humilde es caritativo, porque juzga que todas
las cosas se le deben á su prójimo. El humilde tiene una fe viva,
porque abismado en la nada de su ser conoce el soberano beneficio
de la revelacion, y cree con humildad los misterios adorables. El
humilde tiene una sólida esperanza, porque no la funda en sus me
recimientos, sino únicamente en la divina misericordia y en la gra
cia de Jesucristo. El humilde es verdaderamente sábio, porque co
nociendo la debilidad de las luces naturales, desprecia las bachille
rías de la humana filosofía, y sabe que toda la ciencia del cristiano
se cifra en Jesucristo, y este crucificado, k este tenor el humilde
atrae hácia sí todas las virtudes, y se hace el teatro de las mas bri
llantes operaciones de la gracia. Una de estas, la que mas le ase
gura y le hace mas feliz , es la tranquilidad de su conciencia. El
verdaderamente humilde está libre de contaminarse con los hábitos
venenosos de la soberbia , de la vanagloria y de la confianza en sus
propios merecimientos. Nada se atribuye á sí, de ninguna accion
buena se reconoce autor; por mas que en sus obras brillen los in
flujos de la gracia divina, siempre tributa á esta todo el mérito y
valor. De consiguiente se reconoce delante de Dios por pecador, por
indigno y despreciable. Esta humilde confesion excita la bondad di
vina á derramar sobre él las gracias en mas abundante copia ; estas
gracias le hacen de cada vez mas perfecto , y le colocan en un es
tado mas seguro ; y de todo resulta que el verdadero humilde lle
ga á ser un tesoro que encierra en sí todos los bienes celestiales.
Esta consideracion sola bastaría para ahuyentar de los hombres aun
la sombra de la soberbia, y enamorarles de la preciosa virtud de la
humildad.

Jaculatorias. — Mi Redentor Jesucristo vino á este mundo á sal


var los pecadores, entre los cuales mi conciencia me certifica de
que por mi ingratitud soy el primero y el mas digno de castigo,
fj Tim. i).
Pero Vos, Dios mio, por pecador que yo sea, teneis dada pala
bra de no despreciarme siempre que llegue á vuestros piés con un
corazon contrito y humilde. ( Psabn. i).
DIA XVII. 375
PROPÓSITOS.
1 Dios se humilló, dice el gran Padre san Agustín (de virgi-
nit., cap. 43), avergüéncese el hombre de ser soberbio. Y con razon;
porque ¿qué títulos puede ostentar el hombre para hacer excusa
ble su soberbia despues que el mismo Dios se humilló , y como di
ce el Apóstol , se anonadó , obedeciendo hasta padecer muerte de cruz?
¿Eres poderoso? Jesucristo era el Verbo, y el poder eterno conque
se sacaron de la nada todas las cosas. ¿Eres príncipe, eres grande
en el mundo? Jesucristo era el Príncipe de paz, el Rey pacífico, el
que tiene su imperio sobre su hombro, el Monarca de los monar
cas, y el Señor de los señores. ¿Eres abundante en riquezas? Je
sucristo poseia todos los tesoros del eterno Padre ; á él le dió este to
da la potestad sobre los cielos y la tierra. ¿Eres sabio? Jesucristo
era la misma sabiduría eterna por esencia. ¿Eres noble? ¿Haces os
tentacion de una prolongada série de ascendientes gloriosos? Jesu
cristo era de la sangre real de David en cuanto hombre ; y en cuanto
Dios es Hijo del eterno Padre. ¿Te ensoberbece la figura concerta
da que te cupo en suerte; esa hermosura del cuerpo que posees sin
haber hecho diligencia alguna para adquirirla? Jesucristo es el mas
hermoso y agraciado entre todos los hijos de los hombres, como dice
el real Profeta. Sin embargo de todo esto Jesucristo se humilla , y se
humilla hasta morir : ¿qué deberás tú hacer? Avergonzarte de haber
sido soberbio , y proponerte para lo sucesivo al mismo Hijo de Dios
por ejemplar. Cuanto mas ensalzado te halles sobre los demás hom- #
bres, dice san Agustín (Serm. 215), otro tanto mas debes humillar
te : la gloria del honor consiste en la virtud de la humildad. Sin esta
virtud no puedes decir que eres cristiano ; y así dice el mismo san
to Padre: Si me preguntas , ¿qué es lo primero en la religion y cien
cia de Cristo? Respondo : la humildades lo primero. Si preguntas,
¿qué es lo segundo? Respondo: la humildad; ¿cuál es lo tercero? la
humildad. Así da á entender la necesidad de esta virtud para la vida
cristiana , y así hace ver que sin ella no puede subsistir el edificio
de la gracia, ni llamarse ninguno verdadero cristiano. Siendo esto
así, eonoce cuán errado caminas, pretendiendo los privilegios de
tan augusto nombre, siendo tan altanero en tu conducta. De aquí
adelante es preciso moderar ese genio altivo con que quieres avasa
llar á tus semejantes ; es menester tratar con mas amor y dulzura
á tus familiares , á tus criados y dependientes ; es preciso ceder de
tu opinion , y no querer que todos hayan de sujetar sus luces á tu
376 MAYO
modo de pensar ; es necesario mirar á los pobres con ojos menos des
deñosos , y respetar en ellos todos los derechos de la naturaleza ;
es absolutamente necesario que entres dentro de tu corazon, que
reconozcas tus defectos, que te confieses inferior en el tribunal de
la verdad á aquellos que desprecias, y que convencido de todo esto
imites y aprendas de aquel que dice (Matlh. xi) : Aprended de mi
que soy manso y humilde de corazon. De otra manera teme la abo
minacion y execracion de Dios que contra los soberbios tiene ful
minada el Espíritu Santo en las sagradas Escrituras (Prov. vm),
y mira que Dios siempre cumple sus pala"bras.

DIA XVIII.

MARTIROLOGIO.
San Venancio, mártir, en Camerino, el cual de edad de quince años, en
tiempo del emperador Decio y del presidente Antíoco, fue decapitado en com
pañía de otros diez, y de este modo acabó gloriosamente el curso de sus com
bates. (Véase su vida en las de hoy ).
San Dióscoro, lector, en Egipto, á quien mandó el juez atormentar de mu
chas y varias maneras: le agujerearon las uñas, le quemaron los costados apli
cándole antorchas encendidas ; pero sorprendidos los ministros por el resplan
dor de una luz celestial, cayeron en tierra medio muertos; por último consu
mó el martirio habiendolo quemado con planchas de hierro hechas ascua.
San Félix, obispo, en Espoleto, el cual consiguió la palma del martirio im
perando Maximiano.
San Potahion, obispo, en Egipto, el cual habiendo confesado la fe de Je
sucristo en tiempo de Maximiano Valerio (ie torturaron sacándole un ojo y el
nervio de una pierna). Despues , bajo el gobierno del emperador Constancio,
fue martirizado por sentencia del arriano Filagro, presidente. (No obstante,
segun refiere san Anastasio , consiguió curar, aunque murió luego , en el año
341 , mártir en defensa de la divinidad del Verbo).
San Teodoto , mártir, y las santas Tecusa , su tia , Alejandra , Clau
dia, Faína, Eufrasia, Madrona y Jcuta, vírgenes, en Ancira de Galacia,
las cuales primeramente fueron condenadas por sentencia del juez á un lugar
infame, para que allí fuesen violadas; pero habiendo sido preservadas por un
efecto del poder divino, atáronlas á cada una de ellas una piedra al cuello, las
sumergieron en una laguna (y murieron ahogadas). A Teodoto (el taber
nero) por haber recogido y enterrado las reliquias de estas Santas, lo mandó
el juez prender, y despedazar cruelmente ; y por último consumó el martirio,
habiéndole herido con una espada (por los años de 304).
San Erico, rey y mártir, en Upsal en Suecia.
San Félix, confesor, del Órden de Menores Capuchinos, en Roma, ilustre
por su candidez y caridad evangélicas; fue canonizado por el papa Clemente XI .
(Vease su vida en las de este dia).
DIA XVIII. 377

SAN FÉLIX DE CANTALICIO, CAPUCHINO.

San Félix, llamado de Cantalkio, del lugar de su nacimiento , le


tuvo el año de 1513 en una corta poblacion del mismo nombre, per
teneciente al territorio de Citta Ducale , en la provincia de Umbría.
Sus padres fueron pobres, pero temerosos de Dios. Llamábase su
. padre Santo de Carato, y su madre Santa, ó porque fuese este el
verdadero nombre de los dos , ó porque le merecieron por su virtud
y vida ejemplar. Habiendo logrado Félix ser hijo de unos padres
que se llamaron Santos , él lo fue casi desde la cuna , así por la ino
cencia bautismal, que jamás perdió, como por su ardiente amor de
Dios y su tierna devocion á la santísima Virgen.
Por su pobreza se vió obligado desde niño á guardar ovejas en el
campo ; y grabando una cruz en el tronco de una encina , se ponía
de rodillas delante de ella , rezaba muchos rosarios en el dia , y no
pocas veces pasaba en oracion una parte de la noche.
Luego que se sintió con fuerzas bastantes para cultivar la tierra,
se puso á servir á varios labradores. En casa de uno de estos amos
oyó leer en cierto dia la vida de los Santos , singularmente de aque
llos solitarios que pasaron toda la suya en etdesierto , entregados al
ejercicio de la oracion y de la penitencia. Concibió un encendido de
seo de imitarlos ; y preguntando si habia todavía en el mundo aque
lla especie de hombres extraordinarios , le respondieron que, sin ir
muy léjos á buscar esos hombres muertos y crucificados al mundo,
encontraria en la Religion de los Padres Capuchinos todos aquellos
ejemplos de virtud que se habian hecho admirar mas en los santos
anacoretas.
No necesitó mas informe. Voló luego al convento de Citta Ducale,
y pidió el santo hábito. El guardian , para probar su vocacion , le
hizo una horrorosa pintura de la mortificacion y de la penitencia que
pedia la santa regla, y mostrándole despues un Crucifijo dolorosa-
mente ensangrentado, le añadió : Este es el modelo á que debe con
formar su vida un capuchino. Así la vista de aquel sangriento espec
táculo, como la instruccion del fervoroso prelado , traspasaron el co
razon del pretendiente , y hecho un mar de lágrimas se arrojó á los
piés del Padre guardian, poniendo al cielo por testigo que ni venia
ni aspiraba á otra cosa que á una vida del todo crucificada. Admi
rado el guardian de su fervor, le recibió para fraile lego, y le envió
al convento de Ascoliá tener su noviciado. Era á la sazon deveinte
378 MAYO
y ocho años , y desde el primer dia conocieron todos á qué heróico
grado de santidad habia de llegar presto aquel novicio.
Aun no habia mas que veinte años que Dios habia suscitado en su
Iglesia aquella nueva reforma del Órden seráfico de san Francisco,
y ya estaba extendida por todo el universo , haciendo revivir los an
tiguos prodigios de abnegacion, de desnudez, de penitencia y de
humildad que se admiraron en los primeros siglos. Ya aquellos ce
losos misioneros, poderosos en obras y en palabras ; ya aquellos in
variables defensores de la fe , enemigos de toda novedad ; ya aque
llos héroes de la pobreza evangélica, venerados de los pueblos, y
respetados hasta de los mismos enemigos de la Religion , ya edifi
caban entonces, como edifican hoy, á todo el mundo cristiano con
su fervor, con su religiosa observancia y con su vida ejemplar.
En tal escuela fáciles son de comprender los progresos que nues
tro Santo haria en la virtud. Asaltóle en el noviciado una calenturi
lla lenta, que por su duracion hubiera precisado á los superiores á
despedirle como inútil y sin fuerzas para los penosos ejercicios de su
estado , si las pruebas que habia jdado de su eminente santidad no
se considerasen dignas de prevalecer á los prudentes temores que se
tenían de su quebrantada salud. Recobrada esta , le enviaron al con
vento de Roma con el oficio de limosnero , el que ejercitó por espa
cio de cuarenta años con tanta edificacion, con tanta modestia, con
tanto recogimiento interior , con tanta mortificacion y con tanta hu
mildad , que en la bula de su beatificacion se hace muy ámplia
mencion de las virtudes que ejercitó en este oficio.
Los mas disolutos se contenían á vista de su afabilidad y de su
modestia. Su humilde religiosa compostura, la virtud retratada en
su semblante, su circunspeccion y sus palabras hacían impresion en
los corazones, y convirtieron á muchos obstinados pecadores. Salia
por la ciudad con los ojos bajos, con el rosario en la mano, el co
razon en Dios, y con un devoto silencio. Algunas veces decia al
compañero : Buen ánimo, hermano; los ojos en tierra, el espíritu en
el cielo, y en la mano el santísimo rosario. Era su oficio pedir el pan
y el vino para la comunidad, y cuando volvía al convento cargado
de pan y con el vino sobre sus hombros , solia decir con gracia : En
tré capuchino con ánimo de no probar el pan ni el vino en toda la vida,
y Dios para probarme ha querido hacerme como dueño de todo el vino
y de todo el pan que hay en Roma.
Y era así , que aquella misma abundancia que introducia él en su
convento, á Félix solo le servia para aumentar el mérito de su mor
día xvni. 379
tificacion y de su abstinencia. Ni una ni otra parece podian subir
mas de punto. Jamás condescendió en cosa alguna con el gusto y con
la inclinacion de sus sentidos. Ayunaba á pan y agua las tres cua
resmas de su seráfico Padre san Francisco ; no comía sino los men
drugos de pan que dejaban los frailes ; su cama era una manta sobre
una tarima ; su cabecera un haz de sarmientos ; el sueño nunca pasa
ba de tres horas ; tomaba cada noche tres crueles disciplinas , y no se
quitaba el cilicio. Siendo su oficio tan penoso, especialmente los úl
timos años de s,u vida, en que el cuerpo debilitado con los trabajos,
extenuado con las penitencias , y consumido con las enfermedades,
apenas podia sostenerse , ni por eso admitió jamás el menor alivio.
Hallándose un dia en el palacio del cardenal de Santa Severina, pro
tector de la Órden, dijo el compañero á S. Erna, que mandase á
Fr. Félix descargar la limosna que tenia sobre los hombros; y pre
guntado Félix por el Cardenal qué le parecia , respondió : Señor, el
soldado ka de morir con la espada en la mano , y el asno con la carga
á cuestas ; añadiendo : No permita Dios que yo alivie jamás á un cuer
po que solo es de provecho para que se le mortifique.
Siendo tan austero para consigo , era extremadamente blando y
dulce para con todos los demás ; causando admiracion que un hom
bre por su nacimiento humilde, y por su críanza rústico , pues al
fin se crió entre las ovejas y los terrones, fuese de unos modales noso-
lo atentos , sino urbanos y cultos. Su celo era encendido , pero siem
pre moderado, prudente y humilde , sin traspasar jamás los límites
de su estado , corrigiendo en tono de ruego , y no con aire de aviso,
consejo ó advertencia. Tuvo noticia de la mala disposicion en que
estaban ciertos jóvenes; buscólos, arrodillóse á sus piés, y les dijo
con lágrimas en los ojos : Hermanos mios, os pido en caridad que
tengais lástima de vuestras almas ; palabras con que apagó el fuego
de sus pasiones, y los convirtió.
Era sencillo , pero no grosero ; antes en su misma sencillez se des
cubria delicadeza, genio y buen gusto. Estando en casa de un mi
nistro á quien acababan de regalar con una ternera , comenzó á mu
gir el animalito , y vuelto Fr. Félix al ministro, le dijo sonriéndose :
¿Sabe V. S. lo que quiere este pobre animalito? pues le pide una sen
tencia favorable para el que se lo regaló. Sus reflexiones eran justas,
y siempre muy al alma. Mostrábale un célebre abogado su copiosa
librería, en medio de la cual habia un devoto Crucifijo ; y pregun
tando á Fr. Félix qué le parecía de aquella multitud de libros, res
pondió : Paréceme que todos estos libros solo deben servir para eslu
380 HAYO
diar y entender bien este libro grande ( señalando al Crucifijo ) , que es
el compendio de la ley, y debe ser la regla de nuestra vida.
Sabiendo que en un dia de Carnaval concurría una inmensa mul
titud de gente á la comedia , encendido en santo celo , pidió al Padre
Fr. Lobo, célebre predicador capuchino, que le acompañase para
disipar aquella muchedumbre. Dejóse ver Fr. Félix con una pesada
cruz sobre los hombros y con una calavera en la mano, cuyo espec
táculo puso en muda suspension á todo el concurso, y el fervoroso
sermon que predicó despues Ff. Lobo movió tantoá todos, que aban
donado el teatro no se volvió á hablar de comedia en todoel Carnaval.
Impúsose una ley de no mirar jamás el rostro á mujer alguna, y
la guardó exactamente ; siendo tan excesiva su atencion en materia
de pureza, queera dicho comun que la naturaleza de Fr. Félix mas
se parecía á la de los Ángeles que á la de los hombres ; tan extrema
era la mortificacion de sus sentidos.
Pero su favorecida virtud fue la caridad con los pobres enfermos
y con los vergonzantes. Obtenida licencia de sus prelados para ha
cerles todo el bien que pudiese, no solo pedia limosna para sus frai
les, sino paralos pobres vergonzantes y enfermos, siendo pocos los
de una y otra clase que se escondían á las diligencias de su caridad.
Por el día visitaba los pobres de Roma , y por la noche los enfermos
de la comunidad, acompañando siempre sus visitas con alguna li
mosna ó con algun refresco. Apenas habia doncella pobre que pe
ligrase , ó familia honrada en urgente necesidad , que no hallase re
curso en la caridad de Félix ; y pasando los domingos y los diás de
fiesta en los hospitales, todos los de Roma le debieron el suplemen
to de lo que faltó á sus rentas en una esterilidad universal.
Su ardiente caridad con los pobres era hija del encendido amor de
Dios que le abrasaba las entrañas , no siendo fácil explicar á qué gra
do llegó este seráfico amor. Tenia el de Jesucristo grabado en el co
razon , y por eso apenas su sacratísimo nombre se le caia de la boca,
no pronunciándole jamás sin que se viesen sus ojos bañados en lá
grimas de ternura. Todos los dias ayudaba á la primera misa que se
celebraba en el convento con tanta devocion, que la comunicaba á
los asistentes. Comulgaba en los primeros años tres veces á la sema
na ; pero los quince últimos de su vida recibia la sagrada Comunion
todos los dias, y siempre tan arrebatado de fervor, que á lo último
apenas podia pronunciar el Confíteor Deo por la abundancia de lá
grimas que derramaba , haciéndose en él tan ordinaria esta devocion
sensible , que solo con pronunciar en su presencia el dulcísimo
DIA XVIII. 381
nombre de Jesús, ó solo con decirle : Hermano Fr. Félix , Deo gra
bas , bastaba para verle inüamado y lleno de fuego el semblante.
Correspondía el amor que tenia al Hijo el que profesaba á su san
tísima Madre. Ayunaba á pan y agua todas las vísperas de sus fes
tividades; los sábados la rezaba el Rosario entero, y los demás dias
una parte de él , pero siempre con tan devota ternura , que muchas
veces se veia precisado á interrumpirle. Llamábanle el favorecido
de la Virgen , de quien recibió favores muy singulares.
Hacia oracion una noche en la iglesia de su convento , cuando de
repente se sintió tan extraordinariamente abrasado del divino amor,
que levantándose sin libertad, corrió apresurado al altar mayor, don
de se veneraba una imagen de la santísima Virgen, y sin atender
mas que á los amorosos ímpetus de su encendido corazon , pidió á la
Madre de misericordia que siquiera por un momento le permitiese
imprimir los mas tiernos y mas reverentes ósculos en su dulcísimo
Hijo. Al punto se le apareció la Virgen , y le puso al niño Jesús en
los brazos. No es posible explicar ni los deliquios de amor , ni el tor
rente de suavísimas lágrimas que derramó nuestro Santo durante
aquel éxtasis maravilloso. ¡Con qué ardor, con qué ternura abra
zaría, acariciaría, besaría mil veces los piés de su divino Salvador I
Mas al fin era preciso restituir á la Madre el preciosísimo tesoro ; hí-
zolo , pero fue eterna la impresion que hizo en su alma este singular
favor, y con razon se escogió despues como por su emblema ó por
divisa, como se ve en sus imágenes y retratos.
La humildad y la obediencia de Félix fueron á un mismo tiempo
efecto y prueba de su eminente santidad. Aniquilábase, por decirlo
así , delante de sus prelados y de cualquier sacerdote , y preguntado
por qué hacia aquellos extremos de abatimiento, solo respondía :
Vosotros sois sacerdotes del Altísimo , y yo un pobre hermano lego. ,
Cuando volvia al convento despues de pedir limosna , su mayor gus
to era emplearse en los mas bajos y mas penosos oficios de la casa.
Siendo en toda Roma universal mente reconocido por santo , honrado
del pueblo , de los príncipes , de los cardenales , y hasta de los mis
mos papas ; él hacia tan bajo concepto de sí , que no acertaba á com
prender cómo le toleraban dentro de la Religion. Era ciega su obe
diencia , y para él cualquiera insinuacion delsuperior era un decreto.
Hácia el fin de su vida le probó el Señor con crueles dolores có
licos para purificar su virtud y para aumentar sus merecimientos.
Cuanto mas vivos eran los dolores , mas sereno , mas apacible y mas
risueño se manifestaba su semblante. Díjole un día el médico , que
25 tomo v.
38£ MATO
pues babia curado á tanto» con el dulcísimo nombre de Jesús , por
qué ao se valia de este mismo dulcísimo nombre, aunque no fuese
masque para mitigaren algo la fuerza de sos dolores. Respondióle
«l Santo : Porque es mucho mi amor propio, y no tengo valor para
privarme dé lo que es todo mi gusto y consuelo.
Pero, en fin , queriendo Dios poner término á sus trabajos, y co
ronar sus merecimientos-, le reveló el dia de su muerte , y se dispu
so para ella con tan visibles aumentos de devocion, de fervor y de
ternura , que todos comprendieron tenia noticia cierta de su postrera
hora. Cayó malo el último dia de abril, y no pudiendo apenas mo
verse , fue menester una orden espresa para que no fuese arrastran
do á la iglesia muchas veces al dia. Diez y ocho duró su enfermedad,
que fue una oracion continua. Luego que recibió los Sacramentos,
se quedó como enajenado en una especie de éxtasis; los ojos clava
dos en un objeto que solo él veia ; el corazon lanzandocontinuos afec
tuosos suspiros hácia la misma parte; los brazos dulcemente exten
didos hácia ella: todo denotaba alguna cosa extraordinaria que pa
saba dentro de aquella purísima alma. Un hermano que le asistía,
y se llamaba Fr. Urbano, le preguntó qué era lo que veia. Pues
qué, le respondió Félix, ¿no ves á mi querida Madre la santísima
Virgen , acompañada de tantos Angeles que me llenan de gozo y de con
suelo? Un cuarto de hora despues volvió en sí , y advirtiendo que an
tes debia de haber hablado algo , suplicó al guardian que le dejasen
solo. En fin, el dia 18 de mayo del año de 1587, y á los selenta y
dos de su edad , sin haber entrado apenas en la agonía , dejó la tier
ra para ir á recibir en el cielo la corona de sus trabajos y virtudes.
Luego que se publicó en Roma su muerte , corrió toda la ciudad
al convento , apresurándose cada uno por besar el santo cadáver , y
por lograr alguna de sus reliquias. Los muchos milagros que obró
en vida, y los que hizo Dios por su intercesion despues de muerto,
le granjearon presto la veneracion del público. El papa Sixto V, en
cuyo pontificado murió san Félix, prometia testificar de su misma
mano diez y ocho, y quiso él mismo beatificarle, pero no tuvo
tiempo para hacerlo. Paulo V mandó trabajar el proceso de su bea
tificacion, y Urbano VIII hizo la ceremonia, beatificándole solem
nemente el año de 162o, y permitiendo que rezase de él á toda la
Religion de Capuchinos. Finalmente, el año de 1712 el papa' Cle
mente XI le canonizó , siendo celebrada en toda la cristiandad esta
canonizacion con extraordinaria devocion y magnificencia.

>
DIA XVIII.

SAN. VENANCIO, MÁRTJft.

Camerino , ciudad del ducado de Espolelo junto á la marca de An-


cona , fue patria y juntamente teatro del glorioso martirio de san Ve
nancio. Desde la edad de quince años comenzó este santo mancebo
á desear con ansia que conociesen todos y amasen á Jesucristo. Este
celo suyo .contribuía á la dilatacion de la Iglesia , y á la ruina de la
gentilidad. Llegó esto áoidos de Antíoco, quegobernaba aquella ciu
dad por encargo de Decio. Y como Venancio supiese que lo habia
mandado prender, él mismo se le presentó , y le dijo que los dioses
que adoraba no eran sino hombres y mujeres de vida estragada y di
soluta, invencion del diablo para que en ellos adorasen el vicio; que
no hay mas que un solo Dios Criador del cielo y tierra , cuyo único
Hijo se hizo hombre , y se dejó prender y matar para librarnos de
la servidumbre y de la muerte que acarrea el pecado. Bramaba de
coraje el Gobernador al ver que un mozo imberbe en su misma ca
ra osase vilipendiar el culto de los ídolos. Mandó á los soldados que
lo prendiesen y lo atormentasen por cuantos modos se les antojase.
Desde luego lo azotaron con tal fiereza, que hubiera muerto en este
martirio, si no enviara Dios un Angel , el cual quebrantó sus prisio
nes y alejó los verdugos. Pero estos desventurados, en vez de ablan
darse con esta maravilla, mas crueles que fieras, colgándolo cabe
za abajo , le quemaron el cuerpo con planchas encendidas, y le abrían
la boca para que recibiese el humo y se ahogase. Muchos de los que
allí estaban , viendo la constancia del Mártir, se convirtieron á la fe,
entre los cuales se cuenta Anastasio Corniculario , admitido despues
á la palma del martirio.
Antíoco , admirado de que Venancio no hubiese aun muerto, quiso
ver si con promesas y halagos lo arrancaría de su propósito. Despues
que con él tuvo una larga plática , viendo que daba en piedra, se
valió de Atolo, mal hombre, para que con engaño y astucia lo do
blase. Díjole este que él tambien habia sido cristiano ; pero que vien
do cuán gran desatino es privarse de los deleites presentes por la va
na esperanza de los venideros , desamparó la fe , y se fué á los genti
les. Mas como el santo mozo le respondiese conforme él merecía, y lo
echase de sí, desengañado el Gobernador de que todo era en vano
cuanto hacia para pervertir á este jóven, lo llamó y lo trató de in
obediente á sus mandatos , y mandó que le quebrasen los dientes y
384 MAYO
las quijadas, y lo echasen en un muladar. Sacólo de allí un Ángel,
y como lo hubiesen llevado á un juez para oir su sentencia , habién
dole el Mártir en defensa de la religion cristiana, cayó el juez de su
tribunal, y murió diciendo que el Dios de Venancio era el verda
dero, á quien todos debian adorar, desechando los ídolos.
Antíoco , luego que llegó esto á su noticia, mandó que Venancio
fuese arrojado á los leones , los cuales , olvidados del hambre y de su
natural fiereza, se postraron ásus piés y se los lamian , predicando
el Mártir entre tanto la fe de Jesucristo al pueblo que habia concur
rido á aquel espectáculo , y exhortándolos á que obedeciesen al ver
dadero Dios, supuesto que hasta las bestias fieras se amansaban pa
ra reconocerlo como á su Señor, traspasando las leyes de la natu
raleza por cumplir en todo su voluntad. Desesperados los verdugos
de que matasen á Venancio las fieras, lo volvieron á la cárcel.
Al dia siguiente un santo sacerdote llamado Porfirio se presentó
á Antíoco, y le dijo que aquella noche habia visto en vision á todos
los que bautizaba Venancio cercados de gran resplandor, yá An
tíoco en tinieblas. Enfurecido Antíoco, mandó luego que lo degolla
sen , y que á Venancio arrastrasen por lugares llenos de cardos y
espinas. Medio muerto salió Venancio de este martirio ; á otro dia
lo despeñaron, y ni aun así quiso Dios que muriese. El Goberna
dor, ciego ya de ira, mas desatinado que antes, mandó que lo ar
rastrasen por caminos ásperos y pedregosos á mil pasos de la ciu
dad. En este martirio , con la señal de la cruz sacó Venancio agua
de una peña para apagar la sed de sus verdugos. Muchos se con
virtieron á la fe á vista de esta maravilla , á los cuales junto con Ve
nancio mandó degollar el Gobernador en el mismo sitio.
Á la ejecucion de la sentencia se siguieron grandes terremotos, y
una tempestad de truenos y rayos tan espantosa, que Antíoco ater
rado huyó; mas no pudo escapar de la venganza divina, pues al ca
bo de pocos dias murió desastradamente. El cuerpo de san Venan
cio y los de sus compañeros sepultaron honrosamente los fieles, y
boy dia se veneran en una iglesia que se dedicó á san Venancio en
Camerino.
Celébrase hoy la fiesta de san Venancio por decreto de Clemen
te X. Baronio dice que las actas de este santo Mártir que vió en Ca
merino están llenas de cosas apócrifas, de las cuales ha entresaca
do la Iglesia lo que hay de verdad para ponerlo en su oficio. No debe
confundirse este Santo con otro del mismo nombre, obispo y már
tir, de que habla el Martirologio el dia 1.° de abril. Los que dicen
día xviii. 385
que el nuestro fue obispo , no advierten que tenia solos quince años
cuando padeció.

La Misa es en honra de san Venancio , y la Oracion es la si


guiente :
Veus, gui hunc diem beati Venantii Ó Dios, que consagraste este dia
marlyris tui triumpho consecrasti : con el triunfo de tu bienaventurado
exaudí preces populi tui, etprtesta; ut mártir san Venancio; atiende á los
qui ejus merita veneramur, fideicons- ruegos de tu pueblo, y concede, que
tantiam irnitemur. Per Dominum nos- pues veneramos sus méritos , imite-
trutn... mos asimismo la constancia de su fe.
Por Nuestro Señor Jesucristo...

La Epístola es del capítulo v del libro de la Sabiduría, pág. 24.

REFLEXIONES.

¡Qué necios fuimos! ¡qué insensatos! dicen á la hora de la muerte


los mundanos, los disolutos, los carnales, los impíos. Esto se llama
conocer muy tarde sus descaminos: ¿y de qué servirá entonces ese
conocimiento? ¿qué efectos produce esa confesion? Turbaciones,
arrepentimientos punzantes, pero estériles, un despecho que dista
poco de la rabia , y una desesperacion que es seguida de la infeli
cidad eterna. El que voluntariamente se quiso mantener en la ilu
sion y en el error , el que quiso ser insensato en la vida, se hace
prudente y discreto á la hora de la muerte ; pero discrecion muda,
sin actividad ; discrecion puramente especulativa , que llega ya muy
tarde ; discrecion que descubre el error sin curarle, porque ya no
es tiempo. Esta discrecion tambien la tienen los demonios y los con
denados en el infierno, ni mas ni menos, como tienen aquella fe
que los espanta, que les descubre su brutalidad, que los hace es
tremecer, pero que no los convierte.
Verdaderamente causa grande compasion ver aquella fiera, aque
lla intrépida seguridad, y aun aquella complacencia con que los
hombres se descaminan, k poco que la voluntad y la razon estén de
acuerdo en algun punto , ya no se admite ni la mas leve sospecha de
error. La mayor ilusion se juzga por la mas constante verdad , y
aun muchas veces por primer principio en la filosofía del mundo.
De aquí nace aquella licencia de costumbres , á la verdad civilizada
ya y como cultivada; pero licencia cuya corrupcion causa tanto
386 «ayo
mayor estrago , cuanto parece menor su disonancia , no cansando
espanto ni aun novedad.
No se habla ahora de aquellos groseros desórdenes , de aquellas
disoluciones que siempre se miran con horror, y que condenan to
dos los hombres de bien ; háblase de aquellos vicios domesticados,
de aquellas pasiones connaturalizadas, que el amor propio ha encon
trado modo de hacer que reinen pacíficamente aun entre gentes que
hacen profesion de devotas. La pasion dominante y el vicio favore
cido de cada uno logran de ordinario esta suerte. Que fatigue, que
atormente, que consuma el cuerpo, y que desgaste el espíritu , no
se le inquieta; como su dominacion es tan dulce , siempre es tran
quila : se excusan , y ann se autorizan hasta sus mismos excesos. Na
da espanta mas que los sistemas de bondad , de honradez y aun de
virtud que cada uno se 'forja á favor de la ilusion. Siempre codicio
sos de bienes, siempre mas y mas afanados por acumularlos , siem
pre esclavos de una insaciable avaricia, todo se sacrifica al interés;
quietud , amigos, conciencia, á este ídolo se ha de ofrecer , se ha de
inmolar todo. Si la Religion, si la razon, si la conciencia gritan que
es impiedad, que es injusticia, no se les da oidos ; porque en el tri
bunal «fue favorece á la pasion están corrompidos todoí tos testigos.
Cuando el amor propio quiere, por .decirlo así, elevar al tronola am
bicion, la avaricia ó alguna obra de aquellas pasiones á que es mas
propensa la inclinacion del corazón humano , tiene gran cuidado de
ganar primero) la razon. Una vez que logre su voto, no solamente
todo cede , sino que todo concurre á hacer su reino tranquilo. Ya no
se piensa en descubrir su tiranía, sino en amar su opresion y su du
reza. Esta es la grande obra de aquellas ilusiones, que lo son mas
del corazon que del entendimiento. Llega este desvarío hasta una es
pecie de insensatez. Hágasela pintura mas viva y mas natural de la
pasion dominante , ó del vicio mas favorecido de cada uno ; repre
séntese con los colores mas expresivos , todos son muy ingeniosos pa
ra aplicárselo á otros, y ninguno hay ,que reconozca en ella su re
trato. No se piensa mas que en ganancias ; no se trata mas que en
negocios ; no se ocupa el tiempo mas que en expedientes ; pasóse toda
la vida en un trabajo duro y penoso que la ilusion llama gobierno,
prevencion y prudencia. Un suceso feliz, pero pequeño, aunque nun
ca corresponda á la esperanza , aviva mas los deseos ea vez de apa
garlos. En medio de una disposicion tan poco cristiana se vive sin
remordimientos , porque el corazon y el juicio caminan de intetigen
cia. La preocupacion cierra la puerta á todas las reflexiones ; con
día nrm. 387
qué Bada puede disipar aquella niebla. No se da oídos á los conse
jos saludables, ni tienen entrada las mas fuertes inspiraciones. Una
vez muda la conciencia , ai aun se advierte el peligro de que se vise
con error. Luego que se vió Sanson esclavo, perdió la fuerza y ios
ojos; imágen viva de nuestras ilusiones : Nos insematí. ¿Á qué de
cosas llamaremos locura , si no lo es la falsa seguridad de muchísi
mas personas? Á la hora de la muerte se desvanecen todas las ilu
siones : entonces se ve , se piensa , se discurre con acierto ; mas ¿pa
ra qué? para inferir que todo se ha perdido : Ergo erraváms. Sin
ceridad llena de desesperacion.

El Evangelio es del capítulo xv de san luan, pág. 189.

MEDITACION.
Be la vida estéril en buenas obras.
Ponto primero. —Considera cuánto ha hecho Dios por nuestra
salvacion; cuánto ba trabajado hasta ahora para que diésemos fro
to ; con qué bondad nos ha estrechado , solicitado y ofrecido mil me
dios para santificarnos.
Trae á la memoria aquella parábola, por una parte tan instruc
tiva, y por otra tan eficaz , de que se valió el Salvador cuando dijo
que habiendo venido el padre de familias á recoger el fruto de usa
higuera que habia plantado en una viña, y hallando qne ninguno
habia dado , dijo al cachican : Ya ves que ¿a tres años que vengo á
buscar el fruto de esta higuera, y en todos tres no ha dado fruto
alguno; córtala, pues, que no es razon ocupe inútilmente la tierra.
£l cachican te respondió : Señor, tened á bien qne se mantenga un
año mas ; yo la cultivaré , y si el fruto no correspondiere á mi cul
tivo, entonces se podrá cortar.
Estábamos plantados en d campo del mundo como árboles esté
riles, desecados y carcomidos con el pecado original. Trasplantónos
Dios, por decirlo así, al campo fértil de su Iglesia, por un efecto
particular de su misericordia , prefiriéndonos á tantos otros; ó por
gracia aun mucho mas especial nos trasplantó al campo <te la reli
gion , si tenemos la dicha de haber abrazado el estado religioso.
¿Hemos hecho alguna vez digna reflexion sobre la ventaja que
logramos en haber sido trasplantados á una tierra tan santa , tan cul
tivada con los trabajos, y tan regada con el sudor y con la sangre
de un Hombre-Dios? Esta es aquella tierra que en todos tiempos ha
388 MAYO
producido aquellos ilustres héroes del Cristianismo , y que todos los
días está produciendo tan grandes Santos de todas edades, de todos
sexos y de toda suerte de estados. Esas grandes almas con la misma
cultura , esto es, con los mismos auxilios que nosotros logramos, die
ron y están dando cada dia frutos dignos de la vida eterna.
No tuvieron otro Evangelio ni otros Sacramentos ; los auxilios en
todos tiempos han sido abundantes. Solo tuvieron cuidado de vivir
segun las máximas de Jesucristo ; de aprovecharse del frecuente uso
de los Sacramentos ; de cumplir exactamente con las obligaciones
de su estado , y de corresponder con fidelidad á la gracia.
Si merecemos la dicha de vivir en el estado religioso , miremos á
los grandes Santos que nos precedieron como originales ó modelos
que debemos imitar. No tuvieron otras reglas que las nuestras; so
lo fueron mas fieles en observarlas , y solo con observarlas se hicie
ron santos. Fuera de eso , nosotros logramos una ventaja que no lo
graron ellos, y es el estímulo de sus buenos ejemplos. Ellos fueron
los primeros, y nos enseñaron qué cosa tan dulce y tan segura es el
seguirlos. Nosotros mismos confesamos que fueron verdaderamente
discretos , y verdaderamente dichosos en haber vivido como vivieron ;
¿serémos nosotros prudentes', y podrémos racionalmente esperar
que serémos felices viviendo como vivimos? Mi Dios, ¡qué manan
tial este de reflexiones, de arrepentimientos, y acaso tambien de un
justo sobresalto, considerando mis ingratitudes, mi cobardía y mis
infidelidades pasadas! ¿Y qué deberé yo esperar, si no producen
otro fruto estas reflexiones?

Punto segundo. — Considera que no hemos recibido de Dios so


lamente los beneficios ordinarios y comunes. Cada uno encuentra
dentro de sí mismo grandes motivos para confundirse á vista de las
singulares misericordias del Señor y de su propia ingratitud. Trai
gamos á la memoria todos los particulares esmeros con que Dios
ha procurado cultivarnos, para empeñarnos en rendir abundantes
frutos.
¡Qué providencia mas amorosa desde la misma cuna! ¡ qué série
mas continuada de auxilios y de medios poderosos por todo el curso
de nuestra vida ! ¡ cuántos buenos pensamientos, cuántas nobles ilus
traciones desde que amaneció en nosotros el uso de la razon! ¿Po
drémos contar el número de todas las gracias que Dios nos ha dis
pensado desde que estamos en el mundo? ¡ Cuántas veces nos ha sus
tentado con el pan de los Ángeles ; esto es , con su propia carne y
du xviii. 389
con su preciosa sangre! ¡ cuántas nos habló en lo interior del cora
zon con secretas inspiraciones! ¡cuántas luces sobrenaturales, cuán
tas solicitaciones amorosas, cuántos fuertes impulsos, cuántas gra
cias, cuántos auxilios en aquellas comuniones, en aquel sermon, en
aquellas enfermedades, en la noticia de aquella muerte, á vista de
aquel fracaso , en aquella conversacion, en esta misma lectura!
¡cuántos avisos, cuántos buenos ejemplos, y de cuántos otros cien
singulares favores nos ha colmado Dios!
Ciertamente no eran menester tantos medios para hacer un santo
de primera magnitud. ¿Y cuántos Santos habrá en el cielo que no
tuvieron tantos? Con todo eso dieron copiosos frutos de santidad;
aprovecharon bien sus talentos , y su vida fue fértil en buenas obras.
Ni la falsa brillantez de las grandezas humanas, ni el contagio de
los malos ejemplos , nada fue bastante para alterar su constancia.
Trabajaron eficazmente en el negocio de su salvacion , correspon
diendo á la gracia ; y colmados de méritos, gozan al presente de la
eterna bienaventuranza, justa recompensa de su fidelidad. ¡ Cuánto
debe confundir á los cristianos cobardes y á los religiosos tibios el
ejemplo solo de san Venancio !
Considera sériamente y sin lisonjearte , si habiendo recibido los
mismos auxilios que estos Santos , ha sido tu vida fecunda en bue
nas obras como la suya; y si la sangre de Jesucristo , que te ha re
gado como á ellos, ha producido en tí copiosos frutos. No nos ex
cusemos con la mala calidad del terreno; de suyo todo es ingrato,
ni de su naturaleza produce mas que abrojos y espinas ; para culti
varlo es menester continuacion y aplicacion al trabajo.
¡ Oh Dios mio , y cuánta verdad es que yo soy aquel sarmiento
que solamente sirve para ser arrojado en el fuego! ¡Qué misericor
dia, qué bondad la de haberme sufrido tanto tiempo! ¡Oh, y qué
sensible impresion hace en mí vuestra paciencia! No os canseis, Se
ñor , de esperarme ni de asistirme con vuestra gracia ; desde este
punto me rindo, y mediante Vos, ninguna cosa será capaz de ha
cer abortar mi conversion.

Jaculatorias. — ¿Qué tiempo mas oportuno, Señor, para pro


ducir frutos , y dejar de ser estéril , que este tiempo en que tan mal
se observan vuestros mandamientos? ( Psalm. cxvm ).
Bendito seais , Señor , por haberme sufrido tanto tiempo. Ahora
solo deseo que me deis á entender vuestra voluntad, y os suplico
me concedais gracia para obedecerla. ( Ibid. ).
-390 «AYO

PROPÓSITOS.
1 ¿Qué imperta que la cepa esté arraigada por medio de la fe?
Todo vástago infructuoso se corta y se echa atierra: Omtwm j>cámi-
iem m me non ferentem frudum, tollet eum. (Joan. xv). Es preciso
rproducir mas que flores y hojas ; no basta esto; es menester que
¿asta los mismos frutos vengan en sazon. Tiénese la fe; pero la fe
sin obras ¿de qué sirve? Estas son las que se llaman frutos. ¿Has
negociado al doble con los talentos que has recibido? ¿has llevado
frutos dignos de penitencia? ¿son tus dias verdaderamente -llenos?
fias sido prevenido con mil bendiciones , te ha socorrido Dios con
grandes auxilios , has recibido de su liberalidad singulares gracias;
¿qué fruto ha producido todo esto? ¿que reforma de costumbres?
¿qué aumento de fervor? ¿qué ternura de devocion? Acuérdate que
fue castigado aquel siervo que no negoció con el talento, sin valer-
le el haberle conservado intacto. Una vida infructuosa é inútil siem
pre es digna de reprension.
2 Hay frutos de diferentes especies, ó hay varias calidades de
frutos. Unos siempre están verdes , y jamás maduran ; otros son ás
peros y de gusto desabrido ; «tros están roidos ó carcomidos; y al
gunos hay qoe no tienen mas que un lindo color , una bella aparien
cia. Ten presente que las obras de mayor edificacion se corrompen
muchas veces por un motivo bastardo. El secreto orgullo suele ser
nn gusano que roe la mayor parte de las buenas obras. Son ingenio-
isas las pasiones, y saben disfrazarse con mucho arte. Suélese tener
por celo lo que muchas veces no es mas que viveza ó vivacidad de
genio , ó una actividad natural en que tiene mucho parte la vanidad,
,aunque parezca servirla de motivo la mayor gloria de Dios y el de
seo de la salvacion de las almas. Es menester que nuestros fru tos sean
de sazon para estar maduros ; quiero decir, que las virtudes que prac
ticamos sean propias de nuestro estado. Una mujer casada, y madre
de familias , que todo el dia quisiera estarse en la iglesia, desagra
daria mucho a Dios ; al mismo tiempo que le agrada ¡mucho una re
ligiosa que pasa en ella la mayor parte de la vida. Considera bien
de fué calidad son las buenas obras que practicas , cuáles los moti
dos , y ouáies los frutos , no sea que tus devociones te hagan mas en
fadoso y mas intratable. Personas hay que nunca se muestran de peor
humor que cuando han estado largas horas en la iglesia- ¡ Y cuántas
hay que solo trabajan por parecer bien al mundo! Su vida es labo
riosa, pero infructuosa para la eternidad. ¿Eres tú de este carácter?
DIA XIX. 3.91

WA XIX.
MARTIROLOGIO.
El tránsito de san Pedro de Muron, el cual Siendo anacoreta fue elegido
papa, y se llamó Celestino V; pero despues renunciando el ponti6cado 6e vol
vió á hacer vida religiosa en el desierto, y esclarecido en virtudes y milagros
durmió en el Señor. (Véase su vida en las de hoy).
Santa Pudenciana , virgen, en Roma, la cual despues de muchos traba
jos, y de haber enterrado con gran reverencia los cuerpos de muchos Mártires,
y de haber distribuido todos sus bienes entre los pobres por Jesucristo, voló
al Señor. (Fue hermana de santa Práxedes, é hija de Pudente, senador roma
no, que fue convertido á nuestra fe por los apóstoles san Pedro y san Pablo, y
en el Sagramentario de san Gregorio se hace mencion de su festividad. La igle
sia de aquella Santa en Roma se tiene por la mas antigua que se conoce en el
mundo. En los primeros siglos fue llamada la iglesia del Pastor, y se dice haber
sido el palacio de Pudente, en que se albergó san Pedro, y en donde celebró los
divinos misterios. Plugo al Señor llamarla á si en este dia por los años del Señor
de 164, imperando Antonino Pio).
San Pedente, senador, padre de la dicha virgen, tambien en Roma; el cual
fue bautizado por los Apóstoles, y se conservó siempre unido con Jesucristo.
El triunfodelos santos Calocero y Partenio, eunucos, igualmente en
Roma en la via A.pia ; el primero camarero de la mujer del emperador Decio,
y el segundo superintendente en otro oficio ; y no queriendo sacrificar á los
Ídolos, fueron martirizados por órden del mismo Emperador.
San Filotero, mártir, en Nícomedia, hijo dePaciano, procónsul, el cual
recibió la corona del martirio en tiempo del emperador Diocleciano despoes
de haber sufrido crueles tormentos.
Seis santas Vírgenes y Mártires, tambien en Nicomedia , entre las cua
les la principal fue Ciriaca, quien habiendo reprendido públicamente de im
piedad á Maximiano, primeramente fue azotada y lacerada, y últimamente
quemada.
San Dunstano, «hispo, en Cantuaria.
San Ivo , presbítero y confesor, en la Bretaña menor, el cual .por amor de
Jesucristo defendía las causas de los pupilos, de las viudas y de los pobres.
(Véase su vida en las de hoy).

SAN IVO, PRESBÍTERO T ABOGADO.


San Ivo, descendiente de una familia noble y virtuosa cerca de Tre-
guier en Bretaña , nació en el año de 1253. Su padre se llamó Ahelo-
ro, y su madre Azona. Estudió la gramática latina en su casa can
una aplicacion y aprovechamiento nada comunes, y á los catoroe
años de su edad fue enviado á París, donde aprendió las artes libe
rales y la teología , habiéndose aplicado despues al estudio del de
recho civil y canónico en Orleans. Su madre no cesaba de decirle
392 MAYO
que era necesario vivir de modo que llegase á ser santo, á que siem
pre respondía Ivo que así lo esperaba él de la gracia de Dios. Esta
resolucion echó profundas raíces en su corazon ; y la impresion que
en su alma habian hecho sus respectivas obligaciones era un conti
nuo estímulo para la virtud , y una luz que le guiaba , y desvane
cía las sombras de los escollos de su carrera. El ejemplo contagioso
de algunos discípulos licenciosos solo servia de inspirar en él mayor
horror al mal , y hacer que se armase con mas valor contra aquel
enemigo. La rectitud de su conducta redujo á muchos de sus vicio
sos pasos. Tenia todo su tiempo repartido entre el estudio y la ora
cion, y su recreo era visitar los hospitales, donde acompañaba con
gran caridad á los enfermos, y les consolaba en la penosa situacion
de sus dolencias. En los diez años que estuvo en París, donde ha
bia sido enviado á los catorce de su edad, y en donde pasó los cur
sos teológicos y canónicos, fue siempre la admiracion de aquella
universidad , tanto por lo apreciable de sus prendas , como por su
piedad extraordinaria. El mismo modo de vida continuó en Orleans,
donde estudió las Decretales en la cátedra del célebre Guillermo de
Blaye, obispo de Angulema, y las Instituciones con Pedro de la
Chapelle, despues obispo de Tolosa y cardenal; pero cada dia au
mentaba sus austeridades y penitencias. Castigaba su cuerpo con ci
licios, absteniéndose siempre de la carne y del vino; ayunaba la
Cuaresma entera y el Adviento, y otros muchos dias en el discurso
del año á pan y agua ; tomaba un corto descanso recostado en una
estera , con un libro ó una piedra por cabecera , y no se reclinaba
jamás hasta sentirse vencido enteramente del sueño.
Hizo á Dios un voto privado de perpétua castidad ; pero como esto
no se sabia , fueron muchos los ventajosos matrimonios que se le pro
pusieron , y que desechó con el pretexto de ser un estado incompa
tible con las tareas de sus estudios. Estuvo mucho tiempo dudoso
entre sí , sobre sí abrazaría la vida religiosa , ó el estado clerical ;
pero su deseo de servir mas proporcionadamente al prójimo le de
terminó á esto último. Hubiera sin duda querido nuestro Santo,
llevado de su humildad , permanecer siempre con solas las órdenes
menores; pero su obispo le obligó á recibir el sacerdocio, paso que
le costó infinitas lágrimas, aunque no por eso dejó de prepararse á
él con una pureza de corazon la mas perfecta, y con una larga y
fervorosa disposicion á su recibimiento. Mauricio, arcediano de Reu
nes , que era antiguamente por razon de oficio vicario perpétuo del
obispo, le nombró juez eclesiástico de aquella diócesis. San Ivo pro
día xix. 393
tegió á huérfanos y viudas, defendió á los pobres, y administró jus
ticia á todos con imparcialidad ; y su aplicacion y terneza por sus in
feriores ganaban la voluntad aun de aquellos mismos que perdian
sus causas. Jamás pronunció sentencia sin derramar muchas lágri
mas, teniendo siempre á la vista el tribunal del Juez soberano, donde
habia de comparecer él mismo algun dia como reo silencioso , que
debia esperar su sentencia próspera ó adversa.
Muchos obispos á porfía quisieron tenerle por suyo : disputaron
este punto, y le ganó al fin su propio ordinario Alano de Bruc, obis
po de Treguier, que le obligó á dejar á Rennes. Muy presto mudó
el Santo con su esmero el aspecto de toda la diócesis, y reformó su
vicioso clero con su conducta. El malo le temia , el bueno hallaba
en él un padre , y los grandes todos le respetaban. Aunque era juez,
solicitaba en calidad de dependiente el despacho de las causas en fa
vor del pobre, á lo menos en otros tribunales; hablaba muchas ve
ces en ellos, y visitaba á los presos en sus cárceles. Era llamado el
abogado y letrado de los pobres; y una vez, no pudiendo conseguir
la reconciliacion de una madre y de un hijo , que liligaban entre sí
implacablemente, ofreció por ellos el sacrificio de la misa, y en el
mismo punto se buscaron ambos para hacer las paces. Nunca to
maba estipendio, porque su patrocinacion era gratuita. Nombróle
su obispo Alano por rector de Tresdretz , y ocho años despues su
sucesor Geofredo Tournemine le hizo de Lohanec , una de las par
roquias mas considerables de su diócesis, que sirvió por espacio de
diez años hasta su muerte. Levantábase siempre á los Maitines de
media noche, y decia misa todos los dias con increible fervor y de
vocion. En su preparacion permanecía mucho tiempo postrado, ab
sorto enteramente en la consideracion del abismo de su propia nada,
y de la venerable majestad de aquel á quien iba á ofrecer su sacri
ficio, y la santidad de víctima tan grande. Por lo comun se levan
taba bañado en lágrimas , que no cesaba de derramar en abundancia
todo el tiempo que duraba la celebración de los misterios divinos.
Cuando aceptó el primer curato dejó los ornamentos de las vesti
duras que le obligaba á llevar su antigua dignidad , y usó siempre en
adelante los vestidos mas humildes que podía permitirle su estado.
Sus ayunos y austeridades mas se aumentaban que disminuían, ayu
nando, como dijimos, en las Cuaresmas, el Adviento, las vigilias,
viernes y sábados de cada semana, sin tomar mas alimento que pan
y agua. En los demás dias lo mas que añadia á su vianda era un
potaje de cualquiera legumbre ó yerba, y un par de huevos en las
394 MAYO
festividades grandes del año. Las lágrimas corrían indeliberadamen
te de sus ojos siempre que hablaba de cosas espirituales, que eran
por lo comun el objeto de todos sus discursos ; y era tal la energía
de sus expresiones y palabras , que penetraba sin resistencia los co
razones de sus oyentes. Predicaba muchas veces en las iglesias dis
tantes, además de la suya propia, y muchas veces tres ó cinco en
un mismo dia. Todas las disputas se remitían á él, y el Santo to
maba á su cargo poner á las partes en paz. Erigió una casa junto
á la suya para hospital de pobres y de enfermos; lavaba sus piés,
limpiaba sus llagas, Ies servia á la mesa, y comia despues lo que á
ellos habia sobrado. Distribuia su trigo, ó el precio á que le vendia,
á los pobres en el tiempo mismo de la cosecha ; y persuadiéndole
cierto codicioso á que le conservase algunos meses, para que pu
diese sacar mas preeio de su venta , le respondió : Yo no sé si enton
ces estaré aun vivo para repartirlo. En otra ocasion le dijo el mismo
sujeto : Yo he ganado la quinta parte mas por haber guardado mi gra
no.-^-Pues yo, replicó el Santo, he ganado ciento por haber salido
pronto de él. No teniendo en cierta ocasion mas de un pan en su casa;
mandó que se lo diesen á un pobre; pero quejándose de este man
dato su mayordomo, no le dió masque la mitad al pobre, y al mis
mo que se quejaba la otra mitad , sin reservar para sí parte^alguna
de él. Jamás le faltó en estos lances la divina Providencia. En la Cua
resma del año de 1303 sintió ya sus fuerzas decaídas , y que diaria
mente se debilitaban mas y mas; pero léjos de moderar sus auste
ridades, se juzgó obligado á doblar su fervor á proporcion que iba
acercándose á la eternidad. La víspera de la Ascension predicó á su
pueblo, dijo misa, sostenido de dos personas, y dió sus consejos á
cuantos se acercaron á consultarle. Pasado este dia cayó en cama,
que era una especie de estera, ó tarima, tejida de mimbres, y re
cibió los últimos Sacramentos. Desde aquel momento solo con Dios
fue toda su comunicacion , hasta que fué su alma á tomar posesion
feliz de la gloria que le habia esperado. Sucedió su muerte en 19 de
mayo de 1303, á los cincuenta de su edad. La mayor parte de sus
reliquias se conserva en la catedral de Treguier. Fue canonizado
san Ivo por Clemente VI en el año de 1347, y su festividad se ce
lebra en varias diócesis de Bretaña.
día xix. , 395;

SAN PEDRO CELESTINO, PAPA Y CONFESOR.

San Pedro , llamado Muron del monte donde tenia su ermita , y


despues Celestino del nombre que tomó cuando fue elevado al pon
tificado, nació por los años de 1221 en Esernia ó Sergne, ciudad
fundada entre la Pulla y el Abruzo, cerca de la Tierra de Labor en
la Italia. En la historia de su vida , que el mismo Santo dejó escrita
de su mano, dice que sus padres eran de familia honrada, de pie
dad umversalmente conocida , y que se hacian distinguir por su hos
pitalidad. Tuvieron doce hijos, de los cuales fue nuestro Santo el
onceno.
Siendo de cinco años perdió á su padre; pero en el amor, en etjuti*
cio y en la virtud de su madre halló consuelo y equivalente de esta
sensible pérdida. Entreteniéndose un dia con su numerosa familia
esta virtuosa madre, dijo por modo d« diversion : ¿Será posible que
habiéndome dado Dios tantos hijos, siquiera uno de ellos no ha de ser
un grande siervo suyo? — No, madre, respondió Pedro con inocente
intrepidez ; eso no es posible, yo lo he de ser, porque quiero ser santo.
Esta respuesta, junto con el anticipado juicio que en todo mostraba
el niño, y con la facilidad en aprender cualquiera cosa que le enseña
sen, determinó á la buena madre á dedicarle al estudio; pero como en
la casa habia tanta escasez de bienes de fortuna , que todos los demás
hermanos se veian precisados á trabajar para comer, consideraban
este destino del penúltimo como una especie de vocacion extravagan-
te. Sirvióse el demonio así de los celos como de la murmuracion de
sus parientes para cortarle la carrera de los estudios; pero como la
divina Providencia tenia sus altos designios en orden á aquel man
cebo, no permitió que la virtuosa madre se rindiese á las quejas ni á
las murmuraciones. Habilitóse Pedro en las ciencias, pero mucho mas
en la importante ciencia de la salvacion; y favorecido de Dios con
muchas visiones , le colmó de tan singulares gracias , que disgustado
y fastidiado del mundo, solo pensó en volverle las espaldas.
Era de' solos veinte años cuando, saliéndose de casa de sus padres, -
se retiró á un monte, donde encontró una peña que pareciéndole
muy acomodada para sus intentos, cavó al pié de ella una estrecha
y humilde choza, en que no cabia echado, ni podia estar de pié.
Aquí pasó tres años en asombrosas penitencias, y en continuas ten
taciones, representándosele con la mayor viveza todos cuantos ob-
jétos halagüeños y provocativos habia visto en el mundo, y apare-
396 MATO
riéndosele frecuentemente el demonio en varias figuras espantosas.
Para resistir á tan furiosos combates no recurrió á otras armas que
á la oracion, á la penitencia, y á la proteccion de la santísima Vir
gen, con las cuales y con la gracia de Dios consiguió siempre las
mas gloriosas victorias. Por mas que procuró ocultarse, le descu
brió su virtud , á cuya fama concurrieron á él muchas personas, que
reconociendo su eminente santidad , le instaron para que se hiciese
sacerdote, y al cabo le persuadieron á que pasase á Roma á recibir
los sagrados órdenes.
No pudiendo emprender por entonces el viaje , detenido por la
nieve que cubria el monte y cegaba los caminos , haciendo reflexion
sobre la sublime dignidad del sacerdocio, se atemorizó, y á vista de
su indignidad mudó de parecer, y resolvió no hacerse en su vida
sacerdote. En este estado se le apareció un venerable anciano ves
tido de blanco, y le dijo estas palabras: Di misa, hijo mio, di misa.
Respondióle Pedro : San Benito y otros Santos nunca se atrevieron á
recibir los órdenes sagrados, ¿cómo quieres que yo, pecador y mise
rable, me considere digno de recibirlos? — ¡Digno, hijo mio! le re
plicó el viejo : ¡digno! ¿quién fue jamás digno de eso? Di misa con
devocion y con respeto ; di misa; y al decir estas palabras desapareció.
No deliberó Pedro ni un solo instante, poniéndose en camino para
Roma. Recibido el sacerdocio, se restituyó á la Pulla, con resolu
cion de hacer una vida correspondiente á la santidad del carácter
con que le habia honrado Dios. Retiróse al monte Muron, y eligió
para su domicilio una estrecha cueva, que parecía sepultura, en la
que tenia su habitacion una monstruosa serpiente, que huyó luego
que el Santo entró á tomar posesion de ella.
Cinco años pasó en este horrible desierto, viviendo mas como án
gel que como hombre , hasta que vinieron á rozar aquella parte de
monte que rodeaba la cueva, para cultivarle; y con esta novedad
le abandonó, pasándose al monte Magela , donde halló una vasta y
profunda caverna, en que se acomodó él y otros dos solitarios que
se habian puesto debajo de su direccion , y no querían dejarle. Pero
el enemigo de nuestra salvacion , previendo ó recelando los grandes
bienes que habia de producir aquella tierna congregacion bajo la
disciplina de tan gran maestro, no perdonó medio alguno para des
hacerla, ó á lo menos para turbar su quietud.
Ni las injurias del tiempo, ni las incomodidades del sitio, ni la
espantosa austeridad de la vida eran la mayor tentacion que pade
cían. No dejó el demonio invencion , estratagema ni artificio de que
du xix. 397
no se valiese para disgustarlos , tanto que atemorizados los dos com
pañeros, ya titubeaban, si el santo director, haciéndoles visibles las
ilusiones del enemigo, no les hubiera alcanzado la perseverancia.
Presto se aumentó su número ; porque á pesar de los medios de
que se valió Pedro para ocultarse, extendida por toda Italia la fama
de su santidad, acudieron muchos a ponerse debajo de su direccion,
aunque su humildad se resistía á gobernar ni á solo uno.
Este fue el principio de aquella célebre Religion de los Celestinos,
que ha mas de cuatrocientos años se hace tan respetable en el mundo
por los grandes ejemplos que le da de penitencia, de soledad y de
virtud, uniendo admirablemente , segun su instituto, el espíritu del
retiro con el de la vida cenobitica. No tomó el nombre de Religion
de los Celestinos hasta que le escogió su glorioso Fundador, cuando
le hicieron digno sucesor de san Pedro.
Luego que el Santo se rindió á tener discípulos, concurrieron tan
tos de.todas partes, que fue preciso hacer celdas , fabricar convento,
y levantar iglesia, en cuyo frontis se dejaba ver como de bulto la
santidad y la modestia , pero mucho mas en los hijos de nuestro Pe
dro, moviendo tanto á todos los que acudían á verlos por una de
vota curiosidad , que hacían cada día insignes conversiones.
Á los principios no tuvieron otra regla que los ejemplos de su santo
director, siendo para ellos un modelo trazado por la perfeccion del
Evangelio. Empleaba el Santo en oracion cási todo el dia , y la mayor
parte de la noche, acompañándola siempre con abundantes lágrimas ;
y cuando no oraba , se ocupaba en algun trabajo de manos. Prohi
bióse el uso del vino y de la carne , aun cuando estaba enfermo ; y
como si no bastase esta abstinencia , observaba al año cuatro cuares
mas. Ayunaba las tres á pan y agua , y la cuarta excedía en la absti
nencia á las oiras tres. Tal vez llegó su penitencia á términos de ex
cesiva ; porque se condenó á pasar los cuarenta dias en una especie
de sepultura, sin otra provision que diez panes y ocho cebollas; en
cuyo tiempo, resuelto á no dejarse ver de persona alguna, cayó tanta
agua y tanta nieve, siendo el frio tan rigoroso, que endurecidos y
helados sus vestidos, hubiera perdido la vida al rigor del temporal,
si su abrasado amor de Dios no hubiera vencido las inclemencias del
temporal. Al fin de la Cuaresma , viniendo sus discípulos á verle en
aquella cueva ó sepultura, le encontraron medio muerto, y sacán
dole de allí , notaron que tenia aun cinco panes, y que al parecer no
podía haber vivido tanto tiempo con tan corto alimento sin milagro.
Obligáronle á que moderase algo sus inimitables penitencias; pero
26 iomo v.
398 MAYO
la moderacion fue cási imperceptible á los que eran testigos de ella.
Tenia á raíz de la carne un cilicio de cerdas, sembrado de nudos,
y una cadena de hierro: su cama era la desnuda tierra, ó cuando
mas unos sarmientos, sin otra almohada que una dura piedra. Pero
en medio de tan asombrosas penitencias conservaba siempre un sem
blante alegre , sereno, risueño, con un trato tan dulce y tan apacible,
que hechizaba á cuantos concurrían á hablarle.
Pero creciendo cada dia el número de sus discípulos, y teniendo
noticia de que en el concilio general , que estaba para celebrarse en
Lyon, serian extinguidas todas las Religiones que no estuviesen apro
badas por la Silla apostólica, fué con dos de sus discípulos á echarse
á los piés de Gregorio X , para que aprobase la suya. Recibióle el
Papa con aquella veneracion que merece la verdadera santidad : con
firmó y aprobó con grandes elogios su Religion , y la dió por regla
la regla de san Benito. Vuelto el Santo á Magela convocó sus reli
giosos, dióles constituciones, y desde entonces creció la Orden con
tan maravillosos progresos, que en poco tiempo se contaban mas de
mil y seiscientos monjes en treinta y seis monasterios.
k la fama de los milagros que obraba Dios por las oraciones de su
siervo, y de la veneracion que toda Italia le profesaba, concurrían
á él de todas partes , de modo, que siéndole imposible hablar y con
solar á todos en particular, se veia precisado á subirse á algun lugar
eminente, para que tuviesen el consuelo de verle y de oirle todos
los que lo deseaban ; pero haciéndosele insufrible esta concurrencia
de gentes, por su grande amor á la soledad y al retiro, comenzó á
mirar con lédio el monasterio del monte Magela. Resuelto á dejarle,
escogió un corto número de monjes, y secretamente se retiró con
ellos á un sitio muy solitario, llamado San Rartolomé de Loja ; pero
descubierto en él á poco tiempo, aun fue mayor el concurso de los
que le buscahan ; lo que le obligó á escaparse con un solo reli
gioso, huyendo á esconderse en una gruta cási inaccesible, que es
taba en lo mas alto del monte, ó de la montaña de Magela ; empeño
inútil , porque cuanto mas se esforzaba el humilde siervo de Dios en
ocultarse á la vista de los hombres, mas se empeñaba el mismo Dios
en manifestarle. No fue para él mas solo este desierto que lo habian
sido los otros; porque extendido el rumor de su nueva habitacion,
aun fue mayor el concurso que lo habia sido en las antecedentes;
y convencido en fin á que el Señor no le queria en el desierto, se
restituyó á su antigua y primera celda del monte Muron.
Ilabia catorce meses que estaba vacante la silla de san Pedro por
Du xix. 399
muerte de Nicolao IV, y se pasaron todavía otros trece sin que los
cardenales , congregados en Perusa , pudiesen convenirse en la elec
cion de sucesor, cuando cansados en fin de una dilacion tan perju
dicial y tan sensible á todo el orbe cristiano, el cardenal de Ostia,
Latino Malabranca, movido sin duda de cierta secreta inspiracion,
propuso en el conclave al solitario Pedro de Muron , como al hom
bre mas santo que se conocía entonces en el mundo. Aplaudió lodo
el sacro Colegio un pensamiento tan digno, y la Iglesia celebró con
el mayor regocijo una eleccion tan legítima como desinteresada;
pero restaba por vencer la mayor dificultad, que era rendir la hu
mildad del Santo á que diese su consentimiento. Enviáronle la acta
de su eleccion por el arzobispo de Lyon, y por los obispos de Or-
vieto y del Puerto, con dos notarios apostólicos y una carta muy
reverente, pero muy enérgica, en que le suplicaban no se opusiese
á la voluntad de Dios, resistiendo á su eleccion, y concluía pidién
dole que se dignase pasar cuanto antes á Perusa.
Faltó poco para que le costase la vida esta noticia ; y sin dar oidos
ni á las razones de los diputados, ni á las apretadas instancias de
los reyes de Sicilia y de Hungría, que expresamente habian ido á
buscarle para persuadirle á que aceptase, se huyó secretamente;
pero como era observado de tantos , presto le encontraron. Obligado
en fin á ceder á tantas súplicas, partió para Aquila, donde quiso
ser consagrado, haciendo el viaje en un humilde jumento, sin que
le pudiesen persuadir otra cosa las instancias de los príncipes ni de
los cardenales. Fue su consagracion y su coronacion en la ciudad
de Aquila el dia 29 de agosto del año 1294 , y tomó el nombre de
Celestino V, el que lomó tambien su Religion , que hasta allí se ha
bia llamado la Congregacion de san Damian.
No hizo mudanza con la nueva suprema dignidad, ni en la aus
teridad de la vida, ni en las máximas de su profunda humildad.
Mandó fabricar en su palacio pontificio una celdilla de madera muy
parecida á la que tenia en la ermita. Era para el santo Pontífice una
verdadera cruz el tumulto de la corte, la multitud y el estrépito de
los negocios ; pero nada alteraba aquella paz y tranquilidad interior
que gozaba su alma, siendo cada dia mas íntima su union con Dios,
y dejándose admirar su virtud aun mas desde la elevacion de la silla
de san Pedro que desde el monasterio de Muron.
Despues de su consagracion , á instancias y repelidas súplicas del
rey de Sicilia , pasó á Napoles, donde proveyó varios empleos para la
administracion de las rentas de la Sede apostólica , v para el gobierno
26*
¿00 HATO
de la corte de Roma. Nombró excelentes sujetos para muchos obis
pados vacantes, é hizo una promocion de doce cardenales en hom
bres de méritos muy sobresalientes, siete franceses y cinco italia
nos, entre los cuales habia dos de su Órden , cuya virtud tenia bien
experimentada. Daban todos mil gracias á Dios por haber enviado á
su Iglesia tan santo pastor, al mismo tiempo que su natural amoral
retiro no le permitía suspirar por otra cosa que por la soledad.
Puesta de acuerdo su humildad con su natural inclinacion , le
persuadieron que no podia menos de padecer mucho detrimento la
Iglesia por su falta de experiencia en los negocios , y por su notoria
insuficiencia. Parecíale que no tenia fuerzas para tan pesada carga;
y ansiando siempre por su amado retiro, resolvió desviarla de sus
hombros. No halló mucha resistencia en los cardenales , aunque al
gunos le quisieron meter en escrúpulo por la voluntaria abdicacion
que meditaba ; pero otros muchos le sosegaban , poniéndose de parte
de su resolucion. Expidió una bula en que declaraba que cual
quiera pontífice podia renunciar por sí mismo la liara; y á pesar de
las instancias de muchos cardenales, así franceses como italianos,
que solo atendían á la eminente santidad de tan gran Pontífice, re
solvió hacer dimision del sumo pontificado. Luego que se extendió
la voz por la corte de Napoles, concurrió á palacio una numerosa
procesion de prelados , de todo el clero y de las Religiones , y habién
dose dejado ver el Papa en una ventana para darla la bendicion , un
prelado le suplicó en alta voz , en nombre de todo el clero y de todo
el pueblo, que no pensase Su Santidad en dejar un cargo que ocu
paba y llenaba tan dignamente ; pero nada de esto bastó para aquie
tar sus escrúpulos, y así renunció solemnemente el sumo pontifi
cado en pleno consistorio el dia 13 de diciembre , cinco meses y ocho
dias despues de su exaltacion. El mismo dia dejó todas las insignias,
y con su hábito de monje, y el nombre propio de Pedro, se echó á
los piés de los cardenales, suplicándoles que remediasen cuanto an
tes sus desaciertos por la pronta eleccion de un sucesor que ocupase
dignamente la cátedra de san Pedro. Este espectáculo tan raro en
terneció á los asistentes , sacándoles las lágrimas á los ojos ; y Pedro
Celestino descendió dél trono apostólico con mayor gozo que otros
suben á él , sin pensar mas que en retirarse á su monasterio.
Pero el cardenal Benito Gaetano, que once dias despues fue nom
brado papa en el mismo Nápoles, y coronado en Roma el dia 16 de
enero siguiente con nombre de Bonifacio VIH , juzgó que debia ase
gurarse de la persona de su predecesor, y le negó la licencia, que
DIA XIX. 401
con las rodillas en tierra le pedia, para retirarse al desierto, y pasar
el resto de sus días en el rincon de su celda. Creyendo el Santo que
esta repulsa no tenia otro principio que el deseo de tenerle en la
corte, se huyó secretamente á su monasterio, donde fue recibido
con todas las demostraciones de alegría y de veneracion que eran
tan debidas á su virtud y á su persona. Entró el Papa en aprension
por esta fuga, y temiendo que algunos abusasen de su santa sen
cillez para excitar algun cisma, despachó inmediatamente á un ca
marero suyo, con el abad de Monte Casino, para que le trajesen á
Roma. Tuvo el Santo noticia anticipada de esto, y tomando consigo
á uno de sus monjes, se escondió con él en un espeso bosque, donde
pasó toda la Cuaresma. Noticioso de que habian llegado al monas
terio los que venían á buscarle de órden del Papa , se metió en una
barca para pasar el mar Adriático ; pero obligado por los vientos con
trarios á ancorar en el puerto de Trieste, fue arrestado y condu
cido á Agnani , donde se hallaba á la sazon la corte pontificia. Fue
célebre este viaje por la multitud de los que concurrieron de todas
partes para ver al Santo, y por los muchos milagros que hizo en el
camino. Atribuyendo el Papa la fuga de san Pedro á motivos muy
distintos, tuvo por conveniente encerrarle en el castillo de Fumona.
No se alteró la tranquilidad de nuestro Santo viéndose en estado tan
diferente; antes solia decir con no menor paz que gracia: No tengo
de que quejarme; celda quería, y celda tengo.
No fue larga la estancia en esta nueva especie de soledad ; su avan
zada edad , el rigor de sus excesivas penitencias , que jamás mitigó,
y la debilidad de su salud le advertían ya que no estaba distante el
fin de su carrera. Y acabando de decir misa con un fervor extraor
dinario el dia de Pentecostes del año de 1296 , dijo á dos monjes de
su Órden , que le hacían compañía , que ciertamente moriría dentro
de la octava. Cayó malo el dia siguiente , y pidió la Extremauncion,
que recibió tendido en una tarima, no habiendo querido usar jamás
de otra cama, % murió con la muerte de los Santos el dia 19 de
mayo, pronunciando aquellas palabras del último salmo de las Láu-
des : Omnis spiritus laudet Dominum : Alabe al Señor todo lo que tiene
vida. Murió de cási de setenta y cinco años , á los diez y siete meses
despues de haber renunciado la tiara , y á los diez de su prision eu
el castillo de Fumona.
Mandó el papa Bonifacio que se celebrasen sus exequias con la
mayor solemnidad , así en la iglesia de San Pedro , como en la de
San Antonio, cerca de Ferentino, donde fue enterrado. Y conti
402 MAYO
nuando Dios en manifestar la santidad de su siervo con nuevos mi
lagros, de orden de Clemente V se trabajó en el proceso de su ca
nonizacion el año de 1305 , y en el mismo se celebró esta el dia o de
mayo con extraordinario aparato ; pues no contentándose el Papa
con oficiar pontificalmente la misa , él mismo hizo un gran panegí
rico del Santo, y fijó su fiesta el dia 19 de mayo. Venéranse sus re
liquias en la iglesia de los Celestinos de la ciudad de Aquila, aun
que hay tambien una porcion de ellas en los Celestinos de París, y
otras menores en diferentes iglesias.

La Misa es en honra 'de san Pedro Celestino , y la Oracion la siguiente :


Deus, qui beatum Petrum Ccelesti- O Dios, que sublimaste á la cumbre
numadsummi pontiftcatus apicem su- del sumo pontificado al bienaventuin-
blimasti: qulque illum humilitati post- do san Pedro Celestino, y despues le
ponere docuisti : concede propitius; ut enseñaste á posponer á la humildad
ejus exemplo, cuneta mundi despicere, aquella elevacion ; concédenos benig-
et ad promissa humilibus prcemia per- no, que á su imitacion despreciemos
venire feliciter mereamur. Per Domi- todas las cosas del mundo, y merezca-
num nostrum Jesum Christum... mos conseguir los premios que eslán
prometidos á los humildes. Por Nues
tro Señor Jesucristo, etc.

La Epístola es del capítulo xliv y xlv del Eclesiástico, pág. 207.

REFLEXIONES.
Este es el gran sacerdote que agradó A Dios durante su vida. Solo
fue grande porque agradó á Dios mientras vivió ; cualquiera otra idea -
de grandeza es equivocada. El nacimiento ilustre da gran nombre;
las riquezas gran crédito ; las bellas y grandes acciones mucha fama ;
los empleos gran reputacion, y las dignidades puesto elevado; pero
hablando con propiedad , nada de esto da la verdadera grandeza. El
nombre se queda en los archivos, ó á lo mas en unos pergaminos
viejos; el crédito se pierde con el dinero; la fama ¡>e borra, se ol
vida, y se llega á extinguir con el tiempo; las dignidades y los em
pleos pasan sucesivamente de unos á otros como se le antoja al prín
cipe ; y el mismo principe se ve despojado de todo su majestuoso
aparato, enterrándose con él la grandeza y la majestad en el sepulcro.
Hagamos ahora ver en el mundo dónde está la solidez y la estabili
dad de esas imaginadas grandezas que tanto cacarea. Se puede go
zar gran nombre, grande equipaje, grandes rentas, gran dignidad
sin ser grande ; porque la grandeza , hablando en rigor, debe ser cua-
DIA XIX. 403
lidad inherente á la persona. ¿Dónde está la grandeza sin mérito?
¿dónde está el mérito sin virtud? Grandeza que se hunde y se des
vanece con la vida , no es grandeza, no merece este nombre ; es una
grandeza imaginaria, que solo subsiste en el lisonjero concepto y
en la vana fantasía de los hombres. Solo Dios es grande , y solo con
respecto á Dios se ha de medir toda la humana grandeza. El mas
pobre labrador es verdaderamente grande siendo santo. Los siervos
de Dios no necesitan de empleos ni de dignidades para ser grandes ;
valos á buscar la grandeza en sus mayores abatimientos, en su hu
mildad mas profunda. Eminencias, excelencias, grandezas, títulos
pomposos , respetables dignidades , tronos augustos , decidme : ¿pa
sais mas allá de la muerte? ¿Se da mucho valor á vuestros dere
chos en el otro mundo? Desengañémonos ; este privilegio solo es
debido á la virtud cristiana ; solo la santidad goza este derecho ; á
ella rinden homenaje los grandes de la tierra. Sea santo un pobre
criado, un vil esclavo; postraráse á sus piés el mayor monarca del
mundo; tendrá por dicha poner debajo de su proteccion á su per
sona, á su casa y á su reino. Agradó á Dios. No se dice nació de
ilustre familia, obtuvo grandes dignidades, ocupó elevados puestos,
fue señalado por su singular penetracion , distinguióse por su viva
cidad , por su juicio recto y sólido , fue espléndido en la mesa , mag
nífico en el tren , no se vió prelado mas ostentoso , ni ministro mas
lucido. El Espíritu Santo usa otro lenguaje ; Dios juzga las cosas de
otra manera. Agradó á Dios. Esto fue lo que hizo tan grande á este
Pontífice ; repartió grandes limosnas ; en esto consistió su verdadera
grandeza. Todos convienen en esta verdad ; pero ¿cuándo llegará
el tiempo de conformarse con ella?

El Evangelio es del capítulo xix de san Maleo, pág. 1M.

MEDITACION.
Se debe dejar todo, y todo se debe sacrificar por Dios.
Punto primero. — Considera que estando obligadas indispensa
blemente á amar á Dios con todo nuestro corazon y con todas nues
tras fuerzas', esto es , sin reserva ; por la misma razon debemos estar
prontos á dejarlo todo , á sacrificarlo todo por obedecerle y por agra
darle. Esta es consecuencia precisa del prim«r mandamiento.
Solo nos atamos á las criaturas por el corazon : los lazos son lasin-
clinaciones y la complacencia ; donde hay mas nudos , allí hay menos
404 MATO
libertad; aquello que poco se ama, sin dificultad se sacrifica. Pues
si fuere verdad que amamos á Dios con todo el corazon ; si fuere ver
dad que le amamos con todas las fuerzas, poco nos costará sacrifi
carle el amor de todas las criaturas, porque las amarémos muy poco.
El renunciar á las halagüeñas diversiones del mundo , y todos los
demás sacrificios que parecen dificultosos, solamente son sensibles
por los lazos que es necesario romper; pues el amor de Dios los con
sume, los abrasa todos sin dolor y sin resistencia. Todo es fácil , todo
cuesta poco á quien ama mucho.
Pero ¿no merece Dios ese gran desasimiento, esos grandes sacri
ficios? Compasion causa oir esta pregunta. ¿Qué tenemos que no ha
yamos recibido de Dios? ¿Qué poseemos que no sea suyo? Suyos son
esos bienes en que idolatramos. Tenérnoslos como en depósito, y á
lo mas como en arriendo. Si tenemos talentos, él nos los dió, y nos
los dió para negociar con ellos; nos ha de pedir estrecha cuenta de
su administracion ; concediónos no mas que el uso de ellos por cierto
tiempo ; prestónoslos por pocos dias , y hablando en rigor , solo somos
unos meros arrendatarios del Padre de familias. ¿Puede haber ma
yor extravagancia , mayor locura que resistirse á restituir esos bie
nes, cuando clama por ellos su legítimo Dueño?
Admiremos la bondad de nuestro gran Dios ; quiere que le conce
damos como don gratuito aquello mismo que le debemos de justicia.
.Quiere que hagamos mérito de lo mismo que le debemos ; quiere que
le regalemos con lo que es suyo ; porque en realidad ¿qué podemos
ofrecerle, ni sacrificarle que sea nuestro? Premia Dios en nosotros
sus mismos dones. ¡ Qué indignidad, Señor, y qué injusticia no que
rer daros cosa alguna sin repugnancia y sin dolor! ¡Y quesean me
nester infinitos discursos, mandamientos expresos, y aun tambien
amenazas para concederos aquello que un accidente repentino nos
puede quitar en cualquier hora ! ¡Qué mala vergüenza ! digámoslo
mejor, ¡ qué falta de religion , sentir dificultad en dar por su amor!
¿qué digo por su amor? ¡en darle á él mismo una corta limosna de
sus mismos bienes! ¡ Y luego nos admirarémos de que aquellas casas
opulentas vengan á caer en la mayor miseria; de que aquellas ricas
herencias no lleguen á la tercera generacion; de que los piratas se
aprovechen , y las olas se traguen en una hora el fruto de muchos
años; de que un infiel corresponsal se levante con lodos esos cauda
les de que rehusamos á Dios una pequeña parte !

Punto segundo. — Considera que no solo es justicia, sino interés


DIA XIX. 405
nuestro, dejarlo todo por Dios, ó á lo menos estar prontos á sacrifi
carlo todo , siempre que el mismo Señor nos pida este sacrificio.
Nunca nos pide Dios algo, sino para darnos mucho mas. Nada le
damos, á que no corresponda prontamente con el cien doblado.
El que dejare por mí y por el Evangelio á su padre , á su madre, á sus
hermanos, á sus hermanas, á sus bienes, recibirá de presente el cien
doblado, y despues la vida eterna. Dignóse el divino Salvador expli
car este cien doblado para que no se confundiese con la vida eterna,
y quiso se entendiese bien que no dilata para tan allá el premio de
los que le sirven con generosidad; desde luego, y aun en esta vida
recompensa esos pequeños sacrificios; ninguna buena obra se queda
sin salario pronto. Al cabo del dia de la vida se da el cielo; pero el
cien doblado se paga dentro del mismo dia, y al fin de él no se hace
caso del cien doblado, ni entra en cuenta para el premio.
Ni reciben luego visiblemente este cien doblado solo aquellas per
sonas religiosas que lo renunciaron todo efectivamente; tambien le
reciben todos aquellos que, obligados por su estado á conservar el
uso de los bienes temporales , se los sacrifican á Dios con el corazon
por medio de un perfecto y sincero desasimiento de ellos. Págales
Dios este despego , y recibe como sacrificio efectivo el que no es mas
que efectivo desprendimiento. De aquí nacen aquellas bendiciones
espirituales y temporales que derrama el Señor de ordinario sobre
los buenos; de aquí aquellos recursos nunca imaginados que tanto
los alientan ; de aquí aquellas prosperidades jamás esperadas que
suelen ser fruto de la Religion y de la piedad de los padres. ¡ Mi Dios !
¡qué de misterios ocultos revelará la muerte!
Dirás que no se experimenta ese cien doblado. Bien ; pero ¿se ha
cen por ventura esos grandes sacrificios? ¿se da con todo el corazon
lo que se tiene? ¿se deja sin dolor lo que se posee? ¿No se suspira
jamás por lo que se dejó en el Egipto del mundo? Esa codicia, ese
espíritu de adquirir, esa ansia por ganar, ese dolor cuando suceden
pérdidas y contratiempos, ese dilatar tanto la restitucion á pesar de
tantos remordimientos, esos salarios tan disputados, esa dificultad en
dar limosna, todo esto ¿es prueba de un grande desasimiento? ¿es
testimonio de que nuestro corazon está pronto á los grandes sacrifi
cios? i Ah ! está muy asido á los bienes temporales, cada dia se multi
plican los lazos , y nos quejamos de que no recibimos el cien doblado.
¿Cuándo podré, Dios mio, decir con vuestro Apóstol : Señor, ved
aquí que todo lo he dejadopor Vos? ¿Cuándo me aprovecharé del gran
de ejemplo que me da san Pedro Celestino de este perfecto desasi
ÍOC MAYO
miento? ¿Esperaré , por ventura , á que la muerte me lo quite , para
decir que lo he dejado , y que os sigo? No , divino Salvador mio , que
entonces seria muy inútil el dolor y el arrepentimiento. No quiero
ya tener pegado mi corazon á cosa criada. Todo lo dejo por segui
ros, y no esperaré á que la muerte venga á romper estos lazos.

