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Luis Montiel
Complutense University of Madrid
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EL RIZOMA OCULTO DE LA
PSICOLOGÍA PROFUNDA.
GUSTAV MEYRINK
Y CARL GUSTAV JUNG
MADRID
2012
La investigación en que se basa este libro, así como su edición, han contado
con la ayuda económica dee la Subdirección General de Investigación del Minis-
terio de Ciencia e Innovación a través del proyecto HAR 2008-04899-C02-02
© Frenia S.C.
© Luis Montiel
ISBN:
Depósito Legal:
Págs.
———
5
ÍNDICE
Págs.
———
6
ÍNDICE
Págs.
———
EPÍLOGO ................................................................................................ 00
APÉNDICE ............................................................................................. 00
BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................... 00
7
HISTORIA Y PROPÓSITO DE ESTE LIBRO
tricto del término: Gilbert Durand lo había anunciado en una conferencia Eranos en 1976,
de la que no he tenido noticia hasta hace unos días, cuando este libro estaba listo para
entrar en máquinas, a través de mi amigo y colaborador Gustavo Pis Díez, que acababa de
encontrar el dato en la traducción que citaré a continuación. Con gusto pago mi tributo a
este admirado autor, especialmente por cuanto, en las seis páginas dedicadas al asunto,
escribe: «nos falta sitio aquí para entrar en los detalles de una obra -que sin embargo lo
merecería- en la que lo fantástico y sus procedimientos desembocan en extrañas conso-
nancias ontológicas». DURAND, G. (2011) 209. «Sitio» —y tiempo— es mercancía de la
que he dispuesto para pagar nuestra deuda con el escritor austríaco. La conferencia en
cuestión lleva por título: «La ética del pluralismo y el problema de la coherencia»
9
LUIS MONTIEL
————
3 MONTIEL, L. (1998).
4 WD 7.
10
HISTORIA Y PROPÓSITO DE ESTE LIBRO
————
5 JUNG, C.G. (1971-1983) 15, § 139. Todas las citas de la obra de Jung proceden de
§53, § 103, § 341 n. 22; Bd 9/I, §405 n. 22; Bd. 14/III, § 592 n.3, §420 n. 70; Bd. 15, § 142;
11
LUIS MONTIEL
A partir de su inconsciente, desde luego. Pero que eso haya sido po-
sible se debe, en medida máxima, a la determinación, en algún momen-
to casi suicida, con la que Meyrink se lanzó a bucear en su inconsciente,
a despertar capacidades psíquicas que en un comienzo vinculó con la
magia, emprendiendo un largo viaje por caminos donde muchos se han
extraviado. Y este es otro aspecto que me interesa señalar desde el pri-
mer momento. También en esta perspectiva se comporta Meyrink como
una antena —metáfora que gustaba de utilizar9—, como un receptor
excepcionalmente sensible a las influencias del ambiente. Fueron legión
los hombres y mujeres que experimentaron una enorme desazón ante el
modo de ser en el mundo que su época les ofrecía y buscaron otras op-
ciones en el universo de la mística, generalmente de una mística entre
comillas. En esta perspectiva el escritor y su obra se muestran a la vez
como síntoma de una enfermedad de la cultura y como ejemplo de un
singular proceso de curación; proceso que desemboca en el mismo lugar
en el que lo hace una cierta medicina de la mente.
No pretendo, al sostener las tesis que acabo de enunciar, afirmar
que con esta prueba se demuestre que la psicología junguiana revela la
verdad en detrimento de otras psicologías, antropologías y religiones, ni
que el psicoanálisis provenga del ocultismo. Pero sí creo que puede, en
todo caso, confiarse un poco más en la veracidad del enfoque junguiano,
————
8 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 7, § 153.
9 WD 7.
12
HISTORIA Y PROPÓSITO DE ESTE LIBRO
————
10 WD 8.
13
LUIS MONTIEL
————
11 No olvidemos que, al menos en el caso de Jung, la existencia de este rizoma re-
sulta tan indiscutible, tan naturalmente aceptable, tan evidente, que su tesis doctoral
tiene por materia las experiencias realizadas con una prima suya con dotes de médium,
Hélène Preiswerk: Zur Psychologie und Pathologie sogenannter okkulter Phänomene (1902).
12 GG 201.
13 Cfr. JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 12, § 103.
14
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE,
EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SI MISMO
15
LUIS MONTIEL
buscar una respuesta, por más que sea provisional, a la pregunta por
lo extraordinariamente difícil que ha resultado encontrar datos sobre
algunos eventos, incluso públicos, de la vida de Meyrink. Pues gene-
ralmente los escritores que se sabían reconocidos tenían buen cuidado
de construir en vida su catafalco espiritual para el culto de las genera-
ciones venideras. En cambio, nuestro autor no tuvo ningún interés en
levantar acta de los sucesos externos a su vida espiritual, refiriéndose,
por el contrario, sus pocos escritos autobiográficos, a los que podría-
mos llamar internos14. En este sentido la coherencia entre la biografía
y la obra es máxima. Añádase a lo anterior la sospecha más que razo-
nable de que en sus escritos de carácter autobiográfico haya un cierto
grado de estilización, una cierta voluntad de acentuar, o de presentar
de manera «literaria» algunas experiencias de cuya veracidad, por otra
parte, no parece razonable dudar, al menos en lo esencial, a juzgar por
la trayectoria vital de su protagonista.
Me parece importante señalar que esta manera de concebir el re-
lato de la propia vida guarda ya una estrecha similitud, sin duda no
buscada, con la elegida por C.G. Jung en su peculiar autobiografía
—tan peculiar que fue redactada, aunque al dictado, por así decir,
por Aniela Jaffé— Recuerdos, sueños, pensamientos. En ella el médico y
psicólogo suizo declara:
————
14 La biografía más completa es la de Hartmut Binder, publicada en fecha tan re-
16
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
————
15 JUNG, C.G. (1982) 10.
16 BINDER, H. (2009), 24.
17
LUIS MONTIEL
————
17 Tres de sus novelas: Der Golem, Walpurgisnacht y Der Engel vom westlichen Fenster
18
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
resultar trágica para él, aunque también le abrió las puertas a una
nueva forma de vivir.
En 1892 se casó con su primera esposa, Hedwig Aloisia Ertel y,
en el curso de los cuatro años siguientes, se entregó con especial devo-
ción a los estudios ocultistas, así como a la ardiente correspondencia
con logias de la más diversa índole. Por su propio testimonio conoce-
mos los nombres de algunas de ellas: Ancient Primitive Rite of Masonry;
Societas Rosicruciana, de cuyo Mago Supremo, W. Wynn Westcott, con-
servaba una carta; The Royal Oriental Order of Apex and of the Sat Bhai;
Orden der Illuminaten, Bruderschaft der alten Riten vom heiligen Gral im gros-
sen Orient von Patmos. Aún más tarde, en la década de los veinte, man-
tendrá correspondencia con una cierta Altgnostischen Kirche von Eleusis,
una Aquarian Foundation, una Weisse Loge y, probablemente, la muy
famosa Golden Dawn. En este apartado me interesa sobremanera señalar
la existencia de dos documentos; uno en inglés de 1893, titulado Manda-
le of the Lord of the Perfect Circle, en el que se nombra al «Hermano Gustav
Meyer de Praga» «uno de los siete Archicensores» y le impone el «nom-
bre espiritual y místico» de Kama. En el otro, una carta procedente de
la citada orden del Apex y del Sat Bhai se le impone un nuevo nom-
bre, Theravel, explicándole que traducido al inglés, significa «I go, I
seek, I find», y proponiéndoselo como «motto de tu vida futura»21 .
Desde nuestro privilegiado punto de vista, podemos confirmar es-
te bizarro pronóstico, pues ciertamente tal pudo ser el motto de la vida
de Meyrink; y nótese que en este caso digo Meyrink con toda inten-
ción, en el sentido de que, paralelamente a sus bautismos «místicos»,
impuestos por sus lejanos cofrades, el nacido Gustav Meyer se dará a
————
21 SMIT, F. (1988), 154-155. Me tomo la libertad de traducir los términos en idio-
mas extranjeros para mayor comodidad del lector: «Antiguo Rito Primitivo de la Ma-
sonería»; «Sociedad Rosicruciana»; «Real Orden Oriental del Apex y del Sat Bhai»;
«Orden de los Iluminados»; «Hermandad de los Ritos Antiguos del Santo Grial en el
Gran Oriente de Patmos»; «Iglesia Gnostica Antigua de Eleusis»; «Fundación de Acua-
rio»; «Logia Blanca»; «Amanecer Dorado». El documento en el que se le nombra Archi-
censor se titula: «Mandala del Señor del Círculo Perfecto», lo que parece una tautología
dado que mandala significa, precisamente, círculo; y el significado del nombre «Thera-
vel», traducido al español, sería: «voy, busco, encuentro».
19
LUIS MONTIEL
Cuando aún era joven y con ardiente celo exhumaba todo aquello
que se parecía de lejos a los secretos de la magia y del yoga, entré en do-
cenas de hermandades y debí prestar juramentos que podrían poner la
piel de gallina; juramentos de silencio sobre cosas que ya entonces me
parecía que de por sí podían llegar a ser del conocimiento común. Fi-
nalmente me negué a ser iniciado en tan «terribles» secretos, con la in-
cómoda sensación de que a la postre habría que mantener secreto que
dos por dos es cuatro23.
————
22 Se trata del relato titulado Tiefseefische , redactado al parecer en esa fecha, aun-
que publicado más tarde. De hecho su primera publicación parece ser el relato «Der
heisse Soldat» —«El soldado ardiente»— publicado en la revista satírica Simplicissimus el
29 de octubre de 1901. SMIT, F. (1988), 69.
23 Se trata de Die Tretmühle —La noria— , que forma parte de la colección de do-
20
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
————
24 BOYD, A. CH. (2005) 150.
25 El nombre de la revista está tomado de una canción popular vienesa de corte
estoico y a la vez humorístico aparecida en el curso de una epidemia de peste en el siglo
diecisiete.
26 El nombre de esta asociación despide un notable tufo racista, pues el marco-
mano era un pueblo de Germania, emparentado con los suevos. Derrotados por Druso
en el año 9 a.C., los marcomanos emigraron hacia el este y el sur, ocupando, precisa-
21
LUIS MONTIEL
————
mente, Bohemia. Recuerde el lector lo ya apuntado acerca de la clase dominante ale-
mana en la Praga de la época.
22
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
23
LUIS MONTIEL
para casarse con la que será su compañera de por vida y madre de sus
hijos, Philomena Bernt. A estas alturas el exbanquero es ya relativa-
mente conocido como escritor, pues ha publicado dos volúmenes de
relatos: Der heisse Soldat und andere Geschichten (1903) y Orchideen
(1904). En 1907 el nuevo matrimonio, con su primera hija, Sybille
Felizitas, nacida en 1906, se traslada a la otra gran capital literaria del
mundo germánico, Múnich, donde Meyrink publica otro volumen de
relatos, Wachsfigurenkabinett, en 1907. Este mismo año nace su hijo
Harro Fortunat y comienza la redacción de El Golem.
En este punto nos vemos obligados a hacer alto, pues lo que El
Golem representa difiere sustancialmente de lo exhibido hasta ahora
en los relatos fantásticos, de terror o satíricos de los tres primeros vo-
lúmenes, y requiere una vuelta atrás, al menos hasta 1891, año en el
que se produce un hecho que, al decir de Meyrink, será decisivo en su
vida, aunque sus efectos no se dejarán ver —al menos en lo puramen-
te literario— hasta llegar precisamente al Golem. Se trata de la irrup-
ción en su vida de un personaje al que, en un escrito publicado pós-
tumamente, llama der Lotse —el práctico, el piloto que conduce los
barcos al fondeadero evitando los bajíos—.
24
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
————
30 L 286. La traducción más correcta para Lotse sería «piloto de bajura» o «prácti-
Daniel Douglas Home y William Eglington eran, como Slade, médiums famosos. En
cuanto a William Crookes (1832-1919) fue físico y químico de renombre universal, y
también uno de los iniciadores del estudio científico del espiritismo.
25
LUIS MONTIEL
texto sin fecha, pero redactado con toda probabilidad a finales de los años 20 que, con
toda evidencia, fue redactado para su publicación pero que, finalmente, quedó inédito
por razones desconocidas. No se sabe si su autor decidió guardarlo o si no encontró
editor para él. Descubierto en la colección de documentos denominada Meyrinkiana,
26
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
————
propiedad de la Bayrischer Staatsbibliothek de Munich, fue editado en 1976 por Robert
Karle. Citaré a partir de la edición realizada por Eduard Frank en un volumen que
recoge los relatos de Meyrink agrupados bajo el título Fledermäuse. Debo añadir, aunque
me extraña que ninguno de mis predecesores lo haya tenido en cuenta, que a partir de
un dato que figura en el manuscrito redactado por Meyrink la fecha exacta podría ser
1927, todo lo más 1928. Esto es lo que dice el fragmento en cuestión: «Hace 36 años
que intuí por primera vez la presencia de esa figura embozada, misteriosa, entre los
bastidores de la vida» (p. 209 de la edición de Eduard Frank).
He decidido traducir Verwandlung por «transmutación» a causa de las connotacio-
nes alquimistas del término español, que pienso hacen justicia a la intención de Mey-
rink, quien en el curso de su pesquisa místico-psicológica recurrió entre otros medios a
la alquimia, tanto a nivel teórico: Alchimie oder die Unerförschlichkeit, [1925], como prác-
tico Wie ich in Prag Gold machen Wollte, [1928].Véase la citada edición de Eduard Frank:
MEYRINK, G. (1993), 302-331 y 293-301.
36 Z 264. En términos casi idénticos se pronuncia en VB 211.
27
LUIS MONTIEL
————
37 VB 212-213.
38 Z. 265. Ya en un escrito de 1907 menciona esta misma creencia compartida por
cuantas personas consultó en su época de aprendizaje. F 234.
39 Hochstapler der Mystik es precisamente el título de uno de los escritos de Meyrink
28
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
to Meyrink reconoce que aunque sólo fuera por esto tendría que estar-
le agradecido de por vida41.
Esto es importante porque, en sus escritos autobiográficos, Mey-
rink no niega la eficacia de las prácticas propugnadas por unos y
otros, sino más bien todo lo contrario. Pero esa eficacia opera en mu-
chos casos en un sentido negativo. La recitación de mantras, como en
algún tipo de yoga y en la «escuela» de Mailänder, los ejercicios respi-
ratorios característicos así mismo del yoga, pero también de otras
tradiciones42, los ayunos43, la ingestión de alucinógenos como el
hachís funcionan. Pero el hecho de que funcionen no garantiza la
consecución del objetivo buscado, sino a menudo lo contrario: la ani-
quilación de la persona que los practica. En el último caso menciona-
do —las experiencias con hachís, realizadas en 1894 con la ayuda de
un amigo médico en Praga44— este riesgo quedó, por así decir, peri-
cialmente probado, en la medida en que el médico en cuestión, al
enterarse de que el escritor había abandonado la pauta por él estable-
cida de administración de tinctura cannabis indica, sustituyéndola por la
ingestión de treinta gramos de hachís disueltos en café, se limitó a
decirle: «Encárgate rápidamente un ataúd, aunque creo que no te dará
tiempo»45. Según parece los efectos de la agresión tóxica a su sistema
nervioso duraron varios días, aunque a cambio se produjeron pasmo-
————
41 VB 228-229.
42 Concretamente en las obras de un personaje poco conocido, un masón alemán
del período romántico, Johann Baptist Krebs, más conocido por su seudónimo, Kerning.
