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DUELO POR LA MUERTE DE UN/A HIJO/A

Guadalupe A. de Majul
Tech Palewi, a.c.

“Hay momentos en la vida,


en que no importa la posición
que el cuerpo adopte;
El alma esta de rodillas”

En este articulo deseamos compartir contigo: mamá o papá que has perdido un/a
hijo/a, algunas reflexiones derivadas de nuestra experiencia en apoyo emocional de
padres y madres en duelo, que esperamos que te sean útiles. Y que también puedan
servir a tus familiares y amistades para que puedan acompañar tu dolor de manera
más adecuada.

La muerte de un/a hijo/a es una experiencia extremadamente dolorosa, con


frecuencia requiere de información para entender las emociones y sentimientos tan
intensos y profundos que se viven el proceso, esclarecer dudas e inquietudes y al
mismo tiempo proponer alternativas de superación, así como ofrecer ayuda profesional
ante este duelo tan complejo.

El dolor de las madres y los padres

Un hijo o una hija significa vida, significa oportunidad, alegrías, esperanza, por los
hijos organizamos, planeamos y luchamos en la vida. Ser papá o mamá es la tarea
más importante, aunque a veces resulte agotadora, a esta tarea jamás hubieras
querido renunciar, ya no tendrás la dicha de cuidarlo/a, de verlo/a crecer, de
acompañarlo/a a lo largo de los años… Tu vida tiene ahora un antes y un después de la
muerte de tu querido hijo/a.

En los hijos los padres depositamos anhelos, deseamos ver a nuestros hijos crecer,
madurar y ser felices, lograr lo que quizá nosotros no pudimos. Al morir esos sueños se
hacen pedazos y aparece un futuro incierto, sombrío y doloroso, ya no lo llevaremos a
la escuela, no será el/la deportista o profesionista de éxito que pretendía ser, no se
casará, no tendremos nietos de el/ella, no….

Se supone que los hijos no deberían morir, se esperaría tuviera “la vida por delante”.
Los hijos representan el comienzo de la vida, no el final. Los padres nunca
contemplamos la posibilidad de que un/a hijo/a pueda morir antes que nosotros; en el
mejor de los casos, los padres nos preparamos para dejarlos ir, independizarse...,
eventualmente nos preparamos para nosotros morir, pero nunca para que ellos/as
mueran; estas contradicciones hacen que la muerte de un/a hijo/a sea tan
incomprensible, tan difícil de creer, de aceptar y tan dolorosa.

Es normal que pienses que la muerte de tu hijo/a es ilógica, absurda, injusta


prematura y cruel… porque contradice la ley natural, porque se ha roto en pedazos el
mundo ordenado y confiable… y porque probablemente has perdido también ilusiones,
proyectos, y con ello la confianza, esperanza y el sentido de vida en un remolino de
rabia, de dolor, desesperación, ansiedad y culpa.
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No importa la edad que haya tenido tu hijo/a, si tuvo o no la oportunidad de nacer, si
murió al poco tiempo de vida, si vivió pocos o muchos años, la experiencia de perderlo
es emocionalmente demoledora, independientemente del motivo de la muerte, es
decir, si ocurrió en el embarazo, por enfermedad, accidente, desastre natural, causa
violenta, suicidio, etc., sin embargo para muchos padres y madres la causa si podrá
marcar una diferencia en la evolución del duelo sobre todo ante muertes trágicas y
cuando no hubo tiempo para decir adiós y te amo.

Ante la muerte de tu hijo/a probablemente tienes la profunda convicción de que


nunca debes o podrás dejar ir el dolor. Es cierto que muchas veces el dolor de una
madre o de un padre jamás termina, sólo cambia su intensidad y forma de expresarse.
Reconoce tu dolor, existe, es totalmente real, no importa si tu hijo/a era único/a o
que tengas otros hijos, seguramente para ti tampoco importa si era el mayor, el menor
o que orden guardaba entre ellos, para ti saber que era tu hijo/a y lo/a perdiste es lo
que te hace sentir un gran vacío y el alma rota y mutilada.

