Anaxagoras Anaxágoras de C

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junio de 2006

Anaxagoras; Anaxágoras de Clazómenas (500-428 a. c.).

Se cree que estudió con Anaxímenes y con Hermótimo. Se estableció en Atenas, en donde fundó una
escuela de filosofía. Pericles, Eurípides, Arquelao y quizá Sócrates fueron discípulos suyos. Al parecer, se
le sometió a un proceso de impiedad y ateísmo, fue condenado a muerte y se retiró a Lampsaco, en donde
murió. En el Fedón, Sócrates alude críticamente sus enseñanzas.

Por lo que se refiere a sus escritos, es muy probable que escribiera un solo libro. De su tratado Sobre
naturaleza se conservan algunos fragmentos. Los fragmentos conservados abarcan unos 1.000 versos lo
que representa algo más de una octava parte de todo el original. Parece también probable que fuera muy
breve ya que, según parece, el libro podía adquirirse por un dracma, algo que implica muy poco valor
económico en la Atenas del siglo V. Y es que si la jornada de un hombre, con un trabajo poco cualificado,
era de un dracma (un carpintero o un albañil podía recibir diariamente de dos dracmas a dos dracmas y
medio); un libro que se compraba por un dracma no debía tener una extensión mayor que la que se podía
copiar a lo largo de un día.

Anaxágoras reducía la materia primordial a un número infinito de partes elementales semejantes, especie
de gérmenes cuya mezcla daría lugar a los distintos cuerpos [Aristóteles llamó homeomerías a estas partes
concebidas por Anaxágoras]. “Todo está en todo” es uno de los fragmentos conservados, el cual pone de
manifiesto la infinita pluralidad de la materia, la fuerza superior de la realidad es la inteligencia (nous), a
la que describía como una suerte de materia, la más ligera y sutil de todas, dotada de fuerza motriz y de
conocimiento, ordenadora de las revoluciones de los astros, de la circulación universal, del mundo entero.
“Al principio era el caos; después vino la inteligencia, que lo puso todo en orden”. Sus descubrimientos
científicos fueron de gran importancia: suponiendo que la luna recibía su luz del sol, dio una explicación
de los eclipses[1] bastante coherente, practicó la disección de animales, estudió anatomía cerebral y
descubrió que los peces respiran por branquias.

Ningún filósofo presocrático ha dado origen a un número mayor de discusiones o ha sido interpretado de
formas tan diferentes como Anaxágoras. Son muchos los especialistas (Taylor, Vlaston, Cornford) que
han intentado reconstruir su sistema. Conford resume el problema de su interpretación: la teoría de la
materia de Anaxágoras se basa en dos proposiciones que parecen contradictorias entre sí.

1. Por un lado, una de las proposiciones (que Cornford define como principio de homeomeridad)
establece que una substancia material, por ejemplo, un trozo de oro, consta únicamente de partes iguales
al todo, es decir, cada una de sus partes es oro y nada más que oro.

2. La otra, sin embargo, establece que hay una porción de todo en cada cosa, es decir, que un trozo de oro,
por ejemplo, lejos de contener nada más que oro, contiene también porciones infinitas que representan a
todas las substancias del mundo.

1. La herencia de Anaxágoras:

El sistema de Anaxágoras, al igual que el de Empédocles y los atomistas, es, en gran medida, una
reacción consciente contra las teorías de sus predecesores, sobre todo, de los eleatas. Acerca del principio,
Anaxágoras, acepta la exigencia de Parménides de que no puede pensarse en el nacer y el perecer de las
cosas. Parménides había escrito que el ente no fue nunca ni será, puesto que es ahora todo a la vez, uno y
continuo. También desde un principio, tal como puede observarse en el texto de Simplicio, Anaxágoras
reacciona en contra del monismo eleático. La realidad no es una sino plural, es decir, un mezcla universal
de todas las cosas que terminaría por emerger. Únicamente postulando la pluralidad es como podría
eliminarse el problema de la llegada al ser y de su destrucción. Para Anaxágoras esa pluralidad estaría
constituida por una mezcla original y uniforme que contendría tan diversos ingredientes que un
observador imaginario no habría podido percibir nada allí, salvo tal vez aire y éter.