Meyrink se refiere a él en VB 262-263. Llegó a editar una de sus obras, titulada Testament,
usando para ello uno de sus propios seudónimos ocultistas. «Archicensor Kama».
43 «Desde aquél instante [la correspondencia con Annie Besant] hasta mi éxtasis,
unos tres meses más tarde, llevé la vida de un casi loco. Viví solamente de vegetales,
apenas dormía, ‘degustaba’ dos veces al día una sopa que llevaba una cucharada sopera
de goma arábiga (esto me fue ardientemente recomendado por un francés perteneciente
a una orden ocultista para despertar la clarividencia astral), practicaba noche tras noche
ejercicios de asana durante ocho horas (…) conteniendo la respiración hasta que expe-
rimentaba temblores mortales». VB, 212-213. El éxtasis al que se refiere es el que des-
cribe en 213-215.
44 HH 249.
45 HH 249-250.
29
LUIS MONTIEL
————
46 La cifra no puede ser más simbólica. Parece que, como en el relato de su tenta-
tiva de suicidio en Der Lotse, también en este caso Meyrink se deje llevar por una cierta
voluntad de estilización, enfatizando el carácter simbólico, como de punto de inflexión,
del hecho que refiere. La investigación más reciente (ver nota siguiente) parece poder
retrasar los primeros síntomas a principios de 1897 y su aparición definitiva a la prima-
vera de 1899.Su propia descripción de su enfermedad y su interpretación de la misma se
encuentran en VB, 241-244.
47 BINDER, H. (2009), 241-243.
48 VB, 225.
30
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
para la salud. Así, por ejemplo, al referirse al yoga sostiene que quie-
nes lo practican sin comprender su significado profundo (volveré so-
bre esto) se arriesgan a caer en la locura, «especialmente en el delirio
de persecución»49. Otros sufren «escisión de la consciencia» (Bewusst-
seinspaltung)50 o bien histeria, aunque en este caso, matiza, «la ciencia
médica [emplea este término] sin saber, naturalmente, qué es, en el
fondo, la histeria»51.
De lo anterior se desprende la idea, correcta desde luego, de que
en su madurez, cercano ya el final de su vida, Meyrink consideraba
que cuanto había realizado durante esos trece años recorriendo el
«camino de espinas» era sumamente peligroso. Pero no es ésta la úni-
ca lectura que el escritor hace de esa aventura espiritual. El término
por él elegido para describirla tiene una conocida raigambre cultural,
quizá especialmente en el lenguaje de la religión, y evoca el conocido
dictum latino que afirma: «per aspera ad astra». Meyrink, ya lo advertí al
referir su opinión sobre Mailänder, reconoció que sin estas experiencias
no habría alcanzado lo que buscaba. Pero las experiencias solas —las
prácticas, los rituales— no conducen al fin perseguido. Entonces, la
pregunta más importante es: ¿qué es lo que permitió a Meyrink conse-
guir su objetivo, evitando su caída en la «histeria», el «delirio de perse-
cución» o la «escisión de la consciencia», además de superar su enfer-
medad neurológica? Pues parece claro que lo consiguió. Léase, si cabe
alguna duda, lo que escribió en una página de un diario publicada por
primera vez en 1952, es decir, veinte años después de su muerte:
————
49 F, 243. En su escrito Yoga und der Westen Jung sostiene el mismo punto de vista
acerca del significado último del yoga, y acerca de sus riesgos, para los occcidentales.
Cfr JUNG, C.G. (1971-1983), Bd. 11, § 859-876.
50 VB, 218, 220.
51 VB, 230.
52 T 347.
31
LUIS MONTIEL
V. LA CLAVE.
————
53 HM 351.
54 ADGJ 372.
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GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
33
LUIS MONTIEL
Los antiguos griegos no eran, pues, por extraño que pueda sonar,
en el curso de sus misterios, otra cosa que víctimas de una enfermedad59.
————
57 HM 362-363.
58 VB 232-233.
59 VB 233.
60 VB 234.
34
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
35
LUIS MONTIEL
————
63 VB 218.
64 L 289.
65 VB 222.
36
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
el yoga no tiene nada que ver con Dios. ¡Los budistas no tienen
dioses en su sistema y sin embargo practican el yoga!66.
Es decir: Jesucristo, incluso si se acepta que era hijo del Dios cris-
tiano, no tiene nada que ver con lo que Meyrink está buscando y al
parecer ha encontrado. Del mismo modo se separa de los espiritistas:
estos creen que los fenómenos mágicos —por emplear la terminología
de nuestro autor, que prefiere no complicarse la vida en este punto
con disquisiciones teóricas— sólo pueden ser realizados por «espíritus
de seres invisibles, muertos, etc.», mientras que «los asiáticos» creen
que el cuerpo de los seres humanos posee esas capacidades, pero dor-
midas, de modo que hay que despertarlas mediante el yoga67.
¿Adónde nos conduce esto? Sólo a un lugar: el propio interior; un
interior del cuerpo, en el cuerpo, que es cuerpo, aunque, como vere-
mos, tan sólo en la medida en que, para Meyrink, como para tantos
otros antes y después de él, el cuerpo es espíritu. En su escrito titulado
En las fronteras del más allá cita ampliamente a Paracelso como el más
sabio de sus precursores occidentales, y en una ocasión para hacerle
decir:
————
66 VB 240.
67 HM 360.
68 ADGJ, 381.
37
LUIS MONTIEL
38
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
haz obrar la palabra mágica en mí» (...) Dios es el yo. Fuera del yo no
hay ningún dios. Esto mismo dice, en el fondo, la Cábala, aunque de
forma oculta71.
————
71 Cit. en SMIT, F. (1988) 226
72 Cit. en SMIT, F. (1998) 227-228
39
LUIS MONTIEL
————
73 Cit. en SMIT, F. (1988) 230.
74 TT 334.
75 HM 364.
40
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
Pues aún no está todo dicho. Falta por ver qué relación guarda
ese personaje misterioso, «el embozado», «el piloto», con la figura
central de la psicología profunda: el inconsciente.
Que Gustav Meyrink terminó por saber que la suya era una pes-
quisa psicológica es algo que queda palmariamente claro en una de las
citas previamente transcritas (la que corresponde a la nota 43). Pero
que, en su opinión, la psicología a la que se refiere es muy diferente a
la de escuela, incluso a la más novedosa, el psicoanálisis, no es menos
evidente; y sin embargo creo que puede sostenerse que hay profundas
similitudes entre lo aprendido por el escritor y lo que estaba comen-
zando a proponer la psicología profunda, no sólo el psicoanálisis pro-
piamente dicho, sino también, y especialmente, la psicología analítica
de Carl Gustav Jung.
Pero volvamos a la actitud de Meyrink frente al psicoanálisis, o a
lo que de él pudiera conocer. En Der Lotse se burla de aquellos que
podrían interpretar su búsqueda mediante el uso de términos como
«psicoanálisis, histeria, mística, alma, magia, búsqueda de Dios, rena-
cimiento espiritual, vida interior»76; toda una panoplia de estrategias
muy diferentes, aunque no deja de ser un dato interesante que las sitúe
en el mismo horizonte. Probablemente esta resistencia a permitir que
su pesquisa se asocie con la analítica tenga que ver tanto con el hecho
de que la ha realizado en solitario y mediante un método que podría-
mos denominar de ensayo y error espirituales, como con el origen
médico, es decir, científico, de la doctrina de Freud. En su escrito
titulado «Magia en el sueño profundo», comentando el hecho de que
casi nadie se hace la pregunta: «¿qué sucede realmente en el sueño
profundo?», dice encontrar sorprendente que, en los pocos casos en
que eso ocurre,
————
76 L, 288.
41
LUIS MONTIEL
Cuanto más completo llegue a ser él (er) tanto más podrá ayudarme
(mir helfen). ÉL (ER) es, pues, el adepto, y yo llegaré a formar parte [de
la condición de adepto] en la medida en que él llegue a mezclarse con-
————
77 MT 274.
78 VB 240. La frase de Freud dice: «la investigación psicológica actual demostrará
al yo que ni siquiera es señor de su propia casa». FREUD, S. [1917] (1970-75) 284. En
este caso, como puede verse, la prioridad cronológica corresponde al médico, no así en
el que mencionaré a continuación.
79 «Wo es war, soll ich werden», FREUD, S. [1933] (1970-1975) 516.
42
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
Efectivamente esto tiene poco que ver con Freud, aunque parece
claro que los lectores de la obra de Meyrink podían, gracias a ella,
estar familiarizados con algunos de los tópicos fundamentales del
nuevo discurso psicológico. Pero desde luego podrían llegar a estarlo
————
80 T 346. La frase del Bautista aparece citada con idéntica intención en WD 202.
En este punto Meyrink parece incluso saltar por encima de Jung para llegar hasta Hill-
man, una de cuyas tesis sostiene que en la etapa fundacional del psicoanálisis se puso
un énfasis excesivo y poco acertado en la subjetividad individual y en el papel del yo.
81 VB 211.
82 VB 239-240.
43
LUIS MONTIEL
mucho más con el pensamiento del más célebre de sus primeros disi-
dentes, Carl Gustav Jung. En Die Verwandlung des Blutes transcribe
Meyrink una frase que atribuye a Buda comentándola del modo si-
guiente:
«Las cosas salen del corazón, nacen del corazón y se concilian en él»
(…) Esta frase (…) es el concepto central de toda una filosofía, un cono-
cimiento de que todo aquello que creemos percibir como exterior y objeti-
vo en la tierra y en el cosmos material no es materia, sino un estado de
nuestro sí mismo (Selbst). La frase constituye igualmente la clave más sutil
de la verdadera magia y encierra conocimientos no sólo teóricos83.
… debo repetir una vez más que no es con un dios, sino con algo
muy «similar a dios»: con aquél que cada cual debe llegar a ser; con
aquél que cada cual es sin llegar a saberlo al estar cegado y mutilado por
la esquizofrenia85.
————
83 VB 215.
84 Una vez más debo señalar que, por más que la palabra clave, Selbst, nos remita
al pensamiento de Jung, la frase en su totalidad parece llevarnos, por encima de él,
hasta la «segunda ola» del movimiento junguiano, en concreto a su jefe de fila, James
Hillman, pues más que al Selbst lo enunciado por Meyrink evoca la noción de anima
mundi del estadounidense.
85 VB 247.
44
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
45
LUIS MONTIEL
————
86 BINDER, H. (2009) 122-124.
87 ADGJ, 390. Cfr. BINDER, H. (2009) 123.
46
GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
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————
88 Compárese esta idea con la descripción que hace Meyrink de su primera viven-
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GUSTAV MEYRINK: EL HOMBRE, EL ESCRITOR, EL BUSCADOR DE SÍ MISMO
leer los griegos en la fachada del oráculo de Delfos. El futuro está dentro
de nosotros, no fuera: nosotros hacemos futuro el futuro; es decir, no es-
tamos expuestos al tiempo, sino única y exclusivamente a nosotros
mismos. El verdadero adivino, enseñó San Francisco al hermano León,
«no sólo sabría revelar el futuro, sino también decir los secretos más os-
curos del alma»90.
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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO
ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU: EL JUEGO
DE LOS GRILLOS Y LA NOCHE DE WALBURGA.
51
LUIS MONTIEL
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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
ocurre, sin ningún género de duda, es que en la obra que voy a anali-
zar, como en la totalidad de la obra —y de la vida— de Meyrink, lo
psicológico se manifiesta con la indumentaria de lo esotérico. Y en
este caso, además, lo que sabemos acerca del origen del relato lo
muestra en grado sumo. Una vez más, como siempre que el escritor se
plantea un tema verdaderamente acuciante, lo inconsciente irrumpe en
forma de visión, lo más íntimo se presenta como foráneo, de tal modo
que la narración de la experiencia de la que surgió Das Grillenspiel contri-
buye en gran medida a comprometer la credibilidad que un lector racio-
nalista podría decidirse a otorgarle. Dicha narración se publicó bajo el
título Meine merkwürdigste Vision —La más notable de mis visiones— en la
recopilación póstuma realizada por Eduard Frank en 1973 bajo el título
Das Haus zur letzten Latern96. En síntesis, lo que en esas páginas refiere
Meyrink es que, encontrándose un día del otoño de 1915 reflexionando
sobre las causas de la Guerra Mundial, se le apareció un extraño perso-
naje con aspecto asiático, tocado con un extraño gorro de color rojo,
cuyos rasgos dio luego el escritor al personaje del Dugpa de su relato, del
que me ocuparé en breve. La interpretación que dio a su visión fue esta:
————
96 MMV
97 MMV 282-283. En una nota a su edición francesa del artículo de Meyrink
«Mon éveil à la voyance», Yvonne Caroutch ha señalado en este punto un error de
Meyrink que atribuye a una información incorrecta procedente de los escritos teosóficos
de Mme. Blavatsky. Los Dug-Pa constituyen, en efecto, una secta secreta que practica
la magia negra; pero el gorro rojo es característico de los Drug-pa, rama de los Kagyu-
pa o «gorros rojos», budistas tántricos tibetanos. CAROUTCH, Y. (1976) 116-118.
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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
————
101 Después de sugerir interesantes interpretaciones simbólicas del relato, el autor
del único trabajo que he conseguido encontrar sobre el mismo las descarta, consideran-
do que la intención de Meyrink fue exclusivamente la de dar rienda suelta a sus creen-
cias ocultistas. MEISTER, J. Ch. (1988).
102 DSW 332-340. El título de la colectánea, eminentemente satírico, remite al de
una de las obras emblemáticas del Romanticismo alemán, Des Knaben Wunderhorn,
recopilación de poemas populares realizada por Ludwig Achim von Arnim y Clemens
Brentano.
55
LUIS MONTIEL
————
103 Más adelante encontraremos numerosos ejemplos de esta forma de proceder de
Meyrink en sus novelas. También en los relatos se encuentran sin excesivo esfuerzo: por
ejemplo, un viejo profesor muerto de hambre se llama Hiob Paupersum (Job Soypobre).
104 Meyrink utilizó así mismo este apellido para uno de los personajes de su novela
56
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
utilizan con fines mágicos y que denominan Phak106, palabra que de-
signa igualmente de manera injuriosa todo aquello que se parece a un
europeo o a un hombre de raza blanca», así como la noticia llevada a
su campamento por unos peregrinos de que en las cercanías se encon-
traba «un Dugpa muy importante, uno de esos sacerdotes del diablo
temidos en todo el Tibet» que «afirman ser descendientes directos del
demonio de las amanitas». ¿Por qué negarse a ver, en este último dato,
un guiño psicológico del autor? Para nosotros, «el demonio de las
amanitas» es la muscarina, el alcaloide tóxico y alucinógeno producido
por las variantes venenosas de estos hongos, de tan larga tradición reli-
giosa en la historia de la humanidad107. Otro relato de Meyrink lleva por
título «Bal macabre»108 y describe, en medio de un ambiente inquietante,
alucinado, una intoxicación colectiva por este alcaloide; de hecho las
víctimas forman parte de un selecto y casi secreto «Club Amanita». Así,
«un descendiente directo del demonio de las amanitas» podría perfec-
tamente significar «el resultado de una alucinación de origen psicodéli-
co». De ser correcta esta hipótesis quedaría abierta la posibilidad, recha-
zada por Meister (el autor citado en la nota 101), de una interpretación
alegórica del cuento. En este sentido apunta también otra información
transmitida por los peregrinos: se trataría «de un ser que no puede defi-
nirse como humano109 y que puede ‘separar y unir’; en una palabra,
alguien para quien, gracias a su capacidad para reconocer el espacio y el
tiempo como ilusiones, nada es imposible sobre esta tierra»110.
