Apuntes de Metodología de La Historia - Zuluaga
Apuntes de Metodología de La Historia - Zuluaga
Apuntes de Metodología de La Historia - Zuluaga
Francisco U. Zuluaga R.
Profesor Titular
Borrador
1
Índice
Introducción ………………………………………………………………… 3
2
Introducción
En el texto que estoy presentando, se procura entregar unas notas sobre los
procedimientos y las acciones que se ejecutan en el ejercicio del oficio del
historiador, en un orden lógico de sucesión de las acciones (heurística / crítica /
hermenéutica), sin que ello signifique que acciones de cualquiera de los tres
órdenes no puede realizarse en cualquier momento.
3
Luis González González
4
Capítulo I
Los conceptos generales
Historia, un vocablo, una palabra de uso cotidiano que, sin mayores prevenciones
aceptamos como inmediatamente comprendida y cuyo significado nos parece
perfectamente diáfano. Historia, una palabra que brota de nuestros labios para
evocar tanto nuestras experiencias pasadas como los relatos que de tiempos
remotos nos hacían los abuelos. Historia, también una evocación de tiempos
recordados como mejores, o cúmulo de hechos y de experiencias que cimientan el
quehacer actual. En fin, un término que tiene tanta validez cuando se la asume
para explicarnos los procesos sufridos en la conformación del Universo hasta hoy,
llamándose Historia Natural, como cuando se la restringe a los hechos y
acontecimientos protagonizados por una sola especie, la humana.1 Además,
utilizamos el mismo vocablo para referirnos a la disciplina que estudia ese
acontecer de la naturaleza o de los hombres, restringiéndola cada vez más al
estudio de lo sucedido a los hombres y a la humanidad.
Historia / historia
1 El tema de lo que bien pudiéramos llamar “la polisemia del término historia”, se desarrolla en casi cualquier
Introducción a la historia, y con mayor profundidad en Reinhart Koselleck, historia/Historia, Mínima Trotta,
Madrid, 2004; también en Alfred Stern, La Filosofía de la Historia y el problema de los valores, EUDEBA,
Buenos Aires, 1963.
5
Para establecer tal distinción recurrimos a Reinhart Koselleck quien nos dice:
Este proceso de formación del colectivo singular se entiende mejor cuando tal
colectivo lo encontramos bajo la denominación de localidad.
Local / localidad
2
Reinhart Koselleck, historia/Historia, Mínima Trotta, Madrid, 2004, p. 27.
6
Hay un desfase creciente entre los conceptos y la realidad que
describen, por un lado, y entre los conceptos y las palabras que los
expresan, por otro.3
Otro elemento que se debe tener en cuenta es el que, sin dejar de lado la reflexión
sobre los acontecimientos, el imperativo inmediato es la disciplina, recordando
que, la forma de hacer historia a que aquí nos referimos con el nombre de Historia
local, en la práctica disciplinar cobija varias maneras de considerar lo acontecido
en comunidades ò núcleos específicos de análisis, preocupándose por cualquier
actividad humana, recuperando simultáneamente el análisis y la narrativa,
llamando la atención sobre la cultura popular, dando lugar a una historia donde
quepan tanto los movimientos colectivos como las acciones individuales y tanto las
tendencias como los acontecimientos.4 Todo ello con apertura a: la
interdisciplinariedad, todo tipo de fuentes, el punto de vista de la gente corriente y
la subjetividad necesaria para que, en el discurso historiográfico, no se muera la
vida.
3
Reinhart Koselleck, historia/Historia, Mínima Trotta, Madrid, 2004, p. 18.
4 Un balance de varias de las formas de hacer historia que aquí se cobijan bajo la denominación de Historia Local, se
encuentra en: Peter Burke (ed.), Formas de hacer historia, Alianza Universidad, Madrid, 199.
7
Aunque tal vez ninguna de las diferentes tendencias5 recogidas bajo la
denominación de Historia Local cumple con todas las características señaladas, lo
que contribuye a darles sus respectivas especificidades, todas participan –a su
manera- en mantener la consigna (utópica) de la “Historia total”; entendida esta
“totalidad”, no como la totalidad de la Historia o de las Historias sino, como el
conocimiento de una historia específica en todos sus aspectos y dimensiones.
5 En otro lugar hemos señalado estas tendencias. Algunas de ellas son: Microhistoria, Historia desde abajo, Historia
Popular.
8
o lugar desde el que se reconoce con otros y otras comunidades, tomando lugar
dentro de la diversidad.
8 Clifford Geertz, Reflexiones antropológicas sobre temas filosóficos, Paidós, Barcelona, 2002, p.
103.
9 El “gestarse histórico” se utiliza aquí a la manera como Martín Heidegger lo entiende al definir historia como: “...historia es
aquel específico gestarse del ser-ahí existente que acontece en el tiempo, pero de tal suerte que como historia vale en
sentido preferente el gestarse ‘pasado’ y al par ‘tradicional’ y aún actuante, todo en el ‘ser uno con otro’, Martín Heidegger,
El Ser y El Tiempo, 2ª ed., segunda reimpresión, Bogotá, F.C.E., 1995, p. 409.
9
Esta forma de ser del hecho histórico local, fundamentalmente construido como
hecho social acaece, originariamente y como hecho factual, en el tiempo
cronológico, pero como histórico se da en el proceso de construirse socialmente
en un tiempo propio de su gestarse, aún dentro del tiempo cronológico, en un sitio
en el que se hace local de la localidad en que es situado.
“El ser-ahí fáctico necesita y usa, aún sin haber desarrollado una
historiografía, el calendario y el reloj. Lo que se gesta ‘con él’, lo
experimenta como gestándose ‘en el tiempo’ ”.10
Así, lo local es temporal e histórico desde sus orígenes pero sólo, cuando y en la
medida en que se hace consciente de su propia permanente gestación, cuando se
abre a sí mismo para explicarse como proceso acaecido, se percata de su
historicidad y se dispone a ser reconocido y explicado, a ser objeto de un
conocimiento historiográfico que forma parte y es expresión de ese gestarse
histórico.
10 Ibíd., p. 407
10
Sin embargo, con mucho, es más difícil lograr la proeza de vernos a
nosotros mismos entre los otros, como un ejemplo local más de las
formas que localmente adopta la vida humana, un caso entre otros
casos, un mundo entre otros mundos, que no la extensión de la mente,
sin la que la objetividad es mera autocomplacencia y la tolerancia un
fraude11
11
Clifford Geertz, Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas, Ed.
Piados, Barcelona, 1994, p. 27.
11
Es aquí cuando, en un proceso de conocimiento de la historia (con minúscula) por
parte de la Historia (con mayúscula), se funden una y otra para producir la
representación del pasado y su correspondiente relato histórico. Una fusión en la
que el pasado, mediante las fuentes y los procedimientos metodológicos de la
Heurística y la Crítica, se pone a disposición del historiador para que él establezca
los hechos individuales en su facticidad y descubra el entramado que en su
hacerse sociales los vincula como colectivo y como tal fundarse en localidad. Ese
momento en que se agolpan ante el historiador los hechos individuales y los
individuos de un pasado, en una interacción que funda y promueve lo colectivo,
es el instante del desvelamiento de la historia local como piedra angular de toda
Historia y como única instancia en que el historiador se encuentra ante un pasado
que percibe como presente-pasado-concreto-integral, cuyo conocimiento
propugna por una utopía, la historia total. Esta Historia, además, debe percatarse
y tener presente que el proyecto del colectivo singular no se agota en él; que como
tal pro-jectum debe reconocer que su colectivo singular es con otros colectivos
singulares, de los cuales se diferencia pero con los cuales participa en la
diversidad.
Historia local
12
disciplinas, especialmente de la antropología y la sociología, poniendo en
evidencia un vacío advertido por Luís González en los siguientes términos:
Por lo tanto, examinaremos los autores más reconocidos en torno a este tipo de
historia.
Aunque el término fue acuñado en 1959 por Geoge R. Steward, definiéndolo como
un examen detallado de un acontecimiento, a propósito de un estudio sobre la
Batalla de Gettysburg; sólo en 1968 –sin mucho conocimiento de lo que sobre
microhistoria se estuviera dando en otras latitudes- Luís González publicó Pueblo
en Vilo, obra que desde entonces ha sido paradigmática de microhistoria en
América Latina.