Jaculatorias. — ¿Qué puedo yo, Dios mio-, desear en el cielo ni


en la tierra fuera de Vos? (Psalm. lxxii).
¿Á qué parte, ni á qué cosa me inclinaré yo, Señor, si solo Vos
teneis palabra de vida eterna? (Joan. vi).
PROPÓSITOS.
1 Jesucristo dió por tí hasta su misma vida; ¿qué has dado tú
por Jesucristo? ¡ Cosa extraña ! nada tenemos que no hayamos reci
bido de Dios ; bienes , honra , entendimiento , salud , vida : todas las
criaturas nos predican sus dones ; solo de su liberalidad esperamos
todo aquello que apetecemos; ycontodoeso ¿cuántonegamosáDios?
¿Obedecemos su voluntad , y observamos con puntualidad y con res-
peto sus santos mandamientos? ¿Son muy exactas en la observancia
de sus reglas todas las almas religiosas? Bastante materia es esta
para confundirnos. Bien notoria nos es la voluntad de Dios por la
Iglesia, por los superiores , por los directores y por nuestras reglas.
Considera si la cumples con fidelidad, y si en nada te opones á ella.
Mucho tiempo há que deseas hacer á Dios el sacrificio deesa morti
ficacion y de ese resentimiento; ¿cuándo has de reducir á práctica
esos deseos? No se pase este dia sin que pongas en ejecucion lo que
tanto tiempo há estás prometiendo inútilmente.
2 Pocos dias hay , y dentro de los dias pocas horas, en que no se
ofrezca ocasion de hacer á Dios algun sacrificio ; una palabrita, una
vista curiosa, un levísimo acto de mortificacion puede ser muchas
veces de gran mérito. No te se pase dia sin hacer á Dios alguno de
estos cortos sacrificios; determina en la oracion de la mañana cuál
ha de ser el de aquel dia. Unas veces tal bocado , otras tal plato,
otras tal vestido, tal gala, tal adorno , algunas tal visita, tal diver
sion, tal gusto. Tambien podrás sacrificarle la resolucion de hacer
una visita de atencion, 6 de cariño, á tal ó tal persona que te ha
desobligado, y á quien ya miras con frialdad y con resentimiento.
Estas son aquellas industrias espirituales con qaie se fabrican los
Santos. Ya en otra parte se dijo lo mucho cpie agrada á Dios la pia
dosa práctica de algunos , que el primer dia del año sacan por suerte
DIA XX. £07
la fruía de que se han de abstener en todo él por su divino amor.
Verdaderamente el amor de Dios es ingenioso.

DIA XX.
MARTIROLOGIO.
San Behnardino de Sena, del Órden de Menores, en Aquila, ciudad del
Abruzo, el cual con su predicacion y ejemplo ilustró á la Italia. (Véase su vida
en las de hoy).
El triunfo se santa Basila , virgen , en Roma en la via Salaria, la cual,
descendiendo de sangre real, y ta&biéndose desposado con un personaje muy
ilustre, no quiso casarse con él; y acusada por él mismo de que era cristiana,
fue sentenciada por el emperador Galieno a casarse con él, ó á ser degollada;
y habiéndole intimado la sentencia, respondió que tenia por esposo al Rey de
los reyes, por lo cual inmediatamente la pasaron con una espada (por los años
de 259).
San Baudilio, mártir, en Nimes de Francia , quien habiendo sido preso
porque no queria sacrificar, se mantuvo constante confesando á Jesucristo en
medio de los azotes y tormentos, y recibió la palma del martirio con una pre
ciosa muerte. (Véase su vida en el dia de hoy).
LOS SANTOS MÁRTIRES TaLALEO , ASTERIO , ALEJANDRO Y SUS COMPAÑE
ROS, en Kdesa de Siria, los cuales padecieron en tiempo del emperador Piu-
meriano.
San Aquila, mártir, en la Tebaida, el cual fue descarnado con peines de
hierro por confesar á Jesucristo (imperando Diocleciano ).
San Austresisilo, obispo y confesor, en Bourges de Francia. ( Antes de
abrazar el estado eclesiástico, contestó á sus parientes, afanados en casarle, las
siguientes y memorables palabras : « Si yo alcanzaba tener una buena esposa,
utemeria perderla ; y si mala, sentiría no poder deshacerme de ella.» Murió en
el año 624 ) .
San Anastasio, obispo, en Breseia.
San Teodoro, obispo, en Pavía.
Santa Plautila , en Roma , matrona consular, madre de santa Flavia
Domitila , la cual fue bautizada por el apóstol san Pedro. (Asistió al martirio
de san Pablo, de cuyo apóstol era muy eslimada), y esclarecida en virtudes,
murió en paz ( por los años de 66 ) .

SAN BAUDILIO MARTIR, LLAMADO EN VULGAR CATALAN, SAN BOY.

San Baudilio, subdiácono, mártir y apóstol de ¡Simes, por la se


rie de su vida se colige que era natural de Orleans , ó de algun pue
blo inmediato. Su arreglada conducta é instruccion en las ciencias
sagradas le elevaron al grado de subdiácono de san Cuverto obispo
de Orleans, que (según Saussay en los anales de aquella iglesia , de
que era canónigo) murió en el año de 340. Guando este santo Pre
508 MAYO
lado consagró el templo de Santa Cruz de dicha ciudad, honró el
cielo su virtud y la de su ministro Baudilio, haciéndoles ver un res
plandor celestial que rodeaba y cubría el altar, y la mano de Nues
tro Señor Jesucristo que tres veces bendecía el pan y el vino de la
oblata de la misa. Si esta fue una señal patente del mérito y santi
dad de aquella sagrada funcion, no fue menos un testimonio de la
inocencia y eminente perfeccion de aquellos dos varones justos. Aun
que la humildad de Baudilio no le permitió ascender al sacerdo
cio, por esto no dejaba su celo de empeñarse en predicar la doctri
na evangélica á los fieles. Lo hacia con tanta eficacia y fruto , cuan
to estando muerto al mundo, y llevando sobre su cuerpo la morti
ficacion de Jesucristo , le era fácil inspirará sus oyentes el desprecio
de la tierra, y el deseo de las delicias del cielo. Mas no contento con
esto, y viendo estar aun dominante la idolatría en varias partes de
las Galias, y que era mucha la miés y pocos los operarios, se re
solvió á llevar la antorcha de la fe , y anunciar el reino de Dios á los
paganos, estimulado para esta empresa de un ardiente amor á la
gloria de Dios y salvacion de las almas, y del mas vivo deseo por
lograr la corona del martirio. Así es que recorrió diversos países
desterrando errores, derribando altares sacrilegos, obrando porten
tosos milagros y atrayendo gentes al gremio de la Iglesia. Se igno
ra el pormenor de estos viajes apostólicos, los trabajos que padeció,
y el tiempo que gastó en ellos. Pero se sabe que al fin viajó á la
Galia Narbonense, donde estaba mas pujante la gentilidad. Llegan
do á Nimes, que era la capital de la provincia, encontró que todos
sus moradores habian ido a un bosque vecino á ofrecer á sus dioses
los sacrificios , que en una gran festividad celebraban todos los años.
Inflamó esta noticia su santo celo , y marchando al bosque se entró
por medio de aquel obcecado pueblo , perturbó sus infames ritos,
exclamó contra sus errores , hízoles ver la falsedad de sus deidades, y
les predicó la divinidad y doctrina de Jesús crucificado. Tales exhor
taciones llenaron de rabia infernal á aquellos bárbaros, cargaron de
oprobios á su apóstol , y le azotaron extendido en el potro. Redobla
ba el Santo su celo con los tormentos , y no cesaba de alabar á Dios
y predicar á sus verdugos. Estos mas irritados quemaron sus car
nes con las ascuas mismas de sus impíos altares , hasta que á un
golpe de hacha le separaron ,la cabeza del cuerpo. Plugo al Señor
hacer célebre el martirio de nuestro Santo con un grande milagro,
cual fue que al degollarlo salió de la herida leche y sangre, y su
santa alma subia en triunfo á gozar de la patria celestial , oyéndose
DIA XX. 409
en los aires músicas angélicas , en alabanza del Señor y de su sier
vo. Recogieron algunos cristianos el precioso cadáver, y llevándolo
á Nimes se le erigió un suntuoso sepulcro , en el cual , dice san Gre
gorio Turonense, se obraban grandes y continuos milagros; parti
cularmente el de un laurel, que nació en dicho sepulcro, al que
acudían de todos los pueblos y hasta de Inglaterra por hojas, que
daban salud á toda clase de enfermos y lanzaban los demonios. Lue
go por los años de 450 logró san Agran , obispo de Orleans , tras
ladarlo á su capital , á una iglesia extramuros, donde permaneció
hasta que en 1029 se le dedicó un suntuoso templo dentro de' la
ciudad. El Señor por la intercesion de este Santo ha obrado y obra
grandes milagros, especialmente en el mal de quebradura (vulgo
trencadura) de que es singular abogado, como lo experimentan los
que de veras le invocan. Á este fin incluimos el siguiente responso-
rio que podrán rezar cada dia sus devotos.
• RESPONSORIO.
Quisquís laborans hernia, Cualquiera que padezca
Site franura premilur, Del mal de quebradura,
Ad aram tam Bauditii Para librarse de el
Vel accedat, vel invocet. Á san Baudilio acuda.
ISemo [rustra prosternitur Ninguno en vano le ora
Extotlen$ in ccelum manas: Si lo hace cual conviene ;
Omne quod recte postulaí Llega quebrado ó roto,
Jmpetratum mox sentiet. Sano se va y alegre.
Ergo, Baudili, meritis Con tus meritos suple,
Tui$, quod nottri nequeunt, Baudilio , tú los nuestros ;
Absolte tuadextera Absuelve con tu mano
Quod ob sinistram frangitur. Amen. De la nuestra los yerros. Amen.
ORACION.
Deug , pro cujug nomine gloriosas mar- Ó Dios, por cuyo nombre derramó su
tyr tuus Baudelius sanguinem suumfu- sangre el glorioso mártir san Baudilio, y cu
dit: in eujus detruncatione capitis, tua su decapitacion mostrasteis vuestro admh,
mirabili potentia, laeeum sanguine flu- rabie poder haciendo manar de la herida le-
xit; tuam imploramusclementiam, utper che y sangre prodigiosa ; imploramos vucs-
ejus preclara merita, nos cum eoperducas tra clemencia , para que atendidos sus prc-
ad regna eoelestia. Per Christum Borní- claros merecimientos, merezcamos gozar en
num nostrum. Amen. su compañía de las eternas delicias de la
gloria. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amen.

SAN BERNARDINO DE SENA, DEL ORDEN DE SAN FRANCISCO.


San Bernardino , uno de los astros mas resplandecientes del Orden
de san Francisco , y uno de los mas brillantes ornamentos de su siglo,
410 MAYO
fue de la ilustre familia de los Albiceschis de Sena en Toscana. Su
padre Tollo, y su madre Ñera, mas ilustres por su piedad que por
su nobleza , pedian á Dios con instancias les diese un hijo , ponien
do por intercesora á la santísima Virgen. Oyó el Señor sus oracio
nes, y les concedió el hijo tan deseado, que salió á luz el dia de la
Natividad dela misma Señora, 8 de setiembre del año de 1380. Na
ció en Masa, ciudad del estado de Sena, de que era bailío el señor
Tollo. Perdió á su madre siendo de edad de tres años, y á su padre
cuando solo contaba seis ; por lo que quedó bajo la tutela de una tia
suya materna, llamada Diana , señora de gran virtud , que dedicó
el mayor cuidado á darle una buena educacion , y sobre todo á ins
pirarle desde luego el santo temor de Dios y una singular devocion
a la santísima Virgen. No la costó esto algun trabajo, porque el ge
nio, las inclinaciones y la índole del niño Bernardino naturalmente
le llevaban hácia lo bueno. No tenia mayor diversion que estarse en
la iglesia , hacer altares y oir sermones , los que repetia despues con
tanta gracia , que todos admiraban desde entonces el bello talento
que mostraba para el púlpito. En la hermosura de su semblante se
leia el candor y la pureza de su alma. Estaba dotado de excelente
ingenio ; el rostro siempre risueño y apacible ; brillaba el pudor en
su semblante ; los modales gratos , y naturalmente cortesanos , le
hacían no menos amable que admirable á cuantos le conocían.
Siendo de once años le llevaron á Sena sus tíos paternos Cristó
bal y Ángel Albiceschi , donde le dieron maestros que le instruye
sen en las ciencias. Allí aprendió la gramática y letras humanas,
siendo su maestro Onufro , y de la filosofía Juan de Espoleto , que
no acertaban á dejar de elogiarle, enamorados de su hermosura, de
su ingenio, de su aplicacion y sobre todo de su virtud.
Dejábase conocer en todas sus operaciones la inocencia y la pure
za de sus costumbres. Si se descuidaban sus compañeros en alguna
palabra menos compuesta , al punto se llenaba de un virginal em
pacho su semblante. Hacíase respetar por su virtud, aunque tan
mozo ; su modestia contenía á los mas libres , y en su presencia
no se oia conversacion menos honesta. Bernardino viene, se decían
unos á otros los jóvenes, si tal vez se desahogaban en discursos algo
libres.
Acabado el curso de filosofía , estudió teología y el derecho canó
nico, haciendo tantos progresos en la primera facultad , que fue uno
de los mas hábiles teólogos de su siglo. Al paso que se hacia mas
sábio, se hacia mas santo. No ignorando que la inocencia se ali
DIA XX. 411
menta y se conserva con la mortificacion , desde edad de quince años
se entregó al ejercicio de espantosas penitencias. Ayunaba tres ve
ces á la semana ; usaba el cilicio cási todos los dias ; se acostaba ves
tido sobre la tierra desnuda; dormia poco para orar mucho ; y ace
chándole algunos compañeros, observaban que despedazaba su ino
cente cuerpo con crueles azotes , sirviéndose algunas veces de un
manojo de ortigas.
Al paso que crecia su fervor, crecía tambien su tierna devocion á
la santísima Virgen. Estando un dia con una de sus primas, viuda
jóven de eminente virtud , se despidió de ella , diciendo que iba á
visitar á una dama de un mérito sin igual , de incomparable hermo
sura, y á quien amaba con pasion. Admirada la virtuosa señora de
semejante confianza, le dijo no sin sobresalto: Pues qué, primo, ¡un
mozo de tu virtud tambien se anda visitando damas! ¡Y cómo que sí!
respondió el Santo sonriéndose ; tanto, que me retiraría á casa con
poco gusto, si dejase un dia de rendir mis respetos al dulce objeto
de mi continuo cortejo. No replicó la prima , y despidióse Bernar-
dino ; pero presto se sosegó la virtuosa señora , porque saliéndose
tras de él , y observándole de léjos, vió que entraba á hacer oracion
delante de una imágen de la santísima Virgen , que se veneraba en
una capilla extramuros de la ciudad , á donde concurría infalible
mente todas las noches con grande edificacion del pueblo.
Disgustado del mundo, aun antes que le pudiese conocer, á los
diez y siete años de su edad se alistó en la congregacion de los peni
tentes de la Virgen, fundada en Sena en el hospital de la Escala , y
muy célebre por los grandes personajes que entraban en ella. Eran
muy del gusto de nuestro Santo los ejercicios de caridad y las obras
de misericordia en que se empleaba aquella devota congregacion en
favor de los pobres enfermos, como tambien las grandes penitencias
que se practicaban en ella. Viéndose por este medio con alguna ma
yor libertad , soltó la rienda al ímpetu de sus fervores ; pero en nin
guna cosa acreditó mas su heroica virtud que en los grandes ejem
plos de caridad con que edificó á todos en aquel santo hospital, du
rante la peste que por espacio de cuatro meses aíligió á la ciudad de
Sena. Ni de dia ni de noche se apartaba de la cabecera de los enfer
mos ; servíalos , consolábalos , enterrábalos , y aunque morian á ban
dadas entre sus manos, no contrajo el contagio; hasta que habiendo
cesado la pesie , rendido á las faligas de su ardiente caridad , cayó
malo encasa de una tiasuya , muy virtuosa y muy anciana, que años
habia estaba ciega y paralílica , empleando despues la convalecen
412 MAYO
cia en asistir con el mayor amor y desvelo á esta pobre enferma, sin
querer dejarla hasta que espiró.
Libre ya Bernardino de este cuidado , se retiró á una casa de los
arrabales de Sena para vivir distante del bullicio , entregado á la
soledad y á la oracion. En ella hizo un oratorio, y se prescribió por
límites de su clausura las paredes de la huerta que él mismo culti
vaba por sus manos. Pero considerando que el religioso ligado con
sus votos hace grandes ventajas al solitario, que se gobierna en todo
por su propia voluntad, resolvió abrazar un estado tan perfecto. Es
cogió el convento de San Francisco, de la estrecha observancia, fun
dado ya en Sena, por ser de aquella célebre reforma que habia re
sucitado el primitivo espíritu de su santo Fundador, y haciendo pro
fesion de seguir la primitiva regla á la letra, habia vuelto á encen
der el primer fervor en aquel sagrado cuerpo , renovando en la
posteridad los grandes ejemplos de pobreza evangélica , desasimiento
y desnudez , los prodigios de penitencia y de rigor, los maravillosos
efectos del celo y de la magnanimidad ; en una palabra, aquella ele
vada idea de perfeccion y de santidad que habia admirado el mun
do en los primeros Padres. Á esta sagrada Religion se retiró Bernar
dino á los veinte y dos años de su edad , siendo recibido en ella luego
que se presentó, y fue enviado al convento de Colombiere para te
ner en él su noviciado. Como ya habia arribado á tan eminente gra
do de perfeccion , desde el primer dia fue respetado por modelo,
causando admiración que pudiese traer del siglo tanta inocencia,
acompañada de tan sólida virtud.
Concluido el año del noviciado , hizo los votos religiosos el dia 8
de setiembre , consagrado á la Natividad de la santísima Virgen , dia
en que nació, dia en que entró en la Religion , dia en que profesó,
y dia en que el año siguiente dijo la primera misa. Léjos de enti
biarse el fervor que mostró en su noviciado , cada dia se encendía
mas. Todos estaban continuamente asombrados á vista del rigor con
que trataba á su inocente cuerpo. No hubo hombre que le excediese
en amar los desprecios , los desaires , los insultos y las humillacio
nes ; permitiendo Dios que cada dia encontrase algunas nuevas,
especialmente por parte de sus deudos, que no podían llevar en pa
ciencia el que hubiése abrazado aquel género de vida.
Conociendo los superiores sus grandes talentos , no consintieron
que estuviese escondida por mas tiempo aquella brillante antorcha.
Por mas que representó y que suplicó le dejasen estudiar primero á
los piés del Crucifijo las grandes verdades de la Religion , se vió pre
DIA XX. 413
cisado á romper el silencio. Enviáronle á predicar á Milan ; y luego
que le oyeron en el pulpito no se hablaba en la ciudad de otra cosa
q ue de la santidad y de la elocuencia del nuevo predicador, pero
sobre todo de las portentosas conversiones que hacia.
Conoció entonces que el Señor le llamaba al ministerio de la pre
dicacion ; y como se hallase con la lengua naturalmente gruesa y
íarda , pidió á Dios que se la desembarazase , dándole facilidad en
hablar. Fue oida su peticion , y al punto sintió una milagrosa expe
dicion en la lengua, tanto , que no se ha visto voz mas apacible ni
mas sonora, lengua mas expedita ni mas clara, elocuencia mas efi
caz ni mas persuasiva. No era menester menos para predicar con
fruto en un tiempo en que se lloraba extendida por toda Italia la
corrupcion de las costumbres ; y sostenida la licencia por los bandos
y por las parcialidades , triunfaba impunemente la disolucion. No se
veia en todas partes mas que engaños , usuras , enemistades, ren
cores , homicidios , desórdenes , y entronizada la impureza. Habia
penetrado la disolucion hasta en el lugar santo , y ni aun las casas
religiosas estaban exentas de la relajacion. Contra estos mónstruos
tenia que combatir nuestro Santo ; atacólos, y los desbarató.
Desde el Milanés fue llamado á la Toscana. Predicó algun tiem
po en Sena con el mismo fruto ; y desde allí fué á hacerle igual en
Plasencia, Bérgamo, Brescia, Verona, Vincencia, Venecia, Man
tua, Ferrara, Bolonia, Begio y Módena. Desde los Apóstoles no se
habia visto predicador mas poderoso en obras y en palabras. No se
hablaba en toda Italia sino de los portentosos frutos de su predica
cion , de conversiones milagrosas , de monasterios reformados , de
vocaciones al estado religioso , de abusos suprimidos , y de una ge
neral mudanza de costumbres. Raro sermon dejaba de ser interrum
pido con las lágrimas , sollozos y alaridos de todo el auditorio ; nin
guno en que no se viese alguna insigne reconciliacion ; ninguno que
no hiciese mudar el semblante á toda la ciudad. Los usurpadores
de la hacienda ajena corrían apresurados á sus piés , y arrojaban á
ellos el dinero para las restituciones ; en la misma iglesia se buscaban
unos á otros los mas mortales enemigos, se abrazaban tiernamente,
y se pedían perdon ; los avarientos derramaban en limosnas sus teso
ros. Vióse como sujetado el furor de las facciones de güelfos y gibeli-
nos, que tenia puesta en combustion toda Italia ; destruidas las casas
públicas de disolucion ; fundados muchos hospitales ; la profanidad
reformada ; la frecuencia de Sacramentos restablecida, y en menos de
diez años fue universal en toda Italia la reformacion de las costumbres.
27 tomo v.
i 14 MAYO
Con el fin de que gozasen tambien oíros de este nuevo Apóstol,
le nombró su general comisario de la Tierra Santa , á donde pasó,
y fue guardian del convento de Belen. En todas partes era milagro
so su celo , y habiendo restituido en Oriente el primitivo fervor, le
volvieron á llamar á Italia las necesidades de la Europa. Fuele for
zoso volver á Venecia , recorrer de nuevo toda la Lombardía , la
Romanía, la Toscana ; y despues de haber predicado como apóstol
en Florencia, en Luca, en Perusa, en Arezo, en Asis, en Espoleto,
y en algunas otras ciudades de la Umbría y de la marca de Anco-
na, en todas partes con el mismo fruto , le fue ordenado por sus
superiores que pasase á ejercitar este ministerio en Roma , siendo
aquella capital del mundo el nuevo teatro donde brilló con mas es
plendor la virtud del siervo de Dios.
El obrador de todas estas maravillas, como lo decia él mismo, era
el grande amor que profesaba á Jesús, no siendo fácil que otro al
guno le excediese en el fervor y en la ternura con que amaba al
Salvador del mundo. Siempre que celebraba el santo sacrificio de
la misa, la inflamacion del semblante, y las perennes lágrimas que
derramaba despues de la consagracion, eran el mejor testimonio del
fuego celestial en que se abrasaba. Tenia el dulce nombre de Jesús
profundamente grabado en el corazon ; y así no es de admirar que
jamás se le cayese de la boca, sabiendo que no hay debajo del cielo
otro nombre en cuya virtud los hombres sean salvos, ni tampoco otro
Salvador que Jesús. Con este santo nombre estaban sazonados to
dos sus sermones , todas sus conversaciones familiares y todas sus
obras. Llevaba pendiente del cordon una tablita en que estaba pin
tado el dulcísimo nombre de Jesús , y la mostraba al pueblo para
animar su confianza. Eran eficaces sus oraciones, porque todo lo
pedia en virtud de este santo nombre.
Á vista de las portentosas conversiones , y de las demás maravi
llas que obró en Roma, se armó todo el infierno contra él. Cargá
ronle de injurias y de calumnias. No hallando que decir contra sus
virtudes, gritaron contra su doctrina. Acusáronle delante del Papa
de que enseñaba errores , y daba en excesos , con pretexto de exten
der la devocion al nombre de Jesús. Sentían mal algunos de la fa
cilidad con que trataba á los pecadores, y delataron la blandura con
que los absolvía , y los admilia á la penitencia.
Quiso el papa Martino V que se defendiese ; leyó con el mayor
gusto su apología, y satisfecho de sus razones y de su proceder, le
abrazó tiernamente , exhortándole á derramar por todas partes el
DIA XX. 415
fruto de su celo. Pocos dias despues de su justificacion fue nombrado
para el obispado de Sena ; pero pudo mas su profunda humildad que
los deseos de todos los cardenales y del mismo Sumo Pontífice. Cla
maban por él mucho tiempo habialas ciudades de Genova, Savona
y Albenga : partió á ellas , y quedaron convertidos los mas invete
rados pecadores. Iba á dar principio á otra mision en Milan cuando
vacó el obispado de Ferrara. Parecióle al nuevo pontífice Eugenio IV
que no podria encontrar sujeto mas á propósito para aquella mitra,
y le concedió á los ansiosos deseos del pueblo y del clero ; pero ja
más fue posible lograr el consentimiento de Bernardino , y el Papa
cedió en fin á sus lágrimas y ruegos.
Las fatigas apostólicas no moderaban sus penitencias. Predicaba
muchas veces al dia , y no por eso se dispensaba en sus vigilias y
ayunos. Apenas se puede concebir cómo un hombre era capaz de
obrar tantas maravillas sin rendirse al peso del trabajo. Además de
sus continuas misiones y apostólicas correrías , nos dejó escritos ex
celentes tratados y obras espirituales , como los tratados de la Reli
gion cristiana ; del Evangelio eterno; de la Vida de Jesucristo ; del Com
bate espiritual ; de Meditaciones , con título de sermones, donde des
cubre aquella tierna y profunda devocion que era en parte el carác
ter de su alma.
Cuando pasó á Roma el emperador Segismundo quiso que Bernar
dino le acompañase , y que asistiese á la ceremonia de su coronacion.
Repitiéronse nuevos esfuerzos para obligarle á ser obispo, queriendo
el Papa que aceptase el obispado de Urbino ; pero se mantuvo in
moble en su primera resolucion , siendo este el tercer triunfo que
consiguió de los que estaban tan empeñados en elevarle á las dig
nidades eclesiásticas. Con todo eso no se pudo negar á aceptar el
cargo de vicario general de todos los conventos de la observancia ;
empleo importante que abrió nueva carrera á su celo , poique res
tituyó el primitivo fervor en muchos conventos de religiosos y reli
giosas que habian comenzado á aflojar. Hizo asombroso fruto en el
reino de Nápoles , donde su monarca Renato le queria detener, cuan
do recibió un mandato del Papa para que volviese á Toscana, y se
hallase presente en el concilio que se habia trasladado de Ferrara á
Florencia. Allí tuvo nuestro Santo el gran consuelo de ver reunida
la Iglesia griega con la latina ; predicó á los griegos en su misma
lengua , y aunque la ignoraba , habló con tanta elegancia , que los
mismos griegos quedaron asombrados.
No solo tenia Bernardino el don de lenguas ; tambien tenia el de
27»
416 MAYO
milagros. En Mantua atravesó un gran lago con su compañero, na
vegando encima del manto ; muchos enfermos se hallaron de repente
sanos solo con tocar su hábito ; pero aunque fue grande el número
de sus milagros , el mayor de todos fueron las portentosas conver
siones que hizo. Cuando tomó el hábito no se contaban en toda Ita
lia mas que veinte conventos de la observancia , y en ellos á lo mas
doscientos frailes ; cuando murió pasaban los religiosos de seis mil,
y los conventos de trescientos en sola Italia.
No obstante de hallarse ya con la salud muy quebrantada por sus
continuas fatigas y excesivas penitencias, fué á predicar á Ferrara,
Verona, Vincencia , Padua, Mantua, Lodi y Cremona. Advertido
sin duda por el cielo del dia de su muerte , se despidió de los de Se
na en un sermon muy tierno y muy patético. Partió de esta ciudad
el dia 29 de abril de 1444 para volver al reino de Napoles. Eran
misiones sus viajes : el dia 3 de mayo predicó en la isla del lago de
Perusa ; ocho dias despues eq Espoleto ; el jueves siguiente en Cittá
Ducale. Habia tiempo que se sentía muy malo , pero el celo suplía
la debilidad ; al fin se rindió á la cama. Condujéronle á Aquila, don
de cuatro dias despues, exhausto de fuerzas á causa de fatigas y de
penitencias, colmado de merecimientos, y consumido por el fuego del
divino amor, despues de recibir todos los Sacramentos con sensible
y tierna devocion, espiró tranquilamente, pronunciando los dulcísi
mos nombres de Jesús y de María , el dia 20 de mayo del año 1444,
víspera de la Ascension , al mismo tiempo que sus frailes estaban
cantando la antífona de las Vísperas : Pater, manifestad nomen tuum
hominibus , etc. Padre , di á conocer á los hombres tu santo nombre,
y ahora voy á tí. Murió á los sesenta y cuatro años de su edad.
La noticia de su muerte hizo concurrir al entierro innumerable mul
titud de gente, así de la ciudad como de los pueblos de la comarca.
, Por los muchos milagros que obró en vida , y por los que se conti
nuaron en su sepulcro despues de su muerte , se clamó con instan
cias por su canonizacion. Comenzáronse las informaciones en tiempo
de Eugenio IV, que habia sido testigo de sus virtudes ; continuá
ronse en el de Nicolao V, su sucesor, á diligencia de san Juan Ca-
pistrano, discípulo de san Bernardino ; y en el año de 1449 , cinco
despues de su muerte, celebró solemnemente el Papa su canoniza
cion el mismo dia de Pentecostes con grande aparato. El de 1481
fue colocado el santo cuerpo en una urna de plata que habia enviado
el rey de Francia Luis XI. Los religiosos observantes de san Francis
co veneran con razon á san Bernardino como su segundo fundador.
DIA XX. 417

La Misa es en honor de san Bernardino, y la Oracion la que sigue :


Domine Jesu, qui beato Bernardino Señor Jesús, que concediste á tu
confessori tuo eximium sancti nominis bienaventurado confesor san Bernar-
tui amorem tribuisti : ejus, qucesumus, dino un amor tan grande á tu santo
meritis , et intercessione spiritum nobis nombre ; por sus méritos é intercesion
tua; dilectionis infunde: Qui vivis et te suplicamos qne infundas en nues-
regnas in smcula sceculorum. Amen. tros corazones el espíritu de tu divino
amor : que vives y reinas por los siglos
de los siglos. Amen.
La Epístola es del capítulo xxxi del Eclesiástico, pág. 249.
REFLEXIONES.
Bienaventurado aquel que no corrió tras del oro, ni puso su espe
ranza en la plata , ni en los tesoros. ¿ Quién es este , y le alabaremos,
porque hizo maravillas en su vida ? Á la verdad , es el dia de hoy tan
universal la codicia , que con razon le pareció al Sábio especie de
prodigio si se hallase un hombre que no colocase su esperanza en
los tesoros. La avaricia reina en todos los estados ; tanto en el ecle
siástico como en el secular, y á veces mucho mas el sacerdote que
el lego, son esclavos de esta abominable pasion. Á todos los corazo
nes extiende su imperio , y lo mismo es dominarlos que cegarlos.
¡ Cuántos arrepentimientos excusaría un poco de reflexion sobre la
calidad de esta dolencia ! pero entre todas las pasiones , la mas igno
rada del mismo que está tiranizado de ella , es la pasion de las ri
quezas. La avaricia es la que menos se conoce. Ninguno hasta ahora
ha confesado, ni aun ha conocido que es avariento. Unos disfrazan
la avaricia con nombre de economía , otros con el sobrescrito de go
bierno y de prudencia ; algunos la cubren con el honrado manto de
moderacion y de modestia , y muchos quieren persuadir que es ne
cesidad. Avergüénzase de sí misma esta villana pasion ; es tan irra
cional y tan odiosa, que no tiene cara para dejarse ver con su ver
dadero nombre. El mismo verse notado de ella causa empacho.
Con efecto, ¿quién dejará de reconocer alguna y aun mucha de
bilidad de cabeza en la desordenada codicia? Agarrar á todas ma
nos, amontonar dinero sobre dinero, hacer un gran caudal á costa
de sus ahorros , y con esto estar continuamente hambreando , ha
cerse pobre con todos perpétuamente , ¿ no es especie de locura ?
¿quién lo dudará? pero ¡qué remedio!
Gastar las fuerzas y la salud , atormentar el ingenio para descu
brir, para encontrar cada dia nuevos medios , nuevos arbitrios de
418 MAYO
ahorrar, nuevos artificios para enriquecerse , nuevos secretos para
tratarse mal , alambicando el discurso para hacer mas miserable á
la misma miseria ; esta es la séria ocupacion , este es el continuo es
tudio de un avariento. ¿Puede haber tráfico mas ruin ni mas soez?
Poner en contribucion , por decirlo así , todo lo que tiene en casa ;
no acertar á servir á nadie sino por interés ; negociar hasta con el
salario de los pobres oficiales ; temblar, estremecerse á cualquiera
proposicion que suene el menor gasto ; quejarse eternamente del que
es preciso hacer para no dejarse morir : afectar la mayor pobreza en
medio de la abundancia ; anticiparse quizá á llorar el gasto que se
ha de hacer en su entierro ; duro para otros, igualmente duro para
sí ; pasar una vida triste , enfadosa y retirada , aunque le sobren
rentas, capitales y posesiones ; si esta no es locura , ¿qué cosa lo
será? ¡ Oh , y con cuánta razon se dijo que el avariento nada deja
que hacer á la mala fortuna ! Por desgraciada que esta fuese , ¿le
pudiera tratar peor ? Pero á lo menos , si esta desdichada pasion se
pudiera Gubrir con atgun motivo comun , que fuese capaz de des
lumbrar, adelante ; pasaría por uno de tantos errores como tienen
alucinados á los mortales. Pero una avaricia desmedida , ¿ de qué
pretexto, ni aun aparente, se podrá cubrir? Fatigas excesivas, cui
dados infinitos, vida dura y vergonzosa , penitencia sin mérito, cha
cota del pueblo , bajezas odiosísimas , objetos de risa , asuntos de
mofa , reprobacion poco dudosa ; esta es la ganancia de un hombre
avariento. ¿Y todo esto por qué? No mas que por dejar una rica he
rencia , y muchas veces una larguísima tela de injusticias y de la
trocinios á unos herederos que han de divertir al público con los
graciosos cuentos de las risibles industrias de que se valió su ridí
culo bienhechor. ¿ Se ha visto en el mundo especie de locura mas
disparatada? Y valga la verdad , ¿cuál de las dos locuras será ma
yor? ¿imaginarse uno rico, poderes», rey, príncipe , remedar los
modales, afectar el lenguaje , imilar la soberanía , y esforzarse á fio-
gir hasta la misma magnificencia, aunque sea un pobre plebeyo, y
aunque no tenga un cuarto para aceite ; ó imaginarse siempre po
bre , vivir en perpétua miseria , dar que reir al pueblo con sus ba
jezas y ruindades , aunque le sobren los doblones y los bienes , y
aunque sea un hombre honrado y de distincion? ¿Cuál de estas dos
manías se arrima mas á la locura? ¿cuál es mas digna de compa
sion ó de risa , sobrar todo, y vivir uno como si todo faltase?

El Evangelio es del capitulo xix de san Mateo, pág. 124.


DIA XX- 41!)

MEDITACION.
De la devocion al santo nombre de Jesús.
Punto primero. — Considera que el santo nombre de Jesús fue
siempre el objeto de la veneracion de los mayores Santos y la con
fianza de los fieles verdaderos. No hay salud , no hay salvacion en
otro nombre, decian los Apóstoles (Act. iv), porque no hay olro en
el cielo ni en la tierra en cuya virtud los hombres sean salvos. Tiempo
vendrá , decia el apóstol san Pedro ( Act. 11 ) , en que todo aquel que
invocare el nombre del Señor sesalcará. Ea virtud de este santo nom
bre, por la confianza en este santo nombre (cap. 111), el que estaba
cojo andaba derecho ; por él sanan los enfermos ; por él resucitan los
muertos * por él hicieron tantos milagros los Apóstoles y todos los
demás Santos. Abatióse, anonadóse á sí mismo Jesucristo, dice el Após
tol , haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz ; por lo cual
Dios le exaltó y le dio un nombre sobre todo nombre, para que en el
nombre de Jesús todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra y
en los abismos doblen la rodilla. ¡Qué respeto , qué devocion deben
profesar á este santo nombre todos los Cristianos !
Es un nombre todo divino, impúsole el eterno Padre; trájole el
Ángel , y merecióle el Salvador por su muerte y por sus tormentos.
Como renueva en la persona de Jesucristo todas las calidades de
Salvador, es preciso que excite en nuestros corazones los mas dul
ces motivos de una tierna confianza. Al mismo tiempo, dice san Ber
nardo, que el nombre de Jesús significa que el Hijo del Altísimo es
mi Salvador, me está diciendo tambien que este Salvador mio es
mi Rey, es mi buen Pastor, es mi Padre. Me dice que este mi ama
ble Salvador vino principalmente por los pecadores ; que por ellos
hizo toda la costa ; que por ellos derramó su sangre , y que en esta
sangre se han de ahogar nuestras culpas. ¡Oh, y qué motivo de
confianza encuentro en este dulcísimo nombre !
Si me atemorizan cuando me acuerdan que Dios ha de ser mi juez,
tambien este sagrado nombre alienta mi temor , trayéndome á la me
moria que ese mismo soberano Juez es mi Jesús, esto es, mi Salva
dor, i Cuánta es, buen Dios, nuestra necesidad, nuestra pobreza !
¡ Qué de cosas nos hacen falta ! bienes espirituales y temporales, gra
cias poderosas , auxilios particulares en los peligros , bendiciones,
favores, indulgencias; y todo se halla, todo se merece, y todo se
consigue en virtud de este santo nombre. Mi Dios, ¡qué ricos, qué
420 MAYO
poderosos seríamos, si nos supiéramos aprovechar de este tesoro, si
supiéramos usar de este remedio ! El nombre de Jesús, dice san Ber
nardo , es un óleo saludable, como se explica la Escritura : Oleum
effumm nomen tuum; es decir, que tiene todas sus propiedades y su
virtud. El óleo alumbra, nutre y sana: Lucet, pascü, ungü. Todo
esto hace el dulcísimo nombre de Jesús : enciende el fuego del (li-
vino amor y le alimenta ; es bálsamo divino que cura y cierra las
heridas del alma. No hay que admirarnos de que todos los Santos
le tuviesen continuamente en la boca, pues le tenian grabado en el
corazon. Cien veces le repite san Pablo en cada llana ; san Ignacio
mártir no acertaba á hablar sin acompañar con él todas sus pa
labras ; san Bernardino ponia á los ojos del pueblo este santísimo
nombre , y por su virtud se convertían los mas obstinados peca
dores.
Buen Dios, ¡qué secreto mas poderoso! ¡qué remedio mas fácil!
¡ qué devocion mas útil ni mas en la mano de todos ! ¡ Qué dolor será
el mio por no haberme aprovechado de una devocion tan saludable,
y por no haber sabido usar de este tesoro escondido!

Punto segundo. — Considera la omnipotente eficacia de este sua


vísimo nombre. «Los que creyeren en mí, dice el Salvador del mun
do , harán los prodigios que se siguen (Marc. xvi ) : En mi nombre
«lanzarán los demonios ; en mi nombre hablarán nuevas lenguas ;
«tomarán en la mano las serpientes , y las serpientes no les dañarán ;
. «beberán veneno, y el veneno no les hará daño. En fin , la virtud
«de mi nombre obrará toda especie de milagros ; pondrán las ma-
«nos sobre los enfermos, y los enfermos sanarán.» ¡Qué se podría,
y qué se haria , si con una viva fe se profesase una verdadera devo
cion al santo nombre de Jesús !
Podemos poco, y hacemos menos, porque nos falta la devocion
y la fe en este santo nombre. En verdad os digo (son palabras del
Salvador del mundo) , que si pidiéreis alguna cosa en mi nombre á
mi Padre, él os la concederá. ¡Qué promesa de mayor consuelo!
¡qué otra oferta puede excitarnos mas viva confianza! pero ¡ qué
otro motivo puede haber mas poderoso para empeñarnos en profe
sar una ternísima confianza al sagrado nombre de Jesús! Sea lo que
fuere, como sea cosa justa lo que pidiéremos al eterno Padre, el
mismo Jesucristo nos asegura con una especie de juramento que lo
conseguirémos. ¡Qué confianza debe alentar á los que llevan gra
bado en su corazon este dulcísimo nombre, á los que tierna y reli
DIA XX. 421
giosamente le respetan , y á los que jamás le pronuncian sin nuevo
consuelo , sin alguna nueva gracia !
Nuestras necesidades cada dia son mayores ; cada dia crecen mas
nuestras miserias; oramos, y no son oidas nuestras oraciones , por
que nos falta la debida devocion y confianza en este santo nombre.
Hasta ahora nada habeis pedido en mi nombre, dice el amable Sal
vador, y por eso nada habeis recibido. Pedid, y recibiréis ; pero todo
lo que pidiereis sea en nombre mio. (Joan. xvi). Á favor de este
nombre serémos benignamente recibidos y favorablemente despa
chados. Este nombre nos da título y derecho para que seamos aten
didos.
El sagrado nombre de Jesús, prosigue san Bernardo, no solo es
luz que alumbra , sino delicioso manjar que fortalece : An non to-
tíes confortaris , quoties recordaris? ¿No sientes en tí una nueva
fuerza, un nuevo vigor siempre que le pronuncias? Todo manjar
es insípido, si no está sazonado con esta sal y con esta salsa.
Jesus melin ore, continúa el Santo: ¿dónde hay miel mas dulce
al paladar que el santo nombre de Jesús? ¿dónde hay música mas
apacible al oido? ¿dónde mayor consuelo ni mayor alegría para el
corazon que laque causa en él este santo nombre? ¿Padeces algun
disgusto? ¿estás necesitado de socorro pronto y poderoso? Recurre
á este santo nombre con toda confianza. ¡Mi Diosl ¿qué otra devo
cion puede haber mas oportuna para inspirarnos una piedad sincera
y verdadera?
Ó divino Salvador mio, ¡y cuánto es mi dolor por haber tenido
hasta aquí tan poca devocion á vuestro santo nombre ! De hoy en
adelante yo le tendré tan profundamente grabado en el corazon , que
jamás se me caiga de la boca ; y espero me concederéis la gracia de
que sea todo mi consuelo y todo mi refugio en la hora de mi muerte.

Jaculatorias. — Mi Dios y mi Señor, ¡cuán admirable es tu san


to nombre en todo el mundo! (Psalm. vm).
Alaben el santo nombre del Señor los jóvenes y las vírgenes, los
viejos y los niños; porque no hay en el universo otro nombre gran
de sino este. (Psalm. cxlviii).
PROPÓSITOS.
1 El santísimo nombre de Jesús no solo debe ser objeto de nues
tro respeto y de nuestra veneracion , debe Tambien animar nuestra
confianza. Es un como compendio de todo lo que hizo el Salvador
422 MATO
del mundo por nuestra salvacion; él solo significa, por decirlo así,
todos los misterios de su vida. No hay otro nombre debajo del cielo
concedido á los hombres, en cuya virtud podamos ser salvos. Asom
bro es que no profesen todos los Cristianos á este santo nombre una
ternísima devocion. Consiste esta, lo primero , en tenerle frecuente
mente en la boca ; pero mucho mas en conservarle afectuosamente
grabado en el corazon , pronunciándole siempre con el mayor respe
to, y con afectos de amor y de reconocimiento. Lo segundo , en re
zar cada dia devotamente algunas oraciones en honra suya , como
pueden ser los himnos que se cantan en la Iglesia. Lo tercero , en
no emprender , ni dar principio á obra alguna sino bajo los auspi
cios de este dulcísimo nombre.
2 Tambien es devocion muy loable, y fue muy familiar á mu
chos Santos, el no negar cosa, en cuanto sea posible, que se nos
pida por el nombre de Jesús; limosnas, oficios, favores. Al disper
tar por la mañana, al acostarte por la noche, da principio y fin al
dia con pronunciar los dulces nombres de Jesús y de María ; costum
bre santa que te facilitará el pronunciarlos con humilde confianza en
la hora de la muerte. Muchas almas santas siempre que oyen pro
nunciar el dulce nombre de Jesús corresponden reverentes incli
nando un poco la cabeza , ó á lo menos interiormente con algun acto
de amor de Dios, ycon afectos de ternurayde agradecimiento. Ade
lántese tu veneracion á este santo nombre á respetar hasta todo
aquello donde le veas escrito ó estampado. Ten á la vista en tu cuar
to grabadas con letras grandes aquellas palabras del Apóstol : In
nomine Jesuomneqemfleetaiur, cwlestium, terrestrium, etinfernortm.
Doblen la rodilla al nombre de Jesús el cielo , la tierra y los abismos.

DIA XXI.

MARTIROLOGIO.

El tránsito de los santos mártires Timoteo, Polio y Eutiqcio, diáco


nos, en el reino de Tremecen , los cuales, predicando el Evangelio en aquel
país , merecieron la corona del martirio ( durante la persecucion de necio).
El triunfo de los santos mártires Polieucto, Victorio y Donato, en
Cesárea de Capadocia.
San Seccndino, mártir, en Córdoba. ( Véase su vida en las de hoy ).
Los santos mártires SinbsioyTkopompo, en el mismo dia ( creese que
padecieron martirio en fficomedia ).
El triunfo los santos mártires Nicostrato t A.NTÍOCO, tribunos,
DIA XXI. 433
con otros soldados, eo Cesarea de Filipo (tiendo decapitados por mandato del
prefecto ).
San Tálente, obispo, en el mismo dia , el cual fue martirizado con tres
niños.
La conmemoracion de los santos mártiabs Secundo, presbítero, y
otros, en Alejandría, los cuales, siendo emperador Constancio, fueron marti
rizados cruelmente en el solemne dia de Pentecostes por orden de Jorge, obis
po arriano.
Los santos obispos y presbíteros, allí mismo , que habían sido desterra
dos por los Arríanos, merecieron igualmente asociarse á los santos confesores.
San Hospicio, confesor, en Niza de Francia, insigne por la virtud de la abs
tinencia , y por el espíritu de profecía. (Véase su vida en las de hoy ).

SAN HOSPICIO Ó SAN SOSPIS, RECLUSO DE PBOVENZA, CONFESOR.

San Hospicio , llamado vulgarmente san Sospis , florecía en Pro-


venza hácia la mitad del siglo VI. Era francés; pero se ignora el
lugar de su nacimiento. Habiendo oido hablar de la vida penitente
y de la santidad de los solitarios de Egipto, se sintió encendido de
deseos de imitarlos. En medio de sus pocos años se resolvió á pasar
el mar para aprender de aquellos maestros de la vida espiritual la
ciencia de los Santos y el camino de la perfeccion.
Animado de este deseo se encaminó á Egipto, y penetrando en lo
mas interior del desierto, visitó á muchos de aquellos santos anaco
retas. Fácilmente se puede comprender la impresion que harian en
un corazon tan bien dispuesto aquellos grandes ejemplos de virtud.
Admiraba en unos la inocente crueldad con que maceraban su cuer
po ; en otros aquel perpetuo silencio , y en todos aquel universal
generoso desasimiento, aquel espíritu de mortificacion, aquél puro
amor de Jesucristo , y aquella constante perseverancia en la oracion.
Habiendo hecho de esta aianera el noviciado de la vida ascética, se
restituyó á Francia con resolucion de poner en práctica los grandes
ejemplos de que había sido testigo, y las no menos grandes leccio
nes que había aprendido. Desembarcó en la Provenza, y á ana le
gua de Niza descubrió en uaa península un torreon arruinado, que
le pareció muy á propósito para satisfacer su deseo de vivir en una
profunda soledad , y de exceder , si pudiese , las penitencias que ha
cían los anacoretas del Oriente.
Lleno de aquella santa confianza y de aquel aliento que inspira
el amor puro de Dios, se encerró en aquel lóbrego espantoso sitio,
resuelto á ocuparse únicamente en Dios solo , entregándose á la abs
tinencia y á la mortificacion de la carne todo cuanto fuese posible
424 MATÓ
á las fuerzas naturales con asistencia de la divina gracia. Así lo hi
zo ; y desde luego asombró á todos su vida, teniéndola por cierta
especie de prodigio.
Andaba cargado de pesadísimas cadenas de hierro, sobre un ás
pero cilicio erizado de puntas que le penetraban ; su habitacion mas
parecía sepultura que celda ; su ayuno erá perpétuo , y toda su co
mida se reducía á pan y dátiles. En tiempo de Cuaresma doblaba las
penitencias; su alimento en ella eran unas raíces de Egipto suma
mente desabridas , y muy usadas de aquellos anacoretas , haciéndo
las venir por medio de los mercaderes que iban á negociar en Ale
jandría. Trabajaba algunas horas en fabricar cestas de junco y de
hojas de palma , pasando en oracion el resto del día y cási toda la
noche. Apenas era su cuerpo mas que una llaga , despedazado por
los instrumentos de mortificacion , y medio comido de animalillos
inmundos, de que estaba todo cubierto ; en fin, vivia de milagro.
Esparcióse presto la voz por toda la costa de que habia en el tor
reon un hombre maravilloso. Su aspecto, sus palabras y su peni
tencia hicieron conocer á todos el mérito y el valor de aquel tesoro
escondido. El mismo Dios tomó de su cuenta manifestar la santidad
de su siervo con gran número de milagros. Concurrían de todas
partes á ver al anacoreta del Occidente , que en devocion , en ayuno
y en penitencia excedia, segun la opinion, á los solitarios de Egip
to. Era tanto el concurso , que le obligó á tapiar el torreon , dejan
do solo una ventanilla bastante elevada, por donde recibia el poco
alimento que necesitaba , y desde donde hablaba á los que venían
á consultarle, y á encomendarse á sus oraciones.
Á media legua de la ermita donde estaba nuestro Santo habia un
monasterio cuyos monjes le venian á visitar frecuentemente , y siem
pre sacaban mucho provecho de sus conferencias espirituales. Por
este trato familiar, y por lo mucho que los ayudaba á caminar en
la perfeccion , le llamaban su padre y su abad ; expresion de cariño
y de respeto en que se fundó la equivocacion de algunos escrito
res, que juzgaron habia sido efectivamente abad de aquel monas
terio. Dotado del don de profecía, predijo la irrupcion que los lom
bardos habian de hacer inmediatamente despues de la cercana
muerte de su rey Cleb ó Clefis en los parajes de Francia contiguos
á los Pirineos. Cuando Dios le dió á entender que se iban acercan
do aquellos bárbaros , se lo previno á los paisanos para que tomasen
sus medidas , y se retirasen con tiempo á las poblaciones grandes,
y llevándose sus muebles y ganado.
DIA XXI. 425
El mismo aviso comunicó á los monjes del monasterio inmediato
á su ermita , aconsejándoles que cuanto antes se retirasen con los va
sos sagrados. Ellos le rogaron que tambien él mismo se retirase , y
se fuese con ellos ; pero no quiso abandonar su celdilla : y como in
sistiesen los monjes en que no le habian de dejar, el Santo les respon
dió : Id, hijos mios, y poneos á cubierto mientras pasa la tempestad:
no tengais cuidada de mí , porque aunque los bárbaros ejecutarán con
migo mil ultrajes , no me quitarán la vida. Vosotros sí que correis mu
cho peligro, si cuanto antes no os poneis en salvo.
Presto verificó el suceso la profecía. Pasaron los bárbaros los
Alpes hácia el año de 576 , y se extendieron por la costa de Génova
y de la Provenza. Una manga ó un destacamento de ellos se avanzó
hasta Niza, y llegó al pié de la torre donde hacia penitencia nuestro
Santo. Al primer rumor que oyó se asomó á la ventanilla , y luego
que le reconocieron los lombardos, cercaron la torre; pero no des
cubriendo puerta por donde entrar , dos de ellos escalaron hasta el
techo, y por él descendieron á la celda. Quedaron asombrados, no
menos de su tranquilidad que deaquella habitación ; pero reparando
por entre el cilicio las cadenas que rodeaban todo su cuerpo , creye
ron desde luego seria algun insigne malhechor, á quien por sus de
litos tendrían encerrado en aquella torre , y mirándole ya con horror,
le cargaron bien de injurias. Buscaron un intérprete, por cuyo me
dio le preguntaron qué delitos habia cometido ; y como el Santo res
pondiese que era verdaderamente lo que ellos habian imaginado,
pues apenas se hallaria maldad de que no se creyese delincuente , un
bárbaro levantó furiosamente el sable para henderle la cabeza ; pe
ro secándosele de repente el brazo , y dejando caer el sable, se que
dó con el brazo levantado; á cuya vista dando sus compañeros
grandes alaridos, preguntaron al Santo qué se habia de hacer en
aquel lance. Mandó Hospicio al soldado que se acercase á él , y ha
ciéndole la señal de la cruz , no solo volvió repentinamente el brazo
á su estado natural, sino que con otro mayor milagro el bárbaro se
convirtió á nuestra santa fe; y en lugar de seguirá sus compañeros,
no se quiso separar de nuestro Santo, entrando despues religioso en
el monasterio cercano , donde vivia aun con edificacion cuando san
Gregorio Turonense escribia esta historia.
Retirados los bárbaros, se restituyó la tranquilidad , y creció tanto
la veneracion á nuestro Hospicio , que de todas partes concurría la
gente á encomendarse á sus oraciones. El suceso que verificó su
profecía, la conversion del soldado y los milagros que obraba cada
¿26 MAYO
dia , hicieron célebre su nombre en toda Italia y en toda la Francia.
Un ciudadano de Angers habia perdido el habla y el oido en una
violenta enfermedad que le puso en los últimos términos de la vi
da. Resolvió ir en peregrinacion á Roma con el piadoso fin de visi
tar los sepulcros de los santos apóstoles san Pedro y san Pablo , co
mo tambien las catacumbas de los santos Mártires, para que el Se
ñor por su intercesion le concediese algun alivio en aquel doloroso
accidente. Juntóse en el camino con un diácono que hacia el mis
mo viaje ; y habiendo llegado á la Provenza , tuvieron noticia de las
maravillas que cada dia obraba el Señor por medio de nuestro San
to, lo que les metió en gana de verle; pero asaltando al pobre en
fermo la calentura, no le fue posible salir de la posada, y solo su
compañero pudo ir á visitar á san Hospicio. Informado el Santo del
motivo que tenia el enfermo para emprender aquel viaje , le supli
có el diácono que en sus oraciones se acordase de su trabajo. Pues
traédmelo acá , respondió Hospicio. Al punto fué el diácono por él,
y conducido á la torre, sacó el Santo el brazo por la ventana , asióle
de los cabellos , arrimóle hácia sí , ungióle la lengua con algunas
gotas de aceite bendito, derramó un poco sobre la cabeza, y excla
mó : Ábranse tus oídos en nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y aquel
mismo Dios omnipotente que lanzó el demonio del hombre sordo y mu
do te restituya el uso de la lengua. ¿ Cómo te llamas? Al momento
respondió el enfermo , expresándole su nombre con la lengua expe
dita y con voz clara y sonora; y Heno de gozo por verse de repente
sano y bueno, levantó las manos al cielo, y exclamó diciendo:
Bendita sea para siempre la bondad de mi Dios y mi Señor , por la
maravilla que, acaba de obrar con este siervo suyo. Iba yo á Boma
para hallar en la intercesion de los santos Apóstoles algun alivio ámi
mal; pero en Provenza encontré con un san Pedro , con un san Pablo
y con un san Lorenzo en la persona de este santo ermitaño.
Todavía estaban todos atónitos á vista de este prodigio , cuando se
apareció un buen hombre llamado Domingo , y ciego de nacimiento,
que por consejo de nuestro Santo habia estado tres meses en el mo
nasterio. Preguntóle el siervo de Dios si veria de buena gana : Yo
no sé qué cosa es ver, respondió el ciego, porque jamás he tenido eluso
de la vista; pero, segun lo que he oido decir, esto de ver debe ser cosa
tan buena , que me alegraría mucho hacer por mi mismo la experiencia.
Haciendo entonces el Santo la señal de la cruz sobre los ojos de Do
mingo con aceite bendito , le dijo estas palabras : En nombre de Je
sucristo nuestro Redentor sean abiertos tus ojos. Al instante se le abrie
DIA XXI. Í27
ron ; pero aquel hombre quedó tan preocupado de admiracion y de
asombro á vista de la luz, y de todo cuanto se le ponia delante, que
por largo espacio de tiempo estuvo como inmoble y aturdido , siendo
cada objeto para él nuevo motivo de pasmo. Este segundo milagro
hizo aun mas ruido que el primero. Concurrían los enfermos hasta
de las mas remotas partes del Oriente, y todos se volvían alabando
al Señor, y publicando en todas partes la eminente santidad y el
gran poder que tenia con Dios aquel nuevo taumaturgo.
Habia mas de quince años que vivía Hospicio en su torre, mas
como ángel que como hombre, cuando el cielo le reveló su cercana
muerte. Confió esta noticia al prior del monasterio, pidiéndole que
hiciese abrir la puerta de la torre, y que fuese de su parte á decir
á Austadio, obispo de Niza, que dentro de tres días moriria, y que
así le suplicaba viniese á visitarle, sin duda paraquele administra
se los santos Sacramentos , y para que diese providencia para su se
pultura.
Esparciéndose en Niza la voz de la cercana muerte del Santo , un
ciudadano , llamado Crescente , corrió prontamente á la torre ; y mi
rando á Hospicio por la ventana de la celdilla , quedó aturdido de lo
que veia. Movido de lástima y de asombro , sin poder reprimir las
lágrimas , le preguntó : ¿ Cómo es posible que cargado de cadenas , y
medio comido de piojos , hayas podido sufrir tantos años tan largos y
tan crueles tormentos? — AquelSeñor, por cuyo amor me resolví á po
nerme en este estado, respondió el Santo , pudo fácilmente darme fuer
zas para tolerarlos , y supo tambien endulzar toda su amargura.
Conociendo que se acercaba su fin , hizo que le quitasen todas las
cadenas. Pasó despues muchas horas en oracion ; levantóse de ella;
tendióse sobre un banco con las manos elevadas al cielo y el sem
blante dulce , sereno y apacible : dió gracias á Dios por todos los fa
vores que habia recibido de su liberal mano, y encomendándole su
alma, espiró tranquilamente el día 21 de mayo de ü8i.En el mismo
punto que espiró desaparecieron los piojos de que estaba todo cu
bierto, quedando su cuerpo limpio y resplandeciente, el que fue
enterrado con toda la pompa que mereciasu eminente santidad por
disposicion del obispo Austadio.
Asegura san Gregorio Turonense, que todo lo que refirió en la
vida que escribió de san Hospicio lo oyó inmediatamente de boca
del mismo sordo y mudo á quien el Santo sanó milagrosamente. En
otra de sus obras añade que al tiempo de enterrarle , un hombre to
mó una porcion de tierra de la sepultura para llevarla al monasterio
428 MAYO
de Lerins. Embarcóse en un navio que iba á Marsella ; pero habien
do entendido que así el patron como el piloto y la mayor parte de
los marineros eran judíos, no se atrevió á declararse por cristiano.
Llegando enfrente de la isla de Lerins se paró el barco , no obstante
que soplaba un viento fresco por la popa. Quedó pasmada la tripu
lacion. Entonces declaró el pasajero que era cristiano , y que llevaba
al monasterio de Lerins una porcion de tierra de la sepultura de san
Hospicio; añadiendo que no dudaba sucedía el prodigio por virtud
de aquella reliquia , y que mientras no volviesen la proa hácia la isla,
seguramente no se movería el buque. Aparejáronse hácía ella las ve
las, y se dirigió al mismo rumbo el gobernalle; al punto movió el
navio en derechura á la isla de Lerins, donde desembarcó el pasa
jero , y siguió el barco su derrota. Por este milagro fue nombrado
san Hospicio por uno de los Santos tutelares de la isla.
Guárdanse aun preciosamente en la catedral de Niza las reliquias
de este gran Santo; y se muestra tambien alguna parte de ellas en
las iglesias parroquiales de Villafranca y de Torbia. La península
donde estaba la torre conserva todavía su nombre, llamándose la
península de san Sospis.

SAN SECUNDINO, MARTIR.

En la sangrienta persecucion de Diocleciano y Maximiano dió Es


paña á la Iglesia innumerables Mártires que, con el mayor despre
cio de las grandezas del mundo y de lo que en él se estima, ofrecieron
liberalmente sus cuerpos á los ingenios y esfuerzos de la crueldad,
mas fieros y espantosos que la misma muerte. Entre los cristianos
de la ciudad de Córdoba, conocida en tiempo de los romanos con
el nombre de Colonia Patricia, fue digno de memoria eterna san
Secundino por los gloriosos combates que tuvo con el gobernador
de. aquella capital en defensa de la religion cristiana.
Quiso este tirano obligar á Secundino á ofrecer sacrificio á los ído
los ; y para persuadirle á creer la divinidad de los dioses que venera
ban los romanos, hízole presente que así lo apoyaba la opinion co
mun de tantos siglos , la autoridad de los filósofos y de los poetas , y
sobre todo las leyes y edictos de los emperadores que obligaban á
darles culto. Oyó el Santo estos argumentos , que eran los mas pode
rosos en que se fundaban los gentiles para prestar culto á los ídolos
bajo el velo de deidades ; y deseando satisfacer por partes á aquellos
motivos de falsa credulidad, hizo patente al gobernador el error de
día xxi. 429
los siglos pasados , fundado en la ceguedad de las gentes, y en el in
terés que tenia el demonio en que no abriesen los ojos á la luz. Á
los filósofos y poetas respondía con las bajezas que ellos mismos es
cribieron de los que llamaban sus dioses ; infamias que aun en gente
relajada y perdida no se pueden sufrir. De las leyes imperiales dijo
que su notoria injusticia las condenaba , ni tenían otra autoridad que
la preocupacion de los legisladores que las publicaron.
No tuvo el gobernador razones con que rebatir las concluyentes
respuestas del Santo , y pareciéndole que para reducir á un hom
bre de aquella sabiduría y de aquel carácter tendrían mas eficacia
los buenos modos que la severidad , le ofreció ventajosas convenien
cias, grandes honores, y sobre todo la gracia de los príncipes del
mundo , cuando ofreciese sacrificio á los dioses romanos ; pero el hor
ror que le causó la sacrilega impiedad á que queria obligarle, y la
heroica constancia con que se negó á cometerla, redobló la furía y
la crueldad del tirano de suerte , que sin hacer uso de las formalida
des acostumbradas en semejantes casos le sentenció á la pena capi
tal, que se ejecutó el año 306, tal dia como hoyen que celebra su
fiesta la santa iglesia de Córdoba.. Robó á la posteridad la injuria de
los tiempos las actas específicas de la vida de este héroe ; pero no im
pidió la noticia de su glorioso martirio , que le hizo digno del reve
rente obsequio que se le tributa.

LA CONMEMORACION DE LOS FIELES DIFUNTOS.


Dos cosas considera y ha considerado siempre la Iglesia católica
en el pecado ; la culpa , que consiste en la ofensa que se hace á la di
vina Majestad, y la pena que merece esta culpa. Solo Dios por los
méritos de su Dijo puede perdonar los pecados; pero aunque su in
finita misericordia los perdone enteramente cuanto á la culpa, no
siempre los perdona igualmente cuanto á la pena. Esta pide siem
pre alguna satisfaccion ; de manera , que despues de haber consegui
do el pecador de la misericordia del Señor perdon de sus pecados,
todavía queda deudor á su divina justicia. La pena correspondiente
á sus pecados es una deuda que es preciso pagar ; es una mancha de
la cual se ha de purificar necesariamente en esta vida ó en la otra
antes de entrar en la mansion de los bienaventurados, donde no se
da lugar á la mas ligera mancha. Es cierto que muchos mueren en
estado de gracia , esto es, sin culpa mortal ; pero no es menos cierto
que á rarísimos deja de coger aquel último momento sin algun peca-
28 tomo v.
430 MAYO
do venial , ó sin una multitud de deudas penales contraidas por las
culpas antecedentes , las cuales irremisiblemente es necesario satis
facer. En virtud de este principio, que es de fe, además del lugar
destinado para el suplicio de los réprobos, y además del que el Sal
vador reservó para los escogidos y amados de su Padre , la Iglesia
de Jesucristo creyó y enseñó siempre que hay otro tercer lugar , al
cual da el nombre de purgatorio , en el que los mismos escogidos de
Dios se acaban de purificar de las manchas que contrajeron en esta
vida, y de satisfacer á la divina justicia por un castigo temporal y
transitorio ; pero que Dios exige con todo rigor, como lo dice el mis
mo Jesucristo en aquellas palabras metafóricas del Evangelio : De
verdad os digo , que no saldréis de allí sin que me hayais pagado hasta
el último maravedí : por la misma razon , la misma Iglesia católica
tuvo siempre por santa y saludable la oracion por los difuntos , como
tradicion que enseñaron los Apóstoles, y antes de ellos los Profetas
alumbrados de Dios se la habian enseñado á los judíos.
.Estos siempre reconocieron tambien el purgatorio , aunque no con
este nombre. Es decir, reconocieron un lugar en que las almas de
los fieles acababan de ser purificadas ; pues habia entre ellos una ley
que imponía á los hijos la obligacion de rezar por espacio de un año
entero cierta oracion que llamaban Kadis por las almas de sus difun
tos padres, para que saliesen del lugar donde estaban penando, como
se puede ver en el libro de sus ritos. Este lugar en opinion de los
judíos era el mismo infierno de los condenados , en el cual eran ator
mentadas todas las almas que morían con algun pecado , solo con la
diferencia , que las que no habian muerto con culpa mortal salías de
allí despues de algun tiempo por las oraciones de los fieles.
Bien sabido es que JudasMacabeo, habiendo recogido de una colec
ta que hizo publicar doce mil dracmas de plata, que son 18,340 rea
les de nuestra moneda, las envió á Jerusalen para que se ofreciese
un sacrificio por las almas de los que acababan de morir en aquella
batalla; y añade el historiador: «Que aquel gran capitan conside
raba estar reservada una gran misericordia á los que habian m uerto
«con piedad; y así es santo y saludable pensamiento hacer oracion
«por los difuntos, para que sean libres de sus culpas.»
Los Protestantes no quieren creer que hay purgatorio, ciegamente
persuadidos de que, por desordenada que haya sido la vida, basta
la fe para que el alma en la hora de la muerte se halle enteramente
limpia y sin deuda alguna contraída á favor de la divina justicia. Y
como este segundo libro de los Macabeos es tan concluyente contra
DIA XXI. 431
su error, echan por el atajo , y no le reconocen por canónico. Pero
¿con qué autoridad desearían un libro , no solo umversalmente re
cibido por toda la iglesia griega y latina, sino en cierta manera au
torizado por el mismo Jesucristo ; pues consta guardaba exactamente
la fiesta de la dedicacion del templo, instituida por Judas Macabeo,
la que se celebraba en el mes de Casleu , correspondiente á nuestro
mes de diciembre, que es lo que certificó el evangelista san Juan
(Joan, x) , cuando notó que era invierno?
San Pablo en la segunda epístola á los corintios , queriendo coa-
fundir á ciertos falsos doctores de aquella Iglesiaque negaban la re
surreccion de los muertos, porque profesaban la secta de los Sadu-
ceos , dice así ( / Cor. xv) : ¿ Qué será de hs que reeiben un bautismo
por los muertos , si los muertos no resucitan ? ¿ De qué les servirá el tal
bautismo? Es dudoso lo que quiere significar aquí el Apóstol por la
palabra bautismo. Pero, ora entienda algunas buenas obras, morti
ficaciones y penitencias que se hacían por los difuntos; ora entien
da el abuso, que desaprobaba, aunque al mismo tiempo se valia de
él para convencer á los herejes, de aquellos que se hacian bautizar
por sus difuntos amigos y parientes que, habiendo deseado recibir
el Bautismo, habian muerto sin haberle recibido, creyendo errada
mente que una vez que le recibiesen, aunque fuese, digámoslo así,
por poderes , se hacian capaces delas oraciones de los fieles ; de cual
quiera manera que se entiendan estas palabras del Apóstol, es evi
dente que en su tiempo estaban persuadidos los fieles de que los di
funtos podían necesitar de las oraciones de los vivos , y que era obra
de misericordia ofrecer á Dios algunas buenas obras , y hacer oración
por ellos.
El mismo Apóstol en la segunda epístola á Timoteo, hablando de
las muchas limosnas que le habia hecho Ouesiforo, que acababa de
morir , dice: Quiera el Señor que su alma haya encontrado tambien mi
sericordia en sus divinos ojos; lo que prueba evidentemente la cos
tumbre y la piedad de rogar á Dios por los difuntos.
Todos los Padres de la Iglesia tuvieron la misma devocion. En el
segundo libro de los Macabeos ( dice san Agustín , De Cur. mort. capí-
te 1 ) leemos que se ofreció á Dios un sacrificio por los difuntos; pero
aunque no tuviéramos testimonio alguno de estos en la sagrada Escri
tura, debiera bastarnos la autoridad de la Iglesia universal, y su céle
bre costumbre en este punto; pues en las oraciones que el sacerdote ofrece
al Señor en el sacrificio de ¡a misa se hace conmemoracion de los di
funtos.
432 MATO
El mismo san Agustín , en el tercer tomo sobre las palabras del
Apóstol, hablando de la oraeion por los muertos, dice de esta ma
nera : Es costumbre observada en toda la Iglesia, segun tradicion de h$
Padres, rogar á Dios por los que mueren en la comunion del cuerpo y
sangre de Jesucristo , en aquella parte del sacrificio en que se hace con
memoracion de ellos, advirtiendo que tambien por ellos se ofrece.
. La oracion que tenemos del mismo Santo por el descanso del al
ma de su madre es otra prueba de la costumbre de la Iglesia y de
lo que practicaron todos los Santos. En el libro 13 , cap. 9 del libro
de las Confesiones, hablando con Dios, se explica de esta manera :
«Aunque tengo motivo , Señor, para alegrarme en Vos , y para ren-
«diros mil gracias por lo mucho bueno que hizo en vida mi madre,
«ahora lo dejo todo aparte para pediros la perdoneis sus pecados.
«Oidme , os suplico , por los méritos de aquel que por nosotros quiso
«ser enclavado en una cruz ; por aquel divino Salvador cuya sangre
«cura las llagas de nuestras almas , y sentado ahora á vuestra diestra
«continuamente está rogando por nosotros. To sé que se ejercitó en
«obras de misericordia, y que perdonó á los que la habian ofendi-
«do; perdonadla, Señor, os ruego, y no la juzgueis con rigor. So-
«bresalga con ella vuestra misericordia, y no vuestra justicia; por-
«que al morir no nos dejó encomendada otra cosa, sino que nos acor-
«dáramos de ella en el sacrificio del altar cuando celebrásemos los
«sagrados misterios , á que asistió con tanta devocion toda la vida ;
«donde sabia bien que se ofrecía aquella incruenta víctima, cuya
«sangre borró la cédula de muerte^que teníais contra nosotros. Acor-
«daos , Señor , que aquella por quien os pido tuvo siempre unida su
«alma con los lazos de la fe á este adorable misterio de nuestra re-
«dencion.»
Tertuliano , que vivia en el siglo II , no prueba con menor evi
dencia que san Agustín la costumbre universal de la Iglesia~sobre
la utilidad y el mérito de la oracion por los fieles difuntos ; y con
igual energía hablan en este punto san Cipriano y san Juan Crisós-
tomo. En fin, no hay cosa mas constante que esta piadosa tradicion
de toda la Iglesia.
La disputa que la Iglesia griega tiene con la latina en este parti
cular , hablando en rigor , es de puro nombre ; porque los griegos no
niegan el estado del purgatorio, aunque niegan que haya lugar se
ñalado ó determinado con este nombre para padecerle ; pues al fin
confiesan que algunas almas justas están necesitadas de purificarse
despues de esta vida antes de entrar en la mansion de los bienaven
día xxi. 433
turados. Convienen , pues , las dos Iglesias oriental y occidental en
que las almas de los que mueren en estado de gracia por la mayor
parte tienen necesidad de purificarse de algunas ligeras manchas , y
consiguientemente que están detenidas en el calabozo oscuro hasta
que hayan pagado, como dice el Evangelio, hasta el último mara
vedí. Este oscuro calabozo y esta profunda fosa es la que llama pur
gatorio la Iglesia latina , y aun la da el nombre de infierno en la ordi
naria oracion que hace por los difuntos : Señor Jesucristo, Rey de la
gloria, librad las almas de todos los fieles difuntos de las penas del in
fierno, y del profundo lago; libradlas de los dientes del leon.
Es , pues , verdad de fe que hay purgatorio , y esta es la doctrina
de toda la Iglesia. Pues ahora, ¿puede haber mayor crueldad, in
humanidad mas vergonzosa que saber que nuestros amigos, nuestros
bienhechores , nuestros mas cercanos parientes están por la mayor
parte detenidos en unos horribles calabozos , tratados por la divina
justicia con una severidad incomprensible ; que está en nuestra mano
conseguir de la misericordia del Señor su libertad ó su alivio; que
tenemos en ella muchos medios para satisfacer por ellos , para que
cesen sus penas; que una oracion, una mortificacion, una limosna,
una misa bastaría algunas veces para sacar una alma de aquel pro
fundo calabozo; y ser tanta nuestra indolencia, nuestra inhumani
dad, que no lo queramos hacer? ¿No pide la misma justicia de Dios
( Jac. ii ) , que se hagajusticia sin misericordia con aquellos que no qui
sieren hacer misericordia con sus hermanos? ¿Te olvidaste tú de aque
llas afligidas almas? Pues Dios permitirá que se olviden de la tuya , y
que no se te apliquen aun aquellos mismos sufragios que tú dejaste
encargados : Judicium sine misericordia Mi qui non fecit misericordiam .

La Misa es de los difuntos, y la Oracion la que se sigue :


Fidelium Deus omnium conditor, et Ó Dios, criador y redentor de todos
redemptor , animabus famulorum fa- los fieles , conceded á las almas de to-
mularumque tuarum remissionem dos vuestros siervos y sien as la remi-
cunclorum trihue peccatorum : ut in- sion de todos sus pecados, para que
dulgentiam,quam semper optaverunt, obtengan por las piadosas oraciones
piis supplicationibus consequantur. Qui de vuestra Iglesia el perdon que siem-
vivis, et regnas, etc. pre esperaron de tí, que vives y rei
nas, etc.

La Epístola es del capitulo xiv del Apocalipsis.


In diebus illis : Audivi vocem de cw- En aquellos dias : Oí una voz del cie
lo, dicentem mihi : Seribe : Beati mor- lo, que me decía : Escribe : Bienaven
434 MATO
tui, qui in Domino moriuntur. Amodo turados los muertos que mueren en el
jam dicit Spiritus , ut requiescant á la- Señor. Desde ahora les dice el Espí-
boribus suis : opera enim illorum se- ritu que descansen de sus trabajos;
quuntur illos. porque sus obras les acompañan.

REFLEXIONES.
Beatimortui, quiin Domino moriuntur. Bienaventurados los muer
tos que mueren en el Señor. Esta sí que es una real y verdadera
felicidad , la cual sola desquita bien todos los contratiempos y des
gracias de esta vida. Morir en el Señor, morir en gracia de Dios,
morir predestinado, morir para comenzar á vivir eternamente, mo
rir en el seno de los bienaventurados para entrar en la alegría del
Señor , para estar como embriagado en el cielo con la abundancia
de los mas puros consuelos, de las mas dulces delicias. Nacimiento
ilustre, favor de los príncipes, brillante fortuna, tesoros inmensos,
grandes empleos, puestos elevados, cargos, dignidades, prelacias,
títulos pomposos, dictados de estruendo, á quienes se tributa incien
so con tanta profusion , decidme : ¿qué utilidad permanente nos ga
nais? ¿Qué conveniencia sólida , y que verdaderamente satisfaga
nos traeis? Si la muerte de los dichosos del siglo no es preciosa en
los ojos de Dios ; si esos hombres ilustres , esos esclavos de sus di
versiones , esos que meten tanto ruido con su equipaje , y con su
tren, no mueren en el Señor, ¿qué suerte será la suya? ¿Será tan
envidiable su muerte como lo ha sido su vida? El olor de las flores
que cultiva el mundo, turba la cabeza ; el humo del incienso que en
todas partes se quema , ofusca la vista ; el ruido y el tumulto que
reina, aturde y atolondra. No se piensa en la muerte ; solo se afana
en cavar, en desenterrar, por decirlo así, los gustos, las diversiones
y los deleites de la vida. En medio de eso, ¿tenemos negocio algu
no de mayor importancia , punto mas crítico, obra mas preciosa ni
de mayor consecuencia que una buena muerte? Pero advierte que
la buena muerte es fruto de la buena vida : Opera enim illorum se-
quuntur illos , dice el Espíritu Santo. Síguenles sus obras despues
de la muerte. Las conversiones en aquella hora ordinariamente lle
gan muy tarde ; por lo regular «olo sirven para dar á la muerte un
color postizo, una bondad superficial y aparente. Las obras buenas
nos acompañan hasta mas allá de la muerte ; no se apartan de nues
tro lado hasta el tribunal del supremo Juez ; son testigos irrefraga
bles sin equívocos ni ambigüedades ; son instrumentos y piezas ori
ginales de que se forma y se justifica el proceso. Ya quisiera uno
du xxi. 435
desembarazarse de testigos tan sin excepcion y tan verídicos ; pero
ni uno solo dejará de hallarse presente, y de declarar la verdad :
Operaenim illorum sequuntvr tilos. Los delitos mas secretos , las ac
ciones mas ocultas, los deseos mas disimulados, las intenciones mas
disfrazadas ; todo lo que no hubiere sido borrado con las lágrimas
de la penitencia ; todo lo que no se nos hubiere perdonado, todo se
guirá , y todo depondrá en el tribunal de Dios contra el moribun
do. Nada se pierde ; lo bueno y lo malo, todo nos acompaña. ¿Y qué
cosa buena acompañará á aquellas personas tan poco cristianas , á
aquellas almas mundanas, en quienes apenas se reconoce una leve
tintura de religion ; gente entregada enteramente á sus diversiones,
á sus placeres , gente que solo hace alguna reflexion sobre sus des
caminos, cuando se va acercando la noche de la vida , cuando ya
apenas es tiempo de enmendarlos? Desengañémonos, no se nos ha
dado todo el tiempo de la vida sino para disponernos á una buena
muerte.
El Evangelio es del capítulo vi de san Juan.
In illo tempore dixit Jesus turbis En aquel tiempo dijo Jesús i la mu-
Judaorum: Ego sum pañis vivus , qui chednmbre delos judíos: Yosoy el pan
de cario descendí. Si quis manducave- que vive , que he bajado del Helo. Sí
rit ex hoc pane , vivet in aternum : et algunocomieredeestepan,vivirácter-
panis quem ego dabo , caro mea est pro ñamente; y el pan que yo daré es mi
mundi vita. Litigabant ergo Jxidcei ad carne, laque daré por la vida del mun-
invicem , dicentes : Quomodo potest hic do. Disputaban , pues , entre si los ju-
nobis carnem suam dare ad mandu- dios y decían: ¿Cómo puede estedar-
candum ? Dixit ergo eis Jesus : Amen, nos á comer su carne? Y Jesús les res-
amen dico vobis : nisi manducaveritis pondió : En verdad, en verdad os digo:
carnem Filii hominis, et biberitis ejus que si no comiereis la carne del Hijo
tanguinem, non habebitis vitam in vo- del Hombre , y no bebiereis su san-
bii. Qui manducat meam carnem, et gre , no tendreis vida en vosotros. El
bibit meurn sanguinem , habet vitam que come mi carne y bebe mi sangre
mternam, et ego resuicitabo eum in tiene vida eterna, y yo le resucitaré
novissimo die. en el último dia.

MEDITACION.
Del estado á que nos reduce la muerte.
Punto primero. — Considera á qué triste estado nos vemos redu
cidos despues de la muerte : inmobles , sin conocimiento, sin fuer
zas, sin sentido ; desterrados para siempre del comercio de los hom
bres, incapaces de toda compañía, desconocidos á nuestros mas
cercanos parientes ; objeto de horror á nuestros mas estrechos ami
gos; nombres, dictados, puestos, empleos, honores, talentos, di
436 MAYO
versiones , gustos , regalos , todo se acabó ; despojados de todo,
abandonados de todos, inútiles á todos, de nada servimos ya en el
mundo, y el mundo tambien nos tiene por nada.
Este retrato es espantoso , pero al fin él es mi verdadero retrato.
Algun dia he de ser ese moribundo que va á ser despojado de todo,
y está ya para causar horror á todo el mundo. Algun dia he de ser
ese cadáver abandonado, amortajado, y destinado para que le sa
quen á podrirse en una hedionda sepultura. Y mi pobre alma ¿qué
destino tendrá?
¡ Ah, mi Dios, y qué es el hombre ! ¿Y será posible que eterna
mente nos hemos de apacentar con vanas ideas de grandeza , con
frivolas imaginaciones y con fantásticas quimeras? Sola la muerte
nos representa como verdaderamente somos ; cualquiera otro re
trato nos lisonjea y nos engaña; pero ¡qué cosa tan triste no co
nocernos bien hasta la muerte!
Pocos dias há que esa persona llena de salud gozaba las conve
niencias de un estado opulento , de un nuevo empleo , de una ri
sueña fortuna : alegre , divertida brillaba en las concurrencias y en
las conversaciones ; era el alma de las funciones y de los saraos ; re
volviendo allá en su fantasía mil vanos proyectos, tomaba unas me
didas tan prudentes , y daba pasos tan acertados para satisfacer su
ambicion ; pero un accidente de apoplejía , un rebato de sangre á
la cabeza , una maligna calentura, una caída desgraciada en un ins
tante apagó todo su esplendor, dió en tierra con todos sus proyec
tos , rompió todas esas medidas , aniquiló todas esas esperanzas , y
convirtió aquel gallardo cuerpo en un horroroso cadáver.
i Ah , Señor ! ¡y qué locura contar tanto sobre esa juventud, so
bre esa bizarría, sobre esa robustez , sobre ese empleo, ni sobre cosa
alguna que se acabe con la vida ! Pero ¿cuándo nos hará pruden
tes este conocimiento? ¿Cuándo dejarémos de apacentarnos con qui
meras que se desvanecen á la hora de la muerte? j Mi Dios ! j y qué
elocuente es un moribundo para descifrarnos lodos los misterios de
la ambicion y de la vanidad ! ¡ Qué objeto tan capaz de desterrar de
un buen entendimiento una máquina de ilusiones y de preocupa
ciones! ¿En qué paró aquel orgullo? ¿en qué aquel desembarazo?
¿en qué aquel esplendor, aquel magnífico tren? ¿en qué aquel gran
fausto , y aquellas continuas diversiones? Todo desapareció, todo
se desvaneció al acercarse la muerte.

