Unidad I Antecedentes y Genesis de La Teoria Del Estado Ciclo II 2018
Unidad I Antecedentes y Genesis de La Teoria Del Estado Ciclo II 2018
Unidad I Antecedentes y Genesis de La Teoria Del Estado Ciclo II 2018
Unidad de Aprendizaje:
UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR En segundo lugar, desde una perspectiva histórica se abordan las
FACULTAD DE JURISPRUDENCIA Y CIENCIAS SOCIALES diversas formas de organización y dominación política que
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES precedieron al que ahora se conoce como Estado moderno, sus
CICLO II – 2018. elementos condicionantes y sus fines.
En un tercer momento, se abordan los elementos constitutivos de
TEORÍA DEL ESTADO naturaleza jurídica y política del Estado, desde aquellos de carácter
PROGRAMA DE ESTUDIO DEL CURSO. material como el territorio, pasando por las de carácter personal y
finalizando con los componentes de dominación y poder.
I- GENERALIDADES Las últimas dos unidades del curso pasan fundamentalmente por
analizar la organización institucional del Estado, sus formas de
Código de la carrera TES 112 gobierno, la administración y políticas públicas; finalizando con los
Prerrequisito. Introducción a las Ciencias retos actuales que las organizaciones estatales deben enfrentar en su
Políticas funcionamiento, así como aquellos desafíos que prospectivamente se
Número de horas por ciclo 80 horas pueden anticipar.
Número de horas teóricas 3 horas (semanales)
Número de horas prácticas 2 horas (semanales) En resumen, el presente programa pretende abordar con amplitud el
Duración de hora clase. 50 minutos tema del Estado moderno desde múltiples enfoques, lograr definir qué
Unidades valorativas. 4 U.V es esta organización jurídico política, cuáles son sus diferencias con
Identificación del ciclo Primer año, Ciclo II 2018 otras organizaciones, su naturaleza, características, estructuras
académico institucionales y orgánicas y sus fines; entre otros asuntos de
Coordinador Mcp Luis Eduardo Ayala relevancia científico - académica.
Docentes Lic. Eliseo Ortiz Ruiz, Dra. Sandra
Carolina Rendón, Lic. René III – OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
Mauricio Mejía y Lic. William
Ernesto Santamaría. 1) OBJETIVO GENERAL.
II – DESCRIPCIÓN DEL CURSO Al finalizar el curso el estudiante será capaz de comprender y analizar
la organización jurídico política más importante de las sociedades
El curso está diseñado como un estudio teórico y metodológico sobre modernas denominada Estado a través de un manejo teórico y
el Estado, que permita a los estudiantes establecer un conjunto de metodológico acorde a sus características actuales, su aplicación a
conceptos, categorías y principios generales sobre la suprema situaciones concretas y su discusión mediante diversas estrategias
organización jurídico – política existente y sus supuestos de metodológicas; todo en el marco de la realidad actual.
conocimiento.
2
a. Conocer y analizar la evolución histórica de la disciplina y del 1. PRIMERA UNIDAD: ANTECEDENTES Y GÉNESIS DE LA
Estado como tal, su origen etimológico, principales enfoques TEORÍA DEL ESTADO; SUS CONCEPTOS BÁSICOS Y SU
teóricos y estudios a nivel metodológico sobre la naturaleza MÉTODO DE ESTUDIO.
del Estado, así como su ubicación dentro de las ciencias
sociales. 1.1. Génesis de la palabra Estado: Las primeras organizaciones pre
b. Que los estudiantes comprendan y sepan diferenciar el Estado estatales, tales como la polis, la civitas, el concepto de régimen y
moderno de las diferentes formas de organización y la res pública; las cuales representan diversas organizaciones que
dominación política en la historia, a las cuales dentro del describen una realidad similar a la del Estado actual. Análisis
presente curso se les denominan formas de organización teórico del pensamiento de Maquiavelo, Bodino, Hobbes, Locke
política pre estatal. y Montesquieu; entre otros autores respecto al Estado.
c. Que el estudiante logre un acercamiento a los elementos 1.2. El concepto de Estado con énfasis en la modernidad: Teorías
formales y reales, así como las estructuras y funciones del sobre su naturaleza, características distintivas y su evolución
Estado moderno. histórica.
d. Que el estudiante identifique y analice las transformaciones y 1.3. La teoría del Estado como ciencia: Antecedentes desde el
los fines del Estado moderno; debatiendo sobre los rumbos a Derecho natural aristotélico a la teoría antipositivista del Estado
los que se dirige en un mundo globalizado. y los aportes generados desde la ciencia política.
1.4. Objeto y método de la teoría del Estado: Teoría del Estado y
IV - COMPETENCIAS Ciencia Política, su objeto de estudio, interacciones, base
filosófica, giros en la materia y el pluralismo de enfoques.
Diseñar y ejecutar espacios de participación en debate y análisis sobre 1.5. Ubicación de la teoría del Estado: El debate sobre su lugar en la
la realidad actual del Estado contemporáneo, incorporando sus enciclopedia de las ciencias sociales: ¿Ciencias jurídicas o ciencia
elementos, características y problemas actuales. política? los enfoques tradicionales y modernos así como los
cambios y transformaciones del Estado.
Capacidad en formular y ejecutar proyectos de investigación en el área
de la Teoría del Estado, para efectos de presentar soluciones a
problemas actuales. 2. SEGUNDA UNIDAD: EL ORÍGEN HISTÓRICO DEL
ESTADO, LOS MODELOS DE DOMINACIÓN POLÍTICA
Formular alternativas prácticas en materia de institucionalidad, EN LA HISTORIA Y UN ESTUDIO SOBRE EL ESTADO
democracia, pluralismo, participación política y social, NACIÓN.
fundamentalmente en el campo gubernamental y estatal, con especial
atención al marco legal correspondiente. 2.1 Los conceptos de modo de producción y formación económica
social. Los distintos modelos de dominación política.
3
2.2 Modo de producción y modelos de dominación en la historia 3.5 Los fines del Estado: Objetivos y subjetivos, el Derecho y el
antigua y medieval: Comunidad primitiva, modo de producción Estado, Estado constitucional o de derecho.
asiático, despotismo teocrático de oriente y en el caso de América
las civilizaciones prehispánicas. El modo de producción 4. CUARTA UNIDAD: LOS REGÍMENES POLÍTICOS Y LA
esclavista y sus organizaciones políticas contemporáneas: Polis ORGANIZACIÓN INSTITUCIONAL DEL ESTADO.
griega, república romana, monarquías helenísticas, imperio 4.1 El régimen político y el sistema político: Conceptos, similitudes
romano. El modo de producción feudal y las formas de y diferencias, las instituciones políticas así como el concepto de
dominación que fueran contemporáneas al mismo. El sacro sub sistema político.
imperio romano germánico, los condados, los reinos, los señoríos, 4.2 Tipología de los regímenes políticos y formas de Estado:
entre otras modalidades. Regímenes autoritarios y totalitarios, regímenes de democracia
2.3 El modo de producción capitalista y el Estado moderno: Marco clásica.
histórico, Estado liberal clásico, Estado liberal democrático y 4.3 Las formas de gobierno: Parlamentarismo, presidencialismo,
social o de bienestar social; el Estado neoliberal. régimen directorial y semi presidencialismo.
2.4 El Estado fascista: Forma de organización política y 4.4 Instituciones políticas y administrativas del Estado: El
características distintivas. parlamento, gobierno, órgano jurisdiccional, la organización
2.5 Modo de producción socialista y las formas de dominación de territorial del Estado a nivel unitario, federativo, confederativo,
clase: Dictadura del proletariado y el socialismo de Estado. regional o de comunidades autónomas; entre otras.
4.5 La administración pública y las políticas públicas: Concepto,
3. TERCERA UNIDAD: LOS ELEMENTOS O modelo weberiano y sus limitaciones, niveles de la administración
CONDICIONES JURÍDICO – POLÍTICAS DE pública, políticas públicas, bases, rasgos e instrumentos.
EXISTENCIA DEL ESTADO NACIONAL MODERNO.
5. QUINTA UNIDAD: LAS TRANSFORMACIONES DEL
3.1 Terminología en la Constitución de la República: Diferencias con ESTADO Y SU FUTURO
otras entidades tales como: Iglesias, organismos internacionales, 5.1 ¿Crisis del Estado nacional o modificaciones en el contexto
transnacionales, pactos regionales, enfoques sobre elementos del mundial? La mundialización y algunas modificaciones relativas a
Estado. la soberanía estatal, los campos de poder, el soberano privado y
3.2 El elemento humano: Pueblo, población, nación y ciudadano; sus funciones.
diferencias y coincidencias. 5.2 Las concepciones sobre el fin del Estado: Concepciones positivas
3.3 El elemento material: La relación Estado y territorio, y negativas, el Estado como mal necesario y como mal no
composición, fronteras y criterios de delimitación, teorías sobre necesario.
la propiedad territorial. 5.3 Las transformaciones del Estado: Politización creciente de esferas
3.4 El poder y la soberanía, características y relación fundamental con antes concebidas como privadas, internacionalización de procesos
el derecho. Poder y gobierno, sus características y su organización políticos, el papel de la ciencia y la tecnología sobre los procesos
institucional, mundialización y soberanía estatal. políticos y la erosión de la soberanía estatal.
