Diario Iris

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*

-A-
*ENTRE DO§ SIGLOS,
poa IRIS

El terria de este libro-un viaje por Es-


paca - es de 10s inagotables. La riqueza es-
piritual, la cantidzd de bellezas v de obras de
arte, lo original del temperamento de sus habi-
tantes hacen de EspaEa un venero siempre pro-
picio. Y si el temperamento del que escribe SLIS
impresiones es tan rico como el de Iris, 10s re-
sultados de la visibn e s t h ahltos y resplande-
cientes de belleza.

En la Espafia eterna, que presenta a 10s


ojos del visitante aspectos invariables, de una
pintoresca permanencia a desmedro del tiempo,
hay, por supuesto, matices temporales que ceden
a la curiosidad aspectos desconocidos o carac-
terfsticos. Este libro reune, a su Clara compren-
sibn del pais, el inter& de pintar una Cpoca En
la que 10s acontecimientos y las costumbres tu-
vieron un sell0 especial, que a ratos se antoja
muy alejado de nosotros; parece ccmo que fiiera
una +oca adornada con la patina y el presti-
gio de muchos afios y es, empero, tan cercana,
tan inmediata, que de ella ha salido directa-
mente la vida actual, tan aparentemente dis-
tinta.

Libro M e rico en colores y sentimientos,


variado y entretenido, profundo en el analisis
y agradable en la expresibn, que viene a afiadir
un nuevo cariz a 10s que ya vieron otros ilustres
viajeros a1 pasar por la patria del Cid, en la
que hoy se fijan, ansiosos. 10s ojos del mundo
entero.
EDITORIAL ERCII,I,A.
EDIClONES ERCILLA
Santiago de Chile

1937
- A ~ - -----
Inscripcih N.? .395

COPYRIGHT by
Edit. Ercilla, S. A. 1937

PRINTED IN CHILE
Prensas de la Editorial Ercilla, S. A.
Entre Dos Siglos
(Diario intimo de Iris)

Lector: este es el pueblo peregrino


que con su espada fatigb a la tierra
.v abrid S U ~ C Oe n el mar; pueblo de guerra,
der casta mora y de blas6n latino. . .

Ley6 en 10s astros sh caudal desfino,


gan6 la cumbre, traspas6 la sierra
y azin for26 el alto tkrmino que cierra
de la humona ambicibn todo camino.

Pueblo orgulloso, apasionado y fuerte,


o batalla s i n pulso y s i n medida, ’

o se abandona a la Dereza izerte.


N e n c a acerfb a vivir: es un suicidn
que, abrasado en lasjiebres de la uida,
para saciar s u sed busca la mzierle. . .
RICARDO L E ~ x .
P r<ilogo

Desde pequefia sexIti urgencia de guardar la huella


de mis dias. Me aprenziaba el ansia de expresibn para
retener la aida fluxiont zria. Surgia este anhelo del abis-
mo interior, cuya ebulhicibn torturante o deleitosa se m e
escapaba, sin logro de posesibn ni de permanencia. L a
expresibn aclara y otor,ga derecho de propiedad, con con-
quista de conocimiento
. . . M e impulsaba a escribir el anzor de lr vida- la
m i a -, que mi sensibilidad y mi novedoso goce de nifia
i n g e m a hacian zinica y diferente de las otras oidas que
veia transcurrir en mi redor.
N a c i provista de ,cierta capacidad Iransformadora,
para convertir realidad(es en belleza. M i sensibilidad le-
fila de cierto tinte esptrial personas y cosas, vitalizdn-
dolas en mi clima espiritual.
Emocibn pottica 3I aguijbn de tiempo, cuya fuga-
cidad lraicionera me p.unzaba, a m cualzdo no marcaba
huella en mi, m e forja ron escritor.
M e urgia apresar el tiempo, por la fragilidad de la
memoria, en que 10s re cuerdos caen C O ~ Oagua en cesta
rr PRBLOCO

de mimbre. Queria conseraar mis horas, que a u n desco-


loridas y monbtonas, eran mias, .y jamlis se repetirian
iguales.
En escamoteo de las ironias del Tiempo, hice un
pequefio Diario - espejito de mano para tomar bellas
posturas, dejlindolas estampadas. Podia asi mirarme a
todas horas en esa luna plateada con que mi sensibilidad
le hacia fondo. N a c i nbrumada por el paso ripido del
tiempo, que no abruma a 10s jbvenes. Amor me di6 azin
mcis angustia de duracibn y permanencia.
Transcurria monbtona la vida en las rutinas de mi
casa ancestral. Se sabia desde junio el dia y hora en que
partiriamos a Valparaiso el ago prbximo.
Escribia mi diario como u n a niga circunspecta,
que se peina bien, no hace gestos y se retrata en su mejor
postura para salir bonita.
.No me atravesaba la vida>>,como dice mi admirado
amigo Cruz Coke, que traspasaba a1 malogrado poefa
Garcia Lorca, cuyo pecho devino volccin en permanente
erupcibn.
L a V i d a es Espiritu y s610 trnspasa las almas
permeables, hiridndolas con la fulgurante espada de la
iluminaci6n.
E l Espiritu nos cuela a DZos pecho adentro, car-
gbndonos de cierta divina electricidad que nos torna e n
dinamos vivientes de asombrosa juerza y trasmisibn psi-
quica. Estas penedraciones vitales nos arrancan de nues-
tros estados de conciencia o de sensibilidad normales.
Mis pobres diarios de nifia, quemados en un incen-
dio, no conocieron la gloria de estas fulguraciones ins-
tantcineas en que nos visita el Espiritu Santo.
PROLOGO zrI

-Nn
. me . - - _.
...- rnzcha - - n.im4n
.... -
D . .. acontecimienio.
-.. . .. . - .no
.. Yo . cono-
- ..
cia a nadie, ni ninguno reparaba en mi.
Iba embarcada e n un tren de itinerariojijo, que re-
corria las mismas estaciones, con 10s mismos pasaje
ros. . .
Cuando cumpli caforce afios, algunos peregrinos tala
... . ., , , ..
SoLataraos como yo, encenazan anrorcnas a ma paso y ira-
taban de descubrirme el rostro, mircindame a 10s ojos mio-
pes, que permanecian mudos.
En las p6ginas del .Diario, s610 asomaba la caruca
irnpasible de u n a mufieca de cera, con ojos tristemente
dilatados, que miraban s i n uer. . .
Permaneci enclaustrada, cual uirgen necia que no
sup0 proueerse a tiempo de aceite para su ldmpara, den-
tro de un estrecho credo religiose y n o sabiendo de amor
mcis que el goce egoista de dejarse amar. . .
Asi pasaba mi pequefia existencia, hasta que irrum-
pi6 el (cotro’, mi ((Yo))profundo. S u p e asi de la vida
trascendenle, que corre en hondos cauces venidos de lejos,
y que raras veces uflora a la conciencia ordinaria. Conoci
otra uida con sentido nueuo y alta finalidad, en que la
peqzcefiita que yo vivia, clausurada en patio colonial,
n o era mhs que la mouible y engafiosa superficie.‘
Habia aparecido tras de mi un nueuo “ y o ” . E r a
un anciano con sabiduria milenaria, que se iba nutrien-
do de m i s esfuerzos, dolores, desengufics, entusiasmos,
esperanzas y conquisias, con promesa de devolvlrmelos
a1 fin de quimlricas lejanias de tiempo, conuertidos en
victorias, luces y tesoros. . ,
Este anciano, solterbn emfiedernido. aue no conocia
I - - I L

siquiera a mi esposo, que nunca debib tener hijos por su


desvinculacibn con la humanidad, es mi testigo perma-
nente y mi juez imp1acable.
.. . . .
N a d a puedo ocuitarle na esquavar de su marada.
Mis penas n o lo eniristecen, ni mis derrolas lo inmutan.
M e arrancb de mi p16cida inocencia y m e lanzb a
la vida. ,5610 e n momenlos de desesberacibn sabe sere-
narme avivarido ru?i conciencia de la innlortalidad y mz
f e en la sobe rana ley de amor y de justicia que rige el I

rnundo.
. . . . I , . . aanao s e n m o
Su preselzcaa trajo anteres a ma. ciaarao,
. 1 . , . I

y alcance a las menudencias del vivir. M e entregb la cla-


ve de la vida por jztstipreciacibn del tiempo, que deviene
oinnipotente en acunzulacidn de ldgrimas.
&le ensefi6 sobre todo a atesorar el dolor, como la
moneda espirifual del mhs alto lipo, cotizable en lodas
las esferas dc la vida universal.
Quemad,os rnis cuadernos primeros, escritos en bo-
nita y menulda ieirita, desprovisfa de carbcter, como yo
rnzsma, zrnie de rehacerlos en sgs lineas generales, aun-
que sin esos detalles acusadores ya perdidos, per0 con
mhs despiadada verdad, cogilndome en lcls posturas feas
o descuidadas, que hntiia omirido voluntaz'nmente.
For desgracia, 10s w z n u e s faits. que pintan $SO-
nomia a 10s seres, o don tano a 10s sucesos, estahar, y a
borrados de mi memoria. Y a u n as& con todo nzi ardor
de sinceridad, me veo aciuando, menos en la verdad s e w ,
que en la meinoria seniinzental guardada de la vida, en
que y a el pincel del artista ha retocado la imagen, con
cierto mal gusto de pequega mezquindad.
PR~LOGO V

Preferi entregnme a mi memoria emotiva, y no a 10s


escnsos
- - - - - - cundernos
. tiesos v convencionales escabados del
- /

ncendio, sirvidndome de ellos s61o como hilo conductor


'e fechas.
4,JY .
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xicalada, en sus pciginas, de una verdad tan estrecha


omo simple.
En la primavera de 1900 hice u n a peregrinaci6n a
Tierra Santa, que marc6 rumbo a mi uida. Y sin ima-
ginarlo y o misma, mi primer libro, ((Hacia el Orienten,
tuvo un titulo profitico.
Desde aquel viaje mi vida se orient6 para siempre,
y de sencilla que era se hizo complicada. Actuaba y a en
m i el ((Otron, ese anciano omnisciente, tiranizcindome
desde la sombra.
De dzictil y mimada, me torn&altiva y enbrgicn, con
coraje y osadia desproporcionados a mi fuerz@ -
Mi diario, desde esa dpoca, es inferesante. Guardo
varios centenares de libros, en que pasa mi vida interior
con 10s personajes grandes o pequeAos que me han cru-
zado el camino, y la sociedad observada y sentida por
un coraz6n femenino, un a h a mistica y ojos mio-
Pes;
He tenido el raro privilegio de ver un mundo cerrado
a 10s hombres - zinicos escritores del siglo pasado - en-
trnndo a 10s patios coloniales y a las alcobas secretas del
alma femenina, que estaban defendidas por gruesas re-
j a s y cerrojos de hierro. M i sentido m b f i c o ha traspasado
10s muros de 10s mris clausurados conuentos y C O ~ O Z C Ose-
cretos del a h a con su Dios.
VI PR~LOGO

M i d y senti la Colonia en mis dos abuelas; con ter-


nura en mamita Lo10 y admiracibn en mamita Reyes,
que perlenecieron, respectiuamente, a1 hogar la primera y
al mundo politico y lilerario la segunda.
Asisti a la transformacibn mayor que registran 10s
anales del planeta, uiuiendo entre dos siglos, o sea, mQs
propiamente, entre dos civilizaciones.
Pas6 infancia y juventud en el pasado siglo X I X , de
feliz memoria, y he alcanzado madurez y ancianidad en
el actual siglo, de vertiginosa transformncibn.
Sin duda, e'ste es el cumbio m6s radical que ha ex-
perimentado la fierra, pues 10s anteriores fueron siempre
guerras o conquistas nacionales o continentales, hasta
ahora que la conuulsibn mundial sacude, no y a a varius
razas, sin0 a la humanidad enfera.
Pelean 10s desheredados contra 10s intereses creados
y la destruccidn contra la conseruacibn.
H e venido testimoniando en mis diarios las fases
del tiempo, Dues quiero dejar fras de mi las diversasfi-
sonomias con que la vida se m e ha preseniado, en las
disiintas e'pocas de mi uiaje por el mundo.
El cambio de civilizacibn se ua operando por mufo-
cibn paulatina de sensibilidad, que ha creado nueuos con-
ceptos. No son las ideas, o sea, la inteligencia, la gran
fransformadora de la vida, sino el corazbn, por emoiiui-
dad diferente.
L a ciencia tambie'n ha confribuido trayendo desczt-
brimientos que han abierto zonas insospechadas, de mi-
lagrosas posibilidades, a la vida.
.Mi Diariop, tan necio a1 principa0, se ha tornado
inferesante por la r&pida evolucibn y rev1~lucibpzdel mun-
do.
PR~LOGO vzz

H e comenzado desde hace ya tiempo la ardua tarea


de extraer m i s borrones, dejdndolos listos para la publi-
cacibn despuds de mi muerte, cuando y a iodo ha,va pres-
crilo, con esa claridad y >Asticia uenidas del mds alli,
que alumbra 10s heckos fras la desaparicibn personal.
L a s miserias, los errores y 10s i n t e r e m consiguien-
teq, toman su sentido real cuando partimos.
M e hallaba e n este trabajo, de Boner mis cuadernos
en limpio, a fines del aiio pasado, y lleguk asi por orden
cronolbgico a 10s diarios hechos en el otofio de 1900, du-
rante mi $rimer viaje'a Espaiia con mi esposo.
M e sorprendib hallar un cuadro vivo del pueblo es-
paiiol, en que y a estaba cuajada la reuolucibn, y mtis que
dodo m e asombrb la f e que (cEl, tenia e n la resurrcccibn
de esa tz'erra que yo creia irremisiblemente perdida.
No me acordaba de nada. Lo escrifo se borra de mi
memoria. FuE tan grande mi sorpresa, como complelo
era mi olvido.
M e parecib encontrar joyas que yo creia robadas,
dentro de u n a caja sellada y oluidada e n un desvdn.
Por la actualidad palpitante que esas pbginas en-
traiian, m e decidi a publicar un frozo del dz'art'o de mi
vida enlera, o sen, cuarenta dias de viaje.
Lo co$d textualmenie. pero aiiadi las reflexiones
posteriores y necesarias a s u mayor comprensibn.
Aparezco retardada, ignorante, simple y candorosa
como jut. N o alterard la uerdadpor motivo alguno.
Todo eso, tan lbgico en el total de mis cuadernos,
que siguen paso a paso mi lenlo desenuolvirnienfo, apareco
ridiculo en un trozo aislado. Nada de eso imporfa. iV&
game la verdad de mis senfimientos!
VIII PROLOGO

L a s pocas supresiones que he hecho por rubor, que-


dan incluidns en el original para su completa publica-
ci6n cuando yo haya par!ido de este mundo.
Lego esos rubores a mis nietos, para que 10s padez-
can en sufragio de mi alma, cuando no pueda y o fener
ninguno, y la afectuosa Irasmisi6n de mi exberiencia,
que, desgra ciadamenie, nadie aprovecharct, pero que es
purijicadorca, convertida e n remordimienbo.
..... .. -_.._I_-7 ..
7..- - .___...
SI que aare
J..< ~ - 7 -
cansuew -1
u uigunas air nu^ y LUZ CL muy
pocas, pero eso m e sobra.
El magisterio de la pluma, esta sagrada vocacibn
que obliga a desvludarse frenle a miradas impiadosas,
destina fambie'n con implacable fatalidad a1 artista, y
esbecialmenle a1 escritor. a auemarse imbzidicamente ante
sus lecfores.
Es martirio y es gloria; marlirio de vencer el amor
propio que nos dejiende como u n a coraza, y gloria de que
el anciano milenario haya superado a la dIbil personita
que revestimos por breves a ~ o s o, sea, que el Espiriiu im-
pere, se enriquezca y friunfe pn el dolor, la humillacibn
y la derrota de nuestra Dobre humanidad, elevcindola a la
P
. . .En §an Juan de Luz desciendo a un pequeiio
hotel, cuyo bla6n es haber hospedado a la Empera-
triz Eugenia. No cuentan que fu6 a causa de un tem-
poral, que le impidi6 llegar esa noche a Biarritz.
. . . jCu5ntas honras de la vida se deben s610 a
simples casualidades! No se encontr6 medio ni de dar-
le a la soberana agua caliente para su bafio.
La sociedad del hotelito es de damas linajudas
y pobres, de menuda gente del comercio, de burgueses
enriquecidos y de buenas personas venidas a menos,
que no pudiendo ir a Biarritz gozan del mar CantQ
brico, desde este rinc6n de playa.
Aqui se cas6 Luis XIV con la princesa espafiola.
Se escogi6 esta aldea por ser fronteriza entre Espaiia
y Francia. Consideraron 10s espafioles vergonzosa me-
salianza este matrimonio e hicieron desaires a 10s per-
sonajes que formaban el real cortejo. Dentro de la
evoluci6n que llevan siempre las humillaciones, Fran-
cia empez6 en el Rey-Sol, y Espaiia decay6 desde en-
tonces en igual proporcibn.
El pais vasco espafiol que no conocia, me sorpren-
de con su lengua luskara, dura, como mi apellido,
en que chirrian hierros de longitud kilom6trica.
Las mozas pregonan sus mercancias en tonos des-
apacibles y ni siquiera las claras y juveniles voces lo-
-8 SigloS-2
10 IRIS

gran dar a la lengua acentos hermosos. Se siente una


raza grande en su altiva independencia y entereza
moral. (Se atri5uye a Unamuco este dicho: - Dos co-
sas admirables han hecho 10s vascos, la Repfiblica de
Chile y la CompaAia de JesGs ii??). -Pueblo viejo
y joven, que se conserva y se renueva en lengua pro-
pia. Es la Gnica raza que en la continua mezcolanza
europea de invasiones y conquistas, se mantiene pura.
Si ce logra probar sangre vasca, en 10s cuatro cuarte-
les del escudo, se puede tarnbikn acreditar la m&s au-
tkntica nobleza europea.
Aunque asi sea., no me halaga esta pureza de san-
gre por carencia de alc’iages. Prefiero la sangre mez-
clada con otras razas, enriquecida, complicada, plena
de ccntrzdicciones y conflictos, que esta pureza co-
nante a cimplicidzd y empobrecimiento. Me gusta la
sangre filtrada por diveryos alambiques, que se re-
vuelve acusando caracteristicas nuevas, que brota
irnpetuosi de novedades, y que trae en sus candentes
burbujas pasiones, secretos, cbleras, sorpresas, per-
dones y venganzas.
Si la sangre es archivo de experiencias, y si vivi-
mos para experimentar, vive m5s y sabe tambi6n mas,
el que lleva sangre vieja, remozada, cruzada y enri-
quecida.
Muchos tipos hay en la mesa larga, en que dia-
riamente aparecen y desaparecen rostros. Las uilles
d’eaux y de agua marina tienen, durante el verano,
10s hoteles llenos. En kste, donde he bajado, la socie-
dad es amena. Se codean personajes llegados de Bur-
deos o de Paris, pero ectos Gltimos son nobles venidos
a menos, que no pueden ir a Biarritz, balneario lujoso,
ENTRE DOS SIGLOS 11

ni a San Sebastih, igualmente caro. Llegan a San


Juan de Luz, menos pretencioso y muy agradable.
Ah; conoci marquesas arruinadas, que lucian en dis-
t i n c i h y catolicismo, sus blasones nobiliarios. La re-
ligi6n ofrece manera indirecta de acusarse salido del
Faubourg Saint-Germain, como si se dijera del San-
tuario de 'la e'lite francesa.
La malnarquia se venga, con arist6cratico y acen-
A-
drado refirldllllcllLV -.4..*..1
...-:..-.A-
dLLuQ1. ut: IQ
1. -.:11,.+:-.. A.
Y u l l l u L l l ? a ue sus v

ancestxos.
Ehtre 10s pasajeros del hotel hay un bordelhs, ti
PO cliisic0 del sizitico europeo, mil veces mfis pintorescc)
que el rhilonn T n c n t r n c franrococ CP htrrlahgn duo_ bl
UIII.UIIV. vcIvu IIuIIUvv~y

llamiindole blagueur. A mi me incomod6 en la suscepti-


bilidad de mi amor propio nacional que tenia muy
vivo entonces. (Siendo quiz& tan provinciana como el
.~ borde1i.s). Estaba engreido de Burdeos, de sus
mismo
vinos, del Gironda, etc. Paris le parecia centro del
erastacuerismo. de que no estaba plagado Burdeos.
Desiireci6 mi pais pequeiio, en que se producia una
rev0luci6n semanal, con calor tan infernal, que man-
teni: 3 a la fiente desnuda entre las ramas de 10s 5rbo-

:lamenta-
uil pbur vez priniera ser rnujer y ran nerviusa, con mi
horror a 10s tiros, y adem5s catblica, para retar a dueIab
a tan atrevido sujeto.
Habia hecho viaje por salud. Tomaba baiios de!
mar. Los m6dicos nunca vieron a1 enemigo embos-
0 -A-
Lau u'
ne m; nrnn-:nmn _.._
6 1 1 1111 W l ~ ; L t l l l 3 1 1 1 U , yuc C l c l
1- l..nh- r m + r ~ *.-
la I U L I l a C l l L l G U l l
n-tnr
LULL-

PO fl5gil y un Espiritu fuerte, que habia de sorneter-


me, para el desarrollo de mi Psique, a todas las prue-
oas, contmtos, aepresiones, entusiasmos, uichas y
melancolias. Mi alma seria un continuo campo de ba-
talla, entre las irnposiciones que yo reconocia como mis
deberes superiores, mi corazh apasionado, mi robucto
temperamento nervioso y mi sensibilidad delicadi-
sima.
1 - *
fixe munao giganresco
T - 1 --. 1 l...- ., por un
aema ser sosteniao
I

fisico pobre, de nifia admica y frrigil.


Los ueterinarios, como llamaba mi gran doctor
Orrego Luco a 10s medicos, no supieron nada de esto.
r

con mi temperamento nervioso. Aparecia exteriormen-


te alegre, suave y delicada. Nadie sospechaba la vio-
lencia de mis c6leras y la robustez y tenacidad de mis
propbsitos. Era dominante y parecia sumisa, altiva
y me mostraba humilde. Despist6 a esos obreros de
laboratorio, que no descubrieron la Psique en lucha
con el Espiritu Eterno, dentro de la fragilidad de la
carne breve. De tanto medir cantidades no descubrie-
ron calidades y se quedaron, como dice en su valioso
libro, de humilde confesi6n cientifica, Alexis Carrel,
con pesos y medidas, sin valorar el alma ni las fuerzas
espirituales, de que 10s otros factores no son m%sque
expresiones. Permaneci desconocida para 10s m6dicos.
Mi finico remedio o evasibn, fue el misticismo.
En San Juan de IAIZtomaba baiios de mar, bus-
cando fuerzas en la naturaleza para suplir mi des-
gaste psiquico y mis emociones excesivas. La poten-
cia salvaje del mar y su h5lito gigantesco me comuni-
caban algo de su inmensidad. Siendo muy traicionero
ENTRE DUS SIGLOS 13

el Golf0 de V izcaya, ya que sus furias marean hasta


a 10s mAs intrepidos
intrc navegantes, ofrece guias a 10s ba-
Aistas, como ttambien hay gulas montafieses en 10s Pi-
rineos. Nunca entraba al mar sola, porque le tengo
Desafio con mayor bravura a cualquier hom-
horror. Desafj
enfurecido, que las traicioms de las olas.
bre enfurecidc
Una de e: esas tardes fui a tomar mi bafio. El guia
psnpraha. Entrk- a1
me esperaba. _- mar_ - ~ _ -s - -w . a. como
m- . .- _ _ _ - - ___ r - - en
siemnre --- la
---
destreza de e5;os hombres, que sacan quites y lances
a las olas, conio a 10s toros, y que ademas son perfec-
tos nadadores. No s6 por qu6, despucs de haber tomado
mi bafio con tsl guia y estaado ya cerca de la cabina,
se me ocurri6 volver a entrar sola a1 mar.
Son impc$us inexplicables, voluntades obscuras,
en que nos coi:e el Destino. Arreglamos perfectamente
nuestros planes, tomamos todos 10s hilos de la madeja,
que nos dan 1;as oportunidades, per0 se nos queda un
hilito suelto y esa scla hebrita es m8s poderosa que la
madeja entera que tenemos cogida en nuestra mano. En
el1 momento de realizar un acto decisivo y que puede
traernos phin
raernos phimas consecuencias, desaparecen 10s in-
onvenientes, se borran 10s motivos que podrian de-
convenientes,
tenernos
3nernos vy Drocedemot;
pri con el imnulso del instante.
-- impulso ciego
ciei de que nos arrepentiremos durante la
ida enteia. iD6nde estuvo nuestra voluntad? En
vida
inguna parte de nuestra conciencia. Hemos proce-
ninguna
dido espalds y como a traici6n de nuestro yo ver-
ido a espaldas
adero y esencial.
dadero esenl
Procedi sinsi saber por que. Iba aproximhdome
--- que
a11 mar -..- est
^".c -.---.c -..--.. :1- ,
.
c
: -^ L-ZZ A_...
.uvu L 1 i l l I q U l l u 1lllt:llLldb lllt: Uilllt: Lull C I
,1

guia, y sfibit:imente veo avanzar una montaiia de


agua, mural1611 sombrio y verdoso, formidable en su
ofrece alternativa de lucha.
He pretendido, sin duda, huir, per0 el monstruo
me hipnotizaba, o quiz% tambi6n la resaca debia ser
tan fuerte, que mis pies resbalaban hacia el peligro,
sin poderme retener . . . Instante de horrorosa expec-
tacibn, en que vivimos otra dimensibn del tiempo-
i s u abismhtica hondura! Me hall6 desarmada ante un
elemento mudo, potente y ciego, que me venia fatal-
-
to. . . Linea divisoria que separa tiempo de eterni-
dad.. .
., . -. ..
mi, tan inaerensa como una piearecita ae la playa!
, # - .. . .
. . .iAvanzaba imperterrita la mole glauca, hacia

Cuando me cogi6 el monstruo, no creo ya haber sen-


t.id0 ni pensado nada.
Mi tiltimo recuerdo fu6 la v i s i h de aquella mon-
t aiia silenciosa, gigantesca y verdosa, de que me era
imposible huir. No tenia tiempo de sacarle lance, ni
~ -..-:-L---:- .nr--l-i x7-
---:i.:i:~-
posiuiiiuau 2-
ue rebisLeIiwiZ. iiYaua: 10 era L
-I_ -:-
riuja 3 - L.-
ue ar-
bol, envuelta por el hurachn. . . No me encornend6
a Dios.. . ni pens6 en algo superior. iPavor! con-
sentimiento y abandon0 a lo irremediable.. .
Toda la tragedia se condense en el momento que
la precedi6, en que iba yo avanzando tranquila por la
playa vacia y de sfibito el agua escasa que tenia bajo
10s pies, fu6 a engrosar el muro transparente y sonoro
de que ya no podia escapar volvikndole la espalda y
corriendo enloquecida a buscar refugio en la playa.
ENTRE DOS SIGLOS 18

iQu6 sucedi6 despnes? No sC. Me arrollaron va-


rias o!as terribles; me levantaron, me arrastraron, me
llevaron hacia dentro y me arrojaron. . . dejiindome
un instante a descubierto en sus violentos y furiosos
remolinos de bestia apocaliptica.. . El guia bafiero,
que no se habia marchado, me vi6, se ech6 a1 mar y
me salvb. Sali tan aturdida como inconsciente. Mi
despedida del mundo de 10s vivos fu6 la horrible sen-
s a c i h de peligro. . .
5610 se imprimi6 en mi memoria aquella visi6n
del formidable muro, que iba a tragarme en su masa
para no devolverme nunca. Me qued6 aterrada. iTanto
me habia dafiado esa pesadilla, en que se me hicieron
sensibles las fuerzas ciegas y destructoras, que el re-
cuerdo de aquel momento me era insoportable!
T-a -
-- naturaleza, que yo amaba como a la Virgen
Madre, clue anima con su h%lito fragante, de tierna
maternid ad, el universo, se me convirti6 en visi6n in-
fernal, especie de cArcel, que encierra el alma humana
dentro dc3 la infinita soledad de un mundo enemigo, en
donde nc)s hallamos eternamente solos!. . . §in posi-
bilidad dc3 clamar, pues no devolverii ni el eco de nues-
tra voz, 1a muda majestad de 10s elementos salvajes . ..
Me (juraba a trav6.s de 10s afios el sobrecogimien-
to empairorecido de haber vivido uno de esos instan-
t es eternos que no conocia mi vida de nifia.

c, m: , .,
..
n,
..
,
. .
.
-,
..
- .-,.,.#.l..-".l.. 1, +
A
,
',,,
Lll 1111 LUllC-lt3iLILI lCLUUIL1Ucl IU ClILUIILlC
e -I?
a "lil,,
como si ~1peligro nos hubiera reunido a travCs de la
distancia. Hall6 que <Amor. es cielo mas autkntico,
que cumtto, por negaciones, quiso sugerir San PabIo,
10 I

y que el infierno tambikn x ~ i Ci ~ Z IucwliluuIi iiiiiriita


del supremo abandon0 ante las fuerzas desencadena-
das del Uniicerso.
Todo Sa.n Juan de Luz se fundi6 para mi en el re-
cuerdo del iixtante
_ . -
en- que, ya lejos de la - _cabina,
_ ad-
. .
verti que se habia alzado un muro:que . - resbalaba traicio-
nero y Trertiginoso hacia mi, hipnotiziicdome de terror.
Me: preguntC: iacaso h u b i m sido m5s hermoso
que mi --:>- ___I^:
viua LerImIiiliii
L -1-! --l- - ~L--.-:Ll-
-
a i l , bum, cii IIUII~UIC
I _ _ _ -La-->
auaiiuvnur 7

Sin duda que en mi sentir de entonces, tal fin me pa-


receria desastroao, pero ahora que mi porveenir de
aquel tiempo es mi doloroso pasado, creo que tal vez
me hubiese convenido morir, en ese =omento de feli-
cidad inocente, suprimiendo conflictos y dolores, que
si no menguaron Amor, Io empaiiaron, Dara aue m6s
consciente, tras la prueba, saliera del crisol. . . purifi-
cad0 y eternizado.
-
Estaba muy pequefia para afrontar el* uoior, que 1.

Dios nos oculta, per0 que en su infinita sabiduria nos


evidencia despugs, cual ineludible destino, en que tro-
camos el amor infantil y obscuro en amor integral in-
f initamente luminoso. -El mismo dolor es aniorcha,
L.rCdito de pago y certidumbre de futuro encuentro.

En mis amistades de la temporada, o acercamien-


.. . . .
to a aesconociaos, ae esos que me inspiran curiosiaaa
, *.
o novedoso deseo de cambio, me encontr6 mal entre
10s franceses, que me apl:iudian o me cortejaban.
No tuve la previsi6n de ocultar que mi espo,co es-
taba en las maniobras ale:manas del Khiser, y que era
adicto militar. . .
ENTRE DOS SIGLOS 17

Caus6 indignaci6n t a m b i h que se alojase en casa


Krupp. Furioso, el bordel6s aseguraba que all% no
nos venderian a nosotros, infelices del filtimo rinc6n
del mundo, mas que balas de chocolate. - ~ O u iMa- ,
dame! Du chocolut! Quelle blague!.
Yo tom C. fuego y dije lo que EO debia; la inferio-
ridad del ejcErcito franc&, junto a1 alemhn; la penosa
impresibn qiLe en el entierro de Felix Faure produjo la
comparaci6rL entre 10s oficiales franceses, frente a la
brillante dellegaci6n alemana, que pus0 en sombras a
todos 10s eji!rcitos europeos. Habl6 de nuestros ins-
tructores mi litares, etc. Se me solt6 la lengua en sor-
presiva elociuencia y les anunciC una pr6xima guerra,
mil veces ITiiis desastrosa que la de1 70. Lo fue en
verdad. No la gan6 Francia ni la perdi6 Alemania.
Sucumbi6 nuestra civilizaci6n.
Pronto 11~ :g6 <El> a buscarme, para seguir a Es-
paiia, viaje que nos tentaba mmcho.
Para qiie yo pudiera coiqxender a Joaquin, me
fuC necesarilo sentir la impresih que producia entre
gentes de t c,des 10s medios sociales y razas, desde el
Khiser hastzI 10s porteros.
)a con la sola irradiaci6n de su persona.
yo sepa, se manifest6 mejor un hombre,
por su sola atm6sfera espiritual, en silencio, con pro-
funda modes;tia y sin ninguna marca exterior que lo
colocara en situaci6n mundana. Lleg6 y vencib, en el
hotel, ese middecido adicto de Chile en Alemania, que
venia direct:imente de Essen, a donde fuera a comprar
cafiones, en Icasa Krupp. Su procedencia era de lo mas
antipiitica, c:n el medio franc&, per0 su sola persona
cambi6 la hostilidad del arnbiente. Hasta me ~ 0 1 0 ~ 6
18 IRIS

su aparici6n en una categoria que no tom0 sblo con


gracia, aunque es comunicante y demoledora cuando
quiero ejercerla.
Permanezco siendo persona inubicable, hasta que
<<El>)
me envuelve con su prestigio de gran seiior, que
no necesita credenciales.

En San Juan de Luz resolvimos el viaje a Es-


pafia. Joaquin pas6, durante mi estada en Lourdes y
en el mar, cumpliendo su comisih militar en Essen
(Casa Krupp) y tambi6n en Berlin.
Essen era el laboratorio militar para 10s mate-
riales b6licos de Europa. Los comisionados que iban
all$ se alojaban en la misma casa Krupp y se les tra-
taba como a huiispedes de honor. Me contaba Joa-
quin del magnifico hospedaje que se les daba, sin des-
cuidar el menor detalle, hasta ponerles en el velador
10s libros sensacionales y reci6n aparecidos, en fran-
c&, si aim no estaban traducidos a la misma lengua
del huilsped o cliente.
Despuks Joaquin debi6 ir a las maniobras de oto-
iio, Eran muy interesantes, con simulacros de bata-
llas y planes estrategicos, entre grandes militares y
adictos de EmbaJadas, que representaban lo m5s
conspicuo de cada naci6n.
La sociedad en que actuaban era tan distinguida,
como provechosa la enseiianza.
Joaquin ha debido apreciarse s610 por compa-
racibn; y a causa de vivir mas alto, era de una justicia
elevada hasta en las pequeiias apreciaciones.
ENTRE DOS SIGLBS 19

Esa estada en San Juan, habria sido para mi


iluminadora del porvenir en que iba a caer el mundo
por la guerra mundial, si no fuera que vivia y pensa-
ba como un niiio.
En ese centro franc& meridional, entre unos
^--^-+A- --Ll-- --..-L..-":A*- (--.-A - A . "...'a^..I

L U d l l L U S 1IUIJit;b C l I I ~ U U l t ; L I U U 4 , \p'ZlU IIU VCrkLUUb U WbC-


----
4zos como en mi pais, donde pobreza en familia linajuda
es sindnimo de anonadamiento), ardia ya en 1900 la
guerra de 1914.
La tea del odio estaba encendida. Fui: para mi
sorpresiva la mecha que prendi entre ellos, hacihndo-
me interesante a la vez que - -pavorosa. s6!0 a! mmbrar
a Krupp y decir el cargo que mi esposo ocupaba:
c
i
r - - - - -- ---- - - - - - -- --- - - - -
~

rania incontestable que el Adiclo con su sola presen-


cia ejercid sobre ellos.
La derrota
. . .del. 70 me la tornaban despreciando . _
a mi pais, por lejano, peuilefio y desconocido - pais
niiio -, como tambii:n solian decirme -y yo me ven-
gui: niostrhndoies, en nuestra finica guerra exterior,
que 61ramos 10s alemanes de Amirrica, como tzmbikn
fuimo:s en nuestra 6nica guerra civil 10s mhs idealistas
y roxn6nticos.
C:on la llegada de Joaquin a San Juan, mi pais
qued6 compensado de desprecios y burlas, m%s que
I

por mis convincentes argumentos de hechos. <<El)> hizo,


ante z:sos nobles v burmeses. m6s formidables 10s ca-
u

f iones Krupp y m%stemible a esa Alemania de donde


trenia.
mos a mpana,, que era uno ue 1111ssueIios. nsrdua wn
enamorada de Italia, que nunca imagin6 lo que el alma
hisphnica diria a mi alma. Joaquin me dijo: - Ahora
te encargas del viaje. En Alemania y siempre en to-
cias part& te conduzco yo. Te va muy bien. Quiero
E;aber ahora, en esta tierra de nuestra lengua, c6mo te
itrreglas.
Me gust6 el programa de ser yo la Directora, y

Haria un itinerario interesante, combinaria el


iempo con la importancia de 10s sitios y calcularia
!I dinero, para emplearlo bien. Era estrecho nuestro
ifandard de vida; per0 gastando con tino, llenariamos
iuestro prop6sito.
.,, Me advirti6 Joaquin, que en la frontera de Irfin
1 1 *It.-----,-p r a uuLeiier 1-ra --L-:-
aema romar un Diiieze circumr,
L. -LL
reuaja
del recorrido kilom6trico.
Nos pusimos en viaje, y ya en Hendaya, frontera
francesa, nos despedimos de 10s empleados bien uni-
formados y de 10s trenes limpios, pues en Irlin 10s
guardias civiles nos parecieron ridiculos, vestidos de
fantasia con gorros de plumas caidas, aun miis feas
que las de 10s Bersaglieri italianos.
Mi primera actuacih desgraciada comenz6 en
Irfin. Ibamos especialmente, segfin creo, no de tren a
tren. Queriamos conocer la regi6n vasca espafiola. Fu6
mi primera diligencia obtener el consabido billete cir-
cular.
Yo creia que bastaria presentarse en el guichef
del boletero de la Estacih y decir, muy entonada:
ENTRE DOS SIGLOS 21

Bole20 Circular, en vez de Bolefo Corrz'ente para


una simple destinaci6n. Estaba la ventanilla de la bo-
leteria llena, porque iba a partir tin tren.
Las inglesas de siempre, en su jira abroad, pedian
boletos con nombres de ciudades que no se conocian
en Espaiia.. . El boletero, urgido de tiernpo y apre-
miado de pasajeros impacientes en 10s minutos que
preceden a la partida, estaba desesperado con aquel
tropiezo de dos griagas de taco en la boquilla del ex-
pendio.
Intervine de Iiistima, no obstante el prop6sito
bien fundado, y que ya formabaparte de mis normas
vitales, de no ayudar nunca a losingleses, egoistas e
ingratos, por el necio orgu:lo de creer que se les debe to-
do, en raz6n de ser la flota britiinica dueiia de 10s mares.
Compadecida del boletero, dije a la inglesa que
se desgaiiitaba sin ser comprendida, con su acento
cerrado y destructor de nombres: Where are you
going? Me mir6 sobresaltada; se repuso; se recobr6
del hecho insblito de ser hablada por una desconocida
e intrusa. Entendi6 que se trataba de una ayuda y
me repiti6 una palabra inverosimil que no designaba
nada en la tierra. You must write the name of !he town,
where you are going.
Joaquin, que me espaldeaba, alarg6 una tarjeta
y un Epiz. Ella apunt6: Zumcirraga y decia: Ciu-
meregui. Iba a Loyola.
El boletero di6 un suspiro de alivio y tir6 nervioso
10s cartoncitos sobre el mostrador.
Se precipitaron 10s demiis, ya temerosos de no al-
canzar el tren, y nosotros aguardamos que se despejara
para pedir nuestro boIeto especial.
22 IRIS

El boletero me atendi6 con suma complacencia;


lo habia librado de la horca, que era la gringa, suspen-
dido entre el pfiblico y la partida del tren, bajo 10s
minuteros indolentes del reloj, avanzando sobre la
esfera.
Los trenes que parten dcsarrollan una nerviosi-
dad especial, que hace critic0 a1 pausado e indiferente
tiempo de 10s relojes, para alcanzar otras dimensio-
nes en nosotros. Cuando se restableci6 la calma, eEton6
mi voz y pedi:
- Necesitamos un boleto circular. . .
El hombre se pasmb. Nunca habia oido tal nove-
dad. . . No se conocian en Espafia.
- 2Boletos de circulacibn . . . ? -inquiria con aire
de haber caido de una nube. - Los trenes son para
circular por !os paises - comentaba -, per0 Ud. debe
t o m x su boleto en cada sitio. . .
Expliqu6 con cierto prematuro cansancio, el que
ya tengo metido adentro, por todas las inlltiles expli-
caciones que he dado en mi vida, que esos boletos da-
ban derecho a una rebaja por el kilometraje andado
y evitaban la repetidacompra de boletos en cada salida.
El hombre movia. la cabeza con descontento y
dtmda: - Esas novedades no llegan aqui. Quiz& all%
en Madrid, la capital, sepan de esto. Aqui no.
Sonreia el buen hombre deseando serme grato,
en recuerdo de la liberacibn reciente, per0 se hallaba
en la imposibilidad de convencerme. Como Gltima SO-
luci6n dijo:
- Suba Ud. hasta el Jefe y puede que la entere . . .
No supe si aquel’o de subir era en jerarquia, o
por una escalera vulgar. Fu6 lo filtirno.
ENTRE DOS SIGLOS 23

- Tome Ud. el pasillo a la derecha, suba y verh


la inscripci6n que apu-nta: Jefuturu General. Don Aga-
YlLV 1
-;+n 9 -.+n?der5bien. Es hombre de mucba palabra y
ILL
LLLLlrl

m5s letra.
Joaquin me miraba con sorna. jTan fracasada a1
primer lancce! No di sefiales de impaciencia, aunque
ya mis ner vios em-pezaban a agitarse, peso me rete-
nian el ami3r propio y aquella burlilla con que <(El)) se
mofaba de mis enredos dicihdome: - Hijita, no com-
plique, no complique . . . ! Me encontraba poco pr5c-
tica, y enrf ?dadora de asuntos que precisa simplificar.
Fui llena de fe en Don Agapito, hombre que pa-
recia impoirtante. Entramos a una oficina en que un
serior con gran nariz engranujada, escribia con cefio
fruncido y pufio nervioso.
Anteojos grandes le cabalgaban la parte gruesa
de la nariz . Estaba tan concentrado que dzba miedo
interrumpiirlo, y su letra gorda se derramaba sobre el
papel corn(1 un generoso chorro de tinta.
AI pas,ar tan inadvertidos, habli.. No habia otro
medio de hacernos presente. , . - Veniamos, seAor,
-dije con 1bimidezcasibalbuciente,temiendo cortar una
inspiraci6n con resonancias c6smicas. -Veniamos . . .
Joaqui'n, con voz grave y soaora, rompi6 la mia
cristalina, en hilito de agua, y dijo: - Necesitamos
saber d6nd e se toman boletos circulares para recorrer
la Peninsu!la.
Don PIgapito, espantado, clav6 la pluma en seco
y mir6 a1 osado con ojos que venian de muy lejos y
que la sorixesa desorbitaba . . . Asi, recobr5ndose ape-
nas, se 1leT~6 la mano a 10s anteojos, se 10s ca16 m8s
hondo y aIgo atbnito: - 2Decia Ud?
24 IRIS

Mi marido repiti6 :
- .Bolefo circulcrr* - machacando su poquitin las
silabas.
- ZQuiere Ud. 1in boleto. . .?
No acababa de enterarse.
- Si, seiior, cirrular.
-11-
Don Agapito estallv .
u.
tI
-
: ,1
,.,!, J
.-,.:-,l .
.
..
,
a -"
LUKIILL L u I l L c l I I u ~ , LUII CX-

te serior que lo venia a molestar por un capricho de


forasteros.
- Pues, hombre, 2y por qui5 no va Ud. directo?
Tnsrni:n In
Jvuyulir I
"
mirh
.LAALL"
mnin
b"AII"
dncrln
UCUUCI
i n a +nrro
iUllU CVIICI.

-Resp6ndame que no 10s conocen en Espaiia.


Yo intervine:
-Seiior, es que se obtiene una rebaja en el re-
corrido. . .
Mientras tanto Joaquin miraba las hojas disemi-
nadas por el escritorio y descubri6 que Don Agapito
escribia un drama que se titulaba: .El Nudo Gordo,.
Vittndose el buen seiior cogido en la tenaza de
esta pareja, que le aventaba la inspiracih, nos acon-
sej6 ir a1 expendero. -Vayan Uds. . . eso es de la
cuerda del expendedor; esta es una oficina superior
que no se ocupa mhs que de la alta administracibn.
Ya bien descendido a la tierra y ante 10s perso-
najes que tenia delante, Don Agapito olvid6 el drama,
se irgui6 con dificultad por el reuma, se sac6 la gorra,
la bati6 a1 aire. . .
-Vayan Uds. con Dios, el expendedor 10s servirh
bien.
Joaquin iba de buen humor, entretenido de CO-
nocer 10s servicios pGblicos espaiioles; yo menos con-
ENTRE DOS SIGLOS 25

tenta de la experiencia que me mostraba las dificul-


tades de este viaje, en que estaba cargada por prime-
ra vez de responsabilidad.
AI expender0 hubimos de encontrarlo en su ofi-
cina. No partia ningirn tren.
Volvi a la carga;
- Necesitan-os ese billete circular, porque vamos
a recorrer Espafia.
- iAd6nde van Uds.?
Yo respond? asi, ligero, como una lecci6n bien
aprendida;
- Burgos, Madrid, Cbrdoba, Sevilla, Granada,
Toledo.. .
Al buen hombre, que estaba tranquil0 y contento
de permanecer sentado en su puesto, entre tanto tren
en movimiento, le parecimos Taros. Creia que ~610las
Inglesas, y por cer manihticas, tenian es2 curiozidad
de andanzas, y encontraba esta rareza hasta en noco-
tros, gente de buen vivir y bien trajezda.
Ante tan cornpiicado problema, en que yo Feguia
airn echando nombres, Avila, VFIladolid, Salamanca,
Zaragoza y Barcelona, el errpcidero dej6 su asiento y
trajo un mapa de Espafia.
-Explicaos, que sepa yo 10 que quer6is.
Yo le mostr6 la ruta y como 61 buscara Granada
por el norte, con mi mano le tom6 el dedo y se Io Daj6
hasta el sur.
Nos mirarnos sonriendo
Mi gesto no lo incomod6, L,vIIlw ccILiia,
puL leve
resistencia que opuso, y que no fu6 m5s que la incer-
tidumbre del movimiento que yo le imprimia.
- iGranada est5 aqui!-dije plantiindole el dedo,
DOESigIOS-3
tadc
I
ILa: 1 3 1 ri C O i r l i I l U U C 1111 Ld:d
11W LU~LU&LU LL ld

fuente en que me bautizarox!


Rzp~timosnuestra lecci6n, explicando qb?e ne-
cesif
zar la vasta jira peninsah-.
El expendedor se pus0 cn j m a s y nos mir6 a la c2ra.
-Vamo?, que ~ o i smdariegos. l Q ~ 6bidm 05 ha
picado para convertiros en judios errantes?
No halIA5amos c6mo ponernm en hueaz postma.
- S6lo en 10s ingleses habiamos visto este furor
caminero, y vssotros, ide dSnde sois?
- Somos chilenos - dijo Joaquin C Q orgullo ~

- iY c6mo haheis aprenciido tan pronto el e?-


pafiol?
- Es que S Q ~ O Slistos - salt6 yo - y de cads
tierra aprendernos Ia lengua.
Pasmo dzl expendero . .
Joaquin dijo lentamente:
-Somas de las Colonias.
-- iFilipinos, acaso?
Con mas gravedad 4%continu6:
- De las Colonias de AmQica. . .
El buen hombre sinti6 crecer en nosotros el vi&
poderio de Espai5a, que producia gmte tan granada . ..
Nos observ6 mhs y dirigiendose a .El>, a5adi6:
ENTRE DOS SIGLOS 27

- iQuerrizi?en la familia real de EspaAa tener


un Rey o un 11ifante con esa bjzarria, con esa gua-
peza. . .!
- La verd;tdera reyecia- dije yo - no es jergr-
quica: es indivi dual. . .
Se l a m 6 el ex#endeero, en aka ir_di~naci6n,contra
10s Fksimos got:iernos de EspaEa, por mya. culpa se
perdieron tan valiosas colonias.
-"o nos auedare mAs aue piltrafas; esos negros
1

africanos y 10s filipiros, que s e g h me he enterado,


son cnnacas.
Tomb vue!(o y deeahg6 su c6!era, en invectivas
contra ece tronc3 de EspaEa, al cue Dios no agraciara,
en siglos, con un solo varbn, y ahora, iav6 va a salir
de ese mono s:ibio que inciiba la Regente?. . .
Perdimos Ia maiiiana, sin ningrana esperanza de
ese billete circular, que nadie cmocia en la. frontera.
-$No te p;arece-me diio ~(El>>-~iieya. hemos he-
cho el wiaje circulara con el expendpdor?Nos ha pa-
Eeado por una Espaiiia que ignorhbam-os.
Yo, pr5ctica por primera vez en viaje, lamentaba
mi fracas0 en la direccih y programa aue se me
confiara.
-jNo im!: iorta! Yo te he dejzdo que tomes la
iniciativa del vi ale, aunque creo Que en estzciones in-
termedias DO Fe encuentran estos billetes; debimos
tomarlos en un;I agencia de Paris.
-;Lo enclontraremos en Madrid?
-Per0 ya habrernos perdido muchos kil6metros
de recorrido.
si no cona:guimos nuestro objeto, esta bilsqueda
infitil fu6 la injciadora de nuestra ruta For EspaEa.
28 IRIS

Penetramos el alma ya cansada de esa gran Ma-


dre, generosa y fecunda, que desangrada en Amkrica
por la nutricibn de tantos hijos, ahora debilitada, casi
exhnime, envejecia sobre sus muertas glorias.
Siendo tan ignorante de la politica europea, me
explic6 Joaquin que la falta de hombres, en el gobierno,
era causa de la languidez que se notaba en el pais. Me
nombrb a CAnovas, a Sagasta, a Maura, que apunta-
laban la Monarqtria.
Espaiia, para 10s que llegaban de Alemania, de
Francia y de Inglaterra, era una naci6n decadente. El
pueblo no creia en sus hombres.
Frente a la fkrrea organiaaci6n militar y civil ale-
mana, se ofrecia aqui por contraste una pereza descon-
fiada. Frente ril opttimismo y anor de sus reyes que
tienen en Inglaterra, aqui se sentia el desprecio.
Gran Bretaiia extendia sus conquistas por el
mundo, y Espaiia iba perdiendo sus colonias.
En oposicih a1 refinamiento de Paris, ya veia
mos, desde 10s guardias civiles hasta 10s vagones del
tren en que entritbamos a Ia peninsula, heraldos an-
ticipados de desorden, rniseria y ruina de 10s valores.
Nos encantaba, eoa frmqueza sencilla; esa
fadidad con que se abren a1 recikn tlegado y esa sim-
plicidad de alma, ya desterrada de Europa y que es
sello de nobleza.
Nuestro episodio con el expendedor nos habia
mostrado el a h a espaiiola como un alma dormida
en el bosque de la civilizaci6n, que se acrecentaba en
el mundo, cada vez m%s materialista y desalmada.
kFuC desilusi6n este primer encuentro? Si y IIQ. Aquella
ENTRE DOS SIGLOS 29

retrasada rnentalidad casi nos cornplaci6, por inge-


mamente Isana, en un m u n d ~tan alerta, duro e im-
permeable en su frio egoismo.

Tomarnos el tren para Biarritz, ya sin esperanza


de ese xChrcular que hipot6ticamente podriarnos en-
))

contrar en Madrid.
Mientr-as en todos nuestros vi,ajes observ5barnos
mudos la ccrrrecci6n de 10s viajeros, ahora en Espafla
callabarnos s6!0 p x a escuchar y deleitarnos en OS per-
sonajes pin torexoc, en las conversaciones vivas y sa-
brosas, que’ nos explicaban nucstros rnodos y maneras
con tan hc) n d ~arraigo en nuestra sensibilidad.
En Bizirritz concluh la estacih veraniegz. No era,
por cierto, la ciudad de ahora, tenia esplhdiclos
hoteles, un ;? playa delicioca, y estaba el balneario fre-
cuentado plor tlna sociedad cosmcpolita, venida hasta
de Wusia.
De toc10s 10s paises I
a1 Atkintic0, donde fior
rnagnificas cocotas, y 1
Biarritz teIiia un mundo I u d > V d L l i l C i W que I I U U V J I I C -
famoso en aquel tiempo. Mucho despues se a5iadi6
Deauville, sin que Biarritz perdiera el cetro de playa
frecuentad;a por la Emperatriz Eugenia y las aris-
tocracias cle Francia y Espafia.
Nos e ncant6 el sitio, C O ~ Oconfiguracih de te-
rreno y vista de mar, y zdemh con el inter& que aiia-
den 10s no1mbres de las personalidades mas importan-
tes del 112’undo europeo. Bismarck, grandes duques
30

rusos, lindas
taban las c a r w I I ~ ilicds
S uei j ~ g ue
u nmiges que st:
tiraba sobre el mapa europeo.

De Biarritz partimos a San Sebastihn en plena


estacibn. E! calor de Madrid es insoportable, en su
temperatura airicana. Todos salen y s610 quedan 10s
porteros y 10s gatos. Tan fuerte es el calor de la capi-
tal, que obliga a cerrar veatanas y celosias, renuncian-
do a la luz del sol. Alumbran las habitaciones en pleno
dia con gas por ser iuz piadosa, corrqmrada con aquel
sol de fuego.
Ya ernpezaba a vislumbrar lo que me dijera en
Chile un Ministro espaiiol: .;Excelente es el clima de
Santiago, coin0 qu3 s610 el de Madrid es pea-,.
San Sebastihn estaba animadisimo, con la atrac-
ci6n de la sosiedad madrileiia y las visitas frecuenies
de 10s hobitub de Biarritz, que hacian del balneario es-
paiiol su mejor excursi6n.
No conoci~mosa nadie. iQu6 descanso!
Precisa la exgeriencia de la vida provinciana, mi-
rona, escanddizable y comentadora del pequefio pue-
blo, para gozar de ser nadie, con puestecito de obser-
vacibn en este vasto escenario de una raza venida a
menos desde tan grande altura. Miramos en plena li-
h2rtad. Yo hakia conocido en Paris, de muchacha,
algurios
- c o l h espafioles. No me enter6 de la deca-
dencia racial.
~ , abmici2inte Exico y sabrosa,
La lengua, F O E O ~ de
me h i 6 un idioma que entr e nosotros padecia de
anemia y arteriosclerosis.
EPJTRE DCS SIGLOS 31

En §an SebastiAn se reunia la ctlq3ide de la no-


bleza.
Los gra~desde Espafia eran pequeiios de cuerpo,
€em, snobs y galantes, con una galante:ria mundana,
fin de siglo. . .
Tenlan aspecto de viciosos o estropr5ados por mu-
chas taras. iGran desilusih? Esios sor1 10s bisnietos
del Cid Campeador, de todos esos bravos aventureros,
conquistadores, h&roes,santos y artistaS !
No quedaba nada: joverzuelos dedi.cados a gozar
de la vida, sin ideales, ajenos A prcgreiso del mundo,
a1 esfmrzo de las naciones j6venes, que contempkira-
mos en AlenixEia.
Los espzEo'ks ricos tomaban la vida. como un pa-
satiempo y 10%pobres corn0 carga abriimadora. In-
?--
c u ~ I s c l ~ i l LI ~W5 ~ prirneros de la necesida.d de merecer
^^-^^:,.-&,.?.

sus priviiegios y de !a obligacih de eje:mplarizar que


incumbe a las aristocracias, se divertian en S2n §e-
bastih, con cabezas vacias de ideas y pilenas de al-
cohol, ante un pueblo m-isero, ignorante y sobrio.
El progreso del mizncio, la industrializacih, la
militarizacih de las rsotencias. el S i r w--d e for life de
<

10s Estados Unidos, EO im-presionaban a la decadente


'

aristocracia
Se dejaoarl vivir muemmenre, escarirnanao el
precio con que se pagan 10s privilegio:>.
Interregut? a Joaquia, que observziba y permane
cia en su habitual sileilcio.
Yo sabia. que mientras callaba, mas, activo era el
proceso que su alma de juez iba levantando contra la
sociedad.
32 IRIS

- iQu6 te parece todo esto? - pregunti. a1 final


de un almuerzo, mirando la rnaraviliosa concha azul
en que se redondea el mar, entre las rocas de San Se-
basti5
s

impresionable, dije que San Sebastihn era una delicia,


con esa concha preciosa y esa animaci6n y esa lengua
tan 'nermosa - la mia -, que yo ignomba, por la po-
breza imaginativa de mi iierra y por la aridez de 10s
temas que"nos reducian el i6sico a la fi!tima indi-
gencia. . . Coin0 escritor en cierne, m8s que las per-
sonas me deleitaba 12 m6sica de las palabras, el acen-
to robusto, la sonoridad bronclnea.
Me concret6 la pregunta:
- iNada mAs te llama la atencih?
- iAh! Me sorprende que sea2 tan feos 10s gran-
des de Espaiia y tan chiquitines. Tti pareces grande
de Espaiia y ellos 10s chicos de Espaiia.
-La cuesti6n est5 en que el antiguo caballero
ha sldo suplantado por el sefiorito. El caballero era
un hombre cabal, per0 &os son mufiecos de cuerda!
Ni hombres, ni guerreros, ni sefiores; no tienen pasta
para nada grande. Puede que del pueblo se levanten
hombres, y si no Espafia estarh condenada a clesapa-
I

Espafta es el h i c o pais en que el viajero se pone


en contact0 con 10s nacionales. El episodio de Irtin
ya nos mostr6es:1 pintoresca vida del pueblo espaiiol,
sin pose alguna p:Ira el extranjero, que desde el primer
m3m-nto asociani a su intimidad.
Esta llaneza simplista es propia de gente bien,
que no necesita engalanarse y que guarda su senciilez
en todos 10s meclios.
Habiamos sidido reci6n de San Sebastih, esa
hermosa portada de Espaiia, y el tren se internaba en
la peninsula.
Yo llevaba f>seardor del viajero, que anhela co-
nocer una tierra en que va a hallar la explicacih de
si mismo y de IC)S suyos.
En Espafia, tierra de mi sangre, hallaria raz6n
de mi sensibilidad. Iba a una patria de mi alma, en que
me plasmara no :ya el suelo, sino la sangre, elemento
mhs espiritual, c(3mo archivo que es de experiencias
racia!es. Keyserling dice que sabe mhs el que tiene
sangre mhs filtracla y cruzada, por estar penetrada de
m k secretos de civilizaciones y de almas.
Espafia es la tierra de mi temperamento sensiti-
vo, emocional y elnsofiado, asi como de mis melancolias
inexplicables, y dle mis torturas misticas.
Se me anunci6 que el campo era feo, pero yo iba
en disposici6n de encontrarlo todo hermoso y ya me
deleitaba en la ve-Ketaci6n esplkndida, en las profundas
y atrevida:3 quebradas, espeias de follaje, por donde
pasaba el t;ren.
34 IRIS

Atravesamos la provincia de Guiphcoa, que si


es de las mhs pobres de Espafia, e3 mmbio es la m%s
linda. Tierra accidentada, monta?iosa, con frescas
frondas, aguas y hondonadas.
La naturaleza se renueva en verdura y oculta ese
cansancio de la tierra, lisa y monbtona.
Notamos que la Iocoimtoi-a jacleaba, arrojando
grandes bocanadas de humo. Trepidaba, se detenia
casi, continuaba. . . con esftlerzo.
Por fin se detuvo decididamente. No era cosa de
vacilar, sino de quedarse.
- jMhquinas viejas! - exclzm6 Joaquin.
Para nosotros que admirhbamos a Alemania, en
donde todo funciona con primor, y que a1 instalarnos
en un tren sentiamos, en la seguridad y cozjort alema-
nes, el alivio de haber puesto nuesil-a vida en salvo y
deno tener que responder ya ni de nosotros mismos,
el contraste era grande.
Joaquin tenia una frase hecha para el caso, Des-
pu6s de verificar el equipaje, disperso en las rejillas
del v a g h , y ajustar el precio, se sentaba con fruicibn
de perfecto confo7t y decia: - ((Estamosen brazos del
Imperio Alemhn., lo que equivalia a sentirse en corn-
pleto resguardo de lances desagradables.
Vuelve la locomotora a hacer esfuerzos intltiles
por avanzar; cruje, se sacude, se mueve, retrocede,
avanza y entra por fin en un terraplkn, qt;e abre abis-
mos a ambos lados, pero abismos de vegetacibn, fres-
ca y ondulante. Encantadora soledad en que era grato
suspender un viaje y permanecer.. .
ENTRE DOS SIGLGS 35

Saciibamos la cabeza por las ventanillas del


vagbn, gozosos y absortos, en aquellos bosques um-
brosos y virginales.
La locomotora seguia haciendo inauditos esfuer-
zos para continuar, per0 en el estremecimiento con-
vulsivo de su rodaje de hierro, y en la vibraci6n e im-
potente rechinar de su ferreteria, se temia que no an-
duviese.. .
Los pasajeros se molestaron. Comenzaba la inqcie-
tud: ((iEstmos plantados!. - decia uno. -iPues es
claro! -replicaba otro -, si en estas empresas fe-
rroviarias no entra ningcn tkcnico.. . iQu6 adminis-
traci6n puede haber en Espaiia, empleando a 10s pe-
rezosos, a 10s iniitiles y a 10s buenos para nada!
Joaquin me dijo, por lo bajo:
- Sin duda, est0 no pasa en ningfin pais organi-
zado!
Yo contestb:
-En Siria y Palestina se viaja mejor que aqui.
Un seiior que me escuchaba era espaiiol y, jcosa
rara!, callaba, mientras 10s demhs culpaban de la lo-
comotora inservible a la monarquia. Otro dijo: - iQu6
menos, con estos pindangos de la administracibn p6-
blica!
AI fin la locomotora, buiando, jadeando, echandc
bocanadas de humo espeso, avanz6 con rapidez y en
tramos en un MneI. El movimiento se hace ya lento,
- 1 .-
ya aceieraau,1. 1...
aisminuy-e *,..
o aumema; por ultimo nos
quedamos alli definitivamente parados.. . El hum(1
se espesaba de manera alarmante y nos so€ocaba.
36 TRIS

Aunque Joaquin callaba y se mantenia sereno,


yo tuve el treinendo recelo de que nos cogiese ahi otro
tren.
Estando al lado de <<Elyo nunca conoci el CMie-
))

do., ni menos e! nPavor)). Me encontraba defendida


.. . . . .
contra todo evento de este lacto y ue tocios 10s mun-
dos posibles.
Era una impre5ih de seguridad a oldtrance.
El compafiiero de v a e h aue hzbia callado. se anima-
- ba ahora
- Ea
- St
lleguemot
La maquina se agitaba, resoplaba, daba bruscos
enviones, con sonajera del material y chillidos de fie-
rros. jNada! No podiamos saiir del the!. La atm6s-
fera se tomaba m8s y m%spesada. Necesitarnos abrir
10s vidrios para respirar y el humo nos ahogaba - un
humo negro, espeso, como carbbn de piedra volati-
Iizado. . . Se escuchaban gritos angustiosss: - j Jor-
quera! iJorquera! Per0 Jorquera no contestaba.
- iAqui nos ahogamos!
Se oy6 una voz ronca y yo me senti asfixiada
Esa sensaci6n traducia mi angustia. Los empleados
encendian faroles en la obscuriclad, corrian, daban 6r-
denes. . . Los temores de todos se afiadian a 10s mios,
callados.
Lo finico que me sostenia como siempre, era su
resuelta y serena actitud. Por lo menos estando con
<El,,yo no tenia nada que cavilar, trepidar, decidir . . .
No necesitaba tomar resoluci6n en n i n g h sentido,
pues su silencio era pr6vido. Y lo peor en esos casos es
ENTRE DOS SIGLOS 37

la incertidumbre: [qui. haremos para escapar a1 peli-


g o ? En cambio yo contaba por seguro con que todas
las posibilidades huenas y m a l a estaban advertidas
y que la decisibn necesaria la tomaria Joaquin en el
momento preciso.
Respiraba humo, terror, y a la vez confianza y
seguridad de escapar a la muerte de asfixia.
- iBajamos o nos quedamos? - se preguntaban
angustiados !os otros viajeros. - [HabrA espacio su-
ficiente para perrnanecer de pie? - [ Q u ~haremos en
la obscuridad, si se nos va el tren?
- [Nos atropellzrh, acaso, otro convoy? LO nos
atrapar5. por at&? - preguntaba acongojada.
Joaquin me contest6:
- Es mAs prudente aguardar.
Sierr-pre tomaba su tiempo, sin esa precipitacih
nerviosa que a mi me confunde. No sabria precisar
la duracibn de tales zozobras, pero largo, muy largo
se me hizo el tiernpo con la falta de aire y el miedo de
un posihle choque dentro de aquel t h e 1 negro, encru-
cijada infernal en que nos detenia Espafia.
T a m b i b el buen seiior con quien cambiamos te-
mores me seguia alentando.
A1 fin, debido a no s6 qui. maniobra, o cambio
de locomotora, seghn presumimos por 10s pitazos y
rechinamientos de ruedas, estr6pitos y crujimientos,
empezamos a movernos lentamente.
Nueva paradilla. iPAnico! jNOs quedamos de nuevo!
Per0 mientras se nos corta el aliento, sigue la
marcha lenta, muy lenta, pero continua. . . y a1 fin
divisarnx ese palido amanecer de las salidas de tfi-
neles y . a Dim gracias, la luz, el aire, el dja, el sol!
Volvemos a la vida, y sobre un pequefio cerro que
bordeamos se present6 la vieja iglesia parroquial de
Zumhrraga y una multitud de lugarefios, hombres y
rnujeres, nifios y ancianos, en trajcs de dia festivo,
apoyados en una baranda de madera, conternplando
la entrada de ese tren que habia puerto en tan vivos
aprietos a empleados y vizijeros.
Estamos en Zum5rraga. Es nomhre de mala suer-
te. Ayer el tren casi dej6 a todos FUS pasajeros por
aquellas dos gringas fruncidas que decian Cium,ere-((

gui.. jNo haberle tocado el chasco a esac3 pesadas, que


molestaban a medio mundo, por no darse la gena de
hablar otra lengua que la suya!
Desde esta aventura quedamos en trato con e1
compafiero que me dent6 en el mal trance. Es ur1
- . -1 . . ..
senor vasco, orguiioco ae sus provincias, que tienen la
mejor administraci6n de Espafia
Algunos de sus <<Fueros.suplrimidos durante - _ _la!5
derrotas carlistas, se 10s devolvieron mas tarde. Nos
encomib la moralidad adminietrativa de 13s provin-
cias vascongadas, y nos refiri6 an&cdo’casow. me corn-
oletaban la... irnnresih
_ _ ~ - - - m
I ~ .veniamoc;
~ .e
~ . .~ . . recihiendo.

Era un hombre joven, amable y culto, - el h i -


co que durante la descompostura de !a mhquina no
maldijo a1 Cobierao.
AI comenzar nuestra jira, ya teniarnos un cono-
cido en Espaiia, lo que nunca nos habia ocurrido en
nuestros largos vizjes en ferrocarril por el Conti-
nente.
EP?TRE DOS SIGLOS 39

numentos, espmoies - ias catearales - esran en-


clavados dentro de 12s ciudades y no ofrecen pers-
pectivas 1para dar 1111 golpe de vista digno de su mzg-
nificencia
Aden w !a. rohmt-a pujanza, el vuelo de Ias naves,
L7.UC-lILI
+rr\

prodme arre : h i o y transporte, dando esa emoci6n del


sublime axr:mque de la fe, que labra en piedra un
vrm-dinsn sin
grandioso ---~bo!o de lo mris altamente trernebundo,
e inaprehensible a nuestros cortos sentidos.
La a rquiteectura me parecia la menos sugerente
de las Ar tes, pero desde aue he conocido el misterio
de las :at( 5drales gbticas, se rne ha reveIado esa1
fuerza rc:Iigi osa del Medioevo que construyci tales;
sinfonias de piedra.
Las 4Catedrales son el himno triunfal de la espe-
ranza cri!Stiana. Hallo indecible encanto en sumergir-
me en su:3 penumbras y ccnteinplar las irisaciones de
la luz a t.rav6s de sus vitrales.
La <Iatedral de Burgos me sobrecoge. Es m%s
grandiosa y menos inquietante que la Catedral de
Viena. Tr aducen todas la obscura Edad Media, 10s te-
rrores sui'?limes del a h a acongojada, timida y vaci-
lante, que busca a su Dios crucificado, para aliviar
el pavor cle la muerte y el espanto de la eternidad. Esas
zozobras angustiosas re )ran simbolizado en estos mo-
numentoc La vieja y abandonada ciudad de Burgos,
I.

Dosee el 1blas6n de su magnifica Catedral.


40 IRIS I ,

Poema que canta en piedra, por audaz elevacibn,


la heroica y religiosa humanidad castellana.
Son tambihn, las Catedrales, poemas de almas
si!enciosas, que trahajaron anhimas, sin dejar nada
propio ni personal en sus laboriosas y tenaces obras.
Esos obreros son mfisicos de una orquesta invisible
que sigue tocando a trav6s de 10s siglos, en las cuerdas
de nuestra sensibiiidad.
Admiro la belleza soberbia de esta Catedral que
se yerque solitaria y pujante por sohre 10s tejados
viejos de 10s chatos edificios en ruinas que la circun-
dan v- cue
- se caen de frio, de desnudez y de triste-
za.
A m5s de las cuatro columnas gigantescas qut
sostienen la ciipula sobre esas naves orgullosas, quc
se elevan con tan vigoroso empuje, hay capillas prz.
ciosas, que coiren a 10s costados.
Tin l a J P C
U I L
a n t s Tprli o n r n n t r a m n c
U U L l C U
I U Ub *_VI- G*A""X*L*LLL.*"\>
tin
..I.
niiia
b W L U ,
ilnirr
-.,.,3
- entre 10s muchos que ce brindan- con nociones ar-
tisticas y que no era un cat5logo verbal.
Me sorprendi6 en otra capilla la Virgen de Se-
basti5n del Piombo, en el acto de envolver al niho en
un cendal de gasa tan transparente COMO si fuera pin-
tada con aire condensado.
Inr-iste el guia en que contemplc el sarc6fago de
un tal Don Gonzalo, que me parece muy feo. Atri-
buye la fealdad al desfiguramiento natural de la
muerte.
- iQuh difunto guapo ha visto Ud?
Debe ser un gran Capitdn (El Cid Campeador),
quz ignoro en mi deficiencia de eonocimientos hist6
ricos, pero lo desprecio, para no acusar mi ignorancia.
ENTRE DOS SIGLOS 41

Nos colocamos debajo de la ctjpula, que las co-


lumnas sostienen con tan audaz atrevimiento, -
c6pula que es un prodigio de riqueza ornamental, en
que florece la exukerante fantasia g6tica.
. . . Aunque mi diario da muchos detalles, 10s
paso por alto.
Perdi tiempo entonces en describir rnonumentos,
..- _ c 1 - :L- _I-^ _ _ _ - - .-J-.
que suiu imeresxi pur 1-
. _ L ^-__-I
ia reiicciuu
I^^_^
eIIiuLivii que pruau-
L:---

cen en no9otros.
Me servirfi este extracto, menos para describir-
los, que para analizar mis impresiones, a1 ponerme
en contacto, por el Arte, con las almas del pasado
y con Ia civilizaci6n antig*n n...-. hnl-rln-
-no
ua, yuc i i w a iiauiaii pwi -A-

ellas.
El hermoso cIaustro g6btico est5 en refaccibn. AhE
ee encuentra la sala capitular.
En otra sala contigua, suspefidido del nuro, re ha-
lla el cofre que el Cid, s e g h reza la tradicih, di6 en
prenda a unos judios de Burgos, lleno de piedras,
para obtener con qu6 realizar sus proezas. A1 abrirlo,
dijo:- c<Aquiestaban las esperanzas, per0 Uds. fiaban
en la palabra del Caballero, que vale mhs que todo,.
i Con qu6 sonora entonaci6n pronunci6 estas palabras
el guia! cEl Cid. - Rodrigo Diaz de Vivar! Reside
aqui todo el orgullo castellano.
Me explica tamhien las grandes prerrogativas
de las mon jas llamadas Huelgns, aiiadiendo, pa-
ra justipreciar su rango entre las 6rdenes monfisti-
czs. aue un notable escritor decia: caue si mdiera
, -

casarse el Papa, la mas digna consorte seria la abadesa


de las Huelgcas..

Das Sigfas-4
42

- 2Verdad que ahora no te interesa ser Papa? -


dije a Joaquin, aigo temerosa de escandalizar el es-
piritu jerarquico del guia, con mi sacrilega femini-
dad?, a lo que el otro, muy !isto, replicb:
-Ni seria tamgoco de extrafiarse, dada la mise-
ria humma, que si la abadesa de IasHzdeIgas pudiera
escoger, prefirkse a! se5orito de Ud. y desdeiiase a
Su Santidad, Le@nXIII.
M9s tarde visitamos el farnoso monasterio de Ias
Huelggas, donde no entraban antes sino damas de ca-
sas reales -probzblzmcntt: las que no tuvieron op-
cibn a trona
No hacian vidz de ccmunidad y teenian derecho a
una
casa rodeada (3

el monasterio, reservando al pfiblico sblo la cabeza y


bsazos de !a gran cruz que la forma.
El viejisimo convento me sugeria pavorosos se-
cretos de vidas descentradas, anorrnales, trhgicamen-
te silenciosas, en criaturas nacidas en gradas de trsno,
que no tuvieron el lote de felicidad a que aspira cual-
quiera aldeana.
Desde !a iglesia oiamos, como lamentos de nhu-
fragos perdidos que vienen a morir a una playa, las
voces gangosas, desabridas y desalentadas con que
desde el cor0 entonaban las preces 1it.h-gicas.. . Esas
voces mn, traen ecos de ultratumba, aceritos de eterni-
dad. . . §on almas, ya farera de la vida, que anticipan
el purgatorio a la muerte. DEntro de mi sentimiento
mistico, comprendo la dicha de la soledad en Dios,
per0 estas religiosas sblo me producen espanto de
ENTaE DO8 SIGLCS 43

abandon0 y cle muerte en vida. Para aue sus voces


me traigan e:;ta tristeza, precisa que la Ccmunidad
est6 aba2don: Ida del Espiritu
. . Santo.__.
Me aprox:imk: a- ___. -111 E . -
2-
un vielo w i u n oonue 3 _ _ - - ~- . .
-1
el saceraore
3 1

escucha confesiones por la ventanilla del muro. h a -


gin0 la pobre relaci6n de esas vidas, miserables o tern-
pestuosas, gut? cuelan por la rejilla. Me produce una
mezcla de miiedo y de melancolia. Se me hacian sen-
sibles miserias, vergiienzas y dolores que no me ro-
z a r h en la v?da.
Burgos se: resume, despues de hacer las excursio-
nes,’ de visitar la Cartuja de MirafIores, etc., en
honda emoci61n de vejez, que fu6 noble, pero que, de-
gradada y enviilecida de tiempo, es ahcra pobre y triste.
Est5 vadio el teatro que sirvi6 a las proezas del
Cid, a ese espiritu batallador y caballeresco.. aue
- hizo
la gloria de Espa5a yquehoy se extingue por mengua
de hombres y de ideales.
La ciudac:1 vieja (no s61o antigua), con calles
desiertas que ninghn vehicuto anima, transmaas
.. *
por mendigos o gentes de mala tram, averiados 10s
rostros, raidos 10s trajes, rnuestra su irremediable mi-
seria.
No hay porvenir,
p sino pasado, y un pasado que
esplendoroso s80 en la Catedral.
subsiste esplei

que las ocupar1 sin .. .


Las casas e s t h habitadas por pobres gentes,
..
. iienarias; *io aigo en ei senmo ae a * . . 1

calidad.
Los edificios, blancos, chatos, igu.allmente lisos
y mon6tonos, con balcones sdientes hechos con ba-
rrotes de fierrc), producen tedio. Nada halaga la fan-
tasia, ni seduct:el oj3.
44 IRIS

Vastas salas desnudas, heladas, con escasa Iuz,


dan, en su inhospitalario abandono, senPaci6n de que
sus hahitantes no viven, ni esperan ni sueiian - ipo-
bres gentes que aguardan la cuenta final, ante un tri-
bunal supremo! *.

a , 7 -.
Impresi6n de pueblo muerto para siempre, donde
toaas ias energias raciaies se ,nan extmgurao,
1 - 7- por ca-
rencia de alicientes y de renovacibn de ideales.
Tras de sus grandes conquistas y de colonizar
continentes, EspaAa duerme. El progreso continth en
el m.undo, st5 acelera y akanza PO tencia de v6rtigo.
Lo hemos cE’ ntido en Alernania, en Francia, en Ingla-
---<-
palses _nrhsneros.
activos. .ptimistas. Espafia
.L
L ~ I I ~ , _.__ __ r,- - - _ _~ _,01

fia perdido la fe y se ha aletargado. Ellos no sienten


su atraso, por falta de punto de comparacih. Europa
concluye en 10s Pirineos. La distancia entre Espafia y
Francia no es kilometrica, es espiritual; y la diferencia
entre esta tierra y 10s demhs paises europeos, consis-
te en que el espacol se ha quedado mirando hacia
at&, mientras 10s otros pueblos no s610 miran, sino
que caminan con entusiasmo hacia el porvenir.
Ya el camarero del hotel nos dijo: Lo finico que
importa aqui en Espafia, es pslsarlo bien. Joaquin ob-
serv6 que, por gozar el buen rato, se sacrifica la vida
entera y:se pasa muy mal.
Aun no sabia yo que 10s peores ratos vividos en
este mundo, serian 10s m5.s fecundos en felicidades,
as$ como 10s mhs dichosos instantes suelen traer pesa-
res irremediables.. .
Visitamos la casa de Miranda. Muestra lo que fu6
un solar dc la vieja nobleza castellana. Aunque est6
ENTRE DOS SIGLOS 45

perfectamente conservada, da en su vacia antiguedad,


ya sin conexi6n con el presente, la impresi6n de ruina.
Gran patio cuadrado en dos pisos, con corredores sos-
tenidos por magnlficas columnas de piedra. Aspect0
sever0 y monumental. Linda cornisa escdpida. En el
piso superior, han cegado la galeria de columnas, para
hacer aposentos u oficinas.
El noble palacio ha perdido con este ultraje la
unidad de su cl%sicabelleza.
Por lo dernh, todo esth sucio, roto y deteriorado.
Brotan mujeres, hombres y chiquillos asquerosos, que
rodean a 10s viajeros, gritando palabras soeces. Miran
con ojos hvidos de <<perrasg~rdas))(moneda) y esti-
ran manos esquelkticas. Un cuadro de miseria que las-
tima el coraz6n. Subirnos la magnifica escalinata de
piedra, cuyos peldafios gastados evocan tristemente
10s tiempos idos.
En las galerias nos sali6 a1 encuentro otro grupo
de criaturas infelices. Averiguamos si toaos esos se-
res Vivian alli, y se nos respond% que habitaban ahn
muchisirnos m%s de 10s que estAbamos viendo. Joa-
quin deseaba saber por qui5 estaban agrupados en el
Palacio y de qui5 se ocupaban.. . - jCa! iQu6 quiere
Ud.! Buscan techo. . . EstAn muy embrutecidos y eso
ocurre porque no les ensefian nada!
La impresi6n de Joaquin era m5s penosa que la
mia. icastilla! tierra de honor y de gloria! Yo sen-
tia compasi6n y pesadumbre de hallar seres tan en-
vilecidos, que s610 piden a la vida techo y- pan.
- Im-
presi6n penosisirna de ruina definitiva.
46

I e
crecimieriru, pieriiLuu y uecilueIic;ia. firbpaia, pur muer
vivido mas, ha envejecido miis pronto, per0 iqU6 ho-
rrible es su vejez y qui: triste su decadencia!
Tengo ansias de irme. El hotel nos entristece.
Desmantelado, feo, inconfortable. Nada es antiguc4
todo es viejo y ordinario.
1
LCI
.. ---:A,
uJiiIiua
+.'n:rrrn
~ Inn
+.A,._
ycoiii~a,p c u IUD
-_"fin +
,+
,:,A,
iiiuLuo C~~UCLCIIIUUS.
Conversan con el pasajero y echan pestes de Espasa,
que consideran la tierra m5s privilegiada de Dios y
peor gobernada del mundo. Culpan a la Monarquia
de todo, sin entender que cada uno ha de poner algo de
su parte. La desorganizaci6n es compIeta, la pereza
enorme y el desaliento mayor.
Frente a nuestro hotel, en la calle sin trhsito,
sali6 a1 balcbn y se apoyb en la baranda de barrotes
negros, lisos, m a se5ora de rostro fino y ojos obscuros,
vestida con modas que usaba mi abuela cuando yo na-
ci, all& en mi rincbn de mundo. . .
El peinado, en bandeaux, se abulta en morcillones
sobre las orejzs; todo en su idumentaria me marca-
ba el tiernpo de mi primera infancia.. Miraba nuestro
hotel en la calle vacia, con ojos aburridos. No teniendo,
sin dtada, nada que hacer adefitro, observaba hacia
afuera.. . Tal vez su tinico e s p e c t h l o seria, cada
rnafiana, ver salir a la hara del tren algiin pasajero
del hotel y conccer as! 10s USOS de Francia en mujeres
vestidas con trajes del afio, y no del ropero ancestral.
En este Burgos sin movimiento, sucesos ni prensa,
viviran de lo que pasa all&en la corte de Madrid, ve-
getando miserablernente en el pueblo olvidado de la
vida, que urge y pasa.. .
ENTRE DQS SIGLOS 47

De contcmplar aquella rnujer de bale611 a balcbn,


supe m%s de Burgos que cuanto pudiera averiguar
en con~ersaciones.
Ella era la. iltistracihn viviente de la pro.jincia.
§e la sentia victima de un tedio iilcurable, sin ob-
jetivo alguno, sin reeuerdos, sin esperanzas, pasando
el rat0 y matando el tiempo, sin vida alguna que no
fuese la orgiinica y miserable de la materia, ignorante
de cuanto hace el precio de la existencia. iPobre ani-
malejo de costumbres!
En aquella mujer, que era una dama por el tipo,
pude medir la distancia entre Castilla la Vieja y Paris.
No son dias de vizje 10s que separan un pais del otro;
son siglos de pensamientos, de sentires, de emocio-
nes y de actividades.
Casi diria que hay abismos de diferenciacihn en-
tre las a!mas. Estas se han apartado de la vida, dejan-
do vacias las zmas m%s valiosas del alma humana,
y aqudlas valoran cada dia mejor sus clones, y
avanzan en Ia conquista, tarnbi6n cada vez m8s honcia,
de su conciencia; limitados aqui tedos 10s horizontes,
y abiertos all%en sucesiva progresibn infinita. . .
No sabe esta buena sefiora, asomada a1 balcbn,
que interesante mensaje ha traido a mi a h a , y todo
lo que me ha sido dable leer de la decadencia espafiola,
s610 de mirarla en 1900, peinada como mi abuela,
asomada a un balcdn de barrotes de hierro negro, mi-
rando el suceso del dia- de su triste dia humano-,
que es la salida de 10s paszjero?, y una que otra mujer
vestida con traje de comienzo y no de fin de siglo. . .
La observaba tras del vidrio, pero para darle mayor
ENTRE DO8 SIGLOS 49

menos, me traian reminiscencias vagas, o rnhs bien


atm6sfera dt:cosas melanc6licas, no vividas en mi ac-
tual conciencia.
Tambiitn es vieja la Italia, per0 su vejez difierr
de &a que me penetra en Espafia.
r
la ae aqm, suure touo esta vejez uecrepita y urainaria
de Burgos, nie pertenece, no s6. c6mo ni desde cuhndo.
Es una menna, un resbalar hacia abajo, que conozco,
y en cuyo SIecreto de miseria y melancolia entro na-
turalmente, sin esfuerzo imaginativo alguno.
Las emociones nos dejan una memoria vivida,
de que esthr1 excluidas inteligencia y fantasia.
Los vie:jos conventos me dan esa sensacih, a h
miis especializada que esta misma recogida en las
calles de Biirgos.
La penekraci6n emocional en sitios que no conoz-
co, en almas; que ignoro, en vidas y maneras que me
son ajenas, Ime indica que mi vida se ha extendido
much0 mhs allh de mis experiencias conscientes. . .
Es curic)so tambiitn verificar que una emoci6n
time mhs VExdad vital que 10s recuerdos rnhs claros y
precisos de situaciones que hemos vivido y pasa-
do por el tamiz de nuestra inteligencia razona-
dora.
Estas existencias de 10s castellanos de hoy, me
sorprenden y me inquietan. iSon vidas quedadas a1
margen del progreso, estiiticas y paralizadas!
La danla asomada a1 balc6n me pareci6 figura
vista en vit rina de museo, per0 es mujer como yo,
tiene sangre y tal vez mhs filtrada, anhelos, ansias de
48 IRIS

inter&, sali a1 balch, con mi traje de turista. Debi


parecerle un anacronismo: mujercita bien encorse-
tada, con traje cefiido y sombrerito coqueto.
Yo me dejaba observar para que supiera algo de
las mujeres modernas y c6mo es necesario asomarse
a muchos balcones y a muchas almas para tomar el
puesto que nos corresponde en el mundo.
Ahondando mas en mi emocih de Castilla la
Vieja, en este Burgos, que no conserva m%s que el
cascar6n del pasadn, ocupado por un hormiguero de
seres, que me parecieron detritos de humanidad, en-
cuentro, much0 mas adentro del cuadro actual que
registran mis ojos nuevos en el mundo, sensaciones
confusas, de aspectos que corresponden a vidas pre-
t6ritas.
No han podido dejarme recuerdos precisos, sin0
emocisnes. . . como ese perfume que restaba en 10s
saquitos de mixtura de las abuelas . . Las flores que
contuvieron, ya reducidas a polvo, habian dejado al-
go de su almita vegetal - el perfume -, como a nos-
otros nos resta emocicin de ambiente, que es alma de su-
cesos sin memoria y de vidas vividas, en que han des-
aparecido 10s personajes.
Esa vejez de Burgos y ese estilo de ciudad no
me son desconocidos, ni pueden sorprenderme. . .
Pertenecen a muy viejas sensaciones de un yo que no
era el de hoy.
La casa de la Compafiiia (mi hogar de infancia y
juventud) me fu6 nueva, per0 algunos rincones colo-
niales de Santiago, caducos, tristemente venidos a
50 IRIS

amor, y la vida avara le suministra ese triste mira-


dor - 10s pasajeros de una fonda que vienen y van a
la vida -, mientras que ella permanece sin esperanza
alguna, solitaria y a n h i m a . . .
En Paris hay una Exposicih Universal, que ha
sido visitada por el mundo entero; yo vengo de allh y
ella est&tan lejos, que apenas le habr& llegado la no-
ticia, y a1 ir por las tardes a pasar su rosario, bajo las
+-n-nL.q-A-m
LICII1I;UUllUUO
nqvnc
I l U V ~UL
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9 P-torlt-31
A n 1IU ULLLb-UIUI
rn~rrn:fi~
m~a on_
IllUEj""'b.U, CIr Llr

contrarh inhs privilegiada de Dios que aquellos sere$;


que se agitan en diversiones y placeres.
M%sque todos 10s monumentos castellanos, esk
mujer, que ignoro, me ha hecho cavilar. ,$s posiblc
,
que tan mezquinos .ioxes
,
ae - ,
-
viaa toquen a ciertas ,
ai- r

mas, una vez y para siempre? Me asaltan continua-


mente estas ideas. ZEstarii dentro de la Justicia divi
na el que yo lo posea todo, dentro de esta iinica vida
y que aquella mujer, joven tambikn, permanezca des
_--- c-1- 1- +,A,>
1)UbClUd UC L U c l U L
n- __-_ .._
-:
L 5 pdl d 1111 UlI
.n,,,A _--_-
C l l I ~ l l l dL~V 5tX d, dLdbU,

que la tierra es el purgatorio de las almas qne ya exis-


tieron y que van a unirse con Dios? iLes tocarh
volver a 10s sitios de cuyo esplendor gozaron, para
vivir la ruin miseria de su anonadamiento, por lenta
decadencia? iHabr&sido esta mujer una Reina y aho-
ra, pobre, infeliz. vive en un pueblo muerto. sin si-
tuacih, confundida con 10s miierables?
En Paris, durante la noche, a1 pasar por algunr3
_ _ desnrendh rnmn
calk solitsri2. se _ _ _ _ _ _ snrnhra _ _ _ murc
_ _ _ _ _ _ _ _ del -3
___.

a que estaba apegada, una mujer que nos alargaba unr3


mano cansada y triste.
ENTRE DOS SIGLOS 51

Yo decia: - iSabe Dios si es alguna de las que-


ridas de Luis XV. aue Dena en este Paris de 1900 las

1
una idea brillantisima, debida $10 a mi fantasia, que
pone un contenido de mi creacibn y cierto brillo mhgico
a palabras pronunciadas por seres muy opacos. Cuando
volvi6 de su jira por Europa un pariente, me habld
del Escorial y la palabra resond en mi alma de niiia
con brillos de piedras preciosas, de oros y de m6rmo-
Ies.
Mi ignorancia, sobre todo con relacibn a Espaiia,
es profunda.
En Burgos, segiln ]eo ahora en mi Diario, yo
no supe qui& era aGonzalo de Chrdoba., el Gran
CapitAn.
Ocultaba mi ignorancia de vergiienza y hacia
juegos malabares en la conversacibn, para no ser
atrapada. iCuhnto me hubiera valido la sencillez! Ha-
bria Ilenado la enorme laguna de mi cabeza vacia, per0
parapetada en mi amor propio, dej6 pasar las m8s
bellas ocasiones.
Muchos aiios mhs tarde, tuve gran c6lera a1 &le
a mi hija exclamar ante la tumba delDante, en Santa
Croce, de Florencia: - .Yo creia que el Dante era
personaje de novela.. Me enfureci de que, una ge-
52 IRIS

neracibn despues, se repitiera mi “caso” ante la tum-


ba del Gran Capithn. Mis c6leras son muy complica-
das; entran muchos elementos antiguos y diferentes
que explican su violencia.
La ignorancia de mi nifia me duele por 10s esfuer-
zos hechos para instruirla, hacerla viajar, etc., per0
hay algo mtis hondo, y esque yo atribuyo mi atraso
e incultura a haber caido, por la pQdida de mi ma-
dre, una generaci6n mAs atrss de lo que me correspon-
dia. Y me duele que, siendo hija mia y habiendo vivi-
do entre intelectuales, permanezca ignorante.
. . .En mi &era contra ella, yo fui consciente del
aburrimiento que me daban las conversaciones de
mi rinc6n de mundo, de 10s esfuerzos hechos para ins-
truirme, de las ventajas que ella habia tenido sobre
mi y del abuso cometido en las bellas ocasiones per-
didas.
Todo eso se agolp6 a mi mente y me encendi6 en
ira.
Me duele que mis esfuerzss constantes por vivir
una vida superior, aprovechando todos 10s medios y
ocasiones, no ensefien a mi hija y la saquen de su
inercia.
Vine a Espafia en 1900, como Inesita fu6 a Italia
en 1912. No sabia nada de historia. Mi finica cultura
era francesa.
. . .Fueron franceses 10s libros que lei.. . Cono-
cia 10s pc

America - lengua de cocina, puede “decirse, com-


parada con Ias donosuras del idioma espafiol, tan po&
ticamente caballeresco.
ENTRE DOS SIGLOS 53

Joaquin, durante el noviazgo, largo de s,ieteafios,


trat6 en vano de interesarme por 10s poetas espafioles
de nuestra generaci6n.
Me 10s recitaba continuamente. ZorriIla, Espron-
ceda, Nitfiez de Arce. Los escuchaba COInplacida,
porque me 10s cantaba el 4rnor., per0 mi gusto esta-
ba lejos.
Yo me embriagaba en kamartine, Vigny’, Musset
y Victor Hugo. Llegu6 a amar la lengua francesa,
con exclusividad de todas las otras, y a no sentirme
expresada m8s que en sus concisos, claros y elegantes
giros.
Era que yo venia encontrhdome a mi rnis-ma en
belleza - &aut&)) -, que necesitaba como elemento
de vida, a trav6s del franc&. En cambio, del castellano
escuchaba la vulgar lengua hogarefia de las1 conver-
saciones aburridas, por estrechas y provinci.anas, de
mi pais lejano y nuevo.
Conocia el Afio Crisliano de mi abuel:a - una
sarta estfipida de historias de Santos, escritas para ni-
iios - y 10s sermones huecos de 10s curas de rni tierra.
El espaiiol me sabia a rancio y acartonado. Carecia
de originalidad, de pensamiento vivo y palpitante. . .
Estaba compuesto de f6rmulas vacias que no re-
sonaban en la frescura de mi alma juveni i. Hasta
cuando Joaquin me cantaba:
fDofia Inds del alma mia,
LUZde donde el sol la loman,

me sabia mas a ironia que a adrniraci6n.


