El Liberalismo de Mill
El Liberalismo de Mill
El Liberalismo de Mill
John Gray
**John Gray es profesor del Jesús College, en Oxford. Entre sus nu-
merosos e importantes escritos sobre el liberalismo, destacan sus libros
Hayek on Liberty (2a edición, 1986) y Liberalism (1986).
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1
Para una descripción de los análisis revisionistas sobre Mill, véase
John Gray, Mill on Liberty: A Defence (London: Routledge and Kegan Paul,
1983), especialmente pp. 131-132 nota 17.
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3
Este es el argumento de D. H. Hodgson en su Consequences of Utili-
tarianism (Oxford: Clarendon Press, 1967).
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4
J. S. Mill, Utilitarianism, On Liberty y Considerations on Repre-
sentative Government (London: Dent, 1972), p. 72.
5
Considero esta ambigüedad en mi libro Mill on Liberty, p. 58.
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6
James Griffin. Well-Being (Oxford: Clarendon Press, 1986).
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7
Véase Mill on Liberty, pp. 48-57.
LOS LIBERALISMOS DE MILL Y LOS OTROS 99
8
Véase Mill on Liberty, pp. 63-69.
9
Mill on Liberty, pp. 28-42.
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últimos entrarán en conflicto unos con otros tal como sucede con las reglas.
Cuando nos encontramos en una situación en que se presenta semejante
conflicto práctico, ¿cómo podemos evitar no apelar en última instancia al
principio de Utilidad? En el contexto del pensamiento de Mill sobre la
moral y el razonamiento práctico, dicha aplicación es inevitable. Si esto es
así, entonces las barreras que busca erigir Mill entre Utilidad, Conveniencia
y Moralidad han sido derribadas. Este resultado podría evitarse sólo en el
supuesto totalmente fantástico de que se pueda idear un código moral
utilitario, en el que dichos casos de conflicto práctico se desconocieran. En
cualquier mundo real concebible, los códigos morales contendrán brechas y
contradicciones y enfrentarán nuevos dilemas. En todos esos casos, el único
recurso para un teórico utilitario, es volver a apelar al bienestar general. La
variante indirecta del utilitarismo de Mill se derrumba entonces en una
forma de sofisticado utilitarismo del acto. Para un sofísticado utilitarismo
del acto, sin embargo, no puede haber problema de adhesión a principios
que no admiten excepción como el Principio de Libertad en Mill. La
doctrina de la libertad en Mili se desploma como resultado del colapso de su
utilitarismo.
Debe señalarse que las objeciones fatales a la doctrina de Mill acerca
de la libertad no son principal o esencialmente las que proceden de la
resistencia tradicional a que una teoría política basada en derechos se ci-
mente en una teoría moral basada en metas. Ellas no obedecen al supuesto
que las teorías morales pueden agruparse, clara y convenientemente, en las
categorías mutuamente excluyentes y conjuntamente exhaustivas de las
teorías deónticas y teleológicas. En verdad, los argumentos que he for-
mulado en contra de Mill expresan la distinción convencional entre con-
sideraciones agregativas y distributivas cuando se centran en problemas de
equidad, pero su intención fundamental está en otra parte. La insuficiencia
más radical de la doctrina de Mill sobre la libertad es la que fluye
directamente de su teoría moral. Es la incapacidad del utilitarismo de Mill de
hacer juicios comparativos de bienestar agregado. La operación de desglose
o descomposición que realiza Mill en su teoría de la felicidad humana
descalifica, efectivamente, los juicios agregativos que exige su teoría, si
ésta ha de mantener su carácter "consecuencialista". Este problema funda-
mental de conmensurabilidad se traspasa a la doctrina de la libertad a través
de las indeterminaciones que he advertido en el Principio de Libertad
mismo. Son estos argumentos, y los razonamientos teleológicos, los que
han demostrado ser fatales para el proyecto de Mill en On Liberty. Son
estos argumentos los que han llevado a los más agudos críticos e intérpretes
de Mill a concluir que ninguna defensa de los valores liberales que sea
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l0
Isaiah Berlin, "John Stuart Mill and the Ends of Life", en Four
essays on Liberty (Oxford: Oxford University Press, 1969), pp. 173-206. Yo
mismo he defendido el pluralismo de valores de Berlin en mí "On Negative
and Positive Liberty", en Conceptions of Liberty in Political Philosophy,
ed. John Gray y Z. A. Pelczynski (London and New York: Athlone Press and
St Martin's Press, 1984) pp. 321-348.