Punto segundo. — Considera la extraña mudanza qúe se ve en


du xxt. 437
esos hombres de conveniencias , en esos dichosos del siglo , en esos
que se decian felices porque en todo se les mostraba risueña la for
tuna. Apenas se llega á conocer que ya no le restan mas que algu
nos instantes, un leve soplo de vida, cuando todo el respeto conque
antes se le miraba se convierte en compasion ; ya se tiene la mayor
lástima del mismo que pocos dias antes era objeto de la mayor en
vidia. El hombre mas vil y mas despreciable del mundo no quer
ría trocar su suerte con un poderoso , con un grande , con un mo
narca que se muere.
Pero ¡qué despojo, y qué espantoso abandono! Aun no bien ha
espirado, cuando se apoderan de todas las llaves, se toma posesion
de todos los bienes ; sé piensa en buscar otro protector, otro amigo
y otro dueño : los que le lloran con menos disimulo, y con mayor
aparato, quisieran ya verle enterrado ; quisieran se hubiese ya lle
gado el diaen que, sin faltar al bien parecer y á la decencia, pue
dan enjugar el llanto.
Repara bien aquellos feos movimientos de la boca , aquella tur
bacion oscura de los ojos , aquellas violentas convulsiones de todo
el cuerpo ; pues en eso pararon aquellos blandos, estudiados y ar
tificiosos contoneos , aquel despejo fingido , todas aquellas afecta
ciones de las personas mundanas.
¿No adviertes aquel sudor frio y pegajoso que va lentamente cu
briendo el pálido, el amarillo semblante? Pues ves ahí el fin de los
cuidados , de los desvelos que costó al moribundo el conseguir tan
tos bienes. ¿Oyes aquellos suspiros, aquellas voces medio articula
das que apenas pueden romper por los secos , por los denegridos la
bios? Pues ves ahí el paradero de todos sus vanos discursos, de todas
sus conversaciones poco cristianas , de todas aquellas zumbas tan
libres como picantes. El espíritu mas intrépido, la ambicion mas des
medida , la mas brillante fortuna , todo viene á estrellarse , todo á
romperse y quebrantarse contra el lecho de la muerte ; este es el
escollo inevitable de toda la grandeza y de toda la felicidad huma
na ; un poco mas temprano ó un poco mas tarde, al cabo todo vie
ne a parar en este término fatal.
¿De qué le servirá al presente á ese pobre hombre morir con un
millon de pesos , esto es , dejar un millon á sus herederos , si muere
con las manos vacías de buenas obras , y con la conciencia cargada
de pecados ?
¿ De qué le servirá haber fabricado esa soberbia casa , haberla ador
nado con muebles tan preciosos? Dentro de breves horas le van á
438 MATO
sacar de ella para siempre : sus herederos se van á honrar y apro
vechar de sus gastos, de su economía y de sus despojos. Á él ni le
resta ni le toca mas que una estrecha sepultura. Ya se ha hecho el
repartimiento de todo lo que ahorró. Por lo que respecta á él, no
hay en el mundo hombre mas pobre ; un ataud y una mortaja
son todos sus muebles. Vanle á llevar, ó por mejor decir, vanle á
mostrar por las calles del pueblo ; pero es para enterrarle , y aun
los del acompañamiento no van por su respeio. Concluida la pom
pa funeral , quedóse á podrir en un sepulcro : Et solum mihi supe-
rest sepukhrum. Este es el fin de la tragedia , este el fatal término
de todo.
Hombre insensato , despues de todo esto cuenta ya mucho con
esta frágil vida , cuenta con las brillantes prendas de cuerpo y alma,
con el esplendor del nacimiento, con los bienes de fortuna , y cuenta
tambien con el favor de los grandes. ¡Dios mio! ¡y qué dignos so
mos de compasion si perdemos de vista la hora de la muerte! Cier
to estoy, Señor, que algun dia yo mismo , yo mismo he de ser esa
persona que acabo de meditar, y que me acaba de estremecer ; dia
vendrá en que yo he de causar horror á otros , y servirles de medi
tacion. ¡ Que dolor será el mio, si en aquel triste dia no me he apro
vechado de las reflexiones que hago en este ! Apelo, Salvador mio,
á vuestra divina gracia, yá la proteccion de vuestra santísima Ma
dre , en quien despues de Vos coloco toda mi confianza durante
mi vida y en la hora de mi muerte.

Jaculatorias. — ¡ Ah , Señor ! ¡ y cómo tengo continuamente en


la memoria que me restan pocos dias que vivir ! (Psalm. ci).
Muera mi alma con la muerte de los justos, y sea mi vida pare
cida en todo á la suya. (Num. xxin).
PROPÓSITOS.
1 Es la muerte un fiel espejo que, mostrándonos lo que algun
dia hemos de ser, nos pone á la vista lo que somos. La sepultura es
propiamente nuestro verdadero domicilio ; el polvo, los gusanos, la
ceniza , todo el fruto de nuestra robustez. Busca entre aquel mon
ton de huesos calcinados , entre aquel puñado de ceniza , todos es
tos dictados magníficos y pomposos , todas esas prendas aplaudidas
y brillantes , toda la grandeza del mundo. Clases, empleos, digni
dades, prelacias, hermosuras, galas, todo se hundió en el sepul
cro. El solo nos está continuamente enseñando la leccion mas im
DIA XXII. ¿39
portante; pero ninguno quiere oir esta leccion. El melancólico so
nido de las campanas, el fúnebre acompañamiento del entierro, los
funerales de nuestros amigos y de nuestros parientes , nos llevan
delante de la sepultura. Pero ¿qué importa? Todos se paran á mi
rar la sepultura del difunto , y pocos k considerar la propia ; con
todo eso, este era el objeto que menos habiamos de perder de vista.
No hay remedio mas eficaz para abatir el orgullo , para curar las
inflamaciones del corazon, para enfriar el amor á los deleites, para
extinguir todas las pasiones ; es un soberano específico para mover
nos á seguir el partido de la virtud , y para perder el gusto á las di
versiones del mundo. Usa de este remedio siempre que oigas la hora
del reloj, y considera que ya estás una hora mas cerca de la sepul
tura.
2 No se pase la semana sin que visites alguna vez la iglesia don
de has de ser enterrado, como lo practicaron muchos Santos ; y aun
el dia de hoy tienen esta provechosa devocion no pocas almas timo
ratas , meditando un rato en la muerte sobre su misma sepultura.
Cuando veas en las iglesias algunas sepulturas cuidadosamente cer
radas y calafateadas , haz reflexion á que aquello se hace para que
la corrupcion y el mal olor no las inficione ; precaucion muy nece
saria, pero al mismo tiempo consideracion muy oportuna para for
mar una idea cabal de la miseria del hombre, para confundir nues
tra delicadeza, nuestro amor propio y nuestro orgullo. Cuando te
halles en algun convite espléndido , en alguna funcion lucida , en
algun sarao , trae en la memoria lo que has de ser en la sepultura.

DIA XXII.

MARTIROLOGIO.
Los santos má «tires Fatjstíno, Timoteo t Vbnüsto, en Roma. (El pri
mero era español, y los otros italianos, siendo martirizados en ios primeros si
glos del Cristianismo ).
Los santos mártires Casto y Emilio, en África, los cuales consumaron
el martirio en el fuego. De ellos escribe san Cipriano, que siendo vencidos en
el primer combate, salieron victoriosos en el segundo con la graciadel Señor,
quedando hechos reas fuertes los que antes cedieron á las llamas.
Santa Julia , virgen', en Córcega ; la cual en la cruz alcanzó la corona del
martirio. ( Vease su vida en las de hoy).
San Basilisco , mártir, en Comana en el Ponto , al cual , siendo emperador
Maiimiano y presidente Agripa, le calzaron unas chinelas de hierro, claván
doselas en los piés con clavos hechos ascua ; lo atormentaron con otros diver
440 MAYO
sos tormentos, y por último, hnbiéndolo decapitado, y echado su cuerpo en un
rio, alcanzó la corona del martirio.
Santa Quiteria, virgen y mártir, en Kspaña. (Véase su vida en las de hoy).
San Marciano, obispo y confesor, en Ravena.
San Roman , abad , en territorio de Auxerre ; el cual sirvió á san Benito en
la cueva, y pasando despues á Francia, edificó allí un monasterio, y dejando
en él muchos discípulos de gran santidad , murió en el Señor (á fines del si
glo II).
San Fulco, confesor, en Aquino. (Véase su noticia en las de hoy ).
El beato Athon, del Órden de Valleumbrosa , en Pistoya de Toscana.
(Véase su noticia en las de hoy ).
Santa Elena , virgen , en Auxerre.
Santa Rita, viuda, en Casia en Umbría, del Órden de ermitaños de san
Agustín, la cual despues que se le murió el marido, amó únicamente al eterno
esposo Jesucristo. ( Véase su vida en las de hoy).

SANTA RITA DE CASIA.


Entre los pueblos fértiles del reino de Umbría , pertenecientes al
obispado de Espoleto, es uno Casia , á cuya jurisdiccion pertenece
Roca-Porrena , donde en et siglo XIV de nuestra era cristiana vi
vían dos esposos conadmirable edificacion en su dichoso matrimonio,
distinguiéndose sobre otras virtudes en la especial gracia de compo
ner discordias , llamados por lo mismo pacificadores de Jesucristo.
Sentían en el alma verse privados de sucesion para su consuelo ; y
para conseguirla recurrieron á Dios por medio de oraciones fervo
rosas y obras de piedad , suplicándole se dignase concederles fruto
de su bendicion. Oyó el Señor agradable sus peticiones , y repitien
do con la madre de Rita los prodigios de fecundidad que antigua
mente con Ana é Isabel , concibió en su ancianidad. Admirada con
la novedad, la consoló un Ángel con la agradable noticia de que
daría á luz una hija muy amada de Dios y estimada de los hombres
por su eminente virtud. Desde luego quiso el cielo manifestarlo así,
pues nació sin el menor dolor de su progenitora ; dispensando en
esto el Todopoderoso la ley penal , impuesta á todas las mujeres en
cabeza de Eva , por los méritos previstos de la recien nacida , por
cuya boca se vió salir y entrar estando en la cuna un prodigioso en
jambre de abejas blancas como la nieve, indicio nada equívoco de
su inocencia, de su candor, de su dulzura y de su suavidad.
Dudaban los padres sobre el nombre que se la habia de imponer
en el Bautismo, y se les reveló fuese el de Rita, jamás oido en el
mundo, expresion significativa de su rectitud, como lo acreditó en
su prodigiosa vida. Prevínola Dios con sus dulces bendiciones : do
DIA XXII. 441
tóla de un corazon noble, generoso y compasivo , de un entendimien
to vivo , sólido , penetrante y perspicaz , y de una propension natural
á la virtud. Todas estas cualidades ahorraron á sus padres las pe
nosas fatigas de una costosa educacion ; y tuvieron el consuelo de
ver en la niña un pequeño prodigio de la divina gracia, que pare
cía obraba en ella con mas actividad que la misma naturaleza. La
leccion de los libros piadosos , y otros muchos ejercicios de devocion
eran todos los entretenimientos de Rita en su infancia, notándosele
ya en aquella tierna edad un sumo horror á todo cuanto podia las
timar levemente la pureza , una indiferencia y aun un desprecio
total á las galas y vanidades ; persuadida que los adornos exteriores,
por mas preciosos y ricos , no pueden dar un solo grado de mérito
a las doncellas cristianas.
Su hermosura , su modestia y su compostura , acompañadas de
cierto aire de santidad que se dejaba ver siempre en todas sus ac
ciones, le mereció el concepto de la virgen mas prudente y cabal de
su siglo ; y amada por lo mismo cada dia mas de sus padres , vincu
lando estos toda su felicidad en proporcionarla un ventajoso matri
monio , apenas llegó a la edad competente , la prometieron á uno de
los muchos que se declararon pretendientes de su mano, sin consul
tar con la inclinacion de la hija, ni tener atencion á la resuelta de
terminacion que ya habia tomado de consagrar al Esposo eterno su
virginidad. Sintió Rita en el alma golpe tan inesperado, y consul
tando en semejante conflicto con el Señor , le inspiró obedeciese á
sus padres ; siguiendo en esto la divina Providencia el designio de
que fuese un modelo de perfeccion en el estado de matrimonio, co
mo lo habia sido en el de virgen.
Luego que entró Rita en el nuevo estado , hízose cargo de las obli
gaciones y trabajos de él. Su primer cuidado fue estudiar el genio,
la inclinacion y el humor de su marido para darle gusto en todo ;
pero tuvo la desgracia que manifestó á breve tiempo una condicion
brutal , cuyas pasiones dominantes eran la cólera y una desenfre
nada incontinencia. Aunque la Santa se dedicó á templar la una con
su modestia y apacibilidad , y la otra con su paciencia y disimulo,
con todo, dejándose conducir el bárbaro marido de su destemplanza,
hacia que fuese víctima de su furor la esposa que por título ningu
no merecía; llegando sus desprecios al extremo de injuriarla con
indecentes palabras , y maltratarla con peores obras. Sufrió Rita
con indecible paciencia tan deshecha tempestad por espacio de doce
años, resignándose en todo con la voluntad de Dios. El único con
442 HATO
suelo que tenia en sus aflicciones era el recurso á la poderosa in
tercesion de la santísima Virgen , y al patrocinio de san Juan Bau
tista, san Agustín y san Nicolás de Tolentino, á quienes profesaba
una particularísima devocion , empleándose en rigurosos ayunos y
obras de piedad , pidiendo á Dios mudase la condicion de su esposo.
Oyó el cielo sus reverentes súplicas, y haciendo que reflexionase el
bárbaro los grandes ejemplos que en tanto tiempo habia observado
en su mujer; admirado de su apacibilidad , de su sufrimiento , y de
más virtudes, se convirtió en manso cordero de un fiero leon ; no
siendo ya aquel colérico, altivo, soberbio, disoluto, sino otro poi
el contrario , modesto , humilde , casto , y temeroso de Dios.
Serenada tan terrible borrasca, llena Rita de gozo por semejante
trasmutacion, se aplicó enteramente á la educación de los hijos que
se sirvió darla el Señor, y al gobierno de su familia, alentándoles á
todos á seguir por el camino de la virtud con sus sábias exhortacio
nes y admirables ejemplos. Ocupada en estos oficios propios de su.
obligacion, ocurrió la muerte desgraciada de su marido, la cual sin
tió con su acostumbrada piedad, y procuró encomendarle á Dios por
cuantos sufragios y obras meritorias recomienda nuestra santa Re
ligion. Pero precaviendo que pudiera trascender á sus hijos el re
sentimiento del violento homicidio de su padre, no satisfecha de
exhortarles continuamente á que en tiempo alguno debian tomar ven
ganza, sino perdonar al agresor, por mandarlo así Dios en su sacro
santa ley, suplicó al Señor les llevase para sí (siendo su voluntad),
á fin de que no incurriesen en semejante crimen : cuya oracion fue
oida por Dios.
Viéndose Rita desembarazada de todo lo que podia detenerla en el
mundo, resolvió poner en ejecucion los primeros deseos de consa
grarse al Señor. Pasó á este efecto al monasterio de Santa María
Magdalena, del Orden de san Agustín, sito en Casia, donde pidió
el hábito de religiosa con humildes ruegos y súplicas fervorosas; pe
ro se le negaron por primera , segunda y tercera vez , disponiéndo
lo así Dios para que fuese su entrada mas ruidosa. Conformándose
con la voluntad divina , se propuso formar en su habitacion un re
tiro donde servir á Dios, como pudiera en el claustro la mas perfec
ta religiosa, ocupándose en cuantos laudables ejercicios recomienda
el Apóstol á las verdaderas viudas cristianas, brillando en este es- .
tado con el mismo ejemplo maravilloso que en el de virgen y en el
de casada.
Estando una noche en fervorosa oracion, oyó tocar á la puerta,
día xxii. 443
y llamarla por su nombre ; pero no habiendo visto á persona alguna
luego que salió á responder por la ventana, volviéndose al mismo
ejercicio , quedó ta un éxtasis admirable, y en él se le aparecieron
tres respetables varones , que le dijeron con dulces palabras : Ven,
Rita amada, pues es tiempo ya de que entres en el monasterio , del que
has sido tantas veces repelida. Consolada con tan extraordinario fa
vor , acompañada de los tres venerables emisarios , que lo fueron san
Juan Bautista, san Agustín y san Nicolás de Tolentino, caminó por
un espantoso sitio que está a la ribera de Roca-Porrena, y entró
en el monasterio de Casia , estando cerradas todas las puertas y ven
tanas, con particular admiracion de las religiosas, que en vista del
prodigio tuvieron que admitir por fuerza superior á la que no qui
sieron voluntariamente.
Ya constituida dentro del claustro , se llenó el corazon de Rita de
imponderable consuelo al verse retirada del mundo , para dedicarse
enteramente al servicio del Señor; acompañando al despojo univer
sal de todos los bienes de la tierra el sacrificio de su propia volun
tad. Sin embargo de estar tan acostumbrada en el siglo á tanta ora
cion y tan rigurosas mortificaciones, luego que vistió el hábito se
adelantó considerablemente en semejantes ejercicios: sujetóse ren
didamente á todas las menudencias de la regla , huyendo de toda
singularidad ; y reputándose indigna de estar en la compañía de las
religiosas, se humillaba continuamente delante de ellas , y no ha
bía en el monasterio oficio tan humilde y trabajoso que no desease
hacer. Ninguna novicia principió con mas fervor la vida religiosa,
ni hizo en breve tiempo mayores progresos en la carrera de la per
feccion. Oyó un dia en el sacrificio de la misa cantar aquellas pa
labras del Evangelio que dijo Jesucristo á sus discípulos : Yo soy
el camino, la vida y la verdad; é ilustrada perfectamente en el sig
nificado de estas expresiones, quedó tan encendida en el amor de
Dios , como si fuese un abrasado Serafín.
Con estas preparaciones hizo su profesion ; y en la noche siguiente
á la solemnidad de aquel acto tuvo la dicha, como otro patriarca
Jacob , de ver una escala que llegaba desde la tierra al cielo , á don
de la dijo su esposo Jesucristo que habia de llegar por los grados de
sus votos. Alentada con este extraordinario favor , hizo Rita empeño
de satisfacer las promesas hechas á Dios, y en efecto las cumplió en
términos que llenó de admiracion á las mas perfectas religiosas. Ja
más se vió en el claustro mas ciega obediencia, mayor pobreza evan
gélica, ni castidad mas pura. Quiso probar la priora la obediencia
Mi MAYO
de Rila, mandándola regar un tronco seco del huerto por mucho
tiempo , y sufrió sin replicar este penoso é inútil ejercicio, hasta que
le alzó el precepto. La misma exactitud observó en la pobreza, bien
justificada en la renuncia total de cuantos bienes poseia en el siglo ;
viviendo gustosísima atenida á la Providencia. En cierta ocasion que
pasabaá Roma con sus hermanas (en tiempo que no guardaban clau
sura las religiosas) á ganar el jubileo, dió una prueba nada equí
voca del amor que profesaba á esta virtud , arrojando á un rio una
moneda que se hallaron , exhortándolas que debian caminar confia
das solo en la proteccion de Dios. Su delicadeza en la observancia
de la castidad fue tan escrupulosa, que le mereció el renombre de
angélica. Hizo el príncipe de las tinieblas los mas fuertes ataques
para manchar su pureza , representándola los objetos mas vivos y
libidinosos ; pero fueron en vano todas sus fuertes tentativas , por
que las mas furiosas y vehementes sugestiones solo sirvieron de ver
gonzosa confusion á los espíritus malignos, quedando siempre vic
toriosa Rita de las baterías de todo el infierno.
La penitencia con que nuestra Santa castigó su cuerpo llenó de
asombro á los espíritus mas robustos. Sobre los rígidos ayunos que
hacia en los dias prescritos por la Iglesia, en las dos cuaresmas ade
más de la comun para todos, y de los que ejecutaba á pan y agua
en todas las vigilias de las festividades de María santísima, anadia
otras asperísimas mortificaciones. De continuo traia pegada á la
carne una túnica de cerdas de puerco con que se martirizaba. To
dos los dias tomaba tres sangrientas disciplinas: la primera con ca
denillas de hierro por sufragio de los difuntos ; la segunda con cor
reas por los bienhechores, y la tercera con cordeles retorcidos por
la conversion de los pecadores ; satisfaciendo á las que le reconve
nían sobre este rigor , con el Apóstol , que castigaba su cuerpo pa
ra reducirle á la servidumbre de la razon , y desarmar de este modo
al enemigo infernal : dejándose ver en medio de tan excesivas ma-
ceraciones acompañada de apacibilidad , dulzura, suavidad, y una
modesta alegría para con todos.
Portentosa Rita en todos los referidos ejercicios , en lo que mas
se dejó admirar fue en el modo maravilloso conque estaba dedicada
á la oracion : aunque en todo el discurso del dia, ó por mejor de
cir , todo él , todas las horas y todos los instantes se bailaba su
mente elevada á Dios, se destinaba con especialidad á este santo
ejercicio desde la media noche hasta romper la aurora ; pareciéndole
tan corto este tiempo, que se quejaba no pocas veces del sol, por
DIA XXII. 445
que al salir la privaba con sus rayos de la quietud y reposo en que
estaba anegada con el silencio de la noche entregada á dulces con
templaciones, en las cuales no pocas veces se dejaba ver en amoro
sos éxtasis , el cuerpo inmóvil , los ojos levantados al cielo , ó clava
dos fijamente en la imágen de un Crucifijo , el rostro inflamado con
el fuego del amor divino; tan agradable y pacífico, que mostraba
bien los deliciosos consuelos de su alma.
Los misterios de la pasion y muerte de Nuestro Redentor eran la
materia mas frecuente de sus largas meditaciones ; y para que es
tos pudiesen excitar su devocion y afecto con mayor actividad , hizo
fijar en su celda los pasos de la pasion de Jesucristo, con el fin de
hacer el Via Crucis todos los dias ; cuyo ejercicio practicaba con tal
ternura, que en repetidas ocasiones la hallaron las religiosas ó dis
traída enteramente de los sentidos, ó en tierra desfallecida á fuerza
del dolor que sentía su alma.
Contemplando cierto dia el vehemente dolor que padecería el Se
ñor cuando le pusieron la corona de espinas , le suplicó se dignase
hacerla participante de aquella pena ; y con efecto, condescendien
do Jesucristo con sus ruegos, le fijó en la frente una aguda espina
de su corona, la cual, sobre el dolor mas vivo que le causó, la pro
dujo una herida incurable, siempre llena de gusanos y de putre
faccion , cuyo intolerable hedor la hizo separarse de sus hermanas
para no serles molesta, quedando con este motivo sola en plena li
bertad para comerciar únicamente con Dios. Sufrió con indecible
paciencia todo el discurso de su vida esta penosísima mortificacion,
á excepcion de un corto tiempo que pasó á Roma á ganar el jubileo,
en el que, por haberse resistido la superiora á concederle este per
miso por razon de la asquerosidad de la llaga, se le cerró prodigio
samente; bien que á su regreso al monasterio se volvió á abrir,
manteniéndose en la misma disposicion hasta su muerte.
El mérito que contrajo Rita en el dilatado tiempo de su padeci
miento, y el grado á que se elevó su espíritu en la contemplacion,
no son fáciles de poderse explicar, como ni tampoco el heroismo en
toda clase de virtudes teológicas y morales. Á la fama de su emi
nente santidad concurrían innumerables personas de todas partes
con el fin de admirar aquel oráculo celestial , por quien el Espíritu
Santo dispensaba sus dones con liberalidad en favor de aquellos por
quienes se interesaba la caridad de su amada sierva. Admirable en
tre otras especiales gracias la de su conocimiento, penetracion y
explicacion de los mas sublimes misterios de nuestra santa fe.
29 tomo v.
446 HATO
Visitóla el Señor últimamente por medio de una penosa y dilata
da enfermedad , en la que dió ejemplo de sufrimiento y resignacion
coa la divina voluntad , sin que perdiese nunca , en medio de los do
lores, su apacibilidad , su tranquilidad, y su paciencia inalterable.
Sobre lodo llenó á las religiosas de admiracion el ver como se podia
mantener tanto tiempo con el corto alimento que tomaba, creyendo
que la frecuencia de la sagrada Eucaristía supliria el sustento cor
poral. En fin , consumida aquella bienaventurada víctima mas á vio
lencia del amor divino que al rigor de la enfermedad ; despues que
recibió los últimos Sacramentos con la devocion y ternura propias
de su espíritu , todo abrasado en divinos incendios , y de haber pe
dido á sus hermanas perdon por sus defectos , recreada con la vista
de su amado Esposo y de su santísima Madre, que la dejaron ane
gada en dulces contemplaciones , rindió su espíritu en manos del
Criador en el dia 22 de mayo del año 1456 , quedando su rostro tan
hermoso y apacible como si estuviese dormida.
Luego que espiró , dió el cielo grandes pruebas de la santidad y
gloria de su fiel sierva por medio de muchos prodigios. Inmediata
mente despidió su cuerpo una fraganciasobrenatural , que trascen
dió por todo el monasterio , y se tocaron por sí las campanas de Ca
sia , anunciando el dichoso tránsito de aquella amada esposa de Je
sucristo. Pero lo mas admirable fue, verse convertida en resplandor
brillantísimo la llaga de su frente , que hasta allí se mantuvo llena
de gusanos y putrefaccion. Tuvieron las religiosas en el féretro su
cadáver algunos dias para satisfacer la devocion de la multitud de
gentes que concurrían á venerarle ; despues la depositaron en el mis
mo oratorio en que tuvo la dicha de ser participante de la espina
de la corona del Señor , donde se conserva con reja al coro y á la
iglesia, para que tanto las religiosas, como el pueblo, puedan dis
frutar la vista de aquel venerable cuerpo , que se mantiene despues
de tantos siglos incorrupto, con los mismos síntomas, color y flexi
bilidad que si estuviese dormido ; con la particularidad de participar
igual incorruptibilidad los vestidos con que se enterró , y aua los que
usó en vida.
La multitud de milagros que obró el Señor por la intercesion de
Hita movió á las religiosas de Santa María Magdalena de Casia á
que solicitasen de la Silla apostólica su beatificacion y canonizacion ;
y reunidas sus eficaces súplicas coa las de los pueblos de Lmbría y
de toda la Religion de san Agustin para con Urbano VIII ; constan
do á Su Santidad los mismos prodigios , cuando fue obispo de Espo
día xxn. 447
leto ; concluidos los procesos informativos correspondientes , la decla
ró beata por su bula de 2 de octubre de 1627 , y despues la mandó
poner en el catálogo de los Santos con las ceremonias acostumbra
das en el de 1634.
En el dia que se celebró la fiesta de su beatificacion, entre otros
muchos milagros, se advirtió con particular admiracion de la mul-
titud de concurrentes , que abrió la Santa los ojos tan refulgentes co
mo si estuviese viva , habiéndolos tenido cerrados hasta entonces ; y
continuando Dios en hacerla maravillosa, todos los años en el dia
de su festividad se levanta su cuerpo del fondo donde está hasta la
superficie de la reja. Y cuando alguno de los correspondientes su
periores quiere ver su cuerpo , ó por devocion , ó por otro motivo,
se eleva á la superficie del arca , para ofrecerse á la inspeccion mas
fácilmente. Notándose tambien, que cuando el Señor quiere hácef
algun milagro por su intercesion, se percibe algunos dias antes un
olor fragantísimo en el monasterio.
SAN FULCO, CONFESOR.
En la diócesis de Aquino en Italia hay una tradicion, por laque'
se atestigua que este S§nto era inglés , y que habiendo repartido sus
bienes á los pobres, pasó su vida peregrinando, primero á los Lu
gares santos de Jerusalen y Roma , y á otros santuarios célebres de
Europa. Parece que vivió en el siglo XII, y que hallándose de pa-
so en Aquino, cayó gravemente enfermo, y que despues de algu
nos dias murió en el hospital de la misma ciudad. Antes de morir
dió muestras de su santidad y virtud, no solo en su resignacion y
en el fervor con que recibió los santos Sacramentos , sí que tambieií
en los visibles favores que el cielo le dispensaba. Algunos enfermos
que se encomendaron á sus oraciones cuando iba á morir, queda*
ron sanos, y habiéndose divulgado la noticia por la ciudad, m fé
retro fue visitado y venerado por una multitttd de pueblo qtífe' fué;
testigo de grandes portentos. Dicese tambien que el cielo reveló á
un pobre cojo los méritos, la patria y circunstancias de su siervo, y
que por este medio pudo saberse lo que en vida había ei Santo te
nido oculto.
SANTA JULIA, VIRGEN Y MARTIR.
Habiendo sorprendido á Cartago el año de 439 Genserico, rey de
los vándalos , uno de los mas ardientes protectores del arrianísmo,
ejecutó las mas bárbaras crueldades, principalmente en las familias
29'
448 MATO
mas distinguidas de aquelta populosa ciudad. Resuelto a fijar en ella
su corte , quiso desembarazarse de lodo lo que podia causarle algun
recelo. La primera que experimentó su inhumanidad fue la noble
za. Quitó la vida, ó les obligó á que la salvasen huyendo, á todos
los que ocupaban los cargos, ó lograban en la república algun cré
dito. Despojó á los ricos de sus haciendas, á las iglesias de sus or
namentos , apoderándose de todos los vasos sagrados ; y no contento
con reducir a los mas ilustres ciudadanos al estado de mendigos, á
todos los hizo esclavos. Las mujeres y doncellas de distincion fueron
vendidas á los mercaderes, y por muchos dias fue entregada al pi
llaje la ciudad.
Entre estas ilustres esclavas se halló una de la primera nobleza,
llamada Julia, que habiendo sido educada con el mayor cuidado en
las santas máximas de la religion cristiana , habia hecho maravillosos
progresos en la virtud, y era la admiracion de toda la ciudad. Ar
rancada del seno de su familia, fue vendida á un mercader gentil,
llamado Eusebio , que la condujo á Siria. Fácilmente se deja consi
derar cuánto sentiría Julia una mudanza tan espantosa de condicion.
Acostumbrada á ser servida , y á vivir delicadamente , se vió reduci
da á la triste suerte de servir y de vivir corn^ una vil esclava.
Solo halló consuelo en la Religion y en su propia virtud. La vista
de Jesucristo crucificado templaba la amargura de su corazon, y
detenia el torrente de sus lágrimas. Conoció que por servir á un amo
idólatra , no por eso era menos sierva de Jesucristo , y se dedicó á
cumplir exactamente con todas las obligaciones de su estado , sacri
ficándose mas y mas en la penosa y abatida condicion de esclava.
Bien presto se dejó reparar y aun admirar su virginal modestia, su
compostura, su porte y su aplicacion á los oficios á que la destina
ban. Estimábala tanto su amo, que el aprecio llegó á ser veneracion ;
y solia decir que sentiria menos la pérdida de todos sus bienes, que
el perder solo á su esclava.
Este favor, que merecía Julia á su amo, solamente la servia para
dedicarse con mayor libertad y con mas ardiente fervor á los ejerci
cios de su santa Religion. Ayunaba rigurosamente todos los dias;
el amo se afligía al ver lo mal que Julia se trataba ; pero todas sus
instancias , y todos los medios de que se valió para obligarla á co
mer , y á darse mejor trato , solo pudieron conseguir que se dispen
sase en el ayuno los domingos. El amor á la castidad se dejaba ver
en todas sus acciones, no pudiendo subir á mas su delicadeza en
esta preciosísima virtud. Aunque su extraordinaria hermosura la
sia xxii. 449
ponia en tantos peligrasen medio de aquellos paganos , se habia he
cho tan respetable por su virtud y por su modestia , que los paga
nos mismos se portaban con la mayor circunspeccion cuando se ha
llaban en su presencia.
En acabando con las haciendas de la casa ( porque su virtud no
se acomodaba con la ociosidad) empleaba el tiempo en oracion, y
en la leccion de libros devotos que pudo salvar del pillaje de su casa.
Como si no fuera bastante el trabajo de servir para una doncella
tierna, noble, criada con regalo y con la mayor abundancia, ana
dia crueles penitencias á las penalidades de su estado. Tenia graba
do en su corazon á Jesucristo crucificado, y esta memoria renovaba
cada dia su fervor, dándola nuevo aliento y nuevo gusto en las mor
tificaciones cada vez que le contemplaba. Á la verdad derramaba el
Señor en su alma tan abundantes consuelos, que siempre se la veia
con un semblante risueño , y apenas vez alguna se ponia en oracion,
que no corriesen de sus ojos dulces y copiosas lágrimas.
El mayor elogio de la Religion que profesaba Julia era su vida
ejemplar ; acreditábala con sus obras ; y su mismo amo, aunque gen
til , no cesaba de alabar continuamente la religion cristiana. Llená
base nuestra Santa de consuelo al ver la justicia que se hacia á su
religion ; pero en esta prosperidad una sola cosa la afligía , y era pa
recería que esto mismo la ponia cada dia mas distante del martirio,
por el cual ansiosamente suspiraba. La esperanza que siempre ha
bia tenido de derramar su sangre por Jesucristo era lo que la alen
taba en la triste condicion en que se veia; este era el objeto de sus
ansias , la materia ordinaria de sus oraciones , y la gracia singular
que incesantemente pedia á Dios por intercesion de la santísima Vir
gen , á quien profesaba muy tierna devocion : pedíala diariamente
con las mayores instancias que la alcanzase de su querido Hijo la
palma del martirio.
Siendo tan amada del Hijo y de la Madre la humilde sierva de
Dios, no podia dejar de ser oida. Habianse ya pasado algunos años
de su esclavitud en Siria, cuando á su amo Eusebio, que hacia en
las Galias un gran comercio en los géneros mas preciosos de Levan
te, se le ofreció un viaje á la Provenza, y resolvió llevar consigo á
su esclava. No podia Julia resistir á la voluntad del que tenia auto
ridad para mandarla. Embarcóse, pues, no dudando que tendría
sus altos fines la divina Providencia en disponer aquel viaje, en el
cual no la podían faltar, cuando menos , muchas ocasiones de pade
cer , y quizá se la proporcionaría la del martirio, por que tanto suspi
430 BAYO
raba, Con efecto , la halló antes de mucho tiempo. Hizo arribada el
navio en la isla de Córcega; mandó Eusebio echar el áncora; y no
ticioso de que los habitadores del» isla, todos idólatras, celebraban
una gran fiesta en honor de sus falsos dioses , quiso asistir á ella , y
saltó á tierra con toda la gente.
Entró en el templo , y sacrificó un toro al demonio. Al sacrificio
se siguió el convite y la disolucion, como era de costumbre. Julia se
habia quedado á bordo con parte del equipaje; algunos criados de
Félix , gobernador de la isla , entraron en el navio ; y habiendo vis
to á Julia hincada de rodillas, preguntaron á los de la tripulacion
qué hacia allí aquella doncella. Respondiéronles que era una escla
va del Sr. Eusebio , la cual trataba de vanas supersticiones todas
sus ceremonias y todos sus sacrificios, sin poder llevar en pacien
cia ni aun el nombre solo delos ídolos. Volvieron á tierra los criados
del Gobernador , y luego le contaron como en el navio habia una
• tierna doncellita que hacia burla del culto de los dioses, y conde
naba los sacrificios.
Era Félix uno de los hombres mas encaprichados y mas ardientes
defensorio de las supersticiones paganas ; y pregunto á Eusehio por
qué razon no habia concurrido al sacrificio todo el equipaje del na-
yío , y quién era una doncella de poca edad que venia en él , y se
burlaba de todas sus ceremonias. Es, respondió Eusebio, una don
cellita cristiana, eselava mia, de quien jamás he podido conseguir que
mudase de religion por mas arbitrios de que me he valido para es
te fia ; pero en lo demás es de costumbres irreprensibles ; me sirve
grandemente , y me tiene hechizado su modestia. Ella es la que go
bierna mi casa, y eadadia admiro mas su fidelidad. — Con todo eso,
replieó Félix , yo os aconsejo que la obligueis á que rinda á los dio
ses el debido culto , ó en caso de no quererlo hacer, á que os des
hagais de ella. — Ni á uno ni á otro mepuedo resolver, respondió En
sebio, y el mejor partido que podemos tomar es dejarla en paz. —Pues
vendédmela á mí , replicó Félix, que yo os daré por ella todo cuanto
me pidiereis; y si no quereis dinero, escoged entre todas mis cria
das aquellas cuatro que mas os agradaren. — Todo cuanto teneis,
respondió Eusebio, no vale lo que ella merece; y antes perderé yo
todo cuanto tengo , que perderla á ella.
Conoció el Gobernador que nunca lograría de él que se la entre
gase vttluatariamente, y que era menester recurrir al artificio. Dis
puso , pues, un magnífico banquete, como para cortejar á Eusebio,
y tuvo gran cuidada de embriagarle. Logrólo, y aprovechándose de
DIA XXII. 451
la ocasion , dió orden á sos criados que fnesen á bordo , y que tra
jesen á Julia á su presencia. Cuando la turo delante la dijo con ar
tificiosa ternura : No temas, hija mia, que se pretenda hacerte al
gun insulto; estoy muy informado de tu virtud, y no merecen tus
prendas que gimas por mas tiempo en el indigno estado de esclava.
Quiero tomar de mi cuenta tu fortuna, y no pido de tí otra corres
pondencia que el que vengas al templo á cumplir con tus devocio
nes , y hacer sacrificio á nuestros dioses. Yo pagaré á tu amo tu res
cate ; si quisieres mantenerte en nuestra isla , no te faltará un esposo
digno de tus prendas y de tu persona ; y si gustares de irte á otra
parte, yo te pondré donde eligieres, y te equiparé á mi costa de
todo lo que necesitares.
Respondió Julia con mucha modestiaycompostura, pero con igual
resolucion , que elta se consideraba verdaderamente libre, mientras
tuviese la dicha de ser sierva de Jesucristo ; que estaba contenta con
su condicion , y que ni pretendía ni pensaba en hacer otra fortuna
que la del cielo. Pero en orden á ese culto que me proponeis, aña
dió levantando la voz para ser oida de todos, tened entendido que
el sumo horror con que miro vuestras ciegas supersticiones me hace
estremecer solo al oir semejante proposicion. Soy cristiana, y mi
mayor dicha será perder la vida por mi Señor Jesucristo.
Irritado Félix con tan animosa respuesta, la mandó abofetear tan
cruelmente , que se dejó ver bañado en sangre su virginal semblan
te. Dijo entonces la Santa : Mi dulce Salvador fue primero abofeteado
por mí ; gran dicha es la mia ser tambien abofeteada por mi dulce
Salvador. Saliendo Félix fuera de sí , ordenó que la colgasen de los
cabellos , y que la moliesen á palos. Hubiera espirado en este tor
mento, á no haberla conservado Dios la vida milagrosamente. En me
dio de él se la oyó exclamar de esta manera: Seas mil veces bendito,
amable Salvador mio, por la insigne gracia que concedeis á vuestra hu
milde sierva; dichosa yo si merezco tener alguna parte en vuestros do
lores; pero ¡oh, Señor, y qué grande diferencia! Á mí me arrancan
los cabellos, y yo veo una corona de espinas que traspasan vuestra sa
grada cabeza; verdad es que ámime quebrantan á palos, pero vues
tro sagrado cuerpo está despedazado con crueles azotes ; contra mí vo
mitan maldiciones, mas tambien os estoy mirando á Vos harto de opro
bios. Triunfaba de alegría en medio de los¿mas atroces suplicios,
cuando temiendo el Gobernador que despertase Eusebio, y no le per
mitiese llevar al cabo su bárbara resolucion, hizo que á toda priesa se
levantase una cruz , ó una especie de horca , para colgar de ella á
452 MAYO
la Santa. Á vista de la cruz se llenó de nuevo gozo , y exclamó di
ciendo : Siempre he deseado ardientemente, ó amado Salvador mio,
dar la vida por Vos; pero nunca me atreví á prometerme la honra de
darla en un madero á imitacion de mi divino Maestro. Dignaos, Señor,
admitir el sacrificio que os ofrezco de ella; tened misericordia de estos
pobres ciegos, y perdonadles mi muerte. Apenas pronunció estas pa
labras cuando la colgaron los verdugos , y en el mismo punto en que
espiró , despertó Eusebio. En vano llenó el aire de quejas y de ame
nazas al Gobernador; Julia era muerta, y tan inútiles fueron sus
lágrimas como su resentimiento.
Luego que espiró la Santa se apoderó un secreto terror del cora
zon de los impíos que habian contribuido á su muerte, ó se habian
hallado presentes á ella. Retiráronse todos con precipitacion , y mien
tras tanto se aparecieron dos Ángeles á unos santos monjes que ha
bitaban cierta isla vecina, llamada la isla Margarita, por otro nom
bre Gorgona, y habiéndoles informado de todo lo sucedido, les
mandaron de parte de Dios que fuesen á retirar el cuerpo de la San
ta. Embarcáronse al punto, y llegando al cabo, encontraron, al sa
grado cuerpo pendiente todavía de la cruz ; y descolgándole , se
volvieron á embarcar con él , llevando todos palmas en las manos,
y cantando salmos. Los monjes de la isla Capraria, ó Cabrera, mas
inmediata á Córcega que la antecedente, salieron á recibir el santo
cuerpo, y acompañándole como en triunfo hasta la puerta de su mo
nasterio , dejaron que se le llevasen los de Gorgona , donde estuvo
sepultado en un magnífico sepulcro hasta el año 763, en que Di-
dier, rey de Lombardía , le hizo trasladar á Brescia , ciudad de sus
Estados , y hoy perteneciente á la república de Venecia , donde fue
depositado en la iglesia del bello monasterio de monjas que él mis
mo habia fundado, y era abadesa de él su hija Angelberga. Hicieron
las religiosas edificar otra iglesia mucho mas suntuosa que la pri
mera , dedicándola á santa Julia , y fue trasladado á ella el santa
cuerpo con gran concurso de los pueblos. El martirio de esta ilustre
virgen sucedió el dia 22 de mayo. En el lugar donde fue colgada de
la cruz brotó una fuente milagrosa que aun se conserva el dia de
hoy, y en el mismo sitio se levantó una capilla en honra de la San
ta , donde cada dia la ilustra mas el Señor con nuevas maravillas.
SAN ATHON Ó ATTON PACENSE, OBISPO.
En este dia hace fiesta la iglesia de Badajoz á san Atton , obispo
que fue de Pistoya en la Toscana. Este siervo de Dios fue español,
DIA XXII. ¿53
nacido en Badajoz á fines del siglo XI , ó principios del XII , de pa
dres pobres, pero cristianos. El deseo de visitar las reliquias de los
santos Mártires , ó tal vez de verse libre del trato con los mahome
tanos , que tenian entonces tiranizada aquella tierra , lo llevó á Roma
y á otras ciudades de Italia; y enamorado de la observancia regu
lar que florecía entre los monjes de Valleumbrosa , profesó con ellos
la vida monástica, y llegó á ser general de su congregacion. Desde
ella fue sacado para el obispado de Pistoya, en el cual vivió hasta
el año 1183.
Fue Atton muy devoto del apóstol Santiago, y por su instancia
logró la iglesia de Pistoya una gran parte de la cabeza de este santo
Apóstol, enviada por el arzobispo D. Diego Gelmirez , cuando Rey-
nerio, hijo y diácono de la iglesia de Pistoya, era maestrescuela
de la de Santiago de Galicia. Recibió Atton esta insigne reliquia el
año 1145, y la colocó en una capilla de la catedral, y esta ciudad
declaró al santo Apóstol por su patrono. Desde luego experimenta
ron aquellos naturales la proteccion de Santiago, viéndose obrar ma
ravillas sin número con todos los necesitados que de diversas partes
acudían á implorar su favor. Consta esto por algunos breves del papa
Eugenio III , y por otros documentos que Ughello propone en el
tomo tercero de la Italia sacra.
La iglesia de Badajoz por breve de Paulo V reza de nuestro Santo
con oficio de Confesor pontífice desde el año 1614.

SANTA QUITERIA, VÍRGEN Y MÁRTIR.

Lucio Catelio, presidente de Galicia y Portugal , señor de tantas


tierras y vasallos, que se extendía á Utulo de rey su dominio, tuvo
en su esposa Calsia nueve hijas de un parto. Admirada Calsia de tan
prodigioso parto, quiso que a todos nueve les quitasen luego las vi
das , porque su esposo no juzgase menos casta su honestidad. Por lo
cual ordenó á la partera que las echase luego al rio ; pero la divina
Providencia lo dispuso de otra suerte ; pues llevándolas á una vecina
aldea la partera misma las dió á criar, y las amas que las recibieron
por hijas , porque de veras lo fuesen , las hicieron bautizar, y pusie
ron por nombres Genivera, Liberata, Victoria, Eumelia, Germana,
Gemma, Marsia, Basilia y Quiteria, todas santas esposas de Jesu
cristo , que con él viven y reinan. ¡ Con cuánta verdad se puede de
cir que no hay mal que por bien no venga ! Dígalo el presente suce-
Í5Í HATO
so, pues el querer Calsia hacer tanto ma! á sus hijas , como quitarles
la vida, fne para tanto bien suyo, que no pudo ser mas. Porque sus
padres eran gentiles, y así no las hubieran bautizado, antes si dejado
en las oscuras tinieblas de su ciega idolatría.
Vinieron despues por divina disposicion á ser conocidas de sus pa
dres, y recibidas en su casa como hijas. Donde un dia estando en ora
cion Quiteria se le apareció un Ángel que la dijo : Dichosa y bien
aventurada tú , que mereciste hallar gracia delante de Dios, para que
te haya escogido por esposa. De su parte vengo á decirte que es su
roluntad vivas algun tiempo solitaria en el monte Oria, donde te ejer
citarás en oracion y contemplacion. La santa doncella obedeció al
punto, y siguiendo al Ángel llegó con él á dicho monte, donde vivió
algun tiempo gozando divinos coloquios de su dulce esposo Jesús,
visitada de Ángeles y sustentada por ellos, tanto, que ya temía si la
ordenarían que dejase aquella celestial vida , como sucedió, pues den
tro de poco tiempo se le mandó volver á casa de su padre , el cual
estaba muy cuidadoso por no saber lo que de ella habia sido. Reci
bióla alegre con decirle tenia concertado de casarla. Ella , sin deter
minar lo qne haría, se retiró á orar y pedir á Dios la librase del peligro
en que su padre la quería poner de perder su virginidad , y que pues
se la habia ofrecido, que su Majestad se la conservase. Envióle al ins
tante Dios un Ángel que la consoló y dijo que no temiese , y se dis
pusiese á salir otra vez de casa de su padre ; pero que babia de lle
var compañía conforme á su estado é hija de quien era , y pasase á la
ciudad de Aufragia , en donde Dios tenia determinado que recibiese
la corona del martirio. La santa doncella , escogiendo número bas
tante así de varones como de mujeres de casa de su padre , á quienes
movió Dios los corazones para que fuesen con etla, salió con ellos y
se fué á la ciudad de Ánfragia , de donde era señor Lentiano, idó
latra. Tuvo con él Quiteria diversos coloquios, y aunque al princi
pió él la trató ásperamente, al fin convencido de sus prudentísimas
razones vino á convertirse á Jesucristo y hacerse cristiano.
Luego que el padre de santa Quiteria supo de la idea de su hija,
sentíalo demasiadamente , no sabia áqoé atribuirlo, porque tenia de
ella tanta confianza, que pensaba, ó que con alguna de sus herma
nas , é con alguno de sus deudos, iba á entretenerse. Pero sabiendo
el camino que ahora llevaba, la gente qne la acompañaba , y el efecto
que habia hecho d« convertir á la fe de Jesucristo á Lentiano, siendo
él enemigo del nombre de Cristo; muy enojado mandé k un caba
llero principal de su casa, llamado Germano, con quien tenia con
día xxn. 458
certado casarla , que fuese á buscarla con gente bien prevenida , y
hallada le quitase la vida. Así como lo ordenó el cruel padre se puso
por obra , y hallándola en un monte, allí le cortaron la cabeza , yendo
su bendita alma á recibir su bien ganada corona de virgen y mártir
á la gloria. Despues de degollada dicen que la bendita Santa tomó su
misma cabeza en sus manos, y fué con ella un largo espacio de ca
mino hasta una ciudad cercana , donde paró, y allí fue sepultada por
los cristianos , y en su sepulcro hizo Dios por ella infinitos milagros.
Fue su martirio á 22 de mayo , dia en que la Iglesia celebra su fies
ta , por los años 100 del Señor. En Toledo tiene una capilla esta glo
riosa Santa junto al monasterio de la Concepcion ; y en un lugar que
es jurisdiccion de la misma ciudad de Todelo, que se llama Marja-
liza, hay una iglesia antigua de su nombre: el lugar está al pié de
unas sierras en las cuales es antigua tradicion que vivió solitaria
junto á una fuente que hoy llaman unos la fuente santa , y los mas
la fuente de santa Quiteria , donde se dice fue degollada, y en la igle
sia ya dicha sepultada, y del agua de la fuente se ven cada día ma
ravillas : bebiéndola los enfermos invocando á santa Quiteria curan
de varias enfermedades, especialmente de calenturas y tullidos, y
á la iglesia acude mucha gente herida de perros rabiosos , de que es
particular abogada , y hallan remedio. Tambien en Sigüenza está el
cuerpo de santa Liberata , una de sus hermanas, y la tienen por pa-
trona. Y de las otras siete hermanas hay memorias en diversas par
tes de España, y las celebra y venera á todas. La causa de su divi
sion fue , que huyendo todas de la casa de so padre , mas porque no
cometiese él el crimen de ensangrentar sus manos en sus mismas hi
jas que por huir la cara al martirio , le fueron á buscar á diversas
partes , y todas se ciñeron la gloriosa diadema. Hállanse sus vidas en
diversos Breviarios de España , de donde escribió esta Villegas en su
Flos Sanctorum de fiestas y Santos de España , Trujillo in Thesauro
Concionat. (íoro. 2) , el Martirologio romano, y Baronio en sus Ano
taciones.
Los prodigios de naturaleza sueten á veces parecer monstruosos,
pero ninguno hay que no encierre particular misterio, ó sino veá-
mosfo en el monstruoso parto de Calsia , pues de una vez , cosa poco
vista , y por eso tan rara , dió á fa fax común nueve lúcidos astros,
que como tales los venera la Iglesia y corona el empíreo en sus nueve
hijas. ¿Quién le dijera á Calsia que tat monstruosidad de naturaleza
encerraba otra de la divina gracia , que prevenía tan abundante parto
para superabundar mas, escondiéndose el misterio en aquel mandar
456 HATO
las echar al agua , que fue lo mismo que mandarlas bautizar, sin que
rerlo ni saber lo que se hacia? pero siempre los juicios de Dios son
ocultos, y de pocos entendidos. Por ventura, si no las hubiera man
dado quitar la vida, no hubieran tenido, estándose en su casa, ocasion
de gozar de la eterna que hoy poseen. La familiaridad con que Dios
le enviaba sus santos Angeles á Quiteria declara cuánto le agrada
ron sus virtudes ; y que puede mucho con el Rey de la gloria su es
poso, es mas que cierto, y así valgámonos de su intercesión para que
su Majestad nos dé su divina gracia.
La Misa es en honor de santa Quiteria, y la Oracion es la siguiente:
Deus.creatoretconservatoromnium Ó Dios, criador y conservador de
gentium, misericordiam tuam humili- todos los hombres, humildemente iín
ter postulamus , ut hunc diem beatm ploramos vuestra misericordia, pidién-
Quiteria martyris tuce congruis actio- doos nos concedais,que al mismo tiem-
nibus celebrantes , sempiterna quoque po que celebramos la fiesta de vuestra
exercitatione Uttemur. Per Dominum bienaventurada mártir santa Quiteria,
nostrum Jesum Christum... merezcamos algun día acompañarla
en los eternos gozos de la gloria. Por
Nuestro Señor Jesucristo, etc.
La Epístola es del capítulo m del libro de Tobías.
Ad te, Domine, faciem meam con- Á tí, Señor, vuelvo mi rostro : é ti
verto, ad te oculos meos dirigo. Peto, dirijo mis ojos : ruégote, Señor, que
Domine, ut de vinculo impropera hvjus rae desates del lazo de esta ignominia,
absolvas me, aut certe desuper terram ó a lo menos me levantes de la tierra.
eripias me. Tu seis, Domine, quia num- Tú, Señor, sabes que jamás deseé al-
quam concupivi virum , et mundam gun hombre, y he conservado mi alma
servavi animam meam ab omni concu- pura de todo apetito. Jamás me mez-
piscentia. Píumquam cum ludentibus cié con los que se divierten , ni tuve
miscui me, ñeque cum his, qui in levi- amistad con aquellos que caminan con
tate,ambulant, participen me proebui. levedad.

REFLEXIONES.
Numquam cum ludentibus miscui me. Nunca concurrí , ni me mez
clé con los que gustaban de divertirse. Si las diversiones de las gen
tes del mundo son tan inocentes como ellas dicen ; si no hay culpa
ni peligro de ella en divertirse como ellas se divierten , ¿á qué fin
alega Sara por mérito el no haber concurrido con ellas á sus ino
centes diversiones? En medio de eso , todo el plan de vida que se
forman los mundanos se reduce á una cadena , á un enlace , á una
série perpétua de pasatiempos: los que no se hallan en todos son
mirados con un género de lástima, con una especie de compasion,
día xxii. 487
asi de los jóvenes aturdidos, como de las mujeres atolondradas.
Tiranizado el entendimiento portas pasiones, todo él se consume
en discurrir arbitrios para calmar la inquietud de un corazon ham
briento perpétuamente. Sórbense todo el tiempo las visitas, el juego
y los espectáculos. Para que duren de por vida los divertimientos,
basta el dia de hoy ser hombre visible , tener conveniencias , hallarse
en un empleo sobresaliente.
Asegura el Señor que esto de salvarse cuesta mucho ; que para
entrar en el cielo son necesarios grandes esfuerzos; que el camino
que conduce á la vida es apretado y estrecho. Pues ciertamente que
si se salva la mayor parte de los Cristianos , no es tan fácil como pa
rece la verificacion de estos divinos oráculos. ¿Qué esfuerzos hace
para entrar en el cielo toda esa multitud de cristianos brillantes,
para quienes todos los dias son dias de pasatiempos , y toda la vida
es una continuada cadena de fiestas exquisitas y de nuevas diver
siones?
¿Qué habrá costado esa preciosísima piedra á toda esa gente se
pultada en el regalo y en la sensualidad, fastidiada de su misma
ociosidad , á quien solo el nombre de mortificacion estremece y causa
horror? ¿qué habrá costado esa rica corona á toda* esas personas
del mundo, ocupadas únicamente en inventar nuevos gustos, nue
vos primores al placer, y en perpetuar su duracion? Verdadera
mente que si no es penitencia esa misma delicadeza , esa misma ocio
sidad, y esa misma vida deliciosa, no se sabe qué penitencia hace
toda esa gente. Mas ¿para qué, ó porqué se derramarán tanto ha
cia fuera esos hombres bulliciosos? ¿Á qué fin una vida tan atrope
llada y tan tumultuosa? Digámoslo con franqueza; esfuérzanse á
derramarse tanto hácia fuera, porque interiormente se sienten des
pedazados de mil sobresaltos, de mil remordimientos, que hacen
presa en aquellas pobres almas. El verdadero origen de esas ocu
paciones ruidosas y atolondradas de los hombres es el ansia de huir
ellos propios de sí mismos; para una alma mundana el mayor su
plicio es el silencio y la quietud ; cada pasion es una furia , cada idea
es un espectro que atemoriza á quien vive en el pecado. Aquella
continua agitacion no nace de otro principio que del deseo de evi
tar, en cuanto sea posible, la vista de sí mismo; el consuelo de no
pensar en sí por algunas horas es al parecer todo el gusto que per
ciben los mundanos en esa inquieta multiplicacion de diversiones;
de aquí proviene despues aquella agonía tan espantosa en los últi
mos dias y en las postreras horas de la vida. Pero ¿qué mal hay
458 HATO
en divertirse? dicen algunos. Mas yo !es quisiera preguntar : ¿y será
vida digna de un cristiano una vida malograda en mil inutilidades,
fatigada , por decirlo así , del mismo regalo y de la misma ociosi
dad? ¿Y será posible que no haya ningun mal en una vida que se
confiesa poco digna de un cristiano? Diviértese la gente , dicen otros,
porque no sabe qué hacerse. ¡ Bellamente ! pero respóndanme: y las
obligaciones de un cristiano ¿le permiten jamás el no tener que ha
cer? ¿Es posible que precisamente porque uno sea hombre de con
veniencias, persona de distincion, solo porque sea jóven no tenga
obligaciones, ni materia precisa en que emplear el tiempo? ¡Ah,
de qué diferente manera se discurre á la hora de la muerte! Aquet
lecho y aquella hora son la verdadera luz, á la cual descubrimos
muchas obligaciones que antes no se veian. ¿Y se creerá entonces que
las diversiones mundanas eran una ocupacion verdaderamente ho
nesta é inocente? ¿Dará gran consuelo en aquella hora el haber pa
sado una vida tan poco cristiana?

El Evangelio es del capítulo vi de san Mateo.


ln Mío tempore dixit Jeivs discipulis En aquel tiempo dijo Jesús á sus dis-
iHii ., Lucerna torperis tui est oculta cípulos : La antorcha de tu cuerpo es
íuus. Si oculustuus fuerit simplex , ta- tu ojo. Si tu ojo fuere simple, todo la
tum Corpus tuumlucidumerit. Siautem cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo
octdus tuus fuerit nequam, totum cor- fuese malo, todo ta cuerpo será tene-
pus tuum tenebrosum crit. Si ergo lu- broso. Si la luz, pues, que hay en tí se
men,quod in teett, tenebra tunt, ipsee hace tenebrosa , ¿cuan grandes serán
tenebra quantte erunt ? las mismas tinieblas ?

MEDITACION.
Ih la ceguedad interior.
Punto primero. — Considera que el conocimiento es la luz del
alma , como la vista lo es del cuerpo : quítale al hombre esta luz,
y quedará en tinieblas; despoja al alma de aquella, y se precipi
tará en la ignorancia. Las tinieblas materiales causan la ceguedad
del cuerpo, y la ignorancia la del alma. Esta ignorancia (cuando es
culpable) hace que á un mismo tiempo se ignore y se cometa el pe
cado, ó autorizando la pasion, ó desviando la atencion.
Si se peca, dicen algunos, será porque no se aplica la necesaria
reflexion para evitar el pecado; si se peca será por falta de conside
racion, en fuerza de la cual no se piensa que el divertirse, el ju
gar, el vivir en una honesla ociosidad y con todo el regalo posible
día xxii. 489
sea una gran culpa. ¿No se piensa? Pues ¿en qué se piensa, si la
ley santa de Dios , si las obligaciones de cristianos , si el Evangelio
de Jesucristo, si el importante y espinoso negocio de la salvacion no
se llevan todas nuestras atenciones , y no fijan nuestros deseos y
nuestros pensamientos?
En vano intentamos aturdimos para no ver el peligro: el mismo
peligro nos avisa y nos despierta. Levántense del corazon esas es
pesas tinieblas ; ámase el peligro, y por eso no se quiere ver su gra
vedad. Quiérese que no haya especial disonancia moral en esa vida
ociosa y regalona, en esos entretenimientos que halagan excesiva
mente los sentidos, en esos juegos de profesion, en esas diversio
nes interminables, en esos profundos y continuados banquetes, en
esos espectáculos, en esa profanidad. Esto se quiere; pero ¿dejará
de ser malo, solo porque se quiere que no lo sea? y la ignorancia
afectada del mal ¿canonizará una vida que el espíritu de la Religion,
el Evangelio de Jesucristo declaran no ser inocente? Ciérranse, lá
manse todas las ventanas por donde puede entrar la luz , y dícese
despues que nada se ve. Excítase de propósito un humo denso, y
se vive con seguridad, porque no se perciben los objetos. Tírase a
desecar el humor cristalino ; sácanse los ojos voluntariamente por
pasion , por locura ó por furor, y tranquilízase el espíritu con el ri
sible pretexto de que no ve porque está ciego. Esté sano el corazon,
y luego lo estará el alma; purifiquese aquel, y desde luego se disi
parán las nieblas, las ilusiones, las tinieblas de esta.
De buena fe , ¿creemos que Dios nos ha de juzgar por el particu
lar sistema de conciencia que cada uno se forma voluntariamente?
Apodéranse las pasiones del corazon , y tiranizan el entendimiento ;
todo se juzga en su tribunal; admítese lo que ellas aprueban, y se
condena lo que re prueban ellas. Ellas son las que en los hombres

se forjan ellos mismos; y todavía querrán que Dios se haya de go


bernar precisamente por esta obra de las pasiones , cuando se trate
de pronunciar sentencia definitiva sobre nuestra eterna suerte. To
davía pretenderán que entonces haya de excusar el Señor nuestras
flaquezas. ¿Qué concepto hacemos , Dios mio, de vuestra justicia y
. de vuestra prudencia, cuando imaginamos que unas ilusiones y unos
errores tan voluntarios han de ser la regla de las costumbres?

Punto segundo. — Considera que la pasion es la que ordinaria


mente causa la ceguedad. La pasion nunca discurre , siempre es
460 MAYO
ciega. Tiene ojos , mas solo para ver los objetos con los colores que
ella les presta. ¿Aborrécese á una persona? Pues no es menester
mas para que nos dé en rostro todo lo que hace.
Aborrecían los Fariseos al Salvador ; de aquí nació que todo el
brillante golpe de su resplandeciente virtud no bastó para que abrie
sen los ojos ni para ablandarles el corazon. Emponzoñan todo lo que
dice, y condenan todo lo que hace. Si resucita muertos en su mis
ma presencia, el demonio es el que los resucita. Todos sus milagros
se obran (en dictámen de ellos) por virtud de Beelcebub, príncipe
de los demonios. La enfermedad de los fariseos se ha comunicado,
se ha pegado á los hombres del mundo ; entre estos la pasion es la
que decide, no la razon ni la religion. Dicen que tienen horror al
pecado ; pero no quieren que haya pecado en aquellas cosas que les
lisonjean. Sóbranos luz para descubrir una paja, un átomo que no
nos interesa , como sea en los ojos de otro ; pero no vemos una viga
de lagar en los nuestros. No se atrevian los Fariseos á entrar en el
palacio de Pilato por no contaminarse; vamos claros, que la deli
cadeza de conciencia era exquisita ; pero al mismo tiempo pedian sin
escrúpulo la muerte del Salvador. ¡ De cuántas copias será original
esta farisaica conducta !
Mas la ceguedad del alma no solamente es un gran mal , es mu
chas veces efecto del pecado mismo. Has resistido por largo tiempo
á las luces de la gracia ; pues amortiguáronse. No te has aprovecha
do de los talentos ; pues dejáronte con los precisos. Has ahogado las
mas fuertes inspiraciones; pues ya no le hacen impresion. Cerraste
los ojos á los rayos del sol ; pues encubriósete. Y entonces, mi Dios,
¡qué de tropiezos! ¡qué de descaminos! ¡qué de engañosas ilusio
nes ! j qué de falsas ideas ! Doce horas tiene el dia ( dice el Salvador,
Joan, xi ) ; el que camina con él no tropieza; pero el que camina de no
che anda trompicando, porque le falta la luz. Caminad mientras os
alumbra la luz , no sea que sobrevenga la noche. El que camina en ti
nieblas no sabe por dónde va.
¡Mi Dios, qué perniciosa y qué universal es esta ceguera volun
taria! ¿Qué mayor ceguera en las personas del mundo, que la de
creer en Jesucristo , creer en su Evangelio , y vivir como ellas vi
ven? ¡qué ceguera la de los hombres de negocios cuando se trata
de sus intereses! ¡qué ceguera la de los grandes del mundo en no
aconsejarse apenas para su conducta mas que con la ambicion , con
el fausto y con la sensualidad ! j qué ceguera la de los jóvenes en
entregarse precipitadamente á la mas desenfrenada licencia de eos
DIA XXII. 461
tumbres ! ¡ qué ceguera la de los ancianos en no dedicar siquiera el
resto de sus cortos y miserables diasal negocio importante de la sal
vacion ! ¡qué ceguera la de las personas devotas en dar en tantas y
tan perniciosas ilusiones! ¡qué ceguera, en fin, la de las almas re
ligiosas en descuidar tanto de la perfeccion de su estado, y en vivir
una vida tan poco regular !
Libradme, Señor, por vuestra misericordia de un mal que con
duce á la mayor de todas las desgracias. Y pues todavía me alum
brais para que conozca el peligro, haced, mi Dios, que le evite, y
que trabaje sériamente en mi salvacion mientras me ilumina la luz.

Jaculatorias. — Haced, Señor, que vea, y que no camine en ti


nieblas. (Marc. x).
Abrid , Señor, mis ojos para que jamás se cierren con el sueño
fatal de la muerte eterna. (Psalm. xn).
PROPÓSITOS.
1 La ceguedad interior tanto es mas funesta, cuanto es mas vo
luntaria, y por lo mismo mas dificultosa de curar. El ciego de Je-
ricó gritaba con todas sus fuerzas : Señor, tened misericordia de mi:
pregúntale el Salvador: ¿Qué quieres haga contigo? solo por oirle
decir: Señor, que vea. No pide que le curen el que no se imagina
enfermo. Pocos ciegos hay de alma y corazon que juzguen están
verdaderamente ciegos ; por eso hay pocos que sanen de su ceguera.
De aquí nace aquella obstinacion en el error, aquel partidario en-
caprichamiento, aquella tenacidad del propio juicio, aquellas faná
ticas ideas que, siendo siempre efecto de alguna violenta pasion,
cierran la entrada á la conversion , y todas las ventanas á la luz y
á la impresion de la gracia. Este es el estado mas infeliz de todos
los estados ; considérale como tal ,, y por tanto desconfia de tu pro
pio juicio, de tu propia opinion, de tus limitados alcances, y sujé
talos con docilidad, no solo al juicio de la santa Iglesia, sin lo cual
no hay salvacion, sino tambien al de los que te gobiernan, sin lo
cual corres gran peligro de descaminarte y de precipitarte en el er
ror. Serás dócil si fueres humilde; la ceguedad interior siempre es
efecto del interior orgullo y de la corrupcion del corazon.
2 El Evangelio es la regla de las costumbres ; viven ciegos los
que solo se gobiernan por las máximas del mundo ; y de aquí pro
viene aquella fatal seguridad en sus descaminos. Todas las pasiones
ciegan ; desconfia de todo lo que tiene parentesco con ellas , y guár-
30 tomo v.
462 MAYO
date bien de juzgar ni aun la mas mínima cosa en su tribunal. Ob
serva las advertencias siguientes. Primera: Te ha inquietado, ó te
ha desobedecido un hijo, un súbdito, un criado; disimula, difiere
la correccion hasta que estés sosegado y tranquilo ; es menester me
dio dia , y algunas veces son necesarios muchos para que se serene
la pasion, y esta dilacion siempre te será muy provechosa. Segun
da: La misma regla has de observar en todos los que le ofenden.
Despues de la -tempestad y en la calma se presentan los objetos muy
de otra manera ; entonces podrás obrar como cristiano y como pru
dente. Tercera: Profesa una humilde, ciega y perfecta sumision á
todas las decisiones de la Iglesia, como tambien una entera defe
rencia á las órdenes de tus superiores. El primer fruto de la ceguera
es la indocilidad ; y la mayor prueba de la indocilidad es la adhe
sion al propio juicio. Cuarta: Condena todas las máximas del mun
do, y mira su espíritu con horror. Solo la ceguedad interior puede
autorizar como del todo inocentes su profanidad , su ociosidad , sus
diversiones, sus juegos, sus espectáculos, sus concursos peligro
sos. Quinta: Ten un director santo, ó por lo menos sábio y desin
teresado; y nada obres sin su consejo ó sin su orden. Ne innüaris
prudentim tucs, dice el Sábio. (Prov. m). No te fies en tu pruden
cia. Vemos las caras de los otros, pero no vemos la nuestra; no es
mucho que no descubramos nuestras manchas.

DIA XXIII.
MARTIROLOGIO.
El martirio de san Desiderio, obispo, en Langres de Francia , el cual
viendo á su rebaño muy oprimido por el ejército de los vándalos, fué á supli
car al rey que impidiese aquellos insultos ; pero el rey mandó al instante de
gollarle ; y el Santo ofreció alegremente su cerviz por las ovejas que le babian
sido confiadas: habiéndole degollado, voló al Señor. Con él sufrieron igual
mente el martirio muchos de su rebaño, los cuales fueron sepultados en la
misma ciudad. ( Sucedió que cuando el verdugo hirió al santo Obispo, saltaron
muchas gotas de su sangre sobre un libro , las cuales agujerearon muchas hojas
sin tocar ninguna letra : en cuyo testimonio hasta hoy se guarda y muestra el
dicho libro. Fue el martirio de san Desiderio en este dia por los años del Señor
411 , si bien quieren algunos sea el de 346).
Los santos Epitacio , obispo , y Basileo , mártires en España. (Véase su
noticia en las de hoy).
Los santos mártires Quinciano , Lucio y Juliano, en África, los cuales
«n la persecucion de los vándalos fueron martirizados, mereciendo la eterna
corona.
cu xxiii. 4G3
La conmemoracion de los santos Mártires, en Capadocia , que en la
persecucion de Maximiano Galerio murieron, habiéndoles quebrado las pier
nas : y tambien de aquellos otros Santos que al mismo tiempo en la Mesopo-
tamia consumaron el martirio habiendolos colgado por los piés cabeza abajo,
ahogados con humo, y quemados á fuego lento.
San Desiderio, obispo de Viena, en territorio de Leon de Francia, el cual
mereció la corona del martirio , siendo apedreado por órden de! rey Teodorico
(porque había reprendido agriamente los amores incestuosos y crueldades de
Brunequilda , su madre, que era la que gobernaba en realidad ).
San Miguel, obispo, en Sinnada en Frigia.
San Mercuhial, obispo, en el mismo dia.
San Eufebio, obispo, en Ñapoles de Campaña.
Los santos Edtiquio y Florencio, monjes, en Nurcia, de quienes hace
mencion san Gregorio papa. (Véase enestedia).

SAN EPITACIO Y SAN BASILEO, MARTIRES.


San Epitacio, cuya memoria es y ha sido célebre en el obispado
de Plasencia , nació, segun nos dicen varios escritores nacionales, en
aquella antigua ciudad de la provincia de Andalucía de padres in
fieles, los que le educaron en las ridiculas supersticiones del genti
lismo , por lo que vivió envuelto en las miserables sombras de la
muerte basta que oyó predicar las infalibles verdades de la religion
cristiana á san Pedro, obispo de Braga, comunmente llamado de Ra
tes , por haber sido aquel pueblo donde padeció martirio. Era este
uno de los mas famosos discípulos que tuvo el apóstol Santiago, cuan
do hizo resonar en España la voz del santo Evangelio con aquel es
píritu y con aquel valor que nos dan idea del carácter de aquel ce
loso operario del Padre de familias, á quien reconoce la nacion por
su ínclito patrono ; y siguiendo Pedro los vestigios de su maestro,
sembró la semilla de la palabra divina por diferentes pueblos de Por
tugal y de otras provincias contiguas. Hizo en ellas maravillosas con
quistas para Jesucristo, y entre los muchos paganos que convirtió,
fue uno Epitacio que, desengañado de los crasos errores de la ido
latría por la predicacion de Pedro , no tuvo repugnancia en abrazar
nuestra santa Religion , convencido que fuera de ella no hay salva
cion para los hombres. Dejó su patria , padres y bienes por seguir
hasta Braga á su catequista, bajo cuya enseñanza adelantaba con
siderablemente cada dia ; y conociendo Pedro el ardor que manifes
taba Epitacio por dilatar el reino de Jesucristo , como estaba bien
informado de la pureza de su fe y desus eminentes virtudes, le con
sagró obispo, á fin de que se ejercitase en las funciones de aquel
alto ministerio. Dispensólas Epitacio primeramente en Tuy, y des
30*
464 HATO
pues en Plasencia , y manifestándose en ambas ciudades como un
verdadero sucesor de los Apóstoles , redujo á nuestra santa fe á mu
chos gentiles con la luz de su celestial doctrina.
Supo el gobernador de Plasencia las conquistas que hacia el in
signe Obispo ; pero como sus procedimientos eran diametralmente
contrarios á los edictos imperiales , que se dirigían á extinguir el
nombre y religion de Jesucristo, mandó ponerlo en una dura pri
sion, donde padeció innumerables trabajos. Solicitó despues el go
bernador obligarle á que prestase adoracion á los ídolos'; pero el hor
ror que causó á Epitacio la sacrilega impiedad á que quería preci
sarle , y la heroica constancia con que se negó á cometerla , redobló
la furia y la crueldad del tirano en términos que , haciéndole pade
cer exquisitos tormentos con Basileo, otro ilustre predicador de Je
sucristo , recibieron ambos la corona del martirio en tiempo de la
cruel persecucion que movió Neron contra la Iglesia. Dieron los
Cristianos sepultura á los venerables cuerpos de los dos insignes
Mártires con la cautela que les permitían aquellos siglos calamito
sos ; pero habiéndose hallado las reliquias de Epitacio en el año 534,
y continuando despues su veneracion, á instancias del ilustrísimo
Sr. D. Diego Arce y Reinoso, obispo de Plasencia, de su dean y Ca
bildo , concedió la sagrada Congregacion de Ritos por decreto de
8 de octubre de 1650 que se celebrase la festividad de ambos Már
tires en Plasencia y en las demás iglesias de España en el dia 23 de
mayo, que fue el de sus gloriosos triunfos.

SAN EUTIQUIO Y SAN FLORENCIO, MONJES.

San Eutiquio y san Florencio vivían en Nurcia durante el si


glo VI , y san Gregorio Magno en su libro de los Diálogos afirma
que fueron varones de vida ejemplar y de gran perfeccion. San Eu
tiquio fue abad , y el otro simple monje : ambos se estimulaban mu
tuamente en los caminos de la perfeccion , y el cielo les favoreció
con el don de milagros y de profecía. La primitiva disciplina y el
fervor de la vida contemplativa se restablecieron completamente en
tre sus compañeros por medio de sus trabajos y ejemplos. En su
tiempo afligía á todo aquel país una peste horrorosa, y Dios conce
dió la cesacion del azote por las súplicas de sus dos siervos. Floren
cio murió en el Señor el año 540 , y Eutiquio , que habia sido su
padre y compañero en la tierra, fué á reunirse con él en el cielo el
dia 23 de mayo del año 547. Los cuerpos de ambos fueron deposi
DIA XXIII. 465
lados en un mismo sepulcro , que ha sido famoso por los milagros
que junto á él ha obrado el Señor.

LA. APARICION DE SANTIAGO APOSTOL.

El apóstol Santiago, que recibió de Jesucristo la comision de pre


dicar á los españoles el Evangelio, segun entiende santo Tomás de
Villanueva el cumplimiento de la peticion hecha al Hijo de Dios por
la madre de los Zebedeos ; despues.que con sumos trabajos y peno
sas peregrinaciones puso en ejecucion la voluntad de su Maestro,
viniendo á predicar á esta region dichosa, no ha olvidado jamás des
de el cielo el promover con la poderosa intercesion su felicidad , pro
curándola muchas veces con repetidos milagros. La Iglesia de Es
paña , justamente agradecida á los beneficios de tan benéfico patrono
y padre de su fe , celebra con solemnes festividades los dones precio
sos con que ha sido enriquecida. Uno de ellos , y el mas conside
rable despues del primitivo de su predicacion , es la aparicion por
tentosa de este santo Apóstol , con que libró á España de la mayor
ignominia, peleando en sus batallas, y capitaneando sus escuadro
nes para darla una victoria enteramente milagrosa y fuera de sus
esperanzas. La autoridad de nuestra Iglesia que celebra esta festi
vidad , y los multiplicados escritos de varones sábios que refieren
esta aparicion , hacen calmar las dudas que la curiosa erudicion de
algunos modernos ha esparcido sobre este hecho piadoso que , de
ducido de nuestros historiadores , es como se sigue :
En el tiempo del cobarde y lúbrico Mauregato llegó España á un
estado de infelicidad y de impotencia, igual al de soberbia y de po
der á que habia subido la dominacion de los sarracenos. Conocieron
estos la flaqueza y debilidad de los Cristianos, quienes sumergidos
en la molicie y demás vicios vergonzosos, se habian olvidado de aquel
antiguo valor en las armas que habia dado en que entender por es
pacio de mas de dos siglos á todo el orgullo y fuerzas formidables de
aquella república, que las tuvo suficientes para destruir á Cartago.
.Llevaron, pues, su insolencia hasta el exceso de pedir un tributo á
los príncipes españoles tan inicuo como vergonzoso. Consistía este en
pagar anualmente cien doncellas casaderas , que se sorteaban entre
las mas nobles y hermosas , para servir á la incontinencia de los bár
baros. Los españoles vivían por esta causa en una continua amar
gura. Criaban á sus hijas con cuidado y regalo ; pero considerando
466 MAYO
al mismo tiempo que habia de venir un dia en que las apartasen de
su seno , para entregarlas como inocentes corderas á las garras de
lobos carniceros ; el dolor, las lágrimas y suspiros de las piadosas
madres al ver tan precioso fruto de sus entrañas prostituido á la
bárbara carnalidad de los enemigos de Jesucristo, se tenían queso-
focar y desentender á vista de la cobardía y abatimiento en que es
taba sumergida España. Las inocentes doncellas se veian precisadas
á dejar el amado seno de sus padres , sus parientes , sus amigas, la
tierra amada en que habian sido criadas, y alejarse de la sacrosanta
religion en que habian sido educadas para vivir con una gente bár
bara y feroz , embrutecida con los excesos de la carnalidad , y ciega
con las tinieblas de una brutal supersticion. Ni las sentidas lágri
mas que corrian por sus hermosos rostros , ni los gritos que envia
ban al cielo , levantando á él las manos , é implorando su piedad ;
ni el arrancar sus cabellos , ni llenar el aire de lastimosos suspiros
eran parte para que se dejase de cumplir el inicuo pacto que las ad
judicaba á los sarracenos por tributo.
Tanta calamidad , tan vergonzosa miseria no tenia esperanza de
verse ahuyentada de nuestra España sin un especial patrocinio del
cielo ; porque las fuerzas excesivamente inferiores á las dé'los bárba
ros, la cobardía que se habia apoderado de los corazones viciosos , y
la habitud que habian contraido los españoles con la infamia, cer
raban las puertas á todo humano socorro. Quiso finalmente el cielo
poner término á tanta desventura, infundiendo en el corazon de Ra
miro, príncipe glorioso que mandaba por entonces á los españoles,
el generoso pensamiento de quitar de su pueblo este escándalo afren
toso. Era el rey de los moros á la sazon Abderraman II , hombre
soberbio y feroz que , con la prosperidad de las victorias que habia
conseguido contra su lio en el principio de su reinado, se habia he
cho mucho mas poderoso é insolente. Deseaba con ansia mover guer
ra contra los Cristianos , para lo cual buscaba algun pretexto espe
cioso con que colorear sus infieles intenciones. Habia habido alguna
interrupcion en la paga del inicuo tributo, bien fuese por retardarlo
con alguna seriedad los españoles, ó bien porque los moros deteni
dos en otras guerras no estaban en disposicion de hacérselo pagar
con las armas. Envió, pues , embajadores á Ramiro, exigiendo or-
gullosamente las cien doncellas , y acompañando esta exaccion con
terribles amenazas. Bien conoció el prudente Rey que este era un
medio de declararle la guerra ; y como su poder era tan inferior, no
dejó de turbarse y concebir algun temor ; pero gobernando su co
DIA XXIII. 467
razon el honor y la piedad, y mucho mas fortaleciéndole los influ
jos celestiales , determinó pasar primero por todos los contratiempos
y reveses de la fortuna , que consentir en la ejecucion de tan torpe
infamia. Despidió á los embajadores con entereza y severidad , ase
gurándoles que solamente el derecho de gentes les podia libertar del
justo castigo que merecía su torpe comision. Luego que partieron
los embajadores llamó á consejo Ramiro á sus grandes para delibe
rar sobre los medios de la guerra, que ya miraban como declarada.
El celo del honor y de la Religion encendió los corazones de todos,
de modo que la iuvieron por justa , y prometieron emplear en ejla
no solamente sus haciendas , sino su sangre y sus vidas.
Establecido esto, hicieron levas en todo el reino para juntar un
ejército respetable , forzando á alistarse y tomar las armas á todos
aquellos que eran capaces de manejarlas , reservando prudentemen
te los brazos necesarios para el cultivo de los campos , de donde le
habia de venir la principal fuerza al ejército. Sabia muy bien el pru
dente Príncipe que no consiste la fuerza de un ejército en lo nume
roso, sino en lo bien disciplinado y bien mantenido ; por tanto sus
providencias tiraban á precaver los desastres del hambre aun mas
que los de la guerra. Habiéndose juntado un ejército lo mas crecido
que se pudo en aquellas circunstancias , salieron contra los moros,
acompañando las banderas los sacerdotes, obispos, grandes y pro
ceres del reino, y toda persona respetable. Sin embargo de que iban
á pelear por una causa tan justa, como conocían el gran poder del
enemigo, su orgullo y soberbia, iban sumamente recelosos de poder
alcanzar victoria. Encomendaron mucho á Dios la expedicion ; armá
ronse con la señal santa de la cruz , y para dar á entender al ene
migo que estaba léjos de ellos el temor, rompieron por sus tierras
haciendo correrías y talas, particularmente en la Rioja, que enton
ces pertenecía á los sarracenos. El rey de estos , Abderraman , no
se descuidaba por su parte en reclutar gentes de sus Estados, pro
veerlos de armas y caballos , y hacerlos ejercitar en los movimien
tos de la guerra. Hizo además de esto que le viniesen gentes del
África , gran cantidad de provisiones , y cuanto juzgó necesario para
dejarse caer como un rayo sobre los Cristianos , y hacerles pagar el
infame tributo. Caminaron los dos ejércitos, buscándose uno á otro
con deseos de encontrarse , y con los recelos que produce el saber
que las contingencias de la guerra son varias , y la fortuna capri
chosa. Cerca de Albelda , fortaleza respetable en aquel tiempo, y co-


«568 MAYO
nocida despues por el monasterio de San Martin , que edificó en
aquel pueblo D. Sancho , rey de Navarra , llegaron á avistarse los
dos campos de cristianos y de moros.
La priesa coh que se habia juntado nuestro ejército no permitía
que sus soldados fuesen muy diestros en el arte de pelear ; por el
contrario, los enemigos traían soldados veteranos , enseñados con la
experiencia y ejercicio, lo cual junto con la superioridad del núme
ro les daba mucha ventaja. Sin embargo, dióse la batalla de poder
á poder, y con el mayor ardimiento , en las comarcas de Albelda,
batalla de las mas sangrientas y memorables que se dieron en aquel
tiempo. Peleaban por una y otra parte los soldados como rabiosos
leones : nuestros capitanes acudían á todas partes, encendiendo y ani
mando á nuestros soldados mas poderosamente con el ejemplo que
con las palabras ; pero la victoria permanecía indecisa. Ya llegaba
la noche sin desistir de la pelea y la matanza; pero como los solda
dos de los moros eran tantos en número, y se sucedían unos á otros,
entraban de refresco en la pelea, y llegaron ya á debilitar nuestro
ejército de manera, que solamente el cerrar la noche con grandes
tinieblas y oscuridad pudo quitar á los moros una completa victo
ria. Esta noche fue el remedio de los Cristianos , así como acontece
que de pequeñas casualidades suele muchas veces tomar ocasion la
fortuna para manifestar maravillosos acaecimientos en la guerra. El
rey Ramiro, viendo á sus gentes sumamente destrozadas y desfalle
cidas por el trabajo y el cansancio del dia , se retiró á un recuesto
que allí cerca estaba , en donde se atrincheró lo mejor que pudo para
guardarse de cualquier insulto del enemigo. Esta accion , aunque
no dejó de ser de soldado prudente y experimentado en aquellas cir
cunstancias , era indicio de que su corazon se reconocía algun tanto
por vencido. En aquella noche hizo curar á los heridos, y aunque
los sucesos del dia les habian hecho perder toda esperanza de felici
dad , dirigían á Dios sus votos con gran copia de lágrimas , espe
rando en su divina misericordia que no permitiría que el pueblo
cristiano fuese presa de sus enemigos. El Rey, lleno de amargura
y de dolor, enviaba sus suspiros al cielo demandando piedad , y so
licitando que aplacase sus enojos. Quebrantado de su misma tris
teza se quedó dormido, y entre sueños vió al apóstol Santiago que
con grande majestad y grandeza confortaba su corazon , asegurán
dole que diese la batalla, con la certidumbre de que conseguiría la
victoria. Con un anuncio tan feliz despertó el Rey sumamente re
DIA XXIH. 469
gocijado, y mandando juntar inmediatamente á los prelados y á los
grandes , les hizo un discurso lleno de confianza y animosidad en
estos términos : •
«Todos cuantos estais presentes, ó esforzados varones , sabeis tan
«bien como yo la triste situacion en que nos hallamos : la batalla de
«ayer fue para nosotros mas presto adversa que favorable, y hubié-
«ramos sido vencidos, si á nuestra debilidad y corto número no hu-
«biera favorecido la noche. Gran parte de nuestros bravos soldados
«yacen muertos en esa campaña. Sabeis cuán considerable es la de
«los heridos, y que el temor de suerte mas funesta tiene á los demás
«amedrentados. Los enemigos , que por su número nos eran supe-
« riores , han cobrado nuevas fuerzas con nuestro destrozo y con los
«beneficios que lograron ayer de la fortuna. El honor y la Religion
«nos han juntado en este sitio: huir es cosa vergonzosa ; permanecer
«atrincherados sin esperanza de socorros es cosa imprudente ; y así
«no nos queda mas medio que volver á la pelea , y verter, si fuese
« menester, nuestra sangre , en defensa de la patria , del honor y de la
«Religion. Ensanchad vuestros corazones, y confiad en que cuanto
«nos falta de fuerzas naturales y de socorro humano, otro tanto su-
«plirá el cielo con sus beneficios. Avivad la fe en vuestras almas, y
«no creais que es supersticion lo que vais á oir. Sabed que esta no-
«che se me ha aparecido en sueños el apóstol Santiago, y me ha cer-
«lificado de la victoria contra nuestros enemigos. Fijad, pues, una
«santa confianza en vuestros corazones, que aunque la fácil credu-
«lidad es criminal , apoyada en ligeros motivos, es mayor delito to
davía la falta de fe, cuando el cielo la atestigua con sus maravillas
«en tan críticas circunstancias. Ea pues , amigos , arrojad todo temor
«de vuestros pechos : pomo pagar un infame tríbuto juzgásteis de-
«bido derramar vuestra sangre : ahora ya no hay medio ; ó quedar
«esclavos y cautivos de los moros , ó vencerlos en batalla, abatiendo
«su orgullo , defendiendo nuestra libertad , rescatando el honor de
«nuestras hijas , y poniendo en salvo los augustos misterios de la san
ata Religion que profesamos.» Pronunciado este discurso, que hizo
en los soldados y grandes todo el efecto que deseaba , y refrescadas
sus tropas, mandó ordenar los escuadrones , y hacer la señal de pe
lea. Nuestros soldados , cual si fueran bravos leones , acometieron á
los enemigos , apellidando á grandes voces á Santiago ; de donde tie
ne su origen la costumbre de decir los españoles al tiempo de aco
meter : Santiago cierra á España. Sorprendiéronse los sarracenos al
ver el ímpetu y valor con que los acometían unos enemigos á quie
470 MAYO
nes contaban por vencidos , y creció mas su confusion con los favo
res que nos vinieron del cielo.
Santiago , cumpliendo !» palabra que habia dado al Rey entre
sueños de auxiliar sus tropas, se dejó ver en el aire cercado de una
luz resplandeciente que deslumbraba y producía contrarios efectos:
en los Cristianos valor, alegría y confianza ; y en los moros tristeza,
terror y espanto. Venia el santo Apóstol montado en un caballo blan
co mas que la nieve ; en la una mano traia un estandarte con la se
ñal sacrosanta de la cruz, y en la otra una fulminante espada, que
parecía un rayo segun la velocidad y destrozo con que la esgrimía.
Púsose á la frente de nuestras tropas, y con su vista creció en estas
el denuedo y la confianza; y en las sarracenas entró tal terror, que
se pusieron en precipitada fuga. Siguieron los nuestros el alcance,
y en él mataron cerca de setenta mil moros, apoderándose despues
de muchos lugares y tierras que estaban en su poder, entre ellos Al
belda y Calahorra. Consiguióse esta milagrosa y memorable victoria
en el año del Señor 844, y segundo del reinado de Ramiro. Dieron
gracias á Dios por una accion tan gloriosa que quitó de España un
tributo tan infame, y abatió por entonces el orgullo del mas pode
roso rey de los sarracenos. Dícese que en agradecimiento de este
grande beneficio hizo el Rey, juntamente con los grandes y prela
dos , un solemne voto al apóstol Santiago, obligando á todas las pro
vincias de España á pagar anualmente á su iglesia cierta cantidad
de trigo, el cual voto aparece despues confirmado con bulas ponti
ficias , y pagado por algunas provincias. Con los despojos de esta
victoria , que fueron riquísimos , hizo Ramiro construir cerca de
Oviedo una iglesia magnifica , dedicándola á la Madre de Dios ; y
otra no léjos de allí , con la advocacion de san Miguel. Agradecida
la Iglesia de España á tan singular beneficio, celebra en este dia tan
portentosa aparicion , reconociendo en ella á Santiago, no solamente
por padre de su fe, sino tambien por su patrono.