54 IRIS

En esta indigencia espiritual de mi lengua vine a


Espafia, y si por ignorencia estuve desprovista de
medios para valorar esta noble tierra en su gran
pasado de conquistadma de dos mundos y pan’sde pro-
digios en arte, dominaci6n y misticismo, en cambio re-
cibi impresiones absolutamente puras, libres de lite-
ratura y fantasia.
Penetr6 en mi virgc?n sensibilidad, de criatura
desnuda en inocencia baiutismal, el alma de Espaiia
poderosamente vieja, apasionada y heroicz.
Mis emociones s e r h I
a despertarse mi raza y vi1
* -
0-- --- -- r--
francesas.
Con esta alma de niiia retardada, pero con ansia
vehemente de heroismo, entre a Espaiia en 1900. Mo-

ESCQRIAL

No di a la dama del balcbn el espectaculo de mi


partida.. Estaria en la Catedral.
No se conocian 10s wagons Zits en Espafia. Lle-
gamos a1 Escorial por la mafiana, sin dormir en cama.
Recuerdo que divis6 el Monasterio desde la ven-
tanilla del carro y que se desvaneci6 como un soplo
aquel palacio de mi fantasia, en que la sola palabra
EscoriaZ evocaba la opulencia de una mansi6n orien-
tal.
ENTRE DO$ SIGLOS 55

El p6treo y colosal edificio se confundia con la


escueta y desolada montaila, de que parecia formar
parte.
. . .Severamente cuadrado y mon6tono en su for-
ma, semejaba la parrilla en que fui. quemaldo su
patrono, San Lorenzo.
Las torrecillas de las esquinas serian las patas
volcadas de aquel instrumento de suplicio, y eI man-
go, la finica pzrte saliente del rigido cuadradc).
El Escorial sorprende. Es una extrafia y si.ngular
residencia.
Imaginamos un palacio y es un grandioso 1T triste
convento. La construccih es de austera unifoi-midad
en sus enormes proporciones. La masa murii1 est2
rota por tres series de ventanillas pequeiias, en filzdas
en 10s tres pieos con que se levanta el edificio, sobre
la montafia parda que lo domina.
En cada extremo del cuadrado se eleva un tc
y las ventanillas se continclan en la misma monc
hasta el capite1 que lo corona.
La fachada principal -mango de la parr illa -
est5 decorada por gruesas columnas y una (:ornisa
por finico ornamento.
Su grandeza y su rigida severidad hacen del aus-
tero monument0 algo tan imponente como fuemrte.
En esta parrilla que representa el edificio, las ha-
bitaciones reales forman el h i c o saliente, o siea, el
mango del rigoroso cuadrado.
Aunaue no impresionara por su grandeza aiustera,
habla por el simbolo que constituye. Es un mcmaste-
rio y a ese finico objeto fui: destinado por Feli]3e 11.’
56 IRIS

. . .La parrilla de hierro seria la Regla monhstica;


en que esos monjes quemarhn el fuego voraz de
sus pasiones, con ese otro fuego tambih destructor
que es la mortificacih.
Nada SC de Felipe 11, y me averguenzo como en el
cas0 del Gran CapitAn, per0 aqui en el Escorial encuen-
tro hecha en piedra, como en un grhfico, la personalidad
del terrible soberano. Antes de entrar, ya s6 quick es
ese sombrio Rey de Espafia. Lo representa su obra.
El arte lo ha mostrado hasta en sus intimos repliegues.
Lo m%sinteresante del alma humana no son las
acciones realizadas y que llevan la complicidad de las
circunstancias, sin0 la ubicacibn que el alma trae en
el programa divino, sus relaciones con ese mundo in-
visible de las causas ocultas, que determinan, desde
lo hondo del ser, su puesto y su actuaci6n en el mundo.
El Escorial cumple con esta delaci6n del individuo.
Sin conocer la historia, sin haber leido nada de
lo que sobre el m%smisterioso soberano espaiiol se ha
escrito, ya lo tengo ubicado en su obra y auguro su
trayectoria.. . Conozco el instrumento que va a to-
car en esta gran orquesta que es la vida -divina sin-
fonia que dirige un gran Maestro invisible-. Me corn-
place tambikn pensar que en esta sinfonia del univer-
so, yo no soy ni cobre ni tromb6n; tal vez una cuer-
decilla de violin, que gime y llora de incurable y des-
conocida nostalgia.
La impresih que me da el exterior del Escorial,
me muestra en Felipe I1 un carhcter de hierro, domi-
nado por fria raz6n y severisima disciplina.
. Penetramos a1 Monasterio por el costado que
enfrenta el hotel Miranda, donde habitamos. Nos en-
golfarnos en un dgdalo de patios helados y de galerias
tristes que aumentan el temor producido por la gran
masa gris, tan phiida como friamente simktrica.
Tras muchas wekas hallamos el soberbio patio,
que encierra la magnifica fachada de una iglesia. Me
recueraa a x i i i 17-5
1 P - . - - n ___-_
r e a r u- eri P-- ---i.~-____:-
rru~ria. su IKIUIC Iriajesraa
1

es pavorosa. Las robustas y nobles proporcior,ee, la


eievaci6n de sus?muros, el color obecuro de la piedra,
todo impone y atemoriza. El sentimiento religiozo qve
ha inspirado eze monument0 no iniurde c01;fi21;22, ci
da consuelo, sino miedo a una justicia implacable.
Cuzrdo impresionante recuerdo de 12s t t m k z s
reales - tzl vez p ~ ser r esas tumbas lo m5s rcgiam-en-
te cxacteristico del gran cementerio que es cl Es-
corial, cementerio de ideas, de regimen, de civili-
zaci6n y de. almas.
Descendimos a un subterrhneo decorado con mBr-
moles rosa y negro, obscurisimo. iTemo que se levante
aqui Felipe II! - decia chanceando a mis com-paEe-
ros, para desvanecer la lobreguez del sitio, aunque
creo que el Monarca siniestro, es un muerto sin posi-
ble resurreccibn en este planeta.
Trajo una grave rnisihn, que cump7” lio con escru-
pulosidad, dando a las almas de su 6poca las oportu-
nidades de desarrollo espiritual que necesita‘.an, y se
fui? aterrado 61 mismo Dor la eternidad en aue iba a
5umer girse.
. . .La luz de la entrada, reflej5ndose en m5rrno-
1!e5 negros, me asustb. Termina la escalera con una
suntuosa cripta. . circular, en aonae se ,naiian
. ? - 1 ,* 1 3
coiocaaas
las urnas fuaerarias. Es tan rica como klrgubremente
armoniosa.
Dos Siqlos--5
58 IRIS

Dd techo abovedado cuelga un Iustro de bronce,


a donde convergzn las listas de m$rmol y 10s ramajes
de bronce. Frente a la entrada se suspend? un gran
Cristo de tamsiio natural. Todo es rico e imponente.
Felipe I1 comenz6 este mausoleo, pero fu6 termi-
nado por su sucesor.
Sobre la urna del Rey Alfonso, est5 la otra urna
vacia de la reina madre, y abajo, la que aguarda a AI-
fonso XIII, que es todxvia adolescente.
La Espaiia nos da la impresi6n definitiva de de-
cadencia, de estancamiento al margen del progreso,
aplastada por su gran pasado y ya caduca en su raza
de almas-nifios. Pasada la pubertad que hizo su glo-
ria, chochea en una senectud que torna a la puerilidad.
AI contemplar 10s regios sepulcros, no dudamos
que contienen la verdad integral de Espaiia, en esa
suntuosa muerte, digna de sus glorias irrenovables.
Tierra de amor, de pasi6n y de crueldad, sucum-
be lentamente a1 Sin0 de 10s pueblos. A gran vida,
corresponde m5s muerte.
Joaquin observ6 a1 guia:
-jNo veo sitio para el sucesor del Rey!
- Despues tendremos la Repcblica - respondi6
imphvido.
Espafia tenia derecho a envejecer, a dormir, a
desentenderse de un mundo a1 que habia aportado
otro nuevo mundo y el mayor acervo espiritual que
registran 10s anales de nuestra 6poca.
iNoble anciana! Amamant6 tantos hijos; educ6
con severidad excesiva; luch6 cruel y denodadamente
por la pureza de la doctrina cristiana, segfin su estre-
cha conciencia, y es resgetable en este ~ l t i m osueiio de
sus sielos cansados.. .
u

Cumplida su tarea, tenia derecho a1 reposo.


Contempl6 las urnas ocupadas y las urnas vacias 9
T .t 4
que aguaraain a 10s vivos, a Isace; 11 ya anciana en
Y T

Paris y a su nieto el Reycito de Borbbn, en quien Fran-


cia atenfia 10s rigores del fatal destino de Felipe 11.
Mi traviesa, imzninacih
- no juguete6 siquiera con
la posibilidad de que e:;e NiGo no llegaria, como
sus grandes abuelos, a cicupar el sitio que le estaba
--------
rescrvauo e~1 1-la n--i n
-1- ~--
luecr6polis.
Creia q ue nada turbaria el sagrado sopor de Es-
pafia, y que 10s Pirineos eran barrera suficiente para
aislarls del Continente. El AtlAntico y el MediterrA-
1

neo velarian, dulcemente el suefio de la Peninsula.


a el Requiem que yo entona-
1. En su sangre castellana y
LM Luuavlil uullir heroismos, que no apa-
gaba el ruid o de las maquinarias de la industria eu-
ropea, ni 10s progresos de la civilizaci6n.
Me concEedia, en filtimo t6rmino, que Espafia dor-
mia siesta- -jnada mAs!--, per0 convencido de que
no era mort211 su letargo, sin0 pausa en el fragor de las
luchas. comiDAS de esmra en la acelerada evoluci6n
de 10s otros paises. Su serena visi6n de hombre qu(:
mira largo y sabe aguardar, me molestaba.
Pregunt6. por el sepulcro de la Reina- ivm-ceaes
m *~ 3

cuyo romance impresion6 mis aiios mozoc, admirandc


la fuerza de amor, que llega a imponerse a la raz6n dt
Estado. No estaba sepultada en la ci-ipta real por ca.

Yorte, y Alfc
ia iglesia del
del Esgirltu.
hGis tarde me he enterado de que el llamado Pia-
dridero e3 un cubterrimeo, doride se co!ocan 10s cad&
verres, atravesados continuamente por una corriect::
de a g ~ h&a
~ , 10s huesos quedan palidos y P h -
cos como mxrfil. ?asan entonces i? la Cripta Real.

sericordia, ce recihe en 10s sqxlcros reales.


Felipe I1 ha extendido c u ne-fa.nda sombra, de
vida enfxada. a la niuerte, en toda esta monta5.?a.
Yendo de regreso hacia la luz, cambia toclo de
aspecto. Pasamos a las tumbas que se han h e c h o p r a
10s Infanies y Principes.
La sensacidii de claridad y alegria que clan est03
la Criptzi Red. Son capi1la.s de rnBrmol bIanco relu-
ciente, sch e fondos tambikn de nzirmol, amarillos y
rosados,
Vida
prestigio
na que a
nidad, qrle hace grave la existencia m2.s liviana.
Ahi t:ncuentro la urna de la Infanta Eirlalia - mu-
jer tlnica en la severa corte de Madrid, cue rompia el
protocolcI e inquietak.a con su espiritu, no dirk s610
moderno,, porqcie time sentido de avanzada y de van-
guardia.
bULz*U'U.

Aiio: despuks la vekt pasearse por el Bosque de


Aiios
Bolonia, en un crudo inviem0 parisiense, a !a hora de
la.; Iagar tijzs (a#& midi), o sea, despu6s de medio-
dia, par,a coger el esquivo rayito de sol qEe a esa
hora sue1!e apiadarse de! mundo congelado. Iba en-
vuelta exl sus pieles, acompa52da por el conde de 6 . . .
Todavia ,joven, graciosa y simpAtica, yo la mil-aba con
ternura, 1pues me evocaSa esa urna fatidica del Es-
coria], en que se quedaria para siempre tendida y que
un destin o cruel le impediria ocwar. Asi alegres
- . cla-
y
1-0scomo son esos sep-dcros, que disfrazan la muerte,
ponen so'bre tcdas las vic
(Recuerdo que en -LrrLa
c'- reuriiun, e11 1'11 T ~ M L I U
de %on&es, !a Infanta Eulalia dijo a1 Nuncici de Su
Ssntidad , a propkito de la certidurnbre de nuestro fin:
.El qEe 1n e ~ U S Qaqui tientro del cuerpo, sin que yo
lo pidiera , sabrh c6mo me va a c
que yo nne afanw.)
Ea XTiuerte en esta decoraci6,l ut:lab ~ap111aa uiaii-
cas, me 1nrece casi una ironia. En la Cripta Real me
i2 IRIS

acerco mAs a 10s terrores que me ha plasmado -quilin


. . ,.
ssoe cuanao, en una aima secreta anterior a esta, so-
I 1

bre la cual no a c t ~ ami conciencia - esa Espaiia Ne-


gra, que ha infundido su siniestro pavor a la- Religidn
de mi pais.
Me resta complacencia de la visita a estas alegres
---:11-- ---- 1 r
A- ---- : L L - - 1. 0Z-L..
C d p l i l d b , YUr: IldLCIl Ldil IUtX Lt: UpJblCIUIl il La LIlpLa
^_^_^_I ^I

Real severisirna y en armcnia con el alma terrible del


Escorial.
La iglesia es tan atrevida y monumental como la
de San Pedro de Roma. Fu6 hecha, segitn el guia, sobre
el primer plan de la Basilica Vaticana. Tiene la forma y
la proporcibn, sin la gigant.esca dimensi6n de aquilla.
Suple quiz& la uniformidaci del color gris obscuro, con-
.--?--<-
tribuyendo a resaltar la s6111uria g:ra~:ueza ---- >..-- 1-10 que --
-.-.. e11
San Pedro, no obstante la potencia, rompe la riqueza
de la ornamentacihn.
Los miirmoles, las incrustaciones, las estatuas no
refuerzan sino aue atentian la robusta unidad del con-
junto, que el Escorial mantiene en su audacia atre-
vida.
I .-
ae ia igiesia,..1.-. ..
Zmponente es el grlin patio y la soberbia fachada
.. .
per0 el interior sobrecoge. . .
*

La luz cenicienta que vierte la ctlpula, sobre las


cuatro enormes arcadas que sostienen las columnas,
la semiobscuridad, el altar maiyor ricamente ornamen-
tado, todo reunido produce ur1 sentimiento de divina
majestad.
Pasamos
- - - - _. .-_ del
-.COTO.
-. . . te largo, que obscurece
- - - ., bastan

esa parte del templo, como preparacih a la sorpren-


dente claridad en que se abre la cruz, cuyo centro for-
man las columnas,
ENTRE DOS SIGLOS 63

Por ambos lados, arrancando del coro, corren ga-


lerias en arcadas que foorman un segundo piso, en 10s
costados, y que permiten observar el ternplo en su
conjunto. Oesde alli se muestra con mayor atrevi-
miento la elevaci6n de las columnas.
Estas mismas galerias llevan a un soberbio cor0
iluminado por un gran vitral. Entre filas de sitiales
ricamente talladoe, nos muestra el guia la silla en que
se sentaba Feiipe 11, para seguir 10s oficios de la co-
rnunidad. Entraba por una puerta secreta, que est5 di-
simulada en 10s tallados del z6calo.
Desde ese rinc6n se enfoca la extensa nave gris,
a5rii.nclose en soberbia perspectiva, sobre el gran al-
tar del fonclo.
Un lustro de cristal, formado por cuatro pavos
reaIes, cuyas colas desplegadas dan irisaciones cris-
talinas, cuelga a1 centro del techo.
Desde esta parte, el aspect0 de la iglesia impone
su orgullosa soberania.
Entramos a un camarin tras del coro. Un precioso
Cristo de m%rmol, obra de Benvenuto Cellini, se ex-
hibe por un balc6n a1 gran patio. Alli se oficiaba la
mi:a de campafia a las tropas.
Dejo en mi diario las menudas descripciones y
me detengo en el patio de 10s Evangelistas, cuyo pre-
cioso claustro, pintado a1 fresco con episodios de la
vida de Jesljs, y su techo g6tico abovedado, dan accero
a1 piso superior, por una doble escalinata monumental,
que se reune en un descanso y que vuelve a abrir sus
brazos hacia arriba.
c: fRiS

Dseaba ver e! claustra y consegui que un mochito


me abriese la pum-ta, mediant- una picadxra de amor
propio, que en el pais de la Ilidalguia suple a1 sox franc&.
- iTe fija;--dije a mi esposo- que aqui EO
tienen ese orgullo de t o d x las tierras, en exhibir sus
bellezas artktica??
- is’! Somos muy orgullosos de nuestras rique-
zas - salt6 el frailecito -per0 no andamos corno en
esas tierras de Dios, en busca de lizcjnjas. . . icon
poseerlas nos basta!
Sac6 su llave y abri6 la verja de hierro. R4, .Qen-
0 ,
ti en deleite de plenitud 8or la belleza de ese cIaustro
en que se unia la pureza impecable de las lineas con
la clkica elegancia de las formas.
Doble piso de arcadas con columnas d6ricas en
el primzo y jhicas en el segtindo.
El patio dz piedra desai-rolla su sever0 cuadrado
en torno de un jardin de dibujos sjmgtricos, con som-
bria verdura recortada, en que 10s senderillos conver-
gen a un templete romano, eievado a1 centro, y que
apoya sus hgulos sobre cuatro fuentes de a g m cris-
talina y murmurante.
Nos TJedarnos reposando en esa quietud que
produce la armonia de una conquista alcanzzda sobre
el desorden, en ese tranquil0 patio de un convento de
frailes, cuyo hondo silencio era s610 interrumpido por
el chapoteo alegre del agua que en la3 fumies apremia
su viveza y por la ronca y sonora czmpana de la igle-
sia que tocaba a difuntos. . . jMajestuoaa solemlzidad,
hondo reposo!
A cada ocasi6n en que la belleza me da esa dis-
tensi6n del sislema nervioso, que sigue a1 deleite, siem-
pre urgida cum0 estoy de hallar armonia o descubrir
coincidencia o aun de descifrar un simbolo (que es mi
subconsciente trabajo interior), cuando hallo la catis-
facci6n producida por el chef d’oeuvre, que ccge. el ins-
tnnte supremo, esa emoci6n que reboso la desbordo
en <El,.
Me alivio de su peso, comparti6ndola. En mi
fondo secreto, la belleza me produce pesadumbre de
carga. Me compromete conmigo misma a sentiria en
idealidad superior, o en simbolo de un orden de coaas
pertenecientes a un sistema que pLequeda alto.
En ese momento lo miro a .El., abrumado como
yo misma en su exquisita sensibilidad, y nos comuni-
camos aquella intensa satisfaccih, sin palabras, para
liberarnos reciprocamente. Era demasiada pesadumbre
para mi sola y compartiikdola quedo aliviada por este
tecoro que hemos adquirido y conservaremos entre
ambos.
La emoci6n artistica, grande para mi pequeiiez,
es deliciosa llevada por dos. En amor precisa compar-
tir. Es una mutua responsabilidad que dividimos.
Ademas nunca me senti colmacla, sin0 cuando le
transmitia mi conquista de aquel nuevo aporte espiri-
tua! con que la belleza enriquecia mi a h a . (Ni me
daria la pena de extraer estas memorias, si no fuera
por la felicidad de viajar espiritualm-entecon <<ED, en
esa Espaiia que se despedaza y arde).
Buscarnos a1 porter0 que debe mo7trarnos las ha-
bi taciones reales.
Es fil6:ofo y grave: - .No puedo mostrarles
nada, porque el llavero - lo nombra con unci6n -,
70 IRi5

biCn explicable en mi criterio de entonces, pues el fa-


natism0 religioso reduce la vida a ese solo punto:
kI salvaci6n del alma, por una eternidad. Enfocada
la C_ _U_ _~ _~ L I V ut:
. d, -..-_.-n hn,+, --+-* ----
C>~ l, l a a ~ ab a l l L U l l l a ~ ap
I I t:ba I ~ I ~ I C L ~l d
salvar, quitando la vida, que es un accidente, para
ohtener lo esencial.
Mi estrechez de beata, mi horizonte tan cerrado
de entonces, me ha hecho tornarme comprensiva de
esas almas obscuras, aue incapaces de sentir ni de pen-
sar, viven como autbmatas movidos poi- secretos re-
sortes .
Comprendo a esos seres; yo fui uno de ellos, perc
-: l - - ---- C’ _-._
no me interesan, 111
*.L -_LL--
ius ~ I I I U . at:que exari e11 U I ~runel
_L I C . - !

y el recuerdo del t h e 1 me desagr ada.


Felipe I1 no me escandaliz.6. Me explique Iz1
triste y pequefia devoci6n de mi t ierra, con lhstima y
sin simpatia, hallando que esas alLJLU,nn hn- -30
llall
-QO;AP dlULlUd

a vida espiritual; que vegetan en 10s limbos de una


incertidumbre; que en fuerza de no tener luz propia
ni creencia alguna, encienden en su 16brega noche
esos pklidos cirios del sometimiento, de la renuncia-
ci6n y el rechazo de las dudas que las asaltan. Son
almas a b prisioneras de las sombras, que esthn rnuy
abajo en la scala de la vida.
Ahora y’0ubico a Felipe I1 en el puesto animicc)
,---Afi
que le correspulluc. C A -..A
.3c uuc vcllllllu\3
-..-.
llluy U.-3:4.~:-+,.>, L I ~ I L V S
.m*;-n”
clL
A*

grados de luz, y que est5 determinado en el plan di-


vino, que tal Monarca traiga el regimen que necesitan
para progresar las almas de su pueblo. Esa Espaiia
Negra fu6 necesaria a la evolucibn de la raza, y su Rey
cumplib en la medida de sus fuerzas con lo que su
conciencia le exigia. Es digno de admiraci6n desde
68 IRIS

est2 en confidencias con un seiior regidor o go-


bernador, que sit yo, jvamos! un personaje de ca-
tegoria!.
Pondleraba su puntualidad para llegar a1 puesta I

y la desid.ia de 10s otros empleados.


El eSlJallUl
,-1-1 _- -..n:...--.l..--m- c: -- -..-rl- -..le-- -1
~3 L j , U C J U l l l U l U ~ U . 31IIW PUCUC L U l p d l CIL

gobierno o a 10s frailes del mal de Espaiia, reconoce


que el carActer nacional es dejado, y que si faltan ca-
bezas para el gobierno, tambih faltan personas que
secunden. <(Nohay aaui quienes manden, ni menos
quienes obedezcan, .
El porter0 concluy6 sus confidencias y se presen-
t b con su Ilave. Se inclin6 cortksmente y solicit6 nues-
tro permiso para vestir el uniforme, con que era de re-
gla entrar en las habitaciones reales.
No tard6 en presentarse con una vieja casaca
azul galoneada de oro, que le daba un aire atin m8s
grave.
Nos introdujo solemnemente, cual convenia a
las augustas habitaciones. Recorremos vastos salo-
nes, con preciosos gobelinos tornados de 10s cuadros
de Goya, que visten 10s mwos.
Antes de conocer la tapiceria del Escorial, se ig-
nora la viveza que toman las pinturas puestas en go-
belinos. Recuerdo especialmente la tela que represen-
ta a la Duquesa de Alba, vestida de maja, ykndose
con su amante. mientras el marido, embozado, la ace-
--Pues ivamos!, por la facha que se gasta el seiior,
y por todo lo que la sefiorita muestra y tapa, ya veo la
guapa figura que harii la pareja en la corte de Madrid.
iNo conocemos Madrid! Gran sorpresa de que
conozca a Goya e ignore a la capital del Reino.
- T7-
~b u u y a -,.-..
q u c PAT7-
1 _ _ ^ 1,- n:.-:-,.-” ..----..L
yasa ius r 11 I I I C U ~- agi cguc.
- Siempre he oido decir que es cosa que vale.
Nunca el espafiol afirma la propia opinih, sino
que se refiere a1 testimonio general.
Estos salones son muy posteriores a1 reinado de
Felipe 11, a cuyo departamento llegamos en seguida.
iQu6 scrpresa! LMe emeraba acaso el esdendor de
Versalles? No si5
Entro a un Inodestisimo cuartito blanqueado con
,. - . y que el guia
cal, con muebles urainariw ,- *_
nus pre..wnrd
con 6nfasis: iSah de 10s Embajadores!
MAS atin que el edificio del Escorial, esta sala re-
trata a Felipe 11, alma seca y terriblemente austera
en su fanatismo inquisitorial y en su renunciacih a
la vida, que toma como un deber o como una condena
fatal, pretendiendo someter a 10s d e m h a su estricta
creencia y a las imposiciones de su Sin0 tremendo.
De 10s muros pende una preciosa Virgencita, oue
besa a su Niiio con toda la virginal idealidad con que
Ratael compone 10s grupos de la Madona y el Bam-
bino.
La pieza contigua, dormitorio del Monarca, es
un cuartucho obscurisimo y pobre. Alli est& su trono,
un viejo sill6n de marroqui gastado y desteiiido, y la
silla en que apoyaba su pierna enferma, con un lado
m8s deteriorado que el otro.
que conteinplamos acentfia 10s rasgos
- IZ <- --- .^1 -1-1 ,.:-:--L-.. :-

De eso; pobres muebles, de esas estancias triste


y obscuras, se escapan revelaciones del hombre sin
gular cuya aujteridad me complazco en oponer a
fausto de Luis XIV.
En otro cuartucho contiguo -cueva obscura quc
-_-_
3

st: d u i c n.'.~:+--n-+n
-I-.- ,,L.~
buuiLaiuciiLc a u u i c CI
AI&.,,
n i L a i
..,,,nn
i v i a y u i A,.
uc 1,
la ~ ~ a i l
Iglesia - niuri6 Felipe 11.
M i , desde su lecho, el Monarca moribund0 rezaba
la §anta Misa y se complacia seguramente en la mag-
nificencia de su obra. En sus terribles escrGpulos de
las filtirnas horas, con aquel espiritu religio..,o ama-
sado de terrores y de amenazas, frente a la eternidad
en que iba a caer, se aquietaria quizh, recordando la
misterioxi requesta del Seiior a un Profeta, sobre la
przsunta salvacijn de §alom6n, que habia recibido
todo: lo; dones, y el muy especial de sabiduria, negado
por Dios a lo; pod?ro;oS de la tierra y a 10s concupis.
centes: - 4\4~?edz;'ic6 Templo..
Quedame, de la austeridad de las habitaciones>
-nnl-m
~caicx,uiia ;mnpno;X+-.
3q-n An
iiiipi c;3iuii UL
h,nrtn
i u u LL
o n n t r - ~ c t nonn
LVIILLUDLL
1-
~ V I II L L
-11.
LLU-

gusta grandeza del Escorial.


. . . He copiado textua!mente de mi Diario y
ahora trato de leer en mi misma, para extraer el juicio
qu? no he dado, reduciendome como siempre a meras
impresiones.
Desde luego me es fhcil con mi criterio de en-
tonce; - criterio de beata, que no juzga para no pe-
car - cornprender al Rey, pue5to que la religih
de mi pais, 10s sermones y mi propio fanatismo, est%n
69

res de esa creencia, que excluye la misericordia y que


explota las terribles amenazas del purgatorio y del
infierno.
Convencida, corn0 estzba, de que en esta vida h i -
ca y brevisima, apenas nos despertamos de un
sue50 infantil, ya caernos por toda la eternidad en
poden. de un terrible Juez que sin apelacidn posible
ROS arroja a un infierno eterno, For culpas chicas co-
mo nosotros, la vida de Felipe 11 dehi6 parecerme
de ferrea 16gica.
Rzro era que yo no siguiese su saludable ejemplo
y no coinpadeciera ni tratase de convertir a todos 10s
descarriados. Debia tener dura la entraiia, ya que me
era posible dormir, creyendo que estos horrores es-
taban sucediendo en torno mio.
Tal crcencia, bien ajustada :3 mi conciencia, no
producia en mi, ni en 10s otros, 10s correspondientes
efectos, como si miis adentro, en una regidn inaccesi-
h l P R- mi - -- --- , sp.
- - ~ -s m a razhn. _-___ _ _ _ - m a n otros acuerdos,
- - estahlecic
con verdades presentidas, per0 rechazadas volunta-
riamente.
Estaba, por lo tanto, bien preparada para corn-
mender a Felipe 11, que menos mistico y m%sobscuro
que yo, actuaba ajustado a la 16gica de su fe.
Aquella renunciaci6n y dureza consigo mismo,
me parecieron ejemplarizadoras, per0 poco dignas de
imitarse, pues que la vida, en vez de ser un don, se COR-
vertia asi en carcel.
La Inquisicidn misma, tan atentatoria contra la
libertad huma.na - sagrada libertad que Dios otorga
a1 hombre hasla para el mal-, la encontraba tam-
ENTRE DO9 SIGLOB 71

ese punto de vista en que ahora puedo enfocarlo. Su


figura hvmana es antip5tica, est5 refiida con la natu-
raleza y con lo mas sublime de la humanidad: jel
amor!
Alma de deber, de terror y de penitencia, tuvo
un rostro ceiiudo y di6 a la vida obscuridad y pavor.
Ador6 a Jehovh y desconoci6 a1 Dios de 10s cristia-
nos.
El Escorial es su imagen. La religj6n espaiiola,
por carencia de Espiritu, torn6 a la materialidad del
paganismo, en sus procesiones - Los Pasos -, en sus
imhgenes, en sus devociones exclusivas, y en las orgias
y lubricidades de que van acompaiiadas sus prhcticas.
(Pedro de Valdivia entrando a Santiago a caballo, con
la estampa de la Virgen clavada en el 2rz6n de la mon-
tura y su hembra a la grupa, representa el sentido de
la religi6n para un espaiiol.)
Estos fanatismos, como el fanatismo ruso, llevan a
una degradacih, en que el sentimiento religioso va-
cio de Espiritu, conduce a las mhs viles aberraciones.
Desde 10s jardines del Escorial pudimos admirar
el soberbio golpe de vista que da el conjunto de ese
Monasterio, majestuosamente adusto y que parece
formar parte de la misma montafia a que se acoge.
El jardin, con su verdura de boj recortado en di-
bujos, se alza sobre una terraza que domina las huer-
tas extendidas abajo, per0 suspendidas sobre el valle
luminoso y sobre las montaiias azuladas de la Sierra
de Guadarrama.
Soledad perfecta y deliciosa quietud en que se
eleva el convent0 colosal, flanqueado por cuatro to-
rres macizas en 10s Angulos.
cogirnvs una aveniua campexre, emre uus granues
filas de 5rboles, que nos condujo hasta la llamsda
casita del Principe. (No dice mi Diario qv-ih
era).
Es un estuche de preciosidades artisticas, que Ile-
nan sus salones, exqiiisitamente decorzdos. Los techos
con abovedados y pintados con motivos pcjmpeyanos.
La principesca casita est5 llena de cuadios, de esta-
tuas y porcelanas, escogidas con ojo de maestro.
Nos sentamos en un banco de 13 avenida a medi.
tar en este contraste del Escorial con la cazita de
Principe, que nos muestra a dos hombres que enfo.
caron la vida por lados opuestos.
El Rilonarca solitario y taciturno, hizo del mundc)
su purgatorio, y este Prhcipe, incbgnito para mi, pre.
tendi6 hacer de la tierra sa pzraiso.
Los dos han pasado,'y"Lal-vez a la hora de partir
I . r . , . e -*
el rey somario I

tuvo mas satisraccion


I 1
ae su viaa que
. t

el Principe rornintico, que construyb esa casita de


hadas para coapensarse de la austeridad del E$.
corial.
Obcervamos desde nuestro asiento a una deliciosa
chicuela del pueblo, con exprezivos ojos negros. Se
llama Lorenza y est2 cuidaiid9 a una herrnanita pe-
quefia.
Nos refiere, con encantadora naturalidad, lo que
hace su mufieca, que es la guagua entregada a su cui-
dado, y luego afiade con suficiencia: .La heinos des-
ENTRE DQS SIGLOS 73

c m vim y bizco~hos, porque mami-


i PGCC'
a c - k r en Mzdrid a1 cifio de una sefiora
1

que lkga hasta la Corte. . .>> TerneroFa de


qv? no e n t c n d a x s , aceilkha y golpea la fraze: .La
C2s.a Xca! de Medrid, dmde virc e! Rey, y las Infzn-
tnc s .
La her-mmita dinevtxia. con vim y bizccchos,
ecta5a rmy raqufticz - flor de ssmbra, que PO CCEO-
cZ% SO!.
Mientras la chiquilla habh y se anima s1x caruca
r -
' z pinioreccz gracia de la h g u a pxonuncizda
2, en t6rminos iugarefios y sonoridad cris-
703, YO sentia en mi entraHa a la criatura
, candidata a tuberdosa, a c a u a de que
na robusta se da el lujs de r e h a r EUS pe-
I sr?yo, tal vez por la vanidad de ccnservar-

iele CQMO ultraje a la vida y ddito qu.e ha


rnos castigos, la inconxiencia de condecar
o, por mantener regalias o
La fonda a donde bajarnos en el Escorial, se Ila-
maba Caw de Miraizda, sefior a quieii nuestro guia re-
comienda como persona muy complaciente.
Por desgracia para nosotros, hace diez aiios a que
muri6, seglin nos cuenta, en tono aun doloriclo, el mai-
tre d'hotcl, un bajo profundo, de primera fuerza, que
hacia resonar la sala con sus graves sentencias.
S e nos acerca para tomar brdenes. Siente su no-
ble funcih, dirigiendo el comedor de fonda tan re-
nombrada y con numeroso personal a su disposici6n.
Habituado a otear a 10s ingleses, que pagan con
relucientes libras esterlinas, de cambio complicado y
provechoso, a nosotros nos observa sin ubicarnos.
-iVamos! 2Dz dbnde han caido estos sefioritos de
marca? [ETpaiioles de ultramar, acaso?
Esta expresibn nos adorna, sin diferew' .-iarnos en
e1 concept0 del maftre. -Pues me lo decia yo, ha-
Hhndoles el habla mhs flojita que en Castilla, y mas
tirante que en Andalucia. Alli, mire Ud., se les caen
las palabras; no pronuncian de bien avenidos que estan
con la tierra y 10s jaleos.
Joaquin cort6 la amena charla, pidiendo la M a ,
que de lo contrario no habriamos almorzado, sin0 ce-
nado. - iMerluza frita en aceite! - se me encoge el
est6mago de recordarlo -, presentada con un 611-
fasis de importancia en que el modo disimula el plato.
Vuelve el maitre a charlar. Somos esa mafiana
10s personajes de calidad que merecen su atenci6n ma-
yor.
ESNTRE DCS SIOLOS 75

- ZSuele veriir por 2cA el Rey?


- iVamos! el r e y c i b es un mono sabio. . .
Aqui lo traer8n miierto, pero vivo, va a Szn Sebastian;
alli hay diversi61n, cortesania, nmjeres, jaleo. . . El
chico promete. . . No le hariin tragar un bagre por
raz6n de Estado. ,Ahora est&sumiso a la Regente, pero
se encabritar8, p ara la boda. Alfonso XII, que ya
se habia dado “gusfo, con la prima, tuvo que quedarse
con el pejerrey vi.nagre de la austrlaca.
- lCu5les soIn aqui las profesiones iucrativas? -
pregunt6 Joaquii1.
- iPUs homkre, no hay que averiguarlo! Son dos:
fraile y torero. Es; lo Cnico que produce.. . A1 fraile
se le da de miedo :a la cuenta gorda, y a1 torero de pu-
ro gusto, ya que 3xpone su vida para jolgorio ajena.
No tenemos nada que aiiadir a convencimiento
tan profundo.. .
- Ya no va quedando hombre en Espafia que
tenga verguenza -- continfia -. Bien hizo el sitaliano
aque‘b en despac:har a1 sefior de CAnovas, quetam-
bi6n robaba gordc1 . . .
Supongo que el italiano aqutl seria NapoIe6ra, aun-
que en miignorar icia temo que no coincida con el tiem-
PO de Canovas. (Amadeo de Saboya no entraba to-
davia en mis libr,os).
- jQui: sensild e fui: la perdida de Cuba! - dijimos
para convenir en algo, aunque es natural que cada
pueblo reclame :;u autonomia.
- iNi falta (due hace! iNo daba nada! S610 ser-
via para que fuesen a enriquecer 10s perdidos, con
quienes no hallat)an qui: hacer en Espafia. No pu-
diendo mandarlos, a presidio, iban a Cuba. . .
Ciudad modema, ban.al~sin hist-oria, 14rnoaumenics
brabes, no hz-bia de ~ 1 2 g e r i r r 2~2e. ' ~ NO era ~ i ~ d a r ' !
de CaMlerroe, si110 de ridicdos Sn,?ositos. No tuviemn
trono en Madrid ?as grmndes Reinas, como dolia Ma-
ria Father-o, la Lema dc Ca.sti!:a., ai la Bram %tarla
de Guz&n, ni !es grmdes Capitznes. No se jcgaron
alli nobles destines, ni se vivjeron pasimes, de esa,s
que trascienden y forrnan la trama de 10s ptreblos,
P
anudando o rompiendo cora.zo~es.b n xi programa
habia puesto tres dizs para 3dxkid; s2o el. t.iempo de
conocer el Museo del Prado, Recoietos:, la Fuente
Castellana y de sentir el aribiente- z h a de Ias
ciudades que nos penetra fuera de pala.!xas, d.f: Iibros,
personas y hechos.
Keyseding gats m5.s de tomar ambientes que de
conocer personajes, y es q u e d y o superior est2 fuera
de circulacih rnundana y s610 se puede coger en Ira
sutil atmbzfera espirikd.
Desde el tren ya sentimos que Espafia nos intro-
duce a zona distante de ese mmxb e f e i - ~ ~ s ~ eyn t e
vivo que progresa.y mira a1 porvenir. hlf: irmgioo atin
que en la Coronada. Ciiidxcl de MiIadrid, .irue!vo al mu~ldo
inerte, kinguido, que tcrrna la vista atr%sy se Iamc~Pa,
culpando a t o d ~ s .No existe !a espermza de un m2-
fiiana mctj~r,sino fatalldad dc desfinos amp lido^, en
que se adormece la ram.
1
1
oiiai . bstas ~ m ~ ~ i r aFentimentales
as me
C G ~ O pn imitivas, x m q . ~ eme interesa via-
e alinas y cormxe3 v m desnudss om-
ZlilOS.
tar que entraL e n nuestro vag6n con gran
sabk, partici pa que va a Muesca y a Le-
mlra con cierto respeio, ai vernos asi EO-
..-
:serva.
sieixpre atrasado. Pasa de !argo sohre !a
:rario. El miiitzr ccnsulta su reloi" Y. nmr-
ma-a. Time prisa de Uegar a Madrid.

e maiaicen ue 1% mrmmsuacion ierrocarri-

1 militar- que a Joaq~iiile parece de ope-


rado con 10%rigicios prusianos -, 6ste me
ISra: - 2Molesta el aire a la sesora? -
ruego dejar la veiiiadla abierta.
iice a Jmquin: - Nos acercamos a Madrid
:ntz esa elcgrla ikica, sazldunguera y di-
78 IRIS

charachera. . . - Vamos por primera vez - contest6


&I>>. Le merecimos 1hst.ima.- iCa!, ique no conoc6is
Madrid? Pues buenas se os esperan . . . !
Nos envidiaba con Ihstima. - iPues de d6nde
venis? - Del vecindario. . .- afiadi yo.
Fu6 un enigma, tan lejos se siente Espafia de
Francia. Parece otro continente, a1 que, por esa qui-
mQica lejania, no tienta ir - lejania no ya de tierra,
sino de civilizaci6n, de almas.. . o sea, de total in-
comprensih. . .
- Pues ya me entero - dijo nuestro descono
-:A,.
LIUU-
-. ,
,:
y aai 1-
IU
..r,.rrr\*n
picguiia -1,:,+, A,. h / f " A n m n .
ci u a t c uc ivlauaiiic.
..A*:<
vciiiS
de Paris de Francia.
Nunca habia oido nomkrar asi a Paris. Senti
que la capital del orbe disminuia; resraDaie presrigioA I . 1 1 . -
a Francia y recibia favor.
§e lam6 el rnilitar en ardientes loas a Madrid. . .
-La alegria que hallareis aqui no se parece a la de
ningum otra ciudad ...Por el gusto de estar en Madrid
la gente no duerme, pasa la noche en vela, andando,
hablando. . . §e descansa, se goza, sin afhn, sin prisa.. .
Mire Ud., en la Puerta del Sol no cesa nunca el bulli-
cio, pues entre la recogida de unos y la levantada de
otros, hablan 10s barrenderos. . .
Lleghbamos. . .
;on Uds. diplomhticos que vienen a la Corte?
it6 apresurado el mi1itar.-Somos viajeros
contest6 .Toaauin -. Yo no Dude rete-
ulllLalllcllte--
nerme y dije: - No tenemos misi6n alguna aqui; per()
mi esposo es militar. . .
Abri6 ojos desmesurados. . . Y habria dejado SI1
ENTRE DO$ SIGLOB 70

el tren se (letenia, lo que no impidi6 que se cuadrara


ante Jo,aquin:- CapiLhn de Artilleria, un tal, a s i1
servicio; imande Ud.!
Ni mozos de cordel, ni nadie en la estaci6n. Aguar
damos. Los demhs pasajeros cargaron sus pequefio
bultos y se marcharon.
Pas,ii iTn rnin v t i i e r t n NAC
II V"J" J CUI- b".
nfreriii hiicrar a
*.-u
almiim
u U'hU'd
" A I V W I " U U V C U l

que nos a:qtldara. Vino un muchach6n.


- lN() hay quien cargue bultos?
Nos m3 6 con extraiieza:
- B u ~na ocurrencia tuvisteis de veniros con carga
por un tren como h t e , en que no llegan forasteros.
Caimos en la cuenta de que era un tren regional,
y que el iin ico que merece honores es el ~ S u dExpress,,
que viene del otro lado de 10s Pirineos.
Este I:nozo era el conductor del iinico coche que
se encontr:Iba en la estaci6n. No habia elecci6n posi-
ble.
Strbimos a un semi-faet6n destartalado y con so-
najeras estridentes. Senti vergiienza de. entrar a Ma-
drid en sernejante vehiculo, per0 a trueque de quedar-
nos hasta la llegada del Expreso de Francia, nos de-
cidimos. . . - Hotel de Embajadores, Carrera de San
Jer6nimo. La direccibn dada, no correspondia al ca-
rromato q ue nos conducia.
El carnino tenia pendiente y 10s caballos flaquea-
ban en la resoluci6n de continuar. Torn6se el auriga
en el pescante y a modo de aliento dijo: - Estas cues-
tecitas son malas pal ganao. Felizmente pas6 el pe-
ligro, y llelZamos a la altura. Orgulloso el muchacho y
deseoso de lucirse con estos seiioritos que iban a Em-
ba jadores, nos mostr6:- iMiren Uds. la novedad!
80 IRIS

No nos sorprende nacla en la calle... - i Y quk?


-Pues que caminan solor; . . !-y a p u ~ t 6con e! dedo
un tranvia ektrico. - Es ciaro, no 03 entcraliais,
a
IT

primeros carros el6ctricos en la capital de1 Reine, y


ya eran antiguos en Chile.
No me extraA6, por eso, que en 1914, yendo de Pa-
ris a Sevilla en autornhil, salieran de to^!^; Izdos en
Andalucja a mirar la m-Bquina, y a m c p 10s ckiqui-
110s nos tirasen pieclras.
El Hotel de Enzbajadores era una fonda, y la Ca-
rrera de San Jerhimo, una ca'lle angosta, fea y bulli-
ciosa.
La gente EO va con destinacih a parte algufia.
Salen por el placer de moverse. El paseo no tiens: mas
objeto que el solaz, y la charla raya en exquisita v5-
luptuosidad.
No se necesitan ideas, ni se busca expresih. El
goce en si mismo es &ablar., murmurar, echar flores
a _____ I, mirar . . . senfirse
- l s r rlnmals.
I _
I _ - _ _ _ - _ hshitmte ___ M3drii-l-
_ _ _ _ _ _ _ _ - _de -
10 que impone deber de alegria, jolgoris infantil; por-
que si!
Damos una vuelta y nos acosan 10s pregoneros de ~~

loteria. iLa suerte sale mafiana!


Me! sorprende que la gente no va de camino por
las callc2s. Asisten a un especthcuio. . . Cuniplen Iun-
ci6n de s v l u __y pracLicxi ia -aiegria
--1-- -__^-I: 1
1- c- 2 - - - L A * - - - -- A'%-
^_._
ut: b a ~ e i xeii i v ~ a -
drid. Disfrutan, eso si, de un goce desconocido en e1
resto del mundo, que es el de vivir sin af5.n. No les
urge nada. No les apremia acumular dinero, ipara que?
La calle les pertenece a toclos, no se paga el aire ni el
sol. No co;~rancontribuciones por hablar y seria car0
pagar impuesto por palabras, sierdo que se conversa
a 150 kilhetros por hora.
Un cuartucho para dnrm-ir, V,Q chocolate espeso,
una caha de manzanilla, h c e n la vida amable. Au-
ditores sobran y tzrnkii3n mmjeres de esbeito pdmito,
qu: ce cimbran sobre las caderas y que miran con ojos
de franca invitaci6n a la hjuria. iEso es Madrid!
. . .Insistentes, 10s wegoneros gritan: qLa suerte
sa!e mz..Rma!)).. . Mzdana, y se vive en la d r k e espe-
ra de que si 110 es mafiana, sera pasado mafiana en la
, -
proxma loteria.
No cornprendi entonces el lujo que importa, por
la 6poca que venia, disponer de tiempo para vivir, o
sea, para andar, hzblar, mirar y requebrar damas.. .
%a canarera de la imda se admiraba de que, vi-
niendo a Madrid ~ Q primesaS vez, no bailara de gusto
y no pasase asomada a1 b:k6-iy de carrera tan tran-
sitada como la de San Jer6nimo.
Nos acostamos, ipero de suefio, ni esperanza! A
rnedida que el trhnsito de coches disminuia, aumen-
ta5an las conversaciones, el vocerio de 10s pregcneros
y vendedores de diarios. Gritaban el <<Imparcid)>, y
con machacante porfia: <<iLasuerte sale mafiana!..
Me entristecia que taEtos seres esperasen esa
dherEe>),que a mi me habia salido a1 nacer, en aquel
~ que ce llevaba 10s ojos de ias muje-
h o w h e t a mio,
res y las envidias de 10s hombres.
Con el excelente suefio de su ram <<Alcalde.,ya
dormfa, mientras yo, siempre en vela, no cerraba rnis
ojos.
82 IRIS

En el transcurso de la noche cesan las conversa-


ciones de transefintes y contin6an charlando en gru-
pos aislados, estacionados bajo mi balc6n.
Hablan de politica, de teatros, hacen burlas del
Gobierno, comentan articulos de diarios. . . Antes que
se moviesen esos grupos y se extinguiesen las conver-
saciones, vinieron 10s barrenderos.
Los faroles contintian encendidos. No barren con
escobas; barren con la lengua reputaciones, y hacen
todos 10s cornentarios del barrio, del sefiorito tal, y de
la moza cual, que iba de farra. . .
Un nombre se repetia sin cesar a nuestro arribo
cDominguin)> y m%s ~~Dorninguin)~. ..

Salimos por la mafiana en direcci6n a1 Museo de1


Prartn Rl
I IUU".
arte e c la m
u. U I s
,
" U Y
6 c alta evnrecihn
z..wu
*Lu .d.y-
U l b U
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l IUOU.
~
ra7a
" V I V I I
Tam
.L -
1.
1-

poco sabia yo entonces que en el arte se expresa, por


el subconsciente, nuestro yo intcIgral.
A nuestra gran sorpresa estaba la ciudad vestid;1
de gala, -balcones adornados con brocatos rojos col-
gantes, banderas y gallardetes.
-Debe ser una fiesta nacicmal.
-No-me asegur6 Joaquin.-Es un entierro.
- iBonita manera de hacer duelos!
- En todo cas0 es manera de rendir honores. .
Lei en el peri6dico que ha muerto el General Martinez
Campos, y el cortejo f h e b r e debe Dasar Dor esta ca-
Ile.
EstAbamos en A lcalh y creimos que vendria de
la iglesia de Atocha.
Seguimos a1 MUseo.
ENTRE DOS SIGLOS 83

e gustaria ver las tropas-insinu6 Joaquin.


)ue no te sobran ya 10s prusianos?-pro-
K ~ K Y W temerosa de quedarnos sobre una vereda, . ~ .

para ver desfilar un ejQcito ridiculo, por la muestraI


del soldado con quien lleigamos.-Aprovechemos la
mafiana en el Prado.
. , r .
((El., condescendiente y aaemas ancionaao a la
pintura, ccmintib en seguir a1 Niuseo.
Lo quce miis me indispone contra la pintura es-
pafio!a, SOI1 las copias, vistas desde que se abrieron
mis ojos a 1la luz de este mundo. Los Velhzquez y Mu-
rillos de m i casa no me produjeron otra impresicin, en
el original, que la de ser conocidos antiguos, que me
traian mu(:hos aburrimientos prendidos en sus colo-
res. En fuerza de haberlos mirado tanto, no me decian
nada.
La sal,a de Goya, en que no me perseguian las co-
pias de mi casa ancestral, me fu6 grata de colorido
y de atm6sfera chulesca o maja.
Mujerces de mantilla alzada sobre gran peina,
que parecen formar parte de una lidia toril, en hir-
viente redcIndel, embistiendo a1 hombre, como el to-
rero a la ries brava. Da la sensacih de esa lucha se-
mal, fuertlemente apasionada, deliciosa y cruel.
. . AIiora lo defino; entonces recibi la sensaci6n
de eso que 1ilaman por mal nombre <(Amor>> en el mundo
y que no e:j ese duke transporte a otras regiones, la ma-
no en la 111: mo, 10s ojos en 10s ojos y las almas fundidas
y dobladas de potencia milagrosa de vida y hasta de
divina creaci6n.
LOS gK-andes Velkquez, 1as ((Meninas,, la rendi-
ci6n de Brc:da, me parecieron un prodigio de transposi-
E.;ta3a m$s ccccs d c m; COT^ SIE C U X ~ Q - ; hist6iicos re+
listas, aue me ensaEai3an e.2 Eqx-Ba c a i que yo hz-
cia continuas ~ C L ' O ~ Z Gembites,
~~Q, quites y d?squites,
pxra evitar c p e Soazlluin I T I ~atrapme.)
Ignoraba el deseovolvirnimio de ia Peninsula y
me batfa en retirada con nombres sueko?, sacados de
mis desordenadas lecturas. Fernando VII, el idiota,
Boahdil, rey mor0 battido en Granada, Felipa 11, el
tacitmno inquisidor . . .
Ya habia sufrido un desistre, coritir?.jiendo 1asti-
mosamente en Burgos al Gran Capithn, Gonz~lode
Cbr-daba,con el micrno Rodrigo Diaz de Vivar, el Cid
Campeador, Esto me pasa---d;.-chme contri-ta-por no
haber querido leer ni las O ~ T F Y.?e %3-!1o, ea que un to-
M O se titula .Poerr?a del Ci " Rezaba mi NM2a Go&k
pa. cuando confuadi exl I s cis wquel ilalicno~,que
dijera el fondcro, a NapoIe6n con don fimade~de
Saboya.. .
No obstante mis juegos de eximi;l rnalabarista
en esquiveces para no ser cogida, juntE: a dm persona-
jes que existieron a tres siglos de distzncia. M~reci
un grave serrn6n. Joaquh me demosir6 que mi des-
precio For EspaBa, rnis lectilras exclusivas en franc&
y mi preferencia tan porfiada par e m poetas, hakfan
restado durants el visje, a mi excelenze mhquina vi-
Mientra
un rumor sc
y m8s hast;
sicas debam
bole-tero del
explic6 emoc
que se apro3
proauncib ?c:
a todos 103
igmrap-cia, a
driie5a cogic
Barcelona y
No era 7
a;.lrrnsnz, e n
86 IXS

cido. Nunca vi a General victorioso, ni a1 mismo Ba-


quedano despues de la guerra del Pacifico, que pro-
dujera sentimiento comparable a este duelo, que ha-
cia llorar desde 10s nobles hasta 10s baturros. L- mucr-
c(

te de Dominguin agitaba y enternecia a todo Madrid.


Era un duelo nacional. No se rindi6 tal homenaje ni
en Paris a1 General Boulanger, montado sobre su ca-
ballo negro, atravesando la plaza de la Concordia,
como a Dominguin, camino del cementerio. El Gene-
ral Martinez Campos no tuvo el cortejo del torero
madrileiio.
Guerreros y conquistadores, hicieron su &oca,
cediendo su puesto a este nuevo personaje o hitroe po-
pular: iE1 torero!
- iY esta apoteosis a un torero!-tuve la indiscre-
ci6n de exclamar. . . Produje eschndalo, primero; ic-
dignaci6n despuhs y profunda conmiseracih a la fo-
rastera estiipida. Me miraron con ojos desconfiados
y esquivos, fulminhndome por extraiia a ellos y necia.
El carro mortuorio era magnifico, tapado de co-
ronas y seguido de una muchedumbre inrnensa, cla-
morosa y acongojada. Entraban en este duelo todas
las clases sociales. Era un verdadero luto ciudadano.
Madrid perdia su gloria; ya no habria corridas con
un torero propio, sin0 con 10s que enviasen de provin-
cia.
El porter0 del Museo me miraba con inquina:
- jSi, seriora, Esparia quiere a sus toreros y Madrid
a Dominguin, que es suyo. . .! Esta capital nunca
hasta ahora habia tenido la gloria de un torero, pa
que se venga a malograr en 10s comienzos. . .
ENTRE DUS SIGLOS 87

Una vie!ia, con 10s ojos clavados en el carro ffinebre,


que arrastra ban seis caballos negros, con capas, pena-
chos y gualdirapas de plata, murmuraba: - iPobrecillo,
que Dios 10 1ienga en gloria! Otro exclamaba: - iYa el
Seiior lo ha1bra recibido, en premio de profesih tan
arriesgh. . . ! iQu6 pesar y pQdida para Madrid! Tener
un torero suyo y a1 primer0 que enterrar!
- Coml?rend0- dije -el gran pesar . . .
- Pasai1 muchas pellejerias en 10s principios -me
explicB una rnujer muy decente-. Hambres, penurias,
riesgos, malc1s tratos y cornadas, que dejan a muchos
en el camino Otra muchachona terci6: - Los toreros
1.

son muy espabilaos y desaogaos para echarles flo-


res a las darnas. Dominguin se abalanz6 sobre el co-
che de Mariai Cristina para deckle: - Su Majestad es
la m%s guapa de Madrid! Del grupo sali6 un vejete:
- iVamos! iQue llamar guapa a la Regente, es coraje
s610 de torero!
Para que la muchedumbre no nos envolviera, nos
metimos nulevamente por la Puerta del Museo del
Prado. . . T()do Madrid se habia dado cita; todas las
clases socialt2s estaban confundidas en una masa for-
I midable, quc: seguia a pie el f6retl-o precedido por va-
rios carros c.on flores. . .
Los balczones de todo el recorrido estaban enga-
lanados y rt:pletos de racimos apretados de cabezas
humanas.
Aqui. enL nuestro refugio, 10s empleados del muse0
nos cuentan del much0 dinero que ganan 10s toreros.. .
Guerrita se retir6 con millares de duros. Mazantini
estaba riquj[simo. Dominguin comenzaba a hora no
mhs a ganar , y tuvo la mala suerte de ser cogido. . .
88 IRIS

Esthbamos asombrados del espect5culo y yo muy


desencantada de la te-rrible signifkaci6n que entra-
fiaba.. .
Uq-7
llay v
Lq c -3m
' X ~n ni%n
V cJ qub v
L 'a
L ifi v
L IqL tC-Ln
Li 9 r q n
u UII nI.S'dLUiU,
T - n h l r \ xyr -0:
ui3 nl
1 b on
I GLI-

tierro de Dominguin 110s muestra la EspaHa actual,


mhs de lo oue mdi6rzmos ver en a6os de trato social,
* L

La decadencia ?e acusa en el graii homenaje rendidc)


al torero rnzdriieiio.
Ha2 aparecido bingrafias del extinto y retrato2

- -
tando :
--Resefiias de las wxridas) qce hizo Domingtxln,
y de las veces que f i d cogids. &os pregonan:-Ultimos
momentos de Dominguin.
Es el hkroe, el artista, el percorraje i d d que :e
lleva el a h a de la m.u!titnd. Se c ~ e n i a ntiernas y tr2-
gicas escenas. La madre de Domingu.h se precipii6
a1 haIc6n desgrefkda, a1 paso del rortejo. Se refiere
de una3 damas misteriosas qu.e lloraban bajo sus den-
sos y amp!ios velos en el cernentei-io. Se recueda a1
padre del extinto que ?sa tras del fketro.
La cmarera d d hotel llora !a recsrdar tar, bistes
hechos:-SSefiorita, cra de vcne e! pesar de tod.a la
gente por la gram tribdaci6:i de que se malograra
Domin guin.
Tuvimos gran ssrpresa enterhdonos, en la reseda
de 12s corridas, de que nosotros tamkih, tan forasteros
y extral'los 21 duelo, habiamos tenido la suerte, gloriosa
ya, de conocer a Bominguin. Lo vimos en la cc~r'ldaa
que asistirnos en Rzyona.
ENTRE C95 SIGLCS 89

Y no nos qued6 dada, pu?s hit la 6ltima corrida


de gala, en que una excelzate compafila Ifrica cant6
&armen>>en el nirrno redosdel. Dcminguin lidi6 ese
doming0 anterior (la fecha era inecjaivoca) a la fatal
corrida de Barcelona. Inici6 a!U su n-aia suerte. Es-
tuvo poco diestro - las intertonas ii~6tiles fueron
tantas, qu.e a !as aclxmciones del ~':lt;licoaburrido,
sacaron a Dcminguin de vn krazo dcl rcdondel, para
que le cediera el puesto a otro torero.

P2
yes, saritos y guerreros. M a m a pequena de decaden-
cia, de1natural transici6n o de necesario reposo (segfin
JoaquicI), se aviene mejor con este ejercicio de! valor,
que clivierte a la multitud, a falta de proems, que no
12 ofrece la 6poca.
ES!mfia se halsia deszngrado en AmQica. Hoy el
pUdA0 de pasior,es violentar, de soDerar,ia y de cruel-
dad, q t hizo de la conquista y de la dcma de hom-
que
su gloria, gasta sus Gkimas energias o las man-
bres su
tiene el
en lidia de bestias bravas.
LO! Hrn*rlnn
T n
.
,
si u.i:uca .-...-Lien
3
Ae-:.-.mAe.-nn
p u s u ~ u su -...-,..Ae-
u i ~ i ~ i ~ c ~g u~ aw ~ c ; -,.
i uaii ~
ic-
servas (3e crueldad. Eos rornanos hicieron esciavos y
circos; I os espafioles, a falta de rams b5rbaras que re-
ducir a servidumbre, se entreticnen en las corridas.
Esto explica
ex] la apoteosis hecha a Dominguin, con grzn
desencanto
desenca de Joaquin.
El
10s m5s

Daa Siglas-7
90 XRTB

yor nombradia. Madrid s610 t w o a Dominguin, y es-


ta gloria en cierne, pues comenzaba a lidiar, se habia
rnalogrado.
Bien enterada ahora de la trascendencia del he-
,Le -*.A
,,, In
LIIU, Luiiipiciiuu la
&
,pcaiiiia
,:. :,-*no:&,
iiiipcaiuii
.-...,.
yuc I
.:-,\
IIILC
-1
ai
-..
au-
poner que enterraban a un General para explicarrne
la magnitud del homenaje. Joaquin qued6 escandali-
zado de que un torero suplantase en la admiraci6r1
del pueblo a1 Cid Campeador.
Por muchos dias la_ capital
* . . _. vivi6- de Dominguin
- -
Se le hacian articulos y biogratias. La camarera de Em-
bajadores continuaba, con 10s ojos arrasados de lhgri-
mas, las lamentaciones de Jeremias. iQu6 tal! - iVi6
Ud. a1 padre de Dominguin, siguiendo la carroza f6-
nebre? -No llevaba letrero y no pude conocerlo.
- Era el cartosilo que iba detr5s de 10s primeros.
Empachada de Dominguin, exclam6 por fin:-
Bien dijo Chamberlain, en la Chmara inglesa, que Es-
pafia es una naci6n moribunda. Joaquin se enfad6:
- Inglaterra decaerii, mientras Espafia - jeso no
lo veremos nosotros! -resucitarii y tendrii un nuevo
puesto en el conciertomundial. (Me rei de su optimis-
m~ a largo plazo. . .) Tomar5 el necesario tiempo pa-
ra una resurrecci6n que corresponda a1 letargo moral
En verdad, su silencio acumulaba observacione:3
- ._ - -
que parecian, en el momento de groferirlas. gorhadas
aberraciones, ,
confirmar.

mortificaba, en ocasiones, refrenando mis fantasias


optimistas, pertenece aquella terribIe contestaci6n
dada a Carmen Morla, encargada por mi de presio-
nar su voluntad para que diese su consentimiento a1
matrimonio de Rebeca: (CCreo a X capaz hasta de
matar )).
Mis amigas volvieron desalentadas a deck que
Joaquin no estaba s610 terco y rigido, sino obcecado.
La vida le di6, como siempre, p!ena y tremenda raz6n.
Esta manera de ser produjo su 6nica molestia
contra Rebeca Matte, a quien adoraba. Cuando Re-
beca conocid a Joaquin en Paris- uconoci6,, pues
ella sblo habia asistido a nuestro matrimonio (exis-
tiendo entre la casa de las tias Matte, en 'HuQfanos
esquina de Ahumada, y la de mi abuela, en Compafiia
esquina de Bandera, m%s distancia que entre Chile
57 Argentina, con la cordillera invernal de por media)-

lo llam6 d'rofeta~. A Joaquin, muy joven entonces


deb% parecerle ir6nico. Se defendia de este descon

cumple. Eres profeta a pesar tuyo. No te dig0 que


seas Isaks ni Jeremias, sino Profeta de la nueva Ley
cristiana, ya que no te place ser hebreo.
Nos anunciaba con mucha anticipaci6n nuestro!5
descalabros, per0 nunca aprovechaba e' desastre par:1

dicho!
Esta misma manera tan suya de afirmar un por-
__^I - ut: .marcar
v m iI.r., u-7- ..-..
~ --
con signos reprobatorios a perso-
nas que acabAbamos de conacer y que me entusias-
maban (aunque fatalmente terminaba por adoptar
su opinibn, ante 10s hechos consumados aue la pro-
baban), hizo que la primera vez que vi aparecer a1
dios Wotan, 'enTla tragedia wagneriana - simboli
92 IRIS

zador del mantenimiento de Ias eternas Ieyes-, yo


le dijera a Joaquin con mi habitual cortedad de vista:
- T6 eres igual a1 dios Wotan: eTroubb fgte..
Me mir6 con sus grandes ojos verdes, tan tiernos,
como eii ocasiones fulminantes de anatemas, y me lan-
26 :
- ihgrata! - pala.klra q t ~ een mi conciencia fe
menina de traidora apesar mlo, me marcaha de in
famia, como a hierro candente.

El mmeo de pintura moderna espaiiola me gust6


mas que el Prado. Desde luego, porque a 10s maestros
clriisicos esgaiioles t.me la desgracia de verlos con mis
ojos de niiio-primitiva. mirada cue no siente el ar-
te. Me quedi5 con el cadhver de esas obras- cuer-
pos sin a h a , que ya no animaria nttnca el Espiritu,
mientras que en el Museo Modergo, 10s asuntos trh-
gicos y dram2ticos jrnpresionaban mi sensibilidad,
mucho m5s que 10s tipos de las majas goyeecas, de 10s
borrachos de Velhzquez o de las Virgenes de Murillo,
ya tan familiares y hasta copiadas en innobles ye-
serias.
Recuerdo tin cuadrs n ~ se e titulaba ((iDios mio!
qui5 solos se quedan 10s n~,tlertcx!>> La frase becqueria
m" O"+A -;*\+"A"
iia c n ~ apu-LaLc.
n-
1
;
:
i
.*e
ULI
".*-l,-lPfi
LU~UIV y u mP"rrr'-.on+r,
rr.,ni
lcp-cici"a
~ .I_
UII
"n
LG-

menterio, Fobre gama de negro y gri?, y si es hermosa


la poesia, mucho mhs lo es la pintura, que contiene
esa desolacih del 6ltimo ahandono, presentada con
ese grafismo sensual con que el Espiritu nos penetra
la carne, jmtando y amasando sensaci6n con emo-
c i h , en estrecho niaridaje de amor.
ENTRE DOS SIOLOS 93

KLas hijas del Cid. es otro cuadro hermosisimo,


de mujeres en un bosyue, con golpes de luz en que
cantan sinfonia 10s colores de 10s trajes.
.La coniversi6n del Duque de Gandia, me im-
presion6 mu1cho; el tema mhs que la pintura. A1 abrir
el ataiid, pa1*acertiiicar la muerte de la Reina, el Du-
que de Gandia, que la habia amado con toda la fuerza
con que el siilencio de siibdito sella el amor a una so-
berana, tuvc1 tal corimocih ante el cadhver putrefac-
to, que abandon6 la corte y se convirti6 en San Fran-
cisco de Bor;ja, para servir a un Amo que fuese inmor-
tal. La falencia del amor h m a n o es la dltima instan-
cia con que el Amor Divino perfora 10s pktreos cora-
zones.
Tambi613 me impresion6 el cuadro de Don Pedro
de Portugal con Dofi2 Inks de Castro. Los personajes
hist6ricos tomaban carta de ciudadania en mi con-
ciencia y se instalaban anirnados para siempre de la
vida inmort;a1 del arte.
Nunca t.ampoco he venerado Santo alguno que no
sea sentido 3 pasado por el tamiz del arte. San Jose
no entraba 2n el rzdio de mis Fatronos. Me parecia
insignificante y adocenado.
obscuro, ins
Francis
.~
J,ammes, en su <<Limede Saint Joseph,,
me lo anim6 una vez por todas. Es figura - de penumbra.
Pasa por el mundo
1 sin pertenecerle, pues su actividad
pc entre 10s planos fisico y psiqtiico- y
se escurre por
--- . . _- -----
su ministericP eS L % I l L O -IIldS
----.-LA..:- ^ ^ L-.-L- c.. 1. --<A:-- L-
IlCrIIlWbO y pUeLlCU, CUd1ll.U
es mhs ocult0. A mi sensibilidad, s610 penetra el arte.
He necesitado de una fe a prueba, hasta de feal-
dad, para annar a Cristo, sin leer el Evangelio - des-
terrado de 1;1 literatura clerical y beateril, tan espesa-
IllCIlLC U l U l i l d I I d )’ Ui: illdl g U > L U , qUt: tX1 IlUIdCUb ebpa-
iioles de infimo valor y de sermones que abofeteaban
la belleza y hasta el gusto, fuera mi exclusiva nutri-
ci6n mistica.
Otro cuadro terrible de aquel muse0 se titulaba
.La Campana de Huesca B, con exhibici6n de cadheres
de ahorcados, etc. Era espeluznante, per0 la rustici-
dad de mi gusto se complacia en esas conmociones.
En el Prado vi un cuadrodeMurillo, uSuefio del
Patricio romano., ideal de composici6n, de colorido y
delicadeza.
Respecto a Vel%zquez,querria corregir mi herejla.
Tienen sus cuadros incomparable fuerza vital. Asi las
*Meninas. son seguramente m8s cellas mismas. en
la integridad con que esthn cogidas, que como las re-
gistraria el ojo mhs escrupuloso de visi6n al detallar
a las pequeiiuelas vivas.
Olvidaba el cuadro de Pradilla, que pertenece a1
Prado. Representa a Dofia Juana la Loca, sacando
por celos p6stumos el cad5ver de Felipe el Hermoso,
de un convent0 de monjas, en noche tempestuosa. Es
de una admirable composici6n. De Doiia Juana, con
las ropas arremolinadas de huraciin J’ con el fuego
de la hoguera que 10s cortesanos han encendido y que
pega en 10s rostros, logra extraer el artista la intima
tragedia de la insana. Yo me compadezco ante aquel
delirio de amor, que continuaba entre las brumas ce-
rebrales de la demencia. El guia, con su sancho-
pancismo, me baj6 a la realidad: - Sefiora, siem-
pre Dofia Juana fu6 cmema,. Don Felipe, aun
siendo reina, tuvo que pegarle dos veces!
ENTRE DOS SIGLOS 95

No me convence el eccudero, porque la verdad,


que muestra f:l contact0 de la humilde realidad, es s610
el burdo rop:aje de la otra honda verdad espiritual,
que simbolizci la materia, o que encarna disfrazada,
como nosotrots mismos, en nuestro mundo.
Td vez su pasi6n mal compartida, y temerosa de
que el chyug;e no amase en ella a la mujer, sin0 que
pagase tributc1 de vasal10 a la reina, en el dkbito ma-
trimonial, la Ienloqueci6, y ya insana paseaba cu lu-
bricidad For el reino.
Los m5s bellos drzmas de la vida quedariin siem-
pre a1 margein de la historia. va aue el amor co nece-
sita de testigc

Me parecIO muy triste Buen Ketiro.. N O lle-


ga all&la alg; izara madrileiia. La ((FuenteCastellana.,
a hora de pa: ;eo, es de un estilo diferente a1 Bois de
Boulogne - r(Sno de las cocotas. Aqui no impera la
elegancia, el chic ni la notoriedad callejera, sin0 la
majestad del pasado, que subsiste en las pesadas ber-
'

h a s , arrastracclas por troncos arrogantes, y en el brillo


de 10s blasones castellanos.
En Paris, la ((victoria, exhibe entre pieles, como
encierra el esixche la joya magnifica, a la cocota en
boga, con que: aficha sus millones, diindoles circula-
ci6n en el mundo, un potentado de la alta Banca o
un marques c:aprichoso y refinado.
Madrid, pi91-el contrario, muestra las aristocriiti-
cas fealdades obesas y apergaminadas, entre las vidrie-
ras de las bedinas o en obscuros land&, que semejan
feretros.
Caballeros, damas, coc!?eros y laczyos tiesos y
embutidos en casacas, pintm e! czladro con que el pa-
sado acusa su bien garxi& jerarquia,
En Madrid, todas las carrozzs prociaman autitn
tica aristocracia. En Park - 4hsm6polis, - se dar1
cita las celebridades &I inundo entero: las mujeres
---
pui
,...,.~ n p ' . i ~ i i u-+>*,":.",
,,.-l,:..,,,
bub auULuUAi
,
. "L:- ,.1,,
v LfbLL, y im
L--L---
uvuiuicb,
--.
pur
9

sus titulos, sus riquezas, sus extra6as modalidades o


sus poses singulares.
Paris necesita admirar, reir y mofarse. Su espi-
ritu Iivizno requiere hasta de personajes ex6ticos y
novedosos. Tcdo va bien, con tal que el personaje
presente originalidad, aumque s61o sea de manias.
Madrid, a ese respecto, est5 zplastzdo por la Mo
narquia anticuada y rutinaria; no toma el cornpiis de1
u e r ~ i p ,que b_e- ariuIicia
L 3 I_-^ ----:- 2 l--l_-.
uc'muieuvr e- iiripemTiem,e.
'
^ _ _ _ _ Lf ._...
.. I _

Cuentail que las damas de la Corte salieron de


rorneria, a curnplir una cerernonia cficial, y el pueblo,
siemnpre tan @ante, se permiti6 un closm%n.Levanthe
una voz a1 paso de las dzimas de Iiorlor de la Reina,
exclamando: - iQu6 feas :;on las damas de la Corte!
nA 1, _..,-.-.-, 1 : ~ - ,.=,.-
IU U U G uiia i m L a bc:iitlla resmndi6: - Y bastanie

m%s que Uds. lo sentimos nosotras!

Par muchos diar; sigue Madrid viviendo esclusi-


vameilte de Dominguin.
El txero es el personaje popular en Espafia,
tanto cam3 es odiado y vilipendiado el fraile. Le re-
prexntrt el valor y el desprecio de la vida, al heroic0
pueblo espabol.
No teniendo ya continerites que conquistar, ni
pueblos bhrbaros que reducir, ni almas que cristiani-
zar, juega el hombre con la vida, en prueba de lo poco
qile vale, como afirmaci6n de inmortalidad.
El pueblo siente que el torero pertenece a su
sangre y a la calidad de la raza y que es su herniano,
porque arriesga la vida cada domingo en alegre y ex-
citador especthculo, para impresionar y divertir a sus
semejantes, m5s bien que el afeminado sefioriio, que
vive para sus comodidades y sus vicios.
. . El pueblo respetaria a1 eeiiorn, aunque no
trabajara, si diera muebas de hombria o de coraie en
cualquiera forma.
En el torero, 1:
jo, y se alimenta o recoma la exangmua coniianza en

lvIQIIIw~ glall ul-palluad de opiniones con


mi esposo. El ve hondo y largo. Es hombre de eterni-
dad; yo siento con violencia, pues la rniopia me reduce
a acerba emotividad todo lo que cor;tiene la visi6n del
instante. Mi sentido de las cosas es actual y no percibo
lo qae traerhn 10s siglos. Esta manera mia, menos hon-
da, per0 m5s vital, nos trajo muchas amarguras.
Yo no podria titular IiIbros: Lo que he uisfo,
pues solamznte he sentido Dor aproximaci6n.
La carencia dc2 vista m-- LI,M 1,Ir;picg:aLtu
-,3-,i n:nm*rn
xczmpc
1 .,
e11 la region emocional, y mis escrito; carecen de la1
visi6n directa de las cosas, que da tanto color a lo::
sentimientos.
33 IRIS

En esos dias madrilciios, sin m%s contact0 que


con fonderos, guias de museos y gente callejera, recogi
un ambiente - atm6sfera lugarefia - que no encon-
tr6 despuks en 10s salones ni en las amistades.
Lo finico que restaba vivo en Espafia, era el pue-
blo. La camarera del hotel n e completaba las impre-
siones callejeras, con su verba pintoresca. Tan emo-
cionada estaba con la p6rdida de Dominguin, que se
exhalaba una semi viudez ciudadana, del alma de la
moza, fresca, con calor de animalito nuevo, bien ajus-
tada en el cors6 embarbado su carne ampulosa y doma-
do el ind6mito pel0 negro, por las tenacillas opresoras.
Entre las grandes cualidades atribuidas a 10s to-
reros, la galanteria figuraba, para las muchachas, en
linea principal. .Son muy desaogaos,, para echarles
flores a las damas. No se acortan ni ante la reina, que
por algo las embisten contra 10s toros de Miura. (Se
consideraban 10s m%sbravos que salian a redondel.)

Luego la muchacha me miraba 10s trajes de Pa-


ris y afiadia:
-- Mucho ha de oir la sefiora cuando va de paseo,
con ese pel0 de sol a firme, rebelde a tenacillas, pox
la soberbia de pararse a su antojo.
- Asi es-decia YO, compungida.-jEnvidio a mi
pelo,de andar porcuenta propia, mientras yo he de
someterme a tantas leyes!
Por la calle, aun entre 10s piropos, sentia que me
encontraban flacucha y que esa linea tan buscada
en Paris, era menospreciada en el gusto madrilefio.
--LPor qu6, siendo asi tan salerosita, te has de-
jado robar las <hechuraw de Dios, en Paris de Fran-
ENTRE DOS SIGLOS 99

cia? ---e dijo un guapo mozo a la pasada. No en-


.
tenur, ., T
pero joaquin me expiico , 7.
que ias ~ ~ ~ z e c ~ duer a s
1 .

D ~ O Pequivalen a &re avaniage‘e, como dicen en Paris


por las mujeres caderudas y pechugonas.
En Espaiia, para ser apetitosa mujer, se necesita
de esas redondeces y amplitudes, que 10s costui-eros
parisienses supriaen, en trucos de habiles cortes de te-
la, coli sus magicas tijeras.

Estaba L en aquellos dias, que vistos


. - . _ encantada
_ _
desde mi soledad actual, me parecen inconscientemen-
te vividos, pc juvenil incapaz de
vaiorar mi fel
Una preoc )a anclada adentro,
corn0 posible iiataiiaaa, romo cuerpo en Madrid. Ya
he dicho que era la pre5ez el terror de mi vida - jus-
tificado terror,, pues la maternidad me habia dafiado
para siempre, suprimibndome, con la enfermedad ner-
viosa adquirida, mi buen carkter - genio de Angel -
(como decia mi abuela) para convertirme en insopor-
A-L!- __ --
--“.-<.L:
LiriUit: IIeliluLlG1.
Los nueve! mews de gestaci6n de la criatura, me
eran de inenarrable martirio. La vida se me anulaba
y mi cuerpo se convertia en doliente despojo espiri-

terjA,imperiosamente dictada por el amor a la cria-


tur ita nueva, salida de mis entrafias y repugnada por
toda mi. aima
- . .,,.
, como aniquiiaaora ,., _ _ . _ _
I .

ae IO unico y ex-
celente que diebia hacer : iExpresarme!
rnTn
100 1 ILL.>

Parecia riidiculo hasta decirlo. iQu6 nisterios


iba yo a revelair a1 mundo? tQu6 mensajes tra.ia? iNa-
.- II .. . r
da! Era una pome nina Durguesa, Ieliz, sin conflictos,
sometida a las convenciones y prejuicios de un mundo
estfipido y decadente. Sin embargo, yo sentia un im-
perioso mandato ancestral de reclimirme en verdad.
sacudieiido ese c6mulo de artificios, para soltar anclas,
desplegar el recogido vela;men de rnis fantasias, y coger
- -,
mi rem0 - la pluna - y- surcar uescunuciuos
--
___.^_._ -7..
ocea-
nos. . .
Este mandato, vag0 al principio, fu6 creciendo y
desarrollando la tenacidad de su imperio sobre mi.
€refiez, que me anu-
!it?o, que por el amo- . .
-2 --.-^_-__---L.. X^^

condenaria a vida estrecha, cumpliendo ingratos de-


beres, que refiian con el primer deber del alma hu-
mana: realizarse a si misma, libertandose de la opro-
biosa tiracia inferior del mundo, a que mi nacimiento
me sometiera.
El hijo nunca fu6 promesa de anior, sin0 ame-
naza de castigo, por renunciamiento a mi yo en lo
que tenia de m&s estrictamente individual. . . Espe-
raba luz y sabiduria, para beneficiar a mis hermanos.
2Por quh? No lo sabia.
. . . Aun sin conocer a nadie que pudiera Ila-
mar hermano espiritual, presentia legiones i n n h e -
ras de almas aue como yo misma llevaban un secreto
conf!ictQ, y reclamarian esas verdades nuevas, cuya
evidencia podria comunicarles, y de que me hallarla
torpemente privada, por un fatal ascidente, que cam-
biaba el curso de mi vida.
ENTRE DOS 81C;LOS 101

Ya tenia tres hijos; un cuarto, en el moment(


de tomar orientaci63, era el golpe de gracia.
En mi subconsciente me :entia Iris, men:ajer: 3
- _.
7 . ._ --.3- .. -7
ae 10s aioses,
t 1
y por urm criawra ciescunuum, en ca-
:_1 _ ^ _ _ .

mino a1 mundo, liabia de suprimir a es.e primer0 y m&


hondo Yo, conviriihdome en una de tantas pobres
mujeres, destinadas a darse en lo idferior, con su-
presi6n de lo priecipal, de aquella Sola cosa rtecesaria
que segtin el Cristo faltaba a la afanosa Marta, perdid;
-- A-+..ll..-
CII UCLdiIC:,
-"L,...:..l,.,.
IlldCCl I d l C Z ,
"e- J,.^-,.J"n .I-1
L u l l U13blllCUIV UTI L2pU ICU.
Z;.r,:,:+..

El hij 0-alma que nos viene enccmendada,


(hecha exclusivzrnente para nosotros) --no me augura-
ba mAs quc2 el tormcnto de hzcer revivir en mi propia
came el tedio de la fii5ez. el demriciitzrniento de la
juventuc! y las perm-izs de la maternidad.
No so'wechaba entonces QUF: la criatura aloiada
en la entraiia, p ~ d ya
e ser ad.igua parte de. nuestrc)
1.

zaci6n completa er! otra r%pida apzricih pretkrita


. . . :Si imaginara entonces que cada alma qut
nos crwa el camifio, es c051-o o pago indispensable
nqvq
p5lU
~ n - ? + ; n r r q r v , , r o c t r ~r r i t q
b V I I L 1 1ius: ILUL-OLICI L U L U
A n
UCI
ntnmnc
IrLL!.IIV\3
xA3;nrncI
"LUJ~.'"",
m
ALL1

sen timientc) fuera arnorosamente acogedor frente a


la matcrniclad!
Ese ic truso desconocido, y a m constituido en
uerdugo implacable, que me sacrificaria Fin escr6-
pulo, Ilegat,a a s a m e abominable.
En cainbio, si ahora me dijeran: - Suprime
tus libros, Iquema tus papeles, preparate a sufrir has-
ta la mu51-tp. sin consudo, porque <<El)va a alojar en
tu entraiia. Necesita cuerpo para cumplir nueva mi-
502 IRIS

si6n en la tierra. Tfi estas encargada de suministrarlo.


<El,)no sabrii nunca tu sacrificio, ni te lo podr6 agra-
decer! Tendriis dolor y nada m9s que dolor. Inutili-
z a r h todo lo que has hecho!. . . Ante tal sfrecimien-

cieiiciosa y t o m la carga uel porvenir aesapareceriz.,


por la dicha de poseerlo a .El,. en tiernos afios, q u d

no fueron mios, para. mimarlo, cornplacerlo y morir


m, ,-.*+an
IIIG a i i L c ; D
n..,, ..:..:,.-,
quc v i i i i c i a 1"
IC
n+r-
uud, 1,
in
:-+Y.<"" 1,
I ~ Ci
I ~ I LU ,a ikiu-jm
-..:,,.- que
-..
fui yo, tan egoista e incomprensiva, hasta odi-arme a
____
mF micma
- -__
en ___ - - r111ele
- - - r;irfrimimtc.tn
10s II__ _^___
-- rli
I
--.. -
-I---

Durante 10s dias madrilefios, tuve terrible alar


ma. No se presentaba el sintoma, que a las rnujeres
asegura tranquilidad por un mes. Tenia temores cle
prefiez que se acrecentaban, no ya con 10s dias, sin(3
1"" harnn -
,,,
L,
u
LUII I O C iiuiao ~ U paaauall.
C
X A : -A.--7:n.4d-A "..-A*
LVLI I I C L V I L J ~ I U ~LUIIUC,
~
.a
punto que me hago consciente de 10s minutos de tar-
danza. Estoy mxalmente en capilla para una ejem-
ci6n capital. Y no es exagerado, pues se me produce
tan enfermiza tensi6n nerviosa, que no da tregua a1
agudo sufrimiento. En esas circunstancias, se mani-
festaba &la m5s que nunca tiernamente compren 1-

sivo y paciente con mi majaderia.