12
Luís González G., “El arte de la microhistoria”, Ponencia presentada al Primer Encuentro de
Historiadores de Provincia, San Luís Potosí, 26 de Julio de 1972. Se encuentra en: http://
omega.ilce.edu.mx:3000
13
En un comienzo, en el prólogo a la primera edición, el autor no tiene una noción
muy clara sobre el tipo de historia que se adelanta. Al tema lo considera de poca
cobertura geográfica y de larga temporalidad13, pero lo legitima por su tipicidad.
De este pueblo se busca referir una historia que contemple todas las facetas,
todas las direcciones, todas las actividades:
13
Dice González: “El objeto de esta historia se desenvuelve en un ámbito estrechísimo, en una
superficie de 231 kilómetros cuadrados,...”. “La estrechez geográfica del tema contrasta
aparentemente con la amplitud cronológica. Es una historia que recorre cuatro siglos...”, en: Luís
González, Pueblo en Vilo. Microhistoria de San José de Gracia, El Colegio de México, México,
2ª. Edición, 1972, p. 1.
14
Luís González, Pueblo en Vilo. Microhistoria de San José de Gracia, El Colegio de México,
México, 2ª. Edición, 1972, p. 2.
15
Ídem., p. 4.
14
Es decir, se trató de alcanzar una representación holística, total. Además, asume
una posición intermedia frente al debate sobre el papel de lo individual y lo
colectivo en la historia, así como procura evitar lo anecdótico sin negarle
totalmente su función complementaria en la comprensión de los hechos.
15
que a formas similares de hacer historia se ha dado en otras latitudes ( historia
local, petit histoire, historia anecdótica, historia regional, historia urbana, geografía
histórica, historia anticuaria y minihistoria), busca otros nombres como Historia
matria, historia yin, metrohistoria y historia parroquial, para quedarse finalmente
con el termino de microhistoria alternado con el de historia matria. Continúa
examinando este tipo de práctica historiográfica, sustenta su antigüedad y propone
una tipología de los microhistoriadores, a partir de su comportamiento.
18
Ídem.
16
labor mecánica de acumulación de textos y datos cuyo ordenamiento cronológico
daría cuenta de una historia.
19
Ídem.
17
Busca ser hombre de ciencia a la hora de establecer los hechos, y se
convierte en artista en el momento de trasmitirlos.20
20
Ídem.
21
Ídem.
18
Es bueno resaltar aquí la primera frase: “La patria chica es la realización de la
grande”. Así se establece una distinción clara: la patria chica es la puesta en
realidad concreta de la patria grande que solo existe en la medida en que su
enunciado se materialice en la patria chica. También, en relación con el tiempo, la
sombra de la macrohistoria lo hace recuperar y reivindicar la obsesión por los
orígenes y el ritmo lento, negando de alguna manera la posibilidad de dinámicas
intensas en el nivel local. Para justificarlo trae a cuento dos tipos de historia
general: la historia monumental y la historia crítica, de las que dice:
Aunque en gran medida es cierta esta diferencia, no debe expresarse en forma tan
rotunda. Una localidad no puede renunciar a hechos o acciones, dadas en su
seno, con trascendencia en un mundo más amplio; tampoco puede negarse a las
posibilidades de análisis cuantitativos cuando se goce de fuentes que recojan tal
información. Sin reducirse a lo modesto y recuperando lo pueblerino, si necesita
proclamar, como lo hace, que:
22
Ídem.
23
Ídem.
19
Y, tras esta justificación, reivindica el valor de la singularidad de los hechos, del
individuo en comunidad, de lo religioso y lo militar cotidiano, en fin de todas
aquellas cosas que se recogen desde perspectivas más abstractas en otras
historias. A este propósito, señala:
24
Ídem.
25
Ídem.
20
verosimilitud de los hechos del pasado con que se cuenta. El autor realza y
reclama que el microhistoriador debe pensar con alguna frecuencia:
".... que las huellas, las reliquias y los documentos me engañan ora
porque no son lo que aparentan, ora porque sus autores fueron
engañados, ora porque quisieron engañarme, y por lo tanto, no debo
prescindir del rigor crítico, del trato duro, de la malicia y el odio".26
26
Ídem.
27
Ídem.
21
Los hechos pasados, si son reunidos sin arte, son meras
compilaciones, y las compilaciones sin duda pueden ser útiles, pero no
son historia, así como la simple adición de mantequilla, huevos, patatas
y perejil no es una omelet28.
Pero esta etapa, acerca de la cual González quiere presentarse tan pragmático
que llega a decir: “En microhistoria no vale la pena teorizar y abstraer”, comprende
–para el mismo autor- la composición del trabajo que se ha de presentar como
resultado.
Tras esta averiguación, con Luís González, la historia local vista como
microhistoria:
1.- Tiene como objeto y ámbito natural un poblado y todo lo a él relativo. La patria
chica es la realización de la patria grande.
28
Citado por Luís González en: Luís González G., Invitación a la Microhistoria, en:
http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/fondo2000/vol1/otra-invitacion/html/1.html
29
Luís González G., Invitación a la Microhistoria, en:
http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/fondo2000/vol1/otra-invitacion/html/1.html
22
2.- Enfrenta el objeto en su totalidad para construir una historia total de una
localidad.
4.- Sus fuentes son de todo orden: escritas, orales, imágenes, documentos y
entrevistas, experiencias personales.
30
Ginzburg, Carlo. El Queso y los Gusanos, Muchnik Editores, Barcelona, 1981
31
Le Roy Ladurie, Emmanuel. Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324, Taurus, 1988.
23
común denominador la asunción de la narratividad en el discurso histórico y
buscar “reconstruir un fragmento de lo que se ha dado en llamar ‘cultura de las
clases subalternas’ o ‘cultura popular’32. De igual manera, es notoria la
aproximación de esta tendencia a la antropología y a algunos conceptos propios
de esta disciplina.
Carlo Ginzburg reconoce cómo este hecho contribuye a las nuevas formas que
adopta la historia local:
32
Ginzburg, Carlo. El Queso y los Gusanos, Muchnik Editores, Barcelona, 1981, p. 14.
33
Ídem.
34
Clifford Geertz, La Interpretación de las culturas, Gedisa, Barcelona, 1995, Pág., 88.
24
En otro lugar dice que la cultura es…
Vernos a nosotros mismos como los otros nos ven puede ser revelador.
Ver a los otros como parte de una naturaleza que también es la propia
constituye un hecho de la más elemental decencia. Sin embargo, con
mucho, es más difícil lograr la proeza de vernos a nosotros mismos
entre los otros, como un ejemplo local más de las formas que
localmente adopta la vida humana, un caso entre otros casos, un
mundo entre otros mundos, que no la extensión de la mente, sin la que
la objetividad es mera autocomplacencia y la tolerancia un fraude. Si a
la antropología interpretativa le espera alguna tarea en el mundo, es
mantener viva esa verdad fugitiva36.
35
Ibidem., 144.
36
Clifford Geertz, Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas, Ed.
Piados, Barcelona, 1994, p. 27.
25
Así, se sugiere que lo local no está fuera de nosotros, fuera de una (nuestra)
cultura, lo local está en nosotros siendo nosotros con y entre los otros, con los
demás, sabiéndonos un caso entre otros casos y un mundo entre otros mundos.
De esta manera se libera lo local, la localidad, del imperativo de definirse
necesariamente por el espacio físico y se abren nuevas posibilidades.
37
Mijail Bajtín, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de
Francois Rebeláis, Alianza Universidad, Madrid, 1990.
26
Por su parte, Le Roy Ladurie utiliza una pieza documental única: el Registro de
Inquisición de Jacques Fournier, para narrarnos la historia de treinta años de una
pequeña aldea de los Pirineos, entre 1294 y 1924. El Registro en mención,
“....contiene, entre otras cosas las largas declaraciones de más de veinticinco
personas originarias de Montaillou y sus alrededores”.38 La recolección de estas
declaraciones muestra un Fournier que, al decir de Le Roy Ladurie...
38
Emmanuel Le Roy Ladurie, Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324, Taurus, Madrid, 1988.
39
Emmanuel Le Roy Ladurie, Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324, Taurus, Madrid, 1988,
p.16.
27
de los detalles de la declaración de los campesinos se recrea el diario vivir de una
aldea y también se descubre un universo. El mismo Le Roy Ladurie nos dice:
Para confirmar que las décadas de los 1960’s y 1970’s fueron especialmente
pródigas en las formas de hacer historia que hoy recogemos bajo la calificación de
Historia local, en otro lugar, con principios y propósitos un poco diferentes, surgió
el grupo dedicado a la “Historia Popular” en un “Taller de Historia” que le valió la
denominación de “History Workshop”.