Zenón había dirigido su argumento contra la confusión pitagórica de las unidades aritméticas y los puntos
geométricos. Según los pitagóricos, cualquier cuerpo físico constaba de un número de unidades; y puesto
que las unidades son indivisibles por definición, el número asignado a cualquier cuerpo finito es
necesariamente finito. Pero si las unidades son también puntos geométricos, el número es a la vez infinito,
puesto que el espacio geométrico es, por definición, infinitamente divisible. Es evidente que Zenón, con
sus argumentos, intentó sacar partido de esta confusión. Las consecuencias de la argumentación de Zenón
fueron diversas y, una de ellas nos conduce directamente a la filosofía de Anaxágoras y, como veremos,
también a la de los Atomistas. La primera consecuencia tiene su reflejó en la necesidad, manifestada a
partir de ahora, de tener que separar la geometría de la aritmética. La segunda hace referencia a la
distinción que comienza a hacerse entre el sólido geométrico y el cuerpo sensible, que los pitagóricos
habían confundido. La tercera está directamente relacionada con la filosofía atomista. Los atomistas,
Leucipo y Demócrito, vieron que si los cuerpos físicos no necesitan tener todas las propiedades de los
sólidos geométricos, podían eludir los dilemas de Zenón. En este contexto parece que razonaron así:
concedemos que todas las magnitudes geométricas son infinitamente divisibles y que un punto
geométrico no tiene partes o magnitud; ahora bien, nuestros átomos no son ni los puntos ni los sólidos de
la geometría, sino cuerpos compactos, que se podrían ver y tocar si tuvieran el suficiente tamaño. En
definitiva, con esta forma de razonar, los atomistas intentaban que no se confundiese (como les había
sucedido a los pitagóricos) el átomo con la unidad (matemática) y el punto (geométrico). El átomo es un
simple cuerpo físico, cuya propiedad esencial era la impenetrabilidad. Anaxágoras, por su parte, en su
reacción contra de Zenón, no siguió la línea de argumentación de los Atomistas. Va más allá y decide
afirmar que tanto el cuerpo físico, como la magnitud geométrica, eran infinitamente divisibles. Esto es lo
que parece deducirse de uno de sus textos: la materia física, al igual que la magnitud geométrica, es
infinitamente divisible; ahora bien, la materia física forma los cuerpos físicos y, puesto que éstos existen
y tienen magnitud, le debe acontecer lo mismo a la materia física. A tal materia, por mucho que se la
subdivida jamás se le puede reducir a pura nada; e incluso la más pequeña partícula imaginable deber
seguir teniendo una cierta magnitud. En consecuencia, cada cosa es, en efecto, grande y pequeña: grande
porque contiene un infinito número de partes, y pequeña porque estas partes son ellas misma de una
pequeñez infinitesimal. Anaxágoras, al parecer, adoptó esta teoría con objeto de poder responder a Zenón.
Si unimos esta respuesta a la dada a Parménides y a los otros pluralistas, Anaxágoras creía estar en
posesión de un sistema filosófico que explicaría sin caer en las contradicciones de Parménides y Zenón, el
por qué era posible el cambio y el movimiento en el universo sin necesidad de tener que pasar del ser al
no-ser. Anaxágoras no únicamente cuestiona el sistema de los eleatas (Parménides y Zenón) sino también
el de otros filósofos pluralistas anteriores a él: Anaxágoras niega, por ejemplo, que el mundo sea
únicamente el campo de batalla de elementos opuestos (Anaximandro, Heráclito o Pitágoras) ya que su
mezcla originaria contiene no únicamente los opuestos tradicionales sino también innumerables semillas
en modo alguno semejantes entre sí. Sus semillas, además, contienen muchas más cosas que las simples
cuatro raíces de todas las cosas de Empédocles.

2. La mente (nous), las semillas (spermata) y las porciones (moirai):

Anaxágoras acepta el reto de Parménides de que no se debe dar por supuesto el movimiento y el cambio
sino que éstos deben ser explicados. Con el objeto de llevar a cabo tal explicación, Anaxágoras, señala lo
siguiente:

1. Del no-ser no puede surgir el ser. Ahora bien, el ser no es uno (como decía Parménides) sino plural.

2. La pluralidad consiste en una mezcla originaria que contiene porciones infinitas de todas las cosas.
Anaxágoras las denomina como semillas (spermata).
3. Tales semillas, en principio, tienen las mismas características del ser de Parménides: son algo finito,
eterno, en la mezcla no existe el vacío y son inmóviles.