Le preguntaba a cada instante: -&rees aue e5

La menopausia fu6 el odioso fantasma de tad


mi juventud.
. . . r , - . ,

iglesia de Atocha, a implorar a Dios que me librase


de aquel mal, que me ponia en grave riesgo de perder
mi vida, fisica y espiritualmente.
ENTRE DOS SIGLOS 103

En7lridiaba hasta 10s mmdigos czllejeros, por es-


tar librles de semejante amEnaza. Era una obsesibn
fatidica,, que probablemente producia el retardo del
sintoma, por enervarniento. Toda mi intelectualidad,
optimisiTIo y buen humor se anulaban. Era una cria-
tura deS€sperada, viendo ante mi 10s nueve mese: 3

de travesiac- ---1
e11 ei naviu ----- 1 - 1-
riegiu ut: 3
^^^^I^_^_ :c--
la uebebpeidciur:,
para entrar a puerto con ntleva carga, que dificulta-
ria mhs, y m5s el desarrollo de mi espiritu, en 10s
cuidados materiales de un pequefio ser afiadido a
otros tr es y en la constante guarda, mhs tarde, de al-
mas huImanas. No me hacia ninguna ilusibn grata
sobre e:;e ser que tornaria en mi entraiia pasaporte
a la vid a. Estaba colmada de afecto por <(El)> y no es-
peraba que Dios pusiese, en mi camino, nada superior
a lo qule ya me diera.
Me: tentaba si el hijo varbn, que llevaria su
nombre , que pudiera parecerse a *El>),pero un se-
creto 1Iresentimiento me hacia terner el cuarto fra-
cas0 de tener una nifia, y ya se me habia estereoti-
pado la f6rmula: ePrefiero Iiacer verdugos y no vic-
timas Alguien estaba ya proyectado en mi subcons-
))

ciente, y me hacia temer en cada hija una cruel


amenaza del destino. . .
En cambio .El>),tan deseoso de En varbn, nunca
tampocio me hizo sentir la pesadumbre de c w no se
Q

lo diera. Recuerdo que a1 nacer Iris (cuarta hija), mi


decepci6n fu6 profunda. Dijome Joaquin :- Damel:1
a mi. Estoy encantado con el regalo.
.norritm .
Por el contrario, cuando me veia sufrir de tar1
.,, !s .inquietuaes.
f . , * ,,
ias iarnenrapa y se senna res-
1 .

ponsable como de una culpa.


104 IRIS

Esta angustia no mz daba tregua, de dia ni


de noche, (tambien perdia el sueiiio). No lo dejaba

velada, revolvihdome en el lecho, me hablaha tier-


namente. Me hacia sensible su cariiio y su vela de
coraz6n junto a mi. iQ& dar.ria ahora por volver
hasta esos crueles dias de zozoisra, en que diefrutaba
del mayor bien de este mundo: estar unida a1 ser
querido, haciendo la pluie et le beau temps de tan
preciosa vida!
jNo conocemos la felicidad! Nunca presenta el
rostro de frente. Divisamos su espalda cuando parte
y se aleja, en el camino sin regreso. . .
Tuve ese Destino, y he d o privilegiada, pues
tantas almas que me fueron superiores, nunca cono-
cieron la ((Dicha,.
Est5 en la propia naturalem del Amor ese mis-
terio giic nos impide comprenderlo en came humana.
Durante la vida permancce desconocido el Ser que
nos ama de verdad--desconocimiento que si fue-
re revelado, como en Lohengrin, pondria a1 Amor
en fuga.. . Lo rnuestra la Muerte, hora de partida,
y s610 en su siniestro fulgor recofiocemos su verdadero
rostro, o sea, su integridad esencial.
Este estado p4quico doloroso y agudo que pade-
ci en Madrid, pus0 un velo entre la ciuclad y yo. Me-
jor6 mi impresj6n del Prado y Recoletos, pero todo
me insultaba a causa de mi terrible preocupacih.
Las gentes me parecian sosas, con sus entusiasrnos sin
asunto,especie de nifios porros, y 10s toreros, crudes
y sanguinarios. Me encolerizaha hasta cuando loa
chulos se dexubrian la cabeza y batiendo a1 aire
ENTRE DOS SIGLOS 105

el gran sombrerlo al6n me decian: - Anda con Dios,


alma mia. iD6ride vas con esa carita de Santa que
ya le pas6 la fit:sta?

Para clistralern-te me Ilev6 Joaquin a una corrida


de toros.
Crei que se
un simulacro, m ientras en el redondel una compaiiia
italiana cant6 u (Carmen,. (Fu6 la penfiltima corrida
donde comenz6 la iatzlidad de Dominguin).
La partiturzL tomaba un carhcter tan fuerteniente
espa.iio1, bajo el aiiil del cielo y en el marc0 de 10s ten-
didos, que de no ser aficionada a Bizet, me converti
en gran entusiasta de la 6pera *Carmen..
No eospech:3ba yo lo que seria la corrida en Ma-
drid. Fui con la esperanza de que u r a eacadida. ner-
viosa me atenuzice la terrible olxesi6n de que estaka
poseida.
Tal vez la Isensaci6n del pejigro me evadiria de
mi misma, recotrando mi equilihrio. No contamos, ni
.El> ni yo, con nuestro temperamento sensitivo.
La plaza e: ;taSa repleta. Las galerias, con las
mzntillas, 10s sornbreros y 10s abanicos de las mujeres,
presentaban el a:specto de un jardin, cuyas flores vivas
se animasen por un conjuro.
Se me reprctrentaron 10s circos romanos - el Co-
liseo-, y 2 am130s el especthculo de la plaza nos re-
gocij6 como m aiifestaci6n espliindidade vida alegre y
de estupendo coltx-ido. Ni asi comprendinios que pudie-
ra hallarse place1- en el sufrimiento de pobres animales.

Dos SIclos--l
106 IRIS

La entrada de la cuadrilla fui! hermosa. Con aire


marcial llegan 10s toreros, 10s picadores y la comi-
tiva. Sus trajes vistosos, las banderas y ia mfisica,
despiertan ece alegre alboroto de un regimiento con
banda de mkicos, en marcha. El torero brilla con su
casaca de luces, que destella a1 violento sol -- ese sol
que enciende, en su ardor africano, fuegos de entusias-
mg, de violencia y de crueldad.
Ls plaza entera se convulsion6 a la entrada de la
cuadrilla, sacudida por un jolgorio que estall6 en es-
trepitoso; aplausos.
Fu6 el ~ n i c oespect%cuIoque logr6 ver. AI comen-
zar la lidia con capeos, embestidas, quites y desquites,
yo estaba enardecida de cblera contra el torero,
10s picadores y el pfiblico. Todos me eran odiosos,
crueles, insoportables. Los despreciaba por viles, in-
fames y sanguinarios.
Esa forma de la cobardia humana, ante pobres
bestias indefensas, me pareci6 repugnante.
Queria mirar, per0 tenia miedo de ver sangre y
no de hombres - que me hubiera complacido -, sin0
de bestias. Le decia a Joaquin: - iAvisame cuando
pueda mirar! Per0 no me avisaba, temeroso de que
me irritase.
.El., que no conocia ninguna forma de miedo,
estaba indignado de que se hiciera gala de coraje con
bestias. Nuestra mutua compasi6n por 10s animales,
sobre todo por el caballo, el mas fie1 y noble animal,
compafiero del hombre, nos enfurecia contra esos pi-
cadores que ofrecen un pobre bruto, que ya ha sufrido
y servido tanto, como pasto a la fiera, que ellos eva-
ENTRE DOS SIGLUS 107

den diestramente. Toda mi compasi6n se arreves6.


Deseaba que fuesen heridos 10s hombres y salvasen
las bestias.
Si rodaba un bulto por tierra, me complacia de
que fuese un hombre y no un caballo. Infitilmente
me tapaba la cara con las manos, ya que mis ojos per-
manecian siempre en huelga y alerta mi coraz6n.
La c6lera logr6 trocar mi visih, y tuve esa tarde
ojos psiquicos en 10s nervios.
Veia todo el horror de la sangrienta tragedia con
la vista tapada y con la sensibilidad abierta. Me en-
traba el espectBculo horripilante por todos 10s poros,
sacudihdome de rabia y de repulsi6n. Hubiera que-
rid0 gritar: - iRaza menguada, viles parodias de
10s grandes capitanes hist6ricos, que incapaces de ser
hombres, os hab6is convertido en ridiculos monos!
Lo3 aplausos y la excitacih siidica de la masa hu-
mana tremante, me conmovian furiosamente.
Llegui: a desear que el torero fuese corneado,
elevado en 10s aires, despedazado y arrojado a la are-
na para ser revolcado como inmundo guifiapo de san-
gre, carne y huesos, en abigarrado salpich.
Me senti tan mal, tuve tanto asco de mi misma,
que abri 10s ojos para rogarle a Joaquin que me sacase
de aquel infierno de hombres y mujeres crueles, sB-
dicos, envilecidos. El estaba p5lido y grave.
En ese instante, rueda por la arena un caballo
destripado.. . Lo vi, no si: d m o , con el ardor de mi
solitaria protesta, con el odio a la crueldad, con el
desprecio que sentia a la cobardia humana y mascu-
lina. Un gran vacio se cav6 en m-i est6mago-eese
que se produce en 10s barcos, cuando el v a i v h de proa
108 IRIS

a popa es muy fuerte;--me cundi6 un deFmay de todo


mi ser, en que se me iba la vida. . . Se me obccureci6
todo y no supe m8s de m?. . .
Joaquin me vi6 palidecer y me apoy6 a su cuerpo.
Los vecinos repararon. - Est% enferma-Ies explicb.
A1 darme el brazo para sacarme, me coni6 de la cin-
tura, yo abri 10s ojos y dije !lev5ndomela mano a la
frente: - iNo es n: Ida!
Mi cuerpo no n__ne nertenecis: - . era
no
= _ ___.___._., - el
_ _ -mio
_._

propio, tan deshecha estaba y tan miserable. . .


Hasta el odio me habia abandonado. Me ha-
llaba completamente hueca, sin corazbn y sin entrafias.
No me importaba tampoco nada, per0 queria huir
de ese antro infernal en que hombres y mujeres abu-
saban y se complacian cobardemente en pobres bes-
tias despedazadas.
AI salir, produje indignacibn. Se preguntaban
unos a otros la causa de tan extrafia huida en lo mas
interesante del torneo. Una seiiora dijo: - Se ha des-
mayado! y entonces gritaron furiosos: - jFuera, co-
raz6n de manteca! Anda a freir huevos! No sirves ni
para fregona! Vete, cobarde!. . .
Nos sentamos en un coche. Yo no me recobraba
todavia. Estaba d6bi1, y no resucitaba en mi el cam-
pe6n, el ap6sto1, ni la pantera, que t a m b i h soy, en
iiltimo t6rmino - la pantera, que es mi postrer
avatar, suele confinar en una monja. Es el sentimiento
mistico, que se levanta sobre la ruina y muerte de to-
dos 10s dioses.
Joaquin, que nunca pone leAa a la hoguera de
mis indignaciones peligrosas, temeroso de que surja
ENTRE D 0 S SIGLOS 109

:ante pi
el gigante por sobre la ferninidad, a1 vcrrne tan exte-
profiri6 su primera codenaci6n a Espaiia:
nuadaL prof
- Este pueblo ha vuelto a la barbarie.
te puel
Lamentlec naiiarrne ran exnaus~a
*.-I1 L-.. .-..-
---I L- . l . - - ~ . ~ - , ,
para aesarroiiar
la impresi6n y cogerle esta primera palabra que nos
acercaba.
Ya cuaiido me repuse y aquilatit mi emocibn,
comprendi kt imprudencia que habia cometido, yendo
a la corrida,, per0 la artista estaba satisfecha de ha-
ber asistido a la Fiesta de la Raza, gara sentir a1 pue-
I

blo espaAol en una de esas manifestaciones sint6-


ticas, en que: deberiamos aplicarle ahora la teoria de
Freud sobre 10s ccrefou1erne;)lts~.
No tenicmdo ya medio de ejercer sus fuerzas ma-
ravillosas, es,te pueblo grande, apasionado y violento,
toma como d erivativo a la constante represibn, a1 ayu-
no de sangre, en que lo mantiene la vida, estas lidias
barbaras, en que un hombre-el hitroe nacional de hoy-
I

expone su v ida ante una fiera embravecida.


Es la ccn-rida, aunque me pese decirlo, un mag-
nifico espectAculo, y no se pretenda conocer a Es-
paiia sin se1itir la feroz actividad del subconsciente
de la raza, q ue sale en tal ocasi6n.-Necesitan me- ~

rras-deciale a Joaqujin.-Estos hombres tienen ener-


gias ociosas . . .
. . un
Record6 <<El.la f rx- _ e_ de _ _ almirante
- americano.
a1 recibir en su barco a un herido espafiol, que a pesar
de tener el brazo destrozado y salido el hueso del co-
do, se llev6 1a mano a la visera para hacer el saludo
militar de ordenanza: - jRaza de leones, mandada
por conejos!--exclam6 el almirante enemigo.
110 IRIS

Examinando mi impresih llegui. a darme cuenta


de que siempre yo prefiero que sufra un hombre y
no un caballo. Es una aberracibn que me avergiienza;
per0 si no dijera aqui la verdad, me ahogaria.
Ademas siempre tambi6n he sentido solidaridad
de victima del hombre, entre la mujer y el caballo.
No fu6 asi raro que me desmayase a1 ver un cheval
event74 (lo digo en franc& porque me duele menos que
en mi lengua). w-
Debe recordarse que ocho siglos de-dominacibn
%rabeen Espafia, nos han dejado muchos sedimentos.
Ese respeto por el noble animal se explica, seg6n reza
el proverbio Arabe, diciendo que vale mhs 21 hombre
que su compafiiera. .Si e s t k en necesidad y tienes n u -
jer y un caballo, vende tu mujer, pero qu6date con el
caballo>).
Lo que m5s me indignaba de la corrida era que
se escogiese, para brindar a la furia del toro, a pobres
bestias; que tras de maltratarlas con crueldad, les
preparasen, por inservibles, esa muerte infame. '
Encontraba, en esta vileza del hombre, un reflejo
de su infamia con la mujer, que da por 61 hasta su
honor, y a la cual abandona cruelmente cuando le
hastia.
Mi cblera contra el pueblo espafiol creci6 a me-
dida que tornaron mis fuerzas. Deseaba que fuesen
vencidos en la guerra, que se consumiesen sin que
ninguna naci6n 10s tomase en cuenta, que 10s humi-
llasen y dejasen de ser europeos, para convertirse en
africanos.
ENTRE DOS SIGLOS 111

Joaquin se encerr6 en un gran silencio desapro-


batorio, que me fustigaba.-iHabla, hombre! iQue no
me encuentras razbn? iCrees todavia que estos co-
bardes son capaces de algo?
Se levant6 irritado y ya depie dijo: - iLes falta
orientaci6n. Esthn fuera del movimiento que impele
a1 mundo moderno. Cuando se les presente un grande
y noble objetivo, si no tienen a1 frente otro pueblo
que se les oponga, marcharh y se despedazarh en-
tre ellos mismos, hasta que de la ruina nazca algo
nuevo, de redenci6n humana!
Escuchit con fastidio y dije: -icon raz6n Re-
beca Matte te llama <Profeta>!jNada te import6 que
me insultaran, ni tampoco la barbarie de la corrida!
En ese momento la rabia me trajo el recuerdo de
10s insultos, borrados por el desvanecimiento, y que
surgian asi de improviso. . . no sit de dbnde. . . Joa-
quin se congratulaba de que no hubiese sido capaz de
contestar las injurias. . . hasta creia que las hahia
olvidado, per0 cayeron fatalmente a1 subconsciente,
y alli, como las placas fotogrAficas, se habian des-
arroilado a1 negativo. iCoraz6n de manteca! iSirves
<(

s610 para fregona! iVete, cobarde!.


Todos 10s improperios escuchados en mi debili-
dad de ese momento, oidos a lo lejos como en el clo-
roformo, que nos distancia de nosotros mismos o de
nuestra sensibilidad, ahora me golpeaban recio y me
herian a fondo. Lo m%s insultante fuit ser llamada
cobarde y expulsada ignominiosamente con ese in-
sulto. Llamarme ellos cobarde a mi. . .iquk ironfa!,
112 IRIS

cuando en aquel espectkulo, todos 10s injuriadores


mostraban su stidica cobardia de coniplacencia en
tormentos que no les acarreaban riesgos.
Me pareci6, aquel pueblo, brutal, sanguinaria y
despreciable.
+No me digas que conquistaron la America!
.. .. ,1 1 ,
a,,, * .,1.
iyaaa ies reaime ae su crueiaaa. Alia tammen iievaron
.T

su dureza y su lhtigo, esclavizando a 10s pobres indios.


jBonita manera de redimir pueblos con la cruz en una
mano y con el garrote en la otra!
Yo estaba desbordada, como una cataratq.
Recapacita:ndo, me explicaba t a m b i h el odio
que. el puemo tenia a 103 curas y que tanto me sor-
-1 -...j.j-

prendiera, en comparaci6n a1 respeto con que se les


consideraba en mi pais.
-2Te acuerdas de aquel dia en que entramos a
un tranvia y que, a1 salir unclerigo, 10s dedosde casi
todos 10s pasajeros se estiraron a su espalda, hacien-
do el gesto de !a jettatura? S610 una vieja se santi-
gu6 para desvanecer el maleficio que le arrojaban
10s dem5s.
Por ser muy beata en aquella hpoca, no mencionC
a 10s inquisidores, per0 ahora, con un espiritu mhsli-
bre, me parece justo y providencial que en el pueblo
m8s cruelmente fanhtico se cumpla la purificacih
y redenci6n de la Iglesia.
Espaiia ha pecado como pueblo cat6lico y tam-
bi6n como Iglesia cathlica, y debe pagar un fuerte
tributo a1 advenimiento de la Nueva Era. Es muy
Ibgico que paguen su obscurantism0 10s quemadores
de herejes, que ahogaron en fuego y sangre 10s primeros
vuelos del Espiritu en las almas iluminadas.
ENTEE DOE3 SIOLOS 113

En ISspaiia van a cumplirse las palabras que pro-


nuncib I’questro SeAor en el pozo de Sicar: - (<El
Padre qctiere adoradores en Espiritu y en Verdad,.
A e$;a voluntad corresponden 10s templos que-
mados, 110s sacerdotes perseguidos y 10s cadiiveres
profanadlos. &6mo sabemos a qu6 inquisidores per-
tenecieron esos despojos?.

Joaq uin necesitaba conocer en Madrid 10s esta-


blecimieritos tkcnicos, y para obtener 10s datos corres-
pondienties, se dirigi6 a1 Ministerio de Fomento.
En 1a porteria se le dijo que buscase a don Ma-
nuel Piz;irro, empleado de Graciay Justicia, que ha-
bitaba la misma pensibn en que por esos dias se halla-
ba la piersona en cuesti6n - suministrador posible
de 10s datos pedidos. Esta vaguedad empez6 a moles-
tar a Joz iquin, que gustaba de direcciones precisas.
Sienipre me reprochaba las complicaciones en
que me etnvolvia y las confusiones que me enredaban
para asuntos que a .El, le eran llanos.
Muc.ho despuk vine yo a darme cuenta de que la
confusibn! es una de las muchas manifestaciones de
mis nerv ios excitados.
Amanezco confusa; se me pierden las cosas; ol-
vido las palabras, no sC por dbnde comenzar y la me-
moria se declara en huelga, a la vez que siento una in-
finita ar1-iedad. . .
Dific51 fu6 encontrar a aquel don Manuel Piza-
rro de I-Ioyos, porque se levantaba cuando se ponia
el sol, en raz6n de que se acostaba con sol fuera. . . A1
fin lo dc3scubri6.
114 IRIS

---iD6nde y c6mo podre conocer 10s estahlecimien-


tos? - pregunt.de Joaquin.
- Pues, en el Ministerio de Fomento, mi sefior.
- Es que all%no he encontrado quien me entere
de lo que busco, y me han recomendado a Ud.
- Pues dir6 a Ud. que el Ministerio, segfin voces
de algunos bien enterados, dicen que est& en el edi-
ficio nuevo, a1 lado de la Ferrovia, y otros, donde ha
estado siempre; hombre, jen fin!
-Yo he ido adonde se me ha dicho que est5 el
Ministerio de Fomecto.
-- Vea, mi amigo, busque, indague; yo, por el mo-
mento, no e t o y enterado.
Joaquin se alej6 furioso de haberse dirigido a
aquel necio, que a las 6 de la tarde no parecia estar
todavia en sus caba!es, y se march6 a1 edificio viejo.
Alli le dijeron: -Pues, hombre, es mejor que vaya
Ud. a1 nuevo edificio.
El porter0 no Eabe o no quiere dar raz6n. Es
un misterio la uhicaci6n de esta rama de la adminis-
traci6n. - Suba Ud., que por ahi encontrarh alguien
que le informe.
Arriba, Joaquin halla otro sefior de cara mAs ben&
vola y aire mas !isto, que le dice confidencialmente:
-- Lo que Ud., sefior, desea saber es cuesti6n
de 10s Negociados.. .
- Hombre, soy extranjero y nada tengo que hacer
con 10s Negociados de Espafia . . .
- Pues aunque sea Ud. forastero, si algo de
ac& le conviene, precisa saber de qu6 Negociado se
trata, pues que estamos y no estamos instalados aqui;
unos dirian que si, otros que n o , . .
ENTRE DOS SIGLCB 115

Joaquin creia tratar con un maniAtico, no pu-


diendo imaginar una mente m9s descentrada.. .
- %pa Ud. que estamos en COInstrucciones nuevas,
y con este motivo czresta much0 hallar a 10s funciona-
rios. Tenemos las ubicaciones per1didas. . . No van a1
-2:32-:- --:,.:- 3 : --.--.--
-^.--I.^

u
WLi1?LIUV i C J U , ~ U~ I U C i w l qut: eb t9n trasladhndose a1
edificio nuev0, ni a1 nuevo, porque las paredes e s t h
hiimedas, y t.emen, como es natural, a 10s reumas y
catarrones. L,e encaminaremos a Ud., sefior. iEso si!
- Qiga Ud., don Paco.. . Diga Ud.: id6nde po-
driamos llev: ir a1 sefior que busca cosas tknicas? (Y
volvihdose 1nuevamente a Joaquin) : - iQuerria de-
cirnos q1.6 riecesita Ud.?
- LE11 qui: podemos servirlo? - aiiadia, respe-
tuoso, don Ilaco, con una reverencia cortesana.
Joaquin., fastidiado, da explicaciones ya muy se-
cas y cortaintes.
--ea 1Ud.,parkeme que esto es del resorte de
don Rogelio
Nuevss explicaciones a don Rogelio. Este sefior
sesteaba en un ciiarto vacio, embutido en un sillbn,
y a1 oir las razones, responde: - Pues esto es com-
plicado. Dir i: a Ud. mejor, que para que tenga Ud.
debida satisf'accihn, precisa que se entienda con don
Sebastihn Quiroga, que quiz9 en el Negociado de 61
encontrarj 1Jd. datos pertinentes.
Aqui se present6 uno de esos muchos ociosos de
capa raida, que con gran soliciiud acompafi6 a Joa-
quin hasta la oficina del preswto sefior Quiroga. El
acompafiantt3 sacaba, por bajo de la vieja capa decrepi-
ta, un dedo engtlantado de negro, y explicaha a Joaquin
la dificultad que era eso de enterarse de alguna cosa
116 IRIS

en edificios tan vastos y con tan numesoso personal.


Anduvieron por pasillos y escaleras. Entraron
a una oficina y el comedido sefior de la capa dijo: -Le
dejo a Ud. a1 habla con el sustituto. . . El reci6n pre-
sentado, despu6s de muchas vacilaciones, aconseja a
Joaquin que se dirija personalmente a don Sebastihn.
iAsi seria para 61 de complicada la cuestidn que se Ie
proponia. . . !
-Dirijase Ud. a la antechmara, donde se halla
el funcionario a quien momenthneamente sustituyo.. .
Desde el umbral de la puerta Joaquin divisa a la
persona que busca, SUITiergida en un escritorio, traba-
-r
:--2- L^
w n las cejas contraidas por un
JLIIIUW LIlLIIIUSdIIl~IlL~,
^ ^

esfuerzo grande.
- illVle pernlite, sefior, hacerle una pregunta?
- iF'ues dig:3 Ud.! (sin levantar la cabeza).
.,U,uin
TAln
., ... - ...
miro en torno y vi0 libros y mas libros
inkditos, o sea, manuscritos. , . La Verbena de la Vir-
geiz de la Paloma, por don Sebastihn Quiroga, en gordas
letras, El misterio del cuarto amarillo, etc., - productos
del mismo sefior. Levanta a1 fin la cabeza el autor.
- lDice Ud.?
T , ,
Y joaquin nace su eterna 1regunta :
CI

-Yo deseaba, sefior, saber td6nde se encuentra,


etc... - - . . -
- Pues podria intormarle. . . per0 m5s bien, por
hallarme muy ocupado, aconsejo a Ud. tome datos
de mi sustituto, don Sabhs. . .
Joaquin di6 por terminado su empefio, ya desin-
teresado de lo que necesitaba averiguar, per0 satis-
fecho de haber conocido la marcha de las oficinas ad-
ministrativas, en su hueco rodaje de mhquina vieja,
ENTRE: DOS SIGLOS 117

que ya no anda, y conun personal que est5 alli para


asegurarse el puchero, haciendo acto de presencia, en
An1 on1 -7" nor\ An nn ~ " o - w l n 1"n-n n- -1 1,
iuga uci avi, __I._
y a quc caw UG IN 3aLaiic i a i i L c cii ci ic-

cho parece coea de plebcyo. Creo que en el fondo Joa-


quin se divirti6. Habia leido una interesante p5gina
de Espafia contemporhlea : jla burocracia!
..
I .
Pregunt6 a1 salir de ia oncina aei sust~tuto
- / - - ~ 1 . ai
1 I . .

senor ae la capa :
I

- icirrrio entiende Ud. todo esto? ;Que significa


esta desorgainizacibn de las oficinas pfiblicas, en que
nadie sabe n ada, ni ninguno est5 en su puesto?
- Esta.s, mi sefior, son funciones de descanso, ya
lo ve. Quirciga ce ocupa de exrihir comedias de g b
nero chico. 1El 6x30 de la Gran Vta ha despertado
esta aficibn. El que no tiene Fotos, dehesas, fincas,
cortijos, ivamos!, donde solazarce, busca un cargo
ptlblico, lo visita cuando puede, pasea, charla, y si
tiene vmeollo., escribe teatro.
-Homlh e , digame Ud. por fin, id6nde funciona
el Ministerio1 de Fomento?
-En n ingunaparte, sefior mio; esto de las edi-
ficaciones y 10s traslados, da huelga para meses y
hasta para afios.
- iAcaki5ramos! 1Y' por que no me Io dijeron a1
comenzar ?
- Pues, porque lo vieron a Ud. nuevo y quisieron
hacer parada de estar enterados y de saberlo todo.
Entre nosotros eeo no canta.
- c . . ~
x S~*l g...U. l U1 expiicannoie
-7 ' C ---.l!.? .-l-l
como ... .~
un .-.?-l
espanvi 3 -
siente aes--!-..L.

medro en el trabajo.
- iOficinesco, acazo?
-En toclo trabajo, queno est2 hecho para seiioritos.
118 IRIS

Asi como Ud. me ve, con mi capa y un pedazo de guan-


te, no soy un esclavo, ni un ganaduros, tengo mi modes-
to pasar, me reuno con mis amigos en la Puerta del Sol
y hallamos que es gran placer comunicarse y opinar . . .
Andamos lentamente, sin afhn, que la vida es don de
Dios, para intimo saboreo, regalo y regodeo.. . No
envidio a nadie, mire Ud., y 10 paso bien. . . !
Joaquin le di6 la mano como a un fil6sofo antiguo,
en su gran sobriedad, falto de ambicihn, largo en pa-
labras, aunque escaso en luces. . .
Me lo cont6 riendo: iQu6 pueblo de haraganes!
iNadie hace nada y lo tienena honra! Han vinculado
el honor a la holgazaneria. iTal vez es cordura. . .!
Yo pens6 que 10s antepasados ya lo vivieron to-
do, haciendo de la vida una maravillosa aventura de
conquistas, proezas, _perms, gloria, amor, mujei-es,
quijoterias, lances, tragedias! Dominaron el mundo, y
ahora Espafia, entre Ias grandes naciones, es la que
cuenta menos.
iTodo est5 vivido tras de ellos y t a m b i h agotado!
iAristocracia de la vida vivida y dominada, que es
experiencia! i Incomuniczble riqueza! Les queda una
nobilisima raza que desprecia el afhn y el snobismo
de esos paraenus que, en su comparaci6n, con 10s
otros pueblos.
iNaci6n soberana que tiene en poco el dinero y que
afirma 10s valores eternos del alma humana! iEl honor,
la hidalguia y el amor por sobre Ias miserias breves!
Les parece el trabajo una condici6n de esclavos
y el ajdn marca de hombres nuevos, que no han ven-
cido al Tiempo, en ninguno de esos instantes trascen-
dentales, como el descubrimiento de un Nuevo R4undo.
ENTRE DOS SLGLQS 119

Con la corrida y la jira por las oficinas, cerramos


nuestra estada en Madrid.
Mi fantasma no se desvanecia. Tomaba consis-
tencia con la demora. Ya perdia la esperanza y me
daba por derrotada. Resolvi6 Joaquin anticipar el
viaje a Andalucia, a pesar de que nada lograba dis-
traerme.
Tomamos un tren que salia en la tarde, para
amanecer en C6rdoba. Los carros dormitorios no se
conocian.. . Era un larguisimo convoy. Encontramos
muchos vagones cerrados, a pesar de Ilegar a tiempo,
y 10s abiertos estaban casi todos Ilenos.
AI fin descubrimos dcs asientos- 10s tinicos en
el largo convoy. Iba un caballero anciano - especie
de patriarca lugarefio -que fumaba un habano muy
grande. Parecia un noble sefior arruinado, por su ropa
fina per0 aniigua y su traza distinguida aunque des-
cuidada, de bigotes sucios y barba mal tenida. Lo
acompafiaba una nifia. Nos dirigid la palabra antes
que el mozo de cordel conctuyera de colocar en la re-

tad0 encontrar sitic


Canada de humo.
reservados - cont
El viejo sefior, que parecia una chimenea, con
aquel puro tan gordo y que echaba tanto humo, solt6
una risa socarrona. - LConque hay muchos coches
alquilaos, eh? Debe ser Ud. in@, que no sabe
que asi se estila en Espafia. Esos coches 10s cierran
temprano, ‘para tener d h d e dormir estos piadmzgos
120 IRIS

de la. administracibn pfiblica. No hay uno solo alquilao;


per0 idbnde quiere Ud. que se recojan a dormir el con-
ductor, 10s ayudantes y todos 10s amigos? Reservan
un coche para cada uno, y amontonan a 10s pasaje-
ros pagantes con10 nosotros, apiiiaos como ganao.
Asi tuvimos la sorpresa de saber que, mientras
quedariamos sentados toda la noche, con nuestro ho-
leto, ellos, 10s empleados, irian durmiendo c6moda-
mente a pierna suelta, cada uno en su vagbn. Luego
el buen sefior se quej6 de hallarse enfermo, y de viajar
toda una noche tan mal acondicionado, mientras 10s
abusadores iban cbmodos, con las piernas estiradas,
roncando a sus anchas.
En otro extremo, una seiiora de regular edzd,
con una vestimenta. muy anticuada, de prendas a1 es-
tilo que yo le conoci cuando era chica a Mamita Lolo,
y unas toscas pulseras de plata, gruesas como cadenas
de forzado, se quejb de sus cblicos hepAticos.
El sefior anunci6 que le precisaria usar sus medici-
nas durante el viaje, per0 que nos avisaria a tiempo . . .
iQu6 necesidad tendria este hombre de comunicarnos
sus dolencias? -pensaba, mientras yo, amenazada de
la peor que pudiera sobrevenirme - un nifio -, con
nueve meses de rnareo en barco, sin arribo a playa al-
guna, callaba mi desesperacibn.
Cerr6 la noche y comenz6 un hielo digno de la
Sierra Nevada. El trenno se detenia, y cfiando hubo
una paradilla, fu6 en estaci6n vacia y sin nada que
comprar.. .
DeseAbamos algo caliente. iInGtil! Salimos de
esa estacibn, y la sefiorita acompaiiante del sefior nos
pidi6 que noIS volvi6semos de cara a1 otro lado. No
entendimos. E! sefior explic6:
- Nece:;it0 aue mi hiia me introduzca una sonda,
para iextraerme la orina, iya se 10s habia preve-
nido . . . f.
.,. 1 , 1 ,. .,
i f ka?Aramos! §e aclar6 el misterio.. .
. -
La operaczoii riania ae reaiizarse ani mismo. bx-
perimentk pr-ofunda repugaancia y ber,dije mi miopia,
que me dispensaba de ver intimas miserias, que 6 1 0
se muestran en Espafia.
Hasta I:lor esa enfermedad hubiera yo cambiado
mi amenaza., Era mayor mi sufrimiento que zquella
asquerosa re alidad. El pudor de la otra dama no se
alarm6. Debia ser corriente en la peninsula exhibir
asi las dolenicias y la miseria de AdAn.
Termin?!da la larga operacibn, y a las dos y media
de la madrug,ada, entramos en una estacibn, con restau-
rante ilumin:ado. El frio era intenso.
Asi inc6moda, caasada, yerta, me encontraba m%s
a gusto que en mi cama, insomne y devorada de an-
gustia, con otra noche blanca m6s a cuestas y una in-
quietud agrztvada y ya desesperada.. .
Lo mejo'r, en esos casos, era lo que me pasaba: el
ir despierta, en viaje, y con ((El. tambikn en vela,
pudiendo COInunicarle mi creciente zozobra, en una
mirada, en Iin apret6n de mano.. .
Estaba tan alborotada aquella estacibn, que ha
hecho 6poca en mi recuerdo. Parecia como si fueran
horas h8bile:j y era lo m5s profundo de la noche, las
dos y media de la rnadrugada.
- iVamos a tcmar cafk! -me dijo .El., y nos
dispusimos iL bajar, creo que pasando por otro tren
Dos Siplos-9
122 131s

que estaba detenido. Debla ser la estaci6n de


un gran pueblo - el mayor entre Madrid y 66r-
doba.
El cafe era malisimo, per0 lo tomamos con tanto
frio y apetito, que nos parecib delicioso, asi como
aquella noche acompa.fiada, variada y hasta con sen,
sacibn de hielo, me fiu6 agradable, en el calor de SI1
prbvido afecto.
Ya durante la balaua, curnence a senur sinturnas
cada vez m%sprecursores de la desaparicibn del fan-
tasma.. . Y aumentaban con una realidad que me
probaba cu%n fa!sas habian sido las mentidas apren-
siones anteriores
En esos esta.des de angustia, se Cree a cada ins
tante en una bLiena sorpresa, que la comprobaci611
2- __
desmiente, y deja. W I I I U ~ ~ III I uexurazuIiaua
A.---LZ<-- .-La
~
_1__^_ ~

y LrisLe
&.-:_A

el repetido engafio. jAhora era verdad! No podia du-


darlo, aunque no lograra tener prueba inmedia-
ta.
Me inundb un bienestar de paz y de felicidad,
como si hubiera reconquistado un paraiso perdido.
Habia salido desgraciada del vagbn, y regresaba mi-
nutos despu6s dichosa, mirando la vida bellisima.. .
parecihdome agradable el anciano de la sonda, intere-
sante la dama de 10s cblicos, y <El, una maravilla.
Se habl6 de las devociones a las Virgenes locales.
El anciano era devoto de Nuestra Se5ora del Minarijo,
per0 la Pilarica lo dejaba indiferente.
Este viaje tan incbmodo, sin lecho, con frio y sin
restaurante, me ha encantado. Estaba tan contenta,
que nunca 10s trenes mas lujosos del mundo - ni
103 azules que van a la Riviera francesa, ni el tren
a Pekin (Peiping) me han dejado el delicioso recuer-
do de este pobre y s u ~ i otrm entre Madrid y C6rdo-
ba, en una noche glacial del pxzdo s i d o . . .
Pw-.d n dwir
A I---_---,v-, a- <in _ _ P_ . _P_ . I_ . _~I _~_ _V_ _ C_ ~ ~niie
---- rio-m CIP
_i_ ~ , -
7
~ M P
-l--+

ese viajle fu6 el m5s dirhoxo de mi vida.


Y si lo tom0 como un siniFolo del viaje de
la vida, es prueba de que podemos vivir sin como-
didad alguna material, bellaclos y pobres, per0 con
amor, que todo hace soportable y herrnoso, agrada-
ble la giente, excelente el caf6 a las dos y media de la
madrugada, y que nos a.bre el panorama de un &em-
?re. (Pues sin duraci6n no hay dicha para mi) que se
extiendc2 abierto a todas las posibilidades.
Lo que me habia traido ese resurgimiento, era la
certidurnbre de no estar ya. expues.ta al temido mar-
tirio, c(in seguridad extensiva a un ms, per0 que
yo senti en mi poder asegurada para. siempre. En ese
terror habia mucho miecns mieds a1 sukimiento que

a sacrificar mi vida espiritua!, pues m n siendo tan


pequeii;3 y egoista, estaba consagrada a cierta voca-
c i h , nc3 s610 superior, sino exc!wiva, de expresar mi
nuevo mundo descubierto. . .
La transc.ripci6n de este viaje c m ((EI)>de Ma-
drid a C6rcloba, me ha refrescado !a vida y refor-
A---
zauo I111 firnor.
--_1-

c onservo, de esas iipocas de padecirnien-to, una


emoci61:1 dulcisima, cuyo recuerdo disipa tantas nubes
surgidas despuk, aunque dieron pronto paso a! sol
de una verdad superior, que 10 enYio1;aba t c d a
La certidumbre COP, que veria. die estar ya bien,
me per.miti6 dorm.ir despu6s del caf6 57 tuve un ro-
busto s,uefio juvenil, en descui’fe de 10s d.esvelos.
124 IRIS

El anciano sefior de la sonda me despertci, Io que


nunca hubiera hecho Joaquin, que me guardaba tanto
el suefio.. . Venia de tan hondo, que me record6 so-
brcsaltada (1).
Clareaba el alba y nuhes rojizas se disefiaban en
el horizonte. Atraveshbamos la Mancha - tierra
de n-- n..::-*-
LWII ~ U I J V L ‘ ; -,
,I--*..A- -- :.,+nrw,nr. A--~~..AL.
C L C ~ ~ I U U C ^ y cii iuiu.-ii>a uc;suiauuii,

como el ensuefio perdido del insigne caballero, noble


desfacedor de entuer! 02.
-La he sacad.0 de su suefio-me explicb el an-
ciano. - No se puede pasar por la Mancha dormido.
Se lo agradecemos ; Joaquin tambih contemplaba
la campi5a tsiste, en cuya lejania un molino a.puntaba
sus aspas paralizadas. . . 6ltirno sobreviviente, en e1
paisa je, del Ensuejio de cabal1eria andante.
Aspas movidas a impul!30 del viento, par: 1
sacar agua de esa tierra Srida, C_ _V_ _I ~sequeaaa __ _. _.
ue -~~
-7- -1 -1.
yesca. ~ ~ ~

Apuro el Sfmbolo, para hallarle adecuacih. El Espi-


ritu sopla el corazbn del caballero, para dar amparo y
defensa-agua viva de fecundaci6n- a las alnias
resecas y oprimidas de materialismo, odio, envidia y
bajas pasiones.
L s tierra de Don Quijote, el prototipo del caba-
llero andante, qun_recorre el mundo en la noble misi6n
de levantar aimas, de afirmar una divina soberania
y de mostrar a 10s cobardzs y esclavos de 10s bienes
materiales, qu6 vale y responde por todo lo humano:

{i) SJS-LULUdl” UC-ld 1111 d.JUTId 1JUl USSpC4 L 5 1 . Lcl IIIUCLLC~


que es un despertar a otro plano, equiva!e a recordar.
ENTRE DOS SIGLOS 125

Desgraciadamente la fatiga me tenia cogida en


esa alborada y no pude rendir el debido tributo a ese
hkroe-ridiculo para las masas, y tan grande para
las almas segregadas del montbn - sino abriendo mis
ojos cansados, entre dos suefios.
Pasamos por una estaci6n que mi amigo nombra
Despe Ea-Perros.
Avanzb triunfante el dia y guardamos nuestro
suefio para 10s lecbos que nos esperarian en Cbrdoba...
Joaquin se enderezaba.
- rQuk te pareci6 tu tierra? iLa Mancha! 2Sa-
be Ud. - me dirigi a1 viejo - que mi esposo es un
Quijote?
- Para sacarla de 10s lances en que me mete ella
misma.
No concebia el anciano que una personita tan
menuda y suave creara confiictos.
Joaquin le refiri6 lo que habia necesitado conte-
nerme en la corrida, para que yo no despertara las
fwias de la muchedumbre, con mi actitud.
- Si no fuera por el oportuno desmayo, nos ha-
brian lidiado a nosotros, antes que a1 toro.
Yo no sabia nada. Creia haber guardado mi in-
dignaci6n adentro, siendo que la exteriorizaba en con-
ceptos duros. §e me escapaban pais salvaje, raza b6r-
bara, cobardes, sangailzarics, etc.
El ejercia su oficio de Caballero Andante, apo-
yando mi debilidad, salvhndorne de mis propias indis-
crecione.; y suavizando 10s efectos de mis cbleras. . .
Fu6 el don mhs grande que me hiciera Dios: ese
caballero de superior calidad, que sin sufrir mengua
de ilusi6n y en pleno contact0 con la realidad humana,
126 IRIS

desnuda de r c p je-, carr,in6 conmigo, Ilevhndome de


la mano y sachndome l e 10s abi;mos, en que me arroj6
por mi propia cuenta.
l%h
I - - __ - - - - - - - __ __
- - - ronvwszrihn no?
I- - - nuso --
_ _ - simnatia m n e1
..-- en
I__-_ ---*

anciano de la sonda, y Joaquin pidib que le explicara


la causa del odio tan profundo que el pueblo mani-
festaba por el clero espafiol.
- Es que 10s fraiies se meten en politica y sacan
piltrafae de todas pastes. No se hacen curas por voca-
cibn, sin0 por pasado mejor, tener consideracih y li-
brarse del trabajo. En las famiiias Ixgas, es alivio
que uno salga p r a cura y otra para monja. Son bocas
menos, honra. para la c a ~ ay provechitos menudos para
t

gioso ventajas rnateriales. Iban a la Iglesia sin llama-


do algmo, por pura m b i c i h , necesidad o pereza,
y as5 se ha'da corrompido la finalidad misma del mi-
nisterio sacerdotal llarfi5ndosele dhrrera eclesihs-
tica..
Tambiiln me sabian a puro paganism0 las fiestas
de Sernana Santa en Sevilla y aquellas advocaciones
patidistas a la Virgen, que creaban rifias y celos en-
tre unas y otras cofsadias.
Ya el rnisrno bum segor pertececia a Nuestra
SeEora del NIinarijo y desdefiaba a la Pilarica, que
k16 vista por el m i m o apSstol Santiago de pie sobre
un pilar. . . iNo seriz acaso esa aparicih un simbolo
de que Espsfia sostendrA !a cristimdad como un Pi-
lur, sacfindoh de las corruptelas, para restaurarla a
la p-xeza de la fe primitiva? La pasibn y la violencia,
de raza creadiora de tan gracdes empresas, y de 6r-
denes nobilisiinas, ccmo la caballeria, auguran, segGn
Cree Joaquin, las reivindicaciones del porvenir.
Yo piensoI, sin atreverme a decirlo, pues se me ha-
ce pecado (y ciertos pecados son odiosos de confesar
por la alarmaI que producen), que t a m b i h Espaiia
tiene crimenes; espantosos cometidos en la Santa In-
quisici6n.
No me cabe duda ahora que este pueblo cometi6
la horrible culpa llamada (CPecado contra el Espiritu
Santo violaIdo la conciencia humana en el sagrado
)),

domini0 del Ihero individual.


Este peca.do ha de pagarse caro, y seguramente
no entrarii en el concierto del mundo la Peninsula
IbGrica, ni toniarA su sitio en el progreso, sin persecu-
ci6n religiosa :p sin martirio. Yo pensaba estas cosas
con recelo y ii11 margen, puede decirse, de mi concien-
cia oficial, puc:s airn no sabia que el Espiritu es libre
y que la cohitIici6n de su divino sop10 es crimen di-
recto contra 1Dios.

C O R D O B .A
Llego bajo 10s m%s felices ~ U ~ J I L I ULSLUY
~ . IIUKC

de prefiez, y (lesbordo alegria.


La Europa me pertenece. Sacari. todo el prove-
cho posible. (:reo haberla reconquistado, desde que
sali de angusti as. No me expondr6 ya miis a pasar 10s
dias de sufrinoiento que he vivido.
Mi buen 1tumor se acrecienta, For el dolor sufrido,
como el apetit.o despuks del ayuno.
1'18 I

Joaquin quiere dejarmr, en cama, pwo no lo con-


sigue; estoy Avida de r e c o m r e;ta Andalucia que
he sofiado tanto, y de sumzrgirme en la impresi6n del
arabismo.
Esos castellanos Alcalde de donde desciende
Joaquin, por via materna, tiencn fuertes sedimentos
Arabes en la elegancja espiritual y en la impasible
serenidad ante peligros y conflictos humanos - lu-
minosa serenidad, animada por la fortaleza de hondo
silencio ancestral.
Dofia Carolina Alcalde, mi suegra, en la niajestad
de su hermosura me parecia a veces una reina mora,
saliendo de un palacio de rnArmd calado, y ella misma,
serena y fria, duefia espiritual de dominios ignotos.
No obstante mi cansancio, ia dicha de estar libre
(de prefiez) me cornunica nuevas fuerzas y quiero, en
esa misma media tarde, salir a recorrer C6rdoba-
asiento do,l Reino Arabe.
Me subyuga aquella vejez, que se escurre decr6-
pita, por tristes callejas, pavimentadas con piedras
de todas dimensiones.
Vejez rnelancblica de pueblo muerto para
siempre. Ciudad cuya alma perdida guardan sus
monumentos, como ricos sarcbfagos, bajo el polvo de
10s siglos; alma que ningGn ideal restaurarA jamh.
Falta absoluta de simetria en 10s anticuados edi-
ficios. Cada puerta o ventana rompe el muro y se
asoma nor donde conviene que entre luz. A h alienta
Cjrdoba el sibaritismo de las co;lunibres hrabes. L d S
casas encuadran blancos patios, perfumados y umbro-
sos, que divisamos tras de calada verja.
Encontramos a1 paso rmjerc:, q i ~ e110: revelan el
tip0 andaluz, de hermosura nueva, en oposicibn a lo
que se llama belleza en Francia. Las mmas tienen
formas amplias y redondas. Andan con gracia- <<sa-
l e r o - - , en flexibles ondulaciones de armoniosos mo-
vimientos. Sus ojos encendidos de pasi6n. . . xden y
abrasan frente a un var6n. No usan sombrero y llevan
flores rojas prendidas en el cabello. Hasta la cama-
rera de nuestro hotel es lhguida y mira. con voluptuo-
sidad.
Vamos a la Mezquita, que nada sefiala a distan-
cia, siguiendo una triste callejuela torcida, con anti-
guas casas devastadas.
Hay algunos nobles solares con patios orientals,
de luz phlida, umbrosa verdura y fuente que mur-
mura tristemente al centro las qwjas del tiempo muer-
to, en gotitas de acompasado y lento caer.
El mundo ha acelerado vertiginosamente el ritmo
de vida y Cdrdoba languidece y muere en olvidado
rinc6n de Andalucia.
Las irregularida-des de !a calleja dc:ierta, con
sus caprichos de vieja ya demente, forman una pla-
zoleta que pronto se estrecha y retiierce serpenteando.
Algunas antiguas casas tienen en el portdn un
cuadradito ccn rejilla fina, como tela de arafia. Via-
lamos por ella el misterio de patios hrahe-; solital-ios
y mudos. (Se llama <<mirilla.).Aspiramos el hondo
y embriagador aroma de espesos jazrnines blancos y
amarillos, que s610 descubro aqui en tierra ds Anda-
lucia.
En lo que llevo andado, me ha cogido ya la trk-
teza de este ambiente moruno, que seduce cual capi-
130 IRIS

toso perfume. No es vulgar melancolia sino grande


emocibn, hecha de sutiles penas, vividas en recbnditas
zonas sentimentales, tiemDo ha evacuadas Dor nues-
tra conciencia de hc
intimidades, donds
secretos de cosas ii
En esta sensacibn ara~iga,a la cuai no correspon-
de ninguna palabra que yo sepa, Cbrdoba me retro-
trae, desde el fondo mas ignoto o inexp1orado de remo-
tisimo pasado psiquico, penas de cosas que fueron
y que pasaron.. .
Regret es la palabra con sentido m5s aproxi-
mado a la indefinible sensacibn que experimento. . .
El tiempo, este personaje fantiktico y tan real
a la vez, que nos tortura, burl8ndonos y arrastrando
en su ciega vorhgine todo io que quisi6ramos retener,
se hace aqui, en 1a vejez cordobesa, tan sensible como
si el fantasma tomara consisteccia y nos mirara por
muros leprosos, pur.,.- L--11-:-- --l:&....:-- ,.- 1, A-,.-A--
d i l C J d b b U l i L d l l d b , CII ~d UCL~LLCII-

cia irreparable de todas las cosas.


El Pasado toma tan vivo sentido, y se despide con
tanta melancolia, que me siento presa en su encanto
fugaz. . .
No he visto nada, pero e1 ambiente me ha cogido,
con espasmos de delicioca t c)rtura inexplicable.
iQui6n llama tras de mi y ILK L-l.1- 7- -n
UUM,
-_ ,,.-t-
cu C A:..
> L ~LIU-

dad m5s muerta que cuantas conoci nunca?


Los ocho siqlos de Califato pesan sobre Cdrdoba,
convirtihdola en un cementerio, ubicado en una Es-
pafia decadente, desprendida de Europa.
La emocibn cordobesa se reduce a introspeccih
en algo hondo . . . muy hondo. . ,- visjbn de vida que
s610 rubsiste como wtil x c m a de flores muertas
que se escapara de un clvidado secretaz're de abue-
la.. .
Culmina esta emoci6n en el Patio de 10s Naran-
jos.
Es una gran plazoleta cerrada, que precede a la
Mezquita, en que el alto minarete ha sido convertido
en torre de tenip'lo cristiano.
La tarde viene colhndose sigilosa y muda, en el
patio desierto, y apesadumbra a esa hora la melanco-
lia de lo irreparable.
La Acdalucia, que vengo a recorrer, me vale co-
mo enriquecimiento espiritual, por esta comuni6n
que realizo con 10s siglos pretkritos.
En mi viaje a Oriente, ni las mezquitas de Cons-
tantinopia, de Damasco o Jerusalitn me produjeron
esta inmei-sihn emocional en el alma del Islam,
sentido no ya como civilizaci6n vieja, sino como algo
que me fuera propio, y en que intimas y sutiles fibras
de sensibilidad hallaran atenuada vibraci6n.
iSer5 acaso que s610 C6rdoba conserva el
marc0 vacio en que vivi6 el alma moruna, mientras
que en el Oriente subsiste degradada? Tal vez.
Esa primera tarde tuve la esencia de la emocih,
en una de las mhs fuertes y plhsticas impresiones con
que el Tiempo muerto me ha presentado su espectro.
MA: que nunca comprendo ahora la raz6n
ocuita de que el Tiempo-personaje ckntrico de
nuestras angustias y dolores - se n e presente en C6r-
doba tan adustamente melanc6lico.. .
Es nuestro enemigo silencioso y cruel-ladr6n dis-
frazado que diluido en segundos no presenta bulto -,
que se nie a k a esta tarde monstruo5o y fatidico, ezitre
las naranjos de un patio desirrto, a la hora phlida,
bajo el mudo micar-ete en que nunca ya el muecin
invocarh a AlB, ni ante el cual se arrodillar5 ya jamis
la caravana que viene del Desierto. . .
Trataba un sacerdote de explicarmeel Cieto, con po-
co 6xito de convencimiento para mi concept0 de dicha.
Le respondf: Suprima el tiempo y la parcelacibn
con que nos da ios bienes; y en esa sola supresih, de
hecho nos darh la felicidad de plenitud y permanen-
cia, cuya falta es causa de nuestro dolor.

Cierran el Patio de 10s Nar anjos altos murallones


de forealeza doblados con espeEOS contrafuertes, ter-
minados en picos. Desiertas dc,.lllubu> C L ~l-..*,.-
_A_..?. n- 1,.
U U X ~ ut:

agua quedaron !as fuentes. . . Tocllo duerrne el mile-


iiario sue50 oriental, en lhnguida quietud, de audaz
desafio a1 tiempc. . .
Da Cjrdoba sensaci6n de antigiiedad, o de muerte
tan definitiva de civilizacibil, que produce frio. . .
mhs frio que un cementerio abandonado, sin que nin-
guna cruz rota anvncie remota resurrecci6n.
La Mezquita esth cerrada. Golpeamos con vio-
lencia. No vamos a perder el encanto de esta vesper-
tina hora de gracia, sin apurar la emnrihn hasta a m -
tarla.
Estamos cogidos en el siitil misterio del Islam-
* .. . - .
quietud nirvhnica, que equivale a delicioso sueno de
opio.
Se nos introduce en la obscilridad de un fan-
thstico bosque de piedra. En todas las direcciones
ENTXE DO3 SIULOS 133

que la vista abarca en redor nuestro, corren hileras


de columnas, ya rectas, ya sesgada? o entrecruzadas.
No veianios casi nada a1 entrar a1 laberinto mhgico,
pero ya percibimos las pjlidas pexumbrzs en que se
ramifica este bosque encantado.
Singular belleza que rompe nuestros n d d e s y
nos asocia a un mundo azterior, de principes con tur-
bantes, y odaliscas cubiertas de largos y doracios ve-
10s.
Lae columnas de piedra enfiladas, abriindose de
soslayo, o cruzhndose en calles, tienen la seductora
magia de 10s cuentos de las Mil y una Noches.
Avanzz~ossobrecogidos por el hechizo de la
emberante imaginacih oriental. La horz, la d e -
dad, la silenciosa penumbra, todo coiitribuye al sor-
tilegio.
Rggidamente anmentan las sombras y se inten-
sifica la emocibn, no ya de pavor, sino de retrospecti-
vo ensuego. El guia trata de reconstituir el sitio que
era, en el esplendor del Califato de Cbrdoba, copia
occidental del Califato de Bagdad.
Todo el pavimento estaba cubierto de tapices,
en que desaparecian estos hermosos dibujos de mhr-
moles de colores, y de cada arcada, entre las livianas
columnitas, per,dia una lhmpara de aceite.
Las galerias terminaban no ya en muros, sino en
jardines, con fuentes murmuradoras.. .
Miramos hacia arriba; nos deleitz la helleza de
esos segundos arcos de piedra que, como artistico ra-
rnaje rcjo y blanco, corren por sobre las galerias, for-
mando las copas de !os kboles del bosque, .
134 IRIS

Sigue el guia sus explicaciones. Querriamos que


enmudeciera, para gustar de la intima se5a que nos
hacen !as cosas, respondiendo a1 amor con que las
contemplamos.. . :Es verdad que las cosus inani-
madas se entregan a1 2mor.. . ? :Son, acaso, el
simbolo con que Ilega a nueztros breves sentidos el
alma oculta? Me hallzba transportada a diez si-
glos atriis.. . viviendo otra vida, con la misma al-
ma...
L o miro a .El)) y siento que no nos hemos cono-
cido ayer, en un rinc6n de mundo.. . que nuestro
primer encuentro en vulgar ciudad, durante este
siglo que muere, no ha sido mAs que continuaci6n
de un viejo amor susp’endido por la muerte y que
hoy revivimos en una mezquita abandonada, a la
hora crepuscular. . .
Lo contemplo de pie, all!, agoyad:, en una columna,
vestido con la opaca vulgaridad de estos trajes, que
no son de su estilo.
Y siento aiioranza de otra civilizaci6n grande
y rica, en que lucian 10s seiiores telas recamadas de
or0 y piedras preciosas, envueltos en amplios born&,
y en que hasta las armas eran de or0 cincelado, y sal-
picados de pzrlas 10s velos de las odaliscas. . .
:For qui?hemos venido aqu5- me pregunto- des-
pojados de la elegancia artistica de otra 6poca tan be-
lla? Lo miro a sus sonrientes ojos de esmeralda, en-
cuadrado el rostro marfilefio en la barba de itbano,
ceiiido en el seco vest6n obscuro. . . y encuentro la res-
puesta: - Venimos a completar lo que falt6 allA; a vi-
vir la pena de amor, las sombras de la carne, las nubes
ENTRE DOS SIGLOS 135

del corazbn, !a obscuridad humana. . . All5 las ansias


de la voluptuosidad insaciable ; aqui el desconociminn-
to, la traicibn, el sacrificio y la renunciacibn. . .
Comprendi que mi felicidad tenia un terrible
precio, que habria de pagarla con lhgrimas de sangre...
y que s610 asi la conquista seria definitiva. . .
Las sombras se espesaban y nos apresuramos a salir.
AGn no se cuajaban estrellas en el cielo. El Patio
de 10s Naranjos estaba solitario. La cruz del rninarete
apuntaba a la inrnensidad de la comba azul.
-iQuit feos son nuestros trajes -dije a Joaquh- ,
y quit vulgar nuestra vida! Este opio oriental que he
bebido, me disgusta ya de todo.
Despuks de esta excursi6n por 10s siglos pasados,
me parece que he caido en el siglo mhs turbio y ene-
migo de la belleza.
(<El, callaba. . . Cuando est%bamos de acuerdo,
me respondia con silencio. . . como si fuese el Gnico
medio de escapar a la traici6n de la palabra, que no
traduce la integridad de la emoci6n.
Yo estaba cogida por esa vida del poderoso y bri-
llante Califato de C6rdoba.
- iCuAnto dur6 la ocupacibn Brabe en Europa?
- pregunti..
- Ocho siglos.
Perdi la vergiienza de exhibirle mi ignorancia. Ha-
bia sido atrapada tantas veces, que ya era conocida
la phgina en blanco que sobre la historia espafiola da-
ba mi cerebro.
Crei siempre que 10s Alcalde tienen sangre h a -
be. . . En ocho siglos, Castilla h.a mezclado infinitas
veces su sangre con Arabia, y debido a la persecuci6n
i36 IRIS

de cristianos a moros, ~ C O cruces


S han sido ciertamentt:
seleccionados por amor.. . 2Y acaso ese ardoroso
empuje. y - rse dolor con que las razas se pelean, se
exaltan y cdminan en arista, no sea la Cruz - el
torme nto - qtre en EspaAa nuestra sangre trab6
en la mezcla de sangre mora? iPor qu6 guardamos
. 1-1 1- -___ ..: ,-.. ~~-
-..-
ese cav-aai ue m s u z m quc IIW regisira ningun euceso
I.-:-I---

de nuestra conciencia actual? iPor qui: este sentimien-


to de pereecucih, siendo que en nuestra tierra somos
seiiores y I3oseemos todo lo que da la vida? LPor qui5
, tambi6n e:;ta especie de agravio, con deseo de ven-
ganza, por una violaci6n u oprobio inferido a ntrestra
conciencia;
terior a mi IJaciIiiieIiLw e11 ~ i i i i e que
, a rawb cwibiueru
castigo, solsre todo ccando toca sus mon6tonas horas
la campana ronca de la Caiedral de Santiago. Me
ofendo entonces de haber nacido en tierra nueva y
vieja, dondn por qmtia y carencia de imaginaci6n
no sucederii nunca cada. iNos estamos muriendo sin
haber vividc
Joaquin
- iCree5, a ~ i l ~ uque
, :e va a acilwar el Iriunav?
jQ.16 niiia ere:! Ni EspaEa muere, pues resucitar5
mn t.,vu-.,
.,VIA
n d a c ciic f i > ~ ~ m
YW" A Y
~Icn
rI U
I IV
I
n i ur urrdr -a, c TT
Y U V 1 J
n n c n t r n c mmon-
LIVbVx,~"" .."lllnI

zareEos a vivir. . .
Yo insistia:
- Nos moriremos de aburrimiento. . .
- iY te parece que hasta ahora, en un siglo, he-
mos vivido poco para ser tan nuevos . . .? Una guerra
exterior, una guerra civil, triuniantes siempre, y por
idealism0 patrio amba?.
No me convencia:
ENTRE DO5 SIGLOS 137

- Falta el arte en Chile, la pasihn, el espiritu


creador; somos copistas serviles; ya lo dice nuestra
canci6n nacional: Copia feliz del Ede'n . . . Y no me
place ninguna copia. . . iCrear, crear, Dios mio!
iNo creamos ni vestidos; copias y m8s copias, y malas
copias, por aiiadidura!

Llegamc hotel. El vino est& comprendido em


la pensi6n. iJOaquiIl pide un extra. Nos ofrecen mar-
cas desconoc:idas: Valdcpefias y quit & yo. . .
Estoy (3bsesionada. La Mezquita ha inspirado
o sugerido e:xtraiias ideas a esa alma secreta que l!e-
vo conmigo .y que me complica. Es un a h a vieja, con
subconsciente sabiduria, que me brota en chispazos.. .
-alma que me asocia a vidas prethritas, con sensa-
ci6n de realidad, y que sobre todo me lo muestra a
<El, rnuy m;io desde siempre.
- NO Crees que hemos vivido antes, que nos
conociamos 1{a de muy antiguo cuando acompafiaste
a Manuel Dsminguez una maiianita cualquiera, hace
quince afios ('ocho casada) en calk Compaiiia, all5 en
nuestro rinc6n de mundo? TI^ me has confesado que yo
fui en tu vida lo primer0 y lo iinico y que pas6 mucho
tiempo sin que mis ojos holgazanes te estrecharan la
silueta. (Me Iniraba con sonrisa maliciosa, casi burlo-
na.) iReSp6ntdeme!
- Cseo que si hubieras vivido en tiempos de la
Inquisicihn, te habrian quemado por herittica.
Esta res]mesta me oblig6 a refrenar mi fantasia.
jDios sabe q u6 vidas he vivido!. . . Lo creia en mis
138 IEZ

adentros, pero la Iglesia Cat6lica nos impide pensar.


No quiero detenerme en estas ideas, que tanto ];an
inquietadc1.
He lei do, en alguna parte, que a ese Principe Car-
105, hijo dtzgenerado de Felipe 11, despues de haber
-1--.. A,. --! L ---------
--
cometido t V-1- lA-2--
U d L l d X uc LII l i l t j I l e b , iluIIuIeb y CI Ueiuaue:b,
-^_^^ I-__^

le ju3tificb SM padre, ante el confesor, abonando, en des-


cargo de sus culpas, el hecho de que nunca habia pe-
cad0 contra la Doctrina Cristiana - itan horrible era
ese pecado, que merecia la mxerte!
Y hasta ahora en mi tierra -resabio tal vez de
la Inquisicih -, 10s curas dividen las materias de pe-
cad0 en dosdciases: pecados de mieeria hurnana y pe-
cados de malicia. A !os segundos, que son contra la
Fe, se les aplica toclo el rigor de la Ley; y a 10s pri-
meros, que comprenden el odio, 10s vicios, el robo y
el asesinato, se les concede toda la misericordia divina,
porque proceden de la fragilidad humana.
El pensamiento malo sigue obsesionhdome.
- Eras mucho mejor, hijo mio, calado de turban-
te, alfanje a1 cinto y pufial de or0 con pedrerias, en ma-
no, que ahora con ese tofigo horrible y ese vest6n opaco.
-iPobre de ti si te hubiera atrapadoel Santo
Oficio!
- LY sabe Dios si allegaste leiia a mi pira?
- iSxbe Dios t a m b i h si por eso he venido a1
mundo tan fatalizado a t i . . .?
Y esto, dicho en broma, me parece m&s cerca
de la verdad, que 10s amores al first sight.
Tambii.3 se me ocurri6, a1 leer un libro de Loti,
que ya habia aspirado el perfume de las rosas de Is-
p a h h y sucum!,>ido a1 amor de un principe persa
apasionado y F;;alante, que llevaba 1?n pEfialillo de
cro, C Q P ~mango inciustzda de pedrerias. En la noche
so56 que ese hc)mbre, e! Principe, me lo clavaba en
el pecho, con fL[ria Iuciferina y sonrisa sAdica.
- No era c(~ M Qt13 - dijek -; pero tenia una
terrible herrnosctra demoniaca., soberbia y cruel.
El ambient6: moruno, la tarde y las misteriosas
encrucijadas me ayudaban a soltar evocaciones fan-
tkticas.

Estoy muy caasada y duermo uno de esos robus-


tos suefios que raras veces se conacen m-hs tarde.
A l a mafiarla siguiente vxelvo a la Mezquita, te-
merosa de que la luz diurna haya desvanecido el en-
canto qce ayer. tarde hemos sentido, en ese bosque
de piedra solitario, que parecia emergido a1 conjuro
de una varilla de mago. La luz declinante daba ma-
yor extrafieza, :y acumulacih de tiempo retrospectivo,
a la profunda e moci6n.
Las callejulclas que cos conducen no han perdido
en luz de sol su decrhpita melancolia moruna. Hay
1

menos ambieEte sugestivo de ayeres infinitos, per0


mhs senseci6n Ide realidad vi\riente, en contraste con
el pasado.
Los muros muestran sus deterioros y lepras, las
. .
encrucijadas se escurren medrosas, receianao em-
boscadas, y lo:s patios &Tabes de las casas exhiben
su phlida gracia y SIL aromosa intimidad.
140 IRIS

Muchas plantas y earedaderas s.e entselazan, y


la fuente morisca canta en. tenues gotas cristalinas.
Observo por la calada verja o por la dim.inuta mirilla.
Son mansiones FeqEe5ias donde, ceino en un remanso
del tiempo traidor y and.ariego, se han refugiado el en-
sueiio y el sibariiismo oriental, buscando frescura ba-
jo el ardor de un cielo africano.
Me entristece el lAngEiido desaliento de vidas a1
margen del tiempo, que exhala todo eso. Para nosotros,
que venimos de Akmania, de Londres, de la Exposi-
cibn de Paris, de eFas urbes hirvientes, czntros de acti-
vidad univerd, esta soiklimta ciudad 5rabe nos
parece olvidads de Dios, o c%rcelde a h a s que nece-
sitaban rememorx, en este iim-ko, crimenes horrendos,
o ta.1 vez redixnir eaister,cias apasionadzmente tumul-
tuosas.
El patio de la Mezquita, con sus aaranjos dormi-
dos y fantamales basta. en !a algazara que le pres-
tan las MOZBP que vienen con sus Anforas de greda a
sacar agua de Ias fuentes, exhala esta mafiana una
tristeza viva, difereate a la rnelancolia de cosa muerta.
que me di6 ayer en la soledad.. El pasado que yo senti
en la tarde avanzada, tenia un cargcter defsnitivo e
irrevocable.
Ahora esta vida retrospectiva de que se ani-
ma por unas cuafitas horas, dz a la tristeza de su ana-
cronismo en el rnundo actual tin contraste cuya fuer-
za misma acrecienta la doliente poeda.
El tiempo se aaxsa ir6nic.o y devastador, apu-
rando en algunos detalles ,zus abiemos. . .
Me impresionb esa maiiana um ni6o de tres o
cuatro aiios, con una tira roja puesta por finica vesti-
menta, que le dejaba en d~cizbicrio la miseria de
Adhn, segdn nuestro witir, c la gloria, en el eoncepto
de ellos, 10s hombres. Me pareci6 miserable aquel po-
brecito nifio, que insultaba el pudor, con ojos puros
muy abiertos, entre todas las mozas alegres y desen-
vueltas que cargaban sus Anforas sobre el hombro y
se marchaban con tan arrnonioso ritmo.
Penetra:tnos en la Mezquita y se ahonda la emo-
ci6n de misteriosa belleza. . . Atravesamos calles y
mhs calles dle columnas, que ya enfiladas o contem-
pladas a1 sesgo, cruzhndose m a s en otras, tienen la
milenaria fantasia de un ko-que petrificado, cuyo
amplio follaje se extiende kn-ta el techo por otra co-
rrida de arc0IS, semejantes a un chorro de agua abierto
en abanico.
OchocieIItas columnas, todas diversas, aunque del
mismo tamafio, unidas por arcos, sobre 10s cuales co-
rre ese seguncdo piso, de ramaje en lineas simhtricas y
estilizadas, c:onstruyen el bosque magico. . .
Las p%ljdas lontananzas marcan la prolongaci6n
en penumbras distantes. Est6 solitaria como ayer
tarde la Me:equita; el dia la muestra menos thtrica,
per0 miis bel la y sugerente. La ext: insibn no se revela
a la primera mirada; se va entregaindo lentamente en
imprecisa y sombria grandeza. . .
Las filas de columnas se escurren por toaos iaam,
y se pierden en vagas lejanias, que evocan y sueltan
lcs far,tasmar~ del Califato de C6rdoba.
Nos con duce un guia, y de pronto nos hallamos
introducidos en un precioso teinplo que, rompiendo el
encanto de 1:3 Mezquita, a5re a1 centro una gran cruz
luminosa. E:i blanca la iglesia, hecha en encajes de
142 IRIS

delicadisimo m5rmol y de obscuras maderas primoro-


samente talladas. Eleva una arrogante Mveda de
suprema elegancia. Carlos V cometi6 la profanacidn
de romper la Mezquita colochndole en el coraz6n un
templo cristimo - la Cruz -, para recordar el Do-
!or, olvidado o menospreciado por el Islamismo.
Lo p n o s o e s c p la Mezquita h a p sido rota
en su armonia maravil!caa. EI templo es hermosisimo,
per0 est5 fuera de sitio. Aparece intruso y devasta-
dor .
Sin quererlo, resulta Carlos V, par.a nuestras men-
tes, mhs amplias y capaces de engloba!r conjuntos, un
..,,$,,,.Cr, n:-l*r,lr, L:,4AAnn
pc1 I C L L U b l l l l 3 W L U I l I > L V I 1I-L’.

Fueron expulsado.; ICG nioros, despu6s de


ocho siglos de dorrrinacih, por les reyes catblicos, que
me son antiphiicos (Elasta par el descubrimiento de
Amkrica, que, con raza vieja, nos obliga a vivir entre
semibhrbaros). RornFi6 el centro de la Mezpita y
coloc6 un templo en forma de cruz, tan aka corne es
de chata en su comparaci6n la Mezquita, y tan Ha-
diante de luz con0 es ksta penumbrosa y triste. Una
nueva fe se impone sobre 10s limbos islamitas; se sus-
tituye el dolor al placer, y la icerza de m a creencia
que vlve de sacrificio y de renucciaci6n7 a la molicie
l5nguida y sensual del 5rabe sibarita.
Me complace la realizaci6n del slmbol~,como
cristiana, Der0 me contrista corn0 artista. Debi6 que-
ENTFLE DO$ SIOLOS 143

Me sorp,renden,en este Templo de lu Profunacibn,


la sobria ricpeza y las armoniosas proporciones. La
elevada navt:finica, con sus brazos y su techo en ber-
ceau, es her1rnosa dentro de su fantasia g6tica.
Un cor0I, con suntcosa silleria en obscuras maderas
esculpidas, se levanta, solemnemente coronado por un
triple trono,, cuyo dose1 10 forma una escultura de
la Asunci6n.
El altar- mayor, de plata, el iustro, tambikn de
plata, y su rnagnifico retablo de madera tallada, hacen
un digno h i?do a la hermosa cruz, orgullosa y sobera-
namente incirustada en la perla del Caiifato occidental.
iCristo venciendo a Mahoma! iNo! Estoy escri-
biendo con estrechez de beata. <(Mireino no es de este
mundo., dijo el Sefior, y nada debe destruirse, sino
conservarse, como peidafios de la escala en que su-
cesivanente se va abriendo la conciencia humana a
nuevas revellaciones. . . La cruz que forma el templo
es elegante y esbelta en el vuelo de sus b6vedas. - .
La perfecci6n de !os m5s infimos detalles llena de ar-
monia el oj0.
Yo WE:lvo a1 bosque %rabe, que me sobrecoge
en tan extr;35as aiioranzas. Contemplamos el Mirah
(en hrabe: I.iugar sanlo) , que marcaba la direcci6n de la
Meca. Segh110s eruditos, forma, con la Alhambra,
el mhs brillante flor6n de la fantasza oriental en
Espafia. Su vestibulo, en columnas, tiene un techo
cuyo ramajc: termina cual copa volcada de pino pi-
ramidal.
A1 frenl;e se halla la hermosisima puerta en mo-
saicos y orcb, incrustada de inscripciones Arabes, con
sentencias dc:poktica sabiduria extraidas del CorAn.
144 IRIS

Las baldosas esthn gastadas plor las rodillas de


10s peregrinos, que debian hacer siete veces la vuel-
ta del Mirah, sefialando la direcci6n de la Me-
ca.
. . .. .
. . ., . reconstruir.,la Mezquita segGn las noti-
. Cuesta
cias nistoricas, aevoivienuoie la suntuosidad de 10s
tiempos Brabes. Todavia se ven las maderas talladas
que formaban el artesonado del techo, y cuyas pintu-
ras completaban la magnificencia. El suelo est5 cu-
bierto de mosaicos, de que todavia quedan muestras
en un atlas. Y del techo colgaban miliares de lhmparas,
que hacian resplandecer discretamente 10s oros, 10s
mosaicos y 10s artesonados, con pinturas de vivos
colores.
Las avenidas de columnas de piedra se abrian
sobre filas de naranjos y se prolongaban en calks de
verdura perfumada. La 6nica luz natural venia de
alli, en vez de las espantosas ventanas abiertas hoy
en las bbvedas, que con sus golpes de cruda luz des-
vanecen el misterio del mhgico lugar.
En las cr6nicas Brabes de la epoca, tambikn se
cuentan maravillas del esplendor de la Mezquita de
Cbrdoba, destinada a atraer sobre Occidente el nil-
Cleo de las peregrinaciones que se dirigian a la Meca
- fabulosa en el consumo de aceite para nutrir
la iluminacih de IBmparas. El Patio de 10s Naranjos,
rodeado de altos muros, con sti bellisima torre, trans-
formaci6n cristiana del alto minarete, conserva en su
actual melancolia el alma del Califato. . , Animado
a algunas horas por pintorescos tipos de mozas, da
en su quietud oriental la sensaci6n de abandon0 en
ENTRE DOS BIGLOS, 145

que lo dejara la fuga del tiempo y la invaai6n de nue-


vos valores, en que prevalecen otras razas y otras
civilizaciones.
En la tarde acentfia su carhcter, cuando queda
la fuente solitaria y Iiasta 10s niendigos--us m5s
fieles pobladores - se han marchado. El aspecto gene-
ral de la ciudad extrema la caducidad y ensancha la
distancia de ayer a hoy. . .
Muestra el Tiempo, en ironia de grhfico, el camino
andado por la civilizacih.
Los callejones caprichosoa, que forman somhrio
pasadizo entre casas viejas, altae unas, bajas otras,
itstas con espacioso balch, aquhllas con ventanijos
de buhardilla, son de una anarquia en que hablan
todos 10s caprichos e imposiciones del vivir.
La vereda no se diferencia de la calle mhs que
en una baldosa a1 mismo nivel de la calzada y que coge
la rueda de 10s escasos vehiculos que la transitan.
En esta vejez, son oasis ios patiecitos blancos,
plenos de sonriente verdura. Trasciende afuera el
capitoso perfume de jazmines, claveles y jarama-
gos .
Finisima verja muestra, a trav6s de su encaje, la
blanquizca penumbra en que luce sus flores el jardinillo
vivo, entre las cosas muertas. El %rabedej6 su blanda
quietud, en la molicie delicada de esos interio-
res.
Las mujeres llevan prendidos en sus negros y Ius-
trosos cabellos, jazmines que perfuman intensamente,
traspasando la clausura de 10s patios y trayendo a
nuestras alrnas modernas el encanto moruno de esa
poderosa ciudad de 10s Califas, que tuvo como lema:
-.d o b a , Lasa
de guerrera ge
de sabiduria Clara fuente.

Hoy es un triste rinc6n de provlr?ua, LUILU~IldUU


a rnorir. Va quedando fuera de las rutas del progreso
y sb!o atrae a1 turista como visi6n retrospectiva.
No logo imaginar qn6 fu6 Cbrdoba, la ciudad de
Europa en que competian suniuosidad y fortaleza.
Apesadurnbrada ahsra por la tristeza, sus energias
se paraiizaron; la postr;ici6n 10 invadi6 todo, como a
hasta no sentir anhelo de sa-

fa parece un suefio que no al-


canzo reaiiuaa. LQS cordobeses viven a1 dia, tranqui-
10s en sus patios perfumadoa. El 6nico reloj que marca
el iraninscfirsodel tiempo, es el lento gotear del surtidor.
Miran la casa de enfrente o <<pelanla pava, de
balc6n a baic6n.
Reparo aqui, porvea primera, en la fuerza es]ai-
ritcal.
~~. ~~~ de evocacihn.
I ~ ~
~ . .llevan
- - - - - - - - - - , clue - consig.0
_.__
_ . ~~.~ 10s
~-intens
~
~ ~_:os.". ~
~

perfumes de estas flores de Andalucia - espiritual,


sin cluda, por mhs que venga de la tierra, ya que el
Espiriiu, si necesita de un cuerpo que lo envuelva,
trzsciende como el aire rornpiendo las clausuras y
soplando con esa divina libertad que es su privile-
gio exclusivo.
En ~ S O S perfumes, tan rnudos ccmo humildes,
que no enseean ni piden nada, pero que lo penetran
todo, he recibido, mhs que en la impresi6n de 10s mo-
numentos, el a h a cansada del Islam, que cred una
civilizaci6n grande y habl6 a1 alma humana la lengua
que sus aiios requerfan.
ENTRE BOS SIGLOS 147

Arabia se insinv6 en amor sensual, primer


connubio de 10s seres que mhs tarde han de reconocer-
se en Espiritu. . .

Vamos por la tarde a1 paseo, en una Avenida Ila-


mada del Gran Capithn -- triste avenida por la vejez
de las casas que forman sus costados. Observamos la
multitud-gente del pueblo, que vuelve de la co-
rrida. Son pimtoxescos, garboFos y dicharacheros.
Las mozas t r a m la cabeza enflorada; se envuel-
ven en ricos mantones de Manila amarillos y rojos,
con amplias flecaduras. §e 10s tercian con gracioza
desenvoltura sobre el pecho, y las fxanjas contin-iran
el ritmo del busto y la expresiva mimica de brazos y
mar,os. El primitivisino de la multitud da la impre-
si6n de un puebio que de viejo se torna nifio.
Volviendo una tarde de la filtima .Season>) por
el T5mesis, en un vaporcito, del campo a Londres,
observamos con agrado y con pena (respecto a nues-
tro pueblo) la compostura del pueblo inglks. Esos
obreros, que volvian de pasar un dia de reposo, no se
diferenciaban, en sus modales, de 10s sefiores.
Este pueblo espafiol, no obstante las mzrcas in-
delebles de gran raza, que la incultura no logra bo-
rrar, se halla muy atrasado.. . Verdad es que la dife-
rencia de temperamento tiene tal vez mhs parte que
la incultma. El ingles es frio y flemhtico, mientras
que el espafiol es apasionado y violento.
T a m b i b paseaban por la Avenida familias en
grandes land&, con troncos de caballos magnificos.
148 IRIS

Las damas que ocupan e-os cairuajes son anti-


cuadas en su compostura. Cuerpos sin lineas y trajes
de mucha obra, que se pierden en detalles laboriosos.
Se me evidencia aqui el arte de 10s vestidos y somhre-
ros parisienses, cuya exquisita sencillez parece de f%-
cil ejecucih. Y s610 por contraste admiro 10s niedios
tan simples con que consiguen resultados tan her-
mosos, a1 ver 10s vanos esfuerzos con que se malogran
10s trajes de las cordobesas.

Nos encanta conversar c:on 10s empleados de la


Fonda, manera mas segura dc:conocer 10s paises que
las charlas insipidas de sal6n. Nos sirve un mucha-
ehn --*TT
bllu llluy
lictn
IIoLw,
w r l n c q n m q n nn
= u L o a w g u u ll., el decir,. Se manifiesta
hastiado de 10s malos gobiernos y de 10s frailes, que
comen y descansan. - Sefioritos,-dice con hfasis -
no;otros estamos esperando una gran revoluci6n, qtre
eche todo por tierra, como en Francia, y haga otra le-
gislaci6n. . . No nos atajarh ningGn poder, cuando nos
levantemos; y 10s frailes p a g a r h car0 sus siestas y
comilonas.
- 1No hay industrias en este pais? - pregunt6
Joaquin.
- iNi que puede prosperar con 10s impuestos ex-
cesivos? lQu6 les ha parecido C6rdoba a 10s sefioritos?
Alabamos la Mezquita y la maravilla de la civi-
lizacih hrabe.
- iBendita donninacibn - dije yo-, que ha de-
jado tales reliquias'!
El muchacho rc- d i c 6 con viveza:
ENTRE DOS SIGLOS 149

- Miust6. No queremos seguir siendo reliquias,


sino progresar, levantarnos, recuperar nuestro pode-
rio; que fu6 grande, como sabrfin Uds., tan grande,
que a Espaiia nunca se le ponia el sol en sus perte-
nencias. Las teniamos repartidas por todo el mundo,
y nos las van quitando de una en una.. .
- iCu%l serfi la causa de estos desastres? - in-
terrog6 - Joaquin
_. .
. - -
-MMiuste, seiiorito, que 10s grandes de Espafia
auisieron disfrutar, y por pasarlo bien, vamos a pasarlo
muy mal todos . . . iy a ellos les ir%peor que a nosotros!
Para mi 6stas eran bravatas que no se realizarian
nunca.
J02.quin se qued6 pensativ0.-Yo tambih creo -
me djjo --que vendrim dias m-uy ma!os para Espaiia y
que estoi3 (Cgrandes. que han olvidado sus deberes.
van a suf i-ir la terrible' ley que les har%n10s peqvteiios.
iNo IO V(xernos nosotiios, per0 vendrfi. . . !
2::- 1- --1_l---
y o , con picaxdia, 1it:- uije la palaura que 1- --l--
it: I I I U I ~ S -
taba:- 11Profeta! Tenia otra para las c6leras: -
iAlma de' Juez! Y la peor, casi infamante, era: - jdios
Wotan! -- o sea, Trouble F2te--, que por mantener
las eternr1s leyes, echa agua an + n J i c 1 9 0 fin@+-@
Lll I."UUO IUO I1LOLU.3.

Tom amos un carruaje plara recorrer el pueblo.