11
Richard Wollheim, "John Stuart Mill and Isaiah Berlin: the Ends of
Life the Preliminaries of Morality" en A. Ryan, ed., The Idea of Freedom
(Oxford: Oxford University Press, 1979), pp. 253-269.
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para que podamos obtener más que unas pocas muestras de las maneras en
que podríamos vivir. Además, muchas formas de vida exigen un grado de
compromiso que no cuadra con la actitud de un experimentador, y muchas
tienen consecuencias irreversibles. Existe una oscuridad profunda en los
criterios de éxito y fracaso que se han de aplicar a los experimentos en el
vivir. Una oscuridad que surge, en parte, de lo extraño de la noción de Mill
de que cada persona tiene dentro de sí una esencia, o una naturaleza
únicamente suya, que se ha de desarrollar y expresar. Las identidades de las
personas son productos culturales, no naturales. Cada uno de nosotros llega
al mundo con una dote de singularidades biológicas, pero ésta se vuelve
individualidad personal sólo al ser uno iniciado en una tradición cultural.
Podemos tener necesidades que nuestras tradiciones no satisfacen o siquiera
reconocen, pero no tiene sentido suponer que hay en cada uno de nosostros
una esencia peculiar esperando desarrollarse. Según lo que sabemos,
nuestras identidades son estructuras desgarradas y contingentes, producto
tanto del azar como de la elección o donación; son complejas y a menudo
discordantes, y sus cursos a menudo implican elecciones radicales o trágicas
que reducen o cierran algunas posibilidades de desarrollo. Y la idea de un
experimento en el vivir, tal como Mill la teoriza, constituye una ficción
racionalista que desdeña el carácter de producto artificial que tiene la iden-
tidad personal, y que no admite que la individualidad personal y el flo-
recimiento humano dependen de una tradición cultural. Baste esto para
señalar cuán fundada es la imputación que hace Hayek a Mill12 de un falso
individualismo, en el que la individualidad es hostil a la vida social y se le
niegan sus fuentes en la tradición cultural.
El desdén de Mill respecto del rol que tiene la tradición cultural como
matriz de la individualidad contagia su descripción del progreso con la
correspondiente distorsión racionalista e individualista-abstracta. Si llega-
mos a la conciencia reflexiva al practicar una tradición cultural, entonces
todo progreso dependerá de la tradición, incluso si su resultado transformara
completamente la forma de vida que heredamos y la cual nos ha modelado.
Esta visión de la tradición como enemiga del progreso, y de los individuos
como experimentadores desenvueltos de la vida, rehusa reconocer que la
individualidad es en sí un logro cultural y un producto de la tradición. Es
más, la hostilidad hacia la tradición y las costumbres que invaden el trabajo
de Mill, indican su ceguera respecto del rol indispensable que desempeñan
12
F. A. Hayek, "Individualism: True and False" en Individualism and
Economic Order (London: Routledge and Kegan Paul, 1976), I-32.
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13
F. A. Hayek, The Constitution of Liberty (London: Routledge and
Kegan Paul, 1960), p. 59.
14
He criticado el darwinismo cultural de Hayek en Hayek on Liberty,
2nd ed. (New York: Basil Blackwell, 1986), pp. 140-145.
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a las teorías racionalistas del progreso del tipo milliano. Como lo percibe
Hayek, las innovaciones exitosas ocurren en la vida social a través de la
adopción no planificada de nuevas prácticas y por variaciones en las forma
de vida establecidas. No es que emerjan nuevas ideas y luego se inpongan en
la sociedad, sino más bien lo opuesto: nuevas prácticas son ensayadas, y,
si tienen éxito, se teorizan más tarde. Según esta visión, el progreso
intelectual en cuanto crecimiento del conocimiento teórico es típicamente
el hijastro de la innovación en la vida práctica. Y se debe a esta concepción
—que invierte la relación racionalista entre teoría y práctica— el que Hayek
haya seguido siempre a sus mentores de la Escuela escocesa preguntando
cuáles son las precondiciones culturales e institucionales del progreso
humano. ¿Qué es lo que permite la aparición y propagación de nuevas y
exitosas prácticas? ¿Y qué las inhibe? Estas son preguntas que apenas se
formulan en el trabajo de Mill.