De inmediato el «descubridor» —Skoper— manifiesta su deseo
de conocer a tan singular personaje, a lo que su guía se opone argu-
————
106 No quisiera llevar demasiado lejos mi pesquisa etimológica; tal vez Meyrink ha
inventado sin más pretensiones este nombre; pero no deja de ser curioso que guarde,
como Skoper, cierta similitud con el vocabulario oftalmológico. Phakos es el vocablo
griego para nombrar el cristalino del ojo, y ello porque el cristalino es una lente, y phakos
significa en griego «lenteja» y, por extensión, todo lo que tenga aspecto lenticular.
107 MARTINEZ PEREZ, J.; GONZALEZ DE PABLO, A. (1989) 63.
108 Incluido también en DSW 62-69.
109 Esta noción será tratada con todo detalle en el próximo capítulo, al analizar Der
Golem.
110 Gr 55.
57
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————
111 Gr 56.
112 Gr 57-58.
58
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
– No.
– Pero tú crees que tu alma seguirá viviendo después de la muerte.
– Sí. Porque tengo un... nombre.
– ¿Cómo que tienes un nombre? ¡Yo también tengo un nombre!
– Sí. Pero tú no conoces tu verdadero nombre, y entonces no lo posees.
Lo que tienes por tu nombre no es más que una palabra vacía de sentido
que tus padres han inventado. Cuando duermes, lo olvidas. Yo no lo ol-
vido cuando duermo.
– Pero cuando estés muerto, ¡tampoco tú lo sabrás!
– No; pero el maestro lo conoce y no olvida, y cuando él lo pronuncie
resucitaré. Pero sólo yo, y ningún otro; pues soy el único que posee ese
nombre. Nadie más lo lleva. Lo que tú llamas tu nombre, muchas gentes
lo tienen en común contigo: como los perros.
————
113 «Cualquier hombre es un Taubenschlag (palomar), pero no todos son Christopher»
59
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————
114 Gr 55. En sus escritos sobre las religiones Jung señaló a menudo como uno de
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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
que reconoce que esto es lo que esperaba, por haberlo visto en los
bazares de aquellas ciudades, se ve en todo caso sorprendido por la
ingente cantidad de ejemplares, así como por el hecho de que pertene-
cen «a una especie desconocida por la ciencia» —luego sabremos que
se trata de los Phak, los grillos blancos—, y en medida no menor por
su comportamiento:
————
115 Gr 63-64.
61
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————
116
Gr 65. Se ha señalado el papel de Leitmotiv de esta frase en el relato. Cfr. MEIS-
TER, J.Ch., (1988), 37, 40, 43, y FRANK, E. en el Nachwort a su citada edición de Fle-
dermäuse, 405, aunque en ambos casos atribuyéndole un significado mágico. Yo pienso
que hace referencia a una de las artes ocultas que Meyrink investigó y practicó, y que
luego fue interpretada en perspectiva psicológica por Jung: la alquimia, ars spagyrica,
arte de la separatio y la ulterior coniunctio.
117 Gr 65.
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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
63
LUIS MONTIEL
a través del cristalino —phakos— del ojo. Lo invisible es, para él, in-
existente. Y lo inconsciente es invisible; peor aún: es algo que produce
efectos —sueños, visiones, alucinaciones— sin causa, es decir, opera
igual que la magia, lo que equivale a decir que nada tiene que ver con
la ciencia, y por tanto debe ser relegado al dominio de la superstición.
Tal es, por otra parte, la actitud de muchos científicos contemporá-
neos respecto del psicoanálisis, el mayor esfuerzo intelectual por com-
prender los aspectos inconscientes del psiquismo humano, con todas
las limitaciones que hay que reconocerle a este dominio de la investi-
gación psicológica y médica en su situación actual120.
La culpa de «Skoper» —del europeo— consiste en hacerse alegre-
mente responsable de las consecuencias de la puesta en marcha —de la
puesta en libertad— de algo en lo que no cree y que, por lo tanto, no con-
trola. Está seguro de su moral, porque su moral tiene su fundamento en la
única roca sólida que puede concebir: el pensamiento racional, y aún
más, científico. Esta es su hybris, su soberbia. Y si la soberbia es, como
enseña la iglesia católica, el pecado luciferino por antonomasia, quizá
sea él, y no el Dugpa, quien desata las fuerzas de lo diabólico. O quizá el
Dugpa no es sino la ocasión para que se haga patente su soberbia; la crista-
lización externa —el efecto sin causa visible— de sus demonios interiores
—a esto me refería al comparar esta figura con la del Golem—; y, en la
dimensión simbólica del relato, de los demonios interiores de Europa.
Skoper ha querido «experimentar» con la «magia». Un castizo —y
cauto— refrán castellano dice: «los experimentos, con gaseosa», dando
a entender que hay que ser prudente cuando no se sabe con qué puede
uno encontrarse. Pero Skoper no se ha parado en barras, no se ha
limitado a la «gaseosa»; a falta de un pañuelo se ha lanzado a ciegas a
un experimento realizado sobre el mapa de Europa, en lugar de re-
————
120 Nietzsche puso de relieve este prejuicio del pensamiento occidental ya en 1881,
en Morgenröthe. Gedanken über die moralischen Vorurtheile (Aurora. Pensamientos sobre los
prejuicios morales). Esto es lo que dice en el fragmento 128, titulado «El sueño y la res-
ponsabilidad»: «¡De todo queréis ser responsables, excepto de vuestros sueños! ¡Qué
miserable debilidad, qué falta de consecuencia! ¡Nada os es más propio que vuestros
sueños!». Cit por la edición de Colli y Montinari (1999), Berlin/ New York, De Gruy-
ter, Bd. III, 117.
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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
ciones de actualidad sobre la guerra y la muerte, redactadas, según James Strachey, editor de
la obra de Freud en inglés y gran conocedor de su biografía, entre marzo y abril de
1915. Cfr. CHAMORRO, E. (1991) 110.
65
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————
123 Gr 64. He alterado los tiempos verbales pasándolos del pretérito imperfecto al
presente de indicativo.
124 W 101.
66
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
————
125 VB 205.
126 TREITEL, C. (2004) 8, 14-16.
67
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gia». ¿Por qué, si no, hacer esa distinción en la frase citada? Magia
sería —aunque él no lo diga de manera explícita— la capacidad de
modificar la realidad sin la mediación de un agente material, es decir,
mediante lo que clásicamente se ha denominado —y se ha considera-
do la esencia del proceder mágico— actio in distans. Pero en opinión de
Meyrink no hay por medio pacto alguno con el reino infernal, sino
mera actividad espiritual, por lo que resulta imprescindible preguntar-
se qué entiende el escritor exactamente por «espíritu».
En efecto: se trata de una palabra demasiado cargada de signifi-
cado, incluso de significados cambiantes a lo largo de la historia y
dependiendo de las creencias de cada cual, de modo que es fácil en-
tender cosas diferentes cuando se pronuncia o se escribe, y lo que es
peor, que cada cual la amolde a su propio pensamiento. Una pista
para comprender qué quería decir Meyrink cada vez que se refería a
ese dominio de lo humano, se encuentra en su escrito titulado Fakirp-
fade —Senderos de fakir—. En él nos describe el resultado de sus propias
experiencias extáticas resultantes de la práctica del yoga. Dichos éxta-
sis, que en el texto denomina, de manera más cruda y menos ambicio-
sa, «catalepsia», se experimentan como una escisión radical, en la que
el ser humano se ve dividido en una parte corporal y una fuerza sin
figura. Advierte que esta es, en el fondo, la situación real de cualquier
persona, que está continuamente rodeada por figuras invisibles que,
cuando se perciben —por ejemplo al ingerir sustancias alucinógenas o
mediante el yoga—, se toman erróneamente por espíritus de difuntos.
Cuando se produce esa escisión y se cobra conciencia de ella es por-
que se ha liberado una desconocida fuerza espiritual, que vivifica esas
imágenes de un modo similar —dice— a como lo hace la electricidad
con la rana de la experiencia de Galvani. Pero con los ejercicios de
yoga —añade— estas figuras son aniquiladas, como las cabezas de la
hidra por Hércules127.
De entrada podemos ver en esta declaración cómo nuestro autor
se desvincula explícitamente —y de manera radical— del que po-
dríamos llamar núcleo duro del ocultismo: el espiritismo. Las presen-
————
127 F 236.
68
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
Pero el enunciado dista de ser sencillo: «el espíritu que vive en noso-
tros». Una vez más hay que volver la mirada hacia sus críticas al espi-
ritismo para ver hasta qué punto es exigente su concepción de lo
humano, que no se adscribe ni a las tesis puramente materialistas ni a
las puramente espiritualistas. En el texto titulado An der Grenze des
Jenseits —En las fronteras del más allá— escribe de nuevo sobre estas
figuras sólo perceptibles en situaciones especiales, que los espiritistas
identifican como fantasmas, sosteniendo que son tan materiales como
los cuerpos de los seres humanos y pertenecen al reino de lo material.
¿En qué quedamos, pues? ¿Son espíritu o son materia?
La respuesta sería: ambas cosas. Lo que ocurre es que tanto el
pensamiento como la palabra se quedan cortos para representar esos
————
128 MT 281.
69
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————
129 MT 281.
130 AGDJ 372-373. Probablemente esta mención de los rayos Röntgen tenga que
ver con una experiencia pública realizada en el Teatro Urania de Berlín en el contexto
de lo que podríamos llamar espiritismo científico. Cfr. BOYD, A. (2005) 71-72.
131 TREITEL, C. (2004) 8-12.
70
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
————
132 El propio Hitler se describió a sí mismo en alguna ocasión como «un sonámbu-
71
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————
133 BINDER, H. (2009) 558-567. BOYD, A. (2005) 162-181.
134 ADGJ 374.
135 F 230.
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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
triotería y el militarismo.
73
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————
140 HARMSEN, Th. (2009) 145.
141 BOYD, A. (2005), 186.
142 HARMSEN, Th. (2009) 144-145.
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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
Desde las primeras líneas del relato su autor nos sitúa ante una
concepción de la historia que no dejará de reforzarse a lo largo del
mismo. Esta concepción, presente en la mayoría de novelas concebi-
das en el mismo período histórico, es la de un fin de etapa, de época
incluso, que adopta los rasgos claramente identificables de la deca-
dencia, lo que, por otra parte, parece haber sido un sentimiento gene-
ralizado entre los europeos143. Casi todos los personajes pertenecen a
la nobleza bohemia —o al funcionariado a su servicio, caso del perso-
naje central, el médico Taddhäus Flugbeil— o guardan una estrecha
relación, a veces ignorada, con ella —el joven Ottokar Vondrejk, hijo
no reconocido de la condesa Zahradka—, y viven en el arcaico marco
del Hradschin en un encierro voluntario. En ese inicio de la novela
uno de los personajes comenta con admiración teñida de horror que
————
143 BLOM, PH. (2010) 13-16, 28, 29-38, 552-553.
75
LUIS MONTIEL
————
144 W 7. En adelante citado en el texto solamente con el número de página.
145 BOYD, A. (2005), 220, señala que los personajes que abren las puertas al mun-
do esotérico viven en el llamado «Nuevo Mundo», y sugiere que este hecho tiene un
sentido simbólico.
76
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
… todos en Praga están locos (…) Creo que es debido a los aires
misteriosos que emanan del suelo (…) [En el Hradschin] hay otra espe-
cie de locura (…), algo así como una locura petrificada (50-51).
77
LUIS MONTIEL
————
146 El desarrollo de esta idea constituye el nervio de la novela El dominico blanco,
78
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
79
LUIS MONTIEL
————
147 Véase el capítulo siguiente.
148 No he podido encontrar información sobre la procedencia del término ni sobre
el significado del mismo más allá de la novela, por lo que no puedo saber si se trata de
una invención del escritor o bien procede de alguna de las fuentes esotéricas por él
consultadas.
149 Este pensamiento, como la inquietante figura de ese «espejo» que es Zrcadlo,
parece anticipar este aserto de Hillman: «La verdad es el espejo; no lo que hay en él o
detrás de él, sino la acción misma de reflejar: las reflexiones psicológicas. La conciencia
de la fantasía, que agrieta el cemento normativo de nuestra realidad cotidiana formando
siluetas nuevas». HILLMAN, J. (1999 b) 239.
80
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
————
150 Estas páginas, que se cuentan entre las más fascinantes de Meyrink, traducen la
influencia que sobre él ejerció otro buscador como él, el pintor y escritor Joseph Anton
Schneiderfranken, quien firmaba sus obras como Bô-Yin-Râ. Meyrink le visitó en
Görlitz, donde estaba movilizado, mientras escribía su novela, y según parece le impre-
sionó lo que oyó de sus labios. El capítulo «En el espejo», que incluye un poético frag-
mento sobre la alegría, reproducido como apéndice al final de este libro, refleja su in-
fluencia. BINDER, H. (2009) 569-570. Algunos llegaron a acusar a Meyrink de plagio,
acusación de la que le defendió el propio Bô-Yin-Râ en un escrito publicado en 1933 en
la revista Die Säule. Cfr. BÔ-YIN-RÂ. Dans le miroir. Une nécessaire mise-au-point. En: CA-
ROUTCH, Y. (1976) 170-172.
81
LUIS MONTIEL
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LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
… yo soy el único entre los dioses que lleva taparrabos; los demás
son asexuados. Sólo yo puedo comprender los deseos; quien no tiene
sexo ha olvidado para siempre lo que son los deseos. La raíz más pro-
funda y desconocida de todo deseo reposa en el sexo (155).
Mas son tan sólo los deseos del alma los que escucho y saco a la
luz. De ahí que me llame luci-fero (155).
83
LUIS MONTIEL
tud» acerca de la cual este diablo del inconsciente no nos permite in-
terpretaciones simplistas:
Ahora ha abierto los ojos a otra realidad. Por desgracia las cosas
son diferentes en el caso del resto de personajes, nominados e inno-
minados, de la novela. No buscan hacer germinar su yo más íntimo,
cuya mera existencia desconocen, o niegan (Polyxena), sino que per-
miten e incluso promueven la implantación de los miasmas y la ger-
minación de los seminaria del pasado, y al ritmo obsesivo del funesto
tambor del diablo permiten la propagación por contagio de la locura y
la muerte.
Por cierto: ¿de dónde ha salido ese tambor? De la historia,
habremos de responder. De esa historia emponzoñada, mal digerida,
que antes he presentado como haunted house. De la historia de las pa-
trias y las religiones; de la historia de las guerras y las masacres. Pues,
¿no se trata del famoso tambor de Zizka?
Pero también ha surgido del inconsciente. De un inconsciente
salvaje, malamente evocado, que se manifiesta no como el yo más
84
LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL COMO ENFERMEDAD DEL ESPÍRITU
85
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA
PROFUNDA A TRAVÉS DELSUEÑO:
CÁBALA, ALQUIMIA Y ARQUETIPOS
JUNGUIANOS EN EL GOLEM
87
LUIS MONTIEL
————
151 RIPELLINO, A.M. (1991) 186-189.
152 SCHOLEM, G (1953) 238-239.
88
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
El destino del golem que llegaría a ser Adán, el primer hombre, es-
tudiado en las páginas siguientes del citado artículo, nos interesa empero
menos que el de esos otros de los que se dice que fueron creados por
algunos rabinos. A la vista de lo anterior, lo que Scholem puede afirmar
ya al comienzo de su investigación es que lo que subyace a la idea de la
creación humana del golem es, precisamente, el relato de la creación de
Adán por el Dios de la Biblia, de manera que
... el poder creador del hombre se recorta sobre el fondo del poder
creador del mismo Dios, ya sea como imitación o como enfrentamiento
con él155.
