Buenas Practica Scap 4
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Capítulo IV
Manejo de la reproducción
M.C. João P.P. Santos Silva1, Dra. Sara Williams2, Dr. Hernán
Barrales2, Dr. Rui Charneca3, Dr. José Luís Tirapicos Nunes3, Dr.
Carlos García Artiga4, Dr. Yasmin De Loera Ortega4, Dra. Adelfa
García Contreras5
1
Direcção Regional de Agricultura e Pescas do Norte. Rua da República, 133, 5370-
347 Mirandela, Portugal; 2 Facultad de Ciencias Veterinarias (UNLP), CC296, (1900)
La Plata, Argentina. 3Universida de Évora - Instituto de Ciências Agrárias e
Ambientais Mediterrânicas (ICAAM). Apartado 94. 7002-554 Évora. Portugal.
4
Facultad de Veterinaria, Universidad Complutense de Madrid Avda. Puerta de
Hierro s/n 28040 Madrid, España. 5Universidad Autónoma Metropolitana-
Xochimilco, México.
Contenido
Selección de reproductores
Manejo de los reemplazos
Manejo de las cerdas
Manejo de lechones entre el parto y el destete
Manejo del verraco
Método de entrenamiento
Manejo de verracos en monta natural
Manejo del semen
Preparación de dosis
Conservación de las dosis seminales
Referencias
Para citar este capítulo: João P.P. Santos Silva, Sara Williams, Hernán Barrales, Rui Charneca, José Luís
Tirapicos Nunes, Carlos García Artiga, Yasmin De Loera Ortega, Adelfa García Contreras. Manejo de la
Reproducción. En: Susana Verónica del Castillo Pérez, Álvaro Ruíz, Jesús Hernández, Josep Gasa, Editores.
Manual de Buenas Prácticas de Producción Porcina. Lineamientos generales para el pequeño y mediano productor
de cerdos. Red Porcina Iberoamericana. 2012: 40-54.
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Selección de Reproductores
Después de la primera decisión y una vez elegida la genética de base (líneas paterna y
materna), los futuros reproductores deben proseguir un buen crecimiento y
entrenamiento hasta la pubertad, edad de entrada en la reproducción. Es aquí donde
las nulíparas y jóvenes verracos serán escogidos individualmente constituyendo la
base y el futuro de la explotación. La calidad genética de sus hijos en relación con el
sistema de producción y el manejo animal determinará la eficacia de la reproducción,
la eficiencia de la producción de carne y la calidad de los productos finales.
Antes de conocer la habilidad del animal para reproducir (libido, capacidad de salto,
la calidad del semen, ovocitos o la capacidad maternal), la elección de reproducción
debe llevarse a cabo en función de los factores que se relacionan con la estrategia de
marketing (características y calidad del producto), con la eficiencia de la producción
y la adaptación de los animales a los sistemas de producción animal y manejo
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(comportamiento animal y la rusticidad). Es desde aquí que las grandes líneas deben
empezar a elegir el tipo de animales para mantener a la reproducción - razas, líneas y
familias, en función de las características de los objetivos del producto y de mercado,
la eficiencia económica y los sistemas de producción (Figura 1). Es decir, la selección
genética de los reproductores que a su vez va a determinar la calidad genética de sus
descendientes, los productos económicos reales de las unidades de producción
porcina.
El hecho de que las diferentes razas y diferentes cruces también producen diferentes
productos con diferente calidad y eficiencia, implica que se tenga un conocimiento
previo de este asunto, a saber, el efecto de las diferentes razas y cruces en los
procesos y productos finales. Este tema que no podemos discutir en este capítulo,
pero que tiene que ver con las diferencias y los fenómenos de la complementariedad
entre las razas y con el fenómeno del vigor híbrido o Heterosis. Por regla general
cuando se utilizan cruces de diferentes razas, la selección de caracteres reproductivos
cobra mayor importancia en la línea materna, mientras que el carácter económico y
calidad de la carne adquieren mayor importancia de la selección genética a través de
la línea paterna. A título descriptivo se resume en el Cuadro 1, los caracteres
principales de interés económico en la producción porcina, y que se deben considerar
en la selección de genotipos de la ganadería.
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Uno de los mayores desafíos actuales que se presentan con el manejo de los
reemplazos, es la adaptación al nuevo material genético. Hay que tener en cuenta que
estos animales son el futuro de nuestra granja. La búsqueda de animales más magros
y de mayor prolificidad, ha llevado a tener cerdas de reemplazo de un tamaño
corporal adecuado, en detrimento de la madurez sexual. Los desafíos actuales para la
reposición son:
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Primerizas
Primer servicio: para el primer servicio de las hembras de reemplazo
(primerizas) debemos controlar si reúnen las siguientes condiciones: 1) Peso:
el que debe ser de 130-140 kg; 2) Edad: entre los 210 y 240 días (entre 7 y 8
meses); 3) Espesor de grasa dorsal: medido en el punto P2 (entre la última
costilla y primer vértebra lumbar) deber ser entre 18 a 20 mm (dependiendo
de la línea genética); 4) Número de celo: alcanzado por lo menos el 3º celo,
para asegurar un mayor desarrollo del aparato genital, que influirá en la tasa
de ovulación y largo de cuernos uterinos.