4
5.4 El Estado salvadoreño y su evolución actual; del Estado VIII- BIBLIOGRAFIA Y FUENTES DE
privatizador y desregulador a uno más intervencionista con INFORMACIÓN:
enfoque social.
Duverger, Mauricio: “Instituciones Políticas y Derecho
VI- METODOLOGIA DE APRENDIZAJE
constitucional”. Editorial Ariel, Barcelona, Caracas, México,
El proceso de enseñanza-aprendizaje se someterá a una 6ª edición, 1980
metodología activa y participativa de los estudiantes; en donde el
docente se auxiliará de los instrumentos metodológicos y técnicos González Casanova, J. A.: “Teoría del Estado y Derecho
adecuados a los contenidos de la Teoría del Estado. Se procurará
indagar a nivel teórico e integra a nivel empírico, los Constitucional”. 2ª edición, Barcelona, editorial Viceus-
conocimientos auxiliándose de las herramientas de uso virtual.- Vives, 1982
Considerando al estudiante el centro del proceso, la metodología
a implementar busca desarrollar diversas aptitudes y valores; Borja, Rodrigo: “Derecho Político y Constitucional”. Fondo
tales como una búsqueda adecuada de información, comprensión de cultura económica, México, 1ª reimpresión, 1996
y análisis a través de ejercicios individuales y cooperativos; tales
como cuadros resumen, cuadros de análisis, ensayos, Núñez Rivero, Cayetano: “Teoría del Estado y Sistemas
participación activa dirigida por el docente, cine fórums; y otras
modalidades que hagan que el estudiante pueda involucrarse de Políticos”. UNED, Madrid, 1ª reimpresión, 1996.
manera efectiva en al proceso de aprendizaje.
Porrúa Pérez, Francisco: “Teoría del Estado”. Editorial
VII - SISTEMA DE EVALUACION:
El sistema evaluativo buscará la constatación de los aprendizajes Porrúa, México, 30 edición, 1998
alcanzados por el estudiante, en los diferentes momentos del
proceso educativo; ese proceso se operativizará a través de Sánchez González, Santiago y Mellado Prado, Pilar:
actividades de tipo informativo que comprendan pruebas escritas “Fundamentos de Derecho Político”. UNED, Madrid, 4ª
u orales y una combinación de ellas en forma individual o
colectiva; y de tipo formativo que pretende propiciar en el reimpresión 1996.
estudiante una formación integral que incluya aprendizaje de
valores éticos, profesionales y capacidades intelectuales, medidas Verdugo M., Mario y García B., Ana María: “Manual de
a través de actividades de aula, ex aula: laboratorios, trabajos de
investigación empírica, controles de lectura, exposiciones de Derecho Político”. Editorial Jurídica de Chile, tomo I, 2ª
temas, etc. edición. 1988.
5
Roati, Horacio: “El Origen del Estado”. Rubinzal-culzoni Lenin, Vladimir. El Estado y la revolución. El Salvador. Edic.
editores, Buenos Aires Argentina, 2002 Tecolent. 1972 (existen múltiples ediciones)
García Cotarelo, Ramón y Paniagua Soto, Juan Luis: Lucas- Verdú, Pablo. Estado liberal de Derecho y Estado
“Introducción a la Ciencia Política”. UNED, Madrid, 3ª Social de Derecho. España. Universidad de Salamanca.
reimpresión 1995 1995
Uriarte, Edurne: “Introducción a la Ciencia Política”. Tecnos, Miliband, Ralph. El Estado en la sociedad Capitalista.
Madrid, 2002 Mexico, siglo XXI, 1970
Selección de textos de Zamora, Ruben y Jimenez C, Edgar. Passerin d´Entreves, Alexander La noción del Estado,
El Estado. San Salvador. UCA editores. 1987 centro de Estudios Universitarios. 1970
Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad Serra Rojas, Andrés. Ciencias Políticas; la proyección
privada y el estado. México. Editorial Roca. 1976. actual de la Teoría General del Estado. México. Edit.
Porruá. 7ª edic. 1983
Heller, Herman. Teoría del Estado. México. Fondo de
Cultura Económica. 1968 Sontag, Heinz R y otro. El Estado capitalista
contemporáneo. México, siglo XXI, edit. 1977
Jellinek, George. Teoría General del Estado. México, cía.
Editorial Continental, segunda edición. 1958 Stucka Peter I. La función Revolucionaria del Derecho y del
Estado. Barcelona, edic. Península. 1969
Kelsen, Hans. “Teoría General del Derecho y Estado”.
México. UNAM. 1969 Torres del Moral, Antonio. Dirección, Introducción al
Derecho Político (Unidades Didácticas) UNED, Madrid, 2ª
Lebrebe, Henry. Los marxistas y la noción de Estado.
reimpresión. 1996
Buenos Aires. Edic. cepe. 1972
6
Fayt, Carlos S. Derecho Político, Tomo I. Argentina, edic. González Casanova, José Antonio. Teoría del Estado y
Ghersi. 5ª edic.actualizada. 1982 Derecho Constitucional. Edit. Vicens- Vives, Barcelona.
1983
Bobbio, Norberto. Estado, Gobierno y sociedad. México,
Brevarios del fondo de cultura económica. 1ª edición en
español. 1989. 8ª reimpresión 2001
1
Texto extraído de: Passerin D´entreves, Alessandro. “La noción de Estado”. Centro de Estudios Universitarios. Editorial Católica, Madrid. 1970. Págs. 47 – 55.
Digitalizado por el licenciado William Ernesto Santamaría Alvarenga para el uso exclusivo como material de lectura de la primera unidad del curso “Teoría del
Estado” impartido en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador.
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LA PALABRA “ESTADO”: GÉNESIS Y FORTUNA DE particularismo y concebido como suprema expresión del bien
UN NEOLOGISMO 2 colectivo, es decir, como un valor moral además de cómo un
Alessandro Passerin D´entreves. hecho asociativo. Podría decirse, con palabras modernas, que la
Quizá pueda parecer que, en las páginas precedentes, polis es a un mismo tiempo un “Estado” y una “Iglesia”; pero
hemos jugado deliberadamente con un equívoco utilizando una del Estado como encarnación de vida ética hablaremos más
palabra moderna – “Estado” – para designar una realidad que ampliamente en otro lugar. Observemos, por ahora, que el
Platón, Aristóteles, Cicerón y San Agustín (los únicos autores lenguaje político ha hecho derivar de la palabra polis el adjetivo
de los que hasta ahora hemos tratado, pero la observación que lo caracteriza y no el sustantivo con el que hoy se designa
puede extenderse a todos los escritores políticos del medievo) cuanto atañe al gobierno y a la ciencia del Estado.
mencionan con términos muy diversos: polis, res publica, La experiencia política romana es notoriamente más
civitas, regnum. Es llegado el momento de preguntarnos si amplia y compleja que la griega, no sólo porque trasciende la
todas estas palabras tienen una referencia común y de examinar restringida visión del Estado ciudadano para alcanzar la idea
las credenciales del término moderno que hasta ahora, y por universal del Imperio, sino también porque introduce en la
comodidad, hemos utilizado en lugar de aquéllas. noción del Estado un elemento que ha sido ignorado - por lo
Ante todo analicemos las razones por las que los autores menos parcialmente – en el pensamiento griego: el elemento
de la antigüedad y de la Edad Media emplean palabras distintas jurídico3. Desde este punto de vista, la definición ciceroniana
de la voz “Estado” cuando tratan de la realidad política. Esas de res publica tiene singular importancia, como tendremos
razones son principalmente dos. La primera es que la realidad ocasión de ver al tratar del Estado desde la vertiente del
política a la que se refieren es diferente para cada uno de ellos, Derecho. En cuanto a San Agustín, su léxico es muy variado,
o por lo menos para cada una de las épocas a que pertenecen. pero creemos que puede afirmarse la sustancial igualdad de
La experiencia política griega se plasma en la polis, que significado de las palabras que emplea (res publica, civitas,
podemos describir como un Estado ciudadano cerrado en su regnum), confirmada además por las definiciones casi idénticas
2
Texto extraído de: Passerin D´entreves, Alessandro. “La noción de
Estado”. Centro de Estudios Universitarios. Editorial Católica, Madrid.
3
1970. Págs. 47 – 55. Digitalizado por el licenciado William Ernesto Sobre el concepto de res publica y sobre su continuidad en el pensamiento
Santamaría Alvarenga para el uso exclusivo como material de lectura de la romano puede verse el ensayo de F. CROSARA, respublica e respublicae.
primera unidad del curso “Teoría del Estado” impartido en la Facultad de Cenni terminologici dall´etá romana all´XI secolo, en “Atti del Congresso
Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador. Internazionale di Dir. Romano e di Storia del Diritto” (1948), Vol. IV, 1953.