————
153 SCHOLEM, G. (1953)237.
154 SCHOLEM, G. (1953) 239.
155 SCHOLEM, G. (1953) 237.
89
LUIS MONTIEL
... la sabiduría mágica es, pues, un saber puro (…) que corresponde
a la naturaleza humana precisamente por ser imagen de Dios. [Pero] es-
ta opinión, que domina totalmente los comentarios, instrucciones y le-
yendas objeto de nuestro estudio, debe distinguirse estrictamente de la
opinión específica de la Cábala sobre la magia, tal como fundamental-
mente se encuentra en el Zohar. En él aparece la magia como una facul-
tad producida por la caída del primer Adán; una facultad que, a través
de la decadencia, a través de su ligazón a la tierra, de la que procede,
vincula al hombre a la muerte158.
————
156 SCHOLEM, G. (1953) 247.
157 SCHOLEM, G. (1953) 257-258.
158 SCHOLEM, G. (1953) 255.
159 SCHOLEM, G. (1953) 260.
90
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
caso de quien da vida al golem, la hybris, la soberbia que viola los límites
prescritos a la naturaleza humana, que puede inducir al hombre a consi-
derarse no sólo semejante, sino igual a su creador; y, para quien contem-
pla la obra del sabio, la posibilidad del retorno al politeísmo y la idola-
tría160. En suma: la creación del golem representa, en cierto sentido, un
extraordinario logro intelectual, e incluso moral. Pero por otra parte
arrastra consigo peligros no menos extraordinarios en el dominio del
espíritu.
Tal vez sea esto último lo que, esencialmente, comparten el mundo
legendario del golem y la novela de Meyrink; pues el golem novelesco
no es, en absoluto, un hombre de barro animado por una palabra mági-
ca. Y tal vez esto sólo bastaría para juzgar con alguna prudencia la obra
del escritor austríaco, que abandona el camino trillado para aventurarse
por otro casi inexplorado. Lo que trataré de demostrar en las páginas que
siguen es lo que anuncié al comienzo, a saber: que Meyrink va a mos-
trarnos algo que aún no era conocido, o empezaba apenas a serlo por
unos pocos, pero que ya estaba presente entre sus contemporáneos en un
momento de crisis espiritual e histórica. Esta presencia inadvertida, que
Meyrink llamará golem basándose en la tradición judía centroeuropea,
había comenzado a ser llamada «inconsciente» por los románticos un
siglo antes; y la singular creación intelectual que Meyrink lleva a efecto
en torno a su figura —tan diferente, como queda dicho, de la tradicio-
nal— coincide, como ya he avanzado y espero probar ahora— de forma
sorprendente con lo que, años más tarde, Jung denominará «proceso de
individuación», de modo que lo que podría haber sido menos que una
rancia novela gótica consigue la suficiente profundidad como para ser
citado por el propio Jung con el fin de ilustrar algunos aspectos concretos
de su doctrina psicológica161. Y no constituye la menor sorpresa, ni el
menor mérito de la novela, el hecho de poner de relieve de que este saber
estaba ya crípticamente expuesto en otros textos que en ella se mencio-
nan, la Cábala y el Tarot, y en otros que, sin ser expresamente mencio-
nados, pueden reconocerse sin dificultad: los escritos sobre alquimia.
————
160 SCHOLEM, G. (1953) 262-263.
161 Fundamentalmente en JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 12, § 53.
91
LUIS MONTIEL
————
162 SATZ, M. (1989).
163 Desde 1925 Jung tuvo sueños que le indicaban que su pesquisa sobre el inconscien-
te debía enriquecerse con el estudio de los textos de la alquimia desde la perspectiva analíti-
92
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
número de página.
93
LUIS MONTIEL
cipita sobre una piedra que parece un apetitoso trozo de grasa; compro-
bando su equivocación, vuela hacia otra parte, como hacen los hombres
cuando descubren que la vía del iluminado no conduce al placer, sino al
esfuerzo del autoconocimiento. La luz de la luna sobre la cama parece
una piedra; y así comienza la jornada onírica del protagonista:
————
165 Fundamentalmente en Psychologie und Alchemie, en los textos que componen el vo-
lumen 13 de la citada edición de obras completas, que lleva por título Studien über alchemis-
tische Vorstellungen y en Mysterium coniunctionis.
94
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
dazado? Sólo sé que mi cuerpo yace dormido en la cama y que mis sen-
tidos se han separado y ya nada los une a él. De repente quiero pregun-
tar quién es ahora «Yo»; y es entonces cuando me acuerdo de que ya no
poseo órgano alguno con el que formular preguntas, y temo que esa ton-
ta voz vuelva a despertar y comience desde el principio el eterno interro-
gatorio sobre la piedra y la grasa. Y así me alejo (11).
————
166 Existe un amplio estudio del Tarot desde la perspectiva de la psicología analítica:
NICHOLS, S. (1989). En concreto, la carta a la que me refiero se estudia en las pp. 433-448.
167 JUNG, C.G. (1975-1986) Bd. 9/I, § 604.
95
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————
168 Precisamente esta historia forma parte de otra novela de Meyrink, El ángel de la ven-
96
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
mie, Bd. 12, § 447-515, así como en Das Wandlungssymbol in der Messe, Bd. 11, § 296-448. La
última de las obras citadas en el texto, Aurora consurgens, fue traducida e interpretada por
M.L. von Franz como volumen complementario a Mysterium coniunctionis. Como tal figura
en la ed. cit. de obras de Jung como volumen 14/3.
172 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 12, § 53.
97
LUIS MONTIEL
mo —y que no por azar formó parte del círculo que Jung reunió en tor-
no a las Eranos Tagungen— escribe al respecto:
Persona y anima son situadas, en relación con el yo, la una como fa-
chada, mirando hacia el exterior, la otra detrás, en los segundos planos
de la intimidad; la una, valga la expresión, está en la calle, la otra, en el
patio interior174.
El yo del que sueña desciende, aún sin saberlo, en busca del «sí
mismo» —Selbst—, para lo que necesita, entre otras cosas, encontrar su
anima, y su búsqueda comienza —¡curiosa coincidencia!— en un patio
————
173 QUISPEL, G. (1968) 9.
174 BAUDOIN, Ch. (1967) 89.
98
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
interior. Desde éste lugar atisba el nuevo mundo que se abre ante él, y
que se caracteriza por una singular indefinición: las figuras que se mue-
ven en este gueto del inconsciente desvelan a medias ocultos parentescos
de carácter genealógico, pero sin que nunca pueda seguirse esta genealo-
gía hasta las capas más recientes e iluminadas:
Puedo diferenciar claramente, entre los rostros judíos que veo aso-
mar cada día en la calle Hahnpass, diferentes estirpes que no se dejan
ocultar por los estrechos parentescos de cada individuo (...) Nunca es
posible decir: esos dos son hermanos, o padre e hijo. Este pertenece a
aquella estirpe o a aquella otra, eso es todo lo que se puede leer en los
rasgos de sus facciones (13).
te del Zarathustra.
176 El tema aparece tratado en su escrito de 1926 Inhibición, síntoma y angustia.
99
LUIS MONTIEL
————
177 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 12, § 186.
100
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
do, como al soñador del que procede su figura, le asalta la voz que pre-
gunta por la piedra:
101
LUIS MONTIEL
102
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
103
LUIS MONTIEL
104
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
————
183 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 12, § 38.
105
LUIS MONTIEL
mo Jung advertirá años más tarde, la sombra suele aparecer en los sue-
ños bajo la figura de un hombre perteneciente a una raza que se conside-
ra más próxima a la naturaleza, por así decir, un hombre «inferior» o
«profundo» —un negro entre los europeos, un indio en el caso de los
americanos184—, lo que, en el caso del novelista se ve acentuado en el
sentido de la distancia y de la antigüedad, y también adornado con los
prestigios de lo migratorio e invasor: no olvidemos que fue una raza
procedente de las estepas de Asia central la que llegó, hace setecientos
años, muy cerca de Viena, hasta la misma Buda, en Hungría.
Por otra parte, a medida que avanzamos en la lectura descubrimos
que en el gueto casi todo el mundo sabe —mejor o peor— qué significa,
quién es el Golem. No sólo el sabio archivero Hillel, que guarda tan gran
parentesco con el arcano número nueve del Tarot —el ermitaño185— y
que informa al atribulado neófito Pernath de lo siguiente:
————
184
JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 5, § 267.
185
Acerca del significado de esta imagen desde una perspectiva junguiana, v. NI-
CHOLS, S. (1989) 233-250.
106
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
Una vez estuve mirando en una plaza, en la que no había nadie y sin
que se notara el viento, puesto que me hallaba a cubierto tras una casa,
cómo unos grandes trozos de papel corrían girando como locos y se perse-
guían unos a otros, como si se hubiesen jurado la muerte (...) Entonces
creció en mí una oscura sospecha: ¿Qué pasaría si, a fin de cuentas, los se-
res vivos fueran algo semejante a esos trozos de papel? ¿No es posible que
haya un «viento» incomprensible e invisible que nos lleve de un lado para
otro y determine nuestras acciones, mientras que nosotros, en nuestra
simpleza, creemos vivir bajo nuestra propia y libre voluntad? (45-46).
————
186 Con este calificativo pretendo asociar la figura de este golem con la del judío
107
LUIS MONTIEL
... ese extraño sueño, que vuelve de tiempo en tiempo, en el que es-
toy en una casa en la que hay una sucesión de aposentos cerrados, inacce-
sibles para mí (...) Había estado loco y se había utilizado la hipnosis para
cerrar la «habitación» que me unía a las otras cámaras de mi mente (...) Y
si consiguiera forzar la entrada de esa «habitación» cerrada, ¿no caería en
manos de los fantasmas que han estado allí desterrados? (57-58).
————
187 Pero esta terapia se revela errónea. Con ello Meyrink vuelve a coincidir con lo
que, casi un siglo más tarde, dirá uno de los más creativos seguidores de Jung: «pero si
los complejos son centros energéticos no pueden ser ‘curados’ sin dañar la vitalidad del
paciente». HILLMAN, J. (2011) 143.
108
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
pensamiento antiguo sobre la magia, designa las actitudes u objetos que, supuestamente,
desvían o rechazan las influencias maléficas. A juicio de Jung, semejantes actitudes se dan
con frecuencia en la interpretación de la patología psíquica; así, por ejemplo, cuando el
109
LUIS MONTIEL
————
médico dice a una paciente histérica: «usted imagina que sufre», como si de ese modo se
conjurase, en nombre de la razón y la voluntad, el peligro en que esa persona se encuentra.
Cfr. JUNG, C.G. (1971-1983) Bd 8, § 204, § 205.
189 En la actualidad se le considera el fundador del llamado «judaísmo clásico», del
que se dice que «requiere más que justicia: requiere jesed, actos de lealtad, merced, interés,
un espíritu de renunciamiento y de conciliación (...) El judaísmo clásico se desarrolló en
110
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
————
oposición al poder político, al militarismo y al deterioro del sacerdocio oficial». GLATZER,
N.N. (1972) 102.
190 Cfr. JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 12, § 119, § 457, § 469.
111
LUIS MONTIEL
¿De dónde vienen [se pregunta] (...) los conocimientos gracias a los
que puedes ganarte la vida? ¿Quién te ha enseñado a tallar las gemas, a
grabar y todo lo demás? ¿Leer, escribir, hablar... y comer... y caminar,
respirar, pensar y sentir?» (...) Una cosa había ganado para siempre: el
conocimiento de que la sucesión de acontecimientos en la vida es un ca-
llejón sin salida, por muy ancho y fácil de caminar que parezca. Son las
escaleras estrechas y ocultas las que nos llevan a la patria perdida: es lo
————
112
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
que está grabado en nuestro cuerpo con letra muy fina, apenas visible, y
no la horrible cicatriz que deja la escofina de la vida exterior, lo que es-
conde la solución de los últimos enigmas (83-84).
113
LUIS MONTIEL
114
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
Había por aquel entonces un hombre medio tonto que iba por las
noches de taberna en taberna y que, por un par de monedas, hacía una
silueta de los clientes recortándola en papel negro. Cuando se emborra-
chaba se ponía indeciblemente triste y, entre lágrimas y sollozos, recor-
taba sin interrupción siempre el mismo marcado perfil de una muchacha
hasta que se le acababa el papel. Por lo que se podía deducir de ciertos
relatos que yo he olvidado hace mucho, amó, siendo todavía un niño, a
una tal Rosina, probablemente la abuela de la actual, tan profundamente
que por ello perdió la razón (54-55).
glosario de términos junguianos y prefiere citar a su maestro: «El concepto de arquetipo (...)
se deriva de la observación repetida varias veces de que por ejemplo los mitos y los cuentos
de la literatura universal contienen siempre en todas partes ciertos motivos. Estos mismos
motivos los hallamos en las fantasías, sueños, delirios e imaginaciones de los indivisuos
actuales. Estas imagenes y conexiones típicas se designan como representaciones arquetípi-
cas» (JUNG, C.G. (1958) «Das Gewissen in psychologischer Sicht», en: Das Gewissen. Estu-
dios del Instituto Jung de Zurich, p. 199 y ss.) JUNG, C.G. (1982) 410.
115
LUIS MONTIEL
————
194 NICHOLS, S. (1989)185-197, en particular 187.
195 De nuevo he de acudir a James Hillman, para quien la enfermedad psíquica —
el sufrimiento del alma- no es algo que deba negarse sin más, «curarse», como se hace
con las enfermedades del cuerpo, sino más bien algo que debe aprovecharse, usarse de
manera creativa, pues el sufrimiento representa una de las formas de vida del alma y, en
consecuencia, puede ser indispensable en la tarea que este autor denominó «soul ma-
king». Un alma inerte, que no sufre, está de algún modo muerta o subdesarrollada.
Puede rastrearse esta tesis a lo largo de toda su obra.
196 Sin embargo la relación con el anima no debe tener nada de idealista, en el más
tópico sentido del término. Cuando, como explicaré más adelante, Athanasius se en-
cuentre con su «doble», el Habal garim, éste se le aparecerá una noche en la que se
debate entre el deseo hacia Angelina, Mirjam y también Rosina, y cuando pida a esa
nueva figura que le traiga a Angelina, el Habal garim se convertirá primero en la letra
Aleph y luego en la mujer gigantesca que formaba parte de sus visiones cuando el Go-
lem le entregó el libro (pp. 169-170); como si quisiera darle a entender que lo esencial es
«lo femenino» en el más amplio sentido del término, y que no puede «elegirse» sin más
(Angelina) o despreciar lo que parece inferior (Rosina).
116
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
————
197 Ezequiel, 11.19.
117
LUIS MONTIEL
ayuda le cita en su terreno, al otro lado del río, en la catedral del Hrads-
chin; precisamente en el lugar donde el soñador de esta historia, aún
despierto, cambió inadvertidamente su sombrero. Y también cuando,
más tarde, decida pasar con él una tarde de amor. El mundo de Ange-
lina está separado del gueto por un río, y unido a él por un puente de
piedra. Athanasius, ahora, pertenece a la judería, pero atraído por su
pasado cruza al menos en esas dos ocasiones el río, la primera de ellas
sobre este puente. Lo que atrae su atención en ese momento no carece
de interés:
118
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
tiende hacia ella una mano desclavada. Esta última imagen guarda sin
duda una estrecha relación simbólica con el trance que viven Athana-
sius y Angelina, y en cuanto a ese presunto «error» en que Meyrink,
mucho más praguense que austríaco, parece incurrir, quizá pretenda
mostrar gráficamente la situación de confusión en que Pernath, víctima
de las tensiones entre deseo erótico y culpa, se encuentra.
