La Educación para Todos en El Ambito Penitenciario
La Educación para Todos en El Ambito Penitenciario
La Educación para Todos en El Ambito Penitenciario
A LO LARGO DE LA VIDA.
COMUNIDAD FRANCESA VALONIA - BRUSELAS.
Este texto servirá de base para preparar los encuentros regionales así como los seminarios temáticos
que se organizarán en apoyo a la Conferencia internacional sobre educación en prisiones que tendrá
lugar en en Bruselas (Bélgica en octubre de 2008, organizada por el Instituto de la UNESCO para el
Aprendizaje a lo Largo de la Vida (UIL) y la Comunidad Francesa Valonia – Bruxelas.
La Comunidad Francesa Valonia - Bruselas será el anfitrión de esta conferencia pero ni ella ni los
demás organizadores del evento asumirán responsabilidad alguna por el contenido del presente
documento. Este último no podrá, en modo alguno, ser interpretado como una toma de posición por
parte de los órganos rectores de la UNESCO o del Instituto de la UNESCO para el Aprendizaje a lo
Largo de la Vida, así como tampoco de la Comunidad Francesa Valonia – Bruxelas..
“Toda persona tiene derecho a la educación (…). La educación tendrá por objeto el
pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los
derechos humanos y a las libertades fundamentales.”
(Declaración Universal de los Derechos Humanos - art. 26)
“Es esencial que los enfoques de la educación de adultos estén basados en el patrimonio,
la cultura, los valores y las experiencias anteriores de las personas, y que las distintas
maneras de poner en práctica estos enfoques faciliten y estimulen la activa participación
y expresión del educando.”
(art. 5 de la Declaración de Hamburgo sobre la Educación de Adultos - 1997).
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Generalmente, la prisión representa un fracaso para el recluso; y también lo es muy a menudo
para las sociedades que, desde hace cientos de años, no han hallado una solución alternativa al
encarcelamiento como castigo para los delincuentes, incluso aunque en algunos países se
hayan planteado iniciativas interesantes como las penas alternativas, la mediación o la justicia
reparadora.
- para algunos, se trata de una exigencia que sólo podrá atenderse cuando se resuelvan otros
problemas más urgentes tanto fuera (desarrollo, guerras, hambrunas) como dentro del centro
penitenciario (seguridad, alimentación, sanidad).
- para otros muchos, es un medio de mantener ocupados a los reclusos y de tranquilizar a los
más nerviosos.
- para otros también permite retomar una educación malograda; la cárcel puede ser un lugar
para la “reeducación”.
- para unos pocos, es la oportunidad para reorganizar la vida del recluso y su salida.
- para otros pocos, la educación debe humanizar y mejorar las condiciones de la reclusión, y
constituye una etapa previa a la puesta en práctica del proceso de rehabilitación.
También hay muchas otras buenas y malas expectativas que se convierten en muchos otros
motivos...
Para las Naciones Unidas, la educación (en los centros penitenciarios) es un derecho que se
encuentra enmarcado en la perspectiva de la educación para todos y a lo largo de toda la vida.
No se trata de una educación especial sino de la continuidad de la educación formal, no
formal e informal de una persona confinada de forma transitoria en un lugar específico.
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El educador/formador del centro penitenciario no contribuirá a la prolongación de la (futura)
sentencia judicial; lo que le interesa es la historia individual y no el expediente penal. La
educación en el centro penitenciario es un proceso que debe ayudar al recluso a identificar sus
necesidades educativas y a satisfacerlas, aunque no todos comprenden de inmediato las
posibilidades que les ofrece la educación y la consideran como una obligación adicional del
medio penitenciario o un recordatorio de la obligación escolar.
La afirmación del derecho a la educación en centros penitenciarios debe tener en cuenta los
resultados de la evaluación de programas preventivos y educativos en la escuela, la familia y
la comunidad. Cuando las personas no pueden acceder a la educación formal (por falta de
acceso a la escuela o por abandono escolar), la educación informal se imparte en todas partes,
para lo bueno y a veces para lo malo. También en los centros penitenciarios.
A. Partes implicadas
En todo el mundo hay más de diez millones de reclusos. De ellos, una escasa minoría son
mujeres (en 150 países, representan menos del 7%). No existen datos precisos acerca de los
bebés encarcelados junto con sus madres, pero algunos permanecen en el centro penitenciario
hasta cumplir los tres o cuatro años.