1
35
que da de cada una de ellas4. Y son precisamente esas palabras Pero si los autores medievales no conocen todavía ni el
las que más frecuentemente se manejan por los escritores nombre ni la esencia del “Estado” en su acepción moderna,
medievales, pero con diversos significados según la realidad tanto más interesante resulta el esfuerzo que realizaron para
concreta a que se refieran, realidad que se especifica en una captar en su esencia la nueva realidad política que empieza a
gran variedad de formas o “tipos” de Estado. Civitas es, en el configurarse precisamente en los últimos siglos de la Edad
lenguaje político medieval, el Estado ciudadano que floreció en Media y que ostenta, cada vez más marcadas, las características
diferentes partes de Europa y muy especialmente en Italia. que asignamos al Estado.
Regnum es el término que se utiliza para designar las Generalmente recurren al expediente de extender la
monarquías territoriales en el proceso de formación desde la noción aristotélica de polis para comprender así en una sola
alta Edad Media. Res publica hace referencia, en la mayoría de categoría el Estado ciudadano y el Estado territorial: la
los casos, a la noción de una comunidad más amplia, expresión traducción de polis que encontramos constantemente en los
del universalismo romano y cristiano: la res publica christiana textos medievales es la de civitas vel regnum. Pero en el mismo
que reúne en un solo redil todos los discípulos de Cristo, pero momento en que la noción aristotélica se extiende a la nueva
que, sin merma de su unidad, se bifurca en dos grandes ramas, experiencia, ésta es interpretada con una nueva luz, de modo
el Papado y el Imperio. que puede afirmarse que el ideal político griego marcó su
Como puede observarse, la palabra “Estado” no figura impronta en la realidad política medieval. Desde el día en que,
en todo este léxico. Está ausente – y ésta es la segunda razón a mediados del siglo XIII, se empieza a leer y estudiar la
por la que se usan otros términos en su lugar – porque todavía Política de Aristóteles, comienza a producirse una profunda
no se había acuñado, no se había fijado en un significado transformación en el pensamiento político, desvaneciéndose el
concreto. La palabra “Estado” es un neologismo que no fue interés por la unidad de la comunidad cristiana para fijar la
acogido por las lenguas europeas hasta una época relativamente atención en el particularismo de las comunidades singulares en
reciente y cuyo éxito se debió al hecho de que la realidad que ésta se halla articulada, en las civitates y en los regna,
significada por él era una realidad nueva, diferente en muchos atribuyéndose a unas y otras el carácter de comunidad perfecta
aspectos de la que contemplaron los escritores políticos de la y autosuficiente que Aristóteles había asignado a la polis. La
antigüedad y del medievo. fórmula communitas perfecta et sibi sufficiens es la que más se
acerca, en los textos medievales, a la noción moderna de
4
Un completo análisis de estas definiciones se encuentra en el excelente Estado, pero habrá que esperar hasta el Renacimiento para
trabajo de S. COTTA, La Cittá di S. Agostino, Milano, 1960.
2
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encontrar por fin acuñada - y por primera vez, en italiano - la en el lenguaje político de la baja latinidad y del medievo, al
palabra adecuada para designar tal noción y la realidad que a ligeramente extensivo de solidez, prosperidad, bienestar de un
ella corresponde. determinado ente colectivo, ya sea el Imperio, la Iglesia o un
Una opinión muy extendida atribuye a Nicolás reino particular. Un primer ejemplo de este uso estaría en la
Maquiavelo el mérito de haber fijado definitivamente la frase de Justiniano statum reipublicae sustentamus, y otros
denominación moderna de “Estado”. Sin embargo, tal opinión – muchos pueden encontrarse en las fuentes medievales: precari
si bien justificada indudablemente en una buena parte - no pro statu ecclesiae o regni, tractare de statu ecclesiae o populi
debe suscribirse sin cierta reserva, ya sea porque la palabra christiani.
“Estado” parece haber entrado a formar parte del vocabulario Un significado más preciso de la palabra status sólo
político antes de Maquiavelo, ya porque en éste mismo está empieza a perfilarse cuando, con ulterior precisión, se emplea
empleada con diferentes significados, que son precisamente los para designar:
que ha venido adquiriendo desde el final de la Edad Media a) Una especial condición social o económica y, por
hasta el Renacimiento. Corresponde a Ercole el mérito de haber tanto, una particular categoría o clase de personas. Este es uno
intentado reconstruir la evolución gradual de tales significados, de los significados que tiene la palabra francesa état (“Estados
haciéndonos asistir a la génesis de un nombre que habría de generales”, “tercer estado”), y para referirse al cual otras
encontrar acogida en todas las lenguas europeas; su ensayo lenguas, como el alemán, usan palabras diferentes (Stand). En
sobre este tema conserva todavía hoy, después de muchos años, inglés, la palabra estate se emplea hoy todavía para designar,
un notable valor y un gran interés no obstante los progresos de además de los “tres estados” tradicionales, la condición
la lexicografía5. económica, es decir, el patrimonio de una persona, siendo
El punto del que debe partirse, según Ercole, es el significado corriente la palabra status para indicar su condición social.
que inicialmente tuvo la palabra latina status, como condición o b) La estructura de una determinada comunidad o, como
modo de ser de una persona o cosa, significado del que se pasa, se diría hoy, su “ordenamiento”. Acaso proceda esta
5
significación de un famoso pasaje de Ulpiano en el Digesto –
F. ERCOLE. Lo Stato nel pensiero de Maquiavelli, en “la política del
publicum ius est quod ad statum rei romanae spectat -, cuya
Maquiavelli”, Roma, 1926. Cfr. También el estudio de CONDORELLI, Per
la storia del nome “Stato”, en “Archivo giuridico”, 1923, y las acertadas importancia ponderaremos debidamente más adelante, más lo
observaciones de F. CHABOD en sus lecciones del curso 1956-57 sobre cierto es que en el medievo hallamos con bastante frecuencia el
Origini del Stato moderno, publicadas en parte como apéndice al vol. L´idea
di Nazione, Bari, 1961 (“Alcume questioni di terminología: Stato, nazione, empleo de status y Stato con esta acepción; tra tirania si vive e
patria nel linguaggio del Cinquecento”).
3
37
stato franco (Dante, Inf. XXVII, 54); volea… sovvertire lo el uso de tal palabra se fuese consagrando paulatinamente en
stato della cittá (G. Villani);civitas mutat statum et ibi insurgit las lenguas modernas.
quidam tyrannus…(Bártolo); riformare lo stato di Firenze, etc. Como ha observado un agudo filólogo 6 , debe
Es probablemente del significado b) del que arranca la distinguirse entre el uso que de la palabra “Estado” hace
progresiva depuración del concepto de “Estado”, que Maquiavelo en su breve y conciso tratado político El Príncipe y
desembocará en el empleo moderno del vocablo. Pero cabe el modo como la emplea en sus otras obras de índole más
distinguir, con Ercola, dos aspectos – el subjetivo y el objetivo erudita y humanística, como los Discursos y las Historias.
– en que el término es hoy utilizado: subjetivo en el sentido de Efectivamente, en El Príncipe la palabra en cuestión está
poder, de autoridad (il popolo monto in molto stato e signoria, utilizada en un sentido que parece muy próximo al pleno y
Dino Compagni); y objetivo en la acepción de dominio acabado significado moderno, mientras que en las otras obras
territorial o de pueblo sometido (“el Estado de la Iglesia”, “el se emplea en la acepción más arcaica de “grado” o “condición”
Estado de tierra firme de los venecianos”, etc). (político-económico-social), que es la más extendida en el
No hay duda de que en Maquiavelo pueden encontrarse italiano antiguo y que quizá Maquiavelo tomó del lenguaje de
casi todos estos significados de la palabra Stato, y a veces los historiadores o del popular. Desde luego hay que convenir
incluso en un mismo texto aparecen los aspectos objetivo y con Chiappelli en que desde la primera frase de El Príncipe el
subjetivo: La parte de popolani e de Guelti riassunse lo término “Estado” tiene inequívocamente el significado político-
“stato” (sentido objetivo) e quella della plebe lo perdé, del nacional-territorial (es decir, los sentidos subjetivo y objetivo
quale era stata príncipe dal 1378 allo ´81… Né fu questo unidos) con que se emplea en la más estricta técnica moderna:
“stato” meno ingiurioso verso i suoi cittadini…(Historias Tutti gli stati, tutti e´dominii che hanno avuto e hanno imperio
florentinas, III, 21 y 22). Evidentemente, si se piensa en una sopra gli uomini, sono stati e sono o republiche o principati.