40
Emmanuel Le Roy Ladurie, Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324, Taurus, Madrid, 1988,
p.399.
28
posibilidad de investigación a graduados41. La finalidad de dicha convocatoria la
relató el mismo Samuel:
41
Joseph Fontana, “El grupo de History Workshop y la Historia Popular”, en Raphael Samuel (Ed.),
Historia Popular y Teoría Socialista, Ed. Crítica, Barcelona, 1984, p.7.
42
Raphael Samuel citado por Joseph Fontana, “El grupo de History Workshop y la Historia
Popular”, en Raphael Samuel (Ed.), Historia Popular y Teoría Socialista, Ed. Crítica, Barcelona,
1984, p.7.
43
Raphael Samuel, “Historia Popular historia del pueblo”, en Raphael Samuel (Ed.), Historia
Popular y Teoría Socialista, Ed. Crítica, Barcelona, 1984, pp. 15 – 47.
29
En años recientes la Historia Popular ha dirigido sus esfuerzos
principales hacia la recuperación de la experiencia subjetiva, En la
historia oral se nota el interés abrumador por la reconstitución de los
pequeños detalles de la vida cotidiana; en la historia local se da mayor
importancia a las personas que a los lugares, a la calidad de la vida que
a las peculiaridades topográficas; en la historia laboral se observa el
interés por las formas más espontáneas de resistencia, En términos
más generales, destaca la enorme inventiva que han desplegado los
investigadores en su intento de captar la voz del pasado: las cadencias
del habla vernácula, los giros reveladores que pueden espigarse de las
actas judiciales o de cartas anónimas. Al igual que en la hermenéutica,
el mayor esfuerzo va encaminado a presentar los asuntos históricos tal
como aparecían ante los actores en la época; a personalizar el
funcionamiento de las grandes fuerzas históricas; a aprovechar los
vocabularios contemporáneos; a identificar los rostros de la multitud.44
Con esta amplitud de perspectivas, esta Historia Popular se plantea como una
historia de izquierda, más declaradamente marxista que las anteriores,
definitivamente hostil al estructuralismo, comprometida con una práctica política
definida y con conceptos más elaborados. Por ejemplo, al rechazar la crítica
estructuralista al uso confiado de los documentos, se encuentra la ocasión para
señalar los límites de la documentación y la defensa de su potencial informativo.
44
Raphael Samuel, “Historia Popular historia del pueblo”, en Raphael Samuel (Ed.), Historia
Popular y Teoría Socialista, Ed. Crítica, Barcelona, 1984, p. 20
30
asignamos a nuestros documentos como reflexiones, o guías de los
hechos: no hay ningún mundo “real” del pasado, sólo un retroceso
infinito de disfraces, Es verdad que lo que tenemos en los documentos
no es el pasado, sino sus restos fugitivos que, como dijo el marxista
alemán Walter Benjamín, nos mandan destellos “en un momento de
peligro”. .... y es cierto que la realidad palpable de los documentos que
llegan a nosotros puede hipnotizarnos hasta el punto de confundirlos
con la realidad misma. Pero el historiador no queda necesariamente
deslumbrado por la apariencia superficial de los textos.....45
31
1.- Tiene como objeto y ámbito natural tanto un poblado y todo lo a él relativo
como los espacios, fragmentados o no, donde se lleve cabo la actividad específica
de un grupo de hombres.
2.- Enfrenta el objeto en su totalidad para construir una historia total (holística) de
su objeto o localidad.
4.- Sus fuentes son de todo orden: escritas, orales, imágenes, documentos y
entrevistas, experiencias personales.
32
diluye hasta producirse las Historias Universales como síntesis. En el segundo
caso, al sectorizar el objeto de estudio, en Historias política, económica, jurídica,
etc., se privilegia una de las facetas del mismo y se ignoran las demás,
obteniendo resultados cada vez más analíticos y complejos de la faceta estudiada;
pero al tiempo esos resultados construyen Historias unidimensionales que,
olvidando los demás aspectos, distorsionan las representaciones del pasado en
estudio y se acaba por perder toda referencia al pasado acaecido en un presente
real y concreto.
Quizá es este el lugar para señalar que una clasificación que contemple los
términos historia patria y historia matria, seguramente son aceptables para otras
latitudes, pero, para Colombia debemos considerar que al establecer tipos y
jerarquías de las diferentes formas de hacer historiografía, la historia local se ubica
en la base de una tipología que reconoce otras dos o tres formas historiográficas,
la historia regional en algunos casos, pero definitivamente la historia nacional y la
historia universal. Se diría que en esta clasificación le corresponde a la historia
local lo simple, lo individual y a la historia universal lo complejo y general, siendo la
historia nacional el nivel intermedio entre las anteriores. Pero, estamos
equivocados. Esta tipología obedece a una necesidad específica, la necesidad de
legitimar la noción de nación-estado y dar sustento a los Estados nacionales,
preferentemente Estados republicanos, que recuperaron para sí la noción de
patria como lugar de origen. De esta manera, se distinguió entre patria chica (la
localidad) y la patria grande (la nación), dando lugar a la sinonimia frecuente entre
historia nacional e historia patria., asignándole a ésta el papel de legitimadora de
33
un nuevo orden republicano y sirvió para consolidar los nuevos Estados
nacionales.
Por otra parte se hicieron todos los esfuerzos por negar el orden anterior y se
tendió a historiar desde la independencia, dando realce a los hombres, las
instituciones y los acontecimientos republicanos, lo cual devino en una llamada
Historia Patria que ha contribuido al desarrollo historiográfico del país por sus
aportes documentales y aún analíticos, pero que, como lo indicara Germán
Colmenares:
“... estaba constituida por una narrativa cuyas finalidades eran en gran
parte extrañas a la función del saber histórico. Se trataba de un relato
ritual concebido para exaltar el patriotismo y que configuraba un canon
inalterable de gestas heroicas. De allí que el mayor esfuerzo narrativo
se concentrara en el período de la independencia, aquel del cual podía
deducirse el mayor número de ejemplos de acciones dignas de ser
imitadas.” 47
47
Germán Colmenares, “Perspectiva y prospectiva de la historia de Colombia, 1991”, en: Germán
Colmenares, Ensayos sobre Historiografía, Bogotá, Tercer Mundo, 1997, p. 98
34
2.- El singular colectivo debe entenderse como convergencia de proyectos
singulares individuales o de proyectos singulares colectivos con una relativa
interdependencia.
3.- La singularidad de un colectivo no excluye la diversidad, bien sea para
reconocerse como uno entre otros diferentes, o para reconocer la diferencia entre
varios nosotros.
4.- En la medida en que la Historia Local (historiografía) busque estar presente
ante la historia local (acontecer), en esa medida debe privilegiar la fuente primaria,
documental o no.
5.- La certeza y credibilidad de la Historia local, descansan en el rigor del
tratamiento de las fuentes y el establecimiento de los hechos.
6.- El establecimiento de las relaciones entre los hechos, y entre los hechos y sus
protagonistas singulares individuales o colectivos, son la materia prima para la
interpretación y representación que alcanza la Historia local, para lo cual debe
avanzar en tareas metodológicas y hermenéuticas que más adelante trataremos.
48
Luís González G., “El arte de la microhistoria”, Ponencia presentada al Primer Encuentro de Historiadores
de Provincia, San Luís Potosí, 26 de Julio de 1972. Se encuentra en: http:// omega.ilce.edu.mx:3000
49
Víctor Álvarez, “Consideraciones sobre los pueblos y la vida pueblerina en Antioquia”, en Renzo Ramírez
Bacca (comp.), Historia Local. Experiencias, métodos y enfoques, La Carreta editores, Medellín 2005, pp.
149-183.
En este artículo, Victor Álvarez expresa su percepción de localidad en los siguientes términos: “Sin entrar en
mayores detalles de carácter conceptual, lo que hoy designamos en Colombia con la palabra pueblo se refiere
a una comunidad local. Esa comunidad local se identifica, entre otros componentes, por un espacio
determinado constituido por un núcleo urbano y un entorno rural circundante, y por una red de relaciones
económicas, sociales, políticas y culturales que se materializan en diversas formas, entre las que sobresalen
una organización político administrativa y una organización social.” P.149.