4. A partir de aquí, del mismo modo que sucedía con Empédocles, las diferencias con Parménides
comienzan a ser más evidentes. Y es que Anaxágoras no está dispuesto a negar algo tan evidente como es
la existencia del cambio y del movimiento. El cambio y el movimiento existen; de lo que se trataría es de
explicar que cuando éste surge no se produce el paso del ser al no-ser.

Para explicar el movimiento, Anaxágoras, postula la existencia de una causa eficiente ya que a partir de la
sola materia (causa material) no podría surgir el cambio. Esa causa eficiente, que pondrá en movimiento
la mezcla originaria, es la Mente (nous). Vemos como Anaxágoras sigue la misma línea que Empédocles
aunque sustituye el Amor y el Odio (fuerzas morales y psicológicas explicadas en términos corpóreos)
por la sola fuerza motriz intelectual de la Mente (nous). La Mente, igual que el Amor y el Odio, participa
en gran medida de las cualidades de un principio abstracto. Tiene el conocimiento todo sobre cada cosa y
el poder mayor; gobierna todas las cosas que tienen vida. Es la más sutil de todas las cosas y las más pura
y aunque no está mezclada con nada, no deja de estar presente allí donde hay cualquier otra cosa.
Anaxágoras, comos sus predecesores, lucha para imaginarse y describir una entidad verdaderamente
incorpórea. Sin embargo, tanto para él como para sus antecesores, el único criterio de verdad y de
realidad es la extensión en el espacio; por ello la Mente lo mismo que cualquier otra cosa, es algo
corpóreo y debe su poder y sutileza al hecho de que a pesar de su presencia en la mezcla originaria, queda
sin mezclarse. Es evidente que en la filosofía de Anaxágoras, del mismo modo que en Empédocles, se
encuentra presente un claro dualismo de materia (causa material = semillas) y Mente (causa eficiente). De
todas formas la Mente de Anaxágoras es todavía algo corpóreo y extenso. La única diferencia con la
materia se debe a su poder y a su no- contaminación con lo puramente material. Por su parte, la materia,
lejos de ser algo puro, es, desde su origen, una mezcla infinitamente divisible que contiene cualquier
forma de substancia. Existen multitud de citas que nos llevan a pensar que la Mente de Anaxágoras era
algo corpóreo. No está claro de qué manera la Mente impartía el primer movimiento rotatorio a las
semillas. De los textos parece deducirse que el área afectada por su influencia era, en principio, pequeña y
que, poco a poco, fue ampliándose. La velocidad de la rotación era inmensa y su efecto sobre la mezcla
original era muy poderosa. La consecuencia inmediata fue la progresiva separación de los elementos. Y es
que en el momento en que la rotación penetra en una nueva área, cosa que el gobierno de la Mente está
haciendo constantemente, al punto comienzan a separarse sus ingredientes. La rotación, producida por la
mente, por tanto, es la causa de la separación de los elementos, algo que conducirá a su cosmogonía.
Según Anaxágoras, después de que la Mente inicia la rotación, y, el movimiento original de la mezcla
(semillas), abandona su intervención en los procesos posteriores. A parir de ahí comienzan a obrar
únicamente factores puramente naturales. Su afirmación de que hay algunas cosas en las que la Mente
está presente (las gobierna) implica que existen otras en las que no está por lo que es necesario
imaginársela distribuida de un modo discontinuo en los seres vivos al otro lado del mundo.