definición del Estado plenamente articulada en todos sus Obsérvese que la palabra “república” designa aquí una
elementos y capaz de satisfacer las exigencias de la ciencia subespecie del género Estado, distinción importante y que
política, de los juristas y de los filósofos actuales, hay que tendrá amplio eco en la doctrina política posterior. Es evidente
reconocer que Maquiavelo quedó muy lejos de la acepción que en el pasaje transcrito queda definitivamente fijado el uso
moderna de la palabra “Estado”. Pero no hay que olvidar, por de una palabra nueva para designar una realidad igualmente
otra parte, que al propio Maquiavelo y a su influencia – dada la nueva, la realidad del Estado moderno en sus dos formas típicas
extraordinaria difusión de su obra en Europa – se debió el que
6
F. CHIAPPELLI, Studi sul linguaggio del Maquiavelli, Firenze, 1952.
4
38
de Estado popular (república) y de monarquía absoluta tradicional de condición o situación (estat d´une république,
(principado). Podrían multiplicarse los ejemplos de citas de El l´estat de la France)7. Algo parecido ocurre con los escritores
Príncipe en que se manifiesta pujante esta nueva idea, como ingleses de ese mismo período, los cuales para designar al
cuando recuerda Maquiavelo que dicendomi el cardinale di Estado – si de Estado en sentido moderno puede hablarse en la
Roano che gli Italiani non si intendevano della guerra, lo gli Inglaterra de aquella época – utilizan la palabra
risposi che e´Franzesi non si intendevano dello stato (Cap. III); Commonwealth, que etimológicamente reproduce con toda
o cuando habla de los Estados que crecen demasiado exactitud el término latino respublica. Únicamente en Hobbes
rápidamente por lo que carecen de “barbas”, es decir, de raíces, hallamos (Leviatán, 1651, Introducción) expresamente
lo que hace que su vida sea precaria y de breve duración; o establecida la identidad Civitas = Commonwealth = State;
cuando se lamenta de que Italia está divisa in piu stati, etc. después de él, con Pufendorf, y con Barbeyrac, traductor de
Recordemos, en fin, el impulso que Maquiavelo dio a la nueva éste, las palabras status = État entran definitivamente en el
ciencia del Estado o, más exactamente, al arte que, en una lenguaje político corriente8. Por su parte Montesquieu (Esprit
famosa carta a Vettori, se ufanaba de haber estado estudiando des Lois, 1748, lib. II) consagraba con su gran autoridad el uso
durante quince años en su prolongado servicio a la Señoría. de la palabra república, ya iniciado por Maquiavelo, para
Por consiguiente, es legítimo concluir que no hay designar una forma particular de Estado, el “Estado popular”
ninguna exageración en atribuir a Maquiavelo el mérito de como antítesis de la monarquía o principado.
haber introducido por primera vez el término “Estado”, en su Es significativo el hecho de que en Inglaterra el nombre
acepción moderna, en el léxico político del mundo civilizado; de república o commonwealth fue el adoptado oficialmente
primero, en el italiano, y de un modo más lento y no sin después de la caída de la monarquía (1649), razón por la cual la
resistencia en las otras lenguas europeas. En esta paulatina palabra cayó en profundo descrédito a partir de la Restauración,
difusión, la palabra “Estado” entra en competencia con otras aunque no tanto que impidiera a Locke (Segundo Tratado sobre
expresiones utilizadas hasta entonces y que habían sido
7
derivadas del latín. Así, el francés Bodino, que tiene una Sobre este tema, vid. M. ISNARDI, Appunti per la storia di État,
Republique, Stato, en “Rivista Storica Italiana” vol. LXXIV, fasc. 2, 1962.
importancia capital en el desarrollo de la moderna teoría del 8
Vid. A este propósito la interesante nota de R. DERATHÉ, État,
Estado, intitula su obra De la République (1576), y con este souveraineté, gouvernement, como apéndice a J.J. Rousseau et la science
término designa al Estado, conservando en él la palabra état, politique de son temps, París, 1950. Aún antes de que Hobbes, Pufendorf y
Barbeyrac consagrasen su uso en la verdadera teoría política, la palabra
pese a algunas opiniones contrarias a esta tesis, el significado Stato = État había sido ya definitivamente adoptada en el lenguaje de las
relaciones internacionales.
5
39
el gobierno civil, 1690, 133) seguir utilizándola por no acertar a la Federación norteamericana, en tanto que lo que para nosotros
encontrar – como confiesa explícitamente – otra mejor para sería el Estado “verdadero”, es decir, el Estado federal, recibe
designar la noción de Civitas, es decir, de una “comunidad el nombre de Federal Government. Pese a todo, es indudable
independiente” o Estado. En tiempos ya próximos a nosotros que también en la lengua inglesa la palabra “Estado” –
aquella palabra fue adoptada, como es sabido, para designar lo introducida originariamente en tiempos de Isabel I, por directa
que fue el Imperio británico y hoy es una libre confederación influencia italiana –tiene hoy plena carta de ciudadanía.
de pueblos, la British Commonwealth of Nations.9 Es preciso ahora, antes de terminar el capítulo, dar
En general, los países anglosajones no acogieron la respuesta a la pregunta que al principio nos hacemos, a saber, si
palabra “Estado” con tanta facilidad como los del continente es lícito utilizar la palabra “Estado” en locuciones corrientes
europeo. Las razones de ello son complejas y no podemos como la “concepción o la doctrina del Estado”, referidas a la
detenernos aquí en el examen de las mismas, que no sería sino antigüedad o al medievo, es decir, a épocas en que tal término
un análisis del diverso desarrollo que el concepto (jurídico) de era en absoluto ignorado. Desde luego, si con el empleo de la
la personalidad del Estado ha tenido en los diferentes países palabra moderna se velaran las diferencias sustanciales que
occidentales10. Baste recordar que los ingleses, para mencionar existen entre las estructuras políticas de aquellas épocas y las
al Estado, prefieren con frecuencia recurrir a perífrasis o de la nuestra, hablar de “Estado” para referirnos a la polis
circunloquios, como cuando identifican – identificación que, griega, a la res romana o a la communitas perfecta medieval
por cierto, quedó consagrada por una especial disposición sería condenable como un abuso lingüístico. Pero no hay tal
legislativa – el “servicio de la Corona” o “de su Majestad” con abuso - o, por lo menos, está muy atenuado – cuando el
el “servicio del Estado”, refiriendo al “gobierno” o a los término “Estado” se utiliza como una fórmula abreviada – casi
funcionarios individuales muchas atribuciones y funciones que podría decirse estenográfica – para designar lo que hay de
nosotros solemos referir al Estado. Igualmente incierto es el uso común en todas esas experiencias políticas y en las realidades
del término “Estado” al otro lado del Atlántico, donde con tal que en las mismas se reflejan; lo cual no exime, claro está, de la
nombre se designan los cincuenta Estados que hoy componen necesidad de examinar diferencias y coincidencias, las cuales –
unas y otras – se manifestarán en distinto grado según los
9
Tal denominación fue sugerida, en 1919, por el general sudafricano Smuts diferentes puntos de vista desde los que se acometa el problema
y adoptada oficialmente en el Estatuto de Westminster, en 1931. del Estado. Es sobre todo en el plano jurídico donde, a nuestro
10
Admirable por su agudeza y por la información que contiene sobre el
tema sigue siendo hoy un ensayo del gran jurista e historiador inglés juicio, se irá haciendo cada vez más compleja la noción de
MAITLAND, “The Crown as Corporation”, en Collected Papers, vol. III.
6
40
Estado con el paso de los siglos, y nuevos elementos, como el manera, Trasímaco y San Agustín. La novedad es lo que el
concepto de soberanía o el de la personalidad del Estado, propio Maquiavelo llama el principado nuevo, el Estado nuevo,
contribuirán a diferenciar palmariamente el Estado moderno y en el que, empleando sus mismas palabras, “estriban las
las experiencias políticas anteriores. dificultades”; y no, en cambio, el método de la verdad efectiva,
Sin embargo, el problema del Estado – pese a lo que se aunque nadie antes que él lo haya formulado con tanto rigor y
acaba de afirmar – permanece en sus dos polos extremos, el de claridad, porque la verdad efectiva no es sino el plano sobre el
la pura consideración fáctica y el de la justificación filosófica. que se plantea una consideración rigurosamente realista y
Inmutable permanece (y, si la palabra no nos pareciera empírica del Estado.
excesiva, casi diríamos “eterno”) el problema de la obligación El breve esquema que he trazado en este capítulo está
política, sobre el que, como ya dijimos, se centra el de la basado en varias obras, a cuyos autores testimonio desde aquí
autoridad y, por tanto, toda filosofía política digna de este mi gratitud.
nombre. E inmutable permanece también, en el polo opuesto, el Entre los menos recientes, merecen mencionarse: J.N.
problema de la fuerza, que brota de la constatación empírica de FIGGIS, “Respublica Christiana”, apéndice a Churches in the
la existencia de relaciones de autoridad y de obediencia entre Moder State, 2° ed., London, 1914; H.C. DOWDALL, The
los hombres o, por decirlo con palabras de Weber, de la Word “State”, en “39 Law Quarterly Review”, núm. 35, enero
“posibilidad de actuar” una cierta voluntad “incluso contra una 1923.
eventual resistencia”. Entre las obras más modernas, deben citarse, además de
Considero que cuanto hemos dicho constituye la mejor las mencionadas en el texto, las siguientes: R.T. MARSHALL,
y necesaria introducción a la lectura de Maquiavelo, es decir, Studies in the Political and Socio. Religious Terminology of the
del gran teórico del realismo político, de la consideración del “De Civitate Dei”, en “Patristic Studies”, LXXXVI, 1952;
Estado en términos de pura fuerza. Lo que constituye una GAINES POST, Studies in Medieval Legal Thought. Public
novedad en Maquiavelo es la experiencia de un nuevo tipo de law and the State, 1100-1322, Princeton, 1964, parte II, caps.
organización estatal, de una realidad con la que él cuenta (¡y de V-X.
qué modo!) y de la que es intérprete extremadamente agudo; y
no, en cambio, el problema centrado en el reconocimiento de
que, en una determinada situación, la fuerza puede ser la ultima
ratio, tema que ya habían abordado, aunque de muy diversa
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Notas y comentarios
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BOBBIO, Norberto. Estado, Gobierno y 42
Sociedad. Fondo de Cultura Económica.