35
En años recientes la Historia Popular ha dirigido sus esfuerzos
principales hacia la recuperación de la experiencia subjetiva, En la
historia oral se nota el interés abrumador por la reconstitución de los
pequeños detalles de la vida cotidiana; en la historia local se da mayor
importancia a las personas que a los lugares, a la calidad de la vida que
a las peculiaridades topográficas; en la historia laboral se observa el
interés por las formas más espontáneas de resistencia. En términos
más generales, destaca la enorme inventiva que han desplegado los
investigadores en su intento de captar la voz del pasado: las cadencias
del habla vernácula, los giros reveladores que pueden espigarse de las
actas judiciales o de cartas anónimas. Al igual que en la hermenéutica,
el mayor esfuerzo va encaminado a presentar los asuntos históricos tal
como aparecían ante los actores en la época; a personalizar el
funcionamiento de las grandes fuerzas históricas; a aprovechar los
vocabularios contemporáneos; a identificar los rostros de la multitud.50
Una mirada similar es la que se tiende sobre singulares colectivos cuya localidad
no está dada por un ejercicio de territorialidad, sino por el esfuerzo de construir y
conservar formas de organización social, de vida, de cultura, y cuyo desarrollo
obliga al historiador a utilizar –primordialmente- fuentes orales. Este es el caso de
Historias étnicas, Historias de grupos o pueblos reconocidos por actividades
específicas como los campesinos y los artesanos.
50
Raphael Samuel, “Historia Popular historia del pueblo”, en Raphael Samuel (Ed.), Historia Popular y
Teoría Socialista, Ed. Crítica, Barcelona, 1984, p. 20. La bastardilla es nuestra.
36
Igualmente, en Montaillou aldea occitana de 1294 a 1324, Emmanuel Le Roy
Ladurie52 penetra en un cuerpo documental compuesto por procesos
inquisitoriales seguidos por Jacques Fournier a principios del siglo XIV. De ellos, el
autor destaca las acusaciones de herejía adelantadas contra 28 personas, de las
cuales 25 eran de Montaillou; siguiendo estos interrogatorios, Le Roy Ladurie
consigue presentar los rasgos fundamentales de la vida, las costumbres, la cultura
de la pequeña aldea.
Antes de los dos autores que se acaba de mencionar, Mijail Bajtín, en La cultura
popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de Francois
Rebeláis53, pudo leer y presentarnos la cultura popular de la Edad Media teniendo
como fuente principal y punto de partida la obra de Rebeláis. Adentrándose en el
mundo del carnaval y la comicidad, Bajtin logra presentarnos la contraposición
entre el mundo refinado de rituales cortesanos con la cultura popular que
entroniza lo soez y lo obsceno; contrastando dos culturas que se oponen y
simultáneamente se influencian, dos partes de una unidad cultural del siglo XVI,
una cultura hegemónica y una cultura subalterna, obviamente, vistas con los ojos
de Rebeláis.
52
Le Roy Ladurie, Emmanuel. Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324, Taurus, 1988.
53
Mijail Bajtín, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de Francois
Rebeláis, Alianza Universidad, Madrid, 1990.
37
Todas y cada una de estas modalidades de Historia local, reivindica el derecho a
presentar los “… asuntos históricos tal como aparecían ante los actores en la
época;…”54 dando la impresión de una tendencia positivista aferrada al documento
escrito y la literalidad del texto. Pero no hay tal, cuando se avance de la etapa
heurística a la metodológica y la hermenéutica en la develación de los
significados, podremos darnos cuenta de los niveles de interpretación y creatividad
que estas Historias alcanzan. Este aferrarse a la expresión “tal como aparecían…
en la época” expresa más la aspiración de tener -ante nosotros- el presente
pasado en su totalidad, para cimentar la identidad de los colectivos singulares y
poder blandirla ante la acción disolvente de la globalización.
Lo que queda claro, hasta el momento, es que el historiador al abrir la historia para
la Historia y pretender presentar los “… asuntos históricos tal como aparecían
ante los actores en la época;…”, debe seguir un camino, un método que le abra un
campo y lo guíe en todas las acciones tendientes a alcanzar el objetivo, la meta, el
blanco ya señalado. Es decir, que el historiador asuma una investigación,
entendiendo que la investigación consiste en que el conocer se instale “…a sí
mismo como proceso en un dominio del ente, de la naturaleza o de la historia.”55,
con un modo de proceder que no se limite al método como procedimiento. Será
un proceso que abra el campo en cuyo dominio se combine el proceso
cognoscitivo con el campo abierto, lo que garantiza el rigor de la investigación y
sus resultados.
38
Momentos del Método: Heurística, Crítica (análisis),
Hermenéutica.
Ya hemos visto como Luís González indica los pasos que considera necesarios
para acceder al pasado. Ellos son: problemática, heurística, crítica y
hermenéutica.
Es necesario, desde ahora, dejar en claro que estas etapas no deben entenderse
como acciones o actividades “rigurosamente sucesivas”; por el contrario, ellas
56José Gaos, “Notas sobre historiografía” en Álvaro Matute, La teoría de la historia en México,
1940 -1973, México, Sep setentas, 1973, p. 78
57Ver: Álvaro Matute, La teoría de la historia en México, 1940 -1973, México, Sep setentas,
1973, p. 12
39
gozan de alta simultaneidad pero se las diferencia por su condición predominante
en el los diversos momentos del proceso. Así, desde el primer momento se está
reflexionando sobre la potencialidad interpretativa de cada uno de los materiales
que se vayan encontrando; igualmente, los resultados de la investigación van
tomando cuerpo y abriendo posibilidades tales que nos pueden obligar -hasta
último momento- a la consulta de nuevos títulos bibliográficos. Entre otras cosas
porque toda investigación, siempre será inacabada y permanecerá abierta.
40
Mabillon
41
Capítulo II
Heurística
El concepto
58 José M. Pabón de Urbina y Eustaquio Echauri Martínez, Diccionario Griego – Español, Publicaciones y Ediciones Spes
S.A., Barcelona, 1959, p. 231, col. 1.
59 A estas dos vertientes de significación y aplicación del concepto heurística, se refieren: Álvaro Matute, Heurística e
Historia, UNAM, México, 1999, pp. 9-15.También Carlos Eduardo Maldonado, Heurística, origen del concepto y origen
de un problema, en: http://www.complexsites.com/gpage18.html.
42
La búsqueda
Las fuentes
Las fuentes de la Historia local, más que en cualquier otra historia, cumplen con lo
señalado por Jerzy Topolsky:
Una fuente potencial es cualquier cosa de la que un historiador puede
extraer información sobre el pasado, y una fuente efectiva, la serie de
unidades de información ya sacadas por él, o listas para ser sacadas60.
43
Por lo tanto, la Historia local se nutre de fuentes orales, escritas, tradición oral,
monumentos, utensilios arqueológicos, etc. Como lo expresara uno de los
fundadores de la Escuela de Annales:
La historia se hace con documentos escritos, sin duda. Cuando los hay.
Pero puede y debe hacerse con todo lo que la ingeniosidad del
historiador le permita utilizar… Por lo tanto, con palabras, con signos,
con paisajes y con tejas. Con las formas del campo y de las malas
hierbas, con los eclipses de luna y con los arreos de los animales de
tiro. Con las peritaciones de piedras y los análisis de las espadas de
metal hechos por los químicos.61
61 Lucien Fevre, Combates por la historia, Citado por Henri – Iréneé Marrou en El Conocimiento histórico, Idea
Universitaria, Barcelona, 1999, Pág. 63.
44
De nadie más pude averiguar nada, pero averigüé estas otras noticias,
las más remotas, cuando llegué como testigo ocular hasta la ciudad de
Elefantina, y desde allí, de oídas, gracias a mis investigaciones62.
45
ocurrente terminología actual, eran todos “historiadores del tiempo
presente”.64
¿De qué especie son estos materiales de los cuales tengo que buscar
para cada caso singular lo que me resulta necesario? ¿Son quizá, por
su diverso género, de diverso valor y de diverso peso? ¿Se encuentran
todos en la misma relación con las realidades pasadas de las que
tienen que darme testimonio?65
Pero, estos interrogantes, que nos plantean aspectos de las fuentes que
necesariamente tendremos que responder, no nos llevan a la definición de las
fuentes. El primero: ¿dónde y cómo entrar en contacto con ese pasado?, nos
dirige hacia el lugar y la manera de encontrar la fuentes dándonos de ellas, no su
definición sino, su circunstancia, Las segundas tampoco averiguan por la
definición, ellas tienden primordialmente a hacer patentes algunos criterios para su
clasificación.
46
quizá el mejor en la materia, nos da cuenta de una extensa variedad de
definiciones y sus limitaciones implícitas, para terminar señalando:
La historia se hace con documentos escritos, sin duda, cuando los hay.