-i Socorr'0, seiior! - imploraba, cuando entr6 el co-
che en 10s callejonzuelos de la ciudad. Los escasos
transehl:es nos miraban espantados, y buscaban re-
fugio en 10s zaguanes de las casas. Resonaba la calle-
juela conIO un tambor, en el estruendo que hacia el
vehiculo sobre las hsperas piedras.
150 Ins
Nos sacttdianaos, temiendo estrellarnos contra
10s muros que se nos venian encima. No habia peligro
de que otro coche se nos opusiera a1 tornar una encru-
cijada.
Se contincan 10s aspectos siempre renovados
de la moribunda ciudad. Desde un puente que cruza
PI_. Gmdalauivir. tomarnos el coniunto de Chrdrr- __-_ -
ba, extendihndose a orillas del turbio rio, con sus vie-
jisimas casas de muros calizos, ruinosas y carcomidas,
que se achatan avergonzadas, a1 pic2 del difunto Cali-
fato.
El rio se arrastra perezoso er,kre las sinuosidades
"*--Alln-+,, CT\Y+nC
3 - 1,. ,,,,:c
uc m..,
L I S I L ~ LUUUUUL~ Lwlllld sus rn8rgenes.
y ~ G

Descendimos a 10s viejos y descuidados jardines


del AMzar, donde s610 quedan torreones y murallas.
iDesoIaci6n cansada y muerte vulgar! iRcma :e
rinde con grandeza a la pesadumbre del tiempo, pero
Roma se restaura y mdere en digna majestad. . . ! C6r-
doba agoniza en vileza, sin otro monument0 que su
Mezquita mutilada.
Quedan, en recuerdo de su grandeza, algunas ca-
sonas con ancho portal6n de piedra, y escudos escul-
pidos sobre Ias fachadas de soberbios palacios.
Por la tarde, desde un b a l c h interior de nuestro
hotel, abarcamos extenso panorama sobre la ciudad.
Se espaciaba nuestra vista hasta la Sierra Morena,
que cortaba vigorosamente sus perfiles sobre el matiz
anaranjado de un sereno c r e p k u l o , y se escurrian
nuestros ojos en 10s interiores, sucios, deeordenados,
de esas casas cordobesas, en cuyos ar?tiqu.isimos te-
j ados se ovillaban gatos negros. Aquellas viviendas
exhalaban el ambiente de mezquina tristeza y de mu-
ENTRE 0 0 8 SIBLO5 151

riente caducidad con que la garra de! tiempo mama


a la ciudad - eso que Loti Ilamaba: le sens du pays
gzci se digage, y que yo diria degradacih con que
10s siglos le cargaron el acento.
A esa hora crepuscular, se desprendfa de !a que
fu6 tan poderosa ciudad el clamor dz impotente opro-
bio con que la zibrum6 el tiempo, trocando su eeplen-
dor en ruin miseria.
No vi nunca, en las calles de Cbrdoba, ni una
sola mujer, a pie, vestida a la europea; s610 cabezas
encuadradas en la clhsica mantilla y cuerpos envuel-
tos en floreados mantones.
En carruaje divis6 damas con sombreros - tris-
tes copias de 10s que llevan en el continente.
Las camareras de la fonda tienen lhguida apos-
tura y trajes anticuados, oculthndoles esa gracia de
las formas naturales que en Francia esculpen median-
te sabios p!iegues en telas flexibles, que realizan su
oficio de vestir cifiendo 12 obra viviente.
Nuestra fonda es hermosa: gran patio redondo
de cohmnas y arcadas, fuente a1 centro y una sefio-
rial escalinata de m&rmo! blanco, que tal vez hoflaron
babuchas de seda de oda!iscas.
Seguimos, esta tarde illtima, conversando con el
mozo: -Me lievo de C6rdoba tan honda impresih,
que serh irnica en mi recuerdo.. . El lamenta que no
haya asistido a una corrida. Se yergue con la semi-
l!eta terciada a1 busto; ahonda su voz como si tomara
fuerza en el glorioso Califato y dice: - A todas las
glorias de CGrdoba, se agrega la de ser madre de 10s
grandes toreros. Lagartijo (y a1 pronmciar el nombre
agach6 la cabeza como mi maestra francesa me obli-
152 IRIS

gaba a inclinarme cuando en una poesia pronunciaba


a1 fin de una estrofa: Napoldon Premier) - Lagar-
tijo es cordobks, y tambikn Algabefio y Machaquito.
- iSon 10s hkroes nacionales!-digo para poner
10s puntos sobre las ies.
- Es lo que qucda de gloria y de renombre en
Espafia - afirma el muchacho.
Por cierto que me trago mi vergiienza de Madrid,
pues no voy a desprestigiarme ante este mozo, que
nos ha tratado como a principes.
Con brutal satisfaccih me refiere lances es-
peluznantes de corridas en que el pfiblico, sediento de
sangre, pide mhs victimas. Silban a1 rnalogrado to-
rero, y le arrojan naranjas y piedras, aun cuando est5
cogido, pero su sacgre, amasada en la arenadel re-
dondel, metamorfoxa al delirante ptiblico, que le
devuelve en magnffica ovaci6n la rechifla anterior. Me
refiere, con no poca vanidad, que unas inglesas de
marca tuvieron la honra de ser recibidas por Lagar-
tijo, quien les mostr6, sin que se les alarmara el pru-
disnzo, las heridas que le dejaran las cogidas, de 10s
cuernos, aun estando aigunas muy mal ubicadas en el
mapa hum-ano. Tanto lo admiraban, que se las besaron,
como hacen 10s devotos con las imhgenes. . . Lagartijo
vive mejor que 10s seAoritos principales, y ailn m5s que
10s grandes de EspaAa. Ha ganado millonadas de du-
ros. El gobierno saca impuestos muy subidos sobre
las corridas.
Le referimos el duelo pitblico que presenciamos
en Madrid por la muerie de Dominguin. . .
- Ese era un enano, junto a 10s toreros nuestros
- dijo el mozo -. C6rdoba surte de toros y de tore-
E N TRE DOS SIGLOS 153

ros a todos 10s redcmdeles de Espaiia. Uds. sabrhn ya


de! Criadero de Miura, pues esos toros 10s suministra
Andalucia. (§e cuacIra en jarras.) iSi, Andalucia, que
va a la cabeza de

Partimos. Tan to me ha entretenido el mozo, que


siento irme. No e:: eso. Mi sensibilidad fu6 y sigue
siendo tan aguda, que me cuesta arrancarme de cada
sitio y me duele nc3 volver a ver nunca mAs a la per-
sona o mozo de la fonda que conoci ayer. El nunca
y el jam& me solemnizan y agravan todo, marchdo-
me con sello de un idad a cada ser de quien me alejo
para siempre. . . Tengo pena de no ver mfis a1 mozo
cordobits de la foncla. Siguiendo mi impulso, le estre-
cho la mano y lo 1llamo amigo. El trepida en esti-
rarme la suya y Jo:iquin refuerza mi gesto, suprimidor
de distancias, d h cIole tambi6n su mano.
A1 revisar la 2tdicih, encuentra que no aparecen
en la cuenta las bcitellas de vino especial que hemos
pedido y reclama d el olvido a1 director:
- iCa, hombn>! Vaya Ud. conDios, que no he-
mos nacido en And alucia para mirarnos en pajillas . ..
Por respuesta, Joaquin le pone un billete en el
m e s h y le aprieta la mano. Nos siguen a1 6mnibus
para devolverlo. -- Tir ves, jc6mo ellos se sienten
grandes! - me obscm a Joaquin -; el tiempo les dar%
ocasi6n de probarl 0.
Esperamos el t.ren que va a Sevilla.
Tenemos al frente nuestras maletas de mano. Joa-
quin lee mi3 iniciales: ((1. E. L.. y me lanza una iro-
nia, a base de semiTrerdad, que asi era la suya. Rozaba
Dos Siglos-11
-7
154 IRiS

las amarguras, atenuhndolas con sonriSas, a !a mane-


ra con que tiempos dcspu6s Chaplin ha creado un
Arte basado sobre el fracas0 humano, para dark alas
de gracia y elevarlo por sobre la hurnana miseria. Asi,
Joaquin aludia a mi terrible defecto-la ira-, sin
tomarlo en serio (mi violencia de agresividad nervio-
sa) y aventhdolc en finas hurlillas.
- iNo Crees - dijorne - que tus verdaderas
iniciales se contendrian mejor a5iadj6ndoles una bache :
H . I . E. L . . .?
Me senti clavada por su fina agujilla, y en rhpida
reaccih, heredada de Mamita Reyes, mir6 las inicia-
les suyas sobre la maleta que con la mia espera-
ban en el anditn el retardado tren, y descubri que
((J. L. A., tamhien eran iniciales susceptibles de mhs
honda y personal exyresih. Ayudada de su Epiz es-
cribi: <<J e L'Airne.. iESo haces tti, hombre de phi-
mo gusto, que con ser tan amarga la hiel, la escoqes,
la guardas y la quieres siempre! Le suministraba yo
a Joaquin sus mhs punzantes iroaias.
Mamita Lo10 tuvo la clarividencia de que ese .oven
-tan joven, 16 afios - haria mi felicidad, ardua
tarea, por la complejidad de la agraciada. Se obstin6
con violencia en mi matrimonio, hasta no ver otro
novio posible para mi, y sin embargo, su recomenda-
ci6n respecto de mi genio fall6 en absoluto. El 5ngel
que anunciaba en mi, se convirti6 en leona.
Cuando fui: a verla Don Patricio Larrain, en
esa clasica visita de pedir la marlo que dura hasta en
este desprejuiciado siglo, ella me recornend6 a mi
futuro suegro: - Ecta nifia, primo, no sirve para na-
da; per0 tiene un genio de 5ngel. iError profundo! He
ENTRE DOS SIGLOS 155

servido para algo y tal vez para mrrcho; desde luego


a h mbr6 a1 mundo abyecto, en que vivimos, un fingel
de ve rdad-mi hija Rebeca--; pero mi angelical
carhcter- result6 diab6lico.
J(l a quin me decia:
- Tu abuela me estaf6 con tu buen genio.
- Pero creo haber cornpensado la estafa, con
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utilidzid para _ L
orras C W ~ S , WZRW
_ ^ ^ _ ^

que be me ueciaro y
^ _ _ _ _ _ _ ^

fui act2ptada corn0 perfectamente intitil.. .


5lo estaba yo presente cuando lleg6 Don Patricio
Larrajin (nombre tan apropiado para tal caballero,
qtle sii el calendario no registrara en su Santoral a
Saint Patrick de Inglaterra, hahria de inventhrsele a
mi sinegro, por suestilo de patricio romano) en la
consalsida visita oficial - Pedidura de rnano. Mamita
Lolo, que no obstante su mala recomendacih me
adoraba, y de quien mi suegro me sahia mimada, iba
a imploner condiciones a mi matrimonio, cuando Don
Patric:io le sa!% a1 paso, dicihdole:
- iY0 no vengo a pedir nada, sino a hacerle un
gran regalo en mi hijo!
3 con ser ormilloso el
propic ia

'ILLA

La mhs bella ilusi6n de mi viaje a Espaiia fu6 siem-


pre Sevilla. Saboreaba con fruici6n este ensueiio. iSe-
villa!
L

cia. dt:Espaiia. Mi imaginaci6n estaba desde siempre


recarjzada con 10s pintorescos aspectos de Andalucia,
156 IRIS

que encarnaba Sevilla en Ias poesias de Bkquer, en las


azules campanillas de sus balcones y en sus deliciosos
patios 5rabes.
La Giralda, las mujeres de gracioso andar, coro-
nadas de flores, 10s bailes, 10s dichos, las ferias, 10s
cantes, todo en la rnoruna ciudad habia de tener so-
naja de castafiuela y gracia de pandereta.
A rnis desengaiios de Espasa, yo opongo ese p m -
to luminoso: isevilla! Me regocija sofiar con que pa-
sear6 por la calle de las Sierpes, culebreando entre
balcones bajitos, donde 10s galanes cantan trovas a
sus damas, con ese romanticism0 oriental, en pais de
sol, de azahares y de fondas, que desde nifia me hipno-
tizara en su lianguido encanto.
He caminado por Espafia de prisa y de paso,
dejandome tiempo para Sevilla. Me proponia ir por
la tarde a la Venta de 10s Gatos, desde d.onde divisaria
la Giralda, cortando su calada torre en un cielo afiil.
Veria columpiarse en 10s balcones las campanillas
azuies, junto con 10s jaramagos. Los patios saldrian a
encontrarme en el aliento de 13s azahares. Recorre-
riamos ventorros, admirando a esas majas que can-
tan con la dulzura Enguida y la gracia cadenciosa
del 5rabe; oiriamos esas coplas populares apasionadas
y tristes, ecos de la melancolia reminiscente del de-
sierto, con que afioran el canto del muecin en el alto
minarete y la caravana fugitiva que se pierde en lon-
tananza.. .
iBecquer! Siempre es un Poeta el que extrae el
aSma de las tierras y nos da a beber el filtro de amor.. .
ENTRE DOS SIGLOS 157

Gustari: esas ddccs emociones, que se han ama-


sado con mis ensuefios primeros de nifia, en el propi0
sitio, a la caida de esas mismas tardes que desvanecen
en el aire la mhsica de amorosas canciones.
Eso me habia yo prometido de Sevilla, aquella
ciudad legendaria y embrujada, en donde ha1lar;a
por fin la tela humana en que llevo cortados mis en-
suefios.
Aunque me habia nutrido artisticamente en Fran-
cia y mi vida emocional llevaba esa envoltura, algo
mas hondo y probablemente m5s autentico, ligado a1
Amor cuando ahn carecia de pronombre posesivo,
me retrollevaba a las rimas becquerianas.
Ese fondo in6dito de mi misma, en la m8s origi-
nal pureza de mi alma, estaba vinculado a la sencilla
poesia del vate andaluz. Empecinada en mi france-
sismo, no distinguia ya lo natural de lo postizo. Mucho
despu6s descubri la complejidad de mi sentir, 10s ve-
ricuetos de mi alma, hecha de tantos trozos diferentes,
que s610 un milagro del Espiritu ha logrado unificarla.
Otros viajeros habian tratado de arrancarme mis
ilusiones de Sevilla, per0 yo no me dejaba vencer.
A1 llegar hoy, se me ha desvanecido la ciudad de
mis ensuefios. La Sevilla mia no existe o no ha exis-
tido nunca.
Tomamos coche para dar un vistazo. Nos meti-
mos por callejas donde 10s ti-ansefintes se ponen en des-
bandada. El vehiculo lleva aspecto de s u m o en esas
angosturas v nosotros Darecemos cazi odiosos de in-
153 IRIS

Si a esto se agrega la pareja de forasteros - de


seiioritos, vestidos como la gente traspirenaica -, pa-
sa uno a ser rhiaro
- - rare,. objeto
- de curiosidad y ex-
traiieza.
La direccih que deben tomar 10s carruajes est:
marcada por tina flecha, ya que a duras penas hay es
pacio para uno solo en las tortuosas encrucijadas
u e improviso surge ei grave rropiezo ae naiiar
- 0 1 . 1 1 1,

un carret6n en sentido opuesto. Enfadado, nuestro


cochero reclarnaba a gritos, de que el otro no avisari3
a tiempo, que la ruta estaba ocu pada.
Con imperturbable flema el carretonero se deja
ba apostrofar duramente.. .
Era sirnulado el enojo, por ser corriente el hecha
Nuestro auriga hacia mkritos para agradarnos. El es
I I.. oei venicuio es tan ruerre,
trepito 1 , , I t c
I r
y can aspero su ro-
8 ,

daje sobre las piedras, que las gentes nos miran pasar
athitas.
'yo busco el nfimern " v11er4wA4ro'
Luur'uo'*
An1 ,Rirhm-nrle
UL' u \ \ Y L I I ULI"

Sevilla.. Debo parecer loc:a; ipeor que una inglesa! LoS


dramas sevillanos me hseden : ((Carmen 4301n )),

Juan,, .Las Nupcias de Figaroz . . .


TT _ _ - ---LA - . __
__2 -
1 pur IZldS que rUUilIIICS, la S e V l f l a XUIIliiIlLlCd Ut?.I
c----:71-
_.__^^ 1- L__L_.^^_____^

drama y de la leyenda se nos escapa.

Me asombra el materia!ismo de la devoci6n a


que ha llegado este pueblo ni5o. En Swilla se r i d e
culto exclusivo a la Virgen. La Szntisima Trinidad es
ignorada. No ha llegado a esta ciuc'.ad noticia alguna
del Eterno Padre. . . hl Kijo se le adora en el &eF_or
del Gran Poder. (finico competidor de la Virgen en
EMTEE DCS SIGLOS 159

la tierra de Maria Santisirna) que trueca por m6rito


de propio clo!or sus padecimientos, en favores a sus
devotos. jES; c6m-oda manera de escapar a1 tormento
que predica la Cruz! En forma de luminosa,r;alornita
se ve a1 Espkitu %=to, ignoranclo su poderosa acci6n
sobre las a hias que peregrinamos en el mundo. iT1-k-
tes resultadc)s del simplismo a. que la 'Enquisici6n dej6
reducida la grey cristiana!

Ea Sevilla mia no existe. No la encceniro en parte


alguna. iD6nde se me ha escondido?
Al dia siguiente vamos a1 Alchzar. Precioco patio
morisco, llarnado de las Doncellas, en recuerdo del
trihuto de cie n virgenes que !os cristianos debian pa-
gar a 10s I;! X X O S .
La fant;Mica riqueza dejada por 10s Brabes en
sus construcciones, justifica sobradarnente 10s ocho
sjglos de dc!mirraci6n.
Las partedes del Alcjzar tienen rnocaicos llama-
dos azuiejos, que dan luces m-ethlicas y qtie no se en-
cuentran ya, por estar perdido el Pecreto de fabrica-
ci6n.
Las hal:Iitaciones son mag:nIficas, con techos ta-
llados en ciiprichosos artesortados.
Nos muestran el dormitorio de DoFia Maria de Pa-
difia, quericl:i de Don Pedro el Cruel, y la preciosa sa-
la-vestibdo, que se, abm-.:, nn
bll
r n l i i m n o c ontn lac
bVIULIIIIIUil UL.L.b
An-
L U U UL

m5s estancizLS y galerias.


Alli Do1n FadriquL e fu6 asesinado por orden de
Don Pedro, :3 causa de; 10s celos que por Doiia Blanca
tuvo con 61
160 IRIS

El guia, muy entonado, repite de memoria su bien


aprendida lecci6n,y Joaquin (yo lo siento 21 menos)
se est5 riendo de mi, que en castigo de mi ignorancia
no puedo gozar de la historia que guardan 10s si’Lios
de que esas tragedias son el alma.
Los z6caios de azulejos enriquecen 10s muros,
hasta la parte alta, que estaba cubierta de preciosos
tapices orientales.
Deja el Alcazar profunda impresibn de la suntuosa
fantasia artistica que alcanz6 aquella civilizacih.
Seguimos a 10s jardines. Una galeria corre desde
el palacio a1 costado de 10s jardines, que llegaban en
10s tiempos antiguos hasta la Torre del Or0 - una de
las m%s caracteristicas faces de Sevilla.
Hermoso estanque reposa en una terraza, con
juegos de agua, cuyo perpetuo chapoteo, entre inm6-
viles palmeras que se dibujan estiiticas en el cielo meri-
dional, contrasta con la aiiorante qtlietud que en ese
sitio exhala el alma del pasado.
Las palmeras, 10s grandes magnolios y 10s naran-
jos sombrean y perfuman esta hermosa mansidn mo-
risca. Los jazmines se enredan formando olldulantes
cortinajes perfumados. Los dibujos hecho- con arra-
yanes recortados, construyen muros espesos que dan
estabilidad a la cambiante verdura.
Se han suprimido a viva fuerza estaciones y mu-
danzas, logrando asi anular aparentemente el falaz
transcurso del tiempo.
Nos sirve de guia un viejito - majadero como
todos 10s guias, y que es menester soportar, aunqete
daiie a1 necesario recogimiento y llame la atenci6n a
lo que no interesa.
Me viene cargsndo m poquito, y tal vez lo sien-
te. Como excusa a su involuntzria pesadez, a1 mos-
trarme la preciosa Virgen llarnada de la Servilleta,
me cuenta que 61 tiene ochenta aiios.
La verdad es que pisa eobre la cima poco prac-
ticab:e. de sus crecidos lustros con bastante gallar-
dia.
En uno de esos violentos arranques que se me
producen cuando me estoy cccargandoa, y en que
trueco, por buma costumbre, mi c6lera en picardia,
me hinco rspidamente ante la imagen y hago en alta
voz una breve oraci6n: Secora Nuestra, acu6rdate
((

que el guia esth viejo y Ilitvatelo pronto.. Se in-


digna y se asusta el pobre hombre. Atribuye mortal
eficacia a mi plegaria.
- Sefiora, lqu4 ha hecho? iY0 querria vivir otros
ochenta aiios!
- iDesgraciado!1Y qui5 Io sujeta a Ia vida? iQuie-
re seguir repitiendo su vieja lecci6n otros tantos afios?
Me asombra el viejito. iNunca encontr6 tanto
amor a la vida! Insisto en saber qu6 lo retiene. <Ten-
drh familia, una viejita que lo quiera y lo cuide?
- Miusti., nada, pero, jvamos! iVivir! iQue ya
tendremos tiempo de mhs para podrirnos!
Nos damos una ojeada con Joaquin, admira-
dos ...
-Miust6, aunque no fuera mhs que pa calen-
tarrne al sol y rascarme ias pu!gas, le daria gloria a
Dios, viviendo.
- 2No Cree Ud., acaso, que algo mejor le aguarda
co otro lado.. . ? (No sabe Io que es el otro lado.. . y
alrrijo . . . ) En la otra vida. . .
contrarnos aigeanos c n u m ae raja y som~rero
guarapon,
Gue se ca!an en la cabeza muy lachos, CQTI provoca-
tiva insolencia.
klevo un abrigo de Paris, amplio y no obstante
cefiido, con nangas volanderas. Es fantastic0 y alar-
mante; y un sombrero que compite ventajosamente
con 10s chulescos.
Esta toilette me trajo aventuras y me di6 cierta
cn%e~ie, que mi nark sofoca y que es una de las
complejidades de mi aima de monja, con ribetes cor-
tesanescos.
Con esta indurnentaria recogi muchos piropos . . .
- Di, chica: $e sacaste ese cuerpito, ese garbo
y esa gracia, de un escaparate de Francia?
- Digame, lpor dbnde se va a la calIe de las Sier-
pes? - indago.
- Tome Ud. corredera abajo, cargue siempre
sobre la derecha y se .hallar%Ud. en Sierpes.
ENTRE DOS SIGLOS 163

-Gracias.
-iEs bo q
El com]
--Noes lo que daS, cmca; ia gracia es lo que guar-
das.
Y afin replica el primero:
-§e qiieda Ud. con la gracia y no se la deja a na-
die. . .
Seguimc)s ei derrotero indicado, carretera abajo
y cargando sobre la derecha.. .
Est5 mii y animada la caIle de las Sierpes; 10s al-
macenes y 1d r i e r a s ostentan mercaderias ordinarias
de pitsimo gusto (comercio m5s infirno que el de Ba-
tignolles o r ue Saint Antoine, en Paris).
La gente tampoco sale a mercar, ni 10s lleva asun-
to alguno; caminan para pasear, solazarse, mirarse
y arrojar a las mujeres dicharachos galantes.
Me hago una colecci6n en cada salida, de aque-
110s ociosos y alegres muchachos dedicados a pasarlo
bien, sin esfuerzo.
El sol, 1os perfumes de Andalucia, el aire vivo, 1:1
juventud y las mujeres que pasan, les llenan de re
gocijo :
- jQlit! mtliiequita de cartbn, no puedes baila:r
la jota , porque te apretaron las carnes!
Qtco pasa sonriendo:
-Ul,
-. . . . . . . . -
lcuanao le robaste 10s crespos a la bspe-
ranza de Sa.n Gil?
Es, sin duda, la Virgen de su exclusiva devocibn,
pues en este pueblo son devotos apasionados de deter-
minada ima gen - devocibn que supone guerra eter-
na a todas ;[as otras Virgenes (no dirt5 advocaciones,
164 IRIS

sino imhgenes). Es una religi6n muerta, pagana, ma-


terialista. Se me ocurre que a la Virgen la hacen c6m-
plice de sus pasiones, de sus violencias y hasta de sus
crimenes. . .
La Inquisicih ha traido, como consecuencia, la
extincih de 10s misticos, de 10s puros, de 10s que sa-
ben renunciar, para dejar estos fan&icos, que no pien-
san, creen ni aman. Se someten ciegamente, buscan
acomodos con Dios y le hacen festejos para equili-
brar sus culpas.

Recibimos soberbia impresih en la Catedral.


Su audaz estilo g6tico se lanza vertiginosamente a la
altura. Manojos de columnas forman las pilastras
que soportan las arcadas en que se levanta la cilpula
magnifica. Da su elevacih enorme potencia de majes-
tad, per0 no es misteriosa y tremebunda como las de
Viena y Estrasburgo. El estilo g6tico me deleita por el
misterio, que corresponde a esa religi6n medieval de
obscuridad y de castigos.
La de Sevilla es majestuosa, per0 alegre. Prefiero
las tktricas Catedrales que recelan en sus phlidas pe-
numbras 10s terrores del m&s all&.. .
A1 recorrer sus naves se derramaban en su in-
mensidad 10s acordes rugientes y prolongados del
6rgano.
En la suntuosa sala capitular, redonda, tapizada
con brocato carmesi, se halla una de las Concepciones
de Murillo. Prefiero la del Museo del Louvre. Todas
las virgenes andaluzas van formando la lenta eclosi6n
del ensue50 mistico, que encontr6 su plena realiza-
ENTRE DOS SIGLOS 165

ci6n en la Inmaculada de Paris. Es !Astima que las


copias afrentosas y la misera estatuaria en yeso nos
hayan degr.adado y diluido la emoci6n de tal maravi-
lla. Esta 1composicibn es el pr6logo de aquirlla. Las
primeras I nmaculadas tienen sblo algunos angelitos
en gracios:i s posturas, formando peana a 10s pies de
la Virgen.
En esas telas aparece la inspiracibn luchando
laboriosamente por realizar el ensuefio, hasta tomar
sublime wielo en la filtima obra, con esa Mujer que
en celestia1 arrebato traspasa 10s planos de materia
y alcanza divina idealidad. Bajo sus pies, entre nu-
bes, se arremolinan legiones de hngeles - el Amor Di-
vino que v iste de carne a! Espiritu.
La delI Louvre es la reina de las Inmaculadas.
Murillo lle!gb a la meta de la penosa gestaci6n que de-
bi6 tortura rlo, a juzgar por el nfimero de ensayos que
hizo hasta tocar en la cfispide de aquella Concepcibn.
i Quir hermcDSO es ese tono dorado vaporoso, en que
de un foco brillante surge la Virgen purisima, en el
arranque de natural transporte que convenia a su
excelsitud!
Los gliias nos asedian. En una capilla de at&,
nos muestr;an el d h g e l de la Guarda. de Murillo, con-
duciendo ai un nifio.. . j Q d magia hay en aquella
pintura! L 3 poirtica composici6n del Angel, mirando
a la tierra, que ievanta una mano y la sumerge en 11-12
sobrenaturi31, mientras da la otra a un chiquitin deli-
cioso, de c ontornos delicadiGmos, per0 firme en su
consistente realidad humana, marca 10s dos planost
en que esas criaturas actfian.
166

El chic0 lleva la camisa medio caida, apoya una


mano en el vientrecito y da la otra a su Angel con-
ductor. Mira con la adorable sencillez de su perfecta
inocencia.
Los dos mundos - espiritual y material - se
hacen sensib!es en aquella pintura. El Angel descien-
de a la tierra con ojos cargados de inaccesibles mis-
terios. Viene nimbado de alta y divina luz, penetran-
do todos 10s arcanos. Parece hecho de sutil materia.
Es casi traslGcido. El nifio, por el contrario, es s6lida-
mente epeso en sus tiernas carnes nuevas. Nada sa-
be el pequefio; marcha a1 azar, pero va dirigido, apo-
yado, y su paso es seguro. . . No ve tmpoco, per0
sus ojitos vueltos suavemente hacia arriba, se pier-
den en ignota regibn, donde presiente lo que se ocul-
t a . . . Nunca ver5 claro dentro de la carne y mientras
est6 vinculado a la tierra, per0 si vialumbrar5 confu-
samente un m5s all&.. .
En estos g r a d e s Maestros corn0 Murillo, la pin-
tura no es s610 armonia de colores, sino que cumple
una finalidad altamenie espiritual, de transparentar
lo invisible, vitalizando lo incorpheo, por sugeren-
cias casi sobrenaturales.
Nvestro tiempo ha materializado de tal manera
el Arte, que despoja a la pintura de alma y la hace fes-
tin de colores para la vista. Yo creo, sin embargo,
tanto en la sabiduria oculta que nos conduce desde el
subconsciente, que hasta el materialism0 y descris-
tianizacih de esta humanidad 10s consider0 caminos
para nueva y m&s completa reconstitucihn espiritual
delmundo, asi como la ruina del Imperio ,roman0
y de las civilizaciones antiguas di6 amplia cabida a1
ENTRE DOS SIGLOS 167

Espiritu que! trajo Cristo. Ahora tendremos una nue-


va revela.ci6n a base de la antigua, cono el Nuevo
Testamento confirm6 al Viejo.

cnar la UU~II
hora de visi ta. Nos introducimos por el lado de la
Obra. Un vi1ejito sale a cortzrnos el paso. Pasamos por
gringos y nc entendemos nada.
- Vuetvan Uds., que no es hora.
Yo me 1?ongo tiesa y fruncida:
- I do not undersfnnd.
- iQue no es hora, sefior! (much0 mhs fuerte a
Joaquin) .
El marlcha impert6rrito y opone su bast6n para
alejar a1 viiejito. AI encontrar esa valla, se vuelve a
mi, como a materia m9s dGctil:
- Que se vuelva pa at&, Madama.. . No puee
visit5. . .
Nosotrc)s avanzam-os ahora mudos. Vienen mu-
chos otros ai estorbarnos la entrada. E! pobre viejito
explica, azo1rado :
-"or uedo hacer Ealir a estos forasteros. . . §on
ingleses, y rio entienden naa, y aqui tqui6n va a sa-
ber su leng:ua endiablaa?, ide herejes que son! Los
vengo siguiendo . . . habr5 que echarlos a empujones . ..
-Pero Ud. no se le atreve al sefiorito, (se mofan
de 61) ; iqu6 1iombre m6s tieso! iQui6n derriba esa torre?,
- i A V(:r si conel reloj entienden!
El viejito tuvo esta luminosa idea. Saca un sucia
y estropeado reloj.
168

- Madama, p e las dos! (Apuqta con el dedo. U


despcks cuenta: una, dos, jpium! se abre 13 puerta.
El abre 10s brazos.. . )
‘nke tal m’nica, tuvimos que enteiide-.
-- Estos ingieses no necesitan hablar ; andan coin0
duefios del mundo; se meten en tocia? partes y lo miran
a uno de alto abajo, como si valieran mgs que ncsotros.
- Lo que yo dig0 -salt6 otro - es que si salen
a buscar curiosidades afuera. es porque ellos no tienen
nada que mirar alIA en su tierra.
- It is true - digo a Joaquin, humilIada.
- iEntendi6? - me agrega el viejito, feiiz de la
estratagema con que ha creido vencerme.
Le miro a 10s ojos legaiiosos:
~ Pas cornfiris du tout!
Segui irnpertkrrita. Agotados 10s recursos, se
resolvieron a dejarnos pasar, recibimdo, isi!, el viejito,
con supremo desdh, menos por ser dinero que por
parecerle escasa, una propina que se le alarg6.
- Estos tienen m-As empaque qcle dlltros . . . - dijo
el due50 del reloj a 10s otros, a quienes tambi6n dimos
despuks.. . MAs agradecidos, 10s filtjmos afiiadieron:
- Saben de lenguas como de reparto. Y caramba
que ni en Babel se habrian quedado sordos, poryue
para mi, krablan espafiol mejor que noyoti-os.
Debimos seguir hahlando franc&. Ibamos con
tres guias, y el miis sahio me advertia:
- Madama, boi5 (quiere decir madera) - y sefia-
laba un retablo.
Un crucifijo de Montaiiks no3 conmovi6 por la ex-
presi6n divina y el prodigio de arte con que estaba
hecho.
ENTRE DOS SIGLOS 169

El Museo Provincial de Sevilla, lleno de precio-


sas tel;as, acaba de mostrarme el genio inagotable
del pin tor andahz. Murillo se p x e a triunfalrnente
con sus madonas y Angeles, entre 10s dos mundos. Su
idealist;a inspiracih da forma a lo sobrenatural re-
present:ando 5ngeles y virgenes y pinta figuras huma-
nas cor1 realidad m-ateria.1.
Se siente la facilidad de la ejecuci6n en ambos
planos. La sencillez de la composici6n, la suavidad del
coloridcI, logra 10s m5s poderosos efectos, con medios
que parhecen simples. Est5 alli, mal conservado, el ori-
ginal dle la Virgen de la Servilleta, cuya cabeza, de
contornos vagos, tiene, sin embargo, una expresi6n
que re’vela un mundo que nuestras almas tardarin
en alcanzar.
Hay tambi6n Concepciones, que realizan ese ce-
lestial ensuefio con que nos imaginamos a Maria
Inmacu lada. Me afirmo en creer que estas composi-
ciones 1xeparan la triunfante obra-cumbre con que
coron6 su inspirado trabajo en la Inmaculada del
Louvre, per0 si aqu6lla tiene un conjunto mhs es-
pl6ndidc3, hay en &as del Museo Provincial rasgos
tan sutiilmente finos, de tan po6tica idealidad y de
tan divjma expresibn, que cada obra, en el mismn g6-
nero y 1bajo la misma inspiracih, sorprende y parece
la filtinla pincelzda de Murillo.
La figura de San F6lix de Cantalicio, reteniendo a1
Nifio Je s6s mientras la Madre, en tierno y graciozo
ademfin , se lo reclama, es de un tierno arrobamiento.
El rostriD del Santo, idealmente ennoblecido por el Es-
piritu, toca lindes de sobrehimano.
Bns Sidos-lZ
170 IRIS

La obra de Murillo nos coi~v~iice de que el


Arte pict6rico no es la copia Fervi1 de !a naturaleza,
sino una transmutaci6n de valores. que mediante hu-
rnildes rnedios humanos - 10s co!ores -, logra trans-
parentar Ia realidad superior, que escapa a nuestros
espesos sentidos. Murillo expreFa el mhs all5 de nues-
tros ensuefios atrevidos ; revela, por sensible manifes-
tacibn, lmnduras inexpresadas de nuestro Espiritu y
mantiene fugaces revelaciones, que no pudimos retener.
Me indigna, por eso, que 10s pintores analicen en
su jerga ma1terialista, a artista de esta calidad.
Cada UIl a de las t e l a de Murjllo es una phgina
de divina cornuni6n con el rnundo !iberado de materia
y con las almas entradas en Ermonia sobrenatural.
Montaiihs tiene en ecte Muse0 unas cuantas es-
,-i*l+i-,--@*-*TI a-nresivas, per0 un tanto coloreadas,
intados, he:mosisimos. Es tan di-
kistos en cruz, que al contemplarlo
L U I I I ~ I C U U I , qUlLd por primera vez, que de sentir s610
esa expresih, se aprende que Amor y Dolor son her-
manos, y que Amor sin renunciaci6n y sacrificio no
existe. §e contiene, en esa obra de arte, fulminante
revelaci6n de que si no colabora el amor divino con
el amor humano, &e deja de ser Amor. . . y se reduce
a camicho sensual, sin aver - v- sin rnafiana. En mi sen-
tir, un amor sin promesa de eternidad no me seduce ni
me peaetra a esa hondura en que se clean 10s vinculos
inmortales.

En la Escuela de Artes, buscarnos a, un pintor


coplsta muy recomendado. De cu casa, cuya direcci6n
ENTRE DOS SIGLOS 171

tenemos, nos echan a !a casa del suegro, y de alli a la


Escuela.
Ya creeinor5 que este cefior Lbpez Cabrero es un
mito. Nos introldujlmos a1 segundo patio de la Escue-
la y lo deecubieimos pintando bajo un emparrado.
5 0 s pregmt6 sii 6ramos chilenos, a las primeras pala-
bras que cambiamos. Nuestro acento flojo y sin ma-
tices nos habia delatado. Toda la gente de la. casa,
mujeres, hombries, viejos y nifios, nos hicieron circulo
para observarnoIS. Haciamos buen efecto, a no dudarlo,
pues entre ellos predominaban 10s avechuchos de ros-
tros estropeado:;, que han recibido todas 10s achaques
y mofas de la. v ida y del tiempo.
La vejez e:j ruin aqui en EspaAa; acusa taras y
proclama aveiIturas y accidentes. La juventud debe
-1- - - - ~
b t : ~lrluy vieve, y todas las gracias sucumben a1
l-.
ut: Y . _ _ _

descuido.. .
A1 pintor I2ntusiasm6 tanto nuestra visita, que
cerrb su caja de colores, tap6 el caballete con el Santo
que estaba pinliando y se dispuso a acompafiarnos.
Mi gotita de saligre inglesa, que pone en tanta estima
el tiempo, trai;sba de impedir que suspendiese su
obra, pero 61 estaba dichoso de aue le suministr5ra-
mos pretext0 piara holgazanear.
rnoleste! - decia. Joaquin.
- iCa! Si e8s gusto muy regalado ir de paseo con
Uds. NQes ocas;i6n que abunde . . .
Y contra nciestras protestas, seguimos con 61 cum-
pliendo nuestro programa. Mu)7 tltiti! fu6 su. ^compa-
iiia, pues sin la majaderia de 10s gutas, satishzo mis
curiosidades, y me llev6 a buscar ese color local de
donde se desprende el sentido de la tierra.
172 IRIS

No era tiempa de Feria, y yo deseaba que se me


explicase el renombre de esta fiesta que atraia taotos
extranjeros a Sevilla.
Dijome que en la Feria se venden 10s productos de
las dehesas y cortijos. Para darle a.nimaci6n y mantener
la tradicibn, las grandes familias sevillanas arman ca-
setas (supongc que son carpas) y alli las mozas, vesti-
das de carhcter, con mantillas goyescas de vueltas ama-
rillas y encarnadas, bailan las danzas andaluzas.
Se llena de caFetas bien adornadas el campo de
!as Ventas. Alli obsequian refrwcos a 10s visitantes;
se almuerza, ce toma la cma, ?e canta y se baila. . .
Las muchachas usarr el traje andaluz ~610en eros dias.
Llevan la mantilla, la pollera corta y la chaquetilla.
Toda la coqueteria se gasta en la postura de la
mantilla sobre alta peina, haciendo marc0 a1 rostro
fresco, con ojos de carb6n encendido, expresi6n sale-
rosa, procaz y maliciosa . . . Las mantillas difieren en
calidad. Las hay de blondas (encajes) y de madrofio,
las m 5 s enredadonis.. .
- lCbmo?
--$game, lc6mo es esa prenda tan eficaz, de
tanta influencia sobre el hombre?
- Pues, vamos, es una rejilla de seda negra, con
pelotas de felpa tambih negras. No hay mujer fea
si se la pone bien, porque la mantilla da gracia y la
gracia es la guapeza femenina, que realza el m a n t h
terciado con franjas ondulantes. . .
La mujer aderezada asi, castafiiuela y pandereta
en mano, bailando la jota, es una reina, que hace del
rey de la creaci6n su esclavo, su trapo, su cosa. . .
ENTRE i3G9 SICLGS 173

El sefior L6pez Cabrero Ee exalta pintAndome la


gloria de la mujer andaluza. . .
- Pues, miust6, hay que ve pa sab6 el donaire, la
chispa de una muj6 vestia de maja y ayudaa de toas
las artes del Maldito, pa hac6 del hombre un patiin,
un baturro. . . El m5s pintao sefiorito se alela, se em-
boba, pierde el sentio. . .
Cambiamos miradas furtivas con Joaquin. La
decadencia de Espafia se nos explica en dos palabras:
iholgazaneria y pasibn! No hay trabajo, ni esperan-
za; existe el modesto pasar sin ambicibn, y todas las
energias de la raza se concentran en la audacia pasio-
nal, de sentidos exaltados.
Tierra de Don Juanes, en que 10s 5rabes dejaron
su moruna sensualidad de amor sin conquista, redu-
cido a1 mer0 deleite carnal. . . iPobre Espafia, caminas
a1 abismo! Necesitarhs que Cristo vuelva a1 mundo y
te saque de tu sepulcro. . .
Vamos a conocer la calk del Burrer0 y de la
Leche de la Madre de Dios. Estos nombres con sa-
bor de terrufio y rudeza de fanatismo, me placen.

Pido que nos lleven a la Fiibrica de Tabacos,


siempre en busca de la (&evilla escondida.. Esperaba
que el famoso gremio de las cigarreras sevillanas habia
de darme todo el color local que no encontraba en
esta Sevilla de mis desengafios. . . Es otra ilusi6n des-
vanecida. Vimos a las ((Pureraw, cuya belleza me ha-
bian ponderado. No encontrit ni juventud ni gracia.
Muchas mujeres tenian alli sus crios. Nos miraban
curiosamente.
Joaquin se llevaba 10s ojos cansados y mustios de
aqtiellas hembras deformadas, desalifiadas, que se en-
cendian a su paso y desteliaban chispitas de luz. . .
AI entrar cuelgan las mozas de las perchas sus
polleras almidonadas y repolludas, que c610 cogen a
la hora de partir. El sefior Cabrero, nuestro acompa-
iiante perpetuo, me pinta el cuadro de la salida, en
que esas mozas se yerguen, crujen en sus faldas tiesas,
se prenden un clavel en el mofiio, y con tin pitillo, de
10s que acaban de liar, hundido en la comisura de la
boca, se cimbran sobre las amplias caderas, turgentes
10s pechos generosos, y se van canturreando una co-
pla alegre y liviana.
Acabbse el trabajo, vuelven a ser hembras y
van a solazarse, con un platillo frugal y un trago de
manzanilla, y a recuperar ese cetro, perdido en liar
pitillos, de ser la presa mhs codiciada del hombre,
la mitad de su ser, la cumbre de su deseo voraz. Sali
desencantada hasta de las cigarreras - jes un coirno!
Cabrero me pinta madros que yo no veo, pero
que responden a mis fmtasias sevillanas y me com-
pensan 10s desengafios.
,5610 he divisado aquel reguerito de p6lvora
que a su paso (el de Joaquin) ha ido iluminando 10s
ojos de esas hembras desdentadas, mustias y ajadas.
A1 fulgor de esos relAmpagos veia alumbrarse
una sensacibn que encendia y vitalizaba el rostro
cansado de la bestia humana, que el trabajo rinde y
las miserias de la vida degradan.
<(El.pasaba erguido, sereno y piadoso, ante ese cla-
mor que el sex0 pone ante el v a d n magnifico - rela-
ci6n de humanidad, que nivela clases y condiciones.
ENTRE OQS SIGLQB 175

Entre uin hombre, ya ftiere Rey o mendigo, y una


mujer, ya seia Emperatriz o cocinera, siempre hay una
posibilidad die amor, si es de alto rango el hombre so-
bre la mujer humilde, y s610 de ternura y sirnpatia si
es grande de condici6n la mujer y pequeiio el hombre.
Es una de hi s sqxrrioridades indiscutibles de nuestro
sexo, que mi.entras un caballero puede cohabitar sin
repugnancia con su criada, una dama s610 por excep-
ci6n y con Inengua de decoro desciende de su cate-
goria social.
Ya fuera de la FAbrica de Tabacos, expres6 mi
desencanto :
- iC
iQu6 carne de miseria he hallado donde crei
encontrar to1da la gracia y la donosura de Andalucia!
Mi :acoimpafiante protesta:
- Lr
--as7 vi6 Ud. sin aliiio. . . No las reconoceria
,.-.--A-
cuando 1,
las c igarreras van de farra, con aquel donaire
de terciarse el m a n t h y bailando la jota a1 ritmo de
las franjas, q,ue acentfian las castafiuelas. . .
Trato ded imaginarlo. . .
-
_. - Algo ha debido ver en la mfisica de 10s ojos
,

melindrosos con que las cigarreras ovacionaron a1 se-


fiorito de Uci . , 1

-Si, a lgo vi, y me pareci6 bello. . .


- NO es Ud. celosa?
- N o d e lo que inspira mi esposo, per0 si much0
de lo que pu~ ede compartir a mi espalda. . . Hasta aho-
ra no lo he F,odido comprobar.
Siento
que expreso
bre. Hay en
miento a la
176 IR<IS

manera muy fina de evadir la cuesti6n con que ellos


nos humillan. No se jacta ni se excusa y en su fondo
m%sintimo se burla su poquitin de esta gloria pri-
mordial que el hombre pone en su 6xito sexual, por so-
bre las honras espirituales, que ((El))aquilata en si-
lencio. Nunca di6 importancia a la admiraci6a de las
mujeres, que aceptaba sencillamente, sin aparentarme
molestia, dejbdola resbalar . . . Glissez, n’appuyez pas!
Se esquivaba discretamente. Y en verdad, a1 mun-
do no di6 mhs que aquello que noI podia ocultar: la
est ampa.
- Su esposo ha tendido, a su I:iaso por la FAbrica,
z-2- - - A -:-
una eIiiiiiiriiiiaua reu, ~ I J L l-..
..-I--
I ~ wgarreras - dice Ca-
12s
brero .- j Han quedado muchas voluntades prendidas
en sus mallas! No sabria el seiiorito c6mo multipli-
carse, si esperase a esas mozas solo, a la hora de sali-
da, en que ellas toman sus atavios y se ponen en armas
de combate.. .

Afin no me resignaba a perder la Sevilla mia, que


me creara B6cquer en sus rimas, y porfiaba por encon-
trar esa Venta de 10s Gatos, origen de la preciosa leyenda:
<En el carro de 10s muertos

ba en el barrio de la Macarena, donde hicieron el


Cementerio, y en que ya nada se conservaba. . . Para
tener una idea de lo que eran esos viejos ventorros
sevillanos, fuimos a la Vent0 de Eritar;?a.
ENTRE DO3 SIC-LOS 177

No habj:a de faltar un emparrado, ni flores, ni mu-


chachas con chales de colores rabiosos, como el sol de
Africa, ni uria gitana que dijese la buena ventura, y
un flamenco. Y todo eso, bajo el cielo azul y la alegria
I

perezosa quc:el perfume de 10s azahares embriaga y


mecen las c(Iplas andaluzas, habia de serme la fiesta
lugareiia, quLe me sumara el ambiente.
No encoIntr6 lo que buscaba. La Venfa de Eritan'a
es un jardin con pequeiios emparrados y mesitas dis-
tribuidas pa ra beber caiias de manzanilla. Ni muje-
res, ni mitsicas, ni coplas, ni bailes. La manzanilla,
amarga comc3 un jerez ordinario, no me sup0 a nectar
de tierra soleada y sandunguera.
Da, sin c:mbargo, la Venta de Erilufiu cierta idea del
encanto bullicioso que el sol y la donosura sevillana
pueden crear. en dias de fiesta. El gran jardin est5 di-
vidido por cercas vivas, que separan quioscos de em-
parrados.
Entre lo1s variados generos de cenadores, recuerdo
una imitaci6n de la Torre del Oro.
Tomamc1s otro vasito de manzanilla, servido en
ccliias -cop:1s largas y angostas-, pero la soledad
de aquella t ixde y la melancolia del cielo encapota-
do, correspoiidian a la triste impresih que tuvo Bec-
quer a su VI ielta a la Venta de Zos Gatos.
En SeviIlla, ahora lo siento, no restan mas que
las rimas y 1os cuentos becquerianos, que han anima-
do la muert;2 ciudad moruna.
Nunca sidmirar6 bastante el genio desentrafiador
del alma de 1os sitios, que tienen 10s Poetas. Esa parte
legendaria de3 Sevilla, creada por 10s artistas, es el al-
ma inmortal de la ciudad. Ellos, 10s magos que extraen
178 IRIS

la belleza oculta de lzs C O S ~son


S , grandes predicado-
res, pues nos comuniczn con el atributo divino de
Belleza, a que somos mAs sensibles las criaturas
Me atrevo a decir que! es, de 10s atributos de Dios, eI
que hiere mhs directa.mente la sensibilidad humana 9
---..-:Le
el arnor sigtie a continuuuI1, ---- -:
, .-.1 - __^^^ 3:A-
pzio ~ I C I I U U pic~euiuo
por la hermosura.
Hasta misticamente, yo s610 vibro en belleza
NingGn Santo entra a mi devoci6n sin cautivarme
artisticamente. Y si pude ser catblica, con pesimas
predicaciones y con libros devotos como el .Aiio Cris-
tiano. de Mamita Lolo, es porque mi fe es tan honda,
que resiste a prueba de fealdad.

Esa noche, en el Teatro de Sevilla, daba su bene-


ficio la grande actriz, de fama mundial, DoHa Maria
Guerrero. No me interesaba el teatro espaiiol; tan
encantada y colmada estaba por la Comedia Fran-
cesa.
Pareciame que nioguna lengua humana podria
expresar con mas gracia coqueta y fina galanura la
pasi6n y el amor, que aquel idioma sutilmente crista-
lino, musical y picaresco.. . Fui a1 teatro porque en
viaje precisa conocerlo todo, per0 temerosa de perder
mi noche. Joaquin me cont6 que aquella actriz esta-
ba casada con un grande de Espafia.
Empez6 a interesarme por el atractivo femenino
que suponia para upa actriz llevar a coyunda matri-
monial a un noble de &os, que por feos p despluma-
dos que fuesen, no necesitaban de sacramento para
sus buenas fortunas.
ENTRE DO8 SIGLOS 179

Por ciirencia de mis gemelos de teatro no cog1


detalles. A 1 principio me pareci6 enfiitica y declama-
toria la mEmera espaiiola. Recordaba con entusiasmo
aqueila iiaturdidad tan musical y sugerente de las
actrices frztncesas, per0 luego me fu6 tomando aquel
hfasis de la pasibn, las largas tiradas ardientes, la
sonoridad de la lengua, la palabra pletcirica de con-
tenido, y 1;3 fuerza de aquella mujer hermosa, con ojos
mar avillosc1s y cabellos negros, magnifica de porte
y de arrog;ancia en su traje de cariicter.
Se fui apoderando de mi la hermosura eel Exico
5

abundante , sabroso y robusto. iQu6 bella es mi lengua


y yo no lo sabia!
El esl:baiiol de mi tierra me pareci6 escaso, Arid0
y descolorido. Joaquin me observaba con el rabillo
del ojo, ccIntento de que a1 fin me rindiera a1 teatro
espafiol.
Mis desdenes se trocaban en admiracicin. El pti-
blico, frencStico de entusiasmo, hizo en el segundo acto
una ovacicjn magnifica a la Guerrero. A1 tercer0 yo
estaba connpletamente vencida, y el pfiblico, delirante,
arrojaba a1 proscenio, ya cubierto de cestas de distin-
tas forma:;, todas las flores de Sevilla.
La escena qued6 convertida en maravilloso jar-
din. Do6a Maria Guerrero va no -UUUM .A:- ------..--:~
~ V ~ I I L111 I

retroceder para dar gracias a1 ptiblico enloquecido.


Yo e::taba no s610 c(Dgida, sino sobrecogida de
emoci6n.
Me erItregu6 rendida, esa nocne misma. La beiieza
del idiomai me tenia maravillada. Fu6 mi luna de miel
con la lerigua castellana.
180 lRIS

Senti que el teatro era el Arte sint@tico,que reune


a1 ser humano en potencia integral y establece prodi-
giosa comuni6n con el piiblico. El libro se lee a solas;
no da ese estremecimiento colectivo, esa conmoci6n
itnica, en que el sentimiento sacude a la sala entera
en psiquica convulsi6n.
iArte efimero, pero de sublime fuerza! No que-
da nada, per0 se ha apoderado de todas las fibras
sensibles de nuestras zlmas y ha tocado en nuestro
registro emocional la gran orquesta sinf6nica.
Nosotros hemos sido el instrumento de la Artista;
el drama es la composici6n, y las palabras sus cuerdas...
Sal? desfallecida del teatro, con reverencia a mi
desdeiiada lengua y un prestigio incomparable por el
artista - cualquiera, pintor, m6sico o actor - que asi
se apodera de nosotros, nos transporta y nos eleva por
emoci6n a mundos de idealidad y de sentimientos
nobles, heroicos, sobrehumanos.
Un artista es el m5s excelso sacerdote- confi-
dente de Dios, mensajero de sus secretos.. . jQu6 ex-
trafio me parecia que en el santoral cat6lico no
apareciesen santas actrices, si tenian el extrafio po-
rlpr d~ elpxrarnns snhrp n n s n t r n s micmnq v d~ Mi2-

lonia chilena, que se viste, como yo, de copias de las


grandes casas. Me lo dej6 Eugenia Huici (Madame
ErrAzuriz) a1 partir a Londres, para que lo usara pri-
mer0 y lo copiara despuh, cuando ella lo necesitara
ENTRE DOS SIGLOS 181

en Biarritz. Oia hablar de este modelo tan 7Cussi en la


tertulia dominguera de Madame Blest Gana. Las se-
Aoras se ingeniaban en la manera de conseguirlo sin
pagar lo1s 2.000 francos que valia en c2sa de Paquin.
Ignorab:3, mientras oia estas conversaciones, que yo
poseia e)I codiciado tesoro, dentro de un cart6n en-
viado pc)r Eugenia y amontonado entre mis numero-
sas caja?j de sombreros y vestidos nuevos. No 20 habia
abierto.
cu2indo entre a mi hotel, aquella noche, me pic6
la curio$;idad de abrir la caja o mAs bien tuve tiempo
- esa f iigitiva y escasa posibilidad en que se reaIizan
las cosaLS humanas.
De:;PUGS de haberme sobrado tanto el tiempo, lar-
go, vacj’0 y aburrido, en casade mi abuela, ahorarne
scaseak)a de modo opresor. Entre rezos. tiendas. visitas
excurijiones artisticas, el poco t iempo que permanecia1
w el hoItel se me escanciaba casi por segundos. . . Abr’i
pa caja y encontr6 un magnifico manzeau; el ramoso l,-

lque an1helaba Madame Blest Gana, a quien previne


inmediatamente, aunque segurade incurrir en su me-
nosprecio por mi incuria en valorar asuntos de la vida
prhctica, que a ella importaban y que yo no desdefiaba,
ni mucho menos, y cuyo descuido1 se-debia ‘a una de
las muclhas jugarretas que me him. CL -1 c: --
L I C ‘ I I I ~ Ve11
^_--
,
___
cab-
tjgo de haberlo perdido en mi primera juventud.
Doi‘ia Carmelita,”mujer tan interesante y pr6vi-
da, que ejercia sobre mi cierta sabia-maternidad, acu-
di6 a nii aviso. Tuvo pasmo de mi*aparente indo-
lencia. 1No alcanz6 ni a agradecerme el anuncio, por
e1 asomlx o con que sus negras pupilas nadaban en
b’anco.
182 mrs
Me reconvino; lament6 que viviese en las nubes y
perdiera ocasiones de ser chic ahorrhndok francos a
T ~ Y Y O
l r U l I UIII.
: ~

Lo compadecia por tener esta mujer Tdte de


Linotfe; (ella que era tan noble compafiera de su i h s

~ i e v e esie rnan:eau a fisparra pur si aiguna


vez (nunca se sabe en viaje) necesitaba d m golpe
de elegancia. Siernpre he sido prevenida para 10s im-
previstos. . . i.Y si me interesase algGn ser nuevo :?
quisicra estar bien? iQu6 fastidio tendria de hallarmc
desarmada! Pues una dama sin sus atavios, carecc
de armas para impresionar y conquistar.
Mi tio Augusto Matte me descubri6, antes que
yo rnisma, esta alma de conquistadora de toclo bicho
viviente, decia 61, con que naci -ubicando piadosa-
mente mi miseria como necesidad de artisia, que, tam-
bi6n el prirnero, descubriera en mi.
En est0 de la conquista, mi buen tio, que mucho
quise, no veia a f h de coqueteria amorosa, sino nece-
sidad de aplauso, aliment0 de que se nutre el a h a de
la artista, por ser el ambiente en que engendra su obra.
La atm6sfera que da el pfiblico incuba la obra de Arte.
Asimismo, tio Augusto, dentro de igual criterio, nunca
permiti6 que a mi se me tratara de bu~lesca,pues consi-
deraba que mis caricaturas (
zaci6n de mi mundo, se origi
que cogia 10s materiales ac
traba. Me incitaba mucho a que escribiese novelas.
T a m b i h yo habia comprobado que 10s adornos
(soy muy agradecida a1 menor art-eglo) ,:son fieles alia-
do3 de mi destino, para la obra que necesito realizar.
ENTRE DOS SIGLOB 183

As?, eln la noche finica o trascendental de mi vida


- la nocht? de la Reconquisla, en que me urgia estar
preciosa p ara que Joaquin me perdonase y casarme
con <El>--, esa noche del Destino, estuve linda. Pa-
rece ridiculo decirlo, pero asi fu6. Tan hermosa estuve
que las Larrain Zafiartu, con qiiienes me encontraba
diariamente en la Capilla del Sa-grario, ~entzdaen el
mismo ban co, a1 verme entrar a1 baile en casa Concha,
dijeron: -- iQui6n es esa ni5a tan linda?
Me transfoz-rn6 tanto al vestirme, que ya en el
espejo vi que habia perdido mi identidad perso-
nal.
Este cas0 vivido o sea, este f e n h e n o experimen-
1,

+-A- ,,...-, l.x


L d U W , 111c p1 wuw Ilut: ios trapos son c6rnplices de nues-
-..n I

tros destin os, y 10s mir6 con recpetuosa considera-


ci6n.
Esa m:3fiana, en Sevilla, me di6 el capricho de ves-
tirme con elegante fantasia. No supe poi- qu6; per0 d6-
cil a algo que me dirige desde adentro, cogi el Auocat
de Paquin y un sombrero de ala remangada muy in-
solente que rne caia bien.
Despuits supe que esa mafiana encarnaba un
hacer un <eerm6n),de ideas que aGn
nv vivia- Ideas sepultadas en mi subconsciente y
que tampoc:o tenia autoridad para expresar por mi
propia cuerita.
Me fui a la Catedral, mientras se vestia Joaauin,
a q uien el Tiempo - esa nueva forma de Dios - no
urg i6 nunca como a mi.
<<El)) vivia sobre horas quietas, I l e ~ ays coniplacien-
tes. Yo, en camhio, sobre minutos vacio~,angustiosos
Y t raidores.
184 IRIS

Nuestros gestos y actitudes correspondian a las


dimensiones a que el tiempo nos tenia esclavizados.
(<El. era lento, majestuoso y de noble apostura;
yo apremiada, ligera, flexible y Agil.
Joaquin tenia pacto con el dios Tiempo. No lo
traicionaba nunca. Se vestia con lentitud y no faltaba
a las citas; acomodaba sus maletas con pausa y no lo
dejaban trenes. No pasaba nunca apremio; actuaba
con calma y llegaba puntualmente a todas partes.
Dando a cada cosa su medida, disfrutaba la ocasi6n
sin premura y colmaba el acto de reposada emoci6n;
yo gozaba apenas del instante, que cogia a medias, y
siempre se me escurria el agrado actuaI por la prisa
de no perder aquella ctra oportunidzd que me aguar-
daba despues.
Hasta nuestros trancos eran diferentes. El cami-
naba con paso lento, parejo y seguro; yo, en el a f h
de alcanzarlo, perdia el ritmo, y a veces daba dos pa-
sos y hasta tres para igualar uno suyo. . . El tiempo
no me ha sido propicio. Por pereza, carencia de objeto
y tambi6n por contenci6n y aridez mental, lo perdi
a1 principio de mi vida y tuve mucho apremio m5s
tarde, por exceso de sugerencias, a que no logro res-
ponder, pues me escasean las fuerzas. Tengo hasta
imposibilidad material de tiempo. . .
Fui desde siempre muy devota, o sea, desde
mi conversi6n religiosa a 10s trece aiios, en la mverte
de tatita Pepe, que me encar6 por primera vez en mi
vida con 10s dos hermanos gemelos y terribles: iel
Amor y la Muerte!
Esa maiiana entr6 en la Catedral de Sevilla a oir
rnisa, y a1 pasar, despuks de mis rezos y meditacih,
ENTRE DO8 SIGLOS 135

por la Cauilla Real, que . queda


- a1 fondo de la Catedral
y tras dlei altar mayor, not6 que se agitaba, entre la
gente a1ni reunida, un gran suceso.
Est aban todos 10s guias y 10s sacristanes en tu-
multo r.evolucionario.
A1 centro, ,,
aei gran grvpo, aircuuan un joven ae ..
. ,- 8 , 1
11-
brea, que parecia jefe de servicio de hotel o de pala-
cio, y un seiior can6nigo a quien la politmica ponia
m8s viejo y mal agestado, por cobre lo nucho que lo
maltrataranla vida, el tabaco y la falta de higiene.
Esos curas espafioles son finicos en su gknero, por lo
mal tenidos, sucios y peludos, con bocas de cementerio
y cuerpos deformes, ventrcdos o secos-unos ma-
marrachos, en fin, donde parece que nunca pudiera
hospedarse el Espiritu Santo.
No obstante mi gran respeto a1 sacerdocio de
aquel tiempo, en que era beata, no se me escapaba que
el clero espafiol carecia de vocaci6n y era reclutado
en las mezquindades de la vida, en las penurias y en
la desidia, que bace duro el trabajo.
Este que ahora disputaba con el flamante mozo
galoneado, comprobaba mis observaciones.
Pregunt6 lo que ocurria, a una beata achurras-
cada, envuelta en mantil la.
- Es que Doiia Maria Guerrero, la c6mica,-
acentu6- manda las flolcs --,. uc
1, -.. L,.-,.CA- - 1, _..
w UGllCllLIU a la Ld-
_-.I -- -Im
nilla de - Reves.
I ---
I
v
- - I - - nrehendado
, el r - -- - - - - --- cluiere reci-
no 1 -

birlas. . , iNi que! iSi son del teatro! Y las c6micas


isabe U d . . . ?
Me indign6. La beata se pus0 p4lida de repente
Tartarnude6 y luego, en un gran esfuerzo, dijo:- iPer.
186

ria Guerrero? 1
fama; cuentan
y espsda.
Me encant" p a n a i pul uI*LIILIu - Iuu5LlLlu,

lo que te debo! -; fui. mi gratitud lo primero que sal-


t6 hacia la amiga a auien debia la posibilidad de tal
estafa. Guard6 silencio a la pregunta y dije tozuda-
mente: - jEse prebendado es un idiota! - y me es-
curri en el grupo, que se iha apretando por momentos.
Lo& ponerme tras del canhigo, que decia: -
2Por dbnde le ha cogido la devocidn a esta sefiora
Guerrero?
Me mezcl6 en el agitado grupo, que tan revueltas
tenia las opiniones en abierto desacuerdo con el preben-
dado. . . Qia de todos lados:-iVamos! Estamos frescos.
iConque una actriz nopuede ofrendar flores aIos altares!
Una beata alternaba:
- jQue no! Porque son precio de pecado! La IgIe-
sia no recibe regalos de cbmicos!
-iComedias son mentiras para diversi6n de ne-
cios! - decia otro.
La Guerrero enviaba en un gran carro todas las
flores que le arrojaron a1 escenario, en su beneficio,
para adornar la Capilla Real.
En el primer momento no acertaba a compren-
der por qui: ese canhigo las rechazaba e imagine
que se habrian introducido a1 templo sin su permiso,
y que, herido en sus fueros, no se dejaba atropellar;
per0 ya el comentario del pitblico me venia enterando...
Tenia escrfipulos de conciencia el clQigo, en acep-
tar flores de teatro, como si viniesen contaminadas de
vicio, en luz de candilejas y secretos de bastidores.
- .--
ENTRE DO5 SIGLOS 187

Me Ixodujo indignacidn y dije autoritariamente


ante otro's curas alli reunidos: - Avisen a1 Cabildo,
o si es necesario, a1 Papa, y que decidan pronto, para
que se aclare esta herejia. No es posible que p a g e la
Jglesia c<In un desaire la dhdiva graciosa que se le
hace.
Me Iniraron atemorizados. - Si, sefiora, es una
incalifical]le descortesia, pero todo se va a arreglar-
me dijo 1in clitrigo pequefiito y resuelto. Y desapa-
recieron e:n grupo. . .
El nio20 que traia las flores, a h permanecia a
la puert: 1 junto a1 carromato; estaba amostazado.
- icXmo se recibe asi un regalo en la Catedral de
Sevilla, y todavia flores destinadas a la Capilla Real?
La sefiora habria pcdido m.andarlas a la Virgen de
10s Angeles, que tiene enfrente, y las envia a IaCapi-
Ila Real ;para que la. rechacen! Alli hay un .pariente
suj70 - y echd a volar un titulo retumbante - y sin
embargo, ha querido hacer este obsequio a la Cate-
dral.
Todc)s hablaban a la vez; un muchacho IegaHoso
y boquia'biertq tzmbiitn argumentaba en favor de la
aceptaci6n. Qtra vieja opinaba que no podian reci-
birse, ya que su tia abuela bordd un pafio de altar,
que le co:; t 6 m dineral y la pQdida de la vista, sin
que se lo aceptaran, siendo persona de buen vivir.
iY ahora flores de chmica, que no sabe de rezos, ni
lo que VEden duros, pue? se 10s tiran 10s hombres por
10s ojos como si fuesen naranjas!-iA 6sa no le
cuesta ganarlo! -salt6 una tuerta. . .
Y o nne iba encendiendo. . . 'con la incomprensih
del Arte, con la rudeza del pueblo. . .
188 IRIS

El canhigo seguia defendihdose con argumen-


tos cada vez m8s debiles: Eran demasiadas las flo-
res, invadian, tomaban por asalto la Capilla Real. . . !
Si necesitaron un enorme carro para venir, tambikn
necesitarian otro para enterrxse, cuando muriesen . . .
- Aunque e s t h preciosas hoy - reconocia - ya
vienen heridas. ensartadas en esos alambres.. que- h a1-
ten parada un dia y maiiana, pas!, amanecerhn miran1-
do tierra. . .
AI fin solt6 la pepa el canhigo.. .
- iPues, vamos! La sefiora no pagarh el carro de
vuelta, a1 basural, ique eso correrh de nuestra cuenta!
iCarro de venida ella, y carro de entierro nosotros!
Indignaci6n general.
- iEspafia, te has vuelto Francia! - dije en alta
voz, aludiendo a la mezquindad.
Otro me secund6:
- 2Se va, acaso, convirtiendo todo en asunto de
pesetas y hasta de calderilla? (monedas de cobre).
Sali afcera. El mozo de librea se habia embu-
tido furioso la casqueta y salia, seguramente para
Ilevar las fIores a otra parte. En torno del carro, all5
en la calle, seguia mhs acalorada la discusih, entre
el carretonero, el portador, el canhigo, las beatas, 10s
sacristanes y 10s chiquillos. Era una zalagarda.
iAgrias invectivas volaban por el aire! Ahora com-
prendia que el quid de la cuestihn, lo serio, era que
el carro de regreso a1 basural no lo pagaria la sefiora
Guerrero, como el de venida, con la gloria de las flores
fresca:. . . No oia las paIabras que cambiaban, per0
el tono y la expresi6n airados me daban el sentido
del altercado.
ENTRE DOS SXGLOS 169

El can6nigo se di6 una palmada en la cara, con


tanta gana como si fuera en mejilla de pr6jimo.
-En su s casa, jvamos!, - insiste - cada uno
in1
manda, e intruso se llama el entrometido. . .
Alguien se acerc6 en ese momento a su oido y
1 --.,*
le sop16 una palama, que. cairn0 por
1 , .-I ._
encanxo el, emwa-
. _ I *
vecido mar de la discusi6n. Baj6 el canhigo de su
autoritario pedestal. . . Pesta5e6 confundido y se
cogi6 la bzirbilla, con gesto de humillada indeci-
si6n.
El grupc> se enter6 de su derrota, circul6 la nueva
con aplausos; de 10s miis y disgust0 de las beatas alle-
gadas a la Catedral, para quienes la insolencia del
1

triunfo de h,iaria Guerrero (una c6mica) era insult0


a1 fracas0 de: ellas y a la Iglesia.
Los jardlines de Sevilla se vaciaban ante una ac-
triz, que divertia a las gentes, y 10s altares del Se5or
y hasta la niisma Capilla Real no recibian sino esas
flores moribiundas, que sirvieran vanidad y pecado.
iEra unI colmo!
Y o , asi tan beata como fui entonces, me regoci-
jaba de la dlerrota de esos vejestorios - 10s prebenda-
dos-, por Icreer que el arte es divino y que en la
Belleza renclimos tributo de reconocimiento a1 Ar-
tista Suprento. aue en su Obra nos proporciona ma-
teriales para L, por eliminaci6n y sinte-
sis.
Me hall;ma serviaa en mis intimos deseos, por el
chasco del c:anhigo, a quien su superior jeriirquico
desautorizab;a.
Debi tornar aire de juez que aplasta con una sen-
tencia salom6nica.
190 IRIS

Me fui acercando a1 clerigo, que disminuy6 has-


ta de volumen, ponihdose mhs chato y arrugado. Me
liz re-
empez6 a mirar a travks de sus lentes, con la na-'
cogida, corno quien huele mal.. .
Apresuradamente bajaron las flores del carro,
corno ser cestas, anclas, liras, primer0 por orden de
magnitud e importancia, per0 quedaban tantos ramos,
que se 10s disputaban 10s transetintes, y despues de
escoger, querian cambiar.
Fra crranrlp l'orvlhnrmc At r h i r e n t r e t n n t n her-
mosura.
Me fui a la Catedral, tras de las flores, para pre-
senciar el fin del drama, en que peleaban la bellesa con-
tra la fealdad, la mujer cumbre con la beata que re-
fugia su fracas0 en la religidn.. .
Habia aparecido en mi ausencia un sefior abate,
pequefiito, regordete y galante - el duefio legitim0
de la Capilla Real. Prevenido a tienipo del desacato
que se perpetraba, daba drdenes con la elegante des-
envoltura de su legitima autoridad : - iGuarnezcan
las credencias! - decia enfhtico, dirigiendo la manio-
bra.
Me mir6 con suma complacencia, contenlo de
que se reconociese su poder en aquel local. Me con-
templaba sonriendo con dulzura. Todo el vinagre del
otro, 6ste lo tenia en miel. Avanzd resueltamente a
mi: - Sefiora, no tenia el honor de conocerla mAs
que por su fama, no ya espafiola, sino universal. . .
Me quedi: anonadada en el primer momento.
Si abria la boca, estaba perdida; per0 a1 salir del tea-
tro, la vispera, me vine a1 hotel remedando a Maria
Guerrero con mucho acierto. ZY si ahora no me sale?
ENTRE DOS SIGLOS 191

Temia. . . ; per0 una iverza surgida de !o horde, se


apoder6 3e mi y ya estuve segura. . . Es cierta extrafia
posesih que siento a veces con la pluma y en la
charla, en que paso a ser mgdium, instrmmitc de
transmisi 6n. No tuve opcrtunidad de poner ni m a pa-
labra.
El c1
fiora, un;a perturbacih. El cuidador se ha116 perple-
jo, por 113 inusitado del obsequio con que favorecia
Ud. a la Catedral.
Mientras m5s se disculpaba el prebendado,
yo me ib:P sintiendo m5s segura de mi, mAs en justicia
y en razh . , .
Me 1lice dignamente amable, con gracia, pero sin
perder UI: L Apice de mi grandeza ofendida, y habli. Oien
cerrada, per0 con esmerada pronunciacibn, vocali-
zando escrupulosamente cada letra. Me venia sin
esfuerzo 1a f5cil diccibn. Debo haber crecido de tama-
fio; mi v()z toniaba inflexiones musicales :
-c cimprendi que la persona no se sentia auto-
rizada - dijele - por lo ins6lito del caso, per0 Tie ha
herido. is;i, sefior prebendado, me ha cfendido la falta
de respet o que en este pueblo, ialoria de Esuafia!.
se tiene 1por el Arte y sus ofici;
Hice una pausa.
- Pr-ueba en contrario tiene ua., senoramla, e n
el agasajlo que Sevilla le ha rendido anoche.
- M e refiero a la gente de iglesia y a 10s comen-
tarios que he reccgido aquf mismo, y que traducen el
menospre cio que, de antiguo, el sacerdocio ha mani-
festado pc)r el Arte teatral. Pues yo digo a Su Eminen-
cia, que el teatro espaiiol suple ventajosamente a todas
192 IRIS I

las embajadas que la lengua castellana puede enviar


a1 mundo, y que el actor da mAs gloria a Espaiia,
prolonnando y actualizando sus guerreros, sus reyes,
SIus caballeros, sus proezas : 7 heroismos, que cuanto
Puedan hacer ahora en la 1[glesia. . .
.rp---r __._-
1 IUIIK VUCIW:
1-1 n-.. -----.
r w Luc:llta de Do5a Maria Gue-
rrero podia decir tantas verdades que yo, una pobre-
cita desconocida, del filtimo rincbn del mundo, nunca
tendria autoridad para expresar.
La ocasibnlapintan calva, y &a que me pre-
sentaba la vida, con tanta generosidad, no habia de
perderla. Mi lengua tambiitn estaba desatada.. .
Ideas que no tenia, irrumpieron de mi subconsciente,
y dichas con el enardecimiento que me iba tomando,
se las tiraba a1 sacerdote como bocanadas de fuego
escapadas de un horno ardiente. . .
- iSi, seiior! El artista es el confidente de
Dios. . . Comunica con el mAs grande de sus atribu-
tos, con la Belleza, y Ud., que es hijo de A d h , sabe
que la Belleza es el m5s poderoso resorte que mueve
a1 hombre. La Belleza tambiitn - y es la prueba con-
tundente - pierde mAs almas que todos 10s demonios
juntos. . .
Yo me volvi catarata. Me rodeaba un pfiblico
enorme. No sentia yo, en mi arrebato, ni siquiera
el peligro de que alguno conociese a Maria Guerrero.
Verdad es que ni por un momento me habia sustitui-
do a ella por palabra falsa. Hablaba como una cual-
----- v, nn
nnierg 1 ---= - en
------ riilna
-- tenia ---nile e--
-l-- -------- SFL
1 rgnirnirrn
0- -- prriii-
---I--

vocara.
-La Iglesia no otorga canonizacih a1 artis-
ta- continu&-; le perdona su sacrificio en el Arte,
ENTRE DOS SIGLOS 193

como una culpa, y no es ttste materia de mttrito para


subir a 10s altares. El milagro del Arte no lo reconoce
Roma.
- is01I tan rigidos nuestros chnones para evi-
denciar la santidad! (Logr6 a1 fin colar una frase el
canhigo.)
- - y P lor eso el santoral catblico exhibe Santos
que ejerceii su heroism0 en materias que no atraen
imitacih. Se ignora el sufrimiento, la renunciacih
y el perpetiJO sacrificio de la vida que requiere el Arte.
Se olvidan 10s desconocimientos, la pobreza y las hu-
millacioneei que implica el primer triunfo. . .
Casi dlije: - Yo vivo ayunando. . . (habia oido
que Dofia IUaria Guerrero, para mantener la linea, co-
mia poquisimo) cuando me acordtt que no era <<Ella))
en ese mornento.
El conitendor, que no debia ser necio, a pesar del
poco tiempo que para lucirse yo le dejaba, me explic6:
- Los artistas son glorificados en vida, como
prueban estas flores, y por eso la Iglesia lleva a 10s
altares a IC)s desconocidos, a 10s que pasaron por locos,
y a 10s dt:spreciados.. .
-Es( lue justamente son muchos 10s artistas que
quedan tir:idos a lo largo del camino, para que uno so-
lo triunfe. .
Cort6 bruscamente :
- En todo caso, seiior canhigo, me complace
haberle coriocido.. .
-- Sefilora, querria mostrarle la Catedral .
- iGr:icias! He venido con mi esposo todas las
maiianas, clesde que estoy en Sevilla.
- P6ngame a 10s pies de su esposo.
194 IXS

Y me largue a la calk, Feguida de una turba. H c e


sefia a1 primer coche y vole a meterme en mi hotel,
asustada de mi aventura. Ya a1 subir a1 coche la gente
se cuchicheaba. Seguramente habia sido descubierta.
Me sectia mal, como si vinieraenvuelta en una red
de mentiras.
uin me esperaba en el patio del hotel. Le
episodio.
'enemos que irnos - me dijo -antes que te
aescuoran!
Me asust6 m5s.
- iNo! Basta con que no vuelva a ponerme este
traje.
- iY c6mo hablaste para que no te pillaran?
- No s6 c6mo; me senti Dofia Maria y lo dem5s
vino solo. No hice njngGn esfuerzo. . .
Realmente se habia realizado el curioso fe-
n6meno. Yo estuve posesa de Do6a Maria Guerrero,
y fu6 grande mi satiqfacci6n de poder decir tantas
verdades, para las cuales se necesita autoridad, pre-
sencia y hasta majestad.. . iCu5nta falta me hace
ahora la dignidad eclesiktica, para decir esas ver-
dades espiritcales que la Iglesia no suelta y que yo
ere0 harian tanto bien, en el momento hist6rico que
vivimos! Tengo una compensacih, y e s que, en mo-
mentos dolorosos, hasta gente muy beata ha confe-
sad0 que yo les he dado mas consuelo que 10s cl6ri-
gos. . .
Me puse un vestidito sencillo de colegiala, para
pasar inadvertida. Me s,ent6 a almorzar, modes-
tisima.
Ibamos despuks a visitar la Giralda.
ENTRE DO$ SIGLOS 195

A mealida que subiamos, el mundo que es la Ca-


tedra! en Iju monumental vuelo, iba apareciendo en
grandiosos aspectos. Entre la elevaci6n de las naves
superiores Y las laterales, miis bajas, hay magnificas
azoteas, grLairtecidas con medios arcos de piedra, que
10s pinhcul os decoi-an.
2-
Es 13. I ?$a1 . -l:L- :lLU- -l l Ut: ..Y -.I- 2- ,.,.l,.--l -..^2--:--
U I i i l l U l I U U LUIUZdl, q U t : U U l l i l I i d

la ciudad 1y que permite realizar las verdaderas pro-


porciones cle1 mommento. Mientras vamos ascendien-
do, se no: , descubren las magnificencias fantasticas
de la techiimbre, vistas en esta otra dimensijn de al-
tura y de interior idad.
No conocemos nada, en la vida, mirando del exte-
rior. Preciz a penetrar dentro y subir, para comprender.
Ese mundo de la altura sokrecoge con su vaste-
dad de irn ponente piedra labrada.
Puerte cillas pequefias, comunicantes entre las
arcadas, re:saltan por su pequefiiez en la inmensidad
y dan por :ontraste la dimensi6n gigantesca del monu-
mento, en que 10s 'numanos nos reducimos a tamaiio
de hormigaLS. En cada piso de la Giralda, Sevilla apa-
rece mas yrande. Ciudad blanca, decritpita y chata,
pero reverl3erando siempi-e en sus muros calizos est 1

sol africanc1, y dando la s(Insaci6n de dulce letargo er1


un tiem-po que fuit. . .
La lariguidez musulrm n a enmehe a la viejz1
Mora- v iuda ya irremediablemente de Califas y
de minaret,es, mudos ya tambiitn de la canci6n del
muecin. . . Desde la altura en que la contemplamos,
Sevilla nos, entrega su alma de voluptuosidad -6sa
que se dilujie y se esfuma en la vulgaridad de un pasar,
que lucha t:n van0 por conservar su carhcter moruno.
196 IRIS

El Guadalcpivir corre perezoso; la Torre del


Or0 se dobla en el rio como un atalaya que defiende
de invasiones . . . Desde arriba, 10s patios, pequel'itos,
apenas muestran el pozo de verdura perfumada, que
se esconde entre 10s muros blancos.
Esta visi6n de altura recoge una emoci6n de Se-
villa que nunca logramos abarcar en sus calles, y me
significa t a m b i h que la verdad de las almas no se
logra sin0 en elevacibn, asi como su procedencia s610 en
hondura.
Sobre 10s techos viejos, revolotea ailn la legen-
daria Sevilla. de las consejas, de las tragedias, de 10s
crimenes y de ese fanatismo secular que encendi6
luchas violentas a sangre y fuego entre moros y cris-
tianos.
La altura rescata a Sevilla de su envilecimiento
actual y le devuelve su gloria y su lhnguida fatali-
dad.
En el dltimo piso de la Giralda, hallamos a un an-
ciano ciego, que es el campanero. Asi, frAgil y devorado
por el tiempo, maneja esas enormes campanas que, a1
echarlas a vuelo, parece que se lo llevan a 61 mismo
para encumbrarlo a las nubes.. .
Contemplo asombrada esas campanas de hierro,
que han sustituido la voz del muecin llamando a ora-
ciones, en la amanecida, en el mediodia y en la bora
vesperal, como nosotros, cristianos, saludamos la hora
de gracia que, en la Mujer bendita, trajo la redencih.
El 5rabe invoca a Dios para que con su Espiritu
venga a animar el mundo natural. Nosotros saIudamos
a Maria para que germine la vida divina en la natu-
raleza corp6rea.
ENTRE DOS SIGLOS 197

La Giralda es la dinamo de bronce que anima a


Sevilla la Mora, para que sacuda sus perezas musulma-
nas, domine !a carne voluptuosa y hospede a1 Espiritu.
El ciego, que sin vernos recibe en su seca mano
rugosa unas monedas, nos manifiesta su gratitud agi-
tando el badajo de la campana menor. iHorrible es-
truendo, que estremece con su m8s leve tafiido la
torre gigantesca, dando espanto de terremoto! Me
tap0 10s oidos para atenuar la hiriente descarga de ar-
tilleria que da la vibracibn metslica y la repercusih
de 10s ecos animados por su golpe.
Este llamado del badajo despierta el inmenso
ejkrcito de dormidas sonoridades, que se van apagan-
do suavemente hasta extinguirFe cual soplo de mo-
ribundo. . .
El viejo ciego es feliz. Su funcibn de campanero
lo regocija. Vive en el mundo de las rdcicas con que
en sus repiques, toques a difuntos o anuncios de fies-
tas de guardar, alarma, alegra o entristece a la ciu-
dad. Cuando repica la Gorda se Cree unRey envidia-
do por la potencia animadora de que dispone. No
cambiaria su suerte por la de nadie. Vive alegre en lo
alto de la Giralda. No ve su amada ciudad, per0 la
siente, la oye. . . y la quiere, como la mejor del mun-
do - ciudad de Maria Santisima, donde cada ad-
vocacibn pertenece a una Cofradia y libra combate
con todas las otras.
Bajamos. Me detengo en 10s cuatro costados de
cada piso para admirar a Sevilla bajo sus mfiltiples
aspectos.
El descenso me muestra, a1 par de la ascensibn,
el mundo de 10s tejados, el rio y las lejanias, que, como
198 IRIS

las foto 1s de frente, muestran rostros completos, dt


que el I3erfil es lo menos expresivo.
v . o v m ; ~1-
SUlu,i 5 x 1 iu
m;roP?- n m 1nc. eo+;,-.” ,3c. vrn,- “ c,,411.
uui auu cu iuo p u u w a , c3 v ci a ix v i i x

en camisa, y me complazco en esta visi6n de intimidad


que rompe clausuras y es indkcretamente simera.
Abajo, me aborda entusiasmada una moza, qu:
hace oficio de portera en la Giralda.
- LConque es Ud. Do5a Maria Guerrero. . . ?
Me rio con malicia para tomar tiempo. Joaquir1
me incita a continuar la broma.
- iAh, si! - dice ella, ya sin lugar a dudas-
iUd. es la Guerrero!
Me tranquilizo y me halago. No s610 a la vesti
menta. r
Irancesa 1 3.l - r-. ,I-
am0 el engano, (la buerrero se visIe
. L

en Paris). iTengo algo de la gran mujer y eximia actriz!


Es el Arte que prefiero.
- iU c6mo y por qu6 lo Cree Ud.? - insisto.
- Pues, miust6; yo baj6 esta mafiana a1 barullo
de las flores. No la he visto nunea en el teatro, per0 si
en “Blanc0 y Negro.. Tengo la phgina clavada, corno
imagen de Sanla, en la pared de mi alcoba, y cuando
el Cura (SacristAn Mayor) hacia tantas morisquetas
para rechazar el carro, YO estaba ahi. Presenci6 el en-
fado del servidor de U d . . .
- 2Y c6mo se acab6 el enredo? -pregunto, cu-
riosa.
- Pues, porque se enter6 el prebendado que cuida
la Capilla Real. Fueron a avisarle, y asi que lo supo,
se entr6 calladito, pus0 en sus cahales a Don Ant6n y
jo atrac6 despu6s. A la sefiora - dijo mirando a
Joaquin- la levant6 en andas, mientras Don Ant6n la
olia como a azufre del infierno, y las flores quedaron
ENTRE DOS SIGLOS 199

hechas UT1 primor guarneciendo !as credencias de la


Capilla Real. Tamhikn le dijo Ud. - agregb, ruhorosa
- que tcIdas las macanas visitaba la Catedral con
su esposc). . . Qued6 el habladero tras de Ud. cuando
se march(5. . . porque la hablan visto, no con su hom-
bre, Don Fernacdo, muy bien mirado aqui, sino
acompakIda por este sefiiorito, que, con el permieo de
Ud., ha dle ser el galhn joven de las comedias. . .
No I3odiamos poner palabra. La portera ceguia
con su chhchara .
-Ta mbi6n se disputaron por el pelo; 10s conoceores
decian que era negro, pero otros la habian visto rubia,
or0 pur0 , en el teatro, como que las c6micas no tie-
nen pel0 propio, sino el que va con la comedia.. . Uno
dijo:- Es el bisofi6 de anoche, que no :e ha.
quitao.
. .
Y
otro asegUI.6 que tenia pelo negro. . . en la funci6n.
Nos d espedimos apresurados. Yo la abrac6 efu.
sivamentc 3
w.

- i l7a.ya Ud., hija mia, ,,con Dios!


Y la buena portera queao consagraaa con mi
abrazo, y a que soy la heroina a quien anoche Sevilla
arroj6 todas sus flores.
-Ahora si que debemos partir-dije a Joa.
quin -. Tti le has armado lio a Dofia hlaria y puedc
Don Fernando mandarte sus testigos. . .

En I-* n
u
tarde G" lc"il rt Ua lm
I U A U Y
nc
ll"U
~1 FTncnital r l 12
"
I &Av"yAcu'
~ C.nrirl2rl
U I A- VU'~U"U,

fundado por Don Miguel de Mafiara, que, segGn


logro enterarme aqui, ha confundido la imaginaci6n
popular (:on Don Juan Tenorio, que vivi6 casi tres
siglos antes.
200 IRIS

Este Mafiara fu6 un gran tunante, a quien con-


virti6 el Amor sacramentado. Enviud6 y por el dolor
y arrepent'miento fund6 este Hospital.
Es un edificio severc3 con capilla deestilo greco
roman0 que data de 166(1.
Me habria gustado uuc q * n~ AQG'IY-
octo h q n c n
A v i a i i a i c t lucsG
b3Lc
n1 vel-
-In+

dadero Tenor $os de distancia,


i.cabe que vi iealiz6 MaAara de
mozo las mismds Ixrdiuaues que e1 legendario Don
Juan; probablemente fu6 menos cruel. El Amor lo
redimi6 - eso que nunca conociera en su vida aven-
turera, de Fat5nico seductor.
Por aquel tiempo dejaban 10s cad5veres de 10s
criminales insepultos, para que se 10s comieran 10s
perros.
Don Miguel, convertido, fund6 este hospicio a
fin de darles sepultura. La l5pida de su tumba inscri-
be: eAqui yacen 10s restos del hombre m5s malo que
hubo en el mundo. Rogad por 61)>.
Su testamento escribe: - .Quiero que mi cadhver,
con la cabeza y 10s pies desnudos, sea cubierto con mi
capa por mortaja; sea estirado, sobre una cruz de ce-
niza, entre fin crucifijo y dos cirios. Quiero que me en-
tierren fuera de la puerta de la iglesia, a fin de que mi
inmundo cuerpo, indigno de reposar en la casa de Dios,
sea pisado por 10s transe6ntes,.
Dicen que no hay recuerdo de una vida a otra.
Asi ser5, pero aqui se me ocurre que en la humillaci6n
remordida de Don Miguel de Mafiara, est5 la memoria
de Don Juan Tenorio, transmutada en emoci6n cons-
ciente de repugnancia a1 pecado.
ENTRE DOS sraos 201

A grandado e! hospicio por generosas donaciones


de M:ifiara, 61 mismo se di6 titulo de Hermano Mayor,
y servia a 10s ancianos, enfermos e indigentes asilados
alli .
Con el tiempo !a confusi6n se ha hecho tan gran-
de ent.re 10s dos personajes, que ha quedado reducido
a uno solo, en la mente popular.
E1 Don Juan legitim0 vivi6 en Sevilla, durante
el reinado de Don Pedro el Cruel. La leyenda del Bur-
lador c1!e Seuilla carecia de sanci6n moral, <<happyend.
que ncxesitarnos para que nos alivie el drama. Don
Migue1 de Mafiara cumpli6 ese anhelo popular, con su
conver.si6n, y rescat6 en diecisiete afios de penitencia
sus extravios. Di6le magnifico fin a la leyenda con la
arederici6n por amor..
En el fondo veo transformarse la mhs consolado-
ra y aimada verdad - 6sa que vienen recordando las
almas que se despiertan a la vida espiritual.
SCibre la puerta de la capilla apunta una inscrip-
ci6n: Casa de pobres y escala del cieloz.
EIncontramos un retrato de Mafiara. Lo observo
con cuiriosidad. Su cara larga y quebrada en hondas
huellas
uellas de dolor, presenta un desencanto horrible. Los
laceres le dejaron gusto a hie1 en la boca cansacla.
placerf
De 10s muros penden obras hermosisimas de Mu-
D
11,.
rillo: -1- 1 ---- _--- n n - : - r -
1d nl Vm1- -U<lAL: -Iip: -l-I-C: Li -l L I l ~ I IUe
1- -- -1 A -
IUb IJdIleb, l V l U I S 3 C11 C l UC-
sierto y dos nifios encantadores.
N adie como el artista sevillano h a sabido pintar
Virgenes, Bngeles y nifios, dando, en un tono de or0
diluidc1, la divina idealidad de Maria, el encanto sobre-
natura1 de 10s Angeles y la gracia de inocente pureza
infanti1 . . .
Des Sip.!oa--l4
202 IRIS

Hay tambicn telas de Valdcs Leal, mandadas pin-


tar por Don Miguel de Maiiara, ((jernglificosde nues-
tro filtimo fin>),que son de un realismo espeluznante.
Presenta cadheres en podredumbre viva, que
ofenden la dignidad del cuerpo humano. En otra tela,
pinta un obispo mitrado y a1 misrno Don Miguel,
muertos ambos. Parece que se observan en la siniestra
sombra del fatal proceso de la Muerte. Los gusanos
se agitan sobre carnes y ropas.
Dentro de mis luminosas ideas de resurrecci6n
cristiana, estas telas me asquean. Comprendi cu5nto
habia amado la carne lujurios Don Miguel de Ma-
fiara, para empefiarse en aborrecerla tanto, ya que el
grado de odio marca el grado de de!irio amoroso.
Much0 temeria el Hermano Mayor Ias asechanzas
de la conctrpiscencia, para defenderse con tales ho-
rrores de su debilidad carnal. Estas telas son la con-
fesibn general del (4nspiradorn y acusan una conver-
si6n dehida a miedo mas que a amor, ya que 10s aman-
tes de verdad superan las brevedades de la carne y se
elevan a divina innmrtdidad. . - El amor espiritual
vence a la muerte burlhdose de la degradada vermi-
ne, que no mordib nunca a1 Espiritu. Es desagradable
el espect5culo y no convertirh nunca a nadie. Fie1 tra-
sunto de esa religi6n espaiiola, que, por carencia de
amor, recurre a1 terror.
Joaquin y yo participamos de la misma repug-
nancia, admirando la maravillosa realidad pict6rica.
Me dej6, el Wermano Mayor de la Comunidad, impre-
si6n de lhstima hacia esas almas rudimentarias que,
d-, puro miedo, luchaa dinodadamente contra la car-
ne rebelde. La contempian en vi1 degradacibn, para
ENTRE DQS SLGLOS 203

odiar! a., siendo que la tentaci6n 10s acedarA siempre


en bellc3-28 y el recucrdo de su fraqilidad a5iadir5. in-
ccntivo a1 precio de su efimero esplendor.