A pesar de que la pérdida de un/a hijo/a se considera uno de los acontecimientos más
dramáticos y devastadores en el ser humano; hemos encontrado con infortunio, que la
sociedad en su conjunto, no sabe que hacer o que decir ante este tipo de duelos,
familiares y amigos se preocupan por ti, quisieran “consolarte” y con frecuencia sus
palabras te lastiman o incomodan, otras veces su angustia o su sentimiento de
impotencia para ayudar los hace alejarse, en otros momentos su intención es buena y
sin embargo se te “exige” estar bien y superar el duelo en muy breve tiempo, todo
ello ocasiona que tiendas a ocultar tus verdaderos sentimientos y a fingir una
estabilidad emocional que está lejos de ser realidad y lo peor es que todas estas ello
lejos de ayudar, dificulta elaborar tu duelo.

Si la causa de la muerte de tu hijo/a se derivó de la agresión, imprudencia,


negligencia, impericia o dolo de un tercero y están exigiendo justicia, con frecuencia
se sentirán criticados y juzgados, amigos y familiares te/les pedirán que “dejes/en
descansar a su hijo/a” y que se “conformen” lo que implica re-victimización y un
dolor más al sentirse totalmente incomprendidos.

Como madre o padre no solo perdiste/perdieron al hijo/a que tenían, junto con el/ella
murieron esperanzas, expectativas, ilusiones, alegría y sentido de vida. El dolor es
como una sombra y se agudiza cuando llegan las fechas en que algunos eventos
significativos o metas hubieran ocurrido, como graduaciones, matrimonios, o bien
cuando se celebran otras fechas conmemorativas como cumpleaños, aniversarios, día
del padre o de la madre, festividades de día de muertos, Navidad o fin de año; todo
ello puede propiciar que la depresión se haga crónica al verse constante e
irremediablemente atrapados/as en el dolor del recuerdo, de la ausencia y del vacío.

En nuestra sociedad, le es permitido expresar el dolor con mayor facilidad a la madre,


pero ten presente que no es la única persona que sufre, también el padre, los/s
hermanos/as y los/as abuelos/as y tíos/as, compañeros/as de escuela, maestros,
vecinos y amigos experimentan el dolor de la pérdida, la muerte de tu hijo/a es como
una onda expansiva que provoca un gran impacto en toda tu familia cercana y en todas
las personas que le conocían y le amaban.

Cuanto más intensa e importante es una relación afectiva, mayor será el efecto
devastador de la pérdida y a los efectos que produce esta pérdida es a lo que
llamamos duelo o luto. Este duelo es un proceso de irnos adaptando poco a poco a la
pérdida del ser amado e involucra reacciones de tipo físico, emocional, conductual,
social y espiritual.
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Probablemente igual que la mayoría de los padres/madres en duelo sientes que no es
correcto seguir viviendo cuando tu hijo ha muerto y mucho menos te sientes con
derecho a experimentar alegría o felicidad. Quizá también sientas que fallaste, que no
pudiste protegerlo y que de alguna forma deberías haber encontrado la manera evitar
su muerte, estos pensamientos son los que hacen que el dolor sea abrumador y que
haya momentos en que tus deseos de vivir sean casi inexistentes o te preguntes si
podrás seguir viviendo con ese gran dolor. De entrada te decimos que si es posible,
que es un proceso difícil y tampoco es rápido.

El duelo

Es una etapa de recuperación, pero también una etapa de crisis personal generalizada,
es decir afecta tu salud, emociones, sentimientos, sentimientos, creencias religiosas,
morales o espirituales, tus relaciones con las personas y tus actividades cotidianas.
Aunque existan muchos denominadores comunes en el dolor de las madres y los padres
en duelo, las reacciones individuales pueden variar, tu mismo/a puedes experimentar
reacciones contradictorias y cambiantes.

Tu salud puede verse afectada, el duelo puede favorecer agravamiento de


enfermedades previas o la aparición de nuevas enfermedades, por ejemplo como
hipertensión, diabetes, gastritis. También existe alta probabilidad de desarrollar
procesos depresivos mayores, ansiedad generalizada o crisis de angustia y puede ser
causa del incremento en el consumo de alcohol y fármacos.