Pero puede y debe hacerse con todo lo que la ingeniosidad del
historiador le permita utilizar… Por lo tanto, con palabras, con signos,
con paisajes y con tejas. Con las formas del campo y de las malas
hierbas, con los eclipses de luna y con los arreos de los animales de
tiro. Con las peritaciones de piedras y los análisis de las espadas de
metal hechos por los químicos.68
47
todo pensamiento y todo acto que no haya dejado huellas, directas o
indirectas, o cuyas huellas visibles han desaparecido, resulta perdido
para la historia, es como si nunca hubiera existido. Por falta de
documentos, la historia de inmensos períodos del pasado de La
humanidad nunca podrá ser conocida. Porque nada suple a los
documentos, y donde no los hay, no hay historia69.
El hecho de que este debate continúe, no sólo nos llama a mantener activos
nuestra cautela y la imaginación, pero sobre todo, independientemente de nuestra
ubicación entre los dos extremos, nos hace patente la necesidad de clasificar las
fuentes.
Una definición amplia, muy acorde con el quehacer diario del historiador, nos la
entrega Walter T. K. Nugent:
La materia prima de los historiadores se denomina fuente. El término
significa los fragmentos de información y, frecuentemente, también los
lugares donde se puede encontrar la información que el historiador busca
para, compilar, analizar y combinar con otra información, con el fin de
proveer su historia de un fundamento en la realidad pasada.70.
48
historia, pero una misma fuente, indudablemente, puede contener
informaciones para varios problemas o puede interpretársela de
diversas formas71.
De todas maneras, sea cual sea nuestra concepción de fuente, amplia
como para que en ella quepan todos los objetos y relatos que nos digan
algo del pasado ó estrecha como para reducirla a los documentos
escritos, debemos considerar que la fuente es aquello que nos pone en
contacto con el pasado y como ese pasado se dice a sí mismo.
49
Jerzy Topolsky, procura zanjar el problema estableciendo las dos clasificaciones
siguientes:
Las características de estos tipos de fuentes, las señala el mismo autor así:
50
están estudiando, las fuentes secundarias son producto de un tiempo
posterior73.
Este proceso tiene como finalidad informarse, tanto cuanto sea posible, de lo
escrito sobre y entorno al tema escogido., aprovechando esta circunstancia para
enterarse de las distintas aproximaciones que los estudiosos hayan tendido al
tema y mejorar paulatinamente nuestra apreciación de él y su complejidad
51
La práctica nos indica que iremos de los tratados más amplios, aquellos en los que
nuestro tema apenas sea mencionado, hasta los trabajos más especializados.
Desde los diccionarios hasta los libros y revistas de campo más restringido.
Podemos imaginarnos en el recorrido de una biblioteca cuya ruta se inicia en la
sección de referencia y termina en las colecciones especiales.
Se debe iniciar por los libros de historia general. En nuestro caso de Colombia ó
de la región, que nos faciliten la definición y delimitación del tema. Por ejemplo:
52
Guido Barona y Cristóbal Gnecco (Editores), Historia, Geografía y Cultura del
Cauca. Territorios Posibles, 2 tomos, Universidad del Cauca, Popayán, 2001.
Alonso Valencia LL. (Editor), Historia del Gran Cauca, Universidad del Valle, Cali,
1996.
Alonso Valencia y Francisco Zuluaga (Editores), Historia regional del Valle del
Cauca, Universidad del Valle, 1992.
Bibliografías:
53
Giraldo Jaramillo, Gabriel, Bibliografía Colombiana de viajes. Biblioteca de
Bibliografía Colombiana, No. 2. Bogotá: Editorial ABC, 1957.
Griffin, Charles, ed. Latin America: A guide to the historical literature, Austin:
University of Texas Press, 1971.
Stein, Barbara Hadley, comp. Latin America: A guide to selected sources in the
Princeton University Library. Princeton University Library, Princeton 1979.
54
Diccionarios:
A esta altura tendremos una ubicación del tema y una idea clara de la empresa
que deseamos emprender; es la hora de enfrentar la averiguación por los libros
escritos específicamente de nuestro tópico, así como las monografías,
antologías y colecciones de documentos publicados. Algunos ejemplos para
temas del Valle o del Sur–occidente Colombiano pueden ser:
Monografías:
55
Arboleda Llorente, José María. Popayán a través del Arte y de la Historia.
Popayán: Universidad del Cauca, 1966.
Ibáñez, José Roberto. Campaña del Sur, 1822: Bombona-Pichincha. Bogotá: Imprenta de
las Fuerzas Militares, 1972.
56
Colecciones documentales publicadas.
Por ejemplo, Juan Friede construyó sus colecciones de documentos con material
que reposa en el Archivo General de Indias76, Richard Konetzque compiló
documentos para una historia social en varios archivos77, José Félix Blanco y
Ramón Azpurúa recogen una extraordinaria cantidad de documentos en torno a la
vida pública de Simón Bolívar.
57
Cortazar, Roberto, ed. Cartas y mensajes del general Francisco de Paula
Santander, 10 vols. Bogotá: Talleres Editoriales de Librería Voluntad, 1953-1956.
Cuervo, Luís Augusto, ed. Epistolario del doctor Rufino Cuervo, 1826-1853, 3
vols. Biblioteca de Historia Nacional, Nos. 82-84. Bogotá: Imprenta Nacional,
1918-1922.
Helguera, J. León, y Davis, Robert Henry, eds. Archivo epistolar del general
Mosquera. Correspondencia con el general Pedro Alcántara Herrán, 3 vols.
Biblioteca de Historia Nacional, Nos. 118-118. Bogotá: Editorial Kelly, 1972-1978.
Jijón y Caamaño, Jacinto, ed. "Una carta del general Rafael Urdaneta". Boletín de
la Academia Nacional de Historia (Quito) 3, 6, julio-agosto, 1921: pp. 146-154.
López Álvarez, Leopoldo, ed. "Causa para averiguar la fuga y rebelión del ex-
general José María Obando y otros". Boletín de Estudios Históricos (Pasto) 3,
33 (junio, 1930): pp. 262-285.
58
Martínez Delgado, Luís, y Ortiz, Sergio Elías, Ed. Epistolario y documentos
oficiales relacionados con el general José María Obando, 4 vols. Biblioteca de
Historia Nacional, Nos. 129, 131-133. Bogotá: Editorial Kelly, 1973-1975.
Moreno y Escandón, Francisco Antonio. "Estado del Virreinato de Santa fe, Nuevo
Reino de Granada, por el D. D. Francisco Antonio Moreno y Escandón". Boletín
de Historia y Antigüedades (Bogotá) 23, (septiembre-octubre, 1936): pp. 547-
616.
Mosquera Wallis, Tomás Cipriano, ed. "Cartas del Libertador al General Tomás C.
de Mosquera". Revista de Historia (Pasto) 2, 9-11 (abril-junio, 1946): pp. 249-
285.
Restrepo Tirado, Ernesto, ed. Archivo Santander, 24 vols. Bogotá: Varios, 1913-
1932.
59
Biblioteca Luís Ángel Arango, Índice General del Boletín Cultural y
Bibliográfico. Febrero 1958-1966, Banco de la República, Bogotá, 1968.
60
funciones, políticas, decisiones, procedimientos, operaciones, u otras
actividades, sobre la base de el valor informativo de los datos
contenidos en ellos78.
Por ejemplo, cuando se inició, hacia 1870, la organización del Archivo Nacional
de Colombia por Francisco Javier Vergara y Velasco, el organigrama general del
país respondía a los Estados Soberanos y por lo tanto se encontrará la existencia
de fondos por Estados y subfondos por temáticas específicas. Por ejemplo Negros
y Esclavos del Cauca o Negros y Esclavos de Antioquia, o también, Caciques e
Indios del Cauca y Cacique e Indios del Tolima. Sólo en tiempos recientes se
realizó una reforma que dio como resultado el Archivo General de la Nación.
De una manera similar, cuando Don José María Arboleda inició la organización del
Archivo Central del Cauca, partiendo de la colección antigua llamada “El
Carnero”, decidió que la periodización de la Historia de Colombia se debía reflejar
61
en las salas del archivo: Sala Colonia (hasta 1812), Sala Independencia (1810 –
1819), Sala República (1820 en adelante), y que cada sala, en su interior, debía
responder a la estructura administrativa de cada época.
Si tenemos alguna información previa del Archivo podremos calcular los fondos y
secciones de nuestro interés, donde seguramente encontraremos la mayor parte
de los documentos que, de tal archivo, sean necesarios. Esta información la
encontramos en algunas guías de archivos, en la presentación de los Índices si
están publicados.