No' me marchar6 de Sevilla sin visitar a1 buen


.,,
Cura qiLC $..A -; nnmnnZn.-r\ An 4":- n I-:,.-,,C,,C"
LUG 1111. ~ w u i y a i i - , i u uc V M J C a 1 ICLI a 3 a i i L a y
-7

a quien pareci tan peligrosamente atractiva. Es


(c cumplj,do>)que nunca olvida la mujer, asi como es
irritantc2 aquella amabilidad de ciertas necias, que m-e
decian : -Si510 a ti y a Rebeca Matte confiaria a.
Fula-no (el marido) . . . Ambas les guardamos inquina,
con deseos de que se equivocaran por tontas, a pesar
de lo inlapetecibles que eran sus maridos.
Joa auin no tenia ningirn inter& por visitar a1 que
en la pt?regrinac%n llam5bamms <(elCura de Sevilla.
- pintcmsco personaje, amable y bonachbn, cura-
parroco en Coria, pueblito distante de Sevilla.
- re ha i nvitado por <(cumplimiento.-me ad-
vertia Joaquin ; per0 yo estaba cierta de la sinceridad
de su C onvite
I y d.e empefiar su gratitud durante su
vida en.kLcILL.
,,*" un
I1&a me lisonjeaba de que mi visita
seria un memorable SEC~SQ, digno de equipararse con
la visitai al Sepulcro Santo.
Qued a n a h a s buenas y candorosas en esre sigio
rnoribun[do.. . Yo prefiero acercarme a seres ingenuos
y sinceros, que a ~ S O Sricos arist6cratas o poderosos,
iguales t:n todas partes, unificados en el buen tono de
casta y en la etiqueta social estfipida, que borra la
personalidad y hace Aridas las almas. Tal vez sentiria
a Espaiia con mhs verdad en el presbiterio del Cura,
204 IRIS

que en el palacio de cualquier grande de EFpaAa, en


que todo seria artificio, farsa y mentira. Me complace
merecer gratitud de almas buenas.
En mi tierra, voy a 10s matrimonios de clase me-
dia (pues me agradecen el esmero en ponerme bien la
mantilla de encaje) y nunca a 10s de clase aka, en el
Palacio Arzobispal, donde creen que han hecho el fa-
vor de invitarme.
iC6mo iba a presentarme a1 sefior Cura? Era un
problema. Yo lo habia engaiiado a pesar mio, por una
de esas oportunidades que crea la conversacih. Est&
bamos escribiendo a bordo, frente a frente, en el mismo
escritorio, sobre el Mediterrgneo. El buen clgrigo,
jovial y ventripotente, a quien oia conversar en el
grupo de 10s sacerdotes espaiioles, me divertia por su
dejaci6n de acento andaluz y por lo pintoresco de su
vestimenta. Llevaba sotana ancha y deformada, que
hacia bolsas por todos lados, bufanda de cuadros ama-
rillos y rojos y enormes paiiuelos floreados. Com-
parado con la elegancia de 10s abates franceses, ra-
surados a1 dia, con bien cortado traje talar y rabaf de
irnpecable blancura, era el sevillano una nota de color.
Escribiamos frente a frente y ambos nos queda-
mos en suspenso, pluma en alto. Nos sonreimos mi-
rhdonos. . . Me refrescaba aquel sano ejemplar de
humanidad, espeso y tan sin malicia, como serian 10s
ap6stoles del Sefior. . . seres gobernados por las fuer-
zas telGricas, en quienes el Espiritu Santo s610 logra
entrar por el resquicio que en su espesura deja la
buena voluntad.
- Miustit, ipor qui: no se ha casao? - irrumpi6
mi vecino, sin presentacih.
ENTRE DOS SIQLOS 205

- Pcxque ya no es tiempo.
- i7?I nunca ha tenido novio. . . ?
- si, que lo tuve. . .
-- Ya me lo tenia yo por sabido. , . y no uno. . .
-dijo con empaque de conocecior en mujeres -. C5-
sese, 1mi-a que no sea ocasi6n de pecado. El demonio
anda :juelto por el mundo y la mujer es su anzuelo. . .
Confesarle mi estado de mujer sacramenta-
da erai vulgar ; le cont6 que me habia casado ocho afios
atr%s, y que estaba separada de mi esposo; (por las
maniolbras alemanas) calli, la causa. Afectado el Cura
m8s de lo que autorizzba el encuentro casual, me con-
t6, a su turno, que su pena mayor era la desgracia de
su her-mana, separada de un marido infame.. .
- iY escap6 10s reales? - a5adi6 angustiado.
-- Est%nenredados en la sociedad conyugal-res-
pondille. Le mereci compasi6n desde ese momento,
ternur.a y protecci6n.
1clis compaiieros chilenos trataron de mostrarle
que el-a broma. Se indign6 de que pretendiesen enga-
iiarlo, cuando yo habia sido tan sincera. Las cosas que-
daron ahi, sin arreglo posible.
1cli deseo de visitarlo con Joaquin, obedecia tam-
bi6n i11 gusto de ponerme en verdad.
sin necesidad de explicac%n, cuando lo conoz-
ca- 13ensaha yo - comprendera y, sin enojo, se que-
dar% :onvencido. . . Per0 la verdad es de mas dificil
manej o de lo que creemos.
Por algo Cristo no contest6 la pregunta de Pila-
tos: :Quit es la verdad?. jSilencio. . . ! En una de sus
<<(

obras m%s interesantes, Pirandello dice que la ver-


dad d e cada uno es diferente: Chacun sa v6ritb.
206 IRIS

Nos pusimos en camino a Coria. E! cochero que


nos ileva, no va desde hace veinte afios. Atraviesa por
primera vez esta carretera, que no existia entonces.
jSanta indolencia!
El trayecto nos da la fisonomia de una Es-
paiia inkdita, que no se recibe en trenes. Pasamos por
el barrio de Triana, el m5s caracteristico y popular
de Sevilla. La viejisima aldea, de muros calizos y le-
prosos, con un populacho pobre, dicharachero y
lleno de colorido, vive dos siglos at&. . .
Es un animado rincbn de Oriente, bullanguero,
con lengua salerosa, invectivas alegres y sandungas
perpetuas. . . Obedecen al instinto o mhs bien a la
g a m . Se vive como manda la gana. El tiempo
no apremia, las necesidades son escasas y se pasa bien
el rato. Este victimario que es el reloj, no habia llega-
do a Triana en 1900. Nadie est5 afanado.. .
En teniendo asegurado el gazpacho, un trago,
una guitarra y un cintazgo, basta.. . Se burla la gen-
te del horrible apremio de vivir. Ellos d i r h : d a s
aves del cielo no siembran y el Padre Celestial las ali-
menta; lpor qui: nosotros seremos menos que ellas,
afan%ndonos?>) El maiiana
que pasa tampoco y la mi
La fatalidad Arabe es
cibn fanhtica y obscura i!
yas gracias se disputan puc:r11111cl1Lt: Ida UlbLlllLdb LW-
fradias.
- Es un pueblo niiio, que duerme la siesta de
sus ;
pert;
ENTRE DOS SIGLOX 207

- Comc sus anxeceuenxes - me reeponae joa-


quin-. RepiOS,an ahora, resucitarhn despuits. . .
-El IPI‘UIido habra avanzado t m t G -replico -
que nunca tom .arb Espaiia su hueco entre las naciones.
Desde luego k)erdi6 las Colonias, la aristocracia est5
corrompida :Y el pueblo es ignorante. . .
- La ra za- CbLd
--+L --:--- --__.__,.
VlVd-
T -..-._
I - .._- C
..-
-
d I g U y C JUdqUlll Lull IltlllC-
za-; no lo verit, ni td tampoco, per0 enla pr6xima
ronda grande! que darh el mundo, lno sera acaso Espa-
iia la que in!icie nueva era?
- jProf(?ta!-Ie dije para bajarIo a tierra, ad-
mirada de qixe un hombre en tan estrecho contact0 con
la realidad, ientro de su idealism0 y su sentido heroic0
de las cosas, se alucinara por Espaiia-. No te sabia
tan castellario. iDe manera que despuits de conocer
la organizaci6n del Imperio Alemhn y la potencia de
Inglaterra, i~Jersistes en creer que Espaiia, este pzis
moribundo, corn0 dice Chamberlain, puede volver a
tomar su suipremacia?
-NO tt:digo que la misma de antes.
- lEspi ritual entonces?
- iTal7rez! Espiritualidad mayor, por lo menos.
Adn hay tenmeramento. hidalmia. ” I
nasi6n v heroismo.
r - 4 -

Cansado el pueblo, se sublevarh para crear, isabe


Dios quit. . . ?
- 2Tanibiitn Crees que resucitarh la China?
- iTan:tbiitn!
En esto hemos dejado at& a Triana y yo no he
comprado c:Icharritos. . .
Las pobres mozas que hemos visto a1 pasar, tie-
nen cuerpo a iroso, se contonean a1 andar, con elhstico
juego de cad eras, les turgen 10s pechos firmes, llevan
208 IRIS

bien terciado cualquier trapo de rabioso color, y el cla-


vel rojo luce en cabellos negros lustrosos y bien opri-
midos por tenacillas .
Recuerdo a Santas Justa y Rufina, cacharreras
de Triana y las mhs guapas mozas de Sevilla. No creo
que caminasen cabizbajas y taciturnas, ya que la gra-
cia no es pecado en tierra de Maria Santisima, col-
mada de gracia.
Para quien conoce la campifia de Francia, tan
coqueta y bien cultivada, o el campo de Inglaterra,
con su afiosa y opulenta verdura, o bienla Suiza, en
que la naturaleza es puerilmente idilica, pareceria
muy feo el camino que atravesamos; per0 tiene un
encanto oculto en que aflora el alma de la vieja Es-
paca, el espiritu andaluz, jocoso o retozhn, que anima
la aridez de la tierra pardusca. . . Ese aspect0 ruinoso
de cosas murientes, da la poesia misma del paisaje.
Los sitios no hablan por su exterioridad sino por algo
intimo, que es su pasado, y por las almas que alli vi-
vieron.
Tal vez Joaquin tiene raz6n. La raza duerme,
per0 aqui hay algo grande, indestructible, que ser6
semilla de vida futura. . .
Aun atravesando el barrio de Triana, siento en
el pueblo miserable algo tan originalmente vivo en
su misma caducidad, que no tienen 10s pueblos nue-
vos, relucientes, sim&ricos, con gentes bien vestidas
y afanadas en su vida laboriosa. . .
La vejez de esta abuela patria que me parece Espa-
fiaen su atraso, tiene algo de iinico y permanente
que no mata el tiempo. Lo siento sin lograr explicarlo.
ENTRE DOE4 RIGLOS 209

E,n el intenso colorido local que guarda este


mundc3 decrkpito, hallamos sabor de la tierruca nues-
tra, en armonia de costumbres Y tradiciones, deste-
fiidas, si se quiere, a 115, per0 que nos hace todo' simpa-
tic0 y ccmprensiblce . . .
filosotros marcl-L winos., Emafia
- I __ - ___ - ____- v
- - inmovilim
. se

su ma yor encanto es el de transportarnos a siglos pre


tkrito!s.
, .. , . , .
A,qui esta nuestra raiz, la razon ae nuestra mom-
lidad, ese algo de Gnico y permanente que es la esencia
de cacla raza, aunque habite distinta tierra.
L,a raza es la morada que hospeda el alma, y el
cuerpc3 es la tierra en donde se ha formado. La sangre,
no oblstante las modificaciones que le imprime cada
suelo, guarda las experiencias y sirve de cmce a1 Es-
piritu , por temperamento e inclinaciones y sobre todo
por siibconsciente sabiduria.
e-Es fea Espafia? iHorrible! No s610 estA atra-
sada, sino decrkpita; pero, la raza es superior, qui-
jotesco el carActer, am1 el cielo, nobles 10s modales
y enfiitica la lengua, digna de Reyes y conquistadores,
propii1 de gente con autoridad y derecho de man-
dar..
S,e muere Espafia altiva y grande, sin copiar a
Franc ia, desdeiiosa de lo que sucede en el Continente,
y sin i nterks por lo que hace esa Europa a que en mala
hora qued6 pegada.. .
S#oberbio es el crepGsculo de Castilla. . . EstA
fuera de tiempo y no se inquieta la peninsula, como si
presinkiera que aunque la sobrepujen 10s otros paises,
6sta nLO es su hora. La hora suya propia, de entrar en
vigilia1, ha de sonar.
210 IRIS

iMe sorprende esta falta de afAn en mundo tan


agitado y me encanta tambih la nobleza de las acti-
tudes, que repiten gestos ancestrales!
Un rnendigo cubierto de harapos tiende la mano
en un camino, cual principe que dijera: - Doy a us-
ted la oportunidad de hacer una buena acci6n.. . re-
cuerde que por este camino de la vida no pasarh nun-
ca mhs y que a mi no me volverj a encontrar. i Jam&!
iaproveclie Ia ocasih!
iSi pens8rmos en eso! Desgsaciadamefite lo
aprendemos tarde y con qu6 duras experiencias.. .
Atravesamos olivares, naranjales.. , y Coria a6n
no apsrece. Est5 m8s lejos de lo que imaginhbamos,
a1 aplicarle el titulo de C u r a de Sevilla., como quien
dice Arzobisps, a1 buen Don Enrique, que no lo era
rnhs que de una aldehuela perdida en campos casi
incultos.
Los cargos no caracterizan a las personas, sin0
su propia perEonalidad. Mi presunto Cura de Sevilla
fu6 en la peregrinacibn el m8s genuino representante
de esa Espafia perezosa, noble y confiada. Y ademhs
el emisario de esa benciita tierra de Andalucia en que
ni a la. lengua se le guardan fueros, rnutilhndola por
pura flojera. 2A que gastar fuerzas en vocalizacio-
nes, si con letras de meno3 la palabra lleva el mismo
sabroso contenido?
Vengo pensando en la manera de presentarme
con este marido, que el Cura supone tan malo. iQu6
reacci6n le producirh el verme asi en tan brillante pa-
reja? Mi carencia de psicologia me hace creer que to-
do lo explicar5 la presencia, sin advertir que en razas
distintas, o ya diferenciadas, no caben chanzas.
ENTRE DO% SIGLOS 211

Lo que en un pueblo es rzspetable, en otro es in-


sultante. Eas mismas palabras transmutan su conteni-
do, por Ius0 y abuso.
Grur pintorescos de nifias y mozos, en traje de
Grupos
trabajo, vuelven de sus faenas. Los hombres llevan
color
faja colorinesca, que les cae en lazo sobre el pantA6n.
T _ _ muje
Las ieb _____
_____:-__Ix 1-
v a n C U I ~la caueza--1_-__ -1
-L_-S- -I _ _ .__-
awua aiguxias y wras
con rebo zo terciado. . . Vienen canturreando alegre-
mente, k1 cintura en cimbra, la €rente aha, todavia
dueiias irnaginarias de un mundo que perdieron. . .
Nos miran con asombro, como si nunca por aque-
110s r h t icos parajes cruzase un coche con sefioritos
bien con-ipuestos.
Pasamos por una aldea suspendida en una coiina,
que es si)lo agrupacibn de miserables viviendas blan-
cas. Algcma vez he sofiado con tierras asi; la impre-
si6n que me dan, la habia sentido dentro de una at-
mbsfera rnuy mia, antigua y dulce, con un intimo sabor
inexplicalde. iMiseros pueblecitos, con secret0 encan-
to, que eiento-
ei tan hondo y que no logro definir!
iLleg
iLlegamos a Coria! Segtin nos parece, un pueblo
que divi!
divisamos. Joaquin da a1 cochero orden de bus-
---_- :- V l _____ :-- - - .--. - - -I:--.
-. .~
car 1-la pairruquia.
^^Y ~

f i r auriga~ 1---
se vueive y nus u i ~ e .
-2Quit p;arroquia vamos a buscar, si alli viene un iraile?
(m anera como habla e1 pueblo espafiol). El fraile es
su enemigo, pues mientras pesa tanto sobre elIos la
necesidac del tralsajo que preferirian renunciar hasta
necesidad
a comer, el fraile, segfin ellos, se ha metido a la Iglesia
para desdescansar y ser alimentado.
Por la seguridad con que el cochero anuncia la
---- :-:L--. uei
aparici6n 2 - 7 c.--:1-
iraiie cornuI,- - ---
cermino
1 . .
.. . ae nuesrro viaje,
comprencAemos que un Cura es finico en esos sitios
212 IRIS

y que sirve varios de esos puehlitoc, en que no es


honra vivir.
Cojo mi lente y descubro a mi buen amigo de
Jerusa1i.n. Viene caminando bonach6n y despreocu-
pzido, con su enorme vientre de avanzada. Decora con
su bulto grande, alto y grueso, las lineas flojas del
paisaje. . .
Me asalta el temor de importunarlo, sorprendien-
do su pobreza, pero lueg:, de fruncir 10s ojos en asom-
bro de vag0 reconocimiento, casi en visi6n de otra
vida, me tiende unas manos blandas como nidos.
Joaquin le produce un terrible sobresalto. . . Tre-
pida, se lleva la mano a la teja y la baja, per0 luego
que ((El))le tiende la suya, echa el anclio sombrero a1
aire, campechano y cordial.
No hub0 presentacih - lni para que? No iba
yo a decir:--.Este seiior que me acompafia es mi es-
POSO,, siendo que el Cura me tenia en concept0 de
honesta mujer, bien atada por la Iglesia. Una recon-
ciliaci6n es la consecuencia 16gica del nudo indiso-
luble.. . A1 vernos venir juntos, suponia y ~ todo ,
estarh explicado, y si a l g h temor tuviera a1 consejo
de sacar 10s reales de la sociedad conyugal, yendo con
mi marido habia de suponer o silencio mio o com-
1 ,

) q u e su casa quedaba afin lejos. Le ro-


gamos que subiese a1 coche, per0 no hicimos el c5lculo
ut: IeslsLemia del vehiculo, que cruji6 de manera la-
mentable y que temimos se desfondase. Yo pregunti.
a1 cochero en voz baja, mientras el Cura se instalaba,
si 10s caballos podrian continuar. Quede hecha un
surdwick.
EKTRE DOS SIGLOS 213

A pesar de ser poco psic6loga, nGt6 que el Cura


care(:ia esta vez de llaneza y de sus ponderaciones ha-
bitu:des. Guardaba cierta recelosa cautela reticente.
Tal vez Joaqcin lo intimidaba, pero en su apacible
fisonomia se pintaba la bondad de su alma.
jQu6 miseria de pueblo! Hasta la carretera se
piercle antes de llegar a la feligresia. . . Nos apeamos
del (:oche sin divisar la triste parroquia de campo
remc,to.
El cura, quietisimo, en majestad de funcih y es-
tad0 , marcha adelante en la callejuela miserable. Yo
veng o sufriendo humillaci6n por 61, que no tiene sino
la gloria de ser andaluz y nacido en tierra de Maria
Sant,isima. La puerta de la caruca se niega a darnos
paso, per0 despu6s de llamar en van0 a la cria-da, .Pu-
rific: xi6nH, se ingeni6 no si! c6mo y entramos.
Obscurisimas y s6rdidas piezas chatas componian
la caisita. Quiere mostrarnos primer0 la iglesia. Busca
un 1 7 e16n y, ya con la Iuzencendida, nos precede. Su
anda r es pausado e importante, como si nos llevara a
una gran basilica. Altlmbra el altar mayor para que
vean10s la imagen de bulto, vestida con antiquisimo
atav io de lamas de plata 1mohosas y estrella de metal
en 1: frente.
- Es (<laEstrella Matutina. - dice con solem-
nidaci -: siempre ha sid o la advocaci6n de este viejo
pueb,lo de Coria.
No es de renombre rnrnn ___ Virwnm
______ 1aS . --o____ de
I_ _ Triana.
- - _-.-
--,
ni tiene riquezas, per0 hace favores. iDe quit sirven
man1tos de or0 y pedrerias, sin milagros?
Creo que 10s andaluces no conocen la estrella
mattitina. Luego el Cura explica que 10s parroquianos
214 IRIS

qvieren m8s a la Virgen de las Angustias, que est5


cubierta con manto negro y clavado el corazbn con
siete pubaks de plata. iComprendo! Cada uno busca
lo que le falta, y la Seiiora de las Angustias debe
de dar consluelo, I:metas y solaz.
- Han de satcl.n.-Tvu*.
TA-
UIL'c;-,
- A:-- que: ayui awILIub n..n "r\rnrr^

muy celosos de nuestras Virgenes, y el cofrade de una


advocaci6n es enemigo de todas las otras. . .
Con su gran barriga y mucha gravedad, el seEior
Cura nos muestra todos 10s altares.
Cada imagen es de bulto, vestida con trapos, ca-
bdlos de pelo natural y rostro pintarrajeado. -Es
ede Dios a raras mozas, teEer linda ca-
!a a la Virgen de su cofradia, cuando
e l r ~ p ~ p&rsele opaca, por haber sido cortada a
4- d

uaa difuunta- explica. Mira de reojo mi pelo insu-


rrecto y temo que me encuentre digna de tal honra.
De la iglesia nos lleva a1 pequefio huertecito. Nos
si,guen varios chiquillos y ademas una moza (asi SI e
dice). Es la vieja criada del Cura, €ea como cuca :T
arrugada en cruz.
T7
rwiilid :,c,-u--.cr. a, 1la
p i 1 K L I : L C ~ L ~ I L L ~ utf
;
. -_n"
Ldaa,
e-y...-le ,,* In
a y u u a cii iaS
recepciones y hace las amabilidades del cas0 a su ma-
nera, que no por ser rirstica carece de sabor lugareso.
Nos mira complacida:
-Yo se 10s oia rnientnr mucho a1 Padre, pero a1 no
conocerlos, no hacia atencih. No me 10s figur6 ni por
lo alto que me 10s ponia.
El Cura intervino:
- Dc la seiiora ha.bl6. . .
-Que Su Reverencia cornpadeciapor la desgracia.. .
Se pus0 rojo:
ENTRE DOB SlCitOS 215

- Varnos, que no era pa dar l&stima.. . !


Salv6 la situacih un chiro que se trep6 a un
granadc).
iCoge las m&s gordas! - le recomienda al
rapaz y lanza un mudo reproche a la vieja.
El ni6o va desDoiando el 8rbol Y a1 descubrir la
m8s gr: indi
--I M . 2
Se
a1 obseciuiarnos con lo mejor que tienen.
No s 11eva despuks a1 comedor. Lo deduzco por !a
mesa y cuatro sillas de paja. Es m8s que francie,cam
la pobnxza. Abre el cura la alacena oculta en la pared,
y saca 1in grueso salchich6n, que corta en rebanadas.
Present;a botellas de vino y con grasredad recomiends:
- Sin ser de lujo, es de calidad decente.
No hay cubiertos ni vasos. Sale en busca de la
moza, cp e con much0 afan aparece con dos vasos,
que tiernpo ha no saben de ag'ua. Joaquin c o g fina.-
mente uma rebanada de salchichh, como si sus dedos
fuesen t enazas de oro. Le pasa mi vas0 a1 Cura y bebe
a su sal1Id y luego me trasgasa el suyo a mi, para q l ~ e
beba talnbikn con nuestro arnigo. Continu6 la rnaniobra
de beber. cuatro personas en dcs vasos, sin alterar ran-
gos, sirviendo uno para nosotros dos, el de Jcaquin para
el Cura 3n el primer trago y el mio a1 final para la moza.
Cuzindo la vieja sirvienta ech6 su traguito, se hizo
a h m&i obsequiosa. Sentada a1 frente, lamenta que no
ha.yam10s venido a media tarde para hacernos el &bo
de prinaera que merecernos, con platos a nrrestro gusto.
ElI Cura alaba la mano que Purificacih tiene
para Fwisar.. .
216 IRIS

--Don de Dios!
- Favor que me hace el Padre, porque en ense-
ii5ndome el gusto, yo se Io hago.
Siente que sea tarde para tomarnos flores.
- Aqui, en tierra de Coria, dan mAs fragancia que
en Sevilla, tan renombraa por sus jardines.
El sefior Cura anda a.fanado buscando algo... La
nmza disculpa que no hayan tenido ahora cosas de ape-
tito, por la venida imprevista, que 10s ha atrapado
en descuido. Vi que el Cura se alejaba.
-Pero lo que no me cont6 el Padre -continha
ella - es que era tan guapisimo el seiiorito de Ud.
Y o respondi con naturalidad:
- Mi esposo estaba en Berlin durante nuestro via-
je, porque es rnilitar.
- Bien decia yo que era ingle' porque tambikn hay
ingleses pelinegros. Muy cerraos son de habla, per0 a
facha y a guapeza, nadie se 10s lleva por delante.. .
Aqui llegan, no como el seiiorito, de buena manera,
sino con mando y empaque, per0 las sacan duras. . .
Nadie les entiende hasta que tiran a relucir 10s duros.
Vuelve el Cura con una canasta de melones que
coloca sobre la mesa. La moza parte uno y lo prueba
mordikndolo por un ladito. . . Pronuncia su irrevo-
cable fall0 en alta voz:
-Este sabe a vinagrillo.
Queda condenado el mel6n con las tripas de fue-
ra. Rompe el vientre a otro, y da su sentencia:
- Este sali6 de recibo.
Asi era; lo saboreamos deliciosamente, dentro
de aquel albergue patriarcal, en que si faltan reglas
de cultura, se cumple la hospitalidad biblica.
ENTRE DOS SIGLOB 217

La noche- -ha caido. Dan luz mechas con aceite,


que por cuatro nanchos
- salen de una esDecie de can-
, delabro - +.Am4
LIdsima luz de tiempos reculados.
- 1 Dice el Padre que teme a1 petr6leo - explica
la vieja moza.
No's sentimos muchos siglos atr8s; creemos vivir
1 . . .. 1.

en otra epoca, alia cuanao 10s conqu.istaaores saiieron


.,I

a buscair el camino de Indias, por el ancho mar, tenta-


dos por las especias, esos ricos productos que el sol cue-
ce en otras regiones del mundo. iY quit aventura aqu6-
Ila de ec:harse a la mar! Me asombra que de seres tan
pacificamente cordiales haya salido la m5s maravillo-
sa aven tura - jel nuevo mundo descubierto!
LUf :go de llegar nosotros, Don Enrique habia sali-
do a d ar de beber a1 cochero.. . Joaquin teme que nues-
tro auriga tenga la cabeza turbia y va a encontrarlo,
mientra s el Cura me muestra las adquisiciones de ob-
jetos pi adosos hechas en Tierra Santa para la feli-
gresia y que reparte s e g h merito.
FuEi un pretext0 para hablarme a solas. . .
-1 Kija mia, iqu6 habitis hecho?-me implor6,
angusti:ido.. .
Cremi que me reprochaba el haberme juntado con
mi marido. . .
I
;C6mo os habitis entregado a1 pecado?
iEritiendo! El Cree que Joaquin es mi amante!
jSefior Cura! -afirmo indignada -. iEs mi es-
poso!
-P Jo me engafiitis, hija mia! Varones de esta ca-
lidad, sc3n rebeldes a coyunda. Todas las mujeres se
10s dispiitan y ellos, jvamos!, se reparten y hasta creen
honrar <:I don que en su varonia les hace Dios.
Do. Slrloe- 15
218

- iSe50r Cura, yo se lo juro (habia un cruci-


fijo) aqui ante el Sefior, que estoy casada con 61.. .
que fer6 broma lo que le dije en el barco.
Seguia dudando.
- Por muy poco mQito que Ud. me encuentre,
sepa qu.e este hombre me ha querido desde siempre...
El amor es irracional; entra el Destino.
- 0 el Diablo - afiiadi6 61. No me creia.
- Si quiere, vamos a1 confesionario y se lo dig(1
^rrlr.---Mn-C-lu^-Cn :..-.4-- ,.--
-:lilla
aclC.1dlllCllLdllllCllLC, J U l l L U L W I I
-.-,-+:--?.
IlICllLllcla
--+n.-:,..--"
a l l L C 1 IUlCa,

para que Ud. me absuelva.


Llam6 a Joaqtain.
- El sefior Cura no Cree que somos casados.. .
Se rib, le estrech6 la mano.
.- jDesgraciadamente, sefior Cura, me atrap6 la
Iglesia y esto ya no se remedia mhs que con la muerte!
Qued6 convencido inmediatamente.
-Pues, miustk: me liab16 tan de veras, que yo
le crei y no prest6 oidos a nadie mhs. . . Siendo que se
ha de escuchar a 1a.s dos partes.
-Digame, Padre, i y por que se irnagin6 Ud. eso?
- iPues, vamos!, porque es Ud. vivaracha, atrac-
tiva, y d6bil el hombre.
- Es afin peor lo que ha creido -replico agravia-
da -. A Ud. le pareci6 mi esposo superior a mi y se
imagin6 que se pagaba un capricho asi, de mal gusto,
como todos 10s caprichos, que no son de calidad, sino
.,
ENTRE DOS SIGLOS 219

El cochc?ro se ha dormido. lSuebo natural o efec-


to de copas? Nos apresuramos en despedirnos para
Granada, adionde seguimos pronto. Nos recomienda
Don Enriquie a su sobrino, Cura tambih de la Parro-
quia que est.& arriba, en el t o q u e de la Alhambra.
Nos ad1Tierte aue es un joven sencillo, pero que su
nombre sue1na en' la ciudad. La moza tambi6n manda
recado a la feligresia, en que la criada del otro Cura
es su sobrinla.
Idevamt3s de Coria 'miserable impresi6n. Ni la
carretera Ile:ga a la parroquia. El camino es pCsimo.
Vemos cuevas abiertas en el cerro, que e s t h
habitadas, :aunque el aire interior -dice el Cura-
es el mismo que entr6 cuando las abrieron.
Nos traen todavia dukes y nos hace subir a1 se-
gundo piso 1Jara que conozcamos todo. La escalera es
de buhardilIa.
Nos mucstra su cuarto, el de la moza y el despacho,
adonde pasa a hacer las apunfaciortesde su sobrino y de
su hermana, en Granada, quien nos mostrar5 el manto
de la Patron,a. Estos mantos bordados con or0 y pedre-
rias constituyenuna verdadera riqueza, cubrencon ellos
las im6genes en las procesiones de Semana Santa, y es
furiosa la ccbmpetencia de las Hermandades en el ata-
viodesus inn6genes. Ahueca la voz y con toda la gra-
vedad de su acento, agrega:
-El m ianto de la Esperanza de San Gil es una
maravilla que sale en Semana Santa. Provoca envi-
dias, que 1L3gan a resolverse en puiial y sangre.
La moz:a aiiade que tambiCn salen de lujo las dos
servilletas aimarillas que el seiior Cura trajo de su
viaje por P:iris de Francia.
220 IRIS

Salen s610 cuando repica la Gorda (una cam-


pana de la Giralda), es decir, como esta tarde, para
nuestro recibo.
Reparo ahora en que nos trajeron dos servilletas
amarillas de crea con bordados. iY yo tan tonta! No
me sorprendi ni las alab6, siendo que estaban en el
mismo rango que el rnanto de pedrerias de la Virgen
aqt;6lla que sale por Pascua de Resurrecci6n, a1 re-
pique de la Gorda.
Las tales servilletas, muy ordinarias y tiesas de
almid6n de fhbrica, no han sidousadas nunca, pero,
como venidas de Paris, se ]as trata cual objetos pre-
ciosos, y aun me parece que la moza no tiene derecho
a tocarlas, pues el Cura las tom6 por su mano de la
alacena en que estaban condenadas a perder su vir-
ginidad en nuestros labios.
Llevamos una gran paiiuelada de
tucho de jazmines, confites envuelto
papel de color, muchas granadas y UII au4111Lu ut:
plumas, que me ohsequi6 el seiior Cura, por si acaso
calentaba el sol en Granada.
En camino a1 coche, me recuerda siempre que me
di6 buenos consejos; estaba seguro de que Dios me ayu-
daria por ser nifia buena. Confiaba en que lo permitiria
asi el Sefior, que sabe arreglar las cosas. . . Y aun-
que aflige much0 a 10s buenos, caprieta pero no ahogap,
mientras que a 10s malos 10s deja sueltos, para ajus-
tarles cuentas en la otra vida.
Salimos con la noche ya bien entrada. El cochero
despert6 algo avispado, moviendo la fusta, que yo le
quit6 por creer que el caballo, a causa de estar a se-
cas, no iria gustoso a hacer cabriolas.
ENTRE DOS SIGLOS 221

SC:nti alejarme de este buen hombre.


Es una de las formas de mi sensibilidad el sufrir
en ocitsiones la punzada del tiempo, como adverten-
cia de que este camino se recorre una sola vez, sin po-
sible r,epetici6n, y que no nos encontraremos ya mas.
DesgriIciadamente, respecto a 10s seres que mhs ama-
mos no nos advierte nada el tirano Tiempo, y encar-
ga a 1;2 Muerte de asestarnos por su mano el golpe de
gracia
La noche est%obscura; s610 se divisan lucecillas
d6bileis, de lejanas aldeas, y la sombra de Arboles que
marcan la ruta.
J(iaquin aprovecha para hacerme uno de sus ha-
bitualles sermones: - Ya ves c6mo una simple bro-
ma Y la mentirijilla consiguiente, engendra muchas
otras . . . y p r d u c e desconfianza. A lo mejor se que-
da el Cura c:reyendo que 6ramos pareja de Ian.
ce.. .
Y o era vellui~a
.&A:nn "
a ~ U U L W An
....-+n -1
nn-.Tn.-+:""n-n
UG LUIIVGL LUXULC CL CUI-
n-

peAo (le verdad en mania neur6tica. Vine a descubrir


la meintira tarde en mi vida, porque s610 tarde tuve
conflic:tos propios y secretos ajenos en que es caridad
ocultar 1 ;9 verdad.
Llev;mos de esta feligresia - curato - un; 1
impre:si&- L que nos resume a1 pueblo espafiol, sano P

hospit alario y generoso.


...
TVle ~ u c a L aF.rr..rnrmn
nn+n
iiguiaiiiic a c>ua ,,I,,
n nnnn P..rnn n,..-.-n-
iiiaiva b u i a a L w i i u i i i -
pidos, que odia el pueblo. A &e io he encontrado en
un griipo de seleccihn, entre 10s pocos que hicieron la
peregrinaci6n a Tierra Santa.
E,I regreso de noche por esas viejisimas aldeas,
L-ya (zaducidad muriente se exhala de cuartuchos mal
222 IRIS , ,
alumbrados, en que se reunen seres miserables, con
puertas abiertas a1 camino, nos impresiona mAs que
a la venida.
Asi desfilan, a1 paso de nuestro coche, Jelvez, San
Juan de Aznalfarache y Triana.
La vejez espaiiola encierra un alma diferente a
la de 10s pueblos italianos. Se respira aqui la mortal
quietud que suma el cansancio de haber vivido de-
masiado. . . hasta el agotamiento, traducido ya en
carencia de aspiraciones, indolencia y embrutecimien-
to completo. Los pueblos italianos tuvieron, en cam-
bio, la vital inyecci6n del Renacimiento.
Triana, asi tan pobre y vieja, vive en la juventud
de sus mozas, en 10s bailes y acantes jondos, con que
Arabia mantiene todavia el embrujo de Sevilla.
- lPor qu6 martirizaron a las Santas Justa y Ru-
fina, cacharreras de Triana?-pregunto a1 silencioso
cochero, que tememos se duerma sobre el pescante y

iuestra religibn,
10s 6rabes--,
prcllllclluu que l d b U I ~ L ~ ~ C LI IU ,I L C ~que ser reinas mo-
ras, que lo habrian sido por guapas.. .
Viene con la cabeza muy despejada. Quietud.
Estos villonios que hemos atravesado de noche,
me condensaron la intensa emoci6n de esa vieja Es-
paiia, de ya desvanecida gloria, y cuyos hijos, resigna-
dos a su abyeccibn, s610 desean pasar bien el rat0 (ni
siquiera alargan su mezquina ambici6n a la vida) y
se contentan con poco -comer algo, bailar, cantar
v tenw mrrirlnc: de toroc:. filtimo eiercicio de la cruel
ENTRE DOS SIGLOS 223

Seguimos recorriendo Sevilia, para aspirar el


ambiente de su clima especial.
De 10s viejos ventanones cuadrados, cubiertos de
_ _ _1
___^- 1 ^ _ _ _uuuue
erireuaueras, 1--1-
^ -1
ei 1 1-------- -L Ue-1l 1na3o
I ~ ~ I L L ~ I Iu
:- - - - L - l l -
_ ^ _ _

a ciluaiiu
canta la serenata a su manoia, quedan poquisimos,
per0 tienen el alma de las amorosas endechas que
amarraron corazones por una primavctra.
La calle de las Sierpes bulle animadisima. Gircuia
_ _ . -. .
un alegre gentio, exento de las preocupaciones pru-
sianas, a quien no afana el transcur50 ritpido del
tiempo sumado en dinero, como en Londres. Aqui se
respira el inmotivado placer actual, de vivir por vi-
vir, con descuido del mafiiana, confiado a la divina
providencia.
Las fiebres de las ambiciones no devoran a 10s
espaiioles, ni menos a 10s andaluces.. . No les aplasta
el peso de las complicaciones rnodernas - ambiente
que se hace m5s sensible en Andalucla. iTodo va mal
en Espafia! - iPues si sefior! iQui: quiere Ud. con 10s
malos gobiernos!; pero en teniendo jaleos y juer-
gas y toros, vamos pasando.. . iyvaya Ud. con
Dios!
S6lo ahora siento el profmdo sabor de est2 frase,
que es humilde y resignada oraciL a 1,iaa n n ” rr.nr-
,-l;.?;m“”
u L v lllaa luGL-

zas que mueven el mundo, y que atodos nos llevan,


cual mi%, cual menos, en la ilusi6n de servirlas unos,
de mandarlas otros y de dejarse conciucir aqu6llos. . .
La ignorancia popular es completa, absurda y
grosera la religibn, per0 con fondo de inconsciente su-
224 IRIS

misibn y confianza a toda prueba.. . Menos fatalis-


tas que 10s hrabes, dejan a cuenta de la misericordia
del Seiior el juicio final.
Terminan a cuchilladas las viol1entas peleas, qucz
se suscitan por creer cada contend(x , entre la efer
_-^,.^^--
VCSLCLILM
:.. CICL
1-1
v l l i u -.
,,:-A
y 1,la --:-l,.-":.-
V l u l c I l L l d uel
1
amor - partce
de la religibn -, que es superior _ _a todas la patron:a
de su devoci6n.
Los de Triana se pelean con 10s del barrio de 1i1
- * r . * . -
iviacarena, y 10s corraaes ae la Lonsolacion ae utrera,
.
. .. - 7 .

con 10s de la Esperanza de San Gil.


Guerras a muerte, sin cuartel, se libran por
estas rivalidades, y de la buena intencibn se harh car-
go el Seiior.
Las imhgenes de estas advocaciones lugareiias
son ridiculamente grotescas. Figuras de madera pin-
tada, con cabellos rizados de pel0 natural y trajes de
trapo, con todas las zarandajas imaginables.. .
Materia del mayor lujo y tambikn de orgullo son
10s mantos de las Patronas, que cubren las imhge-
nes desde 103 hombros, y que llevan colas de varios
metros.
Cada Cofradia viste a su Dama con la mayor
riqueza posible, tratando de sobrepujar a todas las
otras. Estas Patronas de Cofradias van infundiendo
ta.n vivas emulaciones y rivalidades, que a1 menor es-
timulo degeneran o culminan en sangrientas riiias a
~

pufial.
Los mantos, cual usan las reinas en las Cortes,
Eon de riquisimas telas - terciopelo o lama de oro-, y
guarnecidos con tesoros de pedrerias. Las mujeres
entregan sus joyas para recamar esas telas de piedras
ENTRE DOS SIGLOS 225

precios:i s . Suman miliones de duros 103 tales mantos,


en que hasta las telas desaparecen bajo 10s bordados
de perkw ,que les dan relieve de algunos centimetros.
Otl-a ceremonia exclusiva de Sevilla, junto con el
esplendlor de las procesiones de Semana Santa - Los
Pasos --, es el baile de 10s Seises en 10s dias del
Corpus Christi, junto a1 Sacramento Eucaristico. Eli-
gen niGLOS hermosos, que no alcanzan edad de razhn,
Y que 1restidos con tfinicas azules y rojas, sobre faldas
blancas, bailan con tan armoniosos movjmientos, que
es mfisiIca viviente el cuadro.
LO!5 Papas mantienen la tradici6n por la pureza
y graciiI del especthculo que compone esa ceremonia
religiosz1.
Es curiosa t a m b i b la manera que 10s andaluces
tienen de tratar a toda mujer que cruzan en el ca-
mino.
Prctcisa decir siempre algo a la dama, y no signifi-
ca afre!jcura., como diriamos nosotros, ni poca con-
sideracihn, sino respeto, obsequio a1 bello sexo, por
serlo, aiunque carezca de belleza su atributo consagra-
do. Si e:n todas partes somos el eexo dkbil., iqui: iro-
nia!, en Espaiia somos siempre el sex0 bello.
Talmbikn en las cuchufletas envuelven el defect0
que quiieren marcar. A mi me encontraban excesiva-
mente delgada, y me aconsejaban a1 paso: <Come,
chica, Iiara que redondees..
La flamenca, que es la perfecta sevillana, no se
ve en 1;a calle, con su cliisico traje de falda corta y
chaquetAla bordada. S610 van las mozas con el man-
t6n de Manila terciado o ceiiido a1 busto, cimbrehn-
dose solire las caderas y poniendo en ondulante danza
226 IRIS

!as franjas del chal, mientras el risueiio rostro y 10s


encendidos ojos asoman por entre las blondas de la
mantilla, bajo la alta torre de la laboriosa peineta de
Carey con que se sostiene la elevada construcci6n.
Necesitamos una direcci6n y nos mandan a la
oficina de un dentista, frente a1 hotel. Sale una ancha
seiiora, en sincero neglig6, que sin previa presenta-
ci6n y sin remilgos nos coge afectuosamente las ma-
nos. Antes de darnos la direcci6n pedida, en un torbe-
llino de palabras nos entera de su estado, condici6n
y pesares. . .
En estos climas hermosos, que predisponen a la
pereza, y teniendo la vida menos cargas y complica-
ciones, el espiritu se mantiene mhs elevado, sin esa
urgencia de dinero a que la necesidad del lujo escla-
viza.
El absolute desconocimiento de las mil fruslerias
que hacen el confort de la existencia, y aun la caren-
cia de 10s usos higihnicos que consideramos indispen-
sables y que a 10s sevillanos no hacen falta, les da una
llaneza envidiahle.
_ _ _ ___ ~_ El
__
- amhiente
._. . _ _ _ _ se
._ _ ourifica.
_ __ _
.-.
_ .,sin
_ __-_ - ___ etiaue-
-
1- -
ta, vanidad o buen tono.. .
En la carretera que corre cerca del Guadalquivir,
bajo olivares y eucaliptos, observamos en tabernas,
- , ~ petrbleo, que la gente reunida a1 bor-
~ l i * m h , - - ~,-fin
C l l U l l L U l LIULLD LVII

de de un pobre m e s h , o charlando descuidada sobre


un banco de pallo, tenia esa alegria sana que se con-
'Lenta
~ ~con
._ ___...._.
nada
._ ._

La vida, en su extremada sencillez, no 10s agobia


con tribulaciones. Un trago de rnanzanilla o una to-
nada a1 son de la guitarra ahoga 10s pesares.
El viajero tampoco encuentra esos fuertes con-
trastes de opulencia y miseria de las grandes ciu-
dades. Ni notas trhgicas, ni personalidades compli-

I U C l U b d I d L d l l l t : lIILIUllIlLi(, y GI IIClUCl CAdt;CXaUU GI

pecado de herejia, con descuido de una sensualidad


rayana en lujuria, dan este sano eqtdibrio a la raza.
La Inquisici6n acab6 con todos ios llamados ckifla-
dos, gentes que por lo general aicanzan otro plano de
conciencia.

S
9

tegoria de fetos,*que se&someten sin saber por qu6 y


viven sin conciencia.
.. - ...
menuda, fondistas, sacristanes, guias, cccheros - pue-
blo unicamente. No podemos juzgar siiio de la exce-
lente y primitiva pasta en que se elabora la raza.
El pueblo est5 dormido. Aparte de la murmura-
ci6n de 10s alberguistas y mozos contra 10s malos go-
biernos y el atraso de Espafia, no se siente energia al-
guna de iucha, sino el sopor de una resigmci6n corn-
pleta. 2Es fatalism0 o inercia? No &. El pintor, que
no nos ha abandonado desde que le conocimos, respon-

ven menos contrastes de miseria y opulencia que en


otras ciudades.
228 IRIS /

- En el resto de Espaiia - me dice -,la nobleza


es riquisima, y la miseria de sus trabajadores y las con-
diciones de vida que les dan son deplorables. Tienen 10s
grandes predios enormes, bosques inmensos, reservados
a cacerias, mientras el pueblo en torno perece de ham-
bre . Es una aristocracia viciosa y corrompida.
Con estos datos acabo de poner lhpida a la tierri
espaiiola. Y en su epitafio, s610 escribiria: Muerle d’
cansunci6n. Mujer que am6 much0 y que repartid
en demasiados hijos, se extenu6.
* . .. -
Joaquin llega a punto con 10s billetes par:1
. .-a
tomar el tren que nos iieva a branada. Lopez Cabre-
A .

ro le repiti6 el resumen con que yo condenaba a Sevilla.


- iA toda Espaiia! - protest&-. iEste pais ha
muerto! jQue le baste el descubrimiento del Nuevo
Mundo! jYa es gloria suficiente! jColonizar un Conti-
nente! iQu6 mhsquiere? iAhora morfina que le dC
fuerza para morir sin pena.. .!
Nos instalamos en el vag6n. Joaquin me ha es-
cuchado mientras dirige a1 mozo de cordel que arregla
nuestro menudo bagaje en la rejilla. Desciende ma-
jestuoso del vacr6n (siemme v en cualauiera ocasi6n
tuvo nobleza de &titides), enciende su cIgarrillo, vuel,
ve a nosotros desde el anden y dice a L6pez Cabrero:
-iAunque pese a mi mujer, empeiiada er
rnnrlmar a EcnaRa vn nfirmn nile Kcna62 rewritar3

que se ha dado y se ha sacrificado mhs!


Picada, afiadi :
- Resucitarh, como Cristo, en gloria para el cie.
lo, per0 no para la tierra, que bien mermada y dormi.
da est8 en su decrepitud. . ,!
ENTRE DOS SIGLOS 229

El espaAol participaba mas de mi idea que del


optimism0 de Joaquin. Parti6 el tren con buenos
----ecLCm c b UT.
apr ^_^^ A,.
iiiaiiu y .
-I L,"+, 1, --:"+,I c 1 --+:,.+.
IiiaaLa la v i a L a : LI ai~isLahabia
cerraclo su caja de pintura y guardado 10s pinceles des-
de que nos conoci6, aquella mafiana que lo encontra-
mos Ilintando bajo el emparrado.
E1s tan cordial y desinteresado el carActer, que un
comerriante a quien pedimos una direccibn, cerr6 su
tiendzi, ech6 a.1 parroquiano sin ajustar el negocio y
nos a i,hasta dejarnos donde queriamos.

A 10s en Utrera, t6rmino de la romeria,


que e5; una ae las mas farnosas, a la Virgen de Conso-
laci6n. Se comia en table d'h6te (desaparecidas ya
desde hace tanto tiempo). Era agradable por la gran
familiaridad que se establecia.
bJo se levantaban todavia las barreras; no ya
s610 d e clases y de fortunas, sino de separaci6n per-
sonal, en que era de mal tono hablarse por el gusto
de coriocer la voz de un pr6jimo a quien venimos mi-
rando la nariz.
E:n mesa de hukspedes siempre se destaca un tip0
amenc) . . . Esta vez me entretuvo un sefior de gorra
mand:mdo a un mozo galoneado, que venia a darle
cuent:2 de la instalacih en el vag6n de 10s numerosos
bultos, que componian su equipaje. . . mantas, frascos,
jaula de p%jaro,valijas, sacos, etc. Debia de ser un
grandc: de EspaAa-hombre muy averiado por la
vida, tcon bisoiik (peluca), afeites, pintura y el cansan-
cio mayor de todos, el de tener cuanto da el dinero,
y nad3 de lo que da el alma por propio esfuerzo.
Elmozo, que nos servia complaciente y amable
como buen andaluz, aunque poco afanoso para la pre-
mura de mis nervios en viaje, aiiade perdices a mi al-
muerzo, fuera de menu. No aparecen en la cuenta. Joa-
quin exige el precio para ajustarla, y como se resiste, le
paga las perdices por fuerza, echhndole monedas en el
bolsillo del delantal. Nos sigue a1 tren y devuelve el di-
nero de las perdices: - Vamos, quite Ud., sefiorito,
que ha sido en festejo de la dama de Ud.
Yo debi tratarlo con esa amabilidad que poseo
en igual grado que el mal humor, para hacerme sim-
p%tica o desagradable.
Antes, cuando era sana, tenia gracia duke;
ahora se me ha afiadido a1 repertorio gracia con vina-
gre y aji, que desgraciadamente no manejo a voluntad.
Si mis nervios se sublevan, me irrito, y el &gel que
con exclusih de toda otra cualidad recomendaba
mamita Lolo, cede su lugar a Lucifer.
En la complacencia con que sirven 10s rnozos es-
pafioles no se traduce esa serviZidad francesa, sino
cierta altiva generosidad de probar que la baja con-
dicibn no excluye la largueza, en prueba de simpatia.
Durante el almuerzo, el mozo me sonreia.
- Est% Ud. contenta, ieh? 2Le saben bien las
perdices? Esta es tierra de mucha caceria.
iUtrera! Y el orgullo de su tierra le cantaba en
la voz. Realrnente las perdices que me dib de Ilapa,
eran sabrosisimas y con unos alifios ticantes clue satu-
raban la esponjada ca
ENTRE I)10s SIGLOS 231

-RRivalizan con 10s pavos de mi tierra--aiia-


di, con amor de la tierruca mia.
- iDe cl6nde sois vosotros?
A- -: -.+-:,.
Ut: 1111 pdClld, pdld "-hn---.-lmm-
iTemida pregunta aue me hace callar el nombre
dIIULlQllCS d
A l l n m1,
CUUS
A-
la V C l g U C l i L d Ut!

ignorarlo!
- iSomos chilenos! - contest6 Joaquin con voz
de satisfaccicjn, en cuyo timbre grave, cuando pronun-
ciaba la frase, vihraba el combate de Iquique, con
Prat saltando a1 abordaje.
Para ((El>>, Chile era el m5s grande de 10s paises
de America, por sus glorias militares y su organizacih
civil, en que la Constitucih misma atropellada, pro-
voc6 una guerra fratricida.
ozo se pus0 una mano en el ment6n y repiti6:
lhinelos!
! yo:
o somos de China, sino de Chile, el pais
m5s bello de Ias colonias espaiiolas.
- iAh! por eso hablAis bien, pues yo estaba cavi-
Iando en que no seriais 4nglesesn, tan duros de lengua
y con pretensi6n de ser adivinados. , . Aqul en Anda-
Iucia no Ies entendemos naa, hasta que sacan a relucir
10s coros>>gordos, de que traen repleta la petaca. iPuS,
que 10s deien!, decimos, si quieren que les adivinen la
marafia de- su habla, la mas- fea de todas . . .
- Mande Ud. iQu6 mas quiere? - agreg6.
- Caf6 - respondi entonada.
-Pues lo tendrB en seguida.
- iQue el cafe sea caliente!
- Pues ya lo probar& Ud.
232 IRIS

Mientrasva, obeervo a Joaquin que nuestra na-


cionalidad no ha creado ningfin vinculo con el mozo.
Nos sinti6 amables antes, y en prueba: las per-
dices que nos regal6 sin saber que 6ramos chile-
nos. . . iEl caf6 lleg6 helado! Y no hay espera.. . Hago
un dengue:
- iEStA frio!
T7l mn120 me mira sonriendo tranquilamente.
Y* A
*.
-

- ~ E;tA.E...
Ud. cierta?
.- - . ._
Su amabilidad no da lugar mas que a observacidr1
sin reclamo. Se rie uno, pues no cabe enojo. . .
En este camino de Sevilla a Granada se eleva un:1
aldea, instalada sobre una eminencia, ostentando un
ramillete de paImeras con el cuello bien estirado bajo
el quitasol de murmurantes plumas. iUn cuadro orien-
tal! Debieron 10s Arabes sentirse en su casa durante
10s ocho siglos de permanencia, para bien de toda
Amkrica, por la inyecci6n de sangre rica y alerta que
nos dieron y por esas aersaectivas de vastos Danora-
- *

mas deserticos qlue en nuestro recogido pais monta-


fioso tienen algur
Joaquin me mira a veces ut: muau que aiviso
en sus pupilas larguras pret6ritas de tierras inmen-
sas -remotisimo pasado que nos uniera por sobre
nuestra conciencia actual. . .
El trayecto es tristemente abandonado. Parece
que 10s campos no tuviesen due50 y que permanecie-
ran alli a la buenaventura. No hay ese trazo de mano
laboriosa que muestran 10s surcos simetricos, las or-
denadas plantaciones y 10s cercos divisorios .
Se extiende la campiiia agreste y desolada, aunque
esplhndidamente iluminada por el sol meridional.
No hay tampoco habitaciones que marquen pe
quefias propiedades, como en Francia, con ramilletle
-1- L - L - l - - L -1- _- -1-:1-- - riiieras ue nur-
._._ 1-17 -1- 1
a1 UUIW, uueu cei c a w y c u a u ~
__^-
ut: i ~ u bv
^^_^^ ^-_- ^ _ _ _ ^

talizas. iNada de eso! Sblo aparecen, de trecho en tre-


cho, agrupaciones de pobres viviendas blancas, en la
extensi6n de 10s campos incultos. Este es el aspect0
general de Andalucia, a excepci6n de olivares o de otroS
Arboles, en grupos bien espaciados unos de otros.
A
A -,..-l:.-l,-. -..-
iiicuiua q u c a,._*"_",.
vaiua ,."+A
C ~ L C VMJC
,,:,.:, -
..e
cii qut; b u y y 0
,...1. -7,

conductora por vez primera, vengo lamentando mis


descuidos.. . Me he lanzado a Espaiia a la buena! de
Dim, guiada por el recuerdo de mis sosas lecturas de
infancia, sin conocer la historia y sin atreverme a lucir
mi ignorancia ni a1 mismo Joaquin, o menos que a na-
pues en castigo no queria traerme.
die, -
Estos yermos campos me evocan (para vergiien-
za mia, ' 0 anoto) la Pastora de2 GuadieZa,, una de tan-
tas boberias que pude leer y que de pu ro tontas me
__ * -
I * _
pervirrieron 1 ,,,*
el senriao ae la iegirimae *
Espaiia, ha-
1 7 1

ciendo que el primer libro franc& que cay6 en mis ma-


nos me pusiese en riiia con mi lengua.
Lo cierto es que no cont6 con el carficter del pais
donde estamos. Crei que bastaria la ventaja de tener
nuestra lengua, para descuidarme. Y, sin embargo, la
pesima organizaci6n de 10s servicios pGblicos, la di-
ficultad de obtener datos, la .real ganax con que ca-
minan 10s trenes, hacen mfis complicado el recorrido
de Espaiia que el de Inglaterra o Alemania.
Sobre todo aIIi, no obstante Ia dificuItad de la
lengua, nos sentiamos llevados por la perfecta dispo-
sici6nmdetodo lo que concierne a la comodidad del m:?s
humilde viajero.
234 IRIS

Y aun Joaquin, con pasaporte de adicto mili-


tar en'pais guerrero, tenia un salvoconducto, que nos
abria puertas en gloria y majestad. Aqui no tiene nin-
gfin papel que lo acredite. . . per0 asimismo le va
bien. Lo toman por ingli, per0 a1 escucharlo hablar
z-1 -- lunC-.u *,+:1, ..:- ,,A^, --:--C-J --
e h p d l l U l y L l d L d l L u l l g C l l L l l C L d , 5111 YtXUCL llldJC:bLdU, bC:
^^I^. ,
.A*

anulan las iras contra 10s brithnicos. Es revelador el


sintoma de que no teniendo tipo inglks, se le confunda
siempre con ellos. Revela que el sentido de caballero
ha emigrado de Espafia a lnglzterra.
El mejor pasaporte humano es la simpatia, y en
nm<p,-,o
, .
-nn-l-ptit<r-nc
L i a i s c o lilulIuII-IuibwJ, 1- cbcJlbrbLhz,
Jiciimci,
que no siemme va
incluida en la jerarquia. A veces se extravia en loS
simples mortales, y EO ciiie a 10s reyes junto con 1:I
corona.

mos en una inmunaa saia ae espera. yueaamos , .


Cambio de tren en la Roda. Llovia; nos refugia
,-.*
tres
cuartos de hora aguardando que nos tomase el tren a
Granada. Un enjambre de nifios harapientos nos ase
diaban con w a s , peras y patatas dulces (camotes)
Nos metian 10s canastos por las narices, cuando ur1
---l--A,. A- J, -,.I,. 1-, L-.-.:L-J-l--
-
,,
A :
' L--!.
l2IIllJlCdUU, dl l l l d U U Ut: PJalU, IUb QllUJU, IldLICIlUUIU5 UUlf
estrepitosamente, lo que no impidi6 que, de uno en uno
y sin ruido, volviesen a entrar todos nuevamente,
para recomenzar la escena.
Entre 10s que esperaban con nosotros, casi todos
espaColes, descubrimos luego a un yanqui; guapo mo-
-n
PV,
en-
LULL
lnrrrn m n h v n + n r l n
I Q L ~ UaugicLuuu
71
y
r-?.nlln
L u c i i w -UIGUUW
1v"An h-ot- 1"" nv.n
i i a a L a i a o uic-

jas, que se hurlab:3. maliciosamente. La sonrisa des-


pectiva de este ho
que no olvidaba Cavzze, y suuievu L ~ I I ~ U e11 I I la
~ ~ mi
sangre espafiola.
ENTRE DOS SICTLOS 235

I
que ius Darcus mmuduus ue nierru riicieran sumr a
10s barquitos de madera; la rabia me hizo recuperar
en un instante mi olvidado inglts. Las palabras acu-
dieron a mi llamado, para proclamar el glorioso .ayer,
de la Peninsula y el enaltecimiento que le diera 1: 1
reciente desgracia, que a ellos rebaj6 en igual grado
You only have, but the money, dije con exaltaci6n.. ,
T <- L--A-L-1- -1-1 --^- -^ ^^I^_ -------
JUdYUlll LI iZLiZWd Ut: U C L C I l t X I l l ~L U i l ZCIlklS bUIlUIklS,
_^Y

ya que la miopia me hace inmanejable por 10s ojos. . .


Era tarde, yo habia tomado vuelo. El creia que en esos
momentos nadie ni tarnpoco una descarga de zrtilleria
podria contenerme. Se equivocaba, ignorando la con-
trainte con que en esos casos de furioso &an me do-
minaba. Prueba de ello fu6 el feliz desenlace. Y o aiia-
di finicamente:
A ua
on tram@he sans glorre!
El yanqui se desarm6. Verdad es que si hubiese
estado sola, mi c6lera no habria tenido tope, per0 la
presencia de Joaquin me contenia. Con el mejor hu-
mor y galanteria, el americano me contest6:
-Eso, seTiora, obedeci6 a un inter& politico. Ex-
cuse Ud. la politica; es a veces un dirty business. . .
Llxego sac6 su cartera, para anotarme CIUdireccih
en Nueva York. Se dirigi6 a Joaquin:
-Me honrarian tanto Uds. hacihdome una se-
fia cuando pasen por Estados Unidos.
Fu6 tan reiterado este ofrecimiento, que en 10s
momentos de la partida del tren en que el yanqui se
iba a Gibraltar, a h corria dicihdonos:
236 IRIS

-Se 10s suplico, advikrtanme. Y o quiero conL-


vidarlos a comer en Nueva York.
- iTe ha tomado por grande de Espaiia!- dije
a Joaquin.
Cnsi &mnw he cnnniiistnrln n mis meinres nmi

tades debutaron belicosas. . .


A1 subir a1 tren, un seiior que iba solo dentro del
vagbn, con toda flema pus0 el cerrojo a la puerta.
Joaquin, con una palabra, lo oblig6 a abrir y yo entr6
agresiva, lamentando que en este pobre pais se haya
perdido hasta la galanteria con las damas. El seiior
qued6 mudo y avergonzado para todo el viaje.
Son las seis de la tarde. Salimos de SeviIla a las
nuevede la maiiana y a h nos quedan unas cuantaS
horas para llegar a Granada.
T7mtv-G.- nl
a tu
~ ~ i ~ i ci m m
~ ia
-
RnLa.-l<ll- A n - A n f i * . n . - l n - n m
i uuuauiiia, uuiiuc qucuaiiiua iai-
c iQ
lnr

go rato. El tren parte, a1 fin, per0 en la otra estaci6n o


paradilla, pues parece campo raso, nos detenemos
otra vez largo tiempo. Se escuchan dos detonaciones
de escopeta y un nuevo seiior, que ha subido a1 vag6n
en Bobadilla, anuncia que ya pronto partira el tren . ..
Lo dice con seguridad de eximio conocedor de itine-
rarios. . . Lo miramos sorprendidos.. .
-Ya viene el conductor-agrega-con su escope-
ta y el morral.
Sorprendidos nosotros de la extraiia relaci6n
aue
_ - - ___- - - - entre
- . estshlwe --- -- - la
-- nm-tirln
r - - ---- ---
I n s rliqnxnq
v ---J --
61
r-----7

nos explica que siempre en esa parte del trayecto


10s conductores detienen el convoy para cazar alguna
buena pieza, de las que alli abundan, y tener su cena
a la llegada a Granada. Efectivamente, el tren se pus0
ENTRE DO9 SIGLBS 237

en mixcha. iBendito pais, en que el apetito de uno


so10 iitrasa a toda la comunidad! Debe ser un pueblo
bien dificil de gobernar, pensamos.
1

A.que1 tren era una carreta. No perdonaba aldea


sin ha.cerle el honor de detenerse. . .
Estaba largamente pasada la hora de comer y
no teriiamos esperanza de hallar ni siquiera un pan en
el albergue.
Para colmo, empez6 a quemarse un vagbn de
tercer;a . . . Bajamos todos en un campo desnudo. El
incenclio cundi6; hub0 que abandonar el coche a1 fue-
go, :senganchhdolo del convoy. No hub0 manera
de corijurar el dafio. El tren era viejo, y p6simo todo
el ma.terial rodante. Comparados estos equipos ferro-
viario!3 con 10s esplhdidos equipos alemanes, resul-
taba 1una triate muestra de servicios, como comple-
mentaI del atraso, de la incuria y de la ruina.
i I'ais venido a menos! Del tumulto de per-
sonas y allegados que ayudaban a 10s damnificados,
salib 1in chileno. Viajaba en tercera, con una damita.
Era nmy conocido nuestro, per0 hubimos de desen-
tendernos, como es de regla cuando un hombre viaja
en leg itima compafiiia para con el que la lleva clan-
destina.
Con este nuevo retardo, nuestro apetito cundia.
Ya mi,.-- --Luna- 1- - ,
,I
.,
, _-^-ac,- l-,I.- ,.- -t--
U Y CllLIdUd I d IIULIIC, VC11U1d11 ICLllC.~
C l l U L l d Ud-

radilleL, pero, temerosa a 10s tiestos sucios, no tom&


No se conseguia ni un pedazo de pan.. .
- iV6ndannos pan!- pediamos a las mozas que
ofreci:in leche con tan insistente majaderia.
-- iPues, miustC, vendemos leche pa comprarnos
pan!
238 IRIS

CRANADA

iAl fin Granada! Descomidos, cansados y abu-


rridos, nos metimos a1 6mnibus de la mejor fonda
como nos habian recomendado.
Atravesamos una ciudad mhs grande y hermosa
que Sevilla, dentro del mismo viejo estilo espafiol,
como que alli casas y monumentos cuentan siglos y
_- --
pn RP _^I-- . -.
harp nada niipvn.
Alguien me dijo en Espafia:
-jVea Ud. que obr6n he hecho!
Y la obra magna consistia _ . ^.
en sujc?tar con unos
€ Ialos mal puestos un edificio que se derrumbaba. . .
No es de extrafiarse, dada tambi6n la construcci6n
5irabe, que las ciudades Sean eternas, y que ningGn
-l:c-:- - -I---- ---- - - -I-.-,-..-- 1-
euliiuo nuevo v e ~ i g aa
.___^_._ L
uebejliwjliiii u a auulguc.sar Id

noble fisonomia del pasado, que nos mira con desd6n


a nosotros tan pequefios. Los pueblos viejos, con sus
glorias rancias, me reprochan mi frivolidad y mi pe-
cluefiez de nifiia.. .
Despu6s de atravesar una ciudad grande con ca-
I n 0 +-A,. ..--L,n cAy7:1l- A0 nq1ln;lrnlqc
11CD n..n TI
l l l a b d l l L l l d D YUC d C V l l l Q , y
UG
tnrnnv nny
L U l L G l pUl
LULLLJULLUD,

el 6mnibus se intern6 en una cuesta muy pendiente,


hasta perdernos en la espesura de un bosque.
Nos miramos, yo alarmada y ((El, desorientado. ..
iAd6nde ibamos, dejando la ciudad a t r h , a
aquellas horas? Joaquin estaba aburrido e inquieto.
Yo no sabia a qu6 atenerme. No era de creer que en
e sta tierra de moros y gitanos metiesen a 10s extran-
jleros en 6mnibus de hoteles para asaltarlos en la fra-
.--1^(-_1
gosiuia 3-
at: ____
u11 L.
uusque.
ENTRE DO9 SIGLOS 239

Un buen rat0 seguimos avanzacdo por la densa


obscuridad del bosque, hasta que de jmproviso brilla-
ron luces entre 10s &-boles,en la negrura mmntailesa,
y surgi6 un hotel muy ilvminado. . . iSeria la una de
la madrugada . . . !
Construcci6n de altisimos muros y sefiorial as-
pecto, se llamaba Fonda de Siete Suelos (siete pisos).
El cansancio infitil de un viaje en carreta, conducidos
por el capricho de un conductor que se daba hasta el
1.-:- A- ^^^^_ l---:J.-- ,.---- -..--
IUJU UE: L d d d l U U l l l L d b d V C b plld
,...L C l l d , ---
bU
^^_^ ---1--:i -,.
l l W b V W l V l W IC-

zongones.
No nos gust6 el alojamiento, ni imaginamos
que a aquella alta hora nos diesen de comer. Creimos
que nuestro forzado ayuno duraria hasta el desayuno
pr6ximo.
Nos esperaban con comedor ilvminado y comida
caliente. Manifestamos nuestro apetito con mucha
urgencia y quejas por el tren carreta y el conductor
tirano. Nada de lo que dijimos sorprendi6 a nadie. Era
lo corriente; todos debian ser buenos compadres.
iSable Dios si, dados 10s escasos viajeros que
llegaban a Espafia, no participariamos tambikn nos-
otros de las buenas perdices cogidas en la paradilia?
Por la risita del director, cuando contamos el
caso, sentimos no s610 comprensi6n del incidente, si-
no uso, abuso y complicidad. . .
La mesa estaba cubierta de frutas, dignas de las
ponderaciones del Cura de Sevilla, cuando en el viaje
nreunnaha
~-"~v"uuU yuv iina
niie ..aL*U
iUi v a
I U
adall172
UIIUUIUYU Y'U'U he-
hastaha nara
UU",,UUU I L L

rir a muerte, por ser de tamailo equivalente a una


bola de billar.
240 IRIS

En las fondas espafiolas, el maltre, que aqui se


llama Mayor, es un hombre muy caracterizado, so-
lemne y con hondo conocimiento de oficio y hukspedes.
Sin la fina cortesia del franc&, kste, mhs campe-
chano y buen fil6sof0, soporta que 10s viajeros con ca-
torce horas de tren, sin restaurante ni lecho, maldigan
de Espafia en la sopa y cambien de genio a medida que
el generoso <<Valdepefias.opera sobre 10s 6rganos afec-
tivos, hasta sentir entusiasmo por esa tierra a1 gustar
10s exquisitos melones de Andalucia.
A1 principio yo creia que Espafia merecia ya ser
colonia yanqui, per0 ahora, en el postre, me encanta la
tierra de gracia y de sol, de majos y gitanos.
El fonder0 mayor escuch6 todo con esa sonrien-

te, y sin emuiacion para el, oncio ae copista


1 e, P . 3 . , ..
tle filosofia que deja a1 hombre contento con su suer-
ae 10s
otros paises que como modelos se le ofrecen.
-jQuia!, ivamos! Deben acabar unos para que
vivan otros. Y por much0 que se empefien, no lle-
garhn a igualarnos . , . iLa gloria de Espafia nunca
sera superada! Aqui vienen 10s ingleses, con su facha,
pidiendo baiieras y t6 y vinos raros; pues luego que
ven la Alhambra, se sosiegan; jbeben Valdepefias,
se contentan con jarros de agua caliente en vez
de baiieras y se quedan mhs de lo que anuncian!
Los dejamos vaciar su mal humor a la llegada, pues
sabemos que desDuks se tornan mansos como corde-
ros de feria. . . Y-plara mi, que en Inglaterra nada tie-
nen que mirar. Siiempre andan por tierras ajenas,
paseando su aburrimiento, y mirando el sol como co-
ENTRE DOS SIGLOS 241

sa nut3va en el mundo. Sabido es que por all5 no les


muestra la cara, y viven perdidos en tan densas nie-
blas, (Iue les borran hasta las manos.
B'uena comida encontramos con la charla del
May0.ir, que nos sirvi6 61 mismo, por no tener mozos
a aquella hora y baberse qtiedado en vela.

h te:
mulga
bosquie. El Siete Suelos estaba aislado entre la densa
y SOITtbria foresta de una montafia solitaria. . . Cru-
zaban el bosque unas cuantas avenidas, cuyo tQmino
se per dia en el descenso. Me aventuri! en la senda in-
dicad: I por el porter0 del hotel, que me conduciria se-
gurarriente a la parroquia., .
rvle hallo en el bosque de la Alhambra - bosque
encan'tado, encerrando un palacio de hadas. Admiro
el gus to Arabe para elegir parajes. Mientras el espafiol
se quehda en el plano, el mor0 busca la eminencia y se
levant.a un palacio de encaje calado.
Los alientos de la selva, despues dle largo tiempo
en cixidades, ese soplo virginal de la naturaleza me
renue77a, en esta mafiana Clara y otofial, el encanto
de la vida.. . No pesa el abrumador tiempo de 10s re-
7

lojes, con sus inexorables punteros marcando tbrminos.


I

Aqui 610 las hojas mustias anuncian fin, con promesa


de reiiovaci6n. No es cruel la naturaleza; promete
siempire y en la semilla misma nos otorga prenda de
resurrleccibn.
E1 bos,que, donde ya sabia que se encontraba el
ckiebrl
242 IRIS

dormida en su espesura, me encantaba ya con su pres-


tigio de civilizaci6n muerta y de belleza fantits-
tica.
El m%shondo placer de 10s viajes es la comuni-
caci6n que se establece con el pasado. . . El tiempo
nos habla en sus huellas, en sus monumentos y en algo
todavia miis invisjblemente sutil: en su ambiente,
alma prbfuga de sitios y paisajes.
Con la frescura macanera, este bosque me produjo
una indecible alucinaci6n clue en lo hondo me renova-
ba algo muy viejo.
No era un recuerdo, pues no presentaba figu-
. _'_L._ -?-.. __ - - . ., , .
raciun aiguna, sin0 una emocion intima, casi una sen-
saci6n voiuptuosa en su penetrante realidad, sin nom-
bre pli sitio . . . Sentires vagos, que nunca puedo ubicar
ni formular, per0 que pertenecen a mi mits rico tesoro
c1qhc.nm c An- t n

L U I I L I ~ebe gremio, que IIK seca ias 1IIipresiuIieb que


con esfuerzo he venido a recoger y que me torna
colkrica cuando m%s deseo quietud para el deleite emo-
cional.
Entre 10s muchos majads-os que hall6 siempre
mi complacencia artistica, consider0 a 10s guias 10s
m%s funestos. Nos estorban en 10s momentos psicol6-
gicos. Es infitil pagarles para que nos dejen tranqui-
los, pues surgen otros. . . Siento el atraso de esta hu-
manidad, en que gentes que no nos robarian un c6n-
timo, carecen de escrfipulos para robarnos nuestro
tiempo, nuestra atenci6n y nuestras emociones. . .
violando nuestro silencio Y nuestra sagrada soledad.
ENTRE DO$ SIGLOS 243

No ol:,stante mis shpiicas, el cojo me persigui6


hasta dejairme en la parroquia que buscaba y habria
encontradcI sin que me trizase mi meditacidn.
. ~.
. -.-
-....I_ n _I:.-::--
7- _____
K-

sacerdote. 2Ni qui: menos, si es sobrino de un santo


varbn, Don Enrique Titos, Cura de Coria, en Sevilla?
D:-- -:A -n-LvA ..n..n,.hn P.--*-A-
DKII 1111; aiiuiiuu yuc -au
.+
U UI aiiaua.
iiuiiiuic ~ U I ~ U Wcii
- El tio es rico -continfia - pero este Padre es
pobre y sostiene a sus hermanas.
qui: llamarim riquezas en estos puebios?
Habria segu-ido hablando la buena sefiora, si la
escucho; per0 temerosa de tardarme, me dirijo a1 mis-
mo Don Antonio, para ganar tiempo.. . iTiempo en
Espafia! iSi no marca! El Cura es un moninotito - ioven.
aue baia del presbiterio.
-L1; kmeme un sacerdote a1confesionario-rukgole.
.: _ _ _ _ _1 -
yo ei uniw. . . _y_ si
-Soy ~- _._ -1 I . . . _ _
pueuv serviria. . .
_^__.. :..1-

En esa i:poca mis corafesiones elan de subida ne-


cedad, provocada por una inocencia extemporhea,
que incub6 mi abuela y traspas6 a Joaquin. (Con-
ciencia blanca de primera coniulgante) .
Gustaba mucho a losCuras, tanto como despu6s

Teosofia, que me abri6 las alcobas secretas de 10s Pa-


dres de la Iglesia. Supe asi todo lo que es y no con-
viene decir porque la humanidad est%en pa5ales.
Me he peleado la absolzzcibn en 10s confesionarios, en
brillantes lides, por estar dentro del Espiritu, como to-
dos 10s misticos, y fuera de la letra, que 10s limita a ellos.
244 IRIS

En seguida de d a m e la comunih, vino el Curita


a ofrecerme desayuno, con amabilidad e instancia.
S610 en Espafia se encuentra esta hospitalidad.
A1 marcharme pas6 a agradecerle, y le dije que
venia recomendada por su tio, mi compafiero de pe-
regrinaci6n a Tierra Santa. Creci en su aprecio. Ir a
Tierra Santa desde estos pueblos, reviste intrepidez y
heroism0 de cruzado. Ignoran la facilidad de 10s viajes,
y lo prueban la incomodidad y largura para llegar
a Granada, ciudad que parece perdida entre 10s plie-
gues del Guadarrama, como si la moreria y la Inqui-
sici6n fueran cosa de ayer.
Averigiiit las horas de misas.
- Pues cuando Uds. las pidan.
-Y 10s dem5s feligreses, iqu6 dirian si 10s atra-
sAsemos?
- Pues aguardarian. . .
Impido que el Cura me vaya a dejar a1 hotel. To-
dos pasan desocupados matando el rato. El tiempo
est5 vencido. No hace correr ni molestarse a nadie.
Es, en Europa, la h i c a tierra en reposo. Dicen
que en vispera de una grave enfermedad, el organism0
humano acumula fuerzas de resistencia. iSer5 el cas0
de Espaiia. . . ?
Volvi con Joaquin. Veniamos apresurados ambos,
nor wr fiefa, a oir misa Alhambra arriba. Otra per-
en preguntit, dijome que se celebraba la GI-
ENTRE DOS SIGLOS 245

despa cho. Buen mocito, alegre y parlero, hablaba con


tan r;tipido decir, trag5ndose letras, que no le enten-
diamc1s nada.
r(os advirti6 que esperaba a 10s feligreses par a
celeb]-ar la misa, y que eran muy perezosos, pues la1s
Arabes dejaron esa flojera en el pais. . .
:__-I^---- -..--L--- ^--- --L:
Y _ _ _ _ __-- --
-A JULg:aI pU1 bUb U U I a b , Uall I I l U y a C C l V U S - LO-
A

rrigib Joaquin.
E'asaba el tiempo, y como no acudian 10s feligreses,
Preguntamos si por acaso sabrian que era domingo
y aur1 si tendrian intencih de guardar el precepto.
bdand6 el Cura entonces tocar una sefia a1 cam-
paner o y nos cont6 que a veces, ciiando se revestia sus
ornannentos, ya a1 mediodia, cansado de esperar, se
le SUIplicaba de alguca casa que esperase todavia
un momento, porque iban a tomar recien el cafe.. .
per0 :ahora, por el cumplimiento con nosotros, est5 en
hnimc1s de obligar a 10s feligreses a oir misa en ayunas.
F 3
vueltz ,3.
de Ia
P4Ub IelleIe quc b U pIeUeCebU1, 111uy UevULu uel
rosaril0,lo pasaba en el altar mayor, y de pronto t w o
la per egrina ocurrencia de cambiar de sitio, sin saber
Por q' 5.Inmediatamente despues de su traslado, cay6
un ra:yo, que dej6 destruido el presbiterio. Esta clase
de milagros, muy a1 estilo de mi beaterio, me hacen
ubicai- las almas en su grado de edad psiquica. Los
que gozan en la pequefia milagreria, nunca alcanzan
a abaircar el milagro supremo de la Vida y su transmu-
taci6nI de humana en divina. El milagrito menudo es
el priiner juguete de 10s aprendices a misticos.
246 IRIS

Insistia el Cura en mostrarnos que el raya cay6


en el rnismisimo lugar en que momentos antes estaba
hincado el sacerdote.
Ta.mbi6n yo, para no ser menos, conte, en el es-
tilo de mi repertorio, algo maravilloso ocurrido asi-
mismo por la eficacia de esa devoci6n.
Siempre he admirado el juego de las-coincidenciaS
en que se desarrolla el plan inteligente con que noS
.. -. .. . . .
-
1 .

aariszona 1910s por Medlo de ~portunidacieso sucesos.


En esa aparente casualidad de las coincidencia: 9

la vicla acusa su sentido, y er,trega parte de su se'-


-..-
crew
L _ -l-- 1,.
~ M I Luc exiLub
- A,,,,l,L,,,
u ucxauuiu3.
TamMn advert?siempre esa t-ramoya que corre por
bajo de nilestros actos mas indifereiites y que s610 por
observacibn y comprobaci6n revela su secreta finalidad.

En esta montafia, a que con tanta sorpresa


subimos anoche, y que hoy en esta mafianita otofial
me refresca el alma ciudadana, con su frescura vege-
tal, se encierra cual joya milenaria esa princesa mora,
dormida en el bosque, que es Alhambra--.La RojaB-,
palacio encantado, que defienden espesos mura-
llones bermejos, torres cuadradas, potentes y lisas.
Aquel aspecto formidable prepara el milagro su-
til de un interior blanco y calado en fanthstica riqueza
de finisima decoraci6n.
La fuerza, tan arrogante, de esos muros rojos,
guarda adentro la gracia ligera y tenue de una man-
si6n de hzdas.
Ese doble aspecto sintetiza el arabismo. Ma-
jestad impenetrable afuera y tenuidad de encaje aden-
ENTRE DGS SIGLOS 247

trcL Gigantesca grandeza a1 exterior, en murallones


belrmejos, y alucinante blancura silenciosa a1 interior.
La adusta fortaleza protege la quimera de un recinto
enczantado en luz phlida y leves suspiros de fuentes
dormidas.
. ,- a un patio - hecho
..-Nos introducen . .a1 conjiiro l e
va rilla magica. (yuerria reservar la palabra magzn pa-
~

ra el Patio de 10s Leones, per0 ya me encuentro deteni-


da en uno de esos encantamientos intraducibles.)
El Alchzar de Sevilla no logra preparar la impre-
si6In de la Alhambra - morada estival de 10s sultanes.
Las delgadas columnitas eostienen 10s arcos
la1rados como panales de miel en sus dibujos deli-
cacdisimos de estuco.
Un estanque repite el cuadrado del patio en di-
memi6n m& pequeiia. Cercas de mirto recortado po-
ne1n su sombra en la blancura rn-arfilefia con que el
tiempo se ha inscrito en esa leve morada, f i m e en
COIisistencia y quimQica de aspecto. FrAgil y fuerte,
Pa.ra resistir la pesadumbre de 10s siglos y el cambio
de civilizaci6n.
. . . Bella a h a dormida, eilente y misteriosa, que
gu;arda secretos ya incomunicables a nuestra a h a con-
ternporiinea. . .
Estc .- ,
-:,..
p~iiiicr,
s:
.
pduu -..
..=.&:,..-.A,. *-+---..A An nn,.m
C A L I C L I U ~au c a L a i q u c uc agua

en1tre borduras espesas de mirto, y todo alli, el agua ic-


me)vi1 y hasta la vegetaci6n sometida a impecable li-
ne:1, da impresi6n de palacio muerto, destefiido y pa-
ral izado por un genio malirfic
i Duerme, bella sultana!-
duerme hasta que te despierte GI ptJvI,, ullivluLylliv. ..
Paga en eslta vida fantasmal tu civilizaci6n voluptuosa
248 , IRIS

y sibarita, que tuvo a1 Placer por m6vil. . . iDuerme


hasta que, escapada de tu pesadilla, sepas que Amur
es sacrificio y renuncia ci6n suprema!
Terrnina el patio F)or la fachada morisca que d;a
acceso a la Torre de (Zomares, pujante fortaleza dle

a todas las artillerias modernas.