HIMNO.
facobttm celebret forlit Iberia, Ensalce á Santiago Iberia la esforzada ,
Jacomim meritis tollat honwibui, Pues tanto lo merece ensálcele á porfía ;
Per quem , barbarici nescia fcederis, De un bárbaro baldon por el quedó librada ,
Vicírix imperat hostibus. Por el venció al autor de tanta tiranía.
Vectigal trucibus pendere jlebile Obligóla á pagar tributo deplorable
Urgetur dominis imperiosius; El fiero musulmam, dueño atrae y villano.
Centenasque, Lupit sponte rapacibus, Cien vírgenes pidió cada año ¡ay miserable!
Lectat sittere virginei. Para satisfacer su instinto nada humano.
DIA xxm. 371
Atersata nefas, arma ferocior Rehusa el espanol tan infame exigencia,
Poscit: mox Arabem, fida Ramirio, Con Ramiro su rey ataca al Agareno,
ít contra: numero sed nimis impari Mas todo su valor ¡ ay ! queda en impotencia
Virtus cedere cogüur. Ante el número de esos partos del Averno.
Quid sperare daíur? Promicat cethere ¿No hay nada que esperar? ¿Todo estará per-
(dido?
Proles horrifici clara tonitrui, No , no , pues Boanerges pelea por España ,
Lunatasque acies, agmina barbara Y á su enemigo audaz, cruel y fementido
Sacro lumine disjicit. Lo vence , lo deshace y rompe cual vil caña.
Ardens in medios fertur acinaces ; Valeroso se mete entre sus batallones,
Instatque attonitis: undjiqw pavidos Y el moro pertinaz es presa del terror ;
Maurorum cuneos rumpH, et integra Deshechos quedan luego enteros escuadrones,
Víctor proterit agmina. De la africana luna el queda vencedor.
Esto exercituum non superabili Perenne honor al Padre invicto general,
Ductori ac Domino, jugis honor Patri, Y de los ejercitos dueño soberano;
Cum Prole unigena, almoque Pneumate Al Hijo igual honor, y honor tambien igual
Per labentiá saxula. Amen. Al dedo principal de la paterna mano. Amen.

La Misa es propia de la festividad, y la Oracion la que sigue :


Deus, qui Hispaniarum gentem bea Ó Dios, que encargaste misericor
to Jacobo apostolo tuo protegendum diosamente las gentes españolas á la
misericorditer tribuisti , et per eum ab proteccion de tu bienaventurado após
imminenti exilio mirabiliter Uberasti ; tol Santiago, y que las libraste por él
concede, queesumus ,uteodemprotegen- de la ruina que las amenazaba ; concé
ie , pace perfruamur esterna. Per Do- denos que con la proteccion del mismo
minum nostrum Jesum Christum... santo Apóstol lleguemos á gozar de la
paz eterna. Por Nuestro Señor Jesu
cristo , etc.

La Epístola es del litro segundo de los Macabeos, capítulo xv.


In diebxts illis : Machabaus semper En aquellos días : Macabeo tenia
confidebat cum omni spe auxilium sibi siempre fe viva y esperanza de que
á Deo affutumm. Et hortabalur sitos ne Dios le habia de dar socorro, y exhor
formidarent ad adventum nationum, taba á los suyos á que no temiesen ver
sed in mente habsrent adjutoria sibi venir contra ellos las naciones, sino
facta de calo, etnunc sperarent ab Om que se acordasen de como en otro tiem
nipotente sibi affuturam victoriam. Et po habían sido ayudados del cielo, y
allocutus eos de legeetprophetis, admo- esperasen entonces que el Omnipo
nens etiam certamina qum fecerant tente les habia de dar victoria, y ha
prius , promptiores constituit eos. Et biéndoles de la ley y los profetas, y
ita animis eorum ereclis , simul osten- acordándoles las empresas que antes
'iebat gentium fallaciam, et juramen- habían acometido, los hizo mas ani
torum prcevaricationem. Singulos au- mosos; y habiendo fortalecido de esta
temillorum armabit, non clypeiethas- manera sus corazones, les ponia de
tce munitione, sed sermonibus optimis lante de los ojos la perfidia de las gen
et exhortationibus , exposito digno fide tes, y como habían violado los jura
somnio , per quoi universos Icetificavit. mentos. Armó á cada uno de sus sol
Exhortati itaque Judm sermonibus bo- dados, no con lanza y escudo, sino con
nis valde, de quibut extolli posset im- excelentes razonamientos y exhorta-
472 mí
peíus, et animi juvenum confor'm, ciones, i ¡"(viéndoles un sueño fidedig
statuerunl dimicare et confligere forti- no, con el caá! á todos llenó de alegría.
ter, ut virtus de negotiis judicaret : eo Exhortados, pues, los soldados con las
quod civitas sánela et templum pericli- eficacísimas palabras de Judas, capa
tarentur. Erat enim pro uxoribus , et ces de excitar el valor, y confortar los
filiis, itemque pro fratribus, et cogna- corazones de los jóvenes, determina
tis , minar sollicitudo : maximus vero et ron combatir con denuedo, y juntar
primus pro sanctitate timar erat tem- los escuadrones para que el valor fue
pli. Sed et eos qui in civitate erant, non se el juez de los negocios, atendiendo
mínima sollicitudo habebat pro his qui á que la ciudad santa y el templo es
congressuri erant. Et eum jam omnes taban en peligro. Era menor el cuidado
sperarentjudicium fulurum , hostesque que les costaban sus mujeres, sus hi
adessent, atque exercitus esset ordina- jos, sus hermanos y parientes, que el
tus, bestia;, equilesque opportuno inloco sumamente grande y principal temor
compositi, considerans Machabarus ad- que tenían por la santidad del templo :
ventum multitudinis , et apparatúm va- aun aquellos que estaban en la ciudad
rium armorum, et ferocitatem bestia- tenían no poca inquietud por la suerte
rum, extendens manusin catlum, pro de los que babian de entrar en batalla.
digio facientem Dominum invocavit, Y estando ya todos esperando la deci
qui non secundum armorum potentiam, sion de la contienda , presentes los
sed prout ipsi placet, dat dignis ticto- enemigos , puesto en órden el ejército,
riam. Dixit unte ni invocans hoc modo : y los elefantes y la gente de a caballo
Tu, Domine, qui misisti Angelum tuum colocada en lugar oportuno : conside
sub Ezechia rege Juda, et interfecisti rando Macabeo aquella multitud que
de castris Sennacherib centum octoginta se avanzaba, y el aparato y variedad de
quinque millia : et nunc Dominator ca>- armas, y la ferocidad de los elefantes,
lorum mitte Angelum tuum bonum ante extendiendo las manos al cielo, invocó
nos, in timore et tremare magnitudinis ¡i aquel Señor que obra prodigios ; el
brachii tui, ut metuant qui eum blas- cual, no segun la fuerza de los ejérci
phemia veniunt adversus sanctum po- tos, sino segun su voluntad, da la vic
pulum tuum. Judas vero, et qui cum eo toria á los que son dignos de ella. Y le
erant, invocato Uto, per orationes con- invocó con estas palabras: Tú, Señor,
gressi sunt: manu quidem pugnantes, que en tiempo de Ezequías, rey de Ju-
sed Dominum cordibus orantes, pros- dá, enviaste tu Ángel , y mataste en el
traverunt non minus triginta quinque campo de Senaquerib ciento ochenta
millia, prasentia Dei magnifice delec- y cinco mil hombres, envia tambien
tati. ahora, ó Señor de los cielos, á tu buen
Angel delante1 de nosotros con la fuer
za del terrible y tremendo brazo tuyo,
para que teman aquellos que blasfe
mando vienen contra tu santo pueblo.
Y Judas con los suyos invocando á
Dios con la oracion ^acometieron á la
multitud ; y combatiendo con los bra
zos, pero invocando á Dios con el co
razon, mataron nada menos quetreinta
y cinco mil hombres, habiendo sido
grandiosamente confortados con la
presencia de Dios.
DIA XXIII. 473

REFLEXIONES.

En todos tiempos ha sido Dios el mismo para con aquellos que le


sirven con corazon puro y amor verdadero. En todos tiempos ha ma
nifestado la grandeza de su poder á favor de aquellas gentes que po
nen en él su confianza. El hecho de Judas Macabeo, que refiere la
Epístola de que usa la Iglesia en la festividad de este dia, es tan
semejante á la aparicion que celebra la Iglesia de España, que mas
parece identidad que semejanza. Nada hay en este mundo que pue
da resistir á la fuerza del poder divino ; pero este no se manifiesta
sino cuando una fe viva y una firme esperanza en la divina miseri
cordia son el alma y espíritu de nuestras súplicas. tié aquí el ori
gen de la ineficacia de nuestras oraciones, y de que nos apartemos
de los sagrados altares con el desconsuelo de no haber conseguido
lo que solicitamos. En los grandes conflictos, en las necesidades que
nos «primen, en las enfermedades, en el peligro de perder la ha
cienda, el honor ó la vida, nada hay mas frecuente que acudir los
fieles con votos y promesas á implorar la proteccion del cielo, po
niendo por intercesores aquellos Santos de quienes son devotos. Pe
ro tambien es verdad que nada hay mas frecuente que ver frustra
das semejantes diligencias , viéndonos obligados á sufrir los reveses
de la fortuna y los males que nos acarrean nuestros enemigos. Llo
ramos nuestras desgracias, vemos con dolor que el cielo nos des
ampara ; pero no reflexionamos que está en nosotros mismos la cau
sa de hacer que el cielo observe con nosotros diversa conducta de
la que ha tenido con nuestros padres en distintas ocasiones.
Hombre sumergido en delitos, que vasá implorarla intercesion
de un Santo , cargado de la obscenidad , de la avaricia y de mil in
justas operaciones con que molestas á tu prójimo, ¿cómo pretendes
que un justo, á quien desagradan todas esas maldades, se declare
en tu favor, quiera ser amigo tuyo, tomar á su cargo tu protec
cion y defensa delante de un Dios, que aunque es padre de miseri
cordia, es tambien Dios de justicia y de venganzas? Mujer profana,
que haces de tu cuerpo la piedra de escándalo en que tropiecen y
se precipiten las almas redimidas con la sangre del Crucificado ; que
empleas en tu adorno todos los lazos que pudiera imaginar el comun
enemigo contra la inocencia ; que descuidas del gobierno de tu casa
y de la educacion de tu familia, por hacerte notable en los espectá
culos y concurrencias peligrosas , ¿con qué temeridad pretendes que
474 MATO
los Santos te favorezcan , y que la misma Madre de Dios preste sus
oidos á tus súplicas? ¿No temes que sus ojos se horroricen de tu pro
fanidad y de tus costumbres? Desengañémonos : el pretender que
nuestro Dios se manifieste con nosotros benéfico y misericordioso,
cuando somos con él desconocidos é ingratos, y nuestra vida es un
testimonio del desprecio con que miramos su poder y sus preceptos,
es una loca presuncion, es una locura necia, es una temeridad in
soportable. Refórmenle primeramente las costumbres: lléguese á las
aras del Altísimo con lágrimas de verdadera compuncion : preceda
á nuestras oraciones la observancia puntual de los divinos precep
tos ; y entonces se verá que nuestras novenas son fructuosas, nues
tras oraciones eficaces, y nos apartarémos del santuario llenos de
consolacion con los favores del cielo. Así lo experimentó el pueblo
de Israel cuando le amenazaba una total ruina por el número y su
periores fuerzas de sus enemigos ; y así lo experimentó tambien
España en tiempos mas felices, cuando al valor del corazon y á la
fuerza de las armas acompañaban la pureza de las costumbres, una
fe viva, y una esperanza firme en la divina misericordia. Dios es
inmudable, su ley es la misma; las efusiones de su bondad están
siempre prontas : nada hay que pueda retardar el alivio de nuestras
miserias, sino nosotros mismos. Seamos, pues, lo que debemos ser,
y no dudemos que los Santos serán nuestros protectores, y si fuese
menester repetirá el cielo sus milagros para librarnos de las enfer
medades, de las calumnias, del deshonor ; en una palabra, de lo
dos nuestros trabajos y de todos nuestros enemigos.

El Evangelio es del capitulo xx de san Mateo, pág. 142.

MEDITACION.
Sobre la ingratitud.
Punto primero. — Considera que entre los vicios humanos ape
nas hay alguno que nos aparte tanto de Dios como la ingratitud que
manifestamos á los beneficios que nos hace su divina bondad , ya
inmediatamente por sí mismo, ya por medio de sus elegidos.
El gran Padre san Agustín (cap. 18 Solil.) asegura que este vicio
es la raíz de todos los males espirituales, y un viento abrasador que de
seca todo bien, y cierra á los hombres la fuente de la divina misericordia.
Dicho esto , apenas hay que añadir una palabra á una sentencia tan
terrible de un Padre de la Iglesia. De ella se infiere cuánto nos
día xxiii. 475
aparta la ingratitud de nuestro Dios y Señor, cuando nos cierra la
fuente de las divinas piedades. Pero esto es un justo castigo del co
razon ingrato , porque no merece menos el desprecio de Dios y de
sus beneficios. El olvidar estos, el negarlos, ó no dar continuamente
las gracias debidas por ellos, denota en nuestra alma desamor á nues
tro Criador , y que hacemos poco caso de sus castigos , ó desus mi
sericordias. El corazon humano es de tal naturaleza , que dificulto
samente puede simular sus verdaderos afectos. Tratacon complacen
cia las cosas pertenecientes á aquellas personas que ama, se deleita
con su memoria, y halla mucho gusto y regocijo en tratar de sus
gracias en todas las conversaciones. Por el contrario, odiamos el
nombre y la memoria de aquellos que aborrecemos , y encontraría
mos satisfaccion en que se borrase del mundo cuanto les hace reco
mendables. Así 'como el amor produce amor, de la misma manera
el desprecio y odio produce envilecimientos y horror : de consiguien
te , siendo desconocidos para con nuestro Dios , hacemos á este Señor
que lo sea con nosotros, y violentamos en cierta manera su bondad
para que nos aborrezca, Á esto se llega ; que con nuestras ingratitu
des frustramos los intentos de Dios cuando nos favorece con benefi
cios ; porque no pudiendo ser estos otros que provocarnos á tributar
le alabanzas, puesto que ni necesita de nuestros bienes, ni puede
tener temor de necesitarlos en lo futuro, resta únicamente el pre
tender nuestro bien y santificacion, y que ensalcemos su gloria.
No es solo el odio de Dios el que forma la justa pena de nuestra
ingratitud , sino que por ella como que se nos ¿ierra la puerta para
poder salir de nuestra miseria. Por la ingratitud nos constituimos
indignos deque Dios continúe con nosotros sus acostumbradas gra
cias , y de consiguiente que perdamos el único asilo que tiene nues
tra miseria para levantarse del cieno de sus deslices. Porque ¿có
mo es creible que emplee Dios sus beneficios en aquel que los des
precia, y que.abusa de ellos para volverse contra el mismo Dios? ¿Por
ventura serémos tan insensatos que queramos hacer á este Señor
de peor condicion que á cualquier hombre? ¿No vemos en estos do
lerse sumamente de la ingratitud , y apartar sus beneficios de aque
llas personas en quienes no encuentran correspondencia? Pues ¿qué
mucho que nuestro Dios tenga con nosotros la misma conducta,
siendo tan superiores las razones que nos obligan á serle agradeci
dos , y las que deben mover su justicia á tratarnos Gon desprecio, y
castigarnos como ingratos? Y verificado esto , di, hombre cristiano,
¿en qué puedes colocar tus esperanzas? ¿Qué recursos te quedan
476 MAYO
para enmendar tu vida, para mejorar tus costumbres, para salir de
tus miserias, para precaver los peligros, para salvarte de las enfer
medades, para verte libre, en fin, de la infinita multitud de cala
midades y miserias que oprimen esta vida? El Espíritu Santo dice
en los Proverbios (cap. vn) : Que aquel que vuelve males por bienes,
experimentará siempre en su casa el dolor y la miseria. Lo mismo
debes esperar tú, respecto de tu alma, si olvidando el beneficio de
la creacion ; la misericordia de Dios con que te conserva una vida
que empleas en sus ofensas; el haberte redimido, dejándote el pre
cio de su sangre en otras tantas medicinas para tus dolencias, cuan
tos son los Sacramentos ; y últimamente, si despreciando la protec
cion de María santísima y de los Santos, y la custodia de los espí
ritus angélicos, no solamente no le das gracias, sino que en todas
tus obras te manifiestas ingrato.

Ponto segundo. — Considera los poderosos motivos que tienes


para ser agradecido á Dios y á sus Santos ; para que trayendo siem
pre tu alma empleada en consideracion tan fructuosa, te libre de
los males de la ingratitud.
El real profeta David , reconocido á los muchos beneficios que ha-
bia recibido de la generosa mano del Dios de Israel , ya ensalzándole
al trono desde el humilde cayado , y ya dándole victoria de sus ene
migos y dolor de sus excesos, exclamaba lleno de gratitud (Psal-
mo xxxni ) : En todo tiempo , á toda hora bendeciré al Señor, y siem
pre sinintermision estarán en mi boca sus divinas alabanzas. Sabia muy
bien el santo Profeta que es corto el tiempo de esta vida mortal para
dar á Dios las debidas señales de gratitud que exigen sus beneficios.
¿Qué tienes en lo natural que no lo hayas recibido de su piadosa
mano ? La salud , el ser y la existencia : la conservacion maravillosa
entre los infinitos peligros á que está expuesta la infancia , la ho
nestidad de tu nacimiento , el carácter de tus padres, los bienes de
fortuna con que te sustentas sobre la tierra, los frutos copiosos que
logran tus trabajos á los tiempos oportunos, la misma tierra que le
sustenta, el aire que fomenta la vida, y la luz del sol que te alegra
y regocija, son unos bienes tan palpables, que cada uno de por si
merece todo el reconocimiento de tu corazon. Pues ¿qué, si se con
sideran Icrs bienes del espíritu? ¿ No pudieras haber nacido en tierra
de bárbaros , ó de gentiles idólatras , en donde nunca hubieras cono
cido el verdadero Ser supremo que crió de la nada todas las cosas,
y las conserva con admirable providencia? Y dado que has nacido
día xxiii. 477
en tierra de cristianos, ¿fue obra tuya la regeneracion del Bautis- .
mo, la constitucion de la Iglesia, la piedad y celo de sus ministros
que han estado siempre prontos á mirar por tu salud, ya dándote
una doctrina segura con que llegues á conocer los dogmas de una
Religion sacrosanta, inmaculada y pura, ya excitándote al cumpli
miento de sus preceptos, y ya finalmente ofreciéndote las espiritua
les medicinas que tiene la Iglesia para librarte de las enfermedades
y aun para darte nuevamente vida en caso de que tu alma la haya
perdido por la culpa?
Si á todo esto se añade la continua efusion de auxilios y de gracias
con que el Espíritu Santo te aparta continuamente del mal , y te in
clina al bien , se hace preciso sacar por consecuencia , respecto de la
gratitud, el mismo modo de sentir que tenia san Pablo respecto de
la caridad : que es decir , que aunque todos tus miembros se convier
tan en lenguas que estén continuamente cantando á Dios alaban
zas ; aunque tu cuerpo y tu alma, tus sentidos, tus potencias y to
dos tus afeetos entrasen en un horno encendido, y ardiesen en fuego
de gratitud, todo ello no bastaría para llegar á cubrir la obligacion
que tienes de ser á Dios agradecido. Pero este Señor no exige de
nosotros tanto . No necesita de nuestros bienes ; y seria tan santo , tan
omnipotente, tanbuenoy tan feliz sin habernos criado, ó destinándo
nos para siempre á los fuegos eternos en pena de nuestras culpas,
como siéndole perfectamente agradecidos , y cumpliendo exacta
mente todos sus preceptos. Así que el beneficio es para nosotros
mismos , y este lo podemos conseguir á muy poca costa. Solo exige
de nosotros la sumision, el reconocimiento, y un tributo de bendi
cion y alabanza en señal de nuestro agradecimiento. Sus beneficios
no pueden ser pagados con otros beneficios ; porque ¿quién es aquel,
se dice en la sagrada Escritura , que hizo á Dios alguna dádiva, y le
será galardonada? Pero para tu inteligencia no te olvides de lo que
dice Jesucristo en el Evangelio , conviene á saber : Todo lo que ha
ceis con cualquiera el mas mínimo de mis pobres y necesitados , tened
entendido que lo ejecutais conmigo. Segun esta sentencia , aunque no
podamos manifestar nuestra gratitud á Dios, haciéndole beneficios
en su misma persona , podemos pagarle haciendo estos mismos be
neficios á los que le representan , que son los pobres.

Jaculatorias. —¿Qué daré al Señor en agradecimiento de tan


tos beneficios como he recibido de su misericordiosa mano? (l'sal-
mo cxv).
31 tomo v.
478 MAYO
Sed agradecidos ; y el modo es perseverar continuamente en la
oracion , velando en ella , y dando á Dios gracias por los beneficios
que habeis recibido de su misericordia. (Colos, m).
PROPÓSITOS.
. 1 Entre todos los vicios y deslices de que se queja Dios en las
sagradas Escrituras de su pueblo, no hay ninguno que saque de su
corazon quejas tan sentidas y amargas como la ingratitud. ¿Es esto,.
se dice en el Deuteronomio (cap. xxxn), lo que vuelves á tu Dios?
¡Oh pueblo estulto y necio! ¿Por ventura no es Dios tu Padre, que
te poseyó, te hizo y te crió? El Verbo divino encarnado, que vino á
este mundo para padecer y morir afrentosamente, manifestó siem
pre una suma conformidad con los tormentos excesivos que le hizo
padecer la perfidia judaica, sin que se oyese de su boca la mas leve
expresion que tuviese visos de queja. Solamente cuando recibió la
bofetada de aquel ingrato ministro, á quien poco antes habia hecho
un beneficio señalado, no pudo contener la severidad de su justicia
sin echarle en rostro su ingratitud , y acusarle de la enormidad de
su delito. Los castigos que ha ejecutado Dios con los ingratos, y el
modo con que ha manifestado su indignacion , prueban igualmente
lo horrendo y abominable de este vicio. Bien sabido es el castigo de
Amasias, rey de Israel. Habiale Dios hecho el beneficio de vencer á
los idumeos y otros muchos y poderosos enemigos; y en lugar de
dar á Dios las debidas gracias , adoró á los ídolos , y los llevó á Je-
rusalen. Por tanto, irritado Dios, le envió un profeta que le dijese
de su parte estas palabras : ¿Es este el agradecimiento con que pagas
á Dios el haberte ayudado contra tus enemigos ? Sabe que el Señor lia
decretado tu muerte, que vengas cautivo á las manos de tus contrarios,
y que estos ejecuten en tu persona una justa venganza.
2 Todo esto, cuanto queda dicho en las meditaciones, y muchas
otras sentencias que se pudieran traer de la Escritura y de los Padres,
prueban claramente que la ingratitud es el mas feo de todos los vi
cios, y que no hay mónstruo tan horroroso como un ingrato. La fes
tividad que celebra en este dia la Iglesia de España acuerda á todos
los españoles en comun , y á cada uno en particular, uno de los mas
grandes beneficios que ha recibido España, y en esto mismo la acuer
da la obligacion que tiene de mostrarse agradecida , primeramente
á Dios, y despues al apóstol Santiago, por cuya intercesion logra
mos un tan grande beneficio. Singularmente las mujeres, y entre
estas las doncellas , deben considerarse como particularmente prote
día xxiv. 479
gidas, trasladándose con la imaginacion á los pasados siglos, y cons
tituyéndose en el lugar de aquellas infelices que lenian que servir
de tributo á la brutalidad sarracena. Esta consideracion excilará en
ellas la firme resolucion de pagar á Dios y al apóstol Santiago la deu
da con la modestia de sus trajes, con la honestidad de sus acciones,
con la pureza de sus costumbres , y con una vida en fin arreglada en
todo á las máximas del Evangelio. De otro modo llevan sobre sí la
execracion que produce la ingratitud á los soberanos beneficios.

DIA XXIV.
MARTIROLOGIO.
El triunfo de san Manaben, hermano de lcrlie de Herodes tetrarca ; doc
tor y profeta de la ley de gracia y Nuevo Testamento ; murió y fue sepultado
en Aittioquía.
Santa Juana, mujer de Cuza, mayordomo de Herodes, de la cual hace
mencion san Lucas evangelista.
Kl tránsito de san Vicente mártir, en el puerto Romano.
Santa Afra, en Brescia , martirizada en tiempo del emperador Adriano.
(Véase en ests din).
Los santos mártires Don aciano y Kogaciano, hermanos, en Nantes en
la Bretaña menor; los cuales en tiempo del emperador Diocleciano, despues
de haber sido presos por confesar constantemente la fe católica, y atormenta
dos en el caballete y descarnados, fueron atravesados con una lanza, y última-
mcnlc decapitados.
Los santos mártires Zoelo, Servilio, Félix, Silvano y Diocles, en
Istria.
Los santos mártires Melecio, general del ejército, y si s compañeros,
en número de doscientos cincuenta y dos, en el mismo dia, los cuales ator
mentados de varias maneras alcanzaron la palma del martirio.
Las santas mártires Susana , Marciana y Paladia , mujeres de tos di
chos soldados, las cuales fueron machacadas con sus hijos chiquititos.
San Uobustiano, mártir, en Milan. ( De este santo Mártir solo se sabe que
derramó su sangre por negarse constantemente á adorar los ídolos durante los
primeros años de la persecucion de üiocleciano ).
El beato Juan be Prado, del Orden de Menores reformados descalzos, en
Marruecos en el Africa, el cual predicando el Evangelio, despues de haber su
frido por Jesucristo cadenas, cárceles, azotes y otros machos tormentos, úl
timamente consumó el martirio en medio de las llamas. (Fue natural del reino
de Leon en España , habiendo sido enviado á Marruecos por autoridad de la
Congregacion de Propaganda Fide ó predicar la fe en aguel reino y en ti de
Fez. Benedicto X1U lo beatificó en 1728).
San Vicente, presbítero, en el monasterio de Lcrins, ilustre en santidad y
doctrina.
La traslacion de santo Domingo, confesor, en Bolonia, en tiempo del
papa Gregorio IX.
31*
480 MAYO

SANTA AFRA, MARTIR.

Santa Afra era natural de Italia, y estaba casada con un pagano,


noble principal de la ciudad de Brescia , comisionado por el empe
rador Adriano para perseguir y exterminar á los Cristianos. Por su
orden fueron presos los santos Faustino y Jovita , y habiéndoles con
denado á las fieras , estas respetaron á los siervos de Dios , y devo
raron al marido de Afra. Indignada esta de la impotencia de sus
dioses, y alumbrada por la luz celestial , empezó á glorificar al Dios
de los Cristianos, ya confesarle como el único verdadero. El empe
rador Adriano, que se hallaba á la sazon en Brescia, quiso ver á la
Santa para consolarla y persuadirla ; pero- ella, mas resuelta siem
pre en su nueva vocacion , despreció al Emperador por sus cruel
dades, y le echó en cara su iniquidad. Agotados todos los recur
sos de suavidad y de amenazas , fue Afra conducida al suplicio,
habiendo sido antes bautizada por san Apolonio , y en él recibió la
corona del martirio el dia 24 de mayo del año 133. .

SAN TORCUATO, OBISPO Y MARTIR.


{Trasladado del dia 15 de este mes).
El mayor de todos los beneficios que puede recibir una region de
mano del Dios de las misericordias es aquel don celestial y divino,
sin el cual es imposible agradarle. La fe es entre todas las gracias la
primera en el orden, y la mas necesaria en la sustancia, para ser con
tados entre los hijos de Dios , y poder entrar á la participacion de
sus misericordias. Aquellos infelices á quienes no llegó la promulga
cion del Evangelio, ó que habiendo llegado , cerraron sus orejas para
que no entrasen en su alma las sacrosantas verdades, ya están juz
gados , dice la sagrada Escritura ; y de consiguiente llevan arras
trando la cadena de su condenacion. Por esta causa todas las nacio
nes y provincias celebran justamente la memoria de aquellos varones
que las enriquecieron con la fe, y depositaron en ellas las verdades
del Evangelio. España, feliz en esta parte sobre cási todas las nacio
nes del mundo, no se sacia de manifestar su gratitud por un bene
ficio tan señalado, celebrando la memoria de los primeros padres de
su fe en repetidos dias del año con júbilos y alegrías. No se contenta
con dedicar devotísimas solemnidades al apóstol Santiago, á quien
DIA XXIV. 481
venera como á su primer maestro ; se acuerda tambien de aquellos
grandes discípulos suyos que, despues de haber visto su martirio,
vinieron á consumar la obra que el santo Apóstol habia comenzado.
Estos varones apostólicos fueron los santos Torcuato , Tesifonte,
Segundo , Indalecio , Cecilio , Esiquio y Eufrasio ; y el principal
entre ellos , y á quien constantemente dan todos los manuscritos an
tiguos el primer puesto y dignidad , es san Torcuato , obispo de Gua-
dix , cuya memoria celebra la Iglesia de España en este dia , y de
cuyos hechos y vida se sabe muy poco mas que lo que refiere la his
toria de los demás apostólicos. Segun ella san Torcuato se hallaba
en Roma al mismo tiempo que san Pedro y san Pablo difundían las
luces del Evangelio en aquella capital del mundo. Estaba el Santo
bien instruido en todos los misterios y doctrina de la religion evan
gélica ; capaz no solamente de manifestarla en sus obras, sino tam
bién de someter á ella con su predicacion y su celo á las gentes des
lumbradas todavía con las supersticiones de la gentilidad. Su adhe
sion á los divinos misterios , su fervorosa caridad en socorrer á los
necesitados, su celo ardiente por la propagacion del Evangelio, fue
ron otras tantas señales ciertas , que movieron á san Pedro y san
Pablo á persuadirse que era sujeto digno de que se pusiese sobre
sus hombros la pesada carga del obispado. Conocieron sin duda que
del conjunto de virtudes y sabiduría que resplandecían en Torcua
to no se podían esperar sino grandes conversiones y considerables
conquistas á favor del Cristianismo. Ordenáronle de obispo, y reci
bida su bendicion y el ósculo santo de paz, se embarcó con sus com
pañeros , dirigiendo el rumbo á aquella region predilecta en que
su santo maestro habia ya empleado las primicias de sus sudores y
trabajos evangélicos. Aunque la nave pasó por las costas de Tarra
gona , que era entonces el emporio que los romanos tenian en Es
paña, no tuvo por conveniente desembarcar en aquella ciudad ; sin
duda porque , habiéndose publicado la persecucion sangrienta de
Neron , consideró que en las grandes ciudades, donde habitaban
los pretores , seria mayor la carnicería , y estaría mas expuesto el
santo fin que los habia movido. Por tanto , pasaron adelante hasta
llegar á una costa que prudentemente se conjetura era el asiento de
uno de los puertos de Urci , ó Puerto Magno, junto al sitio que ocu
pa Almería actualmente. Desembarcó allí san Torcuato con sus com
pañeros, ardiendo sus pechos por comenzar la grande obra que
traían proyectada. Vieron los inmensos campos que habian de ser
el teatro de su predicacion cubiertos de peligros. Consideraron que
¿82 MAYO
en España seria menester acaso combatir con mas monstruos de su
persticion é idolatría que en otra parte del mundo ; por cuanto el
atractivo de sus riquezas era un convite hecho á todas las naciones
viciosas , para que su avaricia trajese, á este país*todos sus crasos
errores. Así se ve que en las monedas de la antigua España se en
cuentran los signos no solamente de la monstruosa religion de grie
gos y fenicios , sino tambien de otra particular y no menos mons
truosa en que estaba sumergido este desgraciado país. Pero cuando
la caridad ha llegado a apoderarse perfectamente del humano cora
zon , los mayores peligros no son otra cosa que incitativos para gran
des obras. Apenas puso los pies en tierra san Torcuato, cuando in
mediatamente comenzó á caminar tierra adentro juntamente con sus
compañeros, deseoso de encontrar gentes en quienes dar feliz prin
cipio á su grande ministerio. Ni el cansancio , ni el caminar á pié
por los lugares escabrosos , ni la desconfianza , que es preciso in
funda el verse rodeado de tierras infieles y desconocidas , pudieron
quebrantar la constancia de los ministros del Evangelio. Muy poco
mas de trece leguas habian caminado , cuando se les presentó á la
vista la ciudad de Guadix , en la cual determinó san Torcuato der
ramar la primera semilla de la fe de Jesucristo. Detuviéron.^e algun
tanto fuera de la ciudad, en un sitio que distaba de ella cosa de un
cuarto de legua ; y como los ardientes deseos de evangelizar y con
vertir almas para Jesucristo no les hicieron lugar para proveerse de
los alimentos que traian en la embarcacion, les fue necesario enviar
algunos que los comprasen en la ciudad.
En aquel dia celebraban los gentiles una solemnísima fiesta á sus
deidades que , segun el Cerratense, eran Júpiter y Mercurio, y se
gun otros la diosa Juno. Si es lícito conjeturar, el haber sido cele
brados estos Santos por la Iglesia de España en los tiempos antiguos
én el primer dia de mayo, arguye que en este dia fue su feliz arri
bo á la ciudad de Guadix, no siendo verosímil que todos siete apos
tólicos padeciesen en un mismo dia martirio. Se sabe por Ovidio
que el primer dia de mayo le tenían dedicado los gentiles á la fiesta
de los Lares Prestites , númenes que tenían á su cuidado las casas
y domicilios de los gentiles. Es creible que estos se hallasen en la
solemnidad de estas deidades cuando llegaron á buscar alimento los
enviados por san Torcuato : su aspecto extraño y severo , su modo
de vestir pobre, y que denotaba distinta profesion, ó, lo que es mas
cierto, el trastorno de la razón que habia causado en aquellos hom
bres ciegos la borrachera, la gula y la inmoderada alegría, que eran
día xxiv. 483
los principales ritos con que honraban á sus dioses , los sacó de lino,
y les hizo enfurecer contra los Santos. Acaso estos viendo ocasion
oportuna de comenzar á esparcir las luces del Evangelio, enardeci
dos con el celo de la honra de Dios, al ver tributar al demonio ado
raciones solamente debidas al Hacedor de todas las cosas , se ex
plicarían con vehemencia contra aquellos ritos profanos. Comoquiera
que sea , Dios, bajo de cuya providencia se contienen los buenos y
malos sucesos , iba ordenando un feliz principio ála primera plan
tificacion de la fe en España por medio de un asombroso milagro.
El pueblo de los gentiles, tumultuosamente conspirado y llevado de
una furiosa embriaguez , se declaró contra los Santos, y comenzó &
perseguirlos de muerte. Ellos , viendo la persecucion , echaron á huir
por el mismo camino que habian traído , en cuyo intermedio habia
un puente magnifico de tan asombrosa consistencia, que cualquier
sensato le juzgaría superior á la fuerza destructora de los tiempos,
y casi al mismo artificio. Internáronse en él los Santos perseguidos,
cantando alabanzas á Dios porque se dignaba concederles la gracia
de padecer por su amor, y acordándose al mismo tiempo de los pro
digios con que habia libertado á su pueblo de la ira de Faraon. Se
guían los gentiles deseosos de haber á las manos aquellos extranje
ros para ejecutar en ellos una horrorosa venganza. Pero ¡oh mila
grosas disposiciones de la divina omnipotencia ! cuando los Santos
acababan de salir del puente, y este estaba henchido de una inmen*
sa multitud de gentiles , vieron estos que desatándose las ataduras
de los arcos , y derrotándose los robustos pilares , el puente y los
perseguidores padecieron una comun ruina. Con la muerte de tan
tos infelices fue universal la consternacion que se apoderó de los co
razones de todos los acitanos. Un saludable terror sustituyó el lugar
que antes ocupaba el furor y la ira ; y convirtiéndose en respeto y
veneracion lo que antes era abominacion y desprecio, determinaron
enviar mensajeros á los Santos para que viniesen á la ciudad. Entre
todos los ciudadanos se distinguió en la piedad y en los obsequios
una noble matrona, cuyo nombre era Luparia , quien dió benigna
acogida en su casa á aquellos extranjeros, en cuyo favor se manifes
taba el cielo tan generoso. Luego que los tuvo en su presenciales
comenzó á preguntar por su patria , por su profesion , y por los fines
que les habian hecho emprender el peligroso viaje y peregrinacion
de aquellas tierras. Gozoso san Torcuato de las primeras felicidades
de su expedicion , y viendo cuán buena oportunidad se le ofrecía de
comenzar la grande obra de la conversion de aquellas gentes , dió
484 MAYO
cuenta á Luparia del fin de su venida, que no era otro que la feli
cidad eterna de sus almas. Dijola como eran enviados del mismo
Jesucristo : que este era el Hijo de Dios vivo, que por la salud del
género humano se habia hecho hombre , "habia predicado una ley
de gracia , y habia sido crucificado para redimir á los mortales de la
esclavitud del demonio : que por encargo de este Hombre-Dios ve
nían á predicar el Evangelio y la remision de los pecados que lo
graría todo aquel que creyese los misterios que anunciaban , y
recibiese el Bautismo. La 'gracia divina difundió sus luces en el en
tendimiento de aquella noble matrona , para que á la sencilla propo
sicion de tan sublimes verdades prestase dócil su alma para creerlas,
y gustoso el corazon para abrazarlas. Como habia oido que la feli
cidad que anunciaban no se podia obtener por otro medio que por
el Bautismo, solicitó con ansia que se sirviesen administrárselo. San
Torcuato , como el mayor y mas venerable entre todos, la advirtió
que no podían complacerla en sus santos deseos hasta tanto que es
tuviese bien instruida de los principales dogmas de la religion que
habia de profesar. Entre tanto que recibia esta instruccion , la sig
nificaron como seria oportuno construir un baptisterio , en donde
celebrar aquellos ritos sagrados. La docilidad con que la santa mujer
recibia todas las instrucciones de aquellos hombres celestiales no
permitía alegar excusas , ni admitir dilaciones en la ejecucion de lo
que insinuaban ; y así inmediatamente ofreció sus riquezas y su au
toridad para la construccion de la obra proyectada. Concluida esta,
y hallándose Luparia con la necesaria instruccion de los divinos mis
terios , recibió el sagrado Bautismo en el baptisterio que ella mis
ma habia fabricado con un sencillo aparato de ceremonias sagradas,
que, aunque pocas y sin ostentacion, tenían en sí tal carácter de su
blimes y divinas , que se conciliaron la veneracion y reverencia de
cuantos espectadores asistieron á la solemnidad.
Nada hay en la vida humana tan poderoso y activo para propagar
las buenas ó malas costumbres como el ejemplo de aquellas perso
nas que por su nobleza, riqueza y autoridad tienen un decidido
ascendiente sobre el pueblo numeroso que les circunda. Segun son
los poderosos, así son las costumbres del pueblo : sus virtudes y sus.
vicios se difunden rápidamente unidos á su autoridad , y seria sin
duda un pueblo sin desórdenes ni excesos aquel cuyos superiores
fuesen enteramente perfectos y arreglados. El haber visto que Lupa
ria, mujer rica, poderosa, y de familia distinguida, habia hospe
dado en su casa á aquellos extranjeros , y abrazado su religion por
día xxiv. 485
medio del Bautismo, movió tan poderosamente á los ciudadanos de
Guadix, que todos á porfía deseaban imitar á Luparia, ya tratando
con amor y respeto á los varones apostólicos , ya recibiendo sus sa
ludables instrucciones con gusto y alegría , y lo que es mas , abo
minando los ritos supersticiosos de sus falsas deidades, hasta llegar
á destruir las estatuas y demoler sus templos. En uno de estos, dice
el Leccionario complutense , erigieron una muy decente iglesia, que
dedicaron al glorioso precursor de Jesucristo san Juan Bautista. Ya
en este tiempo se habia transformado Guadix de colonia de ciudada
nos romanos en colonia de Jesucristo; y así era poco lo que tenian
que hacer tantos obreros del Evangelio en una ciudad en que cási
todos sus habitantes habian sometido el cuello al yugo del Señor.
Determinaron , pues , repartirse por otras ciudades en donde sus tra
bajos pudiesen rendirles sazonados frutos ; y á este fin eligieron aque
llas entre todas las de la Península que, ó por su mayor cultura , ó
por gozar de un dominio mas pacífico, estaban menos expuestas á la
crueldad destructora de las sangrientas persecuciones. Habiéndose,
pues, convenido en los puntos mas esenciales de la Religion que ha
bian de predicar, y habiéndose abrazado caritativamente , cada uno
emprendió aquel camino que le sugirió el Espíritu Santo.
Quedóse san Torcuato, como mas antiguo, en la ciudad de Gua
dix, regentando aquella primera silla episcopal de nuestra España.
Los copiosos frutos que habian visto sus ojos producir á la cultura
del Evangelio animarían su espíritu para proseguir con celo y acti
vidad los comenzados trabajos. Continuamente se ocuparía en ins
truir á los fieles en los divinos misterios, enseñando á los ignorantes,
exhortando á los débiles , enardeciendo á los libios , y cumpliendo en
todas las cualidades de un buen pastor y padre que señala san Pa
blo. Como estaba tan reciente la memoria del paganismo, y los mi
nistros imperiales hacian mérito de impedir la propagacion de cual
quiera doctrina que fuese contraria á las supersticiones de la genti
lidad, es creible que el Santo tendría por estos motivos frecuentes
ocasiones en que ejercitar su resignacion y su paciencia. Por desgra
cia ningun instrumento auténtico nos han dejado el tiempo, las re
voluciones y la opresion de naciones bárbaras , de donde podamos
deducir con certidumbre las virtudes , obras caritativas, predicacion
continua, y considerables trabajos que la piedad apoyada de la ra- .
zon dicta que debieron ocupar á este Santo en los principios. Pero la
tradicion inmemorial nos ha conservado la memoria de un milagro,
de que se infiere la particular providencia con que protegió el cielo
486 SATO
la predicacion de este santo Obispo. Este fue que , habiendo plan
tado á la puerta de la iglesia un olivo, producía todos los años tan
copioso y maravilloso fruto, que tomando de él los fieles, les servia
de antídoto seguro contra todas las enfermedades. Aunque regular
mente se atribuye á todos los apostólicos la plantacion de este mi
lagroso olivo, la singularidad de florecer repentinamente , y dar fruto
la víspera del dia en que se celebraba en Guadix la fiesta de san
Torcuato, da bastante fundamento para creer que la oliva fue plan
tada por él , y que en honor suyo principalmente manifestaba el cielo
tan grandes maravillas. Hoy dia se conserva junto á la ermita de San
Torcuato un olivo que denota una antigüedad asombrosa ; pero
bien sea porque no es el mismo que plantó el Santo, ó bien porque
no sea igual la fe de los cristianos presentes á la de los antiguos, lo
cierto es que no produce frutos milagrosos. Como quiera que sea,
los trabajos de san Torcuato merecian del cielo las demostraciones
mas claras de proteccion , así como merecieron igualmente que le
concediese la gracia de dar testimonio de la fe que predicaba por
medio del martirio. No se saben las circunstancias de este ; pero se
debe presumir que, habiendo sido tan sangrienta y cruel la perse-
, cucion de Domiciano, y estando en Guadix los ministros imperiales,
á cuyo cargo estaba el gobierno civil , juzgarian estos que el medio
mas oportuno y eficaz para desarraigar la religion de Jesucristo, y
cumplir mejor el decreto del Emperador, era quitar la vida á la ca
beza y obispo de aquella iglesia , que era san Torcuato. En efecto,
el sagrado cadáver de este Santo es el testimonio mas auténtico que
se puede alegar, tanto para probar su martirio, como para deducir
que murió á cuchilladas. En el año de 1593 , con motivo de hacer
un reconocimiento jurídico de su sagrado cuerpo , existente en el
monasterio de Celanova , para enviar á la santa iglesia de Guadix
una insigne reliquia que solicitó su digno obispo D. Juan Alonso
Moscoso, se observó que en la cabeza del Santo habia un golpe, y
en él pegada todavía con la misma sangre seca un pedazo del lienzo
de la mortaja. Semejantes testimonios no permiten dudar ni del mar
tirio de este Santo , ni de algunas de sus cualidades. Sucedió este
en un campo llamado Faceretama , á legua y media de Guadix el
Viejo, en cuyo sitio se erigió despues una ermita con el nombre de
este santo Mártir. En aquellas inmediaciones hay unas cuevas que
inspiran devocion en aquellos que las miran, y sobre las cuales se
han visto muchas noches luces muy claras y resplandecientes. Re
fiere esta singularidad Diego Perez de Mesa por estas palabras: «Di-
día xxiv. 487
«ccn que san Torcuato padeció martirio en un campo que estáá dos
«leguas de Guadix , en el cual se ve muchas veces de noche una muy
«grande luz que parece llegar al cielo, y se ve de léjos muy clara,
«en la cual no ha habido quien pueda dar, aunque lo han procu-
«rado muchos. Es opinion muy admitida en esta tierra , que apa-
«rece esta luz en la misma parte donde padeció martirio el glorioso
«Santo ; y así llaman vulgarmente la lumbre de san Torcuato.»
Todo esto convence que , si el Santo no padeció martirio en este
preciso lugar, á lo menos estuvieron allí sus reliquias y su glorioso
sepulcro , obrando el cielo tan pródigamente maravillas con los que
llegaban á encomendarse á su proteccion, que, segun el Lecciona-
rio complutense, se hacian participantes de ellas hasta los mismos
gentiles.
Mantuviéronse en Guadix los sagrados despojos de su primer pre
lado todo el tiempo que duró en España la dominacion de los reyes
godos. Pero invadida esta region por la bárbara morisma , fue ne
cesario trasladar las reliquias de este Santo á sitio mas seguro. No
consta ciertamente el tiempo en que se hizo esta traslacion ; pero ha
biendo sido Abderraman , como es notorio, el perseguidor, no sola
mente del nombre cristiano, sino tambien de los cuerpos y reliquias
que habia en las iglesias, que llamaban santos, como dice el moro
Rasis , es creible que en tiempo de este Rey impío, y por los años
de 777, fueron trasladadas las cenizas de san Torcuato para defen
derlas de la furia del perseguidor. El sitio venturoso que mereció
ser enriquecido con tan precioso tesoro fue la iglesia llamada de San
ta Colomba, sita en el obispado de Orense , no léjos de un rio lla
mado Limia, la cual iglesia de allí adelante se llamó Santa Colomba
de san Torcuato. Era este templo antiquísimo , hecho en forma de
cruz , en cuyos brazos estaban construidas dos capillas ; y en la que
está al lado de la Epístola fue colocado el cuerpo de san Torcuato
en un sepulcro de mármol blanco, de estructura y grandeza corres
pondiente á su objeto. Este sepulcro se conserva todavía allí aun
despues de haber sido trasladado san Torcuato al monasterio de Ce-
lanova , concurriendo los fieles con tanta fe , y glorificando Dios á
su siervo con tantas maravillas, que aun los polvos del sepulcro be
bidos por el que padece flujo de sangre le sanan maravillosamente
de su dolencia, como afirma haberlo visto Castella.
Muy cerca de dos siglos se mantuvo en Santa Colomba el sagrado
cadáver, hasta que habiendo san Rudesindo edificado el monasterio
de Celanova , quiso honrar su iglesia con los sagrados despojos de
488 MAYÓ
san Torcuato, quitándolos de la primera iglesia , que pertenecía á
sus posesiones. Establecido el cuerpo de san Torcuato en Celanova,
padeció otra traslacion despues del año de 1174 , á tiempo que en
dicho monasterio se hallaba el cardenal Jacinto , legado de Alejan
dro III. Quiso este purpurado edificar un sitio proporcionado por su
magnificencia á la grandeza de las reliquias sagradas que poseía
aquel monasterio; y habiendo mandado construir una hermosa ca
pilla, hizo que á los dos lados de su altarse levantasen dos sepulcros
sobre cuatro columnas, y en ellos se depositasen los dos cuerpos de
san Rudesindo y san Torcuato. Mas de cuatrocientos años se man
tuvieron las sagradas reliquias en este estado, hasta que habiéndose
constituido España en un perfecto estado de paz, y sintiendo justa
mente la santa iglesia de Guadix verse privada de su primer prelado
y pastor, solicitó eficazmente con el prudente rey Felipe II que se la
hiciese participante de alguna porcion insigne desus sagrados des
pojos para tener el consuelo de venerar mas de cerca al padre de su
fe. Esta solicitacion les produjo la media caña de un brazo y dedo
pulgar, que recibió aquella iglesia con sumo aparato de solemnes y
devotas festividades, siendo obispo el Sr. D. Juan Alonso Moscoso.
Cuando se abrió el sepulcro del santo Mártir de Jesucristo en el año
de 1593 , se halló el cuerpo envuelto en un lienzo blanquísimo, tan
nuevo como si en aquella hora se hubiese depositado. La carne se
habia resuelto en cenizas ; el corazon permanecía entero exhalando
una suavísima fragancia , y el cráneo estaba envuelto en un suda
rio ensangrentado, que denotaba la magnitud de la herida con que
el Santo habia padecido martirio. Hizo el abad la separacion de las
reliquias que se enviaron á Guadix , al Escorial y á Santiago ; y lo
demás que restó fue depositado en una preciosa arca de plata , y
colocado en la capilla mayor frente del cuerpo de san Rudesindo,
en el año de 1601 , en donde uno y otro son venerados de los fieles
como titulares y patronos.
La Misa es en honor del Santo, y la Oracion es la que sigue:
Deus, quinos per beatum Torquatum Ó Dios, que nos concediste la gracia
martyrem tuum atque pontificem ad de que viniésemos á conocer tu santo
agnitionem tui nominis venire tribuis- nombre por medio de tu bienaventu-
ti : concede propitius; ut cujus natalitia rado mártir y pontífice san Torcuato ;
colimus, de ejusdem etiam protectione concédenos, misericordioso Señor,que
gaudeamus. Per Dominum nostrum... nos alegremos con la proteccion de
aquel cuyo nacimiento en el cielo ce
lebramos rendidos. Por Nuestro Se
ñor, etc.
DIA XXIV. 489

La Epístola es del capítulo v del libro de la Sabiduría, pág. 24.


REFLEXIONES.
Nosotros insensatos, juzgábamos que su vida era locura y su fin
deshonrado. Este es el concepto que merecen al mundo las obras y
santos ejercicios de los que oyendo las inspiraciones del Espíritu
Santo determinan despreciar las profanas pompas y vanidades, to
mar sobre sus hombros la cruz de Jesucristo , y seguir fielmente sus
pasos. Los mundanos truecan fácilmente los nombres á las cosas
que ven en los justos, á proporcion que ellos tienen trocadas en sí
las ideas. Al retirado le llaman hosco é intratable ; al silencioso le tie
nen por estúpido; al que frecuenta los Sacramentos por hipócrita,
y al que cumple con todas las obligaciones de la ley evangélica lle
gan á conceptuarle por loco y desatinado. Un hombre engolfado en
los placeres del mundo, y que mira sus riquezas y su vientre como
su única deidad, es un ateista práctico, que condena con sus obras
todos los dictámenes de la razon y todos los preceptos de la Reli
gion revelada. Como su conducta es contraria enteramente á ellos,
y no puede menos de amar y aprobar en su corazon esta misma
conducta, es consiguiente desaprobar todos los ejercicios de piedad
como contrarios y repugnantes á los ejercicios mundanos. Por esta
causa se oyen con tanta frecuencia aquellas crueles murmuraciones
contra los que desengañados de la vanidad del mundo, reconocidos
de su errado modo de proceder, y arrepentidos de sus delitos, abo
minan para siempre la vida mundana y relajada , y emprenden con
constancia y fervor otra vida religiosa y devota. Los relajados miran
con risa los piadosos ejercicios en que este cristiano arrepentido se
emplea, y desaprueban que prefiera la moderacion y pobreza evan
gélica á la soberbia y al lujo; que quiera mas bien mortificar su
carne con ayunos y cilicios, que regalarla en espléndidos banque
tes; que tenga mas delicia en pasar las horas llorando los descon
ciertos de su vida , postrado en espíritu delante del santísimo Sa
cramento en el rincon de alguna iglesia, que en asistir á las gran
des concurrencias y á los profanos teatros , en donde apenas falta
algun incitativo para provocar el deleite en todos los sentidos.
Pero semejantes juicios, modos de pensar tan propios de la car
ne y sangre, ¿tienen en sí la recomendacion de la verdad y la jus
ticia? ¿Ni deberán hacer tal sensacion en las almas devotas, que
baste para que lleguen á avergonzarse de su nueva conducta, y
490 MAYO
mucho menos para retraerse de los ejercicios santos que han em
prendido? La divina Verdad, que es Jesucristo , decia a sus discípu
los con una energía que denotaba el deseo que tenia de que se gra
basen en su corazon estas notables palabras : Sabed, discípulos mios,
que el mundo os aborrece porque no sois de su partido : si lo fuérais , él
os amaría como á cosa suya; pero por cuanto perteneceis á Dios, y
aborreceis las obras mundanas, por esto tambien el mundo os abor
rece á vosotros. Pero sírvaos de consuelo el saber que primero me ha
aborrecido y perseguido ámí;y no es razonable que pretenda el disctr
pulo ser mas que su maestro. Estas palabras de la divina Sabiduría
encarnada denotan el origen de las feas calumnias con que se ven
oprimidos los que determinan servir á Dios. De ellas se deduce la
causa que mueve á tantos impíos á ridiculizar con sátiras y chanzo-
netas la vida arreglada y fervorosa de los verdaderos cristianos. Ca
da accion de estos es una reprension severa de su relajada conducta ;
á vista de ella los estímulos de la conciencia punzan vivamente su
alma, y reprueban el empleo de su corazon. Como esto es ían su
mamente doloroso para los que una vez llegaron á abandonarse á
la corrupcion de sus pasiones, se quejan eu cierta manera y se des
ahogan de su amargura, burlándose de las acciones piadosas, y
satirizando al que se emplea en ellas como á uu fanático y entu
siasta.
Pero aquel cristiano venturoso que llegó una vez á experimentar
las felices operaciones de la divina gracia, y que con su luz llegó á
ver claramente lo errado y escabroso de los caminos del siglo , y
cuán dulce, deleitable y seguro es el habitar en los atrios del Se
ñor , ¿deberá desmayar en sus ejercicios, ni volver atrás del camino
comenzado? Alma dichosa que experimentas las dulzuras de la vi
da espiritual, y que conoces la confusion y amargura de los habi
tadores de Babilonia, sé constante en tus determinaciones; conoce
que entre los lazos que puede poner el comun enemigo para des
viarte de la eterna felicidad, ninguno es mas .peligroso que las mur
muraciones, risas y errado concepto con que le persiguen los mun
danos. Ármate con el escudo de la fortaleza, y abrazada con Jesu
cristo , di de todo tu corazon las palabras de la esposa en los Cantares :
Tengo á mi sumo Bien entre mis brazos, y no le dejaré para siempre
jamás. Vendrá un tiempo en que recibas el galardon de tu cons
tancia, y entonces verás que los insensatos que caminan tras de los
deseos de su corazon se muerden rabiosamente llenos de desespe
racion, maldiciendo aquellas mismas risas y burlas con que os za
DIA XXIV. 491
herían , confesando á pesar suyo que vuestra vida y vuestras accio
nas, léjos de ser locura, han sido la causa de que seais contados
entre los hijos de Dios, y participantes para siempre de la suerte de
los Santos.

El Evangelio es del capítulo xv de san Juan, pág. 159.

MEDITACION.
Sobre la perfeccion de la ley evangélica.
Pomo primero. — Considera que la ley instituida por Jesucristo,
y promulgada por los varones apostólicos, á la cual te se manda ar
reglar todas tus acciones, es la ley mas justa que pudieron estable
cer jamas los mas sábios legisladores.
Por cualquier aspecto que mires la ley del Evangelio, hallarás
que todos sus preceptos son justos y arreglados á la razon. Prescri
be una profunda sumision al Ente supremo, criador de todas las
cosas y remunerador de las obras segun su mérito. Á este Ser in
comprensible manda que se le tribute el culto interior y exterior en
señal de su supremo dominio. Para este efecto, en la misma ley se
dignó el Señor de revelarnos gran multitud de profundos misterios,
que al paso que testifican la infinita bondad y grandeza de Dios,
arredran los mas sublimes conocimientos de la humana sabiduría.
Porque si Dios no lo hubiera revelado, ¿en qué imaginacion pudie
ra caber el misterio de la Trinidad, los arcanos de la predestinacion,
y sobre todo aquel exceso de caridad con que de tal manera amó
Dios al mundo, que hizo que su Hijo unigénito tomase carne mor
tal para servir de precio por el mismo mundo? Á este culto y su
mision al Ser supremo junta la ley evangélica la prescripcion de
unos preceptos los mas oportunos para conservar al género huma
no en la mejor armonía para con sus soberanos , y en la paz mas
tranquila entre sus mismos individuos. Manda que se miren aque
llos que están sentados en el trono como unos vicedioses en la tier
ra; que se veneren sus leyes, y que se cumplan sus preceptos. Pinta
su carácter como derivado de la divina omnipotencia y supremo
dominio; y en esta atencion declara que no solamente deben ser
obedecidos aquellos príncipes justos que se desvelan y fatigan por
la felicidad de sus pueblos, sino tambien aquellos que olvidados de
sus grandes obligaciones los oprimen injustamente, y desmienten
m sus obras que están constituidos por Dios padres de los pueblos.
492 hayo
La reverencia, el respeto, los tributos, y cuantos auxilios pueden
ser necesarios para conservar el supremo dominio , otros tantos man
da la ley evangélica á los que la profesan , en tanto grado , que has
ta el mismo Jesucristo siendo Rey de reyes, y supremo Señor de
todos los imperios, no se desdeñó de pagar el tributo al César siem
pre que le fue exigido. Si se vuelven los ojos á los preceptos que
conducen para la tranquilidad de las naciones , y para la felicidad
de los hombres entre sí mismos, se hallará que solo el primer pre
cepto del Decálogo contiene en sí las instituciones mas oportunas
que puede producir la sana filosofía , y los medios mas blandos y
seguros que pueden nacer de la política mas refinada. Solamente
con que los hombres se amasen mutuamente como á sí propios , ce
sarian todos los delitos , y se convertiría la tierra en una mansion de
paz y de bienaventuranza. El que ama á su prójimo desea su feli
cidad , estima todo cuanto le pertenece : se contenta de que goce de
todos aquellos bienes de que le hizo dueño la divina Providencia ;
jamás abrigará en su pecho el inicuo pensamiento de denigrar su
honra , de menoscabar su fortuna , y mucho menos de poner vio
lentas asechanzas contra los preciosos dias que le concede el cielo.
De consiguiente si se guardase esta ley exactamente , vivirían los
hombres como hermanos, y su vida tendría ya principios de aque
lla tranquilidad , paz y dulzura de que gozan los bienaventurados.
Todo esto se percibe con mayor claridad, comparando la Ley
evangélica con las que establecieron los legisladores profanos , y aun
con la misma que promulgó Moisés por mandado de Dios mismo.
En la de los humanos legisladores se encuentra tal monstruosidad
de inicuos preceptos, que el temor de que cause su narracion es
cándalo en las almas, dicta prudentemente que se cubran con el
velo del silencio sus enormidades. Basta saber que el homicidio, el
adulterio, el robo y otros delitos nada inferiores á estos han halla
do lugar en los códigos de algunos legisladores. Por lo que toca á
la ley de Moisés, es bien sabido que el mismo Jesucristo dijo que
tenia algunos preceptos que solamente podia justificar la dureza de
corazon de un pueblo carnal. Dirigíase principalmente á preparar y
disponer en los hombres asiento á la ley evangélica; la cual, aun
que acomodada á la debilidad de la flaqueza humana, con todo eso
mira la santificacion del espíritu con tanto esmero, que no solamente
prohibe los pecados, sino los pensamientos deshonestos y los deseos
peligrosos. ¡Con cuanta razon debes exclamar con el Espíritu Santo
en los Proverbios , diciendo: Vuestros mandamientos, Señor, son
día xxiv. 493
para mí una antorcha, vuestra ley una luz resplandeciente, y vuestras
prohibiciones el camino seguro para conducir mi vida !

Punto segundo. — Considera que la ley que recibimos de los pri


meros padres de nuestra fe, no solamente es justísima, sino muy
suave , fáciles de ejecutar sus preceptos , y útil y fructuosa en la
ejecucion de lo que manda.
Si se compara con la ley antigua , desde luego sobresale la prefe
rencia del Evangelio en su ejecucion , sobre la dificultad y dureza
de aquella. Una sola consideracion bastará para manifestar esta ver
dad. Nada desea mas el hombre, á quien el uso de la razon le ha
hecho conocer los yerros y extravíos de su vida , que la facilidad de
poder expiar sus delitos reconciliándose con su Dios ofendido , y avi
vando la esperanza de poder ser algun dia eternamente bienaven
turado. Esto no lo podían conseguir en la ley antigua, ni aun los
mismos Patriarcas , sino por un acto heroico de caridad ó de contri
cion perfecta. Ningun otro medio tenian para poder evadir las in
terminables penas que la divina justicia tiene decretadas al delito.
Pero en la ley de gracia tuvo cuidado nuestro divino Legislador de
instituir el sacramento de la Penitencia, en donde , aunque nuestras
lágrimas no nazcan de un perfecto dolor de nuestras culpas , está la
sangre de Jesucristo que suple los defectos de nuestra caridad , y
las borra para siempre como si nunca jamás hubieran sido cometi
das. Sin estas ventajas se manifiesta la facilidad de sus preceptos,
de la conformidad que tienen con los arreglados dictámenes de la
razon. Si te manda el Evangelio dar culto á Dios, amar á tu próji
mo , honrar á los mayores , mirar con respeto las posesiones de tu
hermano , y últimamente no querer para otro sino aquello mismo
que en iguales circunstancias quieres que sea practicado contigo ;
todo esto lo prescribe la misma naturaleza cuando no está desfigu
rada por la corrupcion de las pasiones. Por esta causa es comun
mente llamada la ley antigua ley de severidad , ley de esclavos ; y
por lo contrario , la ley del Evangelio ley de caridad , ley de hijos.
Pero todavía se descubre mas la dulzura y facilidad de los pre
ceptos evangélicos, si se hace una ligera comparacion con las leyes
del mundo. Este es un cruel tirano , inexorable en la observancia
de unas durísimas leyes. Diga sino el avariento, ¿cuántos desvelos,
cuántas fatigas, cuán penosos trabajos no tiene que sufrir para ad
quirir unas riquezas que se desvanecen como el humo? Diga el cor
tesano ¿cuánta repugnancia encuentra en sujetarse á las leyes de
32 tomo v.
494 mayo
la mentira, de la adulacion y la lisonja? ¿Cuan doro k es tener
que inclinar la cabeza y tratar con respeto á un hombre soberbio , á
quien interiormente mira con desprecio? Digan , finalmente, los que
viven entregados á las delicias y pasatiempos del mundo ¿cuántas
amarguras les hace sufrir la concurrencia á los espectáculos, el te
ner que cebar continuamente el fuego voraz de los adornos profanos
y del lujo, y los celos, envidias, rabias y desesperaciones, de que
inunda el pecho aquel mundano amor en que piensan erradamente
los hombres que solo han de encontrar deleites inagotables? El in
feliz que una vez se decidió á vivir según las leyes del mundo , ja
más ve el rostro á la paz y á la tranquilidad ; vive ansioso y sobre
saltado, no goza de las naturales delicias que ofrece una familia bien
arreglada. En todas las horas y en todos los momentos le persiguen
los remordimientos de su conciencia ; ni su salud ni su fortuna pue
den sobrellevar el desarreglo de sus obras ; es verdaderamente un
hombre miserable y desventurado , y al fin tiene que padecer para
con los demás mundanos el sonrojo de no ser un exacto observador
de las leyes del mundo. Pero aquel que vive segun las leyes del
Evangelio, ¡qué paz tan dulce llena su alma! ¡qué seguridad res
plandece en sus obras! ¡qué de inocentes delicias encuentra en el
cumplimiento de sus obligaciones! ¡qué gustos tan sublimes én
el trato con Dios, en la contemplacion de sus divinos atributos,
y en la imitacion de las heroicas obras en que resplandecieron sus
siervos !
De cualquier aspecto que se presente á sos &¡os la ley evan
gélica , precisamente fias de confesar que ño solamente es justa y
santa, sino blaada en sus preceptos, fácil en la ejecucion , y pT©^
veohosa en los fratos. Una vida bienaventurada en compañía ñé
los Ángeles un premio eterno te presenta de una pattó ; ,amáTg'éi-
ra , sobresaltos , fatigas , rabias y desesperaciones en esta vida , y
una eterna infelicidad despues, es lo que por otra parte te se pre
senta; ¿qué es lo que de los 'dos extremos deberás elegir? ¡Oh Dios
mío ! si se atiende á las obras y ejercicios que hasta aquí han lleva
do mis atenciones, yo aparezco en vuestra presencia como un hom
bre ciego, que ha andado contiuuame'nte por derrumbaderos y pre
cipicios, apartado del verdadero camino; yo he seguido las leyes
del mundo , obedeciendo ciegamente la iniquidad de sus preceptos.
Sentia en mi corazon un acíbar que llenaba de amargura todas mis
delicias; no conocia que esto mismo era una dádiva misericofdiosa
de vuestra divina gracia, y el contraveneno que habeis puesto en
día Tcm. 495
los gustos mundanos para que se aparten de ellos los hijos de tes
hombres.
Vos, Señor, me habeis anierto los ojos. Conozco la justicia , san
tidad y dulzura de vuestras santas leyes , y espero con vuestra di
vina gracia que de aquí adelante han de ser ellas solas el yugo sua
ve á que 'esté sometido mi cuello.

Jaculatorias.— La ley del Señor es santa é inmaculada que con


vierte las almas. (Pmim. exvm).
De aquí adelante no tendré vergüenía 'de practicar las leyes del
Evangelio, porque en él reside la virtud de ©ios, y toda felicidad
para aquel que le practica con una fe sencilla y verdadera. ( Rom. i ) .
PROPÓSITOS.
1 La ley evangélica es el centro, el compendio y restrinen de
todas cuantas perfecciones pueden encontrarse , no solamente en'las
leyes justas que hasta aquí se han 'hecho, sino en cuantas de aquí
adelante pueden inventar los hombres. 'Por tanto , cumplir él Evan
gelio no es otra cosa que llenar todas las ¡medidas de la justicia. Esto
se verifica no solamente respecto del oomplexode todalaley, sino aun
respecto de aquellos preceptos que se tienen en ella por principales.
San Pablo asegura que ¡todo el cumplimiento de la ley consiste en
la caridad , y escribiendo á los de falacia vuelve á confirmar lo
qne habia escrito &los romanos , diciendo estas'palabras: Todala ley
se reduce a estos pocos 'términos : Amarás 'á 1ü 'prójimo como é tí
mismo. Lo mismo se dedoce del esámen 'de 'cualquiera <ttrotde tes
preceptosde Jesucristo. Uno dcellos es el que dice : Que ,elwvdo?-
dero cristiano ha de neganse á sí mismo, ha de tomar sobre «»« hom
bros la cruz que puso sobre ellos la divina Providencia, y ha de seguir
las pisadas de su Maestro y Legislador. No tiene duda que el pre
cepto de la caridad, recomendado por la naturaleza, tiene tal co
nexion con la abnegacion del amor propio,, que no se puede obser
var el uno sin cumplir exactamente con lo que prescribe el otro.
Todo lo cual convence la perfeccion de nuestra ley, y la infinita
sabiduría de su legislador. Por esto san Agustín asegura que no
hay ley que contenga preceptos, ni mas sábios, ni mas fácilesde
ejecutarse, ni que produzcan tantas felicidades en aquel que los
observa como la ley evangélica. Convencido . de 'esta verdad , é ilus
trado tu corazon con las luces hermosas que la divina gracia ha es
parcido en este momento sobre tu alma, es justo que depongas los
32*
496 MATO
engaños de la vida pasada , y propongas firmemente vivir de aquí
adelante segun la ley á que te sujetaste en el bautismo.
& Aborrece con todo tu corazon las leyes inicuas á que quiere
sujetarte el mundo: conoce que todas ellas no conspiran á otra cosa
que á hacerte eternamente desventurado. Aun en esta vida te tiene
acreditado la experiencia que nada te han producido sino sobre
saltos y amarguras. En lo sucesivo no puedes esperar que las mis
mas causas produzcan diversos efectos. Si hasta aquí has vivido en
gañado é infeliz ; engaños é infelicidades puedes prometerte en lo
sucesivo. Por el contrario, si te determinas á seguir exactamente
las leyes del Evangelio , tendrás por fruto la paz y tranquilidad de
la vida, la estimacion y honor de las personas sensatas, la amistad
de Dios y de sus Santos , y últimamente aquella firme esperanza de
felicidad que te haga mirar la muerte como un sueño, y la vida co
mo un estorbo que te impide la vision beatífica para que estás des
tinado. La razon, la naturaleza, la gracia, el ejemplo de tus her
manos, y hasta tu misma experiencia, te deben tener convencido de
la seguridad y provecho de estos propósitos : ¡ infeliz de tí , si despre
ciando los influjos é ilustraciones del Espíritu Santo , abandonando
los convencimientos que en este instante siente tu corazon , y cer
rando los ojos á las luces de la verdad y la justicia, persistes en tus
errores antiguos, prefiriendo á la ley de Dios las leyes del mundo,
y viviendo segun sus perniciosas máximas! La maldicion de Dios
te seguirá en todas tus operaciones ; experimentarás en esta vida el
justo castigo que tiene decretado el cielo contra los que ponen ma
no al arado , y vuelven atrás de su camino ; y por complemento de
tu infelicidad , mirarás la muerte como un principio de dolores in
terminables.

DIA XXV.

MARTIROLOGIO.

La dichosa muerte de san Gregorio VII, papa, en Salerno, acerrimo


propugoador y defensor de la libertad eclesiástica. (Véase su vida en las de
hoy). •
Santa María Magdalena, virgen, del Orden de Carmelitas, en Florencia,
ilustre por su buena vida y santidad : su festividad se celebra el dia 27 de ma
jo. (Víase su vida en las de hoy).
El triunfo de san Urbano, papa y mártir, en Roma , en la via Nomenta-
na, por cuya exhortacion y doctrina muchos, entre los cuales se cuentan Ti
bu xxv. 497
burcio y Valeriano, abrazaron la fe de Jesucristo, y por ella padecieron : él tam
bien habiendo sufrido muchos trabajos en la persecucion de Alejandro Severo,
por defender la santa Iglesia, últimamente fue decapitado, y así alcanzó la co
rona del martirio. (Véase su noticia en las de hoy ).
El triunfo de los santos mártires Pasicrates, Valencion, y otros
dos, en Dorostoro, en la Misia, los cuales recibieron juntamente la corona.
San Dionisio, obispo, en Milan, el cual por la fe católica fue desterrado á
Capadocia por órden del emperador Constancio, arriano, y entregó su alma al
Criador despues de haber merecido el título de mártir. Su sagrado cuerpo lo
envió el obispo Aurelio á Milan á san Ambrosio, obispo: á esta traslacion di
cen que cooperó tambien san Basilio el Magno.
San Bonifacio IV, papa, en Boma, el cual dedicó el Panteon á honra y con
el título de Santa María de los Mártires.
El triünfo de san Cenobio, obispo de Florencia, en la misma ciudad, es
clarecido en santidad de vida y en milagros.
San Aldelmo, obispo de Schirebourg en Inglaterra.
San Leon, confesor, en la diócesis de Troyes de Francia.
La traslacion de san Francisco, confesor, en Asís en la Umbría, en
tiempo del papa Gregorio IX.
La traslacion de santa María , madre de Santiago, en Veroli en Campa
ña , cuyo sagrado cuerpo resplandece en milagros.

SAN GENADIO, OBISPO DE ASTORGA.

San Genadio, abad del monasterio de San Pedro de Montes, há


cia fines del siglo IX sucedió á Ranulfo en el gobierno de la iglesia
de Astorga. Desde muy niño fue inclinado este siervo de Dios á la
vida solitaria. Para cumplir con esta vocacion del cielo dejó la casa
de sus padres y los bienes que tenia , y las esperanzas todas del mun
do, y se retiró al monasterio Argeo ó Ageo, situado verosímilmente
en aquella diócesi , aunque no se sabe en qué paraje de ella. Era en
tonces abad de esta casa un venerable anciano llamado Arandiselo,
de cuyo ejemplo y doctrina se aprovechó Genadio en gran manera.
Pero como este monasterio estaba á lo que aparece en poblado, y
nuestro Santo huia hasta del eco del mundo, habiendo comunicado
con el Abad el deseo que le inspiraba Dios de retirarse á lugar mas
solo, con su aprobacion, acompañado de otros doce, se fué á los
montes del Vierzo, al sitio donde san Fructuoso fundó el monaste
rio que san Valerio su abad llamó Rufianense ó sea Rupianense, y
ahora se conoce por el título de San Pedro de Montes. Hallábase
abandonado este monasterio desde la invasion de los árabes : caídas
sus bóvedas, sus paredes unas aportilladas, otras cási arruinadas de
todo punto ; algunos ni noticia tenian de que en España hubiese ha
bido tal casa. Así borra el tiempo la memoria de cosas muy esclare
'í 98 MAXO
cidas. Genadio, por amor á los Santos que habian allí florecido , y
porque no quedase desaprovechado un sitio tan propio para quien
huye del tráfico y bullicio del mundo, determinó reparar ó levantar
cási de nuevo aquella casa, y cultivar los campos vecinos, y hacer
plantíos de viñas y otros árboles para el mantenimiento de los mon
jes. Era esto por los años 895. Ranulfo, que era entonces obispo de
Astorga, nombró á san Genadio abad de este monasterio, constan
do, por una escritura del tiempo del rey D. Ordoño de Galicia y
D." Elvira, que ya era abad nuestro Santo en abril del año 898.
Pero Dios, que quería servirse de este siervo suyo no en la vida
privada, sino en los lugares ajtos de su Iglesia, dispuso que muerto
Ranulfo, muy pocos meses despues , el clero y el pueblo de Astorga
lo eligiesen por su prelado. El Santo como arrancado del desierto,,
contra toda su voluntad , solo por obedecer á la voz de Dios tomó
sobre sí este gran peso. No se sabe fijamente el día ni el año de su
consagracion , sino que era ya obispo en el año treinta y cuatro del
reinado de Alfonso III , esto es, en el año 900.
Entre los oficios del ministerio pastoral conservaba nuestro Santo
entrañable amor al desierto ; y ya que no podia gozar en él los re
galos pasados del espíritu, estimulaba á otros á que, huyendo del
gran riesgo de condenarse que hay en el mundo, volasen á la so
ledad. Mucha gente conquistó por este medio. Poblóse tanto en sus
dias el yermo de San Pedro de Montes, que pareciéndole angosta
aquella iglesia, hizo otra mas suntuosa, que dicen es la¡ actual, la
cual consagró acompañado del obispo Dumiense , del de León y
del de Salamanca, á 24 de octubre del año 919. Otra edificó tam
bién en aquellos montes con la invocacion de san Andrés, y mas
adelante un monasterio en memoria del apóstol Santiago, otro que
se llamaba Peñalm, y otro en honor de santo Tomé en el Silencio,
que este nombre tenia el sitio donde lo fundó. De estos monasterios
da una noticia muy puntual el M. Florez. A eada uno de ellos dis
puso nutístro Santo que fuese convun el uso de su librería; pasaban
de uno; en otro para aprovechamiento de los monjes los machos y
preciosos códices que él poseia , así de los Libros sagrados , como
de tos Padres y otros escritores de la antigüedad eclesiástica. En
cada monasterio de estos dejó libros para uso del coro, y haciendas
las necesarias para su mantenimiento. La escritura de estas donacio
nes- llamó Genadio Testamento, conforme á la costumbre de aquella
edad , enqae se llamaban' testamente» w solo laB d*elaracioa«B ti» la
akima velante*, sino tamfetéü tos privilegies y tea donaciones irre
día xxv. 499
Yocables hechas á las iglesias. Y así no van por buen camino los que
por el año en que hizo nuestro Santo estas donaciones quieren pro
bar el tiempo de su muerte.
Por una escritura de Odoario, obispo de Astorga, dél año 960
consta tambien que nuestro Santo en el Vierzo, á cuatro leguas de
San Pedro de Montes hácia Membibre, fundó el monasterio de San
Pedro y san Pablo de Castañeda , y puso en él por abad á D. Ati-
lano ó Atila, que algunos sin fundamento confunden con Atila,
obispo de Zamora, á la entrada del siglo X , en los tiempos de don
Alonso el Magno, y otros con san Atilano, el contemporáneo de san
Froilan, que por los años 990 fue consagrado obispo de la misma
diócesi.
Este celo que tenia Genadio por ver floreciente en nuestros pueblos
la vida monástica, lo hizo muy amado de los buenos. D. Alonso III
hacia de él tanta estimacion , que apenas resolvía negocio alguno de
importancia sin su consejo : llevábalo siempre á su lado ; hizo que
le acompañase en su última expedicion, y de él fue asistido en la
muerte. Por su mano quiso que se entregasen á la santa iglesia de
Santiago quinientas monedas de oro, lo cual no se cumplió por cier
tos estorbos que se atravesaron , hasta que muerto el rey D. García
el 1 , hijo de D. Alonso, D. Ordoño II su hermano trató con el Obispo
que se conmutase la ofrenda, dándole á Corneliana en la ribera del
rio Limia por los años 915.
Despues que el rey D. Alonso pasó de esta vida, Genadio lleno
del Espíritu Santo , como dice 6u discípulo Salomon , que le suce
dió en la silla de Astorga , despreciando las cosas de la tierra , y bus
cando las del cielo , conforme á su antiguo deseo renunció el obis
pado , retirándose á los monasterios del Vierzo de que habia sido
fundador. Ordoño II no se atrevió á impedir esta resolucion , y por
su consejo nombró para que le sucediese en aquella dignidad á For-
tis, discípulo suyo, que por ventura fue de los que con él salieron
del monasterio Ageo, y perseveraron á su lado en el de San Pedro
de Montes. De esta renuncia no hay data fija; sábese que despues
del año 912 todavía Genadio disponía como prelado de los bienes de
su dignidad ; y esto consta de varias donaciones que hizo hasta ti
año 920 así á los anacoretas del monte Silencio, como al monasterio
de Santa Leocadia de Castañeda , á San Ciprfan y otros. Y así fue
bien advertida al parecer la equivocacion que sospecha el P. Flo-
rez en la escritura X del tomo 4 de Yepes , donde á 27 de junio del
año 912 se supone ya Fortis obispo de aquella iglesia r la renuncia
500 MAYO
de nuestro Santo no pasó del año 920 , en cuyo raes de octubre era
ya Fortis obispo de Astorga. El obispo Salomon dice que eran de san
Genadio, esto es, fundados ó restaurados por él, todos los monaste
rios que habia entonces en el Vierzo, que por ser muchos en número ,
y por el vigor con que florecía en ellos la disciplina monástica, ha
cían comparable aquel desierto con los mas santos de Palestina. El
bien que solo en esto hizo san Genadio á la Iglesia de España , no
cabe encarecerlo. No se sabe cuántos años vivió vida de monje des
pues de su renuncia, sino que florecía en santidad por los años 935
en el monasterio de Santa Leocadia de Castañeda , y que el año 9 37 lo
supone ya difunto Salomon , su discípulo, llamándolo Genadio de glo
riosa memoria. Es probable que muriese Genadio en el monasterio de
Santiago de Peñalva, donde estaban ya sus reliquias en tiempo del
obispo Salomon , el cual hizo una iglesia nueva junto á la que nues
tro Santo habia edificado, con tal disposicion que dentro de ella que
dase su sepultura en una capilla correspondiente á la mayor. Luego
por la devocion de aquella tierra á nuestro Santo ha lomado su nom
bre aquel monasterio, perdiéndose el antiguo del apóstol Santiago.
Gran parte de su cuerpo fue trasladado desde esta iglesia á princi
pios del siglo pasado con algunos huesos de san Urbano y del obispo
Fortis al convento de Dominicas descalzas que en Villafranca fundó
la duquesa de Alba D." María de Toledo , hija del marqués de este
título. Despues habiéndose trasladado á Valladolid aquel convento,
conocido con el título de la Laura, pasaron con él las sagradas re
liquias. La cabeza de san Genadio fué llevada despues á la santa
iglesia de Astorga , donde al presente se venera. Muy de antiguo te
nia ya culto nuestro Santo , y á principios del siglo XIV habia ya en
Astorga día señalado para la celebracion de su fiesta.

SAN GREGORIO VII, PAPA Y CONFESOR.