Ejemplo:
Esa información, puesta ante nosotros, debe dar paso a la crítica -externa e
interna- de las fuentes y de los hechos. Esta acción nos permite establecer los
hechos y colocarnos frente a ellos de una manera tan real como los datos lo
permitan. Cuando, gracias a la labor crítica, se vayan revelando las relaciones
entre los hechos, entre las personas que los protagonizan y entre las personas y
62
los hechos, se empiezan a perfilar los grupos y el colectivo singular que nos
ocupa.
Varios son los criterios con los que se habla de Ciencias o Disciplinas Auxiliares
de la Historia. A fines del Siglo XIX, cuando el positivismo rankeano imponía el
documento como única fuente válida, la Diplomática, la Paleografía y la
Cronología eran consideradas Ciencias auxiliares de la Historia. En la medida en
que estas disciplinas fueron abriendo paso a concepciones más amplias sobre las
fuentes, y sobre los criterios de autenticidad del documento, el número de
disciplinas consideradas auxiliares se amplió a la Bibliografía, la Archivística, la
Epigrafía, la Numismática y la Esfragística.
Entrado el Siglo XX, los debates y las prácticas historiográficas fueron reduciendo
algunas de estas disciplinas a técnicas, necesarias para la apropiación del
contenido de los documentos, y la metodología se fue desplazando hacia los
procesos epistemológicos, lo que en la practica -del oficio de historiador- se
tradujo en una fuerte tendencia a hacer del método la parte medular del trabajo del
historiador. Fue esta la oportunidad para que surgiera la tendencia a considerar
las antiguas disciplinas auxiliares como técnicas y se pensara que para el trabajo
de sistematización y análisis, para la interpretación de los hechos y los procesos,
la interdisciplinariedad es indispensable y por lo tanto las Ciencias Auxiliares de la
Historia son aquellas que pueden contribuir a tales tareas, las Ciencias Sociales;
especialmente la Economía, la Sociología, la Antropología, la Geografía, la
Demografía y la Estadística. Naturalmente, tanto las antiguas como las nuevas
auxiliares han respondido negándose a la subordinación.
63
El término Paleografía procede del Griego palaios (antiguo) y grafo (escrito), y con
él se distingue la disciplina que estudia el origen y desarrollo de la escritura, la
lectura y la crítica de los escritos de épocas antiguas.
Como quiera que esta definición es demasiado amplia, se hace necesaria una
división de la materia de acuerdo con: 1o. los materiales que sustentan la escritura
y 2o, la finalidad de su estudio y cultivo.
La esfragística o sigilografía estudia los sellos que han servido para autorizar
documentos, determinando su materia, forma, inscripción, figura y uso diplomático.
64
los textos, los monumentos, las cosas y los lugares que nos pueden informar
acerca del pasado del tema que nos interesa. Nos ha dicho Ciro F. S. Cardoso
que
El trabajo de la heurística consiste principalmente en: elaborar listas o
repertorios sistemáticos de fuentes; proceder a la clasificación racional
de los depósitos de manuscritos y de las bibliotecas; establecer
inventarios descriptivos, índices remisivos, etcétera, publicar
documentos79.
65
66
Capítulo III.- El método critico
Mediante este método, que ya perfilaba Vico, que adquiere cuerpo y presencia con
Langlois y Seignobos, y que es ampliamente explicado por Marc Bloch,
conseguimos establecer los hechos a partir de las huellas (documentos,
testimonios, monumentos, etc.) que ellos han dejado.
67
Giambattista Vico (1668-1743), desde su lejana existencia, en su Principios de
una Ciencia Nueva en torno a la naturaleza común de las naciones, advertía
la necesidad de “una nueva arte crítica” que
Sus reflexiones, las reglas y principios expuestos, bien pueden tomarse como
precursores de los fundamentos de la llamada Crítica Interna y Crítica Externa de
los documentos que, como desarrollo de un modelo positivista propusieron, a
finales del siglo XIX, Langlois y Seignobos81. Estos autores distinguen dos
momentos en la crítica:
80
Giambattista Vico, Ciencia Nueva en torno a la naturaleza común de las naciones, Fondo de
Cultura Económica, México, 1987, p. 74
81
C.V. Langlois y C. Seignobos, escribieron en 1898 una Introducción a los estudios históricos,
piedra angular del positivismo historiográfico.
82
Antoine Prost, Doce lecciones sobre la historia, Ediciones Cátedra, Madrid, 2001, p. 70.
68
Una reflexión importante otorgó Marc Bloch a la crítica y su papel en el
establecimiento de los hechos y su verosimilitud, en el capítulo III de su
Introducción a la Historia.83
Allí, empieza por un “Bosquejo de una historia del método crítico” en el que
nos previene del escepticismo y el sentido común como únicos fundamentos
de la crítica.
83
Marc Bloch, Introducción a la Historia, Fondo de Cultura Económica, México, 1988.
84 Marc Bloch, Introducción a la historia, F.C.E., México, 1988, 14ª.reimpresión, pp. 66-67.
85 Ídem, p. 66
69
aportes de Mabillon en esta confrontación fue el establecimiento de algunas
reglas y principios para examinar las formas del documento, con la finalidad
de determinar su valor como testimonio histórico.
86 Un resumen, muy interesante, de esta historia de la crítica se encuentra en: Joann Gustav
Droysen, Histórica,
Histórica Editorial Alfa, Barcelona, 1983, pp. 114-123. También es muy útil el texto que
presenta Manuel Romero Tallaf, “la Diplomática es”,en
personal.us.es/tallafigo/Introducci%F3n%20Diplom%E1tica.pps
70
o soporte en mármol como las lápidas, hay procesos y técnicas auxiliares
específicas que permiten realizar estas tareas.
Varios son los criterios con los que se habla de Ciencias o Disciplinas
Auxiliares de la Historia. A fines del Siglo XIX, cuando el positivismo
rankeano imponía el documento como única fuente válida, la Diplomática, la
Paleografía y la Cronología eran consideradas Ciencias auxiliares de la
Historia. En la medida en que estas disciplinas fueron abriendo paso a
concepciones más amplias sobre las fuentes, y sobre los criterios de
autenticidad del documento, el número de disciplinas consideradas auxiliares
se amplió a la Bibliografía, la Archivística, la Epigrafía, la Numismática y la
Esfragística.
Entrado el Siglo XX, los debates y las prácticas historiográficas fueron reduciendo
algunas de estas disciplinas a técnicas, necesarias para la apropiación del
contenido de los documentos, y la metodología se fue desplazando hacia los
procesos epistemológicos, lo que en la practica -del oficio de historiador- se
tradujo en una fuerte tendencia a hacer del método la parte medular del trabajo del
historiador. Fue esta la oportunidad para que surgiera la tendencia a considerar
las antiguas disciplinas auxiliares como técnicas y se pensara que para el trabajo
de sistematización y análisis, para la interpretación de los hechos y los procesos,
la interdisciplinariedad es indispensable y por lo tanto las Ciencias Auxiliares de la
Historia son aquellas que pueden contribuir a tales tareas como: las Ciencias
Sociales; especialmente la Economía, la Sociología, la Antropología, la Geografía,
la Demografía y la Estadística. Naturalmente, tanto las antiguas como las nuevas
auxiliares han respondido negándose a la subordinación.
71
Critica del Documento
Critica Operaciones
Externa el papel, la tinta, la escritura, los sellos que lo acompañan
Interna la coherencia interna del texto, por ejemplo en la
compatibilidad entre la fecha que consigna y los hechos de
los que habla
El término Paleografía procede del Griego palaios (antiguo) y grafo (escrito), y con
él se distingue la disciplina que estudia el origen y desarrollo de la escritura, la
lectura y la crítica de los escritos de épocas antiguas.
Como quiera que esta definición es demasiado amplia, se hace necesaria una
división de la materia de acuerdo con: 1o. los materiales que sustentan la escritura
y 2o, la finalidad de su estudio y cultivo.
72
La esfragística o sigilografía estudia los sellos que han servido para autorizar
documentos, determinando su materia, forma, inscripción, figura y uso diplomático.
Así como en la critica externa se parte de examinar los materiales que soportan el
documento, en la crítica interna se parte de identificar el tipo de documento de
acuerdo con las formulas utilizadas para encabezar el texto. Para el caso
americano los más frecuentes documentos, de origen pontificio o Real, son:
73
de Alejandro VI, que son importantes documentos de legalización en la posesión
del Continente Americano por parte de la Corona de Castilla. Son de dos clases:
1. — Bula.