1 . .. ..
Aparicion miiagrosa ae un munao nuevo y
magnifico, por contraste entre fuerza y fragilidad,
gracia y majestad. Arquitectura suntuosa y bella,
5gil e inerte, a6rea y espesa.
Visto el patio desde un extremo, da toda su majes-
tad y tambi6n su tenuidad casi impalpable en la de-
licadisima finura decorativa.
Por consejo de un experto, atravesamos un pasillo
con 10s ojos cerrados. Los abrimos s610 a1 hallarnos en
el centro del Patio de 10s Leones. Culmina aqui la im-
presi6n de alucinadora magia.
Patio de encantamiento, que se alarga y ter-
mina con templetes de colurnnitas salientes a ambos
extremos, intensificando la impresi6n de riqueza por
repeticidn y entrecruzamiento de arcadas ojivales,
maravillosamente caladas .
Ensuefio voluptuoso de una noche, que disipa la
alborada.
Ninguno de 10s cuentos de hadas que tanto me
complacian en mi niiiez, como libre escapatoria a las
vulgaridades provincianas, correspondi6 a esta sor-
prendente fantasia.
ENTRE DOS SIGLOS 249

El palacio hrabe permanece intacto. Un soplo lo


pod]ria destruir y resiste a1 tiempo. . . Su silencio y su
soleidad parecen llevar peso de maldicibn secular.
En esta ideal morada, 10s encajes de estuco, las
colu mnas ligeras, las ojivas bordadas, fileteadas, oja-
lada s, todo permanece en suspenso. . . de algo que pa-
86 4 7 que pudiera volver en las rondas vertiginosas
con que giran mundos y civilizaciones.
Las arcadas de 10s dos templetes, que forman sa-
lien1:e en ambas cabeceras del Patio de 10s Leones,
pro18ongan como una ilusibn de 6ptica las columnas,
mezmclhdolas y entrelazhndolas de soslayo, en fan-
t5stiica magnificencia.
Esta decoracibn nos transporta con tal realidad
a la vida preterita, que si apareciese el rey moro, con
su tlurbante blanco, y la malograda sultana Aiksa, s610
vencMan a integrar el clima espiritual del palacio.
A pesar de su belleza, la Alhambra no me conmue-
ve t,anto como la Mezquita de C6rdoba.
M6s que la visi6n oriental y el ambiente mo-
runcb, me interesa la reaccibn que en mi producen es-
tos rnonumentos que son estuches del alma perdida.. .
Asoc:iarse, a traves del abismo de 10s siglos, a esas cria-
tura s que, como nosotros, amaron, sufrieron y pasaron
a la eternidad, es de gran enriquecimiento animico .
Son hermanas mias esas sultanas y esas princesas,
cautivas de un mundo m6s opresor que el nuestro, y
de una civilizacih que les pedla placer y belleza, de-
j andoles el a h a prisionera en sus palacios encanta-
dos o en sus torres solitarias.
La Alhambra concerva sus lineas y decoracibn;
per0 ha perdido el color con que estaban pintadas las
Dos Siglos-17
250 IRIS
. ~--

aZv&oZas de 10s estucos. Se puede juzgar de lo que


fu6 s610 por algunas techumbres y muros que guardan
10s tintes ya desvaidos.
El palacio ha empalidecido, como un cadher.
Deb% ser albo, con blancura rnatutina, y ahora, pati-
nado por 10s siglos, parece de marfil, siendo asi rnhs
ilusorio, reculado y fantasmal. . .
Penetramos en la sala de 10s Abencerrajes.
Alli fueron asesinados. La tragedia reviste, en el patio
m%gicoy en la sala suntuosa, ironia de crueldad y de
belleza fatal.
El techo de esta sala lo forma una inrnensa estre-
lla ahovedada y horadada de estalactitas.
Lindos z6calos de azulejos, muros maravillosa-
mente esculpidos, la decoran en dibujos finisimos, por
donde corren en bandas de escritura Brabe 10s versicu-
10s del Cor6n.
Esta gran sala se abre a ambos lados por porta-
das ojivales, sobre estancias que debian de ser alco-
bas.
A1 centro una fuente-6sa que debi6 recibir la
sangre de 10s Abencerrajes. Tres arcos magnificos,
distintos uno de otro, dan salida a1 patio.
A1 fondo se encuentra la sala de Justicia. Puede
decirse que son tres salas, separadas por arcos exca-
vados en estalactitas, de donde se abarca la visi6n del
patio, con una de esas cabeceras de columnas que
prolongan el misterio, como un ensueiio de opio. . .
ENTRE DO$ BIGLOS 251

E:nla sala de Justicia restan antiqulsimas pinturas


mmrales ya borrosas. Es la 6nica parte donde hay fi-
guras, pues 10s moro:; preferian las inscripciones como
temas decorativos.
La fuente del Patio de 10s Leones est5 sostenida
L
-- - .:.-- - -
-7 --L:l:
por aiiimaies esuiizados, __ y, segfin la fecha, pertenece a
la dec adencia, pues la religi6n les impedia usar figdras
como adornos.
Ekas ventanas cue rompen 10s potentes muros
ArabesI, cal5ndolos con diminuta y fina ojiva, tienen
para Ini sensibilidad una delicada sugerencia. . . Pa-
r6cemle que equivalen a la mistica visi6n que las
almas limitadas por la densidad del plano material,
logranL horadar hacia la infinitud del mundo espi-
ritual.
c)entre de la cArcel en que su religi6n recluia a
las miJjeres Arabes-entre altos murallones y calados
palacic3s -, esas ventanas con visi6n campestre serian
la tmic:a evasi6n posible a forzadas limitaciones.
L a sala de las Dos Hermanas, semejante a la
de 10s Abencerrajes, la enfrenta a1 otro costado del
patio, y comunica por un arc0 con otra estancia, y
esta fiItima, con el mirador de la mora Lindaraja,
salient.e torre cuadrada, sobre un patio solitario y
espeso de vegetacih.- Evoca tiempo, - - aventura, in-
triga : y crimen. . .
E
El mirador, cubierto con una claraboya, mira por
_--__ --- _ _*.__-_-_- -1 --------
tres
I
v6_ - L_ ---L-J-

del valle
va y la perspectiva de verdura, sobre el patio
en que
que se eleva.
En nctn m ; r o A n r m 6 c nit^ nn n a r t n alntina r l la
F ~
Alham
252 IRIS

tasia oriental. . . extraiia mezcla de voluptuosidad y


magnificencia, de lasitud y de tedio. Hay un cansan-
cio triste, de amor sin esperanza y de incurable me-
lancolia. . .
Las catacumbas romanas, as?obscuras y desnudac,
dan, en la inscripci6n de una lhpida rota, duke espe-
ranza de continuacih.. . El amor cristiano de renun-
ciamiento sin satisfaccibn, promete m8s de lo que aqui
sepult6 la voluptuosidad. Siento, en estos palacios en-
cantados, tristeza de lo efimero y melancolia de lo que
fu6 y no volverri. . .
La Alhambra es el fantasma de la Muerte - mo-
numento que sirve de memorial y tumba de la gran
civilizaci6n morisca.
Cuando llegaron aEspaiia, 10s 6rabes no tenian
arquitectura; crearon aqui su arte primoroso, resguar-
dando en fuerza exterior la intima delicadeza de sus
almas.. .
La Alhambra, tan poderosa por fuera, produce,
en su interior, trastorno de opio.. . Mas que obra
hermosa, aquella fantasia, de ligereza casi abrea,
parece un conjuro realizado.. . Es demasiado delicada
y tenue.
Me siento cogida en cierta ilusi6n de 6ptica, por
combinaci6n de espejos.. .
La blancura marchita, la atenuaci6nde 10s oros,
la palidez de 10s colores y hasta el conjunto leve, no
afirman realidad. Los mismos deterioros y ultrajes
aiiaden a la Alhambra sentido de fatal destinacibn,
convirti6ndola en espectro que permanece alli de pie,
para atestiguar de otros dias humanos mris hermosos
y de almas idas sin regreso.. .
ENTRE DOS BIGLQS 253

Melancolia, es la nota t6nica de la gama emocio-


nal que toca su sinfonia en nuestra sensibilidad de
hoy.. . Saliendo del Patio de 10s Leones, vamos a un
edificio con galerias y patios construidos por Carlos
V, sin plan, segfin parece. Recuerdo el depar tamento
pequeiio que ocup6 Whshington Irving mientras es-
cribi6 sus cuentos Slrabes.
Desde la torre llamada Boudoir de la Reina,
se descubre una vista incomparable. Los panoramas
de Granada, por la extraiia configuraci6n de la sierra
de Guadarrama, abierta, cual granada madura, por 10s
rios Darro y Jenil, dan visiones caprichosas. Desde
la alta montafia, cortada a pique, se escapa la vista so-
bre un ocCano de verdura que tapiza la pendiente del
cerro. En la profundidad de aquel precipicio se agru-
pa la ciudad de Granada, y corta a1 frente el horizonte
la montaiia donde habitan 10s gitanos - el Sacro
Monte.
El panorama ideal que desde la altura domina el
palacio hrabe, montafias y perspectivas de azules
horizontes, se aiiade a su misterio de empinada for-
taleza y de recinto mhgico.
A1 pie del cerro mismo, sobre el cual se yergue la
alta torre en que nos hallamos, corre un torrente que
separa el jardin del Generalife, aunque permanece co-
municado con la Alhambra por arriba.
Seguimos hasta el Sal6n de Comares, gran torre
y a la vez sitio donde tenian su trono 10s reyes moros
y recibian a 10s Embajadores.
Es la mhs regiamente suntuosa de las salas, y do-
bla su potencia en el espejo inm6vil del estanque, acen-
I

254 IRIB

tuando por repeticibn la ilusoria realidad del palacio


encantado. Estos reflejos en las aguas muertas, me
producen extrafias sugerencias . . .
Se sale del palacio morisco como de una inmer-
s_i_ _h_ en
_ _ _ la
--.vida
. de
.~ 10s
__ _ -. ~ _- -
- suefios _audaz
~ _ riuehradura del
l..-.---.-..~--. _.__

t:iempo, que nos ha hospedado en siglos que no


1rivimos y en almas que desetiramos encontrar por las
I'utas del mundo.. .

La Alcazaba es la reuni6n de varios espesos to-


rreones cuadrados, destinados a prisiones en 10s viejos
tiempos y que, abandonados ahora, completan a1 via-
jero el po6tico ensuefio a que dan ptibulo las leyendas
vinculadas a sus glorias.
La llamada Torre de la Vela va marcando con
sus toques, en la noche, el tiempo que sezdistribuye
a 10s regadores para dar agua a sus sembrados. Atr5s
queda la Torre del Homenaje, cuyo solo nombre evo-
ca tantos sucesos y leyendas.
Complicadisimo es el camino que nos conduce.
Entramos por una terraza suspendida sobre el abismo
y cubierta de plantas trepadoras, de simktricos y flo-
ridos jardinitos, y ya subiendo o bajando por terra-
zas superpuestas, en pintoresco desorden, visitamos
la Alcazaba. A veces un pasillo- puente a1 borde
del gigantesco murallbn -se alza sobre la montafia a
pique que aisla la fortaleza. Penetramos a las heladas
prisiones y negros calabozos.. . Es una emocibn que
transporta y remueve cosas que sblo se nos comunican
ENTRE DOS SIGLOS 255

El cansancio y la extenuacih me paralizaban ya


miembros y espiritu para seguir andando.
El placer m%sintenso, que siempre senti en estas
incursiones por siglos muertos asi como por estos fan-
thsticos mirajes de belleza, fu6 el de sentirme doblada
e integrada en la sensibilidad de 43b, valorizador tan
emotivo, de aspectos artisticos, a la vez que hondamen-
te permeable a toda clase de sugerencias.

Seguimos nuestra tarea de viajeros, que es


una de las m%s pesadas que conozco, pues no deja
en reposo alma ni cuerpo. Atravesamos lentamente
la ciudad.
Divisi. un patio ideal, con cancela de hierro fina-
mente dibujada, columnata, enredaderas floridas y
el musical surtidor. Son remansos de ensuefio en las
viejas ciudades chatas, olvidadas de la civilizacih en
que se agitan las urbes modernas. Reia el sol, a1 inte-
rior, entre flores, m%rmolesy arcadas con esa gracia
liinguida del sibaritismo hrabe. . .
La Cartuja est5 situada en una eminencia con
hermosisimas vistas. La obra de ebanisteria del
Sancta Sanctorum, en madera obscura, incrusta-
da de Carey, da a1 entrar, con la profusa luz ver-
tida por la ciipula, deslumbradora impresih. Creo
que alli encontri. ese San Bruno de Montafies que,
segGn Carlos V, no hablaba s610 porque era car-
tujo. .>*>

Visitamos la iglesia?donde yacen 10s restos del


Gran CapitBn. aSu gloria no se ha enterrado con el>.
S610 10s que viven en carne y ambiciones humanas
256 IRIS

quedan enterrados por entero y olvidados para siem-


pre; de 10s otros sobrevive muchisimo mhs de lo que
guarda la tierra. . .
La entrada, por un viejo patio con ropas tendidas,
no pregona la gloria del Gran Capitiin.
La Catedral de Granada asoma su soberbio p6r-
tic0 a1 tQmino de una angosta callejuela. La filtima
Catedral que visito, es la que mhs me deslumbra. Son
todas hermosas, riquisimas y diferentes. Esta es ro-
busta y atrevida. Impone su fuerza sin aterrorizar.
Manojos de columnas romanas acanaladas, con
capiteles corintios, sostienen las soberbias arcadas.
Cinco naves altisimas y espaciosas convergen en una
gran rotonda formada por las mismas arcadas que
sostienen la inmensa ciipula.
Es la finica Catedral de Espafia que posee una
rotonda tan monumental.
En torno de la ctipula circulan estatuas, colum-
nas, ringlas de ventanas gemelas o aisladas, formando
su riquisima ornamentacibn.
Por hailarse 10s can6nigos reunidos, rezando sus
oficios, no entramos a la CapillaReal. Divisamos 10s
sarccifaws de 10s reyes cat6licos, con sus estatuas re-
costadas encima, y tambien 10s deDofia Juana y Fe-
lipe
La Catedral me deja impresib de majestad, su-
mada Dor esa rotonda - Clnica en su g6nero entre las
espafiolas.
En esa Catedral, como en casi todas las otras, el
coro, incrustado a1 medio de la nave central, intercepta
la vista y corta la prolongaci6n, que acusa la potente
unidad de 10s templos.
ENTRE DO$ SIGLGB 257

No continuare haciendo descripciones, pues lo


Gnico interesante es la reacci6n que la obra de Arte
produce en el que la contempla.
Cartujas y Catedrales se me confunden todas
en ese sentimiento cat6lico que la vulgar predicaci6n
y la rutina de 10s oficios han secado en mi al-
ma. Me resta la admiraci6n a la grandeza con que nos
muestran a Dios 10s templos magnificos.
En cambio, el Generalife y las Torres de las Cau-
tivas me asocian a un pasado que corresponde a algo
misteriosamente real en mi alma. iSon 10s cuentos de
mi nifiez? 2Es Barba Azul en su castillo tenebroso.. .
y la angustiada princesa mora que aguarda su libe-
raci6n escrutando el horizonte?
Cae la tarde - hora de romhnticas evoca-
ciones para visitar el Generalife, logias y jardines
estivales moriscos. Obscurece rhpidamente y todo con-
tribuye a que 10s dormidos jardines exhalen intenso
aroma sutil y reminiscente de muda antiguedad.. .
Tuve una impresi6n honda que no me dieron des-
pues 10s mhgicos palacios de 10s Grandes Mogoles en
la India milenaria - impresi6n anticipada por el Ge-
neralife en mi sensibilidad intacta.
La vieja y sofiolienta mansi6n se levanta en una
montafia .
Conduce la pradera a una avenida de cipreses,
tan funerariamente adustos como dos filas de peni-
tentes en procesibn . . . Los fantasmas negros, t a m b i b
semejan cirios monstruosos de un gran funeral.. .
Una logia de muros calizos nos recibe, y frente a
la entrada se abre un canal en ascensibn, hacia otra
258 IRIS

logia muy empinada, all5 en el fondo de la perspec-


tiva, mientras millares de chorros de agua cantan ale-
gre canci6n de vida en el jardin fantasmal. . .
Los Eordes sombrios, de mirto inm6vi1, dan mayor
algarabia de frescura a las juguetonas aguas que se
vierten sobre el canal, de donde huyen con vertiginosa
premura, en loca fuga por la gradiente resbala-
diza. . .
Esta vida del agua, en la dormida mansi6n que
desde si1 letal soiiolencia enfoca panoramas y ciuda-
des vivas, tiene un po6tico encanto redivivo. . .
El alma arhbiga escribi6 su poema, de amor y de
muerte, en 10s hoy solitarios jardines del Genera-
life. . .
Lo he visitado despu6s muchas veces. . . ya co-
nocedora de su historia, per0 la impresi6n de aquella
primera tarde de 1900, con Joaquin, fu6, en mi sensibi-
lidad virgen, la m5s plet6rica de indefinibles sensa-
ciones . . .
Mientras menos palabras he tenido a mi disposi-
ci6n para dar forma a mi seneibilidad, m8s deliciosa-
mente conmovida me he sentido por el misterio de las
cosas. . . y mhs tarde, ni la leyenda ni la historia han
aiiadido nada a esa especie de primer encantamiento
inefable con que 10s sitios me hablan, sin explicacibn
humana.
Est5bamos solos, esa tarde. La portera nos aban-
don6 dejhdonos tranyuilos en posesi6n de la morada
desierta, en que podian evocarse 10s fantasmas y per-
cibirse 10s apagados ecos de las voces silenciadas
para siempre.
ENTI?E BO8 STGLOX 261

rimentk despNU&, ya con medios literarios de expresiijn,


ante sitios vnhs hermosos y me convenzo de que esa
inexpresada vida del alma, cor,finante en su vaguedad
con las pesadillas, es m%s espiritualmente rica y nos
introduce a mavnr hnnrliira n i i ~tnrlnc l n c r e r i i r c n c
artisticos.
Verdad es que la vida subconsciente, por inca-
pacidad de Iexpresibn, no se objetiviza ni crea arte,
per0 en nues;tro jardin interior, la inexpresada emo-
ci6n intradulcible y sutil que nos ahoga, es mhs inten-
samente fecimda.
(Aunquc2 las palabras cccrean. las cosas a1 nom-
brarlas, sepzirhndolas de un conjunto, tambi6n muti-
lan su senticlo, a1 precisarles contornos. Mi tormento,
a1 escribir, CIonsiste en servirme de tan vagos vocablos,
como fantasr!a, misterio y encantamiento, para tradu-
cir el abismlo interior, dentro de la emotividad que
me produce]n Ias viejas civilizaciones intraducibles . . .)
Muchos aiios despu6s lei a Maurice Magre: ((La
uoluptd de G renude,, libro admirable, en cuyas ph-
ginas enconts-6 expresado lo que en su mudez me di-
jeran esa talrde 10s soiiolientos bosauecillos del Gene-
ralife, en qule las aguas, cual burlesco maleficio, profa-
naban la si1ente nostalgia del abandon0 final en 10s
jardines de 1a Sultana.
Dos grandes dones me hizo el Destino, o sea,
el programa con que Dios me ech6 a1 mundo: <(El>>,
como protec:tor y confirmaci6n de amor sofiado, en
realidad huimana, y mi adivinadora y penetrante
Sensibilidad.
El tesoi:o de mis emociones me ha enriquecido.
He penetrallo almas y me he paseado por el tiempo
262 IRIS

muerto, descubriendo lo que ignoro y augurando el


porvenir. Mi sensibilidad ha revestido la vida de cre-
ciente interits, que no disminuyen 10s abos. Es tambih,
esta potencia de finura sensible, espada de dos fibs,
que aquilata placer y dolor por agudizacih.
Trockonse mis ernociones en sentidos espiritua-
les que, aim en huelga de 10s corporales, han suplido
milagrosamente su falencia. Veo sin ver, siento 10s
climas antiguos, e ignorando 10s hechos pasados, re-
cibo la correspondiente impresibn . Es una facul-
tad sintittica que suple a mi ignorancia.
El Generalifeme ha integrado esa comunih con
10s moros, obtenida en la Mezquita de C6rdoba y en
la Alhambra.
Durante esta tarde de solitaria vagancia, en este
aiio postrero del siglo XIX, el pasado se me ha reve-
Iado.. .
Las aguas siguen cantando su gloriosa locura
de correr deslizfindose fugaces, mientras 10s obscuros
cercos de mirtos las contemplan envidiosos. . . Ellas
se van y permanecen ellos en la mansi6n fatal. . .
La tarde ha caido, y a1 tomar el camino de 10s tris-
tes velones funerarios, para alcanzar la cancela de hie-
rro que da salida a1 bosque, est5 casi cerrada la
noche.
Poseidos por la emoci6n del sitio <El, y yo, call&
bamos. Joaquin era tan inexpresivo como igualmente
sensible por dentro que yo. Nos deciamos s610 alguna
palabra ridicula, de pur0 banal. i Q d Zindo! Per0 la
expresi6n alcanzaba el mismo sentido en nuestras al-
mas. . . Significaba la imposibilidad de llegar a la hon-
ENTRE DOS SIGLOS 263

dura, y cu6n absurda es la tentativa de formular


lo que carece de equivalencia en el lenguaje, por per-
tenecer a1 reino de lo inefable. . .
Ahora comprendo.. . Lo mtraducible era el
subconsciente, czrgado de afioranzas, traidas en el
alma y correspondientes a un preterit0 sentimental
inubicado en nuestra actual humanidad.
Vinimos a encontrarnos en el mundo, con la
vista cerrada hacia atrhs, y estos sitios removian 10s
recuerdos de esos fondos ocultos.. . transmutados en
emoci6n. Mi escrupulosidad religiosa tambi6n me
recluia entre las dos lineas fatales del parhtesis:
Nacimiento y Muerte.
(Joaquin temia extraviar su fe religiosa y s610
largos afios m%starde, casi a1 fin, adquiri6 la libertad
espiritual, que trae la propia luz y que nada puede
desquiciar.) En las emociones artisticas de cualquier
orden, nos sentiamos profundamente unidos, en ura
silencio vivo que toda palabra profanaria. . . Ni la
mhs elevada disertacih suple a la comprensih de dos
criaturas que viven la calidad y la hondura del mismo
silencio.
Ni siquiera fui consciente de todo eso mientras
lo vivi. S610 despuks, caminando sin .El)>, supe que
estaba sola. . .
No viajar6 nunca. Soy alma incompleta, mitad
de ser. . . Necesito doblarme en otro, en el ilnico, en
el DroDio. Dara alcanzar nlenitud . . .

Me llamb la atencibn, en table d’hbfe, un obispo


americano, con linda cabeza blanca y cabello erizado,
264 IRIS

que celebraba misa en la parroquia cuando entre esta


mafiana. Habla italiano y aum alem%n. Hasta en la
iglesia el yanqui rompe 10s moldes sacerdotales con
cierto aire desenvuelto, en que parece avenido, ci son
aise, con dogmas y principios.
El hermoso cie!o afiil de Andalucia, en desafiante
lucha contra las espesas torres bermejzs de 10s hrabes,
no se ha deja.do cortar por su filo agudo.
Suplo la deficiencia agregardo a1 parque silen-
cioso de iilam-os negros, y a sus agrestes avenidas, el
esplendor azul de que carece y aun el canto de 10s rui-
seiiores, enmudecidos en otofio. En las Eombrias en-
rarnadas estivales se agitarii el bosque en amorosos
arrullos, que no he escuchado, tal vez para que oiga
mejor la voz afiorante del pasado.
No obstante el estribillo de la canci6n de mi gui-
tarra que traigo en el oido:
.Para mujeres, Sevilla;
para jardines, Granada,.

no imagine que esta ciudad de fantiisticas leyendas


estuviese engalanada de tan Iujosa vegetaci6n.
El cielo continfia amenmante. Ahora reparo
que el Tiempo toma rostro en la atm6sfera v nos
1.

Volvemos a la Alhambra. En esta segunda visita,


el palacio Arabe se nos ofrece miis suntuosamente
misterioso. Observamos sus detalles, sintiendo mejor la
fanthstica riqueza y la variedad dentro de la armonia.
ENTRE DOS SIGLOS 265

La fuente, a1 centro del Patio de 10s Leones (que


le da ncbmbre), le aiiade ornamentacih, con esos ani-
males extaticos como esfinges. Por la prohibici6n re-
ligiosa cle presentar figuras, se Cree que esa obra ya
marca clebilitamiento del sentido mistico y decaden-
cia de! poder politico del Reino
For man la decoracih de las salas, inscripciones
del Cor&n que, a manera de g m r d a ~ , encierran 10s
magnific:os encajes de arabescos esculpidos en 10s
muros -- arabescos que tenian colores vivos, sobre
fondos de oro. La artistica combinaci6n de matices
y tonos daba orquesta pictcirica en el palacio de las
I

hadas. El tiempo ha desvaido esa rica y brillante


color aci6n, que, ya atenuada, adquiere fantasmal pres-
tigio .
Pueblo las salas, hoy vacias, de sultanes y prin-
cesas vestidas de or0 y plata, cefiidas de diademas
chkpeantes de pedrerias, para representarme esos
Reinos grabes que nos cuentan las veladas de Las Mil
y Una 1qoches.. .
De:Scendemos a las salas de bafio - parte restau-
rada de1 Palacio, en que se ha renovado la riqueza de
arabescc3s dorados y multicolores. Es una estancia
cuadrada, de dos pisos, con preciosa techumbre. El
guia nos muestra, en la sala baja, el hueco ocupado
por 10s divanes en que reposaban despues del baiio, y
arriba 1as galerias con balaustradas, donde se coloca-
ban 10s mfisicos, que mecian en blandos compases de
instrumentos de cuerda la refinada molicie de sul-
talies, princesas y odaliscas. . . Ligera de lineas y
tertue de luz, se mira la sala en su estanque dormido.
All, Luu
266 IRIS

za, dentro de la quietud de un fatalismo que re-


cibe la vida como AlB la dispuso en su divina sabi-
duria . ..
Deseaba contemplar la Alhambra cortando el
cuadrado de sus espesas torres rojas en el intenso
zafir del cielo africano, con la ruda violencia que
destaca lineas firmes, per0 se encapot6 el dia burlan-
do mi anhelo. El huracAn de viento azotaba impia-
doso 10s &-boles,mientras un recio aguacero echaba
torrentes de agua por montaiias y quebradas. No logre
ir a1 Albaicin, cerro opuesto a la Alhambra, para di-
visar el castillo Arabe, suspendido sobre la montaea,
a1 borde del hondo precipicio y elevando sus macizas
torres bermejas, rotas s610 por las misteriosas y dimi-
nutas ventanas en ajimez.
En ese marco evocaba 10s frescos rostros de.
las odaliscas, cubiertas por velos recamados de per-
las, sobre cabellos negros, acechando con centellean-
tes ojos el Amor que las arrebataria a sus prisiones.
No pudiendo commander le beau temps, me re-
signo a &e, nublado, que borra el panorama, y a la llu-
via, que me priva de contemplar la ciudad Arabe desde
el otro lado del abismo que la defiende. Tampoco
pudimos visitar el cerro de 10s gitanos y conocer a esa
milenaria raza, que comunica con 10s misterios de la
Naturaleza por tradicibn ancestral.
Esta tarde nos dirigimos camino arriba, por el
lado que hace 5ngvlo en la Avenida del Bosque. Nos
desprendemos con esfuerzo de 10s guias y de 10s ofi-
ENTRE BOS SIGLOS 2 67

la montaiia es rasgada violentamente por el precipi-


cio, separando la Alhambradel Generalife, en la pen-
diente ais!ada y solitaria, a grande altura sobre el
abismo en que corre el rio Darro, se espacian entre
la verdma rnontacesa varias torres abandonadas.
Evocan, en su muda soledad, las tragedias amo-
rosas de las mujeres Brabes, prisioneras del hombre
y del Islam.
As5 olvidada y silenciosa se eleva la Torre de
las Infantas - prisibn en que el rey mor0 encerr6
a sus hijas enamoradas de cristianos. . . Las prince-
sas suspiraban asomadas a sus ventanas, pequeiiisi-
mas en la soberbia grandeza de la cuadratura de la
torre. Los abismos circundantes no impedian respon-
der a 10s amantes.
Amor, siempre victorioso, las precipit6 desde
la altura. Se descolgaron de la elevada torre para caer
en brazos de 10s cristianos. El rey, que gmrdaba la lla-
ve, seguro de la inaccesible prisih, hallb la torre va-
cia. . .
Es severa a1 exterior y potente en su solidez esta
Torre de las Infantas; $10 presenta por sus cuatro
costados las caladas ventanitas en ajirnez. Adentro
es un prodigio de fantasia; tan desnuda por fuera co-
mo suntuosa en su decoracibn interior.
Contemplamos el panorama desde las ventanitas
en ajimez, que encuadran deliciosamente el paisaje
hondo, dilatado e infinitamente triste, en el sen0 de
las montaiias. Por dentro la torre, de tres pisos y lo-
268 , IRIS , , I ‘

gia en el superior, cubierta por magnifica ‘cfipula, re-


pite la sala de bafios del palacio. iEs la romfintica man-
si6n del Hada de las Montafias!
Desde afuera admiramos el atrevimiento con que
la Torre de las Infantas se eleva sobre la violentisima
pendiente del cerro, dando en su misma potencia
m5s audacia pasional a la leyenda amorosa de la eva-
si6n, en que las princesas se jugaron la vida.
La ventana del frente ee suspende a grande al-
tura sobre el precipicio y s610 las del costado, aunque
tambikn bastante elevadas, ofrecian escasa posibili-
dad de escape a las cautivas.
Visitamos la torre, que sirvi6 de prisi6n a Isabel
Solis-noble mujer que no queriendo entregarse a1 Sul-
tfin, prefiri6 arrojarse al abismo, en horroroso suicidio.
Mhs abajo y en parte m6s agreste de la misma
montafia se eleva la Torre de las Cautivas; por den-
tro es una joyita arquitectbnica -miniatura per-
fecta de la Torre de Comares, o Sala de Embajado-
res, de la Alhambra. Los encajes de estuco que cubren
10s muros y bbvedas, en que se agota la fantasia orna-
mental por magnificencia de dorados y colores, ihacen
de esta torre una creaci6n mhgica, que en el silencio
del vaIle y el mudo encanto de la naturaleza circun-
dante, evoca fabulosos amores, dramas y crirneEes.
Sus ventanas enfocan 10s muros fortificados y
otras torres que se aislan de trecho en trecho, entre 10s
murallones. Ahi tarnbien est6 la Torre de 10s Juicios,
etc .
Desgraciadamente, caia la lluvia en la tiltima to-
rre que visitamos, humedeciendo muros y deterioran-
do 10s brillantes restos de la decoracibn.
ENTRE DOS SIGLOS 269

En la montafia solitaria, las Torres de las Cauti-


vas, encerradas entre cerros y abismos, dan a las le-
yendas amorosas su rn6s triigico carActer . . .
Amor es inexpugnable prisibn, circundada de
fosos. . . A n i n g h gran sentimiento se llega sin
elevacih espiritual y sin riesgos que ponen a prueba
temple y coraje de almas intrkpidas. Todo amor est2
acechado de peligros. . . y amenazado de castigos.
Necesita soledad y silencio. En las Torres de las
Cautivas granadinas, Amor halla su perfecta ade-
cuacibn, en esta tarde tristisirna, entre 10s cerros y a1
borde de 10s precipicios, en que se enfilan las prisiones
abandonadas.
. ..Otras almas padecieron soledades y amarguras,
en siglos pretkritos, iguales a las que sufrimos nosotros,
almas modernas en toda la anchura y libertad de un
mundo que rompi6 sus cerrojos.. . iY es que Amor
lleva su propia prisih, su pena, su gloria, su maldi-
ci6n y su castigo!
Amor es prueba fundamental de la vida y
crisol de almas. En cualquier siglo, purifica por igual
a mujeres arabes como a cristianas, forjhndolas en la
misma fragua y sobre el mismo yunque. . .
Se lisonjea esta generaci6n de escapar a su
cruel tirania, y por esquivar Amor, se hunde en Sen-
sualidad-vi1 sustituto de la pasi6n-, que con
mengua de dignidad, por carencia de dolor, resta a la
vida su pura belleza, su finica felicidad y raz6n de ser.
En la tarde lluviosa de la montafia, en que el
ama, como vel0 ffinebre. hace destefiido Y turbio el
ENTRE DOS SIGLQS 259

Recorrimos esos jardines, graciosamente dispues-


tos en terrazas que se superponen, comolo exige el ce-
rro en que se extienden.
Los accidentes del terreno desaparecen. Los fuer-
tes murallones sostienen la tierra por rebaje y la ali-
san, nivelando planos distintos.
Escalinatas de piedra comunican esos distintos
pisos, que ofrecen tan caprichosas vistas, creando de-
liciosos rincones de sombra .
Todo alli es gracia y novedosa sorpresa; ya se
descubre un estanque, con su brillante espejo sin ima-
gen, en que ya nunca se mirarh nadie, o un bosquecillo
espeso, o bien un cenador oculto. Las enredaderas flo-
ridas cuelgan y cubren de alto abajo 10s murallones
de piedra.
Desde una de las altas galerias de esas logias
abiertas, se recoge maravillosa vista, sobre rio, ciudad
y montaiias.. . que la tarde y mhs que todo la visi6n
enfocada desde este cementerio, muestra en punzante
tristeza de soledad y abandono.
La vida corre todavia afanada y bulliciosa en otra
parte ... mientras aqui, en el silencio lethrgico que crea-
ron 10s siglos idos, parece burla la cristalina algarabia
*J
de fuentes, surtidores y de 10s collares diamantinos ,
con'que las aguas se escapan, en infinitos boquetes,
abandonando traidoramente la mansi6n solitaria. Por
las ventanas de la logia, medimos el precipicio que se
abre bajo 10s muros del Generalife y la espesa vegeta-
ci6n circundante. A1 frente, en esta Granada de ver-
dad, que da a la ciudad la configuracih del terreno,
en que las montaiias se cortan como cascos de naranja,
260 IRIS

vemos el Sacro Monte, en que residen 10s gitanos,


dentro de esas cuevas negras, cuyas bocas rompen el
borde del cerro (1).
Las fuentes, que abundan en el Generalife, se co-
munican por canales, y el agua corriente, que salta de
una a otra, en caprichos juguetones, hace irisados jue-
gos de luces en su sinfonia de cristales sonoros. . .
Balaustradas de piedra, con maceteros de flores,
vivas de color, decoran las terrazas. Vagamos solos, has-
ta muy tarde, en el laberinto de 10s jardines desiertos.
Nunca quiz& la civilizacih iirabe y el prestigio se-
cular de esas existencias cautivas en el placer, hablaron
m8s hondamente a mi sensibilidad de mujer cristiana.
iNecesit6, acaso, el alma humana - en su
larga peregrinacih hacia el divino eEncuentro de
la alta conciencia - de largas estadas en estos pianos
inferiores? iDebi6 agotar la voluptuosidad y la pa-
si6n cruel, antes de ser digna del dolor y del amor?
Nada de eso pude yo pensar esa tarde, per0 en
mi emoci6n retrospectiva, todas las interrogaciones
estaban ya puestas a contestaciones que me daria en
otro siglo.. . iCuiint.0 mAs rica era esa informulada
vida subconsciente, imposible de humanizar, que la
emotividad vivida despuits en 10s palacios miigicos de
10s Grandes
~ ~ ~Mogoles,
. ~ . _ o en las tumbas c6lebres de 10s
monarcas a!siiiticos, cuyas apariciones asombrosas
tuve en mi iiira alrededor del mundo!
. .Comparc
. . .1 lo que senti alli en el General ife,
Cimiento del pasado, sin vocabulario, con In
sin cono-
n ~ r n
lw quL
O V ~ D -
LApb-

--_
(1) En mi diario de Espaiia, de 1914, tengo anotada la
SGitanerEaB. explicada por el ocultismo.
270 IRIS

tarias ventanas, todavia abiertas en las mansiones


abandonadas, me retrotraen a la 6poca rica en leyen-
das trhgicas.
Comprendo la provocaci6n inferid a a1 ,heroism0
castellano, ante las princesas cautivas, cubiertas por
velos blancos atados con hilos de perlas, y cuyas es-
beltas siluetas se dibujaban entre 10s ajimeces de
las altas torres, all&por las lunadas noches estivales.. .
Amor enredaria lazos de fuego, por incentivo de
belleza y peligro, sus mhs fieles aliados.
No obstante las maravillas del palacio encanta-
do que es la Alhambra, las hoscas torres abandonadas
en la agreste soledad de la montafia, impresionan aim
m&s fuertemente mi sensibilidad.
Senti, como nunca en Andalucia, la belleza origi-
nal de esa civilizaci6n hrabe y el profundo encanto del
Islam. Verdad es que la mujer estaba cautiva del hom-
bre, per0 tenia en su vida una parte sagrada, que lo-
gra raras veces en el exclusivismo del Sacramento cris-
tiano.
Pasaron 10s siglos... Los monumentos sufren 10s ul-
trajes del tiempo, que la incuria espaiiola no repara,
per0 l’on juge de E’animal d’apds la coquille.
La Alhambra permanece como monument0 de la
civilizacih que dej6 un :ensuefio de opio materiali-
zado en su palacio veraniego.
El estilo fu6 de creaci6n morisca en Espafia,
pues antes de la dominaci6n en el Continente, no PO-
seian arquitectura propia.
Desde las ventanas de la altura, contemplamos
el Paseo de 10s Tristes - camino sombreado por &r-
boles, a orillas delrio, que corre alli turbio y caprichoso,
ENTRE DOS SIGLOS 271

atravesiado en muchos sitios por viejos puentes de pie-


dra. N: idie trsnsita por ese camino.. .
El andaluz terne a la tristeza como a grave enfer-
medad, y huye de si mismo para estar alegre. Abarcar
la vida en su pesadumbre de conjunto, no le cabe en
fuerzas ; la bebe diluida en ratos insignificantes, sin
conexi6n ni sentido que 10s enlace.
Desde 10s jardines del Generalife vi escurrirse,
como u na cinta parda en la verdura fresca, el camino
que coxiduce a la Fuente del Avellano. Me gustaria
sorprender 10s secretos de la montafia, descubrir 10s
rinconci.tos salvajes, las fuentes murmurantes bajo
10s boscquecillos, las cambiantes perspectivas de las
lejanias y 10s nuevos perfiles que 10s cerros muestran
a1 torcer de 10s senderos. Querria descender a las hon-
donadas; solitarias o a1 fondo de las bulliciosas que-
bradas, per0 una lluvia torrencial contrarib mis de-
seos.
Me! contento con estrujar a Don Antonio, el Cura,
que vinc3 a visitarnos, pidihdole explicaciones. Tienen
estos an daluces un hablar tan dejado y se tragan tan-
tas letr: is, que las palabras, invertebradas, se les caen
de 10s 1:ibios, como frutos maduros.
En mis paseos por el bosque, se me present6 de
sfibito 1:in extrafio personaje con chaquetilla de tercio-
pelo, fa ja roja, sombrero apuntado, pantal6n corto
y zapat o bajo. Nada sorprende en aquella regi6n y
bien pociia yo imaginar que fuese un genio tutelar del
bosque. Era el rey de 10s gitano; y su titulo no restaba
a lo pin1:oresco de la aparici6n. Este soberano sin trono
y sin dcIminios, vaga por el bosque, acechando a 10s
viajeros, para sacarles dinero mediante alguna enga-
272

fiifa. Tambi6n 151 necesita adecuarse a 10s duros tiem-


pos que anuncia y que han puesto fin a su reinado.
Tan anacr6nico es 61 mismo como la Alhambra y las
Torres de las Cautivas, en la agonia de mi siglo.
El PArroco Don Antonio, aunque es domingo, se
pasea con nosotros, y permanece fuera de su feligre-
sia, como si sus fieles no requiriesen nunca urgentes
auxilios religiosos. No ensefia catecismo a 10s nifios,
ni tiene idea de Patronatos, ni de Circulos de Qbreros,
que hace diez aiios introdujo en Chile mi tio Francis-
co Echeverria.
Ya voy penetrando las causas de que menospre-
cien a 10s sacerdotes en Espafia. Carecen de verdadera
vocaciGn, no sienten la responsabilidad de SIP estado,
ni dan dignidad a su m-agisterio sacerdotal.

Voy sola por el bosque y me a d t a n dosgitar?as,


blanca y hermosa una, y morenita graciosa la otra,
con cabellos cortados en Ccpanoja.. Ambas me persi-
guen para decirme la buenaventura y me anuncian
lo de siempre:
-Ud., sefiorita, linda como es, va a tener un
gran gusto en su coraz6n.. . hay uno que est5 sus-
pirando por Ud.
- i Y me creen tan necia que me contente con
suspiros? Para darme novedad, anfincienme siquiera
iesto a tirar la corona por mi.
demasiado ambiciosa.
ndo con Joaquin, se asustaron
y IILLUO ue suprmirse el suspirante anunciado, cam-
bifindolo en futuro novio al gusto y deseo del sefior.
El mal tiempo no da tregua. No podemos excursio-
nar y decidimos partir. Salgo apenada, sin saciar las
emociones que me embriagan. Es demasiado himotiza-
clora esta &dad para agotarla de paso. Adernis, aqui
l-ia sido tan fuerte el choque de dos civilizaciones, que
7 2- 1L -1- - C 1- l.:-~---:-
T--
GraIiaua queuv IIiarcaua a iuegv pur la niswria. LU-
I _ _
I _
- _
_ _ _ - _

chan en arquitectura, en ideologl'as politicas y en con-


ce1ltos vitales, el Islam y el Cristianismo. La tierra ha
sid o fecundada con sangre de combatientes; y las al-
miis purificadas por 10s martirios de la Inquisicih.
Moros, judios y cristianos han luchado heroica-
me:nte, defendiendo sus ideales. En toda lucha
cal3e amor, y el heroism0 eleva y redime hasta 10s
err.ores. En Granada abdic6 Boabdil, Gltimo rey
mcr o , y se mueatra el cerro por donde parti6. El
a nibiente est5 cargado de aiioranzas. Si el pueblo ha
ohridado, el clima espiritual es de triste e irremedia-
blc: desencanto. Los monumentoe mismos estAn en-
galstados en el paisaj

pici-u ,n sombrio bosque, se levanta el palacio Arabe,


CUI31 inexpugnable fortaleza en la espesura de sus to-
rre's bermejas.
Deslumbra como un ensueiio, excita la fantasia
Y 'deleita con leyendas de reinas moras y princesas
caiitivas, que liberta Amor en desesperadas evasiones...
iAlhambra, la Roja, con tres torres y tres pa-
tios desiertos y nelanc6licos.. . ! En sus miradores so-
likrrios ningiin ojo enamorado acecha a1 caminante
tra.s 10s ajimeces vacios, en 10s altos muros.
274 IRIS

iCu8nto he soiiado, evadida yo misma de las rc-


tinas de un mundo banal y descolgando mi fantasia
por 10s balcones abandonados, en busca de la gran
Aveniura, que es la vida. . . con 10s peligros, herois-
mos y renunciaciones en que querria encontrarme, ya
que s610 en conflicto se acusa Amor!
Asi sofiaba yo en mi Diario, pobre niiia ino-
cente, en el moribund0 eiglo XIX - 6poca la m8s di-
chosa y opulenta que conoci6 la humanidad, desde el
afio 70 hasta la Gran Guerra.
Se nos educaba en forma que no sospech5se-
mos siquiera el dolor de vivir. Nos ocultaban la mise-
ria y las traiciones de la carne, cresndonos paraisos
artificiales. Nuestra inocencia ignor6 las asechanzas
de la vida. Y en mi se mantuvo, tan peligrosa igno-
rancia, por tener un compaiiero que fu6 marque de-
pposie del tiempo en que las grandes razas agotaron
sus posibilidades en fuerte apremio de r8pida con-
sumaci6n. Ignor6 la vida y fatalmente lo ignor6 a
%El)>.
(Catorce aiios mas tarde, volvi a Granada, ya pri-
sionera del Dolor, en terrible conflicto, oprimida cruel-
mente por la vida, que a ninguno deja de estrechar
en su f6rrea tenaza, si est5 despierto. Culmin6 mi an-
gustia en noche de Pascua - preparacih a un na-
cimiento espiritual. . . ! iEspantosa noche en vela! Se
agitaba la ciudad cristiana en fiesta de Navidad con
bulliciosa algazara, niientras se hacia pavoroso si-
lencio en mi coraz6n - silencio aue, ahondado m8s
y m8s en Dolor, dej6 escuchar por fin la gran
voz.. .)
EE'TRE DOS SIGLOS 275

>aiimos ai amanecer ae crranaaa. i a n Duenas son


las tcombinaciones de trenes, en esta bendita tierra,
que nos resignamos a partir de noche. En el vag6n
hall:2mos muchos tipos de esos que condensan el alma
del pais. AI sentarpos, ya sabemos que el sefior del
frente, un chato de expresi6n imphida, es abogado y
ejerc:e en Madrid.
- Ni con a n r e t h de guardia Civil me aventu-
rark1 en 10s barrios gitanos de Granada - dice en to-
no c,ampanudo.
Un joven flacucho y rubiete entra maleta en ma-
no, 1nos mira y se va. Lo hemos atemorizado -pues
quer.ria dormir. Luego entra nuevamente y se instala ...
Le f u6 mal, sin duda, en su bcsqueda ... Querria sole-
dad, y en vez de personas grandes, ha116 nifios en 10s
otro!s vagones. El seiior de la punta tiene mixha gana
de hiablar y no halla por d6nde colarse. A1 fin logr6
contar que habia subido en curruuje a 10s barrios
de :arriba (acentu6 gravemente carruaje) y toda
la gt:nte sali6 a mirar como si nunca hubiera visto co-
ches en aquellas alturas. . . Y en verdad, largo tiempo
ha clue ninguno pasaba, pues a1 fin de la calle habia
un hloyo profundo. . . adonde casi precipit6 el vehicu-
lo acjuel imprudente cochero. Para volver hub0 que
dese:nganchar el caballo y ponerlo a tirar el coche a1
revelS.
Eso esperaban 10s curiosos. Ninguno previno el
pelig;ro, y aguardaban el desenlace del suceso. El buen
276 PRI5

sefior no reparaba en la mala impresib que nos daba


de su tierra por el vanidoso placer de que supiesen
que habia andado en coche. Todos estos pequeiios
episodios nos pintaban la Espaiia de 1900.. . iPak
moribundo! - me escudaba en Chamberlain, contra
la desaprobacibn de Joaquin y su optimisno.
La raza EO s610 me parecia atrasada, sino depri-
mida, ernpequefiiecida, vceita a puerilidad, que es
chochez.. . Estas conversaciones escuchadas de lance,
me dan 10s distintos aspectos de su desolacih.
Alrnuerzo en Bobadilla. Frente a nosotros, efl la
larga mesa de hukspedes, una familia, cuyo car5cter
prominente lo da la Dolores, ancha matrona, a q u i a
su consorte urgia incesaEtemente a comer. No le bas-
taba la gruesa porcibni que 10s moz0s le ponian en el
plato; 61 tomaha, a limpios dedos, trozos de carne su-
pernumeraria tie la fuente e insistia: - Come, Dolo-
res. Ignoro si esto lo haria por afecto o por economia,
pues siendo el almuerzo a precio fijo, convenia que la
seiiora comiese a reventar, en buen aprovechamiento
del dinero que se iba a gastar, y que no volviese a te-
ner apetito en todo el dia.
Casi todas las mujeres espaiiolas son gruesas, an-
ENTRE DCS SIGLOS 277

En voz baja comuniqu6 a JoaquEn mi triste


secreto :
-"osot.ros
- - - - ._
- . hemos
no
-. -.- _ _ .- heredado
...- - -. -.- a .- - esn;lfiinles
- 10s -I

viveza, la agi!idad, la rhplica, ni el colorido de las


abra:3 . . .
Me contest6:
-i :Ni tampoco-
el coraje!
iEn qui: se fundaria Joaquin para creer que estos
.blaindengues perezosos e ignorantes son valientes?
- 2Piensa Ud., hombre, que me hago rico?
- i h s , sin duda, con 10s buenos durcs que le pa-
mos!
Se detiene el tren
-iiVaya Ud. con Dios!
Se queda el seiior que a.nduvo en carruaje, una
ve:c en siglo, por 10s bariIu3
Gnn ~ l + n m C'.-o*nAn
.-In
a l L U 2 uc alluua. D,-.rmn
I ciiiia-

ne(:e el abogado madrile5o; aun cuando conversaba


COII 10s demAs, 6ramos nosotros su verdadero pcblico.
El campo de Andalucia continca en su aspect0 de
ab:andono - escasos cultivos, &-bolesdkeminados ca-
pri chosamente, aldeas viejas y pobres.. . Tiene la
tierra esa melanc6lica serenidad de ufia bella mujer
quae ha vivido, que fu6 amada y que envejece noble-
me nte.
En una paradilla del trayecto sube una sefiora a
.nulestro vag6n - tipo C ~ A S ~ C Ode esas matronas pro-
viricianas, que por mwerte de Papo, dejan su rin-
C61I y hacen una asomada a la capital cabecera de
su regih. Van asustadas, cohibidas y buscando apoyo
en 10s cornpaiieros. Todo es para esos series novedoso e
impreuisto. Guando el conductor les pi& el boleto, se
27s IRIS

les pierde, o si ya se lo han dado a picar, se lo vuelven


a ofrecer. Miran a 10s compaiieros de viaje con asom-
bro, curiosidad y deseo de hablar.
Trab6 en seguida conversacibn con ella. No me
habia equivocado.. . Venia de Cabra, su pueblo
-pronuncia el nombre con grave entonacih, segura
de que nadie puede ignorarlo. Se dirige a C6rdoba y
su acento vibra, a la manera que yo dig0 Paris a
secas y no de Francia, como se acostumbra en Espafia,
para quitarle su gloria de unicidad mundial y que Ma-
drid se le apareje o supere. . .
Me refiere, solemnemente, que va a1 bautismo
de una nieta, llamada con urgencia por Jose Maria.
Lo nombra tambikn con unci6n,cua! si se tratara de
Maura o de Sagasta.
AI saber que sornos americanos, temi6 que futse-
mos cubanos.
-jSe ha padecido tanto con
El abogado terci6:
- iNi quit menos, si Cuba fuit siempre la prisi6n
a donde estos gobiernos mandaban a 10s calaveras!
La secora era sorda, y a1 preguntarle yo por
qui: temia a 10s cubanos, me respondi6:
- Carmen de Porto Carrero, para servir a Uds.
En voz baja dije a Joaquin:
-Ese apellido lo tiene la Emperatriz Eugenia.
Su sordera no le impidi6 oir. . . A1 vuelo cogi6
mi palabra.
- Y ya quedan muy pocos Porto Carrero en
Espafia., .
Subi6 el precio de la mercancia por escasez. La
vanidad, sin duda, aguza 10s sentidos. Su vestimenta
ENTRE DOS SIGLOS 279

mostraba qup_la se5iora traia puesto el fondo del arca:


pollera crujiente y repolluda, amplia manteleta negra,
guarnecida con sesguitos de raso y franjas. Y por lo
much0 que a1 accionar se le eliredaban las manos,
presumi lo poco que dedos y flecos se frecuentaban.
Bajo la mantilla de blonda negra, aparecia un rostro
seco y apergaminado, en que s610 por el corte de las
facciones podia deducirse resto de belleza.
Su sencillez mental me recordaba esas almas
chilenas que envejecen en limpieza infantil de pensa-
mientos, y que por carencia de vida interior y de con-
flictos, no retienen de la vida m8s que fechas y suce-
80s- bautismos, bodas y defunciones, vistas por fuera.
El parte (telegrama) que le pus0 Jose Maria
era urgente. La apuraban para bautizar a la criatura
de que iba a ser madrina el dia del Angel Rafael, pa-
trono de la ciudad. Quedamos bien enterados de 10s
sucesos de familia. Y yo tarnbi6n me entero, no obs-
tante de vivir refiida con el santoral, que mafiana es
24 de octubre.

DE NUEVO EN CORDOBA

Nos entramos a1 6mnibus con la misma gabacha


ingraciable con quien salimos de Granada, una de esaS
mujeres reconocibles por lengua y acento, ya que nc3
aportan gracia a ninguna parte.
, m m .. -
Aun viniendo de Granada, C6rdoba guarda pre
, *
eminencia en la iviezquita. uespues ae conocer sew-
,..a

lla y Granada, mantiene afin su originalidad. No se con-


funde con el aspect0 de ninguna otra ciudad. Queda
280 1 1 -

ya m&s fuera de la evolucih que el mundo va ha-


ciendo hacia calles rectas, a pavimentos buenos y a
casas altas y regulares.
Cdrdoba, en la avanzada decrepitud rnoruna,
es el perfecto desorden y la vejez sin resurreccih. . .
Los nifios van por las calles casi desnudos, todos
sin sombrero; gritan, juegan y pelean como en su pro-
pia casa. Me produce impresih penosa, de extrema
pobreza, este pueblo ingelzuo en su bondad, holgazan
y feliz en su decadencia y estagnacih.
Nos engolfamos en esas callejuelas que serpen-
tean hasta la enceinte de la Mezquita, dorada por
soles seculares y engastada como una joya.
Llegamos a1 Patio de 10s Naranjos a esa hora
de conjuros y evocaciones, bajo la torre del Alminar.
Las cinco fuentes esthn solitarias: ni mujeres con
finforas de greda, ni nifios. Entramos a1 bosquede
coIumnas, fresco y penumbroso, que es la Mezquita,
en la m&gica futaie de m6rmol y ladrillos blancos y
rojos- umbria selva que recorremos con temor de
extraviarnos. 2Por d6nde cae la luz? Un millar
de columnas se alinean, corren, se escurren, se cruzan
y entrecruzan, huyendo a pkrdida de vista, en oblicuas
perspectivas.
El crucero de Carlos V me parece hoy mas
inicuo que la primera vez. Me hago contar la historia
de semejante profanacih. Culpo tinicamente a1 fana-
tismo y mal gusto del soberano. . .
Cuando recuperaron a Cbrdoba, a cuchillo, 10s
principes castellanos, aragoneses y navarros, se mara-
villaron de la hermosiira de ese m-onurnento, Los in-
fieks habian hecho una obra estupenda, bien superior
ENTEE n@S SIGLOS 281

a las de e!los, que se c;eian civilizados. Abderramhn


c9nstruy6 !a Mi/l6~015ta. El rey San Fermando la uti-
liz6 para el culto cri-tiano, ecbrindok agua bendita y
poni&clo?a bpjo la advoxci6n d ~ la ! Virgen.
TE~~T 13sTdie,cimeve Eaves, que se abrian so-
bre el ?a% ck lo-- Naranjo~,para hctalar capillas.
Cub-rieror, !oc- i ~ t l r o ide a z ~ k j o scera ~ + w o ~pa-o
, el
bosque pe~mw-~c:i6 iv-rtacto. Dlir-;inte t r e s siglos, de
786 hacta el fin de_l siglo X, la h4enyita fti6 conser-
vada. Los Emixs Za eariquedan mhs y mAs.
Crirto ?-:Fa svccd.ido a Al6, sin ectropear la
7 , p r o a1 corc!~"b-e! siglo X, se produjo

la i G v c 3 w i a m r 5 ~ c i i k . El Cabildo de C6rdoba
conci'-ib el F~F:? de dc-triir el centro de la Mezquita
para bzcer U:I t ~ m p l oa-ictinm, constmyendo una Ca-
piila Mzyor. E! Municipio de la ci.\idad protest6, con-
Fideran do el proyecto a'ssxdo y estkticcamente sacri-
lege. La Illeyquita de Cbrdobe, despu6s de la Meca,
era !a mris bella y suntuosa del mundo. Tenian 10s cor-
dobe-es su org?rl!o en eila. Su kelleza la habia hecho
triunfar del fanatiamo y del mal gusto. Era Ka joya
de la ciudad, y nadie nornbra siquiera a esa intrusa
Catedral que la profafib.
Los ediles se sublevaron y hubo hasta amenaza
de pena de mtaerte a1 obrero que se atreviese a tocarla.
§e solicit6 la autorizacih de Carlos V, quien consin-
ti6 en ese acto de barbarie. Demolieron el centro,
para fiarer u:i cruc2ro. Refieren que el monarca, cuan-
do vi6 el decastre, se encoleriz6 contra 10s canbnigos,
dicikndoies: - Capillas Mayores hay en todas par-
tes, pcro Mezquita corn0 la de Cbrdoba, no existe-?en
ningfin sitis.
Do. l i g l c t l 9
Ni as! perdonamos su equivocacihn. El crucero
atrae maldiciones de todos 10s artistas sobre la me-
moria del soberano.
La crtrz,rompiendo la extensi6n del bosque mu-
sulman, me parece sEmbolo de esa lucha que ahog6 en
sangre, durante cinco siglos, a moros y cri-st'ianos.
La pemmbra fuC disipzda por la luz blanca, algo
cruda, del templo, con su alta nave y su tr~nsepien
estilo barroco y plateresco, bastante rico, per0 fuera
de sitio.
La Mezquita ha sido humillada, aplastada por
esta elevada construcci6n, que la destroz6, per0
tiene afin tal fuerza de empuje y tan sobrecogedora
es en sus ramificaciones, que la misma Capilla Mayor
es su prisionera, y la desafia con su encanto, embis-
tiendo a1 crucero con la multiplicidad de sus obli-
cuas avenidas, que van a estrellarse en sus muros.
A esta hora, el misterio musuh6n es m6s pene-
trante y vivo en su tristeza moribunda. Las vagas
penumbras hacen resaltar las obscuridades siniestras.
La suntuosa cruz latina, con PIIS altas b6vedas lumi-
nosas, choca y desentona en el embrujo circundante.
La pura claridad cristiana se aviene mal con la
turbia penumbra del Islamismo.
Poseemos el Dios-Hombre; 10s h-abes, su Pro-
feta. Los templos guardan armonia con sus religiones:
m6s altos y claros 10s cristianos, m6s obscuros y bajos
10s islamitas.
iLa Mezquita ha sido profanada por el cru-
cero! Lo repito indignada. Cada monument0 en su
&io. Aqui la Mezquita. All6 las Catedrales. Nunca
olvidar6 el misterioso sobrecogimiento que me di6
el estilo gbtico, y que culmin6 en la Catedral de Viena.
Fui5 una impresih nunca 9entida antes-mezcla de
terror y de admiraci6a a la belleza desconocida.
Seduce la arquitectura h b e por su exuberante
y finisima riqueza, pero ese mundo de magia y de vo-
lulstuosidad inslsira terrores h o r a d o s de Ias con-
i

ciencias cristianas
-. .
Si a la Mezquita se le rest6 belleza, a! perder SI 1
.
:
_
uniaaa, gano en rnrsIerio1 * _
. _.
con 3 . . - 1 . 3 . * .
ias irregwariaaaes -
con-
siguientes a la mutilacibn. La torpe incrustacih de
altares entre sus arcos, las capillas cpe cierran sus p6r-
ticos abiertos sobre el patio, el mirah solitario, donde
10s mosaicos giardan el desgaste impreso por las ro-
dillas de fides y peregrinos, todo ese desorden labe-
rintico !a hace m5s extraiiiamente confma.
Aquella tarde primera, que nuIzca crei repetir
tan pronto (pues ignoraba que de Granada habiamos
de volver por el mismo camino), senti miedo en la di-
latada prolonaacibn del bosque de columnas. Sorpren-
dianme las dilzta-ciones y temia perdernie en la en-
I

cantada soledad.
Cada columna semeja un chorro de agua verti
- 3 . - - 1 - ., ., -
cai, que se quiema en ei eecno y aore un ancno aDa-
1 1 .

nico de piedra - motivo que se repite siempre igu-al,


enriqueciendo aquel ?&reo follaje con eEa segundi3
replica que sostiene el techo.
Si afiadimos 10s tapices, 10s mosaicos y las E m
paras que faltan, asi como 10s pbrticos en que termi
naba. cada
. avenida
-..-. - - - - - de
- - - - el- Patio
. sobre -- Ins - _- _--
- - - Nx-anios a-29

sentiremos el mistico encanto de la casa de oracih.


La vejez de Cbrdoba me parece hoy mfts caduca
que ayer. . . Las callejuelas zigzagueantes y sucias,
_- i
l
284 IRIS ..

10s inmundos rincones, las construcciones ruinosas


y un pobre cojo que nos persigue, todo me densifica
1" oO*c"/.:Am An mrrnrtn

l V U b LtLUgC, e I I LdlIUdU Ut: LillLlgUUb LilllkgU3, C l T7lUZ-

tre de la fonda, con amable gravedad de ejercer una


importante funcih.
Es partidario de la Revolucih Francesa. Cree
ENTRE DOE3 SIGLOS 285

-. .jDuermen por cansancio del gran esfuerzo. no


pur --.-.
--- ,.,. -: pul gascauas,
V I C J ~ 111
~
,.."+#.A,."
-n..
tmulu u c c s tfi!
nn-n #."-A-

Volvi6 el maitre, con nuevos ofrecimientos.


- 2Sabe Ud. que mi esposo tiene sus mismas
ideas politicas?
Sonrie en su ancha boca desierta.
- . menos pueae. aesear
- iuue . un gran senor, que I

por algo son grandes 10s seiiores de verdad, que ya lo.


de Espafia dejaron de serlo y no alcanzan ni a S&G-
ritos pigmeos?
Se alej6 solemnemente.
-$enditas pretensiones en un pueblo que ape-
nas respira! - agrego -. Se dejan morir de consun-
c i h , de estrechez mental y de ignorancia antes que
venga el despertar.. .

fi IIItIS UC Idb I l U I d b U U C 1It21IlUb UtXUIUU e1


~-
1 LUI-

doba, el tren a Madrid no pasa hasta las 11 de la no-


che. Trasnocharemos. €Iacia un frio intenso en la des-
arnparada estaci6n.
Cuando vino el tre,,,
n nn n n r l i a m n c ciihir 3 1 xrarrhn
,.,vu~uALAvv vuvll vUbVAl.

Baj6 mucha Rente, per0 una dama elegantona me im-


pedia entrar,-parada en la puerta, dueiia del convoy.
Se present6 Joaquin y la apuesta seiiorona se retir6
y me dej6 espacio abierto.
- jPase Ud! -, con una desenvoltura impfidica
en su brusco cambio de determinaci6n.
Acechaba con vivo inter& en la portezuela. A1
fin descubri6 a un muchacho.
- Digale a Manolo que deseo verlo.
r --- --
fu6 s6bitament.e abierta.
Habiendo subido a1 vag6n s610 gracias a la
varonia de mi duefio y sefior, no entr6 tan pronto en
relaci6n con la dama.
Tenia dos asientos a mi disposici6n, para estirar-
me siquiera en la noche, Der0 el sefior del frente me
quit6 uno, pas6ndose a rni lado.
,e .
Me iba poniendo c o kica. Joaquin me hizo hueco
, l K .,
para que me acostase y se queao senmao. ivie cuiciaDa
1 1

mucho el sueiio, dAndome comodidades, con perfecta


abnegaci6n de si mismo, que era mhs delicado.
No me sabia regalona ni siquiera en casa demi
abuela. Es muy curioso que el regal^, ese constante
mimo, no llegase a mi conciencia. Ahora he compren-
dido que yo vivia lejos de esa conciencia lugarefia
en donde estaban centrados 10s demhs, rmntenikndo-
me claustrada en mi propia ensofiaci6n, dentro de mi
alma solitaria, en que me sentia desampar-ada. Mi
soledad interior se me hizo sensible 6610 en el compren-
sivo acercamiento de Jozquin.
Ni siquiera era consciente de sa mimo, por creer que
10s hombres trataban asi a las mujeres, por ser moral-
mente m%sfrhgiles y menos robustas de cuerpo. iPobre
de mi! iQu6 duras lecciones habia de recibir m%starde!
El scfior que me quit6 uno de 10s asientos que yo
me reservaba para la noche, dormia ahsra con Ia ca-
beza rebujada, haciendo un ruido endemoniado, con
ronquidos de trompeta. La dama tambi6n dormia
ndamente, per0 con decencia.
ENTRE DOS SIGLQS 287

Hemos atravesado la Mancha, de noche; creo que


sigue a Santa Cruz de Tudela. Admiro el poder del
Ar L e. Don Quijote vive m8s intensamznte que todo;
A --L-

esos personajes que gobieman el Reino.


El encanto de la amanecida me despierta. En ese
Gltirno momento, de m6s intensa obscuridad, que pre-
cede a la aurora, el firmamento tiene una pureza y
un f ulgor de astros que me gusta sorprender.
Descubri la Estrella Matutina, el Lucero del
AlbsL, como me ensegaba mi mama Rita. Tan inrnensa
Y re fulgente era, destachndose a1 borde del horizonte,
que mis ojos la confundian con la luna, al reflejarse
en 1(1s canales y pantanos del camino. Lo5 espectjculos
natu rales me dan en cada ocasi6n tan puras y hon-
das emociones como si 10s contemplara por vez pri-
meri1. Tengo una especie de virginidad animica, la que
sentiirian 10s niAos pequeiiitos si tuviesen espiritu. . .
El encanto de la aurora me retiene en vela.
A1 venir el dia se despzrt6, mustia, la dama ele-
gantona. iPor qui5 se. marchita tanto el cuerpo mien-
tras el alma viaja? El reposo no le da frescura ni
renu eva su vitalidad.. , Precis9 nil0 *nrnp 0 1 9 1 m o
para que el cadhver a que se re(
§e habia sacado el c o d ,
libres, 10s derrumbes sin puntal y l a b wucs L U M ~
tom:iron extensi6n y desplazamiento. . .
Mir6 asustada a Joaquin, que dormia; y con toda
rapiciez empez6 a reconstruirse. iPenoso a f h ! pues
el su eAo la habia hinchado. Se resistia el cuerpo a nue-
va encarcelacibn, y ni 10s zapatos se resignaban a hos-
pedairle 10s pies. Joaquin la preocupaba sin tomar en
3uen ta a1 seiior de 10s bufidos.
288 IRIS

Ante la inuti!idad de PUS ezfuerzos para ajustarse


el cor&, poniendo a raya las rebeldlas de sti carne
en breves horas de !ir)nr;A, se resigrh a gi&ar hecha
bolsa, y a arreglzrse s6lo la cara, con una pomzda, so-
bre la cual los polvos la convirtlel-on en Arkqtiin.
Siendo yo muy delgada, no pas6 por 10s IF‘S- a 1 mos

afanes. Tampoco necesitaba polvos. El pelo tambikn


se me arreg:aba solo.
Desastre hubiera sido que me urgiera strplir a
la naturaleza, pues por contemplar aurorae-, h b r i a
perdido novios y conquistas. Siempre la Delkza natu-
ral y el arte han Drimado en mi uor sobre t d a otra
preocupaci6n1 que no sea amorosa, y en esa Ina teria
iinica, en fuerza de ser exclusiva, senti con El, un
0

vinculo supc:rim - don de Dios, agenciado por su


T-. . . N O tuve
Ministro, el uestino. X T , 1
la pretension ue cieer
I . I

que (<El, me amaba por ser una criatura especial.


Tenia ya entomes el cornplejo de inferioric’,zd, que
nunca me ha abandonado; per0 n i cOiIFnP . - ~ aen su
arnor era tan absoIuta, que aun sintikrdcme inferior
a las d e m k mujeres, y en especial a ias preciosas
cocotas de Paris, me hallaba 6nica en el co:az6n de
Joaquin y para siempre insustittiible, FDr algo ante-
rior y misterioso en que auestro carifio veiria e iba,
encaminado a la eternidad.. .
La dama que se acicala, alli a1 frente, es an-
daluza de C6rdoba. Esperaba, sin duda, un amigo que
no lley6, cuando Ilenaba la portezuela entera del va-
g6n. Habia hecho un viaje a Paris y ahora regresaba,
despu6s de lucir sus trapitos en C&do5a. Le urgia
cornponerse y no podia, por ese rnaldito cor-k decla-
rado en huelga.
ENTRE DOS SIGLOS 259

Me hizo reparar en su vestido hecho por Redfern


(el gran sastre de damas), tocar la tela y admirar 10s
microsc6picos y perfectos pespuntes. Que el corte era
franc&, lo gritaba el traje, ahora que la dama, a1 na-
tural, mostraba 10s primores de la tijera, que logr6 sa-
car llnea femenina a una albbndiga. El vestido era
de marca francesa autkntica; ya lo habia reparado, y
que fu6 hecho con destinacibn a Cbrdoba, lo procla-
maban tambi6n el feo color y el recargo de adornos.
Esta dama tiene el verdadero tipo espacol. Es
morena, con esos hermosos ojos que busc_vken Madrid
y que sblo hall6 en Andalucia. Las mczas madrilefias,
bajo cuyas mantillas yo esperaba deFcubrir las majas
de Goya 3’ que me miraban con ojitos capotudos,
que yo atribuia a las japonesaa, me dezenczntaron.
Mi vecina reci6n despertada time gancho e in-
teresa, por la calidad de sus ojos, que no transporian,
per0 acarician. Su repertorio de matizaci6n no es
vasto, per0 se anima a1 hablar con cierta Enguida
brillantez. iMema! -- hasta la sacicdatt, aunque
no logro discernir si es torpe simpleza o natural ex-
pansibn de almas vacias, frivolas e incultas.
Hablamos de costum3res andaluzas.
- Miuste, la mantilla negra de blondas me sien-
ta de primor; pero no la us0 m6s que en corridas
se7ias .
- iY qu6 es eso?
-Pues, vamos, la de Caridad que se correrh pr6-
ximamente. Alli no lidian seis toros, como es de rigor,
sin0 ocho seses. . . (Se espolij6 su voz, para recordar
las proceEiones acdaluzas.) i Ah, Seviila es farno:-a en
el mundo! iEs Gnica! Jamas acompafio una procesi6n
290 IRIS

en Madrid, pue? sacan a Nuestra Seiiora desalisada,


poco menos que con delantal de barrendera. En Sevi-
lla, iay!, qu6 mantos lucen las Patronas, cuajados de
pedrerias, con bordados de oro, altos as?! (Y graduaba
el estxsor con sus dedos sochos.) Los curas uonen to-

la propia maare, mato a su pzare y esconaio el ca-


d%ver. (Lo cuenta con fruici6n.)
- iQu6 horror!
- Son como todos 10s horrhres, y luego van en
10s Pnsos y claman misericordia, 10s pocos que se
arrepienten . . . como que dicen ellos: .la bondad de
Dios es infinita.. . .
-En mi pais-dije con orgullo-, el clero es
devoto y honesto. . . Y si fueze malo, no me seria cau-
aa A
on
ucn ncohnrlqln
cat.,aiiuu~w, ~ I I P C mi
~ L L L DLLAZ
fn
LL
v o l i m i n o 9 nn r o c i r l n o n
&LLL~LWSU IIV IL\-IU‘L. LLL
lnc
IVJ

hombres, como ocurre a las beatas, a quienes la culpa


de un cura las hace dudar de todo. Cristo me basta
y me sobra; 10s curas me dejan sin cuidado. . .
Los espaiioles tienen arraigada esa grosera reli-
gi6n pagana y fan%tica. Viven de la “gana,; se dan
derecho a gozar de la vida a su antojo; en 10s trances
claman confiados a sus eantos, y en el supremo
duros, clan
muerte, se arrepienten y parten seguros de ha-
de la muer
llar su huequito
hue( en el cielo. Es una religi6n tan c6mo-
2- :.
da como infantil.
_-__-I

Sigue la dama h2bla.ndo como una cotorra. . .


Vive en Madrid, time una hermana muy engreida,
que no quiere acompafiar a la madre anciana,
ENTRE DOS SPGLCS 291

- Mis sobrinos itengo rmchos en Anda!wia! no


van ni a la Escuela. No les importa, ni qrrieren tam-
poco darme ninguno para educar en Madrid. ESQde
aprender se practica poco en mi tkrra.
- Miusti., -- contintla - isu color es natural. . . ?
{No se pinta Ud.?
- Color de trasnochada. . . iCkirO! es el que no
destiiie.
-Anoche crei que veilia Ud. de xregiarse la
cara; per0 ahora veo que Ud. y el seiior, a pesar del
carboncillo, la trasnochada y todo, quedan como pa-
lomas de alborada.
En Madrid no es bien mirado que las niuj,fires se
pinten. En Paris nadie se queda como la hizo Dios.
i A y z d a t e , que y o iambihn te ayudarh!
- ~ Q u 6tal las corridas? (Mi gesto debi6 ser de
.
nhusea . .I
-Pues, vamos, aqui, mientras m h caballos y
m5s sangre, jmejor!
- No hablemos de eso - satti. - parque me pa-
rece la ignominia de Espaiia.
Ella hizo un dengue gracioso. . . y ink6 a Joa-
quin, que estaba ausente, observando el paisaje por
la ventanilla - ausencia m e vo traducia en desinte-

-No es fino, miusti., pero lo finge. Lo comprit


en las Arcadas de Rivoli, para regalito de parientes,
per0 por bonito me lo guard&
292 XRIS

Llegamos a Castillejas - ernpslme con la linea de


Toledo- y la dana. slgue a Madrid.
- iTe sobra paciexia para oir tonterias y te faita
para las cosas practicas de la vida! - iu6 12 prizera
reconvencih de Joaquin. Yo no ~ a b i aectco::ces, por
ser menos sensible, ha2ar 10s clirnas esFiri:ca:e., en que
se nos entregan 10s sercz. Y hasta en e x s ixiFi2as
conversaciones iba buzcando resquicio de entrzda en
el a!ma de la mujer espaiiola.
Entre nosotras, una palabra, un gesto, so3 reve-
ladores de zonas de conciencia, que me son corccidas
por propia experiencia y que tienen intry& psicol6gi-
co, pues marcan grado de desarrollo es$ritw1.
La vida se me presenta cual largo caxino
con estaciones, que van seiialando las etapas. Elevo
pasadas algunas paradillas del trayects, y hzsta en ese
sautoir de corales encuentro indicaciones d d reco-
rrido. Revela que la dama va salier,do reci6n a &e
viajecito largo a veces y peno;o siempre. Tmki6n
me entero de que ciertas personas GO sc detecdrh ni
descenderhn nunca en 10s paraderos trhgicos del cami-
no; s610 mirarhn sin ver por la ventanilia. Esta dami-
ta cordobesa se quedarh en algfin insignificante para-
dero del tren de la vida, comprando baratijas. No 11e-
garA a1 t6rmino de su propia destinacih, como yo,
que, sin duda, arribari: sangrante, herida y maltrecha.
En Castillejas no hay trer, para continuzr a To-
ledo. Se marcha el que nos trae y aquf nos q u e d a m ,
tirados en una estaci6n sin refugia
Entramos a la Gnica cantina que divisamos. Es
pobrisima. Simple dep6sito de agua-rdiente para 10s
empleados de la Ferrovia. Pedi cafe, per0 no habia
ENTRE DOX SLGLCX 293

leche. Nos dicron una aguadija negruzca, con escrtl-


puloe de caf6 y un psn Izpidario.
LQS pzrrcqcirnos se acerczban a1 m e s h . LTna
vieja jorcbzda, desmitre!ar;a y pintiparada, vendia
licores. Se d2i-a el iuja de motejar 10s malos gobiernos
y odiar a 10s ri.:os t ~ ! sy criie!ez, que dejaban sus
tierras sin k k w x ~ o ' s r e ssin trpbajo.
parecer en e+e momento
:-zhjan- dijo Joaquin.
- iNo per w h e-0 :i te vieran cn Riaailzrauco!
- Cke him; zqui ios rc'sles poeecr, e x f e w x bos-
ques de caccriii, rraieatras el p ~ b c la r ~ s e de pan
- agregri &A>> -. Y les costar6 car0 el dexuido, an-
dando el tiemy;o.
- 2Ento~cesvecdrh el ~fcderiode Espafia, se-
gfin tu proi.,r,:.?
r z l . E-r;aPa resucitarA de
KC, el de todos, chicos y
grardes, r o k k ~y yl2'ksyc=, c-eerg a:go gande, un sis-

, CastilIa parece

- iEZ229! ;O.& es esto? (con un nesto de saberle


ma!).

la duy eomo me la pide y ahora la desdeca. . .


294 XRIB

La patrona le sirve otra m5s Cigil. Y asi, entre


chanzas y rizas, la vieja jorobada se ablanda y su
rigida cara de perpetuo anatema contra gobierno,
frailes y ricos se torn a alegre.. .
En pocos minut os la taberna se ha llenado de
rrn-4.n
scllLc
c*,-.l
r t - 9 0
qu-, lullla, uiwlllea,esc~pe,y apura copas, flo-
L-nw

jas primero, m8s vivas dezpu6s, y activisimas a1 fin. . .


Crece la elocuencia, la generoEidad, el optirnismo y la
violencia de las opiniones. A medida que calienta el
sol de Castilla, se tornan 10s parrcxpianos m % s arii-
mosos y la fondera m5s amable.
No tenemos eFperanza de trer1. Nos han botado
en Castillejas como fardos.
Avanza a1 m e s h un cliente m 5s avispado.
- Sefiora.
- ~~ham Ud. la cuenta (le1 otro dia. §on 32
3 0

pesetas, ilo dig0 yo! - y di6 un ptz5etazo afirmativo.


Debia ser much0 m5s alta la adicidn ofrecida que
la real, pues la fondera se acus6 por la expresi6n de
miel, en que se confundfan malicia y gratittid.
ENTRE DGB SIGLGS 295

El tren ejtaba vzcio. Eramos 10s Gnicos pasajeros.


A1 fin se marcha. Un dia belilsim3. 5 0 3 campos sonrien
cansados, bajo tic sol triunfante, en un cielo sin nubes.
Nos acercamos a Toledo. La Ilanura de Castilla
no me muestra todavia esa negra tragedia de sus san-
grientos crepiisculos.

TOLEDO

iQu6 evocaci6n en este nombre! ({La$?re residence


des rois de Castille,.
Toledo me resume en sus escudos nobiliarios la
hidalguia, el heroism0 racial y todas las tradisiones
caballerescas. En este nombre de Toledo vibra la
altivez cecular aue, por culminaci6n de dignidad hu-
mana, creb el tipo del caballero, del hcmbre sin miedo
y sin tacha, que con sublime coraje da su vida por 10s
valores eternos del a h a h m a n a .
Atisbo la aparici6n de Toledo en el horizonte de
la parda llanma castellana.
A h no aparece aquel legendario pefiiSn de rocas
que cifie el Tajo, para hacerlo inexpugnable. No veo
a h diseiiarse con soberbia secular ese noble perfil
del Medio Evo que da Toledo, encerrado en estuche
de almenados murallones, coronzda la ciudad por la flo-
raci6n g6tica de la Catedral, de sus viejas torres y de
la grandiosa fortaleza que es el Alcazar. En vmo
acecho; s610 diviso una especie de monasterio que mf ,
recuerda el Escorial.
-iEs- Toledo!
. _
Me_ aquieto,
_ ._ en que desdt>
confiando
otro lado vere la noble y altanera silueta que busco.
296 IRIS - i

Atraviesa el 6mnibus el Puente de Alchntara,


digna entrada a Toledo. A cada extremo se abre un
phtico de severa austeridad, que prepara, cual reco-
gimiento de orzcibn, a penetrar en el centro de la gran-
deza castellana. El Puente de AlcAntara previene, a1
viajero burguee, de la llegada a1 santuario donde se
forj6 el alma humana de mAs rico temple que regis-
tra la historia occidental.
Rezo el ((Mea culpa, de mi ignorancia y desdh
por esta tierra. De tenerla siempre adentro de mi Cora-
7611, dej6 de sentirla. Por causa de interioridad, no
la oia latir y me Ian& como una insensata a la Msque-
da y deleite de otras tierras y otras almas, que siempre
me decepcionaron en comparaci6n con lo que poseia.
Este Fuente moruEo de piedra antiquisimo es el
digno pr6logo del libro que voy a leer - la historia de
una gran Raza que hizo del hocor su ley y del heroia-
mo ,cu destino.
El b m i b u s trepa por una carretera a1 borde del
cerro, que nos de5 1
Tajo, que cifie el pc
El panorama t
Penetra el vebiculo por callejuelas estrechas, tor-
tuosas, sombrias, hasta la plazoleta irregular en que
se esconde el Hotel de CastiZla, palacio de piedra,
cuya blznra modernidad detona con la menguada y
triste vetustez
LAIGCL, " de 10s edificios circundar1 t D C
b \ r c I L CL" UL. &VU L U l l L b l V U " I A - U A I U U I A C C I V .

Entramos a un hall pretencioso, qc que presume de


iolednno, ccmo si cupiera tal absurdc absurdo, fuera de la
-..&L+:.--
authtica _.
y --L:I:-:.-- ...-+:,.::A-A
nobilisima antiguedad. h
i
,,
Nos dan una pre-
cioaa estancia, que desde gran altura domina la cam-
piAa que se extiende m%sall2 del Tajo.
ENTRE DOS SIGLOS 297

Es lo menos que busco en Toledo. Preferirk que


ii balc6n se abriese sobre un helado rinc6n de encru-
jada, frente a un portal6n de piedra. En vez de este
iisaje risuefio, querria verrne encerrada tras de una
trobada ventana con barrotes negros, en donde san-
.ara una mata de cardenal en tiesto de greda.
Renuncio a1 padre Sol, a FUS caricias y espIendo-
res, por impregnarme en la atm6sfera de Toledo. Quie-
ro hacer un parkntesis en el Tiempo, romper todos 10s
1

ril:mos y sumergirme en el pasado. . .


En table d’hdte encuentro esa gente que me echa
de bruces sobre el prerente, sacAEdome de la nobleza
qtie busco, a la burguesia que me asquea. . .
Frente a nosotros un matrimonio nuevo, ingl6s
0 :yanqui, el par de buenos rnozos que auguran hermo-
sa sucesih, y otra pareja - jnovios! a no dudarlo.
Cllidada y flamante la toilette de ella, de indumen-
talria estrenada el mismo dia. Talle deplorable, corsi5
qu e no cumple deber de alcahuetear formas, compri-
miendo lo que sobta y aumentando lo que fava. Talle
eq~aiiol,en fin, o sea, palmito, en que no cabe elegan-
cia. ni gracia femenil, pues la m5s bonita cam con ese
cut2rpo obeso, resulta flor en botija.
El consorte mostraba solicitud; hacia traer v i m
en botella empdvada y llevaba un flamante abrigo
color canela. Son novios; y esa impresih que entris-
tece a caralquiera rnujer despugs de ocho afios casada,
POIr el recuerdo de la riiia sufrida entre ilusi6n y reali-
dac1, a mi, que no he sido defraudada por el sacramen-
to, me deja simpatia especial por ellos.
Queremos recorrer pronto las callejuelas. AI
sali[r nos retienen las reverencias profundas de dos
Bos Siglos-20
298 IRIS

mozos - espinazo arqueado, como er_ la corte de Ber-


lin- que nos ruegan pacar a1 de:pacbo del Director,
donde nos esperan. Si no fw-a gor el excetivo recpeto,
temiera que nos hubiesen creido, como en Rio de Ja-
neiro, noceurs.
El Director hace una gcnufkxi6n igualmente cor-
tesana:
- Su Sefioria debia haberm: prevenido. . . para
reservarle c h a r a s que cGadren a su rango.
Joaquin se yergue rigido y desorientado:
- iPor qui& me toma Ud.? Soy un modesto
viajero; no necesito nada especial.
- iNo tenemos, acaso, el honor de hospedar a
Su Sefioria el Duque de A . . . ?
- No, sefior; soy chileno, habito en Berlin y ten-
go cargo de Adicto Militar.
Sonri6 el Director.
-Pues, sefior, excuse Ud. y permitame decirle
que si por algo dudan?os, fu6 por ser Ud. m8s guapo
que el Duque de A . . .
Tambib Joaquln lo ech6 a broma.
-He conocido a mi sosia en Roma, donde es
Embajador, y algGn parecido tendremos, por lo menos
en el porte, pues ya me lo habian dicho.
Galante, el hotelero continub:
-Nada altera, caballero, mi deseo de que se le
atienda como merece. iLe satisfzcen las c&naras?
- Ya lo creo, son excelentes; pero mi seiiora, que
en todas partes busca vista, y siendo qu-e aqui es tan
hermosa, ahora cla en la fantasia de desear un s6tano
helado y por luz un candil.. .
Me defendi:
ENTRE DOS SIGLOS 299

-iEs el pur0 dezeo, Director, de sentir la imti-


giiedad. . .!
Quedarnos en que iria a buscar la sensacion de
Toledo en la calle, pero que guardaria mi balc6n.
- iNunca me habias dicho que te confundian
con ese sefiorbn! (Siempre molestaba a Joaquin la
alusi6n a su fisico.)
-No me acordaba. jTal vez nos parecemos en
lo grmdofes!
Tenia esa rnanera de tratar el terna y obedecia a1
sentimiento de no tomar en serio su figura, quiz&por
Fer lo h i c o que dentro de su inghita modestia y de
su silencio no pudo ocultar.

Vamos a engolfarnos en el laberinto de callejuelas.


No queremos guias, para gozar en libertad de
nuestras impresiones. jVano empeiio! Un muchacho
nos persigue, y es tan porfiada su majaderia, q t e nin-
girn argument0 io convence.
- E! caballero te va a pagar para que nos dejes
solos.
Se indigna.
- iY0 auiero servirlos. aunojue no me paguen! --
Nos vence. No deseamos explicaciones --
u
^^^.^_^^ --- pone
y nos
en la necesidad de darlas. Transamos.
- Venga Ucl. en silencio, tras de nosotros, y
cuando necesitemos una sefia se la pedimos.
Se!lado el treto, se presenta otro.
- Pero, hombre, no queremos guias ni persegui-
dores, ni testigos. . . Ya tenev-os uno.
300 IRIS

-Si lo secesitaw-os, lo Ilamamos.


-Van Uds. a extraviarse.
- Y a Ud. ;qui: le importa? Monbre, dkjenos.
El nos sigue irnpest6rrito.
- @&re Ud. mzrchal-se?
iNada! Permanece.
Asi vamos subiendo las tortuosas callejuelas de
Toledo por entre portones de piedra, ventanas enre-
jadas, rincones vetustos y plazoletas irregulares. . .
hasta descubrir el AlcBzar. Nos sigue siempre el mu-
chacho primero, en silencio y a respetuosa distancia.
Su discreci6n me ha cautivado. Me vuelvo a 61
con simpatia.
- iEl AlcAzar de Toledo?
-Si, sefiora.
Me resume este nombre toda la gloria del pasado.
Es una poderosa construccih, monumental en su di-
mensibn, con muros cerrados y altisimos, cuyo cuadra-
do flanquean cuatro torres y que se yergue cortado a
pique, sobre el Tajo ... Ciudadela, prisih, fortaleza, su-
ma el poder de Castilla, y ante su grandeza no siento ya
la Espafia moribunda, sino la heroica tierra rediviva,
que espera, en su gran raza, otra nueva hora en que Cris-
to - el Espiritu eterno - le diga: iLhzar0, sal fuera!
Explicacih no pedida, es confesi6n manifiesta,
y asi ya por la emoci6n que me produce el Alchzar,
entro en htimilde transaccih.
Hago ahora mi pidesi6n de €e aEspafia, ante
este A!c$zar que resume la cic:Czd cristiana y moruna,
que no hicieron 10s hombres, sin0 !a vi&, las guerras,
las bszafias, todo el heroismo de Casti2a.
En el iondo, nunc2 dud6 de Espafia: d e d e que en
su sangre me hatiara Amor de tan aha cdidad. De he-
cho s61o conozco dos lenguas: Arte y Amor. Arte es
camino, y Amor es prisi6n. El camino de helleza 10 re-
corri desde ni5a por las ruias d? Francia y fui por e30
tardia en reconocer a Espass, que !levaba adentro del
a h a , mientras me encami
La mujer que ha poseXo un aui6ntico caballero
castellano, no puede descciioeer esa raza, en que acu-
san excelemia &sde 10s hkoes y 10s prhcipes hasta
10s rnendigos, fonderos, albergxistas y mozos de cor-
del, todo el populacho qu? co&an?os diariarnente. En
Ezpafia son hechos de la m i m a pasta humma el prin-
cipe y el meiidigo. La calidad de la ram est5 rzpartida
en todas las clases.
Enesta ?rimera excursib?, la noche afiade a To-
ledo su misterio. Todo seagiganta e~ la sombra. Los
murallones son mhs altos, m8s medrosas las encruci-
jadas, mAs lfigubres las bvhardillas, en que agoniza
un candil o humea una I5rnpa-a de parafina.
Costezmos m u o s conventuales s6rdido3, antiqui-
simos, que guardan, celojos, Dios szlx qu6 secretos. . .
El pavimento me lastima 10s pies, calzados en
cabritilla blanda, sobre las piedras redondas, en que
transitan asnos y mulas.. . NingGn coche tiene ca-
bida en la red de callejiielas torcidas que nacieron
sin plan y que el t i e m p se ha encargado de adecuar
a nccesidades de razas y &mas diversas. . .
302 IRIS

Mafiana temprano mi primer cuidado ser6 calzar-


me con zapatones toledanos. No pueden las mujeres
soportar el martirio que yo vengo padeciendo. . . §in
duda, aqui se fabrica un calzado adecuado a vias tan
Asperas de transitar.

Me sacan de ese nisterioso plan0 que es el suefio


- mundo sin espacio y sin tiempo, inconcebible den-
tro de nuestra espesura fisica - las campanas matu-
tigas. . . Son graves, solemnes y armoniosas. Nunca
habia oido voces semejantes. iD6nde estoy? La va-
guedad del paso entre dos mundos, no me perrnite
ubicar el sitio en que me hallo. . . iAbro 10s ojos. . .
Alta estancia . . . luz que filtra p6lida. . . . . . iAnoche?
iD6nde me dormi anoche.. . ?
Las campanas siguen estremeciendo el aire con
sus grandes voces, tan solemnes como nunca oyera
en mi vida. Es un llamado a eternidad. . . iToledo!
Sblo esta orgullosa residencia de h6roes- carrefour de
civilizacih y razas -puede llamar con tan secular au-
toridad.. . iPor qu6 tocan asi tan gravemente? 1Y
por qu6 cobran en el aire esa resonancia de trompeta
apocaliptica. . .?
Hay desproporcih entre el moribund0 poblacho
reducido a escombros de construcciones moriscas,
cristianas y judaicas, y estas robustas sonoridades,
tan ampliamente majestuosas, de ciudad viva, podero-
sa, guerrera y monumental.
Escucho ferviente esta voz, que encara mi dor-
mida conciencia de nifia, recordandome que vengo de
muy hondo y me encamino muy lejos. . . Es, el pre-
ENTRE DOS SXGLOS 303

sente, un dia de la eternidad en este mundo que ha-


bito, y a mi compaBero, tan profundamente dormido, a
yuien no despiertan las graves campanas, lo siento
mio decde siempre y hasta siempre. Y mio, suceda lo
que sucediese.
Nunca como en esa alborada toledana he expe-
rimentado el poder del sonido. Ninguna nifisica, n i
las argentinas trompetas wagnerianas, me dieron una
sensaci6n tan cabal de la vida trascendente, de esa
profunda vida que corre tras de la concienciaoficial,
reducidamente encuadrada a la existencia humana.
Me volvi a dormir hasta que la doncella entr6
abriendo estrepitosamente la puerta. Y con voz en-
tonada y pura cant6: -iLas ocho, chocolate espeso
y dia claro! Desayuno excjuisito como no nos dieran
en parte alguna. Destinado, sin duda, a1 presunto Du-
que, que dormia un robusto suefio, envidiable para
mi, que lo tuve siernpre de extrema iivianura.
A causa de este suefio enfermizo, <El)),que lo dis-
frutaba con eca profundidad que trae a la vigilia ce-
rebro limpio, en pureza de regiones extraterrenas, me
concedia muchos privilegios en compensaci6n a1 daiio,
que consideraba robo de la naturaleza a1 necesario
reposo de mi mente.
La cuchara se paraba sola en la densidad del cho-
colate toledano. d&ones claras y chocolate espesow, di-
cen en Castilla, para significar que cada cosa tiene su
manera y su sitio. Por las ventanas rie el sol mafiane-
ro, en campos rocallosos y tierra parda. Deben de ser
10s mentados cigarrales.
-i Lamento que no hayas escuchado las campanas
de amanecida!
304 IRIS

-iSer5n de la Catedral; el inevitable llamado a


misa, que te corta el suefio!
- iAh, no, es algo superior a Wagner ;un Ilamado
de eternidad. . . Crkeme, es Ago profundo. . . !
- iPoeta! - me dispar6, aunque yo subentendia:
- jFantAstica!
-jProfeta! - respondile, tambi6n con retintin
burlesco.
- i Imaginaciones tuyas! Usufruct0 de la cuali-
dad que m5s me falta.. .
Siempre crey6 Joaquin que yo era una imagina-
tiva, y Dios sabe a qu6 extremo carezco de ece don
magnifico, que en la creacibn nos hace 6mulos de
Dios. . . Soy sensitiva, ieso si!, terriblemente sensitiva,
para dolor y placer. . . La vida se me comunica s610
en sensacibn y sentimiento, nunca en visiones; pero
me complacia que Joaquin me atribuyera una podero-
sa imaginacibn. jCuhnto colabor6 a mi desarrollo ar-
tistico y espiritual, por esa fe, en 10s supuestos dones
que me concedia!
Nunca me alababa; se complacia en acusarme de
lo que me faltaba, per0 yo, sensible, con sensibilidad
adivinatoria, traspasaba su fria corteza y me apode-
raba de sus secretas impresiones.
Maiiana me vengarit de su despreciativa eu-
posicibn. Lo despertari. a la hora en que las campanas
toledanas abren el dia, atrayendo sobre su ruina to-
das las glorias pasadas.
Ya Joaquin no me llamarh poeta, nombre que, por
quedarme grande, siento con acre sabor a burla, como
a <El>tambi6n le parece ridiculo que le atribuyan
don de profecia.
El sentido de profeta nos evoca a 10s grandes
hebreos: Isaias y Jeremias. Yo creo, sin embargo, que
10s sabios y 10s artistas son, en nuestra Etpoca, tambiEtn
profetas, que explicanla obscuridad del pasado, o anun-
cian el Dorvenir. en sus obras o descubrimientos. . .

varnus a cvnremplar el Alc5zar con luz de sol.