1a. edición en español, octava
reimpresión. México, 1989.
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SUMARIO
I. INTRODUCCIÓN
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Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)
Núm. 64. Abril-Junio 1989
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(II.l)
A) Neopositivismo
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B) Racionalismo crítico
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C) La irrupción de la Historia
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(II.2)
La ubicación metodológica de la Ciencia política deberá tener presente
no sólo las polémicas desencadenadas en torno a la pregunta «¿qué es Cien-
cia?», suscitada principalmente en el terreno de las ciencias de la naturaleza,
sino también las que se han producido en torno al estatuto científico de las
disciplinas sociales.
La Ciencia política, al igual que la Teoría del Estado, aparece en el si-
glo xix, es decir, en un momento en el que las ciencias de la naturaleza están
dominadas por el paradigma de la física clásica, en el que debemos incluir
la concepción galileana sobre el denominado método científico (uso de la
idealización conceptual, interés tecnológico, recuperación de una ontología
matematizada, formulación de «leyes» que relacionan «fenómenos», explica-
ción como hipótesis causal, análisis experimental, etc.), contando en aquel
momento esa «nueva ciencia» con más de dos siglos de historia. Ello ha con-
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ni los lenguajes que hay tienen una forma lógica única. Desde el camino ini-
ciado por las investigaciones filosóficas wittgensteiníanas, Austin, Searle o
Apel, entre otros, han mostrado las consecuencias que para la racionalidad
conlleva este giro pragmático (por todos, Apel, 1975).
El ámbito de la racionalidad práctica, de la ética, también ha visto sub-
vertidas en los últimos tiempos sus de por sí difíciles relaciones con la racio-
nalidad teórica. Y, naturalmente, los cambios acaecidos en el interior de esta
última no han dejado de afectarla. De modo similar a ciertos cambios de
actitud producidos en el campo jurídico, en el terreno de la ética la crisis de
una razón fundamentadora que privilegiaba algunos determinados principios,
materiales o formales, cede el paso a posiciones más racionalmente inseguras,
más centradas en el caso concreto que en la generalización. También en el
universo de los valores tienden a imponerse criterios o actitudes que acre-
cientan la importancia del contexto y de la singularidad del caso.
Las opciones prácticas suelen adaptarse mal a un ideal que no acostumbra
a considerar las inevitables ambivalencias del mundo práctico o los conflictos
•entre los mismos valores, que impiden acercarnos sin tosquedades a lo uni-
versal y normativo. Mantener esquemas de racionalidad teórica en el mundo
de la acción tiende a rigorizar, a «protestanizar» el discurso, a maniqueizarlo
y a propiciar, ya sean versiones autoritarias y deductivistas de la autonomía
moral humana, ya sean teorías que desvinculan totalmente la racionalidad
del mundo de la ética.
Buscar el «lugar de la razón en la ética» (S. Toulmin, 1960) deberá verse
ahora como el complemento que la ética desempeña en la racionalidad. La di-
cotonomía ser-deber ser pierde la rigidez que tenía cuando la racionalidad teó-
rica pretendía el monopolio de lo que por racionalidad o razón había de en-
tenderse (Habermas, Í985b).
La irreductibilidad del mundo del hacer al mundo del pensar, de la ra-
cionalidad práctica a la teórica, tantas veces patente en el ámbito político,
aconseja a que lo razonable excluya usos prepotentes de la razón, tanto en la
teoría (incluida la Ciencia, y, por tanto, la Ciencia política) como sobre todo
•en la práctica. De esta manera, clásicos iconoclastas como Nietzsche, Fe-
yerabend o Rorty pueden ser vistos como racionalistas refinados cuya pre-
ocupación consiste en situar a la razón en unas cotas mayores de razonabili-
lidad. Bien podemos decir hoy que ya no resulta tan razonable ser racional.
La incidencia metodológica del segundo Wittgenstein, que ha resultado
decisiva en el terreno de la racionalidad analítica (Winch, 1972), induce a
que se acepte como un «dato» del contexto intelectual de las teorías el saber
precientífico sobre un determinado campo, por ejemplo, las relaciones polí-
ticas de poder. (En este sentido, M. A. Quintanilla ha señalado el paralelismo
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estudio de los métodos de las ciencias sociales, oscilan entre unas abstractas
consideraciones sobre la posibilidad científica de dichas disciplinas (su rela-
ción con los juicios de valor, por ejemplo), y la descripción de un conjunto
de técnicas de investigación o de análisis. Se deja por contestar cuándo el
sistema de enunciados de una teoría constituye un conocimiento comproba-
ble en un determinado contexto, obtenido por procedimientos repetibles y
con una coherencia lógica interna (Ryan, 1970; Grawitz, 1975; Rudner,
1966).
En el campo específico de la Ciencia política, la situación actual es cali-
ficada a menudo como multiparadigmática. Como es sabido, no resulta fácil
llegar a una opinión genéricamente compartida sobre lo que es un paradigma
en Ciencia política. A mi modo de ver, esta cuestión suele complicarse poí-
no distinguirse suficientemente, siguiendo a Lakatos, entre paradigma y pro-
grama de investigación. A pesar de la insistencia de Kuhn en la problemática
de la inconmensurabilidad de teorías de paradigmas distintos, la relación entre
éstas puede verse en términos de traducibilidad, actitud que no propiciaría
ya conceder tanto protagonismo a los aspectos que separan a las diversas ten-
dencias teóricas.
De esta manera se han señalado como paradigmas diferenciados el rea-
lismo norteamericano de las primeras décadas de siglo, el funcionalista, el
behaviorista, el sistémico, el «dialéctico», el estructural, el hermenéutico, etc.
(Chilcote, 1981; Burel y Morgan, 1982). Pero este planteamiento sugiere una
rigidez teórica poco acorde con la mayor movilidad conceptual constatable,
tanto en Europa como en Estados Unidos (Leca, 1985), tras la crisis del for-
malismo de la Teoría del Estado europea continental y del modelo de las
ciencias de la conducta anglosajón. Ambas tradiciones se ven en algunas di-
ficultades en el análisis de las cada vez más complejas relaciones entre reali-
dad material y marco institucional (Wollmann, 1981), así como en el momen-
to de propiciar una mayor atención a los aspectos prescriptivos y pragmáticos
(Blondel, 1981).
En lo que sigue realizaremos algunas consideraciones en torno a la vincu-
lación de la ciencia y filosofía política, en tanto que instancias de la raciona-
lidad polítológica (III.1), y a la vinculación de la Teoría del Estado a la
Ciencia política (III.2).
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(A.l)
Uno de los más conocidos «giros» de la disciplina lo constituye la clásica
concepción de las dos facetas del Estado de Jellinek criticada por Kelsen. En
la base de esta crítica está la consideración de que no resulta posible el co-
nocimiento de un mismo objeto a través de dos caminos distintos basados en
la dualidad hechos-normas (polémica posteriormente revivida en Francia en
los años cincuenta, con Burdeau y Meynaud como protagonistas). Se mantiene
todavía un «realismo pasivo» en las concepciones sobre el objeto de estudio,
que no se halla alejado de los límites epistemológicos de la filosofía kantiana
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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En un artículo más reciente, Andrew McFarland (1987) presenta una reseña histórica
de la teoría de los grupos de interés durante el periodo transcurrido desde la segunda
Guerra Mundial. Este autor señala que antes de la segunda mitad de los años sesenta,
"los trabajos def Dahl, Truman, Lindblom y otros, dieron origen a una teoría tan
coherente como convincente del poder en América. La poliarquía de Dahl y la
concomitante 'teoría económica de la democracia' produjeron una teoría de las
elecciones. La descripción que hace Truman de las instituciones y la política
estadunidenses como una compleja urdimbre de actividades descentralizadas de
negociación entre una plétora de grupos de interés, pronto fue asimilada a la
conceptualización pluralista del poder de Dahl. La teoría de Lindblom acerca de la
120
Un tercer modelo, llamado "triàdico" por McFarland, se asocia con los trabajos
deüames Q. Wilson (1980). En este modelo, se considera que el proceso de gobierno
está especializado por áreas de problemas. En condiciones normales, unos grupos de
interés que se movilizan para presionar al gobierno en una dirección determinada
enfrentan la oposición de grupos contrarios, y "se supone que las agencias
gubernamentales poseen un grado significativo de autonomía [...] así como la
capacidad de imprimir cierta coherencia y continuidad al sistema" (p. 141). La tríada
incluye los dos grupos de interés y una serie autónoma de agencias estatales, los
cuales varían según las áreas de problema.
común. Dicho término necesita definirse en una forma más o menos arbitraria, a fin de
satisfacer las exigencias del sistema jurídico o de la filosofía política en que incida" (
1934, p. 328). Treinta y cuatro años más tarde, en el subsiguiente compendio del
saber en ciencias sociales, The International Encyclopedia of the Social Sciences,
Frederick Watkins observó que la compleja interacción entre gobierno y pueblo es tal
que "los politólogos prefieren emplear otros términos para describir aquellos
fenómenos que otrora abarcara el concepto de 'Estado' " (1968, p. 156)./
Watkins reconoce que los conceptos de Estado y soberanía tuvieron sentido durante el
siglo y medio que transcurrió entre el Tratado de Westfalia y la Revolución francesa,
durante la Era del Absolutismo, cuando Luis XIV pudo afirmar "l'Etat, c'est moi", y
Federico II pudo autonombrarse "dererste Diener des Staates". La democratización
originó una devaluación del concepto normativo de Estado. En una sociedad
democrática es difícil distinguir entre el Estado y los ciudadanos en cuyo nombre aquél
ejerce su autoridad: "La soberanía así entendida es poco más que una incruenta
ficción legal. Hay desplazamiento de la atención desde el Estado hacia el gobierno, el
cual, a pesar de no pretender la soberanía, es el que en realidad empuña las riendas
del poder" (p. 153).