Hay cerca de un millón de niños privados de libertad; las condiciones de reclusión son a
menudo precarias, violentas y degradantes, y muchos de ellos permanecen en la cárcel a la
espera de ser juzgados.
Con frecuencia, las minorías nacionales se encuentran sobrerrepresentadas.
En 30 países, los extranjeros constituyen entre el 20 y el 83% de la población reclusa.
En cerca de 120 países, los centros penitenciarios están superpoblados.
El nivel escolar de los reclusos es por lo general bajo; muchos de ellos han abandonado la
escuela prematuramente o no han podido acceder o concluir la educación formal básica. Los
demás vínculos educativos (como la familia) también han fracasado a veces por diversos
motivos.
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Las Administraciones han publicado recomendaciones sobre la organización de la educación
en los centros penitenciarios, en las que a menudo se inspiran los países que legislan sobre
esta materia.
En los países más pobres, la educación en el centro penitenciario rara vez constituye una
prioridad, sin duda porque se sigue percibiendo como un problema (y un gasto) suplementario
y no como una inversión para establecer de una cultura de la paz.
El perfil de los profesores/ educadores/ formadores es variado: proceden (por libre elección o
por nombramiento) de los ministerios de educación o de asuntos sociales o bien son miembros
de organizaciones no gubernamentales, organizaciones sindicales, iglesias y a veces de las
fuerzas armadas.
Para ello será necesario establecer a escala nacional e internacional iniciativas de cooperación
sobre metodologías, material pedagógico y programas con los profesores fuera del centro
penitenciario, así como con los organismos que acogen a los reclusos a su salida.
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A.4. El personal penitenciario
Toda acción profesional debe ser a la vez una acción educativa, ya sea en la relación con los
reclusos, en la organización cotidiana y específica del centro, en el respeto del individuo y de
sus derechos, favoreciendo el acceso a actividades educativas y sociales o cuando los agentes
son los testigos de su vida diaria. Las asociaciones profesionales de agentes podrían
desempeñar un papel importante en la educación permanente de agentes y reclusos… aunque
sus intereses sean diferentes.
Las experiencias nacionales relevan que la valoración de la labor de los agentes es posible si
se les reconoce un valor educativo; sólo así pueden convencerse de la utilidad de las
actividades educativas para los reclusos y para garantizar así el acceso a las mismas. El
trabajo y la formación continua de los agentes (en el ámbito de la realidad sociocultural, la
diversidad…) deben seguir revalorizándose.
B. El contexto de la educación
La educación de los reclusos emigrantes debe incluir las características de la sociedad “de
acogida” así como un trabajo sobre la cultura de origen, la motivación, el fracaso de la
aventura y la adaptación al eventual (re)asentamiento en el país. Si se establece la repatriación
como pena, es necesario colaborar con las organizaciones de cooperación internacional para
preparar el regreso al país de origen.
Los acuerdos bilaterales y multilaterales de interés para los formadores y agentes
penitenciarios no son lo suficientemente conocidos ni específicos.
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B. 3. Una problemática paradójica y contradictoria
En el centro penitenciario se aprende a desaprender: se aprende a vivir sin dinero, sin decidir
cómo organizar el tiempo y el espacio, a perder la intimidad, a no exigir nada, a trabajar por
un salario inexistente, a vivir sin afecto.
Al mismo tiempo, entre “iguales”, se aprende una serie de cosas que escapan por completo al
control de las autoridades penitenciarias y a las partes implicadas; este aprendizaje no
favorecerá la integración social.
Cabe recordar a este respecto el papel del Estado en la organización de una educación de
calidad que deberá contrarrestar el aprendizaje negativo inherente al centro.
Con bastante frecuencia, las visitas de familiares se producen en espacios sin relevancia
educativa pese a que estas visitas podrían convertirse en momentos educativos entre
miembros de una misma familia. Padres e hijos compartirían lo que han aprendido. Hay que
plantearse por tanto la construcción de nuevos centros penitenciarios.
Es necesario velar por que el padre pueda, en la medida de lo posible, seguir desempeñando
su papel de educador en el medio penitenciario.
De igual modo, es necesario poner en común las experiencias relativas a la educación
permanente conjunta de los reclusos, sus familias y el personal penitenciario.