En cada cosa hay una porción del todo. Para Anaxágoras en la mezcla originaria, sea cual sea el tamaño
de la misma, estarían presentes todas las cosas juntas. Al mismo tiempo, tal mezcla no sólo contendría los
opuestos tradicionales y los cuatro elementos, sino también innumerables semillas o substancias naturales
en donde, cada una de ellas, contiene porciones infinitas de todas las cosas. Es necesario determinar el
tipo de relación que existe entre lo que Anaxágoras denomina como semillas (spermata) y porción
(moirai). El sentido de la palabra porción (moirai) tiene más el significado de participación que el de
trozo o partícula. La característica principal de la porción es la de ser algo que, ni en la teoría ni en la
práctica, puede jamás de hecho alcanzarse y separarse de lo que contiene. Por mucho que se subdivida la
materia y por muy infinitesimal que sea el trozo que se obtenga, Anaxágoras, respondería que sigue
conteniendo aún un número infinito de porciones. Por eso afirma en los textos que las porciones de lo
grande y de lo pequeño contienen un número infinito de porciones. En este sentido sigue a Zenón y su
idea de la analogía del número infinito de puntos incluso en la línea más corta. En definitiva, según
Anaxágoras, incluso lo infinitesimalmente pequeño contiene una porción del todo. Pues bien, estas
porciones de todas las cosas que existen incluso en las unidades más simples, se hallan todas revueltas y
juntas en la mezcla originaria, de tal forma que, en ella, ningún objeto podía distinguirse a causa de la
pequeñez de los mismos. Hay que tener en cuenta que la tendencia de la mezcla originaria es a coagularse
formando semillas (spermata). Las semillas son ya unidades materiales que cuando se organizan de un
modo determinado dan lugar a la formación de objetos concretos. Según Anaxágoras, los objetos de la
experiencia surgirían cuando las partículas últimas (semillas) se han reunido de tal forma que en el objeto
resultante predominan las de una especie determinada. Así, por ejemplo, en la mezcla original de oro
estarían esparcidas y entremezcladas partículas de todas las clases. Lo que sucede es que en un momento
determinado las partículas del oro acaban por reunirse junto con otras partículas de manera que el objeto
visible resultante consta predominantemente de partículas de oro. Ello daría lugar a la aparición del objeto
oro tal como nos es conocido por experiencia. En definitiva, según Anaxágoras, en los objetos concretos
de la experiencia existen semillas de todas las clases; lo que ocurre es que se hallan combinadas de tal
modo que predominan las de una determinada clase. Este predominio es el que da el nombre a un objeto
determinado frente a otro. En el ejemplo que estamos analizando sería el nombre de oro; el objeto oro no
contiene únicamente las semillas (spermata) predominantes, que dan lugar a la formación del objeto, sino
que esas semillas contienen también porciones (moirai) infinitas de todas la cosas. Al señalar que cada
cosa contiene porciones infinitas de todas las cosas Anaxágoras creía resolver de modo definitivo el
dilema parmenídeo del paso del ser al no-ser en el cambio y en el movimiento. Según Parménides cuando
una cosa cambia, por ejemplo, cuando una vaca come hierba y ésta se transforma en carne, se estaría
produciendo un paso de ser al no-ser. Por ello, aunque los sentidos nos los estén mostrando, el cambio no
es más una apariencia y una ilusión. La realidad es inmóvil y los cambios son meras apariencias. Cuando
Anaxágoras defiende que en cada cosa hay una porción infinita de todas las cosas estaría, con ello,
intentado hacer frente a Parménides. Y es que si cada cosa contiene porciones infinitas, ello querría decir
de la vaca que come carne y se transforma en hierba, lo siguiente:

1. La hierba es un objeto determinado en donde predominan las semillas (spermata) que han dado lugar a
la aparición de tal objeto.

2. Ese objeto (hierba) no contiene únicamente las semillas (spermata) predominantes sino que contiene
también porciones (moira) infinitas de todas las cosas.

Ello implica que en la hierba están presentes infinitud de partículas (porciones infinitas) como podrían ser
las que se corresponden con la carne (y también con el pelo). Por lo tanto, cuando la vaca come hierba y
ésta se transforma en carne no se ha producido un paso del no-ser al ser sino simplemente la aparición de
una de las infinitas porciones que contiene la hierba.

Las semillas, (spermata) por tanto, contienen porciones (moirai) infinitas de todas las cosas. Existe una
serie de textos que nos proporcionan información sobre la composición de las semillas.

1. En uno de esos textos se afirma que las semillas tienen colores y gustos diversos con lo que habría que
deducir con toda evidencia que algunos opuestos (claro, oscuro, dulce, amargo…) eran efectivos
ingredientes de las semillas. No es de extrañar, por tanto, que Aristóteles afirme que los opuestos estaban
presentes unos en otros desde el principio en la mezcla originaria, puesto que, según Anaxágoras, los unos
procederían de los otros, es decir, si una cosa deviene caliente ello se debería a que antes ha estado fría
[argumento también recogido en el Fedón].

2. Por otro lado, existen otros textos que sugieren que las sustancias naturales estarían en el mismo plano
de igualdad que los opuestos. En este contexto cuando en los textos se dice, por ejemplo, que no puede
proceder el pelo de lo que no es pelo, ni la carne de lo que no es carne, lo que se estaría dando a entender
es que tanto el pelo y la carne, ejemplos de substancias naturales, (como los opuestos), debieron haber
estado allí desde siempre.