Según Watkins, se justifica el uso de este concepto sólo en el sentido weberiano "de
que el rasgo distintivo del Estado, en comparación con otras asociaciones, es su afán
de monopolizar el poder coercitivo dentro de su propio territorio [...] Desde el punto de
vista de una ciencia política meramente descriptiva basta, por tanto, con definir al
Estado en función de sus límites, y estudiar aquellas condiciones que acompañan el
mayor o menor grado de monopolio logrado en tiempos y espacios determinados. El
problema está en que se insiste demasiado en los aspectos coercitivos de la vida
política" (pp. 153-154).
La definición de Estado, según Nettl, incluye cuatro componentes. Primero, "es una
colectividad que suma una serie de funciones y estructuras con el propósito de
generalizar su aplicabilidad" (1968, p. 562). No está claro qué estructuras y funciones
forman parte de dicha colectividad, aun cuando Nettl alude a burocracias, parlamentos
e, incluso, partidos políticos. Segundo, el Estado constituye una entidad en las
123
Otro antecesor del movimiento estatista contemporáneo es Alfred Stepan, cuyo libro
State and Society: Perú in Comparative Perspective se publicó en 1978. Stepan
también critica el "reduccionismo" de los enfoques liberal-pluralista y marxista para el
estudio del Estado y la política. Sin embargo, no llega tan lejos en este sentido como
los estatistas más recientes. Aun cuando se especializa en países latinoamericanos,
su crítica al reduccionismo es dirigida a la política comparativa en general. La
observación que hace con respecto a los estudios de América Latina es que existe
otro acervo teórico —la tradición teórica orgánica-estatista-corporativista— más
apropiado para el análisis de la política latinoamericana e iberoeuropea, supuesto que
esta tradición teórica nació de las tradiciones institucionales y de las características de
aquellas regiones. Stepan considera que el enfoque liberal-pluralista del Estado es
íntegramente individualista y comprometido con la doctrina, de modo que, no puede
haber más "bien común" que el que se desprende de la persecución de los intereses
individuales: "Una premisa metodológica y normativa entre los pensadores políticos y
económicos pertenecientes a la tradición liberal-pluralista estipula que no es apropiado
emplear el concepto de bien común" (p. 7). Stepan también arguye que el liberal-
pluralismo maneja al Estado como una variable dependiente, y que semejantes teorías
sistemáticamente tienden a impedir que se considere al Estado como una agencia
autónoma. Esta distorsión del liberal-pluralismo que caracteriza la obra de Stepan es
compartida por el movimiento estatista contemporáneo. Más adelante se retomará
este problema del sitio que ocupan el bienestar común, el Estado y el gobierno en la
teoría e investigación pluralistas. Sin embargo, cabe señalar que el libro de Stepan es
producto de una investigación bibliográfica más minuciosa que algunas obras
pertenecientes a la nueva tradición estatista.
No está claro cuál es el lugar que Eric Nordlinger ocupa en esta controversia (1981).
Poco le falta por desplegar una nueva bandera paradigmática (1987) y puede
afirmarse que es empírico y "positivista" hasta la médula. Al afirmar la autonomía del
Estado, en modo alguno excluye el poder de factores propios de la sociedad. Más
125
bien, critica el reduccionismo social de sus colegas y presenta su propia obra como un
esfuerzo importante por asignar un lugar a la iniciativa de los funcionarios
gubernamentales en la administración pública. Si se rectifica su malinterpretación de la
tradición pluralista, no hay un cambio de paradigma, sino más bien un fecundo
programa de investigación encaminado a distinguir entre los gobiernos, con base en el
grado de participación del personal estatal (gubernamental), en la toma de iniciativas
en la definición de la administración pública, y en los factores y condiciones que dan
cuenta de estas diferencias de grado. No creo que el típico estadista considera un
programa de investigación de este tipo como una desviación revolucionaria de los
diseños de investigación convencionales, que, como he de demostrar, suelen
conceder una muy apreciable iniciativa y autonomía a funcionarios políticos,
burócratas de alto nivel, comités y líderes legislativos, etcétera.
Asimismo, Nordlinger propone otros tres componentes para una definición del Estado.
Ésta debería incluir no sólo al gobierno y a las agencias burocráticas que ejercen el
poder en su nombre, sino que "debe abarcar a todos los funcionarios públicos —
electos y designados, de alto y bajo nivel— que participan en la definición de la
administración pública" (1981, p. 10). Debe evitar cualquier caracterización susceptible
de variar de un caso a otro; por ejemplo, la legitimidad y la soberanía. Por último, una
definición debe ser lo más neutral posible; debe evitar atribuir a los Estados funciones
y propósitos específicos como la preservación de la estabilidad o la reproducción del
capitalismo.
Refuta estas presuntas posturas teóricas al afirmar que existen tres niveles de
autonomía estatal en la administración pública, y procede a ilustrarlos mediante un
análisis de la bibliografía secundaria. El nivel más bajo de autonomía estatal (tipo 3) se
refiere a situaciones en que las preferencias del Estado y la sociedad no divergen, y
en que éste actúa con base en las suyas propias; es decir que el gobierno elegido es
el preferido por los funcionarios estatales aun cuando no encuentre oposición de parte
de la sociedad. En el segundo nivel de autonomía (tipo 2), las preferencias de la
sociedad difieren de las del Estado; sin embargo, los funcionarios estatales convencen
a la sociedad de adoptarlas. El tercer y más alto nivel (tipo 1) se observa en
situaciones en las que divergen las preferencias del Estado y de la sociedad; a pesar
de ello, el Estado instaura una política consistente con la suya. Este caso extremoso,
que constituye la base de la teoría de la autonomía de Estado de Nordlinger, es
ilustrado mediante un análisis de las diversas formas en que éste puede capitalizarla
división social y emplear los formidables poderes del gobierno. En un escrito posterior
(1987), Nordlinger presenta una clasificación cuádruple de las relaciones entre el
Estado y la sociedad en términos de alta y baja autonomía estatal y apoyo social, la
cual ofrece interesantes perspectivas de investigación/Aun cuando Nordlinger no
documenta —y de hecho, no lo puede hacer—esta caracterización de la erudición
liberal como reduccionista al nivel de la sociedad, poca duda cabe de que hizo una
importante aportación a la teoría empírica. Su análisis riguroso y heurístico abre
interesantes líneas de investigación.
La postura del Committee on States and Social Structures (Comité sobre Estados y
Estructuras Sociales) del Social Science Research Council (Consejo de Investigación
en Ciencias Sociales) es una crítica más integral de las presuntamente descreditadas
ortodoxias o paradigmas de la ciencia política contemporánea. Tales ortodoxias son ef
"funcionalismo estructural pluralista" y el marxismo. Se afirma quevmanejan al Estado
como variable dependiente; sus acciones
En otros puntos de este primer libro del Comité del cics se distingue una y otra vez la
bibliografía anterior por su enfoque centrado en la sociedad (Evans, Rueschemeyer y
Skocpol, 1985, caps. 4 y 10). Otro miembro del Comité, Stephen Krasner, hace un
comentario similar en un artículo de reseña: "Las versiones del pluralismo centradas
de * manera exclusiva en los grupos de interés, virtualmente ignoran a los actores
públicos y a las instituciones; consideran al gobierno como una caja registradora que
suma y promedia las preferencias y el poder político de los actores de la sociedad. De
esta manera, el gobierno puede considerarse como una arena en donde los actores
sociales luchan por asegurar el triunfo de sus propias preferencias. La principal
actividad de los funcionarios públicos es garantizar que el juego se lleve a cabo
conforme a las reglas. Si las instituciones públicas se consideran como cajas
registradoras o árbitros, no hay sitio para nada que pudiera caracterizarse como un
Estado o actor con preferencias autónomas y capaz de manipular e incluso
reestructurar su propia sociedad" (1984, p. 226). Según Krasner, en donde los
pluralistas llegan a reconocer el papel iniciador de los dirigentes políticos, reducen las
instituciones estatales a "individuos que desempeñan roles" no limitados por
"imperativos y restricciones" institucionales. Ésta es una versión más compleja del
planteamiento reduccionista que, para Krasner, es tanto individualista como social.