C. Proceso y motivaciones
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multidisciplinarios crearán herramientas que motiven al recluso a adoptar una actitud curiosa
antes de proponerle cursos formales.
C.2. Las actividades educativas deben beneficiarse de la misma categoría que las demás
actividades; de esta forma, la reducción del tiempo de encarcelamiento, prevista para los
reclusos que trabajan, también debe poder aplicarse a los reclusos que estudian. Algunos
países comparan el estudio con una actividad profesional. Se trata de una cuestión muy
amplia: hay que evitar que la educación sea utilizada por los reclusos con el único propósito
de obtener un indulto.
La educación no formal (teatro, expresión, cine, escritura) debe ser reconocida como una
educación de pleno derecho y los alumnos también deben poder beneficiarse de eventuales
indultos.
En este marco, nunca deberá concederse un indulto en función de los resultados escolares o
como resultado de una evaluación pedagógica. La función de los educadores no puede, en
modo alguno, compararse con la de la autoridad judicial.
D. Materias
La educación no formal suele ser el primer paso para recuperar el hábito de estudiar, incluso
el placer de aprender. Las actividades de educación no formal deben poder organizarse en
espacios concretos que permitan a los educadores y reclusos trabajar la expresión de
sentimientos diversos y relatos sobre la vida. La presentación de trabajos preparados por el
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recluso, ya sean de teatro, pintura o escritura, constituye una posibilidad de contacto
fundamental con el exterior (familias, amigos, sociedad civil, etc.).
Los responsables de las decisiones políticas y los responsables de administraciones
penitenciarias deben reconocer el carácter educativo de las sesiones de educación no formal.
Este reconocimiento pasa por la organización de la formación específica inicial y continua de
formadores / educadores titulados y formados en el trabajo de los sentimientos y las
emociones; esta formación debe concebirse, reconocerse y valorarse dentro y fuera del centro
penitenciario.
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prometedora y duradera. El recluso tiene por tanto acceso a su expediente en el que consta su
recorrido en materia de educación formal y no formal.
Es necesario atribuir un estatus al recluso que, al estar más formado, imparte cursos u
organiza y sistematiza la información; esta experiencia pedagógica debe ser reconocida y
valorada al salir del centro penitenciario.
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El factor de la formación de los agentes afecta a la formación de los reclusos. No es necesario
oponer ni enfrentar las necesidades de formación de estas dos categorías, sino resaltar que la
formación permanente de uno favorecerá la formación permanente del otro.
Las autoridades nacionales adaptarán los criterios y los requisitos que deben cumplirse para la
formación de los agentes. La cooperación internacional en el sector de la educación en centros
penitenciarios deberá tener en cuenta la participación de agentes en los programas de
intercambio.
Deben estudiarse los programas de televisión preferidos de los reclusos; vínculos culturales
con el exterior, ya que transmiten estereotipos que interpelan el mundo educativo: violencia
para resolver las dificultades, fugas, sueños, necesidad de héroes, modelos femeninos y
masculinos, acceso a dinero…
Aprender a ver la televisión, descifrar la cultura ambiental, animar las bibliotecas o crear
herramientas de comunicación es devolverle al ocio su papel de educación permanente.
La oferta educativa sólo constituye una parte del proceso. La educación permanente también
debe ayudar al recluso a plantear sus propias necesidades educativas, ya sean profesionales o
no. Debería existir una coordinación interministerial a escala nacional para facilitar la
integración de las acciones educativas, sanitarias, culturales, etc.
Los reclusos a menudo tienen problemas de salud. Algunos padecen enfermedades mentales.
Estas enfermedades existían antes del encarcelamiento (asociadas a veces a la pertenencia a
ciertos entornos peligrosos o a la pobreza) y la propia prisión provoca o agrava algunas
enfermedades: falta de higiene, insalubridad, superpoblación, pérdida de referencias,
aislamiento, pérdida de intimidad, uso colectivo de jeringuillas, relaciones sexuales sin
protección, trastornos de la conducta, sentimientos de angustia o de rebeldía.
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El sistema penitenciario dificulta que el recluso pueda ocuparse de su salud y las sesiones
informativas sobre la higiene, las ETS y el uso descontrolado de fármacos (sedantes) deberían
ser impartidas de forma generalizada y tenidas en cuenta por los profesionales de la salud y la
prevención. Por medio de estas sesiones, los reclusos deberían construir y adquirir
conocimientos que compartir con otros reclusos y con sus familias.
