Predicación Efesios 4-14-16
Predicación Efesios 4-14-16
Predicación Efesios 4-14-16
Efe 4:14-16 “Que ya no seamos niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de
doctrina, por estratagema de hombres que, para engañar, emplean con astucia los artificios
del error: (15) Antes siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todas cosas en aquel que es
la cabeza, á saber, Cristo; (16) Del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí por
todas las junturas de su alimento, que recibe según la operación, cada miembro conforme á
su medida toma aumento de cuerpo edificándose en amor.”
Introducción
El apóstol Pablo tiene varios mensajes que entregarle a la iglesia por medio del capítulo 4 de
Efesios. Si nos fijamos en el versículo 1 de este capítulo leemos lo siguiente:
- Primero, que anden como es digno de la vocación con que son llamados.
- Segundo, que no sean como niños fluctuantes, es decir, que no sean como niños que
andan de un lado para el otro.
- Tercero, que no anden más como los otros gentiles.
- Y cuarto, que dejen la forma de vivir propia del viejo hombre.
Hay algo muy interesante en estas cuatro peticiones, y es que todas tienen que ver con andar.
No se refiere a caminar, por supuesto, sino a cómo dirigimos nuestras vidas y nos guiamos a
través de ellas.
En la tercera petición, Pablo ruega que no andemos como los otros gentiles, y utiliza
exactamente la misma palabra en griego para andar que en el versículo 1. Nuevamente, nos
invita a cambiar nuestra forma de vivir nuestras vidas.
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Por último, la cuarta petición, el apóstol pide que dejemos aquella forma de vivir que
teníamos en el viejo hombre. Nuevamente, vemos que el apóstol apunta a que los cristianos
deben tener una forma de andar por sus vidas como corresponde a un hijo de Dios.
Sin embargo, en esta predicación, nos vamos a centrar en la segunda petición que hace el
apóstol Pablo: que no seamos como niños fluctuantes. Vamos a ver qué es lo que el Señor
nos va a demandar a través de las palabras de Pablo.
Efesios 4: 14 “Ya no ser como niños que andan de un lado para otro”
Sin embargo, aquí vemos la figura del niño como una ilustración más bien negativa. Se nos
habla de los “niños fluctuantes”. En estricto rigor, lo que se dice con la palabra “fluctuante”,
o kludōnizomai en griego, se refiere a ir de un lado a otro, sin firmeza.
Algunos comentaristas describen este pasaje como la figura de un niño que está arriba de un
barco que es movido por vientos de un lado para otro, meciéndose de tal manera que un a un
niño le es imposible mantenerse fijo en una posición.
No es el mismo sentido que tiene la palabra andar, peripateō: andar alrededor, en los
versículos 1 y 17 de este capítulo, que se refieren a que, en CADA ASPECTO de nuestras
vidas, nosotros andemos dignamente como cristianos y no como gentiles. Sino que nos dice
que no debemos ser personas que van de un lado para otro titubeantes. Nuestro andar en
nuestras vidas debe ser a paso firme.
¿Qué nos dice este pasaje? Que no podemos ser siempre niños espirituales. No puede ser que
llegue cualquier predicador de cualquier lado y, con cualquier mensaje que escuchemos, nos
lleve a pensar de una manera u otra.
Ese era uno de los problemas que la iglesia primitiva estaba sufriendo. Falsos maestros
llegaban a las iglesias y enseñaban todo tipo de filosofías a los hermanos de esos tiempos, y
aquellos que eran nuevos cristianos, niños espirituales, sufrían las consecuencias de escuchar
a estos predicadores. El apóstol Pablo sabía que esto iba a ocurrir en la iglesia de Éfeso.
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¿Podría ocurrir esto en nuestras iglesias? Definitivamente sí. Es posible que lleguen personas
con doctrinas que no se apeguen a la palabra de Dios. Pueden tener una apariencia piadosa y
muy buenos discursos, llegando a dar temas y hacer predicaciones, y que muchos cristianos
verdaderos, pero inmaduros, se sujeten a las palabras de estos expositores. Y así con cada
nuevo predicador que llegue.
Ahora, en la era de la globalización, con internet como protagonista, acceder a todo tipo de
contenidos religiosos es muy fácil. Cada vez hay más predicadores que suben su material a
la red. Debemos estar alertas ante las doctrinas que se nos presentan y discernir correctamente
entre todo lo que leemos o escuchamos.
¿Hay buenos predicadores en internet? Si, por supuesto. La advertencia va para que estemos
atentos. Pero también hay quienes engañan a hermanos más incautos.
Por otro lado, está la presencia de influencias fuera de la iglesia. Nuestro entorno inmediato
nos afecta. Desde el jardín infantil, pasando por el colegio y la universidad hasta el trabajo.
En nuestras casas por medio de la televisión e internet.
Estamos rodeados de ideologías y filosofías que atentan contra la verdad bíblica. Muchos
de nosotros podemos caer ante el discurso político que se disfraza de justicia, pero que en el
fondo va contra la voluntad perfecta de Dios. Los niños están cada vez más invadidos de
ideas que los pueden apartar de la sana doctrina y son formados en estas enseñanzas
contrarias a la palabra de Dios desde pequeños. Todo cristiano debe estar pendiente de esto
y contrastarlo todo a la luz de la Biblia.