El papa Gregorio VII se llamó Hildebrando antes de su exalta


cion al pontificado. Nació en Toscana, y fue educado en Roma con
su lio el abad de Nuestra Señora en el monte Aventino. Viajó des
pues á Francia, y abrazó el estado monástico en Cluny. Vuelto á
llamar á Roma se le señaló en ella por su celo, santidad y doctrina,
y predicó con gran reputacion y fruto en la corte del piadoso empe
rador Enrique III, por sobrenombre el Negro. El santo papa Leon IX,
haciendo de él el mas alto aprecio, siguió muchas veces sus conse
jos, le ordenó de subdiácono, y le hizo abad de San Pablo, cuya
DIA XXV. 501
iglesia era á la sazon de una pequeña comunidad de monjes , que
estaba cási arruinada por hallarse usurpada la mayor parte de sus
rentas de algunos seglares poderosos. Hildebrando recobró sus tier
ras, y restituyó el monasterio á su antiguo esplendor. En el año
de 1054 fue enviado por el papa Víctor II á Francia legado de la
Santa Sede, para que aboliese el abuso de la simonía en la colacion
de los beneficios eclesiásticos. Para este intento juntó el Santo un
sínodo en Lyon , en el cual habiendo negado cierto obispo el crimen
de simonía, de que habia sido acusado, el Legado le mandó que di
jese el Gloria Patri, que aquel prelado iba á ejecutar con mucha
diligencia y desembarazo ; pero al pronunciarlo no pudo desatar su
lengua para decir el nombre del Espíritu Santo. Con este conven-
vencimiento milagroso quedó lleno de remordimiento y confusion,
y arrojándose á los piés del Legado, le confesó humildemente su cri
men. Este pasaje lo refieren de este mismo modo el papa Calixto II,
san Ilugon de Cluny, Guillermo de Malmesbury, y san Pedro Da-
miano; y este último autor asegura que esta noticia la adquirió de
la boca misma de Hildebrando. El Legado mismo presidió en el con
cilio de Tours, en el que Berenguel retractó y condenó la herejía
que habia propalado contra la sagrada Eucaristía. El papa Esté-
ban IX le envió tambien con una embajada á la emperatriz ; y es
tando para morir ordenó que esperasen a que volviese , y escuchasen
su dictámen para la eleccion del nuevo Papa; y en efecto por direc
cion suya Nicolás II , y por muerte de este Alejandro II , fueron ele
vados á la cátedra de san Pedro. Muerto este último en el año de 1073,
Hildebrando, arcediano entonces, fue compelido á aceptar el ponti
ficado. Nada dejó por intentar para echar de sí una carga tan pe
sada , y entre otros medios de que se valió para esto fue el de escribir
á Enrique IV, rey de Alemania , que estaba á la sazon en Baviera,
suplicándole interpusiese su autoridad para que se frustrase el pro
yecto de su eleccion , declarando animosamente al mismo tiempo
que si llegaba á verse papa no era capaz de tolerar sus crímenes
enormes y escandalosos. Sin embargo de esto Enrique prestó su con
sentimiento á la eleccion hecha en Hildebrando, y fue en efecto consa
grado Papa en el mismo dia de san Pedro. En sus cartas no podia
dejar de expresar sus sentimientos, y con las lágrimas mas tiernas
imploraba el socorro de las oraciones de la Iglesia , para que Dios le
diese gracia y fortaleza que le hiciese capaz de desempeñar sus pe
sadas funciones. Antes de su consagracion escribió á las piadosas con
desas Beatriz y Matilde , aconsejándolas que no mantuviesen comu
502 MAYO
nion coa los obispos de Lombardía que habian sido convencidos de
simoníacos, aunque el rey Enrique tomaba á su cargo aquel nego
cio en favor de ellos ; y les encargaba al mismo tiempo enviasen á
este Príncipe algunas personas piadosas que le diesen consejos sa
ludables, y le exhortasen á volver al partido de la justicia y de su
obligacion. Los escándalos que causaba á la sazon en la Iglesia la si
monía necesitában de un celo apostólico en la cabeza de ella , que
pudiese contener el torrente que habia entrado asolando en el mismo
santuario. El Papa depuso á Godofredo, arzobispo de Milan, que
habia tenido aquella dignidad por simonía, y en un concilio que
convocó en Roma estableció una ley por la que se mandaba , que todo
el que se sintiese gravado de semejante delito fuese declarado in
capaz de toda jurisdiccion eclesiástica , y de la colacion y obtencion
de todo beneficio. Este decreto levantó mil alteraciones ruidosas en
Alemania; y el arzobispo de Mentz estuvo á peligro de ser muerto
por haber intentado llevarle á debido efecto. No obstante de esta
oposicion , consideró el Papa que cuanto mas pegado estaba el mal,
tanto mas eficaz debia ser el remedio, y exhortó á todos los pasto
res celosos á perder antes sus vidas que ser un punto solo remisos
en sostener las leyes de Dios y de la Iglesia. Excomulgó á Cencío,
rico y poderoso noble de Roma , y á otros conocidos personajes por
crímenes notorios. Incorregibles estos públicos pecadores llegaron á
la desesperacion , y pusieron sus manos violentas en el Papa en la
Navidad del año de 1075. Al cometer este atentado uno de ellos in
tentó cortarle la cabeza, aunque solo le dió una herida profunda, y
los sediciosos le llevaron al castillo de Cencío, pero el pueblo le sacó
de su poder al día siguiente, y desterró á los amotinados. El Papa
mismo les volvió á llamar á Roma , y les perdonó, si se arrepentían
de su delito , cuya mansedumbre y dulzura venció la pertinacia de
aquella malicia y de aquel vicio inveterado. Apenas había cesado
esta tempestad cuando tuvo que vencer otra mucho mas temible que
le asaltó desde otra parte. Enrique IV, rey de los germanos , que su
cedió á su piadoso padre Enrique III , por sobrenombre el Negro,
en el año de 1056, teniendo diez soJamente de edad, gobernó bien
su reino mientras se guió por los consejos de sn madre Inés , y era
sin duda buen soldado. Pero habiendo tomado él solo las riendas,
por varios actos qne ejecutó de tiranía ligó contra ét primeramente
á los príncipes del imperio, y despues principió á oprimir por mu
chos estilos la Iglesia. Reprimió una rebelion mny poderosa de los
sajones en el ai» de ; peto «a el de 64 tomando las armas los
DIA XXV. §03
duques de Suavia , Carintia y Baviera , levantaron grandes turbacio
nes con el pretexto de que el Emperador habia usurpado algunas
provincias á que no tenia derecho , y habia oprimido enteramente la
libertad, del imperio. Cuando Gregorio Vil fue elevado al pontifi
cado, le habia escrito Enrique al principio como un humilde peni
tente , condenándose á sí mismo por haber vendido simoníacamente
los beneficios de la Iglesia,, usurpado un pretendido deiecho de dar
las investiduras de los obispados , y abusado gravemente de la liber
tad de promover á dignidades eclesiásticas á hombres enteramente
indignos é incapaces. El Papa por su parte le habia mostrado unos
desees grandes de su salvacion , le habia acariciado y enviádole mu
chas cartas tiernas y obligatorias, aunque respirando siempre un
celo verdaderamente apostólico. Enrique manifestó despues en sus
acciones que su p»etendidai penitencia era mera hipocresía, porque
continuó repitiendo/ á cada paso los mismos crímenes; y conociendo
el temperamento inflexible de Su Santidad , juntó en Worms un con
ventículo sirsooíaco de «bispos venales, en el año- de 1076 , á 23 de
enero, que se atrevió á¡ deponerle del pontificado, pretendiendo au
torizar una imaginaria' nulidad de su eleccion. El Rey envió al Papa
á Roma aquella ridícala sentencia , acompañada de una carta con-
tomeliosa¡. Gregorio en ua' concilio de Roma declaró públicos ex
comulgados al Rey, á sus adheren tes cismáticos, y pronunció al mis
mo tiempo á aquel Príncipe decaído de su real dignidad , por causa
de su tiranía y malversacion T sin embargo de que se la volvió á eon-
firmar, en lo que podia estar de paFte s«ya , e» el año de 1080. Mu
chos prínci pes del imperio* eligieron por emperador en el año de 1 077
á Roduifo, duque de Ssavia, pero- fae desventurado este Príncipe
en varias batallas , y murió de heridas que recibió en una de ellas.
Enrique por su parte declaró por Papa á Guiberto , arzobispo des
comulgado de Ravena, y en el año de 1084 entró en Roma con un
ejército, y sitió á Gregorio en el castillo de San-Ángelo, aunque le
obligó á retirarse Roberto GuiscaTd , el Normando, duque de Cala
bria, y los toscanos hicieron en las tropas enemigas una carnicería
grande en Lombardía. Tres devotas princesas eran en aquel tiempo
mismo las protectoras mas declaradas de' la Silla apostólica , es á sa
ber: Inés, emperatriz viuda, quien removida de la regencia que
habia obtenido en la menoría de su hijo, se retiró á Roma en el año
de 1062 , donde murió monja en el de 1077. Las otras dos fueron
Matilde , piadosa condesa de Toscana \ y Beatriz , su madre. Estas
' £a eendesa M-atífde fae hija' de Bonifacio, señor de L«ea, j é* Beatriz,
804 HAYO
Princesas fueron Seles imitadoras de las virtudes del Papa, y diri
gidas por sus consejos en los pasos de la virtud. San Gregorio en
medio de estas tormentas gozaba de una perfecta tranquilidad de
alma , con su corazon inseparablemente fijado en Dios , y adorando
en todas las cosas su siempre santa voluntad. Recibia todas las aflic
ciones alegremente, conociendo que estas eran el medio mas eficaz
de adelantar al hombre interior, elevándole al paso que el hombre
exterior era abatido y despreciado. El autor de la vida de san An
selmo de Luca nos asegura que su corazon estaba perfectamente
desprendido de las cosas terrenas , y que habia llegado á un punto
tan eminente de contemplacion , que en medio de los negocios mas
turbulentos estaba siempre recoleto, y era arrebatado muchas veces
en raptos de meditacion profunda. Habiendo, pues, rescatado su
persona el duque Roberto de manos de sus enemigos, le condujo
para mayor seguridad desde Roma al Monte Casino , y de aquí á
Salerno, donde Dios se dignó poner fin dichoso á sus trabajos. Por
que habiendo caido enfermo en aquella ciudad , recomendó para su
cesor suyo á Desiderio, abad del Monte Casino, y recibidos los últi
mos Sacramentos con perfectas disposiciones conmutó felizmente
esta mortal vida por la inmortalidad en 25 de mayo del año 1085,
en el duodécimo de su pontificado. Varios escritores contemporá
neos dan testimonio de muchos milagros obrados por él , ó por su
intercesion despues de su muerte.
Las obras de san Gregorio VII constan de diez libros de epístolas
ó cartas (que están en el tomo 10 Conc.) con dos apéndices publica
dos por Martenne. (Collee. Nov. Veter. Script. tomo 1 , página 57).
La exposicion de los siete Salmos penitenciales, que fue algun tiempo
atribuida á san Gregorio el Magno , lo es con mas absurdo á este
hermana del emperador Enrique III. El único hermano de esta sobrevivió á
su padre muy poco tiempo; y por su muerte quedó ella heredera de todos sus
dominios, y soberana de Luca, Parma, Reggio, Mantua, gran parte de Tos-
cana, etc. Casóse con Güelfo el Mozo, duque de Baviera, pero no tuvieron
hijos. Todas sus rentas las empleó toda su vida esta Princesa en obras de ca
ridad y en el servicio de la Iglesia, y ganó gran reputacion por su virtud,
conducta y valor. Mandó muchas veces sus tropas en persona, y continuó su
proteccion al papa Gregorio VII hasta su dichosa muerte en el año. de 1115, á
los setenta y seis de su edad. Legó gran parte de sus dominios á la Santa Sede,
y estos principiaron á llamarse Patrimonio de san Pedro , comprensivo de Vi-
terbo, Aqua-Pendente, Civita-Vecchia , etc. Roma con el territorio del otro
lado del Tfber, llamado Campaña de Roma, y Ravena fueron dados á la Silla
apostólica por el rey Pipino, que la rescató de la tiranía de los lombardos.
Esta donacion fue confirmada por Carlomagno y otros emperadores sucesivos.
DIA XXV. • 5OS
Gregorio VII por Du-Pin y algunos otros, porque esta obra se halla
citada por Paterio, discípulo de san Gregorio el Magno , por Nico
lás I , y por otros. Ninguno de sus sermones ha llegado á nosotros,
aunque en ellos es donde mas ejercitó su celo y su elocuencia. El
emperador Enrique II y los mayores prelados y predicadores de
aquella era admiraban su extraordinario talento , y estaban como
encantados mientras le escuchaban. Las calumnias que Spanheim,
Turretin y otros sacaron de los escritos de Benno, el Cismático, y de
otros escritores de la misma especie, están refutadas con sus mismas
inconsecuencias y contradicciones , y por los escrites de san Grego
rio, etc. Además de esto sus acusaciones caen de su propio peso, y
con las ficciones y falsedades mismas que acostumbra Benno es
cribir, como se ve en la pretendida magia que atribuye al sábio
papa Silvestre II y á otros.
No puede omitirse que Du-Pin, el contrario mas parcial de este
santo Pontífice, escribe de él al pintar su carácter estas palabras:
«Es necesario, dice, tener entendido que el papa Gregorio VII fue
«un genio extraordinario, y capaz de cosas grandes : constante é in-
«trépido en la ejecucion, bien instruido en la constitucion de sus
«predecesores, celoso por los intereses de la Santa Sede, enemigo
«de la simonía y libertinaje (vicios que reprimió con el mayor vi-
«gor) , lleno de ideas cristianas , y de celo por la reformacion de las
«costumbres del clero , y que no hay el mas leve colorido con que
«hacer creer que no era enteramente recto en su conducta y en
«sus propias modales... Este es el juicio que suponemos hará cada
«uno de él, como lea con desinterés y sin preocupacion sus cartas.
«Están escritas con un don grande de elocuencia , llenas de objetos
«grandes , y amenizadas de ideas nobles y piadosas , y decimos con
«toda valentía que no ha habido Papa, desde Gregorio I, que haya
«escrito cartas tan finas, ni expresivas como el nuestro.» (Du-Pin,
Cent. 11 , capitulo 1 , páginas 67 y 68).
Á san Gregorio VII puso en el catálogo de los Santos GregorioXIII
por los años 1584. Paulo V en 1609 concedió al clero de Salerno
oficio propio para el dia de su fiesta. En el de 1705 Clemente XI
concedió igual gracia á los monjes Cistercienses , y en el de 1710 á
los Benedictinos. Últimamente Benedicto XIII en el año 1728 ex
tendió su culto á toda la Iglesia.
-•- t• I

SAN URBANO, PAPA T MÁRTIR.

San Urba'flo, papa y mártir, era romano, hijo de Ponciano : So-


cedió á Calixto en la cátedra de san Pedro. Fue varon santísimo , y
de muy amable y dulce conversacion , y con el ejemplo de su vida y
predicacion apostólica convirtió en Roma á nuestra santa fe gran
número de ciudadanos y caballeros, y entre ellos fueron Valeriano,
esposo de santa Cecilia , y Tiburcio su hermano , á'los cualesel san
to Pontífice bautizó , y animó para que constantemente muriesen ptfr
Jesucristo, á Cuya honra y veneracion el santo Pontífice consagró la
casa de santa 'Cecilia, yMani*» 'templo. Escribió una epístola llena
de admirable doctrina , de que se coligen algunos decretos. Dafcan
en aquel tiempo los fieles sus heredades y posesiones á la Iglesia para
el culto divino , y sustento de los ministros de ella y de los pobres.
Mandó Urbano que los tales bienes no se pudiesen gastar en otros
usos , añadiendo graves penas contra los que usnrpasen las cosas
eclesiásticas ; porque son , dice , ofrenda de los fletes , y rescate de
pecados , y patrimonio de los pobres. Y porque algunas veces las
mismas heredades , bienes y raíces se vendían para socorrer á las
necesidades de los pobres , ordenó que de allí adelante no se ven
diesen , sino que con las rentas de ellas se proveyese los que los'tni-
nistros de la Iglesia y los pobres hubiesen menester, quedando siem
pre en pié la raíz y la fuente dedondese pudiesen remediar semejan
tes necesidades . Mandó asimismo evitar el excomulgado por el obis
po, aunque no fuese de todo punto la -sentencia justa; y que de
mano del mismo obispotecibiesen los fieles el sacramento de la Con
firmacion después del Bautismo. Fue el primero que usó patenas, y
cálices, y vasos de piáta para el uso de la Iglesia y ministerio del
sacrosanto sacrificio de la misa. T no solo cálices y vasos de plata,
mas de oro' y de piedras preciosas., usaron .los Saritos en el servicio
de la Iglesia ¿'y los 'fieles las ofrecían al 'Señor, mostrando en esto su
piedad y devocion , reconociendo que lo que los hombres tienen por
mas precioso debe servir al Señor de todo lo criado que se lo dió,
y cuyo es. Vivió el santo pontífice Urbano en la silla de san Pedro
seis años , siete meses y cuatro dias , y habiendo padecido y trabaja
do mucho por la Iglesia del Señor, 'fue preso por el prefecto Altna-
quio; y despues de azotado cruelmente con plomadas, fue degolla
do por su orden, y su cuerpo echado á las aves y bestias; pero una
santa matrona, llamada Maimenia, y su hija Lucina le recogieron
DIA XXV. 80"
y sepultaron en el cementerio de Pretexiato en la via Apia. Su marti
rio fue á los 25 de mayo , del año del Señor 233, y en el décimo del
imperio de Alejandro Severo; pues, aunque este Emperador no fae
enemigo de Cristianos, ni movió persecucion alguna contra la Igle
sia, antes tuvo la imágen de Cristo nuestro Redentor en un oratorio
entre las de sus dioses, todavía algunos de sus ministros, de quie^
nes él mucho se fiaba, fueron grandísimos enemigos de Jesucris
to y de su cruz, y procuraban arrancar de raíz la religion cristiana.
Tuvo Urbano cinco veces órdenes en el mes de diciembre, hizo en
ellas nueve sacerdotes, cinco diáconos y ocho obispos.

SAN*TA MARÍA. MAGDALENA DE PAZZIS, CARMELITA DE LA RE


GULAR OBSERVANCIA.
Santa María Magdalena , de la ilustre casa de Pazzis en el ducado
de Toscana , tan recomendable por su religiosa vida como por su
santidad, fue hija de Camilo de Geri de Pazzis, y de María Loren
za de Baudemont. Nació en Florencia el segundo dia de abril del
año 1566 , y en el Bautismo recibió el nombre de Catalina. Muy pres
to se conoció que Dios la habia prevenido con su particular bendi
cion desde la cuna. Fue niña, pero nunca lo pareció; anticipóse la
razon á la edad ; y la gracia, por decirlo así , se anticipó á la razon.
Exenta de las ordinarias inclinaciones de los niños , para ella no ha
bia otro entretenimiento que la oracion. Si la querían divertir, era
menester llevarla á la iglesia , ó leerla la vida de algun Santo. Cansa
ba á su aya tanta devocion ; pero al mismo tiempo la admiraba co
mo á todos sus parientes. - -' - - -'
Debió al cielo un natural apacible, un genio dócil , pero acom
pañado de una seriedad y de una reserva tan grata y tan atractiva,
que sin libertad la amaban y la veneraban cuantos la conocían. Pare
cía haber nacido con un ardiente amor á Jesucristo , y con una ter
nura singular á la santísima Virgen , segun se hacia sensiWe á todos
la devocion que profesaba al Hijo y á la Madre. Favorecióla Dios con
el don de oracion antes de saber leer , ni tener edad para aprenderlo.
Pasaba en ella horas enteras , y ¡preguntada qué hacia en el orato
rio , respondía : Pido á mi buen Dios que me enseñe lo que debo hacer
para agradarle.
Entre los siete y ocho años de su edad la comenzó á confesar el
P. Rosi, de la Compañía de Jesús, que fue despues de toda su confian
508 MAYO
za, y desde entonces la encontró ya diestra en el ejercicio de la ora
cion. En este comercio espiritual que tenia con su Dios aprendió sin
duda las pequeñas industrias de que se valia para mortificarse, tan
imperceptibles, que se escapaban á toda la advertencia de su aya.
De la sobriedad que comenzó á practicar pasó muy presto á la abs
tinencia , y era menester mucha observacion para notar que ayuna
ba , y para interrumpirla los ayunos. Ni su madre , ni su director , te
nían otra cosa que hacer en su gobierno sino moderar sus penitencias.
Nada afligia tanto á la santa niña como no verse admitida á la
sagrada mesa de Jesucristo , á título de su corta edad , sin poder di
simular la santa envidia con que miraba á las otras que por sus años
gozaban este privilegio. Atendiendo el confesor á sus ansias, á su
virtud y á su razon despejada, se determinó finalmente á consolar
la, y á los diez años la permitió la sagrada Comunion. Conseguida
esta gracia, juzgó no habia en el mundo dicha comparable con la
suya , y no sabiendo cómo agradecerla , resolvió consagrar á Dios su
virginidad , como lo hizo con voto , y desde entonces se consideró co
mo casta esposa suya.
Esta nueva prerogativa la inspiró nuevos deseos de padecer, para
hacerse mas agradable á su divino Esposo. Desde los doce años de
su edad comenzó á dormir sobre la desnuda tierra , y macerar su
delicado cuerpo con todo género de penitencias. La vista de Cristo
crucificado la excitaba cada día alguna nueva invencion para mor
tificarse. Además del cilicio que continuamente traia, hizo una co
rona de espinas muy puntiagudas, que apretó fuertemente á la ca
beza, y pasó toda una noche en este cruel tormento. Era muy inge
nioso el amor de Dios en esta tierna doncellita para inventar indas-
trias con que mortificar sus sentidos, encontrando materia de algun
sacrificio en todo cuanto ocurría.
Por este tiempo el gran Duque de Toscana hizo gobernador de la
ciudad de Cortona á Camilo , padre de la santa niña , con cuya oca
sion , por consejo del P. Blanca , rector del colegio de Florencia , pi
dió y obtuvo el consentimiento de sus padres para quedarse por edu-
canda en el monasterio de San Juan Baustista de la misma ciudad.
Creció el fervor con el retiro , y llamaba al convento su paraíso ter
renal por la comodidad que tenia de adorar cada hora á su celestial
Esposo en el Sacramento del altar. Por su gusto pasaria todas las no
ches en el coro, de donde nunca la retiraban sin hacerla mucha
violencia ; porque tenia todas sus delicias en hacer continua corte á
Jesucristo. Por eso , cuando la buscaban , ya se sabia que la habian
DIA XXV. 509
(le encontrar en la iglesia. Pero habiendo vuelto sus padres á Flo
rencia, se vió precisada á dejar aquella dulce habitacion. Costó mu
chas lágrimas la separacion , tanto á las religiosas como á la niña ;
pero riftda la afligió mas que la resolucion que tomaron sus padres
<Je casarla. Aunque tenia solos quince años era ya muy pretendida,
aun mucho mas por su virtud, que por sus grandes bienes, por su
nobleza y por su hermosura. Pero quedaron iguales todos los pre
tendientes, porque declaró á sus padres el voto que tenia hecho de
ser religiosa , y de no admitir otro esposo que Jesucristo. Como aque
llos eran muy virtuosos, y su vocacion tenia tantas pruebas de le
gítima, no ocurrió embarazo que la detuviese. Dejóse á su arbitrio
la eleccion del convento , y prefirió el de las Carmelitas á todos los
demás, precisamente porque comulgaban todos los dias. Entró, pues,
en el convento de Santa María de los Ángeles, el año de 1582, cási
á los diez y seis años y medio de su edad ; y pasadas las primeras
pruebas, cuando se juzgaba ya en vísperas de tomar el hábito, fue
llevada otra vez á casa de sus padres, donde padeció por tres años
grandes y terribles combates ; pero saliendo victoriosa de todos ellos,
la restituyeron al convento. Luego que se vió en él , olvidó entera
mente todo lo que olia á carne y sangre , dejando hasta el propio
nombre de Catalina , que trocó en el de Magdalena ; y resuelta á no
dejarse ver de persona alguna de fuera, hizo del claustro su sepul
cro, enterrándose en vida dentro de él.
Al despojo universal de todos los bienes exteriores acompañó el
sacrificio de su propia voluntad. Sin embargo de estar tan loable
mente acostumbrada en el siglo á tanta oracion y á tan rigurosas
penitencias, luego que se vió novicia no deliberó un punto en con
formarse en todo con la vida comun. Sujetóse rendidamente á todas
las menudencias de la regla . olvidando por ella sus devociones parti
culares , y huyendo cuidadosamente de toda singularidad. Ninguna
novicia comenzó la vida religiosa con mayor fervor , y ninguna en
breve tiempo hizo mayores progresos en ella. En menos de seis me
ses era ya una religiosa perfecta por su devocion , por su íntima union
con Dios, por su puntualidad y por su mortificacion. Desmayaba el
fervor de las mas ancianas á vista de su virtud. Era novicia Magdale
na, y á todas la proponían por modelo para la imitacion. Suspiraba
cada instante por el dichoso dia en que habia de consumar el sacri
ficio ; pero se dilató la ceremonia por una grave enfermedad que
la puso á las puertas de la muerte. Profesó, en fin , el dia 27 de ma
yo, fiesta de la santísima Trinidad, y profesó con tanta devocion,
33 , TOMO v.
310 MAYO
tan abrasada del divino amor , que por muchas horas estuvo arreba
tada en éxtasis. Este fue el preludio de aquellas gracias tan extraor
dinarias , de aquellos raptos tan frecuentes con que Dios la favoreció.
Los dos años inmediatos á su profesion se pasaban pocos dias sin estar
arrebatada por cuatro y por seis horas en dulces amorosos éxtasis,
el cuerpo inmoble , los ojos levantados al cielo , ó clavados fijamente
en la imagen de un Crucifijo , el rostro inflamado en el fuego del di
vino amor, tan apacible y tan risueño, que mostraba bien los deli
ciosos consuelos en que se inundaba su alma. En esta postura se la
oia exclamar frecuentemente : / Oh amor, oh divino amor! ¿será 'posi
ble que las criaturas te conozcan, y no te amen? Las continuas lágri
mas que vertían sus ojos en estas ocasiones eran indicios de que su
corazon ardia en aquel divino fuego que vino el Salvador á encen
der en el mundo, con deseo de abrasarle en él. Muchas veces salia
fuera de sí corriendo por los tránsitos del convento , y por las calles
de la huerta, y tomando sus voces á la esposa de los Cantares, de
cía toda arrebatada: Buscando voy al que ama mi corazon. ¿Habeis
visto al amado de mi alma? No dejaré de buscarle hasta que le encuen
tre. Y otras exclamaba : Yo vivo; pero ya no vivo yo; Jesucristo vive en
mí. Con dificultad se habrán visto efectos mas sensibles det amor de
Dios que los que .se palpaban en aquella alma feliz , siendo preciso
muchas veces obligarla á que tuviese metidas las manos en el hielo
para templar sus ardores.
Parece que el Señor tenia sus delicias en instruirla por sí mismo
durante aquellas íntimas comunicaciones. Al volver un dia de un
éxtasis muy dilatado la ordenaron el confesor y la prelada que dijese
lo que Dios la habia dado á entender en aquel rapto, y que decla
rase lo que la habia enseñado. «Enseñóme, dijo, mi divino Maes-
«tro á que guardase con un sumo cuidado y con una extrema vi-
«gilancia la pureza del corazon y la santa simplicidad. Infundiome
«tan elevado concepto de la virginidad, que no acierto á explicarlo
«con palabras. Ordenóme que hiciese cada obra particular como si
«fuese la última de mi vida; que nunca indagase lo que hacian las
«demás, ocupándome única y totalmente en lo que me tocaba á uií;
«que mantuviese siempre un mismo humor inalterable, un grande
«agrado con toda suerte de personas, y que jamás se me escapase
«palabra alguna que oliese á lisonja ni á vanidad; que procurase
«ardientemente servir á mis hermanas , considerándome como si £ue-
«se criada de todas ; que hiciese infinito aprecio, hasta de las reglas
«anas menudas, persuadida de que todas eian de suma importancia,
DIA XXV. 811 •
«y qge en la exacta observancia de todas ellas consistía la perfeccion
«religiosa ; que jamás hablase de los favores que me hacia , ni de las
«cosas de mi interior, sino con las personas que tenian á su cargo
«mi gobierno; que nunca perdiese de vista la pasion de Jesucristo ;
«y en fin , que tuviese una insaciable hambre de la divina Eucaris*
«lia, llegándome cada dia con nuevo fervor á la sagrada mesa, y
«visitando todos los días treinta y tres veces el santísimo Sacramen-
«to, á menos que me lo impidiese la obligacion de la obediencia.»
Dijo un dia á la prelada como la ordenaba el Señor que en ade
lante solo se mantuviese con pan y agua : desaprobó la superiora esta
singularidad , y la ordenó que comiese lo que comían las demás ; pe
ro desde entonces no la fue posible pasar ni un solo bocado de otra
vianda, y en lo restante de su vida solo se sustentó con loqneDios
la habia ordenado. Consiguió licencia para andar con los piés des
calzos , y nunca se dispensó en esta penitencia , por riguroso que fue
se el invierno. Á pesar de la delicadeza de su cuerpo, consumido
con cási continuas enfermedades, dormia constantemente en la du
ra tierra, sin desnudarse jamás un áspero cilicio y una cadenilla
que traia á raíz de sus inocentes carnes.
Pero no fueron estas mortificaciones las que mas la dieron que pa
decer. Quería; el Señor purificar todavía aquella alma en el fuego de
la tribulacion , y aumentar por este camino muchos grados á suslne-
recimientos. Entregada por espacio de cinco años á las mas violentas
tentaciones y á las mas terribles pruebas , parecía haberla dejado
su Esposo enteramente á merced del furor de los demonios. Cesaron
de repente los continuos favores con que el Señor la regalaba, tan
olvidada al parecer de ellos , como si jamás los hubiera recibido ; ha
llóse su espíritu poseido de una desolacion , de una aridez , de una
sequedad extrema; una violencia , un total disgusto á todos los ejer
cicios de devocion ; un tedio insoportable á la oracion ; un levanta
miento general de todas las pasiones , con una batería de ciertas ten
taciones , las mas desconocidas á la castísima virgen , y las que mas
la afligían y humillaban ; una especie de horror involuntario á la vo
cacion, y un torbellino de pensamientos terribles, de imaginaciones
congojosas , todo con tentaciones de blasfemia y de desesperacion,
con dolores universales y agudísimos en todo el cuerpo ; fantasmas
horriblesque no la permitían un instante de reposo , ni de dia ni de
noche, stmintermision y sin consuelo. Desolada, despreciada, aban
donada, con razón se puede dudar si era posible martirio mascmel.
Sosteníala verdaderamente la gracia ; pero en tan doloroso estado
33*
512 MAYO
apenas la sentía. Con todo eso en nada se desmintió á sí mima la
fidelísima Magdalena; despues de su continuo recurso á Dios, todo
su consuelo era la proteccion de la santísima Virgen. Viósela mu
chas veces, durante aquellos excesos de desolacion y desamparo,
correr apresurada á los oratorios y capillas reservadas del convento,
y deshaciéndose en lágrimas abrazarse estrechamente con alguna
imagen ó estatua de esta Señora. Pero la prueba mayor de la mag
nanimidad de aquella alma fue el oirla exclamar en medio de sus
trabajos : «Señor , aunque me seria tan dulce la muerte para librar-
«me de tantos tormentos , no , mi Dios , no me dejeis tan presto mo-
«rir, para que se me dilate el padecer : Non «ion, sed poli.»
Cuanto mas crecían sus penas , su sequedad y sus congojas , mas
puntual y mas exacta era en todos los ejercicios espirituales. Había
pedido y habia conseguido licencia para hacer los mas bajos oficios
de la casa , y todos los hacia con la mayor exactitud. Ni de día ni
de noche se apartaba, en cuanto podía, de la cabecera de las enfer
mas , sirviéndolas en las cosas de mayor abatimiento , y tenia parti
cular gusto en ayudar á las hermanas legas en todas las ocupacio
nes correspondientes á su humilde estado. Honraba y veneraba tanto
á todas las monjas, que muchas veces se postraba, y besaba devo
tamente el suelo donde ellas habian puesto los pies. Parece que no
podía ascender á mas la caridad, la mortificacion y la humildad de
nuestra Santa , por lo que quizá tampoco habrá dispensado el Señor
á otra alma mas regalos, ni mas insignes favores.
Sucedió la calma á la tempestad , y la hermosa alegre luz á las
tristísimas tinieblas. Apareciósele el Señor , acompañando su presen
cia sensible con tan celestiales consuelos , que en un instante la hicie
ron olvidar todos los tormentos pasados. Desde allí adelante todos
fueron éxtasis , todos excesos de amor , abrasada continuamente de
ellos en un modo muy sensible. Su grande máxima era esta : Amar
á Dios, y aborrecerse á si misma; y añadía : En esto consiste la per
feccion. No obstante el ardiente deseo que tenia de hacer grandes co
sas por su Dios , el Señor la ordenó que en lo sucesivo huyese de to
da singularidad , y se redujese en todo á la vida comun. Hízolo ; pero
al mismo tiempo elevaba las obras mas ordinarias, haciéndolas por
motivos tan puros y tan perfectos, que cada instante crecía en gra
cia y en merecimiento. Exclamaba frecuentemente en la oracion y en
sus ordinarios éxtasis (Rom. vin): ¿Quién me separará del amor de
Jesucristo? ¿la tribulacion, la tentacion, las angustias? Todas las cosas
del mundo meparepen estiércol por ganar á Jesucristo. ( Philip, m ). El
DIA XXV. 813
Señorme enseña con suslecciones, y vela en mi conversion ; ¿quién mepo
drá hacer daño? Arrebatada un dia de estos extáticos excesos, corrió
acelerada á un altar de la santísima Virgen , inflamado el rostro en
aquel celestial fuego que abrasaba su corazon ; y postrada en tierra
hizo esta tierna oracion: «Purísima Virgen, Madre de Dios, yo me
«ofrezco y me sacrifico toda á Vos para siempre y sin reserva; des-
«de este punto en adelante Vos seréis mi madre. Despues de Dios en
«Vos pongo toda mi confianza; dignaos mirarme como á la menor
«de vuestras hijas; no por eso dejaré de ser la menor de vuestras
«humildes siervas. Jesús, María; este es todo mi tesoro y todo mi
«consuelo.»
Ninguna alma religiosa tuvo mayor ni mas justo concepto de la
felicidad de su religioso estado ; besaba muchas veces al dia las pare
des del convento, y decia: Que si se conocieran bien la dulzura , la
felicidad y las conveniencias de la Religion , se despoblada el siglo.
Comíala ó la devoraba el celo de la salvacion de las almas; todos
los dias hacia oracion, y varias penitencias por la conversion de los
pecadores ; pero la Cuaresma con especialidad era para ella el tiem
po de las lágrimas y del martirio.
Aunque tan jóven , y siempre muy enferma , la encomendaron los
principales oficios de la casa: fue directora de las jóvenes,, por mucho
"tiempo maestra de novicias, y al cabo superiora de la comunidad,
por eleccion de toda ella. No se puede dignamente admirar la vigi
lancia, la exactitud, la discrecion, la suavidad y la caridad conque
desempeñaba las obligaciones de tan diferentes empleos ; haciendo
conocer á todos que reina muy presto en una comunidad religiosa
el fervor y la observancia, cuando los que la gobiernan mandan
mas con el ejemplo que con las palabras. En siendo los superiores
santos, todo va bien en los conventos.
Favoreció el Señor á su sierva con los dones mas singulares ; tuvo
el de milagros y el de profecía. Luego que espiró en Roma san Luis
Gonzaga, de la Compañía de Jesús, vió Magdalena en un éxtasis el
sublime grado de gloria que gozaba en el cielo.
Mientras tanto iban creciendo cada dia sus dolores y sus enferme
dades , sin que apenas se pudiese comprender cómo un cuerpo tan
delicado podía resistir á tantos males. Aumentóse la violencia en la
postrera enfermedad ; padecía excesivos dolores en todo el cuerpo,
sin que con ningun remedio pudiese recibir el menor alivio. Espero
morir en la cruz, decia ella, á ejemplo de mi divino Salvador. ¡ Cierto
que seria buena gracia el que bajase de ella! decia á una monja que
51 4 HAYO
la consolaba. Solamente cuando recibíala divina Eucaristía se la ali
viaban por algunos instantes sos vivos dolores ; pero en medio de
ellos nunca perdió su apacibilidad, su tranquilidad ni su paciencia.
Consumida en fin aquella bienaventurada víctima, mas á violencia
de los incendios del divino amor que al rigor de la enfermedad , rin
dió el espíritu á su Criador , para recibir el gran premio que la es
taba destinado, el dia 25 de mayo del año de 1607, á los cuarenta
y uno de su edad , después de haber vivido veinte y cinco en el mo
nasterio.
Inmediatamente despues de su muerte dió el cielo grandes prue
bas de la gloria que gozaba, no solo por los muchos milagros que
obró , y está obrando el dia de hoy en su sepulcro , sino por laincor-
ruptibilidad del santo cuerpo, que pasó á ser objeto de la pública
veneracion , desde que Urbano VIII la beatificó el año de 1626 ; y
Alejandro VII la puso solemnemente en el catálogo de los Santos en
el de 1669 con las ceremonias acostumbradas.

HIMNO.
Corporis nexos hodie rescindens, Rompe sus lazos hoy María Magdalena,
Plena virtutuM. meritis onusta, Y sube hoy mismo al cielo al lado de su
(amado.
Scandit atemos, eomitante Sponio, De meritos cargada y de virtudes llena ,
Magdala sedes, Para el trono ooupar le tiene destinado.
Abdito ventris UUitatu receuu, Jamás mientras su madre la Uenó en so
(seno
ffon gravat motril gremiwm, nee umquam Molestia le causó ni el mas pequeño mal,
l'riminii pressit prnpriam molesto Y siempre su bella alma oual jardín ameno
Pondere mentem. Pura la conservó en gracia bautismal.
Obtegit nudos, docet imperito», Al desnudo le viste, instruye al ignorante ,
Carceres virit, juvat universo»; Al preso le visita, á todos hace bien;
Plurimas fusis animas ab Orco Y a muchos por amor con llanto suplicante
Fletibus areet. Alcanza elta librar de la muerte también.
Deserens mundum, cruci/isea Christo, Deja el mundo falaz , su carne crucifica
Corpus afftixit precibus, catenis, Bb 'Cristo con azotes , con frio y con calor,
Ferreis flagris, /'ame, felle, spinis, Con ayunos austeras que ella multiplica,
Frigore, fianenia . Con cadenas, con hiel, con fuego abrasador.
Candido retan s scapulas amictu , Cubiertas las espaldas con un blanco velo,
Singulos Christi patitur dolores: Padece de Jesús j ah I iodos los tormentos;
Pervigil cunetos superat furentis Y del vil Satanás con vigilante celo
Dcemonis astus. Vence las astucias y burla los intentos.
Inter urlicas, rigidasque spinas Ortigas muy molestas, espinas muyduras
Innocens puro rutilat cruore: Su sangre hacen brotar, su sangre I ay ! ino-
( cente;
Candida saeris manibut Marios Un hábito María con sus manos puras
Veste beatur. Muy cáadido le da cual virginal presente.
l'um suis horas ceeinit potreáis Las glorias mientras canta ásus Patronos
i, rapios patitur frequeesttr: éxtasis 7 raptos por to <
DIA
Osculo Sponsi recreala, Jetum Con un beso Jesús sus labios sacrosantos
Portat in ulnis. Le imprime, y feliz ella en sus brazos le
( mece .
Coráis humani penelrat tecreta, Del corazon humano las concavidades
Orbii ecentus memorat futuros, Penetra , y los sucesos anuncia del mundo ;
Imperat morbis, febribus medetur, Cual medico ella cura las enfermedades ,
Ulcera tanat. Las úlceras, las fiebres, todo mal inmundo.
Proprium numquam plaoitum.secuta, NuncaJamás su propia voluntad siguió,
In nono vitcc moritura lustro, Y en su lustro noveno estando por monir,
Segun el confesor asi se lo mandó ,
Vincit ayonem. Supaiior a Ja muerte suspendió el partir.
In lacu quinos Erebi per annot Con el infierno tiene lucha quinquenal,
Sustvnet larvas , moritur nec umquam Y muere triunfante conservando puro
Gimra quid fmdet sacra rirginalit De su fiel corazon el liriovirginal
Lilia coráis. Siempre preservado de todo alienU) impuro.
IVunc opem nobis miscrata confer, Protegenos ahora dulce y compasiva
{fui tuo» lati camimus trintmphos ; Mientras tus victorias alegres celebramos;
Erudi mentem, refluatque amor.it Instruyenos, y enciende llama siempreviva
Plamma perennis. En nuestro corazon humildes te rogamos.
(mu Deosummo, GenHoque Patris, Al Padre eterno gloria, al Hijo eterno
( honor,
Flamini sáncto til honor perennis.: Al de entrambos Amor honor, gloria tam
bien;
El Demn trinum rmeremur uno Á los tres que son uno y único Señor
Simpar hoimrc. Amen. Honor por siempre mas, por siempae gkv-
U¡a,.AinaB.
La Misa es del comun de las Vírgenes, y la Oracion la que sigue:
Deus, virginitatis amatar, qui bea- Ó Dios, amador de la virginidad,
tam Mwriam Magdalenam virginem, que adornaste con dones celestiales k
tuo amfme suceenss/m ccelestibus donis la bienaventurada virgen santa María
decoraste: áa, uí auam festiva cel$-r Magdnlejia , encendida en el fuego de
britate mnerapwx, purUate el ckflritQr tu divino íw»ür; poacédenos que imi
te imitemur. Per Dominum nostrum temos en el amor y en la pureza k la
Jesum Christum... que hoy celebramos con tanta solem
nidad. Por Nuestro Señor Jesucris
to, ele.
La Epístola es del capitulo x y xi de la segunda de san Pablo á los
Corintios,,
Fratres : Qui gloriatw, in Domino U er man os : MI que se gloria , gloríe
glorietur. Non enim qui seipsum com- se en el Señor: porque no es digno de
mendat, Ule probalus est; sed quem aprobacion el que se recomienda á si
Deus commendat. Vtinam sustineretis mismo, sino aquel á quien recomienda
,modioum quid úisipuntiis mece , sed et Dios. Ojala soportarais algun lanío io
supportate me, .Emular enim vos Dei que os parezca imprudencia min. Pero
cemidatione. Despendí enim vos uni dispensadme, pues estoy lleno de san
viro, virginem castam eoch ibere Cltrisfo. ta emulacion en Dios por vosotros,
porque he prometido á Jesucristo pre
sentaros a él santos, como una virgen
casta á su única esposo. ¿\
HATO

REFLEXIONES.

No el que se recomienda á sí mismo merece ser aprobado, sino aquel


á quien Dios recomienda. Ninguna cosa acredita mas el limitado en
tendimiento de un hombre , y su mucho mas limitado mérito, que el
alabarse á sí mismo ; vanidad grosera que hace sumamente des
preciable al que pretende darse á estimar por ella. La verdadera vir
tud y el verdadero mérito aborrecen las alabanzas ; no se apacienta
de humo ni de lisonjas forasteras; aliméntase, por decirlo así, de
su propio jugo.
Es la vanidad una pasion muy necia ; á todos se hace odiosa , pe
ro nunca enfada mas que cuando se disfraza con máscara de piedad,
y 'procura domesticarse con la devocion. El orgullo mas delicado y
mas sutil sabe tal vez cubrirse con los andrajos de la humildad ; re
meda el aire y el tono de esta virtud , se vale y se sustenta de sus
privilegios. Ningun vicio hace representar tantos papeles ; no hay
virtud que deba fiarse de él , y apenas hay otro de quien menos se
desconfie. Á quien solo tiene la corteza de la virtud , esta le parece
insípida ; el orgullo solo le llena.
Dedícase uno á la virtud con gusto mientras saca de ella algun
provecho ; por mas que se diga que solo se busca la gloria de Dios,
nunca perdemos de vista la nuestra. Aquellas obras de caridad que
nos dan mas estimacion , por penosas que sean , esas se nos hacen las
mas fáciles ; por lo menos esas solas son las que siempre se juzgan
indispensables. Mientras la virtud es aplaudida , nada se hace difi
cultoso en su ejercicio ; toda la dificultad está en aquellas virtudes
que se practican á oscuras y en secreto. ¡ Cosa extraña ! aquellos mis
mos que escriben mejor contra la vanidad , no siempre son los que
están mas reñidos con ella. No pocas veces el orgullo pelea contra el
orgullo; comunícase este veneno aun á su mismo antídoto ; tal vez en
el mismo ejercicio de la humildad se esconde la mas fina presuncion.
Dícese que nada se hace , ni se pretende hacer por ostentacion ;
pero al mismo tiempo no disgusta que se vea la buena obra que se
hace. Quiérese ocultar (por lo menos así se dice) lo poco bueno que
se hace ; pero fácilmente se perdona á los que lo publican. La accion
fatiga , pero lisonjea , especialmente cuando los muchos que nos bus
can acreditan en esto mismo su confianza , y la estimacion que ha
cen de nosotros. Siéntese no sé qué secreta complacencia de parecer
hombre necesario. ¿Será Dios el único objeto, el puro motivo de
DIA ¿XV. 5I 7
tantas fatigas ? Á la verdad parece que se le da la propiedad , pero
se reserva el usufructo. Acompaña el orgullo hasta la victoria del or
gullo mismo ; de todo se mantiene , de todo se sustenta ; hasta la mis
ma humildad le sirve de alimento. Háblase de sí mismo con despre
cio ; pero bien entendido que las mismas expresiones de abatimien
to que se usan , deben reputarse por otro nuevo mérito ; por eso no
se mira con buenos ojos á los que creen nuestra humilde confesion
sin mucha dificultad. La falsa modestia es refinamiento mas subido
de la vanidad , la cual quiere crecer aun por medio de la misma vir
tud que es mas contraria á ella. En una palabra, desean los hom
bres ser tenidos por humildes , pero sin serlo. Aquellos que verda
deramente lo son , se afligen de que los tengan por tales. Qui glo-
riatur, in Domino glorietur : el que se gloria , gloríese en el Señor.

El Evangelio es del capítulo xxv de san Mateo.

In iüo tempere dixit Jesus díscipu- En aquel tiempo dijo Jesús á sos
lis suis parabolam hanc: Simile erit discípulos esta parábola: Será el rei
regnum calorwn decem virginibus, no de los cielos semejante á diez vír
qua accipientes lampades suas , ex- genes, que tomando sus lámparas, sa
ierunt obviara sponso, etsponsa. Quin lieron á recibir al esposo y á la espo
que autem ex eis erant fatua, et quin sa. Pero cinco de ellas eran necias, y
que prudentes : sed quinque fatuas , cinco prudentes; mas las cinco necias,
acceptis lampadibus, non sumpserunt habiendo tomado las lámparas , no lle
oleum secum: prudentes vero accepe- varon consigo aceite ; pero las pruden
runt oleum in vasis suis cum lampadi tes tomaron aceite en sus vasijas jun
bus. Moram autem faciente sponso, tamente con las lámparas. Y tardando
dormitaverunt omnes et dormierunt. el esposo, comenzaron á cabecear, y
Media autem nocte clamor factus esl : se durmieron todas ; pero á eso de me
Ecce sponsus venit, exite obviam ei. dia noche se oyó un gran clamor : Mi
Tune surrexerunt omnes virgines illas, rad que viene el esposo, salid á reci
et ornaverunt lampades suas. Fatua birle : entonces se levantaron todas
autem sapientibus dixerunt: Date no- aquellas vírgenes, y adornaron sus
bis de oleo vestro; quia lampades nos- lámparas. Mas las necias dijeron á las
tra extinguuntur. Besponderunt pru prudentes : Dadnos de vuestro aceite,
dentes, dicentes : Ne forte non sufficiat porque se apagan nuestras lámparas.
nobis, et vobis; ite potius ad venden- Respondieron las prudentes, dicien
tes, et emite vobis. Dum autem irent do : No sea que no baste para nosotras
emere, venit sponsus; et qua parata y para vosotras ; id mas bien á los que
erant, intraverunt cum eo ad nuptias, lo venden , y comprad para vosotras.
et clausa estjunua. Pfovissime vero ve- Pero mientras iban á comprarlo , vino
niunt et reliqua virgines, dicentes: Do el esposo, y las que estaban preveni
mine, Domine, aperi nobis. At üle das entraron con él á las bodas, y se
responderá, ait: Amen dico vobis, nes- cerró la puerta. Al ña llegan tambien
618 ¥iY©
tío vos. VigüaltMaq.ve,.qv¡a'MK¡tís U*.demás vírgenes^ diciendo,: Señor,
diem, ñeque boram. Señor, ábrenos. V él las responde , y
dice: Eif verdad os digo, qne no os
conozco. Velad, pues, porque no sa-

MEDITACION.
Bel desprecio de las cosas pequeñas.
Punto prim&bo. —Considera que apenas hay error mas pernicio
so, y con todo eso apenas hay otro mas comun , que temer poco las
faltas pequeñas, y hacer poco .aprecio de las obligaciones menudas.
La delicadeza de conciencia en este particular suele reputarse por
cierto vano temor de una alma pusilánime , y la escrupulosa pun
tualidad en cosas pequeñas se tiene por prueba de una capacidad
muy limitada.. Dicese que un entendimiento despejado pierde de vis
ta estas menudencias , y que la verdadera virtud nunca depende de
un cúmulo de menudas observancias que envilecen el ánimo, hacen
tedioso y aun grosero el comercio de la vida , y lejos de {amentar la
devocion , la descarnan y la desecan. Sobre este falso principie se
da gusto en todo al amor propio, se condesciende cen tas pasiones,
se lisonjea á los sentidos , y se huye de toda servidumbre. Esperan
las vírgenes al esposo , pero se descuidan en proveer sus lámparas,
porque no piensan que ha de venir tan puesto. Despose de todo, m
parece muy grave este descuido ; pero ¡buen Dios, qué consecuen
cias no se siguieron de éll No quiso ni aun verlas el Esposo celes
tial. Dícese que no es cosa de importancia una faltiHa,., una regla
de poca monta , unaligera inspiracion ; que no puede importar m«-
cho el despreciarla. Pero qué , ¿ puede haber cosa pequeña en Im
que se refieren á un Dios tan grande , y cuando se trata no menos
que de agradarle ó desagradarle? Desagradar un poco & Dios, ¿será
pooo respecto de nosotros? No hay eos» pequeña c« todo lo q«e
puede contribuir á un negocio tan grande como el de uue&tra salr
nacion , ó nuestra perfeccion. No hay cosa pequeña en todo loque
nos puede hacer ganar ó perder un grado de gloria eterna. No es
pequeña cosa ser constantemente fiel en las cosas mas pequeñas. Es
prueba de girande amor querer dar guste «en todo á ta persona que
se ama, y huir de desagradarla en la mus mínima ©osa. Ne querer
dar gusto á Dios sino en las materias graves , contentarse con guar
dar sus mandamientos., es prueba de qp.e,,s£ le teme.HiucJw , peco
DIA XXV. SIS
tambien lo es de que se le ama poce. Témese el imfierno con un te
mor servil , cuando solo se piensa en guardar los mandamientos ; y
en todo lo demás no se repara en disgustar á Dios á sangre fría-
Pero si no hubiera infierno , ¿guardarían los mandamientos estos
siervos infieles y cobardee? Mi Dios , ¡ y cuántos se encontrarán de
estos que solo os temían con un temor servil , cuando quitada la
máscara y el disfraz se presenten en vuestro tribunal !

Ponto segunbo. —-Considera que se engañan enormemente todos


aquellos que piensan guardarán todo lo que es esencial para la sal
vacion , aunque hagan poco caso de otras menudencias. El que es im
fiel en las tosas pequeñas, tambien lo seré en las grandes, dice el orá
culo de Ja verdad , el mismo Jesucristo. Tú dices que aunque seas
poco observante y poco exacto, no faltarás á lo esencial ; Jesucristo
dice lo contrario. Una fluxion , por ligera que sea , si es continua
debilita la vista. Cuando hahitualmente se cometen muchas faltas
ligeras , es de temer que se pase sin reparo par encima de muchas
graves. Los mas furiosos incendios muchas veces tienen principio en
una chispa , en una pavesa que se despreció y no se apagó. Ai mas
robusto edificio, dice el Sabio, echa en tierra una gotera, ú no se re
media á tiempo ; va el agua poco á poco pudriendo las maderas,
comunícase á las paredes , cálase hasta los cimientos , ablándalos,
socávalos , remuévelos , y da en tierra el edificio.
Saiul , estrechado al parecer por la necesidad , no* espera á que
llegue Samuel para ofrecer el sacrificio : falta en la apariencia ligera,
y en las circunstancias parecía muy excusable ; sis embargo , mudó
el corazon de Dios respecto de Saul , y fue el principiode.su repro
bacion. ¿Qué consecuencias tan funestas tuvo una curiosidad incon
siderada de David? Las hurtillos y la poca fidelidad de Judas en in
tereses de no macha importancia fueron fomentando s'u avaricia,
hasta que al fin viooá vender á su Maestro, y á ahorcarse él mismo
confuso y desesperado. Mi falta, dices, fue una friolera; por lo mis
mo te costaba menos el ser fiel ; por lo mismo eres mas culpado en
no haberlo sido. La dificultad de las cosas que se nos mandan puede
servir de pretextoá nuestra flaqueza ; pero cuando son fáciles, ¿qué
excusa podemos alegar? Aunque el Profeta ( decían los criados á su
amo Naaman ) os hubiera ordenado una cosa muy ardua, debierais po
nerla en ejecucion por amor á vuestra salud ; pero siendo tan fácil la
que os prescribió, como bananos siete veces en el iordm, ¿no seria gran
de imprudencia omitirla? Ciertameajte , despues de tanto samo Jesu
820 HATO
cristo hizo y padeció por nosotros , aunque nos mandara las cosas mas
grandes y mas dificultosas , ¿podríamos negarnos á ejecutarlas sin in
currir en la mas torpe ingratitud ? Con todo eso lo mas de lo que
nos manda es sumamente fácil , y de tan poca consideracion en sí
mismo , que no nos atreveríamos á negarlo á un amigo , á un pa
riente, á un extraño, á un hombre de autoridad ; y sin embargo
falta poco para que hagamos vanidad de no concedérselo á Jesucristo.
¡ Ah, Señor, y cómo se le representará en la hora de la muerte á
un cristiano , á un religioso , esta negligencia habitual ! ¿Qué res
ponderé yo , divino Maestro mio , cuando me deis en cara con mi
ingratitud , con mi descuido, con mi poca fidelidad en las cosas pe
queñas , cuando todos los dias las espero y las recibo tan grandes de
vuestra misericordia? Haced, Señor, que esta mi presente confusion
me sirva para ser en adelante mas fiel , mas exacto y mas agradecido.

Jaculatorias. — Deseé , Señor, agradaros con todo mi corazon ;


no permitais que me separe jamás de vuestra divina" voluntad ni en
la mas mínima cosa. (Psalm. cxvm).
Abridme , Señor, los ojos para conocer todo aquello que os agrade,
y con toda el alma me dedicaré á daros gusto hasta en la menor de
todas mis obligaciones. (Ibid.).
PROPÓSITOS.
1 Ninguna cosa perjudica tanto á la salvacion del alma como el
descuido en cosas pequeñas : de este principio nacen las mas fu
nestas caidas , y en esta infidelidad tiene su origen la tibieza , mal
tanto mas temible cuanto fuere menos temido. No es cosa (se suele
decir), no es cosa una falta tan ligera ; algun dia se sabrá de cuánta
consecuencia fue esa falta. Á lo mas parecía una ligereza, un poco
de curiosidad volver la cabezá para ver cómo se abrasaba una ciu
dad con fuego del cielo ; pues esa curiosidad costó la vida á la mu
jer de Lot , castigada de un modo tan extraño como visible. Des
preciar las cosas pequeñas es estar desagradando á Dios continua
mente ; y desobedeciéndole á todas horas en las materias mas fáciles
es negarle lo que sin dificultad se concedería á un amigo, ó á cual
quiera hombre de alguna distincion ; es , hablando en rigor, serle
infiel todos los dias y todo el dia. Pues examina ahora cuáles son
aquellas leves obligaciones de tu estado que desatiendes con mayor
frecuencia ; cuáles las reglas que mas acostumbras quebrantar, con
pretexto de que no obligan á pecado, y que son reglas de. poca con
DIA XXVI. 821
sideracion. Acuérdate de que no hay cosa pequeña cuando se trata
de servir á Dios : todo es respetable , todo es grande cuando su Ma
jestad lo manda ; su voluntad da un sumo valor, una suma estima
cion á todo. Forma siempre un superior concepto de todas las me
nudencias , de todos los ejercicios espirituales , de todas las reglas,
de todas las costumbres y estilos santos de la Religion.
2 Si tienes ya determinado cierto método de vida ; si tu director
te ha arreglado ciertos ejercicios espirituales , ciertas penitencias,
ciertas devociones, guárdate bien de faltar voluntariamente á ellas;
en ninguna te dispenses sin justo motivo, con pretexto de parecerte
menudencia. Exacta modestia de los ojos en la iglesia ; constante
apacibilidad dentro de casa ; puntualidad inalterable en levantarse
por la mañana á la misma hora ; escrupulosa delicadeza de concien
cia en evitar aun la mas mínima mentira ociosa ; ni una palabra que
altere la caridad ; exactitud en el ayuno, sin sostenerle con muletas
excusadas. Si tú mismo te has impuesto algunas reglas para tu go
bierno , sé exacto en observarlas ; sé rígido en castigarte su trans
gresion , y nada te dejes pasar en este tiempo. Estas menudencias
espirituales fomentan la devocion, y contribuyen maravillosamente
para hacer santos.

DIA XXVI.
i
MARTIROLOGIO.

San Felipe Neri, en Roma, fundador de la Congregacion del Oratorio, in


signe en castidad, en espíritu de profecía y en milagros. (Véase su vida en las
de hoy ).
San Eleuterio, papa y mártir, tambien en Roma, el cual convirtió á la fe
de Cristo muchos nobles romanos, y envió á Inglaterra á los santos Damian y
Fugado, quienes bautizaron al rey Lucio, á su mujer, y á cási todo el pueblo.
(Vease su vida en las de hoy).
Los santos mártires Sihitrio, presbítero , y otros veinte y dos, igual
mente en Roma, los cuales fueron martirizados en tiempo de Antonino Pio.
San Cdadrato, en Atenas, discípulo de los Apóstoles, el cual en la perse
cucion de Adriano , por su fe é industria volvió a congregar á los Cristianos,
que aterrados habían huido, y presentó al mismo Emperador una apología de
la religion cristiana muy digna de la doctrina apostólica.
San Zacarías, obispo y mártir, en Viena, en el Delünado, el cual en tiem
po de Trajano consumó el martirio.
San Cdadrato , mártir, en África , en cuya festividad predicó san Agustín.
El triunfo de los santos mArtires Felicísimo, Heraclio y Paulino,
en Todi.
El martirio de san Prisco, en territorio de Auxerre, el cual fue martiri
zado en compañía de muchísimos cristianos.
San Agustín , obispo de Cantorbery en Inglaterra , el cual enviado a llá con
otros por el papa san Gregorio, predicó el Evangelio á los ingleses , y despues
de haber desempeñado su apostólico ministerio, murió allí mismo en el Señor
esclarecido en virtudes y milagros. (Era prior del monasterio de San Andrit
de Benedictinos en liorna cuando fué á predicar la fe evangélica en S86 á los in
gleses y sajones que se habían establecido en la Gran Bretaña, cuyo pais mira
á este Santo como á su apóstol. Al año siguiente convirtió á Etelberto , rey de
Kent, quien le cedió una iglesia en Cantorbery).

SAN FELIPE NERI, CONFESOR.


San Felipe Neri , fundador de la Congregacion del Oratorio en
Italia , célebre por el don de virginidad , por el de profecía y por
el de milagros, nació en Florencia el dia 22 de julio del año 1515.
Fue su padre Francisco. Neri , y su madre Lucreeia de Soldi, ambos
mas recomendables por su virtud que por su antigua nobleza. Cria
ron al niño con el mayor cuidado, aunquecostó poco el buen efecto
de su educacion. Sn natural inclinacion y las buenas disposiciones,
tanto de corazon como de entendimiento, con, que habia nacido, le
facilitaron los grandes progresos que en breve tiempo bizo, no me
nos en la ciencia de los Santos que en el estudio de las letras hu
manas. Perdió á su madre siendo aun muy jóven; pero su bello na
tural , su apacibilidad , su rendimiento , y especialmente su sólida
virtud , hicieron que encontrase otra¡no menos tierna y amorosa en
las segundas nupcias de su padre. Amóle la madrastra como si fue
ra su hijo ; y por su modestia, por su dócil natural y por su genio
oficioso apenas era conocido en Florencia con otro nombre que con
el de Felipe el Bueno. No se hablaba de otra cosa en toda la ciudad
que de la virtud de aquel ejemplar mancebo.
Á los ocho ó nueve años de su edad, experimentó una prueba de
la especial proteccion del cielo, habiendo caido desde lo mas alto de
una panera sin haber recibido daño alguno. Crecían con la edad su
juicio y su virtud , y ya comenzaba á mirar con inclinacion la vida
santa y penitente de los religiosos , cuyas casas frecuentaba , cuando
por razones de familia le envió su padre á la villa de San German,
situada al pié del monte Casino , para que viviese en compañía de
un tio suyo , hombre poderoso y sin sucesion , que le tenia desti
nado para su heredero. Hízole muy poca fuerza esta herencia. Es
tuvo dos años en. compañía de Róinulo (así se llamaba el tio) edi
ficando á todo el pueblo con su modestia y con sus virtuosos ejeui
su xxvi. 523
píos. Pero aspiraba á mayor fortuna, y cuanto mas iba conociendo
al mundo , mas suspiraba por retirarse de él. Suplicó al tio que le
diese licencia para ir á Roma á acabar sus estudios ; y aunque á
Róniulo le costaba graa dolor desviar de sí á un sobrino tan ama
ble , al fin, como era timorato, hizo escrúpulo de oponerse á la vo
luntad de Dios, si resistía á una vocacion tan declarada.
Apenas llegó Felipe á Roma cuando luego se distinguió en aque
lla corte , no menos por su ingenio que por su virtud. Hizo en pocos
días tan rápidos progresos en las ciencias y en la santidad , que fue
tenido en Roma por uno de los mas hábiles teólogos de su tiempo
y por uno de los mayores Santos de su siglo. Resplandecía la virtud
en toda su conducta ; brillaba en el semblante y en todo el porte ex
terior. Hacíase respetar hasta de los mas disolutos su modestia y su
virginal pudor ; con todo eso no faltaron algunos tan malignos y tan
descarados que armaron lazos á su inocencia, pero siempre con gran
de confusion de los mismos que le pretendían derribar. Por largo
tiempo permitió Dios que eneste punto padeciese su vistiud muchos
combates , sin duda para darle ocasion de que se le repitiesen los
triunfos. Fingíanse enfermas muchas mujeres perdidas , y le llama
ban á sus casas con pretexto de convertirse , siendo en la realidad
para provocarle ; pero con, el auxilio del cielo salió mas pura su vir
tud de estas peligrosas ocasiones , sirviéndole para vivir mas cui
dadoso , mas humilde , mas recogido y mas mortificado.
Era su vida muy austera y penitente. Comía una sola vez al dia,
reduciéndose la comida á pan y agua. Si tal vez anadia algunas yer
bas, cuidaba de que fuesen tan mal guisadas, que el regalo se con
vertía en verdadera penitencia. Su oracion era continua, interrum
piéndose con solo un brevísimo sueño. Despues de haber visitado
todos los dias las siete estaciones de Roma , se retiraba por las no
ches al cementerio de Calixto, donde continuaba sus ejercicios espi
rituales en las catacumbas de los santos Mártires. Aquí fue donde
comenzó su corazon á abrasarse tanto en el incendio del divino amor,
que con el tiempo llegó á suplicar al Señor que mitigase sus ardo-
res. Estrechándose cada dia mas y mas en union íntima con Dios,
á los veinte y tres años de su edad se prohibió á sí mismo lodo co-
, mercio con el mundo , resuelto á no pensar en oirá cosa que en su
propia santificacion y en la salvacion de las almas. Los hospitales,
las cárceles y las casas de misericordia eran el teatro de su caridad ;
y como si no fuesen bastantes para su celo, no habia dia que no se
le encontrase en las plazas , en los corrillos , en los sitios públicos,
624 MAYO
en el banco, en el cambio, y hasta en las hosterías y tabernas , para
ganar á todos con sus santas conversaciones y con sus ejemplos.
Bendijo Dios de tal suerte una caridad tan industriosa y tan activa,
que se palpó una visible mudanza en todos los parajes que Felipe
frecuentaba. Desterráronse de los lugares públicos las pendencias,
las blasfemias y las obscenidades. Vióse en Roma con admiracion
una general reforma de costumbres , aun antes que fuese conocido
el autor de la reforma.
Desde entonces comenzaron todos á reverenciar la virtud y el mé
rito de tan insigne operario. Juntáronsele algunas personas virtuo
sas que quisieron tener parte en tan santas obras. No se limitaba su
caridad á los niños y á los pobres vergonzantes ; extendíase á todos
los estados. Estaba en continuo movimiento , solicitando limosnas
para los hospitales , para las cárceles , y para las comunidades reli
giosas mas necesitadas.
Hácia el año de 1550, á solicitud de un virtuoso eclesiástico , sn
confesor, llamado Persiano Rosa, fundó la cofradía de la santísima
Trinidad en la iglesia de San Salvador del Campo , para socorrer á
los pobres extranjeros, á los peregrinos , y á los convalecientes que
no tenían donde retirarse. Era Felipe como el alma de este nuevo
cuerpo, y escogía siempre para sí las funciones mas penosas de sus
miembros.
Admirado Persiano Rosa de los grandes frutos que producía en
la Iglesia la ardiente caridad de su fervoroso penitente, juzgó que
seria de mucha mayor utilidad su ministerio si recibia los sagrados
órdenes. Propúsoselo, y se sobresaltó su humildad; pero al fin fue
preciso obedecer. Y para no darle tiempo de proponer nuevas difi
cultades, solicitó se dispensasen los intersticios, y en el espacio de
dos meses y medio le hicieron recibir la primera tonsura , los órde
nes menores , el subdiaconato, el diaconato y el presbiterato. Tenia
Felipe á la sazon treinta y seis años, y jamás habia pensado en ha
cerse sacerdote, considerando su indignidad. Ninguno se llegó al
sacrificio del altar con mejor disposicion. Las extraordinarias gracias
con que el cielo le regaló en su primera misa fueron , por decirlo
así, como los preludios de los singulares favores que habia de re
cibir en lo sucesivo. Celebraba cada dia, y siempre con nuevo fer
vor; desde la consagracion hasta que consumía parecía un hombre
extático , con el semblante arrojando fuego. Permanecía inmoble
y sin sentidos horas enteras , dando testimonio las dulces lágri
mas que derramaba del incendio del divino amor en que su alma
DÍA XXVI. 525
se abrasaba ; y no podia arrancarse del altar sin mucha violencia.
Viéndose precisado á celebrar el santo sacrificio en una capilla in
terior, así por sus achaques, como para dar rienda y mayor liber
tad á su tierna devocion , tenia prevenido al ayudante que un poco
antes de la comunion le dejase solo, y volviese una ó dos horas des
pues para acabar la misa. Se puede discurrir cuáles serian las inti
mas comunicaciones que entonces tendría con su Dios , y de qué de
licias espirituales seria inundada aquella purísima alma, por lo que
despues sucedió.
Acabando un dia de decir misa , y sintiéndose inflamado de un ex
traordinario deseo de amar mas y mas á Dios , se lo pedia con fer
vorosísimas instancias al Espíritu Santo, como principio y origen del
divino amor, cuando sintió de repente que , no cabiéndole el corazoo
en el pecho, rompió con estruendo dos costillas que se separaron há-
cia los dos lados para hacerle mas lugar, y para darle mayor dilata
cion. Vivió cincuenta años despues de este insigne favor, y despues
de su muerte toda Roma fue testigo de tan singular prodigio.
La ternura que profesaba á la santísima Virgen era en todo cor
respondiente al amor que le abrasaba por su santísimo Hijo. Apenas
acertaba á apellidarle con otro nombre que con el de su Madre , suy
delicias y su amor. En todas sus exhortaciones, pláticas, discursos
y conversaciones familiares habia de entrar el dulcísimo nombre de
María. Honrad á María , amad á María, hijos míos, decia continua
mente á los Padres de su Congregacion. Ella es la dispensadora de
todas las gracias, y ningun favor recibimos del cielo que no venga
por sus manos. Fuera del Rosario, que rezó indispensablemente to
dos los días de su vida , una de las devociones que aconsejaba a
todos era que repitiesen sesenta y tres veces al dia esta jaculatoria:
Virgo Maria, Mater Dei, deprecare Jesum pro me : 6 Virgo, etMa-
terl Virgen María, Madre de Dios, ruega por mí á Jesús: ¡oh Vir
gen y Madre! Todas las conversiones , y todas las maravillas que
obraba Dios por medio de su fiel siervo , las atribuía á la santísima
Virgen , de quien recibia cada dia singulares favores. Hallándose en
una ocasion enfermo de gravísimo peligro, y en términos de espi
rar, se le apareció la santísima Virgen. A su vista recobró las fuer
zas, incorporóse con ligereza en la cama , levantó las manos al ciclo,
y clavando los ojos en el objeto que él solo veia, exclamó cou asom
bro de los circunstantes : Ea, que aqui está mi buena Madre. Desde
aquel punto quedó enteramente sano ; y pudiendo mas su gozo que
34 tomo v.
526 MATO
su humildad , confesó con ingenuidad que su pronta y milagrosa
curacion la debia á la vista de la Virgen.
Mientras tanto, aunque era muy abundante la mies en la cofra
día de la Trinidad, no era campo suficiente para la dilatacion de su
celo. Aconsejóle su confesor que entrase en la Congregacion de los
clérigos de san Jerónimo llamada de la Caridad, donde le destina
ron al ministerio de oir confesiones. Mirábale Felipe con un santo
horror, y no se atrevió á ejercitarle hasta haberse asegurado bien
de ser llamado á él con legítima vocacion.
No se pueden explicar los bienes que hizo en este sagrado ejerci
cio. Viéronse desde luego grandes conversiones en todo género de
personas, estados, clases, edades y condiciones. Confesarse con Fe
lipe, y convertirse, era una misma cosa. Como estaba todo abrasado
en el amor diviuo , la menor palabrita suya penetraba el alma. No
habia pecador tan obstinado en la costumbre de pecar, no habia hom
bre disoluto, no habia mujer perdida , que á sus piés no se deshi
ciese en lágrimas. No habia resistencia á una exhortacion de Felipe :
una sola palabra suya ablandaba y derretía el corazon mas helado.
Llenábanle de consuelo tantas maravillosas conversiones, y así no le
dolia el trabajo. Despues de haber pasado en oracion una grande
parte de la noche , decia misa al romper el dia , daba gracias , y se
metia en el confesonario, donde no pocas veces perseveraba hasta muy
entrada la noche, sin otro sustento que el de la salvacion de las almas.
No podian menos de alborotar al infierno tantas maravillas. Con
juróse la envidia contra el Santo ; suscitóle enemigos aun entre sus
mismos hermanos ; armáronse mil lazos contra su prudencia y con
tra su celo ; valiéronse de la gente mas perdida , mas disotuta y
mas obstinada para sorprenderle ; echóse mano de la calumnia. Fue
acusado ante el vicario de Roma de que enseñaba novedades , y de
que guiaba á sus penitentes por caminos extraviados, y hasta enton
ces no conocidos. Fue citado , fue amonestado , y fue observado , po
niéndosele espías. Pero al fin , reconocida su santidad y su inocencia,
se le confirmó en todos los ejercicios de sus apostólicos ministerios.
Noticioso de las milagrosas conversiones que obraba el Señor en
el Japon por medio de los Padres de la Compañía, tuvo pensamien
to de atravesar los mares , y juntarse á tantos celosos misioneros :
pero le desviaron de él , representándole que en sola Roma encon
traría su celo un huen equivalente de todas las Indias y de lodo
el Nuevo Mundo.
día xxvi. 527
Por este tiempo creció tanto el número de sus discípulos r y era
tan grande el concurso de los que le buscaban , que embarazaban la
iglesia , y no daban lugar á las juntas que acostumbraba celebrar la
Congregacion de la Caridad. Por este motivo pidió ála misma Con
gregacion un sitio bastantemente espacioso, que estaba al lado de
recho déla misma iglesia, y no sirviéndola á ella para nada, podia
ser muy útil para los fines que Fehpe andaba meditando. Concedié-
ronsefe, y Inego dispuso que sus discípulos en diferentes horas d«l
dia tuviesen en él instrucciones públicas y conferencias espirituales,
siendo los primeros qne se le agregaron , y los primeros tambien que
empleó en este ministerio , Taurisio , Modi , Fuceio , Baronio , que
despues fue cardenal , Bordini , que fue arzobispo de Aviñon , y Ale
jandro Fedeli. El suceso fue ta» feliz , y el fruto tan notorio , que
concnrria en tropas el pueblo y nobleza, singularmente á la confe
rencia de la tarde ; y avista de tan numeroso concursóse determiné
Felipe á erigir en el mismo lugar una especie de oratorio, para que
se acabasen las conferencias coa un rato de oracion. Echó Dios¡ su
bendicion á este piadoso pensamiento de tal manera, que en Boma
ya no se hablaba de otra cosa sino de ir á visitar el oratorio de Fe
lipe Neri. Era cada dia mas abundante la mrés; y teniendo Dios
cuidado de aumentar el número de los obreros., se dié principio á'
aquella santa Congregacion , que ha eási dos. siglos está edificando
con tanta gloria y con tanto esplender á toda la santa iglesia.
Tal fue el nacimiento de la ¡lastre Congregacion de los Padres' del'
Oratorio de san Felipe Nerü e» Boma , tan célebre por los grandes
hombres que ha producido y está produciendo cada dia . por la pru
dencia y discrecion de sus constituciones , por la vida sobresaNeute
de sus ejemplares individuos , y tan útil á la Iglesia de Dios; por los
continuos frutos de su celo., siendo sin duda una de tas mas prove*-
chosas fundaciones que se han hecho hasta ahera en los términos-de'
Italia. Pero hablando en rigor hasta el año d* )56á ,. en que Felipe
tomó á su cargo el gobierno de la iglesia que pertenecia á la nacion
florentina, no dió forma regular á su Congregacion. Entonces dis
puso las constituciones , que fueron aprobadas por la Silla' apostólica,
y confirmó despues la Santidad de Gregorio 5MÍ por un breve que-
expidió en lo- de julio da 1573 , y bien rnfor-madoes*e gran Pontífi
ce de los imponderables bienes que traia a'l orbe cristiano la nuevat
Congregacion , aplicó á eltef , cediéndosela liberal mente , la nueva
iglesia de Valliceli. En muy breve tiempo se hicieron despues otras
muchas fundaciones , extendiéndose la Congregacion por todo el Es-
34*

v
528 MAYO
tado eclesiástico , de donde se propagó al reino de Nápoles , á la
Toscana , al Milanés , y con el tiempo se dilató á España y Portu
gal, siendo Felipe su primer general, á pesar de su extrema repug
nancia, por unánime consentimiento de todos los electores.
No podian faltar contradicciones á una Congregacion tan santa y
tan provechosa. Desatóse el infierno furiosamente contra los miem
bros y contra la cabeza ; no perdonó á las mas groseras calumnias;
pero la eminente virtud de nuestro Santo fácilmente disipó todos los
artificios del espíritu maligno. Cada dia era mas admirada su he
roica santidad , que confirmaba el Señor con frecuentes profecías y
milagros. Llamó un dia á Baronio á la una de la tarde , y le dijo :
Tomad el trabajo de ir á visitar los enfermos del hospital. Represen
tóle Baronio la importunidad de la hora, y quesería inquietar á los
enfermos que estarían descansando. Id sin dilacion, replicó el Santo.
Obedeció Baronio, entró en una de las salas , y luego reparó en un
enfermo que estaba agonizando. Corrió á él para ayudarle á bien
morir, y entendió , no sin admiracion , que no se habia confesado.
Confesóle muy despacio , y habiéndole administrado los demás Sa
cramentos , espiró dichosamente en sus manos.
Profesaba Felipe estrecha amistad con san Ignacio de Loyola , fun
dador de la Compañía de Jesús, y pasó este amor á ser como here
ditario en sus hijos. Amábanse los dos Santos recíprocamente , y des-
-pues de muerto san Ignacio nunca emprendía Felipe cosa conside
rable sin irla á consultar con Dios delante de su sepulcro. En fin,
conociendo Felipe que le iban faltando las fuerzas, en virtud de sus
muchos años y trabajos , en atencion á su avanzada edad y á sus
continuos achaques, consiguió licencia del papa Gregorio XIV para
decir misa en su aposento, porque dejarla un solo dia seria abreviar
le los de la vida. Celebróla el dia 26 de mayo con su acostumbrado
fervor y devocion. Concluida , solo pensó en disponerse para ir á
gozar de Dios , noticioso sin duda de la hora de su muerte ; y en
tregado enteramente á los mas tiernos y mas fervorosos actos del di
vino amor, espiró á los ochenta y dos años de su edad el de 1595.
Estuvo el santo cuerpo expuesto públicamente á la veneracion de
la ciudad por espacio de tres días , al cabo de los cuales , encerrado
en una caja de nogal , se depositó en un nicho que se abrió en la
pared. Siete años despues fue trasladado con mucha pompa á una
magnífica capilla que se habia erigido en su honor, habiéndose ha
llado incorrupto y entero , sin embargo de no haber sido embalsa
mado ; y fueron tantos los milagros que por su intercesion obró el
día xxvi. 529
Señor en su gloriosa sepultura, que desde luego se comenzó á Ira-
bajar en los procesos de su canonizacion , la que celebró solemne
mente el papa Gregorio XV el dia 12 de marzo de 1622.

SAN ELEUTERIO, PAPA Y MARTIR.

San Eleuterio, natural de Nicópolis, ciudad de Grecia , diácono y


discípulo del santo pontífice Aniceto, sucedió á san Sotero en el pon
tificado, el año de 176. Tuvo en su tiempo alguna paz y tranquili
dad la Iglesia ; la cual con el escuadron invencible de sus valerosos
guerreros y gloriosos Mártires habia conquistado y rendido los co
razones de muchos gentiles, y la vida ejemplar y doctrina celestial
de los santos Pontífices , acompañada con los milagros que Dios obra
ba en todas partes en testimonio de la verdad de la religion cristia
na, habia tenido mas fuerzas para plantarla y extenderla por el mun
do, que la rabia y furor de los tiranos para derribarla y oprimirla.
Con esta quietud se iba multiplicando la Iglesia del Señor maravillo
samente; y en Roma muchos caballeros y señores, cansados ya de
la supersticion de sus vanos dioses, y de la crueldad y abominacio
nes de sus emperadores , por la doctrina y predicacion del santo pon
tífice Eleuterio recibian la luz del Evangelio, y se convertían al Se
ñor. Y no menos en las otras provincias y reinos descubria sus claros
rayos y resplandores nuestra santa Religion ; particularmente se vió
esto en Britannia (es la que ahora llamamos Inglaterra) , porque Lu
cio, su rey, habiendo entendido la santa vida y milagros de los Cris
tianos, y que poco antes Marco Aurelio, emperador, habia alcanzado
por oracion de ellos una gran victoria contra los marcomanos, y que
por esta causa los trataba bien , y permitía que viviesen en su ley,
y que algunos caballeros y senadores romanos se habian bautizado
y seguido el estandarte de Cristo ; movido del mismo Cristo y Señor,
dejando á los obispos que habia en Francia y en otras partes mas
vecinas, envió una-solemne embajada con Elvano y Meduino, cria
dos suyos, á san Eleuterio, porque conocía que era cabeza, padre
y pastor universal de todos los fieles, suplicándole que le enviase
algunos ministros suyos, para que á él , y á toda su casa y reino,
hiciese cristianos , y los reconociese como á ovejas suyas, y del re
baño del Señor.
No se puede creer la alegría que el santo pontífice Eleuterio recibió
con esta embajada ; y para cumplimiento de lo que por ella se le pe
dia , envió á Fugacio y Donacio ( que otros llaman Damiano ) , varo
330 MAYO
nes dignos de tan grande empresa , á Britannia , para que enseñasen
los misterios de nuestra santa fe á Lucio y á su reino, y con el agua
del santo Bautismo los reengendrasen en Cristo. Ellos fueron , y lo
hicieron , y todo conforme al deseo y orden de Eleuterio ; y el Rey se
bautizó, y fue santo, y como de tal hace mencion de él el Martiro
logio romano á los 3 de diciembre , y su reino públicamente aceptó
la fe de Cristo nuestro Salvador, y fue el primero del mundo que por
público decreto y comun parecer de los moradores de él recibió y
profesó la religion cristiana; puesto caso que en España y Francia,
y en los otros reinos y provincias, ya habia en este tiempo muchos
cristianos. Esta conversion de Lucio fue el año de nuestra salud
de 183 , segun el cardenal Baronio. Habia en la isla de Britannia,
antes que se convirtiese , veinte y dos flamines , y tres arquiflamines
(que así Mamaban los gentiles de Britannia á sus pontífices y sumos
sacerdotes): estos se convirtieron tambien; y en su lugar Fugacio
y Damiano instituyeron veinte y dos obispos y tres arzobispos, y los
repartieron por aquella isla, y les señalaron sus iglesias y distritos,
para que no faltasen á los cristianos convertidos pastores que los go
bernasen en las cosas de la verdadera Religion ; pues los gentiles los
habian tenido en sus supersticiones é idolatrías.
Con la paz que tuvo la Iglesia en este tiempo, se levantaron algunos
herejes que la turbaron , como los Valentinianos, Marcionistas, Seve-
rianos, y otros monstruos como estos, á los cuales el santo pontífice
Eleuterio resistió valerosamente , y fue ayudado del glorioso obispo y
mártir san Ireneo, discípulo de san Policarpo, y de Papias, que ha
bian sido discípulos de los Apóstoles ; porque Ireneo, siendo presbí
tero, vino á Roma, enviado de la iglesia de Lyon de Francia, y en
el tiempo que estuvo en ella escribió contra los herejes, y les hizo
guerra como varon doctísimo apostólico , confutando los disparates
que ellos enseñaban , con la doctrina y tradiciones apostólicas que él
habia aprendido; y despues volvió á Lyon, de donde fue obispo y
mártir gloriosísimo : y porque algunos de aquellos herejes enseña
ban que Dios habia criado muchas cosas malas, y que no se habian
de comer algunos manjares, por ser tales; Eleuterio mandó que na
die desechase por supersticion género alguno' de manjar de las cria
turas que Dios hizo para servicio del hombre ; no porque no sea licito
y loable el no comer de algunos manjares regalados y gustosos , para
mortificar y refrenar la carne y sus apetitos, ó porque no se deba obe
decer á la santa Iglesia, cuando nos manda abstenernos de semejan
tes mantenimientos en los dias deayuno (que esto es necesario), sino
DIA XTVI. 531
porque no se han de desechar, por pensar que son malos de su na
turaleza. Ordenó asimismo este santo Pontífice que ningun sacer
dote fuese depuesto, sin que primero fuese legítimamente conven
cido de algun grave delito , y que ningun ausente fuese condenado
antes de ser oido; pues Cristo nuestro Señor no condenó, ni dejó de
comulgar á Judas (con saber quién era), porque aun no era notorio
su pecado. Hizo tres veces órdenes en el mes de diciembre, y en
ellas ordenó doce presbiteros, ocho diáconos, y quince obispos; y
despues de haber gobernado santamente la Iglesia romana quince
años y veinte y tres dias, fue martirizado, dando su vida por Cristo
por los años del Señor 19Í , siendo Cómodo emperador, aunque los
Martirologios romanos antiguos no declaran con qué género de muer
te fue coronado. Su cuerpo fue sepultado en el Vaticano.

La Misa es de Confesor no pontífice, y la Oracion es la siguiente:


Deus, qui beatum Philippum, con- Ó Dios , gue colocaste en la gloria de
fessorem tuum, sanctorum tuorum glo tus Santos á tu confesor el bienaven
ria sublimasti; conoede propitivs, ut turado san Felipe, conrédenos benig
cvjus solemnitate lcetamur, ejus virtu- no, que pues celebramos festivos su
tum proficiamus exemplo. Per Domi- solemnidad , nos aprovechemos solí
num nostrum Jesum Christum... citos de sus virtudes y de sus ejem
plos. Por Nuestro Señor Jesucris
to, etc.

La Epístola es del libro de la Sabiduría, capítulo vn.