A continuación, deberá planificarse la introducción en las bandas. La
introducción de las hembras de reemplazo en una banda (lote de hembras de la
cuota de servicios), puede hacerse en forma natural (cuando coincide el celo
de la hembra de reemplazo con los servicios) o puede llegar a recurrirse al uso
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Multíparas
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Gestantes
Parto y Lactancia
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Tanto los centros de Inseminación Artificial (CIA) como las granjas que disponen de
verracos y realizan la técnica de Inseminación artificial (IA), tienen como objetivo,
optimizar la vida productiva de los machos. Por lo tanto, se hace necesario un
protocolo de manejo que tenga presente tanto al semental (características anatomo-
fisiológicas y de comportamiento), como factores externos (medio ambiente,
nutrición, sanidad). En este capítulo se ha considerado como puntos esenciales de
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Para el alojamiento del verraco debe contemplarse el bienestar animal (por ejemplo
como lo establece la actual Normativa Europea) Las verraqueras deben estar ubicadas
y construidas de forma que los machos puedan darse la vuelta y además les permita
tener contacto audio-visual y olfativo con el resto de sementales. La superficie
mínima de la jaula o box será de 6,0 m2. Si dicha estructura va a ser utilizada para
monta natural, la superficie recomendada para dicho fin, debe tener 10 m2 como
mínimo. El local destinado para los machos debe estar separado de la cerdas, siendo
lo más recomendable construirlo independiente a la nave o galpón de gestación con lo
que conseguiremos un mejor control en relación a la bioseguridad del mismo.
Existen distintos tipos de suelo, todos tienen sus ventajas e inconvenientes, algunos
permiten invertir menos tiempo en la limpieza. Por lo tanto, debemos determinar en
primer lugar la genética y el tipo de conformación de semental con el que vamos a
trabajar y así establecer el tipo de suelo y cama que mejor se adapte a nuestras
necesidades. Entre las condiciones ambientales que podemos indicar como favorables
están: temperatura óptima: 20°C con slat total y 13°C sobre cama; temperatura
máxima: 27°C; 75% de humedad relativa a 25°C; ventilación: 30 m3/hora, mínimo y
entre 150 a 200 m3/hora, máximo en verano; velocidad del aire: menos de 4 m/s en
verano y menos de 1,5 m/s en invierno; calefacción: 250 w; caudal de los bebederos:
3 l/min.; iluminación natural de buena calidad completada por iluminación artificial
hasta un total de 12-14 h de luz.
Sala de entrenamiento/recogida
Esta sala debe tener unas dimensiones que permita al verraco centrar toda su atención
en el maniquí. El diseño de la misma dependerá si es un CIA o si se ubica en la
propia granja. En un centro de inseminación unos de los puntos que inciden
directamente en la productividad del mismo, es el tiempo que tarda el animal en
eyacular. Por esta razón, el diseño de la sala debe permitir ahorrar el mayor tiempo
posible en cuanto al manejo de los animales tanto a la entrada como salida de la sala
de recogida. Debemos disponer de una alfombrilla antideslizante de tal manera, que
el animal se sienta seguro en todo momento.
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Método de entrenamiento
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Para finalizar este capítulo, no podemos olvidarnos del papel fundamental que tiene el
técnico, operador o cuidador en todo este proceso, tanto en monta natural como en
inseminación artificial. Debe tener una buena predisposición (mucha paciencia) para
entrenar a los verracos. En primer lugar deberá ganarse la confianza de sementales.
Además, es muy importante que conozca el comportamiento sexual del verraco y
pueda valorar las reacciones de los mismos frente al maniquí para establecer el mejor
plan de trabajo en el entrenamiento. De esta forma, los resultados no tardarán en
llegar.
Extracción seminal: En primer lugar, hay que tener en cuenta que todo el material que
va a estar en contacto con el eyaculado debe estar limpio, esterilizado y atemperado a
37ºC. Antes de comenzar la extracción, debemos limpiar la bolsa prepucial que
normalmente contiene resto de orina y puede contaminar el semen. Generalmente se
utiliza el método de recolección de la mano enguantada (doble guante). Actualmente,
existen en el mercado dos tipos de potros de recogida automáticos que reducen
notablemente la contaminación del eyaculado. El volumen de fracción espermática
(color blanco lechoso) varía entre los 50 a 150 ml. Al sujetar horizontalmente el pene,
el eyaculado cae directamente sobre el vaso de recogida, donde se ha colado una gasa
que filtra la presencia de grumos gelatinosos (tapioca), impidiendo la gelificación del
contenido seminal. Una vez obtenido el eyaculado, debe llevarse inmediatamente al
laboratorio para su contrastación y procesado, evitando en todo momento choques
térmicos, manteniendo la muestra de eyaculado a 37ºC en el baño de María.
Contrastación del eyaculado: El espermiograma es fundamental para detectar
problemas de subfertilidad e infertilidad en los verracos. Con este control,
optimizamos el uso de verracos con mayor capacidad fecundante. El examen rutinario
abarca una serie de características macroscópicas (color, olor, volumen) y
microscópicas (motilidad, concentración, formas anormales, acrosomía, aglutinación
y contaminación).
Preparación del diluyente: El diluyente debe reunir una serie de características que
aporten a la célula espermática: un sustrato energético, sistema tampón, estabilización
de la membrana y antibióticos, de tal forma que permita mantener la capacidad
fecundante de los mismos durante varios días. Existen diluyentes de larga duración
(hasta 7 días de conservación) y diluyentes que conservan el semen refrigerado 48-72
h. El agua utilizada debe reunir también una serie de requisitos imprescindibles como
son: conductividad (microSiemens/cm)= 1; pH= 5 a 5,7; recuento bacteriano
(ufc/ml)= 0 a 10; una presión osmótica (mosmoles)= 0. El diluyente en polvo se debe
disolver en el volumen adecuado de agua a 37ºC, almacenado en un recipiente
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Preparación de dosis
Referencias
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