En definitiva, según Anaxágoras, las semillas contienen no sólo los opuestos ni las substancia naturales
solas, sino ambas conjuntamente.
Es cierto que existen dos fragmentos de la obra de Anaxágoras que dan a entender que éste consideraba a
los opuestos como elementos primarios, y, por tanto, superiores a las substancias naturales. Es muy
probable, sin embargo, que la verdadera intención de Anaxágoras, con estos fragmentos, haya sido el
ilustrar, mediante ejemplos, su teoría general de que en cada cosa hay una porción del todo. En este
contexto su extraña argumentación acerca de que la nieve debe ser realmente negra, no sea más que una
deformación tendente a vigorizar la afirmación de que hay una porción de lo negro en la nieve. Esto es lo
que hace que los opuestos parecen tener en estos textos una gran preeminencia. Sin embargo lo que el
testimonio parece sugerir es que al igual que lo caliente y lo frío no pueden ser separados uno de otro con
un corte de hacha, tampoco la carne, el pelo, el oro o cualquier otra substancia natural. En este sentido,
por tanto, ambos estarían en grado de igualdad.

¿Por qué las semillas de la mezcla originaria debían contener, según Anaxágoras, tanto las substancias
naturales como los opuestos en un número infinito?

1. La primera razón es que le permitía, tal como ya hemos indicado, el poder explicar de modo coherente
la existencia del cambio sin caer en el dilema de Parménides del paso del ser al no-ser.

2. La segunda razón estaría relacionada con Empédocles. Es evidente que Anaxágoras percibió con
claridad que el sistema de Empédocles no llega lo suficientemente lejos. Si todas las cosas constaban
únicamente de los cuatro elementos (substancias naturales): ¿cómo es posible que al conjuntarlos en
proporciones diferentes pudieran dar lugar a la aparición, por ejemplo, de la carne o de los huesos, sin
caer en el dilema del paso del ser al no-ser? La única vía para resolver este conflicto, pensó Anaxágoras,
era la de postular en cada cosa la presencia ab initio de cualquier tipo de realidad (porción) que pudiera
surgir. En este sentido los cambios que pueden acontecer en le universo son infinitos ya que cada objeto
contiene una participación o porción no solo de los opuestos sino también de cada substancia natural.
Nótese que, según Anaxágoras, la presencia de las porciones infinitas no estaría presente únicamente en la
mezcla originaria, considerada como un todo, sino también en cada semilla constitutiva.

3. Cosmogonía de Anaxágoras:

Antes de describir el contenido de la Cosmogonía de Anaxágoras es necesario hacer referencia al


problema de interpretación que presentan los textos; Existen textos que afirman que las primeras cosas
que emergen, a partir de la separación progresiva producida por la rotación en la mezcla originaria, fueron
el aire y el éter o fuego. Mientras, otros textos señalan en la mezcla original nada era visible debido a su
pequeñez exceptuando el aire y el éter que eran quienes mantenían sujetos a todas las cosas. Si ambos
textos nos transmiten verdaderamente el pensamiento de Anaxágoras: ¿Por qué entonces si el aire y el
éter estaban ya diferenciados en la mezcla original (segunda interpretación) necesitaban ser separados
(primera interpretación) cuando comienza la rotación cosmogónica? La respuesta a esta aparente
contradicción tiene solución únicamente si volvemos a tener en cuenta al diferencia que Anaxágoras
estableció entre las semillas (spermata) y las porciones (moirai).

Hemos visto que los opuestos existen bajo la forma de porciones en las semillas. Pues bien, en este
sentido, cuando los textos nos dicen que lo denso, lo húmedo, lo frío y lo oscuro vinieron a juntarse donde
ahora está la tierra, ello significa que las semillas en las que había un predominio, sobre los otros
opuestos, de lo denso y lo húmedo tendían a situarse en el centro de la rotación. En este estadio la tierra es
tierra, más que cualquier otra cosa, debido simplemente al predominio, en sus semillas constitutivas, de lo
denso y lo húmedo frente a los otros opuestos. Por otra parte, cuando se habla del éter se está haciendo
referencia a un objeto en donde lo que predominan son las semillas caracterizadas por lo raro, lo cálido y
lo seco, y, que, a su vez, contienen porciones infinitas de todas las cosas.
1. En el primer estadio de la cosmogonía las semillas que están caracterizadas por la misma combinación
de opuestos tienden a ocupar, separándose de la mezcla, su lugar natural en el cosmos.
2. Por tanto, el éter y el aire (que se dice que están diferenciados en la mezcla original) serían meros
nombres colectivos que representan respectivamente a las series de semillas más cálidas (éter) y más frías
(tierra).