Las observaciones de Hayek, por consiguiente, contienen una crítica
incisiva a la concepción de Mill del progreso humano. Aparte de su
dependencia de una forma de individualismo abstracto que suprime las
matrices culturales de la individualidad, la descripción de Mill del progreso
—como se la expone canónicamente en la Logic, por ejemplo— resulta
invalidada por su intelectualismo acrítico. Según Mill, es el avance del
conocimiento lo que impulsa el cambio social. Para Mill, el progreso es
una tendencia inherente a la mente humana, y el desarrollo histórico estaría
controlado fundamentalmente por las innovaciones en el ámbito de la ideas.
Lo más notable de esta concepción es que se teoriza el crecimiento del
conocimiento como una tendencia autónoma de la mente. En ninguna parte
de los escritos de Mill, hasta donde yo sé, se examinan extensa o
sistemáticamente las "precondiciones institucionales" del aumento del
conocimiento. Igualmente, en ninguna parte del trabajo de Mill se advierte
una comprensión sistemática de las precondiciones institucionales del
crecimiento de la riqueza. Mill trató ambas dimensiones del progreso
humano, con la mayor ingenuidad, de una manera psicologista que omite su
dependencia de un sistema específico de instituciones. Quizá deba destacarse
aquí que la gran insensibilidad de Mill respecto de los presupuestos
institucionales, de los cambios intelectuales y técnicos no fue compartida
por Marx, ni por los pensadores escoceses de los cuales Marx aprendió todo
lo que en su doctrina hay de verdad. Esta enorme laguna en el pensamiento
de Mill es todavía más sorprendente cuando uno recuerda las reflexiones de
su padre (abiertamente primitivas y culturalmente chovinísticas) sobre las
condiciones de progreso de la India británica, así como la propia conciencia
de Mill sobre los peligros de la "inalterabilidad china". Su comprensión de
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Nuestros Liberalismos
16
He diferenciado y analizado el liberalismo clásico y revisionista en
mi libro Liberalism (Milton Keynes and Minneapolis: Open University Press
and University of Minnesota Press, 1986), particularmente en el capítulo 5.
17
Caracterizo el principio de libertad de Mill de esta menera, no obs-
tante la concluyente investigación que ha realizado Joel Feinberg sobre ella
en su magistral obra Harm to Others (New York: Oxford University Press,
1984).
110 ESTUDIOS PÚBLICOS
18
Para una discusión más amplia sobre este punto, véase mi trabajo
"Liberalism and the Choice of Liberties" en The Restrainí of Liberty, editado
por J. Gray. T. Atting and N. Callen, Bowling Green State University Studies
in Applied Philosophy.
19
Para una crítica enérgica respecto del liberalismo neutralista, véase
el capítulo 5 del libro de Joseph Raz The Morality of Freedom. La mejor
defensa del liberalismo n e u t r a l i s t a . se, encuentra en Justice in the Liberal State
de Bruce Ackerman.
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20
Véase mi trabajo "Contractarian Method, Private Property and the
Market Economy", que próximamente se incluirá en Nomos: Justice and
Markets.
21
Véase mi trabajo que se menciona en la nota 20, supra.
112 ESTUDIOS PÚBLICOS
22
Paso por alto la afirmación de Dworkin en cuanto a que la moral
constitutiva del liberalismo se relaciona con la igualdad y no con la libertad,
pues creo que la imprecisión de la igualdad dworkiana es aún más deses-
peranzada que la de la libertad liberal tradicional.
LOS LIBERALISMOS DE MILL Y LOS OTROS 113
23
Examino este punto en "Liberalism and the Choice of Liberties",
nota 18, supra.
24
Loren Lomasky, Persons, Rights and the Moral Community (New
York: Oxford University Press, 1987).
25
Véase a Raz, capítulos 7 y 8.
26
He criticado el darwinismo cultural de Hayek en Hayek on Liberty,
2end ed., pp. 140-145.
27
Distingo entre liberalismo clásico y revisionista en Liberalism,
capítulo 5.
114 ESTUDIOS PÚBLICOS
28
George Santayana, Dominations and Powers, p. 438.
116 ESTUDIOS PÚBLICOS
29
Michael Oakeshott, Hobbes on Civil Association, p. 71.
LOS LIBERALISMOS DE MILL Y LOS OTROS 117
30
Isaiah Berlin, "On the Pursuit of the Ideal" New York Review of
Books (March 17, 1988): 18.