A esto se añade que, por debajo de la obra de los hombres, esa
obra que no sólo es racional y práctica, sino además bella, adornada
como está con esas tallas que sólo tienen una finalidad estética y reli-
giosa —esto es, cultural en el grado más elevado— discurre una fuer-
za de la naturaleza no exenta de malevolencia hacia ella. Más adelan-
te, cuando Pernath se vea sometido a una prueba definitiva por las
potencias de lo más profundo —el episodio de los granos, del que me
ocuparé en detalle en su momento— el puente se hundirá arrastrado
por el deshielo del Moldava. Podrá cruzarse el río por otros lugares;
podrá, como piensa Athanasius, reconstruirse el antiguo puente; pero
en lo que a la existencia toda del protagonista atañe, no cabe duda
alguna: «Ya no sería el viejo, misterioso puente de piedra» (158). El
puente que unía el pasado, reconocido ya, y la vida más superficial
con lo más profundo, con el gueto, se ha roto, de modo que no cabe
ya el viaje de ida y vuelta —ahora aquí, ahora allá— con el interme-
dio de confesión, penitencia y esperanza escatológica representado
por las estatuas. Otra habrá de ser, en adelante, la relación entre las
dos orillas.
Llegamos, así, hasta Mirjam; es decir, hasta la Mirjam de At-
hanasius Pernath, pues, con su ejemplo a la vista, no parece tan fácil
acceder a la Mirjam de cada uno. Atraído por ella, el lapidario acude
a su habitación con el pretexto de tallar su efigie sobre una gema, pre-
texto nada fútil si volvemos la mirada a una de las pautas interpretati-
vas que estamos utilizando: la simbología alquímica presente en la
obra. De nuevo encontramos el motivo de la lapis en ésta que Pernath
desea cincelar. De ella sabemos algunas cosas: se trata de un fragmen-
to de hornablenda, mineral volcánico —esto es, procedente de las
profundidades de la tierra—, dotado de reflejos azulados —siendo el
azul el color «positivo» en la simbólica del inconsciente—; y Pernath
119
LUIS MONTIEL
Los árboles son verdes y el cielo azul, pero todo esto me lo puedo
imaginar aún mucho más bello cuando cierro los ojos ¿He de estar para
verlos sentada en un prado? Y esas pequeñas necesidades, y... y... y el
hambre... Todo eso está mil veces superado por la esperanza y la espera
(...) La espera de un milagro. ¿No sabe usted lo que es esto? Entonces es
usted un hombre muy, muy pobre (145).
De la mano de Mirjam, Athanasius empieza a enriquecerse con
un saber cuya existencia ignoraba. La muchacha va a mostrarle un
sentimiento religioso original, puro, distante —hasta ser casi lo con-
trario— del formalismo de las religiones positivas. Lo religioso en
estado de vivencia, restaurado su prístino sentido de ligazón, de víncu-
120
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
¿No es ésta, por otra parte, la vivencia que está experimentando és-
te a quien, a falta de un nombre mejor, llamamos Athanasius Pernath?
¿Y no remite, de nuevo, esta similitud a los estudios de Jung? En tal
medida era necesaria, inexcusable la presencia de Mirjam en la obra,
pues necesaria e inexcusable es su presencia en esta otra Obra —utilizo
la mayúscula con la misma intención que los antiguos alquimistas—
emprendida, casi contra su voluntad, por el soñador del primer capítu-
lo; ese Opus chymicum que ha de culminar con el esclarecimiento de la
entidad de esa lapis que parece grasa198. De momento, el llamado Per-
nath no está maduro para el milagro, de modo que, aunque movido
por la buena voluntad, o aún más: por el amor aún no reconocido que
siente por Mirjam, va a cometer un error que, aparentemente, no ten-
drá consecuencias, pero que, en la perspectiva desde la que estamos
considerando la fe de Mirjam en el milagro, casi debe juzgarse como
un sacrilegio; en cualquier caso, constituye un atentado contra la pu-
————
198 Los alquimistas sabían -aunque sin comprenderlo- que para la realización de la obra
necesitaban de una soror mystica o «hermana mística», una figura femenina con la que pudie-
se alcanzarse una compenetración extrema, lo que, a juicio de Jung, no era sino una intui-
ción del papel que corresponde al anima en el proceso de individuación. Cfr. JUNG, C. G.
(1971-1983) Bd. 12, § 92; Bd. 14/ I, § 156, § 175.
121
LUIS MONTIEL
————
199 Cfr. HILLMAN, J. (1999 a) 64: «¿Acaso no se distinguía por su belleza la Psique
del cuento [El asno de oro] de Apuleyo? ¿Y acaso no es Afrodita, la Hermosa, el alma del
universo (psyché tou kosmou o anima mundi) que produce el mundo perceptible —según
Plotino (III, 5.4)— y también el alma de cada uno de nosotros?».
122
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
————
200 Solamente si Mirjam fuese una mujer de carne y hueso, y no una figura del
sueño, podríamos pensar que una vez más Meyrink se adelanta a Jung al describir la
figura arquetipal de animus, correlato del anima en la psique femenina.
123
LUIS MONTIEL
————
201 El entrecomillado remite a la cita con la que cerré el apartado precedente, pues es
en este punto de la narración donde adquiere plena actualidad por cuanto el protagonista
realiza físicamente el descenso simbólico.
124
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
Así nos estuvimos mirando a los ojos: uno el horrible reflejo del
otro (...) Lo retuve (...) Paso a paso he luchado con él por mi vida, por la
vida que es mía, porque ya no me pertenece (110).
125
LUIS MONTIEL
126
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
Cada uno tiene que encontrar para sí mismo las ocultas vocales
que le aclaren el significado hecho para él, pues la palabra viva no debe
quedar congelada en un dogma muerto (121).
127
LUIS MONTIEL
————
203 En este punto el parentesco con Jung pasa de la obra a la persona, pues el psi-
coanalista suizo sufrió lo que algunos han llegado a calificar de brote esquizofrénico, y
el denominó, tomando como precedente mítico a Odiseo, su nékya, su descensos ad infe-
ros, justo antes de comenzar a producir lo más original de su obra, en el período en que
redactó y dibujó su Libro rojo, recientemente editado. Cfr. WEHR, G. (1991) 177-195.
128
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
————
204 VB 220.
129
LUIS MONTIEL
————
205 «Más allá [del inconsciente personal] hallamos en el inconsciente también las pro-
piedades no adquiridas individualmente, sino heredadas, como son los instintos, esos im-
pulsos que nos mueven a realizar acciones, que se siguen sin una motivación consciente,
porque resultan de una necesidad (...) En este aspecto 'profundo' de la psique hallamos
también los arquetipos. Los instintos y los arquetipos (...) forman el inconsciente colectivo».
JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 8, § 270.
206 Este recurso podría aludir igualmente a la técnica de concentración practicada por
los discípulos de Mailänder, de la que hablé en el primer capítulo. También ésta podría ser
la razón de que decidiera titular todos los capítulos de la novela con monosílabos. Sería
algo así como un homenaje al único guía espiritual que le aportó algo valioso.
207 Este episodio aparece sumariamente comentado por Jung en Psychologie und Alche-
mie, Bd 12, § 103. Para él esas semillas que Pernath arroja al suelo pertenecen al mismo
dominio simbólico que la piedra filosofal de los alquimistas, pues ésta es también la lapis in
via eiectus, la piedra que se tira con desprecio. Hay que hacer notar que, como he señalado
antes, en Die Verwandlung des Blutes Meyrink asegura haber visto una figura como la que
aquí describe en un trance producido por la práctica del yoga (VB 220).
130
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
... por mucho que pareciera cambiar la forma, era siempre la mis-
ma cabeza la que parecía levantarse de su tumba (...) a través de los si-
glos hacia mí, hasta que los rasgos se me fueron haciendo cada vez más
y más conocidos y se fueron uniendo todos en un último rostro: el rostro
del Golem, con el que se rompía la cadena de antepasados (155).
131
LUIS MONTIEL
transcribe también Chidr, Chidher, Jidr o al Jadir- puede verse, también, Bd. 5, § 282-293.
132
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
previa— del que la aparición periódica del Golem constituye una pri-
mera metáfora; no olvidemos que ese rasgo ahasvérico está por com-
pleto ausente de toda la tradición anterior. Pero esta llamada de aten-
ción no es la única: en el fragmento de Jung que acabo de citar se
menciona a una de las figuras del renacimiento más conocidas, el dios
egipcio Osiris, y no por casualidad. La razón de esa referencia es la
que descubrimos en uno de los parlamentos de Mirjam:
Es uno de mis sueños (...) imaginarme como meta final que dos se-
res se fundan en uno... en eso que... ¿no ha oído nunca hablar del anti-
guo culto egipcio a Osiris? Que se conviertan unidos en eso que el her-
mafrodita debe significar como símbolo (...) Me refiero a la unión
mágica de lo masculino y lo femenino en la figura humana del semidiós.
Eso, ¡como meta final! No, no como meta, sino como principio de un
nuevo camino, eterno... sin fin (179).
————
210 JUNG, C.G. (1971-1983), Bd. 12, § 142
211 JUNG, C.G. (1971-1983), particularmente los capítulos V, VI y VII de la segunda
parte.
212 Experiencia ésta que es fácil reconocer como autobiográfica. Véase lo dicho en
133
LUIS MONTIEL
134
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
135
LUIS MONTIEL
Estoy muy por debajo de usted (...) Usted poseía la clave (...) Lo del
hermafrodita era la clave (251).
fov -o, más exactamente, la demolición del viejo gueto- tuvo lugar en 1893. Cfr. RIPELLINO,
A.M. (1991) 176, y VILIMKOVA, M. (1990) 9.
136
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
137
LUIS MONTIEL
Pierdo el conocimiento.
Al caer me agarro al borde de la ventana, pero resbalo. No ofrece
sostén: la piedra es lisa.
Lisa como un pedazo de grasa (268).
————
214 NICHOLS, S. (1989) 392 y 396.
215 JUNG, C.G. (1971-1983), Bd. 11, § 401.
138
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
mo gran peligro con el cual debe enfrentarse quien se busca a sí mismo. A este riesgo su-
cumbieron, por ejemplo, algunos de los maestros de la gnosis precristiana. Acerca del con-
cepto de «inflación psíquica» véase: JUNG, C.G. (1971-1983), Bd. 7, § 227-231.
139
LUIS MONTIEL
Por fin, un barquero —de nuevo una figura que representa el cru-
ce del río, y quién sabe si precisamente del Styx: ¿Caronte? ¿El bar-
quero de las almas? — reconoce que circula el rumor de que un talla-
dor de gemas llamado Pernath vive en la casa legendaria del
Hradschin, a la que nadie en su sano juicio se acercaría. Tras conse-
guir que le lleve, a través del Moldava, a la zona antigua, recorrerá
una calle ya transitada en sueños, la «Calle de los Alquimistas», y
llegará a la morada de Athanasius Pernath, una casa «en la muralla,
junto al último farol» —das Haus zur letzten Latern—, decorada con
motivos basados en el culto de Osiris, presididos por la imagen del
hermafrodita tallada sobre las hojas de la puerta, donde su propio
sombrero le será restituido. Su última visión —si exceptuamos la del
telúrico jardinero que le entrega su sombrero— será la de la pareja
formada por el lapidario del gueto y Mirjam, su anima:
————
219 Charousek, como recordará el lector de El Golem, es el apellido de un interesante
personaje del que, a mi pesar, no he podido ocuparme aquí por no parecerme imprescindi-
ble para desarrollar del modo deseado este análisis. No obstante, en otro lugar le he dedica-
do la atención que merece: Cfr. MONTIEL, L. (1991).
140
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA A TRAVÉS DEL SUEÑO
————
220 JUNG, C.G. (1971-1983), Bd. 11, § 398.
141
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA
PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN
LA HISTORIA: EL ROSTRO VERDE
143
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144
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
————
221 JUNG, C. G. (1971-1983), Bd. 5, § 291 n. 51.
145
LUIS MONTIEL
¿Por qué hago todo esto? Porque estoy harto de seguir trenzando la
rancia coleta de la cultura, primero la paz para preparar la guerra, luego
la guerra para reconquistar la paz, etc; porque quiero ver ante mí, al
igual que Kaspar Hauser, una tierra nueva, totalmente desconocida;
porque quiero aprender a maravillarme de una forma distinta, parecida
a la de un crío que una noche se transformase en un hombre maduro;
porque quiero convertirme en un punto final en vez de ser eternamente
una coma (19).
146
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
147
LUIS MONTIEL
————
222 «Usted debería llamarse verde, y no yo» (20).
148
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
Desde que la luna, la peregrina, gira por el cielo (...) estoy en la tie-
rra. He visto seres que eran como simios y que llevaban hachas de pie-
dra en la mano; de la madera venían y a la madera iban (...) de la cuna
al ataúd. Hoy siguen siendo como simios y aún llevan hachas en la ma-
no (20).
————
223 ROUART, M.F. (1988) 61-68.
149
LUIS MONTIEL
... políticos de ambos sexos y de todas las razas (...) discutían sin
fin acerca de la mejor manera de atrancar la puerta de un establo del que
la vaca se había fugado ya para siempre (24).
150
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
tenderse al pie de la letra más bien que de manera simbólica; los que su-
daban «interiormente» se veían sumidos en la miseria y perecían por au-
sencia de metabolismo. El músculo era soberano, mientras que las se-
creciones de la glándula del pensamiento humano se cotizaban cada día
menos (23).
————
224 En su libro Fe de carbonero y ciencia (Köhlerglaube und Wissenschaft, 1854) sostenía que
el cerebro segrega los pensamientos del mismo modo que el hígado produce bilis o los
riñones orina. LAIN, P. (1963) 482.
151
LUIS MONTIEL
152
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
vieja tierra. De todos modos, sería inútil pensar —esa es, al menos, la
opinión de Meyrink— que la sacudida histórica sufrida por la huma-
nidad tiene, sin más, el poder de producir un cambio esencial. Dicho
sea entre paréntesis, ese parece haber sido el trágico error del que aún
nos resentimos. Haber sufrido una Guerra Mundial, e incluso haberla
visto agotarse, como falta de combustible, sólo puede producir una
apariencia de cambio. El morboso afán de peregrinaje que Fortunat
reconoce haber experimentado antes de la contienda, y que intentaba
combatir con una exhaustiva dedicación al trabajo, le había parecido
durante algún tiempo el sombrío presagio de la catástrofe por venir;
pero, una vez cerrado el paréntesis bélico, la inquietud persiste:
————
225 De este modo ve Rilke a sus contemporáneos en El libro de la pobreza y de la muerte.
153
LUIS MONTIEL
154
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
Pablo. A través de las traducciones al latín ha llegado a nosotros, en ese contexto, como
«arrepentimiento», aunque etimológicamente significa más bien «conversión» o «transfor-
mación». Es cierto, empero, que esa transformación lleva implícita la idea de arrepentimien-
to, de corrección de lo que se estima erróneo. Cfr. JUNG, C. G. (1971-1983), Bd. 9/ II, §
299. Lo que para él significaba este término en el seno de su doctrina psicológica aparece
expresamente en Bd. 10, § 536: «Metanoia significa renacimiento en el espíritu».