3. Ambos conjuntos están presentes, desde el principio, en la mezcla aunque revueltas y en una total
confusión.

4. Posteriormente comenzarían a separarse para formar dos masas diferenciadas (cálidas -frías). De este
modo podría desaparecer la contradicción ya que el aire y el éter diferenciados de uno de los textos,
únicamente estaría haciendo referencia a la presencia de lo húmedo o lo cálido en un determinado lugar.

5. Posteriormente esas semillas (que contendrían también porciones infinitas de todas las cosas) al
mostrar su total predominio sobre las demás ocuparían su lugar en el cosmos como tierra y éter
propiamente dichos. Por supuesto, esto no quiere decir que, en el conglomerado de semillas, solo
existieran los opuestos (cálido-frío) sino que también existían todas las infinitas substancias naturales. Lo
que sucede es que, en este momento, los opuestos estarían jugando el papel que les correspondería en la
cosmogonía. ¿Por qué las semillas de lo cálido tenderían a juntarse entre sí y las semillas de lo húmedo y
lo frío también? Según Anaxágoras existiría una ley natural que implicaría que lo igual tendería, por su
propia naturaleza, hacia lo igual. Del mismo modo sería también una ley de la naturaleza el que lo pesado
tendiera a situarse en el centro y lo ligero en la periferia.

En resumen, la Cosmogonía de Anaxágoras es la siguiente:

1. El aire se solidifica en nubes.

2. De las nubes surge el agua.

3. Del agua surge la tierra y de la tierra, por último, se solidifican las piedras.

4. El éter (fuego) daría lugar a la aparición del firmamento.

Hasta aquí los opuestos son los que han cumplido su principal función. De ahora en adelante ocupan su
lugar las substancias naturales restantes con las que están mezcladas las semillas.

La causa de todo este proceso es la Mente (Nous). La Mente, sería la más tenue de todas cosas, aunque
sería algo que tiene partes y que ocuparía un lugar en el espacio. Esta afirmación le hace decir a Burnet
que Anaxágoras imaginó a la Mente como algo corpóreo. Zeller, por su parte, lo niega. Sea lo que sea, de
lo que no parece haber duda es que Anaxágoras no llegó a tener clara la diferencia entre espíritu y
materia. Además, la Mente no sería ninguna entidad creadora. La materia es eterna y la función de la
Mente es, simplemente, la de poner en movimiento rotatorio a la mezcla originaria. Este movimiento,
como ya hemos visto, comienza en una área pequeña y va ampliándose poco a poco. Por ello, Aristóteles,
afirma en la Metafísica que, aunque Anaxágoras se distinguió como un hombre juicioso entre los
intemperantes charlatanes que le precedieron, no deja de usar la Mente como un deus ex machina. Lo
mismo sucede con Sócrates el cual llega a desengañarse cuando descubre el verdadero papel de la Mente
en la cosmogonía de Anaxágoras.

4. Nutrición y crecimiento:

La base de sus ideas sobre la nutrición y el crecimiento reside en su creencia de que en todas las cosas
existe una porción del todo así como en su convicción de que lo igual tiende hacia lo igual. Teniendo
esto presente su concepción sobre la nutrición y crecimiento de los seres podría resumirse así:
Los alimentos (agua, trigo) contienen porciones infinitas de todas las cosas. Por ello, cuando se come pan
(derivado del trigo) éste se descompone en sus semillas constitutivas y puesto que son ilimitadamente
divisibles explicaría que pudiera dividirse en semillas aún más pequeñas en el proceso de digestión. Por
otro lado, aquellas semillas en las que predomina la carne, gracias a la ley de la tendencia de lo igual
hacia lo igual, tenderían a juntarse; lo mismo sucedería con las de los huesos, el pelo, etc. Al mismo
tiempo, los otros ingredientes infinitos contenidos, por ejemplo en el pan, sería irrelevantes para la
nutrición serían eliminados en su mayor parte en los procesos digestivos.