La verdad es que aun cuando su tema central es la afirmación del estatismo como
alternativa al pluralismo, ni Skocpol, ni Krasner, ni los demás antipluralistas citados
parecen haber reparado en la confrontación original entre el estatismo y el pluralismo
de finales del siglo xrx y primeras décadas del siglo xx. Si bien, su argumento en favor
de un retorno al Estado se basa en la afirmación de que la bibliografía empírica
pluralista reducía al Estado y al gobierno a una arena y manejaba al gobierno como
una variable dependiente (en la medida en que lo manejaba), no citan ni comentan la
muy sustanciosa bibliografía pluralista relativa a "grupos de interés" de los últimos tres
cuartos de siglo.
La noción de soberanía estatal sobrevivió a las crisis que suelen acompañar a las
revoluciones democráticas. Lo que sucedió fue que el "pueblo" o el "parlamento"
conquistó la soberanía. Pero el Estado se consideraba unitario, superior a la sociedad,
y legítimamente inserto en todo el territorio y la población que se encontrara bajo su
jurisdicción.
Sin embargo, ni los pluralistas ni sus antecesores teóricos logran independizar a los
grupos del Estado. Gierke sostuvo que el Estado es soberano —legal y moralmente
supremo— cuando el interés común requiere el ejercicio de un poder social
organizado para sostenerse. Paul Boncour consideró al Estado como el único artífice
de la solidaridad nacional, encargado de impedir que cualquier grupo oprima al
público, a otros grupos o a sus propios miembros. Durkheim otorgó al Estado la
función de definir políticas generales no dejando a las diversas asociaciones más
función que la de diversificar, bajo la supervisión estatal, la ejecución de tales políticas
conforme a sus propios requerimientos especiales. Figgis definió al Estado como la
communitas communitatem, asignándole tareas distintivas y una autoridad superior en
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su calidad de agencia suprema de ajuste y coordinación social [...] Barker previene del
peligro de llevar demasiado lejos las recientes tendencias pluralistas; el Estado, por
ser el esquema más integral de vida social, debe poder regir las relaciones de las
asociaciones entre sí y con sus miembros, a fin de garantizar su igualdad y proteger al
individuo de la posible tiranía de su propio grupo. (P. 172.)
Tal parece que cuando los pluralistas enuncian su abstracta teoría, rechazan el poder
soberano del Estado o en todo caso, caracterizan el poder de algo que, en rigor, es
definitivo y reservado; pero cuando idean los convenios institucionales necesarios para
implantar su teoría, asignan al Estado numerosas tareas, entre ellas la de formular
políticas generales y garantizar que éstas se lleven a cabo, lo cual obviamente
requiere de un poder no definitivo y reservado, sino muy directo y en constante
ejercicio [...] Quisieran conservar al Estado, pero despojándolo de su soberanía. Sin
embargo, parece que este compromiso sólo queda en las palabras. Admiten que el
Estado se financie mediante mecanismos de tributación obligatoria, que retenga en su
totalidad el tradicional sistema de afiliación comprometida de todos los miembros de la
comunidad y otorgan a esta asociación coercitiva amplias facultades para dirigir la vida
social y económica de la sociedad. (1934, p. 173.)
Los escritos pluralistas que más se aproximan a los cuadros esbozados por los
estatistas son los de Arthur Bentley (1908, 1967), David Truman (1951) y Earl Latham
(1952). El estudio titulado Process of Government, de Bentley, casi no recibió atención
durante las varias décadas que transcurrieron entre su publicación (1908) y la
aparición del libro de Truman (1951). En su introducción al libro de
Bentley, edición 1967, Peter Odegard señala que el autor ofrece pocos datos
empíricos relacionados con la actividad de los grupos de interés, no obstante que los
grupos de presión y su actividad fueran problemas sobresalientes a principios del
siglo. Su libro era esencialmente teórico/estuvo a punto de presentar un modelo
formal, es decir, una reducción analítica de las instituciones a comportamientos
observables, donde los grupos de interés se consideran como la omnipotente variable
explicativa. Peter Odegard afirma que si Bentley hubiese complementado la
formulación de su modelo con la presentación de datos empíricos idóneos, y hubiera
presentado ese modelo como tal y no como una abstracción de la realidad, su obra no
habría sido ignorada durante tanto tiempo por los analistas. Así, la abundante
bibliografía estadunidense relativa a grupos de presión que se publicó entre las
décadas de los años veinte y cuarenta no fue influida por sus trabajos; aun cuando
Bentley aparece citado algunas veces en la bibliografía de los años cincuenta y
sesenta, no se adopta su modelo conductista y reduccionista a grupos. La
investigación empírica acerca de los grupos de presión, realizada durante las primeras
décadas del siglo xx, nació de la tradición amarillista imperante a principios de este
siglo.
[...] la importancia del poder ejecutivo no se debe tan sólo al tamaño o variedad de sus
funciones. Mucho más significativo es el hecho de que la realización de tales
actividades requiere de elecciones entre cursos alternativos de acción, es decir, del
ejercicio de una facultad discrecional [...] Tanto las funciones gubernamentales
antiguas como las más recientes requieren de mucha discreción administrativa, y la
132
tendencia es hacia una ampliación más que a una restricción de estos poderes [...] La
obligación de permanecer mínimamente accesible a todos los intereses legítimos en la
sociedad puede conferirle cierta independencia y poder de persuasión que
complementa de manera conveniente su autoridad formal [...] Los grupos de interés no
buscan acceder al gobernador o al presidente por simple hábito, ya que no son nada
despreciables los recursos de liderazgo de estos funcionarios. Los roles de
funcionario, legislador, jefe de Estado y comandante supremo de las fuerzas armadas,
desempeñados por el presidente, son reales y no meramente nominales. (1951, pp.
396,427.)
Earl Latham (1952) presenta una teoría integral de los grupos, aplicada al gobierno
estadunidense. Lo hace al caracterizar a instituciones gubernamentales como grupos
propiamente dichos, y postula un modelo del proceso de gobierno basado en el
equilibrio entre grupos políticos. Sin embargo, el incluir como grupos a las agencias
gubernamentales le ocasiona diversos problemas. El gobierno considerado como
grupos posee un carácter unilateral y asimétrico. El agente de policía puede detener el
tránsito; sin embargo, los automovilistas no pueden detener al agente de policía.
Latham intenta, sin gran éxito, acomodar en su modelo las propiedades particulares de
los funcionarios; rechaza la metáfora de Krasner que compara al Estado pluralista con
una caja registradora, más de 30 años antes de que el propio Krasner la enunciara:
"En estos ajustes de grupos de interés, el papel de la legislatura no es el de una
simple caja registradora que suma y resta presiones; en nada se compara con una
báscula inerte que señala y registra el peso y la distribución del poder entre los grupos
133
contendientes" (p. 391). Por tanto, las dos cámaras del Congreso son grupos con
sentimientos de identidad e intereses propios. Funcionarios, legisladores y jueces son
"oficiales"; si pertenecen a grupos, éstos son de categoría distinta a los grupos no
oficiales. Latham añade: "Aquellos grupos que gozan de este privilegio son los
mediadores del Estado, y sólo se distinguen de otros grupos gracias a sus
características de oficialidad" (p. 389),,
Uno de los estudios más trascendentes en ciencias sociales durante los años treinta
fue Public Administration and the Public Interest (1936) de Pendleton Herring. Su
interrogante principal fue:;cómo una organización administrativa en una democracia
podría resistir los embates de grupos particularistas y sus propias tendencias
conservadoras, y contribuir al bienestar común. A la luz de los conflictos del periodo
del New Deal, señala que el Estado democrático necesita lidiar con el conflicto entre el
capital y el trabajo. "No puede darse el lujo de atenerse a la supervivencia del más
apto. Las exigencias de la época requieren de una actividad estatal positiva para
garantizar la supervivencia de la democracia misma" (p. 379). Prosigue: "A no ser que
nos resignemos a aceptar esta situación al asumir que ésta es la naturaleza del
Estado democrático, es necesario promover para el Estado un propósito anterior y
superior a la miscelánea de intereses que lo componen" (p. 380)./
Los dos estudios clásicos sobre procesos políticos, realizados durante los años
sesenta—Who Governs?, de Dahl (1961), y American Business and Public Policy, de
Bauer, Pool y Dexter (1963)— aportaron resultados que reflejan la autonomía de los
funcionarios de gobierno y de las agencias gubernamentales. En sus conclusiones
acerca de la importancia relativa de las agencias "sociales" y gubernamentales en la
ejecución del Reciprocal Trade Agreements Act (Acta de Acuerdos Comerciales
Recíprocos, 1954-1955), Bauer, Pool y Dexter señalan que "una administración
republicana" —normalmente más sensible a las presiones de intereses financieros y
comerciales por obtener protección contra la competencia extranjera— "no reparó en
adoptar como el inciso más valioso de su programa legislativo una medida de
Roosevelt que transfería al poder ejecutivo la responsabilidad de establecer tarifas,
previamente asignadas, al poder legislativo" (1963, p. 466), es decir, una medida en la
que el establecimiento de tarifas estuviera menos sujeto a presiones de grupo. De
hecho,/su estudio acerca de los intereses financieros y mercantiles, y la política de
tarifas durante el periodo posterior a la segunda Guerra Mundial documenta el
debilitamiento de influencias "sociales" y el logro de la "autonomía estatal" con
respecto a esta área de la política económica extranjera. El estudio de Dahl acerca de
la definición de políticas de renovación en New Haven, durante la década de los
sesenta, tiene el mérito de haber adelantado el estudio de la definición de políticas al
demostrar la poderosa relación entre la estructura y el proceso político y la esencia de
la administración pública. Sin ser reduccionista a la sociedad, el estudio de Dahl
impugnó el modelo del poder comunitario de C. Wright Mills, Floyd Hunter y otros
teóricos, el cual sí era reduccionista al atribuir una influencia política generalizada y
dominante a intereses financieros y profesionales. Dahl demostró que existían en New
Haven diferentes procesos de gobierno propiciados por diversos tipos de problemas.