155
LUIS MONTIEL
————
227 SCHUBERT, G.H. [1814] La información sobre casos de adivinación, predicción de
sucesos que sucederán en un futuro inmediato, etc., viene avalada por notas que remiten a
publicaciones a veces científicas, a veces meramente divulgativas.
228 MONTIEL, L. (1995). Cfr. ELLENBERGER, H. (1976).
229 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 8, § 816-958.
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230 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 12, § 456, § 475.
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231 SCHUBERT, G.H.v. [1814] 42 y 44.
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232 LAIN, P. (1963)165-166.
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233 Esto es algo que pudo comprobar personalmente en el curso de un viaje a la India.
sa y laudatoria, philosophus teutonicus -nada menos que por Hegel- es el máximo exponente
de la teosofía del S. XVII. Autodidacta, escribió obras como Aurora y De signatura rerum, que
influyeron poderosamente en el pietismo y en el movimiento romántico.
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Todo lo que no surge del espíritu es polvo inerte; no hay que rezar
a ningún Dios que no sea aquél que se manifiesta en nuestra alma (...)
[Ese Dios] se manifestará a través de cambios bruscos en su vida exter-
na. Primero debe perderlo todo, incluso (...) incluso perder a Dios, si
quiere hallarlo siempre de nuevo (71-72).
No, eso nunca. Pero se verá a sí misma a través de Sus ojos. En-
tonces se habrá liberado de la tierra, porque su vida habrá entrado en la
de El, y su conciencia dejará de depender del cuerpo, el cual caminará
hacia la tumba como una sombra desencarnada (72).
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239 JUNG, C.G. (1982) 11.
240 JUNG, C.G. (1971-1983), Bd. 13, § 304.
241 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 12, § 333.
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En cierto modo, tienen razón los que se ríen cuando oyen hablar de la
reforma de la humanidad. Pierden de vista, sin embargo, que basta con que
uno sólo se transforme radicalmente. La obra de este hombre nunca perece-
rá, lo advierta el mundo o no. Habrá abierto un boquete en lo existente, un
hueco que ya no se podrá cerrar, independientemente de que los demás se
percaten de ello enseguida o al cabo de un millón de años. Lo que se ha
creado una vez no puede desvanecerse más que en apariencia (105).
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242 Véase lo que al respecto se dijo en el análisis de El Golem.
172
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
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LUIS MONTIEL
dre de Eva postulaba —sin explicar de dónde le venía este saber— que
la visión del rostro verde era un hecho empírico; Fortunat declara que,
sin conocimiento previo alguno, lo ha experimentado. Durante toda
su vida Jung insistió precisamente en la base empírica de sus teorías,
de la que formaban parte experiencias internas de esta índole.
En el curso de la misma conversación encontramos aún otras re-
sonancias junguianas; así, por ejemplo, la identificación del rostro
verde con el «hombre primordial», el Adam Cadmon de la Cábala, esa
figura arquetípica que, por lo mismo, es inmortal, pues trasciende la
singularidad del individuo:
[Eva]: A lo mejor mi padre quiso decir que tal precursor era un ser
que había alcanzado la inmortalidad.
[Sephardi]: Alguien que alcanzase la inmortalidad subsistiría en
forma de pensamiento inmutable (113).
————
modo alguno una verdad metafísica; pero la Psicología como ciencia debe abstenerse de
toda consideración metafísica». JUNG, C.G. (1971-1983), Bd. 5, § 343- 344.
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DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
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244 En relación con este tema puede verse, por su extrema claridad, lo que al respecto
dice M. L. von FRANZ en el volumen colectivo titulado Der Mensch und seine Symbole. Jung,
C.G. (1999) 177-189. Y más recientemente, HILLMAN, J. (2000) arranca su reflexión par-
tiendo de esta cita de Jung: «el alma no puede existir sin su otra parte, que siempre se
encuentra en un Tú» (27). La cita de Jung en Bd. 16 § 454.
175
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Es cierto que, para que la joven llegue a esta convicción, han te-
nido que suceder cosas tremendas; entre ellas cabe considerar la intui-
ción, que es casi una certidumbre, de que el vínculo invisible que aca-
ba de trabarse entre ellos cierra las puertas a esa misma esperanza en
el caso de Sephardi. Pero sin duda es más importante el espantoso
suceso acaecido en la extraña comunidad del Zee Dyk: la muerte vio-
lenta del zapatero Klinkherbogk y su nieta, el episodio con el que con-
cluye, de manera terrible, la peripecia de los que, como Laponder en
El Golem, han elegido el camino equivocado. Ambas experiencias
infunden en su mente la idea de que la felicidad de la unión sólo pue-
de conseguirse al precio de un gran dolor, a través incluso de la muer-
te. El crimen del Zee Dyk merece, desde luego, nuestra atención.
Al final de la reunión de la que más arriba nos ocupábamos,
Klinkherbogk —cuyo nombre iniciático en el seno de la comunidad es
Abram— queda solo con su nieta Katje, aparentemente dormido pero
presa del trance en que le han dejado Eva, Swammerdamm y los de-
más. En el sueño, el inconsciente del zapatero recrea la historia de
Abraham e Isaac, aunque con el aditamento de un personaje que ac-
túa como guía, y que no es otro que el hombre del rostro verde; o, más
exactamente, un hombre cuyo rostro está cubierto por un velo verde,
el mismo que, según refiere el relato, en otra ocasión, dio a Klinkher-
bogk el nombre de Abram. Es decir: el guía del zapatero es el hombre
del rostro verde, pero, por así decir, el suyo particular, que no es idén-
176
DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
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245 Véase, por ejemplo, JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 5, § 93.
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246 En El Golem Meyrink hace decir a Charousek cuando se despide de Athanasius:
«volveremos a vernos (…) cuando el SEÑOR, según está escrito en la Biblia, escupa de
su boca a esos que fueron tibios, ni fríos ni calientes» G 232.
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Eva se dio cuenta de que estaba rígido como un cadáver, de que só-
lo tendría que empujarlo levemente para que cayera de espaldas al agua.
Pero al mismo tiempo comprendió que no sería capaz de hacerlo (...) A
menudo había oído decir que las mujeres, en particular las rubias, pese a
su violenta aversión contra los negros, no podían evitar abandonarse
completamente a ellos (...) Nunca lo había creído y despreciaba tal acti-
tud como propia de criaturas bajas y bestiales, pero ahora, horripilada,
reconoció que realmente experimentaba un impulso así. El abismo apa-
rentemente infranqueable que existe entre la aversión y la embriaguez de
los sentidos, en realidad no era más que una delgada pared transparente,
una pared que al derrumbarse convertía el alma de la mujer en un cam-
po de batalla para los instintos bestiales (130).
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DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
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Los baños por inmersión en agua helada de los judíos y los brah-
manes, las vigilias nocturnas de los discípulos de Buda y de los ascetas
cristianos, los tormentos de los faquires hindúes —todo ello para no dor-
mir—, no son sino ritos externos, congelados, que delatan, como ruinas
de columnas, al buscador, que aquí, en tiempos muy remotos, se alzó el
templo secreto de la voluntad de despertar (166).
Estos «soñadores» no son, como tal vez crees, las personas dotadas
de fantasía o los poetas, sino los diligentes, los aplicados, los inquietos
de este mundo, los corroídos por la locura del obrar. Se parecen a feos e
industriosos escarabajos que se esfuerzan por ascender a lo largo de un
tubo liso para, luego, volver a caer desde arriba (165-166).
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DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
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247 Este término, que Jung toma en préstamo a la Antropología Cultural anglosajona,
traduce la idea de algunos pueblos primitivos actuales acerca de las amenazas venidas del
inconsciente. Cfr. JUNG, C.G. (1971-1983), Bd. 9/1, § 47.
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res milagrosos que poseían los profetas de la antigüedad, o si en lugar de ello encontrarás la
paz eterna (...) Si los recibes y te sirves de ellos, debe ser en interés de la humanidad, que
necesita signos así» (p. 174).
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DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
Había pensado que sustraerse al dolor por Eva sería solamente ace-
lerar la cicatrización de las heridas de su alma (...) Se había resistido con
todas las fibras de su ser contra una curación semejante, como lo haría
cualquiera que comprendiera que la extinción de la pena causada por la
pérdida de una persona amada conlleva siempre la difuminación de su
imagen (178-179).
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¿Quieres ir al reino de los muertos a buscar a los vivos? (...) ¿Crees que la
realidad está en el más allá? (...) Quien no aprende a 'ver' en la tierra tampoco lo
hará en el otro lado. ¿Piensas que porque su cuerpo yace como muerto no puede
ya resucitar? Ella está viva, sólo tú estás aún muerto. Quien, como ella, se ha
convertido una vez en viviente, ya no puede morir. Pero también alguien que,
como tú, está muerto, puede nacer a la vida (...) Tan cierto como que ahora pue-
des poner la mano en mi costado es que estarás unido a Eva cuando alcances la
nueva vida espiritual. Que la gente la crea muerta, ¿qué te importa? No se puede
esperar de los dormidos que vean a los despiertos (188-189).
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LUIS MONTIEL
En la tienda de magia del mundo deseaste unos ojos nuevos, para ver las
cosas de la tierra bajo una nueva luz. Recuerda: ¿no te dije que antes deberías
perder los viejos ojos a fuerza de llanto antes de que pudieras recibir unos nuevos?
(...) Eva anheló un amor imperecedero, y se lo dí, y te lo daré también a ti por su
mediación. El amor efímero es un amor fantasmal.
Cuando veo brotar sobre la tierra un amor que crece por encima del amor
entre fantasmas, extiendo sobre él mis manos como unas ramas protectoras contra
la muerte que siega los frutos, pues yo no soy solamente el fantasma del rostro
verde: también soy Chidher, el árbol eternamente verdeante» (189).
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DEL OCULTISMO A LA PSICOLOGÍA PROFUNDA CON LOS OTROS Y EN LA HISTORIA
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EL RESCATE DE LO RECHAZADO:
EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
I. LA HERENCIA Y EL DESTINO.
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252 Subrayado mío.
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EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
————
253 El propio Meyrink comunicó a varias personas de su entorno que para deter-
minados temas de su novela se había inspirado en lecturas del sinólogo austríaco Au-
gust Pfitzmaier: Die Taolehre von den Wahren Menschen und den Unsterblichen (Wien 1870);
Die Lösung der Leichname und Schwerter, ein Beitrag zur Kenntniss des Taoglaubens
(Wien1870) y Über einige Gegenstände des Taoglaubens (Wien 1875). Cfr: HEYM, G. «Le
dominicain blanc» en CAROUTCH, Y. (Ed.) (1976) 161-169 (162).
197
LUIS MONTIEL
————
254 Esta que podríamos llamar «herencia específica», en la medida en que el individuo
la posee no en calidad de miembro de una familia o de una etnia, sino de la especie huma-
na, es puesta de relieve por Jung en la segunda lección Über Grundlagen der analytische Psycho-
logie [1935], en (1971-1983) Bd. 18/ I, § 78, § 79. Aunque, como se verá más adelante, el
componente «familiar» adquiere especial relevancia en la novela de Meyrink, el carácter
simbólico del relato permite, a mi juicio, mantener la precedente afirmación acerca de la
semejanza entre ambas declaraciones.
198
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
Tenía muchos pisos que habían alojado a los antepasados del ba-
rón, cada generación siempre un piso más arriba que la precedente, co-
mo si su anhelo de estar cada vez más cerca del cielo no cesara de crecer
(19-20).
199
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EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
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LUIS MONTIEL
————
255 También en El rostro verde se habla de la «inversión» o «intercambio de lugar de las
luces» para caracterizar el proceso mediante el cual se hace nítidamente perceptible el mun-
do del inconsciente. GG 157-159.
202
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
... el vínculo que nos liga a la tierra, el fantasma negro que sale de
nosotros y que delata a la muerte que habita en nuestro interior cuando
una luz encuentra en su camino a nuestro cuerpo (45).
203
LUIS MONTIEL
————
256 El barón lo averigua de labios de un sacerdote, como luego se verá.
204
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
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LUIS MONTIEL
rink utilice nombres que desvelan las peculiaridades psíquicas de quien los lleva. No he
conseguido encontrar en los diccionarios la palabra Mutschelknaus, aunque pienso que puede
estar compuesta de Muschel —concha, pero también corteza— y Knaus —trozo de pan—.
En efecto, el personaje es, en la más triste acepción del término, como se verá, un «pedazo
de pan», aunque no puedo asegurar que fuera éste el designio de Meyrink al darle este
apellido.
206
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
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LUIS MONTIEL
ese modo, cerrar un círculo. Dos opuestos que se atraen con la mayor
fuerza. No exclusión, sino integración y superación de las contradic-
ciones, de las oposiciones, es lo que Meyrink propone y busca desde
su primera novela. Hasta qué punto son opuestos los Jöcher y los
Mutschelknaus lo muestra su actitud ante los féretros. Ya vimos lo
que significan en los sueños y para la tarea del barón y de Christopher;
para Mutschelknaus, su hija y sus parásitos representan un modo de
vida, la fuente de las «monedas de oro». Pero, además, delatan su
instalación en la forma de vida que Meyrink considera más fallida. El
carpintero, en esa primera noche de confidencias, refiere al protago-
nista un nefasto evento de su infancia: ayudando a su padre en el ta-
ller, dejó que la cola se quemara y aquél, para darle un escarmiento, le
encerró durante veinticuatro horas en un ataúd de metal asegurando
que lo enterraría vivo. El niño tardó diez años en recuperar el habla
después de sufrir ese castigo, pero eso no fue todo; Christopher asocia
aquella vivencia monstruosa con la historia de su matrimonio y de su
paternidad y sólo puede llegar a esta conclusión: «sigue siendo un
sepultado en vida» (36). Lo es, pienso yo, entre otras cosas porque
procede de un linaje de enterradores-enterrados. ¿Cómo comparar la
actitud del padre de Adonis Mutschelknaus con la de Bartholomäus
von Jöcher o con la del padre de éste tal como se nos muestra a través
de anécdotas que el barón refiere a Christopher?
Lo que al menos hay que reconocer al carpintero es su voluntad,
probablemente basada en el sexo de su vástago así como en los inmo-
rales manejos de sus verdugos familiares mucho más que en un pro-
pósito consciente y fundamentado, de apartar a Ofelia del mundo de
los sarcófagos para dedicarla al arte. Esto en parte, y en proporción
mucho mayor el ejemplo de su vida de sacrificio, propiciará que la
sensibilidad de Ofelia concilie plenamente con la de Christopher, de
modo que pueda surgir entre ellos un amor como el de Pernath y Mir-
jam o como el de Eva y Hauberrisser. El invisible Christopher Tau-
benschlag que escribe con la mano de Gustav Meyrink, según advierte
este último en la introducción, recuerda desde la intemporalidad
«aquel espacio de tiempo que para mí se llama Ofelia», y lo hace
comparando ese recuerdo a una piedra preciosa (62-63). De nuevo
encontramos esa imagen que nos persigue desde las primeras líneas de
208
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
————
258 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 5, fundamentalmente los capítulos IV al VII. En ellos
se encuentran numerosos datos al respecto, alguno de los cuales habrá de ser comentado en
detalle en relación con aspectos de la obra de Meyrink. No me parece exagerado asegurar
que esos mismos capítulos constituyen una especie de explicación paralela -y, por así decir,
«involuntaria»— de la novela, pues lo que estudian es, a ni juicio, exactamente el mismo
proceso psíquico.