Según Escriche, Bula es:
Toma el nombre de Bula por tener pendiente un sello de plomo con la misma
forma que tenía una insignia Romana del mismo nombre, consistente en una
medalla que en la Antigüedad llevaban al cuello los hijos de los Patricios hasta la
edad de vestir toga
87
JOSÉ JOAQUÍN ESCRICHE, Diccionario Razonado prudencia, París, 1858. Voces:
Bula y Breve
74
Los Breves se pone la fecha comenzando el año el día de la Natividad [...]
y lleva la cabeza el nombre del Papa en forma de Título, V. Gr.: Clemente,
Papa XIII. 89
Algo sobre ellos se puede ver en la Enciclopedia Espasa bajo la voz Bula.
Yo el Rey (Pedro I); Nos el Rey (Enrique II) o, Nos el Rey de Castilla, de
León, o de Portugal (Juan I); Yo el Rey (Juan II); Yo el Rey o Yo el Rey de
Castilla o de León (Enrique IV). Estas palabras van seguidas
inmediatamente de la notificación: Fago Saber; o de la motivación: Por
fezer bien a merced. La Cláusula cronológica se inicia con la palabra
Fecho seguida del día, del mes y del año. No se indica, en la mayoría de
los casos el. Lugar.90
89 .Ídem.
90
Agustín MILLARES CARLO, Tratado de Paleografía Española, 2ª. Edición,
Victoriano Suárez, Madrid, 1932 Cáp. XX.
75
Naturalmente que estos conceptos hay que manejarlos con sumo cuidado y
buscar otros elementos de juicio para añadirlos a éstos.
76
Es de notar que la diferencia fundamental del Albalá, la Carta Misiva y la Cédula,
se encuentra en el encabezamiento y títulos reales, más no en la cláusula
cronológica. Sin embargo, la variante tan sensible dentro de la cláusula
cronológica es de gran importancia para las críticas internas y externas.
Los datos hasta aquí dados para definir los documentos enunciados, nos
prestarán una utilidad inmediata en la descripción que de los documentos
debamos hacer en las fichas de los archivos, las fichas personales, y los trabajos
que con documentos inéditos efectuamos.
Cada uno de estos tipos de documentos tenía un tipo de letra en el que debía
escribirse. Es inconcebible que una Bula Pontificia estuviera escrita en letra
Procesal o que una Cédula, aún en caso de copia, no estuviera escrita en letra
Cortesana.91
91 Una información más amplia puede consultarse en Francisco U. Zuluaga, Ideas básicas de
Paleografía Universidad del Valle, Facultad de Humanidades, Cali, 1972, pp. 11-17.
Paleografía,
77
de su autor y la mayor verosimilitud de los hechos que relata y de los datos que
entrega. Aquí concurren tanto el material en estudio y las técnicas auxiliares; como
la información erudita sobre el tema y la época, y lo que se tenga sobre otros
documentos.92
A finales del siglo XIX, Langlois y Seignobos revitalizaron estos métodos desde
una perspectiva positivista, buscando realizar la propuesta de Ranke de recuperar
los hechos “tal como sucedieron en el pasado”. Al comenzar el siglo XX surgió la
78
Escuela de Annales y con ella un agudo debate entre historiadores de la Sorbona
y la Ecole de Hautes Studies, teniendo como medio de difusión, los primeros la
Revue Historique y la revista Annales, respectivamente. Duros y razonados
ataque recibieron Langlois y Segnobos por parte de Simiand y Lucien Fevre.
Aunque el debate favoreció a los seguidores de Annales, la metódica siguió
teniendo algún prestigio y sus operaciones metodológicas fueron aceptadas como
parcialmente necesarias, aún por sus más directos críticos, como puede verse en
el reconocimiento de Marc Bloch, que atrás hemos señalado. Además, desde la
orilla opuesta se continuó reflexionando en estos problemas, lo que ha redundado
en lo que se ha llamado La Nueva Diplomática.
79
describir los hechos tal cual sucedieron pero que, quiérase o no, es una primera
lectura interpretativa de la historia.
96 El “gestarse histórico” se utiliza aquí a la manera como Martín Heidegger lo entiende al definir historia como: “...historia
es aquel específico gestarse del ser-ahí existente que acontece en el tiempo, pero de tal suerte que como historia vale en
sentido preferente el gestarse ‘pasado’ y al par ‘tradicional’ y aún actuante, todo en el ‘ser uno con otro’, Martín Heidegger,
El Ser y El Tiempo, 2ª Ed., segunda reimpresión, Bogotá, F.C.E., 1995, p. 409.
80
organizándose en sociedad y produciendo una forma de vida, una percepción del
mundo, una cultura. De esta manera, fundamental para la localidad es ese
gestarse mediante prácticas económicas, sociales, políticas y culturales que
realiza un grupo humano, construyendo una forma de vida.
81
modelos construidos a priori, “con categorías normativas situadas en el
mismo plano de los fenómenos estudiados y que vienen constituidas
simultáneamente como elementos de observación y explicación”. En la
proyección micro, sin embargo, “la utilización de los datos empíricos
parece justificada en la medida en que permiten explicar no sólo las
categorías y las representaciones, sino también sus utilizaciones
contextuales, los diferentes grados de adhesión que van logrando a lo
largo del tiempo”. 97
Y esta retórica puesta como texto debe presentar la forma narrativa que cumpla la
función explicativa que facilita la comprensión, y no olvidar que debe cumplir la
condición de ser simultáneamente historia y literatura.
97
Elena Hernández Sandoica, Tendencias historiográficas actuales. Escribir historia hoy.,
Akal, Madrid, 2004, p.481.
98
M. Gribaudi, citado en Elena Hernández Sandoica, Tendencias historiográficas actuales.
Escribir historia hoy., Akal, Madrid, 2004, p.481.
82
Wilhelm Dilthey
83
Capítulo IV
Hermenéutica
99
Ídem.
84
requieren de un relacionamiento e interpretación de esos hechos recién
establecidos, realizando una primera acción hermenéutica.
Como bien señala Paul Ricoeur:
Hete aquí otro problema en torno a la historia local: al establecer tipos y jerarquías
de las diferentes formas de hacer historiografía, la historia local se ubica en la
base de una tipología que reconoce otras dos o tres formas historiográficas, la
historia regional en algunos casos, pero definitivamente la historia nacional y la
historia universal. Se diría que en esta clasificación le corresponde a la historia
local lo simple, lo individual y a la historia universal lo complejo y general, siendo la
historia nacional el nivel intermedio entre las anteriores. Pero, estamos
equivocados. Esta tipología obedece a una necesidad específica, la necesidad de
legitimar la noción de nación-estado y dar sustento a los Estados nacionales,
preferentemente Estados republicanos, que recuperaron para sí la noción de
patria como lugar de origen. De esta manera, se distinguió entre patria chica (la
localidad) y la patria grande (la nación), dando lugar a la sinonimia frecuente entre
Historia nacional e Historia patria, asignándole a ésta el papel de legitimadora de
un nuevo orden republicano y sirvió para consolidar los nuevos Estados
nacionales.
Por otra parte se hicieron todos los esfuerzos por negar el orden anterior y se
tendió a historiar desde la independencia, dando realce a los hombres, las
instituciones y los acontecimientos republicanos, lo cual devino en una llamada
Historia Patria que ha contribuido al desarrollo historiográfico del país por sus
100
Paul Ricoeur, Historia y narratividad, Paidos, Barcelona, 1999, pp. 138-139.
85
aportes documentales y aún analíticos, pero que, como lo indicara Germán
Colmenares:
... estaba constituida por una narrativa cuyas finalidades eran en gran parte
extrañas a la función del saber histórico. Se trataba de un relato ritual concebido
para exaltar el patriotismo y que configuraba un canon inalterable de gestas
heroicas. De allí que el mayor esfuerzo narrativo se concentrara en el período
de la independencia, aquel del cual podía deducirse el mayor número de
ejemplos de acciones dignas de ser imitadas. 101
101 Colmenares, Germán. “Perspectiva y prospectiva de la historia de Colombia, 1991”, en: Germán Colmenares, Ensayos sobre Historiografía,
86
para su comprensión, la interpretación del testimonio en búsqueda del contexto en
el que se producen los hechos y se explican. Le Roy Ladurie lo expresa de la
siguiente manera:
Los análisis monográficos llegan a discernir ese fenómeno [el conflicto entre
clanes locales], ínfimo en la escala, pero capital en cuanto a las estructuras
finas de la sociedad. Montaillou no es más que una gota de agua en un charco
mas bien nauseabundo. Gracias a una documentación que crece cada vez más,
esa gota de agua se convierte para la historia en un pequeño universo: al
microscopio, se ven nadar los infusorios103.