Optavi, et datus est mihi sensus, et Yo deseé la inteligencia, y me fue
invocavi, et venit in me spiritus sa- concedida , é invoqué el espíritu de sa
pientia : et prceposui illam regnis etse- biduría , y vino á mí : y la preferí /t los
dibus, et divitias nihil esse auxi in reinos y los tronos, y tuve en nada los
eomparatwne illius : nec comparavi tesoros en su comparacion : ni com
illi lapidem pretiosum ; quoniam omne paré con ella las piedras preciosas ;
aurum in comparatione illius, arena porque todo el oro en competencia su
est exigua, et tamquam lutum astitna- ya es como una arena pequeña, y la
Intur argentum in conspectu Olius. Su- plata en su presencia será reputada
per salutem et speciem dile.ri illam, et por cieno. La amé mas que la salud
proposui pro luce kabere illam, quo y la hermosura, y propuse tenerla por
niam inextinguibile est lumen illius. guia, porque su luz es inextinguible.
Tenerunt autem mihi omnia bona pa- Juntamente con ella me vinieron todos
riter cum illa , et innumerabilis hones los bienes é inmensa riqueza por sus
tas per manus illius. Et latatus sum manos. Y rae alegré de todas estas co
in omnibus , quoniam antecedebat me sas, porque esta sabiduría es mi guia,
isla sapientia , et ignorabam quoniam y yo ignoraba que es madre de todo
horum omnium mater est. Quam sine esto. La cual yo aprendí sin ficcion, y
fctione didiei, et sine invidia com- comunico sin envidia, y no escondo
532 MAYO
munico, el honestatem illius non abs- sus riquezas. Porque es un tesoro in-
eondo. ¡nfinitus enim thesaurus est ho- finito para los hombres : del cual aque-
minibus: quo qui usi sunt, participes líos que hicieron uso , se hicieron par-
facti sunt amicitice üei propter disci- ticipantes de la amistad de Dios , sien-
jAintB dona commendati. do recomendables por los dones de la
doctrina.
REFLEXIONES.
Ikseé la sabiduría, y se me dió. Nunca la niega Dios al que la
quiere, y la pide con sinceridad. Paz y abundancia de gracias en la
tierra á los hombres de buena voluntad. ( Luc. 11 ) . Pero las pasiones
no se acomodan con tanta luz ; el amor propio gusta de estar á sus
anchuras; complácese en ignorar loque no puede conocer, sin que
le turbe y le coarte la libertad. Noluitintelligere, utbene ageret. Pro
cúrase desviar de la memoria y aun del conocimiento todo aquello
que puede acordarnos nuestras obligaciones. La demasiada luz in
comoda á los ojos achacosos; y el conocimiento claro y distinto de
las verdades terribles de la Religion espanta siempre á una concien
cia poco tranquila. En vano procuran sosegarnos el espíritu del mun
do, la pasion y nuestro propio espíritu : en vano se esfuerzan á
persuadirnos que son terrores pánicos, espantajos, sobresaltos sm
fundamento. Nada nos sosiega ; pero ¿qué se hace para calmar la
inquietud , y para conseguir la tranquilidad? ¿Se desea por ventura
el espíritu de la inteligencia para quitar la máscara al error, y para
descubrir el peligro? ¿Se recurre al Señor para obtener el espíritu
de la sabiduría , preferible á los reinos y á los tesoros? ¿aquella sa
biduría que quita el velo á las ilusiones del entendimiento y del co
razon, y que pone á la vista con la mayor claridad todo el embuste
y toda la vanidad del mundo? Antes parece que no seria de gusto
el alcanzarla ; y así solo se pide de cumplimiento con la parte , digá
moslo así, mas exterior de los labios. Descamínanse los hombres, y
todo el cuidado, toda la aplicacion de los que van mas descaminados
es desviar, alejar de sí cuanto les es posible todo lo que puede ha
cerles abrir los ojos para conocer su descamino. Pero nunca dura la
ilusion hasta la muerte : al acercarse el fin de la vida se desvanecen
las fantasmas ; disípanse las tinieblas cuando se va arrimando la úl
tima hora; y á la luz de la cercana eternidad se descubren muchos
misterios. Entonces no se consultan los deseos del corazon para re
cibir de ellos la inteligencia ; entonces sí que se tiene religion ; puesta
entonces en libertad la razon, se sujeta con rendimiento á la fe;
aprueba y ama esta noble dependencia. Restituidas las dos á sus le
DIA XXVI. 833
güimos derechos, hacen conocer, hacen palpar toda la injusticiade
nuestros desórdenes, y toda la equidad de la ley que se ha menos
preciado. Pero ¿qué efecto produce en la hora de la muerte esa in
teligencia clara y distinta de las verdades mas importantes? ¿esta
comprension del corazón humano? ¿esta sincera confesion de sus ,
descaminos? Ya es muy breve el tiempo que resta para una verda
dera conversion; ya está instruido el proceso ; ya se descubre el juez;
es preciso comparecer ante su terrible tribunal. ¡Ahí que entonces
solo ha quedado la confusion, el dolor vivo, penetrante, pero esté
ril , la desesperacion , fruto natural del conocimiento tardío, arrepen
timiento forzado, reflexiones que ya no llegan á tiempo.
¡Cosa raral en nada se equivocan mas los hombres que en el
concepto que forman de sus mismas operaciones. Juzgan ser acto
de la voluntad el que puramente lo es del entendimiento. Conócese
la equidad del precepto, la santidad de la ley, la importancia de la
obligacion , las funestas resultas del pecado , y el castigo que me
rece; ríndese la razon , todo lo aprueba , y conviene en todo sin ré
plica. Pero este conocimiento, enteramente intelectual, puramente
especulativo , nos persuade el amor propio que es un acto práctico
de la voluntad, una detestacion sincera y efectiva del pecado. No
hay cosa mas ordinaria que esta fatal equivocacion: de este princi
pio nace aquel tropel, ó por lo menos aquella multitud de deseos
tan inútiles como estériles, á competencia unos de otros. Y quiera
Dios que esta funesta equivocacion no se extienda tambien á la ima
ginaria conversion de muchas gentes.

El Evangelio es del capítulo xn de san Lucas, pág. 251 .

MEDITACION.
Del fervor en el servicio de Dios.
Punto primero. — Considera que siempre se sirve mal cuando se
sirve con tibieza. Poco amor tiene á su amo el que le sirve con dis
gusto y puramente por miedo. La frialdad y la lentitud en quien
sirve, muestran el poco respeto que profesa á su dueño.
Pero al fin , que á los hombres se les sirva con diferencia y con
descuido, adelante ; no es grande maravilla. El corazon nunca está
asalariado ; no tiene parte en la escritura ó en la obligacion del ser
vicio. Pero que se sirva á Dios con frialdad y con indiferencia ; que
la grande honra y los crecidos intereses que se logran en servirle no
334 HAYO
exciten nuestra ambicion , y no nos inspiren por lo menos tanto celo,
tanto ardor en todo lo que toca á su servicio como el que manifes
tamos en el servicio del príncipe ; verdaderamente es asunto de gran
de admiracion, pero algun dia lo será tambien de grande arrepen-
, timiento.
Á Jacob le parecen nada siete años de servicio por la esperanza
de poseer algun dia á la hermosa Raquel. Ofrécese el mismo Dios
por premio y por salario á los que fielmente le sirven; ¡y con todo
eso es servido con negligencia!
¡Con qué celo, con qué puntualidad, con qué fervor se sirve al
soberano ! Los bienes , el descanso, la vida , todo lo que mas se ama
en este mundo se sacrifica á su servicio. Mas que toda una ilustre
casa , toda una rica sucesion esté fundada en un único heredero :
este solo heredero, este único hijo, esta única esperanza de toda la
familia es el primero que corre al peligro, que avanza al asalto, que
monta la brecha. ¿Se sirve á Dios con el mismo ardor 1 Et Mi qui-
dem ut corruptibilem coronara accipiant ; nos autem incorruptam. I
esto que aquellos trabajan por una corona perecedera ; pero nosotros
por una que jamás se ha de marchitar. ¡Mi Dios, qué conducta es
la nuestra! Sabemos que Dios no hace caso de los servicios exterio
res , si no los acompaña el corazon. Pórtase con nosotros mas como
padre que como señor; y por eso quiere que sea el amor el gran
móvil de todos los que le sirven. Y á la verdad , ¿qué dueño hay mas
digno de ser servido con amor y con fervor que un Dios á quien
debemos todo cuanto tenemos , y que recompensa con tanta libera
lidad nuestros servicios? ¿Con qué ardor debemos dedicarnos á darle
gusto, y con qué puntualidad, con qué fervor, con qué celo nos de
bemos aplicar á poner en ejecucion todo aquello que sabemos ser de
su agrado? Pero ¿lo hemos hecho así? ¿ lo hacemos al presente? ¡Mi
Dios , y qué materia tan abundante para el mas vivo dolor, para el
mas amargo llanto !

Punto segundo. — Considera la flojedad, y aun la insensibili


dad con que se sirve á Dios ; la facilidad con que se dispensan los
hombres en sus preceptos; la serenidad con que se quebrantan sus
mandamientos ; la libertad y el descaro con que se peca. Los nego
cios temporales, la satisfaccion de las pasiones, el amor á todo lo que
sea divertirse; en una palabra, el espíritu del mundo es lo que ocu
pa toda la atencion , todo el corazon , y se sorbe todo el tiempo. ¿Qué
rato, qué horas del dia encuentra un hombre mundano en el orden
DIA XXVI. 533
ó en el desorden de su vida para dedicarlas al servicio de Dios? Un
eclesiástico ya por su estado encuentra algunas ; pero ¿las emplea
mejor?
¿ Es Dios servido con decencia , con actividad , con fervor dentro
de su misma casa? La modestia , el respeto y la devocion de los que
le adoran , ¿edifican mucho á todos los que entran en nuestros tem
plos? Pero penetremos hasta el santuario; acerquémonos al mismo al
tar ; ¿reconoceiénios en el fervor y en la devocion el verdadero ca-(
rácter de sus sagrados ministros? ¡ Ah, Señor, y con qué descuido,
con qué negligencia sois servido! ¿Encontraráse por ventura el dia
de hoy gran número de aquellos fieles y fervorosos siervos del Se
ñor, embebidos verdaderamente en las grandes máximas de Reli
gion , Henos de una viva fe , que sirvan al Señor como á su Dios,
como á su soberano Dueño? ¿Dónde está aquella delicadeza de con
ciencia en todo lo que concierne á la eterna salvacion? ¿dónde aquel
ardor, aquella actividad en todo lo que respecta á la obediencia de la
«anta ley? ¿dónde aquel cristiano fervor en todo lo que mira al ser
vicio de un amo tau bueno? Pregunto: ¿Mantendría alguno en su
casa á un criado que le sirviese con el descuido y con la negligen
cia eon que él mismo sirve á Dios?
¡Oh , y qué monstruosa diferencia hay entre el modo con que nos
otros servimos á Dios, y la manera con que le sirvieron los Santos!
-Considera el amor, el fervor, la devocion de un san Felipe Neri. Pa-
récenosque aquellos excesos, aquellos raptos, aquellos encendimien
tos del divino amor eran milagrosos. ¡ Ah , que no ! solamente lo pa
recen, porque son tan raros. Pero si conociéramos bien al Señor á
quien servimos , no lo haríamos con menos fervor, con menos amor,
ni con menos actividad.
¡Cuánta es, mi DmS, ibí confusion , cuánto mi dolor cuando con
sidero el descuido y la negligencia con que os he servido ! Motivo
tengo para suplicaros olvideis mis aparentes servicios, pues temo sean
mas dignos de castigo que de premio. Ya, Señor, no os acordeis sino
i del fervor con que procuraré serviros en adelante; pues, hablando
i en rigor, hoy es el dia en que comienzo á serviros.

i Jaculatorias. — Mi alma dijo: el Señor es mi herencia; pues yo


i colocaré en él toda mi confianza. (Thrm. m).
I ¡ Qué amables son tus tabernáculos , ó gran Señor de las virtudes !
, mi alma desfallece á violencia del amor con que suspira por lograr
i algun rinconcito en ellos. (Psalm. lxxxiii).
530 MATO
PROPÓSITOS.
1 No hay cosa al parecer mas injuriosa á Dios , que servirle con
negligencia y con descuido. Cuando no sea un formal . es por lo me
nos un virtual menosprecio de su majestad , de su bondad y de su so
beranía. El que sirve á Dios, ya en algun modo le conoce ; y ese Dios
á quien conoce, ¿no se dará por agraviado de un servicio descuidado
y negligente? ¿Sufriríamos por mucho tiempo á un criado que nos
sirviese con tanta frialdad y negligencia? Nada irrita tanto como ver
á un hijo frio ó indiferente en el obsequio de su padre. Pues , Si ergo
Paler ego sum, dice el Señor por su Profeta, ubi est honor meus? Et
siDominus egosum, ubi est timormeus? (Malach. i). Si soy vuestro
Padre, ¿dónde está la honra que me profesais''? Y si soy vuestro Se
ñor, ¿dónde está el miedo reverencial que me teneis? ¡Oh mi Dios,
y qué señal tan funesta es la de una tibieza, una negligencia habi
tual en vuestro servicio, tanto mas digna de temerse , cuanto en cier
to modo parece que cierra las puertas á una sincera conversion, ó
cuando menos ciertamente la hace mucho mas dificultosa! Tú sirves
á Dios , y aun quizá por tu profesion estás especialmente consagrado
á su servicio. Pero ¿le sirves con fervor? Tu atencion, tu celo, lu
actividad, ¿dan testimonio de que es Dios el amo á quien sirves? ¿No
tienes justo motivo para temer que acaso le has deshonrado hasta
aquí en lo mismo en que te parece haberle servido? Cuando le pre
sentemos el oficio divino que hemos rezado, los ministerios á que he
mos atendido , las oraciones que hemos hecho, y acaso tambien las
misas que hemos celebrado , ¿no nos podrá responder: Vos inhono-
rastis me? (Joan. vm). j Ah ! que en lugar de honrarme, me ofendis
teis , y me despreciásteis. Toma hoy media hora de tiempo para exa
minar sériamente tu conducta sobre este punto , y trata de enmen
darla.
2 Desde hoy en adelante sirve á Dios con el respeto, con el fervor
y con la fidelidad que por tantos títulos le es debida : cualquiera acto
de Religion que ejecutes , aunque no sea mas que persignarte ; cual
quiera oracion que reces , aunque no sea mas que una Ave, María;
cualquiera buena obra que hagas por Dios, aunque no sea mas que
leer un libro espiritual , dar una limosna , etc. , hazlo lodo con aque
lla devocion, con aquel respeto, con aquella atencion que nos ins
pira la fe. Toma la costumbre de decirte á tí mismo al principio de
todas estas cosas: Mira que es Dios á quien vas á servir, es Dios á
quien vas á orar, es Dios á quien pretendes complacer.
DIA XXVII. 537

DIA XXVII.
MARTIROLOGIO.

Santa María Magdalena, virgen, del Órden de Carmelitas ; la festividad


de su tránsito se celebra el dia 28 de mayo.
El transito de san Juan, papa y mártir, el cual llamado á Bavena por
Teodorico, rey de Italia, arriano, y atormentado largamente en una cárcel por
la fe católica , acabó su vida en la prision. (Véase su vida en las de hoy).
El martirio de san Julio, en Dorostoro, ó sea Silistria, en la Misia, el
cual en tiempo del emperador Alejandro, siendo soldado veterano ya retirado,
fue preso por los oficiales, y presentado al tribunal del presidente Máximo; y
como á su presencia detestase los ídolos, confesando valerosamente el nombre
de Jesucristo, fue sentenciado á pena capital.
Santa Rrstituta, virgen y mártir, en Sora ; la cual en tiempo del empe
rador Aureliano y del procónsul Agacio, defendiendo la fe católica, triunfó de
las persuasiones del demonio, de las caricias de sus padres, y de la crueldad
de los verdugos ; y últimamente consiguió la corona del martirio decapitada
con otros cristianos (el año 272).
San Ranulfo, mártir, en el Artois.
San Eutropio, obispo, en Orange en Francia, esclarecido en virtudes y mi
lagros.
La dichosa muerte del venerable Beda , presbítero , en el mismo dia,
muy esclarecido en santidad y doctrina. ( Véase su historia en las de este dia).

SAN JUAN, PAPA T MARTIR.


San Juan, papa primero de este nombre, fue hijo de Constancio,
y nació en Florencia hácia ei fin del siglo V. Nada se sabe de sus pri
meros años; solo es cierto que siendo aun muchacho pasó á Roma,
donde se aplicó al estudio de las ciencias y de la virtud , en que hizo
maravillosos progresos; y elevado á los órdenes sagrados, mereció
ser tenido por uno de los mas santos y mas sábios presbiteros de la
santa Iglesia.
Era Juan el oráculo y el modelo de lodo el clero cuando murió el
papa Hormisdas el dia 6 de agosto del año 523 ; y de comun consen
timiento fue elegido siete dias despues para ocupar la cátedra de san
Pedro. Subió á ella cuando estaba muy necesitada de un sumo pon
tífice sábio para confundir á los herejes ; santo para edificar á los ca
tólicos; intrépido para no acobardarse con las amenazas de un em
perador arriano ; y celoso para velar continuamente sobre su rebaño,
y defenderle con valor en un desgraciado tiempo en que la persecu
cion de los Arríanos en Occidente hacia ventajas á las persecuciones
538 MATO
de los emperadores idólatras. Poseia el santo Pontífice con eminen
cia todas estas virtudes; todo esto era nuestro Juan, y muy preste
se vió necesitado á dar las mejores pruebas.
Obedecía Italia á la sazon á Teodorico, rey de los godos, uno de
los mas poderosos y mas ardientes defensores que habia tenido el ar-
rianismo. El imperio de Oriente reconocía por emperador á Justino,
que de soldado raso y de un nacimiento muy humilde habia ascen
dido al trono imperial por todos los grados del honor; pero Heno de
religion y de piedad habia publicado severísimos edictos contra to
dos los herejes, exceptuando solo á los Arríanos, que por una falsa
política juzgó debia disimular, por no exasperar á Teodorico, su po
deroso protector, con quien la razon de Estado le habia puesto en
precision de coligarse. Pero considerando despues que esta condes
cendencia era contraria á la ley de Dios, determinó comprender tam
bien á dichos herejes en los decretos que publicaba contra todos lo«
demás, y ordenó que todos los Arríanos que fuesen vasallos suyos,
y viviesen dentro de sus dominios , tratasen de restituir prontamente
a los Católicos todas las iglesias que ocupaban, y en adelante estn-
viesen sujetos á sus edictos.
Informaron luego los Arríanos á Teodorico de las severas órdenes
del emperador Justino, suplicándole tomase debajo de su poderosa
proteccion la defensa de su secta. Entró en furia el Monarca arriano
con esta noticia , y escribió muchas cartas al Emperador del Oriente,
amenazándole que desterraría de sus Estados á todos los Católicos,
si no mandaba que restituyesen luego las iglesias á los Arríanos.
Justino, cada dia mas celoso por la fe católica y por el honor de la
religion cristiana , no tuvo por conveniente deferir á sus megos, ni
hacer caso de sus amenazas, y le respondió secamente, que no le
permitía la conciencia revocarlas órdenes que habia publicado.
No desistió Teodorico , y lo que no habia conseguido por cartas,
resolvió lograrlo por medio de una famosa embajada, de la cual quiso
absolutamente que el papa Juan fuese- por cabeza. Nombró para ella
á los cuatro senadores principales que sospechaba se entendían se
cretamente con el Emperador ; y para obligar al santo Pontífice á que
se encargase de la negociacion , le amenazó que si se resistía á ha
cerlo, trataría á los Católicos de Italia ni mas ni menos como el Em
perador trataba en el Oriente á los Arríanos. Considerando el santo
Pontífice la cólera del impío Rey, y viendo el peligro que amena
zaba á toda Italia, se halló precisado á encargarse de una comision
tan indecente á su sagrada suprema dignidad, como contraria á sus
DIA XXVII. 539
mismos intereses y santísimos deseos ; porque este Príncipe le en
cargó expresamente declarase al Emperador, que si no se restituían
á los Arríanos las iglesias que se les habian quitado, costaría la vida
á todos los Católicos de Italia, y la libertad á la Religion. Los cua
tro senadores romanos que le asoció fueron Teodoro, Importuno y
Agapito, que todos habian sido cónsules; y el cuarto, llamado tam
bien Agapito, era patricio. Para hacer todavía mas célebre la em
bajada, quiso se le añadiesen cinco obispos, siendo los principales
Eclesio de Ravena y san Eusebio de Fano, á los cuales declaró de
nuevo el inicuo Rey su intencion y su determinada voluntad.
No es posible explicar el desconsuelo de toda Roma cuando se su
po que la dejaba el santo Pastor. Lo largo de un viaje tan peligroso
como dilatado, la violencia que se le hacia para que le emprendiese,
el asunto de él , tan indecente y tan indigno de su sagrada digni
dad , el justo temor de no volver á verte, todo contribuía á que se
sobresalíase el rebaño, y á que se deshiciese toda la ciudad de Ro
ma en un copioso llanto. Enternecióse el corazon del santo Pontífice
á vista de las demostraciones de su amado pueblo ; hizo cuanto pudo
para consolarle, echóle su paternal bendicion , y se embarcó , en fin,
con todos los que le acompañaban.
Cuando se tuvo noticia en Constantinopla de que el Papa habia
desembarcado , toda la ciudad salió á recibirle á mucha distancia con
cruces , con pendones , con hachas encendidas , para hacer el debido
honor al Vicario de Jesucristo, legítimo y verdadero sucesor del após
tol san Pedro. Fue el recibimiento una fiesta pública, ó cierta es
pecie de triunfo, acompañado de veneracion y de respeto, apresu
rándose cada uno para recibir á competencia su santa bendicion. El
mismo Emperador se postró en tierra para saludar reverentemente
al Papa, tributándole todos los honores que se pueden imaginar. El
clero (si pudo ser) aun hizo ventajas en la veneracion á la devocion
del pueblo y del Emperador. Á la verdad , el nombre solo de vicario
de Jesucristo y la dignidad de sumo pontífice inspiraba á todos los
fieles aquel profundo respeto; pero la eminente santidad del Papa,
que se traslucia bien entre la pobreza de su humildísimo equipaje,
no contribuyó menos á la general veneracion que todos los sexos,
edades y condiciones manifestaron á nuestro Santo. No hay que
extrañar hiciese tanta impresion el concepto que se tenia de su he
roica virtud; pues no se ignoraban en Constantinopla los milagros
que habia hecho en el camino. Á la misma entrada de la ciudad dió
vista á un ciego, y se sabia que al desembarcaren el istmo, hallan-
540 MATO
dose el santo Pontífice sin carruaje y sin caballería en que proseguir
su viaje , cierto gentil hombre le prestó su caballo , que montó , y ca
minó en él algunas leguas; pero quedaron todos asombrados cuan
do vieron que el caballo , antes muy manso , dócil y manejable , no
sufriódespues queninguno le montase, corveteando con todo el cuer
po cuando alguno se le acercaba para hacerlo , y desviando de sí á
todos á relinchos, á coces y á manotadas, sin que jamas fuese po
sible domarle.
Aunque el Emperador estaba ya coronado por mano de Juan , pa
triarca de Constantinopla , tuvo devocion de recibir la misma corona
de mano del Pontífice, y se celebró esta ceremonia con toda la so
lemnidad correspondiente á la magnificencia de tan gran Príncipe.
El Patriarca en todas las ocurrencias reconoció la primacía de la ca
tedra de Roma, y rindió al Papa los honores que se le debian ; y el
Papa ofició de pontifical el dia de Pascua, celebrando segun el rilo
latino y el uso de la Iglesia romana.
Entrando despues en conferencia, estuvo tan léjos de tratar con
el religioso Emperador como embajador de un rey arriano, que solo
negoció con él como pastor y cabeza de toda la Iglesia católica ; y
sin que ni uno ni otro se dejasen intimidar de las amenazas de Teo-
dorico, recíprocamente se fortalecieron los dos en la generosa reso
lucion de preferir la gloria de Dios á todos los intereses temporales , y
defender la pureza de la fe aun á costa de la misma vida. Exhorlo
el Papa al piadoso Príncipe á que acabase de exterminar la herejía
de todos sus dominios, sin hacer caso de la persecucion con que el
Rey arriano amenazaba á toda Italia ; y el Emperador se sintió tan
animado por las vivas exhortaciones de nuestro Santo, que no solo
no quiso restituir á los Arríanos las iglesias que se les habian quita
do , sino que mandó introducir el ejercicio de la religion católica en
todas aquellas donde no estaba introducido; y escribió á Teodorico,
que reputaría por manifiesta infraccion de la paz y por declarado
rompimiento cualquiera maltratamiento que se hiciese á los Católi
cos. Pero no bastó esto para contener al bárbaro Monarca, ni estor
bó que por levísimas sospechas y sobre meras calumnias mandase
arrestar á los dos mayores hombres de la Italia, á Simaco y su yer
no Boecio , mas recomendables por su virtud y por el celo de la Re
ligion que por su sabiduría y por la elevada autoridad que logra
ban en el Senado, habiendo sido ambos cónsules. Al ilustre y reli
gioso filósofo Boecio le cortaron la cabeza antes que volviese á Italia
nuestro Santo, y Simaco sobrevivió poco á su yerno , siendo el ccio
DIA XXVII. 541
de la Religion la principal causa de la desgracia de los dos; pero el
Señor vengó presto su muerte con la funesta que tuvo el mismo Teo
dorico.
Mientras tanto , habiendo obtenido del Emperador el santo Papa
todo lo que deseaba Teodorico, á excepcion únicamente de lo que
era en perjuicio de la Religion, dió la vuelta á Italia. Desembarcó
en ella , y cuando se estaba disponiendo para ir á darle cuenta de su
negociacion, fue arrestado de orden del impío Monarca, encendido
en rabiosos celos por los honores que Justino le habia tributado; y
sin atender á los grandes servicios que le habia hecho cerca del Em
perador , le mandó conducir á la fortaleza de Ravena , donde por mie
do de alguna sublevacion no se atrevió á quitarle la vida con la
espada ; pero dió orden de que le dejasen morir de hambre y de mi
seria. Dícese que hallándose en aquella horrorosa prision , y tenien
do noticia de las falsas voces que los herejes habian esparcido por la
Italia, fingiendo mil embustes sobre su negociacion en Constantino-
pla, tuvo forma de escribir á los obispos de la misma Italia la carta
siguiente: t
JUAN, OBISPO, Á LOS OBISPOS DE ITALIA,
salud en Nuestro Señor.
«Aunque tengo pruebas bien ciertas de que vuestro celo por la
«Religion crece cada dia, y que triunfa vuestra fe, consolando ma-
«ravillosamenteá todos los fieles; con todo eso, no dejo de exhorta-
«ros á que os armeis con la espada de la palabra de*Dios , para com-
« batir la perfidia arriana , tantas veces condenada , y que no por eso
«deja de renacer todos los dias, para que con la ayuda del Señor ten-
«gamos el consuelo de arrancar hasta la raíz. Y para esto no temais ;
«apoderaos, si fuese posible, de todas las iglesias ocupadas por los
«Arríanos, y restituidlas á los Católicos despues de purificadas. Así
«lo hicimos nosotros en el Oriente por el parecer del cristianísimo y
«religiosísimo emperador Justino , cuando el rey Teodorico nos forzó
«á ir á Constantinopla á tratar negocios de la Iglesia y del Estado. No
«tengais miedo á las amenazas que hace de talarlo todo á sangre y
«fuego ; acordaos de lo que nos dice Jesucristo (Matth. i) : No temais
«á los que quitan la vida del cuerpo, y no pueden quitar la del alma;
vpero temed antes á aquel que puede precipitar el alma y el cuerpo en el
«infierno. Por lo que toca á nosotros , aunque en todas ocasiones so
braos inquietados y somos perseguidos; pero no somos abandonados.»
(IICor.i\).
35 . TOMO V.
542 MAYO
Irritado Teodorico de la constancia del santo Pontífice, repitió la
orden de que le dejasen morir de miseria en la prision; y rindién
dose á ella, coronó su santa vida.con una preciosa muerte el dia 27
de mayo de 526 , despues de dos años y nueve meses de pontificado.
En el mismo dia manifestó el Señor la santidad de su siervo con nue
vos milagros. Fue conducido el santo cuerpo con extraordinaria pom
pa fuera de la ciudad, y se le dió sepultura en el cementerio público,
donde estuvo hasta cuatro años despues, en que su sucesor el papa
Félix le hizo trasladar á Roma, cuya traslacion fue verdaderamente
un glorioso triunfo. Depositóse en la iglesia de San Pedro el cuerpo
de nuestro Santo, que siempre ha sido venerado como mártir, y en
la misma iglesia se conserva hasta el dia de hoy.

EL VENERABLE BEDA, CONFESOR Y PADRE DE LA IGLESIA.


El venerable Beda fue de nacion inglés, y nació en una aldea que
se llamaba Jeru ó Geruvico. Siendo de edad de siete años (como él
mismo lo dice) fue entregado, para que le criase, á un abad, lla
mado Benito ó Benedicto, y despues á otro por nombre Ceolfrido,
que tenia cargo de los monasterios de la Orden de san Benito , de
dicados á los apóstoles san Pedro y san Pablo, poco distantes entre
sí. Habia en estos monasterios seiscientos monjes (porque en aquel
tiempo en los monasterios de san Benito habia estudios y escuelas),
entre los cuales se esmeró mucho Beda en la disciplina religiosa, y
en la observancia de su regla, y en toda virtud. Tuvo por maestro
á Juan Beverlacio , varon doctísimo , aprendió la lengua latina y grie
ga , y las ciencias filosóficas , y la sagrada teología , tan exacta y per
fectamente, como lo muestran las obras muchas y varias que escri
bió; y en su tiempo fue tenido por un pozo de ciencia y oráculo de
sabiduría, y dejó algunos buenos discípulos en todas buenas letras
excelentísimos, como fueron Rabano, arzobispo de Maguncia; Al-
cuino, maestro del emperador Carlomagno; Claudio y Juan Esco
to que fueron los primeros que enseñaron en la universidad de París,
é ilustraron la Francia con su erudicion , y la enriquecieron con los
muchos y doctos discípulos que instruyeron y enseñaron. Ordenose
de diácono á diez y nueve años, y de misa á treinta de su edad. Gas
taba los dias y las noches , ó en orar , ó en escribir , ó enseñar ; y tam
bien tomaba muchas veces parte en los ejercicios de ordeñar á las
ovejas, ó cultivar el huerto, ó en la cocina del monasterio , conforme
lo practicaban los demás monjes, sin exceptuarse el mismo abad. Ét
día xxvn. 543
mismo nos dice que desde que le promovieron al sacerdocio hasta
la edad de cincuenta y nueve años, en que escribia esto que deci
mos , habia compuesto varios libros para su uso propio , y el de otros,
sacándolos de la doctrina de los Padres , ó añadiendo nuevos comen
tos, ségun el sentido é interpretacion de ellos. Nos da una lista de
cuarenta y cinco obras diferentes que hasta entonces habia compues
to : despues escribió aun muchas otras. ManejabaBeda todas las cien
cias de cualquiera especie de literatura : la filosofía natural, los prin
cipios filosóficos de Aristóteles , la astronomía , el calendario , la gra
mática, la historia eclesiástica y las vidas de los Santos; aunque las
obras de piedad componen el grueso principal de sus escritos. No
fueron objeto particular de sus estudios los ornatos de la retórica;
pero respiran todos sus escrilos y composiciones cierta perspicacia,
honestidad y sencillez que encantan. Sobre todo el candor honesto y
el amor á la verdad son caractéres tan visibles en su Historia ecle
siástica y demás obras históricas, que aun los críticos mas severos
no se han atrevido jamás á poner en duda su sinceridad. En los co
mentarios originales que escribió , parece, en opinion de muy bue
nos jueces, nada inferior en solidez y juicio á los maestros mas hábi
les de entre los mismos Padres.
Vivió toda la vida en su monasterio ; y aunque san Gregorio, papa
segundo de este nombre, movido de la fama y opinion de la santi
dad y ciencia de Beda, le convidó y mandó que fuese á Roma para
servirse de él en el gobierno de la Sede apostólica ; como él era hu
milde y amador de su estudio y quietud , se excusó modestamente , y
suplicó á Su Santidad que no se lo mandase. Vivió (segun algunos)
sesenta años ; otros le dan sesenta y uno, y otros mas; y Tritemio
sesenta y dos. El cardenal Baronio dice que vivió ciento, y cinco años,
por las razones que trae sacadas de los mismos escritos de Beda. To
do este tan largo tiempo gastó Beda en servir al Señor con su vida
y con su doctrina, y con muchos libros y muy provechosos que es
cribió ; y habiendo corrido su carrera tan felizmente, le dió una en
fermedad algunos dias antes de la Pascua de Resurreccion , de apre
tura del pecho , y dificultad de respiracion , la cual le duró hasta la
Ascension ; aunque como él era tan fervoroso y amigo del trabajo,
no dejaba de ir al coro , y de enseñar , leer y dictar á sus discípulos , á
los cuales muchas veces decia aquellas palabras de san Pablo : Hor
rible cosa es caer en manos de Dios vito: para despertarlos mas al te
mor del Señor , otras veces les decia: Daos prisa en aprender, porque
no sé cuánto tiempo tengo de estar con vosotros. Y cuando estaba mas
35*
541 MATO
fatigado de su enfermedad , repetía muchas veces : Dios azota a los
que tiene por hijos; y aquel dicho de san Ambrosio : No he vivido de
tai manera, que tenga vergüenza de vivir entre vosotros : ni tampoco
kmo la muerte ; porque tenemos buen Señor. Tambien dicen que pro
fetizó con divino espíritu la calamidad extremada y asolamiento las
timoso que en breve habia de venir sobre la cristiandad, si no se
apagaba el fuego que se comenzaba á encender , y que por sus cartas
avisó á algunos prínci pes , sus conocidos , de este peligro . Poco des
pues vino aquella terrible tempestad de los sarracenos , que arruina
ron y destruyeron á Europa; y dicen que esta su profecía la decla
ró con un verso en latín , que dice : Regnarunt Romw ferro, flamma-
que , fameque: los reyes de Roma caerán con hierro , fuego y hambre.
Finalmente , conociendo que se le iba acabando la vida , y deseoso
de ver á Jesucristo su Señor en su hermosura , y gozar de aquella
que es verdadera vida, cantando el Gloria Patri dió su espíritu al
Señor, día de la Ascension; y el Martirologio romano hace men
cion de Beda á los 27 de mayo. Pero adviértase que algunos auto
res han hallado misterios en el título que comunmente se da á Beda,
llamándole Venerable, y no Santo, y han fingido, ó creido fácil
mente algunos sueños y fábulas que no tienen fundamento. La ver
dad es que en vida le llamaron Venerable por su grande excelencia,
porque no le podían llamar Santo, hasta que muriese; y despues de
muerto continuaron el mismo apellido de Venerable, como en su vida
se habia comenzado ; pero esto no quita que no le llamen Santo; por
que Santo le llaman Alcuino, Mariano Escoto , Albino Flaco, Ama
larlo, Usuardo, y otros graves autores, como lo notó el cardenal
Baronío. También se engañan los que dicen que fue ciego ; porque
de sus escritos, y de los otros autores que escriben de su vida, no se
prueba esto, sino antes lo contrario. Escribió su vida Cumberto,
monje de su tiempo, como lo dice Molano, aunque esta vida no se
halla. En el principio de sus obras está una breve, y de ella, y de
Tritemio, y de una relacion de su muerte que está en el séptimo
lomo de Surio , y de las Anotaciones del cardenal Baronio , y de su
nono tomo, se sacó lo aquí referido.
Beda escribió su Historia eclesiástica de Inglaterra en el año de
731 , á los cincuenta y nueve de su edad, y á solicitudes de Ceol-
wulfo (á quien está dedicada), rey piadoso de Northumberland , que
Ires años despues renunció la corona en su hijo Edberto, y se hizo
monje de Lisdinfarne.
du xxvii. 545

SAN EUFRASIO, OBISPO Y MARTIR.


(Trasladado del dia 18 de este mes).
El imponderable beneficio que recibió España por san Eufrasio,
Torcuato , Indalecio , Cecilio , Esiquio , Segundo y Tesifonte, envia
dos á esta Península por los Príncipes del Colegio apostólico con el
laudable objeto de ilustrarla con la luz del Evangelio , en tiempo que
se hallaba envuelta en las miserables sombras de la muerte, ha he
cho que la nacion agradecida les tribute el culto y la veneracion cor
respondiente en la série dilatada de tantos siglos como corren desde
los principios de la ley antigua hasta el presente. Siendo , pues , pre
ciso , cuando se trata de cada uno de estos siete celosos operarios del
Padre de familias, referir las actas que son comunes á todos hasta su
separacion por diferentes pueblos de la Península, nos ha parecido
conveniente, para evitar una misma repeticion, remitir al lector al
dia 24 de mayo, donde se trata del carácter de todos siete, de su
mision á España por san Pedro y san Pablo , de su entrada en ella,
de su llegada á Guadix, y del estupendo prodigio que fue el moti
vo para que recibiese aquel pueblo la fe de Jesucristo.
Quedó san Torcuato por obispo de Guadix cuidando de aquella
recien plantada iglesia; y dirigiéndose sus ilustres compañeros por
diferentes pueblos del reino á ejercer el destino de su mision apostó
lica, se presentó Eufrasio en Iliguri, ciudad populosa por entoncesde
Andalucía, conocida hoy con el nombre de Andújar en el obispado
de Jaen. Luego que entró en aquel pueblo se vió rodeado de un cre
cido número de gentiles : y habiendo recibido el don de lenguas (co
mo se debe creer que era comun á los hombres apostólicos ) , habló a
toda la muchedumbre con celosísima elocuencia sobre la risible vani
dad de las mentidas deidades, haciéndoles palpable la imposibilidad
de muchos dioses. Hízoles ver con energía la necesidad que tenian los
hombres de creer que no habia, ni podia haber mas que un solo Dios
verdadero, y que este era el Criador del cielo y de la tierra á quien
reconocían por tal los Cristianos : en fin, les explicó con tanta eleva
cion y claridad las verdades esenciales de nuestra Religion, que con
vencidos muchos paganos de la santidad de la celestial doctrina que
predicaba, cuya verdad confirmaba con no pocos prodigios, cono
ciendo á su vista los crasos errores de la engañosa idolatría, abra
zaron la fe, y pidieron el Bautismo. Un suceso tan pronto como fe
liz encendió mas y mas el celo del ilustre operario del Padre de fa
5ÍG MAYO
milias ; y redoblando su infatigable fervor, congregó en breve tiempo
un rebaño crecido para Jesucristo.
Viendo Eufrasio los progresos de la Religion en Iliguri , quiso di
latar sus conquistas por otros pueblos y ciudades de la Península.
Predicó en efecto , segun nos dicen varios escritores, en Baeza y Cal-
sona , dos populosas ciudades de Andalucía , sita esta á tres leguas de
aquella, y una de Linares, como lo denotan las ruinas antiguas; y
habiendo cogido en ellas el abundante fruto fácil de esperar del ar
diente celo y de los asombrosos prodigios con que confirmó su doc
trina , nombró obispos en los mismos pueblos para que se interesa
sen en el cultivo y la conservacion de aquellas iglesias: cuyas sillas
episcopalesduraron hasta el tiempo del reyD. Alonso, llamado el Em
perador, quien habiendo ganado todos aquellos pueblos del poder de
los moros las unió á la de Jaen.
Aunque Eufrasio predicó en los pueblos dichos , y en otros de An
dalucía á imitacion de los Apóstoles, que teniendo á su cargo las igle
sias donde lijaron sus cátedras, hicieron sus predicaciones eu otras
diferentes impelidos del ardiente celo por dilatar el reino de Jesu
cristo ; con todo gastó la mayor parte del tiempo en cultivar la viña
que le locó por suerte: donde además de surtir á su rebaño con el
abundante pasto de la palabra de Dios, le enseñó el modo de cele
brar los oficios y sacrificios divinos, segun la enseñanza que hubo de
los mismos Apóstoles : erigiéndoles oratorio ó templo segun la cos
tumbre que observaban los fieles en los primitivos siglos de la Iglesia,
en los que sufrían las mas violentas persecuciones.
Dícese que continuó Eufrasio en el ejercicio de sus funciones apos
tólicas por espacio de doce años, hasta que ofendidos los gentiles de
las conquistas que hacia para Jesucristo de los muchos paganos que
desertaban cada dia de sus necias supersticiones , maquinaron con
tra su vida; y con efecto le dieron muerte, valiéndose de la cruel
persecucion que movió contra la Iglesia el emperador Neron. Algu
nos escriben que fue degollado el ilustre Mártir; pero aunque no
nos consta con certeza los géneros de tormentos que le hicieron pa
decer, se cree serian de los mas crueles, siguiendo los idólatras la
idea de cebar su saña con mayor furor en los jefes de losCristianos:
persuadiéndose que les seria mas fácil reducir á los subditos al cul
to de sus falsos dioses con el escarmiento de las muertes inhumanas
que daban á los pastores.
Luego que el esforzado militar de Jesucristo triunfó de los enemi
gos de la fe , dieron sepultura los Cristianos al venerable cadáver de
DIA XXVII. 5ÍT
su santo Pastor en Iliguri ó Ándújar , donde se conservó roas de seis
cientos años en una ermita fuera de la ciudad , hácia la parte orien
tal : sobre cuyo sepulcro hizo labrar despues en honor del Santo un
magnífico templo el rey godo Sisebuto, en el cual se tuvieron las
santas reliquias en grande veneracion hasta la irrupcion de los moros
en España, qne lemerosos los Cristianos de su profanacion por los
bárbaros las trasladaron al reino de Galicia, depositándolas en la igle
sia parroquial de Baldemao, perteneciente al monasterio de San Ju
lian de Samos, del Órden de san Benito, en el obispado de Lugo. Sen
tía Andújar , luego que cesó la hostilidad de los agarenos , verse des
poseida del precioso tesoro de su primer obispo, en fuerza de lo cual
representó la ciudad al rey D. Felipe II el derecho que tenia para
pedir el cuerpo, ó á lo menos alguna reliquia del santo Patrono: y
conociendo S. M. la justicia de su súplica, mandó, por su real ór
den de 26 de enero del año 1596 , al abad de Samos , Fr. Diego de
Ledesma, y al general benedictino , Fr. Pablo Bomba, que entrega
sen á la ciudad de Andújar alguna reliquia del Santo. Diéronla en
efecto un hueso del brazo de aquel ilustre Pastor , y habiéndolo reci
bido con soma alegría la depositaron en el convento del Órden de la
santísima Trinidad , donde es tenido en grande veneracion : y Dios se
digna obrar por la intercesion de su fidelísimo siervo muchos prodi
gios. No dudaron los de Andújar la obligacion que lenian de celebrar
la festividad de su ínclito Patrono y santo Obispo : bajo cuyo su
puesto en el sínodo diocesano que celebró D. Baltasar de Moscoso y
Sandoval, prelado de aquella iglesia en el año 1624, se mandó que
se celebrase la fiesta del Santo con oficio particular en toda la dió
cesis en el dia 1 5 de mayo , como se ejecuta con la mayor solemnidad.
La Misa es en honra de san Eufrasio, y la Oracion es la siguiente*
InfirmUatemnastram respice, omni- Atiende, 6 Dios todopoderoso, á
potens Deus : et quia pondus propria nuestra flaqueza ; y pues nos oprime
actionis gravat, beati Euphrasii mar- el peso de nuestros pecados, alivíanos
tyrisíuialquepontificisintercessioglo- de él por la gloriosa intercesion de tu
riosa nos protegat. Per Dominam nos- bienaventurado mártir y pontífice san
trum Jesttm... Eufrasio. Por Nuestro Señor Jesn-
cristo...
La Epístola es del capitulo v del libro de la Sabiduría, pdg. 2á.
REFLEXIONES.
No hay que admirarse de que todos los Santos hubiesen sido tan
amantes de los trabajos; porque habiéndolos ennoblecido Jesucristo
548 MATO
padeciendo por nosotros , quiso , digámoslo así , que todos nuestros
trabajos fuesen suyos. Siendo, como somos, miembros de Jesucris
to , se puede decir que Jesucristo padece en sus miembros. Compren
damos el valor y el mérito de los trabajos del Cristianismo , pues todo
cristiano que los padece con paciencia, con espíritu y con un cora
zon verdaderamente cristiano, tiene parte en los trabajos de Jesu
cristo. Muy tibia tiene la fe el que mira con horror las adversidades y
las cruces. Ninguna cosa caracteriza mejor á los Cristianos. Muy ex
tranjero es en el país del Cristianismo aquel á quien le coge de susto lo
mucho que en él se padece. Es la cruz las armas ó la divisa de este
país; y no se ha de creer que es una divisa , ó un símbolo vacío , ó
puramente especulativo. Sifue menester que Cristo padeciese para en
trar en la gloria, no es posible que nosotros tengamos parle en esta
gloria sin tenerla tambien en lo q ue padeció para entrar en ella. Para
ser glorificados con él, dice san Pablo, es necesario padecer con él. ¿Qué
idea darémos de nuestra Religion , ni qué prueba de que deseamos
salvarnos, si pretendemos vivir siempre entre regalos y delicias, sin
tener que padecer, ó padeciendo contra nuestra voluntad?
Si os afrentaren por Jesucristo, seréis bienaventurados : Si exprobra-
mini in nomine Christi, beati erilis. ¿ Créese bien esta verdad el dia
de hoy? Aquellas personas tan delicadas en todo lo que toca á lo
que ellas llaman su honra y su punto ; tan sensibles á la mas ligera
afrenta; tan difíciles en perdonar una injuria, ¿tienen por la mayor
dicha el ser menospreciadas? En nuestra Religion siempre debe con
formarse la práctica con la doctrina. Segun este principio, ¿habrá
en el Cristianismo muchos cristianos verdaderos? Y aun aquellos
mismos que hacen profesion de devotos, ¿no pueden temerque van
errados si abrazan otro sistema? Comience el juicio por la casa de
Dios : Incipiat judicium a domo Dei. Ninguna cosa injuria tanto á
Jesucristo, ninguna desacredita tanto la Religion, ninguna afea ni
mancha tanto á la piedad, como la sombra de los que están desti
nados y propuestos para ser antorchas del mundo. El carácter, la
dignidad , la profesion deben, acercar la copia todo lo posible al di
vino original. Ser discípulos de Jesucristo , ministros de Jesucristo,
y vivir con una enorme oposicion á las máximas de Jesucristo, es irri
sion, es impiedad, es sacrilegio. Pero si Dios se muestra tan severo
cuando juzga á los de su misma casa , ¿cuál será su severidad , cuál
su rigor con los que se pueden llamar extraños y forasteros en ella,
segun lo poco que conocen á Jesucristo, segun lo poco que gustan
de sus máximas? Si el Señor no perdona á sus mas amados siervos,
día xxvii. 549
¿qué juicio tan terrible tendrá reservado para los impíos? Al justo
le purifica en esta vida con las adversidades; pero al pecador le re
serva los suplicios eternos. No hay señal mas visible de la ira de
Dios , que dejar á los malos no solo sin castigarles en esta vida sus
pecados, sino que vivan llenos de gloría y de opulencia. El castigo
mas terrible del pecador en este mundo es la prosperidad. ¡Oh, cuán
tos y cuántos comprenden poco esta doctrinal Dichosos del siglo,
¿cuál será vuestro fin y vuestro paradero? Si el justo apenas se sal
va, si la inocencia alimentada con adversidades, purificada con el
fuego de la tribulacion, defendida entre espinas y cambrones , ape
nas puede arribar al puerto, está en continuo peligro de hacer nau
fragio, siendo así que siempre navega tierra á tierra; ¿qué será del
pecador? ¿qué será de aquellos hombres de placeres, de aquellas
personas mundanas, que se engolfan siempre en alta mar, que na
vegan entre escollos combatidos de vientos impetuosos, sin ver casi
jamás el cielo, sin velas, sin remos, sin gobernalle? ¿Eres pecador,
y vives en una perpétua prosperidad , lleno de diversiones , de gus
tos y de alegría? ¡ Y estás tranquilo ! Comprende bien , si puedes,
los espantosos misterios de esta falsa seguridad.

El Evangelio es del capítulo xv de san Juan, pág. 159.

MEDITACION.

De las ilusiones de la penitencia en la mayor parte de los cristianos.

Punto primero. — Considera que no hay cosa mas sujeta á ilu


siones que la penitencia de los cristianos imperfectos y tibios. Sus
pasiones poco mortificadas, su amor propio siempre dominante, su
tibieza habitual , todo concurre á engañarles en punto de peniten
cia. La razon fácilmente confiesa los pecados , y los detesta ; pero
las razones plausibles y capciosas de la edad , del estado y de la sa
lud, piden cuartel cuando se trata de la satisfaccion. Por pecador y
por reo que uno sea, el amor propio nunca renuncia sus derechos.
La flaqueza de la voluntad, ó, por mejor decir, de la contricion,
siempre se comunica hasta el mismo cuerpo. Para ofender á Dios
todos están robustos ; pero en hablándose de hacer penitencia , to
dos son achacosos : y como el tribunal en que se ha de sentenciar
esta causa está ganado á favor de la relajacion , siempre queda pri
vilegiado el pecador, y sale tan mitigada la pena, que cási se viene
550 KAYO
á reducir á nada. Á los piés del confesor todo se promete ; pero en
tran despues cien pretextos , todos á cual roas frivolos , para dispen
sarse. En vano se cansa el Señor en amenazar, en vano en gritar
que el que no hiciere penitencia perecerá : vienen los pretextos , y
todo lo aseguran , todo lo tranquilizan. En vano declara la Iglesia
que la penitencia debe ser proporcionada á los pecados ; pues so
bornada la razon por el corazon , nunca la faltan interpretaciones :
en vano da gritos la conciencia , porque apenas se la oye. Estáse
debiendo mucho á la justicia de Dios : apenas se la paga nada ; ¡ y
no obstante , se vive con seguridad !
Estremecen las penitencias canónicas que en otro tiempo tenia de
terminadas la Iglesia para ciertos pecados : por un solo pecado siete
años de lágrimas , de humillacion y de penitencia. No es hoy mas
abundante que era entonces el tesoro de los méritos y de la satisfac
cion de Nuestro Señor Jesucristo : no era entonces la Iglesia menos
amorosa madre de lo que es ahora. Pues ¿acaso pide ahora menos
satisfaccion la divina justicia ? Es menester que la satisfaccion su
pla á la indulgencia con que nos trata la Iglesia. La penitencia et
igualmente castigo que remedio. ¿Nos hemos de contentar con usa
leve penitencia por un número excesivo de enormísimos pecados?
¿Se ha de buscar la suavidad en el remedio cuando se trata de cu
rarnos de una enfermedad mortal? Ciertamente , al considerar de
cuántos pecados somos reos, y la poca penitencia que hacemos por
ellos , tenemos gran motivo para temer que hemos de morir carga
dos con todas nuestras deudas, j Ah , y cuánta verdad es que vivi
mos engañados , y que hay pocos verdaderos penitentes!

Punto segundo. — Considera si la nobleza , si las dignidades , sa


la riqueza dispensan á los pecadores en el rigor de la penitencia , á
vista de ser tan pocos los nobles, tan pocos los ricos que no se ima
ginen legítimamente dispensados en esto de ser penitentes. Y sino,
¿dónde están las mortificaciones de la carne, dónde los ayunos que
acrediten su penitencia? ¡ Cosa extraña! las dignidades , los empleos
roas lustrosos no siempre son los que están mas á cubierto contra
el desorden y la licencia de las costumbres. Raras veces se hallas
juntas las riquezas con la inocencia. La abundancia fomenta las pa
siones , y consiguientemente facilita mas el pecado : con todo eso,
parece qne la penitencia solo se hizo para los pobres. Apenas reina
masque en los claustros ; y aun dentro de los claustros mismos, ios
mas imperfectos no siempre son los mas penitentes ni los mas mor
día xxvrt. 851
lineados. Nosotros somos pecadores : la penitencia no es de nuestro
gusto. ¡Pues válgame Dipsl ¿quién nos asegurará?
{Mi Dios, qué ilusion es imaginar que basta detestar el pecado,
sin castigarse á sí mismo el pecador ! ¿Qué contricion puede ser aque
lla que no va acompañada de la satisfaccion , cuando hay tiempo y
fuerzas para hacerla? ¿Y será bastante satisfaccion para un número
espantoso de los mas enormes pecados unas breves oraciones y una
cortísima limosna?
Es cierto que Jesucristo satisfizo por nuestras culpas ; pero¿deqné
nos servirá su satisfaccion si no nos la aplica? Será nuestra peniten
cia un fruto amargo y sin jugo, si no la unimos con su pasion. Pero
¿con qué se ha de hacer esta union, si rehusamos padecer?
Tanto cuanto se dió de gloria, y tanto cuanto se entregó á las deli
cias, tantos tormentos la habeis de dar, dice el Ángel en el Apocalipsi.
(Apocal. xvm ). Y á vista de esto ¿no ha de haber alguna me
dida , alguna proporcion , alguna conveniencia entre la ofensa y la
satisfaccion , entre el delito y el castigo ? Fuiste libertino desde la
juventud, te hallas cargado de culpas , te ves ya como desgastado
y consumido á fuerza de iniquidades; ¿y cuál es el rigor saludable
de la penitencia? El ayuno te espanta : las mortificaciones corpora
les te inquietan : todo te hace daño á la salud , todo te parece im
practicable : es preciso recurrir á la indulgencia, á la mitigacion , á
los arbitrios. ¡Ah, Señor ! ¿y será esta penitencia?
Ilusion en la delicadeza y en los pretextos de la salud , ilusion en
las dispensaciones y en los motivos de ellas , ilusion en el tiempo
que tenemos destinado para hacer penitencia. Es cierto que la Cua
resma está singularmente destinada para llorar nuestros pecados ;
pero ¿se han de secar las lágrimas en acabándose la Cuaresma? ¿Por
ventura solamente somos pecadores en ciertos tiempos del año? ¿He
mos ya pagado á Dios todas nuestras deudas cuando llega la Pas
cua? Nuestras pasiones, nuestra inclinacion al mal, nuestros hábi
tos viciosos ¿se embotan ó se apagan en la primavera?
Pregunto : los Santos, tan inocentes y tan hambrientos de morti
ficaciones , tan hidrópicos de penitencias , ¿estuvieron ilusos, ó pa
decieron algun engaño en este punto? Pues lloremos nosotros nues
tra ilusion. Ves aquí que nos hallamos ya en la declinacion de la
vida , ¿y cuál ha sido hasta aquí nuestra penitencia? Este será el
último año para muchos de los que harán esta meditacion ; y si fue
res tú uno de estos muchos , ¿será grande tu consuelo en este parti
cular?
552 MATO
! Ah , Señor ! pues os habeis dignado por un grande efecto de vues
tra misericordia hacerme conocer mis ilusiones, asistidme con vues
tra gracia para que ya no me lisonjee mas en mi penitencia. Soy
pecador, detesto mis culpas, no permitais que muera impenitente.

Jaculatorias. — No mas flores para mí, amado Salvador mio,


que la amargura de la mirra. ( Cant. i).
Justo es que á la medida de lo que me deleité , me mortifique y
llore. (Apoc. xvm).
PROPÓSITOS.
1 Las ilusiones del corazon son mas difíciles de curar que las del
entendimiento. De esta especie son las que se hallan en la peniten
cia de la mayor parte de los cristianos : con qué no es de admirar
que persevere tan obstinado el error en materia de penitencia. Co
nócese bien la desproporcion que hay entre la penitencia y el pecado ;
pero ¿qué produce este conocimiento? Puesta la razon de acuerdo
con el amor propio , recurre á los pretextos. Acaso no hay materia
en que el entendimiento sea mas fecundo de especiosas escapatorias
que en eludir la indispensable obligacion y precepto de hacer peni
tencia por los pecados. Debilidad de salud, delicadeza de complexion,
importancia de los empleos, circunstancias de la dignidad , diferen
cia de estaciones, edad poco madura, ó tambien muy avanzada, ra
zones de condescendencia, todo sirve de frivolos pretextos. No in
curras tú en tan lastimosos errores. Pocas ilusiones hay que sean mas i
perniciosas , y en medio de eso, pocas hay que sean mas comunes :
hallan en ellas su conveniencia los sentidos, las pasiones y el amor
propio : esto es lo que perpetúa su error. Aplica desde luego el re
medio á tan gran mal. ¿Qué penitencia has hecho hasta ahora por
tus pecados , ó qué proporcion hay entre tus pecados y la peniten
cia que has hecho? No dejes para la otra vida la satisfaccion que de
bes por ellos ; castígalos en esta, que así se hace siempre en menos
tiempo y á menos costa. No te persuadas á que despues de Pascua
ya no es tiempo de hacer penitencia , porque esta es fruta de todos
tiempos. No se pase dia sin que hagas alguna mortificacion , ó dés
alguna limosna por tus pecados , y aplica por el mismo fin los Ira-
bajos, penalidades y fatigas de tu empleo, de tu estado, como tam
bien todas las demás adversidades de la vida. Por falta de reOexion
se pierde mucho de lo que se padece , y se hacen grandes peniten
cias sin ser penitentes.
día xxvni. BE¡3
2 Consulta este punto con un director celoso , prudente y vir
tuoso ; pero mira que los que lisonjean , perjudican. Tanto daño ha
ce la demasiada indulgencia, como la excesiva severidad. Es nece
saria discrecion en las penitencias ; pero cada uno tiene necesidad de
este remedio. Considera hoy sériamente las que podrás hacer, y las
que algun dia te causará tanto dolor el no haber hecho. ¿ Quién te
quitará poder rezar todos los viernes los salmos penitenciales , ó ayu
nar los sábados? Desde hoy en adelante cumple como penitencíala
que te imponen en la confesion ; esto es , con toda aquella exactitud,
con todo aquel fervor, respeto y contricion que pide esta parte del
Sacramento. Cuando la oracion , la limosna, el ayuno, son peniten
cias ó satisfacciones sacramentales , deben hacerse con mucha pie
dad y devocion. Las mortificaciones del cuerpo sirven para fomentar
la inocencia , y para satisfacer á la divina justicia por los pecados.
No dés oidos á tu delicadeza , ni mucho menos á tu repugnancia ;
pero tampoco hagas nada sin consejo y aprobacion de tu confesor.

DIA XXVIII.

MARTIROLOGIO.
Los santos mártires Emilio, Félix, Príamo y Luciano, en Cerdeña, los
cuales alcanzaron la corona del martirio defendiendo la fe católica.
San Caradno, mártir, en Charlees de Francia, el cual consumó el martirio
siendo decapitado en tiempo del emperador Domiciano.
Santa Elconida, mártir, en Corinto, la cual primero imperando Gordia
no, y siendo presidente Peronnio, fue por varias maneras atormentada : des
pues en tiempo de Justino, habiendo pasado por nuevos tormentos, de los cua
les le libró un Angel , le cortaron los pechos , la echaron á las fieras , y la ex
perimentaron con el fuego ; y por último consumó el martirio habiéndola de
capitado.
El martirio db los santos Crescente, Dioscórides, Pablo y Eladio.
La conmemoracion DE los santos Monjes mártires, que fueron muer
tos por los sarracenos en tiempo de Teodosio el Menor, en Tecua en Palesti
na, cuyas reliquias recogidas por aquellos moiadgres, fueron tenidas por ellos
en gran veneracion.
San German, obispo y confesor, en París, de cuya eminente santidad, se
ñalado mérito y esclarecidos milagros, queda memoria en los escritos del obis
po Fortunato. (Véase su vida en tas de hoy).
San Senador , obispo, en Milan , muy esclarecido en virtudes y erudicion.
San Justo, obispo, en Urgel en la España Tarraconense. (Véase su noticia
en las de hoy).
San Podio, obispo y confesor, en Florencia. ( Era hijo del rey de Etruria,
nació el año de 930, y murió en el de 1002 ).
ao4 MAYO

SAN GERMAN, OBISPO Y CONFESOR.

San German , hombre de eminente santidad , varon de singular


mérito, en quien hizo Dios resplandecer el don de milagros, segun
lo certifica el obispo Fortunato , nació en Borgoña en el territorio
de Autun , ¡hácia el año de 469. Su padre Eleuterio , y su madre
Eusebia eran de una familia distinguida en el país ; pero, ó porque
se hallaban muy escasos de los bienes de fortuna, ó porque les era
muy gravoso el excesivo número de hijos , la madre hizo cuantas di
ligencias pudo para que se malograse este antes de salir de sus en
trañas. No lo consiguió, porque le tomó Dios debajo de su protec
cion , conservándole la vida á pesar de los esfuerzos de su madre ;
y despues que salió á luz le continuó la misma proteccion contra
otros muchos peligros.
Pasados algunos años en casa de sus padres con una edHcacion
bastantemente descuidada, le enviaron á estudiar á la villa de Ava-
lou en compañía de un primo suyo de la misma edad, que se llama
ba Estratidio. Parece que todos conspiraban contra la vida de nues
tro Santo. La madre de Estratidio, ya fuese por alguna manía , ya
por celos , ó por algun motivo de interés , resolvió dar veneno á su
sobrino German , y con este mal intento dispuso dos ampollitas , una
devino ordinario, y otra preparada con no sé qué confeccion vene
nosa para el desayuno de su hijo y de su sobrino ; pero la divina
Providencia , que velaba sobre la conservacion de nuestro Santo,
dispuso que se equivocase la criada, y que diese á German el vino
sano, y á Estralidio el emponzoñado ; el cual le hubo de costar allí
mismo la vida , pero salió del peligro á costa de una asquerosa lepra.
Conociendo German que ni en casa de su padre ni en casa de su
tia estaba bien admitido , se retiró á Lazy para vivir en compañía de
su pariente san Scopilion, cuyos ejemplos, cuidados y desvelos por
su educacion le compensaron con usura los malos tratamientos que
habia experimentado en las dos casas precedentes.
El bello natural de German , su inclinacion á la virtud y su buen
entendimiento suplieron con ventajas la negligencia y el descuido que
se habia tenido en criarle y en instruirle. Fue para él la casa de
Scopilion una excelente escuela, de que se supo aprovechar bien ;
vivían ambos como dos religiosos en continuos ejercicios de devo
cion , ejercitándose recíprocamente en la virtud con sus santas con
versaciones y con sus ejemplos. Aunque la casa estaba distante de la
DIA XXVIII. . 555
iglesia cerca de media legua , eran muy asistentes á los divinos ofi
cios , sin que las aguas , las nieves ni las demás incomodidades del
temporal les estorbasen esta asistencia en ningun tiempo del año,
dedicando lo restante del dia á la oracion y á la leccion de libros
espirituales. Quince años pasó German en esta santa soledad , em
pleando en solo Dios los dias y las noches.
Informado san Agripin, obispo de Autun, de la eminente virtud
y del mérito singular del santo mancebo, resolvió hacerle entrar en
el estado eclesiástico. Todo el embarazo que encontró fue el de su
profunda humildad ; pero por mas evasiones que discurrió se vió pre
cisado á obedecer. Confirióle el santo Obispo los sagrados órdenes,
y tres años despues le hizo presbitero. Muerto Agripin , su sucesor
san Nectario , que le conoció muy presto , le nombró por abad del
monasterio de San Sinforiano en los arrabales de Autun.
Gobernó el santo Abad aquel monasterio con tanto celo, con tanta
prudencia y con tanta suavidad, que muy luego se reconoció lo mu
cho que puede la virtud cuando los empleos le dan ocasion de ma
nifestarse. Las primeras lecciones que dió á los monjes fueron las
del buen ejemplo, y todas fueron lecciones eficaces. Renovóse la ob
servancia y el fervor ; á la reputacion del Abad se siguió la de la
abadía : solo se hablaba de la regularidad del monasterio , y de la
santidad del que gobernaba. Verdad es que la vida ejemplar de
nuestro Santo, sus penitencias , su virtud y sus limosnas le hicieron
célebre en todo el reino ; de todas partes concurrían por ver y por
venerar el santo Abad , y desde entonces le concedió Dios el don de
profecía y el don de milagros. "
No pudiendo sufrir su grande caridad que se despidiese ningun
pobre sin limosna , despues que un dia lo habia dado todo , hizo dis
tribuir el pan que se habia reservado para el monasterio. No agradó
á sus monjes este exceso de caridad , y llegaron á los oidos del Santo
sus quejas y sus murmuraciones. Acudió á la oracion, y apenas se
retiró á la celda para derramar su corazon en la presencia de Dios,
cuando una virtuosa señora envió dos cargas de pan , y el dia si
guiente llegaron dos carros cargados con todo género de provisio
nes para el monasterio.
Cerró esta maravilla la boca á las murmuraciones, pero no le li
braron de la persecucion ; porque una virtud tan sobresaliente no
podía menos de ser ejercitada. Mal informado el obispo , en virtud
de alguna calumnia, ó entrando quizá en algunos celos por su mu
cha reputacion, le mandó prender, y le metió en la cárcel eclesiás
556 MAYO
tica ; pero luego que entró en ella se abrieron por si mismas las
puertas de la prision. No quiso salir de ella sin beneplácito del obis
po, que convirtió los celos en respeto y veneracion. Aumentó su es
timacion un accidente que sobrevino , y remedió prontamente el
santo Abad. Prendióse fuego en el pajar, que á la sazon estaba ates
tado de heno, y las llamas iban ya á reducir á cenizas todo él mo
nasterio ; echó en ellas el santo Abad algunas gotas de agua bendi
ta, y al punto se apagaron. Este milagro y otros muchos que obraba
el Señor todos los días por la intercesion de su siervo , le hicieron
tan famoso en todo el reino que , habiendo muerto el año 564 Eu-
sebio, obispo de París, fue nuestro san German electo en su lugar;
y por mas razones que alegó para no admitir esta dignidad , el rey
Childeberto quiso absolutamente que la aceptase, y sin dilacion fue
consagrado , nombrándole el Rey por su limosnero mayor, entre
gándole toda su confianza.
Ninguna mudanza hicieron en su porte todas estas dignidades. El
mismo fue cuando obispo que cuando abad ; igualmente mortificado
en su persona , igualmente austero en su conducta , tan humilde,
tan caritativo y tan pobre ; su mesa no solamente era frugal , sino
tan parca , que mas que comida parecía abstinencia y ayuno. Dedi
caba los dias al gobierno de su iglesia y al cuidado de su rebaño, y
pasaba las noches en oracion, y muchas veces al pié de los altares.
En todo lo demás era austerísimo su modo de vivir. Jamás se arri
maba á la lumbre en el mayor rigor de inviernos frigidísimos ; sien
do una de sus ordinarias mortificaciones tolerar todas las incomodi
dades del temPoral , sin solicitar el menor alivio. Aunque el Rey le
honraba con toda su confianza , y esta le precisaba á tener mucha
parte en el manejo de los negocios de Estado , en memo de eso era
todo de su pueblo. Visitábale, instruíale, consolábale con sus pala
bras y con sus limosnas , porque crecía en él la caridad al paso que se
aumentaban las rentas. Entrególe un dia el Rey un bolsillo de dinero
para que lo repartiese entre los pobres ; distribuyó el Santo una gran
cantidad entre todos los que encontró, y reservó la mitad para repar
tirla el dia siguiente. Hízole el generoso príncipe que lo diese todo,
diciéndole : que en su real tesoro encontraría siempre pronto un fon
do inagotable para socorrer cuantas necesidades quisiese. No tardó el
Señor en recompensar la piadosa liberalidad del Monarca, manifes
tando al mismo tiempo mas y mas la santidad de German, de la que
dió ilustre prueba la milagrosa curacion del Rey ; y el mismo Prín
cipe dejó á la posteridad el mas auténtico testimonio de este prodi
DIA XXVIII. 557
gio, no menos que de su reconocimiento y de su caritativa liberali
dad, en las letras patentes que expidió, y fueron del tenor siguiente :
«Nuestro padre y señor German, obispo de París, hombre apos- •
«tólico, nos ha enseñado en sus sermones que mientras estamos en
«esta vida debemos pensar continuamente en la del otro mundo.
«Entre otras cosas nos ha recomendado mucho el cuidado de las
«iglesias , el de los lugares sagrados , y el hacer muchas limosnas, de
«lo cual él mismo nos da ejemplo. Habiendo sabido este Prelado que
«estábamos enfermos en el castillo de Celles , cerca de Melun , y que
«no nos habian aprovechado los remedios de los médicos ni las de-
«más diligencias humanas que hicimos para recobrar la salud , vino
«á visitarnos , y pasó toda la noche en oracion , suplicando al Señor
«que nos la concediese. Por la mañana puso sobre Nos sus santas ma-
«nos , y apenas nos tocó cuando nos hallamos perfectamente buenos.
«En reconocimiento de un favor tan singular que Dios nos hizo por
«medio de su siervo, donamos á la iglesia de París , y al obispo Ger-
«man que la gobierna, la tierra de Celles donde recobramos la sa-
«lud , y está sita en el territorio de Melun , en aquella parte donde
«se junta el rio Yona con el rio Sena.»
Sobrevivió poco el Rey á esta donacion. Cuando volvió este Prín
cipe de la expedicion de España habia hecho edificar la iglesia de
San Vicente (que hoy es de San German ) escogiendo en ella su se
pultura , y la incorporó con otros edificios , de que fundó un grande
monasterio, entregándole á la disposicion y jurisdiccion de san Ger
man. El Santo le llenó luego de monjes, y nombró por primer abad
á san Doctroveo ó Doroteo , su discípulo , y este fue el principio de
aquella célebre abadía que ha contado tantos , tan ilustres y tan san
tos abades , distinguidos por la púrpura , por su sabiduría y por su
virtud, como lo es el que ha ocupado tan dignamente este empleo,
el cardenal de Bisy, obispo de Meaux.
No se entregó tan del todo san German al cuidado de los monjes,
que no se dedicase con mayor á la direccion del clero , y á formar
dignos ministros de la Iglesia. Extendióse tanto la fama de su ar
reglado seminario, que concurrian á él muchos de países extranje
ros para imbuirse en el espíritu eclesiástico ; y en poco tiempo sa
lieron de tan insigne escuela muchos varones apostólicos que intro
dujeron en todas partes el fervor y la reforma.
Clotario, sucesor de Childeberto, no honró ni estimó menos á san
German que lo habia hecho su predecesor ; pero el celo y el teson en
defender la Religion pusieron al santo Obispo en la dolorosa preci-
36 xoho v.
558 HATO
sion de negar los Sacramentos á Cariberto , rey de Paris , hijo de
Clotario que , habiendo repudiado á Ingoberta , se habia casado con
% Merofleda, y muerta esta se desposó públicamente con su hermana
Marcoueva , que era religiosa , no obstante que antes de esta habia
tomado ya otra mujer.. Practicó san German cuantas diligencias pudo
para cortar este escándalo, pero todas sin fruto; por lo que se juzgó
obligado á excomulgar al Rey y á Marcoueva , causa principal de to
do el desórden. Poco tiempo despues murieron arrebatadamente uno
y otro, vengando el cielo el desprecio que hicieron de las censuras
de la Iglesia. Á estas turbaciones se siguieron^ las que causaron en
París los celos y la ambicion de Sigeberto y de Ghilderico , en las
cuales necesitó nuestro Santo de todo su valor, de toda su virtud y
de toda su prudencia.
" Hallábase el cuerpo de German muy extenuado por los rigores de
su continua penitencia, sin que por eso mitigase un punto de su mor
tificacion y austeridad ; ni el grave peso de sus muchos años era bas
tante para que dejase de trabajar incesantemente en la conversion
de los pecadores. Pero al fin , lleno de dias y de merecimientos , le
llamó Dios de este mundo para coronarle en el cielo, y murió el dia
28 de mayo, á los oehenta y mas años de su edad , el de 576. So
santo cuerpo fue enterrado en la capilla de San Sinforíano, que él
mismo habia mandado fabricar mas abajo de la iglesia de San Vicen
te : y luego confirmó el Señor con nuevos milagros el justo concepto
que todos habian formado de la santidad de su siervo. Lanfrido, abad
de San Vicente, trasladó el cuerpo á la misma iglesia de San Vicente,
con asistencia del rey Pipino y de Cárlos su hijo, que fueron testigos
de muchas maravillas. Cuando los normandos entraron en Francia,
se sacaron estas santas reliquias para librarlas de su furor ; cuando
se trasladaron á la iglesia del monasterio , tomó el nombre de San
German en lugar del de San Vicente que antes tenia. El primero que
enriqueció el sepulcro de nuestro Santo con oro, plata y piedras pre
ciosas fue san Eloy, despues obispo de Noyon ; y Guillelmo , obispo
y abad de San German , en el año de 1408 le colocó en una urna de
plata muy rica, y es la misma en que el dia de hoy se venera.
SAN JUSTO, OBISPO DE URGEL.
San Justo, decoroso ornamento del orden episcopal , uno de los
hombres mas doctos de su siglo, nació en aquella parte de España
comunmente llamada España Cilerior de padres católicos, cuya pie
dad tenían acreditada en la educácion cristiana de los cuatro hijos
día xxviii. 559
que les concedió el cielo, que fueron nuestro Santo , Nerbidio , Jus-
tiniano y Helpidio, de quienes el Padre san Isidoro de Sevilla hace
mencion con particular elogio en el catálogo de varones ilustres que
han florecido en la nacion , llegando á ser por sus relevantes méri
tos prelados de diferentes iglesias.
Aplicaron á Justo sus padres, luego que tuvo edad competente, á
la carrera de las letras ; y como se hallaba dotado de unos talentos
extraordinarios , hizo en muy breve tiempo grandes progresos en la
ciencia, y no menores en la virtud. Entendió que el santo temor de
Dios era el principio de la verdadera sabiduría, y juntando la ora
cion con el estudio, y la práctica de las buenas obras con los ejerci
cios literarios, se dejó ver á un mismo tiempo santo y docto. Quiso
dedicarse enteramente al servicio del Señor en el estado eclesiástico ;
y habiendo ascendido por los grados prescritos en los sagrados cá
nones al sacerdocio, se distinguió desde luego en la nueva dignidad
por la arreglada circunspeccion de sus costumbres, por su singular
piedad , y por su grande sabiduría. Vacó el obispado de Urgel , y
siendo tan conocidas las virtudes de Justo en toda aquella region,
fue promovido á aquella cátedra por consentimiento comun de todo
el clero y de todo el pueblo, persuadidos de que una persona de tan
notorios méritos daria mucho esplendor á aquel alto ministerio. No
salieron frustradas sus esperanzas , pues colocado Justo en la digni
dad episcopal, acreditó con pruebas prácticas el acierto de su elec
cion , portándose como pastor vigilante y como padre caritativo con
el rebaño que cometió el Señor á su cuidado. No nos constan con in
dividualidad los hechos de este ilustre Prelado en el dilatado tiempo
de doce años que administró el obispado, porque la injuria del tiem
po robó á la posteridad tan importantes noticias ; pero por el gran
concepto que se granjeó universalmente se infiere que dió todo el
lleno á los deberes de su ministerio pastoral. Quiso Justo utilizar á
la Iglesia con algunos escritos, que nos dan la idea de su gran sabidu
ría; como fue el tratado que compuso sobre el Cántico de los cánti
cos, en el que expone breve y claramente por un sentido alegórico
todo el contenido de aquel misterioso libro ; cuyo escrito, muy esti
mado de sus contemporáneos, dió á luz Menardo en el año 1525.
El infatigable celo que siempre manifestó Justo por la disciplina
de la Iglesia hizo que apoyase con su autoridad los cánones que se
decretaron en el concilio que tuvo en Toledo el célebre arzobispo
Montano por los años 527 ; pues aunque no pudo asistir á él al tiem
po que se celebró , habiendo llegado despues á la ciudad régia con
36*
860 MAYO
su hermano Nerbidio, obispo de Egona, firmaron ambos todo lo que
se estableció en aquella asamblea. Tambien asistió al concilio que se
tuvo en Lérida en el año 546 , promoviendo como uno de sus Pa
dres las reglas canónicas que se determinaron en él. Finalmente qui
so Dios premiar los méritos de su amado siervo ; y habiendo gober
nado su obispado por espacio de doce años , murió santamente en
el dia 28 de mayo hácia la mitad del siglo VI.

EL VENERABLE MIGUEL DE ARANDIGA, DE LA ORDEN DE MONTESA,


PRIOR DE SAN JORGE DE ALFAMA.
El Menologio cisterciense al dia 18 de enero hace memoria del
venerable Miguel de Arándiga, que por causa de la fe dió su vida
en Argel donde estaba cautivo.
Nació este siervo de Dios hácia la mitad del siglo XVI en Monte-
sa , villa del reino de Valencia , en la cual estaban avecindados sus
padres Juan de Arándiga y Catalina Navarro. Tomó el hábito de la
Órden militar de Nuestra Señora de Montesa á 14 de marzo del año
1564, y despues de haberse ordenado de sacerdote y dado muestras
de gran virtud en la vida penitente y áspera que vivia , por nombra
miento de Fr. D. Pedro Luis Garceran de Borja fue electo prior de
San Jorge de Alfama á 22 de mayo de 1576. Acababa de terminar
se entonces el litigio que hubo entre la ciudad de Tortosa y el maes
tre de Montesa acerca del derecho de poner y quitar guardas en el
castillo de Alfama, del que se habla en el dia de san Jorge. El Capí
tulo general de la Órden , celebrado en abril de aquel mismo año,
dispuso que pues por la sentencia dada un año habia en aquella cau
sa se recobró la torre de Alfama , y tenia ya en ella la Religion tres
guardas continuas , se renovase el título de Prior de Alfama que se
habia perdido, y que este priorato lo proveyese el Maestre conforme
á las definiciones de la Órden , quedando á cargo del Prior la torre
y el nombrar gente que la guardase. He dicho todo esto para que se
vean los rodeos por donde iba disponiendo el Señor estas cosas pa
ra gloria suya y bien de su siervo. Porque habiendo sido nuestro Ve
nerable el primero á quien el Maestre nombró prior tras las pasa
das reyertas ; despues que hubo tomado posesion del priorato miér
coles ál8 de julio, el sábado de la misma semana, cuando se volvia
á Valencia, en la cala que llaman del Fustel, una de las muchas
que hace el Coll de Balaguer, lo cautivaron los moros á él y á trece
cristianos mas. Lleváronlo á Argel en donde lo compró Caxeta , me
DIA XXVIII. 561
risco natural de Oliva, que vivía en un lugar llamado Sargel, dis
tante de Argel veinte leguas. Hízole pasar grandes trabajos en du
rísima esclavitud, los cuales sufría el siervo de Dios con una con
formidad inalterable. Al cabo de un año lo quemó vivo en odio de
la santa fe católica. Fue su preciosa muerte el dia 28 de mayo del
año 1577 á la caida de la tarde. Algunos historiadores fidedignos
aseguran que san Luis Bertran estando en Valencia vió subir su
alma al cielo á la misma hora de su martirio.

SAN JUSTO, CONFESOR.

En este dia se celebra en la santa iglesia de Vich la memoria del


glorioso san Justo , con motivo de conservarse en ella las reliquias
de este ilustre Confesor, de quien se tiene por cosa cierta, fundada
en la tradicion, que fue catalan, nacido en la muy esclarecida ciu
dad de Vich , llamada antiguamente Ausa ó Ausona. No se sabe el
tiempo en que floreció Justo, si antes de los moros, ó despues. Eu
el siglo XII se celebraba ya en Vich su festividad , como consta por
el Breviario manuscrito de esta iglesia , que es de aquella edad poco
mas ó menos. Siendo lego y estando metido en negocios seculares,
supo conocer la burlería del mundo de tal suerte , que alcanzó gran
abundancia de riquezas espirituales y riquísimos tesoros de buenas
obras. No nos constan los hechos de su prodigiosa vida , porque la
injuria de los tiempos robó á la posteridad las importantes noticias
que pudo haberse de este y de otros muchos héroes que han ilus
trado á la nacion; pero por el alto concepto que se mereció, se in
fieren las heroicas virtudes en que se ejercitó todo el tiempo que vi
vió. Murió en fin en opinion de santo, y no tardó Dios en acreditar
la gloria de su siervo con repetidísimos milagros ; cuyo número hizo
olvidar la incuria de nuestros predecesores, bien que tres de ellos,
que se refieren en un himno del citado Breviario antiguo de la igle
sia de Vich , nos dan sobrada idea de su santidad. Cayó en cierta
ocasion sobre el sepulcro del Santo una pared fuerte y elevada , y
cuando todos creian que se hubiese reducido á cenizas aquel pre
cioso tesoro, se encontró sin la mas mínima lesion: el mismo prodi
gio sucedió en otra ruina que cogió la lámpara que ardia delante
del sepulcro del ilustre Confesor, la que se encontró íntegra , con la
particularidad de no haberse apagado la luz : asimismo se dice que
se oyeron conmoverse los huesos del Santo primeramente por cier-
562 HATO
tos niños, y despues por los clérigos de la misma iglesia, de cuya
- novedad se ignora el motivo. Tambien se sabe por tradicion , que
teniendo un sacerdote de conocida virtud la piadosa costumbre de
orar por la noche en la iglesia donde se enterró el Santo, vió repe
tidas veces una luz superior que se dirigía á cierto lugar determina
do : refirió el suceso al ilustrísimo obispo de Vich ; y mandando este
cavar en el sitio que indicó el sacerdote, se descubrió una arca con
unas letras en la parte superior que decían: San Justo. Halláronse
en ella los huesos del siervo de Dios inclusos en una urna de plata,
los que se trasladaron con la mayor solemnidad al altar mayor de la
catedral , donde se conservan en grande veneracion , habiéndose dig
nado el Señor obrar muchos beneficios en favor del pueblo por la
poderosa intercesion de su fidelísimo siervo. Especialmente se ha ex
perimentado su favor en los temblores de tierra.

La Misa es en honor del Santo, y la Oracion es la que sigue:


Deus , qui nos beati Justi confessoris Ó Dios, que cada año nos alegras
tuiannua solemnilate Icetificas : concede con la solemnidad de tu bienaventura-
propitius; ut cvjus natalia colimus, do confesor san Justo; concédenos
etiam actiones imitemur. Per Domi- que imitemos las acciones de aquel
num nostrum Jesum... cuyo nacimiento al cielo celebramos.
Por Nuestro Señor Jesucristo...
La Epístola es del capítulo xxxi del Eclesiástico, pág. M9.
REFLEXIONES.
Beatusvir qui inventos est sine macula. Bienaventurado el hombre
que es hallado sin mancha delante del Señor. Pero ¿quién es este, y
le engrandeceremos? Quis est hic, et laudabimus eum? Verdadera
mente no es otro que el hombre Justo, aquel que su conducta es
digna de Dios, aquel que le pide incesantemente le conceda un pleno
conocimiento de su voluntad divina. ¿Necesitábamos mas que saber
lo que Dios quiere, para poner en ejecucion con la asistencia de la
divina gracia todo aquello que le agrada? Con todo eso, es mucha
verdad que son pocos los que ignoran lo que Dios les pide ; pero son
muchos menos los que hacen lo que quiere. Á todos nos predica el
Evangelio su divina voluntad : las obligaciones del estado de cada
uno son la mas clara publicacion de su ley : por el órgano de nues
tros confesores y superiores nos manifiesta sus órdenes: no ignora
mos su doctrina; pero ¿se hace mucho caso de ella? Óyese muy á
sangre fria lo que manda Dios , y solo se practica lo que dicta el amor
DIA XXVIII. 563
propio. El día de hoy el móvil principal de nuestras operaciones son
nuestras pasiones: todo se arregla al gusto de ellas. Á Dios apenas
se le oye, y mucho menos se le obedece. ¿Es digna de Dios nues
tra conducta? ¿Buscamos ansiosos todos los medios para agradarle?
Esta solicitud ansiosa no la debemos considerar como primor de la
perfeccion, sino como cristiano deber de la Religion. ¿Quién dirá
que se puede servir a Dios sin mucha fidelidad, con menos ardor,
sin tanío celo? En materia de su servicio cualquiera indiferencia es
especie de irreligion. No nos afanamos mucho por agradar á Dios;
y es que cada uno se fabrica un ídolo de aquello que á él le agrada,
y muchas veces de aquel á quien desea agradar. Á vista del proce
der de la mayor parte de los hombres, parece que para nada se
cuenta con Dios.
En el Cristianismo todo árbol estéril es reprobado : la fe sin obras
es muerta; la caridad nunca está ociosa; la esperanza cristiana pro
duce frutos en todos tiempos; talento sepultado es talento perdido.
No se permiten siervos perezosos; las vírgenes descuidadas, que lle
gan tarde á ser cuerdas para hacer provision de aceite , son desaten-
didas. Pues ¿qué será, Señor, de laníos y tantas que no fructifi
can género alguno de buenas obras? ¿Será tiempo de hacerlo allá
hácia la declinacion de la edad? Árboles infructuosos que solo pro
ducen algo en el otoño. Una vida, que se pasó la mayor parie de
ella en la ociosidad y en el regalo, que reserva dar algun fruto para
lo último de la estacion, nunca produce frutos que lleguen á ma
durar. ¡Oh cuánto tiempo perdido! ¡oh cuántos dias vacíos! La in
utilidad es la ocupacion mas universal de los hombres; porque todo
lo que no conduce para el cielo es verdaderamente inútil. Negocios
sérios, negociaciones ruidosas, estudio que deseca, viajes largos,
trabajos que fatigan ; todas son ocupaciones frivolas, entretenimien
tos pueriles, nada brillantes , ostentadas con magníficas palabras, si
no sirven para facilitar la salvacion.