Es importante que sepas que cada padre o madre tiene su propia forma para expresar
su dolor, no puedes compararte con otras personas, las respuestas son individuales y
se ven influidas por muchos otros factores como experiencias previas de vida, el
momento personal y familiar en el que ocurrió pérdida, las habilidades para
sobrellevar dificultades, la personalidad, los recursos internos, las redes familiares y
sociales de apoyo entre otros, pero será común que sientas:

 Tristeza profunda y depresión:

Es probable que sientas deseos constantes de llorar a veces de manera


incontrolable, o sientas sin de energía, ni tengas deseos de salir o de convivir con
la gente. Durante mucho tiempo tu ser querido estará constantemente en tu
mente y seguramente sientas gran soledad, vacío y una gran nostalgia por
abrazarle y acariciarle de nuevo.

 Enojo:

Por su intensidad puede sentirse como rabia, furia o ira. Te sientes enojado con
todo y con todos, con la vida misma porque te arrebató a tu hijo/a. No logras
entender por qué sucedió, porque tu hijo/a, porque así… También puede depender
de tus creencias religiosas, morales o espirituales pero puedes sentirte enojado/a
con Dios

Seguramente sientas rabia por la insensibilidad de otras personas hacia como


“debes sentirte”. A veces los familiares y amigos parecen esperar que nos
comportemos con normalidad poco tiempo después de la pérdida.

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 Sentimientos de culpa

Es la sensación de haber fallado a los hijos, haberlos desamparado, haber


fracasado como padres. Haber sobrevivido a un hijo es sentido, a veces, como falta
de amor:

Quizá sientas que dejar de sentir pena, es una falta de lealtad, una especie de
traición o abandono a tu hijo/a que ha muerto. El amor hace que te sientas
obligado/a a mantener el contacto, a no dejar de extrañarlo/a, que te sientas sin
posibilidad de recuperar tu paz interior. Te resistes a de disminuir su dolor y
tristeza, ya que crees que son testimonio del amor.

 Ataques de ansiedad:

Van desde dificultad para dormir, hasta la sensación de no estar bien en ningún
lado, es repetir una y otra vez las imágenes dolorosas de la pérdida y no poder huir
de ellas.

Te abruman las preguntas sin respuesta que se agolpan en tu mente. Piensas que
en que cosas pudiste haber hecho mal para merecer este dolor; deseas que
hubieran muerto los hijos de otras personas como por ejemplo los delincuentes.
Sientes envidia de las personas y familias que aún tienen a sus hijos.

 Alteración en la vida cotidiana (hogar, escuela, trabajo)

Quizá sientas energía para realizar las actividades que solías realizar, que quisieras
dormir todo el día o por el contario deseas salir corriendo. También puede ser que
tiendas a aislarte, que sientas deseos de enfrentar a la familia, los amigos y
compañeros de trabajo. Es frecuente notar que los demás están incómodos con
nosotros y a veces actúan de forma que nos hace daño, como cuando evitan hablar
de nuestro ser querido o no preguntan cómo nos sentimos. La mayoría de las veces
no saben cómo actuar y tienen temor a recordarnos lo ocurrido. También sucede
que si lo mencionamos nosotros, ellos cambian de tema.

 Desesperanza:

La sensación de que nosotros también has muerto por dentro junto a tu hijo/a.
Todo parece gris y triste, como si el mundo se hubiera detenido. No le encuentras
sentido a la vida y piensas que ya nunca podrás volver a ser feliz, que nada ni
nadie podrá quitar el gran dolor de la ausencia Es una respuesta normal, pero que
de prolongarse es indicación de que debes pedir ayuda profesional.

 Temor a olvidar

Algunas veces temes olvidar su aspecto físico o no recordar el sonido de su voz y


ver sus fotografías, ropas y objetos personales, te produce dolorosas emociones.
Es importante no tomar decisiones apresuradas y si es necesario guardemos sus
pertenencias hasta que nos encontremos con fuerzas para mirarlas y tocarlas.
¡Pueden ser un tesoro que te consuele!. Aunque debes cuidar no convertir sus
recuerdos personales en reliquias, o su habitación en un mausoleo, cayendo en un
"culto al muerto" que si lo alargas en el tiempo, no te ayudará a sanar nuestro
dolor.

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 Reacciones al aniversario y de otras fechas especiales

Existen fechas significativas en nuestras vidas que bajo circunstancias ordinarias


esperamos su llegada con ilusión y alegría como son los aniversarios o cumpleaños,
los días del padre y de la madre o la navidad; pero cuando hemos perdido a un
hijo, esas fechas se convierten en días especialmente difíciles, tristes y hasta
amenazantes… nos asusta la llegada de estos días y el cúmulo de dolor que los va a
acompañar … te duele el recuerdo y el vacío en el alma que dejó su partida, y que
en estas fechas se hace más hondo y evidente.