Temo que se nos desvanezca la ilusi6n de anoche. Nos
escolta un guia de 10s mismos terribles y oficiosos guias
toledanos. No podemos escapar. Dentro del AlcAzar,
el guia oficial se nos presenta.
Nos lamentamos de vernos perseguidos sin tregua.
Elde adentro se hace solidario nuestro, ya que 10s guias
venidos de afuera son sus cornpetidores de propinas.
-Pues, hombre, 2por que molesta Ud. a estos
seiiores?
- i Y en qu6 10s molesto, si vengo resguardando
sus pasos de 10s mendigos?
Se arma una violenta algarada entre ambos. El de
adentro pretende echar a! de afuera. Nos defiende
con calor; el otro se insolenta, per0 quedamos libres,
por fin, de aquel fantasma.
La impresi6n del Alchzar visto desde el exterior, se
completa en el interior. Es soberbio, altanero y gran-
dioso. Tiene un hermoso patio restaurado.
No podemos visitar la mazmorra de sus pri-
siones subterrheas, ni sus altos pisos, pues est%
ocupado por la Escuela Militar.
Nos contentamos ahora con un saludo a Toledo
legendaria y heroica - ciudad que construyeron 10s
siglos. Es baluarte y refugio en que las grandes almas
306 IRIS

afirmaran ante el mucdo, egoista y cobarde, 10s sa-


grados blasones del alma humana.
- Esas campanas que has oido esta maiiana en
suecos, ;no serian, acaso, las cornetas que tocaE diana
a 10s cadetes del A!chzar?-me dijo JoaqEin, burlesco.
--jNo! Esas campacas llamaban a Dios. iTenian
sonoridades graves y hasta FU pausado ritmo era
ritmo de cosas eternas!. . .
- Mafiana las oiremos, para dar fe. . . aunque
temo Sean las campanas de viejo rnonasterio que tu
imaginacih oy6 graves, o de algGn convent0 de mon-
jas demente;, e2 qur, s610 qtreda la torre para que to-
quen las himas.
Me ech6 a relr ;mi venganza comemar5 rnafiana.. .
Siguiendo, solos ahora, callejuelas inveroaimiles
de puro torcidas, viejas, sin pavirnento, por en-
tre altas casonas de piedra leprosa, que bajan, suben,
tuercen y se entrecruzan con otras igualmente heladas,
obscuras y sbrdidas, llegamos hasta la Catedral, que
nos sorprende de improviso con una fachada monu-
mental, que forma la puerta liamada de Bisagra.
No se presenta la maravilla aislada en su soberbia
unidad, sino escuciada u oculia entre viejos edificios.
La sola puerta que tenernoy delar,te es un prodigio
de piedra labrada y de riqueza escultural. Desde el
umbral siento paraIizzci6n y carencia de palabras
que traduzcan mi emoci6n. iLa Catedral Primada de
Toledo! Queda en mi recuerdo como el &on Plus
Ultra. del deslumbramiento (que pude tener antes del
Taj Mahal en India) y de la suprema belleza a que
alcanza el estilo g6tico. Es la plegaria mayor que el
hombre puede hacer a su Dios. con elementos terrestres.
No es tremebunda como la de Estrasburgo, ni te-
rrible como la de Viena. Es atrevida como la de Sevi-
lla, majestuosa como la de Burgos y suntuosa corn0
ninguna.
Toledo es de una riqueza exuberanle. FAltame ex-
presi6n castellana por escarez de lkxico y tengo que re-
currir al franc& para acercarme a la impresi6n recibida.
AI traspasar el umbral, yo me senti saisie por la
imponente majestad y perfecci6n de be11eza. iSi! Eso
es: saisissaazte! No se presenta, se despliega; cautiva
y sobrecoge.. .
La discreta blancura, que la envuelve en penum-
bra tenue, y la luz vertida por 10s vitrales multicolores,
dan una prodigiosa sensaci6n. El cor0 se interpone
cortmdo la fuga de la nave principal, y no rescata su
rica silleria ghtica, en obscma madera tallada, esa li-
mitacidn que obliga a levantar lor ojos para dilatarae
en las soberbias Mvedas, que animan las luminosas
coloraciones vertidas por !os vitrales.
Con gran sorpresa nuestra, no nos acosan 10s g i a s .
Las capillas estiin cerradas.
Interroga Joaquin a un hombre, que no parece
devoto en oraci6n.
- iC6mo podremos visitar?
Nos explica que necesitamos un boleto para entrar
a las capillas, y que se toma frente a la Catedral.
Mientras Joaquin sale por el claustro, yo me que-
do en la puerta. Lcs que transitan, me miran como si
jam& hubieran visto mujer alguna. . . Me da rabia.
--Que me miraUd?
-iPues, vamos! iTu guapeza!
Pasa un seminarista y se detiene impAvido:-
308 IRIS

-Tienes ojos de pecadero de curas, entre hos-


tia y dliz. . .
Furiosa le disparo:
-iBlasfemo! iAprende teoIogia y no desverguenzas!
Se me acerca un mendigo, deteriorado hasta
casi borrar en su ruina la figura humana. . . Me tien-
de la mano con altiv,ez, reiiida con su miseria; yo, ar-
dida de cblera, pierdo hasta la compasi6n:
- jPueblo de hcllgazanes y de monaguillos est&
pidos!
-No pido a Uc1. injurias - me responde inmu-
..,nosna, por amor de Dios.. .
t n h l o - , cinn iina lir
Quedo petrificada. El mendigomevuelve ami misma.
Regresa Joaquin, sorprendido. El fraile que ven-
de 10s billetes le pidi6 30 pesetas por dejarnos visitar
las capillas que rodean la Catedral. Ante su asombro,
baj6 a 10 pesetas. Me sulfur0 de que sea posible co-
merciar con estas cosas.
- iTe tomaron por grande de Espaiia y a mi por
mujer mala! (Asi llamaba yo a las vendedoras de pla-
cer, que en mi juventud creia sacrilega profanaci6n
de la santidad del amor. Ignoraba cuhn escaso es
el amor en el mundo, por haberlo hallado sin mereci-
miento, a1 comenzar la vida, y pretendia imponer a to-
das las mujeres el conocimiento de un secret0 que yo
misma no valor6 hasta el fin.)
Quedo enervada tras de una rabieta, y me doy el
lujo de hallar sin inter-% lo que me muestran. Niego
mi admiraci6n a las capillas, como si necesitaran de
mi opini6n. . .
- iY est0 no miis era! - voy repitiendo, en un
tonito que sacaria de quicio a1 miis paciente.
ENTRE BQS SIGLOS 309

Armados de nuestros boletos, imper%bamosahora


sobre 10s guias, que en justicia se nos debian.
Verdad que, a causa de miopia, nunca me he in-
teresado por 10s detalles de 10s monumentos. Ya habia
sentido esa belleza de majestuosa .potencia que da la
Primada, entregando su alma de fe heroica, y el resto
me era secundario.
El Abside es formado por la columnata que con-
tinfia las naves, haciendo hemiciclo. Los relieves de
miirmol que cierran las arcadas sobre el altar mayor
son primorosos. jCuiinta riqueza en las agrupaciones
de figuras esculturales! El llamado T7attsfiarente-
apoteosis a la Virgen en asuncih, tras el altar mayor,
-es prodigiosamente suntuoso.
Con mis malos modos he corrido a1 guia. No sa-
be si puede hacer largas o cortas explicaciones.
- iCapilla deDon Alvaro de Luna!-dice con
Cnfasis.
- iNi s6 quiCn es, y nada me importa!
De reojo me mira Joaquin en burlilla y me clava
su reproche, por mi falta de versaci6n en literatura
castellana.
Este seiior de Luna es conocido suyo, y no le
dare el gusto de preguntarle a que debe su celebridad.
Dormire tranquila esta nochc: ignorAndolo.
El pobre guia murmura:
- Estamos perjudicados,
de vender boletos para vi&
- Claro es que a Uds. les convie~ieLrauajar pur
cuenta propia y no de 10s canhigos.. .
Recorrimos una serie de capillas, de poco inter&
pues s610 me entusiasman 10s golpes de vista que can-
310 IRIS

densan atm6sfera de hpocas, que retrotraen a siglos


pasados y que nos cornmican secretos de razas muer- -~ .
tas. No --.-= _ _ t a e! primor de un m5rmol o el
____ imnor
- - me
bordado de la casulla de un obis!PO.
En la Capilla de la Aparici6ri de la Virgen, hizo
el guia muchos aspavieiitos en wlVu I n c rP1;PvPc
Iuu
Tha vn
J v

de tan mal htlmor que no prest6 atenci6n y hasta


manifest6 incredulidad, de pura cargazbn. Cuando
algo me cmga, salgo de quicio y me traiciono. Fui
alegre, paciente y amable de nifia, per0 desde que su-
fro este mal de cargarme con pmonas y cosas, me
he vuelto insoportable.
He desrnmtido tristemente a mamita Lolo,
que me recomendaba como un cchngel>>, y le ha que-
dado a <(El>> 4 1 0 el vinagre acurnu1ad.o por la enfer-
medad nerviosa que me trajo la maternidad.
No s6 si en esos relieves estaba esculpida la his-
toria de la Aparicih, o si era la piedra misma en que
se present6 la Virgen. Iba tan impaciente, que el guia
no se atrevia ni a continuar sus explicaciones.
Terminada sumisibn, nos pus0 en manos de 10s
frailes, que iban a mostrarnos el Tesoro, el Ochavo y
las Ropas.
Se nos advirti6 que debiarnos esperar hasta que
pasase la hora de coro. Estaban gorgoreando latina-
jos 10s prebendados. iNueva cargazbn! :A qu6 ven-
den boletos si no hay quien muestre 10s tesoros?
El furor me dict6 conceptos que en mi beaterio
tomaban alcance de rebeli6n y de eschndalo.
-Estos frailes de Espafia debieran ser quema-
dos, en castigo por 10s buenos cristianos que ellos in-
molaron en la Inquisicih.
ENTRE DOS SIGLCS 311

Joaquin me di6 una mirzda reprobatoria, de


esas que me refrefishin humilhdome. . . A1 incre-
parme mis insolefires audecias i! base de exacerbaci6n
nerviosa, no sabia (<El??C L I pequefio
~ era el estallido
en comparacibn de la cblera que su niirada reprimia.
Y asi, a1 decirme: jEres la rnujer que m8s ha sa.-
tisfecho la real gana!, yo la miraba con lhstima:
- jSi supieras 10 que he dejado de hacer y h a s h
qui. extremo he reprimido mis impetus!
Es muy relativa la libertad; precisaria saber
las posibilidades de cada mal y la fuerza del impdso
en relaci6n con la fuerza de resistencia. Lo que nunca
decia y lo siento, es que <(El?>era la mayor y la Gnica
fuerza de contencibn que pude oponer a mi excesivo
temperamento nervioso.
SacristaEes y maestros de ceremonias me escu-
charon sin inmutarse. T2l vez deseaban en silencio lo
que yo s610 expresaba por momentanea ralsia,
Olvidaba la preciosa §ala Capitdar, con made-
ras talladas y tapices. Por cierio que la hall6 atroz, sin
que descubriese nada digno de mirarse.
La capilla mozhrabe, doiide aGn se celebra la misa
de este rito, tiene una Virgen en mosaico, enviada de
Roma - maravillosa en la hermosura delicada del
rostro, con un lindo bambino, de exquisita suavidad
de colorido. La belleza me calm6 la ira.
Ahi encontri. unos canhigos mal agestados en
p6trea dureza, que parecian oler mal. Me dulcifiqui.
y mostri. a1 guia mi complacenciz en el mosaico de
la Virgen. Terminaba aqui su misibn y quedamos a
merced de 10s prebendados, que vecdrian cuando
buenamente se les antojase a mostramos el Tesoro.
312 IRIS

No tardb demasiado en aparecer una procesibn de


cErigo5, con sobrepe!lices hlaccas y armados de llaves,
mfis grandes que las de San Pedro.
Me pregunt6 tin jove2 frar_c6s lo que significaba
ese numeroso cortejo y las encrmes llaves de que ve-
nian provistos.
- C’est CE csure de la frayeur que depuis l’lnvation
ils gardenf de vcus aufies f r m c a i s . . . Ils craignelzt que
le uol de leurs richesses, a u temps Napol4onien, Me
continue encore.
Dibuj6 una fina sonrisa. . .
- V o u s dies fravcaise, MGdame! Vctre esprit
gaulcis ZJOUS trahit!
A1 fondo de la Catedral, en una capilla cerrada
por inmensa r?jja, ce halla el Tesoro, que es riquisimo.
Est&expue-to en vitrinas. Acerca vda iln mcnaguillo y
saca reflejos 6 2 10s bordados, oros y casullas incrusta-
das de piedra? preciczas. No se goza con la vkta y se
padece con el olhtc, pues el sxristan htlele a pestes.
NGSmixstran piezas de or0 esculpidas por Cellini
y una inmznca ctlsto6ia tainbi6n de oro, de complica-
disimo trabajo, en que el Otten!orio era s6Io la co-
ronacibn del edificio monunental. Fu6 heclia con el
or0 que Col6n trajo de Anigrica.
El manto de la Patrona, que aqui es la Virgen del
Sagrario, es todo recarnado de piedras preciosas y de
authticas perlas. Me molest6 esa inmensa riqueza
material, en oposici6n a la pobreza predicada por
Cristo. Formu16 mi reproche, encontrmdo que el tra-
bajo no era artistico.
Amostazado, un fraile queria inrpmerme la ad-
miracibn de las rnaravillas.
- Diga hid. ;y est0 no es arte?
- iPues no, se5x Cura! Es s610 lujo, derroche y
mal gusto.. .
Ardua fu6 la ceremonia de la cerradura y hubi-
.- .- .,- -
1
mos ae acep-ar q ~ ias
e pesetas escauan men ganaaas.
L - L 1 1 .

En el Ocbsvo, preciosa sala circular, se contienen mu-


chas reliquias - espinas de la verdadera corona, un
brazo de Santa P./ihica, etc. Ante una reliquia obse-
quiada por San Luis, consuelo al joven franc&:
- Parinitant de vols, Dieu merci! la France a fait
uz cadeau!
El fraile, muy entonado, contaba la historia de las
reliquias sin reparar en 10s gestos de duda que hacian
10s visitantes. . . Despuks de explicar con hfasis, se
volvi6 el-canhigo
- _ _
a1 joven franc&:
-2 Entendi, MLosiu!
Solt.amos la risa, mientras el aludido, muy sei;io,
nos pedl'a explicaci6n.
P I , .
me atribuian IQS canonigos .
No obstante el gran inter& que, por ser mu.ier,
en ver ias crsopas,, con
7 - -

ese espiritu de oposici6n que me desarrolla el fastidio,


preferi marcharme - ejemplo que imitaron 10s dem%s.

tos bien ajustados y relucientes. . . Las mujeres tienen


su vanidad en el peinado y 10s botines - yo siempre
he descuidado mi calzado, y mis cabellos se cuidan
solos, onddhndose por cun,nta propia.
Busco una zapsteria. E.: utl gremio, el de este ofi-
cio, qu2 detsto. El cliynte aqiii; es rnuy solicitado,
Dos Sfglos--31
314 IRIS

por Eer mas fuerte la oferta que la dernanda. SSlo c_e


calzan las muchachas a quienes Amor sorx-ie por po-
cos meses en 10s Cadetes del Alcazar y en el Cuerpo
de Guarnici6n. Nunca se llega a sacrzmento, pues 10s
novios duran el period0 de servicio y de aprendizaje.
Quedan todas las niiias acornadas a1 balcSn de
Julieta, sin que suba Romeo por la cuerda. Ese Gnico
y breve idilio es el consuelo de la vida ectera. Despues
permanecen solteronas o ce meten de monj2s, en cuaI-
qviera de 10s innumerables conventos toledanos, mascc-
llando latines hasta la muerte, en desabrida salmodia.
Los zapaticos comprados para pasear con el novio,
son Ias alitas con que han ensayado SES amorosos vuelos.
Llego mal humorada a la mpateria. El maestro
se deshace en reverencias.
-iDeseaba Ud.?
-Si, sefiur, zapatos muy d i d o s , . .
- i Y con esos piececicos de rnufiieca querkis cala-
morros de guarda-cortijo?
-Si, quiero zapatos de mula castzllar,a, para
vencer 10s pedrones de Toledo.
Se indigna el maestro.
--qui calzamos sesoritas y no mulas.
Son siempre duras mis relaciones con loa zapate-
ros. AI llegar a Berlin, tuvo prisa 302qui:i de que el
zapatero del Emperador (que de tatarzbuelo a tata-
ranieto calzaba a la familia imperial) me hiciera una
docena de botines, con las horrnas correspondientes,
para no sufrir la afrenta de 10s mal calzados pies de
la mujer del Adicto chileno. iInfitil empefio! §e me ol-
vidaba a1 acostarme emhutir las horrnas en 10s zapa-
tos quitados.
Viendo ahora tan azorado a1 maestro, intervino
Joaqck.
- Nece3ita la &ora zapatns cSrnodos; somos
viajeros y no le sirve el calzaclo que trae, para las ex-
cursiones. . .
Si0 se convencia.
- $6nio podria deshonrar esos piesicos dimi-.
nutos y avergonzar a tal sesorito? - y a i r 6 a Jozquin
de alto abajo, con rendida zdmiraci6r,-. No tengo za-
patos rudos . . . ni 10s podria usar la sefiora . . . Pues,
si es tan delicada, que la lleven en sil!a de mano, aqui
no calzamos mulas - asunto de herrerla.
- D6me entonces zapatos de lavandera.
- Pues ni una fregoca se deformaria 10s pies, por
decoro, ante su novio.
-ES que yo, maestro, no presumo por 10s pies,
sin0 por la cabeza, y por lo que guarda adentro.. .
- No es Ud. castellana, sefiorita, si ignora que un
._ -
pie. gra
-cioso y lisio para el zzpateo de una jota, puede
mhs qiie una cabeza de sabio con gafas o de doctor en
teologia . . .
iperdido empefio! No tendr6 zapatos. Necesitare
caminzir con zuecos de palo, como 10s que mamita
Lo10 usaf ;a en dias de lluvia para ir a 1aCatedral de
§an tiago.

Fijate, en Paris, cuaEdo compr6 mi primer par de


zapatos, el dependiente del .Louvre, me cog% el pie,
me 10 estrech6 en su mano y me decia con ternura:
On dirait un petit oiseazz, si mou, si terndre, si dtlicat!,
mientras este gcdo no me ha dado E%S que lecciones
de resistencia al dolor por cornplacer a1 kcmbre. . ~
316 IRIS

Nos asedian 10s mendigos. El pueblo no tiene


trabajo. El odio a las monjas proviene de que en 10s
monasterios han acaparado las peque5as labores de
costuras, bordados, dulces, lavados - y las mujeres
del pueblo, cargadas de familia, no pueden ganar di-
nero en esos menesteres que ellas debian aprove-
char.
Asimismo e! pueblo mira a1 sacerdote como a un
holgaz8n que se meti6 cura para descansar, viviendo
del trabajo de la comunidad.
Hasta yo pierdo el respeto que en mi tierra tenia
por el sacerdocio. Nunca encontr6 en ellos soluci6n a1
terrible problema de conciliar mi salud, o mi vida fi-
sica y espiritual, con la maternidad. La sola amenaza
me consumia de espanto. No ha116 consuelo en ellos,
ni comprensih alguna, mi angustiado misticismo,
per0 siendo la comuni6n sacramental parte esen-
cia1 de mi vida - luz, paz y fuerza-, necesito de
ellos para obtener absoluci6n y he de someterme a la
necedad, a la tirania y m8s que todo a la obscuridad
de esa ciega rutina sin vida en que se mueven.
Me basta obtener la gracia de la absoluci6n y Ile-
gar al comulgatorio, per0 me queda un rencor sordo
por cierto menosprecio, de que tomo venganza burlitn-
dome y contando 10s chascarros que se suscitan en

4 ---
-----I.

can6nigos rezan ~ U horas


S litfirgicas en el coro, ofician
la Misa Mayor y jsantas pascuas!
ENTRE DOS SZGEOS 317-

La iglesia queda vacia; no se rezan misas bajas,


no hay sacerdotes confesando,ni fieles que aguarden.
iNada!
La maravilla de piedra gigantesca, la sinfonia de
luces, que se transparentan por 10s vitrales, todo ese
---I-: ----
-1.
munao sooeruiaiiieiiLe
1. -_ --Ai
--1- ^_._
1 ^^^ ,.-1:1--2..
~LUILUU~U, e b ~ i ibuiiLariu, muau,
-
vacio. . . No tiene alma. isilencio! Ni mtisicas ni can-
tares. Resuenan en la grandiosa cavidad hueca 10s
pasos secos de algfin sacristhn o monaguillo de coro.
En cuanto a fieles, s610 se arrodilla alguna vieja
andrajosa, o algtin harapiento mendigo. Transitan 10s
guias en acecho de ingleses-tinicos viajeros que lle-
gan a Toledo.
Castilla es una altiva mansi6n vacia, cuerpo sin
alma, de mezquitas convertidas en iglesias y conven-
tos mu.chisirnos, en que agoniza la fe cristiana o cho-
chea ein rnonjas ya casi dementes.
Q1ieda la Catedral en pie - testimonio milagroso
Inn
del Passu",
..-AA
~
m,-.....mr\..+r\
~ ~ ulg;llu
u uc ~la- g l~~ l l a o
,.,.,.+-ll..
~L ~ * L ~w ~ - ~

nas-; per0 es un cementerio. Subsiste como tumba


abandonada, sin flores y sin recuerdos. . .
En aquella orgullosa inmensidad, se pierde el la-
mento humano.. . Falta la imagen familiar, que d6
esperanza de ayuda, de divina protecci6n a la miseria
,401
UGI
hfimhm AT-
i L v u & u L G. A Iv
mfirl&q n; c ; n i i ; ~ r ~q v v n r l ; l l ~ v m n n q - r r
~ W U I ILL 111 ayuib~ u U L I VUIIIUI LUG p a a
hacer mis pequefias oraciones infantiles, tan breves
de vuelo, tan reducidas a mi felicidad terrenal, de que
soy apenas consciente.. .
Me interesan 10s viajes, 10s trapos, mi per-
., . . ."
sonita. r. 1 - ,
iviis anneios son aemasiaao
.
cortos y me
averguenzan ante la potencia desmesurada de las
b6vedas.. .
b-'LCu I U ' V L , p d A - " U C I I L I * -'a- U" ~ - I Y V L L c " J uu GAbLu-

vagante,
- que llamase a un sacerdote, vuelve a avisar-
me que espere, pues vendrii un p rebendad 0.
Pareeia cosa rara esta QCUIOrencia de confesar-
4- J . . A -
se en Toledo, y e! clkrigo vendria WI U U U ~
4-,.,.*:2:--l-
MSLKMUU
c
.

de que se le molestara.
En otra ocasih, alli mismo m-e dijeron: iNo
S Q horas!
~ iY eran las nueve de la mafiana! NQ pude
saber si en la negativa se subentendia que esas horas
eran demasiado altas o bajas, si tempraneras o tar-
dias. . .
S610 &ora presumo el gestillo del muchacho, que
no llevaria a 10s canbnigos, con la anunciada peni-
tente, ning6n agrado y cjtlizhs disgusto de caminar
unos pasos, de interrumpir una charla o aun de dejar
enfrjarse el chocolate. . .
Aguardit largo rat0 - tiempo de engullir muy s6-
lidos desayunos - y segui esperando, sin que se divi-
Sara un solo sacerdote, ni se diese comznih, ni se cele-
brase misa.
A1 fin apzrreci6 un canhigo largo, flaco, moreno
y encorvado.
Me puse de mal humor. iTan pocas faltas, ni
siquiera (culpas>),para tanta demora en venir a reco-
gerlas! iY todavia creerii hacerme un gran favor, este
viejo ocioso!
Me fastidiaba por mi carencia de libertad espi-
ritual para juzgar yo sola mi imposibilidad de pecar
mortalmente, falthdome deseo y ocasibn, y prescin-
dir asi de estas confesiones tontas.
El Curs m i ~ m ocreeria encontrarse con un alma
cargada de gruc-os pxados contra el <&exto. y se iba a
hallar casi con .ilna:primera comulgante. iQEit chasco!
Me acerquit de mala gana, sabiitndome mujer sin
icteres. Por !os cwdraditos de madc3ra de la venta-
nilla, divis6 un fuerte pzrfil de Agui’la y un ojo negro
terribl3mente inquisidor, que me aterr6. . .
En todos 10s pasos de mi vida ih a con (<El,y su
proteccih me apoyaba hasta frentt a- Ding
1 I _ _ -v, -___
2 12s
fuerzas aslturaler, per0 ahora me voy a hallar sola con
este hombre y me siento abandonada a su torpe in-
comprensi6n, dentro de mi pequefia conciencia infan-
til, tan confuiidida como menuda y perdida en deta-
lles infimos, que dan a las tonterias, contornos de ma-
terias graves, por carencia de titrminos adecuados.
Nunca he aprendido a confesarme. Tengo una es-

crcpulosidad minuciosa, falta de discernimiento, y te-
mor de EO explicar bastante. Experiment0 una serie
de cohibiciones y miedo de hacer mala confesi6n.
Concibo alii mismo ideas ridiculas del Cura que
me oye, y temo que e! escrfipulo me lleve a decirse-
las. . . Me sentia en pitsima disposicih, con aquel
hombre antipatico de quien esperaba s610 absoluci6n.
No s6 c6m0, ni a prop6;ito de que, salt6 el Cura:
- ileitis novelas?
Me fastidi6. i A qui: se metia en mislecturas sinin-
guna de mi,; leves faltillaslc autorizaba a interrogarme?
La c6lera m.2 torn6 ltlcida:
- Cuando era nifia, lei novelas - dijele, ya con
aplomo -. Ahora las vivo, y cuando sea vieja, las es-
cribirk. . . para no olvidar la mia propia, que es la h i -
ca interesante. . ,
320 IEIS

- Bien me supuse a1 veros, que estabais Ilena de


novelerias. . . Cuidad lo que lehis, no sea que perdais
la fe. . . y os vayais a1 infiemo con vuestra novela vi-
vida y escrita. . . Novelas que en el fondo son hjurias,
con barniz po&ico, para cubrir la podredumbre.
- No le inquieten mis lecturas - dije con cierto
tonito agresivo-, pues tengo permiso de Roma para
leer libros prohibidos. . .
Fu6 una ametralladora.. . Salt6 el prebendado
dentro del confesionario:
- jPermiso de Roma! 1Y da la Iglesia permiso
para que las mujeres acaben de perder el seso. . . ?
Por fortuna el chaparrbn le caia a Le6n XIII,
y yo quedaba fuera del combate.
- Decid : 1y c6mo lo habitis obtenido?
- FBcilrnente. Mi c6nsul present6 la solicitud,
inform6 de mi, y a 10s dos con mi esposo nos dieron
un amplio permiso que me autoriza a leer lo que quiero.
- Roma no da permiso para leer obras inmorales,
o impias, pues para eso ten6is conciencia, y si no la
tenitis, peor para VOS,pues el que peca por ignorancia,
como ignorante se condena. . .
No sospechaba el prebendado que, por ser tan
excesivamente escrupulosa, Joaquin me pidi6 el
permiso, y aun con autorizaci6n, leia a D’Annunzio
haciendo continuos parkntesis,
Seguia monologando el canhigo. Deploraba la
perdici6n de la mujer, ya de suyo tan extraviada, y
ahora con el incentivo de 10s libro?. . .
- Prometed, para recibir la santa absolucih,
que no harCis us0 de ese permiso sin el conocimiento
de vuestro esposo.
Me fu6 f5cil prometerlo, porque leiamos 10s mis-
mos libros, per0 yo senti la humillaci6n de aue. sin co-
nocerlo, juzgase a mi marido, s610 plor ser hombre, con
mhs conciencia y mhs juicio que p0. iLa eterna maso-
neria masculina!
Otra gran dificultad tuve para conseguir la co-
muni6n. Se la pedi al mismo can6nigo. Se excus6. De-
bia marcharse.
Fui a1 Sagrario. No habia nadie. Me encaro con
un sacristhn.
- iVaya que est5 bien servida la Catedral! iAqui
no hay culto, ni sacerdotes, ni fieles!
- Perdone Ud. ; el sacrist5n mayor, encargado de
dar la comunibn, ha salido, por una urgencia. iVamos,
q u v tnrlnt-.
n q t n 1-c t;onnnl
LWUWS IUO LAbAXLLA.

- 2Y no queda nadie en su lugar?


-No son horas.
La misma respuesta.
-Querria saber si aqui dicen misa por la noche
o despuits de almuerzo.
- Se ve que Ud. es de Inglaterra, pais de herejes,
que no saben de horas canhicas. . .
Pasaba un viejecito muy encorvado y apergami-
nado. Me dirigi a 61:
- i D h e la comuni6n, padre!
Accedi6, algo atemorizado de molestar a1 sacristh,
cuya pereza debia conocer, y a quien hubiera querido
evitzrle el trabajo de quitar el pafio del altar, en-
cender velas, darle sobrepelliz y contestarle 10s latines...
Malhumorado, el ayudante hubo de hacer esos esfuer-
zos que habia escatimado porque las 9 112 de la maiiana
no eran horas de servicio en la Primada de Toledo.
- - * -
0, se ha convencido de cyde faita el trabajo. F x r a
3 ,guias, nadie time medios de ganar perras gor-
ii flac 1s.
a nnhlarihn p:t5 r d i i r i c ? a a militarec pn ~IIXT-

Las callejas presentan altos y espesos muros de


cowentos, en q ~ ; ezgiardan la mierte- iynada
m%s!- pobres nicjzres que no tuvieron hueco en e!
mundo, por aka alcururnia, por e.,:o:-bar intereees, por
romanticismo o hasta por pobreza de fzrniiia.
e1 n&hn d e T'nl~dnv mi.ev-zd29 en siic:
*"U'U"VAA.,V, A.-IU.,IIC<Y & L I V U I . , " ,
'UUL, y"'Y""L.uu" Yl. J"

ventud, esyeran la liberacibn del filtimo trance.


Estos numeropos conventos de contemplativas
crean a la ciudad una rnGanc6iica atrn6sfera psiquica,
de nhfragos que imploran socori-o en ribera desierta.
u *

Los montlmentos tarnbign exhiben en sus muti-


laciones, en las akentas s e d a r e s y en sus transforma-
ciones, 10s pasos del tiempo, la sucesi6n de 6pocas y
civilizaciones.. . .
civilizaciones
En la Tglesia
Tglesia del Trhnsito, antigua rnezquiia %ra-
be, ce est5n descubriendo finfsimos estucos, cubier tos
por una capa de A n n-1 h1n-n-
UG cal
L ~ bianca,
uiaiiLa,
L con
L W i l que
,-A*-
q u e pretendian -..-
~ ~ C K L L U L U borrar
hnrror
-wfi+nm,-?<-m
Uullal

10s versiculos del Coriin.


Los cambios y destrucciones con que han estro-
peado !as huellas moriscas, no anulan la atm6afera atm6sfera
que se rfpcnrpnrfQ
n i i ~
SP desprende rdel ll~awc cos~s. ocultamente, nm-n
Viven rc:rl+amentp
r n z i c Vivprl pero
se siente a h mejor el anibiente I ~ ~ T U I I Qese : ckarme
sutil y languid0 que ningim artificio desvznece . . .
10s reyes catblicos; tiene un prechso patio ctladricular
con el miis lindo claustro gbtico que jzm& he visto.
Corren,ien dos pisoc, arcalas de piedra caledas, bor-
dadas, fi!eteadas, en p 5 m x de dekadisinoc, encajes.
Palacio digfio de 10s Reycs, a quier,es la vida (0 Ia
suerte, si existiera) hizo e1 obseqcio de U.G i-iuevo Con-
tinellte. En el 6xodo de brlkza kacia la fza!&ci, a
qrre tiznde el rvndo, la Armenia es m a ~ a i i
cada vez m-ayor. C a h a esa i n q ~ i e 2 ddel chtcma ne:-
vioso, en zrdiente L-kqueda de enxxicxxs esikticas.
Pintar a Toledo excede a mi5 i-ect:ras 6escriDti-
vos. Sblo puedo expres.ar las reacciones que en mi se
producen. . .
La sensihiiidad de Jorqzin dob!a la niia. Dexu-
. . . ,. 3 . .
bri muy pronto, no otsLmte, mis peamas C G ~ ~ G ~ C I O X S
de psic61oga y s610 por el propio a x r t f x t o de e:n;aci6n,
aue su honda sensibilidad artistic2 me comgletaba. . .
Vibrribamos en silencio a1 unisono y siempfe casi
coincidiamos por ajuste, no por repeticih.
En esta ciudad, la densidad de atr-6sfz-a psiquica
hace todo interesante. Vagamos a1 azal ~610poi- esa
voluptuosidad de sentir 10s ayeres irrenovables, la
324 IRIS

tristeza 'moribunda y la suave melancolia de 10s dias


gloriosos que fueron, y de que s610 (<El>) espera resur-
gimiento.. .
Ya es un port6n de piedra monumental, que
muestra un patio helado y vetusto; ya es un balc6n
defendido por barrotes de hierro negro, o una ventana
con reja jorobada y siniestra - ventana de prisibn,
donde el solo macetero, en que sangran cardenales ro-
jos, da sensaci6n de vida en triste languidecer.. .
Tuerce la calleja y continGa en pendiente, a
lo largo de altos murallones, desvaidos de 10s colores
de antafio y ahora carcomidos y requemados de
soles.
Niiios accroupis sans vergogne insultan la no-
bleza de! tiempo, que la ciudad atestigua. Basuras e
inmundicias en montones, tropeles de chiquillos que
corren, mujeres raidas, cubierta la cabeza con sucio
pafiuelo, de color sin nombre, atado bajo la barbilla,
todo afrenta la gloria toledana. Un terrible olor a acei-
te se escapa de 10s tugurios, y huele a nauseabundas
fritangas.
Contrastes de opulencia se encaran en la piedra
ricamente tallada y nobilisima de 10s monumentos
frente a la s6rdida miserja actual.
Descendemos hacia el rio, que corre a inmensa
profundidad, encajonado entre las montafias. Fie1 a
su nombre, el Tajo, turbio y triste, ciiie a Toledo,
lamiendo el glorioso peii6n - cumbre de las glorias
espaiiolas.
Sobre el abismo que forma el rio, la vejez sucia y
miserable se asoma, cual pobre avergonzada de ha-
ber venido tan a menos. . .
ENTRE DQS SIGLOS 325

No pudiendo atravesar desde este sitio, bajamos


hasta tomar el Puente de San Martin, otro monu-
mento &rabe,con imponentes arms a ambos extremos,
sellando noblemente el paisaje.
Las dos vetustas arcadas, cor, sus blasones esculpi-
dos en grandes escudos, dan accem de entrada y salida
a1 puente. Una hermosa balaustrada de piedra con grue-
sas bolas, completa la sobria y maciza decoracibn.
Ahora, desde la ribera opuesta, se nos entrega esa
alma orgullosa y heroica de Toledo, que la ciudad nos
insinuaba con duke melancolia.
La adusta vejez que corona el pefi6n de piedra y
que se exhibe en conjunto de torres, de muros alme-
nados y de monumentos, se recoge ahora en una sola
visi6n. . . que disefia nitida La tarde Clara, desde esta
parte baja en que nos haliarnos.
jNo importa que 10s edificios se deFmoronen, que
huela mal la ciudad y que la habite un pueblo mise-
rable, si todavia se yergue soberbiarnente altiva sobre
sus rocas, cual faro que dejara el Tiempo, vigilando la
frontera, entre dos siglos. (Entre 120s civilizaciones,
debi decir.)
Es duro el ceEo que guarda Toledo, y blandas las
almas que hoy alberga en su seno.
Por una buena carretera subimos la montafia;
dominamos la visi6n de la ciudad, que se destaca or-
gullosa en un cielo cuyo intenso azul da relieve a
todas las lineas.
Vese la revuelta aglomeracidn de las casonas
viejas, el caprichoso ventanaje que rompe 10s muros
carcomidos, las tejas rotas, 10s edificios irregulares,
apretados y escalonados en la pendiente.
326 IFIR

Domina la Cstedral, alzando elegslntemente


sus agujas y filetes, que forman la punta culminante
de Toledo - mAstil o palo trinquete de este Barco
Farttasma que navega en !os sjglos -y el Alcbar, mag-
nifico, sohre amplio pedestal, con sus murallones maci-
zcs, flanqueado de torres.
Todos escs rnoriumentos han escrito en piedras
inmortdes, que desaihn a1 tiempo, la vieja historia
de la ciudad eterna.
El acentuado perfi! de Toledo brilla con un des-
tello de gloria en la tarde muriente, que cae luvi-
nosa y serena, armonizaado la caducidad de Cas-
tilla la Yieja con sus ruinas, enardecidas por otros
soles. . . que ya se hundieron en el horizonte del
tiempo. . .
Los arreboles sangrientos, las fajas irisadas
que cifien el espacio, envuelven a Toledo en apoteo-
sis de trimfos redivivos . . Impresi6n fugaz, como
todo lo lrermoso de la vida.
Pronto el paisaje se dcqtifie, palidece la visi6n y
Toledo, con su agudo perfil, pasa a ser el eqpectro ci-
tadino que las civilizaciones muertas dejaron refialan-
do una gloriosa etapa del tiempo. . . Los arnarillos ar-
COS de piedra, con 10s Wtimos oros y rubies crepuscu-
lares, se entonaban cortfirldose violentamente en el
afiil del ciello.
En la pureza de! aire v en la qnietud de la tarde
otofial, la apacible existencia toledana revivia por una
hora. La solemnidad moribunda del dia daba el in-
timo sentido del a h a nacional, la esencia animica
desprendida de la visibn. Y o tarnbih siento ahora que
Castilla no ha muerto, que puede morir, y que
sigue vivicmdo junto a mC,en esta a h a fuerte y claus-
trads, Iieroica y silenciosa. . . Casi me entrego a la
fe de mi compafi~o.
--i.Sabes--!e digo-qtle a.hoi-a he tenido la extrafia
impresi6n de la inmortalidad de Castilia. . . ? No creo
que vuelva a vivir corn0 antes, en su poderio guerrero
y politico. . . pero su alma de madre de un Cont i-
nente se,guirA, jsi!, germinmdo en otras tierras, com0
nuestra misma lengua. . .
- Nuestro idiom-a castellano enterrarg a1 franc&,
a1 alemftn y a1 inglits - me dijo <El>, con vengativa fir-
meza. (No cont&bamos con el arte cinematogrifico,
que haria universal el inglits)-. Nunca te he dicho que
Espaiia vuelva a ser poderosa como bajo el imperio
de Carlos V, per0 revivirh en las almas el romanti-
cismo, el sentido del honor, de la Caballeria Andante,
de Don Quijote, para decirlo todo de una vez.Esos
valores eternos del alma humana, no pueden perderse

momentgneamente, renacer%n. . .
- Pdes yo te confieso que aqul,
I U'IU J V Lb c r y u s , m5s que
b.v1111L3V yL4b IIILL9quL en nin-
LII 1,111-

guna otra parte, se me ocurre que hemos de vivir mu-


chas veces y que resucitaremos no s610 en el tlltimo
A!-
dia A..
de 10s Ltiempos,
: ---- dijo
como -I::-n,r--L- - XT ----
Marta a Nuestro Sefior, c-=--
L---

a1 borde de la tumba de Lazaro, sino en este mundo,


en otra 6poca,!en otra civilizacih. . .
Me mir6 con luminosa sonrisa de complici-
dad.
- Vas a acahar por creaste una religi6n personal,
para tu usa exclusivo.
- iNo piensas, acaso, que eete pueblo tan car-
gado de Desti~o,o se2, de virtudes y culpas, de herois-
328 IRIS

mos y crueldades, tendr5 que expiar aqui mismo cus


crimenes, mejor que en un purgatorio distante? Y
recibir aqui tambib sus premios, . . !
Todos 10s herejes quemados en la Inquisi-
ci6n, pueden volver animados de un nuevo ideal re-
ligioso, de un entusiasmo m& pur0 y crey6ndose
con igual derecho que sus victimarios a quemar
frailes (1).
- Tus fantasias te van a llevar lejos. . . Creamos
solamente que Espafia, en una futura cruzada reden-
tora, puede, en el porvenir, devolver a1 mundo el sen-
tido del honor, la pureza de la fe cristiana y el cult0
a la mujer, llevado a1 heroir:mo. iNo te basta con
eso?
Ya no me bastaba; me habia prendido en el
alma el deseo de volver a vivir. . . en carne humana,
en el planeta Tierra, y hasta en Chile, donde encontr6
el amor a la medida de mi ensuefio. . .

Un grupo de mujeres lugarefias camina delante


de nosotros. Llevan polleras cortas, van envueltas en
paiiolones de colorer: fuertes y tienen la cabeza atada
con un fular destefiido, cuya p u n k les cae por la nuca.
A1 pasar por el octroi, donde 10s guardias civiles co-
bran el impuesto real, uno de ellos exigi6 a la mucha-
cha, que llevaba un chico en 10s brazos, diez ckntimos
de contribucih. tmr el manoio de verdura que traia
ENTRE DOS SIGLOS 329

Ardi6 Troya. La muchacha protest6, se irrit6


y se neg6 a pagar.. . lVale, acaso, la pena de dejar
lloraiido a una criatura a todo sol, durante el largo dia,
para recoger unos miserables garbanzos, y tener que
pagfirselos a un picaro, mandado por el gobierno para
estrujar a 10s pobres.. . ? Queria Dasar v 10s mardia-
nes la sujetaban.
Por fin pag6 una de las compaiieras.. . Ella an-
daba un paso y volvia atrfi-s 12__ mhpm
__-___.
- Que te lo comas en veneno! - gritaba - ique
te revientes!. . .
Y ya desde lejos seguia insultando a1 guardih:
- Que compres con esa perra el pasaporte pal
infierno!
El torrente de injurias no se interrumpia y a me-
dida que se alejaba gritaba mfis fuerte, y al que se
aproximaba, le arrojaba la sarta de insultos contra el
recaudador del impuesto, que ya no la oia. . .
Asi se venia acercando a nosotros, que la ob-
serv5bamos. Joaquin le alargi, unas nionedas, en aplau-
so a su valiente alegat1o. Las rechaz 6 con toda digni-
dad, como una ofensa.
-iGracias, mi seiior, que uios 10 guarde por guapo
y gran caballero; y maIdiga a esos vendidos de la Admi-
nistrac%n, que le quieren robar su trabajo a1 pobre!
Nos quedamos admirando lo pintoresco del grupo
que formaban las muchachas, con sus trajes colori-
nescos y ese andar ritmico, cimbreando la cintura a
compfis del armonioso juego de las caderas. Bajo las
delgadas telas que les cubrian 10s cefiidos bustos se
les marcaban redondos 10s pechos. Ellas solas anima-
ban el desierto paisaje moruno.
Bo. Sig'os-22
iiiaa, ii a v i a i ~ au~ U ~ U L L L U L L W ~ . ~ LVL,,L
~ ~ ~ LIIIGAV ulr VLUJG

en Tierra Santa, de quien le contara tantos chascarros.


121 indispensable acompaiiante que tenemos .- 1- siem-
pre tras ae r i w w u u b , --
-7- ----I--- ---- -I-----
y que -.-- ^^__-_
diiuid ea uii IIIIIU, it: K ~ Z C Y -
__I 1

mos buscar la calle, cuya direccibr, me di6. Nos inter-


namos cuesta abajo en una callejuela desieria y torcida.
En Toledo 10s barrios m6s honestos son como encru-
cijadas que sugieren misterios de emboscada o de
cita amorosa.
La residencia del canhigo no estaba situada en lu-
gar tranquil0 de aspecto. El muchacho penetr6 por un
antiquisimo portal6n de madera tallada, a1 atrio de una
casona. Una muchacha joven nos abri6 y pregunt6 21
nifio que nos guiaba, lo que se ofrecia. El nos seiialb y
nos adelantamos, para significar que h m o s visitantes.
No gabia la moza si el sefior canbnigo estaba en
casa, per0 con seguridad llegaria en media hora mhs.
a tomar el chocolate
- 2Querrian Udc
Aceptamos. La aunceiia era ceremoniosa y Dien
estilada.
Cruzamos un precioso patiecito en arcadas, con
ligeras columnitas Arabes, lleno de flores y plantas
verdes; a1 centro cantaba un surtidor en azulejos,
frente a una fachada morisca. Yo deseaba ver a Don
Ramiro Fernhdez Valbuena, autor de 4 s i 7 i a y Egifito
resucitados,, en su marc0 toledano. Tendriamos tam-
biitn la ocasi6n de conocer un hogar castellano.
El patio, fresco, intimo y hermo.o, era pepuefio
paraiso, en la austera vejez toledana. Subimos a otro
piso, y nos ilaiiarnos en una sallta sencllla y noble, con
muros calizos, objetcs antiguos y cierta quietud &-a-
be, cual nido de paz que restara entre ruims.
El sobrino del can6nigo, que estaba ahi, se levant6
a saludarnos - joven saerdcte, Eno y etiquetero.
Hablaba de su tio con un respeto rayano en ve-
neraci6n. No quiso ni aceptar e1 cigarro cyze Joaquin
le ofreci6, temeroco de que el prebendado apareciera
y lo sorprendiese fvmando.
Nos cont6 la gravedad del golpe que 003 Ramiro
sufri6 en la caida del caballo - czmino de Damz::-co-
y c6m0, por ser muy reEervado, no se lo comunicara,
ni tampoco 10s incidentes c6micoc del viaje. Se notaba
que entre tio y sobrins mediaba a x h a y respetuosa
distancia
iY yo, que me habia divertido tanto con 61! iCuAn-
to cambia el aspect0 de las personas, ftlera de sus mar-
cos y atm6sferas correspor,dientes! Aquel c!Qigo de
cara de palo, grave y reposado, levantando una mano,
desde el tragaluz de vi1 casucha, en estaci6n de pais
bkbaro, para detener el tren que lo deja3a - era el
gesto que correspondia a su dignidad de prebendado
en la Primada de Toledo, y de autor de altas obra? de
apologetics, per0 en jira turfstica- y saliendo la ma-
no de tal sitio, resultaba de un ridiculo delicio3o. . ,
Ahora, en su hogar, Don Ramiro se levantaba so-
bre alto pedestal ante mi, que lo hahia ohservado en
cuanto hombre en 10s incidentes de viaje, fuera de su
noble concha toleclana.
Ignoraba yo que EU m i m o perfil de mono, tallado
toscamente a navaja, czmbkrb, vista sobre el sill62
g6tico del cor0 de la Primada y rodeado de ELI fallla de
332 IRIS

escritor mmdial que lo circunda aqui en su tierra.. ,


Iba despojxio de todo cuaizdo lo derri’n6 en tierra y
lo pate6 un czballo musulrrin., .
Empczaba a verlo de nuevo. Ya no era el clQigo
feo, vestido de iutre. . . Ahora se me venia anuncian-
do en gloria y digtlidad, autor de gruesos volhenes
que resucitan de sus cenizas a1 mundo antiguo, y tio
de un joven sacerdote, a auien su sola presencia h2ce
enmudecer de respeto.
Sz escczhan voces, ectre las que distjcgo la
voz velada de mi m%x-c z h i g o - velada o apaga-
da-, per0 voz di taante que cantribuia a envolver!o
en misterio
3.1tip0 se avenfa mal con la premura del viaje
en que lo conoci y en eze aSrr,dono de conveaciones en
que nos pusimos todos 10s peregrkos a vivir una vida
impreviita y fuera de rutieas. Don Ramiro, que salia
par vez primzra de E:p&”ia, no tenia adecuaci6n ficil
a moddidades nuevas, impueatas por las circunstan-
cias, y conservaba el sentimknto de su importancia
personal, all? donde no se reconocia mhs valor autitn-
tico que el de la agilidad y resistencia a1 cansancio.
N i ~ g v c ocomo 61 aparecj6 tan anacrhico en la
. .,
peregrrrazim, ayudado por e5a lejzn’na enorme del

le gAardaba. sus fueros en pmencia y me cornplacr’s


mo:trarie en mi esposo un castellano autgntico, de
10s grades siglm gloriosos.
Y o produzco irnl;rcci6n indefinlda, entre );on-
dad j 7 picardia. Soy, a vecw, yofu-rda y casi siempre
frivoia, traviesa e ir6cica, y si dezeo dejar a alguien un
recuerdo baeno, preci7a que est6 con Joaquin. El era
mi explicacihn - acla-ador de mis paradojas y con-
tradicciones, garantia de mi prismgtica, resbaiadiza
y compleja personita.. .
En su manera picaresca de tratarme con fi-
Inas burlillas, no exentas de ternura, me ubicaba en el
-.._ Jr.
1llULiUW
-I
y
-,, -G+..,.L-
IIIC O l L U d U c l
-- ,c,A,c,y-.
Cll clLlIIU3lCld
..le--
LidIil.
c.. -1L...--
3 U all.Llra
espiritual rr,e ponia tambi6n un marco de hierrc, del
que no lograha evadirme.. .
La nioza viene dando parte a Don Ramiro del
gran acontecirniento que ocurre - una pareja de se-
Aoritos, nunca vistos en Toledo. . . Nos miraba sor-
Iprendido el canhigo, sin recordarme, hasta que yo
griti.: iDon Ramiro! Avanzb dignamente grave el
prebendado. . .
Venia aureolado por la Catedral, sintihdose asimi-
lacio a la grandeza y maravillosa hermosura de la Prima-
da, en cuyo cor0 tenia su asiento de canhigo peniten-
ciario, por las muchas lenguas antiguas que conccia.
Cn i l * i r n i n ~c i i m c t m n n o r n rnn
sL& I V Z L I W v p u - w
LJL L L U l l l l l l L L
ofort1:ne.a c n n i - i c a
b W I I U l ~ \ r C U W l j UUWIII'SU

sl estrecharme la mano, trasluciendo sinceridad de


1buena ley, amabilidad cordial que no falsifica la con-
venci6n.
Su presencia me traia la dichosa 6poca vivida
Ien el pais de J e s k - vida de que extraje valioso cau-
Fin let-iica1i.n rplphr6 mic n i i n r i a s rnn ~1 Esni-
ritu Santo, y la muchacha frIvola supo, en una noche
de honda oraci6n en el Sepulcro Santo, el secret0 pa-
roroso que se compra con dolor y m8s dolor. . .
Bajo las apariencias materiales, se me revel6
otra vida profunda de suprema verdad y belleza, en
que todo v i a e de atrhs y va muy lejos. . . camino del
infinito. . . Tenia horror a1 sufrimiento, per0 hice no
s6 qu6 p c t o de misteriosas transacciones con las fuer-
zas divinas, para ser modelada en pena de amor y
nunca en desengafio o en traici6n, por vaciedad de
coraz6n o avaricia de la vida.. .
Eubo condicibn en el trato, o sea, contralo; y
yo sabia desde entonces que se respetaria la excepci6n
que yo pusiera ex1i la prueba. Esperaba - jeso si! -
que tardase mucho en venir el dolor, que me cobra-
--- & LCL W, rrluy L d d 2 . . . >- con piedzd divina . . . Que-
..--I- A^.

ria vivirlo todo y sufri:-lo todo, siempre por amor,


nunca por odio.. .
No h i g112ero~2en la d&diva. Exigia para mi
aque!!o mi mo qcie era incapaz de pigar.. .
El cam5nigo me trajo el recuerdo de la honda vi-
da vivida en inedio de mis bromas. de mis cucku-
Eletas y excursiones misticas por 10s santuarios de
I 3riente.

-1 .
aome ,,
en aqueira 1. ..
Miraba entonces, de lejos, a don Ramiro, gozhn-
,-
cigna ieaiaaa, 3 .
t2n ajena a *la impre-
.
si6n que producia. . .
Record6 a Joaquin mi visita aquella noche que
estaba tan estropeado por las patas del caballo habe,
a su regreso de Samaria, y yo traje la memoria del se-
villano enjugjndose el sudor de la frente, que a juzgar
por su abatimiento y quejumbres parecia sudor de
sangre. . . Y tamMn record6 a ((Don Martinez,, con
la bien cortada cotana madrilefia hecha jirones.. , To-
dos venian maltrechos y cariacontecidos. , ,
RNTRE nos SIGLOS 935

Joaquin dijo:
- Debes confesarle a1 sefior canhigo - como a
penitenciario que es - para que te absuelva, 10s bue-
nos deseos que has tenido de quemar a 10s frailes
espafiioles.
Don Ramiro se reia con estremecimiento de todo
el cuerpo.. . Comprendia mi impresibn.. . No me
juzgaba por palabras, como me sucede con 10s sacer-
dotes de mi tierra.
- Toledo - dije - tiene gruesas cuentas pen-
dientes.
En la plaza Zocodover me asalta la visi6n horri-
ble de 10s autos de fe, con las piras de carne humana
en llamas. Me espanta la crueldad.
-lSabeUd. que el Papa no estaba de acuerdo con
Felipe II?-excus6 don Ramiro, para salvar ios fue-
ros de Roma.
-Peor a h , para la Iglesia espafiola, fuC el

todo, en el resurgimiento de Espaiia, y casi me con-


vence. . .
Los dos hombres se dieron una mirada de com-
prensih, como si estuvieran en un secret0 que yo
ignoraba y que convenia ocultarme.
-Antes de resucitar, Espaiia tendr5 que pagar
el crimen de la Inquisicih - continu6 -. Desde lue-
go, ya 10s sacerdotes son odiados.
Joaquin me apoy6.
-Nos ha rorprendido que el pueblo sea aqui
hostil a1 clero. . . En un tranvia 10s pasajeros hicie-
ron el signo de la jeftatura, tras la espalda del sa-
cerdote que entr6. . .
330 IRIS

- Las verdaderas vocaciones son escasas - dijo


Don Ramiro -, y nuestro sacerdocio, por incultura,
no ocupa el lugar que le corresponde, ni es respetado
en su magisterio.
Deseaba saber mi impresi6n de la Catedral, y
con solemnidad inquiria :
- ZHa visto Ud. la Capjlla de la Aparicibn? An-
tes venian grandes
- peregrinaciones a Toledo,. per0
- han
iisminuido en el Gitimo tiempo.
No me cabia duda que la devoci6n mermaba
y aue dentro de corto tiempo sucederia algo
Igrave.
- La sefiora - continu6 Joaquin - no parti-
. ., * . . .
cipa ae mi promnaa conviccion en el resurgimiento ae
1 . . r .

Espaiia. . . Y o estoy seguro de que este pais atraviesa


un period0 de abatimiento pasajero. . . pues la raza
conserva 10s elementos de vitalidad necesarios para
recuperar 10s valores perdidos - m8s en apariencia
que en realidad
Don Ramiro callaba.
- Voy a presentarme a1 Alcazar; deseo conocer
la Escuela Militar. Vengo de Alemania y me interesa
mucho el Ej6rcito espafiol. Traigo cartas de recomen-
daci6n.
-Bastar8 que se presente Ud., caballero, para
que lo reconozcan por nuestro. Lleva la mejor creden-
cia1 en su presencia. Los grandes de Espafia envian sus
mayorazgos a1 Ejgrcito, y en la artillerla se reune la
flor de la nobleza castellana.
Joaquin lament6 que en Chile hubieran conver-
tido la rnilicia en escuela correccional de inGtiles o de
viciosos.
- La Iglesia y el Ejgrcito necesitan de una esme-
rada selecci6n. Yo aprecio las aristocracias s610 en ese
sentido. Son indi5pencahles, para 10s altos cargos, 10s
espiritus cultivados y escogido;.
Pronto vino la mom trayendo el chocolate. Don
-Kamiro
. .tomaDa una toctacla ue , ..
1 . ,
mzcocnwo, que nun-
( Precisaba agi-
1 1, tendientes a

qUc cl ULdLwLllw llw cG u G l l I r i l l l ~ u ~ c Ldmino a la bo-


ca.. .
Record6 Joaquin el gran poder que en 10s pasados
tiempos tuvieron 10s fraiks en Toledo. Eran seEores
de horca y cvchiila.
La voz de don Rxnir!

joaquin, ya con acenxo pro,ewm-. pin u o n Larios!


Per0 por la fuprza propia de la razz E! pueklo est%
Siirnidn o
,U.LIIIU"
n nrnfi'l;nda
_AI p L b 2 L U . d . A 'b""IUbLU'U ,
i o - n r a r c i a x r la
L.A
n n h ' e v a v" Ii "v"o d ~ c -
II"lJI~UU U".,

(:uidada de sus de?xres. Mantienen campos incuitos y


IZrandes extensionea de terreno reservado a cacerias.
1Eso no puede continuar.. .
- Loa deaastres han traido gran postraci6n -
:onsinti6 el canhigo-; la p6rdida de Filipinas y
le Cuba.. .
Su rostro se contrajo.
- Miremos at&; 10s moros expulsados y 10s tur-
:os vencjdos - continuci <<El )),

Yo salt&:
538 IRIS

- No lamenten la dominaci6n hrabe, pues hizo


lo mhs hermoso de Espafia; a ti mismo te encuentro
tip0 iirabe! - lance a Joaquin.
- Sir1 duda, han enriquecido la raza y el pais -
asinti6 doIn Ramiro.
..__ f L-.... 1--
L---
- Toaas esas jugarrcias que Awvr riact: Lras la3
? - - --.I_- I _ _ -

bicocas de 10s curas y que llevaras en tu pangre - dijs


a <El)> -, ju-garretashechas en otras generaciones por
cruce de Arabes con cristianos.. . jte han aventaja-
do.. . !
Me volvi a1
-Me refiei _ - i en
Chile tiemn tan oprimidas a las mujeres, que hasta
respiran sacramentalmente . . .
-Esos elementos judios y Arabes de la razz no
permitirim - continub Joaquin -, ni tampoco 10s car-
listas, que siga la estagnacih. . .
-iDecadencia!-protest6 don Ramiro, con energia.
-i Vendrh un cambio radical!- augur6 Joaquin-.
Ni tampoco serh como el que mi mujer supone que yo
espero, sin0 una renovacih espiritual, en el sentido
de cristianismo. . . Los templos tienen aqui un lujo
pagano, y la devocibn misma es sensual. El fanatismo
prevalece sobre la fe. Todo eso debe reformarse.. .
Don Ramiro hacia reticencias complacientes a
Joaquin. No estaba muy de acuerdo en que el cult0
cat6lico fuese menos brillante.
-jBien debe la criatura rendir la riqueza de la
tierra en homenaje a su criador!
Yo, mistica, aAadi que tal vez cuando la Igle-
sia volviese a la desnudez de las catacumbas, recobra-
rfa la fe y el amor de 10s cristiaAlvu
lnnc n r i r n i t i v "".
yrrrAl. cI
nc
.( ..
ENTRE DBS SIGEGS 339

Don Ramiro no aceptaba que se negase a Dios el


culto magnifico que se le debe. Canhigo de la Pri-
mada, enamorado de su Catedral como de la novia
que no tuvo, se apartaba de nuestro idealismo reli-
gioso, puramente espiritual.
En esta conversacih me convenci de que
Joaquin creia en una resurrecci6n espiritual de Es-
paiia. . . Nos encontrhbamos de acuerdo en esa idea,
y tambibn en su temor de que fuese con guerra reli-
giosa y que corriese mucha sangre de hermanos. Dada
la violencia y la crueldad de la raza, seria espantosa
una guerra. . . Me detenia el vue10 de estas imagina-
ciones la aparente holgazaneria que yo le atribuia a1
pueblo, a base de sensualismo y quietud moruna, que
tambi6n complicaba el fatalism0 oriental.. .
- Suceda lo que suceda, don Ramiro,- dije yo -
este pueblo es romAntico y prefiere la vida del coraz6n
ydel alma, aun a comer; con ese idealismo si510 sub-
sistirii.
- :CiPrtn - rliin Tnaniiin - n n n niiiintp cipm-
pre vencerii a Sancho!
- cQu6 sabe Ud. de Cardemil? - pregunt6 el
canhigo.
- Qued6 en Paris, sin tener contra quien com-
batir. Sus iras neurastenicas lo impulsan a esos vio-
lentos deseos de quemar a 10s monarcas espaiioles.
Don Ramiro, desde la primera disputa, se habia
enterado de que estaba enfermo.
Nos regal6 dos gruesos vol6menes de su filtima
obra: KEgipto y Asiria resucitados~.Pasamos a su
escritorio. Nos dedic6 un libro a cada uno.
940 IClB

Diviso un retrato a1 61eo, de un sacerdote muy


guapo, que hasta me pareci6 Cardenal por el traje.. .
Don Ramiro, que me observaba con el rahillo del
ojo, respondi6 a mi muda pregunta:
- Ese es su servidor.
iQu6 transformaci6n! iC6mo crecia en su casa!
iQu6 aureola de grandeza lo circundaba en su rinc6n
moruno!
Considerado
~- Don
- - Ramiro
- . como simple mortal,
en un navio trances, donde ~ O Sespafioles son menos-
I -

1preciados y siendo 61 mismo modesksimo, ajeno a apa-

riencias, que tan bien cotizan ellos, tuvo lugar secun-

grinos fueron presentados en la audiencia pontificia, a1


besapi6s del Papa, 61, sin hacer ruido, obtuvo, por su
propia cuenta, audiencia privada.
Nos mostr6 su casa. Precioso el patio brabe, a
cuyo fondo se encuentra el aZji6e: pocito moruno,

beber en jicaras de greda.


Trinan avecitas en las enramadas, huelen capi-
tosamente claveles y jazmines y en el surtidor de azu-

Nos despedimos de Don Ramiro.


- LHasta cubndo? - dije yo.
- Hasta el cielo - respondi6 -; yo estoy viejo
ENTRE DOS SIGLOS 341

distante, me llega la grata nueva de la inmortalidad


castellana. Si decae la raza en Espaiia, florece mag-
nifica en otras tierras. . . dolnde quiz& son mBs nece-
:--
1-- -2.-L-.-l-- *--ii:-:--*
b a r l a b l a b v u Luum LL dUlLIuLldleS.
- i Y yo, don Ramiro, - protest6 - no le he
-.,----
tra:rln ninnfin rpmdn T I P-.. mi
---*".----.
tierra?
- jVamos! Que no es bueno exigir confesiones.
Yo la creia francesa -. dijo a Joaquin, con gravedad-
en 10s primeros dias de la navegacih; pero francesa
del San Germh, pues a 10s mismos franceses alela-
ba con sus dichos.. . S610 despuCs la conoci como
nuestra y muy nuestra, en la firmeza y en la hondu-
ra de la creencia. No respeia el traje eclesihstico,
es verdad, per0 si la unci6n sacerdotal.
Quedamos citados para el cielo.
- La Gnica cita que no falla es la del otro mun-
do, donde, para que sea cielo, precisaria que no entra-
sen 10s tontos. . . - agregu6 - ya que hasta un mal-
vado es susceptible de ser iluminado por la gracia,
per0 a 10s tontos no les queda mBs que el camino del
Limbo.
Salimos complacidos de este hogar toledano.
-Ya ves que, segGn el canhigo, mi nobleza se
apareja con la tuya, pues si eres castellano authtico,
yo aparezco francesa del Faubourg San GermBn, como
dijo don Ramiro. Esas impresiones valen, porque se
reciben a primera vista.

Siendo tan complicadas las calles de Toledo, que,


como expres6 el canhigo, decir no basta, encarg6 a la
doncella que nos acompafiase.
342

Ya en la calle observamos la frescura de la mucha-


cha, de bier, cortada caruza y ojos vivarachos. Llevaba
el cabello onckrlado con arte. Admir6 la gracia y des-
treza que suponia su arreglo, y me respond% :iPues, vea
Ud., con las tenacillas se doman todas las rebeldias!
De la rancia casona de un can6nigo salia aquella
carita de manzana, con cabeza fin de sizcle.
Tr-otinaba con piececitos menudos y bien apri-
sioiiados en zapaticos relucientes.
- Chica, iya tendras novio? - preguntamos.
- Ca . . . dice Ud. bien: jnovio!, es lo finico que da
Toledo, jpues marido nadie espera, como que cambian
tan pronto las guarniciones! Las rnozas nos quedamos
viudas, sin sacramento. . . Y despuks que se mar-
chan 10s novios, en el lzrgo duelo llega calladita la
solteria y no resta mits que meterse monja. . . La que
logra novio, mire, ya es algo, pues Madrid envia re-
mesas de niiias que ni novio han conocido y que lle-
nan 10s huecos vacios, de conventos en que las mon-
jas se mtleren dementes de pur0 viejas.. .
iCuadr0 horripilante, que explicaba la cuidada
compostura de la niiia!
Tendria, del amor, ese aroma de flor que es el
noviazgo. . . - un noviazgo imaginario, sin mas pa-
norama que tres primaveras, para fomentar la duke
ilusibn. . . que se sabe fugaz desde el comienzo.. .
Mujeres que no conocerfin de amor mfis que la m&
sica, bella canci6n que promete eternidad en un beso.
Le deseamos a la chica un noviazgo que le dejara me-
jor recuerdo que la misma realidad.
~

- iQ'J-6 tristel- dije a1 ver!a a1ejarse.- iNifias sin


mas lote que la memoria de un cadete que nunca vol-
leiices que aqueiias qut: 11u Luvierun novio, o que en el
matrimonio sin amor, no les cup0 ni ilusi6n pasajera!
AI pasar por e1 comercio -pues hay tiendas en To-
ledo, y con vidrieras -, notanos que las mercaderias
son de filtima clase, y de articulos s610 de primera nece-
sidad. La Gnica industria que florece es de laminas de
acero - hojas de espadas, flexibles como cintas: (<Me
doblo, per0 no me quiebro., industria que tambikn deja-
ron 10s moros, continuaci6n de las espadas de Damasco.
Tierra de guerreros, posee fabricas de armas blan-
cas, primorosamente cinceladas, en dibujos obY ccuros.
Estas espada s, puiiales y cuchillos, famosos en la anti-
.* Fnhr:”&nAnPn
guedad, siguell ~ ~ ~ l l CII Tnl,.rl#-.
nn
~ L~u ~
-7
~ ~~ y;uu
~U
..-.--
r.n.-.nt:t
w~l l~~ Lc~ L U y ~ I l
]a nohilisima industria aue DerDetfia la tradicibn de Ia
I

ermita de la Virgen del Valle- santuario que, suspen-


dido en las rocas, queda en la otra empinada ribera del
Tajo. Baj6 por un precioso camino que conduce a1
Puente de Alcant~arav aue domina la vasta Pxtensihn
de la campiiia.
Molesta and ar sola en Espaiia. Todos 10s hombres
- a echarflores,
se sienten con de:recho . en sabrosos dicha,
..
rachos, y mas afin a las lorasteras, cuyo azre traiciona-
y alimenta la curioeidad de 10s ociosos, en un pueblo
donde 20 sucede nada d s d e 10s remotos siglos pasados.
Los hombres del pueblo, parados en grupos, miran,
se sonrien y dicen cosas que no me gustaria oir.
El Puente de Alcsntara es tan noble como el de
San Martin - digno p6rtico de la ciudad antigua.
Una viejita tienesu venta a1 lado exterior, sin m5s
poFesibn que el piso en que est5 sentada. Vende cas-
taiias, peras y meloces. Junto a ella se alza un brasero
alto, como estufa para asar castaiias; un tordo en jaula
y una caturra parada en su hombro, suman sus bienes.
No se cansa de referir habilidades de p5jaros.
-Ayer cuando pasaron 10s cadetes, la caturra
enton6 la Marcha Real.
Hacia cuadro la venta, con cachivaches y paja-
rracos, junto a la adusta arcada del puente moruno.
En la pendiente de la montaiia, se alza un gran
castillo feudal abandonado, proclamando tristemente
el fin de su gpoca.
Segfin las voces que vengo tomando, el santua-
rio que busco se halla muy lejos. Unas lavanderas que
e s t h tendiendo ropas, me indican que debo subir la
montaiia y seguir el camino que encontrarg arriba.
- iNo tiene Ud. miedo de ir sola tan lejos?
Me da recelo.
El paisaje mezcla el salvajismo rudo de la indoma-
ble naturaleza caetellana con la poesia del Medio Evo,
en el abandonado castillo o fortaleza de §an Servando.
El rio, verdadero Tajo profundo, ahierto en el
hondor de las rocas, se escurre elitre 10s murallones
de las montaiiias. Estos aspectm bra-.ios, recios, me
deleitan. Corresponden a a!go grande que llevo aden-
vez nunca tenga empieo en mi viaa ae esw. tiempo
chato, que transclarre mon6tono, pequeiio y encajado
en el fEtrreo circulo de conveniencias mezquinas.
La Edad Media me cautivaba cuando era
muchacha y vegetaba bajo la adusta torre de la Ca-
tedral de mi pueblo. §us horas me sonaban vacias y
sClo las campanas volaban con mis ensuefios. . .
T

les, de peregrinos y trovadores, me embellecian 10s


tardos dias, que ao marcaban ningtln suceso. En el
Medio Evo se vivia, y ahora el mundo, y Espaiia, se
dejan a.dormecer, sin mAs ambicibn, en 10s pueblos vi-
vos, que el progreso material.
Sigo mi excursih a la Ermita. Me gusta el pere-
grinaje, la aventura, la plegaria en un santuario nuevo,
pintoresco y desconocido.. . como si a ciertos sitios
estuvieran vinculadas gracias especiales, que conquis-
ta la intrepidez y el cansancio del caminante.
El campo que recorro es solitario y triste. S610 se
escuchan,
cscuchan, en la limpidez del aire, las campanitas de
,,.h-=,.., -..- L.-,.-z-- I71 ,:1,:.,
I,.-
10s rebafios que pastorean entre
-,.,.+n-,.,..- ,..-c-,. 1,-
las brefias. El silencio,
hondo, picado por el tintineo de las cabras, dispone a
escuchar las hondas voces del a h a , que apaga~elbu-
llicio de las ciudades. . .
Avanzando descubro la manada. Me sorprende
que el rebafio EO est6 agrupado, pues cada cabra, ais-
lada en un risco, guarda altiva independencia.
Signo de raza es, que ni las bestias, y afin hem-
L
,, --.-.---,.-,..-:---- P - - + : l l - T .. -,..l--.-L:-y:-A:AA..-
UL cia, S C d l l gl Cgdl la> CII L d b L l l l d . L d bUIJe1Uld l l l U l V 1UU4-
lidad ha saltado las espccies. iNoble ticrra de libertad
indestructible! iCreo en tu supervivencia!
Dos Siglos-23
346 IRIS

Me sent6 sobre unas piedras, en sitio donde una


mirada recoge la visi6n del rio, del antiguo castillo y
de la orgullosa Toledo - ciudad que ensefi6 a1 mundo
el Honor, sin el cual no vale la pena de vivir, y el he-
roismo que arraiga en verdades y amores eternos.
MAS all& del Puente de Alchntara se extienden
campos alegres, en suaves colinas de blandos contor-
nos. Contrasta esta gracia amable con el atrevimien-
to y violencia del rio, corriendo entre precipicios y
rocas escarpadas, a1 pie de orgullosas montafias.
Una lavandera se me acerca:
- Podria acornpaiiarla, si da Ud. el pan de hoy a
mis hijos.
Vestia con pobre limpieza y de sus orejas colgaban
unos arm roios. excesivamente largos.
~~ ~
. , <

Las sencillas conversii Ciones me extraen el alma


de 10s sitios.
- Soy casada-contir 16.a-y tengo tres chicos.. .
V caho TTrl
A yuuu
. - . ..
s e 6 m - a o1 traDajo ae uno solo no tira
vu., mi yu--v.u,
para cuatro. Se les pone un Dingo, para que no vayan
en huarreria y se vean c2
Entiendo el sentido, pr;lu ulgu la3 paraulaa pul
primera vez.
- Y eso, lqu6 no cuesta? El trabajo escasea en
mY-l.-l-. l - - .._.._
iuieao; IUS ricus Lienen _.__
sus A: L ~ ~--,-
poszoies, per0. guaraan
.
.1 I
IUS
~ l - -

duros o traen forasteros para la labranza de la tie-


rra.. . y ha quedao desnudo y sin pan el pobrerio
de este pueblo.
- iEstA viejo Toledo!
- Si, seiiorita, muy estropeao; nadie levanta lo
que cae; murall6n que viene abajo, casa que se de-
rrumba; alli queda . . . iNo hay con que parar lo desmo-
ENTRE DOS SIGLOS 347

ronao. . . ! Si no tengo todos 10s nifios que dehiera, es


porque estuve malita siete aiios, y ahora - iDios san-
to! -, tres meses demor6 en creerlo . . . jviene otro an-
gelito! Enferma no estuve m&sque cinco dias, en que
devolvia todo y nada me paraba en el estbmago, per0
despu6s comiy trabaj6 tambi&,para el angelitonuevo...
iBendita providencia!, digo, comparando su mal
con el mio, que sufro nueve meses embarcada en na-
vi0 de Tormenlo, Fin abordar en playa alguna, hasta
el tremendo dia apocaliptico, en que el &,gel que
traemos a1 mundo, entra en la opaca luz de esta tierra,
para conocer la espesura de la carne, la flaqueza humana
y Ias traiciones del corazh.
Bajo con la lavandera; la tarde avanza. To-
maban el Cltimo ray0 de sol, con Ias cabezas cubiertas
por paiiuelos de color, la vieja madre y el anciano Ia-
briego, cuidando ropas tendidas en las rocas.

Ya diviso a 10s maldecidos guardias civiles, esta-


cionados frente a1 nobilisimo arc0 de piedra que pre-
cede al Puente de Alchtara.
Tcdavia conservo rencor por 10s centimos que
cobraron a !a nifia. Los miro con aire de desafio .
Los dos guardias avanzan y me cierran el paso. Me
a.rmo para la Delea, y ellos, muy entonados, me gritan:
- Di, chica, {no paga el Impuesto Real toda esa
gracia que entra hoy en Castilla?
Me desarmaron, convirtihdome el vinagre en
miel, con rapidisima transicih, provista como estoy
de ambas materias. Urgia el tiempo; no hered6 Chile
la viveza de Espafia. Dibuje mi m5s duke sonrisa:
-- I
I--- ----
---I _--. -__--
---^^--, --_-- ---- ..-.
- Hace falta en Castilla sal de tierra nueva, con
que alifiar la ranciedad . . . y soy yo ahora la que recau-
do el Impuesto Real. . .
- Bien te decia yo - dijo un guardia a1 otr-:
i&a es la chica que contrabandea en sal!
Llevaba una aventurilla para contarle a Joa-
quin, que solia humillarme probandome que en mis
solitarias excursiones me creaba disgustos por exceso
d y falta de protector.. .
)s encuentro un chico:
f ram&,Madam a?
Me sonrio. . .
- Llu pidin, M ~ s ?

Joaquin llega del Alcfizar. Le pareci6 de excelen-


--
tP
I-
rxlirlxl
---*--- --1 nprsnnnl
e IV-I-__-_.I----YI-CIY ~ ---------------
1.m r a d ~ t ~ n. :p rtmwpn 2 1 2 ~
mejores
nejores casas y mombres espaiiioles. Tienen prestancia,
<arb0 y desenvoltura; son francos, cordiales y listos
garbo
m a la replica. . .
para
Algunas farnilias de cadetes viven en Toledo para
acompafiar a. .-...,.
.,.l\mnn"n, t.::-e e
,
.
+
.,
:
, A,...",
sus hijos, mientras duran 1-, ,-.-
10s cursos en
,..*.-c.nm

la Escuela.
- iQu6 te pareci6 la tecnica rnilitar, 10s armamen-
tos y la ensefianza, en comparaci6n con Alemania?
Guarda un silencio en que creo descubrir que
Espafia retarda en conocimientos de arrnas y m6todos
modernos.. .
ENTRE DOS SIGLOS 349

Como todos 10s silenciosos, Joaquin es huidizo.


Sabe que el mutism0 sunk indiscreciones Y- aue - el si-
lencio aventaja a la palabra, comunicando s610 lo que
el oyente penetra. . . Insisto.
- 2Has perdido, acaso, tu esperanza en la raza,
_ _ . _ _- . _
a1 cunocer a ius caueiesr7 i.m.
_-_I I. ...___. .,
1 ernes que esra generacion
L-

no responda a1 pasado de Espafia?


- Este no es un pais militar - me responde-, ni
la guerra est5 en las posibilidades actuales, como para
Alemania, pero guardan el espiritu racial. Llegada la
hora, combatirh como deben. La aristocracia no ha
soltado el Ejkrcito - pecado nuestro, que pagaremos
car0 en el porvenir.. . En toda Europa la nobleza va
a1 Ejkrcito, y es una honra, mientras que en Chile la
carrera militar supoile mozos incapaces. {Recuerdas
que en Austria toda la familia contribuye a mante-
ner con lujo en su puesto militar al hijo o a1 hermano?
Habiamos conocido, en Viena, hasta damas no-
bles. relacionadas c m la Corte. aue tomaban Duestos
de institutrices en famiiias extranjeras acaudaladas,
para costear 10s uniformes, 10s caballos y las cuentas
declubes y diversiones de sus deEdos milicianos. Si
la aristocracia no se sacrifica For el servicio de su pais,
iqu6 deja a 10s otros?

Sigo observandola pareja!de table d’hdte. Ese joven,


a no dudarlo, se inicia en su oficio de marido; habla a
la niiia con esa solicitud cariiiosa que tan pronto se
gasta o se pierde en el matrimonio, y cuando Joaquin
mira a la seiiora, ella enrojece. No est& ci son aise. Se
deja querer, presintiendo el fin de su breve reinado.
350 IRIS

Aqui y allh 10s hombres conquistan a la mujer de


una vez por todas.. . como quien compra un objeto,
que entra a ser de su pertenencia. Ignoran ellos y nos-
otras que el Amor se teje cada dia y que est5 hecho
de pequefiifsimos detalles.
La luna de miel es un decir sonoro. . . Parece
muy importante y no cuenta, ni tampoco el noviaz-
go. . . Son epocas que se viven a1 exterior, y en cam-
bio hay horas sin nombre ni escenario, cargadas de
destino, en que se juega la felicidad. . .

Quiero conocer el Cristo de la Luz, imagen famo-


sa en Toledo. . , Cuenta la tradicih que se le empacb
el caballo a1 Cid, frente a un muraMn, permanecien-
do clavado alli hasta que se cay6 la muralla y apare-
ci6 detrhs un Cristo, con una luz encendida. Los cris-
tianos habian tapiado la imagen, para defenderla de
las profanaciones de 10s moros; la iglesia, segGn el
guia, est5 destruida.
Otro guia interesado en sustituirlo por no divisar
en perspectiva a forastero alguno, le decia:
- iLleva a 10s sefioritos adonde te piden!
Atravesamos callejuelas indescriptibles, con in-
mundos rincones, donde termina un infect0 pasillo
que no merece nombre de calle. Imprevistos ensan-
ches forman plazoletas torcidas, de desconcertante
irregularidad, dentro de esa complicada madeja de
enredados vericuetos que las epocas han formado en
Toledo.
Seguimos 10s espesos muros de un convento-
San Juan de la Penitencia. La caducidad de aquella
ENTRE DOS SIGLOS 351

construcci6n en calle solitaria da la sensaci6n de vi-


das ancladas en tiempo muerto.
Si hasta afuera hacen iadicaciones 10s siglos
que tan sigilosamente van empujando a1 mundo,
iqu6 ser%en 10s conventos de antigua data, de reglas
medioevales, y dentro de la inmovilidad toledana?
En otros monasterios como Santo Doming0 el
Real, su sola aproximacibn me entenebrece el alma.
Son pequefios purgatorios, de desencanto, de hastio
a la vida y de miedo a la muerte, cuya sola finalidad
vinieran a buscar,en vez del suicidio, mujeres nobles,
tal vez hermosas, nacidas en gradas de trono.
Llegaron como nhufragos a playa desierta, sin es-
peranza de que nunca velero alguno, con bandera de
pais remoto, animara la desolacibn inmutable de su
mar interior. . .
Entre vna tarde a la iglesia de ese convento. Las
monjas cantaban sus viejas salmodias con voces deste-
fiidas y nasales, que semejaban ecos de eternidad, en vi-
das sin ayer y sin maiiana. En mis horas tristes reme-
mor0 esas salmodias, y me consuelo de cualquiera pena.
Record6 que se contaba en Viena la amena-
za del Emperador Francisco Josh a1 Archiduque
Rodolfo, si no se separaba de su amada: IZ y a des
couvenfs, d’od l’on ne sort jamais plus. Esas monjas
dan la impresibn de estar sepultadas en vida. Aumen-
ta mi simpatia por el Principe Heredero. Fu6 humano
que prefiriese morir con ella, que abandonarla a1 ho-
rror de un destino semejante.. . iAh!, per0 habria
seguido el romance tras las rejas, que son propicias y
aliadas a Amor. Detenido afuera, se intensifica y em-
bellece adentro.. ,
352 IRIS

En barquitas de forma cuadrada atravesamos el


Tajo. Extrafio pasaje sobre ece turbio rio, embutido
entre atrevidas y escarpadas rocas. Cerrando la deco-
racibn, aparece el Castillo de §an Servando. Pinta una
vieja estampa medioeval.
. . .Aspectos de un mundo que pas6 y que enri-
quece ahora la irnaginaci6n con el cuadro vivo de lo
que fuit.. . Me encanta vivir para atrhs y edquirir
la comprensih emocicnzda de la vida anterior a mi.
Toledo es la ciudad con mhs acentuado carActer
de itpocas, que jamhs be visto; co tan d o judio y hra-
be, sino caetellano... Aqui se corifunden y transforman
todos 10s estilos, pues cada 6Foca ha dejzdo sus mo-
numentos.
Esta parte del Tajo es grandiosa por la altura casi
perpendicular de las montafiaa que lo encajonan.
La ermita de la Virgen del Valle aparece colgada de
las rocas, encima del precipicio.
Nuestro viejo barquero time una fiIosofia que lo
hace contemporhneo de Car6n.
- jQU6 estropeado est% Toledo, mi arnigo! - le
dice Joaquin.
- iQuia, y no ha de estarlo, si es tan viejo y ya
le toca morirse!
Linda y deliciosa vista desde arriba. Abxcamos
de una mirada la confusa y apretada ciudad con sus
torres, sus inuros y sus campzniles. . . Abajo el triste
rio, 10s campos agrestes, 103 cigarrales, y en lo alto de
las rocas, la Ermita, que <<sobre loma desigual descue-
lla )).
A Joaquin le afloran siempre a 10s labio.; trozoa
del (Idilio. de NGAez de Arce, que yo menosprecia-
ENTRE 130s SSGLOS 353

ba, hasta que vine a Espaiia y senti esta atm6sfera de


1romanticism, mhs mio de sangre que el franc&. La
.-:------l:A,.A A- -:--An,. ,.
-^-._^-^ a-
V l V d ICdLIUdU Ut3 Llt3LcKs ~ d ~ l l l i iUt:
b
c-
I U U U b L d pUt:Sla
-.-L---L- - - ^ _

castellana, se me revela aqui mia propia, sin ese algo


Ide artificial o prestado que fcrzosamenie tiene para

nosotros la poesia francesa.