Cornford, quien analizó detalladamente los textos de Anaxágoras relacionados con la nutrición afirma que
el trigo nutre la carne y los huesos; por tanto contiene partículas de carne y hueso. No nutre, sin embargo,
a la plata o a al rubí ¿por qué, entonces, debería contener partículas suyas? En este caso -señala- no
tendría sentido afirmar que, en este caso, hay una porción de cada substancia en el pan, el trigo o
cualquier otro alimento. La afirmación sería tan gratuita como absurda. No sabemos si Anaxágoras se
planteó cuestiones como éstas. Es evidente que el intentar determinar en cada caso qué es lo que podría o
no podría proceder de una cosa, le habría supuesto a Anaxágoras una tarea sin fin. Posiblemente para no
entrar en tamaña investigación, Anaxágoras lo resolviera a través del principio una porción de todo en
todo.

5. Las homeomerías:

Muchos de los textos, llegados hasta nosotros utilizan las palabras omoiomeré o omoioméreiai
(homeomerías, es decir, cosas con partes iguales). La mayoría de tales textos proceden de Aristóteles,
Simplicio o Aecio y es muy improbable que Anaxágoras utilizara estos términos ya que parece que
denominó semillas (spermata) a lo que los comentaristas posteriores llamaron homeomerías
(omoioméreiai). Aunque Aristóteles utilizó el término respetando, en parte, el significado que Anaxágoras
había dado a sus semillas; de lo que no hay duda es que su interpretación es también causa de la gran
confusión que se creó al respecto de las semillas de Anaxágoras. Aristóteles utiliza los términos
homeomerías y homeomeré cuando:

1. Afirma que Anaxágoras consideraba como elementos primarios tanto a los opuestos como a tá
omoiomeré, es decir, las cosas con partes iguales. En este sentido se quería destacar que en las sustancias
naturales (carne, metales o cuatro elementos) cada una de sus partes son iguales al todo, es decir, algo
homogéneo. Hemos visto que esta afirmación no es en absoluto compatible con el sistema de Anaxágoras.
Por lo tanto, con esta interpretación, Aristóteles, contribuye a la confusión que siempre ha existido en
relación con la filosofía de Anaxágoras.

2. Cuando utiliza el termino homeomerías acierta totalmente al afirmar que Anaxágoras consideraba
como elementos primarios tanto a los opuestos como a las substancias naturales. En los escritos
posteriores la cosa se complica. Por ejemplo, Simplicio, que había tenido familiaridad con el libro de
Anaxágoras, y que, por tanto, es un guía seguro utiliza también en sus pasajes los términos tá omoiomeré
y omoiomépiai. El primer concepto (tá omoiomeré) lo entiende Simplicio en el sentido en que lo empleó
Aristóteles: una cosa contiene partes iguales al todo (homogeneidad). El segundo concepto
(homeomerías) suele identificarse casi siempre con las semillas. ¿Por qué las homeomerías llegaron a
identificarse con las semillas? La explicación más probable es la de que, puesto que cada semilla contiene
una porción del todo, no sólo cada semilla individual sino también todo lo que está compuesto de
semillas, contiene porciones similares.

6. Anaxágoras y los atomistas:


El problema que afronta Anaxágoras fue el mismo que afrontarán los atomistas. Tenía que explicar las
siguientes cuestiones:

1. El origen del mundo sin hacer derivar la pluralidad de una unidad originaria

2. La realidad del cambio sin admitir el paso del ser al no-ser.

3. No confundir el espacio geométrico con la materia física.

Ahora bien las soluciones dadas al problema son muy diferentes en los atomistas y Anaxágoras.

1. Anaxágoras hizo de la materia, del mismo modo que de la magnitud geométrica, algo ilimitadamente
divisible. Por su parte los atomistas sostuvieron que estaba compuesta de mínimos indivisibles.

2. Anaxágoras eliminó tanto la llegada al ser como la derivación de la pluralidad a partir de la unidad,
postulando ab initio una ilimitada variedad de substancias. Los atomistas consideraron a todas substancia
absolutamente homogénea y explicaron la variedad de los fenómenos mediante simples diferencias de
forma, tamaño, orden y posición.

7. Mundos innumerables:

Existen testimonios que llevan a pensar que Anaxágoras creyó en una pluralidad de mundos
contemporáneos. Otros, si embargo, parecen sugerir que únicamente creyó en un mundo único.