 Ideas / intentos suicidas:

Es bastante común pensar que estamos perdiendo la razón y sentir grandes deseos
de irnos con nuestro ser amado. Hay momentos en que tus deseos de vivir sean casi
inexistentes o te preguntes si podrás seguir viviendo con ese gran dolor. Estas son
reacciones habituales esperadas sobre todo al inicio del duelo, si ya han pasado
mas de seis meses, es tiempo de que pidas apoyo.

Algunas consideraciones en cuanto al impacto de le pérdida en la pareja

El duelo es un proceso personal por lo que puede haber dificultad para aceptar que tu
pareja viva la pérdida a su manera, es posible que alguno de los dos sienta que al otro
no le importa la muerte lo suficiente (quizás porque no llora o porque no quiere hablar
del fallecido). A veces, quieres o necesitas parecer fuerte y quizá tu pareja lo
interpretar como falta de interés, por eso es importante que durante el duelo exista
una buena comunicación entre ambos

Es frecuente que uno de los miembros de la pareja piense que el otro es de alguna
manera responsable de la muerte, es una manera inconsciente de culpar a la pareja.
Esto se puede traducir en reproches continuos o en sentimientos de impaciencia e
irritabilidad hacia el otro.

Puede ocurrir que la pareja no viva al mismo tiempo los momentos de mayor dolor o
las “recaídas”. En el duelo es común que no exista sincronicidad en la presencia,
intensidad y manifestación de las emociones. Esto puede crear la sensación de que en
la pareja uno siempre está inmerso en el dolor y el otro tiende a reprimirlo, lo que
eventualmente contribuye a que se eviten el uno al otro en los momentos difíciles,
para no recaer en el sufrimiento.

En las relaciones sexuales, puede ocurrir que las necesidades de uno incluso
aumenten, mientras que las del otro disminuyan o desaparezcan. Esto puede ser
fuente importante de conflictos

Las madres y los padres necesitan

• Reconocimiento y respeto a su dolor, a sus necesidades, limitaciones y a los


recursos que cada uno de los padres tengan para enfrentar su pérdida.
• Compartir y reflexionar sobre su vivencia dolorosa, así como sus temores,
pensamientos, fantasías y necesidades emocionales derivadas de la pérdida, en
un clima de comprensión y confianza.
• Sentir que no están solos.

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• Recibir apoyo de otros padres y madres para encontrar respuestas comunes.
• Recibir apoyo terapéutico profesional, sensible y especializado que les permita:
o Encontrar alternativas para superar su dolor.
o Fortalecer sus recursos internos.
o Adquirir mayor capacidad para enfrentar situaciones difíciles
relacionadas con la pérdida.
o Desarrollar herramientas para funcionar de manera adaptativa a nivel
familiar, laboral o social.
o Aprender a vivir a pesar de la pérdida.
o Recuperar la esperanza y el sentido de vida.
o Lograr una sana elaboración del duelo.

Que hacer para superar al duelo

Si vemos al proceso de duelo como algo activo, algo que cada persona en duelo puede
hacer para sanar el dolor por la muerte del ser querido, se abren una cantidad de
opciones que podemos tomar o descartar. En todo caso, la actitud que adoptes y
cada una de las decisiones que tomes ayudarán el proceso de sanar la enorme
herida y a resolver el duelo, u obstaculizará la evolución corriendo el riesgo de
permanecer estancados en él.

Quizá estas tareas resulten inimaginables, imposibles de realizar, quizá hasta la sola
idea de ello provoque enojo y frustración, quien ha sufrido esta pena no es la misma
que era antes de que muriera su hijo/a. Toma tiempo entender y aceptar estos
cambios. Hay que respetar el tiempo de cada quien y darle valor a sus sentimientos. A
pesar de las diferencias entre los padres/madres en cuanto a sus respuestas y
necesidades, todos tienen una TAREA en comú:

• Aceptar la realidad de la pérdida


• Conservar recuerdos y experiencias vividas
• Revisar que aspectos de la vida de su hijo guardar y que deben dejar ir
• Aprender a vivir con el dolor y construirse la vida sin su querido/a hijo/a
• Reencontrar un sentido a la vida
• Recuperar la esperanza

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