209
LUIS MONTIEL
En mí vive, por consiguiente, alguien que es más fuerte que yo, que
me prescribe el tiempo y mi destino (103).
Y aquí habito yo. Pues los pies son el fundamento sobre el que re-
posa la casa; son la raíz, y unen el cuerpo del hombre que eres con la
Madre Tierra cuando caminas.
210
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
¿Qué es, pues, más simbólico y qué más real? ¿El cuerpo de
Christopher o las generaciones de Jöcher? Probablemente ambas no-
ciones se interpenetran en el pensamiento de su creador, del mismo
modo que lo hacen en el discurso novelístico. Lo heredado de los an-
tepasados forma ya parte de lo que uno mismo es, aunque esta pose-
sión es desconocida hasta que se produce un trance que facilita, o que
precipita su desvelamiento. En el citado discurso, la herencia paterna,
vinculada con la búsqueda de la claridad, de lo luminoso, es con todo
bastante más explícitamente reconocida que la materna, profunda y
oscura, si bien el Antepasado por antonomasia —aquél primero que
también llevó el nombre de Christopher— se presenta a sí mismo co-
mo el que garantiza el vínculo bajo el modo del caminar sobre una
tierra inmensa y multiforme. La tierra, la ciudad circundada por una
muralla —de agua en este caso— el río mismo que todo lo envuelve,
otros tantos símbolos de la madre259. ¿Hay que suponer, como algún
crítico260, que esto traduce un conflicto derivado del nacimiento ilegí-
timo del escritor? Probablemente puede aceptarse esta versión, pero
no sin admitir que, voluntaria o involuntaria, la técnica del escritor
constituye todo un acierto psicológico, y que probablemente una des-
cripción más personalizada de lo originario femenino no alcanzaría su
objetivo con la misma precisión.
Hace poco me he referido, sin mencionarlo, al episodio que mo-
tiva la crisis biológica, la enfermedad de Christopher; episodio que,
considerada su repercusión, ha de ser de extraordinaria magnitud. Así
es en efecto: se trata de la compulsión homicida del protagonista hacia
el padre de Ofelia, detenida en el último momento. Especie de versión
invertida del sacrificio de Abraham, este episodio nos pone de nuevo
————
259 Sobre la ciudad, y sobre todo la amurallada, como símbolo de la madre, v. JUNG,
C.G.(1971-1983) Bd. 5, § 302-303, §312-313. El valor simbólico del agua aparece estudiado
en esta misma obra, § 319-320.
260 Eduard Frank, en el «Nachwort», WD 267.
211
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EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
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261 De nuevo, como en El Golem, encontramos un símbolo que nos lleva hacia la figu-
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EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
————
263 Esta doctrina coincide punto por punto con la tesis central de Die Verwandlung des
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————
265 JUNG, C. G. (1971-1983) Bd. 12, § 405-413.
218
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
Resulta difícil al lector crítico resistir sin fruncir el ceño ante algunos
rechinamientos, desagradables al oído, del lenguaje esotérico, como por
ejemplo esas «corrientes magnéticas» a que acude, para explicar sus críp-
ticos asertos, el escritor. Y sin embargo hay que admitir que, leídas con
atención, las líneas precedentes evocan otras encontradas en textos cuya
vocación científica es innegable. A estas alturas no parece preciso recor-
dar —aun a riesgo de parecer reiterativo— el papel central que la alqui-
mia y el proceso de transmutación desempeñan en las investigaciones
psicológicas de C.G. Jung; pero, además, este mismo autor recurre en
otro lugar a una metáfora semejante a la utilizada por Meyrink en las
líneas precedentes. Me refiero a ese «sistema de ejes de la estructura cor-
poral». Para explicar su idea de «arquetipo», Jung escribe lo siguiente:
219
LUIS MONTIEL
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EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
... el mismo día en que murió tu abuelo (...) no pude llorarle ni una
hora. ¡Tan vivamente me penetró todo su ser! Esto parecerá terrible a los
profanos, pero puedo decir que sentí formalmente cómo su cuerpo se
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EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
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————
267 La referencia en el curso de la citada conversación se encuentra en p. 76. Cfr.
JUNG, C.G. (19 71-1983) Bd. 9/ II, § 156. El viento del norte lleva consigo connotaciones
negativas al menos desde la antigüedad clásica; para los médicos hipocráticos tenía que ver
con el aumento de la bilis negra, y consecuentemente con la melancolía; y en la Edad Me-
dia la condición melancólica llegó a ser considerada pecaminosa, explícitamente satánica.
Cfr. FÖLDÉNYI, L. F. (2008) 107 y cap. 2 passim.
224
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
225
LUIS MONTIEL
los especialistas, constituye uno de los planteamientos más sutiles, si no el más sutil, del
dualismo cátaro. NELLI, R. (1975) 73-124.
226
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
————
269 Remito, fundamentalmente, al lector interesado, al texto citado en la nota prece-
dente, donde encontrará, además, bibliografía selecta. Menos ambicioso, aunque riguroso e
interesante para una primera aproximación nada superficial al fenómeno cátaro es el libro
del mismo autor titulado: La vie quotidienne des cathares du Languedoc au XIIIe siècle. Paris,
Hachette, 1969.
227
LUIS MONTIEL
... dos columnas vivas, una blanca y otra negra. Dos columnas vi-
vas que se odiarán mutuamente hasta que reconozcan que son sólo los
pilares de un futuro arco de triunfo (84).
————
270 No parece una simple casualidad el hecho de que Jung haya dedicado a menudo
su atención a las obras atribuídas a este apóstol -su Evangelio y el Apocalipsis- por conside-
rarlas incomparablemente más ricas en información sobre los procesos del inconsciente -y
en general sobre la vida psíquica- que los otros tres evangelios. Cf. sobre todo: JUNG, C.G.
(1971-1983) Bd. 11, § 698-741. Cf. también NELLI, R. (1975) 16-27, especialmente p. 21.
228
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
Afirmo que aún hoy en día viven «otras cosas», siempre han vivido
y siempre permanecerán vivas, aunque enmudecieran todas las bocas
que las pronuncian y ensordecieran todos los oídos que pudieran escu-
charlas. El espíritu las mantendrá vivas, murmurando, y creará siempre
nuevos cerebros de artistas que vibren cuando él quiera y se construyan
nuevas manos para escribir lo que él les ordena (84).
Son aquellas cosas que sabía y sabe Juan: los secretos que estaban
en «Cristo» y que resumió cuando dijo por boca de Jesús, su instrumen-
to: «Antes de Adán, existía Yo» (84-85).
229
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EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
231
LUIS MONTIEL
Henos aquí un paso más cerca del objetivo final; aunque este pa-
so no está exento de peligros. Así enunciada, la conquista del Sí-
mismo parece implicar la destrucción del yo. El «antepasado» debe
crecer, y quien dice «yo» tiene, a cambio, que desaparecer. Afortuna-
damente veremos que este vaticinio no se cumple exactamente, aun-
que me parece importante que el peligro inherente al proceso se mues-
tre de manera tan clara en este momento de la vida del protagonista.
A punto de morir, el barón ayuda a su hijo a clarificar su pensamiento
en este punto:
232
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
Sabía que (...) sólo aparentaba estar muerto (...) Lo sabía porque
una vez yo estuve a punto de ser enterrado vivo (...) Lo que uno ha vivi-
do por sí mismo sabe advertirlo en los demás (222).
233
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234
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
V. EL INSTANTE ÁUREO.
235
LUIS MONTIEL
En efecto, no son las fuerzas del cuerpo las que pueden abrir esa
puerta que conduce al más hondo, al más originario de los pasados273.
Pues como un «largo viaje al reino del pasado» describe el protagonis-
ta su recorrido descendente por la mansión. No es la fuerza activa,
sino la sensibilidad aguzada, la actitud de apertura hacia ese pasado
————
272BACHELARD, G. (1973) 95.
273Merece la pena señalar la extraordinaria similitud que existe entre esta imagen, o
sucesión de ellas, y las de un sueño de la infancia que minuciosamente registra e interpreta
C.G. Jung en el escrito autobiográfico redactado en colaboración con Aniela Jaffé pocos
años antes de morir. En éste, igual que en el fragmento de Meyrink, Jung se ve descendien-
do al sótano de una casa donde le aguarda un símbolo itifálico del inconsciente. Cfr. JUNG,
C.G. (1982) 18-19.
236
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
Baja otra vez a las retortas; te diré cómo se hace el oro y cómo se
prepara la piedra filosofal; ahora ya lo sé, antes no pude lograrlo porque
morí demasiado pronto (239).
237
LUIS MONTIEL
Pero esta tarea, acorde con las creencias transmitidas por el barón
a su hijo, debe acometerse de manera que no resulte contraproducente
para el que aún está vivo. Christopher no puede permitir que los fan-
tasmas se enseñoreen de su alma; o, dicho de otro modo, tiene que
eludir el peligro de inflación —en el sentido que Jung da a este término
y que ya conocemos— manteniendo en todo momento el control so-
bre estos contenidos psíquicos. Lo que hay que consumar debe reali-
zarse en el reino de la vida, y no en el de la muerte. Christopher no
debe terminar las empresas acometidas por cada uno de sus antepasa-
dos —lo que, en fin de cuentas, le pide cada una de las voces que es-
cucha y que, por razones obvias, renuncio a transcribir—; sino cum-
plir la obra común a la que todos, más o menos deliberadamente, se
han entregado. Si traducimos en el espacio la perspectiva temporal
adoptada por Meyrink en el relato —es decir: si nos fijamos más en la
mansión que en el linaje, si pensamos en un gran organismo o en una
gran psique estructurada en niveles ascendentes— lo que Christopher
debe evitar es confundir la plenitd, el todo, con la obediencia a los
mandatos, deseos, pulsiones, sustentados por cada uno de los niveles274.
A lo que debe aspirar es al señorío sobre la totalidad. Ya ha recorrido
suficientemente el interior, el pasado; ahora debe, enriquecido por estas
vivencias, derramarse hacia el exterior. La consumación de cada una de
esas existencias pasadas sería un paso atrás —o adentro, según se mi-
re—; lo que conferirá valor a los esfuerzos incompletos de sus antepa-
sados, y al suyo propio, es la vocación de futuro y de exterioridad; es lo
que comprende cuando se arenga de este modo:
————
274 Por otra parte, según la doctrina taoísta en la que Meyrink se apoya, cuando un
individuo alcanza la «inmortalidad» arrastra consigo hacia ese dominio a todos sus
progenitores. Cfr. HEYM, G., en CAROUTCH, Y. (1976)166. Creo entender que no se
trata, pues, de completar lo fallido de cada cual, sino de aportar la novedad decisiva que
se ha ido buscando de generación en generación.
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EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
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como niños...»; como el niño en quien los contrarios están próximos en-
tre sí (...) La mujer vestida de sol y su niño aparecen en la corriente de
las visiones apocalípticas como algo extraño, como algo desconectado
de ellas, como algo que no pertenece a aquel lugar. Pertenecen a otro
mundo, a un mundo futuro. Por ello el niño, como el mesías judío, es
por el momento arrebatado para Dios, y su madre tiene que ocultarse
por largo tiempo en el desierto, en el que es alimentada por Dios. El
problema inmediato no es ni mucho menos el de la unión de los contra-
rios, sino el de la encarnación de la luz y el bien (...) Por esta razón el
Apocalipsis, lo mismo que todo proceso clásico de individuación, con-
cluye con el símbolo de la hierogamia, de las nupcias del hijo con la
madre-esposa275.
242
EL RESCATE DE LO RECHAZADO: EL MAL EN EL DOMINICO BLANCO
morir en el fuego el mortal se limpia de las escorias terrestres (…) De ahí que el fuego
sea condición previa para entrar en una vida de orden superior (…) La muerte volunta-
ria de Empédocles abrasado por el fuego se produjo bajo el hechizo de la «resurrección»
y lo condujo fuera del mundo terrenal». FÖLDÉNYI, L.F. (2008) 41-42. En estas mismas
páginas encontramos un dato sorprendente: además de a la de Empédocles, Földényi
recurre a la muerte de Hércules, igualmente abrasado —se arrojó a una hoguera para
librarse del ardor que le provocaba la túnica de Neso-. Y hay que recordar que uno de
los capítulos de El dominico blanco lleva por título precisamente La túnica de Neso.
243
LUIS MONTIEL
... sigue siendo el que es, y jamás pasa de ser un yo limitado frente
a aquél que en él habita, cuya figura no tiene límites cognoscibles, que le
rodea por todas partes, profundo como los fundamentos de la tierra y
vasto como el cielo279.
————
278 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 11, § 755.
279 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 11, § 758.
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ADVERTENCIAS DESDE EL ÚLTIMO RECODO:
EL ÁNGEL DE LA VENTANA DEL OESTE Y
LA CASA DEL ALQUIMISTA
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LUIS MONTIEL
simple hoja de papel-, especie de contrato oficioso, firmado por una cara por Meyrink y su
segunda esposa, y por la otra por Schmidt-Noerr, en el que se acuerda el reparto al cincuen-
ta por ciento de los honorarios que pueda devengar la publicación de El ángel de la ventana
del oeste. En el documento no se menciona el hecho de que la obra pueda haber sido escrita
en colaboración, pero los más fiables estudiosos de la vida y la obra de Meyrink, rastreando
lo que podría encontrarse detrás del documento, dieron con el rumor según el cual habría
sido Schmidt-Noerr el auténtico autor de la novela. La documentación recogida por los
biógrafos de Meyrink, en algún caso de fuentes orales, no es totalmente explícita. Parece
existir un cierto consenso en que los aspectos relativos al periodo praguense pueden deberse
particularmente a Schmidt-Noerr, que pasó ocho días documentándose al respecto en la
capital checa, aunque estilísticamente la obra, pese a algunos altibajos, parece redactada por
Meyrink (Cfr. SMIT, F. 1988, 242-246).
246
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————
281 Para la somera biografía de John Dee me he servido de los estudios de los dos
autores que acabo de citar. Dado que dicho resumen cumple un papel meramente in-
formativo he decidido prescindir de notas y referencias.
247
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————
282 Los estudiosos de su obra que me han precedido señalan que el apellido que el es-
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————
283 Cfr. YATES, F. (1979).
284 Existe edición española, citada en la bibliografía.
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————
285 La reivindicación de esta «Tierra Verde» alcanzará un sentido mágico, como
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para él en un desastre. Por una parte, los gastos que le ocasionan las
frecuentes visitas de Laski y su séquito le están arruinando; por otra,
el polaco le insta a viajar, junto con Kelley y las respectivas familias, a
sus posesiones, interesado sin duda en explotar en provecho propio las
habilidades de ambos, y también porque ha llegado a sus oídos que el
primer ministro Walsingham y el primer secretario de estado, Bur-
leigh, sospechan que el motivo de su visita es preparar un complot
contra el rey de Polonia, Esteban Báthory. Por su parte, Kelley parece
muy interesado en el cambio de aires, pues sin duda espera que mejo-
re su fortuna y, como el tiempo mostrará, desea ganar protagonismo
frente a su compañero, el sabio reconocido. Dado que él es el mé-
dium, apenas sorprende saber que Madini, en el curso de una sesión,
apoya ardientemente esta decisión, lo que determina a Dee a abando-
nar Inglaterra. Seguramente teme por su propia vida y por las de los
suyos; siempre ha sabido que el pueblo le considera un brujo, y la
advertencia de Madini le amedrenta. Da la impresión de que su an-
gustia es insuperable, pues de hecho llega a poner en peligro su propia
vida y las de su familia y acompañantes, pues, no encontrando en
Gravesend al barco danés que debería conducirles a Holanda, se
arriesga a embarcar en un pequeño pesquero que, a causa del mal
tiempo, está a punto de zozobrar. En todo caso, su fuga hará buena la
profecía, pues los aldeanos de sus dominios de Mortlake destruirán al
cabo de pocos días su estudio y dañarán su biblioteca, que a la sazón
era la mejor de Inglaterra y sin duda una de las mejores de Europa.