Las capillitas suizas escondidas entre las gracias
Idel terreno montaE;,oso y de 10s bosques alpestres, no

LUG
A,,hon
uuuau 1- ;mnrnr;Xn
ia i i i r p i ~ 3 1
A,,
u i iue G F L ~h i i i i i L u .
Cnr\
IJWII i u c v a s .*v
i-..-..nm
carecen del encanto de vieja 1eyenda, dentro de esa
a h a nacional que cada pais tic:ne y cuya penetracih
es la clave del enigma racial.
Castilla cos produce adivinacih sensible, trai-
da por la sangre misma, que nos pone en contact0
con la intensa vida pasional preterits.
Asi abandosadas e incultas, las montaiias caste-
llanas dan rt3ieve a1 pasado, y en su desoIaci6n cuentan
la historia ieroica de la tierra cansada, clue se reposa
bajo un sol de fuego.
__...
En el largu cammu.._^ cre
1-
regrew, en... . ~ . ~
q i x vultea la ---%L.- 3-

carretera, ya aproxirnhndose o alrjhndose del rio, iba


presentando Toledo diversos perfiles pintorescos, no-
bles y graves. Nada perturba alii Ia visi6n del pasado.
Ningtma moderna invasibn, de esas que rompen con
insolencia !os C U ~ ~ K Oclhsicos.
S ha venido a desfim-
rar la iisonomla toledai
A su configuracih df
se debe que ni siqaiera 10s c ~ c n e rranzir;en
s pur bus ca-
llejtlelas y sus riesgosas encrucijadas. Circula libre-
mente la escasa y empobrecida pohlaci6n y Toledo se
muestra, er, sus mmumentos, como una reina vestida
de harapos, en el abandon0 de la decrepitud.
354 IRIS

La vida es sencilla y patriarcal, 10s niiios juegan


en comparsas por las calles y las mujeres van vestidas
como en tiempo de 10s reyes. Ninguna gran ciudad
hist6rica se exhibe en tan perfecta paralizacih, tan
olvidada del tiempo y menospreciada por el avance
de 10s siglos.
Toledo, en EU desmoronamiento, tendrii siem-
pre admiradores - almas que sueiien a la sombra de
sus antiguos y blasonados arcos o que vaguen en las
penumbras de sus vetustos claustros de piedra. So-
mos aGn tantos los seres que en este fin de siglo ne-
cesitamos la poesia de 10s grandes recuerdos y la glo-
ria de 10s tiempos idos. No a todos satisfacen las co-
modidades materiales, que con tanto orgullo va ad-
quiriendo el mundo. Quedamos aiin niuchos que nos
hemos apropiado ese tormento de Pierre Loti, del si&
cle jinissant.
Las proezas y la hidalguia castellanas viven afin
en las almas.
Joaquin y yo participamos de un vag0 sen-
timiento triste, a1 imaginar que la vida espiritual y
10s valores eternos van a sufrir violenta crisis en el
siglo que viene. Hasta se me ha despertado repulsi6n
hacia 10s Estados Unidos. Son burgueses que extraen
de la vida todo el provecho humano, (Wilson y Roose-
vel t me han convertido).
Cruzanios un elegante coup6 en que venia el
Arzobispo, acompafiado de dos canhigos. Impre-
siona en Toledo aquel soberano espiritual, represen-
tante de la suma de un gran poder, que ya nadie le
disputa. . . Ninguno como el Prelado debe hallarse
tan desposeido de fueros y grandezas. Se reduce su
ENTRE: DOS SIGLOS 355

potencia a la Catedral desierta, sin oficios y sin fieles


- monument0 de un gran reino, sin Rey, sin Corte
y sin vasailos.
De calie en callej6n y de vuelta en revuelta, a
travtts de ese laberinto de vejestorios, aparece a1 fin
la plazoleta, en que la Catedral presenta su esplttndi-
da fachada.
La rigurosa unidad de su kelleza produce sensa-
ci6n de honda armonia, en ei decorden de Toledo.
Esta fachada difiere de todas las que he vistc,
y siendo menos audaz que la de Viena, puesto que en
aquttlla el campanario arranca desde el suelo, ttsta po-
see suma riqueza y elegancia. Entramos por el gran
claustro, que forma digno vestibulo a la Catedral.
Gasto intiti1 empefio en describir monumentos,
que s610 interesan por las reacciones que producen en
nosotros. Vencida por la belleza del trmplo, derrotada
en mi afhn de aprisionar la emoci6n estktica, me con-
tentark con sentir lo que me significa esta maravilla,
que corresponde a otro tiempo y a otras almas.
Su grandeza y magnificencia a esta hora de la
tarde, en que 10s vitraies dan la magia de sus luces,
a mi se me traduce en tristeza.
Presiento que estos prodigios del Arte y del
poder de la Iglesia cathlica, se despiden, ya son ana-
cr6nicos; el mundo va camino de un horrible materia-
lismo. . . y la fe sufrirh denso eclipse en las almas.
Estos grandiosos monumentos ya no responden
a la sensibilidad del alma moderna. Los misticos mi-
ramos menos para afEera y nos replegamos hacia
adentro.
356 IRIS I

iMe enternecen esos obreros an6nimos que han


construido estas maraviilas y me siento mezquina en
querer que mi nombre aparezca en un hermoso libro...!
Ellos trabajaron modestamente para su fe.. . No les
importaba que la posteridad 10s ignorase.. . . iLos
veia Dios . . . ! No contaban con la memoria de 10s hom-
bres, que en verdad nada vale y que s610 existe en el
Amor que trasciende a1 mAs all&.. .
La Iglesia, orgullosa de la Izerencia cristiana, le-
vant6 estas catedrales magnificas; 10s frailes, para ase-
gurar la integridad de la Doctrina, estabiecieron aquel
inicuo tribunal de !a Inquisicih; violaron la ccncien-
cia humana, haciendo n:&rtires de la Fe a 10s que no
se ajustaban a sus c5ncnes. Han perdido la riqueza y
el poder; la humanidad invoca en van0 a la R a z h y
no logra explicar el eterno misterio de las cosas. . .
iAd6nde vamos? No me atrevo a pensar,pero estoy
cierta que la pelabra de Cristo permanecer5, suceda
lo que suceda en e1 mundo. iSabe Dios si en esta tierra,
cuIpable de tmta iniquidad, se van a cumplir en el fu-
turo, por sahia y divina economb, 13s mayores mila-
gros de renovaci6n y de purificaci6n!
Siento, en esta tarde, que si la religi6n est5 muer-
ta, Dios est5 vivo, y buscar5 nuevas formas de co-
municaci6n con 10s hombres. Est5n gastadas las mo-
dalidades exteriores, pero el Espiritu Santo renova-
rii y crear5 nuevas viss de trasmisih, con 10s cora-
zones humanos. Tengo ui12 confianza a toda prtzcba.
Nada lograra desquiciar esta fe en 10s graves aconte-
cimientos que presiento venir . . .
ENTEE DOS SIGLOS 357

Tal vez la Iglesia se va petrificando, y necesita


de un gran terremoto que la desprenda de la materia
.
I -- h
v la m huscar
----a"__
.- . ~
.~ la esairitualidad.
-. _
-.. - ~ - ~-
~
en, m&s altas
- ~ .~~~esfe-
. ~ ~

ras.
. ..Esa confianza, de Joaquh en que la raza, con
. 7 .

la comparto en el sentido de renovaci6n religiosa.


En todo caso, EspaAa guarda, en su misma decre-
pitud, el respelo de la vida emocional, del honor y del
amor, que se va pediendo en la sociedad moderna ...
En Francia el matrimonio s610 atiende a la
conveniencia de la fzrniIia y de 10s intereses. La pasibra
es la hembra bohernia y loca que se pacea afuera y que
no encadena ningfin sacramento, mientras que hasta
en las antiguas colonias de Espafia, el Amor tiene hue-
co. . . Y no serh desterrado. . . !
Doy vuelta por la Cztedral, para grabarme en el
recuerdo este prodigio de deslumbradora riqueza. No
me detengo en detalles; busco las altas naves tenue-
mente blancas y 10s ventanales, que vierten pedre-
rias de colores, iundidos en luces de oro. El sol juega
tras de eIIos sus gIoriosas sinfoonias cromhticas.
No tengo hora. Se la pregunto a una linda dama
inglesa, que est5 arrobada por el encanto de esta ma-
ravillosa creaci6n de piedra que con soberana poten-
cia levanta el a h a y robustece nuestro ardiente an-
helo de alcanzar a Dios.
iSi! Las catedrales g6ticas son gritos del alma huQ-
fana en el mundo, irresistibles ansias de uni6n divina,
jue se yerguen en piedras labradas, transporthndonos
IT clainando con nuestro ser entero, en demanda de
-espuesta. ,.
358 INIS

Esta muda interrogaci6n de piedra se encara


a1 tremzbundo misterio suprasensible, en que se en-
vuelve el sentimiento religioso.
La majestad del templo desierto invita a1 impal-
pable M5s AM, a ese temido Infinito, de que es sim-
bolo y que sumerge y dilata el alma en abismos de

llliLL7, u\**lb&,\A--* I J A b " bU, lLiU _VU'LUUU p b . rl u LLl " i UU) -1 la*-

quietante misterio que palpita en las sornbras, nos


desprenden de la rutinaria pequefiez de la vida ordi-
naria, haciendo perceptible ese otro mundo oculto,
grande e infinito, que s6lo presentimos a trav6s de un
denso velo luminoso.
Las catedrales g6ticas revelan 10s ideales del Me-
dio Evo, 10s esfuerzos heroicoe, las gigantescas luchas
del hombre abandonado a sus fuerzas, sin amparo de
leyes ni de Estado nacional. Satisfacen tambihn la
necesidad del alma, que en la religi6n busca, m5s que
la esperanza, la saciedad de una eterna sed y la reali-
zaci6n de un supremo ideal que la vida menoscaba y
burla a diario.. .
El estilo g6tico sera siempre el estilo preferido de
10s misticos y de 10s rom5nticos. . , Va unido al gusto
por las ruinas, por la rnfisica alemana y !os amores
trsgicos.
La Catedral
laci6n con las otr d b L d L W L d l e b , I t'spv~~ut:
d Id UL'IgIId-
ci6n de (<Toledola Rita)), como &evilla la Grande)).
La de Sevilla, con su grandeza, no me impresiona
tanto como la severa vetustez de la Catedral de Viena.
La senti aterradora, inspirimdome tremebundas emo-
ENTRE DOS SIGLOS 359

ciones, aunque no me seduce con la bella opulencia de


la de 'I'oledo. Es sublime el atrevimiento de la Cate-
dral de Burgos, con aquella cfipula sostenida por cua-
tro pi12istrorres monstruosos y con rincones, como el
de la Capilla del Condestable, que de noche dan pavo-
res de ultratumba, pero carece de la suntuosa elegan-
cia quc3 la Primada ostenta a1 interior. Por dentro,
la de 7roledo supera a todas las Catedrales que co-
nozco. La fulgurante luz que vierten 10s vitrales, rom-
piendo 10s muros, luz en que predominan el or0 y el
ambar, simboliza esos golpes de iluminaci6n sobre-
natur a1 con que se desgarra la opacidad, a veces tan
densa, del materialism0 en que vivimos. . .
.Vuelvo a contemplar a Toledo por fuera. Par&
ceme, dorado ahora por el sol poniente, que le aiiade
fantast ico prestigio, una antigua galera, en que la proa
seria el Ayuntamiento, Sa-n Juan de 10s Reyes forma-
ria la Fjopa, y el mktil o palo de mesana lo levantaria
la Catt

Mi
desde t:1 Tajo, aparece a una enorme elevacih. Me
coloco bajo el puente que parte de las macizas cons-
trucciones en que se levanta y que forman su impo-
nente Iledestal.. . No es 8610 monumento; es inmen-
sa ciucladela. Sobre el muro, que continfia perpendi-
cularmc-rite el gigantesco sub-basamento en que des-
cansa, aparecen espesas copas de arboles.
El palacio-fortaleza tiene vastos jardines, ence-
rrados en la enorme construcci6n.
360 IRIS

Los muros salienks forman terrazas plenas de


&boles con espesa vegstaci6n, ante 10s pequefiiisimos
ventanales que se divisan a vertiginosa altura desde
la parte baja, en que contempjo la potencia inexpug-
nable del Alcazar de Tcledo.
En una terraza baja que da acceso a1 puente que
atraviesa el Tajo, la fortaleza presenta hermosa fa-
chada en un port6n austeramente medieval, flan-
queado por espesas torres almenadas, con el labrado
escudo herhldico a1 ceaitro.
El edificio que eacierra !as habitacjones, contiafia
la linea que hace cuei-po C Q la~ gsan portada.. . M5-s
arriba a h , ca-ona el grandioso monument0 otro
edificio cuadrado, flanqueado tarnI3i.n de torres, que
rodean espesos arboles, asclrnando sus copas sobre 10s
muros. Mirado el A!c%zar desde la parte baja, en que
me he situado, preseiita su rnajestuosa potencia de
ciudadela, palacio y jardin. . .
Impone el sentimiento de !a fucrza guerrera de
Castilla, como sirnl~oloque ,puma el ticmpo. . .
Las diversas 6p0cas en que ha sido construido, las
diferentes finalidades que ha tenid0, tsdo ha contri-
buido a darle esta vasta extensijn de tan diversos as-
pectos.
La acumulaci6n de varias destinaciones le acre-
cienta el carhcter de estahilidad secular. Se eleva
con tanta pujanza sobre el Tajo, son tan s6lidos 10s
murallones que lo cimentan y tan nobles corn0 des-
nudas las moles de piedra que lo encierran, que sobre-
coge su fuerza. Alli puede habitar un ejercito, en
cas0 de emergencia.
ENTRE DOS SIGLOS 361

Su situacibn, por un lado encima del Tajo, con


puente propio de salida, las escapadas que ofrecen
por abajo 10s subterrhneos y mazmorras sobre el mis-
mo rio, 10 hacen inexpugnable.
La capacidad que tiene de resguardo y plaza
fuerte, para el ataque y la defensa, junto con la hos-
pitalidad que dan las amplias habitaciones, con her-
rnosa vista sobre 10s cigarrales, y sus dormidos jardi-
nes, todo el cor,junto, mirads a esta hora de la tarde,
me presenta a1 Alc%zar corn0 la imagen rediviva de
Castilla Inmortal - urna de piedra, en que a la voz
del Sefior renacera el a h a de Espaiia. . .
Podev-os decir hoy, frente a este monumento,
COMO dijo Cristo sobre la tumba del amigo de Beta-
nia : j L6 zaro duerme!
§e aha en lo mhs alto de Toledo, con aquella so-
L ^-^^- --+,.-,.:- A,. ..-- ..--,.-..,. + ,.
.*--

siglos el cetro espiritual de nuestro mundo.


Su primer fundamento fui., en la ya remota
antiguedad, un Caslellzlm romano, que reemplaz6 m%s
tarde una ciudadela visigoda.
§u posicijn de altura, sobre las mAs altas
rocas del pefi6n toledano, a orillas del Tajo, que
alli corre encajonado a pique, era desde siempre la
apropiada peana de una Fortaleza visible por
doqtiiera. . .
Reviste el gran simbob de la gloria de Castilla,
donde 10s moros dejaron preciosas reliquias de su
arte maravil!oso, que aun recubiertas de cal, ccmo en
Santa Maria la Blanca, comienzan ya a reaparecer,
werced a trabzjos arqueo!6gicos.

Dos Siglos-24
- .
362 IRIS

Uno de 10s reyes Fernando y Don Alfonso el Sa-


bio convirtieron la antigua y primitiva fortaleza en
palacio.
Llegamos a un patio inmenso. No es propiamen-
te patio sino .Plaza de Armas.. Lo circundan nobles
arcadas de columnas corintias en dos pisos. Se siente
una paz casi conventual dentro de su altiva belleza. . .
Da la sensacih, en su quieta estabilidad, de un compas
de espera en la sucesi6n de 10s tiempos. . . Y sin em-
bargo, est5 habitado desde hace afios por la Escuela
Militar - 10s cadetes, que dan a la decrepita ciu-
dad bizantina, cristiana y moruna, su sola vida ac-
tual.
Ellos estremecen de amorosa vibraci6n el letargo
toledano y escriben en 10s corazones de sus mozas el
poema idilico - pr6logo de amor sin continuidad, en
que permanecen envueltas como en un sudario. . .
Las j6venes castellanas estSln condenadas a cono-
cer s610 las primicias de amor, en un apuesto cadete,
que ser5 pronto llevado a Madrid, en donde har&ma-
trimonio, segiln su rango. . . Toledo no ser&en sus vi-
das mas que el indispensable idilio.
Durante las Guerras de Sucesibn, comenz6 a cum-
plirse el tritgico ((devenir, del Alchzar. . . Ha sido que-
mado muchas veces. Despues de uno de esos incen-
dios, lo restaur6 completamente el Cardenal Lorenza-
na; mSls tarde, en 1810, fu6 quemado por la invasi6n
francesa y no ha mucho, el 87, se incendi6 otra vez ca-
sualmente, estando ya ocupado por la Escuela Militar.
Es vasto el Alchzar y posee infinitas dependencias;
desde subterrheos, salas de armas, habitaciones, to-
rres almenadas, espaciosos jardines, terrazas y torre-
ENTRE DOS SIGLQS 363

cillas, que forman el palacio, la Escuela Militar, el


convento, la prisi6n y el campo de ejercicios. Todo
lo reune el grandioso monumento.. . dominando a la
orgullosa ciudad, en que alternan campanarios de igle-
sias con minaretes de mezquitas, en revuelto hacina-
miento de templos, palacios, sinagogas, encrucijadas,
claustros, conventos y ruinas.
Es tremenda la pesadumbre del estilo del AlcA-
zar, pero impone esa fuerza soberana, que ha tenido
y seguirA teniendo raz6n del tiempo, cue lo ha ultra-
jado y teiiido tantas veces con sangre y devorado
otras tantas con fuego.
Para sentir la honda emocibn de grandeza y de du-
racih, me faltaba pasearme por el patio del AlcAzar.
Domina el centro una estatua de Carlos V, mar-
cando el meridian0 de la gloria espafiola, de aquel pe-
riodo en que no se ponia nunca el sol en tierras espa-
fiolas.
De este patio arranca una hermosa escalinata,
que va a1 segundo pico, en que se completa la fila de
arcadas corintias del primero, aiiadi6ndole majestad
de tamaAo y ornamentacih.
Toledo se arruina, pero guarda su tradicih,
y en este noble AlcAzar - corazbn latente, nutrido
siempre de sangre joven, dentro de la ciudad eterna-
mente antigua y nueva - un pufiado de mcchachos
resume la g!oriosa tradicibn, manteniendo la heren-
cia sagrada de honor, en cumplimiento de la promesa
que Castilla contrajo con todos 10s CFuturos))del mun-
do, de no desmentir jam& su pasado heroico.. .
Esos jbvenes cadetes, pertenecientes a 10s mhs an-
tiguos nombres castellanos, conservadGres de. las no-
564 IRIS

bles tradiciones guerreras y caballerescas, fueron des-


de la cum destinados a1 EjQcito, y sobre aquel peiibn
guardan, como las vestales, el fuego sa-grado de una
patria pesada de g!oria. . .

Vamos a buscar la casa del Greco, all5 arriba,


cerca de Santo Tome, donde est5 su obra maestra-
<(Entierr0del Coride de Orgaz.. Es un antiguo barrio
judio, aproximado a Santa Maria la Blanca.
Infectas callejuelas, llenas de escombros, acceden
a la morada del Greco, en esta ciudad muerta, mezcla
de belleza y de miseria.
Vagamos en Toledo por entre 10s s i g h , libera-
dos del tiempo, asociados a las civilizaciones feneci-
das, descifrando la clave de 10smisterios hist6ricos. . .
La casa del Greco permanece erguida en una emi-
nencia, de cara a1 Tajo, sobre el desnudo paisaje ro-
calloso, que desean las almas ya desligadas de mate-
ria, en tenaz bGsqueda de absoluto entre las relativi-
dades y claudicaciones humanas. . .
Es un pequefio muse0 aqvella morada Clara y re-
posante, arreglada con asc6tica sencillez. Pocos mue-
bles, y todos de I? 6poca - sillones de baqueta y ob-
jetos de cobre. El nombre de Greco (griego) correspon-
de a su nacionalidad verdadera, que italianiz6 a su
paso por Venecia, de donde tambi&n cogit elegancia
pictbrica.
Sblo he visto un Cristo en cruz, creo que en e1
Louvre, alargado y deforme, de un color horrible
(color de putrefaccibn), per0 que me emocion6 por la
tragedia mistica qGe encierra. La pintura me interesa
ENTRE DOS SIGLOS 365

menos que las otras artes, except0 el cas0 de que sirva


de ev;si6n a1 EsFPritu - v a t a n a abierta sobre el
mundaI sobrenatural -, pero si no cumple esa revela-
ci6n i tidispensable que busco y me deja en la tie-
rra, sin posible elevacibn, prefiero la naturaleza,
que pr3r vivas sugerencias es espejo divino para el
misticcI.
H;asta prefiero una. buena fotogralia - mil ve-
ces m,5s fie1 transmisora de la rezlidad, que un
cuadro que s610 da armonia de colores, como festin
visual.
El arte ha de ser pu-ente entre dos mmdos-
objeto que cumple el Greco, en EU UEntierro del Conde
de Or5yam.
Lc natural y lo sobrenatural oponen alli su-3 ca-
racterk;ticas. Los dos mucc'os xusan sus diferencias,
siendo el suprasensible s610 la transfiguracibn sublime
de la rlealidad humana .
Er1 estilo y calidad de pintura es horrible el Greco,
pero cc)mo sentido mistico, creo, aun siendo tan igno-
rante, que es la ciispide a que puede alcanzar el arte
de la pintura.
S U s personajes son seres e$ spectrales, en espanto-
sos tra nces, que no tienen de humano mAs que la for-
ma; pelro de estos seres emana UIld c- ---:.-:L---7
luerza esp11~ual 3-
ue
superac:i6n a la materia, que arrebata y transporta en
vkrtigo de infinito. . . Diria Ziin que sus 43istosB en
cruz son caricaturales si no, anarorioco h a i n c11 rlofnr-
uy-uuLb"b, WUJ" "U U b L V A

maci6n, la terrible tragedii3 del hombre limitado que


se lanz:a a la divina biisqiieda.. .
YcI no s6 de anatorriias; per0 me hiere el ojo
la espaintosa deformidad de. CbLdb
^^c^- c --_-^^ _..^-- -..-
I l g U l d b , qut: IIU IJW-
366 IRIS

de ser casual, sin0 buscada por un mistico que ansia


revelar la estrechez del cuerpo en el irresistible arran-
que que impulsa a lo divino.. .
El alma est& por decirlo asi, extraida de la opa-
cidad carnal y resume la potencia individual, prendida
t a m b i h a una raza, a una clase y a un tiempo hist6-
rico.
La de€ormaci6nllega, en el Greco, a un grado de
humana inverosimilitud, que prueba, no obstante, el
derecho del artista a deformar la naturaleza pzra
acentuar la expresi6n.
Caben, sin duda, hondas posibilidades de revela-
ci6n espiritual en estas horribles deformaciones na-
turales que realiza el Greco.
Entre 10s Crucificados que he visto, hallo poemas
de dolorosa angustia. Es la desesperada evasi6n de la
carne, como de horrenda chrcel que aprisiona a1 Espi-
ritu. . . El alargamiento de esos miembros dislocados
pone un acento espiritual tan intenso, que produce
embriaguez de divina y sublime locura. . .
Estirando verticahente 10s cuerpos, trataba el
Greco de expresar la ir--sistible aspiraci6n a una an-
ticipada uni6n con Dios. Todos sus Cristos y sus Ap6s-
toles en la Pentecost& estiin ardidos por el fuego in-
terior que 10s devora. . .
El Greco nos introduce a1 inquietante y treme-
bundo misterio de la Mislica, inicihndonos en el rudo
combate de superaci6n propia, que ha de redimir a
la creatura ahogada en la carne breve, para alcanzar
el .Todo. que la solicita y de que se siente exilada. . .
Hay en estas obras, consideradas fuera de
todo tecnicismo pictbrico, algo tan alucinante como
ENTRE DO9 SIGLOS 367

real, tan fanthstico como ya presentido y que se nos


entreabre rara vez, rompiendo la tela del Tiempo en
momento de trance.
S610 en el CEntierro del Conde de Orgaz. divide
el Greco 10s dos mundos; pues en las pinturas que aho-
ra contemplo turbada, hallo la revelacih misma del
instante en que 10s dos planos pugnan por apoderar-
se de la criatura frhgil, en gigantesca lucha.
Este Arte, que atormenta nuestros sentidos,
cumple, a mi entender de mistica, su raz6n de ser, en
este Gnico caso, mejor que la mGsica - la primera de
las artes, porque nos lleva a1 mundo sin forma-, pues
el Greco nos muestra el arriesgado y temible paso que
se ofrece a1 hombre en la regi6n fronteriza de 10s dos
mundos. . .
Este gran visionario desnuda el alma humana y
nos la exhibe en el elevado proceso de <(Iniciacih>.
Su fe de creyente o su alto misticismo nos lleva
a la cima donde se libra el gran combate entre la Ma-
teria y el Espiritu - fin supremo de la vida y trance
a la santidad, o sea, el sublime drueque., por venci-
miento y martirio, de lo inferior a lo superior.
Es el Greco el comentador plhstico de Santa
Teresa y de San Juan de la Cruz, revelhndonos la
fuerza mistica espafiola. Su tentativa espiritual, esta
grave aventura realizada en el Arte, sobrepuja 10s
esfuerzos artisticos con que nos sobrecogen las cate-
drales, y en si sola nos muestra la esencia animica
de una raza superior.
Es curioso que tras el desprecio que tenia
por la pintura, siendo para mi alma mistica la menos
expresiva de las Artes, sea tambikn un Pintor quien
me entregue el alma de EzFafia, en el mcrxerrto En que
la desconozco y me inspira cu deczdencia la mayor
desconfianza.. .
Despues de haber recorrido 10s sitios mAs carga-
dos de Destino, o prefiados de significacibn, que posee
Espafia, hallo su alma y la clave de su heroismo, en la
pintura, a que me siento ajena.
Siempre he sido sensible a la naturaleza, a las
atmbsferas, a las ruinas, que suman el tiempo en rac-
courci, y ahora me hallo en una extrafia y sorpresiva
reaccidn de mi alma, producida por la menos espiri-
tual de las Artes.
No crei hallar en este m o n t h de escornbros que es
Toledo, desde 10s tiempos romanos, godos, judios, Ara-
bes y castellanos - que por sucesivas transformacio-
nes lograron hacer una ciudad, ya legendzria por su
majestad extraordinariamente triste -, el esclareci-
miento del enigma que me obsede. . . Y despuks de
recorrer a Toledo en sus monumentos, ruiiiosos o res-
taurados, vengo a hallar el a h a de Castilla en un
pintor griego - itan cierto es que el Espiritu sopla
donde quiere!
La luz me llega siempre por vias artisticas,
per0 por vez primera me penetra a traves de la pintura.
La literatura me ha sido ventana abierta en
el mundo del Espiritu, y hasta mis emociones religiosas
necesitan pasaporte de Belleza pa.ra apoderarse de
mi sensibilidad.
Despreciaba a San Pedro corn0 a1 mas rGstico y
plebeyo de 10s discipulos de JesGs; pero cay6 en mis
manos un volumen de la Drimera edici6n del “QUO
Vadis? )bar-
ue mi invencmie ceguera. 1\10 senti nunca rampoco la
atracci6n fascinante del Evangelio en predicaci6n de
Curas, por mAs elocuentes que fuesen, hasta que lei
10s textos, sin anotaciones. La desnuda palabra de
Cristo penetr6 entonces como dardo de fuego en mi
inexpugnable coraz6n.
El alma castellana me tenia hantte. Sus Cate-
z--
1 1 ._
araies me canra L-?--. 1-a 1-
Dan L ~ ~ I I ~ ut:
I~U 1uuiiv
_____I^
S , 1iub pdiduub
:-/-i-:1-, 1--:-,. ^ ^ _ ^
a a-
bes me sabian a remotas milsicas que desvanecia el
tiempo; per0 no lograba unir esta alma espaiiola mo-
derna, dormida e infantilmenie holgazana, con la
proeza de sus guerreros, el heroism0 de sus caballeros
y el noble auiiotismo
* . del ambiente. aue sabe de amor,I _

de elevaci6n y de pundonor. . .
1\Jo encontraba el ligament0 de tiempos tan varios
Y de almas tan opuestas.
IW e griego, el Greco, nezcla de bizantino e
.. . . . .. , ,
italiano, me ha unicto las hemas sueitas ae la emmo-
llada madeja en que se me revolvian el arte, la historia,
las razas y las civilizaciones. sin hallarles la unidad
sintktica en que calzan todos 10s elementos dispersos.
Me ha traid o el Greco la llave de la puerta se-
crelca, que no abrc:n 10s ojos sino el Arte.
Este pintor agrio, Aspero, brumoso y horriblemen-
te desproporcionado, que ha hecho de la forma-hom-
bre un simbolo o un estado de trance siniestro entre
dos mundos, me ha iluminado.. .
S610 por el ascetismo podemos penetrar a1 alma
de Espafia - la negra Espaiia de la Inquisicibn y de
10s tormentos. , ,
370 IRIS 1
. .

. . . Y s610 en un pais de almas torturadas de MAS


All%, de visionarios de Infinito, pudo producirse esa
sangrienta y horrible lucha entre seres acechados y
hostigados de revelaciones supraterrestres, y 10s que
aGn permanecian ciegos - 10s Inquisidores.
El Greco nos da entrada a un mundo oculto, regido
por otras leyes, donde la pasi6n se sublimiza y 10s va-
lores humanos se transmutan - mundo en que perde-
mos fondo sobre la tierra firme y el alma se mantiene
suspendida sobre abismos.. .
En esos rostros afilados, en esos ojos que traspa-
san todos 10s horizontes del mundo, se proclama la
existencia de paraisos aun inaccesibles o de tierras
de promisi6n a donde s610 alcanzaremos por renun-
ciacibn de lo positivo y violencia de conquista, en rei-
nos percibidos por aquellos audaces que rompen li-
gaduras carnales.
Esos hombres - 10s Ap6stoles de la Pentecost&,
o esos Cristos crucificados, que ya no miran ccaqui.
sino all%>>. . . arrebatados en vkrtigo de doloroso apa-
sionamiento- nos superan de tal modo en su sublime
silencio distante, que me dejan anonadada. . .
Ellos son 10s exploradores atrevidos de rutas
que avecinan cumbres de donde nosotros estamos to-
davia muy lejos. , .
El Greco nos introduce a las ardientes Moradas
de Teresa de JesGs; nos explica el apasionante dilema
de padecer o morir. Nos lleva a las luminosas obscuri-
dades de Juan de la Cruz, ensefi%ndonosel secreto de
10s heroismos-origen del desprecio a la vida, que
hace heroes, conquistadores y santos.
ENTRE DOS SIGLOS 371

El Greco pint6 esas almas que han vivido un ins-


tante de infinito y que saben lo que se oculta tras el
martirio y la muerte. Nos asocia a1 eterno secret0 de
Dios, a ese misterio que, apenas transparentado, nos
torna en superhomlsres.
Nos propone este genio, en sus figuras deforms,
estiradas y verdosas, el impulso que arrastr6 a 10s ana-
coretas a 10s desiertos, que sac6 del rnundo a 10s po-
bladores de cartujas, que hizo monjes penitentes y
religiosas sepultadas vivas en monasterios como
tumbas.
El Greco ha pintado la m$s milagrosa aventura
espiritual, que ptrede realizar el alma hurnana. . .
Todo est5 ahi. . . No buscar6 el a h a castellana
en otra parte. . . Este horror desconcertante tiene
fondo de heroica sublimidad. Esas caricaturas horri-
bles nos muestran a !os despreciadores del mundo, a
10s que, n h s all5 de las tristezas del Eclesiastks, han
divisado la gloria del ESP;;itla liberado.
El a h a de Espafia est5 en sus ascetas, en sus mis-
ticos, en 10s vdientes violadores del misterio supra-

c i h , en que culmina el alma tr5gica espafiola. Y


sin el Greco permaneceria cerrado el enigma de Cas-
tilia. . .

AI fin he encontrado, como siempre, en el


Arte, iltiminaci6n y direciivas.
Espafia se vera de cara a1 dilema teresiano: {(O
Padecer o &Iorir>>.
Todas estas ideas me han asadtado en confuso
torbellino. . . A la primera impresih obscura, sigue
un lento esclarecimier,to, que anoto rhpidamente, pues
s6 que pronto se borrar5 de mi conciencia. La luz se
apagarh en mi alma, hasta parecerme, cuando releo
mis pAginas, que estos procesos me eon extra5os.
Mi razbn de escribir ha sido siempre acuciada
por la necesidad imperiosa de encerrar estas emocio-
nes fugitivas, de que no soy dueiia y que pasan por mi
y me abandonan.
No tengo otra manera de fijar las luces errantes
que me enciende el arte y de incorporarlas a mi vida,
que dejando su d6bil reflejo en mis cuadernos. Ea luz
-0 sea, las ideas en que se suma la emocibn- no
hace carne y sangre conmigo. Me traspasa y me deja en
sombra.
Joaquin, en cambio, lleva la luz adentro. Es luz
61 mismo - luz que no parpadea ni se eclipsa. e E i B
es lhmpara, y yo soy reflector.
Veo la luz, trato de acapararla; per0 jen va-
no!; me quedo siempre a obscuras. Logro sblo ana-
lizar las emociones; 61 las vive; son su ser mismo, y no
puede expresar, como yo, lo que le es propio y I'leva
adentro tan unido a si mismo, que no tiene conciencia
de poseerlo. La luz alumbra, per0 no a1 que la lleva
consigo. . .
Me interesa saber c6mo se ha elaborado en su
conciencia esa honda persuasibn sobre el resurgimien-
to de Castilla, corazbn y alma de Espafia.
S6 'que no sacar6 nada en claro. . . Es de esca-
sas palabras y mhs escaso de explicaciones. Su mayor
ENTRE DOS SIGLOS 373

elocuencia reside en el silencio, y hasta se da en ejem-


plo sin quererlo y sin saberlo.
- Me ha impresionado mucho el Greco -le digo,
a1 pasarnos el mozo las eternas merluzas fritas en
aceite, que me repelen-. Es espantosamente interesan-
te, pero tan desagradable, en cuanto obra de Ar-
te, como estas merluzas que me daAan s610 de sen-
tirlas.
- En el Arte buscamos complacencia, y el Greco
me produce la repugnancia de aIgo monstruoso que
encierra la vida. . . y de que la obra artistica nos li-
bera. . .
-i§i! Estoy de acuerdo contigo; pero hay una
sublime belleza de fealdad. aue nos transDarenta el
I _

Espiritu, y es eso lo que me cautiva en el Greco.


-Tenemos ya de sobra con vivirlo.
- (CreerBs que este loco genial me da raz6n de
1[a fe que t6 guardas a Espafia?
Me mira, con esos ojos de fina ironia, tan beIIos
. . . . ._ - -
en su lumbre, cual si sus pupilas guardasen iuz de sol
sin ocasos.. .
-iA ti te encumbra la imaginacih!
-Si supieras, hijo mio, qu6 desprovista soy de
esa cualidad que me regalas con excesiva generosidad
y que voy, mano tendida, mendigando en caminos.. .
Y o nunca pvedo imaginar una intriga de novela;
estoy a merced de las limosnas que me quieren
dar.. .
-T6 llamas imaginaci6n a1 don de inventar, y
yo te dig0 que vives encendida de emociones que,
sin razonamiento ni pie en la realidad, te arrasiran
Iejos.. .
374 IRIS

- Si. Eso es cierto. Acepto. . . U ahora quiero


saber en qui: fundas tu fe en esa resurreccih espal?o!a
de que est& tan seguro.
- EE que es un pueblo que siempre ha vivido de
altos ideals, de sentimientos generoxos. . . For ser
raza que ha logrado espiritualidcrd y que la ha im-
puesto. . .
- Empiezo a entender; pues, es lo mismo que a
mi, tan poco razonabk, tan incapaz de discuiir, como
dices tfi, me ha revelado el Greco.
- No te digo que seas incapaz de raciocinar, sip0
que eres di:bil en las discusiones, hasta con gentes mu-
cho menos capaces que t6, porqixe fuera del terreno
imaginativo o emocional, no pones pie en tierra firm?.
- Ya te he confeszdo que r o soy roble, con rai-
ces, como t6, sino ave, y por eco me encuentras tan
voluble e inconstante.
Me miraba con tierna compasih, hallhdome
sequramente desvalida y demasiado sensible para el
combate, para el que .;El. naci6 aguerrido.
-Volvamos a nuestro punto de partida. Repito
mi pregunta: iEn quit fundas tu gran fe en que Es-
paiia volvera a imponerse a1 milndo?
- Pues en lo que te dije, en que vive o vivi6 de
10s valores eternocj, y por eso seguir5 viviendo. El
heroism0 de la raza est% cimentac'o en una (<Fez.
;Crees que es posible despreciar la vida, sin firme
creencia en la inmortalidad, ni el sacrificio de un bien,
ENTRE DOS SIGLOS 375

- Ya lo veo, tfi te sientes caFtellano. . .


- Me siento finicamente hijo de mis padres, que
han vi.,rido en esos seratimientos.
- Nunca me explico tu excesiva modestia, que se
escuda siempre en 10s padres. Convhcete de que eres
e.hasta. buen mozo; no te digo desde.. . . donde se
empieza la cuenta.. . pues ie ofenderia la enumerz-
ci6n. . .
-No soy modesto, soy justo. Y si doy tanta
importmcia a la raza, es porque s6 lo que he recibido
de mis padres. . . Todos 10s sacrifiicios y rer uqciamien-
tos que c:llos se hail impuesto, son fuerzas transmitidas
con la sisngrg misma, aparte del ejemplo, de la edu-
cacihn, (le la atm6sfera san2, etc.
-J el haberlas mantenido y desarrollado, es tu
..
esfuerzo propio. . . y te vi'ile a ti!
- 7 'a1 vez; pero siem;pre tfi pareces atribuirnos a
mi padrc:y a mi vn orgullo insensato en la raza.. .
Te equilrocas; a1 tratar de- -_--?. -- --c-..,. - 1, ?.--
l d b d b , IN I W K I U d la MII-

gre, que opera hasta en 10s anjmales - icu8nto m5s


dar5 en 10s hombres? No se trata de alcurnia, de ran-
go, ni dc2 nombres, sino de sangre, como suena-que
es purez,a, tradicibn, estimulo, represi6n y tempera-
mento. 13n el campo mismo, entre nuestros inquili-
nos, mi Iladre hacia esas distinciones: &e es de buena
sangre; iiqu6l es peligroso . . . Si la que fu6 noble y sana
sangre se estanca ahora en dinero y en nombres, o
decae y ;e corrompe, no Bace a1 cas0 que te sostengo. ..

Fu6 L, ILAIIUUIIILIIL" ui, L"Ii,U" UII "u..JC~D*YyIIY

roman0 -- simicnte del pasado con que la poderosa


376

civilizacih latina se ha transmitido a norotros. Esa c6-


lula inicial, en que del grano podrid3 del paganism0
brot6 url cristiznismo de amor, a h se conserva en
Castilla. Est5 sepultada entre las ruinas Arabes,
judias y bizanhas, obscarecida en un catolicismo ru-
tinario y eeco . . . per0 siguiendo la eterna ley de trans-
m u t a c h , prepara obxuramente su futura eclosi6n.
2Volverh a ser, Castilla, forjadora de caballeros, de he-
roes, de misticos, de artistas y de santos? 2Reedificarh
el derruido Castiilo Espiritual - crisol de nuestra ci-
vilizaci6n cccidental-para transmitir a1 porvenir su
c6digo de honor y su antorcha de iuz sobrenatural? Si,
lo creo. Castilla probar5 a1 mundo venal, egoista y
cruel, que si todo pasa, devorado por el Tiempo, per-
nianece el Evangelio de Cristo. Ninguna catiistrofe
desquiciarh !os fundamentos en que re desarrolla la vi-
da. La simiente sepultada bajo 10s escombros de varias
civilizaciones, en el cementerio de razas aue es Toledo,
brotarii nuevamente en la divina palabra: (CAmaos
10s unos a 10s otros.. iI.0 creo con la ingenua fe de mi
fervorosa juventud!
No en van0 la Virgen, amoroso culto exclusivo
de Espada (a excepci6n haFia de la Santisima Trini-
dad), apareci6 a1 Ap6stol Santiago, en Zaragoza, de
pie sobre un pilar. NO significaria, acaso, que Espaiia
seria el Pilar cue sostendrii la pureza renovada del fu-
turo cristianiemo? Refuerza mi fe en esta pr6xima
regeneraci6n eepafiolz, la actual comprobacih de ser
la tierra en que la religi6n cristiana se ha materiali-
zado miis densamente.
iSI, sedor! YO afirmo mi creencia de que en Es-
paiia resta el filtimo Castillo Espiritual - celeste mo-
ENTRE DOS SIGLOS 377

rada de Teresa de Jesfis - , a que Cristo nos invitarh


a penetrar, si queremos alcanzar las m5s altas y divi-
nac, posibilidades ofrecidas en la tierra a1 alma hu-
mana para una rnilagrosa ascensidn.
Basta a mi fc en el gran destino de Espaba, que
!a ecloFi6n espiritual se realice en esta tierra de pa-
sidn y que elaborada aqui la regeneracih en ruda
lucha y con sangre de amor, se esparza y cunda por
todas partes, c u d la palabra de Cristo, que predicada
a pohres pescadores del mar de Galilea, fu6 escuchada
y seguida por el mundo entero.
El Espiritu EO tiene arraigo en tierra alguna;
atraviesa como el aire y sopla donde quiere. . .
Entramos ya a la filtima centena que precede 21
afio 2.000, cargado de rnisteriosos augurios, no ya de
10s Profetas hebreos, sino por obxuras predicciones casi
anhimas, venidzs de todas partes.
Tal vez entoraces toque a Espafia intervenir en
el concierto del planeta, para esa presunta venida de
Cristo en gloria y majestad, adecuada a la mayor ca-
pacidad de conocimiento adquirida por !a humani-
dad en veinte siglos de penosa bGsqueda y de rudo
a f h . Yo e:pero que esta renovacidn animica :ea trai-
da por Espafia, y me adhiero a la fe de mi comm4ero...
que se siente tan despectivamente llamado iprofeta!...

Me auedo cariacontecida y taciturna.. . La des-


preciacla literatura castellana, con sus romances de
capa y espada, que hacen de1 amor un culto y de la
mujer un altar, me est5 cautivando. . .

Dos Siglas-25
378 IRIS

Las callejas toledanas, de tan shrdida miseria, Ias


obscuras encrucijadas, 10s monumentos convertidos de
mezquitas y sinagogas en templos, no me hablan ya
lengua de decadencia, miseria ni abandono. . . Todo
entra en movimiento de ascensi6n espiritual. . .
El Tiempo, de que dispone Dios como elemento
de realizacih, deja aqui en Toledo las hondas huellas
de su paso. En esta tierra parda y dezolada que es la
llanura de Castilla, con siniestros o sangrientos cre-
pfisculos, arrebolados o tormentoFos, pinta sus mirajes
la historia, y las sucesivas ruinas de sus monumentos
esculpen las batallas con que Tiempo, principe de
este mundo, pelea con el infatigable ej6rcito de siglos,
afios, meses, dias y horas, su gran campafia renova-
dora.
Sobre este m o n t h de ruinas, en el pueblo misero
y triste, donde deambulan nifios vagabundos, o men-
. . ..-. .
digan har '
ci6n de F
No n
Muere cal
glorias fu
Ya se Io ensefiaron sus misticos; se lo pint6 el
Greco, se lo Iabraron en piedra 10s obreros an6nimos
de la Catedral, que erguida sobre el hacinamiento de
ruinas, proclama triunfante, a1 borde de este mori-
bundo siglo de opulencia, - atalaya colocado en la
frontera de 10s Tiempos-, la defensa del 6ltimo
Castillo Espiritual en que el alma recluy6 su fe cris-
tiana!
Quedarh aqui guardada la esperanza de fra-
ternidad entre 10s hijos de Dios. . .
ENTRE DOS SIGLOS 379

La pintura del Greco, Aspera, desconcertante y


espantosa, me ha reconciliado con Joaquin. Esa qui-
mera insostenible que me parecia su confianza en el
resurgimiento de este pais, se me ha explicado.
iCreo, si!, como .El., y hago mi profesibn de fe en
que la Mistica, esa zona candente de las peligrosas
elevaciones, ha llegado a ctispides cuyas visiones
extrahumanas, depositadas en el subconsciente obs-
cur0 de la raza, moverfin en tiempos venideros -sabe
Dios con qu6 poderosos impulsos - a esta raza hoy
dormida, para devolverle a1 mundo, que tiende a1 ma-
terialismo y que se torna cada vez m5s friamente so-
berbio y sensual, la pura fe en Cristo de los tiempos
primitivos.
Esa fe con que iban 10s cristianos alegres a1
martirio, y que permite arrojar la vida del cuerpo co-
mo una piltrafa a 10s perros. IS?, lo creo!; per0 pade-
cera mucho Espafia para ccrecordarx (1)que el pasado
la llama, que tiene blasones seculares y solemnes com-
promisos contraidos con el Futuro del mundo. Pade-
cera y luchar5 hasta volver a adorar a su Dios cru-
cificado para redimir el alma humana, cautiva de
la carne. . .

Todo se ha perdido en Espafia. Castilla ha muerto,


ya no tiene fe, ni dominacibn, ni fuerza, per0 le quedan

(1) Palabra que se usaba antiguamente en vez de despertar


y que recoge ese hilo de continuidad cortado por el suefio.
380 IRIS

Coraje, Amor y Pasi6n - fuertes resortes espirituales,


que en un instante sacrifican la vida humana ante
misteriosos valores eternos.
No importa que 10s gobiernos Sean malos, d6-
biles 10s hombres; que las almas est6n ciegas; que el
mundo progrese vertiginosamente, ni que el avance
se detenga en 10s Pirineos.. . En Espaiia se har5 re-
serva de ideal, de honor, de violencia y de pasibn.
Y cuando en el planeta, devastado de odio,
de concupiscencia y de egoismo, se extingan Ias Glti-
mas fuerzas divinas, sonar5 otra vez en Castilla la
hora de repicar las altas campanas enmudecidas de
sus torres legendarias, para agrupar, en torno de una
Bandera Nueva, lo que recte de Fe, de Pureza y de
Amor en el naufragio del mundo - crepcsculo de 10s
dioses, ((Gotler dommerung~ wagneriano.
Sobrevivir5 entonces sobre la ruina - lo que
nunca muere- el Espiritu Universal, que ninguna
civilizacih encaden6, soplando sobre el caos tene-
broso - donde y como quiera - la santa libertad de
10s Hijos de Dios, de que Amor es base y ciispide.
El placer de viajar espiritualmente con mi esposo,
me ha inducido a este trabajo. Su visi6n tan anticipa-
da de la hora actual, inspirada por su fe viva en ia ex-
celencia de Castilla, me decidi6 a publicar este
trozo de mi Diario intirno. El ha expresado su inven-
cible confianza en esa raza

De casta mora y de blasbn latino.

No Cree en la potencia futura de Espafia ccmo


pafs guerrero, conquistador ni colonizador. . . Confia
en el resurgimiento espiritual de 10s valores eternos
que el alma viene a desarrollar en la tierra.
Conquistas y descubrimientos pertenecen a1 pa-
sado. Los hombres ya domaron y poseyeron el suelo.
El mundo est5 ahora dividido, repartido, y alerta cada
pais a adquirir nuevas posesiones, haciendo ley el po-
deroso a1 ditbil.
382 IRIS

En esta prosperidad traida por la industria y la


ciencia, la tierra ha sido vencida por el hombre, que
se la ha apropiado con su esforzada labor.
El a v i h , el telefono y las maquinarias han acor-
tad0 distancias y disminuido el trabajo. Estos valio-
sos aportes y las comodidades consiguientes, han su-
primido hasta dolor y esfuerzo. . .
Tras de conquistarlo todo, el hombre se ha per-
dido a si mismo, anulando 10s mits preciados y divinos
dones. Ha trocado colaboracih, que es uni6n, por
competencia, que es separacih, amor por sensualidad,
abnegaci6n por egoismo, y hasta diplomacia por comer-
cio.
Reina la burguesia
idealism0 en materialisi
El sentimiento religioso de vida eterna, se ha tro-
cad0 por ambici6n de bajos goces inmediatos, procu-
rados y logrados con odiosa cupidez.
La mujer ha sido, como siempre, victima de esta
nueva evoluci6n de valores. Ha ganado en derechos,
se ha cotizado a si misma, cesando su oprobiosa es-
clavitud, per0 ha perdido el coraz6n del hombre, y su
oscura per0 penetrante fuerza espiritual, de alta do-
minaci6n.
Antes la mujer tenia altar y recibia culto. Hoy,
convertida en crcamarada,, s610 inspira deseos y es ex-
plotada. Ya el hombre no trabaja para ella, sino que
exige su colaboraci6n en la lucha por la vida. Hasta
se hace pagar la pasi6n que inspira, por el trabajo con
que ella lo ayuda.
Personalmente la mujer ha ganado en si misma.
Ya no es feliz, o mejor dicho, la felicidad no forma ni
ENTRE DOS SIGLOS 383

siquiera parte de su programa de vida, pero este nue-


vo desencanto de hallar inter& donde hub0 amor, y
explotaci6n a trueque de culto, la ha desarrollado es-
piritualmente .
El varbn, sin perder su orgullosa dcminacibn, la
pone a1 servicio de sus intereses . . . per0 ya sup0 Ella
lo que el hombre actual llama Amor y que s610 es el
misero disfraz de su egoismo, pereza y sensualidad.
Esta lecci6n le ha sido provechosa.
Con la p6rdida del Amor, el mundo ha suprimido
su motor primordial. Surgieron las fuerzas telfiricas,
10s demonios encarnados, y la scciedad humana va a1
abismo, disgregada por el odio, que es tan muerte como
el amor es vida.. .

. . . Espafia conquistb la tierra y ahora reconquis-


tar%el alma humana, perdida y errabunda por sendas
torcidas.
2Volverfi Castilla a imponer la supremacia de 10s
valores espirituales que estableci6 con su civiliza-
cih?
Verdad que lo hizo a sangre y fuego, porque era
ruda el alma antigua.
El materialism0 imperante ha destruido casi has-
ta la noci6n del cristianismo; y 10s mejores entre 10s
hombres, a1 servir sus intereses, se lisonjean de estar
sirviendo a Cristo.
En este doloroso martirio, Espafia ha de forjar
el alma nueva, el neocristianismo, a base de amor
y sacrificio, afiadiendo el acervo espiritual de veinte
siglos de oscuridad, de dolor y de lucha.
334

Las verdades eternas que predic6 JesGs son aho-


ra susceptibles de mhs elevada comprens%n, y esta
aima humana que ha peregrinado durante siglos, su-
friente, esclavizada, oprimida y desorientada, escucha-
rh ahora, mhs Clara y resonante en todos 10s Ambitos,
la voz del Espiritu.
Un obispo chileno asegur6, en un discurso, que si
Cristo volviera a1 mundo, no tendria nada nuevo que
decir. Felizmente todo seria nuevo en sefitido de
comprensi6n, pues lo que acept6 una humaridad cie-
ga, grosera y oscurecida por pasiones brutales, y bajo
la sola ley de justicia, hoy lo comprenderia, en
su profundo alcance, otra humanidad traspzsada de
dolores, herida en mil combates, desengafiada de
sus falsos idolos, humillada y sangrante de derro-
tas.. .

Me hallo desorientada. Es turbia la hora, os-


cura la noche, sin anuncio de amanecida pr6xi-
ma.. .
. . . Busco afanosamente angustiada mi brtijula
ante 10s horizontes cerrados. Observo en redcr por si
acaso diviso mi Bandera. Vivo en acecho del Ejitrcito
en que debo enrolarme, y no reconozco en parte algu-
na a mi Jefe. . .!
. . . Hallo a veces almas salitarias, hermanas
mias, per0 no hacernos grupo, faltas de eco para
atraer a otros carninantes 1perdidos en el desierto
gris. . .
He encontrado tambi6n tilgunos sodadores enar-
decidos de amor a._ la doliente
--. ~... humanidad. §on perso-
ENTRE DO8 SIGLOB 385

nas a quienes su credo les roba todo, sin darles nada.


Para ellos la Idea comunista no es conauista. sino
despo.jo.
nl e alucinaron con miraje cristiano de amor, pero
ellos I$610 reconocen en el hombre la parte humana,
sin apiadarse del ser espiritual - ese eterno exilado de
todas lac tierrac ryuv
c*uL'Luu, u..__vI_ la breve Pnvnltiira
- 1 1 1 ~ enriihre
A- y-yIu -I,v_-- A-.

Y este Amor sin promesa de inmortalidad no


me satisface. Necesito proIongaci6n y permanencia
para reconocer un plan divino.
Djgo como Pedro: C i T i i sblo, Sefior, tienes pa-
labras de vida eterna!. Ningfin Ideal n;le seduce sin
la credencizl del TiemPo, esa nueva forma con que en
esta 6poca de derrumbes nos solicita Dios, sefialando
en 10s sistemas caducos la carencia de su firma.
Mi iinica oraci6n es: B: Venga a nos tu Reino. iY
ese Reino del Sefior no me lo promete ninguno de 10s
bandos en lucha!
Mi Dios no se anuncia todavia.
Vendrh desde muy alto, per0 aparecerh quiz&
entre 10s humildes, ya que 10s valores espirituales se
trastruecan dentro de la dil.rina economia.
Aparecerh tal vez en gl oria espiritual, despojadc1
de materia, en ese esplendor que no soportarian loS
ojos carnales de sus groseros discipulos.
De todas mis esperanaas, .",. ,-L,ln,
T I
a1ulc;Iua y
AnnnnAn
Uc~q-J~~U-

nes, sblo deduzco, en la contienda actual. clue Dor


ahora: .jYo no telzgo

iCuiintas veces, en esta sombria epoca, ne envl-


diado a 10s apcistoles de JesGs, que no tuvieron enigma
386 IRIS

por descifrar! Se les present6 un claro dilema. De un


lado la podredumbre del Imperio romano, el corrom-
pido sacerdocio de Israel, que perdiera hasta el sen-
tido de la Ley mosaica, guardando s610 la letra muerta,
y del otro lado Cristo con su luz divina, su palabra de
vida eterna, su amor y su misericordia infinita.
$3nosotros tuvi6semos tan despejado horizonte,
nos arrojariamos sin vacilacih a1 martirio por nuestra
fe! iY con qu6 ganancia! En vez de morir oscura-
mente en nuestro lecho, entre la enfermera cruel o el
m6dico inescrupuloso, pinchados por agujas inyec-
tadoras de venenos, que prolongan la vida como el
latigazo a1 animal agotado, irnos por el sacrificio vo-
luntario, triunfalmente, a1 encuentro de 10s seres ama-
dos, en el sen0 de Dios.

senti mas exacemaua que I ~ U I ~ pur


C ~ la eiecciu~iuei
nuevo Congreso. En ningdn partido lograba mi con-
ciencia hallar ubicaci6n a1 sufragio electoral de nues- '
tros inquilinos. La ley otorga voto a ellos, que leen
apenas letras muertas, y me lo niega a mi, que escribo,
no ya con tinta sino con ideas y sentimientos.
En la conquista de 10s Derechos del Hombre, la
mujer qued6 excluida de la humanidad. Es la prueba
mayor que de su egoism0 ha dado el Am0 del Mundo.
(No ahora, que es Satan&.)
Ninguna asociacih politica contenia mi credo
religioso. Consult6 a un amigo eminente, quien me
aconsei6 buscar hombres v mescindir de partidos. Un
ENTRE DOS SIGLOS 387

noble sacerdote me recomend6 a un mozo nacido


como fresco brotecillo, en tronco viejo y carco-
mido

X . . . consuitada la primera, me habl6 en imh-


genes. Dijome: Veo el mundo dividido en dos ban-
dos; 10s fariseos que se escudan en Cristo para defen-
derse del robo y del asesinato que temen; y en el otro
bando descubro seres humildes y desorientados, que
capitanean hordas infernales. Entre ambos bandos,
se va abriendo un abismo mhs y m5s hondo de incom-
prensi6n y de odio. Cada dia esthn mhs separados y
enfurecidos 10s combatientes.. .
. . .De ese oscuro abismo surgirh una lucecilla d6bil
a1 principio, refulgente despues, que se elevarh m8s y
mhs alta, hasta que su lumbre de sol ponga en trans-
parencia la miseria de todos. En el resplandor de ese
fuego han de consumirse, para que resucite el ele-
m(
loc

MaraFhn, en su discurso pronunciado en el Pen


Club de Paris, ilama a Unamuno Profeta de la Es-
paiia Nueva.
En este cas0 el concept0 de Profeta est5 mo-
dernamente aplicado a cada escritor de la altura y ca-
lidad de Unamuno, por su gran poder de iluminaci6n.
El escritor o el artista, en su subconsciente pozo
de sabiduria, encuentra la visi6n y la directiva del
porvenir. Debe guiar a 10s demhs dirigiendo su piuma
388 IRIS

en pos del viento: Go on the wind (titulo de un libro


femenino, que est5 siendo famoso) o sea, la corriente
vital nihs elevada. El artista debe descubrir, en la con-
fusidn de la tormenta y en el estrkpito del hurachn,
la divina voz. . .
Dice Marafidn, en el aludido discurso, refirikndose
a Unamuno, recikn desaparecido: (<El,Profeta busca
la paz y enciende el odio. Ni en uno ni en otro bacdo
lo pueden comprender. Unos y otros dicen que les ha
hecho traicibn, y es cierto, porque el Profeta sirve a la
verdad, y para Ccserla fieb hay que trzicionar a 10s que
no saben conocerla )>.
Esta filtima frase me ha impresionado profunda-
mente. Nuestra verdad, siempre traiciona la verdad
de 10s que se hallan en otro grado de conciencia o que
no se han cortado una verdad a su medida, o sea, en
relacidn a la luz espiritual que poseen.
El escritor, ademhs, manifiesta si verdad en be-
Ileza, es deck, limpia de manchas, desnuda, cristalina
y sublimada - icaliz resplandeciente, elevado en
alto, y rebosante de vida transmutada en Espiritu,
cual oblaci6n suprema!

Una tarde sali en el campo, con sol puesto, a ca-


minar con 10s cuatro chicos d r o s ) > . Fuimos a un bos-
quecito encerrado entre rio y montafiia. Estaba oscuro
alli, entre la sombra de 10s &-boles,que iluminaba con
fulgor siniestro de incendio una gran fogata.
Mis ojos miopes distinguieron a1 fin, en torno de
tablones apoyados en piedras, sobre el suelo, una
ENTRE DOS SIGLOS 389

multitud de gente, que seguia una comilona empezada


en la mafiana. Tambi6n descubri un cami6n y un auto.
La llamarada se levantaba muy alta y amenazaba
incendiar el bosque. Mis nervios se encresparon. .. per0
buscando en mi voz su mas duke registro, indagu6:
- i c o n qu6 permiso han entrado aqui?
-No necesitamos permiso-contest6una voz agria.
- Esta es propiedad particular, y hay una puer-
ta - afiadi.
- Eso es lo que Uds., ricos, llaman propiedad.
iEl rob0 de la tierra!
Yo iba a decir la tonteria de siempre: La tierra
pertenece a1 que la trabaja; per0 me retuve, y agregu6
secamente:
-No voy a discutir principios con Uds.; s610
les ordeno apagar ese fuego, que va a quemar el bos-
que, que Uds. no han plantado, y que partan inme-
diatamente.
No tenia para dominar m&sque mi voz, el bast6n
y cuatro nifios ternblorosos. . . Invoau6 a mi esposo.
Me siento m5s escudada por EI, desde all%,que en el
mundo. Antes necesitaba SIXpresencia sensible y aho-
ra lo llevo cocrnigo y es m%spoderoso que nunca. Re-
cord6 tambi6n que me decja: cEl pueblo es cobarde;
aun cmndo el Patrdn avanza con intrepidez y dere-
chura a1 peligro, ellos retroceden. No hay que con-
fundir las bravatas y crueld-ades que cometen bzjo
la accidn del alcohol, con el coraje de que carecen..
Justamente, el licor era el terrible enemigo que tenia
a1 frente. . . Pas6 un muchacho a cabzllo: Ap6ate
y echa a esa gente, y si no pedes, 10s arrojar6 yo con
este palo, as5 mujer y vieja, para vergiienza tuya!
390 IRIS

Ante mi resoluci6n, las mujeres, conocedoras de


sus hombres, recogian tiestos y comistrajos, tratando
de apagar la fogata.
Los hombres estaban embrutecidos. Me gritaron
furiosos :
-Vieja tal por cual (aqui cabe todo el grueso
vocabulario), a ti te vamos a cortar el cogote antes
que a nadie!
- iDesgraciados! No saben Uds. el favor que me
harian, a mi, vieja, condenada a morirme en cama,
pinchada por m6dicos que en cada inyecci6n sumar6n
10s pesos con que van a engrosar la cuenta a la suce-
si6n. iY por encima de la gran miseria que me aguarda
fatalmente, me ofrecen Uds. la gloria del martirio!
- gloria nunca sofiada, por indignidad personal!
iQu6 m6s puedo aspirar que el cambio de esta horrible
vida por otra grande y hermosa, en que voy a encon-
trar a 10s mios, mientras que Uds. - ipobrecillos! -,
seguir6n padeciendo, y por el triunfo que aguardan de
la revoluci6n prbxima, srjlo habrhn cambiado de explo-
tadores?
Los hombres me escuchaban, per0 las mujeres
preparaban la partida, guardando sus tiestecitos con
premura.
- iNi eso alcanzar&, vieja cara de diablo, que te
cortemos el cogote - salt6 otro - porque de pur0
vieja te vais a morir en tu cama, con el fraile, que te
echar6 pal infierno . . . !
Lleg6 gente, y subieron a sus vehiculos, lanzando
denuestos y burlas, m6s de veinticinco personas entre
hombres, mujeres y nifios. A1 alejarse, senti la imperiosa
necesidad de descargar mi represih, en la palabra nacio-
ENTRE DQS SIGLOS 391

nal, que lleva contenida la electricidad y la fuerza de


las chleras, desprecios y atnenazas de varias genera-
cjones. iVol6 como un disparo.. .!
- Bien nos habian dicho-respondieron-que este
era fundo de frailes y tfi no sois mhs que una beata . . .
hAqui queda guardada la mhs fea palabra del Exico.
La nacional es inocentemente fuerte, per0 esta otra,
que dejo en el tintero, no la pronuncio ni la aplico
nunca a nadie. Ninguna mujer la merece en su alcance
mayor, que, para serlo, es espiritual, y en sentido ma-
terial s610 traduce miseria y fragilidad.)

AI dia siguiente de mi encuentro con 10s rojos -


asi designari: a 10s que pecan de ignorancia, hambre y
justarabia-fui a una fiesta religiosa. Frente a1 altar
el suelo era un pantano. El sacerdote estaba enojado.
- iLos comunistas del lado desbordan la ace-
quia cada vez que tengo fiesta! - exclam6.
- iQu6 es eso de 10s comunistas? - respondile-.
Son mis pequefios y tiernos hermanitos. Ayer me han
ofrecido lo que ninguno de Uds. ha osado nunca. En
vez de invitarme a1 cielo, que nos pintan a1 gusto in-
fantil, ellos me han prometido la gloria del martirio.
Si 10s sacerdotes hablan duramente de 10s her-
manos atrasados, iqu6 dejan a 10s civiles? No es digno
de Uds. que Mahatma Gandhi est6 dando en la In-
dia, con la ((noresistencia., una gran lecci6n, aunque
tan inferior a la que ensefi6 a Uds. Cristo, poni6ndo-
les en la mano esa poderosisima arma del bien contra
el mal y del amor a 10s enemigos.. .
392 IRIS

. . .is6 que cuando vuelva la espalda diriin que yo


soy comunista! Ya leo lo que piensan estas sefioras
que me rodean (yo estaba a1 centro de un numeroso
grupo que se habia congregado) . . . pues bien, confieso
que soy s61o ferviente aprendiz de cristiana. Desde que
naci camico tras el Divino Maestro, sin alcanzarlo. .$
Siempre retrocedo ante la prueba mayor que me aguar-
da. El camino de la Cruz-ihico que conduce-es un
sender0 que asciende sin cesar. Crei que para ser
cristiana bastaba el cumplimiento de 10s prereptos,
per0 ya he experimentado lo contrario. El Seiior exige
m5s y mhs. Cada grad0 de luz ee compra con muchi-
simo dolor. Creo tambih. que si 10s seudo-catblicos
conociesen a Cristo en verdad, lo aborrecerian, por
sentirlo enemigo de sus mhs caros intereses. Preten-
den que su Reino comiecce aqui. jError! Aqui la
esclavitud y el martirio, a112 la liberacih!

ConsEltamos hace a5os a un eminente espiritua-


lista.
- Maestro, ZUd. Cree en una prbxima venida de
Cristo? - le preguntamos.
- iSi! Todo lo anmcia: se estkn curripliendo 10s
tiempos de su segunda venida. No aparecerh en cuer-
PO fisico, que ya su e~carnaci6nhumana marc6, hasta
en el Cosmos. Se manifestarit en fulgurante luz, trai-
da por grandes descubrimientos cientificos, que pon-
drhn a1 hombre frente a milagros en que se le eviden-
ciarh el mundo invisible.
de experiencias para encontrar 2 Dios.
.Y mirando al joven revolucionario, con firmeze
compasiva, f i jole :
- $0 desex& Ud. el Podei para tiranizar a la
que ahora lo tiranizan a Ud., cambiando el tumo er
= . . c -.e.. . .. I . .

- ..
Querria eoncretar mis anhelns en la csnfusibn de
M a hora, fomulando las ansias difusas en el a h ,
a'rgado de odios. amenazas. temores :- cobar-
dfas.. .
Prepuntii a un gsan politico. en nuestaos pasem
por et Fosque, el programa que seguirian las derechaa
- Dehemos infundir cnnciencia. cristiana a !as
masas -- contesthe.
1 . I *.
ENTRE DOS SIGLOS 395

No agvardemos que el pueblo venga a nosotros.


Ya somos justzniente cdiados. Bajemos a su miseria.
En vez de tener el despojo y vivir a la defensiva, des-
prendimonos y renuncienos a Io su.perfluo . . . La peor
dictadura es m5s s m a y eficaz uue elucubraciones en
las nukes.

, -

mla. Es un sistema ternario.


El primer perlodo, de 10s tres que debe atravesar
la humanidad, es el perlodo del P a h , a que corres-
ponde la Creacibn (AEtiguo Testamento),
El segundo period0 pertenece a1 Hijo y consiste
en el desarrollo del alma For dolor. Es la. Crucifixi6n
del hombre, para que se enseEoree el Espiritu y domine
a la materia.
Entramos ahora a1 tercer pericdo, perteneciente
a1 Espiritu Santo, en que alcanzaremos iluminaci6n
y transfigura ci6n. Estas tres fases del desenvolvi-
miento espiritual se resumen en la uni6n de la hu-
manidad, a que todo tiende, desde la navegaci6n aQea,
que suprime fronteras, hasta la convulsi6n mundial,
que divide a 10s hombres en dos bandos furiosamente
enemigos, que por sacrificios, martirios y renuncia-
mientos unirfi Crislo, manifestado en el esplendor
de nuevas verdades y por efusi6n de Amor entre 10s
hombres.

En la oscuridad de esta hora negra que vivimos,


parkerne que cabe, dentro del lplan divino, que sea
396 IRIS

borrado el Evangelio de Cristo en 10s corazones hu-


manos, para procurar por limpieza de visi6n una cla-
ridad mayor en el resurgimiento pr6ximo.
En fuerza de haber perdido la clave de su sentido
espiritual, no nos produce ya la palabra divina el
asombro que corresponde a1 milagro permanente que
encierra. . . Y puede, o debe ser, que la humanidad
necesite de un period0 tenebroso, para descansar sus
O ~ Q S ,prepar5ndolos a la nueva y sorprendente visi6n
de un Evangelio que patentice la trascendencia de su
eterna verdad, en sentido puramente espiritual.
La Iglesia necesita ahora seguir el paso de sus
fieles retardados, que hacen la inmensa mayoria de
la grey catblica, y a1 prodxirse el desarrollo espiritual
de 10s rncis, revelar5 el Esolerisrno, que hoy es el pri-
vilegio exclusivo de 10s menos. Con sabia prudencia
maternal, la Iglesia reserva las verdades prematuras
aguardando la manifestacibn directa del Espiritu San-

dignos de conocer m5s que las verdades de que nos


apoderamos por nosotros mismos.)

La espantosa guerra fratricida ha despertado a


Espaiia de su letargo. Todos se han puesto de pie ante
una misteriosa Consigna: 10s que reclaman derechos
y 10s que mantienen privilegios.
Luchan el noble y el plebeyo; el poderoso y el in-
digente, por su tierra gloriosa, y cada uno de 10s ban-
dos busca la resurrecci6n de Espaiia segfin su conve-
niencia personal.
ENTRE DOS SIGLOS 397

Todos aman a su Patria, per0 no postrada y hu-


millada, sino fuerte y poderosa como en el pasado. . .
Y pelean furiosamente con heroico desmecio a la
vida!
I
internaciuIiai, que me pareciu, e7; yrrncbpw, ei resurgi-
miento del primitivo cristianismo. Me halag6 como es-
fuerzo de fraternidad mundial, pero no traia el arnor
de Cristo, ni esperanza de vida eterna, sino odio sa-
thnico y las bajas fuerzas desencadenadas por los
torpes instintos, que ansian desesperadamente gozar
de esta fmica existencia en que creen, por todos 10s
medios, incluso el crimen.
Proclaman la destruccih del individuo, o sea,
de las cabezas y de 10s corazones hQmar,os, para que
la humanidad se convierta en una. a a s a ciega, insen-
sible, soberbia y cruel.
En nonibre de una futma humanidad dichosa,
secaron las fuentes de que se nutre la vida espiritual.
Por alcanaar quim6rica igualdad, han suprimido la
jerarquia, que establece la relatividad de 10s valo-
res, o sea, la armonia del cuerpo social.

Cada noche n e hago un prolijo exam-efi de con-


ciencia, que acaba con esta interrogacibn, !a mhs im-
portante y actual: iTe disgusta acaso el sistema co-
munista s610 porque no te conviene y te obligaria a
cambiar de vida material? Me respond0 con leal-
tad: Seria muy hermoso el comunismo, de caridad
cristiana, de sirnplicidad y despojo de iniitiles
398 IRIS

rnaterialidades en beneficio de nuestros pr6jimos;


per0 no viene a1 frente el Rey de Amor, que es
mi DueAo y Sebor, y no creo en la verdad de
sistema ni de ideal alguno que no traiga su blanca
bandera de Paz, su abrazo de misericordia y su luz
de eternidad.

de la tierra y de sus frutos entre 10s hombres, conser-


vando siempre la indispensable jerxquia. Va com-
prendido en ella el desarrollo espiritual de cada
uno.
La nivelacih que se pretende hacer, suprimiendo
la individualidad, es absurda, porque no corresponde
a la diferenciacih animica - ilnica verdadera - y a
las diversas edades espirituales en que venimos a1
mundo las criaturas humanas. Nacernos nifios o
viejos y raras veces vivimos tan rApidamente, hasta
alcanzar pubertad, si traemos alma nueva.
La jerarquia dehe ser espiritual, para legitimar su
autoridad. No podemcs aceptar rnandato ni direcci6n
de poderosos o de caudillos politicos. La superioridad
jer6rquica basada en buena sangre, que sirve de cau-
ce a1 Espiritu, y fundada tarnbih en capacidad, in-
teligencia y bondad de corazh, es absolutamente le-
gitima. Todos aceptamos la direccih de 10s q,lie nos
son superiores, y si algo tiene de odioso la altura je-
ENTRE DOB SIGL05 399

En mi examen de conciencia descubro !a terrible


llaga que me roe. Mis prhjinzos n e son lejanos, dis-
tantes, casi enemigos. Yo am0 a 10s mios, 2 10s puros,
I--- . -.-- nnhlw fisprtps v rx-itztivos
Plpvarlns I - - - ntras. 10s
- - - - - - - - . - I . - - I - -1'0s ---
r' 7

dkbiles y corrompido IS, me repugnan.


Keyserling llam: I a1 pr6jimo inevitable vecino.
. ..
Para mi, el cas0 es peor ;el projimo se me convierte en
. . ~

feraz ailegado. Prefiero a 10s animales domksticos y


soy mAs sensible a sus padecimientos.
AI denominar asi a1 prhjjimo, no me refiero a1 pue-
blo, sencillo, bueno, hospitalario, pintoresco en su
rusticidad y digno del mayor respeto, en su
junnravria
. ~ ' L " ' U * ~ ~ I U
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L l U Y C U
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micmnc oirins
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El feroz allegado, en mi sentir, es el plebeyo
ksalmado, ruin, inconsciente, vil, repugnante en
;u lengua soez y en su traza, soberbio, cruel y
Jmovido por 10s peores instintos brutales. A ese conato
1, L--L--
ut: - --:--1 -- J-- -:-- --_-2- ---A:.-l- LA.-
I I U l I I U l C U dlllllldl ell UUb pleb, 1IU PUCUU b ~ l l t l l l UIlCl-

mano mio. Lo consider0 fruto espurio de la concupis-


cencia, nacido de la carne sin unci6n espiritual.
Se me ocurre, a veces, que son almas de condena-
dos que padecen su infierno en la tierra, destinados a
c3 tormentarnos en calidad de demonios, durante nues-

1:ro purgatorio, que sin duda alguna es el mundo ac-


1:ual, para 10s seres que han despertado. . , !
._ XT:::--l---
I V I J l l l b K Y , el
-1 -2 -I C-
~rlIllt!rUitIlBiiI.111 -I- --.-- c--
Ut: I l U C b L l d CpULd
L,,,,. -.
y
Santo segfin mis chnoces, a1 ser traicionado y vil-
mente ofendido por sus rivales, hasta hacerle un tram-
polin en el escenario para que se rompiese las piernas,
contest6 a 10s que le exigian venganza:
400 IRIS

- Ceux sont des 3auvres aaimaux en train de deve-


nir hommes.
No necesit6 ni siquiera perdonar, pues no cabe el
perdbn, que es grande, en la pequeiiez de la incons-
ciencia.
Los hombres que forman las masas ruglentes de
odio, son animales en camino a humanidad. Me asal-
ta una duda. i I r h hacia arriba? i0 caeran a1 abis-
mo?
No he olvidado que estamos en una decisivaen-
crucijada del camino.. . S610 se embarcar6n en la
quinta ronda, para paszr a la sexta sub-raza, aquellos
en quienes ha prendido fcego la chispita espiritual.. .
Para apiadarme del prBjimo necesito creer que
cada a h a es la greda blanda en que Cristo, por dolor,
va a esculpir su pasibn, estampando su divina imagen . ..
No esperemos hallar, en 10s discipulos del Seiior, figu-
ras gloriosas, sino seres humillados, torturados, in-
comprendidos y estropeados.
Me es necesario, para amar a1 prbjimo, creer que
cada criatura viviente es materia dfictil y susceptible
de modelaciBn, para el divino alfarero. Lo creo,
i&!; pepo no lo sientc, y a mi nucca me ha guiado
la cabeza sino el coraz6n. Precisa que se me trueque
la idea en sentimiento, y eso es obra de divina gracia,
que a h no soy digna de recibir. Los razonamientos,
por claros que sean, la inteligencia misma en su luz,
me parecen artificiales. S610 creo a1 Sol, qu.e ilumina
acariciando.
Necesito sentir en cada rfistico, ea la sirvienta
t o p e que golpea las puertas, o a auien se le caen de
la mano las cosas, por carencia de destreza o de tacto,
ENTRE DOS SIGLOS 401

que entiende a1 revks, tomando enseiianzas por retos,


o en el criado holgazhn que ignora el valor del tiempo
y no sabe de orden y que a mi reconvenci6n responde :
CiUd., que pasa todo el dia ociosa, sentada en el
escritorio, me viene a decir a mi que no trabajo!
iSi sintiera c6mo tengo cansados 10s brazos de secar
copas!.; por fin, en todos esos hermanitos pequeiios
que ernpiezan el camino - sender0 que nosotros te-
nemos ya recorrido -, necesito, repito, anticipar
la visi6n de la obra futura, imaginando, en el mo-
mento mismo que padecemos sus torpezas e injusti-
cias, la belleza de la escultura que Cristo, con tiempo
y dolor, realizarh en sus almas por divina operaci6n.
No de otro modo puede caber tanta mdeza y mi-
seria en nuestra sensibilidad agudizada, sufriente y
herida en 10s continuos roces de tan hsperos cc3c-
tactos.
Me han ayudado a soportar criados porros y E::le-
L.
^__^^
ueyas - 1 -- A--
alzauas, I -c
^^_^ - J - - L f l z P- -
as1 CVIIlU UacLIlvgralas esLupluas y
I__- --L(.-.. -7- ^

lin6grafosque me convertian ((intuici6n))‘en4ntenci6n x ,


y a esos verdugos de todas las horas, que nos roban
tiempo, nos complican la vida, nos confunden, distraen
del trabajo, embrollan y encolerizan hasta sacarnos
de quicio, las palabras de Cristo, con que invita a 10s
Elenidos a su Reino: - ((Venid vosotros aue me dis-
teis-de beber y me hospedasteis cuand; era pere-
gino. . .))

El invitado se sorprende de tan extraiio convite,


, *
, A - T
pues nunca encontro ai Senor Jesus en su camino por
I

la tierra.
Si lo hubikramos halladc- pensamos-, habriamos
sabido agasajarlo! Magdalena con su vas0 de alabas-
402 rms
tro pleno de frzgante b6lszmo y sus cakellos liermosos
sirviendo de toalla a 10s pies del IkJaestro, nos parece
magro obsequio a la divinidad, que presentfa.
Cristo explica entonces a1 Z ~ S O I E ~ personaje
~ X ~
que asi invita a su celestial Reino: .Lo que hicisteis
por el filtimo de estos pequeilicelos, por Mi lo hicisteis!))
Es grato y bien cornpensado servir a 10s g r a d e s
de la tierra, que pueden colrnarnos de riquezas, hono-
res y bienes terrenales.
El Sefiior se disfraza, se hace pequedito, miserable,
pobre y Ilagado, para ser amado en si mismo, o sea,
en el Dolor, m%scara humana de su divica hermo-
sura!
,. ,. . 7 .
(rulere ser aescutxerto en el ruao paaecer, que es
el desconocimiento y la humillacibn - herramientas
con que labora y pule las alrnas.
A1 pobre y a1 desvalido se les ayuda sin esperanza
de beneficio personal, a sabiendas de que no devol-
ver5n favores. . . Asimismo el Seeor quiere que lo
amernos de amor, en su carne de doliente humanidad,
sin inter& por recompensa algun:I!
..,. -,.+-,. 1..-,.,.,.-
jSefior, venga a nos tu Reino:1 n YUC W L d b I L L L C x~
amasc:n en mi y hagan carne y sangre en mi alma
egoist.a!
h a y tanla aiscancia cie mirar el Iuego uesue
T 1 1 1 . r 3 . , un
7 . -

sillbn, a1 borde de la chimenea, a quemarse siquiera


la punta de un dedo en la llama. . . Qtiiero, Dios mio,
amar a mis prbjimos, sentir hermanos mios a todos
10s que desconciertan mi ya agotado sistema ner-
vioso.. . A 10s que afin me exigen una pacieccia ago-
tada de caminar sesenta y tantos afios largos, de 6s-
pera ruta ascendente .
ENTRE DOS SIGLOS 403

(<J‘ai marche‘ si longtemps


et j e suis lasse, mes Sceurs!.

Vengo de tan lejos - de las brumas coloniales -


ii la tormenta de este siglo en que cruje la civiliza-
C:i6n y descendernos a1 caos. . .
Unos en pos de otros, van partiendo todos 10s
mios. He luchado, he sufrido, estoy cansada y no llego,
Sefior, a la caridad cristiana que resume tu divina Ley.
En las masas enfurecidas, no hallo proximidad
alguna a tu corazh. . . sino inconmensurable leja-
nia!
Tambien s6 que el camino mhs corto para llegar
a Ti, es el que pasa por el alma de nuestro peor ene-
migo. Lo s6, Sefior! Per0 no puedo vivirlo! Pronto
est5 el Espiritu, per0 la carne es flaca!
Trato de ejercitar paciencia, soportando la rude-
za, la incomprensi6n, 10s juicios torpes, las conversa-
ciones necias, las exigencias infitiles, que me roban
fuerzas, para alcanzar esta Ciencia de la Paz-stock
agotado tiempo ha en mi, junto con la alegria, la dul-
zura, la condescendencia y el buen humor de antafiio.
S610 t u palabra de vida me ha sostenido, Sefior,
en las grandes
- derrotas y en la oscura batalla de las
clolorosas miserias.
<<Enesos pequefiuelos - me respondes Ti3 - que
n -n”+:C,.-- -..A 4, ?I:, ,.
,J ,.,
.J ,.,-
,, .-- -..:
** +.<
t C l l l U l L l l l L c l l 1 , q U t : L C UILCII IlCLCUdUCb J’ d qUlCllf2.S L U

contestas en hirientes burlas que no alcanzan a tras-


pasar su espesura, estoy Yo sepultado vivo, saturando
de dolor la densidad de su carne, para que se torne fina
y traslficida del Espiritu que la anima!,
404' IRIS

S610 de repetirmelo mucho, Sefior, puede que esta


luz caiga desde mi cerebro hasta mi corazbn, que no
la vive.
iVenga a nos tu Reino! - repito a cada instante,
'
como Gnica plegaria-. Ruegote, Sefior, que esta hu-
manidad dividida en dos bandos enemigos y en que
aun 10s amigos son s6io de intereses comunes, se vincu-
le en lazo de amor, sintiendose hija tuya!

sienao mujer, que no torna en cuenta el nomtxe, por


la inferioridad sexual que le atribuye) no debe esquivar
su opinibn, por poco que valga.
Vivimos una kpoca de tinieblas y calamidades.
Necesitamos confesarnos pirblicamente y hacer pe-
riitencia de nuestros pecados, para que nos perdone
I30s.
Marquina nos dijo : c<Los intelectuales tenemos
1,a gran culpa de haber coqueteado con las izquier-
claw.
r

Yo no me senti solidaria de dicho pecado a1 escu-


I.-.?- _.._
1 -_ -.. ,1.
cnariu, p e s iu que el aesignaDa
1 ,
coqueseo,
1 i.-
na sa0 en
- * 1 - .

mi, y continca siendo, ansia de orientarme y amplia


comprensi6n de la injusticia social que vivimos.
Soy Gnica y humildemente mistica, sin estudios
ni conocimientos de ningfin gitnero. Tengo mi mente
limpia y desnuda de teorias o nuevos sistemas de or-
ganizaci6n social. La ignorancia de mi juventud con-
tinGa agravada por el acrecentamiento de la vida,
de la ciencia y de 10s nuevos problemas que se han sus-
citado.
ENTRE DOS SIGLOS 405

A trueque de esta mente en blanco de historia,


de ciencia y de libros, y de todos 10s conocimientos
modernos, tengo una sensibilidad cada vez mhs afi-
nada.
Ignoro 10s medios prhcticos de remediar 10s males
que sufro vivamente, como 10s de armonizar el capital
con el trabajo; pero, si siento la grave injusticia que
implica el ritgimen actual.
Sobra el dinero a unos y falta a otros, hasta la
absoluta miseria.. . Siemgre habrh pobres y ricos en
el mundo, pero no debe haber miserabzes, a menos que
Sean degenerados o viciosos. Increpamos duramente y
aun atribuimos la miseria de nuestro pueblo a1 alcohol,
pero debemos darle medios de reemplazarlo por una
vida mas humana y espiritual, en que se sienta hombre
libre y no bestia de carga.
Esa sizpatia que 10s artistas-siempre mhs sensi-
tivos que 10s demiis hombres - muestran a las izquier-
das, ha sido la natural compasi6n a ios que sufren y
el justo anhelo de que se les mejore su condici6n de es-
clavos, haciendo hombres conscientes de la dignidad
humana.
Durante estos afios, se me ha presionado del lado
izquierdista, para que me aliste en sus filas.
Me suponian cobardemente egoista y reter,ida
a.dem%spor familia e intereses. Me confieso libre de
toda traba. Asumo mi propia responsabilidad. Sobre
mi conciencia s610 pesa Dios.
Deseo que el dinero que mi esposo y su padre ga-
naron con esfuerzos y privaciones, y mediante una .
empresa grancle el segundo (de h a s que s610 logran 1

realizarse en sociedades anhimas y que mi suegro


406 IRIS

hizo por propia iniciativa), para fertilizar la tierra, o


sea, ambos con el sudor de su frente, ccm-o Dios mar,da,
tenga destinaci6n digna de la piedad humzna, del
amor a sus semejantes y de la afectuosa responsabili-
dad que ellos sentian para sus descendientes.
. . .Y mientras no haya en el mundo un r6girnen de
organizacibn social que en justicia pueda caberrne den-
tro del corazbn, empleare ese dinero en obras dignas de
aqukllos, que lo obtuvieron noblemente, y dentro de
10s ideales y voluntades que tendrian ahora si vi-
viesen, pues hemos de considerar el querer de 10s muer-
tos - ciertamente mAs vivos que nosotros -, no en
el pasado, sino en la actualidad que vive el mundo y
en que ellos, a no dudarlo, nos han precedido.
Me congratulo ahora mhs que nunca de ser
Mujer, para sentirme libre de todo compromiso bas-
tardo.
Guardark 10s amigos de siempre, sin distincih
de color politico; llhmense blancos o rojos, ya Sean de
bandos amigos o enemigos.
Las mujeres no hemos hecbo las leyes; ipadecemos
sus crueles injusticias! L6gico es, por eso, que en 10s
hombres podamos escoger calidad, sentirnientos y
buenas intenciones, aunque no las compartamos.
He heredado (y ciertas herencias son determi-
nantes), de mi abuela materna, preferencia por las
amistades masculinas, y entre kstas, por 10s hombres
justamente destacados, que son siempre 10s m8s com-
batidos, eficientes, calumniados y desconocidos, pues
lo mejor, o sea, lo m8s hondo y altodel alma humana,
se revela tan s610 a1 sex0 opuesto, por ley de pola-
ridad.
sas que han ueterminauo mi abstenclon mU7al ue la
lucha - Gnica que nos cabe a Ias mujeres!
No he logrado abanderizarme, por ]as razones an-
tedichas. Nunca me ha faltado el valor de confesarme,
a sabiendas de que mi sinceridad me atraer5 enemis-
tades implacahles.
Vine a1 mundo destinada a la soledad y no ha de
cambiar mi suerte en lo poco de vida que me resta.
Naci huerfana de madre, siendo hija 6nica de mujer
casi adolescente. No alcanc6 a tener hermana de san-
gre, aunque si tuve una grande de alma.
En religi6n soy solitaria - beata para Jos ateos
y herktica (palabra anticuada) o cat6lica desintegra-
da (expresi6n nueva) para 10s eclesi5sticos. Mi mis-
ticismo no tiene buena acogida en el sacerdocio.
Soy quizhs la oveja negra del cat6lico rebafio chi-
leno.
No he merecido tampoco simpatia de 10s intelec-
tuales. Me sienten ir6nica y patittica, por ignorar que
ironia y patetismo son parte del misticismo, a causa
de la fueria de contraste con que se oponen 10s dos
mundos que habitamos.
En politica soy tan solitaria como en religi6n y
en arte. Nadie me reconoce por suya. No participo,
en ninguna esfera social, de esa fuerza que da la uni6n.
. ..Mi fidelidad, ya vitalicia, a1 Alessandrismo (por
considerarlo providential, desde la recia sacudida del
afio 20, hasta este prudente comp%sde espera en que
nos halIamos), se traduce m5s propiamente por
Arturismo, o sea, afecto y admiraci6n personal a1 hom-
408, IRIS

bre, que juzgar5 la historia. Me entrego, sin temor, a1


Tiembo, en que con forcidas lineas escrike Oios sus
inapelables sentenci:
Me quedari., co!
y peor juzgada.
Mi individu2liclad crece con 10s afios y t a m b i b
mi soledad, que es su hija legjtima.
Consu6lame de esta amargura el gran Maestro de
10s solitarios disconformes - Unamuno -, a1 pro-
clamar esa gran verdad de que en la culminaci5n in-
dividuai - tanto vale decir espiritual - entramos
en la universalidad, que es comuni6n con aquello
que de m5s alto, eterno y divino contiene la huma-
nidad!
Me resigno a1 triste destino de permanecer soli-
taria, sin complacer nunca enteramente a nadie, ca-
reciendo de correligionarios y sin formar parte de EO-
ciedad alguna.
Me quedax-6 sola con mi conciencia, ante Dios!
En esta desolaci6n postrera de mi vida, me acojo
a la dulce voz de Antigona, en la tragedia griega, que
a1 cumplir su m5s alto deber de piedad humana, den-
tro del conflict0 creado en su conciencia por su tierno
coraz6n femenino, por las leyes de su patria, por la voz

Je suis vou&e Ci I'Amour,


et non pas a la haine!
..........................................
~rdndud. 030
En viaje a Toledo.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
De nuevo en C6rdoba.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 79
Toledo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295

.. 381

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