Es quizás por esta razón que la historia local ha tenido especial éxito en el estudio
de la vida cotidiana; ha conseguido superar las historias tradicionales de la vida
cotidiana que no pasaban de ser cuadros sincrónicos de costumbres o
descripciones de salas de museo. La historia local recupera la vida cotidiana
como vida y, poniendo a los individuos en su realidad diacrónica activa, los
presenta estableciendo relaciones con los otros individuos y va descubriendo
acciones, actividades y conductas propias de las comunidades estudiadas, en
ejercicio de una cotidianidad activa.
103
Emmanuel Le Roy Ladurie, Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324, Taurus, Madrid, 1988,
p.399.
87
abajo la noción histórica de individuo” en una preocupación permanente por los
marginados y excluidos, por los colectivos singulares rechazados o invisibilizados
por los sectores sociales dominantes.
Es notorio que este nuevo camino va más allá del establecimiento del hecho y se
dirige a estudiar las potencialidades de interpretación de las fuentes. Realizado el
trabajo crítico, queda entonces una de las tareas más importantes para la historia
local, la hermenéutica.
88
… hermeneuein como arte o técnica del hermeneuta o interprete que
se encarga de traducir a un lenguaje inteligible, al propio griego, lo
dicho de un modo extraño, incomprensible, “bárbaro”, y cuando se
entiende, de un modo más general, como la acción de explicar o de
“significar hablando”.106
89
escritos; de manera que, siempre que sea posible, las dificultades
de comprensión encontradas en la lectura, deberán ser explicadas
refiriéndose a otros pasajes del mismo autor.110
90
En el siglo XVII aparece la Hermenéutica Sacra dirigida, no tanto a la misma
interpretación sino, a la aplicación práctica de la interpretación de los textos y
el sentido de los mismos. Esta amplitud se vio restringida por Schleiermacher
al tratarla como el arte de entender el habla de otros, dando lugar a las
especialidades de hermenéutica teológica y la hermenéutica filológica, al
tiempo que tendía a dotar a la hermenéutica de una “reglamentación del
entender”113. Esta especialización tendió a reducir, el arte de interpretación
teológica a una técnica para la interpretación de la Biblia, y, la hermenéutica
filológica a una técnica auxiliar de la historia de la literatura.
91
Dilthey aporta a la historia. Esto debe reconocerse a pesar de las
críticas expresadas por Heidegger, especialmente aquella en que,
refiriéndose a la reflexión metodológica de Dilthey, dice:
117 Martín Heidegger, “El trabajo de investigación de Wilhelm Dilthey y la actual lucha por una
concepción histórica del mundo” (1925), en Martín Heidegger, Tiempo e Historia,
Historia Minima Trotta,
Madrid, 2009, p.93-94.
92
Esta coyuntura hermenéutica, provoca uno de los más importantes trabajos de
Heidegger: Hermenéutica de la facticidad, previo a Ser y Tiempo y apertura
definitiva a una hermenéutica histórica, enraizada en Husserl y la fenomenología.
118 Mauricio Mancilla, “Situación hermenéutica y existir fáctico: hacia una noción preliminar de
historicidad en la génesis de Ser y Tiempo”, en Alfredo Rocha de la Torre (Ed.), Martin Heidegger:
La experiencia del camino, Ediciones Uninorte, Barranquilla, 2009, (pp. 124-143) p. 126.
93
que tomar en cuenta la situación social, económica, política y religiosa
que se estaba viviendo en ese momento.119
119
Ruby Zapata de Villarreal, Curso de Hermenéutica, http://www.creavit.org/herme6.htm.
120 M. Heidegger, “Interpretación fenomenológica sobre Aristóteles”, citado por Mauricio Mancilla,
“Situación hermenéutica y existir fáctico: hacia una noción preliminar de historicidad en la génesis
de Ser y Tiempo”, en Alfredo Rocha de la Torre, Martin Heidegger: la experiencia del camino,
camino
Ediciones Uninorte, Barranquilla, 2009, p. 137.
94
95
Martin Heidegger
96
Capitulo V
EL TEXTO
Hete aquí otro problema en torno a la historia local: al establecer tipos y jerarquías
de las diferentes formas de hacer historiografía, la historia local se ubica en la
base de una tipología que reconoce otras dos o tres formas historiográficas, la
historia regional en algunos casos, pero definitivamente la historia nacional y la
historia universal. Se diría que en esta clasificación le corresponde a la historia
local lo simple, lo individual y a la historia universal lo complejo y general, siendo la
historia nacional el nivel intermedio entre las anteriores. Pero, estamos
equivocados. Esta tipología obedece a una necesidad específica, la necesidad de
legitimar la noción de nación-estado y dar sustento a los Estados nacionales,
preferentemente Estados republicanos, que recuperaron para sí la noción de
patria como lugar de origen. De esta manera, se distinguió entre patria chica (la
localidad) y la patria grande (la nación), dando lugar a la sinonimia frecuente entre
121
Paul Ricoeur, Historia y narratividad, Paidos, Barcelona, 1999, pp. 138-139.
97
historia nacional e historia patria., asignándole a ésta el papel de legitimadora de
un nuevo orden republicano y sirvió para consolidar los nuevos Estados
nacionales.
Por otra parte se hicieron todos los esfuerzos por negar el orden anterior y se
tendió a historiar desde la independencia, dando realce a los hombres, las
instituciones y los acontecimientos republicanos, lo cual devino en una llamada
Historia Patria que ha contribuido al desarrollo historiográfico del país por sus
aportes documentales y aún analíticos, pero que, como lo indicara Germán
Colmenares:
... estaba constituida por una narrativa cuyas finalidades eran en gran
parte extrañas a la función del saber histórico. Se trataba de un relato
ritual concebido para exaltar el patriotismo y que configuraba un canon
inalterable de gestas heroicas. De allí que el mayor esfuerzo narrativo
se concentrara en el período de la independencia, aquel del cual podía
deducirse el mayor número de ejemplos de acciones dignas de ser
imitadas. 122
122 Colmenares, Germán. “Perspectiva y prospectiva de la historia de Colombia, 1991”, en: Germán Colmenares, Ensayos sobre Historiografía,
98
patriotismo nacionalista, asociados a la oposición entre antiguas y nuevas
estructuras administrativas y entre los antiguos conceptos y los nuevos, entre la
ciudad y el municipio.
Es quizás por esta razón que la historia local ha tenido especial éxito en el estudio
de la vida cotidiana; ha conseguido superar las historias tradicionales de la vida
cotidiana que no pasaban de ser cuadros sincrónicos de costumbres o
descripciones de salas de museo. La historia local recupera la vida cotidiana
como vida y, poniendo a los individuos en su realidad diacrónica activa, los
presenta estableciendo relaciones con los otros individuos y va descubriendo
124
Emmanuel Le Roy Ladurie, Montaillou, aldea occitana de 1294 a 1324, Taurus, Madrid, 1988,
p.399.
99
acciones, actividades y conductas propias de las comunidades estudiadas, en
ejercicio de una cotidianidad activa.
Es notorio que este nuevo camino va más allá del establecimiento del hecho
y se dirige a estudiar las potencialidades de interpretación de las fuentes.
Realizado el trabajo crítico, queda entonces una de las tareas más
importantes para la historia local, la hermenéutica.
125
Ídem.
100
fundamenta en el reconocimiento del otro y la capacidad para sentir y pensar
como el otro.
101
entiende, de un modo más general, como la acción de explicar o de
“significar hablando”.128
102
también por el conocimiento de algunas cosas necesarias, a fin de
no ignorar la fuerza o la naturaleza de las cosas que se aducen a
título de semejanza, ayudando también para ello la verdad de los
códigos, que él ha de procurarse con ingenio y enmendando y
corrigiendo con diligencia y pulcritud, y, así instruido, venga a
discutir y resolver los pasajes ambiguos de las Sagradas
Escrituras.131
131 latina ed. Migne XXXIV, p. 63, citado en Martín Heidegger, Op.
De doctrina cristiana. Patrología latina,
Cit. P. 40
132
Ferrater Mora, José. Diccionario de filosofía de bolsillo, Alianza Editorial Madrid, 1999, Tomo
1 (A-H), p. 407
103