El Evangelio es del capítulo xn de san Lucas, pág. 251.

MEDITACION.
Que en todo tiempo se debe hacer penitencia.
Punto primero. — Considera que como no hay tiempo en que no
se pueda pecar, y en que el hombre adulto no sea pecador, ninguno
hay en que no se deba hacer penitencia. La Cuaresma se dice tiempo
864 MAYO
de penitencia; ¿qué quiere decir esto? Que la penitencia que enton
ces se hace con la abstinencia y con el ayuno es de precepto ; pero
¿será por eso menos necesaria en otro tiempo? ¿Tenemos menos ene
migos con quienes combatir despues de Pascua que antes de ella?
¿Son menos vivas las pasiones? ¿son menos fuertes las malas costum
bres? ¿son menos temibles los enemigos de nuestra salvacion , ó las
tentaciones menos peligrosas? ¿Es posible que ya nada hemos que
dado á deberá la divina justicia? Sino hiciereis penitencia , todos pe
receréis. ¿Puede haber mayor error que imaginar que este oráculo
no es ni habla con todos tiempos ; que hay dias privilegiados, y que
en ciertos tiempos del año se puede uno salvar sin hacer penitencia?
Aun cuando la penitencia de la Cuaresma fuese bastante para sa
tisfacer por los pecados pasados , lo que ninguno creo pensará sin te
meraria presuncion, ¿qué dia de la vida se nos pasa sin cometer fal
tas, sin tener necesidad de misericordia , y sin peligros? La inocencia
no tiene otro abrigo ; el corazon se corrompe sin esta sal ; toda vir
tud se marchita sin el rocío de las lágrimas. Ni la soledad ni el mas
horroroso desierto es asilo suficiente sin el socorro de la mortifi
cacion.
Cuanto mas nos acercamos á la sepultura , mas nos debemos acos
tumbrar á la ceniza. Fuera de la infancia, todas las edades deben
ser tiempo de penitencia para un cristiano. Busca sino en el Evan
gelio , que debe ser la regla de las costumbres, una edad que esté
destinada para los gustos y los placeres.
I Oh mi Dios , y qué poco gusta á los Cristianos esta verdad? Pero
nuestro disgusto, nuestras ilusiones y nuestras preocupaciones ¿de
bilitarán el vigor á las verdades del Evangelio ? Ciertamente , quien
mira las cosas con alguna reflexion , no puede menos de indignarse
al ver la licencia que precede y que se sigue á la Cuaresma. Parece
que solo en Cuaresma nos reconocemos por pecadores, y que en lle
gando, la Pascua nos queremos desquitar de las abstinencias y de los
ayunos, suponiendo que la mortificacion no es de todos tiempos.
¡ Cosa extraña ! el mundo y las pasiones tienen sus leyes de mor
tificacion y de ayuno, las cuales se observan inviolablemente: solo
las leyes de Dios se quebrantan y se hacen intolerables. ¡ Qué vio
lencia, y aun se puede añadir, qué mortificacion, qué penitencia
no se padece en el mundo por seguir una moda , por brillar en un
concurso ! Las galas adornan , pero oprimen ; hay cotilla que equivale
á una tortura ; pero todo se sufre , todo se tolera por satisfacer á su
amor propio, al interés , á la ambicion ; mas por agradar á Dios todo
día xxviii. 565
es impracticable. La penitencia del mundo dura toda la vida; y se
quiere que la que se hace por Dios tenga sus intervalos. ¿Qué pe
nitencia hemos hecho hasta aquí? ¿Parécenos que ha sido propor
cionada á nuestras culpas? ¿Creemos que ya tenemos derecho á des
cansar? ¡ Oh , y cuántas satisfacciones imperfectas ! ¡ cuánta peniten- ,
cia quizá necesitamos hacer para satisfacer por otras penitencias!
I Cuántas partidas se han de dar por nulas en llegando á la cuenta
de nuestras obras satisfactorias !

Punto segundo. — Considera que la penitencia no solo es casti


go, sino preservativo y remedio. Pues ¿qué tiempo, qué edad no
tendrá necesidad de él?
Es la vida del cristiano una perpétua guerra sin paces ni tre
guas : aunque nosotros queramos hacer la paz con los enemigos de
la salvacion , los enemigos de nuestra salvacion jamás la harán con
nosotros. No podemos esperar vencerlos sino por la penitencia : al
mismo tiempo que á ellos los debilita, á nosotros nos da mayores
fuerzas. La misma perseverancia en la mortifica-don es una victo
ria. Es menester morir lodos los dias para vivir, como se explica san
Pablo ; es necesario castigar el cuerpo para no ser contado en el nú
mero de los réprobos.
La misma vida delicada es uno de los mayores peligros. Estén
mortificados los sentidos, esté el cuerpo reducido a servidumbre,
que las pasiones meterán poco ruido y harán menos daño. Es la
mortificacion freno que contiene ; es la penitencia el vallado que de
fiende la viña de las bestias y de los pasajeros ; es la zarza entre cu
yas espinas se conserva la flor de la inocencia. Sin este auxilio no
puede subsistir la castidad. Desmontóse el campo durante el santo
tiempo de la Cuaresma: las gracias, la palabra de Dios, el uso de
los Sacramentos fueron la divina semilla que se sembró en este cam
po. ¡ Qué desacierto ! ¡ qué error ! ¡ qué extravagancia seria echar por
tierra luego que llegue la Pascua esta barrera que detiene al ene
migo ; arrancar esta estacada que sirve de estorbo á los pasajeros
para que no pisen la sementera; abrir á todo género de animales
una viña cuyos sarmientos están tiernos todavía !
Desengañémonos , que no hay tiempo, no hay sazon en que la pe
nitencia esté de mas; ninguna hay en que no sea muy necesaria. Pa
sóse la Cuaresma, pero no se pasó el tiempo de la penitencia. Toda
la vida es tiempo de ella; si hay alguno en que no sea tan pública,
ninguno hay en que deje de ser necesaria. El ayuno y la abstinen
3t)6 MATO
cia se acaban con la Pascua ; pero la mortificacion , la sobriedad y
la templanza son de todos tiempos.
Así lo pensaron todos los Santos, y nosotros mismos lo pensare
mos tambien así en la hora de la muerte. ¡Oh buen Dios, y qué dis-
' cretos , qué prudentes fueron aquellos Santos , que hoy son el objeto
de nuestra veneracion y de nuestro culto, en haberse familiarizado,
por decirio así , con los rigores de la penitencia ! Toda la vida se con
sideraron pecadores, y toda la vida quisieron, ser penitentes. ¿Ha-
llaránse por ventura algunos paréntesis de indulgencia en sus reli
giosas mortificaciones? en aquellos sus penosos ejercicios de peniten
cia? ¿Desquitábanse por ventura de ellos, despues que se pasaban
los dias consagrados a la dolorosa memoria de la pasion de Cristo?
¡ Ah ! que cada dia parecía nuevo su fervor, nuevos sus deseos de
mortificarse: cada dia inventaban nuevas industrias para macerar
su carne, para domar sus pasiones, para reprimir su concupiscen
cia. Pregunto: ¿y fueron prudentes en proceder de esta manera?
¿y lo serémos nosotros, si procediéremos de otra? ¿Hicieron acaso
demasiado aquellos que murieron con el dolor de no haber hecho
mas? ¿Y hemos hecho bastante los que quizá nada hemos hecho has-
ta ahora? ¡Cuándo, cuándo harémos lo posible para librarnos de es
tos justos remordimientos!
Desde este punto, Señor, desde este punto, mediante vuestra di
vina gracia, no será este año como el pasado; no será interrumpida
mi penitencia con tantos intervalos, y espero que no cesará hasta
que me falte la vida.

Jaculatorias. — Las lágrimas serán mi pan cotidiano dia y no


che. (Psalm. xli).
¡Oh cuántos suspiros me han costado mis culpas! lavaré , regaré
todas las noches mi cama con el copioso manantial de mis lágrimas.
[Psalm. vi).
PROPÓSITOS.
1 La vida inmortificada y regalada de la mayor parte de los cris
tianos es una especie de impenitencia. Nuestros pecados son graves ;
el número es enorme ; cada dia se multiplican nuestras maldades ; y
¿cuál es nuestra penitencia? Pecan los grandes, y sus dias se con
sumen en delicias; pecan los mundanos, y su vida se pasa toda en
delicadeza y en regalo ; pecan los jóvenes , y el nombre solo de pe
nitencia los estremece. La Cuaresma siempre es tiempo de peniten
día xxix. 567
cia para los que tienen obligacion de hacerla. Pero ¡qué lenitivos !
¡qué infracciones del precepto ! ¡cuántas frivolas dispensas! Mas, á
lo menos, despues de Pascua ¿se suplirá con mortificaciones volun
tarias la penitencia que no se hizo en la Cuaresma? Sí por cierto ; á
lo mas se da una corta limosna , ó se rezan algunos Rosarios. ¿Y bas
tará esto para suplir el ayuno de la Cuaresma? Bien se conoce la in
dignidad de tan'lastimoso engaño. Si te sientes culpado en esto, júz
gate á tí mismo con mayor equidad, y procura que sea menor la
desproporcion entre la culpa y el castigo. ¿Por qué no se ayunará
despues de Pascua, cuando se dejó de ayunaren la Cuaresma? Los sa
crificios que llamaban de expiacion, en todos tiempos se hacian. Pues
qué, el desobedecer á la ley ¿es título bastante para dispensarnos
en la obligacion de obedecerla? Quien tiene verdadero dolor de la cul
pa, tendrá verdadero deseo de repararla por medio de la penitencia.
2 Pues si en todo tiempo eres pecador, en todo tiempo debes ser
penitente, y para eso observa las advertencias siguientes. Primera:
En todo aquello que puede causar alegría, en todos los regocijos pú
blicos y particulares , hasta en los precisos desahogos del ánimo y de
la naturaleza, hasta en las comidas ordinarias y forzosas, acuérdate
que eres reo en los ojos del Señor, y que como tal estás condenado al
último suplicio. Nunca te halles en alguna fiesta ó funcion sin de
cirte á tí mismo: Yo soy pecador; ¿y es esta mi penitencia? Segun
da : Es devocion utilísima y piadosísima , que aumenta mucho valor
al ejercicio de la penitencia , hacer cada dia uno ó dos actos de mor
tificacion, en atencion á la pena correspondiente á nuestras culpas,
aumentando el número de dichos actos los dias de mayor fiesta 6
regocijo. Tercera: Hay personas devotas que los dias que son con
vidadas da sus amigos á comer, ó á alguna otra diversion, se impo
nen la obligacion de rezar los Salmos penitenciales: oiras acompañan
siempre esas honestas diversiones con algun acto de mortificacion.
San Francisco de Borja decia que no le sabia bien la comida, si no
la sazonaba con alguna penitencia; y anadia, que estaría inconso
lable si supiera que le habia de coger la muerte en dia en que no
hubiese mortificado sus sentidos. •

DIA XXIX.
MARTIROLOGIO.
San Restituto, mártir, en Roma, en la vía Aurelia.
El martirio de san Conon , y de un huo suyo de edad de doce años, en
Iconio , ciudad de la Isauria, los cuales en tiempo del emperador Aureliauo
568 MATO
sufrieron con valor admirable el ser extendidos en unas parrillas puestas en
cima de las brasas, y rociados con aceilc; despues pasaron por los tormentos
del potro y del fuego ; últimamente les machacaron las manos con un mazo de
madera, y en este suplicio entregaron sus almas al Criador (por los años del
Señor 276" ).
Los santos Sisinio , Martirio y Alejandro, en el mismo dia , los cuales
en tiempo del emperador Honorio, segun escribe Paulino en la vida de san
Ambrosio, fueron martirizados en la persecucion de los ge'ntiles junto al valle
de Hungría.
Las santas mártires Teodosia, madre de san Procopio, mártir, y otras
doce nobles matronas, en Cesarea de Filipo , las cuales fueron decapitadas
en la persecucion de Diocleciano. (La vida de santa Teodosia se halla con la
de su hijo san Procopio en el dia 8 dejulio).
El martirio de mil quinientos veinte y cinco mártires, en la Umbría.
San Maximino, obispo y confesor, en Tréveris, el cual recibió y hospedó
honrosamente en su casa á san Atanasio cuando andaba huyendo de la perse
cucion de los Arríanos. (Véase suvida en las de hoy).
San Máximo, obispo, en Verona. (Floreció en el siglo IV, y fue esclarecido
en santidad¡.
San Eledterio, confesor, en Arcano en el Lacio. (Era de nacion ingiés, y
hermano de los santos Grimaldo y Fulco, en cuya compañía se trasladó á Ita
lia).

SAN MAXIMINO, OBISPO DE TRÉVERIS.

San Maximino, uno de los mas insignes ornamentos de la Iglesia


galicana , celebérrimo en el siglo IV de nuestra era por su celo apos
tólico en defensa de la fe católica contra los herejes arríanos , y por
la multitud de milagros que por su intercesion obró el Omnipotente,
nació en el territorio de Poitiers, en la Aquitania, y fue educado
desde su infancia en la religion de Jesucristo, con uno de sus herma
nos llamado Maxencio, que se cree haber sido obispo de esta ciudad
antes de san Hilario. La fama de santidad con que corría por enton
ces san Agricio, obispo de Tréveris, hizo á Maximino dejar su pa
tria y pasar en busca de aquel Prelado, con el fin de adelantarse en
ciencia y santidad bajo su enseñanza. En efecto hizo en ambos ra
mos maravillosos progresos , y elevado á los órdenes sagrados , se
comportó en sus funciones y en todo el resto de su conducta con tanta
edificacion , con tanta sabiduría y con tanta prudencia , que concillán
dose la veneracion de todo el clero y pueblo, no quisieron estos otro
prelado cuando ocurrió la muerte de san Agricio, indicado ya así
por el cielo á varias personas de conocida virtud. Confirmados estos
sufragios por los obispos comprovinciales, que conocian muy bien
las relevantes prendas de Maximino , subió á la cátedra de Tréve
DIA XXIX. 569
ris hácia el año 332, que era el veinte y seis del imperio de Cons
tantino.
Fácil es de creer el porte de este varon apostólico, colocado sobre
el candelero de la Iglesia , cuando ya su nombre era célebre en el
país por la pureza de su fe, por la santidad de sus costumbres, y
aun por los muchos milagros que nos aseguran sus historiadores ha
ber ejecutado en la sucesion de su vida antecedente. Aunque la vi
gilancia pastoral con que atendió siempre á su grey, y el paternal
amor con que la asistió en la provision de auxilios espirituales y cor
porales, bastaban para eternizar su nombre; lo que distinguió so
bre lodo su mérito fue el celo y fortaleza apostólica que mostró en
la defensa de la fe católica contra los Arríanos , sin temor de las po
testades de la tierra.
Abusando estos herejes de las buenas intenciones del grande Cons
tantino, no paraban de perturbar la Iglesia del Oriente, para reha
cerse de la derrota que habia padecido su impiedad en el concilio
general de Nicea, y en discurrir maliciosos arbitrios cada dia para
vengarse de aquellos Padres que tan justamente habian condenado
la mas execrable blasfemia que vomitó el abismo por boca del per
verso Arrio. Su mayor encono era con san Atanasio, obispo de Ale
jandría, á quien miraban como el enemigo mas principal de toda
su caterva. Sus simulaciones y calumnias lograron sorprender á
Constantino, quien viendo que habia sido condenado san Atanasio
en un conciliábulo que celebró la faccion arriana en Tirso, sin exa
minar la causa de la injusticia, dejándose pervertir con nuevas ca
lumnias , desterró á aquel Prelado eminentísimo á las Galias, y le
señaló por lugar de su estancia la ciudad de Tréveris.
El dolor de ver padecer la Religion, y de la injusticia hecha á la
persona de san Atanasio, era comun en todos los obispos de la Igle
sia católica; mas lo que tuvo de particular en Maximino fue, que
sin temor de un príncipe como Constantino, ni reparar en un hom
bre desgraciado , le recibió con toda la veneracion que debia á un
ilustre confesor de Jesucristo, y al defensor mas brillante de la ver
dad ortodoxa, suministrándole todas las comodidades que podia te
ner en Alejandría.
Despues de la muerte del gran Constantino, su hijo mayor Cons
tantino el Joven , en cumplimiento de la voluntad de su padre sobre
revocar el destierro de san Atanasio, lo hizo volver á su iglesia con
carias llenas de muchos testimonios de hopor ; y agradecido este Pre
lado á los oficios del de Tréveris , de quien habia lenido la propor
S70 MATO
cion de conocer el mérito , ínterin la mansion de dos años cuatro
meses y medio que estuvo en su compañía, significó despues á los
obispos , que sostenían ardientemente la definicion del concilio Ni-
ceno, la pureza de fe, la santidad de vida, y apostólico celo por la
defensa de la fe católica de Maximino. Practicó los mismos oficios
con san Pablo, obispo de Constantinopla, que se refugió á Tréve-
ris, depuesto de su silla por un conciliábulo de Arríanos, no aco
bardándole el poder de Constancio , hijo segundo de Constantino,
acérrimo defensor de los partidarios de la herejía.
Validos los Arríanos de la proteccion del emperador Constancio,
en un conciliábulo que celebraron en Antioquía depusieron segunda
vez á san Atanasio, quien se vió obligado á huir al aviso que tuvo
de que venia á ocupar su cátedra el falso obispo Gregorio con mu
cha tropa de soldados. Sabiendo los herejes que el santo Prelado se
habia retirado al Occidente, donde tenían el sentimiento de ver que
el emperador Constante le mantenía bajo de sü proteccion , bien así
como el papa Julio , estudiaron los medios de traer á su faccion á este
Príncipe, como lo habian conseguido con Constancio, su hermano.
Con esta mira le dirigieron una confesion de fe que ocultaba dies
tra y sutilmente su veneno , bajo una confusa perplejidad de pala
bras, que no presentando en la superficie cosa que no fuese verda
dera en su fondo, excluia la consustancialidad del Hijo con el Padre
eterno, que era el punto cardinal de la controversia. Para presentar
de parte de su conciliábulo oriental esta fórmula á Constante, en
viaron á las Galias á Narciso de Neromiade, Maris de Calcedonia,
Teodoro de Heraclea , y Marco de Aretusa , cuatro obispos de su fac
cion, los cuales además traían la comision de justificar la conducta
que habian guardado los Arríanos en la deposicion de san Atanasio.
Pero san Maximino impidió que Constante fuese sorprendido por los
enemigos de la verdad, perseguidores de los mas ilustres confesores
de Jesucristo. Él hizo lo que pudiera haber hecho san Atanasio, que
á la sazon se hallaba en Roma : sostuvo su inocencia, probó su fe
ortodoxa, y le defendió de las falsas calumnias de los diputados ar
ríanos, cuya comunion rehusó con la de otros sus secuaces. Por este
laudable hecho le pusieron los herejes en el número de sus princi
pales adversarios, y se quejaron por todas partes de que el obispo
de Tréveris habia sido la causa de que el emperador Constante no
hubiese atendido á sus emisarios. En efecto este justificado Príncipe
habiendo reconocido , á virtud de la ilustracion de san Maximino , las
injusticias, los ardides y las máquinas de los sectarios, volvió á en
DIA XXIX. 571
viar á sus diputados sia adelantar cosa alguna en sus negociaciones.
Tambien se halló despues en el concilio que se celebró en Milan
por los años 345 , donde los Eusebianos , es decir los Arríanos orien
tales , que tomaron esta denominacion de su caudillo Eusebio de Ni-
comedia, fueron igualmente repulsados. En esta ciudad tuvo el gozo
de volver á ver á san Atanasio , á quien el Emperador hivo venir
desde Roma, y conferenciando ambos sobre los medios de procurar
una paz sólida á la Iglesia , creyeron que no le habia mas eficaz que
el de un concilio general. Propuso Maximino con su acostumbrada
persuasiva la importancia de este remedio á Constante ; uniéronse á
él para hacer mas interesada la solicitud el papa Julio , con el cé
lebre Osio de Córdoba; y accediendo á sus ruegos el Emperador,
escribió á su hermano Constancio en términos muy urgentes. No re
pugnó Constancio la proposicion tan favorable á la tranquilidad de
la Iglesia; convínose en que el lugar donde se habia de celebrar el
concilio fuese la ciudad de Sárdica en Iliria, sobre los confines de
ambos imperios ; pero como este Soberano estaba ocupado á la sazon
en la guerra contra los persas , no se pudo ejecutar el designio hasta
dos años despues.
En este intervalo convocó san Maximino un sínodo en Colonia pa
ra examinar la doctrina sospechosa de su obispo , que siguiendo la
doctrina de Potino , negaba la divinidad de Jesucristo ; en fuerza de
lo cual fue en él depuesto el detestable prelado , y procuró el de Tré-
veris que se explicase el modo con que se obraron todos los miste
rios del Redentor.
No dejó de hallarse en el año siguiente en el concilio de Sárdica,
donde fue de nuevo restablecido á su silla san Atanasio , y depuestos
los principales Eusebianos; los que, mal satisfechos de ver que sus
intrigas no habian podido prevalecer , se retiraron de Sárdica , y ha
biéndose unido en Filipoli de Tracia, terreno de Constancio, su pro
tector , escribieron bajo el nombre de orientales una carta circular á
los obispos de su partido para que se quejasen del concilio, y acu
sasen á los que en él habian sido absueltos. Hallábanse en esta ciu
dad en número de cási de ochenta; tuvieron un conciliábulo, que
hicieron llamar de Sárdica, con el fin de abolir bajo este equívoco
la memoria y decisiones del verdadero concilio. Erigieron en su ma
liciosa asamblea una confesion de fe, donde parece no poderse ha
llar otra cosa que reprender sino la omision de la voz consustancial;
juzgaron á los principales obispos católicos, que habian procurado
el legítimo concilio de Sárdica, defendido y restituido á san Atana
572 mayo
sio , y absuelto á Marcelo de Ancira y Asclepas de' Gaza ; y tuvieron
el temerario arrojo de excomulgar señaladamente á san Maximino
con el papa Julio , á Osio , san Atanasio , y á los prelados principales
católicos ; alegando contra el de Tréveris haber sido la causa de que
el emperador Constante no recibiese á los diputados del concilio de
Antioquía, enviados á las Galias , y que fue el primero que comu
nicó con san Pablo de Constantinopla depuesto por ellos, siendo el
motivo de su restablecimiento las turbulencias y homicidios que á
él se siguieron. Estas razones, que la impía caterva de los herejes
querían hacer delitos en nuestro Santo , son otros tantos elogios que
justifican mas su mérito , y que sirven de laudables testimonios , ca
paces á eternizar su gloria , pues todos ellos hacen concebir una jus
ta idea de su celo apostólico por la defensa de la fe católica, y de
su fiel proteccion á los confesores ilustres de la divinidad de Jesu
cristo.
No sobrevivió mucho tiempo el Santo al concilio de Sárdica. Vol
vió á ver su iglesia , y dar orden á las necesidades de su pueblo , que
se habian hecho reparables ínterin su mansion en Iliria. Pasó des
pues á visitar á sus parientes en Poitiers, y habiéndose detenido al
gun tiempo á causa de ciertos negocios graves que pedian su asisten
cia personal , murió allí en el dia 12 de setiembre , por los años 349,
y su venerable cuerpo fue sepultado cerca de la ciudad. No pudien-
do sufrir san Paulino , su sucesor , que quedase privada la iglesia de
Tréveris de sus santas reliquias, hizo las restituyesen á ella, dig
nándose el Señor obrar innumerables prodigios al tiempo de esta
traslacion. Memorable fue entre ellos el interés que demostró el cielo
por medio de una espantosa nube para impedir que los de Aquita-
nia estorbasen , como lo solicitaban , la mutacion del venerable cuer
po ; el cual se depositó en Tréveris en la iglesia del monasterio de
San Juan Bautista, donde se mantuvo en grande veneracion, hacién
dose recomendable su sepulcro por los muchos milagros que cada dia
hacia el Señor por la intercesion de su siervo.
El terror de los normandos, que á sangre y fuego arrasaban los
templos, monasterios é iglesias, sorprendió á Tréveris en 5 de abril
del año 882 ; y temerosos algunos religiosos de que en sus bárbaras
manos cayesen las reliquias de san Maximino, tuvieron la precau
cion de enterrarlas en una cueva. Con este motivo se perdió la noticia
de su existencia , hasta que por la casualidad de haberse abierto
parte del sepulcro, á virtud del golpe furioso de una gran piedra,
fueron descubiertas por la fragancia que despedían , y se vió con ad
día xxix. 873
miracion de todos íntegro su cuerpo , é intactos sus vestidos despues
de tantos años. Colocáronse en lugar decoroso hasta la reedificacion
del templo, donde se mantuvieron en grande veneracion; pero ha
biéndose quemado este por un accidente imprevisto en el año 937,
restaurado nuevamente en el de 942 , se hizo en él la solemne trasla
cion de las reliquias del Santo con las de otros prelados de la mis
ma iglesia al ara mayor ; cuyo nombre y culto se extendió por todas
partes de Francia , Alemania y Países Bajos , donde se celebra su me
moria en el 29 de mayo , dia de su primera traslacion de Poitiers á
Tréveris. '

SAN VOTO Y SAN FÉLIX, CONFESORES.

En aquellos infelices siglos que por justos castigos de Diosgemia


casi toda España bajo la dura esclavitud de los agarenos, cupo esta
suerte desgraciada á Zaragoza, capital de la provincia de Aragon,
donde los Cristianos se vieron en la precision , como en otros muchos
pueblos del reino , de sujetarse á los excesivos tributos que quisieron
imponerles los bárbaros, para ejercer libremente la religion de Je
sucristo. Se llamaban mozárabes , lo mismo que fieles mezclados con
los árabes. De esta clase fueron dos ilustres hermanos naturales de
la dicha capital llamados Voto y Félix, ambos muy distinguidos por
su calificada nobleza, pero mucho mas por su grande piedad para
con los pobres de Jesucristo , á quienes socorrían en sus miserias con
mano liberalísima.
Era Voto naturalmente inclinado á la caza, y una de las ocasio
nes que salió á esta diversion llegó á un monte llamado antigua
mente Panno , á la parte septentrional de Aragon , donde hoy está el
célebre monasterio de San Juan de la Peña , del Órden de san Be
nito ; sitio verdaderamente ameno por la fertilidad de sus árboles,
por sus hermosos prados , y por sus fuentes cristalinas. Vió un ciervo
en aquella montaña , y queriendo darle muerte, le siguió corriendo
con el caballo hasta la cumbre del monte, desde donde afligido el
animal con la opresion de los perros , se precipitó hasta un valle pro
fundísimo. Iba desbocado el caballo de Voto en seguimiento de la
fiera , y llegando inopinadamente al mismo lugar del precipicio , in
vocó el ilustre jóven la proteccion de san Juan Bautista; á cuya voz
quedó inmóvil el caballo, asidas á un pedernal las herraduras, con
forme se ven hasta hoy los vestigios.
Quedó Voto lleno de admiracion , si bien á vista del inminente pe-
37 tomo v.
574 MAYO
ligro, mucho mas considerando la maravillosa proteccion de su es
pecial abogado ; y movido de un impulso superior, quiso inspeccio
nar el sitio: corrió con la espada en la mano por todas las malezas
dela montaña, y en lo mas secreto de ella encontró una ermita de
dicada á san Juan Bautista. Entró á dar gracias á su protector, y
vió á un lado del altar á un difunto, sobre cuya cabeza estaba una
piedra con unas letras que decían : Yo Juan, eremita en este sitio,
habiendo despreciado al mundo, fundé como pude esta ermita en honor
de san Juan Bautista, y aquí descanso en paz. Amen.
Dió Voto sepultura en el mismo oratorio al venerable cadáver, que
segun parece fue el de Juan de Alarés, llamado así por el lugar de
su nacimiento , el cual murió santamente el año 718 ; y reflexionan
do tanto sobre el suceso como sobre la felicidad de aquel hombre
dichosísimo que supo vivir con tranquilidad libre de los peligros
del mundo, se encendió en vivísimos deseos de seguir aquel tenor
de vida, para atender únicamente al importante negocio de su eter
na salvacion. Volvió Voto á Zaragoza con tan nobles pensamientos,
y habiendo referido á Félix todo lo ocurrido en el monte Panno,
quiso este acompañar á su hermano en la determinacion. Distribu
yeron ambos sus cuantiosos bienes entre los pobres de Jesucristo, y
se retiraron al monte Panno, con ánimo de sepultarse para siempre
en aquella espantosa soledad , donde edificaron dos pobres celdas
contiguas á la ermita de San Juan Baulista. Cuando se vieron en
lugar tan retirado de todo el comercio humano, se sintieron mucho
mas encendidos en el amor á los ejercicios eremíticos , que era el
objelo que los habia Iraido al desierto ; y soltando las riendas á su
fervor , no tuvieron otra ocupacion que la de dedicarse á la contem
placion de las eternas verdades, pasando en oracion los dias y las
noches, sin usar de otro alimento que el de algunas frutas silves
tres, ó raíces de yerbas, que contribuían no poco á aumentar su
mortificacion , resucitando con semejante vida aquellas espantosas
imágenes de penitencia , oidas hasta entonces de los mas famosos
solitarios del Oriente y Occidente.
Causan admiracion los artificios de que se valió el demonio para
engañar á los dos ilustres eremitas, cuya vida con ser tan pura y tan
penitente no estuvo exenta de las mas violentas tentaciones , con que
los ejercitó por largo liempo el enemigo de la salvacion; pero de
todos estos combates, que fueron dilatados y crueles, les libró su
humildad y su frecuente recurso á la oracion, triunfando coa la
",cTlon";> He la divina arada de todas las máquinas del infierno.
día xxix. 575
Continuaron Voto y Félix por espacio de algunos años aquel te
nor de vida mas angélica que humana ; pero como Dios queria que
fuesen útiles á muchos, hizo que se esparciese la fama de su san
tidad por toda aquella region. Por mas que solicitaban ocultarse á
la vista de los mortales , atrajo el buen olor de sus eminentes virtu
des á muchos afligidos cristianos al monte Panno al abrigo de los
dos ilustres eremitas; disponiéndolo así la divina Providencia, para
que no solo se empleasen en los ejercicios de la vida contemplativa,
sino en los de la activa, de suerte que diesen mucha gloriaal nom
bre cristiano. Sucedió así con efecto, pues viendo los dos herma
nos el gran número de fieles que se habia refugiado en aquella mon
taña, huyendo del furor de los mahometanos, los animaron á que
siguiesen el heroico valor de los pocos cristianos de Asturias, que
bajo la direccion del príncipe D. Pelayo hicieron inmortal su me
moria en las guerras contra los bárbaros agarenos. Alentáronse los
fieles con tan celosa exhortacion; y habiendo nombrado por su ca
pitan á D. García Jimenez, señor poderoso y militar diestro, co
menzaron á pelear contra los africanos, auxiliados de los dos célebres
eremitas ; á cuya actividad y fervorosas oraciones , mas que al poder
de las armas , se debió la libertad de muchos pueblos contiguos del
tirano yugo agareno.
Viendo Voto y Félix á los Cristianos en estado de poderse defen
der de los enemigos de la Religion , se volvieron á su retiro á conti
nuar con los ejercicios eremíticos; bien que el Señor endulzaba ma
ravillosamente sus rigores con el don de contemplacion , que les con
cedió tan elevado, que bien puede decirse que era su vida una ora
cion continua. Quiso en fin Dios premiar los grandes merecimientos
de sus fidelísimos siervos, y sacó del destierro de este mundo á Vo
to, que era el mayor de los dos hermanos, en el día 29 de mayo,
hácia la mitad del siglo VIH ; á cuyo venerable cuerpo dieron los
fieles sepultura en el oratorio de San Juan Bautista. Murió á poco
despues Félix, y le enterraron'en la misma capilla, que habia sido
el teatro donde se ejercitaron en lodo género de virtudes. No tardó
«l Señor en acreditar la gloria de los dos famosos solitarios con los
repetidos milagros que se dignó obrar en favor de muchos enfer
mos que concurrieron á la ermita á implorar la poderosa interce
sion de los Santos, que se celebran en el dia 29 de mayo, no por
que muriesen ambos en este dia, sino porque siéndolo el del feliz
tránsito de Voto, pareció conveniente celebrarlos juntos, habiendo
sido inseparables en su prodigiosa vida.
37*
576 MAYO
Los venerables cuerpos de Voto y Félix permanecieron en el ora
torio antiguo , hasta que cesó la hostilidad de los mahometanos ; en
cuya feliz época ampliaron los fieles la reducida ermita con una mag
nífica iglesia en honor del Bautista , que vino á ser en lo sucesivo del
célebre monasterio de religiosos Benedictinos llamado de San Juan
de la Peña , donde se mantuvieron en grande veneracion los cuerpos
de los dos Santos con el del eremita Atares ; pero habiendo ocurrido
un incendio voraz en aquella ilustre casa por los años 1492 , consu
mido en el fuego el de Atarés , y reservadas las reliquias de san Voto
y de san Félix, se colocaron en el nuevo templo, donde se les tri
buta el culto debido.

SANTO TORIBIO MOGROBEJO, OBISPO.


( Trasladado del dia 27 de abril).
En todo el orbe cristiano fue maravillosa la fecundidad con que
en el siglo XVI se produjeron varones consumados en todo género
de virtudes y de letras. Pero en donde mas brilló fue en el católico
reino de España, el cual en solo aquel siglo tuvo hombres capaces
de hacer la gloría de muchas naciones. Entre los que mas sobresa
lieron en santidad , en sabiduría, y en el cumplimiento de las gran
des cargas episcopales, fue uno santo Toribio Alfonso Mogrobejo,
natural de Mayorga, en el obispado de Leon. Sus padres, ilustres
por su gloriosa ascendencia, y mucho mas distinguidos por la pie
dad de sus costumbres, fueron D. Luis Alonso Mogrobejo, regidor
perpétuo de Mayorga, y D." Ana Bobles y Moran, natural de Yi-
llaquijada. Ignórase el dia de su nacimiento, el cual sucedió en el
año de 1538 , el mismo en que , no léjos de Milan , nació san Carlos
Borromeo , semejante á nuestro Santo en la inculpable conducta de
su vida , en el celo fervoroso por la restauracion de la disciplina ecle
siástica , en el cuidado de sus ovejas , y en todas las obligaciones de
un gran sacerdote. Criáronle sus padres con una educacion propia
de la alteza de su linaje. El niño Toribio, que habia recibido del cie
lo una índole dócil á todos los preceptos de la moral cristiana, daba
desde aquella tierna edad los mas claros indicios de los tesoros que
en él se depositaban para beneficio de la Iglesia. Los juegos y entre
tenimientos de su edad eran aquellos solamente que manifestaban
apego á las cosas sagradas ; no aquellos que son indicio de que he
mos recibido de nuestros padres una naturaleza corrompida con el
día xxix. 577
pecado del primer hombre. Hacer altares , colocar en ellos las santas
imágenes de Jesús y de María, ponerse de rodillas delante de ellas,
encender antorchas, ordenar procesiones y otros ejercicios semejan
tes, eran las ocupaciones ordinarias del santo niño. Así pasó su in
fancia hasta la edad robusta en que los jóvenes van comenzando á
estar aptos para emprender las ciencias. Cuidaron sus padres de que
le instruyesen en los rudimentos de la latinidad ; y habiéndolo con
seguido , á la edad de trece años le enviaron á Valladolid , para que
en aquellas florecientes escuelas se ilustrase su alma con los cono
cimientos de la sabiduría. Desde el punto que entró Toribio en las au
las comenzó á ser ejemplo de virtud y aplicacion para los demás
estudiantes , cuya atencion arrebataron dulcemente la blandura de
sus modales y la rectitud de sus operaciones.
Apenas sabia, despues de algunos años de residencia en Vallado-
lid , otras calles ni otros caminos que el que llevaba desde su casa á
la iglesia, ó desde su casa á la universidad. Sus condiscípulos ad
miraban en el santo jóven un conjunto de prendas celestiales, que
les obligaba á amarle sin interés, y á respetarle sin servidumbre.
Advertían en él una virtud rigurosa y austera consigo mismo, pero
dulce , amigable y condescendiente para los demás ; una virtud con
que cumplía exactamente todas sus obligaciones, y movia á hacer
otro tanto á sus condiscípulos ; á veces con amonestaciones dulcísi
mas, y siempre con el poderoso medio del buen ejemplo. En breve
creció su fama; y no solamente era tenido por erudito en las bellas
ciencias , sábio en las artes liberales , y por docto en el derecho ci
vil y eclesiástico , sino que además era venerado por un jóven ma
duro, prudente y de conducta irreprensible. Luego que recibió el
grado de bachiller, juzgaron sus padres que Valladolid era peque
ño teatro para que pudiese lucir su ingenio ; y así procuraron en
viarle á Salamanca, que era á la sazon el emporio de las ciencias.
Florecían en ella muchos sábios, y entre ellos un tio de Toribio,
llamado Juan Mogrobejo , que era colegial en el colegio mayor del
Salvador, llamado por otro nombre de Oviedo.
En este tiempo , habiendo proyectado D. Juan III , rey de Portu
gal, hacer célebre la universidad de Coimbra, llevando allá á cual
quier precio los maestros mas grandes de Europa , pasó Toribio á es
ta universidad en compañía de su tio , que fue uno de los sábios ele
gidos, y que mas la ilustraron en sus principios. En esta ciudad se
aumentó prodigiosamente el mérito de Toribio , tanto en la santidad
como en la literatura. Veia su tio en él un jóven ardientemente dedi
578 MATO
cado á los ejercicios dé piedad, sin olvidar por eso el estudio de las
letras. Sucedíanse mutuamente los ayunos, la oracion y la discipli
na, y la asistencia á la universidad, las lecciones llenas de sabidu
ría, y los argumentos sólidos é ingeniosos. Toda Coimbra se gloria
ba enriquecida con varones como Juan y Toribio Mogrobejos, que
brillaban entre los demás doctores como el sol entre las demás es
trellas. Diez años residieron en aquella ciudad , hasta que habiendo
vacado la cátedra de derecho civil, y la canonjía doctoral de la san
ta iglesia de Salamanca, solicitó esta ciudad recuperar lo que habia
perdido ; y así se proveyó uno y otro en D. Juan de Mogrobejo , que
con este motivo dejó á Coimbra, y volvió á Salamanca en compa
ñía de su sobrino.
Un año habría pasado cuando Toribio padeció el golpe irrepara
ble de la pérdida de su tio , á quien llamó Dios á mejor vida. Per
dió en esta ocasion , no solamente un maestro con cuyas lecciones
crecía su sabiduría, sino un compañero en sus costumbres, y un ami
go en el trato familiar. Pero su alma, acostumbrada á meditar las
verdades sobrenaturales, y ávenerarsumisamente las admirables dis
posiciones de la divina Providencia, conoció que su tio habia sido
llamado á gustar del premio que sus obras merecían , y enjugó las lá
grimas de sus ojos con una santa resignacion en la voluntad de Dios.
Viéndose Toribio sin la amable compañía de su tio , determinó ha
cerse colegial en el mismo colegio ; y habiendo vendido la rica bi
blioteca que le habia dejado para socorrer y establecer á dos herma
nas , recibió la beca teniendo treinta y tres años de edad. En este es
tado manifestó que el colegio era para él un riguroso monasterio.
Se informó de los estatutos para no faltar á la observancia de ningu
no ; y se prefijó tal método de vida, que mas parecía un rígido ana
coreta que un profesor de Salamanca y un colegial mayor. Dormía
poco; su comida y bebida eran parcas y ordinarias; interiormente
vestia un cilicio, ya que en lo exterior no le era lícito abandonar el
vestido comun de colegial; ayunaba con frecuencia, meditaba con
continuacion , frecuentaba los Sacramentos ; y en todas sus operacio
nes se manifestaba irreprensible. Pero en lo que mas sobresalía su
fervor era en la maceracion del cuerpo , al cual afligía con tan co
piosas disciplinas de sangre, que llegaron á temer que perdiese en
teramente la salud. Pensaron , pues , los colegiales que se le debia ir
á la mano , y así buscaron medio de corregir aquel exceso de piedad.
Tenia en el colegio un grande amigo suyo que conformaba entera
mente con su genio y sus costumbres , llamado D. Francisco de Con
día xxix. 579
treras. Á este dieron la comision de hablar á Toribio , advirtiéndole
que debia moderar el rigor de sus penitencias. Ya habia pensado lo
mismo Contreras ; pero no se habia atrevido á decirle cosa alguna,
ya porque conocía la severidad de Toribio , y cuán poco acogimien
to hallarían en él las propuestas de condescendencia, y ya porque
no encontraba razon tan poderosa para persuadírselo , que le diese
esperanza de lograr su intento.
Pero apenas se vio encargado de esta comision por todo el colegio,
cuando Dios le ilustró el entendimiento, y le sugirió un camino tan
fácil , que le condujo seguramente al fin deseado. Propuso á Tori
bio, entre otras razones , que en aquel rigor que habia entabiado es
taba tan léjos de agradar á Dios , que antes bien por el contrario era
de temer no le desagradase; que la virtud consistía en un medio , y
que todo exceso era reprensible ; que los demás colegiales hablaban
mucho de sus penitencias, calificándolas de ostentosas, y practica
das tal vez con un espíritu mas próximo á la singularidad y á la va
nagloria que á la humildad y abatimiento cristiano ; finalmente , que
él era de parecer que aquellas penitencias excesivas podrían destruir
su salud , é inutilizar su persona sin edificar á sus prójimos , sino an
tes bien escandalizándolos. El discurso de Contreras hizo tanto efec
to en el santo jóven, que inmediatamente templó sus penitencias,
pero sin mitigar el rigor de los demás ejercicios. Esta condueta de
vida le granjeó un concepto tan alto , que así en el colegio como fue
ra de él era respetable su virtud. Pero no contento con los fervoro
sos y penosos ejercicios que hacia en el colegio, deseó otro todavía
mas penoso y mas arriesgado. Este era la peregrinacion á Santia
go , para ganar las inmensas indulgencias que han concedido los Su
mos Pontífices á los que van á visitar al santo Apóstol , y asimismo
para experimentar las forzosas penalidades de un camino largo y mal
provisto. Solo le faltaba un buen compañero para verificar sus de
seos ; pero le halló en Contreras , quien se acomodó fácilmente á todos
los proyectos de su piedad fervorosa. Habiendo tomado, pues, el
hábito de peregrino , salió con su compañero á pié , descalzo , y pi
diendo limosna de puerta en puerta, lo que bastaba para ejercitar
las virtudes de la pobreza y de la humildad ; puesto que por lo de
más llevaban dinero suficiente para no ser gravosos á sus hermanos.
En esta expedicion le sucedió, que entrando en una casa se encon
traron una negra, la cual juzgándolos pobres de solemnidad por el
vestido, echó mano á la faltriquera y les dió un ochavo de limosna.
Toribio le recibió con gusto para no privar á la negra del que habia
580 MAYO
tenido en ejercitar la limosna; pero considerando que ella tenia mas
necesidad de aquel dinero , se lo volvió, conservando por toda su vida
tan agradecida memoria á aquella mujer , que el mismo Santo con
fesaba que en todas sus oraciones hasta el fin de su vida era el pri
mer objeto que se le venia á la intencion.
Concluida su peregrinacion felizmente , volvió al colegio menos
mortificado su cuerpo , pero mas enriquecida su alma con el tesoro
de la divina gracia. Volvió nuevamente á sus antiguos ejercicios sin
cuidarse ni de los honores, ni de las dignidades , ni de su propia fa
ma, que tan ancho camino le abria para ellas. Pero cuando los ojos
de un rey sábio velan sobre sus súbditos para ver el mérito sólido de
la virtud, es muy dificultoso que puedan ocultarla ni los santos ar
tificios de la humildad , ni los esmeros con que sabe esconderle el
desprecio de sí mismo y del mundo. Bien descuidado estaba Toribio
una noche en su colegio , cuando llamando á deshora le trajeron los
despachos en que el Rey le nombrabainquisidor de Granada. Los co
legiales recibieron con suma complacencia y aplauso esta noticia,
considerando que en la virtud de Toribio era este empleo un medio
proporcionado para dar al colegio el honor de un varon consumado
en todo género de virtud. En el alma del Santo hizo diferente sen
sacion el nuevo empleo , como que le consideraba no como un honor,
sino como una pesada carga que, al tiempo que multiplicaba sus
obligaciones, anadia peligros a su conciencia. Pero conociendo que
era voluntad de Dios, aceptó aquel honor , y tomó posesion en el año
de 1375. Constituido Toribio en el delicado empleo de inquisidor, se
propuso un camino templado de justicia y de misericordia por donde
dirigir sus pasos. Áborrecia los delitos ; pero no á los delincuentes,
á quienes siempre amaba como á prójimos. Conocía la debilidad de
las luces del humano entendimiento : sabia con cuánta facilidad suele
extraviarse la razón humana cuando no se propone mas guia que la
vana filosofía. Estas consideraciones le hacian mirar con la compa
sion de un padre amoroso á los infelices que habian caído en algun
desliz, siempre que lo detestasen con un verdadero arrepentimien
to. Por el contrario, á los rebeldes, á los endurecidos, á los contu
maces en sus errores, les aplicaba toda la severidad de la justicia,
sin perder por esto de vista el fruto de su correccion y el escarmien
to de los que lo veian. Fue tal la rectitud é integridad con que To
ribio se portó en el empleo de inquisidor, que habiendo sido nece
sario, por causas gravísimas, examinar de orden superior la con
ducta de aquel tribunal , de cuyo examen resultaron desterrados y
DIA XXIX. 581
privados algunos inquisidores, Toribio, no solamente fue hallado
inocenteé irreprensible, sino que mereció alabanzas por su conducta.
Cuatro años obtuvo la plaza de inquisidor , en cuyo tiempo , ha
biendo vacado el arzobispado de Lima por muerte de D. Diego Go
mez Madrid, fue electo para ocupar esta silla. Turbó á Toribio la
repentina nueva, tanto mas dolorosa para él , cuanto menos esperada.
Pero Felipe II , que tenia en el primer lugar de un libro secreto, en
que estaban escritos todos los hombres sábios y virtuosos de España,
á Toribio, sin que este lo pretendiese, tuvo presente su mérito para
premiarle. Todos los artificios de la ambicion son inútiles cuando un
monarca de talento y de prudencia se empeña en cumplir con sus de
licadas obligaciones. Entonces quedan desarmados la intriga y el ma
nejo ; y los resplandores que despiden de sí el mérito y la virtud no
pueden ocultarse , por mas que procuren esconderlos la humildad y
la modestia. Vióse esto en nuestro Santo , pues cuando pensaba que
nadie en la corte se acordaba de él , se halló nombrado para un ar
zobispado tan respetable como el de Lima. Á un corazon ambicioso
le hubiera producido esta dignidad mucha satisfaccion y alegría ; pe
ro en el de Toribio causó tal melancolía y turbacion , que solo pudo
tranquilizarse despues de haber escrito al Consejo de las Indias y al
Rey su renuncia, concebida en los términos mas activos y eficaces,
á su parecer, para que el Rey se la admitiese. Representábale que era
todavía muy joven ; que carecía de las prendas necesarias á un buen
obispo ; que no estaba ordenado mas que de prima tonsura ; en una
palabra, que era absolutamente inepto para la alta dignidad que le
habia conferido. El Rey , que tenia la virtuosa sagacidad inseparable
de la prudencia , conoció inmediatamente cuán acertada habia sido
su eleccion. Las excusas de Toribio fueron otros tantos incentivos que
le confirmaron en el juicio que habia hecho de la aptitud del Santo
paraobispo. Escribióle, pues, mandándole que aceptase la dignidad;
y que á lo mas se convenia en que lo meditase por espacio de tres
meses antes de admitir su dejacion. En este tiempo los parientes de
Toribio , sus concolegas y sus amigos le combatieron fuertemente,
proponiéndole muchas razones , que no lograban otro efecto que con-
firmar en su corazon la renuncia del obispado. Viéndole impenetra
ble ciertos amigos suyos , que conocían su carácter y su virtud, pen
saron oportunamente un medio , el cual seria al Santo irresistible.
Propusiéronle que el obispado de Lima, en el estado en que se ha
llaba , no era un cargo de honor y de interés , sino de penalidades y
de inmenso trabajo : que habia infinitas ovejas que jamás habian
582 MAYO
«ido la voz de su pastor ; y, en una palabra , que el no aceptar aquel
cargo , era lo mismo que preferir su propia conveniencia al trabajo
de conquistar almas para Dios. Estas razones pudieron tanto con To-
ribio , que aceptó el obispado , porque no sabia negarse á cosa al
guna de donde resultase su propia mortificacion , el honor de Dios
y provecho de sus prójimos. Pero antes exploró la voluntad de Dios
con muchos ejercicios espirituales y fervorosa contemplacion , que
es el medio de hallar favorable al Padre de las luces. Mientras venían
las bulas de Roma pasó á Madrid á recibir las instrucciones del Rey :
y de allí á Mayorga á ver á su madre que aun vivia , á sus herma
nos y parientes , y decirles adios para siempre. Hecho esto , y con
sagrado obispo en Sevilla, trató de pasar cuanto antes á su iglesia ;
y así salió del puerto el año de 1580. La navegacion fue feliz, pues
llegó al puerto llamado Nombre de Dios , sin haber producido no
vedad importante que pusiese su vida en peligro. No sucedió así en
el camino que hay hasta Panamá; pues debiendo pasarse lugares
muy fragosos , profundos pantanos y caudalosos ríos , en uno de estos
muy rápido y caudaloso todos consintieron en que habia perdido la
vida. Abundan por lo comun aquellos rios de ferocísimos caimanes,
animales sumamente carniceros , que luego que perciben que va an
dando por el rio cualquier animal , se tiran á el con ferocidad, le des
pedazan y le devoran. Camínase regularmente en mulos ó machos
de la tierra , los cuales , acostumbrados á la aspereza y fragosidad de
los caminos, recompensan con la seguridad la molestia de la pesa
dez con que caminan. Vadeaba el Santo un río , y al llegar á la mi
tad se advirtieron venir hácia él dos grandes caimanes, de cuya fe
rocidad estremecido el mulo , hizo tales contorsiones , viendo tan cer
cana su muerte, que echó de sí al Arzobispo, el cual cayó en el agua
embarazado en sus propias vestiduras. Los caimanes, luego que vie
ron la presa segura , se aceleraron á devorar al santo Arzobispo. Na
die dudó de su muerte , ni de que su vida no podía prolongarse roas
que lo que tardase en llegar cualquiera de los caimanes, y atravesarle
con sus espantosos colmillos. El Santo advirtió el grande peligro en
que se hallaba , por una parte de ahogarse viéndose en medio de un
río sin saber el arte de nadar , ni poderle practicar aunque le supie
ra ; y por otra parte viendo venir con las bocas abiertas á despeda
zarle dos bestias tan enormes. Levantó su corazon á Dios, imploró
su misericordia, y al punto advirtió dos contrarios efectos. Los cai
manes quedaron inmobles como si fueran dos rocas ; y el cuerpo del
Santo tan ligero, que come si fuera de corcho fué nadando sin in-
día xxix. 883
duslría y sin trabajo basta llegar k la orilla. Dió gracias á Dios por
el beneficio recibido : hicieron lo mismo todos los que le acompa
ñaban , firmemente persuadidos á que el suceso habia sido verda
deramente milagroso.
Siguió su viaje , hasta que el dia 24 de mayo del año de 1581 lle
gó felizmente á Lima, en donde le hicieron un recibimiento osten
toso. Salióle al encuentro toda la nobleza de la ciudad y todo el es
tado eclesiástico', manifestando en sus semblantes un sencillo gozo,
que rebosaban sus corazones. Lascalles por donde habia de pasar esta
ban adornadas con todo el lujo de la riqueza y todo el primor del buen
gusto. Los balcones y las ventanas , las plazas y las calles todo esta
ba lleno de gente, que al son de acordadas músicas prorumpia en
vivas festivos. Toribio recibió estos aplausos y honores con un cora
zon lleno de gratitud , y con un alma convencida de las acibaradas
consecuencias que se siguen á estas pasajeras honras. Uno y otros se
manifestó en su majestuoso semblante, que pareció aquel dia mas
bien de un Ángel que de un hombre mortal y perecedero. Todos sus
súbditos quedaron contentos con la vista de su nuevo Prelado : todos
concibieron de él unas ventajosas esperanzas, y todos confirmaron
con su vista el alto concepto que de sus virtudes les habia anticipado
la fama. Tranquilizadas las cosas, comenzó Toribio á echar los fun
damentos de las grandes obras que pensaba edificar. Mandó que le
hiciesen un plan exacto de toda su diócesis, en donde se viese cla
ramente su estado actual, el número de los subditos, la cantidad y
cualidad de los réditos , las rentas de las iglesias , sus utensilios y al
hajas ; de manera que á una simple vista conociese las necesidades
que padecían sus ovejas, y los medios de que se podia valer para
remediarlas. Y conociendo que son inútiles todos los esfuerzos de
cualquier prelado para reformar y arreglar á sus súbditos cuando da
entrada en su casa a la relajacion y al mal ejemplo, cuidó ante to
das cosas de arreglar su familia , no permitiendo en ella sino sujetos
de probadas costumbres. Así parecía su casa un convento de religio
sos fervorosos y contemplativos, mas bien que un palacio de un po
deroso príncipe abastecido de grandes rentas y fortuna. Habiendo
puesto en órden las cosas de su casa de manera que nadie le pudie
se reprender, trató de comenzar una general reforma por todas las
clases y en todas las materías. Registró por sí mismo los sagrarios y
los ornamentos de las iglesias , dando á las que eran pobres las al
hajas necesarias para que celebrasen con decencia los divinos oficios.
Averiguó con qué pompa y solemnidad se hacían estos en todas las
584 HATO
iglesias de su obispado ; pero principalmente le llevaron su atencion
las casas de misericordia, los hospitales, y la instruccion de los in
dios que habitaban en los parajes mas remotos.
Para conseguir todos estos efectos tan importantes á la recta ad
ministracion del oficio pastoral no omitió medio alguno de cuantos
juzgó oportunos. Procuraba que obtuviesen los oficios de curas pár
rocos , confesores y predicadores sujetos idóneos, no solamente por
la integridad de sus costumbres, sino tambien por la suficiencia de
su sabiduría y de sus luces. Á esto les exhortaba, les pedia y aun
les forzaba á que no desistiesen de repartir continuamente el pan de
la doctrina , como quien estaba bien enterado de que en los vastos
países de la América habia muchas almas perdidas , y muchos cam
pos estériles por falta de obreros evangélicos. Para proporcionar á
sus ovejas este espiritual alimento erigió de nuevo muchas iglesias,
en las cuales hacia celebrar diariamente los divinos oficios con todo
el aparato de ceremonias que tanto excita la piedad de los fieles. Pro
veialas además de lámparas, campanas, ornamentos, y de un pre
dicador que explicase con frecuencia la doctrina cristiana. En cual
quier pueblo que el Santo se hallaba , por pequeño que fuese , no se
desdeñaba de predicar por sí mismo , ó de autorizar con su presencia
la explicacion de la doctrina que hacia cualquiera sacerdote. En las
obligaciones de su cargo episcopal se empleaba de manera, que no
le privaba de asistir á los oficios públicos de la catedral en compa
ñía de los canónigos. Velasele con tanta frecuencia en las horas ca
nónicas , en las oraciones públicas , en el pulpito , en el confesonario,
y en la administracion de Sacramentos, privativa de su dignidad,
que parecía no tener que hacer otra cosa. Estos ejercicios no le im
pedían la oracion , los ejercicios de penitencia y el rezo continuo , en
que era tan exacto , que mientras rezaba ni al mismo virey admitia
á visita. Estableció un tenor de vida tan riguroso y constante, que
parecía superior á las fuerzas humanas, y mas propio para acabar
con la vida, que para emplearla en obsequio de Dios y en el pro
vecho de su iglesia. Levantábase el primero de su casa , y antes de
romper la aurora; é inmediatamente se ponia en oracion hasta la
hora de decir misa. Decíala con gran devocion y ternura , y despues
se entregaba á oir las causas de sus súbditos , á componer entre ellos
las discordias , á socorrer á los necesitados, á consolar á los afligidos,
y á señalar alimentos á las viudas y huérfanos ; y si algun tiempo le
sobraba, lo consumia en la oracion ó en el coro. Comia parcamente,
y se recogía á un aposentillo en donde pedia á Dios luces para ad
día xxix. 885
ministrar dignamente el oficio de pastor. Toda la tarde la consumía
en oir las representaciones de sus ovejas, y dar las providencias opor
tunas para su consuelo y beneficio. En esto tenia todo su desahogo,
todo su recreo y toda su diversion. Á las oraciones se retiraba á su
casa, y consumía dos horas en el oratorio en profunda meditacion.
Seguíase á esto el decir con los eclesiásticos , sus familiares, el oficio
divino ; y dicho , pasaba á cenar pan y agua , que fue la cena de toda
su vida. Retirábase despues de la cena á un aposento secreto , en
donde rezaba el oficio de difuntos, el de Nuestra Señora, y su santo
Rosario. Á eso de media noche se recogía á descansar ; pero su sueño
era tan breve y ligero, que continuamente le interrumpía pronun
ciando versos de salmos ú otras oraciones jaculatorias. Su casa es
taba abierta para todos , y á todas horas encontraban los necesitados
misericordia , y los ofendidos justicia. Sus ojos se fijaban inmedia
tamente en el mas pobre y andrajoso que le buscaba ; y su justicia
recta jamás se dejó doblar ni de la opulencia, ni de la riqueza, ni
del poder. Si la justicia le obligaba á ejercitar la severidad , era tal la
humanidad y dulzura con que aplicaba la sentencia , que los mismos
castigados se veian en la precision de reconocer en él , mas bien que
á un juez, á un padre amoroso. Puso gran cuidado en que reinase
el desinterés en sus tribunales ; para este efecto dotó con generosi
dad á los escribanos, notarios y demás ministros, castigando seve
ramente al que se dejaba corromper de los humanos intereses.
Puesto este orden y arreglo en su casa, en sus familiares, en sus
tribunales , en sí mismo y en sus súbditos , trató de ordenar y refor
mar la disciplina de aquella iglesia, que con los tiempos turbulen
tos se habia notablemente relajado. Para este efecto convocó á un
concilio provincial citando á todos los obispos sufragáneos; y entre
tanto emprendió la visita de su obispado con ánimo de volverse á
Lima luego que hubiesen llegado allí los vocales, como lo hizo. Des
de la fundacion de aquella silla no habia habido masque dos conci
lios con el nombre de congregaciones , uno en el año de 1552, y otro
en el de 1567; pero habiéndole faltado al primero la forma legítima
de concilio, y al segundo la confirmacion del Sumo Pontífice, habian
quedado sin efecto los decretos y determinaciones de uno y otro. En
el año de 1582, siendo virey de aquellas provincias D. Martin En-
riquez , se juntaron los obispos sufragáneos de Lima , y habiendo ce
lebrado cinco sesiones , se concluyó felizmente. En él se hicieron mu
chos decretos y constituciones santísimas, que fueron aprobadas por
la Silla apostólica, y mandadas ejecutar por el Real Consejo de las
586 MAYO
Indias. Fue tanta la utilidad de sus cánones , la prudencia y sabidu
ría con que fueron establecidos , que se juzgó oportuno extender su
observancia á otros tres arzobispados y diez y siete obispados, como
si fuesen de un concilio nacional , y en todos ellos se observan basta
el dia de hoy con tan conocido provecho, que manifiesta bien el su
blime espíritu con que fueron dirigidas todas las acciones. En este
concilio tuvo Toribio algunas amarguras que sufrir, porque habien
do juzgado oportuno comenzar la reforma por los mismos obispos y
demás eclesiásticos, se resintió agriamente la avaricia de algunos de
ellos, protegida con el favor de muchos poderosos. Pero habiendo
conocido el Papa y el Rey el santo celo de Toribio, y la justicia de
sus determinaciones , mandaron unánimemente que todos las obede
ciesen , de lo cual le resultó al santo Arzobispo mucho mayor amor
y respeto que el grande con que hasta entonces habia sido mirado.
Otros dos concilios hizo celebrar en su tiempo ; pero sus actas se re
dujeron únicamente á la observancia de los decretos del primero.
Luego que el santo Prelado estuvo cierto de que su concilio ha
bia sido aprobado por la Silla apostólica, y mandado ejecutar por
el Rey , se aplicó á hacer que se observasen con todo rigor sus de
terminaciones. Una de las mas principales era el establecimiento de
seminarios conciliares, en donde se criase con santas instrucciones
la juventud, para entresacar de ella ministros aptos, quesirviesená
la Iglesia con la integridad de sus costumbres y con las luces de so
sabiduría. En el año de ÍS8Í , habiendo juntado antes los caudales
necesarios, comenzó la fábrica del primero en la ciudad metropoli
tana de Lima. Una obra tan santa y provechosa padeció inmediata
mente las contradicciones y adversidades que suelen padecer las de
su clase. Con pretexto del real patronato quiso el Virey hacer priva
tivamente suya la eleccion de seminarista, quitando al Arzobispo la
accion, juntando á esto otras pretensiones que, apoyadas en el poder
y la fuerza, dieron mucho en que ejercitarsela paciencia del santo
Arzobispo. Pero este digno Prelado, así como tenia una alma gran
de para emprender obras heroicas , así tambien tenia una fortaleza
invencible para no decaer de ánimo en las persecuciones, y para de
fender á todo riesgo los derechos de la Iglesia. Llegó á noticia del
Rey la desavenencia entre su Virey y el Arzobispo : reconoció por si
mismo las razones de uno y otro, y persuadido á que los derechos
del sacerdocio no era justo que se confundiesen con los del impe
rio , falló á favor de las justas pretensiones de santo Toribio. A esta
contradiccion se siguieron oiras muchas sobre diversos puntos que
día xxix. 587
interesaban á la inmunidad eclesiástica. Pero como Toribio habia fi
jado su alma sobre el firme fundamento de una virtud sólida, y no
eran sus propios intereses el móvil desus acciones, sino la honra y
gloria de Dios, este Señor le llenó de una admirable paciencia para
sufrir todas las adversidades, y de una fortaleza superior á todas las
contradicciones. Pacificadas estas, se dedicó con todo ardor á cum
plir las funciones de su ministerio. Edificó monasterios á las espo
sas de Jesucristo : destinó lugares de piedad para las. doncellas cu
yo honor peligraba : dispuso hospitales y hospicios para la manu
tencion de los huérfanos y curación de los enfermos. . Las rentas de
su obispado, que eran cuantiosísimas, no tenían otro destino que
el seno de los pobres , en donde sabia que no se las habia de robar
el ladron, sino que antes bien las habia de hallar multiplicadas. Un
trabajo incesante, y un cuidado continuo sobre su propia santifica
cion y la de sus prójimos, eran dos ejes sobre que rodaba toda la
vida de este santísimo Prelado.
Desde el punto que lomó sobre sus hombros tan penosa carga , se
propuso conocerá todas sus ovejas una por una , si fuese posible. Á.
este fin emprendió tres veces la visita de su obispado , haciendo las
dos completas , y dejando la tercera comenzada por haberle faltado
la vida. Caminaba inmensos espacios cubiertos por todas partes de
sel vas espesas, de pantanos peligrosos y horrorosos precipicios. Na
da arredraba la encendida caridad de este santo Prelado , ni los mon
tes intrincados, ni las montañas inaccesibles, ni la fiereza y barba
rie de las gentes. Superior á lodo, buscaba sus ovejas en las quebra
das y gruías , en donde vivian á manera de fieras : allí las enseñaba,
allí las agasajaba , y daba por bien empleados los repetidos peligros de
la vida que habia padecido, por tener el consuelo de haber visto sus
ovejas, y haberlas encaminado por sí mismo á la grey de su verda
dero pastor , que es Jesucristo. Ya habia consumido este admirable
varon cerca de setenta años en una vida irreprensible, y era justo
que el eterno Remunerador le llamase á darle el premio debido á sus
merecimientos. Pero así como al buen capitan debe cogerle la muer
te con la espada en la mano , asi tambien al buen obispo debe faltarle
la vida mientras la está empleando en bepeficio de sus ovejas. Habia
salido de Lima santo Toribio haciendo la tercera visita de su obis
pado. Llegó cerca de Saña estando ya próxima la Semana Santa, cu
yas augustas ceremonias quería celebrar allí por sí mismo. Persua
diéronle que pasase á Trujillo , por cuanto el primero era un lugar
poco sano, por causa de los calores excesivos. £l Sanio despreció este
888 MAYO
peligro, que le pareció remoto ; y dirigiéndose á Saña , antes de en
traren el pueblo se sintió con calentura. Agravándose la enferme
dad, le mandaron los médicos comer carne; pero como era Semana
Santa lo rehusó cuanto pudo, hasta que se lo mandaron en concien
cia. Viendo los médicos que era su muerte inevitable , ordenaron
que se le diese esta noticia para que hiciese sus disposiciones, lo cual
ejecutó un capellan suyo. Léjos de entristecerse con la nueva, ex
clamó con aquellas palabras del Salmo : Regocijado me he con las
cosas que me han sido dichas : iremos á la casa del Señor ; y al que
le dió la noticia mandó que le diesen las albricias, que muy de an
temano tenia prometidas al que le anunciase la muerte. Dispúsose
á esta, mandando hacer una justa reparticion de todo cuanto tenia,
sin excluir el utensilio mas despreciable , entre los pobres de todas
clases , á quienes llamaba sus acreedores. Confesóse con grande com
puncion y lágrimas ; y diciendo que era indigno de que el Señor le
visitase en su casa , hizo que le llevasen á la iglesia en una camilla,
y allí recibió el Viático con tal devocion , que todos quedaron enter
necidos. Vuelto á su casa recibió la Extremauncion , exhalando ar
dientes suspiros entre frecuentes actos de contricion. Repelía mu
chas veces aquellas palabras de san Pablo : Deseo ser desatado y
estar con Cristo, consolando incesantemente á sus familiares, que llo-
Taban su muerte con amargura. Dia de Jueves Santo, á la misma
hora que solia lavar los piés á los pobres , pidió al prior de San Agus
tín que le cantase el salmo : In te, Domine , speravi; y al llegar á
aquellas palabras : En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu, ex
haló su alma bienaventurada con aquella dulce tranquilidad con que
mueren los justos. Sucedió su dichoso tránsito en el año de 1606,
á los sesenta y ocho de su edad , y veinte y cinco de obispado. Su
cuerpo quedó tratable y hermoso , y fue enterrado en la iglesia ca
tedral con una pompa , concurso y aclamaciones admirables. El Se
ñor manifestó bien pronto la santidad de su siervo por medio de in
finitas maravillas ; y habiéndose hecho las diligencias necesarias para
la justificacion de sus virtudes en grado heroico , y de los milagros
«on que testificó Dios su santidad , fue beatificado por el papa Ino
cencio XI , y Benedicto XIII le canonizó despues en el año del Se
ñor de 1726.

La Misa es en honor de santo Toribio, y la Oracion la que sigue:


Ecclesiam tuam , Domine , beatí Defended , Señor , vuestra Iglesia
Thuribii confessoris fut atque ponti- con la proteccion continua del bien
du xxix. 589
ficis continua protectione custodi ; ut si- aventurado Toribio vuestro confesor y
cut illum pastoralis solicitudo glorio- pontífice, para que así como la solici-
sum reddidit, ita nos ejus intercessio tud pastoral le hizo glorioso, de la mis-
in tuo semper faciat amore ferventes. mamanerasu intercesion nos haga fer-
Per Dominum nostrum Jesum Chris- vorosos en vuestro amor. Por Nuestro
tum... Señor Jesucristo , etc.

La Epístola es del capítulo l del Eclesiástico.


Ecce sacerdos magnus , qui in vita Hé aquí un gran sacerdote , que
sua suffulsit domum, et in diebus suis mientras vivió sostuvo la casa ; y en
corroboravit lemplum. Templi etiam sus dias restauró el templo. Tambien
altitudo ab ipso fundata est, duplex «fue fundada por él la altura del tem-
(Bdificatio, et excelsi parietes templi. pío, el edificio con dos viviendas, y las
In diebus ipsiits emanaverunt putei paredes altas que rodean al templo. En
aquarum, et quasi mare adimpleti su tiempo los pozos tuvieron agua co-
suntsupra modum. Qui curavit gen- piosa, y se llenaron fuera de medida
tem suam, el liberavil eam o perditio- como si fueran un mar. Él tuvo cuida
se. Qui prcevaluit amplificare civita- do de su gente , y la libró de la perdi-
tem, qui adeptus est gloriam in con- cion. Él mismo llegó á; amplificar la
versatione gentis : et ingressum domus ciudad, y alcanzó gloria viviendo en
et atrii amplificavit. Quasi steUa ma- medio de su pueblo , y extendió la en-
tutina in medio nebulce , et quasi luna trada del templo. Como la estrella de
plena in diebus suis lucet. Et quasi sol la mañana entre la niebla , y como la
refulgens, sic Ule effulsii in templo Dei. luna luce en los dias de su llenura , y
Quasi arcus refulgens ínter nebulas como resplandece el sol, de la misma
glorice, et quasi flos rosarum indiebus manera resplandeció él en el templode
vernis, et quasi Ulia quee sunt in irán- . Dios. Como el arco iris que resplande
cía aquee, et quasi thus redolens in ce entre las claras nieblas, y como la
diebus oestatis. Quasi ignis effulgens, flor de las rosas en tiempo de primave-
etthus ardens in igne. Quasi vas auri ra, y como las azucenas que están cer-
solidum, ornatum omni lapide pretio- ca de las corrientes , y como la planta
so. Quasi oliva pullulans, et cypressus del incienso que huele bien en los dias
in altitudinem se extollens, in acci- del estío; como llama resplandeciente,
piendo ipsum stolam gloria; et vestiri y como incienso que arde en el fuego,
eum in consummationem virtutis. In como un vaso de oro macizo adornado
ascensu áltaris sancti, gloriam dedit de todo género de piedras preciosas ;
sanctitatis amictum. In accipiendo au- como el ciprés que se levanta á lo alto.
tem partes de manu sacerdotum, et Al rededor de él hay una corona de
ipse stans juxta aram. Et circa illum hermanos; y así como un alto cedro
corona fratrum: quasi plantatio ce- plantado en el monte Líbano, de la
dri in monte Líbano. Sic circa illum misma manera estuvieron al rededor
steterunt quasi rami palmee, et omnes de él los hijos de Aaron en su gloria f
plU Aaron in gloria sua. ' como si fueran ramos de palma.

REFLEXIONES.
Entre las pasiones que combaten el corazon humano con mayor
fuerza y poder mas irresistible , apenas hay una cuyos esfuerzos le
' 38 tomo v.
590 MAYO
lleven tras sí con mayor violencia que la pasion de gloria. Á este
ídolo aéreo han ofrecido incienso los hombres sábios y los ignoran
tes , los hombres oscuros y los monarcas mas poderosos. Hasta los
facinerosos , que oscurecen su vida con execrables delitos, han ofre
cido víctimas á la gloria de su nombre. Tantos conquistadores ex
poniendo su vida y su reposo ppr un pedazo de tierra que no ha
bian de gozar ; tantos sabios acortando los dias de su vida en profun
das meditaciones , escribiendo libros que acaso olvidan para siempre
las generaciones futuras ; tantos deslumbrados , que han tenido la
temeridad de precipitarse en una sima profunda , ó dejarse morir por
que su nombre fuese aclamado como el de un héroe , manifiestan
claramente hasta qué punto llegan á embriagarse los hombres con la
pasion de gloria. Puede tanto con ellos el lisonjero pensamiento de
que despues de muertos se acordarán los hombres de sus acciones,
y repetirán sus heroicidades con entusiasmo, que esta sola conside
racion les excita á hacerse singulares entre los demás hombres, sin
reparar mucho en que la distincion provenga del vicio ó de la virtud.
Pero si reflexionasen la enorme distincion que hay de lo uno á lo
otro, y que diferente gloria reciben , aun en este mundo , los que
sirven verdaderamente á Dios, respecto de aquellos que se entregan
á los deseos de su corazon , conocerían que aun en lo temporal pre
mia Dios mucho mas ventajosamente que el mundo. El elogio qae
contiene la Epístola de este dia , dedicado por el Espíritu Santo á Si
mon , hijo de Onías , y aplicado por la Iglesia á santo Toribio Mogro-
bejo, prueba claramente la generosidad con que premia Dios las obras
de la virtud. Él es tan magnífico, tan sublime, tan lleno de imáge
nes , de majestad y de belleza , y tan expresivo de un mérito heroico
y extraordinario , que todos los oradores de Atenas y de Roma no
llegaron jamás á imaginar una cosa semejante. Aun prescindiendo
de los sólidos fundamentos en que estriba este elogio, hace muchas
ventajas por la estructura y por la idea que da del héroe á cuantos
panegíricos ha tributado la lisonja al poder y á la tiranía. Jamás cupo
en el entendimiento de Plinio un elogio tan magnífico del empera
dor Trajano ; y todos los emperadores hubieran sacrificado gustosos
las alabanzas que les tributó la elocuencia , si hubieran llegado á
conocerla grandeza de estas que da el Espíritu Santo, y hubiesen
tenido el talento y virtud suficiente para merecerlas. La gloria que
de esto les resultaría , seria una gloria verdadera , y que dura para
siempre : sus alabanzas no se marchitarían como sus laureles , y sus
virtudes no serian tan insensibles é insensatas como las piedras que
DIA XXIX. 89t
las representan. Si se considera , además de esto , el fundamento
que tienen unos y oíros elogios , es preciso convenir en que hay
tanta diferencia de unos á otros , como hay distincion entre lo ver
dadero y lo falso. La virtud es hermana de la verdad ; mútuamente
se ayudan, mutuamente se recomiendan , y mútuamente se apoyan.
La virtud que tiene el carácter de verdadera es una misma en to
dos los tiempos , en todas las naciones, en todas las circunstancias.
La verdad la presenta á todos los ojos como amable y digna de apre
cio. Su mérito es una luz resplandeciente, cuyos brillos no pueden
ocultarse. El corazon mas bárbaro siente la dulce fuerza de sus atrac
tivos ; y aun los hombres injustos aprueban en el secreto de su co
razon los elogios que se la tributan. De consiguiente, la gloria que
consigue un justo por estar continuamente velando sobre sus obli
gaciones es una gloria verdadera, durable, y que debiera llevar la
atencion de los hombres, siempre que á estos les inquietase algun
deseo de gloria. Pero ¿se hace así? ¿ Son estas ideas las que mueven
el corazon humano en la ejecucion de tan vano proyecto? Diosmio,
Vos sabeis que no solamente se hacen sacrificios á la vanagloria y á
la ambicion , sino que mucha parte de nuestras víctimas las sacrifi
camos á la necesidad , porque no se puede llamar con otro nombre
aquella pasion que deja al hombre sin discurso , y equivoca sus ope
raciones eon las de los brutos irracionales.

El Evangelio es del capítulo xxv de san Mateo , pág. 209.

MEDITACION.
Sobre la vigilancia cristiana.
Punto mimbro.— Considera que todo cristiano debe velar conti
nuamente sobre el cumplimiento de sus obligaciones, y que el des
cuidar en esto juzgándose seguros, y que se camina por un terreno
llano y sin precipicios , es una señal funesta que acuerda al teme
roso de Dios que está su peligro muy cercano.
Á la verdad , dar oidos á la satisfaccion con que el corazon está
descuidado, pareciéndole que no necesitaria velar sobre el cumpli
miento de sus obligaciones, sino que basta una atencion ordinaria,
que tiene menos de atencion que de costumbre , es una soberbia in
soportable que nos hace eaer en gravísimos precipicios. Semejante
indiferencia provoca la ira de Dios, el cual , viendo la soberbia con
que nos atrevemos á poner en nosotros mismos la confianza que de
38*
592 MATO
bíamos de colocar en él , determina negarnos sus divinos auxilios,
con los cuales hacíamos el bien , y sin los cuales no podemos hacer
sino el mal. Nos deja con solas nuestras fuerzas, para que, viendo que
no son bastantes para precavernos contra nuestros enemigos, conoz
camos nuestra debilidad y flaqueza con una experiencia funestísima.
Este modo de proceder de nuestro Dios es justísimo ; porque habien
do despreciado tantos paternales avisos, en que nos manda que ve
lemos sobre nuestras obligaciones , castiga debidamente nuestra te
meraria presuncion, desamparándonos , y dejándonos únicamente en
manos de nuestra flaqueza. La caida escandalosa del rey David , que
en una sola accion cometió tantos y tan horrendos delitos , en nin
guna otra cosa consistió que en la seguridad excesiva con que se echó
á dormir, sin temer el peligro que le amenazaba. El mismo Profeta
santo lo decia así en el salmo xxix, cuando contrito y pesaroso cla
maba á Dios diciendo : En medio de mi abundancia dije para mi, ja
más seré apartado ni removido de la gracia y virtud que ahora ten
go. Vos , Señor, apartásteis de mí vuestros ojos , é inmediatamente
sucedió en mi alma una turbacion asombrosa.
Pero ningun ejemplo convence mejor los peligros funestísimos de
la falta de vigilancia , ó de una confianza necia , que el ejemplo de la
negacion de san Pedro. Cuando el Salvador del mundo avisaba á to
dos sus Apóstoles que estuviesen alerta , porque podia suceder que
en la noche de su pasion padeciesen escándalo sobre su persona, lle
gó á tanto la temeridad de Pedro , que no dudó afirmar, que aun
cuando todos los Apóstoles se escandalizasen, él nunca se escandali
zaría. El misericordioso Señor, que le tenia destinado para pastor
universal de su Iglesia , y sabia cuán necesaria le habia de ser la
vigilancia , quiso que aprendiese con un saludable escarmiento, que
le diese que llorar para toda su vida , los graves peligros y ruinas
espirituales que trae consigo una vana confianza. Dejóle por un mo
mento entregado á sus propias fuerzas ; y produjo lo que puede pro
ducir por sí mismo un hombre flaco y miserable. Negó á su Maes
tro ; negó á la Verdad misma por esencia ; negó á su Dios ; negó
tantos milagros y prodigios como habian visto sus ojos ; negó la san
tísima vida y costumbres que habia visto en su Maestro , y de que
estaba cierto hasta la evidencia , y todo esto lo negó con juramento.
Pero en esto mismo has de considerar que afirmó que el hombre
nunca está en mas peligro que cuando confia en sus mismas fuer
zas ; que nunca está mas débil que cuando no le robustece el po
derosísimo vigor de la gracia ; que nunca está mas cercano á caer
día xxix. 693
en el precipicio que cuando camina descuidado, imaginando que va
seguro ; y, últimamente, san Pedro nos afirmó con su ejemplo que
debemos tener presente el aviso de Jesucristo : Velad y orad para
que no seais tentados, á fin de que no experimentemos funestas caí
das que llenen por toda la vida de lágrimas nuestros ojos.

Punto segundo. — Considera que vives en un país enemigo ; y


de consiguiente , que te es necesaria la vigilancia para precaver tu
ruina , y caer en manos de tus contrarios , que forzosamente han
de saciar en tí-su furor y su odio.
Es notoria la sentencia del santo Job , que afirma : Que la vida
terrena del hombre es una continua milicia. La experiencia diaria nos
enseña que, desterrado el primer hombre de aquel lugar de paz y
de felicidad en que habia sido criado , nos vemos reducidos á vivir
desterrados y peregrinos , pisando siempre un terreno mal seguro,
cubierto por todas partes de peligros y asechanzas. San Pedro nos
amonesta , que estemos siempre alerta y velando , porque nuestro co
mun enemigo anda al rededor de nosotros como leon rabioso que desea
despedazarnos. Es constante que cuando todo faltara , el consejo de
un varon tan experimentado en esta materia como el apóstol san
Pedro bastaria para hacer conocer al cristiano la necesidad que tie
ne de estar continuamente en vela , para no perder lastimosamente
la integridad y la justicia. Nunca logra con mayor seguridad sus
fines la astucia de un prudente capitan , que cuando su contrario
duerme en los brazos de una necia confianza. Por esta causa el rey
Baltasar cayó en una prision vergonzosa , sin que bastase á liber
tarle de ella un poderoso ejército ; que no era justo que velase al
tiempo mismo que su capitan y su rey estaba descuidado de su rui
na. Entregado con los grandes y capitanes de su ejército á las deli
cias de un opíparo convite , se durmió en brazos de la embriaguez :
su astuto enemigo velaba entre tanto : le acometió, le venció, y con
una esclavitud vergonzosa le hizo pagar la falta de vigilancia.
Otro tanto le sucede al cristiano que descuida de la custodia de su
alma sabiendo que vive cercado de enemigos. Estos usan mas á su
salvo de sus astucias , y ejecútan sus daños sin riesgo de ser sor
prendidos. Sus fuerzas se duplican con la propia vigilancia , y con
«l descuido que advierten en aquel cuya ruina solicitan. ¡Y que
siendo esto verdad se ha de ver en el pueblo cristiano tanto descui
do de su salud , y tanta indiferencia en los daños que le amenazan !
Nada se ve con mas frecuencia que hombres entregados á una necia
594 MATO
seguridad. En medio de que no pueden ignorar las estrechas obli
gaciones que les rodean , y que cada una de ellas requiere toda la
atencion del cristiano para su exacto cumplimiento, se vive sin pen
sar siquiera que hay una virtud que se llama vigilancia. De aquí
resultan las frecuentes caídas , que necesitan tambien de una ex
piacion frecuente. De aquí nacen las transgresiones que se advier
ten en todos los estados. El magistrado, el juez se dejan sorprender
con el interés , ó faltan muchas veces á la justicia por no tener la
vigilancia debida , ó para guardarse de los enemigos que intentan
corromperles , ó porque no viven de sobreaviso sobre los principios
necesarios para ejercer bien su ministerio. Los padres de familia ven
con dolor los desórdenes de sus hijos y criados, sin advertir que to
dos ellos nacen del funesto sueño en que ellos yacen dormidos.
Á este tenor, si cada individuo mete la mano en su pecho , y re
flexiona sobre las continuas faltas que laceran la integridad de su
conciencia, conocerá que todos estos males resultan de la falta de
vigilancia sobre sus obligaciones, y del descuido criminal que tiene
de precaverse contra sus vigilantes enemigos.

Jaculatorias. — Vuestra palabra, Señor, ha sido para mí motivo


de gozo, y ha regocijado todo mi corazon. (Jerem. xlv).
Convencido de vuestras soberanas verdades os prometo , que de
aquí adelante velaré de continuo para que no me sorprendan mis
enemigos, empleándome en la contemplacion de vuestras verdades,
y en hacer que se guarde vuestra divina palabra. (Acl. vi).

PROPÓSITOS.
1 Son innumerables los avisos y preceptos que hay en la sagra
da Escritura acerca de la virtud de la vigilancia ; de manera, que
apenas hay punto capital de la Religion sobre que se haya manifes
tado mas copiosamente la doctrina de Jesucristo. Vigilad, decia en
el capítulo xxiv de san Mateo, porque no sabeis á qué hora ha de ve
nir vuestro Sefu>r. Bienaventurados aquellos siervos, decia en el ca
pítulo xii de san Lucas , á ¡os cuales, cuando venga su señor, los
encuentre velando. San Pablo escribiendo á su discípulo Timoteo,
(Epist. II, c. iv ) le decia : Tú vela, trabaja en todo , y cumple con
tu ministerio. De manera , que la vigilancia es una virtud tan uni
versal y necesaria al cristiano, como prueba daramentc la continua
cion con que se ve recomendada en las sagradas Escrituras. En vista
de esto ¿cuáles deberán ser tus propósitos en este dia? Has visto en
DIA XXJL. . 895
la vida de santo Toribio Mogrobejo un hombre sumamente celoso
de su salvacion, y que por lo mismo desde niño hasta el último ins
tante de su vida tenia una escrupulosa observancia de todas sus
obligaciones. Sin embargo de tan sólida virtud, de tan multiplica
dos ejercicios piadosos , y de estar rodeado.de buenos ejemplos, se
veia en él un temor continuo de desagradar á Dios , que le tenia en
continua vela sobre la mas mínima de sus muchas y delicadas obli
gaciones. Has considerado los peligros y caídas funestas que han
dado los varones mas encumbrados en virtud , cuando se han en
tregado ó á una necia confianza , ó á un criminal descuido. Has visto
que son innumerables los enemigos que te cercan para dañarte , y
extraordinaria su vigilancia. Desde hoy, pues , debes atender me
nudamente á todas tus obligaciones ; hacer mucho caso aun de las
cosas mas mínimas ; considerar cada una de ellas como el principal
objeto de tus esmeros y cuidados, y empeñarte eficazmente en ven
cer con tu vigilancia la vigilancia de tus enemigos. Cualquiera falta
en esta materia te precipita en un abismo ; y en un solo instante
que te descuides recibirás un daño irreparable. En todas las ma
terias , á todas las horas , en todas las ocasiones te es necesaria la
vigilancia. El enemigo comun del género humano contrahace , y
procura imitar por su parte con su malicia, para introducirte al mal,
todos los santos artificios de que se vale la gracia para inclinarte al
bien. Y así como esta esconde sus anzuelos en todos los aconteci
mientos de la vida, en todas las acciones y circunstancias para cau
tivarte en el servicio de Dios : de la misma manera el dragon infer
nal siembra asechanzas en todo cuanto veS , en todos los negocios
que tratas, velando continuamente para lograr tu ruina. No dur
mamos, pues, como los que están apartados de Dios, dice san Pablo
á los tesalonicences (Epist. 1, c. v), sino velemos y estemos alerta.