El caso de la renovación en New Haven, muestra cómo el alcalde Lee inició dicha
política mucho antes de que existiera cualquier grupo de interés o movimiento popular
que propugnase la renovación urbana. Krasner (1984) admite que así sucedió, pero
asegura que Dahl redujo las "instituciones estatales" a "individuos y roles", sin tomar
en cuenta las limitaciones de las instituciones. Se examinará esta versión de la tesis
reduccionista en el contexto de la definición dada por los estatistas a la autonomía
estatal.
Durante los años veinte y treinta, época en la que proliferaban los estudios acerca de
los grupos de presión estadunidenses, los analistas europeos contemplaban a los
grupos de presión en una óptica reduccionista y normativa. Los politólogos de
izquierda solían identificar a los grupos de presión como fenómenos de clase; en
cambio, los politólogos europeos conservadores los consideraban como patologías
políticas. Sólo el Estado y la burocracia poseían un poder legítimo y podían actuar en
función del bien común.
El estudio que hace Ehrmann (1957) acerca de los grupos empresariales en Francia
destaca la tradición del poder administrativo central. Señala la importancia de las
industrias nacionalizadas bajo la IV República, del control del dinero y del crédito, de
las exportaciones y la convertibilidad, de la fijación de precios por parte del gobierno, y
otros elementos similares. Describe, además, las transformaciones de la V República
como una transferencia de poderes desde los partidos y el Parlamento hacia los
funcionarios y la burocracia. En un lenguaje que agradaría al más "estatista" de los
neo- estatistas, Ehrmann reseña los principales triunfos del presidente De Gaulle en
contiendas con intereses organizados:
138
En lo que respecta a las grandes decisiones, por ejemplo, las políticas argelinas o
europeas, la liquidación de la African Community (Comunidad Africana) o las
preparaciones para la obtención de armamento nuclear, los grupos de presión
(algunos de ellos con sólida organización y apoyo financiero) por lo general eran
ignorados por el Eliseo y difícilmente podían obtener una audiencia en las oficinas del
Primer Ministro [...] En dos terceras partes de sus más sonados conflictos con la
Nationale Assemblée, el presidente de la República quiso hacer del conocimiento de
todos que negaba a los diputados el ejercicio de derechos que les otorgara
explícitamente la Constitución, porque el Parlamento obedecía, en realidad, a
mandatos del sector agrícola. Tales demostraciones de la fundamental hostilidad del
régimen hacia los intermediarios entre 'le pouvoir' y 'le peuple' tenían por objeto poner
en evidencia su estilo deliberadamente autoritario. (1963, p. 278.)
En un texto de los años sesenta, Austin Ranney describe al presidente como "hacedor
de leyes": "Se le considera generalmente como nuestro 'principal legislador' [...] sobre
todo porque ha tomado la mayor parte de la iniciativa en el proceso nacional de
formulación de estatutos" (1966, p. 442). En otro texto importante acerca del gobierno
estadunidense, concretamente, Government by the People (1963), de Burns y
Peltason, los autores también califican al presidente de "legislador principal" (pp. 424-
425). De hecho, los textos de la era pluralista en las ciencias políticas estadunidenses,
sin excepción alguna, consideran al presidente como el principal legislador y estadista
de la nación.
gobierno [...] debe haber convenido con una gran variedad de grupos de interés y ser
capaz de resistir a presiones poderosas ejercidas por ellos" (p. 152). En el libro de
texto de Samuel Beer y Adam Ulam (1964), el capítulo dedicado a Inglaterra considera
al Gabinete británico como el centro mismo del poder; y al servicio civil de alto nivel,
como iniciador de casi toda la actividad legislativa (p. 103).
sea más poderosa su lógica causal, etcétera. Los autores de esta corriente pudieron
ser negligentes y errados en su investigación bibliográfica; sin embargo, puede ser
superior su diseño de investigación.
En su ensayo anterior acerca de las revoluciones, Theda Skocpol ofrece una definición
de Estado en la que hace a un lado los esfuerzos neomarxistas de Miliband,
Poulantzas, Anderson, Therborn y Offe porque estos autores no admiten la posibilidad
de la autonomía estatal. Ella escribe:
Aquí, Skocpol lucha por librarse del determinismo de clase, propio del marxismo. Llega
al extremo de adoptar la metáfora del sistema para acomodar importantes aspectos de
la política que no son fácilmente reductibles a organizaciones coercitivas y
administrativas. Sin embargo, en trabajos posteriores, vuelve a un concepto cuyos
límites y contenido no especifica. Así, en su más reciente formulación (Evans,
Rueschemeyer y Skocpol, 1985), elude el problema de definir al Estado, Después de
criticar los enfoques marxista y estructural funcional pluralista del Estado, ella elogia
enfoques de investigación más "centrados en el Estado", como los de Nettl, Stepan y
otros autores. Cita a Max Weber y Otto Hintze como antecesores más remotos del
enfoque estatista: Como recurre más a la ilustración que a la especificación, cuesta
trabajo distinguir las formas y el grado en que su enfoque centrado en el Estado difiere
del tratamiento que dan al Estado y al gobierno Herring, V. O. Key, Eckstein, Ehrmann
y los autores de libros de texto estadunidenses. También resulta imposible determinar
en qué forma difiere su enfoque del manejo que hace
definiciones son muy semejantes a las de los demás autores. Por dejar a un lado la
bibliografía neomarxista, las conclusiones de Rueschemeyer y Evans concernientes a
la relativa complejidad y diversidad de los fenómenos estatales se antojan bastante
eclécticas y convencionales: "Reconocemos que en un amplio rango de circunstancias
históricas, el Estado tiende —en formas muy variables— a ser la expresión de pactos
de dominación, a comportarse como una unidad corporativa, convertirse en una arena
de conflictos sociales y presentarse como el guardián de intereses universales"
(Evans, Rueschemeyer y Skocpol, 1985, p. 48).
Stephen Krasner llega mucho más lejos al especificar la esencia del enfoque estatista.
Atribuye a la bibliografía estatista reciente cinco características "que la distinguen de
orientaciones asociadas con la revolución conductual" (1984, p. 224). Haciéndose eco
de una crítica de Theda Skocpol, Krasner opina que el enfoque estatista considera a la
política en términos de gobierno y control más que de distribución. Aquí, Krasner
parece desconocer la bibliografía relativa a políticas y agencias regulatorias, e ignorar
el hincapié que hace la bibliografía funcionalista estructural en los aspectos extractivo,
regulador y distributivo de la política. Tampoco menciona el temprano y trascendente
trabajo teórico de Lowi (1964), cuya triple clasificación de los tipos de gobierno público
—regulador, distributivo y redistributivo— ha ejercido tanta influencia en la
investigación empírica en ciencias políticas.
El tercer argumento de Krasner es que los estudios estatistas hacen mayor hincapié
en restricciones institucionales sobre el comportamiento individual. Los estatistas,
según Krasner, conceden muy poca libertad e iniciativa al individuo: "Los actores del
proceso político, sean individuos o grupos, son prisioneros dentro de estas estructuras
que limitan e incluso determinan los conceptos que ellos mantienen de sus propios
intereses y recursos políticos" (p. 225). En este punto es probable que Krasner esté en
146
particular tiende a cerrar otras opciones. Este modelo del árbol de decisiones es, por
supuesto, una aportación de la ciencia social conductista. La importancia de la
dimensión histórica longitudinal ha sido reconocida desde tiempo atrás por la ciencia
política conductista en estudios acerca de la opinión pública y de los procesos
electorales, lo mismo que en la bibliografía psicobiográfica política y en el análisis
estructural funcional/En fechas más recientes, analistas de orientación conductista del
Congreso, como Polsby (1968), Lawrence Dodd (1986a, 1986b) y Cooper y Brady
(1981) han explotado las posibilidades del enfoque histórico.
REFLEXIONES CONCLUSIVAS
Si acaso esta bibliografía adolece de alguna falla grave —y estoy seguro de que los
estatistas, con sus antecedentes básicamente neo- marxistas y centrados en las
relaciones internacionales, tienen algo nuevo que aportar a la tradición de la historia
de las instituciones— no por ello deja de ser una regla fundamental de la academia el
que se investigue a fondo la bibliografía relativa a un tema antes de pretender
148
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