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ciones. A tal efecto se creó una comisión; pero no consta que se llega-
ra a resultado alguno, de modo que Dee hubo de regresar a Mortlake
viejo, pobre y enfermo —mal de piedra—, donde malvivió aún algo
más de tres años, siempre consultando sus cristales con ayuda de Pon-
toys, siempre escuchando a sus consejeros angélicos. Todavía el siete
de septiembre de 1607 el arcángel Rafael le promete revelarle pronta-
mente el secreto de la piedra, según el método de San Dunstan, así
como los más profundos misterios de la divinidad, que sólo Enoc co-
noce, y le insta a abandonar su ingrata patria para volver, como Tobí-
as, a peregrinar por el mundo en busca de la sabiduría. ¡A los ochenta
años, enfermo y en la miseria!
Poco más tarde, muere.
Según sus biógrafos, tenía todo preparado para partir hacia Ale-
mania.
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————
287 Más adelante escucharemos al barón preguntarse: «¿Y si no fuera la sangre lo
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LUIS MONTIEL
bos relatos las palabras actúan como una especie de transfusión espiri-
tual, y de ese modo el barón Müller, que no desciende patrilinealmen-
te de Hoël Dhat, puede acabar siendo aquél en quien se cumpla la
transmutación que el antepasado John Dee buscó con ahínco y en
vano, legando sus experiencias y las claves de su frustración al futuro.
No me detendré más de lo necesario en los vericuetos del relato.
Baste con señalar, para quien no haya tenido ocasión de leerlo, que
casi simultánea a la recepción de los manuscritos de John Dee por el
barón tiene lugar la de un cierto cofre, una pieza de anticuario, en
cuyo interior, de difícil acceso dado el complicado mecanismo de
cierre, se encuentran unas esferas llenas, supuestamente, del llamado
«polvo de proyección», la materia indispensable para producir la
transmutación hermética de los metales; la lapis philosophorum. Este
polvo, el «polvo de san Dunstan», habría sido el utilizado por Dee y
Kelley, que habrían recibido del ángel una pequeña cantidad, para
ofrecer a Rodolfo algo de oro espagírico. Su valor en el relato de Mey-
rink es diferente y muy superior, pues se remite al ámbito simbólico,
que no al material, de la alquimia: se le atribuye la capacidad de de-
volver su virtud —una virtud mágica, sobrenatural— al hierro de la
lanza de Hoël Dhat, el antepasado, ahora en poder de ocultistas dis-
puestos a hacerse con la materia de la transmutación, como suele de-
cirse, a cualquier precio; pero —y esto es lo fundamental— no me-
diante cualquier método, sino mediante uno muy explícito: la
seducción erótica del protagonista por un excitante personaje femeni-
no con rasgos eminentemente fronterizos, la princesa Assja Chotoka-
lungin, procedente de un lugar indeterminado de Rusia y cuyo nom-
bre remite bien a las claras a ese Oriente al que, en general, la cultura
alemana ha asociado al pueblo de los zares.
No es extraño que Meyrink elija este expediente. Como ya hemos
visto, desde El Golem, y de manera explícita desde El rostro verde, Mey-
rink sostenía la teoría, plenamente coincidente con la jungiana, de que
para lograr la perfección espiritual hace falta un compañero del sexo
contrario. Ni qué decir tiene que se refiere a una unión tan completa
como sea posible, que incluye lo sexual, pero no se reduce a este sólo
aspecto, y que incluso puede trascenderlo en aras de una compenetra-
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ción más íntima en el dominio del espíritu. Esta tesis resulta, por otra
parte, perfectamente coherente con algunas de las sostenidas por el
yoga, especialmente en su versión tántrica, y no podemos olvidar que
el yoga —no el Tantra yoga, desde luego— fue el único método de
todos los probados por Meyrink que, según su propio testimonio, le
dio valiosos frutos288. A cambio, lo que la princesa ofrece es sexuali-
dad pura, animal, arrebatadora, como el barón, remedo en este caso
de San Antonio, tiene ocasión de comprobar.
En cuanto a la punta de bronce de la lanza del antepasado hay
que señalar que su función en el relato no es otra, a mi parecer, que la
de subrayar la idea de que la alquimia no es una protoquímica, como
tampoco una técnica secreta para transmutar metales viles en oro,
sino, como Jung mostró detalladamente, un procedimiento para al-
canzar un fin eminentemente espiritual. El hierro de la lanza de Hoël
Dhat es una especie de talismán, el vehículo de una fuerza que no
depende de la materia, es decir, que es espiritual. Pero esa fuerza debe
recobrarse mediante la... alquimia. La clave del asunto está en inter-
pretar la alquimia como una operación material, y a la postre mágica,
como parecen pensar los ocultistas, o bien como una tarea espiritual
y, en cierto sentido, psicológica o/y religiosa, como Meyrink da a
entender en el relato.
Sin embargo, más que la famosa punta de lanza, puro símbolo, el
objeto verdaderamente importante de la novela es el texto recobrado, la
historia de John Dee; la narración de una vida noble que se extravía,
que pierde su virtud —como el hierro de la lanza— y que ahora, en
manos de improbables descendientes —cualquiera de nosotros puede
serlo— espera un humanísimo milagro de transmutación, de recupera-
ción, de... «alquimia». Incluso puede decirse sin empacho —al menos
————
288 «El gran punto de referencia para los asiáticos, especialmente los indios, pero
también para los ocultistas de raza blanca que no quieren ser meros espectadores es la
doctrina del yoga. Ciertamente existen conocimientos de tipo espiritual que sobrepasan
la doctrina del yoga, pero que pertenecen más bien al reino de la mística que al del
ocultismo (...) También en el catolicismo hay una especie de yoga, y quien se interese
por él puede encontrar lo más parecido en los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyo-
la». ADGJ 432 y 436.
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VIII. VIRIDITAS
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————
290 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 14/ I, § 131, § 132.
291 JUNG, C. G. (1971-1983) Bd. 14/II, § 51.
292 JUNG, C. G. (1971-1983) Bd. 14/I, § 133; Bd. 14/II, § 51, § 54.
293 JUNG, C. G. (1971-1983) Bd. 14/II, § 289, § 290.
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ción necesario para el opus? — ha pensado, sin saber por qué, que el
viejo noble
————
294 Mylius dice del Mercurius, llamado también león verde, que es «el agua de la vida
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————
295 También ella da a entender, aunque de manera confusa, como no sabiendo ella
misma lo que dice, que es una reencarnada. Su primer marido habría sido un inglés,
cuyo nombre no es capaz de recordar. Sólo sabe que se parecía mucho, físicamente, al
barón (162-163).
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————
296 Es preciso señalar que en este punto podemos establecer una nueva asociación
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¿Qué otra cosa que un Fausto —un Fausto británico— fue John
Dee? Un Fausto que no pudo salvarse. Su tarea quedó frustrada, falli-
da, inconclusa. Un legado para sus descendientes, para la historia.
Goethe parece haber intuido dónde estaba la clave para la salvación, y
ya hemos visto de qué modo Meyrink parece haberlo visto con clari-
dad meridiana. Eso es lo que me permite, basándome en el parentesco
musical de ambos poemas, sostener que, aunque no lo diga expresa-
mente, nuestro autor compartió, seguramente de manera mucho más
profunda y madura, la convicción anunciada por Goethe:
Das Ewig-Weibliche
zieth uns hinan.
————
renovado/ a ti, el rescatado,/ el vencedor de hoy!/ Quien triunfa sobre sí mismo/ se
libera de las cosas./ Quien ya ha dejado de voltear en círculo/ se hace uno con el círcu-
lo mismo»- EWF 431.
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de Meyrink; y Gracchus empieza por G, del modo que las iniciales del personaje serían
G.M. Meyrink escribió un relato satírico con ese título, G.M., como pequeña venganza
literaria contra la «buena sociedad» praguense cuando, en las circunstancias descritas en
su biografía, debió abandonar la ciudad.
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Todos sabemos hoy que «tenemos complejos». Pero que los com-
plejos nos tienen es menos conocido, pero igual de importante desde el
punto de vista teórico (…) ¿Qué es, pues, científicamente hablando, un
«complejo afectivamente acentuado»? Es la imagen de una determinada
situación psíquica, vivamente acentuada desde el punto de vista emo-
cional y que se manifiesta incompatible con la actitud y la atmósfera
conscientes habituales. Esta imagen está dotada de una fuerte cohesión
interior, de una especie de totalidad propia y, en un grado relativamente
elevado, de autonomía; esto significa que sólo en pequeña medida está
subordinada a las disposiciones de la conciencia y se comporta en con-
secuencia en el espacio consciente como un corpus alienum, animado de
una vida propia301.
¿qué sucede cuando un… demonio concibe la idea de usar este mé-
todo a la inversa, para inocular complejos? (64).
————
301 JUNG, C.G. (1971-1983) Bd. 8, § 200, § 201.
302 Me refiero a su relato, extraordinariamente lúcido, hasta llegar a ser casi profé-
tico, El magnetizador, de 1813. Lo he estudiado desde esta perspectiva en: MONTIEL, L.
(2003).
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Una vez más hay que reconocer, con melancolía que se acerca
peligrosamente al desánimo, hasta qué punto Meyrink se aproximó a
profetizar el futuro. Los que hemos nacido más tarde sabemos res-
ponder a esa pregunta, y nos avergüenza solidariamente hacerlo, pues
no estamos seguros de no ser, todavía, terrenos magníficamente abo-
nados para semejante siembra. Incluso la psicología ha convertido en
técnica al servicio del mercado este tipo de «inoculación».
Poca, muy poca ciencia-ficción hay en al menos esta intuición
meyrinkiana, que apunta a una cuestión importantísima, central diría
yo: la ética del psicoanálisis. Por otra parte en el fragmento redactado
de la novela queda claro que el escritor no valora sólo negativamente
esta nueva ciencia —así la llama el doctor Ochs—. Muy al contrario,
sabe ver lo importante que puede resultar no sólo para la curación de
enfermedades, sino también para la consecución de una vida más
plena:
282
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————
303 Publicado originalmente en 1931 con el título «Realidad del alma». Me refiero
concretamente a estas líneas: «después de haber llegado el medioevo, igual que la anti-
güedad e incluso la humanidad entera desde sus comienzos, a la convicción de que
existe un alma sustancial, se formó en la segunda mitad del siglo XIX una «psicología
sin alma». Bajo el influjo del materialismo científico todo lo que no podía verse ni to-
carse se tornó dudoso»JUNG, C. G. (1971-1983) Bd. 8, § 649 .
283
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285
EPÍLOGO
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————
304FÖLDÉNYI, L.F. (2008) 101.
305Cierto es que la cita precedente aparece en el capítulo dedicado a una época
histórica concreta y radicalmente teocéntrica: la Edad Media; pero no lo es menos que
el resultado final del ensayo de Földényi es igualmente «melancólico».
288
EPÍLOGO
————
306 Bradarayanaka Upanishad, 1.4.10. Cit. en CAMPBELL, J. (1999) 129.
289
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a dar por totalmente aceptable, hoy por hoy, el papel atribuido por el
escritor a las figuras femeninas de sus relatos. Ahora sé por qué.
Sobre todo en El golem la figura femenina positiva, Mirjam, acaba
en pie de igualdad con «Athanasius». Ya en El rostro verde, Eva, pode-
rosísimo personaje, aparece constreñida a un papel más pasivo, y de
hecho tiene que morir para que Fortunat realice su propio opus. Lo
mismo ocurre con Ofelia en El dominico blanco, pero, a diferencia de lo
que ocurre en la novela anterior, el protagonista masculino, Christop-
her, no continúa viviendo en el mundo de los seres humanos, sino que
parece pasar a un dominio puramente espiritual a través de la ekpirosis
en que concluye la novela. Y aquí es donde el pensamiento de Hill-
man permite descubrir la limitación del proceso de individuación,
admirable en todo caso, de Gustav Meyrink: parece que, para el escri-
tor, el alma tiene que eclipsarse para que el individuo acceda al reino
del espíritu. Habrá que concederle una notable coherencia; no en vano
desde los veinte años declaró que buscaba la inmortalidad y ésta, en el
sentido más estricto307, no sólo no tiene que ver con el alma, sino que
es incompatible con ella, pues el alma es quien nos enseña a vivir en la
expectativa de la muerte308. Y desde el punto de vista de Hillman, que
comparto, ésta sigue siendo una propuesta religiosa, en un sentido
todavía relativamente tradicional del término.
Esto, lo reitero, no resta mérito a la obra de Meyrink. Simple-
mente la pone al resguardo de aquello que él mismo rehusó: la caída
————
307 Su gran mérito está en «descubrir» por el camino, como creo haber explicado
de la muerte, en los sueños de la noche y en las imágenes ‘lunáticas’ (…) El mundo del
espíritu es muy diferente. Sus imágenes irradian luz; hay fuego, viento, esperma (…) Es
masculino, es el principio que crea formas, orden y distinciones claras (…) La noción de
‘espíritu’ implica cada vez más el arquetipo apolíneo (…) El alma es vulnerable y sufre
(…) El alma puede existir sin sus terapeutas, pero no sin sus aflicciones». HILLMAN, J.
(1999 b) 168-173. Y más lejos: «Uno tiene su propia muerte, cada uno la suya, solitaria,
singular, y hacia ella lleva el alma —patologizándolo— cada pedazo de vida. O tal vez
sea la patologización la que, indefectiblemente, lleve al alma a las más profundas re-
flexiones ontológicas (…) Patologizar nos devuelve al alma, y perder el síntoma signifi-
ca perder esta senda hacia la muerte, este camino del alma» (240-241).
290
EPÍLOGO
291
APÉNDICE309
¿Quién soy? ¿Ha habido alguna vez, desde que el mundo existe,
algún hombre que supiera responder correctamente esa pregunta? Soy
el ruiseñor invisible que está en su jaula y canta. Pero no siempre vi-
bra cada alambre de la jaula cuando canto. ¡Cuántas veces he tratado
de que resonara en ti una canción para que me escucharas! Pero has
estado sordo durante toda tu vida. Nada en el mundo te ha sido nunca
tan cercano y tan propio como yo, ¿y me preguntas ahora quién soy?
El alma propia resulta tan ajena para algunas personas, que caen
muertas cuando llega el momento de contemplarla, pues ya no la re-
conocen y se les presenta desfigurada como una cabeza de Medusa;
adquiere la faz de las acciones indignas que han cometido y de las que
temían secretamente que hubiesen podido manchar sus almas. Sólo
podrás oír mi canción cuando tú también la cantes. Quien no escucha
la canción de su alma es un pecador, un pecador contra la vida, un
pecador contra los otros y contra sí mismo. Quien esté sordo, también
estará mudo. Inocente es aquél que escucha siempre la voz del ruise-
ñor, aun cuando haya dado muerte a padre y madre.
Mi canción es la melodía eterna de la alegría. Quien no conozca
la alegría, esa alegría basada en la gozosa e infusa seguridad de saber
sin causa alguna que soy el que soy, el que fui y el que siempre será,
quien no la conozca será un pecador contra el Espíritu Santo. Frente
————
309 W 93-96.
293
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294
BIBLIOGRAFÍA
FUENTES
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