Para terminar esta parte del pasaje que estamos estudiando. Habíamos visto que la figura del
niño es utilizada en la palabra de Dios como ilustración. Puede parecer un poco contradictorio
que Cristo nos dice que “debemos ser como niños”, pero que ahora venga el apóstol Pablo y
nos diga “no sean como niños”.
Primero, Cristo nos invita a ser humildes como niños. Ser humildes debe ser una
característica permanente en el cristiano. Por otro lado, Pablo nos dice que dejemos de ser
niños y maduremos con tal de obtener una postura firme ante las falsas doctrinas y filosofías
que pueden invadir en la iglesia. La Biblia siempre nos insta a madurar, a crecer, a alcanzar
la plenitud.
Si vemos Efesios 4: 13, un versículo antes, podemos leer que, si la iglesia permanece unida,
es posible crecer tanto hasta llegar a la misma plenitud de Cristo, y esta idea se ha repetido
una y otra vez a lo largo de Efesios.
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¿Cómo nos defendemos de estos falsos maestros en nuestros tiempos? Sujetándonos a Cristo.
Seguimos la verdad, porque ha sido LA VERDAD la que nos ha llevado a ser hijos de Dios.
Y EN AMOR, porque es la evidencia más grande de nuestra salvación.
El sentido más literal de esta frase en el griego es “hablar la verdad en amor”. Si no queremos
que haya espacio para falsas enseñanzas en la iglesia, entonces TODOS LOS SITIOS deben
estar ocupados por la verdad. Que sea lo único que escuchemos en la iglesia, que sea lo único
que escuchemos en nuestros hogares.
¿Cuál es la fuente de LA VERDAD? La palabra de Dios. Es todo lo que necesitamos oír para
crecer en el Señor. No necesitamos otras filosofías, ni psicología, ni ideologías. Nada. Solo
la palabra de Dios.
Pero, seguir la verdad debe estar siempre acompañada por el amor. Hablar la verdad a veces
puede significar mostrarles a otros su pecado, y si no lo hacemos con amor, entonces es
probable que la otra persona no crezca, sino que se sienta solamente ofendida.
La cabeza cumple la función de comandar a todo el resto del cuerpo. Cristo es, entonces,
quien debe gobernar en la iglesia. Debemos hacer nuestras sus enseñanzas.
Debemos ser capaces de ver el evangelio en cada pasaje de la palabra de Dios, y en la medida
que más hablamos la verdad entre nosotros, más nos nutriremos del evangelio de Cristo y
más vamos a crecer.
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Y, debemos predicar el evangelio. Seguir la verdad, hablar la verdad, no solo debe ser algo
que se haga dentro de la iglesia. Es algo que debe ser parte de nuestra vida, algo que
caracterice nuestra forma de ANDAR.
No vamos a ser fluctuantes, no vamos a andar de un lado para otro titubeando, sino que vamos
a ir ANDANDO a lo largo de nuestra vida HABLANDO LA VERDAD EN AMOR, en todo
momento. Eso implica que la evangelización debe ser algo que debe brotar de nosotros de
forma natural.
Debemos, entonces:
Eso es lo que encontramos en Efesios 4: 16. La iglesia puede crecer y madurar en Cristo una
vez que la iglesia ya permanece unida. De ahí la figura del “cuerpo compuesto y bien ligado
entre sí”.
Cada parte del cuerpo, los ojos, las orejas, los pies, las manos, las piernas, etc. cumple una
función específica, pero cada parte está unido a un mismo cuerpo. La iglesia está compuesta
por una gran cantidad de personas, todas diferentes entre sí, con diferentes capacidades, con
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distintos dones otorgados por Cristo para el servicio, pero TODOS pertenecen a un mismo
cuerpo. La unidad es esencial para el crecimiento de la iglesia.
Y si la iglesia permanece unida, ya sea porque somos perdonadores entre nosotros, ya sea
porque tenemos las mismas bases doctrinales, porque tenemos un mismo Espíritu, porque
servimos a un Señor, adoramos al mismo Dios, y ponemos al servicio de la congregación los
dones que Cristo nos ha otorgado, entonces podemos madurar y alcanzar la plenitud que Dios
demanda de cada uno de nosotros.
Cada miembro debe cumplir su función en la iglesia. Sujetos a la palabra de Dios, aferrados
al evangelio de Cristo, y dispuestos a crecer en Él, si cada uno de nosotros cumple su labor
en la congregación, entonces eso llevará al crecimiento del cuerpo completo. Y lo más
importante, es que la iglesia será edificada en amor.
Conclusión
Hermanos, tenemos un deber como hijos de Dios de seguir creciendo. Nuestro andar en la
vida debe ser un continuo ascenso hasta alcanzar la madures espiritual ¿Cuál es el límite?
Cristo es el límite. Queremos aspirar a ser como Él aquí en la tierra. Es nuestro modelo a
seguir.
En la medida que nos afirmemos a la palabra de Dios para no ser engañados por falsas
doctrinas, que estemos sujetos a la verdad a la que hemos creído y demostremos el amor que
nos debe caracterizar, que pongamos toda nuestra confianza en Cristo para que sea Él quien
gobierne nuestras vidas, vamos a poder crecer y madurar espiritualmente como el Señor lo
demanda de nosotros.