Las actividades deportivas también constituyen una etapa esencial para una implicación en la
educación formal.
Los programas educativos para las mujeres suelen ser rudimentarios y se desarrollan en
talleres que, más que cursos de formación, son más bien sesiones de trabajo económico. La
educación de las mujeres debe abarcar todo el campo de la educación formal y no formal, y
no únicamente una formación profesional aplicada. Debe partir de la situación concreta de
cada reclusa que, más que en el caso de los hombres, es consecuencia de la pobreza y/o de la
dependencia afectiva y material (venta de droga).
La presencia de bebés en algunos centros penitenciarios es otro factor a tener en cuenta para
una educación formal y no formal dirigida tanto a la madre como a su hijo (y al padre, cuando
sea posible). La formación debe tener como resultado la obtención de empleos a corto plazo
(al salir del centro penitenciario), e incluir formación complementaria a menudo menos
accesible para las mujeres que son cabeza de familias monoparentales.
Debe proponerse una formación específica y un seguimiento socioeducativo a las mujeres que
salgan del centro y “recuperen” a sus hijos.
Las visitas conyugales deben permitir a la pareja resistir la separación; también deben servir
como una oportunidad educativa en pareja sobre salud, educación de los hijos, respeto por los
demás, etc.
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En general, la familia es el lugar del primer aprendizaje; por ello debe preservarse, aunque las
circunstancias (como el encarcelamiento de un padre o de un familiar) dificulten este objetivo.
El internamiento despoja al padre o a la madre de la autoridad parental. Las visitas de
familiares deben ser momentos educativos y el padre recluido debe (siempre que sea posible)
seguir ejerciendo su papel de responsable de la educación de sus hijos.
Debe fomentarse el aprendizaje conjunto de padres e hijos, especialmente durante las visitas y
los intercambios de correspondencia; es importante que participen en la entrega de
calificaciones de cursos, certificados y diplomas y en exposiciones.
Los menores recluidos deben recibir la educación escolar obligatoria, incluso aunque muchos
de ellos no perciban la educación como un derecho sino como una obligación. Se deberá, por
tanto, velar por que este derecho se integre en el dispositivo que debe conducir a la
construcción de un proyecto de vida. Para ello, el derecho a la educación debe ser
efectivamente accesible, gratuito e impartido por personal cualificado.
Para los menores, que a veces arrastran un largo historial judicial, debe organizarse una
formación sistemática, similar a la escolarización de los jóvenes del exterior. Una formación
más formal puede resultar un marco estructurante que conserve la posibilidad de retomar más
tarde una escolarización clásica fuera del centro.
En la medida de lo posible, la educación de los hijos/jóvenes debe impartirse en la comunidad
y por medio de programas integrados; los certificados no deben mencionar el lugar de
aprendizaje.
Para los jóvenes adultos o los jóvenes muy próximos a la mayoría de edad penal, debe primar
la opción de una educación permanente.
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No todos los reclusos tienen derecho al voto. En algunos países, los procesados y/o los
condenados conservan este derecho; en otros, este derecho se pierde (de derecho o de hecho)
en el momento del ingreso en el centro penitenciario. También se ha constatado la pérdida de
este derecho cuando la pena no es el encarcelamiento o incluso cuando ya se ha cumplido la
pena.
No basta con garantizar este derecho; también debe ser la ocasión de una educación sobre la
ciudadanía: comprender los partidos políticos, la división de poderes, la democracia, el juego
político, las instituciones nacionales, y todo ello en relación con la vida cotidiana: escuela,
ayuda social, administración y ecología. En este contexto, la educación sobre la diversidad
adquiere su sentido pleno. La visibilidad política del recluso es esencial ya que recuerda que
el derecho al voto es un derecho inherente a toda persona.
Formar y evaluar: las universidades que forman a los enseñantes y al personal social, médico
y directivo pueden elaborar o contextualizar, junto con las partes afectadas, programas
sociales y educativos, así como mecanismos de evaluación. Debe fomentarse la cooperación
entre las universidades y los centros de formación.
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(1) los datos cuantitativos proceden del sitio Web del Centro Internacional de Estudios
Penitenciarios (King’s College, Universidad de Londres): http://www.kcl.ac.uk
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