DIA XXX.

MARTIROLOGIO.

El tbánsito de san Félix, papa y mártir, en Roma, en la vía Aurelia ; el


cual alcanzó la corona del martirio en tiempo del emperador Aureliano. (Véa
se su noticia en las de hoy).
Los santos mártires Gabino y Críspdlo , en Torres en Cerdeña. fSu
martirio fue notable por la multitud de tormentos a que los sujetaron , segun
atestigua una lápida antigua).
596 HATO
Los santos Sico t Palatino, en Antioquía , los cuales padecieron machos
tormentos por confesar la fe de Cristo.
San Excpbrancio, obispo y confesor, en Ravena. (Asistió y suscribió á lot
*oncilios de Tarragona, Aquileya y Toledo, y murió en el año 418).
San Anastasio, obispo, en Pavía.
Los santos Basilio t Emelia , sn mujer, padres de san Basilio el Magno,
en Cesarea de Capadocia ; los cuales habiendo sido desterrados en tiempo de
Galerio Maximiano, se retiraron por algun tiempo a los desiertos del Ponto :
despues cesando la persecucion, murieron en paz, dejando 4 sus hijos here
deros de sus virtudes.
San Fernando III, rey de Castilla y de Leon, en Sevilla en España, 1U-
mado el Santo por la excelencia de sus virtudes ; el cual esclarecido por el celo
de propagar la fe católica, despues de haber vencido á los moros, dejando el
reino de la tierra, voló felizmente á gozar del eterno. (Véase su vida en este
dia).

SAN FÉLIX I, PAPA T MÁRTIR.


San Félix , papa primero de este nombre , natural de Roma , é hi
jo de Constancio, sucedió en el pontificado á san Dionisio, papa. Fue
martirizado en tiempo de Aureliano, emperador, el cual aunque los
primeros años de su imperio , por estar muy ocupado en grandes .
guerras , dejó vivir en paz á los Cristianos , pero despues que alcan
zó ilustres victorias de sus enemigos , y triunfó de ellos , en Roma
movió persecucion contra la Iglesia de Cristo , y fue la novena que
ella padeció , y murieron muchos gloriosos Mártires del Señor por
los edictos y crueldad de Aureliano, y entre ellos nuestro santo pon
tífice Félix , despues de haberlo sido dos años y cinco meses , segun
el cardenal Baronio ; aunque otros le ponen cuatro años y algunos
meses mas. En tiempo de san Félix salieron del infierno dos herejes
para hacer guerra á la Iglesia católica , Paulo Samosateno , obispo
de Antioquía , siro de nacion , y Manes , persiano, caudillo y autor
de la secta de los Maniqueos , que duró y afligió tantos años la Igle
sia del Señor. Pero nuestro glorioso y sumo Pastor se opuso valero
samente á ellos, no dejando de hacer todo cuanto pudo para sanar
á los herejes, y confirmar en la fe á los Católicos, y cumplir con su
obligacion de santo prelado ; y como tal escribió una carta maravi
llosa á Máximo, obispo de Alejandría, de la divinidad y humanidad
del Hijo de Dios , y de las dos naturalezas distintas en una persona,
en la cual gravemente confuta los errores de Paulo Samosateno y de
Sabelio ; y de esta epístola se hace mencion en el concilio Calcedo-
nense , y san Cirilo Alejandrino la cita , y se vale de la autoridad de
ella contra los herejes. Ordenó que nadie osase celebrar, sino solo
día xxx. 597
los sacerdotes ; que la misa no se pudiese decir fuera del templo, ni
en lugar profano , sin grandísima necesidad : lo cual establecieron
tambien otros santos Pontífices y concilios , juzgando ser menos in
conveniente no oir misa, que oiría en lugar profano é indecente.
Determinó, que si acaso se dudase si alguna iglesia estaba con
sagrada ó no, que en duda se pudiese tornar á consagrar; pues no
se puede decir que se torna á hacer lo que no se sabe de cierto ha
ber hecho una vez. Hizo decreto que se celebrasen misas en honor y
memoría de los Mártires, como hasta entonces se habia usado en la
Iglesia, aunque no habia decretos de ello. Su martirio fue en el año
del Señor 274 , segun algunos , ó en el 275 , segun otros. Su santo
cuerpo fue sepultado en la via Aurelia, dos millas de Roma, en un
cementerio propio suyo , en donde él habia hecho y consagrado un
templo.

SAN FERNANDO, REY DE CASTILLA T DE LEON.


San Fernando, modelo de príncipes cristianos , dechado de mo
narcas valerosos y prudentes , terror de los infieles, y el mas dicho
so capitan de cuantos pelearon las batallas del Señor, fue hijo de
D. Alonso el nono, rey de Leon, y de D." Berenguela, primero in
fanta , y despues reina de Castilla. Ignórase el lugar, el dia , el mes,
y aun el año de su nacimiento ; vergonzoso descuido de nuestros his
toriadores , por mas que se quiera disculpar con algunas considera
ciones en que tiene mas parte el ingenio que la razon.
Crió la Reina á sus pechos á Fernando , y con la leche parece que
mamó el santo hijo las virtudes de la madre ; princesa verdadera
mente piadosa que dejó eternizada en nuestros anales la memoria
de sus religiosos ejemplos, tanto, como el recuerdo de sus heroicas
acciones. Imprimió desde luego en su tierno corazon el santo temor
de Dios tan profundamente , que todo respiraba en el niño virtud,
religion y compostura ; tanto, que observándola san Juan de Mata,
fundador de la Religion de la santísima Trinidad, á tiempo que pasa
ba por Burgos, y siendo aun Fernando de pocos años , habiendo echa
do su bendicion á todos los demás infantes , hijos del rey D. Alonso,
en llegando á Fernando , se paró , y con espíritu profético le pro
nosticó las mayores felicidades. Amó y obedeció siempre á su ma
dre , aun despues que subió al trono , con tanto rendimiento , que
censurándolo algunos cortesanos , les dijo con entereza : Cuando
deje de ser hijo dejaré de ser obediente.
598 MAYO
Separada la reina D.a Berenguela de su marido el rey D. Alon
so, por haberse declarado nulo el matrimonio á causa del parentes-
<», se quedó el Infante con el Rey su padre en Leon, y la Reina se
retiró á la corte de su hermano Enrique I , rey de Castilla. Sucedió
la desgraciada muerte de este Príncipe en la ciudad de Palencia, y
por ella quedó heredera de la corona la infanta D." Berenguela.
Ocultósela al rey de Leon la sagacísima Princesa , recelando no as
pirase al trono de Castilla , fundando la pretension en el título de
esposo, y le envió á pedir con instancia á su hijo el infante D. Fer
nando, que ya era de diez y ocho años, pretextando la opresion en
que la tenia la desmedida ambicion de los condes de Lara. Luego
que la Beina tuvo en su poder á su hijo renunció en él la corona, y
le hizo aclamar por rey de Castilla , primero en Najera , y despues en
las Cortes de Valladolid , donde le juraron homenaje todos los ricos
hombres ; y pasando el jóven Rey a la iglesia mayor con ejempla-
rísima piedad , puso á los piés del Señor aquella corona que él mis
mo acababa de ponerle en la cabeza.
Dióse por ofendido el Rey de Leon de la cautela con que D." Be
renguela le habia sacado á su hijo, y de todo lo que habia sucedido
en Castilla; entró por tierra de Campos con dos poderosos ejércitos,
llevándolo todo á sangre y fuego ; no quiso dar oido á las proposi
ciones de paz que le ofrecieron Fernando y Berenguela, por no verse
precisados á sacar la espada contra un padre y un marido ; acercóse
á Burgos ; presentóles dos batallas, y en ambas fueron enteramente
derrotados los leoneses, aunque mucho mas poderosos que los cas
tellanos , porque pudo mas que el número la razon y la justicia. Ter
cera vez volvió el Rey de Leon con mayores fuerzas á buscar á su
hijo ; y estando para darse una sangrienta batalla , compadecido el
jóven Monarca de tanta inocente sangre de vasallos suyos , presentes
y futuros, como se habia de derramar en ella , desarmó á su padre
el Rey de Leon con una carta que le escribió, en que competían la
piedad , la razon y la ternura , componiéndose aquella diferencia me
diante una cantidad de maravedises en que el rey D. Alonso se su
ponía defraudado, porque no halló mejor razon para excusar la in
justicia de sus armas, y el generoso Fernando se la concedió al ins
tante.
Por consejo de su madre la reina D.* Berenguela se casó en pri
meras nupcias con D." Beatriz, hija de Felipe , emperador de Ale
mania , en quien la hermosura , la honestidad y la prudencia eran
iguales á la fecundidad , habiéndole dado el cielo siete hijos de este
DIA XXX. 599
dichoso matrimonio, cinco infantes y dos infantas. Muerta D.a Bea
triz , pasó á segundas nupcias con D." Juana, hija de Simon, con
de de Poiliers , de cuyo tálamo le nacieron otros dos hijos y una hija.
Sosegadas las turbaciones de Castilla por muerte del conde de La-
ra, se aplicó el santo Rey á hacer felices á sus vasallos. Publicó un
perdon general en favor de todos los que le habian ofendido ; mandó
que todos los particulares hiciesen lo mismo ; nombró para el gobier
no de las ciudades á los sujetos mas capaces y mas bien quistos, de
celo y justificacion mas acreditada; encargó á los tribunales la mas
recta y mas imparcial administracion de la justicia, recomendándo
les sobre todo las causas de los pobres. Y noticioso de que habian
entrado en España algunos herejes albigenses , se dedicó con el ma
yor desvelo y con el mayor teson á exterminarlos, llevando él mis
mo la leña en sus reales hombros , y aplicando por sus reales ma
nos el fuego á la hoguera para que fuesen abrasados. Era su pru
dencia muy superior á sus años , porque suplía con ventajas la
oracion lo que faltaba á la experiencia. Gastaba en ella muchas ho
ras del diay de la noche: sus ayunos eran continuos, sus penitencias
rigurosas, y su frecuencia de Sacramentos muy extraordinaria para
aquellos tiempos ; diligencias con que logró tener de su parte al
cielo para todos sus aciertos , que fueron tantos como sus resolu
ciones ; por lo que sus vasallos le amaban como padre , al mismo
tiempo que le obedecían como rey.
Aprovechándose de esta buena disposicion, determinó hacer guer
ra á los moros , que tiranizaban una gran parte de España , no para
extender sus dominios , sino para dilatar los términos de la Religion.
Apenas se supo en Castilla que el Rey salia á campaña , cuando se
ie presentaron armados los señores y caballeros mas principales del
reino, seguidos de sus vasallos , con los cuales juntó un respetable
ejército, escogiendo la ciudad de Cuenca para su plaza de armas. No
ticioso de este movimiento el rey moro de Valencia, Venzuir, pasó
á Cuenca, y le juró perpétuo vasallaje, vencido mas de su agasajo
que del temor de sus fuerzas. El mismo ejemplo siguió Mahomad,
rey de Baeza, luego que el santo Rey puso el pié en la Andalucía ;
siendo estas las dos primeras victorias que le concedió el cielo sin
sangre , prenuncios de las muchas que despues habia de ganar con
la punta de la espada.
Fueron tantas , que en treinta y cinco afios qúe reinó^ sin dejar el
acero de la mano, no dió batalla que no ganase ; no sitió plaza de que
no se hiciese dueño ; no embistió reino de que no se apoderase ; pero
600 MATO
tampoco emprendió guerra que no fuese por dilatar el imperio de Je
sucristo. Preguntado, ¿cuál seria la causa de que sus dichas fuesen
mayores que las de sus antecesores? respondió : Quizá mis mayores
cuidarían mas de conquistar provincias para sí, que de ganar reinos
para el cielo. Por eso antes de salir á campaña , y todo el tiempo que
duraba en ella , disponía que en todo su reino se hiciesen continuas
oraciones, rogativas y penitencias, para que echase Dios la bendi
cion sobre sus armas. Para entrar en las funciones se armaba el pe
cho y los brazos con un áspero cilicio , confiando en él mas que en
los brazaletes, en el peto y en el morrion. Al tiempo de acometer
imploraba el favor de Dios y de la santísima Madre, cuya imágen
llevaba delante de sí en el arzon de la silla. Jamás confió en la fuerza
de las armas, sino en el auxilio de Dios ; y así no se le caia de la boca
aquello del Profeta: Dominus mihi adjutor: non timebo quid facial
mihi homo ; El Señor es mi ayuda , á ningun hombre temeré. Los des
pojos que le tocaban , al punto los dedicaba al culto divino ; y en
todos los sitios señalados con algun triunfo memorable dejaba eter
nizada la memoria, erigiendo algun piadoso monumento en reve
rencia de la Virgen , de los Santos , ó de los Ángeles. Así tenia como
alistada debajo de sus estandartes la victoria , porque solo se desar
rollaban en defensa del Dios de los ejércitos sus religiosos pendones.
El año de 1232 murió su padre el rey D. Alonso de Leon , no sin
señales de que todavía duraban en su corazon algunas reliquias de
los pasados sentimientos contra el santo hijo , porque contra toda
justicia le desheredó , declarando sucesoras en la corona á las dos
infantas D." Sancha y D." Dulce, hijas del segundo matrimonio. No
podia en buena conciencia abandonar Fernando su legítimo dere
cho; y entrando armado á tomar la posesion del reino que por to-*
dos títulos le pertenecía , le salían á recibir los pueblos y las ciuda
des, franqueándole voluntariamente las puertas, porque antes que
la corona le hiciese dueño de las provincias , su virtud y valor le ha
bian sujetado los corazones. Solamente la ciudad de Leon le hizo al
guna resistencia por la terquedad de D. Diego Lopez de Haro, hijo
de la condesa D." Sancha ; pero amenazado del cielo con la muerte
en una vision en que se le apareció san Isidro, rindió la iglesia y la
torre donde se habia encastillado, y entrando el Rey en la ciudad,
fue coronado en ella con real magnificencia.
Dueño ya Fernando de Castilla y de Leon , convirtió todas sus
fuerzas contra los africanos. Por medio de su hijo el infante D. Alon
so, con una partida de gente desbarató un numeroso ejército de
DIA XXX. 601
Abenuth , rey de Jerez de la Frontera ; victoria que en todo el reino
se tuvo por milagrosa, y los mismos moros publicaron que habian
visto á Santiago , patron de las Españas, y á otros caballeros cu
biertos de resplandor, pelear en el aire en favor de los Cristianos.
Igualmente se tuvo por milagrosa , y se atribuyó á los méritos del
santo Rey la valerosa defensa de la Peña de Martos , que hizo la con
desa D." Irene con solas sus mujeres contra un formidable ejército
de agarenos , entreteniéndolos hasta que llegó el socorro. No fue me
nos milagrosa la que hizo el maestre de Calatrava del alcázar de
Baeza, á donde volvió con los suyos despues de haberle desampa
rado de noche , llamado de una resplandeciente cruz que se dejó ver
sobre el castillo ; y no solo se defendió valerosamente de una multi
tud de moros que le sitiaban, sino que haciendo una vigorosa sali
da, los desalojó de la ciudad, y se hizo dueño de ella. Cercado el
gran maestre de Santiago de una innumerable muchedumbre de in
fieles, y estando muy dudosa la victoria, se declaró en fin por los
Cristianos, asegurando graves autores que detuvo el sol su carrera
á la voz del gran maestre, como á la voz de Josué, por la oracion
de nuestro Santo, que á la sazon la estaba haciendo muy fervorosa,
fijos inmoblemente los ojos hácia el Occidente.
Por sí mismo hizo tributarios los reinos de Valencia y Granada , y
conquistó á la frente de sus ejércitos los de Murcia, Córdoba, Jaen
y Sevilla, poniendo fin á sus conquistas y á su vida poco despues
que se apoderó de esta última ciudad , en cuyo sitio, que duró diez
y seis meses, cási se contaron los prodigios por los dias. Apenas se
lee otro mas famoso en las historias , y de cierto ninguno hubo en
que compitiesen mas los extraordinarios favores del cielo con la con
sumada pericia militar del capitan. Tan soldado como santo, ordenó
el sitio con tanta prudencia y con tanta comprension, como si solo
esperase de las medidas humanas la conquista á que aspiraba; y tan
santo como soldado , de tal manera colocó toda su confianza en los
auxilios divinos, como si nada tuviese que esperar de todos los me
dios humanos.
Ante todas cosas desterró de su ejército los desórdenes que trae
consigo la licencia militar. Sentó sus reales de manera que nada
faltase , ni al ejercicio de la Religion , ni á la comodidad del solda
do, ni á la práctica de la disciplina. Distribuyólos en calles, plazas,
mercados y oficinas públicas, con todos los oficios, tiendas y abas
tos que se pudieran desear en la ciudad mas populosa y mas arre
glada. Erigió tres templos, en los cuales los muchos eclesiásticos y
602 MAYO
religiosos que siempre seguían al ejército celebraron todos los diai
los divinos oficios con la misma regularidad que en las mas ajusta
das catedrales, y el santo Rey asistía indefectiblemente á ellos en el
templo principal. Frecuentaba los Sacramentos en público para el
ejemplo ; pasaba horas enteras en oracion , así de dia como de no
che , dobló los ayunos y las penitencias , no pasándose dia alguno en
los diez y seis meses del cerco sin tomar tres sangrientas disciplinas.
Por otra parte , bloqueó la ciudad , tomando todos los caminos
por donde la pudiese entrar algun socorro ; y para cortarla los dej
mar, mandó al almirante Bonifaz que ocupase con las naves la boca
del Guadalquivir, y rompiese el puente de barcas que facilitaba la
comunicacion de Triana con Sevilla, como dichosamente lo consi
guió el dia de la Invencion de la santa Cruz. Reprimió el orgullo
de los moros en todas las salidas que hicieron , que fueron muchas y
desesperadas, quedando tan escarmentados, que se resolvieron á
mantenerse encerrados dentro de los muros de la ciudad. Con esto,
y con una vision que tuvo el santo Rey, en que se le apareció san
Isidoro, arzobispo de Sevilla, asegurándole que la tomaría, aunque
á costa de mucho trabajo, se fué estrechando mas el cerco.
Confirmóse esta esperanza con otro prodigio. Estaba una noche
el religioso Monarca haciendo oracion en un templo de sus reales,
delante de la imágen de Nuestra Señora de los Reyes, y oyó una
voz , pronunciada por el mismo simulacro, que le decia : En mi imá
gen de la Antigua, de quien tanto fia tu devocion, tienes continua »n-
tercesora; prosigue, que tú vencerás. Esta imágen de la Antigua, por
singular providencia del cielo, estaba á la sazon en la mezquita ma
yor de los moros , en el centro de la ciudad ; pero enajenado Fernan
do con el favor que acababa de recibir, sale del templo, atraviesa sus
reales , acércase á Sevilla , encuentra en la puerta de Córdoba un her
mosísimo mancebo que le encaminó á lamezquita; ábrenselelas puer
tas, adora profundamente la Imágen , vuélvese por el mismo camino,
y halla en la misma puerta de Córdoba la espada que al entrar se le
habia caido sin advertirlo, porque le sobraba para su defensa la pro
teccion de la santísima Virgen. Finalmente , el rey moro Ajataf le
rindió la ciudad, y entró en ella el dia de la traslacion de su arzo
bispo san Isidoro, haciendo triunfará la imágen de los Reyes, que
en un magnífico carro triunfal de plata fue conducida á la mezquita
mayor, purificada antes por D. Gutierre , arzobispo de Toledo, donde
se cantó un Te Deum con la mayor solemnidad.
Esta continua cadena de felicidades era muy debida á las virtu
DIA XXX. C03
des de Fernando. Ningun príncipe enlazó mejor las heroicas de san
to con las mas elevadas de monarca. En el ardor de la fe ninguno
reconoció ventajas, y pocos le hicieron competencia. Por ella sola
fue su vida rigurosa y literalmente una perpetua milicia sobre la
tierra: siempre con las armas en las manos, siempre en campaña,
siempre en sangrientas batallas, siempre en arriesgados sitios, siem
pre en peligrosas conquistas, siempre en continuas fatigas , siempre
cercado de riesgos. Corrió mucho riesgo su vida, contra la cual
conspiraron repetidas veces los moros , asalariando alevosos asesi
nos ; y cuando llegaba á noticia del Santo, solia decir que los infie
les no tanto pretendían echar del mundo á su persona , cuanto des
terrar de él la fe que profesaba. Jamás desnudó la espada sino pu
ramente por defenderla y por dilatarla. Puédese decir que tambien
murió por ella , pues al cabo le quitaron la vida los trabajos que pa
deció en el celoso empeño de su propagacion ; por lo que el obispo
de Tuy se adelanta á ponerle en el catálogo de los Mártires.
Á la viveza de su fe correspondía el ardor de su religion. Todas
sus empresas comenzaban por rogativas, proseguían con votos, y
acababan en accion de gracias. Confiaba mas en las oraciones de los
religiosos que en el valor de sus soldados. Por eso decia que los tem
plos eran los alcázares de su reino, las Religiones sus muros, y los
coros de los religiosos los escuadrones que le defendían.
En el amor y tierna devocion á la Reina de los Ángeles fue singu
larísimo. Tres imágenes suyas llevaba siempre consigo : la de los
Reyes , que por piadosa y bien fundada tradicion se cree fue mila
grosamente pintada, k esta santa Imágen puso el Rey casa real con
todos los oficios de palacio, camarera , mayordomos , gentiles hom
bres , capellanes , reyes de armas y porteros , sirviendo estos oficios
los infantes y los principales señores de la corte; y el diade hoy los
sirve la mas ilustre nobleza de Sevilla con religiosa emulacion. Acom
pañábale otra imágen de plata de la misma soberana Reina, y es la
misma que se venera en medio del altar mayor de aquella iglesia
metropolitana. Era de marfil la tercera, y de una tercia de largo ;
esta la llevaba fija en el arzon de la silla para consuelo del alma, in
centivo del corazon , y devoto recreo de los ojos. Todas sus empresas
comenzaban con María, y acababan con María; esta Señora pelea
ba, esta vencía, y á la misma decretaba siempre Fernando todos los
honores del triunfo.
Correspondían á estas todas las demás virtudes. Su caridad no te
nia límites. Fundó hospitales, casas de refugio y de misericordia;
601 MATO
y en campaña el mismo santo Rey hacia oficio de enfermero con los
soldados heridos. Visitábalos, consolábalos, regalábalos, y no po
cas veces por sus mismas reales manos les aplicaba las medicinas.
En los pleitos de los pobres era su abogado, y en las necesidades su
padre. Él fue quien introdujo la piadosa costumbre de servir por sus
manos la comida á doce pobres el Jueves Santo, lavándolos, y be
sándoles los piés, como se ha continuado hasta hoy en sus reales
descendientes y sucesores. Amaba tanto en general a todos sus va
sallos , que solia decir, estimaba mas la vida del menor de ellos, que
mil cabezas de moros. La limpieza de su cuerpo fue igual á la pureza
de su espíritu, y aun por eso se la premió el Señor, concediéndole
tan numerosa posteridad, la que suele negar á muchos príncipes, y
no príncipes , en castigo y como efecto cási natural del desorden y
de la incontinencia. Tan celoso fue de esta hermosísima virtud , que
habiendo sabido que una mujer disoluta habia provocado á un reli
gioso dominico, y que este se habia precipitado en el fuego por huir
de la ocasion , mandó que la desahogada mujer fuese arrojada á las
llamas , para que un fuego castigase los atrevimientos de otro ; y en
esta resolucion se mantuvo inexorable.
Supo juntar la soberanía del trono con la humildad verdadera
mente cristiana, haciendo honor á las máximas del Evangelio , sin
ajar la majestad. Era el Bey, sin disputa, el hombre mas sábio de
su reino, el mas instruido, el mas experimentado y el mas prudente.
Sin embargo desconfiaba tanto de sí mismo, que hacia le siguiesen
siempre doce varones doctos y maduros, con quienes consultaba to
das las resoluciones en que se le ofrecía alguna duda, no para se
guir su dictámen á ciegas y sin exámen, sino para ponderarle, y
conformarse con el que parecía mas acertado. Fuera de aquellas
ocasiones en que era menester ostentar la majestad rodeada de los
resplandores del trono, era sumamente afable y humanísimo con to
dos. Habiéndole visitado en Cuenca el rey moro de Valencia, le re
cibió con el mayor agasajo , y le dió silla debajo de su dosel ; mo
desta humanidad que acabó de ganarle el corazon, mas que el
miedo de las armas. Preguntado poco antes de morir, de que ma
teria queria se le dispusiese el sepulcro , y en qué conformidad se
le habia de levantar la estatua, respondió: Mi vida sin reprension
ni culpa, de la manera que he podido, y mis obras, esas sean mi se
pulcro y mi estatua.
Pero en ninguna ocasion dió mayores muestras de su profunda
humildad y de su grande religion que en la hora de la muerte.
DIA XXX. 60S
Acometido de la última enfermedad , que contrajo por los trabajos,
fatigas y desvelos del sitio de Sevilla , y conociendo se acercaba su
última hora , pidió y recibió con la mayor devocion el santo Viático,
que le administró su confesor el obispo de Segovia. Antes que en
trase en su cuarto el Rey de los reyes , se echó una soga al cuello,
se levantó de la cama , se postró en el suelo , tomó en la mano un
Crucifijo , y se dispuso con los mas vivos actos de dolor y arrepen
timiento de sus culpas para recibirle , mandando sacasen de su cá
mara todas las reales insignias de la majestad. Luego que tuvo en
su pecho el soberano Monarca de la gloria, se recogió dentro de si
mismo , y quedó arrebatado en un dulcísimo éxtasis. Vuelto de él,
llamó á la reina D.a Juana, al príncipe y á los infantes; despidióse
de todos con ternura y con entereza; dió al príncipe D. Alonso los
mejores documentos ; encargóle la obediencia al Pontífice, la pro
teccion de la Iglesia, la veneracion al estado eclesiástico, el amor de
sus vasallos , el amparo de los pobres , la administracion de la jus
ticia, la eleccion de los ministros, y sobre todo la propagacion de
la fe; y concluyó su razonamiento con estas palabras: Déjote va
sallas ó tributarias todas las tierras que poseían los moros desde el
mar acá : si conservares estas conquistas, serás tan buen rey como yo;
si las adelantares, serás mejor rey que yo; si las perdieres , no serás
tan buen rey como yo. Pidió despues perdon á los ricos hombres y
demás circunstantes de todo aquello en que pudiera haberles ofen
dido, y respondieron todos con lágrimas, que no tenían agravios
que perdonar, sino muchos beneficios que agradecer. Mandó entrar
á sus capellanes , hizo que cantasen el Te Deum, y al segundo versí
culo entregó suavemente aquella grande alma en manos de su Cria
dor, el jueves 30 de mayo del año 1252. Su cuerpo fue enterrado en
la iglesia mayor de Sevilla, donde se conserva hasta el dia de hoy
entero y flexible , exhalando un suavísimo olor. Rey verdaderamente
original y admirable, que contra el estilo regular de la divina Pro
videncia hizo escala para el cielo de las mayores prosperidades.

HIMNO.
Qualeeum coelum tonal, atque dentm Doquiera que retumban truenos con fragor ,
Ftclgurant nubes, ruit et vagatur Doquiera que fulguran nubes condeosadas,
fulmen in partes varias, agente Doquiera que los rayos brillan con furor
Tiuminis ira, Cual chispas lanza Dios con sus manos airadas,
Arcium prodest nihil alta moles En vano los castillos su orgullosa frente
Turbinem contra, volucresque /laminas; Levantan sin cesar contra la tempestad ;
39 TOMO V.
MAYO
Missus á cuelo ruitultor ignis, £1 fuego vengador del cielo de repente
Summaque tangit. Destruye su altivez, la abate sin piedad.
Non secus circum meluenda duceni, Brillan de un modo igual las armas de Fer
nando
Arma Fernandos premit acerhottes: Por doquiera, y al moro hostiga valeroso ;
Personant late loca militari Con belico fragor todo está resonando,
Pulsa fragore. Y el moro audaz , por ñn , se vuelve I
Quid ductm contra validum phalanges ¿ Que pueden ya sus huestes desmoralizadas
Perfidi Mauri potuere? Quanta Contra ese capitan tan Heno de bravura?
Strage vexillum volitant crucisque ¡Ohíla cruz y su enseña acordes, enlazadas,
Juntas siembran la muerte entre su gente im-
(pura.
Non decus, vanum vel iniqua laudis No por vana gloria, ni por bien parecer.
Aura Fernandfm, ñeque ccecus ardor Ni por ciego furor Fernando, hace esa guerra
Jmpium Maurum merito* domare A fin de exterminar, ó á lo menos vencer,
Cade coegit. Al agareno infame y echarlo de su tierra.
Charitas movitpatria, fidesque Es si su viva fe , es si su patrio amor.
Cordi* aecentis animntn flammis, Son tambien sus demás virtudes singulares
Pulchra.virtutwm comilante longo las que su brazo mueven y le dan valor
Ordine virtus. Para al moro lanzar mas allá de los mares.
Sub jugo maurw ditionis olim La noble y fiel Sevilla, ciudad infortunada,
MispalU Umgtim gemuisse docta Mucho tiempo gimió bajo el mahometana,.
Prístina) demum reparavit altos Mas al fin recobró, por Fernando librada,
Legis honores. Sus leyes y costumbres , su culto cristiane.
Inda vicinas eadem. bcavit Tan luego quedó libre Sevilla la hermosa.
t'uuxlítas urbes, pidas revixit; Colmó de bien igual las vecinas ciudades ;
Et salus, etpax, et ubique moris La alegría y la paz, la vida mas dichosa
Cultas honestí. ( En todas renació oual en oteas edades.
lidia aestarus pía FeRDINANDES, No teme el hado , no , ni la suerte incons-
( tante,
Non timet falum, dubiamve sortem, Guerra santa Fernando estando por hacer ;
Spem fmet crrtam supcrum benigna. Inspirado de Dios la emprende al mismo Íns
itaste
Luce vocatus. Con esperanza firme y cierta de vencer.
Ferreos nexus raMs acta acutí. Con ímpetu veloz por el viento movida
Impetu frangit, stupet, atque vinci Rompe la nave real del Betis la cadena,
B(8tis exultat, placidasque volvit Y estupefacto el rio cobra nueva vida,
Mollius andas, Y sus aguas amansa , y su curso refrena.
ípsa victrices veneranda Virgo,. Al frente de las tropas va siempre María
Anteit turmas, ope cujus urget Cual brava capitana dándoles valor,
Hex pías bellum, superatque pugna Y con su ayuda el Rey pelea noche ydia,
Victor in omnL Y de todas las luchas sale vencedor.
Vicit et mortem, super astra namque Tambien vence á la muerte , y su alma in-
( mortal
El super ccetos anima recepta Mas allá de los astros sube triunfante ,
Jntegrum corpus sine labe gratos Y su cuerpo incorrupto , y puro cual cristal.
Spirat odores. Olor exhala aun, olor el mas fragante.
Ag¡nina ni ductor, Deus unas, wna Canten siempre gloria nuestros corazones
In tribus virtus, Ubi corda semper Al verdadero Dios en tres personas uno;
Gloriam cantent, tibi nostra soli Para él solo triunfen nuestros batallones ,
Arma triumpnent. Pues es nuestro Señor, y fuera, de el ninguno.
DIA XXX. 607

La Misa es propia en honor del santo rey Fernando, y la Oracion es


la i
Deus, qui beato confessori tuo Ferdi- Ó Dios, que concediste al bien
aando prceliari prceita tua, et fidei mí aventurado tu confesor san Fernando,
micos superare dedisti : coacede, ut que pelease tus batallas, y que ven
ejus nos intercessione muniti, ab hosti- ciese los enemigos de tu fe, concéde
bus mentis et corporis liberemur. Per nos á nosotros por su intercesion, que
Dominum noslrum Jesum... venzamos todos nuestros enemigos
del cuerpo y alma. Por Nuestro Señor
Jesucristo...

La Epístola es del capitulo xlv del profeta Isaias.


Hac dicit Dominus christo meo Esto dice el Señor á Ciro mi ungi
Cyro, cujus apprehendi dexteram, ut do , á quien jo he tomado de la dies
subjiciam ante faciem ejus gentes, et tra, para sujetarle a su vista las na
dorsa regum vertam, et aperiam coram ciones, y hacer volver las espaldas á
eo januas, et portee non claudentur. los reyes, y para abrir delante de él
Bgo ante te ibo, et gloriosos terra hu- las puertas , y las puertas no se cerra
müiabo : portas aireas conteram , et rán. Yo iré delante de tí, y abatiré á
vedes ferreos confringam. Etdabotibi los poderosos de la tierra: quebran
thesauros absconditos , et arcana secre- taré puertas de bronce, y haré pedazos
'torum; ut scias guia ego Dominus.qui barras de hierro. Y te daré los tesoros
voco nomen tuum, Deus Israel, ligo escondidos , y las riquezas guardadas ;
suscitavi eum ad justitiam, et omnes para que sepas, que yo soy el Señor,
vias ejus dirigam : ipse cedificabiteivi- el Dios de Israel , que te llamo por tu
tatem meam, et captivitatem meam di- nombre. Yo le levanté para justicia,
mittet. Labor Aiggpll, et negotiatio y enderezaré todos sus caminos: él
jEthiopiai et Sabaim viri sublimes ad te edificará mi ciudad, y pondrá en li
transibunl, et tui eriint. Post te ambu- bertad á mis cautivos. El trabajo de
labunt, vincti manicis pergent. Confusi Egipto, y la negociacion de Etiopia y
sunt et erubuerunt omnes : simul abie- los de Sabá hombres sublimes pasa
runt in confusionem fabricatores erro- rán á tí, y tuyos serán. En pos de tí
rum, quia mihi curvabitur omne genu, andarán , con esposas en las manos
etjurabit omnis lingua: mece suntjus irán. Todos quedarán confusos y aver
titia>, etimperium. gonzados : cayeron juntamente en la
afrenta los fraguadores de errores,
porque á mí se encorvará toda rodi
lla, y jurará toda lengua: mías son
las justicias , y el imperio.

REFLEXIONES.
Cada uno debe aplicarse á la santidad que es propia de su condi
cion y estado: esta es la que Dios quiere de él. Ninguna cosa nos
ha de hacer santos, sino el hacer lo que Dios quiere de nosotros; no
el hacer lo que de cualquiera otro quiere. La virtud que Dios pide
39*
608 MATO
á un soldado, no dice bien á un oficial. El padre de familias, el juez,
el superior, tiene diversas obligaciones que un solitario. El casado
debe practicar diversas virtudes que el religioso ; unas son las vir
tudes propias de un novicio, y otras las de un provecto. Y en suma,
la regla mas segura para hacerse uno gran santo es atender úni
camente á perfeccionarse en el estado presente. Esta es la razon por
que la Iglesia nos propone para venerar Santos de suma excelencia
en cualquiera edad , que florecieron maravillosamente en cualquiera
condicion y estado. Aquella mujer fuerte, de quien hace un noble
elogio la Escritura, no se hizo santa sino con el gobierno prudente
y virtuoso de casa. San Isidro cultivando su campo, san Homobono
en su ejercicio mercantil, y san Fernando rey de España sobre el
trono real , resplandeciendo siempre sus virtudes tanto en la corte
como en la campaña. Finalmente , no hay persona que con el so
corro de la gracia divina, que está siempre pronto, no pueda lle
gar á la perfeccion propia de aquel estado á que la ha llamado Dios.
El Evangelio es del capítulo xxn de san Mateo.
lnillo tempore: Pharisai consilium En aquel tiempo: Tuvieron conci-
inierunt, utcaperent Jesum in sermo- lio los fariseos para coger á Jesús en
ne, et mittunt ei discípulos suos cum lo que hablaba , y le enviaron sus dis-
Berodianis, dicentes: Magister, scimus cipulos con algunos herodianos, di
guia verax es, et viam Dei in veritate ciéndole : Maestro , sabemos que eres
doces, etnon est tibi cura de aliquo: veraz, y enseñas, segun la verdad , el
nonenimrespicispersonamhominum; camino de Dios, y no te cuidas de
dic ergo nobis, quid tibi videtur, licet cosa alguna : porque no eres accpta-
censum dare Ccesari, an non? Cognita dor de personas; dfnos, pues, cuál es
autem Jesus nequitia eorum, ait: Quid tu opinion : ¿es lícito pagar el tributo
me tentatis, hypocritcef Ostendite mihi al César ó no? Pero Jesús, habiendo
numisma census. At illi obtulerunt ei conocido su malicia, dijo: ¿Por qué
denarium. Et ait Mis Jesus: Cujus me tentais, hipócritas? Mostradme la
estimago hac, et superscriptio? Dicunt moneda del tributo. Y ellos le presen-
es: Casaris. Tune ait Mis : Reddite ergo taronun dinero. Y Jesús les dijo: ¿De
qua sunt Ccesaris, Ccesari : et quce sunt quién es estaimágen, é inscripcion?
Dei, Deo. Et audientes mirati sunt, et Dijéronle : del César. Entonces les
relicto eo, abierunt. dijo: Dad, pues, al César lo que es
del César; y á Dios lo que es de Dios.
Y cuando esto oyeron , se maravilla
ron; y dejándole, se retiraron.
MEDITACION.
Del beneficio de la creacion.
Punto primero. — Considera como de tí mismo eres nada, y eso
fueras siempre, si Dios por su bondad no te hiciera algo. Mira lo
DIA XXX. 609
que eras tantos años antes que fueses engendrado , y que para siem
pre fueras eso mismo , si Dios no te criara : porque la nada no se
puede hacer á sí misma algo , ni merecer que otro la haga. Y pon
dera mucho que no eras tú necesario para el mundo; porque tan
honrado y tan cumplido estuviera aunque tú nunca fueras en él , co
mo despues de criado , y que estando tú en ese abismo y tinieblas
de la nada y del no ser , sin poder merecer que Dios te criase , tuvo
él por bien , por sola su dignacion y liberalidad , entre infinitas cria
turas posibles que conoce en sí mismo , poner los ojos en tí , y darte
ser en este mundo. Y cuando no fueras mas de una hormiga, ó un
grano de arena , era inestimable beneficio , porque no hay compa
racion de ser algo al no ser nada. Y no te hizo hormiga, ni gusa
no, ni piedra, ni árbol, ni bestia; sino hombre'racional , esto es,
la criatura mas noble del mundo, fuera de los Ángeles. Pondera
como en este beneficio te dió Dios todo el ser que tienes en el cuer
po y en el alma. El cuerpo con todos sus miembros y sentidos, y
con tan maravillosa compostura y armonía, que causa admiracion
á quien con atencion lo considera : y advierte y hazte cargo de ha
berte dado entereza y buena disposicion en todos los miembros y
sentidos del cuerpo , salud y fuerzas , con todos los demás bienes
corporates ; pues vemos que unos nacen ciegos, otros mudos, otros
tullidos, y con otras faltas y enfermedades. Mira bien si por caso
perdieras un ojo, ó un brazo, ó pierna, ú otro cualquier miembro,
o la salud y las fuerzas que tienes, en cuánta obligacion quedaras
á quien te lo restituyera. Pues ¿cuánto mas debes á quien te lo dió
todo al principio, y despues acá siempre lo conserva? Con esta con
sideracion podrás decir con el santo Job (cap. x) : «Tus manos, Se-
«ñor , me hicieron y formaron todo entero al rededor , y así como
«de una masa de barro me hiciste : de piel y de carne me vestiste,
«compusísteme de huesos y de nervios , y dísteme vida y miseri-
«cordia.»

Punto segundo. — Considera asimismo te dió Dios el alma con


todas sus potencias y sentidos interiores, que es una cosa nobilísima
hecha á su imágen y semejanza , capaz de razon y de bienaventu
ranza , criatura inmortal que ha de durar tanto como el mismo Dios.
Este beneficio debes ponderar y estimar mucho, y reconocer la no
bleza y dignidad de tu alma , y la imágen y semejanza de Dios que
está en ella, y procurar conservarla, y no borrarla, ni afearla con
pecados. Y pues, por tener la moneda en sí la imágen de César,
610 HAYO
dijo Cristo nuestro Señor que diesen á César Jo que es de €ésar 5
pues en tu alma esta la imagen de Dios, reconócela siempre por sa
ya, y vuelve á Dios lo que es de Dios. Buen ejemplo te dió el glo
rioso san Fernando. Nació gran rey : dotóle el cielo de muchos ta
lentos naturales y sobrenaturales ; y las prosperidades y riquezas
que ordinaria y como naturalmente llenan de hincharon el corazon
humano, al suyo le sirvieron para tributar un rendido y continuo
vasallaje al que solo es Rey de reyes , y Señor de señores. Por esto,
grande fue su desvelo y mayor su teson cuando peleó las batallas
del Señor, para exterminar de su pueblo á los enemigos de nues
tra fe , y volver á Dios lo que era de Dios. Pelea tú tambien esfor
zadamente contra los enemigos de tu alma, arrostra eon tedas las
dificultades; y pregúntate á tí mismo : Cujus est imago hmc? ¿Cuya
es esta imagen que está dentro de tí y en tí? ¿Por ventura es imá-
gen de César, esto es, de mundo y carne; ó de alguna cosa«riada,
mayor ó menor que tú? Reconoce tu grandeza , porque no es ima
gen sino del mismo Dios, que por su infinita liberalidad te crió á
imágen suya. Da, pues, á Dios lo que es de Dios ; reconoce por esta
imagen el vasallaje que te debes; págaleel tributo que teba puesto.
Y pues que ,lú eres la mo'neda ide esite tributo en que está la imá
gen de tu Rey , date todo á su servicio , porque todo te debes á quien
te dió todo lo que eres.
Ó Padre de las misericordias, que predestinaste á tus escogidos
para que fuesen conformes á la imágen de tu Hijo , confórmame con
ella en la santidad, para que alcance la perfecta semejanza de su
gloria. Amen.

Jaculatorias.— Vuestras manos, Señor, me lucieron florea


ron : dadme verdadero conocimiento para aprender vuestros drvi-
nos mandamientos, (Psalm, cxvnr).
Señor , pues vuestra misericordia es eterna , no desprecieis las
obras de vuestras manos. (Psalm. cxxxvn).

PROPÓSITOS.
1 Todas las mañanas al levantarte no te olvides de tributar
muy rendidas y afectuosas gracias al Señor por todos los beneficios
que has recibido de su bondadosa mano , principiando por el de la
creación : pues sacándote de la nada te dió ser ; y un ser no como
quiera, de piedra, árbol, gusano ó fiera; sino criatura racional,
hecha á su imagen y semejanza, y esto sin que tú to merecieses.
DIA XXXI. €11
ni pudieses merecer. Resuélvete á discurrir con mucha frecuencia
como lo hacia san Agustín (Lib. 10 Confes. cap. 6 ; y Solil. cap. 31 ) :
Comencé á inquirir lo que yo era, y dije: ¿De dónde tuvo principio,
Dios mio, este hombre? ¿de dónde sino de ti? Tú eres el que me hi
ciste, y no yo. Tú eres por quien yo vivo y por quien todas las cosas
son y viven, porque ¿por ventura puede alguno ser artífice de sí mis*,
mo? ¿ Por ventura hay otro de quien se derive el ser y el vivir sino de
tí? Tú, Señor, me hiciste, sin el cual nada se hace : Tú eres hacedor
mio y yo obra tuya, por lo cual te doy infinitas gracias.
2 Conociéndote siempre por hechura de las manos de Dios, re
conoce que tienes gran necesidad de las mismas manos para que
acaben esta obra, hasta que quede del todo perfecta. Ta sabes que
todos los efectos tienen dependencia de sus causas , hasta cobrar su
última perfeccion. Así los árboles procuran buscar el sol, y arrai
garse en la tierra que los produjo; los peces no quieren salir del
agua donde nacieron ; el pellico se va á meter debajo las alas de su
madre, y la sigue doquiera que va; y el corderillo conoce á la su
ya entre muchas , y no se quiere apartar de ella un punto ; y se pe
ga con sus ijares, porque donde recibió lo que tiene, espera que le
darán lo que le falta hasta estar perfecto. Pues mira tú cuánta
mayor es la dependencia y necesidad que tienes de tu Criador, pa
ra que te dé lo que te falta, que es la última perfeccion y el ser
bienaventurado , sin lo cual está la obra muy imperfecta. Y confor
me á esto, mira cuánta obligacion tienes á no apartarte un punto
de él , que así como te dió todo lo que tienes , te dará lo que te fal
ta. Y como aquollo no te lo pudo dar otro sino él , tampoco otro si
no él puede perfeccionarte. Pues ¿cuánto atrevimiento y temeridad
es apartarte de Dios , y mucho mas desmandarte contra él y ofen
derle?

DIA XXXÍ.

MARTIROLOGIO.

Santa Petronila, virgen é bija 4e san Pedro apóstol, en Rwni ; la canl


rebasando tomar por espose á flaco, hombre noble, consiguió tres días de tur-
mino para deliberar, durante los cuales estuvo en continua oracion y ayuno, y
al tercero, despues de haber recibido el santísimo sacramento de la Eucaris
tía, entregó su alma al Criador, f Véase su vida en este día ).
Los santos hArtires Castcio, Canciano t Cancianila , hermanos, «n
Aquileyn; ios cuales siendo de ia ilustre familia de ios Anictos, perseverando
612 MATO
constantes en confesar la fe católica , fueron muertos juntamente con su ayo
Froto en tiempo de los emperadores Diocleciano y Maximiano.
San Crescenciano, mártir, en Torres en Cerdeña.
San Hermias, soldado, en Comana en el Ponto ; el cnal en tiempo del em
perador Antonino, habiendo sido libertado por la mano de Dios de innumera
bles y mny crueles tormentos, convirtió á la fe católica al mismo verdugo, ha
ciéndole participante de la corona del martirio, la cual recibió él primero sien
do degollado.
San Ldpicino, obispo, en Verona.
San Pascasio , diácono y confesor, en Roma, de quien hace mencion san
Gregorio, papa.

SANTA PETRONILA, VÍRGEN.


Santa Petronila, á quien el vulgo de Francia llama Ferina, y en
otras partes Petronela ó Pernela, vivia en el primer siglo de la Igle
sia. En fuerza de una antigüedad tan retirada , y de unos tiempos en
que los primeros fieles de la Iglesia solo pensaban en vivir y en mo
rir por Jesucristo , y no se detenían á escribir , es cási nadadlo que
sabemos del nacimiento, santa vida y preciosa[muerte , á los ojos del
Señor, de santa Petronila; ignorancia que, junta al culto inmemo
rial tributado constantemente á santa Petronila desde la primitiva
Iglesia , dió motivo á muchas historias apócrifas , que ya corrían en
el mundo desde el tiempo de san Agustín , y el Santo se empeñó en
refutarlas. Lo menos incierto que se puede decir de nuestra Santa
es lo siguiente :
Fue Petronila una doncella romana , á quien san Pedro convirtió
á la fe con toda su familia , poco tiempo despues que«entró en aquella
cabeza del mundo cristiano. Habiendo tenido la dicha de recibir el
Bautismo en una edad muy inocente, y de ser instruida desde en
tonces en las máximas de religion por el Príncipe de los Apóstoles,
ya se dejan conocer los progresos que haria en el camino de la per
feccion. Siendo cristiana toda su familia , y acudiendo Pedro á su ca
sa con frecuencia , estaba la jóven Petronila á lós piés del Apóstol
como otra Magdalena á los de Cristo , aprovechando la ocasion de oir
frecuentemente sus santas instrucciones. Y como por otra parte el
mismo Apóstol la habia reengendrado en la gracia por el Bautismo,
comenzó la Santa á llamarse hija espiritual de san Pedro , prefirien
do este título á otros muchos que quizá tendría; y por haberse ha
llado este nombre de hija de san Pedro en las antiguas actas de los
santos Mártires , se padeció la equivocacion de tenerla por hija legí
tima y natural del Apóstol. Hízose mas verosímil esta equivocacion,
DIA XXXI. 613
por constar del mismo Evangelio que san Pedro fue casado , y sabe
mos por la tradicion de la Iglesia que su mujer fue mártir generosa
de Jesucristo ; por lo que no es de admirar que con el tiempo el tí
tulo de hija de san Pedro , con que se honraba Petronila , diese mo
tivo á creer que san Pedro habia sido su padre natural y verdadero.
Deseaba ardientemente la santa doncella padecer mucho por un
Señor que tanto habia padecido por ella ; y movida de estas fervoro
sas ansias , todo el objeto de sus deseos y todo el asunto de sus ora
ciones erala cruz. Concediósela Nuestro Señor abundantemente, dán
dola por cruz la misma cama, donde la tuvo inmoble por muchos
años con una perlesía universal , que la ocupó todos los miembros de
su cuerpo. Era espectáculo verdaderamente digno de la admiracion
cristiana ver á una doncella en lo mas florido de su edad , de ex
traordinaria hermosura, de un espíritu vivo, pronto y despejado,
teniendo atormentadosu delicado cuerpo con agudísimos dolores, em
bargado el uso de todos sus miembros , privada de todo alivio y con
suelo , sin que se notase en ella la menor señal de impaciencia , sin
que se le escapase ni un primer movimiento de inquietud ; con un
semblante siempre sereno , siempre risueño , siempre igual ; con una
modestia y con una apacibilidad inalterable. Mirábanla todos como
un milagro vivo de paciencia y de virtud , admirábanla , y propo
níanla por modelo de la perfeccion cristiana.
Todas estas virtudes eran efecto de su caridad y de su fe. El en
cendido amor que profesaba á Jesucristo la hacia suspirar incesan
temente por el martirio , y á vista del abrasado deseo que tenia de
derramar su sangre por la Religion , le parecía nada todo cuanto pa
decía. Era correspondiente á estas virtudes la ternísima devocion que
profesaba á la santísima Virgen ; y en conclusion se puede decir
que toda perfeccion cristiana se dejaba como palpar en aquélla di
chosísima doncella.
Era la casa de Petronila como el hospicio general de san Pedro
y de todos los cristianos que habia en Roma ; y se dice que un dia
en que habian concurrido muchos , y estaban todos para sentarse á
la mesa , algunos de ellos mostraron extrañar mucho que bastando
la sombra sola del Apóstol para curar á otros enfermos , quisiese el
Santo dejar paralítica en una cama á la hija de un hombre que á to
dos hacia tanto bien. Pareciendo á san Pedro que aquella extrañeza
podia debilitar su fe y su confianza, mandó á Petronila que se le
vantase , y viniese á servirles á la mesa ; lo que hizo al punto la San
ta, como si nunca hubiese estado enferma. Quedaron todos asom
«lí *ATO
brados , bendiciendo al Señor, obrador de aqpuellas maravillas ; pero
declarándoles el Apóstol que á la santa doncella le era mas conve
niente la enfermedad que la salud, y que era voluntad de Dios que
todavía se purificase mas y mas por algunos años, continuando los
ejemplos de su invencible paciencia , la mandó volverse á la cama,
y en el mismo instante se volvieron á apoderar de ella todos sus ma
jes, quedando tan paralítica como antes, con la misma debilidad,
con la misma inaccion y con mas ¡vivos dolores. Tiénese por cierto
que Petronila permaneció en el mismo estado por algunos años, y
que no sanó perfectamente basta despues del martirio del Apóstol.
Fácilmente se deja considerar la vida que haria en Roma la fer
vorosísima doncella despues de la preciosa muerte de su padre espi
ritual. Instruida en tal escuela , formada por tal maso , y gobernada
por tan diestro director, ¿qué progresos no baria en el camino dela
perfeccion? Las penitencias voluntarías suplieron los dolores de las
enfermedades, siendo su vida «n continuo ejercicio de devocion y de
mortificación. Habiendo gozado la Iglesia de un corto intervalo de
paz despues de la muerte de san Pedro , alargó Petronila las velas á
su celo y á su caridad , siendo su casa el asilo donde las tiernas don
cellas cristianas y todos los demás fieles bailaban cuanto habían me
nester para sus necesidades espirituales y corporales. Sus bieaeseran
de los pobres , y todo cuanto trabajaba se destinaba al alivio de los
afligidos y menesterosos. Su casa parecía verdaderamente un mo
nasterio , y nunca dejaba su retiro sino para consolar y para ayudar
á los fieles que estaban en las prisiones, ó para enterrar á los que
habían sido martirizados.
No tardó Dios en autorizar aquella eminente santidad con el don
y con el esplendor de los milagros. Todas las enfermedades cedían
a sus oraciones ; y bastaba , dicen las actas , que tuviese deseo de ro
gar al Señor por los enfermos, para que desde aquel mismo punto
estuviesen sanos. Su humüdad , su modestia , su modo y sus conver
saciones conservaban maravillosamente en todos cuantos la veian y
trataban las saludables leccionesquetesbabiaenseñadoel santo Após
tol ; de manera que parecía servirse Dios de la honestísima doncella
para animar la fe y excitar el fervor de los Cristianos.
Pero ni las penitencias , ni las prolijas y molestas enfermedades
habían ajado un punto su extraordinaria hermosura; y las maravi
llas que se cantaban en Boma de su virtud , de su espíritu y de otras
muchas prendas naturales hacian mucho ruido en toda la ci udad. Vio
la un dia Flaco , caballero romano , y enamorado ciegamente de ella
DIA XXXI. 615
resolvió pretenderla para esposa , para cuyo efecto , bíd. querer valerse
de otro interlocutor, él mismo se fué un dia á su casa con grande
acompañamiento de criados y de lacayos, y la hizo derechamente
la proposicion.
Quedo Petronila extrañamente sorprendida, tanto de la visita co
mo del asunto de ella; pero siendo muy dueña de sí misma, disi
muló perfectamente su estrañeza , y respondió á Flaco con la mayor
urbanidad , agrade y cortesanía, que quedaba sumamente reconoci
da y obligada por la honra que pretendía hacerla ; pero que siendo
materia de tanta consideracion, le pedia tres dias de término para
pensarla , y para poner órden en los negocios de su casa , que al cabo
de ellos podría enviar algunas doncellas y «ríadas que la acompa
ñasen. Retiróse aquel caballero muy satisfecho de la atenta respuesta
y cortesanos modales de la que consideraba ya como su futura es
posa , y solo .pensó en hacer sus prevenciones para celebrar la boda.
Pero nuestra Santa, que desde sus mas tiernos años habia consa
grado á Dios su virginidad, resuelta mas que nunca á no tener otro
esposo que Jesucristo, se encerró en su casa con otra santa virgen,
llamada Felícula , y pasó todos los tres dias en oracion , en ayunos y
en todo género de penitencias. Animada de una viva fe y de una
tierna confianza en Jesucristo , á quien siempre llamaba su divino
Esposo , y en la santísima Virgen , á quien nombraba siempre su
querida Madre, suplicaba á los dos con las mayores instancias que
no la dejasen por mas largo tiempo en el mundo, expuesta á agra
dar á otros ojos que a los de su divino esposo Jesucristo. Ahoguese,
Señor, mi vida ta mi sangre ó m mis lágrimas, exclamaba con fer
vor; y fue oída su orados. £l tercer dia, al amanecer, vino á su casa
el presbitero Nicodemns , celebró el santo sacrificio de la misa , drola
la Comunion, y tuvo el consuelo de verla espirar tranquilamente al
pié del altar, consumida con el fuego del divino amor. Poco tiempo
despues llegaron las doncellas que enviaba Flaco para acompañar
la, y en lugar de conducirla al tálamo nupcial , siguieron el acom
pañamiento de los funerales , llevándola á la sepultura.
Fue enterrado el santo cuerpo en un cementerio del camino de
Ardi , que despues se llamó de su nombre, y con el tiempo se fundó
en él una iglesia en honra de la misma Santa. El papa Gregorio III r
la hizo una de las estaciones en el siglo VIH , y Paulo I trasladó
el cuerpo de santa Petronila á la iglesia de San Pedro en el Vati
cano , donde cada año se celebra su fiesta con extraordinaria so
lemnidad ; y no se celebra con menos en los Trescientos de París ,
616 MATO
y en la abadía de Santa Perina ó Petronila cerca de Compiegne.
Aunque el Martirologio romano dice que santa Petronila fue hija
de san Pedro , se ha de entender que fue hija espiritual , lo que se
infiere de lo mismo que añade que, Flaco, hombre noble , la pidió
por esposa ; porque si fuera hija de san Pedro segun la carne , no
cabia que un caballero romano pensase en casarse con ella , ni por
la calidad , ni mucho menos por la edad que entonces tendría la
Santa, que necesariamente había de ser muy avanzada. El Brevia
rio romano nada dice en particular de santa Petronila , porque Cle
mente VIH mandó quitar la leccion que antes habia.

La Misa es en honra de la Santa, y la Oracion la siguiente :


Exaudí nos, Deus salutaris noster: Óyenos, Señor Salvador nuestro,
ut sicut de beatce Petronülai virginis para que la alegría espiritual que sen
tuce festivitate gaudemus; ita pice de- timos en la festividad de tu bienaven
votionis erudiamur affectu. Per Do- turada virgen santa Petronila sea
minum nostrum Jesum Christum... acompañada de una verdadera de
vocion. Por Nuestro Señor Jesucris
to , etc.
La Epístola es del capítulo vn de la primera del apóstol san Pablo-
á los Corintios.
Fratrei : De virginibus praceptum Hermanos: En orden á las vírgenes
Domini non hateo; consilium autem yo no tengo precepto del Señor ; pero
do, tamquam misericordiam consecu- doy consejo , como que he conseguido
tus á Domino, ut sim fidelis. Existimo del Señor misericordia para ser fiel.
ergo hoc bonum esse propter instantem Creo, pues, que esto es un bien , aten
necessitatem, quoniam bonum est ho- dida la necesidad que urge , porque al
mini sic esse. Alligatus es uxori ? noli hombre es bueno el esta rsejasí . ¿ Estás
quarere solutionem. Solutus es ab uxo- ligado á una mujer? no pretendas sol
re? noli quarere uxorem. Si autem tura. ¿Estás suelto de la mujer? no
acceperis uxorem, non peccasti. Et si busques esposa. Pero si tomares mu
nupserit virgo , nonpeccavit. Trihula- jer, no pecaste. Y si una virgen se ca
tionem tamen earnis habebunt hujus- sare , no pecó ; con todo eso , estos pa
modi. Ego autem vobis parco. Hoc decerán la tribulacion de la carne. Pe
itaque dico, fratres: tempus breve est: ro yo no hablo de vosotros. Lo que di
reliquum est, ut et qui habent uxores, go, hermanos, es esto: El tiempo es
tamquam non habentes sint : et qui breve ; resta , pues , que los que tienen
flent, tamquam non (lentes : etqui gau- mujeres sean como aquellos que no las
dent, tamquam non g ándenles : et qui tienen : y los que lloran, como aquellos
emunt, tamquam non possidentes: et que no lloran : y los que se alegran,
qui utuntur hoc mundo, tamquam non como aquellos que no se alegran : y los
utantur, practerU enim figura hujus que compran , como aquellos que no
mundi. Volo autem vos sine soUicitudi- poseen : y los que usan de este mun
ne esse. Qui sine uxore est, soUicitus do, como aquellos que no usan, •
DIA xxxi. 617
estquce Domini sunt, quomodo placeat que se desvanece la figuradeestemun-
Veo. Qui autem curo uxore est, sollici- do. Quiero, pues, que vosotros esteis
tus est quce sunt mundi, quomodo pla sin inquietud. £l que está sin mujer,
ceat uxori, et divisus est. Et mulier tiene solicitud por las cosas del Señor,
innupta, et virgo cogitat quce Domini de cómo agradará á Dios. Pero el que
sunt, ut sit sánela corpore et spiritu: está con mujer tiene solicitud por las
in Christo Jesu Domino nostro. cosas del mundo, de cómo agradará á
la mujer, y está dividido. Y la mujer
soltera y la virgen piensa en las cosas
del Señor, para ser santa en el cuerpo
y en el espíritu : en Nuestro Señor Je
sucristo.

REFLEXIONES.
La figura de este mundo pasa. Grandeza mundana, fortuna brillan
te, nacimiento ilustre, talentos sobresalientes , elevados empleos, al
tas dignidades , prosperidad deliciosa pasan ; luego nada sólido se
halla en vosotros sino es el nombre ; luego nada sois en suma sino
unas lisonjeras ilusiones , un sueño agradable que embelesa por unos
pocos momentos , y aun ese embeleso no es mas que para los que es
tán dormidos. Alábese cuanto se quisiere á este mundo ; él no es
mas que un fantasma , tras el cual se corre, se cansa , se fatiga, y
al cabo solo se halla confusion , amargura y arrepentimiento. Es un
ídolo que fabricó el capricho , a^juien sin cesar se está incensando
mas por costumbre que por razon ; es una imágen , una figura su
perficial que se mancha , que se borra , que en breve tiempo se des
hace. ¿Qué nos ha quedado de aquel mundo que reinaba cien años
há? Los retratos de sus adoradores y de sus celosos partidarios son
visibles ; las modas, que son fruto del capricho extravagante del mun
do, se mudan á cada instante. Por gravosas , por molestas , por ri
diculas y por perjudiciales que sean , basta la descompuesta fantasía
de una mujer loca, basta el antojo de un genio y de una invectiva
mundana y ociosa para hacer ley de una nueva moda, pero ley que
a lo mas suele durar un año. El gusto va siempre tras el capricho :
y el perpétuo giro de gusto, de moda, de diversion y de costumbre
forman como el cuerpo del fantasma tras el cual se corre. No pasa
mas veloz que el mismo mundo el viento que alimenta , ni el humo
que atolondra , y que ciega á los mundanos. Pasa su figura , por
que el mundo, ¿qué otra cosa es que una imágen de colores sobre
puestos y de rasgos superficiales , que el mismo aire los borra y los
confunde ? Todo es mera exterioridad en el mundo : las grandes
honras que se tributan hácia afuera ; las mas vivas demostraciones
618 MAYO
de una fingida amistad ; máscara, artificio, afectaciones , hazañe
rías , todo pasa , todo se acaba ; y en acabándose , ¿qué resta de todo
ello que pueda satisfacer á un hombre racional , ni que pueda lle
nar á un corazon cristiano? Ni aun dura el mundo, por decirlo así,
todo lo que dura la vida de un mundano ; basta la menor desgracia
para aborrecerle ; á la primera caida parece que el mismo mundo
huye de sus mas apasionados parciales ; los mismos años despiden
al mundo. Inútilmente pretendemos ser gentes del mundo á pesar
de las canas , de las arrugas y de las hediondeces de la vejez ; el
mundo ya no quiere nada de nosotros. Es el caso, que como el mun
do nunca es viejo , solo gusta de los mozos. Pero bien está ; logre
mos el favor del mundo por toda la vida ; no por eso será larga su
duracion. Apenas caemos enfermos en una cama, cuando el mundo
se acabó para nosotros. Pasemos á ojear en el sepulcro de los gran
des y de los dichosos del siglo ; ¿brilla por ventura el mundo entre
sus podridas cenizas? ¿Qué resta del mundo á la hora de la muer
te? Pues ¡qué extravagancia , qué encanto, qué locura será amar
al mundo, y servirle como esclavo! ¡aprisionarse ; consumirse, ar
ruinarse, y perderse por seguir el espíritu y las máximas del mun
do! Todo el mundo grita contra ellas , y lodo el mundo las sigue.
¡Qué se deberá pensar de esta conducta!

El Evangelio es del capítulo xm de san Mateo.


In illo tempore dixit Jesus discipulis En aquel tiempo dijo Jesús á sos dis»
suis parabolam hanc : Simile est reg- cípulos esta parábola : Es semejante el
num ccelorum thesauro abscondito in reino de los cielos á un tesoro escon-
agro : quem qui invenit homo , abscon- dido en el campo, que el hombre que
dit; et prce gaudio ülius vadit, etven- le halla, le esconde, y muy gozoso de
dit universa quce habet, et em.it agrum ello va , y vende cuanto tiene, y cam-
illum. Ilerum simile est regnum ccelo- pra aquel campo. Tambien es seme-
rum homini negotialori, quarrenlibo- jante el reino de los cielos al comer
nos margaritas. Inventa autem una ciante que busca piedras preciosas ; y
pretiosa margarita, abiit, etvendidit en hallando una, fué, y vendió cuanto
omnia qucehabuit, et emit eam. Iterum tenia, y la compró. Tambien es seme-
simile est regnum coelorum sagena janteel reinodeloscielosá la redechv
missce in mare , et ex omni genere pis- da en el mar, que coge toda suerte de
cium congreganti. Quam, ciim impleta peces, y en estando llena la sacaron ;
esset, educentes, et secus liltus seden- y sentándose á.l» orilla, escogieron los
tes, elegerunt bonos invasa, malos au- buenos. en sus vasijas, y echaron fo*-
tem foros miserunt. Sic erit in consum- ra los malos. Asi sucederá en el fin del
matione sceculi : exibunt Angelí , etse- siglo. Saldrán los Ángeles, y aparta-
parabunt malos de medio justorum. Et ron los malos de entre los justos, y los
mittent.eos in caminum ignis : ibi erit echarán en el horno de fuego : allí ha
DIA XXXI. 619
fletut, et stridor dentium. Intettexistis brá llanto y rechinamiento de dientes.
hcec omnia ? Dicu.nl ei : Eliam. Ait ü- ¿ Habeis entendido todo esto ? Respon-
lis : Ideo omnis scriba doctus in regno diéronle :. Sí. Y les dijo : Por eso todo
calorum , similis est homini patrifami- escriba instruido ene! reino de los cie-
lias, qui proferí de thetauro suo nova los es semejante á un padre de fami-
et vetera. lias , que saca de su tesoro, lo nueve y
lo viejo:

MEDITACION. i
El olvido del último fin es el origen de lo mal que discurren
los mundanos.
Punto primero. — Considera que el mando es ciego , es insea-
sato en el juicio que hace de los bienes y de los males de esta vida.
Si se consulta su espíritu , y si nos hemos de dejar guiar de sus lu-
ees, será preciso decir que todos los Santos se engañaron ; que el
Evangelio y que el mismo Jesucristo carecieron de luz y de discer
nimiento, habiendo errado en todos los principios.
Horrorízase ei corazon solo con oir estas blasfemias. Pero no obs
tante es indubitable; que prácticamente así habla y así discurre el
mundo todos los días. Puntualmente alaba aquello mismo que Jesu
cristo reprueba t y que todos los Santos miraron con horror. Bien
puede el Salvador representar las riquezascomo estorbo de la salva-
cion ; no importa : ni por eso dejará el mundo de idolatrar en ellas :
infaliblemente se incurre en su desgracia luego que se cae en po
breza. ¿De dónde nacen lodos estos desórdenes? del olvido del úl
timo fin.
¿De dónde nace que el dia de hoy discurra el mundo tan poco
cristianamente en medio del Cristianismo? ¿Cuál es el origen de la
ceguedad y de la locura del mundo? No es otro que juzgar de la fe
licidad del hombre solo por respeto á la vida presente , sin pensar
en la futura. Regula sus juicios, sus inclinaciones y sus deseos por
los bienes presentes y sensibles , sin acordarse de los que están por
venir. Fija toda la atencion en lo que hace dulce y acomodada esta
vida, olvidado enteramente de las funestas consecuencias que quizá
se seguirán. Los sentidos son sus oráculos ; toda su felicidad la colo
ca ea los bienes de esta vida , como si ella fuera el lugar de su des-
canso^ como si las criaturas fuesen su último fin ; esta es la verda
dera locura del mundo.
Este objeto ¿es muy á propósito para contentar mis sentidos, para
satisfacer mis. pasiones,' para lisonjear nú apetito? Luego es. ver
620 MATO
dadero bien. Así raciocina el mundo. Pero ¿se pudiera hablar de otra
manera, si no hubiera mas vida que la presente ? Créese que hay otra,
y con todo eso se habla de la misma suerte. Tal objeto, tal idea, tal
empleo nos parece la mayor felicidad de esta vida , y acaso será la
mayor desgracia de la otra. Darános gusto todo eso por algunos mo
mentos de una vida muy corta , y será la causa de amarguísimos
arrepentimientos por toda la eternidad.
Para hacer juicio recto de la verdadera felicidad de un hombre
que ha de vivir eternamente , ¿nos hemos de gobernar por lo que so
lo dura un brevísimo espacio de tiempo, ó por lo que dura la mis
ma eternidad? ¿No será razon comparar la eternidad con el tiem
po , y los bienes y males temporales con los males y con los bienes
eternos ?
I Cosa extraña ! précianse los hombres de ser sábios, juiciosos, pru
dentes , discretos ; y seguramente que muchos lo son en todo aque
llo que no toca á su eterna salvacion ; pero cuando se trata de ser
dichosos ó infelices por toda la eternidad , entonces no se discurre,
se desbarra. ¿Á qué se atribuirán estos intervalos de locura? Al ol
vido de nuestro último fin. Extrañamente se descamina , se preci
pita, y se pierde el que aparta la vista de esta estrella. jAh, Señor,
y cuántas funestas experiencias me han enseñado esta terrible ver
dad en mis propios descaminos !

Punto segundo. — Considera que se debe mirar la vida presente


y la vida futura como dos diferentes regiones en que el hombre ha
ele entrar sucesivamente; un puñado de dias, un humo que se des
vanece , un sueño que luego se acaba , esa es la medida de esta vida .
La eternidad ; esto es , una duracion interminable , esa es la medida
de la otra. ¿Qué proporcion hay entre estas dos duraciones? Pero
¿qué locura mas insigne , qué mayor extravagancia que poner úni
camente la atencion en este puñado de dias tan poco serenos , tan
poco tranquilos , y no hacer el menor caso de aquella dichosa eter
nidad , que es nuestro último fin ? ¡ Qué insensatez preferir estos
bienes aparentes , estas falsas brillanteces de una vida tan llena de
miserias , á aquella eterna felicidad para la cual fuimos criados !
I Oh mi Dios , y con qué claridad descubrirá la eternidad la imbe
cilidad del espíritu del mundo , y el desacierto de los que se gober
naron por éll ¡Qué sensible , qué palpable , qué evidente se hará
entonces esta locura ! ¡ qué vivir unos pocos dias en libertad , con
alegría ; pero con una alegría tan frivola , tan superficial , tan in
Du xxxi. 621
terrumpida , tan mezclada , y por decirlo así , en una alegría tan
triste , tan amarga como la de esta vida ; y esto para vivir despues
entre arrepentimientos , entre lágrimas , entre suplicios y tormen
tos tan espantosos como son los de la otra! ¡ para vivir en medio de
aquel torbellino , de aquel centro de todos los males por toda la eter
nidad ! Escoged , mundanos ; y si habeis tomado ya vuestro parti
do, si habeis hecho vuestra eleccion, si la vida presente tiene tanto
atractivo para vosotros , si no os merece el menor cuidado la otra,
¿sois prudentes? ¿teneis juicio? ¿discurrís con acierto? ¿sois raciona
les? Tal es la suerte de todos los que pierden de vista su único fin.
Por el contrario, vivir en este mundo un puñado de dias, y vi
virlos en unas lágrimas tan dulces , tan consoladoras como las que
derrama la penitencia , para vivir despues en la vida eterna del Se
ñor, en aquel océano de los mas puros , de los mas santos , de los
mas llenos deleites , herencia segura , suerte dichosa de las almas
fieles ; ¿qué os parece? ¿no será prudencia abrazar este partido ?
Pues ved ahí el efecto que produce la continua consideracion de
nuestro último fin.
Hácese el mundo mas digno de compasion por lo mismo que se
lisonjea en sus propios errores y desaciertos. ¡ Áh ! y cuánta verdad
es lo que dice el Apóstol (I Cor. i) : que para los hijos de perdicion
todo lo que suena á cruz es necedad y locura ; mas para los escogi
dos esta divina palabra lleva la fuerza de Dios. Verbum enim crucis
pereuntibus quidem stultilia est; iis autem, qui salvi fiunt, id est, no-
bis, Dei virtus est. Ninguno se engañe á sí mismo , añade el Após
tol : si alguno de vosotros es tenido por sábio segun el mundo, que
se haga ignorante para ser sábio, porque la sabiduría de este mun
do á los ojos de Dios es una verdadera necedad : Nemo se seducat :
si quis videtur inter vos sapiens esse m hoc sáculo , stultus fiat ut sit
sapiens (I Cor. 11); sapientia enim hujus mundi, stultilia est apud
Deum. Esta dichosa mudanza es efecto de la gracia, y en cierta ma
nera es fruto de la continua consideracion de nuestro último fin.
Ya , Señor, experimento el dolor y el remordimiento de una ce
guedad que ha sido en mí tanto menos excusable , cuanto ha sido
mas voluntaria. Así es que hasta aquí he pensado , he discurrido y
he hablado siempre de los bienes y de los males de esta vida, segun
los falsos principios , y gobernándome por las aparentes luces del
mundo ; reconozco y detesto mi error, y os suplico , mi Dios , me
concedais la verdadera sabiduría de vuestros verdaderos fieles; por-
40 tomo v.
622 MATO
que de hoy en adelante no quiero gloriarme en otra sabiduría que
en la sabiduría de la cruz.

Jaculatorias. — Líbreme Dios de gloriarme en otra cosa que en


la cruz de mi Señor Jesucristo. (Galat. vi).
Solo es sábio el que guarda los mandamientos , y se aprovecha
de las misericordias del Señor. (Psalm. cv).

PROPÓSITOS.

1 El que no piensa á dónde va , se descamina ; y el que aparta


la vista de su último fin , discurre mal , porque entonces solo le go
bierna la pasion. ¿De dónde nace que tantos hombres sábios á los
ojos del mundo , de tan buen juicio , de tanta capacidad , de tanto
acierto en una resolucion moral , de tanta prudencia en un consejo
político, desbarran tan lastimosamente en su propia conducta? Nace
de que se olvidan de su último fin en sus discursos ; no les falta luz,
pero les falta la voluntad ; apartan los ojos de su último fin muy de
propósito. Evita este desorden ; extraña cosa es caminar dia y no
che los veinte , los treinta , los ochenta años sin pensar siquiera á
dónde se va. Todos somos caminantes ; pues acordémonos de cuál
ha de ser el término de nuestro viaje y el fin de nuestros pasos.
Considera todas las noches que aquel dia hiciste una jornada, y que
esa menos te falta para llegar al término. No emprendas cosa algu
na sin preguntarte á tí mismo : Quid hwc ad wternitatem? Y esto ¿de
qué servirá para la vida eterna? Así lo practicaron muchos Santos:
practícalo tú como ellos.
2 ¿ Das buenos consejos á tus hijos y á tus criados ? pues date
esos mismos á tí propio. ¿Corriges una falta? ¿reprendes una accion?
pues guárdate bien de incurrir en lo que reprendes y corriges. Me-
dice, cura te ipsum. (Luc. iv) : Médico, cúrate á tí propio. Esto es lo
que tácitamente dicen los hijos , los criados , los súbditos , los oyen
tes á todos los que dan buena doctrina, y na se aprovechan de ella.
Cometer las faltas que se reprenden en otros , no hacer lo que se
aconseja á los demás , es hipocresía , es hazañería , es como ma
marrachada en punto de religion , y á todo hombre de entendimien
to le enfada mucho. ¡Qué confusion, qué vergüenza padecerán al
gun dia aquellos directores y predicadores que mostraron á otros el
camino del cielo, y ellos no le quisieron seguir ; que echaron sobre
día xxxi. 623
oíros cargas muy pesadas , y ellos no las tocaron con el dedo ; que
fueron como metal cóncavo y campana sonora , voz , ruido y nada
mas ! Avergüénzate de no practicar lo que enseñas a otros : Ceepit
Jesus facere et docere. ¿Quieres que tus sermones , que tus conse
jos sean eficaces? pues haz aquello mismo que enseñas.

FIN DEL MES DE MAYO.

Nota. La aprobacion del Ordinario se hallará en el último tomo.


40*
ERRATAS.
PAGINA. LÍNEA. DICE. LÉASE.
62 última SOSTENO Y ÜGON, SOSTENEO T ÜGl'CCIO
78 32 0 Cruce 0 Crux
143 8 dexteram dexteram tuam
188 in oratione et in oratione
409 as in cujus et in eujui
Nota. En la pág. S29 , lín. 4 , que dice : san elbüterio , papa t mártir , corresponde
con su vida á la pág. 822, antes de la de san felipe neri, confesor.
ÍNDICE

DE LO CONTENIDO EN EL MES DE MAYO.

PÁG.
Du I.— San Jeremías, profeta .. . 6
San Saturnino , mártir de Mérida 7
San Orencio , y santa Paciencia , padres de san Lorenzo. ... 7
San Segismundo , rey de Borgoña 11
San Felipe, y Santiago el Menor, apóstoles 16
Himno 23
El Evangelio y Meditacion : Del conocimiento y amor de Nues
tro Señor Jesucristo 27
Día II.— El glorioso triunfo de los santos Monjes cartujos, mártires,
en Inglaterra 32
San Félii, diácono 44
Los santos Simplicio y Ambrosio, mártires 44
La beata Mafalda, esposa del rey don Enrique I de Castilla. . . 44
San Atanasio, patriarca de Alejandría 45
El Evangelio y Meditacion : Del temor de Dios 68
Día III. — Los santos Alejandro, papa, Evencio y Teodulo , presbíteros
y mártires 63
San Juvenal, obispo de Narni 66
La Invencion de la santa Cruz 66
Himno 72
El Evangelio y Meditacion : Del mérito de los trabajos. ... 75
Día IV. —Santa Mónica, madre de san Agustin 80
El Evangelio y Meditacion : De la sincera voluntad de entregarse
á Dios 89
Día V. — San Angel 6 Angelo, mártir, religioso carmelita 94
La conversion del gran padre y doctor de la Iglesia , san Agustin. 104
El Evangelio y Meditacion : De los frivolos pretextos que se opo
nen á la pronta conversion de los pecadores 124
Día VI.—San Juan Damasceno, confesor 130
La fiesta de san Juan ante portam Latinam 135
El Evangelio y Meditacion: Que el despeño en los mayores des
órdenes, y en los precipicios mas funestos , nace frecuente
mente del desprecio de las cosas pequeñas 142
Día VII.—San Benedicto II, papa y confesor 148
San Sixto y Eovaldo, llamado en vulgar catalán, san Hou. . . 149
San Estanislao, obispo y mártir 150
626 ÍNDICE.
El Evangelio y Meditacion : La desdicha de una vida ociosa é
inútil 159
Día VIII. — El beato Domingo, confesor 164
La Aparicion de san Miguel arcángel 165
El Evangelio y Meditación: Bel escándalo 171
Día IX.—San Gregorio , obispo de Ostia 176
San Gregorio Nazianceno, obispo 179
El Evangelio y Meditacion : Del escándalo que se da con la per
severancia en las faltas 190
Día X.—San Job, profeta 19*
Los santos Gordiano y Epímaco, mártires 198
El beato Nicolás de Albergato , cartujo , arzobispo y cardenal,
confesor 199
Responsorio. 201
San Antonino, obispo 202
El Evangelio y Meditación : Del retiro espiritual 209
Día XI. --San Mamerto, obispo 21*
San Mayolo ó Mayeul, abad de Cluny 216
San Eudaldo , mártir 222
San Anastasio, mártir, patron de Badalona en Cataluña. . . . 225
Himno 227
El Evangelio y Meditacion : De la falsa alegría del mundo. . . 229
Día XII.— Los santos Nereo y Aquileo, y santa Domitila, mártires. . 233
San Pancracio, mártir. . 237
San Epifanio, arzobispo de Salamina , confesor 239
Santo Domingo de la Calzada, confesor 241
El Evangelio y Meditación : Sobre los efectos maravillosos de la
caridad 251
DiaXUI.—San Juan Sileaciario, obispo y confesor 367
Santa Argentea y san Vulfura, mártires en Córdoba 262
San Segundo , obispo y patron de Avila 265
El Evangelio y Meditacion: Sobre las conversaciones, sus utili
dades ó peligros 276
Día XIV.— San Bonifacio , mártir 281
San Pacomio, abad y confesor 286
San Poncio , mártir 293
San Pio V, papa y confesor 293
El Evangelio y Meditacion : Cuánto importa no despreciar las co
sas pequeñas 301
Día XV San Witesindo , mártir de Córdoba 307
Sao Mancio, mártir 308
San Isidro labrador, patron de Madrid 310
El Evangelio y Meditación : Qué fruto» espera Dios de nosotros. 328
Día XVI.— San Ubaldo, obispo. . . » 332
El beato Gil, confesor. . , 336
San Juan Nepomuceno , mártir 343
El Evangelio y Meditación : Sobre los daños de la vana curio
sidad 357
Día XVII.—San Pascual Bailón 362
íNDICE. 627
El Evangelio y Meditacion : Sobre los bienes de la humildad. . 371
Día XVIII.—San Féliide Cantalicio, capuchino 377
San Venancio , mártir 383
El Evangelio y Meditacion : De la vida estéril en buenas obras. 387
Día XIX.— San Ivo, presbítero y abogado 391
San Pedro Celestino, papa y confesor 395
El Evangelio y Meditacion : Se debe dejar todo, y todo se debe
sacrificar por Dios 403
Día XX.—San Baudilio, mártir, llamado en vulgar catalán, san Boy. 407
Rcsponsorio 409
San Bernardino de Sena, del Órden de san Francisco 409
El Evangelio y Meditacion : De la devocion al santo nombre de
Jesús 419
Día XXI. — San Hospicio ó san Sospis , recluso de Provenza, confesor. 423
San Secundino, mártir 428
La Conmemoracion de los fieles difuntos 429
El Evangelio y. Meditacion : Del estado á que nos reduce la
muerte 435
Día XXII. — Santa Rita de Casia 440
San Fulco, confesor 447
Santa Julia, virgen y mártir 447
San Athon 6 Atton Pacense, obispo 452
Santa Quiteria, virgen y mártir 453
El Evangelio y Meditacion: De la ceguedad interior 458
' Día XXIII. —San Epitacio y san Basileo , mártires 463
San Eutiquio y san Florencio , monjes 464
La Aparicion de Santiago apóstol 465
Himno. . 470
El Evangelio y Meditacion : Sobre la ingratitud.. ' 474
Día XXIV. — Santa Afra , mártir 480
San Torcuato, obispo y mártir 480
El Evangelio y Meditacion : Sobre la perfeccion de la ley evan
gélica 491
Día XXV. — San Genadin, obispo de Astorga 497
San Gregorio VII, papa y confesor 500
San Urbano, papa y mártir 506
Santa María Magdalena de Pazzis, carmelita de la regular obser
vancia 507
Himno 514
El Evangelio y Meditación : Del desprecio de las cosas pequeñas. 518
Día XXVI.— San Felipe ISeri, confesor 522
San Eleulerio , papa y mártir ; 529
El Evangelio y Meditacion: Del fervor en el servicio de Dios. . 533
Día XXVII. — San Juan , papa y mártir 537
El venerable Beda, confesor y padre de la Iglesia 542
San Eufrasio, obispo y mártir 54o
El Evangelio y Meditacion : De las ilusiones de la penitencia en
la mayor parte de los cristianos 549
Día XXVIII. — San German, obispo y confesor. 554
028 ÍNDICE.
San Justo , obispo de Urgel 858
El venerable Miguel de Arándiga, de la Órden de Montesa,
prior de San Jorge de Alfama 560
San Justo , confesor 861
El Evangelio y Meditación : Que en todo tiempo se debe hacer
penitencia 563
Día XXIX.— San Maximino, obispo de Tréveris 568
San Voto y san Félix, confesores 373
Santo Toribio Mogrobejo , obispo 376
El Evangelio y Meditacion : Sobre la vigilancia cristiana. . . . 591
Día XXX.— San Félix I, papa y mártir 396
San Fernando , rey de Castilla y de Leon 597
Himno 605
El Evangelio y Meditacion: Del beneficio de la creacion. . . . 608
Día XXXI.— Santa Petronila, virgen 612
El Evangelio y Meditacion : El olvido del último fin es el origen
de lo mal que discurren los mundanos. . . ' 619

FIN DEL ÍNDICE.

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