7.1. Aecio afirma que Anaxágoras sostenía que el mundo era corruptible, sugiriendo, con ello, que creía
en una sucesión de mundos; pero, como ya hemos visto en el caso de Anaximandro, Aecio se confundió
en este punto y, en otro pasaje, le clasifica, en cambio, entre los que creyeron en un único mundo.

7.2. Simplicio es, sin duda alguna, nuestro testimonio más fidedigno ya que con toda seguridad tuvo
delante las parte más importante del libro de Anaxágoras. En su Física habla en singular de la concepción
del mundo de Anaxágoras, lo que sucede es que es probable que su información se esté refiriendo a la
parte del libro que hablaba de nuestro mundo lo que no significa que no hubiera otras partes del libro en
donde hablara de otros mundos.

7.3. Cornford sugiere que cuando Anaxágoras habla de otros mundos se está refiriendo a partes distintas e
ignotas de las superficie de su propia tierra.

7.4. También Aristóteles (Física A 4 187 a 23) sostiene como prueba de que Anaxágoras hablaba de un
solo mundo. Lo que sucede es que lo que dice Aristóteles sobre esta cuestión es algo tan general e
indeterminado que tiene un valor escaso.

8. Astronomía, meteorología y biología:

Su astronomía es mucho más racional que la de sus predecesores sobre todo en lo referente a que el sol, la
luna y las estrellas son enormes piedras incandescentes. Afirmaba que el arco-iris se producía por un
reflexión del sol en las nubes. La luna recibiría su luz del sol. Diógenes Laercio y Plinio nos han
transmitido la anécdota de que Anaxágoras predijo la caída del gran meteorito que cayó en Egospotamos
en el año 467 a de Cristo. Aunque parece que es absurdo que Anaxágoras pudiera predecir tal hecho lo
que si puede ser es que ayudara a fundamentar su teoría acerca de los cuerpos celestes estaban hechos de
piedras. Según Anaxágoras la solidez de los cuerpos celestes explicaría porque pudieran ser lanzados, en
la rotación originaria, fuera de la tierra hacia el centro de la revolución cósmica. Allí ocuparían posiciones
cercanas a la periferia. Los meteoritos serían cuerpos celestes que a pesar de la velocidad de la revolución
que los mantiene en lo alto, habrían sido lanzados de nuevo a la tierra por la tendencia habitual de lo
pesado a dirigirse hacia el centro de la revolución.

Respecto a su biología, dos teorías pueden atribuirse:

1. Anaxágoras (siguiendo a Anaximandro) creía que la vida se originaba en lo húmedo y de que era
arrastrada hacia la tierra juntamente con la lluvia. Esta idea debe ser un desarrollo de la idea popular
(ejemplificada por Esquilo) de que la lluvia es el semen del Urano, mediante el cual es fertilizada Gea.
Los seres vivos abarcarían desde las plantas hasta la cumbre de la escala, es decir, el hombre. Este sería el
más sabio de los seres vivos porque tiene manos.

2. Todos los seres vivos tienen una porción de la Mente. Ésta estaría desparramada por igual a largo de la
mezcla antes de que los seres vivos nacieran, pero desde el momento en que se originó la vida comenzó a
localizarse en los seres vivos del tal modo que solo existen algunas cosa en las que está la Mente.

9. La sensación:

Anaxágoras, al igual que otros pluralistas, tuvo que aducir una explicación de la percepción. Existen tres
pasajes en donde se nos resume su concepción sobre la naturaleza de los sentidos.

1. En uno de ellos se afirma que si bien nuestros sentidos nos muestran que porciones predominan en una
cosa, no son capaces de manifestar todas las otros porciones que debe contener.

2. En otro de los textos sugiere que, a partir de lo que podemos ver, estamos capacitados para imaginar
también lo que no podemos ver.

3. Su teoría de la percepción se debió desarrollar en oposición a la de Empédocles que creía en la


percepción de lo igual por lo igual. Su noción de que la percepción de lo desigual por lo desigual
produce dolor es original y sutil.

[1] «conmemoran los griegos que […] Anaxágoras de Glazómenas vaticinó, por su conocimiento de los
saberes astronómicos, en qué días iba a caer del sol un meteorito» [Plinio el viejo. Historia natural. Libro
II].

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